Meritocracia y Desigualdad Económica: Percepciones, Preferencias e Implicancias (Juan C. Castillo)

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Meritocracia y desigualdad económica: Percepciones, preferencias e


implicancias / Meritocracy and Economic inequality: Perceptions, preferences
and implications

Article · May 2018


DOI: 10.17605/OSF.IO/QKPU4

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1 1,675

4 authors, including:

Juan Carlos Castillo Álex Torres


University of Chile MideUC
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Jorge Atria
Universidad Mayor
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Meritocracia y desigualdad económica:
Percepciones, preferencias e implicancias.

Meritocracy and economic inequality: Perceptions, preferences and implications.

(Pre-print, aceptado en Abril 2018 en Revista Internacional de Sociología)

Juan C. Castillo1, Alex Torres2, Jorge Atria1 & Luis Maldonado1

1
Institute of Sociology, Pontificia Universidad Católica, Chile
2
Assessment Center Mide UC, Pontificia Universidad Católica, Chile

Contact: [email protected], jc-castillo.com

Funding

This work was supported by the National Fund for Economic and Scientific Development
FONDECYT, grant number 1160921, as well as by the Centre for Conflict and Cohesion
Studies COES, CONICIT/FONDAP/15130009.

1
Meritocracia y desigualdad económica: Percepciones, preferencias e implicancias.

Meritocracy and economic inequality: Perceptions, preferences and implications.

Resumen

La idea de meritocracia está relacionada con la distribución de bienes y beneficios basados en


el talento y esfuerzo individual, constituyendo un principio que legitima la distribución
desigual de los recursos en sociedades modernas. Pese a las constantes referencias a la
meritocracia en la investigación de desigualdad y estratificación social en sociología, existen
pocos intentos conceptuales y empíricos que busquen entender hasta qué punto los individuos
perciben y prefieren la meritocracia, así como también sus consecuencias. La presente
investigación propone un marco conceptual y empírico para el estudio de las percepciones y
preferencias meritocráticas, que posteriormente es relacionado con una serie de variables
relacionadas con desigualdad social. Utilizando datos de la encuesta chilena “Justicia social y
participación ciudadana” (N= 1.245), los resultados del análisis sugieren que las preferencias
y percepciones de meritocracia son constructos distintos y que quienes perciben un adecuado
funcionamiento de la meritocracia también perciben menos desigualdad social.

Palabras Clave: Meritocracia, desigualdad económica, percepción de desigualdad, estatus


social, justicia distributiva.

Abstract

The idea of meritocracy is related to the distribution of goods and rewards based on
individual talent and effort, being a principle that legitimizes the unequal distribution of
resources in modern societies. Despite the constant references to meritocracy in inequality
and stratification research, there are still few conceptual and empirical attempts to
understand to what extent individuals perceive and prefer meritocracy, as well as their
consequences. The present research proposes a conceptual and empirical framework for
studying meritocratic perceptions and preferences, which is then related with economic
inequality variables. Using data from the Chilean survey “Social justice and citizenship
participation”, the analyses suggest that meritocratic perceptions and preferences are
different constructs and that those perceiving an adequate functioning of meritocracy also
perceive less economic inequality.

Keywords: Meritocracy, economic inequality, inequality perception, social status,


distributive justice.

2
Introducción

El interés en el fenómeno de la desigualdad económica se ha incrementado notoriamente en


los últimos años. Las crisis financieras, los movimientos sociales y las demandas por mayor
redistribución de recursos alrededor del mundo han motivado a los científicos sociales de
distintas disciplinas a centrarse en el estudio tanto de aspectos objetivos como subjetivos de
la desigualdad. Tras esta agenda se encuentra una paradoja: ¿Cómo es posible que los
individuos en sociedades democráticas puedan convivir con extremos niveles de desigualdad?
El supuesto a la base de esta pregunta es que la igualdad es un valor central y consensual en
las democracias modernas, y que por lo tanto la desigualdad sería una amenaza para ella
(Lipset, 1959). Sin embargo, aún cuando sería esperable que en sociedades con mayor
desigualdad existieran mayores presiones hacia la redistribución económica (Meltzer y
Richard, 1981), la evidencia sugiere que esto no necesariamente ocurre en la práctica
(Schröder, 2017; Solt, 2010; Solt et al., 2016). En este sentido, el estudio de distintas formas
de justificación de la desigualdad económica cobra especial importancia a la hora de entender
la relación entre desigualdad e injusticia (Castillo, 2012) y las acciones que se toman en
torno a ellas.

Desde las ciencias sociales se ha señalado que el advenimiento de la modernidad ha


tenido como una de sus implicancias la necesidad de generar mecanismos concretos y
simbólicos que permitan y expliquen la asignación de los recursos de forma desigual, pero sin
recurrir a elementos característicos del ancien régime como herencias o títulos honoríficos
(Tocqueville, 2004). Los ideales de igualdad que se afirman principalmente desde la
Ilustración comienzan entonces a socavar la legitimidad de características adscriptivas como
bases para la distribución, abriendo espacio a criterios de mérito individual como el esfuerzo
y el talento (Hadjar, 2008; Young, 1962). Así, la meritocracia se puede definir de manera
general como la idea –implícita o explícita- de que se recibirá una compensación proporcional
a nuestros méritos, mientras la conducta se mantenga dentro de los límites de la estructura
jurídica y de lo socialmente aceptado (Bell, 1977; Young, 1962). Este principio de asignación
serviría para legitimar la jerarquía de estatus presente en las democracias industriales
modernas, fomentando la idea de ser sociedades que respetan y promueven la justicia social,
en contraste con las dominancias coercitivas o heredadas de las élites en las sociedades
tradicionales previas (Warikoo y Fuhr, 2014).

