Igualdad para Un Buen y Mejor Vivir
Igualdad para Un Buen y Mejor Vivir
Igualdad para Un Buen y Mejor Vivir
1 Equipo de investigación: Fernando Urrea-Giraldo (coordinador), Carlos Viáfara López, Héctor Fabio Ramírez, Ángela Melissa
Guzmán, Jairo Alexander Castaño López, Luis Gabriel Quiroz Cortés, Alejandro Morales Martínez.
2 Por parte de la Secretaría Distrital de Planeación han llevado a cabo el seguimiento del estudio, Rovitzon Ortiz Olaya y Magda
Liliana Rojas Rojas
Título: Di seim fu aal, abarika jomainta, pe savogengue sa Igualdad para un buen y mejor vivir
Autores: Fernando Urrea Giraldo y Carlos Viáfara López
ISBN: 978-958-765-230-7
Colección: Ciencias Sociales
Primera Edición
Este libro, salvo las excepciones previstas por la Ley, no puede ser reproducido por ningún
medio sin previa autorización escrita por la Universidad del Valle.
El autor es responsable del respeto a los derechos de autor del material contenido en la
publicación (fotografías, ilustraciones, tablas, etc.), razón por la cual la Universidad no puede
asumir ninguna responsabilidad en caso de omisiones o errores.
CAPÍTULO 1 CAPÍTULO 5
Distribución de la población afrodescendiente Indicadores de pobreza y desigualdad.
e indígena en las dos EMB, en la sobre muestra Pobrezasubjetiva....................................................................119
étnica y en el espacio urbano de la capital..................... 25 • Hambre y tipo de vivienda......................................................... 121
• Necesidades Básicas Insatisfechas(NBI)................................... 121
• Distribución de la población por grupos
étnico-raciales para la EMB 2014 por sexo • Línea de pobreza y línea de indigencia(LP-LI)......................... 122
(muestreo probabilístico) y para la sobremuestra • Indicadores de desigualdad social............................................. 129
en Bogotá de esta encuesta.......................................................... 25
• Sobremuestra de población étnico-racial....................................... 26 CAPÍTULO 6
• Distribución geográfica de afrodescendientes Patrones de gastos según grupo
e indígenas en Bogotá.......................................................................... 27 étnico-racial............................................................................. 151
CAPÍTULO 2 CAPÍTULO 7
Indicadores sociodemográficos:.......................................... 37 Usos y dispositivos para acceder
a internet según grupoétnico-racial............................. 157
• Municipios y departamentos de procedencia
de los migrantes indígenas y afrodescendientes........................... 57 CAPÍTULO 8
Participación en organizaciones o
CAPÍTULO 3 redes según grupoétnico-racial....................................... 165
Indicadores socioeconómicos............................................... 61
• Indicadores educativos........................................................................ 61
CAPÍTULO 9
• Indicadores de Salud....................................................................76 Discriminación en Bogotá...................................................... 171
SEGUNDA PARTE CAPÍTULO 13
CONCLUSIONES............................................................................ 233
La población Raizal, Palenquera y Rom (Gitana) en Bogotá
en relación con las minorías afrodescendiente e
Participantes en la investigación
indígena y el conjunto de la población urbana
cualitativa (grupos focales).............................................. 241
Cuestiones metodológicas................................................... 183
Bibliografía................................................................................ 243
CAPÍTULO 10
Glosario:..................................................................................... 247
Raizales
(según encuesta CNC) comparados con el
conjunto de la población afrodescendiente
(EMB 2014),..................................................................................187
CAPÍTULO 11
Palenqueros
(según encuesta CNC) comparados con el
conjunto de la población afrodescendiente
(EMB 2014)...................................................................................203
CAPÍTULO 12
Rom/Gitanos
(según la encuesta CNC) comparados con
indígenas y afrodescendientes (EMB2014)........................ 217
Gráfico 15.2
Gráfico 5. Ingresos hora promedio mujer.................................................... 109
Pueblos indígenas captados por la muestra de la
EMB 2014, según distribución porcentual sobre el Gráfico 16.
total de la población indígena ...................................................... 60 Informalidad institucional y estructural 2014........................... 113
Gráfico 51
Percepción de los ingresos entre los grupos
étnico-raciales minoritarios......................................................... 199
Gráfico 52
Percepción de las condiciones de vida entre los
grupos étnico-raciales minoritarios............................................ 200
Gráfico 53
Percepciones sobre las condiciones de vida del hogar
actual frente al hogar donde se crio . ......................................... 213
Gráfico 54
Percepción sobre el servicio de salud entre los grupos
étnico-raciales minoritarios…..................................................... 214
> FOTOGRAFÍAS
foto 1
Afectos de la calle.
Damián L. Quiroga Díaz. ..................................................................... 8
foto 2
Rezo por Colombia. (s.f)
Eduardo Santamaría Alvarado.. .......................................................... 24
foto 3
Juglar vallenato. (2012)
Damián L. Quiroga Díaz. ................................................................... 36
foto 4
Mujer Embera Katyo. La favorita. (2013)
Damián L. Quiroga Díaz. .................................................................. 62
foto 5
Niña Afro. Barrio Caracolí. (2008)
Damián L. Quiroga Díaz. ................................................................... 84
foto 6
Sabedor mayor de pueblo amazónico. (s.f)
Archivo Alcaldía Mayor de Bogotá.................................................... 118
foto 7
Cantadora. (2015)
Damián L. Quiroga Díaz . ................................................................ 150
foto 8
Mujer de Supía. (2013)
Damián L. Quiroga Díaz. ................................................................. 156
foto 9
Danzantes Afro, Bogotá. (2013)
Damián L. Quiroga Díaz. ................................................................. 164
foto 10
Mujer Embera, Eje ambiental. (2008)
Damián L. Quiroga Díaz . ................................................................ 170
foto 11
Mujeres raizales pertenecientes al coro de
la Iglesia Bautista (2013)
Lizeth Carolina Jaramillo Davis. ....................................................... 186
foto 12
Mujer palenquera. (2013)
Damián L. Quiroga Díaz . ................................................................ 202
foto 13
Pueblo ROM. (2013)
Damián L. Quiroga Díaz . ................................................................ 216
foto 14
Afrobogotano (s.f)
Damián L. Quiroga Díaz . ................................................................ 232
14
PRÓLOGO
Las políticas diferenciales cobran vigencia en la medida en que la desigual-
dad se exacerba en razón a la condición étnica y racial, la discapacidad, la edad,
el género, la identidad y orientación sexual y situaciones asociadas a la pobreza
extrema. Este libro realizado entre la Secretaría de Planeación y la Universidad
del Valle, es una apuesta por la visibilidad estadística de los grupos étnicos en
Bogotá, el cual demuestra a partir del análisis del discurso y 79 indicadores
demográficos, económicos, de mercado y culturales, la brecha existente en la
actualidad entre las minorías y las mayorías étnicas.
* Psicóloga Social, Magister en Investigación Social. Actualmente es servidora pública vinculada a la Secre-
taría de Planeación Distrital, desde la cual ha apoyado la coordinación del Plan de Acciones Afirmativas
para la población afrocolombiana 2010-2012 y la inclusión del enfoque étnico en el Plan de Desarrollo
2012-2016. Desde el año 2000 viene trabajando en diversos procesos de inclusión de comunidades étnicas
en proyectos, planes y estrategias del sector público.
16
INTRODUCCIÓN GENERAL
Este libro constituye un esfuerzo de la Secretaría Distrital de Planeación
(SDP) de la Alcaldía Mayor de Bogotá D.C., a través de la Dirección de Equi-
dad y Políticas Poblacionales, con el objetivo de entregar a diversos públicos
un análisis de las características sociodemográficas y socioeconómicas de los
distintos grupos étnico-raciales en Bogotá, en términos comparativos unos con
otros. Para tal efecto la Secretaría Distrital de Planeación se apoyó en varios
insumos de tipo estadístico y cualitativo. Las fuentes estadísticas principales
son la Encuesta Multipropósito de Bogotá 2014 y la Encuesta del Centro Na-
cional de Consultoría (CNC) aplicada a las minorías raizal, palenquera y rom.
Las fuentes cualitativas han sido las bases de datos completos de 14 grupos
focales y dos entrevistas en profundidad que había llevado a cabo Viva la
Ciudadanía en el 20131 sobre diferentes tópicos relacionados con identidades
étnico-raciales, discriminación racial y por grupo étnico, experiencia migra-
toria, inserción a la vida urbana, trayectorias laborales, etc. Estos grupos focales
y las dos entrevistas se realizaron con participantes de redes afrodescendi-
entes e indígenas en Bogotá, así como con miembros de las minorías raizal,
palenquera y rom (gitana). En el caso de la población indígena participaron
miembros de varios pueblos residentes en la capital, si bien no hay grupos
focales específicos por pueblo indígena. Se trata entonces de un libro que
no sólo aborda la temática étnica-racial desde las estadísticas, manejadas
rigurosamente, sino que introduce las voces de las minorías étnico-raciales
a lo largo del texto, entrelazadas con los datos cuantitativos. Igualmente el
libro incluye fotografías debidamente cedidas por su autor(a) para efectos
de edición, tomadas recientemente en la ciudad de Bogotá.
18
indígenas y gente indígena como equivalentes. En la primera parte del texto
se hace igualmente referencia a los principales pueblos de origen de los indí-
genas residentes en Bogotá y captados por la EMB 2014. Igualmente, en el caso
del pueblo rom (gitano), usamos como términos equivalentes gitanos y rom.
A lo largo del texto nos hemos abstenido de usar en mayúscula los términos
anteriores, a menos que el contexto gramatical específico lo exija. Esta decisión
se ha tomado para evitar aburrir al lector con palabras que se repiten frecuen-
temente en mayúscula, las cuales corresponden a las categorías étnico-raciales.
De otro lado, los autores del estudio asumimos que las poblaciones blancas y
mestizas, o sea, quienes se han autorreconocido como “blanco-a”, “mestizo-a”
en la EMB 2014 son los grupos étnico-raciales mayoritarios.
Este libro compara para algunas variables la EMB 2014 con la EMB 2011. Por
lo tanto, es importante señalar que en la primera encuesta la categoría “ninguno
de los anteriores” es una categoría ambigua y por lo mismo equívoca, que por
los diferentes resultados estadísticos, según se podrá ver, corresponde a un
grupo poblacional aparentemente distinto, intermedio entre los dos grupos
mayoritarios (blancos y mestizos) y los dos minoritarios (afrodescendientes e
indígenas). Es posible por lo mismo que contenga gente que si no se hubiese
incluido como categoría se habría autorreconocido en los dos grupos mayori-
tarios o en los dos minoritarios. Por el contrario, en la EMB 2011 la categoría
“ninguno de los anteriores”, de acuerdo con los estudios realizados por PER-
LA (Telles et al. 2014 y Viáfara et al. 2014), en su gran mayoría corresponde
a población que se autorreconoce como blanca o mestiza, al incluir estas dos
categorías bajo una pregunta con categorías raciales4. Por ello, el texto compara
los grupos blancos, mestizos y ninguno de los anteriores de la EMB 2014 con
la categoría ninguno de los anteriores de la EMB 2011.
4 Al hacer el cruce de la pregunta étnica del censo 2005 con la pregunta racial utilizada en la encuesta
PERLA, la cual incluyó ambas preguntas, se detecta esta concordancia.
19
Antecedentes de estudios sobre la temática
precisamente para analizar las desigualdades sociales que arrojan las estadís-
ticas disponibles y la información cualitativa.
Para un análisis sobre las características de la EMB 2014 y los primeros re-
sultados de la misma, se recomienda la publicación “Encuesta Multipropósito
2014. Principales resultados en Bogotá y la región”. Boletín 65. Secretaría
Distrital de Planeación, Alcaldía Mayor de Bogotá D.C. http://www.sdp.gov.
co/portal/page/portal/PortalSDP/Encuesta_Multiproposito_2014/Result
ados_2014/Boletin_Resultados_Encuesta_Multiproposito_2014.pdf
5 Autoría de Fernando Urrea-Giraldo (Universidad del Valle) y Diego Alejandro Rodríguez Sánchez.
6 Y entre los afrodescendientes se analizan también aparte los raizales y palenqueros.
20
INTRODUCCIÓN
A LA PRIMERA PARTE
En esta primera parte se desarrollaron las siguientes temáticas a partir de
los resultados de la EMB 2014 y la EMB 2011 (sólo para algunas variables) y
los contenidos cualitativos de los grupos focales realizados con afrodescen-
dientes e indígenas:
• Indicadores sociodemográficos.
• Indicadores socioeconómicos
(educación, salud y cuidado de primera infancia).
• Indicadores del mercado laboral:
• Discriminación en Bogotá.
1 DISTRIBUCIÓN
DE LA POBLACIÓN AFRODESCENDIENTE E INDÍGENA EN LAS
DOS EMB, EN LA SOBREMUESTRA ÉTNICA Y EN EL ESPACIO
URBANO DE LA CAPITAL
Se aborda el peso poblacional de afrodescendientes e indígenas en la EMB
2014 y EMB 2011, en la sobremuestra étnica, y la distribución de las dos pobla-
ciones por localidades y grandes conglomerados urbanos de Bogotá.
Sobremuestra de población
étnico-racial
26
presenten una mayor vulnerabilidad estos grupos que los afrodescendientes e
indígenas. En tal sentido, para algunos efectos pueden ser útiles los resultados
para observar algunos patrones estadísticos de sectores de clases populares, de
resto hay que tener en cuenta las limitaciones porque como ya señalamos no
son muestras comparables.
Distribución geográfica de
afrodescendientes e indígenas en Bogotá
27
CUADRO 1
DISTRIBUCIÓN POBLACIONAL DE LOS DISTINTOS GRUPOS ÉTNICO-RACIALES POR SEXO
EMB 2014 (MUESTRA PROBABILÍSTICA)
% de cada
Grupo grupo en el
Hombre Mujer Intersexual Total Cve
étnico-racial total de la
población
Indígena 18.713 18.553 0,0 37.266 0,5 10,63
% 50,21 49,79 0,0 100,0
*Población expandida
28
CUADRO 2
DISTRIBUCIÓN POBLACIONAL DE LOS DISTINTOS GRUPOS ÉTNICO-RACIALES POR SEXO
EMB 2011 (MUESTRA PROBABILÍSTICA)
% de cada grupo
Grupo
Hombre Mujer Total en el total de la Cve
étnico-racial
población
*Población expandida
29
CUADRO 3
DISTRIBUCIÓN POBLACIONAL DE LOS DISTINTOS GRUPOS ÉTNICO-RACIALES POR SEXO PARA LA
SOBREMUESTRA EN LA EMB 2014
% de cada grupo
Grupo
Hombre Mujer Intersexual Total en el total de la
étnico-racial
población
Indígena 370,0 321,0 0,0 691,0 20,9
% 53,55 46,45 0,0 100,0
Gitano(a)(ROM) 6 7 1 14 0,42
% 42,86 50,0 7,14 100,0
Afrodescendiente 701 724 3 1.428 43,19
% 49,09 50,7 0,21 100,0
Mestizo 302 336 2 640 19,36
% 47,19 52,5 0,31 100,0
Blanco 125 192 0 317 9,59
% 39,43 60,57 0,0 100,0
Ninguno de los
93 123 0 216 6,53
anteriores
% 43,06 56,94 0,0 100,0
Total 1.597 1.703 6 3.306 100,0
% 48,31 51,51 0,18 100,0
30
GRÁFICO 1
DISTRIBUCIÓN PORCENTUAL DE LA POBLACIÓN POR GRUPOS ÉTNICO-RACIALES EN LOS SEIS
CONGLOMERADOS URBANOS DE BOGOTÁ PARA LA EMB 2014
Ninguno de
6,7 9,4 13,0 28,7 18,1 24,0
los anteriores
0,0% 10,0% 20,0% 30,0% 40,0% 50,0% 60,0% 70,0% 80,0% 90,0% 100,0%
31
DISTRIBUCIÓN DE LA POBLACIÓN AFRODESCENDIENTE SEGÚN
LOCALIDADES - EMB 2014
Porcentajes de Población
32
DISTRIBUCIÓN DE LA POBLACIÓN INDIGENA SEGÚN
LOCALIDADES - EMB 2014
Porcentajes de Población
33
En los grupos focales realizados por la corporación Viva La Ciudadanía,
encontramos algunos relatos de los participantes indígenas y afrodescendientes
que describen cómo se vive esa segregación socio-residencial en los barrios,
sobre todo del corredor Sur-Sur:
— Oliva Prado Latín, Nasa, municipio de Corinto, Consejera Mayor del ca-
bildo. Hace 36 años reside en Bogotá.
34
de todas partes, ahí sí de todo lado, de Tumaco, Nariño, de todo lado,
y pues el barrio como le digo yo, el barrio en si es discriminado prác-
ticamente, porque […] es de negros. Entonces no! […]. Hay un barrio
en el sur también es de solo negros prácticamente, en Rafael Uribe.
Entonces […] toda la gente es la mayoría de gente […] discriminada.
— María Fany Carabalí, Suarez, tiene un taller de costura, hace 20 años llegó
a Bogotá.
35
2 INDICADORES
SOCIODEMOGRÁFICOS
Los indicadores de estructura sociodemográfica dan un perfil de las estruc-
turas poblacionales para los dos tipos de muestras controlados por grupos
étnico-raciales. Esto ofrece abordar los diferenciales entre las cinco pobla-
ciones minoritarias (indígenas y afrodescendientes) y mayoritarias (blancos,
mestizos y ninguno de los anteriores) con respecto a la población total de
Bogotá y la población total de la sobremuestra. Al respecto, ver el cuadro 4,
Indicadores socio-demográficos comparativos muestra probabilística EMB
2014 versus sobremuestra étnica-racial EMB 2014.
Los 23 indicadores sociodemográficos permiten definir las siguientes ten-
dencias estructurales entre las cinco poblaciones étnico-raciales de Bogotá,
comparando a la vez los dos tipos de muestreo (probabilístico y sobremuestreo):
1.
La población blanca y la autoidentificada como “ninguno de los anteriores”
tienen las tasas más altas de dependencia juvenil, por encima del promedio de
Bogotá (0.33), o sea,0.36 y 0.34 respectivamente. Por el contrario, las pobla-
ciones afrodescendiente, mestiza e indígena tienen una tasa juvenil por debajo
del promedio, 0.32, 0.30 y 0.13 respectivamente. Esto significa que tanto las
poblaciones blanca y la “ninguno de los anteriores”, para el conjunto de Bogotá,
son poblaciones en donde pesan ligeramente más los menores de 15 años en
términos de dependencia demográfica, a diferencia de la afrodescendiente y
mestiza con tasas más bajas. En el caso de la población indígena la menor tasa
entre los cinco grupos étnico-raciales revela que prácticamente los hogares en
esta población no residen con menores de 15 años, prefiriendo posiblemente a
dejar a los menores de edad en las áreas de origen.
Una de las mujeres indígenas, participantes en los grupos focales, hace el
siguiente relato, el cual tiene relación con la reducida tasa de dependencia
juvenil en este grupo poblacional:
Mi comunidad (del pueblo Yanacona) va a desaparecer porque las jóvenes
no quieren tener más niños. Acá en Bogotá son muy escasos, por eso no
se ha podido hacer el jardín, porque acá no tenemos niños. [Las mujeres]
dicen no porque es muy complicado, no tenemos tiempo, no hay condi-
ciones para traer niños. Acá es complicadísimo, entonces las niñas han
optado por no tener familia.
2.
La mayor tasa de dependencia senil la ostenta la población blanca (0.13),
ubicándose por encima del promedio para Bogotá (0.11). Le siguen las pobla-
ción mestiza y de ninguno de los anteriores (0.11 y 0.10 respectivamente). Las
poblaciones indígena y la afrodescendiente presentan las menores tasas de de-
pendencia senil (0.05 y 0.04 respectivamente). Aquí llama la atención el desplome
en las tasas de los afrodescendientes e indígenas, para ambos grupos étnicos,
las tasas se ubican por debajo del promedio. Esto significa que en la población
afrodescendiente, en forma similar a los resultados de la EMB 2011, en términos
proporcionales y absolutos es reducida la gente de 65 años y de más edad. De
manera similar, se presenta una reducción en la población indígena mayor de
65 años en 2014 (la tasa de dependencia senil en 2011 fue de 0.15). Esto se verá
a su vez reflejado en el índice de envejecimiento que más adelante se analiza.
Para la población indígena encontramos en los grupos focales un factor que
puede explicar la baja tasa de dependencia senil, tiene que ver con la migración
de retorno de los abuelos a sus lugares de origen:
Este indicador senil en la sobremuestra es mucho más bajo que para el total de
Bogotá en la muestra probabilística (0.06 versus 0.11), lo que revela que se trata
de una población muy diferente al de la muestra probabilística, o sea, mucho más
joven, lo cual ya se observaba en una mayor dependencia juvenil. Sin embargo,
aquí nuevamente los afrodescendientes tienen la menor tasa senil (0.03). Por el
contrario, la población blanca y ninguno de los anteriores en la sobremuestra
tienen las tasas seniles más altas (0.11 y 0.10) y la mestiza e indígena similares
al promedio (0.06).
38
CUADRO 4
DISTRIBUCIÓN POBLACIONAL DE LOS DISTINTOS GRUPOS ÉTNICO-RACIALES POR SEXO PARA LA SOBREMUESTRA EN LA
EMB 2014
Dependencia Juvenil 0,33 0,13 0,32 0,30 0,36 0,34 0,38 0,29 0,34 0,50 0,43 0,77
Dependencia Senil 0,11 0,05 0,04 0,11 0,13 0,10 0,06 0,06 0,03 0,06 0,11 0,10
Dependencia Total 0,44 0,19 0,37 0,41 0,48 0,44 0,44 0,35 0,37 0,56 0,54 0,88
Proporción de población menor de 15 años (%) 22,8 11,3 23,8 21,4 24,1 23,7 26,6 21,4 24,6 31,9 28,1 41,2
Proporción de población mayor de 65 años (%) 7,7 4,6 3,1 7,5 8,4,0 6,9 3,9 4,6 2,5 3,9 6,9 5,6
Índice de Masculinidad menores de 15 años 1,07 1,80 0,93 1,11 1,07 0,97 1,08 1,31 1,09 1,19 0,62 1,07
Índice de Masculinidad mayores de 65 años 0,73 1,90 1,28 0,79 0,68 0,70 0,73 0,88 0,89 0,92 0,69 0,20
Índice de Masculinidad total 0,93 1,01 1,16 0,96 0,91 0,90 0,94 1,15 0,97 0,90 0,65 0,76
Índice de envejecimiento 33,6 40,4 13,1 35,2 35,0 29,3 14,8 21,6 10,3 12,3 24,7 13,5
Razón de hijos menores de 5 años por
26,2 11,5 28,2 23,2 28,8 28,2 28,8 29,2 24,8 33,3 32,4 37,7
100 mujeres en edad fertil
Tasa de jefatura femenina 38,1 34,8 32,3 37,5 37,9 40,8 39,7 35,6 42,3 34,2 39,3 52,8
Tamaño promedio del hogar 3,0 3,3 3,1 3,0 3,0 3,0 3,4 2,6 2,9 5,8 5,7 6,0
Proporción de menores de 6 años 8,8 4,8 9,5 7,9 9,6 9,5 10,7 9,3 9,7 12,7 12,3 14,4
Edad del jefe del hogar (media) 47,4 44,0 39,3 47,5 48,2 46,8 42,2 44,0 39,7 44,8 50,8 41,4
Edad del jefe del hogar (mediana) 46,0 44,0 37,0 46,0 47,0 46 40,0 42 38,0 43 50,0 38,0
Proporción de hogares unipersonales
25,8 21,4 21,7 26,5 25,9 24,2 22,1 25,4 24,5 13,5 8,9 5,6
+ hogares nucleares sin hijos (%)
Proporción de hogares nucleares
40,5 51,8 47,1 40,4 40,2 40,2 40,2 42,4 38,3 44,1 42,9 41,7
completos con hijos
Proporción de hogares nucleares
15,4 6,6 14,9 14,6 16,3 16,1 15,1 12,5 19,2 9,9 5,4 11,1
incompletos con hijos
Proporción de solteros (%) 40,3 31,0 39,9 39,7 40,4 41,6 43,8 37,9 44,8 46,7 40,2 56,0
Proporción de casados (%) 24,4 25,9 15,7 24,9 25,0 22,6 16,8 22,2 12,6 16,3 24,4 15,7
Proporción de personas en unión libre (%) 23,8 38,8 36,6 23,9 22,8 24,4 31,3 31,4 32,6 31,9 29,9 22,0
Proporción de población migrante
31,9 72,7 64,5 35,0 28,1 28,5 54,69 57,16 66,25 40,94 36,59 37,5
de toda la vida (%)
Proporción de población migrante
radicada en Bogotá hace menos de 5 años (%) 20,9 37,5 36,2 20,0 18,1 25,1 31,4 31,8 31,4 26,1 41,1 32,0
39
3.
Las tasas totales de dependencia se presentan así: las más altas son las
de la población blanca y ninguno de los anteriores (0.48 y 0.44), lo cual se
entiende porque tienen las tasas juveniles y seniles más altas. Se presenta así
curiosamente en estos dos grupos étnico-raciales, uno de ellos el segundo
gran grupo mayoritario de Bogotá (población blanca el 36.5%), y el tercer gran
grupo mayoritario (población “ninguno de los anteriores” el 18.9%), las tasas
de dependencia total más altas, lo cual los hace más vulnerables en términos
demográficos. La población que se autorreconoce como “blanca”, veremos más
adelante qué tanta características tiene de grupo vulnerable o corresponde más
bien a un fenómeno combinatorio de poblaciones “blancas” más viejas, con
otras poblaciones “blancas” con proles menores de 15 años en expansión, lo
que da como resultado un efecto de mayor dependencia por la presión de viejos
y jóvenes. Un fenómeno similar acontece entre la población “ninguno de los
anteriores”, pero como veremos luego con otros indicadores es una población
diferente a la blanca y la mestiza.
Lo contrario sucede con las poblaciones mestiza, afrodescendiente e indí-
gena, debido a sus menores tasas juveniles y seniles: 0.41, 0.37 y 0.19 de tasas
totales respectivamente, por debajo de la media de Bogotá (0.44).
Para la población indígena la inserción en el medio urbano de Bogotá ha im-
plicado la puesta en marcha de una estrategia que afecta las formas o estilos de
vida más tradicionales y que se expresa en una reducción del número de hijos:
4.
La proporción de población menor de 15 años en la muestra probabilística
es de 22.8% y la de 65 años y más de 7.7%. Por grupos étnico-raciales es así: para
la blanca, 24.1% y 8.4%, por encima del promedio de Bogotá; para la mestiza,
21.4% y 7.5%; para la ninguno de losanteriores, 23.7% y 6.9%. Obsérvese que
40
la población blanca tiene una participación porcentual en ambos rangos por
encima del promedio de Bogotá. La afrodescendiente, 23.8% y 3.1%; y la
indígena, 11.3% y 4.6%, con los valores menores en la juvenil y de los más
bajos con la afrodescendiente para el porcentaje de 65 años y más de edad.
En los grupos focales con población indígena identificamos que en las
zonas de origen de algunos migrantes es muy común que las familias sean
numerosas, sin embargo, en el caso de los hogares con residencia en Bogotá
de los entrevistados, ya se notan transformaciones muy importantes como la
reducción del número de hijos debido a la estrategia de los jefes de hogares
indígenas urbanos, mujeres y hombres:
“Mi papá tiene 24 hijos […] es una cosa que aquí en la ciudad merece ser
pensada. Ninguno se atreve a hacer eso por condiciones [económicas].
En La Guajira el niño se ha criado con niveles de desnutrición por la
cantidad de hijos que tienen las personas, entonces yo aquí miro que
eso merece ser pensado y merece ser controlado”.
5.
Los índices de masculinidad (menores de 15 años, de 65 años y más, y
total) para Bogotá en el 2014 son respectivamente 1.07, 0.73 y 0.93. Los más
cercanos corresponden a los dos grupos étnico-raciales mayoritarios, blancos
y mestizos, 1.07, 0.68 y 0.91; y 1.11, 0.79 y 0.96 respectivamente. Lo contrario
sucede con los dos grupos minoritarios, afrodescendientes - 0.93, 1.28 y 1.16
- e indígenas - 1.80, 1.90 y 1.01 -. Como puede apreciarse, estos dos últimos
grupos tienen una sobremasculinidad en los tres grandes grupos etarios, con
excepción de los afrodescendientes menores de 15 años. Es llamativo que
para este grupo el IMT es muy alto (1.16), lo cual significa que la migración
preponderante afrodescendiente en Bogotá es masculina, también entre la
población indígena, aunque en forma más moderada.
41
Corroboran lo anterior varios relatos de los hombres afrodescendientes
que participaron de los grupos focales, en ellos encontramos historias de
hombres migrantes que son familiares entre sí y que residen juntos:
“En mi barrio sí, porque a mí me paso eso, yo de Cali me vine acá, vivía
un hermano acá y dijo mi hermano yo vivo acá, [...] dice yo estoy acá
te puedes venir acá donde estoy yo. Entonces esa es la situación por la
cual el afro busca al afro, porque como entendemos el mismo lenguaje, la
misma familiaridad por lo menos uno ve un paisano del Chocó, entonces
los paisanos se están buscando entre sí para convivir porque tienen la
misa cultura y las mismas costumbres. Ese sería mi punto de vista. ¿No?”.
6.
El índice de envejecimiento ayuda a captar la tendencia de la evolución
demográfica, combinado con las tasas de dependencia. Entre el 2011 y 2014 los
datos de los indicadores sociodemográficos para Bogotá revelan un proceso de
transición demográfica avanzada, debido al comportamiento de las tasas de de-
pendencia sobre todo la senil, con un aumento de ella (de 0.098 a 0.11), aunque
con persistencia de la reducción moderada de la juvenil (0.33) con respecto a
la EMB 2011 (0.35). Esto se refleja en un considerable aumento en el índice de
envejecimiento, 28.14 a 33.65 entre las dos EMB.
Los grupos étnico-raciales con los índices promedio superiores al valor pro-
medio del conjunto de Bogotá son los siguientes en orden de mayor a menor:
indígenas (40.4), mestizos (35.2) y blancos (35.0), mientras los grupos mino-
ritarios “ninguno de los anteriores” y afrodescendientes arrojaron los menores
índices de envejecimiento de 29.3 y 13.1. Este resultado se explica porque en estos
dos grupos, en particular los afrodescendientes, la estrategia como población
migrante es tener personas volcadas al mercado de trabajo y al estudio al mismo
tiempo. Entre los indígenas si bien también es importante el estudio, pesa más
el trabajo y el tener personas de 65 años y de más edad, eso les representa que
pueden estar cumpliendo el papel de apoyo para el cuidado de la prole.
La estrategia de la población afrodescendientes de tener personas volcadas
al mercado de trabajo y al estudio al mismo tiempo, la identificamos en el caso
de Nehemías Gómez Pérez, un cartagenero participante de los grupos focales
que reside en Bogotá hace más de 30 años:
42
“Llegar a la ciudad se da más que todo por estudios y las oportunidades
laborales. En estos momentos soy docente de una institución universitaria”
“Su núcleo familiar no lo podía sostener con los recursos que le daban
como desplazados. ¿Cierto?, además eso no lo dan sino cada 3 meses y
ella con 14 o 13 personas no podían comer. ¿Cierto?, pagar arriendo,
comer, vestir, no puede.¿Cierto?”.
43
También se incrementó la razón de hijos e hijas menores de 5 años para
la categoría ninguno de los anteriores, que en el 2011 agrupaba a blancos y
mestizos, pero que en el 2014 figura aparte, al lado de las categorías blan-
co(a) y mestizo(a): se pasa de 27.1 a 28.2 y a 28.8 para blancos. O sea, que
un efecto similar se habría dado entre la población blanca asociado a migra-
ciones recientes hacia Bogotá. La mestiza que no tiene tampoco forma de
observarse antes, se ubica en 23.2, y la indígena vuelve a mostrar las proles
menos numerosas en sus hogares, comparando los cinco grupos étnico-ra-
ciales, con apenas un 11.5.
La reducida razón de hijos e hijas menores de 5 años por mujer en edad
fértil entre la población indígena, consistente con la menor dependencia
juvenil, corrobora que una parte importante de los partos entre las mujeres
indígenas que residen en Bogotá se llevan a cabo en sus territorios de origen
en donde tienen el apoyo de los hogares maternos o paternos, pero si llegan
a tener los bebés en Bogotá, después del puerperio trasladan esos niños o
niñas hacia los lugares de origen para que sus familias se encarguen de la
crianza con el soporte de las remesas que ellas envían.
En la sobremuestra la población con responsabilidades de prole revela un
mayor promedio de número de hijos e hijas menores de 5 años por mujeres
en edad fértiles que en la muestra probabilística (28.8 versus 26.2). Para la
sobremuestra los grupos ninguno de los anteriores, mestizos, blancos e in-
dígenas tienen los valores de razón de hijos más altos que el promedio (37.7,
33.3, 32.4 y 29.2 respectivamente), mientras para los afrodescendientes es el
menor con 24.8. La sobremuestra en general para todos los grupos étnico-
raciales se ha concentrado en estratos bajos bajos y bajos medios (1 y 2), lo
cual explica estos valores, y en ese contexto las proles de los afrodescendien-
tes tienen un peso relativo menor al compararlo con el de los otros grupos.
8.
Con respecto a la tasa de jefatura femenina, en Bogotá el 38.1% de los hoga-
res se encontraban liderados por mujeres al momento de la encuesta; en 2011
este indicador llegaba al 34.8%, lo que implica que cada vez hay más mujeres
que están siendo reconocidas por los otros miembros como jefes de hogar.
Del total de hogares, los pertenecientes a los grupos ninguno de los anteriores,
blanco y mestizo, presentan las mayores tasas de jefatura femenina (40.8, 37.9
y 37.5 respectivamente), mientras que los hogares indígena y afrodescendiente
evidencian menores tasas de jefatura del hogar ejercida por las mujeres (34.8 y
32.3 respectivamente). Esta diferencia es explicada por las mayores proporciones
de hogares indígena y afrodescendiente completos con hijos respecto al resto
y al total de Bogotá (51.8 y 47.1 respectivamente), es decir, en estos hogares la
jefatura es asumida mayoritariamente por los hombres.
