La Funcion Administrativa
La Funcion Administrativa
La Funcion Administrativa
DNI; 32783087
comisión: 8056
GUÍA DE LECTURA
La Función Administrativa
Las funciones regladas son en las que el ejecutivo no puede optar entre dos
o más soluciones igualmente válidas en términos jurídicos, sino que el órgano
competente ha indicado una única solución y, en caso de desviación, el acto
es evidentemente nulo. Dicho de otra manera; El Poder Ejecutivo solo debe
comprobar el supuesto de hecho previsto en la norma, y en caso de que sea
correcto, aplicar la regla ya que no puede actuar de otro modo.
Por mucho tiempo se consideró que el mero hecho de que un acto fuera
dictado en ejercicio de atribuciones discrecionales, resultaba suficiente para
excluirlo de la potestad jurisdiccional revisora.
Pero gracias a la evolución del sistema jurídico argentino y comparado ha
cambiado el rumbo, amplificando los casos en que la Administración debe
sujetarse a la revisión judicial de su actuar. Cuando así lo haga, el Poder
Judicial tiene la potestad, conferida por el art. 116 de la Constitución nacional,
de restablecer dicha juridicidad, mediante el control del actuar administrativo,
a fin de garantizar los principios generales del Derecho, en particular, el de
razonabilidad.
Por ello, hay cierto consenso en que todo acto administrativo, ya sea dictado
en ejercicio de facultades discrecionales o no, se encuentra sujeto a la
revisión de sus aspectos reglados, así como de su conformidad con los
principios generales del Derecho, en particular, el de razonabilidad.
El Poder Judicial debe controlar la legitimidad de la actividad administrativa,
reglada y discrecional, dicha actividad deben derivar, explícita o implícita,
pero necesariamente, de normas jerárquicamente relevantes y, en la mayoría
de los casos, de alcance general, pero no en su oportunidad
● El principio de razonabilidad
De conformidad con los lineamientos expuestos, resulta claro que no
hay actividad de la Administración ajena al control judicial de legalidad y/o
razonabilidad. Es decir, aun tratándose de una manifestación de potestades
discrecionales, estas en ningún caso pueden resultar contrarias al Derecho.
El ejercicio del poder estatal debe ser racional y justo y la circunstancia
de que la Administración obre en ejercicio de facultades discrecionales no
constituye justificativo de una conducta arbitraria, pues es precisamente la
razonabilidad con que se ejercen tales facultades el principio que otorga
validez a dichos actos.
Debe aclararse que el intérprete puede efectuar el análisis de razonabilidad
con distintos grados de intensidad dependiendo de las circunstancias del
caso y de la naturaleza de los derechos involucrados.
El examen de adecuación y la proporcionalidad que comprende el principio
de razonabilidad, reside en identificar la finalidad. Sin embargo, no sólo debe
valorarse judicialmente que el acto en cuestión sea adecuado y proporcional
respecto de la finalidad perseguida por la o las normas atributivas de
competencias, sino que, además, debe ser verificable que “se trata del medio
menos restrictivo y no solo uno de los medios posibles para alcanzar dicha
finalidad”.
El juez, ante un acto que cumple tanto con la norma en que se sustenta la
competencia del órgano que lo dictó, como con el resto de las normas el
ordenamiento jurídico, nunca podrá imponer su criterio, por más que
considere que es mucho mejor o más conveniente u oportuno.Lo que puede
hacer es verificar que el acto o actuar administrativo se ajuste con lo que se
conoce como los principios generales del derecho. Sin importar la corriente
filosófica que adopte, tienen una importancia relevante, ya que no sólo tienen
una función al momento de resolver las cuestiones que no tienen solución
expresa en la ley, sino que, por ser los fundamentos del derecho, permiten la
formulación, integración e interpretación de las normas jurídicas. Estos son
los contornos propios de la discrecionalidad administrativa y no otros.
En última instancia y más allá del progreso en la verificación de los aspectos
reglados del acto administrativo, la discrecionalidad, en tanto elección u
opción, no es absolutamente libre, ya que se encuentra limitada
negativamente por los principios generales del derecho.Decimos
“negativamente”, porque como hemos adelantado, salvo situaciones
particulares, no es posible (ni en rigor deseable) derivar de los principios
generales del derecho una vinculación positiva para la Administración y
habilitante, por tanto, de una única solución válida. Ahora bien, lo dicho no
obsta para que, de violarse los límites jurídicos de la discrecionalidad, el acto
resulte inválido y así sea declarado por el juez, si es llamado a pronunciarse
sobre la cuestión. Entre los principios generales del Derecho que limitan el
actuar administrativo, el principio de razonabilidad es el de mayor utilidad y
desarrollo, razón por la que hemos considerado que corresponde analizarlo
en profundidad.