Resumen Psicologia Social Tema 8 14
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Se presentarán 3 niveles de análisis:
1. Nivel micro: conocer el origen de las conductas prosociales
2. Nivel meso: conducta de las personas que dan o reciben ayuda dentro de un contexto
interpersonal específico
3. Nivel macro: conductas prosociales que se dan en un contexto grupal y de
organizaciones
La muerte en 1964 de Kitty Genovese disparó el interés por el estudio de la conducta de
ayuda‐> Latane y Darley empezaron a estudiar el efecto del espectador, con el objetivo de
determinar cuándo ayudan las personas.
Conducta de ayuda: cualquier acción que mejora el bienestar de una o varias personas.
Altruismo: la motivación de quien ayuda se caracteriza por el énfasis en las necesidades del
otro, la expectativa es recibir nada a cambio. En los últimos años se ha acabado aceptando que
el altruismo existe.
Cooperación: personas que trabajan conjuntamente hacia una meta común que beneficiará a
todos
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4 TRES NIVELES DE ANÁLISIS EN EL ESTUDIO DE LA CONDUCTA DE
AYUDA, LA CONDUCTA PROSOCIAL Y EL ALTRUÍSMO
1. SELECCIÓN POR PARENTESCO: se basa en el éxito en la transmisión genética a los miembros
de la generación siguiente‐> eficacia biológica inclusiva: existe una correlación entre el
porcentaje de genes que dos individuos comparten y la voluntad de ayudarse entre sí. Críticas:
resultados explicables por la norma de responsabilidad social (ayudar a los que dependen de
nuestra ayuda) o porque la concepción de familia no es igual en todas las culturas, perspectiva
excesivamente centrada en el nivel genético.
Burstein, Crandall y Kitiyama (1994): en situaciones de vida o muerte predominan los criterios
de parentesco y en situaciones cotidianas de bajo riesgo la gente se rige por criterios morales y
por normas sobre lo que es socialmente valorado.
2. ALTRUÍSMO RECÍPROCO (Trivers, 1971): ayudar a otro en función de la reciprocidad a él o
sus parientes en el futuro. El carácter aparentemente universal del principio de reciprocidad es
una evidencia de su naturaleza innata.
3. SELECCIÓN DE GRUPO: Aquél grupo que tenga más personas dispuestas a sacrificarse o a
cooperar predominará sobre los grupos con en los que predominen las personas egoístas. Esta
tendencia ha sido retomada frente a los genes como único nivel de selección. Las implicaciones
de este último son: debería haber procesos fisio/ neurológicos que favorecieran la conducta
altruísta y que alguno de los mecanismos que facilitan la conducta prosocial sería heredado.
Preston y de Waal (2002): modelo de percepción‐ acción: al prestar atención al estado
emocional de otra persona se activa en el cerebro una representación de su estado emocional
que genera una respuesta asociado a él. Pero no se ha identificado una zona concreta del
cerebro para la empatía. Las neuronas espejo aparecen como un grupo en la corteza cerebral:
la observación del otro activa en el observador las mismas regiones de la corteza motora.
Crítica al modelo: la relación entre procesos neurológicos y respuesta empática es demasiado
simple y no tiene en cuenta los cambios a lo largo del desarrollo del individuo.
Desarrollo de la conducta de ayuda durante la vida del individuo:
Intervienen 3 procesos relacionados entre sí: maduración socio‐cognitiva, socialización y
aprendizaje. Los 2 últimos enseñan a los niños los beneficios del comportamiento prosocial. El
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actuar de forma prosocial repetidas veces puede hacer que el niño llegue a atribuirlo a que es
altruista.
1. APRENDIZAJE: la ayuda se aprende por los principios de refuerzo (simplemente diciendo
gracias) y el modelado (programas de TV).
2. VALORES MORALES SOCIALES Y PERSONALES: responsabilidad social y reciprocidad. Hay
normas que tenemos interiorizadas y nos dicen cuándo debemos ayudar. Desde este enfoque
los factores sociales dominan sobre los biológicos.
Schwartz (1977) trabajó sobre la diferencia entre normas sociales y personales: las personas
construyen las normas para situaciones específicas. Con Howard (1981) propuso el modelo
procesual de altruismo, que consta de 5 pasos:
1. Atención: darse cuenta‐> selección acción altruista‐> autoatribuirse la competencia
2. Motivación: se construye una norma personal y se genera el deber moral
3. Evaluación: compara costes y beneficios
4. Defensa: puede realizar una evaluación anticipada de qué ocurriría si no ayuda
5. Conducta: resultado de la decisión. Puede darse el efecto boomerang: las personas
con gran probabilidad de comportamiento altruista no ayudarán si piensan que
intentan aprovecharse de ellos
Otro tipo de normas: justicia social. La equidad, p.e.: dos personas que hacen una misma
contribución deberían tener la misma recompensa.
Las normas de reciprocidad y justicia social parecen comunes a todas las sociedades. La norma
de responsabilidad social (debemos ayudar a quienes dependen de nuestra ayuda) no:
Culturas colectivistas: personas tienen más interiorizadas las normas del propio grupo
Culturas individualistas: cumplen las normas por la presión de la deseabilidad social
3. ACTIVACIÓN Y EMOCIÓN: Las personas se activan ante el malestar de los demás. Cuando las
emociones se activan las personas ayudan para reducir el propio malestar (Ribert Cialdini) o
por una motivación altruista (Daniel Batson).
Perspectiva de la motivación egoísta (Cialdini, 1982): modelo del alivio del estado negativo:
las personas ayudan para obtener un premio, evitar un castigo o liberarse de un estado
emocional negativo (si encuentra otra posibilidad de reducir el malestar no ayudará). Se pone
el énfasis en uno mismo y no existe relación entre la conducta de ayuda y la motivación
empática (que produce comportamiento de ayuda motivado altruistamente).
La empatía es la capacidad que consiste en inferir los pensamientos y sentimientos de otros,
es una habilidad social que permite a la persona anticiparse a lo que otras piensan y sienten.
Hay dos tipos:
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Empatía cognitiva (empatía): tomar la perspectiva de otra persona
Empatía emocional (simpatía): experimentar las mismas emociones (paralela) o
reaccionar emocionalmente ante las experiencias que esa persona está viviendo
(reactiva)
La empatía produce efectos positivos en contextos interpersonales (es posible mejorar la
actitud hacia un individuo mediante la inducción experimental de empatía y los beneficios se
extienden al grupo a que pertenece; también tiene reflejo en el comportamiento) e
intergrupales (reduce el prejuicio y mejora las relaciones entre los grupos, porque reduce las
diferencias intergrupales y la ansiedad ante situaciones de interacción). La empatía se puede
entrenar con ejercicios de role‐playing, aumentando la eficacia si lo visualiza o escribe.
Ayuda dependiendo del signo de las emociones:
Emociones negativas (ira, desprecio): la motivación resultantes es no ayudar
Otras negativas (inquietud, tristeza, culpabilidad): la motivación es egoísta
Si la activación responde a una preocupación empática: motivación altruista
Papel de la cultura y el ambiente en la conducta de ayuda: las personas tienden a no ofrecer
ayuda a un extraño porque viven en un contexto ambiental hostil. Levine estudia indicadores
del contexto ecológico: clima y densidad de población (más densidad, menos ayuda).
Contraejemplo: Calculta ‐> la explicación es multicausal (variables socioeconómicas, culturales
y psicológicas):
Personas de países con alto desarrollo humano ayudan poco a desconocidos
Correlación positiva entre voluntariado y clima inhóspito y bajo nivel de ingresos
En la dimensión cultural otros estudios no muestran relación entre individualismo‐colectivismo
y conducta de ayuda (los colectivistas establecen diferencias más marcadas con el exogrupo y
el endogrupo, cooperando más con el endogrupo y son más distantes con personas
desconocidas).
Las culturas colectivistas latinas enfatizan la simpatía, se hacen comentarios agradables
aunque nadie se los cree realmente.
En muchos contextos lo adaptativo es no ayudar: ciudades con alta incidencia de terrorismo.
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Respecto a la semejanza:
Se tiende ayudar más a un extraño que es de nuestro propio país)
Si no podemos ayudar o el otro se nos parece demasiado, el problema del otro nos
hace pensar que nos puede ocurrir: sensación de amenaza (atribución defensiva)
Esto se combate con la atribución de responsabilidad a la víctima (nos distanciamos y
justifcamos nuestra falta de solidaridad). Centrándonos en la causa controlamos la
sensación de amenaza
Ligado a la semejanza está la convivencia de diferentes etnias y nacionalidades en
grandes ciudades: sólo se confirma el efecto de semejanza cuando hay 2
observadores, situación en la que se da el efecto de difusión de responsabilidad
(cuando hay sólo uno la norma sobre lo que hay que hacer está muy clara)
En cuanto a la ayuda preferente a las personas del propio grupo, la diferencia está en cómo se
defina el grupo. Estrategia: resaltar identidades que sean inclusivas en lugar de exclusivas
(objetivo de la estrategia de recategorización).
Respecto a la ayuda a quienes consideramos merecedores de ella, se produce porque se
activa la norma de responsabilidad social. Es más probable que ayudemos a alguien si
creemos que el problema está fuera de su control (inferencias). Las atribuciones que hacemos
afectan a nuestras reacciones emocionales hacia la persona que necesita ayuda.
¿Cuándo ayudamos?
El primer modelo se desarrolló tras el incidente de Kitty Genovese‐> efecto espectador: todos
piensan que alguien había llamado al servicio de emergencias. Cuantas más personas haya
presentes, menos probable será que alguna de ellas ayude y mayor es el tiempo de respuesta
para ayudar.
Latané y Darley (1970): modelo de decisión sobre la intervención en emergencias (cada paso
lleva al siguiente o a no intervenir):
1. Darse cuenta de que algo pasa. La falta de atención puede inhibir actos prosociales
2. ¿Es una emergencia? La reacción de los demás nos puede afectar por 2 vías:
Influencia normativa: la persona se pliega a lo que hace la mayoría
Influencia informativa: ocurre cuando el sujeto tiende a interpretar una
situación ambigua: se tiene en cuenta lo que hacen y dicen los semejantes
La ambigüedad de la situación puede influir en que una emergencia no la
interpretemos como tal. Actúa el sesgo de ignorancia pluralista (inhibir la expresión de
una actitud o emoción porque se piensa que la mayoría no la comparte)
3. ¿Se asume la responsabilidad de actuar? Puede que la persona no ayuda si no se
considera responsable de ayudar: difusión de responsabilidad (pensar que alguien
acudirá en ayuda de la víctima, el que tiene el rol de líder)
4. ¿Se considera la persona capaz de ayudar?
5. Tomar la decisión de ayudar. Valoración de los costes de ayudar: aprensión a la
evaluación (nos preocupa que otros juzguen nuestras acciones negativamente)
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Modelo de activación y coste‐recompensa (Dovidio, 1991): Se ayuda si los beneficios
(recompensas menos costes) son mayores que los de no ayudar (no explica las situaciones que
requieren una decisión rápida). Para que se produzca la ayuda:
La persona tiene que sentirse activada al conocer el problema del otro e interpretar el
desagrado como debido a eso
Tipos de respuesta que dará el observador:
COSTES DE AYUDAR
BAJOS ALTOS
COSTES DE BAJOS Depende de la personalidad, Se tiende a negar el problema o
NO normas individuales, relación a evitarlo
AYUDAR entre personas
ALTOS Ayuda directa e inmediata Se busca la ayuda indirecta o
reinterpretar la situación para
reducir los costes de no ayudar
Características personales (edad, género, personalidad): a los hombres les cuesta más,
las personas tímidas les cuesta pedir al sexo contrario, los jóvenes piden a los mayores,
las personas de clase alta piden más ayuda
La naturaleza del problema y el tipo de ayuda. Si está relacionado con su imagen
personal y social, es posible que no pida ayuda. El no poder devolver el favor es un
factor disuasorio
Las características del donante de la ayuda. Se suele a acudir a personas semejantes
No todos los comportamientos de ayuda son positivos para el que los recibe. Se reacciona de
forma negativa:
Cuando se percibe amenaza a la autoestima
Con existen costes excesivos para agradecer la ayuda
Cuando provoca sensación de pérdida de libertad (teoría de la reactancia: las personas
quieren maximizar su libertad personal de elección: querría pedir ayuda a otro, queda
obligado a corresponder, sentimientos de hostilidad hacia quien ayuda)
De acuerdo con la teoría de la atribución:
mantendrán una autoestima positiva si atribuyen la necesidad a causas externas o
incontrolables‐> alto grado de semejanza produce reacciones negativas a la ayuda y
viceversa
Aceptar la ayuda depende de si creemos que nos ayudan por buena voluntad o porque
piensan que somos incompetentes
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Los costes del agradecimiento se explican desde la teoría del intercambio social: las personas
están más dispuestas a pedir ayuda cuando piensan que podrán devolver el favor
(reciprocidad).
Ser dependiente de la ayuda de los demás está considerado menos favorablemente.
En el contexto intergrupal es crucial la relación de poder entre grupos. Nadler (2002) presentó
un modelo sobre este asunto basándose en 2 premisas:
Teoría de la identidad social: cualquier información que haga sentir inferiores a los
miembros de un grupo supone una amenaza para su identidad
Las relaciones de ayuda está influidas por las relaciones de poder
Según esto los miembros de un grupo de estatus alto ayudarían a los de estatus bajo por
mantener su ventaja social. Si estos aceptan la ayuda podrían estar reconociendo su
inferioridad.
Esta tradición ha cambiado a raíz del auge de las organizaciones de voluntariado.
Características de los tipos de comportamiento que se incluyen dentro de la conducta de
ayuda grupal:
Se dan a lo largo de varios meses o años
Se producen dentro de grupos u organizaciones
Buscan un beneficio tanto para el que da como para el que recibe
Las investigaciones prestan especial atención al contexto
Raramente se utiliza la metodología experimental
Los voluntarios no conocen en muchas ocasiones a las personas que se beneficiarán.
Presenta 4 características (Penner, 2002):
Conducta a largo plazo
Acción pensada y planificada
Ayuda no obligatoria
Se produce bajo un marco organizacional
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TEMA 9: CONTRIBUCIONES DE LA
PSICOLOGÍA SOCIAL AL ESTUDIO DE
LA AGRESIÓN
2 CUESTIONES CONCEPTUALES
Agresión: cualquier forma de conducta dirigida a dañar o injuriar a otro ser vivo que está
motivado a evitar tal trato. Se incluyen conductas que teniendo la intención de provocar un
daño fracasan en lograr este objetivo y se excluyen aquellas que provocan daños sin tener
intención. La intención es el elemento central de la definición. Dos tipos:
1. Agresión afectiva u hostil: acciones cuyo fin último es provocar un daño. Ej. asesinato
por venganza
- Se considera impulsiva y dirigida por la ira
- No se han anticipado consecuencias más allá de la propia venganza
- Es reactiva, precedida por una instigación previa
- Es más irracional que la instrumental
2. Agresión instrumental: Se refiere a las acciones dirigidas a conseguir algún objetivo o
un fin que no es un daño en sí mismo, el daño es un medio. E.m robos con extrema
violencia
- Se realiza tras anticipar consecuencias reforzantes o para evitar castigo
- No precisa de estímulos instigadores previos
- Es deliberada, racional no guiada por la ira
La distinción entre la agresión hostil e instrumental se basa en motivaciones diferentes y
sugiere diferencias también en las expectativas de consecuencias y en los antecedentes
situacionales.