En la sociología el concepto de meritocracia posee un lugar central en estudios de


estratificación y movilidad social. Sociedades más móviles se caracterizarían por un menor
grado de determinación familiar del estatus individual, dejando por tanto mayor espacio al
mérito individual como factor determinante de la posición social alcanzada. Sin embargo, la

3
investigación sociológica a la fecha en este tema ha estado caracterizada principalmente por
estudios de movilidad social y sus críticas a la implementación del ideal meritocrático
(Goldthorpe, 2003), abordando escasamente lo que las personas perciben y creen respecto de
la meritocracia. La presente investigación tiene como primer objetivo detenerse precisamente
en este punto, centrándose en el concepto de meritocracia y en su evaluación en base a lo que
las personas manifiestan percibir y creer. La pregunta asociada a este objetivo se puede
plantear como: ¿Es posible distinguir percepciones y creencias en meritocracia? Hasta ahora,
la aproximación a la medición de meritocracia en sociología ha sido mediante la utilización
ad-hoc de indicadores disponibles en datos secundarios, sin abordar aspectos de la validez de
estas mediciones de manera sistemática (Duru-Bellat y Tenret, 2012; Reynolds y Xian, 2014).
En este marco, una primera hipótesis a contrastar en esta investigación es que es necesario y
posible distinguir entre percepción (lo que es) y preferencias (lo que debería ser) sobre
meritocracia, y que ambos elementos deben ser tomados en consideración en conjunto para
poder avanzar en una agenda de investigación sobre este tema.

Además de proponer una distinción conceptual y de medición de percepciones y


preferencias respecto de meritocracia, un segundo objetivo a abordar corresponde a las
diferencias individuales en términos de estatus socioeconómico. ¿Existen diferencias de
estatus en percepciones y preferencias de meritocracia? Siguiendo una tesis racional es
plausible plantear como hipótesis que aquellos de mayor estatus (asociado a ingreso y
educación) percibirán y preferirán más la meritocracia como una forma de legitimar su
posición en la sociedad, mientras que sucedería lo opuesto para aquellos de menos estatus.
Junto a ello, un tercer objetivo en esta investigación es indagar sobre las posibles
implicancias de la meritocracia, en particular en la percepción de desigualdad económica:
¿Cómo se relacionan percepciones y preferencias de meritocracia con la percepción de
desigualdad económica? Dado que la meritocracia sería una forma de legitimación de
desigualdad en relación a criterios de esfuerzo y talento, se propone como hipótesis que
aquellos que perciben que la meritocracia funciona adecuadamente tenderán a minimizar su
percepción de desigualdad. Es decir, la desigualdad se vuelve menos notoria (y
probablemente menos relevante) para aquellos que consideran que el sistema distributivo
basado en principios meritocráticos opera correctamente.

Los objetivos e hipótesis de investigación se resumen en el diagrama de la Figura 1.


En el centro aparece el concepto de meritocracia y la distinción entre sus dos principales
componentes, cuya operacionalización y medición como variables latentes corresponde al
primer objetivo. Luego, a la izquierda aparecen los factores de estatus social asociados a
meritocracia que constituyen el segundo objetivo, mientras la relación entre meritocracia y
percepción de desigualdad se enmarca en el tercer objetivo de esta investigación. Es mediante

4
las asociaciones con status y percepción de desigualdad que se pretende avanzar en los
vinculos entre meritocracia y desigualdad económica.

Figura 1: Conceptos centrales y su asociación

En lo que sigue, la primera sección comienza abordando los aspectos conceptuales y la


evidencia empírica relacionada con el estudio de la meritocracia. La segunda parte se refiere
a una serie de factores asociados a la meritocracia, como el estatus socioeconómico y la
percepción de desigualdad económica. Luego de presentar los datos, variables y métodos, se
resumen los principales resultados del análisis y finalmente se discuten implicancias para
futuras investigaciones.

Perspectivas en el estudio de la meritocracia

Hasta ahora hemos hablado de meritocracia sin hacer referencia a una clara definición
conceptual del término. Esto no es casual ya que existe gran ambigüedad en la literatura al
respecto, lo que es reconocido por Sen al señalar que “la idea de la meritocracia puede tener
muchas virtudes, pero la claridad no es una de ellas” (Sen, 2000: 5). Preliminarmente,
constatamos que una acepción general se refiere a la caracterización de un orden social donde
“las recompensas son distribuidas a los individuos de acuerdo con criterios de mérito
personal” (Yair, 2007: 1), denotando que lo central de la meritocracia es un orden donde el
mérito prima como criterio de distribución, y por lo tanto “la meritocracia se contrasta
también con sistemas que estan basados en la selección mediante características adscriptivas
como riqueza heredada, clase social, etnicidad, raza y, más generalmente, con cualquier
sistema de nepotismo” (Yair, 2007: 1). Esto nos conduce a enfocarnos en la definición de
mérito para poder entender qué es meritocracia, aún cuando tal como sucede con la
meritocracia, la definición de mérito es generalmente ambigua, y en la mayoría de lo casos
simplemente ausente. Una de las pocas definiciones centrales e influyentes al respecto es la
aportada por Young (1962), quien acuña el término meritocracia en su novela satírica “The

5
rise of meritocracy”. En ella, mérito se define formalmente como M(mérito)= I(inteligencia o
talento) + E(esfuerzo). La consideración de esfuerzo y talento como componentes del mérito
cuenta con cierto consenso en la literatura, aún cuando “una deficiencia seria en los
fundamentos éticos de la meritocracia es su virtual ausencia de discurso respecto a qué áreas
del “mérito” son las más (o menos) recompensadas” (Horowitz, 2006: 131). De esta manera,
algunos autores enfatizan los aspectos relacionados con esfuerzo por sobre el talento, o
viceversa.

Teniendo en cuenta esta definición básica de mérito y meritocracia, es posible


proponer un marco general de estudio donde luego situar la presente investigación. Este
marco se compone de tres perspectivas principales, que denominaremos normativa,
descriptiva y subjetiva. La perspectiva normativa se asocia disciplinarmente a la filosofía
política, caracterizada por la discusión respecto de la justicia y sus principios (Krebs, 2000;
Rawls, 1971; Sandel, 1998). En este marco se plantea la pregunta más amplia respecto de lo
justo y de los criterios distributivos que pueden ser catalogados como tal. En este marco la
meritocracia aparece vinculada a la justicia como equidad (Aristotle, 1999; Homans, 1974) o
igualdad proporcional en este caso a talento y esfuerzo, así como también a otros criterios de
merecimiento que podrían competir con la meritocracia. Aún cuando se podría decir que en
las sociedades modernas el mérito es considerado en general un criterio justo de distribución,
también es posible identificar otras situaciones o esferas (Walzer, 1983) donde normas
basadas en principios de igualdad o necesidad pueden primar como criterio de justicia
(Deutsch, 1975). Esta discusión sobre los principios distributivos justos y sobre el tema del
merecimiento (deservnigness) va más allá de los objetivos de este artículo, pero sin duda es
relevante de mencionar dadas las posibles implicancias de la investigación sociológica en la
tradición normativa, así como también porque sirve como insumo a la perspectiva subjetiva,
como es descrito más adelante.

