Política Cocina Ancestral

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biblioteca básica de cocinas


tradicionales de colombia
Política para el conocimiento, la
salvaguardia y el fomento de la
alimentación y las cocinas tradicionales
de Colombia

Ministerio de Cultura
Dirección de Patrimonio
Ministerio de Cultura
Mariana Garcés Córdoba
ministra
María Claudia López Sorzano
viceministra
Enzo Rafael Ariza Ayala
Secretario General
Juan Luis Isaza Londoño
Director de Patrimonio

Grupo de patrimonio cultural inmaterial


Adriana Molano Arenas
Coordinadora
Enrique Sánchez Gutiérrez
Coordinador para la formulación de la política de conocimiento, salvaguardia
y fomento de la alimentación y las cocinas tradicionales colombianas
Proyecto Biblioteca Básica de Cocinas Tradicionales de Colombia
Viviana Cortés Angarita
Isabel Cristina Restrepo
Daniela Rodríguez Uribe

Comité asesor para la política de conocimiento, salvaguardia


y fomento de la alimentación y las cocinas tradicionales colombianas
Germán Patiño Ossa
Soffy Arboleda de Vega
Juana Camacho Segura
Ramiro Delgado Salazar
Julián Estrada Ochoa
Ximena Hernández Sánchez
Carlos Humberto Illera Montoya
Lácydes Moreno Blanco
Esther Sánchez Botero
María Josefina Yances

Carrera 8 8-43
Línea gratuita 01 8000 913079
(571) 342 4100
Bogotá, Colombia
www.mincultura.gov.co
Contenido

Introducción 9

pa rt e i
Contexto 13

1. Antecedentes 13

2. El universo cultural de las cocinas tradicionales 21

3. Regiones y cultura culinaria 37

PARTE II
Principios, objetivos, estrategias y líneas de acción de la
política para el conocimiento, la salvaguardia y el fomento
de la alimentación y las cocinas tradicionales de Colombia 63

4. Elementos de diagnóstico 65

5. Ámbito de la Política 69

6. Bases legales 70

7. Instituciones relacionadas con la Política 71

8. Principios generales de la Política 73

9. Visión de la Política 76

10. Objetivo general 77

11. Estrategias y directrices 78

Anexo al documento de Política 83

Referencias bibliográficas 91

[5]
Nuestras cocinas desde El Nuevo
Política para el conocimiento, la salvaguardia y el fomento de la
alimentación y las cocinas tradicionales de Colombia

Reino de Granada (siglo xvi)


hasta la República (siglo xix), a
la luz de los escritos de algunos
cronistas y viajeros
Introducción

Los conocimientos y tradiciones populares asociados a la producción,


preparación y el consumo cotidiano de alimentos constituyen uno de los pilares
del patrimonio cultural inmaterial de la nación. Las cocinas tradicionales, como
manifestación del patrimonio cultural inmaterial (en adelante PCI ), comprenden
complejos conjuntos de conocimientos y prácticas culinarias que tienen raíces in-
dígenas, ibéricas, africanas y notables influencias, muy visibles en la región caribe,
de la culinaria árabe y de los países vecinos.
Las cocinas tradicionales, como patrimonio cultural, tienen como principales
características y efectos, los siguientes:
1. Son el resultado de un largo proceso histórico y colectivo que resulta en un
saber transmitido principalmente en el seno de la familia, de generación en gene-
ración. Cada cocina tiene su historia y su propia narrativa, así como un acervo de
conocimientos y prácticas que se transmiten de manera viva y directa. La cocina
se aprende haciendo.
2. Expresan la relación con el contexto ecológico y productivo del cual se obtie-
nen los productos que se llevan a la mesa; es decir, dependen de la oferta ambiental
regional y están asociadas de manera profunda con la producción tradicional de
alimentos.
3. Cumplen además una función cohesionadora, ya que generan, por excelen-
cia, sentimientos de identidad, pertenencia y continuidad histórica. Alrededor de
ellas se reúnen las familias, se fomentan la asociatividad y valores como la genero-
sidad y la solidaridad entre las personas.
4. Son un ámbito por excelencia –aunque no exclusivo– del saber femenino.
5. Cada sistema culinario, con sus recetas, platos y formas de consumo, remite a
una tradición y a un universo simbólico particular, así como a un “orden culinario”
[9]
política para el conocimiento, la salvaguardia y el fomento
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de la alimentación y las cocinas tradicionales de colombia

que contiene reglas de comportamiento, prescripciones y prohibiciones culinarias,


rituales y estéticas particulares.
Para el Ministerio de Cultura es muy importante la salvaguardia y el fomen-
to de esta modalidad de patrimonio cultural, y por ello desde el año 2007 viene
promoviendo, en su Programa Nacional de Estímulos, un Concurso Nacional de
Cocina Tradicional enfocado en la recuperación, recreación y divulgación de la
riqueza culinaria del país. El Ministerio también impulsó la creación y ha veni-
do apoyando el Programa Nacional Escuelas Taller de Colombia: Herramientas
de Paz, que, ­entre otras acciones, desarrolla actividades de formación profesional
en ­gastronomía tradicional, contribuyendo de esta manera a la recuperación de
­técnicas propias de la cultura culinaria del país.
El Ministerio de Cultura adoptó en el año 2009 la Política de Salvaguardia
del Patrimonio Cultural Inmaterial. En el marco de esta política, la cultura cu-
linaria tradicional se presenta como un campo ideal para comprender cómo los
­conocimientos y prácticas de la cocina generan en las personas y colectivos socia-
les vínculos de cohesión e identidad con su región y su comunidad. Las cocinas
tradicionales también fortalecen los procesos colectivos de la memoria y contribu-
yen al bienestar cultural de las familias y las personas.
A partir de estas consideraciones, y atendiendo la solicitud de numerosos con-
gresos y foros sobre la alimentación y las cocinas de Colombia, el Ministerio de
Cultura, por intermedio de la Dirección de Patrimonio, se planteó la formulación
de una política de conocimiento, salvaguardia y fomento del patrimonio cultural
inmaterial asociado a la alimentación y las cocinas tradicionales del país.
Al interés del Ministerio de Cultura se aúna la iniciativa del Ministerio de
­Comercio, Industria y Turismo, que está preparando un plan de acción para el
sector de la gastronomía, teniendo en cuenta que la cocina tradicional ha veni-
do adquiriendo una gran importancia en este sector productivo –asociado tam-
bién al turismo cultural–, como generadora de ingresos y empleo en beneficio,
­especialmente, de sectores de medianos y bajos ingresos.
Con estos antecedentes, y atendiendo a la creciente demanda de directrices y
orientaciones de política pública sobre el patrimonio cultural de la alimentación
y la cocina, el Ministerio de Cultura presenta las siguientes Directrices de Política
Pública para el Conocimiento, Salvaguardia y Fomento de la Alimentación y las
Cocinas Tradicionales, elaboradas a partir de los trabajos y conclusiones de los
diferentes congresos y eventos de gastronomía que se realizan en el país; de la
experiencia de instituciones como el Viceministerio de Turismo, del aporte de
Introducción
11

muchos estudiosos de la cocina colombiana entrevistados o cuyos trabajos fueron


consultados y, en especial, del taller realizado en Santa Marta, departamento del
Magdalena, durante los días 27 y 29 de septiembre de 2011, en el marco del ii En-
cuentro Nacional de Patrimonio Cultural y Día Mundial del Turismo, en donde se
conformó un grupo de trabajo ad hoc para la presente Política.
El presente documento de Política fue presentado al Consejo Nacional de
Patrimonio y adoptado por el Ministerio de Cultura en febrero del 2012, para su
expedición y divulgación.
PA RT E I
Contexto

1. Antecedentes
1.1. Las raíces históricas
El patrimonio cultural alimentario de Colombia tiene raíces profundas en la
producción y el consumo de alimentos de los pueblos amerindios que habitaron el
territorio nacional antes de la llegada de los europeos. Muchas de esas tradiciones,
asociadas a productos como el maíz, la yuca y otros tubérculos, o al consumo de
animales “de monte” y domésticos, como el cuy, se han mantenido hasta el presen-
te. Arepas, tamales, chichas y amasijos que se consumen en la actualidad tienen
su origen en el mundo indígena. De raíz amerindia son el maíz, la papa, la yuca, la
oca, el ulluco, la arracacha, el achiote, el zapallo, el cacao, el aguacate, la uchuva, la
curuba, el chontaduro, la piña y frutos de palmas, entre muchos otros alimentos cul-
tivados o silvestres que en la actualidad se utilizan en nuestras cocinas tradicionales.
Los ibéricos, junto con los africanos llegados al continente americano, introdujeron
su propia matriz culinaria, que se adaptó a las nuevas circunstancias del neotrópico.
Los europeos trajeron, por ejemplo, el trigo, cuya harina sustenta una compleja
y diversa panadería que tiene innumerables expresiones regionales y locales. Los
afrodescendientes, ocupantes de tierras bajas, desarrollaron una amplia diversidad de
alimentos alrededor del consumo del arroz, plátano, coco y productos del mar.
La fuente principal que se tiene sobre las cocinas indígenas se debe a los cronistas,1

1. Entre los cronistas merecen mención, por su importancia, fray Pedro Simón con sus No-
ticias historiales de la conquista de Tierra Firme en las Indias Occidentales; Bernal Díaz del
Castillo, autor de la Conquista de Nueva España, y Gonzalo Fernández de Oviedo con su
política para el conocimiento, la salvaguardia y el fomento
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de la alimentación y las cocinas tradicionales de colombia

quienes, pese a sus limitaciones culturales y lingüísticas frente al continente americano,


dieron cuenta y describieron en sus relatos algunas manifestaciones culinarias. Otra
fuente importante son los relatos de viajeros que pasaron o estuvieron en el territorio
nacional, principalmente durante los siglos XVIII y XIX.
Estudios sobre las raíces históricas de la alimentación y las cocinas colombianas
pueden verse en los aportes de las investigaciones arqueológicas sobre la
alimentación y el desarrollo de la agricultura.1
El maíz ha tenido un interés especial en los estudios sobre la alimentación,
realizados desde diferentes disciplinas, por el papel que tuvo en la conformación
de las sociedades prehispánicas y por ser un elemento estructurante de las cocinas
tradicionales colombianas. En esta dirección, J. J. Montes y María Luisa Rodrí-
guez de Montes publicaron su trabajo El maíz en el habla y la cultura popular de
Colombia (1975). Sobre la chicha, una bebida de maíz, y también marca de identi-
dad indígena, cuyo consumo fue combatido a mediados del siglo xx invocándose
como argumento “razones de salud pública”, Clara Restrepo y Marcela Campu-
zano publicaron en 1994 su trabajo La chicha, una bebida fermentada a través de
la historia.
El interés histórico por las cocinas y las comidas tradicionales puede verse en
autores como Eugenio Barney Cabrera, quien escribió el libro Notas y apostillas al
margen de un libro de cocina (1979), comentando el texto de María Antonia Garcés
Con cagüinga y con callana: rescatando la cocina perdida del Valle del Cauca.
También se destaca el artículo de Orián Jiménez Meneses (1998), “La conquista del
estómago: viandas, vituallas y ración negra. Siglos XVII -XVIII ”. Otros importantes
estudios históricos sobre la alimentación y las cocinas se produjeron en la
Universidad del Rosario de Bogotá, con trabajos como los de Cecilia Restrepo,
disponibles en la web, y el texto de Gregorio Saldarriaga (2010), Alimentación e
identidades en el Nuevo Reino de Granada, siglos XVI y XVII.

Sumario de la natural historia de las Indias. El científico vallecaucano, Víctor Manuel Pati-
ño, hizo en sus obras numerosas referencias a estos y otros cronistas y viajeros, como Joseph
de Acosta (Historia natural y moral de las Indias, 1590) que estuvieron en el neotrópico
americano.
1. Un especial interés tiene la obra de Felipe Cárdenas Arroyo, Datos sobre la alimentación
prehispánica en la sabana de Bogotá (2002). Véase también los trabajos de Domínguez (1981);
Langebaek (1985, 1986); Cardale de Schripff (1988, 1989); Correal Urrego (1990); Cárde-
nas Arroyo (1993, 1995, 1996); Cavalier y Mora (1995); Herrera y Urrego (1996); Rodríguez
(1998); Morcote y Cavelier (1999), y Ardila (1989), entre otros.
1. Antecedentes
15

1.2. La biodiversidad alimentaria


Hay una tradición notable en los estudios sobre plantas útiles y alimenticias
que tiene como antecedente la obra del botánico Enrique Pérez Arbeláez, ­Plantas
útiles de Colombia (1947). Un antecedente importante se encuentra también en
la obra del científico vallecaucano Víctor Manuel Patiño, quien escribió algunos
textos pioneros sobre los alimentos, siendo la más conocido Plantas cultivadas y
animales domésticos en América Equinoccial, cuyo segundo tomo, sobre las plantas
alimentarias, fue publicado en 1964; otros libros de este autor, como La alimen-
tación en Colombia y los países vecinos (1984) e Historia de la cultura material
en América Latina, cuyo primer volumen está dedicado a la alimentación y los
alimentos (1990), son obras que exponen interesantes hallazgos y consideraciones
históricas y biológicas.
Un tema relativo a las cocinas colombianas que llama la atención es el uso de
las hojas para envolver, las formas de empacar y los recipientes. En esta dirección,
Santiago Díaz Piedrahita produjo el texto Las hojas de las plantas como envoltura
de alimentos (1994), y Cristo Hoyos publicó un trabajo que se refiere a los­imple-
mentos de la cocina, titulado Tambucos, ceretas y cafongos: recipientes, soportes y
empaques del antiguo departamento de Bolívar (2002).
También existen notables inventarios, como el realizado sobre frutales silves-
tres por el citado Víctor Manuel Patiño, Historia y dispersión de los frutales nativos
del neotrópico (2002); el que publicó Rafael Romero Castañeda en 1969; el de L. E.
Acero Durán, de 1979, titulado Plantas útiles de la Amazonia; y la inmensa obra de
H. Y. Bernal y J. E. Correa, Especies vegetales promisorias de los países del Convenio
Andrés Bello.1 En las últimas décadas, con la creación de institutos de investigación
como el Humboldt, el Sinchi, Invemar y el del Pacífico, y el aporte de algunas
instituciones académicas, se han realizado considerables investigaciones sobre re-
cursos usados en la alimentación, o con potencial alimentario.
Hay que resaltar de manera especial el ingente trabajo investigativo del ­Instituto
Caro y Cuervo que con su Atlas lingüístico etnográfico de Colombia (ALEC ),
­publicado en 5 tomos entre los años 1982 y 1983, donde se descubre a través de los
modos de hablar propios de las distintas regiones del país (se encuestaron más de
260 poblaciones y sitios), y entre muchos otros temas, aspectos sobre la agricultu-
ra, cultivos, vegetales, ganadería, pesca y alimentación.