Parámetros de la agresión:
- La modalidad de respuesta (verbal o física)
- Su visibilidad (abierta o encubierta)
- El tipo de daño que produce (físico o psicológico)
- La duración de sus consecuencias (transitorias o duraderas)
- Los agentes implicados (individual, interpersonal, grupos)
Violencia: Es un subtipo de agresión que se refiere a las formas extremas de agresión física.
Consiste en infligir fuerza intensa a seres vivos o propiedades con el propósito de destruirlos,
castigarlos o controlarlos.
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Las modernas teorías que propugnan el origen innato de la agresión (perspectivas
Evolucionista, Etología, Sociobiología) proponen mecanismos innatos que participan en la
agresión: existencia de una conexión cerebral cólera‐miedo asociada a ciertas emociones
relacionadas con la agresión y relevantes para la supervivencia. Destaca su valor adaptativo
para el ser humano y la propia especie.
Las teorías del impulso apelan a mecanismos motivacionales: motivo de hacer daño como
reacción a eventos del entorno (los que provocan frustración o dolor).
Las teorías biológicas apelan a mecanismos motivacionales: motivo de satisfacción inmediata.
Relacionadas con procesos de activación‐inhibición asociados respectivamente a la dopamina
(satisfacción urgente) y serotonina (inhibición de la conducta). Se han propuesto otras teorías
no corroboradas empíricamente: hipótesis de los niveles de testosterona en sangre que
justifica la mayor frecuencia de agresiones por parte de los hombres.
Perspectiva evolutiva: Las conductas agresivas entran dentro de la normalidad ya que se
encuentran estrechamente unidas al desarrollo evolutivo.
Dentro de esta perspectiva se encuadra la teoría de la madurez bio‐social de la agresión: La
agresión es una consecuencia conductual de la adquisición de nuevas habilidades físicas y
sociales, es fruto de la fuerza recién adquirida y de la creciente autonomía física. Se reduce con
la experiencia.
2. La cultura regula el uso de la agresión en las relaciones interpersonales y sociales
La violencia se transmite culturalmente de generación en generación y lo hace:
Tanto de forma activa como pasiva
Dotándola de significado
Promocionando que sea más o menos frecuente
Predominando unas formas concretas de agresión sobre otras
Modula las condiciones para su ejercicio
Modula la elaboración de expectativas para sus consecuencias
Dentro de cada sociedad coexisten distintos códigos o normas de violencia. Compartir un
marco general de normas, valores y actitudes no es incompatible con la existencia de
subculturas más proclives a la violencia.
La Subcultura de la violencia: Existencia (dentro de grupos, bandas, colectivos) de condiciones,
códigos y manifestaciones específicas donde el uso de la violencia está regulado, legitimado e
incluso ritualizado. Ej.: violencia de género, entre bandas, grupos terroristas… En ellas se
desarrollan actitudes que promueven la violencia y articulan su práctica con tres actitudes:
1. Actitudes pro‐violencia: justifican la agresión y culpabilizan a la víctima
2. Desaprobación de la violencia: rechazo de la conducta agresiva y evaluación negativa
de los agresores
3. Actitudes pro‐víctima: reflejan empatía y apoyo hacia las víctimas
La subcultura recurre con frecuencia a los rituales de agresión: conductas estereotipadas que
ayudan a enfrentarse de manera experta a las dificultades de las situaciones. Los rituales
cumplen dos funciones: dan seguridad para enfrentarse a situaciones amenazantes y ayudan a
prevenir actos de agresividad descontrolada (hipótesis de catarsis).
Considerados conjuntamente, los supuestos innato y cultural han provocado una
transformación de los significados y manifestaciones de la agresión. Concretamente se tiende
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al rechazo de ésta en relaciones interpersonales y colectivas al tiempo que se delega en las
instituciones el control de los procesos de violencia y los instrumentos para tal fin.
4 TEORÍAS PSICOSOCIALES
Reflejan dinámicas sociales que contribuyen al desarrollo y mantenimiento de la agresión.
El modelado: permite a las personas aprender el tipo de comportamientos apropiados
en diferentes situaciones, el tipo de personas con las que debemos comportarnos de
una u otra forma y el tipo de consecuencias que tienen ese tipo de comportamientos.
Se da en el aprendizaje de los comportamientos observados. Ej:. experimento de
Bandura y Ross (niño que observa a un adulto golpeando un muñeco hinchable):
demostraron que l el comportamiento agresivo se adquiere por aprendizaje social.
Este factor influye especialmente si el modelo es relevante para el observador.
La imitación: mecanismo por el que posteriormente se reproduce la conducta
aprendida.
El aprendizaje vicario o por observación depende además de:
Las características del modelo: el grado en que el modelo y el observador son
semejantes, la simpatía que despierta y el estatus‐poder que ostenta favorecen la
imitación de su conducta
Las consecuencias de la conducta observada: cuanto más positivas son las
consecuencias para el modelo, mayor probabilidad habrá de que el observador
incorpore esa conducta.
- La intensidad o cantidad de refuerzo (beneficios) que recibe el modelo alienta
el aprendizaje y su imitación
- Las conductas agresivas que no van seguidas de consecuencias o son
castigadas reducen la frecuencia de la agresión por parte del observador
1. A partir de una agresión aislada que es seguida de una respuesta agresiva de mayor
intensidad y así sucesivamente
2. A partir de repetidas acciones de exclusión social y de humillación hacia una de las
partes que finalmente son respondidas con una violencia de gran intensidad
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4.3 La espiral el silencio: la agresión pública y silenciosamente
tolerada
La espiral o conspiración del silencio es el proceso por el que la no intervención y el silencio de
los observadores de agresiones son interpretados como una señal de conformidad, de modo
que lo que es sólo opinión de una parte llega a ser considerado como una manifestación de
aceptación generalizada.
Esta situación dificulta la expresión de posiciones contrarias a este tipo de acciones y en este
sentido promueve la violencia (la víctima pierde esperanza en encontrar apoyo y los agresores
persisten en su conducta impunemente).
Los observadores se enfrentan a ello de diversas formas: evitan verse comprometidos, dan
señales de simpatía a los agresores y justifican sus acciones minimizando la gravedad de lo
ocurrido.
La subjetividad e interpretación que la persona hace de los estímulos del contexto es
la clave para entender su influencia en la conducta
Los mecanismos propuestos para explicar las relaciones entre estos factores
ambientales y la tendencia a agredir son similares
Ruido. Lo más estresante es la imposibilidad de predecirlo y la falta de control sobre él. El
ruido continuado tiene un efecto acumulativo que mina la tolerancia a la frustración
Hacinamiento. Es la experiencia subjetiva displacentera asociada a la densidad la variable que
influye. Afecta más a hombres que a mujeres
Temperatura. Teoría de la “Ley térmica de la delincuencia”: predice una relación lineal entre
temperatura y agresión. Estudios posteriores se inclinan por considerar la relación curvilínea
entre el clima y la violencia siendo (Van Vliert et al., 1999):
Clima muy frío: niveles inferiores de violencia
Climas cálidos: los niveles más altos de violencia
Climas extremadamente calurosos: con niveles moderadamente altos
Los estudios de laboratorio (Baron) encuentran una relación en forma de U invertida entre el
afecto negativo (que provoca la combinación de las condiciones de temperatura) y la agresión.
Mayores niveles de agresión: condiciones moderadas de afecto negativo (provocación
alta+ temperatura moderada ó provocación baja+ temperatura extrema)
Disminución de tendencia a agredir: afecto escasa o extremadamente aversivo.
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Dolor. Cuando se tiene la oportunidad de dañar, se genera mayor deseo de hacer daño,
incluso a aquellos que no son causantes directos del dolor. El dolor provoca emociones
negativas asociadas a la agresión como irritabilidad y cólera (son mayores cuando se anticipa a
la persona que va a ser sometida a una experiencia dolorosa).
1ª Revisión de Berkowitz. Propuesta de la activación o arousal: relación indirecta entre
frustración y agresión. La activación o arousal es un mecanismo mediador que permite
concebir la frustración como uno de los muchos factores que favorecen la agresión. Cualquier
estímulo estresante y aversivo podrían también provocar agresión.
2ª Revisión de Berkowitz. El afecto negativo: mecanismo por el que indirectamente la
frustración puede desencadenar agresión. La frustración desencadena una reacción emocional
de cólera caracterizada por manifestaciones expresivo‐motoras (enrojecimiento, elevación de
la tasa cardíaca, cerrar los puños…) y que, mediante procesos de condicionamiento clásico
activan en la memoria un conjunto de cogniciones, experiencias pasadas y guiones de acción
relevantes para la agresión.
Ante situación de cólera si la agresión es eficaz y sin riesgos altos se opta por ella
Ante situación de miedo se opta por la huída si nos lleva al éxito. Si la huída no es
posible se propicia una conducta de ataque defensivo
Al margen de estos mecanismos específicos se propone que varias emociones pueden explicar
los efectos de distintos factores sobre la agresión:
Los afectos negativos (ira, agitación, irritación, estado depresivo) pueden instigar
reacciones agresivas ante una provocación
Las emociones positivas (alegría o empatía) pueden inhibir las conductas agresivas y
facilita conductas de ayuda hacia otras víctimas. La empatía será más intensa a medida
que aumente la intensidad y la inmediatez de las señales de dolor. Existe
incompatibilidad entre estas emociones + y las respuestas agresivas
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Ambos tipos de emociones tienen efecto mediador sobre la manifestación de conductas
agresivas.
Formas en que la cólera afecta a la agresión:
La cólera (o ira) es una emoción intensa que se caracteriza por el deseo o motivación para
dañar y puede instigar la agresión al menos a través de cinco vías:
1. La cólera reduce la inhibición de la agresión: justifica la venganza agresiva e inhibe
procesos de razonamiento y juicio moral para analizar situaciones.
2. Hace más persistente en el tiempo la intención agresiva y aumenta el recuerdo de los
eventos instigadores y del estado de activación.
3. La ira adquiere valor informativo: para identificar las causas, la culpabilidad y las
posibles formas de respuesta. En situaciones ambiguas promueve interpretaciones
hostiles.
4. La cólera preactiva pensamientos agresivos, guiones, esquemas y conductas expresivo‐
motoras de agresión utilizadas para la interpretación de lo que ocurre y la selección de
respuestas agresivas ante la situación.
5. La cólera aporta energía para la realización de conductas ya que aumenta los niveles
de Arousal. Esto promoverá conductas expresivo‐motoras de agresión
Factores situacionales: conforman un contexto social instigador de la agresión
Factores personales: modulan la percepción, activación, codificación e interpretación
del contexto así como las reacciones al ataque consideradas oportunas.
La agresión no es una simple reacción fruto de una secuencia E‐R (ataque‐reacción) sino que
en todos los casos están presentes variables intermedias y moduladoras de tal reacción.
La exclusión social
Se refiere a la negación de derechos sociales, de oportunidades vitales fundamentales y de
procesos sociales que comprometen las posibilidades de participación social de ciertos
individuos, grupos, colectivos y sociedades. Se considera la exclusión como forma de agresión
y a su vez como agente elicitador de agresión:
La exclusión como forma de agresión (ostracismo, marginación, rechazo, descalificación,
denigración). Se incluyen situaciones que resultan de estos procesos (marginación, pobreza,
desigualdad cultural, económica o social).
Contextos: tres contextos donde se da exclusión con dimensiones propias: c. escolar (bullying
o matonaje); c. laboral (mobbing) c. social (exclusión estructural: se realiza desde las
instituciones o normas sociales).
Diferencias entre exclusión y rechazo interpersonal:
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La exclusión sólo es posible en virtud de la participación (activa y/o pasiva) del resto de
los miembros integrados de la comunidad
La naturaleza social (y no individual) de la agresión se pone de manifiesto cuando se
observa que la situación de exclusión genera respuestas de evitación por los otros
miembros de la comunidad. El temor a convertirse en víctimas del ostracismo les
alienta respuestas de rechazo y devaluación.
Relación exclusión‐ agresiones extremas: Ej.: asesinatos masivos en centros escolares. La
situación de exclusión genera en los agresores sentimientos duraderos de humillación e
injusticia que habían sido definitivos en el deseo de vengarse y de acabar con sus propias
vidas.
La violación de normas
Las normas tienen una cualidad moral prescriptiva y se refieren a las obligaciones, derechos y
privilegios que gobiernan la conducta. Tienen dos funciones:
Crean condiciones estables de cooperación
Describen la realidad aportando información de cómo deben ser las cosas.
La evidencia empírica confirma que la violación de normas suscita reacciones agresivas, genera
sentimientos de ira, agresión y deseos de reparación de la injusticia. En ocasiones adopta la
forma de querer dañar al causante de la situación. No provocarán reacciones agresivas si se
juzga que tal infracción está justificada.
Los estudios en este sentido mostraron los siguientes resultados:
La intensidad de la provocación modula los efectos: mayor tendencia a vengarse
cuanto más fuerte había sido la provocación.
El tiempo de la demora de venganza debía ser tal que la excitación o “activación
residual” (provocada por el estímulo inicialmente no relevante para la agresión) no se
hubiera extinguido
La relación entre los factores instigadores (frustración, provocación…) está mediada
por el nivel de arousal que provocan
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Aumentar el nivel de arousal en una persona predispuesta para la agresión puede
aumentar la tendencia a agredir
La transferencia de la excitación se da con mayor probabilidad si uno de los estímulos
elicita emociones relevantes para la agresión (ira o deseo de venganza)
Defiende que la condición que facilita el efecto de la transferencia de excitación es que debe
ser etiquetada como emoción negativa consecuencia de una provocación ignorando la
principal fuente de excitación. Incluso en situación donde se somete a una segunda fuente de
activación a una persona que ya ha recibido un ataque interpersonal (que desencadena enojo
o ira en la persona), la transferencia se producirá sólo si los mecanismos cognitivos y/o
emocionales que acompañan a tal activación son relevantes para la agresión:
Si se atribuye la excitación a la provocación: la activación es etiquetada de cólera y
aporta energía a conductas agresivas.
Si se atribuye a una causa no relevante, la conducta agresiva será menos probable.
Guía a las personas en la interpretación de sus causas, en la atribución de culpabilidad
y elección de respuestas oportunas
Es fuente de información para aclarar el significado de situaciones ambiguas
Facilita las interpretaciones e intenciones desde una perspectiva hostil
Algunos autores consideran la cólera como una respuesta emocional (expresada física,
emocional y comportamentalmente) desencadenada por mecanismos puramente asociativos.
Por efecto de condicionamiento clásico (incluso en ausencia de etiquetaje) la respuesta de
cólera está asociada a respuestas relevantes para la agresión.
