De La Restauracion Del Catecumenado en e

Descargar como doc, pdf o txt
Descargar como doc, pdf o txt
Está en la página 1de 435

06/09/19 13:56 O9/p9

SUMARIO

Introducción................................................................................................................................

I. EL CONCILIO VATICANO II Y LA RESTAURACIÓN


DEL CATECUMENADO..............................................................................

1. La restauración del Catecumenado en los textos conciliares.............................

a) Constitución Sacrosanctum concilium.................................................... .....


b) Constitución Lumen gentium.......................................................................
c) Decreto conciliar Christus Dominus............................................................
d) Decreto conciliar Presbiterorum ordinis.....................................................
e) Decreto conciliar Ad gentes...........................................................................

2. Primera etapa: la pastoral catecumenal y pequeñsa comunidades en el inmeditato


postconcilio (1965-1975)

a) K. Rahner: Una nueva imagen de Iglesia (1966).........................................


b) El Consilium de Liturgia (1966)..................................................................
c) En Medellín (1968)......................................................................................
d) En el Directorio de Pastoral Catequética (1971)........................................
e) El Ritual de la Iniciación Cristiana de Adultos (1972)...............................
f) La praxis neocatecumenal y el Cap. IVº del RICA (1973)...........................
g) En el Sínodo sobre Evangelización (1974)..................................................
Síntesis teológico-pastoral...............................................................................

3. Segunda etapa: La pastoral catecumenal y pequeñas comunidades en el decenio


crítico (1975-1985)

a) En Evangelii nuntiandi (1975).....................................................................


b) En Catechesi Tradendae (1977)..................................................................
c) En Puebla (1979).........................................................................................
d) El Código de Derecho Canónico (1983)......................................................
e) En el Sínodo-Extraordinario (1985).............................................................
Síntesis teológico-pastoral................................................................................

4. Tercera etapa: La pastoral catecumenal y pequeñas comunidades bajo el horizonte


de la Nueva Evangelización (1985-1995)

a) VI Simposio de los obispos de Europa (1985).............................................


b) En Christifideles laici (1989)......................................................................
c) En Redemptoris missio (1991)......................................................................
d) En Asamblea para Europa del Sínodo de los obispos (1991)......................
e) El Catecismo de la Iglesia Católica (1992)..................................................
f) En Santo Domingo (1992).............................................................................
Síntesis teológico-pastoral.................................................................................

5. Cuarta etapa: La pastoral catecumenal y pequeñas comunidades en la perspectiva


de la Iniciación Cristiana (1995-2008)

a) Juan Pablo II, Vigilia de Pentecostés (1996)..................................................


b) El Directorio General para la Catequesis (1997).........................................
c) Juan Pablo II, Vigilia de Pentecostés (1998).................................................
d) Seminario sobre Movimientos Eclesiales y nuevas Comunidades
en la solicitud pastoral de los obispos (1999)..................................................
e) Juan Pablo II, Novo Millennio Ineunte (2001)........................................
f) Aprobación del Estatuto del Camino Neocatecumenal (2002)......................
g) Juan Pablo II, Exhortaciones apostólicas: Ecclesia in Europa
y Pastores gregis (2003)....................................................................................
h) CELAM, Documento “La Bienaparecida” (2007)
y) Aprobación definitiva del Estatuto del Camino Neocatecumenal (2008)
Síntesis teológico-pastoral................................................................................

6. De la restauración del Catecumenado en el Concilio a su configuración actual

a) Planteamientos catecumenales en la Iglesia del posvaticano II

1. Razones de un redescubrimiento
2. Catecumenado e iniciación cristiana

b) El Catecumenado, una institución fundamental en la historia de la Iglesia

1. Iglesia primitiva: el Catecumenado,un elemento esencial de la


iniciación
2. Siglos III-VI: Esplendor y decadencia del Catecumenado
3. Siglos VII-XX: Pervivencia histórica e intentos de renovación

c) Restauración del Catecumenado en la Iglesia actual

1. Ritual de la Iniciación cristiana de adultos (RICA)


2. Otros documentos posconciliares
3. Recepción del Catecumenado en diversas Iglesias

d) Por un redescubrimiento de la identidad del Catecumenado

1. Identidad del Catecumenado


2. Objetivos del Catecumenado
3. Notas esenciales del Catecumenado
4. Estructura del Catecumenado
5. Dinámica interna del Catecumenado
6. Catecumenado, neocatecumenados, procesos catecumenales
7. El Camino Neocatecumenal: “Catecumenado” con reconocimiento
eclesial
e) Retos actuales para la realización del Catecumenado

1. El problema radical es la iniciación


2. Nuevos dispositivos para un proyecto de iniciación cristiana
3. “Analogía catecumenal”: entre la expresión y el contenido
4. ¿Dónde está la comunidad? Relación Catecumenado – comunidad
5. ¿Quién puede hacer el Catecumenado? Capacidad catecumenal del
hombre actual
6. No es lo mismo catequesis de adultos que Catecumenado
7. Iniciación con Catecumenado e iniciaciones sin Catecumenado
8. Canto a la esperanza

7.Impulsar la pastoral catecumenal y comunitaria en la Iglesia hoy

1. Catecumenado para la evangelización


2. Comunidad cristiana para vivir la fe

II. EL RITUAL DE INICIACIÓN CRISTIANA DE ADULTOS (RICA):


UN CAMINO HACIA EL BAUTISMO POR ETAPAS

1. Líneas generales del RICA


2. Estructura de la Iniciación Cristiana de los Adultos
3. El itinerario catecumenal del Ritual
4. La aplicación del camino catecumenal por etapas a la Iniciación Cristiana de
Adultos bautizados

a) Las posibilidades que ofrece el RICA para un camino de reiniciación de los


bautizados
b) El Cap. IVº del RICA delinea concretamente la posibilidad de un camino de
reiniciación para los bautizados
c) El itinerario catecumenal para adultos bautizados: Configuración estructural

III. EL RITUAL DE INICIACIÓN CRISTIANA DE ADULTOS (RICA):


UN CAMINO HACIA EL BAUTISMO POR ETAPAS

1. Cap. IVº del RICA y el Neocatecumenado (1973)


2. Líneas generales del RICA
3. Estructura de la Iniciación Cristiana de los Adultos
4. El itinerario catecumenal del Ritual
5. La aplicación del camino catecumenal por etapas
a la Iniciación Cristiana de Adultos bautizados:

a) Las posibilidades que ofrece el RICA para un


camino de reiniciación de los bautizados
b) El Cap. IVº del RICA delinea concretamente
la posibilidad de un camino de reiniciación para
los bautizados
c) El itinerario catecumenal para adultos bautizados:
Configuración estructural

IV. EL RITUAL DE INICIACIÓN CRISTIANA DE ADULTOS


Y LA INICIACIÓN CRISTIANA EN EL NEOCATECUMENADO:
UNA APLICACIÓN PARA LA SITUACIÓN ACTUAL

1. Tiempos y grados en el itinerario catecumenal del RICA:

A) TIEMPOS:

1. El tiempo del Precatecumenado


2. El tiempo del Catecumenado
3. El tiempo Purificación e iluminación
4. El tiempo de la Mystagogia

B) GRADOS:

1. El Rito de Entrada en el Catecumenado


2. El Rito de la Elección
3. La celebración de los
Sacramentos de Iniciación

2. Etapas y Pasos en el Neocatecumenado:

A) ETAPAS:

1. Etapa Kerigmática
2. Etapa del Precatecumenado
3. Etapa de paso Neocatecumenado
4. Etapa del Neocatecumenado

a)Una catequesis apropiada que conduzca al


conocimiento sapiencial del misterio de la
salvación
b)Una ejercitación en la práctica de la vida
cristiana que exprese el cambio de mentalidad
y de costumbres
c ) Una iniciación a la oración y vida litúrgica
d)) Una iniciación en la actividad evangelizadora
de la Iglesia

5. Etapa de la Elección
6. Etapa del Neofitado

a) La escucha de la Palabra de Dios


b) La participación en la Eucaristía
c) La práctica del amor fraterno
B) PASOS:

1. Ritos de Entrada en el Neocatecumenado:

a) El Rito del Primer Escrutinio


b) La convivencia del Schemá
c) El rito del Segundo Escrutinio

2. Ritos del Neocatecumenado

a) Rito de la Entrega de la
Liturgia de las Horas
b) Rito la Traditio Symboli
c) Rito de la Redditio Symboli
d) Rito de la Entrega del Padrenuestro

3. El Rito de la Elección y la renovación


de las promesas bautismales

V. CONTENIDOS TEOLÓGICO-CATEQUÉTICOS DEL


NEOCATECUMENADO

1. La centralidad de la Palabra de Dios en la Iglesia

a) Importancia de la Palabra en la Iniciación Cristiana


b) Documentos donde se encuentran los referentes
de la Palabra
c) Contenidos fundamentales de la fe
d) Contenidos fundamentales de la fe en y para la
Iniciación Cristiana
e) Gradualidad en la transmisión de los contenidos
catequéticos

2. Escritura y Catequesis en el Neocatecumenado

a) Fuentes inspiradoras de los contenidos de fe en el


Neocatecumenado
b) Recepción de la Constitución Dei Verbum
c) Recepción del Catecismo de la Iglesia Católica
d) Recepción del Directorio General para la Catequesis

3. Contenidos bíblicos y catequéticos centrales en el


Neocatecumenado a través de sus etapas:

a) Escritura y catequesis en la etapa Kerigmática


b) Escritura y catequesis en el Precatecumenado
c) Escritura y catequesis en el paso al Neocatecumenado
d) Escritura y catequesis en el Neocatecumenado
e) Escritura y catequesis en el tiempo de la Elección
f) Escritura y catequesis en el tiempo del Neofitado

4. Articulación de los contenidos teológico-catequéticos del


Neocatecumenado:

a) Dimensión histórico-salvífica
b) Dimensión cristológica 242
c) Dimensión trinitaria 245
d) Dimensión pneumatológica 247
e) Dimensión eclesiológica 253
f) Dimensión mariológica 258
g) Dimensión litúrgico-sacramental 261
h) Dimensión moral 264
i) Dimensión antropológica 270
j) Dimensión social 277
k) Dimensión escatológica 280

5. El Neocatecumenado al servicio de la transformación de la


Parroquia en comunidad de comunidades 328

a) La Parroquia a la luz de la eclesiología de comunión:


1) La Parroquia, lugar de comunión
2) Raíces del moderno concepto de comunidad
330
3) Recuperación del carácter comunitario de la Parroquia 332

b) Dos eclesiologías en conflicto 334

1) La Parroquia totalizante 334


2) La Parroquia comunidad de comunidades 337

c) La espiritualidad de comunión como punto de partida


para solucionar los conflictos pastorales
d) Valoración de la dimensión comunional en las Comunidades
Neocatecumenales

VI. CONCLUSIONES FINALES

1. Valoración de los contenidos teológico-catequéticos del Neocatecumenado


2. Valoración de la praxis litúrgico-celebrativa en el Neocatecumenado
3. El Neocatecumenado como lugar teológico
4. Epílogo: Diez tesis para comprender la identidad del Neocatecumenado

SIGLAS.....................................................................................................................................
..
Introducción

Estimados alumnos, el curso que hoy iniciamos tiene por objetivo


acercarnos a la comprensión de una institución eclesial esencial para la vida de
la Iglesia, que llamamos CATECUMENADO. En el Concilio Vaticano II se
pidió su restauración. Han pasado 44 años desde esta petición conciliar y vamos
a hacer un viaje en el tiempo de la Iglesia para descubrir cómo el Espíritu Santo
ha ido “dando vida y forma” a este deseo de los padres conciliares.
Analizaremos en el primer Capítulo de nuestro curso, la recepción y evolución
de la pastoral catecumenal y comunitaria en el Magisterio de los tres últimos
Papas (Pablo VI, Juan Pablo II y Benedicto XVI) y del Episcopado de diversas
naciones a lo largo de estas cuatro décadas en la vida eclesial. Tomamos como
punto de partida el Concilio Vaticano II porque es en él donde se pide, para toda
la Iglesia, la restauración del Catecumenado (SC, nº 64), y es en el Vaticano II
donde se ha producido un giro copernicano en la comprensión de la Iglesia: ya
no es percibida como institución con un marcado peso clerical, sino como
comunión, comunidad1, es decir, fraternidad de hermanos que cree, celebra la
Eucaristía, vive la comunitariedad de la fe y de esta forma cercana es signo para
los hombres (lumen gentium y sacramento de salvación) en un lugar
determinado (LG, nº 26; SC, nnº 41-42). He aquí dos de las grandes novedades
de más largo alcance del Vaticano II.

En la Iglesia, en general, la aparición de catecumenados va pareja con la


creación de diversos modelos de comunidades cristianas, dentro o fuera del
ámbito parroquial. De ahí que el fenómeno catecumenal debe ser analizado
junto con el del nacimiento y expansión de las pequeñas comunidades
cristianas. En este primer Capítulo donde analizaremos todos los documentos
que nos han ayudado a la comprensión e identidad de ambas realidades
(catecumenado y comunidad cristiana) iré señalando por décadas (1965-1975;
1985-1995; 1995-2008) los avances que se producen y los discernimientos que
los propugnan. En este primer Capítulo nos preguntaremos, también, si a la
recuperación oficial teórica del Catecumenado por el Vaticano II corresponde
una recuperación real y pastoral del mismo; y si el lenguaje y las realizaciones
1
Entiendo por pequeña comunidad cristiana lo que afirman los obispos españoles: “Al hablar de comunidad
entendemos, por lo pronto, la comunidad eclesial inmediata, donde el creyente concreto nace y se educa en la fe.
No la podemos considerar aislada ni de la Iglesia universal ni de la Iglesia local diocesana que constituyen las
auténticas comunidades de referencia”. Cfr. COMISIÓN EPISCOPAL DE ENSEÑANZA Y CATEQUESIS, La
catequesis de comunidad (Madrid 1983), nº 255. En adelante citaremos este documento con las siglas CC.
“catecumenales” que hoy se están dando salvan la identidad del mismo
catecumenado, o si se manifiestan variantes nuevas para las que es cuestionable
el calificativo de “Catecumenado” o “ Catecumenal”. Haremos una breve
referencia a la historia del Catecumenado 2, por razones de comprensión del
tema. Nuestro objetivo es presentar las líneas generales de una recuperación
oficial, y su recepción en una aplicación real, con especial incidencia en el
Camino Neocatecumenal3, y ofrecer asimismo algunos principios de
discernimiento crítico, señalando tanto las dificultades como las posibilidades
para una realización práctica4.

Como guía de lectura metodológica se ha de señalar que el estudio


realizado está contextualizado, eclesial y pastoralmente, en el marco de las
grandes orientaciones pastorales (sínodos, exhortaciones y planes pastorales,
etc) de la Iglesia universal5. Tal marco eclesial se torna imprescindible a la hora
de comprender este estudio diacrónico de la recepción realizada por nuestros
obispos en relación con el catecumenado y la pequeña comunidad cristiana. El
método de trabajo será por tanto teológico-pastoral; desde una perspectiva de
conjunto, nos permitirá descubrir los avances, acentos y orientaciones
fundamentales que a lo largo de cuatro décadas nuestros pastores han venido
ofreciendo a la Iglesia en sus diversos niveles de concreción eclesial (universal,
local y parroquial).

Al ser un estudio sobre la recepción y evolución del Catecumenado y de


la pequeña comunidad cristiana en el Magisterio de nuestros obispos en el
postconcilio, emplearemos también el método cronológico, teniendo muy
presentes estas coordenada históricas: Concilio Vaticano II y recepción del
evento conciliar en la Iglesia. El estudio diacrónico que hacemos está dividido
en cuatro etapas: 1ª) de 1965 a 1975; 2ª) de 1975 a 1985; 3ª) de 1985 a 1995; y,
cuarta de 1995 a 2008. Entiendo aquí estos períodos no en sentido estrictamente
cronológico, sino como una aproximación a décadas que ofrecen ciertos rasgos
significativos. Unas veces la exposición seguida de un tema me obligará a
extenderme más allá de las fechas previstas. En otras, durante el espacio
reservado a fechas posteriores hay que tratar un tema que se inició en años
anteriores. He querido tener muy presente que los estudios a los que en todo
momento hago referencia, estén muy pegados a la situación histórica. Ello nos

2
Cf. M. DUJARIER, Breve Historia del Catecumenado, Bilbao 1986; C. FLORISTÁN, Para comprender el
catecumenado, Estella 1989; RAMÓN DOMÍNGUEZ BALAGUER, Catequesis y liturgia en los Padres,
Salamanca 1988.
3
Cf. JUAN JOSÉ CALLES GARZÓN, Una forma de renovación del catecumenado: el Camino
Neocatecumenal (evolución, análisis, valoración), Universidad Pontificia de Salamanca 2005; ID., El Camino
Neocatecumenal: Un catecumenado parroquial, Salamanca 2007 (2ª ed.).
4
Cf. JESÚS ANDRÉS VELA, Reiniciación cristiana, Estella 1986; D. BOROBIO, Catecumenado para la
evangelización, Madrid 1997; ID., Catecumenado e iniciación cristiana, Barcelona 2007.
5
Cf. JUAN JOSÉ CALLES GARZÓN, Catecumenado y comunidad cristiana en el Episcopado español (1964-
2006), Universidad Pontificia de Salamanca 2006.
permite descubrir que la conciencia de los temas en el transcurso del devenir
histórico reclama necesariamente el paso del tiempo para la maduración
imprescindible de las realidades eclesiales y de las mismas proclamaciones
conciliares.

Con el fin de articular las intuiciones teológicas, catequéticas y pastorales


emergentes en la reflexión episcopal, será necesario tener en cuenta el criterio
sistemático. Nos permitirá mostrar cómo la recepción de ambas novedades
conciliares han ido evolucionando y madurando lentamente. A la luz de los
avances o retrocesos en la reflexión de nuestros obispos, iré señalando, al final
de cada una de las etapas señaladas, las síntesis teológico-pastorales más
significativas; nos ayudará ir descubriendo las intuiciones pastorales de cada
momento eclesial en su contexto histórico, los discernimientos más orientadores
y las indicaciones pastorales más incisivas en estas cuatro décadas. Así, de un
modo sistemático y sintético, podremos apreciar los avances que se producen,
las lentitudes que se detectan y la maduración progresiva de la teología, la
pastoral y la disciplina canónica en relación con el catecumenado y las pequeñas
comunidades cristianas.

El Ritual postconciliar más importante, por su transcendencia y


fecundidad, en palabras de no pocos teólogos pastoralistas, ha sido el <<Ritual
de Iniciación Cristiana de Adultos>> (= RICA). En él encontramos esbozado
un camino de iniciación cristiana hacia el bautismo por etapas recuperando la
riqueza teológico-pastoral, litúrgica y sacramental de la praxis de la Iglesia
primitiva. Al estudio de dicho ritual, dedicaremos el Capítulo 2º de nuestro
curso.

El tercer Capítulo lo dedicaremos a mostrar cómo de hecho el Camino


Neocatecumenal hace una adaptación creativa y fecunda del RICA
descubriendo que nos encontramos con una concreción pastoral conseguida de
un Catecumenado postbautismal. Analizaremos las etapas y los pasos tal y como
son vividos por las Comunidades Neocatecumenales, y lo haremos desde una
metodología comparativa, en relación con el RICA; una mirada retrospectiva a
la historia de la Iglesia, a la praxis catecumenal de los primeros siglos; una
percepción que detecto en la sensibilidad eclesial de las cuatro últimas décadas
(1964-2008) que viene acentuando la necesidad de que los mismos cristianos
sean evangelizados. Tendré muy en cuenta la relectura que nuestros Obispos
hacen del RICA en los documentos de naturaleza catequética anteriormente
señalados; y por último, desde una verificación de la praxis neocatecumenal en
la redacción estatutaria del Camino Neocatecumenal.

En el Cuarto capítulo intentaremos acercarnos a esta realidad eclesial del


Neocatecumenado desde un método más crítico-sistemático, a fin de proyectar
lo que son sus aportaciones más logradas en relación con la Palabra de Dios
(cómo es acogida, transmitida, celebrada, estudiada, orada...). En la medida en
que la actividad esencial del tiempo neocatecumenal está dedicado a la
catequesis, mostraré qué lugar ocupa la Escritura y qué contenidos teológico-
catequéticos se transmiten a lo largo de todo el proceso de iniciación cristiana
que se desarrolla en este camino de maduración de la fe. Intentaré valorar estos
contenidos desde los referentes bíblicos, teológicos y de magisterio, en los que
se expresa la esencia de la fe cristiana. Asimismo, al final de este capítulo,
dedico dos apartados a valorar críticamente los aspectos más controvertidos del
Neocatecumenado que tienen que ver con la liturgia y la comunión eclesial.
Respecto a las innovaciones litúrgicas, defiendo que para someter a un juicio
valorativo la praxis litúrgica neocatecumenal hay que contextuarla
históricamente en su génesis evolutiva, y planteo que sigue siendo una cuestión
abierta a nuevos pronunciamientos de la autoridad competente dentro de la
Iglesia. En relación con los conflictos de comunión eclesial, considero que
deben ser tratados en una equilibrada visión de conjunto y desde la perspectiva
de una eclesiología de comunión que esté alentada por una pedagogía y
espiritualidad de comunión, en la línea de lo apuntado por el Juan Pablo II en
Novo millennio ineunte, nnº 43-456.

Por último, en las conclusiones finales, sintetizo aquellas aportaciones


más sugerentes que la praxis neocatecumenal aporta hoy a la Iglesia en orden a
una adecuada pedagogía catecumenal. De ahí que una vez analizados los
contenidos bíblicos, catequéticos y teológicos centrales en el Neocatecumenado,
tras haber visto las fuentes desde las que se elaboran dichos contenidos
(Escritura, Tradición, Magisterio) y los materiales que se utilizan en la
pedagogía catequética del Neocatecumenado (Biblia, Diccionarios Bíblicos,
RICA, textos de los Santos Padres, obras de autores espirituales, documentos
del Magisterio y de un modo especial el Catecismo de la Iglesia Católica),
resalto - con un método comparativo- en qué medida la formación que se
imparte en el Neocatecumenado se ajusta a las orientaciones que la Iglesia pide
hoy para formar desde una pedagogía adulta, a los cristianos de las próximas
generaciones..

A lo largo de toda esta exposición, la muestra comparativa con la que


confrontaré la praxis neocatecumenal no es otra que la de aquellos documentos
de la Iglesia que han abordado en su integridad la pastoral catequética en
general (Directorio General de Pastoral Catequética del ´71, Catecismo de la
Iglesia Católica y Directorio General para la Catequesis ´97), y la pastoral
catecumenal de un modo más específico (Catequesis de la Comunidad ´83,
Catequesis de Adultos ´90, La Iniciación Cristiana ´98, y Orientaciones
pastorales para el Catecumenado ´02). Los referentes principales con los que
6
Cfr. JUAN PABLO II, Carta apostólica, Novo millennio ineunte, Ed, B.A.C, Madrid 2001.
confronto la praxis del Neocatecumenado son pues: la Escritura, la Tradición
viva de la Iglesia, el Magisterio, los rituales litúrgicos y las orientaciones de
nuestros Obispos españoles -fundamentalmente- sobre la pastoral catecumenal.

Al final, el Anexo de “tablas de comprensión” ofrece, de modo sinóptico,


el alcance de este estudio comparativo de la praxis del Neocatecumenado en
relación con la praxis catecumenal de la Iglesia primitiva, el RICA y las
orientaciones de pastoral catecumenal que nos ofrecen nuestros Obispos. Esta
presentación sinóptica y comparativa nos facilitará la comprensión del
desarrollo argumental de la misma Disertación. Evidentemente, a la hora de
valorar estas “tablas sinópticas de comprensión”, habrá que tener muy en cuenta
la distinta naturaleza de los referentes comparativos. Habrá que tener muy en
cuenta, lo que es praxis celebrativa (la experiencia litúrgico-catequética de la
Iglesia primitiva), lo que son directrices y normativas rituales (RICA) y lo que
son orientaciones de tipo catequético y pastoral (documentos de los Obispos).

A lo largo del Curso, iremos mostrando, también, de un modo transversal,


cuál es la actualidad y verdad del Catecumenado en el momento actual de la
Iglesia, así como sus posibilidades de realización, resaltando cómo el Camino
Neocatecumenal ha hecho una recepción creativa, original y fecunda de la
identidad misma del Catecumenado y cómo su “reconocimiento oficial” ha
supuesto un “hito histórico” en la vida de la Iglesia: es la primera vez en la
historia de la Iglesia que un Catecumenado es discernido, acogido y ofrecido
como “un itinerario de formación católica, válida para la sociedad y para los
tiempos de hoy” (SCN, art. 1&1) 7 y es “un instrumento al servicio de los
Obispos también para la iniciación cristiana de los no bautizados” (SCN, art.
24&1).

I. EL CONCILIO VATICANO II Y LA RESTAURACIÓN DEL


CATECUMENADO

7
Cf. Neocatechumenale iter Statuta, Bilbao 2002, p. 23.
El 16 de abril de 1962, seis meses antes de inaugurarse el Concilio 8,
promulgaba la Sagrada Congregación de Ritos el Decreto mediante el cual se
instauraba un nuevo Ordo Baptismi adultorum9, y se restauraba el Rito
Bautismal Per Gradus, repartido en diversas etapas según la antigua tradición
de la Iglesia.

La Constitución sobre la Sda. Liturgia pedía, dos años más tarde 10, para el
bautismo de adultos, una vuelta al camino catecumenal por etapas y santificado
por ritos, que desembocase en los sacramentos de la iniciación. Era una
innovación sin precedentes por lo menos, en diez siglos en la pastoral de
iniciación de la Iglesia. Una innovación que suponía una vuelta a la edad de oro
de la Iglesia catecumenal. Volvía a tener carta de ciudadanía en la Iglesia el
concepto de una iniciación previa a los sacramentos, que avanza por etapas y es
consagrada por ritos.

Una vez clausurado el Concilio11, se empezaron a dar los primeros pasos


para llevar adelante la Reforma Litúrgica pedida en todos los campos de los
sacramentos por la Constitución. Se organizó un Consilium, el cual encomendó
a el Coetus XXII la tarea de reforma en el campo del Bautismo, tanto de adultos
como de niños12. Iniciándose así un largo camino hasta llegar al alumbramiento
del Ordo Initiationis Christianae Adultorum, que fue promulgado por la
Congregación para el Culto Divino el 6 de Enero de 197213.

Desde la promulgación del Ordo baptismi adultorum de 1962 hasta la


promulgación del OICA pasarían diez años. Fue esta, sin duda alguna, una
década de replanteamientos en los contenidos debido a un mejor conocimientos
8
La inauguración del Concilio tuvo lugar el 11 de octubre de 1962.

9
Es el Ordo Baptismi Adultorum per gradus Catechumenatus dispositus. Cfr. AAS, 30 de mayo, 54 (1962), pp.
310-338. Para un estudio en profundidad de este Ritual, ver A. LAURENTIN-M. DIJARIER, El
Catecumenado: fuentes neotestamentarias y patristicas. La reforma del Vaticano II, Bilbao 2002, pp. 383-546.

10
La votación final y la promulgación de la Constitución sobre la Sagrada Liturgia tuvo lugar el 4-XII- 1963, al
finalizar la 2ª Etapa conciliar. El 25 de Enero de 1964, por el motu propio Sacram liturgiam, se ponía en vigor la
Constitución y se creaba un Consejo para ejecutar su aplicación.

11
La ceremonia solemne de clausura del Concilio ecuménico, al aire libre, tuvo lugar en la plaza de San Pedro
el 8 de Diciembre de 1965.

12
Como presidente del Coetus XXII fue elegido el profesor B. FISCHER, quien, en la segunda fase de los
trabajos de la preparación del OICA, pidió a J. CELLIER presidirlos, como secretario, más directamente
encargado del OICA, se pidió la colaboración del P. L. LIGIER, S.J., profesor de la Facultad de Teología de la
Universidad Gregoriana. Cfr. A. BUGNINI, La Riforma Liturgica (1948-1975), (Roma 1983), p. 570, Nota 1.
La versión castellana de esta obra lleva por título La reforma de la Liturgia 1948-1975 (Madrid 1999).

13
Cfr. Ordo initiationis christianae adultorum, (Roma 1972). Citamos este Ritual en su versión latina con las
siglas OICA.
de los catecumenados de la Iglesia primitiva, y de ensayos y experiencias en el
campo catequético y misional. "Unas líneas de trabajo -afirma M. Dujarier-
fueron propuestas por las comisiones competentes después de las consultas a las
Iglesias. El Consilium de Liturgia redactó primeramente en 1966 un proyecto de
Ritual, transmitido a diversas Iglesias del mundo para ser experimentado.
Después del examen de las respuestas, se formuló otro proyecto y fue
comunicado en 1969 para obtener observaciones y sugerencias más abundantes.
Y, a partir de las respuestas enviadas a este segundo proyecto fue cuando se
redactó el nuevo Ritual de la iniciación cristiana de adultos"14.

La puesta en marcha del Catecumenado, como institución pastoral, tuvo


lugar antes del Concilio, aunque será en la Asamblea Conciliar dónde
oficialmente se pedirá su restauración oficial15. En Francia se restaura el
Catecumenado a partir de la experiencia de Lyon de 195216.

En los países de misión, sobre todo en África, las experiencias de


evangelización a través del Catecumenado habían comenzado a cosechar sus
frutos17. El religioso de los Padres Blancos, X. Seumois, presentó en el
encuentro internacional de pastoral litúrgica sobre la iniciación cristiana,
celebrado en 1958 en Montserrat, una importante comunicación sobre el
catecumenado, sólidamente establecido en África por los seguidores del
cardenal Lavigerie18. En enero de 1959, J. Blomjous, obispo de Tanganica,

14
El autor presenta una abundante bibliografía sobre el Catecumenado en general y de estudios particulares que
estuvieron en la base de los expertos encargados de hacer realidad su restauración tal y como pedía el Concilio
(SC nº 64). Cfr. Breve Historia del Catecumenado (Bilbao 1986), pp. 125-132.

15
Cfr. C. FLORISTÁN, Para comprender el Catecumenado, (Estela 1989), pp. 108-114. D. BOROBIO,
“Catecumenado”, en: C. FLORISTÁN- J.J. TAMAYO (eds.), Conceptos fundamentales de la pastoral (Madrid
1983), pp. 99-120; ID., Catecumenado para la evangelización (Madrid 1997).

16
Sobre la historia de la renovación en Francia: Vers un catécheménat d´adultes, en Documentation
catéchistique nº 37 (jul. 1957) que fue revisado y desarrollado en Problèmes du catéchumenat, suplemento de
Catéchèse, París, 1961.- Cfr. VERNETTE, J. y BOURGEOIS, H.: Seront-ils chrétiens, (París, Chalet, 1975);
Más recientemente para una memoria del camino recorrido, ver PASCAL THOMAS, Pour une mémoire
catéchuménale. Petite histoire du catéchuménat francais (París 1992).

17
Para J. LÓPEZ-GAY, "dentro del campo misionero, quizás sea AFRICA donde la adaptación litúrgica del
Catecumenado se va desarrollando en una forma más orgánica, alcanzando metas precisas. En parte se debe a la
tradición catequética puesta en marcha por el Card. Lavigerie y que, durante un siglo, ha permanecido viva en el
catecumenado africano". Cfr. Notae: Liturgia y misión. Un decenio de estudios y experiencias: Eph. Lit. 68
(1974), p. 223; J. PERAUDIN (Obispo de Kabgayi, Rwuanda) Le Catèchuménat d´après le Card. Lavigerie:
Parole et Mission 4 (1961), pp. 386-395.

18
"Desde el siglo XVIII, capuchinos y espirituales habían tratado de restaurar la preparación bautismal. Pero es
mérito del cardenal LAVIGERIE el haber vuelto a poner en vigor la disciplina catecumenal", (cita la obra de
PERRAUDIN, J. Le catéchuménat d´après le Card. Lavigerie, en PM nº 14, pp. 383-395). Cfr. M. DUJARIER,
o. cit., p. 141; Cf. X. SEUMOIS, La structure de la liturgie baptismale romaine et les problèmes du
catéchuménat missionaire: LMD 58 (1959), pp. 83-110; La totalidad de este número de LMD, titulado Du
catéchuménat à la confirmation, recoge las ponencias del congreso internacional de Monserrat.
solicitó por primera vez a Roma la restauración del ritual del bautismo de
adultos dividido en siete etapas, con tres escrutinios y entregas del Credo y
Padrenuestro. Coincidieron, pues, las demandas catecumenales africanas y
europeas.

Por entonces, F. Antonelli estaba al frente de la comisión de reforma


litúrgica creada por Pío XII, que acababa de decretar la reforma de la semana
santa. F. Antonelli era cercano a la pastoral litúrgica y aceptó la reforma del
ritual del bautismo de adultos19. Se comenzó el trabajo que, una vez concluido,
se presentó a Juan XXIII, recién elegido Papa, para su aprobación. Con fecha
del 16 de abril de 1962, seis meses antes de inaugurarse el Concilio,
promulgaba la Sagrada Congregación de Ritos el Decreto mediante el que se
instaura un nuevo Ordo baptismi adultorum20 , y se restaura el Rito Bautismal
Per Gradus, repartido en diversas etapas según la antigua tradición de la Iglesia.
Es el mismo texto del antiguo Bautismo de Adultos, dividido en siete etapas, sin
modificar ritos ni oraciones21. Se dividió en partes el rito existente del Rituale
Romanum"22.
El mismo Decreto reconocía que habían sido muchos los obispos de
territorios misioneros y de regiones tradicionalmente católicas los que
solicitaban un nuevo Ritual para el bautismo de adultos, dado el aumento
incesante de los catecúmenos. Sin una liturgia adecuada, el catecumenado corría
el peligro de reducirse a una enseñanza doctrinal y a una formación moral. El
Decreto romano autorizaba la restauración de las etapas catecumenales "por las
que, con oportunos intervalos, los catecúmenos adultos, según el desarrollo de
su formación catequética, se encaminan hacia la recepción del bautismo, a fin
de santificar la formación catequética con ritos sagrados" 23. Sustituía al ritual del
19
Para conocer la génesis del Ordo baptismi adultorum de 1614: C. FLORISTAN, El Catecumenado (Madrid
1972), pp. 111-113. Este Rituale Romanum estuvo vigente hasta el Ordo per Gradus de 1962.

20
El Decreto del 16 de abril promulgaba Adiciones y cambios en el Ritual Romano concernientes al Ordo del
bautismo de adultos. Al antiguo Ordo del bautismo, que se celebra en una sola ceremonia y que se consideraba
facultativo, se añadía un nuevo Ordo baptismi adultorum per gradus catechumenatus dispositus. Aparecen el
Decreto, las Adiciones y el Ordo. Es el Ordo Baptismi Adultorum per gradus Catechumenatus dispositus en
"AAS", 30 de mayo, 54 (1962), pp. 310-33. Así lo presentaba el Card. Larraona, Prefecto de la Sgda. Cong. de
Ritos, en el Prefacio del Decreto General: "El Ordo del Bautismo de los adultos, descrito en el Ritual Romano,
Título II, Cap. IV, nació de ritos y ceremonias diversas por medio de las cuales, hace tiempo, avanzando por las
diversas etapa de la iniciación cristiana, los catecúmenos eran conducidos al santo Bautismo".

21
Las etapas son las siguientes: Entrada al Catecumenado, imposición de la sal, exorcismos -tres etapas-
introducción a la Iglesia y unción prebautismal, Bautismo. Cfr. LMD nº 71 (1962), pp. 7-8.

22
A. BUGNINI -promotor directo de toda la Reforma Litúrgica del post-Vaticano- indica la diferencia cuando,
comparando este ORDO con el OICA, dice que el planteamiento del OICA es totalmente nuevo. Con todo,
reconoce el mérito del ORDO del 1962 de haber resaltado la importancia litúrgica del catecumenado. Cfr. La
Riforma Liturgica, p. 571, Nota 5.

23
Cfr. AAS 54 (1962), pp. 310-338. La traducción francesa del Décret et des Normes se halla en MD 71 (1962,
3) pp. 7-14. Para comprender este documento, leer GY, P.M., Le nouveau rite du baptême des adultes: MD 71,
bautismo de adultos contenido en el Ritual Romano decretado por Paulo V en
1614. En el ritual romano anterior de 1523, titulado Liber sacerdotalis y
compuesto por A. Castellano, se contenían dos formularios para el bautismo de
niños basados en fuentes romanas antiguas. El Rituale romanum de 1614 aceptó
el primero de estos dos rituales como Ordo baptismi parvulorum, y el segundo,
ligeramente modificado, como Ordo baptismi adultorum. Prácticamente
desapareció del Rituale romanum el antiguo ritual del catecumenado24.

Se distinguen en este nuevo ritual oficial siete etapas, aunque algo


distintas de las propuestas por J. Blomjous. Por ejemplo, los ritos de entrada
constituyen dos etapas (entrada en el catecumenado e imposición de la sal); las
etapas tercera, cuarta y quinta (de los exorcismos) coinciden con los tres
escrutinios; en la sexta tiene lugar la entrega del Símbolo y Padrenuestro, y la
séptima es propiamente la celebración bautismal. Se admite ya una cierta
adaptación y todo es posible celebrarlo en la lengua del pueblo. Pero el hecho
conciliar relegó a un lado la novedad, no excesivamente grande, de este nuevo
ritual, ya que no había modificado los ritos. Los intereses se centraron entonces
en la Constitución sobre la Sagrada Liturgia.

1. La restauración del Catecumenado en los textos conciliares

La Asamblea Conciliar se encontró con un terreno ya abonado, pero


había que dar el último paso: unir el camino de los catecúmenos a la
celebración en el tiempo de las etapas catecumenales. Este paso lo dio el
Vaticano II. El Concilio restaura el camino de duración temporal de la iniciación
cristiana, distribuido por diversas etapas, celebradas por la liturgia,
interiorizadas en la catequesis, con decisiones y opciones progresivas y un
ingreso gradual a la Iglesia. Este hecho es profundamente significativo. No es
una moda o una nostalgia semántica25. Son motivos profundos, exigidos por la
lógica misma del pensamiento conciliar: La evangelización suscita una
conversión global inicial, que necesita ser profundizada antes del compromiso
total del Bautismo (Ad Gentes, nº 13).

pp. 15-27, y LAURENTIN, A., Le nouveau rituel du baptême d´adulte: Par. y Lit. 1963, 1, pp. 1-27.

24
Cfr. A. RENOUX, L áncien rituel romain du catéchuménat et notre Ordo du baptême des adultes: LMD 71
(1962), pp. 32-45. En este Ordo se habían perdido: la asamblea dominical, los textos litúrgicos, la preparación
ritual de los adultos, la oración, las lecturas y cantos y la catequesis (Ib., pp. 39-40).

25
Esta opinión la expresa con claridad Seumois: "El hecho de que el Concilio restaure para toda la Iglesia la
disciplina catecumenal, es en sí mismo rico de significado". "Una tal toma de posición tan neta, de parte del
Concilio, es verdaderamente digna de destacarse": Le Catéchuménat et l´initiation chretienne. n. 14: L´Activité
missionaire de l´Eglise (= Unam Sanctam, nº 67), Paris 1967, pp. 271-272.
El "restablecimiento del catecumenado -afirma X. Seumois- no viene
exigido por el atractivo exterior de una fórmula de moda, menos aún por una
nostalgia romántica por esta antigua institución, considerada como una edad de
oro en la vida de la Iglesia"26. Sencillamente, el Vaticano II es, a diferencia del
Vaticano I, un concilio misionero27. Era, por tanto, verdaderamente lógico que
una Iglesia misionera -como la del Vaticano II- restaurase el Catecumenado
como proceso de iniciación28.

a) Constitución Sacrosanctum concilium

El momento central de la restauración de la iniciación catecumenal antes


del Bautismo fue la Constitución sobre la Sagrada Liturgia. En ella se decreta la
restauración del Catecumenado de adultos pluribus gradibus distinctus, y
celebrado en tiempos sucesivos con los sagrados ritos.

La Constitución sobre la Sda. Liturgia pidió, para el bautismo de adultos,


una vuelta al camino catecumenal por etapas y santificado por ritos, que
desembocasen en los sacramentos de la iniciación: "Restáurese el catecumenado
de adultos, distribuido en varias etapas, cuya práctica estará sometida al juicio
del Ordinario del lugar: de este modo se obtendrá que el tiempo del
catecumenado, destinado a una formación apropiada, pueda ser santificado con
ritos sagrados que se celebrarán en tiempos sucesivos" (nº 64)29.

La restauración del catecumenado de adultos, que al modo del


catecumenado antiguo se indica en este artículo, constituye el primer paso, y
realmente el principal, en toda la reforma del Ordo del bautismo de los adultos30.

26
ID., “El catecumenado y la iniciación cristiana”, en J. SCHÜTEE (ed.), Las misiones después del Concilio.
Comentario del decreto conciliar sobre la actividad misionera de la Iglesia ( Buenos Aires 1968), p. 130.

27
Cfr. C. FLORISTÁN, Para comprender el catecumenado, p. 110. En las discusiones conciliares, aparecieron
también ciertas resistencias y oposiciones a la restauración del catecumenado. Cita la obra de Seumois que en la
página 130 da una relación de los Padres que hablaron en contra. Para un acercamiento a los testimonios de los
Padres Conciliares ver dos artículos de F. BROVELLI, “Per una valutazione del dibattito e delle esperienze di
iniziazione cristiana”, en Iniziazione cristiana. Problema della Chiesa di oggi (Bolonia 1972), pp. 167-219; ID.,
L´iniziazione cristiana: fatti, problemi, prospettive: Rivista di Pastorale Liturgica 75 (1976), pp. 5-14.

28
Para J. A. VELA "lo que llama la atención es que la lógica de estos motivos no haya sido expresamente
discutida por el Concilio. ¿Se acepta este proceso catecumenal como algo connatural a la Iglesia, que el
neopaganismo moderno hace surgir como una exigencia fundamental? Esto sería lo que parecerían indicar las
experiencias previas y mucho más las posteriores al mismo Concilio". Cfr. Reiniciación cristiana, respuesta a
un bautismo "sociológico". Disertación en la Facultad de Misionología de la Pontificia Universidad Gregoriana,
Roma, 1984, p. 78. Esta tesis doctoral fue publicada dos años más tarde con el título de Reiniciación cristiana
(Estella 1986) (las páginas citadas corresponden a la Tesis publicada por la Facultad de Misionología de la
Pontificia Universidad Gregoriana).

29
En esta cita seguimos la traducción del Concilio Vaticano II (Madrid 1965).
Esta decisión, por otra parte, suponía una revisión del ritual del bautismo
de adultos, de ahí que se pidiera: "Revísense ambos ritos del bautismo de
adultos, tanto el simple como el solemne, teniendo en cuenta la restauración del
catecumenado, e insértese en el Misal romano la Misa propia In collatione
baptismi" (nº 66). A su vez, la restauración catecumenal entrañaba una atención
particular sobre la última etapa tradicional de la iniciación cristiana: "Puesto que
el tiempo cuaresmal prepara a los fieles, entregados más intensamente a oír la
palabra de Dios y a la oración, para que celebren el misterio pascual, sobre todo
mediante el recuerdo o la preparación al bautismo y mediante la penitencia, se
dé particular relieve en la liturgia y en la catequesis al doble carácter de dicho
tiempo" (nº 109)31.

En consecuencia, el Concilio decide revisar los ritos -solemnes o simples-


del Bautismo de adultos32. Este mandato conciliar es el origen del OICA.
b) Constitución Lumen gentium

Al terminar la tercera etapa del Vaticano II, se promulga, con fecha del
21 de noviembre de 1964, la constitución sobre la Iglesia, cuyo capítulo II, al
describir la naturaleza del pueblo de Dios, termina precisamente con una
importante llamada de atención al carácter misionero de la Iglesia:

"Predicando el evangelio, (la Iglesia) mueve a los oyentes a la fe y a la


conversión de la fe, los dispone para el bautismo, los arranca de la servidumbre
del error y los incorpora a Cristo, para que crezcan hasta la plenitud por la
caridad hacia él" (LG, nº 17)

La existencia de catecúmenos es evidente. ¿Cuál es su vinculación a la


Iglesia? Así lo expresa la misma constitución:

"Los catecúmenos que, por la moción del Espíritu Santo, solicitan con
voluntad expresa ser incorporados a la Iglesia, se unen a ella por este mismo
deseo, y la madre Iglesia los abraza ya amorosa y solícitamente como a hijos"
(LG, nº 14,3).

c) Decreto Christus Domminus


30
Para un comentario autorizado sobre la SC ver: I. OÑATIBIA, “Los sacramentos de la iniciación cristiana”, en
Renovación Litúrgica. Doctrina y comentarios (Madrid 1964), p. 300. Esta obra nos presenta los estudios
realizados por miembros y consultores de la Comisión Conciliar de Liturgia.

31
Cfr. AA. VV., La Cuaresma. Catecumenado de nuestro tiempo ( Madrid 1964).

32
Se puede encontrar una buena bibliografía comentada sobre la SC en M. SODI, La SC e i suoi commenti dal
1964 ad oggi: Notitiae 19 (1983), pp. 571-607.
En la cuarta y última sesión del Concilio, celebrada a finales de 1965, el
Vaticano II recomienda encarecidamente a los obispos una gran preocupación
catecumenal:

"Pongan también empeño en que se restablezca o se adapte mejor la


instrucción de los catecúmenos adultos” (CD, nº 14,3)33.
d) Decreto Presbiterorum ordinis

A estas palabras conciliares dirigidas a los obispos, en su decreto del 28


de octubre de 1965, se pueden añadir las referidas a los presbíteros, en esa
misma fecha:

"Siendo la eucaristía fuente y culminación de toda la evangelización,


sean introducidos poco a poco los catecúmenos en la participación eucarística"
(PO, nº 5, 2). Un poco más adelante se añade que los presbíteros han de sentir
"una obligación especial para con los catecúmenos y neófitos, puesto que hay
que formarlos gradualmente en el conocimiento y práctica de la vida cristiana"
(PO, nº 6, 4).

e) Decreto Ad gentes

Al finalizar la cuarta y última sesión del Vaticano II, se promulga, el 7 de


diciembre de 1965, el decreto sobre la actividad misionera de la Iglesia 34, en el
que se incluyen los textos conciliares más importantes sobre el catecumenado.

La obra misionera de la Iglesia es analizada en el capítulo II de este


decreto, al mismo tiempo que se señala el itinerario misional de la Iglesia: 1)
testimonio de vida, diálogo y presencia de la caridad, es decir, evangelización y
conversión (AG, nº 13); 2) catecumenado e iniciación cristiana para la
formación de la comunidad cristiana (AG, nº 14). El catecumenado se sitúa
entre la evangelización y el bautismo, tal como había sido sugerido por la
constitución sobre la liturgia (SC, nº 9). En Ad gentes (nº 14), el catecumenado
se describe con estos rasgos: tiempo de maduración en la fe (iniciación al
33
En la edición de la BAC de 1965, la palabra latina institutio se traduce equivocadamente por instrucción
cuando lo correcto es institución. La nueva edición de la BAC de 1993, nos ofrece una traducción más correcta:
"Tienen que esforzarse también en restablecer el catecumenado de adultos o en hacer una adaptación más
adecuada". Según el Concilio, no sólo se trata de instruir a los catecúmenos, sino de restaurar el catecumenado
(C. Floristán).

34
Sobre el Decreto AG se pueden consultar las siguientes obras: J. MASSAN, L´attività missionaria della
Chiesa, (Torino 1966); A. SANTOS, Decreto sobre la actividad misionera de la Iglesia. Texto y Comentarios
(Madrid 1966); Documentos del Magisterio de la Iglesia sobre el Catecumenado: Act. Cat. nnº 74-75 (1975),
pp. 13-17.
misterio de salvación), período de educación en la moral evangélica (noviciado
de vida cristiana), etapa de iniciación litúrgica (aprendizaje en la oración), curso
de iniciación comunitaria (entrada en la vida de la comunidad)35

En su comentario a este número de AG X. Seumois concluye afirmando:


"En nuestro mundo actual, donde se extiende cada vez más un pluralismo
religioso, el catecumenado, lejos de ser una institución marginal, tiene que
llegar a ser un instrumento vital, plenamente integrado en la vida parroquial, no
solamente como testimonio de la fecundidad espiritual de la Iglesia, sino como
instrumento indispensable para el ejercicio de su maternidad. Gracias al
catecumenado, gracias a la actividad propiamente evangelizadora que él
desarrolla, la Iglesia local reflejará, en su propia vida, su carácter de Iglesia
misionera"36. Por otra parte, el catecumenado litúrgico restaurado demostrará
que "la conversión es obra de Dios más que obra del hombre. Aparecerá mucho
mejor la naturaleza verdadera del catecumenado cristiano, que no solo consiste
en nociones y preceptos, sino en la iniciación a la vida y misterios de la Iglesia,
y hace posible la participación de la comunidad parroquial en la preparación de
los catecúmenos"37.

El Decreto conciliar AG acaba pidiendo que se exponga claramente en el


Código el estado jurídico de los catecúmenos ya vinculados a la Iglesia y que
con frecuencia viven una vida de fe, esperanza y caridad.

Para finalizar este recorrido por los textos conciliares que han tratado
explícitamente el tema del catecumenado, podemos concluir diciendo con A.
Aubry que en esta nueva toma de conciencia eclesiológica, "el proyecto eclesial
de la LG, como el de la SC, manifiesta un talante pastoral y posibilita el
35
Cfr. C. FLORISTÁN, Para comprender el Catecumenado, pp. 111-112. Tras el análisis de los textos
conciliares sobre el catecumenado llega a las siguientes conclusiones: "-El movimiento litúrgico moderno, de
hondas raíces bíblicas, confluyó en el Concilio con el movimiento misionero de evangelización. Con estos
criterios pastorales se advirtió en muchos fieles una deficiente iniciación cristiana, fruto de una escasa
evangelización y de una precipitada sacramentalización. De una parte, se administraba, y se administra, el
bautismo a hijos de padres frecuentemente no catequizados ni evangelizados. De otra, los bautizados no
recibían, ni reciben, a menudo una adecuada iniciación; - El hecho de que el Vaticano II restaure el
catecumenado al mismo tiempo que revaloriza la importancia de la comunidad cristiana, indica la importancia
de la iniciación en la formación de los cristianos. Las comunidades cristianas del futuro, constituidas por fieles
creyentes convencidos, podrán ser sostenidas y desarrolladas a través de una adecuada iniciación. Nuestras
asambleas dominicales languidecen porque no están formadas por verdaderos fieles, iniciados en un verdadero
catecumenado; -Dada la autonomía de la persona en nuestra sociedad enormemente secularizada y teniendo a la
vista la escasa y difícil función educadora religiosa de la familia, cada vez es más difícil heredar
espontáneamente la fe y cada vez es más necesario el acto de conversión en la vida adulta. Pero el cristiano que
practica ritualmente, si no tiene convicciones profundas, arraigadas mediante la conversión y una progresiva
iniciación cristina, tiene el peligro evidente de abandonar fácilmente la práctica religiosa, y, con la práctica, la
fe." (p. 112).

36
Cfr. art. cit., p. 279.

37
Cfr. C. CELIER, Catécumènes et communautè chretienne: Maison-Dieu, cuaderno 71 (1962), pp. 142-150.
resurgimiento de ministerios inéditos que se sugerían en la CD y en la PO;
supone una exploración del dinamismo de la conversión y del crecimiento de la
fe, es decir plantea un problema no solamente catequético, sino además de
evangelización, ya que sacó a la luz la doctrina misionera de A.G" 38. Esta
situación revela que el Ritual no obedecía solamente a una reivindicación ritual
de los padres del Concilio, sino a un amplio proyecto teológico: el
catecumenado como expresión litúrgica del nacimiento y del crecimiento de la
Iglesia39.

2. Primera etapa: la pastoral catecumenal y pequeñas


comunidades en el inmediato postconcilio (1965-1975)

Este decenio se va a caracterizar por el surgimiento de experiencias


comunitarias de todo tipo. Va a ser una década experimental en el campo de la
pastoral a todos los niveles (litúrgico, catequético...). En España además
asistiremos en este período sobre todo a partir de 1968, junto al derrumbamiento
de los históricos Movimientos Apostólicos, al alumbramiento de un fenómeno
netamente postconciliar: el nacimiento de pequeñas comunidades eclesiales de
muy diverso signo. El Concilio había ya creado la atmósfera que hacía posible
la aparición, desarrollo y reconocimiento de las pequeñas comunidades.
Efectivamente, la experiencia comunitaria de los orígenes ya había estado
presente en el horizonte de comprensión del Papa Juan XXIII: El cometido del
Concilio Ecuménico ha sido concebido para devolver al rostro de la Iglesia de
Cristo todo su esplendor, revelando los trazos más simples y más puros de su
origen40.

Y, el Vaticano II, sin hacer distinciones entre comunidades grandes y


pequeñas, había visto en la experiencia comunitaria de los orígenes (Hch. 2, 42-
47) el modelo no sólo de la vida religiosa (PC 15, 1), de la de los misioneros
(AG 25, 1) y de los sacerdotes (PO 17, 4 y 21, 1), sino de todo el pueblo santo
de Dios (LG 13, 1; DV 10, 1), el modelo y clave de la renovación conciliar.

a) K. Rahner, una nueva imagen de Iglesia (1966)

38
Cfr. A. AUBRY, Le projet pastorale du rituel de L´O.I.C.A: Ephemerides liturgicae 88 (1974), pp. 174-179.

39
Cfr. IDEM, Celebrar el nacimiento de una Iglesia: Phase 64 (1971), pp. 361-373.

40
Cfr. JUAN XXIII, Un Señor, una fe, un bautismo. Homilía del Papa después de la misa eslavo-bizantina (13
de noviembre de 1960; texto italiano en L´Osservatore romano del 14-15); en Ecclesia 1011, p. 5.
A los pocos meses de la conclusión del Concilio, K. Rahner resumía su
opinión sobre el gran acontecimiento eclesial en un artículo publicado en la
revista Geist und Leben, con el título Das neue Bild der Kirche41: Un Concilio
de la Iglesia para la Iglesia; el Concilio de la eclesiología; una nueva imagen
de la Iglesia. Rahner destacaba, ante todo, dentro de esa nueva imagen la
afirmación conciliar de la presencia de la Iglesia de Cristo en la comunidad
local (LG, 26)42. Según el teólogo alemán, aquí se anuncia una nueva
experiencia de Iglesia: la Iglesia como acontecimiento en una comunidad local
de altar, de palabra y de amor. Rahner veía en Lumen Gentium 26 la mejor
novedad de la eclesiología conciliar y una perspectiva realmente prometedora
para la Iglesia del futuro. Después de 20 años, y teniendo presente la evolución
de las experiencias comunitarias surgidas en la Iglesia, R. Blázquez, en su
estudio sobre el Postconcilio y eclesiología en España43, señalaba que las
llamadas pequeñas comunidades cristianas han supuesto una forma de
recepción creativa del magno acontecimiento eclesial 44. Y en esta misma línea
se expresa J. Losada: "la aparición de las pequeñas comunidades es la
manifestación más importante de la recepción y realización del Concilio en la
Iglesia"45.

b) El Consilium de Liturgia (1966)

Una vez terminado el Concilio, se creó un Consilium al que se le


encomienda la Reforma Litúrgica, pedida en todos los campos de los
sacramentos por la Constitución. El Coetus XXII fue el encargado de trabajar
esta Reforma en el campo del Bautismo, tanto de Adultos como de niños. Fue
así como empezó su fatigoso camino el Ordo Initiationis Christianae
Adultorum.

41
Cfr. Das neue der Kirche, Gul 39 (1966), pp. 4-24. Este artículo apareció un año más tarde recogido en
Schriten zur Theologie VIII (Einsiedeln 1967), pp. 333-337. Esta novedad conciliar había surgido por el retorno
a las fuentes del cristianismo y enunciaba un futuro fecundo.

42
Cfr. JUAN JOSÉ CALLES, Lumen gentium, nº 26: Génesis, historia y teología (Tesina de Licenciatura).
Universidad Pontificia de Salamanca-1988.

43
Cfr. R. BLÁZQUEZ, La Iglesia del Concilio Vaticano II ( Salamanca 1988), pp. 497-498.

44
Mons. Blázquez señala dos formas de recepción creativa: La teología de la liberación y las pequeñas
comunidades cristianas.

45
Cfr. J. LOSADA, Eclesiología de las pequeñas comunidades: tres momentos de la radicalización del
carisma: Sal Terrae 12 (1982), p. 879.
En la que fuera su tesis doctoral, el teólogo-pastoralista Jesús Andrés
Vela distingue cuatro momentos importantes en el camino de la redacción de
46

este Ritual. Sigo aquí sus apreciaciones:

1. El Coetus XXII busca las grandes líneas de la estructura del Rito para
el Bautismo de Adultos teniendo en cuenta las experiencias misioneras
de África y Asia y los caminos seguidos por el Catecumenado en
Francia. Contrariamente a la opción del Rituale Romanum de Paulo V,
se opta por partir no por el Bautismo de niños, como modelo ejemplar,
sino por el Bautismo de Adultos. En cuanto a su estructura, se afirman
las líneas de la inserción del Rito en el contexto pascual y dentro de
una dinámica de iniciación cristiana, de manera que resplandezca la
íntima conexión de los tres sacramentos de la iniciación. Se introducen
la realización y celebración de las etapas, que respondan a un camino
espiritual de los candidatos. Se busca la participación activa de la
comunidad cristiana, tanto en el camino como en el momento final de
la celebración de los sacramentos.

2. Se estructura el ORDO, para poderlo ofrecer a la experimentación de


diversos centros misioneros de África y Asia y a centros catecumenales de
Francia47. Este Esquema recibe la aprobación de Pablo VI el 18 de Marzo de
1966.Considera ya el rito completo del Catecumenado: la entrada, la elección,
los escrutinios y las entregas, los ritos preparatorios y la celebración cristiana.
Le sigue el tiempo de la Mystagogia, para acompañar a los neófitos en los
primeros pasos de la vida cristiana.

3. Después de tres años de experimentos, se realiza el Esquema


definitivo, que es propuesto a la reunión del Consilium el 29 de Septiembre de
1969. Es el momento en el que se añaden los Praenotanda. El nuevo Esquema
fue examinado, después de una exhaustiva presentación del Secretario P. L.
Ligier. La votación fue ampliamente positiva. Es de notar la introducción clara
del tiempo de la Evangelización -llamado Precatecumenado-, pedido
insistentemente por muchas de las respuestas.

46
Cfr. Reiniciación cristiana, respuesta a un bautismo "sociológico", pp. 31-32.

47
Esta intención de mandar el ORDO para ser experimentado, antes de su redacción definitiva, se expresa en el
Esquema 112 De Rituali 5 del 4 de Octubre de 1965. "Según carta del 11 de noviembre de 1966, el Consilium
solicitó a los obispos franceses que esta experiencia se realizase bajo su dirección" . Cfr. C. FLORISTAN, El
Catecumenado, p. 115. "El Consilium de Liturgia creado por Paulo VI emprendió la realización de este voto. Se
elaboró un ritual provisional y se envió a todos los rincones del mundo para que las Iglesias locales lo
experimentaran, dando su opinión y sus sugerencias. De este intercambio, proseguido durante varios años, nació
este Ritual de la iniciación cristiana de adultos". Cfr. M. DUJARIER, La iniciación cristiana de adultos, pp. 16-
17.
4. Empezó un largo camino por los Dicasterios de la Curia Romana.
Pasaron dos años antes de llegar a la conclusión. Este retardo se debió también
al hecho de que el ORDO contenía partes esenciales del Ordo confirmationis.
Por fin, el Consilium aprobó el OICA en su XII Sesión General y cuidó de su
composición tipográfica. El texto fue promulgado con un Decreto de la
Congregación para el Culto Divino el 6 de Enero de 1972, bajo el título de Ordo
initiationis christianae adultorum48.

c) En Medellín ( 1968)

Durante el período que dura esta etapa experimental, tuvo lugar la


Segunda Conferencia del Episcopado Latinoamericano en Medellín (1968)49, y
entre las conclusiones a que se llegaron, algunas están en la línea de pedir la
restauración del catecumenado en continuidad con el Concilio y teniendo en
cuenta la particular situación religiosa en que se encontraba América Latina:
"Las situaciones en las que se desenvuelve la catequesis -afirma Medellín- son
muy diversas" (nº 8,8).

Se aboga por una catequesis eminentemente evangelizadora, que abarque


la evangelización de los bautizados o "re-evangelización de los adultos"(nº 8,9),
y propone nuevas formas de un catecumenado en la catequesis de adultos para
una eficaz "evangelización de los bautizados" (nnº 7,9 y 17 f.).

En definitiva, Medellín recomienda una seria re-evangelización, que se


traduce en "una reconversión y una educación de nuestro pueblo en la fe a
niveles cada vez más profundos y maduros", en "la doble dimensión
personalizante y comunitaria" (nº 8). Se opta prioritariamente por la
evangelización de los adultos.

Por otra parte, en relación con la valoración que los obispos


latinoamericanos van a hacer del fenómeno comunitario, se puede decir que es
en esta Asamblea de Medellín donde la comunidad eclesial de base obtuvo carta
de ciudadanía, al ser definida como “el primero y fundamental núcleo eclesial,
que debe, en su propio nivel, responsabilizarse de la riqueza y expansión de la
fe, como también del culto, que es su expresión. Ella es, pues, célula inicial de
estructuración eclesial, y foco de promoción humana y desarrollo” 50. Y, al tratar
el tema de la pastoral popular los obispos latinoamericanos piden en la
48
Cfr. Ordo initiationis christianae adultorum (Roma 1972). La edición castellana es del 18 de abril de 1976:
COMISIÓN EPISCOPAL DE LITURGIA, Ritual de la Iniciación Cristiana de Adultos (Madrid 1976). En
adelante citaremos este Ritual con las siglas RICA.

49
Cfr. La Iglesia en la actual transformación de América Latina, ponencias y conclusiones de la 2ª
Conferencia General del Episcopado Latinoamericano (Bogotá 1969).
propuesta 13 “que se promueva la formación del mayor número de
comunidades eclesiales en las parroquias, especialmente rurales o de
marginados urbanos. Comunidades que deben basarse en la Palabra de Dios y
realizarse, en cuanto sea posible, en la celebración eucarística, siempre en
comunión con el obispo y bajo su dependencia”. Para los obispos
latinoamericanos piden a “los miembros de estas comunidades, que viviendo
conforme a la vocación a que han sido llamados, ejerciten las funciones que
Dios les ha confiado, sacerdotal, profética y real, y hagan así de su comunidad
un signo de la presencia de Dios en el mundo” (nº 15,10-11).

Unos años más tarde, el CELAM dirá que como fruto de la IIª
Conferencia General "ha sido fortalecida la evangelización de los adultos, a
diferencia de la catequesis de épocas anteriores que se preocupaban con
preferencia de los niños...Se han formado muchos grupos de catecumenado
para bautizados adultos como una verdadera primavera espiritual"51.

d) Directorio General de Pastoral Catequética (1971)

En 1971, la Congregación del Clero promulgó el Directorio General de


Pastoral Catequética. Es el primer Documento oficial en el que aparece
explícitamente la palabra reevangelización, al tocar el punto del indiferentismo
religioso, o el de masas, que mantienen una fe "sin el necesario dinamismo" 52.
Ahora, más que conservar sólo costumbres religiosas transmitidas, se trata,
sobre todo, de fomentar una adecuada reevangelización de los hombres, de
obtener una conversión, de impartirles una más madura y profunda educación
de la fe.

En el Directorio se confirma que "la catequesis de adultos, al ir dirigida a


hombres capaces de adhesión plenamente responsable, debe ser considerada
como la forma principal de catequesis, a la que todas las demás, siempre
ciertamente necesarias, de alguna manera se ordenan" (DCG, nº 20).

50
Cfr. Iglesia y liberación humana. Los documentos de Medellín, Pastoral de conjunto, 10-11. Para J.A. VELA
“lo específico de la experiencia latinoamericana en el proceso de educación de la fe son las Comunidades de
Base en su explícita referencial ´eclesial`. Aunque no hagan una referencia explícita al neocatecumenado, sí lo
hacen a sus elementos esenciales como son la reiniciación en la fe de los bautizados, la integración en la Iglesia
y el compromiso testimonial en el mundo...”. Cf. Reiniciación cristiana, p. 282.

51
Cfr. SECRETARIADO GENERAL DEL CELAM, Medellín. Reflexiones en el CELAM (Madrid 1977), p.
108.

52
D.C.G. Edición Bilingüe del Episcopado Español (Madrid 1971), nº 6.
El problema eclesial de la reiniciación de los bautizados,
insuficientemente evangelizados, es contemplado en este Directorio:
"Muchísimas veces la situación real en que se encuentra un gran número de
fieles pide necesariamente una cierta forma de evangelización de los
bautizados, que precede a la catequesis" (DCG, nº 19). Esta forma de
evangelización halla su concreción práctica en las "organizaciones
catecumenales para quienes, estando bautizados, carecen, sin embargo, de la
debida iniciación cristiana" (íbidem).

Entre nosotros, "más que de conservar sólo costumbres religiosas


transmitidas, se trata sobre todo de fomentar una adecuada re-evangelización de
los hombres, de obtener su re-conversión, de impartirles una más profunda y
madura educación en la fe" (DCG, nº 6). Por esta razón, dicho Directorio señala
la importancia de la iniciación cristiana. "El catecumenado de adultos, que es a
la vez catequesis, participación litúrgica y vida comunitaria, es el ejemplo típico
de una institución nacida de la colaboración de varias tareas pastorales. Su
finalidad es, pues, dirigir el itinerario espiritual de los hombres que se preparan
para recibir el bautismo y orientar el cambio de su mentalidad y costumbres. Es
escuela preparatoria de la vida cristiana, introducción a una vida religiosa,
litúrgica, caritativa y apostólica del pueblo de Dios. Esta tarea incumbe a toda la
comunidad cristiana, representada por los padrinos, y no solamente a los
sacerdotes o catequistas" (DCG, nº 130)53.

e) El Ritual de la Iniciación Cristiana de Adultos (1972)

El documento oficial más importante sobre el catecumenado es,


evidentemente, el Ritual de la iniciación cristiana de adultos. Fue promulgado
el 6 de enero de 1972 por la Sagrada Congregación para el Culto Divino, y
hecho público el 17 de febrero, fruto de una decena de años de investigaciones
y de experimentaciones54. No es un ritual del bautismo, sino de la iniciación
cristiana, tal como se da a entender en los preeliminares del ritual
(observaciones generales y observaciones previas). Más aún, -afirma M.
Dujarier-, no conlleva solamente la celebración de estos sacramentos (bautismo,
confirmación y eucaristía), "sino también todos los ritos del catecumenado cuyo

53
También en el Sínodo sobre el Sacerdocio y la justicia en el mundo, celebrado ese mismo año, los
Obispos que habían tratado el tema del sacerdocio ministerial, hacían un reconocimiento explícito de
las pequeñas comunidades:"Las pequeñas comunidades que no se contraponen a la estructura
parroquial o diocesana deben ser inscritas en la comunidad parroquial y diocesana de manera que sean
en medio de ellas como el fermento del espíritu misionero". Cfr. El sacerdocio y la justicia en el
mundo (Madrid 1971), parte II, nº 1, d.

54
Cfr. M. DUJARIER, Iniciación cristiana de adultos, p. 15.
valor está probado por la antiquísima práctica de la Iglesia" (párr. 2). Esto
expresa al mismo tiempo su importancia y su novedad55.

En un sugerente trabajo el profesor Carlo Rocchetta 56 sostiene que "la


novedad del nuevo Rito se hace evidente ya en el título del libro: Rito de la
iniciación cristiana de adultos. No se trata sólo de la reedición de un nuevo rito
De baptismo adultorum, como se hizo en 1962 cuando la entonces
Congregación de los Ritos había publicado un Ordo baptismi adultorum per
gradus catechumenatus depositus, estructurando el rito del bautismo de los
adultos en siete etapas, sino de la recuperación de un itinerario catecumenal
completo, gradual y orgánicamente articulado. Lo que se ha restaurado es el
catecumenado, con su forma y estructura global"57.

Rocchetta presenta el RICA como propuesta tipo para una Nueva


Evangelización: "capaz de romper con el sedentarísmo crónico de nuestras
comunidades e impregnarlas de una nueva evangelización, con el
redescubrimiento de un auténtico espíritu catecumenal y de un modelo de
Iglesia capaz de responder a las expectativas del mundo contemporáneo".

Al final del libro resume así su trabajo: "La opción de recuperar la


ejemplaridad del RICA obedece al hecho de saberse Iglesia catecumenal en
estado de misión y a la toma de conciencia de que el proceso de crecimiento y
de nuevo descubrimiento de la fe por parte del individuo está inseparablemente
ligado al proceso de crecimiento de la fe como novedad, por parte de la
comunidad eclesial y viceversa. A este nivel es donde se impone la reconquista
de una praxis catecumenal que ponga en estado de iniciación permanente a
nuestras comunidades con la puesta en marcha de itinerarios de fe y de
formación a la vida cristiana diferenciados y adaptados a las nuevas situaciones.
El futuro de la evangelización es catecumenal. El RICA es su propuesta tipo”58.
Se trata pues de la recuperación de un itinerario catecumenal completo, gradual
55
Cfr. los números especiales dedicados al ritual en LMD 110 (1972); Rivista Liturgica 10 (1973) nº 60; Via,
Verità e Vita 22 (1973) nº 41; Ephemerides Liturgicae (1974/3); Phase 94 (1976). Para una exposición
sistemática de la significación de este Ritual: C. FLORISTÁN, Para comprender el Catecumenado, pp. 117-
125. Ver el estudio de CARMELO GÓMEZ GÁLVEZ, La propuesta catecumenal en el RITUAL DE
INICIACIÓN CRISTIANA DE ADULTOS (Tesina de Licenciatura). Universidad Pontificia de Salamanca.
Facultad de Teología-1992. J. L. DEL PALACIO, El catecumenado postconciliar de adultos, forma privilegiada
de la evangelización permanente de la Iglesia local. Estudio del catecumenado en el concilio Vaticano II y en el
Ritual de Iniciación Cristiana de Adultos (Bilbao 1999).

56
Lleva por título Cómo evangelizar hoy a los cristianos (Bilbao 1994). El autor presenta El Ritual de la
Iniciación Cristiana de Adultos (RICA) como propuesta tipo para una nueva evangelización

57
Ibid., p. 49. Esta misma opinión la sostiene Carmelo Gómez: "Lo más sorprendente y renovador del RICA es
la opción catecumenal...La clave de su novedad y su relevancia radica, precisamente, en la opción
catecumenal...", en o. cit., p. 152.

58
Cfr. Cómo evangelizar a los cristianos (Bilbao 1994), pp. 9 y 163.
y orgánicamente articulado. Lo que se ha restaurado es el Catecumenado, con su
forma y estructura global.

Por su parte, el profesor Borobio sostiene que el documento que mejor


acoge, restaura y aplica el catecumenado es el RICA: “Es un Ritual que no se
limita a la Iniciación sacramental, sino que además ofrece un camino progresivo
de Iniciación catecumenal, recogiendo las esencias del catecumenado antiguo, e
intentando aplicarlo a nuestros días”59. Esto expresa al mismo tiempo su
importancia y su novedad. El nuevo Ritual no obedece solamente a una
reivindicación ritual de los padres del Concilio, sino a un amplio proyecto
teológico: el catecumenado como la expresión litúrgica del nacimiento y del
crecimiento de la Iglesia60.

El contenido y pretensiones fundamentales del Ritual se desarrollan en


una estructura clara, que abarca desde unos prenotandos explicativos hasta la
inclusión de aquellas situaciones peculiares en la práctica de la iniciación y,
cuya consideración, deja abierta la puerta a numerosas posibilidades pastorales.
La estructura del RICA es la siguiente61:

a) Contiene unos Preliminares (nnº 1-67) sobre el espíritu que tiene que
animar la iniciación. Así como la estructura, etapas y grados de la misma.
Comprende unas observaciones generales y unas observaciones previas.

b) El Cap. Iº ofrece el Ritual del catecumenado distribuido en sus grados


o etapas (nnº 69-239). Es la parte más importante y se refiere a la iniciación de
los adultos. Viene completado por el Cap. VIº que ofrece una opción de Textos
diversos para la celebración de la iniciación de los adultos (nnº 370-392).

c) Este Ritual es para desarrollar normalmente en varios años. En


circunstancias extraordinarias en las que los plazos habituales no pueden ser
respetados, las ceremonias se reagrupan entonces y hasta se celebran
excepcionalmente en una sola vez, según dos esquemas posibles:

59
Fruto de las reflexiones en torno al catecumenado y su restauración en la Iglesia en España, y bajo la
dirección experta de mi Director de Tesis Doctoral, -DIONISIO BOROBIO-, ver el siguiente artículo: El
Catecumenado y su situación en la Iglesia actual: Teología y Catequesis 83 (2002), p. 79. Para completar esta
visión, ver A. CAÑIZARES, Panorámica general de los catecumenados en España: Phase 16 (1976), pp. 307-
320; J. LÓPEZ, Panorámica global de la catequesis de adultos en España hoy: Teología y Catequesis 2 (1982),
pp. 169-176; ID., Proyecto de catequesis de adultos de talante catecumenal: Actualidad Catequética 124 (1985),
pp. 475-495.
60
Cfr. A. AUBRY, Celebrar el nacimiento de una Iglesia, pp. 361-373.

61
Sigo aquí la esquematización de M. DUJARIER, Iniciación Cristiana de adultos, pp. 17-19.
- El Ritual simplificado de la iniciación cristiana de un adulto
corresponde al capítulo IIº (nnº 240-277).

- El Ritual abreviado de la iniciación de un adulto en peligro o en punto


de muerte se presenta en el capítulo IIIº (nnº 278-294).

d) Hay otros dos capítulos, de hechura bastante nueva, que corresponden


a situaciones pastorales particulares que no habían sido suficientemente
estudiadas hasta el presente:

- El capítulo IVº proporciona directrices sobre “la preparación para la


Confirmación y para la Eucaristía de los adultos que fueron bautizados en la
primera infancia pero que no han sido catequizados” (nnº 295-305). Ahí se da,
en efecto, una situación especial bastante frecuente que hay que asumir
seriamente. Estos adultos, que están en camino de conversión, tienen necesidad
de que su progreso sea sostenido y santificado por acciones litúrgicas62.

- El capítulo Vº presenta el Ritual de iniciación de los niños llegados a la


edad del catecismo (nnº 306-369). Es acertado que se tenga en cuenta desde
ahora la psicología de los niños que son bautizados en edad escolar.

e) Y termina con un apéndice que contiene el Rito de admisión en la


plena comunión con la Iglesia católica para los cristianos que fueron ya
bautizados válidamente en una comunidad eclesial separada63.
En 1976 se publicó la edición castellana con el título de Ritual de la
Iniciación Cristiana de Adultos. El Cardenal Jubany en la presentación del
mismo dice que el RICA no es exclusivamente para bautizar adultos, aunque
manifiesta cuáles son las exigencias de la iniciación cristiana que ha de cumplir
tanto el adulto que quiere bautizarse como el niño que recibió el bautismo a los
pocos días de nacer. Y añade que también "será útil para cuantos quieran
ahondar en su vida cristiana, bien individualmente o por medio de reuniones
periódicas en las que, a modo de neocatecumenado, se replantean los
compromisos de su fe y de su bautismo. Precisamente ahora proliferan en todas
partes movimientos que tienden a recuperar para la formación cristiana la
dimensión catecumenal"64.

62
Cfr. M. DUJARIER, En quel cas peut-on parler d´un catèchuménat post-baptismal?, Le Calao 28 (1974, 4)
pp. 5-11, y 29 (1975, 1), pp. 36-42.

63
Cfr. Para una exposición detallada del Ritual etapa por etapa: J. ORIOL, El nuevo rito de la Iniciación
Cristiana de adultos: Phase 69 (1972), pp. 291-293; M. DUJARIER, Iniciación cristiana de adultos, pp. 21-203.
Los excelentes trabajos de JESÚS ANDRÉS VELA, Reiniciación cristiana, y de CARLO ROCCHETTA, Cómo
evangelizar hoy a los cristianos; por las perspectivas pastorales que intentan abrir. También J. LÓPEZ,
“Catecumenado. Datos de la historia y etapas del Ritual de la Iniciación Cristiana de Adultos”, en Proyecto
Catecumenal (II) (Madrid 1983), doc. 8.
El RICA contiene una gran riqueza teológica, litúrgica y pastoral, y sólo
desde él se puede afrontar con coherencia la tarea iniciatoria en el actual
contexto de Iglesia. Las posibilidades que abre para llevar adelante una pastoral
auténticamente catecumenal son ya una realidad. Para el experto teólogo-
pastoralista Borobio, “este Ritual es uno de los documentos de más
trascendencia del Vaticano II, no sólo porque renueva el Catecumenado en el
proceso de la Iniciación Cristiana de adultos, sino también porque integra,
armoniza y expresa de modo ejemplar los diversos niveles y perspectivas: el
nivel antropológico, el teológico, el sacramental-ritual y el pastoral; y porque se
presenta como el referente principal de Iniciación Cristiana y como el modelo
de toda catequesis integral, que implica la participación y renovación de la
misma comunidad Cristiana”65.

f) La praxis del Camino neocatecumenal y el Cap. IVº del RICA


(1973)

El Ritual de la Iniciación Cristiana de Adultos (RICA) es, ya lo hemos


advertido, el documento oficial más importante en relación con el
catecumenado publicado en el período postconciliar. Promulgado en 1972 no
vio la luz en la Iglesia en España hasta 1976. La recepción eclesial de este
documento ha sido muy irregular66. Se ha impulsado a la luz del Cap.IVº la
pastoral catecumenal de no pocos grupos; ha ayudado a resaltar el papel
decisivo que está llamada a tener la Iniciación Cristiana en la Nueva
Evangelización, pero todavía sigue siendo un Ritual desconocido por los
agentes de pastoral (sacerdotes y catequistas en general) y poco utilizado en la
pastoral de Iniciación Cristiana tanto en adultos bautizados como con adultos
sin bautizar.

La praxis del Camino Neocatecumenal67, anterior a la promulgación de


dicho Ritual, ayudó no poco a los expertos que estaban trabajando y preparando
la edición del RICA. Tras su publicación, los diálogos entre la Congregación
para el Culto Divino y los iniciadores del Camino Neocatecumenal –Kiko
64
Cfr. Cardenal JUBANY, Presentación del Ritual de Iniciación Cristiana de Adultos.

65
Cfr. El Catecumenado y su situación en la Iglesia actual, p. 81.

66
Para corroborar esta afirmación baste señalar que en el último Plan Pastoral de la CEE 2006-2010 que lleva
por título “Yo soy el pan de vida” (Jn 6,35). Vivir la Eucaristía, una de las acciones pastorales que se proponen,
después de 40 años de su promulgación en castellano, es la “publicación y divulgación del Ritual de la
Iniciación Cristiana (explicación de su estructura –itinerario de iniciación- así como los criterios para su correcta
aplicación” (p. 38).
67
Para un mayor conocimiento de la historia en relación con la influencia que tuvo la praxis neocatecumenal en
la comprensión del Cap. IVº del RICA, ver JUAN JOSÉ CALLES, o. cit., pp. 78-89.
Argüello y Carmen Hernández- fructificaron en una estrecha colaboración,
hasta el punto de que un año después de haber sido promulgado el Ritual, la
misma Congregación publicará unas reflexiones en las que teniendo muy
presente la praxis neocatecumenal posibilitará una comprensión del Cap. IVº
que avalará la experiencia de Iniciación Cristiana con adultos bautizados tal y
como se venía haciendo ya en las Comunidades Neocatecumenales.

La Sda. Congregación para el Culto Divino emite estas reflexiones sobre


el camino de iniciación que emana del capítulo IVº, y amplía el caso (en el
comentario de P. Pasqualetti, incluido en el cuerpo de las mismas), a los
adultos bautizados, que también han recibido la Confirmación y la Eucaristía,
pero que se encuentran en la misma situación de no haber sido evangelizados ni
catequizados y que, por lo tanto, no han seguido un camino de iniciación hacia
la opción de fe68. Esta ampliación se va a llevar a cabo para dar respuesta a una
pregunta del Vicariato de Roma en relación con el Neocatecumenado, es decir
con el camino de iniciación cristiana vivido por las Comunidades
Neocatecumenales69.

Así relata los hechos Mons. Bugnini -impulsor de toda la Reforma


Litúrgica del post-Concilio, cuando habla directamente del Cap. IVº: "La
situación de estos cristianos bautizados es bastante similar a la de los
catecúmenos, su iniciación religiosa ha sido deficiente. Este capítulo fue objeto
dos años más tarde, de una particular interpretación oficiosa para determinar
qué ritos se podían emplear y cuáles no, en una forma de instrucción
neocatecumenal promovida por instituciones religiosas modernas”70. Es el
68
Cfr. Riflessioni sul capitolo IV dell"Ordo initiationis christianae adultorum" : Notitiae 9 (1973), pp. 274-278,
con el comentario del P. PASQUALETTI (pp. 278-282): "El capítulo da lugar a una búsqueda seria también en
las naciones tradicionalmente cristianas: un grupo seriamente comprometido, como el de las Comunidades
Neocatecumenales, había iniciado ya con los iniciadores una formación cristiana de los bautizados basándose en
el modelo del camino catecumenal. Encontraron dificultades y recurrieron a menudo a la Sgda. Congregación
para el Culto que se interesó de este problema. También el Vicariato de Roma pedía una clarificación. El
problema era: qué sentido había que dar a un modelo de Catecumenado para los ya bautizados, y sobre todo,
para los eventuales ritos que acompaña la formación espiritual del cristiano. Éstos, fundamentalmente, deben
entenderse como un revivir aquello que ha sido ya sacramentalmente celebrado. Pero, se aclaraba también que
no se pueden repetir los ritos del Epheta, de la unción y de la vestidura blanca. En cambio, sí se pueden repetir,
la entrega del Símbolo y su devolución y la entrega del cirio pascual. El mérito de este grupo está en haber
comprendido la importancia del espíritu del Catecumenado para formar verdaderos cristianos, también el Papa
interviene a propósito de este argumento”. Ver también Notitiae 10 (1974), pp. 228-229.

69
Es importante señalar cómo por estos años, desde el punto de vista pastoral se venía planteando la viabilidad
de una experiencia catecumenal con bautizados: E. COSTA, E´possibile oggi l´esperienza catecumenali dei
battizati?: RPL nº 60 (1973), pp. 33-37, donde ya se refiere expresamente al Neocatecumenado: "La intuición de
Kiko Argüello, muy unida a su experiencia personal, partiendo del hecho de considerar a los catecúmenos casi
en situación de tabula rasa, e invitarlos, con el anuncio del Kerygma, a recorrer profundamente todas las etapas
de la iniciación cristiana hasta una completa re-conversión; el lugar idóneo de este camino es la comunidad
catecumenal", p. 34.

70
Cfr. DI ANNIBALE BUGNINI, La Riforma liturgica, p. 579. Se refiere en concreto a las Comunidades
Neocatecumenales y cita la interpretación oficiosa que salió a la luz, es decir, el comentario de P. Pasqualetti
mismo Bugnini quien presenta así la historia de estas Riflessioni: el recurso de
algunas Comunidades Neocatecumenales a la Sda. Congregación de Ritos sobre
el estilo catecumenal que daban a la formación cristiana de los bautizados, y la
petición del Card. Poletti sobre qué sentido dar a una especie de Catecumenado
para los ya bautizados y, sobre todo, a los eventuales ritos que acompañan la
formación espiritual del cristiano.

Este primer discernimiento sobre el Neocatecumenado emanado de la


Sagrada Congregación para el Culto Divino apareció en la revista Notitiae,
órgano oficial de dicha Congregación, después de varios encuentros que
mantuvieron con los iniciadores del CN los responsables de esta Congregación
sobre las celebraciones del Neocatecumenado, después del discurso del Papa
Pablo VI en la audiencia general del 24 de abril de 197471 y como continuación
de las palabras que el mismo Papa Pablo VI dirigió a los párrocos y
responsables de las Comunidades Neocatecumenales en la audiencia del 8 de
mayo de 197472.
g) En el Sínodo sobre la Evangelización (1974)

Hay que señalar -en este decenio- que un momento clave para el
movimiento comunitario sería la celebración del Sínodo de obispos de 1974
sobre la evangelización. El Sínodo se ocupó mucho de las pequeñas
comunidades o comunidades de base y preparó el camino para que Pablo VI, en
la Evangelii Nuntiandi (1975) les otorgará pleno reconocimiento eclesial, a la
vez que estableciera los criterios de eclesialidad.

Con motivo de su celebración, desde Roma se pidió a las diversas


comunidades cristianas un Informe sobre su vida, razón de ser, problemas y
perspectivas73. Estos informes sirvieron, a nivel oficial, para conocer el
recogido más arriba.
71
Cfr. PABLO VI, “El catecumenado en la preparación al bautismo”, en El Neocatecumenado en los discursos
de Pablo VI y Juan Pablo II (Madrid 1986) (1ª ed.), p. 18.

72
"Tras un período de estudio de las etapas y de los ritos del Camino Neocatecumenal, durante el cual enviaron
observadores a nuestras celebraciones, y dado que el capítulo IV del OICA extendía el uso del Ordo también a
los bautizados que no habían recibido una catequesis suficiente, la Congregación publicó un documento titulado
Reflexiones sobre el capítulo IV del OICA. En él se establecía qué ritos del catecumenado de los adultos podían
repetirse para revivir el Bautismo y cuáles no. Después de esto fuimos de nuevo convocados, leyeron delante de
nosotros este documento y nos expresaron su alegría y satisfacción por el trabajo que estábamos realizando en la
Iglesia. Y nos dijeron que publicarían en la revista oficial de la Congregación, Notitiae, una nota laudatoria en
latín para toda la Iglesia, para de este modo ayudarnos...Gracias a este hecho se estableció, con la Congregación
del Culto, un diálogo fecundo, que resultará más tarde muy importante para la relación de Pablo VI con el
Camino Neocatecumenal”. Cfr. E. PASOTTI (ed.) El Camino Neocatecumenal según Pablo VI y Juan Pablo II
(Madrid 1995), p. 13.

73
El Informe sobre las CNC fue entregado por Kiko Argüello y Carmen Hernández al Papa Pablo VI en mayo
de 1974. Un año más tarde salió publicado: Le Comunita` Neocatecumenali: Rivista de Vita Spiritualle 2 (1975),
pp. 191-200.
fenómeno menos desde fuera, tener noticias de primera mano, corregir, si fuera
preciso, unas ideas y formular un criterio global sobre las pequeñas
comunidades, como así hizo más tarde el Papa Pablo VI en la Exhortación
Apostólica Evangelii Nunciandi nº 58:

"Serán un lugar de evangelización, en beneficio de las


comunidades más vastas, especialmente de las Iglesias particulares, y
serán una esperanza para la Iglesia universal, como Nos dijimos al final
del Sínodo, en la medida en que:

- buscan su alimento en la Palabra de Dios y no se dejan aprisionar


por la polarización política o por la ideología de moda, prontas a explorar
su inmenso potencial humano;

- evitan la tentación siempre amenazadora de la contestación


sistemática y del espíritu hipercrítico, bajo pretexto de autenticidad y de
espíritu de colaboración;

- permanecen firmemente unidos a la Iglesia local en la que ellas se


insertan, y a la Iglesia universal, evitando así el peligro -muy real- de
aislarse a sí mismas, de creerse, después, la única auténtica Iglesia de
Cristo y, finalmente, de anatemizar a las otras comunidades eclesiales;

- guardan una sincera comunión con los Pastores que el Señor ha


dado a su Iglesia y al Magisterio que el Espíritu de Cristo les ha confiado;

- no se creen jamás el único destinatario o el único agente de


evangelización; esto es, el único depositario del Evangelio, sino que,
conscientes de que la Iglesia es mucho más vasta y diversificada, aceptan
que la Iglesia se encarna en formas que no son las de ellas;

- crecen cada día en responsabilidad, celo, compromiso e


irradiación misioneros;

- se muestran universalistas y no sectarias.

Con estas condiciones, ciertamente exigentes, pero también de


reconocimiento, las comunidades eclesiales de base corresponderán a su
vocación fundamental; escuchando el Evangelio que les es anunciado y
siendo destinatarias privilegiadas de la Evangelización ellas se
convertirán rápidamente en anunciadoras del Evangelio".
La recepción sinodal del fenómeno comunitario surgido en el primer
decenio post-conciliar es positiva como se puede apreciar. El nº 58 reconoce la
existencia de muchas y plurales formas de vida comunitaria, hace un
diagnóstico pastoral de las mismas y señala los límites eclesiales en que deben
situarse dentro de la Iglesia. Este mismo esquema de discernimiento pastoral
seguido por Pablo VI en la Evangelii Nuntiandi, lo van a seguir, a partir de este
momento, obispos y pastoralístas a la hora de acercarse a las distintas realidades
comunitarias.

Síntesis teológico-pastoral

1ª) El Concilio creó la atmósfera que hizo posible la aparición, desarrollo


y reconocimiento de las pequeñas comunidades. Si el Concilio no hubiera
acentuado que allí donde se predica el Evangelio y se celebra la cena del Señor
acontece la Iglesia de Dios, y que "en estas comunidades, aunque sean
frecuentemente pequeñas y pobres o vivan en la dispersión, está presente Cristo,
por cuya virtud se congrega la Iglesia, una, santa católica y apostólica" (LG, nº
26), no habría estado expedito el camino para el reconocimiento de la
comunidad como realización concreta de la Iglesia.

2ª) El fenómeno comunitario postconciliar aparece inmediatamente


después del Vaticano II como un lugar privilegiado de realización de ciertas
exigencias de la conciencia eclesial engendrada por el concilio. Por todas partes
y al mismo tiempo nacen y proliferan grupos de creyentes espontáneos con
diversas denominaciones.

3ª) La aparición de las pequeñas comunidades es la manifestación más


importante de la recepción y realización del Concilio en la Iglesia. En realidad,
el Concilio fue convocado para esto: para devolver al rostro de la Iglesia de
Cristo todo su esplendor, revelando los trazos más simples y más puros de su
origen.

4ª) La importancia de la Catequesis de Adultos y la necesidad de


potenciar la pastoral catecumenal va a ir adquiriendo gradualmente importancia
en toda la Iglesia. La publicación del RICA ayudó a esta toma de conciencia
catecumenal pero sobre todo la constatación de ver "una gran muchedumbre,
hoy día muy numerosa, de bautizados que, en gran medida, no han renegado
formalmente de su bautismo, pero están totalmente al margen del mismo y no lo
viven" (EN, nº 56). El documento que mejor acoge, restaura y aplica el
catecumenado es el Ritual de la Iniciación Cristiana de adultos publicado en
1972.
5ª) La praxis litúrgico-catequética de las Comunidades Neocatecumenales
ayudó a los expertos que estaban trabajando en el RICA a ver el modo de
aplicar prácticamente la pedagogía catecumenal con adultos bautizados pero
insuficientemente formados y necesitados de un proceso continuo de
conversión y maduración de la fe, vivido en pequeñas comunidades, y jalonado
por etapas y ritos.

6ª) Ambos fenómenos postconciliares, la puesta en práctica de


catecumenados en el interior de las parroquias y el surgimiento de pequeñas
comunidades recibieron un tratamiento específico en los documentos eclesiales
del inmediato post-Concilio, y fueron asumidos y reconocidos como verdaderas
concreciones eclesiales del espíritu conciliar y marcos imprescindibles para que
la Iglesia pueda desarrollar la tarea esencial de la evangelización.

3. Segunda etapa: La pastoral catecumenal y pequeñas


comunidades en el decenio crítico (1975-1985)

Desde el punto de vista eclesial los acontecimientos que a lo largo de


esta etapa han tenido lugar a nivel de Iglesia Universal (Sínodos sobre la
Evangelización-1974, sobre la Catequesis-1977, Sínodo Extraordinario-1985;
muerte del Papa Pablo VI y de Juan Pablo I; elección de Juan Pablo II en 1978 y
su presencia en la inauguración de la Asamblea de los obispos latinoamericanos
reunidos en Puebla el año 1979) marcarán una etapa muy rica y decisiva en la
orientación de la pastoral catecumenal y comunitaria para la vida la Iglesia.
Bien pueden llevarnos a definir esta etapa como la de un decenio crítico.

En el primer capítulo de nuestra reflexión, hemos intentado esbozar el


marco eclesial en el que poder situar, entender y comprender el restablecimiento
del catecumenado como institución pastoral de primera necesidad para la Iglesia
postconciliar. Ha sido el Concilio quien pide su restauración, y van a ser los
discernimientos eclesiales hechos en asambleas episcopales de diverso signo
(Celam, Asambleas Sinodales, Sgda. Congregación para el Culto Divino y para
el Clero) las que irán delineando el modo y la forma de introducirlo en la Iglesia
poco a poco.

Por lo que respecta a la catequesis de adultos podemos decir, con palabras


de Jesús López, que "ha ido pasando por diversos momentos: del estado de
abandono al reconocimiento de su prioridad como forma de catequesis;
posteriormente se ha acentuado su inspiración catecumenal y su dimensión
comunitaria"74.

En efecto, el Iº Congreso Internacional de Catequesis, celebrado en


Roma en 1950, deploraba gravemente el estado de abandono en que
generalmente se encontraba la catequesis de adultos, y pedía su eficaz
restauración, acomodada a los nuevos tiempos. Por otra parte, ya hemos visto
cómo en el postconcilio la catequesis de adultos ha ido acentuando su
inspiración catecumenal.

El problema, planteado ya en la II Conferencia General del Episcopado


Latinoamericano (Medellín, 1968), fue recogido en el Directorio General de
Pastoral Catequética: "Muchísimas veces la situación real en que se encuentra
un gran número de fieles pide necesariamente una cierta evangelización de los
bautizados, que precede a la catequesis" (nº 19).

Efectivamente, en el Directorio Catequístico General (1971), la


catequesis de adultos aparece ya reconocida como "la forma principal de
catequesis" (DCG, nº 20). También insistirá en este sentido la Exhortación
Evangelii Nuntiandi, nº 54: "Es preciso profundizar, consolidar, alimentar y
hacer cada día más madura la fe", pues de otro modo, la fe corre el riesgo de
"morir por asfixia o por inanición" (Idem). Y en el Sínodo de la Catequesis
(1977), se dirá que constituye "una de las preocupaciones más constantes de los
padres del sínodo, impuesta con vigor y urgencia por las experiencias que se
están dando en el mundo entero" (CT, nº 43).

Ahora bien, sin menoscabo de este nivel permanente de alimentación,


consolidación, profundización y maduración en la fe, la catequesis de adultos
-como toda catequesis, que encuentra su modelo en el catecumenado bautismal
(MPD, nº 8)- ha ido recuperando su carácter propio, que se sitúa a nivel de
iniciación. Se ha ido acentuando así, en los últimos años, la forma básica o
catecumenal de la catequesis de adultos (DCG, nº 96), entendida tanto en
sentido estricto (para no bautizados) como en sentido amplio (para bautizados
insuficientemente evangelizados).

Asimismo, vamos a asistir, durante esta década al desarrollo de la


dimensión comunitaria de la catequesis. En la comunidad, la catequesis
(especialmente, la catequesis de adultos) encuentra su origen, su lugar y su
meta. En la medida en que, por aproximaciones sucesivas, volvemos a la
comunidad de los Hechos de los Apóstoles (Hch 2, 42-47), encontramos ahí el
lugar originario de la catequesis antigua, que era principalmente catequesis de
adultos.
74
Cfr. JESÚS LÓPEZ, “Pastoral catecumenal y pastorales análogas”, en o. cit., p. 155.
El descubrimiento de la dimensión comunitaria de la fe como sustancial a
la misma experiencia evangélica, abría en el horizonte postconciliar el palpitar
de una nueva época eclesial, marcada por la señal catecumenal y comunitaria 75.
Siendo la Iglesia misterio de comunión vivido en comunidad,
consecuentemente, quedaba por desarrollar a partir del Concilio la dimensión
comunitaria de la catequesis.

Durante el postconcilio, las diversas formas de catequesis de adultos, que


realmente tienen inspiración catecumenal, valoran la importancia del hecho
comunitario para vivir la fe. Tienen, por tanto, también una inspiración
comunitaria que encuentran en el modelo de las primeras comunidades.
Además, conocen las dificultades de los catecúmenos (o cuasi catecúmenos)
para integrarse allí donde no esté reconstruido (o no se esté reconstruyendo) el
tejido comunitario de la Iglesia.

a) En Evangelii nuntiandi (1975)

En diciembre de 1975, el Papa Pablo VI sacaba a la luz la Exhortación


Apostólica Evangelii Nuntiandi. Esta Exhortación tendrá una decisiva
influencia en este decenio de cara a comprender y alentar la evangelización,
como tarea fundamental de la Iglesia.

En el cap. IV, al abordar los Medios de evangelización, la catequesis,


ocupa un papel relevante. Pablo VI señala que "sin necesidad de descuidar de
ninguna manera la formación de los niños, se viene observando que las
condiciones actuales hacen cada día más urgente la enseñanza catequética bajo
la modalidad de un catecumenado para un gran número de jóvenes y adultos
que, tocados por la gracia, descubren poco a poco la figura de Cristo y sienten la
necesidad de entregarse a él" (EN, nº 44).

Más adelante, se apunta a que entre los destinatarios de la evangelización


(cap. V) hay que volver a proponer el primer anuncio también a los bautizados

75
La recuperación de la dimensión comunitaria de toda experiencia cristiana, hace posible que la Iglesia de hoy
recupere su sentido primigenio, llegue a ser fraternidad efectiva y se convierta en un lugar de anuncio gozoso y
de interpelación para todos los hombres. Es necesario para ello, como afirma el P. LIEGE, “que todo bautizado
se oriente hacia las experiencias comunitarias y comprenda que no es facultativa la vida comunitaria a causa del
Evangelio. Son aún demasiados los bautizados que vegetan en la Iglesia, sin integrarse activamente en ella, por
pensar que la vida comunitaria exige una vocación especial y un atractivo particular, si es que no la juzgan puro
esnobismo”. Cfr. Comunidad y comunidades en la Iglesia (Madrid 1978), p. 104. En esta misma dirección de
planteamientos, R. BLÁZQUEZ sostiene que “necesitamos recuperar la verdad de la Iglesia como
congregación, como comunidad... Sin comunitariedad la Iglesia pierde su misma identidad; se difuminan sus
contornos, se generaliza su concreción, se dilapida su fuerza, se afloja su densidad”. Cfr. “Dimensión eclesial
de la identidad cristiana”, en Jesús sí, la Iglesia también (Salamanca 1983), p. 311.
no suficientemente bien catequizados "se está volviendo cada vez más
necesario, a causa de las situaciones de descristianización frecuentes en nuestros
días, para gran número de personas que recibieron el bautismo, pero viven al
margen de la vida cristiana; para las gentes sencillas que tienen cierta fe, pero
conocen poco los fundamentos de la misma; para los intelectuales que sienten
necesidad de conocer a Jesucristo bajo una luz distinta de la enseñanza que
recibieron en su infancia y para otros muchos" (EN, nº 52).

Otros espacios eclesiales especialmente señalados como destinatarios de


evangelización -señala la Exhortación- son las comunidades eclesiales de base.
El Papa Pablo VI considera el fenómeno de la aparición de las pequeñas
comunidades como un signo de los tiempos: "florecen un poco por todas partes
en la Iglesia, según los distintos testimonios escuchados durante el Sínodo"
(EN, nº 58). El Papa Pablo VI hace un pleno reconocimiento eclesial de las
pequeñas comunidades cristianas: son destinatarias de la evangelización y, al
mismo tiempo, evangelizadoras; florecen un poco por todas partes y nacen en el
interior de la Iglesia, para vivir todavía con más intensidad la vida de la Iglesia,
para hacer crecer a la Iglesia. Al mismo tiempo, señalará los criterios para su
discernimiento eclesial: se alimentan de la Palabra de Dios, no son
contestatarias, viven unidas a la Iglesia local y universal, están en sincera
comunión con los Pastores, no se creen el único agente de evangelización,
crecen cada día en compromiso misionero y son universalistas y no sectarias.

b) En Catechesi tradendae (1979)

El Sínodo de la Catequesis vendría a confirmar unánimemente la


conveniencia de los procesos catecumenales (diversos métodos de iniciación a
la vida cristiana) para aquellos que aún no recibieron una adecuada educación
en la fe cristiana: “Nuestra preocupación pastoral y misionera... se dirige a
quienes, a pesar de haber nacido en un país cristiano, e incluso en un contexto
sociológicamente cristiano, nunca han sido educados en su fe y, como adultos,
son verdaderos catecúmenos” (CT, n º 44)76. El Sínodo precisaría, además, que
con esta educación no se trata de adquirir nuevos conocimientos, sino más bien
de una iniciación en una verdadera experiencia comunitaria de la vida cristiana.

El Sínodo del 77 vino a marcar un verdadero jalón en la maduración de


una pastoral catecumenal, que a partir de este momento va a encontrar un
apoyo más madurado y decidido entre los obispos. Esto es lo que sugiere la

76
En esta IV Asamblea General Ordinaria del Sínodo de Obispos se tuvo en cuenta la experiencia del CN en las
parroquias. Así consta expresamente en las intervenciones de los Cardenales Suenens (cfr. Informaciones
Catholiques Internationales nº 520, 15-11-1977, p. 50) y Benelli (cf. Vida Nueva n.º1100, 15-10-1977, p. 1988).
lectura de la Proposición 3077, en la que se invita a: "Suscitar las experiencias
catecumenales, animarlas, promover la coordinación y diálogo entre ellas,
ejercer un necesario discernimiento, establecer los necesarios servicios de
índole diocesana y nacional, facilitar una general toma de conciencia del valor
eclesial de estas instituciones".

Los obispos del Sínodo reconocen en la pastoral catecumenal un gran


servicio a la fe del Pueblo de Dios; por ello, perciben como responsabilidad
propia de los pastores de la Iglesia, ser los primeros impulsores de una
verdadera pastoral catecumenal. A partir de este momento dos serán las líneas-
fuerza que se van a comenzar a destacar: a) por una parte la insistencia en que
toda catequesis ha de tener una inspiración catecumenal, en este sentido D. José
Manuel Estepa, Delegado de la Comisión Episcopal de Enseñanza y Catequesis
y secretario técnico del Sínodo, decía un año después de su celebración, a este
respecto, lo siguiente: "El Sínodo juzgó que los procesos catecumenales tienen
hoy un lugar imprescindible en la iniciación de los cristianos en la fe. Un
proceso educativo eclesial no puede concebirse hoy como un mero proceso
cognoscitivo sino como un itinerario vital, en el que se integran diversas
dimensiones, entre ellas, la dimensión poética"78; b) por otra, la convicción ya
madurada eclesialmente de que el lugar propio de la catequesis es la comunidad
cristiana, es decir la inspiración comunitaria en la que brota y desde la que se
lleva adelante todo proceso catequizador79.

De modo general, la CT destacó la importancia de la comunidad con


relación a la catequesis: "La catequesis corre el riesgo de esterilizarse, si una
comunidad de fe y vida cristiana no acoge al catecúmeno en cierta fase de la
catequesis. Por eso la comunidad eclesial, a todos los niveles, es doblemente
responsable respecto a la catequesis: tiene la responsabilidad de acogerlos en un
ambiente donde puedan vivir, con la mayor plenitud posible, lo que han
aprendido" (nº 24).

77
Cfr. IVª Asamblea del Sínodo de los Obispos (1977), Proposición 30: Actualidad Catequética 96 (enero-
marzo 1980) , pp. 137-138.

78
Cfr. J.M. ESTEPA, La catequesis en nuestro tiempo. Principales líneas de fuerza del Sínodo 77:
Actualidad Catequética, 86 (1978), p. 103.

79
Lo proclamó ya el Sínodo ´77 al declarar que la comunidad es el origen y meta de toda catequesis, y se
convirtió en un leit-motiv constantemente repetido en la década de los ´80. Para el Sínodo ´77 la comunidad
cristiana es donde "los cristianos viven su conciencia clara de unión con Cristo y el Padre en el Espíritu,
escuchan y ponen en práctica la palabra de Dios, celebran su fe, sobre todo en los sacramentos, oran juntos y
viven la fraternidad en el amor, alimentan la conciencia de tener una misión en el mundo, reconocen sus
limitaciones individuales y comunitarias abriéndose a la comunión con las restantes comunidades cristianas de
la Iglesia local y universal". Cfr. IV Sínodo de los Obispos, Mensaje al pueblo de Dios y documentación
complementaria (Proposición 25).
La pequeña comunidad o comunidad eclesial de base aparece en la CT
-sostiene J. López- como uno de los "múltiples lugares, momentos o reuniones
por valorizar", "momentos de gran importancia en que la catequesis encuentra
cabalmente su puesto" (nº 47)80.

En la CT la pequeña comunidad es un lugar de gran importancia


catequética, pero no el lugar principal, como se votó en el Sínodo de la
Catequesis (Proposición 29). El lugar privilegiado corresponde a la parroquia.
Además, la parroquia debe velar "por la integración de distintos grupos en el
cuerpo eclesial" (nº 67). El Sínodo de la Catequesis (1977) reconoció que las
pequeñas comunidades eclesiales ocupan “el lugar principal” en la transmisión
de la fe y que la pequeña comunidad eclesial es la vía ideal para la
transformación progresiva de la parroquia.

Sin duda, el Sínodo de la catequesis había sido más crítico y más


renovador ante la situación actual de la parroquia, peculiar lugar de catequesis,
necesitado de profunda renovación: "De hecho, no pocas parroquias por
diversas razones, están lejos de constituir una verdadera comunidad cristiana.
Sin embargo, la vida ideal para renovar esta dimensión comunitaria de la
parroquia podría ser convertirla en una comunidad de comunidades"81.

c) En Puebla (1979)

Significado especial tendrán, en la III Conferencia episcopal


latinoamericana, las comunidades eclesiales de base, "cuya multiplicación se
hace cada día más necesaria para responder a una evangelización más
personalizante"82. La Conferencia de obispos latinoamericanos en Puebla hace
una evaluación muy positiva de las pequeñas comunidades, después de una
experiencia de más de diez años, los obispos vuelven la mirada al acto fundante
de Medellín y constatan el doble fenómeno de crecimiento numérico y de la

80
Cfr. JESÚS LÓPEZ., Catequesis de adultos y Catechesi Tradendae, diez años después: Sinite 92 (1989), p.
485. Ver también C. FLORISTÁN, El proceso catecumenal en la Catechesi Tradendae: Sinite 92 (1989), pp.
511-517.

81
Cfr. Proposición 29. Según JJ. TAMAYO-ACOSTA las Proposiciones aprobadas por los obispos reunidos
en el IV Sínodo de obispos, referidas a la catequesis y al lugar de las cc. bb. en ella, se mueven en la misma
perspectiva abierta por la Evangelii Nuntiandi: "Se concede gran importancia a las pequeñas comunidades
cristianas para la catequesis. Y, lo que es más importante, se demanda a los obispos que promuevan dichas
comunidades como lugares de catequización, alienten sus valores positivos y su dinamismo, las ayuden a
encontrar su propia misión en la Iglesia local, las doten de medios para desarrollar una catequesis adecuada y
armonicen las pequeñas comunidades con la catequización de la vida de la Iglesia (Proposición 29)". Cfr.
Comunidades de base y la Catechesi Tradendae: Sinite 92 (1989) pp. 502-503.

82
Cfr. IIIª CONFERENCIA GENERAL DEL EPISCOPADO LATINOAMERICANO, La evangelización en
el presente y en el futuro de América Latina. Puebla (Bogotá 1983), (4ª ed.,), nº 111.
madurez de las comunidades de base, que son vistas con alegría y esperanza
para la Iglesia. Ellas, dice Puebla citando a Medellín, "se han convertido en
focos de evangelización y en motores de liberación y desarrollo" (nº 56). Son
presentadas como lugar privilegiado para vivir la fraternidad y como una buena
fuente de donde nacen los ministerios laicales, como presidentes de asambleas,
responsables de comunidades, catequistas, misioneros, etc. La evangelización
en el futuro “reconocerá la validez de la experiencia de las comunidades
eclesiales de base y estimulará su desarrollo en comunión con sus pastores” (nº
155).

Al mismo tiempo, se reconoce que en el diálogo con el hombre de hoy, la


catequesis llega a los adultos "en formas más adecuadas al pueblo sencillo" (nº
629); en concreto, se señala que, las pequeñas comunidades, lejos de formar una
estructura elitista, son "expresión del amor preferente de la Iglesia por el pueblo
sencillo; en ellas se expresa, valora y purifica su religiosidad y se le da la
posibilidad concreta de participación en la tarea eclesial y en el compromiso de
transformar el mundo" (nº 643).

Además del reconocimiento tan explícito de las comunidades de base


como el referido, los obispos latinoamericanos asumieron en la Asamblea de
Puebla el compromiso decidido de "promover, orientar y acompañar a las
comunidades eclesiales de base" (nº 490).

d) El Código de Derecho Canónico (1983)

Siguiendo el Decreto Ad Gentes (nº 14), el Código de Derecho Canónico


de 1983 recoge en unos quince cánones el aspecto jurídico del catecumenado.

En fidelidad al Vaticano II, en el c. 206 encontramos las bases del estatuto


canónico de los catecúmenos. Aunque no hayan recibido el bautismo, están ya
vinculados a la Iglesia y ésta los acoge y considera suyos83.

Sobre la organización del catecumenado tratan los cc.788 y 851:

788.1.- Quienes hayan manifestado su voluntad de abrazar la fe en Cristo,


una vez cumplido el tiempo de precatecumenado, sean admitidos en ceremonias
litúrgicas al catecumenado, e inscríbanse sus nombres en un libro destinado a
este fin.

83
Una aplicación puede verse en los cc. 1170 y 1183. La distinta condición de los fieles cristianos y de los
catecúmenos queda recogida en los cc. 204-205; aunque sería un error interpretar esta distinción que hace el
Código como una distinción meramente disciplinaria.
2.- Por la enseñanza y el aprendizaje de la vida cristiana, los catecúmenos
han de ser convenientemente iniciados en el misterio de la salvación, e
introducidos a la vida de la fe, de la liturgia y de la caridad del pueblo de Dios y
del apostolado.
3. Corresponde a las Conferencias Episcopales publicar unos estatutos
por los que se regule el catecumenado, determinando qué obligaciones deben
cumplir los catecúmenos y qué prerrogativas se les reconocen.
851. Se ha de preparar convenientemente la celebración del bautismo:
1.- El adulto que desee recibir el bautismo ha de ser admitido al
catecumenado y, en la medida de lo posible, ser llevado por los pasos sucesivos
a la iniciación sacramental, según el ritual de iniciación adaptado por la
Conferencia Episcopal y atendiendo a las normas peculiares dictadas por la
misma.

El legislador al comentar estos cánones manifiesta lo siguiente: los


catecúmenos, antes presentes tan sólo en países de misión y ahora, por
desgracia, también en los de vieja cristiandad, son objeto de atención en el
nuevo Código, que esboza un peculiar estatuto jurídico para ellos. Establecidos
los principios fundamentales de su situación en el c. 206, se describe (c. 788)
aquí su ingreso en el catecumenado (estudiado también en el c. 865), al par que
se apuntan (en el c. 865) las exigencias a las que estarán sometidos. El c. 1183
les concede una equiparación a los fieles en lo que se refiere a las exequias (1º).

El nuevo Código no entra, en ningún caso, a considerar la situación de los


cuasi catecúmenos (CT, nº 44).

e) En el Sínodo extraordinario 1985

A los veinte años del Vaticano II, el Papa Juan Pablo II convocó un
Sínodo extraordinario en Roma con la finalidad de "celebrar, verificar y
promocionar el Vaticano II"84. Al ser tratado el tema de la evangelización se
reconoce que "por todas partes en el mundo, la transmisión de la fe y de los
valores morales, que proceden del Evangelio, a la generación próxima (a los
jóvenes) está hoy en peligro. El conocimiento de la fe y el reconocimiento del
orden moral se reducen frecuentemente a un mínimo. Se requiere, por tanto, un
nuevo esfuerzo en la evangelización y en la catequesis integral y sistemática" 85.
Teniendo muy presente, -se afirma- en la Relación Final- que "hay que
promover la propia espiritualidad de los laicos fundada en el bautismo"86. De
ahí, que en otra sugerencia, se pida que "las catequesis, como así lo fueron en el
84
Cfr. SÍNODO 1985. Documentos I.2 (Madrid 1985).

85
Ibid., II, B) a) 2.
comienzo de la Iglesia, deben ser de nuevo el camino que introduzca a la vida
litúrgica (catequesis mistagógicas)"87. Es más, por primera vez en un documento
eclesial de este rango se va a decir expresamente que "la evangelización no
pertenece sólo a la misión en sentido ordinario, es decir, a los gentiles. La
evangelización de los no creyentes presupone la autoevangelización de los
bautizados y también de los mismos diáconos, presbíteros y obispos"88.

El Sínodo de 1985 volvió a subrayar que la eclesiología de comunión es


una idea central y fundamental en los documentos del Concilio, pero esta
eclesiología "no se puede reducir a meras cuestiones organizativas o a
cuestiones que se refieren a meras potestades. La eclesiología de comunión es el
fundamento para el orden de la Iglesia y en primer lugar para la recta relación
entre unidad y pluriformidad"89. Efectivamente, una de las aportaciones más
firmes de esta Asamblea Sinodal, ha sido la de poner en primer plano la Iglesia
como comunión. Va a ser en este contexto, donde el Sínodo retomando lo ya
apuntado por la Evangelii Nuntiandi, afirmará "porque la Iglesia es comunión,
las nuevas comunidades eclesiales de base, así llamadas si verdaderamente
viven en la unidad de la Iglesia, son verdadera expresión de comunión e
instrumento para edificar una comunión más profunda. Por ello dan una gran
esperanza para la vida de la Iglesia (cf. EN 58)"90.

Síntesis teológico pastoral

1ª) Ante el fenómeno creciente de la secularización, la Iglesia va a ir


desbrozando cada vez con mayor nitidez la naturaleza genuina de su misión
evangelizadora, y al mismo tiempo demandando las respuestas pastorales más
necesarias para cada una de las situaciones.

2ª) Los Sínodos dedicados expresamente a la evangelización (1974) y


catequesis (1977) van a ir apuntando a la necesidad, conveniencia y urgencia del
catecumenado post-bautismal. En ambos sínodos se produce un giro
copernicano pastoralmente hablando: se deja de mirar a los niños como los
principales destinatarios de la acción eclesial y pastoral y se señala a los adultos

86
Ibid., II. A) 5.

87
Ibid., II, B) b) 2.

88
Ibidem.

89
Ibid., II, C), 1.

90
Ibid., II, C) 6.
como los destinatarios preferenciales de la misión evangelizadora de la Iglesia y
la catequesis de adultos como la forma principal de toda acción catequética.

3ª) La valoración de la pastoral catecumenal y comunitaria en este


decenio es muy clarificadora en los documentos del Magisterio de la Iglesia. Si
cabe, hay una acentuación más determinante en la potenciación de las
experiencias comunitarias en la base eclesial pero reconociendo que ambas
perspectivas pastorales se implican y mutuamente se reclaman.

4ª) Es muy clarividente que se contemple la evangelización integral


también englobando a todos los bautizados y que se pida la recuperación del
carácter mistagógico en el proceso catequizador.

5ª) Este decenio ha pasado a la historia de la teología pastoral como un


tiempo de asentamiento en los principios más renovadores que tienen en el
Concilio su inspiración: la Iglesia como sujeto evangelizador, la opción y
preocupación de la Iglesia por el pueblo sencillo y más pobre, la restauración
del catecumenado, la importancia de la pequeña comunidad, la centralidad de la
eclesiología de comunión.

4. Tercera etapa: La pastoral catecumenal y pequeñas


comunidades bajo el horironte de la Nueva Evangelización (1985-
1995)

El decenio que va desde la mitad de los años 80 hasta mediados de los


noventas ha tenido y tiene, desde una perspectiva eclesial y pastoral, un mismo
denominador común, el deseo expreso de poner en marcha en toda la Iglesia un
programa orgánico de evangelización para el cual el mismo Papa Juan Pablo II
ha acuñado la expresión de Nueva Evangelización91.

91
El concepto de nueva evangelización fue mencionado y difundido por primera vez por el propio Juan
Pablo II en Puerto Príncipe (Haití), en el discurso dedicado a la celebración del Vº Centenario de la
evangelización de América, precisando ya unos rasgos que en los años posteriores se han ido clarificando con
mayor profundidad. La evangelización a la que Juan Pablo II convoca quiere ser nueva por su ardor, sus
métodos y su expresión. Cfr. JUAN PABLO II, Discurso al CELAM, 9-III-1983: AAS 75 (1983-I) pp. 777-779.
Este concepto comenzó a ser, de forma insistente, el centro de las intervenciones sucesivas del Papa, quien tres
años más tarde, en 1986, en el discurso que dirigiera a los Presidentes de las Conferencias Episcopales de
Europa, ya expondría las razones y los contenidos de la Nueva Evangelización en relación con la situación
espiritual y las necesidades pastorales de Europa. Cfr. Carta a los Presidentes de las Conferencias Episcopales
de Europa, 2-1-1986: AAS 78 (1986), pp. 454-457. Para un estudio, más en profundidad, de la historia,
contenidos y alcance de esta Nueva Evangelización, son interesantes estas obras: FERNANDO SEBASTIÁN
AGUILAR, Nueva evangelización (Madrid 1991), RICARDO BLÁZQUEZ, Iniciación Cristiana y nueva
Evangelización (Bilbao 1992). Muy crítico con la interpretación que hace Fernando Sebastián se muestra
FLORISTÁN, La "nueva evangelización". Ambigüedades y exigencias: Sal Terrae 79 (1991), pp. 879-893..
Si nos acercamos con detenimiento a los documentos de la Iglesia que a
lo largo de este decenio se han ido publicando, descubriremos con facilidad que
la nueva evangelización se ha convertido en el elemento dinamizador y
unificador de la actividad pastoral para la Iglesia misma. Tal es así que, con
palabras de González Dorado, se ha definido esta nueva evangelización "como
el primer proyecto de evangelización orgánica de toda la Iglesia, que pretende
enfrentar desde su misión la nueva situación de humanidad interdependiente y
unificada a nivel planetario"92. En poco tiempo la expresión Nueva
Evangelización se ha convertido en una palabra de moda a la que se asociarán
significados diversos y a veces contrastantes. J. Gevaert distingue cuatro
significados:

1º) Se habla de nueva evangelización simplemente como sinónimo de


catequesis de los adultos. Este término se escucha siempre con simpatía. La fe
de muchos cristianos no resiste hoy a la presión contraria del ambiente y de la
cultura, pues han quedado fijados en el catecismo de la infancia. Por eso hace
falta una nueva evangelización a nivel de adultos.

2º) Hay un segundo modo de usar el término nueva evangelización. Se


refiere a la recuperación de los numerosos bautizados que no sólo no frecuentan
ya con regularidad la Iglesia, sino que incluso se han alejado mucho de la fe.

3º) El tercer modo hace referencia a la empresa de una segunda


evangelización de Europa; recristianizar Europa. Se trata de convertirla de
nuevo en un continente cristiano, superando el pluralísmo, la secularización, el
laicismo, la indiferencia religiosa, el ateísmo.

4º) Y el cuarto modo de hablar sobre la nueva evangelización insiste en


este hecho: ante la profunda crisis de transmisión de la fe a una generación
nueva de cristianos, es necesario plantear la evangelización de un modo diverso
o nuevo (nueva evangelización)93.

Los precedentes de esta expresión de Juan Pablo II están sin duda en la


Asamblea del Sínodo de los Obispos dedicada al tema de la Evangelización en
el año 1974. La Exhortación postsinodal de Pablo VI se acerca mucho a esta
92
Cfr. A. GONZÁLEZ DORADO, Juan Pablo II y la "Nueva Evangelización": Misión Abierta, 5 (1990), p.
39; según González Dorado, "la nueva evangelización es el primer plan de pastoral orgánica de toda la Iglesia",
en: La Nueva Evangelización promotora de la civilización de la solidaridad: Confer (1989), p. 587. Si bien es
cierto que no han faltado voces críticas que han levantado la sospecha de encontrarnos aquí con un programa
pastoral de tipo restauracionísta en el que la vuelta al pasado sea propiciada y alentada, ver J. MARTÍN
VELASCO, La nueva evangelización. Ambigüedades de un proyecto necesario: Misión Abierta (5/1990), pp.
87-97.

93
Cfr. “Nueva Evangelización”, en Primera evangelización (Madrid 1992), pp. 8-11 (contiene una
bibliografía actualizada y abundante con las mejores plumas que han tratado sobre la Nueva Evangelización).
misma expresión cuando habla de "tiempos nuevos de evangelización" (EN, nº
20). En realidad, afirma Fernando Sebastián, "todo el contenido de la admirable
Exhortación Apostólica Evangelii Nuntiandi, posterior a la Asamblea Sinodal de
1974, es ya una introducción y una verdadera fundamentación del concepto y de
la misma consigna pastoral de la nueva evangelización"94.

A lo largo de nuestra exposición, venimos haciendo un recorrido por los


diversos documentos post-conciliares que han puesto el acento en la
evangelización teniendo muy presente que los principales destinatarios de la
misma son los adultos. Las expresiones con que nos hemos encontrado son las
siguientes: re-evangelización, segunda evangelización, autoevangelización y
por último nueva evangelización, que es la fórmula que definitivamente se ha
ido generalizando95. En síntesis podemos afirmar con C. Floristán, que "la nueva
evangelización se orienta a bautizados, sean alejados, no practicantes o
indiferentes, para que personalicen la fe que inconscientemente recibieron con
el sacramento. La segunda evangelización es, pues, acción misionera de la
Iglesia en los países de cristiandad, en relación a los bautizados que viven al
margen de la vida cristiana o tienen una fe, más o menos vaga, sin fundamentos
fe del carbonero o con fundamentos inadecuados (creencias infantiles o
mágicas)"96.

También hemos visto que en esta tarea evangelizadora ha ido adquiriendo


importancia progresivamente en la Iglesia, sobre todo a partir de la publicación
del Ritual de la Iniciación Cristiana de Adultos, la pastoral catecumenal que ha
recuperado la vigencia, actualidad y fecundidad de la institución del
Catecumenado como un método tradicional del que la Iglesia siempre se ha
servido en las épocas de mayor actividad e intensidad misionera y
evangelizadora.

Pues bien, la insistencia en la Nueva Evangelización en este decenio


(1985-1995), como veremos en el análisis que vamos a intentar hacer de esta
tercera etapa de nuestro recorrido histórico, nos va a poner delante, de nuevo, la
urgente necesidad de la pastoral catecumenal y la creciente actualidad de una
pastoral más comunitaria y comunional. Y no puede ser de otra forma -señala
Ricardo Blázquez- porque "la evangelización tiene que ver con los fundamentos
de la existencia cristiana y de la Iglesia. Por este motivo existe connaturalidad
entre iniciación cristiana y nueva evangelización...Iniciación cristiana,
catecumenado, catequesis misionera, actuación apostólica con inspiración

94
Cfr. FERNANDO SEBASTIÁN, Nueva evangelización, p. 21.

95
El alcance del contenido de estas expresiones lo analiza RICARDO BLÁZQUEZ, o. cit., pp. 49-57.

96
Cfr. C. FLORISTÁN, Para comprender el Catecumenado, p. 25.
catecumenal parecen ser los métodos básicos para llevar a cabo la misión
pendiente"97.

En las dos etapas anteriores hemos querido ir señalando la lenta pero


progresiva valoración de las realidades catecumenales y comunitarias en la
Iglesia; en esta 3ª etapa el acento va a estar puesto en impulsar la Nueva
Evangelización. Vamos a detenernos, de nuevo, en aquellos documentos que en
continuidad con otros anteriores, orientan, señalan y apuntan los caminos de la
Nueva Evangelización, para descubrir qué lugar ocupa en ellos las realidades
catecumenales y comunitarias.

Para noviembre de 1985 había convocado el Papa Juan Pablo II un


Sínodo extraordinario con el fin de celebrar, verificar y promocionar el Concilio
Vaticano II, a los 20 años de su clausura.

La convocatoria de este Sínodo propició en toda la Iglesia una corriente


de reflexión en clave de revisión de los grandes logros y también de las lagunas
que la recepción del Concilio había supuesto para la Iglesia. Jornadas de estudio
se multiplicaron en distintos foros y a distintos niveles eclesiales con la
finalidad de analizar la real influencia, inspiración y concreción de las grandes
aportaciones conciliares en las distintas Iglesias locales; la proliferación de
libros y nuevas publicaciones que trataron la recepción del Concilio no se
hicieron esperar y comenzaron a aparecer estudios concienzudamente dedicados
a esta temática.

Dentro de la abundante bibliografía que se publicó este año, una de las


novedades más impactantes del momento fue, sin duda alguna, la aparición de
un libro presentado en forma de entrevista que tenía como principal
protagonista al cardenal Joseph Ratzinger98, Prefecto, desde 1982, de la Sagrada
Congregación para la Doctrina de la Fe, y que llevaba por título Informe sobre
la Fe. Las afirmaciones que en él se vertían trataban de las cuestiones más
candentes y controvertidas en la Iglesia, de ahí que la lectura que hiciera el
cardenal tuviera real influencia en los acontecimientos de la vida eclesial de este
momento.

La tesis que expone el cardenal Ratzinger en esta obra es que una de las
raíces de la crisis por las que atraviesa la Iglesia está en la eclesiología: "Aquí
está el origen de buena parte de los equívocos o de los auténticos errores que
amenazan tanto a la teología como a la opinión común católica"99. En cambio,
97
Ibid., p. 17.

98
Cfr. JOSEPH RATZINGER/VITTORIO MESSORI, Informe sobre la fe (Madrid 1985).

99
Ibid., p. 53.
junto a esta crisis, señala el cardenal, "lo que a lo largo y ancho de la Iglesia
universal resuena con tonos de esperanza -y esto sucede justamente en el
corazón de la crisis de la Iglesia en el mundo occidental- es la floración de
nuevos movimientos que nadie planea ni convoca y surgen de la intrínseca
vitalidad de la fe. En ellos se manifiesta -muy tenuamente, es cierto, algo así
como una primavera pentecostal en la Iglesia. Pienso, por ejemplo, en el
Movimiento carismático, en las Comunidades Neocatecumenales, en los
Cursillos, en el Movimiento de los Focolari, en Comunión y Liberación, etc"100.

La valoración que hace Ratzinger de estos nuevos movimientos es


confiadamente positiva: "La intensa vida de oración presente en estos
Movimientos no implica un refugiarse en el intimismo o un encerrarse en una
vida privada. En ellos se ve simplemente una catolicidad total e indivisa. La
alegría de la fe que manifiestan es algo contagioso y resulta un genuino y
espontáneo vivero de vocaciones para el sacerdocio y la vida religiosa". Y no
oculta las dificultades que plantean:"Nadie ignora, sin embargo, que entre los
problemas que estos nuevos movimientos plantean está también el de su
inserción en la pastoral general: lo asombroso es, que todo este fervor, no es el
resultado de planes pastorales oficiales ni oficiosos, sino que en cierto modo
aparece por generación espontánea. La consecuencia de todo ello es que las
oficinas de programación -por más progresistas que sean, no atinan con estos
movimientos, no concuerdan con sus ideas. Surgen tensiones a la hora de
insertarlos en las actuales formas de las instituciones, pero no son tensiones
propiamente con la Iglesia jerárquica como tal".

El cardenal Ratzinger mira con optimismo estas nuevas realidades y


piensa que está forjándose una nueva generación de Iglesia para la que pide
"mantenerle abiertas las puertas, disponerle el lugar"101.

Esta obra de Ratzinger, las reflexiones en profundidad hechas por los


obispos en diversos foros y a distintos niveles eclesiales, la celebración del
Sínodo Extraordinario de 1985 y las sucesivas Asambleas ordinarias de obispos
celebradas en esta década (1985-1995) nos van a ir dando la verdadera medida
del nivel de valoración de las realidades comunitarias y catecumenales. Y, todo

100
Ibid., p. 50.

101
No deja de sorprender el paralelismo entre la lectura que hacer Ratzinger de este fenómeno postconciliar
que es el de la aparición de los nuevos movimientos y el que hiciera Mons. Bugnini en 1974 con respecto a las
CNC: "Todo Concilio -afirma Ratzinger-, para que resulte verdaderamente fructífero, debe ir seguido de una
floración de santidad. Así sucedió después de Trento, que precisamente gracias a esto pudo llevar a cabo una
verdadera reforma. La salvación de la Iglesia viene de su interior" (Ibid., p. 49). "Todas las reformas en la
Iglesia -afirmaba Bugnini- han aportado nuevas iniciativass y promovido nuevas instituciones, que han realizado
los objetivos de la renovación. Así sucedió después del Concilio Trento; y no podía suceder ahora de otro
modo...Un ejemplo excelente de esta renovación se encuentra en las Comunidades Neocatecumenales...".
ello enmarcado en un gran programa global de pastoral que hemos denominado
de Nueva Evangelización.

a) En el VI Simposio de los Obispos de Europa (1985)

El VI Simposio de los Obispos de Europa se reúne en Roma 7-11 de


octubre bajo la presidencia del cardenal Basil Hume, presidente del Consejo de
las Conferencias Episcopales Europeas, y con el tema Secularización y
evangelización en Europa hoy102. Una de las Ponencias más destacadas por la
influencia que iba a tener en la Asamblea Sinodal extraordinaria a celebrar un
mes más tarde fue la del arzobispo de Malinas-Bruselas, cardenal Danneels103.

En esta Ponencia hay un profundo discernimiento sobre la situación


religiosa en Europa para diagnosticar las raíces del ateísmo que la invade: "el
diagnóstico sobre el ateísmo de nuestro mundo occidental, permaneciendo muy
grave y alarmante, no se encuentra, sin embargo, sin salida ni sin esperanza"
-afirma Danneels-, para quien urge una segunda evangelización que llegue al
corazón de los hombres seducidos por un ateísmo práctico, al que define como
"entorpecimiento espiritual..Este ateísmo práctico no es un sistema para pensar,
ni una filosofía ni una religión mundana. Se aproxima más bien a un vacío
espiritual, que cada vez más, en nuestra época, se convierte en la única
alternativa de la fe"104.

En esta urgente necesidad de evangelización que está reclamando el


continente europeo, señala el cardenal Danneels el papel decisivo que juegan y
van a jugar los grupos pequeños, entre los que enumera los "grupos de oración,
grupos de renovación; neocatecumenado; comunidades carismáticas o de otra
clase, aparición de nuevos grupos religiosos fuera de los monasterios y de las
congregaciones religiosas clásicas, etc"105. Según el cardenal en estos grupos es
donde se está realizando un trabajo verdaderamente misionero, kerygmático, de
anuncio directo, explícito, ad extra: "aparte de algunos grupos aislados como la
102
Fue tratado ampliamente en Ecclesia, nº 2.242.

103
Cfr. cardenal DANNEELS, Evangelizar la Europa secularizada: Ecclesia, nº 2.251, pp. 28-41. Al
cardenal Danneels se le encargó la Relación Final del Sínodo-1985.

104
Ibid., p. 31.

105
Ibid., p. 39. Sin embargo, no parece tener muy claro el cardenal "¿cómo encontrar la articulación entre
estos grupos y las estructuras clásicas de la Iglesia que son las parroquiass y los movimientos? ¿Cómo
revitalizarlos? El interrrogante queda abierto. ¿Es verdad que los pequeños grupos de renovación de la vida
cristiana no podrán alcanzar su madurez y su objetivo sino en el momento en el que consigan insertarse en la
parroquia para devolverle impulso y vida? ¿Es necesario desplazar el centro de nuestra actividad evangelizadora
y hacer la opción de los pequeños grupos o de las agrupaciones o movimientos espirituales nuevos?" (ibidem).
Legión de María y ciertas comunidades de renovación, el neocatecumenado y
los cursillos, se hace muy poco en momento actual para anunciar a Cristo a los
que están lejos"106.

El cardenal Danneels denuncia en esta Ponencia que "la evangelización


en Europa hoy día parece sufrir una especie de desequilibrio: El de la
dosificación del Kerygma y de la didaché"107, de ahí la urgencia por "encontrar
nuevos lugares para la primera evangelización, el Kerigma. Tenemos necesidad
de nuevos métodos y de nuevos tipos de evangelizadores porque la mayor parte
de los catequizandos, sigue afirmando el cardenal, no tienen fe o en muy
pequeña medida. Su primera evangelización (el kerygma) está todavía por
hacer. Por ello, sería necesario que en la situación actual (en la escuela, en la
parroquia, en los diferentes ambientes de vida o de trabajo) se crearan lugares y
momentos del primer anuncio, los cuales nos faltan" 108. Todos -cristianos y no
bautizados- tienen necesidad del Kerygma en nuestra cultura secularizada"109.
Esta necesidad de acometer un renovado impulso en la evangelización de
Europa viene urgido, además, por la aparición de un fenómeno preocupante: las
Sectas; para el cardenal Danneels, Europa empieza a ser un "continente barrido
por las sectas"110, y solicita con urgencia "estudiar el fenómeno de las sectas y
obtener las conclusiones de su éxito (aún cuando efímero)"111. Entre los
desafíos y enfoques pastorales que este Documento señalará como importantes
se encuentra el de fomentar el sentido comunitario de la Iglesia: "Casi todas las

106
Ibid., p. 40.

107
Ibidem.

108
Por primer anuncio el Cardenal entiende “el anuncio directo -abrupto- del Kerygma, como Cristo y los
apóstoles -sobre todo Pablo- lo predicaron. Es el anuncio directo del misterio salvífico de Cristo -su muerte y su
resurrección. Así lo hizo Pedro el día del primer Pentecostés. Esta predicación lleva a los oyentes directamente a
la crisis: suscita necesariamente una reacción, como la de los judíos tras el anuncio hecho por Pedro: Hermanos,
¿qué debemos hacer? (Hch. 2,37). Ante una predicación de este tipo, uno sólo puede responder con un sí o un
no. Este método de evangelización, que podemos llamar directo, abrupto, Kerygmático, es tanto más
indispensable cuanto raro resulta en nuestra época.

109
Cfr. GODFRIED DANNEELS, La Iglesia de la "segunda" evangelización: Communio (Julio-
Agosto 1986), p. 337.

110
"Se encuentran, entre nosotros, las sectas, cuya difusión ha sorprendido a los observadores de los últimos
años. Con la superabundancia y la vitalidad de una vegetación tropical, dichas sectas han invadido Europa".
Ibid., p. 36.

111
Ibidem. Esta misma preocupación venían manifestando ya las diversas Conferencias Episcopales de todo
el mundo. El Secretariado del Vaticano para la Unidad de los Cristianos envió en febrero de 1984 un
Cuestionario a las Conferencias Episcopales y a estructuras semejantes, con la intención de recibir
informaciones e indicaciones dignas de confianza para poder presentar un Informe sobre el tema. Este informe
progresivo, basado en las respuestas (más o menos de 75 CE) y en la documentación recibida hasta octubre de
1985 salió publicado al año siguiente: SECRETARIADO PARA LA UNIDAD DE LOS CRISTIANOS, Sectas
o nuevos movimientos religiosos. Desafíos pastorales (Madrid 1986).
respuestas piden una revisión (al menos en muchas situaciones locales) del
tradicional sistema parroquial comunitario, una búsqueda de objetivos
comunitarios, que sean más fraternos, más a medida de hombre, más adaptados
a las condiciones de vida de las personas; más comunidades eclesiales de base:
constituyendo comunidades de fe, amor (calor, aceptación, entendimiento,
reconciliación, intimidad, fraternidad), y esperanza; comunidades que celebren,
comunidades que oren, comunidades misioneras: que vayan adelante y den
testimonio; comunidades abiertas y que quieran ayudar a personas con
problemas especiales: divorciados y vueltos a casar, marginados"112.

Muy en sintonía con el tenor de esta Ponencia, fue el discurso113 que Juan
Pablo II dirigió a todos los participantes al Simposio el 11 de octubre al ser
recibidos en audiencia privada. En él les recuerda que "Europa, a la que hemos
sido enviados, ha experimentado tales y tantas transformaciones culturales,
políticas, sociales y económicas, que plantean el problema de la evangelización
en términos totalmente nuevos"114; para el Papa los cambios que se han
producido son de tal magnitud que "plantean el desafío más radical que la
historia ha conocido en el cristianismo y en la Iglesia"115, y están pidiendo "una
nueva síntesis creativa entre el Evangelio y vida"116, que, entre otras cosas,
reclama un nuevo tipo de evangelizador: "Para esta sublime misión de conseguir
que florezca una nueva edad de evangelización en Europa -afirma Juan Pablo
II-, se requiere hoy evangelizadores particularmente preparados. Son
necesarios heraldos del Evangelio expertos en humanidad que conozcan a fondo
el corazón del hombre de hoy, participen de sus alegrías y esperanzas, angustias
y tristezas, y al mismo tiempo sean contemplativos enamorados de Dios. Para
esto se necesitan nuevos santos. Los grandes evangelizadores de Europa han
sido los santos"117.

El Papa hablará en este discurso de que hay que volver al modelo


apostólico primero. "Para realizar una eficaz labor de evangelización debemos
volver a inspirarnos en el primerísimo modelo apostólico. Dicho modelo,
fundamental y paradigmático, lo contemplamos en el Cenáculo: los Apóstoles
están unidos y perseverantes con María en espera de recibir el don del Espíritu.
Sólo con la efusión del Espíritu comienza la obra de la Evangelización. El don
112
Ibid., p. 46.

113
Cfr. JUAN PABLO II, Europa debe recordar siempre sus raíces cristianas: Ecclesia, nº 2.242, pp. 8-13.

114
Ibid., p. 8.

115
Ibidem.

116
Ibid., p. 9.

117
Ibid., p.11.
del Espíritu es el primer motor, la primera fuente, el primer soplo de la auténtica
evangelización. Es necesario, pues, comenzar la evangelización invocando el
Espíritu y buscando donde sopla el Espíritu (cfr. Jn 3,8)"118.

b) En Christifideles laici (1989)

En 1987 tuvo lugar la celebración de la VII Asamblea general ordinaria


de Obispos119, dedicada a reflexionar sobre el papel de los seglares en la Iglesia
y en el mundo.

El Papa tardó más de un año en publicar la esperada exhortación


apostólica postsinodal. Juan Pablo II hizo público el 30 de enero de 1989 un
extenso documento120, que lleva fecha de 30 de diciembre de 1988 121. La
exhortación Christifideles laici es un texto de 64 números que recoge el
contenido de las proposiciones de la Asamblea sinodal122.

De esta decisiva Asamblea, por lo que a la doctrina sobre la vocación


cristiana en general se refiere, vamos a detenernos solamente en resaltar cómo
aparecen en el documento recogidas estas tres notas fundamentales: la
resonancia en la exhortación de la Nueva Evangelización, la eclesiología de
comunión, y la valoración de las pequeñas comunidades y del catecumenado
postbautismal.

118
Para el Papa Juan Pablo II "algunos síntomas de este soplo del Espíritu están ciertamente presentes hoy en
Europa. Para encontrarlos, sostenerlos y desarrollarlos será necesario a veces abandonar esquemas atrofiados
para marchar allí donde comienza la vida, donde vemos que se producen frutos de vida según el Espíritu (cfr.
Rom. 8)". Y, apunta algunos criterios de discernimiento: "Se encuentran generalmente allí donde Cristo y el
amor por Cristo está unido con la conciencia y la vida eclesial; allí donde la Iglesia, como María, es venerada y
acogida como Madre". Ibid., p. 13.

119
Se celebró en el Vaticano del 1 al 30 de octubre.

120
"Un vademécum, un compendio rico y completo de la doctrina del Concilio Vaticano II sobre la identidad,
la vocación y la misión de los seglares..." en expresión del cardenal Pironio en el acto de presentación de la
exhortación Christifideles laici (YA, 31-1-1989, p. 1, en que se dice que "es el documento más largo firmado
nunca por un Papa si se exceptúan los textos conciliares").

121
El texto oficial latino salió publicado en AAS 81 (1989), pp. 393-521. Nosotros manejaremos la edición
castellana: JUAN PABLO II, Christifideles laici. Los fieles laicos, (Madrid 1989).

122
En efecto, de las 224 notas de la exhortación, 45 de ellas, esto es, un quinto, el 20% corresponden a citas
de las Proposiciones. Y monseñor Schotte se expresaba en la presentación del documento en estos términos: "Al
final de la Asamblea sinodal, acogiendo este deseo, el Santo Padre se comprometió a preparar un texto que diese
voz al mismo Sínodo, respetando los derechos de autor. Todo el texto demuestra que el Santo Padre ha sido fiel
a esta promesa: se ha tomado en el documento el contenido de proposiciones, salvadas algunas exigencias
estilísticas y de desarrollo ideológico, citándolas en su formulación exacta, total o parcialmente, o resumiendo
su esencia en un contexto más amplio". Cfr. YA, 31-1-1989, p. 2.
A estas tres notas, hay que añadir, además, que esta será la segunda
ocasión en que Kiko Argüello interviene en una Asamblea sinodal invitado
como auditor laico. Su aportación se verá recogida en el contenido del nº 61 al
hablar de la importancia del catecumenado postbautismal en la formación de los
adultos.

Dentro del Cap. III, que se centra en la corresponsabilidad de los fieles


laicos en la Iglesia-misión, encontramos las claves desde las que el documento
habla de la nueva evangelización. Ante la situación de "indiferentismo, de
secularismo, de ateísmo y de progresiva difusión de las sectas", afirma el Papa,
la Iglesia tiene "que dar hoy un gran paso adelante en su evangelización; debe
entrar en una nueva etapa histórica de su dinamismo misionero", y señala la
finalidad a la que debe apuntar: "esta nueva evangelización está destinada a la
formación de comunidades eclesiales maduras" (nº 34). Al tiempo valora la
presencia de matrimonios y familias en esta obra de evangelización: "Se dan
también matrimonios cristianos que, a imitación de Áquila y Priscila (cf. Hech.
18; Rom 16,3s) están ofreciendo un confortante testimonio de amor apasionado
a Cristo y a la Iglesia mediante su presencia activa en tierras de misión" (nº
35)123.

Toda la exhortación está vertebrada dentro de la eclesiología de comunión


tan resaltada por la II Asamblea general extraordinaria 124, que de nuevo retoma
la VII ordinaria125. A la luz de esta eclesiología hay que leer lo que se dice en la
exhortación en relación con las pequeñas comunidades eclesiales: "Dentro de
algunas parroquias, sobre todo si son extensas y dispersas, las pequeñas
comunidades eclesiales presentes pueden ser una ayuda notable en la formación
de los cristianos, pudiendo hacer más capilar e incisiva la conciencia y la
experiencia de la comunión y de la misión eclesial" (nº 61). Es muy importante
que dentro de este número dedicado a los lugares y medios de formación de los
fieles cristianos se haya resaltado la importancia de las pequeñas comunidades y
también del catecumenado postbautismal: "Puede servir de ayuda también,
como han dicho los Padres sinodales, una catequesis postbautismal a modo de
123
"El Capítulo III, La corresponsabilidad de los fieles laicos en la Iglesia-misión (nn. 32-34), no se ocupa
de los movimientos, aunque puede descubrirse su huella en determinadas actividades que el Santo Padre anima
o elogia. Así, por ejemplo, el testimonio misionero de matrimonios (n. 35) puede ponerse en relación con la
experiencia llevada a cabo por familias de comunidades neocatecumenales (Cf. G. GENNARINI, Il ruolo della
famiglia cristiana nell´annuncio del Vangelo oggi: L´osservatore Romano, 31-7-1987, p. 5; JUAN PABLO II,
Homilia en la Misa en el Centro Siervo de Yahvé, de Porto San Giorgo (30-12-1988): L´Osservatore romano,
ed. castellana, 8-1-1989, pp. 7-8" Cfr. JESÚS BOGARÍN DÍAZ, Los movimientos eclesiales en la VII Asamblea
General Ordinaria del Sínodo de Obispos, pp. 83-84.

124
"La eclesiología de comunión es el fundamento para el orden de la Iglesia y en primer lugar para la recta
relación entre unidad y pluriformidad". Cfr. SÍNODO 1985, II, C), I.

125
La prop. 2 sugería la posibilidad de que el documento papal fuera redactado a la luz de la eclesiología de
la comunión.
catecumenado, que vuelva a proponer algunos de los elementos del Ritual de la
Iniciación Cristiana de Adultos, destinados a hacer captar y vivir las inmensas
riquezas del bautismo ya recibido" (Idem).

Por otra parte, el Sínodo también recoge la definición de nueva parroquia


como comunidad de comunidades en el Mensaje al Pueblo de Dios (nº 10) 126. En
la exhortación se deja sentir este deseo de ir a una decidida renovación de las
parroquias, para lo cual propone, siguiendo a la prop. 11, una adaptación según
la flexibilidad que permite el nuevo Código de Derecho Canónico y el recurso a
las "pequeñas comunidades eclesiales de base, también llamadas comunidades
vivas". En el capítulo II (nº 26) se habla de las C.E.B. en las parroquias,
mientras que en el Capítulo V (nº 61) se alude a todas las pequeñas
comunidades intraparroquiales127.

El tema de los nuevos movimientos fue el tema estelar en el Sínodo, el


principal motivo de reflexión y discusión128. Los movimientos aparecen en el
contexto de la eclesiología de comunión. A través de la comunión, los carismas
y la participación en la diócesis y en la parroquia, el Papa va acercándose a los
movimientos eclesiales hasta desembocar en ellos en los números 29-31. El
tema de su discernimiento abrió en el Aula Sinodal una motivada y tensa
discusión, fruto de la cual ha hecho posible que la exhortación nos ofrezca los
criterios para la aceptación de su eclesialidad. El Documento final recoge
algunas afirmaciones del cardenal Suquía sobre la necesidad de discernimiento
para evitar la dispersión de fuerzas y la esterilidad de los dones espirituales.
Sus cinco criterios de discernimiento (la confesión de la fe cristiana, sentido de
pertenencia a la Iglesia, obediencia a los pastores, frutos de santidad, edificar la
Iglesia de esta generación) están, tal cual, recogidos en el texto (nº 30)129.

126
"Vemos con alegría que la parroquia se convierte en comunidad de comunidades cuando es ella el
epicentro de las comunidades eclesiales de base y de los demás grupos y comunidades que la dinamizan y, a la
vez, se nutren de ella". Cfr. Mensaje de los padres sinodales al Pueblo de Dios, nº 10: Vida Nueva, Núm.
1.606/7 (7/14 noviembre 1987), p. 69.

127
No sigue, en cambio, el Papa al Sínodo en animar la transformación de la parroquia en comunidad de
comunidades. No se encuentra esta expresión en la exhortación.

128
"En el Sínodo se enfrentaban dos concepciones diferentes. Una, basada en una eclesiología de la Iglesia
universal, defendía la razón de ser de estos grupos desde su aprobación por Roma y desde su existencia en la
universalidad de la Iglesia; otra, más basada en una eclesiología de las Iglesias locales en comunión, afirmaba la
necesidad del discernimiento de tales grupos y comunidades desde la concreta pastoral diocesana". Cfr. JULIO
A. RAMOS, Teología pastoral, p. 310.

129
Entre los obispos presentes en el Sínodo que se pronunciaron en relación al tema de los Movimientos, se
encuentran Mons. Felipe Fernández García, Hay que canalizar y articular el dinamismo de los movimientos
laicales: Vida Nueva Núm 1.606/7 (14 noviembre 1987), pp. 49-50; el Cardenal Aloisio Lorscheider, Ninguna
asociacion o movimiento pude encerrarse en sí mismo, en este mismo número, en la página 51; Cardenal Carlo
María Martini, Ante las nuevas asociaciones, la principal tarea es el discernimiento, (p. 55).
Por lo que respecta a las CNC, ni los iniciadores de las mismas (Kiko y
Carmen), ni tampoco sus integrantes, se consideran un movimiento130. Aunque
en este equívoco incurren frecuentemente obispos y teólogos, ni los iniciadores
del Camino Neocatecumenal, ni los párrocos que están viviendo al interior de
sus parroquias este itinerario de Iniciación Cristiana con adultos bautizados, se
comprenden a sí mismos como un movimiento.

Ya en 1972, los mismos párrocos y responsables de las CNC de Roma


afirmaban en relación con el Neocatecumenado que estaban viviendo lo
siguiente: "No es un grupo espontáneo, ni una asociación; no es un movimiento
de espiritualidad, ni un grupo selecto dentro de la parroquia. Es un camino
vivido en régimen de pequeñas comunidades formado por personas de edad,
condición social, mentalidad y cultura diferentes, que, dentro de la actual
estructura de la parroquia y en comunión con el obispo reviven el bautismo"131.
En todo caso, la intervención de Kiko Argüello en el circulo menor en el que
participó, como hemos visto, no trató directamente de los movimientos, sino
que su propuesta era en favor de la instauración en las parroquias de un
catecumenado postbautismal que quedaría reflejada en la prop. 11 y en el nº 61
de la exhortación.

c) En Redemptoris missio (1991)

Esta Carta encíclica de Juan Pablo II132 no viene precedida de la


celebración de una Asamblea sinodal de obispos. Su oportunidad la explica el
mismo Papa en la Introducción. No es otra que poner de manifiesto la
permanente validez del mandato misionero: "El presente Documento se propone
una finalidad interna: la renovación de la fe y de la vida cristiana. En efecto, la
130
Las CNC no habían participado hasta entonces en encuentros de movimientos ni habían querido
reconocerse como tal, sin embargo, al ser el término movimientos, el más usado en los trabajos sinodales,
también las mismas CNC aparecían englobadas bajo esta denominación, que sigue siendo bastante imprecisa y
confusa. Para un estudio más pormenorizado del alcance de la terminología empleada en la Asamblea Sinodal
ver JESÚS BOGARÍN., art. cit., pp. 91-96.

131
Cfr. CENTRO NEOCATECUMENAL DIOCESANO, Resucitó. Cantos para las Comunidades
Neocatecumenales (5ª ed.). Madrid 1985, p. 3. Kiko Argüello, en su intervención en la VI Asamblea general
ordinaria del Sínodo, (21-octubre de 1983) declaró que "el neocatecumenado no es un movimiento, en el
sentido que siempre hasta ahora se ha dado a esta palabra, sino que es un tiempo para llevar a la gente a
redescubrir su fe, que les lleve a ser miembros vivos de la iglesia local, la parroquia y la diócesis", en El
Neocatecumenado.., p. 231. Sin embargo, y a pesar de esta insistencia en dejar claro que el CN no es un
movimiento, los estudios que seguían apareciendo lo consideraban como tal: "Los movimientos en la actualidad
de la Iglesia: contribuciones de Comunión y Liberación, Focolares, Renovación Carismática,
Neocatecumenales": Communio (Julio-Agosto 1986), pp. 443-445; P. CORDES, Nouveaux mouvements
sprituels dans l´Eglise: Nouvelle Revue Théologique, 109/1 (1987), pp. 46-65: Le Chemin du néo-catéchumenat
(p. 52).

132
Cfr. JUAN PABLO II, Redemptoris missio (Madrid 1991).
misión renueva la Iglesia, refuerza la fe y la identidad cristiana, da nuevo
entusiasmo y nuevas motivaciones. ¡La fe se fortalece dándola!. La nueva
evangelización de los pueblos cristianos hallará inspiración y apoyo en el
compromiso por la misión universal". Esta necesidad de publicar una carta-
encíclica sobre las misiones, venía a responder, por otra parte, a "las numerosas
peticiones de un documento de esta índole; disipar dudas y ambigüedades sobre
la misión ad gentes...; promover las vocaciones misioneras...; dar nuevo
impulso a la misión..."133.

Esta carta-encíclica es un precioso documento, desde el comienzo hasta


al final está teñido de un ardiente celo misionero. El Papa está convencido que
"Dios abre a la Iglesia horizontes de una humanidad más preparada para la
siembra evangélica. Preveo que ha llegado el momento de dedicar todas las
fuerzas eclesiales a la nueva evangelización y a la misión ad gentes. Ningún
creyente en Cristo, ninguna institución de la Iglesia puede eludir este deber
supremo: anunciar a Cristo a todos los pueblos"134.

Sin embargo, y a pesar, de que la mirada del documento esté puesta en la


misión ad gentes, el Papa tiene muy en cuenta otras situaciones, las que se dan
"especialmente en los países de antigua cristiandad, pero a veces también en las
Iglesias más jóvenes, donde grupos enteros de bautizados han perdido el sentido
vivo de la fe o incluso no se reconocen ya como miembros de la Iglesia,
llevando una existencia alejada de Cristo y de su Evangelio. En este caso es
necesaria una nueva evangelización o reevangelización (nº 32)".

La valoración del fenómeno comunitario también aparece reflejado en el


documento: "las comunidades eclesiales de base (conocidas también con otros
nombres) están dando prueba positiva como centros de formación cristiana y de
irradiación misionera" (nº 51). La lectura que hace de las mismas es muy
ponderada y concisa: "Se trata de grupos de cristianos a nivel familiar o de
ámbito restringido, los cuales se reúnen para la oración, la lectura de la
Escritura, la catequesis, para compartir los problemas humanos y eclesiales de
cara a un compromiso común. Son un signo de vitalidad de la Iglesia,
instrumento de formación y de evangelización, un punto de partida válido para
una nueva sociedad fundada sobre la civilización del Amor". Y, la articulación
de estas con la parroquia aparece, equilibradamente, así presentada: "Estas
comunidades descentralizan y articulan la comunidad parroquial a la que
permanecen siempre unidas; se enraízan en ambientes populares y rurales,
convirtiéndose en fermento de vida cristiana, de atención a los últimos, de
compromiso en pos de la transformación de la sociedad".
133
Ibid., p. 15.

134
Ibid., p. 16.
Por último, este número hace una decidida defensa también de la
comunitariedad de la fe: "en ellas cada cristiano hace una experiencia
comunitaria, gracias a la cual también él se siente elemento activo, estimulado a
ofrecer su colaboración en las tareas de todos. De este modo, las mismas
comunidades son instrumento de evangelización y de primer anuncio, así como
fuente de nuevos ministerios, a la vez que, animadas por la caridad de Cristo,
ofrecen también una orientación sobre el modo de superar divisiones,
tribalismos y racismos".

Si la valoración del fenómeno comunitario es altamente positiva, no lo es


tanto, en el documento, la presentación de la institución pastoral fundamental en
una evangelización misionera como es el catecumenado, y eso que fue en este
campo de la misión ad gentes, donde se pidió su instauración. Echamos de
menos, en esta carta-encíclica, un apartado dedicado al catecumenado como
institución pastoral de una Iglesia misionera y las posibilidades que abre el
Ritual de la Iniciación Cristiana de Adultos, de ahí que, a nuestro juicio, el nº
46 dedicado a tratar la relación entre conversión y bautismo aparezca un tanto
descompensado.

En continuidad con el Concilio (AA, nº 10) y con las exhortaciones


apostólicas Evangelii nuntiandi, nnº 70-73 y Christifideles laici, nº 33, en los
que aparece fundamentada la vocación misionera de los cristianos laicos en los
sacramentos de la iniciación cristiana y por los dones del Espíritu Santo, el
documento Redemptoris missio hace ya un reconocimiento explícito de la labor
que los cristianos laicos vienen desempeñando en el campo misionero: "En los
tiempos modernos no ha faltado la participación activa de los misioneros laicos
y de las misioneras laicas. ¿Cómo no recordar el importante papel desempeñado
por éstas, su trabajo en las familias, en las escuelas, en la vida política, social,
cultural y, en particular, su enseñanza de la doctrina cristana? Es más, hay que
reconocer -y esto es un motivo de gloria- que algunas Iglesias han tenido su
origen, gracias a la actividad de los laicos y de las laicas misioneros" (nº 71).