1. Otras referencias alimentarias, en inventarios de plantas útiles, pueden verse en los trabajos
de investigaciones biológicas de los institutos Humboldt y Sinchi.
política para el conocimiento, la salvaguardia y el fomento
16
de la alimentación y las cocinas tradicionales de colombia

1.3. Los estudios culturales sobre la alimentación y la cocina


En nuestro país, los estudios culturales sobre la alimentación estuvieron dedi-
cados, inicialmente, a mostrar las comidas “típicas” de las regiones de Colombia
y numerosas expresiones costumbristas asociadas a los hábitos alimentarios. A
partir de la creación del Instituto Colombiano de Etnografía y de su publicación
institucional, la Revista Colombiana de Folklore, se presentaron los primeros tra-
bajos sobre el valor simbólico de algunos “alimentos líderes”, de consumo tradi-
cional, como el maíz, y algunos trabajos sobre el papel de algunas prácticas agro-
pecuarias y de consumo de alimentos en la adaptación cultural a ciertos espacios
ecológicos.
Especial mención merece el estudio de Alicia Dussan de Reichel “Prácticas
culinarias en una población mestiza de Colombia”, publicado en 1953 en la
Revista Colombiana de Folklore, en el que se enfoca en las prácticas culinarias
del corregimiento de Atánquez, municipio de Valledupar, en la Sierra Nevada de
Santa Marta.1
En la Revista Colombiana de Antropología aparecieron los trabajos de Yolanda
Mora de Jaramillo “Economía y alimentación en un caserío de la costa atlántica
colombiana” (1963) y “Notas para el estudio de la alimentación en Ráquira” (1974).
En 1986 esta autora publicó su trabajo Alimentación y cultura en el Amazonas, en el
que relaciona el ciclo anual productivo y la disponibilidad de alimentos, lo mismo
que la “conducta alimentaria” y los valores y creencias asociados, de acuerdo con
una topología de unidades domésticas.
El célebre folclorista colombiano Guillermo Abadía Morales, en su Compendio
general de folklore colombiano (1970), incluyó un aparte sobre la “Culinaria típica
regional”, en el que entendía como tal “los platos o preparaciones populares de
las comidas en las diversas regiones del país, pero destacando únicamente las que
son más características y tradicionales” (Abadía Morales, 1970: 450). En esta obra,
Abadía Morales distingue la culinaria indígena y la mestiza, y le dedica un extenso
capítulo a las chichas.

1. La autora estudia allí las siguientes fases de la cocina: a) alimentos disponibles, entre los
que distingue los cultivados y manufacturados localmente de los “importados” o de fuera;
b) la cocina, termino referido de manera especial al tipo de fogón u hornilla, los utensilios,
la mesa y el ambiente culinario; c) la preparación, que divide en sopas; secos (incluyen
alimentos cocidos, fritos y asados); dulces; amasijos de harina o azúcar; y bebidas; d) formas
de consumo, tema en que se diferencian los alimentos normativos de los opcionales y festivos;
y e) las recetas culinarias (Dussán, 1953).
1. Antecedentes
17

Algunos trabajos interesados en el tema de la pobreza se enfocaron en la


­capacidad, los hábitos de consumo y el valor nutricional de los alimentos.1
En los años setenta y ochenta del siglo pasado, algunos enfoques antropoló-
gicos estudiaron la cocina y la alimentación como actividades mediadoras o de
articulación entre la naturaleza y la cultura. Otros estudios las abordaron como
mecanismos de relación social, haciendo énfasis en el acto social de la comida.
Un trabajo pionero que aborda los sistemas de conocimiento asociados a la coci-
na es el de Esther Sánchez Botero “Aproximaciones al sistema cognoscitivo de la
­alimentación Páez” (1989).

1.4. Las cocinas regionales


Colombia es un país de regiones, y cada una de ellas tiene sus propias expre-
siones culinarias. También, cada vez se toma más conciencia de la necesidad e im-
portancia del estudio y difusión de las cocinas regionales. En este orden de ideas,
Antonio Montaña produjo el libro El sabor de Colombia (1994), y Germán Patiño
Ossa se adentró en la historia y los hábitos alimentarios del suroccidente del país
con su obra Fogón de negros, editada en 2007 por el Convenio Andrés Bello. En
este último trabajo, Patiño muestra –además de la matriz africana y los aspectos
históricos y regionales de la alimentación–, la cocina en la novela María, de Jorge
Isaacs, como fuente de información. De igual manera, Enrique Morales Bedoya
escribió Fogón caribe (2010), donde aborda la historia de la gastronomía regional
del Caribe, desde la prehistoria indígena, pasando por la ocupación española y la
llegada de los africanos, hasta los aportes judíos y árabes; además presenta una
colección de recetas de la costa caribeña.

1.5. Los recetarios


Desde la Colonia, y hasta comienzos del siglo xx, era frecuente que en las ­familias
con acceso a la educación se llevaran recetarios manuscritos que ­circulaban entre
miembros y amigos de la familia. Durante la República se editaron numerosos tex-
tos con consejos culinarios dirigidos a la formación de las mujeres como amas de
casa en la llamada “economía doméstica”, y recetarios, especialmente de platos

1. Un ejemplo de este enfoque es el trabajo de Darna L. Durfour, “Flujo de energía a través


de los hogares Tatuyo” (1981), que estudia el consumo de energéticos, frente a la ingesta
de proteínas, a partir de una tipología de unidades domésticas de este pueblo indígena
amazónico.
política para el conocimiento, la salvaguardia y el fomento
18
de la alimentación y las cocinas tradicionales de colombia

europeos. Especial mención merece la colección titulada El estuche: conocimientos


útiles aplicados a la vida práctica: o sea, 8.000 recetas y hechos diversos, publica-
da en 1884.1 A este texto le siguieron otros valiosos recetarios, entre los cuales se
destacan el de Elisa Hernández, de 1907, y el de Maraya Vélez de Sánchez, de 1915.
En el siglo pasado se popularizó el libro de Sofía Ospina de Navarro (1892-1974)
La buena mesa: sencillo y práctico libro de cocina, publicado en 1933, que rivalizó
con textos extranjeros, también muy difundidos, como El libro de doña Petrona.
Una importante obra de rescate y difusión de la cocina colombiana fue el Gran
libro de la cocina colombiana, dirigida por Carlos Ordóñez Caicedo y publicada por
el Círculo de Lectores y Colcultura (1984).2 La casa editorial El Tiempo ­produjo
en 2008 la colección Así sabe Colombia: una obra para degustar, ­compuesta por
siete revistas (Caribe, Antioquia y Eje Cafetero, Región Cundiboyacense, Pacífico,
Huila y Tolima, Santanderes y Llanos Orientales, Amazonia y Orinoquia) y un
estuche para el coleccionador. Esta edición estuvo a cargo de Estrella de los Ríos,
María Josefina Yances y Simón Karl Bühler. Otro hito de la cocina en Colombia
lo constituye la obra de Lácydes Moreno Blanco, Sabores del pasado: recetas de El
Estuche, que rescata el ya mencionado recetario publicado en Bogotá en 1878, así
como su Diccionario de voces culinarias (2008).
La ciudad de Cartagena se ha caracterizado por las particularidades de su
­cocina. Una obra que rescata estos sabores es Cartagena de Indias en la olla, de
Teresita Román de Zurek, Amparo Román de Vélez y Olga Román de Vélez, cuya
primera edición es de 1963. En el Valle del Cauca, merece un reconocimiento es-
pecial el ya mencionado recetario de María Antonia Garcés, Con cagüinga y con
callana: rescatando la cocina perdida del Valle del Cauca, publicado en Cali. Otros
importantes libros de cocina, publicados recientemente, son el de Esther Sánchez
Botero, Recetas de la abundancia (2001), La cocinanza comedida. Gastronomía
santandereana (2002) de Estrella de los Ríos y el de María Dikanka (María Euge-
nia Romero), De viandas, sancochos y amasijos (2003).
Hoy en día circulan numerosos recetarios de cocina colombiana, algunos
­difundidos por empresas de alimentos, lo cual contribuye a la salvaguardia de este

1. Sobre este texto, Jorge Orlando Melo dice que la edición de 1884, publicada en Bogotá,
puede ser el tomo primero o segundo de una primera edición de 1878 o 1882, con la autoría
de John Truth, seudónimo de Jerónimo Argáez.
2. Carlos Ordóñez además produjo un recetario, Cocina básica colombiana, que puso en
circulación Editorial Norma en el 2005.
1. Antecedentes
19

patrimonio. Dichos recetarios van desde ediciones de lujo hasta publicaciones de


bajo costo que se venden en los semáforos; muchos otros también se consiguen en
Internet, pero un número considerable de ellos no brindan un contexto histórico
y cultural que enriquezca la visión y el sentido de las diferentes preparaciones
regionales.

1.6. Tendencias recientes


En la actualidad, en ciudades como Bogotá, Cali, Medellín y Barranquilla, al
igual que en Popayán, se han venido gestando valiosas iniciativas de recuperación
y recreación de la cocina colombiana.1
En 2003 la Biblioteca Luis Ángel Arango realizó la exposición “Libros de
cocina”, organizada por Alberto de Brigard, en la que se exhibieron cerca de
seiscientos textos. Sobre esta base, el historiador Jorge Orlando Melo elaboró y
editó en 2011 una extensa bibliografía titulada Alimentación y cocina: bibliografía
básica, publicada por el Colegio de Estudios Socioculturales de la Alimentación y
la Cocina Colombiana (Cesacc), obra en la que se consignan numerosas referencias
sobre las cocinas colombianas.
La creciente industria del turismo y la demanda global de “platos” o
preparaciones exóticas han puesto en escena las comidas tradicionales y étnicas,
favoreciendo a partir de ellas la innovación culinaria. Así, se observa en la actualidad
un auge de publicaciones, eventos, recetarios, restaurantes y grupos de interés en
torno a estas expresiones culinarias. Frente a las llamadas “comidas rápidas” de la
industria gastronómica, –que busca responder a los ritmos y economía del tiempo
de la vida urbana contemporánea–, han surgido contratendencias que reivindican
las comidas e identidades culinarias tradicionales.
Entre los eventos vale la pena destacar el Congreso Nacional Gastronómico
que se celebra en Popayán desde 2003. Gracias a su tercera edición, realizada en

1. Investigadores como los antropólogos Julián Estrada, quien dirigió la iniciativa presidencial
“De sal y dulce”, orientada a la investigación del patrimonio culinario; Carlos Alberto Illera,
Ramiro Delgado, Esther Sánchez Botero y María Eugenia Romero; los cocineros Lácydes
Moreno Blanco, Carlos Ordóñez Caicedo, Laura Ospina, Sonia Serna, Leonor Espinosa,
María José Yances, Estrella de los Ríos, Luz Marina Vélez, Alex Quessep y el desaparecido
cocinero escocés Kendon McDonald; restauradores como Andrés Jaramillo y Eduardo
Martínez; historiadores como Cecilia Restrepo Manrique; periodistas como Fernando
Quiroz, entre muchos otros, han venido realizando una labor encomiable por la revaloración
y el rescate de las tradiciones culinarias del país.
política para el conocimiento, la salvaguardia y el fomento
20
de la alimentación y las cocinas tradicionales de colombia

2005, la Unesco reconoció a Popayán como “ciudad de la gastronomía”, distinción


que se enmarca dentro de la Red de Ciudades Creativas de la Alianza Global. Se
destacan igualmente los congresos de Cocinas Andinas, organizados por Acodres,
la Academia de Cocina Verde Oliva y el Colegio de Estudios Socioculturales de
la Alimentación y la Cocina Colombiana, cuyas deliberaciones y conclusiones sir-
vieron para la elaboración de esta Política. Además, existen numerosos eventos
locales, como “Sabor Barranquilla”, que realzan los valores de las cocinas tradi-
cionales.
Otro evento importante lo constituyen los Encuentros para la Promoción y Di-
fusión del Patrimonio Cultural Inmaterial de los Países Andinos, que van por su
octava edición, y en los cuales se realiza un encuentro teórico y práctico sobre las
cocinas tradicionales.
Esta reseña no estaría completa si no se hiciera mención a las cocineras y
los cocineros populares, quienes en pequeños negocios, puestos de las plazas
de mercado, ventas callejeras y las cocinas familiares mantienen y recrean las
manifestaciones culinarias del país. Ellos son los principales protagonistas de la
Política de conocimiento, salvaguardia y fomento de la alimentación y las cocinas
tradicionales de Colombia.1

1. Hay cocineras y cocineros destacados en el campo, en los pequeños poblados, en los


barrios populares, pero en especial en las plazas y lugares de mercado.
2. El universo cultural de las cocinas tradicionales

2.1. Cocinas tradicionales e identidad


La identidad de un grupo humano está estrechamente ligada a sus hábitos
alimenticios. La cocina y el consumo de los alimentos es quizá el principal
generador de espacios de socialización de las personas.
Las tradiciones culinarias y alimenticias, como patrimonio cultural, son colec-
tivas, es decir, pertenecen o identifican a un grupo social particular (colectividad/
comunidad) y se transmiten de generación en generación como un legado, tradi-
ción cultural o parte de la memoria colectiva.
Las “colonias regionales o municipales”, conformadas por inmigrantes internos
del país, en ciudades como Bogotá, Cali, Medellín, Barranquilla o Cartagena, por
mencionar algunas, se reúnen en lugares o restaurantes que llevan muchas veces el
nombre de su región o localidad de origen, así como en eventos familiares y festivos
en los que preparan y consumen sus platos tradicionales. Lo mismo sucede con
los colombianos en el exterior, razón por la cual la importancia del legado cultural
culinario puede estudiarse en las comunidades migrantes que valoran, recuerdan
y recrean las tradiciones culinarias como un elemento de su identidad y unidad
simbólica a una nación, región o localidad. En otras palabras, la comida es una
marca indeleble de identidad cultural.
La cocina tradicional es un hecho cultural, una tradición viva que se transmite
entre generaciones. Son conocimientos, prácticas y tradiciones cotidianas que se
recrean constantemente, de manera presencial, por la experiencia y mediante la
comunicación oral. La cultura culinaria está imbricada en la memoria colectiva y,
no obstante estar nutrida de saberes y prácticas que vienen del pasado, la cocina
[21]
política para el conocimiento, la salvaguardia y el fomento
22
de la alimentación y las cocinas tradicionales de colombia

siempre está resignificando este legado, actualizándose con la adopción de nuevos


ingredientes, técnicas y sabores.
La relación entre tradiciones culinarias y su práctica le imprime una dinámica
particular a las cocinas tradicionales, y se constituye en un medio de expresión de
la creatividad y del ingenio de las comunidades y las personas.
Las tradiciones culinarias no están cristalizadas o fijas en el pasado. No obstan-
te estar la cultura culinaria cimentada en la tradición de los pueblos, las prácticas
culinarias cambian con el tiempo, viajan de un lugar a otro con las familias que
migran, se adaptan a nuevos contextos productivos y adquieren particularidades
regionales y locales.
El carácter colectivo de las tradiciones culinarias pone en escena a la comu-
nidad como sujeto colectivo (creador colectivo), de tal manera que nadie puede
arrogarse la autoría o propiedad intelectual del ajiaco, del mute santandereano o
la lechona tolimense. Esto, sin embargo, no niega el papel y los derechos de los
cocineros que recrean las recetas en sus casas, puestos de comida o restaurantes, e
innovan a partir de lo tradicional.
Las cocinas tradicionales están llenas de historia, sentido y símbolos que, de
acuerdo a cada región, comunidad o grupo étnico, generan un profundo efecto
cultural de identidad y pertenencia. Esta valoración de las cocinas como referentes
culturales hace que las tradiciones culinarias sean consideradas como un patri-
monio que debe ser reconocido, transmitido y salvaguardado en beneficio de las
generaciones del presente y del futuro.

