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Procedimiento : Menor Cuantía.

Materia : Responsabilidad Extracontractual.


Demandante : Pilar Andrea Henríquez Ahumada.
Rut : 17.645.643-4
Domicilio : Avenida Qulín N° 5662, depto N° 403 A, comuna
de Peñalolén.
Abogado Patrocinante (1) : Taufik Ismael Chible Villadangos.
Rut : 16.942.108-0
Domicilio : Manquehue Sur N° 1041, oficina N° 41, comuna
de Las Condes.
Abogado Patrocinante (2) : María Paz Moraga Cortés.
Rut : 16.943.180-9
Domicilio : Manquehue Sur N° 1041, oficina N° 41, comuna
de Las Condes.
Demandado : Francisco Javier Ignacio Allendes de La Barra.
Rut : 20.074.554-K
Domicilio : Avenida Los Peumos N° 10.200, comuna de Lo
Barnechea.
***************************************************************************************************
En lo principal: Deduce demanda de indemnización de perjuicios por

responsabilidad extracontractual; En el primer otrosí: Acompaña documentos,

bajo los apercibimientos que indica. En el segundo otrosí: Patrocinio y poder.

S.J.L. en lo Civil de Santiago

PILAR ANDREA HENRÍQUEZ AHUMADA, soltera, médico veterinaria, cédula

nacional de identidad N° 17.645.643-4, domiciliada en Avenida Quilín N° 5662,

departamento N° 403 A, comuna de Peñalolén, ciudad de Santiago, a V.S. con

respeto digo:

Que de conformidad con lo dispuesto en los artículos 254 y siguientes del Código

de Procedimiento Civil, vengo en deducir demanda de indemnización de


perjuicios extracontractuales, en procedimiento de menor cuantía, en contra de

don FRANCISCO JAVIER IGNACIO ALLENDES DE LA BARRA, ignoro

profesión u oficio, cédula nacional de identidad N° 20.074.554-k, domiciliado en

Avenida Los Peumos Nº 10.200, Comuna de Lo Barnechea, ciudad de Santiago,

fundada en los antecedentes de hecho y de derecho que a continuación

expongo.

I. LOS HECHOS

El día jueves 04 de abril del año 2019, asistí a la discotheque SCL, ubicada en

calle San Enrique N° 14.951, comuna de Lo Barnechea. Aproximadamente a las

1:20 horas, mientras conversaba con Consuelo Ignacia Escobar Suez, escuché

gritos en el lugar y a los pocos segundos sentí un golpe brutal, que me dejó en

el suelo inconsciente.

Desconozco cuanto tiempo exacto transcurrió hasta que recuperé el

conocimiento de forma definitiva, pero recuerdo recuperar la consciencia

momentáneamente en la ambulancia, con muchísimo dolor de cabeza, y

escuchar los comentarios de los auxiliares de enfermería que hablaban sobre un

joven que, deliberadamente había saltado encima de mí desde casi tres pisos

de altura.

Cuando recuperé definitivamente la consciencia me encontraba en la Urgencia

de la Clínica Las Condes, muy asustada, sin entender nada de lo que había

ocurrido. En el recinto, la doctora María de los Ángeles Fernández Toro, cirujana

maxilofacial del lugar, me calmó e informó que había sido trasladada en la

ambulancia R -13 del SAMU a cargo de la enfermera Paula Mendoza a la clínica.

Asimismo, me comunicó que don Francisco Javier Ignacio Allendes de La Barra,

joven de 20 años que también se encontraba internado en la Clínica, intentando


acceder a la discotheque irregularmente, trepó el recinto por un acceso no

autorizado en estado de intemperancia, lanzándose encima de mí, por lo que

debía permanecer en el lugar para realizar los exámenes respectivos.

Durante la noche fui sometida a diversos exámenes y sedada para combatir los

dolores que eran fuertísimos. Luego de recibir los medicamentos para la

contusión de cabeza y cuello, le pedí a la doctora que me diera de alta pues

estaba muy nerviosa, asustada y solo quería estar en mi hogar.

