El Caucho

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EL CAUCHO, IQUITOS Y LA AMAZONIA

Una de aquellas tardes de tertulia, apoyados sobre la baranda mayor de


la placita Ramón Castilla, y mirando el Amazonas desplegamos nuestra
imaginación, Enrique Rodríguez Morales y yo. Ambos periodistas, en medio de
ilusos proyectos que desbordamos en nuestras palabras, discutimos sobre la
preponderancia en el desarrollo de Iquitos como consecuencia de la bonanza de
los años caucheros. Fue una charla principiante de tantas que se extendieron
por horas para ubicarnos en esos años de los siglos XIX y XX, nada cercanos,
por cierto.

Hablamos que Iquitos es una ciudad conformada por un proyecto arquitectónico


europeo, propio de sus pioneros extranjeros llegados con el propósito de
establecerse, aunque concluimos que mayormente para valerse de las riquezas
naturales de estos predios. Ambos decidimos revisar en la historia para conocer
lo que realmente sucedió en aquellas épocas de bonanza.

La fiebre del caucho (Ciclo da borracha en portugués) constituyó una parte


importante de la historia económica y social de nuestro país y particularmente de
la Amazonía peruana, siendo Iquitos una de las ciudades que elevó sus niveles.
Además de Perú, fueron Brasil, Colombia, Bolivia y Ecuador que se valieron
de esos efectos para crecer económicamente.
Por esos tiempos se disparó el proceso colonizador, atrayendo riqueza y
causando transformaciones culturales y sociales, además de dar gran impulso a
ciudades amazónicas como Iquitos, Belém do Pará en Brasil y en especial la
ciudad brasilera de Manaus, hasta hoy la principal ciudad amazónica y capital
del Estado de Amazonas. La fiebre del caucho vivió su auge entre 1879 y
1912 experimentando tiempo después, una resurrección entre los años de 1942
y 1945. El descubrimiento de la vulcanización y de la cámara neumática en la
década de los años 1850 dio lugar a una "fiebre extractiva del caucho".

Cierto es que fueron los indios centroamericanos los primeros en descubrir y


aprovechar las particulares propiedades del caucho natural. Entretanto, fue en la
selva amazónica donde se desarrolló la actividad extractora a partir del árbol del
caucho, shiringa o seringueira (en portugués), un árbol que pertenece a la familia
de las euphorbiaceae, también conocido como árbol de la fortuna.

El desarrollo tecnológico y la revolución industrial, en Europa, fueron el


detonante que convirtió al caucho natural, hasta entonces un producto exclusivo
de la Amazonía, en un producto con alta demanda que se valorizó en el mercado
mundial, generando ganancias y dividendos a cualquiera que se aventurase en
este negocio. La actividad extractiva del látex en la Amazonía se tornó de
inmediato en una actividad muy lucrativa.

La bonanza de esos tiempos, generada por el auge y el interés del mundo por el
caucho hizo, por decir un solo ejemplo, de la ciudad brasilera de Manaus,
localizada en el Estado de Amazonas, que sea considerada (en esa época) la
ciudad más desarrollada de Brasil y una de las más prósperas del mundo; era
la única ciudad de ese país en poseer luz eléctrica y sistema de acueducto y
alcantarillado. Manaus vivió su apogeo entre 1890 y 1920, gozando de
tecnologías que otras ciudades del sur de Brasil no poseían, tales como el
tranvía eléctrico, avenidas construidas sobre pantanos desecados, además de
edificios imponentes y lujosos como el Teatro Amazonas, el palacio de
gobierno, el mercado municipal y la casa de aduanas.
En los países donde influenció la explotación cauchera, los territorios
amazónicos estaban habitados en su mayor parte por etnias indígenas. La
llegada de colonizadores en busca del preciado caucho a estos territorios causó
un choque cultural con los nativos que en la mayoría de los casos desembocaron
en torturas, esclavitud y masacres.

Caminando sobre parte de la historia shiringuera, encontramos que, en 1885,


empieza la época del auge del caucho (aunque su explotación se realizaba ya
desde tiempo atrás), producto cuya exportación aumentó año tras año
hasta 1907, en que se registraron 3,029 toneladas métricas. Esta bonanza no
volvería a repetirse. Iquitos experimentó durante aquellos años un auge y una
prosperidad que no había tenido nunca, bonanza que también alcanzó a otras
ciudades como Tarapoto, Moyobamba y Lamas. Los patrones derrochaban el
dinero que habían ganado y construían lujosas viviendas para las que
importaban materiales desde Alemania y otros países de Europa. Se impuso la
moda europea y los caucheros vestían con las mejores telas y bebían los más
finos licores.
Muchas de las construcciones que aún se conservan en Iquitos dan testimonio
del efímero período de abundancia y de improvisadas fortunas que al final de
cuentas se esfumaron con la misma facilidad con que se habían formado a costa
de tantas vidas, abusos y sacrificios.