Así como la perspectiva normativa es más cercana disciplinarmente a la filosofía


política, la perspectiva descriptiva es de corte más sociológico y se interesa principalmente en
la implementación del ideal meritocrático vía estudios de movilidad social (Alon y Tienda,
2007; Duru-Bellat y Tenret, 2012; Goldthorpe, 2003). En este sentido se asume que,
idealmente en sociedades meritocráticas modernas, las posiciones estarían abiertas y
vinculadas principalmente a credenciales educacionales que reflejan criterios de mérito y no
al estatus social de origen familiar. De esta manera, en un contexto de igualdad de
oportunidades, la meritocracia generaría un alto grado de movilidad social. La mayor parte
de la literatura en esta perspectiva descriptiva se caracteriza por una aproximación crítica a
la implementación del ideal meritocrático: la meritocracia no conllevaría movilidad sino que
una mera reproducción del estatus ya existente. En este proceso, la educación ocuparía una

6
función clave, pues a través de ella se legitimaría la meritocracia (a quiénes más estudian
mayores recompensas les esperan) mientras simultáneamente se reproduce el estatus en una
sociedad (Bourdieu y Passeron, 1990; Warikoo y Fuhr, 2014). Este efecto reproductor se
produce en la medida que aquellos más “inteligentes y trabajadores” logran subir en la
jerarquía social, lo que generaría desigualdades en el acceso a las oportunidades por parte de
sus descendientes (Page, 2013; Young, 1962).

La evidencia empírica sobre el debate meritocracia-igualdad de oportunidades es en su


mayoría consistente con las críticas de carácter reproduccionista, lo que viene a poner en
entredicho la capacidad de adjudicar justamente los recursos de las sociedades en base a
criterios meritocráticos (Breen y Goldthorpe, 2001; Goldthorpe, 2003). Por ejemplo, las
investigaciones de Piketty señalan que los aumentos de salarios en deciles superiores no
necesariamente se relacionan con mejores calificaciones, idea que también se refuerza en el
Informe sobre Desigualdad en el Mundo (Oxfam, 2016).

La perspectiva normativa y descriptiva en el estudio de la meritocracia sirven como


referente y contexto para introducir ahora la perspectiva subjetiva, tal como se representa
esquemáticamente en la Figura 1:

Figura 2: Perspectivas en el estudio de la meritocracia

En la Figura 1 es posible identificar arriba las dos perspectivas identificadas


anteriormente en relación al estudio de la meritocracia: normativa (filosofía política) y
descriptiva (sociología de la desigualdad/estratificación). A estas se suma la perspectiva
subjetiva, que contiene dos elementos principales y además vinculados con las dos
perspectivas anteriores: las preferencias, en relación a los principios normativos, y la
percepción del funcionamiento de la meritocracia. Así, en esta perspectiva subjetiva se
reflejan de cierta manera las perspectivas normativas (preferencias respecto de lo que debería

7
ser) y descriptivas (percepciones de lo que es), conceptos que se detallan en la sección
siguiente.

La perspectiva subjetiva en el estudio de la meritocracia

El comienzo de las investigaciones de los aspectos subjetivos de la desigualdad económica en


sociología puede ser rastreado a fines de los años 1940s, vinculado a conceptos como
deprivación relativa y teoría de la equidad (Adams, 1963; Stouffer et al., 1949). Sin embargo,
no es hasta la publicación de Kluegel y Smith sobre creencias sobre la estratificación (1981)
que se logra identificar claramente un ámbito de estudios relacionado con aspectos subjetivos
sobre desigualdad y sus factores asociados al interior de la sociología. El listado de
publicaciones a la fecha en esta línea es numeroso y abarca una gran diversidad de temas y
metodologías1, dentro de los cuales el estudio de la meritocracia representa sin embargo un
ámbito bastante limitado. Las pocas investigaciones en relación a aspectos subjetivos de la
meritocracia tienden a focalizarse principalmente en las preferencias de la meritocracia, que
se refiere a si la meritocracia es internalizada como un principio deseado para generar
justicia, es decir, si los sujetos adhieren a la idea de que el mérito debe ser recompensado
(Foster y Tsarfati, 2005; Jaime-Castillo y Marqués-Perales, 2014; Son Hing et al., 2011). Por
ejemplo, esta preferencia se puede expresar en el grado de acuerdo con afirmaciones como
“las personas que se esfuerzan más deberían obtener mayores salarios”.

Por su parte, la percepción de meritocracia se refiere a cómo los sujetos captan las diferencias
sociales presentes en su entorno y en qué medida atribuyen que éstas son el resultado de un
sistema meritocrático y de sus elementos constitutivos de trabajo y habilidad (Duru-Bellat y
Tenret, 2012; Foster y Tsarfati, 2005: Reynolds y Xian, 2014). . Contrastando con la
preferencia, la percepción se relaciona por ejemplo con frases como “las personas que se
esfuerzan más obtienen mayores salarios”. De manera resumida, la percepción tiene que ver
con lo que es observado (lo que es), mientras la preferencia con lo que a las personas les
gustaría que ocurriera (lo que debería ser). Respecto de este contraste entre percepción y
preferencia, Duru-Bellat y Tenret (2012) han desarrollado el único estudio bajo nuestro
conocimiento que distingue percepciones y preferencias en la meritocracia, con datos del
International Social Survey Programme (ISSP) 1999 comparando 26 países. Sin embargo,
ellos solo utilizan un indicador para cada concepto, sin detenerse en la discusión sobre el
error de medición que esta estrategia conlleva, tema que detallaremos más adelante.