Atribuya responsabilidad y/o intencionalidad al provocador
Experimente ira
Crea que el acto de venganza es posible y está pendiente
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Creencias en un mundo hostil: creencias que expresan desconfianza y percepción del
mundo amenazante. “las personas van a lo suyo y no puedes esperar nada de nadie”
“no puedes fiarte de nadie o te decepcionará”
Creencia en un mundo justo: las experiencias de las personas son consecuencia de sus
actos. Desencadena procesos de justificación y aceptación de la violencia
(consentimiento social de la agresión): “cada uno tiene lo que se merece”
Creencias normativas o normas sociales: Son creencias aceptadas socialmente por las
que se transmiten la aceptación y aprobación de la agresión (puede ser adecuado en
unas culturas y inaceptable en otras). Ej.: creencias que defienden la legitimidad de la
venganza personal
Esquemas procedimentales: Actúan como Scripts o guiones de acción. Ofrecen
información sobre las formas adecuadas de enfrentarse a los eventos
Consideración de las consecuencias futuras: La agresión puede ser el resultado de
anticipar las consecuencias positivas en dos sentidos: posibilita el logro de beneficios y
el éxito en la competición, y satisface el deseo de venganza. Ej.: reforzar autoestima
amenazada, despertar respeto y temor después de haber experimentado humillación
Los relacionados con la adquisición de liderazgo o de alto estatus. La pugna por el
poder lleva a estrategias agresivas de coacción
Los que surgen cuando el propio grupo o líderes sienten amenazados su posición de
poder por agentes externos o conflictos internos
Cuando la pérdida de consenso dentro de un grupo estimula el desarrollo de conflictos
externos para favorecer la unidad y cohesión
Cuando se percibe que desde el exterior se está recibiendo un ataque que atenta
contra la integridad del grupo, sus valores o su sistema de vida
En un grupo que se define a partir de la violencia, la agresividad es un requisito necesario para
el alto estatus, los líderes sirven como modelos de acción y reforzarán la agresividad e
identificación con la violencia frente a otras alternativas.
El desarrollo de grupos potencialmente hostiles y agresivos es más probable en situaciones de
crisis política, identitaria y social. Se organizan en torno a un líder que simboliza las metas del
grupo. El líder decide si la acción colectiva violenta es deseable o inevitable.
La ruptura con el exterior se consigue mediante el aislamiento físico del grupo o mediante la
ruptura de vínculos ajenos al grupo. Se desarrollan comunidades cerradas caracterizadas por:
despersonalización, compromiso total, ideología compartida.
Se organizan de forma autocrática, con fuerte estructura jerárquica en la que los procesos de
influencia y validación social (obediencia a la autoridad, desindividuación dentro del grupo,
imitación y sugestión, ilusión de invulnerabilidad del grupo si permanece unido, moralidad
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superior del propio grupo frente al resto) actúan como formas de presión intragrupal para
lograr mayor identificación, cohesión y aceptación de las normas agresivas del grupo.
Aparecen miembros que vigilan las conductas de los compañeros.
La diferencia entre unos grupos y otros es el grado en que llegan a incapacitar a sus miembros
para desarrollarse fuera del grupo o establecer relaciones intergrupales no destructivas.
TEORÍA REALISTA DEL CONFLICTO: Las relaciones entre grupos marcadas por la competición
del tipo “suma‐cero” (para que uno gane el otro tiene que perder) desencadenan con mayor
facilidad el rechazo, la hostilidad y la discriminación intergrupal. Esta circunstancia es
especialmente clara cuando la amenaza recae sobre el bienestar o la situación de poder de los
líderes o miembros de mayor estatus.
TEORÍA DE LA IDENTIDAD SOCIAL: Los mecanismos que sirven para producir cohesión grupal
pueden actuar como instrumentos de exclusión y agresión intergrupal. El favoritismo
endogrupal se manifiesta en:
la tendencia a favorecer los miembros del propio grupo frente a los no miembros
(consecuencia de la categorización social)
manifestaciones agresivas de rechazo social hacia los no miembros (consecuencia de
pérdida de cohesión interna o percepción de amenaza a la identidad social del grupo)
TEORÍA DE LA COMPARACIÓN SOCIAL (Festinger): Identifica los mecanismos y condiciones
que pueden llevar a la manifestación de acciones colectivas violentas dirigidas a cambiar la
situación social. Adquieren especial relevancia en situaciones en las que aparecen
desigualdades sociales. Señala el papel que pueden tener los sentimientos de ilegitimidad,
injusticia y frustración en las manifestaciones de violencia.
¿Cómo sirven los procesos de comparación social a la teoría realista del conflicto? Predicen la
agresión societal cuando los miembros de una sociedad experimentan desequilibrio entre sus
necesidades o expectativas de meta y lo que consiguen:
Frustración sistémica: descontento que produce ese desequilibrio y puede llevar a
violencia sociopolítica
Privación relativa: revueltas sociales que surgen cuando los miembros de la sociedad
culpan al sistema político del desajuste entre el bienestar esperado y el alcanzado
¿Cómo sirven a la Teoría de la Identidad Social?. Están en la base de una identidad social
inadecuada. El resultado negativo de comparar al propio grupo con uno u otros grupos en una
dimensión valorada socialmente produce malestar que puede desencadenar una acción
violenta dirigida a recuperar una identidad social positiva. Ej.: Las altas expectativas generadas
por el ideal republicano francés provocan mayor malestar entre los colectivos excluidos.
Primeras experiencias con la familia: incapacidad de los padres para desarrollar
vínculos afectivos seguros con los hijos, patrones que carecen de autoridad…
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Experiencia de violencia en la comunidad (bandas armadas), en la familia o en la
sociedad (terrorismo, guerra, medios de comunicación)
Los niños que conviven con la violencia suelen padecer además de: pobreza, malnutrición,
hacinamiento, desempleo de padres, ausencia de estimulación cognitiva.
Efectos en el desarrollo emocional y psicosocial: desordenes conductuales y
emocionales, conducta agresiva y antisocial, autoestima, desarrollo moral,
expectativas de felicidad futura… (conductas relacionadas con el deseo de protegerse
y prevenir futuros maltratos y no tanto con el desarrollo de conductas antisociales
proactivas dirigidas a dañar a otros)
Compromete la capacidad de los padres para satisfacer las necesidades de cuidado
(bien porque los propios progenitores son agresores o porque la violencia en la
comunidad les lleve a sentirse atemorizados e indefensos)
Ilustran un variado repertorio de conductas o manifestaciones concretas de este tipo
Transmiten las normas, valores y actitudes en las que estas acciones se fundamentan y
promueven este tipo de comportamientos
El modelado, la imitación y el aprendizaje operante son herramientas útiles para explicar que
la violencia presentada en los medios de comunicación puede promover el aprendizaje de
comportamientos concretos y su puesta en práctica. Además se reduce la reacción que
produciría la visión del sufrimiento de las víctimas y de los actos violentos en sí mismos.
A pesar de ello no se puede presuponer que los espectadores sean receptores pasivos de la
información e imágenes que observan. Los efectos se reducen sustancialmente en función de
la situación (naturaleza real o ficticia de las imágenes) que rodea la exposición y del marco
cultural (promueven o no el uso de la violencia) en el que se producen.
Resultados: los medios de comunicación pueden en determinadas ocasiones fomentar la
violencia y las normas, valores y actitudes que la sustentan.
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Cuando aplicamos un estereotipo lo que hacemos es usar las expectativas previas y creencias
que tenemos sobre ese grupo para explicar su comportamiento.
Aspectos definitorios de los estereotipos:
- simplifican o exageran los rasgos atribuidos a un grupo
- sirven para justificar o racionalizar las reacciones afectivas y conductuales hacia un
grupo
- son rígidos y resistentes al cambio, aunque se obtenga información que los
desconfirme
- de carácter consensuado creencias compartidas por los miembros de una cultura
Estereotipia: para referirse al grado en el que una persona asume esas creencias
estereotipadas y compartidas. Los estereotipos pueden expresarse como las creencias
culturales sobre las características de los miembros de un grupo o como las creencias
personales sobre esas características.
Categorización social: hace referencia al proceso que permite clasificar a las personas en
grupos en función de las características que tienen en común (ejemplo: etnia, edad, sexo o
nacionalidad) a través de la pertenencia grupal asignamos a una persona las características
atribuidas a todos los miembros de su grupo.
Cuadro 10.1 ¿Por qué categorizados la realidad social de la forma en que lo hacemos?
Algunos de los motivos que nos conducen a realizar categorizaciones sociales:
- La categorización social es un proceso cognitivo bastante automático que permite
procesar gran cantidad de información de forma rápida y eficaz.
- Se manifiesta en muchas otras especies.
- Los psicólogos evolucionistas sostienen que nuestra capacidad para categorizar la
realidad social ha evolucionado porque resultó útil para nuestros ancestros en su lucha
por la supervivencia y la reproducción.
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- Tenderemos a hacer categorizaciones sociales en relación con aquellas características
que han aportado información relevante para la eficacia biológica inclusiva (para la
propagación de los propios genes) de los seres humanos desde tiempos ancestrales,
como el sexo, la edad o la pertenencia grupal.
- Cuando categorizados a alguien como miembro del exogrupo da lugar a percepciones y
caracterizaciones globales, abstractas y negativas que tienden a provocar conductas
defensivas, competitivas, explotadoras o agresivas, mientras que cuando
categorizamos a un miembro del endogrupo estas percepciones son más complejas.
- Los programas cognitivos que usamos para categorizar a los demás son flexibles y
sensibles al contexto
La categorización de las personas por su pertenencia grupal genera diversos efectos
automáticos que afectan a procesos cognitivos, afectivos y motivacionales. Entre los cognitivos
está la homogeneidad exogrupal: sesgo que lleva a percibir a los miembros del otro grupo
(exogrupo) más semejantes entre sí y a los miembros del grupo al que pertenecemos
(endogrupo) de forma más diferenciada. Ejemplo: los alemanes son todos iguales, sin
embargo, los españoles son diferentes entre sí.
Explicación cognitiva de este sesgo conocemos a muchos miembros de nuestro grupo por
experiencia directa, mientras que el conocimiento de los miembros de exogrupos se debe en
buena medida al aprendizaje cultural indirecto.
Los estereotipos tienen connotaciones afectivas (positivas o negativas) y motivacionales que
influyen en esa categorización lo que origina que se distorsione la realidad y se tienda a
exagerar las diferencias entre los grupos y a subestimar las variaciones entre los individuos que
pertenecen a un mismo grupo.
Los estereotipos se aprenden a través del proceso de socialización y su transmisión se produce
de diversas formas. Una vez formados y adquiridos se trata de estructuras rígidas difíciles de
modificar, aunque exista información que los desconfirme cuando una persona no encaja
con el estereotipo de un grupo la incluimos en otra categoría o subtipo (categoría especial que
incluye a quienes no se ajustan al estereotipo convencional).
Los estereotipos funcionan como esquemas que nos conducen a ignorar de forma sutil la
información inconsistente con nuestros estereotipos hasta hacerla consistente con ellos.
Prestamos más atención a la información que confirma nuestras expectativas previas y no
atendemos a la que las contradice, salvo que la incongruencia sea muy fuerte. Ejemplo:
Correlación ilusoria consiste en percibir asociaciones entre variables que realmente no
están relacionadas.
Los estereotipos funcionan no solo a nivel explícito sino también implícito actuando como
creencias que no reconocemos, pero una vez activados pueden determinar el comportamiento
manifiesto hacia quienes se dirigen.
1. Evaluar el contenido cultural de los estereotipos se refiere a las creencias
compartidas en una cultura sobre qué características o atributos poseen la
mayoría de los miembros de determinado grupo social.
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2. Valorar el grado de estereotipia de los individuos describe el grado en el que
una persona aplica esas creencias al evaluar a los miembros de ese grupo y cómo
se usan a la hora de realizar inferencias o juicios sobre ellos.
Estos dos aspectos están relacionados pero son diferentes. Se han desarrollado una serie de
técnicas específicas para la medida de los estereotipos, que pueden servir como base para
elaborar un instrumento concreto. Se describen a continuación:
Lista de adjetivos
Se usa para averiguar el contenido de los estereotipos. La lista de adjetivos se suele obtener
habitualmente a partir de estudios previos que emplean una técnica de respuesta abierta
pidiendo a los componentes de una muestra que generen libremente características que
describen a los miembros del grupo y seleccionándose después aquellos rasgos que se
mencionan con mayor frecuencia.
La ventaja de la técnica de respuesta abierta es que permite obtener características que no
están sesgadas por las creencias previas de los investigadores que elaboran una lista.
Máxima saliencia trasversal: se aplica a un adjetivo que es mucho más usado para describir a
un grupo étnico que a los demás.
Estimación de porcentajes
La técnica anterior plantea el problema de que no permite estimar el grado de estereotipia de
los individuos identificar hasta qué punto una persona suscribe esas creencias culturalmente
compartidas o no.
Con esta técnica se estima el porcentaje de miembros de un determinado grupo que posee
una característica o atributo. Consiste en pedir a los participantes que indiquen el porcentaje
de individuos del grupo que posee cada atributo.
Esta técnica puede usarse con un doble objetivo:
- permite medir de forma escalar (con un rango de 0 a 100) la estereotipia
- se puede emplear para comprobar hasta qué punto un rasgo o característica se
considera estereotípico o no.
La razón diagnóstica
Es una medida de estereotipia que permite predecir la probabilidad de asignar una
característica más a un grupo que a otro.
Para calcular la razón se divide el porcentaje de miembros de un grupo que se supone tiene
una determinada característica por el porcentaje de personas que se supone que tienen esa
característica ‐> Si la razón obtenida es superior a uno esa característica es importante para
representar al grupo
Esta técnica permite obtener una medida individual de estereotipia a partir de la suma de las
razones diagnósticas de los diferentes rasgos estereotipados.
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Las funciones de los estereotipos se pueden dividir en 2 grandes bloques (Tajfel):
Los estereotipos actuando como esquemas nos aportan información sobre la conducta
esperada de una persona en contextos diferentes en función de su pertenencia grupal con el
consiguiente ahorro de esfuerzo cognitivo.
Los estereotipos suelen tener connotaciones positivas o negativas y rara vez neutras, se trata
de exageraciones y generalizaciones que pueden ocasionar problemas para los miembros del
grupo estereotipado negativamente.
La amenaza del estereotipo: es un fenómeno que hace referencia a la disminución en el
rendimiento en situaciones en las que las personas se sienten amenazadas por la posibilidad
de que su desempeño confirme (a otros o a ellos mismo) un estereotipo negativo sobre las
capacidades de su grupo. (Cuadro 10.4)
Cuadro 10.4 “Soy mujer, negra y pobre, luego se me dan mal las tareas intelectuales”
El fenómeno de la amenaza del estereotipo se produce cuando en la situación concreta en la
que se realiza la actividad se hace saliente la pertenencia grupal, dejando muy claro en qué
categoría se clasifica a la persona, quedando estereotipada como incompetente para ese tipo
de tareas.
El lado “justo” de este fenómeno es que nadie está libre de semejante amenaza. Todo es
cuestión de dar con las circunstancias apropiadas para provocarla.
Funciones sociales
Los estereotipos cumplen la función psicológica de proteger el sistema de valores del individuo,
ya que las categorías sociales están cargadas de valor para las personas. Tajfel plantea 3
funciones sociales:
A. Búsqueda de una identidad positiva. Una de las funciones sociales de los
estereotipos es clasificar diferencialmente a los miembros del endogrupo y el
exogrupo, fomentando la visión positiva de nuestro grupo en comparación con los
otros produciéndose “favoritismo endogrupal”
B. Justificación de acciones contra otros grupos. La percepción de los miembros de
unos grupos de forma más negativa que los de otros facilita la justificación y
racionalización de ciertas conductas discriminatorias.
C. Explicación de la realidad social. Los estereotipos sirven para explicar
acontecimientos sociales: cómo actúan los grupos, por qué lo hacen y cómo se
conforma y mantiene la estructura social.
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También cumplen una función de control social que se refiere a la relación existente entre el
poder y la forma de estereotipar los grupos de menor poder se forman impresiones más
detalladas de los más poderosos, y éstos tienden a tener imágenes más estereotipadas de los
grupos inferiores.
Hay autores que piensan que los estereotipos pueden cumplir la función ideológica de
justificación y legitimación de un sistema u organización social.
