DOCETISMO

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DOCETISMO

DEFINICION
Herejía que niega la realidad carnal del cuerpo de Cristo. Por su etimología
viene de la voz griega dokéo, parecer, dókesis, apariencia. Sirve para designar
el error de los que se niegan a admitir que Jesucristo ha sido hombre
verdadero, con cuerpo de carne como el nuestro. Por consiguiente, sería pura
ilusión o apariencia todo lo que los Evangelios cuentan y la Iglesia enseña
sobre la concepción humana de Cristo, su nacimiento y su vida, sobre su
pasión, muerte y resurrección (v. voces correspondientes).

ORÍGENES.

Según algunos historiadores, esta herejía puede proceder de Alejandría, pero


hay evidencias de que ya había partidarios de esa teoría en el primer siglo y
puede encontrarse en grupos gnósticos y pregnósticos.

Como todas las herejías de los primeros siglos cristianos, el d. se debe a la


dificultad de concebir una realidad humana, material y carnal, unida
íntimamente a una realidad divina, espiritual, trascendente y sobrenatural.
Parecía repugnar a Dios un nacimiento como el nuestro, la pasión, muerte y
resurrección. Un Hijo de Dios que se encarna, redime y salva a la humanidad
mediante el dolor real en su cuerpo real, era para los judíos una blasfemia
sacrílega, y una fábula bella para los paganos (1 Cor 1,23). De aquí una doble
serie de herejías: judaizantes (hebreos) (v. JUDEO-CRISTIANOS) y docetas
(paganos), que se fusionaron en el Gnosticismo (v.), la más grande y
complicada síntesis racional-especulativa anticristiana.
No constituye, pues, este error la nota distintiva, única y exclusiva de una
secta aparte, sino que forma parte de los elementos erróneos de los distintos
sistemas gnósticos, que florecen en los dos primeros siglos cristianos. Se
admitía con dificultad que el Salvador era el Hijo de Dios hecho hombre. Estos
dos dogmas (Encarnación y Redención) han sido los verdaderos obstáculos
con que han tropezado los partidarios de la gnosis. Para algunos autores de
esta teoría Cristo fue simplemente el hijo de José y María, negando así su
divinidad. Otros niegan su humanidad y vieron en su concepción, nacimiento,
muerte y resurrección solamente fenómenos aparentes, sin la menor realidad
objetiva.
El filón herético del d. tuvo sus orígenes en tiempos de los Apóstoles. Fue
combatido por S. Pablo y S. Juan. Comenzó a especular por caminos distintos,
partiendo de materias filosóficas y religiosas. Pretendía explicar todo mejor que
el Cristianismo. Se servía de la enseñanza cristiana para amalgamarla con
otras ideas heterogéneas. Así compusieron este modo superior de comprender
y de explicar las cosas, que llamaron enfáticamente gnosis. Una de las

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dificultades era explicar el origen y la existencia del mal en el mundo. Partía del
hecho de que la materia es esencialmente mala y causa del pecado. Era
imposible concebir, por tanto, que Dios, la santidad misma, haya podido entrar
en contacto inmediato con ella, sea para crear, sea para redimir a la
humanidad. La unión real de la naturaleza divina con la humana en la persona
de Cristo, como lo enseña el Cristianismo, no eran admisibles. Rechaza, por
tanto, como una cosa inconcebible que el Salvador, de cualidad superior y
divina haya podido nacer como hombre, comer, sufrir y morir. Ni la
Encarnación, ni la Redención, según el sentido de estas teorías, eran
admisibles. Mas, por otra parte, el d. no se podía conformar con una negación,
sino que debía proponer su doctrina.

PRINCIPALES REPRESENTANTES

Dentro de los principales personajes se encuentran Marción, Valentín y


Basílides (estos últimos, gnósticos) que reduce la carne de Cristo a una
apariencia: "Parece que come, parece que camina, parece que está
cansado...". Tanto san Juan en sus cartas (1 Jn 4, 2) como san Ignacio de
Antioquía luchan contra este error. Jesús es verdadero hombre que come,
bebe, se cansa, camina, llora, se admira. Jesús caminó por las calzadas
polvorientas de Israel. Jesús miró con sus propios ojos a niños inocentes, a
hombres enfermos, a fariseos complicados. Jesús amó con corazón también
humano.

