Sentencia Contra Junín
Sentencia Contra Junín
Sentencia Contra Junín
*104823760*
En Mendoza, a los trece días del mes de agosto de dos mil diecinueve, reunidas en la Sala
de Acuerdo las Sras. Juezas de Cámara Marina Isuani, Alejandra Orbelli y Silvina Miquel,
trajeron a deliberar para resolver en definitiva los autos Nº 33.036/54.456 “HERRERIA
MARIA ROSA P/ SI y P. S.H.M. PILAR CADELA ENCINA HERRERIA Y
TRINIDAD CLARIBEL ENCINA HERRERIA C/ MUNICIPALIDAD DE
JUNIN P/ D. Y P.”, originarios del Tercer Juzgado Civil de la Tercera Circunscripción
Judicial, venidos a esta instancia en virtud del recurso de apelación interpuesto por la actora
a fs. 232, contra la sentencia de fs. 224/230.
I.- Que vienen estos autos a la alzada en virtud del recurso de apelación
interpuesto contra la sentencia en la que se hizo lugar a la defensa de falta de
legitimación sustancial pasiva incoada por la Municipalidad de Junín, rechazándose así
la demanda interpuesta por la Sra. María Rosa Herrería, por sí y por su hija menor
Trinidad Encina, y por la Srta. Pilar Encina. Se impuso costas y se reguló honorarios.
Tuvo en cuenta que son bienes de dominio público, las calles, plazas, caminos,
canales, puentes y cualquier otra obra pública construida para utilidad o comodidad
común (Art. 235 inc f) del CCCN) y que los árboles se caracterizan por ser cosas
muebles por accesión que acceden al dominio público.
Indicó que los bienes de dominio público a los cuales hace referencia la norma
citada pueden ser de la provincia o municipio, según sea quien tiene la jurisdicción del
espacio físico, y que la responsabilidad por los caminos o calles -y sus accesorios como
en el caso los árboles- varía dependiendo de qué organismo tiene la jurisdicción sobre la
misma. Remarcó que, siguiendo esa línea, existen caminos bajo la jurisdicción
municipal, caminos provinciales y caminos nacionales.
Meritó que, de la prueba instrumental rendida en la causa surge que la DPV sólo
le cedió a la Municipalidad de Junín en el distrito La Colonia, en lo que respecta al
carril Isidoro Busquets (Ruta Prov. N° 65) desde el F.C.N.G.S.M hasta 500 mts. al sur
de calle 9 de julio, en el año 1981 y que esta cesión -entre otras que se extraen del
documento- fue formalizada por un Convenio entre la Municipalidad de Junín y la DPV
obrante a fs.53/54 y aprobada por tal Repartición para fecha 07/10/81.
Valoró que, desde la calle Isidoro Busquet transitando por calle 9 de Julio hacia
el Este hasta llegar al lugar del hecho existen 1300 mts., conforme dejó establecido la
inspección ocular rendida a fs. 125 y entonces, si la accionada sólo tenía jurisdicción
sobre 500 mts desde la calle Busquet, el lugar del hecho - al estar a 1300 mts. desde el
punto de inicio - estaba fuera de su jurisdicción.
Consideró que surge así con claridad que la Municipalidad accionada no era
responsable del cuidado, preservación y control del árbol caído para el 27/03/2017, ya
que resulta ser la excepción prevista en el art. 5 de la Ley 7874, pues el árbol no estaba
en su jurisdicción municipal, sino en terreno provincial. Agregó que tal conclusión
surge coherente, porque la única extensión de calle que la DPV cedió a la
Municipalidad de Junín es la existente en el convenio referido ut supra y, en
consecuencia, el resto del camino seguía en jurisdicción de tal Organismo y/u otro Ente
encargado del mantenimiento de la arboleda. Explicó que dicho razonamiento se funda
en que, en las zonas rurales suele converger también jurisdicción del Dpto. Gral. de
Irrigación y las Inspecciones de Cauces, quien es otro responsable según la Ley de
Arbolado Público. Agregó que, si al ser territorio municipal la calle donde sucede el
hecho es dominio público municipal, la única causa jurídica que existe de que tanto la
Provincia como la Nación deban ceder la jurisdicción sobre los caminos que atraviesan
territorio municipal, es que debido a la organización territorial queda establecido quien
tiene jurisdicción por cada camino, por lo que existe una delimitación de jurisdicción
por territorio y, en consecuencia, de responsabilidades.