1 Para una revisión consultar Aalberg (2003) y Janmaat (2013)

8
La distinción conceptual entre percepción y preferencia en la meritocracia nos parece
fundamental para poder avanzar en la comprensión e investigación de este fenómeno por
varias razones. En primer lugar esta la distinción de ambas dimensiones permitiría ahondar
en el estudio de las posibles asociaciones y diferencias que existirían entre el nivel de
meritocracia que los individuos perciben en una sociedad y el nivel en que desearían que ella
funcionara como sistema de distribución. Y en segundo lugar, la confusión entre estos
conceptos podría llevar a conclusiones erróneas, como por ejemplo que un bajo nivel de
meritocracia percibido necesariamente se asocie a una menor preferencia en la meritocracia
como ideal, o viceversa. Por lo tanto, en la presente investigación una primera hipótesis
(H1) señala que la meritocracia en su dimensión subjetiva presenta una estructura que
permite diferenciar aspectos descriptivos (percepción) y normativos (preferencias). En el
marco de una metodología cuantitativa, un supuesto de esta hipótesis, es que los aspectos de
percepción y de preferencias en la meritocracia son posibles de medir basados en indicadores
de encuestas, que a su vez sirvan de insumo a análisis confirmatorios de la estructura
conceptual propuesta. El contraste satisfactorio de esta hipótesis de medición permitiría
contar con instrumentos de medición que puedan luego servir como insumos para
investigaciones posteriores.

Factores asociados a las percepciones y preferencias en la meritocracia

Un primer elemento a relevar en relación al estudio de percepciones y preferencias en la


meritocracia es el del estatus social. Investigaciones previas han observado que la posición
que las personas ocupen en la estructura social afecta la forma en que se explican las
desigualdades y en particular la importancia que se le da al mérito (Duru-Bellat y Tenret,
2012; Solt et al., 2016). En este sentido, las personas que pertenecen a los grupos dominantes
de una sociedad o que se encuentran en la parte superior de la estructura social explican tal
posición comúnmente por cualidades personales o factores que están bajo su propio control,
como sus habilidades o el trabajo invertido (Lerner, 1980), mientras que las personas en
situación de dominación o desventaja refieren a factores fuera de su control para explicarla.
Sin embargo, algunas teorías más cercanas a la psicología social han planteado una
perspectiva alternativa, donde aquellos en situación de bajo estatus son los que más sostienen
preferencias que tienden a mantener o justificar su situación de desventaja en un sistema
social. Esto ocurriría dada la necesidad de justificar y defender el status quo de los sistemas
sociales mediante la creencia de que ciertos grupos sociales merecen su lugar en la jerarquía
social (Jost et al., 2003), en este caso particular debido a sus habilidades y esfuerzo, aunque
esta creencia o percepción no los favorezca individualmente. No obstante, y acorde con la
evidencia de investigaciones ligadas más cercanamente a la sociología y al rol de variables de
estatus en creencias respecto a la distribución (Kunovich y Slomczynski, 2007) nuestra

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hipótesis inicial en este ámbito (H2) es que aquellos que poseen mayor estatus social,
presentarán mayores niveles de percepción de meritocracia, así como mayores niveles de
adhesión a la preferencia meritocrática.

Dentro de las variables de estatus la educación requiere una consideración especial,


dado que se han argumentado y evidenciado efectos a veces opuestos en actitudes hacia
temas redistributivos (Schneider y Castillo, 2015). Por un lado, se señala que aquellos con
altos niveles de educación formal podrían presentar mayores niveles de adscripción a las
preferencias meritocráticas (Baer y Lambert, 1982; Bourdieu y Passeron, 1990), dado que la
meritocracia sería una ideología dominante y la educación formal sería una forma de
socialización en este tipo de ideologías. Sin embargo, Baer y Lambert (1982) señalan que la
educación puede comportarse de forma opuesta, dado que las personas más educadas de una
sociedad serían más conscientes de las inequidades de la realidad en que viven y de los
factores que influyen en ella, y de este modo, creerían y/o percibirían menos meritocracia en
su entorno. Para la presente investigación se asumirá como hipótesis la concordante con la
primera de las dos corrientes, es decir, mayores niveles educacionales presentarán mayores
niveles de percepción de la meritocracia, así como mayores niveles de apoyo a las preferencias
meritocráticas.

Además de las variables de estatus, un segundo aspecto a indagar en este estudio es el


de la relación entre meritocracia y percepciones de desigualdad económica. Una de las
características de las preferencias en la meritocracia es que permite a las personas explicarse
las jerarquías de estatus, es decir, ejecuta una función de legitimación o justificación de las
diferencias y desigualdades dentro de una sociedad (Hadjar, 2008). Al respecto, una primera
posibilidad es que la preferencia por la meritocracia funcione como una ideología
consensualmente compartida por los miembros del sistema social que justifica la distribución
de bienes o elementos valorados positivamente (Lane, 1986). En especifico, consistiría en un
mito legitimador promotor de la jerarquía social, ya que proveería justificaciones morales y
racionales para la opresión y la desigualdad social, las que serían sostenidas por las personas
debido a una tendencia general a ordenar a la sociedad en grupos jerárquicos (Costa-Lopes et
al., 2013). Una segunda forma de entender la relación entre meritocracia y justificación de la
desigualdad es la del interés racional, que plantea que quienes se encuentran en una situación
actual de privilegio presentarían mayores niveles de preferencia y percepción de meritocracia
como una forma de justificar su actual estatus en base a su esfuerzo y su intelecto (Kunovich
y Slomczynski, 2007). Esto podría generar consecuencias en términos de percepción de
desigualdad económica en una sociedad, ya que ésta se encontraría justificada como fruto del

10
mérito. En esta línea, se plantea como hipótesis (H3) que aquellos que perciban y prefieran
más la meritocracia percibirán a su vez una menor desigualdad económica.

Datos, variables y métodos

Datos

La presente investigación utilizó los datos generados por el proyecto “Desigualdad, Justicia
Social y Participación Ciudadana” (Proyecto FONDECYT 2 11121203), el que mediante
encuestas personales aplicadas en hogares el año 2013 recogió información sobre temas
referidos a desigualdad y justicia social. En el diseño muestral se consideró como universo a
la población mayor de 18 años de las comunas de Chile que cuentan con más de 100.000
habitantes según el censo realizado el año 2002. Se realizó un muestreo probabilístico
estratificado en 4 etapas, con afijación para la muestra en la Región Metropolitana. Respecto
de las etapas del muestreo estratificado, en primer lugar se seleccionaron comunas
aleatoriamente mediante el procedimiento Probabilities Proportionate to Size, otorgando a 46
comunas una probabilidad de 1 de ser elegido, quedando representadas 13 de las 15 regiones
del país. En segundo lugar, dentro de las comunas ya seleccionadas, se seleccionaron
manzanas mediante muestreo aleatorio simple, para luego determinar una vivienda y un
habitante de la vivienda mayor a 18 años en la tercera y cuarta etapa. Se sobredimensionó la
muestra estimando una tasa de respuesta de 80%, obteniéndose finalmente 1245 casos, lo que
está sobre el número establecido de la muestra de 1200 participantes. En todos los casos se
contó con el consentimiento informado de los participantes.