2.2. El sistema culinario


La cocina tradicional, como se señaló anteriormente, comprende un com-
plejo sistema que incluye historia, valores, narrativas, técnicas, creatividad y, en
especial, referentes de identidad y pertenencia de las personas a un lugar y una
comunidad. En la tabla 1, de manera descriptiva, se mencionan cuatro campos
que de manera directa tienen que ver con el producto –los alimentos– y con
el final inmediato del proceso alimentario: su consumo. Con letras se indican
otros ocho campos en la gráfica, y se refieren a temas que, con excepción de las
tradiciones culinarias, tienen o remiten a campos que pueden tratarse de mane-
ra independiente, como el derecho, las tradiciones artesanales, la arquitectura
popular, la salud, los valores sociales e incluso el folclor.
Lo importante es entender que el sistema culinario es complejo y diverso, y que
su comprensión debe hacerse de manera integral, lo que significa, para la Política,
Tabla 1. El sistema culinario

1. Valoración y adquisición de los productos necesarios


para la preparación de los alimentos

Derecho a 2. La preparación de los alimentos Tradiciones


la alimentación artesanales

Conocimientos y Herramientas, medios,


técnicas culinarias muebles y enseres
Tradiciones
culinarias El agua

Preparaciones (comidas)

Otras manifestaciones La organización y


3. Consumo de alimentos
culturales asociadas a la disposición de la
hábitos y reglas
preparación y consumo cocina en el hábitat
de consumo
de alimentos

Reciclaje
Salud
Valores sociales alimentaria
Oraciones
Rituales
Narrativas
Música y cantos

[23]
política para el conocimiento, la salvaguardia y el fomento
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de la alimentación y las cocinas tradicionales de colombia

la necesidad de atender esta integralidad y, en consecuencia, el carácter intersecto-


rial de las medidas que deben adoptarse.

2.3 Procesos y elementos de la cocina tradicional


Las cocinas tradicionales son un complejo de conocimientos, usos y técnicas
de transformación de los alimentos, pero ante todo son un entramado de relaciones
sociales. Sin olvidar este principio se describen a continuación algunos elementos
relevantes de los sistemas tradicionales de la cocina.

2.3.1. Los conocimientos para la valoración y adquisición de los productos


necesarios para el consumo y la preparación de los alimentos
Se refiere a los criterios de valoración de los productos que sirven a la alimen-
tación; los saberes e indicadores sobre el estado de los alimentos y los sistemas de
medida.
El conocimiento sobre el estado de un producto en el mercado implica práctica
y un saber especializado sobre las calidades de los productos, los procesos de
maduración, los indicadores de enfermedad o maltrato y la procedencia. Tener
un “buen ojo” para comprar los alimentos significa saber distinguir una fruta
cosechada a destiempo, saber cuándo un producto está demasiado maduro,
cuándo está maltratado, cuándo tiene enfermedades y si es o no fresco. Es común
que las cocineras del Pacífico que trabajan en Bogotá busquen plátano de su región
para sus platos, pues consideran que el plátano de otros lugares no tiene el sabor
que su receta necesita.
Los términos que distinguen a los alimentos cambian de un lugar a otro. Los
cortes de carne, por ejemplo, tienen nombres diferentes según la región, y existen
variaciones en los modos de medir y contar los productos en el mercado.
Un aspecto complejo relacionado con la adquisición de alimentos es el de los
roles de género y generación en la organización familiar. En las sociedades indíge-
nas de la selva, las mujeres se encargan de las parcelas agrícolas (la chagra) y de la
transformación y preparación de los alimentos, mientras los hombres cazan, pescan
y fabrican los objetos de cestería. En el Pacífico, la cestería es labor femenina. En los
Llanos Orientales y la Amazonia la fabricación de un budare (hornilla para preparar
el casabe) es una actividad femenina e implica, para quien lo hace, la observancia
de estrictas reglas de comportamiento y alimentación. En Antioquia y Santander
hay una división estricta del trabajo, en la cual las tareas del hogar, y obviamente la
cocina, son actividades estrictamente femeninas. En muchas comunidades, cuando
2. El universo cultural de las cocinas tradicionales
25

no se tiene agua en el domicilio, los niños se encargan de traerla de los arroyos o


jagüeyes, y es común que los ancianos cumplan tareas especializadas, como traer
leña y desgranar las vainas de fríjol o las mazorcas de maíz. En la sociedad urbana
las mujeres suelen dirigir las compras en el mercado.

2.3.2. La transformación y preparación de los alimentos


Este es el núcleo del complejo social y cultural de la cocina. Se refiere a la
­transformación de los productos en alimentos, lo cual comprende la puesta en
práctica de los sistemas de conocimiento y las técnicas culinarias. Estos cono-
cimientos tienen raíces profundas en tradiciones culinarias y alimenticias cuyo
­origen y temporalidad son difíciles de establecer. Se trata de la cocina como una
práctica, como un “arte” que se transmite de manera tradicional, es decir, en el
seno de la familia, de padres a hijos, de mayores a menores, a veces como un estilo
(“la sazón”, “el sabor”) que identifica una familia, e incluso en ocasiones como
secretos de familia en torno a un plato o una vianda que le da identidad a una
localidad o región.
El ámbito principal de las cocinas tradicionales es el hogar, la vida doméstica.
Esto indica la orientación principal de la producción culinaria; sin embargo, la
producción de comidas en ocasiones también se dirige al mercado de alimentos,
en pequeña escala y para el consumo inmediato. Existen especialidades y especia-
listas culinarios que en su casa, por encargo, o en pequeños puestos de comida,
preparan algunos platos, como morcillas, tamales o empanadas, entre otras comi-
das, tenidas en alta estima por las personas. De igual manera, existen familias que
tradicionalmente han fabricado bebidas como el masato, guarruz, horchata, chicha
de maíz, “vinos” de corozo y otras frutas, y licores artesanales elaborados a partir
de la miel de caña de azúcar.1
Otro ámbito importante lo constituyen los pequeños restaurantes familiares, las
ventas de comida en los espacios públicos y en las plazas de mercado, que son par-
te fundamental del universo de la cocina tradicional. Por su escala, sus técnicas y
particularidades se les ha llamado cocinas artesanales, un concepto ambiguo pero
que denota la importancia del “hacer” y entiende la comida como una elaboración
personal y como una organización particular que integra a parientes y a cocineras
con aprendices. La panadería y bizcochería, por su laboriosidad, es un campo al

1. Los licores artesanales de caña de azúcar tienen una diversidad de nombres regionales:
ñeque, chirrinche, viche, arrechón, tomaseca, vinete, tapetusa, entre muchos otros.
política para el conocimiento, la salvaguardia y el fomento
26
de la alimentación y las cocinas tradicionales de colombia

que se dedican pequeñas empresas, muchas de ellas de carácter informal. Algunas


familias perpetúan tradiciones panaderas o de bizcochería –como ha sucedido con
el roscón resobado de La Vega, Cundinamarca, los diabolines de Sucre, las almo-
jábanas de Paipa, las achiras y galletas de nata de Altamira (Huila), mientras que
otras se especializan en amasijos y envueltos, entre muchos otros ejemplos– que
complementan sus ingresos con productos comestibles.
La comida tiene sus tiempos. Hay una comida cotidiana, habitual, que mantie-
ne elementos permanentes y algunas variaciones de acuerdo a un “menú” semanal
o a la disposición de alimentos. Hay una comida de época, muy acentuada, por
ejemplo, entre los indígenas, cuya alimentación y economía dependen de manera
directa de la oferta ambiental. Hay una comida festiva, es decir, la que se consume
en tiempo de fiestas y celebraciones, como el cerdo y el pavo en Navidad.
Otras comidas son propias del tiempo lúdico, como los “paseos de olla”, en los
que generalmente se preparan sancochos; para los viajes se acostumbran algunas
preparaciones de fácil consumo, llamadas “fiambres”, “avíos”, “gatos” y “porsiacasos”,
entre otros nombres, y hay comidas propias para los convites y trabajos comunales, e
incluso para las movilizaciones y emergencias sociales (las “ollas populares”).
Hay alimentos que se consumen según los diversos estados de salud y ánimo
de las personas. Se preparan comidas especiales para los enfermos, algunas que
incorporan oraciones y bendiciones –como la “sopa de enfermos” o “caldo de sus-
tancia” del altiplano cundiboyacense–; existen comidas para el periodo menstrual,
para el parto y para la dieta del posparto; hay comidas especiales para los velorios
y otros ritos funerarios; las hay tenidas como afrodisíacas y también para el males-
tar después de la borrachera, como el “caldo de pajarilla”.
Hay una circulación e intercambio de comidas en las redes de familiares y
amigos, que contribuyen a mantener y perpetuar las tradiciones culinarias y a
reforzar relaciones de parentesco, afinidad y amistad. En épocas festivas, como la
Navidad, las familias intercambian, como un gesto de amistad, natillas, buñuelos,
tortas y dulces. Los indígenas amazónicos, cuando obtienen excedentes agrícolas,
invitan a las comunidades vecinas a un dabucurí en el que se consumen alimentos
de manera abundante y se intercambian comidas.
Las recetas. Son la expresión sintética, oral o escrita, de los saberes, ingredien-
tes, cantidades y formas de preparación de los alimentos.1 Las recetas a veces se

1. Las expresiones culinarias populares suelen agruparse en el país en numerosas categorías,


dependiendo de la región. Son usuales la distinción entre caldos, sancochos y sopas; sudados
2. El universo cultural de las cocinas tradicionales
27

conservan como un patrimonio y un “secreto” de familia. Algunas se escriben y


conservan celosamente. El conocimiento de recetas también es un factor de pres-
tigio, y existe un intercambio de recetas que refuerza alianzas entre personas y
familias, y que favorece la pervivencia de los saberes tradicionales. Las recetas son
una valiosa fuente documental de las cocinas tradicionales.

Preparación de “marinillos”1
Media libra de harina de maíz, una libra de quesito fresco, cuatro
yemas de huevo y una copita de anís o unos granos de anís verdes; se
amasa muy bien la pasta; se hacen los buñuelos; se echan en manteca
fría y se les va aumentando el fuego a medida que vayan creciendo; no
se deben tocar sino al momento de sacarlos. Cuando se están haciendo,
es bueno mojarse las manos para impedir que se rajen.

Un aspecto del saber culinario asociado a las recetas es el de la medida y pro-


porción de los alimentos. Se mide según libras, litros, trozos, tallos, dedos, mazos,
ramas, tazas, pocillos, cucharadas, papeletas y pizcas (menos de una cucharadita),
entre muchas otras maneras y denominaciones regionales.
Técnicas culinarias. Un campo amplísimo lo constituyen las técnicas culinarias
populares, es decir, el conjunto de actividades prácticas que los cocineros ejecu-
tan para seleccionar, medir, adecuar, secar, humedecer, cocinar, envolver, guardar,
presentar, conservar, revolver y servir los alimentos. Comprende actividades tales
como el manejo del fuego y el calor, las formas de cortar, moler, pulverizar, cernir
y aliñar los ingredientes; los sistemas de fermentación y maduración; los modos
de cocción y asado y las formas de amasado, entre muchas otras actividades. Es
importante señalar que estas técnicas tradicionales se aprenden de manera viva,
directa y en la práctica.
Las técnicas culinarias definen en cierta medida los modos regionales de la coci-
na. Las técnicas de amasado y preparación de la masa para las arepas, empanadas

y cocidos; arroces, incluyendo los llamados atollados; carnes asadas, fritas, desmechadas;
embutidos; tamales y pasteles; arepas, empanadas, buñuelos, bollos y otros amasijos;
ensaladas de verduras y frutas; salsas; quesos; bebidas lácteas; aceites; picantes; chichas,
masatos, champuses y otras bebidas fermentadas; bebidas de café y chocolate; té y otras
tisanas; jugos, zumos y sorbetes; dulces de frutas y de leche; panes, tortas y bizcochos, entre
muchas otras categorías.
1. Receta tomada de un libro de recetas de cocina de Elisa Hernández, edición de 1915.
política para el conocimiento, la salvaguardia y el fomento
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de la alimentación y las cocinas tradicionales de colombia

y tamales, algunas de las comidas presentes en todo el territorio nacional, son muy
diferentes, y por ende su gusto y sabores son distintos. Estas técnicas demandan
en ocasiones el aprendizaje de destrezas especiales para cortar la carne, “darles
punto” a los dulces, mezclar los ingredientes, entre muchos otros ejemplos.
Las herramientas y muebles o enseres y medios de cocina. En relación con las
técnicas, se encuentra un rico y variado instrumental que expresa la creatividad y
el ingenio de la cocina popular.
Son numerosos los muebles o enseres, las herramientas y los medios de
cocina. Herramientas como los molinos, molinillos, mecedores o “meniadores”,
morteros y pilones, piedras de moler, coladores, achoteras, pataconeras, cucharas,
cucharones, cuchillos, platos, pailas, espumadores, bandejas, ollas, moyos de
barro, tinajeras, peroles, rodillos, raspadores o rayadores, exprimidoras, entre
muchas otras, encuentran su sitio en la cocina popular, al igual que enseres como
mesas, sillas, graneros, escurridores, y medios como la leña y otros combustibles.
Las herramientas, los muebles y enseres tienen una estrecha relación con las
tradiciones artesanales, entre las cuales se destacan las de elaborar vajillas y ajuares,
manteles o “vestidos” de la mesa. Son famosas en el país las vajillas del Carmen de
Viboral, en Antioquia, las de la Chamba, en el Tolima; las de Ráquira, Boyacá, y las
de los indígenas de bajo río Caquetá. En cuanto a tejidos para la mesa, son famosos
los de Cartago, Valle del Cauca. La cestería que se usa en la cocina –guapas, balayes,
cebucanes, canastos– tiene numerosas expresiones artesanales, en especial en el
Pacífico (con fibras como la matamba, el chocolatillo y werregue); en la Amazonia y
la Orinoquia, donde se utiliza de manera principal el cumare; en el Caribe, donde se
utiliza la caña-flecha, y en los Andes, con su cestería de bejucos tripa-de-perro; en
Antioquia son comunes los cestos de alambre para guardar las “arepas redondas”.
Hay objetos utilitarios que se adoran o cuyos diseños tienen un alto valor
estético. Este es el caso de los rayadores de yuca del Vaupés, la cestería de hojas
de plátano de Córdoba, o la de Guacamayas en Boyacá, los cedazos de cola de
caballo, las bateas y bandejas de madera, entre muchos otros ejemplos.
Las mesas y sillas tienen expresiones regionales, pero en numerosas
comunidades indígenas no se consumen los alimentos en una mesa. En el
Amazonas es común que los alimentos se dispongan en balayes y ollas colocadas
en trípodes junto a la cocina, junto a los cuales se sientan las personas en pequeños
bancos para tomar lo que quieren consumir; hay quienes comen sentados en el
suelo, y en las comunidades ribereñas es común que se haga en la parte anterior
de la casa, en el corredor, frente al río. Las vajillas pueden ser muy elaboradas
2. El universo cultural de las cocinas tradicionales
29

o ser simples recipientes (cuyas) de totumo con cucharas del mismo material. A
veces se disponen los alimentos en el piso sobre hojas de plátano. En muchas
comunidades indígenas no se usan cubiertos occidentales y se toman los alimentos
con las manos. En fin, hay numerosas maneras de comer, pero todas tienen sus
reglas, bien sea que se acostumbre lavarse las manos antes o después del consumo
de los alimentos, que se ore, que se respete un orden en la mesa (el jefe de hogar en
la cabecera, por ejemplo) o en la distribución de los alimentos.
El agua es fundamental en las cocinas, tiene numerosas funciones como medio
de cocción o hidratante, pero es parte constitutiva de casi todos los alimentos. Es
la base misma de sopas y bebidas, y sola es una bebida que se consume para calmar
la sed y acompañar numerosas comidas. Hay diferentes maneras de recoger, hacer
potable y conservar el agua con fines alimentarios. Llama la atención, en el caso de
Colombia, que siendo uno de los países más ricos en fuentes de agua, no se tenga
una tradición en la valoración de la calidad del agua como bebida y alimento.
Una mención especial merece entre estas tecnologías la construcción y el manejo
de fogones, hornillas, anafes y budares para el asado y cocción de los alimentos. Está
el fogón sencillo de tres piedras, los hay de barro cocido, otros utilizan lajas de piedra
–como el utilizado en el municipio de La Calera para asar las arepas emblemáticas
del lugar–, otros incorporan adobe y muchas láminas de hierro. En algunos pueblos
indígenas el fogón es un referente importante de tradiciones míticas.
El conocimiento de los árboles productores de leña y carbón vegetal, y la cali-
dad de los mismos, es todo un campo del saber culinario, lo mismo que el conoci-
miento y uso del humo como saborizante (ahumado) y de diferentes cenizas para
las lejías y algunas preparaciones especiales.
La organización y disposición de la cocina en el hábitat cambia de una región
a otra. En algunos lugares, como en los Llanos Orientales, la cocina está fuera de
la vivienda, en una construcción independiente. En el Pacífico la cocina ocupa la
parte posterior de la vivienda, junto a una plataforma descubierta. En el Caribe
ocupa la parte posterior, junto a un patio con árboles que sirve de lugar de reunión.
En Nariño la cocina tiene, además de la función de calentar la casa, la de generar
un medio abrigado para los cuyes, que son uno de los alimentos emblemáticos de
la región.