BIOGRAFIA DE MARCION

Nacido en Sinope, en Asia Menor (hoy Sinop, Turquía), hijo de un obispo que
fue excomulgado, Marción prosperó como comerciante y naviero. Viajó
a Roma entre 135 y 140 d.C. buscando ser nombrado dignatario de la Iglesia,
sin lograrlo.
Fue declarado hereje y excomulgado en 144 de nuestra era. En el momento de
su muerte (150) había logrado exitosamente el primer cisma del Cristianismo,
cuyos efectos se prolongarían hasta el siglo III. Elaboró la primera
gran herejía cristiana y redactó el primer canon del Nuevo Testamento,
sistemáticamente organizado conforme a su propio dogma. A pesar de que
suele atribuírsele el carácter de “gnóstico” nunca tuvo ese carácter, no obstante
su cercanía, antes de elaborar su propio cuerpo doctrinal, con la herejía
Docética.
Este primer canon de "su nuevo testamento", ayudó a la iglesia cristiana del
segundo siglo a motivarse rápidamente para preparar el canon auténtico de los
libros del Nuevo Testamento. Hasta entonces se leía el Antiguo Testamento,
porciones del Nuevo Testamento y cartas del apóstol Pablo en las
congregaciones, pero no había un canon del Nuevo Testamento como tal.
Influido por la herejía docética y por el platonismo, Marción considera que la
carnalidad es corrupta, o un simple reflejo de la realidad, por ello ordena la
abstinencia carnal, rechaza el placer en cualquier forma, obligando a los
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creyentes de su Iglesia a una vida de pobreza y privación extrema, la cual fue
parte importante para el fin de esta herejía, pues incluso se opuso al placer
sexual dentro del matrimonio.
En lógica con lo anterior y no obstante que el rito de la Iglesia marcionita
copiaba el rito católico, difería en la pobreza de los hábitos y en que, en lugar
del vino se utilizaba agua, pues la asociación del vino con la sangre era
contraria con la parte gnóstica que influyó en menor grado, pero que
definitivamente se aprecia en estos dos aspectos del ritual.

FORMAS DE DOCETISMO. Aunque exista mucha diversidad según los


autores, tiempos y lugares, existieron algunas ideas predominantes. Nos ha
dejado consignadas S. Ireneo las principales de su época. Las resume en
cuatro afirmaciones:

1) El hombre Jesús fue un receptáculo pasajero, en el que entra Cristo en el


momento del Bautismo y del que sale antes de la Pasión;

2) El nacimiento, la vida y muerte de Cristo no fueron nada más que una


apariencia sin realidad;

3) Cristo tenía un cuerpo visible y capaz de sufrir, pero no era material, ni


formado físicamente de la Virgen. No hizo otra cosa que pasar a través de
María;

4) Sobre la Cruz murió un hombre realmente, pero no fue Jesús, sino Simón de
Cirene, en el cual Jesús había dejado sus rasgos y aquél sustituyó a Jesús (cfr.
S. Ireneo, Adversus haereses, 1,24,4; 3,16,1: PG 7,677-920 ss.).

La primera manifestación de d. es la de Cerinto. Para él Jesús ha nacido y


ha vivido como los demás hombres y ha muerto realmente sobre la Cruz,
mientras que el Cristo, que habitaba transitoriamente en él, ni nace ni muere
efectivamente.

IMPORTANCIA Y PROYECCIONES PASTORALES

Inicialmente el d. tuvo graves consecuencias morales (encratitas). Pero mayor es


su importancia doctrinal, ya que desvirtúa dos dogmas cristianos primordiales: la
encarnación y la redención. También quedan afectadas la maternidad de María,
la realidad de la Iglesia y el valor de los sacramentos. En la predicación cristiana
está siempre presente el peligro de exagerar la trascendencia divina, hasta
hacerla incompatible con la inmanencia implicada en la -> encarnación.

Las tendencias de la espiritualidad y la ascética cristianas históricamente se han


bifurcado así: a) imitación de Cristo, b) divinización del cristiano. La primera pone
su acento en el Cristo histórico. La segunda puede tener dos sentidos:
divinización por Cristo y en él, o divinización simplemente. En este último caso

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es fácil desviarse hacia doctrinas docetas, por el de no centrarse tanto en el Dios
encarnado, cuanto en la unión directa con Dios. Esta tentación es de las más
peligrosas por disfrazarse con visos de piedad y misticismo. Toda negación o
atenuación de la importancia salvífica de la humanidad de Cristo en principio
tiene un matiz doceta.