Para terminar, también nos encontramos en este documento con una


buena valoración de los movimientos eclesiales: "Recuerdo, como novedad
surgida en no pocas Iglesias, el gran desarrollo de los movimientos eclesiales,
dotados de dinamismo misionero. Cuando se integran con humildad en la vida
de las Iglesias locales y son acogidos cordialmente por obispos y sacerdotes en
las estructuras diocesanas y parroquiales, los movimientos representan un
verdadero don de Dios para la nueva evangelización y para la actividad
misionera propiamente dicha. Por tanto, recomiendo difundirlos y valerse de
ellos para dar nuevo vigor, sobre todo entre los jóvenes, a la vida cristiana y a la
evangelización, con una visión pluralista de los modos de asociarse y de
expresarse" (nº 72).

d) En la Asamblea para Europa del Sínodo de los Obispos (1991)

La caída del muro de Berlín (1989) y el derrumbamiento progresivo del


comunismo en los países del Este, con la correspondiente apertura -en libertad-
hacia el mundo occidental, estaban en el transfondo de la convocatoria que el
Papa Juan Pablo II hiciera para tener una Asamblea Especial para Europa en el
marco del Sínodo de los Obispos a celebrar en Roma (del 28 de noviembre al 14
de diciembre de 1991)135.

Los objetivos de la Asamblea sinodal quedaron concretados en cinco


apartados: 1º) agradecer y celebrar la libertad de los pueblos y las iglesias de
Europa; 2º) favorecer la comunicación y el conocimiento entre todas las Iglesias
europeas; 3º) dar lugar a un intercambio de dones y ayudas mutuas; y 4º)
reflexionar juntos sobre las principales necesidades pastorales de Europa
(Nueva Evangelización)136.

Efectivamente, en esta Asamblea se analizó en profundidad el significado


de la nueva evangelización de Europa. Los obispos del Este pusieron de
manifiesto la convicción de que "en algunas partes del continente y, sobre todo,
entre las nuevas generaciones, la fe cristiana es casi desconocida a causa de una
sistemática propaganda atea, o en general, el proceso de secularización ha
llegado tan lejos que la evangelización debe recomenzar casi de nuevo"137; pero
también, para los obispos del resto de Europa, comenzaba a ser evidente que
"allí donde la presencia de la Iglesia es todavía fuerte, sólo una minoría

135
"En los umbrales del tercer milenio, Europa está viviendo acontecimientos extraordinarios, a través de los
cuales tocamos con la mano el amor y la misericordia de Dios Padre hacia todos los hombres, sus hijos. Por ello,
el Santo Padre Juan Pablo II ha querido convocar esta Asamblea Especial del Sínodo de los Obispos para
Europa, a fin de que, después de tantos años de forzada separación, obispos del Este, del Centro y del Oeste de
Europa pudieran, en comunión colegial con él y entre sí, reflexionar sobre el alcance y las consecuencias de esta
hora histórica para Europa y para la Iglesia". Así comienza el Preámbulo del Documento que lleva por título
Somos testigos de Cristo que nos ha liberado. Cfr. Ecclesia Núm 2.559 (21 de diciembre de 1991), p. 8. (En
adelante citaremos este Documento por la paginación de la revista). El Papa Juan Pablo II, señalará en el
Discurso de la clausura de esta Asamblea que "el Sínodo de los Obispos europeos está, en definitiva, motivado
por la circunstancia del ya cercano año 2.000: El final del segundo milenio y el comienzo del tercer milenio de
la historia de la Humanidad después de Cristo. Del segundo milenio, distintamente del primero, el cristianismo
sale dividido, pero deseoso de una nueva unidad". Cfr. La verdad sobre el hombre, hilo conductor del Sínodo:
Ecclesia Núm. 2.559 (21 de diciembre de 1991), p. 17.

136
Ver el estudio que hizo un testigo cualificado de este Sínodo: FERNANDO SEBASTIÁN, Una asamblea
sinodal para impulsar la evangelización de Europa: Ecclesia Núm 2.564 (25 de enero 1992), pp. 25-38.

137
Cfr. Somos testigos de Cristo que nos ha liberado, p. 9.
participa plenamente en la vida eclesial, al mismo tiempo que se puede percibir
un alejamiento profundo a nivel más general -entre fe y cultura, fe y vida" 138. La
respuesta, en ambos casos, pasa por ofrecer nuevamente a los hombres y a las
mujeres de Europa el mensaje liberador del Evangelio, afirman los obispos. Se
ha de impulsar una Nueva Evangelización139, que no podrá llevarse a cabo, dicen
los obispos, "si no invitamos a tomar parte activamente en esta tarea a todos los
cristianos conscientes de la propia vocación profética"140.

Entre los caminos de la Nueva Evangelización que se señalan, siguiendo


la línea de Christifideles laici, 29, hay una decidida apuesta por las parroquias:
"Para devolver vitalidad a la Iglesia son particularmente importantes las
parroquias, que siguen siendo instrumentos fundamentales de la vida y de la
misión de la Iglesia y deben ser renovadas y fortalecidas a la luz del Evangelio",
y también por "las asociaciones y los nuevos grupos de fieles laicos, que han
florecido especialmente en concomitancia con el acontecimiento conciliar"141. El
Capítulo II del Documento que lleva por título Centro vital y caminos de la
Nueva Evangelización, nos ofrece ya una sistematizada reflexión sinodal de la
nueva evangelización de Europa, incorporando todo cuanto el magisterio había
venido diciendo hasta el momento.

Mons. Fernando Sebastián en las reflexiones postsinodales que hace de


esta Asamblea y del Documento final de la misma, indica algunas aplicaciones
para España, partiendo de un diagnóstico pastoral inicial ciertamente realista.
Una de sus afirmaciones centrales es la siguiente:

"Contamos con una mayoría de bautizados poco evangelizados,


poco convertidos, poco formados, poco activos, que sin embargo,
tenemos que seguir atendiendo con afecto y solicitud. Tenemos unos
cuadros pastorales ya en declive biológico, algo cansados, un poco
desconcertados, sobrecargados de trabajo en muchos casos y poco
experimentados en una pastoral comunitaria y misionera"142.

Reconoce también que existen en la Iglesia española realidades eclesiales


de talante evangelizador que no están siendo del todo bien aprovechadas:
138
Ibidem.

139
"La nueva evangelización debe ser, pues, profundamente misionera y llegar no solamente a aquellos
individuos o a aquellos grupos que están ya enraizados en el corazón de la Iglesia, sino también a aquellos que
la miran desde lejos, no raras veces con escepticismo o, sin más, con sentido de rechazo". Ibid., p. 12.

140
Ibid., p. 11.

141
Ibid., p. 12.

142
Cfr. FERNADO SEBASTIÁN, Una Asamblea Sinodal para impulsar la Evangelización de Europa, p. 38.
"Contamos con movimientos e instituciones vigorosas, pero no
acabamos de entendernos y de poner en marcha unas cuantas líneas de
trabajo comunes, armoniosas y estables"143.

Y, termina señalando, la urgente necesidad de poner en marcha una


pastoral de conversión y evangelización en la Iglesia española, que lleve a:

"La renovación interior de las personas y de las comunidades


cristianas, en la piedad, en la vida sacramental y litúrgica, en la
conversión y en la formación, en la preparación de cristianos con nuevo
estilo, comunitario, participativo, responsable, apostólico y misionero,
libres de desconfianzas intraeclesiales y de timideces sociales o
culpabilidades históricas. Con ello será indispensable la renovación de
nuestro servicio de solidaridad y caridad hacia los pobres, los
inmigrantes, los enfermos, los marginados de todas las clases"144.

e) El Catecismo de la Iglesia Católica (1992)

Una de las características más sobresalientes del Catecismo de la Iglesia


Católica145 es la presentación dinámica que hace de la vida cristiana. El Papa
Juan Pablo II afirma que "el contenido es expresado con frecuencia de una
forma nueva, con el fin de responder a los interrogantes de nuestra época"146.

Como es sabido, el contenido del Catecismo viene dividido en cuatro


partes: el Credo, la Sagrada Liturgia, con los sacramentos en primer plano; el
obrar cristiano, expuesto a partir de los mandamientos, y, finalmente, la oración
cristiana147. En la segunda parte dedicada a la Celebración del misterio cristiano
nos encontramos con los nnº 1229-1245, en los que se describe La celebración
del Sacramento del Bautismo. Es importante señalar cómo el aspecto dinámico,
143
Ibidem.

144
Ibidem.

145
Cfr. ASOCIACIÓN DE EDITORES DEL CATECISMO: Catecismo de la Iglesia Católica (Madrid 1992).
Para una aproximación en profundidad al contexto y contenidos del Catecismo, ver OLEGARIO GONZÁLEZ
DE CARDEDAL-JUAN ANTONIO MARTÍNEZ CAMINO (Eds), El catecismo posconciliar (Madrid 1993).

146
Cfr. Constitución Apostólica Fidei Depositum, en Catecismo de la Iglesia Católica, p. 10.

147
"Las cuatro partes se articulan entre sí: el misterio cristiano es el objeto de la fe (primera parte); es celebrado
y comunicado en las acciones litúrgicas (segunda parte); está presente para iluminar y sostener a los hijos de
Dios en su obrar (tercera parte); es el fundamento de nuestra oración, cuya expresión privilegiada es el
Padrenuestro, que expresa el objeto de nuestra petición, nuestra alabanza y nuestra intercesión (cuarta parte)".
(Ibidem).
de crecimiento en la vida cristiana, está presente en el Nuevo Catecismo. He
aquí, dos ejemplos:

"Para llegar a ser cristiano hace falta, desde el tiempo de los


Apóstoles, un camino y una iniciación con diversas etapas.
Este camino puede ser recorrido rápida o lentamente..." (nº
1229).

"Por su misma naturaleza el Bautismo de los Niños necesita


un catecumenado postbautismal. No se trata solamente de la
necesidad de una instrucción posterior al bautismo, sino del
desarrollo de la gracia bautismal en la persona" (nº 1231)148.

Como se puede apreciar en ambos textos, se está operando con una


compresión de la gracia bautismal totalmente renovada. La gracia bautismal es
concebida, no como una realidad estática, sino más bien dinámica. Su misma
naturaleza requiere y exige un desarrollo, un camino gradual y progresivo. "Los
grupos que han hecho el esfuerzo de penetrar el espíritu del nuevo ritual
-escribe M. Dujarier- y de ponerlo en práctica conocen por experiencia todo el
bien que sacan no sólo los catecúmenos, sino también las comunidades
cristianas mismas. A partir de ahora salimos de una especie de concepción
automática del bautismo para entrar en una pastoral de plazos, o mejor una
pastoral de itinerarios. El sacramento no es algo que hay que recibir para estar
tranquilo y quedarse allí, sino una etapa en una vida de fe que no ha terminado
nunca de crecer y de renovarse"149.

Se habla aquí de catecumenado post-bautismal en la misma línea que lo


hiciera el Papa Pablo VI en las dos ocasiones en que se dirigió oficialmente a
los miembros de las Comunidades Neocatecumenales:

"Sabemos que en vuestras comunidades os esforzáis todos


juntos en comprender y desarrollar las riquezas de vuestro
Bautismo y sus consecuencias por vuestra pertenencia a
Cristo. Tal empeño os lleva a daros cuenta de que la vida
cristiana no es otra cosa que una coherencia, un dinamismo
148
"Quizá podría haber recogido aquel criterio sobre las fechas de celebración en la Vigilia Pascual y
Pentecostés que recogía el Catecismo Romano: Especialmente oportunos pueden ser los días en que la santa
Iglesia acostumbra a administrar el bautismo con extraordinaria piedad y solemnidad -el Sábado Santo y la
Vigilia de Pentecostés- sin excluir las demás ocasiones que pueden presentarse para ello (CR 347-348). ¿No
hubiera estimulado este criterio a poner en práctica el catecumenado postbautismal". Cfr. D. BOROBIO, Los
sacramentos en el "Catecismo de la Iglesia Católica": Phase 194 (1993), p. 111.

149
Cfr. M. DUJARIER, Iniciación cristiana de adultos, p. 203. Para este teólogo, el Camino Neocatecumenal ha
venido a recuperar para la Iglesia la mentalidad de la iniciación gradual y progresiva que en buena parte había
desaparecido de la pastoral sacramental, ver Breve Historia del Catecumenado, pp. 153-157.
permanente que deriva del hecho de haber aceptado estar con
Cristo y prolongar su presencia y su misión en el mundo.
Vivir y promover este despertar es considerado por
vosotros como una forma de catecumenado post-bautismal,
que podrá renovar en las comunidades cristianas de hoy
aquellos efectos de madurez y de profundización que en la
Iglesia primitiva eran realizados en el período de preparación
al Bautismo.
Vosotros lo hacéis después: el antes o después, diría, es
secundario"150.
"La palabra catecumenado hace referencia al Bautismo.
Catecumenado era el período de preparación al Bautismo.
El Bautismo, ahora, no tiene ya, por lo menos difusa y
didácticamente, este desarrollo. Entonces éstos dicen:
bien, lo haremos después del Bautismo. No ha sido
suficiente la gracia santificante. Es más: la gracia
santificante no ha hecho más que encender un fuego, que
debe ser después luz, que se propague durante la vida. San
Agustín hace una referencia a esto. ¿No podemos
anticipar? Hagamos después el Catecumenado, es decir, la
instrucción, la educación, la madurez, todo el arte
educativo de la Iglesia, después del Bautismo.
He aquí pues, el renacer de la palabra catecumenado,
que, ciertamente, no quiere invalidar, ni disminuir, la
importancia de la disciplina bautismal vigente, sino que la
quiere aplicar con un método de evangelización gradual e
intensivo, que recuerda y renueva, en cierto modo, el
catecumenado de otros tiempos. El que ha sido bautizado
necesita comprender, pensar de nuevo, apreciar y decir
amén a la inestimable riqueza del Sacramento recibido"151.

Estos textos nos permiten descubrir el alcance de lo apuntado en los nnº


1229-1231 del Nuevo Catecismo y nos sitúan en el horizonte para la
comprensión pastoral de los mismos.

f) En Santo Domingo (1992)


150
Para conocer el texto íntegro del discurso que el Papa dirigió el día 8 de mayo de 1974 al grupo de sacerdotes
y laicos de las comunidades neocatecumenales llegados a Roma de muchas diócesis de Italia y de otros países
para un encuentro sobre el tema de la Evangelización en el mundo contemporáneo, que iba a ser examinado en
la Asamblea de Obispos. Cfr. Notitiae, julio-agosto 1974, p. 230.

151
Este segundo discurso fue pronunciado en la Audiencia General del miércoles 12 de enero de 1977. Cfr. L
´Osservatore romano, (13 de enero).
Hemos visto ya cómo para la encíclica Redemptoris missio (nº 30), el
proyecto pastoral de la Nueva Evangelización consiste en dar un nuevo impulso
a la actividad misionera de la Iglesia. Los obispos latinoamericanos van a
encontrar en este programa pastoral de la nueva evangelización el punto de
partida para sus reflexiones con motivo de la conmemoración del Vº Centenario
de la Evangelización de América, durante la celebración de la IV Conferencia
del CELAM, que tuvo lugar en Santo Domingo (República Dominicana) los
días del 12 al 28 de octubre de 1992. El Episcopado de América del Sur se
centró en el tema de la nueva evangelización en relación a dos componentes
principales: la promoción humana y la cultura cristiana152.
Las Conclusiones de la IV Conferencia General están divididas en tres
partes: Jesucristo, evangelio del Padre, Jesucristo evangelizador viviente en su
Iglesia (la parte central y más extensa). La segunda parte se compone de tres
capítulos (la nueva evangelización, la promoción humana y la cultura cristiana.
Y, la tercera parte, que es la más breve, expone esquemáticamente las líneas
pastorales prioritarias de la Iglesia Latinoamericana.

Siguiendo el hilo de nuestra investigación, nos detendremos en ver cómo


aparece recogido en este documento la preocupación por las realidades
catecumenales y comunitarias.

Como hemos apuntado, la reflexión de los obispos latinoamericanos


encontró en el programa de la Nueva evangelización la vertebración para su
propuesta pastoral global: "Animados por el Espíritu Santo -afirman los
obispos- nos disponemos a impulsar con nuevo ardor una nueva evangelización,
que se proyecte en un mayor compromiso por la promoción integral del hombre
e impregne con la luz del evangelio las culturas de los pueblos
latinoamericanos" (nº 1).
152
Cfr. IV CONFERENCIA GENERAL DEL EPISCOPADO LATINOAMERICANO, Santo Domingo:
Nueva evangelización, promoción humana, cultura cristiana (Madrid 1993). El Documento de Santo Domingo
va a suponer una ruptura en el modo de enfrentarse a las cuestiones pastorales, por parte del Episcopado
latinoamericano. Ha supuesto un giro y una opción por un método de reflexión más kerigmático que
sociológico, como punto de partida. Y, este cambio se produjo para salir del estancamiento en que estaban los
debates y las intervenciones de los obispos durante la celebración de esta IV Conferencia del CELAM. He aquí
el relato de lo acontecido y el golpe de timón que se operó en la Asamblea: "El tono, sin embargo, cambió
radicalmente en la cuarta jornada de la semana pasada, cuando el cardenal LUCAS MOREYRA NEVES,
primado del Brasil, propuso un golpe de timón ante el entrampamiento de los debates y de las intervenciones
inconexas...La propuesta de Moreyra Neves fue la siguiente: reemplazar el tradicional método ver, juzgar,
actuar utilizado en Medellín y Puebla -y empleado también en el vapuleado documento de trabajo-, por el que
sugiere implícitamente el Papa Juan Pablo II en su discurso inaugural. Este esquema proponía, en vez de
comenzar por el análisis de la realidad, hacerlo con un preámbulo fuertemente cristológico. En otras palabras,
esto significaba que el tema de la opción por los pobres, que para el sector radicalizado debía ser el eje central
del documento final, quedaba plenamente vigente, pero integrado a una de las partes, la de promoción
humana...". LUCIANO MENDES DE ALMEIDA, presidente de la Conferencia Episcopal Brasileña, y con gran
influencia en el sector liberacionista, tomó la palabra, inesperadamente, para apoyar la moción de su
compatriota...". Cfr. Cambio total en la propuesta del documento final: Vida Nueva nº 1865 (24 de octubre de
1992), p. 6.
Más adelante se dirá, que "la nueva evangelización tiene como finalidad
formar hombres y comunidades maduras en la fe y dar respuesta a la nueva
situación que vivimos, provocada por los cambios sociales y culturales de la
modernidad...La nueva evangelización tiene la tarea de suscitar la adhesión
personal a Jesucristo y a la Iglesia de tantos hombres y mujeres bautizados que
viven sin energía el cristianismo, han perdido el sentido vivo de la fe o incluso
no se reconocen ya como miembros de la Iglesia, llevando una existencia
alejada de Cristo y de su evangelio (RMi 33)" (nº 26). De hecho, se dirá en el
documento que "los bautizados no evangelizados sean los principales
destinatarios de la nueva evangelización..." (nº 97)153.

Entre las líneas pastorales a potenciar que proponen los obispos


latinomericanos para llevar adelante la Nueva evangelización, entre los fieles
laicos, se encuentran las siguientes:

- "acentuar una catequesis kerigmática y misionera" (nº 49)154. Esta


catequesis, -afirman los obispos- "ha de tener un itinerario
continuado que abarque desde la infancia hasta la edad adulta,
utilizando los medios más adecuados para cada edad y situación".

- Convertir la parroquia en una "comunión orgánica y misionera, para


que sea una red de comunidades" (nº 58). Se pide expresamente
"renovar las parroquias a partir de estructuras que permitan
sectorializar la pastoral mediante pequeñas comunidades eclesiales en
las que aparezca la responsabilidad de los fieles laicos" (nº 60), y que
se "ratifique la validez de las comunidades eclesiales de base
fomentando en ellas un espíritu misionero y solidario y buscando su
integración con la parroquia, con la diócesis y con la Iglesia universal,
en conformidad con las enseñanzas de Evangelii nuntiandi (cf EN
55)" (nº 63)155.
153
Los obispos tienen claro que "la mayor parte de los bautizados no han tomado aún conciencia plena de su
pertenencia a la Iglesia. Se sienten católicos, pero no Iglesia. Pocos asumen los valores cristianos como un
elemento de su identidad cultural y por lo tanto no sienten necesidad de un compromiso eclesial y
evangelizador. Como consecuencia, el mundo del trabajo, de la política, de la economía, de la ciencia, del arte,
de la literatura y de los medios de comunicación social no son guiados por criterios evangélicos. Así se explica
la incoherencia que se da entre la fe que dicen profesar y el compromiso real en la vida". Cfr. Santo Domingo, nº
96.

154
La nueva evangelización nos exige "formar en una fe que se haga vida, iniciándola con el anuncio del
kerigma a los que están en el mundo descristianizado y promoviéndola con el testimonio alegre de auténticas
comunidades de fe en las que nuestros laicos vivan el significado de los sacramentos" (nº 156).

155
Esta misma visión pastoral se pedirá para combatir el desafío de las sectas, "que la Iglesia sea cada vez
más comunitaria y participativa y con comunidades eclesiales, grupos de familias y círculos bíblicos,
movimientos y asociaciones eclesiales, haciendo de la parroquia una comunidad de comunidades" (nº 142); y,
para responder al "desafío de la masificación de las grandes ciudades", dicen los obispos latinoamericanos que
- Potenciar los "movimientos y asociaciones de Iglesia. Como
respuesta a las situaciones de secularísmo, ateísmo e indiferencia
religiosa y como fruto de la aspiración y necesidad de lo religioso, el
Espíritu Santo ha impulsado el nacimiento de movimientos y
asociaciones de laicos que han producido ya muchos frutos en
nuestras iglesias" (nº 102).

Síntesis teológico-pastoral

1ª) Se va a caracterizar este decenio 1985-1995 por los agudos y


profundos diagnósticos sobre la situación de la sociedad y de la Iglesia
(cardenales Ratzinger y Daennels; Mons. Fernando Sebastián), y sobre el
creciente fenómeno del secularísmo y la necesidad y urgencia de acometer una
evangelización en profundidad que dé respuestas a los desafíos, o en palabras
del Papa Juan Pablo II, una Nueva Evangelización: Para realizar una eficaz
labor de evangelización debemos volver a inspirarnos en el primerísimo modelo
apostólico.

2ª) Europa ha experimentado tales y tantas transformaciones culturales,


políticas, sociales y económicas, que plantea el problema de la evangelización
en términos totalmente nuevos. En palabras del mismo Juan Pablo II, los
cambios que se han producido son de tal magnitud que platean el desafío más
radical que la historia ha conocido en el cristianismo y en la Iglesia. El proceso
de secularización ha llegado tan lejos que la evangelización debe recomenzar
casi de nuevo (Sínodo ´91).

3ª) La Iglesia debe entrar en una nueva etapa histórica de su dinamismo


misionero. Esta evangelización está destinada a la formación de comunidades
eclesiales maduras y a los bautizados que han perdido el sentido vivo de la fe o
incluso no se reconocen ya como miembros de la Iglesia, llevando una
existencia alejada de Cristo y de su Evangelio.

4ª) Para acometer esta empresa de la Nueva Evangelización, el Señor ha


preparado una primavera pentecostal que son los nuevos movimientos. Para el
Papa Juan Pablo II, los movimientos representan un verdadero don de Dios para
la nueva evangelización y para la actividad misionera propiamente dicha.

hay que "multiplicar las pequeñas comunidades, los grupos y movimientos eclesiales, y las comunidades
eclesiales de base..." (nº 259). La valoración en conjunto que se hace en el documento acerca de la realidad de
las pequeñas comunidades es altamente positiva: "La práctica de pequeñas comunidades pastoralmente bien
asistidas constituye un buen medio para aprender a vivir la fe en estrecha comunión con la vida y con
proyección misionera" (nº 48).
5ª) Sin embargo, esta apuesta decidida por alentar y potenciar los
movimientos eclesiales va a producir un cierto desplazamiento de la línea
pastoral hasta ahora seguida. Por un lado, la preocupación por encontrar los
criterios de discernimiento eclesial de dichos movimientos va a ocupar mucho
tiempo en la reflexión pastoral de este decenio. Y, por otra parte, se va a dejar de
insistir en la importancia del catecumenado y de las pequeñas comunidades, de
tal forma que el punto de mira dejará de estar centrado en la parroquia, para
empezar a estar centrado en los movimientos eclesiales. Durante este decenio,
pues, vamos a asistir a un desplazamiento a la hora de valorar las realidades
catecumenales. Se va a poner el acento más en los nuevos movimientos, que sí
están respondiendo con verdaderos procesos de inspiración catecumenal en sus
itinerarios de formación. Pero no se avanza en la voluntad pastoral de concretar
el estatuto de identidad del catecumenado. Aunque se reconoce que la mayor
parte de los catequizandos no tienen fe o en muy pequeña medida (Cardenal
Danneels), que grupos enteros de bautizados han perdido el sentido vivo de la fe
o incluso no se reconocen ya como miembros de la Iglesia, que para la
formación de los fieles cristianos puede servir de ayuda una catequesis
postbautismal a modo de catecumenado que vuelva a proponer algunos de los
elementos del Ritual de la Iniciación Cristiana de Adultos, destinados a hacer
captar y vivir las inmensas riquezas del bautismo recibido, que los bautizados
no evangelizados sean los primeros destinatarios de la nueva evangelización.

6ª) El aprecio y respaldo pastoral a las pequeñas comunidades cristianas


va a ser reiteradamente puesto de manifiesto. Para el Cardenal J. Ratzinger la
alegría de la fe que manifiestan es algo contagioso y resulta un genuino y
espontáneo vivero de vocaciones para el sacerdocio y la vida religiosa. Según el
Cardenal Danneels en estas comunidades eclesiales se está realizando un trabajo
verdaderamente misionero, kerygmático, de anuncio directo, explícito. En el
Sínodo sobre los laicos se hace una valoración positiva de las pequeñas
comunidades eclesiales. Son una ayuda notable en la formación de los
cristianos, pudiendo hacer más capilar e incisiva la conciencia y la experiencia
de la comunión y de la misión eclesial. También el Papa en Redemptor missio
señala el papel protagonista que las pequeñas comunidades están llamadas a
desempeñar en la Nueva Evangelización, desarrollan el primer anuncio y son
fuente de nuevos ministerios. Y en la Asamblea de Santo Domingo se pedirá que
las parroquias se renueven a partir de estructuras que permitan sectorializar la
pastoral mediante pequeñas comunidades eclesiales en las que aparezca la
responsabilidad de los fieles laicos.

5. Cuarta etapa: la pastoral catecumenal y las pequeñas


comunidades desde la clave de la Iniciación Cristiana (1995-2008)
Nos vamos a encontrar en el final del segundo milenio, con la necesidad
de dotar a los nuevos movimientos de unas configuraciones jurídicas que les
permitan superar las tensiones propias de una etapa incipiente, de crecimiento y
de maduración que obligaba a los pastores a buscar el modo de inserción de
estos movimientos en las iglesias locales, preguntarse qué estatuto jurídico
protegía la identidad y la naturaleza carismática de los mismos, cómo superar
las tensiones entre el servicio institucional y el servicio carismático156.
Por todo ello, los pronunciamientos que a lo largo de este decenio se van
a producir en forma de alocuciones, documentos, congresos de reflexión,
jornadas de comunicación, comunión y celebración... van a ser determinantes
para encontrar el modo de insertar armónicamente en la comunión157 la inmensa
riqueza que aportan los nuevos movimientos y las nuevas realidades a la vida de
la Iglesia.
a) Juan Pablo II, Vigilia de Pentecostés (1996)

Juan Pablo II había invitado constantemente a sus hermanos en el


episcopado a otorgar espacio y confianza a las nuevas comunidades y
movimientos. Con este fin retomó su mensaje la vigilia de Pentecostés de
1996158 , citándose expresamente a sí mismo, y apeló a ellos con una cierta
impaciencia para que se decidieran por fin a tomar en serio esta preocupación
suya. Sus palabras abrirán un tiempo nuevo para la acogida y la aceptación de
los movimientos eclesiales en el interior de la Iglesia.

El Papa pone su confianza, de nuevo en ellos y espera su colaboración:


AUno de los dones del Espíritu en nuestro tiempo, es ciertamente el
florecimiento de los movimientos eclesiales, que desde el inicio de mi
Pontificado continúo indicando como motivo de esperanza para la Iglesia y para
los hombres. Ellos ´son un signo de la libertad de formas, en los que se realiza
la única Iglesia, y representan una segura novedad que sigue esperando ser

156
Cfr. Dentro de la pedagogía de la comunión, nuestros obispos ya habían pedido que “hace falta un mayor
conocimiento mutuo y apertura de todos y se debe evitar la contraposición entre Parroquia y movimientos o de
movimientos entre sí, ya que todos expresan la riqueza del Espíritu y entre todos hacen posible una Iglesia con
más vitalidad”. Cfr. Una Iglesia esperanzada, nº 50. Para una comprensión teológico-pastoral de la relación
“Parroquia-Movimiento” , ver estos excelentes trabajos: Cardenal J. RATZINGER, “Los movimientos eclesiales
y su lugar teológico”, en Convocados en el camino de la fe (Madrid 2004), pp. 181-208; ARTURO
CATTANEO, I movimenti ecclesiali: aspetti ecclesioloci: Annales theologici 11 (1997), pp. 401-427; de este
mismo autor, su ponencia: La relación entre Parroquia y los movimientos eclesiales en la XXI Asamblea
Plenaria (24-28 noviembre 2004) organizada por el Consejo Pontificio para los laicos: Zenit (22 diciembre
2004).

157
Cfr. Cardenal J. RATZINGER, “Presentación de la Carta Communionis notio”, en AA. VV., El misterio de la
Iglesia y la Iglesia como comunión (Madrid 1994), pp. 101-103.
158
El Papa abrió la gran misión urbana de Roma con la vigilia de Pentecostés en la Plaza de San Padreo (25 de
mayo de 1996) en preparación al Gran Jubileo. Cfr. L´Osservatore romano 6 (27/28 mayo 1996).
adecuadamente comprendida en toda su positiva eficacia para el Reino de Dios
a la obra en el hoy de la historia` (Insegnamenti, VII/2 [1984], 696).

En el marco de las celebraciones del Gran Jubileo, sobre todo las del año
1998, dedicado de forma particular al Espíritu Santo y a su presencia
santificadora dentro de la comunidad de los discípulos (cf. Tertio millennio
adveniente 44), cuento con el testimonio y con la colaboración de los
movimientos. Confío en que ellos, en comunión con los pastores y en unión con
las iniciativas diocesanas, querrán llevar al corazón de la Iglesia su riqueza
espiritual, educativa, misionera, como preciosa experiencia y propuesta de vida
cristiana@.

Este discernimiento autorizado del ministerio petrino tiene si cabe, más


relevancia por cuanto en estos años se seguía, en no pocos sectores de la iglesia,
tildando a estos movimientos de sectas debido en parte a que su inserción en la
comunión eclesial no estaba siendo fácil159. ACon frecuencia -afirma Carlos
García Andrade- se escuchan voces críticas, acusaciones, descalificaciones... En
el caso de los movimientos, las críticas suelen recaer en algunos rasgos que
juzgados quizá de manera superficial, dan pie a una asimilación con un
fenómeno muy problemático, también actual, como son las sectas@160. Algunos
autores llegaron a calificar a los mismos movimientos en dos tendencias
radicales161, en una se situarían los neomísticos162 y en otra los neomilitantes, los

159
Para J. LOSADA Aeste distanciamiento del Pueblo y la desconfianza respecto de los movimientoses uno de
los mayores problemas pastorales que tienen planteado los obispos@. en Los AMovimientos@ dentro de la Iglesia:
Sal Terrae 1989, n1 79, p. 44; Cfr. P.J. CORDES, Los nuevos grupos eclesiales. Indicaciones para la pastoral
ordinaria, en Communio 17 (1995), pp. 570-584. La revista Sal Terrae dedicó el número correspondiente al mes
de abril de 1996 a los nuevos movimientos eclesiales. Para la comprensión de los movimientos eclesiales dentro
de las diócesis, ver R. BLÁZQUEZ, “La Iglesia Particular y los nuevos movimientos”, en Catecumenado en la
Iglesia, pp. 53-78. Y, para los aspectos canónicos que reclama su inserción, ver M. PIÑERO CARRIÓN, El
fenómeno asociativo actual en la Iglesia: movimientos eclesiales atípicos o canónicamente no sistematizados:
Salmanticensis 1987, y L. MARTÍNEZ SISTACH, “Los movimientos y asociaciones de fieles y la Iglesia
Particular” en: XXI Semana Española de Derecho Canónico. El laicado en la Iglesia (Salamanca 1989), pp.
123-142.

160
Ibid., p. 130. En este artículo, muy ponderado, al final se dirá que Arespecto de su vinculación con el
fenómeno de las sectas, me parece un juicio injusto@ (ib., p. 140). Ver del SECRETARIADO PARA LA
UNIDAD DE LOS CRISTIANOS, Sectas o nuevos movimientos religiosos. Desafíos pastorales (Madrid
1986). Para un acercamiento al fenómeno histórico del surgimiento de los movimientos, ver FIDEL
GONZÁLEZ, Los movimientos en la historia de la Iglesia. Y, para un conocimiento de los grandes movimientos
eclesiales actuales: P. J. CORDES, Signos de esperanza (Madrid 1998).

161
Cfr. AUGUSTO GUERRA, Movimientos en la Iglesia de hoy, en Revista de Espiritualidad, t. 52 (1993), pp.
257-283.

162
Los movimientos neomísticos son los preferidos por la Jerarquía, entre estos están: Opus Dei, Comunión y
Liberación, Focolarini, Comunidades Neocatecumenales (Ibid., p. 269). Y cita como comprobación de esta
preferencia los libros de J. RATZINGER, Informe sobre la fe. (Madrid 1986), p. 50; y J.P. CORDES, Los
nuevos movimientos eclesiales, en Pastoral Misionera, n1 164 (1989), pp. 57-58.
primeros serían los preferidos de la jerarquía. Otros, en cambio, piden que se
les apoye sin reservas y se les acoja con confianza163.
En todo caso, cuando aquí hablamos de movimientos eclesiales 164, nos
referimos a formas agregativas de participación en la vida y la misión de la
Iglesia, que se denominan movimientos, grupos, comunidades, asociaciones...
Hay que respetar la forma como cada realidad se designa a sí misma. La
calificación nuevos indica una connotación cronológica -han surgido en los
últimos decenios- y sobre todo unas características que los diferencian de los
movimientos de Acción Católica, de las agrupaciones nacidas en el ámbito de
las familias religiosas, de los institutos seculares, de las cofradías, etc. Nada
tienen que ver, por tanto, con los llamados nuevos movimientos religiosos de
carácter sectario, ecléptico y en ocasiones pseudo-religiosos165.

b) El Directorio General para la Catequesis (1997)

Nos acercamos a este documento con la intención de resaltar la


importancia que en él se concede a la concepción del catecumenado bautismal
como proceso de formación y auténtica escuela de fe. En este sentido, ofrece a
la catequesis postbautismal una dinámica y algunos rasgos que le imprimen
carácter: la intensidad e integridad de la formación; su carácter gradual, con
etapas definidas; su relación con ritos, símbolos y signos, especialmente
bíblicos y litúrgicos; su referencia constante a la comunidad.

Para el Cardenal Darío Castrillón, prefecto de la Congregación para el


Clero, Ala catequesis postbautismal, sin tener que reproducir miméticamente la
configuración del catecumenado bautismal, y reconociendo a los catequizandos
su realidad de bautizados, hará cosa buena si se inspira en esta ´escuela
preparatoria para la vida cristiana` dejándose fecundar por los principales
elementos que la caracterizan. De aquí la valoración hecha por el Ritual de la

163
AAunque para algunos ´entendidos` resulte anacrónico, es necesario seguir apoyando aquellos movimientos
cristianos que anuncian con humildad y convicción el ´kerigma`y que, luego, incorporando al ´catecúmeno` a la
comunidad, le siguen iniciando en los misterios de Cristo@. Cfr. Mons. RAMÓN BUXARRAIS, El fracaso de la
Pastoral de maquillaje, en Vida Nueva (3 de agosto de 1996), p. 33.

164
ALa expresión ´Movimientos Eclesiales`es hoy la más usada y de carácter más general; que da cabida, de
hecho, en el lenguaje común actual, a todos los tipos de organizaciones eclesiales. En este sentido, no está fuera
de lugar referirnos a los Movimientos Eclesiales en una forma amplia, capaz de significar diversas y muy
complejas realidades@. Cfr. M. PIÑERO CARRIÓN, art. cit., pp. 45-46.

165
Consulta de Amsterdam sobre Nuevos Movimientos Religiosos y las Iglesias, III, 2, documento de la
Federación Luterana Mundial y Consejo Ecuménico de las Iglesias, Amsterdam. Septiembre 1986. Texto
publicado en español por J. BOSH, Para conocer las sectas (Estella 1993), pp. 266-271. Para un estudio en
profundidad, ver MANUEL GUERRA GÓMEZ, Los nuevos movimientos religiosos (las Sectas) (Pamplona
1993).
Iniciación Cristiana de Adultos como referente fundamental para la
catequesis@166.

El 18 de Septiembre de 1997 era presentado en Roma el nuevo Directorio


General para la Catequesis167 (que viene a sustituir al Directorium
Cathechisticum Generale, que, en cumplimiento de un encargo del Concilio
Vaticano II, la Santa Sede, el 11 de Abril de 1971, ofreció para el servicio de las
Iglesias particulares). Diez días antes, el 8 de Septiembre, en Castengandolfo, el
Papa Juan Pablo II había presentado la edición típica del Catecismo de la
Iglesia Católica, texto aprobado y promulgado por él con su Carta Apostólica
Laetamur magnopere (15 Agosto 1997). Estos dos hechos, relacionados entre sí
teológica y pedagógicamente, fueron considerados como tales en el marco de la
misión evangelizadora de la Iglesia en un Congreso catequístico internacional
celebrado en Roma los días 14 al 17 de Octubre168.

La edición de este nuevo Directorio viene a completar, en el campo de la


catequesis, el rico patrimonio doctrinal que a lo largo de estos cerca de treinta
años en la Iglesia se ha ido madurando y ofreciendo en los documentos que el
Magisterio ha sacado a la luz: "Los treinta años transcurridos desde la clausura
del Concilio Vaticano II hasta el umbral del tercer milenio, constituyen -sin
duda- un tiempo muy rico en orientaciones y promoción de la catequesis. Ha
sido un tiempo que, de algún modo, ha vuelto a hacer presente la vitalidad
evangelizadora de la Iglesia de los orígenes y a impulsar oportunamente las
enseñanzas de los Padres, favoreciendo el retorno actualizado al Catecumenado
antiguo" (nº 2).

¿Cómo aparece recogida en este Directorio la pastoral catecumenal? ¿Qué


importancia le concede al Catecumenado? ¿De qué forma incorpora los
ensanchamientos pastorales que apuntan tanto el RICA como EN, CT y el
mismo Catecismo de la Iglesia Católica?169 . Veamos someramente el
tratamiento que reciben estos interrogantes.
166
Cfr. “El Directorio General para la Catequesis: motivos y criterios de la revisión”, en o. cit., p. 46.

167
Cfr. CONGREGACIÓN PARA EL CLERO, Directorio General para la Catequesis.(Madrid 1997)
[citaremos este documento con las siglas DGC (1997)].

168
Cfr. COMUNICADO DEL CONGRESO CATEQUÍSTICO INTERNACIONAL (Vaticano 14-17 de octubre
1997): La fe de la Iglesia y su misión evangelizadora: L´Osservatore romano (ed. en español), 7 de noviembre
de 1997, pp. 8 y 10. Ver ANTONIO CAÑIZARES/MANUEL CAMPO (eds), Evangelizacion, catequesis,
catequistas. Una nueva etapa para la Iglesia del Tercer Milenio (Madrid 1999).

169
"Evidentemente, la nueva redacción del Directorio General para la Catequesis, ha debido conjugar dos
exigencias principales: - por una parte, el encuadramiento de la catequesis en la evangelización, postulado en
particular por las Exhortaciones Evangelii Nuntiandi y Catechesi Tradendae; - por otra parte, la asunción de
los contenidos de la fe propuestos por el Catecismo de la Iglesia Católica" (nº 7).
El DGC, conservando la estructura básica del texto de 1971, se articula en
cinco partes, precedidas de una Exposición Introductoria y seguidas de una
conclusión170.

En la Exposición introductoria, donde se presentan unos breves


diagnósticos en orden a la misión el Directorio invita a que los cristianos
miremos al mundo con los mismos ojos con que Jesús contemplaba la sociedad
de su tiemp. La Iglesia ha de mirar al mundo desde la fe, y en este contexto se
señala: "es importante que la catequesis sepa iniciar a los catecúmenos y a los
catequizandos en una lectura teológica de los problemas modernos"171.

Más adelante, el Directorio, siguiendo los análisis de GS, EN y CT -entre


otros- constata que entre los cristianos hay un "gran número de personas que
recibieron el bautismo pero viven al margen de toda vida cristiana. Se trata, en
efecto, de una gran muchedumbre de cristianos no practicantes, aunque en el
fondo del corazón de muchos el sentimiento religioso no haya desaparecido del
todo" (nº 25).

Despertarles a la fe es uno de los retos más serios que tiene planteada hoy
la pastoral de la Iglesia, de ahí que encontremos postulada en el Directorio la
necesidad impulsar la nueva evangelización: "Estas situaciones de la fe de los
cristianos reclaman con urgencia del sembrador el desarrollo de una nueva
evangelización, sobre todo en aquellas Iglesias de tradición cristiana donde el
secularismo ha hecho más mella. En esta nueva situación, necesitada de
evangelización, el anuncio misionero y la catequesis sobre todo de jóvenes y
adultos, constituyen una clara prioridad" (nº 26).

En la Primera Parte dedicada a la Catequesis en la misión


evangelizadora de la Iglesia nos encontramos de lleno con el planteamiento que
el Directorio hace de la pastoral catecumenal.

El nuevo Directorio habla de la fe como "proceso de conversión


permanente" (nº 56) y se dice expresamente que "frecuentemente, las personas
que acceden a la catequesis necesitan, de hecho, una verdadera conversión" (nº
62); de ahí que se subraye la dimensión de la catequesis puesta al servicio de la
iniciación cristiana (nnº 63-65).
En el Directorio se sostiene asimismo que el modelo de toda catequesis
es el catecumenado bautismal y que "la catequesis de adultos, al ir dirigida a
personas capaces de una adhesión plenamente responsable, debe ser considerada
170
Para una síntesis de la estructura, finalidad, destinatarios y contenido del Directorio ver las páginas 17-21.

171
Ibid., p. 25.
como la forma principal de la catequesis, a la que todas las demás, siempre
ciertamente necesarias, de alguna manera se ordenan" (nº 59); es más, se afirma
también que la "riqueza, inherente al catecumenado de adultos no bautizados, ha
de inspirar a las demás formas de catequesis" (nº 68), y se consideran "algunos
elementos del catecumenado bautismal, que deben ser fuente de inspiración
para la catequesis postbautismal" (nº 91)172.

Ahora bien, para favorecer un proceso permanente de conversión, el


Directorio afirma con rotundidad que "se necesita una comunidad de base o
fundante. Para favorecer tal proceso, se necesita una comunidad cristiana que
acoja a los iniciados para sostenerlos y formarlos en la fe" (nº 69), y se tiene
muy presente que "la vida cristiana en comunidad no se improvisa y hay que
educarla con cuidado" (nº 86).

En las partes restantes del Directorio encontramos suficientes


orientaciones de profundo calado catequético-pastoral para una buena
fundamentación de la pastoral catecumenal que la Iglesia hoy precisa y necesita.
En realidad, este nuevo Directorio lo que ha hecho ha sido asumir toda la rica
profundización que los diversos documentos del Magisterio del Papa, de los
obispos, y de los teólogos han aportando a la catequesis en estos treinta años de
vida eclesial posconciliar. Es, por tanto, repetitivo en el sentido de que asume lo
ya afirmado, y propositivo porque la síntesis teológico-catequética y pastoral
que ofrece está avalada por la reflexión anterior y aparece aquí asumida y
propuesta en forma de Directorio para ser "aliento en el servicio que la Iglesia y
el Espíritu encomienda a todos los pastores de la Iglesia: favorecer el
crecimiento de la fe en aquellos que han creído" (nº 287)173.

Este documento y su publicación en el año 1997 va a ser muy importante


y decisivo en orden a la fundamentación catequética que las nuevas realidades
comunitarias y catecumenales estaban intentando conseguir para expresar su
identidad eclesial formal. En concreto, este documento va a ser determinante
para la redacción del Estatuto del Camino Neocatecumenal 174 que se había
172
En el DGC se utilizan, como distintas, las expresiones catecúmenos y catequizandos: "entre los
catequizandos y los catecúmenos, y entre la catequesis posbautismal y la catequesis prebautismal,
respectivamente, hay una diferencia fundamental. Esta diferencia proviene de los sacramentos de iniciación
recibidos por los primeros, los cuales han sido ya introducidos en la Iglesia y hechos hijos de Dios por el
Bautismo. Por tanto su conversión se funda en el Bautismo recibido, cuya virtud deben desarrollar después" (n.º
90).

173
Sin duda alguna, lo más original de este nuevo Directorio es el Capítulo II de la Segunda Parte en el que se
hace una fundamentación del papel que tanto el nuevo Directorio como el Catecismo de la Iglesia Católica están
llamados a desempeñar en la acción catequizadora de la Iglesia. Este capítulo segundo, es completamente
nuevo, y está al servicio de la presentación del Catecismo de la Iglesia Católica, como texto de referencia para la
transmisión de la fe en la catequesis y para la redacción de los Catecismos locales.

174
En el Estatuto del CN encontramos 38 citas explícitas de este documento, referidas a 50 números del mismo.
He aquí los nn1 por orden de citación :59 (dos veces), 91 (dos veces), 51, 69, 223, 172, 257, 64, 225, 258, 80,
comenzado a gestar este año, y en él va a encontrar la confirmación y
fundamentación de la praxis vivida en el interior de las Comunidades
Neocatecumenales.

c) Juan Pablo II, Vigilia de Pentecostés (1998)

En su homilía del 25 de mayo de 1996, vigilia de Pentecostés, Juan Pablo


II solicitaba la participación viva de los Movimientos eclesiales en la
preparación del Jubileo del año 2000 para relanzar la Nueva Evangelización. Y
subrayaba el significado y la importancia de los Movimientos eclesiales
retomando las palabras pronunciadas por él mismo doce años antes: AUno de los
dones del Espíritu a nuestro tiempo es ciertamente el florecimiento de los
Movimientos eclesiales, que desde el inicio de mi Pontificado he señalado y
sigo señalando como motivo de esperanza para la Iglesia y para los hombres:
son signo de la libertad de formas en que se realiza la única Iglesia, y
representan una segura novedad, que todavía ha de ser adecuadamente
comprendida en toda su positiva eficacia para el Reino de Dios en orden a su
actuación en el hoy de la historia@175.

La oportunidad de este encuentro venía dada por ser 1998 el año dedicado
al Espíritu Santo en el camino hacia el gran Jubileo del 2000, y el Papa había
pedía a los Movimientos eclesiales que ofrecieran un testimonio común y que,
en comunión con los pastores y en unión con las iniciativas diocesanas llevasen
Aal corazón de la Iglesia su riqueza espiritual, educativa y misionera, como
preciosa experiencia y propuesta de vida cristiana@176.
El encargado de convocar y alentar este encuentro internacional de
Movimientos eclesiales fue el Pontifico Consejo para los Laicos. Para ello
organizó un Congreso mundial, bajo el lema: Los Movimientos eclesiales:
comunión y misión en los umbrales del tercer milenio.

La finalidad de dicho Congreso, en palabras del Papa a los congresistas,


era, Apor un lado profundizar en la naturaleza teológica de los Movimientos, y

156, 230-232, 62, 102, 53-55, 94, 127, 128, 96, 59, 85, 226-227, 255, 86(cuatro veces), 268, 86, 85, 70, 56, 69-
72, 222-223, 246, 247, 235-236.

175
Cfr. Insegnamenti, VII/2 (1984), p. 696. También en Ecclesia, núm. 2.793 (1996/I), p. 901.

176
Cfr. Homilía en la Vigilia de Pentecostés (25-5-96), en Ecclesia, núm. 2.793 (1996/I), p. 901. Esta misma
invitación la haría el Papa a los iniciadores del CN el 24 de enero de 1997: APor este motivo, para el año 1998,
que en el marco de la preparación del Gran Jubileo está dedicado al Espíritu Santo, he deseado un común
testimonio de todos los movimientos eclesiales, bajo la guía del Pontificio Consejo para los Laicos. Será un
momento de comunión y de renovado empeño en el servicio de la misión de la Iglesia. Estoy seguro de que no
faltaréis a esta cita tan significativa@. Cfr. JUAN PABLO II, A treinta años del nacimiento del Camino
Neocatecumenal en las barracas de Madrid: L´Osservatore romano, 25 de enero de 1997, p. 4.
por otro, fomentar la edificación recíproca mediante el intercambio de
testimonios y experiencias@177. Efectivamente, en dicho Mensaje, Juan Pablo II
volvía a expresar su total confianza en los Movimientos: AEllos representan uno
de los frutos más significativos de esa primavera de la Iglesia anunciada en su
día por el Concilio Vaticano II@ y, subrayaba con énfasis, que Ano existe
contraste o contraposición entre la dimensión institucional y la dimensión
carismática, de la que los movimientos constituyen una expresión significativa.
Ambas son ´coesenciales`a la constitución divina de la Iglesia que fundó Jesús,
pues juntas, contribuyen a hacer presente el misterio de Cristo y su obra
salvífica en el mundo@178.

El día 30 de Mayo tuvo lugar un Encuentro del Papa Juan Pablo II -en la
Plaza de San Pedro- con representantes de los Movimientos eclesiales y las
nuevas Comunidades. En él intervinieron con sus testimonios, Chiara Lubich
(fundadora del Movimiento de los Focolares), Kiko Argüello (Iniciador del
Camino Neocatecumenal)179, Luigi Giussani (Fundador de Comunión y
Liberación) y Jean Vanier (Fundador de las Comunidades terapéuticas del Arca
y de Fe y Luz180. El mismo Papa definió este encuentro como Aun acontecimiento
verdaderamente insólito: por vez primera los movimientos y las nuevas
comunidades eclesiales se encuentran, todos juntos, con el Papa. Se trata del
gran ´testimonio común` que deseé para el año que, en el camino de la Iglesia
hacia el gran Jubileo, está dedicado al Espíritu Santo@181.

Juan Pablo II sostuvo en el discurso dirigido indistintamente a los


movimientos y a las comunidades que Apor su naturaleza, los carismas son
177
Cfr. JUAN PABLO II, Mensaje a los participantes en el Congreso mundial promovido por el Pontificio
Consejo para los laicos: Un himno a la unidad en la pluralidad de las formas, en L´osservatore romano, ed.
lengua española, 5-6-1998, pp. 324-326; también en Ecclesia, núm 2.898 (20 de junio de 1998), p. 931.

178
Ibid, p. 932. La tesis, hasta entonces discutida entre los canonistas, había sido formulada por Eugenio
Corecco, que hablaba de un polo institucional y un polo carismático en la constitución de la Iglesia. Cfr. “ Profili
istituzionali dei Movimenti nella Chiesa”, en AA. VV., I Movimienti nella Chiesa negli anni ´80. Atti dle 1 1
Convegno Internazionale. Roma 23-27 Settembre 1981, (Milano 1981), pp. 216-221. Ver también LIBERO
GEROSA, “Carismas y formas de aggregationes fidelium”, en El Derecho en la Iglesia (Valencia 1998), pp.
285-305.

179
En su intervención Kiko Argüello volvió a precisar que AEl Camino Neocatecumenal no es un movimiento o
una asociación, sino un instrumento de las parroquias al servicio de los Obispos para llevar a la fe a mucha gente
que la ha abandonado@. Y daba estadísticas del CN en este momento: AEn estos años el Camino se ha extendido
en 850 diócesis de 105 países, con 15.000 comunidades en 4.4500 parroquias@. Cfr. P.J. CORDES, Signos de
Esperanza, p. 207.

180
Para un conocimiento de estos Movimientos, ver “Entrevistas a los Fundadores y Líderes de los
Movimientos”, en P.J. CORDES, o. cit., pp. 13-123.

181
Cfr. JUAN PABLO II, Discurso con ocasión del encuentro en la Plaza de San Pedro con los Movimientos
eclesiales y la nuevas Comunidades: Una nueva etapa de madurez eclesial para los movimientos, en L
´Osservatore romano, ed. española, 5-6-1998, pp. 324-326; también Ecclesia, núm. 2.898 (20 de junio), p. 933.
comunicativos, y dan origen a esa particular afinidad espiritual entre las
personas y a esa amistad en Cristo que están en el origen de los ´movimientos`.
La transición del carisma original al movimiento se realiza gracias al misterioso
atractivo que el fundador ejerce sobre quienes se dejan implicar en su
experiencia espiritual@182.

Más adelante, señalará los conflictos y tensiones que no pocas veces han
provocado: ASu nacimiento y difusión ha aportado a la vida de la Iglesia una
novedad inesperada, a veces incluso arrolladora. Ello no ha dejado de suscitar
interrogantes, malestar y tensiones@. Y, señalaba las causas: Aa veces ha
acarreado presunciones e intemperancia por un lado y no pocos prejuicios y
reservas por el otro. Ha sido un período de prueba de su fidelidad, una ocasión
importante para comprobar la legitimidad de sus respectivos carismas”183.

En todo caso, el Papa es consciente de que Ase abre para los


Movimientos una nueva etapa: la de su madurez eclesial@. Y por ello se
pregunta: A)Cómo conservar y garantizar la autenticidad del [email protected] él
mismo responde: “resulta de fundamental importancia que todo movimiento se
someta al discernimiento de la autoridad eclesiástica competente. Por ello
ningún carisma dispensa de la referencia y del sometimiento a los pastores de la
Iglesia”184.

Al día siguiente, el 31 de Mayo, durante la Homilía pronunciada en la


Vigilia de Pentecostés, el Papa volverá a manifestar que los AMovimientos y
nuevas comunidades, expresiones providenciales de la nueva primavera
suscitada por el Espíritu mediante el Concilio Vaticano II, constituyen un
anuncio del poder del amor de Dios, que superando todo tipo de divisiones y
barreras renueva la faz de la tierra para construir en ella la civilización del
amor@185.

d) Seminario sobre Movimientos Eclesiales y nuevas Comunidades en


la solicitud pastoral de los obispos (1999)

Un año después del impactante encuentro internacional de los


Movimientos eclesiales y nuevas Comunidades (30-Mayo-1998), el Consejo
182
Cfr. Una nueva etapa..., p.934.

183
Ibidem.

184
Ibidem.

185
Cfr. JUAN PABLO II, Vivir la espera perenne del Espíritu, en Ecclesia, núm. 2.898 (20 de junio de 1998), p.
936.
Pontificio para los Laicos, en colaboración con las Congregaciones para la
doctrina de la Fe y para los Obispos, reunía en Roma, los días 16 al 18 de junio,
a más de 100 cardenales y obispos procedentes de 50 países para reflexionar y
dialogar en un Seminario que tenía como tema: Movimientos eclesiales y
nuevas Comunidades en la solicitud pastoral de los obispos186.

En este Seminario fueron tomando la palabra distintos Cardenales y


obispos para iluminar, desde una visión interdisciplinar (teológica, pastoral,
canónica, litúrgica y ecuménica) la aportación de los Movimientos y nuevas
Comunidades a la vida de la Iglesia 187. También es importante señalar, que este
Seminario se clausuró con un diálogo directo entre los fundadores de algunos
Movimientos y los Cardenales y obispos participantes. Entre otros, estuvieron
presentes, Chiara Lubich, Kiko Argüello, Andrea Riccardi, Stefano Alberto,
Gerald Arbola y Salvatore Martínez.

Para leer el alcance y la transcendencia que la celebración de este


Seminario ha tenido para la Iglesia, es necesario acercarnos al Mensaje que el
Papa Juan Pablo II dedicó a todos los participantes. En él abordará tres puntos
esenciales: la contribución de los Movimientos eclesiales y nuevas
Comunidades a la Nueva Evangelización, su inserción armónica y orgánica en
la comunión de la Iglesia universal y particular, y la responsabilidad del
ministerio episcopal para el acompañamiento, discernimiento e inserción de los
Movimientos y nuevas Comunidades en las estructuras diocesanas y
parroquiales.

Comienza el Papa constatando que Aen nuestros tiempos los desafíos de la


nueva evangelización se presentan a menudo en términos dramáticos, e impulsa
a la Iglesia, y en particular a sus pastores, a buscar formas nuevas de anuncio y
de acción misionera que respondan mejor a las necesidades de nuestra época@.
Entre estas tareas pastorales más urgentes en la actualidad, Juan Pablo II señala,
en primer lugar, Ala atención a las comunidades que tienen una conciencia más
profunda de la gracia relacionada con los sacramentos de la iniciación cristiana,
de los que brota la vocación a ser testigos del Evangelio en todos los ámbitos de
la vida@. Y, unida a esta, una ulterior urgencia pastoral que no se debe
subestimar Aes la formación de comunidades cristianas que sean auténticos
lugares de acogida para todos, con constante atención a las necesidades
específicas de cada persona@.

186
Cfr. JUAN PABLO II, Es preciso hacer fructificar los dones del Espíritu al servicio de todo el pueblo de
Dios. Mensaje a los participantes en un seminario sobre los movimientos eclesiales en la solicitud pastoral de
los obispos: L´Osservatore romano, 2-VII-1999, p. 23 (en la edición española). La revista Vida Nueva publicó
un amplio reportaje sobre este evento eclesial en su n1 2.193 del 10 de julio de 1999, pp. 24-29.

187
Para un acceso a las Comunicaciones que en el Seminario se escucharon, ver el Pliego de Vida Nueva.
Continúa señalando que “los movimientos y las nuevas comunidades,
como toda obra humana que, aún realizándose por moción divina, se desarrolla
dentro de la historia humana, no han suscitado durante estos años únicamente
consideraciones positivas@, como ya afirmara el 30 de Mayo de 1998. Sin
embargo, se atreve a profetizar que Aveía y veo la llegada de una ´etapa nueva:
la de su madurez eclesial`@188.

Para esta nueva etapa, el Papa pide a los movimientos y nuevas


comunidades Ael compromiso de compartir, en el ámbito de la comunión y la
misión de las Iglesias particulares, sus riquezas carismáticas de modo humilde y
generoso@. Y a los obispos les invitará a que Aabran los ojos del corazón y de la
mente, para reconocer las múltiples formas de la presencia del Espíritu en la
Iglesia, evaluarlas y guiarlas a todas hacia la unidad en la verdad y en la
caridad@.

En palabras de Juan Pablo II, uno de los frutos más importantes que han
producido los movimientos Aes precisamente el haber sabido estimular en
muchos fieles laicos, hombres y mujeres, adultos y jóvenes, un intenso impulso
misionero, indispensable para la Iglesia que se prepara a cruzar el umbral del
tercer milenio@. Pero afirmará, con toda rotundidad, que Aeste objetivo se
alcanza sólo cuando se integran con humildad en la vida de las Iglesias locales y
son acogidos cordialmente por obispos y sacerdotes en las estructuras
diocesanas y parroquiales@.

e) Juan Pablo II, Novo Millennio ineunte (2001)

Tras la celebración del Gran Jubileo del 2000, el Papa ha querido ofrecer
a toda la Iglesia una Carta Apostólica en la que resuena con confianza y
esperanza la invitación a remar mar adentro para pescar: Duc in altum (Lc 5,4).
En ella hace un recorrido por los grandes eventos celebrados durante el Año
Jubilar e invita -de nuevo- a poner la mirada Amás que nunca fija en el rostro del
Señor@ (n1. 16), para desde Él fijar algunas prioridades pastorales, la primera de
todas será la de tender a la santidad: ANo dudo en decir que la perspectiva en la
que debe situarse el camino pastoral es el de la santidad@ (n1 30).

En realidad, poner la programación pastoral bajo el signo de la santidad


es una opción llena de consecuencias: Asignifica expresar la convicción de que,
si el Bautismo es una verdadera entrada en la santidad de Dios por medio de la
188
El Cardenal J. Ratzinger en su intervención, abordó los aspectos institucional y carismático del ejercicio del
ministerio episcopal, y al final apostillaba: AEl 30 de Mayo pasado acabó la primera fase de la historia de los
movimientos. Aquella en la que se trataba de hacerles espacio por parte de la realidad institucional de la Iglesia.
Ahora estamos en la segunda fase, la del reconocimiento de la unidad substancial de las realidades carismáticas
y de la institución@. Cfr. Vida Nueva (1999), p. 28.
inserción en Cristo y la inhabitación de su Espíritu, sería un contrasentido
contentarse con una vida mediocre, vivida según una ética minimalista y una
religiosidad superficial. Preguntar a un catecúmeno, )quieres recibir el
Bautismo?, significa al mismo tiempo preguntarle: )quieres ser santo?.
Significa ponerle en el camino del Sermón de la Montaña: ´Sed perfectos como
es perfecto vuestro Padre celestial` (Mt 5,48) [n1 31].

Una de las notas teológicas más sobresalientes de esta Carta Apostólica es


la explicitación que el Papa hace de lo que ha dado en llamar la Aespiritualidad
de la comunión@ (nn1 42-45). En esta perspectiva hablará de Avalorar y
desarrollar aquellos ámbitos e instrumentos que, según las grandes directrices
del Concilio Vaticano II, sirven para asegurar y garantizar la comunión@ (n1 44),
como son Alos organismos de participación previstos por el Derecho canónico,
como los Consejos presbiterales y pastorales@ (n1 45). En esta misma línea,
afirmará más adelante Juan Pablo II: Atiene gran importancia para la comunión
el deber de promover las diversas realidades de asociación, que tanto en sus
modalidades más tradicionales como en las más nuevas de los movimientos
eclesiales, siguen dando a la Iglesia una viveza que es un don de Dios
constituyendo una auténtica primavera del Espíritu@. Y, por ello, pide que Atanto
en la Iglesia universal como en las Iglesias particulares, las asociaciones y
movimientos actúen en plena sintonía eclesial y en obediencia a las directrices
de los Pastores@ (n1 46).

f) Aprobación del Estatuto del Camino Neocatecumenal (2002)

Con fecha del 29 de Junio del 2002 aparece aprobado el Estatuto del
Camino Neocatecumenal189 “después de un atento examen del texto de los
Estatutos, fruto de un laborioso proceso de colaboración entre los iniciadores
del Camino Neocatecumenal y el Pontificio Consejo para los Laicos, que se ha
valido de la contribución aportada en el ámbito de sus propias competencias por
diversos Dicasterios de la Curia romana”190 y después de cinco años de “un
diálogo intenso, a veces incluso difícil, pero siempre guiado por un elevado
189
El texto íntegro del Estatuto -en varias lenguas- ha sido divulgado a través de internet en una página web
reconocida como oficial por el equipo responsable internacional ( El decreto de aprobación está en italiano (así
se publicó en los sitios oficiales en la red tanto del Camino como de la Santa Sede. Para un acceso a la
traducción española puede leerse en Ecclesia nº 3109 (13-7-2002), 1063-1064, y en L´Osservatore romano, ed.
lengua española, 12-7-2002, 353. Para cada lengua se ha hecho una edición típica con el nombre común para
todas ellas en latín:. Neocatechumenale iter Statuta (Bilbao 2002). Es la edición típica del Estatuto del CN y en
ella encontramos en una PRIMERA PARTE el Decreto de Aprobación del Pontificio Consejo para los Laicos y
el Estatuto del Camino Neocatecumenal; en una SEGUNDA PARTE tenemos acceso a las intervenciones de
Kiko Argüello, Carmen Hernández, el P.Mario Pezzi (el día de la entrega del Estatuto) y la del Cardenal J.F.
Stafford, así como el discurso del Presidente del Consejo Pontificio para los Laicos, Cardenal J.F. Stafford, a los
catequistas itinerantes reunidos en una convivencia internacional el día 30 de Junio; en una TERCERA PARTE
se incorporan algunos comentarios jurídicos y eclesiales al Estatuto.

190
Cfr. Decreto de aprobación: Statuta, pp. 17-18.
sentido de responsabilidad y caridad eclesial... Este largo proceso de
elaboración y examen de los Estatutos ha sido, al mismo tiempo, ocasión
providencial y tiempo fuerte de discernimiento de la propuesta y de la
experiencia del Camino Neocatecumenal por parte de la Santa Sede. Y se
concluye con una “garantía ulterior de la autenticidad de vuestro carisma” (Cfr.
Juan Pablo II, Discurso del 24 de enero de 1997,n. 4; carta autógrafa citada, n.
2), como es la aprobación de los Estatutos”191.

A la luz del Decreto de aprobación, “el Camino Neocatecumenal se pone


al servicio de los obispos y de los párrocos como itinerario de redescubrimiento
del Bautismo y educación permanente en la fe, se propone a los fieles que
desean reavivar en su vida la riqueza de la iniciación cristiana, recorriendo este
camino de conversión y catequesis”. Asimismo, es ofrecido a los obispos como
“un instrumento para la iniciación cristiana de los adultos que se preparan a
recibir el Bautismo”192.
La gran novedad que aporta la aprobación del Estatuto del Camino
Neocatecumenal, en palabras de Kiko Argüello, es que “con este Estatuto el
Papa, con valentía, ofrece a los Obispos y a las Conferencias Episcopales un
modo de iniciación y de catecumenado postbautismal avalado por más de treinta
años de camino llenos de fruto”193. Y esta es una novedad de gran alcance,
porque es la primera vez en la historia de la Iglesia en que la Santa Sede
aprueba oficialmente un catecumenado postbautismal y una modalidad de
catecumenado bautismal para toda la Iglesia. El Papa Juan Pablo II también ha
querido resaltar esta novedad al decir que “los Estatutos constituyen, también,
una importante ayuda para todos los pastores de la Iglesia, particularmente para
los Obispos diocesanos, a los cuales se les ha confiado por parte del Señor el
cuidado pastoral y, en particular, la iniciación cristiana de las personas en las
diócesis”194.
191
Cfr. “Discurso del Cardenal J.F. STAFFORD a los itinerantes del camino neocatecumenal (Porto S. Giorgo,
30 de junio de 2002)”, en Statuta, p. 82.

192
Ibid., p. 18.

193
Intervención de KIKO ARGÜELLO en el día de la aprobación del Estatuto: Statuta, p. 64. Viene a coincidir
esta aprobación del Estatuto del CN en este momento cuando “casi todas las Conferencias Episcopales están
hablando de la necesidad de una iniciación cristiana postbautismal, encuentran muchas dificultades para
realizarla” (Kiko Argüello, ib., 64). Para el canonista Dr. Adelchi Chinaglia “con esta aprobación formal el
Santo Padre (a través del Prefecto del Pontificio Consejo para los Laicos, a quien ha dado expreso y específico
mandato con la carta del 5.04.2001), en la línea de su decreto de 1990, ofrece a toda la Iglesia este nuevo
instrumento, con abundante experiencia y frutos, que nace en las barracas de Madrid a través de Kiko Argüello y
Carmen Hernández, enraizado en el Concilio Vaticano II: un itinerario postbautismal de naturaleza catecumenal,
método válido para llevar a la madurez de la fe a cualquier bautizado o no bautizado que ´manifieste su decisión
de abrazar la fe en Cristo` (can. 788) o de ´hacerse cristiano` (Statuta, p. 108).

194
Cfr. Discurso del Papa JUAN PABLO II a los Iniciadores del Camino Neocatecumenal, a los catequistas
itinerantes y a los presbíteros (Castel Gandolfo, 21 de septiembre de 2002): Statuta, separata, p. 4. Para un
acceso a las indicaciones normativas que el Camino Neocatecumenal ha recibido desde la Santa Sede en
relación con las modalidades litúrgicas de la celebración de la Eucaristía, ver: CONGREGACIÓN PARA EL
Es reseñable, la valoración positiva que el teólogo Olegario González de
Cardedal hace, por estos años, de la aportación del Camino Neocatecumenal a
la vida de la Iglesia en España: “En el postconcilio han surgido las comunidades
neocatecumenales que están siendo un factor decisivo en la forma de vivir la
Iglesia y su presencia en la sociedad. Ellas han recuperado al pueblo y al
sentimiento para la fe, la Iglesia y el dinamismo misionero, han devuelto la
sencilla alegría de creer y el gozo de ser Iglesia en medio de todos los
problemas o tareas, han conformado una transmisión de la fe en familia, han
creado una forma de misión para los seglares célibes o casados, que no cede en
generosidad espiritual, litúrgica y económica a las clásicas órdenes religiosas
con los de sus miembros con los tres votos. El futuro de estos movimientos
dependerá de la fidelidad de sus miembros, a la vez que de la generosidad
lucidez y apoyo, tan benévolo como crítico, que se les preste. Estos
movimientos tienen vocaciones apostólicas porque son el resultado natural de
una vida cristiana intensa y fiel. Si ésta existe, aquellas existirán”195.

g) Juan Pablo II, Exhortaciones apostólicas Ecclesia in Europa y


Pastores gregis (2003)

En un mismo año el Papa Juan Pablo publicará dos exhortaciones


apostólicas, la primera, Eclesia in Europa196 es un texto muy maduro y
madurado, recoge las reflexiones de la Asamblea sinodal celebrada en Roma los
días 1 al 23 de octubre de 1999 en la que había sido el segundo Sínodo de los
obispos europeos. La segunda contiene la reflexión de los obispos con ocasión
de la Xª Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos celebrada en
Roma en octubre del 2001197. El tema se sitúa en clara continuidad con el Sínodo
del ´99 y es la última reflexión doctrinal que el Papa hace en relación con las
diversas vocaciones suscitadas por el Espíritu en el Pueblo de Dios (ya había

CULTO DIVINO, Carta al Camino Neocatecumenal (1 diciembre de 2005); Discurso del Santo Padre
BENEDICTO XVI a un grupo numeroso de miembros del Camino Neocatecumenal (jueves 12 de enero de
2006), en la pág. WEB del Vaticano; El Cardenal Arinze explica las normas litúrgicas emitidas para el Camino
Neocatecumenal (jueves 16 de febrero 2006) en ZENIT; El Camino Neocatecumenal acoge con entusiasmo las
indicaciones de la Santa Sede, en www.caminayven.com.

195
Cfr. O. GONZÁLEZ DE CARDEDAL, Cristianismo, Iglesia y Sociedad en España, 1950-2000 (Madrid
1999), pp. 400 y 406.
196
Cfr. Ecclesia in Europa (Madrid 2003).
197
Cfr. Pastores gregis (Madrid 2003).
reflexionado sobre los fieles laicos y la vida religiosa, ahora lo hace sobre el
ministerio episcopal)198.

Tras la caída del muro de Berlín, frente al nuevo horizonte de una Europa
inmersa en un contexto de confusión y desesperanza, el Papa y los obispos
europeos han querido “proclamar –con este documento- una exhortación a la
esperanza a una Europa que parecía haberla perdido” (nº 2). Juan Pablo II
desentraña la riqueza de las aportaciones de los obispos tomando como punto de
partida el libro del Apocalipsis “revelación profética que desvela a la
comunidad creyente el sentido escondido y profundo de los acontecimientos”
(nº 5).

El documento está vertebrado con un esquema claramente kerigmático y


eclesial: comienza con una proclamación de Jesucristo es nuestra esperanza
(cap. Iº) y en los capítulos sucesivos se desarrolla el papel de la Iglesia como
depositaria del Evangelio de la esperanza (cap. IIº) a través de las tres grandes
dimensiones de la misión, el anuncio (cap. IIIº), la celebración (cap. IVº), el
servicio (cap. Vº), para terminar proponiendo el Evangelio de la esperanza para
una nueva Europa (cap. VIº).

Los Padres sinodales son muy conscientes de la situación en la que se


encuentra la Iglesia en Europa y hacen un diagnóstico muy lúcido del momento:
“La Iglesia no puede eludir el deber de un diagnóstico claro que permita
preparar los remedios oportunos. En el viejo Continente existen también
amplios sectores sociales y culturales en los que se necesita una verdadera y
auténtica misión ad gentes” (nº 46).

Más aún, los obispos europeos afirman con claridad que “es necesario un
nuevo anuncio incluso a los bautizados porque muchos bautizados no saben qué
es el cristianismo, viven como si Cristo no existiera, se han dejado contagiar por
el espíritu de un humanismo inmanentista, etc, y, por ello, la tarea por hacer no
será tanto bautizar a los nuevos convertidos, cuanto guiar a los bautizados a
convertirse a Cristo y a su Evangelio” (nº 47).

Los padres sinodales afirman con rotundidad que “la actual situación
cultural y religiosa de Europa exige la presencia de católicos adultos en la fe y
de comunidades cristianas misioneras que testimonien la caridad de Dios a
todos los hombres. El anuncio del Evangelio de la esperanza comporta, por
tanto, que se promueva el paso de una fe sustentada por costumbres sociales,
aunque siempre apreciables, a una fe más personal y madura, iluminada y
convertida” (nº 50). Para ello será necesario “que las comunidades cristianas se
198
El título de la convocatoria sinodal reza así: El Obispo, servidor del Evangelio de Jesucristo para la
esperanza del mundo
movilicen para proponer una catequesis apropiada a los diversos itinerarios
espirituales de los fieles en las diversas edades y condiciones de vida, previendo
también formas adecuadas de acompañamiento espiritual y de redescubrimiento
del propio bautismo” (nº 51).

Se sigue apostando por la parroquia abierta a una renovación constante y


se hace una valoración positiva de la aportación que los nuevos movimientos y
las nuevas comunidades eclesiales ofrecen a las parroquias describiendo en
clave positiva todas sus bondades: “ayudan a los cristianos a vivir más
radicalmente según el Evangelio; son una cuna de diversas vocaciones y
generan nuevas formas de consagración; promueven sobre todo la vocación de
los laicos y la llevan a manifestarse en los diversos ámbitos de la vida;
favorecen la santidad del pueblo; pueden ser anuncio y exhortación para
quienes, de otra manera, no se encontrarían con la Iglesia; con frecuencia
apoyan el camino ecuménico y abren cauces para el diálogo interreligioso; son
un antídoto contra la difusión de las sectas; son una gran ayuda para difundir
vivacidad y alegría en la Iglesia” (nº 16).

Sin embargo, también los obispos insistirán en la necesidad de vivir una


comunión más plena a todos los niveles: “es necesario que, de una parte, los
nuevos movimientos y las nuevas comunidades eclesiales, abandonando toda
tentación de reivindicar derechos de primogenitura y toda incomprensión
recíproca, avancen en el camino de una comunión más auténtica entre sí y con
todas las demás realidades eclesiales y vivan con amor en total obediencia a los
obispos; por otro lado, es necesario también que los obispos, manifestándoles la
paternidad y el amor propio de los pastores, sepan reconocer, discernir y
coordinar sus carismas y su presencia para la edificación de la única Iglesia” (nº
29).

La Exhortación Apostólica Pastores gregis (Los pastores de la grey) tiene


la finalidad doctrinal de mostrar la riqueza teológico-pastoral del ministerio
episcopal al servicio del Evangelio de la Esperanza a la luz del triple munus que
les ha confiado la Iglesia: munus docendi, sanctificandi et regendi, “de este
modo, viviendo como hombres de esperanza y reflejando en el propio ministerio
la eclesiología de comunión y misión, los Obispos deben ser verdaderamente
motivo de esperanza para su grey” (nº 5d).

En relación con su munus sanctificandi, el documento afirma la


responsabilidad del obispo en relación a la Iniciación Cristiana y reafirma la
importancia del catecumenado para la Iglesia hoy: “En las circunstancias
actuales de la Iglesia y del mundo, tanto en las Iglesias jóvenes como en los
Países donde el cristianismo se ha establecido desde siglos, resulta providencial
la recuperación, sobre todo para los adultos, de la gran tradición de la disciplina
de la iniciación cristiana... Mediante el itinerario de la iniciación cristiana se
introduce progresivamente a los catecúmenos en el conocimiento de Cristo y de
la Iglesia... (nº 38). Y se les pide a los obispos que “teniendo en cuenta las
circunstancias actuales han de poner en práctica las prescripciones del Rito de la
iniciación cristiana de adultos. Por tanto, han de procurar que en cada diócesis
existan las estructuras y agentes de pastoral necesarios para asegurar de la
manera más digna y eficaz la observancia de las disposiciones y disciplina
litúrgica, catequética y pastoral de la iniciación cristiana, adaptada a las
necesidades de nuestro tiempo” (ibidem).

En relación con la pastoral de la comunión, se hace una valoración


positiva de las realidades asociativas así como de los nuevos movimientos, pero
se pide a los obispos que ejerzan su labor de discernimiento “a cuya misión
pastoral corresponde favorecer la complementariedad entre movimientos de
diversa inspiración, velando por su desarrollo, la formación teológica y
espiritual de sus animadores, su inserción en la comunidad diocesana y en las
parroquias, de las cuales no deben separarse” (nº 51c). En todo caso, el obispo
ha de ser el primero en vivir, alentar y propiciar y “hacer de la Iglesia la casa y
la escuela de la comunión” (nº 22).

h) CELAM, Documento “La Bienaparecida” (2007)

1) Aprobación definitiva del Estatuto del Camino Neocatecumenal (2008)

Síntesis teológico-pastoral

1ª) Este entre-tiempo que va de 1995 al 2008, ha estado marcado por el


acontecimiento singular y transcendental -para la vida de la Iglesia-, de la
preparación y celebración del Gran Jubileo del Año 2000. Este evento eclesial,
en sí mismo, ha generado una corriente de vida espiritual que ha estimulado y
vitalizado muchas energías espirituales y pastorales en la vida de la Iglesia en
estos siete años.

2ª) La Vigilia de Pentecostés del año ´96, abrió en la Iglesia un tiempo


que va estar caracterizado por la emergencia y presencia de los Movimientos
eclesiales y nuevas Comunidades en algunos de los eventos eclesiales más
significativos y pastoralmente más relevantes en este septenario temporal, que
va a ser denominado como el tiempo de una nueva primavera.

3ª) En efecto, vamos a asistir en este período, al tiempo de la madurez


eclesial de los Movimientos y nuevas Comunidades en sus configuraciones
jurídico-canónicas, y a un acercamiento de comunicaciones y diálogos, entre la
realidad institucional y las realidades carismáticas que propiciarán toda una
serie de encuentros, congresos, seminarios como los mejores ámbitos para vivir
la espiritualidad de la comunión.

4ª) Será el Papa Juan Pablo II quien definirá desde un punto de vista
teológico y pastoral el alcance de la llamada espiritualidad de la comunión,
invitando a toda la Iglesia a ser casa y hogar de comunión entre todos sus
miembros, entre todas sus realidades. Los obispos están llamados a ser los
garantes de la unidad y de la comunión, de este modo viviendo como hombres
de esperanza y reflejando en el propio ministerio la eclesiología de comunión y
misión serán verdaderamente motivo de esperanza para su grey.

5ª) A la luz del discernimiento teológico-pastoral de los obispos europeos


se vuelve a insistir en la importancia de la catequesis como educación y
desarrollo de la fe de cada persona, de modo que crezca y madure la semilla
puesta por el Espíritu Santo y transmitida con el Bautismo. De aquí que se
resalte la necesidad del catecumenado como institución integrada en la
Iniciación Cristiana y se pida a los obispos que, teniendo en cuenta las
circunstancias actuales, se pongan en práctica las prescripciones del Ritual de la
Iniciación Cristiana de Adultos y que ellos mismos se pongan al frente de la
Iniciación Cristiana.

6ª) Junto a la relevancia que en estos años van a tener los Movimientos
eclesiales y las nuevas Comunidades, un documento que va ayudar a toda la
Iglesia a seguir avanzando por el camino de la evangelización y de la
catequesis, será la promulgación del Directorio General para la Catequesis del
año ´97. No sólo ha sido y es un inestimable servicio al ministerio catequético
de la Iglesia, sino que como hemos visto, también ha ayudado a orientar la
identidad eclesial de no pocas de las nuevas realidades comunitarias que por
estos años estaban intentando perfilar su estatuto de identidad eclesial. En el
Directorio se afirmará que para favorecer un proceso permanente de conversión,
se necesita una comunidad de base o fundante. Para favorecer tal proceso, se
necesita una comunidad cristiana que acoja a los iniciados para sostenerlos y
formarlos en la fe. Y se tiene muy presente que la vida cristiana en comunidad
no se improvisa y hay que educarla con cuidado.

7ª) La aprobación del Estatuto del Camino Neocatecumenal es un acto


jurídico con profundo significado eclesial. Tal Estatuto contiene una novedad
desde el punto de vista jurídico: es la primera vez en la historia de la Iglesia que
la Santa Sede reconoce oficialmente un catecumenado postbautismal. Y esto
acontece en un momento en el que casi todas las Conferencias Episcopales están
hablando de la necesidad de una iniciación cristiana postbautismal y encuentran
no pocas dificultades para realizarla.
8ª) El Camino Neocatecumenal no ha sido aprobado como una
asociación, un movimiento o una congregación religiosa, sino, respetando y
confirmando la intención de sus iniciadores, como un itinerario de iniciación
cristiana para el redescubrimiento del Bautismo, es decir, un catecumenado
post-bautismal al servicio de las diócesis y de las parroquias. Está al servicio de
los Obispos como una modalidad de realización diocesana de la iniciación
cristiana y de la educación permanente de la fe, según las indicaciones del
Concilio Vaticano II y del Magisterio de la Iglesia. El Camino Neocatecumenal
aparece reconocido como un catecumenado post-bautismal, como una iniciación
cristiana, un instrumento que la Santa Sede ofrece a los obispos para que se
pueda reforzar el Bautismo de los cristianos en respuesta al ateísmo práctico
moderno. Y también y, esto es especialmente significativo, como un
instrumento al servicio de los Obispos para la iniciación cristiana de los no
bautizados (SCN, art. 24&1).

6. El Catecumenado y su situación en la Iglesia actual

En este apartado tratamos de estudiar cuál es la actualidad y verdad del


catecumenado en el momento actual de la Iglesia, así como sus posibilidades de
realización. Nos preguntamos si a la recuperación oficial teórica del
catecumenado por el Vaticano II corresponde una recuperación real y pastoral
del mismo; y si el lenguaje y las realizaciones “catecumenales” que hoy se están
dando salvan la identidad del mismo catecumenado, o si se manifiestan
variantes nuevas para las que es cuestionable el calificativo de “catecumenado”
o “catecumenal”. Haremos una breve referencia a la historia del catecumenado,
por razones de comprensión del tema. Nuestro objetivo es presentar las líneas
generales de una recuperación oficial, y su recepción en una aplicación real,
sobre todo en España, y ofrecer asimismo algunos principios para un
discernimiento crítico, señalando tanto las dificultades como las posibilidades
para una realización práctica.

a) Planteamientos catecumenales en la Iglesia del postvaticano II

“La Iglesia es catecumenal. El catecumenado es eclesial”. Esta verdad,


olvidada en gran medida durante siglos por una imperante “Iglesia de
cristiandad”, ha venido a ser hoy una verdad patente, una exigencia para la
evangelización, y un requisito para la plenitud de la iniciación cristiana. Por eso,
sobre todo después del Vaticano II, se ha venido a extender la conciencia de una
necesidad de renovar el Catecumenado, no sólo como preparación al bautismo,
sino también como elemento decisivo para la verdad y autentificación de la fe
de los ya bautizados, y de la vida de la comunidad cristiana.

1. Razones de un redescubrimiento

Muchas son las razones que suelen aducirse al respecto:


• Ha quedado ya muy atrás la época de una Iglesia de cristiandad;
• vivimos momentos de fuerte descristianización y secularización;
• la desproporción entre el número de bautizados y el número de convertidos es
enorme;
• cada vez aumenta más el número de los no bautizados de niños, que bien al
llegar al uso de
razón, o en la juventud o la adultez, piden el bautismo;
• la conciencia de que no se viene a ser cristiano sólo por el rito del bautismo,
sino también por convicción y personal conversión, es cada vez más clara;
• ya no se comprende el bautismo como rito aislado, sino como punto de partida
de un proceso para venir a ser cristiano, que reclama la renovación del mismo
Catecumenado. Por todas partes se siente la necesidad y urgencia de una
evangelización “ad intra” y “ad extra”, que renueve y consolide la fe y
conversión personal, que autentifique la comunidad cristiana. La apoyatura y el
elemento vital para descubrir, crecer y permanecer en la fe, no son tanto las
instituciones clásicas (Iglesia, familia, escuela), ni la sociedad con su mundo
ambiente y sus medios de comunicación, sino la pequeña comunidad de la que
se hace experiencia y a la que se aprende a pertenecer por el Catecumenado; la
indiferencia religiosa, la incredulidad ambiental y el materialismo absorvente,
conmueven los mismos fundamentos religiosos, y exigen un redescubrimiento
de la identidad cristiana... Pues bien, como respuesta y medio más apropiado
ante esta situación y necesidad, algunos documentos eclesiales (Directorio
Catequístico General, Evangelii Nuntiandi, Catechesi Tradendae, Familiaris
Consortio, Christifideles Laici, Catecismo de la Iglesia Católica), y muchos
pastores y responsables (Documentos y orientaciones de Conferencias
Episcopales, Obispos, Organismos diversos) piensan en el “Catecumenado”. Y,
entre todos estos documentos destaca, como veremos, el Ritual de la Iniciación
cristiana de adultos, verdadero referente y modelo de la propuesta catecumenal
en la Iglesia actual.

2- Catecumenado e iniciación cristiana

Pero, ya desde el principio, queremos aclarar que el Catecumenado no debe


entenderse como una pieza solitaria, sino como un elemento importante y
necesario de un proceso global, que abarca diversos aspectos integrantes, en
orden a “hacer” de alguien un verdadero cristiano, y a renovar la comunidad
cristiana, extendiendo el reino de Dios en el mundo. Todo Catecumenado
verdadero, sea que se realice antes o después del bautismo, es de iniciación y
para la iniciación a la verdad de la fe y de la vida cristiana. De la misma manera
que no se puede hablar de Catecumenado sin hablar de evangelización, así
tampoco puede pretenderse hacer un Catecumenado sin replantearse la misma
iniciación. La finalidad y esencia de toda iniciación, y en concreto de la
iniciación cristiana puede describirse como un proceso de referenciación vital al
“arquetipo” o modelo originario (Cristo); como un proceso de “muerte
iniciática”, por el que se abandona lo anterior para venir a vivir algo nuevo;
como un “nuevo nacimiento” por el que se acepta una vida y sentido nuevos;
como un “tránsito”, que implica a la vez separación, prueba y reintegración en
una nueva comunidad; como un tiempo y un espacio especiales para la
transmisión y "apropiación personal y existencial" de las normas, valores y
símbolos propios del grupo a que se inicia; como un momento de revelación y
experiencia de lo sagrado, de Dios.

El Catecumenado es precisamente el medio más importante, que por su


contenido, dinámica y estructura, posibilita la realización de esta iniciación. Su
carácter iniciático se manifiesta sobre todo en que es tránsito de una situación
de no-fe a otra de verdadera fe; transformación del corazón y reorientación de la
vida o conversión; momento de prueba y decisión; paso a una nueva vida o
“renacimiento”; proceso de adaptación a unos valores y normas ; procesualidad
duradera en espacio y tiempo especiales; experiencia de Dios y fascinación del
evangelio; preparación al bautismo con todo su simbolismo iniciático de
“muerte y resurrección”; descubrimiento e integración en la nueva comunidad
de la Iglesia.. Los mismos nombres que se dan a los que siguen este camino o
proceso catecumenal, indican su carácter iniciático, engendrador, transformador:
los que despiertan su interés por ser cristianos (Sympatizantes) - los que se
deciden a prepararse al bautismo (Catechumeni) – los que son aceptados a
recibir el bautismo (Competentes) - los que han iluminado su mente y su
corazón con la fe (Illuminati) - los que han vivido el “nuevo nacimiento” por el
bautismo (Neophiti) - los que en fin han venido a incorporarse a la nueva
comunidad de los fieles (Christifideles laici).

b) El Catecumenado, una institución fundamental en la vida de la


Iglesia

Nos atenemos a las principales investigaciones actuales sobre el tema,


destacando las grandes etapas históricas y la evolución de las estructuras de
iniciación cristiana.
1. Iglesia primitiva: El catecumenado, elemento central de la iniciación
cristiana

El Nuevo Testamento no habla de «iniciación» ni de Catecumenado de modo


explícito. Pero sí sugiere el contenido y dinámica que suponen (Hch 2, 36-41;
Rm 6, 1-14; 2 Co 5, 17; Jn 3, 3-5...). Supone un proceso en la comunidad
eclesial, que conlleva la predicación y el anuncio del kerigma, la acogida por la
conversión y la fe, el bautismo en el agua y el Espíritu, la participación en el
acontecimiento pentecostal por la imposición de manos, y hasta la participación
en la oración y fracción del pan (Ef 1, 13-14; Mc 16, 15-16; Hch 2; 8, 14-17;
19, 1-7; Hb 6, 4-6). No sabemos en qué medida estos elementos del proceso se
daban unidos o separados, ni cuál era su mutua referencia y configuración ritual.
Pero lo cierto es que todos ellos vienen a considerarse, sobre todo en los
Hechos, como elementos integrantes y complementarios del hacerse cristiano o
seguidor de Cristo, y ser reconocido como tal.

La Iglesia primitiva se movió en la misma línea de desarrollo, tal como se


expresa en los escritos de los diversos Padres de Oriente y Occidente
(Tertuliano, Orígenes, Juan Crisóstomo, Teodoro de Mopsuestia, Cirilo de
Jerusalén, Ambrosio, Agustín...), y en la ordenación litúrgica o celebración
ritual (Tradición Apostólica, Didascalía de los Apóstoles, Juan Senario...).
«Hacerse cristiano» implica todo un proceso de iniciación o Catecumenado
(siempre que se trata de adultos), que supone: haber acogido la palabra
(catequesis), haber creído (fe-símbolo) y haber cambiado de vida (conversión
moral); requiere haber participado en la oración de la comunidad (imposiciones
de manos, exorcismos, bendiciones...), y haber participado en los ritos de
iniciación (bautismo de agua, ritos posbautismales, eucaristía); conlleva el haber
sido introducido en la disciplina del arcano (contenidos, misterios), y haberse
acogido a las costumbres de la vida comunitaria.

La iniciación es una totalidad que integra unitariamente diversos elementos


de un único proceso: comienzo en el Catecumenado, culminación en los
«sacramentos bautismales» y su iluminación; y continuidad en la experiencia
cultual comunitaria y las catequesis mistagógicas. Lo que el Nuevo Testamento
contiene en germen, la Iglesia primitiva lo desarrolla y expresa, sobre todo con
la institución catecumenal y con la configuración y mutua ordenación de los
ritos iniciatorios. No sólo hay un Catecumenado, también hay una sola
celebración bautismal (la de la Vigilia Pascual —más tarde también la de
Pentecostés—), un rito único y continuado (en la misma celebración se dan el
bautismo, los ritos postbautismales y la eucaristía), y un ministro original
verdadero (el obispo).
No obstante esta unidad destacada durante los primeros siglos, admite
también diversidad de tradiciones e incluso de estructuras iniciáticas, sobre lo
que no podemos detenernos en este momento, distinguiéndose claramente la
tradición Occidental y la Oriental.

La Iglesia primitiva, si bien destacaba la unidad de la iniciación, en


correspondencia con la situación eclesial y con el sistema iniciatorio
establecido, también supo respetar la diversidad de tradiciones, las variantes
rituales, los procesos diversificados. No obstante, la estructura iniciática que
prevaleció durante toda esta época puede calificarse como una “estructura
dinámico- unitaria”, porque todos sus elementos y sus ritos centrales (bautismo,
ritos postbautismales, eucaristía), aparecen encuadrados dentro del proceso y
dinamismo del catecumenado, constituyendo una unidad orgánica y
referenciada, que viene a constituir un verdadero “sistema” de iniciación
adaptado a la situación histórico eclesial concreta.

2. Siglos III-VI: Esplendor y decadencia del Catecumenado

A partir del s. V y durante toda la Edad Media se producen en la Iglesia


Occidental dos fenómenos un tanto contradictorios, que muestran el conflicto
existente entre la concepción o afirmación teórica y la exigencia o aplicación
práctica, debido a una falta de planteamiento coherente de la estructura
iniciática más adaptada a la nueva situación socio-cultural y eclesial.
Teóricamente se afirma más la unidad que la separación sacramental en
Sacramentarios y testimonios diversos; pero prácticamente se vive más la
separación que la unidad, dadas las condiciones y posibilidades reales de
celebración del sacramento. Estos son los datos:
• El número de quienes desean ser cristianos ha aumentado considerablemente,
son los llamados “bastardos”, y no todos están dispuestos a convertirse (por lo
que retrasan el bautismo (son los llamados “recrastinantes”);
• El bautismo de niños se ha generalizado e impuesto como norma, y el ministro
más ordinario es el presbítero;
• El Catecumenado ha desaparecido prácticamente (con raras excepciones), o
bien se manifiesta y realiza sin gran fidelidad a su contenido y estructura
originarios;
• La “confirmatio” tiene que esperar hasta que la administre el obispo (con
excepción de algunos casos en Hispania);
• y la primera participación en la eucaristía se da bajo la especie de vino a los
niños cuando son bautizados. En una palabra, se trata de un proceso de
“descomposición” del antiguo sistema iniciático, y de nacimiento de una nueva
concepción y praxis de la iniciación. Tanto las vicisitudes del sacramento de la
confirmación, como la decadencia del Catecumenado, se explican desde estos
cambios del “sistema iniciático” originario.

3. Siglos VII-XX: Pervivencia histórica e intentos de renovación

Durante la Edad Media, y la época del renacimiento se sigue hablando de


“Catecumenado”, así como de la necesidad de que el bautismo implica el
“catechismus” y el “exorcismus” (Beda, Hugo de San Victor, Pedro Lombardo,
Santo Tomás...). Pero, en verdad, a los nombres no responde la realidad
práctica. También se sigue defendiendo la relación íntima y la unidad de los
ritos iniciáticos (bautismo, confirmación, eucaristía). Pero, de hecho, se
continúa celebrando separados estos ritos, y el hecho de que la primera
eucaristía se vaya trasladando a la edad del uso de razón, hace que la misma
confirmación se retrase hasta los doce años (cf. Catecismo de Trento). Después
del Concilio de Trento hubo algunos intentos de renovación del proceso
catecumenal ante las necesidades planteadas por el descubrimiento y
evangelización del nuevo mundo, y en España encontraron eco importante, pero
no llegaron a imponerse en la práctica. Debido a la impugnación pastoral
(desorden en la Iglesia respecto a la confirmación) y a la negación por parte de
los Reformadores (la confirmación no es un sacramento con todo lo que esto
implica), Trento insistirá en la sacramentalidad «autónoma» de la confirmación
y en su necesaria renovación pastoral. Por otra parte, debido al impulso pastoral
y catequético preconizado por el Catecismo Romano (Pío V, 1566) y por otros
catecismos de la época (el de B. Carranza, P. Canisio, R. Belarmino, Fleury...),
se despierta la conciencia de pastores y fieles, en orden a una más cuidada
catequesis y celebración de la confirmación, e incluso se manifiesta un deseo de
retrasar la confirmación a una edad más avanzada, que con cierta frecuencia
(diversas diócesis de Francia) se sitúa después de la primera comunión. Ante
este hecho los Papas insisten en la unidad de la iniciación. Por todo ello resulta
una “estructura pastoral distanciada” que, sobre todo por razones pastorales,
lleva a un distanciamiento y separación de los ritos bautismales y a una
desaparición del Catecumenado; y que, a partir del siglo XIII (Concilio
Lateranense IV) introducirá en el proceso la obligatoriedad de confesarse a la
edad del uso de razón. Por tanto, se comienza bautizando a los niños “quam
primum”; se confía la educación cristiana a la familia, y en ocasiones a la
educación escolar; se exige la confesión al llegar al uso de razón; normalmente
sigue después la primera eucaristía; y se deja la confirmación para cuando
venga el obispo, o se vaya donde él está. Esta praxis se verá facilitada por la
orientación posterior del Papa Pío X, en el Decreto «Quam singulari» (8 agosto
de 1910), en el que, al determinar la edad de la discreción para la primera
comunión, mueve prácticamente a retrasar la confirmación a un momento
posterior. Si bien, en realidad, con este Decreto no se hizo sino confirmar una
praxis ya extendida en la Iglesia y que, al venir a ser la primera comunión la
fiesta principal de la iniciación, reclamaba situarla a la edad de la catequesis y
como culminación de la misma16, llevando como resultado una cierta
generalización del retraso de la confirmación después de la primera comunión.

c) Restauración del Catecumenado a nivel oficial

En los tiempos del Vaticano II la Iglesia tenía clara conciencia de la


necesidad de renovar el Catecumenado. Por eso, la Constitución de Liturgia
afirmaba: Restáurese el Catecumenado de adultos, dividido en distintas
etapas…En las misiones, además de los elementos de iniciación contenidos en
la tradición cristiana, pueden admitirse también aquellos que se encuentran en
uso en cada pueblo en cuanto puedan acomodarse al rito cristiano” (SC 64-65).
Esta restauración se concreta más en el Decreto “Ad gentes”, donde no sólo se
describe la necesaria unión entre evangelización y conversión, sino que afirma
explícitamente que este es el primer paso de un proceso de iniciación que
implica la realización del Catecumenado con todos los elementos que lo
integran: “Los que han recibido de Dios, por medio de la Iglesia, la fe en Cristo,
sean admitidos con ceremonias litúrgicas al catecumenado, el cual no es mera
exposición de dogmas y preceptos, sino formación y noviciado
convenientemente prolongado de toda la vida cristiana…” (AG 13-14). La
importancia del Catecumenado se destaca también en el Decreto
“Presbyterorum ordinis”, al recomendar de forma especial a los sacerdotes “a
los catecúmenos y neófitos, que han de ser gradualmente educados para que
conozcan y vivan la vida cristiana” (PO 5). Más aún, el hecho de que de alguna
manera ya estén vinculados a la Iglesia, hace que ella “como madre los abrace
en amor y solicitud como suyos” (LG 14).

1. El Ritual de la Iniciación cristiana de adultos (RICA)

Pero, el documento que mejor acoge, restaura y aplica el catecumenado es


del “Ritual de la Iniciación cristiana de adultos”. Por primera vez, desde que se
produjeron las grandes transformaciones en la iniciación cristiana en el s. V, se
propone un Ritual propio para adultos, de la misma manera que antes (a. 1969)
se había ofrecido un Ritual propio para niños. El tema de la Iniciación Cristiana
recibe un tratamiento especial en cuanto un 'todo unificado”. Es un Ritual que
no se limita a la iniciación sacramental, sino que además ofrece un camino
progresivo de iniciación catecumenal, recogiendo las esencias del
catecumenado antiguo, e intentando aplicarlo a nuestros días, una vez
estudiadas las experiencias de renovación realizadas al respecto en África, en
Francia etc. Encierra una gran riqueza teológica, litúrgica y pastoral, en una
adecuada armonía y equilibrio entre entre acción graciosa de Dios, mediación
de la comunidad eclesial, ritos sacramentales de la iniciación y respuesta de fe
del sujeto. Cada uno de estos elementos encuentra un espacio propio, dentro de
un ritmo, que es el que marca la creación de un itinerario dinámico y coherente
para la Iniciación Cristiana. El nuevo Ritual no obedece solamente a una
reivindicación ritual de los padres del Concilio, sino a un amplio proyecto
teológico: el catecumenado como la expresión litúrgica del nacimiento y del
crecimiento de la Iglesia, que quiere responder a una nueva situación
evangelizadora. Por eso, los “principios-guía” que conducen a esta renovación
son:
1. Expresar con más claridad la significación de los ritos para posibilitar
mayor participación en los misterios de la salvación.
2. Recoger los elementos tradicionales de la liturgia catecumenal y
asegurar continuidad entre las formas antiguas y nuevas.
3. Mostrar la armonía entre la acción de Dios significada por los ritos y el
progreso del catecúmeno en la conversión y la fe.
4. Proponer un “modelo típico” de iniciación de adultos, que las
Conferencias Episcopales deben adaptar a su situación pastoral en un esfuerzo
de inculturación28. A lo largo del Ritual se ofrecen posibilidades que ministros
y Conferencias Episcopales han de tener en cuenta, porque se prestan a la
acomodación, en virtud de las necesidades de las Iglesias locales.

En cuanto al contenido del Ritual baste recordar en síntesis que su


objetivo es presentar la manera como la Iglesia acoge e inicia a los que piden
ser cristianos. En este sentido ofrece una verdadera estructura de iniciación para
aquellos adultos, que tras oír el anuncio del misterio de Cristo, asistidos por el
Espíritu Santo, toman la decisión libre y responsable de caminar por el sendero
de la fe y de la conversión, a fin de prepararse para el Bautismo en el agua y en
el Espíritu y poder
participar de la Eucaristía de la comunidad30. Se trata de una preparación e
introducción progresiva de varios años de duración al misterio de Cristo y de la
Iglesia.

Esta introducción se hace mediante etapas significadas por los ritos del
Catecumenado que vienen desarrollados en el Ritual. Un camino que comienza
con el Rito de Entrada en el Catecumenado y culmina con la recepción de los
sacramentos. Sin embargo, el Ritual no se reduce a ser un momento ritual-
celebrativo, en él se hallan las claves que deben llenar de contenido la
catequesis, los ritos que han de ir jalonando el proceso y la vida evangélica que
ha de ir expresando el cambio de vida, todo ello formando parte de un dinámico
itinerario catecumenal.
Respecto a la estructura es como sigue:
a) Contiene unos Preliminares (nn. 1-67) sobre el espíritu que tiene que animar
la iniciación, y sobre la estructura, etapas y grados de la misma. Comprende
unas observaciones generales y unas observaciones previas.
b) El Cap. I ofrece el Ritual del catecumenado distribuido en sus grados o
etapas (nn. 69- 239). Es la parte más importante y se refiere a la iniciación de
los adultos. Este Ritual es para desarrollarlo normalmente en varios años. Pero
en situaciones excepcionales las ceremonias se reagrupan según dos esquemas
posibles.
c) En el Cap. II: Forma simplificada de la iniciación de un adulto (nn. 240-277).
d) En el Cap III: Ritual breve de la iniciación de un adulto en peligro próximo o
inminente de muerte (nn. 278-2294).
e) El Cap. IV . proporciona directrices sobre la Preparación para la
Confirmación y la Eucaristía de los adultos bautizados en la primera infancia y
que no han recibido
catequesis (nn. 295-305).
f) El Cap. V . presenta el Ritual de la iniciación de los niños en edad catequética
(nn. 306- 369).
g) Y finalmente, un apéndice, que contiene el Ritual de la admisión a la plena
comunión con la Iglesia católica de los ya bautizados válidamente (31 números)
en una Iglesia separada.

En conclusión, creemos que este Ritual es uno de los documentos de más


trascendencia del Vaticano II, no sólo porque renueva el Catecumenado en el
proceso de la iniciación cristiana de adultos, sino también porque integra,
armoniza y expresa de modo ejemplar los diversos niveles y perspectivas: el
nivel antropológico, el teológico, el sacramental-ritual y el pastoral; y porque se
presenta como el referente principal de iniciación cristiana, y como el modelo
de toda catequesis integral, que implica la participación y renovación de la
misma comunidad cristiana.

2. Otros documentos oficiales posteriores al Vaticano II

La repercusión de los planteamientos del RICA en los documentos


posteriores de la Iglesia es muy importante, sobre todo cuando se trata de
iniciación cristiana (v.gr. Ritual de la confirmación), de evangelización, de
catequesis, de misión y participación en la misión, de preparación a los
sacramentos. Baste un breve recorrido al respecto.
• El “Directorium catechisticum generale” (1971) menciona el Catecumenado
entre las formas particulares de catequesis de adultos.
• La “Evangelii Nuntiandi” (1975), atendiendo a la situación descristianizadora
y a la necesidad de evangelización, afirma que el Catecumenado debe aplicarse
también a la situación de algunos bautizados: “Se viene observando que las
condiciones actuales hacen cada vez más urgente la enseñanza catequética bajo
la modalidad de un Catecumenado para un gran número de jóvenes y adultos
que, tocados por la gracia, descubren poco a poco la figura de Cristo y sienten la
necesidad de entregarse a él” (nº 44).
• En la misma línea la “Catechesi tradendae” (1979) habla de “cuasi
catecúmenos” refiriéndose a “los que en su infancia recibieron una catequesis
proporcionada a su edad, pero que luego se alejaron de toda práctica religiosa y
se encuentran en la edad madura con conocimientos religiosos más bien
infantiles; a los que se resienten de una catequesis sin duda precoz, pero mal
orientada o mal asimilada; a los que, aún habiendo nacido en países cristianos,
incluso dentro de un cuadro sociológicamente cristiano, nunca fueron educados
en la fe y, en cuanto adultos, son verdaderos catecúmenos” (nº 44).
• Se trata de una situación intraeclesial a la que se refiere también de modo
significativo la “Redemptoris missio” (1990): “Se da, por último, una situació
intermedia, especialmente en los países de antigua cristiandad, pero a veces
también en las iglesias más jóvenes, donde grupos enteros de bautizados han
perdido el sentido vivo de la fe o incluso no se reconocen ya como miembros de
la Iglesia, llevando una existencia alejada de Cristo y de su evangelio. En este
caso es necesaria una nueva evangelización o reevangelización” (nº 33), junto
con la situación de la “misión ad gentes” (nº 47).
• Por todo ello, se pide por ejemplo en la “Christifideles laici” (1988), “una
catequesis postbautismal a modo de catecumenado, que vuelva a proponer
algunos elementos del ‘Ritual de la iniciación cristiana de adultos’, destinados a
hacer captar y vivir las inmensas riquezas del bautismo ya recibido” (nº 61).
• Y la “Familiaris consortio” (1981) ya señalaba que en la preparación al
matrimonio debía distinguirse entre la “preparación remota, próxima e
inmediata”, de modo que “como en un camino catecumenal” se diera una
preparación adecuada al matrimonio: “Entre los elementos a comunicar en este
camino de fe, análogo al catecumenado, debe haber también un conocimiento
serio del misterio de Cristo y de la Iglesia, de los significados de gracia y
responsabilidad del matrimonio cristiano…” (n º66).
• Por su parte, el “Código de Derecho canónico” (1983) se refiere al
Catecumenado de aquellos que quieren abrazar la fe y recibir el bautismo,
recogiendo los pasos prescritos ya por el Rica, e indicando lo que corresponde a
las Conferencias Episcopales y a los obispos al respecto: “Corresponde a las
Conferencias Episcopales publicar unos estatutos por los que se regule el
Catecumenado, determinando qué obligaciones deben cumplir los catecúmenos
y qué prerrogativas se les reconocen” (cc. 788-789, 851 & 1, 865). La
aportación es al nivel de normativa canónica.
En cambio el “Catecismo de la Iglesia católica” (1992) hará algunas
aportaciones importantes a nivel de iniciación y ecuménico. Así, además de que
recuerda la praxis de iniciación de la Iglesia antigua, que implicaba “un largo
período de Catecumenado”, afirma sin ambages que el catecumenado pertenece
al bautismo, “por su misma naturaleza”, y por tanto no se debe prescindir de él,
sea en un momento u otro del proceso de iniciación: “Desde que el bautismo de
niños vino a ser la forma habitual de celebración de este sacramento, ésta se ha
convertido en un acto único que integra de manera muy abreviada las etapas
previas a la iniciación cristiana. Por su naturaleza misma, el bautismo de niños
exige un Catecumenado postbautismal. No se trata solo de la necesidad de una
instrucción posterior al bautismo, sino del desarrollo necesario de la gracia
bautismal en el crecimiento de la persona. Es el momento propio de la
catequesis” ( nº 1231).

Por tanto, si bien el Catecumenado en sentido más propio es el que


precede al bautismo de adultos, de modo que les permita “en respuesta a la
iniciativa divina y en unión con una comunidad eclesial, llevar a madurez su
conversión y su fe” (cf. CEC 1247-1249); sin embargo, esto no obsta para que
en el caso del bautismo de niños, se proponga un proceso o “catecumenado
postbautismal”, ya que “en todos los bautizados, niños o adultos, la fe debe
crecer después del bautismo”, de manera que tanto la fe como la gracia
bautismal puedan desarrollarse de forma adecuada (cf. CEC 1253-1255). En
concreto el nº 1253 dice: “El bautismo es el sacramento de la fe... La fe que se
requiere para el bautismo no es una fe perfecta y madura, sino un comienzo que
está llamado a desarrollarse”.

Será el “Directorio General para la Catequesis” (1997) el documento


oficial que trate precisamente de este desarrollo, de modo especial a través de la
catequesis en sus diversas formas, y a través del Catecumenado prebautismal o
de los catecumenados” postbautismales o “cuasicatecumenados”. El documento
comienza reconociendo la importancia del Catecumenado antiguo, cuyo retorno
ha sido favorecido por el Vaticano II (DGC, nº 2). Y, recogiendo un texto del
antiguo Directorio de catequesis, nos recuerda que “el modelo de toda
catequesis es el catecumenado bautismal, que es formación específica que
conduce al adulto convertido a la profesión de su fe bautismal en la noche
pascual” (DGC, nº 59). Por eso mismo en otros lugares afirmará que toda
catequesis debe estar animada por una “inspiración catecumenal” (nº 35. Cf. 68,
256), de la misma manera que “el catecumenado bautismal es el lugar típico de
catequización” (nº 256). A lo largo de todo el documento destaca la mutua
relación y continuidad que existe entre los diversos momentos integrantes del
proceso de iniciación: misión – evangelización – Catecumenado – catequesis –
sacramentos de iniciación, pues todo ello constituye un conjunto integrativo de
la totalidad del proceso. Lo califica como “proceso evangelizador o de
evangelización” que implica: “testimonio cristiano, diálogo y presencia de la
caridad, anuncio del evangelio y llamada a la conversión, Catecumenado e
iniciación cristiana, formación de la comunidad cristiana, por medio de los
sacramentos, con sus ministerios”(nº 47).
Y más tarde, refiriéndose a la “coordinación de la catequesis” con otros
aspectos de la misión dice: “La situación actual de la evangelización postula que
las dos acciones, el anuncio misionero y la catequesis de iniciación, se conciban
coordinadamente y se ofrezcan, en la Iglesia particular, mediante un proyecto
evangelizador misionero y catecumenal unitario” (nº 277.Cf. 272, 276). Esta
coordinación es necesaria no sólo para el caso de los adultos no bautizados, sino
también para aquellos “adultos bautizados que no recibieron una catequesis
adecuada; o que no han culminado realmente la iniciación cristiana; o que se
han alejado de la fe, hasta el punto de que han de ser considerados
“cuasicatecúmenos”.
En estos casos, como explícitamente se reconoce, “se trata de impulsar una
catequesis postbautismal, a modo de catecumenado, que vuelva a proponer
algunos elementos del Ritual de la iniciación cristiana de adultos, destinados a
hacer captar y vivir las inmensas riquezas del bautismo recibido” (nº 258). Se
trata de un “cuasicatecumenado” que también puede proponerse a los jóvenes,
teniendo en cuenta las diversas situaciones: “Entre las diversas formas de
catequesis de jóvenes, hay que prever, teniendo en cuenta las situaciones, un
catecumenado juvenil en edad escolar, una catequesis que complete y culmine la
iniciación cristiana; una catequesis sobre cuestiones específicas; así como
encuentros más o menos ocasionales e informales” (nº 185). Teniendo en cuenta
que hoy la evangelización de los jóvenes requiere más una acción
evangelizadora precatecumenal que una acción catequética catecúmena
(Ibidem).

Naturalmente, el Directorio es consciente de que una cuestión decisiva es


“quién realiza esta tarea”. Por eso insiste en la gran importancia que tiene la
comunidad cristiana, que es la que “debe ayudar a los candidatos y a los
catecúmenos durante todo el período de la iniciación…” (256); pero sobre todo
en la insustituible función del catequista, especialmente durante el
Catecumenado o “cuasicatecumenado”, por lo que se requiere que tenga una
formación especial por la que se pretende que “el catequista pueda animar
eficazmente el itinerario catequético” (nº 235), siendo al mismo tiempo
“maestros, educadores y testigos” (237). Para ello, si es preciso, ellos mismos
deben seguir un proceso catecumenal: “Cuando la fe de los catequistas no es
todavía madura, es aconsejable que participen en un proceso de tipo
catecumenal para jóvenes y adultos. Puede ser el proceso ordinario de la propia
comunidad o uno creado expresamente para ellos” (nº 247).

Como conclusión de este recorrido podemos decir que desde el Vaticano


II el tema tiene una presencia permanente en casi todos los documentos
dirigidos a la Iglesia universal. Pero se trata de una presencia con contenido y
aplicaciones pastorales diferentes, según se trate del catecumenado de adultos
no bautizados, o del “Catecumenado” de adultos ya bautizados: en el primer
caso, es evidente que debe aplicarse lo que afirma la AG 13-14 y lo que se
propone en el “Ritual de la iniciación cristiana de adultos”; en el segundo caso,
se trata no de un Catecumenado en sentido estricto, sino de un proceso o
itinerario catecumenal, o “a modo de Catecumenado”, o “cuasicatecumenado”,
que aplica la dinámica y etapas a las diversas situaciones de los ya bautizados,
pero no plenamente evangelizados ni catequizados ni sacramentalizados (porque
no han recibido aún la confirmación, y a veces tampoco la eucaristía). Se trata
de una situación que se ha incrementado en los últimos años, debido a una
secularización y descristianización progresiva, que reclama con urgencia la
evangelización o la “nueva evangelización”. Y, en definitiva, se trata de una
situación que replantea la misma iniciación cristiana, y el puesto que en ella
debe ocupar el catecumenado, en cuanto que pertenece a su misma naturaleza y
estructura.

3. Recepción del Catecumenado en diversas Iglesias

Tratamos de ofrecer una breve síntesis selectiva, que nos sirva como
elemento de comparación con lo que sucede en España. Por ello nos fijamos en
algunos países más significativos de Europa199.

Entre los países europeos destaca Francia200, cuya tradición catecumenal se


remonta ya a los años 1940-1950. Desde Lyon los catecumenados se extienden
a toda Francia en los años 1960, creándose ya en 1964 el “Centro Nacional del
Catecumenado”. La recepción del Catecumenado tal como lo propone el mismo
Vaticano II y el RICA no sólo ha sido extensa y positiva, sino que ha supuesto
para la pastoral de iniciación en Francia una confirmación y una continuidad, no
obstante algunas crisis vividas201. La Iglesia oficial francesa en sus diversos
199
Se comprende que esta referencia es reducida, conscientes de que existen otros muchos ejemplos de
recepción que merecerían la pena reseñar. Para un ensachamiento de esta perspectiva, ver D. BOROBIO,
Catecumenado para la evangelización, o. c., pp. 75 ss.
200
Una bibliografía al respecto:CNPL. Service National du catéchuménat. “Guide pastoral du Rituel de
l’initiation chrétienne: Guide Célébrer 8 (2000); M.L. Condal, Initiation chrétienne. Bapteme,
confirmation,eucharistie, Centurion, París 1989 (existe traducción española); Id., Entrer dans la foi
aujourd’hui: commencer et recommencer: Lumen Vitae 46 (1991) 71-84; H. Bourgeois, Théologie
catéchuménale. A propos de la “nouvelle” evangelisation, Cerf, París 1991; Id., Redécubrir la foi. Les
recomencants, Desclée de Brouwer, París 1993; A. Fayol-Fricout- A. Pasquier-O. Sarda, L’initiation chétienne,
démarche catéchumenale, Desclée de Brouwer, parís 1991 Groupe Thomas-Pascal, Catéchese
catéchuménale.Parcours pour adultes et jeunes, Lyon 1992; Id., Pour une memoire catéchuménale. Petite
histoire du catéchuménat francais 1950-1992, París 1992; AA.VV., Photografie du catéchuménat en France
1993-1994. Enquête sociologique, Bayard Presse, Janvier 1994; AA.VV., Le baptême: Catéchèse: 2 (1997); C.
Floristán, Para comprender el catecumenado, Estella 1989, pp. 86-93: “Renovación del catecumenado en
Francia”.

201
A. Fayol-Fricout- A. Pasquier-O. Sarda, L’initiation chétienne, o.c.
documentos relativos a la iniciación, da especial preferencia al Catecumenado 202.
Francia es sin duda el país europeo donde el Catecumenado prebautismal tiene
más extensión y vigencia (hay unos 11.000 catecúmenos en la actualidad),
siendo un referente para el resto de los países europeos.

También en Italia se ha dado una recepción importante del Catecumenado, si


bien no existe una tradición catecumenal como en Francia. Aunque los estudios
aparecidos en relación con el RICA y la iniciación cristiana son muy
abundantes203 (lo que demuestra el gran interés del tema), también puede
constarse la presencia y orientaciones sobre el tema en documentos de la
Conferencia Episcopal Italiana, sobre todo el dedicado expresamente a ofrecer
“orientaciones para el catecumenado de los adultos” 204. De cualquier manera, el
planteamiento en Italia se refiere sobre todo a la relación Catecumenado –
iniciación cristiana, y a la recuperación del catecumenado para el caso de los
bautizados no evangelizados205.
En cambio, en Alemania ha habido una recepción más lenta del Catecumenado,
debido al puesto que la Iglesia y la religión ocupan tanto en la vida de la
sociedad como en la educación cristiana. Se percibe un interés creciente sobre
todo a partir de 1989. La situación de creciente descristianización interna, así
como la influencia de los planteamientos pastorales de otras Iglesias, llevan a un
deseo de restauración del Catecumenado206. Desde 1980 se han realizado y han
aparecido diversos estudios sobre el Catecumenado, sobre todo por parte de la
Delegación Central de Pastoral y del Secretariado de Liturgia para el habla
alemana. A partir de 1992 la Delegación Central de Pastoral promovió un grupo
de trabajo sobre el “Catecumenado”, donde han tenido gran influencia las
investigaciones de F.P. Tebartz van Elst sobre el Catecumenado en Norte
América y sus aplicaciones al área alemana 207. En 1997 la Conferencia
202
Por ejemplo: Commision épiscopale de Liturgie. Pastorale sacramentelle, I. Les sacrements de l’initiation
chrétienne et le mariage, París 1996.
203
Véase el estudio de las diversas publicaciones con sus diversas tendencias , por ejemplo, en P. Caspani,
“Iniziazione cristiana” e “catecumenato”: semplicemente sinonimi?: Scuola Cattolica 127 (1999) 261-312.
Cf. También anteriormente: S. Lanza, Il catecumenato in Italia. Prospettive di rinovamento pastorale, RCI
(Rivista del Clero Italiano) 76 (1995) 485-503; AA. VV., Catecumenato e iniziazione cristiana: Rivista di
Pastorale Liturgica 196 (1996) 3-53.

204
CEI, Consiglio Episcopale Permanente, Il catecumenato oggi in Italia: adulti verso il battesimo. Strumento
di lavoro per un servicio al catecumenato, Roma 1994. Pero más importante es el documento de la CEI,
L’iniziazione cristiana. 1. Orientamenti per il catecumenato degli adulti (30 de marzo de 1997), Roma 1997;
205
Puede verse, por ejemplo, en CEI, Evangelizazione e testimonianza della caritá. Orientamenti pastorali del
Episcopato Italiano per gli anni ’90, Roma 1990; Id., Direttorio di pastorale familiare per la Chiesa in Italia,
Roma 1993.

206
Una cronología sobre la evolución del catecumenado en Alemania puede verse en A. Waibel-F.P. Tebartz
van Elst, “Feier der Eingliederung in die Kirche”, en B. Kranemann – E. Nagel – E. Nübold, Heute Gott
feiern, Freiburg 1999, 182-186. También en el informe del actual Director del Instituto Alemán de Liturgia
Eberhard Amon, Panorama der christlichen Initiation: gestern und heute, Fatima 2001 (Ad usum privatum).
207
Su tesis doctoral sobre Der Erwachsenenkatechumenat in den Vereinigten Staaten von Amerika. Eine
Anregung für die Sakramentenpastoral in Deutschland (Múnsteraner Theologische Abhandlungen 28),
Episcopal Alemana, a través de las mismas instituciones de Pastoral y Liturgia
publicó “Adultos en el camino hacia el bautismo, de. M. Ball, München 1997. Y
una propuesta posterior más concreta se publica el año 2000 “Adultos
preguntan por el bautismo. Un material catequético litúrgico para la
realización del catecumenado”208. Esta preocupación y recepción teórica tardía,
no va acompañada, sin embargo, hasta el momento, de una recepción práctica
correspondiente.

Por lo que respecta al continente africano, como ya es sabido el


Catecumenado en África se extiende con la evangelización del continente en el
siglo XIX (a.1831-1846)68. Dada la situación cultural y religiosa del continente
(pluralidad de religiones y sectas, unida a costumbres iniciatorias ancestrales),
el Catecumenado ha sido en África una realidad siempre viva. Por ello la
recepción de la enseñanza del Vaticano II y del Ritual de la iniciación cristiana
de adultos se han caracterizado por la continuidad y la adaptación o
inculturación del mismo, como lo prueban los diversos estudios209.

En cuanto al continente americano, llama la atención la acogida y


recepción que el Catecumenado está teniendo en la Iglesia de los Estados
Unidos de América210. La fuente de información más completa que tenemos es
la tesis doctoral de citado F.P. Tebartz van Elst 211. En este país, de 252 millones
Altenberge 1993. Posteriormente el autor ha publicado diversos trabajos al respeto, por ejemplo: “Die
Wiederbelebung des Erwachsenenkatechumenats: Konzepte, Erfahrungen, Perspektiven”, en P.M. Zulehner – H.
Auf der Maur – J.Weismayer, Zeichen des Lebens. Sakramente im Leben der Kirchen – Rituale im Leben der
Menschen, Ostfildern 2000, 262-290.

208
De. Ernst Werner, DKV, München 2000.

209
Una bibliografía al respecto: A. Tatiana Sanon-R. Luneau, Enraizar el evangelio. Iniciaciones africanas
ypedagogía de la fe, Madrid 1994; B. Muzungu, Le dieu de nos Pères, t. I,II,III, Les Presses Lavigerie,
Bujumbura 1974-1975; D. Nothomb, Un humanisme africain. Valeurs et pièrres d’attente, Ed. Lumen Vitae,
Bruselas 1965; M. Combarros Miguelez, Dios en Africa. Valores de la tradición Bantú, Madrid 1993; J. Van der
Meersch, Vers un catéchuménat rénove selon le Concile, Ed. del Centro Internacional de Pastoral y Catequesis,
Butare 1968-1971; AA.VV., L’Eglise du Rwanda vingt ans après le Concile Vatican II, Ed. Pallotti-Presse,
Kigali 1987; AA.VV., Une expérience africaine d’inculturation. Théologie-Anthropologie, Ed. N.D. Cotonou,
París 1992.

210
Una bibliografía al respecto: B. Fischer, Das Amerikanische Beispiel. Die Rezeption des Ritus
derEewachsenen-Initiation von 1972 in den Vereinigten Staaten: Liturgisches Jahrbuch 37 (1987) 66-74; F. P.
Tebartz van Elst, Der Erwachsenen-Katechumenat in den Vereinigten Staaten von Amerika. Eine Anregung für
die Sakramentenpastoral in Deutschland, Altenberge 1993; Id., Die Wiederbelebung des
Erwachsenenkatechumenates in den USA und seine pastoralliturgischen Anregungen für die Kirche in
Deutschland: Liturgisches Jahrbuch 44 Jahr (1994) 67-78; Id., Erwachseneninitiation in den USA: Diakonia 24
(1993) 279 ss.; W. A. Anderson, Journeying throuth the RICA, Dubuqye, Iowa 1984; K.A. Boyack, A Parish
Guide of Adult Initiation, Nueva York 1979; Murphy Center for Liturgical Research, Made, not born.New
Perspectives on christian Initiation and the Catechumenate, Notre Dame-Londres 1980; W.J. Reedy, Becoming
a Catholic Christian. A Symposium on Christian Initiation, Nueva York-Chicago-Los Angeles 1979; Id.,
Christian Initiation Resources Readers, Nueva York 1984.

211
Nota anterior 55: Der Erwachsenenkatechumenat in den Vereinigten Staaten von Amerika, Altenberge 1993.
Un resumen de la misma en la revista Liturgisches Jahrbuch 44 Jahr (1994) 67-88. Un resumen de la estructura
de habitantes, de los que 60 millones son católicos, distribuidos en 188 diócesis.
puede decirse que al menos dos tercios de las parroquias han vivido
experiencias catecumenales. La publicación del RICA y su traducción al inglés
en 1974, encontró en los Estados Unidos un clima social especial: el llamado
“Catholic moment in American Culture” (momento católico en la cultura
americana). Este clima, unido a un número alto y constante de conversos y
solicitantes del bautismo, y a un aprecio a las comunidades católicas como
lugares de referencia, llevó a prestar una especial atención a la pastoral de
iniciación y al mismo catecumenado propuesto por el RICA. El intercambio de
experiencias a nivel interdiocesano condujo a definir mejor los fines y los
medios de la iniciación. En 1981 tiene lugar una Conferencia en Estes Park
(Colorado) en la que se crea el "North American Forum on the Catechumenate"
(Foro para la coordinación del desarrollo del OICA en las parroquias de Estados
Unidos). De este Foro nacerá una adaptación más precisa y coordinada del
RICA, que tendrá en cuenta no sólo los no bautizados, sino también los
conversos válidamente bautizados. Finalmente, en 1986 la Conferencia
Episcopal aprobó el RICA para los Estados Unidos, con el título: "Rite of
Christian Initiation of Adults", lo que fue confirmado por Roma el 1 de
septiembre de 1988. En adelante, esta será la única y obligatoria forma de
iniciación de adultos en las parroquias estadounidenses. En este ritual: Se
considera el caso de los bautizados que vienen de otras confesiones; se
promueve no sólo la formación de Catequistas y animadores, sino también su
experiencia catecumenal, siguiendo las fases diversas. Esto hace que descubran
la identidad de su fe, y se capaciten para conducir el proceso, para considerarse
"Iglesia en proceso".
En lo que se refiere a Latinoamérica, la recepción del Catecumenado
propuesto por la reforma del Vaticano II y el RICA puede decirse que ha sido
reducida y lenta (a excepción de la implantación y fecundidad del Camino
Neocatecumenal en la mayor parte de las diócesis de América Latina), con
características peculiares dada la situación cultural y religiosa de los diversos
países. De hecho, llama la atención que en los grandes documentos del
Episcopado latinoamericano ocupe un lugar destacado el tema de la
evangelización o nueva evangelización, pero que a ello no se una de forma
explícita y amplia el tema del Catecumenado212. Cierto que se habla de
catequesis permanente, o de “itinerario continuado”213, pero no se piensa

y peculiaridades del catecumenado en EE. UU., en D. BOROBIO, Catecumenado para la evangelización, o. c.,
96-113.

212
ll Nos referimos a las Conferencias de Medellín, Puebla, Santo Domingo sobre todo.
213
En el documento de Santo Domingo, Nueva evangelización, promoción humana, cultura cristiana, PPC,
Madrid1993, n. 49 se dice: “La nueva evangelización debe acentuar una catequesis kerigmática y misionera…
Nuestra catequesis ha de tener un itinerario continuado que abarque desde la infancia hasta la edad adulta,
utilizando los medios más adecuados para cada edad y situación”.
directamente en el Catecumenado214. Sin embargo, los procesos en “pequeñas
comunidades” o en “comunidades eclesiales de base” han cumplido de hecho
las funciones de un verdadero Catecumenado. Algunas conferencias
Episcopales, como la brasileña, se plantearon ya desde los años ’70 la cuestión
de la iniciación cristiana, y por tanto también en alguna medida la del
catecumenado215. Algún movimiento, como el SINE o “Sistema de
evangelización integral”, promovido por el A. Navarro en México en todo
Latinoamérica, tiene una verdadera estructura y dinámica catecumenal, desde
una insistencia en la evangelización (o precatecumenado), en la participación de
la parroquia o comunidad en el proceso evangelizador, en la necesidad de
promover los ministerios laicales, realizar todas las dimensiones de la misión
equilibradamente, y sectorizar el terreno para una evangelización concreta y
eficaz216.

7. Por un redescubrimiento de la identidad del Catecumenado

a) Identidad del Catecumenado

El Catecumenado es uno de los elementos de iniciación más antiguos,


originales e importantes de la Iglesia, cuya renovación actual condensa de forma
muy sintomática el modelo eclesiológico al que hoy se aspira, y la calidad de
cristiano que en nuestros tiempos se espera. Se entiende por "Catecumenado"
(de "katejein" = instruir de palabra), en su sentido más clásico, la instrucción
iniciática de carácter catequético-litúrgico-moral, creada por la Iglesia de los
primeros siglos, con el fín de preparar y conducir a los convertidos adultos, a
través de un proceso espaciado y dividido por etapas, al encuentro pleno con el
misterio de Cristo y con la vida de la comunidad eclesial, expresado en su
momento culminante por los ritos bautismales de iniciación: bautismo, ritos
postbautismales, eucaristía que, normalmente presididos por el obispo, se
celebran en la vigilia pascual.

214
Teólogos pastoralístas y Catequistas itinerantes de las Comunidades Neocatecumenales han constatado en
diversos encuentros con párrocos y catequistas de Latinoamérica que muchos sacerdotes todavía no conocen el
Ritual de la iniciación cristiana de adultos, en parte debido a que ha sido traducido muy tardiamente.

215
Episcopado Brasileño, Pastoral dos sacramentos da inicicao Cristá, Sao Paulo 1974; J. Lachnitt, Desafíos
para a iniciacao cristá a partir da iniciacao War’a: Revista de Liturgia 3 (1990) 93-96; A.F. Lelo, La
inculturaciòn en Brasil del Ritual de iniciación cristiana de adultos, Universidad Pontificia. Faculktad de
Teología, Salamanca 1994.

216
A. Navarro, Parroquia evangelizadora. Sistema integral de la nueva evangelización, México 1994; Id.,
Evangelización. Kerigma, México 1974; Id., El anuncio kerigmático. Por si mismo, sólo y todo, México 1994.
Con otras palabras, el Catecumenado es el ámbito en el que una persona se
hace con las disposiciones necesarias para llegar a ser cristiano; es el camino
que conduce a la verdad del ser cristiano y de la pertenencia a la Iglesia; es el
proceso en etapas, a través de las que se llega a descubrir y acoger el don de la
fe y la gracia de la salvación; es el espacio y tiempo adecuado para la
manifestación del misterio amoroso de Dios y la experiencia religiosa que
transforma la vida; es el lugar del encuentro entre el candidato al bautismo y la
comunidad que acoge y acompaña; es el proceso de aprendizaje e iluminación
del candidato, en el interior de la comunidad y para la renovación de la misma
comunidad; es, en fín, el momento de “prueba” o “noviciado”, por el que
renunciando a lo antiguo, se comienza a vivir la novedad de la vida en Cristo.

El Catecumenado no es un "a se" independiente, sino un "para" relacionado


y finalizado por los ritos bautismales de iniciación. Aunque bajo el nombre de
"Catecumenado" se acostumbra a referirse a todos los actos y momentos
preparatorios al bautismo, en realidad sólo a una etapa (la más importante) de
este proceso le corresponde tal nombre. El Catecumenado es, por tanto, la etapa
más importante del proceso preparatorio de iniciación y, como tal, un elemento
integrante y decisivo para que tal iniciación llegue a su plenitud.

En los primeros tiempos de la Iglesia el Catecumenado precedía al bautismo,


normalmente celebrado con adultos. En cambio en los últimos tiempos se ha
venido a extender, junto a un Catecumenado que precede al bautismo de adultos
convertidos (RICA), otros que siguen al bautismo de niños, a veces también al
bautismo y primera comunión, e incluso confirmación, y que se realizan a una u
otra edad, con cristianos todavía no plenamente convertidos e iniciados.

Sin embargo, esta extensión actual del "Catecumenado" no está sucediendo


sin notables ambigüedades. Unas veces porque ha venido a ser considerado
como una pieza necesaria de la pastoral renovada, y se ofrece sin las debidas
condiciones y seriedad; otras veces, porque se tiende a repetir el
"Catecumenado" en la misma comunidad a diversas edades y en distintas
situaciones; otras porque se habla de "Catecumenado" cuando se trata de una
simple preparación catequética intensiva, o de reuniones periódicas y
permanentes, o de grupos de educación en la fe, que no cumplen las mínimas
condiciones catecumanales, y queda reducida a simple discurso teórico...

b) Objetivos del Catecumenado

En principio, los objetivos del Catecumenado no pueden ser otros que los
de la iniciación cristiana global, que recordamos brevemente:
1. Adhesión y vinculación afectiva y efectiva a Cristo = Fe. Por una pedagogía
de
aprendizaje y crecimiento, por la escucha de la Palabra, la catequesis y el
diálogo, el sujeto llega a acoger el misterio, a iluminar su vida a hacerse con los
“ojos de la fe”, por la que podrá comprender y vivir los misterios bautismales.
2. Cambio de vida y perdón de los pecados = Conversión. El catecúmeno es un
convertido inicial, que a lo largo del proceso va gozándose en el “tesoro
escondido y descubierto), va profundizando en la “conversión radical primera”,
hasta transformar su vida y reorientarla en un nuevo sentido.
3. Introducción al misterio y experiencia de la salvación de Dios, por Cristo, en
el Espíritu = Don de gracia. Para que la fe y conversión tengan toda su
profundidad y consistencia, es preciso que crezcan y se sustenten en la
experiencia del Dios amoroso, que viene a nuestro encuentro en Cristo y nos
transforma en el Espíritu. No se trata tanto de una introducción intelectual,
como de una inmersión vivencial, por la que más que pretender desentrañar el
misterio con las categorías de la razón, se llega a vivirlo con la entrega del
corazón, con la experiencia del gozo, con la admiración y el entusiasmo, con la
contemplación, la oración y la acción.
4. Acogida y aceptación de la convivencia y pertenencia a la comunidad =
Comunión. El Catecumenado es encuentro del catecúmeno con la comunidad y
de la comunidad con el catecúmeno, y por lo mismo tiene como objetivo la
relación y comunicación con los creyentes, el suscitar y posibilitar la primera
experiencia de comunidad, el iniciar al sentido de Iglesia, despertando el sentido
de pertenencia a la misma, que le conducirá a una unión más perfecta y a una
participación más estrecha en su vida y sus tareas.
5. Participación en las tareas de edificación de la Iglesia = Compromiso. El
catecumenado lleva a comprender y asumir la misión de la Iglesia como propia;
suscita la responsabilidad personal y comunitaria respecto a esta misión;
identifica el carisma y la vocación personal desde la que se puede servir mejor a
dicha misión en la Iglesia y en el mundo. Quien a lo largo del catecumenado se
ha alimentado y crecido por la acción y el testimonio de los demás, no puede
olvidar que también él está llamado a ayudar y dar testimonio ante los demás. El
evangelizado necesariamente debe ser evangelizador.

c) Notas esenciales del Catecumenado

Los objetivos del Catecumenado sólo podrán alcanzarse si se salva la


identidad del propio Catecumenado y se realizan los elementos que lo integran.
Desde la Tradición permanente, el Vaticano II y el RICA, creemos que las notas
esenciales del Catecumenado pueden concretarse de la siguiente manera:

El Catecumenado es un proceso dinámico señalado por etapas


Es así porque exige duración y permanencia, porque requiere
programación y espaciación, porque supone progresividad, dinamismo y
avance, porque implica diversas etapas o fases, porque es camino hacia una
meta. Nunca puede tratarse de un monótono volver sobre lo mismo, que de la
sensación de estancamiento, sino de un crecer permanente a través del tiempo.
Para lograr este dinamismo es preciso crear un ritmo, lo cual se logra si se
estableces sucesivas etapas, marcadas o diferenciadas debidamente, que serán
momentos referenciales del proceso, puntos de llegada y de partida, hitos en el
camino hacia la iniciación plena.

Esta estructura dinámica del Catecumenado no sólo responde a la


historicidad en que se despliega la vida del hombre; responde también a la
necesidad de tiempo para la maduración de su opción, al respeto que merece su
libertad, a la imposibilidad de abarcar el misterio en un momento pasajero, a la
misma pedagogía de Dios en la historia de la salvación.

El Catecumenado es un proceso marcado o significado por ritos

Normalmente las etapas del Catecumenado quedan marcadas y


diferenciadas por los diversos ritos. Como dice el Vaticano II y el RICA, el
Catecumenado supone "unos ritos sagrados que han de celebrarse en tiempos
sucesivos". Así lo entendió también la Iglesia primitiva, y de ahí los ritos de
entrada y presentación, de la sal y las entregas, de la imposición de manos y
bendiciones, de los exorcismos y escrutinios, de la elección y preparación
inmediata...

Por supuesto, será necesario realizar una labor de introducción a la lectura


y el sentido de los signos y símbolos, así como adaptar de forma adecuada estos
signos a la sensibilidad de los jóvenes. Será en algunos casos discutible qué tipo
de ritos, y para esto está la creatividad y la imaginación. Pero no es discutible si
tiene que haber ritos, y para eso está la experiencia histórica y la sabiduría
litúrgica .

El Catecumenado es un proceso comunitario en comunidad

El Catecumenado es un caminar de la comunidad junto al catecúmeno y


del catecúmeno junto a la comunidad. No existe un Catecumenado en solitario;
siempre es un proceso en comunidad y con la comunidad.

Porque es "comunitario", el Catecumenado debe hacerse en grupo,


incorporándose a un grupo de personas que quieren seguir el mismo proceso,
buscan la misma verdad, tienen idéntico objetivo, y están dispuestas a vivir la
misma experiencia iniciándose al misterio de Cristo y al de la Iglesia. De este
modo, los catecúmenos sienten el mutuo apoyo y ayuda, son entre si estímulo y
testimonio.

Y porque es proceso "en relación con la comunidad", el Catecumenado no


puede no implicar a la comunidad entera, sea o no parroquial. La comunidad
debe ejercer una función positiva y activa respecto al catecumenado y a lo largo
de todo el proceso catecumenal. Y esto por medio de la acogida, por el
acompañamiento, por la instrucción, por su intervención en diversos momentos,
por el ejemplo y el testimonio, por la oración y la participación en las diversas
celebraciones, y sobre todo en la celebración del sacramento.

El Catecumenado es un proceso educativo doctrinal

Puesto que el Catecumenado tiende a suscitar, alimentar y madurar la fe,


consistirá de forma importante en la transmisión de unos contenidos de fe, en la
instrucción doctrinal, la educación o iluminación, que hace posible el poder dar
razón de nuestro creer y esperar.

Para que este objetivo pueda lograrse adecuadamente, es preciso


determinar con justeza los contenidos de la evangelización catecumenal, ya que
de ello depende en gran parte la identidad o la desidentificación del
Catecumenado.

Esta concreción o determinación de contenidos no puede hacerse


arbitrariamente, a partir de simples criterios subjetivos, o doctrinalistas, o
moralizantes, o ritualistas... Debe hacerse teniendo en cuenta los objetivos del
mismo Catecumenado y de la iniciación, centrados en aquellos fundamentos
bíblicos que estructuran la conversión y la fe. Igualmente, tendrá en cuenta los
centros temáticos más importantes de la historia de la salvación: Dios Creador y
padre, Cristo-Espíritu, Iglesia, sacramentos, vida cristiana y misión. Estos
deberán ser los "mínimos doctrinales"que vertebren o estructuren toda la
catequesis en el proceso catecumenal. El desarrollo o amplitud mayor o menor
que estos temas puedan tener, así como la metodología o pedagogía empleada,
serán diversos, según las circunstancias.

El Catecumenado es un proceso vivencial

Dijimos que uno de los objetivos del Catecumenado es suscitar en los


catecúmenos la experiencia de Dios, la experiencia del Espíritu, conscientes de
que no hay adhesión más plena y radical, más totalizante y transformadora, que
aquella que procede de la vivencia inmediata y sensible de la misteriosa
cercanía y amor de Dios a los hombres.
No podemos detenernos ahora a explicar los rasgos de dicha experiencia.
Señalamos algunos de los medios concretos para suscitarla, admitiendo siempre
lo misterioso e irreductible de tal experiencia, que siempre se sitúa en la frontera
del misterio del encuentro con Dios, que es quien nos hace sentir con su gracia
tal experiencia. Estos medios pueden ser la oración en sus diversas formas, los
signos y símbolos bien dados o espontáneos, la contemplación y meditación, el
testimonio de diversas personas creyentes, el encuentro y ayuda a personas más
pobres e indigentes (enfermos, ancianos, drogadictos, alcohólicos, los que
padecen el SIDA, refugiados o emigrantes, pobres...).

El Catecumenado es un proceso transformador

El Catecumenado, hoy como ayer, exige un auténtico cambio de vida, una


transformación moral en correspondencia con el evangelio y la vida de la
comunidad evangélica. La conversión y cambio de vida era el exigitivo para
entrar y avanzar en el Catecumenado, para ser “competentes” o "iluminados" y
llegar a la plena iniciación. Para apoyar este cambio, la Iglesia primitiva
empleaba los exorcismos y escrutinios, el discernimiento sobre la vida de los
catecúmenos, la purificación de costumbres y actos de la vida pasada.

Pues bien, eso mismo debe ser el Catecumenado hoy: un proceso que
compromete la vida, que lleva a revisar las actitudes y actos en un esfuerzo de
transformación según el evangelio y sus exigencias rectamente interpretadas por
la Iglesia. No se trata de una insistencia en normas morales, desde una visión
más bien rigidista de la Iglesia y negativa del ser cristiano. Se trata más bien de
una insistencia en el ideal evangélico, sin olvidar sus exigencias en la vida
personal, social, económica, política.

e) Estructura del Catecumenado

La estructura fundamental del Catecumenado es aquella que fue acuñada


por la tradición viva de la Iglesia, y que ha sido recogida en la Iglesia actual por
el Ritual de la Iniciación Cristiana de adultos. Esta estructura viene determinada
por la misma historicidad del hombre, por la progresividad en el crecimiento de
la fe, por el carácter procesual que exige espacio y tiempo.

El camino catecumenal se desarrolla en tres grandes fases o tiempos: 1.


La fase del primer anuncio o precatecumenado, que conduce a la conversión y
fe inicial, purificando las motivaciones subjetivas, y alimentando el deseo de
seguir a Cristo y pertenecer a la Iglesia, y de prepararse o renovar el bautismo.
2. La fase del catecumenado, que incluye una preparación más lejana (que acaba
en la “elección”), y otra más próxima (que suele abarcar la cuaresma), por las
que el candidato va siendo iniciado en los misterios y profundizando en la fe, va
descubriendo el sentido de los signos, y la exigencia de la pertenencia eclesial,
culminando todo ello en los ritos bautismales. 3. La fase de la profundización o
mistagógica (durante el tiempo pascual), por la que los que ya han recibido o
renovado su bautismo, profundizan en la grandeza del misterio celebrado y
vivido, a través de la celebración, del encuentro con la comunidad, y del
compromiso de vida cristiana (RICA 7).

En este camino, además del tiempo de instrucción y de maduración, hay


“grados” o etapas, mediante las cuales el catecúmeno ha de avanzar,
atravesando puertas, por así decirlo, o subiendo escalones. 1. El primer grado,
que corresponde a la primera conversión, es la acogida en el catecumenado, y se
expresa con la celebración del “rito de entrada”. 2. El segundo grado, es cuando
ya madurada la fe y finalizado el Catecumenado, se es acogido a una
preparación más intensa e inmediata a los sacramentos de iniciación, y se
expresa con la celebración del “rito de la elección o inscripción del nombre”. 3.
El tercer grado, es cuando acabada la preparación más espiritual e inmediata, el
catecúmeno recibe los sacramentos de la iniciación cristiana: el bautismo, la
confirmación y la eucaristía (RICA 6).

e) Acompañamiento durante el Catecumenado

Para llegar a ser cristiano, es necesaria la relación y el encuentro con


otros cristianos, pues ni se llega a ser ni se permanece como cristiano en
solitario. La íntima relación que siempre existió entre Catecumenado y
comunidad, manifiesta cómo este acompañamiento engendrante, a través de la
intervención de diversos servicios y ministerios, y por medio de diversas
acciones, es parte integrante del mismo proceso. En concreto, deben indicarse:

La Parroquia

“El pueblo de Dios representado por la Iglesia local siempre debe


entender y mostrar que la iniciación de los adultos es cosa suya y asunto que
atañe a todos los bautizados...Por tanto, debe ayudar a los candidatos y a los
catecúmenos durante todo el período de la iniciación” (RICA 41). Toda la
comunidad está, pues, interesada y comprometida en la acción catecumenal y la
preparación al sacramento de la confirmación. Su intervención puede
manifestarse: en el apoyo moral, el testimonio vivo de sus miembros, la oración
comunitaria por los catecúmenos, la participación en la preparación de las
catequesis y en las diversas
celebraciones... En la medida en que la comunidad acoja y colabore con los
catecúmenos, en esa medida aparecerá claro ante ellos el carácter eclesial de la
iniciación y de la confirmación. Y en esa medida la iniciación conducirá a la
renovación de la misma vida de la comunidad y de su misión en el mundo.
Las pequeñas comunidades

Supuesto que en la Parroquia existen diversos grupos o pequeñas


comunidades, es necesario que estas mantengan una permanente relación con el
grupo de los catecúmenos, de modo que se supere el aislacionismo y
extrañamiento, y se promueva el mutuo conocimiento y ejemplo, el estímulo y
la ayuda a todos los niveles: acogida y ánimo, participación en catequesis y
celebraciones, acciones conjuntas hacia adentro o hacia afuera de la
comunidad...Esta relación es la clave de una aceptación afectiva y respetuosa,
así como de una colaboración y coordinación posterior en las diversas tareas de
edificación de la Iglesia, a través de diversos servicios y ministerios.
El Sponsor

Es aquella persona que ha suscitado el interés, y acompaña al candidato al


grupo de los catecúmenos. Normalmente, se trata de una persona que pertenece
al círculo inmediato de relación del sujeto, a quien conoce relativamente bien.
Puede ser el mismo esposo(a), el prometido(a), el amigo, otro familiar, el
compañero de trabajo...Por otra parte, el “sponsor” suele ser siempre una
persona creyente y comprometida, que conoce y tiene una relación fraterna con
la comunidad, y por tanto es capaz de garantizar la sinceridad del candidato,
presentándolo e iniciándolo a los encuentros con otros miembros de la
comunidad, y por tanto al Catecumenado. Su función puede y debe permanecer
durante todo el proceso, viniendo a ser el verdadero “padrino”. Sin embargo, la
figura y función del “sponsor” no puede confundirse sin más con la figura y la
función del “padrino”. En la praxis neocatecumenal, el “sponsor” son los
denominados “garantes”.

Los padrinos

Los padrinos son, a la vez, un signo de la extensión de la "iglesia


doméstica", y una manifestación concreta del compromiso de la Iglesia
universal, que personaliza sus responsabilidades dentro de la Iglesia local. Sus
funciones las describe de modo excelente el RICA 43: “El padrino, elegido por
el catecúmeno a causa de buen ejemplo, de sus dones y de la amistad, delegado
por la comunidad cristiana local y aprobado por el sacerdote, acompaña al
candidato en el día de la ‘elección’, en la celebración de los sacramentos y en la
etapa de la ‘mystagogia’. A él le atañe mostrar familiarmente al catecúmeno el
uso del evangelio en la vida propia y en el trato con la sociedad, ayudarle en las
dudas y ansiedades, y darle testimonio y velar por el incremento de su vida
bautismal. Señalado antes de la ‘elección’, cumple su oficio públicamente desde
el día de la ‘elección’, al dar testimonio del catecúmeno ante la comunidad; y su
oficio sigue siendo importante, cuando el neófito, recibidos los sacramentos, ha
de ser ayudado para permanecer fiel a las promesas del bautismo”. Dentro del
Neocatecumenado, esta función la realizan la “comunidad-madre” a la que
pertenecen los catequistas.

Los catequistas

Dada la importancia de los catequistas en el Catecumenado, es preciso


que ellos se presten a una formación personal y a una colaboración sin reservas
con el sacerdote o responsable principal. El catequista es la pieza clave para el
éxito o el fracaso del Catecumenado. Pueden ser religiosos (as), personas
casadas o solteras, padres de los catecúmenos...Lo importante es que sean
personas equilibradas y formadas, capaces no sólo de dar una catequesis, sino
sobre todo de entrar en contacto con las familias; de dirigir y animar un grupo;
de ayudarles a reflexionar, buscar y madurar; de sintonizar con la mentalidad e
inquietudes de los sujetos.

Normalmente, el catequista viene a ser también el Responsable del


proceso catecumenal, el que garantiza el clima de acogida y diálogo, el que
crea espacios para la expresión de la fe, el que mantiene el ritmo y las
secuencias exigidos. Además de dar la catequesis y participar en los ritos, el
RICA 48 les recomienda que “cuando enseñan, procuren que su doctrina esté
llena del espíritu evangélico, acomodada a los símbolos y tiempos litúrgicos,
adaptada a los catecúmenos y enriquecida, en cuanto sea posible, con las
tradiciones y usos locales. Más aún, señalados por el obispo, pueden realizar los
exorcismos menores y las bendiciones, de que se trata en el ritual (cf. nn. 113-
124).

Los sacerdotes

Los sacerdotes tienen la responsabilidad principal, en cuanto educadores,


animadores y coordinadores de todo el proceso catecumenal. A ellos
corresponde el despertar y condividir responsabilidades, buscar colaboradores y
formar catequistas, ofrecer los materiales y medios necesarios, orientar y
coordinar las tareas de la comunidad que presiden. Todo deberá ir precedido de
una seria programación y de un esfuerzo por despertar el interés de la
comunidad cristiana. Además de la importante tarea de la coordinación, en
relación con los catecúmenos, le corresponde “ayudar a los que se ven inseguros
por dudas o aflicciones, proporcionándoles la catequesis adecuada, con ayuda
de los catequistas; aprobar la elección de los padrinos, y oírlos y ayudarlos
gustosamente; y finalmente, velar con diligencia para que se sigan
perfectamente los ritos previstos en el ritual” (RICA 45).

El obispo
El obispo no puede permanecer al margen del proceso de iniciación. Al
contrario, “es propio del obispo, por si o por su delegado, organizar, orientar y
fomentar la educación pastoral de los catecúmenos, y admitir a los candidatos a
la elección y a los sacramentos. Es de desear que, en cuanto sea posible, además
de presidir la liturgia cuaresmal, él mismo celebre el rito de la elección, y en la
Vigilia pascual confiera los sacramentos de la iniciación” (RICA 44).

La presencia y el acompañamiento del obispo a los grupos catecumenales,


a lo largo de todo el proceso, por medio de encuentros y celebraciones, es uno
de los elementos más importantes para manifestar la dimensión eclesial de la
iniciación cristiana.

f) Dinámica interna del Catecumenado

El Catecumenado, en su sentido más clásico, la instrucción iniciática de


carácter catequéticolitúrgico- moral, creada por la Iglesia de los primeros siglos,
con el fin de preparar y conducir a los convertidos adultos, a través de un
proceso espaciado y dividido por etapas, al encuentro pleno con el misterio de
Cristo y con la vida de la comunidad eclesial, expresado en su momento
culminante por los ritos bautismales de iniciación: bautismo, ritos
postbautismales, eucaristía que, normalmente presididos por el obispo, se
celebran en la vigilia pascual.

El Catecumenado, (cuyo objetivo fundamental fue siempre hacer posible


que quien quiere ser cristiano y miembro de la Iglesia lo sea de verdad), no es
un "a se" independiente, sino un "para" relacionado y finalizado por los ritos
bautismales de iniciación, y por la misma comunidad cristiana, y por el
compromiso de un seguimiento fiel de Jesucristo.

Por todo ello, el Catecumenado implica una interna dialéctica entre la


diversidad de elementos que lo constituyen. En primer lugar, se expresa esta
dialéctica en el equilibrio proporcional y desproporcional a la vez, de una
manifestación externa de intervención de Dios, de la Iglesia y del catecúmeno
que, tanto en intencionalidad, como en palabras, signos y acciones
diversificadas concurren al misterioso “encuentro” de gracia y fe bautismal.

En segundo lugar, la dialéctica debe aparecer en la armonización


adecuada de las diversas dimensiones que articulan el proceso iniciático: la
Palabra, que se expresa en evangelización, catequesis, predicación, contenidos
doctrinales, lectura, diálogo; la Liturgia, que se significa en oración,
celebraciones de la Palabra, ritos de tránsito, exorcismos, escrutinios y entregas,
sacramentos; y la Moral, que se manifiesta en la caridad y la justicia, en los
compromisos de vida cristiana, en la fidelidad al evangelio. En tercer lugar, esta
dialéctica se expresa en la adecuada integración de la experiencia personal o
biografía propia (fe subjetiva), con la experiencia de la comunidad o biografía
eclesial (fe mediada), y con la experiencia evangélica o biografía de Cristo (fe
evangélica).

En cuarto lugar, en esta dialéctica entra igualmente el equilibrio entre el


tiempo o duración iniciática (etapas y duración de cada etapa), el espacio apto o
apropiado para la iniciación (lugar donde tienen lugar los encuentros o sesiones,
otros lugares de convivencia u oración), y el sistema simbólico (lugar,
momento, tipo de celebración) en que tal iniciación va a tener lugar.

Y todo ello, en quinto lugar, sucede en una intercomunicación permanente


entre los iniciadores y los iniciandos, en un intercambio aleccionador donde
todos dan y reciben, enseñan y aprenden, inician y se dejan iniciar o re-iniciar.

g) El Catecumenado hoy, una realidad analógica: Catecumenado,


neocatecumenados, procesos catecumenales

El Catecumenado, según el modelo clásico, es en si uno y único. Pero la


situación actual de la Iglesia, así como las distintas formas de realización
existentes, exigen que, aún aceptando hablar de “catecumenado”, se tenga en
cuenta una cierta analogía catecumenal. Por ello nos parece que es lícito
distinguir “diversos tipos de catecumenado”.

1. Catecumenado en sentido estricto: Es aquel que se realiza antes del bautismo


y los demás ritos de iniciación cristiana, por personas jóvenes o adultas, que
consciente y libremente buscan al Dios vivo, son capaces de dar una respuesta
personal de fe y de optar por un proyecto de vida cristiana, y siguen el camino
catecumenal de fe y conversión, con todas las características que lo integran.

Para que este Catecumenado pueda realizarse, es preciso instaurar un


proceso por etapas, ofrecer medios personales (catequistas) y materiales
(espacios) adecuados, comprometer a la comunidad entera, poner en acción la
Palabra que convierte y alimenta la fe, suscitar la experiencia del Espíritu y
desplegar las riquezas del símbolo, de manera que a través de todo ello, pueda
acontecer el nacimiento de un nuevo cristiano.

2. Catecumenado en sentido propio: Es aquel Catecumenado que, aún no


sucediendo antes del bautismo, tiene lugar durante el tiempo y espacio
iniciáticos, ofrece la posibilidad de realizar las verdaderas características del
Catecumenado, y culmina con uno de los sacramentos de iniciación, todavía no
celebrado, y con la plena integración a la vida de la comunidad cristiana, con
todos sus derechos y deberes.

Como es evidente, esto exige pensar en un momento postbautismal que,


perteneciendo todavía al período iniciatorio, ofrezca las condiciones subjetivas
y eclesiales más adecuadas para su realización, cumpliendo con su objetivo
central de llevar a plenitud la iniciación cristiana, y culminando con un "sello"
sacramental correspondiente.

3. Catecumenado en sentido análogo o "neocatecumenados": Se califica como


tales a aquellos catecumenados que se realizan con adultos o jóvenes ya
bautizados, confirmados y eucaristizados, en vistas a suscitar una experiencia de
iniciación o reiniciación, que haga de ellos verdaderos bautizados evangelizados
y creyentes, dispuestos a compartir su experiencia de comunidad y a
comprometerse en las tareas de la Iglesia.

Aún reconociendo las notables diferencias que existen entre los diversos
"modelos catecumenales" que se proponen ("comunidades neocatecumenales",
catecumenados de adultos...), cabe resaltar algunos elementos comunes
diferenciantes del Catecumenado "estricto" y "propio". Aquí se trata de un
Catecumenado para la re-iniciación, pero fuera del tiempo iniciático que marca
la celebración de los sacramentos. Es un Catecumenado que tiende a "reparar"
aquello que en otro momento debió haberse hecho, y no se hizo. Este
Catecumenado está sí referido a los sacramentos de iniciación, pero no culmina
en la celebración sacramental irrepetible de ninguno de ellos, sino sólo con su
renovación. Los objetivos son idénticos a los que persigue el Catecumenado,
pero la realización, los medios y el ritmo, el contenido y la duración... son
diversos. Se trata, pues, de un "Catecumenado" en sentido análogo y amplio. No
obstante, los neocatecumenados o catecumenados de adultos siempre serán
necesarios para autentificar la iniciación sacramental, y para renovar la fe
personal y la comunidad cristiana.