Para el caso de la sobremuestra, la tasa de jefatura femenina es un poco
superior a la evidenciada en las EMB -2011 y 2014-, en el 39.7% de los hoga-
res de la sobremuestra las mujeres desempeñan el papel de jefe de hogar. De
estos, los hogares correspondientes a los grupos ninguno de los anteriores,
afrodescendiente y blanco tienen las mayores tasas de jefatura femenina (52.8,
44
42.3 y 39.3 respectivamente), le siguen los hogares indígenas y mestizos con
el 35.6 y 34.2% respectivamente. Ahora bien, en la sobremuestra étnica la
tasa de jefatura femenina de los hogares afrodescendiente y de ninguno de
los anteriores, presenta un incremento considerable respecto a la muestra
probabilística del 2014; este salto está sustentado porque la sobremuestra
recogió información de hogares de estratos 1 y 2 mayoritariamente (el
68.48% de las personas encuestadas se ubicaron en estos estratos). Por ello
es factible que la mayor tasa de jefatura del hogar ejercida por las mujeres en
esos estratos signifique mayores niveles de vulnerabilidad socioeconómica.
Esta vulnerabilidad en los hogares afrodescendientes de clases populares
jefeados por mujeres aparece en el caso de Jenny Paola Quintero. Ella es una
mujer desplazada de Buenaventura, jefe de hogar con 4 hijos (una hija de 17
años en embarazo). De acuerdo con su relato, su hija no siguió estudiando
para trabajar:
9.
El tamaño promedio del hogar para Bogotá en la EMB 2014 es de 3.0 per-
sonas, en la EMB 2011 fue de 3.4 personas. Esto ha significado un descenso
significativo en el tamaño de los hogares debido a la aceleración de la segunda
transición demográfica que vive la capital, en particular como veremos más ade-
lante al aumento significativo de hogares unipersonales y hogares nucleares sin
hijos. Al analizar por grupo étnico-racial se observan las siguientes diferencias
de tamaño: para los hogares mestizo, blanco y de ninguno de los anteriores el
tamaño promedio es igual al de la ciudad (3.0 personas); en cambio, los hogares
indígena y afrodescendiente presentan los mayores tamaños promedio del hogar
(3.3 y 3.1 respectivamente). El número promedio de personas en el hogar está
fuertemente relacionado con una mayor vulnerabilidad, peores condiciones ha-
bitacionales del hogar y menores niveles educativos, en ese sentido, los hogares
indígena y afrodescendiente se encuentran en peores condiciones respecto a
los demás hogares de Bogotá pertenecientes a otros grupos étnicos —mestizo,
blanco y de ninguno de los anteriores—.
Estas condiciones de vulnerabilidad para una parte de los hogares afro-
descendientes en Bogotá las describe Jenny:
45
hijos lo que ellos quieren, lo que ellos se merecen. Entonces por eso es
porque mis hijas ahorita están trabajando, porque es que ellas miran
que por lo menos mi sueldo no alcanza para todos, no alcanza”.
En el caso de varios hogares indígenas sus relatos en los grupos focales también
indican condiciones de mayor vulnerabilidad asociado al número de personas
del hogar bajo hacinamiento crítico.
Evelio relata que en el sitio donde reside en Bogotá hay familias de: “14
personas en una vivienda de póngale 3x2, ¿dónde duermen?, ¿dónde
cocinan? y ¿dónde hacen sus necesidades?, es una problemática grave”.
10.
La proporción de menores de 6 años es un indicador que muestra la presión
demográfica que ejerce esta población de menores sobre el resto de la población.
Para la EMB 2014, total Bogotá, es el 8.8%. Las poblaciones que ostentan los
porcentajes más bajos de menores de 6 años y por ende, menores presiones de-
mográficas son la indígena y mestiza (4.8% y 7.9% respectivamente). La reducida
participación de menores de 6 años en la población indígena ya se detectaba
vía la menor tasa de dependencia juvenil, aunque para este indicador es el peso
demográfico de los menores de 15 años. Al mismo tiempo, la proporción de
menores de 6 años para las poblaciones afrodescendiente, blanca y de ninguno
de los anteriores se encuentra por encima del promedio para Bogotá (9.5, 9.6 y
9.5 respectivamente); estas poblaciones a su vez, presentan altas tasas de depen-
dencia juvenil (0.32, 0.36 y 0.34 respectivamente).
Una mujer afrodescendiente participante en los grupos focales expresa la
dificultad para acceder a un cuarto de arriendo en buenas condiciones debido
al número de hijos menores de edad:
46
es un arriendo y digamos piden muchísimo más de lo que vale. Tal vez
un cuarto, una alcoba, una pieza, piden muchísimo más de lo que es.
Así sea el lugar feo, o sea, y las condiciones en las que uno vive no son
las mejores, o sea, no se presta para vivir dignamente ahorita, pues el
propósito […] es tener de verdad una vivienda digna”
11.
La edad promedio y la mediana del jefe(a) del hogar es un adecuado indi-
cador indirecto para acercarse al ciclo del hogar. A una mayor edad del jefe(a)
del hogar se puede estar en hogares ya constituidos con proles en edades
adolescentes o como adultos jóvenes, o sea menos dependientes, casi siempre
si las condiciones socioeconómicas del hogar son estables con proles integra-
das al sistema escolar —ciclo medio, técnico/tecnológico o superior—. Por el
contrario, hogares con edades más jóvenes del jefe(a) se estaría en presencia
de proles con menores de 10 o 5 años de edad, las cuales presentan una mayor
dependencia, en edades de pre-escolar o estudios de primaria e incluso con
edades menores a los 3 años, máximo con ingreso en guarderías. La edad
media y mediana para el total de la EMB 2014 es de 47.4 y 46.0 años respecti-
vamente. Por grupos étnico-raciales la población blanca tiene la edad media y
mediana más alta, 48.2 y 47.0 años, mientras la población afrodescendiente las
menores entre todos los cinco grupos étnico-raciales, 39.3 y 37.0 años. Entre
los dos grupos el diferencial es de casi 9 años para la media y de 10 años para
la mediana. Este diferencial es considerable, lo cual supone que son hogares
diferentes. Los primeros con proles en edades concentradas después de los 15
años mientras los segundos en edades menores a los 10 y 5 años, o sea, estos
últimos son hogares relativamente jóvenes, algunos de ellos recientemente
constituidos. Los hogares de la población mestiza están más cerca en su ciclo
a los de la población blanca, seguidos de los hogares del grupo ninguno de los
anteriores. La población indígena presenta hogares relativamente en edades del
47
jefe(a) jóvenes, cercana a los de la población afrodescendiente. En síntesis
por la edad media y mediana del jefe(a) se presenta un diferencial intere-
sante entre los cinco grupos étnico-raciales para Bogotá, el que incide en
una mayor o menor vulnerabilidad por el tipo de dependencia de la prole.
Por supuesto, lo anterior es válido para los hogares conformados con proles,
particularmente en los casos de hogares nucleares con hijos-as y extensos,
ya sean completos o incompletos.
La sobremuestra arroja una menor edad media y mediana del jefe(a) del
hogar, 42.2 y 40.0 años respectivamente. Es decir, se trata de hogares más jó-
venes; sin embargo, hay fuertes diferenciales por grupo étnico-racial; así para
algunos esos diferenciales son más marcados como es el caso de la población
blanca con edad media y mediana de 50.8 y 50.0 años. Le sigue la población
mestiza con 44.8 y 43.0 años (media y mediana) y la indígena con 44.0 y 42.0
años; en tercer lugar la población ninguno de los anteriores con 41.4 y 38.0 años.
La población afrodescendiente de nuevo para la sobremuestra es la más joven
en edades media y mediana del jefe(a) del hogar con 39.7 y 38.0 años de edad.
12.
Tres tipos de hogares hemos seleccionado como marcadores de procesos
de modernización-modernidad en la dinámica de la segunda transición de-
mográfica que vive Bogotá. Los hogares unipersonales + los hogares nucleares
sin hijos, los hogares nucleares completos y los hogares nucleares incompletos.
Un incremento de los primeros señala una mayor prevalencia a patrones de
modernidad asociados a la segunda transición demográfica, en cambio los
segundos y terceros tipos de hogares a modelos más clásicos de organización
de las parejas con sus proles. Para el total de Bogotá en el 2014 el 25.8% de los
hogares corresponde ya al primer grupo de hogares. En el 2011 era 21.8% este
tipo de hogares, lo que representa un considerable incremento de 4 puntos
porcentuales. La población mestiza tiene una mayor participación porcentual,
por encima de ese promedio, con 26.5%, siguiéndole la blanca con 25.9%, luego
el grupo de ninguno de los anteriores con 24.2%, ya por debajo del promedio;
después vienen los afrodescendientes (21.7%) e indígenas (21.4%).
En el 2011 la población negra de la capital alcanzaba casi el 28.0% bajo este
tipo de hogares, lo cual hacía pensar que se trataba de un grupo importante
de estudiantes y sectores profesionales que residían solos o parejas jóvenes
educadas. Los datos para el 2014 revelan un descenso en este grupo de hogares
afrodescendientes. Esto no es explicable por los hogares nucleares completos
con hijos (ya que se pasó de 48.26% en el 2011 a 47.1% en el 2014), sino más
bien por el incremento de los hogares nucleares incompletos (se pasa de 13.2%
en el 2011 al 14.9% en el 2014), al igual que el de otros tipos de hogares que
pesan menos. O sea, que entre las dos EMB se operó alguna reestructuración
de hogares afrodescendientes en Bogotá, debido al aumento de participación
de hogares quizás más vulnerables con prole llegados a Bogotá jefeados por
mujer en condiciones de desplazamiento forzoso por el conflicto armado.
48
El motivo del desplazamiento forzoso para llegar a Bogotá lo comenta
Jenny, mujer afrodescendiente, señalando también las difíciles condiciones
de inserción en la ciudad:
13.
Para Bogotá el 40.3% de la población está soltera. La proporción de pobla-
ción indígena soltera llega a 31.0%, 9.2 puntos porcentuales por debajo del
promedio, siendo esta población la que presenta el menor porcentaje de
solteros en el Distrito; le siguen la población afrodescendiente y mestiza
con 39.9 y 39.7% respectivamente. Lo contrario ocurre con las poblaciones
que se autorreconocen como blanca y ninguno de los anteriores; para am-
bas el peso porcentual de solteros se encuentra ligeramente por encima del
promedio para Bogotá (40.4 y 41.6% respectivamente).
La proporción de casados en Bogotá asciende al 24.4%. Este porcentaje
varía para los distintos grupos étnico-raciales; en ese sentido, la población
49
indígena, mestiza, blanca y de ninguno de los anteriores, presentan un patrón
muy similar al promedio de Bogotá (25.9, 24.9, 25.0 y 22.6% respectivamente).
Llama la atención el bajo porcentaje de las parejas casadas de afrodescen-
dientes en Bogotá, este indicador está muy por debajo del promedio de la
ciudad (15.7%). Ahora bien, la participación de parejas en unión libre para
el distrito es de 23.8%, para los mestizos, blancos y de ninguno de los ante-
riores la proporción de parejas en unión libre oscila muy cerca del promedio
de la ciudad (23.9, 22.8 y 24.4% respectivamente); sin embargo, este mismo
indicador para la población indígena y afrodescendiente está por encima del
promedio de Bogotá (38.8 y 36.6% respectivamente), lo cual quiere decir que
la unión libre es el patrón de conyugalidad predominante en Bogotá para
indígenas y afrodescendientes.
Realizando el análisis de la sobremuestra no probabilística, se observa que
el 43.8% de las personas encuestadas se encuentran solteras, es el estado civil
que más peso porcentual tiene para los diversos grupos étnico-raciales y supera
en 3.5 puntos porcentuales al observado en la muestra probabilística. La pro-
porción de solteros de las poblaciones afrodescendiente, mestiza y blanca son
muy cercanas al promedio de Bogotá (44.8, 46.7 y 40.2% respectivamente), al
mismo tiempo, los que se autorreconocieron como ninguno de los anteriores en
la sobremuestra manifestaron el mayor porcentaje de solteros (56.0%), mientras
que los indígenas solteros relativamente tienen una menor participación en el
estado civil de esta población (37.9%).
Por otro lado, se observa que el porcentaje de casados en la muestra no
probabilística es de 16.8%, 7.6 puntos porcentuales por debajo de la muestra
probabilística. Las categorías étnico-raciales que mayor peso porcentual tienen
en este estado civil son los blancos e indígenas (24.4 y 22.2% respectivamente),
le siguen los mestizos, ninguno de los anteriores y los afrodescendientes (16.3,
15.7 y 12.6% respectivamente). Se denota además, que al igual que en la muestra
probabilística, la mayoría de personas indígenas y afrodescendientes se encuen-
tran en unión libre con una participación de 31,4 y 32,6% respectivamente.
14.
El 31.9% de la población de Bogotá (EMB 2014) es migrante de toda la
vida, o sea, nació fuera de la capital. Por grupo étnico-racial aparecen dos
tendencias bien marcadas: las poblaciones en orden de menor a mayor par-
ticipación de migrantes pero que mayoritariamente son nativas; y las que
mayoritariamente son migrantes (nacidas fuera de Bogotá). En el primer
grupo se encuentran la población blanca con la menor participación de
migrantes (28.1%), seguido de ninguno de los anteriores (28.5%) y luego la
población mestiza (35.0%). En el segundo gran grupo están las poblaciones
afrodescendiente (64.5%) y la indígena (72.7%). En la sobremuestra se da un
efecto contrario, la mayor parte de ella es población migrante (nacida fuera de
Bogotá), con el 54.7%, pero se mantiene la tendencia observada en la muestra
probabilística: los afrodescendientes e indígenas son considerablemente más
migrantes que nativos (66.3% y 57.2% respectivamente), lo contrario a las
poblaciones mestiza, ninguno de los anteriores y la blanca (40.9%, 37.5% y
36.6%, respectivamente). Ver Gráfico 2.
50
En los relatos de los grupos focales con hombres y mujeres afrodes-
cendientes aparecen varios perfiles de personas migrantes de toda la vida,
algunos son hombres y mujeres que desde la década del 70 y 80 migraron
a Bogotá, sobre todo por motivos laborales. Tal es el caso de Celia Pedraza,
quien lleva 30 años viviendo en Bogotá y es oriunda de Palmira (Valle) pero
criada en Guapi (Cauca):
pesan los siguientes países de origen, apoyados en los datos del censo 2005:
Venezuela, Ecuador, Estados Unidos, Panamá, Cuba y Perú. Este hallazgo es
relevante porque las dos minorías étnico-raciales (indígenas y afrodescendien-
tes) presentan en cierta manera un mayor cosmopolitismo que la población
mayoritaria bogotana (blanca, mestiza y ninguno de los anteriores). Por otro
lado, llama la atención que la población autorreconocida como mestiza es la
menos cosmopolita entre los cinco grupos analizados (Gráfico 2).
Entre las personas participantes en los grupos focales con población afro-
descendiente encontramos una migrante originaria de Guayaquil (Ecuador),
quien vivió luego en Cali y ahora está en Bogotá para entrar a la universidad
y otra persona afrodescendiente de Cuba (Charlote, mujer transgenerista,
bacterióloga, lideresa social, vive hace 16 años en Bogotá).
9 El cuestionario de la EMB 2014 no arroja información sobre el país de origen. No obstante, al-
gunos de los resultados que se obtienen de origen extranjero para indígenas y afrodescendientes
es posible relacionarlos con la información existente de pueblos de origen de países limítrofes
como es el caso del Ecuador y entre los afrodescendientes nos hemos apoyado en los resultados
del censo 2005 para Bogotá.
10 Esto a la vez es corroborado por la misma EMB 2014: en la muestra probabilística de 37,266 indígenas
se autorreconocieron como Kichwas, 5,323, el 14.3%. Ver más adelante el Gráfico .
51
GRÁFICO 2
LUGAR EN DONDE VIVÍA LA MADRE CUANDO NACIÓ
Ninguno de
los anteriores 1,1 71,5 27,4
0,0 10,0 20,0 30,0 40,0 50,0 60,0 70,0 80,0 90,0 100,0
GRÁFICO 3
MIGRACIÓN RECIENTE. BOGOTÁ (EMB, 2014)
0,0 10,0 20,0 30,0 40,0 50,0 60,0 70,0 80,0 90,0 100,0
52
Ahora bien, en relación con la migración reciente (llegada a Bogotá en los
últimos cinco años antes de la encuesta), el 26.3% de la población bogotana hasta
5 años atrás residía en otro municipio, y por grupo étnico-racial se comportaba
así: la población blanca con la menor movilidad, el 21.94%, seguida de la mestiza
con el 23.61%, luego la ninguno de los anteriores con el 31.42%, y finalmente las
que tienen los mayores porcentajes de migración reciente en los últimos 5 años,
los indígenas (41.0%) y los afrodescendientes (40.4%). Ver Gráfico 3.
En síntesis, afros e indígenas como era de esperar son poblaciones predomi-
nantemente constituidas por personas migrantes, aunque también ya tienen una
población nativa de Bogotá pero en una proporción más reducida que los otros
grupos étnico-raciales; además son más cosmopolitas por tener una participación
de población de origen extranjero por encima del promedio de Bogotá.
La sobremuestra tiene una proporción mayor de migrantes recientes que
los que arroja la muestra probabilística. Para el total es el 31.4% la que residía
hasta 5 años en otro municipio diferente a Bogotá. Por grupo étnico-racial la
población mestiza tiene la menor participación de migrantes recientes (26.1%),
seguida de la afrodescendiente (31.4%), la indígena (31.8%), la ninguno de los
anteriores (32.0%) y la blanca (41.1%). O sea, en este caso no se da el mismo
patrón que tienen los grupos étnicos en la muestra probabilística, ya que la
gente que se autorreconoce como blanca tiene la mayor participación de gente
migrante reciente hacia Bogotá.
En relación con los principales motivos de migración, para todos los cinco
grupos étnico-raciales, el sobresaliente en términos porcentuales es el de motivos
laborales u oportunidad de negocios, fluctuando entre el 42% y el 52%.
Sobre motivos laborales en los grupos focales de indígenas está el testimonio
de Pedro José Velasco indígena Misak:
“Con respecto al pueblo Misak, hay muchos grupos de gente que han
venido por diferentes razones, y para el pueblo Misak, el caso no ha sido
por el golpe de la violencia […] han venido es a trabajar a la ciudad, a
encontrar empleo, por buscar economía de una manera más fácil en corto
tiempo, y hay otro grupo de población que han sido las mujeres […] que
vienen es a trabajos domésticos, y el de los estudiantes”.
53
En los grupos focales de indígenas hay igualmente relatos que muestran que
la principal causa para migrar a Bogotá fue la violencia:
Germán, indígena Pijao, comenta que: “La mayoría [pueblo Pijao] son
desplazados por la violencia que ha vivido el sur del Tolima”.
Por esta razón para estas dos minorías ese es el segundo motivo en impor-
tancia. De igual modo, se presenta una mayor participación porcentual de la
amenaza o riesgo para la integridad debido a la delincuencia común, a pesar
de ser un factor que para el conjunto de Bogotá no es tan relevante (1.0%): los
afrodescendientes 3.83% e indígenas 2.56% frente a los mestizos 0.72%, los blan-
cos 0.64% y ninguno de los anteriores 1.89%. Curiosamente este último grupo
presenta tasas mayores a las de los blancos y mestizos en este tipo de motivos
pero menores a las de los indígenas y afrodescendientes. Ver Gráfico 4.
La amenaza o riesgo para la integridad se ha convertido en un factor muy
importante para migrar a Bogotá en el caso de las comunidades indígenas del
Cauca, no solo por conflicto armado:
54
GRÁFICO 4
MOTIVOS DE MIGRACIÓN. BOGOTÁ (EMB, 2014)
Ninguno de
52,0 11,9 6,4 1,9 20,4 7,4
los anteriores
0,0 10,0 20,0 30,0 40,0 50,0 60,0 70,0 80,0 90,0 100,0
55
Los motivos familiares por os cuales se ha migrado a Bogotá han sido a
la vez más importantes entre la población blanca (21.6%), ninguno de los
anteriores (20.4%) y mestiza (19.8%), a diferencia de los indígenas (14.3%) y
afrodescendientes (11.9%). En relación con mejores oportunidades educativas,
sobresalen los indígenas (16.0%) y los mestizos (15.7%); les siguen los blancos
(14.3%), los afrodescendientes (12.1%) y ninguno de los anteriores (11.9%).
La búsqueda de mejores oportunidades educativas es un motivo de migra-
ción muy importante para los indígenas. En los grupos focales encontramos
varios de estos perfiles:
“La mayoría de los Arhuacos que llegan acá es por estudio, aunque
muchos estudian y trabajan, por la misma razón, porque tienen que
trabajar para poder sobrevivir acá. La mayoría que salen los padres no
son estudiados, entonces tienen que venir a trabajar y eso”.
56
Municipios y departamentos de procedencia
de los migrantes indígenas y afrodescendientes
11 El 9.1% de las personas que se autorreconocieron como indígenas no pudieron identificarse con
un determinado pueblo. En este caso su procedencia es muy heterogénea, pero una buena parte
proviene de ciudades (Cartagena, Barranquilla, la misma ciudad de Bogotá, Girardot, Ibagué),
posiblemente descendientes de familias indígenas que olvidaron el pueblo de sus antepasados pero
que se reconocen como indígenas.
12 También como puede verse en el Gráfico 4 procedente de Nariño se encuentra el pueblo Awa Kuaiker.
57
Bolívar, Magangué, Mahates, Mompós, San Martín de Loba, Simití, Turbaco y
Villanueva; Nariño con los municipios de Tumaco, Barbacoas, La Tola, Maguí,
Olaya Herrera, Santa Bárbara, Taminango y Tangua, entre otros, de los cuales la
mayor parte proceden de la costa Pacífica, concentrando en este caso Tumaco
y Barbacoas el grueso de los migrantes; sigue el Departamento del Magdalena
con los municipios de Santa Ana, Ciénaga, Santa Marta, Aracataca, Cerro San
Antonio, El Banco, El Piñón, Guamal, Plato, entre otros.
Luego, en sexto lugar se encuentra el Departamento del Cauca con una im-
portante cuota de población afrodescendiente, proveniente principalmente de
los municipios de Guapi, López de Micay, Timbiquí (estos tres pertenecientes
a la costa Pacífica), Buenos Aires, Suárez, Caldono, Caloto, Miranda, Puerto
Tejada, Santander de Quilichao (estos siete pertenecientes al norte del Cau-
ca), además de Popayán y municipios de la región del Patía (municipios de El
Bordo y Balboa); luego siguen los Departamentos de Atlántico, municipios de
Barranquilla, Candelaria, Malambo, Ponedera, Repelón y Suán, entre otros; y
Antioquia con los municipios de Turbo, Medellín, Apartadó, Armenia, Care-
pa, Chigorodó, El Bagre, Frontino, Remedios, Sabanalarga, Valparaiso, Vigia
del Fuerte, entre otros. En el caso de Antioquia la mayor cuota de migrantes
afrodescendientes la coloca la región del Urabá antiqueño.
Otros departamentos con pesos interesantes son: algunos ubicados en la
costa Caribe, los Departamentos de Córdoba, Sucre y Cesar. Curiosamente hay
tres departamentos del interior que aportan un peso interesante en las migra-
ciones de afrodescendientes, Santander, Tolima y Cundinamarca. Seguramente
son migrantes de segunda y tercera generación cuyas familias procedían de
regiones históricas de población negra. En Cundinamarca sobresale el muni-
cipio de Soacha; en Santander el municipio de Barrancabermeja que ha sido el
epicentro de una región — el Magdalena Medio— con importante participación
histórica de gente negra a lo largo del siglo XX; y en Tolima los municipios
de Saldaña, Purificación y Espinal. Los demás departamentos que siguen en
orden de importancia son Caldas, Archipiélago de San Andrés, Providencia y
Santa Catalina, La Guajira, Risaralda Pereira-Dos Quebradas), Boyacá, Huila,
Bogotá, Putumayo, Norte de Santander (Cúcuta), Meta y Caquetá.
Como puede verse se trata de una población afrodescendiente de diversas
regiones del país, una parte de ellas de tradición histórica de asentamientos
negros desde el período colonial, mientras que otras son regiones a las que
llegaron migrantes de las anteriores regiones y ahora sus descendientes han
migrado hacia Bogotá.
En los relatos de los grupos focales afrodescendientes se registra la per-
cepción de discriminación de los migrantes según zonas de origen, de esta
forma, las personas que provienen de ciudades como Cali y el departamento
del Valle tendrían un mejor estatus en Bogotá que las personas que migran
del departamento de Chocó. Veamos el relato de Jamilson, un comunicador
social y líder afrocolombiano en Bogotá que se ha desempeñado en altos cargos
como asesor publicitario:
58
“Bueno yo ahorita manifesté que la discriminación y relación se ha
dado a nivel general y a nivel contextual. En este caso siempre para
una entrevista de trabajo donde le van a dar trabajo y lo primero que
le preguntan es, tu eres del Chocó, tu eres de Cali, entonces me doy
cuenta que los del Chocó los tiene en una parte como el departamento
de menos opción o de menos favorabilidad para acceder a los trabajos
en el interior del país. O sea, que el estudio del conocimiento es inferior
a los del interior, entonces yo denomino es que hay una discriminación
racial contextualizada en la regiones”
59
GRÁFICO 5
PUEBLOS INDÍGENAS CAPTADOS POR LA MUESTRA DE LA EMB 2014, SEGÚN DISTRIBUCIÓN PORCENTUAL
SOBRE EL TOTAL DE LA POBLACIÓN INDÍGENA
Pijaos 16,44
Kichwa 14,29
Muisca 11,47
Wayuu 5,92
Nasa 5,12
Arhuaco 4,47
Uitoto 4,26
Tikuna 3,61
Embera 2,77
Sukuani 2,75
Achagua 2,62
Zenú 2,37
Pasto 2,03
Inga 1,30
Yanacona 1,22
Puinave 0,99
Amorua 0,94
Nukak 0,94
Guambiano 0,82
Carapana 0,82
Bari 0,79
Cañamomo 0,66
Arzario 0,49
Kamentsa 0,45
Kankuamo 0,42
Nonuya 0,41
Tzase 0,30
Bora 0,27
Ocina 0,25
Cocoma 0,18
Tule 0,13
Guane 0,12
Wanano 0,11
Uwa 0,10
Quimbaya 0,10
Andoke 0,08
0,00 2,00 4,00 6,00 8,00 10,00 12,00 14,00 16,00 18,00
60
GRÁFICO 6
PROPORCIÓN DE LA POBLACIÓN VICTIMAS DE DESPLAZAMIENTO FORZADO EN BOGOTÁ (EMB, 2014)
5,0
4,6
4,5
4,0
3,5
3,0
3,0
2,5
2,0
1,5
1,0 0,9
0,7 0,6
0,5
0,5
0,0
Total Indígena Afrodescendiente Ninguno de los Meszo Blanco
anteriores
61
3 INDICADORES
SOCIOECONÓMICOS
Se presentan aquí los indicadores relacionados con la dimensión
educativa y de salud13.
Indicadores educativos
(seguir el cuadro 5)
1.
Las tasas de analfabetismo (población de 15 años y más de edad que no
sabe leer ni escribir) para hombres y mujeres y total (incluyendo intersexuales)
en la EMB 2014, son respectivamente 1.16%, 1.68% y 1.43%. Se observa de
entrada que la población femenina en términos acumulativos para los grupos
de mayor edad tiene un patrón histórico de menor acceso a la lectura y es-
critura, lo que explica como veremos de inmediato que para todos los grupos
étnico-raciales ese acumulado histórico de discriminación refleje una mayor
tasa de analfabetismo para las mujeres.
Los afrodescendientes se destacan entre todos los grupos étnico-raciales
por tener las tasas más altas de analfabetismo, hombres, mujeres y todos los
sexos: 1.59%, 3.5% y 2.43%. El segundo grupo con tasas de analfabetismo
altas es el correspondiente a la categoría “ninguno de los anteriores”, 1.26%,
2.27% y 1.8% respectivamente. La categoría “ninguno de los anteriores”, como
señalamos antes, es una población que se concentra en áreas residenciales de
clases bajas y bajas medias (estratos 1 y 2) en la ciudad de Bogotá. En el orden
siguiente se ubica la población blanca, 1.18%, 1.69% y 1.45% respectivamente,
seguida de la indígena, 0.25%, 2.4% y 1.36% respectivamente. Aquí vale la pena
señalar que los hombres indígenas residentes en Bogotá conforman un grupo
selecto con la menor tasa de analfabetismo. Por supuesto, esto contrasta con
las mujeres indígenas ya que presentan una tasa de analfabetismo9.4 veces más
alta que la masculina, lo que revela las condiciones de fuerte asimetría entre
hombres y mujeres indígenas, sobre todo en las generaciones de mayor edad.
13 En el componente educativo incluimos la asistencia de menores de 6 años a jardín u hogar comunitario.
Si bien entre la población afro se llega a un diferencial de 2.2 veces más alto
el analfabetismo femenino frente al masculino, ninguno de los otros grupos
étnico-raciales presenta una asimetría tan fuerte como la existente entre hom-
bres y mujeres indígenas. La población mestiza presenta la segunda menor tasa
de analfabetismo masculina y la menor femenina y total: 1.1%, 1.35% y 1.23%.
La alta tasa de analfabetismo para los afrodescendientes, sobre todo entre
las mujeres, tiene que ver a modo de hipótesis con los recientes flujos migrato-
rios de población negra llegados a Bogotá, desplazada por el conflicto armado
desde áreas rurales de concentración histórica de la población afrodescendiente
(costa Pacífica, costa Caribe, norte del Cauca). Esto permite entender por
qué para el siguiente indicador, el nivel educativo promedio, que se analiza a
continuación, ha disminuido en los años promedio de escolaridad, de la gente
negra en Bogotá con respecto a la EMB 2011.
Por otro lado, la alta tasa de analfabetismo femenino entre la población
indígena de 15 años y más de edad, 2.4%, está reflejando la presencia de miem-
bros de pueblos indígenas procedentes de áreas rurales en los últimos 5 años
en Bogotá con un menor manejo del español escrito, sobre todo población de
mujeres en edades mayores. Puede ser el caso de migrantes de la etnia Embe-
ra. Esto, al igual que los afrodescendientes, ha podido incidir en el descenso
de los años promedio de escolaridad alcanzados entre la población indígena
también con respecto a la EMB 2011.
En los grupos focales encontramos un relato que permite explicar uno de
los principales factores sobre la alta tasa de analfabetismo entre los indígenas
a su llegada a la ciudad:
—María Delis Juanías Tique, Pijao, cabildo Nika-Pijao, Sur del Tolima
Natagaima. Hace 30 años en Bogotá.
64
CUADRO 5
INDICADORES EDUCATIVOS
65
Propoción de mujeres que califica su percepción de salud como “buena” 82,8 80,5 81,3 82,4 83,1 83,4 82,8 78,2 82,7
2.
El indicador años de educación promedio de las personas de 15 años y de
más edad permite acercarse al capital escolar acumulado de la población bogo-
tana y por cada grupo étnico-racial. Para todo Bogotá en el 2011 fue 10.6 años
de estudio (ambos sexos), para el 2014 fue 10.9 años (los tres sexos), o sea un
incremento de 0.3 años. Por grupo étnico-racial se tiene este comportamiento: los
grupos (todos los sexos) con mayor número promedio de años de estudio son la
población mestiza (11.1 años) y la blanca (11.0 años), seguidos de ninguno de los
anteriores (10.3 años). Los de menor número de años son los afrodescendientes
(10.1 años) e indígenas (8.3 años).
El tema de la deserción escolar de los niños y niñas afrodescendientes fue
recurrente en los relatos de las personas participantes en los grupos focales, esto
podría estar asociado al bajo promedio de años de estudio que arroja la muestra
probabilística. Los motivos de deserción son en muchos casos económicos. Vir-
gelina Chará, una líder afrodescendiente que vive en Bogotá hace 30 años relata:
66
La sobremuestra revela, como era de esperar, que los años promedio de
estudio son menores a los de la muestra probabilística para todos los grupos
étnico-raciales debido a la sobre-concentración de ella en los estratos 1 y 2: 9.2
años en promedio versus 10.9 años, 1.7 años menos; para los indígenas 7.6 años
versus 8.3 años, 0.7 años menos; para los afrodescendientes 9.7 versus 10.1 años,
0.4 años menos; para los mestizos 9.9 años versus 11.1 años, 1.2 años; para los
blancos 9.7 años versus 11.0 años, 1.3 años; y los ninguno de los anteriores 8.8
años versus 10.3 años, 1.5 años menos.
Es claro que el indicador de años promedio de educación del jefe(a) del hogar
está en estrecha relación con el anterior, ya que el jefe(a) es una de las personas
de 15 años o más de edad. En esa dirección, las tendencias son similares por
grupo étnico-racial a las observadas anteriormente: los jefes(as) más educados
son los blancos y mestizos, seguidos de ninguno de los anteriores, y los de menor
educación los afrodescendientes e indígenas.
Curiosamente en la sobremuestra se observa la tendencia contraria a la mues-
tra probabilística, para el total y los distintos grupos étnico-raciales: los jefes(as)
de hogar tienen promedios de años de estudio más altos a los de la población
de 15 años y más de edad. Muy posiblemente esto se explica porque al tratarse
de hogares más jóvenes, según se analizó antes, ubicados en estratos 1 y 2, con
una parte de la población de 15 años y más que ha suspendido sus estudios
para dedicarse a trabajar o a buscar trabajo, hace que la persona más educada
de todas las personas de 15 años y más sea el jefe(a) del hogar.
Un balance del nivel educativo máximo alcanzado por grupos étnico-raciales
en Bogotá se presenta en el Gráfico 7. La distribución de la participación porcen-
tual por nivel educativo en los cinco grupos poblacionales es consistente con el
análisis de los años promedio de estudio antes descrito. Los indígenas presentan
los porcentajes más altos de población de 5 años y más de edad sin ningún nivel
de estudio y bajo la categoría agrupada preescolar + primaria (6.0% y 32.5%),
al mismo tiempo que tienen la menor participación porcentual en estudios
técnicos-tecnológicos (11.7%), universitarios (6.0%) y de postgrado (1.4%).
Los afrodescendentes muestran una situación intermedia entre los indígenas y
la categoría ninguno de los anteriores con el 3.7% sin ningún nivel educativo,
el 19.8% con primaria, y por el otro lado, el 12.4% con estudios técnico-tecno-
lógicos, 9.5% universitarios y 2.9% al nivel de postgrado.