Teoría de la justificación del sistema: se refiere a los procesos por los cuales se mantienen y
hacen legítimas convenciones sociales a expensas de los intereses personales y del grupo las
personas que están en situación de privilegio les parezca justo el statu quo. Lo que hacen los
miembros de los grupos desfavorecidos es mantener los esteroetipos de los grupos
dominantes, aunque no compartan la visión negativa del endogrupo, de manera que se
presrve el orden social establecido. Según esta teoría, los estereotipos mantienen y justifican
un sistema social determinado que sigue favoreciendo a los grupos dominantes.
Susan Fiske y su equipo han llevado a cabo una investigación sistemática en torno al contenido
de los estereotipos, basada en el postulado de que las creencias estereotipadas sobre un
grupo se fundamentan en las relaciones estructurales que mantienen los grupos, así como en
las funciones que cumplen los estereotipos en las relaciones interpersonales y grupales.
Este modelo afirma que las creencias estereotipadas también se rigen por unos principios que
permiten agruparlas en torno a 2 dimensiones:
- competencia o capacidad instrumental: en esa dimensión estaría aquel contenido que
se refiere a las características asociadas a la inteligencia, habilidad para alcanzar metas
prestigiosas o la racionalidad
- sociabilidad o afectividad: en esta otra dimensión estaría aquel contenido que se
refiere a características relacionadas con aspectos como amistad, simpatía o
sensibilidad
Estas 2 dimensiones se pueden combinar dando lugar a 4 posibles categorías:
- Competentes y sociables
- Competentes y fríos
- Sociables e incompetentes
- Fríos e incompetentes
Por tanto los estereotipos pueden ser mixtos y contener características positivas y negativas
conjuntamente pueden ser ambivalentes.
Estas 2 dimensiones permitirían al perceptor clasificar a las personas de acuerdo con la
probabilidad de que sus intenciones sean amigables u hostiles y de su mayor o menos
capacidad para alcanzar objetivos.
Fiske y su equipo postulan que los estereotipos culturales sobre las características de
sociabilidad y competencia de los grupos dependen de las estructuras sociales. Su hipótesis se
basa en 2 premisas:
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- que los grupos se perciben como más competentes si tienen alto estatus y poder y
como más incompetentes si su estatus y poder es bajo
- los grupos se perciben como sociables y afectivos siempre que no compitan con
nuestro grupo
El estatus y la competitividad determinarán si las emociones hacia los grupos son positivas o
negativas así como el tipo de emoción.
Definición y componentes
Estereotipos de género: es el conjunto de creencias compartidas socialmente sobre hombres y
mujeres que se suelen aplicar de forma indiscriminada a todos los miembros de cada uno de
estos grupos.
En la investigación sobre el género lo relacionado con la dimensión femenina recibe el
nombre de expresivo o comunal y lo relacionado con la dimensión masculina se denomina
instrumental o agente
Los componentes de los estereotipos de género están referidos a:
- Estereotipia de rasgo: hace referencia a las características que se considera que
definen de forma diferente a hombres y mujeres (la mujer es más emocional y sensible
y el hombre es más agresivo, independiente y competitivo)
- Estereotipia de rol: incluye las actividades que se consideran más apropiadas para
hombres y mujeres (mujer: tareas domésticas, hombre: actividades fuera de casa)
- Ocupaciones: también están estereotipadas (hombre: mecánico, mujer: maestra)
- Rasgos físicos: hay ciertos rasgos que se consideran más característicos de mujeres
(voz suave, complexión ligera) y otros de hombres (más altos, más fuertes, voz grave)
Estos componentes son relativamente independientes, pero basándose en uno de ellos las
personas extienden sus juicios a los otros 3. De este modo, la información sobre un
componente afecta al resto, ya que tratamos de mantener consistencia entre ellos.
Dimensión prescriptiva: tiene un carácter normativo y preceptivo e indica cómo deberían ser y
comportarse hombres y mujeres. Hace referencia a las creencias sobre las características que
son deseables y se esperan de cada sexo.
Según 2 autoras (Burgess y Borgida) destacan funciones diferentes para ambas dimensiones:
- El componente descriptivo de los estereotipos de género tiene una función cognitiva
simplifica el procesamiento de la información mediante la representación
esquemática de la realidad.
- El componente prescriptivo de los estereotipos de género está relacionado con
intereses motivacionales. Cumple la función de justificación y mantenimiento del
statu quo que los convierte en un elemento discriminatorio y de resistencia al cambio.
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Así los estereotipos de género cumplen de este modo una función de mecanismo de control
que determina lo que es normal, aceptable y lo que se desvía de la norma.
También señalan ambas autoras que los procesos por los que las 2 dimensiones de los
estereotipos de género dan lugar a la discriminación son diferentes:
- Los aspectos descriptivos dan lugar a una forma de discriminación “fría” que no está
basada en los prejuicios de género discriminación sin hostilidad y sin que exista una
intención abierta de discriminar.
- Los aspectos prescriptivos dan lugar a una forma de discriminación “caliente” que
suele proceder de los prejuicios de género y está basada en la hostilidad o el
resentimiento, existiendo una discriminación intencional hacia las mujeres que
transgreden las prescripciones de su rol de género.
En general tanto hombres como mujeres pueden ser igualmente propensos a discriminar
basándose en el componente descriptivo porque se trata de representaciones culturales que
son compartidas por personas de ambos sexos.
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A. INFLUENCIA DE LOS ESTEREOTIPOS ASOCIADOS A LA EDAD EN
LA SALUD MENTAL DE LOS MAYORES
La aplicación personal de los estereotipos de su grupo (estereotipia) influye en su calidad de
vida y en la propia longevidad.
Conductas desarrolladas por las personas hacia los grupos estereotipados
La propia conducta de estos grupos
Ambas conductas manifiestas van a depender del contenido del estereotipo. Por ejemplo,
siguiendo el modelo del contenido del estereotipo (Fiske, Xu, Cuddy y Glick, 1999), será más
probable que los individuos presten ayuda a miembros de grupos hacia los que la sociedad
mantiene un prejuicio paternalista.
Lo relevante para la Psicología Social no va a ser el contenido de los estereotipos en sí, sino las
conductas que se activan. Bargh, Chen y Burrows (1996) comprobaron cómo tras la activación
de rasgos estereotípicos propios del grupo de mayores, las personas jóvenes mostraban una
marcha más lenta al caminar. El proceso de activación de rasgos estereotípicos ocurre muchas
veces fuera del control consciente.
Los estereotipos sobre mayores y el proceso de envejecimiento tienen relevancia por 2
razones:
Por el envejecimiento de la población y el aumento de la esperanza de vida
Todas las personas interiorizarán estos estereotipos según vayan cumpliendo años
Estos estereotipos tienen carácter transcultural.
1º Dependiente/ 2º Enfermo
Triste se asignaba más al grupo de mayores y menos el de trabajadores.
El mero proceso de categorización dentro de un grupo u otro puede otorgar un sentido
diferente al contenido de los estereotipos relativos al grupo de mayores.
Sin embargo, IMSERSO, 2008: 27% de mayores indican tener mala salud y 15% estar tristes.
Por tanto, los estereotipos de mayores no son aplicables a todos los miembro del grupo
categorizado como tal.
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A.3 EL PROCESO DE AUTOESTEREOTIPIA COMO PERSONA MAYOR
OMS, 1989, 2002: promociona l rechazo a los estereotipos sobre el envejecimiento ya que
mantienen un valor patogénico sobre la salud de los mayores a través de un proceso de
profecía autocumplida.
Estos estereotipos se interiorizan progresivamente y los individuos terminan por aplicárselos a
sí mismos. Además, las personas mayores poseerán menos habilidades para amortiguar el
impacto de los estereotipos negativos.
Estudio sobre el uso del tiempo (CIRES, 1996):
Existe un grupo de conductas cuya frecuencia decrece con la edad (coef. correlación ‐)
Existen grupos de conductas que es más probable encontrar en determinadas franjas
de edad
Por tanto, la probabilidad de asociación a uno u otro grupo será mayor, y este tipo de
conductas pasarán a formar parte de los aspectos descriptivos de los estereotipos de
edad
La cuestión es que estas conductas adquieren un carácter prescriptivo/ normativo:
qué deben hacer y qué no (como ocurre con los estereotipos de género)
Obtuvieron una esperanza de vida media 7,5 años mayor. Este hecho se producía
independientemente de otros indicadores que también afectan a la salud (género, etnia, nivel
educativo, estatus socio‐económico, sensación de soledad, estado de salud funcional).
Considerando los procesos de autoestima y discriminación se pueden estableces 2 líneas:
Fomentar el rechazo de los estereotipos negativos
Promover una mejor autopercepción del envejecimiento
Variables experimentales:
Activación o no del estereotipo de pérdida de memoria
Edad de un hombre (joven o mayor) del que se informaba que había tenido varios
olvidos
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Condiciones aplicadas:
1. Activación estereotipo: modifica la percepción de los grupos de jóvenes (28) y
mayores (67 años)
2. Contraria: No se encontraron diferencias estadísticamente significativas
3. Control: la edad del protagonista no fue lo suficientemente importante para que las
percepciones de falta de capacidad fuesen estadísticamente significativas
Conclusiones:
Presentar información contraria al estereotipo no modifica los negativos relativos al
grupo de mayores
El estereotipo es fácilmente activado por la presentación de información congruente
con él
Cuddy et al. (2005): se puede modificar el contenido del estereotipo variando el nivel de
competencia con el que se presenta a un miembro del grupo. Resultados:
La visión de competencia de una persona mayor fue de independiente de la info
adicional que se diera sobre ella
En la condición de baja competencia los participantes aumentaron la puntuación de
sociabilidad de la persona estímulo
Se observó un aumento de la estereotipia relativa al grupo de mayores cuando se presentaba
información congruente con el estereotipo, ya que se les atribuía más sociabilidad. La
manipulación para reducir el impacto del estereotipo no se diferenció de la condición de
control.
Se ha adoptado la estrategia de toma de perspectiva, más efectiva: persigue provocar una
experiencia de sentimientos de empatía hacia la persona estímulo, que se extiende hacia el
grupo en su conjunto.
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Primero, orientación social: se trata de un fenómeno que se origina en los procesos grupales y
que está inevitablemente unido al contexto de las relaciones entre grupos ya que:
Va dirigido a grupos,
tiene una orientación socialmente compartida, y
al dirigirse de unos grupos hacia otros, tiene una naturaleza claramente intergrupal. El
tipo de relaciones intergrupales que se establecen influye claramente en la dirección,
nivel e intensidad del prejuicio.
El segundo aspecto definitorio del estudio del prejuicio es que suele centrarse en los juicios
previos negativos o desfavorables.
Por otra parte, el estudio psicosocial permite abordarlo desde el punto de vista de las
cogniciones, las emociones y la conducta.
Allport, define el prejuicio desde las definiciones psicosociales como una antipatía u hostilidad
basada en una generalización defectuosa o inflexible, y Ashmore lo define como una actitud
negativa hacia un grupo definido socialmente y hacia cualquier persona percibida como
miembro de ese grupo.
El prejuicio puede adoptar diversas formas y manifestaciones, así como tener orígenes
diferentes, en función del grupo con el que se interactúa. Es necesario tener en cuenta las
características concretas de los grupos implicados, así como la naturaleza del contexto social,
político y cultural en el que tienen lugar las relaciones intergrupales.
La segunda corriente en la conceptualización e investigación del prejuicio, que iría de 1950 a
1990, comienza con una asunción opuesta: el prejuicio está basado en procesos normales. En
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esta etapa los estudios están destinados a conocer cómo los procesos normales asociados con
la socialización y las normales sociales subyacen al prejuicio y ayudan a su transmisión. Así,
surgen en los años 70 dos importantes aproximaciones:
A un nivel macro, la de la teoría de la identidad social, que ponía de manifiesto el
importante papel que desempeñan la categorización, la identidad social y la personal
en los procesos subyacentes al prejuicio. La evidencia revelada en el paradigma del
grupo mínimo, en el cual la mera asignación de personas a grupos basándose en
criterios arbitrarios era suficiente para producir discriminación a favor de los
miembros del propio grupo y a veces contra los miembros del otro grupo.
En la segunda aproximación, a nivel micro, el desarrollo de nuevas teorías e
instrumentos en la investigación sobre cognición social enfatizaban la normalidad del
prejuicio. Esta perspectiva cognitiva e intra‐individual complementaba la perspectiva
motivacional y grupal aportada por la teoría de la identidad social para reforzar la
concepción sobre la normalidad del prejuicio.
En este periodo surgen teorías basadas en sesgos sutiles y no intencionados, como el racismo
simbólico o el racismo aversivo.
La tercera corriente en la investigación del prejuicio, que comienza a mediados de la década
de 1990 y caracteriza la mayor parte de la investigación actual, enfatiza los aspectos
multidimensionales del prejuicio y se beneficia de nuevas técnicas para estudiar procesos que
antes ya se habían identificado pero no se podían medir.
Una extensión de esta teoría es la del dogmatismo de Rokeach, según la cual las
características anteriores no son exclusivas de la política de derechas, sino que también
podemos encontrarla en la extrema izquierda. Ambos enfoques han recibido importantes
críticas teóricas y metodológicas, ya que obvian la importancia de los factores situacionales en
el prejuicio.
Desarrollos teóricos recientes defienden que las diferencias individuales en las que se intenta
basar la explicación del prejuicio son realmente un producto de dinámicas grupales. Se expone
un modelo que explica estas variables individuales en términos de procesos grupales. Así, el
modelo dual de procesos grupales sobre diferencias individuales en prejuicio concibe la
personalidad prejuiciosa autoritaria como un fenómeno intragrupal que implica el rechazo de
personas percibidas como desviadas que amenazan la permanencia o la legitimidad de las
normas sociales. Los enfoques más utilizados en el análisis de este fenómeno han sido las
concepciones del prejuicio como actitud negativa y como conflicto intergrupal.
Respecto a la consideración del prejuicio como actitud, las definiciones clásicas del prejuicio ya
presentadas y vigentes en los análisis actuales, coinciden en conceptualizarlo como una actitud
negativa hacia un determinado grupo social o hacia sus miembros por el hecho de pertenecer
a ese grupo. Si aplicamos las principales características utilizadas para definir las actitudes al
ámbito del prejuicio, podemos considerar los siguientes aspectos clave en este fenómeno:
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Se trata de un juicio que implica una evaluación cargada afectiva y negativamente
En el que el objeto actitudinal son uno o varios exogrupos y sus miembros
Es un fenómeno relativamente estable y duradero en el tiempo
La actitud prejuiciosa, una vez formada, influirá, mediará y guiará el comportamiento
del individuo hacia los miembros del exogrupo
Desde la aproximación acerca de la estructura de las actitudes, el prejuicio estaría formado
por:
Un componente afectivo que se define por los sentimientos, estados de ánimo y
reacciones emocionales que experimentan las personas en relación con los objetos de
actitud.
Un componente cognitivo que se define por la información o el conocimiento que las
personas creen que tienen sobre los objetos actitudinales, es decir, por las creencias.
Se denomina “estereotipo”.
Un componente conativo o conductual que hace referencia a la intención de conducta
o a las acciones que las personas llevan a cabo en relación con el objeto actitudinal. En
el caso del prejuicio, la intención de conducta o la propia conducta, será
predominantemente negativa. Ha sido denominado “discriminación”.
El modelo desde los tres componentes predice que habrá consistencia entre los tres.