Variables

El primer objetivo de este trabajo dice relación con la medición de dos aspectos de la
meritocracia: percepción y preferencias. Para cada uno de ellos se consideran tres indicadores
del cuestionario, los de percepción con un énfasis descriptivo de cómo los participantes ven
que la meritocracia opera en la sociedad, mientras los de preferencias poseen un énfasis
normativo con criterios de evaluación sobre lo que estaría bien y/o debería ser. En los
análisis a presentar posteriormente se busca establecer la presencia de los dos factores
subyacentes a este set de indicadores, los que luego serán utilizados como variables (latentes)
en los modelos de regresión. Los indicadores se resumen en la Tabla 1.

2 Fondo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico (Chile)

11
Tabla 1: Indicadores de percepciones y preferencias sobre meritocracia

Dimensión Ítems Respuesta Descriptivos

M=2.41
1. En Chile las personas son recompen-
sadas por sus esfuerzos.
SD=1.01

M=2.30
Percepción de 2. En Chile las personas obtienen lo que
Meritocracia merecen.
SD=0.96

M=2.70
3. En Chile las personas son recompen-
1. Muy en desacuerdo
sadas por su inteligencia y habilidades.
2. En desacuerdo SD=1.05
3. Ni de acuerdo ni
1. Está bien que haya personas que tie- M=3.91
en desacuerdo
nen más dinero o riqueza, pero sólo si
4. De acuerdo
hay igualdad de oportunidades. SD=0.93
5. Muy de acuerdo
2. Las personas tienen derecho a mante- M=3.77
Preferencias por ner o conservar lo que han ganado, aun
la meritocracia cuando eso signifique que algunas per-
sonas sean más ricas que otras. SD=0.86

3. Las personas que trabajan duro me- M=4.11


recen ganar más que las que no lo ha-
cen SD=0.85

El segundo set de variables corresponde a estatus socioeconómico y se presentan en la


Tabla 2. Para ello se consideran variables de ingreso y educación, y además se incluye una
medida de estatus subjetivo como complemento para el análisis. En el caso de la variable de
ingreso, para obtener el ingreso familiar per cápita se dividió el ingreso del hogar por el
número de integrantes reportados. En los modelos se utiliza un término logarítmico para esta
variable.

12
Tabla 2: Variables Independientes de estatus socioeconómico

Dimensión Ítems Respuesta Descriptivos

En nuestra sociedad, hay grupos


que tienden a ubicarse en los nive-
Estatus Subjeti- les más altos y grupos que tienden 1 (más bajo) a 10 (más M=4.15
vo a ubicarse en los niveles más bajos alto) SD=1.59
de la sociedad. ¿Dónde se ubicaría
Ud.?

Ingreso familiar (en pesos


Ingreso familiar M=218.028
chilenos) / número de integrantes
per cápita SD=261.323
por hogar

1. Básica Completa o me-


11.79%
nor

2. Básica completa o Me-


21.41%
dia incompleta

3. Media completa 27.54%


Educación ¿Cuál es su nivel educacional?
4. Superior no universita-
ria o universitaria incom- 25.20%
pleta

5.Universitaria completa
14.04%
o superior

Finalmente, el tercer set de variables se relaciona con la percepción de desigualdad


económica. En los modelos estas variables se estiman como dependientes tanto de las
variables de meritocracia como también de las variables de estatus. Los dos indicadores a
analizar son una medida de la percepción general de la magnitud de la desigualdad del
ingreso en Chile, y otra más especifica sobre la desigualdad de salarios. Esta última se
obtiene de manera indirecta utilizando dos preguntas del cuestionario: una referida a cuánto
cree que gana un obrero (en pesos – moneda local) y la otra sobre cuál es el salario de un
gerente. Con estas dos respuestas se realiza una proporción simple, dividiendo el ingreso del
gerente por el ingreso del obrero. Por lo tanto, un valor de 10 expresa que el entrevistado

13
considera que un gerente gana 10 veces lo que gana un obrero. A esta variable la llamamos
“brecha percibida”. Luego, a esta magnitud se le aplica un término logarítmico, siguiendo las
recomendaciones de la literatura para el tratamiento de las variables de ingreso. El detalle se
presenta en la Tabla 3.
Tabla 3: Variables de Desigualdad Percibida

Dimensión Ítems Respuesta Descriptivos

1. Muy grandes M= 1.37


¿Qué piensa acerca de las
Percepción general de la desi- a
diferencias de ingreso en
gualdad 5. Muy peque-
Chile? Pienso que son…
ñas * SD=0.80

¿Cuánto dinero cree Ud. M=14,460,975.61


que gana al mes el presi-
SD=14,235,079.88
dente de una gran empre-
sa nacional? Mediana=10,000,000.00
Monto en pesos
Brecha salarial percibida
chilenos ($)
¿Cuánto dinero cree Ud. M= 246,626.75
que gana al mes un obrero
SD= 115,796.58
no calificado de una fábri-
ca? Mediana=210,000.00
*
* Este ítem será invertido en los siguientes análisis para que valores mayores se asocien a mayor percepción de
desigualdad (1=Muy pequeñas, 5=Muy grandes).

Método

Los análisis de los datos se realizan mediante la estimación de una serie de modelos
con ecuaciones estructurales, debido principalmente al tratamiento del error de medición en
modelos con variables latentes. Para ello se utilizó la librería lavaande R, versión 0.5-20
(Rosseel, 2012).

Resultados

El primer paso del análisis se relaciona con la hipótesis de medición de meritocracia, a saber,
que percepciones y preferencias constituyen aspectos distintos pero relacionados de este
constructo. Para esto se utilizó la técnica de análisis factorial confirmatorio, la que permite
señalar si el ajuste del modelo propuesto teóricamente es satisfactorio respecto de los datos.