2.3.3. Los productos agropecuarios necesarios para las cocinas tradicionales


La cocina es un sistema en el que participan diversos productos y hay un
­proceso de transformación y agregación de valor que resulta en productos
política para el conocimiento, la salvaguardia y el fomento
30
de la alimentación y las cocinas tradicionales de colombia

­elaborados, o comidas. Hay productos que provienen de la industria de alimen-


tos, pero en su mayoría, los productos de la cocina tradicional proceden de la
producción agropecuaria, y en particular de la economía campesina. Esta rela-
ción entre las cocinas tradicionales y la producción tradicional de alimentos es
uno de los ejes que aborda la Política de salvaguardia del patrimonio cultural
culinario del país. Basta un ejemplo para ver la dimensión del problema. La hari-
na de maíz es un ingrediente utilizado y necesario para todo en todas las regiones
del país: para la preparación de envueltos, tamales, empanadas y chichas, entre
muchos otros productos. Una queja generalizada entre las cocineras y cocineros
es la creciente dificultad para conseguir harina hecha de variedades tradicionales
de maíz, dado que la calidad de la harina importada, o proveniente de variedades
mejoradas, que se expende en las tiendas y supermercados, no reúne las cuali-
dades necesarias para sus recetas. Si se va al fondo del problema, se encuentra la
desaparición de variedades de maíz tradicional de las parcelas campesinas. Estos
son algunos de los efectos negativos de la sustitución de alimentos producidos
en el país por productos importados y la introducción de variedades genética-
mente modificadas con procedimientos biotecnológicos, de gran productividad,
pero que no reúnen las cualidades alimentarias que la población demanda y que
pueden poner en riesgo la producción tradicional. Muchas comidas populares
han dejado de hacerse porque ya no encuentran variedades de fríjol, cebada,
arroz, plátano y frutos, entre muchos otros bienes agrícolas. Lo mismo sucede
con algunos productos pecuarios.
La Constitución Política establece una protección especial a la producción de
alimentos, en la que juegan un papel trascendental el conocimiento y prácticas
tradicionales de los campesinos e indígenas asociadas a la conservación, el manejo
e intercambio de semillas nativas y criollas. Estos conocimientos hacen parte del
patrimonio cultural de la nación y de las comunidades, y por lo tanto es un deber
del Estado y de las instituciones garantizar el derecho que estas comunidades tie-
nen a disponer y disfrutar de este patrimonio, a conservarlo y transmitirlo a las
generaciones futuras.
Cada región tiene una base o matriz básica alimentaria que depende de la oferta
ambiental y la oferta agropecuaria, y que debe ser objeto de una especial atención
por las instituciones del sector agropecuario y ambiental.
En la Amazonia, la base alimentaria está compuesta principalmente por yuca,
pescado, carne de tortuga charapa y de monte, ají, piña y chontaduro. En la
Orinoquia la base la constituyen la yuca, el arroz y el plátano, carne de vacunos
2. El universo cultural de las cocinas tradicionales
31

y de animales de la sabana, especialmente de chigüiro, y frutos como el mango, la


piña, algunos cítricos y el marañón.1
En los Andes la base agrícola está constituida por maíz, papa, arroz, yuca,
arracacha y panela. En las partes más altas se consumen hibias, cubios, ullucos,
ahuyama, habas y arveja. Los cárnicos que se consumen provienen de m­­anera
principal de vacunos, cerdos, aves, caprinos y productos de la pesca fluvial. Y hace
parte de la alimentación la leche y el queso. Entre las frutas se destacan los cítricos,
bananos, papaya, mango, durazno, curubo, guanábana, maracuyá y el lulo.
En el Caribe la alimentación incluye, además del maíz, yuca, arroz, ñame, pláta-
no, coco, batata, malanga y aguacate, los productos de la pesca, carne de res, aves y
cerdo, el queso y la leche. El consumo de frutas es muy variado, e incluye papaya,
patilla, melón, mango, banano, corozo, piña, níspero, zapote costeño, guanábana y
mamey, entre muchos otros.
En el Pacífico la base alimentaria se soporta en el plátano, el arroz, la papachina,
el coco, el chontaduro, los productos de la pesca y la recolección de conchas, así
como el consumo de carnes de cerdo y “animales del monte”.
Existen algunas particularidades regionales, como el consumo de carne de cuy,
en Nariño; las hormigas culonas, en Santander; el queso costeño, en el Chocó
–región que no es ganadera–; el consumo de tortuga marina, en La Guajira, y de
larvas de insecto en la Amazonia, y el de ratón espino, en el Pacífico, entre muchos
otros ejemplos. Las frutas constituyen el universo más variado y más especializado.
Una consideración especial merecen los condimentos o aliños y los colorantes
de las cocinas tradicionales, en cuyo cultivo y cuidado tienen un papel importante
las mujeres. Algunos condimentos se cultivan comercialmente, como el tomate, las
cebollas y el ajo. Otros se cultivan en el entorno doméstico en macetas, azoteas y
barbacoas.

1. Los grupos indígenas del área amazónica y los Llanos Orientales tienen como fuente prin-
cipal para la alimentación una horticultura que utiliza la roza, tala y quema, y la siembra de
numerosas variedades de yuca como cultivo principal. Este sistema de cultivo, denominado
de chagras o conucos, responde a un proceso agrícola y de manejo del bosque en el que cada
producto se siembra de acuerdo a un patrón predefinido en un modelo de referencia. Además
de su función alimentaria, la chagra ocupa un lugar primordial dentro del sistema de repre-
sentaciones de los grupos indígenas: las plantas son consideradas como personas o como
partes del cuerpo humano, condición que establece relaciones de afinidad entre las personas
y sus cultivos (Van der Hammen, 1992).
política para el conocimiento, la salvaguardia y el fomento
32
de la alimentación y las cocinas tradicionales de colombia

2.3.4. Consumo de los alimentos


Los hábitos y reglas de consumo tienen que ver con las maneras y normas de
consumo. El consumo de alimentos suele tener una normativa, unas reglas que
incluyen prescripciones y prohibiciones alimentarias. Por ejemplo, durante la Se-
mana Santa generalmente se consume pescado y se prohíbe el consumo de carnes
rojas; en el Amazonas, los jóvenes que se disponen para la cacería o para algunos
bailes tradicionales solo pueden comer hormigas molidas y palmitos, alimentos
considerados puros; algunos credos religiosos prohíben el consumo de carne de
cerdo, y existen numerosas reglas de consumo y prohibiciones para la preparación
de alimentos por mujeres en periodo de menstruación.
Entre estas reglas se destaca la combinación y asociación entre alimentos. La
combinación para el almuerzo, compuesta por una sopa, un plato “seco”, una be-
bida y un dulce, en ese orden, es un rasgo común en el país. El orden en el con-
sumo y la asociación entre alimentos obedece a reglas del gusto, consideraciones
de salud y tradiciones. Hay reglas de higiene, normas y jerarquías de orden en la
recepción de los alimentos, y protocolos de “buen comportamiento” a la hora de
compartirlos. No en todas partes se toman los alimentos en la mesa, y los horarios
y turnos de comida varían según las regiones.
En general, en el país predominan tres comidas: desayuno, almuerzo y cena,
o comida, denominados también como los “tres golpes”, aunque hay regiones
donde se hacen solo dos de estas. Además, hay diferentes momentos intermedios
llamados “refrigerios”, “mediasnueves”, “onces”, “algos” y “meriendas”, entre
muchas otras denominaciones.

2.3.5. Los modos de enseñanza de la cocina


La apropiación social y el aprendizaje de la cocina tradicional están asociados
a los juegos infantiles y roles de género. La cocina se aprende jugando, y también
en actividades de colaboración con abuelas y madres. Es importante señalar que
se trata de una transmisión viva, que se da en la práctica y en la vida cotidiana. La
cocina se aprende haciendo.
En las cocinas artesanales se perpetúa la tradición de la enseñanza de la cocina
de maestro a aprendiz.
En la actualidad, con la profesionalización de las cocinas, se ha venido enseñando
la cocina colombiana, de manera excepcional, en las escuelas de gastronomía.
2. El universo cultural de las cocinas tradicionales
33

2.3.6. El universo simbólico asociado a la preparación y el consumo de alimentos


Existe un universo simbólico que atraviesa todo el quehacer de la cocina y el
consumo de alimentos. Se trata de construcciones sociales, imaginarios, narrativas
y prácticas culturales que se transmiten de generación en generación por tradición
oral y prácticas domésticas. La cocina es representación y tiene consigo estéticas y
una carga simbólica que puede verse fácilmente en las culturas indígenas supérsti-
tes en el territorio nacional, pero que existe en toda cocina tradicional. Se descri-
ben a continuación algunos elementos relevantes, entre muchos, de este universo
y sus expresiones culturales:
Uso ceremonial de los alimentos. Este uso está presente en casi todos los ritua-
les y eventos religiosos, desde los “pagamentos” u ofrendas indígenas a la Madre
Tierra, hasta tradiciones cristianas de ofrenda de alimentos a los muertos el Día de
Todos los Santos, los alimentos de la Cuaresma, las ofrendas a los santos y a la cruz
en el rezo de “los mil Jesuses”, entre otras manifestaciones religiosas.
Las oraciones y los rituales cotidianos. Existen oraciones previas, como la ben-
dición de los alimentos,1 o posteriores a su consumo, como la acción de gracias, u
oraciones o prácticas preventivas para evitar enfermedades por su consumo. Igual-
mente se pueden encontrar prácticas como bendecir la olla de la leche para que
esta no se derrame, o marcar una cruz sobre el arroz para que no se queme en la
olla.
Las tradiciones narrativas asociadas a la cocina y el consumo de alimentos.
La cocina tradicional tiene asociado un acervo narrativo muy valioso. Desde las
historias de origen de los pueblos indígenas sobre el origen y preparación de los
alimentos, hasta las narraciones familiares sobre cómo llegó esa tradición culinaria.

Narración sikuani sobre el origen de los productos cultivados


en la región natural de la Orinoquia2 (fragmento)
Antiguamente no había comida. Todos comían frutas, solo frutas
de las que se encontraban en la selva. Los antiguos no tenían nada que
comer y comían los hongos que salen de los árboles caídos. Comían
frutas silvestres también.

1. Son comunes estas fórmulas rituales: “Señor, bendice estos alimentos que recibimos de tu
generosidad. Te lo pedimos por Cristo nuestro señor. Amén”. “Bendícenos, Señor, y bendice
estos alimentos que por tu bondad vamos a tomar. Amén”.
2. Tomado de Queixalos y Jiménez (1991).
política para el conocimiento, la salvaguardia y el fomento
34
de la alimentación y las cocinas tradicionales de colombia

Mono de Noche comía sin compartir con los demás. Conocía el ár-
bol de la comida que estaba al otro lado del Gran Río. Mono de Noche
se iba todos los atardeceres al arroyo donde la gente acostumbraba a ir
a sacar agua. No se detenía ahí, sino que seguía hacia donde estaba el
árbol de la comida. Se iba a comer piña del árbol kaliawiri.
Mono de Noche regresaba saciado y satisfecho de haber comido
allá. Como iba todas las noches a comer, se la pasaba los días durmien-
do. Llegaba con olor a piña madura. Entre ellos se preguntaban:
– ¿Qué será lo que come? ¡Parece que come comida!
Traía olor a comida, y ellos comentaban sin que él se diera cuenta.
Dormía con la boca abierta y le quedaban fragmentos de comida entre
los dientes. Se acercó uno de ellos y le sacó un pedacito de comida. Se
lo pasaron de mano en mano y olía a bueno, olía a comida.

En la mesa, cuando se comparten los alimentos, se recrean historias, y en even-


tos festivos son comunes las coplas1 y las adivinanzas, muchas de ellas relacionadas
con la cocina. Una adivinanza del Caribe muestra muy bien el sentido de la alimen-
tación y la cocina: “Lino sobre lino, / y sobre lino, flores, / y alrededor, amores”.
La respuesta es: “La mesa servida y la gente comiendo” (Bascom, 1951). Sobre los
productos alimenticios hay numerosas adivinanzas2 y son infinitos los refranes y

1. El coplero colombiano tiene infinitas expresiones, muchas de ellas picarescas, relacionadas


con la cocina. Dicen en el Chocó:

El bocado que me diste,


sin comerlo se quedó.
Pensaba que era de pollo,
gallo viejo resultó.
  Velásquez, 1960

Y en Santander:

Mi marido se murió
y lo enterré en la cocina,
y del pesar que me dio,
me puse a bailar encima.
  Ortiz, 1960

2. Como esta, recogida en el Valle del Cauca:


2. El universo cultural de las cocinas tradicionales
35

modismos del habla colombiana relacionados con la alimentación y la cocina.1 Y


en la literatura popular sobresalen las décimas dedicadas a la comida.2
Las tradiciones musicales asociadas a la cocina y al consumo de alimentos.
Cuando se preparan los alimentos se suele cantar, tararear o silbar, y hay numero-
sas canciones asociadas a las actividades de la cocina y al origen de los alimentos.

No soy nieve y en blancura


casi le excedo a la nieve
no soy monje y en clausura doble
vivo eternamente admirando reverente
desde la altura en que estoy
que obra admirable soy
de la mano omnipotente.
[La respuesta es el coco].
  Yepes, 1951

1. Después de un ayuno, un buen desayuno.


El hambre es la mejor salsa.
En el juego y en la mesa se conoce la decencia.
No hay como el hotel Mamá.
Yo no sé hacer empanadas, pero sí sé dónde las hacen buenas.
Tras almorzar, cien paso dar.
  García, 1951

2. Como estas décimas que provienen del Chocó, dedicadas a la defensa del chocolate
frente a otros alimentos:
El chocolate es buen santo
que de rodillas se muele
en la olleta se cocina
y alzando santo se bebe. […]
Quiero la leche al momento
y a favor del chocolate
entrar en el argumento
con gran fuerza de combate:
a mí me cae muy bien
y creo que el café también
del chocolate el encanto
pues siempre muy grato huele
y cómo será de santo
que de rodillas se muele.
   Fragmento tomado de Caicedo, 1992
política para el conocimiento, la salvaguardia y el fomento
36
de la alimentación y las cocinas tradicionales de colombia

Existen también, en algunos lugares, cantos de mesa.