Racismo aversivo
Desarrollado por Gaertner y Dovidio, se basa en el conflicto existente entre la negación por
parte de los blancos de ser prejuiciosos y los sentimientos y creencias negativas inconscientes
que mantienen hacia los afroamericanos, transmitidas de generación en generación y
potenciadas institucionalmente durante muchos años. No reflejan una hostilidad manifiesta,
sino que incluyen una cierta incomodidad, inseguridad e incluso miedo. Generalmente, el
racista aversivo refleja un favoritismo endogrupal más que un rechazo exogrupal. Refleja una
superioridad cultural de los blancos.
La ambivalencia que experimentan los racistas aversivos está basada en la existencia
simultánea de sesgos raciales inevitables y de adherencia a principios no discriminatorios.
Las acciones de los racistas aversivos son más variables e inconsistentes. No discriminarán en
situaciones en las que existan normas sociales claras y en las que la discriminación sería obvia
para ellos mismos y los demás. En otras ocasiones lo expresarán, pero de modo sutil, indirecto
y racional, cuando puedan justificar o racionalizar. Sus características más notables son:
Defienden un tratamiento igualitario y justo hacia todos los grupos.
A pesar de sus buenas intenciones conscientes, inconscientemente experimentan
incomodidad hacia los negros, por lo que intentan evitar contactos interraciales.
Cuando el contacto interracial es inevitable, experimentan ansiedad e incomodidad,
por lo que tratan de retirarse de la situación.
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Se adhieren estrictamente a reglas y códigos de conducta establecidos en las
situaciones interraciales que no pueden evitar.
De forma consciente, y cuando les sea posible, tratarán de no discriminar.
Los racistas aversivos aparecen como personas no prejuiciosas en las medidas de autoinforme,
pero hay otras técnicas en el campo de las actitudes que han permitido profundizar.
Para intervenir este tipo de prejuicio, Dovidio y Gaertner sugieren diferentes estrategias para
combatirlo, tanto a nivel individual como intergrupal. Que las personas sean conscientes de su
prejuicio es un método muy eficaz para reducirlo. A nivel grupal, los autores defienden la
estrategia de la recategorización (tema 13)
Racismo moderno
Se basa principalmente en percibir que los valores de la ética protestante están en peligro.
Existe una percepción de que los afroamericanos están amenazando los valores genuinamente
norteamericanos, basados en principios de democracia. Este racismo está caracterizado por:
La defensa de los valores tradicionales de la ética protestante
La creencia de que los afroamericanos u otros grupos minoritarios no respetan estos
valores y se aprovechan de la discriminación positiva
La existencia de un afecto negativo difuso hacia los miembros de los grupos
minoritarios, como consecuencia de largos años de racismo institucional
Los racistas modernos se caracterizan por:
No considerarse racistas, ya que sus creencias son “hechos objetivos”
Identificar el racismo con las características del prejuicio tradicional
Considerar que en la actualidad no existe discriminación hacia los grupos minoritarios
Creer que las demandas de estos grupos son excesivas y no se las merecen
No asumen estereotipos negativos tradicionales hacia estos grupos minoritarios, ni están de
acuerdo con las medidas segregacionistas. El racista moderno otorga una importancia
fundamental a la trasgresión de los valores anglosajones.
Racismo ambivalente
Insiste en el conflicto emocional que experimentan los estadounidenses blancos al mantener
dos actitudes contradictorias fuertemente arraigadas en la sociedad americana. Según Katz,
los racistas ambivalentes experimentan un conflicto emocional entre sentimientos positivos y
negativos hacia los grupos raciales estigmatizados. Se trata de la defensa de los valores
democráticos, igualitarios y humanitarios que lleva a los americanos a simpatizar y empatizar
con los negros por el trato injusto que han recibido a lo largo del tiempo. Y también, del
individualismo basado en los principios de la ética protestante.
La existencia simultánea de estas dos actitudes opuestas genera ambivalencia. Dicha
ambivalencia puede provocar una amenaza a la autoestima, ya que entran en contradicción el
autoconcepto de personas igualitarias y humanitarias con los sentimientos negativos
experimentados hacia las minorías por no respetar los principios individualistas.
La diferencia entre este modelo y el de racismo aversivo reside en los mecanismos propuestos
por cada modelo para resolver el conflicto.
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Según Katz, la ambivalencia produce inestabilidad conductual: las respuestas del individuo
serán positivas o negativas dependiendo de que la actitud que se active en una situación
determinada sea favorable o desfavorable. Además, los racistas ambivalentes exagerarán sus
respuestas con el fin de proteger su autoestima.
Modelo de disociación:
El modelo propuesto por Devine recurre al conflicto para explicar la paradoja del prejuicio.
Desde este modelo se atribuye el conflicto al desajuste entre las respuestas basadas en el
estereotipo y las basadas en las creencias personales:
Los estereotipos constituyen una forma de conocimiento procedente de la cultura y
fuertemente establecida en el individuo desde su más temprana historia de
socialización a través de una activación muy frecuente. Los estereotipos pueden
activarse de forma automática por la presencia de indicios ambientales relevantes.
Las creencias personales, que se desarrollan más tardíamente que el aprendizaje del
estereotipo, lo hacen como consecuencia de diversos factores. Según Devine, las
creencias personales son estructuras más recientes y, por tanto, menos accesibles que
los estereotipos y requieren un procesamiento controlado para su activación.
Devine considera que algunas personas experimentan un conflicto entre sus creencias
personales no prejuiciosas y sus respuestas prejuiciosas reales hacia ciertos exogrupos.
Modelo de prejuicio sutil y manifiesto:
Este desarrollo se ha realizado en Europa. Los autores de este modelo realizan una distinción
entre dos tipos de prejuicio: el manifiesto y el sutil. El primero se corresponde con el prejuicio
antiguo o tradicional, y se caracteriza por el rechazo abierto del exogrupo y la percepción de
amenaza a los recursos del endogrupo, así como por el rechazo al contacto y a las relaciones
íntimas o cercanas con el exogrupo.
La principal aportación de estos autores se encuentra en su concepción del prejuicio sutil. El
prejuicio sutil se basa en una defensa de los valores tradicionales, junto con la percepción de
que el exogrupo minoritario no los respeta y está recibiendo favores inmerecidos, como en el
racismo moderno.
Pettigrew y Meertens proponen que el racista sutil tiene una percepción exagerada de las
diferencias culturales entre el endogrupo mayoritario y el exogrupo minoritario. Esto le
permite justificar la situación de inferioridad social del exogrupo, porque percibe inferioridad
cultural.
El racista sutil evita expresar emociones abiertamente hostiles porque sería socialmente
indeseable, pero al mismo tiempo tampoco experimenta emociones positivas hacia ese grupo.
Meertens y Pettigrew establecen una tipología que permite clasificar a las personas
dependiendo de la puntuación obtenida en las dos escalas de prejuicio. Quienes puntúan alto
en las dos escalas se denominan fanáticos, los que obtienen una puntuación alta en la escala
sutil y baja en la manifiesta se denominan sutiles, y los que puntúan bajo en ambas escalas se
denominan igualitarios. El tipo 0 o error son aquellos inconsistentes: alto en manifiesto y baja
en sutil.
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4.2 El prejuicio sexista
La atención que se comenzó a dedicar al estatus de las mujeres en la década de los 70 inspiró
el desarrollo de un instrumento de medida para evaluar las actitudes hacia los roles de género.
Se trata de la Escala de Actitudes hacia las Mujeres, que ha resultado ser mucho más útil e
informativa de lo que se había pensado inicialmente. Esta escala evalúa un tratamiento
diferenciado de hombres y mujeres basándose en que existe una doble norma para juzgar la
conducta de ambos y en la creencia de que las mujeres no desempeñan determinados trabajos
tan bien como los hombres.
Entre los instrumentos más recientes que miden el sexismo, cabe destacar la Escala sobre
Ideología de Género desarrollada en España con objeto de medir la orientación tradicional y la
igualitaria sobre Ideología de Género.
Los autores del modelo han elaborado un instrumento para medir ambas formas de sexismo,
el Ambivalent Sexism Inventory:
1) El patriarcado, o poder estructural masculino: La manifestación ideológica del patriarcado
es el paternalismo, la justificación de la dominancia masculina. Esta justificación tiene un lado
hostil (dominante) y otro benévolo (protector)
- El paternalismo dominante consiste en la creencia de que los hombres deberían tener
más poder que las mujeres
- El paternalismo protector hace referencia a la percepción de que los hombres deben
proteger y mantener a las mujeres que dependen de ellos
2) La diferenciación existente entre hombres y mujeres: Esta diferenciación tiene un
componente hostil y otro benévolo.
- La diferenciación de género competitiva consiste en la creencia subyacente de que,
como grupo, las mujeres son inferiores a los hombres en dimensiones relacionadas
con la competencia.
- La diferenciación de género complementaria se basa en que los roles convencionales
de las mujeres complementan y cooperan con los de los hombres (tareas del hogar vs
trabajo de los hombres)
3) Heterosexualidad: Con componente hostil y benévolo también.
- La hostilidad heterosexual incluye la creencia de que las mujeres son peligrosas y
manipuladoras para los hombres.
- La intimidad heterosexual está basada en la complementariedad y cooperación entre
hombres y mujeres, aspectos que conducen a una mayor intimidad con el otro sexo.
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¿Cómo intenta un hombre resolver el conflicto psicológico que genera la ambivalencia?
Los sentimientos ambivalentes se resuelven dirigiendo afecto positivo y negativo hacia
distintos tipos de mujeres. De este modo, es psicológicamente consistente amar a
algunas mujeres y despreciar a otras.
La segunda estrategia utilizada por los sexistas para resolver las actitudes conflictivas
hacia las mujeres se pone en marcha cuando consideran un tipo específico de mujer.
Se distinguen entre diferentes dimensiones de evaluación (competencia vs.
sociabilidad). Así, los sexistas evalúan negativamente a las mujeres no tradicionales o
poderosas, pero a la vez las respetan por ser competentes. Y, a la inversa, a las
mujeres tradicionales las evalúan con afecto, pero las perciben incompetentes.
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o Conocernos nos ayuda a decidir qué y cómo debemos pensar y qué tenemos que hacer
en cada situación.
o Saber cómo son los demás nos permitirá predecir lo que esas otras personas pensarán
y harán.
o Saber cómo son, qué deben pensar y qué deben hacer los grupos de los cuales
formamos parte también es importante
Psicólogos de la personalidad: Se centran en el contenido de la identidad en sí. Se centran
en las diferencias individuales y en como esas diferencias llevan a las personas a comportarse
de una determinada manera. Buscan tipologías que incluyan a varias personas con las mismas
características (extraversión, introversión)
Psicólogos sociales: Se centran en la forma en las que las personas piensan sobre las cosas
que afectan a su comportamiento y la influencia que puede tener lo que piensan en sus
relaciones interpersonales e intergrupales. Buscan procesos generales que pueden afectar a
todos los individuos.
2. EL AUTOCONCEPTO
2.1 ¿Qué es el autoconcepto?
Autoconcepto: Es la idea o imagen que el individuo tiene de sí mismo, lo que sabe de sí
mismo. Es la respuesta a la pregunta ¿quien soy?
El autoconcepto global: de una persona está formado por los distintos roles que desempeña,
los contextos en los que se desenvuelve, las actividades que realiza, los rasgos que posee, el
estado de ánimo que presenta en cada ocasión. Pueden variar con el tiempo o crearse otros
nuevos.
Leary y Tangney distinguieron cinco tipos de definiciones:
Como toda la persona en general: sinónimo de “persona”.
Como personalidad: tres deficiones:
o Todas las partes de la personalidad de un individuo.
o Colección de habilidades, temperamentos, metas, valores y preferencias que
distinguen a unas personas de otras.
o Personalidad de un individuo o la totalidad de los aspectos de una persona que
la hacen psicológicamente única.
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Como experiencia subjetiva. Proceso psicológico responsable de la autoconciencia y
autoconocimiento, “yo como conocedor”.
Como creencias sobre uno mismo: percepciones, pensamientos, sentimientos
Como agente ejecutor, referido a la regulación y el control que ejerce la persona sobre
sus pensamientos, sentimientos (de sí mismo) y comportamientos.
Los autoesquemas: son esquemas (estructuras cognitivas que representan el conocimiento
sobre un concepto) de nosotros mismos.
El autoconcepto está formado por un gran número de auto‐esquemas que utilizamos como
recursos que nos hacen sentir bien ante algún acontecimiento negativo. Sin embargo, los auto‐
esquemas excesivamente extremos pueden producir consecuencias aversivas para el
individuo, provocando estados de ánimo y comportamientos extremos.
¿Cómo podemos llegar al conocimiento de cómo somos realmente?
1. Haciendo inferencias sobre nuestro comportamiento. Basándose en este principio,
Bem desarrolló la teoría de la autopercepción. Según esta teoría, las personas
construimos un concepto de nosotros mismos haciendo atribuciones internas de
nuestro comportamiento, asignándonos rasgos personales que expliquen por qué
nos comportamos como lo hacemos. Sería el mismo tipo de inferencias que hacemos
para explicar la conducta de los demás. En ocasiones las atribuciones cambian por
influencia de agentes externos: cuando se utilizan recompensas o castigos con alguien
con el fin de que realice una tarea para que ya estaba intrínsecamente motivado, las
personas re‐atribuyen a una fuente externa la razón para llevarla a cabo, en lugar de
explicarlo por causas internas, como el propio placer de realizarla. La consecuencia
suele ser que la motivación intrínseca se reduce y sólo se estará dispuesto a llevar a
cabo la tarea si se espera algún incentivo externo. A esto se denomina efecto de
sobrejustificación.
2. Comparándonos con los demás. El concepto de comparación social fue definido por
Festinger, refiriéndose a la comparación que hacen las personas de sus opiniones y
habilidades con las de otros miembros del grupo al que pertenecen, pero también
teniendo en cuenta la comparación con personas no similares. La teoría se centra en
cómo las personas aprender sobre sí mismas a través de la comparación con otros.
Esta comparación se produce no solo individualmente, sino también intergrupalmente.
(Ejm “brillar con la gloria ajena”: tendencia a aliarse con personas o grupos
deseables para mejorar la impresión que tienen los otros de uno mismo)
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Las personas estamos fuertemente motivadas para mantener un sentido de coherencia
entre las creencias y las percepciones de nosotros mismos. Cuando se producen diferencias
entre como creemos que somos y cómo nos gustaría o deberíamos ser, nos solemos sentir
incómodos y tratamos de reducir la disonancia. (Tiene mucho que ver con la teoría de la
disonancia cognitiva por la consideración de discrepancia como fuente motivacional). Esta
teoría tiene en cuenta cómo las personas pensamos que somos, lo cual constituye el
autoconcepto tal como se ha definido tradicionalmente.
Sin embargo, postula otros autoconceptos diferentes que servirán de guía a las personas para
comparar el autoconcepto real con esos otros tipos de autoconcepto y solventar las posibles
discrepancias entre ellos. Estas guías tienen dos funciones:
Son incentivos para nuestro comportamiento futuro, nos dan información para saber a
qué conducta debemos aproximarnos y qué es lo que debemos evitar para conseguir
nuestras metas.
Operan como un criterio de comparación de nuestro autoconcepto real.
Estos otros autoconceptos son:
Autoconcepto ideal: cómo nos gustaría ser: aspiraciones, metas, expectativas
Autoconcepto responsable: cómo creemos que deberíamos ser. Incluyendo normas,
reglas, obligaciones, deberes.
Autoconcepto potencial: cómo pensamos que podemos llegar a ser. Capacidades
Autoconcepto esperado: Cómo esperamos ser en el futuro.