Mestizos y blancos participan con los mayores porcentajes de estudios técni-
co-tecnológicos (13.2% y 13.5% respectivamente), universitarios (17.8% ambos
grupos) y de posgrado (6.7% y 5.9% respectivamente) y tienen una participación
porcentual menor sin ningún nivel educativo (1.9% y 2.5% respectivamente), y
en preescolar + primaria (18.8% y 17.8% respectivamente). La categoría ninguno
de los anteriores ofrece una situación a la vez intermedia entre las dos minorías y
las dos mayorías étnico-raciales: 12.2% en estudios técnico-tecnológicos, 13.7%
universitarios y 3.6% en postgrado, mientras participa con el 2.7% sin ningún
nivel y 21.8% con preescolar + primaria.
En síntesis, las dos minorías (afrodescendientes e indígenas) revelan
menores participaciones porcentuales en los niveles educativos superiores
y mayores en el nivel de preescolar + primaria, además de tener porcentual-
mente una mayor población sin ningún nivel educativo.
67
68
GRÁFICO 7
MÁXIMO NIVEL EDUCATIVO ALCANZADO SEGÚN GRUPO ÉTNICO-RACIAL. EMB 2014
0,0% 10,0% 20,0% 30,0% 40,0% 50,0% 60,0% 70,0% 80,0% 90,0% 100,0%
Ninguno Preescolar + Primaria Secundaria Técnico y Tecnológico Universidad Especialización + Maestría + Doctorado
3.
La tasa bruta de asistencia escolar para todos los grupos etarios desde los 5
años y más de edad (todos los sexos) en la EMB 2014 es 30.5%, con las mayo-
res tasas para la población blanca (31.2%), ninguno de los anteriores (30.9%) y
mestiza (29.9%). Las menores son para la afrodescendiente (27.2%) y la indígena
(21.5%). Ahora bien, al analizar las tasas específicas de asistencia escolar por
grupos etarios, para los siguientes rangos de edad, 5 a 11, 12 a 15, 16 a 17, 18 a
25, y 26 y más años, se tiene que las poblaciones blanca, mestiza y ninguno de
los anteriores, en ese orden, registran los porcentajes de asistencia escolar más
altos. Les siguen las poblaciones afrodescendientes e indígenas, si bien estas
últimas en el rango etario 16-17 años arrojan una tasa de asistencia más alta
que las registradas para los demás grupos. O sea, que el patrón de asistencia
por grupo étnico-racial sigue la tendencia similar a la de los años promedio de
estudio antes analizados.
Como era de esperar las tasas de asistencia escolar para la sobremuestra por
rangos etarios indican en general menores porcentajes que los arrojados por la
muestra probabilística, quizás con diferencia en el último rango etario (26 años y
más), porque aquí los valores son mayores con excepción del afrodescendiente.
Este hallazgo de menores tasas de asistencia escolar se corrobora con algu-
nos testimonios encontrados en los grupos focales, en los que fue recurrente el
hecho de que los niños y jóvenes abandonan la escuela para trabajar, como se
desprende del siguiente testimonio.
En el caso de los indígenas en los grupos focales hay también relatos que co-
rroboran la baja asistencia escolar en los distintos grupos de edad por distintos
factores contextuales y de exclusión:
—María Delis Juanías Tique, Pijao, cabildo Nika-Pijao, Sur del Tolima
Natagaima. Hace 30 años reside en Bogotá).
69
Otro relato sobre la baja asistencia escolar de niños y jóvenes indígenas, que
no se reconocen en el modelo educativo formal:
—Fabián Andrés Gugia, Nasa, Corinto, Cauca. Hace 2 años reside en Bogotá.
En relación con las diferencias de capital cultural que enfrentan los indígenas
en Bogotá el testimonio de un joven Misak es percibido incluso en la Universidad:
4.
Los tres motivos más importantes por los que no se continuó los estudios
son, en orden de mayor a menor porcentaje: “falta de dinero”, “necesita trabajar o
busca trabajo” y “considera que ya terminó”. Para el total de Bogotá se distribuye
así: 30.1%, 23.5% y 14.5% respectivamente. El 60.8% de los afrodescendientes
y el 60.7% de los indígenas responden “falta de dinero” y “necesita trabajar o
busca trabajo”. Esto se reduce con los ninguno de los anteriores a 57.5%, mes-
tizos a 52.6% y los blancos a 52.1%. Es decir, las dos minorías étnico-raciales
más importantes de Bogotá aluden en una mayor proporción a limitaciones de
falta de dinero y búsqueda de empleo que los convierte en desertores escolares.
—Cristian Donoban.
70
Para los indígenas igualmente la falta de dinero y la necesidad de trabajar
son las causas principales de deserción según los relatos en los grupos focales:
—Oliva Prada Natín, Nasa, municipio de Corinto, Consejera Mayor del ca-
bildo. Hace 36 años reside en Bogotá.
5.
El 53.1% de los estudiantes que capturó la EMB 2014 se encontraba en
establecimientos oficiales o públicos. Este patrón es bien mayor porcentual-
mente entre los afrodescendientes e indígenas, seguidos de ninguno de los
anteriores, con el 70.6%, 68.9% y 59.5% respectivamente. Por el contrario,
este porcentaje es menor en las poblaciones mestiza (52.0%) y blanca (50.4%).
Era de esperar que para la sobremuestra los porcentajes de los estudiantes
que asisten a establecimientos públicos u oficiales sean más altos. Para el total
de esta sobremuestra es el 67.4%. En los casos de los indígenas y afrodescen-
dientes los porcentajes en la sobremuestra son muy elevados: 73.9% y 71.3%,
pero también es muy alto entre los ninguno de los anteriores con el 72.3%.
En cambio, la población blanca y mestiza registra menores participaciones
porcentuales para este indicador: 60.3% y 52.8%. En resumen, las minorías
étnico-raciales, afrodescendientes e indígenas y la categoría ninguno de los
anteriores demandan considerablemente mucho más la educación oficial o
pública en comparación con la población blanca y mestiza de la ciudad. Esto
es válido también para las universidades públicas como las Universidades
Distrital y Nacional.
71
6.
La proporción de niños y niñas menores de 5 años que asistían a un jar-
dín infantil u hogar comunitario en la EMB 2011 total Bogotá era del 47.6%
(45.16% niños y 50.21% niñas), mientras en la EMB 2014 es del 43.8% (42.7%
niños y 45.0% niñas). Esto significa una reducción en la cobertura oficial de
3.8 puntos porcentuales para ambos sexos, 2.5 puntos menos en hombres y 5.2
puntos en mujeres, lo cual posiblemente se explica por un relativo descenso
de la demanda de los hogares hacia este tipo de servicio14.
Comparando entre las dos EMB, 2011 y 2014, por grupo étnico-racial, se
observa que los indígenas disminuyeron cobertura (de 53.98% a 34.8%), al
igual que los blancos, mestizos y ninguno de los anteriores si se los compara
con “ninguno de los anteriores” de la EMB 2011 (de 47.67% para la EMB 2011
—bajo la categoría “ninguno de los anteriores”— a 46.07% blancos, 41.51%
mestizos y 38.07% ninguno de los anteriores en la EMB 2014). Solamente la
población afrodescendiente logró un aumento importante de cobertura al
pasar de 42.6% a 53.7%.
En el 2014 por grupo étnico-racial curiosamente es la población afrodes-
cendiente la que tiene el mayor porcentaje de niños (47.7%), pero sobre todo
de niñas (59.8%) en un jardín u hogar comunitario (todos los sexos el 53.7%).
Esto es consistente con la mayor demanda que este grupo minoritario hace
de la oferta de servicios institucionales públicos en el sistema educativo.
Además, como se verá más adelante, esta mayor demanda en atención a los
niños y niñas afros menores de 5 años explica las tasas de participación la-
boral femenina más altas de las mujeres negras. Gracias a la política pública
de atención a los menores de 5 años las mujeres de las clases populares, en
particular las mujeres negras, pueden ahora estudiar y trabajar.
Lo anterior puede corroborarse también a través del porcentaje de personas
asistiendo al nivel de preescolar pero con 5 años y más de edad. Ver Gráfico 8.
Se observa que los afrodescendientes tienen la mayor participación porcentual
(10.3%) de toda la población que asiste a una institución educativa en ese nivel.
Definitivamente los afrodescendientes han logrado beneficiarse de las políti-
cas educativas y de primera infancia que han desarrollado la administración
Distrital, en términos relativos por encima de los otros grupos étnico-raciales.
Por supuesto, esto se explica por el factor demográfico ante el incremento en el
número de niños menores de 10 años que han enfrentado los hogares afrodes-
cendientes, debido al efecto de migración reciente por el fenómeno del conflicto
armado, pero también porque esta ampliación de la oferta institucional para el
nivel de preescolar les permite a las mujeres afrodescendientes salir al mercado
de trabajo. Situación diferente en el caso de los indígenas, porque tienen la más
reducida población infantil, lo cual explica la menor participación porcentual
en ese nivel (5.8%), y además porque posiblemente debido al mayor desempleo
14 Para la EMB 2011 la población bogotana menor de 5 años era 580,937 niños-as y para la EMB 2014,
571,571 niños-as, o sea, entre las dos encuestas se disminuyó la población menor de 5 años en 9,366
personas. Esta disminución refleja la velocidad de la segunda etapa de la transición demográfica en
Bogotá, lo cual seguramente tiene una incidencia a escala de muchos hogares bogotanos con proles
más reducidas en una menor demanda del servicio, a pesar del esfuerzo de la entidad distrital por
ampliar este tipo de programas.
72
femenino —como se verá adelante en el capítulo de mercado laboral— una
parte de las mujeres indígenas sigue anclada en oficios del hogar, entre los
cuales se encuentra el cuidado de la prole. Los demás grupos se ubican cerca
al promedio de Bogotá (7.3%), ver Gráfico 8.
El segundo grupo étnico-racial, después del afrodescendiente, en porcen-
taje alto de menores en jardín infantil u hogar comunitario es el blanco (45.5%
ambos sexos, 46.1% niños y 44.9% mujeres), le sigue el mestizo (43.9%, 41.5%
y 46.2% respectivamente), luego ninguno de los anteriores (40.0%, 38.1% y
41.9% respectivamente). Los indígenas presentan el menor porcentaje en la
demanda de este servicio con una fuerte asimetría por género (34.8% ambos
sexos, 43.7% niños y 8.2% niñas). Ver igualmente al respecto el Gráfico 8.
La sobremuestra total arroja un porcentaje mayor de niños-as menores de
5 años que asisten a jardín u hogar comunitario (45.7% ambos sexos, 43.4%
niños y 48.5% niñas). Sin embargo, por grupos étnico-raciales no hay una ten-
dencia clara: mestizos y afros tienen los mayores porcentajes (51.4% y 50.4%
respectivamente), le siguen los indígenas (40.4%) y finalmente los de menores
porcentajes se encuentran los blancos (33.3%) y ninguno de los anteriores
(34.8%). También en la sobremuestra los indígenas no presentan la asimetría
de género tan pronunciada como en la muestra probabilística y tampoco las
niñas indígenas tienen la menor cobertura del servicio ya que las blancas tienen
incluso menor porcentaje de cobertura.
El Gráfico 9 introduce otro aspecto fundamental en cuanto a los benefi-
ciarios de subsidios para educación en Bogotá, según grupo étnico-racial. De
los seis tipos de subsidios que captura la EMB 2014, la población afrodescen-
diente tiene una mayor participación porcentual en los siguientes subsidios:
a) matrícula subsidiada para escuelas o colegios en convenio con el 25.2%,
muy por encima de los demás grupos étnico-raciales (el total para Bogotá es
16.8%); b) subsidio educativo en dinero de la Secretaría de Educación Distrital
con el 9.9% (el total para Bogotá es 4.9%); c) subsidio de transporte en dinero
para transporte de la Secretaría de Educación Distrital con el 4.7% (el total
para Bogotá es 2.8%); y d) subsidio de transporte de la Alcaldía con el 2.6%
(el total para Bogotá es 1.1%).
Leonardo, un hombre afrodescendiente lo comenta:
Los indígenas son el grupo étnico-racial que se beneficia con mayor cober-
tura en términos porcentuales del subsidio educativo de Familias en Acción con
el 22.1% (para el total de Bogotá es 5.0%) e igualmente del subsidio educativo
de la Alcaldía con el 2.8% (para el total de Bogotá es 1.0%). Ver Gráfico 9.
73
GRÁFICO 8
ASISTENCIA A PRE-ESCOLAR SEGÚN PERTENENCIA ÉTNICO-RACIAL. EMB 2014 (5 AÑOS Y MÁS DE EDAD)
12,0
10,3
10,0
5,8
6,0
4,0
2,0
0,0
Total Bogotá Indígena Afrodescendiente Meszo Blanco Ninguno de los
anteriores
74
Beneficiario de subsidio Beneficiario de subsidio de
Beneficiario de matrícula educavo en dinero de la transporte en dinero de la Beneficiario de subsidio
subsidiada para escuelas o Secretaría de Educación Secretaría de Educación educavo en dinero de Familias Beneficiario de subsidio Beneficiario de subsidio de
colegios en convenio Distrital Distrital en Acción educavo de la Alcaldía transporte de la Alcaldía
GRÁFICO 9
0,0
0,6
0,7
0,8
1,0
1,0
1,0
1,1
1,2
1,2
1,6
2,4
2,6
2,7
Blanco
2,8
2,8
3,3
3,5
3,9
4,0
5,0
4,7
4,7
4,9
5,0
5,2
Meszo
6,0
6,9
8,6
10,0
9,9
11,8
16,8
17,1
18,1
Afrodescendiente
20,0
Indígena
22,1
25,0
Total
25,2
30,0
BENEFICIARIOS DE SUBSIDIOS PARA EDUCACIÓN EN BOGOTÁ, SEGÚN GRUPO ÉTNICO-RACIAL (EMB, 2014)
75
Según la cobertura por grupo étnico-racial, los anteriores subsidios han
logrado incidir positivamente en términos diferenciales hacia las dos mino-
rías étnico-raciales con mayor peso demográfico en la ciudad, tanto afrodes-
cendientes como indígenas. Esta política muy posiblemente ha incidido en
una mayor integración social de la gente negra e indígena a la vida urbana,
mejorando sus condiciones de vida. Quizás la mayor incidencia se refleje en el
mercado de trabajo, particularmente en el caso de los afrodescendientes que
como se verá más adelante tienen las mayores tasas de participación laboral
en Bogotá.
Indicadores de Salud
(seguir el cuadro 6)
7.
La muestra probabilística permite observar que el 76.8% de la población de
Bogotá está afiliada al régimen contributivo, especial o de excepción, el 22.8%
pertenece al régimen subsidiario y el 5.8% de la población no se encuentra
afiliada en alguno de los regímenes de salud; estos porcentajes presentan di-
ferencias para los distintos grupos étnico-raciales que habitan en el Distrito.
Las participaciones de las personas que se autorreconocieron como mestizos
y blancos adscritos al régimen de salud contributivo, especial o de excepción
están ligeramente por encima del promedio de Bogotá (78.3% y 77.8% respec-
tivamente), mientras la categoría ninguno de los anteriores está por debajo de
ese promedio pero moderadamente (72.7%). Sin embargo, la proporción de
población afiliada indígena y afrodescendiente en estos regímenes es conside-
rablemente menor al promedio de la ciudad (55.2% y 69.5% respectivamente).
La diferencia en la afiliación al régimen contributivo, especial o de excepción
entre los grupos étnicos mayoritarios y las minorías indígenas y afrodescendien-
tes, está explicada por la mayor afiliación al régimen subsidiario por parte de
estas dos minorías étnico-raciales. A este respecto, las poblaciones indígena y
afrodescendiente ostentan una mayor afiliación al régimen subsidiario (47.8%
y 30.0% respectivamente), incluso están por encima del promedio para el
Distrito y de las poblaciones mestizas, blancas y de ninguno de los anteriores
(21.3%, 21.8% y 26.9% respectivamente).
El hecho que muchas familias afrodescendientes e indígenas hayan llegado
a Bogotá por desplazamiento forzado también incide en la mayor afiliación al
régimen subsidiario, por ejemplo, todos los desplazados que participaron de los
grupos focales cuentan con afiliación a CAPRECOM o han sido beneficiarios
de las campañas distritales de afiliación y de acceso al SISBEN:
76
Asimismo, las poblaciones mestiza, blanca y de ninguno de los anteriores
presentan las menores tasas o porcentajes de personas que no están afiliadas
a ninguno de los regímenes de salud (5.7%, 6.0% y 5.6% respectivamente), lo
contrario ocurre con los afrodescendientes e indígenas, es decir, estas pobla-
ciones revelan una elevada proporción de población sin afiliación al regímenes
de salud (8.9% para ambos grupos étnicos).
Este hecho está relacionado también porque algunas personas partici-
pantes en los grupos focales se encuentran desempleadas, como en el caso
del afrodescendiente Tobías Caicedo Riascos, de 46 años y oriundo de Bue-
naventura, quién también atraviesa una crisis familiar:
“Si, no tengo nada, ni a Sisben, nada, en este momento, vivo con una
hermana y pagamos arriendo [...] sí tengo hijos pero soy separado, viven
aquí en Bogotá”.
77
8.
Del total de personas afiliadas al sistema de salud en Bogotá (93.89% de la
población), el 70.0% calificó la calidad del servicio como “buena”; asimismo,
el 70.4% de los hombres y 69.5% de las mujeres consideraron la calidad del
servicio de salud como “buena”. Es un hecho que las percepciones sobre la
calidad del servicio varían de acuerdo al régimen al que se esté afiliado, estrato
socioeconómico, sexo y grupo étnico racial; de este modo, los hombres, las
mujeres y en general la población afrodescendiente (90.51% de esta pobla-
ción está afiliada o es beneficiaria de algún régimen de salud), que clasifican
el servicio de salud de “buena” calidad, presentan porcentajes aproximados
a la tendencia evidenciada para Bogotá (73.5%, 67.9% y 70.9%, hombres,
mujeres y total respectivamente). De modo similar, los grupos étnico-ra-
ciales mayoritarios en el Distrito, es decir, mestizos, blancos y ninguno de
los anteriores, tienen calificaciones del servicio de salud como “buena” muy
similares a los porcentajes de Bogotá y los afrodescendientes (69.5%, 70.5%
y 69.9% respectivamente).
Por sexo, las percepciones sobre la calidad del servicio de los hombres
mestizos y de ninguno de los anteriores (70.3% y 70.7% respectivamente) son
superiores a las de las mujeres (68.9% y 69.2% respectivamente), mientras
que para los blancos la tendencia se invierte levemente, siendo las mujeres
blancas las que presentan apreciaciones sobre el servicio de salud más altas
que los hombres (70.6% y 70.5% respectivamente).
Sin embargo, para los indígenas se registra una disminución porcentual
en las calificaciones del servicio de salud con respecto a Bogotá y los demás
grupos étnico-raciales. La proporción de población que otorgó una buena
calificación al servicio es de 60.5%, 9.5 puntos porcentuales por debajo del
promedio del Distrito. Los hombres indígenas presentan el porcentaje más
bajo al compararse con los demás grupos étnicos (57.9%), incluso, la apre-
ciación de éstos sobre la calidad del servicio es menor que para las mujeres
indígenas (63.1%). Una explicación a las diferencias en la autopercepción
y consecuente calificación del servicio de salud, puede ser atribuida en dos
direcciones: a) la conservación de prácticas ancestrales de los indígenas en
Bogotá y la importancia para que el sistema de salud distrital establezca un
diálogo de saberes de suerte que los indígenas se sientan mejor atendidos;
b) posibles comportamientos discriminatorios que enfrentan los indígenas
en el proceso de atención de parte del personal de salud.
Para la sobremuestra étnica, es evidente el claro descenso en las pro-
porciones de población que clasifican la calidad del servicio como “buena”.
Al respecto, el total de la sobremuestra que tiene una percepción de “buena”
calidad del servicio es 66.9%, 3.1 puntos porcentuales menos que la muestra
probabilística, por sexo, el 66.8% de los hombres y el 67.0% de las mujeres califi-
caron el servicio de salud como “bueno”. Estas percepciones por sexo y para los
distintos grupos étnicos presentan los siguientes resultados: las apreciaciones
con respecto a la calidad del servicio de los hombres indígenas, mestizos y de
ninguno de los anteriores (62.0%, 68.3% y 72.0% respectivamente) son mayo-
res que para las mujeres de los mismo grupos étnico-raciales (61.8%, 65.3%
78
y 63.2% respectivamente). Por otra parte, en la sobremuestra se evidencia
que la proporción de mujeres afrodescendientes y blancas tienen mayores
porcentajes respecto a la calificación del servicio de salud como “buena”
(72.1% y 64.7% respectivamente), levemente superiores a las que presentan
los hombres afrodescendientes y blancos (69.3% y 59.3% respectivamente).
La percepción de los indígenas participantes de los grupos focales sobre el
acceso al servicio de salud en Bogotá tiene que ver con prácticas del personal
del sector que los hace sentirse discriminados.
Abner Alfredo Anacona: “Las políticas dicen que todos los indígenas
tenemos derecho a ser atendidos en todos los hospitales del Distrito pero
en la práctica no, […] la mayoría de los hospitales […] cuando llega el
indígena no lo reciben. Sí, claro, le ponen cualquier cantidad de obstá-
culos, que tiene que traer la constancia, si le preguntan del Sisben, que
tiene que estar sisbenizado… entonces decimos ‘somos una comunidad,
no tenemos por qué sisbenizarnos”
—María Delis Juanías Tique, Pijao, cabildo Nika-Pijao, Sur del Tolima
Natagaima, hace 30 años reside en Bogotá.
9.
Dentro de los indicadores de salud se analizaron los problemas o afecciones
de salud que padecen las personas en Bogotá, de los cuales se escogieron los
que presentan los mayores porcentajes, en consecuencia, se prestó atención a
los problemas cardíacos e hipertensión, digestivos (úlcera gástrica) y las en-
fermedades que afectan los huesos. Por ende, para la muestra probabilística,
el 5.9% del total de la población padece enfermedades que afectan los huesos,
el 6.3% presenta problemas digestivos y, 8.7% tiene complicaciones cardíacas
e hipertensivas. Al analizar por grupo étnico-racial, los indígenas presentan
los mayores porcentajes respecto al promedio en las tres complicaciones de
salud destacadas anteriormente (8.1%, 11.6% y 9.1% respectivamente).
79
80
CUADRO 6
INDICADORES DE SALUD
Ninguno Ninguno
Indicadores Total Total
Indígenas Afro Mestizos Blancos de los Indígenas Afro Mestizos Blancos de los
socio-demográficos Bogotá Sobremuestra
anteriores anteriores
Proporción afiliada a régimen contributivo y especial o
76,8 52,2 69,5 78,3 77,8 72,7 64,6 50,6 66,5 72,1 74,2 61,0
de especial excepción (%)
Proporción afiliada a régimen subsidiado (%) 22,8 47,8 30 21,3 21,8 26,9 34,8 48,6 32,8 27,1 25,8 39,0
Proporción sin afiliación a un régimen de salud (%) 5,8 8,9 8,9 5,7 6,0 5,6 8,6 9,0 9,4 7,8 7,6 5,1
10.
La utilización de las EPS o EPSS en caso de percepción de enfermedad en
la muestra probabilística llega al 55.8% del total de Bogotá, en segundo lugar
la población utiliza los remedios caseros (10.7%), en tercer lugar la población
acude a una farmacia o droguería (7.8%) y en cuarta importancia busca un
médico particular (6.9%). Para los distintos grupos étnico-raciales la utilización
de las EPS y EPSS tiene similares porcentajes mayoritarios de utilización, ya
sea ligeramente por encima del promedio de Bogotá para blancos, indígenas
y ninguno de los anteriores, o ligeramente por debajo de ese promedio para
mestizos y afrodescendientes. Las variaciones más bien aparecen en las otras
alternativas: por ejemplo, en la población afrodescendiente llama la atención
81
el elevado porcentaje de uso de la farmacia o droguería (17.9%), en cambio tiene
el menor porcentaje de uso de remedios caseros (4.7%). La población blanca
en segundo lugar tiene un porcentaje interesante de demanda del servicio de
farmacia y droguería, pero de todos modos en menor proporción que los afros
(8.4%). Por el contrario, la población mestiza e indígena tienen los mayores
porcentajes de uso de remedios caseros (14.0% y 12.6% respectivamente) y una
menor demanda de farmacias y droguerías en comparación con los otros grupos.
Con respecto al recurso de consulta en las farmacias por parte de la pobla-
ción afrodescendiente, como alternativa a la consulta médica, en los grupos
focales llama la atención la conversación entre Silvania Cosio (cartagenera,
desplazada, desempleada) y Gina Montaño (cocinera independiente), a pro-
pósito de su experiencia en el sistema de salud en Bogotá:
“Gina: por eso es que yo no voy [al servicio médico], yo misma me hago
mis remedios: acetaminofén y loratadina. Silvania: le piden a uno 2mil
o 3 mil pa darle a uno el acetaminofén que el sobre vale 2mil. Lo mismo
se lo están es cobrando [para referir por qué prefiere ir a la farmacia]”.
—Fidel Villegas, sociólogo, oriundo de Páez, indígena Nasa, hace 45 años vive
en Bogotá, monitor ICFES.
82
4 INDICADORES
DE MERCADO LABORAL
En esta sección se exponen todos los indicadores relativos al mercado laboral
según grupo étnico-racial para la muestra probabilística. Antes de entrar al
análisis es preciso señalar que las estadísticas institucionales sobre mercado
de trabajo son generadas a través de la Gran Encuesta Integrada de Hogares
(GEIH). La metodología de las dos encuestas, la GEIH y la EMB, es diferente:
la primera apunta a medir las variaciones estacionarias del mercado de trabajo
mientras que la segunda es una encuesta dirigida a observar la calidad de vida
con otros componentes adicionales, de ahí su nombre encuesta multipropó-
sito, aunque varios de los módulos de ambas encuestas son comunes. El tipo
de muestreo y sobre todo la especialización en el tema del empleo que lleva
a varias visitas del hogar en el caso de la GEIH, explica que los resultados del
mercado de trabajo que se presentan a continuación difieran, si bien como
veremos para la EMB se mueven con tendencias similares a la GEIH. La virtud
de la EMB por su tamaño muestral que la hace robusta, advirtiendo los ses-
gos de errores de muestreo, es que permite en el módulo de mercado laboral
observar los patrones diferenciales de inserción en el empleo para diferentes
grupos poblacionales como los aquí analizados15. Bajo la anterior consideración
entonces se presentan los datos a continuación.
1.
Para Bogotá, la población en edad de trabajar (PET) para la EMB 2014
sobre el total de la población representa el 81.6%; según la EMB-2011, este
mismo indicador registró un 80.9%, lo cual indica la dinámica demográfica
de envejecimiento poblacional. La desagregación por grupo étnico-racial
evidencia para la EMB 2014 diferencias sustanciales entre los distintos grupos
poblacionales. Los indígenas y mestizos presentan participaciones de la PET
15 También debe tenerse en cuenta que la EMB 2011 se realizó en su mayor parte en el primer trimestre
de ese año y la EMB 2014 en el cuarto trimestre. Esta diferencia de períodos limita igualmente la
comparación en el comportamiento laboral.
superiores al promedio de Bogotá (91.4% y 82.9% respectivamente), lo con-
trario sucede con blancos (80.7%), ninguno de los anteriores (80.4%) y afro-
descendientes (79.2%)16. Resalta aquí la reducida participación de población
menor de 12 años entre los indígenas, consistente con lo que ya fue detectado
a través de los indicadores sociodemográficos. Por el contrario, la población
afrodescendiente tiene una menor participación porcentual de PET debido al
efecto del incremento antes observado de niños menores de 5 años por efecto
de migraciones recientes. Ver Cuadro 7.
2.
La tasa global de participación (TGP) para Bogotá en 2014 fue 69.3%
para todos los sexos,
17
para la población masculina fue 78.33% y para la fe-
menina 61.05% . Entre la EMB 2011 y la EMB 2014 este indicador presentó
un incremento de 5.8 puntos porcentuales (63.5% para 2011). Por género se
presentaron variaciones del orden de 6.7 puntos porcentuales en el caso de los
hombres (71.6% para 2011) y 4.9 para las mujeres (56.1% para 2011). Según
grupo étnico-racial, los afrodescendientes se destacan por presentar la ma-
yor participación en este indicador (75.48%), le sigue la población indígena
(71.62%) y la mestiza (69.83%), las cuales se ubican por encima del promedio
de la ciudad; acontece lo contrario con blancos (68.8%) y ninguno de los an-
teriores (68.4%). Ver Cuadro 7 y Gráfico 10.
Para el señor Silvio, participante en los grupos focales la alta participación
de los afrodescendientes en el mercado laboral en Bogotá es motivo de orgullo:
Ahora bien, con respecto a la EMB-2011, todos los grupos étnicos presentaron
un incremento en la TGP, siendo los afrodescendiente los que registraron una
mayor variación (6.4 puntos porcentuales de diferencia), seguidos de ninguno
de los anteriores (5.6 puntos porcentuales de diferencia) y las variaciones más
discretas las tienen los indígenas (2.3 puntos porcentuales de diferencia). En
síntesis, entre las dos encuestas se detecta un importante dinamismo favorable
al crecimiento de la oferta laboral para todos los grupos étnico-raciales .
18
16 Por otro lado, el índice de masculinidad total de la PET para la EMB 2014 exhibe una mayor partici-
pación relativa de las mujeres frente a los hombres de Bogotá (0.91). Esta tendencia se reproduce para
los demás grupos étnico-raciales (indígenas y mestizos 0.94, blancos 0.87 y ninguno de los anteriores
0.88) exceptuando a los afrodescendientes (1.19).
17 La GEIH, IV trimestre del 2014, registró para Bogotá una TGP de 71.7%.
18 Esta misma tendencia se registra en las mediciones de la GEIH para Bogotá, así los valores no sean los
mismos. Este resultado genera confianza en los datos sobre mercado de trabajo que arroja la EMB, sin
pretender tomar esta encuesta como instrumento de medición laboral, para lo cual el más indicado
86
CUADRO 7
INDICADORES ESTÁNDARES DE MERCADO LABORAL
EMB-2014 EMB-2011
Ninguno Ninguno
Indicadores Total Bogotá Indígenas Afro Mestizos Blancos de los Total Bogotá Indígenas Afro de los
anteriores anteriores
PET (%) 81,6 91,4 79,2 82,9 80,7 80,4 80,9 84,9 80,6 80,9
TGP 69,3 71,6 75,5 69,8 68,8 68,4 63,5 69,3 69,1 63,3
TO 63,2 60,6 68,0 63,6 62,9 62,3 58,0 60,7 62,6 57,9
TD 8,8 15,4 10,0 8,9 8,6 9,0 8,7 12,4 9,3 8,6
TI 30,7 28,4 24,5 30,2 31,2 31,6 36,5 30,7 30,9 36,7
Informalidad (Institucional) 41,5 63,5 43,3 39,5 41,6 45,4 49,6 59,1 56,1 49,4
Informalidad (5 personas) 28,3 45,9 29,0 27,3 27,9 31,0 29,3 33,7 27,5 29,3
Informalidad (10 personas) 33,0 50,0 38,3 31,6 32,4 36,3 33,4 40,7 31,4 33,3
87
La desagregación de la TGP por sexo para los distintos grupos poblacio-
nales en 2014 (ver Gráfico 10), exhibe que los hombres afrodescendientes se
encuentran totalmente volcados al mercado de trabajo en Bogotá (82.9%), luego
están los indígenas (79.5%), seguidos de ninguno de los anteriores (78.5%). Los
hombres blancos y mestizos ostentan tasas de participación laboral levemente
por debajo del promedio para el Distrito (78.2% y 78.1% respectivamente). En
el caso de las mujeres, las tasas de participación más elevadas corresponden
a las afrodescendientes, indígenas y mestizas (66.5%, 64.2% y 62.0% respecti-
vamente), mientras que las mujeres blancas y ninguno de los anteriores pre-
sentaron las menores tasas de participación (60.5% y 59.4% respectivamente),
incluso inferiores al promedio de la ciudad. En síntesis, frente a la EMB-2011,
las tasas globales de participación de hombres y mujeres de todos los grupos
étnico-raciales, aumentaron significativamente en la EMB 2014.
El señor Dagoberto Torrecilla, líder afrodescendiente de la junta de acción
comunal del barrio Marco Fidel Suárez, describe en el grupo focal una parte de
su propia historia y la de otras familias de su barrio que por la alta participación
laboral —de hombres y mujeres afrodescendientes— buscando más ingresos,
no les queda tiempo suficiente para compartir en familia con sus hijos:
3.
Bogotá ha presentado las tasas de ocupación (TO) más elevadas del país en
los últimos años (Pineda, 2013). Para el Distrito, la proporción de personas
que se encontraba ocupada al momento de responder la encuesta fue 63.15%,
5.2 puntos porcentuales por encima de la TO de la EMB-2011 (58.0%)19. Entre
los grupos étnico-raciales la tasa de ocupados proporciona diferencias no
deleznables. Las poblaciones afrodescendiente y mestiza presentan tasas
de ocupación superiores al promedio de Bogotá (67.97% y 63.6% respectiv-
amente), lo contrario ocurre con las poblaciones indígena, blanca y ninguno
de los anteriores (60.6%, 62.9% y 62.26% respectivamente). Con respecto
a la EMB-2011, los grupos poblacionales mayoritarios —blancos, mestizos
y ninguno de los anteriores— y afrodescendientes registraron incrementos
en este indicador, mientras que para los indígenas la TO no varió entre las
dos EMB. La población indígena presenta altas tasas de partición laboral y
al mismo tiempo tiene la menor proporción de ocupados de la ciudad, lo
es la GEIH.
19 La tasa de ocupación registrada para Bogotá por la GEIH, IV trimestre del 2014, fue de 66.0%
88
que tiene que ver, como se destaca más adelante, con el factor de género que
opera en contra de las mujeres indígenas.
La brecha de género en el mercado de trabajo se hace apreciable en el Gráfico
9. Para el total de Bogotá la TO de hombres es 72.9% frente a 54.3% de las muje-
res, o sea un diferencial de casi 19 puntos porcentuales. Por supuesto, esto afecta
a todos los grupos estudiados, pero es más amplia entre la población indígena
(23.3 puntos porcentuales). Les siguen ninguno de los anteriores (19.9 puntos),
la población afrodescendiente (19.2), la blanca (18.7) y la mestiza (17.8).