Afirma que, en lugar de encuadrar el caso en el art. 1.113 (hoy 1758) con las
premisas claras y precisas del "dueño" y "guardián" de la cosa, se aparta del derecho de
fondo y de las leyes pertinentes, inclinándose por la figura del "titular de la
Jurisdicción" que menciona la Ley 7874, que regula las facultades de la DPV. Se queja
de que la sentenciadora se apoye exclusivamente en la figura pasiva de la
responsabilidad del "titular de la Jurisdicción", por tratarse de una locución que carece
de toda expresión y registro en el derecho de fondo, ya que no hay en el CCCN una
norma que asigne responsabilidad civil por el daño causado por las cosas al "Titular de
la Jurisdicción", sino al "dueño y guardián de la cosa”.
Por otro lado, alega que la fijación de la zona como rural ha sido efectuada en
forma arbitraria y sin ningún tipo de pruebas. Objeta el párrafo de la sentencia en donde
–según dice- se dio por reconocido que el árbol era "rural" porque la actora no lo
desconoció (fs. 226 último párrafo). Afirma el apelante que se trata de un razonamiento
erróneo, ya que ello fue afirmado en la contestación y no fue conferida vista o traslado,
debido a que el proceso siguió las reglas del proceso ordinario del viejo Código
Procesal de Podetti donde -a diferencia del proceso sumario- no se le corre traslado a la
actora de la contestación de demanda.
Dice además que todo reconocimiento para ser efectivo, debe versar sobre un
hecho personal, pero no sobre situaciones no personales como la ruralidad o urbanidad
de alguna zona, circunstancia que necesita de prueba expresa.
Cuestiona que –según afirma- el fallo apelado da por rural el lugar también
porque la Juez que la dictó no fue la que realizó la inspección ocular que obra a fs. 125,
sosteniendo que su ausencia en tal diligencia le quitaba autoridad para calificarlo.
Agrega que en la inspección se comprobó que el lugar era una calle transitada y
concurrida, incluso con una amplia ciclovía en el costado, tal como da cuenta el croquis
de la policía científica en la causa penal. Remarca que un lugar rural supone un lugar
despoblado, siendo impensable la existencia de una ciclovía que es sólo para lugares
urbanos.
Niega que sea cierto que las sentencias de Cámara que responsabilizan a los
municipios sean de árboles que se encuentren exclusivamente en el radio urbano.
Agrega que la diferenciación efectuada en la sentencia, en tal sentido, descontextualiza
fallos de esta Cámara que nunca discriminaron que la Municipalidad sea la responsable
si el área es urbana y no si es rural.
Por otra parte, denuncia que la sentencia desconoce las leyes que le otorgan al
Municipio el Poder de Policía sobre la vialidad de las calzadas, que incluye la seguridad
por el arbolado público, como por ejemplo la ley 6082, art. 3, que le atribuye a los
municipios lo atinente a la vialidad pública.
Cuestiona por otra parte que –según afirma- el fallo apelado siguió como único
apoyo jurisprudencial el caso "Municipalidad de San Rafael en j....”, basándose sólo en
un extracto del mismo, a pesar de que el mismo no es apto para decidir el presente caso,
por las razones que expone. El apelante formula sus conclusiones, sobre la base a lo
expresado en los párrafos anteriores: I) Que los factores de atribución por los que
debe responder la Municipalidad radican en su condición de "dueño y guardián" de la
cosa, en el poder de policía que le atribuyen normas de derecho público provincial (otra
manera de nominar el carácter de guardián), conforme la Constitución de Mendoza y ley
de Municipalidades y por la falta de servicio, desde que el árbol enclavado en un lugar
de dominio público es una cosa, si bien inerte, susceptible de ocasionar riesgos y daños
por su situación y ubicación anormal. II) Que la sentencia omitió además que la cosa era
también viciosa, porque se comprobó que el árbol reunía las condiciones aptas para su
crecimiento y para su sostenimiento en pie ya que lindaba a pocos metros con un
alambrado la acequia de mediana profundidad, lo cual hace que el sistema radicular
árbol no tuviera la expresión necesaria", según pericia del ingeniero agrónomo, fs. 186
vta., quien también señala el que el árbol, por su forma de debió cierto
desequilibrio".