En ese momento, y porque debía hacerme cargo de los gastos médicos de La

Clínica, fue cuando me contacté con María Teresa de La Barra, madre del

demandado, quien se encontraba en el recinto junto a su hijo. Desde un primer

instante, le expliqué que yo no tenía cómo pagar la cuenta que ascendía a más

de tres millones de pesos y que, por lo demás, no me correspondía pagarlo a mí

sino que a su hijo.

La señora María Teresa siempre tuvo una actitud hostil hacia mí, me señaló en

modo de amenaza que su marido era un abogado muy importante; que ellos

tenían una muy buena situación económica; que eran muy amigos de los

médicos de la clínica y que no me convenía demandar pues ellos eran muy

poderosos. Finalmente, y luego de mucha insistencia, la señora María Teresa

firmó el pagaré que exigía la clínica para que yo pudiera ser dada de alta.

Pues bien, el día sábado 06 de abril, me desperté con un dolor de tal magnitud,

que tuve asistir de urgencia al Hospital Clínico Doctora Eloísa Díaz

correspondiente a la comuna de La Florida, donde el doctor Héctor Hildalgo

Balboa, traumatólogo, me indicó que no solo existían contusiones sino que

además mi diagnostico probable era el de cervicalgia post-traumática, lo que

debía ser corroborado mediante exámenes.


Así pues, con la finalidad de corroborar el diagnóstico anterior me hice los

exámenes señalados y consulté la opinión de un segundo profesional, esta vez

de la Clínica Vespucio. Así, el médico traumatólogo don Fernando Andrés

Arancibia Bravo, me diagnosticó finalmente un esguince cervical, el que debía

ser tratado con medicamentos para combatir el dolor; reposo y kinesioterapia.

S.S., a diferencia de mi contraparte, yo soy una persona de clase media, de

esfuerzo, me gano la vida con dos trabajos: a) Trabajo como médico veterinaria

de forma independiente; y b) Trabajo como Garzona. Como acreditaré en la

etapa procesal correspondiente, si bien soy médico veterinaria de profesión y

trabajo de forma independiente en dicho rubro, la mayor parte de mis ingresos

los obtengo trabajando como garzona en distintos clubes.

El daño cervical que me produjo el actuar del demandado, hizo imposible que

pudiera asistir a mi trabajo por siete semanas. Así pues, estuve dos semanas

con reposo total y luego 5 semanas con reposo relativo en las que solo me

levantaba para asistir al kinesiólogo. Dicho tratamiento, por lo demás,

sumamente doloroso, en el que terminaba llorando de dolor al finalizar cada

sesión y que hasta la fecha no he terminado.

Por su parte, no solo mis ingresos se han visto mermados sino que además me

he tenido que hacer cargo de los gastos médicos, de insumos y kinesiológicos,

todo lo que será acreditado en la oportunidad procesal correspondiente.

S.S, mi intención nunca fue llegar a esta instancia, siempre intenté llegar a un

acuerdo con la contraria que nos permitiera llegar a una solución pacífica entre

las partes, especialmente porque necesitaba con urgencia el dinero para cubrir

todos estos gastos imprevistos. Sin embargo, doña María Teresa dejó de

contestarme el celular y no volvió a responder mis mensajes.


II. El Derecho

El artículo 1437 del Código Civil establece que las obligaciones nacen, entre

otras, a consecuencia de un hecho que ha inferido injuria o daño a otra persona

como en los delitos o cuasidelitos.

Por su parte, el artículo 2314 del Código Civil establece que “El que ha cometido

un delito o cuasidelito que ha inferido daño a otro, es obligado a la indemnización;

sin perjuicio de la pena que le impongan las leyes por el delito o cuasidelito”. El

objeto de la demanda de autos S.S. es hacer efectiva la responsabilidad civil

extracontractual del demandado, la cual apunta ciertamente a un gran y

fundamental fin: reparar el daño causado y dejar a la víctima indemne.

El fundamento jurídico que sustenta esta clase de responsabilidad, es el estatuto

contenido en el Título XXXV, Libro IV del Código Civil, que en sus artículos 2314

y siguientes, reglamenta los requisitos, fundamentos y presunciones de esta

clase de responsabilidad.