Estos múltiples autoconceptos se pueden considerar desde dos puntos de vista: el nuestro y
el de alguna otra persona significativa para nosotros. Como consecuencia, nuestro
autoconcepto real puede ser congruente o discrepante con los otros.
La teoría de la auto‐discrepancia se fundamenta en:
Las personas estamos motivadas para conseguir que nuestro autoconcepto real se
aproxime a otros autoconceptos que consideramos relevantes.
Una auto‐discrepancia es una estructura cognitiva que interrelaciona distintos tipos de
autoconcepto discrepantes entre sí.
Las discrepancias entre distintos tipos de autoconcepto provocan diferentes
situaciones psicológicas negativas asociadas a estados emocionales concretos.
La probabilidad de que una auto‐discrepancia produzca malestar psicológico depende
de la facilidad con la que sea activada en la mente de la persona.
Cuanto mayor sea la magnitud y la accesibilidad de un tipo de auto‐discrepancia para
un individuo, más sufrirá la clase de malestar asociado con ese tipo de auto‐
discrepancia.
Consecuencia: Cuanto menor sea la discrepancia entre los distintos tipos de autoconcepto,
más positivo será nuestro estado emocional:
Cuando pensamos que nuestros deseos y esperanzas personales no se han cumplido
experimentamos insatisfacción, tristeza, depresión y decepción.
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Si creemos que no hemos cumplido los deseos y esperanzas que otros tenían sobre
nosotros, experimentamos vergüenza y consternación.
El yo espejo:
Fenómeno que consiste en vernos a través de los ojos de los demás como si nos
estuviéramos mirando en un espejo. Según el yo espejo, las personas construyen un
autoconcepto congruente con la forma en la que las ven los demás (apariencia,
comportamientos, metas, deseos, características…).
‐ George Mead propuso que, además, las personas se sienten afectadas por lo que piensan los
grupos en general.
‐ Shrauger y Schoeneman concluyeron que las personas no tendemos a vernos tal como nos
ven los demás, sino como pensamos que nos ven.
‐ Ichiyama comparaba cómo las personas se valoran a sí mismas con cómo creen que las
valoran los demás, y con la valoración que los demás hacían de ellas en realidad. Encontró el
efecto contrario al sugerido por el yo espejo: la valoración que hace el individuo de sí mismo es
lo que influye en cómo cree que le evalúan los demás, en lugar de ser al revés.
‐ Kenny y DePaulo muestran que los sujetos determinan cómo les ven los demás no por la
información que reciben de ellos, sino por sus autopercepciones.
- En primer lugar tienen una imagen de sí mismos
- En segundo lugar, creen que los demás les ven tal como se ven a sí mismos.
Nos vemos a nosotros mismos como pensamos que nos ven los demás en lugar de cómo nos
ven realmente. Y al mismo tiempo la valoración que hacemos de nosotros mismos es,
precisamente, lo que influye en cómo creemos que nos evalúan los demás.
Murray, Colmes y Griffin con sus estudios muestran que lo que sucede no es el efecto del “yo
espejo” sino todo lo contrario.
Estudio con parejas: Encontraron que:
Cuando los participantes veían reflejada en su pareja una imagen idealizada de sí
mismos, trataban de cambiar su autoconcepto para hacerlo consistente con la
evaluación que pensaban que su pareja hacía de ellos.
Mostraron que este efecto estaba mediatizado por la autoestima:
o Alta autoestima: son más precisas a la hora de conocer cómo les ve su
pareja y ven en ella una fuente de apoyo y autoconcepto.
o Baja autoestima: tienen más dudas y temor al rechazo de su pareja.
Conclusión: la percepción de cómo uno es visto por los demás y no cómo los demás le
ven a uno en realidad es lo que produce cambios en el autoconcepto.
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Fenómeno Miguel Ángel: El autoconcepto se modifica a través del comportamiento de la
pareja. Cuando la persona percibe que su pareja le ve como le gustaría ser visto, se comporta
según ese “yo ideal” para que su comportamiento sea consistente con la imagen que su pareja
tiene de él. Así cada uno se esculpe el uno al otro.
La diferencia de este fenómeno con el de Murray es que aquí el escultor es consciente de que
se está representando el ideal de cómo quiere ser su pareja y de que su pareja no es así pero
podrá llegar a serlo.
La autoevaluación:
Es el motivo que nos lleva a buscar información precisa sobre nosotros mismos y a revisar
críticamente todos aquellos componentes que forman parte de nuestro autoconcepto:
habilidades, limitaciones…
Dos puntos de vista de la autoevaluación:
1. Centrado en la valoración positiva o negativa del yo (autoestima)
2. Centrado en el grado en el cual las circunstancias, los contextos, y cada situación
influyen en la evaluación que las personas hacen de sí mismas. En este último caso la
autoevaluación tiene un importante componente situacional: está muy influida por el
estado afectivo en el que nos encontramos en cada momento (influencia mutua entre
afecto y cognición: los sentimientos producen creencias y viceversa)
Tres tipos de estrategias para mantener una autoevaluación positiva:
Mediante comparación social: según el modelo del mantenimiento de la
autoevaluación, las personas desean mantener una autoevaluación positiva, y dicha
autoevaluación está influida por las comparaciones que establecemos con los demás.
Ejm: compararnos con personas inferiores ayuda a sentirnos mejor.
A través de la reducción de la incertidumbre: al activar el autoconcepto y su
autoevaluación se puede generar una incertidumbre sobre cómo somos realmente, y
tratamos de reducirla comparándonos con los demás. Ejm teoría de la comparción
social de Festinger
Por la expresión de valores: expresar nuestros valores nos proporciona herramientas
para conocernos y evaluar la información que tenemos de nosotros mismos. Ejm: La
autoafirmación como estrategia para mantener una autoevaluación positiva.
(Autoafirmación: expresar claramente nuestras necesidades, deseos, actitudes,
opiniones, sentimientos …)
La autoverificación:
Es la motivación para confirmar la imagen que tenemos de nosotros mismos. A las personas
nos gusta que los demás nos vean tal como nos vemos nosotros mismos.
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Si pensamos que la imagen que los demás tienen de nosotros coincide con la que tenemos
nosotros mismos se produce un doble efecto positivo: para nosotros (nos sentimos conocidos
y comprendidos, indica que nuestra percepción es correcta; es más fácil para nosotros saber
cómo comportarnos ante los demás y cómo los demás reaccionarán ante nosotros) para los
otros (aumenta la credibilidad y confianza que tenemos en ellas al confirmar nuestras auto‐
expectativas).
Según la teoría de la autoverificación, debido a la necesidad de coherencia psicológica, nos
gusta que los demás nos digan y piensen que somos tal y como creemos.
Para lograr la coherencia de modo conductual podemos hacer uso de tres estrategias.
1. Buscar una interacción de forma selectiva, estableciendo relaciones con las personas
que sepamos que nos ven tal como nos vemos nosotros mismos.
2. Mostrar señas claras de identidad para que se reconozca más fácilmente cómo somos,
como vestirnos o peinarnos de una manera determinada.
3. Aumentar nuestros esfuerzos para elicitar información auto‐confirmartoria, como
solicitar feedback sobre nosotros mismos en relación con las características que
estamos seguros de poseer (sobretodo si sabemos que su percepción no coincide con
nuestra autoimagen)
Para lograr la coherencia de manera cognitiva desarrollamos una percepción de la realidad
compatible con cómo nos vemos nosotros mismos, y podemos hacerlo mediante tres
estrategias:
1. Por atención selectiva. Especialmente motivados para buscar feed‐back que confirme
nuestras creencias.
2. Por el recuerdo selectivo. Recordamos mejor la información que confirma la imagen
que tenemos de nosotros mismos.
3. Por la interpretación selectiva. Mayor validez al feedback que confirma nuestra
autoimagen.
El autoensalzamiento:
Es la motivación para obtener o mantener el autoconcepto o evaluaciones positivas de uno
mismo. Según esta teoría:
La necesidad de autoensalzamiento aumenta cuanto mayores son los deseos de
pensar favorablemente sobre uno mismo.
Las personas no sólo buscan tener una imagen favorable de sí mismas, sino que
también se esfuerzan por mostrar a los demás sus aspectos positivos, bien de manera
explícita, o bien de manera sutil (relacionado con el motivo básico de pertenencia). Se
hace todavía más fuerte cuando la imagen de la persona se ha visto empañada por
algún motivo.
A pesar de que en contextos académicos o laborales la motivación por autoensalzamiento se
asocia con una baja autoestima y sensación de malestar, en general es considerada como algo
beneficioso para las personas.
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Un ejemplo de autoensalzamiento es el optimismo poco realista, también llamado optimismo
ilusorio y sesgo optimista. Es el proceso por el cual las personas creen que para ellos será
más probable experimentar situaciones positivas. Esto las hace sentirse más felices. Este
sesgo suele ir acompañado de otro cuyo efecto no es beneficioso, la ilusión de
invulnerabilidad que lleva a esas personas a pensar que tendrán menos probabilidades de
experimentar situaciones negativas en comparación con otras personas similares, lo que
produce llevar a cabo conductas arriesgadas.
¿Cuál de las tres es la motivación más fuerte? Sedikides afirma que es el autoensalzamiento,
seguido de la autoverificación y, por último, la autoevaluación, pero depende de la situación
específica.
Otro factor importante es la identificación grupal: es posible que incluso perteneciendo a un
grupo que habitualmente es discriminado, las personas mantengan una autoestima positiva si
se sienten identificadas con dicho grupo.
También es importante que la información incluida en el autoconcepto sea distintiva. La
autoestima más baja se produce cuando las personas consideran que las características que les
gustan de las que les autodefinen son comunes y las que no les gustan son atípicas
La autoestima como termómetro de la aceptación del grupo:
La búsqueda de una autoestima positiva es una necesidad universal y está relacionada con
el motivo de potenciación personal (necesidad de todo ser humano de sentirse especial) que
se manifiesta de forma diferente según la cultura:
En culturas individualistas: la tendencia al autoensalzamiento y autopromoción lleva a
los individuos a sentirse especiales.
En culturas colectivistas: si consiguen ser miembros dignos del grupo al que
pertenecen se sienten mejor.
Leary y sus colegas: Hipótesis sobre el posible origen evolutivo de la necesidad: este motivo
impulsaba a nuestros ancestros a disminuir la probabilidad de ser ignorados o rechazados por
el grupo. Cuando existiera algún indicio de rechazo o exclusión, la autoestima disminuiría y la
persona amenazada buscaría el problema que ha puesto en peligro su pertenencia para
corregirlo.
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De esta forma la autoestima actuaría como un sociómetro y su nivel alto o bajo no se
debería a que los individuos estuvieran contentos o no consigo mismos, sino a que
consiguieran mantener la pertenencia a grupos sociales.
Numerosos estudios apoyan esta teoría evolucionista de Leary y muestran que:
La experiencia de sucesos con gran probabilidad de provocar rechazo o exclusión
correlaciona positivamente con el descenso de la autoestima.
La exclusión efectiva disminuye la autoestima.
La baja autoestima va unida a una percepción de rechazo por parte de los otros.
Las amenazas de autoestima provocan conductas de búsqueda de aprobación social.
El rechazo social disminuye la autoestima más de lo que la aceptación social la
aumenta.
Una de las formas de conseguir o aumentar una autoestima positiva es el autoensalzamiento,
las personas que no muestran esta motivación o que no lo hacen correctamente, son
tendentes a la depresión e incluso a las enfermedades mentales. Hay estrategias que las
personas pueden utilizar para afrontar posibles amenazas al autoconcepto y a la autoestima
que pueden afectar a su salud y dañar su autoconfianza:
Fuentes de amenaza de autoestima:
Fracasos: suspender, perder un partido
Inconsistencias: situaciones inesperadas que ponen en cuestión qué clase de persona
es
Estresores: situaciones repentinas que exceden la capacidad de afrontamiento de la
persona
Estrategias de afrontamiento:
Escapar de la situación que supone la amenaza
Negación: Tomar alcohol y/o drogas para distraer la atención de algo estresante
Reducir la amenaza: Reevaluarse y reafirmar los aspectos positivos de uno mismo
Autoexpresión sobre la amenaza: Hablar y/o escribir sobre el estado emocional y las
reacciones conductuales desarrolladas ante la amenaza (produce mejora)
Atacar la amenaza: Desacreditar la base en la que se apoya la amenaza, negar la
responsabilidad de haber fallado o poner excusas que expliquen el fracaso
Algunos estudios defienden que la baja autoestima es la causa de determinados
comportamientos antisociales (crimen, delincuencia, drogadicción), sin embargo otros apoyan
que la baja autoestima no es la causa sino la consecuencia. Lo cierto es que en realidad puede
ser una mezcla de ambas cosas (ver cuadro 12.4).
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3.1 ¿Qué es identidad?
La identidad es una construcción altamente personal desarrollada a través de la
integración de varias identificaciones y des‐identificaciones con otras personas significativas y
grupos de referencia, y una construcción social generada a través de la interiorización de roles
y del reflejo de las valoraciones de otros.
Según esto, la identidad es un conocimiento que se construye:
De manera personal: tiene como primer objetivo al individuo
Teniendo en cuenta otras personas o grupos con los cuales el individuo se siente
identificado, pero también aquellos con los que no.
Incluyendo el rol o roles que el individuo desempeña en un momento determinado y a
lo largo de su vida.
En un contexto relacional, influida por las reacciones, pensamientos…que los demás
tienen sobre nosotros, así como por la importancia que damos a esas reacciones o
pensamientos.
Desde la teoría de la autocategorización, cuando alguien se categoriza a sí mismo teniendo
en cuenta sólo su identidad personal, significa que se percibe diferente a todos los demás.
La necesidad de poseer un autoconcepto distintivo parece ser universal, si bien las bases de
esta distintividad son culturalmente diferentes:
En culturas colectivistas asiáticas es frecuente un autoconcepto interdependiente
En culturas individualistas lo característico es el autoconcepto independiente.
Autoconcepto independiente: tiende a afirmar la individualidad y pone énfasis en:
o Aspectos internos: habilidades, pensamientos, sentimientos…
o Ser único y expresar el yo (autoafirmación)
o Realizar atribuciones internas y perseguir metas personales
o Ser directo en la comunicación
Autoconcepto interdependiente: pone énfasis en:
o Características externas públicas: estatus, roles, relaciones interpersonales
o Formar parte de un grupo y comportarse en consecuencia
o Ocupar el lugar que le ha sido asignado y actuar de forma apropiada
o Ser indirecto en la comunicación.
Existe evidencia empírica que indica que no podemos realizar una asociación tan categórica
entre individualismo cultural e independencia y colectivismo e interdependencia ya que a
veces los autoconceptos no están tan delimitados culturalmente. Ejm: los canadienses
(individualistas) eran más interdependientes que lo japoneses (colectivistas).
Según la investigación transcultural realizada por Fernández se puede constatar que la
imagen de uno mismo tenía los siguientes componentes:
Lealtad grupal (autoconcepto interdependiente)
Interdependencia igualitaria (A. interdependiente)
Necesidad de recompensa individual (A. independiente)
Autoconcepto de estilo directo‐asertivo (A. independiente)
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3.2 ¿Qué es identidad social?
Identidad social: es una clase específica de identidad. Según la clasificación general adoptada
en los años 70 y 80 del siglo pasado, hay dos tipos de identidades que definen a su vez
distintos tipos de autoconcepto:
1. Identidad personal: define el autoconcepto en términos de rasgos y relaciones
personales.
2. Identidad social: es la parte del autoconcepto que deriva de la pertenencia a
grupos sociales.