Por otra parte, se queja por considerar que la sentencia, erróneamente, tuvo a las
responsabilidades de la DPV y de la Municipalidad de Junin como excluyentes y no
como concurrentes como debió resolver, atento a que, aún si la provincia mediante
algunos de sus entes podría considerarse co-guardiana del árbol, ello no implicaba
automáticamente liberar al Municipio.
En el fallo dictado en estos autos “Gubiotti”, esta Cámara dijo que “… debo
resaltar el deber de seguridad que pesa sobre las municipalidades, toda vez que dentro
de nuestro sistema federal, el Municipio tiene el poder de policía en materia de
seguridad pública e higiene no sólo conforme al art. 80 inc. 12 Ley 1.079, sino también
porque sus poderes están específicamente contemplados en el art. 75 inc. 30 en
consonancia con el reconocimiento del art. 123 C.N. Se ha expuesto “nadie discute hoy
que, si hay una materia propiamente municipal o local, es la relacionada con la policía y
el poder de policía en materia de seguridad, higiene y salubridad” (Montbrun, Alberto,
“Recursos municipales”, en Instituto Argentino de Estudios Constitucionales y
Políticos, Derecho Público Provincial y Municipal, volumen I, 2ª edición actualizada,
La Ley, Buenos Aires, 2003, p. 445)”. Las facultades de control de higiene y seguridad
son típicas atribuciones municipales” (Farrando, Ismael, “Poder de policía y Derecho
Público Provincial”, en Instituto Argentino de Estudios Constitucionales y Políticos,
Derecho público provincial, tomo I, Depalma, Buenos Aires, 1991, p. 295). Cabe
destacar que la Suprema Corte de Justicia de la Provincia, en diferentes
pronunciamientos ha analizado la responsabilidad del Estado por omisión (L.S. 208-
161; L.S. 267-496; L.S. 299-475; L.S. 361-131; L.S. 363-234, L.S. 390-218 entre
otros)… El deber genérico de proveer al bienestar y a la seguridad general no se traduce
automáticamente en la existencia de una obligación positiva de obrar de un modo tal
que evite cualquier resultado dañoso, ni la circunstancia de que éste haya tenido lugar
autoriza per se a presumir que ha mediado una omisión culposa en materializar el deber
indicado. Sostener lo contrario significaría tanto como instituir al Estado en un
asegurador anónimo de indemnidad frente a cualquier perjuicio ocasionado por la
conducta ilícita de terceros, por quien no está obligado a responder” (Fallos 323-318;
323-359… Es también obligación de la Municipalidad, velar para permitir la correcta
circulación de las personas, pues la ley impone a los municipios la adopción en general,
de todas las medidas que tiendan a asegurar la salud y bienestar de la población, sea
evitando las epidemias, disminuyendo los estragos o previniendo las causas que puedan
producirlas (Art. 80 inc. 12 Ley de Municipalidades) (Criterio expuesto por la Cuarta
Cámara de Apelaciones en lo Civil, Comercial, de Minas y Tributario de Mendoza en
autos N° 126.581/33.251, caratula-dos “Grillo Maria C/Avila Aldo Y Otros p/D. y P.”,
sentencia de fecha 15/09/11). En este sentido Suprema Corte de Mendoza ha dicho que
es de la esencia de todo régimen municipal el ejercicio de la función de policía local; la
policía de tránsito urbano, que es en cierto modo de seguridad, puede y debe ser local,
porque es policía del dominio público urbano y la vía pública es su dominio natural
(28/2/1991, JA 1991-II-217; citado en CUREL, GASTÓN OSCAR Y OTS. EN J°, año
2006). … De lo expuesto se colige que a pesar de los esfuerzos recursivos de la
apelante, no se ha logrado desvirtuar los sólidos argumentos de la sentencia en
crisis en cuanto sostiene que el municipio es dueño y guardián de las vías públicas,
y que no se exime por haber transferido la guarda a la Dirección Provincial de
Vialidad, por cuanto siempre mantiene el poder de policía y en cumplimiento del
mismo debe mantener libre de cualquier objeto y/u obstáculo que impida la libre y
correcta circulación de la transeúnte” (el texto resaltado no pertenece al original).
Por ello, si bien coincido con el marco jurídico delineado por la sentenciante de
grado, no lo hago con la solución que adopta en su fallo.