Tradicionalmente se ha señalado por nuestra doctrina y jurisprudencia, que para

que haya lugar a la responsabilidad extracontractual, deben concurrir los

siguientes requisitos copulativos:

1- Acción u omisión culpable o dolosa.

2- Daño a la víctima.

3- Relación de causalidad entre la acción u omisión culpable o dolosa

y el daño producido.

4- Capacidad legal del autor.

1.- ACCIÓN U OMISIÓN CULPABLE O DOLOSA.


En materia de responsabilidad extracontractual, el primer requisito a considerar

se refiere al hecho culpable o doloso. La acción en este caso, dice relación con

que el demandado, buscando acceder irregularmente a la Discotheque SCL

trepó por una zona no autorizada para luego saltar y caer sobre mí.

Al respecto, cabe hacer presente que la acción culpable o dolosa se compone

de los elementos, saber: a) elemento material y b) elemento subjetivo. El

elemento en su dimensión material se refiere a un hecho externo, un

comportamiento positivo, que a través de una acción provoca un daño. Este

elemento se verifica en el presente caso cuando el demandado cae sobre mí.

Por otro lado, el elemento subjetivo se refiere a una conducta voluntaria, en la

medida que puede ser imputada a una persona como una acción u omisión libre,

esto es, que sea una acción voluntaria de quien es jurídicamente capaz. Este

último presupuesto se verifica en el presente caso pues el demandado goza de

absoluta capacidad conforme las reglas generales del derecho.

Ahora bien y respecto a la culpa, se entiende por esta la falta de cuidado o

diligencia debida. En el presente caso, el demandado actuó con absoluta

negligencia desde el momento que decidió trepar o escalar por una zona no

autorizada para hacer ingreso al local. Al respecto, la culpa supone la

previsibilidad de las consecuencias dañosas del hecho, siendo la previsibilidad

un elemento esencial de la culpabilidad. En este caso resulta evidente que el

actuar del demandado fue irresponsable e imprudente por cuanto no pudo sino

prever que el trepar hasta casi un tercer piso de un recinto no autorizado para

luego lanzarse desde la altura, no solo lo exponía a un riesgo a él sino que a

todos quienes nos encontrábamos dentro del local.

2.- DAÑO A LA VÍCTIMA


Como ya he señalado, para que el hecho o la omisión de una persona capaz de

delito o cuasidelito engendren responsabilidad delictual o cuasi delictual civil, es

indispensable que cause daño a otro.

En efecto, el artículo 2314 del Código Civil señala que “El que ha cometido un

delito o cuasi delito que ha inferido daño a otro, es obligado a la

indemnización…”. Por su parte, entendemos por daño todo detrimento, perjuicio

o menoscabo que sufra una persona natural o jurídica y supone la destrucción,

disminución, por insignificante que sea, de las ventajas o beneficios

patrimoniales o extrapatrimoniales de que este goza.

Para que el daño de lugar a la reparación este debe cumplir los siguientes

requisitos:

1.- Ser cierto;

2.- No haber sido indemnizado;

3.- Debe lesionar un interés, entendiendo que se lesiona el mismo, como señala

Enrique Barros,: “cuando una persona sufre una pérdida, disminución,

detrimento o menoscabo en su persona o bienes o en las ventajas o beneficios

extrapatrimoniales que gozaba”.

Pues bien, en el caso que expondremos a continuación se cumplen estos tres

requisitos ya que los perjuicios sufridos son reales y efectivos; no han sido

reparados de forma alguna y el menoscabo tanto personal como patrimonial

existe, es de gran importancia y será debidamente acreditado en la oportunidad

procesal respectiva.

Sobre este punto, cabe recordar lo dispuesto en los artículos 2318 y 2329 inciso

primero del Código Civil. Estas normas, al señalar que “todo daño” imputable a

una persona determinada debe ser indemnizado por esta, consagran el principio
por el cual el autor está obligado a la reparación íntegra del daño, lo que incluye

el daño moral.

La obligación de reparación íntegra es por lejos la principal característica del

estatuto que nos ocupa y permite diferenciarlo de las normas que, por ejemplo,

regulan los perjuicios provenientes de incumplimientos contractuales.