4. Procesos catecumenales: El adjetivo "catecumenal" ha venido a ser en los


últimos tiempos un símbolo de búsqueda por la renovación y la autenticidad
cristiana. Quizás por ello se habla, en diversas ocasiones y refiriéndose a
distintas realidades, de "proceso", “itinerario”, "acción", "tarea", "preparación"
catecumenal. Las mismas comunidades o grupos reciben con frecuencia el
calificativo de "catecumenales". Sin detenernos a valorar el uso o abuso del
término en cada caso, sí cabe señalar algunas razones e intenciones que motivan
su empleo, como son: la evangelización de muchos bautizados, pero todavía no
convertidos; la superación de una determinada religiosidad popular, para venir a
ser vivida en su autenticidad y verdad evangélicas; la respuesta a un déficit de
catequesis y educación de la fe; la preparación más seria a los sacramentos, que
salvaguarde su verdad; el intensificar los lazos grupales y comunitarios, a través
de la reunión y la acogida, el diálogo...;la creación de un tiempo y espacio
prolongado de formación, que conduzca a una vida cristiana más auténtica y
testimonial en la Iglesia y en el mundo.

En resumen, los principales aspectos que se quiere resaltar con la palabra


"catecumenal" son: la evangelización, la renovación de la fe, el sentido
comunitario, la autentificación sacramental, la duración y la permanencia. Y,
como puede apreciarse, su coincidencia con el catecumenado o
neocatecumenado está en que persigue objetivos similares, adoptando un cierto
estilo catecumenal, perceptible sobre todo en su dinámica y duración. Su
diferencia radica en que no procede por etapas, ni marca el proceso con la
misma riqueza de ritos y celebraciones, ni tiene por meta la celebración de un
sacramento de iniciación (al menos en el caso de adultos), ni mantiene una
estrecha conexión con la comunidad de referencia, ni se propone ser un
verdadero catecumenado. La variedad de casos y situaciones impide una fácil
generalización.

7. Retos actuales para la realización del Catecumenado

De todo lo expuesto se desprende que la vitalidad catecumenal en la Iglesia


es importante, tanto a nivel teórico como práctico. Pero es preciso reconocer
que hay no pocos aspectos que nos sitúan lejos del ideal.

a) El problema radical es la iniciación

Teniendo siempre en cuenta el carácter iniciatorio del Catecumenado,


nuestra tesis es la siguiente: creemos que el problema radical de la Iglesia hoy,
no es ni el Catecumenado, ni la catequesis de adultos, sino el cuadro total de
iniciación cristiana en el que se realizan; como tampoco es el Bautismo o la
Confirmación, sino si existe un proyecto coherente de iniciación en el que
bautizar y confirmar tengan su pleno sentido. Desde el siglo V, puede afirmarse
que la Iglesia ha carecido de un verdadero proyecto de iniciación cristiana
teórico-práctico, que ofreciera todos los dispositivos necesarios para realizar en
plenitud la iniciación de aquellos que comenzaba bautizando de niños, y en
correspondencia con lo sacramentalmente significado y lo experiencialmente
vivido. Aunque, después del Vaticano II, teóricamente se haya recuperado la
“unidad de la iniciación cristiana”, hay que seguir afirmando: que el Bautismo
de niños es un sacramento, de algún modo, «incompleto» porque no realiza
todos los elementos que implica, y es preciso descentrarlo o relativizarlo en
función de otros «pasos» de la iniciación; que la estructura iniciática que hoy
ofrece la Iglesia como más ideal (Bautismo de niños - Confirmación – primera
Eucaristía) no permite la realización adecuada de las dimensiones que implica la
iniciación (teológica, eclesiológica, personal, sacramental, histórica); que no
existe una armonía entre sentido reconocido y formas concretas, entre contenido
y estructura, entre ideal y dispositivos, que permitan llevar a cumplimiento la
iniciación cristiana. La Iglesia no ha llegado a plantearse con rigor y coherencia
el problema raíz de otros muchos, que es la reestructuración o proyecto
auténtico, real, unitario de la iniciación cristiana, como respuesta a los
presupuestos doctrinales que la exigen, y a las necesidades pastorales que la
reclaman. De poco sirve hablar y proponer mucho el Catecumenado y la
catequesis de adultos, si no propone un proyecto global, que sin exaltar o
marginar elementos esenciales, ni dejar espacios vacíos, responda a estas dos
cuestiones fundamentales: “cómo se hace un cristiano”, “cómo se renueva una
comunidad”.

b) Nuevos dispositivos para un proyecto de iniciación cristiana

En nuestra opinión, la forma mejor de responder es proponiendo un


«proyecto de iniciación» que tuviera como «piezas claves” los siguientes
cambios y dispositivos:
- “Referenciación” del Bautismo de niños, destacando su propio valor, pero
mitiéndolo a los otros «pasos» de la iniciación cristiana (educación permanente-
primera Eucaristía- Confirmación - Catecumenado), e instaurando una pastoral
discerniente, que no bautice sin más a todos de modo indiscriminado. El
Bautismo de niños es parte fundamental de la iniciación, pero no la totalidad de
la iniciación. Es el comienzo sacramental, no es fin de un proceso que implica
algo más que los
sacramentos. El niño bautizado comienza a ser cristiano y miembro de la
Iglesia, pero todavía tiene que «hacerse cristiano» y aún debe llegar a tener
conciencia de su pertenencia eclesial.
- La distinción entre la «primera Eucaristía», como momento primero de
acogida a la participación en el signo máximo de pertenencia a la Iglesia, y la
“Eucaristía en la comunidad adulta”, como momento segundo de una acogida a
la misma, con plenos deberes y derechos a participar, ejerciendo los diversos
servicios o ministerios litúrgicos, y significando la disposición a asumir las
tareas de edificación de la comunidad.
- La valoración de la Confirmación, situándola a una edad más temprana (12-14
años), en la que sea posible asumir y ratificar la fe del Bautismo, desde una
opción libre, consciente y responsable, que les permita vivir y comprometerse
en la comunidad adulta, para la edificación de la Iglesia, con la fuerza que da la
acogida del don gratuito del Espíritu Santo y la fraternidad cristiana.
- La recuperación y restablecimiento del Catecumenado, teniendo en cuenta la
situación de los adolescentes o jóvenes, en el momento en que se prepara el
sacramento de la Confirmación, como el dispositivo más genuino, tradicional y
adecuado para lograr los objetivos de la iniciación cristiana, y responder a las
necesidades de una situación y momento eclesial, que aparecen con cierto
paralelismo respecto a la Iglesia primitiva.
- La capacitación de personas (creación de ministerios) y la ordenación de
medios adecuados para na educación en la fe a los distintos niveles, y para una
catequesis permanente que, en correspondencia con la edad, capacidad y estado
del proceso de iniciación de los bautizados, no sólo haga efectiva y
subjetivamente eficaz dicha iniciación, sino que cree los espacios de acogida y
los ritos necesarios que mantengan y conduzcan a plenitud el proceso.
- Finalmente, la generalización de la catequesis de adultos, como oferta
permanente en orden a una reiniciación constante que, recuperando la
experiencia o memoria histórica personal de la fe, sea capaz de leerla de nuevo
en la «gramática» de la vida, llegando a aquella articulación de sentido que le
hace capaz de responder de modo adecuado a los problemas y necesidades de la
comunidad y del mundo. Esta catequesis debería tener lugar normalmente en el
marco de los grupos comunitarios que se responsabilizan de un área de la
misión de modo especial (Palabra, caridad, culto), y renuevan y alimentan su
vida con el ejercicio de los diversos ministerios.

A1 determinar estas «piezas-clave» de respuesta a las cuestiones de


«cómo se hace un cristiano», “cómo se renueva una comunidad”, creemos haber
respondido ya a la pregunta inicial sobre dónde situar el Catecumenado y la
catequesis de adultos en el «iter» del hacerse y permanecer como cristiano. E1
Catecumenado tiene su puesto más propio, no fuera, sino dentro de la estructura
de iniciación. Para el teólogo D. BOROBIO y otros teólogos pastoralistas, el
momento más apto, por razones teológicas, pastorales y psicológicas, es el que
precede a la Confirmación, situado entre los 14-18 años. En este caso, se trataría
de un Catecumenado que conservaría toda la fuerza de su sentido iniciatorio,
por las siguientes razones: porque se trata de un Catecumenado para la
iniciación y dentro de la estructura-proceso de iniciación; porque culmina con
un sacramento de iniciación celebrado por vez primera (Confirmación) y se
orienta a la Eucaristía en la comunidad adulta; porque expresa su objetivo
central de llevar a plenitud y culminación el Bautismo. Es dentro de esta
estructura (por supuesto, renovada) donde debe haber un «después» bautismal
para el Catecumenado, que posibilite y ofrezca los medios necesarios para llevar
a plenitud la iniciación cristiana. En cuanto a la «catequesis de adultos» su lugar
se encuentra en el «después» permanente de la iniciación, en orden a mantener y
hacer crecer un estado de reiniciación constante, que mantenga vivo y activo
nuestro ser de cristianos, en cada momento de la historia personal y eclesial. La
catequesis de adultos viene a valorar la importancia de «lo que sigue», desde lo
“ya acaecido” iniciatoriamente de una vez para siempre.

c) “Analogía catecumenal”: entre la expresión y el contenido


En primer lugar, es preciso aceptar que la palabra “Catecumenado” está
utilizándose con una variedad de contenidos, sentidos y aplicaciones que
reclaman una ponderación clarificadora, una aplicación analógica, porque no es
lo mismo catequesis de adultos que catecumenado. Desde el empleo que hacen
los mismos documentos, es evidente que una cosa es el Catecumenado
prebautismal de adultos, otra el Catecumenado o neocatecumenado
postbautismal de jóvenes o adultos, otra los “procesos catecumenales” o
“cuasicatecumenados”, y otra los itinerarios catequéticos de estilo
catecumenal… Todo depende de la situación de los sujetos, y la forma en que se
realizan la estructura, el contenido y la dinámica propias del catecumenado. Se
requiere, por tanto, una ponderación lingüística, y un respeto a la misma
identidad del Catecumenado que evite la confusión de lenguaje y de contenido.
Cuando todo es “Catecumenado”, ya nada lo es. Ciertamente, es necesario
adaptar el Catecumenado a la mentalidad y posibilidades actuales. Pero hay que
evitar por todos los medios el desidentificarlo en su dinámica y estructura
fundamentales.

Pueden variar algunos contenidos y su forma de presentarlos; alguna


ritualidad y su forma de celebrarla; los momentos y lugares de encuentro y
relación con la comunidad; los métodos pedagógicos; los sujetos que
intervienen en el proceso...Pero no puede prescindirse de lo que hemos llamado
“notas esenciales” de todo Catecumenado. A no ser que lo que proponemos y
hacemos sea algo diferente. En cuyo caso, dejemos de hablar de
“Catecumenado”.

d) ¿Dónde está la comunidad? Relación Catecumenado – comunidad

Otra dificultad importante es la relación que los diversos tipos de


“catecúmenos” deben mantener con la comunidad cristiana. Es evidente que las
situaciones son diferentes. Pero nada debe hacerse al margen de la comunidad,
en extrañamiento total y permanente, si queremos que se cumpla uno de los
elementos esenciales del catecumenado. El movimiento relacional que debe
crearse es mutuo: de los catecumenados a la comunidad (información,
presencia, colaboración…), y de la comunidad a los catecúmenos (interés,
participación, catequesis, testimonio…). Solo entonces podrá esperarse una
integración mutua eclesial comunitaria al final del proceso. No obstante, son
muchas las cuestiones que al respecto se plantean, según se trate de un grupo u
otro. ¿Dónde está esa comunidad de referencia y acompañamiento que requiere
el Catecumenado? ¿En qué medida les interesa a los catecúmenos la comunidad
y a la comunidad los catecúmenos? ¿Cuántos son capaces y están dispuestos a
una intervención activa y testimonial en el proceso? ¿No viene a ser el grupo
con cierta frecuencia un lugar de amistad y desahogo de inquietudes encerrado
en si mismo, que no llega a la experiencia comunitaria, y hasta prescinde de la
gran comunidad? ¿No se crea a veces una especie de comunidad biseccionada:
por una parte, la comunidad de los iniciados o confirmados y por otra parte, la
comunidad de los bautizados pero no evangelizados ni plenamente iniciados?
¿Qué comportamiento eucarístico y sacramental hay que tener en cada caso? …

e) ¿Quién puede hacer el Catecumenado? Capacidad catecumenal


del hombre actual

Una tercera dificultad más radical es la que plantea lo que llamaríamos la


“capacidad catecumenal del hombre actual”. Pues si aparecen dificultades en los
que están dispuestos a seguir el proceso del Catecumenado, más dificultad
supone los que no se plantean el proceso por una cierta incapacidad de sintonía
con lo que supone, dada la mentalidad y el contexto ambiental reinante. Es aquí
donde nuestra llamada o invitación al catecumenado encuentra su resistencia
más grande. Para caer en la cuenta baste contrastar algunos aspectos:
- El hombre actual vive concentrado en lo pragmático utilitario y materialista, y
el Catecumenado escapa a este materialismo.
- La exaltación del sujeto frente al objeto, impide con frecuencia la aceptación
de unos contenidos y normas que se le ofrecen como absolutos en el
catecumenado.
- La aceleración de la vida cotidiana que devora el tiempo, se opone al ritmo y
proceso espaciado que reclama el catecumenado, con sus etapas, espacios y
tiempos.
- La inestable movilidad a que conduce el mercado de trabajo o el estudio,
impide a veces la permanencia estable y la continuidad del mismo proceso.
- La invasión ambiental de las nuevas corrientes y tendencias, de los
proclamados estados de bienestar y disfrute de la vida, es un obstáculo para el
cambio de vida y la conversión que exige el catecumenado.
- La fijación en lo inmanente visible, en lo inmediato disfrutable, hace difícil la
entrega o seguimiento de lo invisible utópico, del trascendente que promete
felicidad eterna.
- El “entredicho” divulgado sobre la Iglesia, cuando no el desprestigio de lo
eclesiástico, es también impedimento para suscitar y mantener un sentimiento
afectivo y efectivo de pertenencia a la misma Iglesia.
- La extensión de otras formas de iniciación paralelas, como pueden ser la
iniciación juvenil al grupo de amigos, la iniciación a asociaciones culturales,
deportivas…diversas, resultan más atractivas a muchos que aquella que puede
suponer la integración en un grupo cristiano de catecumenado.
- La cultura mediática y las posibilidades informáticas que permiten
autogestionar la propia vida, y elaborar el propio “menú” de comportamiento,
llevan a una resistencia a un aprendizaje dado, no ofrecido “a la carta” ni dejado
al gusto de la propia libertad.
- La preferencia por una autoiniciación sincrética o según el gusto personal de la
oferta del mercado cultural y religioso, sobre una oferta de iniciación dirigida
con un contenido religioso definido, es también causa de que algunos rechacen
el catecumenado.
- La misma dificultad de que puedan expresarse los elementos antropológico
cristianos de toda iniciación (separación – prueba – integración en relación con
la comunidad), dados los cambios que se han verificado en la familia, la
comunidad, la relación grupal…, no permite una expresión adecuada del
carácter iniciático del catecumenado.

f) No es lo mismo catequesis de adultos que Catecumenado

La catequesis de adultos no puede confundirse con la “formación” de


adultos (que se propone preparar a responsables eclesiales para desempeñar un
ministerio); ni con la “educación de la fe” de adultos (que tiende a fundamentar
las razones del creer, en orden a una fe consciente); ni con la “teología para
laicos» (que trata de enseñar e ilustrar la cultura religiosa de los seglares desde
diversos puntos de vista). La catequesis de adultos es una catequesis dirigida a
personas bautizadas y adultas, que tiene por objetivo el profundizar y madurar
la fe y el compromiso cristiano, a partir de las cuestiones que surgen de la
experiencia y plantea la vida (aportación del destinatario), desde la luz que
proporciona el acontecimiento y misterio de Cristo (punto de referencia), en una
comunidad que es lugar de simbolización y de vida (interlocutor fundamental),
y a través del encuentro y comunicación de grupo, que no tiene como finalidad
primordial el responsabilizar a sus miembros de determinadas tareas eclesiales.
El nuevo Directorio Catequístico distingue entre los adultos a los que se dirige
la catequesis: los “adultos creyentes”, los “adultos bautizados que no recibieron
una catequesis adecuada”; los “adultos no bautizados, que necesitan en sentido
propio un catecumenado”; e incluso “los adultos que provienen de confesiones
cristianas” (nº 172).

En muchos casos esta catequesis debe tener un estilo catecumenal, como


bien señala el mismo Directorio: “Se trata de impulsar una catequesis
postbautismal, a modo de catecumenado, que vuelva a proponer algunos
elementos del Ritual de la Iniciación Cristiana de Adultos, destinados a hacer
captar y vivir las inmensas riquezas del bautismo recibido” (nº 258. Cf nº 96c).
Esto no quiere decir, sin embargo, que se trate de un verdadero y propio
Catecumenado.

La catequesis de adultos es un acto complejo y pluridimensional, que se


realiza variablemente según la calidad, edad y situación religiosa-vital de los
grupos, y que tiene como constantes distintivas del catecumenado las siguientes:
no es un proceso marcado por etapas, ni estructurado en grados como el
Catecumenado; en ella predomina más el contenido que el símbolo y el rito; su
carácter no es tan directamente iniciático, ni histórico-salvífico; la relación del
grupo catequético con la comunidad es diversa de la que debe tener el grupo
catecumenal; el lugar que ocupa la oración y celebración es diverso... De aquí se
deduce que si todo Catecumenado es también catequesis de adultos no toda
catequesis de adultos es también Catecumenado. Entre una y otra existen
diferencias fundamentales.

Estas diferencias sugieren de por sí las lecciones que el Catecumenado


puede ofrecer a la catequesis de adultos, si es verdad lo que afirmaba Pablo VI,
de que «el modelo de toda catequesis es el catecumenado bautismal, formación
específica que conduce al adulto convertido a la profesión de su fe bautismal en
la noche pascual» (cf. La catequesis para nuestro tiempo, nº 8).
- La lección iniciatoria: Todo Catecumenado, toda catequesis, todo catequista
son fundamentalmente de y para la iniciación, o de y para la re-iniciación. El
Catecumenado, por su estructura y dinamismo, por sus ritos y sus símbolos
expresa perfectamente este carácter iniciático, que conduce al descubrimiento e
“inmersión” en el misterio de Cristo y de la Iglesia, a la integración en la
comunidad eclesial existente e identificada. La catequesis, en cambio, tiende
hacia una cierta teorización sin fuerza iniciática, que es preciso subsanar. E1
catecumenado recuerda a la catequesis que toda nueva experiencia de fe y
comunidad sólo tiene pleno sentido en el descubrimiento o renovación de la
grandeza del llegar a ser cristiano. Si el catecumenado inició, la catequesis debe
renovar y perfeccionar de modo permanente esta iniciación.
- Lección comunitaria: E1 Catecumenado y la catequesis sólo son verdaderos
cuando suceden en, desde, con y para la comunidad. La lección comunitaria del
catecumenado a la catequesis consiste en recordarle a ésta: que no debe
encerrarse en sí misma ni en el grupo, sino que tiene que abrirse a otros grupos
y comunidades; que debe hacer intervenir a diversos miembros en la
comunidad; que ha de desarrollar la in-corporación ontológica bautismal en un
sentido de pertenencia afectivo y activo; que el grupo debe entenderse como una
unidad menor dentro de una comunidad toda ella catequética y catequizanda, a
la vez; que más importante que integrar en un “modelo” de Iglesia es
responsabilizar en construir y edificar la Iglesia; que, en fin, la reunión
catequética debe ser un lugar para la experiencia comunitaria, en el deseo de
renovación permanente de la Iglesia. Toda catequesis es una forma de hacer y
transmitir Iglesia. Y toda comunidad es una forma de hacer catequesis. E1
modelo de esta catequesis comunitaria es el Catecumenado (EN, 44; ChL 61,
NDGC, 90).
- Lección litúrgica: Tanto el Catecumenado cuanto la catequesis tienen una
dimensión litúrgica, en cuanto deben catequizar sobre el misterio teniendo como
base el conocimiento vital de la significación y exigencias de los signos
sacramentales, la profundización en la fe desde la experiencia de Dios y la
convivencia con la comunidad, sobre todo en su centro que es la eucaristía.
E1 Catecumenado, con su riqueza simbólica y ritual, con sus celebraciones y su
mystagogia es el paradigma de un desarrollo litúrgico, de una valoración
simbólica de la catequesis. En los últimos años, la catequesis ha tendido, en
cambio, a acentuar lo nocional-verbal, lo doctrinalcomprometente, marginando
lo litúrgico-ritual, y olvidando, en parte, la necesaria integración entre palabra y
memoria, enseñanza y celebración, evangelización y culto. La lección del
Catecumenado es una llamada a la integración, complementariedad y mutuo
enriquecimiento entre la catequesis y la liturgia. Por eso insiste el nuevo
Directorio en esta necesaria integración: “Tareas fundamentales de la catequesis
son: ayudar a conocer, celebrar, vivir y contemplar el misterio de Cristo”.
- Lección ministerial: E1 Catecumenado y la catequesis implican el ejercicio
común, al menos del ministerio del catequista. Pero en el Catecumenado, no
sólo aparece en toda su importancia este ministerio desde los primeros siglos,
sino que también entran en juego otros ministerios importantes de la
comunidad: el episcopal-presbiteral, el de los padrinos y los
testigos...colaborando todos ellos a la acción común de la iniciación cristiana.
En los últimos años se ha valorado ciertamente en la Iglesia el ministerio del
catequista, pero esto no ha comportado, al mismo tiempo, la valoración de otros
ministerios laicales, dentro de la comunidad, en orden a autentificar la vida
cristiana. La lección del catecumenado consiste en el estímulo a una
potenciación de los ministerios, de manera que puedan cumplirse
adecuadamente todas las funciones de la misión de la Iglesia, y la catequesis se
realice desde la responsabilización de todos sus miembros. Al mismo tiempo, el
Catecumenado implica un ministerio especial, que viene a ser como el
“ministerio-tipo” de catequista, al que vamos a llamar “ministerio del guía del
Catecumenado”.

g) Iniciación con Catecumenado e iniciaciones sin Catecumenado

Estas y otras dificultades creemos constituyen un obstáculo para posibles


catecúmenos, a la vez que un estímulo para mejorar nuestra “oferta” de
Catecumenado. Sin duda, será necesario que contemos más con una situación
plural que se nos impone, también al nivel de la iniciación catecumenal.
Creemos que, además de la iniciación de los adultos no bautizados, entre los
bautizados de niños se dan de hecho estas “tres formas de iniciación”:
1. La iniciación elemental no institucional: de aquellos que desde una cierta
cultura religiosa familiar, y una relación lejana con la Iglesia, se van haciendo
su propio “compuesto religioso cristiano” de forma libre y autónoma.
2. La iniciación semi-institucional: de aquellos que han recibido una elemental
educación religiosa (familia, escuela, algunas catequesis) sin verdadera
conversión ni compromiso cristiano, y que renuevan estacionalmente “su fe” en
Navidad, Semana Santa, alguna peregrinación, algún evento familiar…
3. La iniciación institucional catecumenal: de aquellos que no sólo han sido
educados en una cultura religiosa y han recibido alguna catequesis, sino que
también han seguido en su momento un proceso catecumenal, que ha madurado
su conversión y su fe.

h) Canto a la esperanza

No obstante estas dificultades, hay que decir que los esfuerzos y frutos
del Catecumenado en la Iglesia Universal, con sus variantes, han sido y siguen
siendo muy importantes. Creemos que es una verdadera bendición de Dios el
redescubrimiento del Catecumenado, como institución más originaria y
adecuada para la evangelización y la iniciación cristiana. Estamos convencidos
de que la restauración del Catecumenado, como uno de los elementos esenciales
de y para la iniciación o para la plenificación iniciatoria, es uno de las mejores
aportaciones del Vaticano II, y de la Iglesia, en orden a la autentificación de su
vida y a la renovación de la comunidad cristiana. Cuando miles de jóvenes y
adultos intentan seguir un proceso catecumenal; cuando miles de miembros de
las comunidades dedican sus mejores esfuerzos a la renovación de la fe de estos
jóvenes y adultos, sea en una u otra situación; cuando se descubre que realmente
el anuncio de la Buena Nueva sigue teniendo su fuerza y que el Espíritu actúa...,
no hay motivo para la desesperanza, aunque el ideal siempre esté por conseguir.
Al contrario, es una ocasión para la esperanza, porque algo nuevo está naciendo.

e) Impulsar la pastoral catecumenal y comunitara en la Iglesia hoy

1. Catecumenado para la evangelización

La intuición primera del Concilio Vaticano II de restaurar el


Catecumenado (SC, nº 64; AG, nº 14; CD, nº 14) se ha mostrado a lo largo de
estos de 44 años de vida eclesial como una de las inspiraciones conciliares de
más profético calado eclesial. Muchas y diversas son las pastorales
catecumenales que se han puesto en marcha, existen hoy en la Iglesia toda una
serie de propuestas y realizaciones que apuntan hacia la potenciación de la
función catecumenal y del catecumenado como institución y como praxis.

Durante estos últimos años el teólogo-pastoralista Dionisio Borobio ha


venido llamando la atención sobre la necesidad de un Catecumenado para la
Iglesia hoy: "cada vez resulta más patente en la Iglesia actual la necesidad de
renovar el catecumenado, no sólo como preparación al bautismo, sino también
como elemento decisivo para la verdad y la autentificación de la comunidad
cristiana"217. Y ha intentado fundamentar la necesidad del catecumenado para la
evangelización: “como lo demuestra la misma historia de la Iglesia, no puede
haber verdadera evangelización si se prescinde del catecumenado, ni puede
haber verdadero catecumenado que no implique la evangelización”218.

También Mons. Ricardo Blázquez, en reiteradas ocasiones, ha expresado


su orientación en este sentido: “Debemos beber en las fuentes de la Iglesia
primitiva, aprender de ella como discípulos, orientarnos en su forma de iniciar
para acometer decididamente una Catequesis de inspiración catecumenal. Es,
por tanto, muy pertinente que en presencia de los desafíos actuales nos
preguntemos por la manera como respondió la Iglesia en otras situaciones, y
especialmente en los siglos primeros, que son no sólo los iniciales sino también
los originarios y por ello, especialmente normativos”219.

Si se pregunta sobre el por qué de esta orientación, no es nada difícil


comprender sus motivaciones de fondo, que coinciden en parte con las que
reclaman la opción preferencial por la Catequesis de Adultos en la pastoral de
hoy. Podemos resumirlas de este modo:

* Motivaciones de orden pastoral: son las más evidentes, y responden a


exigencias pastorales concretas en la Iglesia actual. La iniciación cristiana, tal y
como se desarrolla entre nosotros en la mayoría de los casos, presenta múltiples
lagunas y deficiencias. La dispersión a lo largo de amplias etapas de la vida de
la celebración de los tres sacramentos de iniciación: Bautismo, Confirmación y
Eucaristía, dificultan la unidad del proceso. La fragmentación del proceso
catequético propio de la iniciación y su reducción en algunos casos a meras
catequesis sacramentales, contribuyen a su desarticulación y empobrecimiento.
Las connotaciones sociales que rodean la celebración de estos sacramentos
desvirtúan con frecuencia su más profundo significado. El resultado es que
muchos bautizados crecen sin alcanzar una mínima madurez personal de su fe,
no llegan a adquirir siquiera la condición de verdaderos iniciados en la vida
cristiana. Por otra parte, la existencia de procesos de reiniciación son un
síntoma elocuente de la crisis de la pastoral tradicional, que está reclamando
con urgencia una revisión profunda del proceso de iniciación cristiana, de la
vitalidad de las comunidades, del modo concreto de vivir la relación Iglesia-
mundo y fe-cultura220.
217
Catecumenado para la evangelización, p. 9.

218
Ib., p. 5.
219
Cfr. Catecumenado en la Iglesia (Valencia 1998), p. 17.

220
"Los procesos de reiniciación son hoy una necesidad y deben ser apoyados con entusiasmo y creatividad,
sabiendo que inciden sobre todo en el ámbito de la pastoral y que son un test elocuente de la capacidad de la
* Motivaciones de orden teológico: la reflexión teológica postconciliar
subraya algunos temas, como la fe, la conversión, la Iglesia, la misión de los
cristianos en el mundo, el significado de los signos de los tiempos (la Nueva
Evangelización), que estimulan la Iniciación cristiana. Ésta aparece vinculada a
la búsqueda y promoción de un nuevo modelo de creyente, de comunidad, de
Iglesia, según las exigencias del mundo contemporáneo. Por su parte, la
investigación histórico-teológica ha redescubierto el carácter primordial del
catecumenado como función esencial de la Iglesia, de toda la Iglesia221. Son muy
elocuentes los pronunciamientos del entonces teólogo J. Ratzinger al afirmar
que “la doctrina cristiana debe surgir, originariamente, en el contexto del
catecumenado. Sólo desde allí puede aspirar a renovarse. Lo que hoy nos falta
no son nuevas fórmulas; al contrario, más bien tenemos que hablar de una
inflación de palabras sin suficiente respaldo. Lo que ante todo necesitamos es el
restablecimiento del contexto vital de la ejercitación catecumenal en la fe como
lugar de la común experiencia del Espíritu, que puede convertirse en la base de
una reflexión atenta a los contenidos reales. De ella surgirán también, con
certeza, formulaciones nuevas, en las que se exprese con la fuerza y concisión
de los datos centrales de la fe cristiana”222.

* Motivaciones de orden socio-cultural en referencia sobre todo a


algunos fenómenos típicos de nuestra época: el progresivo proceso de
descristianización, con la difusión de la indiferencia religiosa y del fenómeno
de la increencia223; la secularización, que empaña la dimensión religiosa y
obliga a una profundización y personalización de la opción de fe; la difusión de
nuevas expresiones religiosas, a veces muy ambiguas, que conllevan un
replanteamiento radical de las propias opciones de vida; la complejidad y el
pluralismo de nuestra sociedad, que coloca la visión cristiana de la vida en
régimen de competencia, en medio de muchas opciones posibles.

Iglesia de hoy de lanzar iniciativas de CA en clave de maduración. Los catecúmenos y los reiniciados son un
don y una chance para la Iglesia, que se enriquece así con su experiencia y con su nuevo modo de vivir la fe. Es
importante, por lo tanto, no entender estos procesos en clave de conservación o restauración". Cfr. E.
ALBERICH/A. BINZ, Formas y modelos de catequesis de adultos, p. 54.

221
“En nuestras Iglesias necesitamos nuevamente descubrir los cimientos del cristianismo, y de aquí partirá el
servicio que deseamos ofrecer con renovada confianza a la humanidad del tercer milenio. Iniciación cristiana,
catecumenado, catequesis misionera, actuación apostólica con inspiración catecumenal... parecen ser los
´métodos`básicos para llevar a cabo la misión pendiente”. Cf. Mons. RICARDO BLÁZQUEZ, Iniciación
cristiana y nueva evangelización (Bilbao 1992), p. 17.
222
Cfr. Teoría de los principios teológicos (Barcelona 1985), p. 28.

223
Cfr. CARTA PASTORAL DE LOS OBISPOS DE PAMPLONA Y TUDELA, BILBAO, SAN SEBASTIÁN
Y VITORIA, Creer en tiempos de increencia (1988); Evangelizar en tiempos de increencia (1994); C.
FLORISTÁN, Para comprender la evangelización; CEE, Una Iglesia esperanzada. Plan Pastoral 2002-200, nnº
4-11.
El significado de la importancia del Catecumenado como itinerario de
Iniciación cristiana en la pastoral de la Iglesia hoy, no deriva tanto del número
de adultos y de agentes pastorales implicados, cuanto de su carácter esencial en
el conjunto de la praxis eclesial. Merece que venga considerada como "uno de
los signos más reveladores del futuro de la Iglesia"224, y como paradigma de
toda Catequesis de Adultos. He aquí algunas observaciones pastorales
importantes a la luz de lo que venimos afirmando:

1ª) El Catecumenado debe ser considerado como función esencial de la


Iglesia. Su reaparición en el panorama pastoral constituye hoy una prueba de
vitalidad y una ocasión providencial de renovación eclesial. Ciertamente, la
praxis catecumenal obliga a un replanteamiento en profundidad de toda la vida
y actividad pastoral, porque el catecumenado no puede ser concebido en clave
de conservación, sino de decidida renovación, con vistas a un proyecto
convincente de Iglesia225. En una pastoral de evangelización la praxis
catecumenal no puede reducirse a ser una experiencia límite, marginal,
excepcional, sino que debe representar una actividad normal, significativa y
prometedora.

2ª) Es importante que las comunidades eclesiales no vean la puesta en


marcha del dispositivo catecumenal como algo marginal que no les afecta, sino
que lo reconozcan plenamente y se reconozcan en su práctica como un
momento esencial de su propia actividad.

3ª) La praxis tradicional de la iniciación cristiana a partir del Bautismo de


los niños debe ser repensada y reformada a la luz del modelo catecumenal 226,
que debe recuperar su papel normativo e inspirador. Si se ha proclamado
oficialmente que el catecumenado de adultos es modelo de toda catequesis, hoy
es necesario afirmar también que el catecumenado de adultos constituye el
modelo de todo proceso de Iniciación cristiana.
224
Para los obispos vascos "la iniciación a la fe es el gran reto para muchas parroquias... el futuro de nuestras
Iglesias se juega, en buena parte, en esta iniciación a la fe... Nuestras Iglesias diocesanas se han de plantear ya el
estudio y desarrollo de una pastoral catecumenal orientada directamente a ofrecer una respuesta adecuada a
personas no bautizadas o totalmente alejadas que, sin embargo, en estos momentos preguntan por Dios. Cfr.
CARTA PASTORAL DE LA CUARESMA - PASCUA DE RESURRECCIÓN, 1997: Al servicio de una fe más
viva, nº 90. Y, más recientemente acaban de afirmar que “Necesitamos un proceso de iniciación... No se puede
iniciar en masa. Este delicado proceso está reclamando una atención individual y personalizada”. Cfr. CARTA
PASTORAL DE CUARESMA-PASCUA, 2003: Vivir la experiencia de la fe, p. 26.

225
Nuestros obispos han afirmado que consideran “que la restauración del catecumenado en nuestras iglesias es
una oportunidad que Dios nos concede para la renovación de la vida de la Iglesia y una ocasión para mostrar a
todos la fe que ella ha recibido (cf. LG 1; IC 3). A su vez, la Iglesia se ve renovada y enriquecida por los nuevos
creyentes que son siempre un signo de vitalidad del Evangelio”. Cfr. OPC, nº 5.

226
Para un experto como H. BOURGEOIS el espacio catecumenal se convierte en un verdadero lugar
teológico, un lugar de reformulación de la fe y de elaboración teológica. Ver en este sentido la fundamentación
de este planteamiento en Théologie catéchuménale (Paris 1991).
4ª) La reflexión teológico-pastoral, junto con la atenta consideración de
las transformaciones de nuestra sociedad, parecen indicar con claridad que ha
llegado la hora de decidirse por la opción catecumenal 227, en forma explícita y
oficial. Esta opción, tomada en forma responsable dentro de una adecuada
programación pastoral, se anuncia hoy como un elemento esencial de esa
pastoral de evangelización tan proclamada por doquier.

5ª) Es difícil exagerar el alcance de la opción catecumenal. Se trata en


realidad de un verdadero viraje histórico en nuestra praxis pastoral (los obispos
vascos hablan de giro hacia una pastoral evangelizadora) y realiza de hecho el
paso de una pastoral de mantenimiento, en régimen de cristiandad, a una
pastoral evangelizadora y de refundación de la experiencia cristiana.

Otras muchas consecuencias y compromisos lleva consigo la opción por


una pastoral evangelizadora que ponga en el centro de su actuación la Iniciación
cristiana y el catecumenado: creación de estructuras, formación de animadores y
responsables, revisión en profundidad de las programaciones pastorales. Pero
supone sobre todo un necesario cambio de mentalidad, una voluntad sincera de
conversión, de las personas y de la comunidad, sin la cual serán inútiles todos
los esfuerzos de renovación. Para el nuevo Directorio General para la
Catequesis: "Los treinta años transcurridos desde la clausura del Concilio
Vaticano II hasta el umbral del tercer milenio, han constituido -sin duda- un
tiempo rico en orientaciones y promoción de la catequesis. Ha sido un tiempo
que, de algún modo, ha vuelto a hacer presente la vitalidad evangelizadora de la
Iglesia de los orígenes y a impulsar oportunamente las enseñanzas de los
Padres, favoreciendo el retorno actualizado al catecumenado

228
antiguo" . El catecumenado representa ciertamente una gran

oportunidad y riqueza para la Iglesia, para las comunidades cristianas, para el


dinamismo de la fe. Su potenciación responde a uno de los retos más urgentes
para el futuro de la fe en el mundo actual.

227
"La actividad catequística de nuestro tiempo debe subrayar el carácter y la inspiración catecumenal propios
de la catequesis. Si la missio ad gentes es paradigma de toda la actividad evangelizadora en cada uno de sus
diversos momentos, el catecumenado bautismal es modelo e inspiración de la actividad catequizadora
particularmente con referencia a la catequesis de iniciación". Cfr. Comunicado del Congreso catequístico
internacional-1997, p. 8.

228
Cfr. DCG (1997), p. 13.
La necesidad de afrontar con serenidad la importancia y trascendencia
pastoral que va a tener la pastoral catecumenal y comunitaria para el futuro de la
Iglesia en España debe seguir siendo un tema apasionante en la reflexión
teológico-pastoral de nuestras diócesis. Y, si nos preguntamos el por qué de esta
convicción, no es nada difícil comprender, tiene que ver con los planteamientos
de fondo de nuestro ser cristiano y el modo de configurar nuestra identidad
eclesial: el catecumenado apunta al camino para llegar a ser cristiano; el vivir la
fe comunitariamente, señala la casa, el seno donde se realiza esta gestación.

2. La pequeña comunidad cristiana para vivir la fe

La recuperación del carácter comunitario de la Iglesia brilla


particularmente en las pequeñas comunidades cristianas. En su origen, además

229
de los signos de Dios , se han dado cita la percepción del

principio local de la Iglesia, el acento de la eclesialidad vivida con mayor


concreción y densidad, la urgencia de alcanzar una experiencia más intensa de
las realidades objetivas cristianas, la cercanía frente al anonimato y

230
despersonalización padecidas por el hombre actual .

Aunque el interés comunitario no es algo nuevo en la Iglesia, y ha estado


siempre presente desde su origen, la convicción de que la comunidad constituye
el lugar apropiado de anuncio y vivencia de la fe, hoy, la dimensión comunitaria
acusa una necesidad más sentida y universal entre los cristianos. El anonimato y
la masificación de la gran ciudad despierta la necesidad de vivir la fe en grupos
de talla humana o pequeñas comunidades cristianas que sean en verdad
misioneras en nuestro mundo de hoy.

229
El fenómeno de las pequeñas comunidades, o comunidades de base es un fenómeno típico de la Iglesia
postconciliar que surgió un poco por todas parte” como reconocía Pablo VI en EN, nº 58.
230
Los obispos latinoamericanos han señalado que si la parroquia se renueva desde el principio comunitario
podrá formar a la gente en comunidades, ofrecer auxilio a la vida de familia, superar el estado de anonimato,
acoger y ayudar a que las personas se inserten en la vida de sus vecinos y en la sociedad”. Cfr. Ecclesia in
America (Madrid 1999), nº 41b.
La parroquia, lugar originario y privilegiado en el que los fieles pueden
tener una experiencia concreta de Iglesia, está llamada, también, a renovarse
profundamente. Los obispos latinoamericanos han señalado que “una clave de
renovación parroquial, especialmente urgente en las parroquias de las grandes
ciudades, puede encontrarse quizás considerando la parroquia como comunidad

231
de comunidades y de movimientos” .

El mismo Papa Juan Pablo II hablando sobre la parroquia y la iniciación


cristiana decía en una parroquia de Roma donde hay más de 30 pequeñas
comunidades neocatecumenales: “hay un modo, pienso yo, de reconstruir la
parroquia basándose en la experiencia neocatecumenal... Es muy coherente con

232
la naturaleza misma de la parroquia” . Algunos años más tarde,

dirigiéndose a una Asamblea de Obispos reunidos en Viena con los iniciadores y


catequistas de Europa del Camino Neocatecumenal, les decía que “estas
comunidades forman células vivas de la Iglesia, renuevan la vitalidad de la
parroquia mediante cristianos maduros capaces de testimoniar la verdad con una

233
fe radicalmente vivida” .

La dimensión comunitaria no es algo exclusivo de la vida cristiana, sino


que es algo connatural a la misma existencia humana. Sin vida comunitaria, el
hombre deja de ser humano porque deja de ser social. El hombre tiende a vivir
en común, necesita de los otros para su propio desarrollo y madurez. Esta
dimensión comunitaria parece que hoy adquiere nuevo impulso debido, en
parte, a un sentido renovado de responsabilidad y participación adquirido a
nivel social; y, por otra, la soledad y el anonimato que produce la sociedad
industrial conduce a la necesidad de vivir unas relaciones interpersonales a nivel
231
Ibidem.
232
Cfr. En la Parroquia de Santa María Goretti, 31 de Enero de 1988: L´Osservatore romano (1-2 Febrero 1988).
233
Cfr. Mensaje a los Obispos de Europa reunidos en Viena (12 de Abril de 1993).
humano que, como muy bien ha expresado Henri De Lubac, permitan “instaurar
relaciones personales, interpersonales, de reconocimiento mutuo (llamarse por
el apellido, por el nombre), de comunicación, intercambio, de codo a codo.
Surge por consiguiente, una insatisfacción ante las grandes asambleas anónimas
(...). La Iglesia no puede seguir siendo un aparato extraño a la realidad
comunitaria vivida”234.

Esta misma preocupación la manifestaba el Papa Juan Pablo II a los


obispos de Ontario (Canadá) con motivo de la visita ´ad limina`: “para muchas
personas, especialmente para los jóvenes, la ciudad se convierte en una
experiencia de desarraigo, anonimato e injusticia, con la consiguiente pérdida de
identidad y del sentido de la dignidad humana (...) Hace falta una experiencia
nueva y más profunda de la comunidad en Cristo, que es la única respuesta
eficaz y duradera a una cultura marcada por el desarraigo y el anonimato”235.

La utopía comunitaria se presenta como el resorte capaz de cambiar las


relaciones humanas y la sociedad. Por su parte, los cristianos encuentran en su
fe nuevos motivos que estimulan y mantienen el impulso comunitario. El P.
Liege sostiene que los discípulos de Jesús “tienen motivos particulares para
desear vivir comunitariamente, en la medida en que se posesionan del
Evangelio, origen de su fe. Es cierto que no encuentran en su fe ningún modelo
unitario de comunidad, pero sí la urgencia de existir como comunidad y unas
normas de conformidad con el proyecto eclesial de Jesucristo. Incumbe a cada
generación de creyentes la tarea interminable de dar forma a esta urgencia
comunitaria nacida del Evangelio, y de hacer visible y significativo el nosotros
comunitario de los cristianos”236.

234
Cfr. Llamados a la vida, (Barcelona 1988), pp. 146-147.

235
Cfr. El desarrollo de las grandes ciudades plantea graves problemas pastorales a la Iglesia : L´Osservatore romano (14
de mayo de 1999), p. 2. A la problemática pastoral de cómo evangelizar la cultura urbana ha querido responder el último
Sínodo de Obispos de América que han llegado a afirmar que no hay que dejar que el anonimato de las ciudades invada
nuestras comunidades eucarísticas. Hace falta encontrar nuevos métodos y nuevas estructuras para construir puentes entre las
personas, de modo que se realice realmente la experiencia de acogida mutua y de cercanía que la fraternidad cristiana
requiere. Podría ser que esta experiencia, y la catequesis que debe acompañarla, se realice mejor en comunidades más
pequeñas, como se aprecia en la Exhortación postsinodal: “Una clave de renovación parroquial, especialmente urgente en las
parroquias de las grandes ciudades, puede encontrarse quizá considerando la parroquia como comunidad de comunidades...
Ellas son el marco más fácil para escuchar la palabra de Dios, para reflexionar a su luz sobre los diversos problemas
humanos y madurar opciones responsables inspiradas en el amor universal de Cristo”. Cfr. Ecclesia in América, nº 41. El
Papa Juan Pablo II ha desarrollado esta misma perspectiva en dos alocuciones en relación con la CNC: “El Camino
Neocatecumenal, en el que maduran los itinerantes y las familias misioneras, puede responder a los desafíos del secularísmo,
de la difusión de las sectas y de la escasez de vocaciones. La reflexión sobre la palabra de Dios y la participación en la
Eucaristía hacen posible la vitalidad de la parroquia mediante cristianos maduros capaces de dar testimonio de la verdad con
una fe radicalmente vivida”. Cfr. Mensaje a los miembros del CN: El Camino Neocatecumenal puede responder a los
desafíos del secularísmo, las sectas y la escasez de vocaciones: Ecclesia, nº 2.632 (15 de mayo de 1993), p. 31; y un año más
tarde volvía a afirmar: “Estas comunidades ayudan a experimentar la Iglesia como cuerpo de Cristo, en el que, mediante los
signos sacramentales, Dios extiende su acción salvífica a los hombres de toda generación, sobre todo a las familias”. Cfr. Un
ejemplo de nueva evangelización: L´Osservatore romano (21 de enero de 1994), p. 20.

236
Cfr. P.A. LIEGE, o. cit., p. 9. En esta perspectiva ver G. LOHFINK, La Iglesia que Jesús quería. Dimensiones
comunitarias de la fe cristiana (Bilbao 1998).
La recuperación de la dimensión comunitaria de toda experiencia
cristiana, hará posible que la Iglesia hoy recupere su sentido primigenio, llegue
a ser fraternidad efectiva y se convierta en un lugar de anuncio gozoso y de
interpelación para todos los hombres. Es necesario para ello, como afirma el P.
Liege, que “todo bautizado se oriente hacia las experiencias comunitarias y
comprenda que es facultativa la vida comunitaria a causa del Evangelio. Son
aún demasiados los bautizados que vegetan en la Iglesia, sin integrarse
activamente en ella, por pensar que la vida comunitaria exige una vocación
especial y un atractivo particular, si es que no la juzgan puro esnobismo” 237. En
este sentido la praxis del Neocatecumenado, al ser vivido en pequeñas
comunidades, ayuda enormemente a vivir la comunitariedad de la fe como un
don: “La educación a la vida comunitaria es una de las tareas fundamentales de
la iniciación cristiana. El Neocatecumenado educa a ella de modo gradual y
constante mediante la inserción en una pequeña comunidad, cual cuerpo de
Cristo resucitado, abierta a la vida de la comunidad parroquial y de toda la
Iglesia” (SCN, art. 15&1).

Sin embargo, hay que reconocer que en esta dimensión nos encontramos
todavía ante una transición en gran medida pendiente: pasar de una forma de
Iglesia como organización de servicios religiosos (por ello pudo ser identificada
la Iglesia con el Papa, los Obispos, los sacerdotes, los frailes y las monjas) a
otra forma de Iglesia como comunidad, donde todos seamos miembros activos,
conscientes de la dignidad cristiana, dispuestos a dar personalmente razón de la
esperanza, responsables en los trabajos del Evangelio. La acentuación de la
comunitariedad, que reclama como necesario correlato la acentuación de la
personalidad de cada uno, es de esta manera condición para la nueva
evangelización. La comunidad no es refugio de intimidados, sino hogar de
adultos. Para que la vida cristiana sea vivida verdaderamente en cristiano, ha de
ser vivida en comunidad238.

El Concilio Vaticano II presenta un tipo de parroquia sobre la base de la


nueva eclesiología por el mismo elaborada: “El Obispo no puede presidir
personalmente a toda la grey en su Iglesia, siempre y en todas partes. Por eso,
necesariamente debe constituir comunidades de fieles, entre las que destacan las
parroquias, distribuidas localmente bajo un pastor que hace las veces del
Obispo. Estas, en cierto modo, representan a la Iglesia visible establecida por
todo el mundo. Por tanto, se ha de fomentar teórica y prácticamente entre los
237
Ibid., p. 104.

238
Mons. RICARDO BLÁZQUEZ afirma con rotundidad que “necesitamos recuperar la verdad de la Iglesia como
congregación, como comunidad (...) Sin comunitariedad la Iglesia pierde su misma identidad; se difuminan sus contornos, se
generaliza su concreción, se dilapida su fuerza, se afloja su densidad”. Cfr. “Dimensión eclesial de la identidad cristiana”, en
Jesús si, la Iglesia también, p. 311.
fieles y el clero la vida litúrgica parroquial y su relación con el Obispo, y hay
que trabajar para que florezca el sentido de comunidad parroquial, sobre todo en
la celebración común de la misa dominical” (SC, nº 42).

Esta noción de parroquia como comunidad de fieles, lógica consecuencia


de la eclesiología desarrollada por el Vaticano II en torno al concepto de
communio, encuentra su “expresión más completa in communi celebratione
missae dominicalis que es el centrum et culmen totius vitae christianae. Esto
significa que entre todos los coetus fidelium, que el obispo debe poder erigir
para presidir eficazmente la propia populi Dei portio, la parroquia es el
paradigma de agregación eclesial que nace de la celebración eucarística
dominical”239. La asamblea eucarística es la fuente propia de la comunidad
parroquial. Más aún, en la visión que el Concilio tiene de la Eucaristía se
afirmará, además, que “no se construye ninguna comunidad cristiana si ésta no
tiene su raíz y centro en la celebración de la sagrada Eucaristía. En ella, por
tanto, ha de empezar toda la formación en el espíritu de comunidad”(PO, nº 6).

Si es verdad que la expresión parroquia comunidad de comunidades no


aparece como tal en los textos conciliares, sin embargo la recepción que la
Iglesia ha ido haciendo progresivamente de esta nueva comprensión
eclesiologíca de la Parroquia se ha ido abriendo paso al ritmo de los desafíos
que a la Iglesia se le han ido presentando. El Papa Pablo VI en Evangelii
nuntiandi acogió con paternal solicitud el fenómeno de las pequeñas
comunidades y las interpretó como un signo de los tiempos: “florecen un poco
por todas partes en la Iglesia” (nº 58).
El Papa Juan Pablo II ha alentado y ayudando a que el fenómeno de las
pequeñas comunidades fuera acogido, valorado y ayudado. Será en
Christifideles laici , nº 61 donde se fundamentará el papel matriz de la
Parroquia como ámbito de inserción y de comunión de las pequeñas
comunidades. En el Mensaje al Pueblo de Dios, nº 10 los padres sinodales
saludan la nueva concepción de la Parroquia: “Vemos con alegría que la
parroquia se convierte en comunidad de comunidades cuando es ella el
epicentro de las comunidades eclesiales de base y de los demás grupos y
comunidades que la dinamizan y, a la vez, se nutren de ella”.

Dos años más tarde en Redemptoris missio, nº 51 , ofrecerá un juicio más


positivo de lo que esta transformación va a suponer dentro de la parroquia:
“Estas comunidades descentralizan y articulan la comunidad parroquial a la que
pertenecen siempre unidas, se enraízan en ambientes populares y rurales,
convirtiéndose en fermento de vida cristiana...”. Y esta experiencia encuentra su
madurez en las formulaciones que expresará en Ecclesia in America, nº 41:
“Una clave de renovación parroquial, especialmente urgente en las parroquias
239
Cfr. L. GEROSA, Carisma e diritto nella Chiesa (Milán 1989), p. 229.
de las grandes ciudades, puede encontrarse quizás considerando la parroquia
como comunidad de comunidades”.

Aunque el interés comunitario no es algo nuevo en la Iglesia, y ha estado


siempre presente desde su origen, la convicción de que la comunidad constituye
el lugar apropiado de anuncio y vivencia de la fe, hoy la dimensión comunitaria
acusa una necesidad más sentida y universal entre los cristianos. Como he
señalado anteriormente, el anonimato y la masificación de la gran ciudad
despierta la necesidad de vivir la fe en grupos de talla humana o en pequeñas
comunidades cristianas que sean de verdad misioneras en nuestro mundo.

La necesidad de que las estructuras de la Iglesia se renueven para


responder a los desafíos de una cultura urbana afecta primordialmente a la
Parroquia. De ella afirma Joan Bestard: “no puede ignorar la existencia de estos
grupos o comunidades de base, intermedios entre el individuo y ella misma.
Tales grupos o comunidades podrán ser un elemento revitalizador de la vida
parroquial, ya que en las parroquias urbanas es muy difícil que madure una
verdadera conciencia comunitaria si no es a nivel de estos grupos de talla
humana. Las pequeñas comunidades pueden dinamizar la vida parroquial y, a la
vez, la parroquia puede coordinar y relacionar a estas comunidades entre sí, para
que no se queden encerradas en horizontes demasiado estrechos o narcisistas.
En estas pequeñas comunidades, el hombre urbano encuentra una manera eficaz
de profundizar su experiencia cristiana, que es esencialmente personal y, al
mismo tiempo, esencialmente comunitaria”240.

Efectivamente, ante la aldea global de McLuhan, la Parroquia está


llamada a transformarse en una aldea celeste, con una nueva estética: un
catecumenium, con espacios modernos para el culto y para la vida de las
pequeñas comunidades, un modelo social más humano, capaz de abrir espacios
para una nueva cultura. Aquí hay que situar la urgente necesidad para la
evangelización del Catecumenado tal y como se pidió en el Congreso sobre
Parroquia evangelizadora: “Necesitamos experimentar y encontrar verdaderos
catecumenados para personas realmente alejadas. Procesos capaces de conducir
de la no fe a la fe, del alejamiento a la comunidad, del vacío a la experiencia
religiosa, de la indiferencia a la seducción por Jesús”241.
240
Cfr. J. BESTARD, Desafíos de la realidad urbana a la parroquia: Sal Terrae (setiembre 1984), pp. 671-672.

241
Cfr. Congreso Parroquia Evangelizadora, (Madrid 1988). En la 1ª Ponencia del Congreso nos encontramos con una
lectura pastoral de los datos del análisis sociológico que se había hecho a partir de la encuesta preparatoria. Es muy
significativo reseñar la complementariedad que se ha ido produciendo en las parroquias de las diócesis españolas entre
parroquia - pequeñas comunidades y los movimientos apostólicos: “El sentido comunitario de la parroquia va en aumento:
un 53% afirman que la estructura general de la parroquia es comunitaria” (...) También crece el número de parroquias
concebidas como una comunión de pequeñas comunidades diversas o que de hecho albergan en su seno algún tipo de
comunidades: populares (un 4,2%), neocatecumenales (un 10%), y otras pequeñas comunidades (un 27%)”. Cfr. Congreso,
p. 65. De cara a renovar nuestras parroquias, se afirma que éstas “no pueden ponerse al servicio de la evangelización, si no
van transformándose de centros de servicios religiosos en comunidades vivas de creyentes, es decir, en ámbitos donde los
Para que las parroquias sean verdaderas comunidades cristianas, el Papa
Juan Pablo II pide que “las autoridades locales favorezcan: a) la adaptación de
la estructuras parroquiales con la amplia flexibilidad que concede el Derecho
Canónico, sobre todo promoviendo la participación de los laicos en las
responsabilidades pastorales; b) las pequeñas comunidades eclesiales de base,
también llamadas comunidades vivas, donde los fieles pueden comunicarse
mutuamente la palabra de Dios y manifestarse en el recíproco servicio y en el
amor; estas comunidades son verdaderas expresiones de la comunión eclesial y
centros de evangelización, en comunión con sus pastores”242.

Ahora bien, este nuevo modelo de Iglesia, que puede ser definido como
comunidad de comunidades, tiene sus riesgos y comporta interiormente sus
limitaciones243. De aquí la importancia de la Parroquia como lugar de comunión.
La Parroquia concebida como comunidad de comunidades se situaría en la línea
del ministerio de la unidad y de la comunión, siendo ella misma garantía de la
intercomunión entre diversas comunidades eclesiales. Puesta a su servicio, está
llamada a ofrecerles, además del lugar de culto, locales adecuados para sus
reuniones y una estructura básica capaz de coordinar iniciativas y hacer efectivo
un trabajo común. La Parroquia así concebida será la encargada de evitar la
disgregación de los grupos, pero sin imponerles una disciplina monovalente.

Esta perspectiva de comunión, como muy bien ha señalado el Papa Juan


Pablo II, “está estrechamente unida a la capacidad de la comunidad cristiana
para acoger los dones del Espíritu. La unidad de la Iglesia no es uniformidad,
sino integración de las legítimas diversidades” (NMI, nº 46). La existencia de
las comunidades dentro de la Parroquia en forma de pequeñas iglesias locales
facilitará la fermentación cristiana de los miembros por la evangelización más
honda, y tendrá más consistencia la participación de los fieles.

El Sínodo que reflexionó sobre la vocación y misión de los fieles laicos


en la Iglesia y el mundo, y que lo hizo a la luz de la eclesiología de comunión

cristianos puedan vivir realmente la experiencia de la fraternidad cristiana” (Ibid, p. 147). Ver J. HIGUERAS, Hacia la
parroquia del Tercer Milenio (Madrid 2000).

242
Cfr. Christifideles laici, nº 26. Algunos años más tarde, en 1991, Juan Pablo II sostendrá que “estas comunidades
descentralizan y articulan la comunidad parroquial a la que permanecen siempre unidas, se enraízan en ambientes populares
y rurales, convirtiéndose en fermentos de vida cristiana, de atención a los últimos, de compromiso en pos de la
transformación de la sociedad. En ellas cada cristiano hace una experiencia comunitaria, gracias a la cual también él se siente
elemento activo, estimulado a ofrecer su colaboración en las tareas de todos. De este modo, las mimas comunidades son
instrumento de evangelización y de primer anuncio, así como fuente de nuevos ministerios”. Cfr. Redemptoris missio, nº 51.

243
Mons. RICARDO BLÁZQUEZ las ha señalado: “1ª) Cada comunidad no puede estar desconectada de otras comunidades
ni de la Iglesia universal; 2ª) La vida eclesial en comunidad pequeña no puede llevar consigo una automarginación de la vida
pública; 3ª) Puede existir el peligro de que la intensidad de la vida comunitaria asfixie a la persona”. Cfr. Jesús sí, la Iglesia
también, pp. 312-313. En esta perspectiva ver la profunda reflexión de I. ZIZIOULAS, El ser eclesial. Persona, comunión,
Iglesia ( Salamanca 2003).
afirma de las pequeñas comunidades que “dentro de algunas parroquias, sobre
todo si son extensas y dispersas, las pequeñas comunidades eclesiales pueden
ser una ayuda notable en la formación de los cristianos, pudiendo hacer más
capilar e incisiva la conciencia y la experiencia de la comunión y de la misión
eclesial”244.

La Parroquia podrá llamarse y ser en verdad comunidad de comunidades


si es capaz de crear a su alrededor todo un tejido de grupos de talla humana
adecuadamente interrelacionados entre sí y con ella misma. Esta nueva
concepción de Parroquia ya ha sido asumida por la CEE: “La concepción de la
parroquia como comunidad de comunidades nos parece, a la vez perfectamente
viable, sumamente adecuada a los condicionamientos del hombre y de la
sociedad de hoy, y extraordinariamente beneficiosa para el crecimiento
profundo y verdadero de la Iglesia. Decimos esto teniendo presentes los
resultados de las ya numerosas experiencias constatadas así como las
excepcionales condiciones que las pequeñas comunidades están mostrando para
estimular la autenticidad y la comunión eclesial”245.

Ciertamente, nos encontramos en un momento de transición, de una


Iglesia de masas a una Iglesia comunidad de creyentes que optan por la fe
personal y libremente en un mundo secular. La tensión es por tanto inevitable,
pero hay que tener en cuenta, como sostiene J. Bestard, que “hoy día no es
conveniente plantear la opción pastoral, a nivel de comunidades, en sentido
disyuntivo (o comunidades o parroquia). Lo que importa es saber conjugar
ambas posibilidades, sin excluir que pueda haber pequeñas comunidades,
incluso extraparroquiales, que conecten con el Consejo Arciprestal de Pastoral
o, en su ausencia, con otras instancias diocesanas que les permita caminar y
desarrollarse como Iglesia, de cuya unidad es servidor el Obispo” 246. Ahora bien,
K. Rahner sostiene que “si las comunidades de base se van convirtiendo
paulatinamente en los elementos fundamentales insustituibles de la Iglesia del
Obispo, la Iglesia del Obispo tiene la tarea y el deber de impulsar y contribuir
según sus fuerzas a la formación de esas comunidades y a su tarea misionera”247.

244
Cfr. JUAN PABLO II, Christifideles laici. Los fieles cristianos, nº 61. En el Mensaje final el Sínodo había recogido la
definición de nueva parroquia como comunidad de comunidades. Cfr. Mensaje de los padres sinodales al Pueblo de Dios, nº
10: Vida Nueva, nº 1606/7 (7/14 noviembre de 1987), p. 69.

245
Cfr. Servicio pastoral a las pequeñas comunidades cristianas, nº 46. Ver también La catequesis de la Comunidad, nº
280.

246
Cfr. J. BESTARD, art. cit., p. 664.

247
Cfr. Cambio estructural de la Iglesia (Madrid 1974), p. 140. Ya por aquellos años el teólogo alemán hacía este tipo de
afirmaciones: “La Iglesia del futuro deberá construirse y crecer desde su base natural comunitaria. ´Iglesia desde la base`,
fundamentada en auténticas ´comunidades de base`, de libre iniciativa y asociación, unidas en comunión con el Obispo y con
la Iglesia particular diocesana” (pp. 140-145).
A esta nueva comprensión eclesiológica ha contribuido sin duda alguna la
praxis eclesial y pastoral de las parroquias que albergan en su seno
Comunidades Neocatecumenales. Hay parroquias que cuentan con más de 30,
28, 20, 18, y 15 comunidades. La armónica coexistencia entre vida parroquial y
desarrollo del itinerario neocatecumenal ha hecho comprender que cuando no se
plantean los conflictos en términos disyuntivos, la Parroquia ofrece al
Neocatecumenado el ámbito natural para que desde él se “eduque a la vida
comunitaria de modo gradual y consciente mediante la inserción en una
pequeña comunidad abierta a la vida de la comunidad parroquial y de toda la
Iglesia” (SCN, art. 15&1).

Estoy convencido de que hoy lo importante, en palabras de Juan Pablo II

248
no es tanto hacer “programas nuevos” , cuanto vivir la novedad

permanente del evangelio y orientar nuestros esfuerzos a lo nuclear de la vida


cristiana: el encuentro con Cristo. Como nos ha recordado recientemente el
Papa Benedicto XVI “no se comienza a ser cristiano por una decisión ética o
una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona,
que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación

249
decisiva” . Para este encuentro se necesita la mediación de la

sacramentalidad del –Cuerpo de Cristo que es la Iglesia.

En el horizonte del tercer milenio se vislumbra ya un nuevo rostro de


Iglesia, una nueva forma de vivir la existencia cristiana, en pequeñas
comunidades viviendo los signos queridos por Jesús, el Amor: “En esto
conocerán todos que sois discípulos míos: si os tenéis amor los unos a los
otros” (Jn 13,35) y la Unidad: “Yo en ellos y tú en mí, para que sean
perfectamente uno, y el mundo conozca que tú me has enviado” (Jn 17, 22).
Ambos signos, serán luz para las gentes y sacramento de salvación para todos.

Desde el Vaticano II, hemos visto a lo largo de este curso, se está


imponiendo en la Iglesia, por la fuerza de la situación socioeclesial y también,
como un nuevo signo de los tiempos, un talante evangelizador, catecumenal y
248
Cfr. JUAN PABLO II, Carta Apostólica Novo Millennio Ineunte (6-1-2001), nº 29.
249
Cfr. Carta Encíclica Deus caritas est (25-12-2005), nº 1
comunitario. Se es cada vez más consciente de que la nueva evangelización sólo
puede llevarse a cabo con la recuperación del catecumenado y la dinámica
catecumenal, como el medio más apto y probado para la iniciación y
reiniciación cristiana y para la renovación en autenticidad de la comunidad
cristiana.

Al terminar este curso sobre la pastoral catecumenal y comunitaria hoy,


en nuestra Iglesia Católica, quiero rendir un sincero homenaje al profesor
Casiano Floristán (ya fallecido) que tanto ayudó a la comprensión de esta
institución eclesial desde su cátedra de Teología Pastoral en el Instituto de
Pastoral ubicado en Madrid. Él ha sido el teólogo pastoralísta que más ha
contribuido con su palabra (magisterio) y escritos (teología) a la implantación
del catecumenado en España y a la renovación tanto de la teología pastoral
como de la teología práctica. Suyas son estas palabras escritas en 1968, que
siguen conservando todavía hoy su intuición profética: “Las comunidades
cristianas básicas del futuro, constituidas por un número reducido de fieles, sólo
podrán ser sostenidas y desarrolladas a través de una seria iniciación cristiana.
Nuestras actuales asambleas dominicales languidecen porque no están formadas
por verdaderos fieles, es decir cristianos que han superado las etapas clásicas
del precatecumenado, catecumenado y neofitado. En la Iglesia primitiva se
bautizaba a los convertidos; hoy tenemos que convertir a los bautizados. Con
todo, el tratamiento pastoral catequético de los adultos convertidos, sean no
bautizados o bautizados, parece ser fundamentalmente idéntico: necesitan un
catecumenado. La catequesis, del mismo, ha de ser similar. Únicamente varían

250
los ritos litúrgicos de las etapas catecumenales” .

El Concilio Vaticano II pidió la restauración del Catecumenado. La


Iglesia en España ha vivido, durante estos 44 años (1964-2008), un tiempo de
ensayo en el terreno pastoral, muy rico en experiencias catecumenales y
comunitarias. Los papas y nuestros obispos han orientado, desde su magisterio,
el desarrollo, la maduración y su inserción armónica en la comunión de las
diócesis y de la Iglesia Universal. Toca ahora, después de este éxodo pastoral,
valorar y discernir los frutos para que, como en la parábola del árbol fecundo
(Mt 7,16-20: “por sus frutos los reconoceréis”), las realidades eclesiales que
han cuajado en una vida rica en frutos espirituales y pastorales, sigan dando más
fruto y, también, para que iluminados con la parábola de la vid y los sarmientos
(Jn 15,2: “lo limpia para que de más fruto”), los brotes que necesiten aún de
una poda necesaria sean podados, para que den mejores frutos.
250
Cfr. El Catecumenado actual: Pastoral Misionera 4 (1968), pp. 534 y 550.
II. EL RITUAL DE INICIACIÓN CRISTIANA DE ADULTOS
(RICA): UN CAMINO HACIA EL BAUTISMO POR ETAPAS

1. Líneas generales del RICA

El RICA, como muy bien pone de manifiesto sus prenotandos251, no sólo


ofrece los ritos propios del Bautismo, la Confirmación y la Eucaristía, sino que
además presenta "todos los ritos del Catecumenado, que probado por la más
antigua práctica de la Iglesia, corresponde a la actividad misionera de hoy"
(RICA, nº 2). De ahí que el documento conciliar que mejor ha explicitado la
naturaleza y el espíritu del Catecumenado haya sido el Decreto sobre la
actividad misionera de la Iglesia (Ad Gentes).

A propósito de la conversión inicial suscitada por la precatequesis, el nº


13 describe ya lo que debe ser el Catecumenado: "Por la acción de la gracia de
Dios, el neoconverso inicia un camino espiritual por el que, participando ya por
la fe del misterio de la muerte y resurrección pasa del hombre viejo al hombre
nuevo perfecto en Cristo. Este paso lleva consigo un cambio progresivo de
sentimientos y costumbres, debe ponerse de manifiesto en sus consecuencias
sociales y desarrollarse en el tiempo de Catecumenado".

En el nº 14 se vuelve a tomar y desarrollar esta perspectiva en


términos más concretos:
"Los que han recibido de Dios la fe en Cristo por la Iglesia, deben ser admitidos
con ceremonias litúrgicas al Catecumenado; éste no es una mera exposición de
dogmas y preceptos, sino la formación y el noviciado debidamente prolongado
de toda la vida cristiana, en que los discípulos se unen a Cristo, su Maestro. Por
lo tanto, hay que iniciar adecuadamente a los catecúmenos en el misterio de la
salvación, en la práctica de las costumbres evangélicas y en los ritos sagrados
que deben celebrarse en tiempos sucesivos, e introducirlos en la vida de la fe, la
liturgia y la caridad del Pueblo de Dios".

A la luz de estos dos textos conciliares percibimos con claridad los


sustantivos empleados para definir el Catecumenado. En el nº 13, los términos
itinerario, paso, cambio progresivo, insisten más bien en el aspecto de la
educación: ésta es una marcha, un avance, un progreso que hace pasar poco a
poco de un estado de vida a otro. Las palabras del nº 14, formación y noviciado
251
"Los praenotanda representan un reflexión particularmente amplia y son indispensables para la comprensión del Rito;
constituyen una especie de tratado teológico-litúrgico sobre la misión iniciadora de la Iglesia y sobre los fundamentos de la
iniciación cristiana y catequético-pastoral para valorar debidamente el Rito de la iniciación cristiana de adultos y su condición de
modelo". Cfr. C. ROCCHETTA, o. cit., p. 51.
de vida, aprendizaje prolongado, iniciación, subrayan sobre todo el aspecto
vivencial y comunicacional de esta educación. En el fondo de estos textos late la
comprensión de una pedagogía que se atiene a los ritmos de crecimiento propios
de la naturaleza. Si todo crecimiento vital es progresivo, es decir se realiza en el
tiempo, franqueando ciertas etapas características, la iniciación catecumenal,
que es "formación y noviciado debidamente prolongado de toda la vida
cristiana" (AG, nº 14), tampoco escapa a esta tendencia.

En el Ritual aparece perfectamente recogido este espíritu del texto


conciliar. M. Dujarier afirma que "éste presenta una doble originalidad:
considera la iniciación como un itinerario por etapas y es un instrumento al
servicio de una educación vital"252. El Ritual se presenta como un camino
espiritual que se recorre gradualmente para la maduración de la fe y la
conversión desde dos aspectos fundamentales:

a) La expresión litúrgica de la formación y la maduración en la fe.


Presupone una doble perspectiva doctrinal y moral.

b) La progresión manifestada en unos momentos rituales determinados,


auténticos ritos de paso que expresan además de la progresiva maduración
personal del convertido, el reconocimiento y la acogida cada vez mayor, tanto
de Dios como de la Iglesia.

Estos umbrales permiten dividir el período de la iniciación en tiempos


determinados a los que accede al cruzar esas etapas rituales y que suponen un
progreso con respecto a tiempos anteriores (RICA, nº 6).

2. Estructura de la Iniciación Cristiana de los adultos

La estructura de iniciación que resulta de esta graduación progresiva es


presentada sumariamente en los prenotandos del Ritual, para luego recibir su
tratamiento litúrgico en el capítulo Iº.

Consta de cuatro tiempos o períodos (RICA, nº 7):

1. El Precatecumenado, dedicado a la primera evangelización.

252
Cfr. Iniciación cristiana de adultos, p. 21. Para una mayor profundización sobre diversos aspectos del RICA ver los
siguientes artículos en el nº 88 de Ephemerides Liturgicae de 1974: A. NOCENT, L´Ordo initiationis christianorum: lignes
theologico-liturgiques du Catéchumenat, pp. 163-173; B. CARDINALI, Linee catechetico-liturgiche del rito dell´iniziazione
cristiana degli dulti per una valorizzazione critica della sua indole pastorale, pp. 192-209; JESÚS LÓPEZ GAY, Liturgia y misión,
pp. 221-231; ver también en el nº 69 de la Rivista Liturgica del año 1979, los artículos de: A.M. TRIACCA, Struttura e linee-forza:
dal l´analisi alla sintesi, pp. 425-436; F. BROVELLI, Per introdurre alla Chiesa oggi. Problematica ecclesiologica del "Rito dell
´Iniziazione cristiana degli adulti", pp. 437-455; L. DELLA TORRE - D. SARTORE, Considerazioni pastorali sui capitoli IV e V
del "rito dell´Iniziazione cristiana degli adulti", pp. 471-493.
2. El Catecumenado, dedicado a la catequesis integral. Dura varios años.

3. La Purificacion e Iluminación, dedicado a propiciar una preparación


más intensa de los sacramentos. Dura el tiempo de la Cuaresma.

4. La Mystagogia, dedicado a gustar los frutos del Espíritu y facilitar el


encuentro del neófito con la comunidad de los fieles. Dura el tiempo Pascual.

Con tres grados o etapas litúrgicas que marcan el final de un período y


comienzo del siguiente (nº 6):

a) El Rito de Entrada en el Catecumenado, en virtud del cual el


convertido es recibido en la Iglesia como catecúmeno.

b) El Rito de la Elección, por el cual, el catecúmeno es elegido y admitido


para los sacramentos.

c) La Celebración de los Sacramentos de Iniciación, donde el elegido


comienza a ser cristiano.

Esta estructura que ofrece el Ritual nos da la posibilidad de considerar


desde una visión más amplia el camino espiritual de crecimiento en la fe, de
esta manera podemos englobar y comprender estos tiempos y estos grados,
como las vértebras de tres grandes niveles de progresión en la fe que son
descritos por M. Dujarier de la siguiente manera: el despertar a la fe, la
educación de la fe y la consagración de la fe 253. Se formularía así: 1. EL
DESPERTAR EN LA FE: a) Tiempo: Precatecumenado. b) Grado: Rito de
Entrada en el Catecumenado; 2. LA EDUCACIÓN EN LA FE: a) Tiempo:
Catecumenado. b) Grado: Rito de la Elección; 3. LA CONSAGRACIÓN EN LA
FE: a) Tiempo: Purificación - Iluminación y Mystagogia; b) Grado: Celebración
de los sacramentos, incorporación a la comunidad y vivencia comunitaria de la
Eucaristía. Y habría un cuarto nivel ulterior, al finalizar el tiempo de la
Mystagogia, que sería el de la TESTIFICACIÓN DE LA FE cuyo tiempo
englobaría toda la existencia cristiana y la graduación en la maduración
permanente de la fe vendría jalonada por la vivencia de los sacramentos de la
Iglesia254 y los tiempos del Año litúrgico.

253
Para esta comprensión de la estructura de iniciación ofrecida por el RICA, tengo en cuenta, con cierta libertad, la
descripción hecha por M. Dujarier. El utiliza la terminología "período" y "etapa", nosotros utilizaremos la empleada en la edición en
castellano del Ritual: "tiempo" y "grado". Cfr. M. DUJARIER, o. cit., pp. 22-27.
254
Este último nivel es añadido por mí. Para B. CARDINALI, "las cuatro etapas de esta pedagogía progresiva se califican
como anuncio (= evangelización: precatecumenado), formación (= catecumenado), renovación (= purificación-iluminación),
profundización (= mistagogia)”, en art. cit., p. 196.
3. El itinerario catecumenal del Ritual

El Ritual habla de cuatro tiempos o etapas de la iniciación cristiana,


separadas por tres ritos principales: la entrada en el Catecumenado, la llamada
decisiva y la celebración sacramental en la noche pascual. Veamos a la luz de
los prenotandos cómo aparecen descritas las etapas catecumenales:

1º) El tiempo de la evangelización y el Precatecumenado (nnº 9-13)

Es el tiempo de la primera evangelización (nº 7), donde se anuncia


abiertamente y con decisión al Dios vivo y a Jesucristo (nº 9), para que broten
la fe y la conversión inicial o para que madure la verdadera voluntad de seguir
a Cristo y de pedir el Bautismo (nº 10). En esta etapa, el catecúmeno se enfrenta
con el problema de la conversión y quiere hacerse cristiano (nº 6). Durante este
período, los candidatos se llaman simpatizantes o precatecúmenos. Es un
tiempo de contactos, diálogo y primeros descubrimientos de tipo informal, en el
que deben prevalecer la sinceridad y la libertad (nnº 9-13). Termina este período
con el ingreso en el grado de catecúmenos (nº 7).

2º) El tiempo del Catecumenado (nnº 14-20)

El segundo tiempo, que comienza con el rito llamado Entrada en el


Catecumenado (nnº 14.50.65.68) y acaba el día de la elección. Es la etapa de la
catequesis integral (nº 7), progresiva, organizada y completa, acompañada de
una praxis de la caridad, dentro del marco de las celebraciones de la palabra en
orden a una educación penitencial y eucarística, de exorcismos menores para
recalcar una vida de ruptura, de opción y de lucha, y de bendiciones con objeto
de reconocer el valor de la paz y de la acción de gracias. Es un tiempo
prolongado, en que los candidatos reciben la instrucción pastoral, mediante
cuatro caminos: una catequesis apropiada, los ritos litúrgicos oportunos y el
testimonio de vida con la profesión de la fe (nº 19).

Con la entrada en el Catecumenado, el candidato ya es cristiano, aunque


todavía sea catecúmeno; tiene derecho a participar en la Liturgia de la Palabra,
en los sacramentales, en el matrimonio y en los funerales de la Iglesia (nº 18).
El Catecumenado, en su preparación remota, puede durar varios años (nº 7).

3º) El tiempo de Purificación e Iluminación (nnº 21-26)

La última preparación es una etapa bastante más breve, que de ordinario


coincide con la preparación cuaresmal a la Pascua. Es tiempo para renovar a la
comunidad de los fieles junto con los catecúmenos por la liturgia y a la
catequesis litúrgica mediante el recuerdo o la preparación del Bautismo, y por
la Penitencia (nº 21). Su objetivo es proporcionar una preparación espiritual
más intensa (nº 7).

Mediante el rito de la elección de los candidatos al próximo Bautismo o


inscripción de los nombres, con el que comienza el tiempo de Purificación e
Iluminación (nº 21), los catecúmenos se llaman elegidos, competentes o
iluminados. La elección se realiza a través de la comunidad; ha de coincidir con
la opción fundamental por parte del candidato. Tienen lugar en esta etapa los
escrutinios, las entregas del Símbolo y del Padre Nuestro, devoluciones y
unciones. Termina este tiempo con el Bautismo, Confirmación y primera
Eucaristía del catecúmeno en la Vigilia pascual o con la Penitencia y la
Eucaristía en un proceso de re-iniciación.

4º) El tiempo de la Mystagogia o etapa pascual (nnº 37-40)

Consiste esta etapa en experimentar, con gusto, alegría y sabiduría, el


sentido de la vida de fe, la significación de los símbolos sacramentales y las
relaciones adquiridas en comunidad. En esta etapa los bautizados se llaman
neófitos. El Ritual dice que se dedique este tiempo a gustar de los frutos del
Espíritu y a estrechar más profundamente el trato y los lazos con la comunidad
de los fieles (nº 7). En resumen, es tiempo de adquirir una nueva experiencia de
los sacramentos y de la comunidad . Convencidos de que la inteligencia más
plena y fructuosa de los misterios se adquiere con la renovación de las
explicaciones y sobre todo con la recepción continuada de los sacramentos (nº
38). De ahí que como la índole y la fuerza de esta etapa procede de la
experiencia personal y nueva de los sacramentos y de la comunidad, el
principal lugar de la Mystagogia lo constituyen las llamadas Misas para los
neófitos, o sea, las Misas de los Domingos del tiempo pascual" (nº 40).

A modo de gráfico, el itinerario catecumenal del RICA quedaría así (ver


la tabla 2ª).

4. La aplicación del Catecumenado por etapas a la Iniciación Cristiana de


Adultos bautizados

Ha sido J. A. Vela, en la que fuera su Tesis Doctoral 255, quien mejor ha


estudiado las repercusiones teológico-pastorales que se desprenden de un
conocimiento profundo de la génesis del RICA y de su contenido. El autor se
propone como objetivo mostrar "la repercusión del RICA en el campo pastoral

255
Lleva por título Reiniciación cristiana, respuesta a un bautismo "sociológico". Contribución a un estudio de la Estructura
Pastoral de la Reiniciación, a partir del Capítulo IV del OICA.
de la reiniciación cristiana, a partir de los Praenotanda del Capítulo IVº"256. La
finalidad, por tanto, que persigue el autor es la de reflexionar sobre la analogía
-diferencia y semejanza- entre el camino iniciatorio, propuesto por el Capítulo Iº
del RICA con sus Praenotanda, y el reiniciatorio indicado por el Capítulo IVº.
Una vez que fundamenta la "necesidad de una reevangelización de los
bautizados" en la Iglesia de hoy, J. A. Vela desarrolla cómo "el RICA,
especialmente en sus capítulos IVº y Vº, ofrece posibilidades concretas para
intentar un camino de reiniciación para los bautizados"257.

En estas últimas décadas, se puede decir que la Iglesia ha ido tomando


conciencia de que junto a la iniciación estricta de adultos convertidos no
bautizados, aparece modernamente la necesidad de un Catecumenado con
adultos bautizados en su infancia, alejados posteriormente (o desde siempre) de
la fe y de nuevo convertidos, que desean recorrer un camino de descubrimiento,
maduración y fundamentación de la fe cristiana recibida pero no experimentada,
descubierta pero aún por experimentar. Más aún, recientemente un experto en
pastoral catecumenal como Henri Bourgeois ha llegado a afirmar que "hay que
reconocer que la conciencia bautismal es, la mayoría de las veces, poco
viva"258entre los cristianos. De hecho, una nota característica del tiempo
postconciliar es la progresiva toma de conciencia de que es preciso evangelizar
a los bautizados. El problema es afrontado con carácter de urgencia y con
tratamiento catecumenal, así lo expresan dos documentos importantes de estos
dos últimos decenios: "La evangelización de los no creyentes presupone la
autoevangelización de los bautizados y también de los mismos diáconos,
presbíteros y obispos"259. Y también: "Puede servir de ayuda, como han dicho
los Padres sinodales, una catequesis posbautismal a modo de Catecumenado,
que vuelva a proponer algunos elementos del Ritual de la Iniciación Cristiana
de Adultos, destinado a hacer captar las inmensas riquezas del Bautismo ya
recibido"260.

Es importante subrayar que a lo largo de estos últimos años, teólogos


pastoralistas han venido fundamentado la viabilidad de una aplicación
analógica del RICA para la iniciación cristiana postbautismal de adultos no
iniciados. También las mismas conferencias episcopales europeas han hablado
256
Ibid., p. 32.
257
Ibid., pp. 75-103. Esta "tesis" la desarrolla también C. ROCCHETTA, para quien "las posibilidades de utilización del RICA
en el mencionado sentido son múltiples y diversas. Se puede pensar, por ejemplo, extendiendo eventualmente sus aplicaciones, en el
itinerario propuesto en el capítulo IV del Rito para adultos, en la perspectiva de una pedagogía de recuperación y fundamentación de
la vida cristiana destinada a los adultos ya bautizados, pero indiferentes o inmaduros para asumir su fe". Cfr. Cómo evangelizar hoy
a los cristianos, p. 111. Ver también: L. DELLA TORRE - D. SARTORE, Considerazioni pastorali sui capitoli IV e V del Rito dell
´iniziazione cristiana degli adulti, pp. 471-493.
258
Cfr. “Pastoral catecumenal y conciencia bautismal en Europa”, en CONFERENCIA EUROPEA DE CATECUMENADO,
Los comienzos de la fe. Pastoral Catecumenal en Europa Hoy, p. 37.
259
Cfr. SÍNODO 1985, Relación final, II,B,a,2. Ed, B.A.C., Madrid 1985, pp. 12-13; ver Medellín VIII, nnº 3,7,9 y 17; DCG ,
nº19; EN, nnº 44 y 52; CT, nº 44; Puebla, nnº 461, 1007 y 1008.
260
Cfr. Exhortación Apostólica de JUAN PABLO II, Christifideles laici. Los fieles laicos, nº 61.
de la necesidad del Catecumenado postbautismal. Y para constatar la vigencia y
actualidad de esta preocupación pastoral en que la catequesis tenga esta
impronta catecumenal, en el comunicado del Congreso catequístico
internacional celebrado en Roma los días 14 al 17 de octubre de 1997 se afirma:
"La actividad catequística de nuestro tiempo debe subrayar el carácter y la
inspiración catecumenal propios de la catequesis. Si la missio ad gentes es
paradigma de toda la actividad evangelizadora en cada uno de sus diversos
momentos, el Catecumenado bautismal es modelo e inspiración de la actividad
catequizadora particularmente con referencia a la catequesis de iniciación"261.

a) Las posibilidades que ofrece el RICA para un camino de reiniciación


de los bautizados

Todos los estudiosos del RICA coinciden en señalar que la aparición de


este Ritual ha representado para toda la pastoral de educación de la fe en la
Iglesia un punto fundamental. Para L. Della Torre "desde la publicación del
ORDO se ha acelerado en la Iglesia una reflexión que ha llevado a afirmar una
perspectiva catecumenal -podríamos decir iniciática- en las actividades
catequísticas y formativas"262. El RICA desde su aparición pasa a ser
considerado como Ritual Tipo o Forma Típica de la iniciación a la fe y a la
vida de la Iglesia263, como Paradigma para el orden eclesial264, uno de los
acontecimientos más importantes en el orden pastoral y ritual del post-Concilio,
una de las expresiones más singulares del camino de la comunidad cristiana a la
luz del actual contexto eclesial. Para J.A. VELA la razón es simple: "Se
convierte en el instrumento concreto para poder realizar de hecho el camino
catecumenal en nuestros tiempos, haciendo unas síntesis entre las instituciones
del Catecumenado antiguo y los grandes principios cristológicos y eclesiales del

261
Cfr. Comunicado del Congreso catequístico internacional sobre "La fe de la Iglesia y su misión evangelizadora": L
´Osservatore romano (7 de noviembre de 1997) [ed. en español], p. 8.
262
Cfr. Balance de las aplicaciones del OICA, p. 229. L. DELLA TORRE constata el hecho de que "muchos sacerdotes no
conocen siquiera su existencia o no lo han tenido jamás entre sus manos. Tal es el juicio recogido entre algunos catequistas
itinerantes de las comunidades neocatecumenales, cuyos viajes cubren toda Europa, casi toda América y gran parte de Asia. A fin de
legitimar y exponer su propuesta de un itinerario de fe progresivo para los adultos bautizados, ellos se refieren al ORDO, con lo cual
han tenido ocasión de hablar sobre el tema con obispos y párrocos. Incluso donde está vigente la institución catecumenal, el
problema parece afectar únicamente a los sacerdotes y catequistass que se dedican a ella; los demás agentes pastorales no se sienten
interesados" (p. 228). Para una mayor ampliación, ver: A. GIULIANI, Il catecumenato: volto nuovo della Chiesa: Via, Verità e Vita
130 (1990), pp. 45-46, y R. LAURITA, Il catecumenato in Europa e nel mondo, ibíd., pp. 65-72, ofrecen una breve reseña de las
actuales utilizaciones del RICA en la Iglesia.
263
Para una profundización en este aspecto, ver el Capítulo sexto del libro citado ya de C. ROCCHETTA: El RICA "forma
tipo" de "itinerarios catecumenales", pp. 97-112. El teólogo italiano sostiene que "a pesar de que ya han pasado más de veinte años
desde su promulgación, no se puede decir que esta dimensión del RICA haya sido realmente estudiada y valorada ni en el aspecto de
la reflexión y profundización teológico ni en el de la praxis y la vida de las comunidades locales" (p. 98).
264
Para D. BOROBIO, "el Ritual de la iniciación cristiana de adultos se convierte en paradigma de iniciación, es decir, en
modelo y ejemplar de la meta, los dispositivos y el proceso que, de u otra forma, antes o después, necesita cumplir toda iniciación
cristiana", aunque más adelante este autor manifiesta su perplejidad al confesar que "no deja de ser, por otro lado, una contradicción
el que precisamente este Ritual esté, hoy por hoy, condenado a ser un Ritual desconocido; un Ritual que, en el mejor de los casos
prestará un servicio a las comunidades neocatecumenales y de vez en cuando se aplicará en los casos de los adultos convertidos", en
Proyecto de Iniciación cristiana, pp. 120 y 126.
Vaticano II, uniendo el elemento ritual con el camino de iniciación en un tiempo
sucesivo, conforme a las indicaciones de SC 64"265.

El RICA parece estar reservado exclusivamente sólo a los bautizados. En


efecto, éste es el primer destino del Ordo, que fue concebido como un itinerario
completo y orgánico de iniciación cristiana, expresión de una comunidad
eclesial que se prepara para poner en práctica la tarea central que le ha sido
confiada: la de engendrar a los hombres a la vida de Cristo en el Espíritu con la
predicación de la Palabra, el testimonio de la caridad y los sacramentos
pascuales. Esta finalidad inmediata, sin embargo, no excluye, sino que implica
una segunda finalidad, la de presentarse como una propuesta de reconstrucción
de la fe y la identidad cristiana, dirigida a los que, aun estando bautizados,
necesitan recorrer el itinerario del cristianismo de un modo nuevo y consciente.
El propio RICA deja entrever esta segunda finalidad cuando, después de haber
dicho que el Rito está dirigido en primer lugar a los no bautizados que, movidos
por el Espíritu, se abren a la fe y a los sacramentos de la iniciación cristiana (nnº
1-2), muestra que también interesa, al mismo tiempo, a aquellos que, aun
estando ya bautizados, no han recibido ninguna catequesis y por ello no han
sido admitidos a la Confirmación ni a la Eucaristía (nº 295).

Este dato representa, dentro del RICA, una verdadera extensión en el


sentido y el uso del Rito completo. Una extensión autorizadamente confirmada
por la Congregación para el Culto Divino de entonces. Al planteársele una
pregunta precisa, según hemos comprobado al exponer la influencia de la praxis
del Camino Neocatecumenal en el RICA, la Congregación admitió, de hecho, la
legitimidad de una extensión del capítulo IVº a otros casos de preparación
sacramental, aunque los destinatarios hubieran recibido ya el Bautismo. En
el comentario a esta "respuesta-oficial", ya vimos como Pasqualetti destacaba
-entre otras cosas- que la extensión se puede referir:

- a los niños bautizados, con ocasión de la catequesis de admisión a los


sacramentos de la Confirmación y la Eucaristía;
- a los que, aun habiendo recibido los sacramentos de la Confirmación y
de la Eucaristía, han abandonado después la práctica religiosa y desean
retornar a ella;
- a los que, en la práctica de la vida cristiana, desean profundizar en su fe.

Y si en estos casos, como precisa la Congregación para el Culto Divino,


es oportuno evitar la expresión de Catecumenado y catecúmeno, no parece que
haya ningún problema en utilizar, en un sentido analógico, el adjetivo
catecumenal y la expresión más general de itinerarios catecumenales,

265
Cfr. Reiniciación cristiana..., pp. 86-87.
basándose en la semejanza objetiva existente entre las dos situaciones desde un
punto de vista psicológico266.

Las Conferencias Episcopales Nacionales, una vez traducido y publicado


el RICA en las diversas lenguas, así lo han comprendido y por ello han venido
señalando las posibilidades que el nuevo Ritual ofrece de cara a una reiniciación
con los adultos. Para la Conferencia Episcopal italiana, el gran valor del RICA
es el de ser una forma típica para la formación cristiana267. Para la Comisión
Litúrgica de la Conferencia Española, el RICA será especialmente útil para
profundizar la vida cristiana, renovando los compromisos de la fe y el Bautismo
en un camino neocatecumenal. El RICA es una orientación valiosa, por su
organización y contenido, "para recuperar la dimensión catecumenal de la fe
cristiana", tal y como señalaba el Cardenal Jubany en la Nota introductoria a la
edición del Ritual en castellano268.

b) El Capítulo IVº del RICA delinea la posibilidad de un camino de


reiniciación para los bautizados

Los Praenotanda del RICA, junto con el Cap. Iº, representan el camino
de iniciación de los adultos al Bautismo. El Cap. IVº es un camino concreto de
iniciación a la Confirmación y Eucaristía de los adultos que, bautizados en la
infancia, no recibieron ninguna catequesis. Pero también se puede aplicar a
casos semejantes (nº 295): aquí tendrían cabida los diversos casos enunciados
por EN y CT de cristianos alejados, no practicantes, indiferentes.... La variedad
de situaciones entre los adultos bautizados -afirma D. Borobio- es muy grande,
y pueden distinguirse las siguientes:
"- Unos sólo recibieron el Bautismo, pero no la Confirmación ni la
primera Eucaristía.

266
"A la experiencia catecumenal acude una gran variedad de personas en situación de búsqueda con diversidad de necesidades
y experiencias. Los hay que, nacidos en el campo, han sido educados con poco o ningún contacto con la religión o con la Iglesia.
Otros han sido hechos cristianos de niños; quizá recibieron alguna instrucción en su niñez, pero llegaron a adultos con un sustrato
virtualmente no cristiano a comenzar un camino de fe. Hay otros cuyo camino es un nuevo comienzo después de haber permanecido
años lejos del cristianismo porque en la adolescencia abandonaron su religión infantil". Cfr. PETER BALL, “La conversión en las
iglesias de Europa”, en CONFERENCIA EUROPEA DE CATECUMENADO, Los comienzos de la fe. Pastoral Catecumenal en
Europa Hoy, p.17.Para conocer el "estado espiritual" de los que llaman a la Iglesia para iniciar un camino de fe, ver: HENRI
BOURGEOIS, Los que vuelven a la fe, Ed, Mensajero, Bilbao 1995.
267
Nota introductoria del RICA en la edición italiana: "Como es verdad que este libro más que un rito contiene un complejo
de reflexiones teológicas, de indicaciones pastorales y acciones litúrgicas que pueden ser de gran estímulo para la renovación
pastoral en acto en nuestras Iglesias". "Pretende precisamente hacer emerger la exigencia de una acción pastoral que conduzca al
descubrimiento y a la conciencia progresiva y personal de la propia fe, mediante una catequesis permanente o itinerario de tipo
catecumenal". "Tenemos a disposición un ORDO con valor de forma típica para la formación cristiana". Cfr. Rito dell´iniciazione
Cristiana degli adulti, CEI (Roma, 1978), nnº 1-399 (comprende la Introducción a la iniciación cristiana de adultos, nnº 1-67, el
Rito completo de la iniciación, nn. 68-239, las fórmulas rituales alternativas, nnº 240-269 y los Textos a elegir para la celebración de
la iniciación cristiana de adultos, nnº 370-399). Cfr. el artículo de D. MOSSO, Il Rica nella Chiesa italiana: RL 66 (1979), pp. 417-
424.
268
Cfr. COMISIÓN EPISCOPAL ESPAÑOLA DE LITURGIA: Ritual de la Iniciación Cristiana de adultos, Madrid 1976.Ver
también P- LLABRÉS, Celebración del neocatecumenado a partir del RICA: Phase 20 (1980), p. 296
- Otros recibieron el Bautismo y la Confirmación, o el Bautismo y la
primera Eucaristía.
- Otros recibieron los tres sacramentos de iniciación, pero ninguna
formación catequética.
- Otros recibieron una cierta catequesis en al escuela o parroquia pero
luego han venido a perder la fe, a caer en la indiferencia...
- La mayoría de estos bautizados han vivido como alejados, indiferentes o
increyentes"269.

Para ellos, lo mismo que para los catecúmenos, el Cap. IVº prevé una
preparación en el tiempo y una institución pastoral con una oportuna disciplina
(nº 296). Este Capítulo IVº, a diferencia de los otros, no es un Ritual, pues no
hace sino presentar una serie de orientaciones pastorales y litúrgicas, en
continua referencia implícita o explícita al Cap. Iº270.

Los principales responsables en la elaboración del RICA, Mons. Bugnini


y B. Fischer, entre otros, han resaltado la trascendental importancia pastoral que
este capítulo está llamado a tener. Según ellos, en sus 11 números, propicia un
movimiento pastoral de la mayor significación para la recuperación de los
alejados, nominalmente cristianos, que quieren en realidad vivir su cristianismo.
Entre las varias innovaciones que el RICA hace a rituales anteriores, parece que
ésta sea una de las de mayor relevancia pastoral para abrir pistas de un itinerario
de iniciación post-bautismal.

Ya he analizado anteriormente la real y decisiva influencia que la praxis


del Camino Neocatecumenal tuvo a la hora de orientar el alcance pastoral que
contienen los 11 números del Cap. IVº. Puse de manifiesto que para hacer una
reflexión sobre el itinerario catecumenal apuntado en este Capítulo es
imprescindible un estudio comparativo de tres fuentes: la primera redacción del
Cap. IVº, la redacción definitiva y las Reflexiones que sobre el mismo publicó la
Sda. Congregación para el Culto Divino un año después de ser promulgado el
RICA (el 8 de marzo de 1973).

Dichas Reflexiones venían precisamente a responder al recurso que se


presentó a la Sda. Cong. de Ritos sobre el estilo catecumenal que se debía dar a
la formación de cristianos bautizados, y a la petición del Cardenal Poletti sobre
"qué sentido dar a una especie de Catecumenado para los ya bautizados y, sobre
todo, a los eventuales ritos que acompañan la formación espiritual del

269
Cfr. Catecumenado para la evangelización, p. 35.
270
Cfr. R. BERAUDY, Le nouveau Rituel du Baptême des adultes: LMD, n. 121 (1975), pp. 140-141. Para R. Beraudy el
sentido del tiempo preparatorio no es idéntico, puesto que, mientras en el Cap. I se preparan las personas al bautismo, en el Cap. IV
se actualizan las virtualidades puestas en el hombre por este sacramento. Como indica el nº 296 del Cap. IV, se trata de hacer crecer
y madurar la fe infusa recibida por el Sacramento del Bautismo.
cristiano"271. Y a la luz de la respuesta que dio la Sgda. Congregación se apuntó
la dirección que comprende y desarrolla un itinerario postbautismal con adultos
bautizados.

La emergencia de estas consideraciones -sostienen L. Della Torre y


Sartore-, son el fruto de las investigaciones del movimiento litúrgico-pastoral,
que ha puesto en evidencia cuánto las características del Catecumenado clásico
responden a las actuales necesidades de formación cristiana y de edificación
eclesial: " Una Iglesia que se piensa y se proyecta para el futuro, que será un
futuro de esperanza y por tanto misionero y no un futuro de resignación, y por
ello conservador, debe prepararse seriamente a ser evangelizadora e iniciadora,
dado que la evangelización para edificar la Iglesia desemboca necesariamente
en un complejo de actividades pastorales que descubren la inspiración en el
Ritual de la Iniciación Cristiana de Adultos. Esta Iglesia debe abrir en ella
misma, un espacio catecumenal no sólo como servicio a realizar confiándolo a
un personal especializado en ello, sino como un modo de ser y de vivir”272.

c) El itinerario catecumenal para adultos bautizados: Configuración


estructural

La configuración del camino catecumenal propuesto para estos


destinatarios bautizados que desean profundizar su fe recupera las modalidades
esenciales y las celebraciones del itinerario completo, con sus cuatro tiempos y
los tres ritos de paso. La recuperación se refiere ante todo a la duración: "Igual
que para los catecúmenos, la preparación de estos adultos exige un tiempo
prolongado", de modo que la fe que recibieron en el Bautismo crezca hasta la
madurez cristiana y se enraíce profundamente. "Su vida cristiana debe
reforzarse con una preparación oportuna, una catequesis adaptada, las relaciones
con la comunidad de los fieles y la participación en algunos ritos litúrgicos"
(RICA, nº 296).

La recuperación se refiere, por lo tanto, al orden del itinerario


catecumenal, a pesar de las oportunas atenciones a la situación particular de los
destinatarios: "El orden de la catequesis responde, en general, al orden
propuesto para los catecúmenos" (RICA, nº 19); a pesar de ello, "al ofrecer estas
catequesis, el sacerdote, el diácono o el catequista deben tener en cuenta la
condición especial de estos adultos que ya han recibido el don del Bautismo"
( nº 297). De tal modo que las celebraciones catecumenales son sobre todo una
271
Cfr. Mons. BUGNINI, La Riforma Liturgica, p. 579, Nota 26. El mismo Bugnini presenta la historia de estas "riflessioni".
Esta misma opinión la expresan L. DE LA TORRE y SARTORE, "También, el documento de la Sgda. Congregación para el Culto
Divino, arriba citado, había salido a la luz para responder a las preocupaciones que en algunos pastores de almas había suscitado la
metodología pastoral de estas Comunidades Neocatecumenales”, en Considerazioni pastorali sui capitoli IV..., p. 481.
272
Cfr. Considerazioni pastorali sui cap. IV..., p. 475.
demostración o explicación de cuanto ya se ha recibido, para una mejor
comprensión y experiencia de su significado cristiano. La recuperación se
refiere, en fin, a la implicación de la comunidad y de los responsables de los
distintos ministerios: "Como a los catecúmenos, que la comunidad de los fieles
ofrezca también su ayuda a estos adultos con caridad fraterna y con la oración y
que den testimonio de su idoneidad, cuando se trate de admitirles a los
sacramentos. Los adultos son presentados a la comunidad por el garante.
Mientras dure su instrucción, que cada uno de ellos, con la aprobación del
sacerdote, elija un padrino que se comprometa con él como delegado de la
comunidad, que se ocupe de él del mismo modo que el padrino se ocupa del
catecúmeno. El padrino escogido en este tiempo podrá ser el mismo padrino del
bautismo, siempre que éste se encargue verdaderamente de llevar a cabo esta
tarea" ( nnº 298-299).

Se ofrecen algunas precisiones por lo que respecta a las etapas de


búsqueda y de maduración, y también respecto de los ritos que pueden
utilizarse273y cuáles no pueden reiterarse274. La primera etapa, correspondiente al
tiempo del Precatecumenado, se pone en práctica con el primer anuncio y se
"santifica con acciones litúrgicas, la primera de las cuales es la acogida de los
adultos en la comunidad, de la que reconocen formar ya parte en cuanto que ya
han sido sellados por el Bautismo" (nº 300).

La segunda etapa, correspondiente al Catecumenado, se realiza según las


cuatro vías propuestas para el rito común: catequesis, conversión de mentalidad
y vida, participación en los ritos litúrgicos especiales y testimonio de vida y de
fe (nº 301). El cap. IVº subraya que estos bautizados pueden participar "en las
celebraciones de la liturgia de la palabra, tanto en aquellas para las que se reúne
la comunidad, como las que están destinadas de modo especial a los
catecúmenos". Aparte de ello se pueden utilizar los "ritos propios del
Catecumenado que correspondan a las condiciones y a la utilidad espiritual de
estos adultos, como las entregas del Símbolo, de la Oración del Señor e incluso
de los Evangelios" (nº 302).

La tercera etapa, correspondiente al tiempo de la Purificación e


Iluminación, se hará coincidir normalmente con el período cuaresmal. Es
evidente la importancia que asume, en esta propuesta de itinerario, la actitud
penitencial y el sacramento de la reconciliación como actos con los que el
candidato recupera el sentido del Bautismo recibido y celebra la Penitencia
273
En las Riflessioni, se señalan los siguientes ritos: "1. Rito de la aceptación de la comunidad; 2. Liturgia de la palabra; 3. Las
entregas (traditio Symboli, Orationis dominicae et Evangeliorum) ; 4. Celebración penitencial (oraciones especiales, bendiciones
con imposición de las manos; 5. Sacramento del la Penitencia; 6. Eucaristia" (pp. 275-278).
274
Se señalan lo siguientes: "a) El rito del effetha; b) La unción; c) La vestidura blanca" (pp. 275-276). Tanto en las Riflessioni
como en el comentario de G. PASQUALETTI se pone de manifiesto que el Bautismo es irrepetible: "Ante todo debe estar siempre
claro que un bautizado, aunque negligente en la vida cristiana y en la fe, no puede ser considerado al mismo nivel que un
bautizado...". Cfr. Commento, p. 279.
sacramental como un segundo Bautismo o Bautismo laborioso275. Por ello el
RICA desea que durante este tiempo se prevean determinados ritos
penitenciales, a modo de preparación a la celebración del sacramento de la
Penitencia (nº 303) y que se desarrolle un camino de formación al sentido de
pertenencia a la Iglesia, cuya culminación será habitualmente la Vigilia Pascual,
"en la que los adultos profesarían la fe bautismal" (nº 304)276.

La última etapa prevista corresponde al tiempo de la Mystagogia, que se


debe vivir junto con los neófitos, como un tiempo en que los adultos se
dediquen a completar su formación cristiana, viviendo y realizando en plenitud
el hecho de ser parte viva de la comunidad eclesial (nº 305).

Los ritos de paso dirigidos a acompañar a los cuatro tiempos de búsqueda


y maduración corresponden a los previstos por el rito completo (rito de
admisión, rito de elección, sacramentos pascuales), con la excepción evidente
del Bautismo que, habiendo sido recibido, se recuerda en la renovación de las
promesas bautismales. En caso de que el rito se utilice para sujetos, no sólo
bautizados, sino también confirmados y eucaristizados, está claro que el tercer
rito de paso asume un significado sólo simbólico, de compromiso renovado y de
renovación de los compromisos ya asumidos con los tres sacramentos de la
iniciación cristiana.

En cuanto a los ritos iniciatorios que podrían ser usados en el camino de


la reiniciación en el Cap. IVº del RICA se prescribe con respecto a la iniciación
a la Confirmación y Eucaristía de los cristianos bautizados en la infancia, que
vaya acompañada por algunos ritos (nº 296) a semejanza de los ritos
bautismales: el tiempo de preparación se debe santificar con acciones litúrgicas
(nº 300), deben tener lugar celebraciones de la Palabra (nº 301) y usarse algunos
ritos propios del Catecumenado, que respondan a su condición y situación
específica (nº 302).Al tratarse de bautizados, evidentemente los ritos y acciones
litúrgicas no pueden tener el sentido estrictamente catecumenal de preparación
al Bautismo. Son más bien una explicitación a fin de contribuir a una mayor
consciencia y desarrollo de sus riquezas espirituales277.
275
En las "Riflessini", la Sgda. Congregación para el Culto Divino invita a contemplar el Sacramento de la Penitencia desde su
fundamento bautismal: "La Iglesia antigua con San Agustín ha concebido el Sacramento de la Penitencia como un segundo
Bautismo. Por lo cual, una vez cumplido el recorrido catequético sobre la base del camino catecumenal, el Sacramento de la
Penitencia puede tener el puesto del Bautismo” (p. 277). G. PASQUALETTI considera "muy oportuna la indicación de la
Congregación para el Culto Divino de presentar el Sacramento de la Reconciliación como un segundo Bautismo”". Ibid., p. 282.
276
"El Bautismo no se repite, pero se renueva continuamente con la profesión de la fe, con la participación en los sacramentos y
con una vida santa". Ibid., p. 282.
277
En el estudio que se hizo en el Secretariado Diocesano de Catequesis de Madrid se afirma que "muchos millones de
hombres que hoy se llaman cristianos fueron bautizados al poco de nacer, pero nunca llegaron a tomar conciencia de los
compromisos que comporta su fe... Esto hace que en el llamado mundo cristiano, y más en concreto en España, sean mayoría los
bautizados que tienen un fe sociológica, una fe difícil de definir, pero que ciertamente es muy distinta de la fe evangélica. Para estos
hombres y mujeres el Bautismo no pasó de ser un rito exterior vacío de significado. La fe bautismal recibida en el sacramento quedó
sin desarrollarse. Y es preciso desarrollarla. ¿Cómo?. Nosotros pensamos que por medio del Catecumenado. Un Catecumenado que
conduciría al hombre no a una reiteración del Bautismo, sino a una aceptación personal y consciente de su ser cristiano". Cfr. De la
cristiandad a la comunidad, Ed, Paulinas, Madrid 1978, pp. 22-23.
Este modelo propicia la unión de la liturgia con los momentos más
salientes de la acción pastoral de la Iglesia. Refiriéndonos especialmente a los
ritos, corresponden éstos a momentos importantes de la decisión tomada o a
preparaciones para la decisión: indican siempre el progreso en el camino de la
fe asumida. Explican, además, los sacramentos recibidos, pero no vivenciados
ni preparados por la Evangelización con sus respuestas adecuadas. Todo su
lenguaje es simbólico, y dan lugar a una profunda experiencia humana y
asimilación personal. Un camino neocatecumenal "secularizado" no llegaría a la
comprensión cristiana de la fe. De ahí la dificultad que detecta C. Floristán al
afirmar que "no es fácil estructurar hoy neocatecumenados de adultos, con una
catequesis adecuada, a lo largo de unas etapas, con objeto de que el bautizado
convertido ingrese consciente, activa y plenamente en la comunidad
cristiana"278.

Para C. Rocchetta, la importancia pastoral de una propuesta catecumenal


como la que acabamos de reseñar, surge por sí sola: "En una Iglesia de masas,
en la que ningún fiel ha sido nunca catecúmeno ni ha recorrido nunca un
auténtico camino de búsqueda y maduración en la fe, el modelo riguroso y
orgánico propuesto por el capítulo IVº del RICA representa un recordatorio
inquietante y estimulante y exige por parte de las comunidades cristianas el
coraje de verificar de qué modo asumen de hecho su tarea de comunidades que
inician y forman a la vida cristiana"279. O en expresión de J.A. Vela "todo este
Modelo requiere una comunidad local apostólica viva, en actitud misionera y
evangelizadora: una comunidad de testimonio de fe vivida en común en medio
del mundo, que atraiga a los cristianos lejanos, los acoja y los acompañe en su
camino de reencuentro con la Iglesia y con su ser cristiano, discierna su
comportamiento y los ayude en su decisión definitiva por Cristo y la Iglesia,
celebre con ellos este acontecimiento, y sea el lugar donde ellos puedan ejercitar
sus ministerios y carismas. Sin este lugar catecumenal concreto, local y vivo,
no habría reiniciación"280.En realidad serán estos tipos de comunidades las que
devolverán a la Iglesia su imagen iniciática desde el principio de la iniciación y
no sólo en las fase finales de la recepción de los sacramentos281.
278
Cfr. Para comprender el Catecumenado, p. 30. Para verificar las dificultades concretas que en el campo de la
pastoral se encuentran, ver J. GALIANA, El neocatecumenado parroquial, Instituto Diocesano de Pastoral, Alicante
1978.
279
Cfr. Cómo evangelizar hoy a los cristianos, p. 118. Para este teólogo "el capítulo IV del RICA se presenta como una
propuesta básica de notable importancia para volver a cimentar la existencia cristiana de los bautizados, para la recuperación de los
alejados y la renovación de nuestras comunidades con la perspectiva de una nueva evangelización, en los umbrales del tercer
milenio" (ib.,).
280
Cfr. Reiniciación cristiana de adultos..., pp. 103-104. Esta misma posición la mantiene ANTONIO CAÑIZARES
LLOVERA, "La iniciación cristiana integral, sólo será posible mediante el testimonio y vida de comunidades auténticas donde se
viva en concreto lo que quiere decir propiamente cristianismo... Apremia el que, mediante la autoevangelización de la Iglesia, se
creen comunidades cristianas inmediatas positivamente eclesiales...". Cfr. La Catequesis en el proceso de iniciación cristiana:
Teología y Catequesis 4 (1984), p. 560.
281
Cfr. H. BOURGEOIS y J.J. SALVEAT, Pour une Eglise catéchuménale: Cr. De l´Eg. n. 42 (1977) pp. 17-23. Para C.
ROCCHETTA, este tipo de comunidades son ya una realidad: "Quien esto suscribe, en los últimos diez años ya ha experimentado en
Así quedaría el gráfico del itinerario catecumenal para adultos
bautizados tal y como aparece sugerido en el cap. IVº del RICA (ver tabla 3ª).

III. EL RITUAL DE INICIACIÓN CRISTIANA DE ADULTOS Y


LA INICIACIÓN CRISTIANA EN EL NEOCATECUMENADO:
UNA APLICACIÓN PARA LA SITUACIÓN ACTUAL

En este capítulo voy a intentar mostrar de qué forma el Neocatecumenado


ha hecho una adaptación creativa en clave de inculturación de las grandes
líneas inspiradoras de la propuesta catecumenal que el RICA presenta. Esta
comprobación tendrá el siguiente desarrollo: a) Por un parte analizaré la
propuesta catecumenal que ofrecen los prenotandos del RICA, paso a paso y
etapa a etapa, teniendo muy presentes las lecciones de la historia, especialmente
la praxis catecumenal de la Iglesia primitiva para ver en qué medida este Ritual
incorpora las grandes líneas maestras de la pedagogía catecumenal de los
primeros siglos. Más adelante, b) analizaré en profundidad el itinerario
neocatecumenal. Intentaré mostrar su configuración estructural, sus expresiones
litúrgicas y qué tratamiento eucológico recibe en la praxis del
Neocatecumenado282. En este estudio, c) no podrá faltar la mirada retrospectiva
y comparativa también con la tradición viva de la Iglesia de los orígenes, la que

primera persona dos formas de itinerarios catecumenales delineados (el itinerario penitencial con un grupo parroquial, de un año de
duración, y el itinerario catecumenal para matrimonios con unas treinta parejas, de cuatro años de duración)... Las mismas Comunidades
Neocatecumenales y las de la renovación en el Espíritu son una prueba palpable de que las comunidades están llamadas a convertirse en
lugares de experiencia de vida cristiana ...". Cfr. Cómo evangelizar hoy a los cristianos, p. 112.
282
RICARDO BLÁZQUEZ en su libro Las Comunidades Neocatecumenales (pp. 59-84), hace una descripción teológico-
pastoral del Camino Neocatecumenal. Es una aproximación de discernimiento teológico al que es necesario añadir una
fundamentación de la praxis litúrgico-celebrativa y teológico-catequética en confrontación con la propuesta catecumenal contenida
en el RICA.
se conoce como la época dorada del Catecumenado. De esta forma podremos
diferenciar, de cara a determinar la identidad del Neocatecumenado, lo que es
fidelidad a la tradición de la Iglesia, creatividad en la puesta a punto de la praxis
litúrgico-pastoral del RICA y originalidad en la propuesta del itinerario
neocatecumenal.

1. Tiempos y grados en el itinerario catecumenal del RICA

En las Observaciones previas del RICA se afirma que "la iniciación de los
catecúmenos se hace gradualmente, en conexión con la comunidad de fieles..."
(nº 4), "se acomoda al camino espiritual de los adultos..." (nº5) y, que "en este
camino, además del tiempo de instrucción y de maduración, hay grados o
etapas..." (nº 6).

Al analizar anteriormente la estructura de la Iniciación Cristiana de los


adultos tal y como nos es presentada en el RICA ya he apuntado que los
Tiempos y los Grados constituyen la estructura del RICA: una estructura
catecumenal al servicio de una iniciación en la que los sacramentos son los
puntos finales de referencia, pero con una mentalidad iniciatoria eclesial, a la
manera de un camino progresivo de fe, más que de una posesión del
sacramento. Estructura prevalentemente ritual, pero en la que se acentúan los
aspectos catequético pastorales283. Los tiempos y grados son elementos que se
tejen para confluir en una totalidad. Confluyen para formar un tejido eclesial
ejemplar, forman -en expresión de A. Triacca- como una "reja metodológica"
para rehacer un planteamiento general de la catequesis y de la pastoral
eclesial284.

Los Tiempos y los Grados son los elementos que conforman pues la
estructura del modelo de iniciación del RICA. Son los diversos pasos que el
iniciado tiene que dar para atravesar las diversas puertas o subir los escalones de
este camino, que llamamos iniciación285. Cada grado conduce a un tiempo, más
o menos prolongado de discernimiento y madurez, que prepara el grado
siguiente286. Los Tiempos podrían ser definidos como un espacio pastoral más o
283
"A nuestro juicio, lo que nos parece más digno de consideración es que el nuevo ORDO recoge y al mismo tiempo exige no
sólo una estructura catecumenal, sino también la formación, en lo que a los adultos se refiere, de una verdadera mentalidad
catecumenal, por la que se pueda comprender todo lo que pertenece a la fe, entendida a la manera eclesial". Cfr. EDITORIAL de
Eph. Lit. 88 (1974), p. 161. Ver también el estudio de EDOARDO FERENT, “Linee portanti proprie della struttura dell´OICA”, en
Il misterio della Chies locale nella Iniziazione Cristiana degli Adulti e nello Ordo della Confermazione, Roma 1979 (Tesis
doctoral).
284
Para él, estos elementos, que forman como una reja metodológica, se integran en una especie de "tejido eclesial". Un
"unicum" en el que confluyen las nuevas experiencias comunitarias dirigidas a vivificar la realidad de los Sacramentos de la
iniciación cristiana en sus tres "momenti-vita": el antes, el durante y el después celebrativo. Cfr. Struttura e Linee-Forza dall´analisi
alla sintesi..., p. 434.
285
"...mediante los cuales el catecúmeno ha de avanzar, atravesando puertas, por así decirlo, o subiendo escalones". Cfr. RICA,
nº 6.
286
"Los grados, por tanto, introducen a las etapas de instrucción y maduración, o por ellas son preparados". Cfr. RICA, nº 7.
menos largo en el cual los candidatos buscan los caminos de la fe y crecen en
ella correspondiendo a algunas iniciativas pastorales. Los tiempos son llamados
también Etapas porque son espacios de tiempo entre unos objetivos y otros del
camino de la fe y los sacramentos.

La duración o progresión en el tiempo de la conversión siempre ha sido


considerada en el Catecumenado un elemento esencial. El decreto Ad Gentes
describe el Catecumenado como una "formación y noviciado convenientemente
prolongado de toda la vida cristiana" y como una iniciación en el Misterio de la
salvación, en las costumbres evangélicas y en los ritos sagrados que han de
celebrarse de forma sucesiva (nº 14). Los Praenotanda del RICA nos hablan de
"progresión" en la iniciación (nº 6) y de un tiempo de discernimiento y madurez
(nº 7). La Constitución sobre la Sda. Liturgia distingue un Catecumenado
"dividido en diversas etapas"287 "En este camino hay grados o etapas" (RICA, nº
6)..
Los Grados son pasos de un tiempo a otro. Son, por lo tanto, umbrales,
que se atraviesan, de una puerta o escalones de una escalera por la que se
sube288. El umbral se abre a un tiempo nuevo. Pero, además, el RICA los llama
momentos condensados de la iniciación (nº 6). Son la condensación de todo el
tiempo, que pasó, con celebraciones especiales, que le dan una densidad de
vivencia. Es un implícito reconocimiento de que en ciertos momentos es
necesario cristalizar la experiencia de la conversión y celebrarla con expresiones
rituales. Son ciertos períodos de cambio más cualitativo, que requieren apoyo de
la Iglesia y una mayor actividad ritual. Se pueden denominar también a los
Grados pasajes señalados por celebraciones -al pasar de un tiempo al otro- de
manera que se manifieste más claramente el camino que va recorriendo el
candidato, que entra más decidida y proféticamente en la Iglesia.

Ya en el Ordo per Gradus del año ´62 se dividía en siete grados: la


admisión del candidato, la bendición y aplicación de la sal, tres series de
exorcismos, los ritos inmediatamente preparatorios y el rito mismo del
Bautismo289. En el esquema del RICA se retiene esencialmente el primer grado
287
Cfr. SC, nº 64. La gradualidad de la formación catecumenal, recordada por el Concilio, ha sido establecida claramente por la
Iglesia en el RICA:

"Restáurese el Catecumenado de adultos, distribuido en varias etapas (pluribus gradibus)" SC, nº 64.

"Los catecúmenos y neófitos han de ser gradualmente (graditim) educados para que conozcan y vivan la vida
cristiana" (PO, nº 6).

"La iniciación de los catecúmenos se hace gradualmente" (RICA, nº 4).

288
En rigor los grados, de carácter celebrativo y puntual, son los "pasos" o "puertas" que dan acceso a las diversas etapas. En el
Catecumenado oficial de la Iglesia hay cuatro etapas y, entre ellas, tres grados. Cfr. RICA, nnº 6 y 7. Para BERAUDY en los
"umbrales" o grados se articula toda la estructura del RICA. En los tres "umbrales" se cierra el ciclo de no cristiano a cristiano, en
Le nouveau Rituel du Baptême des Adultes, p. 130.
289
El Ordo per Gradus fue publicado en AAS 54 (1962), pp. 315-338. El pasar del "uno tractu" del Ritual Romano, vigente
hasta ese año, fue mérito del "Ordo per Gradus", aunque sin dar el paso todavía de las etapas sucesivas en el tiempo. Los siete
de la admisión, que -según la tradición- se llama "ad catechumenos faciendos".
Desaparece la bendición y aplicación de la sal. El segundo grado será la
elección para una preparación más intensa de los sacramentos 290. El tercero, la
misma recepción de los sacramentos de la iniciación291.

El paso de los siete grados del Ordo "Per Gradus" del ´62 al concepto de
tiempos y grados del RICA pasó por una serie de vicisitudes. Al principio se
abandonó el concepto de Grado y se pasó al de Stationes292 reduciendo los siete
grados a cuatro "stationes" y añadiendo las catequesis mistagógicas. Después, se
volvió al concepto de "Grados", pero complementándolo con el de "Tiempos".
He aquí como relata J.A. Vela este interesante "iter":

"En el encuentro con el Consilium de Abril del ´65, la Relatio S 65


(Schemata 77/ De Rituali, 2) dice que se prefiere la palabra
´estación` en lugar de ´grado` precisamente porque se adapta más
a la imagen de ´camino`. El Rito de iniciación de adultos
instaurado conforme a la mente y el orden de los que se habla en
1o. (mente general) y 2o. (restauración del rito) en su secuencia de
ritos corresponderá al itinerario espiritual de los candidatos, como
fue pedido por el Concilio en el artículo 64 de la Constitución
sobre la restauración del Catecumenado (ib., 5-6).
La Relación distingue cinco estaciones:
* El Rito para hacer el catecúmeno.
* Celebraciones de la Palabra de Dios con exorcismos menores y
bendiciones.
* La Elección o inscripción del nombre y los escrutinios.
* Los Ritos inmediatamente preparatorios, los tres sacramentos de
la iniciación y los ritos inmediatamente posteriores.
* Las catequesis mistagógicas.
En la Relatio 0 65 (Schemata 112/ De Rituali, 2), el término
stationes se desdobla en dos: gradus y tempora. Se expresa así la
razón de ese cambio: Habiendo atacado algunos de vosotros la
Terminología, que hablaba de diversas ´estaciones`, la hemos

grados se basan en el "Ordo Romanus XI". Cfr. C. FLORISTÁN, El Ritual de la iniciación cristiana de adultos: Phase 16 (1976), p.
290.
290
Este segundo grado concentra las tres series de exorcismos mayores que se conservan "substancialmente, pero se acortan y
se injertan de nuevo". Con todo, los exorcismos pierden su forma "imprecativa" y se convierten en "deprecativos". Se les añaden las
entregas del Símbolo de la fe y del Padre Nuestro. Pero, antes de la elección y después del grado "ad catechumenos faciendos", se
añaden los exorcismos "menores": "Pero entre estos dos grados se injerta uno intermedio, que consiste en los ritos que acompañan la
catequesis, a saber los exorcismos menores y bendiciones". Cfr. B. FISCHER, De initiatione Christiana Adultorum: Notitiae 3
(1967), p. 56.
291
"Tres, pues, son los grados, pasos o puertas, que han de marcar los momentos culminantes o nucleares de la iniciación.
Estos tres grados se marcan o sellan con tres ritos litúrgicos: el primero, por el rito de Entrada en el catecumenado: el segundo, por
la Elección y el tercero, por la celebración de los Sacramentos". Cfr. RICA, nº 6.
292
En una de las Relaciones preparatorias al RICA se les llama también "stationes" para conformarse más a la imagen de
camino. Así lo piensa L. DELLA TORRE, Significato teologico-pastorale dell´OICA: RPL n. 5 (1973), p. 14. Cfr. "Relatio A 65",
5.
mudado, de manera que de ahora en adelante distingamos entre
´grados`y ´tiempos`. Bajo el nombre de grados se entienden: el
Rito para hacer el catecúmeno, la elección, los escrutinios y las
tradiciones, los inmediatamente preparatorios. Bajo el nombre de
tiempos el del catecumenado y la mistagogia" (ib., 4)
Cfr. lo que sobre esta Relatio escribe B. Fischer en De
iniatione...58-59.
Es este segundo trabajo -la Relatio 0 65- ligeramente mejorado,
después de la Reunión con el Consilium, el que se envía para ser
experimentado por los diversos centros catecumenales del mundo.
Pero existe una novedad importante: se reconoce por primera vez el
tempus evangelizationis antes del grado ad catechumenum
faciendum. Son dos momenta principaliora en el spirituale iter del
catecúmeno: Primeramente cuando el que quiere ser cristiano pasa
por su movimiento de conversión, con una fe inicial en Cristo,
entonces es propiamente cuando se hace y es llamado catecúmeno.
En segundo lugar, cuando con una fe avanzada y madura, acaba su
largo y extendido camino de conversión, entonces es cuando
propiamente se hace y es llamado fiel.
Tenemos, así, el tiempo de la Evangelización que acaba con el
grado para hacer el catecúmeno: Primero,lo que antecede a la
entrada del Catecumenado y se llama ´evangelización` (De Sacra
Liturgia, art. 9; Dec. Ad Gentes, 13). Lo segundo, el tiempo que
pasa entre su entrada y la recepción de los sacramentos y es el
´Catecumenado` (De Sacra Liturgia, art. 64; Dec. Ad Gentes, 14).
Este es el tiempo ´para hacer el fiel`. Se termina con el tiempo de
la Mistagogia: lo tercero es lo que sigue a los sacramentos y se
llama Mistagogia (Dec. Ad. Gentes, 14).
Cfr. Esquema 344/ De Rituali, 35, del 21 Junio 1969, viene después
de los años de experimentación:
* El grado tercero de Scrutinia et Traditiones se separa de la
Elección, para formar un tiempo aparte: el de Purificationis et
Illuminationis. La razón es que los Scrutinia et Traditiones no es un
momento concentrado -lo que sería esencial para formar un grado
-sino que abarca toda la cuaresma.
* Desaparece la palabra Evangelización y se sustituye por
Precatecumenado. En los nn. 5-7 se habla de la actividad de
Evangelización, propia de este tiempo.
Por primera vez aparecen los Praenotanda del OICA. En el
Esquema 352/De Rituali, 36, del 29 Septiembre 1969, se explica
que ya en las reuniones de Tréveris (1964) y de Colonia (1965) se
había iniciado la redacción de los Praenotanda, pero que se quería
esperar a la realización de los experimentos y a que saliesen los
Praenotanda Generalia del Rito de Bautismo de niños. (Cfr. ib., 1).
Todavía hubo tres reuniones en el verano de ese mismo año.
Por fin se adaptan a los Praenotandos del Rito de Bautismo de
niños y especialmente al texto del Rito de adultos corregido por
nuestro Grupo después de los experimentos (ib., 2).
El nuevo boceto, que formará ya definitivamente la estructura del
OICA, recupera el tiempo del Precatecumenado, antes del grado ad
catechumenum faciendum. Queda, así, la estructura compuesta por
cuatro tiempos y tres grados. Schemata 352/De Rituali, 36.
Este Esquema se llevó a la reunión XII del Consilium, para la
aprobación definitiva. Diez días después, la votación fue
ampliamente positiva.
Cfr. A. BUGNINI, La Riforma Litúrgica...574.
Los Documentos, citados por mí en esta nota, pertenecen al archivo
personal del P. Ligier, Secretario del Coetus 22"293.

El acceso, a través de esta larga nota del trabajo de J.A. Vela, a la historia
de la génesis de la estructura final de la Iniciación Cristiana de adultos en sus
cuatro tiempos y tres grados tal y como aparecen en el RICA, nos pone delante
la complejidad y las sucesivas maduraciones que el texto del Ritual fue
adoptando en un continuo y permanente diálogo con lo que las experiencias en
los centros catecumenales iban aportando. Este hecho me parece importante
destacarlo, porque cuando nos adentremos ahora a descifrar el alcance y el
contenido de cada una de los tiempos y de los grados del camino catecumenal
del RICA nos vamos a encontrar con que en él tenemos los ritos de la Iniciación
Cristiana de Adultos pero faltan las catequesis que ayudan a preparar esos ritos,
no las encontramos en el Ritual, de ahí la importancia de los praenotanda, que
en expresión de C. Rocchetta294 pueden ser calificados de verdadero "documento
de teología litúrgica".

Evidentemente no voy a ofrecer un estudio exhaustivo y pormenorizado


de las etapas catecumenales y de los ritos que el RICA contempla para cada
momento, este trabajo fundamentalmente está hecho ya, y a los autores y obras
publicadas295 me remitiré. Mi objetivo, es poner de manifiesto la coherencia
interna de todos los elementos constitutivos de la estructura del itinerario de la
Iniciación Cristiana de los adultos. Esto nos permitirá en un segundo momento

293
Cfr. o. cit., p. 127 (Nota 121).
294
"Su importancia es igual, si no mayor, a la del mismo Ritual, ya que es lo que explica y determina el significado del propio
catecumenado y de cada uno de sus ritos...el conjunto de los praenotanda puede calificarse como un documento de teología litúrgica
dentro de un libro litúrgico cuyo conocimiento es indispensable para poder valorar y utilizar adecuadamente el propio rito y las
potencialidades sobrentendidas en él". Cfr. o. cit., p. 51.
295
Cfr. Entre otras señalo las siguientes: M. DUJARIER, Iniciación Cristiana de Adultos, pp. 35-199; J.A VELA, Reiniciación
Cristiana..., pp. 132-149; C. ROCHETTA, Cómo evangelizar hoy a los cristianos, pp. 61-75; C. FLORISTÁN, Para comprender el
Catecumenado, pp. 126-159; DIONISIO BOROBIO, Iniciación cristiana, pp. 213-235 y Catecumenado para la evangelización, pp.
9-29; CARMELO GÓMEZ, La propuesta catecumenal en el RICA, pp. 28-152.
ver en qué medida el itinerario del Neocatecumenado se ajusta al modelo
catecumenal propuesto en el RICA o se distancia de él.

Toda la estructura catecumenal del RICA, según lo dicho, se entrelaza en


el entramado de cuatro tiempos y tres grados, que avanzan progresivamente,
fundamentándose unos en los otros. Paso ahora a descifrar el contenido de cada
uno de estos tiempos, y después analizaré los Ritos litúrgicos que dan unidad a
todo el tiempo de la Iniciación Cristiana de los adultos.

A) TIEMPOS

1. El tiempo del Precatecumenado

"El primer tiempo, destinado a la búsqueda por parte de los


candidatos, la Iglesia lo dedica a la evangelización y al
Precatecumenado y concluye con el ingreso en el orden de los
catecúmenos" (nº 7a).

El Ritual de iniciación comienza directamente con el Rito de Entrada en


el Catecumenado, por ser éste el momento en que la Iglesia acepta a los nuevos
candidatos como suyos; sin embargo no soslaya la importancia del despertar de
la fe y, en sus prenotandos, lo considera bajo el nombre de Precatecumenado,
esbozando una cierta forma de realización y de organización 296, que llega a
adquirir rango oficial como tiempo integrante de la Iniciación Cristiana 297.
Aunque es un hecho claro ya desde la Iglesia de los primeros siglos 298, es una
novedad del RICA el que se haya dado rango de tiempo oficial y el que se haya
resaltado su importancia. Es más, se puede afirmar que en el RICA se configura
algún tipo de itinerario para el Precatecumenado299.
296
Cfr. RICA, Observaciones previas, nnº 9-13. Hablan los prenotandos de una ceremonia de acceso, de una explanación de los
evangelios a cargo de catequistas, diáconos, sacerdotes y seglares y de la posibilidad de encuentros de los simpatizantes con las
familias y grupos cristianos. Cfr. P.A. LIÉGE, “Critères pour l´admission au catéchuménat”, en F. COUDREAU (ed.) Problèmes de
catéchuménat (Paris) pp. 221-228.
297
"Aunque la evangelización ha sido una constante en la Iglesia, sólo en el RICA alcanza este grado de tiempo oficial de la
iniciación". Cfr. J.A. VELA, o. cit., p. 183.
298
M. DUJARIER hace un estudio de este primer estadio precatecumenal en la Iglesia de los siglos II y III en Le Parrainage
des Adultes..., pp. 181-188; 263-267; 313-317. A esta acción precatecumenal se refiere AG 11: "Es necesario que la Iglesia esté
presente en estos grupos humanos por medio de sus hijos, que viven entre ellos o a ellos son enviados. Porque todos los cristianos,
dondequiera que vivan, están obligados a manifestar con el ejemplo de su vida y el testimonio de su palabra el hombre nuevo del
que se revistieron por el bautismo, y la virtud del Espíritu Santo, por quien han sido fortalecidos en la Confirmación, de tal forma
que todos los demás, al contemplar sus buenas obras, glorifiquen al Padre y perciban con mayor plenitud el sentido genuino de la
vida humana y el vínculo d la unión de los hombres".
299
B. FISHER piensa que es una de las novedades del RICA el que señale para los "simpatizantes" el camino específico del
PRECATECUMENADO. Se recomienda algún acto externo para la entrada, acompañado de la oración, y al final puede venir algún
rito auxiliar como el de imponer el crucifijo. Para G.M MEDICA en el RICA "existe pues la posibilidad de admitir a un cierto
itinerario de precatecumenado también de los simples simpatizantes, que muestran propensión por la fe cristiana, aún sin creer
plenamente", en Catechesi permanente a itinerario catecumenale: Catechesi n. 7 (1974) p. 56. Para una ampliación de esta
etapa, ver: A.M. NEBREDA, Le precatéchuménat et le catéchuménat. Le manuel du catéchisme pour les catéchumènes : Lumen
Vitae 17 (1962), pp. 765-767; R. ZAGNOLI, Evangelizzazione e sacramenti: il problema del precatecumenato: Vía Verità e Vita 22
(1973) n. 41, pp. 31-39.
Este primer tiempo es significativo porque representa el momento en el
que sucede el encuentro decisivo entre Cristo y el hombre y, en ningún caso
debe ser omitido si queremos que la Iniciación Cristiana lleve su curso normal y
progresivo. Esta etapa garantiza el desarrollo normal y serio de las siguientes 300.
"Estamos aquí, afirma M. Dujarier, ante el período ciertamente más difícil de
realizar, pero también el más importante, puesto que condiciona toda la
iniciación"301. El RICA dice de este tiempo inicial, anterior a la admisión al
Catecumenado, que tiene gran importancia "y normalmente no debe omitirse"
(nº 9). Este tiempo puede describirse como tiempo de primer anuncio y acogida
eclesial302.

Tiempo de primer anuncio, "para que los no cristianos, dejando que el


Espíritu Santo abra su corazón, crean libremente y se conviertan al Señor y se
adhieran sinceramente a él" (nº 9)303. Del anuncio debe surgir la primera
adhesión de fe y el primer movimiento de conversión del corazón, de la mente y
de la vida, de modo que "cada uno se sienta llamado a abandonar el pecado y a
introducirse en el misterio del amor de Dios y madure la seria voluntad de
seguir a Cristo y pedir el Bautismo" (nº 10).

Tiempo de acogida eclesial. Durante este período, la comunidad está


llamada a intervenir de diversas maneras con relación a los candidatos: con el
testimonio de un verdadero espíritu misionero (nº 41,1), con la explicación del
evangelio por parte de los catequistas, los diáconos, los presbíteros y los laicos
y con la ayuda diligente que ellos deben prestarle (nº 11) y, en particular -al
menos cuanto esté previsto por las Conferencias Episcopales- ,con un momento
de acogida de los simpatizantes, o sea con un momento ritual dirigido a "los
que, sin creer plenamente, muestran, sin embargo, una cierta inclinación hacia la

300
Cfr. RICA, Observaciones previas, nº 50,1. Antes de dar el paso para entrar en el Catecumenado se pide el tiempo oportuno
para concebir la fe y conversión inicial. Para A. AUBRY "esta fe es definida como una fe inicial (nnº 10 y 68), es la fe de los
´rudes`de San Agustín (cf. de catechizandis rudibus) fruto de la primera evangelización (el Kerigma de los exégetas), que conduce
a cambiar de vida, y se traduce a la vez por rupturas (por ejemplo, con el pecado, poco a poco identificado) y por la atracción hacia
el Evangelio (nº 10). Antes que madure y que se concluya esta primera etapa por la Entrada en el Catecumenado ("ritus ad
catechumenum faciendum”), mucha paciencia será necesaria, será preciso saber esperar (nº 69) y si la prudencia invita a no
proceder al rito no se desanima pero se aprovechará el intervalo para purificar el proceso (Ibid, nº 16). Uno de los signos que
permite pasar más allá es la aparición de un cierto sentido de la Iglesia (nnº 68 y 15)". Cfr. Le projet pastoral du rituel de l´initiation
des adultes, p. 181.
301
Cfr. Iniciación Cristiana de Adultos, p. 30.
302
El modo de hacerlo queda a la iniciativa de las Conferencias Episcopales, tanto en lo concerniente a la evangelización como
en la realización de la recepción de los simpatizantes. La importancia que tiene ese acto de acogida por parte de la comunidad, no
deja lugar a dudas, por el hecho, de que los prenotandos del Ritual ofrecen pautas para hacer un cierto ceremonial de acogida que
exprese a los nuevos simpatizantes que de alguna manera ya han empezado el camino hacia la unión en la fe con Jesucristo,
arropados por una comunidad de cristianos que quiere abrazarlos en su seno. Cfr. RICA, nº 12.
303
J.A. VELA sostiene que en el RICA se pueden distinguir dos momentos de la Evangelización: una primera Evangelización
más Global en la que prima el testimonio directo de los cristianos sin que por ello tenga que haber proclamación explícita de la
palabra evangélica, y una Evangelización más específica o Pre-catecumenado para que se llegue a ser "simpatizante" y se esté
dispuesto a recibir la "primera Evangelización" y reflexionar sobre ella. Cfr. o. cit., p. 133.
fe cristiana" (nº 12)304. También son de desear encuentros de grupo (nº 41,1) y la
oración de los pastores (nº 13).

Estos dos aspectos (primer anuncio y acogida) están íntimamente ligados


entre sí como servicio ofrecido por la comunidad a los que piden razón de la
esperanza de los creyentes para que puedan tomar conciencia de sí mismos, del
sentido de su vida y de la bondad del Dios de la salvación, revelado en
Jesucristo. Este tiempo, cuya realización se supone a fin de ser considerado
idóneo para el Rito de admisión al Catecumenado, tiene por finalidad el que los
candidatos asimilen "los primeros elementos de la vida espiritual y de la
doctrina cristiana" (nº 15); que se haga presente en ellos, aunque sea de modo
inicial, "el sentido de la Iglesia" (nº 68) y comiencen "a tener el sentido de la
penitencia, a invocar a Dios y a rogarle, a tener la primera experiencia de la
comunidad y de la espiritualidad cristiana" (nº 15). El juicio sobre la idoneidad
del candidato para su ingreso en el orden de los catecúmenos "corresponde a los
pastores, con ayuda de los ´garantes` (nº 42), de los catequistas y de los
diáconos" (nº 16). Va a ser, por tanto, esta investigación sobre los motivos del
simpatizante la que influirá a la hora de prolongar o reducir el tiempo
precatecumenal (nnº 9 y 69).

Si hacemos un gráfico de esta etapa del Precatecumenado tal y como


viene esbozada en el RICA quedaría así (ver tabla 4ª).
Si ahora echamos una mirada retrospectiva305a los primeros siglos de la
Iglesia encontramos algunos testimonios que permiten hablar y perfilar lo que
en el RICA se denomina como Precatecumenado, entendido como la primera
evangelización previa y distinta de la instrucción catequética. Tanto en el RICA
como en estos testimonios de la primitiva Iglesia es nítida la importancia de la
evangelización para asegurar la autenticidad del camino de la conversión. Era
un momento imprescindible para recorrer el itinerario de la fe hacia el baño
bautismal306.

En la primitiva Iglesia, al igual que muestra el RICA, la evangelización es


labor que corresponde al común de los cristianos, por ser una etapa en la que se
opera especialmente con el testimonio de vida, la palabra que narra una
experiencia salvífica, la actitud de acogida,... En este sentido es toda la
comunidad, a través de sus miembros, la que transparenta un talante específico.
Así la evangelización era hecha por cristianos sencillos que entendían su vida
como vida en misión en un ambiente paganizado, bien con el testimonio de su
304
El RICA ofrece una posibilidad ritual para este tiempo, que consiste en la celebración de los de los exorcismos menores y de
las bendiciones para el bien espiritual de los simpatizantes.
305
Para un acceso más detallado a estas "miradas retrospectivas" que haremos en cada momento al pasado, tendremos muy en
cuenta los trabajos de M. DUJARIER, Iniciación Cristiana de Adultos y Breve Historia del Catecumenado, y CARMELO GÓMEZ,
La propuesta catecumenal en el RICA.
306
Cfr. C. FLORISTÁN, “La etapa del precatecumenado”, en Para comprender el Catecumenado, pp. 126-133 (indica una
abundante bibliografía).
propia vida o bien, incluso, con la persuasión de sus palabras 307. Era una labor
que realizaban espontáneamente en su vida ordinaria, en sus relaciones con sus
familiares y vecinos, etc, cada uno según su carisma; es así como se cumplen las
palabras del evangelio: "Vosotros sois la luz del mundo... Vosotros sois la sal de
la tierra" (cf. Mt. 5, 13-14). Es interesante comprobar la reacción de un
observador pagano ante estos hechos: "Se ve a cardadores de lana, zapateros,
gentes ignorantes y desprovistas de toda educación, que en presencia de
maestros, hombres de experiencia y de juicio, se guardan bien de abrir la boca;
pero que sorprendentemente en particular los niños de la casa o mujeres que no
tienen otra razón que ellas mismas, se ponen a hablar de maravillas... Ellos
solos saben cómo se debe vivir... Que aquellos que desean saber la verdad,...
vienen... a la tienda del zapatero o a la botica del farmacéutico, para aprender
allí la vida perfecta"308.

Al hacer un estudio comparativo, a la luz de la historia, de lo que


significa para el RICA este tiempo del Precatecumenado se detectan grandes
analogías en el desempeño de la función evangelizadora, pero también podemos
afirmar con palabras de Carmelo Gómez que "el nuevo Ritual presenta una
novedad de vital importancia: En la primitiva Iglesia esta tarea más que
preparación al Catecumenado, era el esfuerzo misionero de una Iglesia que vivía
intensamente el encargo del Señor resucitado y no se cansaba de hablar de las
excelencias de su vida. En una pequeña Iglesia en crecimiento, en medio de un
ambiente paganizado, el fin de la evangelización fue una tarea por ganar el
mundo y por introducir a los hombres en la comunidad de gracia. La
evangelización no gozaba del rango de parte integrante del proceso de
iniciación. El RICA ha aprendido de una Iglesia esencialmente misionera, y
además, ha buscado un lugar para esta tarea, que no solamente es una de las
dimensiones de la misión de la Iglesia, sino que además se perfila en la
dirección de la Iniciación Cristiana al ser constituido en el RICA como el
primer tiempo del proceso iniciatorio"309. En el fondo se tiene muy presente la
convicción que certeramente expresa C. Floristán: "No hay Catecumenado
auténtico sin verdadera evangelización, en cuyo proceso se sitúa el
Catecumenado. De igual modo también podemos afirmar que no hay
evangelización eficaz sin un Catecumenado que la acompañe" 310. Y con
idénticas palabras mantiene la misma tesis D. Borobio: "No puede haber
307
"La actividad misionera, sin mandato particular, por el solo dinamismo de la fe bautismal, brota habitualmente de las
mismas filas de los cristianos. Vemos que hay sacerdotes, pero los laicos son la gran mayoría. El cristianismo es como una mancha
de aceite, se extiende por las mallas de la familia, del trabajo, de las relaciones. Es una predicación modesta, que no se hacía bajo la
luz de los focos, públicamente en plazas y mercados, sino sin ruido, a la oreja, por medio de palabras dichas en voz baja, al
amparo del hogar doméstico... Nada más exacto que la palabra contagio empleada por Tácito y Plinio para caracterizar la nueva
religión y su propaganda, de boca a oreja, de esposa a marido, de esclavo a ama...El concepto reciente de evangelización del medio
por el medio es demasiado estrecho para tener en cuenta la paradoja del esclavo evangelizando al amo y el amo al esclavo". Cfr. A.
G. HAMMAN, La vida cotidiana de los primeros cristianos, Ed, Palabra, Madrid 1988 (3ª ed.), pp. 74-75.
308
Cfr. ORÍGENES, Contra Celsum 3, 55, SCr 136 (1968), pp. 129-131.
309
Cfr. o. cit., p. 36. Para una profundización de la dimensión "misionera" que aporta el Catecumenado, ver: P.A. LIÉGÉ,
Antes del Catecumenado, la misión, en Evangelización y catequesis, Madrid 1968, pp. 103-110; F. COUDREAU, Le catéchuménat
dans une perspective missionnaiere: Parole et Mission n. 10 (1960) pp. 357-387.
verdadera evangelización si se prescinde del Catecumenado, ni puede haber
verdadero Catecumenado que no implique la evangelización"311.

2. Tiempo del Catecumenado

"El segundo tiempo, que empieza con el ingreso en el


Catecumenado y que puede retrasarse durante varios años, está
dedicado a la catequesis y los ritos relacionados con ella y se
termina el día de la elección" (nº 7b).

El Catecumenado es un tiempo "suficientemente prolongado",


desarrollado a través de una institución pastoral definida como "formación y
noviciado de la vida cristiana"312. Su finalidad es llevar a la madurez las
disposiciones manifestadas en el grado previo. Es un proceso esencial para la
madurez y el crecimiento de toda la Iglesia: la Iglesia tiene que ser
"catecúmena" -afirma J.A. Vela313- antes que ser "bautizada" o "eucarística". Es
el punto central de un proceso de conversión y preparación para el Bautismo.
Sin la estructura catecumenal la Iglesia se arriesga a perder el sentido
misionero.

Se podría definir como una etapa de la catequesis de iniciación,


progresiva, organizada y completa, acompañada de la práctica de la vida
cristiana -a manera de noviciado- especialmente marcada por la vida de la
caridad y el testimonio de la fe, dentro de un marco litúrgico de celebraciones
en orden a recibir los sacramentos de la iniciación314.

El Catecumenado es el tiempo fuerte del itinerario de iniciación cristiana


y es un tiempo de gran responsabilidad; reclama que se hagan madurar las
disposiciones de ánimo manifestadas por los candidatos en el momento del rito
de admisión (nº 19). Ello exige, por lo común, un aprendizaje debidamente
prolongado en el tiempo (nº 20), de tal modo que los catecúmenos "sean
adecuadamente iniciados en los misterios de la salvación, en la práctica de las
310
Cfr. Para comprender el Catecumenado, p. 126. "La pastoral catecumenal sólo adquiere contornos definidos en las opciones
pastorales que privilegian la evangelización. Por ello, no acaba de encontrar su sitio allí donde la Iglesia mantiene con fuerza una
pastoral de cristiandad". Cfr. J.PIERRE DE MEULDER, El catecumenado, un hecho europeo, en CONFERENCIA EUROPEA DE
CATECUMENADO, Los comienzos de la fe. Pastoral Catecumenal en Europa Hoy, p. 76.
311
Cfr. Catecumenado para la evangelización, p. 5.
312
Cfr. AG, nº 14. RICA, Observaciones previas, nº 19. En el Catecumenado antiguo este tiempo era de dos o tres años
también en Oriente como en Occidente. El RICA considera que depende de la gracia de Dios o de varias circunstancias como son la
respuesta libre del mismo catecúmeno, la misma instrucción catecumenal, la ayuda de la comunidad local..."Nada se puede definir a
priori". Es un hecho de discernimiento local que depende especialmente del Obispo. Ibíd., nº 20. "Es evidente que la iniciación
cristiana de un adulto requiere tiempo...La pedagogía recomendada por la Iglesia al catecumenado se vacía de todo su valor si no se
respeta el tiempo indispensable en cada etapa". Cfr. JEAN-BERNARD DOUSSE, “La iniciación cristiana catecumenal”, en Los
comienzos de la fe. Pastoral catecumenal en Europa hoy, pp. 90-91.
313
Cfr. o. cit., p. 137.
314
La descripción más completa del Catecumenado se encuentra en RICA, nº 19, que refleja lo apuntado en AG, nº 14.
costumbres evangélicas y en la sucesiva celebración de los sagrados ritos y sean
conducidos por el camino de la fe, de la liturgia y de la caridad del pueblo de
Dios" (nº 98; y también nº 99). No se trata sólo de una preparación a los
sacramentos, sino de una verdadera escuela de vida cristiana consistente en
aprender a vivir la fe de la comunidad eclesial. Ni siquiera se trata sólo de un
tiempo de instrucción, sino de conversión, oración y liturgia, de profesión de fe
y de testimonio315. El RICA indica a este propósito cuatro caminos esenciales: la
catequesis, el cambio de mentalidad y de costumbres, la participación en
algunos ritos litúrgicos y el testimonio de vida.

La actividad esencial de este tiempo del Catecumenado es la catequesis 316.


Una catequesis dirigida por los presbíteros, los diáconos y los catequistas,
"dispuesta por etapas y presentada integralmente, adaptada al año litúrgico y
basada en las celebraciones de la palabra", que sea capaz de conducir a los
catecúmenos "no sólo a un conocimiento conveniente de los dogmas y los
preceptos, sino también al íntimo conocimiento del misterio de la salvación,
cuya aplicación a sí mismos deben considerar" (nº 19, 1) 317. En el RICA, la
catequesis va a tener una estructura eminentemente catecumenal en una doble

315
Para C. FLORISTÁN el Catecumenado no es una escuela "sino lugar de iniciación en el que se descubre ya que la fe es
fundamentalmente experiencia. La iniciación es un proceso en el seno de una comunidad", en El Ritual de la iniciación cristiana de
adultos, p. 260. Otro experto en pastoral catecumenal como THOMAS P. EVORY sostiene que el Catecumenado es un proceso que
promueve la renovación de la comunidad cristiana local: es allí donde se da el lugar de las experiencias personales cristianas. Este es
un punto básico. Pero hay que conceder que la mayor parte de las comunidades locales en la Iglesia universal son más un
impedimento que una ayuda. El Catecumenado puede ayudar a que la parroquia sea esta comunidad. Por otro lado debe ser toda la
comunidad parroquial la que ore por los catecúmenos, planifique la acción y forme catequistas y padrinos. Es importante que esta
comunidad forme sus propios ministerios en orden al Catecumenado: laicos, religiosos, sacerdotes, obispo -todos tienen sus roles
distintos, pero complementarios-. Según él, “el Catecumenado debe ser concebido dentro de una Planificación Pastoral más amplia:
Planificación que parte de una opción por una comunidad pobre o en situación de diáspora y se propone edificarla hasta la madurez.
Los objetivos intermedios serían el de unificar a la gente interesada en un espíritu de diálogo y anunciarles la palabra de Dios a
través de una efectiva Catequesis. El catecumenado sería como el espacio y el tiempo para el florecimiento de una nueva Iglesia”.
Es más, sostendrá más adelante que “el paradigma ofrecido por el OICA debe ser entendido en el conjunto de la renovación de la
comunidad parroquial. Esto supone que el OICA también podrá ser aplicado al mismo tiempo a los no creyentes
y a los catecúmenos ya iniciados por el Bautismo... Ivory cree que podemos hacer del OICA uno de los mayores
intentos para la renovación de las comunidades parroquiales, que emergen del Vaticano II...", ver “The Stages of
iniciation: Il Catechumenate”, en Becoming a Catholic Christian (Sodlier-New Yor, 1981) pp. 199-217.
316
Así lo piensa A. AUBRY: "La actividad esencial de este tiempo privilegiado es la catequesis. Todavía es preciso
comprenderlo correctamente. Esta actividad no es una enseñanza, ni una información doctrinal, moral y sacramental, es una
experiencia. Según una expresión frecuentemente repetida en los Praenotanda: experientia societatis et spiritus christianorum. A lo
largo de la cual, el convertido es iniciado a la vida social y cultural de una comunidad eclesial local” Cfr. Le projet pastoral du
Rituel de l´initiation des adultes, p. 182. Ver también, A. NOCENT, L´"Ordo initiationis christianae adultorum": lignes théologico-
liturgiques du catéchuménat, pp. 163-173.
317
Cfr. C. PALIARD, La catechesi nel catecumenato: Concilium 3 (1967), n. 2, pp. 61-66; J.M. TOTOSAUS, El contenido de
la catequesis catecumenal: Phase 11 (1971), pp. 335-347.
vertiente: dogmática y moral318. De ahí, que autores como A. Triacca consideren
el RICA como un documento catequético-litúrgico de primer orden319.

La finalidad que se persigue durante el tiempo del Catecumenado es


propiciar el cambio de mentalidad y de costumbres: "Los recién convertidos
inician un itinerario espiritual en el cual, encontrándose ya por la fe en contacto
con el misterio de la muerte y resurrección de Cristo, pasan del hombre viejo al
hombre nuevo que encuentra en Cristo la perfección. Este paso, que implica un
cambio progresivo de mentalidad y de costumbres, debe manifestarse en sus
consecuencias de orden social y desarrollarse progresivamente durante el
tiempo del catecumenado" (nº 19,2; también AG, nº 13). Es un paso del hombre
viejo al nuevo que supone un cambio progresivo de sentimientos y actitudes, y
no se dará sin consecuencias sociales y morales320.

La maduración en la fe a lo largo de este tiempo se irá celebrando y


sellando con ritos litúrgicos especiales: El camino de catequesis y conversión
va acompañado y subrayado por ritos litúrgicos especiales previstos para este
período. "En su itinerario, los catecúmenos son ayudados, de hecho, por la
Madre Iglesia mediante ritos litúrgicos expresos, por medio de los cuales van
purificándose progresivamente y son sostenidos por la bendición divina. Para su
utilidad están dispuestas las oportunas celebraciones de la palabra de Dios" (n.
19, 3).

Los ritos litúrgicos que van a sostener la educación y el crecimiento de


los catecúmenos son de tres clases: a) Celebraciones de la Palabra que pueden
318
No sólo en cuanto está dividida en etapas sucesivas -Catecumenado, Iluminación, Mistagogia- sino porque cada etapa tiene
una Catequesis propia: la Catequesis en el Catecumenado es más dogmática -contenido de la fe en la historia de de la Salvación- y
moral -aplicación a la vida-; en la Etapa pre-bautismal de la Iluminación predomina la Catequesis que ayuda al discernimiento y a la
opción definitiva de fe; en la Mistagogia, la Catequesis es sacramentaria. Por fin la Catequesis en el RICA tiene otra característica:
la ritual. La Catequesis está entremezclada con los otros elementos de la liturgia y es celebrada en la liturgia. En ella "la Iglesia pone
todos sus recursos de oración y de acción al servicio de quien ha de entrar en combate entre Cristo y Satanás". J. DANIELOU,
entiende por Catequesis dogmática "simplemente la transmisión del contenido esencial de la fe cristiana, con su raíz concreta en la
revelación evangélica, lo cual está muy lejos del carácter abstracto del lenguaje especulativo" (p. 63). En relación con la Catequesis
moral afirma que es la más antigua: "Muchas veces incluso la Catequesis preparatoria al Bautismo se reduce en los primeros
tiempos a la Catequesis moral". Pero, ¿cuál es su sentido?: "En un sentido muy amplio y fundamental es la que tiende a poner la
vida concreta de un hombre de acuerdo con la fe a que se adhiere. Profesar la fe de Jesucristo quiere decir cambiar de vida. Es la
conversión. En este sentido, el aspecto moral, -es decir vital- de la Catequesis es siempre un elemento esencial" (p. 115). Para una
mayor profundización, ver J. DANIELOU/R. du CHARLAT, La catequesis en los primeros siglos, pp. 30-32.63.115.159.
319
"El RICA es también un documento catequético y litúrgico de primer orden... Una catequesis global es la que aparece
contemplada en el en el RICA que está al servicio de ayudar en el crecimiento de una personalidad cristiana, en la que no exista
fractura o divorcio entre la vida cotidiana y la que comunmente es llamada vida de fe...” en: Structure e Linee - Forza..., p. 436. Ver
Liturgia y catequesis: Rivista Liturgica n.5, 60 (1973), pp. 591-673. También el libro de RAMÓN
DOMÍNGUEZ BALAGUER, Catequesis y liturgia en los Padres. Interpelación a la catequesis de nuestros
días, Ed, Sígueme, Salamanca 1988

320
"Esta tensión cristocéntrica de la maduración cristiana se realiza y se manifiesta plenamente en el Misterio Pascual (cf. Rom
1, 4; Ef, 1, 18-21; Jn 12, 32): en la muerte y resurrección ce Cristo que en la cristificación de los catecúmenos alcanza su
culminación (cf. OICA/p, 32; I, 177, 210, 215), puesto que, comunicando el Misterio de la muerte y resurrección, pasando del
hombre viejo al hombre nuevo en Cristo encuentra su perfección (cf. OICA/P, 19: Ad Gentes, 13; Col 3, 5-10; Ef 4, 20-24); Así
pues, se puede justamente decir que conformidad a Cristo se traduce en la práctica en la conformidad a su muerte y resurrección)
(cf. OICA/I, 177)". Cfr. BRUNO CARDINALI, Linee catechetico-liturgiche del Rito dell´Iniziazione cristiana degli adulti per una
valorizzazione critica della sua indole pastorale, p. 202.
ser tanto celebraciones especiales, como la participación en la primera parte de
la Misa; estas celebraciones se complementan con otros dos tipos de ritos: "Las
celebraciones de la palabra de Dios pueden hacerse después de la catequesis,
comprendiendo los exorcismos menores; también pueden concluir con las
bendiciones..." (nº 108)321; b) Sacramentales: bendiciones y exorcismos
menores; y c) Ritos de transición322. Estos ritos litúrgicos tienen el triple fin de
ayudarles en su camino, purificarles y apoyarles con la bendición divina.