En el mercado de alimentos se presentan pregones que los ofrecen y que des-
afortunadamente están desapareciendo sin que quede un registro de los mismos.
3. Regiones y cultura culinaria

colombia es un país de regiones que tienen sus propias particularidades


­ istóricas y culturales. La riqueza de manifestaciones de patrimonio cultural in-
h
material asociadas a la cocina colombiana se gesta en medio de la diversidad, no
solo de sus pueblos, sino también de sus climas, ecosistemas, sistemas productivos
y tradiciones alimentarias.
Las comidas regionales y locales tienen una profunda significación como even-
to social de afirmación de identidades y de refuerzo de lazos sociales. Según nos
cuenta Manuel Cortés Ortiz, en Nariño decir “Te invito a comer cuy”, “es rendir
un homenaje muy especial: es una forma de inaugurar amores, afianzar amistades,
agradecer favores, cerrar negocios, rematar fiestas” (Ortiz, 1995).
La cultura culinaria es un factor identitario regional. En las regiones colombia-
nas, como se señaló anteriormente, las comidas muestran la influencia de la matriz
cultural africana, indígena, hispánica y también acusan la influencia de comunida-
des de otras naciones que han migrado al país, especialmente sirio-libaneses a la
región Caribe. Kibbes, butifarras, preparaciones de berenjena y garbanzo, así como
la pastelería, hacen parte del patrimonio culinario de esta región. La Política reco-
noce estas contribuciones y vela por su respeto y fomento.
En medio de este universo diverso hay expresiones culinarias que sirven como
marcas de identidad de grupos humanos y regiones. El ajiaco de Cundinamarca
y Boyacá, la lechona tolimense, el friche de La Guajira, la mamona llanera, el cuy
nariñense, el arroz con camarones del Caribe, el sancocho de gallina del Valle del
Cauca, el tamal de pipián del Cauca, la sopa de mute de Santander, el pastel de
arroz del Chocó, el rundown (rondón) de San Andrés y Providencia, los fríjoles con
arroz de la región paisa (llamada también frijolada antioqueña, plato montañero o
bandeja paisa); el cocido boyacense; el tucupí amazónico, los chorizos de Santa
[37]
política para el conocimiento, la salvaguardia y el fomento
38
de la alimentación y las cocinas tradicionales de colombia

Rosa (Caldas); las longanizas de Sutamarchán; las gelatinas de Andalucía (Valle);


la arepa de huevo de Luruaco y las butifarras de Soledad (Atlántico); las arepas
de maíz de Hato Nuevo y la malangada de Urumita (La Guajira); los tamales
de Piedecuesta (Santander); los dulces de azúcar de la vereda Tuatés, en Belén
(Boyacá), son unos cuantos ejemplos, entre una infinidad de manifestaciones
culinarias, de la pertenencia de un plato o una receta a una región, a una localidad
o a una comunidad de personas. Por esta razón es inadecuado hablar de un plato
nacional colombiano. Como lo expresa el antropólogo Julián Estrada: “En cocina,
la recomendación no es hablar de lo nacional; lo correcto es hablar de lo regional,
y lo regional se apoya necesariamente en lo popular” (Estrada, 2005). Habría
que agregar que hay manifestaciones culinarias que en su forma son comunes a
casi todo el país, pero que al examinarlas en detalle muestran particularidades
regionales y locales, bien sea en los ingredientes, los aliños o en las técnicas de
preparación; este es el caso de los sancochos, tamales, arepas y empanadas.
La cocina tradicional, a pesar de que mantiene cierto cuerpo substancial
respecto a sus ingredientes, técnicas de preparación y presentación, que permanece
en el tiempo como una tradición, sufre cambios e influencias de otras tradiciones
culinarias. El ajiaco del altiplano cundiboyacense, que es una sopa de papas con
pollo y guascas, que se sirve con arroz y aguacate, incorporó la crema de leche y las
alcaparras, sin que esto significara un cambio substancial del plato. Pero se presenta
también una constante influencia entre las diferentes cocinas, intercambios e
hibridaciones fruto de la movilidad interna de la población colombiana que crea
o adapta comidas.
El medio rural es la cantera de la cocina tradicional, pero hay expresiones –como
el chocolate santafereño– que identifican la vida urbana. La comida de la calle da
vida a un considerable sector informal de la economía dedicado a la preparación y
venta de alimentos. La pelanga y el trifásico son platos de bajo costo de los sectores
más pobres de Bogotá; la fritanga y la venta de arepas y mazorcas de maíz acompañan
los eventos deportivos y festivos de las ciudades y pueblos del país, y el llamado
“corrientazo”, no obstante su economía en ingredientes, es un campo permanente
de innovación de la culinaria urbana. Los “cholados” y los puestos de comidas
de la Galería Alameda, en Cali, las carretas de fritos de las ciudades del Caribe, la
bicicleta del vendedor de aromáticas y las chicherías de la calle del Embudo, en
Bogotá, las ventas callejeras de algodón dulce, obleas, empanadas, gelatinas de pata,
chicharrón, merengones exhibidos en los baúles de los automóviles, son ejemplos,
entre otros muchos, de expresiones de la cocina popular de las ciudades.
3. Regiones y cultura culinaria
39

Las plazas de mercado son verdaderos centros de riqueza culinaria. Los restau-
rantes cercanos a las grandes ciudades (la Vuelta a Oriente, en Medellín; la Vuelta
a la Sabana, en Bogotá, por ejemplo) conforman circuitos culinarios que recrean
comidas tradicionales.
La persistencia de tradiciones culinarias, y también su mezcla, configuran
­arquetipos de cocinas regionales en los que predomina la utilización de recursos
alimentarios propios del medio.
A nivel regional existen numerosos textos de cocina, en especial de la región
antioqueña (cocina paisa), la costa caribe y el Valle del Cauca; y se encuentran
textos de recetas de cocina sobre la mayoría de los departamentos y muchos de
sus municipios.1
Una regionalización de las cocinas colombianas es un reto para la ­investigación
social y cultural sobre las cocinas. La Política insta a las instituciones de­­investigación
a avanzar en este campo para contribuir a la formulación de estrategias particula-
res, de carácter regional, de fomento y salvaguardia de las cocinas tradicionales.
Se recomienda tener en cuenta ejercicios de regionalización social y cultural ya
realizados, como el sugerido por el historiador Jaime Jaramillo ­Uribe (1997), que
combina factores etnodemográficos, sociales y económicos, y en el que distingue
las siguientes regiones culturales: 1) costa atlántica, 2) costa pacífica, 3) Antioquia
y antiguo Caldas, 4) región andina meridional, 5) Santanderes, 6) Cundinamarca
y Boyacá, 7) Tolima y Huila, 8) Llanos Orientales, y 9) Amazonia. Desde el punto
de vista de la cultura culinaria, estas son macroregiones, áreas muy extensas en
las cuales es necesario hacer un trabajo más detallado. Por ejemplo, en el Caribe
se separa fácilmente la comida tradicional wayuu, que obedece a ­particularidades
ecológicas y culturales especiales. Para algunos, Cartagena de Indias tiene sus
propias tradiciones y particularidades culinarias. Las tradiciones culinarias de los
afrocolombianos del Pacífico, no obstante compartir muchos elementos, tienen
diferencias significativas entre el norte y el sur de la región. Ejercicios similares
deben hacerse para caracterizar mejor el patrimonio culinario del país y de sus

1. La compilación de J. O. Melo registra textos de Córdoba, Sucre, Antioquia, Caldas,


Cundinamarca, Boyacá, Nariño, Tolima, Arauca, Valle del Cauca, Atlántico, Huila, San
Andrés y Providencia, Santander y Quindío. A nivel municipal, Cartagena, Bogotá, Popayán,
Medellín, Pasto, Montería, Santa Rosa de Osos, Guapi, Tierradentro y Atánquez. Respecto
a los grupos étnicos hay estudios sobre los pueblos embera, Palenque de San Basilio y nasa
(páez). Estos recetarios y estudios, ya publicados, pero dispersos, deben ser acopiados,
evaluados y sistematizados para conformar una base de información pública de fácil acceso.
política para el conocimiento, la salvaguardia y el fomento
40
de la alimentación y las cocinas tradicionales de colombia

regiones y localidades, para poder diseñar estrategias adecuadas de conocimiento,


salvaguardia y fomento.
A manera de ejemplo, y para mostrar la complejidad y riqueza de las tradicio-
nes culinarias del país, se incluye a continuación una tabla de comidas propias de
cada macroregión.
3. Regiones y cultura culinaria
41

Base alimentaria y manifestaciones culinarias más populares

(En cursiva las más conocidas o emblemáticas de la región)

Macroregión / Departamento Algunas manifestaciones culinarias populares


1
AMAZONIA

Base alimentaria: yuca, Casabe; fariña; pescado moqueado o en caldo; caldos, carnes
pescado, carne de monte, ají, y zarapaté de charapa y otras tortugas; carne de animales
piña, chontaduro. de monte, como danta, armadillo, cerrillo, monos, caimanes
y babillas; mojojoy asado; hormigas, muñica; tucupí;
preparaciones de ají y hojas de yuca; chichas de yuca,
chontaduro, piña y otros frutos; caguanas o bebidas de piña,
copoazú, umarí, camu-camu y otros frutos amazónicos.
ANDES

· Santanderes Carne oreada; mute santandereano; caldo de papa; caldo


Base alimentaria: maíz, arroz, teñido; sancocho; sopa de pichón, de fríjol negro, de avena
carne de vacuno y de caprino. y de ruyas; hormiga culona; arepa santandereana; arepa
ocañera; arepas fritas; hallacas; carne desmechada; cabrito
asado o al horno; pipitoria de cabrito; sobrebarriga; lengua
en salsa; copón relleno; cazuela de conejo y de callos con
garbanzos; pastel de garbanzos; tortilla de barbatusca; yuca
frita; regañonas de mazorca; hayacas de carne, de pollo o
dulce; cebollitas; habas secas; chicha de maíz, chicha de
corozo, guarapo, masato de arroz; fresco de ciruela cocota;
chocolate; carisecas; cortado y panelitas de leche de cabra;
bocadillos y dulces de guayaba; dulce de grosellas.
· Tolima - Huila Lechona; asado huilense; viudo de capaz y de bocachico;
Base alimentaria: maíz, arroz, bagre sudado; sancocho; chivo; chicha de maíz, guarapo;
yuca, carne de vacuno y de insulso; tamal tolimense; patacones; enmochilados; achiras y
cerdo. bizcochitos; vino de palma; quesito en hoja.
política para el conocimiento, la salvaguardia y el fomento
42
de la alimentación y las cocinas tradicionales de colombia

Macroregión / Departamento Algunas manifestaciones culinarias populares


· Valle del Cauca Sancocho valluno de res, de gallina, de guineo; empanadas
Base alimentaria: papa, maíz, vallunas; tamales y empanadas de pipián, tamal valluno;
plátano, carnes de vacuno, sopa de carantanta; sopa de tortillas; arroz atollado; tripazo;
cerdo y gallina. ullucos guizados; marranitas de plátano, patacones, ají de
maní; aborrajados; buñuelos de yuca; caspiroletas; gelatinas;
pandebono; torta de pastores, lulada, champús, cholado,
manjar blanco.
· Nariño Locro; sopa de arrancadas; sopa de cebada perlada;
Base alimentaria: papa, maíz, empanadas de añejo, de harina; lapingachos; cuy asado;
cuy. puerco horneado; mazorca de maíz con queso; poleada;
hervidos de aguardiente; helados de paila, café colado.
· Región cundiboyacense Ajiaco; caldo de papa, changua; sopa de pan, de arroz;
Base alimentaria: maíz, papa, cuchucos de maíz, de trigo, de cebada; mazamorra chiquita;
hibias, cubios, ahuyama, habas, sancocho de carnes, de cola de res, de pezuña de cerdo;
arveja, fríjol, arracacha, batata, chanfaina; mute de mazorca, de maíz pelado; gallina cocida
yuca dulce, carne de vacuno, con yuca, papa y plátano; cocido boyacense; puchero; tamales;
gallina y cerdo. torta de menudo; pelanga; peto, mazamorra dulce; papas
chorreadas; calentilla; longaniza, morcillas; chicharrón totiao,
costillas de cerdo; fritanga; envueltos de mazorca, de harina
de maíz; zarapas de mazorca; habas secas; mantecadas; jutes;
angú; dulces de breva, mora, uchuva, pera, icaco, manzana
y durazno; jayacos de maíz pelado; buñuelos boyacenses;
rosquetes; panelitas, merengues, jalea, bocadillos, espejuelos
y túmez de guayaba; dulce “mielmesabe”; arroz de leche;
arequipe; postre de natas; guacamole, ají en salsa; arepuelas y
arepas de maíz y de harina de trigo; chichas (de flor, mitaca o
de ojo) y guarapo.
3. Regiones y cultura culinaria
43

Macroregión / Departamento Algunas manifestaciones culinarias populares


· Antioquia y el viejo Caldas Sopa de mondongo, sancocho de gallina, de res, de cerdo;
Base alimentaria: maíz, fríjol, sopas de guineo, de fideos y de arroz; fríjoles con arroz, con
papa, yuca, arroz, panela, carne garra; bandeja paisa; calentado; migas; albóndigas; carne
de vacuno, carne de cerdo y en polvo; carne asada en tiesto; tamales; chorizo; arepas de
aves. maíz; arroz atollado; muchacho relleno, albondigón, cañón
de cerdo; lengua en salsa; hogao; empanadas de papa y carne;
quesito; dulce desamargado; tortas de choclo, tajadas de
plátano maduro, y de papas fritas; natilla, buñuelos de queso;
dulce de vitoria (“cabello de ángel”), brevas, papayuela y
uchuva; pandequeso; marialuisas; cucas; tostadas, bizcochos y
calados de harina de trigo; café, chocolate, mazamorra, agua
de panela; aguardiente, entre muchas otras manifestaciones
culinarias.

1. En la Amazonia indígena se observa el consumo más diverso de alimentos del país.


Un inventario realizado por el Instituto Sinchi en el departamento del Amazonas da
cuenta de doscientas especies usadas con fines alimenticios.
política para el conocimiento, la salvaguardia y el fomento
44
de la alimentación y las cocinas tradicionales de colombia

Macroregión / Departamento Algunas manifestaciones culinarias populares


CARIBE Friche de cabra y chivo asado y guisado de La Guajira,
Base alimentaria: arroz, yuca, guisado de iguana; arroz con camarones; malangada, salpicón
ñame, maíz plátano, malanga, de bonito, de chucho, de tortuga marina; mojarra frita,
batata, ahuyama, coco, sábalo guisado con coco, pargo rojo relleno, mojarra frita,
pescado, carne de vacuno y de torta o molde de bagre seco, bagre frito, en salsa; rungo
cabra, queso. Aguacate, mango, de cabeza de bagre, mojarra frita, bocachico con zumo de
corozo, piña, papaya, níspero. coco, relleno, ahumado; viudo de bocachico; sancocho de
carnes, de rabo y de gallina; posta de carne; carne mechada;
butifarra; sopa de camarones, mote de ñame, de queso, de
fríjol; viudo de carne salada, hígado frito, hicotea guisada;
arroz con liza, camarón, mariscos, cangrejo, cerdo, fríjol,
fideos, arroz subido; pastel de arroz, coquillas de jaiba;
hallacas o tamales; cayeye o rabo de mico (amasijo de banano
verde con cebolla y tomate); “cabeza de gato” (amasijo de
plátano con chicharrones); boronía (amasijo de plátano con
berenjena); mazamorra de plátano; cafongos, plátano mongo-
mongo; plátano asado con queso y suero; carimañolas (de
carne y queso); bollos de plátano, de yuca, de mazorca, de
batata, de maíz biche, de queso, harinado y dulce; arepa de
maíz, arepa de huevo; buñuelo de fríjol; berenjenas rellenas;
guiso de calabaza, aguacate; queso costeño y suero salado;
enyucado; torta de banano, rosquitas de queso; jugos de
níspero, guayaba, zapote, tamarindo, corozo y ahuyama; dulce
de piña con coco, de ñame, de mango, limón, mamey, papaya,
guayaba e icaco; arroz con leche y coco; flan de leche; dulce
de mongo-mongo, bananos calados en canela; rosquitas
de queso; torta de banano, de queso; dulces de corozo,
tamarindo, batata y guandul; guarapo de piña.
3. Regiones y cultura culinaria
45

Macroregión / Departamento Algunas manifestaciones culinarias populares


SAN ANDRÉS Y Rundown (rondón), pescado encocado; cerdo horneado, sopa
PROVIDENCIA de fríjol con cola de cerdo; crab backs, mince fish (pescado
Base alimentaria: arroz, desmenuzado), bami, sopa de cangrejo, caracol guisado; fruto
pescado, mariscos. del árbol del pan; fletas de harina, pan de coco, pie de limón,
dulces.