Yayo de la Melena, un amigo iquiteño me sorprendió en las búsquedas que


hacía de los rastros caucheros en Iquitos y me presentó fotos familiares de su
abuelo, que al igual que sus compañeros extractores, al mediodía vestían
elegantes ternos de casimir europeo, con clásicos sombreros, en medio de las
selvas profanadas nautinas de Loreto con escopetas en mano y botellas de
cerveza al parecer alemanas. Clara demostración del boato de esos tiempos de
los explotadores del enriquecedor látex.

Asimismo, las fotos de aquella época describen el paso de hasta dos tranvías
que algunos llamaban liliputienses (¿serían porque eran pequeños?) que
cruzaban nuestras calles iquiteñas. Las personas de entonces caminaban en
domingo o feriados, y hasta quién diría de a diario, vistiendo elegantes ternos
(saco y pantalón) de colores claros y muchos de ellos descalzos, pero eso sí
luciendo distinguidos sombreros saritas que suponía se daba el uso sin distingo
de niveles económicos.
Iquitos, fundada en 1757, por los jesuítas y convertida en capital del
departamento por el mariscal EP Ramón Castilla y Marquesado en 1864, fue
el centro cauchero de la selva peruana y el primer puerto fluvial sobre el
río Amazonas peruano. Desde allí se comercializaba con Manaus, en Brasil.
Desde 1880, con el auge del caucho, la ciudad inició su expansión. Llegó contar
con colonias de portugueses, españoles, judíos y chinos y hasta nueve
consulados en aquella época. Iquitos gozó de años dorados en los que la
riqueza que trajo el oro blanco dejó muestras del esplendor en mansiones y en
edificios de estilo morisco, como la Casa de Fierro, diseñada por el
ingeniero Gustav Eiffel que se ubica en una de las esquinas de la Plaza de
Armas.
Muestra de esa época de grandeza económica está el edificio del Hotel Palace,
actualmente ocupada por la Región Militar del Oriente, en la esquina del
jirón Putumayo con el Malecón Tarapacá.

Recuerdo haber visto una fotografía en la que en la urbe las colonias se


mostraban claramente definidas y propiciaban encuentros sociales y deportivos.
Una instantánea, al parecer de principios del siglo XX, exhibe un letrero con dos
hombres vestidos muy al terno, con sombreros y expresivos mostachos viajando
al lado de uno de los trenes urbanos iquiteños con el anuncio de un “match de
football entre norteamericanos y peruanos”.

En Iquitos, en un momento, las principales casas exportadoras eran las de Julio


C. Arana, Luis Felipe Morey y Cecilio Hernández, aunque hubo numerosos
caucheros menores no menos importantes. Arana fue el mayor: su casa fue
propietaria de los fundos gomeros y de las colonias del Putumayo, la Casa
Arana se convirtió en la Peruvian Amazon Company con sede en Londres y
acciones en la bolsa. En 1909, desalojó a los caucheros colombianos y ganó el
control no sólo del territorio comprendido entre el río Caquetá y el río
Putumayo(antiguos límites del Perú), sino de la mano de obra indígena en toda
la región a quienes controló con policías de la Scotland Year, traídos de la
colonia inglesa de las Antillas centroamericanas.

Durante la prefectura de Pedro Portillo (1901-1904), se aprobaron leyes que


gravaron a las importaciones e intentaron darle una mejor distribución a los
impuestos derivados de la exportación de la goma, según sus calidades.
Quedaron libres de impuestos productos como la manteca, el azúcar y las
harinas, así como ciertas herramientas y maquinarias agrícolas. De este modo,
la flamante Aduana de Iquitos incrementó sus ingresos notablemente
y Loreto se niveló económicamente con respecto al resto del país.

En cierto sentido el cauchero fue un conquistador moderno, un explorador que -


sin Biblia ni Dorado ni Paititi- gobernó una tierra indómita, descubrió en ella un
atractivo desconocido y la convirtió en una región apetecible que hoy sigue
ofreciendo infinitas posibilidades y riquezas en diversas formas.
De los efectos colaterales de este boom, de los desplazamientos nativos, de los
crecimientos económicos comparativos, las entregas “pacíficas” de territorio a
países vecinos y otras experiencias propias de las alteraciones ocasionadas por
la extracción cauchera, me ocuparé en otra oportunidad.