Este tiempo no es solamente un tiempo de recepción, sino de empeño


activo y de primera participación en la vocación y la misión de la Iglesia en el
mundo, de ahí la importancia del testimonio de vida: los catecúmenos son
educados "para colaborar activamente en la evangelización y la edificación de la
Iglesia con el testimonio de su vida y con la profesión de su fe" (nº 19,4;
también AG, nº 14).

La duración del Catecumenado depende de múltiples elementos como son


la gracia de Dios, la respuesta de cada cual, el número de catequistas, el modo
como se haya llevado adelante el camino de iniciación y tantas otras
circunstancias ligadas a las situaciones locales. Aunque no se puede establecer
nada a priori (nº 20) compete al Obispo "determinar el tiempo, como también
regular la disciplina del Catecumenado" con relación a las diversas situaciones
de las iglesias locales. "También las Conferencias Episcopales darán más
precisiones al respecto, teniendo en cuenta las condiciones de los respectivos
pueblos y países" (Ibidem). La comunidad eclesial, aparte de la implicación
directa de cada uno de los ministerios, acompaña durante este tiempo
especialmente tomando parte activa en las celebraciones previstas para este
período. El RICA precisa la naturaleza y contenidos de las celebraciones rituales
que deben hacerse durante el tiempo del Catecumenado. Son éstas:

- Celebraciones de la Palabra de Dios, "adaptadas al tiempo litúrgico y


ventajosas para la instrucción de los catecúmenos" (nº 100); tales celebraciones
deben concebirse como "una escuela de oración" y de asimilación efectiva de
los contenidos de la revelación: una experiencia vivida de estos contenidos y
una forma de iniciación al culto de la comunidad (nnº 106-108)323;

321
B. FISCHER afirma, al hablar de este tiempo, que "pertenece a la catequesis que los "oyentes" se formen por medio de
instrucciones y celebraciones de la palabra, intercalados algunos ritos, a saber exorcismos menores y bendiciones", en De initiatione
christiana..., p. 64.
322
Para este autor "en lo que se refiere a las ceremonias propiamente catecumenales, el ritual abre un vasto campo de creación
litúrgica...", en Iniciación Cristiana de Adultos, pp. 83-94.
323
"Lo mejor es proponer de parte de Dios a aquellos que lo buscan, la proclamación de su Palabra. Escuchándola, el
catecúmeno entra en las verdaderas perspectivas de la vida cristiana: caridad, perdón de las ofensas, sentido del pecado y de la
penitencia, práctica y gusto de la oración, significación del año litúrgico, tales son los elementos que la celebración de la Palabra
debe proponerle". Cfr. A. NOCENT, L´"Ordo initiationis christianae adultorum"..., p. 166. Para el profesor A. TRIACCA una de las
principales linee-forza del RICA es justamente la relevancia que adquiere la PALABRA DE DIOS: "La Palabra de Dios es el primer
componente para vivificar la preparación y el estilo celebrativo de los sacramentos de la Iniciación Cristiana...", en Struttura e
linee-forza..., p. 429.
- Exorcismos menores, cuya finalidad es la de poner "ante los ojos de los
catecúmenos las verdaderas características de la vida espiritual, la lucha entre la
carne y el espíritu, el valor de la renuncia para conseguir la bienaventuranza del
Reino de Dios y la continua necesidad de la ayuda divina" (nº 101). El Rito,
después de algunas indicaciones sobre las rúbricas (nnº 109-112), presenta
oraciones de exorcismo, ricas en contenido y capaces de expresar la experiencia
que se pretende de los catecúmenos: en el fondo está siempre presente la
perspectiva del seguimiento evangélico y de la disponibilidad para dejarse
purificar por el poder del Espíritu a fin de convertirse en verdaderos discípulos
de Cristo (nnº 113-118 y 372)324;
- Bendiciones, que "dan a entender el amor de Dios y la viva solicitud de
la Iglesia, para que, mientras aún están privados de la gracia de los sacramentos,
los catecúmenos puedan recibir de la Iglesia ánimo, alegría y paz para proseguir
su laborioso camino" (nº 102). También para éstas, el Rito, después de haber
dado las oportunas disposiciones sobre el modo litúrgico en que se deben
efectuar (nnº 119-120), propone una serie de textos muy expresivos que ilustran
las gracias significadas por las bendiciones y anuncian de antemano, con
abundancia de anotaciones y referencias, el valor de los sacramentos pascuales
(nnº 121-124 y 373);
- Ritos de entrega y de unción prebautismal: de por sí, estos ritos (tales
como la entrega del Símbolo y de la oración del Señor, el rito del Effeta y el de
la unción con el óleo de los catecúmenos) están previstos para el tiempo de la
Purificación y de la Iluminación cuaresmal; sin embargo, algunos de ellos o
todos pueden ser anticipados debido a exigencias particulares y para la utilidad
común, con tal de que los catecúmenos hayan alcanzado la preparación
necesaria, o sea "una cierta madurez" (nnº 103 y 125-126). En todos los casos se
sigue apelando a la comunidad, con la invitación dirigida a los catecúmenos
para que encuentren los padrinos que les presenten a la Iglesia el día de la
elección (nnº 104 y 43), mientras que se les recomienda a todos que participen
en las celebraciones del Catecumenado y en los ritos organizados en los
momentos fuertes del año litúrgico (nº 105).

El tiempo del Catecumenado termina con el rito de la Elección o


inscripción del nombre, que abre paso a su vez al tiempo siguiente. "Se llama
Elección o selección, porque la admisión, hecha por la Iglesia, se basa en la
elección hecha por Dios, en cuyo nombre actúa la Iglesia; se llama también
inscripción del nombre porque los candidatos, como prenda de su fidelidad,
inscriben su nombre en el libro de los elegidos" (nº 22).

Veamos pues, cómo quedaría gráficamente sintetizado este tiempo (tabla


5ª).
324
"Son una creación del nuevo Ordo. Los formularios propuestos contienen una gran riqueza catequética y están redactados en
forma deprecativa y positiva". Cfr. J.A. VELA, o. cit., p. 140.
Mirando al pasado, hay que decir, respecto del tiempo del Catecumenado,
con palabras de S. Felici que "nada de lo que propone el RICA para este tiempo
es nuevo en la tradición de la Iglesia. Tanto el espíritu que debe animar el
Catecumenado, como los elementos, acciones y ritos allí propuestos presentan
características atávicas que hunden sus raíces en la época patrística. Esta no es
sólo el recordatorio de una práctica eclesial, sino que es una privilegiada
experiencia que se ha convertido para nosotros en memoria interpelante y se
torna a su vez en profecía de una Iglesia más auténtica a través de la praxis
cristiana recuperada y adaptada, gracias al esfuerzo conciliar"325.

Efectivamente, la época patrística es punto de referencia y fuente viva


-afirma D. Borobio- "de la cual ha de beber el esfuerzo pastoral, porque
admirablemente radicó la fuerza de su estructura iniciática en el Catecumenado
como preparación lenta y rigurosa, elaborando un verdadero sistema donde se
integraban los diversos elementos que conducen a la transformación y a la
nueva vida: elementos doctrinales, morales, rituales, personales y
comunitarios"326. Esta práctica tiene tras de sí un soporte teológico claro y
seguro como se desprende del hecho de que no se trató sin más de una serie de
actividades aisladas de algunos catequistas originales, sino que los diversos
testimonios patrísticos muestran que las prácticas catecumenales en las diversas
iglesias del mundo mediterráneo, constituían una manera habitual de hacer, que
se desarrolló por todas partes espontáneamente y cuya autenticidad y necesidad
fue reconocida por la Iglesia327.

3. Tiempo de Purificación e Iluminación

"El tercer tiempo, bastante breve, que, por norma, coincide con la
preparación cuaresmal a las solemnidades pascuales y a los
sacramentos, está dedicado a la Purificación y a la Iluminación
interior" (n.º7c).

El sentido de este tiempo es el de una preparación intensa y próxima a los


sacramentos de la iniciación en el espíritu de la Cuaresma. Predomina el sentido
de recogimiento, de oración, de penitencia y de preparación a los sacramentos 328.
325
Cfr. “Le linee fondamentali dell´itinerario cristiano”, en AA. VV., Catechesi Battesmale e Riconciliazione nei Padre del IV
secolo, Roma 1984, p. 13.
326
Cfr. Bautismo de niños y Confirmación: Problemas teológico pastorales, Madrid 1987, pp. 43-44.
327
Cfr. M. DUJARIER, Breve historia del catecumenado, p. 72.
328
Cfr. RICA, nº 21 nos da el sentido de este tiempo de purificación e iluminación: la liturgia y la catequesis litúrgica, la
memoria y la preparación al Bautismo, la penitencia -especialmente a través de los exorcismos- (Cf 1/109) y la renovación de la
comunidad de los fieles a una con los catecúmenos. El teólogo A. AUBRY opina que este tiempo supone una gran capacidad de
acogida por parte de la comunidad cristiana local: "Esto supone una alta calificación de la acogida de parte de las comunidades.
Toda la Iglesia local, va en efecto, con ellos, a renovar su compromiso, y hacer una peregrinación a las fuentes de su fe, reviviendo
la iniciación con los catecúmenos (nº 21) como una comunidad portadora, como un seno maternal,, decían los Padres de la Iglesia",
El tercer período, por tanto, coincide normalmente con el tiempo cuaresmal,
cuya espiritualidad y eclesialidad absorbe por entero; el sentido de este tiempo
es, de hecho, llamar a la renovación, junto a los catecúmenos, a toda la
comunidad de los fieles y disponerles a la celebración del misterio pascual,
dentro del cual se sitúan y al que pertenecen los sacramentos de iniciación (nº
21; también SC, nº 109).

Inaugurado por el Rito de la Elección (nnº 22-24), este período representa


esencialmente un tiempo de Purificación e Iluminación, "destinado a una más
intensa preparación del espíritu y del corazón" (nº 22). J.A. Vela afirma que "la
interiorización de este tiempo supone un proceso en el que se parte de un real
conocimiento de sí mismo para purificar las intenciones y el corazón, insistir en
la oración personal y litúrgica que conduzca a un más profundo conocimiento
de Cristo y de la Iglesia y ejercitar en la vida el sentido de la fe y la caridad" 329.
De hecho, "durante este tiempo, la preparación, que tiene más un carácter de
reflexión espiritual que de catequesis, se hace más intensa y está ordenada a
purificar el corazón y la mente con una revisión de la propia vida y con la
penitencia y a iluminar a los elegidos con un conocimiento más profundo de
Cristo Salvador" (nº 25). Éstos, "junto con la comunidad local, se esfuerzan por
conseguir una renovación espiritual para prepararse a las fiestas pascuales y a la
iniciación a los sacramentos" (nº 152)330.

Este camino espiritual está acompañado por múltiples ritos litúrgicos


entre los cuales están los escrutinios331, las entregas (tradiciones) del Símbolo
de la fe y del Padrenuestro y la preparación inmediata del Sábado Santo, cuando
no se han celebrado antes (nnº 25 y 152-153). Todos los fieles de la comunidad
están invitados a tomar parte en estos ritos, ofreciendo a los catecúmenos "el
ejemplo de su renovación en el espíritu de penitencia, de fe y de caridad" y
teniendo muy en cuenta la renovación de las promesas bautismales que tiene
lugar en la vigilia pascual (nº 41,4).

en Le projet pastoral du Rituel..., p. 183.


329
Cfr. o. cit., p. 143.
330
"La renovación que caracteriza el periodo de la purificación-iluminación (cf. OICA/I, 152-207), encuentra su puesto
significativo a lo largo del itinerario progresivo de la iniciación cristiana, sobre todo, por el hecho que se califica como una
impensior animi praeparatio en espera de una iluminada y sabia celebración de los sacramentos (cf. OICA/P, 7c 22; I, 152): se
podría hablar de una profunda, aunque si no definitiva, verificación de la formación catecumenal madurada en el tiempo precedente.
Un revisión que se desarrolla sobre dos líneas estrechamente vinculadas e interdependientes: por un parte, una gradual toma de
conciencia de la propia situación de pecado a través de una constante revisión de vida, con la finalidad de responsabilizar al
catecúmeno-electo. De otra parte, un efectivo compromiso mediante una participación más activa en el misterio de la salvación que
se completa en Cristo agua viva, luz, resurrección, vida. Y esto es el significado fundamental de los escrutinios y los relativos
exorcismos (cf. OICA/I, 154-157, 162-164, 169, 171, 176, 178; VI, 378s., 383, 387)". Cfr. B. CARDINALI, Linee catechetico-
liturgiche dell´O.I.C.A..., p. 197.
331
Lo esencial de este tiempo de purificación son los Escrutinios que intentan "purificar las almas y los corazones, proteger
contra las tentaciones, rectificar las intenciones y mover la voluntad, para que los catecúmenos se unan más estrechamente a Cristo
y prosigan con mayor decisión en su esfuerzo por amar a Dios" (RICA, 154). No son sino la manifestación de la acción de Dios para
que el catecúmeno entre en la dinámica de la vida en Cristo. Cfr. R. BERAUDY, Los escrutinios y los exorcismos: Concilium 22
(1967) pp. 242-244.
El conjunto del camino catecumenal y de la preparación cuaresmal llega a
su cumbre y a su plena realización con la celebración de los sacramentos de
iniciación, de ordinario en la noche de la Vigilia Pascual (nnº 208-209).

Así queda gráficamente representada esta etapa (ver tabla 6ª).

Contemplando la historia, descubrimos que en la época patrística,


especial importancia revistió la última preparación a los sacramentos de
iniciación. La encontramos perfectamente codificada hacia la segunda época del
Catecumenado (siglos IV-V), abarcando el tiempo de la Cuaresma332, si bien es
cierto que la intensidad ritual y catequética venía a suplir una insuficiente
preparación catecumenal. "Precisamente para remediar esta grave laguna de un
Catecumenado relajado -afirma M. Dujarier- la Iglesia va a desarrollar la
Cuaresma como un tiempo de formación bautismal"333. Pero ese talante de
preparación última y definitiva es patrimonio común de todo Catecumenado. En
ese momento, aunque la preparación se reducía a la semana anterior al
Bautismo, ésta se teñía de cierta solemnidad y la cercanía del Bautismo le
confería un grado de intensidad mayor.

La preparación al Bautismo comprendía fundamentalmente una parte


doctrinal destinada a dar los fundamentos sólidos a la vida de la fe y a purificar
el alma. Constaba de dos elementos: una explicación de la Escritura y un
comentario del Símbolo. Así, durante las primeras semanas el Obispo comenta
toda la Escritura y expone toda la historia de la salvación desde el principio de
la historia de la salvación, que comienza con la creación, hasta los tiempos
actuales de la Iglesia334, para favorecer su actualización en la vida de los
catecúmenos. Hacia el final de la Cuaresma comenzaba la catequesis dogmática,
constituida por la explicación de los artículos del Símbolo335.

En esta época tiene especial importancia la instrucción catequética.


Mucho más que actualmente, ya que en el RICA la catequesis en sentido fuerte
es relegada al tiempo del Catecumenado. Prueba de esta importancia de la
instrucción son los tesoros catequéticos que guardamos de estas catequesis
cuaresmales dadas por los Obispos: Cirilo de Jerusalén, de Juan Crisóstomo, de
Agustín, de Teodoro de Mopsuestia o de Ambrosio, entre otros336.
332
Cfr. C. FLORISTÁN, “La etapa cuaresmal”, en Para comprender el Catecumenado (con abundante bibliografía a pie de
página), pp. 141-149. También, M. DUJARIER, Breve historia del catecumenado, pp. 104-111.
333
Cfr. Breve historia del catecumenado, p. 104.
334
Las catequesis se hallan contenidas en la exposición de la historia de la salvación. Cfr. J DANIELOU-R. du CHARLAT, o.
cit., pp 236-249.
335
Cfr. AGUSTÍN, Sermón, 216, 1, en OBRAS COMPLETAS, XXIV, 186 (B.A.C., 447); CIRILO DE JERUSALEN,
Protocatequesis, 4, en A. ORTEGA Ed., PPC, Madrid 1985; CARLOS ELORRIAGA, San Cirilo de Jerusalé, Ed, DDB, Bilbao
1991.
336
Ver el libro de ANNE FIELD, De las Tinieblas a la Luz. Lo que significaba llegar a ser cristiano en la Iglesia primitiva, Ed,
DDB, Bilbao 1988. La autora intenta reconstruir las enseñanzas catequéticas de los siglos IV y V, presentando un ciclo completo de
instrucción -al modo de las antiguas catequesis- sirviéndose de las grandes catequesis cuaresmales y bautismales de la edad
La celebración de los sacramentos de la iniciación tenían lugar durante la
Vigilia Pascual. Al hacer una mirada retrospectiva nos encontramos con
diversas tradiciones rituales para la celebración de los sacramentos de la
iniciación que, poco a poco, se fueron asimilando unas a otras. No obstante, la
variedad propicia la riqueza expresiva y ritual. Más allá de cómo se articulaban
los diferentes ritos constitutivos de los sacramentos queda una forma básica de
entender y mostrar la plenitud de la Iniciación Cristiana, que no depende tanto
del desarrollo ritual cuanto de la obra de salvación en Cristo, que se comunica
en virtud del Espíritu. No es difícil reconocer que un mismo fundamento de fe
ha encontrado su expresión ritual apropiada en las diversas tradiciones
litúrgicas337.

Dicho esto, y con los testimonios conservados de la antigüedad patrística,


podemos esbozar un esquema básico de lo que fue la expresión litúrgica del
Bautismo en Cristo. Comenzaba con la Renuncia a Satanás y Adhesión a Cristo,
de gran riqueza simbólica y fuerza expresiva. Los elegidos, acto seguido, eran
ungidos con el aceite del exorcismo para su fortalecimiento. Llegaba por fin el
momento del baño bautismal por inmersión -aunque también existía el rito
mitigado por infusión- que se repetía tres veces, para expresar la fe trinitaria y
recordar los tres días que Jesús estuvo en el sepulcro. Después los bautizados
eran beneficiados con el don del Espíritu a través de la Unción del Crisma de
Acción de Gracias -y la imposición de manos en algunos casos-. Eran vestidos
con un vestido blanco y recibían el beso de la paz. De la entrega del cirio no
hallamos testimonios hasta el siglo XI en la liturgia romana, aunque desde sus
orígenes el Bautismo es llamado iluminación, por eso debió ser acompañado
espontáneamente con signos de la luz. Por fin, la celebración de la Eucaristía
que es la cumbre de la iniciación. A su salida del baptisterio son conducidos
solemnemente al lugar de la asamblea eucarística. Después de la comunión
beben una mezcla de leche y miel que significa la nueva tierra prometida, el
nuevo nacimiento y la dulzura de Cristo338.

4. El tiempo de la mystagogia

"El último tiempo, que se extiende durante todo el tiempo pascual,


está destinado a la Mystagogia, o sea a la experiencia cristiana y a
sus primeros frutos espirituales e incluso a establecer lazos cada

patrística.
337
Veáse las diversas familias litúrgicas de administración del Bautismo y, especialmente, el problema de las uniones en las
diversas iglesias en G. KRETSCHMAR, Nouvelles recherches sur l´initiation chrétienne: LMD 132 (1977), pp. 7-32.
338
Cfr. M. DUJARIER, Iniciación Cristiana de Adultos, pp. 156-164. Ver los dos artículos de J. DANIELOU: La preparación
al bautismo y El Rito bautismal publicados en el nº 72 de Phase.
vez más estrechos con la comunidad de los fieles" (nº 7d; y nnº 37 y
235).

Es el último tiempo de la iniciación. En él la comunidad, junto con los


recién bautizados, progresa en una más profunda comprensión del Misterio
Pascual y en el testimonio del mismo. En él se experimenta con gusto, alegría y
sabiduría el sentido de la vida, que da la fe, la significación simbólica
sacramental y las nuevas relaciones fraternales adquiridas en la comunidad. Al
mismo tiempo, se adquiere un nuevo sentido de la fe, de la Iglesia y del mundo
por la exploración del Evangelio, la experiencia de los sacramentos y la inter-
relación con la comunidad.

La importancia de este tiempo es semejante a la del Catecumenado;


deriva de la conciencia de que no pueden comprender plenamente los
sacramentos si no es después de haberlos recibido: es el propio misterio
sacramental, de hecho, el que inicia al creyente. Por ello, sólo después de
haberse celebrado y de la efusión de sus dones puede ser acogido y vivido
enteramente. Esto sucede por norma en el seno de la comunidad en que se ha
llevado a cabo la iniciación y que ha engendrado a los catecúmenos a la vida de
Cristo. El significado de este tiempo, por consiguiente, se puede esquematizar
en dos aspectos fundamentales: es el tiempo de la experiencia de los
sacramentos recibidos y el tiempo de la experiencia de la comunidad.

El Bautismo recién recibido, con todas las vivencias personales y


comunitarias de la Pascua, hicieron que los neófitos palpasen la presencia de
Dios y la comunicación de su Espíritu: gustaron cuán suave es el Señor 339. Es de
esta experiencia, palpada en la misma vida, de donde los neófitos adquieren un
nuevo sentido de fe, de Iglesia y del mundo. La experiencia vivida desencadena
todo el tiempo de la Mystagogia.

Es el Tiempo de experiencia de los sacramentos recibidos. "Los neófitos,


de hecho, han sido renovados interiormente, han saboreado íntimamente la
buena palabra de Dios, han entrado en comunión con el Espíritu Santo y han
descubierto cuán bueno es el Señor. Mediante esta experiencia, propia del
cristiano y consolidada por la práctica de la vida, ellos alcanzan un nuevo
sentido de la fe, de la Iglesia y del mundo" (nº 38). Tiempo de experiencia de la
comunidad. "Por ello el tiempo de la Mystagogia tiene enorme importancia y
permite que los neófitos, ayudados por los padrinos, establezcan relaciones más
339
Los neófitos ya están iniciados a la vida sacramental, interiormente renovados por el Bautismo, confirmados por el Espíritu
y han participado ya a la Eucaristía (Cfr. RICA, nº 38). Los tres sacramentos los han puesto en relación directa con el Misterio de la
Pascua y los han injertado plenamente en la Comunidad cristiana. Les queda el vivir y gustar plenamente esta nueva situación, que
tiene su fuente y su concentración en la celebración eucarística. De ahí que las Misas de los neófitos -junto con la comunidad- son
de gran importancia (Cfr. RICA, nº 40). Las misas por los neófitos son llamadas "lugar principal de la Mystagogia". En estas misas
"se reservan sitios especiales para los neófitos entre los fieles" (RICA, nº 236). Para una ampliación, ver, C. FLORISTÁN, El
Ritual de la iniciación..., p. 263; y A. AUBRY, Le projet pastorale..., p. 184.
estrechas con los fieles y les ofrezcan una renovada visión de la realidad y un
impulso de vida nueva" (nº 39).

El momento ritual más expresivo de este período está constituido por las
Misas para los neófitos o Misa de los domingos de Pascua durante las cuales
los neófitos ocupan un lugar especial entre los fieles, y las lecturas, sobre todo
en el año "A", están adaptadas a ellos de modo especial (nº 237). El RICA desea
que, en el aniversario de su Bautismo, los neófitos se vuelvan a encontrar todos
juntos (nº 238) y puedan eventualmente encontrarse también con el Obispo que
presidió su iniciación en la fe y en el misterio de la Iglesia (nº 239). El tiempo
inaugurado con los ritos sacramentales de iniciación y continuado con la
Mystagogia es el tiempo de caminar "en una vida nueva" y en el amor de Dios,
difundido con abundancia en el corazón de los nuevos bautizados, que les ha
sido dado por el Espíritu Santo (cf. Rom 5,5).

Como medios para vivir la experiencia de este tiempo, centrada en el


sacramento de la Eucaristía, el RICA propone la lectura y meditación del
Evangelio, la vivencia profunda de la caridad y la catequesis mistagógica.

El tiempo de la Mystagogia ya no cuenta con ritos especiales. Son los


mismos de las celebraciones pascuales para toda la comunidad. Los neófitos
ocupan un sitio especial en la Asamblea litúrgica y el RICA pide que se les
tenga en cuenta en la homilía y en la Asamblea de los fieles (nº 39). El tiempo
de la Mystagogia corresponde normalmente a los cincuenta días del tiempo
pascual y se termina con una celebración especial el domingo de Pentecostés (nº
237).

Ver el gráfico de la tabla 7ª.

Mirando a la historia para descubrir lo que este tiempo significó 340,


comprobamos que desde el comienzo se ha tenido conciencia de que los nuevos
bautizados debían recibir una acogida especial de la comunidad y que habían de
ser sostenidos por la predicación común, que con frecuencia hacía alusión a
ellos. Esa acogida se expresaba asimismo por el acceso de los neófitos a la
celebración eucarística. Pero es a partir del siglo IV cuando se establecerá la
costumbre de un pequeño período de tiempo destinado a esos menesteres. Se
trata de la semana in albis. Durante la octava de Pascua los neófitos se
reencuentran para recibir las llamadas catequesis mistagógicas y para gozar de
la gloria de la experiencia transformante operada en Cristo. Toda la semana
permanecían con las vestimentas blancas recibidas en la noche pascual y tenían
un puesto reservado en la asamblea litúrgica. Al final de la semana se quitaban
los vestidos blancos, y con éste último acto acababa el camino de la iniciación.
340
Cfr. M. DUJARIER, “El Neofitado en los orígenes de la Iglesia”, en Iniciación Cristiana de Adultos, pp. 189-199.
El Ritual ha recuperado el tiempo de la Mystagogia ampliándolo a todo el
tiempo pascual. Su misión ya no es tanto explicar el misterio, cuanto
profundizar en él y en toda su riqueza, entrar de lleno en la experiencia y en la
vivencia de los sacramentos, por eso propone como objetivo privilegiado las
misas de los neófitos. Se enseña así a los neófitos a llevar una vida bautismal
vivida a la luz del misterio de Dios y celebrada a través de los sacramentos de la
Iglesia. El tiempo de la Mystagogia en el RICA también es deudor del
Catecumenado clásico, por cuanto detrás late la concepción que mantuvo la
disciplina del arcano. A saber, que los sacramentos requieren de la fe, pero que
la fe sólo encuentra su luz y su perfección después del encuentro sacramental
con Dios.

El punto de llegada de este largo camino es la plena inserción en la


comunidad local y, a través de ella, en la Iglesia universal. Una comunidad que
sea fiel a las funciones sacerdotales, profética y real, participe en los
sacramentos, se nutra de la palabra de Dios, dé testimonio de fe y caridad y
ejerza el espíritu apostólico. Pero es una comunidad que vive en medio del
mundo y debe animar desde dentro las realidades temporales y "ordenarlas de
tal forma que se hagan continuamente según Cristo". Se trata de ser fermento
del mundo y animarlo con el espíritu evangélico (AG, nº 15)341.

B) GRADOS

"Tres, pues, son los grados, pasos o puertas, que han de marcar los
momentos culminantes o nucleares de la iniciación. Estos tres
grados se marcan o sellan con tres ritos litúrgicos: el primero por el
rito de Entrada en el Catecumenado; el segundo, por la Elección y
el tercero, por la celebración de los Sacramentos" (nº 6).

1. El Rito de Entrada en el Catecumenado

El RICA advierte que es de gran importancia la celebración de este rito:


por él Dios concede su gracia y la Iglesia quiere significar su acogida. La
entrada en el Catecumenado es la primera etapa litúrgica de la iniciación
cristiana. Ella significa y consagra la conversión inicial que es el fruto de este
tiempo de búsqueda llamado Precatecumenado. En efecto, ella tiene lugar

341
Todo el Artículo del Decreto AG es una descripción de esta culminación magnifica del camino de educación de la fe,
descritos en los Artículos I y II.
cuando la evangelización ha suscitado en el corazón de los simpatizantes "un
principio de fe en Cristo Salvador" (nº 28).

El RICA nos dice que éste es el primer encuentro oficial entre la Iglesia y
el convertido (nº 14). El candidato manifiesta su deseo de seguir a Cristo.
Manifiesta que quiere no solamente proseguir su descubrimiento de Jesús, sino
también conformar su vida al Evangelio y por tanto cesar en las prácticas
paganas. En cuanto la Iglesia, en su misión apostólica, acoge litúrgicamente al
nuevo convertido. Lo hace entrar en el Pueblo de Dios y, por ello mismo, pone
en marcha su santificación.

Esta es por tanto la etapa de la entrada en la Iglesia. Hace del convertido


un catecúmeno, en espera de que los sacramentos de la iniciación hagan de él un
cristiano fiel laico. Más bien se puede decir que el Bautismo ha comenzado,
puesto que "Dios confiere su gracia" a los nuevos catecúmenos y la Iglesia les
significa "su primera consagración" (nº 14).

Los términos de la Constitución conciliar sobre la Iglesia hay que


tomarlos en toda la riqueza de su expresión: "Los catecúmenos, que movidos
por el Espíritu Santo piden con voluntad explícita ser incorporados a la Iglesia,
se unen a ella por este mismo deseo. A éstos, la Madre Iglesia los abraza ya con
amor tomándolos a su cargo” (LG, nº 14). La misma doctrina, sacada de S.
Agustín, se reencuentra en el Decreto sobre la actividad misionera de la Iglesia:
"Los catecúmenos están ya unidos a la Iglesia, son ya de la casa de Cristo" (AG,
nº 14).

El ritual exige que para franquear este umbral el candidato tenga una fe
inicial y que manifieste un principio de conversión (nnº 15, y 68). Sólo los
convertidos a Cristo pueden ser admitidos. En estos momentos no se trata,
ciertamente, más que de una conversión inicial, pero debe ser una conversión
real. "Aunque no se trate evidentemente de percibir la fe de una persona -afirma
M. Dujarier- se debe con todo discernir sus signos exteriores" 342. De ahí, que el
ritual precisa que esta ceremonia de acogida litúrgica no debe tener lugar
demasiado rápidamente (nº 50). Hace falta, en efecto, un cierto tiempo para que
nazca la fe y para que se manifiesten los primeros signos de conversión. Todo
depende del camino personal de cada uno (nº 69).

El juicio sobre la idoneidad del candidato para su ingreso en el orden de


los catecúmenos -señala el RICA- "corresponde a los pastores, con ayuda de los
garantes (nº 42), de los catequistas y de los diáconos" (nº 16). Cuando el juicio
de idoneidad es positivo, tiene lugar un rito de admisión al Catecumenado. Éste
342
"Su fe inicial versará sobre el núcleo de la doctrina cristiana, es decir, esencialmente: ¿crees en el Dios único, vivo y
verdadero?, ¿en Cristo Salvador, enviado por el Padre? y ¿en la Iglesia como lugar de nuestro encuentro con Cristo?". Cfr.
Iniciación cristiana de Adultos, p. 45.
tiene una importancia capital "porque en esta ocasión, presentándose por
primera vez públicamente, los candidatos manifiestan a la Iglesia su voluntad y
la Iglesia, en el ejercicio de su misión apostólica, admite a los que aspiran a
convertirse en sus miembros" (nº 14).

La entrada en el Catecumenado comporta dos partes bien distintas: la


acogida de los convertidos343, que se desarrolla en el umbral del lugar de culto, y
la liturgia de la Palabra, que se celebra en el seno de la asamblea. El desarrollo
del Rito de Admisión está descrito detalladamente en los nnº 68-72 por lo que
respecta a las condiciones de los protagonistas, y en los nnº 73-97 para la
celebración propiamente dicha. Los momentos esenciales de esta celebración
son los siguientes:

- un rito de introducción, con una monición ambiental que evoque el


camino espiritual con que se ha encontrado el candidato por su propia elección,
un diálogo y una primera adhesión que expresan el sentido del rito y se cumplen
con el ingreso en la Iglesia (nnº 73-90).

- la celebración de la palabra de Dios que concluye generalmente con la


entrega del Evangelio, la oración por los catecúmenos y su despedida (nnº 91-
96); a ésta puede seguir la celebración de la Eucaristía para los fieles, después
de que los catecúmenos se hayan ido (nnº 72 y 97).

La celebración del Rito de Admisión supone que los nombres de los


catecúmenos sean inscritos en un libro destinado a este fin, "mencionando el
ministro y los garantes, la fecha y el lugar de la admisión" (nº 17). El rito
determina, de hecho, una pertenencia real de los catecúmenos a la Iglesia, con
todo lo que de ello se deriva en el plano de la participación en la vida cristiana,
de un eventual matrimonio en este período y de las exequias (nº 18).

Veamos pues, cómo quedaría gráficamente representado este primer


grado del Catecumenado (tabla 8ª).

Si echamos una mirada retrospectiva a la práctica de la Iglesia primitiva


por lo que se refiere a este momento de la Entrada en el Catecumenado,
descubrimos efectivamente que el RICA ha encontrado en los Santos Padres un
hontanar donde beber344. Sin embargo, respecto del Rito de Entrada en el
Catecumenado no existen testimonios que atestiguen un rito con todos los
343
Los autores llaman la atención a menudo acerca de la importancia de este momento: “Para la Iglesia es esencial el acoger
las nuevas o viejas culturas y las mentalidades secularizadas y preñadas de increencia del hombre de nuestros días. Este tipo
de acogida es una misión original de nuestra Iglesia. El crear espacios de acogida es tan importante como evangelizar”. Cfr.
J. A. VELA, Reiniciación cristiana..., p. 136; “La acogida es decisiva. A veces, del primer contacto que el eventual
catecúmeno tiene con un miembro de la comunidad depende el rumbo de vida cristiana”. Cfr. C. FLORISTÁN, Para
comprender el catecumenado, p. 130. Ver más detenidamente: M. DUJARIER, “La estructura de la entrada en el
catecumenado”, en La Iniciación Cristiana de Adultos, pp. 46-66.
aspectos más relevantes. Carmelo Gómez asevera que: "La tradición patrística
puso el acento en el primero de estos aspectos, movida por las condiciones
ambientales peculiares: el paganismo como olla ambiental de la que salían los
convertidos para abrazar la nueva religión. Se hacía necesaria una gran seriedad
en la conversión y una auténtica renuncia a los falsos dioses. El RICA, no
obstante, pone el acento en el aspecto ritual, porque le interesa resaltar el gozo
de la celebración, donde se pone de manifiesto el encuentro entre la llamada de
Dios y la respuesta del hombre en el marco de la comunidad que recibe al
candidato"345.

2. El Rito de la Elección

La importancia de la elección antes del Bautismo es atestiguada por toda


la práctica catecumenal de la Iglesia primitiva: se refería especialmente a la
conducta seguida en la etapa catecumenal346.Para M. Dujarier la Elección es el
momento de el llamamiento decisivo347 y para que se celebre con verdad
presupone que la Iglesia haya discernido a aquellos catecúmenos que, por sus
buenas disposiciones, son juzgados capaces de participar en la iniciación
sacramental (nº 22).

La Elección va a suponer por tanto la previa deliberación sobre la


idoneidad de los candidatos, sobre el cambio -producido en el Catecumenado-
de su mentalidad y costumbres, sobre el conocimiento suficiente de la doctrina
cristiana, sobre los criterios de fe y sentimientos de caridad. Es un verdadero
juicio serio y fundamentado de si los catecúmenos aprovecharon bien el tiempo
del Catecumenado y se prepararon para el Bautismo.

Con el rito de la Elección o inscripción del nombre el Catecumenado


encuentra su cumplimiento y su acto de paso al tiempo siguiente. Al rito de la
Elección se le define "como quicio de todo el Catecumenado" (nº 23); y ello por
motivos de orden general: 1) se configura como un juicio de idoneidad emitido
por la Iglesia en nombre de Dios (nnº 22-23 y 41,3): una decisión responsable
de la comunidad, articulada en los diferentes ministerios sobre la admisión de
los candidatos a los sacramentos pascuales (nnº 133-138), y un momento central
344
Sobre todo con ORÍGENES, Contra Celso, III,51 (SCr, 136, pp. 121-123) e HIPÓLITO, La Tradición apostólica, 15 y 16
(SCr, 11 bis, pp. 69-74).
345
Cfr. o. cit., p. 47.
346
Hipólito de Roma (s. III) en su "Tradición Apostólica" distingue dos momentos en el cuadro catecumenal: la entrada en el
Catecumenado y la admisión al Bautismo. Por esta admisión los catecúmenos son "elegidos" para oír el Evangelio y prepararse para
llegar hasta la liturgia bautismal. ¿Han vivido honestamente? ¿Han honrado las viudas? ¿Han visitado los enfermos? ¿Han hecho
buenas obras? En este caso entenderán el Evangelio. Para un acercamiento a otros Padres, ver M. DUJARIER, Le
Parrainage..., pp. 190-193; 203; 279; 230-235; 321-322.
347
"Esta etapa del llamamiento decisivo es la que, hasta el presente, ha sido la menos trabajada" (p. 113); "Tal y como lo
propone el ritual, el llamamiento decisivo no nos parece estar suficientemente puesto de relieve como llamada gratuita de Dios" (p.
112). Cfr. La Iniciación Cristiana de Adultos, pp. 95-114.
y particularmente expresivo de la solicitud maternal de la Iglesia para con los
catecúmenos (nº 135); 2) implica, por parte de los candidatos, una nueva y
específica modalidad de pertenencia a la Iglesia, expresada especialmente por
el cambio de nombre: ya no son catecúmenos, sino elegidos o aspirantes
(competentes), "porque juntos pretenden o aspiran a recibir los sacramentos de
Cristo y el don del Espíritu Santo"; e iluminados, "porque al propio Bautismo se
le llama iluminación y por él los neófitos son inundados por la luz de la fe" (nº
24).

Teológicamente, el rito se entiende como una efectiva llamada por parte


de Dios y de la comunidad, una llamada por propio nombre, en un sentido
bíblico, una elección. El que sea la comunidad quien emita el juicio de
idoneidad evoca el hecho de que los sacramentos, antes que un derecho del
hombre, son un don de Dios y que la Iglesia es la depositaria de este don. El rito
litúrgico de la elección se cumple habitualmente el primer domingo de
Cuaresma, de modo que constituya el comienzo del tiempo de preparación de
Cuaresma, la cual a su vez terminará con las solemnidades pascuales (nnº 139-
140); para este rito se pueden escoger lecturas y textos eucológicos propios,
tanto si el rito se desarrolla durante las celebraciones de la Misa como si se hace
fuera de ella (nnº 141 y 374). El rito, en cualquier caso, tiene lugar después de la
liturgia de la palabra y la homilía del celebrante (nnº 142-143) e implica cinco
momentos esenciales:

- presentación de los candidatos, cuya idoneidad está significativamente


expresada en términos de escucha y de actuación de la palabra de Dios, de
comunión fraterna y de oraciones, con una referencia implícita al texto de Hch.
2,42 (nnº 143-145);
- pregunta a los candidatos e inscripción de su nombre (nº 146);
- admisión o elección, con la invitación a la comunidad y a los padrinos
para que se pongan en actitud de ayuda fraternal y ejemplo (nº 147);
- oración por los elegidos, con la súplica de que todos los componentes de
la comunidad vivan en plenitud su tarea y den el testimonio que se les pide (nnº
148-149);
- despedida de los elegidos (nnº 150-151).

Así quedaría gráficamente expresado este segundo grado (ver tabla 9ª).

Mirando al pasado, descubrimos que el actual rito de la Elección o


Inscripción del Nombre encuentra sus precedentes en la antigua tradición
eclesial. "En efecto, el Catecumenado clásico, según los testimonios, -afirma
Carmelo Gómez- desarrolló este momento de dos formas peculiares
correspondientes a diversos tiempos: el modo de hacer del siglo tercero cuando
la expresión catecumenal alcanzó sus más altas cotas y la forma de admitir al
Bautismo a partir del siglo cuarto"348.

El RICA ha sabido armonizar e integrar estas dos formas de hacer, que en


el fondo son dos aspectos de una misma realidad. Ha dejado claro que la
Inscripción del Nombre y la Elección son gestos complementarios de una única
acción generosa de Dios, porque la elección divina consiste en estar entre los
que van a ser registrados en el Libro de la Vida. El desenlace de una vida recta
que permite el acceso a la casa de Dios es anotado en el registro de Dios, como
sello de que se ha sido elegido para la vida nueva, como expresa el salmo 15:
"Yahvé, ¿Quién morará en tu tienda?/¿Quién habitará en tu monte santo?/El que
anda sin tacha y obra la justicia..." 349. Mirando al presente y a la viabilidad de la
oferta catecumenal contenida en el Ritual, contrasta esta postura de la Iglesia
para con los catecúmenos -afirma Ramón Domínguez-, “con la facilidad y casi
diríamos ligereza con la que se admite a otros sacramentos a personas
bautizadas, pero que en modo alguno viven su Bautismo, y aun con la admisión
al Bautismo de niños que difícilmente ofrecen garantías de que serán educados
según la fe de la Iglesia"350.

3. La celebración de los Sacramentos de Iniciación

Son la meta de todo el camino de la iniciación. El conjunto del camino


catecumenal y de la preparación cuaresmal llega a su cumbre y a su plena
realización con la celebración de los Sacramentos de Iniciación, de ordinario en
la noche de la Vigilia pascual (nnº 208-209). "El Bautismo, la Confirmación y la
Eucaristía son la última etapa, una vez cumplida la cual, obtenida la remisión de
los pecados, los elegidos son agregados al pueblo de Dios, reciben la adopción
de hijos de Dios, son introducidos por el Espíritu Santo en el templo del pleno
cumplimiento de las promesas y saborean por anticipado el Reino de Dios,
mediante el sacrificio y el banquete eucarístico" (nº 27). El contexto que da
significado a la celebración entera es el de la economía de la salvación que
permite recordar las grandes obras llevadas a cabo por Dios en favor de los
hombres (los Mirabilia Dei), desde la creación del mundo a la creación
escatológica inaugurada por la encarnación-muerte-y-resurrección de Cristo y
por el don de su Espíritu a la Iglesia, que se hace presente en la nueva
regeneración que se comunica a los elegidos con los sacramentos de la
iniciación cristiana (nnº 210-234). Un contexto eficazmente recordado,
expresado por las lecturas bíblicas previstas, por el canto del exultet, por los

348
Cfr. o. cit., pp. 91-93.
349
Cfr. Salmo 15, 1,2ss. Este salmo lo propone el RICA para ser cantado mientras se realiza la Inscripción del Nombre.
350
Cfr. Catequesis y liturgia en los Padres. Interpelación a la catequesis de nuestros días, p. 110.
símbolos del fuego, de la luz y por la fórmula de bendición de la fuente
bautismal.

Celebración del Bautismo. El rito bautismal está preparado, junto con las
letanías de los santos, la bendición del agua y la profesión de fe y tiene su
momento culminante en el rito de la ablución, unido a la invocación de la
Trinidad (nº 28). Con la bendición del agua se recuerda la continuación de las
"Maravillas de la salvación", que tienen su pleno cumplimiento en el misterio
pascual, que se despliega en el candidato, mediante el poder del Espíritu
operante en el Bautismo (nnº 29 y 210). Con los ritos de la renuncia y de la
profesión de fe "los bautizandos expresan con fe consciente el mismo misterio
pascual, que ha sido vuelto a evocar en la bendición del agua y que después será
brevemente proclamado por el celebrante con las palabras del Bautismo. Los
adultos, de hecho, no se salvan si no quieren acoger el don de Dios con fe,
acercándose espontáneamente a éste. La fe, de la que reciben el sacramento, no
es sólo de la Iglesia sino también suya personal y ellos están destinados a
hacerla rica en frutos" (nnº 30 y 211). El rito del Bautismo, tanto si es por
inmersión como por infusión, expresa realizándola la participación en el
misterio pascual de Cristo, el nuevo nacimiento y la incorporación del candidato
al pueblo de Dios (nnº 31-32). Los ritos postbautismales significan la nueva
condición de los bautizados y su vocación a caminar como hijos de la luz (nº 33;
nnº 213-226 para cada una de las partes del rito bautismal).

Celebración de la Confirmación. La celebración de la Confirmación está


estrechamente ligada a la celebración del Bautismo; "este lazo significa la
unidad del misterio pascual, la estrecha relación entre la misión del Hijo y la
efusión del Espíritu Santo y la unidad de los sacramentos con que el Hijo y el
Espíritu vienen junto con el Padre a habitar en los bautizados" (n. 34). Por ello,
inmediatamente después de los ritos complementarios del Bautismo, eliminando
la unción postbautismal, se confiere la Confirmación (nnº 35 y 227-231).

Celebración de la Eucaristía. La celebración completa de la iniciación


concluye con la celebración de la Eucaristía, "en la cual los neófitos participan
por primera vez con pleno derecho, y con la que culmina su iniciación. En ella,
de hecho, los neófitos, promovidos a la dignidad del sacerdocio real, toman
parte de las ofrendas al altar; se hacen partícipes de la acción del sacrificio, con
toda la comunidad y devuelven el Padrenuestro, oración con la que manifiestan
el espíritu de hijos de adopción, recibido con el Bautismo. Por fin, con la
comunión en el Cuerpo inmolado y la Sangre derramada, confirman los dones
recibidos y saborean por anticipado los dones eternos" (nº 36).

Podemos tener presente el gráfico de este tercer grado ( tabla 10ª).


Si echamos una mirada a la historia descubrimos que para los Padres "el
momento donde se pasa del estado de no iniciado al de iniciado se encuentra en
la celebración -de ordinario, la Vigilia Pascual- donde se recibe el Bautismo, el
don del Espíritu, y donde se accede por primera vez a la mesa del Señor" 351. Los
sacramentos son, pues, el momento decisivo por el que los catecúmenos son
iniciados a la vida cristiana. Bien es verdad que se daba gran importancia a la
institución catecumenal, pues no todos podían ser admitidos al Bautismo al
requerir éste de la fe y de la conversión verdaderas y verificadas. "Todo
esfuerzo realizado anteriormente a través de las instrucciones, escrutinios y
demás requisitos era considerado justamente como una preparación para el
instante supremo del Bautismo"352.

Cabe notar que hay una gran similitud con nuestro actual rito de los
sacramentos desarrollado en la triada sacramental, como también hay gran
parecido con el rito del Bautismo, que es el que presenta mayor complejidad
ritual353. Todos estos ritos, en la antigüedad patrística formaban una única acción
ritual llamada Bautismo, que contaba con el don del Espíritu y abría la puerta al
banquete eucarístico. En nuestro Ritual, claramente, se articula la acción
litúrgica en los tres sacramentos bien distinguidos -aunque complementarios-,
pero juntos forman una unidad mayor, el gran sacramento de la Iniciación
Cristiana o, lo que es lo mismo, el único Bautismo en Cristo que se desarrolla
en el agua, en el Espíritu y en la mesa de comunión.

Bien podemos afirmar, a modo de conclusión, que el tema de la Iniciación


Cristiana recibe un tratamiento especial en cuanto un todo unificado en el
Ritual354destinado a la iniciación de los adultos que se convierten y desean
avanzar por el camino de la fe. El RICA es un Ritual que no se limita a la
iniciación sacramental, sino que además ofrece un camino progresivo de
iniciación catecumenal. El Ritual encierra una gran riqueza teológica, litúrgica y
pastoral que edifica todo un proyecto de vida cristiana, consiguiendo, de este
modo, un equilibrio adecuado entre el planteamiento pastoral, el medio
catequético y la expresión litúrgica. Y es así porque "cada uno de estos
351
Cfr. P.M.GY, La notion chrétienne d´initiatión: en LMD 132 (1977), p. 53. En este trabajo, el autor hace un estudio acerca
de la noción cristiana de iniciación en los Padres, y llega a la conclusión, de que el Catecumenado se entendía como tiempo de
preparación para la iniciación por los sacramentos y los ritos anejos.
352
Cfr. S. MOVILLA, Del catecumenado a la comunidad, p. 30.
353
Cfr. HIPÓLITO, La Tradición apostólica, 21 (SCr, 11 bis, pp. 81-95). Hipólito ofrece una descripción detallada de todo el
desarrollo ritual. Con algunas variedades, se asimila mucho a nuestro ritual. Para una mayor profundización en un estudio
"comparado" entre el RICA y la praxis patrística, ver, M. DUJARIER, La Iniciación Cristiana de Adultos, pp. 153-183; y
CARMELO GÓMEZ, La propuesta catecumenal en el RICA, pp. 143-151.
354
La Iniciación Cristiana es considerada como un sacramento "en tres etapas sacramentales" -sostiene A. NOCENT-: "Se
comprenderá también que se debe desear, en el futuro, la edición de un libro único que tenga por título La iniciación cristiana. En él
estarían reunidos el ritual de la iniciación de los adultos, su preparación y sus tres sacramentos; es decir, el ritual del catecumenado,
el bautismo, la confirmación, la eucaristía, la mistagogia.. Aquí no se trata solamente de un problema de edición, de una
racionalización tipográfica y ceremonial. Sin duda, sólo el ritual para los adultos merece el título Iniciación cristiana, puesto que,
hoy en día, en la liturgia latina, los niños no reciben los tres sacramentos de la iniciación uno a continuación del otro. Sin embargo,
el libro se presentaría como un ideal, realizado solamente para los adultos", en La reforma litúrgica. Una relectura, Ed, EGA,
Bilbao 1993, p. 58.
elementos encuentra un espacio propio, dentro de un ritmo, que es el que marca
la creación de un itinerario dinámico y coherente para la Iniciación Cristiana"355.

Pero, si cabe, su principal mérito es haber puesto en acción y haber


renovado la antigua tradición de la Iglesia de enseñar intra ipsa mysteria, dando
al sacramento una visión amplia de progresiva entrada en la historia de la
salvación y en la Iglesia, en la que esa historia se actualiza y continúa 356. El
RICA supone un paso adelante en el talante conciliar de la Iglesia, no sólo por
sus contenidos, sino por la forma como está elaborado: la rúbrica pierde su
importancia y la gana el vasto proyecto pastoral que desde la primera a la última
página en él se encierra.

2. Etapas y Pasos en el Neocatecumenado

Al contemplar el itinerario catecumenal que el RICA diseña ya he puesto


de manifiesto que la iniciación de los catecúmenos se hace de una manera
gradual, en conexión con la comunidad de fieles, acomodándose al camino
espiritual de los adultos..., y que en este camino, "además del tiempo de
instrucción y de maduración, hay grados o etapas, mediante los cuales han de
avanzar, atravesando puertas, por así decirlo, o subiendo escalones" (nnº 4-7).
Son precisamente estos Tiempos y Grados los que constituyen la estructura del
Modelo de iniciación del RICA. Cada grado conduce a un tiempo, más o menos
prolongado de discernimiento y madurez, que prepara el grado siguiente. Esto
es lo que hemos venido analizando hasta el momento.

Llegados a este punto, voy a intentar mostrar la aplicación que el


Neocatecumenado ha hecho del RICA para, desde un análisis comparativo que
introduce también el referente histórico, ver en qué medida el itinerario
neocatecumenal ha hecho una adaptación del RICA fiel, creativa y original o se
distancia del mismo. En el intento de inculturación catecumenal que el
Neocatecumenado ha realizado, tendré muy presentes las orientaciones de los
Obispos españoles en relación con la pastoral catecumenal esbozadas en los
documentos Catequesis de la Comunidad (1983), Catequesis de Adultos (1992)
Iniciación Cristiana. Reflexiones y orientaciones (1999) y Orientaciones
pastorales para el Catecumenado (2002). Una vez analizado todo el proceso
neocatecumenal en su conjunto, podremos descubrir hasta qué punto la praxis
neocatecumenal es fiel a los principios orientadores que los pastores de nuestras
iglesias locales están pidiendo hoy de cara a una apuesta decidida y firme por
una pastoral catecumenal357.

355
Cfr. D. BOROBIO, Proyecto de Iniciación Cristiana, p. 119.
356
Cfr. A. NOCENT, Lignes théologico-liturgiques du catéchumenat, p. 173.
Los iniciadores del Camino Neocatecumenal han presentado este
itinerario neocatecumenal desde sus comienzos como un Catecumenado 358. En la
primera síntesis que sobre el Neocatecumenado hicieron Kiko Argüello y
Carmen Hernández para presentársela al Papa Pablo VI, proclamaron: "El Señor
nos ha llamado a vivir un camino de conversión por medio del cual nos es dado
redescubrir las riquezas inmensas de nuestra fe, en un Catecumenado
postbautismal, en el cual, poco a poco, etapa tras etapa, peldaño tras peldaño,
podemos descender hasta las aguas de la regeneración eterna, a fin de que el
Bautismo que un día nos confirió la Iglesia pueda llegar a ser, mediante nuestra
adhesión, sacramento de salvación, buena noticia para los hombres"359.

Para Kiko Argüello la identidad del Neocatecumenado viene expresada


en estos términos: "El Camino Neocatecumenal no pretende formar un
movimiento en sí mismo, sino trata de ayudar a las parroquias a abrir un camino
de iniciación cristiana hacia el Bautismo para descubrir lo que significa ser
cristiano... El Neocatecumenado es una síntesis teológico-catequética, un
catecismo, un Catecumenado para adultos, un itinerario de formación cristiana
para el hombre contemporáneo"360.

Mons. Ricardo Blázquez, que lo ha vivido en primera persona y ha


reflexionado sobre el mismo en diversas ocasiones361, afirma que "el Camino
Neocatecumenal es un Catecumenado en el sentido propio de la palabra. Este
Catecumenado ha nacido no como resultado de una programación pastoral sino
357
En CC los Obispos afirman que la catequesis ha de tener una clara y decidida inspiración catecumenal (nnº 83-84), en CA
se propone el Catecumenado bautismal como modelo referencial para la catequesis (nº 79) y en el Plan Pastoral de la CEE para el
trienio 2002-2005 se pide su implantación parroquial (nº 33).
358
"En un periodo de tres años, vimos aparecer delante de nuestros ojos un verdadero camino de gestación a la fe, una especie
de catecumenado que iba creando, poco a poco, una Iglesia, realizaba una comunión fraterna”. Cfr. KIKO ARGÜELLO, Le
comunità neocatecumenali: Rivista di Vita Spirituale (1975/2), p. 193. Este artículo contiene la breve síntesis sobre el CN que Kiko
Argüello y Carmen Hernández entregaron al Papa Pablo VI, y que algunos años más tarde (en 1983) fue presentada, con ligeras
variaciones, a la Asamblea Plenaria de la Sagrada Congregación para la evangelización de los pueblos.
359
Ibid., p. 192. Este itinerario neocatecumenal se vive en el espíritu señalado por el RICA IV, nº 295: "Su conversión se funda
en el Bautismo ya recibido, cuya virtud deben desarrollar después"; y nº 296: "Por la misma razón que en el caso de los
catecúmenos, la preparación de estos adultos requiere tiempo prolongado, para que la fe infundida en el Bautismo pueda crecer,
llegar a la madurez y ser grabada plenamente por medio de la formación que se les proporciona...". Para G. PASQUALETTI la
"situación psicológica de los católicos no catequizados puede ser considerada similar a la de los catecúmenos. De ahí, que nada
impida su catequización según el mismo orden de instrucción de los catecúmenos, teniendo siempre presente que aquellos ya han
recibido los sacramentos”, en Riflessioni..., p. 274. Asimismo este parece ser el objetivo del Catecumenado postbautismal tal y
como lo presenta el Catecismo de la Iglesia Católica, nº 1231: "Desde que el bautismo de los niños vino a ser la forma habitual de
celebración de este sacramento, ésta se ha convertido en un acto único que integra de manera muy abreviada las etapas previas a la
iniciación cristiana. Por su naturaleza misma, el Bautismo de niños exige un catecumenado postbautismal. No se trata sólo de la
necesidad de una instrucción posterior al Bautismo, sino del desarrollo necesario de la gracia bautismal en el crecimiento de la
persona...".
360
Cfr. Breve comentario para la sala de prensa vaticana a la carta del Santo Padre sobre el Camino neocatecumenal, en E.
PASOTTI (ed.), El Camino Neocatecumenal según Pablo VI y Juan Pablo II, pp. 21-23. Con motivo de la "Carta de
Reconomiento del Camino Neocatecumenal" del Papa JUAN PABLO II (30 de Agosto de 1990), KIKO ARGÜELLO mantendrá
que "la gran novedad de esta Carta del santo padre es que reconoce en el neocatecumenado una iniciación cristiana para adultos de
tipo catecumenal y ofrece, de este modo, a la diócesis un instrumento concreto de evangelización sin transformarlo en una orden
religiosa, en una asociación particular o un movimiento" (Ib., p. 22). Esta Carta apareció publicada en Ecclesia Núm. 2.508 (29 de
diciembre 1990) acompañada de un estudio de Mons. RICARDO BLÁZQUEZ: "La Carta del Papa sobre las Comunidades
Neocatecumenales", pp. 34-38 .
361
Cfr. Comunidades neocatecumenales. Un camino de iniciación cristiana (1984), pp. 603-641. Cuatro años más tarde este
mismo artículo fue editado en forma de libro: Las comunidades neocatecumenales, (1988). Del mismo autor: “Un camino de
iniciación cristiana”, en Iniciación Cristiana y nueva evangelización, pp. 338-402; también Catecumenado en la Iglesia (1998).
como concreción de las indicaciones de la vida que se iba anticipando. Se han
dado cita en su configuración la sintonía con las orientaciones del Concilio
Vaticano II, la sensibilidad con las actitudes del hombre marcado por la
secularización en relación con la fe, y la inspiración constante en los orígenes de
la Iglesia"362.

A la luz de estas afirmaciones parece que la identidad del


Neocatecumenado está clara363. En este capítulo pretendo certificar tal
autocomprensión. Para ello me propongo desentrañar su configuración
estructural en cuanto itinerario postbautismal364. Voy a ir analizando las etapas y
los pasos tal y como son vividos por las Comunidades Neocatecumenales (=
CNC), y lo haré -como antes he apuntado siguiendo este procedimiento: a) una
metodología comparativa, en relación con el RICA; b) una mirada retrospectiva
a la historia de la Iglesia, a la praxis catecumenal de los primeros siglos; c) una
percepción que detecto en la sensibilidad eclesial de estas tres últimas décadas
(1964-2004) que viene acentuando la necesidad de que los mismos cristianos
sean evangelizados; d) con la relectura que nuestros Obispos hacen del RICA en
los documentos de naturaleza catequética anteriormente señalados; y e) una
verificación en la redacción estatutaria del Camino Neocatecumenal.

A) ETAPAS

Ya hemos visto que en el RICA los tiempos pueden ser llamados también
etapas porque son espacios de tiempo entre unos objetivos y otros del camino
de la fe y los sacramentos365, y los grados pueden ser denominados pasos366,
porque introducen a los tiempos de instrucción y maduración, o por ellos son
preparados. Por otra parte ya he puesto de manifiesto que la configuración
estructural de un itinerario catecumenal para adultos bautizados es
pastoralmente viable a la luz de las reflexiones hechas por G. Pasqualetti donde
se fundamenta que las celebraciones del itinerario catecumenal completo, con
sus cuatro tiempos y los tres ritos de paso, pueden perfectamente hacerse con
los adultos bautizados "igual que para los catecúmenos, la preparación de estos
adultos exige tiempo prolongado", de modo que la fe que recibieron en el
362
Cfr. Iniciación Cristiana y nueva evangelización, p. 377.
363
La naturaleza y la realización del Camino Neocatecumenal viene así definida en el Estatuto como un “itinerario de
formación católica, válida para la sociedad y para los tiempos de hoy” (SCN, art 1&1), y como “una modalidad de
realización diocesana de la iniciación cristiana y de la educación permanente de la fe, según las indicaciones del Concilio
Vaticano II y del Magisterio de la Iglesia” (SCN, art. 1&2). El Neocatecumenado es uno de los ´bienes espirituales` del CN
(SCN, art. 1&3) que se ofrece a los obispos como “un instrumento para el redescubrimiento de la iniciación cristiana de los
adultos bautizados” (SCN, art. 5&1).
364
Tras haber vivido y recorrido el itinerario neocatecumenal, el párroco salmantino ANDRÉS FUENTES, hace una detallada
explicación del mismo: El Neocatecumenado: Un camino de iniciación cristiana, Ed, DDB, Bilbao 1996.
365
Al estudiar la estructura del camino catecumenal del RICA he optado por la terminología que preferentemente emplea el
Ritual, Tiempos y Grados. En el Neocatecumenado, se emplea de modo más usual los términos de Etapas y Pasos que son
equivalentes a los del RICA: Tiempos = Etapas; Grados = Pasos.
366
"Tres, pues, son los grados, pasos o puertas, que han de marcar los momentos culminantes o nucleares de la iniciación...".
Cfr. RICA, Observaciones previas, nº 6c.
Bautismo crezca hasta la madurez cristiana y se enraíce profundamente, "su
vida cristiana debe reforzarse con una preparación oportuna, una catequesis
adaptada, las relaciones con la comunidad de los fieles y la participación en
algunos ritos litúrgicos" (nº 296).

La utilización del RICA en la praxis catecumenal con adultos bautizados


se refiere, por lo tanto, al orden del itinerario catecumenal, teniendo siempre
presente las oportunas atenciones a la situación particular de los destinatarios:
"El orden de la catequesis responde, en general, al orden propuesto para los
catecúmenos" (nº 19); a pesar de ello, al ofrecer estas catequesis, los catequistas
deben tener en cuenta "la condición especial de estos adultos que ya han
recibido el bautismo" (nº 297)367.

En el Neocatecumenado las distintas etapas, con cierta flexibilidad, están


ya prácticamente fijadas. "Su articulación -afirma Mons. Ricardo Blázquez- va
resultando del encuentro entre el Catecumenado de la Iglesia primitiva y las
experiencias recogidas en las comunidades pioneras"368, también del intento
creativo de adaptación del RICA en las distintas etapas y pasos del
Neocatecumenado369.

El itinerario neocatecumenal, así como el camino catecumenal que


contempla el RICA, es gradual (nº 4). Se acomoda al ritmo de conversión y de
vitalidad de la fe de las personas (nº 5). Sin embargo, el Neocatecumenado es
mucho más largo que lo que en principio parece apuntar el RICA 370. Este es uno
de los puntos más criticados del proceso neocatecumenal, y sin embargo ya en
el Ritual se afirma explícitamente que “la duración del tiempo del
catecumenado depende de la gracia de Dios y además de varias circunstancias...
Nada por tanto puede ser establecido ´a priori`” (nº 20).

En la comprensión global del camino catecumenal que se tiene en el


Neocatecumenado, ya podemos detectar una clara diferencia con respecto a la
comprensión que se tiene en el RICA. En el Ritual se dice: "En este camino,
además del tiempo de instrucción y de maduración, hay grados, mediante los
367
"No se trata de que la catequesis con bautizados reproduzca, miméticamente, el proceso catecumenal del no bautizado, ya
que su condición difiere de la condición de los catecúmenos (RICA, nº 295). La inspiración de fondo y el carácter gradual de su
formación deben sin embargo, mantenerse". Cfr. COMISIÓN EPISCOPAL DE ENSEÑANZA Y CATEQUESIS, Catequesis de
adultos, nº 199.
368
Cfr. Las Comunidades Neocatecumenales, p. 61. En el Estatuto del CN, los ´elementos fundamentales del
Neocatecumenado`vienen desarrollados en los arts. 19-21.
369
Según Mons. RICARDO BLÁZQUEZ: "El camino está jalonado de etapas, de escrutinios, de pasos, de exorcismos, de
ritos...que no son un montaje artificial" ( Ibid., p. 66).
370
"Este camino postbautismal es semejante a aquel que en la Iglesia primitiva precedía al bautismo, pero adaptado a su
situación de bautizados. Aunque las Comunidades Neocatecumenales no señalan cuál es el modelo catecumenal concreto -de entre
los existentes en la Iglesia antigua- al que quieren asemejar su Neocatecumenado, algunos historiadores de la catequesis estiman que
su modelo es el de Hipólito de Roma (comienzos del siglo III), si bien es cierto que éste sólo duraba tres años". Cfr.
SECRETARIADO DIOCESANO DE CATEQUESIS DE MADRID, Comunidades plurales en la Iglesia, Ed, Paulinas, Madrid
1981, p. 55. La configuración definitiva del Neocatecumenado ha recibido la influencia de otros modelos catequéticos de la
primitiva Iglesia que a lo largo de los siguientes apartados iré mencionando .
cuales el catecúmeno ha de avanzar, atravesando puertas, por así decirlo, o
subiendo escalones" (nº 6a). En el Neocatecumenado, en cambio, aparece como
un camino de descendimiento371, a lo largo del cual aprenderán los
neocatecúmenos personalmente lo que es creer. "A través de etapas, pasos y
escrutinios -afirma Mons. Ricardo Blázquez- se hará un descenso por la
conversión en las aguas de la muerte de donde saldrá un hombre nuevo creado
por el Espíritu de Dios. Bautizar significa etimológicamente sumergir en el
agua (cf. Rom 6, 3); este símbolo reclama la conversión como un descenso
interior"372. Por lo demás, esta visión que se tiene del Neocatecumenado como
un descendimiento es fiel heredera de la que se tenía en la Iglesia primitiva: los
baptisterios373 tenían peldaños de bajada hasta la piscina bautismal. El
catecúmeno bajando estos peldaños expresaba su renuncia al hombre viejo,
muriendo a todos los pecados, se despojaba de la vestidura vieja, era bautizado,
sepultado en la muerte de Cristo y renacía a una vida nueva374.

El Neocatecumenado reclama para sí ser un verdadero proceso de


iniciación a la fe, a la conversión y al Bautismo; aunque por tratarse de un
Catecumenado postbautismal, se llama Neocatecumenado (SCN, art. 1&3). Es
un camino largo, se desarrolla en seis etapas sucesivas que marcan el progresivo
crecimiento de la fe (SCN, art. 8&!) 375. Veamos cómo se han configurado y se
viven las distintas etapas y pasos de este itinerario catecumenal postbautismal.

1. Etapa kerigmática

371
"Este camino es un Catecumenado. Podéis hacer este gráfico del catecumenado. El Bautismo se representa por un
descendimiento de siete peldaños que descienden a una piscina. En el bautismo el cadáver del hombre viejo queda sepultado dentro
del agua, que significa la muerte. De la misma forma que Jesús ha entrado en la muerte y ha sido sacado de ella por Dios como
hombre nuevo resucitado, tú entrando y saliendo del agua mueres y resucitas, realizándose en tí la Muerte y Resurrección de
Jesucristo resucitado, el hombre que ha nacido del Espíritu Santo. El Catecumenado es este descendimiento hasta las aguas del
Bautismo. Es un camino de conversión. Cfr. KIKO ARGÜELLO, Orientaciones a los Equipos de catequistas para la Fase de
conversión (Catequesis dadas a los equipos de catequistas de Madrid en los Dominicos del Rosario de la calle Conde de Peñalver
40, durante los meses de febrero, marzo y abril de 1972) (Por manuscrito), p. 8. [Citaremos este documento a partir de este
momento así: Orientaciones...,].
372
"Bajar los peldaños de la fuente bautismal (recuérdese cómo eran los baptisterios primitivos) es el símbolo de una
conversión, de una Kénosis, de un descenso a la auténtica realidad del hombre. Bajando encuentra el hombre su verdad". Cfr. Las
Comunidades Neocatecumenales, p. 30.
373
El baptisterio de la Iglesia de San José en Nazaret tiene 7 peldaños. También el de la Iglesia de Éfeso.
374
Esta comprensión bautismal está íntimamente ligada a la naturaleza del Catecumenado en su ´entrañamiento parroquial`,
y así aparece reflejado en SCN, art. 6&1: “El Neocatecumenado, en cuanto itinerario de redescubrimiento de la iniciación
cristiana, se realiza normalmente en la parroquia, ´ámbito ordinario donde se nace y se crece en la fe`, lugar privilegiado
donde la Iglesia, madre y maestra, engendra en la fuente bautismal a los hijos de Dios y les ´gesta` a la vida nueva”.
375
Para G. ZEVINI “el Neocatecumeando consta de las catequesis iniciales y del itinerario neocatecumenal, articulado según
las tres fases de la iniciación cristiana: precatecumenado, catecumenado y elección, divididas en etapas, jalonadas por pasos
marcados por algunas celebraciones”. Para el desarrollo del Neocatecumenado ver: “Etapas del Neocatecumenado”, en La
iniciación cristiana de adultos en las Comunidades Neocatecumenales: CONCILIUM nº 142 (febrero 1979) pp. 240-248. Del
mismo autor, aunque sólo se encuentra en la versión original italiana, ´Neocatecumenato`, en Nuovo Dizionario de Spiritualità (ed.
St de FIORES-T. GOFFI), Roma, 1979 (2ª Ed.), pp. 1056-1073 (con bibliografía italiana muy completa) (Artículo éste injustificada
e incomprensiblemente suprimido en la traducción española). Ver también Mons. RICARDO BLÁZQUEZ, Las Comunidades
Neocatecumenales, pp. 59-86; y A. FUENTES, El Neocatecumenado. Un camino de iniciación cristiana, pp. 57-120.
Ya desde su origen el Camino Neocatecumenal ha sido ofrecido como un
don, como un servicio, como instrumento a los Obispos y por tanto a sus
diócesis para llevar adelante una pastoral de evangelización con adultos
ofreciendo un camino de conversión por medio del cual todos los que se sientan
llamados puedan redescubrir las riquezas inmensas de la fe, en un
Catecumenado postbautismal (SCN, art. 5&1), en el cual, poco a poco, etapa
tras etapa, peldaño tras peldaño, puedan descender hasta las aguas de la
regeneración eterna, a fin de que el Bautismo que un día les confirió la Iglesia
pueda llegar a ser, mediante su adhesión personal, sacramento de salvación,
buena noticia para los hombres.

Los Obispos por tanto, son los que abren el Neocatecumenado en las
respectivas diócesis (SCN, art. 26)376, contando siempre con el hecho de que
algunos de sus párrocos estén dispuestos a iniciar esta experiencia (SCN, arts.
9&1 y 27). Ellos son los que dan el consentimiento y la aprobación al equipo de
catequistas que ponen en marcha el Neocatecumenado en las parroquias de sus
diócesis en un servicio de comunión que estará siempre bajo la observancia y
tutela episcopal (SCN, arts. 8&4 y 27-28)377. Ellos son los legítimos y por tanto
verdaderos responsables del Catecumenado en sus diócesis378, y también del
Neocatecumenado. Es por otra parte un hecho contrastado que en el
Neocatecumenado, los Obispos son invitados y están presentes en todos los
pasos que jalonan este largo itinerario neocatecumenal, desde el mismo instante
en el que se inicia, es decir, en la celebración en que el Obispo hace entrega

376
Esta vinculación del Neocatecumenado con el ministerio episcopal es inequívoca. Al interior de las CNC se tiene muy claro
que "el Obispo, en calidad de maestro de la fe (cf. CT, nº 63), es el primer catequista de los adultos. Está llamado a ejercer dicha
tarea con la peculiar incidencia de su carisma y testimonio. Se interesará, por tanto, en primera persona, del plan diocesano de la
catequesis de adultos, se informará de su desarrollo mediante encuentros con los responsables y con los mismos catequistas a los
que considerará entre sus principales colaboradores, seguirá con atención premurosa y cordial la formación de los catequistas de
adultos. Por la responsabilidad que le corresponde, el Obispo atenderá con fraterna caridad a las diversas formas de catequesis de
adultos de origen no diocesano". Cfr. COINCAT, La catequesis de adultos en la comunidad cristiana. Algunas líneas y
orientaciones, Ed, Edicep, Valencia 1990, nº 82. El Neocatecumenado en cuanto itinerario catequético que se desarrolla con
adultos, se ha ido extendiendo para responder a la demanda de los Obispos: "Muchos equipos de catequistas itinerantes, después de
una experiencia de evangelización en la propia nación, han sido llamados por el Señor para abrir el Camino en otros países de donde
nos habían llegado numerosas peticiones de los Obispos y párrocos, sobre todo a partir de 1972". Cfr. KIKO
ARGÜELLO/CARMEN HERNÁNDEZ, “El Camino Neocatecumenal: breve síntesis”, en E. PASOTTI, o. cit., pp. 126-127.
377
Para Mons. RICARDO BLÁZQUEZ "tanto la terquedad del carismático como la estrechez del ministro pueden
obstaculizar la relación, llamada a ser fecunda, entre la originalidad del carisma y la comunión de la Diócesis en torno al Obispo. El
Camino Neocatecumenal tiene muy claro que si el Obispo no quiere ni se abre el catecumenado en las parroquias de su Diócesis ni
una vez abierto se despliega en su itinerario (y lo mismo se diga en relación con el Párroco)". Cfr, Iniciación cristiana y nueva
Evangelización, p. 356.
378
Las atribuciones que el RICA asigna a los Obispos recoge el espíritu conciliar. No podemos olvidar que la restauración del
Catecumenado ha sido una petición expresamente solicitada por la Asamblea Conciliar: "Restáurese el Catecumenado de adultos,
dividido en distintas etapas, cuya práctica dependerá del juicio del Ordinario del lugar" (SC, nº 64); "Tienen que esforzarse también
en restablecer el Catecumenado de adultos o en hacer una adaptación más adecuada" (CD, nº 14). En concreto, se dice que "es
propio del Obispo, por sí, o por su delegado organizar, orientar y fomentar la educación pastoral de los catecúmenos y admitir a los
candidatos a la elección y a los sacramentos..." (RICA, nº 44); y se le apuntan sus responsabilidades:"1) Establecer la institución del
Catecumenado y decidir las normas oportunas para cada necesidad; 2) Determinar, según las circunstancias, si se puede celebrar, y
cuándo, el rito de la iniciación fuera de los tiempos propios (Cfr. nº 58); 3) Dispensar por impedimentos graves de un escrutinio y,
en circunstancias extraordinarias, también de dos (Cfr. nº 240); 4) Permitir que parcial o totalmente se use el Ritual abreviado (Cfr
nº 240); 5) Confiar a los catequistas, que sean verdaderamente dignos y estén bien preparados, la misión de realizar los exorcismos
y las bendiciones (Cfr. nnº 44 y 47); 6) Presidir el rito de la elección y dar por válida la admisión de los elegidos o por medio de un
delegado (Cfr. nº 44)" (RICA nº 66).
autorizadamente de la Escritura a las personas que están dispuestas a recorrer
este proceso neocatecumenal.

Cuando un Párroco, por tanto, desea iniciar este camino toma contacto
con las parroquias en las cuales existen Comunidades Neocatecumenales, si el
Neocatecumenado ya está establecido en su Diócesis. De lo contrario, es el
Obispo el que solicita y pide que un equipo de catequistas itinerante inicie el
Neocatecumenado en su Iglesia Particular379. Una vez puestos en contacto el
equipo de catequistas con el Párroco que desea abrir el Neocatecumenado, éstos
le informan en qué consiste este proceso con sus etapas y pasos y muestran la
importancia del ministerio pastoral del Párroco que está llamado a ser el
responsable y estar al centro del mismo. Una vez que se clarifica el horizonte
pastoral al que apunta este itinerario neocatecumenal, si el Párroco se decide a
iniciar el Neocatecumenado pide que le sean enviados catequistas, los cuales se
comprometen a iniciarlo y a guiarlo en comunión con el Párroco 380. Los
catequistas hablan también con todo el consejo parroquial, presentando la
necesidad de inaugurar una pastoral de evangelización a través de un
Catecumenado post-bautismal; sucesivamente tienen un encuentro con los
movimientos de la parroquia, y por último, hacen una invitación a todos los
fieles de la parroquia durante las misas del domingo y les invitan a participar en
unas catequesis que tendrán lugar dos veces a la semana, durante dos meses. El
equipo de catequistas está formado por un sacerdote, garante de la ortodoxia y
de la eclesialidad del anuncio, de un matrimonio y de un joven, constituyendo
una pequeña comunidad de evangelización381.

Este tiempo que se dedica a la catequización en la parroquia y que dura


dos meses es la fase que abre el Neocatecumenado 382, también se la suele
denominar fase de conversión383. Es el tiempo del anuncio del Kerygma

379
“Al Obispo diocesano, cual responsable de la iniciación, de la formación y de la vida cristiana en la Iglesia particular,
compete autorizar la realización del Camino Neocatecumenal en la diócesis”. Cfr. SCN, art. 26,1º.
380
“El Neocatecumenado es guiado, en comunión con el Párroco y bajo su responsabilidad pastoral, por un equipo de
catequistas...”. Cfr. SCN, art. 8&4.
381
“Dicho equipo, con las catequesis iniciales, pone en marcha un proceso de gestación en la fe en que se forman las
comunidades y vuelve periódicamente, normalmente una vez al año, para conducir los diversos pasos del itinerario
neocatecumenal y dar las indicaciones necesarias para el desarrollo de las diversas fases y etapas”. Cfr. SCN, art. 8&5.
382
Cfr. KIKO ARGÜELLO, art. cit., p. 198. En una artículo publicado en 1977, el mismo Kiko Argüello describe
sumarialmente el contenido de las catequesis de esta etapa Kerigmática: Il Neocatecumenato. Un´esperienza di evangelizzazione in
atto. Sintesi delle sue linee di fondo: Rivista di Vita Spirituale 1 (1977), pp. 85-102. Otros estudios aparecieron este mismo año: L.
DELLA TORRE, Il Neocatecumenato: Communio 32 (1977), pp. 58-68; Esperienze di catechesi neocatecumenali: SPAS 31 (1977)
pp. 37-45; Vi presentiamo il movimento neocatecumenale (Intervista a cura del C.M.D.F) en Stt. del Clero 44 y 45 (1977); G.
ZEVINI, Le comunità neocatecumenale. Una pastorale di evangelizzazione permanente, Roma 1977.
383
En las "Observaciones previas" del RICA se señala claramente el alcance que está llamado a tener el Ritual en esta fase:
"Está destinado a los adultos, que al oír el anuncio del misterio de Cristo, y bajo la acción del Espíritu Santo en sus corazones,
consciente y libremente buscan al Dios vivo y emprenden el camino de la fe y de la conversión. Por medio de este Ritual se les
provee de la ayuda necesaria para su preparación..." (nº 1). En el Neocatecumenado, vamos a ir viendo que la referencia al RICA
será una constante ya desde la primera fase de su nacimiento en una Parroquia, y este recurso está legítimamente fundamentado en
el mismo Ritual: "Para significar la acción de Dios en esta obra de preparación, sería muy oportuno emplear algunos de los ritos
propios del catecumenado, que respondan a la condición especial de estos adultos bautizados y a su provecho espiritual, como son
las entregas del Símbolo, de la Oración dominical y también de los Evangelios" (nº 302).
"anuncio de salvación que se desarrolla a través de un diálogo directo y
existencial sobre la incidencia del cristianismo en la vida de las personas. Las
catequesis se basan en el trípode: Palabra-Liturgia-Comunidad sobre el cual se
basará todo el recorrido neocatecumenal"384. Este planteamiento viene recogido
en el Estatuto del CN: “Las catequesis iniciales y el itinerario neocatecumenal
se basan en los tres elementos fundamentales (trípode) de la vida cristiana,
resaltados por el Concilio Vaticano II: Palabra de Dios, Liturgia y Comunidad”
(art 8&2).

En esta primera fase, este trípode se empieza a vivir y experimentar de un


modo muy germinal, pero apuntando ya la creativa y original síntesis pastoral
que encierra al conseguir unificar las tres dimensiones básicas de la misión
evangelizadora de la Iglesia: Anuncio (= Palabra), Celebración (= Liturgia) y
Moral-Vida (= Comunión) de un modo concreto, sencillo y vital. En el Estatuto
se afirma que “en el centro de todo el recorrido neocatecumenal hay una síntesis
de predicación kerigmática, cambio de vida moral y liturgia” (SCN, art 8&3).

Tras las primeras cuatro catequesis introductorias, que explican el


significado del Neocatecumenado iniciado en la parroquia, se anuncia el
Kerygma (catequesis 7ª y 8ª) partiendo de la situación existencial de la persona
(catequesis 5ª y 6ª) hechas de un modo muy directo y con un lenguaje
existencial y claramente paulino: "El Kerygma, el Siervo de Yahvé que,
resucitado por Dios, hoy se presenta vivo ante ellos, llamándoles a conversión, a
cambiar de vida, puesto que Dios ha resucitado a este pobre que no se resiste al
mal de nuestros pecados, como la única verdad, como la vida eterna a la que
todos tenemos acceso gratuitamente si reconocemos que no amamos así y si
creemos que esta forma de amor es la verdad (y no los ídolos del mundo sobre
los que basamos nuestra existencia: el éxito humano -Jesús murió fracasado por
amor nuestro-, el dinero, los afectos, la sexualidad, etc.). El Kerygma no es una
doctrina a la que adherirse, ni es sólo una verdad que tenemos que creer; es una
Persona que se hace acontecimiento a través de la predicación, que nos
interroga, que podemos aceptar o rechazar"385.

Estas catequesis, pues, giran en torno al anuncio de la salvación operada


en el misterio pascual: Cristo, al morir por nosotros, consuma la muerte del
hombre viejo con sus pecados; al resucitar por nosotros, configura la nueva
criatura en la fe y realiza la comunión con Dios y con los hermanos, incluidos
384
Cfr. KIKO ARGÜELLO, Le comunità neocatecumenali, p. 198. "A propósito del trípode (palabra, liturgia y comunión)
recordemos cómo el Concilio Vaticano II ha seguido de forma sistematizadora estas tres dimensiones... Esta trilogía indica las
acciones básicas a través de las cuales la Iglesia vive, se edifica y cumple su misión; y se apoya en la concepción de los Padres de la
Iglesia, según la cual Jesús es el Mesías, el Ungido, como Sacerdote, como Profeta y como Rey. La Iglesia vive de la Palabra de
Dios y de la celebración de los Sacramentos; y su forma de existencia es la comunión". Cfr. Mons. RICARDO BLÁZQUEZ, Las
Comunidades Neocatecumenales, p. 64.
385
Cfr. KIKO ARGÜELLO, Il Neocatecumenato, p. 93. En el RICA se dice que "en este período se hace la evangelización, o
sea se anuncia abiertamente y con decisión al Dios vivo y a Jesucristo, enviado por él a salvar a todos los hombres" (nº 9).
los enemigos386. Kiko Argüello, al dirigirse a la Asamblea Sinodal en 1983
-reunida para reflexionar sobre el tema de la Penitencia y la Reconciliación- les
decía a los Obispos con respecto a esta fase kerigmática lo siguiente: "Esta
primera fase la hacemos en las parroquias durante un período de dos meses,
llamando con fuerza a convertirse a este Siervo sufriente, como el camino de la
verdad, como felicidad ofrecida al hombre en el Nombre de Jesús, esto es: la
posibilidad de amar totalmente, de donarse totalmente..." 387. El Kerygma
apostólico se anuncia con gran fuerza -afirma Andrés Fuentes- desde la misma
realidad profunda del hombre: "Todo hombre ha realizado en sí mismo, tal vez
sin saberlo, la misma experiencia del Paraíso, la negación del amor de Dios, la
desobediencia interior, raíz de todas sus frustraciones. El miedo a la muerte de
todo su ser esclaviza al hombre y lo lanza en brazos de los ídolos. Ni conoce a
Dios, ni se conoce a sí mismo, ni se explica el sentido de su vida y mucho
menos el de su muerte. En Cristo muerto y resucitado se nos desvela todo el
sentido y la meta de nuestra existencia. Cristo asume nuestra muerte y la
transforma en vida. La conversión es creerse esta palabra que nos pone en
camino de la obediencia a Dios"388.

Después de este anuncio explícito del Kerygma y de la llamada a la


conversión que se hace a los oyentes, quienes aceptan esta predicación son
invitados a dar una respuesta en una Celebración Penitencial. Es preparada con
una Encuesta sobre la real incidencia de este sacramento en la vida de las
personas, y con una catequesis sobre la historia del Sacramento de la
Reconciliación y de la Penitencia, poniendo el acento en todos los elementos
que han enriquecido este Sacramento a la luz de la doctrina conciliar y sobre
todo del Sínodo que tuvo lugar en 1983 sobre el tema Reconciliación y
penitencia en la misión de la Iglesia 389. "En el marco de esta predicación
Kerigmática -afirma Kiko Argüello- y después de anunciar el perdón de los
pecados, como en las parroquias la mayoría son bautizados, se les invita a sellar
la conversión en el Sacramento de la Penitencia”390
386
Para conocer el contenido de las catequesis iniciales que se imparten durante dos meses en la parroquia, ver SCN, arts. 9
y 10.
387
Cfr. “Breve relación sobre el Camino Neocatecumenal en la Asamblea del Sínodo de los Obispos sobre Penitencia y
Reconciliación”, en El Camino Neocatecumenal en los discursos de Pablo VI y Juan Pablo II, Centro Neocatecumenal de Madrid
1992 (2ª Ed.), pp. 228-232. A. FUENTES desarrolla ampliamente el contenido de estas catequesis, ver: El Neocatecumenado..., pp.
60-70.
388
Cfr. La espiritualidad del Camino Neocatecumenal: Vida sobrenatural (Enero-Febrero 1995), p. 85. Ver también, C.
ELORRIAGA, Bautismo y espiritualidad neocatecumenal: Revista de Espiritualidad nº 184-185 (1987) pp. 369-388.
389
Cfr. Exhortación Apostólica post-sinodal de JUAN PABLO II, La reconciliación y la penitencia en la misión de la Iglesia
hoy, Ed, B.A.C., Madrid 1984. Y la reflexión ulterior de nuestros obispos: Instrucción pastoral sobre el Sacramento de la
Penitencia, Dejaos reconciliar con Dios, Ed, Edice, Madrid. 1989. "Es un hecho acreditado en las Comunidades Neocatecumenales
que en el interior del proceso de fe y de conversión hacia el Bautismo se recupera con vigor el sacramento de la conversión, de la
penitencia. Según el testimonio de los presbíteros, la comunidades han fortalecido decisivamente la celebración del sacramento en
sus parroquias, e incluso a veces la han rescatado del olvido...". Cfr. Mons. RICARDO BLÁZQUEZ, Las Comunidades
Neocatecumenales, pp. 38-39.
390
“A este punto de la catequesis, comenzamos a ver ya los primeros milagros de la predicación: gente alejada del
sacramento de la Penitencia durante años, vuelven a confesarse con alegría, recuperan una paz que hacía muchos años que
no conocían, y sobre todo, se comienza a recuperar en algunos países el sacramento de la Reconciliación que había casi
desaparecido”. Cfr. “Breve relación sobre el Camino Neocatecumenal en la Asamblea del Sínodo de los Obispos sobre
Es importante observar, en este sentido, que el RICA ya pone de
manifiesto que "de la evangelización, llevada a cabo con el auxilio de Dios,
brotan la fe y la conversión inicial, con las que cada uno se siente arrancar del
pecado e inclinado al misterio del amor divino" (nº 10). Esta celebración
culmina con un ágape fraternal en los salones parroquiales que ayuda a
expresar la alegría del perdón recibido, sirve para el mutuo conocimiento entre
los asistentes, y crea unos iniciales vínculos de comunión entre las personas
reconciliadas que han experimentado el perdón de Dios.

En las cinco catequesis siguientes se trata de presentar el Kerygma


preparado por Dios a través de la Historia de la Salvación -se anuncia a través
de la Escritura391(SCN, art. 9,2ª)-, y preparan a los oyentes a la primera entrega
que en el Neocatecumenado se hace: La entrega de la Biblia en el marco de una
Celebración de la Palabra, celebración a la que se invita al Obispo o un
delegado suyo392. Esta iniciación a la Escritura, se dice en el Estatuto, “es sellada
en una celebración de la Palabra, en que los participantes reciben la Biblia de
manos del Obispo, garante de su auténtica interpretación, como signo de que la
madre Iglesia de ahora en adelante a lo largo del camino les nutrirá
semanalmente en esta mesa, fuente viva de la catequesis”(art. 9, 2ª).

Esta celebración, al igual que la anterior del sacramento de la Penitencia,


viene precedida de una suficiente y esmerada preparación que incluye una
Encuesta en la que se pone de manifiesto, casi siempre, el gran desconocimiento
e ignorancia que la mayoría de los bautizados tienen de la Escritura, libro que
no suele ser habitual en las estanterías de los oyentes, o si se tiene a penas se
utiliza. De ahí que, tras hacer una catequesis sobre la importancia y el lugar que
la Palabra de Dios debe ocupar en la vida de los cristianos, la celebración de La
entrega de la Biblia por manos del Obispo sea vivida como un momento
realmente significativo y de un profundo contenido católico: de manos del
Obispo se recibe la Escritura para que ella sea desde este momento el alimento y

Penitencia y Reconciliación”, en El Camino Neocatecumenal..., p. 230. Ver también SCN, art 9,1ª.
391
"Abraham, paradigma de la fe, Palabra que llama a cada uno de nosotros a un camino: Abraham er es tú; el Éxodo,
paradigma de la liberación de la esclavitud del pecado y del camino de un pueblo en el desierto hasta el Reino de Dios: Jesús el
verdadero Israel que nos lleva al Padre". Cfr. KIKO ARGÜELLO, Il Neocatecumenato, pp. 93-94. La catequesis del Éxodo ha
recibido una clara influencia de ORÍGENES para quien las etapas del Catecumenado las veía perfectamente "profetizadas" en el
Éxodo hebreo:"Y no pienses que aquellas azañas son meros hechos pasados y que nada tienen que ver contigo, que los escuchas
ahora: en ti se realiza su místico significado. En efecto, tú, que acabas de abandonar las tinieblas de la idolatría y deseas ser
instruido en la ley divina, eres como si acabaras de salir de la esclavitud de Egipto...". Cfr. Homilía 4,1: PG 12, pp. 842-843. Ver
también: Homilías sobre el libro de los Números, 26,4 (SCr, 29, p. 501). Para una mayor ampliación y profundizar en el lugar que
ocupó la "tipología del Éxodo" en la iniciación cristiana de la Iglesia primitiva: JEAN DANIELOU, Tipología bíblica. Sus orígenes,
Ed, Paulinas, Buenos Aires 1966, pp. 201-284.
392
"Mostrando con este rito que la Escritura no se puede separar de la Iglesia". Cfr. KIKO ARGÜELLO, Il Neocatecumenato,
p. 94. La presentación, la lectura y la interpretación de la Escritura en el Neocatecumenado está desde el mismo momento que se
inicia el itinerario neocatecumenal católicamente bien presentada en continuidad con la doctrina conciliar que encontramos en Dei
Verbum, nnº 7-12. Para conocer el alcance y la importancia que la Palabra de Dios tiene en el Neocatecumenado, ver, F.
VOLTAGGIO, “La Parola di Dio nelle comunità neocatecumenali”, en G. ZEVINI, “Incontro con la Bibbia. Leggere, pregare,
annunziare”, Roma 1978, pp. 187-191; P. SORCI, Hermenéutica della Parola nel Cammino Neocatecumenale: Rivista Liturgica 84
(1997), pp. 867-880.
el sustento diario en el largo itinerario que estas personas se disponen a
iniciar393.

Esta etapa de anuncio del Kerygma se concluye con una convivencia de


tres días, en la que se ve cómo este Kerygma es predicado, proclamado y hecho
presente para nosotros a través de los sacramentos y fundamentalmente en la
Eucaristía (SCN, art. 9, 3ª). Se hacen catequesis sobre la renovación litúrgica
del Concilio, sobre la Pascua hebrea, sobre la Pascua de Cristo, sobre la historia
de la Eucaristía a través de los siglos... Se presenta al hombre nuevo que Dios
quiere hacer nacer a través del Neocatecumenado: el hombre del Sermón de la
Montaña, que no se resiste al mal y ama a los enemigos, que tiene la misión de
ser cada día cordero llevado al matadero y de morir por el mundo. Y ésta es una
Buena Noticia, porque la criatura nacerá y crecerá no como fruto de nuestros
esfuerzos, sino como obra del Espíritu Santo: la Virgen de Nazaret, imagen de la
Iglesia y del Neocatecumenado ("¿Cómo es posible?" "El Espíritu Santo
descenderá sobre ti y te cubrirá con su sombra..." "Hágase en mí según tu
palabra")394. En el Estatuto, se remarca que “el último día de la convivencia se
proclama el Sermón de la Montaña, diseño del hombre nuevo, y se presenta el
itinerario neocatecumenal como un camino de gestación, a imagen de la Santa
Virgen María” (art. 10&1).

En esta convivencia celebran por primera vez la Eucaristía todos juntos,


ponen en común las experiencias que han vivido a través de la catequesis y cada
uno expresa su opción de caminar o no con la comunidad. La convivencia
concluye con el nacimiento de la Comunidad Neocatecumenal 395. Así pues,
podemos afirmar que la predicación kerigmática tiende a la constitución de la
comunidad, para que en ella, como en un seno materno, sean los
393
Cfr. RICA, nº 18: "Los catecúmenos son alimentados por la Iglesia con la palabra de Dios y favorecidos por las ayudas
litúrgicas". Hace unos pocos años el Papa Juan Pablo II les decía a los Obispos italianos: "A pesar del gran impulso que el Concilio
Vaticano II ha dado a los estudios bíblicos y a la pastoral bíblica en las comunidades cristianas, todavía son demasiados los fieles
que siguen privados de un encuentro vital con las Sagradas Escrituras y no alimentan adecuadamente su fe con la riqueza de la
palabra de Dios que se halla en los textos revelados". Cfr. Discurso a la Conferencia Episcopal Italiana (22-5-97), A Jesucristo por
la Biblia: L´Osservatore romano, 30-5-97 (en español).
394
"Hemos visto cómo el cristiano tiene en María la propia imagen: ella ha acogido el anuncio, ha llevado en su seno a Jesús,
lo ha dado a luz en medio de la pobreza y el rechazo. Siendo la madre de Jesús, tiene un amor maternal, lleno de ternura hacia el
Hijo de Dios. Ese amor, esta nueva maternidad celeste y virginal, es dada en participación al cristiano, por obra del Espíritu Santo".
Cfr. KIKO ARGÜELLO, “La Virgen María y el Camino Neocatecumenal”, en CARLOS GARCÍA ANDRADE, Presencia de
María en los movimientos eclesiales contemporáneos: Ephemerides Mariologicae 36 (1986), p. 306.
395
“ Al final de la convivencia, con los que acogen la llamada a recorrer tal Catecumenado postbautismal se forma la
comunidad neocatecumenal”. Cfr. SCN, art. 10&2. Según afirma Mons. RICARDO BLÁZQUEZ "en esta convivencia se presenta
el camino neocatecumenal para que todos sepan de qué se trata, y se expone la misión de la Iglesia que es la misión del Siervo de
Dios. El sermón del monte será para el cristiano el espejo del hombre nuevo. Con los disponibles a caminar se constituye la
comunidad, eligiéndose el responsable y corresponsables. El párroco es el presbítero de la primera comunidad de su parroquia", Las
Comunidades Neocatecumenales, p. 70. En esta misma dirección : "Un Catecumenado no se pone en marcha por decreto, como
tampoco se puede hacer que un árbol crezca a base de órdenes. El Catecumenado, como el árbol, para dar fruto requiere una tierra
debidamente preparada. Y esta tierra no es otra que la comunidad cristiana. Sin una comunidad que lo respalde, el Catecumenado
tiene pocas posibilidades de sobrevivir...". Cfr. De la cristiandad a la comunidad, p. 35; y "por comunidad cristiana entendemos la
comunidad eclesial inmediata donde el creyente nace y se educa en la fe (CC, nº 255). Es importante recordar que toda comunidad
cristiana es la realización concreta del don de la comunión que el Espíritu concede a los cristianos" (CA, nº 125). Para una
explicación más detallada de los diferentes ámbitos comunitarios en que se puede realizar la catequesis de ad ultos ver el
apartado: "La catequesis se realiza a través de diversos ámbitos comunitarios" (CC, nnº 267-282).
neocatecúmenos gestados en la fe396. Como muy bien ha fundamentado Mons.
Iniesta, para los neocatecúmenos, a partir de este momento "la pequeña
comunidad cristiana será el espacio privilegiado, normal y habitual para el
creciente desarrollo y maduración de la vida cristiana"397.

El Neocatecumenado es presentado como un periodo de gestación en el


seno de la Iglesia: Nicodemo pregunta a Jesús: ¿Cómo puede nacer un hombre
siendo ya viejo? ¿Puede acaso entrar en el seno de su madre otra vez y nacer?
(Jn. 3,4). Esta frase ilustra -afirma Kiko Argüello- el espíritu de las
Comunidades Neocatecumenales: volver al seno de la Iglesia, volver a nuestra
Madre, a la Virgen, para que ésta engendre y haga crecer en nosotros la semilla
del Bautismo que llevamos dentro. Este tiempo de gestación y de crecimiento lo
llamamos Neocatecumenado"398Las dos engendran virginalmente al mismo
Cristo: María llevó en su seno a la Vida y la engendró física y virginalmente,
mientras que la Iglesia la crea en las aguas bautismales y en el anuncio de la fe
y la engendra misteriosamente por obra del Espíritu Santo".. Los Obispos
españoles con otras palabras, insisten en esta misma idea al afirmar que "en
todo proceso catequizador de un adulto se desarrolla esta acción maternal de la
Iglesia, que alimenta con su propia fe a sus hijos nacidos por el Bautismo. Es
inherente, en consecuencia, que la vinculación cordial del cristiano con la madre
Iglesia quede bien consolidada. La salud espiritual del adulto depende de ese
vinculo" (CA, nº 110)399"La Virgen en su vida fue ejemplo de aquel afecto
maternal con el que es necesario estén animados todos los que, en la misión
apostólica de la Iglesia, cooperan a regenerar a los hombres" (LG, nº 65).. De
ahí que la Comunidad Neocatecumenal inmediata, en cuyo ámbito se va a
396
Los SS. Padres asimilan, frecuentemente, la formación catecumenal a una gestación de la Iglesia, que da a luz a sus hijos en
la pila bautismal. Por ejemplo, S. GREGORIO GRANDE dice: "Después de haber sido fecundada, concibiendo a sus hijos por el
ministerio de la predicación, la Iglesia les hace crecer en su seno con sus enseñanzas" (ML 76, p. 108). SAN AGUSTÍN, por su
parte, afirma dirigiéndose a los catecúmenos:"Aunque todavía no hayáis nacido, habéis sido ya concebidos y vais a ser alumbrados
en la fuente bautismal como en el seno de la Iglesia" (Sermones ad competentes, 56,IV,5). Para profundizar en la "catequesis de
adultos, transmisión maternal de la fe de la Iglesia", ver Catequesis de Adultos, nº 110.
397
Los arts. 7;13 y 15,1&1 del Estatuto desentrañan la realización del Neocatecumenado en pequeña comunidad. A
Mons. Iniesta "le parece legítimo suponer que no solamente la Iglesia es una comunidad, sino que en su interior debe estar
normalmente organizada como comunidad de pequeñas comunidades, donde el cristiano individual puede encontrar una expresión
concreta, cercana, cálida y adaptada a su tamaño de la gran Iglesia, y, de ese modo, no sentirse en ella como una masa anónima sino
como una familia de hermanos". Ver la excelente "ponencia" que pronunció en el III Encuentro Catecumenal Diocesano celebrado
en Madrid en 1979, que lleva por título: "La pequeña comunidad, hoy, como ámbito para la experiencia de fe", recopilada junto a
otros artículos en su libro Teopraxis: 2. Comunidades. Tareas urgentes. Ensayos de Teología Pastoral, Ed, Sal Terrae, Santander
1981, pp. 9 y 11.
398
Cfr. Le Comunita´Neocatecumenali, p. 200. Según KIKO ARGÜELLO: "El cristiano es gestado por la Iglesia en un útero
celeste, en un seno divino, el Bautismo. Entendiendo por el Bautismo aquí la globalidad de la gestación cristiana: anuncio
-precatecumenado-catecumenado- elección y neofitado... fiel, cristiano". Cfr. “La Virgen María y el Camino Neocatecumenal”, en
art. cit., p. 302. "María es la figura (prototipo) de la Iglesia, ya que Cristo nace de ella, por obra del Espíritu Santo, para poder seguir
naciendo y creciendo en la Iglesia. Las dos son templos vivos, sagrarios e instrumentos de manifestación del Espíritu Santo. Cfr.
NUEVO DICCIONARIO MARIOLOGÍA, Ed, Paulinas, Madrid, 1988, p. 457.Ver también estos dos estudios:
K. DELAHAYE, "Ecclesia Mater" chez les Pères de l´Eglise, Cerf, París, 1964; y M. DUJARIER, Le
catéchuménat et la maternité de l´Eglise: LMD 71 (1978), pp. 78-93.
399
METODIO DE OLIMPIA, por ejemplo, apunta a esta acción maternal de los catequistas, cuando educan en la fe a los
cristianos inmaduros:"Respecto a los que son todavía imperfectos (en la vida cristiana), son los más maduros los que les forman y
les dan a luz en una acción maternal" (Symposium,III,8).
realizar todo la iniciación cristiana, así como los catequistas concretos que la
van a guiar a lo largo de todo el itinerario neocatecumenal, participan de manera
eminente de esa maternidad de la Iglesia400.

El Neocatecumenado se va a vivir en comunidad y esta primera etapa


tiende a su constitución. Evidentemente, en estos primeros comienzos, la
comunidad tiene más rasgos de grupo neocatecumenal 401 que de comunidad
cristiana ya constituida. Poco a poco a lo largo del itinerario neocatecumenal la
comunidad cristiana irá apareciendo como un don más que como una conquista
humana, la comunidad cristiana será el origen y la meta del
Neocatecumenado402. Empalma este objetivo con el señalado por nuestros
Obispos, para quienes "la finalidad de la catequesis es la educación de la fe del
creyente con vistas a iniciarle en la comunidad cristiana que construye el Reino
de Dios en el mundo. Por ello, junto a la profesión de fe, a la celebración de los
misterios y a la vivencia de los valores evangélicos, la comunidad es meta de la
catequesis y en ella desemboca. Toda la catequesis es para la comunidad y ha de
estar al servicio de su construcción" (CC, nº 287).

Terminada la convivencia, se inicia el Precatecumenado postbautismal


(SCN, art. 19&1). Los catequistas que han anunciado el Kerygma, después de
instruir a la comunidad de cómo han de caminar, retornan a su comunidad de
origen, y sólo después de cierto tiempo volverán para visitar a la comunidad que
se acaba de formar. En este primer momento, -afirma G. Zevini- "el testimonio
de los catequistas abarca dos puntos: ellos son espectadores del milagro
constante de que la gente, por la necedad de la predicación, cambie su vida en
serio, y el autor de la evangelización es Cristo mismo, que llama, convierte y

400
En este sentido es inherente a la misma pedagogía neocatecumenal la obediencia de los neocatecúmenos a los catequistas.
Ya hemos visto cómo en los Hechos de los Apóstoles los que acogían el Kerygma se ponían en obediencia: ¿Qué hemos de hacer
hermanos? (Hch 2,37). En el Catecumenado primitivo sucedía lo mismo. El catequista, como delegado del Obispo, daba una serie
de instrucciones a los catecúmenos. Durante un tiempo debían escuchar asiduamente la palabra de Dios, orar, ayunar, cambiar
costumbres... Pasado un tiempo, antes de recibir el Bautismo, el Obispo tenía que ver si los candidatos eran dignos. Y les preguntaba
al padrino sobre su idoneidad. Es como si le dijera: ¿Han obedecido a aquello que les mandamos?. El espíritu de obediencia
que los neocatecúmenos tienen con sus catequistas es uno de los "signos" más llamativos del Neocatecumenado. La obediencia es
un elemento fundamental del proceso bautismal y de toda la vida cristiana que en el Neocatecumenado se descubre y se vive con
radicalidad. Ver las hermosas páginas de HENRI DE LUBAC acerca de la obediencia: "El hombre de Iglesia no es sólo obediente,
sino que ama la obediencia...Ella somete nuestros pensamientos y deseos, no a los caprichos de los hombres, sino a la obediencia de
Cristo... Nunca se traiciona a ninguna causa, nunca se es infiel a otro, a sí mismo, o a Dios, cuando se obedece con sencillez". Cfr.
Meditación sobre la Iglesia, Ed, Encuentro, Madrid 1984, pp. 204-209. WALTER KASPER muestra como la "Kenosis", la
obediencia de Jesús y del cristiano es una prueba de la libertad interior, en in Fede e Storia, Brescia, 1985, p. 187.
401
La catequesis en grupo, es una exigencia de la catequesis, y así lo afirman nuestros Obispos: "Una catequesis en la
comunidad y en clave de proceso catecumenal parece reclamar, como medio más adecuado para cumplir su cometido, el que se
realice en grupo. El grupo catequético y la catequesis en grupo, como expresión e iniciación en la comunidad, es una exigencia de la
catequesis" (CC, nº 233). También dan las razones de esta opción (CC, nº 284), y señalan los riesgos (CC, nº 285). Hoy en la
pastoral catequética se subraya con fuerza la relación estrecha existente entre catequesis y comunidad: "Se puede hablar en este
sentido de una clara opción comunitaria en la conciencia catequética actual, según la cual la comunidad cristiana es para la
catequesis condición, lugar, sujeto, objeto y meta" afirma EMILIO ALBERICH en La Catequesis en la Iglesia, Ed, CCS, Madrid
1991, p. 193. Ver también S. MOVILLA, Educación de la fe y comunidad cristiana: Sinite 23 (1987) pp. 317-331.
402
“Dentro de la parroquia, el Neocatecumenado es vivido en pequeña comunidad -denominada Comunidad
Neocatecumenal- , dado que la forma completa o común de la iniciación cristiana de los adultos es la comunitaria”. Cfr.
SCN, art. 7,1 (ver también las arts. 10; 15&1; 20,3ª).
ama a los pecadores, los cuales viven hoy lacerados por mil sufrimientos
familiares, sociales, económicos, afectivos y psicológicos"403.
A partir de este momento el Neocatecumenado se vive dentro de la actual
estructura parroquial en comunión con el Obispo, en régimen de pequeñas
comunidades formadas por personas de edad, condición social, mentalidad y
cultura diversas404. No se trata de un grupo espontáneo, ni de una asociación
católica, ni de un movimiento de espiritualidad, ni de un grupo elitista dentro de
la parroquia. Se trata de personas que quieren redescubrir y vivir plenamente la
vida cristiana y las consecuencias de su Bautismo a través de un
Neocatecumenado, dividido en diversas etapas, semejantes a las de la Iglesia
primitiva y adaptado a su condición de bautizados405. El Neocatecumenado
queda insertado -afirma A. Fuentes- "en la parroquia, en la misma intimidad de
la parroquia, no como algo extrínseco o periférico... La Comunidad
Neocatecumenal es la misma parroquia que como madre va gestando en la fe a
sus hijos de dentro y a todos los que, viniendo de fuera, se sienten interpelados
por su espíritu"406.

En los iniciadores del CN hay una conciencia muy viva, por lo que se
refiere a esta primera fase que se denomina kerigmática, de estar actualizando
en el hoy de nuestra Iglesia el modelo pastoral de la Iglesia primitiva, de las
primeras comunidades cristianas, tal y como aparece -sobre todo- en los Hechos
de los Apóstoles407: "Los primeros apóstoles, en pequeños equipos de
evangelización, -sostiene Kiko Argüello- recorrían las sinagogas anunciando la
Buena Noticia: Dios ha resucitado a su siervo Jesús, aquél del cual nosotros
hemos renegado, pidiendo gracia de un asesino; aquél que murió sin oponer
resistencia, sin resistirse al mal, amando a sus enemigos, excusándoles
(perdónales porque no saben lo que hacen); aquél que ofreció al mal que le
afligían -la tortura y la cruz- como prueba de que su amor era más grande que la
muerte y que no cesaba de amarles, aunque le quitasen la vida: Dios lo ha
resucitado de la muerte y hoy El está vivo, para perdonar éste y cualquier otro

403
Cfr. La iniciación cristiana de adultos en las Comunidades Neocatecumenales, p. 8.
404
"Los rasgos esenciales con que pueden describirse estas comunidades son los siguientes: son comunidades heterogéneas por
procedencia social de sus miembros, por sexo y por edad. Pero las relaciones interpersonales de solidaridad y fraternidad suelen ser
muy fuertes". Cfr. DIONISIO BOROBIO, “La recepción del Concilio por diversos movimientos cristianos postconciliares en
España”, en A. GONZÁLEZ MONTES, Iglesia, Teología y Sociedad veinte años después del segundo Concilio Vaticano II ,
Publicaciones Universidad Pontificia de Salamanca, 1988, p. 41.
405
Cfr. KIKO ARGÜELLO, Il Neocatecumenato, p. 90. Para Mons. RICARDO BLÁZQUEZ "la Comunidad Neocatecumenal
es una realización local de la iglesia infra e intraparroquial. La eclesialidad constitutiva de la condición cristiana pasa por la
comunidad, que crece en el ámbito parroquial que está a su vez en comunión con el obispo de la diócesis. En este punto es
claramente perceptible la perspectiva conciliar. Sin el Vaticano II no habría sido pensable el Camino Neocatecumenal como
comunidad de comunidades". Cfr. Las Comunidades Neocatecumenales, p. 43.
406
Cfr. El Neocatecumenado, pp. 50-51. En el Estatuto se subraya con claridad la ´parroquialidad` del Neocatecumenado, ver
arts. 6; 8&4;9&1; 10&3; 16&2. Ver, JESÚS HIGUERAS, La Parroquia y el Camino Neocatecumenal. Una experiencia, Ed,
Edibesa, Madrid 1992. De mismo autor, Hacia la parroquia del Tercer Milenio, Ed, Edibesa, Madrid 2000.
407
Cfr. RAMÓN TREVIJANO, Orígenes del Cristianismo. El trasfondo judío del cristianismo primitivo. Publicaciones
Universidad Pontificia de Salamanca 1995; RAYMOND E.BROWN, Las Iglesias que los apóstoles nos dejaron, Ed, DDB, Bilbao
1986. Ver el excelente trabajo de G. LOHFINK, La Iglesia que Jesús quería. Dimensión comunitaria de la fe cristiana, Ed, DDB,
Bilbao 1998 (3ª edición).
delito"408. El anuncio del acontecimiento de Jesucristo es en las primeras
comunidades cristianas el anuncio de la salvación y el perdón de los pecados en
su resurrección tras el paso por la muerte. El anuncio de la resurrección de
Cristo como victoria sobre la muerte implica que el pecado del hombre ha sido
destruido y por la obra del Espíritu Santo ha aparecido una posibilidad de vida
nueva (el hombre nuevo: cf. toda la espiritualidad bautismal que refleja Rom
6,3-11). Esta es palabra que ha de anunciarla Iglesia: “En el Kerygma, que, con
este u otro término, predicó la Iglesia desde su comienzo -en la práctica,
Kerygma significa tanto el hecho del anuncio, sentido primario de la expresión
como su contenido-, reside la fuerza y el sentido de la misión de la Iglesia.
Cuando las Comunidades Neocatecumenales señalan la importancia del Id por
todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación (cf. Mc 16,15),
tienen conciencia de estar realizando, de acuerdo con el mandato de Jesús, lo
que siempre fue razón de ser de la Iglesia)"409.

Desde Pentecostés, la fe es el elemento central de la conversión: una fe


propiamente cristiana, es decir, que no sea solamente creencia en el Dios
creador (como los paganos), ni tampoco en el Dios del Antiguo Testamento
(como los judíos), sino en el Dios de Jesucristo. La narración de los bautismos
de Pentecostés deja incluso entrever dos momentos en el acceso a la fe, dos
períodos marcados por dos umbrales. Está ante todo el anuncio kerigmático (cf.
Act. 2, 14-36). Este primer período, que proclama el misterio de Cristo
resucitado, aboca a un primer umbral: "Al oír esto, dijeron con el corazón
compungido a Pedro y a los demás apóstoles: ¿Qué hemos de hacer,
hermanos?" (cf. Act. 2,37). Esta pregunta, casi ritual -sostiene M. Dujarier- 410,
reaparece habitualmente en un contexto kerigmático: manifiesta la primera
conversión que permite dar un paso hacia el Bautismo. Se trata, en efecto, de
una fe real y profunda, pues está dispuesta a pasar a los hechos. Pero no está
todavía afianzada. Debe ser consolidada por una enseñanza más profunda,
expresada en la frase "con otras muchas palabras". Después del primer umbral
tiene, por tanto, lugar un cierto período de catequesis (cf. Act 2,38-40). Este
tiempo de instrucción y de formación termina en un segundo umbral en el que
se trata de constatar si los candidatos han hecho pasar el mensaje a sus vidas, si

408
Cfr. Il Neocatecumenato, pp. 84-85. En 1983, cuando Kiko Argüello se dirige a los Obispos en la Asamblea Sinodal sobre la
Penitencia y Reconciliación, vuelve a fundamentar la praxis del CN en el modelo pastoral de las primeras comunidades cristianas tal
y como aparece en los Hechos de los Apóstoles: "Esta predicación hecha con fuerza ponía al que escuchaba frente a un
acontecimiento: Jesús es el Señor, sólo en El tenemos salvación, El ha sido resucitado de la muerte, ha vencido la muerte, para que
podamos tener acceso a una vida nueva, a la Vida eterna. Los que sentían tocado el corazón por la acción del Espíritu Santo que
acompañaba a los apóstoles en su misión, y preguntaban: ¿Qué tenemos que hacer? San Pedro respondía Convertíos y que cada uno
de vosotros se haga bautizar en el Nombre de Jesús para el perdón de todos sus pecados, y recibiréis el don del Espíritu Santo
prometido (Act. 2, 38)". Cfr. “Breve relación sobre el Camino Neocatecumenal en la Asamblea del Sínodo de los Obispos sobre
Penitencia y Reconciliación", en El Camino Neocatecumenal en los discursos de Pablo VI y Juan Pablo II, p. 228.
409
Cfr. CARLOS ELORRIAGA, Bautismo y espiritualidad neocatecumenal, p. 373.
410
Cfr. "Las grandes opciones de la epoca neotestamentaria", en Breve Historia del Catecumenado, pp. 19-29. Después del
anuncio del Kerygma hay un tiempo de catequesis. Es el Catecumenado propiamente dicho (Hch 2,38-40). J. DUPONT dice que los
versículos 38-40 describen de una manera completa las etapas del proceso de conversión. Cfr. Studi sugli atti degli Apostoli, Roma.
1975, pp. 246-247.
han "acogido la palabra" (cf. Act 2,41), es decir, si han obedecido prácticamente
al Cristo, si han cambiado suficientemente su comportamiento como para ser
admitidos al Bautismo. Por tanto, -afirma M. Dujarier- "el acceso al Bautismo
parece implicar ya dos etapas distintas y dos umbrales. Aún cuando, al nacer la
Iglesia, estas etapas están todavía muy juntas, el redactor de la narración las ha
mencionado claramente: una primera evangelización que aboca a un acto de fe,
global pero real, puesto que implica la existencia; después una catequesis más
detallada que debe traducirse en acto en lo concreto de la vida"411.

En todo caso, parece exegéticamente bien contrastada la afirmación de


que hacerse bautizar en la Iglesia primitiva no era una cosa mágica ni inmediata.
"Los Apóstoles han construido la Iglesia, -sostiene Kiko Argüello-, a través de
un camino de gestación a la fe que tenía tres momentos fundamentales: 1º)
Anuncio del Kerygma por los apóstoles itinerantes: anuncio del Siervo de Yavé
como Hijo del Hombre, que viene para juzgar a los vivos y a los muertos;
anuncio y proclamación de la cruz de Cristo como única verdad, la no
resistencia al mal, el amor al enemigo. Por tanto: llamada a convertirse a este
siervo, llamada a cambiar radicalmente. ¿Qué hemos de hacer?... Haceos
bautizar; 2º) De esta forma los llamados que habían acogido esta noticia, se
hacían bautizar, entrando en un camino de conversión o Catecumenado, en el
que, mediante catequesis y ritos, eran conducidos al Bautismo; 3º) Superadas las
etapas catecumenales y demostrado que habían sido elegidos por Dios, por
haber recibido el Espíritu Santo, que les hacía fieles al Señor en su propia
historia, recibían el Bautismo y constituían el Cuerpo visible de Cristo
resucitado, que ha recibido del Padre la misión de anunciar al mundo la verdad
en cada generación, y formaban la comunidad cristiana"412.

En este modelo de pastoral se han inspirado los iniciadores de las


Comunidades Neocatecumenales para proponer el Neocatecumenado como una
forma concreta de reconstruir hoy la Iglesia413. "Estamos anunciando, -dice
Kiko Argüello- el Kerygma por las parroquias de todo el mundo, por pequeños
equipos itinerantes (siempre con un presbítero al centro) que, partiendo de su
Iglesia local y sin tener dónde reclinar la cabeza (los itinerantes venden todos

411
Cfr. Breve historia del catecumenado, p. 28.
412
Cfr. Il Neocatecumenato, pp. 87-88.
413
El trabajo que venían desarrollando las CNC va a encontrar su confirmación y respaldo en unas palabras pronunciadas por
el Papa Pablo VI en la Audiencia General del 7 de julio de 1976: "Todo el trabajo realizado en los siglos que nos precedieron, no nos
exime de la colaboración con el divino constructor, por el contrario nos llama, no sólo a u fiel cometido de conservación, y no de
pasivo tradicionalismo, ni de rechazo hostil de la perenne renovación de la vida humana; sino que nos llama a comenzar de nuevo,
recordando, sí, siendo custodios celosos de lo que la historia auténtica de la Iglesia ha acumulado para ésta y para futuras
generaciones, pero conscientes de que el edificio, hasta el último día del tiempo, reclama trabajo nuevo, reclama construcción
fatigosa, fresca, genial, como si la Iglesia, el divino edificio, tuviera hoy que comenzar su aventuroso desafío a las alturas del cielo".
Cfr. PABLO VI, La fede è la base per costruire la Chiesa: L´Osservatore romano (15-7-1976). Para el Párroco JESÚS HIGUERAS
FERNÁNDEZ "las Comunidades Neocatecumenales arrancan de la base de que, si en los primeros tiempos el Catecumenado tenía
como misión hacer la Iglesia, hoy tiene como misión reconstruir la Iglesia y, para ello, hay que comenzar por redescubrir, renovar y
revitalizar el Bautismo". Cfr. La Parroquia y el Camino Neocatecumenal, p. 54.
sus bienes y dejan todo), dan su vida en este servicio, en este nuevo culto que es
volver los corazones desviados al Dios vivo (cf. Rom. 1,9)"414.

Esta Etapa kerigmática que abre al interior de la Parroquia la posibilidad


de iniciar el Neocatecumenado con las personas que lo deseen es
significativamente importante. Aunque el RICA comienza con la admisión o
entrada en el Catecumenado, sin embargo sostiene que "el tiempo precedente o
Precatecumenado tiene gran importancia ni se debe de omitir ordinariamente.
En este período se hace la evangelización, es decir se anuncia abiertamente y
con decisión al Dios vivo y a Jesucristo, enviado por él para salvar a todos los
hombres..." (nº 9)415. Recientemente. El profesor D. Borobio ha vuelto a
reclamar la decisiva y determinante relación entre Kerygma y Catecumenado,
para él "esta relación es uno de los aspectos centrales para comprender el
Catecumenado"416. Tras analizar la situación social y eclesial del momento
actual considera necesaria y urgente una "evangelización kerigmática" 417 que
tenga como objetivos prioritarios la conversión primera y la fe.

Dentro del campo de la pastoral catecumenal esta etapa es considerada


por M. Dujarier como la más complicada: "Estamos aquí ante el período
ciertamente más difícil de realizar, pero también el más importante, puesto que
condiciona toda la iniciación"418; e impica necesariamente una comunidad de
testigos que garantice la puesta en marcha y la continuidad de todo el proceso
catecumenal. Sin una comunidad que lo respalde el Catecumenado no tiene
razón de ser. Se trata de un proceso de formación de cristianos en comunidad
eclesial: “ La comunidad ya formada o en proceso de formación es la que
convoca al Catecumenado...El Catecumenado no es cuestión de una asociación
particular, sino propósito comunitario para formar cristianos sin más añadidos.
Se convoca inequívocamente para ayudar a madurar o crecer en la fe a personas
que lo necesitan y lo desean"419.
414
Cfr. “Breve relación sobre el CN en la Asamblea del Sínodo de los Obispos sobre Penitencia y Reconciliación", p. 230.
415
En la praxis iniciatoria del Neocatecumneado por lo que se refiere a esta etapa hay una clara sintonía con el espíritu del
Ritual: "El primer tiempo, o etapa, por parte del candidato exige investigación, y por parte de la Iglesia se dedica a la evangelización
y Precatecumenado y acaba con el ingreso en el grado de los catecúmenos" (nº 7). Pero previo a este ingreso en el Catecumenado,
en el RICA se acentúa el carácter evangelizador del tiempo precedente al que denomina Precatecumenado: "De la evangelización,
llevada a cabo con el auxilio de Dios, brotan la fe y la conversión inicial, con las que cada uno se siente arrancar del pecado e
inclinado al misterio del amor divino. A esta evangelización se dedica íntegramente el tiempo del Precatecumenado , para que
madure la verdadera voluntad de seguir a Cristo y de pedir el Bautismo" (nº 10).
416
Cfr. Catecumenado para la evangelización, p. 46.
417
Ver las páginas 49-57 dedicadas a fundamentar la "Necesaria evangelización kerigmática" y las pp. 57-65 en las que analiza
"La evangelización kerigmática exigencia del Catecumenado". Para un acceso a lo que significa la evangelización y la catequesis
kerigmática que tuvo su punto culminante en el periodo 1950-1970, ver el estudio de E. ALBERICH, art.´ Precatequesis`, en
Diccionario de catequética, Madrid, Ed, CCS, 1987. Para conocer como se plantea hoy esta etapa fundamental dentro de la misión
evangelizadora de la Iglesia, ver J. GEVAERT, El fatigoso descubrimiento del problema de la primera evangelización, en Primera
evangelización, Ed, CCS, Madrid 1992, pp. 20-68.
418
Cfr. Iniciación Cristiana de Adultos, p. 30. "La entrada en el Catecumenado no se hace en el acto. Es necesario ante todo un
cierto tiempo de formación y de prueba, podríamos decir de postulantado. El postulante no será agregado al número de los
catecúmenos sino después de haber acogido el kerigma". IDEM., Breve historia del catecumenado, pp. 67-68.
419
Cfr. C. FLORISTÁN, Para comprender el Catecumenado, pp. 164-165. El Neocatecumenado abierto en una parroquia que
se vive en régimen de pequeñas comunidades es "la parroquia misma en proceso de conversión, de revitalización. La parroquia que
Posiblemente nos encontramos aquí con una de las garantías más sólidas
del CN. Los catequistas que abren el Neocatecumenado en una parroquia, son
testigos de lo que anuncian, porque lo han experimentado y lo están viviendo en
su historia y en sus comunidades; y al mismo tiempo, se convierten en testigos
referenciales420 para los que inician el itinerario neocatecumenal (SCN, arts.
8&5; 28,3ª). El hecho de que el itinerario explicitador del Neocatecumenado ya
esté experimentado y vivido en todas sus etapas es una garantía de que el
camino iniciado irá conduciendo lentamente a los neocatecúmenos a la madurez
de la fe. "Durante este tiempo catequético -dice Kiko Argüello- recorremos las
diferentes etapas de nuestro Bautismo, poniendo delante de nosotros las
realidades que tenemos ya dentro, para que, mediante la adhesión libre a la
gracia del Bautismo, ésta pueda crecer y desarrollarse"421.

Junto a la originalidad en el modo de iniciar y abrir el Neocatecumenado


al interior de una parroquia en esta etapa kerigmática, hay que destacar el
primer rito catecumenal que en ella se hace, también dentro de una liturgia,
como es la celebración de la Palabra: nos referimos a la entrega de la Escritura
(SCN, art. 9,2ª). Ya he hecho referencia anteriormente al contexto en el cual hay
que situar dicha entrega y también al impacto que suele ocasionar. En el RICA,
para el Rito de entrada en el Catecumenado, se prevé ya esta entrega que en el
Neocatecumenado se anticipa a este momento: "A continuación (después de la
celebración de la Palabra), si parece oportuno, se pueden distribuir, con
dignidad y reverencia, los libros de los Evangelios a los catecúmenos, usando
para el caso alguna fórmula apropiada, v. gr.: -Recibid el Evangelio de
Jesucristo, Hijo de Dios" (n. 93). Para algunos atures como A. Nocent "la
entrega del Evangelio da un acento más significativo a la signatio"422. En
cambio, para D. Borobio, "la entrega de los Evangelios tiene por finalidad
primordial el significar a quién deben convertirse y sobre qué debe tratar el
Catecumenado. Los Evangelios deben ser para los catecúmenos el libro de
oración, de meditación, de encuentro con Cristo, de iluminación, de orientación
fundamental de la vida"423. La importancia que adquiere este rito dentro del
Neocatecumenado aparece más subrayada que en el RICA (donde se deja a libre
elección si parece oportuno)424.

se renueva por sí misma y siendo ella misma, sin etiquetas. Las CNC no son una asociación piadosa, un movimiento apostólico, una
élite de espiritualidad o una iglesia paralela de la parroquia. Se trata de grupos de personas que quieren vivir plenamente los frutos
del Bautismo y del cristianismo, a través de un catecumenado dividido en varias etapas e integrado plenamente en la parroquia". Cfr.
JESÚS HIGUERAS, o. cit., p. 71.
420
"El padrinazgo no sólo es tarea personal, sino función comunitaria cristiana con una gran preocupación apadrinante. A la
comunidad cristiana corresponde la educación de los catecúmenos a través del ejercicio de su maternidad espiritual en su triple
función de despertar, acoger y sostener la fe de los candidatos". Cfr. C. FLORISTÁN, o. cit., p. 171.
421
Cfr. “Breve relación sobre el Camino Neocatecumenal en la Asamblea del Sínodo de los Obispos sobre Penitencia y
Reconciliación", p. 231.
422
Cfr. L´Ordo initiationis christianae adultorum: lignes teologico-liturgiques du catéchuménat, pp. 165-166.
423
Cfr. Proyecto de iniciación cristiana, p. 261.
La presencia del Obispo supone el primer encuentro cercano, para
muchos el primero de su vida, entre los oyentes a las catequesis con el garante
principal de la fe de la Iglesia local donde se está haciendo el anuncio del
Kerygma. El recibir la Biblia (que en muchos casos se compra en este momento
porque no se tenía) de manos del Obispo, será una invitación a poner la
Escritura en el centro de la vida, pues ella va a ser a partir de este momento la
fuente de vida espiritual y alimento a lo largo de todo el Neocatecumenado. El
gesto de la Entrega de las Sagradas Escrituras "tendrá todo su sentido -afirma
M. Dujarier- si va acompañado de una palabra del celebrante invitando a leer
con frecuencia la Buena Nueva y de una respuesta personal de cada
convertido"425. El descubrimiento de la celebración de la Palabra de Dios es uno
de los tesoros de la Iglesia que el Neocatecumenado ha recuperado con
creatividad, y ya desde el mismo comienzo del itinerario neocatecumenal (SCN,
art. 11)426.

La presentación que se hace ya en esta fase kerigmática de la relación


entre Escritura y Palabra de Dios con la experiencia de la celebración de la
Liturgia de la Palabra -para muchos la primera vez- en la que tiene lugar la
entrega de la Escritura de manos del Obispo, les hace percibir (y sobre todo
conforme avancen en el camino) que, como muy bien ha puesto de manifiesto
Mons. Robert Coffy, "no basta con leer la Biblia, incluso con los mejores
comentarios, es necesario escuchar la Palabra de Dios que la Biblia nos
transmite y responder a ella. En la liturgia de la Palabra, la Biblia no se presenta
tan sólo como libro escrito antiguamente para el pueblo de Israel y que nosotros
recordamos. Es la Palabra de Dios dirigida hoy a su pueblo. Es aquí y ahora, en
la celebración en la que participamos, cuando Dios se dirige a nosotros... En la
liturgia de la Palabra no leemos un texto, escuchamos a alguien que nos habla.
No atendemos a la lectura pública de un texto venerable por su antigüedad,
escuchamos a Dios que nos habla"427. En el mismo RICA se apunta la relevancia
424
Aunque en el nº 302 del RICA, hablando de la pedagogía catecumenal con adultos bautizados se dice "Para significar la
acción de Dios en esta obra de preparación sería muy oportuno emplear algunos de los ritos propios del catecumenado, que
respondan a la condición especial de estos adultos y a su provecho espiritual", y se señala en concreto la entrega de los Evangelios.
425
Cfr. Iniciación Cristiana de Adultos, pp. 65-66.
426
En estos términos expresaban los hermanos de la primera Comunidad Neocatecumenal nacida en la Parroquia de San Felipe
Neri en Munich (Alemania) al término de esta etapa kerigmática: "Ahora escuchamos la Palabra de Dios, juntamente con el
presbítero, en la parroquia, en una liturgia de la Palabra el martes por la tarde... Con este camino ha empezado para nosotros un
verdadero Catecumenado, una escucha y respuesta de la Palabra de Dios, en contacto con la vida...Nuestra relación con la Iglesia se
ha empezado a transformar de la siguiente manera: se ha disminuido el afán de eficacia de la Iglesia constitucional; hay más
hermanos prontos a asumir tareas en la parroquia, como servicio a la Iglesia; estamos contentos y agradecidos de haber encontrado
un camino en el seno de la Iglesia local (la parroquia) y finalmente por haber recibido la esperada y deseada formación intensiva en
la fe". Cfr. KIKO ARGÜELLO/CARMEN HERNÁNDEZ, Convivencia de los párrocos de las Comunidades Neocatecumenales
con vistas al Sínodo sobre "La Catequesis en nuestro tiempo", Roma, 10-13 enero 1977 (por manuscrito): "Algunas experiencias
tipo por cada fase del Camino (pp. 27-63). Citaremos en adelante este documento así: Convivencia de párrocos.
427
Cfr. La celebración, lugar de la educación de la fe: Phase 118 (1980) p. 273. La presentación que Mons. Coffy hace en este
artículo acerca de la liturgia cristiana como el lugar en el que el libro se convierte en palabra y donde la celebración se transforma en
el mejor ámbito para la educación de la fe expresa de modo admirable el "espíritu" y la "atmósfera" celebrativa que las liturgias de
la Palabra tienen en el Neocatecumenado, y que encuentra en la Constitución Sacrosanctum Concilium su fundamentación doctrinal:
1. La constitución conciliar sobre liturgia habla expresamente, en el capítulo sobre la Eucaristía, de "la liturgia de la palabra" y
subraya que ésta constituye con la liturgia eucarística un "solo acto de culto" (nº 56); 2. "Él (Cristo) está presente en la palabra,
pues es él quien habla cuando se leen en la Iglesia las Sagradas Escrituras" (nº. 7); 3. "En la liturgia, Dios habla a su pueblo; Cristo
que las celebraciones de la Palabra deben tener en todo el proceso catecumenal
"por una catequesis apropiada, dirigida por sacerdotes, diáconos o catequistas y
otros seglares, dispuesta por grados, pero presentada íntegramente, acomodada
al año litúrgico y basada en las celebraciones de la palabra, se va conduciendo
a los catecúmenos no sólo al conocimiento de los dogmas y de los preceptos,
sino también al íntimo conocimiento del misterio de la salvación, cuya
aplicación desean" (nº 19)428.

Articulando todo el itinerario sobre este pilar nuclear de la Celebración de


la Palabra conecta así el Neocatecumenado con la praxis catecumenal de los
primeros siglos en los que la liturgia de la Palabra en el seno de la comunidad
cristiana era el núcleo esencial429. No sólo era celebración litúrgica, además
servía de auténtica catequesis y de oración acompañada de ritos anejos de
imposición de manos para que el catecúmeno recibiera la ayuda de Dios en su
empeño de llevar una vida digna de Cristo. Hipólito habla con claridad de lo
que constituía la estructura fundamental del Catecumenado: "Cuando el doctor
concluye la catequesis, los catecúmenos rezarán por separado de los fieles
laicos. Las mujeres lo harán en otro lugar de la Iglesia, ya se trate de fieles o
catecúmenos. Cuando hayan terminado de orar, no se darán, sin embargo el
beso de la paz, puesto que su beso no es santo aún" 430, más adelante añade:
"Cuando el doctor, después de la plegaria, imponga las manos sobre los
catecúmenos, orará y los aceptará. Aquel que enseña ya sea clérigo o laico siga
siempre esta norma"431. De este testimonio se deduce:

* Que los catecúmenos reciben una instrucción o catequesis durante el


tiempo de preparación432.

anuncia el Evangelio" (nº 33). Para el Concilio, la Escrituras son otro "Sagrario de Cristo": "La Iglesia siempre ha venerado la
Sagrada Escritura como lo ha hecho con el Cuerpo de Cristo" (DV, nº 21). Sobre los distintos accesos hermenéuticos a la Escritura:
literal, alegórico, analógico y moral, véase: H. DE LUBAC, Esegesi medievale, Scritura ed Eucaristia (volumen 18), Opera Omnia.
Milano, 1988, pp. 301-315. Y ver también las consideraciones que hace C.H. DODD a una lectura puramente literal de la Escritura,
sin tomar en cuenta el sentido simbólico, en La Biblia y el hombre de hoy, Madrid. 1973, pp. 31-32.
428
En los nnº 18, 19, 37... del RICA, se habla de la importancia de la Palabra de Dios, para guiar a los catecúmenos hacia la
comprensión y vivencia de los misterios cristianos. Cfr. PEDRO FERNÁNDEZ, La liturgia de la palabra de Dios: Teología y
Catequesis, Núms. 37-38 (Enero-Junio 1991), pp. 72-92; JESÚS LÓPEZ, Escuchar la Palabra, objetivo catecumenal: Teología y
Catequesis 3 (1983), pp. 399-432.
429
Según DIONISIO BOROBIO, "las CNC parten de una teología Kerigmática o de hª de la salvación, que proclaman,
meditan, dialogan... a partir de la Palabra de Dios. La Palabra de Dios tiene en el CN un puesto central por los siguientes datos: las
reuniones de la comunidad tanto para la reflexión y diálogo, cuanto para la celebración, tiene por centro la Palabra". Cfr. “La
recepción del Concilio por las Comunidades Neocatecumenales”, en o. cit.,p. 49.
430
Cfr. La Tradición apostólica, 18, (SCr,11 bis, p. 77). Aunque no se dice explícitamente que se trata de una liturgia de la
Palabra, todo parece indicar que se trataba de una auténtica celebración de la Palabra, por cuanto hay elementos propios como la
oración y el beso de la paz, y porque existía una estrecha relación entre catequesis y celebración litúrgica. A menudo la celebración
era el lugar de la educación en la fe. Ver estos estudios: R. DOMINGUEZ, Catequesis litúrgica en los padres, pp. 123-126; I.
OÑATIBIA, La catequesis litúrgica de los Padres: Phase 118 (1980), pp. 281-294; A.M. TRIACCA, Liturgia y Padres de la Iglesia:
Cuadernos Phase 48 (1993), pp. 59-77.
431
Cfr. HIPÓLITO, o. cit., 19, (SCr, 11bis, p. 77).
432
La instrucción que reciben los catecúmenos es la misma que se da a los fieles, pues era práctica común que los fieles se
reunieran en la Iglesia todos los días antes de ir al trabajo para escuchar la instrucción y orar en comunidad. Cfr. HIPÓLITO, La
Tradición apostólica, 30 y 41, (SCr, 11 bis, pp. 123 y 125).
* Que los catecúmenos participaban de la liturgia de la Palabra al mismo
tiempo que los fieles, aunque tenían un lugar particular433.

* Que se incluía una imposición de manos sobre ellos, que, sin duda se
trataba de un gesto de exorcismo, gestos salvíficos que acompañaban todo el
itinerario catecumenal, aunque no eran tan solemnes como el exorcismo que se
hacía justo antes de recibir el Bautismo434.

Claramente se percibe que todos los elementos se organizaban en torno a


la Palabra de Dios. Esta intuición patrística es retomada por el RICA, que otorga
a la celebración de la Palabra un puesto relevante y recomienda que se
organicen en torno a la liturgia de la Palabra435, tanto la catequesis como los ritos
propuestos. Esta intuición patrística la encontraremos a lo largo de todo el
itinerario neocatecumenal436, que ha conseguido hacer una síntesis muy viva
entre Palabra-Liturgia y Moral.

Veamos en un gráfico comparativo respecto a la praxis catecumenal de la


Iglesia primitiva y en relación con la ordenación litúrgica del RICA cómo queda
configurada esta etapa en el Neocatecumenado para mejor detectar las
coincidencias y señalar las variaciones (ver tabla 11ª).

2. Etapa del Precatecumenado

Al analizar esta etapa tal y como la contempla el RICA he resaltado que


en ella hay que situar el tiempo "de la primera evangelización" (nº 7), donde "se
anuncia abiertamente y con decisión al Dios vivo y a Jesucristo" (nº 9), para que
broten "la fe y la conversión inicial" o "para que madure la verdadera voluntad
de seguir a Cristo y de pedir el bautismo" (nº 10). En esta etapa, "el catecúmeno
se enfrenta con el problema de la conversión y quiere hacerse cristiano" (nº 6).
Durante este período, los candidatos se llaman simpatizantes o precatecúmenos.
Es un tiempo de contactos, diálogo y primeros descubrimientos de tipo
informal, en el que deben prevalecer la sinceridad y la libertad (nnº 9-13). Y,
termina este período "con el ingreso en el grado de los catecúmenos" (nº 7).

433
Esta práctica también es recomendada en el RICA, ya que en el Rito de Entrada en el Catecumenado, los catecúmenos son
invitados a la mesa de la Palabra junto con la asamblea comunitaria (nº 90).
434
Veáse HIPÓLITO, La Tradición apostólica, 20, (SCr, 11 bis, pp. 79 y 81).
435
Cfr. RICA, nnº 108.110.119.128. Ver los siguientes artículos: FERNANDO IBAÑEZ, La Sagrada Escritura, fuente de la
Catequesis, pp. 282-296; y ALFONSO DE LA FUENTE, La interpretación de la Sagrada Escritura en la Catequesis: Teología y
Catequesis 3 (1983), pp. 297-308.
436
En el estudio comparativo al que somete CARMELO GÓMEZ GÁLVEZ el Neocatecumenado llega a la siguiente
conclusión: "Las Comunidades Neocatecumenales desarrollan todo su camino desde la Palabra de Dios, por eso, las celebraciones
constantes de la Palabra son más importantes que la instrucción. Antes que reflexionar sobre el mensaje, se deja que éste vaya
calando en el corazón del catecúmeno. Es fiel al primitivo Catecumenado y, la liturgia con su variedad ritual es uno de los pilares
fundamentales, lo cual es de elogiar. La celebración de la Palabra como en S. Hipólito, es para ellos el alimento necesario en el
camino". Cfr. La propuesta catecumenal en el RICA, p. 190.
Los autores que han estudiado en profundidad el RICA (B. Fisher, M.
Dujarier, J.A. Vela, entre otros) han señalado la importancia de este tiempo del
Precatecumenado que en el Ritual es una novedad. Va a ser este el período más
difícil de realizar, pero también el más importante, puesto que condiciona toda
la iniciación. El hecho de que el RICA no presente una estructuración concreta
de esta primera etapa, ha posibilitado sin duda alguna la creatividad en todos
aquellos que han intentado poner en marcha un itinerario catecumenal. Los
iniciadores del CN, en este sentido, han articulado esta etapa con fidelidad a la
liturgia catecumenal del Bautismo y con creatividad a la hora de conducir con
una pedagogía claramente catecumenal a los bautizados que psicológicamente
pueden ser considerados como "cuasi-catecúmenos" a las distintas etapas del
Bautismo para adherirse a la gracia recibida de una forma personal, consciente y
vital437.

El tiempo del Precatecumenado es presentado como un tiempo de


descendimiento, de vaciamiento y de conocimiento de la persona a la luz de la
Palabra, los Sacramentos y la Comunión viviendo en comunidad en camino de
conversión un descenso constante a la auténtica realidad del hombre 438. El RICA
señala que como resultado de la evangelización los catecúmenos "al disponerles
el corazón el Espíritu Santo, crean, se conviertan libremente al Señor, y se unan
con sinceridad a él" (nº 9). De entrada, al iniciarse el Precatecumenado, nadie
tiene acreditada y garantizada la conversión, ésta tendrá que verificarse en la
historia y con los signos que la expresan. En este sentido la estructuración de tal
etapa, es sumamente realista y confronta al hombre con los verdaderos y
profundos motivos de su conversión, de ahí la importancia de un cierto tiempo
para que se pueda "gestar la conversión"439. Esto es precisamente lo que se pide
en el RICA antes de admitir a los candidatos al Catecumenado: "espérese algún

437
"La catequesis de adultos hará bien en asumir el espíritu de estas etapas del catecumenado bautismal. Las dos primeras se
refieren más directamente al proceso de búsqueda y maduración en la fe, y el catequizando adulto, ordinariamente, deberá
recorrerlas" Cfr. Catequesis de Adultos, nº 200.
438
En el Estatuto se dice del Precatecumenado postbautismal, “que es un tiempo de kenosis para aprender a caminar en
humildad”. Cfr. SCN, art. 19&1. Para Mons. RICARDO BLÁZQUEZ en este tiempo "Poco a poco van cayendo las máscaras
detrás de las cuales se esconde y defiende el hombre. Estas máscaras, por otra parte, al ser imágenes sociales, le imponían una
manera inauténtica de vivir y actuar. Al principio nadie se siente concretamente pecador, nadie tiene enemigos; todos tienen mucha
fe, todos aman mucho...". Cfr., Las Comunidades Neocatecumenales, pp. 30-31.
439
"La imagen de la gestación se funda en la noción tradicional de la Iglesia Esposa y Madre...La aplicación de esta imagen
vital a la iniciación catecumenal se puede comprender muy fácilmente, puesto que el bautismo es presentado por Jesús como un
nuevo nacimiento (cf. Jn 3,3-8)... El interés de esta imagen está en mostrar que la iniciación cristiana no es una educación de tipo
escolar, sino un crecimiento vital y que se realiza en el seno de una comunidad cristiana que debe jugar el papel de medio nutricio".
Cfr. M. DUJARIER, Iniciación Cristiana de Adultos, pp. 76-77. "Por eso, al establecer etapas sucesivas, y en concreto la
precatequesis, la Iglesia desea que el adulto disponga del tiempo suficiente para que madure la verdadera voluntad de seguir a
Cristo (RICA, nº 10). No quiere precipitar las cosas. Desea ir acompañando al adulto en el lento proceso de hacerse verdadero
cristiano". Cfr. Catequesis de adultos, nº 202. Los Obispos españoles denominan a esta etapa con el nombre de precatequesis:
"Hemos utilizado la expresión precatequesis por analogía con el Precatecumenado. También podríamos referirnos a ella como al
primer grado de catequesis, por ser la primera etapa de la formación catequética. En otras ocasiones, se la ha denominado catequesis
misionera, porque tiene como objetivo la conversión (ver CC, nº 50" (ibid., nota [21] del nº 213).
tiempo, el conveniente y necesario en cada caso concreto, para investigar los
motivos de la conversión, y para purificarlos, si es necesario" (nº 69)440.
En el Neocatecumenado, este "tiempo de conversión y discernimiento"
para purificar las verdaderas intenciones del corazón engloba prácticamente las
tres primeras etapas del itinerario neocatecumenal: kerigmática,
precatecumenal y la del paso al Neocatecumenado. Van a estar jalonadas por
tres umbrales que recogen y de algún modo amplían -como más adelante
analizaré- el espíritu del Rito de Entrada en el Catecumenado con el que el
RICA inicia el itinerario catecumenal. Estos tres ritos de Entrada en el
Neocatecumenado son: 1º) El Rito del Primer Escrutinio; 2º) La convivencia del
Shemá; 3º) El Rito del 2º Escrutinio.

Pero veamos ahora cómo es vivida y desarrollada esta segunda etapa (que
viene a durar unos dos años) en el Neocatecumenado, teniendo siempre presente
que los destinatarios en este caso son personas bautizadas pero que no han
asumido conscientemente toda la virtualidad de la gracia bautismal (SCN, art.
5&1)441. Lo hago de una forma un tanto descriptiva, pero en todo caso, intentaré
señalar las concreciones creativas, que en la praxis neocatecumenal se viven en
fidelidad con el espíritu del RICA o como expresión de la creatividad propia de
la genialidad del carisma que los iniciadores han sabido plasmar en continuidad
con la praxis catecumenal de los primeros siglos, y a la luz también de lo que
han ido experimentando y viviendo las primeras comunidades con las que se ha
ido realizando el Neocatecumenado en todas sus etapas.

Una vez terminada la fase kerigmática y constituida la comunidad en la


convivencia final, con la que concluye este período de dos meses de
evangelización, da comienzo la segunda etapa del itinerario neocatecumenal: el
Precatecumenado442. Esta etapa, tal y como está estructurada en el
Neocatecumenado, es fiel al objetivo que se pide en el RICA, va a ser un tiempo
destinado a que "broten la fe y la conversión inicial... y a que madure la
verdadera voluntad de seguir a Cristo y de pedir el Bautismo" (nº 9); en el caso
de los adultos bautizados, será un tiempo para descubrir la hondura y la
vitalidad de la fe recibida para llegar al convencimiento desde la experiencia
comunitaria vivida en esta etapa, de la necesidad que tienen de pedir la fe a la

440
Dado que la precatequesis tiene como finalidad propiciar la conversión y esta decisión es libre, su duración es variable y no
se puede determinar a priori. El RICA se expresa de esta manera: "Espérese a que los candidatos, según su disposición y condición,
tengan el tiempo necesario para concebir la fe inicial y para dar los primeros indicios de su conversión" (nº 50). Son interesantes las
"indicaciones" de nuestros Obispos con respecto a esta etapa que ellos denominan de "precatequesis" que tiene como objetivo
"buscar la conversión", ver Catequesis de adultos, nnº 210-213.
441
B. FISCHER hablará de "recuperación de los alejados" que, en virtud de su Bautismo, son "nominalmente" cristianos, pero
que quieren en realidad vivir su cristianismo. Estos siguen un camino "análogo" al de los bautizados. Cfr. “Die Struktur des OICA
von 72 Wiederentdcktes und Neueingeführtes”, pp. 382-383.
442
Para una mayor profundización respecto de esta etapa ver: KIKO ARGÜELLO, Il Neocatecumenato, pp. 94-96; G. ZEVINI,
Neocatecumenato, pp. 1062-1064; Mons. RICARDO BLÁZQUEZ, Las comunidades neocatecumenales, pp. 70-72; C.
ELORRIAGA, Bautismo y espiritualidad neocatecumenal, pp. 378-379; A. FUENTES, El Neocatecumenado, pp. 70-77.
Iglesia. Esto se hará en el primer paso que se celebra en el Neocatecumenado y
que se denomina Primer Escrutinio.

En la configuración estructural de este tiempo anterior al rito de Entrada


en el Catecumenado, que el RICA denomina Precatecumenado (7a) y que en el
Neocatecumenado engloba las primeras etapas del largo itinerario
neocatecumenal, se han dado cita la experiencia vital de las primeras CNC que a
la luz de lo apuntado en el espíritu del RICA han hecho una adaptación creativa
con un contenido profundamente catecumenal. En cierto modo se puede decir
que estas tres primeras etapas en el Neocatecumenado vienen a desarrollar de
forma concreta y con una pedagogía neocatecumenal clara los principios
expresados en los nnº 14-18 del RICA con respecto a la importancia que en el
Ritual se le da al rito de Entrada en el Catecumenado. Evidentemente, si en el
RICA las etapas que se señalan son de naturaleza puramente catecumenal, en el
caso del Neocatecumenado hay que entenderlas más bien como etapas de
búsqueda y de maduración "para que la fe infundida en el Bautismo pueda
crecer, llegar a la madurez y ser grabada plenamente por medio de la formación
pastoral que se les proporciona" (nº 296). De hecho lo que el Neocatecumenado
va a hacer en las celebraciones que sellan la maduración de estas etapas, será
poner delante de los precatecúmenos los primeros ritos bautismales que
recibieron siendo niños443, para que ahora de una manera consciente y personal
puedan adherirse a la gracia bautismal ya recibida pero no plenamente
desarrollada444.

El Precatecumenado postbautismal es un periodo de tiempo, más o


menos dos años (SCN, art. 19,1ª), durante el cual la comunidad verifica su
auténtica talla de fe, y se educa en la escucha sincera y en la resonancia en
común de la Palabra de Dios, en la celebración de la Eucaristía y en la
comunión fraternal445.

443
El Neocatecumenado, por lo que respecta al rito de Entrada al Catecumenado lo que ha hecho ha sido "jalonar" la
celebración de este rito único tal y como el RICA lo presenta, en tres celebraciones o pasos que tienen por objetivo la misma
finalidad, preparar espiritualmente al adulto bautizado a revivir los momentos pre-catecumenales del Bautismo recibido. En este
sentido, la configuración estructural del itinerario neocatecumenal es fiel al "iter ritual" de la liturgia catecumenal prevista en el
ritual del Bautismo tal y como aparecía en los rituales anteriores a la promulgación y entrada en vigor del actual (cf. COMISIÓN
EPISCOPAL ESPAÑOLA DE LITURGIA, Ritual del Bautismo de niños, Madrid 1970). Para este análisis comparativo tengo
presente el Ritual oficial de experimentación que editaron conjuntamente la Comisión Mixta (CELAM-ESPAÑA) al finalizar el
Concilio: Ritual de los Sacramentos: Bautismo-Confirmación-Eucaristía, Ed, Litúrgica Española, Barcelona, 1966. En este Ritual,
para el Bautismo de un párvulo se señalan, dentro de la Liturgia catecumenal los siguientes pasos: A. RITOS INTRODUCTORIOS:
1º) Diálogo y catequesis. 2º) Soplo. 3º) Signación. 4º) Imposición de la mano. 5º) La sal. Y, dentro del Rito del Bautismo de adultos
por etapas se señalan las siguientes: 1ª) Entrada en el Catecumenado. 2ª) El Rito de la Sal. 3ª) Primer escrutinio. 4ª) Segundo
escrutinio. 5ª) Tercer escrutinio. 6ª) Preparación inmediata. 7ª) Liturgia bautismal.
444
"Aunque el don del Bautismo es pleno por parte de Dios, sin embargo, por parte del hombre requiere respuesta y
conversión; esto es: fe personal, cuando el hombre sea capaz de ello. Lo que en los adultos es requisito previo al Bautismo, en los
niños es exigencia posterior, de tal manera que si esta exigencia no se cumple, el Bautismo queda, de alguna manera, infructuoso.
Lo que al niño le salvó en promesa no será suficiente de adulto si no se cumple esa promesa viviendo la fe de la Iglesia, en la que ha
sido bautizado. Porque quienes fueron incorporados a la Iglesia por el Bautismo recibido en la infancia están llamados a desarrollar
la fe que se les infundió, de modo que lleguen a ser conscientes de lo que significa haber sido elegidos para asociarse a Cristo por el
sacramento del agua y del Espíritu". Cfr. COMISIÓN EPISCOPAL ESPAÑOLA DE LITURGIA, Ritual del Bautismo de niños,
Madrid 1970: "Notas pastorales", nnº 87-88.
Los neocatecúmenos446se reúnen dos veces por semana para la celebración
de la Palabra sobre temas bíblicos -como agua, roca, pastor, etc. de la Escritura-
que ayudan a conocer el lenguaje de la Escritura y, sobre todo, iluminan
constantemente la vida de los hermanos. También se reúnen para la Eucaristía
dominical celebrada el sábado por la noche. Estas celebraciones son preparadas
en grupos rotatorios por cinco o seis personas que leen la Escritura a la luz del
Espíritu tal y como se pide en Dei Verbum, nº 12: "La Escritura se ha de leer e
interpretar como el mismo Espíritu con que fue escrita: por tanto, para descubrir
el verdadero sentido del texto sagrado hay que tener muy en cuenta el contenido
y la unidad de toda la Escritura, la Tradición viva de toda la Iglesia, la analogía
de la fe..."447.

Una vez al mes, toda la comunidad vive una jornada de retiro espiritual o
"convivencia" en la cual tiene lugar una iniciación muy incipiente a la oración
de alabanza de la Iglesia a través de la Liturgia de las Horas (en este caso los
Laudes por la mañana). Al mismo tiempo esta jornada de convivencia fraternal
hace posible que la comunión entre los hermanos vaya naciendo, creciendo y
madurando al poner en común sus experiencias a la luz de la Palabra de Dios,
de la historia personal de cada uno y de los acontecimientos existenciales que
están viviendo (SCN, art. 15&2)448. Todos los hermanos se comunican lo que
445
Para un buen conocedor de la pastoral catecumenal como JEAN-BERNARD DOUSSE esta etapa del Precatecumenado
"merece una atención especial...Entre el primer descubrimiento o primera llamada interior y la opción de un proceso puede pasar un
tiempo muy largo, incluso varios años. Tiempo empleado de diversas formas, bien en una búsqueda personal a través de lecturas,
bien en contactos e intercambios con cristianos o bien en simple espera de un momento favorable". Cfr. “La iniciación cristiana
catecumenal”, en CONFERENCIA EUROPEA DE CATECUMENADO, Los comienzos de la fe. Pastoral Catecumenal en Europa
Hoy, p. 90. La praxis precatecumenal en tantos grupos parroquiales ha hecho percibir en el Neocatecumenado con bastante realismo
pastoral y catecumenal que evidentemente la iniciación cristiana de un adulto requiere tiempo. La pedagogía recomendada por la
Iglesia al Catecumenado se vacía de todo su valor si no se respeta el tiempo indispensable en cada etapa.
446
La experiencia de haber asistido al nacimiento de una comunidad como fruto de la predicación del Kerygma es tan
impactante que los miembros de las CNC comienzan a pronunciar palabras como "comunidad" y "hermanos" con un sentido
profundamente renovado: la comunidad comienza a tener rostro humano, la fraternidad será el resultado de la comunitariedad recién
estrenada.
447
En el Estatuto se dice que “para profundizar la Escritura ´con la inteligencia y el corazón d e la Iglesia`, los
neocatecúmenos se ayudan sobre todo de la lectura de los escritos de los Padres, de los documentos del Magisterio, en especial del
Catecismo de la Iglesia Católica, y de obras de autores espirituales”. Cfr. SCN, art. 11&4. Las celebraciones de la Palabra son
preparadas siguiendo los temas del Vocabulario de Teología Bíblica de X. LEÓN-DUFOUR (Ed, Herder, Barcelona 1965). La
relevancia de la Palabra en todas las etapas del Neocatecumenado y en todas las catequesis de los sucesivos pasos que se recorren en
este itinerario de iniciación cristiana, la interpretación "cristocéntrica" de la Escritura (cf. DV, nnº 17,18), la insistente presentación
del ambiente cultural judío (DV.12) de los textos principales que introducen a las distintas etapas del Neocatecumenado, la
importancia que se concede al Antiguo Testamento y a la unidad de ambos Testamentos (DV, nnº15-16), la constancia en apoyar las
interpretaciones de la Escritura en textos de los Santos Padres, de la Tradición y del Magisterio (DV, nº 10), la instrucción que
reciben los precatecúmenos y los neocatecúmenos a lo largo de todo el itinerario neocatecumenal para aprender a escrutar
personalmente toda la Escritura, el presupuesto hermeneútico que subyace a todas las celebraciones de que a través de la
proclamación de la Palabra en un contexto orante se establece un diálogo entre Dios y el hombre (DV, nº 25), y por último, la
interpretación autorizada del Magisterio representada en la figura del presbítero que preside alejan estas celebraciones de cualquier
sospecha de "fundamentalismo"
con el que a veces se tilda a estas comunidades. El "espíritu" y la
"atmósfera litúrgica" con que se viven las celebraciones de la Palabra en el Neocatecumenado
está perfectamente sintetizado en el esclarecedor y penetrante artículo de ROBERT COFFY,
La celebración, lugar de la educación de la fe, citado anteriormente.
448
La afirmación del profesor CASIANO FLORISTÁN de que "en estas comunidades se vislumbra un cierto antirracionalismo
religioso a causa del dualismo razón-sentimiento. Parece como si la reflexión fuese un ídolo. En la comunidad no hay discusión ni
crítica de ningún tipo, ya sea de dentro o de fuera. Sólo el eco de la palabra. Al faltar el sentido crítico, se cae en el conformismo
estructural" (Cfr. Para comprender el Catecumenado, p. 103), evidentemente, solo se sostiene desde un conocimiento distante y
desde una actitud recelosa con respecto al CN. Quien ha vivido y vive la experiencia neocatecumenal sabe del realismo de estas
"convivencias", de los conflictos y tensiones que en ellas se desatan, de las alegrías y esperanzas que en ellas se comparten, del
Dios ha obrado en sus vidas a lo largo del mes transcurrido y confrontan el
lenguaje de la fe cristiana con la propia realidad del trabajo, la familia, la
sociedad... En este punto de la experiencia se constata que "el camino nos
enseña a descender hasta tocar la Roca, hasta conocer lo que hay en lo profundo
de nuestro corazón (cf. Dt. 8,2), enseñándonos a sumergirnos en la Cruz de
Cristo. Todo el camino será superar etapas, descender los escalones hasta llegar
a tocar el fondo de nuestro bautismo, para dejar el cadáver de nuestro hombre
viejo y poder resucitar con Cristo"449.