Por ello, en nada incide el informe de la DPV, rendido a fs. 208 que, se limita a
informar que el ejemplar se encontraba en buen estado vegetativo al ocurrir el hecho, ya
que éste respondió a las variadas circunstancias que expone el experto en su
presentación, no desvirtuadas por los dichos de Vialidad.
Por los argumentos vertidos en este voto, propondré a mis colegas la revocatoria
del fallo en crisis y la consecuente admisión de la demanda incoada en cuanto debe
reconocerse la responsabilidad del municipio en el evento dañoso de marras.
Agrega que tenía al momento del fatal suceso 43 años y dos hijas adolescentes,
lo que implica transitar esta etapa crucial de su vida sin el apoyo siempre presente de su
marido. Afirma haber quedado en situación de desamparo espiritual. Pide una
indemnización de $ 400.000 al iniciar demanda que elevó a $ 600.000 al alegar.
Por su parte, las hijas del Sr. Encina, menores de edad a la fecha del hecho
luctuoso de autos, Pilar Candela y Trinidad Claribel Encina Herrería, alegan que el
fallecimiento abrupto e injusto del progenitor ha significado un inmenso agravio a sus
más íntimos y profundos sentimientos, una pérdida traumática y la pérdida del
permanente afecto y cariño, la del consejo y apoyo constante nutriente y vital para su
desenvolvimiento y desarrollo personal. Agregan que el hecho significó el corte de la
vida familiar como ellas la habían vivido hasta esa fecha. Menciona que la familia había
contratado un viaje a México, Cancún y Miami, que se frustró por el fallecimiento del
Sr. Encina, lo que resulta indicador de todo un ambiente familiar sereno, calmo y
fructífero del que las hijas disfrutaban y que se cortó abruptamente. Indica que el corte
de la relación produjo en las menores una profunda angustia y dolor, que debe ser
resarcido pecuniariamente como el único modo imperfecto de compensar las negativas
sensaciones de pérdidas que sufren. Reclaman la suma de $ 400.000 para cada una de
ellas al demandar, que elevan a $ 600.000 en los alegatos.
A los fines de fijar la cuantía resarcitoria, es dable razonar que la Sra. Herrería
quedó viuda, como indica, a los 43 años, mientras las menores se vieron privadas de la
presencia y figura paterna a partir de los 16 y 13 años de edad, también
respectivamente.
Debe considerarse como pauta a seguir la normativa introducida por el art. 1741
del Código Civil y Comercial de la Nación (C.C.C.N.), sancionado por Ley 26.994, en
cuanto fija el parámetro concreto conforme al cual deberán cuantificarse las
indemnizaciones por daños extrapatrimoniales. Dispone el artículo en trato que “El
monto de la indemnización debe fijarse ponderando las satisfacciones sustitutivas y
compensatorias que pueden procurar las sumas reconocidas”.
En tal línea argumental, considero más que prudencial el monto reclamado por
las pretensoras al alegar, de $ 600.000 individualmente, dado que constituye el monto
mínimo que podrá otorgarse en miras a contemplar las eventuales “satisfacciones
sustitutivas y compensatorias” aludidas supra (art. 90 inc. 7° del C.P.C.C. y T.).
Destaco que no sólo merito, a los fines de fijar la cuantía en concreto, el natural
dolor que provoca una situación como la de autos, en las que fallece el cónyuge y padre
de dos hijas menores de edad, sino el modo terrible y azaroso en que la muerte se
produjo. Si bien siempre – cuando menos, ocurre según el normal devenir de las cosas –
el sufrimiento se produce inevitablemente ante la muerte de un ser tan querido como el
esposo y padre de adolescentes, lo cierto es que en el caso advierto que las
circunstancias absolutamente fortuitas del desenlace fatal llevan, además, una sorpresa y
desazón inevitable; el azar o la suerte jugaron un papel fundamental en el fallecimiento
del Sr. Encina, no hay duda.
Por ello, debe admitirse el rubro del título otorgando una indemnización por
daño extrapatrimonial para la viuda e hijas del fallecido Sr. Encina, de $ 600.000 para
cada una de ellas, a la fecha de la sentencia de grado.
A la suma debe aplicarse la tasa pura prevista por la Ley 4087 desde el día del
hecho hasta el 2 de enero de 2018 en que cobra vigencia la Ley 9041, que derogó aquel
cuerpo normativo. No obstante, tampoco puede aplicarse esta última ley sino hasta el 18
de febrero de 2.019 (fecha de la sentencia en crisis) porque lo contrario implicaría que la
obligación, aun antes de ser dineraria, devengaría intereses a tasa activa, lo que resulta
inadmisible.