Según grupo étnico-racial, los hombres afrodescendientes muestran la
tasa de ocupados más alta (76.6%), de los demás; mientras que los mestizos,
ninguno de los anteriores e indígenas, registran tasas ligeramente menores al
promedio de la ciudad (72.8% y 72.6% respectivamente); para el caso de los
hombres blancos, el porcentaje de ocupados es igual al de Bogotá (72.9%). En
relación con la población femenina, las mujeres negras tienen la mayor TO
(57.41%), seguidas de las mestizas (54.9%); en ambos casos las tasas se ubi-
can por encima del promedio para Bogotá. Por otro lado, las mujeres blancas
(54.2%), ninguno de los anteriores (52.9%) y las indígenas —en mayor medi-
da— (49.3%) presentan las tasas de ocupaciones más bajas, incluso por debajo
del promedio de la ciudad.
En relación con la EMB-2011, exceptuando a las mujeres indígenas, hom-
bres y mujeres de los demás grupos étnicos revelan aumentos significativos
en este indicador. Esta mejora en la TO de ocupación, representó un notorio
crecimiento de las oportunidades de trabajo en Bogotá.
4.
Para el Distrito la EMB 2014 registra una tasa de desempleo (TD) de 8.8% .
20
89
de desempleo mientras que las de la población blanca y mestiza masculina son
similares al del promedio de la ciudad (ver Gráfico 10).
Las tasas de desempleo entre hombres y mujeres afrodescendientes se co-
rroboran con los hallazgos de los grupos focales y los perfiles laborales de los
asistentes. Es importante anotar que entre las razones para no encontrar empleo
aparece con mucha fuerza la discriminación por color de piel, esto se agudiza en
el caso de las mujeres que son las que presentan mayor desempleo:
5.
En Bogotá, la tasa de inactividad (TI) es 30.7%. Por grupo étnico-racial,
blancos y ninguno de los anteriores se encuentran levemente por encima del
promedio de la ciudad (31.2% y 31.61% respectivamente); en cambio, mestizos,
indígenas y afrodescendientes —en mayor medida— presentan tasas inferiores
a la media de inactivos de Bogotá (30.2%, 28.4% y 24.5% respectivamente). El
menor porcentaje de inactivos de los afrodescendientes en edad de trabajar está
explicado obviamente por una estrategia de mayor participación laboral —tanto
en hombres como en mujeres—, lo cual se manifiesta en menores porcentajes de
asistencia a centros educativos como escuelas, colegios o universidades (17.9%
versus 21.4%) y baja prevalencia acumulada de limitaciones permanentes (4.8%
para afrodescendientes versus 8.0% para el total de Bogotá ). Este mismo fe-
21
21 Esto significa que en los hogares afrodescendientes la estrategia ha consistido en reducir la carga
de dependientes que presenten limitaciones permanentes para facilitar la participación laboral.
90
GRÁFICO 10
TASAS DE PARTICIPACIÓN LABORAL, DE OCUPACIÓN Y DESEMPLEO POR GÉNERO Y
GRUPO ÉTNICO-RACIAL. EMB 2014
66,5
64,2
62,0
Mujeres
60,5
59,4
61,1
TGP
82,9
79,5
78,1
Hombres
78,2
78,5
78,3
57,4
49,3
55,0
Mujeres
54,2
Tasa de ocupación
52,9
54,3
76,6
72,6
72,8
Hombres
72,9
72,8
72,9
13,7
23,3
11,4
Mujeres
10,5
Tasa de desempleo
10,9
11,1
7,5
8,7
6,9
Hombres
6,8
7,3
6,9
0,0 10,0 20,0 30,0 40,0 50,0 60,0 70,0 80,0 90,0
91
En relación con la EMB-2011, las tasas de inactividad de la EMB-2014
para el total de la ciudad y todos los grupos étnico-raciales evidencian una
disminución, la cual está fuertemente relacionada con el incremento entre las
TGP y ocupación entre las dos EMB.
Por género, las mujeres exhiben la TI más elevada frente a los hombres
(39.0% versus 21.7% respectivamente). Por grupo étnico-racial, las mujeres
blancas y ninguno de los anteriores presentan tasas por encima del promedio
de Bogotá (39.5% y 40.6% respectivamente), mientras que las mestizas,
indígenas y afrodescendientes ostentan las proporciones de inactivas más
bajas (38.0%, 35.8% y 33.4%). Lo anterior indica que las mujeres afrodes-
cendientes están menos dedicadas a las labores del hogar y, participan
mayoritariamente en actividades remuneradas en el mercado de trabajo
como agentes del servicio doméstico —sobre este punto se ahondará más
adelante—. En el caso de las mujeres indígenas, relacionado con el de las
muejres afrodesendientes, opera un fenómeno distinto: como las primeras
tienen la menor tasa de ocupación y el mayor desempleo, al tiempo que
han aumentado su participación laboral que como vimos antes es mayor a
la de la población blanca, mestiza y ninguno de los anteriores, entonces por
exclusión quedan más atrapadas en los oficios del hogar .
22
6.
La distribución de las posiciones ocupacionales para el Distrito según grupos
étnico-raciales, muestra que los afrodescendientes —hombres y mujeres— son
los más asalariados (66.1%), principalmente porque este grupo étnico-racial
presenta un porcentaje de trabajadores de empresas particulares superior al
que tiene el total de Bogotá (58.8%)2323. Les siguen de lejos los grupos ningu-
no de los anteriores, blancos y mestizos con una participación de obreros o
empleados de empresa particular en este orden respectivo 59.4%, 58.9%, y
58.4%. Finalmente, los indígenas tienen la menor participación porcentual
como asalariados del sector privado con el 43.4%. Ver Cuadro 8.
El alto asalariamiento de la población afrodescendiente tiene que ver con
el tipo de inserción al mercado laboral en actividades como la seguridad y
vigilancia, la maquila textil, el transporte y los servicios de aseo en empresas
privadas (principalmente mujeres).
La segunda posición ocupacional en importancia corresponde a los trabaja-
dores independientes, que para el total de Bogotá son el 25.0%. En esta segunda
posición son los indígenas el grupo con la mayor participación porcentual con el
40.9%; luego siguen de lejos los blancos con el 24.5%, los mestizos con el 24.3%,
ninguno de los anteriores con el 27.3% y los afrodescendientes apenas el 20.8%.
22 Desafortunadamente las mujeres indígenas no tienen una alta participación de asistencia a cen-
tros educativos, como pasa con los otros grupos étnico-raciales, lo cual les genera más exclusión.
Esto último puede tener que ver con una división sexual del trabajo más inequitativa debido a la
ideología patriarcal, afectando a la vez sus posibilidades de participación laboral con respecto a
los hombres indígenas.
23 Esta sobre-asalariamiento como veremos más adelante no se da en la industria manufacturera
sino en ramas de actividad como la construcción, los servicios de seguridad, sociales y personales
(diferentes al servicio doméstico).
92
La tercera posición corresponde a profesionales independientes con el 6.7%
para el total de Bogotá, el 7.3% mestizos, el 7.0% blancos y 5.0% ninguno de
los anteriores. Por otra parte, los afrodescendientes e indígenas exhiben la
menor proporción relativa de profesionales independientes (3.4% y 3.8%
respectivamente). La cuarta posición corresponde a obrero o empleado del
gobierno con el 4.3% para Bogotá, el 4.7% para mestizos, 4.4% para blancos,
y 3.3% ninguno de los anteriores. En el caso de los afrodescendientes es el
4.4% mientras que para indígenas es apenas el 1.6%. La quinta posición es
empleado —a doméstico— a con el 2.2% para Bogotá. Aquí los indígenas y
afrodescendientes tienen los valores más altos: 3.5% y 6.8% respectivamente;
por el contrario en los grupos étnico-raciales mayoritarios son bajos los valo-
res: 2.1% para blancos, 2.3% para mestizos y 2.1% ninguno de los anteriores.
La sexta posición es patrón o empleador con el 1.8% para el total de Bogotá,
el 2.0% para blancos, el 1.8% mestizos, el 1.6% ninguno de los anteriores,
mientras que los afrodescendientes tienen el 1.4% y los indígenas el 0.8%. La
séptima posición está conformada por el agregado de trabajadores familia-
res sin remuneración —en el mismo hogar u otros hogares—, ayudantes sin
remuneración, trabajadores en su propia finca y jornaleros. Para Bogotá es
el 1.1%; para indígenas el 2.7%, el porcentaje mayor entre los cinco grupos
étnico-raciales; 1.4% para ninguno de los anteriores, 1.2% para blancos, 1.0%
para mestizos y apenas el 0.4% para los afrodescendientes.
Al controlar por género (ver Gráfico 11), se destaca que los hombres y las
mujeres afrodescendientes registran un sobre-asalariamiento (67.9% y 64.4%
respectivamente) —desempeñándose principalmente como obreros de empre-
sas particulares—. Por otro lado, mujeres y hombres indígenas presentan los
menores porcentajes de trabajadores-as en empresa particular (47.4% y 37.4%
respectivamente). Al mismo tiempo, los hombres afrodescendientes ostentan la
participación más elevada de trabajadores del gobierno (7.0%), 2.7 puntos por-
centuales por encima del promedio de la ciudad; contrariamente a los hombres
indígenas quienes tienen la menor participación (1.2%). Sin embargo, para el
caso de las mujeres indígenas y afrodescendientes, ambas registran las menores
proporciones de trabajadoras del gobierno (2.0% y 0.2% respectivamente). La
alta participación de hombres afrodescendientes como empleados del gobierno
se explica por su vinculación al sector del magisterio público como profesores.
Es necesario destacar la alta participación como empleadas del servicio
doméstico de las mujeres indígenas y afrodescendientes con el 17.0% y el
9.2% respectivamente. Con respecto al total de Bogotá (4.6%) y los grupo
étnico-raciales mayoritarios es muy elevada esta participación: 4.0% blancas,
4.3% ninguno de los anteriores y 4.9% mestizas en el servicio doméstico. Se
puede afirmar que para las mujeres de estos dos grupos minoritarios el empleo
doméstico en Bogotá es una opción laboral sobremanera importante.
Empleo doméstico mujeres afrodescendientes e indígenas (testimonios en
los grupos focales):
93
“Yo pienso que digamos cuando uno va hacer un día de trabajo de emplea-
da doméstica le toca lavar baños, le toca limpiar toda la cocina, arreglar
habitaciones, lavar, planchar cocinar, o sea, limpiar paredes, en algunas
parte toca refregar esas paredes con jabón, sea así con un trapito que eso
quede blanquito, limpiar ventanas y uno sabe que para cada una de esas
tareas debe haber una persona que debe estar estipulado pero entonces
uno sabe que todo ese trabajo se lo amontonan a uno únicamente porque
uno es afro, sí, para el día que uno vaya”.
“[A las] mujeres les toca trabajar en la parte doméstica, ¿por qué? porque
[…] muchas no tienen sino escasamente por ahí tercero de primaria. […]
Si no es profesional entonces ¿a dónde le toca recurrir la mujer?”.
—María Delis Juanías Tique, Pijao, cabildo Nika-Pijao, Sur del Tolima -Nata-
gaima. Hace 30 años reside en Bogotá).
“Buscan a las niñas para trabajar en casa de familia, ¿sabes cuánto le vie-
ne pagando? 10 mil, 15 mil pesos si acaso y eso [que] a veces se quedan
debiendo y como las pobrecitas no se defienden entonces las engañan,
les dicen ‘no, yo ya a usted le pagué el día que usted trabajo aquí, ¿no se
acuerda?’ y se van”.
94
CUADRO 8
INDICADORES DE ESTRUCTURA DEL MERCADO DE TRABAJO
Grupos étnico-raciales
Total Ninguno de los
Indicadores Indígenas Afro Mestizos Blancos
Bogotá anteriores
Posición ocupacional
Obrero o empleado de empresa particular 58,8 43,4 66,1 58,4 58,9 59,4
Obrero o empleado del gobierno 4,3 1,6 4,4 4,7 4,4 3,3
Empleado(a) doméstica 2,2 6,8 3,5 2,3 2,1 2,1
Profesional independiente 6,7 3,8 3,4 7,3 7,0 5,0
Trabajador independiente o por cuenta propia 25,0 40,9 20,8 24,3 24,5 27,3
Patrón o empleador-a 1,8 0,8 1,4 1,8 2,0 1,6
Trabajador familiar o ayudante sin remuneración,
1,1 2,7 0,4 1,0 1,2 1,4
trabajadores de su propia finca y jornaleros
95
Jimmy, un caleño afrodescendiente que llegó como desplazado a Bogotá y
que se desempeña como asesor espiritual (Babalao) de la religión Yoruba
comenta sobre los restaurantes de comida “afro” en Bogotá, muchos de
ellos dirigidos por mujeres: “yo a veces lo comparo con lo que puede ser
la historia un poco del jazz, como esas notas negras del jazz que salpicaron
a todas la sociedad blanca norteamericana para dejar una impronta. Sí,
la misma cosa ocurre con los corredores de restaurantes afro en Bogotá,
llegaron para quedarse y no le piden nada a nadie, o sea, esa es su vida
y a través de esos restaurantes se teje mucha de la vida de región […]”.
Finalmente cabe señalar que los hombres y las mujeres indígenas presen-
tan las proporciones más elevadas de trabajadores y ayudantes familiares
sin remuneración (en el hogar u otros hogares), trabajador de finca propia
y jornalero (2.6% y 2.8% respectivamente). Este resultado sugiere la partici-
pación de población indígena en empleos muy precarios (hombres y mujeres
indígenas menores de 15 años y mujeres indígenas mayores de edad) bajo la
condición de trabajadores sin remuneración (en el propio hogar o en otros),
pero también aparece la condición de trabajador en finca propia, posiblemente
en la región de origen —resguardo o asentamiento indígena tradicional— y
también como jornaleros-as.
Estos resultados para los indígenas tienen que ver porque la mayoría de
familias en Bogotá son conformadas por migrantes de zonas rurales con eco-
nomías campesinas, en ese contexto, es “normal” la participación laboral de
los niños como fuerza de trabajo disponible en las distintas actividades que
realizan los padres.
“La gente (indígena) que viene del campo, la gente desplazada, que los
niños sí están acostumbrados a trabajar en el campo. Acá […] vienen
también a ayudar a sus papas en lo que están haciendo, es su trabajo, y
entonces […] el Bienestar Familiar: ‘es prohibido que los niños estén
trabajando’. Eso es lo que no ha entendido la institución, […] el Bienestar
Familiar”.
7.
El estatus socio-ocupacional para Bogotá por grupo étnico-racial, según
el Cuadro 8, revela que la población indígena tiene las menores proporciones
de profesionales de alto y medio status (solamente el 1.4% en los dos tipos de
profesiones) frente a los afrodescendientes (4.6% y 6.1% respectivamente),
mestizos (6.0% y 8.0% respectivamente),blancos (5.4% y 7.2% respectivamente)
y ninguno de los anteriores (4.1% y 6.5% respectivamente). Adicionalmente,
los indígenas presentan el porcentaje más alto de trabajadores manuales de
bajo estatus socio-ocupacional (35.4%), casi 9.0 puntos porcentuales de dif-
erencia frente al promedio de Bogotá con el 26.6% de trabajadores manuales
de estatus bajo.
96
GRÁFICO 11
DISTRIBUCIÓN PORCENTUAL DE LA POSICIÓN OCUPACIONAL POR GÉNERO Y GRUPO ÉTNICO-RACIAL. EMB 2014
58,0
64,4
37,4
Mujer 59,6
60,0
59,9
59,8
7,0
1,2
Obrero o empleado del
4,8
Hombre 4,0
3,4
gobierno
4,3
0,2
2,0
4,7
Mujer 4,8
3,3
4,4
Empleado(a) domésca
Hombre 0,2
0,5
0,3
0,3
9,2
17,0
Mujer 4,9
4,0
4,3
4,6
3,0
Profesional independiente
2,0
Hombre 8,1
7,5
5,1
7,2
2,1
6,4
Mujer 6,3
6,4
4,8
6,0
Trabajador independiente o por
21,4
46,0
Hombre 26,5
27,0
cuenta propia
29,1
27,2
20,4
33,3
Mujer 21,7
21,5
25,1
22,3
0,5
0,7
2,0
Patrón o empleador
Hombre 2,4
1,8
2,1
3,0
1,0
Mujer 1,5
1,5
1,3
1,5
ayudantes), trabajador propia
0,2
remuneración (en el hogar u
2,6
Trabajador familiar sin
Hombre 0,7
0,8
finca y jornalero
1,3
0,8
0,7
2,8
Mujer 1,4
1,7
1,4
1,5
97
Los indígenas a la vez tienen un porcentaje alto de ocupaciones como
vendedores o empleados de comercio (ejemplo, los Kichwa) con el 18.9%; el
15.1% se desempeña como personal de servicios de bajo estatus —limpieza,
empleo doméstico, cocina—; apenas el 2.9% en cargos de la administración
pública y privada (empleados de contabilidad, estadística y datos).
Con respecto a las ocupaciones manuales de bajo estatus se presenta un
testimonio del empleo de mujeres indígenas en los cultivos de flores en la
Sabana de Bogotá:
“Primero, lo que les piden es que tengan la situación militar bien definida
para poder entrar a un trabajo más o menos digno. Segundo, les van a
pedir experiencias, […] como vendedor 6 meses, como de bodega 6
meses… un trabajo más digno que no sea la rusa o que no sea vigilancia.
(Como) no se puede entonces ¿qué hace el muchacho? así sea bachiller
buscar vigilancia, buscar la rusa”.
98
Empleo como personal de seguridad de hombres afrodescendientes en
Bogotá:
“Yo viene aquí a Bogotá por una prima que ella me invitó y eso fue
porque yo estaba trabajando en casa de familia en Cali y ella me dijo
que acá había un trabajo que si yo me quería venir y yo dije, “bueno,
listo, yo me voy”. Y sí, en el 88 me vine y dije bueno para un mejor
trabajo y además que acá pagaban más. Yo tenía mis hijos y quería que
ellos estudiaran. Entonces yo trabajaba y le mandaba plata a mi papa
y desde entonces estoy luchando por una vivienda, y entonces a eso es
lo que estoy acá, y también hice cursos. Eso de modistería de todas la
máquinas y ahora tengo un pequeño taller y trabajo a satélite, y con eso
me mantengo con mis hijos”
99
Al desagregar por género, se observa que los hombres y mujeres indígenas
tienen los menores porcentajes de profesionales de alto estatus (2.1% y 0.4%
respectivamente). Sin embargo, en el caso de la población afrodescendiente
su inserción socio-laboral es relativamente mejor con respecto a la de los in-
dígenas, ya que para los hombres negros la participación es 5.7%, si bien en
las mujeres es mucho menor (2.7%), pero más alta a la que tienen las mujeres
indígenas, como profesionales de alto estatus. De todos modos, estas particiones
son menores a las de hombres y mujeres blancos y mestizos (ver Gráfico 12).
Hay que destacar que los hombres negros ostentan un porcentaje signifi-
cativo de empleados en la administración pública (9.2%), incluso superior al
promedio de los hombres de Bogotá (6.5%), Cuadro 8 y Gráfico 12. Esto ya se
advirtió al analizar la posición ocupacional, haciendo referencia al empleo en
el sector del magisterio, en su mayor parte público.
Sin embargo, algunos asistentes a los grupos focales manifestaron también
presencia de trabajadores negros en oficios de bajo estatus en entidades de
carácter público:
“Ella iba a llenar a la localidad del hospital de Rafael Uribe Uribe de ne-
gros, ella metió mucho negro a trabajar en el hospital y pues nosotros le
agradecemos a ella ese gesto que tuvo para con nosotros en este cuatrienio”.
100
GRÁFICO 12
DISTRIBUCIÓN PORCENTUAL DE ALGUNAS OCUPACIONES POR GÉNERO Y GRUPO ÉTNICO-RACIAL. EMB 2014
oficiales de la aviación y la
2,1
derecho, arquitectura y
(medicina, economía, 6,6
Hombre 6,3
4,9
6,2
marina)
2,7
0,4
Mujer 5,2
4,3
3,1
4,4
contaduría, estadísca, letras)
pública y empleados de Profesiones de estatus medio
5,4
1,9
(profesores, biología,
Hombre 7,1
5,8
5,4
6,3
5,3
0,7
Mujer 9,1
8,7
7,8
8,6
Agentes de la administración
9,2
Vendedores y empleados del contabilidad, estadísca y
2,7
Hombre 6,0
7,1
6,1
6,5
datos
3,8
0,5
Mujer 11,5
13,1
11,7
11,9
8,3
15,4
Hombre 12,8
12,3
14,6
comercio
12,9
7,0
24,0
Mujer 15,4
16,4
15,6
15,7
14,1
personal de la seguridad y
otros trabajadores de los
10,7
personal de servicios,
Gerencia, jefatura de
Hombre 8,9
7,7
8,2
servicios
8,4
3,9
2,7
Mujer 3,9
4,1
4,6
4,1
8,2
Personal de los servicios de
1,6
bajo estatus (limpieza,
Hombre 2,9
3,1
3,9
3,3
47,1
34,8
Mujer 21,3
19,1
24,6
21,5
35,1
Trabajadores manuales de
46,3
Hombre 36,1
37,1
bajo estatus
41,6
37,5
11,0
19,5
Mujer 13,3
12,6
14,0
13,2
0,0 5,0 10,0 15,0 20,0 25,0 30,0 35,0 40,0 45,0 50,0
101
8.
Por rama de actividad los afrodescendientes e indígenas presentan va-
riaciones con respecto a la distribución del total de ocupados de Bogotá y
de los otros grupos poblacionales mayoritarios. Cuadro 8 y Gráficos 13 y 14.
Los trabajadores indígenas se desempeñan principalmente en la industria
manufacturera (20.7%), 7.9 puntos porcentuales por encima del promedio
de la ciudad. Sucede lo contrario con los afrodescendientes, éstos presentan
la menor participación de trabajadores en este sector, con tan sólo el 7.9%.
Al mismo tiempo, indígenas y afrodescendientes tienen las proporciones de
trabajadores más elevadas en la construcción (10.8% y 11.6% respectivamen-
te), en el sector de restaurantes y hoteles (9.4% y 11.6% respectivamente), e
igualmente tienen una participación importante en las actividades del hogar
como empleados-as de servicio doméstico (5.8% y 4.1% respectivamente).
Asimismo, los afrodescendientes ostentan los porcentajes más altos de tra-
bajadores en actividades de servicio social y comunitario (9.3%). Cuadro 8.
Con respecto al empleo en la construcción de trabajadores negros algunos
relatos de los grupos focales lo corroboran:
Por otra parte, blancos, mestizos y ninguno de los anteriores, se destacan por
presentar los porcentajes más elevados de trabajadores dedicados al comercio,
reparación de automotores —motos y vehículos— y enseres domésticos (20.6%,
20.7% y 21.2% respectivamente), transporte (10.4%, 9.1% y 9.8%) y actividades
inmobiliarias y de alquiler (16.8%, 16.4% y 15.4% respectivamente); curiosa-
mente, los afrodescendientes en esta última rama de actividad, presentan una
participación similar al promedio de Bogotá (16.3%), al igual que en el sector
de educación (5.0%). Este último valor ratifica el peso del magisterio en Bogotá
como empleador de hombres negros y en menor medida de mujeres negras.
Al controlar por género (ver Gráficos 13 y 14) se puede observar muy bien
la división sexual del trabajo en la distribución entre hombres y mujeres por
ramas de actividad económica. Es claro que hay una sobre concentración
femenina en actividades como servicios de bajo estatus (limpieza, servicio
en hoteles, restaurantes), educación, salud y actividades de hogares privados.
Los hombres generalmente acceden laboralmente a sectores como la cons-
trucción, industria, suministro de electricidad y otros servicios, y transporte.
Se puede observar que esto ocurre para todos los grupos étnico-raciales,
102
aunque en menor medida para los grupos poblacionales mayoritarios, es-
pecialmente blancos y mestizos.
El tema de la división sexual del trabajo expresada en la sobre concentra-
ción femenina en actividades como servicios de bajo estatus fue expresado
por las mujeres afrodescendientes asistentes a los grupos focales. De acuerdo
con Yaneth Córdoba se trata de un estereotipo que la televisión reproduce:
“Y más también tiene que ver con los mitos con lo social de lo que signi-
fica el ser negro hombre o ser mujer negra, a ciertas actividades econó-
micas. Por ejemplo, las mujeres en Bogotá negras o afrodescendientes y
su asocio a todo lo que tiene que ver con lo domestico y también yo creo
que ha jugado un papel muy negativo lo que tienen que ver los medios
de comunicación frente a la percepción que pueda tener la población
en general frente a la oferta laboral y frente al tema de la posibilidad para
poder incluirse socio laboralmente las mujeres negras, tanto el tema de
blanquita y los medios de comunicación o porque blanquita se tiene que
llamar blanquita y ésta ser una mujer negra, vestida de blanco, llamarse
blanquita, y encima ser la que promueve cosas que tiene que ver con aseo”
103
GRÁFICO 13
104
RAMAS DE ACTIVIDAD EN HOMBRES POR GRUPO ÉTNICO-RACIAL. EMB 2014
30,0
25,0 23,9
22,8
21,5
21,1 21,4
20,0
18,6
17,8
16,7 16,2
16,7
16,0
13,5 14,8 15,3 15,6
15,0
12,8 13,5
13,4
30,0
25,0
23,4
19,6
20,3 19,7
20,0 19,4 19,1 17,6
17,7
17,1
15,9 16,2 16,6
105
Análisis de las desigualdades de ingresos
hora según grupos étnico-raciales para la EMB 2014
106
relacionado con una mayor experiencia en estrategias informales de genera-
ción de ingresos. Como excepción para los grupos étnico-raciales, la población
indígena exhibe los salarios más bajos en los niveles educativos de referencia.
En contraposición a lo anterior, para los niveles educativos superiores se
observa claramente que los ingresos laborales son más altos para la población
blanca, seguida en orden descendente por la mestiza, el promedio de la po-
blación, y la población indígena y afrodescendiente quienes se alternan con
los ingresos más bajos según nivel educativo. Llama la atención que a medida
que nos movemos a un nivel educativo superior las brechas de ingreso en
contra de los grupos étnico-raciales minoritarios en promedio se hacen más
grandes. Esto significa que son las personas con mayores niveles educativos
los que reciben un trato desigual e injusto en el mercado de trabajo asociado
a su condición étnico-racial, lo cual comúnmente ha sido denominado en la
literatura como “techo de cristal”.
Ahora bien, según género no hay cambios fundamentales en la asocia-
ción entre ingresos y niveles educativos para la población según grupos
étnico-raciales. Sin embargo, es importante señalar que para los hombres
(Gráfico 15.1), la población afrodescendiente muestra mayores ingresos
para los niveles educativos inferiores, como sucede para la población total.
Por su lado, los indígenas ostentan los ingresos más bajos con la excepción
del nivel educativo de maestría y doctorado donde son reemplazados por
los afrodescendientes con los ingresos más bajos. En otro orden de cosas,
para las mujeres (Gráfico 15.2), son las afrodescendientes las que muestran
los ingresos más bajos para todos los niveles educativos. En este caso las
mujeres afrodescendientes no solo deben lidiar con los menores ingresos
asociados a su condición de género, ya que la condición étnico-racial cataliza
las inequidades de género, produciendo una doble discriminación para las
mujeres afrodescendientes. Para efectos de observar los valores que permi-
tieron elaborar los Gráficos 15, 15.1 y 15.2., ver el Cuadro 9.
107
GRÁFICO 15
INGRESOS HORA PROMEDIO SEGÚN GRUPOS ÉTNICO-RACIALES. EMB 2014
25000
20000
15000
10000
5000
0
Ninguno, preescolar y Básica Secundaría y Técnico, Tecnológo Universitaria y Maestría y doctorado
primaria media (6° - 13°) Especialización
108
GRÁFICO 15.1
INGRESO LABORAL PROMEDIO PARA HOMBRES
30000
25000
20000
15000
10000
5000
0
Ninguno, preescolar y Básica Secundaría y Técnico, Tecnológo Universitaria y Maestría y doctorado
primaria media (6° - 13°) Especialización
GRÁFICO 15.2
INGRESO LABORAL PROMEDIO PARA MUJERES
25000
20000
15000
10000
5000
0
Ninguno, preescolar y Básica Secundaría y Técnico, Tecnológo Universitaria y Maestría y doctorado
primaria media (6° - 13°) Especialización
109
CUADRO 9
INGRESOS HORA POR GÉNERO, GRUPO ÉTNICO-RACIAL Y NIVEL EDUCATIVO.
Ninguno, Básica
Nivel Técnico, Universitaria y Maestría y
preescolar y Secundaría y
Educativo Tecnológo Especialización doctorado
primaria media (6° - 13°)
Indígena 880 1662 3005 5840 15742
anteriores
Total 1940 2941 5389 10858 23170
Brecha Blanco -
148,73% 77,53% 106,63% 96,09% 54,53%
Indígena
Brecha Blanco -
-18,36% -24,60% 52,93% 18,45% 81,09%
Afrodescendiente
Brecha Blanco - Mestizo 14,84% -0,43% 23,75% 2,40% 2,96%
Brecha Blanco - Ninguno
39,40% 4,25% 32,09% 34,61% 35,55%
de los anteriores
Brecha Blanco - Total 12,88% 0,30% 15,22% 5,46% 4,99%
110
En resumen, los grupos étnicos raciales ostentan ingresos más bajos en prome-
dio que la población blanca-mestiza y la población que no se adscribe a ningún
grupo étnico-racial. Las brechas son grandes en todos los niveles educativos y solo
en los niveles educativos más bajos la población afrodescendiente ostenta una
ligera ventaja frente a las otras poblaciones; la población indígena, con excepción
de las mujeres, muestra las brechas de ingresos más grandes. Llama la atención
que las brechas de ingresos sean más grandes para los grupos étnico-raciales en
los niveles educativos superiores, lo cual puede estar asociado a la presencia de
un techo de cristal relacionado con la discriminación en el mercado de trabajo.
De hecho, dicha conducta del mercado implica las personas pertenecientes a los
grupos étnicos-raciales, que hacen grandes esfuerzos por invertir en capital
humano, no reciben una alta retribución del mercado en cuanto a ingresos hora
más altos o mejores puestos de trabajo; en este caso según los datos las mujeres
negras son las más perjudicadas.
Uno de los testimonios del grupo focal de Leidy, una mujer negra: “Hay
varios tipos de racismo, está el racismo cultural que se da a nivel general,
el racismo institucional, que digamos nosotros miramos que algunas
instituciones públicas o privadas, que dentro de su personal, no hay un
gran número de personas afrocolombianas, si al caso hay una o dos. Lo
que estaban diciendo ahorita, que hay un tipo de cristal blindado, lo cual
no permitía como que para personas, que tú puedes llegar hasta cierto
tipo de cargos.”
—Leidy Vidal.
9.
En esta sección se aborda el fenómeno del empleo informal, mirado bajo las
categorías conceptuales convencionales de informalidad institucional e infor-
malidad estructural. Para este indicador se hace un análisis comparativo con
la EMB 2011 y se estima el indicador para la sobremuestra étnica. En segunda
instancia se analiza la calidad del empleo con base en la metodología de Farné
(2003) a partir de los resultados de la EMB 2014.
La informalidad institucional como es sabido tiene que ver con la vinculación
del trabajador, independiente a su condición de posición ocupacional, al sistema
de seguridad social en su forma extendida incluyendo pensión para jubilación
y aseguramiento en el trabajo. Para el total de Bogotá, según la EMB 2014, las
personas ocupadas que no pagaban salud ni cotizaban pensión representaron
el 41.5% de los ocupados en 2014. Al comparar las dos EMB, se registró una
reducción de la informalidad, ya que en el 2011 este indicador fue de 49.6%; lo
que señala una mejora importante en las condiciones laborales de las personas y
mayores oportunidades de trabajo formal. Esta disminución de la informalidad
institucional benefició a todos los grupos étnico-raciales (mestizos, blancos,
ninguno de los anteriores y afrodescendientes), con excepción de los indígenas
que por el contrario incrementaron cuatro punto porcentuales la informalidad
institucional (pasó de 59.1 a 63.5). Ver Gráficos 16 y 17.
111
Los siguientes grupos étnico-raciales, ninguno de los anteriores y afrodes-
cendientes arrojaron tasas de informalidad por encima del promedio de la
ciudad (45,4% y 43,3%), mientras los blancos se situaron muy cerca al prome-
dio con el 41,6%. Lo contrario ocurre con la población mestiza, la cual arrojó
tasas bien por debajo del promedio de Bogotá con el 39.5%. Ver Gráfico 16.
Como antes se señaló en el caso de los indígena el 63.5% de los ocupados
se encuentra para el EMB 2014 en situación de informalidad, este indicador
supera en casi 22 puntos porcentuales al promedio del Distrito. Ver Gráfico 16.
Por otra parte, la informalidad estructural se refiere a aquellos factores
de desarrollo económico e industrial que afectan la absorción de demanda
de mano de obra en el mercado, el trabajo en unidades de tamaño pequeño,
medio y grande. Este indicador se estimó para trabajadores que laboran en
empresas o establecimientos que ocupan hasta 5 y 10 personas respectiva-
mente. La informalidad estructural según establecimientos de 5 trabajadores
exhibe un porcentaje de 28.3%, para empresas que ocupan hasta 10 perso-
nas, este indicador se ubica en 33.0%. Con respecto a la EMB-2011, no se
presentaron cambios sustanciales en este tipo de informalidad.
Por grupo étnico-racial, para establecimientos con menos de 5 y 10
trabajadores, las tasas de informalidad de indígenas (45.9% y 50.0% respec-
tivamente) y afrodescendientes (43.3% y 29.0% respectivamente) resultan
ser las más elevadas frente al total de Bogotá, mestizos (27.3% y 31.6% res-
pectivamente), blancos (27.9% y 32.4% respectivamente) y ninguno de los
anteriores (31.0% y 36.3%). En relación con la EMB-2011, es apreciable un
incremento en la informalidad tomando en cuenta el criterio del tamaño de
la empresa, lo que señala un deterioro en el acceso al empleo formal para
afrodescendientes e indígenas entre el 2011 y 2014. Ver Gráficos 17 y 18.