Para realizar o, mejor, facilitar la conversión, sostiene Kiko Argüello, la


comunidad se convierte en el lugar idóneo para desmantelar todas las falsas
proyecciones en las que el hombre tantas veces ha construido su vida: "La
comunidad nos ayuda, haciendo de espejo en el que se reflejan nuestra
infidelidades, nuestras impotencias para amar al hermano cuando es diferente de
nosotros, cuando se convierte en el otro, cuando el otro se hace pesado, hostil,
enemigo, cuando el otro nos destruye. Si ser cristiano significa amar "como Yo
os he amado" (es decir, hasta la muerte, sin resistirse al mal de nuestros
pecados...), al caminar durante un largo período junto a hermanos concretos
llenos de defectos, nos lleva a un repensar constante de nuestro ser cristianos, a
la conciencia de nuestra incapacidad de amar al enemigo y de la total
imposibilidad de darnos a nosotros mismos la fe..."450.

Este mismo planteamiento lo expresa Mons. Ricardo Blázquez del


siguiente modo: "En esta etapa van descubriendo que no tienen tanta fe como
pensaban los cristianos de siempre, ni aman tanto como creían los más asiduos
cumplidores. La comunidad como un campo donde chocan los egoísmos de
todos, los proyectos de cada uno y los personales caprichos, es un espejo para
conocerse a sí mismo. Cae de esta forma el ideal de comunidad que cada uno se
había forjado. Todos tienen sus personales quejas. Pronto advierten que están
ante la siguiente alternativa: o este tinglado inevitablemente se hunde, o la
comunidad tiene que ser construida por Dios. Así van sintiendo la necesidad de
que les nazca un corazón nuevo, capaz de amar también al molesto e insolente,
y de que su fe demasiado infantil sea conducida a la maduración. La fe
sembrada en el bautismo como una semilla, no se ha expansionado según la
estatura del hombre"451.

discernimiento fraternal hecho con "franqueza" y de la iluminación de la historia personal de cada hermano a la luz de la fe.
449
Cfr. KIKO ARGÜELLO, Il Neocatecumenato, p. 96.
450
Cfr. Ibid., p. 95. "La vida cristiana en comunidad no se improvisa. Hay que educarla con cuidado. Como dice el Concilio,
hay que cultivar debidamente el espíritu de comunidad (PO, nº 6). Para conseguir la vivencia comunitaria la dinámica grupal es
muy importante para la catequesis. Los adultos van descubriendo en el grupo lo que es vivir en comunidad" (CA, nº 132). Ver “La
catequesis de adultos, una acción realizada en la comunidad cristiana” (CA, nnº 125-132).
451
Cfr. Las Comunidades Neocatecumenales, p. 71. D BONHOEFFER explica la diferencia entre la comunidad ideal y la
comunidad real. Aquélla es un sueño y debe ser destruido. Esta, la comunidad real, es la verdadera, con su pecado, con sus límites,
donde Dios actúa. Véase: Vida en Comunidad, Ed, Sígueme (2ª Edición), Salamanca 1983, pp. 16-18.
El objetivo de esta etapa es por tanto, pasar de una fe devocional y
sentimental a un nuevo modo de concebir la vida y la historia como el lugar en
que se verifica y realiza la fe, que no es emotividad, sino historia que hay que
vivir con Cristo en un camino que proyecta hacia una misión. Es un tiempo
privilegiado de kénosis y conversión (cf. Hch. 2,37-38) viviendo en humildad y
vaciamiento de sí mismo, a quitarse máscaras para iluminar su vida con la
Palabra de Dios. "Este tiempo tiene por objeto -afirma Kiko Argüello-
conducirnos a ver la necesidad de ser gestados en la fe, de ser ayudados por la
Iglesia. La fe no podemos dárnosla nosotros mismos, no es un moralismo ni el
fruto de nuestros esfuerzos: es un don gratuito que Dios nos da a través del
Bautismo"452. De ahí, pasados unos dos años, los precatecúmenos tienen un
Primer Escrutinio de paso al Neocatecumenado en el que se reflexiona sobre las
exigencias del "dejar todo por el reino" y "llevar la cruz" para seguir a Cristo
con más radicalidad (cf. Mc 8,34). Cuando analice los Pasos en el
Neocatecumenado, me detendré en esclarecer en qué consiste y cómo se
desarrolla esta celebración de Entrada en el Neocatecumenado que recibe el
nombre de Primer Escrutinio.

3. Etapa de paso al Neocatecumenado

Después del primer escrutinio, hay un período de otros dos años que se
llama paso al Neocatecumenado (SCN, art. 19,2ª). La comunidad sigue
viviendo el camino de conversión apoyada en el trípode Palabra-Liturgia-
Comunidad, profundizando a la vez en las diversas etapas de la historia de la
salvación: Abrahán, éxodo, desierto, alianza, tierra prometida, reino, exilio,
profetas, creación, mesías, resurrección, Iglesia, parusía... (cuatro semanas por
tema)453. Las catequesis son preparadas por pequeños grupos de la comunidad. A
través de los trabajos en grupo, las reuniones, las revisiones a la luz de la
Palabra y las celebraciones, se actualiza la acción de Dios, que se manifestó en
aquella fase de la Historia de la Salvación y que a partir de este momento
alcanza a la comunidad que se dispone a vivirla hoy. "La lectura de la Palabra es
-afirma Mons. Ricardo Blázquez- profundamente personal y eclesial, y, por el
ministerio de la Iglesia, también autorizada; la homilía del presbítero, la
predicación del Obispo y los documentos del Magisterio pastoral expresan para
la comunidad ese carácter autorizado"454.
452
Ibid., p. 96. "Cuando el hombre ha hecho la kénosis en su interior y ha visto iluminada su actitud ante la fe, normalmente
descubre que no tiene fe, que la fe, heredada no le ha servido para la búsqueda de Dios, que vive más de los criterios del mundo y de
la carne que de la fidelidad a la voluntad de Dios. Necesita pedir la fe. ¿Dónde encontrarla? Y se le garantiza que la fe la da la
Iglesia y a la Iglesia debe pedírsela". Cfr. ANDRÉS FUENTES, La espiritualidad del Camino Neocatecumenal, p. 88.
453
"Se comienza a estudiar la historia de la salvación, dividida en etapas (esto se hace a través de celebraciones de la Palabra y
catequesis preparadas por los mismos hermanos de la comunidad divididos en pequeños grupos que trabajan unos tres meses sobre
cada tema)”. Cfr. KIKO ARGÜELLO, Il Neocatecumenato..., p. 96.
454
Cfr. Las Comunidades Neocatecumenales, pp. 75-76. Esta es la experiencia de una Comunidad Neocatecumenal de la
Parroquia de Nuestra Señora de la Peña de Francia de Lisboa que estaba en esta etapa: "Después del Precatecumenado y después del
primer escrutinio, fue muy importante para nosotros la llamada a conversión y a descubrir el amor de Dios, que elige siempre a los
Un hito fundamental en esta fase del Neocatecumenado es la convivencia
del Shemá, llamada así porque en ella se va a proclamar y a entregar
solemnemente a cada hermano el credo de Israel: "Escucha (en hebreo: Shemá),
Israel, el Señor es nuestro Dios, el Señor es uno" (cf. Dt 6,4) 455. El Shemá, es
decir, el reconocimiento vital de la unicidad de Dios, es el mensurador de la
conversión efectiva456. Al candidato al Neocatecumenado contestó el Obispo en
la celebración del Primer Escrutinio: "Si quieres alcanzar la Vida Eterna,
amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu mente, con todas tus
fuerzas y al prójimo como a ti mismo" (cf. Lc 10,27).

Pues bien, el candidato deberá probar que sólo Dios es el Señor de su vida
renunciando significativamente al dinero, puesto que el dinero es el primer
competidor de Dios en la existencia del hombre (cf. Mt 6,24) 457. En el Estatuto
se dice que a los neocatecúmenos “les es dado un tiempo para que se prueben a
sí mismos en la sinceridad de su intención de seguir a Jesucristo, a la luz de su
Palabra: ´No podéis servir a Dios y al Dinero`” (SCN, art. 19,2ª).

A lo largo de este período, los miembros de la comunidad van tomando


conciencia de que el obstáculo mayor que impide su opción completa por Cristo
son los ídolos de la propia vida: el dinero, el trabajo, los afectos. Durante estos
dos años, el equipo de catequistas -que lleva adelante el proceso
neocatecumenal en la parroquia y que ha visitado, de vez en cuando, la
comunidad preparándola al primer encuentro con el Obispo- sitúa a cada
hermano y a la comunidad entera frente a la catequesis del Evangelio sobre las
riquezas, en su triple aspecto: trabajo, afectos y dinero458Ver "el compendio de
más débiles; en la historia de la salvación que hemos celebrado por etapas, hemos podido ver nuestra propia historia". Cfr. KIKO
ARGÜELLO/CARMEN HERNÁNDEZ, Convivencia de párrocos, p. 36.
455
Este es el primer mandamiento de la vida. El precatecúmeno está experimentando de una manera existencial que
verdaderamente la vida le viene de "escuchar" la Palabra, ha comenzado a descubrir que en "la liturgia de la Palabra no leemos un
texto, escuchamos a alguien que nos habla. No atendemos a la lectura pública de un texto venerable por su antigüedad, escuchamos
a Dios que nos habla". Cfr. Mons. ROBERT COFFY, art. cit., p. 273.Al mismo tiempo, el precatecúmeno es más consciente de que
"escuchar" no es fácil, son necesarias unas actitudes previas: la humildad, el silencio, la fe... Véase: H. URS VON BALTHASAR,
Puntos centrales de la fe, Ed, BAC., Madrid 1985, p. 312. Es importante subrayar que al final del Catecumenado, antes del
Bautismo, el Obispo pregunta a los padrinos: "¿Han escuchado fielmente la palabra de Dios anunciada por la Iglesia?" (RICA, nº
144).
456
"La ley fundamental del cristianismo es escuchar. En la medida en que el hombre escucha, en la medida en que acoge, esta
Palabra actuará...Escucha Israel: el Señor es nuestro Dios, el Señor es Uno. En estas palabras está toda la vida religiosa". Cfr.
DIVO BARSOTTI, El Señor es Uno, Ed, DDB, Bilbao 1988, p. 45.
457
"Hay aquí un realismo en el Neocatecumenado que contrasta con todas las acusaciones fáciles de angelismo...Si en el
proceso del hacerse un cristiano queda intocada la relación con el dinero, es necesario reconocer que ese camino es superficial y en
el fondo irreal. A este centro se refiere el paso al catecumenado, que se recuerda en un alto en el camino llamado convivencia del
shemá". Cfr. Mons. RICARDO BLÁZQUEZ, o. cit., p. 74. Este aspecto también lo subraya con bastante claridad ANDRÉS
FUENTES: "Hay que situar al catecúmeno frente al dinero como el ídolo más esclavizante que destruye el corazón del hombre. El
dinero es causa y origen de todas las perturbaciones del espíritu y hay que saber situarse ante él con el mismo espíritu de Jesucristo.
Son radicalmente incompatibles la fe en Dios y la fe en las riquezas". Cfr. La espiritualidad del Camino Neocatecumenal, p. 89.
458
En el RICA se afirma que "este tránsito (conversión) que lleva consigo un cambio progresivo de sentimientos y costumbres,
debe manifestarse con sus consecuencias sociales y desarrollarse paulatinamente durante el catecumenado" (nº 9). En esta etapa del
Neocatecumenado lo que se acentúa es la convicción de que el amor a Dios por encima de todos los ídolos debe ser concreto. En la
Iglesia primitiva, el cristianismo revolucionaba la vida familiar, profesional y social. La conversión comportaba un cambio de vida
y de religión que provocaba una ruptura con la ciudad, con el propio ambiente, con la propia familia que continuaba pagana. La
recepción del Bautismo incidía en la vida familiar, profesional, social. "Confesarse cristiano era colocarse al margen de la buena
catequesis" de los Santos Padres (Juan Crisóstomo, Clemente de Alejandría,
Basilio de Cesárea y Ambrosio de Milán) en relación con el dinero: El buen uso
del dinero, Ed, DDB, Bilbao. 1995.. Ahora la comunidad es iluminada, sobre los
ídolos que la esclavizan, mediante la catequesis evangélica relativa a las
riquezas (cf. Lc 14,33; 12,33) en la convicción de que el Señor la libera y la
exorciza con la fuerza de la palabra: "El yo del hombre -afirma Kiko Argüello-
trata de escapar de la muerte y del absurdo a través de la autoafirmación en
estos tres elementos, porque cada uno de nosotros los convierte en ídolos; ídolos
que nos esclavizan y entenebrecen nuestro espíritu, encerrándonos en
moralismos exasperantes y exigiendo formas de vida que nos oprimen y nos
llenan de sufrimientos. Descubrir y constatar, frente a estas esclavitudes, nuestra
impotencia para librarnos de nosotros mismos, así como nuestra dependencia de
los poderes y de los ídolos que tiranizan al mundo, será el cometido de esta
etapa. Jesús de Nazaret, que ha resucitado y vive hoy en su Iglesia, ha vencido
todos los demonios y quitado el poder a todos los ídolos del mundo con su
resurrección. El nos libra y nos exorciza con la fuerza de su Palabra que se hace
eficaz en su Iglesia: El que no renuncia a todos sus bienes no puede ser
discípulo mío"459.

Los precatecúmenos llevan entonces en los ojos la sorpresa de ver que es


posible cambiar de vida, salir del juicio y de la ley, pasar a la misericordia 460.
Esta etapa concluye con un Segundo Escrutinio de paso definitivo al
Neocatecumenado. Ante el Obispo se renuncia públicamente a los ídolos del
mundo para poner a Dios en el centro de la vida (cf. Dt 6,4-5; Lc 10,27). Cada
uno es invitado a vender sus bienes y adherirse a Jesucristo, dando, en esta
celebración, un signo concreto en dinero que se distribuye entre los pobres de la
parroquia461.

Así quedaría gráficamente esbozada esta etapa, y a continuación pongo


en otro cuadro comparativo el tiempo del Precatecumenado que engloba estas
etapas del Neocatecumenado tal y como fue vivido en el Catecumenado de la
primitiva Iglesia y en el RICA. Asimismo, señalo las orientaciones que nos

sociedad y en conflicto con el entorno". Cfr. A.G. HAMMAN, La vida cotidiana de los primeros cristianos, p. 218.

459
Cfr. Il Neocatecumenato, p. 97.
460
Así lo ponían de manifiesto los precatecúmenos de la Parroquia de Nuestra Señora de la Peña de Francia de Lisboa en 1976
cuando estaban viviendo esta etapa del Neocatecumenado:"La maravilla que podemos testimoniar es que, pasado algún tiempo, las
barreras que nos separaban, las diferencias de edad, mentalidad y categorías sociales, empezaban a desaparecer, y nacía entre
nosotros la koinonia". Cfr. Convivencia de párrocos, p. 36.
461
"En el segundo escrutinio se recogen cantidades sorprendentes, entregadas de forma absolutamente libre, que se destinan en
gran parte a los pobres de la parroquia. La verdad de esta renuncia, el impulso apostólico, el gozo en la precariedad que se fía de
Dios... son signos llamativos del camino neocatecumenal". Cfr. Mons. RICARDO BLÁZQUEZ, o. cit., p. 76. La experiencia
profundamente liberadora en el cumplimiento de esta palabra por parte de los precatecúmenos contrasta, a veces, con la actitud
"acomodaticia" con la que a veces se interpreta la Escritura. D. BONHOFFER comenta la poca credibilidad, entre los cristianos, a la
Palabra de Dios. Lo de "Vended los bienes", "Poned la otra mejilla", el "Mirad las aves del cielo", ect... se tiende siempre a
"interpretarlo" a nuestro modo: "Siempre encontramos lo mismo: la supresión consciente de la obediencia sencilla, de la obediencia
literal (a la Palabra)". Cfr. El precio de la gracia, Ed, Sígueme, Salamanca, 1986 (3ª Edición), pp. 45-46.
ofrecen nuestros Obispos para esta etapa en CC, en CA y IC (ver tablas 12ª y
13ª).

4. Etapa del Neocatecumenado

Al estudiar esta etapa dentro del itinerario catecumenal que el RICA


presenta, he señalado que el Catecumenado se concibe como un tiempo
"suficientemente prolongado", desarrollado a través de una institución pastoral
definida como "formación y noviciado" (nº 19), "que se alargará cuanto sea
necesario para que madure su conversión y su fe, y, si fuere necesario, por
varios años" (nº 98). De hecho, se dice que "la prolongación del período de
Catecumenado depende de la gracia de Dios y de varias circunstancias, a saber:
de la organización de todo el Catecumenado, del número de catequistas,
diáconos y sacerdotes, de la cooperación de cada catecúmeno, de los medios
necesarios para acudir a la clase del Catecumenado y permanecer en él, y
finalmente, de la ayuda de la comunidad local. Por tanto, nada se puede definir
a priori" (nº 20).

La descripción más completa del Catecumenado se encuentra en el nº 19


del RICA, que recoge la doctrina contenida en AG,14. Si el tiempo del
Precatecumenado puede ser definido como un tiempo de búsqueda con vistas a
una opción por el Evangelio, el Catecumenado -en cambio- va a ser descrito
como un tiempo de maduración con vistas a la confesión de fe: "Es un tiempo
prolongado...en el que se les ayuda (a los candidatos) para que lleguen a la
madurez las disposiciones de ánimo manifestadas a la entrada" (nº 19) 462. Va a
ser por tanto el Catecumenado un proceso orgánico, integral y básico de
formación cristiana cuya finalidad tiende a que en el catecúmeno madure la
vinculación a Jesucristo, en la Iglesia, para el servicio al mundo, y esto se ha de
conseguir, -señala el RICA- por cuatro caminos: 1º) Una catequesis apropiada
que conduzca al conocimiento sapiencial del misterio de la salvación;2º) Una
ejercitación en la práctica de la vida cristiana que exprese el cambio de
mentalidad y de costumbres; 3º) Una iniciación a la oración y vida litúrgica; 4º)
Una iniciación en la actividad evangelizadora de la Iglesia (nº 19)463.
462
Las etapas del Catecumenado bautismal son calificadas por el RICA como etapas de "búsqueda y maduración" (RICA,nnº 6
y 7). Siendo el Precatecumenado el tiempo de búsqueda, las tres etapas catecumenales restantes son etapas de maduración en la fe.
Nuestros Obispos afirman que "en nuestro contexto pastoral, en efecto, nos encontramos hoy en día con muchos adultos necesitados
de una fundamentación básica de la fe" (CC, nº 98), para estos "el catecumenado bautismal trata de fundamentar la fe..." (CC, nº
97), la necesidad de una vigorosa organización catequética de adultos entre nosotros "se justifica por la necesidad de suplir las
insuficiencias o deficiencias de la catequesis (anterior), o de completar adecuadamente, a un nivel más elevado, la que recibieron en
la infancia, o -incluso- de enriquecerse en este campo hasta el punto de poder ayudar más seriamente a los demás. (CT, nº 45). En
otras palabras, la catequesis de adultos, tratará de fundamentar la fe cristiana, ya sea porque -en rigor- falte esa fundamentación, o
porque sea inadecuada para la edad adulta, o porque sea necesario reactualizarla" (CC, nº 100).
463
Hablando de estas tareas, el RICA muestra cómo la Iglesia desea que, durante el Catecumenado, los adultos "sean
iluminados por la fe, dirijan su corazón a Dios y se promueva su participación en el misterio litúrgico, se impulse su actividad
apostólica, y toda su vida se nutra según el espíritu de Cristo" (nº 99). Con esta palabras, el RICA vuelve, así, a recordar los "cuatro
caminos" de la formación catecumenal (nº 19). El Código de Derecho Canónico, sintetizando las dimensiones de la formación
catecumenal que el Concilio define en AG,14 indica también que la iniciación en el misterio de la salvación -finalidad de dicha
Me propongo, a continuación, ver de qué forma está estructurada esta
etapa en el Neocatecumenado y en qué medida se ajusta o se distancia del
Catecumenado esbozado en el RICA. De entrada tengo que decir que el RICA
deja un amplio margen de libertad a la hora de utilizar el Ritual, y en este
sentido no encorseta la institución catecumenal464, ni por lo que se refiere al
tiempo (nnº 20, 98 y 280), ni por lo que atañe a la fijación de los ritos
específicamente catecumenales (nnº 274-276); de hecho, las entregas que en el
Ritual forman parte del tiempo de Purificación e Iluminación (nº 25) y por tanto
se tendrían que hacer durante la Cuaresma (nnº 153 y 181); el RICA no impide
que se puedan anticipar (nº 65,6) "ya para diversificar el período del
Catecumenado, ya por razón de la brevedad del período de Purificación e
Iluminación" (nº 125)465.

El itinerario neocatecumenal siendo fiel al espíritu y a la libertad que el


RICA deja, y teniendo muy presente lo que se afirma en el nº 302 ("para
significar la acción de Dios" en la lenta y progresiva maduración de los
neocatecúmenos) va a emplear todos los ritos propios del Catecumenado
señalados en el Ritual, aunque adaptándolos a la situación de los adultos
bautizados, teniendo muy presente -como han puesto de manifiesto los Obispos
españoles- que "la gradualidad de la catequesis de adultos encierra en la
práctica diversas dificultades. He aquí algunas de ellas: 1ª) Es más fácil
delimitar las etapas de la catequesis en los adultos no bautizados. Se hace más
difícil en la catequesis con bautizados, necesitados de reiniciación. En el primer
caso esa frontera es más difícil de establecer; 2ª) En la dinámica de la fe, las
fronteras son movedizas. El crecimiento no se produce de manera uniforme. Los
momentos de gracia son distintos en un grupo de adultos. Los bloqueos son,
también, muy diversos. Un adulto, superado un bloqueo, puede recuperar -de
manera acelerada- el terreno perdido; 3ª) Cuando el grupo de adultos es poco
numeroso se hace más difícil dividir a los adultos por grados de fe. Una cierta
coexistencia de diversos niveles tiene, entonces, también sus ventajas. Todo lo
cual supone un llamamiento a la flexibilidad y al realismo en la praxis
catequética concreta"466.
formación- se obtiene a través de cuatro tareas: "Por la enseñanza y el aprendizaje de la vida cristiana, los catecúmenos han de ser
convenientemente iniciados en el misterio de la salvación, e introducidos a la vida de la fe, de la liturgia y de la caridad del pueblo
de Dios, y del apostolado" (CIC, c. 788,2). Los Obispos españoles afirman que "una catequesis inspirada en el modelo catecumenal
es una iniciación en la realidad desbordante del misterio de Cristo, iniciación que implica una gran riqueza de dimensiones" (CC, nº
84): 1ª) Iniciación al conocimiento del misterio de Cristo (dimensión noética) (CC, nnº 85-86); 2ª) Iniciación en la vida evangélica
(dimensión axiológica) (CC, nnº 87-88); 3ª) Iniciación en la oración y en la vida litúrgica (dimensión práxica) (CC,nnº 88-89); 4ª)
Iniciación en el compromiso apostólico y misionero (CC, nnº 91-92).
464
"Los ministros que empleen este Ritual, usen con libertad y sensatez de las facultades y atribuciones que se les conceden..."
(nº 313). Ver las "acomodaciones que puede hacer el ministro" en el nº 67. Para M. DUJARIER, "en lo que se refiere a las
ceremonias propiamente catecumenales, el ritual abre un vasto campo de creación litúrgica". Cfr. Iniciación cristiana de Adultos, p.
88.
465
Cfr. RICA, nº 103: "Según lo aconsejan las circunstancias, se pueden adelantar la traditio o entrega del Símbolo, y también
de la oración dominical, y el rito Epheetha, para los cuales, tal vez, falte tiempo si se deja todo para la última etapa (nn. 125-126)".
En el Neocatecumenado las entregas de la Liturgia de las Horas, del Símbolo y de la oración dominical se han estructurado de una
formal "original" que no se ciñe exactamente al modelo que el RICA propone.
466
Cfr. Catequesis de adultos, nº 203. Con respecto al ritmo de cada catecúmeno, sostienen los Obispos que la "pedagogía
catequética es respetuosa con el personal proceso de fe de cada catecúmeno, con su ritmo propio, con su particular itinerario. Ya el
Veamos, pues cómo madura la fe del neocatecúmeno siguiendo los cuatro
caminos señalados en el RICA, nº 19.

1º) Una catequesis apropiada que conduzca al conocimiento


sapiencial del misterio de la salvación.

La etapa del Neocatecumenado se inicia una vez pasado el Segundo


Escrutinio y acaba el día de la Elección. El Neocatecumenado, así como el
Catecumenado que el RICA desarrolla (nº 7), va a durar varios años, y "por la
misma razón que en el caso de los catecúmenos, la preparación de estos adultos
requerirá tiempo prolongado (cfr. observaciones previas, nº 21), para que la fe
infundida en el Bautismo pueda crecer, llegar a la madurez y ser grabada
plenamente por medio de la formación pastoral que se les proporciona" (nº
296). Asimismo, "el desarrollo ordinario de la catequesis generalmente
corresponderá al orden propuesto a los catecúmenos" (nº 297), y "para significar
la acción de Dios en esta obra de preparación, se emplearán algunos ritos
propios del Catecumenado, que respondan a la condición especial de estos
adultos y a su provecho espiritual, como son las entregas del Símbolo, de la
Oración dominical y también de los evangelios" (nº 302). En el
Neocatecumenado se ampliará también a la entrega de la Liturgia de las Horas y
de la oración mariana por excelencia, el Rosario.

El tiempo del Neocatecumenado es presentado como el tiempo que ha de


llevar al neocatecúmeno a la simplicidad de vida, "como el Precatecumenado se
caracteriza por la humildad -afirma Kiko Argüello 467, en el sentido de que se
empieza a descender hasta el conocimiento de nuestra realidad más profunda, a
tocar nuestra verdadera historia, a vivir en la verdad, así el tiempo del
Catecumenado es un tiempo que se caracteriza por la simplicidad"468. La
comunidad, seguida siempre por los catequistas, va a vivir en este tiempo la

hecho de concebir la fe en términos de proceso es muy importante, pues subraya el hecho de que la adhesión del catecúmeno a
Cristo tiene lugar en forma progresiva. A partir de una conversión inicial, se van convirtiendo los diversos estratos de la
personalidad del creyente -las diferentes zonas de su ser- a través de un proceso de conversión permanente. Ese caminar de la fe
tiene sus momentos de resistencia -personales de cada uno- que el catequista ha de saber respetar con tacto y comprensión” (CC, nº
214).
467
Cfr. Il Neocatecumenato, pp. 97-98. En el Estatuto se define el Catecumenado postbautismal como “un tiempo de combate
espiritual para adquirir la simplicidad interior del hombre nuevo que ama a Dios como único Señor, con todo el corazón, con toda la
mente, con todas las fuerzas y al prójimo como a sí mismo”. Cfr. SCN, art. 20.
468
Existen algunos estudios que han explorado la "experiencia catecumenal" en San Juan de Avila, e intentan
mostrar los "puntos de contacto" con el Neocatecumenado. Por ejemplo: JULIAN BALLESTA ILLAN, La
iniciación cristiana en los escritos de San Juan de Avila (Según el Ordo de la Iniciación Cristiana de Adultos
-OICA- (Dissertario ad Doctoratum), Roma 1982; ALBERTO GARCÍA TORRES, San Juan de Avila y el
Camino Neocatecumenal. Puntos de contacto, Ed, EGA, Bilbao 1994. "El Camino Neocatecumenal tiene sus pasos
y etapas que culminan en momentos celebrativos. San Juan de la Cruz distinguía las tres vías: purgativa, iluminativa y unitiva. El
Camino va discurriendo a través de tres etapas que conducen a lo mismo: humildad, simplicidad y alabanza" Cfr. ANDRÉS
FUENTES, La espiritualidad del Camino Neocatecumenal I, p. 86.
experiencia de la sencillez de vida. Durante el Neocatecumenado, la fe aparece
como un combate en el que se experimenta la acción liberadora del Espíritu de
Cristo. Esta etapa -en principio- está pensada para que dure unos tres años469.

Durante este tiempo prolongado las catequesis que reciben los


neocatecúmenos van a ir completando y desarrollando las entregas que la
Iglesia les va a ir haciendo en cada momento. Las celebraciones de la Palabra
serán la fuente y posibilidad de que la instrucción que se les da sea acogida
desde la fe, puesto que la instrucción no puede alimentar la fe si no está Dios
detrás alentando y dinamizándola. Está, por tanto, en íntima unión con la
instrucción catequética, por eso el Ritual ofrece la posibilidad de hacer la
celebración litúrgica de la Palabra, después de la catequesis (nº 108), para
significar que se trata de una misma realidad: la Palabra de Dios que se celebra,
escucha y recibe de diversas formas. Palabra que acompañará al neocatecúmeno
desde el principio al fin. Por tanto, las catequesis se distinguirán por dos notas
fundamentalmente, que también vienen señaladas en el RICA, la gradualidad
(nnº 4, 6-7; también en CA, nnº 198-222) y la integridad. El Ritual dice que a
través de esta catequesis "dispuesta por grados, pero presentada íntegramente,
acomodada al año litúrgico y basada en las celebraciones de la palabra, se va
conduciendo a los catecúmenos no sólo al conveniente conocimiento de los
dogmas y de los preceptos, sino también al íntimo conocimiento del misterio de
la salvación, cuya aplicación desean" (nº 19.1).

Esto, efectivamente, es así en el Neocatecumenado. Los neocatecúmenos


caminan apoyados en el trípode -Palabra-Liturgia-Comunidad- a lo largo de
toda esta etapa, y en cada momento las catequesis que reciben van a ir
iluminando el contenido de la fe, que es objeto de maduración y asimilación:
1º) Durante la primera iniciación a la oración (entrega del Salterio), se
celebrará la Palabra (RICA, nº 106) adquiriendo una importancia especial el
conocimiento de los Salmos que serán leídos y rezados desde una perspectiva
cristológica y eclesial; se profundizará en el sentido y la importancia de la
oración en la vida de los creyentes470.
469
"Esta fase dura alrededor de tres años, con tres etapas fundamentales. En cada una de ellas la Iglesia nos ayuda con
exorcismos”. Cfr. KIKO ARGÜELLO, art. cit., p. 98. En la práctica y como muy bien señala el nº 20 del RICA, las "diversas
circunstancias", hacen que esta etapa sea más larga. El Neocatecumenado, evidentemente no puede durar un tiempo indefinido, el
carácter temporal del Catecumenado bautismal es inherente al mismo proceso de iniciación, de ahí que este proceso tenga un
comienzo y un final, en el Neocatecumenado también es así y el hecho de que en un gran número de parroquias ya se haya
finalizado el Neocatecumenado en todas sus etapas, va a propiciar la "agilización" en la pedagogía neocatecumenal. A este respecto
es interesante resaltar que ya los Obispos españoles habían llamado la atención sobre este punto del carácter temporal de todo
proceso catequético, "creemos importante insistir en este punto porque observamos una cierta tendencia a hacer de los grupos
cristianos en los que se realiza la catequesis, grupos catecumenales de duración indefinida. Nos parece muy importante el distinguir
bien el grupo catequético (o catecumenal) de la comunidad cristiana estable" (CC, nº 101). Ahora bien, ¿Cuánto tiempo debe durar
la formación catequética del adulto? se preguntan los Obispos españoles, "tratándose de adultos bautizados, la formación
catequética debe ser -en principio- similar a la de un catecúmeno (RICA, nº 296). Entre nosotros, cuando se trata de verdaderas
catequesis orgánicas con adultos, la duración media podría situarse entre los dos a cinco años" (CA,n º 95).
470
“La Iglesia realiza una primera iniciación de los neocatecúmenos a la oración litúrgica y personal, incluso nocturna, que
culmina con las catequesis de los Evangelios sobre la oración y con la celebración de la entrega del libro de la Liturgia de las
Horas”. Cfr. SCN, art. 20,1ª. El RICA pide que se "enseñe (a los catecúmenos) los diversos métodos y aspectos de la oración" (nº
106,b). En el Neocatecumenado, ya en esta etapa se familiariza a los neocatecúmenos con la "Oración de Jesús" tan profundamente
2º) En el período de la entrega del Símbolo, todos los neocatecúmenos
tendrán que estudiar, encarnar y celebrar comunitariamente cada artículo del
credo. Cada uno deberá responder si cree en esa proposición de la fe y por qué
cree471.
3º) Y, por último, en la segunda iniciación a la oración (entrega del
Padrenuestro) se ahondará en las siete peticiones de la oración del Señor y
profundizará en el alcance de la filiación divina472.

Si la finalidad de la catequesis es la confesión de la fe 473, vamos a


contemplar a lo largo de toda esta etapa de Neocatecumenado cómo "para una
auténtica introducción en la Sagrada Escritura, la Iglesia entrega al catecúmeno
(en nuestro caso al neocatecúmeno) una clave de lectura: el Símbolo, el Padre
Nuestro y una normativa de conducta que recoge lo esencial del estilo de vida
del Evangelio, como son el mandamiento del amor y las bienaventuranzas (que
son la referencia moral concreta señalada por Pablo VI en el Credo del Pueblo
de Dios" (CC, nº 230)474. Las catequesis que se imparten a lo largo de todo el
Neocatecumenado estarán marcadas por esta clave hermenéutica señalada por
nuestros Obispos: "Entre la Sagrada Escritura y esta clave de lectura que la
Iglesia entrega al catecúmeno, la relación circula en el doble sentido: a) desde el
Símbolo, el Padre Nuestro y las Bienaventuranzas podemos seleccionar aquellas
perícopas bíblicas que mejor contribuyan a nutrir la síntesis de fe. Desde ahí
venerada en la espiritualidad oriental. Cfr. E. BEHR SIGEL/GUIGON II, La Iglesia reza, Ed, DDB, Bilbao 1987, pp. 5-47.
Nuestros Obispos reconocen y alaban todos los avances que en esta dimensión de la catequesis se están dando en los procesos de
iniciación: "No podemos menos de alabar los esfuerzos realizados entre nosotros para tratar de conseguir que un proceso
catequético se convierta en verdadera escuela de oración... Iniciar al catecúmeno en la plegaria de los salmos, desarrollar en él la
dimensión contemplativa..., es imprescindible para la catequesis". Cfr. Catequesis de la Comunidad, nº 90.
471
“La Iglesia entrega a los neocatecúmenos el Credo (Traditio Symboli), ´compendio de la Escritura y de la fe` y les envía a
predicarlo, de dos en dos, por las casas de la parroquia”. Cfr. SCN, art. 20,2ª. El Catecismo de la Iglesia católica, se convierte en un
manual imprescindible y los neocatecúmenos lo conocen y utilizan con bastante asiduidad para la preparación de cada artículo: "El
Símbolo de la fe resume los dones que Dios hace al hombre como Autor de todo bien, como Redentor, como Santificador y los
articula e torno a los tres capítulos de nuestro Bautismo -la fe en un solo Dios: el Padre Todopoderoso, el Creador; y Jesucristo, su
Hijo, nuestro Señor y Salvador; y el Espíritu Santo, en la Santa Iglesia". Cfr. Prólogo, nº 14. Para el Cardenal JOSEPH
RATZINGER "El Catecismo desarrolla la fe a partir de la profesión bautismal. Así aparece claro de qué modo quiere explicarla: la
catequesis implica catecumenado". Cfr. Evangelio, catequesis, catecismo, Ed, EDICEP, Valencia 1996, p. 25. Según él, "el símbolo
de la Iglesia se ha desarrollado (sobre todo) en el contexto vital del catecumenado, y en este contexto ha sido transmitido... Hoy
necesitamos restablecer el contexto vital de la ejercitación catecumenal en la fe como lugar común de la experiencia del Espíritu,
que puede convertirse así en la base de una reflexión atenta a los contenidos reales". Cfr. Teoría de los principios teológicos, Ed,
Herder, Barcelona 1985, p. 28.
472
"Para adentrarse en este misterio y convertirlo en fuente de vida, la comunidad por grupos, estudia todas y cada una de las
peticiones, todas y cada una de las palabras del Padre nuestro a la luz de la Escritura y de los Padres. Y junto al estudio, la
celebración gozosa de las peticiones y las palabras, convertidas en oración y motivo de agradecimiento a la Trinidad". Cfr.
ANDRÉS FUENTES, Espiritualidad del Camino Neocatecumenal II, pp. 175-176. Para los Obispos españoles "la traditio orationis
dominicae (entrega del Padre nuestro) es una dimensión de la catequesis que ha de estar permanentemente presente a lo largo de
todo el proceso" (CC, nº 90).
473
"El Catecumenado bautismal señala, además, a la catequesis la meta del proceso: la profesión de la fe: La catequesis tiene
su origen en la confesión de la fe y conduce a la confesión de la fe [...]. A lo largo de su preparación, los catecúmenos reciben el
Evangelio (Sagrada Escritura) y su expresión eclesial, que es el Símbolo de la fe (MPD, nº 8)" (CC, nnº 96 y 230).
474
Para nuestros Obispos, "la importancia de esta clave de lectura consiste en que tanto el Símbolo, como el Padre Nuestro,
como el Mandamiento del amor, junto con las Bienaventuranzas, son lo esencial de la Sagrada Escritura: son la regla de la fe, el
modelo de toda oración cristiana y las actitudes básicas que configuran la vida evangélica. Son el corazón de la Escritura y el
criterio de su interpretación" (Ibidem). En el Estatuto también se afirma que “para profundizar la Escritura ´con la inteligencia y el
corazón de la Iglesia`, los neocatecúmenos se ayudan sobre todo de la lectura de los escritos de los Padres, de los documentos del
Magisterio, en especial del Catecismo de la Iglesia Católica, y de obras de autores espirituales” (SCN, art. 11&4), y se da la “clave
hermeneútica” necesaria para la escucha y la comprensión de la Sagrada Escritura: ver en Jesucristo, el cumplimiento de las
Escrituras y poner lo s hechos de la propia historia bajo la luz de la Palabra” (SCN. Art. 9,2ª)..
detectamos enseguida cuándo nuestra lectura de la Escritura es parcial e
incompleta. El conjunto de documentos de la fe propuestos por la catequesis
será así armónico; desde la Sagrada Escritura, tanto el Símbolo, el Padre
Nuestro, como las Bienaventuranzas se irán cargando de contenido, el esqueleto
se irá llenando de carne, cada artículo, cada petición, cada bienaventuranza se
verá enriquecida por figuras bíblicas, parábolas evangélicas, salmos,
acontecimientos..., que -de uno u otro modo- desarrollarán el núcleo esencial.
Esta misma clave de lectura contribuye también a hacer una selección
catequética adecuada de los textos del Magisterio, dentro de la abundante
riqueza de los mismos, en función siempre de la mejor comprensión de la
Sagrada Escritura y de las necesidades más características del creyente y de la
comunidad, hoy"(CC, nº 232).

La experiencia contrastada en tantas Comunidades Neocatecumenales


confirma y garantiza la integridad en los contenidos, la gradualidad en la
presentación de éstos y cómo a través de las celebraciones de la Palabra, se va
equipando a los catecúmenos no sólo del conveniente conocimiento de los
dogmas y de los preceptos, sino también de la forma cristiana de vivir la
existencia en todas sus dimensiones (personal, familiar, laboral, política...).
Veamos pues, de qué modo se "rellena el esqueleto del Neocatecumenado"
desde esta perspectiva catequética.

Durante el primer año, tiene lugar una de las entregas que el


neocatecúmeno va a recibir a lo largo de toda esta etapa y que es, sin duda
alguna, una de las aportaciones más originales que el Neocatecumenado hace
con respecto al RICA: se trata de la primera iniciación a la oración "como
primera arma importante y necesaria en nuestra lucha. Al final de esta seria
iniciación, que dura un año, el Obispo, en una liturgia, entrega el Libro de los
Salmos"475. También conecta, en este punto, el Neocatecumenado con la praxis
de los primeros siglos cuando "el oficio, considerado como oración de los fieles,
era una realidad viva en los orígenes de la Iglesia, cuando era efectivamente la
oración de la asamblea cristiana, de la ecclesia local"476. Efectivamente, también
475
Cfr. KIKO ARGÜELLO, art. cit, p. 98. Ya en el mismo Concilio "se recomienda que también los laicos reciten el Oficio
divino, bien con los sacerdotes o reunidos entre sí, e incluso solos" (SC nº, 100). El Papa PABLO VI en la Constitución apostólica
laudis canticum (1 de noviembre de 1970), con la que promulgaba el Oficio Divino reformado por mandato del Concilio (SC, nº
90), afirma que "toda vez que el Oficio es oración de todo el pueblo de Dios, ha sido dispuesto y preparado de suerte que puedan
participar en él no solamente los clérigos, sino también los religiosos y los mismos laicos" (nº 1), y sostiene que "es verdaderamente
deseable que la Liturgia de las Horas penetre, anime y oriente profundamente toda la oración cristiana, se convierta en su expresión
y alimente con eficacia la vida espiritual del pueblo de Dios...La Liturgia de las Horas expresa con claridad y confirma con eficacia
esta profunda verdad inherente a la vida cristiana. Por esto, el rezo de las Horas es propuesto a todos los fieles, incluso a aquellos
que legalmente no están obligados a él" (nº 8). Por lo demás, en la Institutio generalis Liturgiae horarum encontramos las bases para
la recuperación de la oración comunitaria como una forma eclesial de manifestar la realidad de la Iglesia local (cf. nnº 9 y 21), en
los nnº 22 y 23 se contempla el hecho de la "convocación y la reunión de la comunidad para la liturgia de las horas y la participación
de los fieles que deben ser instruidos convenientemente por los pastores". Cfr. COMISIÓN EPISCOPAL ESPAÑOLA DE
LITURGIA, Liturgia de las Horas (Tomo Iº), Coeditores litúrgicos [2ª edición], 1984.
476
Cfr. P. SALMÓN, “La oración de las horas”, en A.G. MARTIMORT, La Iglesia en oración, Ed, Herder, Barcelona, 1967,
pp. 946-947. Para un acceso a los Santos Padres que han tratado sobre los salmos: BASILIO, Hom. in Psalmum 1, Patrologia
Graeca, 29; AMBROSIO, Explanatio Psalmi 1: Corpus Scriptorum Ecclesiasticorum Latinorum, 64. Para un estudio histórico ver:
´Liturgia de las Horas`, en Nuevo Diccionario de Liturgia, Ed, Paulinas, Madrid 1987, pp. 1164-1190.
M. Dujarier muestra que ya en los primeros siglos hubo algunas iglesias donde
la iniciación cristiana contemplaba la posibilidad de hacer la entrega de los
salmos477.

Una vez iniciados en la oración litúrgica de la Iglesia, durante este tiempo


los neocatecúmenos, en celebraciones domésticas, por grupos, profundizan en
los salmos que son escrutados ayudándose de las notas, lugares paralelos y otras
referencias de la Biblia de Jerusalén. Entre todos buscan la relación que cada
salmo tiene con Jesucristo y cada uno confronta la propia vida con el salmo
proclamado, estudiado y meditado478. Así, afirma Mons. Ricardo Blázquez, "se
van conociendo los salmos, y se convierten en expresión personal de petición,
acción de gracias, alabanza, lamentación... de los neocatecúmenos" 479. De esta
forma, poco a poco, los neocatecúmenos se familiarizan con los salmos 480.
Empalma así esta praxis de la oración litúrgica de los neocatecúmenos con el
espíritu de la reforma litúrgica tal y como sostiene V. Raffa en su estudio
histórico en relación con la Liturgia de las Horas: "Se concibe el oficio divino
no como oración propia del clero y de los monjes, tal como había acabado
siendo en una época de decadencia litúrgica, sino como conmemoración de
todos los bautizados... Los laicos, como grupos y como individuos, que celebren
aunque sólo sea una parte de la LH ejercen la misión de la Iglesia orante, se
insertan más íntimamente en ella (SC, nº 85), llevan a cabo una acción litúrgica
y un culto público y contribuyen no poco a la salvación de todo el mundo
(OGLH, nº 27). Desaparece la discriminación entre personas delegadas y no
delegadas para la oración litúrgica, y se exhorta vivamente a los laicos a hacer
de la LH, total o parcial, su oración (SC, nº 100; OGLH, nnº 22;23;27)"481.

Asimismo, en este tiempo, la vida y la maduración de la fe sigue


alimentándose de la Palabra (que es preparada y celebrada sobre figuras de la
Biblia: Adán, Abel, Abrahán, Melquisedec. Se hace una lectura en clave
cristológica, se trata de ver cómo todas hablan de Cristo que ha dado
cumplimiento a las Escrituras)482, de la Eucaristía (que es vivida más
profundamente porque los hermanos saben ya que comer el Cuerpo de Cristo
477
En concreto, el autor habla de la liturgia que se celebraba en Nápoles en el siglo VI, "se desarrollaba esta ceremonia el
domingo tercero de Cuaresma. Poseemos una serie de Homilías en las que el obispo Juan el Mediocre invita a aprender de memoria
el salmo 22, o por lo menos el salmo 116, más fácil de memorizar porque es más corto. Tal vez también el salmo 41". Cfr.
Iniciación Cristiana de Adultos, pp. 141-142. También encontramos atestiguada esta práctica en las catequesis de Nicetas
recientemente editadas, ver NICETAS DE REMESIANA, Catecumenado de adultos, Ed, Ciudad Nueva, Madrid 1992
(especialmente, el capítulo dedicado "Sobre el canto cristiano", pp. 114-127). Para una mayor profundización: A. ROSE, Les
Psaumes de l´iniciation chrétienne: Questions Liturgiques er Paroissiales 47 (1966) pp. 279-292 y 48 (1967) pp. 111-120.
478
Siguiendo el mandato de Jesús que nos invita a "escrutad las Escrituras, ya que pensáis que en ellas hay vida eterna. Ellas
dan testimonio de mí" (cf. Jn. 5, 39-40). El Estatuto describe así esta praxis neocatecumenal: “Los neocatecúmenos, escrutando los
salmos en pequeños grupos, son iniciados a la práctica de la ´lectio divina` o ´scrutatio scripturae`, ´en la que la Palabra de Dios es
leída y meditada para transformarse en oración`”. Cfr. SCN, art. 20,1ª.
479
Cfr. Las Comunidades Neocatecumenales, p. 78.
480
"Con la entrega del Oficio de las Horas, durante la iniciación a la Oración, algunas familias de la primera comunidad se han
convertido en Iglesias domésticas, desde las que se eleva a Dios, dador de todo bien, la alabanza cotidiana. Es la oración del pueblo
de Dios". Cfr. Convivencia de párrocos, p. 53.
481
Cfr. Liturgia de las Horas, p. 1171.
significa aceptar la Voluntad de Dios) y de la Comunión fraterna (que comienza
a realizarse también en la ayuda a los hermanos necesitados). Además, a partir
de la entrega de los salmos empiezan los neocatecúmenos todos los días a rezar
Laudes antes de comenzar la jornada y por la tarde vísperas y hacen una oración
del corazón, silenciosa, de encuentro profundo con Dios. Los esposos
comienzan a rezar juntos483, y los domingos y días de fiesta los padres rezan con
los hijos en una verdadera celebración doméstica, celebración que se convierte
en ocasión propicia para ir transmitiendo la fe a los hijos 484. Esta celebración
doméstica tiene una trascendencia enorme para los niños. En el Estatuto se
afirma que “los padres son instruidos a transmitir la fe a los hijos en una
celebración doméstica, hecha durante los Laudes del Domingo” (SCN, art.
14&2)485.

Pasado un año, los catequistas de la comunidad vuelven para la entrega


del Credo (SCN, art. 20,2ª)486. Pero esta entrega no es un hecho intelectual,
"tiende a la iluminación de los neocatecúmenos", pues "en el Símbolo, en el que
se recuerdan las grandezas y maravillas de Dios para la salvación de los
hombres, se inundan de fe y de gozo" (RICA, nº 25,2)487

482
"Para iluminar la propia historia de salvación que Dios quiere hacer con cada uno de nosotros, tenemos todos los personajes
que desfilan por la historia de la salvación. Todos los personajes de la historia de la salvación nos enseñan a entrar en la voluntad de
Dios... El conocimiento de estos personajes, el verse reflejado en ellos a través de la figura de Jesús al que anuncian, potencia el
espíritu de oración y de confianza plena en la voluntad de Dios". Cfr. ANDRÉS FUENTES, art. cit., p. 171.
483
La misma "Institutio generalis de la Liturgia horarum" dice que "conviene que la familia, que es como un santuario
doméstico dentro de la Iglesia, no sólo ore en común, sino que además lo haga recitando algunas partes de la Liturgia de las Horas,
cuando resulte oportuno, con lo que se sentirá más insertada en la Iglesia" (nº 27b.)
484
"También el Sínodo, siguiendo y desarrollando la línea conciliar ha presentado la misión educativa de la familia cristiana
como un verdadero ministerio, por medio del cual se transmite e irradia el Evangelio, hasta el punto que la misma vida de familia se
hace itinerario de fe y, en cierto modo, iniciación cristiana y escuela de los seguidores de Cristo...En virtud del ministerio de la
educación los padres, mediante el testimonio de su vida, son los primeros mensajeros del Evangelio ante los hijos. Es más, rezando
con los hijos, dedicándose con ellos a la lectura de la Palabra de Dios e introduciéndolos en la intimidad del Cuerpo -eucaristíco y
eclesial- de Cristo mediante la iniciación cristiana, llegan a ser plenamente padres". Cfr. JUAN PABLO II, Familiaris consortio, nº
39. Ver la profunda y penetrante reflexión que los Obispos vascos dedican a la "familia cristiana, una comunidad que ora". Cfr.
Carta pastoral de los Obispos vascos, Redescubrir la familia (Pascua de Resurrección, 1995), nnº 91-98.
485
"Los padres que caminan en la fe de la Iglesia pasan a los hijos la experiencia que ellos tienen del Dios viviente y del Señor
resucitado", afirma MICHI COSTA, presbítero , por un tiempo, del Equipo Itinerante del CN en Sudáfrica junto a un matrimonio
con tres hijos. Fruto de la experiencia y de estas celebraciones domésticas han nacido estos libros: Cuando tu hijo te pregunte;
Hazme oir tu voz; Quiero ir a Jerusalén, los tres editados por DDB, Bilbao, 1991. Ver también las indicaciones que hace CARLOS
ELORRIAGA, "Los niños y las Comunidades Neocatecumenales", en Bautismo y espiritualidad neocatecumenal, pp. 385-386. Y, la
descripción de "una experiencia de Laudes en familia", en Convivencia de párrocos, pp. 62-63.
486
"El sexto domingo de cuaresma comenzaba en Oriente la catequesis dogmática, esencialmente constituida por la explicación
de los artículos del Símbolo. Y así comenzaba con la importante ceremonia de la traditio Symboli... La entrega del Símbolo es un
acto fundamental que contiene todo el significado de la catequesis. Al entregar el Símbolo, la Iglesia transmite a los nuevos
cristianos la fe; por eso lo convierte en un acto litúrgico... La misión del Símbolo es expresar resumidamente el contenido de la
tradición; su origen es esencialmente catequético". Cfr. JEAN DANIELOU/R. du CHARLAT, o. cit., pp. 52-53.
487
"En la gran tradición eclesial, la confesión de fe más estrictamente vinculada al proceso de la iniciación cristiana es la
Profesión de fe apostólica. El llamado Credo o Símbolo de los apóstoles, en efecto, es una fórmula que la Iglesia ha utilizado, desde
muy antiguo, para profesar su fe bautismal y para iniciar en esa fe a los catecúmenos" (CA, nº 137). Y, más adelante se dice, "la
clave para estructurar esta doble dimensión -bíblica y doctrinal- de la enseñanza de la fe, tal como atestigua la práctica secular de la
comunidad cristiana, está en la entrega del símbolo (RICA, nº 183), que la Iglesia, en el momento oportuno, lleva a cabo con los
catecúmenos y, en nuestro caso, con los adultos que se catequizan" (CA, nº 179). "La catequesis, para educar al catecúmeno en el
sentido de la nueva existencia recibida en el Bautismo, lo inicia en la profesión de la fe cristiana, en la que se expresa la razón de su
esperanza y la raíz de su existir" (CC, nº 164).
. Los neocatecúmenos, durante este tiempo, profundizarán en cada uno de los
artículos del Credo488, meditándolos, preparándolos y celebrándolos en las
liturgias de la Palabra489, se conecta así con la tradición más puramente
catecumenal, que ha reservado a la explicación del Símbolo algunas de sus
mejores tratados teológicos490.

Los neocatecúmenos reciben el Credo491, para después de haberlo


confesado con su vida a través de la misión a la que se les envía por un tiempo,
devolverlo a la Iglesia hecho carne en ellos. Por eso en el rito de la Traditio,
presidido por el Obispo, son enviados a predicar el Kerygma, partiendo de la
experiencia vivida. "Son enviados de dos en dos, -afirma Mons. Ricardo
Blázquez- de acuerdo con el Párroco que lo comunica a los feligreses, a visitar
las familias de la parroquia anunciándoles la paz en nombre de Jesucristo
resucitado. Se incorporan de esta manera a la misión evangelizadora de la
Iglesia"492.

Una vez terminado este tiempo de evangelización por las casas, los
catequistas vuelven para la Redditio del Credo: durante la Cuaresma, en la
parroquia y en la liturgia de las Vísperas, cada neocatecúmeno confesará
públicamente la fe de la Iglesia a la luz de su experiencia personal 493, en
488
Cfr. SANTOS SABUGAL, Credo. La fe de la Iglesia. El Símbolo de la fe: historia e interpretación, Ed, Montecasino.
Zamora 1986. Estudios de este tipo, serán continuamente material de referencia en esta etapa del Neocatecumenado. Entre las
principales catequesis sobre el Credo fácilmente accesibles en nuestra lengua citamos: SAN CIRILO DE JERUSALÉN, Cat. 4-18
(P.P.C., Madrid 1984). TEODORO DE M., Hom. Ct. 1-10 (ST 145, pp. 4-281); SAN AGUSTÍN, Serm. 212 (B.A.C. 447, Madrid
1983) y Serm. 213 (B.AC. 447, idem); SAN AMBROSIO, Exp. Symb. (SC 25 bis, pp. 46-59). SAN LEÓN MAGNO, Serm. 98 (SC
200, pp. 295-301); CESAREO, Serm. 9 (SC 175, pp. 362-375).
489
Para los Obispos españoles, "La entrega del Símbolo que, acompañada de un breve comentario del mismo, puede
interiorizarse en unos pocos encuentros. Juan Pablo II sugiere una utilización más concretamente adaptada (CT, 28) de esta entrega
del Símbolo, en la que los adultos puedan encontrar, a modo de síntesis final, todo lo que a lo largo de la catequesis han descubierto
y vivido" (CA, nº 219).
490
"Nosotros encerramos en estos pocos versículos toda la enseñanza de la fe" (S. CIRILO DE JERUSALÉN, Catequesis,
5,12). "Se les explica frase por frase la doctrina encerrada en el Símbolo y en las Escrituras, primero literalmente, y luego su
sentido espiritual" (EGERIA, Itinerario, 46). "Este es el Símbolo cuyo contenido ha sido enseñado con las Escrituras cuando erais
catecúmenos, pero que bajo esta fórmula resumida os servirá, una vez fieles, para testimoniar vuestra fe y para progresar en ella" (S.
AGUSTÍN, Sermones, 212,2).
491
"La ceremonia de la entrega del Credo está atestiguada tanto en Oriente como en Occidente desde el siglo IV". Cfr. M.
DUJARIER, Iniciación Cristiana de Adultos, p. 135. Para una información particular acerca de la etapa de "entrega" y "devolución"
(Traditio-Reditio Symboli) del Credo como se realiza en estas CNC, ver: S. SABUGAL: El "Símbolo de la Fe" ayer y hoy: Estudios
agustinianos (Septiembre-Diciembre), pp 413-473. Para este experto de la patrística, "una concreta y eficaz adaptación de la antigua
entrega del Símbolo es ciertamente el respectivo rito del Camino neocatecumenal" (p. 452).
492
Cfr. Las Comunidades Neocatecumenales..., p. 80. "Durante siglos, un elemento importante de la catequesis era
precisamente la traditio Symboli (o transmisión del compendio de la fe), seguida de la oración dominical. ¿No habría que encontrar
una utilización más concretamente adaptada (en la catequesis) para enseñar esta etapa?" (CT, nº 28). Para FRANCO
SOTTOCORNOLA “el Catecumenado constituye con la evangelización el ámbito principal de la pastoral de una Iglesia en estado
de misión”. Ver las sugerentes perspectivas que apunta en su articulo: L´iniziazione cristiana degli adulti nella vita della Chiesa in
stato di missione: Rivista di Pastorale Liturgica 5 (1973) pp. 26-32.
493
"Una vez explicado el Símbolo durante cuarenta días, deberá ser repetido por el catecúmeno a quien se le entregó: es la
redittio symboli. Este rito tiene lugar el Domingo de Ramos, antes de que comience la semana mayor. Ese día el catecúmeno,
siempre acompañado de su padrino o madrina, recita solemnemente ante el obispo el Símbolo que debe ya conocer de memoria".
Cfr. JEAN DANIELOU/r. du CHARLAT, o. cit., pp. 53-54. Según nuestros Obispos: "Cada nuevo bautizado recita en singular el
Credo durante toda su vida, incluso en la asamblea litúrgica, pues ninguna acción es tan personal como ésta. Pero lo recita siempre
en la iglesia y a través de ella, puesto que lo hace como miembro suyo. La fe cristiana no es sino participación de la fe de la Iglesia"
(CA, nº 138). A propósito de la "redditio symboli" del filósofo Marius Victorinus, que San Agustín narra en su libro las
Confesiones, ver: S. POQUE, Au sujet d´une singularité romaine de la "redditio symboli" (Confessions 8, 2, 5): Augustinianum 25
(Agosto) 1985, pp. 133-143.
presencia de los presbíteros, de todas las comunidades y de toda la gente de la
parroquia que desea asistir. Esta confesión de fe se hace desde el presbiterio,
proclamando en voz alta el Credo y añadiendo por qué y en base a qué
experiencias personales se cree494"Al cabo de cinco semanas de instrucción
(sobre las Escrituras), los que van a acceder al bautismo reciben el Símbolo...
Cuando no queda más que una semana antes de Pascua, se coloca una sede para
el obispo al fondo del ábside, detrás del altar, y allí uno por uno, los hombres
con su padrino, las mujeres con su madrina, y recitan el Símbolo al obispo". Cfr.
Itin. de la V. Eg. 46.. Es éste -sostiene S. Sabugal- "un momento culminante del
Camino Neocatecumenal, en el que la bienal experiencia personal y anuncio del
Símbolo se concentran en un insólitamente fuerte testimonio de fe cristiana, que
sella en lo profundo la vida del confesor y conmovedoramente sobrecoge a sus
oyentes, aquél y éstos absolutamente convencidos de una cosa: ¡vale la pena
ser cristiano! Este efecto produce en todos la solemne confesión del
neocatecúmeno"495. El Domingo de Ramos los neocatecúmenos hacen una
solemne procesión recibiendo de manos del Obispo la palma como símbolo del
testimonio de Cristo que llega hasta el martirio496.

Después de un año (en el que la celebración de la Palabra tiene por tema


los artículos del Credo)497, hay una segunda y más intensa iniciación a la oración
que culmina con la entrega del Padre Nuestro (SCN, art. 20,3ª)498.

Va a ser durante este periodo, que en el Neocatecumenado se denomina


tiempo del Padre Nuestro, cuando va a tener lugar, de un modo oficial, la
iniciación a la oración mariana por excelencia que culminará con la entrega del
Rosario499. En el Neocatecumenado la figura de la Virgen María ha estado
494
A finales del siglo IV, EGERIA describe así el uso cristiano de la traditio-redditio tal como se desarrollaba en Jerusalén:

495
Cfr. El "Símbolo de la Fe" ayer y hoy, p. 455.
496
"La confesión de fe está, en la misión, vinculada a la persecución: No temáis a los que matan al cuerpo, que el alma no
pueden matarla... A todo el que me confesare delante de los hombres, yo también le confesaré delante de mi Padre. TERTULIANO,
por ejemplo, se expresa de esta forma: Quien haya sido interrogado en la tierra y haya confesado se llevará con él las llaves del
cielo... La persecución es el elemento indispensable de toda confesión... La persecución se consuma en la confesión (Scorpiace, c.
10)" (CA, nº 138).
497
En esta celebraciones descubren los neocatecúmenos cómo "en el Símbolo de la fe se contiene el misterio de Dios y los
hechos salvíficos esenciales. Al introducir al catecúmeno en las diferentes perícopas del Antiguo y Nuevo Testamento, el Símbolo le
ayuda a situar esas perícopas en referencia al misterio de Cristo, a hacer una lectura bíblica en torno a la salvación de Dios en
Cristo" (CC, nº 231a).
498
"Mucho antes de instituir la ceremonia de la entrega del Pater, la Iglesia transmitió siempre con cuidado a los catecúmenos
la novedad de la oración cristiana. Y así poseemos tres obras de la primera mitad del siglo III que son iniciaciones a la oración a
partir del Padre Nuestro. Es curioso constatar que las tres son obras de autores africanos: Tertuliano, Orígenes y Cipriano". Cfr. M.
DUJARIER, Iniciación Cristiana de Adultos, pp. 137-140. "La entrega del Pater se hace generalmente al principio de la Semana
Santa. Pero en algunas Iglesias se traslada a después del bautismo, porque se considera que el Pater es la oración específica de los
cristianos y no pueden decirla más que los hijos". Cfr. JEAN DANIELOU/R. du CHARLAT, o. cit., p. 54. Para nuestros Obispos
"El Padre nuestro es el modelo de toda oración cristiana. Es la oración que Jesús enseñó a sus discípulos. En él está condensado lo
mejor de los salmos y lo nuclear de la oración y de la predicación de Jesús. Su espíritu, eminentemente escatológico, ha de
impregnar toda nuestra oración. Con él intensificamos el espíritu filial que el bautismo depositó germinalmente en nosotros" (CA, nº
181).
499
"El Rosario, como ejercicio de devoción cristiana, sigue en importancia a la Santa Misa y al Breviario; y sigue para los
laicos a la participación en los sacramentos [...]. Plegaria pública y universal frente a las necesidades ordinarias y extraordinarias de
la Iglesia santa, de las naciones y del mundo entero". Cfr. JUAN XIII, Carta Apost. Sobre el Rosario, (29-IX-1961). Recientemente,
presente desde las catequesis iniciales (SCN, art. 10&1) 500, pero se espera hasta
este momento, en el que la estatura de la fe en el neocatecúmeno ya ha crecido,
para hacer una peregrinación a Roma, donde ante la tumba de los santos
apóstoles San Pablo y San Pedro se profesa la fe. Junto a este gesto de
comunión con la cátedra del sucesor de Pedro, se hace un viaje también al
Santuario de la Encarnación, a Loreto, donde se conserva la Casa de Nazaret.
Aquí, en el Santuario de Loreto501, se les entrega a los neocatecúmenos en una
sencilla y emocionante liturgia, la Virgen María como Madre 502simbolizado en la
entrega del Rosario, que a partir de este momento lo comenzarán a rezar con
asiduidad503. Antes de recibir el neocatecúmeno el Padre Nuestro, es preciso que
experimente que "no puede tener a Dios por Padre, quien no tiene a la Iglesia (a
la Virgen María), por Madre" (San Cipriano). La experiencia de esta
peregrinación marca definitivamente a los neocatecúmenos y los prepara ya
para vivir con actitud filial la entrega definitiva del Padre Nuestro504.
Durante esta iniciación a la entrega del Padrenuestro, los
neocatecúmenos se reúnen como comunidad parroquial en el templo, todas las
mañanas antes del trabajo, para cantar los Laudes, escuchar el Evangelio y hacer

el Papa JUAN PABLO II, ha subrayado que “el rosario forma parte de la mejor y más reconocida tradición de la contemplación
cristiana. Iniciado en Occidente, es una oración típicamente meditativa y se corresponde de algún modo con la ´oración del corazón`
u ´oración de Jesús`, surgida sobre el humus del Oriente cristiano”. Cfr. Rosarium Virginis Mariae, Ed, San Pablo, Madrid 2002, nº
5.
500
En la Convivencia final que cierra la fase kerygmática, la Virgen es presentada como modelo del Neocatecumenado.
"Nicodemo pregunta a Jesús ¿cómo puedo nacer un hombre siendo viejo? ¿Puede acaso entrar en el seno de su madre otra vez y
nacer? (Jn 3,4). Esta frase ilumina el espíritu de las Comunidades Neocatecumenales: volver al seno de la Iglesia, volver a nuestra
madre, a la Virgen, para que esta reengendre y haga crecer en nosotros la semilla del bautismo que llevamos dentro". Cfr. KIKO
ARGÜELLO/CARMEN HERNÁNDEZ, “El camino neocatecumenal: breve síntesis”, en o. cit., p. 132. Ver el artículo de KIKO
ARGÜELLO, “La Virgen María y el Camino Neocatecumenal”, en o. cit., pp. 302-309. Ver también: MARIO PEZZI, “Maria nel
cammino della comunità neocatecumenale”, en AA. VV., Maria nella comunità ecclesiale [Atti della XVII Settimana mariana
nazionale (Brescia 26/30-6-1978)]: Mad 26 (1978) 3-4, pp. 119-123; 156-155.
501
Cfr. G. SANTARELLI, “Il santuario della Santa Casa di Loreto. Note di storia e di arte”, en Maria nel Misterio del Verbo
Incarnato. Congreso Internazionale Mariologico (Loreto 22-25 marzo 1995): Theotokos. Roma 1995/2, pp. 641-654.
502
"Durante el recorrido de la iniciación cristiana, como es el Neocatecumenado, y después de algunos años de haber hecho la
experiencia de la Iglesia como Madre que te ayuda, que cuida de ti, te da leche, te enseña a hablar, a caminar, te muestra quien es tu
padre, etc..., al neocatecúmeno se le presenta a María, la madre de Jesús, como madre suya, que Cristo le ha entregado en la Cruz, y
desde aquel día la acoge en su casa (en su espíritu) como San Juan, como su madre, y establece con ella una verdadera relación de
hijo (...) El amor a la Madre de Jesús nace en la Iglesia a causa de la gestación que se realiza en el hacerse cristiano y no tiene su
origen en la necesidad psicológica de todo hombre hacia su madre. Allí donde se anuncia verdaderamente a Jesús, se da siempre
-por obra del Espíritu Santo- el descubrimiento maravilloso y gozoso de María como Madre de Jesús y como Madre nuestra". Cfr.
KIKO ARGÜELLO, “La Virgen María y el Camino Neocatecumenal”, en art. cit., p. 308. Ver también RICARDO BLÁZQUEZ, “
María en el Camino Neocatecumenal”, en Transmitir el Evangelio de la verdad, Ed, Edicep, Valencia 1997, pp. 245-260.
503
Para muchos, es la primera iniciación a esta oración fundamental de la piedad mariana, para otros en cambio, es una
confirmación de este modelo de oración en el que fueron iniciados ya desde la infancia en el seno familiar. El rezo del rosario, que
hasta hace bien poco, constituía una de las oraciones que más profundamente estaba arraigada en las familias cristianas, ha sido
radicalmente "eclipsado" por las nuevas corrientes secularizadoras que se han introducido en los hogares y por los nuevos hábitos
que han desintegrado el tejido familiar (fundamentalmente la televisión). La pedagogía catequética no ha acertado aún a situar la
"entrega del rosario" de una forma sencilla y vinculante que ayude al cristiano a incorporar entre sus oraciones ésta oración
cristológica y mariana. De aquí, la "genialidad" en el modo, la forma y el momento que en Neocatecumenado se ha encontrado para
hacer esta "entrega" de una manera tan sencilla y al mismo tiempo tan catecumenal. Ver E.D. STAID, ´Rosario`, en NUEVO
DICCIONARIO DE MARIOLOGÍA, Ed, Paulinas, Madrid 1988, pp. 1731-1741.
504
"Para esta entrega se acostumbraba a proclamar el texto evangélico de Mt 6,7-15, y comentarlo después para los elegidos".
Cfr. M. DUJARIER, Iniciación Cristiana de Adultos, p. 138. Para un acceso a los "Sermones" de los Santos Padres, ver A.
HAMMAN, Le Pater expliqué par les Pères, París 1962. "la entrega del Padre nuestro, condensa la iniciación a la oración realizada
a lo largo del proceso catequéti Según nuestros Obispos co, ayuda a los adultos a interiorizar las actitudes básicas de la relación con
Dios, que brotan del don de la filiación divina que el Bautismo otorga" (CA, nº 219). Ya en Catequesis de la Comunidad, habían
afirmado los Obispos españoles que "desde las actitudes básicas que lo configuran (al Padre nuestro), la autenticidad de la iniciación
catecumenal en la oración y celebración queda asegurada" (nº 231).
media hora de oración silenciosa (SCN, art 20,3ª) 505. Por la tarde se reúnen de
nuevo para las Vísperas y para escuchar las catequesis sobre el Padre Nuestro 506.
"Para adentrarse en este misterio y convertirlo en fuente de vida -afirma Andrés
Fuentes- la comunidad por grupos, estudia todas y cada una de las peticiones,
todas y cada una de las palabras del Padre Nuestro a la luz de la Escritura y de
los Padres. Y junto al estudio, la celebración gozosa de las peticiones y de las
palabras, convertidas en oración y en motivo de agradecimiento a la Trinidad"507.

La oración se convierte en este momento en alimento indispensable para


conocer a Dios como Padre, para santificar su nombre en medio de las naciones,
para comer el pan de su Voluntad, aceptando la propia historia como el designio
de Dios para la felicidad del neocatecúmeno y llevando la propia cruz como
única verdad; estando llamados así, a ser testigos de la vida eterna y del reino de
Dios que comienza ya en este mundo. Los Obispos recuerdan que "el Padre
Nuestro, por su parte, permite (al catecúmeno, en nuestro caso a los
neocatecúmenos) adentrarse en la lectura de los salmos, y -más en general- en el
amplio campo de la oración bíblica desde el modelo paradigmático de toda
oración cristiana que es la oración del Señor. Desde la óptica del Padre Nuestro,
la plegaria de los salmos se convierte en oración cristiana; desde las actitudes
básicas que lo configuran, la autenticidad de la iniciación catecumenal en la
oración y celebración queda asegurada" (CC, nº 231b). Estas indicaciones se
viven con hondura cristiana y vitalidad eclesial en el interior de las
Comunidades Neocatecumenales que se encuentran a esta altura del itinerario
de iniciación cristiana.
Por otra parte, durante este tiempo del Padre Nuestro dos cosas ayudan a
la comunidad y a los neocatecúmenos a entrar en la verdad de la vida cristiana.
La comunidad será siempre soporte y garantía que evite desviaciones y ayuda a
vivir en la verdad. Los lazos de comunión a estas alturas de camino ya se han
entrelazado entre los neocatecúmenos y la realidad de la comunidad cristiana va

505
La praxis de iniciación a la oración en el Neocatecumenado está contribuyendo a formar dentro de las parroquias
verdaderos espacios litúrgicos para la oración. En este sentido empalma con una preocupación que el Papa JUAN PABLO II
expresaba en NMI dónde pide que “nuestras comunidades cristianas tienen que llegar a ser auténticas escuelas de oración”
(nº 33), y más adelante afirma: “está quizás más cercano de lo que ordinariamente se cree el día en que en la comunidad
cristiana se conjuguen los múltiples compromisos pastorales y de testimonio en el mundo con la celebración eucarística, y
quizás con el rezo de Laúdes y Vísperas. Lo demuestra la experiencia de tantos grupos comprometidos cristianamente,
incluso con una buena representación de seglares” (nº 34).
506
SANTOS SABUGAL publicó un libro precisamente "destinado a los catecúmenos y neocatecúmenos, que se preparan a ser
iniciados en los secretos y práctica de la oración". Cfr. El padrenuestro en la interpretación catequética antigua y moderna, Ed,
Sígueme, Salamanca 1982, p. 11. "En la catequesis de adultos descubren la riqueza de orar juntos, del compartir la fe tanto con
palabras que surgen del fondo de uno mismo como con el silencio contemplativo. La oración en común es una constante en la vida
de un grupo catequético. Algunos grupos llegan, incluso, a establecer periódicamente encuentros dedicados únicamente a la oración.
Este aprendizaje cala tan profundamente en los catequizandos que, una vez finalizada la catequesis, muchos buscan organizar en sus
comunidades parroquiales momentos especiales de oración compartida" (CA, nº 182). En las parroquias donde se lleva adelante una
iniciación cristiana con adultos bautizados a través del Neocatecumenado, a partir del momento en que se recibe el Padre Nuestro,
los neocatecúmenos y los fieles cristianos que han finalizado ya el itinerario neocatecumenal, se reúnen por las mañanas, antes de ir
al trabajo, durante los tiempos litúrgicos de Adviento y Cuaresma para la oración de Laudes.
507
Cfr. Espiritualidad del Camino Neocatecumenal II, pp. 174-175. En el Estatuto se afirma que “en esta etapa los
neocatecúmenos estudian sistemáticamente cada una de las peticiones del ´Padrenuestro` y temas sobre la Virgen María:
Madre de la Iglesia, Nueva Eva, Arca de la Alianza, Imagen del cristiano, etc.”. Cfr. SCN, art 20,3ª.
apareciendo con asombro ante sus ojos, con sus rasgos específicos tal y como la
describen nuestros Obispos: comunidad cristocéntrica (CC, nº 258), congregada
por la Palabra de Dios (nº 259), orante centrada en la Eucaristía (nº 260),
suscitadora de la comunión eclesial (nº 216), misionera (nº 262), de
corresponsabilidad y ministerial (nº 263), consciente de sus límites y de la
necesidad de complementariedad (nº 264), de talla humana (nº 265).

Esta comunión fraternal tiene un espacio comunitario donde se acrecienta


y vigoriza: la reunión en pequeños grupos de neocatecúmenos presididos por un
garante una vez al mes. En un contexto de oración -afirma Andrés Fuentes- "se
pone de manifiesto hasta qué punto, en la vida de cada día, en los
acontecimientos de la propia historia, se vive la conciencia de hijo, la confianza
plena en Dios, el desprendimiento de sí mismo. Todos ayudan a todos a
descubrir la voluntad del Señor y a aceptarla y vivirla con espíritu de hijos.
Criterios, actitudes, cruces, todo tiene que ser constantemente iluminado.
Nuestra historia de cada día no puede marchar al margen de Dios" 508. No existe
en estas reuniones ningún atisbo de bisoñez, ni de sentimentalismo evasivo. La
presencia del "garante" (normalmente un presbítero, o neocatecúmenos de
probada virtud), en su momento, y ante el Obispo, habrá de avalar a los
hermanos y dar testimonio de si viven en fidelidad a la voluntad de Dios o no509.

2º) Una ejercitación en la práctica de la vida cristiana que exprese


el cambio de mentalidad y de costumbres

Todo intento de vinculación a una persona supone, en quien lo pretende,


una capacidad de poder convivir con ella, de dejarse transformar, de seguirla.
Son muchos los textos evangélicos en los que se ve cómo Jesús condiciona el
ser discípulo suyo a un cambio profundo de actitudes: "Cualquiera de vosotros
que no renuncie a todos sus bienes no puede ser discípulo mío" (cf. Lc 14,33).
El joven rico, por ejemplo, no cumplía una de las condiciones para poder
participar en un seguimiento fiel del Señor y renunció al seguimiento (cf. Lc
18,22-24)510.

508
Cfr. Espiritualidad del Camino Neocatecumenal II, p. 176. En un tercer artículo publicado por este mismo autor afirma:
"Este discernimiento lo va haciendo la misma comunidad. Ella es la garante de la respuesta del neocatecúmeno. La comunidad tiene
un enorme poder de discernimiento porque la misma comunidad vive de la palabra y de la acción del Espíritu. Los catequistas que
van llevando paso a paso la comunidad son los garantes de este discernimiento. No hay duda de que el carisma del catequista actúa
de una forma clarividente para discernir qué es lo que viene de Dios y qué es lo que viene del hombre; hasta qué punto el
neocatecúmeno está aprendiendo a vivir según la voluntad de Dios o conforme a sus propios criterios; cómo se dan en el
catecúmeno las obras del Espíritu o las obras de la carne. Es importante descubrir y deshacer todas las mentiras que puedan
obstaculizar la obra de Dios y poner al neocatecúmeno en la verdad de cara a Dios". Cfr. Espiritualidad del Camino
Neocatecumenal III, p. 257.
509
"Es aquí donde la dimensión comunitaria del catecumenado muestra su importancia. En torno a los candidatos habrá un
número de personas que se han convertido en sus amigos cristianos. En el amor de esta pequeña comunidad se da una experiencia
de lo que significa ser Iglesia. Mediante este servicio de amor y del testimonio se puede discernir e impulsar la conversión". Cfr.
PETER BALL, “La conversión en las Iglesias de Europa”, en CONFERENCIA EUROPEA DE CATECUMENADO: Los
comienzos de la fe. Pastoral Catecumenal en Europa Hoy, p. 31.
La catequesis, en esta etapa del Neocatecumenado, busca vincular a los
neocatecúmenos con Cristo, y para ello los va a ir entrenando en aquellas
actitudes más propias del Maestro. De este modo, el adulto "emprende un
camino espiritual por el que, participando ya por la fe del misterio de la muerte
y de la resurrección, pasa del hombre viejo al hombre nuevo perfecto en Cristo"
(AG, nº 13)511.

Este cambio de actitudes, sin embargo, -opinan los Obispos españoles-


"no es condición previa para comenzar el proceso catequizador. Basta el deseo
inicial de querer cambiar de vida. La propia catequesis irá facilitando el que los
adultos adquieran, poco a poco, el estilo de vida del Maestro: su manera de
situarse ante los marginados, ante el dinero, el poder, la violencia, el conflicto...,
y su forma de convivir con sus discípulos: su amor fraterno, su comprensión, su
perdón, su oración por los suyos, su compartir todo con ellos... Seguir a Cristo
en su estilo de vida lleva a profundizar las actitudes comunitarias y de servicio
al mundo, con sus consecuencias sociales y eclesiales"512.

Si la formación moral es algo más que conocer las virtudes cristianas, si


se trata de ejercitarse en ellas, lo que trae consigo "un cambio de sentimientos y
costumbres, que debe manifestarse con sus consecuencias sociales" (AG, nº 13),
los neocatecúmenos van a ir siendo iniciados en una forma de ser, de pensar, de
vivir y de actuar inequivocamente cristiana. "La fe, en la medida en que va
tomando asiento en la persona, -afirma Mons. Ricardo Blázquez- impacta todos
los ámbitos de su vida; por tanto, sería infidelidad retener el dinamismo de la fe
en la pura interioridad del corazón o del grupo. Por eso, la vida conyugal y
familiar, la relación con el dinero y la profesión, la manera de estar y vivir en la
sociedad... van cambiando a lo largo del camino recorrido por los
neocatecúmenos en sus comunidades; estos aspectos son trasparentes"513.
510
Para M. DUJARIER este pasaje del joven rico de Lucas "es un vestigio de la disciplina que presidía la entrada en las
primeras comunidades palestinenses. La exigencia es doble: a) La seriedad de la vida religiosa judía (Cf. Mt 12,34); b) Dar un paso
adelante y abandonarlo todo, sobrepasando la ley, por seguir a Jesús". Cfr. Le Parrainage des Adultes, pp. 153-164.
511
"Si alguno no se ha corregido de sus malas costumbres y no se ha ejercitado en la virtud hasta hacérsele fácil, que no se
haga bautizar" (S. Juan Crisóstomo, Il Cat baut, PG, 49, p. 234).
512
Cfr. Catequesis de adultos, nº 185. Para el Papa JUAN PABLO II "es importante revelar sin rodeos las exigencias, hechas
de renuncia pero también de gozo, de lo que el apóstol Pablo gustaba llamar vida nueva". Deduce el Papa la relevancia de la
formación moral en la catequesis, "de ahí la importancia que tienen en la catequesis las exigencias morales personales
correspondientes al Evangelio y las actitudes cristianas ante la vida y ante el mundo. Nosotros las llamamos virtudes cristianas o
evangélicas" (CT, nº 29).
513
Cfr. Las comunidades neocatecumenales, p. 91. Antes de que se celebre la elección, se discernirá si en los neocatecúmenos
"la conversión de la mente y de las costumbres" (RICA, nº 23) es real. En el Neocatecumenado se descubre que la misma existencia
y permanencia de la comunidad es en sí un "fruto" con hondas consecuencias sociales. Así describe JESÚS HIGUERAS cómo las
personas alejadas de la Iglesia y los marginados son reinsertados en la sociedad a través de la Iglesia, teniendo como mediación una
comunidad concreta: "Personas destruidas por el alcohol, la droga, la prostitución o la homosexualidad, o matrimonios deshechos,
que se han encontrado con Jesús y El los ha liberado de sus esclavitudes físicas o espirituales con la fuerza del Espíritu y la Palabra
de Dios. En las asambleas, que celebran para recibir la Eucaristía y la Palabra de Dios, se va dando el amor fraterno, se conocen y se
vencen los problemas de los hombres de nuestro tiempo; en esas asambleas conviven los jóvenes con los adultos y los ancianos, los
pobres con los ricos, los analfabetos con los profesores de universidad y los intelectuales, los alcohólicos, los drogadicos, los que no
encuentran sentido a su vida, con los católicos practicantes", o. cit., pp. 68-69. Una de las acusaciones que con más frecuencia se
vierte contra el CN es que no inicia suficientemente en la dimensión social que es constitutiva de la fe, es decir que los
neocatecúmenos se inhiben en las tareas sociales y se desentienden de los aspectos colectivos de la fe. Los Obispos españoles, por
otra parte, denuncian esta laguna "la formación moral que se imparte en los grupos de catequesis de adultos queda en un nivel
Este cambio progresivo de mentalidad y de costumbres con sus
inevitables consecuencias de orden personal, familiar y social conlleva
necesariamente tantas veces, en el neocatecúmeno, sufrimientos y tensiones
familiares, y no puede ser de otro modo porque "siendo el Señor, al que confían,
blanco de contradicción, los que se convierten experimentan con frecuencia
rupturas y separaciones, pero también gozos que Dios concede sin medida"
(RICA, nº 19.2)514. Que los neocatecúmenos a lo largo del camino de
maduración, experimentan progresivamente un cambio moral es un hecho
contrastado. El acceso a los testimonios de estos neocatecúmenos no deja lugar
a dudas (SCN, art. 16,3)515El testimonio dado por los neocatecúmenos en
Ruanda pone de manifiesto la radical experiencia de la fe a la que el CN
conduce: Mártires de la Iglesia en Ruanda. Testimonio de hermanos del
Camino Neocatecumenal: Communio (Septiembre-Octubre 95), pp. 477-488..
En la Convivencia de párrocos de las Comunidades Neocatecumenales
celebrada en 1977, encontramos el testimonio de distintas comunidades de
diversa nacionalidad donde aparece afirmada con claridad esta dimensión, he
aquí algunas de estas experiencias:

"Este camino nos está ayudando al descendimiento, a reconocer y


aceptar el propio pecado, desmontando los esquemas que el mundo
nos ofrece sobre la vida como pilares donde él encuentra su
salvación: dinero, trabajo, fariseísmo, religiosidad natural...Esta
catequesis, recibida y vivida a lo largo del Camino

individual, sin abrirse


suficientemente a las exigencias de la moral social. La enseñanza social de la
Iglesia es, con frecuencia, ignorada" (CA, nº 189). En todo caso, si esta "acusación" se
verificara como cierta, cosa que todavía no ha ocurrido, atentaría contra la misma identidad
del Neocatecumenado, que por naturaleza está obligado a entregar al neocatecúmeno la
"integridad"·del depósito de la fe, dentro del cual "el rico patrimonio de la enseñanza social
de la Iglesia ha de encontrar su puesto, bajo formas apropiadas, en la formación catequética
común de los fieles" (CT, nº 29). Por otra parte, los responsables últimos de toda la iniciación
cristiana son el Obispo, los párrocos y presbíteros y los catequistas, si ellos detectan este
"déficit" son los primeros que están obligados a corregir las posibles deficiencias en el
proceso de transmisión de contenidos.
514
El neocatecúmeno a estas alturas de su itinerario de maduración de fe ha podido experimentar suficientemente aquellas
palabras del apóstol Pablo a su discípulo: "Todos los que quieran vivir piadosamente en Cristo Jesús, sufrirán persecuciones" (cf.
2ªTim. 3,12). La persecución forma parte de la "identidad cristiana" (cf. Mt. 5,11-12; St. 1,2; 1ª Pe. 4,13-14). ¡Cuántas rupturas y
persecuciones familiares se han dado a lo largo de la historia!. Recordemos a Santa Perpetua (catecúmena), leemos en las Actas de
los Mártires la obcecación de su padre para convencerla de que renegase de Cristo: "Entonces mi padre, irritado por esta palabra
(soy cristiana) se abalanzó sobre mí con ademán de arrancarme los ojos; pero se contentó con maltratarme. Y se marchó vencido él
y los argumentos del diablo". Cfr. Actas de los Mártires, Ed, BAC, Madrid 1987, p. 421.
515
CARMELO DI GIOVANNI, religioso de los Padres Pallottini y presbítero de una Comunidad Neocatecumenal, que
desarrolla su actividad pastoral en la parroquia italiana de Londres (St. Peter en Clerkenwell), ocupándose sobre todo de la
asistencia a los italianos detenidos en cárceles británicas, ha escrito un impresionante libro que recoge la correspondencia con
diversos presos, conocidos ex-terroristas "políticos", algunos de los cuales han experimentado un cambio radical en sus vidas a
través de la experiencia de encuentro con Jesucristo por medio de las catequesis del CN. Cfr. Eramos terroristas, Ed, DDB, Bilbao
1993. Ver "La experiencia de Paolo Bianchi y su encuentro con el Camino Neocatecumenal" (pp. 217-223), y "Otros terroristas en
las Comunidades Neocatecumenales" (pp. 223-226). Recientemente acaba de publicarse un nuevo libro que recoge las experiencias
de conversión de presos en las cárceles italianas donde se han dado las catequesis neocatecumenales: AA. VV., In carcere ma
liberi!, Ed, Grafite, Napoli 1996. Editado también en español: ¡En la cárcel, pero libres!, Ed, EGA, Bilbao 1996.
Neocatecumenal, va cambiando poco a poco el corazón de las
personas, lo cual se refleja en su vida exterior. Es un camino en el
que se han producido cambios radicales en la forma de pensar y de
enfocar la vida de algunos miembros de la comunidad, aunque cada
uno muchas veces no lo vea en sí mismo. Esto es también una
garantía para nosotros. Nuestras actitudes ante la vida, trabajo,
religión, etc., están cambiando. Sabemos y experimentamos que
Dios es potente para destruir el hombre viejo y egoísta que hay en
nosotros, así como las barreras que existen de edad, sexo, cultura,
dinero... Hemos descubierto que en Jesucristo no hay diferencias de
clases.
Finalmente, es en el desprendimiento del dinero donde se concreta
enseguida la llamada a conversión de la Palabra de Dios. Las
comunidades aportan a la parroquia un fondo para ayuda a sus
presbíteros... Con motivo de uno de los últimos pasos de la Primera
Comunidad (Segundos Escrutinios) todos nosotros damos gracias a
Dios por el milagro visto en el desprendimiento del dinero. Todo él
ha ido a parar a los pobres"516.

"Con la entrada en comunidad, ha habido en todos nosotros un paso


de un estado de religiosidad natural al descubrimiento de que la
Palabra, que nos es dada, sirve para la vida concreta de cada día. El
Camino Neocatecumenal está cambiando verdaderamente nuestra
vida, aunque el pecado y la infidelidad vuelvan siempre. Es un
camino de crecimiento.
Hemos experimentado que la seguridad y la vida la encontramos
sólo en Dios; no está en absoluto en las riquezas, ni en el trabajo, ni
en los bienes de este mundo, incluidos los afectos... Algunos
hermanos más avanzados en el camino, están experimentando
fuertemente este despego de los bienes, pagando mensualmente el
diezmo de su salario para las necesidades de la evangelización y
para los pobres de la parroquia. Sólo el tener que pagar los viajes de
los cuatro catequistas itinerantes es un compromiso no pequeño
para una comunidad tan reducida y es un signo evidente de lo que
he dicho antes"517.

"Lo más importante que todos los hermanos han testimoniado es la


gradualidad del camino, que se desarrolla por etapas y a través de
puertas que nos abren, poco a poco, nuevos horizontes y nos hacen
descubrir:

516
Cfr. “Experiencia de la Parroquia de San Sebastián (Madrid)”, en Convivencia de párrocos-1977, pp. 44-48.
517
Cfr. “Experiencia de la Comunidad Neocatecumenal existente en la Parroquia obrera de "San Bartolo in Tutto", zona de
Scandicci, de administración y ambiente comunista, a las afueras de Florencia (más de siete años de camino)”, Ibid., pp. 49-55.
- nuestra ceguera y la necesidad de pedir la fe;
- nuestros ídolos, que no nos salvan, sino que nos
tienen esclavos;
- Dios como el Único;
- la necesidad de la oración;
- el Kerigma como vida para el mundo;
- la relación con Dios como Padre y el perdón de los
enemigos como garantía de que el Espíritu vive en
nosotros;
- el Siervo de Yahveh, como única verdad que supera
toda lógica y expectativa humana"518.

Que a través de la lenta pero progresiva maduración que se va


produciendo en la fe del neocatecúmeno, éste experimenta una profunda
transformación que alcanza a todas las dimensiones de su vida tanto a nivel
personal como social, es un dato que se puede verificar y de hecho se verifica en
el Neocatecumenado a través de los sucesivos escrutinios. Conecta también en
este punto con la praxis de la Iglesia primitiva en la que los catecúmenos para
ser admitidos a los sacramentos eran sometidos a un minucioso examen que
miraba no sólo a los actos, sino también a las actitudes 519. El Catecumenado era
ante todo un tiempo donde se ponía a prueba la conversión; y esto sólo era
posible verificarlo a través de las virtudes evangélicas que comenzaban a
aparecer en la vida de los catecúmenos. Por otra parte, no era algo que se hiciera
a la ligera, sino que los exámenes de vida eran concienzudos en una comunidad
que se preciaba de diferenciarse del resto, por el estilo de vida fundado en el
amor520. Hoy en día, las condiciones sociales dificultan la suficiente seriedad en
este aspecto, sin embargo el RICA lo retoma y le da gran importancia (nnº
16;50.1;69) y la praxis del Neocatecumenado parece confirmar la fecundidad
que conlleva verificar la conversión moral como garantía de identidad
cristiana521.
518
Cfr. “Experiencia de la comunidad existente en la Parroquia de Mártires Canadienses de Roma: clase media; llevada por
religiosos sacramentinos; 10 comunidades: primera comunidad catequizada en Italia y la que va más adelante en el Camino (más de
ocho años)”, Ibid., pp. 56-63.
519
Así lo vemos confirmado en CLEMENTE ALEJANDRINO: "Y a buen seguro no se miden los actos solamente después de
su ejecución, sino que se les juzga también según las intenciones deliberadoras de cada uno: ¿se hizo la elección a la ligera?, ¿se han
arrepentido de sus faltas? ¿se ha tomado conciencia de sus caídas y las han reconocido?". Cfr. El Stromata II,26,5, (SCr,38, p.54).
520
Por eso, se examinaba la conducta del candidato (cf. HIPÓLITO, Trad. apost., 20) e incluso el obispo podía pedir a algunos
catecúmenos que cambiaran de trabajo u oficio, cuando su antiguo género de vida le parecía incompatible o difícilmente conciliable
con la nueva fe y los compromisos que iban a contraer ante toda la comunidad. En el Neocatecumenado hay experiencias en este
sentido y algunos neocatecúmenos han cambiado de trabajos y han regularizado situaciones incompatibles con la moral cristiana.
521
El Papa JUAN PABLO II afirma que "la evangelización -y por tanto la nueva evangelización- comporta también el anuncio
de la propuesta moral". Cfr. Carta encíclica "Veritatis splendor", Ed, B.A.C., Madrid 1993, nnº 106-108. Y los Obispos españoles
en un penetrante discernimiento sobre la situación moral de la sociedad española que lleva por título "La verdad os hará libres"
afirman: "No hay humanidad nueva, si no hay hombres nuevos con la novedad del Bautismo y de la vida según el Evangelio (EN, n.
18). Por eso la conversión ha de estar en el primer plano de las preocupaciones y atenciones de la comunidad eclesial. La
conversión personal sigue siendo piedra angular para el cristiano y para la comunidad eclesial...". Y más adelante afirmarán que "el
tema de la moral ha de ocupar un puesto imprescindible en la catequesis, la predicación, la enseñanza teológica... Necesitamos una
formación sistemática -a través de la catequesis, de la enseñanza religiosa, de la predicación o de otros medios- sobre los aspectos
fundamentales e insoslayables de la moral cristiana... Los adultos, especialmente en las actuales circunstancias y ante las nuevas
3º) Una iniciación a la oración y vida
litúrgica

Ya he apuntado anteriormente cómo a lo largo de todo el


Neocatecumenado, quienes recorren este camino son iniciados gradualmente en
la oración (SCN, art. 14,2). Al inicio del mismo se les entrega oficialmente la
oración de la Iglesia (Salterio), y a partir de este momento descubrirán que la
oración será la fuente de toda la vitalidad y fecundidad de la propia experiencia
personal de la fe. Al final del Neocatecumenado se le hará la entrega del Padre
Nuestro como el modelo de toda oración cristiana. Ya en este momento
"descubren más profundamente el nuevo espíritu de hijos, gracias al cual llaman
Padre a Dios" (RICA, nº 25)522.

Juntamente con esta iniciación a la oración, se va dando a lo largo de todo


el Neocatecumenado una iniciación cada vez más profunda a la vida litúrgica de
la Iglesia. El camino de catequesis y conversión va siendo acompañado y
subrayado por ritos litúrgicos especiales previstos para este período. "En su
itinerario, los catecúmenos son ayudados, de hecho, por la Madre Iglesia
mediante ritos litúrgicos expresos, por medio de los cuales van purificándose
progresivamente y son sostenidos por la bendición divina. Para su utilidad están
dispuestas las oportunas celebraciones de la palabra de Dios" (RICA, nº 19.3).
Como en el Catecumenado bautismal, las celebraciones de la Palabra ocupan en
el Neocatecumenado el lugar celebrativo ordinario en la vida de la Comunidad
Neocatecumenal. Los fines que de hecho asumen son los mismos que asigna la
Iglesia para la formación de los catecúmenos:"Para la utilidad de los
catecúmenos prepárense peculiares celebraciones de la palabra de Dios,
procurando en primer lugar los fines siguientes: a. Que la doctrina recibida
penetre en las almas; b. Que enseñen a saborear los diversos métodos y aspectos
de la oración; c. Que expliquen a los catecúmenos los símbolos, gestos y
tiempos del misterio litúrgico; d. Que les vayan introduciendo gradualmente en
los actos de culto de la comunidad total" (RICA, nº 10).

situaciones y nuevos problemas que se les plantean en la vida personal, familiar, social y económica, están necesitados de una
enseñanza que les proporcione criterios morales de acuerdo con la Tradición de la Iglesia, que ilumine y oriente la conducta humana
en el mundo de hoy con suficiente claridad, objetividad y vigor para que puedan actuar en conformidad con las exigencias eclesiales
del seguimiento de Jesucristo" (nº 53). Cfr. AA. VV., Para ser libres nos libertó Cristo. Comentarios y texto del documen to de
los obispos "La verdad os hará libres", Ed, Edicep (2ª edición). Valencia 1991. Si tenemos en cuenta que la
catequesis moral estuvo ligada siempre en la Iglesia primitiva al tiempo catecumenal, tendremos que afirmar que cualquier itinerario
catecumenal o neocatecumenal es el espacio eclesial idóneo para la formación moral de los cristianos, que nuestros Obispos
consideran "gravemente insuficiente". Cfr. JEAN DANIELOU/RÉGINE DU CHARLAT, “La catequesis moral antigua”, en La
catequesis en los primeros siglos, pp. 115-160.
522
"Os entregamos la oración del Padre nuestro para que sepáis a quien estáis orando y qué tenéis que pedir" (S. Agustín,
Sermones, 56). "Esta oración os anima no solamente a aprender a pedir a vuestro Padre que está en los cielos lo que vosotros
deseáis, sino a aprender también lo que vosotros debéis desear" (S. Agustín, Sermones, 59).
Estas celebraciones de la Palabra permiten a los neocatecúmenos ir
adentrándose en los diferentes contenidos de los misterios de la fe, de un modo
gradual y cada vez más rico y profundo dependiendo de las entregas que va
recibiendo por parte de la Iglesia. En el Neocatecumenado, sostiene G. Zevini,
"la iniciación a la palabra es algo extraordinario: se lee gradualmente, se medita
con fe y luego se vive con fruto por parte de la comunidad. La palabra es
abordada de manera no intelectual, sino sapiencial; no especulativa, sino orante.
Para el neocatecúmeno, la palabra de Dios indica una realidad, una fuerza que
crea y promueve la historia: es, a la vez, acontecimiento y acción (cf. Dei
verbum). Lo que se busca es la palabra de vida, su realización concreta, el
compromiso entre nosotros y Dios, y no una ideología, un aumento de
conocimientos. La palabra no es algo, sino Alguien, una persona que habla e
ilumina la existencia"523.

Además de la celebración de la Palabra, otro pilar importante de esta


iniciación a la oración y a la liturgia, la encontrarán los neocatecúmenos en la
celebración sacramental, fundamentalmente de la Eucaristía. Ésta se convierte
en un momento privilegiado para interiorizar el proceso catequético, así como
para el desarrollo de la vida de la comunidad 524. Para G Zevini, "en el centro del
Neocatecumenado está la Eucaristía, misterio de la Pascua del Señor... En ella la
comunidad descubre con gozo el paso del Señor y lo encuentra en la fe,
superando la situación de infelicidad y pecado; recibe la fuerza renovadora de
su misión, es constituida como sacramento de salvación entre los hombres y
comprende el signo del amor absoluto de Dios (cf. Jn 3,16)"525.

A esta altura del Neocatecumenado, los neocatecúmenos ya tienen clara la


centralidad de la Vigilia Pascual como centro del que dimana toda la fuerza
litúrgica del año526. En el Estatuto se afirma que el triduo pascual “constituye el
axis del Neocatecumenado, en cuanto redescubrimiento de la iniciación
cristiana” (SCN,art. 12&1), también se afirma que los neocatecúmenos son
“iniciados gradualmente a una más perfecta participación en la Vigilia Pascual”
(art 12&2), y que el Neocatecumenado “contribuye a formar poco a poco una
asamblea parroquial que prepara y celebra la Vigilia Pascual en la noche santa,
523
Cfr. Neocatecumenato, p. 1068. Para una mayor ampliación: IDEM, “Attualizzazione della parola di Dio nelle comunità e
nei gruppi ecclesiali”, en Attualizzazione della parola di Dio nelle nostre comunità, pp. 205-232, esp. 217-223; F. VOLTAGGIO,
“La Parola di Dio nelle comunità neocatecumenali”, en Incontro con la Bibbia. Leggere, pregare, annunziare, pp. 187-191.
524
"La Eucaristía, que en el Catecumenado sólo es posible celebrarla en el tiempo final de la mystagogia (Cf. RICA, nº 40), en
la catequesis de adultos es posible realizarla desde el principio, y en muchos casos constituye un componente preeminente del
proceso catequizador" (CA, nº 183). En el Estatuto se afirma que “la Eucaristía es esencial al Neocatecumenado, en cuanto
catecumenado postbautismal, vivido en pequeña comunidad. La Eucaristía, en efecto, completa la iniciación cristiana”. Cfr. SCN,
art 13&1.
525
Cfr. Neocatecumenato, p. 1069. Los neocatecúmenos celebran la Eucaristía “en la pequeña comunidad para ser iniciados
gradualmente a la plena, consciente y activa participación en los divinos misterios [...] Esta costumbre, consolidada en la praxis de
más de treinta años del Camino, es fecunda en frutos”. Cfr. SCN, art. 13&2.
526
"Estas comunidades han descubierto el gozo más profundo y el centro de su vida en la celebración de la gran Vigilia Pascual
(cf Ex 12,42), que dura hasta la aparición del lucero matutino (cf. 2 Pe 1,19). En la espera de esta noche, los neocatecúmenos
descubren que Dios pasa por Jesús, sumerge en la cruz el cuerpo de pecado, destruye el poder de la muerte y salva sus vidas por la
resurrección de Cristo". Cfr. G. ZEVINI, Neocatecumenato, p. 1069.
con toda la riqueza de los elementos y signos litúrgicos y sacramentales
queridos por la Iglesia” (art. 12&3).

En torno a ella gira todo el año litúrgico que los neocatecúmenos


empiezan a descubrir y vivir como un auténtico itinerario catecumenal en el que
se reviven y actualizan todas las etapas espirituales de la vida cristiana que a lo
largo del Neocatecumenado han ido personalizando, haciendo realidad una de
las notas de la catequesis que nuestros Obispos expresan en La catequesis de la
comunidad: "una catequesis que forme auténticamente hace que la vida del
catequizando se vea jalonada poco a poco por las principales fiestas del año
litúrgico" (nº 90)527. A este respecto es importante subrayar que el
Neocatecumenado opera una iniciación gradual a los sacramentos y presenta de
forma eclesial clara la inseparable conexión que existe entre el anuncio de la
palabra y la celebración del sacramento, entre la fe y la praxis sacramental
(SCN, art. 12,2).

4º) Una iniciación en la actividad evangelizadora de la Iglesia

Es ésta quizá una de las dimensiones que en el Neocatecumenado se


perciben con más fuerza ya desde su inicio. El neocatecúmeno irá siendo
invitado a "cooperar activamente en la evangelización y en la edificación de la
Iglesia con el testimonio de su vida y con la profesión de su fe" (RICA, nº
19.4)528de una forma gradual y progresiva. Lo hacen algunos miembros de la
Comunidad Neocatecumenal cuando al ser elegidos catequistas colaboran
directamente con el Párroco en la evangelización de los adultos, a esta tarea
dedicarán su tiempo y energías durante algunos meses del año, tanto dentro de
la parroquia como en otras parroquias (SCN, art. 17,3). Y lo hacen todos los
neocatecúmenos una vez que la Iglesia les ha entregado el Credo y los envía de
dos en dos a anunciar el Evangelio a todas las casas y a todos los ambientes que
circundan la parroquia, "de esta forma, aunque en pequeña escala, se participa
-afirma Mons. Ricardo Blázquez- en la proclamación pública del evangelio,
rompiendo toda reclusión en el santuario de la conciencia o en el ámbito de la

527
"Es importante, finalmente, ayudar a los adultos a vivir el año litúrgico, sobre todo cuando se trata de creyentes
habitualmente practicantes, ya que nada -ordinariamente- vincula tanto a Cristo como la celebración litúrgica de sus misterios a lo
largo del ciclo anual. En el círculo del año (la Iglesia) desarrolla todo el misterio de Cristo, desde la Encarnación y la Navidad hasta
la Ascensión, Pentecostés y la expectativa de la dichosa esperanza y venida del Señor (SC, 102)" (CA, n º90).
528
En el Estatuto se afirma que “los neocatecúmenos colaboran activamente en la evangelización y en la edificación de la
Iglesia, ante todo siendo lo que son: su propósito de vivir de modo auténtico la vocación cristiana se traduce en un testimonio eficaz
para los demás, en un estímulo al redescubrimiento de valores cristianos que podrían de otro modo quedar casi ocultos” (art. 17&2).
El profesor DIONISIO BOROBIO sostiene que "en la Iglesia del post-Vaticano se ha impuesto un cierto talante o estilo
catecumenal, debido a la constatación de la existencia de grandes masas por evangelizar, a la memoria y recuperación del
catecumenado histórico para la iniciación cristiana de adultos, y a los ejemplos catecumenales existentes en diversos lugares. Siendo
el catecumenado aquel espacio y tiempo ordenados, del que siempre dispuso la Iglesia para posibilitar la evangelización integral...".
Los Laicos y la Evangelización, Ed, DDB, Bilbao 1987, pp. 171-172.
comunidad. Y de esta forma se van asimilando las actitudes apostólicas, en las
cuales también deben ser entrenados los catecúmenos"529.

El Concilio destaca esta nota misionera de toda vocación cristiana al


afirmar que "el bautizado tiene el deber de confesar su fe delante de los
hombres" (LG, nº 11). El Papa Pablo VI había puesto de manifiesto la íntima
relación entre la adhesión al seguimiento de Jesús y la pasión por el anuncio del
Reino a la que Él convoca. Seguir a Jesucristo implica asumir su acción
misionera y evangelizadora, "es impensable que un hombre haya acogido la
Palabra, y se haya entregado al Reino, sin convertirse en alguien que, a su vez,
da testimonio y anuncia" (EN, nº 24). Para los Obispos españoles, "un discípulo
de Jesucristo es misionero al igual que su maestro: Los envió de dos en dos a
todas las ciudades y pueblos por donde él había de pasar (cf. Lc 10,1). La
catequesis debe, por tanto, entrenarle en el ejercicio de la misión" (CA, nº
191)530, y la fundamentación de esta dimensión esencial de toda vocación
cristiana encuentra su quicio justamente en los sacramentos de la iniciación
cristiana tal y como sostiene el Papa Juan Pablo II: "Los fieles laicos,
precisamente por ser miembros de la Iglesia, tienen la vocación y la misión de
ser anunciadores del Evangelio: son habilitados y comprometidos en esta tarea
por los sacramentos de la iniciación cristiana y por los dones del Espíritu Santo"
(Ch.L., nº 33).

Se percibe con claridad a lo largo de todo el Neocatecumenado que el


compromiso evangelizador, al que se inicia poco a poco, ha de estar siempre
motivado por la experiencia gozosa de la fe. Así lo expresan nuestros Obispos
al afirmar que "la verdadera motivación de la acción apostólica debe venir de la
fe. Toda persona necesita expresar sus vivencias y experiencias más hondas. La
luz transformadora de la Palabra de Dios suscita la experiencia del encuentro
con Cristo, y es natural querer expresarla mediante la profesión de fe, la
celebración y el compromiso cristiano" (CA, nº 192c). El Papa Juan Pablo II
insiste en este sentido al decir que "la catequesis está abierta, igualmente al
dinamismo misionero. Si se hace bien, los cristianos tendrán interés en dar
testimonio de su fe, de transmitirla a sus hijos, de hacerla conocer a otros, de
servir de todos los modos a la comunidad humana" (CT, nº 24). Ya he apuntado
anteriormente cómo los neocatecúmenos a partir de la entrega del Salterio
empiezan a rezar Laudes todos los días antes de comenzar la jornada. Los
domingos participan los hijos en esta oración; y en catequesis sencillas van
529
Cfr. Las Comunidades Neocatecumenales, p. 80. "Esta experiencia los somete a un contraste interior: en muchos hogares no
quieren escuchar la Buena Noticia, aun entre aquellos que oficialmente se llaman creyentes. En otros hogares reciben el anuncio con
alegría y admiración. Así experimentan en ellos mismos que la fe es una gracia y que tiene poder para transformar al hombre. Y
siempre deja en el neocatecúmeno la alegría de poder anunciar a Jesucristo". Cfr. ANDRÉS FUENTES, Espiritualidad del Camino
Neocatecumenal II, p. 173.
530
Este aprendizaje debe capacitar al adulto tanto para desarrollar una presencia cristiana en la sociedad (vecinal, laboral,
sindical, cultural, política...), como para cooperar en tareas intereclesiales (catequista, animador litúrgico, acogida, obras
asistenciales...). Ambas dimensiones, dicen nuestros obispos, deben ser cuidadas en esta tarea. Ver "algunas orientaciones sobre esta
tarea" (nnº 192-195).
transmitiendo los padres la fe a los niños. Durante el tiempo de la Traditio
Symboli todos anuncian públicamente el Kerygma por las casas y también se
incorporan a la pastoral de mediación que se lleva adelante en la parroquia, es
decir, la mayoría de los neocatecúmenos son incorporados a los diversos grupos
parroquiales encargados de los diferentes servicios pastorales: catequesis de
primera comunión, Confirmación, Bautismo, Matrimonio, equipos de liturgia,
cáritas parroquial, consejos de pastoral y economía, etc.

En el estudio que el director de la oficina de estadística y sociología de la


Conferencia Episcopal Española, F. Azcona, hizo acerca de la incidencia que el
Neocatecumenado tiene en las parroquias de España531, se llega a las siguientes
conclusiones:

"Queda constatado algo innegable: que las parroquias españolas


donde hay Comunidades Neocatecumenales tienen, globalmente, en
una proporción significativamente más alta en comparación con las
parroquias que no tienen elementos organizativos que expresan
mayor participación, corresponsabilidad y apertura parroquial; más
incorporación de los laicos a la pastoral; mayor presencia eclesial
en la sociedad o barrio; más participación en movimientos,
asociaciones y grupos apostólicos; mayor talante evangelizador en
la administración de los sacramentos; proporcionan a sus feligreses
más medios de formación eclesial permanente; se preocupan más
de los alejados; tienen más procesos catequéticos o catecumenados
para los alejados de la fe; tienen experiencia de más incorporación
de alejados a las actividades parroquiales y hay elementos objetivos
para calificarlas, en general, como más misioneras"532.

Asimismo, el descubrimiento gozoso del Bautismo recibido y


adultamente asumido a través del itinerario neocatecumenal, va haciendo
percibir en el neocatecúmeno la grandeza de la vocación cristiana (SCN, art.
17&1)533 y también de la misión que el Señor le confía por medio de la Iglesia
de cara al mundo, desde su condición secular propia tal y como el Concilio
Vaticano II la ha iluminado:

"Los laicos tienen como vocación propia el buscar el Reino de Dios


ocupándose de las realidades temporales y ordenándolas según
531
Cfr. “Parroquia y Camino Neocatecumenal como aparecen en una investigación estadística de la CEE”, en E. PASOTTI, El
Camino Neocatecumenal según Pablo VI y Juan Pablo II, pp. 158-174.
532
Ibid., p. 174.
533
"El bautismo nos regenera a la vida de los hijos de Dios; nos une a Jesucristo y a su cuerpo, que es la Iglesia; nos unge con
el Espíritu Santo, constituyéndonos en templos espirituales" (Ch.F, nº 10). Mons. Antonio Cañizares sostiene que "recobrar el
sentido del bautismo es tarea ineludible para la presencia en el mundo de una Iglesia con identidad. No hay identidad cristiana sin
Bautismo... Es tarea urgente de la Iglesia fortalecer la identidad bautismal del cristiano". Cfr. La Catequesis en el proceso de
iniciación cristiana, p. 564.
Dios. Viven en el mundo, en todas y cada una de las profesiones y
actividades del mundo y en las condiciones ordinarias de la vida
familiar y social, que forman como el tejido de su existencia. Es ahí
donde Dios los llama a realizar su función propia, dejándose guiar
por el Evangelio para que, desde dentro, como el fermento,
contribuyan a la santificación del mundo, y de esta manera,
irradiando fe, esperanza y amor, sobre todo con el testimonio de su
vida, muestren a Cristo a los demás. A ellos de manera especial les
corresponde iluminar y ordenar todas las realidades temporales, a
las que están estrechamente unidos, de tal manera que éstas lleguen
a ser según Cristo, se desarrollen y sean para alabanza del Creador
y Redentor"(LG, nº 31)534.

Este carácter secular propio de los cristianos laicos, afirma Juan Pablo II,
"debe ser entendido a la luz del acto creador y redentor de Dios, que ha confiado
el mundo a los hombres y mujeres, para que participen en la obra de la creación,
la liberen del influjo del pecado y se santifiquen en el matrimonio o en el
celibato, en la familia, en la profesión y en las diversas actividades sociales"
(Ch.F, nº15). En este sentido, se puede decir que en el Neocatecumenado en la
medida en que se asume plenamente y conscientemente la identidad cristiana
contenida en el Bautismo, en esta misma medida se descubren, ahondan y
empiezan a vivirse cristianamente todas las realidades personales, familiares,
sociales y culturales en las que vive y se mueve el neocatecúmeno. Asimismo,
en esta recuperación vigorosa de la identidad bautismal hay que situar el
fecundo descubrimiento de las distintas vocaciones específicas al servicio de la
misión eclesial: al matrimonio "en el Señor", al ministerio eclesial, a la vida
religiosa, a la misión apostólica...

Veamos por último dos nuevos gráficos. En el primero describo el


Neocatecumenado tal y como es vivido al interior de las CNC, en el segundo
muestro un gráfico comparativo en el que se puede contemplar las fuentes en
que se inspira (Iglesia primitiva y RICA) y los documentos eclesiales de
naturaleza catecumenal en los que encuentra confirmación y fundamento
(Catequesis de la Comunidad, Catequesis de Adultos y La Iniciación Cristiana)
[ver tablas 14ª y 15ª).

5. Etapa de la Elección

534
Para el Papa JUAN PABLO II "la condición eclesial de los fieles laicos se encuentra radicalmente definida por la novedad
cristiana y caracterizada por su índole secular" (Ch.F., nº 15). "Sólo dentro de la Iglesia como misterio de comunión se revela la
identidad de los fieles laicos, su original dignidad. Y sólo dentro de esta dignidad se pueden definir su vocación y misión en la
Iglesia y en el mundo" (Ch.F., nº 8). El Papa sostiene que "sólo captando la misteriosa riqueza que Dios dona al cristiano en el santo
bautismo es posible delinear la figura del fiel laico" (Ibid, nº 9).
En el RICA, esta etapa tal y como aparece configurada, es fiel heredera
de la más pura tradición catecumenal de los siglos IV al VI, en los que ya el
Catecumenado como un tiempo largo de preparación y maduración en la fe ha
perdido su fuerza y fecundidad y las nuevas condiciones sociales y eclesiales
reclaman un nuevo modo de iniciar más intensamente a aquellos que querían
llegar a ser cristianos. La Iglesia lo iba a encontrar en el tiempo de Cuaresma
que se transformaría en el tiempo catecumenal por antonomasia. "A partir del
siglo cuarto, -afirma M. Dujarier- cuando el Estado reconoce al cristianismo
como legítimo y la Iglesia finalmente es protegida o incluso privilegiada, las
conversiones no son siempre serias. Mucha gente que entra en el Catecumenado
por interés y sin convicción de fe, no son cristianos más que de nombre y no
siguen las instrucciones destinadas a ellos. Para remediar esta preparación
insuficiente la Iglesia decide desarrollar la semana de celebración bautismal. La
extiende a las siete semanas de Cuaresma que se convierte así en un tiempo de
formación intensiva"535. En el Ritual este tiempo recibe el nombre de tiempo de
Purificación e Iluminación y se dice de él que "de ordinario coincidirá con la
Cuaresma" (RICA, nº 21) y que dentro de este tiempo la Iglesia "hace la
Elección" (nº 22). Para poder purificar e iluminar a los catecúmenos, la Iglesia
prevee en este tiempo que sean ayudados "por medio de varios ritos,
especialmente por el escrutinio y la entrega" (nº 25).

Evidentemente, la concentración catecumenal en el tiempo de la


Cuaresma hace que este tiempo y esta etapa aparezca sobrecargada de ritos.
Aparece así en el RICA, porque su estructura, ya he apuntado, es fiel reflejo de
la praxis catecumenal que se desarrolló en la Iglesia a partir del siglo IV. Sin
embargo, el mismo Ritual abre la posibilidad de que "por razones pastorales,
para enriquecer la liturgia del tiempo de Catecumenado, las entregas se puedan
trasladar y celebrar dentro del Catecumenado al modo de rito de transición [Cfr.
nnº 193-207]" (nnº 53; 65.6).

En el CN hemos visto cómo la estructuración del tiempo del


Neocatecumenado se va jalonando en base a la anticipación de las entregas que
en el Ritual se fijan para este tiempo "desde la antigüedad las entregas, se tienen
después de los escrutinios y pertenecen al mismo Tiempo de Purificación e
Iluminación" (nº 53). Veamos ahora cómo aparece estructurada esta etapa en el
Neocatecumenado en la que tiene lugar la Elección de los candidatos para hacer
la renovación de las promesas bautismales.

Se inicia esta etapa en el Neocatecumenado con una Convivencia, que


abre para los neocatecúmenos un tiempo de iluminación, unos dos años, y de

535
Cfr. Iniciación Cristiana de Adultos, p. 98. El autor desarrolla históricamente la configuración de "La Cuaresma: un
catecumenado de recuperación", en Breve Historia del Catecumenado, pp. 104-115. En esta perspectiva,ver La cuaresma.
Dimensiones pastorales del itinerario cuaresmal: Phase n. 260 (marzo-abril 2004).
una mayor profundización en la identidad y la misión de ser cristianos en el
mundo. "La Elección -afirma Kiko Argüello- es el tiempo de las catequesis más
profundas... Aquellos hermanos que durante los siete años precedentes han
demostrado su fidelidad a la alianza y a la promesa de nuestro Señor, son
aceptados como candidatos a la Elección (muchos son los llamados y pocos los
elegidos)536.

Los neocatecúmenos como candidatos a la Elección537, durante este


tiempo van a confrontar su vida a la luz del Sermón de la Montaña 538. Una serie
de catequesis van dando forma al estudio de Mt.5-7. Estas catequesis se
preparan por grupos y se celebran y meditan en comunidad. También en las
reuniones por pequeños grupos con el garante se revisa, a luz de la fe, y
teniendo muy presente el diseño de Hombre nuevo que contiene el Sermón del
Monte539, toda la vida del candidato.

En las celebraciones de la Palabra durante este tiempo el candidato a la


Elección descubre que tiene que romper con todas las alianzas que tiene en el
mundo, con todos los ídolos que le impiden tener al Señor como el único, con
todos los apegos que le impiden amar a Dios, con todo el egoísmo que le impide
amar al hermano. Y, al mismo tiempo son invitados a hacer una alianza con
Jesucristo para "vivir un sacerdocio con un culto espiritual en un templo no
construido por manos humanas; a vivir una espiritualidad de acción de gracias,
de constante Eucaristía, como Reyes, como Profetas de la historia, que viven en
medio de las naciones su misión de ser el pueblo de Dios, sacramento para el
mundo del amor que Dios tiene por los hombres y, sobre todo, por los malvados
y pecadores. Porque Dios, el Dios de Jesucristo, es el único que ama a sus
536
Cfr. Il Neocatecumenato, p. 100. En el Estatuto se dice que “la tercera fase del Neocatecumenado es el redescubrimiento de
la elección, ´eje de todo el catecumenado`” . Cfr. SCN, art. 21&1.
537
El Ritual prevee varias palabras para designar a los catecúmenos que Dios ha elegido. "A partir de la fecha del día de su
elección y admisión, se llama a los catecúmenos elegidos (electi, elegidos). Se les llama también competentes (aquellos que tienden
juntos hacia), porque se dirigen en grupo hacia los sacramentos de Cristo y al don del Espíritu. Se les llama también iluminados
(illuminandi, los que están en el tiempo de iluminación), porque su bautismo se designa también como iluminación, por el hecho de
que los nuevos bautizados reciben la luz de la fe. En nuestros días está permitido usar otros términos que, según la diversidad de
países y culturas, convengan más para ser comprendidos por todos y respondan al genio de las lenguas" (nº 24).
538
"Las Bienaventuranzas y todo el contenido del Sermón de la Montaña nos ofrecen de modo admirable la doctrina moral de
Cristo. Las encontramos muy fielmente en nuestros textos primitivos y en los Padres apostólicos en general, íntimamente unidas a
otros elementos de catequesis moral". Cfr. J. DANIELOU/R. du CHARLAT, o, cit., pp. 124-125. "Comentando el Sermón del
monte, Agustín hace una feliz comparación entre las peticiones del Pater, las bienaventuranzas e incluso los dones del Espíritu
Santo: - Santificado sea tu nombre: bienaventuranza de los pobres, temor de Dios; - Venga tu reino: bienaventuranza de los mansos,
piedad; - Hágase tu voluntad: bienaventuranza de los victoriosos en su lucha contra la carne, don de ciencia; - Danos hoy nuestro
pan: bienaventuranza de los que tienen hambre y sed, fortaleza; - Como nosotros perdonamos: bienaventuranza de los
misericordiosos, consejo; - No nos dejes caer: bienaventuranza de los puros, inteligencia; - Más líbranos: bienaventuranza de los
pacíficos, sabiduría”. Cfr. SAN AGUSTÍN, De Serm. Dom. in monte, I, 4,11 y II, 11,38. Se puede leer la traducción en A.G.
HAMMAN, Saint Augustin explique le Sermon sur la montagne: Les Pères dans la foi, I, 6, pp. 30-32 y 114-116.
539
Para nuestros Obispos "el sermón del Monte es referencia obligada en la tarea catequética de iniciar en la vida evangélica.
Representa la enseñanza moral más importante de Jesús, con la que -como nuevo Moisés- da al Decálogo de la Alianza su sentido
pleno y definitivo... He aquí algunos de los rasgos más sobresalientes que definen la vida cristiana, tal como Jesús los propuso en
dicho sermón: * Los valores de las bienaventuranzas, que constituyen todo un programa de vida (Mt 5,3-10); * La necesidad de que
la vida cristiana suponga una justicia más honda que una moral legalista (Mt 5,20); * El carácter misionero de la vida evangélica,
como "luz y sal de este mundo" (Mt 5,16); * El carácter teónomo de la conducta cristiana, como motivación última, ya que "el Padre
que ve en lo secreto te recompensará" (Mt 6,4); * La libertad que da la pobreza evangélica para poder responder sin trabas a Dios
(Mt 6,25); * El amor al prójimo como compendio de toda la Ley (Mt 7,12)" (CA, nº 188).
enemigos, que caminó llevando consigo a Judas, que no se resiste al mal.
Aquellos que reciben su Espíritu aman como Él, perdonan como Él, no se
resisten ante el malvado, como Él; son corderos llevados al matadero todos los
días, ofreciendo la vida por el mundo en un culto espiritual y racional, que nos
es pedido, sobre el altar de la historia. De modo que cuando en nosotros obra la
muerte, en esta generación obra la vida"540. Partiendo de las Bienaventuranzas,
preparadas, leídas y celebradas en comunidad, situándose en Dios como Padre y
en el amor a los otros, cada hermano contesta ante los demás a esta pregunta:
"Dios quiere hacer una alianza contigo, ¿estás dispuesto?". Y en medio de la
Asamblea cada uno responde sinceramente.

Es un tiempo de profunda simplicidad y alabanza, en el que los


candidatos a la Elección viven en una actitud de permanente acción de gracias
al saberse "elegidos de antemano para ser hijos adoptivos por medio de
Jesucristo, según el beneplácito de su voluntad" (cf. Ef 1,5), y sentirse enviados
a ser "la sal y la luz" (cf. Mt 5,13-16) del mundo. "Si el candidato a la Elección
ha sido fiel, -sostiene Andrés Fuentes- gracias a este largo proceso de
iluminación y simplicidad habrá descubierto que la vida sólo está en Cristo y
habrá experimentado que, fuera de Cristo, todo es muerte. La fe se hace sencilla
y clara, ilumina la propia historia desde la verdad de la palabra de Dios, nos
incorpora a la vida de Dios"541.

Una vez que los candidatos han podido celebrar y vivir en profundidad
todas las catequesis relacionadas con el Sermón de la Montaña, tiene lugar el
tiempo de la Elección próxima que va a estar dedicado a una mayor
purificación y que coincidirá siempre con la Cuaresma, tal y como sugiere el
RICA para los catecúmenos: "El tiempo de Purificación e Iluminación de los
catecúmenos de ordinario coincidirá con la Cuaresma" (nº 21).

Una nueva Convivencia, celebrada normalmente el primer domingo de


Cuaresma542, abre este tiempo de Purificación que tiene la misión de preparar a
los candidatos a la Elección que tendrá lugar a lo largo de todo el tiempo
cuaresmal (periodo de tiempo que se dedicará al Tercer Escrutinio) y que "está
destinado a la preparación intensiva del espíritu y del corazón" (RICA, nº 22) de
los candidatos con la finalidad de que la Iglesia pueda hacer "la selección y
admisión de los catecúmenos (en este caso los candidatos a la Elección), que

540
Cfr. KIKO ARGÜELLO, Il Neocatecumenato, p. 100.
541
Cfr. Espiritualidad del Camino Neocatecumenal III, p.177. "El tiempo del catecumenado postbautismal tiende a llevar a los
neocatecúmenos a la simplicidad, a hacerse pequeños, a abandonarse a la voluntad del Padre. Esto permitirá -siempre guiados por
los catequistas en comunión con el párroco- pasar, a través del abandono, a una espiritualidad de alabanza y agradecimiento. De esta
forma son preparados para entrar en la última etapa del camino: la elección y la renovación de las promesas bautismales". Cfr.
KIKO ARGÜELLO/CARMEN HERNÁNDEZ, “El Camino neocatecumenal: breve síntesis”, en o. cit., pp. 131-132.
542
"El rito de la elección o de la inscripción del nombre se celebrará, ordinariamente, el primer domingo de Cuaresma.
Oportunamente puede anticiparse unos días antes o celebrarlo dentro de la semana" (RICA, nº 51). En el Neocatecumenado tendrá
lugar una vez finalizado el Tercer Escrutinio.
por su disposición personal sean idóneos" (Ibidem) para hacer la renovación de
las promesas bautismales en la Vigilia Pascual de ese año. "La puerta ahora se
estrecha. Las exigencias cristianas, después de siete años, son una cosa natural,
no son forzadas. Dentro del candidato existe ya una realidad que ha
experimentado y que experimenta; sabe que es diferente de los otros hombres,
porque Dios lo está eligiendo para una misión muy alta: Ser cristiano"543.

El RICA pide que "antes de que se celebre la Elección, se requiere en los


catecúmenos, (en nuestro caso los candidatos a la Elección), la conversión de la
mente y de las costumbres, suficiente conocimiento de la doctrina cristiana y
sentimientos de fe y caridad; se requiere, además, una deliberación sobre su
idoneidad" (nº 23). Esta idoneidad es un verdadero juicio serio, fundamentado
sobre el provecho que los catecúmenos hicieron del tiempo del Catecumenado.
En el Neocatecumenado, esta etapa se vive con profunda seriedad y se le da la
importancia que el mismo Ritual resalta: "la Elección, está rodeada de tanta
solemnidad porque es como el eje de todo el Catecumenado" (Ibidem). En el
Neocatecumenado este paso es la prueba que verifica la transcendencia que está
llamado a tener en la Iglesia como un auténtico camino de iniciación cristiana:
el itinerario de iniciación cristiana postbautismal que tantos miles de bautizados
siguen a través del Neocatecumenado, ¿inicia, madura y conduce a la vida
cristiana?, ¿renueva el entramado comunitario de las parroquias?. La facultad de
verificar estos interrogantes compete a los Obispos, "es propio del Obispo, por
sí, o por su delegado organizar, orientar y fomentar la educación pastoral de los
catecúmenos y admitir a los candidatos a la Elección y a los sacramentos. Es de
desear que, en cuanto sea posible, además de presidir la liturgia cuaresmal, él
mismo celebre el rito de la Elección, y en la Vigilia pascual confiera los
sacramentos de la iniciación" (nº 44)544. Y lo mismo se pide para el caso de los
adultos bautizados: "El vértice de toda la formación será generalmente la Vigilia
pascual, en la cual los adultos profesarán su fe bautismal..." (nº 304).

No obstante, la comunidad no desempeña únicamente el papel de control,


de juez que evalúa y discierne. La Elección es también el momento expresivo de
la maternidad solícita de la Iglesia hacia los catecúmenos que van adquiriendo
nuevas modalidades de pertenencia a la Iglesia, como claramente lo expresa el
cambio de nombre, de catecúmenos a elegidos.

Si echamos una mirada retrospectiva a la praxis catecumenal de los


primeros siglos545, descubrimos con claridad que antes incluso de que se
543
Cfr. KIKO ARGÜELLO, Il Neocatecumenato, p. 100. Para descubrir el alcance de la propuesta cristiana hoy, ver J.
RATIZINGER, Ser cristiano en la era neopagana, Ed, Encuentro, Madrid, 1995.
544
Hay que hacer notar que el Ritual ofrece la posibilidad de hacer participar en este discernimiento, si fuere preciso, al grupo
de catecúmenos, lo cual habla por sí mismo del tono conciliador y pedagógico del RICA, que si bien pide seriedad, tampoco se
excede en rigurosidad (cf. nº 137). Para conocer los "perfiles del cristiano adulto" a los que debe conducir una verdadera iniciación,
ver CEE, Testigos del Dios vivo, Ed, EDICE, Madrid 1985, nº 30.
545
Cfr. M. DUJARIER, Iniciación Crisiana de Adultos, pp. 96-101.
institucionalizase el Catecumenado, hubo siempre un período litúrgico de
preparación al Bautismo y jamás se admitió a nadie sin discernimiento. Se
examinaba la fe a partir del comportamiento, pues "una fe no es auténticamente
cristiana -afirma M. Dujarier- a menos que transforme la vida" 546. Las exigencias
que encontramos en los Santos Padres son claras y firmes, quizás donde más
evidentes aperecen es en Hipólito de Roma 547. La inspiración que esta etapa,
-llamada Elección-, recibe en el Neocatecumenado de la praxis catecumenal
antigua es evidente: si en los primeros siglos no se admitía a las ceremonias
bautismales más que aquellos cuya fe había transformado efectivamente el
comportamiento de sus vidas de una forma manifiesta y verificada 548, también
en el Neocatecumenado se exigirá esta misma verificación para poder renovar
las promesas bautismales, y esto se hace con absoluta fidelidad a lo que el
mismo RICA pide: "se requiere, además, una deliberación sobre su idoneidad"
(nº 23). Esta deliberación, que lleva como consecuencia una Elección ("porque
la admisión, hecha por la Iglesia, se funda en la elección de Dios, en cuyo
nombre actúa la Iglesia", nº 22), compete por tanto a la Iglesia, es decir al
"Obispo, los presbíteros, los diáconos, los catequistas, los padrinos y toda la
comunidad local, cada cual en su lugar y a su manera, después de haber
sopesado rigurosamente las cosas, tienen que dar su opinión respecto a la
formación y al progreso de los catecúmenos" (nº 135) 549. Es preciso, pues, "que
antes del rito litúrgico, se tenga una deliberación sobre la idoneidad de los
candidatos por aquellos que les atienden, o sea, en primer lugar los que dirigen
la formación del Catecumenado, presbíteros, diáconos y catequistas, más los
padrinos y delegados de la comunidad local; incluso, si es preciso, con la
participación del grupo de catecúmenos" (nº 137)550.
546
Ibid., p. 97.
547
"Cuando se eligen aquellos que van a recibir el bautismo, se examina su vida: ¿han vivido honestamente mientras eran
catecúmenos?, ¿han honrado a las viudas?, ¿han visitado a los enfermos?, ¿han hecho toda clase de obras buenas? Si aquellos que
les han guiado dan testimonio sobre cada uno diciendo que ha obrado así, entonces, entenderán el Evangelio". Cfr. Trad. Ap. 20.
548
Así lo expresa SAN AGUSTÍN: "Es inadmisible admitir al baño de la regeneración... a todos los candidatos indistintamente,
menos aún si la inmoralidad de su conducta y el escándalo de sus faltas son notorias". Cfr. De fide et operibus, I,1 (BA, p. 355).
549
"En la fórmula del RICA, aunque el fin pretendido es el mismo que el que persigue Hipólito, notamos que el contenido es
más genérico y no tan anclado en el aspecto ético. El RICA, a diferencia, del catecumenado antiguo trabaja con una noción
antropológica mucho más amplia y, por tanto, pide una idoneidad que abarca toda la persona. Lo expresa en términos de capacidad
de escucha de la Palabra de Dios, de fidelidad a lo escuchado y de adhesión vital a la comunidad cristiana que lo está iniciando. En
esta formulación aparecen implicados no sólo el catecúmeno, sino también Dios y la comunidad que siempre tienen que estar en
referencia al progreso espiritual de los catecúmenos". Cfr. CARMELO GÓMEZ GÁLVEZ, La propuesta catecumenal en el RICA,
p. 94.
550
Para M. DUJARIER esta etapa que él llama del llamamiento decisivo es "la que, hasta el presente, ha sido menos trabajada.
A muchos les parece un poco abstracta, por lo menos tal como viene propuesta por el ritual. Pero nosotros pensamos que puede y
debe tener un gran valor pastoral si se llega a expresar bien su sentido y a hacerla vivir de manera suficientemente concreta", en
Iniciación Cristiana de Adultos, p. 113. La praxis que en el itinerario neocatecumenal se desarrolla respecto de esta etapa, permite
afirmar que se convierte "en el eje de todo el neocatecumenado" (cf. RICA, nº 23). Solamente tomando absolutamente en serio esta
etapa de la Elección adquiere el tiempo precedente su sentido, y viceversa, solo tiene sentido vivir una experiencia neocatecumenal
si esta en verdad conduce y culmina en la maduración y por tanto verificación de la confesión de la fe: "A través de la confesión
bautismal, precisamente, todo el catecumenado desemboca en el bautismo...En consecuencia, tanto el catecumenado, que prepara
esa confesión, como -en nuestro caso- la catequesis de adultos que la personaliza, son una exigencia del mismo bautismo. La
catequesis queda, así, penetrada por su dimensión bautismal. Su meta no es otra que la confesión adulta de una fe depositada
germinalmente en el bautismo. No se persigue, por tanto, otra cosa que ayudarnos a asumir personalmente nuestra condición de
bautizados" (CA, nº 136). Recordemos, una vez más, que el Catecumenado bautismal es el modelo en el que la catequesis de adultos
debe inspirarse: "El modelo de toda catequesis es el catecumenado bautismal, formación específica que conduce al adulto
convertido a la profesión de su fe bautismal en la noche pascual" (MPD, nº 8).
A partir del año 1983, en el que la primera Comunidad Neocatecumenal
de la Parroquia de Mártires Canadienses de Roma renovó solemnemente las
promesas bautismales en la Vigilia celebrada en la Basílica de San Pedro, son
muchas, y cada año más, las comunidades que terminan el Neocatecumenado y
que por tanto inician su vida como comunidades cristianas parroquiales al
servicio de la evangelización en sus diócesis551. El hecho de que ya en
numerosas parroquias el itinerario neocatecumenal esté experimentado y vivido
en todas sus etapas, hace preveer que en un futuro el tiempo iniciatorio que
hasta ahora, por distintas circunstancias, ha podido parecer como excesivamente
largo en el Neocatecumenado se acorte. Siempre que se trata de abrir un túnel a
través de una montaña rocosa para trazar por medio de él una autopista se tarda
tiempo, una vez finalizado, se atraviesa con mayor rapidez. Esto es lo que se
vislumbra en el horizonte pastoral del CN, donde se tiene muy claro que la
madurez en la fe, necesaria para la adultez cristiana y la acción apostólica, es
lenta, y que por tanto no hay que correr sino que hay que esperar. En este
sentido es legítima la apreciación de Mons. Ricardo Blázquez al decir, "a un
candidato al ministerio sacerdotal se le piden bastantes años de preparación
espiritual, teológica y apostólica; a una religiosa, antes de incorporarse
plenamente a la actividad de su familia espiritual, se exigen noviciado y
juniorado. ¿Es tan extraño que a un cristiano se pida cierto tiempo para su
mayoría de edad? Hay a veces una impaciencia que refleja escasa comprensión
de la seriedad de la vocación cristiana"552.

La duración del Neocatecumenado hasta ahora es evidente que ha


precisado de un tiempo prolongado, algunos lo califican de exageradamente
dilatado. Pero también, no es menos cierto que la adulteración de nuestra vida
cristiana es tan considerable, que purificarla de todas las adherencias que la han
secularizado en gran medida requiere de paciencia y de un tiempo suficiente que
jalonado por etapas y pasos permita a las personas llegar a la fe adulta.

Así queda gráficamente desarrollada esta etapa del itinerario


neocatecumenal, y así aparece configurada en la historia y en el Ritual de la
Iniciación Cristiana de Adultos actual con las orientaciones pastorales
iluminadoras de los Obispos españoles (ver tabla 16ª y 17ª).

6. Etapa del Neofitado


551
La comunidad neocatecumenal finaliza el Neocatecumenado e inicia la vida cristiana adulta en la educación permanente
de la fe: “La comunidad neocatecumenal, después de haber finalizado el itinerario de redescubrimiento de la iniciación
cristiana, entra en el proceso de educación permanente de la fe...”. Cfr. SCN, art. 22&1.
552
Cfr. Las Comunidades Neocatecumenales, p. 60. "El Catecumenado constituye un verdadero aprendizaje. Por eso la Iglesia
necesita un tiempo bastante largo, tanto para revelar al catecúmeno todo lo que debe ilustrar el lento camino de su conversión,
cuanto para permitirle asimilar en su espíritu y realizar en toda su vida su fe naciente. Un Catecumenado demasiado corto y
precipitado conduciría al fracaso o a dificultades insuperables posteriormente" (Ibidem).
Con la renovación solemne de las promesas bautismales finaliza el
tiempo de la instrucción para los que han vivido todas las etapas y pasos del
Neocatecumenado y se inicia la vida cristiana en comunidad como fieles-
neófitos. Termina el itinerario de maduración en la fe y se inicia el itinerario de
la vida cristiana. Con la renovación de las promesas bautismales la comunidad
cristiana comienza a vivir la última etapa del Neocatecumenado que coincide
con la cincuentena pascual y que recibe el nombre de Neofitado553. En el RICA
este último tiempo de la iniciación es denominado como el tiempo de la
Mystagogia (nnº 37-40). Para el Ritual es: “El último tiempo, que se extiende
durante todo el tiempo pascual, y está destinado a la Mystagogia, o sea a la
experiencia cristiana y a sus primeros frutos espirituales e incluso a establecer
lazos cada vez más estrechos con la comunidad de los fieles" (n. 7d.). Y, viene
así descrito: "Los neófitos, con la comunidad, progresan en una percepción más
profunda del Misterio pascual y en su aplicación cada vez mayor a su vida,
meditando el Evangelio, participando en la Eucaristía y ejerciendo la caridad"
(nº 37).

Vemos por tanto que el tiempo de la Mystagogia tiende a que los nuevos
bautizados adquirieran una experiencia más consciente y verdadera de lo que es
la vida cristiana. Para alcanzar este fin, se utilizan tres medios privilegiados:

a) La escucha de la Palabra de Dios

El Ritual sostiene que "los neófitos, renovados en el espíritu, han gustado


íntimamente la provechosa Palabra de Dios..." (nº 38); además "la posterior
frecuencia de sacramentos ilumina la inteligencia de las sagradas escrituras..."
(nº 39) y en las Misas para los neófitos, estos "encuentran, especialmente en el
Leccionario del ciclo A, lecturas sumamente adecuadas para ellos... pudiéndose
utilizar esas lecturas aunque la iniciación se celebre fuera del tiempo pascual"
(nº 40).
553
"En griego, el myste, es el iniciado. El mistagogo es el sacerdote encargado de la iniciación, literalmente: el que conduce al
myste. De ahí viene la palabra Mystagogia. Este vocabulario, empleado ante todo por las religiones de la antigüedad, fue adoptado
por los cristianos para expresar las realidades sacramentales y especialmente las de la preparación al bautismo. La catequesis se
llama mistagógicas en cuanto que ayuda a los nuevos bautizados, llamados neófitos, es decir nuevas naturalezas, para comprender
mejor la vida divina que reciben participando en los misterios que son los sacramentos. Por extensión, la Iglesia habla de
Mystagogia o de neofitado para designar el período durante el cual se desarrolla esta catequesis postbautismal...". Cfr. M.
DUJARIER, Iniciación Cristiana de Adultos, p. 186. Más adelante, el autor se pregunta si realmente existió un Neofitado, y ésta es
la conclusión a la que llega: "Si la palabra designa una institución estructurada, se puede decir que jamás existió neofitado. Pero la
Iglesia siempre tuvo cuidado de sus nuevos miembros. Históricamente se distinguen dos épocas. Durante los tres primeros siglos,
cuando la comunidad participaba activamente en la formación de los convertidos, no sintió la necesidad de organizar nada especial
para los neófitos. Simplemente continuó sosteniéndolos fraternalmente después de su bautismo como antes. A partir del siglo cuarto,
por el contrario, dándose el hecho de que la formación catecumenal había sido reducida prácticamente al tiempo de Cuaresma, la
poco más la formación de los convertidos más allá de la fiesta de Pascua,
Iglesia quiso proseguir un
durante una semana por lo menos, que se llamó semana in albis, es decir, semana de las
vestiduras blancas". (Ibid., p. 189)". Para un acceso a una experiencia pastoral con neófitos, ver D.B. GUILLARD,
Notas pastorales: La Iglesia acoge a los neófitos: Asambleas del Señor 43 (1963), pp. 111-123.
El tiempo del Neofitado en la Iglesia primitiva era el tiempo destinado a
las catequesis mistagógicas554 tal y como aparece en la tradición catecumenal de
los primeros siglos555. Las catequesis mistagógicas eran frecuentemente un
comentario espiritual de los ritos de la iniciación, que se apoyaba en la tipología
bíblica y miraba a sostener la perseverancia de los bautizados. "El predicador
-afirma M. Dujarier- explica las ceremonias que tuvieron lugar en Pascua.
Ayuda también a los neófitos a comprender las exigencias de la vida que
derivan de su compromiso bautismal"556.

Estas catequesis se impartían durante la Semana in albis557; cada día de la


semana, los neófitos y sus padrinos se reencontraban para una celebración
eucarística que, en las grandes ciudades, tenía lugar en una iglesia diferente
cada vez. Hacían también una procesión solemne hacia otro lugar, después de la
misa, o después del oficio de la tarde. Durante estos encuentros se hacían las
catequesis mistagógicas558. Al final de la semana, los nuevos bautizados
554
De la Iglesia primitiva tenemos buen conocimiento de estas catequesis mistagógicas: "Después del bautismo, les toca
todavía a los neófitos vivir una última etapa de la catequesis de tipo enteramente nuevo para ellos, ya que hasta ahora nunca se había
tratado sobre la catequesis sacramentaria. Se consideraba que era necesario haber recibido el bautismo antes de entrar en el misterio
de los sacramentos cristianos. Esto sucedía, ante todo, por respeto a la ley del arcano, que prohibía comunicar este misterio a los
paganos, incluso a los que aún no se hallaban plenamente integrados a la Iglesia. Pero, sobre todo, la costumbre de no dar la catequesis de
sacramentos hasta después del bautismo y la eucaristía nacía de la convicción de que los sacramentos son acontecimientos y no
nociones. Valía más la pena vivirlos antes, y que luego se diera su significado". Cfr. J. DANIELOU/R. du CHARLAT, o. cit., pp. 57-
59. Para una mayor comprensión, ver "La catequesis mistagógica", en M. DUJARIER, o. cit., pp. 196-199.
555
Para un acceso a las principales catequesis mistagógicas, ver: CIRILO DE JERUSALÉN, Catecheses baptismales 5,12:
PF,91-92; trad. C. ELORRIAGA, San Cirilo de Jerusalén, Ed, DDB, Bilbao 1991; JUAN CRISÓSTOMO, Las catequesis
bautismales, Ed, Ciudad Nueva, Madrid 1988; S. AMBROSIO, Sobre los sacramentos. Sobre los misterios. Explicación del
Símbolo, Col. NEBLI-rojo n. 45, Madrid 1977; TEODORO DE MOPSUESTIA, Homiliae catechetica: ed. R. TONNEAU, Citè du
Vatican 1949; EGERIA, Peregrinatio: SC 296, 1982; Ed, Sígueme, Salamanca 1994; AGUSTÍN, De catechizandis rudibus: ed. J.
COMBÈS, BA 11, 1949; “Máximo el Confesor, Mystagogie”, en HAMMAN, L´initiation chrétienne, pp. 251-291.
556
Ibid., p. 196. Para J. DANIELOU/R. du CHARLAT, "las catequesis mistagógicas que conocemos presentan tres tipos de
explicaciones de los sacramentos. En primer lugar, un comentario de los ritos últimamente vivido por los neófitos, cuya memoria así
se estimula: Recuerda lo que se te preguntó; acuérdate de tus respuestas. Viene en seguida una teología bíblica de los sacramentos
presentados como continuación de las grandes obras de Dios en el Antiguo Testamento: liberación de Egipto y bautismo; maná y
eucaristía. Y finalmente, la catequesis mistagógica procura responder a dificultades teológicas, como por ejemplo, saber si la Virgen
fue bautizada, si hay que reiterar el bautismo para un excomulgado, etc. Se advierte, sin embargo, que la enseñanza que se da
durante la semana de Pascua a los nuevos bautizados no es siempre un comentario a los sacramentos. En las homilías de San Juan
Crisóstomo se trata de un resumen de vida cristiana según San Pablo; en las de Asterio el Sofista, de un comentario de los salmos",
en o. cit., pp. 58-59.
557
Para C. FLORISTÁN, "cuando el significado primitivo de la cincuentena pascual comenzó a decaer, se empezó a celebrar la
octava pascual, tanto en oriente como en occidente. Esto ocurrió, a finales del siglo IV. El ciclo antiguo de las siete semanas se
desdobló en otro nuevo de ocho días, con un carácter eminentemente bautismal. La octava permitía a los neófitos gustar las delicias
de su bautismo, prolongando una semana el día que hizo el Señor (Sal 117,24). Al principio fueron siete los días bautismales. El
sábado era el tiempo en que los neófitos se desprendían de los vestidos blancos recibidos en el bautismo. Más tarde se trasladó este
rito al domingo, llamado por esta razón in albis. La octava se llamaba alba o blanca", en Para comprender el catecumenado, p. 158.
Según M. DUJARIER, "la imposición de una vestidura blanca no está claramente atestiguada más que a partir del siglo IV...El
nuevo bautizado se reviste de una especie de alba que conservará durante siete u ocho días, tanto en casa como en la Iglesia... La
deposición de las albas se hace habitualmente en el oficio de vísperas del sábado. Más tarde, algunas Iglesias la harán el domingo.
En una época más reciente, se bendice en este momento el agua que debe servir para lavar las albas", en Iniciación Cristiana de
Adultos, pp. 194-195. Para un estudio histórico, ver. A.J. WEGMAN, La historia de la octava de Pascua: Asambleas del
Señor 43 (1964), pp. 9-19.
558
He aquí cómo EGERIA nos describe lo que se hacía en Jerusalén en el siglo IV:"Cuando llegan los días de Pascua, durante
estos ocho días, es decir, desde Pascua hasta la octava, cuando ha tenido lugar la despedida de la Iglesia, se marcha, cantando
himnos, a la basílica de la Anástasis, después se hace una primera oración, se bendice a los fieles. El obispo, de pie... explica todo lo
que se hace en el bautismo. En aquella hora, ningún catecúmeno penetra en la Anástasis: sólo los neófitos y los fieles que quieren
escuchar hablar de los misterios entran allí. Se cierran las puertas para que ningún catecúmeno se acerque. Mientras el obispo trata
de todas estas cuestiones y las expone, se acentúa con tales clamores de aprobación que, aún fuera de la Iglesia, se oye clamar a la
gente. Porque desvela tan bien todos los misterios que nadie puede quedarse insensible a lo que oye explicar allí". Cfr. Itin. de la
guardaban sus vestidos blancos con los que habían sido revestidos en la noche
pascual. Su iniciación cristiana había terminado. En adelante alimentarían su fe
en el seno de la comunidad cristiana y en la vida litúrgica.

El RICA al ser un Ritual litúrgico, evidentemente no contiene las


catequesis mistagógicas pero sí que expresa la finalidad que perseguían estas
catequesis al decir que "la inteligencia más plena y fructuosa de los misterios se
adquiere con la renovación de las explicaciones..." (nº 38). Ya hemos apuntado
al tratar esta etapa cuando la analizamos dentro de la estructura del actual
Ritual, que el RICA ha recuperado el tiempo de la Mystagogia ampliándolo a
todo el tiempo pascual. Su misión no será tanto explicar el misterio, cuanto
profundizar en él y en toda su riqueza, entrar de lleno en la experiencia y en la
vivencia de los sacramentos, de ahí la importancia que cobran las Misas para
los neófitos.

b) La participación en la Eucaristía

Según el Ritual "el principal lugar de la Mystagogia lo constituyen las


llamadas Misas de neófitos, o sea, las misas de los Domingos del tiempo
pascual" (nº 40). El tiempo de la Mystagogia ya no cuenta con ritos específicos.
Son los mismos de las celebraciones pascuales para toda la comunidad. Los
neófitos ocupan un sitio especial en la Asamblea litúrgica y el RICA pide que se
les tenga en cuenta en la homilía y en la Asamblea de fieles (nº 239). El tiempo
de la Mystagogia corresponde normalmente a los cincuenta días del tiempo
pascual y se termina con una celebración especial el domingo de Pentecostés (nº
237). La gran fiesta de la Pascua se prolonga por espacio de cincuenta días. Es
una octava de domingos y una semana de semanas. Este período, denominado
tiempo pascual o cincuentena pascual, conmemora a Cristo resucitado, presente
en la Iglesia, y al Espíritu Santo, donación del Padre.

Ya he apuntado que el objetivo de la octava de Pascua o Semana in albis


en la tradición antigua de la Iglesia consistía en que los neófitos recibiesen las
últimas catequesis denominadas mistagógicas. La octava de pascua estaba,
pues, en relación con la iniciación a los sacramentos de los recién bautizados en
la Vigilia Pascual. Durante los siete domingos de pascua, la liturgia celebra el
mensaje pascual de la resurrección del Señor, la alegría de la Iglesia por la
renacida esperanza, la vida nueva de los neófitos y la acción del Espíritu Santo
en la comunidad cristiana, y todo esto lo vive, saborea y experimenta en las
eucaristías pascuales. Los Obispos españoles consideran que "en el clima de
estas celebraciones eucarísticas finales, inspiradas en las misas de neófitos del
tiempo de la Mystagogia los adultos saborearán el espíritu de los sacramentos

Virg. Eg., p. 47.


de la iniciación cristiana y aceptarán su intrínseca unidad, derivada del misterio
pascual" (CA, nº 218)559.

Por tanto, si la finalidad de esta etapa es que los neófitos progresen "en la
percepción más profunda del misterio pascual" (RICA, nº 37) el camino que se
les propone es el de "experimentar de una forma personal y nueva los
sacramentos y la comunidad" (nº 7), de ahí, que "el principal lugar de la
Mystagogia lo constituyan las llamadas Misas para neófitos, o sea, las Misas de
los Domingos del tiempo pascual" (nº 40). Estas misas de Pascua están
pensadas para que se viva y celebre con profundidad este tiempo de la
Mystagogia, por eso sus oraciones reflejan con fidelidad el espíritu de este
tiempo. Lo fundamental es comprender mejor la inestimable riqueza que se ha
recibido. Se trata del don del Espíritu que mediante el agua del Bautismo y la
sangre del memorial ha hecho renacer al neófito y lo ha introducido en la vida
de la comunidad redimida por la sangre de Cristo560. Se trata pues, de que los
neófitos saboreen el espíritu de los sacramentos de la iniciación cristiana y
capten su intrínseca unidad, derivada del misterio pascual:

"Los fieles, incorporados a la Iglesia por el Bautismo,


quedan destinados por el carácter al culto de la religión
cristiana y, regenerados como hijos de Dios, tienen el
deber de confesar delante de los hombres la fe que
recibieron de Dios por medio de la Iglesia.

Por el sacramento de la Confirmación se vinculan más


estrechamente a la Iglesia, se enriquecen con la
fortaleza especial del Espíritu Santo, y de esta forma se
obligan con mayor compromiso a difundir y defender
la fe con su palabra y sus obras como verdaderos
testigos de Cristo.

Participando del Sacrificio Eucarístico, fuente y


culmen de toda la vida cristiana, ofrecen a Dios la
Víctima divina y a sí mismos juntamente con ella...
Después, una vez saciados con el cuerpo de Cristo en
la asamblea sagrada, manifiestan concretamente la
unidad del Pueblo de Dios, aptamente significada y
559
Para C. FLORISTÁN tanto los catecúmenos en sentido estricto como los neocatecúmenos "necesitan un cierto tiempo para
saborear el significado de los símbolos recién experimentados y penetrar en la realidad misteriosa de la nueva vida aceptada. Este es
el sentido de la catequesis mistagógica: participar plenamente en la comunidad cristiana, cuya fuente y cima es la celebración
eucarística". Cfr. Para comprender el Catecumenado, p. 159.
560
Así lo expresa la oración colecta del IIº Domingo de Pascua: "Dios de misericordia infinita, que reanimas la fe de tu pueblo,
con el retorno anual de las fiestas pascuales, acrecienta en nosotros los dones de tu gracia, para que comprendamos mejor la
inestimable riqueza del Bautismo que nos ha purificado, del espíritu que nos ha hecho renacer, y de la sangre que nos ha redimido"
(Misal Romano, p. 311).
maravillosamente producida por este augustísimo
sacramento" (LG, nº 11).

Nuestros Obispos consideran esta etapa como un tiempo destinado a


interiorizar los sacramentos de la iniciación cristiana ya recibidos, "en la etapa
final de la catequesis los adultos aprenden a interiorizar y gustar los
sacramentos. Muchos no habrán conocido las riquezas encerradas en su
Bautismo y en su Confirmación, y, sobre todo, nunca las habrán revivido a
fondo. Ahora es el momento adecuado para hacerlo" (CA, nº 218)561.

c) La práctica del amor fraterno

En el Ritual se va a pedir a los neófitos que "ayudados por los padrinos,


traben relaciones más íntimas con los fieles y les enriquezcan con la renovada
visión de las cosas y con un nuevo impulso" (nº 39)

También para los adultos ya bautizados que han renovado las promesas
bautismales en la Vigilia Pascual este tiempo tiene la misma intensidad que para
los catecúmenos, así lo expresa el RICA: "Finalmente los adultos completarán
su formación cristiana, y perfeccionarán su inserción en la comunidad, viviendo
en unión de los neófitos el tiempo de la Mystagogia" (nº 305)562.