La avaluación del daño moral está entregada al tribunal de fondo, quien

ponderando los hechos, la prueba rendida y las circunstancias personales de la

víctima y autor, fijará prudencialemente su monto.

En la especie, producto de la negligencia en la que incurrió el demandado, se

me ocasionaros diversos perjuicios, los que analizaré de acuerdo a la

clasificación imperante en nuestra legislación y jurisprudencia.

DAÑO MATERIAL: Como consecuencia de la negligencia e irresponsabilidad

descrita en los hechos, se me produjo un empobrecimiento real y efectivo de mi

patrimonio en $ 8.000.000.- (ocho millones de pesos). Esto se divide en la

siguiente forma:

a) Daño Emergente: dentro del daño cierto y actual, tenemos por este

concepto $ 4.000.000.-, todo lo anterior relativo a gastos médicos,

insumos y tratamientos a los que he debido someterme producto del

actuar negligente del demandado.

b) Lucro Cesante: Producto de los hechos descritos estuve siete semanas

sin poder trabajar, solo avocándome al tratamiento médico. Hoy en día, a

más de tres meses del incidente, si bien he podido retomar mi trabajo de

médico veterinaria solo he podido retomar parte del de garzona pues el

peso y largas horas de trabajo que exige este último empleo, me provocan
mucho dolor. Es por lo anterior que hasta la fecha, he dejado de percibir

la suma de $ 4.000.000.-, suma que pido a título de lucro cesante.

DAÑO MORAL: Se entiende por daño moral aquel que afecta los atributos o

facultades morales o espirituales de una persona y que esta parte lo avalúa en

$ 12.000.000.-, en atención a que he sufrido un menoscabo en mi fuero interno

producto del daño físico que he sufrido.

En un desarrollo extra legem, la jurisprudencia ha ampliado la reparación al daño

moral en base al artículo 2329 del Código Civil el cual establece que: Por regla

general todo daño que pueda imputarse malicia o negligencia de otra persona,

debe ser reparado por esta.

Así pues don Enrique Barros ha señalado que el daño moral se refiere a

perjuicios inconmesurables en dinero, porque no existe mercado para la vida, la

salud o el honor. Por razones de simplicidad, el daño moral se ordena

doctrinariamente como el dolor físico o psíquico que logran expresar los males

que sufre una persona y, como lo señala el autor citado, el perjuicio de agrado

que se muestra en la pérdida de una oportunidad de la vida, que incluye

perjuicios específicos consistentes en privaciones en ámbitos de la vida

intelectual, sensitiva, sexual y familiar.

De esta manera parece más productivo asumir que pertenecen a esta categoría

del daño moral todas las consecuencias adversas que afectan la constitución

física o espiritual de la víctima y que se expresan por un lado en el dolor, angustia

o malestar físico o espiritual y por otro lado en una disminución de la alegría de

vivir.

Al efecto, y también respecto a un esguince cervical la Excelentísima Corte

Suprema ha señalado que “Debe recordarse al respecto, como se sostuvo


en el fallo de casación, que la prueba del daño moral resulta especialmente

dificultosa, porque las emociones como el dolor, la pena y angustia, son

propias del fuero interno de la víctima, por ende, no es dable que sea objeto

de una prueba directa, pero sí es susceptible de demostrarse por medios

indirectos como inferencias y presunciones y, así, de un hecho conocido

se puede deducir uno desconocido. En ese contexto, acreditada la lesión

corporal de la demandante, esto es, el esguince cervical y las

policontusiones, como, asimismo, la incapacidad por 180 días, se

constituyen en presupuestos fácticos de los cuales se puede colegir que

la actora experimentó emociones dañosas en su fuero interno con

repercusión en la esfera moral, lo que constituye el hecho desconocido,

generando un daño de carácter extrapatrimonial que debe ser resarcido”1

3.- RELACIÓN DE CAUSALIDAD

La relación de causalidad no trata de una cuestión de causa y efecto, sino de si

una determinada conducta debe ser reconocida como fundamento jurídico

suficiente para la atribución de consecuencias jurídicas. Claro, debemos

recordar que la causalidad, no obstante su carácter ontológico, debe adaptarse

al sistema de lenguaje y reglas propias de los sistemas jurídicos.