En relación con la informalidad institucional y estructural en Bogotá de
mujeres afrodescendientes que tienen en sus hogares pequeñas maquilas,
aparece este testimonio sobre las mujeres negras que experimentan las dos
modalidades de empleo informal:
—Yaneth Córdoba.
112
GRÁFICO 16
INFORMALIDAD INSTITUCIONAL Y ESTRUCTURAL POR GRUPO ÉTNICO-RACIAL BOGOTÁ. EMB 2014
70,0
63,5
60,0
50,0
50,0 45,9 45,4
43,3
41,6 41,5
38,3 39,5
40,0 36,3
32,4 33,0
31,6 31,0
29,0 27,9 28,3
30,0 27,3
20,0
10,0
0,0
Indígena Afrodescendiente Meszo Blanco Ninguno de los Total
anteriores
GRÁFICO 17
IINFORMALIDAD INSTITUCIONAL Y ESTRUCTURAL POR GRUPO ÉTNICO-RACIAL BOGOTÁ. EMB 2011
70,0
59,1
60,0 56,1
49,4 49,6
50,0
40,7
40,0
33,7 33,3 33,4
31,4
29,3 29,3
30,0 27,5
20,0
10,0
0,0
Indígena Afrodescendiente Ninguno de los anteriores Total
113
GRÁFICO 18
INFORMALIDAD INSTITUCIONAL Y ESTRUCTURAL POR GRUPO ÉTNICO-RACIAL, BOGOTÁ. SOBREMUESTRA
ÉTNICA. EMB 2014
70,0 66,1
58,3
60,0
53,3 53,4 53,0 53,9
52,1
48,7
50,0
44,2 43,9
20,0
10,0
0,0
Indígena Afrodescendiente Meszo(a) Blanco(a) Ninguno de los Todo
anteriores
114
Informalidad laboral de hombres afrodescendientes
10.
El índice de calidad del empleo está estrechamente relacionado con la
informalidad y el subempleo, sin embargo, este indicador sintético también
considera otros aspectos cualitativos que inciden en la calidad del empleo,
como la duración de la jornada laboral y el tipo de contratación. Para Bo-
gotá, se estimó el índice de calidad del empleo incluyendo a los trabajado-
res independientes a partir de la propuesta desarrollada por Farné. Según
los resultados de la EMB-2014, el 22.1% de los ocupados en Bogotá tienen
trabajos de muy buena calidad, el 24.4% de buena calidad, el 33.0% de baja
calidad y el 20.5% de muy mala calidad.
Por grupo étnico-racial, los mestizos y blancos (23.0% y 23.8% respectivamen-
te) presentan índices de muy buena calidad del empleo por encima del promedio
de la ciudad. Ver Gráfico 18. Por el contrario, los indígenas y afrodescendientes
presentan los porcentajes más reducidos de muy buena calidad (6.8%, 15.0%),
aunque es considerable la diferencia entre los dos grupos, porque sobresale el
reducido peso porcentual de los indígenas en estos empleos. Al mismo tiempo
estos dos grupos tienen los porcentajes mayores de baja y muy mala calidad: los
indígenas 35.2% y 34.8% respectivamente; los afrodescendientes 35.9% y 24.1%
(Gráfico 18). Los mestizos tienen los valores porcentuales más bajos de empleos
de baja y muy baja calidad (32.3% y 19.3% respectivamente), seguidos por los
blancos (32.3% y 20.2% respectivamente. En el caso de la categoría ninguno de
los anteriores se ubica, como sucede para otros indicadores, en una situación
intermedia entre los dos grupos mayoritarios y los dos minoritarios ninguno
de los anteriores: 17.5% para empleos de muy buena calidad versus empleos de
baja y muy baja calidad, 35.9% y 22.9%, respectivamente (Gráfico 19).
115
GRÁFICO 19
CALIDAD DEL EMPLEO POR GRUPO ÉTNICO-RACIAL BOGOTÁ. EMB 2014
Ninguno de
17,5 23,8 35,9 22,9
los anteriores
0,0 10,0 20,0 30,0 40,0 50,0 60,0 70,0 80,0 90,0 100,0
Muy Buena Calidad Buena Calidad Baja Calidad Muy Baja Calidad
GRÁFICO 20
CALIDAD DEL EMPLEO POR GRUPO ÉTNICO-RACIAL SOBREMUESTRA ÉTNICA. EMB 2014
Ninguno de
12,1 21,7 41,0 25,3
los anteriores
0,0 10,0 20,0 30,0 40,0 50,0 60,0 70,0 80,0 90,0 100,0
Muy Buena Calidad Buena Calidad Baja Calidad Muy Baja Calidad
116
Respecto a la calidad del empleo de las personas afrodescendientes, presen-
tamos a continuación un testimonio extraído de los grupos focales:
—Virgelina Chará
Ahora bien, al analizar la sobremuestra étnica los resultados son los espe-
rados, ya que se reducen los empleos de muy buena calidad y buena calidad,
y para los siguientes grupos aumentan los de baja calidad y muy baja calidad:
blancos, mestizos, ninguno de los anteriores y afrodescendientes. En el caso
de los indígenas curiosamente se reducen los de muy baja calidad y aumenta
el grupo de baja calidad. Ver Gráficos 19 y 20 en términos comparativos. Esta
tendencia por supuesto tiene que ver como ya se ha dicho anteriormente,
con el efecto de sobre-concentración de la sobremuestra en estratos 1 y 2,
afectando sobremanera a la población blanca y mestiza que allí fue selec-
cionada. Por ello los resultados en la mayor parte de indicadores indican la
presencia de una población blanca, mestiza y bajo la categoría ninguno de los
anteriores en condiciones desventajosas con respecto a la afrodescendiente
e indígena de los mismos sectores en donde se levantó la sobremuestra.
117
5 INDICADORES
DE POBREZA Y DESIGUALDAD.
POBREZA SUBJETIVA
En este capítulo se abordan los indicadores de pobreza y desigualdad. En
relación con los primeros se han incluido los siguientes: indicador de hambre
o abstinencia de una de las tres comidas por falta de ingreso; tipo de vivienda
para visualizar la presencia de cuarto (s) y otras modalidades precarias; indi-
cador de necesidades básicas insatisfechas (NBI) en sus dos niveles (pobreza si
se presenta la insatisfacción de una necesidad básica, y miseria si se presenta la
insatisfacción de dos o más necesidades básicas); indicador de línea monetaria
de pobreza (LP)24 y línea monetaria de indigencia (LI)25; método integrado de
pobreza (MIP) el cual combina el NBI y la LP-LI, generando cuatro tipos de
situaciones para medir la pobreza por recursos o activos y por ingreso moneta-
rio: no pobres, pobreza inercial, pobreza reciente y pobreza crónica; índice de
pobreza multidimensional (IPM) e índice de condiciones de vida (ICV). Los
indicadores de desigualdad estimados son la distribución de la población por
estratos socioeconómicos; el Gini, la distribución de los hogares e ingresos de
los mismos según deciles de ingresos y el índice de activos del hogar.
En tercer lugar vienen los indicadores de pobreza subjetiva: el indicador que
contempla la percepción de las condiciones de vida del hogar en dos períodos
de tiempo (el de la encuesta versus el hogar de crianza, o cuatro años antes); la
proporción de la población a quienes los ingresos no les alcanza para cubrir los
gastos mínimos en Bogotá por grupo étnico-racial. EMB 2014 y el indicador
clásico de si la persona entrevistada se considera pobre (todas las personas).
24 Porcentaje de personas que al contar con un ingreso per cápita inferior a la línea de pobreza, se
consideran pobres por escasez de ingresos, entendiéndose por línea de pobreza, el nivel mínimo
de ingreso con el cual una persona podría satisfacer sus necesidades básicas. La línea de pobreza
corresponde a un valor de la canasta familiar calculado por el DANE. Esta línea cubre los alimentos
y otros bienes no alimentarios que permiten un nivel de vida adecuado.
25 Similar a la anterior, pero en este caso se trata de un mínimo de ingreso más bajo que el anterior
circunscrito a un requerimiento nutricional mínimo, de ahí su nombre de línea de indigencia, por
debajo de la cual las personas no alcanzan siquiera a satisfacer sus requerimientos alimenticios. El
DANE elabora las dos canastas, la de pobreza e indigencia periódicamente. Las dos líneas se han
estimado para Bogotá con base en la estimación de las dos canastas del DANE.
GRÁFICO 21
PROPORCIÓN DE LA POBLACIÓN QUE POR FALTA DE INGRESO NO CONSUMIÓ UNA DE LAS TRES COMIDAS
EN BOGOTÁ (EMB, 2014)
14,0
12,4
12,0
10,0 9,4
8,0
6,1
6,0 5,1
4,8 4,8
4,0
2,0
0,0
Total Indígena Afrodescendiente Ninguno de los Meszo Blanco
anteriores
GRÁFICO 22
PROPORCIÓN DE LA POBLACIÓN QUE POR FALTA DE INGRESO NO CONSUMIÓ UNA DE LAS TRES COMIDAS
EN BOGOTÁ (EMB, 2011)
14,0
12,0
11,0
10,1
10,0
6,0
4,0
2,0
0,0
Total Indígena Afrodescendiente Ninguno de los anteriores
120
Todos los indicadores anteriores vienen por condición étnico-racial y para el
total de Bogotá, unos son para personas y otros para hogares. La mayor parte
de ellos contempla la comparación de las dos EMB, 2011 y 2014.
Al comparar la EMB 2014 con la EMB 2011 se observa un descenso del por-
centaje de población en Bogotá a la que le ha faltado ingreso para el consumo
de una de las tres comidas entre las dos encuestas al pasar del 7.3% al 5.1%. Sin
embargo, por grupos étnico-raciales las diferencias son notorias: en el caso
de los indígenas se registra un incremento (de 10.1% al 12.4%), mientras en
los afrodescendientes hay un descenso (del 11.0% al 9.4%). Ver Gráfico 21. El
porcentaje de las personas que en la EMB 2011 contestaron bajo la categoría
ninguno de los anteriores al compararlas con las tres categorías de la EMB 2014,
revela un descenso importante (7.2% en el 2011 versus 6.1% ninguno de los
anteriores, y 4.8% blancos y mestizos en el 2014). Gráfico 22.
En relación con el tipo de vivienda por grupo étnico-racial, EMB 2014, ver
Gráfico 23, se detecta que los indígenas son el grupo que presenta un porcentaje
importante de viviendas bajo la modalidad de cuarto y otras formas (6.6%). En
este caso los afrodescendientes arrojan un porcentaje menor, incluso por debajo
del promedio para Bogotá (2.1% versus 2.9%). De todos modos los afrodes-
cendientes es el grupo con menor tenencia en propiedad de casa y mayor en
apartamento con respecto a los otros grupos.
No se incluyó aparte el indicador de hacinamiento crítico porque éste ya está
contenido en el indicador sintético que se verá a continuación, el NBI (necesi-
dades básicas insatisfechas).
Entre las dos EMB se produjo en Bogotá una reducción del indicador de
pobreza según NBI, al pasar de 5.6% al 4.2%. Gráficos 24 y 25. Sin embargo, por
grupo étnico-racial este significativo descenso durante cuatro años se ha dado
con variaciones importantes: a diferencia de los afrodescendientes que reducen
su tasa del 11.3% en el 2011 al 8.4% en el 2014, los indígenas si no la incremen-
tan en términos de significación estadística sí la mantienen (9.6% y 10.0%). Los
demás grupos la reducen porque se pasa de la categoría sombrilla ninguno de
los anteriores en el 2011 con el 5.5% a valores para mestizos del 3.8%, blancos
del 4.1% y los nuevos ninguno de los anteriores del 5.0%.
La miseria por NBI pasó en Bogotá del 0.35% al 0.30% de las personas. O
sea, un valor cada vez más residual. Por grupos étnico-raciales los indígenas
presentan una reducción interesante al pasar de 1.31% en el 2011 al 0.78% en
el 2014; los afrodescendientes en cambio tienen un aumento pues pasan del
0.10% en el 2011 al 0.44% en el 2014; también tienen aumentos moderados los
mestizos y blancos (con 0.39% y 0.38% respectivamente en el 2014 versus 0.34%
121
de la categoría sombrilla ninguno de los anteriores en el 2011. Quizás el grupo
ninguno de los anteriores del 2014 (0.20%) fue el único que presentó descensos
entre los grupos mayoritarios con respecto al 2011 (0.34%). Gráficos 24 y 25.
La sobremuestra étnica (Gráfico 26) al compararla con la muestra probabi-
lística (Gráfico 23) revela, tal como se esperaba, valores porcentuales mayores
para todos los grupos debido a los sitios en donde se llevó a cabo la aplicación
de la encuesta en Bogotá, la mayor parte de clases populares.
Línea de pobreza y
línea de indigencia (LP-LI)26
122
GRÁFICO 23
TIPO DE VIVIENDA SEGÚN GRUPO ÉTNICO -RACIAL BOGOTÁ EMB, 2014
Ninguno de
38,69 57,46 3,85
los anteriores
0,0 10,0 20,0 30,0 40,0 50,0 60,0 70,0 80,0 90,0 100,0
GRÁFICO 24
POBREZA Y MISERIA POR NBI POR GRUPOS ÉTNICO-RACIALES, BOGOTÁ, EMB 2014 (PERSONAS)
12,0
10,0
10,0
8,4
8,0
6,0 5,0
4,2 4,1
3,8
4,0
2,0
0,78
0,30 0,44 0,39 0,38 0,20
0,0
Total Bogotá Indígena Afrodescendiente Meszo Blanco Ninguno de los
anteriores
NBI Pobreza NBI Miseria
123
GRÁFICO 25
POBREZA Y MISERIA POR NBI POR GRUPOS ÉTNICO-RACIALES, BOGOTÁ, EMB 2011 (PERSONAS)
12,0 11,3
10,0 9,6
8,0
4,0
2,0 1,31
0,35 0,10 0,34
0,0
Total Bogotá Indígena Afrodescendiente Ninguno de los anteriores
GRÁFICO 26
POBREZA Y MISERIA POR NBI POR GRUPOS ÉTNICO-RACIALES, SOBREMUESTRA
EMB 2014 (PERSONAS)
25,0
19,5
20,0
15,0 13,9
11,6
10,6
10,0 8,8 8,2
5,0 3,2
1,4 0,8 1,3 0,9
0,3
0,0
Total Bogotá Indígena Afrodescendiente Meszo Blanco Ninguno de los
anteriores
NBI Pobreza NBI Miseria
124
• Método integrado de pobreza mip
Esta metodología que combina el indicador del NBI pobreza con el de
línea de pobreza, permite generar cuatro categorías de grupos poblacio-
nales según cómo los afecte ambos tipos de pobreza.
125
GRÁFICO 27
LÍNEA DE POBREZA E INDIGENCIA BOGOTÁ POR GRUPO ÉTNICO-RACIAL. EMB 2014 (PERSONAS)
29,2
30,0
25,0
21,9
20,0
15,0
12,3
9,7
10,0 8,8 8,6
7,8
4,9
5,0 2,7
1,9 2,1 2,2
0,0
Indígenas Afrodescendiente Meszo Blanco Ninguno de los Total
anteriores
Pobre por línea de pobreza Indigencia por pobreza extrema
GRÁFICO 28
LÍNEA DE POBREZA E INDIGENCIA BOGOTÁ POR GRUPO ÉTNICO-RACIAL. EMB 2011 (PERSONAS)
20,0
18,0
18,0 16,7
16,0 14,3 14,4
14,0
12,0
10,0
8,0
5,6 5,2
6,0
4,0 4,1
4,0
2,0
0,0
Indígenas Afrodescendiente Ninguno de los anteriores Total
126
GRÁFICO 29
POBRES POR NBI Y LP (MIP) POR RAZA ETNICIDAD, BOGOTÁ EMB, 2014
Ninguno de
83,77 3,93 11,25 1,05
los anteriores
0% 10% 20% 30% 40% 50% 60% 70% 80% 90% 100%
127
GRÁFICO 30
ÍNDICE DE POBREZA MULTIDIMENSIONAL (IPM) POR GRUPO ÉTNICO-RACIAL BOGOTÁ EMB 2014 (HOGARES)
6,0
5,0 4,47
4,0
3,29
3,0
1,82
2,0 1,48
1,28 1,44
1,0
0,0
Indígenas Afrodescendiente Meszo Blanco Ninguno de los Total
anteriores
128
• Índice de pobreza multidimensional (IPM)
Se procedió a estimar el IPM para la EMB 2011 y EMB 2014 por grupo
étnico-racial. Como pueden verse los resultados sintéticos se encuentran en
los Gráficos 30 y 31.
En primer lugar, entre las dos EMB hay un considerable descenso del IPM
para Bogotá, al pasar de 3.54% en el 2011 al 1.48% de los hogares. Al igual que
los indicadores de pobreza anteriores el descenso es desigual según el grupo
étnico-racial: mestizos y blancos presentan fuertes descensos (de 3.50% en la
categoría sombrilla ninguno de los anteriores a 1.28% y 1.44%. También se
reduce el IPM en la categoría ninguno de los anteriores del 2014. Los afrodes-
cendientes presentan una reducción del IPM entre las dos encuestas pero es
más moderado ese descenso (4.25% a 3.29%) y finalmente los indígenas con
la menor reducción del IPM (4.92% a 4.47%). Gráficos 30 y 31.
129
GRÁFICO 31
ÍNDICE DE POBREZA MULTIDIMENSIONAL (IPM) POR GRUPO ÉTNICO-RACIAL BOGOTÁ EMB 2011 (HOGARES)
6,0
4,92
5,0
4,25
4,0 3,50 3,54
3,0
2,0
1,0
0,0
Indígenas Afrodescendiente Ninguno de los anteriores Total
GRÁFICO 32
ÍNDICE DE CONDICIONES DE VIDA (ICV) POR GRUPO ÉTNICO-RACIAL BOGOTÁ EMB 2014
80,0
60,0
40,0
20,0
0,0
Indígena Afrodescendiente Meszo Blanco Ninguno de los Total Bogotá
anteriores
130
GRÁFICO 33
ÍNDICE DE CONDICIONES DE VIDA (ICV) POR GRUPO ÉTNICO-RACIAL BOGOTÁ EMB 2011
100,0
90,4 91,7 91,2
88,7
80,0
60,0
40,0
20,0
0,0
Indígenas Afrodescendiente Blanco/meszo Total Bogotá
131
132
GRÁFICO 34
DISTRIBUCIÓN DE LOS GRUPOS ÉTNICO-RACIALES SEGÚN ESTRATOS PARA LA EMB 2014
Ninguno de
61,6 31,7 6,7
los anteriores
0,0 10,0 20,0 30,0 40,0 50,0 60,0 70,0 80,0 90,0 100,0
1y2 3 4, 5 y 6
• Estratos socioeconómicos
El Gráfico 34 arroja que la muestra expandida de la EMB 2014, la cual es
representativa de la ciudad, tiene un 51.7% en los estratos 1 y 2; el 36.0% en
el estrato 3; y el 12.3% en el agregado de estratos 4, 5 y 6.
Los afrodescendientes es la población que más participa en los estratos 1 y
2 con el 72.6%, seguidos de los indígenas con el 64.6% y ninguno de los ante-
riores con el 61.6%. Ya la población mestiza y blanca participa con menos de
la mitad en estos dos estratos: 49.8% la mestiza y 47.8 la blanca. Por el contrario
en los estratos 3, 4, 5 y 6 tienen valores porcentuales mayores a los de los grupos
minoritarios. Gráfico 34.
La anterior distribución refleja una distribución residencial de la concentra-
ción de las dos minorías étnico-raciales en sectores de las clases medias bajas
y clases populares de Bogotá. Esto ya podía observarse en el Gráfico 1 sobre
distribución de los grupos étnico-raciales por conglomerados en Bogotá27.
Una tendencia hacia la presencia residencial de gente negra e indígena en los
corredores del sur de la ciudad. Sin embargo, como veremos adelante, es posible
detectar un segmento de hogares afrodescendientes y en menor medida de
hogares indígenas (para estos últimos es más matizado) con niveles de ingreso
de clases medias acomodadas, aunque son minoritarios.
• Índice de Gini
El coeficiente Gini pasó en la EMB 2011 de 0.542 a 0.537 en la EMB 2014 para
Bogotá. Ver Gráfico 35. Una moderada disminución28, aunque de todos modos
es importante porque refleja efectos de las políticas sociales concentradas en las
clases populares y en alguna medida en las clases medias bajas.
Al analizar por grupo étnico-racial la población mestiza y blanca presentan
el mayor coeficiente Gini (0.538 y 0.537 respectivamente), por el contrario las
poblaciones ninguno de los anteriores e indígenas los valores más reducidos
(0.525, 0.523 y 0.484). Gráfico 36. Esto significa que indígenas y afrodescendi-
entes tienen los Gini más moderados en la EMB 2014.
133
GRÁFICO 35
COEFICIENTE DE GINI BOGOTÁ, EMB 2011 VS EMB 2014 CON BASE INGRESOS TOTALES DE
LOS HOGARES
1,0
0,9
0,8
0,7
0,6
0,542 0,537
0,5
0,4
0,3
0,2
0,1
0,0
EMB-2011 EMB-2014
GRÁFICO 36
COEFICIENTE DE GINI POR GRUPO ÉTNICO-RACIAL, BOGOTÁ, EMB 2014
Meszo 0,538
Blanco 0,537
Afrodescendiente 0,523
Indígena 0,484
0,0 0,1 0,2 0,3 0,4 0,5 0,6 0,7 0,8 0,9 1,0
134
Para analizar de manera detallada los diferenciales en la distribución del
ingreso, se divide o particiona la serie de datos de ingreso de los hogares en
diez grupos o conjuntos iguales. La distribución por deciles permite observar
la distribución porcentual de hogares e ingresos a lo largo de cada uno de
ellos, pero diferenciando por grupo étnico-racial.
Se procede ahora a analizar el indicador de distribución porcentual por
deciles de los hogares e ingresos de los hogares (Gráficos 37.1 a 37.6; seis
gráficos). Esta participación porcentual se describe en estos gráficos, uno
para total Bogotá y para cada uno de los cinco grupos étnico-raciales.
La importancia al comparar los seis gráficos reside en que los gráficos de
la población mestiza y blanca revelan los mayores patrones de desigualdad,
asociado a la vez con los Gini más altos analizados previamente.
En primer lugar, vale la pena llamar la atención que la población blanca
del decil 10 detenta el 42.02% del ingreso total (Gráfico 37.5), seguida de
la mestiza con el 39.84% (Gráfico 37.4), luego la afrodescendiente con el
35.45%, ninguno de los anteriores con el 33.77% (Gráfico 37.6) y por último
la indígena con el valor más reducido, el 18.29% (Gráfico 37.2). Para el total
de Bogotá este valor es 39.50% (Gráfico 37.1).
Si se agregan los deciles 9 y 10, en donde se concentran los mayores in-
gresos, para el total de Bogotá el 16.83% de los hogares detenta el 57.12% de
todos los ingresos de los hogares (Gráfico 37.1). Entre los mestizos el 18.7%
controla el 58.27% de los ingresos de los hogares (Gráfico 37.4), y entre los
blancos el 17.0% de los hogares el 59.17% del ingreso total (Gráfico 37.5). En
el grupo ninguno de los anteriores el 13.15% de los hogares tiene el 50.43%
del ingreso total (Gráfico 37.6). Con respecto a los grupos minoritarios, en
los afrodescendientes el 9.73% de los hogares el 48.75% del ingreso (Gráfi-
co 37.3) y en los indígenas el 13.43% de los hogares el 36.47% del ingreso
(Gráfico 37.2).
Al agregar en sentido opuesto los deciles de menor ingreso, el 1 y 2, se tiene
que para Bogotá el 23.78% de los hogares tiene apenas el 3.28% del ingreso
total (Gráfico 37.1); en los mestizos el 22.49% de los hogares el 2.92% del
ingreso (Gráfico 37.4); en los blancos el 23.07% de los hogares el 3.09% del
ingreso (Gráfico 37.5); en ninguno de los anteriores el 26.48% de los hogares
el 4.25% del ingreso (Gráfico 37.6). En los afrodescendientes el 36.35% de los
hogares el 7.49% del ingreso total (Gráfico 37.3) y en los indígenas el 35.0%
de los hogares el 7.21% del ingreso (Gráfico 37.2).
135
GRÁFICOS 37.1- 37.2 - 37. 3 - 37.4 - 37.5 - 37. 6
Distribución porcentual por deciles de ingreso de los hogares y participación porcentual por decil en el
ingreso total de los hogares de Bogotá. EMB 2014
GRÁFICO 37.1
TOTAL BOGOTÁ
45,0
39,5
40,0
35,0
30,0
25,0
20,0 17,6
15,0 13,0
11,1 9,3 12,0
10,8 10,8
9,7 9,7 8,8 8,8
10,0 8,6 8,1
6,8
5,1
4,1
5,0 3,1
1,2 2,1
0,0
1 2 3 4 5 6 7 8 9 10
Deciles del ingreso
%Hogares %Ingreso
GRÁFICO 37.2
INDÍGENA
45,0
40,0
35,0
30,0
25,0
20,5
20,0 18,2 18,3
15,7
14,5 13,9
15,0 12,8 11,9
10,4
9,3 8,5
10,0 7,0 7,2 7,9
6,5 5,6
5,2
5,0 2,0 3,0
1,5
0,0
1 2 3 4 5 6 7 8 9 10
Deciles del ingreso
%Hogares %Ingreso
136
GRÁFICO 37.3
AFRODESCENDIENTE
45,0
40,0
35,4
35,0
30,0
25,0
0,0
1 2 3 4 5 6 7 8 9 10
Deciles del ingreso
%Hogares %Ingreso
GRÁFICO 37.4
MESTIZO
45,0
39,8
40,0
35,0
30,0
25,0
20,0 18,4
0,0
1 2 3 4 5 6 7 8 9 10
Deciles del ingreso
%Hogares %Ingreso
137
GRÁFICO 37.5
BLANCO
45,0 42,0
40,0
35,0
30,0
25,0
20,0 17,2
15,0 12,5
11,0 11,7
10,6 10,7 10,1
9,6 9,4 9,0 8,7
10,0 8,1 8,3
6,6
3,7 4,7
5,0 2,0 2,9
1,1
0,0
1 2 3 4 5 6 7 8 9 10
Deciles del ingreso
%Hogares %Ingreso
GRÁFICO 37.6
NINGUNO DE LOS ANTERIORES
45,0
40,0
35,0 33,8
30,0
25,0
20,0
16,7
15,4
15,0 12,1
11,1 11,4 11,9 11,0
10,7
8,6 9,2
10,0 7,7 7,6 7,4
6,3 5,7
5,1
5,0 3,9
1,7 2,6
0,0
1 2 3 4 5 6 7 8 9 10
Deciles del ingreso
%Hogares %Ingreso
138
Se observa entonces una sobre concentración de hogares afrodescen-
dientes e indígenas en los dos primeros deciles con respecto a los grupos
mayoritarios y por supuesto, una más clara concentración del ingreso total
de los hogares en las poblaciones blancas y mestizas, lo que ya se había de-
tectado a través del coeficiente Gini (Gráfico 36). Sin embargo, vale la pena
destacar la presencia de un segmento de la población afrodescendiente en
los deciles 9 y 10, un poco menos del 10% de los hogares (9.73%) que tienen
el 48.75% del ingreso total, correspondiente a una clase media acomodada,
quizás no tan rica como la mestiza y blanca o la que cae bajo la categoría
ninguno de los anteriores en esos mismos deciles de ingreso. Por los datos
del coeficiente Gini y la forma de los gráficos se observa un patrón generali-
zado de desigualdad social al menos más acentuado entre las dos poblaciones
mayoritarias, mestizas y blancas, la categoría ninguno de los anteriores, y en
menor grado la población afrodescendiente. La única excepción la constituye la
población indígena con el menor nivel de desigualdad social, lo cual se observa
en el gráfico y en el coeficiente Gini .
29
29 De todos modos hay que advertir que estos resultados están afectados por el error de muestreo, par-
ticularmente para afrodescendientes e indígenas, de suerte que los casos de hogares en los deciles de
mayor ingreso como el 9 y 10 tienen un riesgo de error mayor. Esto no quiere decir que los resultados
aquí presentados no tengan validez sino que deben asumirse con precaución, particularmente los de la
población afrodescendiente e indígena de mayores ingresos. A pesar de esta limitación estadística los
resultados pueden estar señalando la presencia de capas medias acomodadas afrodescendientes que
otros estudios como el de Urrea y Botero (2010) han detectado para la ciudad de Bogotá a través de
los datos del censo de 2005 utilizando el nivel educativo de estudios universitarios, características
del hogar y la ubicación residencial en estratos 3, 4, 5 y 6. No sobra puntualizar que se trata de
un segmento pequeño en el conjunto de la población negra bogotana. En el caso de la población
indígena el error de muestreo es mayor si bien los datos arrojan el patrón de menor concentración
del ingreso con respecto a los otros cuatro grupos étnico-raciales.
30 Para este indicador que fluctúa entre 0 y 100 como variable continua se incluyeron 49 bienes de
los hogares y la metodología usada se apoyó sencillamente si el hogar poseía el bien, evitando
establecer una clasificación ex ante de cada activo con el objetivo de hacer el ejercicio de manera
neutra sin ponderaciones previas.
139
dos grupos étnico-raciales mayoritarios y los dos minoritarios: 20.77% nivel
alto de activos, 37.66% medio, 31.14% bajo y 10.43% muy bajo. De aquí en
adelante se incrementa sustancialmente la participación del nivel alto y de-
crece considerablemente el nivel muy bajo para mestizos y blancos: 29.83%
y 31.03% respectivamente nivel alto y 6.74% y 6.57% respectivamente muy
bajo, ver Gráfico 38.
140
GRÁFICO 38
DISTRIBUCIÓN PORCENTUAL DE LOS NIVELES DEL ÍNDICE DE ACTIVOS DE LOS HOGARES SEGÚN GRUPO
ÉTNICO-RACIAL. EMB 2014
Ninguno de
los anteriores 20,77 37,66 31,14 10,43
0,0 10,0 20,0 30,0 40,0 50,0 60,0 70,0 80,0 90,0 100,0
141
Los Gráficos 39.5 y 39.6 muestran la percepción de las personas sobre las
condiciones actuales de su hogar con respecto a la situación del mismo que
tenía hace 4 años. El 52.0%de las personas encuestadas en el año 2011 res-
pondieron que su situación era mejor, para el año 2014 este porcentaje sigue
la tendencia de las dos preguntas anteriores y aumenta hasta el 56.0%. Por
grupo étnico-racial es interesante que en el año 2011 los afrodescendientes
e indígenas tienen la percepción más alta sobre que hay mejores condiciones
en sus hogares en la actualidad (53.3% afrodescendientes y 56.1% indígenas)
y al mismo tiempo la más alta percepción que son peores (14.7% afrodes-
cendientes y 14.8% indígenas). Para el año 2014 la tendencia es clara para
cuatro grupos étnico-raciales: los afrodescendientes, los blancos, los mestizos
y ninguno de las anteriores aumentaron sus porcentajes de percepción po-
sitiva —una mejor condición en la actualidad— (58.2% afrodescendientes,
57.2% blancos, 55.3% mestizos y 55.0% ninguno de los anteriores), mientras
que en los indígenas se desploma este porcentaje del 56.1% en el 2011 al
46.7% en el 2014 y aumenta la percepción negativa —peores condiciones
en la actualidad— de 14.8% a 17.4%. Estos resultados son consistentes con
otros hallazgos de la EMB 2014 de mayor vulnerabilidad sociodemográfica,
socioeconómica y de inserción laboral precaria en los hogares indígenas. Si
bien tanto hogares y personas afrodescendientes como indígenas, de acuerdo
a los diversos resultados de este estudio presentan rezagos con respecto a los
grupos mayoritarios, en el caso de los indígenas la situación ha desmejorado
mucho más en términos relativos, seguramente explicable por la presencia de
migrantes recientes procedentes de regiones de conflicto armado en condi-
ciones de llegada a Bogotá muy adversas. Para los afrodescendientes, a pesar
de la incidencia de migrantes recientes con proles menores de 5 años, los
indicadores revelan que han logrado beneficiarse de los programas sociales
de la Alcaldía e insertarse en el mercado laboral bogotano no obstante que
un amplio sector de ellos se encuentra en condiciones de alta informalidad
y calidad baja y muy baja de empleo.
El porcentaje de población a quienes los ingresos no les alcanzan para cu-
brir los gastos mínimos en Bogotá en el año 2011 fue de 19.3%, mientras que
para el año 2014 esta cifra baja al 16.2%, lo cual muestra una percepción de
clara mejoría en las condiciones de vida en los hogares bogotanos vista a partir
de la suficiencia de los ingresos (Gráficos 40 y 41). Por grupos étnico-raciales
y comparando las 2 encuestas encontramos que en el año 2011 indígenas y
afrodescendientes tenían la más alta percepción de ingresos insuficientes para
cubrir los gastos mínimos (28.2% y 21.1% respectivamente), para el 2014 este
porcentaje se incrementa notoriamente en los indígenas hasta el 37.5% mientras
que para los afros aumenta ligeramente al 21.9%. La tendencia en los grupos
blanco, mestizo y ninguno de los anteriores es a la reducción. O sea, si para los
afrodescendientes no hay propiamente un aumento en la percepción negativa
del menor cubrimiento ingresos-gastos del hogar, en cambio para los indígenas
ha sido muy claro ese deterioro.
Finalmente, el porcentaje de la población de Bogotá que se consideraba pobre
en el 2011 fue de 24.9% mientras que en el 2014 este porcentaje fue del 23.8%,
según este resultado se redujo en 1 punto porcentual la percepción de pobreza
en el Distrito (ver Gráficos 42 y 43).
142
GRÁFICO 39.1
PERCEPCIÓN DE LAS CONDICIONES ACTUALES DEL HOGAR BOGOTÁ (EMB,2014)
Ninguno de
10,6 70,6 18,9
los anteriores
0,0 10,0 20,0 30,0 40,0 50,0 60,0 70,0 80,0 90,0 100,0
GRÁFICO 39.2
PERCEPCIÓN DE LAS CONDICIONES ACTUALES DEL HOGAR BOGOTÁ (EMB, 2011)
Ninguno de
13,0 66,1 20,8
los anteriores
0,0 10,0 20,0 30,0 40,0 50,0 60,0 70,0 80,0 90,0 100,0
143
GRÁFICO 39.3
PERCEPCIÓN DE LAS CONDICIONES ACTUALES DEL HOGAR FRENTE AL HOGAR DONDE SE CRIÓ EN BOGOTÁ
(EMB,2014)
0,0 10,0 20,0 30,0 40,0 50,0 60,0 70,0 80,0 90,0 100,0
GRÁFICO 39.4
PERCEPCIÓN DE LAS CONDICIONES ACTUALES DEL HOGAR FRENTE AL HOGAR DONDE SE CRIÓ EN BOGOTÁ
(EMB,2011)
Ninguno de
57,5 35,1 7,4
los anteriores
0,0 10,0 20,0 30,0 40,0 50,0 60,0 70,0 80,0 90,0 100,0
144
GRÁFICO 39.5
PERCEPCIÓN DE LAS CONDICIONES ACTUALES DEL HOGAR FRENTA AL HOGAR QUE TENÍA HACE 4 AÑOS .