Por ahora me basta mencionar que el riojano Julio César Arana del Águila
(1864-1952) en el nororiente, por estos lares, y el huaracino Carlos Fermín
Fitzcarrald (1862-1897) en el suroriente, fueron los grandes emprendedores de
la explotación del caucho.

La historia nuestra (peruana) y particularmente de Iquitos en su relación de


abundancia económica, no es un patrimonio que únicamente está en nuestras
manos y que solamente nos pertenece, debido a su colateralidad es pertenencia
globalizada pero mucho más sentida en la historia de brasileros, colombianos,
bolivianos y ecuatorianos, y entre los peruanos es sentimiento compartido con
sanmartinenses, ucayalinos, cajamarquinos y de los hijos de Madre de Dios. Es
por eso que investigué entre las publicaciones extranjeras y nacionales,
encontrando abundante material que poco a poco iré compartiendo con mis
lectores.

Aunque como consuelo me queda el orgullo de que Iquitos vivió su bonanza,


heredó arquitectura y una sociedad que siendo peruana parece respirar aires
extranjeros todo derivados de un pasado vivido de una manera distinta. Mientras
tanto seguiré caminando entre las letras que nos deja la historia y entre las
palabras que obtenemos y discutimos con mi amigo Enrique Rodríguez
Morales, otro buscador de este tema desde su terca propuesta empresarial, que
juntos iniciamos, “La Taberna del Cauchero”, una especie de pequeño gran
museo gráfico de esa época y centro de tertulia de loretanos y extranjeros que
agradablemente se refrescan con unos vasos de cerveza y muchas fotos
agigantadas al frente.
INTRODUCCIÓN

La fiebre del caucho (Ciclo da borracha en portugués) constituyó una parte


importante de la historia económica y social de nuestro país y particularmente de
la Amazonía peruana, siendo Iquitos una de las ciudades que elevó sus niveles.
Además de Perú, fueron Brasil, Colombia, Bolivia y Ecuador que se valieron de
esos efectos para crecer económicamente.
En este trabajo monográfico mostramos los puntos importantes que realzaron
toda la industria del caucho, desde tiempos muy remotos hasta que
prácticamente el caucho se tuvo que esfumarse de las sociedades de los distintos
países que se vieron favorecidos por el caucho.
La historia nuestra (peruana) y particularmente de Iquitos en su relación de
abundancia económica, no es un patrimonio que únicamente está en nuestras
manos y que solamente nos pertenece, debido a su colateralidad es pertenencia
globalizada pero mucho más sentida en la historia de brasileros, colombianos,
bolivianos y ecuatorianos, y entre los peruanos es sentimiento compartido con
Sanmartinenses, Ucayalinos, Cajamarquinos y de los hijos de Madre de Dios. Es
por eso que investigué entre las publicaciones extranjeras y nacionales,
encontrando abundante material que poco a poco iré compartiendo con mis
lectores.
Por ahora me basta mencionar que el riojano Julio César Arana del Águila (1864-
1952) en el nororiente, por estos lares, y el huaracino Carlos Fermín Fitzcarrald
(1862-1897) en el suroriente, fueron los grandes emprendedores de la
explotación del caucho.
En los países donde influenció la explotación cauchera, los territorios amazónicos
estaban habitados en su mayor parte por etnias indígenas. La llegada de
colonizadores en busca del preciado caucho a estos territorios causó un choque
cultural con los nativos que en la mayoría de los casos desembocaron en torturas,
esclavitud y masacres.
Espero que este trabajo monográfico ayude e incentive a los lectores en general
a tener o poner interés en nuestra historia, que por supuesto es rica de todo.
DEDICATORIA

 A todas las personas que osan leerlo, puesto que es de interés público,
porque tiene información relevante a la historia y nuestra historia rica del
caucho.

 Al profesor por darnos la oportunidad de investigar nuestra historia y


darnos cuenta de lo valioso que es y que fueron nuestros antepasados.

 A Dios, por ser el guía espiritual y fortaleza que ilumina nuestras vidas en
los momentos más difíciles y nos permite ser más sensatas.

 A nuestros padres y madres, quienes con su sapiencia y amor nos inculcaron


valores y sabios consejos que nos han servido de guía en la vida, con sus
esfuerzo y amor nos dieron una valiosa herencia que es la Educación y la
Formación Profesional.

 A nuestros amigos y familiares quienes, con su cariño y amor, nos llenan de


alegría y ternura en todo momento de nuestra existencia.
AGRADECIMIENTO

 A nuestros padres por dar nos la facilidad de seguir estudiando, apoyándonos


en todo lo que el mundo escolar requiera.

 A dios por ser nuestra razón de ser.

 A nuestro profesor que día a día nos inculca su conocimiento demostrando


que tanto él como nosotros jamás dejamos de aprender.

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