De esta división surge la definición de identidad social de la cual parte la TIS. A finales de los
años 90 del siglo pasado, se pasó de considerar esta doble dimensión a una triple. Brewer y
Gardner distinguieron lo siguiente:
- Autoconcepto individual: Incluye las características personales que diferencian a una
persona de otras. Soy alto tengo ojos verdes.
- Autoconcepto relacional: Se refiere a las relaciones diádicas con otras personas que
son significativas para nosotros. Soy más trabajador que Luis
- Autoconcepto colectivo. Definido por la pertenencia grupal y diferencia el “nosotros”
del “ellos”. Como mujer tengo las características que definen el grupo de mujeres en
general
3.3 La teoría de la identidad social (TIS): Henri Tajfel
Es una de las teorías que ha suscitado más información en los últimos años. Se ha interesado
por las relaciones intergrupales, el favoritismo por el propio grupo, la solidaridad intragrupal,
los estereotipos, el prejuicio, la discriminación, el racismo, el conflicto intergrupal, los
efectos del estatus, el liderazgo…
La idea básica de la teoría es que las personas se categorizan a sí mismas como pertenecientes
a la vez a diferentes grupos o categorías sociales. Dicha pertenencia constituye parte de su
autoconcepto (la pertenencia será positiva o negativa en función de la valoración que el
individuo haga del grupo, de ahí la importancia de la comparación social).
Los tres conceptos básicos de la TIS son:
La categorización social
La categorización: es un proceso cognitivo por el cual se agrupan objetos, personas o
acontecimientos que se consideran equivalentes. Es una manera de hacer más sencilla la
percepción de la realidad. Es a través de la categorización como los individuos construyen su
identidad social. De forma que:
Acentúa las diferencias entre categorías distintas
Incrementa las semejanzas entre los elementos que pertenecen a la misma categoría.
La categorización social puede explicar que se produzcan distinciones entre los grupos por
el hecho de que los individuos se perciban como pertenecientes a categorías diferentes. Sin
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embargo no se puede esclarecer por qué en la mayoría de las ocasiones se valora
positivamente al endogrupo y negativamente al exogrupo.
Fergurson y Kelley encontraron que en una situación no competitiva, la presencia de un
exogrupo que desarrollaba las mismas tareas era suficiente para que los miembros del
endogrupo sobreestimaran su propio trabajo.
Pero los efectos positivos o negativos de la pertenencia a una categoría no dependen tanto
del contexto social como de la comparación del propio grupo con otros: los grupos competirán
por una identidad social positiva a través de la diferenciación con otros grupos en la cual
salgan beneficiados
La identidad social
La identidad social: es la parte del autoconcepto individual que deriva del conocimiento
de la pertenencia a un grupo social junto con el significado emocional y valorativo que
conlleva dicha pertenencia. El conocimiento de la pertenencia al grupo y el significado
valorativo incluidos en la definición se adquieren gracias a los procesos de comparación social
que se producen entre el grupo al cual pertenece cada individuo y aquellos a los que no
pertenece.
Tajfel y Turner argumentan que, de acuerdo con la TIS, puede hablarse de dos aspectos del
autoconcepto, y distinguen entre dos tipos de identidades, como vimos en un apartado
anterior:
- Identidad personal: “ el yo individual”: características de los individuos: sentimientos,
habilidades y atributos personales.
- identidad social: “El yo como miembro de uno o más grupos”: características de los
grupos.
De acuerdo con la TIS, las personas se definen a sí mismas en función de la pertenencia a un
grupo y tienden a mantener o conseguir una identidad social positiva mediante la comparación
de su grupo con otros (sin ser necesaria una discriminación negativa hacia el exogrupo): Si la
comparación tiene como consecuencia un resultado positivo el individuo obtiene una
identidad social satisfactoria, si es negativa la identidad social resultante es insatisfactoria.
La comparación social
La comparación social es el proceso por el cual las personas tienden a compararse a sí
mismas con otras. Tajfel hace uso del concepto de comparación social para explicar el proceso
que lleva a las personas a evaluar a su propio grupo. Desde su concepción, la identidad social
sólo será positiva si las características que tiene el propio grupo son positivas, pero en
comparación con otro u otros grupos, no sólo se trata de ser diferente, sino también de ser
mejor.
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Dónde nos situemos depende de dos factores: de la identificación del individuo con su
grupo, y de las características específicas de la situación.
Tajfel manifestaba que las teorías que explicaban el comportamiento de las personas en
función de su situación en uno de estos dos polos no podían explicar cómo se comportaban
cuando se encontraban en el otro.
La TIS continuó su desarrollo con la teoría de la autocategorización o categorización del yo
(Turner). Esta teoría trata de explicar cuál es el proceso que lleva a las personas a incluirse en
una u otra categoría.
La teoría de la categorización del yo pone su foco de atención en cómo las personas son
capaces de llegar a actuar como un grupo. Su hipótesis básica afirma que esto se consigue
gracias a un cambio en el nivel de abstracción o inclusividad del autoconcepto:
- De la identidad personal se pasaría (mediante una elaboración socio‐cognitiva), a la
identidad social.
- La conducta interpersonal se transformaría en conducta intergrupal,
- El individuo dejaría de percibirse como persona individual y empezaría a verse como
miembro intercambiable de un grupo o categoría social: Despersonalización
Según la teoría, las categorizaciones que forman el autoconcepto (Autocategorizaciones) se
hallan en tres niveles distintos de abstracción:
- El supraordenado, que es el más amplio o abstracto; el ser humano se categoriza
como ser humano diferente de otras especies.
- El intermedio, que correspondería a la identidad social; se categoriza a sí mismo y a
otros según semejanzas y diferencias de categorías
- El subordinado, que correspondería a la identidad personal, es el de menor
inclusividad. El individuo se auto‐categoriza como persona única y diferente de los
demás miembros del grupo.
El comportamiento grupal sería entonces, según Turner, un cambio en el nivel de
abstracción, llevando a una despersonalización pero sin perder la identidad individual, es decir,
sin que se eliminen todos los procesos que influyen en la formación y desarrollo del
autoconcepto. Por tanto, ambas teorías (TIS y categorización del yo) nos muestran que la
identidad social y el comportamiento que realizamos en función de los grupos a los que
pertenecemos son también parte de nuestro autoconcepto. Esto ocasiona que nuestro
autoconcepto pueda ser cambiante en algunos aspectos y a la vez estable en otros.
Sin embargo en algunos contextos el individuo puede estar tan conectado con el grupo que
la barrera Yo‐otros se vuelve difusa y el grupo es considerado como una exteriorización de uno
mismo. En estas circunstancias las personas equiparan el bienestar del grupo con su propio
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bienestar y perciben las metas y prioridades del grupo iguales a las suyas. Es lo que se ha
denominado “fusión de la identidad”. Cuando esto ocurre:
- Se da alto grado de identificación con el grupo.
- Se da un sentimiento de unidad con el grupo tal que elimina las barreras entre uno y
otro.
- Las prioridades de los miembros del grupo cambian de modo que se preocupan más
de los resultados del grupo que de los suyos propios: se dan sacrificios extraordinarios
por el grupo
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Una persona sin dejar de ser ella misma puede comportarse de forma diferente cuando:
Actúa de forma individual
Actúa como miembro de un grupo
Actúa en unos grupos o en otros dependiendo del rol que ocupa en ellos
El análisis de todos estos aspectos es una cuestión central de la Psicología Social y constituye
una de sus aportaciones más importantes al campo de la Psicología.
2. ¿QUÉ ES UN GRUPO?
Todo grupo implica en mayor o menor medida:
La existencia de una identidad social compartida
Una cierta interdependencia
La formación de una estructura social de roles.
Existe Identidad social compartida cuando una serie de personas se consideran parte de un
grupo. También se considera miembros del mismo grupo cuando compartimos un rasgo de
identidad con otras personas sin ni siquiera conocerlas. Ejm: ser español, ser estudiante… La
pertenencia a un grupo étnico, religioso o de género determina en gran medida nuestra
existencia y la forma en que los demás nos perciben.
Punto de vista de la interdependencia: un grupo está constituido por un conjunto de personas
que interactúan de forma regular, tienen vínculos afectivos, comparten un marco de
referencia común y son interdependientes conductualmente (noción más habitual).
Punto de vista de la estructura: es un sistema organizado de dos o más individuos que llevan a
cabo alguna función, relaciones de rol entre sus miembros y un conjunto de normas que
regulan la función
Estas definiciones de grupo señalan aspectos diferentes del mismo fenómeno.
1 – La creación de las normas grupales: Sherif (1936) demuestra que la interacción dentro de
los grupos tiende a crear normas que influyen posteriormente sobre los individuos. En su
experimento del efecto autocinético, ante una situación de ambigüedad perceptiva la persona
observaba las respuestas de los otros y se establecía una especie de consenso entre las
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observaciones de todos los participantes que constituía la norma grupal. Posteriormente se da
una interiorización de la misma.
2 – La tendencia al conformismo: Asch (1951). Demuestra la influencia que la mayoría, aunque
esté equivocada, puede llegar a tener sobre el individuo. En su experimento, ante un grupo
que se manifiesta unánimemente equivocado, la persona tiende a expresar conformidad en un
porcentaje relativamente elevado de ocasiones.
3 –El grupo como agente del cambio de actitudes: Newcomb (1952). Trató de investigar la
influencia del grupo sobre las actitudes sociopolíticas de sus miembros. En su estudio, chicas
que provenían de familias conservadoras, al cabo de 20 años y estudios en una universidad con
ideología liberal mantenían sus posiciones liberales y apenas habían experimentado cambios
hacia las posiciones conservadoras de sus propias familias.
4 – La línea de investigación basada en el “grupo mínimo”. Demuestra que cuando se
consigue que las personas se consideren miembros de un grupo inmediatamente se produce
favoritismo endogrupal (las personas tratan de favorecer a los miembros de su grupo). En su
experimento los participantes mostraron favoritismo endogrupal incluso bajo condiciones
mínimas de categorización. En la medida en que la pertenencia a una categoría o grupo sea
relevante para el sujeto, la tendencia hacia el sesgo endogrupal aumentará.
La influencia del grupo sobre sus miembros adopta dos formas fundamentales:
El individuo considera a los otros como mediadores (instrumentos de percepción y de juicio)
entre él y la realidad o como sustitutos de los instrumentos de los que él no dispone. Este
proceso está implicado en la “ignorancia pluralista” que da lugar al “efecto espectador” (cap.
8).
1. Experimento de Asch sobre conformismo: los sujetos adoptan la decisión de la
mayoría aunque es consciente de que dicha decisión era equivocada.
2. Experimento de Newcomb: las chicas acomodan sus opiniones a las de la mayoría de
su grupo de iguales que eran liberales (las que eran conservadoras sufrían aislamiento
social y eran declaradas raras o rebeldes)
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4. PROCESOS GRUPALES
Algunos de los procesos que se producen dentro de los grupos y que pueden contribuir a una
mejor comprensión de los fenómenos que suceden en ellos son:
“Modelo cíclico del desarrollo del grupo” (Worchel y colaboradores): existen seis estadios por
los que pasan los grupos a lo largo de su desarrollo. Todos los grupos pasan por estos estadios
pero el tiempo de permanencia en cada uno puede variar en función de las características del
grupo o del contexto:
1. Fase de descontento: ocurre cuando algunos de los miembros del grupo creen que sus
intereses o sus ideas no están bien representados y comienzan a sentirse incómodos.
Ejm.: algunos miembros no están de acuerdo con el proyecto de su partido político.
2. Acontecimiento desencadenante: En este contexto se produce un acontecimiento que
agudiza las tensiones y provoca la división del grupo.
3. Identificación grupal: El objetivo primero y principal del grupo (ya separado del
anterior) es conseguir una identidad social compartida entre sus miembros y poder
establecer diferencias con otros grupos para poder justificar su existencia. Se produce
una agudización del conflicto con otros grupos y se acentúa la semejanza y cohesión
entre los miembros del grupo. Se busca la unidad, extiendo fuerte presión hacia la
conformidad.
4. Productividad grupal: El grupo ya puede centrarse en la consecución de sus objetivos.
En esta fase el conflicto con otros grupos se rebaja y se toleran algunas discrepancias
dentro del grupo. Las minorías pueden influir en cuestiones relacionadas con la tarea,
pero se las sigue rechazando si se amenaza la identidad grupal.
5. Individuación: La cohesión grupal empieza a disminuir o comienzan a aparecer
subgrupos: primero en relación con las habilidades y roles similares y después en
función de semejanzas en actitudes, intereses y otros aspectos no relacionados con la
productividad. Se estimula la participación de los miembros minoritarios. Se trabaja
menos para las metas grupales y más para las personales. Se ponen en cuestión las
normas del grupo. Se exige mayor libertad personal.
6. Declive: Este desplazamiento a la individualidad hace que el grupo sea menos
importante para los individuos. Algunos miembros deciden marcharse mientras que
otros exigen cambios en el grupo. Si estos cambios no son aceptados se pasa al primer
estadio y el ciclo vuelve a comenzar.
Ante una amenaza externa el grupo puede retroceder a la fase de identificación.
5. LA COHESIÓN GRUPAL
Describe aquellos procesos que contribuyen a que los miembros de un grupo permanezcan
unidos (solidaridad, camaradería, espíritu de grupo). La vinculación de los miembros con el
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grupo puede pasar por diferentes fases a lo largo del tiempo. Por tanto la cohesión es un
proceso dinámico.
Atracción mutua entre los miembros del grupo: si la relación es positiva (amistad,
compañerismo) la pertenencia al grupo es más atractiva.
Atracción hacia las actividades realizadas por el grupo
Atracción hacia los objetivos del grupo: aunque no se esté de acuerdo con alguna
actividad de las que se hace.
Atracción hacia la pertenencia a un grupo en concreto: la pertenencia grupal es
atractiva en sí misma independientemente de los miembros del grupo, sobre todo si el
grupo tiene alto estatus.
Atracción hacia las recompensas que se consiguen formando parte del grupo:
(atracción instrumental). Ejm.: ser socio de una asociación de consumidores para
obtener asesoramiento jurídico
Semejanza endogrupal: tendemos a ver a los miembros de nuestro grupo parecidos a
nosotros y entre sí, frente a la percepción de homogeneidad exogrupal
Diferenciación exogrupal: tendemos a incrementar las diferencias existentes con los
miembros de otros grupos.
Favoritismo endogrupal: actitud más positiva hacia los miembros del propio grupo
que a los del exogrupo. Puede ir acompañado de discriminación e incluso hostilidad
hacia el exogrupo.
Percepción del mundo en términos grupales: Las personas que componen el
endogrupo no son vistas como individuos sino como miembros del grupo
(intercambiables).
Desde esta perspectiva la cohesión se relaciona con la atracción intragrupal (no interpersonal).
A veces ambas coinciden, otras puede darse atracción intragrupal sin que existan relaciones
interpersonales. La cohesión aumenta en aquellas circunstancias en las que la pertenencia
grupal se torna importante.
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pensar rígida que les lleva a tomar decisiones catastróficas haciendo caso omiso de
informaciones que podrían haberles ayudado a tomar la decisión correcta. Los defectos vienen
dados por:
Los antecedentes del pensamiento de grupo:
Alta cohesión grupal
Defectos estructurales en la organización: aislamiento del grupo, liderazgo autoritario.
Contexto situacional provocativo. Amenaza externa, baja autoestima colectiva
Los síntomas del pensamientos de grupo:
Sobreestimación del grupo (ilusión de invulnerabilidad, sentimiento de superioridad)
Cerrazón mental: desestimar informaciones que podrían ir en contra de la decisión que
el grupo desea tomar.