BOGOTÁ (EMB, 2014)
Ninguno de
55,0 37,0 8,0
los anteriores
0,0 10,0 20,0 30,0 40,0 50,0 60,0 70,0 80,0 90,0 100,0
GRÁFICO 39.6
Percepción de las condiciones actuales del hogar frenta al hogar que tenía hace 4 años . Bogotá (EMB, 2011)
0,0 10,0 20,0 30,0 40,0 50,0 60,0 70,0 80,0 90,0 100,0
Mejor Igual Peor
145
GRÁFICO 40
PROPORCIÓN DE LA POBLACIÓN A QUIENES LOS INGRESOS NO LES ALCANZA PARA CUBRIR LOS GASTOS
MÍNIMOS EN BOGOTÁ ( EMB, 2014)
40,0 37,5
35,0
30,0
25,0
21,9
20,0
15,9 16,6
16,2 15,5
15,0
10,0
5,0
0,0
Total Indígena Afrodescendiente Ninguno de los Meszo Blanco
anteriores
GRÁFICO 41
PROPORCIÓN DE LA POBLACIÓN A QUIENES LOS INGRESOS NO LES ALCANZA PARA CUBRIR LOS
GASTOS MÍNIMOS EN BOGOTÁ (EMB, 2011)
40,0
35,0
30,0 28,2
25,0
21,1
19,3 19,1
20,0
15,0
10,0
5,0
0,0
Total Indígena Afrodescendiente Ninguno de los anteriores
146
GRÁFICO 42
PROPORCIÓN DE LA POBLACIÓN QUE SE CONSIDERAN POBRES EN BOGOTÁ (EMB, 2014)
50,0 49,0
45,0
40,0
36,3
35,0
30,0
24,8 24,3
25,0 23,8
22,2
20,0
15,0
10,0
5,0
0,0
Total Indígena Afrodescendiente Ninguno de los Meszo Blanco
anteriores
GRÁFICO 43
PROPORCIÓN DE LA POBLACIÓN QUE SE CONSIDERAN POBRES EN BOGOTÁ (EMB, 2011)
50,0
45,0
40,0 38,9
37,4
35,0
30,0
24,9 24,6
25,0
20,0
15,0
10,0
5,0
0,0
Total Indígena Afrodescendiente Ninguno de los anteriores
147
Los afrodescendientes tienen la más alta percepción de pobreza en el año
2011 con un 38.9% de la población que se consideraba pobre frente al 37.4% de
los indígenas y el 24.6% de ninguno de los anteriores. En el 2014 sube de manera
impresionante el porcentaje de población indígena que se considera pobre hasta el
49.0% (12 puntos porcentuales con respecto al 2011), mientras que la percepción
de pobreza de los afrodescendientes baja levemente hasta ubicarse en un 36.3%.
De acuerdo con los resultados del módulo de percepción subjetiva de pobreza,
las personas indígenas y afrodescendientes tendrían las percepciones de pobreza
más altas asociadas a unas condiciones de vida mucho más difíciles que para el
resto de la población bogotana. Sin embargo, esta situación es más crítica en el
caso de la población indígena, ya que la afrodescendiente presenta disminución
en varios indicadores de pobreza subjetiva entre los años 2011 y 2014, lo cual
puede significar de alguna manera que ha alcanzado mayores beneficios de los
programas institucionales de la Alcaldía.
El siguiente comentario de un líder Kankuamo en los grupos focales permite
entender las percepciones ambiguas de los indígenas, entre un pasado en sus
territorios de origen (resguardos y asentamientos indígenas) antes del conflicto
armado, y después de su llegada a la ciudad, para muchos debido al efecto del
desplazamiento forzoso, la inserción en el medio urbano rodeada de limitaciones,
lo cual los ha ubicado como el grupo étnico-racial más afectado por distintos
indicadores negativos que apuntan a mayor pobreza.
148
6 PATRONES
DE GASTOS SEGÚN GRUPO
ÉTNICO-RACIAL
El Gráfico 44 permite observar el patrón de gastos promedio per cápita en
Bogotá según grupo étnico-racial. Obsérvese que el rubro de alimentos tiene
una menor participación en los grupos mestizo (27.8%) y blanco (27.3%);
en el caso de ninguno de los anteriores este rubro (30.1%) se ubica en una
posición intermedia entre los dos sectores mayoritarios y los dos minori-
tarios, pero más cercano a estos últimos. Para el total de Bogotá este gasto
promedio per cápita es 28.0%. Por el contrario los afrodescendientes e indí-
genas participan porcentualmente con un mayor gasto en alimentos (29.6%
y 31.3% respectivamente). Estos resultados son los esperados de acuerdo a
la escala de ingresos totales de los hogares que hemos analizado en la sesión
anterior según grupo étnico-racial, en la medida en que afrodescendientes
e indígenas se concentran en los primeros deciles o también en los estratos
socioeconómicos 1 y 2.
Por el contrario en los gastos relacionados con educación y salud (Gráfico
44) se da la tendencia inversa: la población mestiza y blanca tienen una mayor
participación relativa en el gastos promedio per cápita en los hogares (18.0%
en ambos rubros para mestizos y 18.1% en ambos rubros para blancos). Para
el total de Bogotá ambos rubros pesan 17.7%. Ya en el caso de ninguno de los
anteriores este gasto pasa a 16.1% (ambos rubros). En los afrodescendientes
baja a 13.3% ambos rubros y entre los indígenas a 14.3% para educación y
15.8% para salud. La mayor inversión en educación y salud está asociada a
sectores sociales más acomodados, particularmente en los estratos socioe-
conómicos 4, 5 y 6, pero también en una franja importante del 3.
Los gastos en alquileres participan más en los dos grupos minoritarios,
afrodescendientes (16.3%) e indígenas (16.1%). Esto era lo esperado porque
en ambos grupos se presenta menor propiedad de vivienda. Para Bogotá el
promedio es 11.7%. Lo contrario ocurre con las poblaciones mestiza y blanca
(11.1% y 11.3% respectivamente).
152
GRÁFICO 44
DISTRIBUCIÓN DEL GASTO PERCÁPITA DEL HOGAR POR CATEGORÍA ÉTNICA-RACIAL.BOGOTÁ EMB (2014)
Total 28,0 17,7 17,7 11,7 11,2 5,8 1,3 1,7 1,6 2,0 1,3
Indígena 31,3 14,3 15,8 16,1 9,2 5,9 1,3 2,1 2,9 0,6 0,4
Afrodescendiente 29,6 13,3 13,3 16,3 9,3 6,9 3,1 1,5 4,5 1,6 0,5
Ninguno de
30,1 16,1 16,1 13,7 12,0 5,6 1,4 1,7 1,0 1,6 0,6
los anteriores
Blanco(a) 27,3 18,1 18,1 11,3 10,9 5,8 1,3 1,7 1,5 2,2 1,6
Meszo(a) 27,8 18,0 18,0 11,1 11,4 5,8 1,3 1,7 1,8 1,8 1,3
0,0 10,0 20,0 30,0 40,0 50,0 60,0 70,0 80,0 90,0 100,0
153
a la mestiza es ligeramente mayor al promedio (1.8%). Este resultado señala a
modo de hallazgo que en los hogares afrodescendientes e indígenas pesa relati-
vamente más el rubro de remesas que para el conjunto de los hogares en Bogotá,
lo cual es consistente con el carácter migrante mucho más acentuado de las dos
poblaciones, como previamente se ha analizado en el capítulo de indicadores
sociodemográficos, dejando miembros de la red familiar en sus áreas de origen
que seguramente siguen dependiendo de los que ahora residen en Bogotá.
El rubro de pago de servicio doméstico y otros servicios como chofer (Grá-
fico 44) resalta especialmente entre la población blanca con el 2.2%. Para el
total de Bogotá este rubro representa el 2.0% del gasto per cápita promedio
mensual. En la población mestiza este rubro representa el 1.8%, en la afrodes-
cendiente y ninguno de los anteriores el 1.6%, mientras que en la indígena es
el rubro menor con el 0.6%.
Finalmente el rubro de consumos culturales (Gráfico 44) que tiene los
mayores porcentajes de gastos promedio per cápita mensuales entre la po-
blación blanca (1.6%) y mestiza (1.3%). Para el total de Bogotá corresponde
al 1.3%. Los demás grupos tienen porcentajes más reducidos: ninguno de los
anteriores el 0.6%, afrodescendientes 0.5% e indígenas 0.4%. Este resultado
es consistente con lo esperado.
El Gráfico 45 presenta una síntesis del gasto mensual promedio per cá-
pita en el hogar en pesos del 2014 según grupo étnico-racial para Bogotá.
El promedio per cápita para Bogotá es $1,598.790. Los dos grupos con el
gasto promedio mayor son mestizos ($1,624.512) y blancos ($1.616.621).
Luego viene un segundo grupo sin grandes diferencias, afrodescendientes
($1,469,302) y ninguno de los anteriores (1,462,356). El tercer grupo corres-
ponde a los indígenas (1,420,085). Las variaciones anteriores son consistentes
con el patrón de distribución del gasto y en general con los resultados de los
ingresos del hogar antes analizados.
154
GRÁFICO 45
GASTOS MENSUALES PROMEDIOS PERCÁPITA DEL HOGAR SEGÚN GRUPO ÉTNICO-RACIAL. BOGOTÁ EMB (2014)
Meszo 1.640.111
Blanco 1.631.607
Afrodescendiente 1.485.523
Indígena 1.422.144
155
7 USOS Y DISPOSITIVOS
PARA ACCEDER A INTERNET
SEGÚN GRUPO ÉTNICO-RACIAL
Los usos del internet (Gráficos 46.1 y 46.2) revelan el tipo de búsquedas
que realizan los miembros del hogar cuando se conectan a la red. Por grupo
étnico-racial se aprecian diferencias en las páginas a las que acceden los dis-
tintos grupos poblacionales.
El Gráfico 46.1 presenta los cinco usos más frecuentes del internet en Bogotá.
A este respecto, los indígenas, ninguno de los anteriores y afrodescendientes
presentan las menores participaciones en la obtención y búsqueda de informa-
ción (28.5%, 33.7% y 36.5% respectivamente), en el uso del correo electrónico
y mensajería (30.1%, 30.9% y 33.7% respectivamente), en el acceso a las redes
sociales (28.0%, 32.5% y 36.0% respectivamente), en educación y aprendizaje
(21.3%, 22.7% y 21.7% respectivamente), y finalmente en actividades de en-
tretenimiento como juegos, bajar música, etc. (16.4%, 23.3% y 22.7%). En los
cinco tipos de usos más frecuentes los indígenas, ninguno de los anteriores y
los afrodescendientes tienen porcentajes menores a los usos promedios de la
ciudad, mientras los blancos y mestizos tienen en esos cinco usos participaciones
mayores: los mestizos (41.5%, 40.5%, 38.7%, 27.5% y 25.6% respectivamente) y
los blancos (41.8%, 37.4%, 37.3%, 27.1% y 25.8% respectivamente).
El Gráfico 46.2 presenta los cuatro usos con menores participaciones
porcentuales del internet. En estos cuatro usos los indígenas, ninguno de los
anteriores y los afrodescendientes también mantienen las menores participa-
ciones porcentuales, a diferencia de los blancos y mestizos. En la compra de
productos o servicios por internet (2.2%, 3.6% y 5.1% respectivamente), en
el uso para banca electrónica y otros servicios financieros (5.0%, 5.5% y 3.8%
respectivamente), en trámites con instituciones gubernamentales (5.0%, 4.6%
y 3.7% respectivamente), y en la consulta a medios de comunicación (9.2%,
10.5% y 9.0% respectivamente).
En resumen, los indígenas y afrodescendientes presentan un menor uso del
internet que la población blanca y mestiza en Bogotá, con diferencias signi-
ficativas. Por otro lado, el grupo ninguno de los anteriores constituye el otro
sector poblacional con características cercanas al uso del internet que tienen
las dos minorías étnico-raciales.
Sobre el tipo de dispositivos que usa la gente según grupo étnico-racial
para acceder a internet (Gráficos 47.1 y 47.2), se observan también diferencias
significativas. En los cuatro primeros dispositivos (Gráfico 47.1), tanto en
computador de escritorio y portátil, como en tableta y celular hay una menor
cobertura para indígenas y afrodescendientes. El grupo ninguno de los anterio-
res en computador de escritorio está más cerca de los blancos y mestizos, pero
en los demás dispositivos se acerca más a los valores porcentuales bajos que
tienen indígenas y afrodescendientes. Para los cuatro dispositivos los blancos
y mestizos tienen mayores coberturas de dispositivos para acceder a internet.
En relación con el total de Bogotá, el 40% de la población accede a internet
mediante computador de escritorio, casi la cuarta parte mediante computador
portátil, casi el 10% mediante tableta y cerca de la cuarta parte a celular para
conectarse a internet. Aquí interesa señalar que la población blanca y mestiza
está siempre en el porcentaje promedio de toda la ciudad.
En el segundo grupo de tres dispositivos que tienen porcentajes bajos
(Gráfico 47.2) se produce el mismo fenómeno que en los cuatro primeros
dispositivos: una mayor participación porcentual de la población blanca y
mestiza y una muy baja en la afrodescendiente e indígena. En general para el
total de Bogotá los tres tipos de dispositivos (consolas para juegos electróni-
cos, televisor inteligente y reproductores digitales de música) su utilización
es aún reducida, inferior al 1.0%.
158
GRÁFICO 46.1
DISTRIBUCIÓN DE LA POBLACIÓN POR ACTIVIDADES QUE REALIZA EN INTERNET. BOGOTÁ EMB (2014). PARTE 1
45,0 41,8
40,0 41,4 40,5
40,0 38,7
36,5 37,4 37,4 36,9
33,7 37,3
36,0
35,0 33,7
30,9 32,5
30,1 27,1 25,8
30,0 28,5 28,0
26,3 27,5 25,6
22,7 25,1 23,3
25,0 22,7
21,3 21,7
20,0
16,4
15,0
10,0
5,0
0,0
Obtener información (excluir la Correo y mensajería Redes sociales Educación y aprendizaje Acvidades de entretenimiento
búsqueda de información con (juegos, bajar música, etc.)
fines de educación y
aprendizaje)
159
160
GRÁFICO 46.2
DISTRIBUCIÓN DE LA POBLACIÓN POR ACTIVIDADES QUE REALIZA EN INTERNET. BOGOTÁ EMB (2014). PARTE 2
16,0
13,8
14,0
12,7 12,6
12,0
10,5
10,0 9,2 9,0
8,1 7,8
8,0 7,4
6,2 6,1 5,8
5,5 5,6 5,5 5,7
6,0 5,1 5,0 5,0 4,6
3,6 3,8
4,0 3,2
2,2
2,0
0,0
Comprar/ordenar productos o Banca electrónica y otros servicios Trámites con organismos Consulta de medios de comunicación
servicios financieros gubernamentales (televisión, radio, periódicos, revistas,
medios digitales, etc.)
45,0
40,6
39,9 40,4
40,0 38,2
35,0 33,7
0,0
a. Computador de escritorio b. Computador portál c. Tableta d. Teléfono celular
161
Total Indígena Afrodescendiente Ninguno de los anteriores Blanco Meszo
162
GRÁFICO 47.2
DISTRIBUCIÓN DE LA POBLACIÓN SEGÚN LOS DISPOSITIVOS QUE UTILIZA PARA ACCEDER A INTERNET.
BOGOTÁ EMB (2014). PARTE 2
1,2
1,0
1
0,9 0,9 0,9
0,8
0,8
0,7 0,7 0,7 0,7
0,6
0,6
0,6
0,5 0,5 0,5
0,4
0,3
0,2
0,1 0,1 0,1
0
e. Consolas para juegos f. Televisor inteligente g. Reproductores digitales de H. Otro
electrónicos (Play Staon, X-box, música, video e imagen (MP3,
Wii, PSP, Nintendo, Gameboy, MP4, Ipod)
etc.)
166
GRÁFICO 48.1
DISTRIBUCIÓN DE LA POBLACIÓN QUE NO PERTENECE A NINGUNA ORGANIZACIÓN. BOGOTÁ EMB 2014
76,0
74,3
74,0
73,2
72,9
72,2
72,0
70,0
68,8
68,0
67,0
66,0
64,0
62,0
Total Afrodescendiente Indígena Blanco Meszo Ninguno de los
anteriores
167
GRÁFICO 48.2
DISTRIBUCIÓN DE LA POBLACIÓN POR ORGANIZACIONES O REDES A LAS QUE PERTENECE. BOGOTÁ EMB
2014. PARTE 1
12,0
10,7
9,8
10,0
8,0 7,7
7,3
7,1
6,4
6,0
4,7
4,0
3,1
2,4
2,2 2,2
1,8
2,0
0,0
Organización religiosa, fe o grupo de oración Organización arsca, musical voluntaria, deporvas social o de
recreación
168
GRÁFICO 48.3
DISTRIBUCIÓN DE LA POBLACIÓN POR ORGANIZACIONES O REDES A LAS QUE PERTENECE. BOGOTÁ EMB
2014. PARTE 2
2,5
2,1
2,0
1,7
1,5 1,4
1,1
1,0 0,9
0,8 0,6 0,7 0,8
0,6 0,6 0,4
0,6
0,5 0,5 0,4 0,5
0,5 0,4 0,4 0,4 0,4 0,4 0,3 0,4 0,4 0,4
0,4 0,1
0,3 0,3 0,3 0,3 0,3 0,2 0,3 0,3 0,1
0,2 0,2 0,2 0,2 0,1 0,2 0,2
0,1 0,1 0,1 0,1 0,1 0,1 0,1 0,1 0,1 0,1 0,1
0,0
Asociación de madres Cooperava o Organización Grupo o pardo Organizaciones de Junta de acción Asociación profesional, Grupo juveniles Grupos de personas Organizaciones LGBT
y padres de familia, ex- asociación de voluntaria políco propiedad horizontal comunal, cívica barrial cámara, gremio o (metaleros, skinheads, mayores (lesbianas, Gays,
alumno(a)s, entre productore(a)s o ambientalista, de o de seguridad y sindicato emos, entre otros) Bisexuales y
otros comerciantes atención en salud o de vigilancia Transgeneristas)
caridad
169
9 DISCRIMINACIÓN
EN BOGOTÁ
El módulo de educación de la EMB-2014 incluyó una serie de preguntas con
la finalidad de recoger información sobre percepciones de discriminación .
En Bogotá, el 12.2% de las personas de 18 y más de edad manifestó haber
padecido o presenciado episodios discriminatorios por orientación sexual, el
31
10.3% por su apariencia física, el 9.6% por raza u origen étnico, el 8.6% por
creencias religiosas, el 6.9% por género y por último, el 5.5% reveló haber vis-
to o ser víctima de tratos discriminatorios por pertenecer o identificarse con
grupos metaleros, emos, skinhead entre otros. Ver en el Gráfico 49 las barras
correspondientes al total Bogotá.
Sin embargo, al controlar por grupo étnico-racial se detectan resultados
que revelan que el fenómeno de la discriminación en Bogotá en sus diferentes
facetas— incluyendo por supuesto las de orientación sexual y de género —pasa
ante todo por el color de piel y la etnicidad. De nuevo ver el Gráfico 49, pero
ya para las diferentes barras. Veamos:
1.
En la muestra probabilística de la EMB 2014 (parte superior del gráfico)
los afrodescendientes presentan los mayores porcentajes de discriminación en
todas las variables consideradas: por raza u origen étnico (32.0%), orientación
sexual (15.7%), apariencia física (15.6%), creencias religiosas (11.6%), género
(9.5%) y por identificarse con grupos o colectivos sociales (7.6%). Después
de los afros, la población indígena evidencia las participaciones más altas por
raza u origen (20.0%), apariencia física (13.0%), creencias religiosas (11.1%),
género (8.7%) y por identificarse con grupos metaleros, emos, etcétera (7.3%).
Cabe resaltar, que las discriminaciones por raza u origen étnico y apariencia
física en afrodescendientes e indígenas exhiben las mayores diferencias frente
a los grupos poblacionales mayoritarios de Bogotá, lo que era por supuesto de
31 La EMB 2011 incluyó también este módulo, sin embargo, desafortunadamente estas preguntas se
hicieron a grupos etarios no necesariamente similares: en la EMB 2011 se restringió a la población
entre 14 y 34 años de edad, mientras en la EMB 2014 se hizo a todas las personas de 18 años y más
de edad. Este análisis ha tomado toda la población de 18 años y más de edad.
esperar. Sin embargo, lo que se resalta con este hallazgo es que la gente negra
y en cierto modo también la indígena, comparados con los otros tres grupos
étnico-raciales (blancos, mestizos, ninguno de los anteriores) perciben más
discriminación en las dimensiones de género, sexualidad, creencia religiosa
e incluso por identificarse con un grupo metalero, emo, etc. Los valores por-
centuales son contundentes en relación con la hipótesis señalada previamente.
Percepción de discriminación por color de piel en el espacio laboral para
mujeres afrodescendientes que aparece en los relatos de los grupos focales:
En la mayoría de relatos de las personas afrodescendientes, en particular
las mujeres, que se han desempeñado como asalariados en distintas empresas
y ocupaciones en empresas privadas, el tema del racismo por color de piel en
el espacio laboral es recurrente.
Silvania, quien vivió eventos de racismo con acoso laboral en una gran
empresa con sede en Bogotá: “Que yo desafortunadamente he tenido
discriminación en las dos empresa donde trabajé aquí en aseo porque
soy bachiller con prueba de un puntaje bueno en el ICFES. Mejor en mi
colegio allá en Cartagena y aquí soy una misma más del montón, aquí
no importan mis estudios, ni nada. Me tocó como guerrera trabajar en
oficios varios en aseo en una empresa reconocida que se llama Fuller
mantenimiento, ahí en Puente Aranda y ¿qué paso? Una supervisora
nos la montó a las negritas, las tenían apartadas, a las monitas blan-
quitas mocitas las tenían en neonatos y en las uci [unidad de cuidados
intensivos] en cambio las negritas”.
172
“A mí me parece muy injusto en Colombia en pleno siglo veintiuno que
todavía por ser negros nos marginen en los trabajos, lo digo por experien-
cias personales, cuando yo por ejemplo con mi desarrollo laboral ha sido
siempre bueno. Llevo 25 años en la parte de bancos, y me parece terrible
que allí en ese campo los negros son, mejor dicho los contamos con los
dedos de la manos, y nos sobran la de dedos porque pareciera que el ne-
gro fuera el bruto, el que no sabe, el que no sé qué; bueno, nos marginan
totalmente y me da mucha risa que cuando nosotros competimos porque
es una competencia, cuando hay la oportunidad de decir bueno hay cargo
por ejemplo cargo de gerente, listo convocamos, nos presentamos y hay
200 blancos, créeme que si hay un solo negro es mejor dicho”.
173
Los grupos focales confirman aquello que los datos revelan, la población
indígena es estigmatizada por sus atavíos y origen étnico, pero también por
su apariencia física.
Las dimensiones de sexualidad y género como han señalado Wade (2008) y
Urrea, Viáfara y Viveros (2014) en las sociedades latinoamericanas y del Caribe
pasan por el color de piel y la construcción de la etnicidad. Es el fenómeno
socio-antropológico de racialización de la sexualidad y sexualización de lo
étnico-racial, pero a través del componente de género, es decir, a partir del
continuo masculino-femenino. Esto explica el porqué la gente afrodescendiente
y en menor grado la indígena, tanto mujeres como hombres, es más sensible en
el espacio urbano de Bogotá a sentirse discriminada por su orientación sexual
y género. Estereotipos asociados a las mujeres y hombres afrodescendientes a
sus corporalidades (virilidad, capacidad o supuesta potencia sexual, etc.) que
también pueden extenderse a los hombres y mujeres indígenas. Percibirse como
sujetos exóticos en su corporalidad y expresiones corporales en la gran ciudad.
En segundo lugar, creemos que la expresión orientación sexual como parte
de la pregunta sobre discriminación pudo hacer alusión para los encuestados,
tanto a prácticas heterosexuales como homosexuales. En tal sentido, muy
posiblemente fue respondida la pregunta afirmativamente (sí percibirse dis-
criminado o haber presenciado una discriminación) por hombres y mujeres,
afrodescendientes e indígenas, de diferentes orientaciones y prácticas sexuales.
La cuestión de género tiene por supuesto que ver con las identidades en
juego masculinas o femeninas a través de los cuerpos con colores de piel y
expresiones étnicas.
Varios ejemplos de percepción de discriminación por género y orientación
sexual que enfrentan las mujeres y otras figuras femeninas afrodescendientes
los encontramos en los grupos focales. En todos ellos el factor de color de piel
es determinante:
“Me estaba proponiendo que tenía que acostarme con él, y eso me ha
pasado muchas veces y siempre es por lo mismo, porque como somos
negras, tenemos buen cuerpo buenas colas, entonces el estereotipo de la
mujer es todo eso, entonces ellos no quieren darle el trabajo a uno porque
sabemos trabajar, sino porque son bonitas, sino es el deseo sexual, como
dice Michelle (otra mujer participante en el grupo focal). Somos como
una fantasía sexual, eso se ve en los trabajos de restaurantes de atender
tiendas y más lo contratan a uno. Por lo menos en un hotel que queda
en el centro, el anuncio dice se busca mujer tal tal tal; y entre comillas
dice mujeres negras, y entonces allá entran muchas personas y son como
ejecutivos y así y para ellos tener una mujer negra sentada en la recepción
es forma de atraer a las personas a que vayan a hacer negocios, entonces
eso es lo que ha pasado también en el trabajo”.
174
Merlyn: “[…] los hombres aquí se acostumbran porque en mi caso me
ha pasado (se refiere al acoso sexual en la calle por ser mujer negra), pero
yo les digo su poco de vulgaridades también, que se ponen los hombres y
te sacan la lengua a uno, y les digo y ¿te crees serpiente?, Son morbosos
[…] Por eso digo: es la que se deje. En elcaso mío yo no me dejo de eso”.
Leidy: “Tu sabes, siendo negra, en la sociedad, además de que eres diversa
sexual o mujer o del género, en un espacio de mestizos y blancos, dicen
“oye, los negros no tienen esa identidad”
—Charlotte Callejas).
175
176
GRÁFICO 49.1
PERCEPCIÓN DE DISCRIMINACIÓN EN BOGOTÁ POR RAZA-ETNICIDAD, GÉNERO, ORIENTACIÓN SEXUAL, CREENCIAS RELIGIOSAS,
APARIENCIA FÍSICA Y POR IDENTIFICACIÓN CON DETERMINADOS GRUPOS, SEGÚN GRUPOS ÉTNICO-RACIALES.
EMB, 2014
35,0
32,0
30,0
25,0
20,0
20,0
15,7 15,6
13,1
15,0 11,7
12,0 12,2 11,6 13,0
11,4 11,1 11,4 9,5
10,6 9,6 9,5 10,3
7,4 9,7 7,6 7,6
10,0 8,7 8,7 8,6 9,0
7,7 7,6 6,4
6,5 7,3
6,9 4,9
6,3
5,5
4,7
5,0
0,0
Por raza u origen étnico Por género Por orientación sexual Por creencias religiosas Por su apariencia Por idenficarse con grupos
metaleros, skinhead, emos,
etc.
40
34,9
35
30
25,5
25
20,4
20 18,2
17,4
15,7 15,7 16,4 13,8
13,8 14,8
15 11,7 13,7 14,0
13,6 11,2
11,8 10,9 11,0
11,2 8,9 11,0 10,6
9,6 10,2 10,4
9,6
10 8,9 8,7
6,6 7,2
5,9
5,2 4,3
5 3,9
3,5
0
Por raza u origen étnico Por género Por orientación sexual Por creencias religiosas Por su apariencia Por idenficarse con grupos
metaleros, skinhead, emos,
etc.
177
En relación con la sobremuestra étnica (ver parte inferior del Gráfico 49),
el 25.5% de las personas manifestó haber sido discriminada por raza u origen
étnico, el 14.8% por orientación sexual, 14.0% por su apariencia física, el 11.0%
por creencias religiosas, el 10.2% por género y, el 5.9% por identificarse con
colectivos sociales. Nótese que la sobremuestra presenta porcentajes de dis-
criminación más elevados que la muestra probabilística.
Según grupo étnico-racial, al igual que en la muestra probabilística, los
afrodescendientes tienen las participaciones más elevadas en todas las variables
de discriminación, pero en general superiores a los de la muestra probabilís-
tica, 34.9% por origen étnico o raza, 16.4% por apariencia física, 15.7% por
orientación sexual, 11.2% por creencias religiosas, 10.9% por género y 6.6%
por pertenecer a grupos como emos, skinhead, etcétera. Igualmente, indígenas
y mestizos presentan porcentajes importantes para las discriminaciones por
raza u origen (20.4% y 18.2% respectivamente), apariencia física (10.6% y
13.7%), orientación sexual (13.6% y 15.7%) y, creencias religiosas (11.2% y
11.7% respectivamente); e incluso, la población mestiza registra un porcentaje
levemente superior de personas que se identifican con algunos grupos sociales,
frente a los afrodescendientes (7.2% versus 6.6% respectivamente).
Los resultados más pronunciados en la sobremuestra permiten sugerir la
hipótesis del efecto de las clases populares sobre la intensificación de percep-
ciones de discriminación. Recordemos que la sobremuestra tiene una con-
centración en estratos 1 y 2 de Bogotá, la mayor parte en los conglomerados
del sur de la ciudad. En otras palabras, las distintas formas de discriminación
pueden ser más acentuadas en las clases bajas32. Aquí el factor de clase social
entra a jugar un papel importante.
32 Bourdieu lo señala en La Distinción (1991: 389-390). “Todo un conjunto de índices tiende a de-
mostrar que las clases populares permanecen apegadas a una moral más rigorista para todo lo que
afecta a la sexualidad y a la división del trabajo entre los sexos […] Puede imputarse, sin duda, en
parte a la mayor tolerancia con respecto a las infracciones de la norma de la división del trabajo
entre los sexos el hecho de que la proporción de homosexuales conocidos y reconocidos como tales
aumente muy fuertemente a medida que se sube en la jerarquía social[…]” La menor tolerancia entre
las clases populares puede amplificarse cuando hay presencia de personas de colores de piel más
oscuros o presenten expresiones étnicas diferenciadas a la norma predominante en el vecindario, de
forma tal que sus comportamientos cotidianos son estereotipados negativamente y con frecuencia
se convierten en “chivos expiatorios” para explicar los problemas del mismo vecindario
178
CUESTIONES METODOLÓGICAS
En el 2014 el Centro Nacional de Consultaría (CNC) realizó una encuesta
para capturar información sobre minorías étnico-raciales en Bogotá. Los
grupos encuestados fueron los raizales, palenqueros y gitanos (rom). Meto-
dológicamente, la encuesta del CNC presenta diferencias sustanciales frente
a la EMB-2014. En primera instancia, la encuesta del CNC se apoyó en un
muestreo dirigido por bola de nieve. Esta técnica de muestreo no probabi-
lístico permite identificar y caracterizar minorías, difíciles de capturar en una
muestra probabilística como la EMB 2014, debido a los reducidos tamaños
poblacionales de los grupos seleccionados.
Por otro lado, aunque el cuestionario de la encuesta del CNC para los
tres grupos mencionados no tiene la complejidad del utilizado en la EMB-
2014, y la unidad primaria de registro no fue propiamente el hogar sino
las personas de cada red por grupo étnico-racial que reportan datos de sus
hogares y de cada una, hay una serie de preguntas equivalentes en los dos
cuestionarios. Por consiguiente, en el Cuadro 10, se han incluido únicamente
los indicadores sociodemográficos, socioeconómicos, socio-laborales y de
discriminación comunes a las dos encuestas, con el objetivo de analizar los
diferenciales de los dos tipos de resultados. Este ejercicio comparativo se
sustenta en el supuesto que las minorías Raizal y Palenquera residentes en
la capital son parte de un conjunto mayor, la población afrodescendiente,
la cual fue capturada aleatoriamente a través de la EMB 2014 con un Cve
aceptable estadísticamente de 7.27% (ver Cuadro 1). Si bien las muestras
dirigidas de los dos grupos de la encuesta del CNC no son representativas
en términos probabilísticos, los datos recogidos mediante la técnica de bola
de nieve permiten determinar algunas tendencias estadísticas descriptivas
sencillas que pueden compararse, bajo el supuesto anterior, con los de la
muestra probabilística para el total de los afrodescendientes33.
33 Tampoco es viable generar datos más desagregados de la EMB 2014 por grupo étnico-racial para las
dos minorías afrodescendientes que habitan en Bogotá, debido al alto error de muestreo. Por ello
se ha preferido hacer la comparación con los datos de la encuesta del CNC, aunque se trate de dos
tipos de encuesta.
En cuanto a la minoría rom (gitana) la comparación se hace en relación con
los dos grupos minoritarios —indígenas y afrodescendientes agrupados— y la
población total de Bogotá. En este caso el subconjunto de la minoría rom juega
con el conjunto mayor que es el total de la población bogotana y a la vez se
compara con las dos minorías de mayor tamaño que han podido ser captadas
en la EMB 2014 con Cve aceptables.
34 Recordemos que en la primera parte están incluidos los relatos como viñetas referidas a afrodes-
cendientes e indígenas.
35 Ya sean mayoria (blancos,mestizos, ninguno de los anteriores) como minorias (afrodescendientes
e indigenas) en la EMB 2014.
184
10 RAIZALES
(SEGÚN ENCUESTA CNC) COMPARADOS CON EL CONJUNTO
DE LA POBLACIÓN AFRODESCENDIENTE (EMB 2014), VER
EN CUADRO 10, LAS COLUMNAS 3 Y 5
Indicadores sociodemográficos
188
también de personas afrodescendientes que han llegado a Colombia en las últimas
dos décadas (por ejemplo de Cuba, como aparece en el testimonio de Charlotte).