14
El modelo de medición de las variables latentes y el ajuste observado se muestran en la
Figura 2. Cada uno de los ítems fue respondido en una escala ordinal de 5 niveles, razón por
la cual el estimador general utilizado fue WLSMV (Weighted least square mean variance
adjusted). En general, se observa que el modelo de medición planteado se encuentra dentro
de los valores esperados para considerar un ajuste como adecuado (CFI=0.99; TLI=0.99;
RMSEA=0.052).

Figura 2: Analisis factorial confirmatorio percepciones y preferencias por meritocracia .

Respecto de las hipótesis planteadas para el modelo de medición, la meritocracia


como constructo efectivamente presenta un comportamiento que permite distinguir sus
aspectos descriptivos (percepción de meritocracia) de sus aspectos normativos (preferencia en
la meritocracia), cargando cada uno de los set de tres indicadores en la dimensión latente
respectiva. Resulta relevante destacar que se logró pesquisar una asociación entre ambas
dimensiones de la meritocracia, sin embargo, esta es pequeña y no estadísticamente
significativa (r=-.08, p >.05). Por lo tanto, desde estos análisis existe evidencia para plantear

15
que percepciones y preferencias son constructos distintos de la meritocracia y corresponde
analizarlos por separado.

Modelos de regresión

La Tabla 4 muestra los resultados de la estimación de los modelos de regresión en contexto


SEM, donde percepción y preferencia en la meritocracia son regresados como variables
latentes en variables de estatus socioeconómico. Se presentan tres modelos para cada variable
dependiente, el primero de ellos incluye educación e ingreso como medidas de estatus
objetivo, el segundo agrega un índice que combina ingreso y educación relativa al grupo de
referencia (a detallar posteriormente), y finalmente en el tercero se añade el indicador de
estatus subjetivo. En todos los modelos se cumplen criterios satisfactorios de ajuste (Kline,
2011).

Un primer elemento a atender en el Modelo 1 de la Tabla 4 es la diferencia general


entre los modelos para percepción y preferencias en meritocracia, dada la ausencia de efectos
significativos para esta última variable. En términos más bien técnicos esto se puede
relacionar con lo que ya se venía observando desde los datos descriptivos: los indicadores de
preferencias en meritocracia poseen en general un mayor promedio y una menor varianza.
Por lo tanto, las preferencias en la meritocracia aparecen como más consensuales, y dado que
a menor varianza existe también menor covarianza, se presentan menos diferencias entre
individuos y grupos reflejados en los efectos de las variables independientes. Ahora bien, en
relación a lo que sucede con la percepción de meritocracia observamos que el ingreso posee
un efecto positivo mientras el aumento en el nivel educacional se relaciona con una
disminución en la percepción de meritocracia. El que estas variables posean efectos opuestos
es sin duda interesante ya que por un lado nos indica que, ceteris paribus, el aumento neto
de los ingresos conduce a percibir una mejor implementación del ideal meritocratico. No
obstante, la percepción de meritocracia parece disminuir con el aumento del nivel
educacional, lo que podría vincularse con los argumentos de Baer y Lambert (1982) de que
los mayores niveles educacionales conllevarían una actitud más crítica respecto a la
distribución de bienes en la sociedad. Una explicación alternativa a este mismo fenómeno
estaría basada en la teoría de la deprivación relativa (Crosby, 1979; Walker y Pettigrew,
1984) ya que personas de un mayor estatus vía nivel educacional aspirarían a un mayor
ingreso, situación que los podría hacer sentirse deprivados relativamente respecto a su grupo
de referencia. Para poder explorar esta asociación se definió una variable que expresa la
diferencia del ingreso de cada individuo respecto del promedio de ingresos del nivel
educacional al cual pertenece, la que se agrega en el Modelo 2. Como vemos, esta variable

16
captura la mayor parte de los efectos de ingreso y educación, sugiriendo que procesos de
comparación social con el grupo de referencia de estatus podrían influir negativamente en la
percepción de meritocracia. Si bien esta asociación no se encontraba prevista desde la
fundamentación inicial, su inclusión de manera exploratoria permite delinear posibles
ámbitos de investigación futura.

En relación al estatus subjetivo que se agrega en el Modelo 3, se observa que a una


mayor autovaloración de la posición social, aumenta la percepción de meritocracia. En
general estos resultados van en línea con la hipótesis del interés racional, ya que quienes
consideran que están en una posición superior, tenderán a percibir que en la sociedad la
implementación del ideal meritocrático funciona de mejor manera. Por lo tanto, más allá de
los indicadores objetivos como educación e ingreso, lo que las personas piensan respecto de
ellas mismas en términos de jerarquía social resulta relevante para su visión del
funcionamiento de la meritocracia.

17
Tabla 4: Percepción y preferencia en meritocracia en variables de estatus social
Modelo 1 Modelo 2 Modelo 3

Percepción Pref. Percepción Pref. Percepción Pref.

Ingreso familiar per 0.090** 0.022 0.011 0.000 -0.011 0.000


cápita (2.325) (0.618) (1.556) (-0.031) (-1.133) (-0.041)

Educación (ref=basica
inc.)
Básica completa o -0.078 0.073 -0.055 0.081 -0.071 0.093
media incompleta (-0.728) (0.654) (-0.500) (0.715) (-0.650) (0.802)

Media completa -0.301** 0.018 -0.261** 0.030 -0.298** 0.051


(-2.898) (0.172) (-2.469) (0.281) (-2.797) (0.458)

Técnico completa y -0.265* 0.019 -0.192 0.042 -0.247* 0.077


sup. incompleta (-2.424) (0.173) (-1.749) (0.383) (-2.217) (0.678)

Superior completa y -0.280* -0.032 -0.170 0.000 -0.265* 0.055


más (-2.166) (-0.247) (-1.347) (0.003) (-2.038) (0.412)

Ingreso – prom. ingresos 0.078* 0.021 0.072 0.031


según educación (1.986) (0.568) (1.823) (0.856)

Estatus Subjetivo 0.074** -0.025


(3.765) (-1.236)

Ajuste

Chisq (df) 49.015(28)** 52.698(32)* 58.581(36)*

CFI 0.99 0.99 0.993

RMSEA 0.028 0.026 0.026

*p<0.05; **p<0,01; valores z entre paréntesis.

18
Meritocracia y percepción de desigualdad

En esta tercera parte del análisis nos abocaremos a los posibles efectos de las percepciones y
preferencias en la meritocracia sobre la percepción de desigualdad, los que se presentan en la
Tabla 5.