Presión y ridiculización de aquellos integrantes que no se muestran de acuerdo con la
decisión (los miembros del grupo se autocensuran)
Los fallos en la toma de decisión:
Considerar sólo la alternativa y objetos preferidos descartando las otras.
Análisis insuficiente de los riesgos de la elección.
Sesgos en el procesamiento de la información.
No desarrollar planes alternativos por si surge un problema en el plan inicial.
Janis propone una serie de medidas que pueden contribuir a dificultar el pensamiento grupal:
Creación de diversos subgrupos que evalúen por separado todas las alternativas.
Fomentar la imparcialidad del lider
Recurrir a expertos o colegas cualificados que no sean miembros del grupo (animarles
a poner en cuestión las decisiones)
Realizar una segunda reunión para expresar dudas y volver a reflexionar sobre las
posibles ventajas de las alternativas no elegidas.
Las principales teorías de carácter psicosocial que explican el conflicto intergrupal son:
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Las teorías realistas del conflicto comparten tres premisas:
El ser humano es egoísta y trata de obtener los mayores beneficios posibles.
El conflicto surge cuando entran en juego intereses incompatibles
Los procesos psicosociales (actitudes negativas, hostilidad) que acompañan al conflicto
surgen de intereses contrapuestos, no al revés.
El conflicto es negativo y debe ser evitado
Estudios de Sheriff: Apoya empíricamente esta teoría. Demostró que la competición entre
grupos produce actitudes negativas, prejuicios y comportamientos hostiles hacia los miembros
del otro grupo.
Esta explicación es aplicable principalmente a las relaciones entre grupos de similar estatus
que tienen un carácter cerrado (el cambio de grupo es difícil). La realidad demuestra que los
grupos desfavorecidos no siempre entran en conflicto con el grupo dominante sino que llegan
a aceptar la distribución desigual como algo legítimo.
Sin embargo, está demostrado que en ocasiones la rivalidad y la discriminación hacia otros
grupos se produce con anterioridad a cualquier tipo de competición real o instrumental
(defendido por TIS).
Creencias de movilidad social: Es posible cambiar de grupo o categoría social con cierta
facilidad cuando su grupo de origen no logra satisfacer su necesidad de una identidad social
positiva.
Ventaja: El conflicto intergrupal difícilmente llega a producirse.
Inconveniente: Destruye la solidaridad del grupo subordinado y no proporciona una
solución contra la identidad social negativa para el grupo en su conjunto
Creencias de cambio social: Las personas perciben que es imposible el abandono de forma
individual de su grupo de pertenencia. En estas sociedades el individuo puede optar por dos
estrategias para salvaguardar su identidad social positiva:
Creatividad social: buscar una dimensión de comparación nueva que le permita salir
favorecida con respecto al exogrupo. Ejm: afroamericanos comparados con
inmigrantes mejicanos en lugar de con los norteamericanos blancos. Esta estrategia a
veces evita el conflicto intergrupal.
Competición social: Buscar su distintividad positiva tratando de superar al exogrupo
en aquella dimensión en la que eran inferiores a él. Ejm: mujeres que se esfuerzan por
ser más competentes que los hombres.
La creatividad social puede también evitar el conflicto y restaurar una identidad grupal positiva
a costa de una cierta alienación de los miembros del grupo. El grupo desfavorecido seguirá en
posición de desventaja.
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TIS explica cuándo y bajo qué condiciones la desigualdad de recursos dará origen a un conflicto
intergrupal. Asimismo tiene en cuenta la posibilidad de que los grupos sean abiertos o
cerrados y la influencia de este hecho sobre el conflicto.
Procesos de atribución causal
Procesos de comparación social
Las cinco etapas por las que pasan las relaciones intergrupales son:
Relaciones intergrupales claramente estratificadas: Existencia de dos grupos con
barreras insalvables donde uno domina a otro (castas, esclavos, feudales). Las pautas
de atribución y comparación se basan en las características inherentes a los grupos y
se produce únicamente en el seno de cada grupo.
Emergencia de una ideología social individualista. A pesar de que aún persiste la
estratificación, desde ambos grupos se comienza a valorar los logros personales de
forma que se empieza a pensar que es posible la movilidad social. Los miembros de
ambos grupos atribuyen su estatus a características personales (habilidad, esfuerzo).
Se dan comparaciones entre miembros de diversos grupos (en un plano
interindividual, entre personas)
Movilidad Social: Los miembros más competentes de los grupos desfavorecidos
intentan cambiar de grupo. La motivación para ello radica en la búsqueda de identidad
social positiva. Las acciones colectivas de los grupos desfavorecidos sólo tienen lugar
cuando estos intentos individuales de ascenso fracasan.
Surgimiento de la conciencia: El ascenso individual de algunos miembros del grupo
desfavorecido contribuye a mantener el statu quo por dos razones:
Se hace ver cierta justicia: “si se trabaja duro se obtiene la recompensa”.
Se priva al grupo subordinado de los líderes potenciales que podrían fomentar
el conflicto
Sin embargo, no todos los que lo intentan pasan al grupo dominante, esto crea un
estado de descontento, sobre todo si el fracaso en el ascenso se atribuye a la
discriminación del otro grupo. Las comparaciones sociales comienzan a realizarse poco
a poco de forma intergrupal y no de forma interpersonal.
Relaciones intergrupales competitivas: El grupo desfavorecido intenta mejorar su
posición con respecto al grupo dominante. Según TIS lo hace a través de la
competición directa o redefiniendo algunas características del grupo desfavorecido. El
grupo desfavorecido trata de realizar comparaciones intergrupales mientras que el
grupo dominante intenta hacer creer que solo las comparaciones individuales son
legítimas. Se realiza una atribución externa culpabilizando al grupo dominante por la
subordinación actual y pasada. Y una atribución interna en relación con el futuro (se
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piensa que el propio grupo será capaz de mejorar su situación a partir de sus propias
cualidades). Este conflicto solo puede terminar de tres maneras:
Si la relación de poder no consigue ser cambiada se vuelve a la etapa 2
Si el grupo dominado “da la vuelta a la tortilla” se vuelve a la etapa pero con
una inversión de papeles entre los dos grupos.
Los grupos pueden alcanzar una relativa igualdad de poder. En esta situación
seguirían produciéndose constantes comparaciones intergrupales. Se
produciría un “saludable estado de competición social”
7. EL CONFLICTO INTRATABLE
Bar‐Tal (1995): son aquellos que reúnen las siguientes características:
Persisten durante un largo período de tiempo (a veces varias generaciones)
Las partes implicadas se perciben como irreconciliables
Ciertos estamentos (ejército, partidos políticos) de los grupos implicados tienen
interés en la continuación del conflicto
Son violentos alternando períodos de violencia más o menos latente
Cuando un grupo gana el otro necesariamente pierde
Son totales: el conflicto es vital para la supervivencia de los grupos o como
consecuencia de ello
Ocupan un lugar central en la vida de las personas y grupos implicados
Cualquier sociedad implicada en él necesita desarrollar una serie de mecanismos militares,
políticos, económicos y psicológicos que la ayuden a afrontar con éxito la situación. Ejm
conflicto israelíes y palestinos
Entre los mecanismos psicológicos:
Devoción hacia el endogrupo
Alta motivación para contribuir a la lucha
Capacidad de afrontar el estrés físico o psicológico
Disposición al sacrificio personal
Estas características psicológicas se desarrollarán a partir de creencias societales: conjunto
de cogniciones compartidas por los miembros de una determinada sociedad sobre aspectos
que tienen especial importancia para esa sociedad. Contribuyen a dar unidad y sentido de la
especificidad a los miembros de la sociedad en cuestión.
Creencias societales que mantiene un grupo en un conflicto intratable:
Creencia en la justicia de los objetivos que el grupo persigue: pone una base racional al
conflicto y motiva al sacrificio.
Creencias en relación con la seguridad del propio grupo o nación: contribuye al
fortalecimiento del aparato militar
Creencias que deslegitiman al grupo o nación rival: considerarle inferior, atribuirle
rasgos negativos. Contribuyen a justificar las acciones emprendidas contra el
exogrupo.
Creencias de autoimagen positiva: se acentúa la tendencia etnocéntrica que existe en
cualquier grupo.
Creencias de victimización: justifica las acciones emprendidas contra el exogrupo y
refuerza la creencia en la justicia de las propias metas.
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Creencias de patriotismo: vincula a los miembros del grupo con el país en que residen.
Incrementa la cohesión y una explicación a cualquier tipo de sacrificios.
Creencias de unidad: resalta la importancia de permanecer unidos con objeto de hacer
frente a la amenaza exterior.
Creencias de paz: lo que el propio grupo desea en último término es la paz. Mejora la
imagen del propio grupo y proporciona cierta esperanza en el futuro.
Las creencias societales cumplen dos funciones:
Cognitiva: sirven como explicaciones, justificaciones y guía de las acciones
emprendidas durante el conflicto.
Motivacional: inspiran, motivan y dan coraje a los miembros del grupo para continuar
en la lucha.
Todas las sociedades implicadas en conflictos intratables hacen especiales esfuerzos para
transmitir las creencias societales a sus miembros. Se realiza a través de los medios de
comunicación y, en general, a través de las instituciones.
Parece evidente que los conflictos intratables tienen difícil solución y, según Bar‐Tal, ésta pasa
por el cambio y desmontaje de las creencias societales.
Los psicologos sociales comienzan a contemplar el conflicto como la expresión de una
situación de malestar entre los grupos causado siempre por situaciones objetivas de injusticia,
explotación y abuso de poder. Es evidente que la mejor forma de resolver el conflicto es la
existencia de justicia social.
Algunas alternativas para la disminución del conflicto:
Que el contacto esté apoyado institucionalmente. Quienes ocupan posiciones de
autoridad deberán proporcionar incentivos o recompensas.
Que los contactos no sean esporádicos. Que tengan una frecuencia, duración y
cercanía suficientes.
Que las personas que interactúan tengan un status similar. Esto es importante porque
las diferencias de status distorsionan la relación y refuerzan los estereotipos previos
que se tienen hacia el grupo minoritario.
Que los contactos se produzcan en situaciones de cooperación. En caso contrario el
contacto intergrupal más que reducir puede aumentar el conflicto
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“La hipótesis del contacto extendido”: El mero hecho de conocer u observar que un miembro
de nuestro grupo mantiene una relación estrecha con un miembro del exogrupo puede
contribuir a la mejora de las actitudes intergrupales.
Tres procesos que tienden a reducir el conflicto intergrupal:
- La descategorización: procurar que los miembros de los grupos discriminados sean
percibidos como individuos y no bajo estereotipos negativos.
- La categorización cruzada: Resaltar las categorías comunes de pertenencia que
pueden tener los miembros de los dos grupos enfrentados. Al compartir una categoría
la percibo en cierta medida como parte de mi propio grupo y mi evaluación sobre esa
persona cambia.
- La recategorización: Tratar de crear una nueva categorización que englobe
conjuntamente a los miembros del exogrupo y del endogrupo.
Ejm.: “modelo de la identidad endogrupal común”: si se induce a miembros de grupos
diferentes a imaginar que forman parte de un único grupo y no de grupos separados, las
actitudes hacia los miembros del anterior exogrupo se harán más positivas debido a una serie
de procesos cognitivos y motivacionales entre los que se incluiría favorecer a los miembros del
propio grupo.
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En cambio, la tecnología social es sintética, ya que se basa en la combinación de muchos
conocimientos diferentes, en realidad, todos los que le resultan útiles para solucionar un
problema concreto. Es, también, pragmática, porque combina los conocimientos según su
aportación al problema que se quiere resolver y, en lugar de preocuparse de la generalización
de los resultados, procura sólo que sirvan para resolver el problema al que se enfrenta.
Kool y Agrawal recogen la triple distinción de Weyant entre lo básico, lo aplicable y lo
aplicado:
Lo básico se centra en el desarrollo de la teoría
Lo aplicable analiza el potencial de lo básico para una aplicación práctica.
Lo aplicado tiene lugar cuando se recurre a un conocimiento básico para solucionar
algún problema o promover la calidad de vida.
Schultz y Estrada‐Hollenbeck concluyen que cualquier línea de investigación se puede
clasificar en dos dimensiones: búsqueda de la comprensión fundamental y utilidad de los
resultados de investigación.
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La primera se atiende a los conocimientos teóricos y de investigación ya existentes.
En la segunda se procede a intervenir sobre una realidad social para modificarla.
En la tercera se analiza el grado en el que se han conseguido los objetivos perseguidos
con la actuación y en el que los conocimientos de partida de la planificación fueron
útiles y adecuados, así como si es necesario modificarlos.
En estas tres fases el psicólogo es investigador y psicólogo aplicado.
La idea de base es que el mundo externo, si se convierte en objeto de estudio sistemático en la
observación, sirve para adoptar evidencia realista. Y esto debe suceder tanto antes como
después del trabajo experimental. Cialdini señala que en su modelo de ciclo completo la
aplicación no es el elemento final. El modelo en sí mismo es considerado investigación básica.
‐Segunda definición: Es la aplicación sistemática de constructos, principios, teorías, técnicas de
intervención, métodos de investigación y resultados de investigación psicosociales para
comprender o mejorar los problemas sociales.
La investigación aplicada suele surgir del encargo de un cliente o de una agencia patrocinadora
que busca una solución a algún problema. Esa solución tiene que llegar siempre dentro de un
periodo especificado, lo que significa que el psicólogo social aplicado ha de trabajar con plazos
muy estrictos. Esto puede ser contraproducente.
La utilidad social del trabajo aplicado se incrementa cuando los resultados obtenidos se
comunican de manera clara a las potenciales receptores de sus beneficios. Aunque en
ocasiones se difunden también a otros científicos, su audiencia habitual son las personas
competentes para iniciar las políticas que correspondan y los profesionales responsables de
aplicar ese conocimiento a la realidad.
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4. LA APLICACIÓN PSICOSOCIAL: DE LOS PROBLEMAS SOCIALES A
LA CALIDAD DE VIDA
El objetivo de las aplicaciones psicosociales es solucionar problemas. Hay que modificar
hábitos de conducta arraigados. La aportación de los conocimientos de la psicología sí puede
representar una ayuda apreciable. A los problemas sociales se les puede dar, según Aronson,
dos tipos básicos de soluciones:
Soluciones periféricas o expeditivas: Son respuestas apresuradas y relativamente
irreflexivas a situaciones de emergencia.
Soluciones radicales: Son las soluciones prácticas que se usan para atajar el problema
y solucionarlo de raíz.
El bienestar social representa las condiciones materiales, objetivamente observables de la
calidad de vida. Pero la calidad de vida tiene también el componente subjetivo del bienestar
subjetivo o psicológico.
Una ilustración clara de los planteamientos de Millar la proporcionan Schneider y otros cuando
reconocen la importante contribución de la Psicología Social Aplicada a la prevención y
reducción de problemas sociales, pero añaden que hay que exigirle mucho más, como las
circunstancias sociales que no se definen como problema pero que plantean un desafío a la
PSA.
El psicólogo social aplicado tendrá que desempeñar muchos roles diferentes:
Investigador
Desarrollador de programas de intervención
Evaluador o investigador de evaluación
Consultor
Investigador de acción
Activista
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Psicología jurídica
Psicología política
Psicología social de la salud
Psicología social de las organizaciones
Psicología social de la educación
Psicología comunitaria
Psicología social de la vejez
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