ORINOQUIA Ternera a la llanera o mamona, entreverao, pisillo de carne


Base alimentaria: yuca, plátano, de monte, de pescado; caldo de pescado, caldo de res,
batata, mapuey, cucurita, seje, hervido de gumarra (gallina); cachama a la brasa, coporos;
chontaduro, moriche, piña, casabe, fariña; majule de plátano, chicha de moriche, guarrús;
merey, mango, ají, carne de hallaca criolla, roscas de arroz; café cerrero.
monte, carne de vacunos.
política para el conocimiento, la salvaguardia y el fomento
46
de la alimentación y las cocinas tradicionales de colombia

Macroregión / Departamento Algunas manifestaciones culinarias populares


PACÍFICO Sancocho de pescado (dentón, bocachico, lisa, ñato, bagre,
Base alimentaria: plátano, entre otros), pescado encocado, tapao de pescado; patacón
arroz, coco, papachina, de plátano verde; birimbí; pastel de arroz, arroz clavado,
chontaduro, pescado, arrecho, con coco; longaniza chocoana; guarrús; guisado
mariscos.* de piangua; encocado de jaiba; sopa de queso, de queso con
plátano frito, con huevo; sopas de guandul, de pepa de pan,
de almejas; panelones, viche, vinete, y jugo de borojó; sudado
de toyo; arroz atollado, a la marinera, de coco, con almejas,
con chorgas, arroz de maíz con camarones, arroz negrito,
bacalao, camarones en salsa, filete de corvina, encocado
de cangrejo, encocado de caracol (cambute) de munchiya;
ensalada con guandul; guiso de fríjol, de guandul; papillón
de pescado, pusandao de carne serrana, sancocho de bagre,
de las tres carnes; torta de pescado, torta de plátano maduro;
hojuelas de harinas; jugo de chontaduro, de milpesos; chicha
de maíz; dulce de mote, dulce de fríjol con coco, cocadas,
dulce de chontaduro, dulce de borojó, dulce de árbol de
pan, arroz con leche, primitivo verde con queso, masa frita,
* Véase la publicación de Centro de juju, chucula de maduro, envuelto, de maíz (cachín), cucas
Pastoral Afrocolombiana (cepac ), Sazón de harina; tamal de plátano; ceviche de camarón, de concha;
del Pacífico: un homenaje a nuestras
raíces africanas, s. f. sopa de camarón, entre otros.

Fuente: Mincultura. Grupo de pci, 2011

En conclusión, no existe en Colombia un plato, una comida nacional, y no


debe promoverse de manera artificial la proclamación como tal de una preparación
o comida específica. Lo que caracteriza a la comida colombiana es su diversidad.
Cada región tiene marcadas diferencias y tradiciones culinarias respecto de las
otras, e incluso en el interior de las mismas. La Política reconoce, valora y busca
fortalecer esta identidad regional y local con sus comidas.
PREPARación y asado de AREPAS

Fotografías: Carlos Enrique Sánchez


AJOS

ajíes
v e n ta d e g r a n o s

va j i l l a d e t o t u m o
CHuCULA

CUBIOS
CEBOLLA JUNCA

>
mangostinos
IBIAS
MANGOSTINOs
MAZORCA ASADA

p r e pa r a n d o l a s a c e l g a s
MOLINILLOS

MORAS SILVESTRES
PAN DE QUESO

habas
ALMOJáBANAS, garullas, cotudos

>
pa pa s s a l a d a s
REMOLACHAS

TOMATES DE áRBOL
UCHUVAS

DULCES TíPICOS SANTANDEREANOS


VENDEDOR DE CHONTADURO
PA RT E I I

Principios, objetivos, estrategias y líneas de acción de la


política para el conocimiento, la salvaguardia y el fomento de
la alimentación y las cocinas tradicionales de Colombia

Con los antecedentes mencionados, y atendiendo la creciente demanda de


directrices y orientaciones de política pública sobre el patrimonio cultural ­culinario,
el Ministerio de Cultura presenta la política indicativa para el conocimiento, salva-
guardia y fomento de la alimentación y las cocinas tradicionales, elaborada a partir de
los trabajos y conclusiones de los diferentes congresos y eventos de gastronomía que
se realizan en el país, en especial los congresos de Popayán y los de Cocinas Andinas,
el aporte de muchos estudiosos de la cocina colombiana cuyos trabajos han sido con-
sultados y el apoyo de trabajo ad hoc conformado por importantes personalidades de
la cocina colombiana.1

1. De este grupo ad hoc hicieron parte las siguientes personas: Esther Sánchez Botero,
Julián Estrada, Sofy Arboleda, Germán Patiño Ossa, Ximena Hernández, Ramiro
Delgado, Juana Camacho, Carlos Humberto Illera y Lácydes Moreno Blanco. Se contó
con la colaboración de Carlos Pavón, Juanita Pavón, Juliana Duque, Cecilia Restrepo,
Sonia Serna, José Antonio Carbonell y Carlos Franco. Por parte del Ministerio de Cultura
participaron Enrique Sánchez, Daniela Rodríguez, Ruth Flores y Maday Romero.
4. Elementos de diagnóstico

No existe un diagnóstico cultural sobre los sistemas culinarios tradiciona-


les de Colombia. Hay información dispersa muy valiosa. A partir del examen cui-
dadoso de las memorias de los congresos de gastronomía realizados, en especial
los de Popayán y el Congreso de Cocinas Andinas, se identificaron los siguientes
temas críticos de los sistemas culinarios tradicionales, algunos generalizables y
otros que tienen un peso relativo según las particularidades regionales:

4.1. El desconocimiento de nuestro patrimonio culinario tradicional


Cuando se observa la diversidad regional y cultural del país, una de las mayores
sorpresas es la diversidad y riqueza de las tradiciones culinarias. Este universo es
en realidad poco conocido. Los estudios antropológicos sobre las cocinas, reali-
zados en las universidades, son recientes, no hay un inventario analítico que dé
cuenta de estos sistemas y la divulgación cultural sobre el patrimonio culinario es
escasa. No es frecuente encontrar en los restaurantes una oferta de comidas tradi-
cionales del país, y en los recetarios se advierte una pérdida de los referentes cul-
turales de los “platos” y de las tradiciones asociadas a su preparación y consumo.

4.2. La poca valoración de las tradiciones culinarias del país y sus regiones
La poca valoración social de las cocinas tradicionales del país está asociada al
punto anterior: es muy difícil valorar lo que no se conoce o se conoce mal. Pero
uno de los mayores problemas está relacionado con la desvalorización de la propia
cultura alimentaria. Hasta épocas recientes –y aún persiste en muchos sectores
sociales– no se valoraba la comida tradicional y se tenía por “rudimentaria”, “poco
elaborada” o “comida de pobres”, contraponiéndola a platos de otros países con-
siderados como “comidas de prestigio”, o a comidas industrializadas consideradas
[65]
política para el conocimiento, la salvaguardia y el fomento
66
de la alimentación y las cocinas tradicionales de colombia

“modernas”. Esta desvalorización de las propias tradiciones culinarias ha tenido


un efecto negativo en el patrimonio cultural culinario.
Es indudable que el creciente e inevitable fenómeno de urbanización y globa-
lización cultural1 ha generado cambios profundos en la vida social, muchos de los
cuales son positivos, mientras que otros han obrado en detrimento del patrimonio
cultural inmaterial; existen fenómenos como la violencia, el desplazamiento forza-
do y la exclusión social que afectan este patrimonio. La cocina no es ajena a estos
procesos y a los cambios en los patrones de consumo.
Por otra parte, los tiempos y ritmos de la vida moderna urbana impiden que
se dedique mayor tiempo a la preparación tradicional de los alimentos, y se opta
por comidas ya elaboradas, la cocción en microondas y, en general, la preparación
rápida. Lo que preocupa es la imposición sutil, mediática, de modelos de consumo
alimentario que favorecen la comida industrializada, artificial, en detrimento de
la comida tradicional y, en ocasiones, de la calidad nutricional de los alimentos.
Las gaseosas y jugos industriales sustituyen a los jugos naturales en un país que se
destaca en el concierto mundial por la diversidad y abundancia de sus frutas. En
las loncheras escolares abundan los productos artificiales, algunos de los cuales
ofrecen riesgos para la salud de las personas, y hay críticas al valor nutricional de
las minutas de los hogares comunitarios, la asistencia humanitaria con alimentos y
los comedores populares.

4.3. La no enseñanza de las tradiciones culinarias y la interrupción de la cadena inter-


generacional que permite su transmisión
Uno de los mayores problemas que pueden afectar el patrimonio cultural
inmaterial es el de su transmisión. La cocina es muy sensible a la transmisión
intergeneracional y hay tradiciones que se han interrumpido por la desaparición
de eslabones claves que conocían la receta, los ingredientes y las técnicas de
transformación. Hay tecnologías para la fabricación de hornos y hornillas que han
desparecido sin que se hayan transmitido o documentado estos conocimientos.

1. Los procesos culturales y las manifestaciones de patrimonio cultural inmaterial, como la


cocina tradicional, son dinámicos, cambiantes y vulnerables a los cambios sociales. La Con-
vención de 2003 de la Unesco, sobre Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial, re-
conoce “que los procesos de mundialización y de transformación social, por un lado crean
las condiciones propicias para un diálogo renovado entre las comunidades, pero por el otro
también traen consigo, al igual que los fenómenos de intolerancia, graves riesgos de deterioro,
desaparición y destrucción del patrimonio cultural inmaterial”.
4. Elementos de diagnóstico
67

Un tema de discusión es la enseñanza de la cocina tradicional en la escuela. En


el pasado los planes de estudio escolares –en ese entonces para los colegios feme-
ninos–, incluían la enseñanza de la cocina. Ya no se hace, aunque existen algunos
programas escolares rurales que han retomado este campo y lo han incorporado
en la educación. Un ejemplo de mucho interés para la Política es la experiencia
del Grupo de Investigaciones sobre Patrimonio Culinario del Departamento del
Cauca, que ha trabajado sobre la enseñanza de la cocina tradicional en las escuelas
agropecuarias del departamento.
Hay numerosas quejas sobre los planes de estudio y la formación en los oficios
de la cocina en las escuelas de gastronomía, algunas de carácter público, por el
poco interés que muestran sobre las tradiciones de la cocina y la alimentación del
país.

4.4. El patrimonio culinario en riesgo


En relación con los numerales anteriores hay un patrimonio culinario en riesgo
que debe ser documentado para su rescate y fomento.

4.5. Deterioro y crisis de las economías campesinas


Esta crisis, como lo acreditan muchos estudios, ha llevado a que se pierdan
importantes especies y variedades alimenticias de sus huertas. De veintisiete
variedades de maíz reportadas por la región caribe, para 2002 ocho habían
desaparecido y catorce se consideraban escasas.1 Igual fenómeno reportaba el
Proyecto Biopacífico del Ministerio del Medio Ambiente para los arroces de la
región. Este deterioro ha obedecido a la puesta en marcha de políticas agropecuarias
que han favorecido la homogeneización productiva, y la introducción y el fomento
de tecnologías agropecuarias que van en detrimento de la producción tradicional.
A esto se suma la concentración de la propiedad rural y el desplazamiento forzado.
De igual manera, inciden en esta problemática las dificultades de los campesinos
para mercadear sus productos y la ausencia de políticas y medidas que contribuyan
a la conservación del patrimonio genético alimentario de la nación2 que pervive
en la parcelas de los campesinos. Hay una honda preocupación por los efectos

1. Inventario realizado por la Asociación de Productores Indígenas y Campesinas de la Re-


gión Caribe (Asproal) y otras organizaciones campesinas durante los años 2001 y 2002.
2. Con excepción de algunas especies incluidas en la lista de la fao, la conservación y el fo-
mento del patrimonio genético alimentario de la nación parece estar en detrimento.
política para el conocimiento, la salvaguardia y el fomento
68
de la alimentación y las cocinas tradicionales de colombia

negativos que pueda tener la expedición de normas agrarias restrictivas, del


derecho que tienen los campesinos e indígenas al uso e intercambio de sus semillas
nativas y criollas.

4.6. El deterioro ambiental y el poco uso de la biodiversidad alimentaria


El deterioro ambiental de algunas áreas ha llevado también a la pérdida de ali-
mentos importantes en los sistemas culinarios del país. Numerosas especies de
peces han desaparecido de los ríos por el impacto de la contaminación; algunas
especies de fauna silvestre asociadas a la alimentación han sido objeto de una caza
excesiva; la transformación de los bosques en praderas para la ganadería ha priva-
do a la cocina tradicional de frutales y condimentos de origen silvestre.
No obstante ser Colombia un país megabiodiverso,1 existe –con excepción de
algunas comunidades indígenas– un gran desconocimiento de esta biodiversidad
y de su potencial alimentario.
Es importante señalar que existe una relación entre la cocina tradicional y la
diversidad biológica. Un mayor uso de la diversidad biológica en la alimentación
posibilita una mayor valoración de la biodiversidad, lo que puede contribuir a su
conservación. Por otro lado, una mayor biodiversidad usada en la cocina enrique-
ce la cultura culinaria.

4.7. No hay un sistema ni mecanismos que incentiven y fomenten las cocinas tradicio-
nales2
No existen incentivos, monetarios y no monetarios, ni políticas de fomento que
contribuyan a la salvaguardia de las cocinas tradicionales.

4.8. Las medidas de higienización y formalización de las cocinas artesanales, que son
necesarias, en ocasiones obran en detrimento de las tradiciones culinarias
Las normas y políticas de higiene son necesarias e importantes para garantizar
la salud de los consumidores de alimentos, pero a veces estas medidas son excesi-
vas y no consultan las particularidades culturales de las cocinas tradicionales.

1. Colombia es un país diverso biológica y culturalmente, y es considerado uno de los países


del planeta con mayor biodiversidad. Con menos del 1% de la superficie terrestre, se estima
que alberga el 10% del total de las especies de fauna y flora vivientes (Mittermeier et ál, 1997).
2. Una excepción es el Concurso Nacional de Cocina Tradicional convocado por el programa
de Estímulos del Ministerio de Cultura, pero su dimensión y alcance son limitados.
5. Ámbito de la Política

la Política tiene como ámbito el complejo cultural alimentario y culinario


tradicional de las diferentes regiones, es decir, el conjunto de tradiciones,
conocimientos y prácticas, así como los procesos sociales que hacen viable la
pervivencia, transmisión y proyección de las manifestaciones alimentarias y
culinarias del país, de sus regiones y localidades.
Está dirigida de manera general a la ciudadanía, y de manera especial a los
­portadores tradicionales de la cocina y alimentación (cocineras y cocineros), a
los gestores culturales y funcionarios públicos con competencia en este campo;
a los investigadores de los sistemas culinarios tradicionales y a las organizaciones
­sociales interesadas.