CONSECUENCIAS. Como puede observarse, estas afirmaciones minan la


base del Cristianismo, que cree en Jesucristo Dios-Hombre, nacido realmente
de María Virgen, que ha vivido, muerto y resucitado con un cuerpo físico real
como el nuestro y sólo gracias a esto ha sido posible y real la redención y
salvación del mundo entero (v. JESUCRISTO). La fe se encontraba, en efecto,
amenazada por la gnosis en general y por el d. en particular. Éste, por su
manera de concebir y de explicar el papel del Salvador en el mundo y la
naturaleza de la salvación, desfiguraba completamente y destruía por la base
dos de los dogmas fundamentales de la fe cristiana: la Encarnación y la
Redención. La Iglesia profesaba que el Hijo de Dios se había hecho hombre
para salvar a los hombres y que. los había salvado por la muerte sangrante
sobre la Cruz. El d., al contrario, no dando a este doble misterio nada más que
una apariencia sin realidad, los suprimía radicalmente. Si el Verbo no se hizo
carne, ¿qué quedaba del papel atribuido por los Evangelios a la Virgen María?
Si no podía morir, pues rechazaba la humanidad, ¿cómo viene la salvación?
Del mismo golpe, ¿qué quedaba de la Iglesia? Era, en consecuencia, una
cuestión de vida o muerte.

LA OPOSICIÓN DE LA IGLESIA. Nada más urgente que oponer al error


insinuante y peligroso, con su apariencia científica, las afirmaciones positivas
de ortodoxia y salvar la fe cristiana, condenando la herejía. Pero la Iglesia no
se contentó con denunciar el error, sino que lo refutó. No sólo probó la verdad
de la fe, sino que lo haría con la Escritura, la tradición y la razón.
Desde los mismos tiempos apostólicos existieron gnósticos docetas. Pero
donde únicamente notamos la oposición es en los escritos de S. Pablo y S.
Juan. En Antioquía, Siria, Éfeso y contornos de la provincia de Asia se notaba
una tal fermentación de ideas filosóficas y religiosas, que amenazaban la
ortodoxia. Como hábiles exploradores, comenzaron a abrir brecha por un d.
sutil, atacando los dos dogmas fundamentales de la Encarnación y la
Redención. Se comprende por esto que S. Pablo y S. Juan se alzaran
vivamente contra las nacientes infiltraciones heréticas de tinte docetista. La
prueba la tenemos en ciertos detalles característicos que señalan los Apóstoles
y en la manera que tienen de denunciar el peligro.
S. Pablo, prisionero en Roma, fue visitado por Epafras, con el objeto de
informarle de los daños que corría la fe cristiana en Colosas. A un cristianismo
más o menos desfigurado añadían las falsas teorías varios elementos.
Elementos prácticos eran, por una parte, un culto exagerado y supersticioso de
los ángeles y, por otra, un rigorismo ascético que proscribía el uso de ciertos

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manjares e imponía la observancia del sábado. Los elementos especulativos
(que denominaban «filosofía») no eran otra cosa que fantasías, análogas a las
que poco después forjarían los gnósticos. Lo más irritante eran las deficiencias
que suponían en la persona y obra de Cristo. «Mirad que nadie os engañe con
filosofías falaces y vanas, fundadas en tradiciones humanas, en los elementos
del mundo y no en Cristo. Pues en Cristo habita toda la plenitud de la divinidad
corporalmente» (Col 2,8.9). Es una clara alusión a los brotes gnóstico-
docetistas. Cristo no es un demiurgo, sino que es igual a Dios y corporalmente,
en su cuerpo mortal, siguió siendo Dios. El peligro no estaba solamente en
poner en duda su divinidad, sino en no dar la realidad exacta a la naturaleza
humana y a su muerte sangrante. Ésta hace pensar que lo que aquí combate
es el d. junto con otros errores. Insiste hasta tres veces, con alguna línea de
distancia para afirmar que Cristo posee la plenitud de Dios y que habita en Él
corporalmente. Por otra parte, tiende a reafirmar la reconciliación de los
hombres con Dios por la sangre de la Cruz, por la muerte de Cristo en su
cuerpo carnal (Col 1,20.22). Quiere afirmar una y otra vez la realidad de la
Encarnación y de la Redención. El tipo de estos gnósticos con tendencias
docetistas es más acusado en las Pastorales. Escribiendo a Timoteo le avisa
para que evite todo lo que opone una ciencia que no merece este nombre (1
Tim 6,20), afirme solamente que hay un solo mediador entre Dios y los
hombres, Cristo Jesús hecho hombre. Es obvia la intención de Basílides y
Marción de rechazar las Epístolas Pastorales del canon del N. T.
S. Juan, en el cuarto Evangelio combate a Cerinto, que negaba la divinidad
de Cristo. S. Juan tiene además rasgos de combatir un error lleno de d.
Acentúa muchas veces: «El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros» (lo
1,14). El hincapié que hace al hablar del Señor en su carne, su naturaleza
humana (lo 19,34). En su epístola es claro que combate el d.: «Todo espíritu
que confiese que Jesucristo ha venido en carne es de Dios, y todo espíritu que
no confiese a Jesús, ése no es de Dios, es del anticristo» (1 lo 4,2.3). «Muchos
seductores se han levantado en el mundo, que no confiesan que Jesucristo ha
venido en carne...» (2 lo 7). Estas alusiones eran claras para los destinatarios
de las cartas y designan suficientemente que tropezaban con los mismos
errores (1 lo 1,1). Otros pasajes (no menos significativos) hacen pensar en el d.
(1 lo 4,15; 5,1). ¿Quiénes eran estos docetas? Sin duda, el mismo Cerinto, que
distinguía el Cristo de Jesús. Pero también otros, porque el acento del Apóstol
lleva a defender con energía la carne real de Cristo. Entre ellos estaban los
judeocristianos, combatidos también por S. Pablo.
Posteriormente el d. es combatido por S. Ignacio de Antioquía (v.). En las
cartas que escribe a las iglesias de Asia les aconseja acerca de su conducta
con los herejes y más en concreto contra las corrientes gnósticas impregnadas
de d. Los principios docetistas se encuentran también en las ideas de los
principales jefes gnósticos: Simón Mago, Basílides, Valentín (v.), Marción (v.),
Manes y maniqueos (v.). La refutación de los fundamentos docetistas (por el
hecho de encontrarse englobados en otros errores) no ha sido objeto de una