Más aún, el Ritual requiere que sea toda la comunidad la que se renueve
espiritualmente durante este tiempo juntamente con los neófitos: "Para que los
primeros pasos de los neófitos sean seguros, es de desear que en todas estas
circunstancias sean ayudados con interés y amistad por la comunidad de fieles,
por sus padrinos y pastores. Póngase todo el empeño en conseguir su plena y
gustosa integración en la comunidad" (nº 235)563. Va a ser por tanto este carácter
561
Haremos bien en asumir, entre nosotros, aplicándolo a la situación de unos adultos ya bautizados, el espíritu con el que los
SS. Padres deseaban que se viviera esta etapa: "Ha llegado el momento de hablaros de los misterios y de haceros conocer todo lo
relativo a los sacramentos (S. AMBROSIO, De mysteriis, 1). También S. CIRILO DE JERUSALÉN: "Ya hacía tiempo que deseaba,
hermanos queridísimos e hijos de la Iglesia, tratar con vosotros de estos espirituales y celestiales misterios" (Catequesis, 19,1).
562
"El RICA, nº 41 enumera con detalle las diversas tareas que, a lo largo de la formación debe realizar la comunidad con los
catecúmenos. La catequesis de adultos con bautizados tiene derecho a esperar de la comunidad cristiana donde se realiza un apoyo
análogo" Cfr. CA, nº 127 [nota 50]. Para los obispos españoles, "se trata de un tiempo más breve, en el que los adultos, ya
catequizados propiamente en la segunda etapa, recapitulan y gustan lo vivido en ella y asumen públicamente los compromisos de
los sacramentos de la iniciación cristiana, que ellos ya recibieron" (CA, nº 217).
563
Evidentemente el Ritual parte de un presupuesto pastoral que en la mayoría de los casos no se da: en nuestras parroquias no
existe un verdadero tejido comunitario y hay una muy escasa conciencia catecumenal, faltan comunidades cristianas iniciadoras.
Cfr. XV ENCUENTRO DE ARCIPRESTES DE LA IGLESIA EN CASTILLA, La iniciación cristiana hoy y aquí. Villagarcía de
Campos (Valladolid) [6-9 de marzo de 1995], pp. 60-64. El Ritual pide que "el Pueblo de Dios siempre debe entender y mostrar que
la iniciación de los adultos es cosa suya y asunto que atañe a todos los bautizados" (nº 14). Ya el Concilio había recordado esta
responsabilidad común de la comunidad cristiana en transmisión de la fe: "Esta iniciación cristiana durante el catecumenado no
deben procurarla solamente los catequistas y sacerdotes, sino toda la comunidad de los fieles" (AG, nº 14). Es más, el RICA sostiene
que esta presencia activa de toda la comunidad cristiana respecto a los catecúmenos es igualmente necesaria cuando se trata de la
catequesis de adultos con bautizados (nº 298). Los Obispos españoles señalan la necesidad de comunidades eclesiales de referencia:
"Habrá de contar, también con un núcleo comunitario referencial, compuesto por los cristianos más comprometidos con su fe... Esta
plataforma comunitaria va a ser punto de referencia fundamental para la catequesis de adultos y órgano de acompañamiento de la
misma" (CA, nº 130) y ámbitos eclesiales de acogida: "Comunidad que acoge a los adultos catequizados al término de la catequesis
en un ambiente donde puedan vivir, con la mayor plenitud posible, lo que han empezado a experimentar. La catequesis corre el
sacramental del que está impregnado todo este tiempo, el que da a esta última
etapa su especificidad propia, dotada de un clima altamente espiritual, de ahí
que el RICA afirme que "este período se ordena más bien a la formación
espiritual que a la instrucción doctrinal" (nº 25)564Y también se afirma que "la
índole y la fuerza propia de esta etapa procede de la experiencia personal y
nueva de los sacramentos y de la comunidad" (nº 40)..

Veamos pues, cómo viven esta etapa las Comunidades Neocatecumenales


que han experimentado el largo itinerario neocatecumenal. Lo haré siguiendo
los tres medios que señala el nº 37 del Ritual: "la escucha de la Palabra de
Dios", la "participación de la Eucaristía" y la "práctica del amor fraterno" que
son en el fondo los tres pilares sobre los que se ha sustentado todo el itinerario
neocatecumenal: Palabra-Liturgia-Comunión.

Para los neófitos que han vivido todo el proceso neocatecumenal y que
han renovado solemnemente las promesas bautismales en la noche de la Vigilia
Pascual vestidos con las túnicas blancas, la cincuenta pascual va a ser vivida,
por primera vez, en una atmósfera espiritual de talante esponsalicio565. En esta
etapa final, la comunidad entera hace una peregrinación a Tierra Santa 566, los
neófitos viven esta peregrinación como un verdadero "viaje de bodas"(SCN, art.
21&3). La estancia en la geografía de la Encarnación, las celebraciones en los
Santos Lugares (Belén, Nazaret, Getsemaní, Cenáculo, Santo Sepulcro...) y la
experiencia gozosa de la comunión fraternal dejarán en el corazón de los
neófitos un recuerdo imborrable que se hará presente en cada una de las
eucaristías pascuales que celebrarán en comunidad a lo largo de toda la
cincuentena pascual.

La escucha de la Palabra adquiere, en esta etapa, una mayor


profundización, el neófito saborea como fruto de la experiencia pascual vivida
la presencia del Señor Resucitado que le habla en la historia, a través de la
oración, de los acontecimientos de la vida, pero sobre todo en la celebración
eucarística que celebra cada atardecer en comunidad567. Los neófitos

riesgo de esterilizarse si una comunidad de fe y vida cristiana no acoge al catecúmeno en cierta fase de su catequesi s" (CA, nº
128).
564
El tiempo de la Mystagogia está "señalado por la nueva experiencia de los sacramentos y de la comunidad" (RICA, nº 7).

565
El espíritu con que los neófitos celebran las eucaristías pascuales es muy semejante al que describe SAN JUAN
CRISÓSTOMO: "Tiempo de gozo y alegría espiritual es éste en el que nos encontramos. Han llegado los días de las bodas
espirituales, objeto de nuestro anhelo y de nuestro amor". Cfr. Catequesis bautismales, 1,1.
566
Esta peregrinación que tiene como duración unos diez días se desarrolla en los dos escenarios fundamentales de la vida y
del ministerio público de Jesús, la primera parte tiene lugar en Galilea y la segunda en Judea, sobre todo en Jerusalén. Las
celebraciones en los Santos Lugares (Laudes, Vísperas, Eucaristías), las catequesis mistagógicas que en ellos tienen lugar van
"jalonando" este "viaje de bodas" que es vivido por los neófitos de sorpresa en sorpresa y con una profunda gratitud al Señor por su
fidelidad, después de tantos años. La peregrinación en sí es vivida como una Convivencia de diez días y como el espacio idóneo
para las "instrucciones mistagógicas".
567
"Te glorificamos, Padre Santo, porque estás siempre con nosotros en el camino de la vida, sobre todo
cuando Cristo, tu Hijo, nos congrega para el banquete pascual de tu amor. Como hizo en otro tiempo con los
experimentan con alegría que "la inteligencia más plena y fructuosa de los
misterios se adquiere con la renovación de las explicaciones y sobre todo con la
recepción continuada de los sacramentos" (RICA, nnº 37 y 39). Andrés Fuentes
al hablar de esta etapa del Neofitado se expresa así: "Esta consciente y fructuosa
participación de los sacramentos abre cada vez más la inteligencia para
comprender las Escrituras, para recrearse en la palabra de Dios, para hacer de
ella luz y vida. Para el neófito entrar en esta inteligencia sabrosa y gozosa es
algo connatural al espíritu recibido a lo largo del Catecumenado"568.

La participación en la Eucaristía todos los días del tiempo pascual va a


ser para los neófitos, sin duda alguna, la experiencia más fuerte de la etapa del
Neofitado. Celebran vestidos con las túnicas blancas y cada Eucaristía es
vivida y celebrada como una verdadera Pascua, se celebra con solemnidad y se
gusta y saborea "cuán suave es el Señor" (RICA, nº 38) 569. Se experimenta con
intensidad que la celebración de la Eucaristía es la "fuente y cima de toda la
vida cristiana" (LG, nº 11) y que "no se construye ninguna comunidad cristiana
si ésta no tiene su raíz y centro en la celebración de la sagrada Eucaristía. Por
ella, por tanto, ha de empezar toda la formación en el espíritu de comunidad"
(PO, nº 6)570.

La fuerza testimonial y el impulso misionero que llevan adelante las


Comunidades Neocatecumenales tienen su "fuente y su cima" ciertamente en la
celebración de la Eucaristía vivida en pequeña comunidad (SCN, art 13&2). De
hecho la actividad evangelizadora y misionera que los miembros de estas
comunidades están haciendo presente en tantas partes del mundo encuentra su
sostén en la pequeña comunidad cristiana, cuyo centro es la Eucaristía571.
discípulos de Emaús, él nos explica las Escrituras y parte para nosotros el pan" ("Transición" antes de la
Epíclesis de la Plegaria Eucarística Vª).
568
Cfr. Espiritualidad del Camino Neocatecumenal III, p. 253. También para D. GUILLARD "la situación espiritual del
neófito depende esencialmente de lo que ha vivido durante el tiempo del Catecumenado. Su experiencia de la Iglesia, en cuanto
catecúmeno, influirá decisivamente en su experiencia de Iglesia después del bautismo", en art. cit., p. 113.
569
Durante la octava de Pascua, al finalizar las eucaristías pascuales, los neófitos beben una mezcla de leche y miel. Este "rito"
se practicaba en algunos catecumenados primitivos, en concreto en el de Roma. Cfr. HIPÓLITO, Tradición Apostólica 23: SC 11
bis, 93. Según M. DUJARIER "la leche y la miel simbolizan la nueva tierra prometida, el nuevo nacimiento y la dulzura de Cristo",
en Iniciación Cristiana de Adultos, p. 164. Abandonado el pecado, sepultado en el bautismo con Cristo, el cristiano ya ha renacido
a la vida de la gracia. Con la nueva vestidura blanca ya puede entrar en el banquete eucarístico. Es como gustar ya los frutos -leche
y miel- (Dt 11,10b.), de la Tierra Prometida. "¿A cuánto se remonta la costumbre de dar leche y miel al bautizado durante la
celebración eucarística?. Es difícil precisarlo. Su simbolismo es claro: el bautismo hace entrar al neófito en la Tierra Prometida. La
iniciación bautismal se acaba en y por la eucaristía". Cfr. A.G. HAMMAN, o. cit., p. 222. Para una mayor profundización en el
significado de este "rito": M. RIGHETTI, La bevanda di latte e miele: Storia Liturgica, 4, pp. 125-126.
570
El Concilio cita aquí un texto de la Didascalia II, 59,I-3: "En tu enseñanza, invita y exhorta al pueblo a venir a la asamblea,
a no abandonarla, sino a reunirse siempre en ella; abstenerse es disminuirla... Sois miembros de Cristo, no os disperséis, pues, lejos
de la Iglesia, negándoos a reuniros; Cristo es vuestra cabeza, según su promesa, siempre presente, que os reúne; no os descuidéis, ni
hagáis al Salvador extraño a sus propios miembros, ni dividáis su cuerpo, ni lo disperséis..." (Ed, F.X. Funk, I, p. 170).
571
En el Congreso Eucarístico de Sevilla se subrayó esta "dimensión evangelizadora" de la liturgia, así aparece recogida en el
texto-base: "Para los que participan sinceramente en la eucaristía, ésta contiene, por su estructura y dinámica, por su sentido y
contenido, por su fuerza transformadora y su vida, un auténtico capital evangelizador, en el que confluyen y del que dependen todas
las acciones evangelizadoras extraeucarísticas" (nº 14). Cfr. Documento "Christus, lumen gentium". Cristo, luz de los pueblos.
Eucaristía y evangelización. Texto-base del Congreso Eucarístico Internacional de Sevilla 1992, Ed, Paulinas, Madrid 1992, p. 129.
Para D.B. GUILLARD "el neófito ha sido conducido al umbral de una vida nueva. La catequesis ha iluminado, paso a paso, su largo
camino desde la primera conversión hasta el bautismo (en nuestro caso a la renovación de las promesas bautismales). Una vez
abierta esta puerta sacramental, la Eucaristía se convierte en adelante en el centro de su vida cristiana. Su conversión, nunca
Siguiendo el espíritu del Concilio Vaticano II y sobre todo de la renovación
litúrgica, que indica cómo el objetivo de dicha renovación es la mayor y mejor
participación en aquello que los sacramentos significan y realizan (SC, nº 14),
los neófitos a lo largo de todo el Neocatecumenado han venido celebrando la
Eucaristía del Domingo, en pequeña comunidad, con la riqueza de todos los
signos, con una participación real (SCN, art. 13&4) 572. Ahora, una vez finalizado
el tiempo de la instrucción, descubren en plenitud que a esta experiencia pascual
que es la Eucaristía sólo puede llegarse después de una iluminación del espíritu
por la Palabra de Dios. En este momento se realiza esta afirmación que
encontramos en el RICA: "Porque los neófitos, renovados en su espíritu, han
gustado íntimamente la provechosa palabra de Dios, han recibido el Espíritu
Santo y han experimentado cuán suave es el Señor. De esta experiencia, propia
del cristiano y aumentada en el transcurso de la vida, beben un nuevo sentido de
la fe, de la Iglesia y del mundo" (nº 38). Para el Papa Juan Pablo II es
precisamente "la reflexión de la palabra de Dios y la participación en la
Eucaristía las que hacen posible una gradual iniciación en los santos misterios,
forman células vivas de la Iglesia, renuevan la vitalidad de la parroquia
mediante cristianos maduros capaces de dar testimonio de la verdad con un fe
radicalmente vivida"573.

Pero no solamente el impulso misionero, también "el ejercicio de la


caridad" (RICA, nº 37) encuentra su "fuente y su cima" a partir de la Eucaristía.
Así lo pide también el Concilio cuando al hablar del "espíritu comunitario" que
se crea a partir de la celebración de la Eucaristía, dice que "esta celebración,
para ser sincera y plena, debe llevar a las diversas obras de caridad y a la ayuda
mutua, así como a la actividad misionera y a las diversas formas de testimonio
cristiano" (PO, nº 6)574.

Las comunidades cristianas parroquiales son ya en esta etapa, después de


tantos años de haber experimentado los frutos de la conversión 575, un claro y
acabada, reclamará, además, encuentros regulares con el Señor en el sacramento de la penitencia", en art. cit., pp. 118-119.
572
En estas celebraciones, los neófitos reciben fuerza, consuelo y fortaleza, sostén y vida nueva de tal forma que como los
mártires de Bitinia descubren con el paso del tiempo que "sin Eucaristía no se puede vivir". Sin poder celebrar la Eucaristía en
pequeña comunidad, ésta pierde su identidad. La liturgia al venir de nuevo masificada bloquea la renovación litúrgica. Tantos
alejados obligados a retornar a la Misa parroquial donde se encuentran de nuevo en una relación individualista y despersonalizada
entran en crisis y terminan dejando la Iglesia. Este es un dato contrastado experiencialmente en tantas parroquias donde se está
llevando adelante esta iniciación cristiana para adultos a través del Neocatecumenado. Ver la fundamentación bíblica, histórica,
teológica, sociologíca, psicológica y pastoral que hace Mons. PAUL JOSEF CORDES de la legitimidad y necesidad de la
celebración de la Eucaristía en pequeñas comunidades: Participación attiva all´Eucaristia. La "actuosa participatio" nelle piccole
comunità, Ed, San Paolo, Milano 1996. En castellano lleva por título: Una participación activa. Aproximación pastoral a la
celebración de la Eucaristía en pequeñas comunidades, Ed, EG, Bilbao 1998.
573
Cfr. El Camino Neocatecumenal puede responder a los desafíos del secularismo, las sectas y la escasez de vocaciones :
Ecclesia Núm. 2.632 (15 de Mayo de 1993), p. 31. Ver la reciente Carta Encíclica de JUAN PABLO II, Ecclesia de Eucharistia, Ed,
San Pablo, Madrid 2003.
574
LUIS GONZÁLEZ-CARVAJAL muestra, partiendo del testimonio de los Santos Padres, la relación íntima entre Eucaristía-
Fraternidad-Justicia, ver: La causa de los pobres, causa de la Iglesia, Ed, SAL TERRAE. Santander 1982, pp. 134-139.
575
"No es difícil comprobar los frutos del Camino Neocatecumenal: las familias reconciliadas, abiertas a la vida y agradecidas
con respecto a la Iglesia, se ofrecen a llevar el anuncio del Evangelio hasta los confines de la tierras... De estas familias están
surgiendo ahora muchísimas vocaciones... Un gran fruto de este Camino es sobre todo, el impulso misionero...". Cfr. JUAN PABLO
vivo exponente de la comunión vivida, celebrada y expresada. Las
celebraciones de las eucaristías pascuales significan y realizan esta comunión
(koinonía) y permiten disfrutar de la fraternidad cristiana, que es un don del
Espíritu. Para nuestros Obispos, la finalidad de todo proceso catequético es
justamente llegar a construir la comunidad cristiana: "La finalidad de la
catequesis es la educación de la fe del creyente con vistas a iniciarle en la
comunidad cristiana que construye el Reino de Dios en el mundo. Por ello,
junto a la profesión de fe, a la celebración de los misterios y a la vivencia de los
valores evangélicos, la comunidad es meta de la catequesis y en ella desemboca.
Toda catequesis es para la comunidad y ha de estar al servicio de su
construcción. La transitoriedad de la catequesis exige que se conduzca a la
comunidad cristiana, inserta en la Iglesia local" (CC, nº 287) 576Es importante
resaltar que cuando el SÍNODO DE LA CATEQUESIS abordó el problema de
la comunidad en la Iglesia, aprobó casi unánimemente esta proposición: "De
hecho, no pocas parroquias, por diversas razones, están lejos de constituir una
verdadera comunidad cristiana. Sin embargo, la vía "ideal" para renovar esta
dimensión comunitaria de la parroquia podría ser convertirla en comunidad de
comunidades" (Proposición 27). El Papa JUAN PABLO II pedirá que para la
que las parroquias sean verdaderas comunidades cristianas, las autoridades
locales favorezcan "las pequeñas comunidades eclesiales de base, también
llamadas comunidades vivas, donde los fieles pueden comunicarse mutuamente
la palabra de Dios y manifestarse en el recíproco servicio y en el amor; esta
comunidades son verdaderas expresiones de la comunión eclesial y centros de
evangelización, en comunión con sus pastores" (Proposición 11). Cfr.
Cristifideles laici, nº 27c. Para J. LOSADA, "la aparición de las pequeñas
comunidades es la manifestación más importante de la recepción y realización
del Concilio en la Iglesia". Cfr. Eclesiología de las pequeñas comunidades: tres
momentos de la radicación del carisma: Sal Terrae 12 (1982), p. 879..

Este es en el fondo el objetivo del Neocatecumenado, llegar a la


constitución de la comunidad cristiana adulta577, de tal forma, que como apuntan
nuestros Obispos, "al final de un proceso catequético los cristianos han de
desembocar ordinariamente en una comunidad cristiana inmediata e integrarse
II, Un ejemplo de nueva evangelización: L´Osservatore romano (21 de enero de 1994), p. 20.
576
JESÚS LÓPEZ sostiene que "tanto la pastoral catecumenal como las pastorales análogas valoran la importancia del hecho
comunitario para vivir la fe. Todas ellas tienen una inspiración comunitaria que encuentra en el modelo de las primeras comunidades
cristianas. Además conocen las dificultades de los catecúmenos para integrarse allí donde no esté reconstruido (o no se esté
reconstruyendo) el tejido comunitario de la Iglesia. Ciertamente, el Concilio crea la atmósfera que hace posible la aparición,
desarrollo y reconocimiento de las pequeñas comunidades". Cfr. “Pastoral catecumenal y pastorales análogas”, en CONFERENCIA
EUROPEA DE CATECUMENADO, Los comienzos de la fe. Pastoral Catecumenal en Europa Hoy, p. 163.

577
"La primera finalidad de este Neocatecumenado o iniciación a la fe es la formación de la comunidad". Cfr. G.
RANSENIGO, ´Comunità neocatecumenali`, en DIZIONARIO DI PASTORALE (a cura di KARL RAHNER y TULLO GOFFI).
Ed, Queriniona, Brescia 1979, p. 149. Para Mons. RICARDO BLÁZQUEZ está claro que "el Camino Neocatecumenal, a medida
que se le otorga espacio y se le deja tiempo, muestra una forma de Iglesia como comunidad, en que se hace presente y actúa la única
Iglesia de Jesucristo. En estas comunidades, pequeñas y pobres, los laicos redescubren su fe, su lugar en la Iglesia y su misión
evangelizadora... De forma práctica confluyen las Comunidades Neocatecumenales con la eclesiología conciliar". Cfr. Iniciación
Cristiana y nueva Evangelización, p. 379.
plenamente en ella. La comunidad irá manteniendo su vida de fe y en ella
vivirán el don de la comunión con los hermanos y serán impulsados a una vida
cotidiana que sea coherente con la fe que profesan y celebran" (Ibidem). De
hecho, al finalizar esta etapa del Neofitado, los catequistas garantes de todo el
itinerario neocatecumenal que han conducido a los neocatecúmenos hasta la
renovación de las promesas bautismales, concluyen este servicio catequético
que en nombre del Obispo han realizado en las parroquias presentando a los
neófitos que han sido gestados en la fe de la Iglesia durante el
Neocatecumenado578. Las pequeñas comunidades cristianas quedan, a partir de
este momento, confiadas al ministerio pastoral del párroco y del Obispo para el
servicio de la comunión y de la evangelización en el ámbito parroquial,
diocesano y de la Iglesia universal579. Kiko Argüello sostiene que una vez la
comunidad cristiana constituida "mediante los signos de la fe que comienzan a
dar -el amor y la unidad- hacen presente a la Iglesia local como sacramento de
salvación... Vemos que allí donde nacen estas comunidades la parroquia se
convulsiona positivamente. Estos signos, creados en torno así, interrogan y
llaman, en consecuencia, a muchas personas alejadas de la Iglesia a entrar en
otras comunidades de la misma parroquia. De esta forma ha comenzado a
aparecer una nueva estructura parroquial que, sin destruir la ya existente, va
haciendo conscientes a todos los hermanos de la necesidad absoluta, hoy, de
profundizar en la fe"580. La comunitariedad, la parroquialidad y la diocesaneidad
578
Un interrogante que se abre al terminar la etapa de la iniciación es el siguiente: ¿dónde se insertan los cristianos que después
de un largo Neocatecumenado han redescubierto las riquezas y la responsabilidad del Bautismo?. Pues bien, a la luz de la
"eclesiología de comunión", este interrogante encuentra su respuesta: la meta de las pequeñas comunidades cristianas no está en
"diluirse" en el "conglomerado parroquial", sino en insertarse dentro del tejido eclesial parroquial desde su propia identidad eclesial
que los mismos Obispos han reconocido: "Las Pequeñas Comunidades Cristianas constituyen una expresión más entre otras de la
vida de la Iglesia. En cuanto comunidad de bautizados que se reúnen para compartir y celebrar su fe y su compromiso con la Iglesia
y con el mundo, tienen un derecho básico a que se les reconozca como parte de la diócesis a todos los efectos; una ciudadanía
eclesial análoga -no necesariamente idéntica, por diferencia de circunstancias- a las que tienen las parroquias y otras instituciones u
organizaciones pastorales de la Iglesia local". Cfr. DOCUMENTO DE LA COMISIÓN EPISCOPAL DE PASTORAL, Servicio
pastoral a las pequeñas comunidades cristianas, Ed, Edice, Madrid 1982, nº 34. Recordemos que el Sínodo de los Obispos de 1971
sobre el sacerdocio ministerial afirmó que "las pequeñas comunidades que no se contraponen a la estructura parroquial o diocesana
deben ser inscritas en la comunidad parroquial y diocesana de manera que sean en medio de ellas como el fermento del espíritu
misionero". Cfr. SÍNODO DE LOS OBISPOS de 1971, El sacerdocio y la justicia en el mundo, Ed, PPC, Madrid 1971, II, nº 1, d.
El pastoralista CASIANO FLORISTÁN sostiene que "la parroquia no es comunidad porque entre los
feligreses están casi ausentes las relaciones interpersonales (sobre todo en la urbe) y porque
no se da en ella suficientemente lo que los hechos de los Apóstoles llaman koinonia... Sin
embargo, el futuro y porvenir de la Iglesia -afirma un documento del Consejo Presbiteral de
Madrid- está condicionado por la calidad de su vida comunitaria. La Iglesia será, en gran
parte, lo que sean las comunidades cristianas (parroquias, comunidades intraparroquiales y
extraparroquiales) en las que se construye el pueblo de Dios". Cfr. Para comprender la Parroquia, Ed,
Verbo Divino, Estella (Navarra) 1994, p. 62.
579
"¿A dónde van a parar estas comunidades en la parroquia? Pues muy sencillo, a ser parroquia evangelizada y evangelizadora
acogiendo en su seno a los conversos. Alguna comunidad ha terminado ya la etapa catecumenal con la renovación solemne y
especial del Bautismo y de las promesas que en él hicimos. Ahora se encuentran a disposición de la Iglesia -del obispo de la diócesis
y del párroco de la parroquia- procurando ser más eficientemente levadura dentro de la masa de los fieles". Cfr. JESÚS
HIGUERAS, o cit., p. 108.
580
Cfr. “El Camino neocatecumenal: breve síntesis”, en o. cit., p. 129. Para los iniciadores del CN el modelo de toda
comunidad cristiana ha de ser la Sagrada Familia de Nazaret, ella ha sido el "lugar teológico" donde el Hijo de Dios, ha nacido, se
ha desarrollado, ha crecido, se ha hecho adulto, durante treinta años. Las comunidades cristianas parroquiales son, por tanto, el
espacio donde se da tiempo a que la fe se haga adulta (ver SCN, art. 7&2 y 23&1). Para G. Zevini, "el nacimiento del
neocatecumenado ha hecho entrever una nueva estructura de Iglesia local formada por pequeñas comunidades donde, en la medida
en que crece la fe maduran de la experiencia nuevos carismas y ministerios". Cfr. Experiencias de iniciación cristiana de adultos en
son notas distintivas de su eclesialidad. Para Secundino Movilla, "las pequeñas
comunidades cristianas, lejos de significar un peligro para la Iglesia institución,
quieren ser, y lo están siendo de hecho en muchos aspectos, un espacio de
renovación. Entiéndase lo de espacio en el sentido de ámbito institucional en el
que se está alumbrando una nueva imagen de Iglesia, gracias a la ayuda del
Espíritu y gracias también al empeño creativo con que hoy se intenta vivir en
comunidad dimensiones esenciales de la fe cristiana... Las comunidades son el
futuro de la Iglesia, porque eso fue el comienzo -y quiere seguir siendo hoy - la
Iglesia de Cristo: una comunión de comunidades"581.
Esta etapa del Neofitado concluye con la celebración solemne de la
Vigilia de Pentecostés. El RICA propone para finalizar esta etapa tres
sugerencias pastorales "para clausurar el tiempo de la Mystagogia, al final del
tiempo pascual, en la proximidad del domingo de Pentecostés, téngase alguna
celebración litúrgica, festejando la fecha también con algún acto social de
carácter civil según las costumbres de la región" (nº 237). Las comunidades
cristianas parroquiales tras haber vivido y celebrado con gozo pascual todas las
Misas para los neófitos, participan ahora junto al resto de comunidades, grupos
y fieles de la Parroquia en la solemne Vigilia de Pentecostés en la espera del
Espíritu Santo a quien ya han experimentado los neófitos como el corazón y el
alma de la Iglesia582 que ha nacido dentro de ellos, que ha hecho posible el
milagro del nacimiento y consolidación de la comunidad, y que hace posible la
comunión en la diversidad dentro del espacio parroquial.

Igualmente se pide que "en el aniversario del Bautismo sería de desear


que los neófitos se reunieran de nuevo para dar gracias a Dios, y para cambiar
entre sí sus experiencias personales y para renovar las energías espirituales" (nº
238). Los fieles de las comunidades cristianas, cada año, al celebrar el Misterio
Pascual y renovar las promesas bautismales en la Vigilia Pascual, volverán a
celebrar vestidos con las túnicas blancas toda la cincuentena pascual y al mismo
las Comunidades Neocatecumenales, p. 245.
581
Cfr. Del catecumenado a la comunidad: Misión Abierta (3/1979, Junio), p. 108. Esta visión la expresó también el Cardenal
SUQUIA en su visita a los fieles de la Paloma en la inauguración del centro parroquial "Virgen de la Paloma" el día 4 de mayo de
1991. El Cardenal Arzobispo de Madrid propuso que, para contrarrestar la acción de las sectas, "es urgente la participación vital en
pequeñas comunidades" y señaló el peligro de "una iglesia masificada". "El futuro está en que la Parroquia se convierta en una
Comunidad de Comunidades, donde las personas se sientan acogidas, puedan vivir la fraternidad y reflexionar comunitariamente
sobre la Palabra de Dios". Cfr. JESÚS HIGUERAS, o. cit., pp. 38-39. Ya hemos señalado anteriormente que para THOMAS P.
IVORY el Catecumenado es un proceso que promueve la renovación de la comunidad cristiana local. Según él, el catecumenado
puede ayudar a que las parroquias sean esta comunidad, de tal forma que habría que concebir el catecumenado como el "espacio y el
tiempo" para el florecimiento de una nueva Iglesia. Para IVORY el RICA ofrece uno de los mayores intentos para la renovación de
las parroquias, que emergen del Vaticano II... Ver su interesante estudio: "The Stages of iniciation: Il Catechumenate”, en o. cit., pp.
199-217. Para el SECRETARIADO DIOCESANO DE CATEQUESIS de Madrid "en nuestra Iglesia de hoy, formada en gran parte
por masas de gente sacramentalizada y poco evangelizada, el Catecumenado para adultos bautizados es uno de los medios más
eficaces que poseemos. Y necesariamente habremos de usarlo para dar el paso de una Iglesia de Cristiandad a otra más viva y
evangélica, que sea comunidad de comunidades". Cfr. De la cristiandad a la comunidad, p. 38.
582
En este texto de LG,4 encontramos magníficamente sistematizada las "notas" de actuación del Espíritu tanto en el cristiano
como en la Iglesia: "El Espíritu habita en la Iglesia y en el corazón de los fieles como en un templo (cf. 1 Cor 3,16; 6,19), y en ellos
ora y da testimonio de su adopción como hijos (cf. Gál 4,6; Rom 8,15-16.26). Guía a la Iglesia a toda la verdad (cf. Jn 16,13), la
unifica en comunión y ministerio, la provee y gobierna con diversos dones jerárquicos y carismáticos y la embellece con sus frutos
(cf. Ef. 4,11-12; 1 Cor. 12,4; Gál 5,22) con la fuerza del evangelio rejuvenece a la Iglesia, la renueva incesantemente y la conduce a
la unión consumada con su Esposo".
tiempo que recuerdan y renuevan su etapa de Neofitado, ayudarán a "que los
primeros pasos de los neófitos sean seguros..." (nº 235) alentándolos con su
presencia y estimulándolos con su ejemplo.

Por último, el Ritual requiere que la presencia del Obispo sea


significativa, "para comenzar su trato pastoral con los nuevos miembros de su
Iglesia, cuide el Obispo que al menos una vez al año, en cuanto sea posible, se
reúna con los neófitos últimamente bautizados y presida la celebración de la
Eucaristía". Normalmente, hasta ahora, todas las Comunidades
Neocatecumenales que han terminado su itinerario de iniciación cristiana han
venido renovando las promesas bautismales583 en la Vigilia Pascual presidida por
el Obispo respectivo (SCN,art, 21&2). Por otra parte, cuando el Obispo ha
participado normalmente en todos los pasos del Neocatecumenado, esto le ha
dado la posibilidad de tener un conocimiento y una cercanía casi familiar con
los neocatecúmenos. Por tanto, el trato pastoral que se sugiere en el Ritual para
esta última etapa, el Obispo puede anticiparlo siempre que asuma el papel
fundamental que el RICA le confiere "organizar, orientar y fomentar la
educación pastoral de los catecúmenos y admitir a los candidatos a la Elección y
a los sacramentos" (nº 44).

Veamos gráficamente cómo queda configurada esta etapa (ver tabla 18ª y
19ª).

B) PASOS

Al analizar anteriormente los grados del RICA, hemos visto que éstos son
tres (nº 6) y que además también pueden ser denominados pasos porque
marcan y sellan con ritos litúrgicos los momentos nucleares de la iniciación.
Cada uno de los tres pasos conducen a un tiempo, más o menos prolongado de
discernimiento y madurez, que prepara el grado siguiente. Los grados son pasos
de un tiempo a otro. Son, por lo tanto, umbrales que se atraviesan de una puerta,
o escalones de una escalera por la que se sube o -en la presentación del
Neocatecumenado- se desciende. En rigor, los grados, de carácter celebrativo y
puntual, son los pasos o puertas que dan acceso a las diversas etapas. Hasta
ahora me he detenido en ver cómo aparecen estructuradas las cuatro etapas que
contempla el RICA y las seis que jalonan el itinerario neocatecumenal, vamos a
intentar mostrar a partir de este momento los pasos a través de los cuales
avanzan descendiendo todos aquellos que están viviendo el Neocatecumenado.

583
También en los ritos de la "inscripción del Nombre", de la "renuncia a Satanás" y de la "imposición de la túnica blanca",
siempre que pueden suelen estar presentes los Obispos, de ahí que el conocimiento y el trato con los neófitos sea muy cercano y
familiar.
En el largo itinerario neocatecumenal, básicamente nos vamos a encontrar
con estos mismos grados584 que apunta el Ritual, señalando la diferencia: en el
tercero, en vez de recibir por primera vez los sacramentos de la iniciación
cristiana lo que hacen los elegidos es renovar en plenitud las promesas
bautismales. Ahora bien, dicho esto, he de afirmar también que en la aplicación
y el modo de inculturar estos grados en la praxis litúrgica concreta del
Neocatecumenado, éste ha hecho una adaptación creativa de los elementos
constitutivos de la iniciación catecumenal y los ha situado al servicio de una
iniciación gradual e integral a lo largo de todo el itinerario neocatecumenal,
como voy a mostrar. En esta puesta en escena de la praxis litúrgico-pastoral del
Neocatecumenado ha influido por una parte la coyuntura histórica (no podemos
olvidar que los iniciadores del CN han imprimido a las catequesis y a la liturgia
-con sus ritos respectivos- una pedagogía netamente neocatecumenal antes
incluso de que el RICA fuera publicado) 585, y por otra, la creatividad y
genialidad propia del carisma de los iniciadores586que han sabido sintetizar en
una experiencia neocatecumenal las aportaciones de la rica tradición
catecumenal de la Iglesia primitiva, las profundas intuiciones de la reflexión
catecumenal del periodo preconciliar y posconciliar, y las mismas inspiraciones
que el Espíritu les ha ido marcando en la historia concreta de la iniciación
postbautismal con las comunidades pioneras587.

584
"Tres, pues, son los grados, pasos o puertas, que han de marcar los momentos culminantes o nucleares de la iniciación.
Estos tres grados se marcan o sellan con tres ritos litúrgicos: el primero, por el rito de Entrada en el catecumenado, el segundo, por
Elección y el tercero, por la celebración de los Sacramentos" (RICA, nº 6). En el Neocatecumenado, por lo que se refiere al primer
grado, es decir a la Entrada en el Neocatecumenado, veremos que se va a celebrar "escalonadamente" en el tiempo con dos "ritos" y
una Convivencia en medio: el Rito del Primer Escrutinio, la Convivencia del Shema, y el Rito del Segundo Escrutinio. La etapa del
Precatecumenado se vive con intensidad y se tiene muy presente a la hora de celebrar la Entrada en el Neocatecumenado, la
advertencia del RICA: "Que no sea prematuro: espérese hasta que los candidatos, según su disposición y condición, tengan el
tiempo necesario para concebir la fe inicial y para dar los primeros indicios de su conversión (Cfr. n. 20)". (nº 50). El "espíritu" de la
celebración de estos "Ritos introductorios" en el Neocatecumenado reciben -en su conjunto- una mayor influencia de la praxis
catecumenal del siglo III que de la posterior, de los siglos IV al VI en los que el Catecumenado se circunscribe a la Cuaresma y los
ritos están ya más estructurados. Cfr. M. DUJARIER, “La Entrada en el Catecumenado”, en Iniciación Cristiana de Adultos, pp. 35-
50.
585
El primer "proceso" al que fueron sometidos los iniciadores del CN tenía como trasfondo averiguar la fundamentación de la
praxis litúrgico-pastoral que estaban llevando adelante con los precatecúmenos, así narra KIKO ARGÜELLO estos momentos de
incertidumbre: "Cuando fuimos convocados por la Congregación del Culto Divino y de los Sacramentos por la perplejidad de un
obispo auxiliar de Roma con motivo de los exorcismos que hacíamos en el primer escrutinio, nos encontramos frente a una
comisión de los expertos que habían trabajado en el Ordo Initiationis Christianae Adultorum (OICA). Cada uno de ellos tenía
delante el Ordo, ya impreso, pero que no se encontraba aún en las librerías. Nos presentamos llenos de miedo, después de haber
rezado mucho a la Virgen y al Señor para que estuvieran a nuestro lado. Mientras nosotros explicábamos que no hacíamos otra cosa
sino poner a las personas frente a la primera parte del bautismo que ya habían recibido y del que los exorcismos constituían una
parte importante, y tras haberles explicado cómo había nacido el Camino, en qué consistía, etc., ellos se quedaron estupefactos,
mirándose unos a otros: era la realización práctica en las parroquias de lo que ellos habían elaborado a lo largo de los años en el
Ordo de iniciación de los adultos...". Cfr. KIKO ARGÜELLO/CARMEN HERNÁNDEZ, “Introducción” en E. PASOTTI, o. cit., p.
12.
586
Mons. RICARDO BLÁZQUEZ ha señalado certeramente: "La Iglesia se va renovando actualmente no sólo de forma
deductiva, por la aplicación de los documentos conciliares; hay además otro camino: el de la síntesis creadora entre las grandes
orientaciones del Vaticano II y el movimiento hondo de nuestra cultura. El Neocatecumenado actúa por este segundo camino. Dios
envía a cada generación y a cada etapa de la Iglesia los maestros, los reformadores y los iniciadores que necesita; suscita por su
Espíritu los carismas requeridos para su renovación fiel y elocuente... La renovación litúrgica, bíblica, eclesiológica... asumidas y
propugnadas por el Camino Neocatecumenal están en la base. Pero su novedad consiste en el genio que las ha integrado vitalmente
y ha creado con ellas un conjunto dinámico. Porque no basta poseer teóricamente todos los elementos, no es suficiente decir cómo
debe ser; con unos rituales renovados, con un rico conocimiento bíblico, con la mejor teoría catequética, con una adecuada
comprensión de la Iglesia, puede darse escasamente la vida. El genio creador es el que ofrece la clave para, de una forma singular,
aunar todos los elementos construyendo una andadura viva y fecunda. Así se entiende que haya iniciativas más programadas que
reales, más teóricas que eficaces". Cfr. Las Comunidades Neocatecumenales, pp. 11-17.
La pedagogía neocatecumenal avanza siempre teniendo presente la
actuación de la pedagogía divina588empleada en la Revelación. "El carácter
gratuito, histórico y trascendente de la pedagogía divina proporciona a la
catequesis el carácter propio de ser una pedagogía del don, de la historicidad y
del signo" (CC, nº 220), e ilumina también la articulación que en el
Neocatecumenado encontramos entre la Palabra de Dios que gradualmente se
va a ir entregando al neocatecúmeno589en cada etapa, entendida ésta como
hemos visto, es decir, como un espacio de tiempo para que la adhesión del
neocatecúmeno a Jesucristo se vaya haciendo de una forma progresiva 590, y los
pasos que van a ir marcando los momentos nucleares del crecimiento y
maduración de la fe591.

Veamos en concreto cómo aparecen estructurados los pasos en el


Neocatecumeando, qué tratamiento litúrgico-ritual se da en ellos y la influencia
que reciben del RICA en sus configuraciones rituales, celebrativas y
eucológicas592.

1. Celebraciones de entrada en el Neocatecumenado

El Ritual contempla como primer grado el Rito de Entrada en el


Catecumenado. Este rito viene a sellar la etapa que el RICA llama
587
Así se lo manifestaba KIKO ARGÜELLO a los cerca de 180 Obispos latinoamericanos: "Poco a poco lo íbamos
descubriendo. Poco a poco, al ir a las parroquias, Dios ha ido iluminando. Hasta hace muy pocos años no sabíamos cómo iba a ser el
final del Camino; hemos confiado en el Señor -cuando lleguemos a esa etapa final-, el Señor nos lo dirá. Efectivamente, ya se ha
acabado el Camino, ya hay muchas parroquias que no las llevamos nosotros. Porque el Camino Neocatecumenal no es un
Movimiento en el sentido de que los Focolarinos toda la vida son Focolarinos... El Camino Neocatecumenal es un tiempo de
formación. Un tiempo que es largo" Cfr. Santo Domingo-1992, p. 25.
588
Esta inspiración de la pedagogía catequética en la pedagogía divina la han desarrollado con cierto detalle nuestros obispos
en Catequesis de la Comunidad, nnº 206-220, y han vuelto a profundizar en ella en Catequesis de adultos, nnº 254-282.La
utilización de esta pedagogía divina como muy bien han señalado nuestros obispos, ha obligado a los catequistas iniciadores del CN
a estar muy cerca de la vida concreta de los catequizandos. He aquí las "actitudes" que se piden a los catequistas:"* Respetar el
ritmo personal de los adultos, estando atento a los momentos de gracia de cada uno así como a los posibles bloqueos y resistencias
(cf. CC, nº 214); * Referir constantemente la Palabra de Dios a las experiencias humanas más importantes, de las que participan los
catequizandos. Esta referencia a la experiencia concreta es vital para la catequesis (cf. CC, nº 222); * Fomentar la creatividad en los
catequizandos, confiando en las posibilidades de éstos para asumir el proceso de maduración en la fe; * Buscar un lenguaje
adaptado, que resulte significativo para los adultos y de esta forma facilitarles el acceso al mensaje cristiano"(CA, nº 259).
589
"La Palabra de Dios ilumina todo el acto catequético y es el elemento que da conexión a todos los demás... La catequesis es
enseñar a leer la Escritura con el corazón de la Iglesia" (CC, n º 228), también en CA, nº 226.
590
Según los Obispos españoles "a partir de una conversión inicial, se van convirtiendo los diversos estratos de la personalidad
creyente -las diferentes zonas de su ser- a través de un proceso de conversión permanente. Ese caminar de la fe tiene sus momentos
de resistencia -personales en cada uno- que el catequista ha de saber respetar con tacto y comprensión...Este mismo sentido de
proceso concierne al grupo catecumenal como tal, al que hay que concebir como una comunidad in fieri más que como ya
totalmente consumada. Aquí también debemos respetar los ritmos de crecimiento y, en consecuencia, saber graduar determinadas
exigencias comunitarias del Evangelio (como puede ser la comunicación cristiana de bienes) dentro de unas etapas de crecimiento"
(CC, nº 214). Para posibilitar el desarrollo gradual de la conversión es por lo que en el Neocatecumenado las etapas tienen un
determinado tiempo de duración. Se necesita tiempo para ser cristiano y es muy importante tener muy presente que la "pedagogía
catequética debe ser respetuosa con el personal proceso de fe de cada catecúmeno, con su ritmo, con su particular itinerario" (Idem).
591
Son la condensación de todo el tiempo que pasó. Es un implícito reconocimiento de que en ciertos momentos es necesario
cristalizar la experiencia de la conversión y celebrarla con expresiones rituales. Son ciertos períodos de cambio cualitativo, que
requieren apoyo de la Iglesia y una mayor actividad ritual.
592
Por lo que respecta a los "ritos de Entrada en el Neocatecumenado" nos vamos a encontrar con una gran riqueza de
"oraciones originales" de la liturgia neocatecumenal. El haber celebrado estos ritos antes incluso de que saliera publicado el RICA
propició esta creatividad litúrgica.
Precatecumenado, que está íntegramente destinada a concebir la fe y la
conversión inicial, es la etapa que se ha dedicado a la evangelización (7a).

En la configuración estructural de este primer grado, por lo que respecta


al Neocatecumenado, veremos que lo que ha hecho ha sido jalonar la
celebración de este rito único tal y como el RICA lo presenta, en tres
celebraciones o pasos que tienen por objetivo la misma finalidad: preparar
espiritualmente al adulto bautizado a revivir los momentos precatecumenales
del Bautismo recibido593. En este sentido, la configuración estructural de este
primer grado del itinerario neocatecumenal es fiel al "iter ritual" de la liturgia
catecumenal prevista en el ritual del Bautismo tal y como aparecía en los
rituales anteriores a la promulgación y entrada en vigor del actual. De ahí que
los ritos precatecumenales que van a permitir revivir esta primera parte del
Bautismo siguen el orden litúrgico-ritual que aparecía en los rituales
inmediatamente posconciliares:

1º) En la celebración del Primer Escrutinio el precatecúmeno pide la fe a


la Iglesia, es exorcizado, signado con la cruz e inscrito en el Libro de la Vida.

2º) En la Convivencia del Shemá se le hace presente de nuevo al


precatecúmeno las palabras que la Iglesia le confió en el Rito del Primer
Escrutinio: "Si quieres poseer la vida eterna, cumple los mandamientos: amarás
al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser, y a tu
prójimo como a ti mismo".

3º) En la celebración del Segundo Escrutinio los precatecúmenos pasan al


Neocatecumenado recibiendo la "sal de la sabiduría de Dios".

Evidentemente en esta forma de estructurar el único Rito de Entrada en el


Catecumenado (en el RICA) y de Entrada en el Neocatecumenado nos
encontramos con unas adaptaciones originales específicas del itinerario
neocatecumenal:

593
El Ritual dice que para dar este "paso" en los candidatos se requiere: "Una vida espiritual inicial y los conocimientos
fundamentales de la doctrina cristiana..." (nnº 15, 50 y 68).Y, un discernimiento de la Iglesia en el que se "investigarán los motivos
de la conversión" (nnº 69, 16 y 50). La praxis litúrgica del Neocatecumenado por lo que se refiere a este primer grado del RICA, va
a ser más fiel al "Iter" de la liturgia catecumenal tal y como aparecía en los rituales inmediatamente posconciliares, en los que el
"orden ritual" era el siguiente dentro de los "ritos" especificamente prebautismales o también denominados "Ritos de introducción":
1º Diálogo y Catequesis; 2º El soplo; 3º La signación; 4º Imposición de la mano; 5º La sal. Cfr. Ritual de los Sacramentos:
Bautismo-Confirmación-Eucaristía, Ed, Litúrgica Española, Barcelona 1966, pp. 28-31.
- el sentido que los escrutinios594Para CARMELO GÓMEZ, "en las
Comunidades Neocatecumenales son los Escrutinios los que progresivamente
van descubriendo el corazón del catecúmeno y las actitudes de conversión. Son
auténticos momentos de paso que abren o cierran el camino hacia delante. Si el
catecúmeno no va integrando la fe en la vida no pasará a la siguiente etapa. Esta
seriedad en el Catecumenado es de agradecer porque tanto el Catecumenado
antiguo como en el RICA, el paso de una etapa a otra se hace sólo después de
haber comprobado la seriedad de la conversión y la purificación de las
motivaciones. Lo que no parece oportuno es que sean los Escrutinios los que
signen y hagan efectivos estos pasos de etapa, porque en el Ritual el significado
de los Escrutinios es el de la acción de Dios que escruta el corazón de los que ya
han sido elegidos, de los que han dado pruebas de conversión. No son ritos de
paso con revisión de vida, sino ritos que van introduciendo en el Misterio de
Dios, propios del tiempo de la Iluminación". Cfr. La propuesta catecumenal en
el RICA, p. 190. Para una profundización acerca de los escrutinios, ver: M.
DUJARIER, Iniciación Cristiana de Adultos, pp. 115-126; R. BÉRAUDY, Los
escrutinios y los exorcismos: Concilium 22 (1967/8). van a tener;
- la "entrega del Shemá";
- la recuperación del rito de la sal.

Sin embargo veremos que son insertados dentro de la pedagogía


neocatecumenal de un modo armónico y respetando el "espíritu" del RICA.

a) La celebración del Primer Escrutinio

Después de dos años de caminar en comunidad confrontando la vida


semanalmente con la Palabra de Dios595, el precatecúmeno ha comenzado a
darse cuenta de que no tiene tanta fe como creía tener, "que la fe no puede
dársela a sí mismo, ni es un moralismo que consigue como fruto de su esfuerzo,
sino que es un don gratuito de Dios que se da a través del Bautismo" 596 y ha

594
En el Ritual los "Escrutinios" son tres y están reservados para la etapa de la "purificación e iluminación", se celebran
durante los tres primeros domingos de la Cuaresma (nº 25b y 52). La finalidad de los mismos es "hacer aparecer en el corazón de los
elegidos todo lo que hay de débil, de enfermo y de maligno y curarlo, y todo lo que hay de bueno, válido y santo para afirmarlo. En
efecto, los escrutinios liberan del pecado y del diablo, y dan la fuerza de Cristo, que es para los elegidos el Camino, la Verdad y la
Vida" (nº 25,1). Así pues su finalidad es "principalmente espiritual, y se completa con ayuda de los exorcismos. Pues los escrutinios
están hechos para purificar los espíritus y los corazones, fortalecerlos contra las tentaciones, convertir las intenciones, excitar las
voluntades, a fin de que los catecúmenos se unan más profundamente a Cristo y prosigan sus esfuerzos" (nº 154). En la praxis del
Neocatecumenado, veremos que se da una fidelidad en la intencionalidad con que se practican los Escrutinios respecto del RICA,
pero también hay una adaptación en el modo de ordenarlos dentro del itinerario neocatecumenal. En el Estatuto, se dice que “los
escrutinios ayudan a los neocatecúmenos en su camino de conversión, respetando la conciencia y el fuero interno, según la
normativa canónica, el OICA y el Directorio catequético del Camino Neocatecumenal”. Cfr. SCN, art. 19&2 y 28&4.

595
El período del Precatecumenado es un período de kénosis, afirma KIKO ARGUELLO: "En este tiempo las personas
verifican su fe caminando junto a otras personas imperfectas y pecadoras, en la novedad de una comunidad concreta que hace de
espejo y que llama a cada uno a conversión al ver claramente su realidad". Cfr. El Camino neocatecumenal: breve síntesis, en o. cit.,
p. 130.
596
Cfr. KIKO ARGÜELLO, Il Neocatecumenato, p. 96.
descubierto que la Iglesia puede dársela porque ella es la auténtica depositaria
de este don.

Los catequistas que iniciaron el Neocatecumenado en la Parroquia


vuelven para preparar a los precatecúmenos al Primer Escrutinio que tendrá
lugar en el marco de una Convivencia de tres días donde ayudados por unas
catequesis acerca de la fe, de las renuncias a las riquezas y de la cruz les
prepararán para el Rito que presidirá el Obispo o un delegado suyo597.

¿En qué consiste este celebración?, ¿Cual es su estructura litúrgico-


celebrativa? ¿Qué similitud tiene con el Rito del RICA?. Vamos a analizarlo
detenidamente.
La celebración del Primer Escrutinio tiene lugar dentro del marco
celebrativo de la Eucaristía598, y por tanto tiene lugar dentro de la Liturgia de la
Palabra que va iluminando cada una de las cuatro partes en las que está
estructurado el Rito:

1ª) Inscripción del nombre en el Libro de la Vida


2ª) Diálogo sobre la Fe y la Vida Eterna
3ª) Exorcismo e insuflación del Espíritu Santo
4ª) La cruz gloriosa

Analicemos cada uno de estas "acciones litúrgicas"599 y veamos el


tratamiento que reciben en el Neocatecumenado.

597
Así presentaba KIKO ARGÜELLO a los Obispos de Latinoamérica la celebración del Primer Escrutinio: "Después de que
este hombre en la comunidad se ha dado cuenta de que no tiene fe, o que tiene poca fe, entonces le ponemos frente a su Bautismo.
Nos pregunta: ¿cómo tengo que hacer para tener fe? Pedirla a la Iglesia. Hacemos el Primer Escrutinio donde se renueva la primera
parte del Bautismo. Viene el Obispo. La primera cosa que hemos descubierto es que no puede darse en el hombre la conversión si
no tiene iluminadas las injusticias de su historia, la cruz de su historia. Le comenzamos a hablar de la cruz y le preguntamos: ¿tú
estás dispuesto a que te ayudemos a iluminarte tu cruz? o estás escandalizado con la monstruosidad de tu historia, con lo que te ha
pasado en tu vida. ¿Cuál es tu cruz? pregunta el Obispo. Y él dice: mi mujer, por ejemplo; lo dice públicamente, en la liturgia.
Porque el Obispo pregunta: Y ¿qué sentido tiene para ti? ¿Está iluminada por la cruz de Cristo? Y lo dice allí. O sea ya no están
rebelados contra la cruz, ni contra Dios, ni contra la historia. Ya se puede comenzar en ellos un proceso de profundización de la fe".
Cfr. “Exposición del CN”, en Convivencia-1992, pp. 22-23.
598
También el Ritual contempla la Eucaristía como marco celebrativo, aunque evidentemente en ella no participarían los
catecúmenos: "A este Rito, que consta de la admisión de los candidatos, de la liturgia de la palabra y de la despedida de aquéllos,
puede seguir la Eucaristía" (nº 72).
599
"El rito repite los hechos primordiales de la vida del creyente, vuelve a lo que son sus arquetipos dinámicos, retorna a sus
orígenes, los actualiza, los hace presentes. La representación ritual tiene pues el doble sentido de imitar y a la vez presentizar,
presencializar". Cfr. L. MALDONADO/PEDRO FERNÁNDEZ, “La celebración litúrgica: Fenomenología y Teología de la
celebración”, en DIONISIO BOROBIO (dir.), La celebración en la Iglesia I, Ed, Sígueme, Salamanca 1985, p. 281. Para una mayor
profundización sobre el alcance "mimético", "representativo" y "actualizador" que los ritos tienen, ver: “Liturgia, corporeidad,
ritualidad”, en Celebrar para vivir. Liturgia y Sacramentos de la Iglesia, Ed, Sígueme, Salamanca 2003, pp. 26-36. Por lo que
respecta a los "ritos" que tenían lugar dentro de la celebración de la Entrada en el catecumenado, "los documentos antiguos señalan
cuatro: 1) la signación o señal de la cruz en la frente del candidato, para significar que el convertido pertenece a Cristo y que ya es
catecúmeno o primer grado de su ser cristiano (será fiel con el bautismo); después se extendió la signación a la boca y el pecho,
cuya actualización es el signarse y el santiguarse. 2) La imposición de manos, que se vinculaba a veces a la signación; expresa
protección de Dios y acogida por parte de la Iglesia. 3) El ofrecimiento de la sal, que equivale a hospitalidad y acogida. 4) El soplo,
rito más tardío a modo de exorcismo, expresa la entrada del Espíritu de Dios (es viento y aliento), junto al rechazo de todo lo
diabólico". Cfr. C. FLORISTÁN, lain Para comprender el Catecumenado, pp. 137-138.
.
*La "Inscripción del nombre en el Libro de la Vida"*

A lo largo del itinerario neocatecumenal este rito se realiza en dos


ocasiones, en el momento de "entrar en el Neocatecumenado" y al final del
mismo, cuando el neocatecúmeno es "elegido" para renovar solemnemente las
Promesas bautismales600.

El Ritual pide que después de la celebración del Rito de Entrada en el


Catecumenado se "inscriban prontamente los nombres de los catecúmenos en el
libro, destinado a este menester..." (nº 17). En la praxis litúrgica del
Neocatecumenado, este rito es el primero dentro de toda la "estructura ritual"
del primer grado neocatecumenal que es la Entrada en el Neocatecumenado y
que se vive "gradualmente" en dos grandes celebraciones (la del Primer y
Segundo Escrutinio).
La inscripción del nombre en el Libro de la Vida es por tanto un rito
neocatecumenal con una doble significación: por una parte representa la
"llamada" de Dios, que siempre es personal y "nominal"(cf. Jn. 10,3), y por otra,
al ser inscrito con su nombre sobre la Biblia le hará presente al precatecúmeno
que la Historia de la Salvación Dios la ha hecho con personas concretas a las
que llamó y bendijo, y la sigue haciendo con ellos, a los que ha llamado y a los
que sigue bendiciendo (cf. Rom 8,29-30). También tendrá esta inscripción un
significado que expresará la comunión fraternal porque a partir de este
momento cada vez que celebren la Eucaristía se pedirá personalmente por los
hermanos ausentes inscritos en la Biblia601.

Esta acción litúrgica viene precedida por la proclamación de dos lecturas


neotestamentarias (Ap. 3, 1-5 ; Lc. 10,17-20 y Mc 12,28-34) en las que
aparecen "vestigios" de primitivas liturgias bautismales del primer siglo
cristiano y que contextúan catecumenalmente el significado del mismo rito.
Después de proclamadas las lecturas y explicado el sentido del rito por parte del
catequista, los precatecúmenos se acercan uno a uno y escriben su nombre sobre
la Biblia. El Presidente pronuncia esta oración conclusiva:
"Padre Santo, que en el día del Bautismo has querido escribir
estos nombres en el Libro de la Vida y que por tu misericordia
has llamado, a través de este camino, a estos hermanos para que
descubran el amor que les tienes. A Ti te los presentamos para
que sus nombres no sean jamás borrados del Libro de la Vida
(El Presidente lee todos los nombres). Te suplicamos que

600
En el RICA la celebración del segundo grado se denomina Rito de la Elección o inscripción del nombre, con este rito los
catecúmenos que han sido elegidos son "inscritos" para ser purificados e iluminados durante el tiempo cuaresmal en orden a la
recepción de los sacramentos de la Iniciación Cristiana. En el CN al final del Neocatecumenado también se vivirá este "Rito de la
inscripción del nombre en el Libro de la Vida" dentro de los ritos preparatorios a la renovación de las Promesas bautismales.
601
Normalmente se compra para este Rito la edición grande de la Biblia de Jerusalén, que será la que utilizarán los
precatecúmenos y los neocatecúmenos en las celebraciones.
concedas a estos tus hijos alegrarse sobre todo porque sus
nombres están escritos en el cielo. Por Jesucristo, nuestros
Señor. Amén."602.

Para una comprensión sinóptica de esta acción litúrgico (ver tabla


20ª)

*Diálogo sobre la Fe y la Vida Eterna*

En el RICA después de la monición previa (nº 74) que es el espacio en el


que tiene lugar la presentación de los catecúmenos y el saludo a éstos por parte
del Presidente, viene a continuación el diálogo en forma interrogativa entre el
celebrante y los catecúmenos (nº 75). El modelo breve que aporta el Ritual está
centrado, como antiguamente, sobre la fe y la vida eterna.

El modo de vivir este rito en el Neocatecumenado sigue el esquema del


Ritual, aunque es más fiel al modo como aparecía este rito presentado en los
rituales inmediatamente postconciliares603 Celebrante: Si quieres poseer la
vida eterna, cumplid los mandamientos: Amad al Señor vuestro Dios con todo
vuestro corazón, con toda vuestra alma, con todo vuestro ser, y a vuestro
prójimo como a vosotros mismos. Estos dos mandamientos sostienen la ley
entera y los profetas...". Cfr. Ritual de los Sacramentos, pp. 46-47. Hay que
significar que tanto en el Ritual del Bautismo de niños (nº 110) actualmente en
vigor y que fue publicado en 1970 como en el RICA (nº 75), la invitación del
celebrante a poner el "Shema" en el centro de la existencia cristiana ha
desaparecido. De ahí que la praxis neocatecumenal se remita a los rituales
anteriores.. Durante la Convivencia que prepara este Primer Escrutinio de paso
al Neocatecumenado, los catequistas presentan con una serie de catequesis la
teología del Bautismo604y esto facilita que los precatecúmenos que ya han
descubierto a lo largo de dos años la debilidad de la fe heredada o la poca fe que
tenían, se la pidan a la Iglesia, que es la depositaria de la fe 605. Después de
602
Esta oración es de origen "neocatecumenal", no se encuentra en el Ritual. Veremos en los sucesivos ritos, como la liturgia
neocatecumenal ha creado también su propia "eucología" respondiendo a las nuevas situaciones de estos adultos bautizados.
603
"DIÁLOGO Y CATEQUESIS

¿Qué pedís a la Iglesia de Dios?


Todos responden: La fe
Celebrante: ¿Qué os da la fe?
Todos responden: La vida eterna.

604
Cfr. ANDRÉS MANRIQUE Teología bíblica , del Bautismo. Formulación de la Iglesia Primitiva, Ed, "Biblia y Fe",
Madrid 1977.
605
La fe afirma el Cardenal JOSEPH RATZINGER "surge de la Iglesia y lleva a la Iglesia. El don de Dios que es la fe incluye
tanto el requerimiento a la voluntad del hombre como la acción y el ser de la Iglesia. Nadie puede establecer por sí mismo que es
creyente. La fe es un proceso de muerte y nacimiento, un pasivo activo y un activo pasivo, que necesita a los otros: que necesita el
culto de la Iglesia, en el que se celebra la liturgia de la cruz y resurrección de Jesucristo. El Bautismo es sacramento de la fe y
también la Iglesia es sacramento de fe. Por consiguiente, sólo entiende la pertenencia a la Iglesia aquel que comprende el bautismo y
sólo comprende el bautismo el que dirige su mirada a la fe que, a su vez, remite al culto de la familia de Jesucristo". Cfr. Teoría de
los principios teológicos, p. 46.
proclamar el texto de Mc 12,28-34606en el que Jesús muestra cuál es el camino
de la Vida, se acercan los precatecúmenos al Obispo y tiene lugar el diálogo
interrogativo que encontramos en el Ritual (nº 75) pero con el "añadido" del
texto del Shemá607. La oración conclusiva con la que termina este rito también es
original de la liturgia neocatecumenal608 (ver tabla 21ª).

*Exorcismo e insuflación del Espíritu Santo*

En la Iglesia primitiva, los exorcismos tenían un puesto relevante en el


Catecumenado. "Existe aquí (en Jerusalén), dice Egeria, la costumbre de que
quienes han de ser bautizados acudan todos los días durante la Cuaresma a que
los clérigos pronuncien sobre ellos el exorcismo" 609. En efecto, esta misma
práctica la encontramos en la Tradición Apostólica de Hipólito donde los
exorcismos son practicados diariamente610. Las fórmulas presentan los
exorcismos como intervenciones de Dios para preparar a los catecúmenos al
sacramento de la regeneración. Los exorcismos que se practicaban con
normalidad y naturalidad son -según D. Borobio- "expresión de una teología del
mal, del pecado original que tiene el alma cautiva y del misterio de la
Redención. Con ello se pretende arrancar al catecúmeno de las fuerzas del mal y
unirlo a Cristo; liberarlo del pecado y llenarlo de la vida nueva"611.

En el RICA también encontramos una línea claramente favorable al


recurso de los exorcismos menores (nnº 109-112) para el tiempo del
Catecumenado, incluso se ofrecen una serie de oraciones para el caso (nnº 113-
118), pero se reservan los exorcismos mayores para el "tiempo de la Purificación
y de la Iluminación" cuando tienen lugar los tres escrutinios (nnº 154-159) 612,
606
En este texto según la Nota de la Biblia de Jerusalén se pone de manifiesto que "el monoteísmo es tan intransigente en el
N.T. como en el Judaísmo. Aquí se apoya, en labios de Jesús, en el Sema (Dt 6,4-5)".
607
M. DUJARIER comentando este momento del "diálogo" sostiene que sería mejor "orientar el diálogo en función de las
palabras dichas por Jesús en Juan 14, 6, y que el Concilio justamente ha presentado como el resumen de la fe inicial de los
convertidos (AG,13). En efecto, expresan el descubrimiento esencial que ellos han hecho durante su precatecumenado: Jesús es el
camino que nos conduce al Padre. Venimos a buscarlo en su Iglesia para que en ella nos comunique su verdad y su vida. Más aún,
para que él mismo se comunique a nosotros, él que es verdad y vida". Cfr. Iniciación Cristiana de Adultos, p. 58.
608
"Padre Santo, da a estos hermanos la fe, manténlos siempre
caminantes para que su fe vaya creciendo en profundidad, para que sean luz hasta que te
veamos todos sin velos, cara a cara, en la visión del amor eterno. Por Jesucristo nuestro
Señor".
609
Cfr. Peregrinatio Egerie, 46: CSEL 39, p. 97.
610
Cfr. "A partir del día que son elegidos, que se les impongan cada día las manos exorcizándolos" Cfr. Trad. Apost., 20;"El
exorcismo, dice S. CIRILO, pone de manifiesto el conflicto interior que se libra en el alma del catecúmeno entre Cristo y Satanás".
Cfr. Protocatequesis, XVI: PG 33, p. 361. Para una mayor ampliación, ver B. BERAUDY, Los escrutinios y los exorcismos:
Concilium 22 (1967) pp. 239-244. Del mismo autor, Los exorcismos prebautismales: Asambleas del Señor, 30 (1964), pp. 9-19.
611
Cfr. Proyecto de iniciación cristiana, p. 262. La significación que los exorcismos tenían -afirma ANDRÉS MANRIQUE-
era "arrancar progresivamente al catecúmeno de las fuerzas del mal para unirle cada vez más a Cristo, conjurar a Satanás para que
no sirva de obstáculo en su marcha hacia el bautismo". Cfr. Teología bíblica del bautismo, p. 212.
612
"Cada escrutinio comporta un exorcismo solemne. Cuando el ritual estaba aún ad experimentum, a este exorcismo se le
calificaba de mayor, porque estaba construido de forma imprecativa, es decir, se dirigía a Satán mismo ordenándole salir. Pero la
edición definitiva de 1972 utiliza la forma simple deprecativa que es una oración al Padre y a Cristo". Cfr. M. DUJARIER, o. cit.,
pp. 124-125. Ver también B. FISCHER, Batismal Exorcism in the Catholic Baptismal Rites after Vatican II: Stud. Lit. 10 (1974), pp.
aunque el mismo Ritual sostiene que "se puede introducir un primer exorcismo
y una primera renuncia en el Rito de Entrada en el Catecumenado (nnº 79 y
80)" (nº 65,2), tal y como se hará en la praxis neocatecumenal al realizar el
Segundo Escrutinio.

Efectivamente, en el Ritual nos encontramos que ofrece la posibilidad de


significar la adhesión a Cristo del catecúmeno por medio de un exorcismo y de
la "renuncia a los cultos paganos" (nnº 78-82)613. En el Neocatecumenado este
rito guarda también bastante similitud con el RICA aunque añade algunas
modificaciones propias. Antes de proceder al rito, se proclama el texto de Lucas
11,14-20, en el que Jesús aparece exorcizando y expulsando un demonio, lo que
hace que la Palabra proclamada llene de expresividad y contenido al mismo rito
que a continuación se realiza siguiendo este orden:

OBISPO: Vosotros que tantas veces habéis contristado al Espíritu de Dios, ¿Queréis
ser templos vivos del Espíritu Santo?
PRECAT: Si, quiero

Una vez que ha terminado de preguntar a todos, los precatecúmenos se


arrodillan y el Obispo sopla sobre la cabeza de cada uno, despacio, con
unción614. Después, con las manos extendidas prosigue con una oración original
de la liturgia neocatecumenal pero que contiene el espíritu de las palabras que
pronuncia el Presidente en el Ritual615. Una vez terminada esta oración de
exorcismo, el Obispo impone las manos sobre cada uno diciendo una oración
que también es propia de la liturgia neocatecumenal616 El gesto de la
imposición de manos manifiesta por una parte la acogida de la Iglesia, y por
otra, la bendición que se pide para el catecúmeno. Cfr. P. GALTIER,
´Imposition des mains`, en Dictionnaire de Théologie Catholique, París 1927,
48-55 y RAMIRO GONZÁLEZ, La victoria de Jesucristo sobre el “Príncipe del mal”. Introducción al tema de la demonología y
al “Ritual de Exorcismos”: Phase nº 246 (noviembre-diciembre 2001), pp. 493-505.
613
"La renuncia a los cultos paganos se presenta como facultativa: no habrá que hacerla más que allí donde existen tales cultos
(nº 78). Nos parece curioso que no se la considere como necesaria, pues, en toda civilización, existen creencias y prácticas
contrarias al Evangelio. En la tradición de la Iglesia, toda adhesión a Cristo implica el abandono de ciertos comportamientos". Cfr.
M. DUJARIER, Iniciación Cristiana de Adultos, p. 61.
614
Este gesto lo encontramos en el nº 79 del Ritual. También tenemos constancia del mismo en: S. AGUSTÍN, Contr. Cresc.,
II,5,7; y en PEDRO CRISÓLOGO, Sermón, 52 (PL 52, p. 347.).
615
Cfr. "Rechaza, Señor, con el soplo de tu boca a los malignos espíritus: Mándales que
se aparten, porque se acerca tu reino" (nº 79).

"!Oh Padre¡ tu que en la muerte y resurrección de tu Hijo has quitado todo poder al
demonio, te suplicamos por estos hijos tuyos que hoy reviven el Bautismo: aparta de ellos
el espíritu del Mal para que pueda dejar el sitio al Espíritu Santo Paráclito. Por Jesucristo
nuestro Señor". (Liturgia neocatecumenal).
616
Cfr. "Padre, derrama sobre estos hermanos el espíritu de adopción; que estén en
continuo diálogo contigo para crearlos en el amor, para darles luz interior, luz en el
camino que les dé sabor para suavizar las durezas de la lucha; fuerzas para enfrentarse a
los enemigos del reino. Que les dé amor fraterno para que saboreen las primicias de la
vida eterna, para que todos juntos marchemos hacia tu morada. Por Jesucristo Nuestro
Señor".
pp. 1315-1317. En Hipólito era usual una imposición de manos después de cada
catequesis con sentido de oración y aceptación. Cfr. La Trad. Apos., 19 (SCr,
11bis, p. 77.). (ver tabla 22ª).

*Signación con la Cruz Gloriosa*

En el Neocatecumenado existe la fuerte convicción de que la cruz está


plantada en el centro del evangelio. Toda la vida de Cristo tiende hacia la cruz, y
el discípulo de Jesús debe recibirla en su vida (cf. Mc 10,32-34; Lc 12,50). En
el tiempo del Precatecumenado, los precatecúmenos han comenzado a descubrir
los traumas de su historia y han empezado a reconciliarse con ella. En esta
Convivencia a través de las catequesis se ilumina el misterio de la Cruz 617que en
Jesucristo se ha transformado en gloriosa para el discípulo que le sigue (cf.Mt.
11,29-30). Se trata -dice Andrés Fuentes- de "situar al catecúmeno ante la cruz,
ante la reconciliación con su propia historia como expresión de la voluntad de
Dios. Iluminar la cruz como expresión de la voluntad de Dios que nos lleva a no
renegar de Dios sino acogerla como expresión de su amor entrañable y
salvífico"618. Es "un descubrimiento de primer orden -afirma Mons. Ricardo
Blázquez- comprender que la cruz es signo del amor de Dios y no expresión de
su indiferencia o de su animosidad"619. Esta catequesis staurológica encontrará
su expresión ritual en la signación con la cruz.

La signatio frontis es de una tradición antiquísima620, era el rito que


certificaba el compromiso del candidato tras el diálogo y la primera adhesión.
Así lo encontramos en S. Agustín:

"Habíendose hecho esta instrucción, hay que preguntar al


candidato si cree estas verdades y si desea conformar a ellas su
vida. Y, una vez que haya respondido que sí, se deberá hacer

617
La teología paulina sobre la Cruz resuena con fuerza en estas catequesis (cf. 1 Cor. 1,17-30; 4,9-13). "Para el catecúmeno,
anunciar hoy la salvación es anunciar la cruz gloriosa de Cristo, ayudar a los hombres a tomar conciencia de su propia realidad
existencial de límite, alienación, infelicidad, incapacidad para dar por sí solos un sentido a sus vidas, y anunciar, a partir de esta
realidad, la victoria que sólo Cristo ha conseguido con su cruz. El egoísmo es la causa de toda infelicidad humana. Anunciar la
salvación en "Cristo crucificado" (1 Cor 1,23) quiere decir proclamar la posibilidad de una vida nueva y distinta y que la gloria de
Dios se manifiesta en el Siervo doliente de Yahvé, el cual no resiste al malvado y ama al enemigo (cf. Is 42,1-7; 49,1-6; 50,4-9;
52,13-53,12). La cruz de Cristo revela a todo hombre muerto por una vida de egoísmo que está matando también a los demás.
Aceptar la cruz es aceptar esa actitud de Jesús Siervo como la única verdad, porque no hay filosofía, ni política, ni ciencia en que
pueda salvarse la humanidad. Viviendo esta actitud de Cristo, la comunidad se convierte para el mundo en signo de amor a Dios y
proclama que al amor está siempre marcado por la cruz y que sólo en la cruz de Cristo se ama auténticamente y es posible entrar en
la historia". Cfr. "La cruz gloriosa en el CN", en Comunidades plurales en la Iglesia, pp. 68-69.
618
Cfr. Espiritualidad del Camino Neocatecumenal I, p. 89.
619
Cfr. Las Comunidades Neocatecumenales, p. 33.
620
La imposición de la cruz en la frente del candidato es, según SAN BASILIO, de origen apostólico. Cfr. Tratado del Espíritu
Santo, XXVII, 66: PG 32, p. 188. Ver también , C. VOGEL, La signation dans l´Eglise des primiers siècles: La Maison Dieu 75
(1963, 4), pp. 37-51. Para M. DUJARIER "este rito expresa que el convertido pertenece desde ahora a Cristo, cuyo signo recibe y
cuyo nombre también lleva: cristiano. Al hacer este gesto, se reza para que el catecúmeno guarde este signo, no solamente de un
modo exterior, sobre su frente, sino también interiormente, en su corazón, es decir, en toda su vida". Cfr. Iniciación Cristiana de
Adultos, pp. 40-41.
sobre él, según el rito, la señal de la cruz y tratarlo según
costumbre de la Iglesia"621.

Es evidente la influencia que recibe el rito propuesto en el RICA como


signación de la frente y de los sentidos (nnº 83-87) de la praxis del
Catecumenado primitivo. En el Neocatecumenado, nos vamos a encontrar este
mismo rito con un contenido profundamente existencial. No se puede llegar a
ser cristiano sin tener iluminada la cruz, de ahí que tras la proclamación de 1ª
Cor 1,17-25, cada uno de los precatecúmenos es llamado por el catequista para
que ante el Obispo establezca este diálogo:

OBISPO: N... ¿Cuál es tu cruz y qué sentido


tiene en tu vida?
PREC.: Responde libremente, con brevedad622.

Terminadas las respuestas y el diálogo, el precatecúmeno se acerca al


Obispo y se arrodilla ante él, y éste mientras signa con el pulgar derecho
mojado con óleo perfumado623 sobre la frente, dice:

OBISPO: N...Recibe la cruz gloriosa de nuestro Señor Jesucristo. Que


éste signo de victoria te lleve a la vida eterna.
PREC.: Amén624.

La oración conclusiva de la signación también es original de la liturgia


neocatecumenal y hace referencia a la sabiduría de la cruz625.

Por último, se culmina esta acción litúrgica con la acogida por parte de la
Iglesia representada por el Obispo, los presbíteros y los catequistas, de los
precatecúmenos. Delante del Presidente se ponen de rodillas el responsable de

621
Cfr. De Catechizandis rudibus, XXVI, 50.
622
Cada uno de los precatecúmenos se acerca al Obispo y al ser interrogado responde brevemente y con sinceridad cuál es la
cruz de su vida en ese momento y el sentido que tiene para él.
623
Este rito, propio de la liturgia catecumenal, que responde a la primera unción conservada en el Ritual del Bautismo de
Niños, se propone también como optativo en el RICA, como signo que expresa la protección de Dios y el paso de un grado a otro
(nnº 103 y 127-132). D. BOROBIO sostiene que "la recepción de este gesto en aquellos que ya fueron bautizados de niños, y por lo
tanto ungidos, no se opone al carácter e irreiterabilidad del Bautismo, ya que no se trata de repetir el rito del agua; ni creemos que
ofrezca dificultad alguna, puesto que la misma historia ofrece ejemplos de repetición de la unción (Tradición Apostólica, Concilio
de Arange), y por otra parte, si se puede suprimir, ¿por qué no se puede repetir?". Cfr. Proyecto de Iniciación Cristiana, p. 266 [nota
62].
624
Tiene cierta similitud con la propuesta en el Ritual:
N., recibe la cruz en la frente:
Cristo mismo te fortalece con la señal de su caridad (o bien: de su
victoria). Aprende ahora a conocerle y a seguirle (nº 83).
625
Cfr. "Señor Jesús: Tú que sabes que en el misterio de
tu muerte está nuestra vida; que en el misterio de tu resurrección está
nuestra fuerza. Enséñanos también a nosotros el misterio de la cruz,
porque ya que con nuestra sabiduría no hemos cometido más que
imprudencias, pecados, tonterías, estupideces y locuras, con tu
locura aprendamos la sabiduría, la vida de verdad. Te lo pedimos a
Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén".
la comunidad (si hay más comunidades haciendo el Rito, cada responsable), y
ante ellos pronuncia estas palabras:

"Hoy sois acogidos en las manos de la Iglesia de Dios. Desde


hoy estáis bajo su custodia, su vigilancia, su preocupación, su
fuerza, su luz, su camino. Ella se encarga de vosotros. Ella tiene
el espíritu de Jesús que le da entrañas de madre, corazón de
maestro, corazón de padre, a fin de preocuparse de vosotros, de
daros una fuerza nueva que os pueda fecundar en el camino"626.
A lo que responden todos los precatecúmenos:

"¿A dónde iremos? Sólo el Señor tiene Palabras de Vida Eterna?

Esta acción litúrgica concluye con el abrazo de la Paz y con la


celebración de la Eucaristía627, aunque también puede ser celebrado en el marco
de una celebración de la Palabra (ver tabla 23ª).

b) La Convivencia del Shemá

Durante la Convivencia del Primer Escrutinio al precatecúmeno se le ha


situado frente a la catequesis del Evangelio sobre las riquezas, en su triple
aspecto: trabajo, afectos, dinero (cf. Mc. 10,17-31; Mt. 6,19-34; Lc 16,1-15, Ap.
3,14-22)628 y en el diálogo con el Obispo ha sido invitado a poner en el centro de
su corazón a Dios como único absoluto:

"Si quieres alcanzar la vida eterna, escucha: el Señor, nuestro


Dios, es el único Señor, y amarás al Señor, tu Dios, con todo tu
corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus
fuerzas y al prójimo como a tí mismo"629.

En el Ritual, ya he apuntado que esta entrega del Shemá ha desaparecido.


La praxis del Neocatecumenado, en cambio, la ha conservado y puesto al
servicio de la purificación630y maduración de la fe del precatecúmeno que a lo
626
Para el caso de los adultos bautizados se afirma que "el tiempo de la preparación sebe ser santificado con celebraciones
litúrgicas, de las cuales la primera es el rito con el que los adultos son recibidos en la comunidad, y con el que ellos, como ya
sellados con el Bautismo, reconocen que tienen parte en ella" (RICA, n º 300).
627
En el RICA, un vez celebrados estos ritos introductorios, los catecúmenos son "introducidos en el templo" (nº 90) e
invitados a participar en la Celebración de la Liturgia de la Palabra (nnº 91-92), dentro de la cual tendrá lugar -de modo optativo- la
"Entrega de los Evangelios" (nº 93) que en el Neocatecumenado hemos visto que se anticipa a la etapa kerigmática. Después de la
oración de los fieles, son despedidos con una nueva oración.
628
Aunque explícitamente en el Estatuto no se habla de esta ´Convivencia`, sin embargo, implícitamente se está haciendo
referencia a este tiempo cuando se dice que a los neocatecúmenos “les es dado un tiempo para que se prueben a sí mismos en la
sinceridad de su intención de seguir a Jesucristo, a la luz de la Palabra: ´No podéis servir a Dios y al dinero` (Mt 6,24)”. Cfr. SCN,
art. 19, 2ª.
629
En el RICA ha desaparecido esta "catequesis bautismal" que figuraba dentro de la "estructura" del "Diálogo" en los rituales
anteriores. Cfr. Ritual de los Sacramentos, pp. 46-47.
630
"Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón. El amor nos sana. La charitas que ordena al hombre a Dios resana ante todo
al hombre impidiendo que las potencias dispersen su actividad en la multiplicidad de los objetos, dividan al hombre. Un hombre
largo de este año -más o menos- experimentará cómo esta palabra le hace
presente siempre la necesidad de renunciar de manera personal y eficiente a
todos los ídolos, afectos y esclavitudes que desvían su corazón del amor y de la
voluntad de Dios631.

Después de haber tenido un tiempo para probar la verdadera intención y


rectitud de corazón del precatecúmeno respecto a la Palabra que recibió en el
Primer Escrutinio (cf. Lc 14,28-33 y 18,18-23), son de nuevo convocados a una
Convivencia de un fin de semana en la que, dentro de en un marco catequético y
celebrativo, se le hace entrega del Shemá, es decir se proclama y se entrega
solemnemente a cada precatecúmeno el credo de Israel: "Escucha Israel, el
Señor es nuestro Dios, el Señor es uno" (cf. Dt 6,4).

A partir de este momento, el Shemá, es decir el reconocimiento vital y


existencial de la unicidad de Dios, actuará de mensurador de la conversión
efectiva que se irá concretando y visibilizando en el amor fraternal (cf. 1ª Jn.
4,12). Por eso afirma Divo Barsotti que "al Shemá hebreo Cristo mismo,
después de Amarás al Señor Dios tuyo, ha añadido: Amarás a tu prójimo como
a ti mismo. La unión con Dios se realiza en la unión con el hombre: el hombre y
Dios son uno, Cristo. La vocación del hombre es la de ser Cristo. El hombre no
será Dios puramente sino que será en cierta manera Cristo mismo, será en Cristo
hombre y Dios. Si el hombre debiera ser Dios, sería necesario su anulación
metafísica como criatura. Ser en Cristo no implica anulación de la criatura, sino
anulación de una voluntad propia, en cuanto que se opone a la voluntad
divina"632.

En esta Convivencia no tiene lugar ningún rito especial, aparte de la


entrega del Shemá que se hace a través de una catequesis y con la enseñanza y
entrega del canto del Shemá633 que se ha reservado para este momento. La
dividido nunca es un hombre que ama a Dios". Cfr. DIVO BARSOTTI, El Señor es Uno, p. 78. En las catequesis que ha recibido el
precatecúmeno sobre las riquezas, ha escuchado decir con fuerza: "No podéis servir a Dios y al Dinero" (Lc 16,13). Para un
acercamiento a las catequesis de los Padres de la Iglesia en relación con el dinero y las riquezas, ver: El buen uso del dinero, Ed,
DDB, Bilbao 1995.
631
Esta "renuncia" sí viene contemplada en el Ritual (nnº 78-82). Antes de pasar al Catecumenado deben -los catecúmenos-
renunciar a los ídolos. Para J.A. VELA, "en nuestra cultura consumista y secularista, éstos serán el dios dinero, sexo, poder,
confianza en las ideologías...". Cfr. Reiniciación cristiana..., p. 137. Los precatecúmenos tendrán que confrontar su vida con las
tentaciones que padeció Jesús. "El Tentador instiga al hombre para que se asegure en el dinero, rechace la historia y se postre ante
los ídolos. Esta tentaciones, que seguramente acompañaron a Jesús en su actividad pública y que fueron redaccionalmente
adelantadas por los evangelistas al comienzo de su predicación, no son tentaciones distantes del hombre actual. Ahondando en su
sentido, nos descubrimos también acechados por ellas. Todas atentan contra el puesto único debido sólo a Dios". Cfr. Mons.
RICARDO BLÁZQUEZ, Las Comunidades Neocatecumenales, p. 31.
632
"Ciertamente no se llega al olvido total de sí por parte de nosotros: es la proclamación de la Palabra de Dios la que crea esta
aniquilación, es la Palabra de Dios la que se hace presente en el hombre. No podremos nunca llevar a término esta realización de
Dios, pero es Dios quien la obra en nosotros, por la eficacia soberana, por el poder irresistible de su misma palabra que el alma
escucha. Así pues, la ley fundamental del cristiano es escuchar. En la medida en que el hombre escucha, en la medida en que acoge,
esta Palabra actuará...". Cfr. o. cit., pp. 44-45. El contacto con la Palabra a lo largo de los tres años transcurridos en el
Precatecumenado ha ido "abriendo el oído" del precatecúmeno y éste empieza a saborear la "sabiduría de la escucha": "Escucha
Israel: el Señor es nuestro Dios, el Señor es Uno. En estas palabras está toda la vida religiosa” (Ibidem).
633
La "sensibilidad artística" del iniciador del CN, KIKO ARGÜELLO, junto al "don" que ha recibido para poder
"musicalizar" la mayor parte de los Salmos y una gran cantidad de textos bíblicos, ha imprimido a la liturgia neocatecumenal unos
rasgos muy relevantes. Los "cantos" son "entregados" en momentos significativos del itinerario neocatecumenal y "sellan" "hitos"
finalidad de la misma es también preparar y ayudar al precatecúmeno para el
Segundo Escrutinio, paso a través del cual se completarán todos los ritos de este
primer grado del itinerario neocatecumenal en el que el precatecúmeno va a
pedir a la Iglesia definitivamente entrar en el Neocatecumenado (ver tabla 24ª).

c) La celebración del Segundo Escrutinio

Ya hemos visto que con el Primer Escrutinio se abre un período para el


preneocatecúmeno de paso al Neocatecumenado (es como una puerta que se
abre y que se cerrará en el Segundo Escrutinio) que viene a durar unos dos años
y en cuya mitad hay que situar la Entrega del Shemá. Así, "después de cuatro
años de Precatecumenado -afirma Kiko Argüello- se hace un rito de entrada al
Catecumenado, presidido por el Obispo, con una renuncia a los ídolos del
mundo y al demonio. Todos los hermanos son invitados a vender sus bienes y
adherirse a Jesucristo, dando, en este rito, un signo concreto en dinero que se
distribuye entre los pobres de la parroquia"634.

Veamos en concreto cómo se desarrolla este rito conclusivo con el que se


inicia definitivamente el Neocatecumenado.

El Segundo Escrutinio se inicia con una Convivencia en la que a través de


las catequesis que giran en torno a las tentaciones de Jesús (cf. Mt. 4,1-11)635y de
la sal (cf. Lc 14,25-35; Mc 10,41-50; Mt 5,1-13) 636; se le presenta al
precatecúmeno a Jesús como Aquél que ha entrado en la voluntad de Dios y ha
llevado a plenitud el cumplimiento del Shemá desde las tentaciones hasta la
Cruz. Sus llagas gloriosas le acreditan como el Hijo del Padre que venciendo la
muerte derrama su Espíritu para que en fidelidad a Él todos los que lo reciban
puedan salir victoriosos en las pruebas de la vida637.

Toda esta doctrina que encontramos bien documentada en los Santos


Padres tiene su fundamento en el N.T. El Evangelio pone al descubierto, de un
lado, el poder maléfico de Satanás: "Fue homicida desde el principio y no se
mantuvo en la verdad, puesto que la verdad no existe en él" (cf. Jn 8,44); por
relevantes del Neocatecumenado. El canto ayuda a personalizar y concentra, condensa y hace presente siempre que se canta la
experiencia vivida haciendola actual. El canto del "Shemà" hará presente al precatecúmeno la llamada a tener a Dios como el Único
Señor de su vida.
634
Cfr. Il Neocatecumenato, p. 97. Ver SCN, art. 19,2ª.
635
Cfr. J. DUPONT, El Evangelio (Mt 4, 1-11): Las tentaciones de Jesús en el desierto: Asambleas del Señor 26 (1963), pp.
38-54.
636
Para esta catequesis se tiene muy en cuenta el estudio de OSCAR CULLMANN, Que signifie le sel dans la parabole de
Jésus?: Revue D´histoire et de Philosophie Religieuses 4 (1957), pp. 3-43.
637
"Israel cayó en las tentaciones; pero Jesús fue totalmente fiel, y abrió el camino de la fidelidad. A la luz de la psicología y de
la sociología puede entenderse qué profundas son las raíces que aprisionan al hombre en el tener, en el poder, en el saber, en la
afectividad, en la propia imagen proyectada... Por ello, aclarar vitalmente este fondo es liberar al hombre". Cfr. Mons. RICARDO
BLÁZQUEZ, Las Comunidades Neocatecumenales, p. 32. Ver también , J. FRISQUE, La tentación de Cristo, de la Iglesia y del
cristiano: Asambleas del Señor 26 (1963), pp. 92-103.
otro, el incesante combate que Jesús mismo hubo de librar durante su vida con
él (cf. Mt 16,21-23). El último drama de esta lucha termina en la cruz, donde,
tras haber echado fuera al Príncipe del mal que dominaba a los hombres, los
libra de la tiranía por su muerte (cf. Hb 2,14-15; Jn 12,31; 1 Jn 5,19).

La Iglesia continúa este combate del Maestro. Conoce también las raíces
satánicas del mal y del pecado. Sabe que no es posible la adhesión a Cristo sin
liberarse del espíritu del mal. De ahí, que los precatecúmenos sean ayudados
para hacer la renuncia al demonio en el rito definitivo de Entrada en el
Neocatecumenado.

Esta Convivencia abre un tiempo no muy largo (puede durar un mes), en


el que la vida del precatecúmeno va a ser confrontada con las tentaciones del
dinero, de la historia y de los ídolos. El tiempo del Segundo escrutinio, afirma
Andrés Fuentes, "es una prueba de fuego en orden a la purificación de la fe. Es
un discernimiento profundo guiado por los catequistas, para clarificar la rectitud
de intención, el conocimiento de la propia realidad interior, el descubrimiento
existencial de los ídolos dominantes, la clarificación de las seguridades en las
que se apoya la vida de cada catecúmeno"638. Y, como guía para esta
introspección interior de sí mismo se utiliza el relato de las tentaciones de Jesús.

En este tiempo previo a la celebración del Segundo Escrutinio, la Iglesia


representada por el Párroco y los catequistas, hacen posible en la praxis
neocatecumenal cuanto encontramos en el RICA referido a los catecúmenos,
pero adaptado a su condición de bautizados. El espíritu con el que se realizan
los diálogos personales con los precatecúmenos procura "descubrir en los
corazones lo que es débil, morboso o perverso para sanarlo; y lo que es bueno,
positivo y santo para asegurarlo" (nº 25,1)639. En el contexto de un diálogo
fraternal y sincero, en un ambiente de oración y discernimiento, los catequistas
ayudan a los precatecúmenos a ver en qué medida han mostrado y muestran
deseos de vivir en fidelidad a Dios en todos los ámbitos de su existencia640.

Empalma en este punto la praxis neocatecumenal con el modo de


proceder que encontramos en los testimonios de la tradición de los primeros
638
Cfr. La espiritualidad del Camino Neocatecumenal I, p. 91.
639
En el itinerario catecumenal del RICA los "escrutinios" -ya hemos apuntado en reiteradas ocasiones- tienen lugar en el
tiempo de la "Purificación e Iluminación", dentro del tiempo cuaresmal. La praxis neocatecumenal ha mostrado la importancia de
emplear el espíritu de los escrutinios que "se ordenan a la liberación del pecado y del diablo, y al fortalecimiento en Cristo" (nº 25,1)
justamente en el momento en el que el Ritual pide que "se investigue los motivos de la conversión para purificarlos si fuera
necesario" (nº 69), es decir, antes de la Entrada en el Neocatecumenado.
640
"Sólo el que ha dado pruebas de que ha superado estas tentaciones y quiere, de verdad, seguir el espíritu de Jesucristo podrá
pasar adelante. De lo contrario, habrá de esperar a tener pruebas fehacientes, a los ojos de los catequistas y de la comunidad". Cfr.
ANDRÉS FUENTES, o. cit., p. 93. La seriedad en el discernimiento y el realismo pastoral con que se vive este "tiempo" contradice
profundamente la "acusación" con la que a veces se tacha a los miembros de esta comunidades de "angelistas". "La libertad ante el
dinero deberá acreditarse muy realistamente, porque los autoengaños son particularmente sinuosos y las recaídas son en este punto
tercamente insistentes. La renuncia al dinero desencadena la fidelidad en el Dios que provee, es lugar hermenéutico para
comprender el cristianismo", afirma Mons. RICARDO BLÁZQUEZ, o. cit., p. 34.
siglos donde la conversión debía manifestarse a través de cierto cambio de vida.
Este momento litúrgico estaba en estrecha relación con el itinerario de la
conversión. Ya hemos visto cómo para verificar este progreso y la autenticidad
de la conversión existía un verdadero examen previo al Catecumenado,
realizado por los doctores, con ayuda de los padrinos, los cuales daban
testimonio acerca de la aptitud de los candidatos 641. Este examen se hacía en
privado y consistía en tres aspectos fundamentales:

* Diálogo sobre las intenciones, motivaciones y seriedad de la opción.


* Se les recordaba las exigencias fundamentales de la vida cristiana.
* Se les instaba a abandonar los oficios manifiestamente contrarios
a las costumbres evangélicas642.

Con esta misma seriedad se viven estos diálogos en el interior del


Neocatecumenado. La palabra del ministerio catequético tiende a "purificar las
almas y los corazones, proteger contra las tentaciones, rectificar las intenciones
y mover la voluntad para que los precatecúmenos se unan más estrechamente a
Cristo y prosigan con mayor decisión en su esfuerzo por amar a Dios" (RICA,
nº 154). Esto conduce tantas veces a reajustes en los modos de pensar, de actuar,
de vivir... incluso de trabajar.

Una vez que todos los precatecúmenos han sido escrutados y han sido
considerados idóneos (nnº 16.50.69) para pasar al Neocatecumenado , tiene
lugar la celebración de los ritos que faltan dentro de este primer grado del
itinerario neocatecumenal que es la Entrada en el Neocatecumenado . Como
vengo resaltando, este primer grado del itinerario en el Neocatecumenado lo
encontramos dividido fundamentalmente en dos grandes ritos, el del Primer
Escrutinio y este que ahora estamos analizando.

La celebración del Segundo Escrutinio tiene lugar en el marco de una


celebración de la Liturgia de la Palabra, que se invita a presidirla al Obispo. La
estructura de la celebración gravita, en una primera parte, en torno al Rito de la
renuncia de los ídolos y en una segunda en torno al Rito de la sal. La Palabra
proclamada ilumina, da sentido y se concretiza en estos dos ritos que siguen este
esquema celebrativo:

1ª) Primera parte de la celebración: La renuncia a los ídolos

641
"Serán interrogados acerca de las razones que los condujeron a la fe y
quienes los trajeron darán testimonio respecto a la capacidad para escuchar la Palabra. Se
les pregunta sobre su estado de vida".
Cfr. HIPÓLITO, La tradición apostólica, 15 (SCr, 11 bis, p. 69.).
642
Ibid., 16 (SCr, 11 bis, pp. 71-75.). Hipólito ofrece un elenco de estos oficios que eran reprobados y que debían ser
abandonados al entrar en el orden catecumenal. Los oficios que, según HIPÓLITO, impiden entrar en el Catecumenado son los que
están vinculados a las tres acciones eminentemente anti-cristianas: la idolatría, el homicidio y la impureza.
* Celebración de la Palabra (Gn. 15,1-11. 17-21; Gn 32, 23-33; 35,
1-13; Josué 24, 1-27)
* Exhortación del Presidente
* Diálogo
* Renuncia a los ídolos
* Exorcismo

2ª) Segunda parte de la celebración: Entrega de la sal

* Lecturas: Ap. 2,17; Mt 5,13-16


* Anáfora de la sal
* Distribución y degustación de la sal

Veamos cómo transcurre esta celebración y analicemos la influencia que


recibe de la praxis litúrgica del Catecumenado primitivo y del actual Ritual (ver
tabla 25ª).

1ª) Primera parte de la celebración: La renuncia a Satanás y a los ídolos

La renuncia a Satanás encuentra su primer eco en S. Justino y es


atestiguada universalmente en los siglos III y IV. Su origen, sin embargo, se
remonta a la liturgia bautismal primitiva. Las Cartas apostólicas nos hablan ya
de la lucha que debe soportar el cristiano contra el diablo, "el príncipe de este
mundo", que arrastra a los hombres al pecado (cf. Ef. 2,2,; 1ª Pe. 5,8-9; St 4,7;
2ª Tim. 4,17-18). Y cuando invita S. Pablo a la renuncia de "las obras de las
tinieblas" (cf. Rom. 13,12), según una fórmula que probablemente tiene su
origen en la catequesis bautismal, quiere decir que no estamos ya lejos de la
"renuncia a Satanás y a sus obras".

Basado en estas y otras razones, M. E. Boismard opina que la renuncia a


Satanás ha tenido su primera formulación dentro del ambiente judío, pasando de
aquí al griego. En cuyo caso, el sentido de la renuncia sería el siguiente: "Los
catecúmenos son liberados por Cristo de Satanás y de sus obras (los pecados
que cometían bajo su imperio) para consagrarse a Dios y a sus obras (las
acciones buenas cumplidas bajo la moción del Espíritu Santo)"643.

Otros, por el contrario, creen que dicho rito no nació en el ambiente judío,
sino en el cristianismo helénico, relacionándose con la adjuración de la

643
Cfr. "Je renonce á Satan, à ses pompes et à ses oeuvres": Lumiere et Vie 25 (1956), pp. 105-110. Véase también el artículo
de G. FABRIANO, que defiende la posibilidad de que la fórmula se derive si no en los términos, al menos en sustancia, de la
Escritura: Riflessi biblici della formula battesimale "Abrenuntio Satanae et pompis et operibus" : Ephemerides Liturgicae 72 (1958),
pp. 218-220.
idolatría644. La tesis viene apoyada por el hecho de que, al renunciar a Satanás
solían los catecúmenos volverse hacia el Occidente, simbolismo utilizado por
los antiguos griegos para indicar, en la puesta del sol, las puertas del Hades 645.
Por otra parte, la renuncia a "las pompas y obras de Satanás", parece significar
también diversas manifestaciones del culto pagano, v. gr.: idolatría, superstición,
espectáculos646.

Para los Santos Padres del s. III al V, la renuncia al demonio y la


profesión de fe constituían un pacto de alianza con Dios 647. Sin embargo, las
expresiones litúrgicas podían variar. En Oriente, la fórmula era como la antítesis
formal de la ruptura con el diablo. Así, en Antioquía y en Jerusalén, puesto en
pie el catecúmeno, con la mirada hacia Occidente, declaraba "Yo renuncio a ti,
Satanás, a tus pompas, a tu culto y a tus ángeles" y añadía: "Y me uno Ti,
Cristo"648.

Hecha la adjuración de Satanás y de sus "pompas" (apotaxis), venía la


adhesión a Cristo (syntaxis). Ésta tenía lugar vueltos hacia Oriente, "donde nace
la luz de Cristo"649.

El RICA conserva este rito de la renuncia a Satanás unido al exorcismo


del rito de Entrada en el Catecumenado (nnº 78-82), pero dándole un contenido
diferente, quizá influenciado por la práctica catecumenal en los países de
misión, de ahí que el acento se ponga no tanto en la renuncia a Satanás sino más
bien en la renuncia a los cultos paganos y pide que sean las Conferencias
Episcopales las que regulen la celebración de ese rito (nº 80).

En la liturgia neocatecumenal nos vamos a encontrar, en cambio, que los


ritos con los que se sella el tiempo vivido en la etapa precatecumenal y con los
que se entra en el Neocatecumenado, tienen su inspiración y reciben toda la
influencia de la praxis litúrgica catecumenal primitiva. En este sentido, el
Neocatecumenado ha hecho una adaptación ciertamente creativa de los gestos y

644
Hay que tener muy presente que "en la mente patrística, espectáculo público e idolatría aparecen unidos". Cfr. VICENTE
HERNÁNDEZ GARCÍA, Asistencia a los espectáculos en la doctrina patrística, Universidad Pontificia de Salamanca, 1994, p. 58.
645
Cfr. J, DANIELOU, La symbolique des rites baptismaux: Dieu Vivant 1 (1945), pp. 24-28.
646
"Para San Cirilo de Jerusalén pompas del diablo son el teatro, el circo, las carreras de caballos, etc (De Spectac. c. 4; ML 4,
815)". Cfr. VICENTE HERNÁNDEZ GARCÍA, o. cit., p. 84.
647
Cfr. ORÍGENES, In Num. hom. XII, 4: PG 12, p. 665.; TERTULIANO, De pudicitia, IX: PL 2, p. 1050; GREGORIO
NACIANZENO, Orat., XL, 8: PG 36, p. 368; AGUSTÍN, Serm. CCXXVI, 2, 2: PL 38, p. 1077.
648
Cfr. S. JUAN CRISÓSTOMO, Ad Colossenses VI: PG 62, p. 342. "Antes, aunque hubieseis querido, no habríais podido;
pero, ya que, gracias a los exorcismos, la sentencia divina os ha prometido la liberación, podéis decir: Renuncio a Satanás,
indicando a la vez vuestra anterior unión con él y vuestra ruptura actual. El gesto de extender la mano (Cirilo) o las manos
(Teodoro) subraya el carácter de renuncia. Era el gesto que acompañaba en la antigüedad a un compromiso solemne contraído con
juramento o bien a su denuncia". Cfr. J. DANIELOU, La preparación al bautismo, p. 14: Phase 72 (Abril 1996), pp. 5-23 (La
preparación al bautismo y El rito bautismal, corresponden a los dos primeros capítulos de la obra Sacramento y culto según los
santos Padres, Ed, Guadarrama, Madrid 1962. Ambos reeditados en este nº de "Phase".
649
Cfr. SAN AGUSTÍN, Serm. CCXXVI, 2, 2: PL 38, p. 1077. Véase L. LIGIER, Le sumbolisme biblique du baptême selon
les Pères et la liturgie: Concilium 22 (1967), pp. 21-32.
ritos practicados en la liturgia catecumenal antigua mostrando su actualidad y
vigencia para los tiempos de hoy.

*Celebración de la Palabra*

Como en todos los ritos que se celebran en el Neocatecumenado, la


Palabra de Dios precede a la celebración del Rito. En este caso las tres lecturas
que se proclaman (cf. Gn. 15, 1-11. 17-21; Gn. 32, 23-33; 35, 1-13 y Josué 24,
1-27) hacen presente a tres grandes personajes de la Historia de la Salvación
(Abraham, Jacob y Josué) que tienen en común haber sido objeto de la elección
de Dios y son testigos privilegiados de la Alianza divina.

La figura de Abraham iluminada por la catequesis que sobre él recibieron


en la etapa kerigmática, pone al precatecúmeno siempre frente a la fe650.

La historia de Jacob ilumina en este momento muy profundamente la


vida del precatecúmeno, también él va a ser invitado a hacer una alianza con
Aquél que es "el más fuerte" (cf. Gn 32,29). Los precatecúmenos como Jacob
han conocido existencialmente a lo largo de todo el tiempo vivido en el
Precatecumenado su debilidad y ahora van a recibir una nueva bendición de
Dios (cf. Gn 32,30), a través de la Iglesia por medio de este Rito, para que
puedan entrar en el Neocatecumenado.

La lectura de la Alianza de Siquém (cf. Jos. 24, 1-28) que Dios realizó
con su pueblo Israel, teniendo como intermediario a Josué, actualizará y
presencializará en el Rito esta misma gesta histórico-salvífica (ver tabla 26ª).

*Diálogo*

Este Rito del RICA está tomado de la praxis catecumenal antigua,


principalmente de Orígenes quien, a su vez, inspirado en el pacto de Siquem
(Jos. 24) fundamentaba la adhesión a Jesucristo por parte del catecúmeno y su
renuncia a los ídolos y a las antiguas prácticas en el diálogo de la asamblea
siquemita que muy probablemente hace alusión a este Rito651.
650
"A un catecúmeno adulto le resultaba difícil descubrir la historia de Abrahán respondiendo a la llamada de Dios. No veía
por qué su preparación para el bautismo tenía que pasar por el estudio de aquella vieja historia con la que no sentía ninguna
vinculación. Luego, un día, llegó la iluminación. Exclamó: ¡Abraham soy yo!. El relato había funcionado para él: había entrado en
la historia, se había identificado con el personaje. La vocación de Abrahán se convertía en la parábola de su propia llamada a la fe y
de lo que había dejado para responder a ella". Cfr. BERNARD SESBOÜE, Jesucristo el único mediador II, Ed, Sígueme,
Salamanca 1993, p. 28. Para el rito de Entrada en el Catecumenado, el Ritual pide que la lectura bíblica sea la vocación de
Abrahán, Gn 12, 1-4 (nnº 92 y 372).
651
En su obra Exhortación al martirio hablando de dos ficticios cristianos que se encontraban en el momento de la verdad, les
dice:"Al principio, antes de haber sido catequizados, fue razonable el que se os preguntara: (Si no queréis servir al Señor...) (cf. Jos
24,15). Y el catequista os diría: (Yo y mi casa, serviremos al Señor, porque es santo). Pero ahora no es tiempo de hablaros así;
En el Ritual viene inmediatamente después del exorcismo y se ofrecen
dos modos de realizarlo (nnº 80 y 371), en ambos casos con una estructura
dialógica. En las palabras del Celebrante se pone de manifiesto la invitación que
hace a los candidatos para que "sirvan al único Dios y a Cristo" (nº 80) y para
que "no lo abandonen a él ni a su Hijo Jesucristo para servir de nuevo a otros
dueños" (nº 371). La renuncia, a la que se califica de “momento solemne" (nº
80) hay que hacerla públicamente "en presencia de toda la asamblea" (nº 371).
En la liturgia neocatecumenal, este rito también conserva la estructura
dialógica y sigue casi fielmente las fórmulas de los números del Ritual antes
señalados aunque modifica levemente la presentación de las palabras del
Celebrante por influencia del texto proclamado de Jos. 24. He aquí cómo se
desarrolla:

Presidente:

Elegid hoy, hermanos, a quién


queréis servir, si al Dios único,
revelado en Jesucristo, o a los
ídolos de este mundo652

Todos:

Lejos de nosotros abandonar a


nuestro Dios para servir a otros
dioses653.

porque vosotros dijisteis: (Lejos de nosotros...) (cf. Jos 24,16-17). Y acordes con vuestra actitud para con Dios, respondisteis a
vuestros catequistas: (Nosotros serviremos al Señor, porque él es nuestro Dios) (cf. Jos 21,24)". Cfr. Exhortación al martirio, 17
(PG 11, p. 585).
652
El Ritual da libertad para que la propia Conferencia Episcopal pueda elaborar otras "fórmulas del interrogatorio y de la
renuncia" (nº 80). He aquí como comienzan las dos que ofrece:

"Queridos candidatos, puesto que llamados y ayudados por Dios, habéis decidido venerarle y adorarle a él sólo
y a Cristo, y ya que queréis desde ahora mismo servir al único Dios y a Cristo, ha llegado el momento solemne
de que renunciéis públicamente a esas potestades que no son Dios, y a esos cultos con los que no se manifiesta
la veneración a Dios. ¡Lejos de vosotros esté el que abandonéis a Dios y a su Cristo y sirváis a potestades
ajenas!" (nº 80).

"Queridos candidatos, habéis decidido dar culto al Dios verdadero, que os ha llamado y os ha traído hasta aquí,
y queréis servirle a él solo y a su Hijo Jesucristo. Ahora, pues, en presencia de toda la asamblea, renunciad a
los ritos y cultos con los que no se da culto al Dios verdadero. No lo abandonéis a él ni a su Hijo Jesucristo,
para servir de nuevo a otros dioses" (nº 371).
La formulación de la liturgia neocatecumenal toma como base la misma
pregunta que formula Josué: "Elegid hoy a quién habéis de servir..." (cf. Jos.
24 15). .

653
"¡Lejos de nosotros el servir a otros señores fuera del Dios
verdadero!" (nº 317).

La respuesta en ambos casos es parecida a la de Jos. 24,16:

"Lejos de nosotros abandonar a Yahveh para servir a otros dioses".


Pr.:
Vosotros sois testigos contra
vosotros mismos de que habéis
elegido a Dios para servirle654.
T.:
Somos testigos.
Pr.:
Volved entonces vuestro corazón al Señor vuestro Dios655.
T.:
A el sólo serviremos y escucharemos su voz656.
Pr.:
Apartad de en medio de vosotros los ídolos del mundo y
renunciad a ellos ante la Iglesia657.
T.:
Amén.

*Exorcismo e Imposición de Manos*

Una vez concluido el diálogo entre el Celebrante y los precatecúmenos, el


catequista explica cómo se ha de hacer concretamente la "renuncia a Satanás" 658:
El precatecúmeno se levanta, se dirige al centro de la Asamblea donde hay
colocado un cesto y arroja allí el signo659 Cuando en los Hechos de los Apóstoles
se dice que Bernabé "tenía un campo; lo vendió, trajo el dinero y lo puso a los
pies de los apóstoles" (4,37) y a continuación nos narra el "fraude" de Ananías y
654
Esta respuesta es idéntica a Jos. 24,22:

"Vosotros sois testigos contra vosotros mismos de que habéis elegido a Yahvéh para
servirle".

En el Ritual la "responsabilidad" en la veracidad del testimonio recae sobre los padrinos y la comunidad presente:

"Vosotros, padrinos, que nos presentáis a estos candidatos, y, vosotros, hermanos todos,
aquí presentes, que les habéis oído renunciar a esos cultos, ¿sois testigos de que estos
candidatos han elegido a Cristo, el Señor, y quieren servirle a él solo?" (nº 81).
655
La dependencia de Jos. 24,23 es evidente:

"Inclinad vuestro corazón hacía Yahvé, Dios de Israel".


656
Cfr. Jos. 24,24: "A Yahvéh nuestro Dios serviremos y a su voz atenderemos".
657
Cfr. Jos. 24,23: "Entonces, apartad los dioses del extranjero que hay en medio de vosotros”. Para M. DUJARIER "semejante
texto, ignorado por muchos historiadores del catecumenado, da una buena idea de lo que podía ser la decisión de la fe, exigida al
postulante para ser admitido a la catequesis... El principio de la catequesis supone, por lo tanto, para el oyente, un acontecimiento
análogo al de Siquem. Por eso la aplicación de este texto a los catecúmenos es perfectamente pertinente y la manera como Orígenes
les enseña a leer su experiencia en la Palabra misma de Dios es admirable". Cfr. Breve Historia del Catecumenado, p. 70.
658
He aquí cómo TEODORO DE MOPSUESTIA describe la renuncia a Satanás: "Estad de pie sobre vuestros cilicios,
descalzos, después de haber levantado vuestro vestido externo, teniendo las manos extendidas hacia Dios, como en actitud de oración.
Luego arrodillaos, pero conservad derecho el cuerpo, y decid: Yo renuncio a Satanás, a todos sus ángeles, a todas sus obras, a todo su culto,
a toda vanidad y a todo desviamiento mundano, y me comprometo con voto a ser bautizado en el nombre del Padre, del Hijo y del
Espíritu Santo". Cfr. Homilías Catequéticas, 13, Introducción. "Así vuelto hacia Occidente, el lugar o morada del poder de las
tinieblas, con las manos extendidas en el gesto que en la antigüedad acompañaba a todo compromiso solemne, el que va a ser
bautizado declara la ruptura del pacto que le unía a Satanás". Cfr. J. DANIELOU/R. DU CHARLAT, o. cit., pp. 56-57.
659
"Todos los hermanos son invitados a vender sus bienes y adherirse a Jesucristo, dando en este rito, una ´señal`concreta en
dinero que se distribuye posteriormente entre los pobres de la parroquia”. Cfr. KIKO ARGÜELLO, Il Neocatecumenato, p. 97.
Safira (cf. Hch. 5,1-11), ¿no estaremos ante la praxis apostólica de la renuncia a
los bienes como un distintivo de los discípulos de Jesús?. Este "gesto" que
acompaña la fórmula de la renuncia, es una de las aportaciones más llamativas
que la liturgia neocatecumenal hace al RICA e incluso a la misma praxis
catecumenal antigua. La convicción de que la libertad ante el dinero se debe
acreditar muy concretamente, "no se puede servir a Dios y al Dinero" (cf. Lc
16,13), es un rasgo característico del Neocatecumenado. ;después de pie, de
espaldas a la presidencia y frente al cesto de los signos, con el brazo extendido,
apuntando con el dedo a la puerta de la Iglesia, dirigiéndose a Satanás, dice:

"Yo, N... (su nombre de Bautismo),


renuncio a tí, Satanás, porque...
(espontanea y brevemente dice por qué)...
desde hoy me acojo a Jesucristo"660.

Dicho esto da media vuelta y va a arrodillarse delante del Celebrante, con


los brazos abiertos y extendidos, mirando al presidente, dice:

"Yo, N..., pido a la Iglesia


entrar en el Neocatecumenado"661.

A continuación el Celebrante pronuncia una oración de exorcismo en


forma deprecativa e impone las manos sobre el neocatecúmeno:

"Padre Santo, te suplicamos que apartes de N...,


todo espíritu maligno, toda obra de error y de
pecado, la incredulidad y la duda.
Ven, Espíritu Santo, y confirma en N... la
palabra de nuestra fe para que no hable
vanamente, sino en aquel poder y gracia con que
Jesucristo libró al mundo del mal. Por
Jesucristo Nuestro Señor. Amén"662.

La oración conclusiva de esta celebración está tomada del Ritual (nº 115),
aunque se introduce una pequeña modificación atendiendo a su condición de
bautizados (Ver tabla 27ª.):

660
La fórmula es idéntica a la empleada en tiempos de S. JUAN CRISÓSTOMO, Ad Colossenses VI: PG 62, p. 342. Para un
seguimiento detallado de este rito y de su significación, ver: ANNE FIELD, ´La renuncia a Satanás`, en De las Tinieblas a la Luz,
pp. 134-139. En el Ritual no encontramos una "formula" de este estilo, en clave personal y existencial. La renuncia prebautismal
presenta tres modos de hacerla en clave "interrogativa" (nº 217).
661
"A la abjuración de Satanás y de sus pompas sigue en seguida la adhesión a Cristo. Esta vez el catecúmeno se vuelve hacia
el Oriente de donde viene la luz de Cristo, hacia ese Oriente que es también el camino del Paraíso y hace profesión solemne de fe en
Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo". Cfr. DANIELOU/R. du CHARLAT, o. cit., p. 57. En la liturgia neocatecumenal, una vez hecha
la renuncia y manifestado la adhesión a Jesucristo, el precatecúmeno pide entrar en el Neocatecumenado.
662
Ambas oraciones son propias de la liturgia neocatecumenal. Ya hemos apuntado en algún momento, que respecto a los
"exorcismos menores", el Ritual deja un amplio margen a la creatividad, "nada impide que las fórmulas asignadas para los
exorcismos menores, puedan repetirse en diversas circunstancias" (nº 112).
"Mira a estos hijos tuyos, que has llamado a este camino, para
revivir en ellos los tesoros de la gracia bautismal".

Segunda parte de la Celebración: Entrega de la Sal

Dentro de los ritos litúrgicos que en la Iglesia primitiva tenían lugar en el


contexto de los ritos introductorios del Catecumenado nos encontramos con el
Rito de la sal663, principalmente en las Iglesias de África del Norte 664en donde
tenía una significación de hospitalidad y de acogida665, aunque, como muy bien
señala M. Dujarier, "su utilización en la Biblia para las comidas de la alianza
permite también ver en ello un signo de unión que el nuevo cristiano contrae
con Dios en la Iglesia y de la purificación que implica" 666. Finalmente el
significado que se impuso al ser introducida en la liturgia romana del Bautismo
será la de ser "signo de sabiduría" 667. En el rito romano se le ponía al neófito sal
en la boca como símbolo de sabiduría. En todo caso, éste ha sido un rito que ha
perdurado hasta la entrada en vigor de los nuevos rituales del Bautismo668. Una
vez, que los catecúmenos habían gustado la sal, el Celebrante concluye el rito
con una oración..

En el RICA este rito prácticamente ha desaparecido, si bien es cierto que


se habla de unos ritos auxiliares dentro de los cuales se dice que "si existieran
algunas costumbres locales aptas para significar la entrada en la comunidad, v.

663
Cfr. X. LEÓN-DUFOUR, ´Sal`, en Vocabulario de Teología Bíblica, Ed, Herder, Barcelona 1990, pp. 824-825; también ver,
MANFRED LURKER, ´Sal`, en Diccionario de imágenes y símbolos de la Biblia, Ed, "El Almendro", Córdoba 1994, pp. 201-202;
O. CULLMANN, Que signifie le sel dans la parabole de Jésus?, pp. 3-43; para la significación de la sal en el Catecumenado, ver A.
STENZEL, Die Taufe, Innsbruck 1958, pp. 171-175.
664
Cfr. S. AGUSTÍN, De cat. Rud. XXVI, 50, p. 137.
665
"El rito tradicional de la imposición de la sal es a la vez un signo de hospitalidad y un signo de alianza". Cfr. M.
DUJARIER, Inciación Cristiana de Adultos, p. 59.
666
Ibid., pp. 41-42.
667
"La sal ha sido entendida como signo de la sabiduría y la palabra sabiduría (sapientia) ha sido relacionada con sapere, de
donde se deriva sabor: descubrir el sabor de la verdad, recibir y gustar este sabor, ésta era la tarea, de acuerdo con la sentencia de
Tomás de Aquino: sapiens (sabio) es aquel a quien las cosas le saben (sapiunt) tal como son, el que gusta su auténtico sabor. Por otra
parte, merece la pena recordar que ya en el Antiguo Testamento se considera a la sal como un atributo de las ofrendas: sólo gracias a
la sal adquieren las cosas sabor agradable a Dios. No obstante, este simbolismo de las ofrendas requiere una reinterpretación desde
Cristo: el hombre debe ser aderezado con la sal para ser agradable a la divinidad y para que él mismo encuentre sabor en Dios.
Necesita la sal de la pasión para emprender el camino de la verdad. La hospitalidad cristiana introduce en la comunión de la cruz y
así precisamente se convierte en sabor de la verdad". Cfr. Cardenal JOSEPH RATZINGER, Teoría de los principios teológicos, pp.
40-41.
668
En el Ritual de los Sacramentos al que venimos haciendo referencia en nuestro estudio comparativo, este "rito de la sal"
tenía lugar (en el bautismo de los niños) después de la "signación", y dentro del "bautismo de adultos por etapas" era considerado
como la "segunda etapa". El esquema de este rito era el que sigue: el Celebrante bendecía la sal con una oración, a continuación
entregaba al catecúmeno la sal con estas palabras:
N., recibe la sal de la sabiduría.
Que te sirva para la vida eterna
Catecúmeno: Amén
gr. arrojar sal u otro acto simbólico..." (nº 89) se podría utilizar; pero de hecho,
no es relevante ni significativo, sino más bien auxiliar y de poca consideración.

En el Neocatecumenado nos vamos a encontrar, de nuevo, con la


adaptación de un rito ignorado ya en los actuales rituales, que en la praxis
neocatecumenal va a ocupar un puesto relevante dentro de este gradual acceso
que el precatecúmeno va haciendo al revivir los ritos de Entrada al
Neocatecumenado. Veamos cuál es su estructura y cómo se realiza en concreto:

*Celebración de la Palabra*

La proclamación de dos lecturas del NT (cf. Ap 2,17 y Mt 5,13-16)


centran el significado del rito que se va a celebrar. Los neocatecúmenos van a
recibir en palabras de San Agustín el "sacramento de los catecúmenos", "una
piedrecita blanca, y, grabado en la piedrecita, un nombre nuevo que nadie
conoce, sino el que lo recibe" (cf. Ap 2,17)669; van a gustar la "sal de la
sabiduría" como símbolo de la incorporación a la muerte y resurrección del
Señor, como signo de purificación interior, como antídoto contra la corrupción
del espíritu y como "profecía" de lo que los neocatecúmenos estan llamados a
ser: "Vosotros sois la sal de la tierra. Mas si la sal se desvirtúa, ¿con qué se la
salará?" (cf. Mt. 5,13)670. Este gesto adquiere un profundo significado antes de
iniciar el Neocatecumenado: “Jesús a los apóstoles les inculca que tengan sal
dentro de ellos, que ellos mismos son la sal de la tierra que deben mantener su
eficacia en medio del mundo. La sal degustada es signo de la sabiduría de Dios
de la que debe llenarse el neocatecúmeno. La sal destruye la corrupción, lo que
atenta contra la vida, y conserva la vida. La sal nos hace entrar de nuevo en
Jesucristo muerto y resucitado, verdadera sal del mundo que previene al hombre
de la corrupción y le da la vida. Cada uno, como ofrenda que se ha hecho a
Dios, debe ser salado y pasado por el fuego de la cruz. Esta sal degustada es un
signo sacramental que nos lleva a entrar en la comunión con Jesucristo"671.

*Anáfora de la Sal*

669
"La piedrecita blanca (color de victoria y alegría) es la señal de la admisión en este Reino; el nombre nuevo, la renovación
interior que nos hace dignos del Reino". Cfr. Biblia de Jerusalén, nota de Ap. 2,17.
670
"Según un primer sentido posible, en relación con la sal de la alianza, esto significa que si se rompe la alianza con el Señor,
no es posible reanudarla. Según la interpretación de Mateo, el creyente debe ser la sal de la tierra, o sea que debe conservar y hacer
sabroso el mundo de los hombres en su alianza con Dios. De lo contrario, no sirven para nada, y los discípulos merecen ser
arrojados fuera (Lc 14,35)". Cfr. X. LEON-DUFOUR, o. cit., pp. 824-825. Para la interpretación exegética de este versículo, véase:
P. BONNARD, El Evangelio según San Mateo, Ed, Cristiandad, Madrid 1976, pp. 94-96. Ver también, F. FERNÁNDEZ, La sal de
la tierra: Studium Legionense 31 (1990) 63-85.
671
Cfr. El Neocatecumenado, p. 85.
En los rituales en los que aún se conservaba este rito de la sal, éste tenía
lugar después de la signación y de la imposición de manos. Se iniciaba con la
bendición de la sal672... Una vez bendecida el Celebrante pronunciaba una
oración en la que aparecía este rito en relación con el Bautismo 673, e
inmediatamente después el Celebrante ponía un poco de sal en la boca del
catecúmeno, diciendo estas palabras:

"N..., recibe la sal de la sabiduría.


Que te sirva para la vida eterna.
CAT...: Amén"674.

En la liturgia neocatecumenal de esta entrega de la sal, descubrimos una


clara influencia del ritual arriba citado, pero también nos encontramos con
modificaciones propias y originales nacidas de la creatividad litúrgica del
Neocatecumenado.

Una vez escuchada la Palabra, la Asamblea se pone en pie y el Celebrante


canta o recita la Anáfora de la Sal que tiene una finalidad bendicional. En este
texto, originario de la liturgia neocatecumenal, hay concentrada una síntesis
muy completa del significado cristológico de la sal:

"Tú has creado la sal para que significase la realidad de nuestra


participación en el misterio de la muerte y resurrección de tu
Hijo" (cf. Lc 14,33).

"Haz que esta sal reciba la gracia del Espíritu para que cuantos
la van a gustar, purificados por el fuego, lleven en sus cuerpos
el morir de Jesús para que la resurrección de tu Hijo se
manifieste en sus vidas" (cf. 2ªRr 2,19-22; 2ª Cor 4,10; Mc
9,49).

672
Cfr. "Te conjuro, sal, en el nombre de Dios Padre todopoderoso, en el amor de
nuestro Señor Jesucristo, y por la fuerza del Espíritu Santo. Te conjuro por el Dios vivo,
por el Dios verdadero, por el Dios santo, por el Dios que te creó para protección del
hombre, y mandó que fueras consagrada por sus siervos para uso del pueblo que llega a la
fe, a fin de que, en el nombre de la Trinidad santa, te conviertas en signo de salvación
para ahuyentar al enemigo. Por eso te rogamos, Señor, Dios nuestro, que santifiques y
bendigas copiosamente esta sal para que sirva de remedio eficaz a cuantos la reciban y
permanezca en sus entrañas. Te lo pedimos en el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que
ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos, y al mundo por el fuego". Cfr. Ritual de
los Sacramentos, p. 21 y 53.
Se detecta en esta oración la influencia que ha recibido de las antiguas costumbres romanas: "En Roma existía la
costumbre de poner un poco de sal en los labios del recién nacido para proteger su vida de los peligros que la
amenazaban. Según una creencia popular muy extendida, la sal repugna a los demonios". Cfr. MANFRED
LURKER, o. cit., p. 201.
673
"Dígnate escuchar a quien en tu honor inclina su cabeza hacia la fuente bautismal, para que renacido del agua y del Espíritu
Santo, y despojado del hombre viejo, se revista del hombre nuevo, creado a tu imagen, reciba la vestidura blanca e inmaculada, y
merezca servirte a ti, Dios nuestro. Por Cristo nuestro Señor". Cfr. Ritual de los Sacramentos, p. 54.
674
Cfr. Ritual de los Sacramentos, pp. 54-55. Para el Cardenal J. RATZINGER este rito tenía una significación "cuasi-
eucarística": "la inauguración en la entrega de la sal (la sal es signo de hospitalidad y, por tanto, una ´especie de preeucaristía`) en
cuanto admisión en la hospitalidad de los cristianos". Cfr. Teoría de los principios cristianos, p. 39.
Su significación histórico-salvífica:

"Oh Dios, que en tu sabiduría ordenaste a tu pueblo que te


presentara toda oblación con la sal de la Alianza. Haz que
nosotros, purificados por ti, seamos transformados en ofrenda
agradable" (cf. Lv 2,13; Nm 18,19; Ez 43,24).
Y, su significación purificadora:

"Oh Dios, has dispuesto que tus elegidos fuesen salados por
medio del fuego. Para que, habitando en ellos tu mismo amor,
fueran transformados en la sal de la tierra" (cf. Lv 21,6.8.17.22;
Mt 5,13).

"Haz que esta sal reciba la gracia del Espíritu para que cuantos
la van a gustar, purificados por el fuego...".

Una vez terminada la anáfora con la bendición de la sal, los


neocatecúmenos reciben sentados del Celebrante un granito de sal con las
palabras que nos recuerdan la de los antiguos rituales:

"Recibe la sal de la sabiduría de Dios, que ella te conserve


para la vida eterna".

Esta acción litúrgica concluye con el abrazo de la Paz, invitando el


Celebrante con palabras tomadas del texto de Mc 9,50: "Tened sal dentro de
vosotros y estad en paz los unos con los otros", y con la bendición final675.

La Entrada en el Neocatecumenado, constituye un paso decisivo en el


Camino Neocatecumenal. Se sella con una cena fraternal. Este rito queda
grabado en la memoria de los neocatecúmenos y a él harán referencia en
muchas ocasiones676. Lejos de pensar que pudiera tratarse de revivir un rito
arqueológico del pasado, la experiencia de tantos miles y miles de
neocatecúmenos certifica la profundidad y seriedad con que se prepara, la
fuerza litúrgica que contiene, la oportunidad y actualidad de los gestos y ritos
que la Iglesia de ayer empleó para iniciar a los catecúmenos y la viabilidad que
los mismos tienen para re-iniciar a los neocatecúmenos de hoy (ver tabla 28ª).

675
"El realismo de este momento es francamente impresionante, la actitud de conversión es fuerte. Nada sitúa al hombre ante
Dios, ante sí mismo y ante el mundo como este paso que ilumina y fortalece el camino de la vida. El camino de conversión no
termina nunca, pero aquí se ha dado un paso decisivo. Se ha entrado en la humildad, en la kénosis, en el vaciamiento interior, en la
experiencia de que solo Dios basta para dar paso a una etapa de sencillez, de infancia espiritual y caminar en la docilidad a la
voluntad de Dios". Cfr. A. FUENTES, El Neocatecumenado, pp. 85-86.
676
"En el segundo escrutinio se recogen cantidades sorprendentes de dinero, entregadas de forma absolutamente libre, que se
destinan en gran parte a los pobres de la parroquia. La verdad de esta renuncia, el impulso apostólico, el gozo en la precariedad que
se fía de Dios... son signos llamativos del Camino Neocatecumenal... Apoyado en la experiencia de las comunidades de un lugar y
otro, se puede afirmar que la superación del segundo escrutinio marca profundamente a los hermanos; la vida en el futuro será muy
distinta". Cfr. Mons. RICARDO BLÁZQUEZ, o. cit., pp. 76-77.
2. Celebraciones en el Neocatecumenado

Al analizar anteriormente la etapa del Neocatecumenado, he intentado


poner de manifiesto la originalidad de la praxis neocatecumenal a la hora de
articular esta etapa. Aunque evidentemente no se ajusta al iter catecumenal que
el RICA propone, no por ello deja de ser fiel al espíritu del mismo Ritual
teniendo presente que éste en lo que se refiere a las ceremonias propiamente
catecumenales, abre un vasto campo de creación litúrgica677.

El Neocatecumenado, sin duda alguna, ha desarrollado de forma creativa


y original el RICA, haciendo una adaptación del Ritual pastoralmente fecunda y
litúrgicamente bien estructurada las celebraciones que van a ir jalonando todo el
itinerario neocatecumenal. Quizá lo más sorprendente es ver la mutua trabazón
de las entregas que la Iglesia va a ir haciendo escalonadamente al
neocatecúmeno en orden a madurar y acrecentar su fe. Ya apunté cómo el CN ha
anticipado las entregas a esta etapa del Neocatecumenado siguiendo así las
indicaciones del mismo RICA: "Por razones pastorales, para enriquecer la
liturgia del tiempo de Catecumenado, las entregas se pueden trasladar y celebrar
dentro del Catecumenado al modo de rito de transición ( nnº 125-126, más los
nnº 53. 65,6)". Incluso va a añadir como novedad la entrega de la Liturgia de
las Horas y la entrega del Rosario, que no aparecen contempladas en el Ritual.

En el Neocatecumenado las tres fases de la iniciación cristiana


(Precatecumenado, Catecumenado y Elección) están divididas en etapas, y éstas
a su vez, están “jalonadas por pasos marcados por algunas celbraciones” (SCN,
art. 8&1). Todas las celebraciones que van a tener lugar a lo largo del itinerario
neocatecumenal están en función de preparar al neocatecúmeno para el
momento decisivo de la Elección, ésta es también en el Neocatecumenado el
segundo grado, es decir, "cuando madurada ya la fe, y finalizado casi el
[Neo]Catecumenado, el [neo]catecúmeno es admitido a una preparación más
intensa de los sacramentos" (nº 6,b) (en nuestro caso, ya vimos, será el tiempo
para prepararse a renovar las promesas bautismales). Sin embargo, en la praxis
neocatecumenal se da una mayor riqueza litúrgica y catequética al no concentrar
todas las entregas para un tiempo (la Cuaresma) posiblemente muy corto, dando
lugar a que la naturaleza dinamizadora de los ritos se despliegue en un tiempo
determinado. No olvidemos que la repetición reiterada de los ritos sin una
preparación catequética adecuada ha llevado, en la praxis pastoral, tantas veces
al puro ritualismo desconectado de la Vida que se hace presente en cada acción
litúrgica (SC, nº 7).

677
Cfr. RICA, nnº 20, 65,6. 98, 103, 125-126, 274-276, 280, 313.
Veamos ahora, pues, cómo están estructurados todas las celebraciones del
Neocatecumenado, la influencia que reciben de la praxis catecumenal antigua y
las diferencias o coincidencias con el RICA.

a) Celebración de la Entrega de la Liturgia de las Horas

Precede a este entrega en el Neocatecumenado -como en todas las demás-


una Convivencia678 que abre un tiempo, relativamente corto, en el que los
neocatecúmenos van a ser preparados para la primera iniciación a la oración que
se tiene en el Neocatecumenado y que se expresará con un rito en una liturgia
que preside el Obispo o un delegado suyo (SCN, art. 20, 1ª).

La estructura de la liturgia del paso de la Oración aunque no se


encuentra tal cual en el RICA, sin embargo es ciertamente fiel al modo como se
realizan los ritos litúrgicos del mismo Ritual y recoge las orientaciones
fundamentales de la Institutio generalis de Litrugia Horarum. En el Estatuto del
CN se afirma lo siguiente respecto a esta entrega: “La Iglesia realiza una
primera iniciación de los neocatecúmenos a la oración litúrgica y personal,
incluso nocturna, que culmina con las catequesis de los Evangelios sobre la
oración y con la celebración de la entrega del libro de la Liturgia de las Horas”
(art. 20,1ª). Veamos cómo se desarrolla.

*Liturgia de la Palabra *

678
En esta Convivencia las "catequesis" giran en torno al Evangelio de "La Samaritana" (cf. Jn 4,1-39). En él descubren los
neocatecúmenos todo un tratado acerca de la oración. También ellos son invitados a partir de ahora a convertirse en "adoradores
verdaderos que adoren al Padre en espíritu y verdad" (v. 23). Veremos cómo las "entregas" en el Neocatecumenado vienen
contextuadas catequéticamente con las tres grandes catequesis bautismales de la Iglesia primitiva que encontramos en el Evangelio
de San Juan (la Samaritana, el ciego de nacimiento, y la resurrección de Lázaro) y que la Iglesia proclama durante la Cuaresma.
Para un estudio de "génesis-estructural" de este tiempo, ver: THIERRY MAERTENS, “La liturgia de Cuaresma
es actual?”, en La Cuaresma catecumenado de nuestro tiempo, Ed, Marova, Madrid 1964, pp. 11-45. Y, para la
interpretación que los Santos Padres ha hecho de este evangelio de la Samaritana, ver: ADRIEN NOCENT,
Celebrar a Jesucristo (III. Cuaresma), Ed, Sal Terrae, Santander 1980, pp. 96-104. En el RICA coincide la
proclamación de este evangelio con el tercer Domingo de Cuaresma, en el que la "tradición catecumenal" ha
situado el Primer Escrutinio. Efectivamente "el camino cuaresmal hacia la Pascua del ciclo dominical A nos trae
el mensaje luminoso de esos tres encuentros con Cristo, o mejor, de Cristo con los hombres, que caracteriza el
itinerario bautismal de todo creyente. En los Evangelios tercero, cuarto y quinto de Cuaresma, la Iglesia lee el
Evangelio de Juan seleccionando cuidadosamente esas tres perícopas que suponen una catequesis progresiva
sobre el misterio de la salvación que se va a consumar en las aguas bautismales de la vigilia pascual. Como
camino catecumenal que se realiza en el tiempo de Cuaresma, "tiempo de la iluminación y de la purificación",
estos encuentros purifican e iluminan en contacto vivo con la persona de Cristo. Por eso los tres Evangelios
están insertados con mucho tino en los tres progresivos escrutinios que supone el Ritual de la Iniciación
Cristiana de Adultos...". Cfr. J. CASTELLANO, “Tres encuentros con Cristo en el camino hacia la Pascua”, en
Camino cuaresmal hacia la Pascua, Ed, CPL n. 45, Barcelona 1991, pp. 24-31.
Tiene lugar esta entrega normalmente en la liturgia de las Vísperas de la
tarde y después de una catequesis sobre la oración en la que ésta es presentada
como arma para el combate espiritual partiendo de la misma Escritura:

+ La lectura de Gn 32,4-33 donde aparece Jacob en lucha con Dios es


para los Santos Padres la imagen del combate espiritual y de la eficacia de la
oración perseverante679.

+ En Ef. 6,10-20, San Pablo describe la oración como una lucha


espiritual para la cual se precisan las armas de Dios.

+ En su Evangelio, Lucas ha concentrado todo un compendio de


iniciación a la oración para sus comunidades (10,38-42; 11,14-28)680.

Después de una catequesis sobre la oración, los neocatecúmenos son


invitados a orar durante un cuarto de hora en silencio 681, práctica que se ha
venido repitiendo durante todos los días en los que han tenido lugar las
catequesis sobre la oración682.

*Exorcismo e Imposición de manos*

Una vez concluido el tiempo de silencio y de oración, el Celebrante dice


la oración de exorcismo tomada del Ritual nº 178; exorcismo ordenado en
forma deprecativa y positivo que "muestra ante los ojos de los neocatecúmenos
la verdadera condición de la vida espiritual, la lucha entre la carne y el
espíritu..." (nº 101):

679
Cfr. ORÍGENES, Tratado sobre la oración, Ed, Nebli, Madrid 1994.
680
"La oración del Señor, en la redacción lucana, está dirigida, por tanto, a quienes no saben aún orar cristianamente y deben
aprenderlo...rezando el padrenuestro. Este forma, pues, parte de una catequesis catecumenal, siendo como el introductorio y
principal capítulo de esa catequesis oracional (Lc 11,1-13), redactada por Lucas para iniciar en los secretos de la oración cristiana
-su esencia- (Lc 11,2-4) y modalidad (Lc 11,5-13)-, a los catecúmenos venidos principalmente del paganismo a su comunidad,
consolidando a la vez la catequesis prebautismal recibida por los suyos ya fieles (cf. Lc 11,2-4)". Cfr. SANTOS SABUGAL, El
padrenuestro en la interpretación catequética antigua y moderna, p. 30.
681
A los neocatecúmenos se les enseña a orar con la "Oración a Jesús" tal y como la describe El Peregrino Ruso: "La continua
oración interior a Jesús es una llamada continua e ininterrumpida a su nombre divino, con los labios, en el espíritu y en el corazón;
consiste en representarlo siempre presente en nosotros e implorar su gracia en todas las ocasiones, en todo tiempo y lugar, hasta
durante el sueño. Esta llamada se compone de las siguientes palabras: Jesús mío, ten misericordia de mí" (p. 155). El Peregrino,
deseoso de encontrar el método a que hace referencia, continúa buscando hasta topar con estas palabras de san Simeón, el Nuevo
Teólogo: "Siéntate solo y en silencio. Inclina la cabeza, cierra los ojos, respira dulcemente e imagínate que estás mirando a tu
corazón. Dirige al corazón todos los pensamientos de tu alma. Dilo moviendo dulcemente los labios y dilo en el fondo de tu alma.
Procura alejar todo otro pensamiento. Permanece tranquilo, ten paciencia y repítelo con la mayor frecuencia que te sea posible" (p.
53). Cfr. El Peregrino Ruso, Ed, de Espiritualidad. Madrid 1984. La oración supone un "ejercicio", y los neocatecúmenos son
gradualmente iniciados a esta "lucha" diaria.
682
"La iniciación cristiana es una iniciación en la oración, en el diálogo personal con Dios para caminar en su presencia. Esta
iluminación es teórica y práctica. Por una parte, ha de descubrir el secreto y las condiciones de la oración tal como Jesús nos enseña
en el evangelio. Por otra el catecúmeno ha de ejercitarse todos los días en la oración". Cfr. ANDRÉS FUENTES, Espiritualidad del
Camino Neocatecumenal II, p. 169.
Pr.: "¡Oh Señor! En el poder que has dado a tu Iglesia y por la
victoria de tu Hijo resucitado, aparta de N..., el espíritu del
mal, de egoísmo, de pereza, que aleja al hombre de la oración y
de la contemplación del amor de Dios y le impide hacer tu
voluntad. Y, deja el sitio al Espíritu Santo Paráclito"683.

Seguidamente, el Celebrante impone las manos sobre el neocatecúmeno y


pide que descienda sobre él el Espíritu Santo:

Pr.: "Ven Espíritu Santo, desciende sobre N..., (aquí impone las
manos sobre la cabeza del neocatecúmeno), para que lleno del
gozo de tu amor, exulte de alegría y pueda alabar y bendecir a
Dios en medio de esta generación"684.
Neocat.: Amén.

*Entrega de la Liturgia de las Horas*

Finalizada esta oración de bendición, el Obispo o el celebrante delegado


hace entrega del Salterio al neocatecúmeno:

Pr.: "N... Que el Señor abra tu corazón y tus labios para que
puedas proclamar en esta generación sus alabanzas"685.

Neoct.: Amén (El neocatecúmeno besa el Salterio y vuelve a su


sitio).

Una vez concluido el rito de entrega del Libro de los Salmos, el


Celebrante tiene la homilía en la que hace hincapié en la necesidad de la oración
continua y diaria para sostener el combate de la fe. La celebración termina con
la oración de los fieles, el Padrenuestro, la Paz y la bendición final (ver tabla
29ª).

b) Celebración de la Traditio Symboli

683
Esta oración de exorcismo es original del Neocatecumenado.
684
Responde esta oración a las que en el RICA reciben el nombre de "bendiciones de los catecúmenos" y siguen su misma
ordenación litúrgica: "Las bendiciones indicadas en el nº 102 pueden ser dadas por un sacerdote o por un diácono, o también por un
catequista (cfr. nº 48), los cuales, extendiendo las manos sobre los catecúmenos, pronuncian algunas de las oraciones siguientes (nnº
121-124). Acabada la oración, los catecúmenos, si cómodamente puede hacerse, se acercan al celebrante, que impone la mano a
cada uno. Después se retiran..." (nº 119).
685
Es este un rito original con el que el CN enriquece esta etapa del Neocatecumenado que tiene como uno de sus principales
objetivos iniciar a los neocatecúmenos en la oración (RICA, nº 19.2). Para iniciar y significar este paso, afirma ANDRÉS
FUENTES, "se hace entrega solemne, en una celebración litúrgica, de la Liturgia de las Horas, a todos y cada uno de los
neocatecúmenos. Con ello, además, se les exhorta al compromiso de la oración diaria y a familiarizarse con la oración de la Iglesia".
Cfr. Espiritualidad del Camino Neocatecumenal II, p. 170.
Al año de haber recibido los neocatecúmenos la entrega del Libro de los
Salmos, los catequistas de la comunidad vuelven para hacer una segunda
entrega, la del Credo de la Iglesia, como resumen del Kerygma (SCN,art. 20,2ª).
En el marco de una Convivencia 686 se inicia este tiempo de preparación al
rito de la entrega del Símbolo que tiene lugar dentro de una liturgia solemne y
sugestiva presidida por el Obispo. El rito es ciertamente original de la liturgia
neocatecumenal por la síntesis que ha hecho entre la praxis de la liturgia
catecumenal687 primitiva, la influencia que recibe del Ritual y las adaptaciones
propias del Neocatecumenado que inserta en este momento una de las
finalidades que el RICA propone para el tiempo del Catecumenado, como es
incorporar a los catecúmenos en la misión evangelizadora de la Iglesia: "Como
la vida de la Iglesia es apostólica, los catecúmenos deben aprender también a
cooperar activamente a la evangelización y a la edificación de la Iglesia con el
testimonio de su vida y con la profesión de su fe" (nº 19,4). Pero veamos cómo
aparece estructurada esta celebración:

*Liturgia de la Palabra*

Después del saludo inicial por parte del presidente y de una breve
monición ambiental para explicar el significado de la celebración, un canto
apropiado, la proclamación de dos lecturas bíblicas688 sobre la misión (cf. Ex
3,1-14; 4, 1-17) y sobre el Kerygma post-pascual de los primeros enviados (cf.
1ª Cor 15,1-8) iluminan y actualizan la finalidad del rito. Tras esta doble
proclamación de la Palabra, precedida y acompañada de respectivas moniciones
y cantos, tiene lugar el Rito de entrega del Símbolo Apóstólico.

*Entrega del Símbolo Apostólico*

686
"Cuidadosamente y eficientemente preparados con una convivencia de tres días, -dirigida por los catequistas de la(s)
comunidad(es) respectiva(s)". Cfr. SANTOS SABUGAL, El "Símbolo de la Fe" ayer y hoy, p. 451. Esta Convivencia girará en
torno a la catequesis del Ciego de Nacimiento (cf. Jn. cap. 9). Esta es la lectura que se proclama en el cuarto Domingo de Cuaresma
y que jalona el itinerario espiritual de los catecúmenos que es sellado ahora con el Segundo Escrutinio (RICA, nnº 169-173 y 380).
Cfr. ADRIEN NOCENT, o. cit., pp. 109-113.
687
En la Iglesia primitiva a los catecúmenos se les explicaba el Credo Apostólico de forma sistemática y ellos debían
aprenderlo de memoria para recitarlo ante el obispo antes de su bautismo. San CIRILO nos dice que "al final de las cinco semanas
de instrucción, entonces reciben (los catecúmenos) el Símbolo”. Cfr. Procatequesis, 5, 12. Al finalizar esta catequesis afirma
CARLOS ELORRIAGA, “parece entregar Cirilo el Símbolo, pero se transcribe al terminar la catequesis aparte. El Símbolo
jerosolimitano no se encuentra directamente en el texto de las catequesis". Cfr. San Cirilo de Jerusalén, Ed, DDB, Bilbao 1991, p.
137. Para una exposición sistemática con la recopilación de las catequesis de algunos Santos Padres, ver: ANNE FIELD, “El Credo,
resumen de la fe cristiana”, en o. cit., pp. 63-89.
688
En el Ritual se proponen estas seis: Dt 6,1-7; Rom 10,8-13; 1ªCor, 1-8a; Jn 3,16; Mt 16,13-18; Jn 12,44-50 (nº 185).
Se inicia con una exhortación del Celebrante tomada de la Catequesis Vª
de San Cirilo de Jerusalén que se lee íntegramente689. Seguidamente se proclama
la fórmula del Ritual nº 186:

"Después de la homilía el diácono dice:

- Acérquense los elegidos (en este caso los neocatecúmenos),


para recibir de la Iglesia el Símbolo de la fe.

Entonces el Celebrante les habla con estas o parecidas palabras:

- Queridos elegidos (neocatecúmenos), escuchad las palabras


de la fe, por la cual recibiréis la santificación. Las palabras
son pocas, pero contienen grandes misterios. Recibidlas y
gustadlas con sencillez de corazón.

A continuación el celebrante comienza el Símbolo, diciendo:

- Creo en Dios,

y prosigue o bien él sólo, o bien juntamente con la comunidad de


fieles el resto del Credo"690.

En la liturgia neocatecumenal, este momento adquiere una singular


expresividad. El Credo se entrega cantándolo (los neocatecúmenos lo escuchan)
y esta entrega la hace la Iglesia adulta aquí representada por el Obispo y los
presbíteros, los catequistas y la comunidad-madre a la que éstos pertenecen691 y
que actúa como madrina de los neocatecúmenos. Finalizada la transmisión, el
Celebrante pronuncia la oración del Ritual, nº 198 en la que pide para los
neocatecúmenos que "sea una misma fe la que confiesan los labios y profesa el
corazón, y así cumplan con las obras tu voluntad".

*Diálogo con los neocatecúmenos y envío*

689
Cfr. CARLOS ELORRIAGA, San Cirilo de Jerusalén, pp. 135-137.
690
CARMELO GÓMEZ mantiene que esta fórmula del Ritual ha recibido su influencia de S. AGUSTÍN, "El RICA exhorta a
acogerse al Credo y a guardarlo, Agustín va más lejos, y expresa la función que tiene el Símbolo de ser rector de vida, al decir, que
en él han de progresar los catecúmenos. Así lo expresa el Santo de Hipona:´He aquí el Símbolo que ya se os ha ido descubriendo por
medio de las Escrituras y de los sermones de la Iglesia, a cuya breve fórmula, sin embargo, los fieles han de aferrarse y en ella han
de progresar`(cf. Sermón 212,2)". Cfr. La propuesta catecumenal en el RICA, p. 118.
691
"Cuando la comunidad designa catequistas, doctores audientium, evangelizadores itinerantes, o cuando los mismos fieles
con su ejemplo y sus palabras comunican la buena noticia, actúan como testigos y portavoces de lo que la comunidad vive, se
remiten a ella y de ella reciben valor sus palabras, en cuanto que lo que se dice se halla cumplido en la comunidad; los que van a ser
iluminados se miran en el espejo de los que han sido iluminados, quienes anuncian el amor, manifiestan la actitud de los que se
aman. De tal modo la comunidad es origen de la catequesis, que sin ella no sería posible, pues de nada sirve un testimonio sin
testigos, ni una buena noticia que no llegue a verse realizada". Cfr. RAMÓN DOMÍNGUEZ BALAGUER, Catequesis y liturgia en
los Padres. Interpelación a la catequesis de nuestros días, p. 127.
Una de las novedades y enriquecimiento que la liturgia neocatecumenal
hace a la entrega del Símbolo, es precisamente este envío misionero al que los
neocatecúmenos son invitados a adherirse a partir de este momento (SCN, art.
20,2ª).

Viene precedido este rito del envío, por la proclamación de una tercera
lectura bíblica de San Pablo (cf. Rom 10,8-17) en la que el apóstol habla sobre
la necesidad de confesar "con la boca" la Palabra creída en el corazón, para
pasar después a un diálogo en el que el Celebrante dice a los neocatecúmenos:

Pr.: ¿Aceptáis ser enviados por la Iglesia a predicar el


Evangelio?
Neoc.: Sí, aceptamos.

El Celebrante les ha interrogado si aceptan el envío a confesar la Fe [=el


Símbolo], que oficialmente la Iglesia les ha trasmitido; al "sí" de éstos responde
la proclamación del Evangelio sobre el primer envío de los doce por Jesús (cf.
Mt 10,7-10.12-42), seguidamente comentado por el Celebrante en su homilía. El
rito se concluye con un exorcismo692 pronunciado sobre cada neocatecúmeno
-que está arrodillado-, al que siguen las oraciones, la Paz y el canto final 693 (ver
tabla 30ª).

c) Celebración de la Redditio Symboli

Una vez terminado el tiempo de la evangelización por las casas, los


catequistas vuelven para preparar a los neocatecúmenos a la Redditio Symboli,
es decir la celebración de la devolución del Símbolo694, durante el tiempo de la
Cuaresma –antes de la Semana Santa-. En esta celebración, los neocatecúmenos
reviven su bautismal profesión de fe; en el Estatuto se dice que “restituyen a la
Iglesia (“Redditio Symboly”), confesando su fe y proclamando el Credo
solemnemente ante los fieles, durante la Cuaresma” (art. 20,2ª)695.
692
En todas las "entregas" del Neocatecumenado, se realiza un exorcismo, es decir una oración en la que se implora al Señor
que aparte al Maligno de los neocatecúmeno (en este momento se pide que aleje de éstos todo espíritu de error, de mal que les
impida realmente proclamar el Evangelio). Y después se invoca sobre ellos el Espíritu Santo para que los ayude y los fortalezca en
esta misión de confesar la Fe.
693
"En explícita referencia al rito de la Entrega del Símbolo, hoy re-introducido en la iniciación de los catecúmenos, se
interroga Juan Pablo II si ´no habría que encontrar una utilización más concretamente adaptada, para señalar esa etapa -la más
importante de todas- en la que un nuevo discípulo de Jesucristo acepta con plena lucidez y valentía el contenido de lo que más
adelante va a profundizar con seriedad` (CT,28): Una concreta y eficaz adaptación de la antigua "entrega del Símbolo" es
ciertamente el respectivo rito del Camino neocatecumenal". Cfr. SANTOS SABUGAL, art. cit., p. 452.
694
De este "rito" nos han llegado muchos testimonios del Catecumenado primitivo. El desarrollo del mismo lo describe así
ANNE FIELD: "A continuación los candidatos son llamados individualmente para que se adelanten y reciten el Credo. Cuando cada
uno es requerido por el diácono, es acompañado por su padrino que permanece cerca de él, luego sube a una tarima, y de forma que
toda la congregación le oiga, pronuncia el texto del Credo palabra por palabra. Esta es la solemne devolución del Credo y profesión
de fe, que él repetirá en forma abreviada cuando esté en la pila bautismal". Cfr. De las Tinieblas a la Luz, p. 166. Incluso S.
AGUSTÍN nos ha dejado constancia de la redditio symboli del famoso y conocido retórico de Roma Marius Victorinus, ver:
SUZANNE POQUE, Au sujet d´une singularité romaine de la "redditio symboli": Augustinianum 25 (Agosto) 1985, pp. 133-143.
695
En el Ritual el "rito de la recitación del Símbolo" forma parte de los ritos para la preparación inmediata (nnº 193-199).
También esta confesión pública del Credo es cuidadosamente preparada
en el Neocatecumenado con una Convivencia de tres días, dirigida por los
catequistas, en los que los momentos de oración comunitaria y personal se
alternan con catequesis sobre los signos obrados por Jesús con paralíticos (cf. Jn
5,1-18) y ciegos (cf. Jn 9,1-41), hambrientos (cf. Mc 6,30-44par; 8,1-10par) y
muertos (cf. Jn 11,1-45), seguidamente concretizadas en un cuestionario, al que
cada uno debe responder. Así se preparan de inmediato a confesar públicamente
los signos obrados por el Señor en ellos: A dar testimonio de su Credo vivido.
Esto lo hacen -tras sostener cada neocatecúmeno un detenido discernimiento
con sus catequistas- en un rito solemne y público, del todo sugestivo 696,
presidido por el Párroco, los presbíteros y cuando es posible, por el Obispo. La
profesión de Fe de los neocatecúmenos tiene lugar en el marco celebrativo de
las Vísperas de los días de la Cuaresma.

De modo descriptivo, cada día la Redditio Symboli de los


neocatecúmenos se desarrolla con el siguiente esquema celebrativo: Una breve
monición ambiental sobre la necesidad de confesar la Palabra creída (cf. Rom
19,9-10), como lo hizo Jesús "ante Poncio Pilato" y Timoteo "ante muchos
testigos" (cf. 1ª Tim 6,12-13), precede al ingreso de los neoatecúmenos
acompañados de sus catequistas; seguidamente se cantan los salmos de las
vísperas del día y a continuación se proclama la Palabra sobre la "solemne
profesión" de Timoteo (cf. 1ª Tim 6,13-16), el "tan solemne testimonio" de
Jesús (cf. Jn 18,1-19,10), la curación del sordomudo (cf. Mc 7,31-37) y otras
lecturas en las que aparece siempre la "profesión de fe" de distintos personajes
bíblicos. Tras lo cual, previa imposición de las manos y una invocación al
Espíritu Santo por el Celebrante, cada neocatecúmeno devuelve a la Iglesia -allí
representada por los presbíteros, catequistas y fieles- el Credo recibido, dando
público testimonio de su fe experimentada en un lenguaje existencial, para una
vez terminado, recitar de memoria el Símbolo apostólico 697. Como en otro
tiempo (s. IV) el convertido retórico y filósofo Mario Victorino hizo pública su
"devolución del Símbolo" en Roma, así ahora la voz del neoconfesor de la Fe
-situado también él "en un lugar eminente" de la presidencia, junto al crucifijo-
resuena conmovida y "totalmente segura", poderosa y convincente a los oídos
de la silenciosamente presente y atenta "asamblea santa"698, que suele quedar
696
En el RICA se dice que los elegidos deben aprenderse de memoria el Símbolo, y después lo pronunciarán públicamente (nnº
194-199).
697
"Durante la Cuaresma, en la parroquia y en la liturgia de las Vísperas, cada hermano confesará públicamente su fe, en
presencia de los presbíteros, de todas las comunidades y de toda la gente de la parroquia que desea asistir. Esta confesión de fe se
hace desde el presbiterio, proclamando en voz alta el Credo y añadiendo por qué y en base a qué experiencias se cree". Cfr. KIKO
ARGÜELLO, Il Neocatecumenato, p. 99.
698
San Agustín cuenta cómo el retórico de la ciudad de Roma -Victorino-, hizo pública confesión de su fe ante la "asamblea
santa": "Cuando finalmente llegó la hora de hacer la profesión de fe, que en Roma los que se van a acercar a la gracia del bautismo
suelen hacer delante del pueblo fiel, sobre un lugar elevado, con cierta y determinada fórmula, sabida de memoria, decía
Simpliciano que los sacerdotes ofrecieron a Victorino que la hiciese en secreto, como solía ofrecerse a ciertas personas que parecía
habían de azorarse por la vergüenza; pero que él prefirió hacer en presencia del concurso de los fieles la profesión de su salud.
Porque ninguna salud había en la retórica que enseñaba, y, sin embargo, la había profesado públicamente... Así, pues, luego que
siempre impresionada e impactada por el testimonio vital de los
neocatecúmenos. Una vez proclamada y profesada públicamente la Fe, el
neocatecúmeno se arrodilla ante el Celebrante, quien le impone las manos e
invoca sobre él "la fuerza del Espíritu Santo, a fin de que sea testigo" fiel del
Señor resucitado en su pueblo o ciudad, en su nación "y hasta los confines de la
tierra" (cf. Hech. 1,8; Lc 24,46-49), y para que, en toda circunstancia y ante
todos los hombres, pueda "mantener firme la confesión profesada" (cf. Heb
4,14)699. El rito se concluye con una oración del Celebrante y las preces de la
asamblea, el abrazo de la paz y la bendición final.