[69]
6. Bases legales

el fomento y la salvaguardia de las cocinas tradicionales de Colombia


se inscribe en el marco general de la Carta Política de 1991, en la cual se eleva
a nivel constitucional la salvaguardia del patrimonio cultural; se establece como
una obligación del Estado y de los particulares proteger las riquezas culturales y
naturales de la nación: se reconoce como un fundamento de la nación el respeto
y reconocimiento de su diversidad étnica y cultural, y se garantiza el derecho de
los colombianos a acceder y disfrutar de su patrimonio cultural. Por otro lado, la
Constitución, en su artículo 65, establece que la producción de alimentos gozará
de la especial protección del Estado.
Por otra parte, en desarrollo de la ley de cultura, el Decreto 2941 de 2009, sobre
salvaguardia del patrimonio cultural inmaterial (PCI ), en su artículo 8 establece
de manera expresa que la Lista representativa de patrimonio cultural inmaterial
se podrá integrar con manifestaciones incluidas en doce ámbitos temáticos, entre
los cuales se incluye, con el número 11, la cultura culinaria, entendiendo como tal
las prácticas tradicionales de transformación, conservación, manejo y consumo de
alimentos.
De acuerdo con la norma (artículo 8 de la Ley 1185 del 2008 y el Decreto 2941
de 2009), se entiende por manifestaciones del patrimonio cultural inmaterial todas
las prácticas, usos, representaciones, expresiones, conocimientos, técnicas y espa-
cios culturales que las comunidades y los grupos reconocen como parte integrante
de su identidad y memoria colectiva. Se trata, en consecuencia, de un conjunto
dinámico y complejo de procesos sociales, prácticas, valores y bienes, que la socie-
dad recrea, enriquece y transmite como parte de su identidad. La cultura culinaria,
por excelencia, reúne todos estos atributos, como se muestra a continuación.

[70]
7. Instituciones relacionadas con la Política

ministerio de Cultura
Establece directrices para la salvaguardia del patrimonio cultural inmaterial,
incluido el patrimonio culinario; coordina el Sistema Nacional de Cultura y
Patrimonio; administra la Lista representativa de PCI del ámbito nacional; en su
Programa de Estímulos desarrolla el Concurso Nacional de Cocina Tradicional;
apoya algunas iniciativas por medio del Programa Nacional de Concertación;
apoya el programa Escuelas Taller.

Ministerio de Comercio Industria y Turismo


Viceministerio de Turismo: dicta directrices; elabora en la actualidad un plan
de acción para la industria y el turismo gastronómico.

Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural


Dicta directrices de seguridad alimentaria; tiene bajo su responsabilidad el
fomento y la regulación de la producción de alimentos.

Ministerio del Medio Ambiente y Desarrollo Sostenible

Ministerio de Salud y Protección Social


Plantea directrices para la regulación en salud alimentaria.

Ministerio de Educación

Gobiernos departamentales
[71]
política para el conocimiento, la salvaguardia y el fomento
72
de la alimentación y las cocinas tradicionales de colombia

administran recursos para la salvaguardia y promoción de la cultura,


provenientes del iva, la estampilla procultura y otras fuentes.

Gobiernos municipales

Instituto Nacional de Vigilancia de


Medicamentos y Alimentos (invima)
Ejecuta las políticas de vigilancia sanitaria y control de calidad de los alimen-
tos. Es la autoridad competente para expedir registros sanitarios.

ICA

ICBF

Instituto Nacional de Aprendizaje (sena)

Artesanías de Colombia

Escuelas Taller
Desarrollan actividades en Cartagena, Mompox, Popayán, Bogotá, Barichara,
Tunja, Salamina y Buenaventura.

Universidades públicas
La Universidad del Cauca tiene un grupo de investigaciones sobre patrimonio
culinario del departamento del Cauca (GPC) y tiene líneas de investigación en culi-
naria, patrimonio cultural y etnografía.

Universidades privadas y centros de formación


8. Principios generales de la Política

las siguientes consideraciones guían la política de fomento y salva-


guardia de la alimentación y las cocinas tradicionales:
8.1. La alimentación es un derecho fundamental. Se ocupa de un tema tras-
cendental del bienestar e identidad de los colombianos: su base y seguridad
­alimentaria.
8.2. Las tradiciones culinarias son un bien colectivo y nadie se puede arrogar
su propiedad. La ley reconoce y protege el patrimonio cultural colectivo. Esto no
niega la creatividad y la innovación individual que se inspira en las tradiciones
culinarias y los derechos que puedan tener los innovadores culinarios.
8.3. La Política valora y reconoce la importancia de la matriz regional, sus
diferencias y particularidades, y considera además que la cocina tradicional,
como expresión de las regiones, se ha formado a lo largo del proceso histórico de
conformación de la nación. Cada periodo histórico, con sus tensiones y conflictos,
ha dejado su huella en la alimentación y las cocinas.
8.4. Reconoce que las tradiciones de la cocina y la alimentación son factores
constitutivos de la identidad, la pertenencia y continuidad histórica de la nación,
las regiones y sus localidades.
8.5. Reconoce que la cocina tradicional expresa la riqueza y la interrelación
existente entre la diversidad biológica y la diversidad cultural.
8.6. Reconoce que las cocinas y el consumo tradicional de alimentos hacen
parte de eventos de la vida cotidiana de las personas, familias y comunidades, que
contribuyen de manera significativa a la cohesión social, al fomento de la creativi-
dad y a la formación de valores.
8.7. Salvaguardar las cocinas tradicionales significa también salvaguardar las raíces

[73]
política para el conocimiento, la salvaguardia y el fomento
74
de la alimentación y las cocinas tradicionales de colombia

de una nación. Es de interés de la Política, tanto investigar, rescatar y fomentar la cocina


tradicional, como estimular en los portadores su capacidad creativa e innovadora.
8.8. Considera que la salvaguardia del patrimonio cultural culinario precisa un
enfoque diferencial que reconozca, valore y respete la diversidad cultural. En esa
dirección, la Política busca la recuperación y el fortalecimiento del orgullo de la
nación, sus regiones y localidades por sus tradiciones culinarias.
8.9. La Política da prioridad a los procesos de investigación propia y a aquellos
que tengan un claro enfoque participativo.
8.10. La Política está orientada al reconocimiento y valoración de la dignidad
de quienes se dedican, por tradición, oficio o vocación a las actividades culinarias.
8.11. La Política contribuirá a la protección de los conocimientos tradicionales
de carácter colectivo, relacionados con la alimentación y la cocina, para evitar el
uso indebido por parte de terceros y para garantizar, en el evento de que se con-
sienta su uso, su justa retribución.
8.12. La formación profesional de cocineros y cocineras debe promover en las
personas el espíritu de investigación y además despertar el interés por las técnicas
culinarias, el conocimiento sobre los contextos históricos, culturales y naturales en
los que se originaron los diversos ingredientes, técnicas y preparaciones culinarias.
8.13. Los emprendimientos productivos comunitarios y familiares de produc-
ción y venta de comidas tradicionales, en el marco del turismo comunitario y cul-
turalmente responsable, pueden ser una alternativa complementaria a la genera-
ción de ingresos y al bienestar de las comunidades. En este sentido, la Política
debe favorecer las empresas familiares y comunitarias de comidas en el marco de
iniciativas de turismo, favorecer el mercado justo de productos alimenticios tradi-
cionales y llamar la atención sobre la eliminación de barreras cultural o socialmen-
te inconvenientes para la producción y venta popular de alimentos tradicionales.
8. Principios generales de la Política
75

Tabla 2. Política de fomento y salvaguardia de la alimentación y las cocinas tradicionales

COCINAS TRADICIONALES

Derecho a la Derechos
Derechos alimentación culturales

Acceso Disfrute

Equidad
POLÍTICAS Seguridad alimentaria Salvaguardia cultural
PÚBLICAS Bienestar social

INDUSTRIA Y COMERCIO
Acción sectorial AGRICULTURA CULTURA
MEDIO AMBIENTE EDUCACIÓN
SALUD
9. Visión de la Política

la Política tiene como visión de futuro un proceso cultural, continuo y


socialmente apropiado de reconocimiento, investigación, valoración, recreación,
creatividad y transmisión de los conocimientos y prácticas culinarias tradicionales,
afincado en las regiones y localidades. Este proceso tiene en cuenta los contextos
socioculturales y naturales en los que se desenvuelve la producción y el consumo
de alimentos; un sistema educativo que enseña y valora la diversidad culinaria de
la nación; una institucionalidad que respeta, valora, salvaguarda, apoya y retribuye
de manera justa la producción campesina y artesanal de productos y alimentos,
y una ciudadanía que disfruta y valora las comidas tradicionales y su diversidad
como parte de su identidad y pertenencia a la nación colombiana.

[76]
10. Objetivo general

El objetivo general de la Política es valorar y salvaguardar la diversidad


y riqueza cultural de los conocimientos, prácticas y productos alimenticios de las
cocinas tradicionales de Colombia, como factores fundamentales de la identidad,
pertenencia y bienestar de su población.

[77]
11. Estrategias y directrices

para la consecución del objetivo de la Política se pondrán en marcha cin-


co estrategias:

Estrategia 1
Reconocer, valorar y enseñar el patrimonio de las cocinas y la alimentación
tradicional.

Objetivos
1. Contribuir desde el ámbito de la cultura a la valoración y el reconocimiento
de la diversidad de las culturas culinarias del país y de la producción tradicional
de alimentos.
2. Fomentar el conocimiento, la documentación y divulgación de los valores y
tradiciones de la cocina y la alimentación, y fomentar su enseñanza y aprendizaje.
Directrices
El conocimiento, valorización y fomento de las cocinas tradicionales debe ser
un propósito del Sistema Nacional de Patrimonio Cultural.
Como señala el Decreto 2941 de 2009, las entidades que integran el Sistema
Nacional de Patrimonio Cultural tienen la responsabilidad de fomentar la
salvaguardia, sostenibilidad y divulgación del patrimonio cultural inmaterial, con
el propósito de que sirva como testimonio de la identidad cultural nacional en el
presente y en el futuro. Para tal efecto las entidades estatales, de conformidad con
sus facultades legales, podrán destinar los recursos necesarios para este fin (art. 4).
El fomento debe llevar aparejado el desarrollo de un esquema de alianzas
entre el sector público, el sector privado y los grupos interesados en el fomento y
la salvaguardia de la alimentación y las cocinas tradicionales.
[78]
11. Estrategias y directrices
79

Las tradiciones culinarias se aprenden “haciendo” y de manera viva. La


Política debe promover estrategias que garanticen la transmisión y el intercambio
de saberes culinarios.
La salvaguardia, el fomento y apropiación social del patrimonio cultural
de la alimentación y las cocinas tradicionales necesitan de una estrategia de
comunicaciones que permita el intercambio y flujo de estos aspectos, así como la
valoración y divulgación de sus manifestaciones.
La formación profesional y la capacitación para el trabajo de las personas que
laboran en el sector hotelero y de los restaurantes, y en las cocinas artesanales es
una garantía para la salvaguardia de las cocinas tradicionales.
El Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF ) y los entes territoriales
que tienen programas de alimentación pueden jugar un papel importante en la
salvaguardia del patrimonio cultural culinario.

Estrategia 2
Salvaguardar el patrimonio cultural en riesgo de las cocinas
y la alimentación tradicional.

Objetivo
Poner en marcha procesos efectivos de salvaguardia del patrimonio
cultural culinario, en especial el que está en riesgo, y adoptar medidas para su
documentación, rescate, revitalización, fomento y divulgación.
Directriz
Existen numerosas expresiones y tradiciones culinarias en riesgo de
desaparecer, o que han desparecido, y que deben ser documentadas y
recuperadas como parte fundamental del patrimonio culinario de la nación y sus
regiones.
De acuerdo con las normas nacionales, la salvaguardia efectiva comprende
un complejo de acciones relacionadas entre sí, de identificación, documentación,
valoración cultural, rescate, fomento, divulgación y protección del patrimonio.
La salvaguardia promueve la adopción de acuerdos entre los actores sociales y
estrategias y planes de acción para la gestión del patrimonio.


política para el conocimiento, la salvaguardia y el fomento
80
de la alimentación y las cocinas tradicionales de colombia

Estrategia 3
Fortalecer la organización y la capacidad de gestión cultural de los
portadores de las tradiciones de la alimentación y la cocina.

Objetivos
1. Reconocer la labor y función social de los portadores de las tradiciones
culinarias, y estimular su capacidad creativa e innovadora.
2. Apoyar y fortalecer la conformación de redes y organizaciones sociales y su
articulación con los productores del campo.
3. Contribuir, en el marco de procesos de turismo comunitario y desde
el ámbito de la cultura, al desarrollo de emprendimientos productivos que
involucren de manera respetuosa y responsable las tradiciones culinarias y el
mercado justo de productos alimenticios.
Directrices
La Política debe servir al reconocimiento de la labor y función social que
cumplen los cocineros y cocineras tradicionales.
La pervivencia y salvaguardia de las tradiciones culinarias dependen en gran
medida del estado, diversidad y capacidad de oferta de las economías campesinas.
En otras palabras, están relacionadas de manera muy estrecha con las políticas de
seguridad y soberanía alimentaria y el desarrollo rural campesino.
La Política considera que las cocinas tradicionales tienen un enorme
potencial, no solo como un factor de identidad y pertenencia, sino también como
una alternativa productiva y de generación de empleo e ingresos. En el turismo
cultural, la cocina remite a la vivencia del turista de una experiencia nueva,
fundamentada en la cultura de un pueblo o de una comunidad. Interesan a la
Política aquellos procesos de turismo comunitario que a su vez fortalezcan los
procesos de producción cultural, entre ellos, la cocina tradicional. En el campo
del turismo cultural se debe dar prioridad al turismo nacional, y en segundo lugar
al turismo internacional.
La Política promoverá la protección de los saberes tradicionales asociados a la
alimentación y la cocina.


11. Estrategias y directrices
81

Estrategia 4
Fomentar el conocimiento y uso de la biodiversidad con fines alimentarios.

Objetivo
Fortalecer y apoyar, desde el ámbito de la cultura, el conocimiento,
uso y recuperación de los recursos de la biodiversidad silvestre y cultivada para
la alimentación.
Directriz
La Política considera que es necesario crear conciencia pública sobre la
relación que existe entre la alimentación y la cultura culinaria y la oferta natural
para velar por la protección del medio ambiente y ampliar la base alimentaria a
partir del uso sostenible de la biodiversidad.

Estrategia 5
Adecuación institucional.

Objetivo
Establecer los mecanismos administrativos, técnicos, financieros y de
coordinación intersectorial y con las administraciones departamentales y locales,
para la implementación de la política.
Directriz
La cocina debe ser entendida como un sistema complejo que involucra el
compromiso, con una visión a largo plazo, de diversos sectores del Estado en los
distintos niveles de la gestión pública, la vinculación del sector privado y, lo más
importante, la participación activa de las comunidades locales.
El fomento y salvaguardia integral de las cocinas tradicionales es una tarea que
compromete a numerosas instituciones públicas y privadas de diferentes sectores
de la vida social y económica de la nación. Es función del Ministerio de Cultura
orientar y liderar esta política, que se cruza con el sector agropecuario, ambiental,
educativo, la salud nutricional, la industria, el comercio y el turismo.
Desde la acción misional del Ministerio de Cultura, la Política tiene dos ejes
principales: la salvaguardia y el fomento del patrimonio cultural culinario. En
relación con el Ministerio de Comercio, Industria y Turismo, interesa el tema
de los emprendimientos culinarios como fuentes de generación de empleo e
política para el conocimiento, la salvaguardia y el fomento
82
de la alimentación y las cocinas tradicionales de colombia

ingresos, y desde los Ministerios de Agricultura y Desarrollo Rural, y Ambiente y


Desarrollo Sostenible importa la seguridad alimentaria, tema relacionado con el
fortalecimiento de las economías rurales y la salud de los ecosistemas.