Al no existir tasa legal, este Tribunal considera prudencial aplicar la tasa del 5%
anual que preveía la Ley 4087, dada la naturaleza de los rubros sobre cuyo capital debe
calcularse, que constituyen obligaciones de valor hasta el dictado de la sentencia. Por
ello, habiéndose fallado a valores actualizados a la fecha del fallo de primera instancia,
corresponde aplicar tasa pura desde la fecha del hecho hasta el 2 de enero de 2.018 y
luego, ante el mentado vacío legal, el 5% anual hasta la fecha del fallo de grado (18 de
febrero de 2.019). A partir de esta última fecha y hasta el efectivo pago, el capital
devengará los intereses previstos por la Ley 9041. Este es el criterio que ha fijado esta
Cámara a partir del precedente “Bellene”, de fecha 10/09/2018, a cuyos fundamentos
remito.
VII.b.- Daño material reclamado por la cónyuge e hijas del fallecido Sr.
Pablo Encina
El reclamo encuentra sustento en las previsiones de los arts. 1745 y 1746 del
C.C.C.N..
Este Tribunal tiene dicho en relación al rubro que nos ocupa que “La privación
de los beneficios actuales o futuros que la vida de la persona reportaba a otros seres que
gozaban o podrían gozar de aquéllos, constituye un daño cierto y así se mide el valor
económico de la vida de la víctima por los bienes económicos que el extinto producía.
No está de más puntualizar que, ni la ley ni los pronunciamientos judiciales, ha
atribuido un valor a la vida humana independientemente de la consideración de los
daños sufridos por su pérdida … En cuanto a la determinación de las sumas que
corresponda fijar por este daño patrimonial, cabe recordar que es necesario tener en
cuenta las características que rodean al caso, en cuanto a edad de la víctima y del
damnificado, actividad que aquélla desarrollaba, situación económica, social y
educacional. De este modo, se intenta establecer una indemnización que implique
reemplazar el sostenimiento económico que habrían de obtener los damnificados de la
víctima a través del tiempo. … Bajo una afín comprensión, también se ha tenido en
cuenta que la productividad o posibilidad de producir beneficios económicos que ha
dejado de realizar la víctima -y que es lo que se intenta indemnizar cuando se alude al
“valor vida”- puede manifestarse de las formas más variadas: o sea, como trabajo que
inmediatamente determina beneficios patrimoniales (ganancias, sueldos, etc.), sea como
actividad que, aunque sin producir por sí misma estos beneficios, los ocasiona
inmediatamente para el propio sujeto o para otros: se estima con razón, vgr., que el
esposo y los hijos sufren un daño material por la muerte de la esposa y de la madre, que
atendía con sus cuidados a las necesidades del hogar y hacía de este modo posible el
trabajo fuera de la casa o en otros menesteres de los demás miembros de la familia,
como lo recordó la Sala “M” de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil, en los
autos: “López Villca, Sandra Eufracia y otros c/Empresa de Transporte de Pasajeros
General Savio SRL y otros s/daños y perjuicios”, expediente n°116.603/2004, sent. del
14/05/2015 (con cita de Orgaz, A., “El daño resarcible”, pág. 106, núm. 26; y demás
jurisprudencia del Fuero Civil de esta Ciudad)… Para poder efectuar una valoración del
detrimento patrimonial que le ha ocasionado a los actores la muerte de su compañera y
madre, debe apreciarse, con suma prudencia, a cuánto hubiera ascendido la razonable
posibilidad de ayuda material que éste podría haberle prodigado, lo cual
inequívocamente configura un daño futuro, o sea, la valoración de una “chance”, cuya
definición exige de desconocidas variables, que no hacen atinado un cálculo matemático
exacto” (20/05/2019, autos n° 1.003.468/53.151, “Anzorena, Pedro Roberto por sí y por
sus hijos menores c/ Mirta Eva Herrera, Hospital Perrupato y Gobierno de la Provincia
de Mendoza p/ Cobro de Pesos”, del voto de la Dra. Orbelli).
Cabe destacar que el art. 1745 actual, norma la situación prevista en los arts.