Dentro de los motivos de migración, se destaca que la población raizal
migró a Bogotá principalmente buscando mejores oportunidades educativas
(85.6%), le sigue la búsqueda de oportunidades laborales (7.6%) y por mo-
tivos familiares (3.0%). Por otra parte, los motivos de migración en la EMB
para los afrodescendientes se distribuyen de la siguiente manera: una gran
parte de la población manifestó haber migrado a Bogotá fundamentalmente
por motivos laborales (49.9%), otros buscando oportunidades educativas
(12.1%) y algunos por motivos familiares (11.9%). Lo anterior indica que la
encuesta del CNC detectó principalmente raizales que se encuentran estu-
diando en Bogotá —como se verá más adelante, lo cual está estrechamente
ligado a tamaños reducidos del hogar de esta población en la ciudad como
se ha descrito previamente, típica de una migración selectiva en búsqueda
de mejores oportunidades de estudio.
Lizeth comentaba en el grupo focal, que ante la escases de una oferta de
educación universitaria diversa y de calidad en San Andrés, muchos raizales
migran a otras ciudades —incluyendo Bogotá— buscando mejores oportu-
nidades educativas:
189
ligeramente más por vía paterna, pero también que entre los raizales como
subgrupo de la población afrodescendiente se detecta un ligero mayor
efecto de mestizaje inter-racial, por tener valores porcentuales menores de
reconocimiento por parte del encuestado —tanto para el padre como para
la madre— de pertenecer al mismo grupo étnico-racial.
Con respecto a la conservación de prácticas propias de los raizales en
Bogotá, el 68.7% de los encuestados afirma hablar el idioma o lengua de su
grupo étnico —inglés creole de tradición Raizal—. Era de esperar que este
porcentaje fuese más alto ya que la lengua es una característica específica de
este grupo; sin embargo, puede estar presentándose que en la dinámica de
mestizaje se esté produciendo un segmento de población raizal minoritario
que ya no habla la lengua propia. Para el conjunto de los afrodescendientes de
la EMB 2014 llega al 5.1%, como era apenas de esperar, ya que en el interior
de la gente negra en Bogotá solamente los raizales y palenqueros conservan
una lengua propia .
36
Indicadores socioeconómicos
190
cendientes (58.0%) y en establecimientos oficiales o del Distrito (42.0%).
Es decir, resalta la menor participación de estudiantes raizales en colegios
o universidades públicas con respecto al conjunto de los afrodescendientes.
Esta mayor proporción relativa de estudiantes raizales en establecimientos
privados también la identificamos en el grupo focal, al respecto Lizeth comenta:
37 Para efectos comparativos se toma la población de 18 años y más de edad porque en la encuesta del
CNC los raizales y palenqueros que respondieron la pregunta del nivel educativo están ubicados en
este rango etario.
38 El total de la población raizal de la encuesta CNC que respondió sobre el nivel educativo alcanzado
fue de 34 personas de 18 años y más de edad.
191
En los perfiles de las personas participantes de los grupos focales pudimos
identificar un alto nivel educativo, la mayoría son estudiantes universitarios
o profesionales con estudios de maestría, especialización y/o diplomados.
La importancia que le asignan algunos raizales a alcanzar mayores niveles
educativos la podemos observar en el siguiente relato:
192
La población afrodescendiente en su conjunto da mejores calificaciones
al servicio de salud que el subgrupo raizal. El 70.9% del conjunto de los
afrodescendientes en Bogotá califica el servicio como muy bueno y bueno,
frente al solo 20.0% de los raizales; el 24.2% de los afrodescendientes quienes
catalogaron el servicio como regular, versus el 20.0% de los raizales.
Llama la atención que el 40.0% de los raizales categoricen el servicio de
salud como muy malo y malo, frente a tan sólo el 4.9% de los afrodescen-
dientes. La razón de estas valoraciones más negativas en materia de salud
de los raizales versus la que reporta el conjunto de la gente negra en Bogotá
puede tener que ver con la percepción diferente entre la atención recibida en
salud en Bogotá y la recibida en San Andrés Islas. Esta última puede estar
sirviendo de modelo comparativo; pero seguramente también tiene que ver
con situaciones de pérdida de afiliación cuando se han trasladado a Bogotá
en condición de estudiantes.
Algunas percepciones sobre el servicio de salud en Bogotá extraídos del
grupo focal Raizal, corroboran lo anterior:
193
Mercado de trabajo
194
La distribución de los ocupados según posición ocupacional señala grandes
diferencias entre la población negra en Bogotá y el subgrupo raizal. La partici-
pación de asalariados afros que laboran en empresas privadas supera en 33.1
puntos porcentuales a la de raizales (66.1% contra 33.0%). Además, la población
afrodescendiente ocupada presenta una mayor proporción de trabajadores
por cuenta propia que los raizales (20.8% y 11.1% respectivamente). Al
mismo tiempo, los raizales encuestados frente a los afrodescendientes, tienen
porcentajes más altos de profesionales independientes (22.2% y 3.4%) y obreros
del gobierno (11.1% y 4.4% respectivamente). Los resultados del mercado de
trabajo confirman que los raizales ostentan mejores condiciones laborales frente
a los afrodescendientes en Bogotá, prueba de ello es la gran proporción de pro-
fesionales raizales y que el reducido asalariamiento de esta población también
está relacionado por el hecho de encontrarse estudiando la mayor parte de ellos.
En uno de los relatos del grupo focal con raizales es clara la existencia de un
sector del mercado laboral para raizales asociado a su bilingüismo:
“Entonces ahora se volvió muy común que los famosos call center buscan
a los raizales que por que hablan inglés o por que hablan criollo para que
trabajen en los call center, entonces eso es porque cada vez que abran
un call center llaman porque quieren entrevistar a los muchachos, para
ponerlos a trabajar en un call center o en alguna cosa”.
195
Con respecto a las condiciones del hogar donde se creció, el 57.9% de los
afrodescendientes en la EMB calificaron las condiciones actuales como me-
jores, el 33.9% como iguales y, el 8.2% como peores. Ver Gráficos 52 y 53, y
Cuadro 10. Para el caso de los raizales, el 32.0% manifestó vivir en mejores
condiciones del hogar con respecto al hogar donde se creció, el 56.0% reveló
que las condiciones no han cambiado y el 12.0% indicó que las condiciones
actuales son peores frente al hogar donde se creció. Estos hallazgos confirman
que la población raizal tiene mejores condiciones de vida con respecto al con-
junto de la afrodescendiente, puesto que presentan menores porcentajes de
autopercepción de pobreza y mejores condiciones actuales de vida del hogar.
Percepción de discriminación
196
A continuación, presentamos un relato sobre la vivencia y percepción de
discriminación que encontramos en el grupo focal raizal:
—Leonardo Tobar.
197
198
GRÁFICO 50
GRÁFICO COMPARATIVO NIVEL EDUCATIVO ENCUESTA CNC VS EMB 2014
2014
Total Bogotá 2,4 18,9 42,5 13,2 17,1 4,3 1,6
2014
Total Bogotá 59,9 16,2 23,9
Los ingresos sólo alcanzan para cubrir los gastos mínimos No alcanza para cubrir los gastos mínimos Alcanzan para cubrir más de los gastos mínimos
199
200
GRÁFICO 52
PERCEPCIÓN SOBRE EL SERVICIO DE SALUD ENTRE LOS GRUPOS ÉTNICO-RACIALES MINORITARIOS. ENCUESTA
CNC VS EMB 2014
2014
Total Bogotá 82,3 16,6 1,1
Indicadores sociodemográficos
Mary: “También que las mujeres allá se dedican a vender dulces, pero lo
hacen para otras zonas, hay unas que se van para Venezuela o se van por
las costas también para tener la facilidad de por ejemplo de irse los fines
de semana y en la semana estar con los hijos. Así entonces en Bogotá
más o menos sería difícil para volver a estar con los hijos, entonces los
hombres se vienen acá, por lo menos Julio que es profesional y le tocó, o
sea, allá en Cartagena, Barranquilla. Nunca había alzado bultos y le tocó
aquí cuando vino a Bogotá. Hacer un trabajo bastante difícil y teniendo
su profesión, porque no se le daba la situación”.
204
respectivamente), lo mismo ocurre con los afrodescendientes, aunque en una
menor proporción (49.9% y 12.1% respectivamente). Igualmente, el conjunto
de los afrodescendientes presenta una mayor proporción de personas que
migró a Bogotá por motivos familiares frente a los palenqueros (11.9% versus
9.6%). Cuadro 10.
La importancia de la migración por la búsqueda de mejores oportunidades
laborales en los palenqueros, la encontramos en un relato del grupo focal:
“En laborar, en todo, más que en las otras ciudades, entonces la gente se
viene acá, comienza a hacer su vida y lo saca adelante, acá en maquinarias
Olímpica, acá la política se mira y uno tiene más facilidad de acceder,
acá hay más fundaciones, empresas privadas, hay una incursión en todo
esto de la política pública, que le da una facilidad, y una expectativa de
que las cosas se pueden dar, acá uno da una hoja de vida, y aunque no te
escojan te llaman, acá me he sentido muy contenta, más que en la costa,
allá uno tiene que estar recomendado para poder ingresar. Es una ciudad
que ofrece más posibilidades, es más grande, tienen más empresas, y no
solamente tiene una sola… Aquí no tiene un político que elija quien va
a entrar, tienen más opciones de poder trabajar y poder estudiar”
39 El conjunto de la población afrodescendiente residente en Bogotá, la cual incluye a los subgrupos
raizal y palenquero, como se vio en la primera parte del texto, también tiene un patrón de migración
selectiva en términos de algunos indicadores de su estructura sociodemográfica y sobre todo por los
patrones de participación laboral, al compararla con los grupos mayoritarios —blancos, mestizos
y ninguno de los anteriores—. No obstante, en su composición es obviamente heterogénea, según
procedencia regional y origen urbano- rural, y en particular el tiempo de llegada a Bogotá. El hecho
de tener un peso importante los hogares unipersonales entre raizales y palenqueros, a diferencia
de otros migrantes afrodescendientes en Bogotá, refleja un patrón migratorio selectivo de estadía
mucho menos estable o más provisorio y por lo mismo entre los raizales y palenqueros pesan más
migrantes recientes —en los últimos 5 y 10 años— y de toda la vida como indican los datos.
205
raizales, en mayor medida la identidad étnica es transmitida por vía paterna,
los valores porcentuales de reconocimiento étnico del padre y la madre son más
altos que entre los raizales. Cuadro 10.
El 38.4% de los palenqueros afirma que habla el idioma o la lengua de su
grupo étnico; mientras este indicador para los raizales residentes en Bogotá
llega al 68.7%. El menor porcentaje entre la gente palenquera que habla su len-
gua, si se compara con los raizales, tiene que ver con una mayor exposición de
las nuevas generaciones que residen en Bogotá a espacios de socialización en
los que sólo se habla el español, incluso posiblemente antes de llegar a Bogotá
(algunos pueden venir antes de llegar a la capital de Cartagena u otras ciudades
40
de la costa Caribe en donde la lengua palenque también se habla poco ).
En los grupos focales encontramos que la perdida de la lengua en las nue-
vas generaciones es un proceso identificado por algunos líderes palenqueros
residentes en Bogotá:
Indicadores socioeconómicos
206
población palenquera en Bogotá de 10 años y más de edad presenta una tasa
de analfabetismo más alta que la raizal y ligeramente menor a la del conjunto
de la población afrodescendiente, sin embargo, su participación porcentual
en la población que estudia es menor a la de esta última. Esto tendría que ver
con una menor participación porcentual de población menor de 18 años con
respecto a la que registra toda la población afrodescendiente en Bogotá.
El máximo nivel educativo alcanzado muestra la siguiente distribución en-
tre los palenqueros de 18 años y más de edad: el 2.5% ningún nivel educativo
y preescolar, el 7.5% básica primaria, el 37.5% básica secundaria y media, el
2.5% técnico y tecnológico, el 32.5% universidad completa e incompleta, el
12.5% especialización completa e incompleta, y el 5.0% post-grado completo
o incompleto. Esta distribución significa que se trata del segundo subgrupo
afrodescendiente con mayor capital escolar, después del raizal, al compararlo
con la distribución porcentual de los niveles educativos del conjunto de la
población afrodescendiente de 18 años y más de edad, ya que la mayor parte
de esta última se concentra en los niveles de básica secundaria y primaria,
mientras que la población palenquera presenta un porcentaje no despreciable
de personas con universidad (completa e incompleta). De modo similar, la
población palenquera revela un mayor porcentaje de estudiantes en colegios
privados con respecto a la afrodescendiente (58.0% y 29.4%). En esto también
se parece a la población raizal. Ver Gráfico 51 y Cuadro 10.
Según Harold:
207
y de la raizal (3.4%). La totalidad de los palenqueros en la encuesta del CNC
califican el servicio de salud como muy bueno y bueno (100.0%), mientras entre
los afrodescendientes el 70.9% califica el servicio como muy bueno y bueno, el
24.2% lo cataloga como regular y, el 4.9% como malo/muy malo. En síntesis, el
subgrupo palenquero a pesar de tener un porcentaje menor, aunque también es
alto, de personas con acceso a la salud con respecto a toda la población negra,
participan más dentro del régimen contributivo y también le dan una mayor
calificación satisfactoria al sistema de salud.
Mercado de trabajo
“Por lo menos yo soy músico, yo cuando vine duré dos meses sin tocar,
sin nada, sin un peso en el bolsillo, fue una vaina dura porque yo ya
había pensado en me quiero ir, ya no puedo estar aquí porque dos meses
y no ha pasado nada, y yo pensaba que Bogotá era más fácil y no es así,
y uno que esta allá […] piensa que en Bogotá lo hay todo, todo está ahí,
todo está fácil, pero cuando uno llega y se enfrenta a la ciudad en seguida
cambia. Uno tiene que luchar y ser guerrero con tiempo y constante”
Ahora bien, del total de ocupados, el 77.5% del conjunto de los afrodescen-
dientes tiene contrato laboral, frente a 36.4% de palenqueros con contrato. Entre
el total de los afrodescendientes con contrato el 65.9% tiene contrato a término
indefinido, el 30.8% a término fijo y el 17.6% por prestación de servicio. Por el
contrario, el 37.5% de los palenqueros se encuentra contratado indefinidamente,
el 31.2% con contrato a término fijo y el mismo porcentaje por prestación de
servicios. O sea, la inserción laboral de los palenqueros en Bogotá comparada
con otros sectores afrodescendientes es más precaria, curiosamente a pesar de
registrar mayor participación en el sistema contributivo de salud. En relación
con los raizales son diferentes porque como hemos visto para estos últimos
pesa más la participación como estudiantes. También los palenqueros presentan
mayor peso de población en oficios del hogar y otras actividades por fuera del
mercado de trabajo, que podrían tener la característica de oficios de rebusque.
208
Esto es válido igualmente para los raizales (pero no tanto los oficios domésticos).
En relación con la posición ocupacional, el conjunto de los afrodescendien-
tes tienen una mayor participación en empleos asalariados en el sector privado
frente a los palenqueros (66.1% y 44.0%), pero curiosamente, la muestra de
población palenquera encuestada por el CNC, capturó una alta participación
de trabajadores en empleos públicos, bien superior al que registra el conjunto
de los afrodescendientes (32.0% y 4.4% respectivamente) y toda la población
de Bogotá ocupada (4.3%). La participación porcentual de palenqueros cap-
turada por la encuesta del CNC de trabajadores cuenta propia es muy redu-
cida (apenas un 4.0% frente al 20.8% de la EMB 2014 para toda la población
afrodescendiente). La muestra de la encuesta del CNC no detectó palenqueros
que se desempeñaran como profesionales independientes .
41
41 Estos resultados pueden significar dos situaciones distintas: el grueso de la población palenquera
migrante en Bogotá ha llegado a través de redes vinculadas en una buena parte al empleo público
asalariado o la muestra dirigida levantada por el CNC a través de la técnica de bola de nieve ha
podido tener un sesgo en la selección al apoyarse en algunas redes que presentan ese patrón en los
resultados, dejando por fuera a otras redes con características diferentes en las que pesan más las
actividades cuenta propia, los profesionales independientes, y también actividades asalariadas en
el sector privado.
209
Percepciones de pobreza y de condiciones del hogar
Con respecto a las condiciones de vida actuales del hogar, los palenqueros y
el conjunto de los afrodescendientes muestran porcentajes muy similares entre
los que califican las condiciones como muy buenas/buenas (71.9% y 71.1%),
regulares (25.0% y 25.8%) y muy malas/malas (3.1% en ambos casos). Sin embar-
go, frente al hogar donde se crio se registran diferencias no descartables. A este
respecto, para la población palenquera la distribución es la siguiente: el 65.6%
afirmó que las condiciones actuales en comparación con el hogar de crianza
son mejores, el 28.1% considera que son iguales y, el 6.3% afirma que éstas han
empeorado. Para el conjunto de la población afrodescendiente es la siguiente:
el 57.9% son mejores, el 33.9% iguales y los que consideran que han empeorado
frente al hogar donde se criaron el 8.2%. O sea, la percepción de mejoras en
las condiciones actuales del hogar en relación con el hogar de crianza para el
subgrupo palenquero es mayor que para el conjunto de la población afrodescen-
diente y ligeramente menos negativo, lo cual es consistente con las percepciones
menores de pobreza y los valores porcentuales cercanos de abstinencia en una
de las tres comidas por falta de ingresos, entre las dos poblaciones, resultados
descritos en el párrafo anterior.
210
Percepción de discriminación
42 La encuesta del CNC introdujo el instrumento de la paleta de colores, herramienta desarrollada por
PERLA entre el 2009 y 2010, y aplicada por LAPOP en más de 22 países de América Latina y el Caribe,
que permite hacer una clasificación externa del encuestado por parte del entrevistador en 11 tonalidades
de piel, que varían desde las más claras a las más oscuras. Los palenqueros a través de esta herramienta
registraron la mayor participación porcentual de tonalidades oscuras (de 6 a 11 en la paleta) que in-
termedias (4 y 5) y claras (1, 2 y 3). El promedio para este subgrupo fue de 9.2 de 11 tonalidades. Este
resultado puede tener que ver con los altos porcentajes de percepción de discriminación por color de
piel que enfrentan los palenqueros en diversos espacios de la capital. Igualmente, en la primera parte
del texto sobre lugares de procedencia la gente afrodescendiente de origen chocoano en uno de los
testimonios se hace alusión a una mayor percepción discriminatoria, la cual también está asociada a
tonalidades más oscuras de piel para los provenientes de esta región del país.
211
A continuación se presentan algunas experiencias de discriminación por
color de piel en espacios públicos de la ciudad de Bogotá:
“Acá en Bogotá piensan que todo lo de los negros es malo, entonces cuando
uno entra a un almacén, ya todo el mundo está pendiente porque como
eres negro creen que vas a robar, por eso es que yo lo siento más acá. A
mí me pasó un caso acá en Bogotá, estábamos en el Park Way, estábamos
tocando el día de la noche blanca, si estábamos tocando ahí y como a
las doce de la noche, estábamos bien y la gente alegre, todo el mundo
bailando, llega un man y me dice “Oye negro, hijueputa toque esa vaina”
Pero ¿Qué paso? Yo le dije “Tengo nombre, mucho gusto Franklin” dice
“A mí no me importa negro” Y le dije “ Claro, estoy orgulloso de ser negro,
tu mama no es negra y tú no eres negro tampoco, pero yo si soy negro
y estoy orgulloso de ser negro” El man me subió las tres mayas, que no
puedo aguantar más, y le dije, ya sabe que, vete por que te pego, me
estas discriminando y te pego, o sea ahí no le pegué al man porque me
aguanté. La gente decía “¡No! ¡Franklin! ¡No le pegues! ” Yo decía claro,
le tengo que pegar para que aprenda a respetar, porque si en su casa no
le enseñaron a respetar, tiene que respetar desde la calle, entonces por
ese tema, en Bogotá uno sufre más por eso, porque las miradas de las
personas, uno siente el temor solo por ser negro, si vas caminando en una
calle acá en Bogotá y le preguntas a cualquiera la dirección, por donde
queda tal… la 45, se van corriendo, porque creen que le vas a robar y
no puede ser así porque todos somos personas”.
“Acá en Bogotá los afro también sufrimos mucho, si uno está en una avenida
esperando algún bus tarde de la noche, un taxi, uno le mete la mano a parar el
taxi y no para, solo porque eres afrodescendienei, el man cree que tú le vas a robar.
Entonces si pasa, y nada, y uno venga y eso también es otro tema bien fuerte”.
212
GRÁFICO 53
PERCEPCIONES SOBRE LAS CONDICIONES DE VIDA DEL HOGAR ACTUAL FRENTE AL HOGAR DONDE SE CRIO.
ENCUESTA CNC VS EMB 2014
2014
Total Bogotá 62,2 32,2 5,5
213
214
GRÁFICO 54
PERCEPCIÓN SOBRE EL SERVICIO DE SALUD ENTRE LOS GRUPOS ÉTNICO-RACIALES MINORITARIOS.
ENCUESTA CNC VS EMB 2014
Palenquero(a) 100,0
minorías
Encuesta CNC a tres
ROM-Gitano(a) 75,0 25,0
Bogotá 2014
Total Bogotá 70,0 23,0 7,1
Encuesta Mulpropósito
0,0 10,0 20,0 30,0 40,0 50,0 60,0 70,0 80,0 90,0 100,0
Califica el servicio de salud como muy bueno/bueno Califica el servicio de salud como regular Califica el servicio de salud como muy malo/malo
12 ROM/GITANOS
(SEGÚN ENCUESTA CNC) COMPARADOS CON INDÍGENAS Y
AFRODESCENDIENTES (EMB 2014), VER EN CUADRO 10, LAS
COLUMNAS 4, 1, 2 Y 3
Indicadores sociodemográficos
La encuesta del CNC se realizó en 68 hogares, con 198 personas, de las cua-
les 153 fueron encuestadas. El tamaño promedio del hogar para esta población
es 2.9 miembros, menor con respecto al tamaño promedio de los hogares del
conjunto de la población afrodescendiente (3.1 personas) y de la indígena (3.3
personas). Ahora bien, según la EMB 2014, el 45.4% de los encuestados indígenas
ejercían la figura de jefe del hogar y el 36.9% de los afrodescendientes; en el caso
de los gitanos (rom) en la encuesta del CNC tienen el 43.5% de personas jefes de
hogar, un porcentaje menor frente a los indígenas, pero mayor que los afrodes-
cendientes. Además, los gitanos relativamente tienen la menor proporción de
hogares liderados por mujeres (25.4%) al compararse con los indígenas (34.8%)
y afrodescendientes (32.3%), y por supuesto frente al total de Bogotá (38.1%).
La menor tasa de jefatura femenina está asociada a las tradiciones de este
grupo étnico:
“La corte gitana son los mayores, ahí no caben las mujeres, solo para hom-
bres. No tenemos voto, ahí sí nos dicen: ‘para la cocina’, para otra cosa. Eso
es tradicional. (...) Las mujeres tenemos que estar un poquito apartaditas”
—Lupe.
—Francisco.
—Lupe.
218
Etnicidad vía padres y lengua propia
—Lupe.
“Yo creo que de pronto hay otras personas que les da pena hablar (en
romaní), que están así dos personas y hablan en gitano de pronto a ellas
les daría pena, a mí no, yo lo hablo donde yo esté sentada, con la com-
pañera que esté lo hablo y cuando estoy hablando les digo a las personas
(no gitanas): ‘ay, disculpe que estamos hablando en gitano”
—Lupe).
Indicadores socioeconómicos
—Lupe.
219
Se observa entonces que los gitanos revelan un mayor porcentaje de
personas que no alcanzaron ningún nivel educativo y preescolar frente a los
afrodescendientes e indígenas (16.0%). Asimismo, la población rom ostenta
la proporción más elevada frente a las otras minorías étnicas de personas
con básica primaria (56.6%) y, menores proporciones de personas con básica
secundaria y media (23.0%), técnico o tecnológico y universitario (2.1%) res-
pectivamente; además, los gitanos encuestados por el CNC, no manifestaron
haber alcanzado niveles educativos de postgrado. Los años promedio de edu-
cación alcanzados por la población rom son los más bajos (6.0 años) frente
a indígenas (8.3 años) y afrodescendientes (10.1 años); lo mismo acontece
para los años promedio de educación del jefe del hogar (6.2, 8.5 y 9.5 años
respectivamente). Los gitanos curiosamente tienen una mayor participación
relativa de estudiantes en establecimientos privados (64.0%), a diferencia de
los afrodescendientes (29.4%) e indígenas (31.1%).
Los bajos niveles educativos también fueron tema en el grupo focal:
“No hay ningún apoyo a nivel nacional, o sea, los poquitos gitanos que
terminan su bachillerato [es] con un esfuerzo tremendo porque es difícil
de que una niña llegue a un once. Hoy día [...] uno que otro muchacho
termina su bachillerato pero la universidad no, y uno de papá muy
difícil le queda pagar eso porque el trabajo de nosotros es muy incierto”
—Sandro.
—Lupe.
“A los indígenas les tienen prioridades y todas estas cosas pero para el
pueblo gitano todavía no hay una ley, no hay nada. Entonces los mu-
chachos cuando van a los colegios les dan pena [decir] que son gitanos,
[…] no tiene por qué darles pena”
—Sandro.
220
porcentaje mayor (66.7%). Participan con el menor porcentaje en el régimen
de excepción, con apenas un 0.8% frente al 1.2% de los indígenas, el 3.1% de
los afrodescendientes, y el 2.6% de la población total de Bogotá. Después de
los indígenas los rom tienen la segunda participación porcentual en el régimen
subsidiado (40.5% rom versus 47.8% indígenas y 30.1% afrodescendientes).
En el grupo focal, un líder rom señala:
—Sandro.
“Los médicos nos han atendido perfectamente bien, claro, ellos nos hacen
muchas preguntas: ¿cuándo vamos por primera vez?, sobre la vida de no-
sotros y todo... se les hace raro, pero ahí vamos con ese seguro luchando”
—Lupe.
Mercado de trabajo
221
“Gracias a Dios no trabajamos en empresas, somos todos trabajadores
independientes, cada familia trabaja por su familia y así toda la comu-
nidad. A veces cuando tenemos reuniones familiares o festividades nos
reunimos todos en un solo núcleo y allí conversamos todos acerca de los
negocios, porque son varios los negocios que tienen los gitanos como
compra y venta de vehículos, compra y venta de artículos de cuero[...]
negocios en general”
—Francisco.
—Francisco.
“Un gitano es hábil para cualquier trabajo, para cualquier negocio y para
vivir en cualquier parte”
—Lupe.
Los gitanos de la encuesta del CNC también revelan las menores propor-
ciones de personas que en la semana anterior a la encuesta se encontraban
trabajando (35.1%), buscando empleo (1.9%) y estudiando (1.9%), en com-
paración con los afrodescendientes (60.4%, 2.3% y 14.1%, respectivamente)
e indígenas (53.9%, 5.9% y 17.1%, respectivamente). Sin embargo, a la vez
los rom presentan una mayor participación en oficios del hogar y otras ac-
tividades (33.8% y 19.5% respectivamente) frente a los afrodescendientes
(12.0% y 2.1%) e indígenas (22.8% y 3.1%).
222
El testimonio de Sonia, mujer gitana, complementa la caracterización de la
débil participación de esta minoría en el mercado de trabajo y una lógica, como
antes se comentó, más bien endogámica, soportada en las redes familiares:
—Sonia.
“Hay varios gitanos que tienen casa, que tienen propiedad, aquí el que está
hablando está pagando arriendo y servicios, a mí me toca trabajar con
artesanías para poder llegar con el sustento a la casa, lo que es el día a día”
—Hernando.
Entre las tres minorías étnicas los rom tienen la menor proporción de
personas que por falta de ingreso no consumió al menos una de las tres co-
midas con el 7.4% según la encuesta del CNC, mientras los afrodescendientes
alcanzaron el 9.4% y los indígenas el 12.4%, y para el total de Bogotá fue el
5.1%, de acuerdo con la EMB 2014.
En relación con las condiciones actuales del hogar en la encuesta del CNC,
el 85.3% de los rom las catalogó como muy buenas/buenas y el 14.7% como
223
regulares, sin ninguna ponderación que calificara las condiciones del hogar
como muy malas/malas. Lo contrario ocurrió en la EMB 2014, en donde el
2.8% de los indígenas y el 3.1% de los afros, consideran que las condiciones del
hogar son malas/muy malas; y adicionalmente, afrodescendientes e indígenas
respectivamente manifiestan menores porcentajes de personas que caracterizan
las condiciones actuales del hogar como muy buenas/buenas, al compararlos
con los gitanos (71.1% y 62.7%). Igualmente, los indígenas y afrodescendientes
presentaran mayores proporciones de personas que califican las condiciones del
hogar como regulares comparados con los rom (34.5% y 25.8% respectivamen-
te). Del mismo modo, los gitanos registran un porcentaje más alto de personas
que consideran mejores las condiciones actuales del hogar con respecto al que
se criaron en comparación con indígenas y afrodescendientes (60.5%, 59.9% y
57.9% respectivamente); también la población indígena arroja un porcentaje
más algo de personas que catalogaron las condiciones como peores (9.2%),
seguida de la afrodescendiente (8.2%), mientras en el caso de los gitanos fue más
reducido (2.9%). Finalmente, afrodescendientes y rom presentan porcentajes
cercanos de personas que consideran las condiciones del hogar actual frente
al que se criaron como iguales (33.9% y 32.4% respectivamente), sin embargo,
los indígenas manifiestan una menor proporción en este indicador (30.9%).
En síntesis, la minoría rom para los diferentes indicadores de pobreza sub-
jetiva arroja porcentajes bien menores, comparados con los que muestran los
afrodescendientes e indígenas residentes en Bogotá.
Percepciones de discriminación43
43 En relación con las distintas discriminaciones que capturan la encuesta del CNC y la EMB 2014, cabe
recordar que el fraseo de las preguntas en estas encuestas presenta diferencias. La EMB 2014 indaga
al mismo tiempo sobre percepciones discriminatorias experimentadas y observadas, mientas que
la encuesta del CNC separa ambos criterios.
224
“Cuando (los niños gitanos) son pequeños y van a la primaria les dicen
[…] que tu familia es esto, que la gitana lee la mano, que [son] brujas…
[…] hay muchas cosas que les dicen, mucha discriminación”
—Gabriela.
“De otros barrios nos miran y a veces dicen alguna cosa a uno que (es)
gitano, porque anteriormente decían cuando llegábamos a los pueblos
(que) nos robábamos los niños, pero nosotros nunca nos robamos nin-
gún niño porque en cada matrimonio hay de a tres, cuatro, pa’ qué más.
Entonces eso es algo que tiene la gente, la ignorancia de los pueblos”
—Lupe.
“A nosotros nos ven como gitanos y dicen: “huy, llegaron los ladrones”,
entonces claro, todo el mundo está encima a ver cómo nos sacan”
—Lucero.
“Los vigilantes (...) todos están detrás de las mujeres revisando, mirando,
echándole un ojo y entre ellos (los vendedores de otras etnias) nunca
pasa eso”
—Sandro.
“Fuimos a vender mercancía que nos regaló el gobierno, con una compa-
ñera y mi esposo, y el compañero de él. Estaban en el carro con las botas
y nosotras vamos y las ofrecemos (...) y de repente llegan tres policías
(...) y nos dicen: ‘acompáñenos’, yo me enfurecí, le digo: ‘¿pero para qué?,
¿por qué me dices? y ¿a dónde quieres que (te acompañe)? (...), ‘tienes
que acompañarnos a la comandancia porque alguien llamó’, y le digo:
‘bueno, ¿tú me estás viendo que estoy haciendo algo malo?, dímelo’, le
dije. (...) Nos querían quitar las botas y le digo yo: ‘nosotros somos de
una etnia y ustedes no nos pueden discriminar de esa manera, tratar de
esa manera si nosotros no estamos haciendo nada malo, si tú me viste
robando está bien, pero yo no estuve haciendo nada malo y no tienes
por qué tratarme así’, yo igual les dije que los iba a denunciar”
—Gabriela.
“Entra uno a un almacén (...) y el guardia está detrás, como una vez le dije
al guardia: ‘mire señor portero, allá le están robando y usted me está
persiguiendo a mí que no estoy haciendo nada’ y muchas veces yo le he
insultado y un día de esos voy a sacar la mano y se la voy a poner en la
cara a un guardia de esos que me venga a seguir así”
—Lupe.
225
Con respecto a otros tipos de discriminación de parte de los rom, según la
encuesta del CNC, el 15.6% observó discriminación por orientación sexual
en la capital, el 25.7% por apariencia física, el 13.6% por género, el 28.6% por
creencias religiosas y el 13.6% por identificarse con grupos tipo metaleros,
emos, skinhead, entre otros.
De modo similar, la población indígena revela que el 12.0% dijo haber visto o
experimentado discriminación por su orientación sexual, el 13.0% por peso, ta-
maño o apariencia física, el 8.7% por género, e. 11.1% por sus creencias religiosas
y, el 7.3% por sentirse identificado con colectivos intra-urbanos. Análogamente,
el 15.7% de los afrodescendientes indicó haberse sentido discriminado por su
orientación sexual, el 15.6% por su apariencia física, el 9.5% por ser hombre o
mujer, el 11.6% por sus creencias religiosas y, el 7.6% por identificarse con grupos
como metaleros, emos, skinhead, entre otros. En el caso de los raizales y palen-
queros son más altos los porcentajes de discriminación por orientación sexual,
apariencia física, por género y por identificación con grupos como metaleros,
emos, skinhead, entre otros. Para los raizales, los siguientes valores según la lista
anterior de discriminaciones: 53.6%, 46.4%, 30.1% y 22.9% respectivamente;
para los palenqueros 57.7%, 42.3%, 28.9% y 34.6% respectivamente.
En relación con los afrodescendientes e indígenas, según la EMB 2014 (dis-
criminación experimentada y observada), los valores porcentuales de los rom,
según encuesta del CNC, solamente para discriminación observada, son mayores.
El pueblo rom en Bogotá también percibe discriminación por orientación
sexual, género, apariencia física y por identificación con grupos como emos,
skinhead, metaleros, etc., pero ella es menor al comparar los resultados con los
que muestran los raizales y palenqueros. No obstante, como grupo minorita-
rio específico llega a percibir mayor discriminación en esas dimensiones que
el conjunto de los afrodescendientes y los indígenas, lo que indica una mayor
exposición a varios estigmas en Bogotá.