El Domingo de Ramos reciben solemnemente todos los neoconfesores de


la Fe una hoja de palmera verde, la palma que es a su vez símbolo del Símbolo,
signo también de su fe sólida y vertebrada, porque está arraigada en la espina
dorsal del Credo700. Apoyados en la palma subirán en procesión hacia la Iglesia
Parroquial donde celebran la Eucaristía con solemnidad y cantan por vez
primera el Credo, después de haber revivido esta dimensión martirial del
bautismo recibido. Esta palma se la llevan a sus casas y la colocan en sitios
visibles, bien en una ventana o clavada en la puerta de entrada, como memorial
perpetuo de la Fe, que han confesado y diariamente deben confesar. No sólo
eso, para los vecinos y familiares, amigos y demás visitantes, esa palma -cada
año renovada (se quema y las ´cenizas` serán utilizadas para el rito del
Miércoles de Ceniza)- es también un memorial de lo que es y debe ser: un
confesor de la Fe o, en otras palabras, un candidato al martirio. Pues el cristiano,
a quien la Iglesia entregó la Fe para que la confiese 701, es por vocación eso: un
testigo [= mártir] de la Fe, un confesor del Símbolo (ver tabla 31ª).

c) Celebración de la Entrega Padrenuestro

En el Neocatecumenado, después de un año de haber profesado la Fe, los


catequistas vuelven para hacer ya una segunda y definitiva iniciación a la
oración que culmina con la Entrega del Padrenuestro (SCN, art. 20,3ª). Tras un
periodo en el que los neocatecúmenos descubren en plenitud que por el
subió para hacer su profesión, todos los que le conocían -¿y quién había allí que no le conociese?- levantaron un murmullo
pronunciando su nombre y congratulándose; y a media voz se escapó de las bocas de todos un rumor de júbilo: ¡Victorino,
Victorino! Pronto alzaron el rumor con el placer de verle, y pronto callaron viéndole, con el gozo de oírle. Pronunció él la verdadera
fe con maravillosa entereza". Cfr. Confesiones VIII,2,4.
699
A partir de este momento, el Símbolo es para el neocatecúmeno un compañero inseparable y, más aún, un fiel amigo:
Deviene su "salvaguardia siempre presente" y su "gran defensa" tanto contra las crisis de fe como "contra las tentaciones del
adversario" por ser su "viático durante todo el tiempo de la vida". Así lo designan, respectivamente, SAN AMBROSIO, Expl. Symb.,
1.9 y SAN CIRILO, Cat. V,12.
700
"Desde el siglo VII y VIII se introdujo en la procesión del Domingo de Ramos, ligada a la bendición de las palmas, en
recuerdo de la entrada de Jesús en Jerusalén. En el arte cristiano, las ramas de palmera son atributo de los mártires; en piedras
sepulcrales de la primera época cristiana, pueden ser, además, sencillamente una alusión al premio de la victoria que el cristiano ha
recibido después de una vida de lucha. Una palmera entre otros árboles es símbolo de la cruz de Cristo; así aparece en el grabado en
cobre de Schongauer Jesús después de la tentación". Cfr. MANFRED LURKER, ´Palmera`, en Diccionario de imágenes y símbolos
de la Biblia, p. 162. Ver también, J.DANIÉLOU, “La palme et la courone”, en Les symboles chrétiens primitifs, pp. 33-48.
701
Cfr. SAN CIRILO, Cat. XVIII 32.
Bautismo han sido incorporados a un "Pueblo sacerdotal, profético y real" (cf.
1ª Pe 2,9; Ap 1,6; 5,10) que es la Iglesia, "después de tres años de constante
oración -afirma Kiko Argüello- y ayudados por el Salterio, abrazados al deseo
ardiente de proclamar el Evangelio, y ya en nuestro espíritu se empieza a oír los
vagidos de una pequeña criatura que todavía no sabe decir papá,abbá. El
Padrenuestro, recitado tres veces al día como en la Iglesia Primitiva, nos
ayudará a prepararnos a las etapas más importantes: la elección o competencia,
tiempo de alabanza"702. Pero antes de pasar a la etapa de la elección, los
neocatecúmenos reciben en una liturgia neocatecumenal la entrega de la
Oración dominical703.

Esta Entrega del Padrenuestro es preparada convenientemente por medio


de una Convivencia de tres días704, donde ayudados por catequesis bíblicas
acerca de lo que supone la "filiación divina" (cf. 1ª Carta de San Juan; Jn 8,
ect)705, los neocatecúmenos se disponen a recibir de la Iglesia como madre, a
Dios como Padre.

La celebración de la Entrega del Padrenuestro tiene una estructura


sencilla y sigue el esquema de los anteriores ya vividos por los neocatecúmenos.
Tras la liturgia de la Palabra en la que se leen las Lecturas que hacen presente la
nueva condición de hijos que tienen los cristianos por el don del Bautismo
recibido (cf. Gál 4,1-11; Rom 8,1-39; Mt 6,5-15), el Celebrante tiene un diálogo
con los Catequistas y garantes de los neocatecúmenos. Este interrogatorio está
tomado del Ritual y versa sobre tres preguntas:

1ª) ¿Asiste a las oraciones de la Iglesia? Y el garante, poniendo la mano en su hombro,


garantiza: Sí, ha asistido siempre.

2ª) ¿Ha asistido a la instrucción de los apóstoles? esto es, ¿conoce toda la instrucción
cristiana?. Sí ha hecho el Camino.

3ª) ¿Ha aprendido a poner en práctica en la vida común el Evangelio?. Sí ha


comenzado706.
702
Cfr. Il Neocatecumenato, p. 100. Ver JOACHIM JEREMÍAS, ABBA. El mensaje central del Nuevo Testamento, Ed,
Sígueme, Salamanca 1983.
703
En el Ritual "la entrega de la Oración dominical se hace durante la semana que sigue al tercer escrutinio", pero también se
puede celebrar "si se juzga conveniente, durante el tiempo del catecumenado (Cfr. nn 125-126)", incluso se da la posibilidad de que
"surgiendo alguna necesidad, se retrase para celebrarla juntamente con los ritos de preparación inmediata (Cfr. nn. 193 ss)" (nº 189).
704
En la Iglesia primitiva los usos por lo que respecta a esta entrega del Padre Nuestro varían mucho según las Iglesias "la
entrega del Pater se hace generalmente al principio de la Semana Santa. Pero en algunas Iglesias se traslada a después del bautismo,
porque se considera que el Pater es la oración específica de los cristianos y no puede decirla más que los hijos". Cfr. J.
DANIELOU/R. du CHARLAT, o. cit., p. 54.
705
"Al catecúmeno se le adentra e introduce en otros de los misterios más profundos: descubrir, meditar y saborear la filiación
divina. Es un nuevo momento de la iluminación interior para vivir el misterio del Dios revelado en Jesucristo, que nos ha llamado a
ser sus hijos de adopción por el nuevo Espíritu que se nos ha dado... Mediante una serie de catequesis se ilumina, a la luz de la
Palabra, la llamada a ser hijos, a gloriarse en el Padre, que nos llama en el Hijo, que nos incorpora a sí en el Espíritu que habita en
nosotros...". Cfr. ANDRÉS FUENTES, Espiritualidad del Camino Neocatecumenal II, p. 174.
706
En el RICA vienen así formulado este cuestionario que forma parte del Rito de la Elección o inscripción del nombre" (nº
144):
Seguidamente tiene lugar la renuncia a Satanás y una oración de
exorcismo, y a continuación, como ya se hiciera en la celebración de la Entrega
del Símbolo, la Iglesia adulta aquí representada por el Obispo, los presbíteros y
catequistas cantan el Padrenuestro y los neocatecúmenos lo escuchan y reciben.
Terminada la transmisión, el Celebrante pronuncia una oración con las manos
extendidas sobre los neocatecúmenos707 y tras el saludo de la Paz y la bendición
final concluye el rito. A partir de este momento, los neocatecúmenos cantarán el
Padrenuestro siempre que celebren la Eucaristía. También, a partir de este
momento, “en las ferias de Adviento y Cuaresma, empiezan a celebrar
comunitariamente en la parroquia, antes de ir al trabajo, los Laudes y el Oficio
de Lecturas, con un tiempo de oración contemplativa” (SCN, art. 20,3ª) [ver
tabla 32ª).

3. Celebración de la Elección y la renovación de las promesas bautismales

Al analizar la Etapa de la Elección ya hice una amplia exposición de


cómo se vive este tiempo en el Neocatecumenado. Ahora ya solamente me
centro en los ritos de la Elección que van a hacer del neocatecúmeno un fiel
cristiano708, que le preparan para la renovación de las promesas bautismales y
que ponen fin al itinerario neocatecumenal, al desembocar estos en la
comunidad cristiana.

Tras iniciar este tiempo de la Elección próxima con una Convivencia de


tres días, que normalmente coincide con el primer Domingo de Cuaresma, tal y
como se pide en el Ritual (nº 51), los candidatos a la Elección viven durante
toda la Cuaresma de forma muy intensa el Tercer Escrutinio que se tiene a lo
largo del Neocatecumenado y que persigue como finalidad discernir si la fe de
los candidatos está profundamente iluminada y si su voluntad de renovar las
promesas bautismales es firme (nº 134)709. La deliberación sobre la idoneidad de

"Y volviéndose hacia los padrinos:


- Por eso os ruego a vosotros, padrinos (y madrinas), que deis vuestro testimonio: ¿Han
escuchado fielmente la palabra de Dios anunciada por la Iglesia?
Padrinos:
- Sí, la han escuchado.
Celebrante:
- Han comenzado a caminar ante Dios, guardando la palabra recibida?.
Padrinos:
- Sí, han comenzado.
Celebrante:
- ¿Estáis unidos fraternalmente a la comunidad, y han tomado parte en sus oraciones?
Padrinos:
- Sí están unidos".
707
Adaptada a su situación de bautizados de éstos (la del Ritual la encontramos en el nº 192).
708
Durante el tiempo pascual será considerado como "neófito", ver "La Etapa del Neofitado".
709
"No basta la experiencia vivida: el Catecúmeno debe hacer un discernimiento -sólo y con la comunidad Catecumenal- tanto
de su fe iluminada, como de su voluntad deliberada... Está llegando el momento de hacer una opción fundamental para toda su vida.
La Iglesia acompaña este discernimiento a través de los Escrutinios. Cfr. J. A. VELA, Reiniciación cristiana, p. 143.
los candidatos compete a los catequistas, oído el parecer del Párroco, de los
presbíteros, de los garantes y de la misma comunidad710. Una vez admitidos los
elegidos éstos se disponen a renovar solemnemente las Promesas Bautismales
en la Vigilia Pascual, pero antes han de celebrar los tres últimos ritos del
Neocatecumenado: La inscripción en el Libro de la Vida, la Renuncia a Satanás
y la imposición de la túnica blanca. Veamos cómo se desarrollan.

*La inscripción en el Libro de la Vida*

En la tradición del Catecumenado primitivo tenemos testimonios de esta


inscripción del nombre que estaba ligada al segundo examen al que eran
sometidos los catecúmenos que pedían ser bautizados. Según J. Danielou "la
víspera del primer domingo de cuaresma, los catecúmenos que deseaban ser
bautizados daban su nombre al sacerdote encargado de esta misión. Al día
siguiente tenía lugar una ceremonia muy solemne que comprendía un examen y
la inscripción del nombre"711. Si el examen era favorable, el Obispo en persona
inscribía de su puño y letra en el Libro de la Iglesia el nombre del futuro
bautizado, que así venía a ser electus, elegido, o phôtizomenos, el que viene a
ser iluminado. No era una pura formalidad administrativa. En ese caso, habría
bastado lo que el sacerdote de servicio había hecho la víspera. Ser inscrito en el
registro, es quedar inscrito entre los ciudadanos de la Jerusalén celeste:

"Dadme vuestros nombres, para que yo los inscriba con tinta. El


Señor los grabará en tablas imperecederas, inscribiéndolos con
su propia mano"712.

En la liturgia neocatecumenal de esta inscripción nos vamos a encontrar


con una clara influencia de la praxis catecumenal antigua que el Ritual también
ha recuperado (nnº 143-151).

710
El RICA afirma que "en lo que toca a la Iglesia, la elección es como el centro de la atenta solicitud hacia los catecúmenos.
El Obispo, los presbíteros, diáconos, catequistas, padrinos y toda la comunidad local, cada uno en su orden y a su modo, después de
diligente reflexión, dé su parecer acerca de la instrucción y aprovechamiento de los catecúmenos" (nº 135). Además es "oficio del
Celebrante, es decir del Obispo o del que haga sus veces...quien debe exponer ante los presentes la decisión de la Iglesia y del
mismo modo oír, según lo pidan las circunstancias, la opinión de los presentes, averiguar la voluntad personal de los catecúmenos, y
efectuar, por último, en nombre de Cristo y de la Iglesia, la admisión de los elegidos" (nº 138).
711
Cfr. J. DANIELOU/R. du CHARLAT, o. cit., p. 45.
712
Cfr. GREGORIO DE NISA, Adversus procrastinantes, PG,46, p. 417 B; y TEODORO DE MOPSUESTIA afirma: "Desde
ahora ya estáis inscritos en el cielo". Cfr. Homilías Catequéticas, 12, 18. A partir del siglo IV, y dada entonces la costumbre,
recriminada por la Iglesia, de diferir considerablemente el bautismo, todos lo años, en epifanía, el obispo hacía un llamamiento
solemne a los catecúmenos para que dieran su nombre a la catequesis de preparación, al comienzo de la cuaresma. EGERIA nos lo
describe así en su Itinerario: "El que da su nombre, lo hace en la víspera de la cuaresma, y un sacerdote anota sus nombres... Al día
siguiente, comienzo de la cuaresma, se le coloca al obispo la sede en medio de la iglesia mayor..., después se van acercando uno a
uno los candidatos. Si son hombres, vienen con sus padrinos; si son mujeres, con sus madrinas. Entonces, por cada uno, el obispo
pregunta a los vecinos de aquel que ha entrado, diciendo: ¿Lleva una vida honesta? ¿Respeta a sus padres? ¿No es dado a la bebida
o a la mentira?... Los que son de fuera, a no ser que tengan testigos que les conozcan, logran llegar con menos facilidad al
bautismo". Cfr. EGERIA, Itinerario 45, SC 21, pp. 255-256.
Al celebrar el Primer Escrutinio ya vimos que se iniciaba con el gesto de
la Inscripción del nombre en el Libro de la Vida, ahora al finalizar el itinerario
neocatecumenal se vuelve a repetir de nuevo una segunda inscripción y se hace
en el contexto de una Liturgia de la Palabra presidida por el Obispo, los
catequistas presentan a los elegidos y le hacen al Celebrante una breve
presentación del itinerario espiritual recorrido a lo largo de tantos años por
éstos, en quienes se ha cumplido la Palabra evangélica "muchos son los
llamados y pocos los elegidos" (cf. Mt 22,14). En esta celebración se vuelven a
proclamar las Lecturas en las que aparece cómo Dios mismo es quien escribe en
el Libro de la Vida, "...no borraré su nombre del libro de la vida" (cf. Ap. 3,5;
21, 1-27), y cómo Jesús invita a alegrarse a sus discípulos no tanto por los
signos que puedan realizar sino "porque vuestros nombres estén escritos en los
cielos" (cf. Lc 10,17-24). Tras la proclamación de la Palabra de Dios, tiene lugar
un diálogo entre el Presidente y los catequistas para conocer la idoneidad de los
elegidos, siguiendo el formulario de preguntas que aparece en el Ritual nº 144,
y, una vez concluido, los elegidos se van acercando y cada uno escribe su
nombre en la Biblia de la Comunidad713. Una vez terminada la inscripción de los
nombres sobre la Biblia, el Celebrante dice una oración en la que presenta a
Dios todos y cada uno de los elegidos y pide para que se mantengan fieles a la
elección divina. Con esta oración se concluye este sencillo pero penetrante rito
(ver tabla 33ª).

*La renuncia a Satanás*

Al hablar de la Entrada en el Neocatecumenado, he afirmado que uno de


los ritos fundamentales en el Neocatecumenado es el de la renuncia a Satanás y
que la forma como la liturgia neocatecumenal ha organizado este rito recibe una
determinante influencia de la praxis litúrgica catecumenal primitiva. Ahora al
finalizar el itinerario neocatecumenal, también los elegidos son invitados a
hacer una solemne renuncia de Satanás. El rito se desarrolla según el esquema
que vimos al analizar el Segundo Escrutinio, de nuevo, va acompañado con un
signo expresivo de la renuncia (materializado en dinero). Tras la renuncia, el
Obispo pronuncia una oración de exorcismo sobre todos los elegidos que
permanecen de rodillas y seguidamente impone las manos y ora pidiendo que el
Espíritu Santo invada y sostenga en el combate de la fe a estos elegidos (ver
tabla 34ª).

*La imposición de la túnica blanca*

713
De nuevo, para este momento se compra una Biblia de Jerusalén grande y dignamente adornada que será la Biblia que usará
la comunidad cristiana constituida a partir de la Renovación de las promesas bautismales.
Este rito postbautismal, aunque no parece existir en Hipólito de Roma, sin
embargo, sí lo encontramos generalizado en el siglo IV, en Jerusalén, en Milán,
en Verona, en Antioquia y en Hipona. San Cirilo lo menciona, sin describir el
desenvolvimiento litúrgico del mismo:

"Después, has recibido las vestiduras, como prueba de que te


habías despojado de la túnica del pecado y te habías revestido
de los puros hábitos de la inocencia"714.

La vieja vestidura de corrupción y de pecado, que depone el catecúmeno


ante el Bautismo, corresponde a la misma de que fue revestido Adán después de
la caída. Se perfila, por consiguiente, como dice J. Danielou, "el paralelismo
entre la escena del paraíso, donde Adán, vencido por Satanás, fue revestido de la
corruptibilidad; la del calvario, donde Jesús, nuevo Adán, vencedor de Satanás,
se despoja de la túnica corruptible; y la del bautismo, donde el bautizado se
despoja, con las viejas vestiduras, de la corruptibilidad en que participa, por
hallarse bajo el dominio de Satanás"715.

Las vestiduras blancas expresan la pureza del alma y la incorruptibilidad


del cuerpo. Este último simbolismo es particularmente grato a Teodoro de
Mopsuestia716. El rito expresaba, por tanto, la gracia bautismal, la configuración
con Cristo, según la frase de San Pablo que recuerda San Juan Crisóstomo:
"Todos los que fuisteis bautizados en Cristo, os habéis revestido de Cristo (cf.
Gál 3,27): He ahí vuestras vestiduras"717. El vestido blanco tiene también un
significado escatológico, -afirma J. Danielou- "es signo de la resurrección de
los cuerpos. Designa también la participación en la gloria de Cristo
transfigurado, de quien se dice que sus vestidos eran blancos como la nieve"718.

Estas ideas, que a primera vista pudieran parecer un tanto acomodaticias,


están respaldadas por un fondo bíblico, que no carece de interés. Así San Pablo
afirma que el bautizado se "despoja del hombre viejo con todas sus obras" (cf.
Col 3,9). Pero el verbo empleado por el Apóstol significa propiamente
desvestirse. Con lo cual alude, sin duda, a la ceremonia en que el neófito se
despoja de sus vestidos antes de descender a la piscina del Bautismo. La
vestidura blanca que se le impone al neófito expresa la vida divina que ha
recibido el bautizado, a Cristo del que se ha "revestido" (cf. Gál 3,27)719.
714
Cfr. Catequesis 22: PG, p. 1104. Veáse también SAN AGUSTÍN, serm. 223, 1: PL 38, p. 1092. Para un conocimiento
detallado de lo que significó este rito en el Catecumenado primitivo, ver: J. DANIELOU, El rito bautismal: Phase (Abril 1996), pp.
38-43.
715
Cfr. Sacramento y culto según los Padres, Madrid 1964, p. 53.
716
Cfr. Hom. 14, 26, en L´initiation chrétinne, col, Ictys 7, París 1963, p. 140.
717
Cfr. Cat. 2, 2.
718
Cfr. J. DANIELOU/R. du CHARLAT, o. cit., p. 186.
719
"El color blanco recuerda la gloria de Jesús transfigurado, la resurrección y la victoria de los elegidos en el cielo" dice M.
DUJARIER, Iniciación Cristiana de Adultos, p. 162. Para un estudio más pormenorizado de este rito, ver S. FAMOSO, Accipe
Como puede apreciarse por los ricos testimonios que tenemos de este rito,
la imposición de la Vestidura blanca es uno de los ritos postbautismales que
cuenta con una mayor y mejor fundamentación teológica. En el RICA viene
inmediatamente después de la unción del crisma, "la unción del crisma después
del Bautismo significa el sacerdocio real de los bautizados y su adscripción en
la comunidad del pueblo de Dios. La vestidura blanca es símbolo de su nueva
dignidad" (nº 33):

"- N. y N., os habéis transformado en nuevas


criaturas y estáis revestidos de Cristo. Recibid,
pues, la blanca vestidura, que habéis de llevar
limpia de mancha ante el tribunal de nuestro
Señor Jescristo, para alcanzar la vida eterna"(nº
225).

El Ritual subraya que son los padrinos o madrinas quienes imponen a los
neófitos la vestidura blanca.

Y, ¿cómo se realiza en el Neocatecumenado? Normalmente este rito tiene


lugar el mismo Sábado Santo y se invita al Obispo para que lo presida.
Evidentemente, en el caso de elegidos, no se trata de reiterar este rito, pues por
su naturaleza es irrepetible; los elegidos ya están bautizados. Lo que a través de
este rito acontece es que la Iglesia entrega aquella vestidura blanca que
recibieron los elegidos cuando fueron bautizados de niños, para que ahora, de
adultos, una vez recorridas y revividas todas las etapas del Bautismo, signifique
y exprese la nueva condición que la Fe ha operado en ellos. La estructura del
rito es muy simple y sencilla por un parte y muy expresiva y emocionante por
otra. Reunidos todos los elegidos en la Iglesia, presidiendo la Asamblea el
Obispo o un delegado suyo, los Catequistas explican brevemente el rito, y se
proclama la Lectura del Ap 7,9-17: "Esos que están vestidos con vestiduras
blancas ¿quiénes son y de dónde han venido? Yo le respondí: Señor mío tú lo
sabrás. Me respondió: Esos son los que vienen de la gran tribulación, han
lavado sus vestiduras blancas y las han blanqueado con la sangre del
Cordero..." (vv. 13-14). Tras esta proclamación y un canto apropiado como
respuesta se pasa al rito de la entrega e imposición de la túnica blanca que cada
elegido recibe del Obispo, con palabras tomadas de la misma fórmula del Ritual
pero adaptada a su condición de bautizados:

"N..., recibe la túnica blanca, guárdala sin


mancha hasta la Vida Eterna".

La Asamblea, poco a poco, se va trasformando, se pasa de una Asamblea


multicolor a una Asamblea "blanca como la nieve" (cf. Sal. 68,15). Revestidos
vestem candidam. Origine, evoluzione e sviluppo del rito: Riv. Lit. (42), pp. 26-45; V. PAVAN, La veste bianca battesimales,
indicium escatologico nella Chiesa dei primi secoli: Augustinianum 1978,1, pp. 257-271.
con estas túnicas, los elegidos participarán en la Solemne Vigilia Pascual 720,
hasta ahora prácticamente se ha venido celebrando, allí donde se ha finalizado
el Neocatecumenado, con el Obispo respectivo en la Solemne Vigilia celebrada
en la Catedral, como Iglesia madre de toda la Diócesis (SCN, art 21&2). Y
revestidos de blancas túnicas celebrarán todas las eucaristías durante la
cincuentena pascual, en la etapa que el Ritual denomina de la Mystagogia (nnº
235-239) y que en el Neocatecumenado se llama Etapa de Neofitado721. Este
modo de celebrar, con las túnicas blancas, se repetirá cada año, al revivir los
cristianos el tiempo pascual como tiempo de gozo transfigurado por la
Resurrección con la que el Señor reviste a su Iglesia. Al finalizar el tiempo de
Pascua los cristianos guardan cuidadosamente la túnica blanca que al año
siguiente volverán a vestir en las eucaristías pascuales722. El Ritual no hace
ninguna alusión al modo de celebrar aunque sí insiste en la importancia de las
eucaristías pascuales. Para M. Dujarier "el símbolo de la vestidura tiene también
un gran valor, pero desgraciadamente no está suficientemente puesto de
relieve"723. En cambio, en el Neocatecumenado se ha hecho una verdadera
inculturación de este rito, adaptándolo a la mentalidad actual y haciéndolo
expresivo, funcional y definitivamente litúrgico. Sólo quien ha asistido a alguna
Eucaristía pascual con estas comunidades cristianas parroquiales puede
ponderar la dignidad de la Asamblea, la solemnidad con que se celebra, y la
fuerza que adquieren todos los signos (ver tabla 35ª).

IV. CONTENIDOS DEL NEOCATECUMENADO: ANÁLISIS Y


VALORACIÓN
720
"El vértice de toda la formación será generalmente la Vigilia Pascual, en la que los adultos profesarán su fe bautismal..."
(RICA, nº 304). "La renovación de las promesas del Bautismo realizada, a ser posible, en la Vigilia pascual con toda la comunidad
cristiana, y en la que, junto a la renuncia al hombre viejo, los adultos realizan la confesión pública de la fe, meta final de la
catequesis adultos" (CA, nº 119).
721
Estas eucaristías -ya hicimos referencia a ellas- se viven en "atmósfera espiritual esponsal" que encuentra su
fundamentación en las fuentes neotestamentarias. El desposorio de Cristo y la Iglesia viene representado en un banquete (cf. Mt
22,1-14; Lc 14,16-24). Para entrar en este banquete se necesita el traje de boda. Uno que no lo llevaba, el rey, airado, lo echó fuera
(cf. Mt 22,13). En la iniciación cristiana el traje de boda es la vestidura blanca. El tiempo de la Mystagogia en el que los neófitos
adquieren una "inteligencia más plena y fructuosa de los misterios se adquiere con la renovación de las explicaciones y sobre todo
con la recepción continuada de los sacramentos" (nº 38), especialmente de la Eucaristía que los neófitos que han renovado las
promesas bautismales celebran con el "traje de boda" que es "de lino deslumbrante de blancura -el lino son las buenas obras de los
santos-" (cf. Ap 19,8). Por eso en este tiempo, el Ritual invita al "ejercicio de la caridad" (nº 37).
722
Ya vimos cuando analicé el tiempo de la Mystagogia, que en el Catecumenado clásico, los neófitos permanecían con las
vestiduras blancas durante siete u ocho días tanto en casa como en la Iglesia, pero aunque el resto del tiempo ya celebraban sin las
túnicas, he aquí como alienta SAN AMBROSIO a sus cristianos tomando ocasión de este rito: "Durante la semana pasada vuestras
hermosas vestimentas blancas han atraído la atención de todos. Aún cuando ya no vais a usarlas más, todavía podéis incitar a todos
los que os vean a glorificar a Dios y a seguir vuestro ejemplo, conservando la túnica real de vuestra inocencia en toda su belleza,
caminando en el Espíritu y sirviendo al Señor con todas vuestras fuerzas. Brille así vuestra luz delante de los hombres, dice nuestro
Señor en el evangelio para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos (Mt 5,16). No es por
usar una vestimenta distintiva, sino por su modo de vida, como los Cristianos atraen a los no creyentes al Señor..." Cfr. ANNE
FIELD, o. cit., p. 235.
723
Cfr. Iniciación Cristiana de Adultos, p. 176.
Una vez que hemos desentrañado la naturaleza litúrgico-catequética del
Neocatecumenado, en este capítulo, vamos a intentar descifrar -de un modo
sistemático- cuáles son sus grandes aportaciones a la vida de la Iglesia en
campos tan fundamentales como el de la teología, la catequesis y la transmisión
de la fe hoy a la siguiente generación.

En los cuatro capítulos precedentes he trabajado con un criterio más


histórico-sistemático con la intención de acercarnos a las grandes intuiciones de
la pastoral catecumenal de la primitiva Iglesia (capítulo primero); también para
ver el lento pero progresivo desarrollo eclesial y pastoral de la intuición
conciliar de restaurar el Catecumenado (capítulo segundo); para descubrir las
posibilidades reales que ofrece el RICA en orden a poder desarrollar un
itinerario catecumenal, también con bautizados (capítulo tercero); me he
detenido más en mostrar cómo de hecho el Neocatecumenado hace una
adaptación creativa y fecunda del RICA descubriendo que nos encontramos con
una concreción pastoral conseguida de un Catecumenado postbautismal
(capítulo cuarto); ahora, intentaré acercarme a esta realidad eclesial desde un
método más crítico-sistemático, a fin de proyectar lo que son sus aportaciones
más logradas en relación con la Palabra de Dios (cómo es acogida, transmitida,
celebrada, estudiada, orada...). En la medida en que la actividad esencial del
tiempo neocatecumenal está dedicado a la catequesis, voy a intentar mostrar qué
lugar ocupa la Escritura y qué contenidos catequéticos se transmiten a lo largo
de todo el proceso de iniciación cristiana que se desarrolla en este camino de
maduración de la fe.

1. La centralidad de la Palabra en la Iglesia

El Concilio Vaticano II, precedido y preparado por los movimientos


litúrgico, ecuménico y bíblico, de hecho, y quizá más allá de la conciencia y de
las intenciones de los Padres conciliares -sostiene E. Bianchi- “liberó la palabra
y terminó con el exilio de las Sagradas Escrituras. Estoy cada vez más
convencido de que, entre todas las recepciones conciliares, la más epifánica es
precisamente esta restitución de la palabra al pueblo de Dios”724.

Efectivamente, el Concilio Vaticano II quiso restablecer “una lectura de la


Sagrada Escritura más abundante, más variada y más apropiada” (SC, nº 35), y
“fomentar aquel amor suave y vivo hacia la Sagrada Escritura que atestigua la
724
Cfr. “Carácter central de la Palabra de Dios”, en G. ALBERIGO-J.P. JOSSUA, Recepción del Vaticano II, Ed,
Cristiandad, Madrid, 1987, pp. 150-174. Para este teólogo “fue muy importante la decisión tomada pocos días después de la
apertura del Concilio de entronizar al comienzo de cada sesión, como se había hecho en el concilio de Éfeso, en el de la
unión de Ferrara-Florencia y en el Vaticano I; porque este gesto significaba poner a la asamblea bajo el primado y la
soberanía de la palabra” (pp. 152-153).
venerable tradición de los ritos tanto orientales como occidentales” (SC, nº 24).
Para ello, dispuso que se abrieran con mayor amplitud “los tesoros bíblicos de la
Iglesia” en la “mesa de la Palabra de Dios” (SC, nº 51; DV, nº 21; PO, nº 18) 725.
Esta apertura conciliar ha producido -en palabras de Mons. Julián López- “uno
de los mayores frutos del Concilio Vaticano II al haber posibilitado el
conocimiento y la estima del pueblo cristiano hacia la Palabra de Dios. El uso
de las lenguas modernas en la liturgia, la abundancia de versiones y ediciones
de la Biblia, el esfuerzo realizado en la catequesis, en la predicación, en la
teología y en la espiritualidad, para fundamentarlo todo en la Palabra de Dios,
han contribuido a un contacto cada vez más frecuente e intenso de todos los
fieles con la Sagrada Escritura”726.

El esquema de la Constitución Dei Verbum, desde su primer parágrafo, se


sitúa como texto conciliar, en la dinámica misma de la Palabra de Dios que se
revela al mundo:

“La Palabra de Dios la escucha con devoción y la proclama con


valentía el Santo Concilio, obedeciendo a aquellas palabras de
Juan: ´Os anunciamos la vida eterna: que estaba junto al Padre y se
nos manifestó. Lo que hemos visto y oído os lo anunciamos para
que también vosotros vivais en esta unión nuestra, que nos une con
el Padre y con su Hijo Jesucristo` (1 Jn 1,2-3). Y así, [...] este
Concilio quiere proponer la doctrina auténtica sobre la Revelación
y su transmisión: para que todo el mundo escuche y crea, creyendo
espere, esperando ame” (DV, nº 1).

Este preámbulo solemne presenta lo que podríamos llamar una


concepción dinámica de la Palabra de Dios: el Concilio, rompiendo con ciertas
tradiciones teológicas, que habían hecho de la Revelación bíblica un repertorio
estático y fijado de verdades dogmáticas formuladas según una modalidad,
propone aquí en expresión de D. Bourgeois “una visión mucho más tradicional
según la cual la Palabra de Dios es un fuerza, una virtud dinámica, una persona
que se lanza desde el corazón de Dios y viene a morar entre los hombres... De
este modo se ve la eficacia de esta Palabra divina: sale de Dios para investir,
arrastrar en su movimiento toda la creación, unir en la fe, la esperanza y la
caridad a todos los hombres, destinatarios de esta Palabra, y reunirlos en el
corazón de Dios, de donde había brotado”727.

725
Cfr. S. LYONNET, “La elaboración de los capítulos IV y VI de la ´Dei Verbum`”, en R. LATOURELLE (ed.), Vaticano
II. Balance y perspectivas, Ed, Sígueme, Salamanca 1989, pp. 117-149.
726
Cfr. Exhortación pastoral, La Palabra de Dios en la iniciación cristiana y en la vida de la comunidad parroquial, Ciudad
Rodrigo 1995, p. 2. Parte de esta exhortación fue publicada bajo el título de “Revalorizar la Palabra de Dios”, en Celebrar la
Liturgia de la Palabra, CPL. 70, Barcelona 1996, pp. 9-28.
727
Cfr. Para una lectura pastoral de la ´Dei Verbum`, en La Pastoral de la Iglesia, Ed, Edicep, Valencia 2000, p. 193.
En este texto, el mismo Concilio, es decir, la asamblea del colegio
episcopal confesando en nombre de toda la Iglesia y para ella misma la fe de la
Iglesia en el poder de esta Palabra, se reconoce a sí mismo -y, por consiguiente,
a la misma Iglesia- como totalmente asido y dinamizado por el poder de esta
Palabra. Esta última, sin perder nada de su transcendencia, se convierte en el
bien propio de la Iglesia, que la escucha y la proclama. Y cuando la proclama,
es el mundo entero el que oye esta Palabra, cree en ella, encuentra por ella la
esperanza y ama al Dios vivo, que es su fuente. Así pues, todo el dinamismo de
la Palabra de Dios es una fuerza de lo alto, que se apodera de los que la
escuchan y los asocia a su movimiento mismo de vuelta a Dios, convirtiendo a
los oyentes en heraldos y testigos.

La importancia central de la Palabra de Dios contenida en la Escritura


está atestiguada por la relación establecida con la tradición y por el
reconocimiento explícito de que , respecto a ella, “el magisterio no está por
encima de la palabra de Dios, sino a su servicio” (DV, nº 10) 728. El cap. VIº de
la Constitución, relativo a su lugar en la Iglesia, es uno de los lugares más
adecuados para mostrar el cambio de perspectiva que se produjo durante los
trabajos del Concilio, en concreto el nº 21:

“La Iglesia siempre ha venerado la Sagrada Escritura, como lo ha hecho con el


Cuerpo de Cristo, pues, sobre todo en la sagrada liturgia, nunca ha cesado de
tomar y repartir a sus fieles el pan de vida que ofrece la mesa de la palabra de
Dios y del Cuerpo de Cristo. La Iglesia ha considerado siempre como suprema
norma de fe la Escritura unida a la Tradición, ya que, inspirada por Dios y
escrita de una vez para siempre, nos transmite inmutablemente la palabra del
mismo Dios; y en las palabras de los Apóstoles y los Profetas hace resonar la
voz del Espíritu Santo. Por tanto, toda la predicación de la Iglesia, como toda
la religión cristiana, se ha de alimentar y regir con la Sagrada Escritura. En los
libros sagrados, el Padre, que está en el cielo, sale amorosamente al encuentro
de sus hijos para conversar con ellos”729.

Para E. Bianchi, a partir de Dei Verbum, “se deduce que la importancia


central de la palabra está regulada y precisada en los cuatro ámbitos que
constituyen la vida de la Iglesia; en la liturgia, efectivamente, ´a través de las
Escrituras, Dios conversa con los hombres y resuena la voz del Espíritu Santo`
(nº 21); la predicación debe ´estar alimentada y regulada por la Sagrada
Escritura` (ibid.); la teología debe ´basarse en la palabra de Dios como
fundamento perenne`, y centro debe ser el estudio de la palabra (nº 24); y,
finalmente, la vida cotidiana de los fieles debe caracterizarse por la asiduidad a
728
La Iglesia, nuevo pueblo de Dios, está llamada, por tanto, a escuchar continuamente la Palabra de Dios y a ponerla en
práctica (cf. Jn 14,15; Rom 10,8-17) porque ha de vivir de esta Palabra. Por esto en la Asamblea extraordinaria del Sínodo de
los Obispos de 1985, se denominó a sí misma “Iglesia bajo la Palabra de Dios” que “celebra los misterios de Cristo para la
salvación del mundo”. Cfr. Relación final, en SÍNODO 1985, Documentos, Madrid 1985, p. 3
729
Para un estudio en profundidad de este capítulo de la DV, ver, C. M. MARTINI, “La Sacra Scrittura nella vita della
Chiesa”, en La Constituzione Dogmatica sulla Divina Rivelazione, Turín 1966, pp. 265-305.
las Escrituras (nº 25). La palabra es colocada, por tanto, en la vida de la Iglesia
con toda su primacía y soberanía, que hace de todo ministerio un servicio de la
palabra y de todo cristiano un siervo de la palabra (cf. Lc 1,2 y Hch 20,24)”730.

A los 20 años de la clausura del acontecimiento conciliar, la Iglesia quiso


celebrar y reavivar -de nuevo- el espíritu conciliar a través de la celebración de
un Sínodo Extraordinario. En él se levantó acta de las aportaciones que el
Concilio Vaticano II había dado a la vida de la Iglesia, partiendo de las cuatro
grandes Constituciones (LG, GS, SC y DV). Pero, también, se señalaron las
lagunas en la recepción de las mismas731. En concreto, y por lo que se refiere a la
constitución Dei Verbum, en la Relación final, se dirá que “también para esta
constitución es necesario evitar una lectura parcial. Principalmente la exégesis
del sentido original de la Sagrada Escritura, que está recomendada fuertemente
por el Concilio (cf. DV 12), no puede ser separada de la viva tradición de la
Iglesia (cf. DV 9) ni de la interpretación auténtica del magisterio de la Iglesia
(cf. DV 10)”732.

Cuando nos acercamos al origen del Camino Neocatecumenal en las


barracas de Palomeras, nos hemos encontrado con la centralidad y la fecundidad
de una Palabra que puso en movimiento a una serie de personas desplegando un
dinamismo evangélico y evangelizador de consecuencias imprevisibles en aquel
momento en el que esta Palabra estaba siendo sembrada como una semilla de
mostaza (cf. Mt 13,31-32). Kiko Argüello, recordando estos momentos
fundantes del Camino Neocatecumenal les decía a los Obispos de
Latinoamérica:

“Entonces allí empezó todo a moverse. Nos reuníamos a celebrar la Palabra


con los gitanos. José Agudo me traía de su zona a un grupo; de nuestra zona
venía otro grupo; de la zona de Carmen venía otro grupo. ¿Y qué es lo que
hacíamos? Me pedían que hablara de Jesucristo y yo verdaderamente no sabía;
entonces abría la Escritura y leía. Y vi el amor que Dios tenía a los pobres
porque de pronto se me unificó la Escritura y hablaba; yo mismo aprendía de
lo que hablaba. Me di cuenta que esto era el amor que Dios tenía a esa gente;
era impresionante. Ha habido gente atea que ha llegado a las barracas y viendo
aquello se ha convertido a Jesucristo”733.
730
Cfr. E. BIANCHI, o. cit., p. 159. Según D. BOROBIO, “después del Vaticano II, es cierto que se ha dado un verdadero
progreso en la participación de los laicos en todos los servicios a la Palabra: desde la evangelización y catequesis a la
enseñanza y la reflexión teológica, desde la predicación a la colaboración en Sínodos y Concilios... Pero no podemos
desconocer que persisten todavía no pocos prejuicios y suspicacias en algunos obispos y sacerdotes respecto a la capacidad y
hasta conveniencia de que los laicos participen en esta tarea: así sucede en la predicación, en la enseñanza sobre todo en
Facultades de Teología, en su intervención para determinar planes de pastoral en relación con la Palabra...”. Cfr. Misión y
ministerios laicales, p. 28.
731
Cfr. D. BOROBIO, “La recepción del Concilio por movimientos cristianos postconciliares en España”, en o. cit., pp. 37-
69.
732
Cfr. Relación final II, B) 1, en o. cit., p. 12.
733
Cfr. KIKO ARGÜELLO, Convivencia de Santo Domingo-1992, (por manuscrito), p. 10. Esta experiencia la interpreta el
iniciador del CN de la siguiente forma.: “Dios ha hecho que en las barracas apareciera una síntesis teológico-catequética que
tiene como centro el Kerigma. Esto es, la resurrección de Jesucristo, la victoria de Cristo sobre la muerte”. Cfr. Id., Anuncio
Después de casi 40 años de praxis neocatecumenal, en el Estatuto del CN
se dice que “para profundizar la Escritura ´con la inteligencia y el corazón de la
Iglesia`, los neocatecúmenos se ayudan sobre todo de la lectura de los escritos
de los Padres, de los documentos del Magisterio, en especial del Catecismo de
la Iglesia Católica, y de obras de autores espirituales” (art. 12&4). Ver en qué
medida la centralidad de la Palabra es un elemento constitutivo del
Neocatecumenado, descubrir el lugar que ocupa en cada una de las etapas del
itinerario neocatecumenal, y descifrar las claves hermenéuticas de su
comprensión, aceptación y puesta en práctica, son algunos de los objetivos que
me propongo clarificar.

a) Importancia de la Palabra en la Iniciación cristiana

Ya he apuntado en algún momento que el Catecumenado es el tiempo


fuerte del itinerario de iniciación cristiana y es un tiempo de gran
responsabilidad; exige que se hagan madurar las disposiciones de ánimo
manifestadas por los candidatos en el momento del Rito de Admisión (RICA, nº
19). Ello exige, por lo común, un aprendizaje debidamente prolongado en el
tiempo (nº 20), de tal modo que los catecúmenos "sean adecuadamente iniciados
en los misterios de la salvación, en la práctica de las costumbres evangélicas y
en la sucesiva celebración de los sagrados ritos y sean conducidos por el camino
de la fe, de la liturgia y de la caridad del pueblo de Dios" (nº 98; y también nº
99). No se trata sólo de una preparación a los sacramentos, sino de una
verdadera escuela de vida cristiana consistente en aprender a vivir la fe de la
comunidad eclesial. Ni siquiera se trata sólo de un tiempo de instrucción, sino
de conversión, oración y liturgia, de profesión de fe y de testimonio734.

Este aprendizaje se realizará, fundamentalmente, a través de las


celebraciones de la Palabra de Dios, “adaptadas al tiempo litúrgico y ventajosas
para la instrucción de los catecúmenos” (RICA, nº 100), y a las catequesis que
en medio de ellas se imparten, catequesis que, según el Ritual, han de dirigir los
presbíteros, los diáconos y catequistas y que tendrán como objetivo conducir a
los catecúmenos “no sólo a un conocimiento conveniente de los dogmas y los
preceptos, sino también al íntimo conocimiento del misterio de la salvación,
cuya aplicación a sí mismos deben considerar” (nº 19,1). Estas celebraciones, se
dirá más adelante, deben ser concebidas como una escuela de oración y de
asimilación afectiva de los contenidos de la revelación: una experiencia vivida
de Cuaresma-1989, (por manuscrito), p. 4. Esta síntesis es también reconocida en el Decreto de Aprobación del Estatuto del
CN: “ Con el paso del tiempo, este kerigma se concretizó en una síntesis catequética basada en el ´trípode ´Palabra de Dios-
Liturgia-Comunidad` que trata de conducir a las personas a una comunión fraterna y a una fe madura”. Cfr. Statuta, p. 17.
734
Para C. FLORISTÁN el Catecumenado no es una escuela "sino lugar de iniciación en el que se descubre ya que la fe es
fundamentalmente experiencia. La iniciación es un proceso en el seno de una comunidad", en El Ritual de la iniciación cristiana de
adultos, p. 260.
de estos contenidos y una forma de iniciación al culto de la comunidad (nnº
106-108)735.

La descripción más completa del Catecumenado se encuentra en el nº 19


del RICA, que recoge la doctrina contenida en AG, nº14. Si el tiempo del
Precatecumenado puede ser definido como un tiempo de búsqueda con vistas a
una opción por el Evangelio, el Catecumenado -en cambio- va a ser descrito
como un tiempo de maduración con vistas a la confesión de fe: "Es un tiempo
prolongado...en el que se les ayuda (a los candidatos) para que lleguen a la
madurez las disposiciones de ánimo manifestadas a la entrada" (nº 19). Va a ser
por tanto el Catecumenado un proceso orgánico, integral y básico de formación
cristiana cuya finalidad procura hacer que madure en el catecúmeno la
vinculación a Jesucristo, en la Iglesia, para el servicio al mundo. Esto se ha de
conseguir -señala el RICA- por cuatro caminos: 1º) Una catequesis apropiada
que conduzca al conocimiento sapiencial del misterio de la salvación; 2º) Una
ejercitación en la práctica de la vida cristiana que exprese el cambio de
mentalidad y de costumbres; 3º) Una iniciación a la oración y vida litúrgica; 4º)
Una iniciación en la actividad evangelizadora de la Iglesia.

En estos cuatro caminos, el papel que va a jugar la Palabra de Dios va a


ser decisivo. Veamos ahora los documentos en los que encontramos los
referentes de la Palabra de Dios con la que los catecúmenos van nutriéndose y
madurando en las cuatro dimensiones arriba citadas.

b) Documentos donde se encuentran los referentes de la Palabra

El primer documento donde nos encontramos los referentes de la Palabra


lo tenemos en la Sagrada Escritura, según Dei Verbum, nº 21: “La Iglesia ha
considerado siempre como suprema norma de su fe la Escritura unida a la
Tradición, ya que, inspirada por Dios y escrita de una vez para siempre, nos
transmite inmutablemente la palabra del mismo Dios [...]. Por tanto, toda la
predicación de la Iglesia, como toda la religión cristiana, se ha de alimentar y
regir con la Sagrada Escritura”.

Siguiendo este principio conciliar fundamental, en Catechesi tradendae


se señala e indica que la fuente de donde la catequesis toma su mensaje es la
misma Palabra de Dios: “La catequesis extraerá siempre su contenido de la
fuente viva de la Palabra de Dios, transmitida mediante la Tradición y la
735
En los nnº 18,19, 37, 108, 110, 119, 128... del RICA, se habla de la importancia de la Palabra de Dios, para guiar a los
catecúmenos hacia la comprensión y vivencia de los misterios cristianos. Para una mayor profundización en este punto, ver:
PEDRO FERNÁNDEZ, La liturgia de la Palabra de Dios, pp. 72-92; JESÚS LÓPEZ, Escuchar la Palabra, objetivo
catecumenal, pp. 399-432; FERNANDO IBÁÑEZ, La Sagrada Escritura, fuente de la Catequesis, pp. 282-296; ALFONSO
DE LA FUENTE, La interpretación de la Sagrada Escritura en la Catequesis, pp. 297-308.
Escritura, dado que la Sagrada Tradición y la Sagrada Escritura constituyen el
único depósito sagrado de la Palabra de Dios confiado a su Iglesia” (CT, nº 27).
Y en el Directorio General para la Catequesis de 1997 se hablará de la fuente y
las fuentes del mensaje de la catequesis, de este modo: “Todas éstas son las
fuentes, principales o subsidiarias, de la catequesis, las cuales de ninguna
manera deben ser tomadas en un sentido unívoco. La Sagrada Escritura ´es
Palabra de Dios en cuanto que, por inspiración del Espíritu Santo, se consigna
por escrito`; y la Sagrada Tradición ´transmite íntegramente a los sucesores de
los apóstoles la Palabra de Dios que fue a éstos confiada por Cristo Señor y por
el Espíritu Santo`. El Magisterio tiene la función de ´interpretar auténticamente
la Palabra de Dios` realizando -en nombre de Jesucristo- un servicio eclesial
fundamental. Tradición, Escritura y Magisterio, íntimamente entrelazados y
unidos, son ´cada uno a su modo`, fuentes principales de la catequesis” (nº
96)736.

Por tanto, la fuente viva de la Palabra de Dios y las fuentes que de ella
derivan y en las que ella se expresa, proporcionan a la catequesis los criterios
para transmitir su mensaje a todos aquellos que han tomado la decisión de
seguir a Jesucristo. Tradición, Escritura y Magisterio, íntimamente comunicados
y vinculados, son ´cada uno a su manera` las fuentes principales de la
catequesis737.

Las fuentes de la catequesis tienen cada una su propio lenguaje, que


queda plasmado en una rica variedad de documentos de la fe (CC, nº 144). La
catequesis es tradición viva de esos documentos: perícopas bíblicas, textos
litúrgicos, escritos de los Padres de la Iglesia, formulaciones del Magisterio,
símbolos de la fe, testimonio de los santos, reflexiones teológicas.

Tras la aparición del Catecismo de la Iglesia Católica (1992), en la


lectura eclesial de la Escritura, hecha a la luz de la Tradición, aquel va
desempeñar un papel importante y de decisiva transcendencia, según el
Directorio, “la Sagrada Escritura y el Catecismo de la Iglesia Católica se

736
En la formulación de este número, se deja ver la decisiva ´influencia`del cardenal J. RATZINGER, a partir de la lección
que pronunció en París y Lyon en 1983, que ha supuesto un verdadero ´jalón` y giro a la vez en todo el movimiento
catequético, ver, Transmisión de la fe y fuentes de la fe: Scripta Theologica 15 (1983/1), pp. 9-29.
737
Para el Cardenal CASTRILLÓN “Las ´fuentes` de la catequesis tienen cada una de ellas su lenguaje, que recibe forma a
través de una rica variedad de ´documentos de la fe`. La catequesis es tradición viva de tales documentos. Hoy no se puede
prescindir de la aportación del Catecismo de la Iglesia Católica como síntesis orgánica de la fe a nivel universal”. Cfr. “El
Directorio General para la Catequesis: motivos y criterios de la revisión”, en A. CAÑIZARES - MANUEL DEL CAMPO
(Eds), o. cit., p. 47. ANTONIO CAÑIZARES sostiene también que “la catequesis se ha beneficiado ampliamente de la
presencia de las Escrituras como fuente primera y principal de sus enseñanzas. A través de la catequesis se ha producido una
mayor difusión y utilización de la Palabra de Dios en la conciencia general de los fieles. Ella, en efecto, junto con la Liturgia,
ha vehiculado bastante bien la renovación bíblica y la devolución de la Biblia al pueblo cristiano, como quiso el Vaticano II”.
Cfr. “Veinte años de catequesis después del Concilio en España”, en ADOLFO GONZÁLEZ (Ed.), o. cit., p. 156.
presentan como dos puntos de referencia para inspirar toda la acción
catequizadora de la Iglesia en nuestro tiempo” (nº 128)738.

c) Contenidos fundamentales de la fe

Cuando hablamos ahora de los contenidos fundamentales de la fe en sí


nos estamos refiriendo a aquello en lo cual la catequesis quiere iniciar a los
catecúmenos y desea transmitir a los catequizandos: la fe cristiana, la
celebración del misterio cristiano, la vida en Cristo y la oración cristiana 739.
Podríamos hablar también de lo objetivo de la fe y decir qué es lo que nos
precede a los cristianos desde el principio, aquello que nosotros no creamos sino
creemos, lo que constituye la tradición apostólica, lo objetivo de la fe es el bien
común de la Iglesia, recibido del Señor740.

En el capítulo segundo del Directorio general para la Catequesis se


reflexiona sobre el contenido de la catequesis tal y como la Iglesia lo expone en
la síntesis de fe que oficialmente elabora y propone en sus Catecismos. “La
Iglesia ha dispuesto siempre -se afirma en el documento- de formulaciones de la
fe que, en forma breve, condensan lo esencial de lo que Ella cree y vive: textos
neotestamentarios, símbolos o credos, fórmulas litúrgicas, plegarias eucarísticas.
Más tarde ha considerado también conveniente explicitar de modo más amplio
la fe, a manera de una síntesis orgánica, por medio de los Catecismos que, en
numerosas Iglesias locales, se han ido elaborando en estos últimos siglos. En
dos momentos históricos, con ocasión del concilio de Trento y en nuestros días,
se ha considerado oportuno ofrecer una exposición orgánica de la fe mediante
un Catecismo de carácter universal, como punto de referencia para la catequesis
en toda la Iglesia. Así, en efecto, ha procedido Juan Pablo II, al promulgar el
Catecismo de la Iglesia Católica el 11 de octubre de 1992" (DGC, nº 119)741.

738
Mons. LORENZO CHIARINELLI afirma con rotundidad que “el Catecismo de la Iglesia Católica es texto de referencia
para la transmisión de la fe”. Cfr. “El Catecismo de la Iglesia Católica punto de referencia para los catecismos nacionales”,
en A. CAÑIZARES - MANUEL DEL CAMPO, o. cit., p. 353.
739
Cfr. R. BLÁZQUEZ, “Lo objetivo y lo subjetivo de la fe o la fe fielmente transmitida y vitalmente recibida”, en
Transmitir el Evangelio de la verdad, pp. 103-115.
740
En expresión de J. RATZINGER, “La Iglesia es algo más que una asociación que se da sus propios estatutos y
reglamentos y cuyas actividades son la suma de cada uno de sus miembros, y nada más. Ella misma es dada siempre de
nuevo desde fuera; vive de la palabra que la encontró primero; vive de los sacramentos que no puede hacer, sino solo
recibir”. Cfr. Teoría de los principios teológicos, p. 42.
741
“La intención profunda del Catecismo de la Iglesia Católica, al final del segundo milenio y a principios del tercero es
ofrecer una exposición global, unitaria y orgánica de la fe; anunciar al hombre la buena nueva, capaz de reinterpretar la vida
y la historia en el diálogo con Dios que se revela y se da en nuestro Señor Jesús, Cristo y Salvador”. Cfr. L.
CHIARINELLI, “El Catecismo de la Iglesia Católica punto de referencia para los catecismos nacionales”, en A.
CAÑIZARES - MANUEL DEL CAMPO, o. cit., p. 346. Para un acercamiento a los ´contenidos` del Catecismo, ver la
Segunda parte del libro editado por OLEGARIO G. DE CARDEDAL - JUAN A. MARTÍNEZ, El Catecismo posconciliar.
Contexto y contenido, pp. 111-217.
La Iglesia está llamada a realizar la trasmisión de la fe a través de toda la
vida: “Lo que los apóstoles trasmitieron comprende todo lo necesario para una
vida santa y para una fe creciente del Pueblo de Dios; así la Iglesia con su
enseñanza, su vida y su culto, conserva y transmite a todas las edades lo que es
y lo que cree” (DV, nº 8). Pero de un modo particular y a la vez eminente, la
Iglesia entrega la vida que tiene, trasmite la vida que vive y engendra en ella por
la iniciación cristiana. Por su parte la catequesis, en cuanto acto de tradición
viva, es uno de los modos principales de esta transmisión, que comunica y hace
entrega de la fe a través de cuatro vías, como expresa el Catecismo de la Iglesia
Católica: el símbolo de la fe, los sacramentos, el decálogo y la oración del
Señor742.

En consecuencia, la transmisión de la fe que es necesario garantizar


mediante la catequesis de iniciación cristiana integra un conjunto de realidades
íntimamente unidas: la presentación orgánica de la verdad de la fe y el
afianzamiento en el seguimiento de Jesucristo; la conversión del corazón y el
ejercicio de la vida cristiana; la escucha de la Palabra y la maduración
progresiva de la fe; la instrucción y la formación espiritual a través de la
penitencia, la lucha espiritual y la oración; el cambio de mentalidad y el cambio
de costumbres; la experiencia de la vida litúrgica y el aprendizaje del testimonio
apostólico misionero.

A la luz de los contenidos fundamentales de la fe en sí que la Iglesia debe


transmitir, descubrimos que la transmisión de la fe y la iniciación cristiana son
realidades íntimamente vinculadas y correlativas: la misión propia de la Iglesia
de transmitir la fe, de comunicarla, se realiza de modo eminente en la iniciación
cristiana743. Según la opinión de Mons. Ricardo Blázquez, “la iniciación
cristiana tiende a que el hombre se encuentre con Jesucristo, que es al mismo
tiempo Revelador de Dios y del hombre, en el interior de la Iglesia. Aspira a
introducir en el seguimiento de Jesús, a formar a Jesucristo en el catecúmeno, a
regenerar la comunidad cristiana en su vida interna y en su dinamismo
evangelizador”. De aquí, que según este teólogo, “cuatro son las realidades
fundamentales que constituyen el contenido de la iniciación, de la transmisión

742
Para el cardenal J. RATZINGER “estas cuatro clásicas ´piezas maestras` de la catequesis han servido durante siglos como
elementos estructurantes y como lugares de concentración de la enseñanza catequética, y han abierto también el acceso tanto
a la Biblia como a la vida de la Iglesia. Ya hemos dicho que corresponden a las dimensiones de la existencia cristiana. Es lo
que afirma el Catecismo Romano al decir que allí se encuentra lo que el cristiano debe creer (el símbolo), lo que debe
esperar (el Padrenuestro), lo que debe hacer (el decálogo como explicitación de los modos de amar), y se nos describe el
espacio vital en que todo esto hunde sus raíces (sacramentos e Iglesia). Cfr. Transmisión de la fe y fuentes de la fe, p. 24.
743
“Transmisión de la fe e iniciación cristiana se reclaman mutuamente y mutuamente se perfeccionan. Por eso, cuando
percibimos que una determinada comunidad eclesial no acierta a iniciar en la fe a nuevos creyentes, o, como se acostumbra a
decir coloquialmente, no sabe cómo ´hacer` nuevos cristianos, estamos constatando, en el fondo, la incapacidad de esa
comunidad para transmitir la fe, para vincular a nuevos creyentes al curso vivo de la Tradición de la Iglesia”. Cfr. M. DEL
CAMPO, “Iniciación cristiana y catequesis”, en A. CAÑIZARES - MANUEL DEL CAMPO, o. cit., p. 182. Para un acceso
a las reales dificultades en la transmisión de la fe, hoy en la Iglesia de España, ver INSTITUTO SUPERIOR DE
PASTORAL, La transmisión de la fe en la sociedad actual, Ed, Verbo Divino, Estella (Navarra) 1991.
de la Iglesia a los catecúmenos: La fe, la celebración cristiana, una vida moral
según el Evangelio y el testimonio de Jesucristo con obras y palabras”744.

d) Contenidos fundamentales de la fe en y para la Iniciación Cristiana

Los Obispos españoles en el documento dedicado a la Catequesis de


Adultos afirman claramente que la finalidad de la catequesis es la confesión de
la fe, “esto es, la entrega confiada del hombre a Dios, realizada en la Iglesia,
para el servicio del mundo” (CA, nº 134), por ello, la catequesis tratará de
propiciar la vinculación fundamental del hombre a Dios (metanoia), en la
comunión eclesial (koinonia), para el servicio al mundo (diakonia). Las tres
dimensiones (teologal, eclesial y diaconal) -afirman nuestros Obispos-, “forman
parte integrante de la finalidad de la catequesis, y se implican mutuamente”745.

Al ser la confesión de la fe esencial al Bautismo, la catequesis queda, así,


penetrada por su dimensión bautismal. Su meta no es otra que la confesión
adulta de una fe depositada germinalmente en el Bautismo. No persigue, por
tanto, otra cosa que ayudarnos a asumir personalmente nuestra condición de
bautizados. De aquí que se proponga como modelo para toda catequesis “el
Catecumenado bautismal, formación específica que conduce al adulto
convertido a la profesión de su fe bautismal en la noche pascual” (CA, nnº 79-
85)746.

La catequesis ha de ser -en expresión de los Obispos- “esencialmente un


acto de la tradición viva de la Iglesia que, por medio de la iniciación en su
´doctrina, vida y culto`(DV, nº 8), transmite al catecúmeno todo lo que ella cree,
todo lo que es. La traditio Evangelii in symbolo (tradición del Evangelio en el
símbolo) y la traditio orationis dominicae(tradición del Padre Nuestro) son - en
el Catecumenado bautismal y en nuestra catequesis- la expresión de lo que es,
en esencia, un proceso catecumenal: la transmisión de la fe eclesial. Es
importante que, entre nosotros, la acción catequética se vea fecundada por la
concepción conciliar de la tradición. El catecúmeno, por medio de la catequesis,
ha de ser iniciado para que se incorpore vitalmente en la Tradición de la Iglesia.
744
Cfr. “Dimensiones y elementos básicos del catecumenado de la Iglesia”, en Transmitir el Evangelio de la verdad, p. 79.
Para el cardenal J. RATZINGER, “El catecumenado de la Iglesia primitiva ha recogido los elementos fundamentales a partir
de la Escritura: son la fe, los sacramentos, los mandamientos y el padrenuestro [...] Para ser cristianos, se debe creer, se debe
aprender el modo de vivir cristiano, por así decir, el estilo de vida cristiano, se debe ser capaz de rezar como cristianos y se
debe en fin acceder los misterios y a la liturgia de la Iglesia”. Cfr. “Introducción al nuevo ´Catecismo de la Iglesia Católica`”,
en OLEGARIO G. DE CARDEDAL - JUAN A. MARTÍNEZ, o. cit., p. 59.
745
En el documento se desarrolla el alcance de una confesión de fe adulta, como meta de la catequesis, se examina cómo esa
confesión de fe es un proceso vinculante, que nos une en primer lugar a Jesucristo y, a partir de él, a Dios trino, a la Iglesia y
al mundo; y finalmente, se describen los rasgos del cristiano adulto que nace de la catequesis y hacia el que todo el proceso
catequizador apunta continuamente. A desarrollar estos aspectos, está dedicada la segunda parte del documento que lleva por
título, “La naturaleza interna de la catequesis de adultos” . Cfr CA, pp. 101-203.
746
Para el Cardenal J. RATZINGER “si la confesión es esencial para el bautismo, entonces el catecumenado es una parte
constitutiva del bautismo mismo”. Cfr. Teoría de los principios teológicos, p. 39.
No se trata de que adquiera solamente un conocimiento de las expresiones
históricas objetivas de esa Tradición (pensamiento de los Santos Padres,
testimonios de los Santos, manifestaciones de arte cristiano y otras expresiones
culturales de la vida de la Iglesia), sino de que se introduzca y participe en la
corriente de vida de la existencia cristiana que, desde la época apostólica hasta
nuestros días, ha profundizado, cada vez más, el Evangelio de Jesús” (CC, nº
135)747.

Las características y las tareas que debe acometer la catequesis en y para


la Iniciación Cristiana, las señalan los Obispos, en el documento sobre la
Iniciación cristiana. Aquí simplemente las enumero: a) Una formación orgánica
y sistemática de la fe; b) Una formación básica, esencial, centrada en lo nuclear
de la experiencia cristiana; c) Un aprendizaje a toda la vida cristiana, una
iniciación cristiana integral; d) Una iniciación mistagógica a los misterios de la
salvación( IC, nnº 41-43).

e) Gradualidad en la transmisión de los contenidos catequéticos

La transmisión de los contenidos de la fe en un itinerario catecumenal o


neocatecumenal se desarrolla a través de un proceso lento de crecimiento y
maduración. La catequesis, al servicio de ese crecimiento, es una acción
gradual. Así lo hemos visto al analizar la estructura del Catecumenado
bautismal y contemplar de qué modo la formación se desarrolla en cuatro

747
En palabras de J. RATZINGER “la doctrina cristiana debe surgir, originariamente, en el contexto del catecumenado.
Sólo desde allí puede aspirar a renovarse. Lo que hoy nos falta no son, nuevas fórmulas; al contrario, más bien tenemos que
hablar de una inflación de palabras sin suficiente respaldo. Lo que ante todo necesitamos es el restablecimiento del contexto
vital de la ejercitación catecumenal en la fe como lugar de la común experiencia del Espíritu, que puede convertirse así en la
base de una reflexión atenta a los contenidos reales. De ella surgirán también, con toda certeza, formulaciones nuevas, en las
que se expresen con la fuerza y concisión los datos centrales de la fe cristiana”. Cfr. Teoría de los principios teológicos, p.
28. De aquí, que más adelante, el Cardenal afirme que “la estructuración de una forma de catecumenado adecuada a nuestro
tiempo debe enumerarse entre las tareas de máxima prioridad de la Iglesia actual (Ibid., p. 29). En esta misma dirección se
expresa Mons. FERNANDO SEBASTIÁN cuando afirma que para llevar adelante la ´Nueva Evangelización` “el
catecumenado, establecido de una u otra manera, tendrá que ser la primera propuesta y la primera oferta. ¿Qué podemos
hacer con los que vienen a nosotros si no tenemos una actividad permanente en donde puedan aprender de nuevo o por
primera vez a ser cristianos de verdad? El catecumenado, o la catequesis sistemática es la única respuesta posible”. Cfr.
Nueva evangelización, Ed, Encuentro, Madrid 1991, p. 61. Y, esta es la ´tesis`que -también- defiende y explica D.
BOROBIO: “Se es cada vez más consciente de que la ´nueva evangelización` sólo puede llevarse a cabo con la recuperación
del catecumenado y la dinámica catecumenal, como el medio más apto y probado para la iniciación
y reiniciación cristiana y para la renovación en autenticidad de la comunidad cristiana”. Cfr.
Catecumenado para la evangelización, p. 10.
etapas748; y cómo cada una de estas etapas reclama una catequesis apropiada
dispuesta por grados (RICA, nº 19)749.

Estas etapas se afirma en DGC nº 89 “llenas de la sabiduría de la gran


tradición catecumenal, inspiran la gradualidad de la catequesis. En la época de
los Padres de la Iglesia, en efecto, la formación propiamente catecumenal se
realizaba mediante una catequesis bíblica, centrada en la narración de la
Historia de la salvación; preparación inmediata al Bautismo, por medio de una
catequesis doctrinal, que explicaba el Símbolo y el Padre nuestro, recién
entregados, con sus implicaciones morales; y la etapa que seguía a los
sacramentos de la iniciación, mediante una catequesis mistagógica, que
ayudaba a interiorizarlos y a incorporarse en la comunidad. Esta concepción
patrística sigue siendo un foco de luz para el Catecumenado actual y para la
misma catequesis de iniciación”750. La secuencia de estas formas de catequesis
(kerigmática, bíblica, doctrinal , mistagógica) es muy querida por el Directorio,
vuelve varias veces sobre ella (nnº 88; 107; 128; 129).

Para un experto teólogo-catequeta como R. Lázaro “la acción


catequizadora de la Iglesia no puede trastocar impunemente este orden. La
catequesis kerigmática es anterior a la catequesis bíblica y ésta, a su vez, es
anterior a la catequesis doctrinal: hay que dejar tiempo a que el corazón del
catecúmeno madure la pregunta por la identidad profunda de Jesucristo. De
hecho, el Ritual de la Iniciación cristiana de adultos indica cómo las entregas
del Símbolo y del Padre nuestro han de hacerse ´solamente cuando parezcan
maduros los catecúmenos`”751.

748
“El Precatecumenado, caracterizado porque en él tiene lugar la primera evangelización en orden a la conversión y se
explicita el kerigma del primer anuncio; el catecumenado, propiamente dicho, destinado a la catequesis integral y en cuyo
comienzo se realiza la ´entrega de los evangelios`; el tiempo de purificación e iluminación, que proporciona una preparación
más intensa a los sacramentos de la iniciación, y en el que tiene lugar la ´entrega del Símbolo`y la ´entrega de la Oración del
Señor`; y el tiempo de la mystagogia, caracterizado por la experiencia de los sacramentos y la entrada en la comunidad”. Cfr.
DGC, nº 88. Más adelante se dirá que “la concepción del catecumenado bautismal como proceso formativo y verdadera
escuela de fe, proporciona a la catequesis postbautismal una dinámica y unas características configuradoras: la intensidad e
integridad de la formación; su carácter gradual, con etapas definidas; su vinculación a ritos, símbolos y signos, especialmente
bíblicos y litúrgicos; su constante referencia a la comunidad cristiana... La catequesis postbautismal, sin tener que reproducir
miméticamente la configuración del catecumenado bautismal, y reconociendo su carácter de bautizados que tienen los
catequizandos, hará bien en inspirarse en esta ´escuela preparatoria de la vida cristiana`, dejándose fecundar por sus
principales elementos configuradores” (nº 91).
749
Esta gradualidad aparece también en los nombres que la Iglesia utiliza para designar a los que se encuentran en las
diferentes etapas del Catecumenado bautismal: ´simpatizante` (RICA, nº 12), que, aunque todavía no crea plenamente, está
ya inclinado a la fe; ´catecúmeno` (RICA, nnº 17-18), firmemente decidido a seguir a Jesús; ´elegido` o ´competente` (RICA,
nº 24), llamado para recibir el Bautismo; ´neófito` (RICA, nnº 33-36), recién nacido a la luz del Bautismo; y ´fiel cristiano`
(RICA, nº 39), maduro en la fe y miembro activo de la comunidad cristiana.
750
Para un desarrollo en profundidad de la “Estructura gradual de la catequesis de adultos”, ver la síntesis realizada por
nuestros Obispos en CA, nnº 198-203, donde sostienen -sin ninguna ambigüedad- que “la catequesis de adultos con
cristianos bautizados, inspirada en el modelo catecumenal, ha de ser una formación gradual” (nº 199), y que esta
“gradualidad, tanto de la formación catecumenal como de la catequesis de adultos con bautizados, muestra el gran respeto
de la Iglesia hacia la persona del adulto y a su libertad en el acto de la fe” (nº 202); y no soslayan las ´dificultades`que se
puedan presentar (nº 203).
751
Cfr. “El concepto de itinerario en la catequesis”, en A. CAÑIZARES-M. DEL CAMPO, o. cit., p. 486.
Al mismo tiempo, esta acción gradual en la pedagogía catecumenal irá
acompañada también de la integridad del mensaje evangélico. Así como Jesús
nos ha anunciado el Evangelio en su integridad: “...todo lo que he oído a mi
Padre os lo he dado a conocer” (cf. Jn 15,15); y ha pedido esta misma integridad
a sus discípulos cuando los envía a la misión: “...enseñándoles a guardar todo lo
que os he mandado” (cf. Mt 28,19). También, es para la pedagogía catequética
un criterio fundamental, la salvaguardia de la integridad del mensaje, evitando
presentaciones parciales o deformadas del mismo. Así lo pide el DGC, nº 113:
“La catequesis, en consecuencia, parte de una sencilla proposición de la
estructura íntegra del mensaje cristiano, y la expone de manera adaptada a la
capacidad de los destinatarios. Sin limitarse a la exposición inicial, la
catequesis, gradualmente, propondrá el mensaje de manera cada vez más amplia
y explícita, según la capacidad del catequizando y el carácter propio de la
catequesis. Estos dos niveles de exposición íntegra del mensaje son
denominados integridad intensiva e integridad extensiva”752.

Y, además de la gradualidad y de la integridad del mensaje evangélico


(DGC, nº 111), la praxis catecumenal destacará, también, por ser ámbito en el
que “el mensaje que trasmite la catequesis tendrá un carácter orgánico y
jerarquizado, constituyendo una síntesis coherente y vital de fe” (nº 114); y
“todos los aspectos y dimensiones del mensaje cristiano participarán de esta
organicidad jerarquizada” (nº 115).

2. La Escritura y la Catequesis en el Neocatecumenado

Abordo en este punto la presencia, incidencia e importancia de la


Escritura y la Catequesis en el Neocatecumenado. Pretendo analizar, desde la
dimensión constitutiva y constituyente de la Palabra de Dios para y en la vida de
la Iglesia, cómo -de hecho- se vive, acoge, medita, comparte y transmite en el
itinerario neocatecumenal.

a) Fuentes inspiradoras de los contenidos de fe en el Neocatecumenado

Si nos preguntamos ahora cuáles son las fuentes en las que se nutren los
neocatecúmenos a lo largo de todo el itinerario neocatecumenal, hemos de decir
que a la luz de la praxis litúrgico-catequética del mismo Neocatecumenado, no
son otras más que aquellas de las que se nutre la misma Iglesia, es decir la
Palabra de Dios contenida en la Sagrada Escritura y en la Sagrada Tradición.
Así aparece fundamentado este punto relativo a la fuente y las fuentes del

752
Para una mayor profundización de estos aspectos, ver, Cardenal D. CASTRILLÓN, “El Directorio General para la
Catequesis: Motivos y criterios de la revisión”, en A. CAÑIZARES-M. DEL CAMPO, o. cit., p. 54.
mensaje de la catequesis en el Directorio General para la Catequesis de 1997
(nº 96)753.

Fieles a estas fuentes, se dirá en el Estatuto del CN que “para profundizar


la Escritura ´con la inteligencia y el corazón de la Iglesia`, los neocatecúmenos
se ayudan sobre todo de la lectura de los escritos de los Padres, de los
documentos del Magisterio, en especial del Catecismo de la Iglesia Católica, y
de obras de autores espirituales” ( SCN, art. 11&4)754.

Por tanto a la hora de concretar las fuentes inspiradoras de toda la


pedagogía y transmisión de la fe dentro del Neocatecumenado hay que señalar
las siguientes: la Sagrada Escritura, la Sagrada Tradición, el Magisterio de la
Iglesia, la liturgia de la Iglesia (el RICA y los rituales litúrgicos), el Concilio
Vaticano II, el Catecismo de la Iglesia Católica, las obras de autores
espirituales, el Directorio General para la Catequesis y los catecismos de las
Iglesias locales.

Pero veamos en qué medida la praxis neocatecumenal ha hecho una


recepción pastoral y eclesialmente significativa en relación con la Palabra, a la
luz de los tres grandes textos inspiradores de la renovación teológica (Dei
Verbum), catequética (Catecismo de la Iglesia Católica) y pastoral (Directorio
General para la Catequesis).

b) Recepción de la Constitución Dei Verbum

El Neocatecumenado, nacido como respuesta y aceptación del Kerygma


de Jesús muerto y resucitado, se distingue esencialmente por la supremacía de la
Palabra de Dios755. La iniciación al encuentro personal, existencial y eclesial con
la Escritura es un elemento constitutivo del Neocatecumenado desde el primer
instante: la Escritura es entregada por el Obispo a cada uno de los
neocatecúmenos para que sea el alimento diario en el camino de la fe y de la
conversión, y mostrando con este signo concreto que “el oficio de interpretar
auténticamente la palabra de Dios, oral o escrita, ha sido confiado únicamente al
753
El Directorio del ´71 describe así las ´fuentes`de la catequesis: “El contenido de la catequesis se encuentra en la palabra
de Dios, escrita o transmitida por tradición; es comprendido más profundamente y desarrollado por el pueblo creyente, bajo
la guía del Magisterio; se celebra en la liturgia; resplandece en la vida de la Iglesia, sobre todo en los justos y santos; y
aparece también de algún modo en los genuinos valores morales que, por providencia de Dios, existen en la sociedad
humana. Todas éstas son las ´fuentes`,principales y subsidiarias, de la catequesis”. Cfr. DCG, nº 45.
754
Este artículo remite a los nnº 127-128 del DGC, en este último se afirma que “La Sagrada Escritura y el Catecismo de la
Iglesia Católica se presentan como dos puntos de referencia para inspirar toda la acción catequizadora de la Iglesia en
nuestro tiempo”. Para una mayor profundización, ver J. SARAIVA, “El Catecismo de la Iglesia Católica y la inculturación de
la fe”, en A. CAÑIZARES - MANUEL DEL CAMPO, ,en o cit., pp. 321-333.
755
Según D. BOROBIO, “La Palabra tiene en el CN un puesto central por los siguientes datos: las reuniones de la
comunidad, tanto para la reflexión y diálogo, cuanto para la celebración, tienen por centro la Palabra; el material básico de
estudio y reflexión durante la fase kerigmática y el precatecumenado es el ´Vocabulario de Teología Bíblica`de León-
Dufour...”. Cfr. “La recepción del Concilio por diversos movimientos cristianos postconciliares en España”, en o. cit., p. 49.
Magisterio de la Iglesia, el cual lo ejercita en nombre de Jesucristo” (DV, nº 10).
En el Estatuto se dirá que “esta iniciación a la Escritura es sellada en una
celebración de la Palabra, en que los participantes reciben la Biblia de manos
del Obispo, garante de su auténtica interpretación, como signo de que la madre
Iglesia de ahora en adelante a lo largo del Camino les nutrirá semanalmente en
esta mesa, fuente viva de la catequesis” (art. 9,2ª).

La Biblia se leerá desde el comienzo del itinerario neocatecumenal de


manera gradual, se meditará con fe, y se concretará con sencillez y realismo en
la vida de la comunidad y en la existencia cotidiana de los neocatecúmenos. La
gradualidad, también en el modo de leer la Escritura, durante las distintas etapas
en las que se encuentra jalonado el Neocatecumenado es de suma importancia.
Siguiendo un proceso progresivo y pedagógico, el neocatecúmeno va recibiendo
y siendo gestado a la fe por la Palabra de Dios y por los Sacramentos, que la
acompañan. En una primera etapa la comunidad se acerca a la Escritura en una
forma muy simple, destinada a poner a los hermanos en contacto con la Biblia
como Palabra de Salvación, aprendiendo el lenguaje de Dios, lenguaje histórico-
salvífico (DV, nº 12)756. Es la Escritura que se hace Palabra de Dios en la
celebración por medio del Espíritu Santo (DV, nº 9). De esta manera el mensaje
de salvación del Evangelio es visto ya incoado en el Antiguo Testamento y
cumplido en Jesucristo, a cuya luz se proclama y escucha siempre la Escritura
(DV, nnº 14-16).

En etapas sucesivas, se recorrerá de nuevo toda la Escritura, viendo la


Historia de la Salvación en sus momentos fundamentales o profundizando en
aspectos particulares, como las figuras o personajes bíblicos, los salmos, los
artículos del Credo, las peticiones del Padre Nuestro, las bienaventuranzas
(SCN, arts. 9,2ª; 19,2ª; 20, 1ª . 3ª; 21&1). Se puede decir que en el
Neocatecumenado, la Escritura es el alma de la vida y de la formación de los
miembros de la comunidad, que una vez a la semana, se transforma en una

756
Sin este lenguaje, esencialmente bíblico y litúrgico, trabajado por los Santos Padres y continuado en el magisterio de la
Iglesia, no se puede entender el cristianismo. Una muestra de esa mentalidad-lenguaje se encuentra en el Catecismo de la
Iglesia Católica.
verdadera escuela de la Palabra757. Y con la Escritura, los neocatecúmenos se
abren a la Tradición de la Iglesia (DV, nnº 8-10).
La Palabra es abordada de manera no intelectual, sino sapiencial; no
especulativa, sino orante. Para E. Bianchi, en el Neocatecumenado, “la palabra
de Dios se percibe como mensaje de un viviente que interpela en forma directa
la vida personal y la del grupo, y la Biblia es el libro que es preciso escuchar y
del que hay que alimentarse en las dificultades del camino. Hay que reconocer,
sobre todo, a los neocatecumenales un gran esfuerzo para dar la primacía a la
palabra y una gran fidelidad en el contacto directo con la Escritura, que no sólo
es escuchada y rezada, sino también anunciada”758. Un experto en las nuevas
realidades eclesiales como Jesús Castellano al describir el lugar que ocupa la
Palabra de Dios en las Comunidades Neocatecumenales trae a colación la aguda
observación hecha por Kiko Argüello a un estudiante del Bíblico que empezaba
su experiencia de catequesis neocatecumenal: “Él creía conocer la Bíblia y le
hizo entrar en crisis esta frase: ´Tú has pasado por la Biblia, pero la Biblia no ha
pasado por ti`. Se puede conocer la Biblia, pero se puede permanecer fuera de la
experiencia de la Palabra”759.

757
“Todas las semanas hay en las comunidades una Celebración de la Palabra, preparada por un grupo de hermanos que
proclama textos del Antiguo Testamento y del Nuevo Testamento. Se escucha con suma atención, se medita, y ante ella se
responde personalmente. Siendo siempre Jesucristo el centro de la Palabra. Según la fase del camino en que se encuentre
cada comunidad se entra en la Escritura desde aspectos distintos (conceptos, personajes, temas, etapas, libros...). A la luz de
la Palabra se va modelando la fe y la moral de los que la escuchan”. Cfr. ENRIQUE BONETE, Reflexiones sobre la relación
entre el ´Camino Neocatecumenal` y el concilio Vaticano II: Communio (noviembre-diciembre 1996), p. 549. Este artículo,
quiso ser en su momento, una respuesta ´ponderada`a algunas de las afirmaciones un tanto ´sesgadas`y peyorativas del
periodista EZEQUIEL COLLADO en su artículo, El ´Camino Neocatecumenal`(los ´kikos`). ¿Qué antropología? ¿Qué
teología? ¿Qué moral?: Sal Terrae (abril 1996). Este autor hace -en general- una interpretación positiva de la acogida de la
Palabra de Dios en las Comunidades Neocatecumenales, y acusa a los neocatecúmenos de hacer una interpretación
´alegorizante y fundamentalista` de la Escritura (p. 304). Para el profesor E. BONETE, “afirmar como hace E. COLLADO,
que las alegorías con las que Kiko interpreta la Escritura son favorecedoras de su propia trayectoria religiosa y determinan
todas las posibles interpretaciones en el Camino, es olvidar que en miles de comunidades repartidas por el mundo se
proclaman todas las semanas centenares de textos distintos, y miles de catequistas y presbíteros predican desde su propia
experiencia de fe y conocimiento de la Escritura, apoyándose en textos bíblicos del momento litúrgico.
Evidentemente, no todos los hermanos de las comunidades, entre los que hay de muy distinto
nivel cultural y social, ni todos los catequistas, poseen conocimientos rigurosos de los
métodos histórico-críticos de interpretación de la Escritura. Pero este acceso no agota toda la
riqueza espiritual y vital de los textos bíblicos. Hay otros niveles de lectura (la hermenéutica
alegórica, literaria, existencial, mística, modélica, moral,...), que sin negar las aportaciones
´científicas` de la exégesis contemporánea, acercan de una manera más penetrante y viva la
Escritura a los problemas humanos en los que están inmersos quienes se sitúan ante la
Palabra” (pp. 549-550). Esta misma posición la mantiene la PONTIFICIA COMISIÓN
BÍBLICA al afirmar que “hay que alegrarse de ver que gente humilde y pobre, toma la Biblia
en sus manos y puede aportar a su interpretación y actualización una luz más penetrante,
desde el punto de vista espiritual y existencial, que la que viene de una ciencia segura de sí
misma (cf. Mt 11,25)”. Cfr. La interpretación de la Biblia en la Iglesia, Ed, (7ª ) PPC, Madrid 2001, p. 123.
758
Cfr. “Carácter central de la Palabra de Dios”, en G. ALBERGIO-J.P. JOSSUA, La recepción del Vaticano II, p. 169. Sin
embargo, C. FLORISTÁN hace un juicio valorativo más critico: “La Palabra de Dios es absolutizada al modo barthiano.
Además, Dios habla casi sólo por la Biblia, no por lo signos de los tiempos ni por los acontecimientos, que apenas tienen
relieve”. Cfr. Para comprender el catecumenado, p. 103.
759
Cfr. Carismas para un “tercer milenio”, p. 180.
Ya en las catequesis iniciales “se dan las claves hermenéuticas necesarias
para la escucha y la comprensión de la Sagrada Escritura: ver en Jesucristo el
cumplimiento de las Escrituras y poner los hechos de la propia historia bajo la
luz de la Palabra”(SCN, art. 9,2ª)760 Para el neocatecúmeno, la Palabra de Dios
indica una realidad, una fuerza que crea y promueve la historia: es, a la vez,
acontecimiento y acción (DV, nº 2). Lo que se busca es la palabra de vida, su
realización concreta, el compromiso entre nosotros y Dios, y no una ideología,
un aumento de conocimientos761. La Palabra no es algo, sino Alguien, una
Persona que habla e ilumina la existencia. De aquí la importancia de la homilía
dentro de la Celebración de la Palabra, “que tiene un lugar privilegiado, en la
instrucción del Neocatecumenado”, porque a través de ella “el presbítero
prolonga la proclamación de la Palabra, interpretándola según el Magisterio y
actualizándola en el hoy del camino de fe de los neocatecúmenos”( SCN, art.
11&2) 762.

A modo de síntesis, se puede afirmar a luz de la praxis neocatecumenal en


relación con la centralidad de la Palabra en la vida de la Iglesia y del
Neocatecumenado, que éste ha revalorizado y concretado teológica, eclesial,
pastoral y catequéticamente hablando, los siguientes aspectos subrayados en la
Constitución Dei Verbum:

a) La Palabra de Dios como acontecimiento que se realiza y actualiza en


la historia: en esta perspectiva, la historia es escenario de la revelación, y la vida
cotidiana de los hombres, el lugar histórico concreto en el que Dios sigue
dialogando con sus hijos a través de su Palabra: “En los Libros sagrados, el
Padre, que está en el cielo, sale amorosamente al encuentro de sus hijos para
conversar con ellos. Y es tan grande el poder y la fuerza de la palabra de Dios,
que constituye sustento y vigor para la Iglesia, firmeza de fe para sus hijos,
alimento del alma, fuente límpida y perenne de vida espiritual” (DV, nº 21).

b) La íntima y mutua relación entre Tradición y Escritura y el servicio


diaconal del Magisterio en relación con la Palabra de Dios: “La Tradición y la
Escritura están estrechamente unidas y compenetradas; manan de la misma
fuente, se unen en un mismo caudal, corren hacia el mismo fin. La Sagrada
760
El texto que contiene la ´concreción cristológica` más densa en esta constitución, lo encontramos en DV, nº 4. Aunque D.
BOROBIO afirma que “respecto a la clave ´hermeneútica` desde la que se lee e interpreta la Palabra, es sobre todo la
´espiritual`”. (Cf. La recepción del concilio..., p. 49), hay que añadir que la ´clave hermeneútica` es más bien ´cristológica,
eclesial y existencial`.
761
Ya hemos hecho alusión antes a como la misma Pontificia Comisión Bíblica en el documento sobre La interpretación de
la Biblia en la Iglesia , sostiene que “hay que alegrarse de ver que gente humilde y pobre, toma la Biblia en sus manos y
puede aportar a su interpretación y actualización una luz más penetrante, desde el punto de vista espiritual y existencial, que
la que viene de una ciencia segura de sí misma (cf. Mt 11, 25)” [p. 123]; y esto se afirma al hablar de la contribución de las
asociaciones y movimientos eclesiales que ponen en primer plano la lectura de la Biblia en una perspectiva de fe y
compromiso cristiano, y de las ´numerosas comunidades de base` que centran sobre la Biblia sus reuniones y se proponen un
triple objetivo: conocer la Biblia, construir la comunidad y servir al pueblo.
762
Ver F. VOLTAGGIO, “La parola di Dio nelle comunità neocatecumenali”, en: G. ZEVINI (Ed.) Incontro con la Biblia.
Leggere, pregare, anunziare, pp. 187-191.
Escritura es la Palabra de Dios, en cuanto escrita por inspiración del Espíritu
Santo” (DV, nº 9)763, y más adelante se dice que “el oficio de interpretar
auténticamente la Palabra de Dios, oral o escrita, ha sido encomendado
únicamente al Magisterio de la Iglesia, el cual lo ejercita en nombre de
Jesucristo” (DV, nº 10). Los neocatecúmenos profundizan en la Escritura con ´la
inteligencia y el corazón de la Iglesia` (SCN, art. 11&4) y lo hacen en comunión
y obediencia al Magisterio, para que así “se realice una maravillosa concordia
de Pastores y fieles en conservar, practicar y profesar la fe recibida” (DV, nº 10).

c) La centralidad de la Sagrada Escritura en la vida de la Comunidad


Neocatecumenal, y en la vida de los neocatecúmenos. Es este, sin duda alguna,
uno de los frutos más fecundos que el Neocatecumenado aporta a la vida de la
Iglesia. En aquellas parroquias donde se ha iniciado el Neocatecumenado, nace
de forma natural, por la implantación misma del Neocatecumenado, una
celebración nueva, además de la Eucaristía: la Celebración de la Palabra764. Va
a ser en este ámbito celebrativo nuevo donde irá brotando del corazón del
oyente de la Palabra el amor y la veneración a la Sagrada Escritura haciendo así
experimentable la afirmación conciliar: “La Iglesia siempre ha venerado la
Sagrada Escritura, como lo ha hecho con el Cuerpo de Cristo, pues sobre todo
en la sagrada liturgia, nunca ha cesado de tomar y repartir a sus fieles el pan de
vida que ofrece la mesa de la Palabra de Dios y del Cuerpo de Cristo” (DV, nº
21).

Este amor y veneración a la Sagrada Escritura, está llevando a la


necesidad de adecuar espacios celebrativos con una estética nueva al interior de
las parroquias765. Se ve cada vez con mayor claridad y urgencia que el lugar de
763
Para una comprensión del alcance de estas expresiones conciliares, ver, M. A. MOLINA PALMA, La interpretación de
la Escritura en el Espíritu Santo. Estudio histórico-teológico de un principio hermenéutico de la Constitución ´Dei Verbum`:
Burgense 27 (1986), pp. 345-570; I. DE LA POTTERI, La lettura della Sacra Scrittura ´nello Spiritu`: il modo patristico di
leggere la Bibbia è possibile oggi?: La Civiltà Cattolica 137/III (1986), pp. 209-223.
764
“Nos referimos a las celebraciones sagradas de la palabra de Dios, en cuanto acto celebrativo autónomo... Cuando nos
adentramos en el estudio teológico y pastoral de las celebraciones de la palabra intentamos reflexionar, principalmente, no
sobre la liturgia de la palabra, sino sobre la palabra en la liturgia. En nuestro estudio vamos a presentar tres aspectos, que
son: su valor litúrgico, su dinámica celebrativa, y sus formas concretas de las celebraciones de la palabra de Dios, teniendo
en cuenta que se trata de una acción litúrgica específica, cuyo futuro en pastoral de la Iglesia, en orden a favorecer
especialmente la evangelización y el crecimiento de la fe y de la oración en las comunidades cristianas, presenta una riqueza
todavía no utilizada”. Cfr. PEDRO FERNÁNDEZ, La liturgia de la palabra de Dios, pp. 82-83. Del mismo autor,
´Celebraciones de la Palabra`, en Nuevo Diccionario de Liturgia (Madrid 1987), pp. 353-373.
765
En la Convivencia celebrada en Nueva York (Abril-1997) con 253 Obispos de las Américas sobre el tema,
´Evangelización y Camino Neocatecumenal`, el planteamiento de fondo que apareció con fuerza es que ´sólo una nueva
estética salvará a la Iglesia`. Cfr . Nueva Evangelización en las Américas y Camino Neocatecumenal, New York (1-5 de
Abril de 1997), [por manuscrito], Ed, Centro Neocatecumenal de Roma 1997. Con motivo del Sínodo de Europa -celebrado
en 1999- Kiko Argüello tuvo una intervención en el Aula Sinodal, y en su alocución hizo referencia a la ´nueva estética` del
CN: “Nosotros hemos visto -durante treinta años de experiencia y en más de cien naciones- la urgencia de que las estructuras
de la Iglesia se renueven; como la parroquia, que, ante la ´aldea global` de McLuhan, pueda transformarse en una ´aldea
celeste`, con una nueva estética: un catecumenium, con espacios modernos para el culto y para la vida de las pequeñas
comunidades, un modelo social más humano, capaz de abrir espacios a la nueva cultura”. El texto íntegro de su intervención
apareció publicado en LA RAZÓN (jueves, 7-X-1999), bajo el título: Kiko Argüello pide una renovación para que las
parroquias sea ´aldeas celestes’. Acerca de la ´búsqueda`de una nueva arquitectura que responda a la nueva estética del
hombre de hoy, ver, J.L. DEL PALACIO, Arquitectura, Liturgia y Nueva Estética en el Tercer Milenio para la Nueva
Evangelización. Lección inaugural del Curso académico 2001 en el Seminario Diocesano Misionero Redemptoris Mater y
la Palabra, la dignidad del local y la belleza de la sala, han de estar ordenados
de tal forma que propicien y faciliten a la asamblea una celebración de
encuentro verdaderamente epifánico: “En los Libros sagrados, el Padre, que está
en el cielo, sale amorosamente al encuentro de sus hijos para conversar con
ellos” (DV, nº 21). Estos espacios celebrativos reciben el nombre de
catecumenium y ya son una realidad en no pocas parroquias esparcidas por todo
el mundo766.

Pero quizá donde estética y arquitectónicamente sea más perceptible el


alcance de esta innovación creadora que el CN está ofreciendo hoy a la Iglesia
se encuentra en los Seminarios Redemptoris Mater. En ellos encontramos un
ámbito arquitectónico nuevo, que recibe el nombre de Santuario de la Palabra.
Es este un lugar celebrativo y litúrgico. En él se reza la Liturgia de las Horas.
También es un espacio para la adoración, el silencio y la meditación bajo la
presencia de la Palabra de Dios que es venerada “como lo ha hecho la Iglesia
con el Cuerpo de Cristo” . De ahí que se encuentre entronizada la Sagrada
Escritura en el sagrario de la Palabra. Y por último, el Santuario de la Palabra
se transforma, un día a la semana, en una asamblea de oyentes, meditadores y
escrutadores de la Palabra. Todos los seminaristas son iniciados a la scrutatio
scripture (cf. Jn 5,39), una modalidad de lectio devina “en la que la Palabra de
Dios es leída y meditada para transformarse en oración” (SCN, art. 20 1ª) 767. Se
convierte así, este espacio y este tiempo, en un elemento esencial de la
formación espiritual de los seminaristas tal y como sugiere la Exhortación
Apostólica de Juan Pablo II Pastores dabo vobis: “La familiaridad con la
Palabra de Dios facilitará el itinerario de la conversión [...] Es necesario
acercarse y escuchar la Palabra de Dios tal como es, pues hace encontrar a Dios
mismo, a Dios que habla al hombre [...] Se trata de leer; las Escrituras
Juan Pablo II (afiliado a la Pontificia Universidad Urbaniana de Roma) [separata]. En esta misma
perspectiva, ver M. A GRIPPA, El edificio de culto como signo visible del misterio eclesial, ayer y hoy:
Communio (mayo-junio 1993), pp. 260-267; y L. BOUYER - J. L. DEL PALACIO, Arquitectura y Liturgia, Ed, Ega, Bilbao
2000, pp. 11-21; M. BERGAMO - M. DEL PRETE, Espacios celebrativos. Estudio para una arquitectura de las iglesias a
partir del concilio Vaticano II, Ed, Ega, Bilbao 1998; LUIS MALDONADO, Liturgia, arte, belleza, Ed, San Pablo, Madrid,
2002.
766
Recientemente el periódico LA RAZÓN se hacía eco de la conclusión de las pinturas que Kiko Argüello ha estado
haciendo en la parroquia Santa Catalina Labouré en Madrid, dentro de un proyecto integral que comprende también la
construcción, junto con la Iglesia, de nuevos espacios arquitectónicos con una finalidad catequética y celebrativa, que se
denominan catecumenium. Cfr. Argüello crea una nueva estética para la parroquia: LA RAZÓN (miércoles 26-III-2003),
pp. 36-37 . Ver Una parrochia per el Terzo Millennio. San Bartolomeo in Tuto, Firenze 1999.
767
La ´modalidad hermeneútica`de acceso a la Escritura en los Seminarios, en su ´forma litúrgica` se asemeja a la ´lectio
divina`tal y como viene descrita en el documento de la Pontificia Comisión Bíblica: “Es una lectura, individual o
comunitaria, de un pasaje más o menos largo de la Escritura, acogida como Palabra de Dios, y que se desarrolla bajo la
moción del Espíritu en meditación, oración y contemplación” ; en cuanto al ´método de actualización` sigue también aquel
que viene señalado en dicho documento: “La interpretación de la Escritura por la Escritura es el método más seguro y
fecundo, especialmente en el caso de textos del Antiguo Testamento que son releídos en el Antiguo Testamento (p. ej., el
maná de Ex 16 en Sb 16,20-29) y/o en el Nuevo Testamento (Jn 6). La actualización de un texto bíblico en la existencia
cristiana no puede hacerse correctamente sin establecer una relación con el misterio de Cristo y la Iglesia”. Cfr. La
interpretación de la Bíblia en la Iglesia, pp. 113 y 119. Ver GARCÍA M. COLOMBÁS, La lectura de Dios. Aproximación a
la lectio divina, Ed, Monte Casino, Zamora 1999, y MARIO MASINI, La lectio divina, Ed, B.A.C., Madrid 2001. El Papa
Juan Pablo II, ha tenido la oportunidad de bendecir el Santuario de la Palabra del Seminario Diocesano Redemptoris Mater
de Santo Domingo en 1992, y también el de la Casa ´Domus Galileae` en Tierra Santa el año 2000.
escuchando las palabras, la Palabra de Dios, como nos recuerda el Concilio: ´La
Sagrada Escritura contiene la Palabra de Dios, y en cuanto inspirada es
realmente Palabra de Dios` [...] El conocimiento amoroso y la familiaridad
orante con la Palabra de Dios revisten un significado específico en el ministerio
profético del sacerdote, para cuyo cumplimiento adecuado son una condición
imprescindible, principalmente en el contexto de la ´nueva evangelización`, a la
que hoy la Iglesia está llamada” (PDV, nº 47)768.

Pero, fundamentalmente, donde se concreta y experimenta de un modo


existencial la centralidad y la importancia de la Sagrada Escritura, es en la
propia vida de los neocatecúmenos. El Neocatecumenado ha conseguido, desde
una pedagogía netamente catecumenal, hacer saborear y gustar las “delicias de
la Palabra de Dios” (cf. Sal 119,24), y al hacerlo de un modo gradual, ha sabido
ir dotando al neocatecúmeno, en cada momento, de aquel alimento necesario
para fortalecer y vigorizar la vida cristiana: la Biblia, la ´oración de Jesús`, el
Salterio, el Rosario, el Credo, el Padre Nuestro, las Bienaventuranzas, son las
fuentes en las que la vida espiritual del neocatecúmeno encuentra siempre
nuevas energías para seguir creciendo en la intimidad del Padre, del Hijo y del
Santo Espíritu. Se hace así posible, en la praxis concreta del Neocatecumenado,
la recomendación conciliar que alcanza también a los fieles laicos: “El Santo
Sínodo recomienda insistentemente a todos los fieles la lectura asidua de la
Escritura para que adquieran la ciencia suprema de Jesucristo (cf. Fil. 3,8),
´pues desconocer la Escritura es desconocer a Cristo` (DV, nº 25)769.

En este punto, hay que subrayar la importancia tan decisiva, en orden a la


interiorización y memorización de la Palabra de Dios, que ha tenido el
himnario de cantos770 que es utilizado en las asambleas litúrgicas del
Neocatecumenado; la mayor parte de los salmos han sido musicalizados por
Kiko Argüello, y en sucesivas etapas del itinerario neocatecumenal, van siendo
entregados de un modo catequético a los neocatecúmenos; esta es la razón por

768
Cfr. AA. VV., Os daré pastores según mi corazón. Comentario y texto de la Exhortación Apostólica ´Pastores dabo
vobis` de JUAN PABLO II, Ed, Edicep, Valencia 1992. El documento de la Pontificia Comisión Bíblica vuelve a insistir en
este punto: “Es, pues, deseable que la formación de los futuros presidentes de asambleas y de aquellos que los acompañan,
tenga en cuenta las exigencias de una Liturgia de la Palabra de Dios fuertemente renovada. Así, gracias a los esfuerzos de
todos, la Iglesia continuará la misión que le ha sido confiada, ´de tomar el pan de vida de la mesa de la Palabra de Dios,
como de la del Cuerpo de Cristo, para ofrecerlo a los fieles`(Dei Verbum, 21). Cfr. La interpretación de la Biblia en la
Iglesia, p. 119.
769
Para el profesor ENRIQUE BONETE “ésta es una de las aportaciones más llamativas del Camino Neocatecumenal: la
capacidad de acercar, de manera profunda y sencilla a la vez, el acontecimiento salvífico de Cristo a través de un lenguaje
directo y liberador. Lo que para tantos católicos no era más que un voluminoso libro de adorno en sus casas, que no sabían
comprender ni relacionar con sus vidas, tras el paso por esta iniciación cristiana se convierte en un libro vivo e iluminador de
sus diversas situaciones históricas; siendo así posible, como dice el Concilio, que ´llene más y más los corazones de los
hombres`(DV 26)”. Cfr. Reflexiones sobre la relación entre el ´Camino Neocatecumenal` y el Concilio Vaticano II, p. 550.
770
Así introduce KIKO ARGÜELLO el ´libro de cantos`del CN: “En el camino Neocatecumenal, vemos aparecer hoy un
servicio humilde y esencial cual es el del ´Cantor`. El, en este itinerario de educación de la fe, tiene la misión de ayudar a
crear la comunidad litúrgica o, mejor, de recrearla; de convertir tantas veces una pluralidad en una unidad de culto: ´A una
sola voz, con un sólo corazón y con una sola alma”. Cfr. Resucitó. Cantos del Camino Neocatecumenal, Centro
Neocatecumenal Diocesano de Madrid, 1972.
la que hay cantos que se aprenden, se graban en la memoria y se cantan sin
dificultad en cualquier circunstancia de la vida cotidiana. La catequesis
neocatecumenal, por influencia de estos cantos y textos neotestamentarios, será
más bíblica que académica, más existencial que racional. El aprendizaje de los
salmos a través del canto se convierte así en uno de los elementos pedagógicos
más significativos e importantes de la dinámica neocatecumenal en orden a la
recepción, asimilación y concreción de la Palabra de Dios en la propia vida: no
en vano, los salmos son los que aportan la “luz” (cf. Sal 119,105) en las horas
de cada jornada771.

c) Recepción del Catecismo de la Iglesia Católica

Fue en la celebración extraordinaria del Sínodo de 1985 para celebrar el


vigésimo aniversario de la conclusión del Concilio Vaticano II, donde se pide
explícitamente “que se escriba un catecismo o compendio de toda la doctrina
católica, tanto sobre fe como sobre moral, que sea el punto de referencia para
los catecismos y compendios que se redacten en las diversas regiones. La
presentación de la doctrina debe ser tal que sea bíblica y litúrgica, que ofrezca la
doctrina sana y sea, a la vez, acomodada a la vida actual de los cristianos” 772, y
esto se hace dentro del capítulo dedicado a analizar la recepción de la

771
“ La Iglesia primitiva oró con los salmos y los cantó como himnos de Cristo. Cristo mismo se convierte así en director de
coro que nos enseña el canto nuevo, que da a la Iglesia el tono y le enseña el modo de alabar a Dios correctamente y de
unirse a la liturgia celestial”. Cfr. J.RATZINGER, Un canto nuevo para el Señor, Ed, Sígueme, Salamanca 1999, p. 116.
Sitúa de un modo muy clarificador el ´lugar teológico`que ha de ocupar la música y el canto en la vida litúrgica y teológica
de la Iglesia: “Muy pronto, la Iglesia prohibió rigurosamente la innovación poética y musical, y redujo la música sagrada al
salterio; y esto, en un doble significado: primero, la teología del salterio bastaba y constituía el criterio para el contenido de
la fe eclesial; segundo, el estilo musical propio del salterio pasó a ser la norma eclesial para el futuro” (p. 124). En esta
perspectiva, tenemos que tener muy en cuenta la ´praxis orante` de Jesús, “desde sus comienzos y siguiendo el ejemplo de
Jesús, que oraba con los salmos, la Iglesia tuvo acceso al uso de los salmos en la plegaria común. La utilización del Salterio
en la liturgia cristiana primitiva fue una consecuencia de la recepción en la Iglesia de las Sagradas Escrituras del Antiguo
Testamento: la Ley de Moisés, los Profetas y los Salmos, cuyo cumplimiento en Cristo y sentido último reveló el Señor a sus
discípulos”. Cfr. SECRETARIADO NACIONAL DE LITURGIA, Directorio litúrgico-pastoral: El Salmo responsorial y el
ministerio del Salmista, Ed, PPC, Madrid 1986, p. 11.
772
Cfr. Sínodo 1985, II, B).4. La elaboración del ´Catecismo de la Iglesia Católica`será el fruto de una amplísima
colaboración que conducirá -después de seis años de intenso trabajo- al final de su redacción, y tras una amplia consulta a
todos los obispos católicos, a sus Conferencias episcopales o Sínodos, a institutos de teología y catequesis, el Papa Juan
Pablo II lo aprobaba el 25 de Junio de 1992 y salía a la luz con el título de ´Catecismo de la Iglesia Católica`el 11 de octubre
de 1992 con la Constitución Apostólica ´Fidei Depositum` para la publicación del Catecismo de la Iglesia Católica escrito en
orden a la publicación del Concilio Ecuménico Vaticano II. Cfr. ASOCIACIÓN DE EDITORES DEL CATECISMO,
Catecismo de la Iglesia Católica. Madrid 1992, (citaremos este documento con las siglas CCE). Para una aproximación en
profundidad al ´contexto y contenidos` del Catecismo, ver OLEGARIO GONZÁLEZ DE CARDEDAL-JUAN ANTONIO
MARTÍNEZ CAMINO, o. cit.; J. RATZINGER, “¿Por qué un Catecismo de la Iglesia Católica?”, en Evangelio, catequesis,
catecismo, Ed, Edicep, Valencia 1996, pp. 7-17. Ver también, estas tres ´Ponencias`: Cardenal CHRISTOPH
SCHÖNBORN, “El Catecismo de la Iglesia Católica”; P. BENOIT, “La fe transmitida, celebrada, vivida y orada en el
Catecismo de la Iglesia Católica”; Mons. JOSÉ SARAIVA, “El Catecismo de la Iglesia Católica y la inculturación de la fe”;
Mons. LORENZO CHIARINELLI, “El Catecismo de la Iglesia Católica punto de referencia para los catecismos
nacionales”; y Mons. ANTONIO CAÑIZARES, “El Catecismo de la Iglesia Católica clave de
interpretación del Directorio General para la Catequesis”, en ANTONIO CAÑIZARES-
MANUEL DEL CAMPO, o. cit, pp. 281-356. Sin embargo, la mejor presentación que se ha
hecho del Catecismo de la Iglesia Católica la encontramos en el mismo Directorio General para la Catequesis, nnº 120-
130.
Constitución Dei Verbum en la Iglesia, al final, a modo de sugerencia, como una
especie de conclusión.

A partir de la fecha de su aprobación definitiva (el 25 de junio de 1992),


el Santo Padre aprueba el texto en redacción definitiva bajo el título de
Catecismo de la Iglesia Católica ( = CCE). Se ha convertido necesariamente
desde entonces en un punto de referencia a tres niveles: para la catequesis, para
la transmisión de la fe, y para los catecismos”773.

El propio CCE indica, en su prólogo, el fin que persigue: “Este catecismo


tiene por fin presentar una exposición orgánica y sintética de los contenidos
esenciales y fundamentales de la doctrina católica, tanto sobre la fe como sobre
la moral, a la luz del Concilio Vaticano II y del conjunto de la Tradición de la
Iglesia” (CCE, nº 11) 774. Esta es pues la intención profunda del CCE: ofrecer
una exposición global, unitaria y orgánica de la fe; anunciar al hombre la buena
nueva, capaz de reinterpretar la vida y la historia en el diálogo con Dios que se
revela y se da en nuestro Señor Jesús, Cristo y Salvador. En este sentido, el
Catecismo resulta especialmente rico, pues pretende “presentar una exposición
orgánica y sintética de [...] la doctrina católica [...] a la luz del Concilio Vaticano
II y del conjunto de la Tradición de la Iglesia. Sus fuentes principales son la
Sagrada Escritura, los Santos Padres, la Liturgia y el Magisterio de la Iglesia”775.

El CCE se articula en torno a cuatro dimensiones fundamentales de la


vida cristiana: la profesión de la fe, la celebración litúrgica, la moral evangélica
y la oración776. Esta articulación cuatripartita desarrolla los aspectos esenciales
de la fe: Creer en Dios creador, Uno y Trino, y en su designio salvífico; ser
santificado por Él en la vida sacramental; amarle con todo el corazón y amar al
prójimo como a sí mismo; orar esperando la venida de su Reino y el encuentro
cara a cara con Él. Con esta articulación tradicional en torno a los cuatro pilares
773
Desarrolla estas dimensiones con amplitud, Mons. LORENZO CHIARINELLI, art. cit, pp. 349-356. La propia
Constitución apostólica Fidei Depositum define este Catecismo como “texto de referencia para una catequesis renovada en
las fuentes vivas de la fe” (nº 1).
774
Para el Cardenal J. RATZINGER, “el Catecismo está subordinado al concepto de catequesis que encontramos en
Catechesu Tradendae, nnº 5-6. No quiere otra cosa que ser voz de Cristo y acompañamiento en el camino catecumenal, en el
proceso de incorporación -tanto vital como intelectual- a la comunidad de discípulos de Jesucristo, discípulos que han
llegado a ser su propia familia al estar unidos en la voluntad de Dios [...] De toda la tradición catecumenal de la Iglesia se
desprende claramente que el Catecismo como libro es sólo un elemento de un gran conjunto. Por una parte apela, para hablar
en lenguaje de san Agustín al maestro interior existente en cada uno de nosotros, de modo que en el encuentro con el
mensaje de Jesús cualquiera pueda percibir: ´Sí, es esto; esto es aquello que siempre estoy buscando`. Por otra parte, el
Catecismo necesita un maestro exterior, el catequista, y la comunidad de discípulos que caminan juntos. Sin la palabra viva
del catequista, el cual -como Apolo- ´ha sido catequizado él mismo en el camino del Señor` (Hch 18,25), el libro permanece
mudo”. Cfr. Evangelio, catequesis, catecismo, pp. 46-47.
775
Ibid. El contenido del nuevo Catecismo de la Iglesia Católica se articula en cuatro partes: la profesión de la fe bautismal
(el Símbolo), los Sacramentos de la fe, la vida de la fe (los mandamientos), la oración del creyente (el Padre nuestro). El
propio texto indica que esta distribución “se inspira en la gran tradición de los catecismos, los cuales articulan la catequesis
en torno a cuatro pilares” (nº 13).
776
Cfr. DGC, nº 122. Ver la ´ponencia`del P. BENOIT, “La fe transmitida, celebrada, vivida y orada en el Catecismo de la
Iglesia Católica”, pp. 301-319. Para el P. BENOIT el Catecismo constituye un “instrumento de la educación y de la
instrucción de la fe”. Ibid., p. 306.
que sostienen la transmisión de la fe (símbolo, sacramentos, decálogo, Padre
nuestro), - se afirma en el Directorio General para la Catequesis-,“el Catecismo
de la Iglesia Católica se ofrece como referente doctrinal en la educación de las
cuatro tareas básicas de la catequesis” (nº 122).

Para Mons. Antonio Cañizares, el CCE es la clave de interpretación del


Directorio General de Catequesis777. Según él, “entre ambos existe una
imbricación y una complementariedad que no se puede dejar de tener en cuenta.
El nuevo Directorio General para la Catequesis señala de manera expresa y
pormenorizada las relaciones de distinción y complementariedad entre ambos y
se detiene de manera casi esquemática en algunos aspectos sobresalientes del
Catecismo de la Iglesia Católica y en su lugar en la catequesis, sobre todo en la
consideración del Catecismo como punto de referencia para inspirar toda la
acción catequizadora de la Iglesia en nuestro tiempo y elemento en el que
´puedan apoyarse, en el desarrollo ordinario de la catequesis, los catecúmenos y
los catequizandos (DGC, nº 128)778. Más aún, el CCE, se ha convertido en un
instrumento al servicio de la Iniciación cristiana, -en palabras de Mons. A.
Cañizares-, quien fundamenta esta afirmación del siguiente modo: “Este
Catecismo, enteramente, está vinculado al Bautismo, a la confesión de la fe
bautismal, que es el arquetipo de toda profesión de fe, sobre el que se
fundamenta cualquiera otra profesión de la fe [...] El Catecismo desarrolla la fe
a partir de la profesión de la fe bautismal. Así aparece claramente en qué
manera quiere enseñar la fe: catequesis es catecumenado [...] De esta manera, el
Catecismo de la Iglesia Católica, dentro de esta clave catecumenal que
acabamos de señalar, refleja las dimensiones fundamentales y esenciales de la
existencia eclesial y cristiana, en una estructura que se remonta a los orígenes de
la Iglesia y propone la verdad íntegra de la experiencia cristiana como horizonte
de comprensión de la Iglesia y del mundo”779.

El término catecismo pertenece a la familia lingüística de la catequesis y


del Catecumenado. Allí hay que situarlo para ver su lugar en el proceso de
evangelización. En este sentido, el profesor Julio Ramos sostiene que el nuevo
777
Cfr. “El Catecismo de la Iglesia Católica, clave de interpretación del Directorio General de Catequesis”, pp. 359-399. La
tesis que defiende y fundamenta ´magistralmente` -Mons. CAÑIZARES- parte de la siguiente convicción del autor: “Se
puede afirmar con toda claridad y sencillez que el Directorio explicita y desarrolla como orientación o directriz pastoral para
toda la Iglesia la catequesis que reclama el Catecismo. Es más, estimo que el Catecismo es clave de lectura del Directorio”
(p. 360).
778
Ibid., pp. 359-360. “El Catecismo ofrece -según Mons. CAÑIZARES-, los elementos fundamentales para que, por la
catequesis, el cristiano sea educado en la fe y en la comunión de la Iglesia, sin rupturas, sin criticismos, sin incertidumbres,
con afecto y confianza en la Madre Iglesia, apoyándose en fundamentos sólidos y claros, compartidos eclesialmente,
vigorosos y sencillos” (Ib., pp. 361-362).
779
Ibid., p. 381. Para CH. SCHONBORN, “Se trata de la síntesis de aquello que hay que confiar a la memoria, indispensable
a la fe, y que, al mismo tiempo refleja los elementos indispensables de la Iglesia, esto es: el Símbolo de los Apóstoles, los
Sacramentos, el Decálogo y la Oración del Padre nuestro. Estos son los elementos que entran en el proceso de la iniciación y
de la maduración en la fe, a cuyo servicio está la catequesis que tiene un proceso dialogal, el que corresponde al
catecumenado: Dios y su obra, que tiene la iniciativa y la primacía, y lo que el hombre hace, que siempre será respuesta a la
obra de Dios”, en Algunas observaciones sobre los criterios de redacción del Catecismo: L´Osservatore Romano (ed.
castellana) -22 de enero de 1993, p. 10.
CCE encuentra “su puesto en la etapa catecumenal o, dada nuestra práctica
actual pastoral, en las acciones de la Iglesia que tengan identidad o
características catecumenales. Sin embargo, el Catecismo no ocupa la totalidad
de esa acción catecumenal y, por ello, hay que tener en cuenta lo siguiente:
- Que el Catecismo siempre es un medio para la acción catecumenal y no
lo agota. Un catecismo es válido, útil y necesario para los procesos
catecumenales, pero no constituye por sí mismo esos procesos. Sustituir
procesos catecumenales por el aprendizaje del catecismo supondría ir en contra
del mismo catecismo.
- Que el Catecismo tiene como finalidad la transmisión de los contenidos
de la fe de la Iglesia, tanto en sus aspectos teóricos como prácticos. Con ello,
quien realiza un proceso catecumenal llega al conocimiento de la fe de la Iglesia
en su universalidad y en su globalidad.
- Que este Catecismo no tiene como destinatario directo al Pueblo de Dios,
ni a quienes realizan un proceso de tipo catecumenal sino principalmente a los
responsables de la catequesis: en primer lugar a los obispos, en cuanto doctores
de la fe y pastores de la Iglesia. Les es ofrecido como instrumento en la
realización de su tarea de enseñar al Pueblo de Dios. A través de los obispos, se
dirige a los redactores de catecismos, a los sacerdotes y a los catequistas. Será
también de útil lectura para todos los demás fieles cristianos (cf. CCE, nº 12)”780.

Si es cierto que hablar de iniciación cristiana es hablar asimismo de


identidad cristiana y católica; si está fundamentado que la identidad cristiana se
origina en el Bautismo; si hemos visto que el Catecismo desarrolla la fe a partir
de la profesión de fe bautismal, podemos preguntarnos en este momento:
¿Cómo ha sido recibido el CCE en el Camino Neocatecumenal cuya naturaleza
viene definida como “un itinerario de formación católica, válida para la
sociedad y el hombre de hoy”, y como “una modalidad de realización diocesana
de iniciación cristiana”? ¿De qué manera es utilizado el CCE en el
Neocatecumenado?

De entrada, podemos afirmar que el CCE ha encontrado en el CN un


ámbito privilegiado de acogida, de recepción y de asimilación 781. Al mismo
tiempo, el Neocatecumenado se ha visto enriquecido con la aparición del
Catecismo, puesto que en él va a encontrar las referencias necesarias para ir
enriqueciendo los contenidos catequéticos en cada una de las etapas del
itinerario neocatecumenal782.
780
Cfr. Teología Pastoral, Ed, B.A.C., Madrid 1995, pp. 275-276.
781
Para JESÚS BOGARÍN “al haber conseguido el reconocimiento del Neocatecumenado como verdadero catecumenado
postbautismal [...], no puede enseñar más que lo básico y común a todo cristiano, a saber, los contenidos del Catecismo de la
Iglesia Católica en sus cuatro partes de qué creer (fe), celebrar (liturgia), hacer (moral) y rezar (oración). Cfr. La
institucionalización del camino neocatecumenal. Comentario a sus estatutos, p. 757.
782
Cfr. DGC, nº 128. A la luz de la exposición sistemática, integral y unificadora del Catecismo, es muy ´aguda` la
afirmación de Mons. LORENZO CHIARINELLI: “El proceso catequético en un proceso vital: tanto en el plano de la
propuesta como en el de la respuesta (traditio-redditio), requiere anuncio y doctrina, celebración y sacramentos, práctica
Desde el mismo instante de su aparición, el Catecismo se ha convertido,
junto a la Escritura, en los dos puntos de referencia básicos en el caminar de
cada neocatecúmeno; especialmente para la comprensión, preparación y
desarrollo de las catequesis dogmático-doctrinales y morales que tienen lugar en
el Neocatecumenado. Es significativo que la misma redacción del Estatuto del
CN haya querido dejar este principio hermenéutico de comprensión y vivencia
de la fe muy claro: “Para profundizar la Escritura ´con la inteligencia y el
corazón de la Iglesia`, los neocatecúmenos se ayudan sobre todo de la lectura de
los escritos de los Padres, de los documentos del Magisterio, en especial del
Catecismo de la Iglesia Católica, y de obras de autores espirituales” (SCN, art.
11&4)783.

Esta mutua y receptiva implicación del Catecismo en el


Neocatecumenado parece justa y razonable al ser definida la naturalezadel CN
como un “itinerario de formación católica, válida para la sociedad y el hombre
de hoy”. Cuál sea la manera concreta de esta formación se indica también en el
Estatuto. Se trata de un Neocatecumenado o Catecumenado post-bautismal. Por
tanto, tiende a la iniciación cristiana, no a cualquier proceso formativo. Tiene
que ver con el Bautismo, que es el fundamento sacramental de la existencia
cristiana. En cuanto a la identidad católica de esta formación, según Mons.
Ricardo Blázquez, “puede tener doble significado; el primer sentido es obvio: El
Camino neocatecumenal no ´huele` a protestante [...] El Camino es católico sin
ambigüedades; podemos fiarnos de su catolicidad. El segundo sentido sería este:
Su validez no se limita a los núcleos urbanos, o a los países de nuestro ámbito
geográfico de Europa occidental, o a ciertos grupos sociales... Ha mostrado su
capacidad de iniciación a la fe cristiana en Europa occidental y en la Europa del
centro y del este, en Estados Unidos y en Brasil, en Nicaragua y en Chile, en
Japón y en Costa de Marfíl... Personas de diversa condición, cultura, edad...
forman parte de una misma comunidad”784. Y podríamos añadir, a la luz de la
praxis ecuménica que el mismo CN está llevando adelante con hermanos de
diversas confesiones no católicas (ortodoxos, anglicanos, protestantes, etc.), que
además de esta nota de catolicidad, hay que añadir también la de ser un
instrumento al servicio del diálogo ecuménico785.
cristiana y testimonio: la fidelidad a la Revelación divina, la dimensión litúrgico-sacramental, la no separación entre cultura
y vida, identifican constantemente la renovación de la catequesis y el Catecismo de la Iglesia Católica. Catequesis reductivas
o inadecuadas en la presentación de los contenidos, en la identidad del creyente, en la forma de situarse de la comunidad
eclesial, han de compararse con el texto que nos ofrece hoy la Iglesia. Cfr. “El Catecismo de la Iglesia Católica punto de
referencia para los catecismos nacionales”, en A. CAÑIZARES - M. DEL CAMPO, o. cit., p. 351.
783
Expresamente, este artículo, remite a los números 96 y 128 del DGC.
784
Cfr. Iniciación Cristiana y nueva Evangelización, pp. 347-348.
785
En 1996 tuvo lugar una Convivencia Internacional de los iniciadores del CN con representantes de las Iglesias del
Oriente Próximo. Estuvieron presentes un patriarca, treinta y seis obispos y numerosos presbíteros en representación de once
naciones; entre ellos estaban presentes coptos, maronitas, armenios, griegos y sirios. Entre otros, es significativo, el
testimonio del Patriarca Copto de Alejandría STEFANOS II: “Al principio pensábamos que abrir esta pastoral catecumenal
para llevar de nuevo a Cristo a los indiferentes y alejados estaba bien para la Europa secularizada, pero no nos parecía
apropiada para el Oriente Cristiano, que tanto ha sufrido a lo largo de los siglos por defender la fe. Hoy, tras los 18 años que
La recepción que el Neocatecumenado ha hecho del Catecismo se ve
reflejada, por último, en el Directorio catequético del Camino Neocatecumenal
que consta de 13 volúmenes y “que recogen la tradición oral y la praxis de más
de treinta años del Camino”(SCN, art. 2,2º) 786. Una vez concluido el minucioso
trabajo al que han sido sometidos todos y cada uno de estos volúmenes, se han
incorporado al texto 2.500 notas del Catecismo de la Iglesia Católica que
avalan, fundamentan y orientan la comprensión de los contenidos catequéticos
que se imparten a lo largo del itinerario neocatecumenal.

d) Recepción del Directorio General para la Catequesis

La promulgación del nuevo Directorio General para la Catequesis (18-


IX-1997) va a ser determinante y de una influencia decisiva en orden a
encaminar el proceso de discernimiento en el que el Camino Neocatecumenal
había entrado en Enero de 1997 con la invitación expresa del Papa a
“interrogaros sobre cuál es el designio de Dios respecto del Camino en este
momento histórico”787.

La apuesta decidida que el Directorio va a hacer del Catecumenado como


institución pastoral y eclesial (nnº 88-91) y la continuidad que pastoralmente
abre a todos aquellos que han vivido un proceso catecumenal, contemplando la
catequesis como un servicio a la educación permanente de la fe en la comunidad
cristiana (nnº 69-70), venían a cimentar y fundamentar la misma praxis
neocatecumenal.
llevan nuestras Iglesias abiertas a esta experiencia, podemos constatar, por el contrario, que estas catequesis sistemáticas y
permanentes forman pequeñas comunidades que encarnan una palabra profética y preciosa también para nuestros cristianos,
que con frecuencia van a la Iglesia con una piedad ritual separada de su vida práctica”. Cfr. Diario Avvenire (20 de Abril de
1996). Y, más reciente aún, nos encontramos con el testimonio que aportaba el P. BERTOGLI -fraile capuchino- que preside
una Comunidad Neocatecumenal en Antioquía (Turquía): “Hemos empezado a trabajar con jóvenes, tratando de hacerles
conscientes del profundo sentido del Bautismo que han recibido. Por esto hemos acogido las catequesis propuestas por el
Camino Neocatecumenal, comenzando a rezar con la Palabra de Dios y a celebrar la Eucaristía. Hoy tenemos dos
comunidades con 120 personas en total. Esto demuestra el redescubrimiento de la fe por parte de los jóvenes. Forman parte
de las comunidades también fieles ortodoxos. Al comienzo algunos Obispos ortodoxos no vieron con buenos ojos esta
pertenencia, pensando quela nuestra fuese una tarea de proselitismo. Pero luego, los jóvenes han
enseñado y testimoniado ellos mismos a sus Obispos un modo nuevo de vivir la fe. ¡ Y hoy
algunos de ellos se han convertido en catequistas!”. Cfr. Ser católicos en Turquía: la experiencia de la
comunidad cristiana en Antioquia. Agencia Fides (jueves 14-Enero-2003).
786
En un encuentro que mantuvieron los iniciadores del CN - KIKO ARGÜELLO y CARMEN HERNÁNDEZ- en Roma
con los miembros de las CNC para preparar la celebración de ´acción de gracias` por la aprobación del Estatuto del CN,
Kiko Argüello daba a conocer los siguientes datos: “Todavía debe ser aprobado el Directorio Catequético del Camino
Neocatecumenal, y ya sabéis que está compuesto de 13 volúmenes que contienen todas las catequesis. Están ya aprobados 11
[...] , 3100 páginas que han estudiado 5 teólogos distintos, que han dado una valoración, estudiando punto por punto. Ha sido
necesario insertar las referencias del Catecismo de la Iglesia Católica, de los 2.800 números que tiene el Catecismo, nosotros
hemos insertado 2.500 notas. Es decir, son 2.500 puntos en las catequesis que están fundamentados en el Catecismo de la
Iglesia Católica”. Cfr. Incontro con i parroci de Roma (30-XI-2003) [policopiado].
787
Cfr. JUAN PABLO II, A treinta años del Camino Neocatecumenal en las barracas de Madrid. Discurso leído el 24 de
Enero de 1999 a los iniciadores del Camino Neocatecumenal y a los catequistas de todo el mundo, al regreso de la
Convivencia del Sinaí. Fue publicado en L´Osservatore romano, 25 de enero de 1999, p. 4.
La importancia que el Directorio concede al Catecumenado aparece al
inicio del mismo documento: “Los treinta años transcurridos desde la clausura
del Concilio Vaticano II hasta el umbral del tercer milenio, constituyen - sin
duda- un tiempo muy rico en orientaciones y promoción de la catequesis. Ha
sido un tiempo que, de algún modo, ha vuelto a hacer presente la vitalidad
evangelizadora de la Iglesia de los orígenes y a impulsar oportunamente las
enseñanzas de los Padres, favoreciendo el retorno actualizado al Catecumenado
antiguo” (nº 2).

Para el Directorio, el Catecumenado bautismal aparece como un proceso


de formación y auténtica escuela de fe; en este sentido, ofrece a la catequesis
postbautismal una dinámica y algunos rasgos que le imprimen carácter: la
intensidad e integridad de la formación; su carácter gradual, con etapas
definidas; su relación con ritos, símbolos y signos, especialmente bíblicos y
litúrgicos; su referencia constante a la comunidad.

La catequesis postbautismal - se dirá en el Directorio-, “sin tener que


reproducir miméticamente la configuración del Catecumenado bautismal, y
reconociendo el carácter de bautizados que tienen los catequizandos, hará bien
en inspirarse en esta ´escuela preparatoria de la vida cristiana`, dejándose
fecundar por sus principales elementos configuradores” (DGC, nº 91).

Este documento y su publicación en el año 1997 va a ser muy importante


y decisivo en orden a la fundamentación catequética que las nuevas realidades
comunitarias y catecumenales estaban intentando conseguir para expresar su
identidad eclesial formal. En concreto, este documento va a ser determinante
para la redacción del Estatuto del Camino Neocatecumenal 788 que se había
comenzado a gestarse ese mismo año, y en él va a encontrar la confirmación y
fundamentación de la praxis vivida en el interior de las Comunidades
Neocacumenales.

3. Contenidos bíblicos y catequéticos centrales en el Neocatecumenado a través


de sus etapas

En este momento, me interesa resaltar el papel que ocupa la Palabra de


Dios como fuente de la catequesis789, una catequesis, según pide el RICA,
788
En el Estatuto del CN encontramos 38 citas explícitas de este documento, referidas a 50 números del mismo. He aquí los
nnº por orden de citación: 59 (dos veces),91 (dos veces) 51, 69,23,172,257,64,225,258,80,156,230-232,62,102,53-
55.94,127,128,96,59,85,226-227,255,86 (cuatro veces),268,86,85,70,56,69-72,222-223,246,247,235-236.
789
Así lo expresa CT, nº 27: “La catequesis extraerá siempre su contenido de la fuente viva de la Palabra de Dios,
transmitida mediante la Tradición y la Escritura, dado que la Sagrada Tradición y la Sagrada Escritura constituyen el único
depósito sagrado de la Palabra de Dios confiado a la Iglesia”. También en DGC-97, nº 94: “La fuente de donde la catequesis
toma su mensaje es la misma Palabra de Dios” (este número es citado en la nota 25 del SCN).
dirigida por los presbíteros, los diáconos y los catequistas, "dispuesta por etapas
y presentada integralmente, adaptada al año litúrgico y basada en las
celebraciones de la palabra", que sea capaz de conducir a los catecúmenos "no
sólo a un conocimiento conveniente de los dogmas y los preceptos, sino
también al íntimo conocimiento del misterio de la salvación, cuya aplicación a
sí mismos deben considerar" (nº 19, 1)790. En este sentido, comparto la
afirmación del Cardenal J. Ratzinger, “necesitamos -hoy-, restablecer el
contexto vital de la ejercitación catecumenal en la fe como lugar común de la
experiencia del Espíritu, que puede convertirse así en la base de una reflexión
atenta a los contenidos reales”791 . Esta misma apreciación viene contemplada en
el Directorio General para la Catequesis cuando dice, “que el Catecumenado se
convierte, así, en foco fundamental de incremento de catolicidad y fermento de
renovación eclesial” (nº 78c). La praxis formativa del Neocatecumenado va a
encontrar en la celebración de la Palabra el ámbito ordinario de formación
catequética primaria y fundamental. La formación que se imparte a lo largo de
todo el itinerario neocatecumenal viene definida en el Estatuto con las palabras
del Papa Juan Pablo II: “Reconozco el Camino Neocatecumenal como un
itinerario de formación católica, válida para la sociedad y para los tiempos de
hoy”( SCN, art. 1&1)792.

Van a ser, por tanto, las celebraciones de la Palabra de Dios, "adaptadas


al tiempo litúrgico y ventajosas para la instrucción de los catecúmenos" (RICA,
nº 100), los ámbitos donde, -en este caso los neocatecúmenos- se alimentarán
con asiduidad de la Mesa de la Palabra de Dios 793 de un modo gradual y
progresivo; tales celebraciones deben concebirse como "una escuela de oración"
y de asimilación efectiva de los contenidos de la revelación: una experiencia
vivida de estos contenidos y una forma de iniciación al culto de la comunidad
(nnº 106-108).

La centralidad de la Palabra de Dios en el Neocatecumenado, como en la


misma Iglesia, es un elemento constitutivo de su identidad, y así aparece
expresado este punto en el SCN, art. 8&2: “Las catequesis iniciales y el
itinerario neocatecumenal se basan en los tres elementos fundamentales
790
67 “ Esto se hace en el Camino Neocatecumenal mediante ´una oportuna catequesis` preparada en base al Catecismo de la
Iglesia Católica, que ´lleva a los catecúmenos no sólo a un necesario conocimiento de los dogmas y de los preceptos, sino también
al íntimo conocimiento del misterio de la salvación`”. Cfr. SCN, art. 24&2,6º. Ver C. PALIARD, La catechesi nel catecumenato:
Concilium 3 (1967), n. 2, pp. 61-66; J.M. TOTOSAUS, El contenido de la catequesis catecumenal: Phase 11 (1971), pp. 335-347.
791
Cfr. Teoría de los principios teológicos, p. 28. En otra de sus obras, afirmará que “el Catecismo desarrolla la fe a partir de
la profesión bautismal. Así aparece claro de qué modo quiere explicarla: la catequesis implica catecumenado”. Cfr.
Evangelio, catequesis, catecismo. p. 25. En este mismo posicionamiento de recuperar el Catecumenado como “lugar
teológico”, hay que leer la obra de H. BOURGEOIS, Théologie catéchuménale, Les editions du Cerf. Paris 1991; ver
también, La educación catecumenal de la fe. Nuevo lugar de creación de la Iglesia, en Misión Abierta (3/1979, junio).
792
Ver el amplio comentario de Mons. R. BLÁZQUEZ a esta afirmación del Papa: “Un camino de iniciación cristiana”, en
Iniciación Cristiana y nueva Evangelización, pp. 338-380.
793
“Cada comunidad neocatecumenal tiene semanalmente una celebración de la Palabra de Dios, normalmente con cuatro
lecturas, según los temas indicados en el Directorio catequético del Camino Neocatecumenal para cada etapa”. Cfr. SCN, art.
11&1.
(trípode) de la vida cristiana, resaltados por el Concilio Vaticano II: Palabra de
Dios, Liturgia y Comunidad”794.

En su formación, desarrollo y meta, el Neocatecumenado se basa en este


trípode: Palabra-Liturgia- Comunidad795. Es la Palabra anunciada, acogida y
celebrada la que convoca, alimenta y sostiene a la Comunidad. Es la Liturgia la
que hace viva y eficaz la Palabra, llevando a los hermanos de la división a la
Comunión, haciendo de los hermanos un Cuerpo, que tiene a Cristo como
cabeza. Es la Comunidad la que anuncia y celebra agradecida la Palabra
cumplida en ella796. En todas las etapas del Neocatecumenado está presente este
trípode. También en la teología: se trata de una teología no especulativa, sino
narrativa, histórica, donde la Palabra se hace historia de salvación; se trata de
una teología celebrativa, expresada en un lenguaje simbólico más que
conceptual; es una teología hímnica porque se saborea más a través del cántico
de los salmos que de la reflexión de los conceptos; es una teología icónica más
que académica y discursiva; y es una teología eclesial, fruto de la comunión en
el Espíritu, que también incorpora y cuenta con la enseñanza y el estudio.

Por tratarse de una iniciación catecumenal, los aspectos de la gradualidad,


la integridad y la jerarquización orgánica en la presentación de los contenidos
catequéticos, se articularán convenientemente en el itinerario de formación
católica que es el Neocatecumenado. Vamos a verlo seguidamente, siguiendo
estos dos momentos: 1º) analizando los contenidos biblicos y catequéticos
fundamentales del Neocatecumenado etapa por etapa; 2º) articulando estos
contenidos catequéticos a la luz de las siguientes dimensiones de comprensión
teológicas: a) dimensión histórico-salvífica; b) dimensión cristológica; c)
dimensión trinitaria; d) dimensión pneumatológica; e) dimensión eclesiológica;
f) dimensión mariológica; g) dimensión litúrgico-sacramental; h) dimensión
moral; i) dimensión antropológica; j) dimensión social, y k) dimensión
escatológica.

794
“El convencimiento -acrecentado con los años- de que el Camino Neocatecumenal concreta y potencia aspectos
fundamentale del concilio Vaticano II, me ha impulsado a escribir estas páginas para mostrar en qué medida el Trípode
(Palabra-Liturgia-Comunidad) en que se apoya la pastoral de esta iniciación cristiana de adultos no podría concebirse, ni
llevarse a la práctica parroquial, sin el respaldo que los documentos conciliares expresamente le concede. Cfr. ENRIQUE
BONETE, art. cit., p. 484.
795
Para R. BLÁZQUEZ “esta trilogía indica las acciones básicas a través de las cuales la Iglesia vive, se edifica y cumple su
misión; y se apoya en la concepción de los Padres de la Iglesia, según la cual Jesús es el Mesías, el Ungido, como Sacerdote,
como Profeta y como Rey. La Iglesia vive de la Palabra de Dios y de la celebración de los Sacramentos; y su forma de
existencia es la comunión”. Cfr. Las Comunidades Neocatecumenales, p. 24.
796
L.M CHAUVET afirma que “las Escrituras nunca manifiestan tan bien su esencia como en la asamblea celebrante, allí
donde levantadas de su ´muerte` por la voz viva del lector que las proclama como mensaje vivo para hoy, los antiguos textos
alcanzan su objetivo de Palabra de Dios para el hoy de cada generación. Es en la ecclesia litúrgica donde la Biblia llega a su
verdad. Para decirlo de otro modo, la asamblea litúrgica da verdaderamente ´lugar`a las Escrituras como ´Palabra de Dios`.
Cfr. “Biblia y Liturgia”, en Celebrar la Liturgia de la Palabra, p. 34.A la luz de esta reflexión, la praxis celebrativa del
Neocatecumenado permite descubrir cómo la pequeña comunidad se transforma en un ´laboratorio litúrgico` de verificación
real del poder transformante y transformador de la Palabra de Dios.
Para iniciar este recorrido, lo haré etapa por etapa, puesto que “el
Neocatecumenado consta de las catequesis iniciales y del itinerario
neocatecumenal, articulado según las tres fases de la iniciación cristiana:
precatecumenado, catecumenado y elección, divididas en etapas, jalonadas por
pasos marcados por algunas celebraciones”(SCN, art. 8,&1)797. Esto me
permitirá descubrir en qué medida el Neocatecumenado es fiel a una de las
tareas fundamentales de la catequesis798: propiciar el conocimiento de la fe799, ya
que “el fin de la catequesis es conducir a una fe madura a cada fiel y también a
las comunidades”(DCG-1971, nº 38)800.

El Neocatecumenado se inicia en las Parroquias a través de un tiempo


intenso de catequesis donde la Palabra de Dios va a estar en el centro del
contenido y del desarrollo mismo de las catequesis (SCN, art. 9). En el
Neocatecumenado las catequesis tendrán siempre un marcado enraizamiento
bíblico y a su vez, la Escritura será proclamada y explicada desde una
pedagogía claramente catequizadora. Toda la formación católica que a lo largo
del itinerario neocatecumenal van a ir recibiendo los neocatecúmenos, tendrá
como centro la Sagrada Escritura leída e interpretada con “la inteligencia y el
corazón de la Iglesia”801 , es decir, a la luz de la Sagrada Tradición y del
ministerio del Magisterio. El acceso a la Escritura y la secuencia de las formas
de catequesis que en cada tiempo del Neocatecumenado se irán impartiendo
adoptarán de forma gradual las siguientes características: kerigmática, bíblica,

797
En la nota 17 que acompaña a este artículo se dice que “la finalidad definitiva del Neocatecumenado es poner a las
personas, de etapa en etapa, paso a paso, ´no sólo en contacto, sino en comunión, en intimidad con Jesucristo`(DGC, nº 80;
cfr OICA, 6), ´autor y perfeccionador de la fe`” (cf. Hb 12,2).
798
“Las tareas de la catequesis corresponden a la educación de las diferentes dimensiones de la fe, ya que la catequesis es
una formación cristiana integral, ´abierta a todas las esferas d la vida cristiana`. En virtud de su misma dinámica interna, la fe
pide ser conocida, celebrada, vivida y hecha oración. La catequesis debe cultivar cada una de estas dimensiones. Pero la fe se
vive en la comunidad cristiana y se anuncia en la misión: es una fe compartida y anunciada. Y estas dimensiones deben ser,
también cultivadas por la catequesis”. Cfr. DGC, nº 84. Ver también “las tareas de la catequesis de adultos” en CA, nnº 172-
190.
799
Según el Directorio “la catequesis debe conducir, a ´la comprensión paulatina de toda la verdad del designio divino`,
introduciendo a los discípulos de Jesucristo en el conocimiento de la Tradición y de la Escritura, que es la ´ciencia eminente
de Cristo` (Flp 3,8). Este profundizar en el conocimiento de la fe ilumina cristianamente la existencia humana, alimenta la
vida de la fe y capacita también para dar razón de ella en el mundo. La ´entrega del Símbolo`, compendio de la Escritura y de
la fe de la Iglesia, expresa la realización de esta tarea”. Cfr. Ibid., nº 85. Para el profesor A. AMATO, “la adhesión a
Jesucristo da origen a un proceso de conversión permanente que dura toda la vida y que lleva al bautizado a la madurez de la
plenitud de Cristo. Se trata de un itinerario que comporta diversas etapas: el interés por el Evangelio, la conversión a Jesús,
la profesión de fe en Él, el camino hacia la perfección. El momento de la catequesis es el que corresponde al período en que
se estructura la conversión a Jesucristo, dando una fundamentación a esa primera adhesión”. Cfr. “Jesucristo, plenitud de la
Revelación”, en A. CAÑIZARES-M. DEL CAMPO, o. cit., p. 131.
800
Nuestros Obispos ya en el Documento La Catequesis de la Comunidad afirmaban que “en muchos cristianos adultos se
da, hoy en día, la demanda de un proceso de fundamentación de la fe” , y , por tanto “la Iglesia debe ofrecerles la posibilidad
de una catequesis orgánica, con vistas a la consolidación de su fe” (nº 99). Años más tarde afirmarán que “la finalidad de la
catequesis es la confesión de la fe, esto es, la entrega del hombre a Dios, realizada en la Iglesia, para el servicio del mundo”.
Cfr. CA, nº 134.
801
Cfr. CT, nº 27; DGC, nº 127. Citados ambos en la nota 39 del SCN art 11& 4: “ Para profundizar la Escritura ´con la
inteligencia y el corazón de la Iglesia` los neocatecúmenos se ayudan sobre todo de la lectura de los escritos de los Padres,
de los documentos del Magisterio, en especial del Catecismo de la Iglesia Católica, y de obras de autores espirituales”. Para
un acceso a la clave de comprensión de la Escritura en la patrística, ver A.G. HAMMAN, Leer la Biblia en la escuela de los
Padres, Ed, DDB, Bilbao 1999.
doctrinal y mistagógica. Vamos a verlo en cada una de las etapas por las que el
neocatecúmeno avanza progresivamente en la maduración de la fe.

a) Escritura y Catequesis en la etapa Kerigmática

El Neocatecumenado inicialmente se abre al interior de una Parroquia a


través de la predicación que tendrá como fundamento y punto de partida la
Palabra, el anuncio de la Buena Noticia de la Salvación que es Jesucristo para el
hombre de hoy (cf. Rom 12)802. Este tiempo que se dedica a la catequización en
la Parroquia y que dura dos meses es la fase que abre el itinerario
neocatecumenal, también se la suele denominar fase de conversión o etapa
kerigmática803. Es el tiempo del anuncio del Kerygma, anuncio de salvación que
se desarrolla a través de un diálogo directo y existencial sobre la incidencia del
cristianismo en la vida de las personas. Las catequesis se basan en el trípode:
Palabra-Liturgia-Comunidad sobre el cual se sustentará todo el recorrido
neocatecumenal.

El anuncio del Kerygma se hace, en las primeras catequesis, partiendo de


la situación existencial del hombre de hoy, y en diálogo directo con los
asistentes a dichas catequesis804. En un segundo momento se anuncia con fuerza
el núcleo central del Kerygma, la muerte y la resurrección de Jesús como
respuesta de Dios Padre a los interrogantes más profundos del hombre 805KIKO
ARGÜELLO explica que en la 7ª Catequesis, se trata de anunciar “el kerigma,

802
En el contenido de los anuncios para iniciar las catequesis, se proclama con firmeza y valentía lo que tan bellamente ha
expresado el Papa Juan Pablo II en Christifideles laici, nº 34: “¡El hombre es amado por Dios! Éste es el simplicísimo y
sorprendente anuncio del que la Iglesia es deudora respecto del hombre. La palabra y la vida de cada cristiano pueden y
deben hacer resonar este anuncio: ¡Dios te ama, Cristo ha venido por ti; para ti Cristo es ´el camino, la verdad y la vida`(Jn
14,6).Esta nueva evangelización -dirigida no sólo a cada una de las personas, sino también a enteros grupos de poblaciones
en sus más variadas situaciones, ambientes y culturas- está destinada a la formación de comunidades eclesiales maduras, en
las cuales la fe consiga liberar y realizar todo su originario significado de adhesión a la persona de Cristo y a su evangelio, de
encuentro y de comunión sacramental con él, de existencia vivida en la caridad y en el servicio”.
803
“El Neocatecumenado empieza en la parroquia, a petición del Párroco, con las catequesis kerigmáticas, llamadas
catequesis iniciales, contenidas en el Directorio”. Cfr. SCN, art. 9.
804
“Las dos catequesis siguientes se hacen en diálogo con las personas, sobre dos temas: ¿Quién es Dios para ti? ¿Por qué
crees en Dios? (Invitando a que expliquen cómo han llegado a la fe aquellos que dicen tenerla, o por qué no creen los que
dicen no tenerla; este diálogo ayuda a hacer caer las falsas imágenes, presentando al Dios que interviene en la historia), y la
Catequesis 6ª ¿Por qué vives? ¿Para qué vives? (este diálogo prepara a las personas para escuchar el Kerigma, haciéndoles
reflexionar sobre el sentido del hombre: como el ´ser para la muerte`, al que es necesario dar una respuesta”. Cfr. KIKO
ARGÜELLO, Il Neocatecumenato, p. 92.
805
Ya el Papa Pablo VI había puesto de manifiesto que “el más hermoso testimonio se revelará a la larga impotente si no es
esclarecido, justificado -lo que Pedro llamaba dar ´razón de vuestra esperanza-, explicitado por un anuncio claro e
inequívoco del Señor Jesús. La Buena Nueva proclamada por el testimonio de vida deberá ser, pues, tarde o temprano,
proclamada por la palabra de Vida. No hay evangelización verdadera mientras no se anuncie el nombre, la doctrina, la vida,
las promesas, el reino, el misterio de Jesús de Nazaret Hijo de Dios”. Cfr. Evangelii nuntiandi, nº 22. Nuestros Obispos
españoles afirman que “Jesucristo resucitado es el núcleo del Reino de Dios, de la Nueva Humanidad y de la Nueva
Creación que de ir reuniéndose y configurándose en torno a su cuerpo y a su humanidad glorificada”, y más adelante
subrayarán que “la muerte y la resurrección de Jesús son los acontecimientos definitivos de la salvación” (nº 19). Cfr. CEE,
Testigos del Dios vivo, Ed, Edice, Madrid 1985, nº 12b (en los nnº 14-20 desarrollan lo que debe constituir “el contenido
fundamental del mensaje de Jesús y de la Iglesia”).
el Siervo de Yavé que, resucitado por Dios, hoy se presenta vivo ante ellos,
llamándoles a conversión, a cambiar de vida, puesto que Dios ha resucitado a
este pobre que no se resiste al mal de nuestros pecados, como la única verdad,
como la vida eterna a la que tenemos acceso gratuitamente si reconocemos que
no amamos así y si creemos que esta forma de amor es verdad (y no los ídolos
del mundo sobre los que basamos nuestra existencia: el éxito humano -Jesús
murió fracasado por amor nuestro-, el dinero, los afectos, la sexualidad, etc)”.
Cfr. Il Neocatecumenato, p. 93., teniendo como fundamento las Escrituras 806.
En un tercer momento se anuncia el Kerygma a partir de las Escrituras: cómo se
ha realizado y actualizado en la Historia de la Salvación 807 . Todo ello prepara a
los oyentes de las catequesis a la primera entrega que tiene lugar en el
Neocatecumenado: La Entrega de la Biblia en el marco de una Celebración de
la Palabra, celebración a la que normalmente siempre se invita al Obispo o un
delegado suyo.

Nos encontramos, pues, -ya en el marco de las catequesis iniciales-, con


una primera iniciación a la Escritura, de una forma sencilla y desde una
pedagogía catequética bien lograda. Como muy bien ha puesto de relieve el
Estatuto del CN, en estas catequesis “se dan las claves hermeneúticas para la
escucha y la comprensión de la Sagrada Escritura: ver en Jesucristo el
cumplimiento de las Escrituras y poner los hechos de la propia historia bajo la
luz de la Palabra. Esta iniciación a la Escritura es sellada en una celebración de
la Palabra, en la que los participantes reciben la Biblia de manos del Obispo,
garante de su auténtica interpretación, como signo de que la madre Iglesia, de
ahora en adelante, a lo largo del Camino les nutrirá semanalmente en esta mesa,
fuente viva de la catequesis” (art. 9, 3ª)808.

806
El anuncio explícito del Kerigma por parte del evangelizador o catequista, necesariamente necesita apoyarse en las
Escrituras, esta es la experiencia de San Pablo 1ª Cor 15, 1-15, y a este núcleo de textos a los que hace alusión el Catecismo
de la Iglesia Católica, se remiten los catequistas del CN: “Este designio divino de salvación a través de la muerte del
´Siervo, el Justo` (Is 53,11; Hch 3,14) había sido anunciado antes en la Escritura como un misterio de redención universal, es
decir, de rescate que libera a los hombres de la esclavitud del pecado (cf. Is 53, 11-12; Jn 8, 34-36). S. Pablo profesa en una
confesión de fe que dice haber ´recibido` (1 Cor 15,3) que ´Cristo ha muerto por nuestros pecados según las Escrituras
(ibid.; también Hech 3, 18; 7, 52; 13, 29; 26, 22-23). La muerte redentora de Jesús cumple, en particular, la profecía del
Siervo doliente (cf. Is 53, 7-8 y Hch 8, 32-35). Jesús mismo presentó el sentido de su vida y de su muerte a la luz del Siervo
doliente (cf. Mt 20,28). Después de su Resurrección dio esta interpretación de las Escrituras a los discípulos de Emaús (cf.
Lc 24, 25-27), luego a los propios discípulos (cf. 24, 44-45). [nº 601].
807
“Las cinco catequesis siguientes tratan de presentar este Kerigma preparado por Dios a través de la Historia de la
Salvación; tratan de presentar la Palabra viva y operante hoy, porque ella es Jesucristo mismo. Se presenta Abraham
(Catequesis 10ª), paradigma de la fe, Palabra que llama a cada uno de nosotros a un camino: Abraham eres tú; y el Éxodo,
paradigma de la liberación de la esclavitud del pecado y del camino de un pueblo en el desierto hasta el Reino de Dios: Jesús
el verdadero Israel que nos lleva al Padre”. Cfr. KIKO ARGÜELLO, Il Neocatecumenato, p. 94.
808
Posiblemente todavía no se ha ponderado lo suficiente la gran aportación que ha hecho y está haciendo el
Neocatecumenado al acercar las Sagradas Escrituras al Pueblo de Dios; así como la transcendental importancia que va a
tener para la vida la Iglesia la instauración -una vez a la semana- de la Celebración de la Palabra. Con la Celebración de la
Palabra -una vez a la semana- al interior de las parroquias, el Neocatecumenado está contribuyendo, de manera
pastoralmente significativa, a la comprensión y vivencia de la ´centralidad de la Palabra de Dios`para la vida de la Iglesia. El
DGC afirma que “el estudio y profundización de la Sagrada Escritura leída no solo en la Iglesia, sino con la Iglesia y su fe
siempre viva. Esto ayuda a descubrir la verdad divina, de forma que suscite una respuesta de fe. La denominada ´lectio
divina` es la forma eminente de estudio vital de las Escrituras” (nº 71).
En esta etapa kerigmática, hay que destacar el primer rito catecumenal
que en ella se hace, también dentro de una liturgia como es la celebración de la
Palabra: la Entrega de la Escritura809. Es este un rito cargado de significación
eclesial, pastoral y catecumenal. El Obispo, garante de la ortodoxia de la fe y de
la auténtica interpretación de la Palabra de Dios, hace entrega a cada uno de los
asistentes a las catequesis de la Sagrada Escritura para que sea la fuente y el
alimento en su caminar como neocatecúmenos. El Pastor de la Diócesis acredita
con su presencia la garantía de los contenidos catequéticos que se están
impartiendo en las catequesis. Y el Obispo al presidir este primer rito
neocatecumenal confirma que él es el principal “responsable de la iniciación, de
la formación y de la vida cristiana en la Iglesia particular” (SCN, art. 26,1º)810.

Esta primera celebración de la Liturgia Palabra que se tiene en la fase


kerigmática viene precedida de dos catequesis en las que se anuncia el Kerygma
preparado por Dios a través de la historia de la salvación (Abrahám y el Éxodo)
y donde se dan las claves hermenéuticas necesarias para la escucha y la
comprensión de la Sagrada Escritura. Asimismo, para posibilitar desde una
perspectiva pedagógica la asimilación de estas catequesis, es de gran ayuda y
clarificación la presentación que se hace - partiendo de una encuesta- de la
relación entre Sagrada Escritura y Palabra de Dios, en la línea de lo expresado
por el teólogo liturgista Pedro Fernández: “Para captar la palabra de Dios como
acontecimiento, sobre todo en la liturgia, es preciso distinguir entre Escritura y
Palabra. Escritura es, en sí misma, letra todavía muerta; es una letra fijada y
esclerotizada. Necesita el Espíritu Santo para que recobre su vida propia [...] La
Palabra, por el contrario, es la Escritura como acontecimiento actual, vivo y
fuente de vida. Es la Palabra acontecimiento. ´Hoy se cumple esto que acabáis
de escuchar`”811.

La Palabra de Dios es mucho más que las Escrituras. Por eso éstas nunca
se pueden separar del cuerpo que les da vida. Este cuerpo es la Iglesia, el Pueblo
de Dios que ha vivido las Escrituras, las ha escrito y las sigue transmitiendo e
interpretando. En este sentido podemos decir que el libro no es lo importante y
por ello la Iglesia frente a las posiciones de la dogmática protestante, siempre ha
defendido la explicitación y canalización de la Palabra a través de la Tradición
809
“Esta iniciación a la Escritura es sellada en una celebración de la Palabra, en que los participantes reciben la Biblia de
manos del Obispo, garante de la auténtica interpretación, como signo de que la madre Iglesia de ahora en adelante a lo largo
del Camino les nutrirá semanalmente en esta mesa, fuente viva de la catequesis”. Cfr. SCN, art. 9, 2ª. Remite en la nota a los
nnº 53-55 del DGC.
810
En el documento de la Pontificia Comisión Bíblica se valora esta praxis de iniciación a la lectura de la Biblia por parte
de los fieles laicos: “Hay que alegrarse de ver que gente humilde y pobre, toma la Biblia en sus manos y puede aportar a su
interpretación y actualización una luz más penetrante, desde el punto de vista espiritual y existencial, que la que viene de una
ciencia segura de sí misma (cf. Mt 11,25)”. Cfr. La interpretación de la Biblia en la Iglesia, p. 123.
811
Cfr. La liturgia de la Palabra de Dios, p. 72. Este teólogo liturgista ha dedicado algunos estudios a analizar la naturaleza
litúrgica y teológica de la Celebración de la Palabra, también del Neocatecumenado: Teología litúrgica de la Palabra de
Dios: Ciencia Tomista 121 (1994), pp. 549-603; La Palabra de Dios en la Celebración litúrgica: Pastoral Litúrgica 229-230
(1996), pp. 3-171; Cuestiones teológico-pastorales sobre la iniciación cristiana: Ciencia Tomista 407 (1998), pp. 529-566.
viva de la Iglesia, tal y como se afirma en DV, nº 10 : “La Tradición y la
Escritura constituyen el depósito sagrado de la Palabra de Dios, confiado a la
Iglesia”. Pero la legítima, fiel y autentica interpretación de la Palabra de Dios le
compete al Magisterio como un servicio eclesial: “El oficio de interpretar
auténticamente la Palabra de Dios, oral o escrita, ha sido encomendado sólo al
Magisterio vivo de la Iglesia, el cual lo ejerce en nombre de Jesucristo. Pero el
Magisterio no está por encima de la Palabra de Dios, sino a su servicio, para
enseñar puramente lo transmitido, pues por mandato divino, y con la asistencia
del Espíritu Santo, lo escucha devotamente, lo custodia celosamente, lo explica
fielmente; y de este único depósito de la fe saca todo lo que propone como
revelado por Dios para ser creído”.