Tabla 5: Regresión de percepción de desigualdad económica en meritocracia y estatus


Modelo 1 Modelo 2

Salarial General Salarial General

Percepción meritocracia -0.165** -0.140** -0.176** -0.116**


(-3.492) (-4.217) (3.433) (-3.272)

Preferencia meritocracia 0.262** 0.200** 0.296** 0.224**


(3.346) (3.279) (3.411) (3.310)

Ingreso familiar per cápita 0.097 -0.011


(1.930) (-0.273)

Educación (ref=basica y media 0.092 0.042


incompleta.) (0.696) (0.452)

Media completa 0.173 0.213*


(1.347) (2.231)

Técnico completa y sup. 0.120 0.225*


incompleta (0.894) (2.309)

Superior completa y más 0.162 0.343*


(0.949) (2.281)

Estatus Subjetivo -0.011 -0.064**


(-0.430) (-3.863)

Ajuste
Chisq (df) 146.738(52)** 33.532(16)**
CFI 0.967 0.994
RMSEA 0.046 0.034

*p<0.05; **p<0,01; valores z entre paréntesis.

En el Modelo 1 de la Tabla 5 se ingresan las variables de percepciones y preferencias


en la meritocracia ahora como independientes de las dos variables de percepción de
desigualdad: percepción de desigualdad salarial (en base a la proporción de ingresos
percibidos para gerente y obrero) y percepción de desigualdad general relacionada con la

19
magnitud percibida de las diferencias de ingreso en el país, desde muy bajas hasta muy altas.
Aquí se observan efectos consistentes de ambas variables de meritocracia en las dos medidas
de desigualdad percibida: positiva para el caso de las preferencias, y negativa para el caso de
la percepción. Es decir, a mayor preferencia por meritocracia se percibe más desigualdad
económica y a mayor percepción de meritocracia se percibe menos desigualdad económica.
En este caso la preferencia por meritocracia estaría expresando, además de una opción
normativa, una demanda por redistribución vinculada a la mayor percepción de desigualdad.
Por su parte, la percepción de que el ideal meritocrático se implementa adecuadamente
conllevaría una cierta legitimación de las diferencias de ingreso, ya que se debería a razones
más bien individuales que sistémicas. Un aspecto técnico que contextualiza y también releva
este hallazgo es que la correlación entre las dos medidas de percepción de desigualdad es baja
(r=0.054, p=0.027), por lo tanto las asociaciones similares con las variables de meritocracia
no son un mero artefacto metodológico sino que se asocian con indicadores que estarían
capturando aspectos distintos de un mismo fenómeno.

El Modelo 2 de la Tabla 5 agrega las variables de estatus objetivo y subjetivo que


analizamos en la Tabla 5. Observamos que los efectos de percepción y preferencias en la
meritocracia se mantienen controlando por variables de estatus, y que éstas presentan efectos
diferenciales en percepción general y percepción de desigualdad salarial. Al respecto, la
variable ingreso es la que muestra un efecto positivo en percepción de desigualdad salarial,
mientras el nivel educacional universitario y el estatus subjetivo se asocian positivamente con
desigualdad general. Si bien estos efectos no son parte esencial de las hipótesis de este
trabajo, es interesante notar esta asociación diferencial para ambas variables dependientes de
percepción, que además van en línea con investigaciones anteriores que relacionan un mayor
estatus a más desigualdad percibida (Castillo, 2012; Wegener, 1990).

Discusión

La preocupación creciente por las desigualdades ha dado realce a interrogantes sobre


cómo es posible la convivencia democrática con extremas disparidades económicas, por qué
existen distintos niveles de presión redistributiva en ese contexto, o por qué formas la
desigualdad es justificada. Los resultados de este artículo ilustran al menos en parte la
contribución que el análisis específico del mérito y la meritocracia puede hacer a estas
discusiones, enfocándose en las distinciones entre lo que se prefiere y lo que se percibe, como
también en la posición relativa del individo en la estructura social. Esto permite comprender
más precisamente la interacción entre desigualdad y meritocracia en las sociedades actuales,
como también por qué existen distintos niveles de tolerancia a la desigualdad y de valoración
del logro frente a la adscripción”.

20
Si bien la meritocracia es un concepto mencionado frecuentemente en investigaciones
y estudios sociológicos principalmente en relación con desigualdad y estratificación social, en
general aparece como un concepto auxiliar y son pocas las investigaciones que se han
enfocado en la discusión y estudio empírico de este concepto en sí mismo. En este artículo se
propuso un marco general para los estudios de meritocracia, distinguiendo perspectivas
normativas, descriptivas y subjetivas, para luego enfocarse en la perspectiva subjetiva, su
medición y sus posibles implicancias.

Un primer aspecto a discutir del trabajo empírico de medición, relacionado con la


primera hipótesis general, es que es posible identificar dos dimensiones distintas en la
perspectiva subjetiva de la meritocracia, a saber, percepciones y preferencias. Estas dos
dimensiones poseen una correlación muy baja, y por lo tanto se justifica su consideración
como dos objetos distintos de estudio. Así, el que se perciba un buen funcionamiento de la
meritocracia no necesariamente se relaciona con que se considere que este sistema es el
mejor, y por lo tanto sería un error concluir un apoyo normativo a la meritocracia desde
evaluaciones de su funcionamiento. Nos parece que este avance en temas de medición
asociada a teoría mediante técnicas confirmatorias permite dar luces sobre conceptos que
hasta ahora habían sido evaluados de manera exploratoria, con supuestos no contrastados
respecto a la estructura latente del modelo (Duru-Bellat & Tenret, 2012), y muchas veces
confundiendo percepciones con preferencias bajo el término general de creencias. Si bien el
énfasis en la medición de conceptos es algo que aparece más frecuentemente en disciplinas
como la psicología y educación, constituye un área de desarrollo conceptual y metodológico
que se abre campo en la sociología dadas sus posibilidades de contraste de teorías y
evaluación de comparabilidad en distintas poblaciones (Davidov et al., 2014). Por lo tanto,
esta investigación sirve como referencia para futuras aproximaciones empíricas en el estudio
de la meritocracia.