La percepción de discriminación por la apariencia física y la forma de ves-
tirse aparece con mucha relevancia en los relatos del grupo focal:
—Sandro.
“Pa’ salir a la calle así con pañoleta larga (...) ya nos sentimos como
incómodas porque todo el mundo nos voltea a mirar, entonces unas
chicas se sienten mal. Pues nosotras ya de edad (...) eso no nos interesa,
pues que nos miren bien o que nos miren mal, pero ya dejamos esos
vestidos solo pa’ las fiestas”
—Lupe.
“Cuando vamos a las tiendas nos ven muy mal por las faldas. Nos miran
mal (...) y piensan que les vamos a robar en los supermercados y todo
eso. Cuando decimos que somos gitanos nos miran mal”
—Marcela.
226
“Cuando nos miran así con los vestidos y eso, nos dicen que el día de
las brujas ya pasó”
—Jessica.
—Mónica.
“Nos tienen miedo porque somos gitanos, por eso ya no nos ponemos
los vestidos tan bonitos que nos poníamos, todos esos vestidos florea-
dos, todo eso es porque la gente nos mira de lejos 'allá viene la gitana,
la ladrona”
—Dora.
“Tenemos que camuflarnos entre los que no son gitanos para no (ser)
discriminados”
—Sandro.
“En la unidad que vivo los vecinos no nos quieren, nunca nos han que-
rido, desde que entramos con el trasteo ya nos empezaron a mirar de
arriba a abajo porque me vieron la falda larga. (...) No les hemos hecho
nada, nosotros vivimos los dos solitos en un apartamento y no moles-
tamos a nadie pero ya solamente por el hecho (de) que somos gitanos
y ven a las niñas que me van a visitar con sus vestidos y faldas largas
ya nosotros somos los peores de la unidad. Una señora iba (a) hacer
firmas para sacarnos que porque tengo un perro, todos tienen perros
en esa unidad pero como nosotros somos gitanos ahí nos tiene en la
mira. Teníamos un carro y teníamos parqueadero pero como nosotros
somos gitanos nos decían: 'no, es que así paguen y todo tienen que dejar
el parqueadero', nosotros no peleamos ni nada porque nos da miedo
que nos echen porque conseguir arriendo es muy difícil”
—Verónica.
227
CUADRO 10
COMPARACIÓN DE ALGUNOS INDICADORES SOCIODEMOGRÁFICOS, SOCIOECONÓMICOS Y DE DISCRIMINACIÓN
SEGÚN GRUPO ÉTNICO-RACIAL, EMB 2014 Y ENCUESTA CNC A TRES MINORÍAS
228
Encuesta Multipropósito Bogotá 2014 Encuesta CNC tres minorías
Indicadores Total ROM/ Palenqueros
Indígenas Afro Raizales
Bogotá Gitanos (As) (as)
Años promedio de escolaridad 10,9 8,3 10,1 6,0 14,2 12,4
No tiene afiliación 5,9 8,9 9,0 17,5 17,6 19,2
Régimen contributivo 74,5 51,0 66,7 52,7 60,7 90,5
Subsidiado 22,9 47,8 30,1 40,5 35,9 9,5
Régimen de excepción 2,6 1,2 3,1 0,8 3,4 0,0
Cotiza pensión 39,5 24,9 42,1 1,4 26,8 49,0
Califica el servicio de salud como
70,0 60,5 70,9 75,0 25,0 100
muy bueno/bueno
Califica el servicio de salud como
23,0 30,5 24,2 25,0 25,0 0,0
regular
Califica el servicio de salud como
7,1 9,0 4,9 0,0 50,0 0,0
muy malo/malo
¿Tiene contrato laboral? 84,7 78 77,5 13,8 64,0 36,4
A término indefinido 71,5 72,3 65,9 75,0 68,7 37,5
A término fijo 26,8 25,3 30,8 12,5 18,7 31,2
Prestación de servicios 10,7 18,7 17,6 12,5 12,5 31,2
Obreros de empresas privadas 58,8 43,4 66,1 27,6 33,0 44,0
Profesional independiente 6,7 3,8 3,4 0,0 22,2 0,0
Obreros o empleados del gobierno 4,3 1,6 4,4 1,7 11,1 32,0
Trabajador por cuenta propia 25 40,9 20,8 65,5 11,1 4,0
En la última semana estuvo…traba-
53,8 53,9 60,4 35,1 17,0 44,2
jando
Buscando trabajo 3,4 2,3 5,8 1,9 0,7 15,4
Estudiando 18,5 14,1 17,1 1,9 58,8 7,7
Oficios del hogar 17,5 22,8 12 33,8 3,9 13,5
Otra actividad 4,2 3,1 2,1 19,5 17,6 19,2
Los ingresos sólo alcanzan para
59,9 49,9 58,1 80,9 60,0 62,5
cubrir los gastos mínimos
No alcanza para cubrir los gastos
16,2 37,5 21,9 4,4 3,0 15,6
mínimos
Alcanzan para cubrir más de los
23,9 12,7 20,00 14,7 37,0 21,9
gastos mínimos
Se considera pobre 23,8 49,0 36,3 13,2 5,0 25,0
229
Encuesta Multipropósito Bogotá Encuesta CNC tres minorías
2014
Indicadores
Total ROM/
Indígenas Afro Raizales Palenqueros (as)
Bogotá Gitanos (as)
Con respecto al hogar donde se crió, este
32,2 30,9 33,9 32,4 56,0 28,1
hogar vive económicamente…igual
Con respecto al hogar donde se crió, este
hogar vive 5,5 9,2 8,2 2,9 12,0 6,3
económicamente…peor
Discriminación racial (experimentada u
9,6 20,0 32,0 N.D. N.D. N.D.
observada)
Discriminación racial
N.D. N.D. N.D. 28,1 52,3 63,5
experimentada
Discriminación racial observada N.D. N.D. N.D. 51,3 64,7 61,5
Discriminación orientación sexual
12,2 12 15,7 N.D. N.D. N.D.
(experimentada u observada)
Discriminación por orientación sexual
N.D. N.D. N.D. 15,6 53,6 57,7
observada
Discriminación por peso, tamaño o
apariencia física (experimentada u 10,3 13,0 15,6 N.D. N.D. N.D.
observada)
Discriminación por peso, tamaño o
N.D. N.D. N.D. 25,7 46,4 42,3
apariencia física observada
Discriminación por género (experimen-
6,9 8,7 9,5 N.D. N.D. N.D.
tada u observada)
Discriminación por género
N.D. N.D. N.D. 13,6 30,1 28,9
observada
Discriminación por creencias religiosas
8,6 11,1 11,6 N.D. N.D. N.D.
(experimentada u observada)
Discriminación por creencias religiosas
N.D. N.D. N.D. 28,6 25,5 28,5
observada
230
13 CONCLUSIONES
El objetivo fundamental del libro fue realizar un análisis en términos com-
parativos de las características sociodemográficas y socioeconómicas de los
distintos grupos étnico-raciales en Bogotá. Como rasgo distintivo en el estado
del arte existente, el libro no meramente aborda la temática étnica-racial desde
las estadísticas sino que introduce las voces de las minorías étnico-raciales
a lo largo del texto, entrelazadas con los datos cuantitativos, para tener un
mejor entendimiento e interpretación de las desigualdades en términos de
las condiciones de vida de los grupos étnico-raciales en Bogotá y, los desafíos
que hay para su integración en condiciones de igualdad de estos grupos a la
sociedad bogotana.
Para empezar, al estimar el peso poblacional de los afrodescendientes e
indígenas sobre el total de la población del Distrito en la EMB 2014 y EMB
2011, y en la sobremuestra étnica; la distribución de estas dos poblaciones por
localidades y grandes conglomerados urbanos de Bogotá, muestran la fuerte
caída de la población que se autorreconoce como indígena, que pasa de 69,091
a 37,266 personas. Por su parte, la población afrodescendiente entre el 2011 y
2014 tiene un crecimiento acorde con el promedio de la población bogotana
al pasar de 108,058 a 115,088 personas. La hipótesis en torno a la caída de la
población indígena está asociada al cambio de la pregunta étnica-racial entre
las dos EMB. Se pude colegir que el introducir la categoría Mestizo(a), y con-
servando la categoría “Ninguno de los anteriores”, generó incentivos para evadir
el autorreconocimiento indígena entre los migrantes indígenas, que ante los
estereotipos negativos en la ciudad que los marcan, prefieren asumirse como
“mestizos” y/o “ninguno de los anteriores”, sobre todo al darse esa combina-
ción de categorías. Los afrodescendientes también pudieron verse afectados
por este tipo de situación, aunque probablemente en menor medida que los
indígenas como sugieren los resultados.
En este mismo orden y dirección, las dos minorías étnico-raciales en Bo-
gotá exhiben las mayores concentraciones en el corredor Sur-Sur (Bosa, Usme
y Ciudad Bolívar), lo cual es ilustrativo de los patrones de segregación resi-
dencial étnica-racial en el sur de la ciudad y en los estratos socioeconómicos
1 y 2 en sectores de las clases medias bajas y clases populares de Bogotá. Los
relatos tanto de los indígenas como de los afrodescendientes sugieren que
su ubicación residencial está asociada a las grandes privaciones en términos
materiales que enfrentan —no meramente como resultado de autosegregación
asociada a factores culturales—, sino debido a su gran exposición a choques
de ingreso y a situaciones de desempleo frecuente que los empuja a situarse en
zonas donde los costos de la vivienda son reducidos, incluso a establecerse en
asentamientos informales como una estrategia para sobreponerse a este tipo
de situaciones de extrema vulnerabilidad. La marcada sobreconcentración de
los grupos étnico-raciales en algunos barrios ha llevado a que además sean
estereotipados y discriminados por su lugar de residencia.
Desde otro punto de vista, las estructuras poblacionales según grupos
étnico-raciales muestran un comportamiento variopinto asociado a la vul-
nerabilidad sociodemográfica. Dicha característica puede estar determina-
da, en parte, por la condición migratoria de las minorías étnico-raciales en
comparación con la población que se autorreconoció como blanca, mestiza
y ninguna de los anteriores.
En concreto, los resultados ratifican que los afrodescendientes e indígenas
son poblaciones predominantemente constituidas por personas migrantes,
aunque también ya tienen una población nativa de Bogotá, ésta es una
proporción muy reducida frente a la de los otros grupos poblacionales ma-
yoritarios. La migración en su mayoría está asociada con motivos laborales
y de acumulación de capital humano, aunque hay una proporción no delez-
nable de desplazados por el conflicto armado y la delincuencia común, con
una mayor incidencia en la población indígena. Esta particularidad implica
que los niños, jóvenes y adultos mayores tengan menos participación en la
población de los grupos minoritarios en comparación con los otros grupos
étnico-raciales, lo cual deriva, especialmente para la población indígena, en
menores tasas de dependencia juvenil y senil, y, por lo mismo, en una tasa
de dependencia total más baja. Otro factor asociado a las menores tasas de
dependencia para los grupos étnico-raciales podría descansar, con excep-
ción de la población desplazada, en la selectividad positiva de la población
migrante que induce a comportamientos sociodemográficos más modernos
en torno a la fecundidad. Los mayores costos de oportunidad que enfrentan
los migrantes asociados a la tenencia de hijos, sumado al contexto de poco
apoyo familiar para su proceso de crianza, tienden a modificar sus patrones
reproductivos -percepción en torno al número de hijos deseados- como se
pudo corroborar en varios relatos, especialmente en la población indígena.
En otros aspectos, la tasa de jefatura femenina es menor para las minorías
étnico-raciales, lo que refleja una mayor proporción de hombres que para los
otros grupos poblacionales. De todas maneras, cuando se calcula este mismo
indicador para la sobremuestra, la población afrodescendiente, de lejos, exhibe
la mayor tasa de jefatura femenina. Esto representa, para este tipo de hogares,
menores recursos para solventar los gastos del hogar, que suele tener correlato
con casos de abandono escolar, trabajo infantil y situaciones de embarazo
adolescente como se corroboró en las entrevistas en profundidad para la po-
blación afrodescendiente. Así mismo, el tamaño promedio de los hogares es
ligeramente más alto para los grupos étnico-raciales pese a las menores tasas
de dependencia. Este resultado se explica por las estrategias de cohabitación
de la población migrante con algún grado de consanguinidad para reducir los
234
altos costos derivados de la vida citadina, además de la necesidad de utilizar
la información a través de las redes de aquellos que tienen una experiencia
migratoria más antigua para conseguir empleo. Es decir, una tasa de jefatura
más alta especialmente para los que habitan en los barrios de estratos 1 y 2, y
un tamaño promedio mayor de personas por hogar, se relacionan con peores
condiciones de vida para los grupos étnico-raciales minoritarios y conco-
mitantemente una mayor vulnerabilidad sociodemográfica. Relacionado
con lo anterior, la mayor vulnerabilidad sociodemográfica se refuerza por la
presencia de edades promedio más bajas de los jefes de hogar para los grupos
étnico-raciales minoritarios, en especial para la población afrodescendiente,
una proporción más alta de hogares nucleares completos e incompletos,
reflejando en parte, los mayores tamaños de hogar, y una proporción más
alta de la población en unión libre.
En consonancia con la mayor vulnerabilidad sociodemográfica, los grupos
étnico-raciales minoritarios ostentan ligeramente tasas de analfabetismo más
grandes, con un sesgo de género en contra de las mujeres, en comparación con
la población, blanca, mestiza y ninguno de los anteriores. El analfabetismo
tiene su correlato en tasas de inasistencia escolar más altas y años promedio
de educación más bajos para los grupos étnico-raciales minoritarios, pero
con una mayor correspondencia para la población indígena. Algunos factores
neurálgicos que explican el abandono escolar para los grupos étnico-raciales
minoritarios están asociados a la necesidad de trabajar. Llama la atención
además en los relatos la referencia a barreras culturales —el lenguaje para
la población indígena— y situaciones de discriminación de parte de los
profesores y compañeros de clases para la población afrodescendiente como
los factores adversos asociados con el abandono escolar entre los grupos
étnico-raciales minoritarios. En este mismo sentido, cabe resaltar el mayor
porcentaje de estudiantes afrodescendientes e indígenas que se insertan al
sistema educativo oficial. Igualmente, la población afrodescendiente presenta
la mayor tasa de asistencia en educación preescolar, lo contrario acontece con la
población indígena; además, estos grupos étnico-raciales ostentan los mayores
porcentajes de estudiantes que reciben subsidios de parte del Distrito Capital.
Por el lado de la afiliación a la salud, se observa una sub-representación de
la población afrodescendiente e indígena en el régimen contributivo que está
asociada a su inserción más precaria en el mercado de trabajo, en empleos
que no cumplen con los requisitos básicos de seguridad social y presentan
bajos salarios e inestabilidad. En sentido inverso, los grupos étnico-raciales
minoritarios tienen una sobrerrepresentación en el régimen subsidiado (es-
pecialmente para la población indígena que tiene aseguramiento universal),
que sin embargo es insuficiente para morigerar la gran brecha en la afiliación
al régimen contributivo. De hecho, los grupos étnico-raciales minoritarios
muestran el porcentaje más alto de población sin acceso al sistema de salud.
A este respecto, los relatos manifiestan discriminación en el acceso a los
servicios de salud debido a la menor calidad y oportunidad en la presta-
ción de los servicios en el régimen subsidiado y al comportamiento de los
funcionarios de las instituciones de salud quienes tienen un trato desigual e
injusto frente a los grupos étnico-raciales minoritarios. De hecho, se asevera
235
que algunos funcionarios ponen trabas desproporcionadas para la prestación
del servicio para los grupos étnico-raciales en casos que se podrían tipificar
como un “sesgo” étnico-racial.
Las mayores tasas de analfabetismo e inasistencia escolar, sumado a años
promedio de educación más bajos, se combinan con un acceso más limitado
a los servicios de salud que terminan por disminuir las posibilidades de los
grupos étnico-raciales minoritarios para la formación de capacidades útiles
para escapar de la pobreza. Como ya es consabido, la educación y la salud se
consideran funcionamientos importantes que determinan el estatus de una
persona como pobre o no pobre. En este caso se observan brechas importan-
tes para los grupos étnico-raciales minoritarios en torno a las dotaciones en
educación y salud que se han venido morigerando de manera indirecta con
algunas políticas orientadas a la población vulnerable, en especial la población
desplazada, pero que no logran cerrar las grandes brechas étnico-raciales en
los estados constitutivos del bienestar de las personas.
Ahora bien, las caracteristicas de inserción a los mercados de trabajo
explican muchos de los resultados anteriores, y de los siguientes, debido
a la centralidad de la característica de inserción en el mercado de trabajo
para explicar las condiciones de vida de las personas en una economía de
mercado. En este caso, la preponderancia del mercado de trabajo puede
ser más significativo debido a que sumado a los menores resultados de la
población con pequeñas capacidades, la discriminación significa para esta
población, que hace grandes esfuerzos por invertir en educación y salud, un
menor logro de estatus socioeconómico debido a la presencia de prejuicios
y estereotipos asociados a su condición étnica-racial.
En concreto, los indicadores estándar del mercado laboral muestran que
los grupos étnico-raciales minoritarios exhiben una mayor participación
laboral, debido a que la fuerza de trabajo es el único activo que poseen para
hacer frente a situaciones de vulnerabilidad. Los relatos, en especial de la
población afrodescendiente, sugieren un gran orgullo por poseer una ma-
yor oferta de trabajo, lo cual contradice el estereotipo negativo de su menor
disposición a trabajar como el factor que explica sus menores condiciones
de vida. No obstante, también manifiestan tener menor tiempo para dedi-
car a la crianza de los hijos o al disfute del ocio, que termina por reducir
las oportunidades de los hijos y la calidad de vida de los adultos; los bajos
salarios, la inestabilidad y la ausencia de seguridad social en los empleos
pueden agravar este tipo de percepciones. La mayor oferta de trabajo es
coincidente con una mayor demanda en el mercado laboral para los grupos
étnico-raciales minoritarios que se explica por la mayor participación del
autoempleo en el sector informal de la economía en comparación con los
grupos étnico-raciales mayoriatarios que muestran una mayor inserción
en el sector formal. Las entrevistas ilustran muy bien cómo las minorías
étnico-raciales participan en actividades de tercerización u outsourcing que
precariza aún más su situación en el mercado laboral. Lo cierto es que el
índice sintético de calidad del empleo muestra una sobrerrepresentación
de las minorías étnico-raciales en empleos de baja y muy baja calidad en
comparación con los grupos mayoritarios.
236
Como resultado de una oferta proporcionalmente más alta que la demanda,
en especial en el sector formal, la tasa de desempleo es más alta para las minorías
etnico-raciales, especialmente para la población indígena, con un sesgo de género
en contra de las mujeres. En este caso la condición de género se constituye en el
catalizador de las inequidades étnico-raciales en el mercado laboral.
Relacionado con lo anterior, los grupos étnicos raciales minoritarios os-
tentan ingresos más bajos en promedio frente a la población blanca, mestiza
y la que no se adscribe a ningún grupo étnico-racial. Las brechas son grandes
en todos los niveles educativos y solo en los niveles educativos más bajos la
población afrodescendiente ostenta una ligera ventaja frente a las otras pobla-
ciones. Para el caso de la población indígena, con excepción de las mujeres,
muestran las brechas de ingresos más grandes en comparación con los demás
grupos poblacionales. Llama la atención que las brechas de ingresos sean más
grandes para los grupos étnico-raciales minoritarios en los niveles educativos
superiores, lo cual puede estar asociado a la presencia de un techo de cristal
relacionado con la discriminación en el mercado de trabajo. Efectivamente, la
discriminación aparece como unas de las principales barreras para el éxito de
los grupos étnico-raciales minoritarios en el mercado laboral. En la mayoría
de relatos de las personas afrodescendientes, en particular las mujeres, que se
han desempeñado como asalariados en distintas empresas y ocupaciones en
empresas privadas, el tema del racismo por color de piel en el espacio laboral
es recurrente, incluso puede ser más fuerte para las personas con alto nivel
de calificación como sugieren los resultados. La discriminación por supuesto
sobrepasa el ámbito del mercado laboral y se imbrica en todo el espectro de
las relaciones de sociabilidad en Bogotá con implicaciones muy lesivas para
el bienestar e integración de estas poblaciones.
Los resultados en el mercado de trabajo tienen un efecto significativo en las
condiciones de vida de las personas. A este respecto, para la ciudad de Bogotá
se observó una reducción en los niveles de pobreza independiente del método
que se utilice, lo cual sugiere un mejoramiento en las condiciones de vida para
la persona promedio, no obstante para los grupos étnico-raciales minoritarios
la historia es matizada. Por un lado, la evidencia presentada por los indicadores
de pobreza asociados a la dotación de infraestructura del hogar o la presencia
de activos en el hogar para los grupos étnico-raciales mayoritarios —blancos,
mestizos y en cierto modo también la categoría ninguno de los anteriores—
frente a la evolución del bienestar de las minorías étnico-raciales, revela una
relativa mayor incidencia para estos últimos, no obstante la tendencia a su
disminución con algunas tendencias en contravía en el caso de los indígenas.
En efecto, la pobreza por NBI muestra una reducción para los afrodescendientes
y un ligero incremento para los indígenas; en sentido inverso, el NBI miseria
revela un pequeño incremento para la población afrodescendiente y una caída
para la población indígena -el porcentaje de personas en situación de miseria
es reducido en Bogotá-. Así mismo, el IPM e ICV enseñan un mejoramiento de
las condiciones de vida de las minorías étnico-raciales, aunque no en las mismas
proporciones que los grupos mayoritarios. Por otro lado, la pobreza monetaria
muestran que la incidencia de la pobreza y la indigencia se ha incrementado para
minorías étnico-raciales, lo que sugiere un empeoramiento en sus condiciones
237
de vida; la verdad es que el MIP muestra cómo la población afrodescendiente
e indígena tienen, de lejos, el mayor porcentaje de población en pobreza re-
ciente y pobreza crónica. Obsérvese que esta situación coincide con un mayor
porcentaje de personas con hambre en las minorías étnico-raciales, que no es
una privación menor para valorar el bienestar de una población y la igualdad
de oportunidades según condición étnico-racial en una sociedad. Al mismo
tiempo, la percepción subjetiva del bienestar también ratifica estos resultados
al mostrar que las minorías étnico-raciales exhiben un mayor porcentaje de
personas que considera que las condiciones del hogar son malas (inclusive
con un retroceso para la población indígena). Igualmente el porcentaje de
población cuyos ingresos no les alcanza para cubrir sus gastos mininos se ha
reducido para el promedio de la población bogotana mientras que para los
grupos étnico-raciales se ha incrementado, y de manera dramática para la
población indígena. Este tipo de resultados fueron muy bien captados en los
relatos en los cuales las personas han visto no solo disminuir sus niveles de
bienestar sino también una mayor sensación de privación relativa.
Las brechas importantes en los indicadores de bienestar naturalmente son
el resultado de varios niveles de desigualdad. Con referencia a esto, aunque
Bogotá registró un descenso en los niveles de desigualdad (pasó de 0.542 a
0.537), asociados al efecto de las políticas de inclusión en el periodo de eva-
luación, sus valores siguen siendo muy altos. Efectivamente la desigualdad
se ve representada en otros aspectos como una menor tenencia de activos
para los grupos étnico-raciales minoritarios, lo cual agrava su situación de
vulnerabilidad. En este sentido, una de las estrategias que utilizan los grupos
étnico-raciales minoritarios para gestionar la mayor vulnerabilidad social es
su participación en redes informales de apoyo. Este tipo de organizaciones,
especialmente las religiosas y artísticas, musicales, deportivas o de recreación
son fundamentales para el rescate de ciertas tradiciones culturales como en
el caso de los raizales y palenqueros, e inclusive, para proveer asistencia eco-
nómica y grupal en determinas circunstancias.
238
PARTICIPANTES
EN LA INVESTIGACIÓN CUALITATIVA
(GRUPOS FOCALES)
AFRODESCENDIENTES
Alberto Quetavito Jeni Paola Quintero Mario Javier Maturana
Ana Lucia Ley Vidal Jina Montaño Merlyn Cordoba
Carlos Antonio Vidal Jimmy Viera Nehemías Gómez Pérez
Carola Riascos Johan Sebastián Caicedo Nicol Tatiana Rengifo
Celia Pedraza John Julio Obregón Pablo de Tarsis Lenis
Charlotte Callejas José Banguera Rosa Murillo
Cristian Dovan Laura Marleny Ochoa Shirley Hernández
Dagoberto Torrecilla Leidy Johana Pérez Silvania Cossio Arrieta
Elsa Mireya Triana Leidy Vidal Silvio Grueso Delgado
Erika Patricia Ayala Liliana Montaño Bazán Tobías Caicedo Riascos
Erminson Aponsá Lizeth Gonzales Vanessa Perlaza López
Esther Julia Caravali Luisa Fernanda Gonzales Víctor Andrés Gonzales
Harold Gardelis Chara Luz Amelia Arboleda Virgelina Chará
Jaminson Salazar Palacios Maria Fanny Calabari Yanette Córdoba
RAIZALES
Alice Medina Bush Luz Mery Londoño
Harold Cristopher Marco Hooker
Hilda Medina Bush Michael Cardozo
Jessica McLean Nelson Arrieta
Jennifer Livingston Raúl Hooker
Jorge Zarza Shaquille Britton
Junior Blass Sheily Orozco Archbold
Lizete Jaramillo Davis
241
PALENQUEROS
Aiden Salgado
Emel Vikko
Mirna Cáceres
INDÍGENAS
GITANOS (ROM)
Carmen Gómez
Didier Gómez
Gabriela Gómez
Ivonne Gómez
Jazmín Cristo
Jessica Cristo
Lupe Gómez
Marcela Gómez
Miller Montoya
Sandro Cristo
Shirley Miranda
242
BIBLIOGRAFÍA
Alcaldía Mayor de Bogotá, Secretaría de Planeación. (2013). “Grupos focales con grupos
étnicos”. Convenio No. 182 de 2013. Corporación Viva la Ciudadanía.
Altonji, J. G., & Blank, R. M. (1999). “Race and Gender In The Labor Market”. In O.
Ashenfelter, & D. Card (Edits.), Handbook of Labor Economics (Primera ed., Vol.
3, págs. 3143-3259).
Angulo, R. C., Díaz, Y., & Pardo, R. “Índice de pobreza multidimensional para Colombia
(IPM-Colombia): 1997-2010”. En: Archivos de Economía 2011; 382: 1-56.
DANE (2012). Base de datos de la EMB 2011. Con acceso a partir de julio 18 de 2014.
http://formularios.dane.gov.co/Anda_4_1/index.php/catalog/MICRODATOS#_
r=&collection=&country=&dtype=&from=1973&page=2&ps=&sk=&sort_by=ti-
tl&sort_order=&to=2015&topic=&view=s&vk=
DANE (2015). Base de datos de la EMB 2014. Con acceso a partir de agosto 1 de 2015.
http://formularios.dane.gov.co/Anda_4_1/index.php/catalog/MICRODATOS#_
r=&collection=&country=&dtype=&from=1973&page=2&ps=&sk=&sort_by=ti-
tl&sort_order=&to=2015&topic=&view=s&vk=
DANE (2015). Base de datos de la sobremuestra étnica para Bogotá llevada a cabo
por el DANE, en el marco de la EMB 2014. Aportada por la Secretaría Distrital de
Planeación en agosto 1 de 2015, con base en Convenio Interadministrativo 127 de
2015 firmado el 23 de junio del 2015, suscrito entre el Distrito Capital - Secretaría
Distrital de Planeación y la Universidad del Valle.
Rodríguez Garavito, C., Cárdenas C, J. C., M, O., & Villamizar, S. (2013). La dis-
criminación raciel en el trabajo: Un estudio experimental en Bogotá. Dejusticia
Documentos 7.
Telles, E. et al. (2014). Pimentocracies. Ethnicity, Race, and Color in Latin America.
The University of North Carolina Press, Chapel Hill.
Urrea, F., Viáfara, C., Viveros, M. (2014). “From Whitened Miscegenation to Tri-Eth-
nic Multiculturalism. Race and Ethnicity in Colombia”. In: Edward Telles et al.
Pimentocracies. Ethnicity, Race, and Color in Latin America. The University of
North Carolina Press, Chapel Hill. Chapter Three, 81-125.
Viáfara López, C. A., & Urrea Giraldo, F. (2006). “Efectos de la raza y el género en
el logro educativo y estatus socio-ocupacional para tres ciudades colombianas”.
Desarrollo y Sociedad(58), 115-163.
Viáfara López, C. A., Urrea, F., & Correa, J. B. (2009). “Desigualdades sociode-
mográficas y socioeconómicas, mercado laboral y discriminación étnico-racial
244
en Colombia: análisis estadístico como sustento de acciones afirmativas a favor
de la población afrocolombiana”. En: C. Mosquera, & R. E. Leon Diaz (Edits.),
Acciones Afirmativas y ciudadanía diferenciada étnico-racial negra, afrocolombi-
ana, palenquera y raizal: entre bicentenarios de las independiencias y constitución
de 1991 (págs. 153-346). Bogotá: Univerdad Nacional de Colombia.
245
GLOSARIO
A
• Atraso en la edad escolar: Representa la proporción de alumnos con atraso
de edad respecto a la edad adecuada para cada grado del nivel educativo. Al atraso
de un año se le llama sobre edad y al de dos años y más, extra edad.
C
• Conglomerado: Se define como una región urbana con continuidad geográfica
que presenta características sociodemográficas y socioeconómicas similares, las
cuales se manifiestan en los tipos de residencia, usos del espacio y acceso a bienes
y servicios públicos y privados, y además porque en el imaginario colectivo urbano
a la vez es representada en una jerarquía desigual de estatus residencial. A pesar
de las inevitables heterogeneidades sociales en el interior de cada región urbana
a una escala menor, por ejemplo, entre diferentes barrios que la componen, des-
de otra escala urbana más amplia se puede observar que varias localidades con
una continuidad geográfica presentan similitudes en sus indicadores, lo cual las
convierte en una región en el interior de la ciudad.
D
• Decil: Distribución estadística de una variable continua en diez partes iguales.
I
• ICV: medida sintética de algunas de las dimensiones básicas de la calidad de vida,
que da un puntaje de 0 a 100 según la situación del hogar en doce ítems o aspectos
relacionados con las condiciones de vida. Estos doce ítems se pueden agregar en
cuatro factores que corresponden a los siguientes:
248
Factor 2: Acceso y calidad de los servicios: Eliminación de excretas, fuentes
de abastecimiento de aguas, combustible usado para cocinar, tipo de
servicio de recolección de basuras.
• Indice de Gini (ingresos) : Es un índice que mide hasta qué punto la distri-
bución del ingreso entre todos los individuos o todos los hogares se aleja de una
distribución perfectamente equitativa (entre individuos o entre hogares).
249
Condiciones de la niñez y juventud: - Asistencia escolar - Rezago escolar - Acceso
a servicios para el cuidado de la primera infancia - Trabajo infantil; 3) Trabajo
- Desempleo de larga duración - Empleo formal; 4) Salud: - Aseguramiento en
salud - Acceso a servicio de salud dada una necesidad; 5) Servicios públicos
domiciliarios y condiciones de la vivienda: —Acceso a fuente de agua mejorada
—Eliminación de excretas—Pisos—Paredes exteriores—Hacinamiento crítico.
Debido a la ausencia de información en la EMB 2014 de la pregunta sobre du-
ración del desempleo, ésta se sustituyó por la razón de dependencia económica,
ya que guarda una estrecha relación con la dimensión laboral (Angulo, Díaz y
Pardo, 2011). Este procedimiento es válido metodológicamente, porque existen
diferencias entre la información de las encuestas de calidad de vida, encuestas
de hogares y censos, ante esta limitación, es lícito ajustar el cálculo de IPM a la
información disponible.
J
• Jefe de hogar: Es la persona que puede aportar más dinero al hogar (principal
sostén económico de la olla en común) o también que ejerce la principal autoridad
en las decisiones entre los miembros del hogar, o ambas cosas. La Jefatura de hogar,
se establece teniendo en cuenta la consideración subjetiva por parte de los miembros
del hogar al establecer la persona como “Jefe-a del hogar”.
250
L
• Línea de Pobreza (LP): Es el costo per cápita mínimo de una canasta básica
de bienes (alimentarios y no alimentarios) en determinada área geográfica. Para
Bogotá, en 2014 la línea de pobreza según el DANE fue de $229.672. Este indicador
se ajusta de acuerdo al índice de precios al consumidor cada año.
• Línea de Indigencia (LI): Es el costo per cápita mínimo de una canasta básica
alimentaria que asegure las necesidades calóricas básicas. Para Bogotá, en 2014 la
línea de indigencia según el DANE fue de $99.297. Cada año, la línea de indigencia
es susceptible a cambios según el índice de precios al consumidor.
M
• Método Integrado de Pobreza (MIP): Este método de medición, integra
los aspectos metodológicos de la línea de pobreza y necesidades básicas insatis-
fechas; con la finalidad de evaluar la pobreza desde la perspectiva monetaria y el
enfoque de privaciones o carencias de recursos, bienes y servicios. De acuerdo a
esta aproximación metodológica, la población se clasifica de la siguiente manera:
2. Pobres recientes: Son aquellos que tienen las necesidades básicas sat-
isfechas pero son pobres por LP, es decir, presentan ingresos por debajo
de la línea de pobreza.
251
P
• Población económicamente activa (PEA): también se llama fuerza laboral
y son las personas en edad de trabajar, que trabajan o están buscando empleo.
S
• Segregación redidencial: Fenómeno social espacial de aislamiento
residencial en determinadas áreas del territorio urbano de un grupo de
población con una serie de características sociodemográficas, socioeco-
nómicas y socioculturales determinadas. La segregación residencial opera
así según condiciones sociodemográficas, socioeconómicas (de clase), por
grupo étnico-racial, ciclo de vida de los hogares, etc. A mayor segregación
residencial menor mezcla o mixtura social en términos de clase, color de
piel, tipos de hogares, etc., en el conjunto de la vida urbana.
252
T
• Tamaño promedio del hogar: Se considera el número promedio de
miembros del hogar. Se estima a través del cociente entre el total de la
población que conforma los miembros de los hogares particulares y el
número total de hogares.