Pues bien, en la especie, es evidente y lógico que el negligente actuar del

demandado es la causal directa e inmediata del daño tanto patrimonial como

extrapatrimonial que he experimentado. Como sabemos, las causas que motivan

un daño pueden ser variadas y a veces sucesivas, pero lo que importa es que

todas ellas hayan contribuido en forma directa y necesaria a generarlo, de modo

1
CORTE SUPREMA DE CHILE, FOLMOS BRUNA BERNARDA DE LAS MERCEDES CON
HERNÁNDEZ PINO MARÍA ANGÉLICA, 21 de Febrero de 2018, C- 7085-2017.
que si alguna hubiere fallado, con certeza no se habría producido el daño. Luego,

el que incurrió, en el hecho ilícito que generó directa y necesariamente el daño,

debe ser obligado a repararlo y no puede excusarse por el hecho de que otras

causas además de su conducta culpable hayan contribuido a producirlo.

En el caso de autos, el actuar negligente, imprudente y temerario de don

Francisco Javier Ignacio Allendes de La Barra fue el que me ha causado todos

los daños patrimoniales y extrapatrimoniales que he señalado y que serán

acreditados en la etapa procesal correspondiente.

4.- CAPACIDAD DEL AUTOR

Respecto a este último requisito y en atención a que en nuestro ordenamiento

jurídico se consagra la capacidad como regla general salvo que la incapacidad

haya sido declarada judicialmente, que no ocurre en la especie, basta con

señalar que el demandado es absolutamente capaz.

III. PETICIONES CONCRETAS

En razón de lo expuesto en los acápites anteriores, y debido a que se cumplen

todos y cada uno de los requisitos establecidos por el legislador para que se

proceda a la indemnización de perjuicios, solicito a S.S. se condene al

demandado a los siguientes pagos:

a) Un total de $ 8.000.000.- (ocho millones de pesos) por concepto de daño

material, el que se divide en $ 4.000.000 por concepto de daño emergente

y $ 4.000.000.- por concepto de lucro cesante, o la cantidad que S.S. se

sirva en derecho a fijar.

b) Un total de $ 12.000.000.- (doce millones de pesos) por concepto de

daño moral o la cantidad que S.S. se sirva en derecho a fijar.

c) Intereses, reajustes y costas del proceso.


POR TANTO, de conformidad con lo expuesto y las disposiciones legales citadas

y demás pertinentes, SÍRVASE VS. tener por interpuesta demanda de

indemnización de perjuicios en juicio de menor cuantía en contra FRANCISCO

JAVIER IGNACIO ALLENDES DE LA BARRA, ya individualizado, acogiéndola

a tramitación, dando traslado a la demanda, haciendo en definitiva lugar a la

acción entablada, declarando que se condena al demandado a los siguientes

pagos:

a) Un total de $ 8.000.000.- (ocho millones de pesos) por concepto de daño

material, el que se divide en $ 4.000.000 por concepto de daño emergente y $

4.000.000.- por concepto de lucro cesante, o la cantidad que S.S. se sirva en

derecho a fijar.

b) Un total de $ 12.000.000.- (doce millones de pesos) por concepto de

daño moral o la cantidad que S.S. se sirva en derecho a fijar.

c) Intereses, reajustes y costas del proceso.

PRIMER OTROSÍ: Que de conformidad con lo dispuesto en el artículo 255 del

Código de Procedimiento Civil, Sírvase VS. tener por acompañada, con citación

de la contraria, parte denuncia correspondiente a la 53° Comisaría de Lo

Barnechea, de fecha 05 de abril de 2019, obtenido de sistema SIAU causa RUC

1900374475-5.

SEGUNDO OTROSÍ: Sírvase VS. tener presente que designo como abogados

patrocinantes y mandatarios a don TAUFIK ISMAEL CHIBLE VILLADANGOS,

RUT 16.942.108-0 y a doña MARÍA PAZ MORAGA CORTÉS, RUT 16.943.180-

9, ambos domiciliados en esta ciudad, en Avenida Manquehue Sur 1041, oficina


41, Comuna de Las Condes, quienes podrán actuar en forma conjunta separada,

y/o indistintamente.

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