Anexo al documento de Política

Acciones recomendadas por cada estrategia


El Ministerio de Cultura recomienda una serie de acciones para cada una de las
estrategias expuestas en la Política para el conocimiento, salvaguardia y fomento
de la alimentación y las cocinas tradicionales de Colombia. Estas acciones velarán
por una implementación adecuada y eficaz de la Política.

Estrategia 1
Reconocer, valorar y enseñar el patrimonio de las
cocinas y la alimentación tradicional.

Acciones recomendadas
1. Elaborar directrices ministeriales y guías para la inclusión de la cultura culinaria
en los planes e iniciativas departamentales y municipales de cultura y patrimonio. El
Ministerio de Cultura realizará el seguimiento pertinente a estas acciones.
2. Fomentar la investigación sobre la alimentación y las cocinas tradicionales.
Se recomienda crear y apoyar líneas de investigación, en concertación con el
Departamento Administrativo de Ciencia, Tecnología e Innovación (Colciencias),
el Ministerio de Comercio, Industria y Turismo, y las instituciones académicas
interesadas.
3. Dar especial atención en el Programa Nacional de Estímulos y en el Pro-
grama Nacional de Concertación del Ministerio de Cultura a los estudios de la
cultura culinaria y de las manifestaciones de las regiones cuyo patrimonio cultural
culinario es menos conocido.
[83]
política para el conocimiento, la salvaguardia y el fomento
84
de la alimentación y las cocinas tradicionales de colombia

4. Promover el interés y la investigación propia sobre las tradiciones culinarias


de las comunidades locales por medio de los vigías del patrimonio, las Escuelas
Taller: Herramientas de Paz, y los centros de memoria locales.
5. Fomentar la enseñanza de la cocina tradicional en el hogar. Se recomienda al
Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF ), con el apoyo de los ministerios
de Cultura y Agricultura y Desarrollo Rural, poner en marcha una estrategia para
fomentar la enseñanza en el hogar de las tradiciones alimentarias y culinarias del
país, sus regiones y localidades.
6. Se recomienda al Ministerio de Educación Nacional, con el apoyo del ­Minis­
terio de Cultura, diseñar una estrategia, así como los medios pedagógicos y didácticos,
para el fomento de la investigación y la enseñanza de la cocina tradicional colombiana
en el ámbito escolar.
7. Se recomienda a los ministerios de Cultura; Agricultura y Desarrollo Rural;
y Comercio, Industria y Turismo, diseñar y poner en marcha una estrategia de
comunicaciones sobre la alimentación y las tradiciones culinarias colombianas.
8. Diseñar e implementar un programa de producción de materiales de
­divulgación sobre las cocinas tradicionales de Colombia. El Ministerio de Cultura
producirá en una colección bibliográfica básica sobre las cocinas y tradiciones
culinarias del país, que se distribuirá por medio de la Red de Bibliotecas del país
que coordina la Biblioteca Nacional.
9. El Grupo de Investigación y Documentación de la Dirección de Patrimo-
nio del Ministerio de Cultura, en alianza con el sector académico y grupos de
inve­stigación, promoverá la recuperación de recetarios antiguos, familiares o
­pu­blicados, para su inventario, registro, reproducción y divulgación.
10. El Ministerio de Cultura, de manera conjunta con el Ministerio de C­omercio,
Industria y Turismo, creará un micrositio para la consulta en línea de las investiga-
ciones y publicaciones realizadas sobre las cocinas tradicionales.
11. Favorecer el diálogo intercultural y el mutuo aprendizaje entre portadores
populares de las tradiciones culinarias, así como entre estos y los cocineros y co-
cineras con formación profesional, mediante el fortalecimiento de los procesos en
marcha de encuentro e intercambio de experiencias y saberes sobre las cocinas
tradicionales colombianas.
12. Bajo la orientación del Grupo de Patrimonio Mueble de la Dirección de
Patrimonio del Ministerio de Cultura, y del Museo Nacional de Colombia, promover
en la Red de Museos la creación de colecciones y muestras de tradiciones, tecnologías,
instrumentos y medios de las cocinas tradicionales del país. Se recomienda a corto
plazo poner en marcha un proyecto piloto en una región o localidad interesada.
Anexo al documento de Política
85

13. Apoyar la realización de exposiciones, muestras y festivales que hagan visi-


ble el patrimonio culinario del país y sus regiones, así como el saber y trabajo de
los cocineros y cocineras, actividades que han venido tomando fuerza en algunas
regiones y ciudades. Lo importante es incorporar en estos eventos las expresiones
de la cocina colombiana, favorecer los intercambios regionales y definir una es-
trategia entre los principales eventos que permita, además de su fortalecimiento,
la promoción de un calendario gastronómico del país, y fijar metas y objetivos
comunes. Se recomienda, de igual manera, fortalecer los congresos y eventos de
cocinas tradicionales del país como espacios de expresión y promoción de las co-
cinas tradicionales colombianas.
14. Apoyar el fortalecimiento de las escuelas de cocina para que incluyan en
su pensum las manifestaciones culinarias colombianas, desarrollen programas de
investigación y documentación y contribuyan a generar una conciencia sobre el
valor e importancia de las tradiciones culinarias del país.
15. Poner en marcha, por medio de las diferentes Escuelas Taller del país, pro-
yectos piloto de formación de cocineros en la cocina tradicional colombiana.
16. Se recomienda al Instituto Colombiano de Bienestar Familiar y a los
entes territoriales que tienen programas de alimentación, dar prioridad a los
alimentos tradicionales y contribuir a la recuperación de cultivos tradicionales
de alto valor nutricional, de manera concertada con los productores rurales.
En esta dirección se recomienda también elaborar tablas nutricionales de los
alimentos utilizados en la cocina tradicional y elaborar, a partir de las mismas,
minutas alimenticias.

Estrategia 2
Salvaguardar el patrimonio cultural en riesgo de
las cocinas y la alimentación tradicional.

Acciones recomendadas
1. Determinar, por medio de consultas a las regiones y localidades, el estado
del patrimonio cultural culinario, elaborar un inventario y una estrategia para la
política para el conocimiento, la salvaguardia y el fomento
86
de la alimentación y las cocinas tradicionales de colombia

i­ nvestigación, el rescate y fomento de las manifestaciones de las cocinas tradicio-


nales en riesgo, estrategia en la que deben jugar un papel determinante las Escuelas
Taller. Es muy importante que en esos inventarios las comunidades locales y los
portadores de las tradiciones culinarias tengan un papel protagónico.
2. Implementar programas de recuperación de las cocinas tradicionales en el
marco del proyecto de Fortalecimiento de Centros de Memoria del Ministerio de
Cultura. Inicialmente se desarrollarán los programas en cinco municipios: Fuente-
deoro (Meta), Charalá (Santander), Tadó (Chocó), Becerril (Cesar) y Sevilla (Valle
del Cauca).
3. El Ministerio de Cultura, por intermedio de la Dirección de Patrimonio,
y con el apoyo de las instituciones académicas y el icanh, diseñará y pondrá a
disposición del público guías para la documentación y el rescate de tradiciones
alimentarias y culinarias en riesgo.

Estrategia 3
Fortalecer la organización y la capacidad de gestión cultural de los
portadores de las tradiciones de la alimentación y la cocina.

Acciones recomendadas
1. La cocina, además de su función alimentaria y social, es una forma de expre-
sión cultural, un “arte”. El Ministerio de Cultura, por intermedio de su Dirección
de Patrimonio, creará directrices, incentivos y medios para reconocer la labor de
las cocineras y cocineros destacados en sus regiones y localidades como cultores
relevantes del patrimonio cultural culinario del país.
2. Uno de los principales ejes de la Política debe ser el apoyo y fortalecimien-
to de las redes sociales de los cocineros y cocineras tradicionales. A partir de ini-
ciativas regionales y locales, y de procesos sociales en marcha, se recomienda a
los ministerios de Comercio, Industria y Turismo, y de Agricultura y Desarrollo
Rural, apoyar la conformación de dichas redes.
3. Se recomienda promover y diseñar manera concertada con los ministe-
rios de Agricultura y Desarrollo Rural, y de Ambiente y Desarrollo Sostenible,
así como con las organizaciones rurales, planes estratégicos y proyectos piloto
Anexo al documento de Política
87

para la recuperación y salvaguardia de tradiciones rurales relacionadas con el


uso de la biodiversidad, la conservación de semillas nativas y criollas y sus
variedades, los mercados campesinos y de trueque, y las tradiciones culinarias.
4. De igual manera, se recomienda revisar, desde una perspectiva cultural, las
implicaciones de los artículos de la Ley de que protegen la propiedad industrial y
los derechos de obtentores de variedades vegetales, así como la resolución de del
ica. Esto, para proponer y promover de manera fundamentada las modificaciones
a la norma que sean convenientes, de tal manera que se prevengan y eviten las
restricciones al derecho que tienen los campesinos al uso, manejo e intercambio
de sus semillas nativas y criollas, y se apoyen y promuevan las redes campesinas de
conservación de este patrimonio natural y cultural.
5. Por su parte, el Ministerio de Cultura apoyará, mediante una experiencia
piloto, el componente de conocimientos tradicionales sobre la alimentación y las
cocinas tradicionales del proyecto del Ministerio del Ambiente y Desarrollo Sos-
tenible-gef-pnud sobre agrobiodiversidad.
6. Se recomienda al Ministerio de Comercio, Industria y Turismo fortalecer las
empresas familiares y comunitarias de alimentos en el marco del turismo cultural
y comunitario. Esto implica el apoyo a las empresas familiares y comunitarias para
mejorar el manejo de alimentos y presentación de sus productos, la información y
el etiquetado, sin alterar los elementos fundamentales de las comidas, su prepara-
ción y la estética de su presentación.1
7. Se recomienda al Ministerio de Salud y de la Protección Social crear alter-
nativas culturalmente adecuadas para que las comunidades puedan desarrollar sus
emprendimientos de cocinas artesanales aplicando buenas prácticas de manejo en
la fabricación, el procesamiento, envase y almacenamiento de los alimentos.
8. Se recomienda la promoción de planes y programas de investigación e inno-
vación apropiados para facilitar alternativas adecuadas de higiene y manejo para
las cocinas artesanales y la venta de alimentos tradicionales.
9. En el marco del Plan de Acción del Ministerio de Comercio, Industria y Tu-
rismo, se recomienda diseñar e implementar una estrategia y un programa de rutas

1. La introducción de buenas prácticas de manejo en las cocinas artesanales o populares


(puestos de comida, comidas de la calle, pequeños restaurantes) es importante y necesaria,
pero estas prácticas no deben obrar en contra de las tradiciones culinarias. Hay normas de
higiene que deben y pueden adoptarse, pero hay exigencias que no pueden cumplirse y que
reflejan prejuicios etnocéntricos o excluyentes.
política para el conocimiento, la salvaguardia y el fomento
88
de la alimentación y las cocinas tradicionales de colombia

culinarias. En estas rutas se debe promover la investigación, la recuperación de la


memoria culinaria y brindar apoyo a la conformación de redes de restaurantes y
cocineros tradicionales. El Ministerio de Cultura, por su parte, apoyará como una
primera experiencia una ruta culinaria vinculada al Paisaje Cultural Cafetero.
10. Poner en marcha un programa de apoyo a las asociaciones de cocineros
y cocineras de las plazas de mercado, así como mecanismos de protección y re-
cuperación de comedores y cocinas en edificaciones de mercado de alto valor
patrimonial, con el concurso del Grupo de Patrimonio Mueble de la Dirección de
Patrimonio del Ministerio de Cultura. Los Ministerios de Cultura y de Comercio,
Industria y Turismo desarrollarán cuatro experiencias piloto. Se recomiendan
como localidades las plazas de Santa Marta, Cali, Pasto y Honda. De igual ma-
nera se recomienda al Instituto Distrital de Patrimonio de Bogotá (idpc) poner
en marcha otra experiencia piloto en la plaza de La Concordia, en el barrio La
Candelaria.
11. Diseñar y poner en práctica una campaña e introducir incentivos para que la
cocina colombiana tenga lugar en los hoteles y restaurantes, al igual que certifica-
ciones y distintivos que acrediten la calidad y autenticidad de los platos de comida
tradicional que allí se sirven.
12. Se recomienda, en el marco del Plan de Acción del Ministerio de Comercio,
Industria y Turismo, con el concurso del Ministerio del Ambiente y Desarrollo
Sostenible, desarrollar un concurso periódico sobre el valor, gusto y las calidades
de las fuentes de agua.
13. En el marco del Plan de Acción del Ministerio de Comercio, Industria y
Turismo, promover el uso de derechos de propiedad intelectual, como las denomi-
naciones de origen, indicaciones geográficas y marcas colectivas, entre otras alter-
nativas, así como el uso del marco legal protector que otorga el Decreto de sobre
salvaguardia del patrimonio cultural inmaterial. Se recomienda desarrollar en una
primera fase cinco denominaciones de origen: queso Paipa, achira huilense, man-
jar blanco del Valle, bocadillo veleño y hormiga culona de Santander.
14. Contribuir a la definición de la política de protección del conocimiento
tradicional asociada a los recursos biológicos de uso alimentario liderada por el
Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, y a la posición de país en las
negociaciones en el seno de la ompi para la adopción de un régimen sui generis
para la protección del conocimiento tradicional y las manifestaciones culturales
de carácter colectivo.
Anexo al documento de Política
89

Estrategia 4
Fomentar el conocimiento y uso de la biodiversidad con fines alimentarios.

Acciones recomendadas
1. Se recomienda a los ministerios de Ambiente y Desarrollo Sostenible, y Agri-
cultura y Desarrollo Rural, en el marco de esta Política, promover y concertar con
los institutos de investigación biológica, con la Academia y con los entes territo-
riales, la identificación, el estudio, adaptación y fomento de especies promisorias
para la alimentación. Una primera actividad en esta materia es la compilación y
sistematización de la copiosa información existente. Se recomienda explorar, con
este fin, la plataforma informática del Instituto Humboldt sobre usos tradicionales
de la biodiversidad.
2. Se recomienda a los ministerios del Ambiente y Desarrollo Sostenible, y de
Agricultura y Desarrollo Rural, promover eventos, concursos y mecanismos de
incentivos para fomentar el uso de especies promisorias con fines alimenticios en
el marco de sistemas ecológicamente sostenibles.

Estrategia 5
Adecuación institucional.

Acciones recomendadas
1. Conformar una mesa intersectorial con la participación de las siguientes
entidades públicas: Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural; Ministerio de
Comercio, Industria y Turismo; Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible;
Ministerio de Educación; Ministerio de Salud y de la Protección Social; Ministe-
rio de Cultura; Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (icbf); Departamento
Administrativo de Ciencia, Tecnología e Innovación (Colciencias) y Departamen-
to Nacional de Planeación (dnp).
política para el conocimiento, la salvaguardia y el fomento
90
de la alimentación y las cocinas tradicionales de colombia

2. A partir de esta Política, y con la coordinación del dnp, elaborar y gestionar


un documento Conpes para el conocimiento, salvaguardia y fomento de las coci-
nas tradicionales en Colombia.
3. Elaborar un plan de acción para el fomento y la salvaguardia de la alimenta-
ción y las cocinas tradicionales, que integre los esfuerzos sectoriales y regionales.
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Primera edición, noviembre de 2012


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Bogotá: Ministerio de Cultura, 2012
100 p.
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