Un aspecto que marca diferencias entre las mediciones de percepciones y preferencias


en meritocracia son sus niveles (promedio) y su variabilidad. Mientras que en general se
percibe un bajo funcionamiento en la meritocracia pero con alta variabilidad, las preferencias
se mantienen en un nivel mayor y también con más consenso. Esto, sumado a la falta de
asociación de percepciones y preferencias, podría estar indicando que la preferencia por la
meritocracia parece ser bastante resiliente a las potenciales carencias percibidas en su
funcionamiento. De otra manera, aunque se perciba poca meritocracia en la sociedad, se
puede todavía mantener la creencia de que es un sistema apropiado para la distribución de
recursos. Este aspecto afirma las concepciones sobre la función legitimadora de la
meritocracia, pero sin embargo también se abre la pregunta sobre si existe algún punto
crítico en el cual el funcionamiento de la meritocracia podría comenzar a afectar las

21
preferencias, lo cual requeriría ampliar la investigación a técnicas experimentales y también a
comparación internacional.

La mayor parte de las hipótesis que relacionan variables de estatus social con
meritocracia pudieron ser analizadas solo en relación a percepción de meritocracia, ya que el
carácter más consensual de las preferencias (vis-a-vis su menor varianza) impidió detectar
diferencias significativas. En principio se observaron efectos opuestos para las variables de
ingreso y educación en percepción de meritocracia, positivos y negativos respectivamente.
Esto sugiere una hipótesis interesante a contrastar en futuros estudios, a saber, que el mayor
ingreso puede ser asociado a esfuerzo individual y que por tanto la percepción de que la
meritocracia posee un buen funcionamiento en la sociedad podría vincularse a la justificación
de la desigualdad . Este hallazgo se refuerza con la variable de estatus subjetivo, ya que
quienes se autoperciben ocupando posiciones superiores en la escala social también perciben
un mejor funcionamiento de la meritocracia. Por el contrario, la relación negativa de la
educación con percepción de meritocracia (controlando por ingreso) podría estar indicando
una situación de deprivación relativa, donde personas que se han esforzado por alcanzar
mayores credenciales no verían recompensados sus esfuerzos y/o talentos. Futuras
investigaciones que consideren medidas adicionales de comparación de ingresos podrían
arrojar más luces sobre este punto.

Respecto a las hipótesis que asocian percepciones y preferencias en meritocracia con


percepción de desigualdad económica, los hallazgos sugieren un ámbito fructífero para
futuros estudios. Consistentemente, tomando en cuenta dos medidas distintas de percepción
de desigualdad, a mayor percepción de meritocracia menos se percibe la desigualdad
económica, y mientras más se cree en la meritocracia, más desigualdad se percibe. Por lo
tanto, percepciones y preferencias poseen asociaciones opuestas en relación a un mismo
fenómeno, sugiriendo una mayor tolerancia y legitimación de las diferencias económicas para
aquellos que perciben un adecuado funcionamiento de la distribución basada en mérito,
mientras que la mayor preferencia llevaría a un estándar de más exigencia frente a la realidad
y consistentemente a una demanda por una reducción de las diferencias que podrían basarse
en criterios distintos al mérito.

Existen una serie de limitaciones en esta investigación que podrían ser consideradas
en futuros estudios. Una de ellas tiene que ver con los instrumentos utilizados para la
medición de meritocracia, que si bien son parte de una encuesta especializada en temas de
justicia distributiva, no permiten operacionalizar de manera muy específica los constructos
estudiados, principalmente el de preferencias. Idealmente, los indicadores de preferencias
deberían ser “espejo” de los de percepción, en el primer caso preguntando por lo que debería

22
ser (preferencias) y en el segundo por lo que sucede realmente en la sociedad estudiada
(percepción), pero respecto a un mismo tema. Si bien el modelo propuesto en esta
investigación funciona bien en términos métricos, se requiere seguir avanzando en la precisión
de los indicadores. Una segunda limitación es que el estudio se refiere solo a un país,
caracterizado por una alta desigualdad económica y políticas neoliberales en ámbitos
tradicionales de estado de bienestar como son educación, salud y educación.
Intencionalmente, decidimos no poner esto como un contexto inicial ya que este estudio no
pretende ser un caso aplicado específicamente a un país, sino generar discusión conceptual y
de medición más general. Además, en ausencia de comparación internacional no es posible
afirmar que los resultados son generalizables a otros contextos. Por lo tanto, las
justificaciones del o los casos a analizar adquieren mucho más sentido en estudios
comparativos por desarrollar en el futuro.

Desde esta investigación se abren una serie de posibles ámbitos de profundización en


el estudio empírico de la meritocracia, de los cuales se podrían señalar algunos. En primer
lugar, seguir abordando en el ámbito de los instrumentos de medición, mediante el diseño y
prueba de otros indicadores así como también estimar la equivalencia de las mediciones entre
distintas poblaciones/países mediante procedimientos de invarianza métrica (Davidov et al.,
2014) Segundo, los elementos constitutivos más tradicionales de la meritocracia, como son
esfuerzo y talento, no han sido estudiados por separado a la fecha. El contar con medidas
más específicas para ambos, y en combinación con las dimensiones perceptual y de
preferencias, abre una serie de posibilidades para explorar nuevas características de los
aspectos subjetivos de la meritocracia. En tercer lugar, la relación entre variables de estatus
socioeconómico y meritocracia está lejos de delinear un escenario claro y lineal. Tenemos
evidencia que ellas se relacionan principalmente con percepciones de meritocracia, pero en
general de manera inversa, siendo lo más interesante el indicio de una relación negativa entre
mayor educación y menor percepción de meritocracia. Esto puede deberse a fenómenos de
deprivación relativa, al efecto ilustrador de la educación, y/o a algún otro motivo que merece
mayor profundización. Cuarto, es necesario reconocer la complejidad del fenómeno de la
meritocracia y acompañar estas investigaciones basadas en encuestas con estudios de tipo
cualitativo que permitan dar nuevas luces sobre los significados de este concepto y discutir
con la evidencia cuantitativa. Finalmente, además de relacionar meritocracia con variables de
percepción de desigualdad es posible pensar en otros fenómenos relevantes asociados, como
son las preferencias distributivas: ¿Son aquellos que perciben un buen funcionamiento de la
meritocracia más aversos a redistribuir por parte del estado? El vínculo con la literatura de
preferencias, que posee un amplio desarrollo en economía y ciencia política, permitirá cubrir

23
una brecha conceptual y disciplinar interesante para poder comprender de mejor manera
fenómenos distributivos en sociedades modernas.

24
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