1084 y 1085 del Código Civil velezano. En similares términos dispone la norma que en
caso de muerte la indemnización debe consistir en lo necesario para alimentos del
cónyuge e hijos menores con derecho a alimentos – en lo que aquí nos interesa -. Al
igual que en la normativa derogada, el daño sufrido por las legitimadas, actoras en los
presentes, se presume. El resto de los legitimados que pudiesen reclamar, no
comprendidos en la norma, deberán probar el perjuicio que invocan.
Piden las actoras el resarcimiento del rubro en trato, alegando que la muerte
violenta y súbita de su esposo y padre, en una familia tan unida, ha implicado una
situación de desorientación, desamparo, sentimientos de pérdida, generando angustias y
desequilibrios psicológicos, por lo que se hace necesario su tratamiento por parte de
profesionales para preservar su salud mental. Solicitan la suma de $ 115.200.
Respecto de Pilar Encina, refiere que debe continuar con el tratamiento iniciado
a pocos días de ocurrir la muerte de su padre, con una frecuencia quincenal, con un
costo por sesión de $ 400.
Por lo expuesto, el rubro debe ser admitido por la suma reclamada, aludida
supra, en favor de la peticionante, con más los intereses del art. 768 del C.C.C.N.
calculados desde el día del hecho hasta el 2 de enero de 2018 y, desde allí y hasta el
efectivo pago, los intereses delineados por la Ley 9041.
Pide la actora María Rosa Herrería Vda. de Encinas, indemnización por los
gastos que debió realizar para la inhumación de los restos de su marido, gastos de
servicio fúnebre, ataúd, capilla, carroza y la adquisición de una parcela en el
cementerio, como también sus gastos de mantención (art. 1745 del C.C.C.N.), por la
suma de $ 15.000.
Los gastos surgen probados en exceso – dado que el monto reclamado es menor
al facturado – con el instrumento obrante a fs. 14.
Así voto.
Las Sras. Juezas de Cámara Alejandra Orbelli y Silvina Miquel adhieren, por sus
fundamentos, al voto que antecede.
Las costas de alzada deben imponerse a la demandada vencida (art. 36 inc. I del
C.P.C.C. y T.).
Así voto.
Las Sras. Juezas de Cámara Alejandra Orbelli y Silvina Miquel adhieren, por sus
fundamentos, al voto que antecede.
Con lo que se dio por concluido el presente acuerdo dictándose sentencia, la que
en su parte resolutiva dice así:
SENTENCIA:
1.- Admitir el recurso de apelación interpuesto por las actoras contra la sentencia
dictada a fs. 224/230, la que se revoca y quedará redactada en los siguientes términos:
“I.- Hacer lugar a la demanda interpuesta por María Rosa Herrería por sí y por
Trinidad Claribel Encina Herrería, y por Pilar Candela Encina Herrería, contra la
Municipalidad de Junín y, en consecuencia, condenar a ésta última a abonar en las
actoras, en las proporciones establecidas en los considerandos y dentro del término de
diez días de quedar firme la presente, la suma de PESOS OCHO MILLONES CIENTO
TREINTA MIL DOSCIENTOS ($ 8.130.200), con más los intereses establecidos en los
considerandos, bajo apercibimiento de ley.
II.- Imponer las costas a la demandada vencida (arts. 35 y 36 del C.P.C.C. y T.).
III.- Regular los honorarios profesionales a los abogados Oscar Alfredo Lui en
la suma de PESOS CUATROCIENTOS OCHENTA Y SIETE MIL OCHOCIENTOS
DOCE ($487.812) y Fabio Oscar Lui en la suma de PESOS NOVECIENTOS
SETENTA Y CINCO MIL SEISCIENTOS VEINTICUATRO ($975.624,00) (Arts. 2, 4
y 31 LA 9131) y se omite regular honorarios del resto de los profesionales en virtud de
lo dispuesto por la Ley n°5394
3.- Regular los honorarios profesionales de los abogados del Dr. Oscar Lui en la
suma de PESOS DOSCIENTOS DIECINUEVE MIL QUINIENTOS QUINCE
($219.515,00) y del Dr. Carlos Javier Cruzat en la suma de PESOS SETECIENTOS
TREINTA Y YUN MI SETECIENTOS DIECIOCHO ($731.718,00) (Art. 15 y 31
LA.9131) y se omite regular honorarios del resto de los profesionales en virtud de lo
dispuesto por la Ley n°5394