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refutación especial por parte de los Padres de la Iglesia. Tres personajes
sobresalen al combatir sus principios: S. Ireneo (v.), contra los gnósticos en
general, sale al paso de la distinción sutil de ver dos personajes en Cristo.
«Jesús y el Cristo (dice) no forman sino un solo hombre-personaje: El Hijo de
Dios encarnado» (PL 7,919-955 y 1027). Tertuliano (v.) contra los marcionitas.
Sus afirmaciones más importantes van a probar que Cristo ha nacido de la
Virgen (cfr. PL 2,581582; 764-785). S. Agustín (v.), contra los maniqueos. Sus
afirmaciones principales tienden a rebatir las pruebas que sacan de la S. E.
para probar que Cristo no podía encarnarse, son fantásticas e ilusorias (PL
42,37-38). Ciertos Padres de la Iglesia, concretamente Clemente de Alejandría
(v.) y Orígenes (v.) han sido acusados de d. (cfr. DTC 4,149-151). La acusación
nace de ciertos pasajes del Hypothyposes. Esta obra del doctor alejandrino se
ha perdido y actualmente es imposible controlar o verificar semejante
acusación a base de este escrito. Pero no deja lugar a dudas acerca de la
realidad del nacimiento, de la vida humana y de la muerte de Cristo. A menos
que se descubran nuevos textos, los que en la actualidad poseemos, unidos a
los del Pedagogo y Stromata, son suficientes para demostrar que en estas
obras Clemente es extraño al d. Orígenes recibió también la acusación de d.
Modernamente hay que pronunciarse por la negativa (PG 27, 809-913). La
verdad es que los dos han combatido a los gnósticos y han mantenido la
ortodoxia de la fe sobre la realidad de la Encarnación y de la Redención hecha
por Cristo, que presupone y comprende que Cristo era Hijo de Dios, la verdad
sobre el nacimiento y la vida humana, de la pasión y de la muerte en la Cruz.
Las expresiones recriminadas se explican muy bien como intemperancias
polémicas, debidas a la imprecisión con la cual entonces se formulaban los
principales dogmas cristológicos y soteriológicos.

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CONCLUSIÓN

Es el error cristológico que atribuye a Cristo un cuerpo aparente (dokeo =


parecer o aparecer) y niega por tanto diversos dogmas relativos a la
encarnación. Más que una secta, es una consecuencia de las doctrinas de
sectas gnósticas. Apoyado en antiguas enseñanzas del oriente medio, el
dualismo espiritualista de la -> gnosis dominaba el mundo griego del oriente
cuando apareció el cristianismo. Del choque entre ambos surgió una serie de
herejías que pretendían explicar racionalmente el misterio de Cristo. Una tesis
fundamental de la gnosis está en la afirmación de que la materia es radicalmente
mala: Como consecuencia inmediata, es imposible que Dios, espíritu purísimo,
se contamine realmente con ella. Aplicado esto a Cristo, se dan diversas
variantes: desde las más extremas que no admiten en él ninguna realidad
verdaderamente humana, pasando por los que aceptan la encarnación pero no
los sufrimientos de la cruz, hasta los que atribuyen a jesús un cuerpo
privilegiado, libre de toda miseria.

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ANEXO:

MARCION

REPRESENTACION DE CRISTO NO HUMANO PERO SI DIOS

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BIBLIOGRAFIA

https://mercaba.org/Mundi/2/docetismo.htm

https://es.wikipedia.org/wiki/Docetismo

https://mercaba.org/Rialp/D/docetismo.htm

https://ec.aciprensa.com/wiki/Docetas

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