A partir de esta primera celebración todo el itinerario neocatecumenal se


articulará fundamentalmente sobre este pilar de la Celebración de la Palabra,
conectando así con la praxis catecumenal de los primeros siglos en los que la
liturgia de la Palabra en el seno de la comunidad cristiana era el núcleo
esencial812, también lo va a ser en el Neocatecumenado donde “cada Comunidad
Neocatecumenal tiene semanalmente una celebración de la Palabra de Dios,
normalmente con cuatro lecturas, según los temas indicados en el Directorio
catequético del Camino Neocatecumenal para cada etapa”( SCN, art. 11&1)813.

Para finalizar esta etapa o fase de conversión, se anunciará “el Kerygma


actualizado en los sacramentos y en la koinonia: las catequesis culminan en la
convivencia con la celebración de la Eucaristía. Dicha celebración, preparada
por oportunas catequesis, ayuda a redescubrir el esplendor pascual resaltado por
el Concilio Vaticano II y a experimentar la comunión entre los
hermanos”( SCN, art. 9, 3ª)814. El último día de la convivencia se descubre, con
aquellos que aceptan iniciar el Neocatecumenado, cómo “a través de la
predicación y de las celebraciones realizadas en las catequesis iniciales, el

812
“La estructura fundamental de la celebración de la palabra de Dios la ha heredado la Iglesia del culto sinagogal [...] esta
estructura pasa al Nuevo Testamento a través del ministerio de Jesús, asistente asiduo al culto de las sinagogas [...] En el fondo, esta
estructura celebrativa ´reproduce en la liturgia la estructura misma de la revelación. Mediante la proclamación de la Palabra que la
contiene, ella llega a la comunidad para pedirle una respuesta de fe, manifestando también cómo la unidad y el progreso de la
historia salvadora del Antiguo Testamento llega al Nuevo, pasando a través de la Pascua de Cristo que es el centro y el vértice de
ambos Testamentos”. Cfr. PEDRO FERNÁNDEZ, La liturgia de la Palabra de Dios, pp. 82-83. Ver también, P. SORCI, Senso
teologico e pastorale della liturgia della Parola: Rivista Pastorale Liturgica 118 (1983).
813
Según D. BOROBIO, "las CNC parten de una teología Kerigmática o de hª de la salvación, que proclaman, meditan, dialogan...
a partir de la Palabra de Dios. La Palabra de Dios tiene en el CN un puesto central por los siguientes datos: las reuniones de la
comunidad tanto para la reflexión y diálogo, cuanto para la celebración tiene por centro la Palabra". Cfr. La recepción del Concilio
por las Comunidades Neocatecumenales, p. 49.
814
Para las catequesis que se imparte en esta Convivencia, acerca de la Eucaristía y del Siervo de Yahvé, se tienen muy
presentes aquellos autores que han abordado el entroncamiento de la Eucaristía con la historia y la teología de la fiesta
pascual, y han ayudado a la comprensión de la Eucaristía como Pascua del Señor entre otros: Th. BARROSE, La Pascua y
la Comida Pascual: Concilium, nº 40 (diciembre 1968); L. BOUYER, Eucaristía, Ed, Herder, Barcelona 1969; H. HAAG,
De la antigua a la nueva Pascua, Ed, Sígueme, Salamanca 1980; J. JEREMÍAS, La ultima Cena: Palabras de Jesús, Ed,
Cristiandad, Madrid 1980; F. X. DURRWELL, La eucaristía, sacramento pascual. Ed, Sígueme, Salamanca 1982;
ASOCIACIÓN ESPAÑOLA DE PROFESORES DE LITURGIA, El Misterio Pascual en la Liturgia, Ed, Grafite, Bilbao
2002. Para un acceso “integral” y sistemático a la teología de la Eucaristía: M. GESTEIRA, La Eucaristía. Misterio de
comunión, Ed, Sígueme, Salamanca 1999; y D. BOROBIO, Eucaristía, Ed, B.A.C., Madrid 2000.
Espíritu Santo invita a hombres y mujeres de diversa edad, mentalidad, cultura y
condición social a emprender juntos un itinerario de conversión, fundado en el
redescubrimiento progresivo de las ´inmensas y extraordinarias riquezas y
responsabilidades del Bautismo recibido`, para realizar en ellos el gradual
crecimiento y maduración de la fe y de vida cristiana. Al final de la convivencia
con los que acogen la llamada a recorrer tal Catecumenado postbautismal se
forma la Comunidad Neocatecumenal” (SCN, art. 10&3).

b) Escritura y catequesis en el Precatecumenado

Durante esta etapa (unos dos años), los miembros de las CNC se reúnen
dos veces por semana para la celebración de la Palabra de Dios, en la que los
precatecúmenos aprenden el lenguaje bíblico, “con temas simples que recorren
toda la Escritura, como agua, roca, cordero, etc” (SCN, art 19,1ª). La
preparación en pequeños grupos y la celebración de estas palabras en asamblea
litúrgica ayudarán progresivamente a conocer el lenguaje de la Escritura y,
sobre todo, iluminarán constantemente la vida de los hermanos 815. Estas
celebraciones son preparadas en grupos rotatorios por cinco o seis personas que
leen la Escritura a la luz del Espíritu tal y como se pide en Dei verbum, nº 12.
Para G. Zevini “la iniciación a la palabra es algo extraordinario: se lee
gradualmente, se medita con fe y luego se vive con fruto por parte de la
comunidad. La palabra es abordada de manera no intelectual, sino sapiencial; no
especulativa, sino orante. Para el neocatecúmeno, la palabra de Dios indica una
realidad, una fuerza que crea y promueve la historia: es, a la vez,
acontecimiento y acción (cf. Dei verbum 2)”816.

También se reúnen para la Eucaristía celebrada el sábado por la noche y


“cada celebración la prepara, cuando es posible bajo la guía del presbítero, un
grupo de la Comunidad Neocatecumenal, por turno, que prepara breves
moniciones a las lecturas, escoge los cantos, provee el pan, el vino, las flores, y
cuida el decoro y la dignidad de los signos litúrgicos” (SCN, art. 13&4). En
815
Los Obispos españoles afirman que la “necesidad de que la catequesis introduzca al creyente en lenguaje propio de la fe
que está admirablemente expresada en esta reflexión del Mensaje del Sínodos: ´El primer lenguaje de la catequesis es la
Escritura y el Símbolo... Las Escrituras permiten a los cristianos hablar un lenguaje común. Es normal que, a lo largo de la
formación, se aprendan ciertas sentencias bíblicas, en especial del Nuevo Testamento, o determinadas fórmulas litúrgicas,
que son expresión privilegiada del sentido de dichas sentencias bíblicas, así como también otras plegarias comunes. El
creyente asimila también aquellas expresiones de fe acuñadas por la reflexión viva de los cristianos durante siglos y que son
recogidas en los Símbolos y en los principales documentos de la Iglesia... La catequesis es así ´transmisión de los
documentos de la fe`” (MPD, 9)”. Cfr. CC, nº 141.
816
Cfr. La iniciación cristiana de adultos en las comunidades neocatecumenales, en Concilium nº 142 (febrero
1979), p. 242. La afirmación del profesor CASIANO FLORISTÁN de que "al enfatizar tanto el don de la fe y la actitud de la
escucha, el creyente y convertido puede acentuar la pasividad, con todas las secuelas de subjetivismo e intimismo. La
palabra de Dios es absolutizada al modo barthiano. Además, Dios habla casi sólo por la Biblia, no por los signos de los
tiempos ni por los acontecimientos, que apenas tienen relieve" (Cfr. Para comprender el Catecumenado, p. 103),
evidentemente, solo se sostiene desde un conocimiento distante y desde una interpretación sesgada y no ajustada a la
realidad de los hechos y de los frutos que la escucha, aceptación y la puesta en práctica de la Palabra de Dios ha producido y
sigue produciendo en el interior de las CNC de todo el mundo.
estas preparaciones, la utilización de la Escritura, su lectura compartida y la
búsqueda del mensaje de la Palabra de Dios para la vida de cada uno de los
hermanos y de la comunidad, irá ayudando a adquirir en el precatecúmeno una
conciencia de oyente y servidor de la misma Palabra de Dios.

En todo caso, lo que no deja de ser sorprendente es que a las pocas


semanas de haber iniciado las catequesis, y tras la celebración de la entrega de
la Biblia, los precatecúmenos ya comienzan a tener una experiencia nueva -para
muchos recién estrenada- de diálogo con las Sagradas Escrituras que a partir de
este momento será su compañera de camino aportando nuevas comprensiones
para la existencia cotidiana y luz para acometer las decisiones de cada día 817 , el
salmo 119,105 lo expresa del siguiente modo: “lámpara para mis pasos, luz en
mi sendero”.

La catequesis, durante esta etapa (que va desde las catequesis iniciales al


Primer Escrutinio de paso al Catecumenado postbautismal, y que dura unos dos
años), tiene la misión de “ayudar a los neocatecúmenos a vaciarse de los falsos
conceptos de sí mismos y de Dios y a descender a su realidad de pecadores,
necesitados de conversión, redescubriendo la gratuidad del amor de Cristo, que
les perdona y ama” (SCN, art. 19, 1ª)818. Es un tiempo en el que los
precatecúmenos poco a poco van entrando en el gusto y entendimiento de la
Escritura y desentrañando el secreto de la Historia de la Salvación. Porque por
un camino u otro, sin violentar la Palabra, siempre se hace presente a Jesucristo
como Buena Noticia.

En esta etapa, se desarrolla lo que en los documentos de pastoral


catequética se denomina la precatequesis819 que tiene como finalidad -en
palabras de C. Floristán- “despertar la fe y ayudar a promover la conversión.
817
Según nuestros Obispos “la Palabra de Dios ilumina todo el acto catequético y es el elemento que da conexión a todos los
demás. La catequesis, en efecto, es ese proceso en el que el grupo catecumenal entra en contacto con el Evangelio que la
Iglesia le entrega, para dejarse interpelar por él, para conocerlo en profundidad y para vivirlo orientando desde él la
existencia. De ahí que sea esencial para la catequesis el abrir, ante el corazón del catecúmeno, la Sagrada Escritura y
enseñarle a interpretar su mensaje”. Cfr. CC, nº 228.
818
Mons. R. BLÁZQUEZ afirma que “poco a poco van cayendo las máscaras detrás de las cuales se esconde y defiende el
hombre. Estas máscaras, por otra parte, al ser imágenes sociales, les imponen una manera inauténtica de vivir y de actuar. Al
principio nadie se siente concretamente pecador, nadie tiene enemigos; todos tienen mucha fe, todos aman mucho. Con el
espejo de la comunidad cada uno irá descubriendo que necesita pedir la fe a la Iglesia, que es justamente lo que tendrá lugar
en el escrutinio primero. Antes de comenzar a construir es necesario desmontar”. Cfr. Las Comunidades Neocatecumenales,
pp. 30-31. Para una profundización en este tiemp o del Neocatecumenado desde la clave de la espiritualidad, ver, A.
FUENTES, El Neocatecumenado, pp. 70-77; del mismo autor, La espiritualidad del Camino Neocatecumenal: Vida
Sobrenatural, nº 577 (enero-febrero 1995), pp. 82-94.
819
“La precatequesis es un ´tiempo de búsqueda` (RICA, nº 6) en el que el adulto, interesado por el Evangelio, busca al
Señor. Este carácter de búsqueda, con vistas a una firme opción de fe, es lo que define a esta etapa, condicionando su
específica metodología”. Cfr. CA, nº 204. Ver también IC, nº 119. En el Directorio general para la Catequesis se levanta
´acta`de la situación eclesial del momento al afirmar que “frecuentemente las personas que acceden a la catequesis necesitan,
de hecho, una verdadera conversión. Por eso, la Iglesia desea que, ordinariamente, una primera etapa del proceso
catequizador esté dedicada a asegurar la conversión. En la ´misión ad gentes`, esta tarea se realiza en el ´Precatecumenado`.
En la situación que requiere la ´nueva evangelización` se realiza por medio de la catequesis kerigmática, que algunos llaman
´precatequesis´, porque, inspirada en el Precatecumenado, es una propuesta de la Buena Nueva en orden a una opción sólida
de fe” (nº 62).
Esta etapa comienza con una fe lejana y confusa, y termina, con el ingreso
catecumenal, con una adhesión global a Cristo y a la Iglesia. Empieza con una
conversión en forma de toma de conciencia interior y acaba con una aceptación
plena de los valores evangélicos” 820. Para nuestros Obispos este tiempo de
precatequesis es fundamental, y también lo es para el Neocatecumenado, “la
experiencia de muchos grupos de catequesis de adultos nos dice que muchos
cristianos progresan poco en el crecimiento de su fe porque el impulso del
descubrimiento inicial, en la precatequesis, fue poco profundo. No hay que
precipitarse para pasar al segundo grado formativo. Es en el primero donde se
gestiona lo esencial, dedicado como está a descubrir el tesoro del Evangelio y a
gustar la novedad de este descubrimiento”821

En este tiempo la praxis de iniciación a la lectura e interpretación de la


Escritura en el Neocatecumenado ha conseguido de un modo sencillo y práctico
poner en las manos de los fieles los “tesoros de la Biblia” (SC, nº 51)
fomentando en ellos “aquel amor suave y vivo hacia la Sagrada Escritura” (SC,
nº 24), haciéndoles experimentar cómo “en los Libros sagrados, el Padre, que
está en el cielo, sale amorosamente al encuentro de sus hijos para conversar con
ellos” (DV, nº 21), a través de su mismo Hijo - Verbum carnem factum (DV, nº
2) que se hace presente “en su palabra, pues, es Él mismo el que habla cuando
se lee en la Iglesia la Sagrada Escritura” (SC, nº 7). Y esto se consigue a través
de la instauración en la Parroquia de la celebración semanal de la Palabra, en
pequeñas asambleas litúrgicas, donde “cada celebración de la Palabra es
preparada cuidadosamente, por turno, por un grupo de la comunidad, con la
ayuda, cuando es posible, del presbítero. El grupo escoge las lecturas y los
cantos, prepara las moniciones y dispone la sala y los signos litúrgicos para la
celebración, cuidado con celo la dignidad y la belleza de los mismos” (SCN, art.
11&3)822.

Es esta una de las grandes aportaciones del Neocatecumenado a la Iglesia


en orden a resaltar de una forma eclesial, pastoral y litúrgicamente práctica, la
centralidad de la Palabra en la vida de las parroquias donde normalmente la
asamblea de fieles es convocada -de modo ordinario- para la celebración de la
Eucaristía, pero apenas hay experiencias de convocar a la asamblea para
820
Cfr. Para comprender el catecumenado, p. 132. Para una ampliación, E. ALBERICH, ´Precatequesis`, en Diccionario de
Catequética, Ed, CCS, Madrid 1977.
821
Cfr. CA, nº 215. Un intento de acercamiento a esta etapa y de respuesta a los interrogantes que plantea, H. BOURGEOIS,
Los que vuelven a la fe. En esta misma honda de preocupaciones, ver CONFERENCIA EUROPEA DE
CATECUMENADO, Los comienzos de la fe. Pastoral Catecumenal en Europa Hoy.
822
En las preparaciones de esta celebración, los precatecúmenos se ayudan de algunos instrumentos, por ejemplo el
Vocabulario de Teología Bíblica de X. LEÓN-DUFOUR, los textos paralelos y las notas de la Biblia de Jerusalén. En este
sentido el ´método` hermenéutico utilizado para acceder a la comprensión de la Escritura sigue las indicaciones de la
Pontificia Comisión Bíblica, que sostiene que “para llevar a cabo adecuadamente la actualización de la Biblia, la
interpretación de la Escritura por la Escritura es el método más seguro y más fecundo, especialmente en el caso de los textos
del Antiguo Testamento que son releídos en el Antiguo Testamento mismo (p. ej., el maná de Ex 16 en Sb 16, 20-29) y/o en
el Nuevo Testamento (Jn 6). La actualización de un texto bíblico en la existencia cristiana no puede hacerse correctamente
sin establecer una relación con el misterio de Cristo y la Iglesia”. Cfr. La interpretación de la Biblia en la Iglesia, p. 113.
celebrar la Palabra de Dios823. Se ofrece así un espacio más reposado para una
auténtica iluminación de los acontecimientos de la vida a la luz de la Palabra de
Dios824, de un modo sistemático, permanente y gradual.

Después de dos años de caminar en comunidad confrontando la vida


semanalmente con la Palabra de Dios825, el precatecúmeno ha comenzado a
darse cuenta de que no tiene tanta fe como creía tener, "que la fe no puede
dársela a sí mismo, ni es un moralismo que consigue como fruto de su esfuerzo,
sino que es un don gratuito de Dios que se da a través del Bautismo" 826. Ha
descubierto que la Iglesia puede dársela porque ella es la auténtica depositaria
de este don.

Esta petición a la Iglesia por parte de los precatecúmenos para que les
ayude a madurar en la fe, tiene lugar en la celebración conclusiva del Primer
Escrutinio. Como ya analicé en su momento la estructura y el contenido de
dicho rito, ahora simplemente resalto la importancia de la Escritura y de las
catequesis que acompañan a dicho rito.

El rito del Primer Escrutinio se celebra dentro del marco celebrativo de la


Eucaristía (también puede ser celebrado dentro de una Celebración de la
Palabra), y por tanto tiene lugar dentro de la Liturgia de la Palabra que va
iluminando cada una de las cuatro partes en las que está estructurado el Rito:

1ª) Inscripción del nombre en el Libro de la Vida Este rito viene


precedido por la proclamación de dos lecturas neotestamentarias (cf. Ap. 3,1-5;
Lc 10,17-20) en las que aparecen vestigios de primitivas liturgias bautismales
del primer siglo cristiano y que contextualizan el significado del mismo rito.
Después de proclamadas las lecturas y explicado el sentido del rito por parte del
Catequista, los precatecúmenos se acercan uno a uno y escriben su nombre
sobre la Biblia. Las moniciones catequéticas de este rito resaltan la elección de
823
Para Mons. JULIÁN LÓPEZ “todavía queda mucho por hacer en este campo. A la abundancia de medios y al progresivo
perfeccionamiento de los instrumentos de acceso a la Sagrada Escritura que poseemos hoy, no se corresponde aún una
suficiente familiaridad con la Palabra de Dios, de manera que ésta informe efectivamente los pensamientos, los proyectos de
vida y la conducta de los cristianos”. Cfr. “Revalorizar la Palabra de Dios”, en Celebrar la Liturgia de la Palabra, p. 11.
824
“La auténtica catequesis es siempre una iniciación ordenada y sistemática a la revelación que Dios mismo ha hecho al
hombre, en Jesucristo, revelación conservada en la memoria profunda de la Iglesia y en las Sagradas Escrituras y
comunicada constantemente, mediante una ´traditio` viva y activa, de generación en generación. Pero esta revelación no está
aislada de la vida ni yuxtapuesta artificialmente a ella. Se refiere al sentido último de la existencia y la ilumina, ya para
inspirarla, ya para juzgarla, a la luz del Evangelio”. Cfr. CT, nº 22. G. VOGELEISEN habla de la catequesis como
´articulación de la fe`, lugar y momento en que las experiencias humanas son interpretadas a la luz de la fe, ver Articuler la
foi: Catéchèse 21 (1981), p. 35. Para una ulterior profundización, E. ALBERICH, La catequesis en la Iglesia, Ed, CCS,
Madrid 1991, pp. 57-90.
825
El período del Precatecumenado es un período de kénosis, afirma KIKO ARGUELLO: "En este tiempo las
personas verifican su fe caminando junto a otras personas imperfectas y pecadoras, en la novedad de una comunidad
concreta que hace de espejo y que llama a cada uno a conversión al ver claramente su realidad". Cfr. El Camino
neocatecumenal: breve síntesis, en o. cit., p. 130. Ver cuanto dijimos acerca de El tiempo del Precatecumenado, y también
SCN, art. 19.
826
Cfr. KIKO ARGÜELLO, Il Neocatecumenato, p. 96.
Dios como un don gratuito y la llamada como una vocación a desarrollar en el
seguimiento fiel a Jesús en la Iglesia.

2ª) Diálogo sobre la Fe y la Vida Eterna . Después de proclamar el texto


de Mc 12,28-34, en el que Jesús muestra cuál es el camino de la Vida, se
acercan los precatecúmenos al Obispo y tiene lugar el diálogo interrogativo que
encontramos en el Ritual (nº 75) pero con el añadido del texto del shemá. El
acento catequético se pone en este momento en descubrir qué es la fe y cómo se
sabe si uno tiene una fe adulta o debilitada y que por tanto necesitará ser
fortalecida. Normalmente, a la luz de la catequesis, en este momento se constata
que la fe o no se tiene o es débil e ineficaz, que no se tiene porque sí, sino que
hay que pedirla a la Iglesia con humildad.

3ª) Exorcismo e insuflación del Espíritu Santo. En el Neocatecumenado


este rito guarda también bastante similitud con el RICA, aunque añade algunas
modificaciones propias. Antes de proceder al rito, se proclama el texto de Lucas
11,14-20, en el que Jesús aparece exorcizando y expulsando un demonio, lo que
hace que la Palabra proclamada llene de expresividad y contenido al mismo rito
que a continuación se realiza. Su finalidad es doble, por una parte se hace sobre
el precatecúmeno un exorcismo menor en la línea de lo apuntado en el Ritual
con la finalidad de poner “ante los ojos de los precatecúmenos las verdaderas
caraterísticas de la vida espiritual, la lucha entre la carne y el espíritu, el valor
de la renuncia para conseguir la bienaventuranza del Reino de Dios y la
continua necesidad de la ayuda divina” (nº 101). Y, por otra parte, se invoca al
Espíritu Santo en la perspectiva del seguimiento evangélico y de la
disponibilidad para dejarse purificar por su acción a fin de convertirse en
verdadero discípulo de Cristo.
4ª) La cruz gloriosa (cf. Mc 10,32-34; Lc 12,50). En el tiempo del
Precatecumenado han comenzado a descubrir los traumas de su historia y han
empezado a reconciliarse con ella. En esta Convivencia a través de las
catequesis se ilumina el misterio de la Cruz que en Jesucristo se ha
transformado en gloriosa para el discípulo que le sigue (cf. Mt. 11,29-30). En el
Neocatecumenado, nos vamos a encontrar este mismo rito con un contenido
profundamente existencial; no se puede llegar a ser cristiano de una forma
adulta sin tener iluminada la cruz (cf.1ª Cor 1,17-25). En este rito “reciben el
signo de la cruz gloriosa de Cristo, que ilumina la función salvífica que tiene la
cruz en la vida de cada uno” (SCN, art. 19,1ª).

c) Escritura y Catequesis en el paso al Neocatecumenado

Una vez celebrado el Primer Escrutinio, hay un período de otros dos años
que se llama paso al Neocatecumenado. En el Estatuto se dice que en esta etapa,
“los neocatecúmenos celebran las grandes etapas de la historia de la salvación:
Abrahám, Éxodo, Desierto, Tierra prometida, etc., y les es dado un tiempo para
que se prueben a sí mismos en la sinceridad de su intención de seguir a
Jesucristo, a la luz de la palabra: ´No podéis servir a Dios y al dinero` (cf. Mt
6,24)” [art. 19, 2ª].

Las catequesis son preparadas por pequeños grupos dentro de la


comunidad. A cada tema se le dedicarán cuatro semanas 827. A través de los
trabajos en grupo, las reuniones, las revisiones a la luz de la Palabra y las
celebraciones, se actualiza la acción de Dios, que se manifestó en aquella fase
de la Historia de la Salvación y que a partir de este momento alcanza a la
comunidad que se dispone a vivirla hoy.

No se pretende instruir en cultura bíblica, sino que la Palabra de Dios se


convierta en pan, en alimento espiritual. Afirma Mons. Ricardo Blázquez:
“Siempre se hacen explícitamente las preguntas de cómo tal realidad se refiere a
Jesucristo y cómo afecta concretamente a la vida. La lectura cristológica y
existencial de la Escritura son constantes [...] La lectura de la Palabra es
profundamente personal y eclesial, y, por el ministerio de la Iglesia, también
autorizada; la homilía del presbítero, la predicación del obispo y los documentos
del Magisterio pastoral expresan para la comunidad ese carácter autorizado" 828.
Este aspecto que subraya la garantía ortodoxa y católica en la interpretación de
la Escritura, se fundamenta en Dei Verbum, nº 10: “El oficio de interpretar
auténticamente la palabra de Dios, oral o escrita, ha sido encomendado
únicamente al Magisterio de la Iglesia, el cual lo ejercita en nombre de
Jesucristo”. Esta perspectiva encuentra en la praxis neocatecumenal una
concreción bien articulada dentro de la misma celebración: “En la homilía, que
tiene un lugar privilegiado en la instrucción del Neocatecumenado, el presbítero
prolonga la proclamación de la Palabra, interpretándola según el Magisterio y
actualizándola en el hoy del camino de fe de los neocatecúmenos” (SCN, art.
12,2)829.
827
En el DGC-97 se pide que se “Presente la historia de la salvación por medio de una catequesis bíblica que dé a conocer
las ´obras y palabras`con las que Dios se ha revelado a la humanidad: las grandes etapas del Antiguo Testamento, con las que
se preparó el camino del Evangelio...” (nº 108). Según CESARE BISSOLI, “existe un acontecimiento-institución que es el
que mejor traduce la catequesis como historia salvífica: se trata del catecumenado. En éste, según la concepción de los
Santos Padres que se ha recogido en el Ritual de la iniciación cristiana de adultos (RICA), la narración de la historia de la
salvación puede extenderse y serenamente. Por ello, el Directorio reconoce que ´el catecumenado bautismal` es ´inspirador
de la catequesis en la Iglesia` porque bien podemos afirmar que es el lugar en el que alcanza mayormente su plenitud de
sentido y eficacia de vida la narración de las grandes maravillas de Dios”. Cfr. La acción de Dios en la Historia: Los hechos
más destacados, la narración de la historia de la salvación y la catequesis, en A. CAÑIZARES- MANUEL DEL CAMPO, o.
cit., p. 439.
828
Cfr. Las Comunidades Neocatecumenales, pp. 75-76. Esta es la experiencia de una Comunidad Neocatecumenal de la
Parroquia de Nuestra Señora de la Peña de Francia en Lisboa que estaba viviendo esta etapa: “Después del precatecumenado
y después del primer escrutinio, fue muy importante para nosotros la llamada a la conversión y descubrir el amor de Dios,
que elige siempre a los más débiles; en la historia de la salvación que hemos celebrado por etapas, hemos podido ver nuestra
historia”. Cfr. KIKO ARGÜELLO/CARMEN HERNÁNDEZ, Convivencia-1977, p. 36.
829
Se cita expresamente en las notas al margen de este artículo, el documento de la PONTIFICIA COMISIÓN BÍBLICA,
La interpretación de la Biblia en la Iglesia, III, B, 3: “En cuanto colaboradores de los Obispos, los sacerdotes tienen como
Después de haber tenido un tiempo para probar la verdadera intención y
rectitud de corazón del precatecúmeno respecto a la Palabra que recibió en el
Primer Escrutinio (cf. Lc 14,28-33 y 18,18-23), son de nuevo convocados a una
Convivencia de un fin de semana en la que, dentro de en un marco catequético y
celebrativo, se le hace entrega del Shemá, es decir se proclama y se entrega
solemnemente a cada precatecúmeno el credo de Israel: "Escucha Israel, el
Señor es nuestro Dios, el Señor es uno" (cf. Dt 6,4).

Durante la celebración de la Convivencia del Shemá, se vuelve a situar al


neocatecúmeno frente a esta palabra: “Si quieres alcanzar la Vida Eterna,
amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu mente, con todas tus
fuerzas y al prójimo como a ti mismo (cf. Lc 10,27)”. Pues bien, el candidato
deberá probar que sólo Dios es el Señor de su vida renunciando
significativamente al dinero. El dinero es el primer competidor de Dios en la
existencia del hombre (cf. Mt 6,24). Es necesario poner la fe a prueba frente a
los ídolos y es necesario constatar, de hecho, si se ha cumplido y cómo esta
palabra. Con la profesión de fe en el Dios único, -se afirma en el DGC- 97: “el
cristiano renuncia a servir a cualquier absoluto humano: poder, placer, raza,
antepasado, Estado, dinero..., liberándose de cualquier ídolo que lo esclavice”
(nº 82). A esta libertad de espíritu profunda, purificada y despierta apuntan las
catequesis que se dan en esta Convivencia partiendo de las parábolas de las
vírgenes (cf. Mt 25,1-12), y del sembrador (cf. Mt 13, 1-23), así como la
verificación de las reales intenciones del corazón en la puesta en práctica de la
palabra recibida en el Primer Escrutinio: “Ve, vende lo que tienes y dáselo a los
pobres y después, ven y sígueme” (cf. Mt 19,21).

Un año más tarde serán convocados los precatecúmenos para “la


celebración conclusiva del Segundo Escrutinio de paso al Catecumenado
postbautismal, renuevan ante la Iglesia la renuncia al demonio y manifiestan su
voluntad de servir sólo a Dios” (cf. SCN, art. 19,2ª). El Segundo Escrutinio se
inicia con una Convivencia en la que a través de las catequesis que giran en
torno a las "tentaciones de Jesús" (cf. Mt. 4,1-11)830y de la "sal" (cf. Lc 14,25-
35; Mc 10,41-50; Mt 5,1-13)831 se le presenta al precatecúmeno a Jesús como
primer deber la proclamación de la Palabra (cf. PO, 4). Están dotados de un carisma especial para la interpretación de la
Escritura cuando, transmitiendo, no sus ideas personales, sino la palabra de Dios, aplican la verdad eterna del evangelio a las
circunstancias concretas de la vida (ibid)”.
830
Cfr. J. DUPONT, El Evangelio (Mt 4, 1-11): Las tentaciones de Jesús en el desierto, pp. 38-54. La interpretación que se
hace de las ´tentaciones de Jesús` sigue la interpretación del nº 539 del CCE. Para el exegeta ANTONIO VARGAS-MACHUCA,
“Al exponer las tentaciones de Jesús (n. 539) el Catecismo da una explicación que refleja de una parte la exégesis más actual: ´Los
evangelistas indican el sentido salvífico de este acontecimiento misterioso. Jesús es el nuevo Adán que permaneció fiel allí donde el
primero sucumbió a la tentación. Jesús cumplió perfectamente la vocación de Israel al contrario de los que anteriormente
provocaron a Dios durante cuarenta años por el desierto (cf Sal 95,10). Cristo se revela como el Siervo de Dios totalmente obediente
a la voluntad divina”. Cfr. “El nuevo Catecismo. Lectura de un exegeta” , en OLEGARIO G. DE CARDEDAL - JUAN A.
MARTÍNEZ, o. cit., p.. 246.
831
Para esta catequesis se tiene muy en cuenta el estudio de OSCAR CULLMANN, Que signifie le sel dans la parabole de
Jésus?: Revue D´histoire et de Philosophie Religieuses 4 (1957), pp. 3-43.
Aquél que ha entrado en la voluntad de Dios y ha llevado a plenitud el
cumplimiento del Shemá desde las tentaciones hasta la Cruz.

La celebración del Segundo Escrutinio tiene lugar en el marco de una la


Liturgia de la Palabra, que se invita a presidirla al Obispo. La estructura de la
celebración gravita, en una primera parte, en torno al Rito de la renuncia de los
ídolos, y en una segunda, en torno al Rito de la sal. La Palabra proclamada
ilumina, da sentido y se concretiza en estos dos ritos que se celebran en el
marco de una Celebración de la Palabra. Como en todos los ritos que se
celebran en el Neocatecumenado, la Palabra de Dios precede a la celebración
del Rito. En este caso las tres lecturas que se proclaman (Gn 15,1-11; 17-21; Gn
32,23-33; 35, 1-13; Josué 24,1-27) hacen presente a tres grandes personajes de
la Historia de la Salvación (Abraham, Jacob y Josué) que tienen en común haber
sido objeto de la elección de Dios y son testigos privilegiados de la Alianza
divina832. La figura de Abraham iluminada por la catequesis que sobre él
recibieron en la etapa kerigmática, pone al precatecúmeno siempre frente a la
fe. La historia de Jacob ilumina en este momento muy profundamente la vida
del precatecúmeno. También él va a ser invitado a hacer una alianza con Aquél
que es "el más fuerte" (cf. Gn 32,29). Los precatecúmenos, como Jacob, han
conocido existencialmente a lo largo de todo el tiempo vivido en el
Precatecumenado su debilidad y ahora van a recibir una nueva "bendición" (cf.
Gn 32,30) de Dios a través de la Iglesia por medio de este rito para que puedan
entrar en el Neocatecumenado. La lectura de la "Alianza de Siquém" (cf. Jos.
24, 1-28) que Dios realizó con su pueblo Israel teniendo como intermediario a
Josué actualizará y presencializará en el rito esta misma gesta histórico-
salvífica.

Tras la exhortación del Presidente, el diálogo que sigue está tomado de la


praxis catecumenal antigua, principalmente de Orígenes quien, a su vez,
inspirado en el pacto de Siquém (cf. Jos. 24) fundamentaba la adhesión a
Jesucristo por parte del catecúmeno y su renuncia a los ídolos y a las antiguas
prácticas en el diálogo de la asamblea siquemita. Muy probablemente hace
alusión a este rito.

La celebración de la entrega de la sal encuentra su marco de comprensión


bíblica en dos textos (cf. Ap 2,17 y Mt 5,13-16) que se proclaman y que centran
el significado del rito que se celebra; y el alcance teológico-catequético del
mismo rito encuentra su fundamento en la exégesis misma de estos textos y los
comentarios de algunos autores como O. Cullmann y el P. Bonnard, entre otros,
que aportan luz para su comprensión.
832
"El término alianza pone ritmo a todos estos relatos: Dios hace alianza con Abrahám, con Moisés, con David. Había hecho
ya alianza con Noé y, en cierto sentido, con Adán al crearlo. El pueblo elegido es el pueblo de la alianza. Concretamente la elección
y la alianza son una sola cosa, ya que la elección se ordena a la alianza y la alianza tiene por motivo la elección". Cfr. BERNARD
SESBOÜE, Jesucristo, el único mediador II, Ed, Sígueme, Salamanca 1993, p. 127.
d) Escritura y Catequesis en el Neocatecumenado

La etapa del Neocatecumenado se inicia una vez pasado el Segundo


Escrutinio y acaba en el tiempo de la Elección (SCN, arts. 20 y 21). Es el
tiempo más largo de todo el itinerario neocatecumenal 833. En él se impartirán
gradualmente las catequesis más doctrinales y morales. La finalidad de esta
etapa viene descrita así en el Estatuto: “La segunda fase del Neocatecumenado
es el Catecumenado postbautismal, que es un tiempo de combate espiritual para
adquirir la simplicidad interior del hombre nuevo que ama a Dios como único
Señor, con todo el corazón, con toda la mente, con todas las fuerzas y al prójimo
como a sí mismo” (art. 20).

La pedagogía neocatecumenal ha anticipado a este tiempo las entregas


del Salterio, del Símbolo, del Padrenuestro y del Rosario. En relación con cada
una de estas entregas se iniciará a los neocatecúmenos en las tres dimensiones
constitutivas del ser cristiano: en la misión sacerdotal, con la entrega del
Salterio y las catequesis sobre la oración del cristiano en la Iglesia y su misión
en el mundo; en la misión profética, con la entrega del Símbolo y el envío a la
misión y las catequesis dogmáticas sobre los artículos del Credo; y en la misión
real-servicial, con la entrega del Padrenuestro y la segunda iniciación a la
oración dominical y a la forma cristiana de vivir los hijos de Dios.

Si la precatequesis, hemos visto, es un tiempo de búsqueda con vistas a


una opción por el Evangelio, el Catecumenado es un tiempo de maduración con
vistas a la confesión de la fe834. La catequesis en el tiempo del
Neocatecumenado va a adquirir una dimensión más sistemática 835, coincidiendo
con las entregas que el neocatecúmeno irá recibiendo a lo largo de dicho

833
“La Iglesia realiza una segunda iniciación de los neocatecúmenos a la oración litúrgica y contemplativa, que culmina con
las catequesis sobre la oración del Señor y con la celebración de la entrega del ´Padrenuestro`, ´síntesis de todo el
Evangelio`. Desde entonces, en las ferias de Adviento y Cuaresma, empiezan a celebrar comunitariamente en la parroquia,
antes de ir al trabajo, los Laudes y el Oficio de Lecturas, con un tiempo de oración contemplativa” (cf. SCN, art. 20, 3ª).
834
Las etapas del Catecumenado bautismal son calificadas por el RICA como etapas de ´búsqueda y maduración` (nnº 6 y
7). Siendo el Precatecumenado el tiempo de búsqueda, las tres etapas catecumenales restantes son etapas de maduración en
la fe. Ver CA, nnº 214-216.
835
Para nuestros Obispos “lo propio de la catequesis es esa iniciación global y sistemática en las diversas expresiones de la
fe de la Iglesia. Es ese servicio a la unidad de la confesión de la fe. Es ese período intensivo y suficientemente prolongado de
formación cristiana integral y fundamental”. Cfr. CA, nº 61. La catequesis de iniciación tiene unas ´características`propias
que el Directorio General para la Catequesis indica en el nº 67 y concreta en el nº 68: “En síntesis, la catequesis de
iniciación, por ser orgánica y sistemática, no se reduce a lo meramente circunstancial u ocasional; por ser formación para la
vida cristiana, desborda -incluyéndola- a la mera enseñanza; por ser esencial, se centra en lo ´común`para el cristiano, sin
entrar en cuestiones disputadas ni convertirse en investigación teológica. En fin, por ser iniciación, incorpora a la comunidad
que vive, celebra y testimonia la fe. Ejerce, por tanto, al mismo tiempo, tareas de iniciación, de educación y de instrucción.
Esta riqueza, inherente al catecumenado de adultos no bautizados, ha de inspirar a la demás formas de catequesis”.
tiempo836, a través de unas catequesis apropiadas que conducirán al
neocatecúmeno al conocimiento sapiencial del misterio de la salvación837.

Durante el primer año de Neocatecumenado, tiene lugar una de las


entregas que el neocatecúmeno va a recibir en esta etapa y que es, sin duda
alguna, una de las aportaciones más originales que el Neocatecumenado hace
con respecto al RICA. Se trata de la primera iniciación a la oración "como
primera arma importante y necesaria en nuestra lucha. Al final de esta seria
iniciación, que dura un año, el Obispo, en una liturgia, entrega el Libro de los
Salmos"838. El tiempo de la iniciación a la oración comienza con una
Convivencia de tres días a la que siguen siete catequesis bíblicas sobre la
oración y concluye con la entrega del Libro de la Liturgia de las Horas (el
Salterio).

Tiene lugar esta entrega normalmente en la liturgia de las Vísperas de la


tarde y después de una catequesis sobre la oración en la que ésta es presentada
como arma para el combate espiritual partiendo de la misma Escritura:

- La lectura de Gn 32, 4-33, donde aparece Jacob en lucha con Dios, es


para los Santos Padres la imagen del combate espiritual y de la eficacia de la
oración perseverante839.
- En Ef. 6,10-18, San Pablo describe la oración como una lucha espiritual
para la cual se precisan las armas de Dios.
- En su Evangelio, Lucas ha concentrado todo un compendio de iniciación
a la oración para sus comunidades (10, 38-42; 11,14-28).

adquirir la simplicidad interior del hombre nuevo que ama a Dios como único Señor, con todo el corazón, con toda la mente,
con todas la fuerzas y al prójimo como a sí mismo. Sostenidos por la Palabra de Dios, por la Eucaristía y por la comunidad,
los neocatecúmenos se adiestran en la lucha contra las tentaciones del demonio: la búsqueda de seguridades, el escándalo de
la cruz y la seducción de los ídolos del mundo. La Iglesia viene en ayuda de los neocatecúmenos entregándoles las armas
necesarias, en tres etapas”. Ver. A. FUENTES, La espiritualidad del Camino Neocatecumenal, pp. 82-94.
837
Esta misma percepción valorativa la expresa D. BOROBIO al afirmar que “en cuanto a los contenidos de las mismas
catequesis que se emplean, son eminentemente bíblicos, y recogen los núcleos centrales del mensaje: kerigma, fe y
conversión, misterio pascual (el Siervo y el Kyrios), la Iglesia y comunidad, sacramentos y oración, símbolo y
mandamientos, apostolado y ministerios. El estricto desarrollo de la dinámica y etapas catecumenales es el espacio exigitivo
de unos contenidos que siempre pertenecieron a la esencia y objetivos del catecumenado”. Cfr. “La recepción del Concilio
por movimientos cristianos postconciliares”, en o. cit., p. 49.
838
Cfr. KIKO ARGÜELLO, art. cit, p. 98. En el Catecismo de la Iglesia Católica encontramos desarrollado esta
dimensión del ´combate de la oración´: “Los grandes orantes de la Antigua Alianza antes de Cristo, así como la Madre de Dios
y los santos con El nos enseñan que la oración es un combate. ¿Contra quién? Contra nosotros mismos y contra las astucias
del Tentador que hace todo lo posible por separar al hombre de la oración, de la unión con su Dios. Se ora como se vive,
porque se vive como se ora. El que no quiere actuar habitualmente según el Espíritu de Cristo, tampoco podrá orar
habitualmente en su Nombre. El ´combate espiritual` de la vida nueva del cristiano es inseparable del combate de la oración”
(nº 2725, ver los nnº 2726-2733).
839
“El combate espiritual de la vida del cristiano es inseparable del combate de la oración que lleva a la intimidad con
Dios”. Cfr. SCN, art. 20,1ª (cita al Catecismo de la Iglesia Católica, nº 2725).
En este tiempo los neocatecúmenos se familiarizan con los salmos 840 y se
adentran en la intimidad de la comunión con Jesucristo; esta es una de las tareas
fundamentales de la catequesis tal y como se afirma en el Directorio General
para la Catequesis: “lleva a los discípulos a asumir el carácter orante y
contemplativo que tuvo el Maestro. Aprender a orar con Jesús es orar con los
mismos sentimientos con que se dirigía al Padre: adoración, alabanza, acción de
gracias, confianza filial, súplica, admiración por su gloria”841.

La Biblia tiene el libro más completo, más profundo y más potente para
llevar al hombre a la oración: el libro de los salmos. En ellos se ora a Dios con
palabras de Dios. Fue el libro de oración para Jesús como lo era diariamente
para el pueblo de Israel: es el libro de oración para el nuevo Israel, la Iglesia.
Orar con los salmos es orar con el mismo espíritu de Jesucristo reflejado en
todos ellos. En esta etapa, en el proceso celebrativo del Neocatecumenado, se
estrenará una forma celebrativa nueva: la celebración doméstica en la que “los
neocatecúmenos, escrutando los salmos en pequeños grupos, son iniciados a la
práctica asidua de la ´lectio divina` o ´scrutatio scripturae`, en la que la Palabra
de Dios es leída y meditada para transformarse en oración” (SCN, art. 20,1ª).
Los salmos van siendo escrutados cada quince días según el orden de la Biblia
en actitud de oración. Se hace una lectura en clave cristológica y existencial.
Leído el salmo, se confronta con las notas y paralelos que lo acompañan. Y en
actitud de oración, a la luz del espíritu, el neocatecúmeno ha de discernir cómo
se ha cumplido el salmo en Jesucristo y cómo se está cumpliendo en sí mismo.

Además de estas liturgias domésticas, la comunidad sigue alimentándose


de la Palabra, de la Eucaristía y de la Comunión expresada ahora de un modo
más profundo al incorporarse los neocatecúmenos a la misión de intercesión de
toda la Iglesia a través de la oración diaria con la Liturgia de las Horas.

La segunda entrega que tiene lugar en la etapa del Neocatecumenado es


la entrega del Credo. En el Estatuto se afirma que “la Iglesia entrega a los
neocatecúmenos el Credo (Traditio Symboli), ´compendio de la Escritura y de la
fe`, y les envía a predicarlo, de dos en dos, por las casas de la parroquia.
Estudian y celebran artículo por artículo el Símbolo apostólico” (SCN,art. 20,
2ª). La catequesis conduce en esta etapa a la comprensión paulatina de toda la
verdad del designio divino, introduciendo a los neocatecúmenos en el
conocimiento de la Tradición y de la Escritura, que es la “ciencia eminente de
Cristo” (cf. Flp 3,8). “Este profundizar en el conocimiento de la fe - se afirma
840
Cfr. D. LIFSCHITZ, La tradición hebrea y cristiana comenta los Salmos, Ed, DDB, Bilbao 1992. Ver también , R.
ARON, Así rezaba Jesús de niño, Ed, DDB, Bilbao 1988.
841
El Papa Juan Pablo II ha insistido mucho en la ´centralidad de la oración`para la vida del cristiano: “Se equivoca quien
piense que el común de los cristianos se puede conformar con una oración superficial, incapaz de llenar la vida.
Especialmente ante tantos modos en que el mundo de hoy pone a prueba la fe, no sólo serían cristianos mediocres, sino
´cristianos con riesgo` [...] Hace falta que la educación en la oración se convierta de alguna manera en un punto determinante
de toda la programación pastoral”. Cfr. Carta apostólica, Novo millennio ineunte, nº 33.
en DGC, nº 85- ilumina cristianamente la existencia humana, alimenta la vida
de la fe y capacita también para dar razón de ella en el mundo. La entrega del
Símbolo, compendio de la Escritura y de la fe de la Iglesia, expresa la
realización de esta tarea”.

El esquema celebrativo y el contenido catequético del ´rito de la Traditio`


lo detalla profusamante Santos Sabugal842. Después de los ritos introductorios en
los que ha tenido lugar una breve monición ambiental para explicar el
significado del rito, un canto apropiado y el saludo del Celebrante, la
proclamación de dos lecturas bíblicas sobre la misión (cf. Ex 3,1-22) y sobre el
Kerygma post-pascual de los primeros enviados (cf. 1ª Cor 15,1-11) 843, iluminan
y actualizan la finalidad del rito. Tras esta doble proclamación de la Palabra,
precedida y acompañada de respectivas moniciones y cantos, tiene lugar el Rito
de entrega del Símbolo Apostólico.Viene precedido este rito del envío, por la
proclamación de una tercera lectura bíblica de San Pablo -Rom 10,8-1- en la
que el apóstol habla sobre la necesidad de confesar "con la boca" la Palabra
creída en el corazón, para pasar después a un diálogo del Celebrante con los
neocatecúmenos: El Celebrante les ha interrogado si aceptan el envío a confesar
la Fe [=el Símbolo], que oficialmente la Iglesia les ha trasmitido; al "sí" de éstos
responde la proclamación del Evangelio sobre el primer envío de los doce por
Jesús (cf. Mt 10,7-10.12-42), seguidamente comentado por el Celebrante en su
homilía.

Con la entrega del Símbolo se abre para los neocatecúmenos un tiempo


intenso de iniciación a la evangelización por las casas de la parroquia. Como ya
se ha indicado es la misma Iglesia la que envía a predicar el Símbolo. Esta es
una de las tareas de la catequesis, inspirada en el modo como Jesús enseñaba y
preparaba a sus discípulos, “les enseñó a evangelizar. ´Les envió de dos en dos`
(cf. Lc 10,1), y les fue preparando para que asumieran, tras su muerte, la gran
tarea misionera de la Iglesia: ´Id y anunciad el Evangelio a toda criatura`(cf. Mc
16,16)”844.

El tiempo de la Traditio Symboli estará marcado por la evangelización


explicita y directa que todos los neocatecúmenos hacen durante un tiempo por
las casas de la parroquia. Se va a esta misión en nombre de Jesucristo y de la
Iglesia, no en nombre propio ni para hacer proselitismo. En esta etapa del
Neocatecumenado también cambia el proceso catequético. Las celebraciones se
centrarán en el estudio, meditación y celebración de cada uno de los artículos
842
Cfr. El “Símbolo de la Fe” ayer y hoy, pp. 413-473.
843
En el Ritual se proponen estas seis: Dt 6,1-7; Rom 10,8-13; 1ªCor, 1-8a; Jn 3,16; Mt 16,13-18; Jn 12,44-50 (nº 185).
844
Cfr. CA, nº 173. También en DGC, nº 85 se afirma que una de las tareas de la catequesis consiste en ´iniciar a la misión`:
“Se trata de capacitar a los discípulos de Jesucristo para estar presentes, en cuanto cristianos, en la sociedad, en la vida
profesional, cultural y social. Este compromiso evangelizador brota, para los fieles laicos, de los sacramentos de la iniciación
cristiana y del carácter secular de su vocación”.
del Credo. Y lo hacen de forma comunitaria y activa. Se divide la comunidad en
grupos y a cada uno se le asigna un artículo. Durante un tiempo, el equipo
prepara el tema sirviéndose de la Escritura y de otros libros oportunos. La
pedagogía es netamente activa y la profundización en cada uno de los artículos
hace que las catequesis y las celebraciones que se tienen en este tiempo estén
impregnadas de un apreciable contenido teológico. Para la presentación
catequética y sistemática de cada uno de los artículos del Credo se tiene siempre
muy en cuenta el Catecismo de la Iglesia Católica.

Una vez que los neocatecúmenos han celebrado íntegramente cada uno
de los artículos del Credo, los catequistas visitan la comunidad y ayudan a éstos
para vivir el tiempo de la Redditio Symboli que tendrá lugar delante de la
asamblea parroquial, durante la Cuaresma. El transfondo catequético de este
tiempo viene iluminado por la parábola de los talentos (cf. Mt 25,14-30). En la
Traditio, especialmente, al neocatecúmeno se le dieron unos talentos y se les
invitó a que los negociasen, que los hicieran fructificar. A lo largo del
Neocatecumenado, se les ha ido entregando el talento de la fe en Cristo el
Señor, que es el mismo Jesucristo. Se les ha entregado la Iglesia que es la que
posee las riquezas de la fe y se les ha enviado durante un tiempo para que
pongan en juego dichos talentos. Ahora, en la Redditio el neocatecúmeno ha de
dar razón de su preocupación por multiplicar los talentos. Y para ello, se les dio
la gracia del Espíritu. A cada uno se le dio según su capacidad. No se le pedirá
más que de lo que pueda exigírsele: al que recibió cinco, cinco; al que recibió
dos, dos. Sólo éstos podrán entrar en el banquete por su fidelidad, no así los que
por miedo no se atrevieron a negociar. Éstos no estaban convencidos de la
misión a la que fueron enviados, les faltaba madurar, no han confiado en la
fuerza del poder de Dios, no han conocido verdaderamente a Dios. Confesar la
fe supone energía interior, voluntad firme, confianza en el que envía. Porque la
fe no se proclama a título personal, como un acto propio de hombría, sino en
nombre de la Iglesia y con la garantía del Espíritu. Si uno ha de arrostrar
dificultades, desprecios, desplantes, tergiversaciones por el Evangelio no lo
puede hacer apoyado en sí mismo. Nadie puede ir al martirio porque sí, sino por
la obediencia de la fe.

Durante este tiempo, la comunidad vivirá una experiencia muy intensa de


comunión. Cada uno de los neocatecúmenos es escrutado, es interrogado
existencialmente a dar razón de su fe, no sólo si cree, sino por qué cree.
Ciertamente apoyado en el Magisterio de la Iglesia, pero también ha de dar
razón de su fe a través de lo que esta fe ha operado en él, en qué medida ha
enriquecido su vida. Y esta fe ha de ser completa, tal y como se contiene en el
Credo. Por qué cree en el Padre y en el Hijo y en el Espíritu Santo. Qué han
operado en él. Si la Trinidad se da, en qué medida reconoce que se le ha dado a
él y así poder testimoniarlo.
La celebración en la que se hace la devolución del Credo o Redditio tiene
lugar por la tarde en el contexto de la liturgia de Vísperas y en las misas
dominicales. Está invitada toda la parroquia y, en este contexto litúrgico, se
tiene cada día una sencilla catequesis partiendo de algún relato bíblico en el que
aparece la Redditio de distintos personajes de la Historia de la Salvación
(Moisés, Naamán, San Pablo, etc.). Después, cada uno de los neocatecúmenos
que han sido escrutados idóneos para hacer la Redditio, uno por uno, hacen
públicamente profesión de su fe. Esta profesión de fe personal de cada
neocatecúmeno termina con la profesión de fe comunitaria en la liturgia del
domingo de Ramos. A los neocatecúmenos que han profesado la fe se les
entrega una palma verde e irán en procesión pública hasta el lugar donde se
celebra la Eucaristía. Esta palma verde será el testimonio de la fe que ha
profesado, que puede llevarlos hasta el martirio, suprema confesión de fe.
Durante todo el año penderá de sus balcones recordando la profesión que han
hecho y como testigo de que allí habita un cristiano que ha hecho públicamente
confesión de su fe.

Después de un año (en el que la celebración de la Palabra tiene por tema


los artículos del Credo), hay una segunda y más intensa iniciación a la oración
que culmina con la entrega del Padre Nuestro. Es la oración que Jesús enseñó a
sus discípulos y que es modelo de toda oración. Y es una de las tareas
fundamentales confiadas a la catequesis. Según el Directorio General de la
Catequesis: “la ´entrega del Padre Nuestro`, resumen de todo el Evangelio 845.,
es, por ello, verdadera expresión de la realización de esta tarea. Cuando la
catequesis está penetrada por un clima de oración, el aprendizaje de la vida
cristiana cobra toda su profundidad. Este clima se hace particularmente
necesario cuando los catecúmenos y los catequizandos se enfrentan a los
aspectos más exigentes del Evangelio y se sienten débiles, o cuando descubren
-maravillados- la acción de Dios en sus vidas” (nº 85d).

La renovación de las promesas bautismales, a las que son conducidos los


neocatecúmenos, implican la conformación con Cristo, Hijo de Dios y la
participación de su espíritu de Hijo. En esta etapa final del Neocatecumenado, la
iniciación a la vida cristiana se hace más profunda, más existencial y más
gozosa846. La entrega del Padre Nuestro, de la Oración del Señor, abre la puerta
del corazón del neocatecúmeno hacia los más grandes misterios que iluminan
845
"Para adentrarse en este misterio y convertirlo en fuente de vida, la comunidad por grupos, estudia todas y cada una de
las peticiones, todas y cada una de las palabras del Padre nuestro a la luz de la Escritura y de los Padres. Y junto al estudio, la
celebración gozosa de las peticiones y las palabras, convertidas en oración y motivo de agradecimiento a la Trinidad". Cfr.
ANDRÉS FUENTES, Espiritualidad del Camino Neocatecumenal II, pp. 175-176. Para los Obispos españoles "la traditio orationis
dominicae (entrega del Padre nuestro) es una dimensión de la catequesis que ha de estar permanentemente presente a lo largo de
todo el proceso" (CC, nº 90).
846
“Desde entonces, en las ferias de Adviento y Cuaresma, empiezan a celebrar comunitariamente en la parroquia, antes
de ir al trabajo, los Laudes y el oficio de Lecturas, con un tiempo de oración contemplativa” (Cf. SCN, art. 20, 3ª).
con luz más potente la profundidad y la grandeza de la vida en Cristo.
Desvelando el gran misterio de Dios, en su realidad de Padre que nos llama a
participar de vida como hijos, se desvela el gran secreto de la personalidad
auténtica de hombre como hijo del Padre. Se nos manifiesta lo que somos y lo
que seremos: “Ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que
seremos. Sabemos que, cuando se manifieste seremos semejantes a Él porque lo
veremos tal cual es” (cf. 1ª Jn 3,2-3) 847.

Durante este tiempo del Padre Nuestro el acceso a la Escritura se hace


fundamentalmente a través de la scrutatio scripture (cf. Jn 5,39), de las
celebraciones de la Palabra en torno a las ´ocho peticiones` de la Oración del
Señor y de las catequesis que se preparan en torno a cada una de estas
peticiones, teniendo muy presente la sistematización que ofrece el Catecismo de
la Iglesia Católica.

Una vez iniciados a vivir como hijos de Dios, en confianza filial y en


actitud de abandono a la voluntad de Dios; tras un tiempo necesario, “la Iglesia
culmina este tiempo con la entrega del Padre Nuestro, ´síntesis de todo el
Evangelio`” (SCN, art. 20, 3ª)848. Esta entrega tiene lugar en el contexto de una
Celebración de la Palabra y el rito que en ella se desarrolla tiene una estructura
sencilla y sigue el esquema de los anteriores ya vividos por los neocatecúmenos.
Tras la liturgia de la Palabra en la que se leen las Lecturas que hacen presente la
nueva condición de hijos que tienen los cristianos por el don del Bautismo
recibido (cf. Gál 4,1-11; Rom 8,-39; Mt 6,5-15), el Celebrante tiene un diálogo
con los Catequistas y garantes de los neocatecúmenos siguiendo el
interrogatorio propuesto en el RICA, nº 144. Una vez finalizado, la Iglesia
adulta, representada por el Obispo, los presbíteros, catequistas y ´comunidad
madrina` cantan el Padre Nuestro y los neocatecúmenos lo escuchan y reciben.
En la liturgia neocatecumenal de este rito nos vamos a encontrar con una clara
influencia de la praxis catecumenal antigua que el Ritual también ha recuperado
(nnº 143-151).

e) Escritura y Catequesis en el tiempo de la Elección

La etapa de la Elección culmina todo el proceso neocatecumenal. Ante la


Elección nos encontramos con otro gran misterio y otro don de la bondad
gratuita de Dios. Para ayudar a los elegidos a tomar una decisión libre,
consciente y sincera, y a toda la comunidad a hacer un discernimiento decisivo
en este momento, una Convivencia pone las cosas en su punto e ilumina a la
847
Cfr. Espiritualidad del Camino Neocatecumenal II, pp. 174-175. “En esta etapa los neocatecúmenos estudian
sistemáticamente cada una de las peticiones del ´Padrenuestro` y temas sobre la Virgen María: Madre de la Iglesia, Nueva
Eva, Arca de la Alianza, Imagen del cristiano, etc”. Cfr. SCN, art. 20,3ª.
848
Remite en la nota a DGC, nº 85 y CCE, nº 2761.
comunidad y a cada uno de sus miembros. La Historia de la Salvación, a través
de sus personajes paradigmáticos, pone delante cómo es esta elección de Dios y
cómo es la respuesta de los elegidos: Abrahám, Moisés, David, María, Pedro
son algunos de los muchos personajes sobre los que se proyecta esta elección
divina y la misión que de ellos quiere. Son expresión determinante de la
fidelidad de Dios a la alianza que sella con ellos. Los mismos elegidos tienen ya
una fuerte experiencia de esta fidelidad de Dios, que siempre ha salido a su
encuentro. Ya saben también a qué los llama el Señor: a vivir en esta fidelidad al
Espíritu de Jesucristo.

Queda un tiempo, antes de la renovación de las promesas bautismales,


para la iluminación y decisión a través de la palabra que va a acompañar en este
momento. La obra a la que está llamado el cristiano es la práctica de las
Bienaventuranzas y del Sermón de la Montaña. Allí se nos da todo el espíritu de
Jesucristo, el camino de la verdad y de la libertad. El cristiano, el que ha sido
elegido y ha sido regenerado, es el hombre nuevo que vive en la precariedad y
confianza absoluta en Dios, que ama en la dimensión de la cruz, que no
devuelve mal por mal, que ama a los enemigos, que no juzga ni condena.

En este tiempo, las celebraciones se ceñirán al estudio y asimilación de


estos temas bíblicos que tendrán siempre como transfondo los capítulos 5-7 de
San Mateo donde encontramos el Sermón de la Montaña, verdadera fotografía
del hombre nuevo encarnado en Jesucristo y en todos aquellos que participan de
su Espíritu.
Una vez que los candidatos han podido celebrar y vivir en profundidad
todas las catequesis relacionadas con el Sermón de la Montaña, tiene lugar el
tiempo de la Elección próxima que va a estar dedicado a una mayor purificación
y que coincidirá siempre con la Cuaresma, tal y como sugiere el RICA para los
catecúmenos: "El tiempo de purificación e iluminación de los catecúmenos de
ordinario coincidirá con la Cuaresma" (nº 21). De tal forma, que en este tiempo,
“después de haber mostrado con las obras que en ellos se está realizando,
aunque en la debilidad, el hombre nuevo descrito en el Sermón de la Montaña,
que, siguiendo las huellas de Jesucristo, no se resiste al mal y ama al enemigo,
los neocatecúmenos renuevan solemnemente las promesas bautismales en la
Vigilia Pascual, presidida por el Obispo. En esta liturgia visten las túnicas
blancas en recuerdo de su bautismo”(SCN, art. 21&2).

La renovación solemne de las promesas bautismales viene precedida de


un nuevo rito con el que se sella y confirma definitivamente la elección de
Dios. Al celebrar el primer rito de la Entrada en el Neocatecumenado que en el
itinerario neocatecumenal recibe el nombre de Primer Escrutinio, ya vimos que
se iniciaba con el Rito de la Inscripción del nombre en el Libro de la Vida.
Ahora, al finalizar el Neocatecumenado, se vuelve a repetir de nuevo este rito y
se hace en el contexto de una Liturgia de la Palabra presidida por el Obispo; los
Catequistas presentan a los elegidos y le hacen al Celebrante una breve
presentación del itinerario espiritual recorrido a lo largo de tantos años por los
neocatecúmenos, en quienes se ha cumplido la Palabra evangélica "muchos son
los llamados y pocos los elegidos" (cf. Mt 22,14). En esta celebración se
vuelven a proclamar las Lecturas en las que aparece cómo Dios mismo es quien
escribe en el Libro de la Vida, "...no borraré su nombre del libro de la vida" (cf.
Ap. 3,5), y cómo Jesús invita a alegrarse a sus discípulos no tanto por los signos
que puedan realizar sino que les invita a que se alegren "porque vuestros
nombres estén escritos en los cielos" (cf. Lc 10,17-20). Tras la proclamación de
la Palabra de Dios, los elegidos se van acercando y cada uno escribe su nombre
en la Biblia de la Comunidad 849. Una vez terminada la inscripción de los
nombres sobre la Biblia, el Celebrante dice una oración en la que presenta a
Dios todos y cada uno de los elegidos y pide para que se mantengan fieles a la
elección divina. “Tras la elección concluye el Neocatecumenado
postbautismal”(SCN, art. 21&3), concluyen también las catequesis propiamente
catecumenales y se inicia la vida cristiana en comunidad apoyados y cimentados
en la Palabra, la Liturgia y la Comunidad.

g) Escritura y Catequesis en el tiempo del Neofitado

La teología kerigmática que ha vertebrado todo el itinerario


neocatecumenal conduce de una manera coherente a sellar el proceso en la gran
Vigilia Pascual. Este misterio pascual nos sitúa, en su sentido teológico, en el
origen del nuevo pueblo de Dios, del culto y de la nueva alianza. Así los
neófitos participan del sacerdocio real de Cristo, ofreciendo y participando en el
sacrificio de Jesús y pueden gustar qué suave es el Señor que los alimenta con
un manjar mejor que la “leche y la miel”.

El hombre nuevo, recién nacido del Bautismo, o que ha renovado en


plenitud las promesas bautismales, necesita ser atendido adecuadamente de
modo que la fe recibida o renovada de forma adulta se consolide cada vez más y
dé más fruto. El RICA sostiene que “como la índole y la fuerza propia de esta
etapa procede de la experiencia personal y nueva de los sacramentos y de la
comunidad, el principal lugar de la Mystagogia lo constituyen las llamadas
Misas para los neófitos, o sea, las Misas de los Domingos del tiempo pascual,
porque en esas Misas, además de la comunidad de los fieles reunida y la
participación de los misterios, los neófitos encuentran, especialmente en el
Leccionario del ciclo A, lecturas sumamente adecuadas para ellos” (nº 40). En

849
De nuevo, para este momento se compra una Biblia de Jerusalén grande y dignamente adornada que será la Biblia que usará
la comunidad cristiana constituida a partir de la Renovación de las promesas bautismales.
la participación eucarística encontrarán los neófitos la fuerza para vivir con
gozo la fe recibida y renovada.

La etapa pascual la celebran los neófitos de forma gozosa y solemne


como una permanente actualización de la Vigilia Pascual. Todos los días, al
atardecer, la comunidad se reúne para celebrar la Eucaristía. La impresionante
liturgia de estos días es un canto de la Iglesia al misterio pascual, a la gran obra
que Dios ha realizado en Jesucristo, manifestación de alegría por los nuevos
hijos nacidos en la Noche de Pascua, la experiencia de las primeras
comunidades cristianas y la “fracción del pan” como el centro y la fuente de la
energía de la vida nueva. En estas celebraciones es fácil experimentar que allí
está “el culmen y la fuente de toda la vida cristiana” (LG, nº 11). Porque se
experimenta presente al Señor Resucitado. Y desde ahora, allí estará el centro de
toda la comunidad. Seguirá alimentándose de las celebraciones de la Palabra,
paladeando todo el mensaje salvador que sigue activo en la Escritura que a lo
largo de toda la cincuentena pascual será acogida y saboreada con una
inteligencia nueva: la de experimentar al Señor Resucitado presente en la
comunidad, en la Eucaristía, en la comunión de la Palabra y en la misión de la
evangelización. El RICA afirma que esta “inteligencia más plena y fructuosa de
los misterios se adquiere con la renovación de las explicaciones y sobre todo
con la recepción continuada de los sacramentos” (nº 38). Consiste en
experimentar con gusto, alegría y sabiduría el sentido de la vida que da la fe
(meditación del evangelio), el significado de los sacramentos (participación en
la eucaristía) y las relaciones adquiridas en comunidad (comunión y misión).
En el centro del largo recorrido neocatecumenal ha estado plantada la
Eucaristía como misterio de la Pascua del Señor, en torno al cual el Espíritu
Santo despliega toda la economía salvífica, desde la preparación hasta la
consumación. El Neocatecumenado ha sido así una invitación a ir de Eucaristía
en Eucaristía, de Pascua en Pascua, hacia la Pascua final, en la que Cristo
glorioso recapitulará en sí todas las cosas. A este respecto es importante
subrayar que el itinerario neocatecumenal opera una iniciación gradual a los
sacramentos y presenta con singular fuerza la inseparable conexión que existe
entre el anuncio de la palabra y la celebración del sacramento, entre la fe y la
praxis sacramental. Una vez renovadas las promesas bautismales, en el
Neofitado, las catequesis mistagógicas expondrán los signos principales de los
sacramentos de la iniciación. Los neófitos necesitan un cierto tiempo para
saborear el significado de los símbolos recién experimentados y penetrar en la
realidad misteriosa de la nueva vida aceptada. Este es el sentido de la catequesis
mistagógica: participar plenamente de la comunidad cristiana, cuya fuente y
cima es la celebración eucarística.

4. Articulación de los contenidos catequéticos del Neocatecumenado


Una vez señalados los núcleos bíblicos y catequéticos que gradualmente
se van ofreciendo a lo largo del itinerario neocatecumenal voy a intentar ver en
este punto en qué medida los criterios para la presentación del mensaje en el
Neocatecumenado se ajustan adecuadamente a los principios o dimensiones
identificadoras del carácter propio de la catequesis. Lo hago de forma sintética,
mostrando cuáles son los acentos más significativos y los silencios más
llamativos. Para ello, es imprescindible tener claro, que “el mensaje que
transmite la catequesis tiene ´un carácter orgánico y jerarquizado`,
constituyendo una síntesis coherente y vital de la fe. Se organiza en torno al
misterio de la Santísima Trinidad, en una perspectiva cristocéntrica, ya que este
misterio es ´la fuente de todos los otros misterios de la fe y la luz que los
ilumina`. A partir de él, la armonía del conjunto del mensaje requiere una
´jerarquía de verdades`, por ser diversa la conexión de cada una de ellas con el
fundamento de la fe cristiana”(DGC, nº 114)850.
Evidentemente, el hecho de ser el Neocatecumenado un Catecumenado
postbautismal, posibilita a lo largo de todo el proceso, la presentación orgánica,
sistemática, integral y gradual, de todos los contenidos básicos y fundamentales
de la fe.

a) Dimensión histórico-salvífica

La Constitución Dei Verbum del Concilio Vaticano II ha descrito la


Revelación como el acto por el cual Dios se manifiesta personalmente a los
hombres. Dios se muestra, en efecto, como quien quiere comunicarse a Sí
mismo, haciendo a la persona humana partícipe de su naturaleza divina (nº 3) 851.
Y en este acto, “Dios en su inmensidad, para revelarse a la persona humana,
utiliza una pedagogía: se sirve de acontecimientos y palabras humanas para
comunicar su designio; y lo hace progresivamente, por etapas, para mejor
acercarse a los hombres. Dios, en efecto, obra de tal manera que los hombres
850
Ya en el Directorio de 1971 se pedía que se “tuviera en cuenta en la catequesis esta jerarquía de verdades de la fe en
todos sus grados. Estas verdades pueden reunirse en cuatro capítulos fundamentales: el misterio de Dios, Padre, Hijo y
Espíritu Santo, creador de todas las cosas; el misterio de Cristo, Verbo Encarnado, que nació de María Virgen, padeció,
murió por nuestra salvación; el misterio del Espíritu Santo, que está presente en la Iglesia y la santifica y dirige hasta la
gloriosa venida de Cristo, nuestro Salvador y Juez; y el misterio de la Iglesia que es el Cuerpo místico de Cristo, en el que la
Virgen María ocupa un lugar preeminente” (nº 43). Para el Cardenal Ch. SCHÖNBORN, la ´jerarquía de verdades` significa
un principio de estructuración, que no puede ser confundido con los grados de certeza. La ´jerarquía de verdades` significa
que las diversas verdades de la fe están agrupadas en torno a un punto central y, a partir de él, se hallan ordenadas entre sí,
pero no que las verdades que no se hallan en el centro serían por ello menos verdaderas”. Para el Cardenal, este principio de
la ´jerarquía de verdades`debía ser determinante en la estructuración de todo el Catecismo, según él “tres criterios eran
particularmente importantes al respecto: 1) El misterio de la Santísima Trinidad como punto central de la jerarquía de
verdades; 2) El acceso cristológico; 3) La estructura orgánica de conjunto, que se refleja en su disposición cuatripartita”. Cfr.
“El Catecismo de la Iglesia Católica”, en A. CAÑIZARES - M. DEL CAMPO, o. cit., p. 284.
851
Nuestros Obispos han hecho la fundamentación del carácter propio de la catequesis a partir de la Constitución ´ Dei
Verbum`, señalando los siguientes ´rasgos`: a) la Revelación como acción gratuita de Dios; b) El carácter histórico de la
Revelación; c) Jesucristo, plenitud de la Revelación; d) La fe es la acogida del hombre a la Revelación; e) La Tradición como
transmisión de la Revelación. Cfr. CC, nnº 106-139.
llegan al conocimiento de su plan salvador mediante los acontecimientos de la
historia de la salvación y las palabras divinamente inspiradas que los
acompañan y explican” (DGC, nº 38)852.

La Palabra de Dios (Dei verbum), antes que cuerpo de doctrina, es acción


gratuita de Dios. Y esta acción es algo más que una comunicación de palabras o
de verdades sobre Dios y su obra: es autocomunicación de Dios mismo a los
hombres, es una donación personal de sí mismo que se expresa en palabras y
obras.

Esta percepción de saberse alcanzados por la actuación de Dios en su


Palabra que nos precede, de quien parte la iniciativa y que desborda los
acontecimientos, es muy constatable en el Neocatecumenado. Desde el primer
instante de las primeras catequesis, los catequistas se sienten enviados y al
servicio de la Palabra que a ellos les ha alcanzado primero. Esta Palabra es Dios
mismo que ha tomado la iniciativa de salvar a los hombres y para ello “escogió
a un pueblo en particular a quien confiar las promesas... y así se fue revelando a
su pueblo, con obras y palabras, como Dios vivo y verdadero” (DV, nº 14 y nº
3), y que en la plenitud del tiempo “tras haber hablado a nuestros padres en
distintas ocasiones y de muchas maneras por los profetas. Ahora en esta etapa
final nos ha hablado por el Hijo (cf. Hb 1,1-2). Pues envió a su Hijo, la Palabra
eterna, que alumbra a todo hombre, para que habitara entre los hombres y les
contara la intimidad de Dios (cf. Jn 1,1-18). Jesucristo, Palabra hecha carne,
´hombre enviado a los hombres`, habla palabras de Dios (cf. Jn 3,34) y realiza
la obra de la salvación que el Padre le encargó (cf. Jn 5,36; 17,4). Por eso, quien
ve a Jesucristo, ve al Padre (cf. Jn 14,9); Él, con su presencia y manifestación,
con sus palabras y obras, signos y milagros, sobre todo con su muerte y gloriosa
resurrección, con el envío del Espíritu de la verdad, lleva a plenitud toda la
revelación y la confirma con testimonio divino; a saber, que Dios está con
nosotros para librarnos de las tinieblas del pecado y la muerte y para hacernos
resucitar a una vida eterna” (DV, nº 4)853.

Este texto conciliar que explica el misterio de la salvación en la historia y


lo concentra en la persona de Jesucristo, expresa de un modo elocuente las
orientaciones catequéticas que a lo largo del Neocatecumenado desarrollarán la
dimensión histórico-salvífica en la transmisión catequizadora y que podemos
sintetizar en las siguientes:

852
La Revelación de Dios a los hombres se ha realizado a través de hechos y palabras (DV, nº 2). Ver R. FISICHELLA, “La
Revelación y su transmisión: fundamento y fuente de la catequesis”, en A. CAÑIZARES-M. DEL CAMPO, o. cit., pp. 108-
142.
853
Cfr. CC, nnº 123-127 y DGC, nº 40. Ambos documentos desarrollan con amplitud el ´cristocentrismo`de la catequesis.
a) Dios sigue actuando en nuestra historia para ofrecer la salvación a
todos los hombres, la catequesis actualiza la acción de Dios en la Comunidad
Neocatecumenal854;

b) La revelación de Dios, culminada en Jesucristo, está destinada a toda la


humanidad, es un regalo de Dios; la catequesis descubre al neocatecúmeno que
la fe es un don de Dios855;

c) La autocomunicación de Dios -con hechos y palabras- se realiza en el


hoy de nuestra existencia, en este sentido la catequesis educa al neocatecúmeno
para insertar la fe en la vida cotidiana y en los acontecimientos humanos856;
d) La historia de la salvación se ha de presentar “por medio de una
catequesis bíblica que dé a conocer las ´obras y palabras` con las que Dios se ha
revelado a la humanidad” (DGC, nº 108) 857, en continuidad con lo que , de
hecho, se hacía en la época patrística (DGC, nº 89)858.

En el Neocatecumenado, ya en la fase kerigmática, hemos visto que se


dan dos catequesis (la décima y la undécima), en las que se presenta “el
Kerygma preparado por Dios a través de la historia de la salvación (Abrahám,
Éxodo, etc.), y se dan las claves hermenéuticas necesarias para la escucha y la
comprensión de la Sagrada Escritura: ver en Jesucristo el cumplimiento de las
Escrituras y poner los hechos de la propia historia bajo la luz de la Palabra”
(SCN, art. 9,2ª).

Una vez formada la Comunidad Neocatecumenal, los neocatecúmenos


tendrán todas las semanas una celebración de la Palabra en las que
gradualmente “aprenderán el lenguaje bíblico con temas simples que recorren
toda la Escritura” (SCN, art, 19, 1ª). Esta etapa del pre-Neocatecumenado se
desarrolla durante dos años aproximadamente. Tras la celebración del Primer
854
“La catequesis es ministerio (servicio) de esa Palabra, actualización de esta Revelación, es decir, cauce a través del cual
Dios mismo actúa en el corazón del catecúmeno, como llamada, promesa, perdón, corrección, sentido de la existencia,
apoyo, presencia, justificación, donación... ´La catequesis desempeña la función de disponer a los hombres a acoger la
acción del Espíritu Santo` (DCG, nº 22)”. Cfr. CC, nº 108.
855
“Es imprescindible que el catecúmeno descubra el ´carácter gratuito de la Palabra de Dios y de la fe, para que las reciba
como don. ´La catequesis debe tomar como punto de partida el don del amor divino en nosotros”. Cfr. CC, nº 110.
856
“Este carácter histórico de la Revelación proporciona a la pedagogía catequética otra de sus características peculiares,
convirtiéndola en una pedagogía que impele a leer los acontecimientos y la experiencia humana a la luz de la fe y de la
historia de la salvación”. Cfr. CC, nº 113.
857
Para ver el alcance de esta dimensión, ver, C. BISSOLI, “La acción de Dios en la historia: los hechos más destacados, la
narración de la Historia de la Salvación y la catequesis”, en A. CAÑIZARES - M. DEL CAMPO, o. cit., pp. 430-447.
858
Según C. BISSOLI, de la ´clave histórico-salvífica`aplicada a la catequesis se derivan “los componentes de una
comunicación de la fe que tiene tres características concretas: se produce en clave histórica, a través de un relato y con un
marcadísimo sentimiento de actualidad, es decir, se trata de una experiencia de ayer que nos afecta hoy `”, y afirma, que se
deducen algunas observaciones operativas: 1ª) La historia de la salvación se ha de presentar ´por medio de una catequesis
bíblica que dé a conocer las ´obras y palabras` con las que Dios se ha revelado a la humanidad`. Esto es lo que se hacía, de
hecho, en la época de los Padres; 2ª) La historia de la salvación se organiza en torno a Jesús, ´centro de la historia de la
salvación`; 3ª) El estudio y la profundización de la Sagrada Escritura leída en la Iglesia figura en primer lugar entre las
formas de educación o catequesis permanente de la fe”. Cfr. Ibid., pp. 434-435. Para un acceso a la “Catequesis de la
historia de la Salvación” en la Iglesia primitiva, ver J. DANIELOU - R. DU CHARLAT, o, cit., pp. 236-248.
Escrutinio, “los neocatecúmenos celebran las grandes etapas de la historia de la
salvación: Abraham, Éxodo, Desierto, Tierra prometida, etc., y les es dado un
tiempo para que se prueben a sí mismos en la sinceridad de su intención de
seguir a Jesucristo, a la luz de su palabra: ´No podéis servir a Dios y al dinero`
(cf. Mt 6,24)” ( Ibid, art. 19, 2ª). Este es el tiempo en el que las catequesis
histórico-salvíficas apuntan siempre a su centro que es Jesucristo, cumplimiento
de las promesas hechas a los antiguos Padres y plenitud de la Revelación; a su
luz, interpretan los neocatecúmenos “los acontecimientos actuales de la historia
humana, donde el Espíritu de Dios renueva la faz de la tierra, y permanece en
una espera confiada de la venida del Señor” (DGC, nº 107) 859. En esta etapa, a
través de la preparación, celebración y catequesis de los grandes temas de la
historia de la Salvación, los neocatecúmenos adquieren conciencia de la
elección de Dios y de su actuación salvífica en el ´hoy`de su existencia.

Si en la etapa del Precatecumenado postbautismal, las catequesis que


acompañan el caminar de las comunidades son más bíblicas, en la etapa del
Neocatecumenado, se desarrollarán las catequesis más doctrinales860 y morales,
en torno a las entregas que en cada momento irán recibiendo los
neocatecúmenos (primera iniciación a la oración con la entrega del Salterio;
entrega del Símbolo; entrega del Rosario; entrega del Padre Nuestro),
adquiriendo un relevancia especial el tiempo de la Traditio Symboli-Redditio
Symboli, en el que los neocatecúmenos “estudian y celebran artículo por artículo
el Símbolo apostólico”, y en este contexto celebrativo se imparten las
´catequesis sistemáticas` del Credo apostólico “compendio de la Escritura y de
la fe” (DGC, nº 85)861.

Concluimos esta dimensión histórico-salvífica, y su presentación en el


largo proceso del itinerario neocatecumenal, afirmando con palabras de D.
Borobio que “en cuanto a los contenidos de las mismas catequesis que se
emplean, son eminentemente bíblicos, y recogen los núcleos centrales del
mensaje. El estricto desarrollo de la dinámica y etapas catecumenales es el

859
Según el Directorio, el carácter histórico del mensaje cristiano obliga a la catequesis a cuidar estos aspectos: 1º)
Presentar la historia de la salvación por medio de una catequesis bíblica que dé a conocer las grandes etapas del A.T, con las
que preparó el camino al Evangelio; 2ª) Al explicar el Símbolo de la fe y el contenido de la moral cristiana por medio de una
catequesis doctrinal, el mensaje evangélico ha de iluminar el ´hoy` de la hª de la salvación; 3ª) Situar los sacramentos dentro
de la hªde la salvación por medio de una catequesis mistagógica, que ´relee y revive los acontecimientos de la historia de la
salvación en el ´hoy` del la liturgia; 4ª) Las ´obras y palabras` de la Revelación remiten al ´misterio contenido en ellas`. La
catequesis ayudará a hacer el paso del signo al misterio (cf. Ibid., nº 108).
860
“La catequesis doctrinal (que incluye a su vez la catequesis mistagógica), cuyo origen radica igualmente en la Biblia ( en
la que no todo es narración) se apoya en la Tradición mediante cuatro pilares: el Símbolo, los Mandamientos (la moral), los
sacramentos y la oración. Expresa la historia de la salvación en la medida en que sus contenidos (Símbolo, Sacramentos,
Mandamientos, Oración) se entienden como historia de la salvación que Dios hace hoy”. Cfr. C. BISSOLI, o cit., p. 442.
861
Más adelante se afirma que “en la explicitación del Símbolo, la catequesis mostrará cómo los grandes temas de la fe
(creación, pecado original, Encarnación, Pascua, Pentecostés, escatología...), son siempre fuente de vida y de luz para el ser
humano. Ibid, nº 117.
espacio exigitivo de unos contenidos que siempre pertenecieron a la esencia y
objetivos del Catecumenado”862.

b) Dimensión cristológica

El Neocatecumenado se abre al interior de las parroquias a través del


“anuncio del kerygma que llama a conversión: la buena noticia de la muerte y
de la resurrección de Nuestro Señor Jesucristo; en efecto... Dios ha querido
salvar a los que creen mediante la necedad del Kerygma (cf. 1ª Cor 1,21) 863. Esta
´palabra de salvación` llama a la conversión y a la fe, invita a reconocerse
pecador, a acoger el perdón gratuito de Dios y a ponerse en Camino hacia la
transformación en Cristo, por el poder del Espíritu”(SCN, art. 9,1ª) . La
finalidad definitiva del Neocatecumenado es poner a las personas, de etapa en
etapa, paso a paso, no sólo en contacto, sino en comunión, en intimidad con
Jesucristo, ´autor y perfeccionador de la fe` (cf. Hb 12,2)” (DGC, nº 80)864.

Y esto se hace en el Neocatecumenado poniendo siempre al centro de la


evangelización, catequesis y predicación, el anuncio del Kerygma, la Buena
Noticia de la resurrección de Jesucristo. El anuncio de la resurrección cuando es
recibido por el hombre en el poder del Espíritu comienza a operar
salvíficamente. La predicación kerigmática ofrece gratuitamente evangelio, es
decir esperanza de parte de Dios para el hombre pecador. En este punto, la
teología de Pablo es para los neocatecúmenos clave de lectura; a partir de textos
como Heb 2,14-18, Rom 7 y 8, Gn 3, 1Cor 15,54-57 se presenta la “situación
del hombre, esclavizado por el temor a la muerte, y en esta situación, resuena el
Kerygma de la resurrección de Jesús como una buena noticia, como una alegre
noticia: ¡Es posible la vida! ¡Aquí y ahora se te ofrece gratuitamente la vida!. El
cristianismo básicamente es anuncio. La predicación de Jesús es Buena Noticia
(cf. Mc 1,14), y lo mismo la predicación apostólica (cf. Act 5,42)”865.

La finalidad del Neocatecumenado es poner a las personas, según lo


dicho, en intimidad con Jesucristo, y esta finalidad aparece presentada con
claridad desde las catequesis iniciales y a lo largo de todo el itinerario
neocatecumenal, “articulado según las fases de la iniciación cristiana: pre-
Catecumenado, Catecumenado y Elección, divididas por etapas, jalonadas por
pasos marcados por algunas celebraciones” (SCN, art. 8&1). El cristocentrismo
862
Cfr. La recepción del Concilio por movimientos cristianos postconciliares en España, p. 47.
863
Para D. BOROBIO, “la relación kerigma-Catecumenado es uno de los aspectos centrales para comprender el mismo
Catecumenado”. Cfr. “Kerigma y Catecumenado”, en Catecumenado para la Evangelización, p. 46.
864
Este número aparece citado en la nota 17 del SCN.
865
Cfr. Las Comunidades Neocatecumenales, p. 24. Para R. Blázquez “el anuncio de la resurrección abre el camino
neocatecumenal. Por él se inicia la formación de la comunidad y la reconstrucción de la Iglesia [...] El kerigma de Jesucristo,
vencedor de la muerte, es, además del inicio de la comunidad, fundamento permanente de la misma” (Ib., p. 28).
de las catequesis, en virtud de su propia dinámica interna, conduce a la
confesión de la fe en Dios: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Este cristocentrismo
“es esencialmente trinitario porque los cristianos, en el Bautismo, quedan
configurados con Cristo, ´Uno de la Trinidad`, y esta configuración sitúa a los
bautizados, ´hijos en el Hijo`, en comunión con el Padre y con el Espíritu
Santo” (DGC, nº 99)866. El itinerario neocatecumenal posibilitará la presentación
de una catequesis cristológica, gradual, integral y católica, siguiendo el mismo
criterio expresado en el Directorio: “La catequesis, en consecuencia, parte de
una sencilla proposición de la estructura íntegra del mensaje cristiano, y la
expone de manera adaptada a la capacidad de los destinatarios. Sin limitarse a
esta exposición inicial, la catequesis, gradualmente, propondrá el mensaje de
manera cada vez más amplia y explícita, según la capacidad del catequizando y
el carácter propio de la catequesis” (DGC, nº 112) 867. Este principio pedagógico
aparece bien explicitado a lo largo de todo el proceso neocatecumenal. A modo
de síntesis, señalo los rasgos más sobresalientes en la dimensión cristológica
dentro de la praxis neocatecumenal:

a) La centralidad del Kerygma como fundamento de la fe, con una


comprensión de la teología paulina muy significativa (cf. SCN, art. 9, 1ª-3ª).
Esta dimensión kerigmática está presente a lo largo de todo el itinerario
neocatecumenal.

b) La clave cristológica como hermenéutica de la Escritura: siempre se


intenta ver en Jesucristo el cumplimiento de las Escrituras y poner los hechos
de la propia historia bajo la luz de la Palabra; en palabras del DGC, “Jesucristo
no sólo transmite la Palabra de Dios: El es la Palabra de Dios. Por eso, la
catequesis -toda ella- está referida a Él” (nº 98)868. La finalidad del itinerario
neocatecumenal es poner a las personas en intimidad con Jesucristo.

c) En el Neocatecumenado se inicia existencialmente a los


neocatecúmenos en el seguimiento de Jesús y se les ayuda a descubrir lo
siguiente:

+ Quien desconoce las Sagradas Escrituras, desconoce a Jesucristo


(Precatecumenado);

866
Ver las consecuencias para la catequesis desde la perspectiva del ´cristocentrismo trinitario`del mensaje evangélico (nº
100).
867
Para nuestros Obispos “el hecho de que Jesucristo sea la plenitud de la Revelación confiere a la catequesis su carácter
eminentemente ´cristocéntrico`. Creemos que éste es uno de los mayores logros de la catequesis en estos últimos años”. Cfr.
CC, nº 123.
868
En este sentido, lo que caracteriza el mensaje que transmite la catequesis es, ante todo, el ´cristocentrismo`, que debe
entenderse en varios sentidos: que la tarea fundamental de la catequesis es mostrar a Cristo; que El es el centro de la historia
de la salvación; que el mensaje evangélico no proviene del hombre sino que es Palabra de Dios. Para un ensanchamiento de
esta dimensión, ver: CCE, nnº 426-429; CT, nnº 5-6; DGC (1971), nº 40.
+ Sin cruz no se puede ser discípulo de Jesús (cf. Lc 9,23-26)
[Primer Escrutinio];
+ Sin abandonar los ídolos -simbolizado en el dinero (cf. Mt 6,24)-,
no se puede ser libre y estar disponible para el Reino (cf. Mt. 6,24;
Lc 12,22-34) [Segundo Escrutinio].
+ Sin vida de oración, la fe se debilita, nos convertimos -con
expresión de Juan Pablo II (NMI, nº 34)- en cristianos de
riesgo(entrega del Salterio);
+ Sin confesión de la fe y verificación en la misión, la fe se diluye
en conocimientos y prácticas religiosas; en la evangelización se
experimenta la cercanía del Señor (cf. Mt 28,20; Jn 14,18-21)
[tiempo de la Traditio Symboli];
+ Jesús nos adentra en la intimidad del Padre, en los ´secretos de
Dios` (cf. Mt. 11,25-27; Jn 7,48-49) [entrega del Padrenuestro];
+ Jesús nos descubre el camino del Hombre Nuevo, que está
resumido en las Bienaventuranzas, único camino hacia la dicha
eterna a la que aspira el corazón del hombre (cf Mt 5-7) [tiempo de
la Elección];
+ Jesús nos da el Espíritu Santo para que participemos de su misma
filiación y misión (cf. Jn 20,21; Jn 16,13-15) [renovación de las
promesas bautismales]869.

d) La presentación cristológica que se da en Neocatecumenado puede ser


definida como cristología staurológica, del Siervo de Yahvé crucificado y del
Kyrios glorificado870. En el Neocatecumenado existe la fuerte convicción de que
la cruz está plantada en el centro del evangelio 871. Toda la vida de Cristo tiende
hacia la cruz, y el discípulo de Jesús debe recibirla en su vida (cf. Mc 10,32-34;
Lc 12,50). Para el neocatecúmeno, anunciar la salvación es anunciar la cruz
gloriosa de Cristo, ayudar a los hombres a tomar conciencia de su propia
realidad existencial de límite, alienación, infelicidad, incapacidad para dar por sí
solos un sentido a sus vidas, y anunciar, a partir de esta realidad, la victoria que
sólo Cristo ha conseguido con su cruz. El egoísmo es la causa de toda infelicidad
humana. Anunciar la salvación en “Cristo crucificado” (cf. 1ªCor 1,23) quiere
decir, proclamar la posibilidad de una vida nueva y distinta y que la gloria de
Dios se manifiesta en el “Siervo doliente de Yahvé”, el cual no se resiste al
malvado y ama al enemigo (cf. Is 42,1-7; 49, 1-6; 50,4-9; 52,13-53,12). La cruz
de Cristo revela a todo hombre muerto por una vida de egoísmo que está
matando también a los demás. Aceptar la cruz es aceptar esa actitud de Jesús
Siervo como la única verdad872, porque no hay filosofía, ni política, ni ciencia en
869
En Catequesis de la Comunidad, nuestros Obispos han sintetizado las diferentes dimensiones de la vinculación a Cristo
con estas palabras: “Esta iniciación en el seguimiento de Cristo implica adherirse a su persona, descubrir en profundidad su
mensaje, adoptar su estilo de vida, celebrar su presencia en los sacramentos, reunirse -en su nombre- en una comunidad de
discípulos, prepararse para participar en su envío misionero y esperar su venida gloriosa” (nº 124). El Catecismo de la Iglesia
Católica sostiene que “en la catequesis es importante destacar con toda claridad el gozo y las exigencias del camino de Cristo
(cf. CT 29)” (nº 1697), y señala ocho características identificadoras.
870
“El Camino echa mano del texto de Pablo a los Filipenses (2,1-11). Este himno paulino o prepaulino que es como una
radiografía del espíritu de Jesús, es también una imagen que el catecúmeno debe reproducir en sí mismo. Es la ´kenosis`del
Hijo de Dios hecho hombre: desde las alturas de la divinidad desciende a través de la Encarnación a la condición del hombre,
de allí a la condición de Siervo, colma su condición de siervo con el suplicio de los esclavos, la Cruz, para recibir del Padre la
resurrección, la exaltación y el señorío”. Cfr. A. FUENTES, El Neocatecumenado, pp. 129-130. En el Catecismo de la Iglesia
Católica se afirma que “la muerte redentora de Jesús cumple, en particular, la profecía del Siervo doliente (cf. Is 53, 7-8 y
Hch 8, 32-35). Jesús mismo presentó el sentido de su vida y de su muerte a la luz del Siervo doliente (cf. Mt 20, 28). Después
de su Resurrección dio esta interpretación de las Escrituras a los discípulos de Emaús (cf. Lc 24, 25-27), luego a los propios
apóstoles (cf. Lc 24, 44-45)” [nº 601]. Para GERHARD L. MÜLLER, “la síntesis cristológica originaria, a pesar de la
diversidad de sus formulaciones, puede reducirse a un único contenido básico: el Jesús crucificado es el Señor resucitado por
Dios a la vida eterna, el mediador escatológico, confirmado, de la salvación, el Mesías-Cristo”. Cfr. “Jesucristo. El Señor
crucificado y resucitado”, en OLEGARIO G. DE CARDEDAL - JUAN A. MARTÍNEZ, o. cit., p. 119. Desde esta
comprensión ´cristológica`, también se puede proponer una eclesiología ´diaconal`, ver S. SABUGAL, La Iglesia, sierva de
Dios. Hacia una eclesiología servicial, Ed, Monte Casino, Zamora 1987.
871
En la ´Relación final` del Sínodo extraordinario de 1985, los padres sinodales llamaron la atención sobre la ´centralidad de
la teología de la cruz`: “Nos parece que en las dificultades actuales Dios quiere enseñarnos, de manera más profunda, el valor,
la importancia y la centralidad de la cruz de Jesucristo. Por ello hay que explicar a la luz del misterio pascual la relación entre
historia humana y la historia de la salvación...”. Cfr. Sínodo 1985, II, D) 2. y, al final, en las ´sugerencias` se dice que “en este
contexto examínese de nuevo qué es y cómo ha de llevarse a la práctica, -entre otras-: la teología de la cruz y el misterio
pascual en la predicación, en los sacramentos y en la vida de la Iglesia de nuestro tiempo” (II, D) 7). En este punto, la síntesis
teológico-catequética del Neocatecumenado respecto a la centralidad de la cruz en la vida del cristiano, aporta no poca luz
para una comprensión existencial de esta verdad ´troncal` que vertebra la identidad del cristianismo; ver F. RODRÍGUEZ, La
cruz de Jesús y el ser de Dios, Universidad Pontificia de Salamanca 1992.
872
Para A. FUENTES “esta figura del Siervo se agiganta en la conciencia de los neocatecúmenos a lo largo de todas las
etapas del camino [...]. Cuando el camino termine y el neocatecúmeno haya sellado su fe en la renovación de las promesas
bautismales, el Siervo de Yahvé será el espejo en el que deba mirarse: amar al enemigo, no devolver mal por mal, no
que pueda salvarse la humanidad. Viviendo esta actitud de Cristo, la comunidad
se convierte para el mundo en signo del amor de Dios y proclama que tal amor
está siempre marcado por la cruz y que sólo en la cruz de Cristo se ama
auténticamente y es posible entrar en la historia873.

c) Dimensión trinitaria

El teocentrismo trinitario de la Catequesis ya aparecía resaltado en el


Directorio General de Pastoral Catequética del año 1971: “Como Cristo es el
centro de la historia de la salvación, así también el misterio de Dios es el centro
del cual parte esta historia y al que se ordena como último fin. Cristo crucificado
y resucitado conduce a los hombres al Padre enviando el Espíritu Santo al pueblo
de Dios. Por lo que la estructura de todo contenido de la catequesis debe ser
teocéntrico-trinitaria: Por Cristo, al Padre en el Espíritu”(nº 41) 874. En cambio, en
el nuevo Directorio General para la Catequesis, se acentúa más el
cristocentrismo trinitario del mensaje cristiano: La Palabra de Dios, encarnada en
Jesús de Nazaret, Hijo de María Virgen, es la Palabra del Padre, que habla al
mundo por medio de su Espíritu. Jesús remite constantemente al Padre, del que
se sabe Hijo Único, y al Espíritu Santo, por el que se sabe Ungido. Él es el
camino que introduce en el misterio íntimo de Dios.

El cristocentrimo de la catequesis, en virtud de su propia dinámica interna,


conduce a la confesión de la fe en Dios: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Es un
cristocentrismo esencialmente trinitario875. Los cristianos, en el Bautismo,
quedan configurados con Cristo, Uno en la Trinidad, y esta configuración sitúa a
los bautizados, ´hijos en el Hijo`, en comunión con el Padre y con el Espíritu

condenar, ser el último; en una palabra, cumplir el Sermón de la Montaña”. Cfr. El Neocatecumenado, pp. 128-129. Es
importante, subrayar en este punto, cómo nuestros Obispos han llamado la atención porque “la catequesis no destaca
suficientemente el camino concreto a través del cual Jesús fue obediente a su Padre, y que no es otro que el camino del
Siervo. Hay que hacer descubrir al adulto este camino, basado en la pobreza, la obediencia, el servicio, la entrega. En este
sentido, la auténtica vinculación a Jesucristo debe llevar a asumir el estilo de vida del propio Jesús. ´El discípulo no puede ser
mayor que el maestro` (cf. Lc 6,40)”. Cfr. CA, nº 143.
873
Con unas ´categorías nuevas` - en expresión de O. GONZÁLEZ DE CARDEDAL-, “la muerte en cruz del Hijo
manifiesta a Dios invirtiendo las categoría de honor, dignidad, valor y poder, para mostrar a la luz de la Cruz de Cristo que
vale quien sirve, es quien crea, ama quien se solidariza y se solidariza quien va hasta el extremo en el que el prójimo se
encuentra. El himno de Flp 2, 6-11 contiene la formulación que, a partir de la resurrección, se hace del destino de Cristo y que
él había formulado como proposición general para todos: el primero es el que sirve, el que tiene más capacidad tiene más
responsabilidad, y el que tiene más vida en sí más debe darla a los otros”. Cfr. La entraña del cristianismo, Ed, Secretariado
Trinitario, Salamanca 1997, p. 594.
874
Nuestros Obispos desarrollarán esta ´dimensión teologal de la catequesis`en CA, nnº 146-150. Y el nuevo Directorio
General para la Catequesis, hablará del ´cristocentrísmo trinitario`del mensaje cristiano.
875
Para el profesor A. AMATO “el cristocentrimo trinitario implica algunas consecuencias catequéticas innovadoras: - la
catequesis tendrá una estructura cristocéntrica-trinitaria: por Cristo al Padre en el Espíritu; - siguiendo la pedagogía de Jesús,
la catequesis mostrará la vida íntima de Dios a partir de sus obras salvíficas en favor de la humanidad, puesto que las obras de
Dios revelan el misterio de su Ser trinitario; - la confesión de Dios Trinidad significa que el hombre no debe someter su
libertad a ningún poder terrenal absoluto”. Cfr. “Jesucristo, plenitud de la Revelación”, en A. CAÑIZARES - MANUEL DEL
CAMPO, o.cit., pp. 138-139.
Santo. Por eso su fe es radicalmente trinitaria. El misterio de la Santísima
Trinidad es el misterio central de la fe y de la vida cristiana876.

Este cristocentrismo trinitario encuentra en el Neocatecumenado el ámbito


y el espacio eclesial apropiado para ser desarrollado conforme a la naturaleza y
meta propia del Catecumenado bautismal, que tiende a ´la profesión de la fe` 877.
Nuestros Obispos han afirmado que “la confesión de la fe es esencial al
Bautismo. Este es, en realidad, ´el sacramento de la fe`. La triple pregunta de la
profesión de fe precede inmediatamente a la inmersión o a la infusión del agua.
En verdad, la Iglesia nos bautiza en el nombre del Padre, y del Hijo, y del
Espíritu Santo, Dios trino a quien, por la confesión de fe, confiamos nuestra vida
[...] En consecuencia, tanto el Catecumenado, que prepara a esa confesión, como
- en nuestro caso- la catequesis de adultos que la personaliza, son una exigencia
de nuestro bautismo. La catequesis queda así, penetrada por su dimensión
bautismal. Su meta no es otra que la confesión adulta de un fe depositada
germinalmente en el bautismo. No persigue, por tanto, otra cosa que ayudarnos a
asumir personalmente nuestra condición de bautizados” (CA, nº 136).

El Neocatecumenado en cuanto instrumento al servicio de los Obispos


para el redescubrimiento de la iniciación cristiana de los adultos bautizados,
conduce efectivamente a los neocatecúmenos a la confesión de la fe, de una
forma adulta, existencial, pública y eclesial. Este momento, tiene lugar en el
tiempo de la Traditio Symboli y Redditio Symboli . Tras haber celebrado todos
los artículos del Credo, una vez que lo han anunciado por las casas de la
parroquia, teniendo ya -después de un tiempo de madurez en el
Neocatecumenado- la conciencia muy clara de haber sido elegidos para confesar
con la boca, lo que ya creen en el corazón (cf. Rom 10, 9), entonces,
públicamente y solemnemente, - ante una asamblea de testigos- confesarán por
qué creen en Dios como Padre, por qué creen en Jesús como Hijo de Dios, y por
qué creen en el Espíritu Santo878. El neocatecúmeno al profesar la fe de la Iglesia
como acto de entrega al mismo Dios contenido en la palabra “creo-creemos”,
proclama personalmente y con la Iglesia su fe en un Dios que es comunión de
personas. Esta profesión de fe trinitaria es meta de la catequesis.

d) Dimensión pneumatológica
876
En el Directorio de 1971se afirma que “el misterio de la Santísima Trinidad es el misterio central de la fe y de la vida
cristiana. Es el misterio de Dios en sí mismo. Es, pues, la fuente de todo los otros misterios de la fe; es la luz que los ilumina.
Es la enseñanza más fundamental y esencial en la ´jerarquía de las verdades de la fe`” (nº 47).
877
Cfr. CC, nº 96; ver también los nnº 164-201, en los que se desarrolla el alcance de la ´confesión de fe, expresión de la
identidad cristiana”.
878
“En la gran tradición eclesial, la confesión de fe más estrictamente vinculada al proceso de la iniciación cristiana es la
Profesión de fe apostólica. El llamado Credo o Símbolo de los apóstoles, en efecto, es una fórmula que la Iglesia ha utilizado,
desde muy antiguo, para profesar la fe bautismal y para iniciar en esa fe a los catecúmenos”. Cfr. CA, nº 137; CC, nnº 164-
169.
La toma de conciencia, por parte de los neocatecúmenos, de estar viviendo
hoy en la Iglesia una experiencia que es un don del Espíritu- 879, un carisma
suscitado por Dios para ayudar a la Iglesia a llevar adelante la Nueva
Evangelización es muy viva. La experiencia agradecida de ver cómo el Espíritu
Santo crea y recrea permanentemente la comunidad, haciendo posible y visible
la koinonía-comunión entre personas diferentes, por edad, situación social y
cultural a lo largo de los años, remite constantemente a Aquél “que habita en la
Iglesia y en el corazón de los fieles como en un templo (cf. 1 Cor 3,16; 6,19), y
en ellos ora y da testimonio de su adopción como hijos (cf. Gál 4,6; Rom 8,15-
16.26). Guía a la Iglesia a toda la verdad (cf. Jn 16,13), la unifica en comunión y
ministerios, la provee y gobierna con diversos dones jerárquicos y carismáticos y
la embellece con sus frutos (cf. Ef 4,11-12; 1ª Cor 12, 4; Gál 5,22), con la fuerza
del evangelio rejuvenece a la Iglesia, la renueva incesantemente y la conduce a
la unión consumada con su Esposo”(LG, nº 4)880.

La presencia del Espíritu Santo en el Neocatecumenado está íntimamente


ligada a la experiencia de la evangelización primera en las catequesis iniciales, y
al nacimiento de las mismas Comunidades Neocatecumenales, como acción del
mismo Espíritu Santo: “A través de la predicación y de las celebraciones
realizadas en las catequesis iniciales, el Espíritu Santo invita a hombres y
mujeres de diversa edad, mentalidad, cultura y condición social a emprender
juntos un itinerario de conversión, fundado en el redescubrimiento progresivo de
las inmensas y extraordinarias riquezas y responsabilidades del Bautismo
recibido” (SCN, art. 18&2)881. En este sentido, se puede afirmar, que entre los
catequistas del CN882 hay una profunda experiencia y convicción de que el
“Espíritu Santo es el agente principal de la evangelización: él es quien impulsa a
cada uno a anunciar el Evangelio y quien en lo hondo de las conciencias hace
aceptar y comprender la Palabra de Salvación”883.

879
El Papa Juan Pablo en reiteradas ocasiones ha resaltado, en sus intervenciones, el origen ´carismático`del CN; así lo hizo
en 1993: “No se puede negar, que el Espíritu Santo, mediante el Concilio Vaticano II, ha suscitado instrumentos válidos - y
entre éstos también el Camino Neocatecumenal- para responder a los interrogantes del hombre contemporáneo”. Cfr. Mensaje
de JUAN PABLO II a los miembros del Camino Neocatecumenal: El Camino Neocatecumenal puede responder a los
desafíos del secularismo, las sectas y la escasez de vocaciones, en Ecclesia, Núm. 2632 (15 de Mayo de 1993), p. 31.
880
Existe toda una tradición patrística y teológica sobre la unión íntima entre el Espíritu Santo y la Iglesia, unión presentada
a veces de modo análogo a la relación entre alma y cuerpo en el hombre, ver nota 96 de quinta Carta Encíclica del Papa
JUAN PABLO II, Dominum et vivificantem, Ed, Paulinas 1986, nnº 25 y 26.
881
El primer ´canto- invocación` que se aprende en el CN es la invocación al Espíritu Santo: “Oh, Señor, envía tu Espíritu
que renueve la faz de la tierra”. Esta invocación cantada abrirá todas las celebraciones, encuentros y convivencias que a lo
largo del itinerario neocatecumenal se tienen.
882
El mismo nacimiento del ´carisma-servicio de catequista` es vivido al interior de la comunidad como un don del Espíritu
Santo en orden a la evangelización (cf. Hch 13, 1-3). En el Estatuto del CN se dice que “después de cierto tiempo de Camino
(normalmente después del segundo escrutinio de paso al catecumenado postbautismal), cada comunidad neocatecumenal
indica mediante votación algunos hermanos para que desempeñen la misión de catequistas”. Cfr. SCN, art.17&3, y en el art.
29 se indica que “para que los catequistas adquieran - como lo requiere el Directorio general para la Catequesis- ´las actitudes
evangélicas que Jesús sugirió a sus discípulos, cuando les inició en la misión...: buscar la oveja perdida; anunciar y sanar al
mismo tiempo; presentarse pobres, sin oro ni alforjas; saber asumir el rechazo y la persecución; poner la confianza en el Padre
y en el apoyo del Espíritu Santo; no esperar otro premio que la dicha de trabajar por el Reino, son adecuadamente
preparados”.
De esta experiencia previa, del hecho de haber sido elegidos y enviados,
desde el interior de la comunidad, para “tomar parte en los duros trabajos por
causa del Evangelio” (cf. 2ª Tim 1,8), es de donde brota la firme convicción de
estar acompañando al Evangelizador por antonomasia que es “Jesús mismo,
Evangelio de Dios. Él ha sido el primero y el más grande evangelizador” (EN, nº
7). Sólo en la confianza de saberse alentados y acompañados por el Espíritu
Santo, se ponen los catequistas en manos del Espíritu para que Él haga su obra,
sabiendo que son enviados no “a predicarse a sí mismos o sus ideas personales,
sino un evangelio del que ni ellos son dueños y propietarios absolutos para
disponer de él a su gusto, sino ministros para transmitirlo con suma fidelidad”
(EN, nº 15g.)

Esta conciencia pneumatológica, se explicita en el abandono confiado (cf.


Lc 12,12; Jn 15,26-27), por parte de los catequistas , en las tareas de la
evangelización -siempre fatigosas-, al saber que el Espíritu Santo les ayudará 884;
también, se concretiza en la invocación cantada al Espíritu, antes de iniciar cada
una de las catequesis de la etapa kerigmática.

Si la Iglesia ha nacido gracias a la efusión del Espíritu Santo en el corazón


de los testigos el día de Pentecostés, “consumada la obra que el Padre
encomendó realizar al Hijo sobre la tierra (cf. Jn 17,4), fue enviado el Espíritu
Santo el día de pentecostés a fin de santificar indefinidamente a la Iglesia y para
que de este modo los fieles tengan acceso al Padre por medio de Cristo en un
mismo Espíritu (cf. Ef 2,18). Él es el Espíritu de vida o la fuente de agua que
salta hasta la vida eterna (cf. Jn 4,14; 7,38-39), por quien el Padre vivifica a los
hombres, muertos por el pecado, hasta que resucite sus cuerpos mortales en
Cristo (cf. Rom 8,10-11)”885. También, en el nacimiento de una pequeña
comunidad, se reproduce el milagro de Pentecostés. Solamente el Espíritu Santo
es capaz de mantener en la unidad y en la fidelidad, durante todo el itinerario
neocatecumenal, a personas, entre sí, desconocidas y distintas, por razones de
sexo, edad, condición social y cultural. “En la vida en comunidad, además, de
hacerse tangible de algún modo que la comunión fraterna, antes de ser
883
Cfr. Exhortación Apostólica de PABLO VI, Evangelii nuntiandi, nº 75. El capítulo VII aborda ´El espíritu de la
evangelización`y, en este nº 75, se vierten afirmaciones de una clara ´primacía pneumatológica` de permanente actualidad:
“No habrá nunca evangelización posible sin la acción del Espíritu Santo...”; “Gracias al apoyo del Espíritu Santo, la Iglesia
crece. El es el alma de esta Iglesia. El es quien explica a los fieles el sentido profundo de las enseñanzas de Jesús y su
misterio...”, “las técnicas de evangelización son buenas, pero ni las más perfeccionadas podrán reemplazar la acción discreta
del Espíritu...”.
884
“A Jesucristo, el Hijo de Dios hecho hombre lo encontramos, por el Espíritu Santo, en la Iglesia. Es el Espíritu Santo, en
efecto, el maestro interior y artífice de toda acción catequética. El es, en efecto, el principio inspirador de cada obra
catequética y de los que la realizan; El es el que transforma a los discípulos en testigos de Cristo y anima en ellos la vida
nueva de los hijos de Dios. Invocar al Espíritu, dejarse conducir por El, volver constantemente a lo que El nos pide y que nos
da a conocer es enteramente necesario para una renovación auténtica de nuestra catequesis que se presentará así con una
verdadera fecundidad en la Iglesia”. Cfr. Mons. ANTONIO CAÑIZARES, “La catequesis en la misión evangelizadora de la
Iglesia”, en A. CAÑIZARES- M. DEL CAMPO, o. cit., pp. 96-97.
885
Cfr. LG, nº 4. “De este modo, el concilio Vaticano II habla del nacimiento de la Iglesia el día de pentecostés. Tal
acontecimiento constituye la manifestación definitiva de lo que había realizado en el mismo cenáculo el domingo de pascua”.
Cfr. JUAN PABLO II, Dominum et vivificantem, nº 25.
instrumento para una determinada misión, es espacio teologal en el que se puede
experimentar la presencia mística del Señor resucitado (cf. Mt 18, 20). Esto
sucede merced al amor recíproco de cuantos forman la comunidad, un amor
alimentado por la Palabra y la eucaristía, purificado en el Sacramento de la
Reconciliación, sostenido por la súplica de la unidad, don especial del Espíritu
para aquellos que se ponen a la escucha obediente del evangelio”886.

La vida en pequeña comunidad887, a lo largo de los años, la experiencia de


la comunión vivida, sufrida y compartida, se convertirá en lugar de comprensión
pneumatológica privilegiado, para poder llegar a la confesión del Espíritu Santo,
y a los otros articulados del Credo que se sitúan en la actividad del santo
Espíritu, a saber, la santa Iglesia Católica, el perdón de los pecados, la
resurrección de la carne y la vida eterna888.

Al mismo tiempo, todo el itinerario neocatecumenal, sustentado en el


trípode Palabra-Liturgia-Comunidad, posibilitará permanentemente vivir la
experiencia de la presencia del Espíritu en cada una de estas dimensiones de la
misión de la Iglesia889. El Neocatecumenado, como proceso de iniciación
cristiana, lleva al neocatecúmeno a la experiencia del Espíritu y de la Eucaristía.
Ciertamente, la Confirmación como sacramento de donación del Espíritu no se
puede repetir, pero la iniciación cristiana ha de desarrollar -afirma A. Fuentes-
“una pneumatología, ante todo experimental porque el neocatecúmeno la va
descubriendo, digiriendo y concienciándola a lo largo de todas las celebraciones.
Todas ellas empiezan con una invocación solemne al Espíritu de cuya presencia
y acción se espera la fecundidad de la celebración. Sin la acción del Espíritu, el
neocatecúmeno aprende que la palabra que se proclama está muerta, inoperante.
886
Cfr. Exhortación apostólica de JUAN PABLO II, Vita consecrata, Ed (4ª), San Pablo, Madrid 1996, nº 43.
887
Según nuestros Obispos, “dentro del resurgir esperanzador de lo comunitario en nuestra Iglesia hoy, la floración de
comunidades eclesiales inmediatas resulta un instrumento adecuado de formación y penetración capilar del Evangelio en la
sociedad. Estas comunidades serán, normalmente, el sustrato más apto para que en el mundo actual pueda desarrollarse con
todo vigor la acción catequética”. Cfr. CC, nº 257. En la Iglesia y, más precisamente en las distintas comunidades en las que
se concreta, encuentra la catequesis su origen, su lugar propio y su meta, para nuestros Obispos “al final de un proceso
catequético los cristianos han de desembocar ordinariamente en una comunidad cristiana inmediata e integrarse plenamente
en ella [...] El papel de la catequesis, en este sentido, será iniciar en lo comunitario, encaminar hacia la comunidad e insertar
en ellas a quienes pasan por un proceso. Por ello, para que la catequesis preste totalmente su propio servicio a la Iglesia, es
necesario la existencia en las diócesis de verdaderas comunidades cristianas, positivamente eclesiales, compuestas por
hombres y mujeres que creen y confiesan sinceramente a Jesús. Sólo así la labor catequética podrá ejercerse adecuadamente”
(nº 288).
888
RICARDO BLÁZQUEZ siguiendo las conclusiones del estudio del P. NAUTIN, Je crois à l´Esprit Saint dans la Sainte
Église pour la Résurrection de la chair, Paris 1947, afirma que “la segunda vez que aparece la Iglesia en el credo es como
término de la confesión: ´Creemos en el Espíritu santo, en la santa Iglesia`. Según el estudio de Nautin, ya citado arriba, sobre
el credo de la Tradición apostólica de Hipólito, precioso antecedente del símbolo apostólico, podemos concluir lo siguiente:
no son términos connumerables el Espíritu santo y la Iglesia; podríamos traducir, más bien, ´creemos al Espíritu santo en la
santa Iglesia`. Esto es, la Iglesia es el lugar de la presencia y de la actuación del Espíritu santo. Lo confesado en este artículo
es sorprendente y enorme: el Espíritu de Dios habita y acciona sacramentalmente a la Iglesia, que somos nosotros. En ella y a
través de ella perdona los pecados, hace brotar la vida eterna, otorga la garantía de la resurrección gloriosa, ´da esfuerzo` a los
desfallecidos, vence la división por el amor”. Cfr. La Iglesia del Concilio Vaticano II, Ed, Sígueme, Salamanca 1988, p. 49.
889
El profesor D. BOROBIO desarrolla ampliamente la “pluralidad de aspectos en la historización del Espíritu en la Iglesia.
El Espíritu es el que hace posible en la Iglesia la Palabra, el ministerio, el sacramento, y el testimonio. Y, al mismo tiempo, es
esta pluralidad de medios la que manifiesta de un modo más cercano y concreto la presencia histórica del Espíritu en la
Iglesia”. Cfr. La Iniciación Cristiana, p. 411.
Y, a la vez, percibe que, cuando el Espíritu actúa, todo se esclarece y
embellece”890.

La conciencia pneumatológica, en el neocatecúmeno, se irá acrecentando


en la medida en que su fe va siendo madurada, etapa tras etapa, a lo largo del
Neocatecumenado. En todos los pasos, cuando el neocatecúmeno ha de
emprender una etapa nueva, que le exige una decisión, se le imponen las manos
invocando al Espíritu como la única fuerza para llevar adelante la fidelidad al
Señor en el Camino. Conforme avanza la madurez del neocatecúmeno, cada vez
se hace más firme y lúcida la experiencia del Espíritu que va convenciendo de
que sólo por el Espíritu de Jesús puede creer, puede esperar y puede actuar en
cristiano891.

En tres momentos se resalta y concentra la presentación pneumatológica


dentro del itinerario neocatecumenal: a) En la primera iniciación a la oración
(entrega del Salterio); b) En la iniciación a la evangelización (tiempo de la
Traditio Symboli); y en la segunda iniciación a la oración (con la entrega del
Padre Nuestro). Ya vimos de qué modo el RICA reserva estas dos entregas
últimas para el Tiempo de la purificación e iluminación892,aunque contempla la
posibilidad de que “por razones pastorales, para enriquecer la liturgia del tiempo
del catecumenado, las ´entregas` se pueden trasladar y celebrar dentro del
catecumenado al modo de ´rito de transición`” (nº 53). Esta segunda opción es la
que se vive dentro del Neocatecumenado, que además añade a las dos entregas
tradicionales (Símbolo-Padre Nuestro), la entrega del Salterio; y lo hace a lo
largo de todo el tiempo del Neocatecumenado, posibilitando una mayor
maduración, asimilación y recepción de estos tesoros que la Iglesia pone en las
manos y el corazón de los neocatecúmenos.

En estas tres entregas , que tienen lugar en el Neocatecumenado, los


neocatecúmenos son iniciados a vivir la vida en el Espíritu (cf. Rom 8, 1-17),
ayudados por el poder de la oración como don de Dios893. Así aparece recogido
este momento en el Estatuto del CN: “La Iglesia realiza una primera iniciación
890
Cfr. El Neocatecumenado, p. 134.
891
Según A. FUENTES, “al Espíritu se le conoce actuando y así el catecúmeno descubre este Espíritu como Don de Dios a la
Iglesia, como Maestro de la verdad, como abogado frente al demonio, como consolador misericordioso, como fuerza de Dios.
En la Vigilia de Pentecostés como culminación de la Pascua, el Espíritu es celebrado como la gran epifanía del Amor y la
acción de Dios que conduce la comunidad”. Cfr. Ibid, pp. 134-135.
892
Se pide que se hagan después de los ´escrutinios`, el Símbolo se entrega en la semana que sigue al primer escrutinio, es
decir, dentro de la 3ª semana de la Cuaresma; y el Padre Nuestro, después del tercer escrutinio, en el quinto domingo de
Cuaresma. Efectivamente, en el camino cuaresmal hacia la Pascua del ciclo dominical A nos trae el mensaje luminoso de esos
tres encuentros con Cristo, o mejor, de Cristo con los hombres (la samaritana, el ciego de nacimiento, la resurrección de
Lázaro), que caracteriza el itinerario bautismal de todo creyente. En los Evangelios de los domingos tercero, cuarto y quinto
de Cuaresma, la Iglesia lee el Evangelio de Juan seleccionando cuidadosamente esas tres perícopas que suponen una
catequesis progresiva sobre el misterio de la salvación que se va a consumar en las aguas bautismales de la vigilia. Como
camino catecumenal que se realiza en la Cuaresma, “tiempo de la iluminación y de la purificación”, esos encuentros purifican
e iluminan en contacto vivo con la persona de Cristo. Por eso los tres Evangelios están insertados con mucho tino en los tres
progresivos escrutinios que supone el RICA. Para una presentación catequética de estos textos, ver, J. CASTELLANO, Tres
encuentros con Cristo en el camino hacia la Pascua, pp. 24-31.
de los neocatecúmenos a la oración litúrgica y personal, incluso nocturna, que
culmina con las catequesis de los Evangelios sobre la oración y con la
celebración de la entrega del libro de la Liturgia de las Horas” (art. 20,1ª);
asimismo, durante el tiempo de la Traditio Symboli , en el que los
neocatecúmenos son enviados a predicar por las casas de la Parroquia el
Evangelio, y dar razón del Credo de la Iglesia que han recibido, experimentarán
con asombro y admiración la presencia alentadora del Espíritu Santo prometido
por Jesús a todos sus discípulos de cualquier generación: “Yo pediré al Padre
otro Paráclito para que esté con vosotros para siempre” (cf. Jn 14,16); “Cuando
venga el Paráclito que yo os enviaré de junto al Padre, el Espíritu de la verdad,
que procede del Padre, él dará testimonio de mí. Pero también vosotros daréis
testimonio” (cf. Jn 15,26-27). Esta docilidad al Espíritu es, en palabras de Juan
Pablo II, una de las notas distintivas de la espiritualidad de la misión: “Esta
espiritualidad se expresa, ante todo, viviendo con plena docilidad al Espíritu; ella
compromete a dejarse plasmar interiormente por éste, para hacerse cada vez más
semejantes a Cristo. No se puede dar testimonio de Cristo sin reflejar su imagen,
la cual se hace viva en nosotros por la gracia y por el Espíritu Santo. La
docilidad permanente al Espíritu compromete, además, a acoger los dones de
fortaleza y discernimiento, que son rasgos esenciales de la espiritualidad
misionera”894.

Este tiempo de misión, a la luz de la praxis neocatecumenal, se convierte


en un tiempo de intensa presencia y vivencia de la cercanía de la Persona del
Espíritu Santo, que como muy bien puso de manifiesto el Papa Pablo VI, “es
quien, hoy igual que en los comienzos de la Iglesia, actúa en cada evangelizador
que se deja poseer y conducir por él, y pone en los labios las palabras que por sí
solo no podrá hallar, predisponiendo también el alma del que escucha para
hacerla abierta y acogedora de la Buena Nueva y del reino anunciado” (EN, nº
75). En este texto aparece magníficamente sintetizada la experiencia que los
neocatecúmenos viven durante el tiempo en que son iniciados a tomar parte en la
misión evangelizadora de la Iglesia.

893
“Si conocieras el don de Dios” (Jn 4, 20). La maravilla de la oración se revela precisamente allí, junto al pozo donde
vamos a buscar nuestra agua: allí Cristo va al encuentro de todo ser humano, es el primero en buscarnos y el que nos pide de
beber. Jesús tiene sed, su petición llega desde las profundidades de Dios que nos desea. La oración, sepámoslo o no, es el
encuentro de la sed de Dios y de la sed del hombre. Dios tiene sed de que el hombre tenga sed de El (cf. San Agustín, quaest.
64,4)”. Cfr. Catecismo de la Iglesia Católica, nº 2560. Durante el tiempo de la primera iniciación a la oración que culminará
con la entrega del libro de la Liturgia de la Horas, las catequesis que se imparten a los neocatecúmenos tienen como trasfondo
el texto de Jn 4, 1-39, y se desarrollan desde una clave pneumatológica. Como muy bien pone de manifiesto el Papa Juan
Pablo, “mediante el don de la gracia que viene del Espíritu el hombre entra ´en una nueva vida`, es introducido en la realidad
sobrenatural de la misma vida divina y llega a ser ´santuario del Espíritu Santo`, ´templo vivo de Dios`. En efecto, por el
Espíritu Santo, el Padre y el Hijo vienen al hombre y ponen en él su morada. En la comunión de gracia con la Trinidad se
dilata el ´área vital` del hombre, elevada a nivel sobrenatural por la vida divina. El hombre vive en Dios y de Dios: vive
´según el Espíritu` y ´desea lo espiritual`”. Cfr. Dominum et vivificantem, nº 58. A vislumbrar este horizonte de vida, son
conducidos los neocatecúmenos a través de las catequesis que sobre la oración se imparten durante este tiempo.
894
Cfr. Carta Encíclica sobre las misiones, Redemptoris missio, Ed, PPC, Madrid 1991, nº 87.
Un tercer momento, en el que la conciencia pneumatológica en el
neocatecúmeno alcanza un grado de madurez importante, es el que tiene lugar
durante la segunda iniciación a “la oración litúrgica y contemplativa, que
culmina con las catequesis sobre la oración del Señor y con la celebración de la
entrega del Padrenuestro, síntesis de todo el Evangelio” (SCN, art. 20, 3ª) 895. Para
este tiempo de camino, al final del Neocatecumenado, los neocatecúmenos ya
han sido iniciados a hacerse pequeños y a vivir abandonados filialmente a la
paternidad de Dios, ya han ido descubriendo a lo largo de todo el itinerario
neocatecumenal que Dios es un Padre del que se pueden fiar sin reservas.
Ahora, con la entrega de la oración dominical van a ser introducidos en la
intimidad y en los secretos del Padre por medio del Espíritu Santo, porque “Jesús
no nos ha dejado una fórmula para repetirla de modo mecánico (cf. Mt 6,7; 1 Re
18, 26-29). Como en toda oración vocal, el Espíritu Santo, a través de la Palabra
de Dios, enseña a los hijos de Dios a hablar con su Padre. Jesús no sólo nos
enseña las palabras de la oración filial, sino que nos da también el Espíritu por el
que éstas se hacen en nosotros espíritu y vida (cf. Jn 6,63). Más todavía: la
prueba y la posibilidad de nuestra oración filial es que el Padre ha enviado a
nuestros corazones el Espíritu de su Hijo que clama: ´¡Abbá, Padre!` (cf. Gál
4,6). Ya que nuestra oración interpreta nuestros deseos ante Dios, es también ´el
que escruta los corazones`, el Padre, ´quien conoce cuál es la aspiración del
Espíritu, y que su intercesión en favor de los santos es según Dios` (cf. Rom
8,27). La oración del Padre se inserta en la misión misteriosa del Hijo y del
Espíritu” (CCE, nº 2765)896.

Por último, para terminar esta dimensión pneumatológica en el


Neocatecumenado, hay que señalar la aportación que las Comunidades
Neocatecumenales están ofreciendo a toda la Iglesia, ayudando a recuperar la
misma celebración de la Solemne Vigilia de Pentecostés; celebración que
todavía no se ha descubierto en su identidad teológica (culminación de la
Pascua) y en su fecundidad eclesial y pastoral (nacimiento de la Iglesia y de la
misión)897 en una buena parte de nuestras parroquias. La conciencia y vivencia
del Espíritu Santo, a lo largo de todo el itinerario neocatecumenal, hace que los
895
En el Directorio se afirmará que “el Padre nuestro, condensando la esencia del Evangelio, sintetiza y jerarquiza las
inmensas riquezas de oración contenidas en la Sagrada Escritura y en toda la vida de la Iglesia. Esta oración, propuesta a sus
discípulos por el propio Jesús, trasluce la confianza filial y los deseos más profundos con que una persona puede dirigirse a
Dios”. Cfr. DGC, nº 115. Para nuestros Obispos con “la entrega de Padre nuestro que, condensando la iniciación a la oración
realizada a lo largo del proceso catequético, ayuda a los adultos a interiorizar las actitudes básicas de la relación con Dios, que
brota del don de la filiación divina que el Bautismo otorgó” (CA, nº 219); y “desde las actitudes básicas que lo configuran (al
Padre nuestro), la autenticidad de la iniciación catecumenal en la oración y celebración queda asegurada” (CC, nº 231).
896
Nuestros Obispos sostienen que “el Padre nuestro es el modelo de toda oración cristiana. Es la oración que Jesús enseñó a
sus discípulos. En él está condensado lo mejor de los salmos y lo nuclear de la oración y de la predicación de Jesús. Su
espíritu, eminentemente escatológico, ha de impregnar toda nuestra oración. Con él intensificamos el espíritu filial que el
bautismo depositó germinalmente en nosotros”. Cfr. CA, nº 181.
897
“El día de Pentecostés (al término de las siete semanas pascuales), la Pascua de Cristo se consuma con la efusión del
Espíritu Santo que se manifiesta, da y comunica como Persona divina: desde su plenitud, Cristo, el Señor (cf Hech 2, 36),
derrama profusamente el Espíritu”. Cfr. CCE, nº 731; “El día de Pentecostés descendió sobre los discípulos para permanecer
con ellos para siempre; la Iglesia se manifestó públicamente ante la multitud; comenzó la difusión del evangelio por la
predicación entre los paganos” (AG, nº 4).
neocatecúmenos se preparen y vivan espiritualmente esta Solemne Vigilia como
un nuevo Pentecostés. En este sentido, se sitúan en la dirección apuntada por
Juan Pablo II en su Carta Encíclica sobre El Espíritu Santo: “Si es un hecho
histórico que la Iglesia salió del cenáculo el día de pentecostés, se puede decir en
cierto modo que nunca lo ha dejado. Espiritualmente, el acontecimiento de
pentecostés no pertenece sólo al pasado: la Iglesia está siempre en el cenáculo
que lleva en su corazón. La Iglesia persevera en la oración, como los apóstoles
junto a María, madre de Cristo, y junto a aquellos que constituían en Jerusalén el
primer germen de la comunidad cristiana aguardaban, en oración, la venida del
Espíritu Santo”898.

e) Dimensión eclesiológica

Esta dimensión es abordada por nuestros Obispos, en el capítulo quinto


del documento sobre la Catequesis de Adultos del ´90899. Se trata de ver cómo “ a
través de la catequesis de la Iglesia, el Espíritu Santo, ´Señor y dador de vida`,
está desarrollando en los adultos bautizados la vida nueva de los hijos de Dios,
hasta hacerla adulta”900. La Iglesia, fecundada por el Espíritu, se realiza como
Iglesia igual que una madre: concibiendo, gestando, alumbrando a nuevos hijos
de Dios901. Y, como una madre, aspira a que la vida que trasmite alcance en sus
hijos una madurez tal que, configurados cada vez más con Jesucristo, lleguen a
ser testigos fieles del Evangelio en medio del mundo.

La catequesis es una acción esencialmente eclesial (DGC, nº 78) 902. El


verdadero sujeto de la catequesis es la Iglesia que, como continuadora de la
misión de Jesucristo Maestro y animada por el Espíritu, ha sido enviada para ser
maestra de la fe. Por ello, la Iglesia, imitando a la Madre del Señor, conserva
898
Cfr. Dominum et vivicantem, nº 66. Para una mayor profundización en la ´pneumatología del Neocatecumenado`,
tendríamos que acercarnos a los ´himnos y cantos` al Espíritu Santo; ellos contienen y expresan una teología muy madura y
desarrollada.
899
“En este capítulo se aborda la catequesis de adultos en cuanto acción de la Iglesia. Como toda acción evangelizadora, la
catequesis de adultos es de naturaleza eclesial”. Cfr. CA, nº 106. Esta dimensión ya había sido abordada, también, en La
Catequesis de la Comunidad en el ´83, y allí se señalaba ya ´la comunidad cristiana, como punto de partida y clima en el que
el creyente se inicia y madura en la fe`(nº 266); y, en el último documento dedicado a La iniciación cristiana del ´99, se
vuelve a resaltar la ´mediación maternal de la Iglesia`: “La Iniciación cristiana es la expresión más significativa de la misión
de la Iglesia y constituye la realización de su función maternal, al engendrar a la vida a los hijos de Dios” (nº 13).
900
Según nuestros Obispos, “en todo proceso catequizador de un adulto se desarrolla esta acción maternal de la Iglesia, que
alimenta con su propia fe a sus hijos nacidos por el Bautismo. Es inherente a la catequesis, en consecuencia, que la
vinculación cordial del cristiano con la madre Iglesia quede bien consolidada. La salud espiritual del adulto depende de ese
vínculo”. Cfr. CA, nº 110.
901
San Pablo tenía plena conciencia de que al transmitir el Evangelio ejercía la función maternal: “He sido yo quien, por el
Evangelio, os engendré en Cristo Jesús” (cf. 1ª Cor 4,15); “Te ruego en favor de mi hijo, Onésimo, a quien engendré entre
cadenas” (Filemón, v. 10); ver también Gál 4,19; 1 Tes 2,11). También los Santos Padres asimilan, frecuentemente, la
formación catecumenal a una gestación de la Iglesia, que da a luz a sus hijos en la pila bautismal.
902
El Directorio General para la Catequesis desarrolla ampliamente esta dimensión en el capítulo primero de la Primera
Parte bajo el epígrafe: ´La transmisión de la Revelación por medio de la Iglesia, obra del Espíritu Santo`, nº 42; y en la
Segunda Parte, también en el capítulo primero: ´La eclesialidad del mensaje evangélico`, nº 105. El Papa Pablo VI hablaba de
la ´eclesialidad`de todo acto de evangelización en EN, nº 60.
fielmente el Evangelio en su corazón, lo anuncia, lo celebra, lo vive y lo
transmite en la catequesis a todos aquellos que han decidido seguir a Jesucristo.
Según el Directorio, “la Iglesia transmite la fe de forma activa, la siembra en el
corazón de los catecúmenos y catequizandos para que fecunde sus experiencias
más hondas”903.

¿Cómo es vivenciada esta dimensión eclesial en el Neocatecumenado?


¿Cómo se inicia a los neocatecúmenos en el amor a la Iglesia y su misión
maternal? Hay que comenzar afirmando que esta dimensión eclesial es inherente
a la naturaleza del Neocatecumenado, que por ser “un instrumento al servicio de
los Obispos para el redescubrimiento de la iniciación cristiana de los adultos
bautizados se realiza normalmente en la parroquia, ´ámbito ordinario donde se
nace y se crece en la fe, lugar privilegiado donde la Iglesia, madre y maestra,
engendra en la fuente bautismal a los hijos de Dios y les ´gesta` a la vida
nueva”(SCN, arts. 5&1 y 6&1)904, y que “dentro de la parroquia, el
Neocatecumenado es vivido en pequeña comunidad- denominada comunidad
neocatecumenal-, dado que la forma completa o común de la iniciación cristiana
de los adultos es la comunitaria” (SCN, art. 7&1)905.

La dimensión maternal de la Iglesia906, la comienza a percibir el


neocatecúmeno desde la etapa de las catequesis iniciales que culminan con el
nacimiento de la Comunidad Neocatecumenal (SCN, art. 10&2) 907. A partir de
este momento, la constitución de la Comunidad Neocatecumenal, los
903
Nuestros Obispos, mostraban en 1983 su preocupación sobre este cometido esencial a la catequesis, como es fundamentar
el ´sentido eclesial`de la fe del catecúmeno (CC, nº 137), y afirmaban lo siguiente: “Creemos que éste es un punto clave para
la verdadera renovación de la catequesis. No se nos oculta que es un punto problemático, ´particularmente importante en
nuestros días`(EN, 61). Todos hemos de reconocer sinceramente que el sentido eclesial aparece - con frecuencia- deteriorado
entre nosotros, en situación enferma. Y es imposible una verdadera renovación de la catequesis sin un sentido eclesial sano,
como es muy difícil recuperar el auténtico sentido de la Iglesia sin la catequesis” (CC, nº 138). Años más tarde, esta
problemática, seguía siendo una preocupación: “La experiencia catequética con adultos muestra la dificultad de vivenciar, por
parte de los catequizandos, el sentido de pertenencia eclesial [...] Los adultos que frecuentan los grupos de catequesis se
muestran, sin duda, agradecidos a los desvelos del catequista, pero les cuesta descubrir toda esa dimensión materna de una
Iglesia que les está alimentando con lo mejor de sí misma” (CA, nº 111); y más adelante: “De estos como de otros factores no
citados viene a resultar una acción catequética que no educa el sentido de la adhesión filial a la Iglesia, la cual no ha sido
mostrada como madre. Este es uno de los problemas más serios que, entre nosotros, tiene planteada la catequesis de adultos”
(nº 112).
904
En la intervención de KIKO ARGÜELLO en la Asamblea Plenaria de la Sagrada Congregación para la Evangelización de
los pueblos del ´83, así presentaba él la identidad ´maternal`del Neocatecumenado: “El Neocatecumenado se presenta como
un tiempo de gestación en el seno de la Iglesia. En aquellos hombres y mujeres que como María dicen Amén al anuncio del
Salvador, la Palabra comienza a engendrar una nueva vida, obra del Espíritu Santo. La Iglesia se presenta como una Madre
que engendra, que nutre, que da a luz, que cuida hasta la estatura del hombre nuevo del que dice San Pablo: ´No soy yo quien
vive, sino que es Cristo quien viven en mi` (cf. Gál 2,20)”.
905
La realización del proceso catecumenal en pequeña comunidad o grupo catequético es una de las característica de la
misma catequesis, como muy bien resaltan nuestros Obispos: “El grupo catequético y la catequesis en grupo, como expresión
e iniciación en la comunidad, es una exigencia de la catequesis”. Cfr. CC, nº 283, ver también ´La catequesis de adultos, una
acción realizada en la comunidad cristiana` (CA, nnº 125-132).
906
“Otro aspecto teológico que ahora encuentra su pleno desarrollo es el de la eclesiología bautismal, especialmente a partir
de la imagen de la ´Ecclesia mater`. Cfr. D. BOROBIO, La iniciación cristiana, p. 106, y pp. 283-289. Para un desarrollo de
esta perspectiva, ver H. DELAHAYE, Ekklesia Mater chez les Pères des trois premiers siècles, Paris 1964, especialmente pp.
131-250.
907
El aspecto maternal de la comunidad cristiana ha sido muy bien recogido por el Concilio: “La comunidad eclesial ejerce...
una verdadera maternidad para conducir las almas a Cristo”. Cfr. PO, nº 6.
precatecúmenos son conscientes de haber iniciado una experiencia eclesial
nueva, que tiene unos rasgos significativos: caminan juntos hombres y mujeres
de diversa edad, mentalidad, cultura y condición social en pequeña comunidad,
en la que progresiva y gradualmente van a ir haciendo la experiencia de ver
cómo la Iglesia va naciendo en sus almas908, concretada por una parte en los
catequistas, que como garantes y guías en el camino les van a ir transmitiendo
íntegro el depósito de la fe (cf. 1 Tim 6,20) 909, no a título personal o en su
nombre, sino enviados por la Iglesia y como testigos de lo que ellos mismos
viven en comunidad910; y por otra parte, en la misma Comunidad
Neocatecumenal en la que -en comunión con otros hermanos- vivirá todo el
itinerario de iniciación y maduración de la fe y donde descubrirá que la
comunitariedad es parte constitutiva de la identidad cristiana misma911.

Las catequesis que se impartirán a lo largo de todo el itinerario


neocatecumenal serán presentadas esencialmente como un acto de tradición912.
Los neocatecúmenos, por medio de catequesis, escrutinios, pasos, convivencias,
van a ir siendo iniciados para que se incorporen vitalmente en la Tradición de la
Iglesia. No se trata de que adquieran solamente un conocimiento de las
expresiones históricas objetivas de esa Tradición (pensamiento de los Santos
Padres, testimonios de los Santos, manifestaciones de arte cristiano y otras
expresiones culturales de la vida de la Iglesia), sino de que sean introducidos y
908
Ya en 1922 R. GUARDINI abría su obra El sentido de la Iglesia, con estas palabras: “Un acontecimiento religioso de
alcance transcendental ha hecho su aparición: La Iglesia nace en las almas”. Este es también uno de los descubrimientos más
sorprendentes que el neocatecúmeno experimenta en el Neocatecumenado, “pasado algún tiempo -afirma R. BLÁZQUEZ- el
neocatecúmeno comienza a comprenderse como ´parte de un todo`, como miembro de una comunidad. Con vigor
experimentará que no hay posibilidad de ser cristiano sin la Iglesia, que él encuentra concretamente en la comunidad.
Comienza a tomar como tarea propia la comunidad. La Iglesia va naciendo poco a poco en su alma, y así rompe su
individualismo religioso [...] La Iglesia, en la comunidad, comienza a ser comprendida como una madre que gesta en la fe [...]
Este descubrimiento de la Iglesia, que fue un contenido fundamental del catecumenado primitivo, es un hallazgo fecundo”.
Cfr. Las Comunidades Neocatecumenales, pp. 44-45.
909
La misión del catequista, según nuestros Obispos, consiste en “una labor paciente, silenciosa, humilde... como la de todo
el que enseña a dar los primeros pasos. No pretende deslumbrar a los adultos con las últimas adquisiciones de la ciencia
bíblica o teológica. Se centra en la transmisión de las certezas sólidas e inconmovibles de la fe y en la educación de los
valores evangélicos más fundamentales”. Cfr. CA, nº 226. En el documento dedicado a El catequista y su formación, E,
Edice, Madrid 1985, tratan de aclarar, con cierto detalle, esta tarea propia del catequista. El Directorio dedica el capítulo
segundo de la Quinta Parte a ´la formación para el servicio de la catequesis`, nnº 233-251. Ver también del Secretariado
Diocesano de Catequesis de Madrid, Manual para el catequista de adultos, Ed, Paulinas, Madrid 1983.
910
El Directorio señala la importancia de la propia comunidad como ámbito formativo de los catequistas: “Entre los cauces
de formación de los catequistas destaca, ante todo, la propia comunidad cristiana. Es en ella donde el catequista experimenta
su vocación y donde alimenta constantemente su sentido apostólico” (nº 246). Los neocatecúmenos, a lo largo de todo el
itinerario neocatecumenal, tendrán tres encuentros con la ´comunidad-madre`de sus catequistas, en tres liturgias
fundamentales de la iniciación cristiana donde se ´visibiliza` la gestación de la Iglesia como Madre: durante la entrega del
Símbolo, en la entrega del Padrenuestro, y como ´comunidad-madrina`en la renovación de las promesas bautismales, al final
del Camino.
911
Cfr. G. LOHFINK, La Iglesia que Jesús quería. Dimensión comunitaria de la fe cristiana, Ed, DDB, Bilbao 1986. Para
una mayor profundización sobre la importancia que tiene para la catequesis su dimensión eclesial y comunitaria, ver CC, nnº
253-288; E. ALBERICH, “Catequesis, comunión y comunidad”, en Catequesis y praxis eclesial, Ed, CCS, Madrid 1983, pp.
182-203.
912
“La catequesis es, esencialmente, un acto de tradición viva de la Iglesia que, por medio de la iniciación en ´su doctrina,
vida y culto`(DV, 8), transmite al catecúmeno todo lo que ella cree, todo lo que es. La ´traditio Evangelii in symbolo`
(tradición del Evangelio en el símbolo) y la ´traditio orationis dominicae` (tradición del Padre nuestro) son - en el
Catecumenado bautismal y en nuestra catequesis- la expresión de lo que es, en esencia, un proceso catecumenal: la
transmisión de la fe eclesial”. Cfr. CC, nº 135.
participen en la corriente viva de la existencia cristiana que, desde la época
apostólica hasta nuestros días, ha profundizado y actualizado, cada vez más, el
Evangelio de Jesús.

¿Cómo se fundamenta el sentido eclesial de la fe en los neocatecúmenos?,


podemos preguntarnos, llegados a este punto. En el Neocatecumenado hay un
momento de especial significación eclesial que coincide con la etapa de la
Traditio Symboli-Redditio Symboli. Durante este tiempo, los neocatecúmenos
experimentan que la Iglesia les entrega el compendio de la Escritura y de la fe,
es decir, el Credo de la Iglesia para que lo hagan suyo, personalizándolo 913 en sus
experiencias concretas; y, al mismo tiempo, descubren que forman parte de una
cadena ininterrumpida de testigos de la fe 914 ,y que por ello la Iglesia como
madre les precede y acompaña. Más aún, llegados a esta altura de camino, la
pedagogía neocatecumenal tiene claro que “es la Iglesia la que proporciona a la
catequesis su objeto, es decir, el Evangelio de Jesucristo tal y como es creído y
profesado por el pueblo de Dios. Le proporciona, también, su medio vital: las
comunidades cristianas en las que la Iglesia se realiza. Le proporciona, en fin, su
meta: hacer del catecúmeno un miembro activo de la vida y misión de la
Iglesia”915.

Pero la confesión de la fe realizada por los neocatecúmenos sólo es plena


referida a la Iglesia, de ella la recibió y a ella se la devuelve. La conciencia de
ser Iglesia, de creer en y con la Iglesia, hace percibir a los neocatecúmenos,
porque lo han experimentado en sus propias vidas, que la confesión de fe está, en
la misión, vinculada a la persecución: “No temáis a los que matan al cuerpo, que

913
“La catequesis de adultos, como acto de tradición, no es pura repetición del pasado, ´no es un tesoro muerto que las
generaciones cristianas reciben o dan sin más`. Es por el contrario, ofrecimiento y entrega de una experiencia, que el adulto
recibe de forma activa y creativa. En este sentido, la experiencia cristiana del adulto catequizado se incorpora a la Iglesia y la
enriquece. La antigua melodía de la tradición, al ser recibida de una forma viva, se devuelve a la Iglesia coloreada con nuevos
armónicos”. Cfr. CA, nº 109. Porque “el Símbolo condensa la historia de la salvación y toda la fe de la Iglesia, la iniciación en
el conocimiento del mensaje cristiano debe incluir la narracción (narratio) de la historia de la salvación, la entrega del
CREDO, y la explicación (explanatio) doctrinal del mismo” (Ib., nº 179). Este deseo de nuestros Obispos, se realiza en el CN
durante este tiempo de la Traditio Symboli-Redditio Symboli predicando el Evangelio y dando testimonio de la fe la Iglesia,
“de dos en dos, por las casas de la parroquia. Estudiando y celebrando cada uno de los artículos del Símbolo apostólico y lo
restituyen a la Iglesia, confesando su fe y proclamando el Credo solemnemente ante los fieles, durante la Cuaresma”. Cfr.
SCN, art. 20, 2ª. Para el Directorio, “La profesión de fe recibida de la Iglesia (traditio), al germinar y crecer a lo largo del
proceso catequético, es devuelta (redditio) enriquecida con los valores de las diferentes culturas. El catecumenado se
convierte así, en foco fundamental de incremento de la catolicidad y fermento de renovación eclesial. La bipolaridad de este
gesto expresa la doble dimensión de la fe: don recibido (traditio) y respuesta personal e inculturada
(redditio). Ya, el Papa Juan Pablo II pedía en CT, nº 28 “una utilización acomodada a nuestro
tiempo de este rito tan expresivo”. A la luz de la praxis neocatecumenal, pensamos que este
deseo, se ve cumplido con una pedagogía netamente catecumenal-tradicional y con una forma
´inculturada`al hombre de hoy.
914
Nuestros Obispos reclaman que “es preciso recuperar, para la catequesis de adultos, el sentido de la tradición viva de la
Iglesia. Hemos de saber situar activamente al adulto en la corriente viva de las generaciones cristianas y hacer que se sienta
eslabón creativo en esa transmisión ininterrumpida”. Cfr. CA, nº 113.
915
Cfr. CC, nº 137. El Directorio reclama que “es importante que la catequesis sepa vincular bien la confesión de fe
cristológica, ´Jesús es Señor`, con la confesión trinitaria, ´Creo en el Padre, en el Hijo y en el Espíritu Santo, ya que no son
más que dos modalidades de expresar la misma fe cristiana”. Cfr. DGC, nº 82.
al alma no pueden matarla... A todo el que me confesare delante de los hombres,
yo también le confesaré delante de mi Padre” (cf. Mt. 10,28-32)916. Al fundir su
confesión con la de la Iglesia, el neocatecúmeno se incorpora a la misión de ésta:
ser sacramento universal de salvación para la vida del mundo.

La praxis neocatecumenal, ciertamente, está contribuyendo, de una


manera significativa y fecunda, a la comprensión de este objetivo que los
documentos de pastoral catequética señalan como la meta de la catequesis, y que
es la confesión de la fe. Junto a esta meta, también la experiencia
neocatecumenal conduce a vivir otra finalidad de la catequesis: descubrir que la
comunidad cristiana inmediata es también meta de la catequesis 917. Ya he
apuntado la contextualización eclesiológica que tiene lugar en el
Neocatecumenado al llegar el momento de la Traditio-Redditio symboli; pero,
además, en este punto, hay que decir que una de las notas características de las
catequesis neocatecumenales es el ámbito comunitario en el que siempre tiene
lugar el acto de transmisión catequética: la Comunidad Neocatecumenal918.

Efectivamente, “la educación a la vida comunitaria es una de las tareas


fundamentales de la iniciación cristina. El Neocatecumenado educa a ella de
modo gradual y constante mediante la inserción en una pequeña comunidad, cual
cuerpo de Cristo, abierta a la vida de la comunidad parroquial y de toda la
Iglesia” (SCN, art. 15&1)919. Dentro de la parroquia, el Neocatecumenado es
vivido en pequeña comunidad, dado que la forma completa o común de la
iniciación cristiana de los adultos es la comunitaria, y se mantiene como
comunidad cristiana adulta, “después de haber finalizado el itinerario de
redescubrimiento de la iniciación cristiana, entrando en el proceso de educación
permanente de la fe, perseverando en la celebración semanal de la Palabra y de
la Eucaristía dominical y en la comunión fraterna, activamente insertados en la
916
Cfr. CA, nº 138. Nuestros Obispos señalan que “esta es la meta de la catequesis: propiciar la confesión de la fe en Dios,
desde el seno de una Iglesia que, presente en el mundo, le da lo mejor de sí misma a pesar del rechazo y la incomprensión”
(ib.,).
917
“La finalidad de la catequesis es la educación de la fe del creyente con vistas a iniciarle en la comunidad cristiana que
construye el Reino de Dios en el mundo. Por ello, junto a la profesión de fe, a la celebración de los misterios y a la vivencia
de los valores evangélicos, la comunidad es meta de la catequesis y en ella desemboca”. Cfr. CC, nº 287. Para una ampliación
de esta perspectiva, ver FRANCISCO FERRER, “La Iglesia, fuente, lugar y meta de la catequesis”, en A. CAÑIZARES - M.
DEL CAMPO, o. cit., pp. 209-234.
918
“Solamente las comunidades cristianas, desde su propia vida, serán capaces de que la acción catequética ponga en marcha
un dinamismo comunitario que eduque en el sentido eclesial propio de la vida cristiana”. Cfr. CC, nº 265. En el Directorio se
afirma que “la pedagogía catequética es eficaz en la medida en que la comunidad cristiana se convierte en referencia concreta
y ejemplar para el itinerario de fe de cada uno. Esto sucede si la comunidad se concibe como fuente, lugar y meta de la
catequesis. En concreto, la comunidad viene a ser lugar visible del testimonio de la fe, cuida de sus miembros, les acoge como
familia de Dios, constituyéndose en ambiente vital y permanente del crecimiento de la fe”. Cfr. DGC, nº 158.
919
El Directorio afirma que “la catequesis capacita al cristiano para vivir en comunidad y para participar activamente en la
vida y misión de la Iglesia”, y levanta acta de las dificultades que en este punto, nos podemos encontrar: “La vida cristiana en
comunidad no se improvisa y hay que educarla con cuidado”. Cfr DGC, nº 86. Ver en esta dirección, D. BONHOEEFFER,
Vida en comunidad, Ed, Sígueme, Salamanca 1983. Es importante constatar cómo Juan Pablo II, en Christifideles laici, nº 61,
resalta la conveniencia de las pequeñas comunidades eclesiales en el marco de las parroquias, y no como un movimiento
paralelo que absorba sus mejores miembros: “Dentro de las parroquias... las pequeñas comunidades eclesiales presentes
pueden ser una ayuda notable en la formación de los cristianos, pudiendo hacer más capilar e incisiva la conciencia y la
experiencia de la comunión y de la misión eclesial”.
pastoral de la comunidad parroquial, para dar los signos del amor y de la unidad,
que llaman al hombre contemporáneo a la fe” (SCN, art 22&1) 920. En el
horizonte, y a la luz de la presencia y praxis del Neocatecumenado en miles de
parroquias esparcidas por todo el mundo, se vislumbra un nuevo tipo de
parroquia que puede ser definida como comunión de comunidades. De este
modo el Camino Neocatecumenal - se afirma en el Estatuto- contribuye a la
renovación parroquial deseada por el Magisterio de la Iglesia: promover nuevos
métodos y nuevas estructuras, que eviten el anonimato y la masificación, y de
considerar la parroquia como comunidad de comunidades, que “descentralizan y
articulan la comunidad parroquial” (SCN, art. 23&1)921.

Termino esta dimensión eclesial de la catequesis, asumiendo el postulado


de nuestros Obispos, cuando afirman que “la actividad catequética, que tiene
como objetivo principal iniciar y fundamentar en la fe de la comunidad creyente
e insertar en esa misma comunidad a quien ha dado su adhesión a Jesucristo, no
puede, por ello, separarse, en modo alguno, de la vida de la Iglesia. En esta
Iglesia y, más precisamente en las distintas comunidades en las que se concreta,
encuentra la catequesis su origen, su lugar propio y su meta” (CC, nº 253). Esta
es la experiencia, también de las mismas Comunidades Neocatecumenales.

f) Dimensión mariológica

La dimensión eclesial y la dimensión mariológica, en la praxis


neocatecumenal, son vivenciadas en una estrechísima interrelación922. María es
920
Según el Estatuto, “el Camino Neocatecumenal es así un instrumento al servicio de los Obispos para realizar el proceso de
educación permanente de la fe requerido por la Iglesia: la iniciación cristiana, como reafirma el Directorio general para la
Catequesis, ´no es el punto final en el proceso permanente de conversión. La profesión de fe bautismal se sitúa en los
cimientos de un edificio espiritual destinado a crecer`; ´la adhesión a Jesucristo, en efecto, da origen a un proceso de
conversión permanente que dura toda la vida”. Cfr. SCN, art, 22&2.
921
Esta comprensión nueva de parroquia ya ha sido asumida por los Obispos de América: “Una vía de renovación parroquial,
especialmente urgente en las parroquias de las grandes ciudades, se puede encontrar considerando la parroquia como
comunidad de comunidades”. Cfr. Exhortación apostólica de JUAN PABLO II, Ecclesia in America, Ed, B.A.C., Madrid
1999, nº 41.El mismo Papa, dirigiéndose a los Obispos de Europa, les decía, en relación con las comunidades
neocatecumenales: “Dichas comunidades, forman células vivas de la Iglesia, renuevan la vitalidad de la parroquia mediante
cristianos maduros capaces de testimoniar la verdad con una fe radicalmente vivida”. Cfr. Mensaje a los Obispos de Europa
reunidos en Viena el 12 de Abril de 1993, El Camino Neocatecumenal puede responder a los desafíos del secularismo, las
sectas y la escasez de vocaciones: Ecclesia, Núm. 2632 (15 de Mayo de 1993), p. 31. La eclesiología del CN se entiende a la
luz de la eclesiología de comunión fecundada y propiciada por el Concilio Vaticano II, refrendada y confirmada en el Sínodo
extraordinario del ´85 y alentada y propuesta -de nuevo- por el Papa Juan Pablo II en su Carta apostólica Novo millennio
ineunte: “Hacer de la Iglesia la casa y la escuela de la comunión: éste es el gran desafío que tenemos ante nosotros en el
milenio que comienza” (nº 43).
922
“Tenemos que aprender de nuevo a ver a la Iglesia en María y a María en la Iglesia. Porque ambos misterios de nuestra fe
están estrechamente vinculados y sólo si nos sumergimos en las profundidades de estos misterios verdaderamente cristianos,
podemos con alegría conocer lo que es nuestra propia santificación, nuestra vida espiritual... El grande amor capaz de
transformar al mundo, que la primitiva cristiandad profesaba hacia el misterio de la Iglesia-Madre, sólo se puede entender
partiendo del grande amor a la Madre terrena del Señor; y esto se debía a que en la primitiva Iglesia se conocía aún con mayor
claridad y entusiasmo este misterio bíblico, a saber, que la Palabra de Dios había dibujado la figura de María Virgen-Madre
como modelo y compendio de la Iglesia-Madre. Así se ve toda la vida de la Madre de Dios, desde el momento de su
Concepción Inmaculada hasta su bienaventurada Asunción, como modelo único del ser y del destino de la Iglesia y de nuestra
propia vida espiritual”. Cfr. K. RAHNER, María y la Iglesia, Ed, Mensajero, Bilbao 1957, pp. 6-7.
imagen y modelo, compendio y síntesis, inicio y comienzo de la Iglesia. María
es figura e icono de la Iglesia, sobre todo en su condición de esposa, madre y
virgen. María ha sido receptiva de la Palabra de Dios sin reservas; ha sido
obediente; se ha ofrecido incondicionalmente a la voluntad divina. Ella es la
buena tierra en la que ha germinado el Salvador.

Las relaciones entre María y la Iglesia no son exteriores. María está en la


Iglesia; en ella prolonga su maternidad virginal; María es el icono de la Iglesia,
de cada cristiano, y también del neocatecúmeno. Así explica esta relación Kiko
Argüello: “El cristiano tiene en María la propia imagen: ella ha acogido el
anuncio, ha llevado en su seno a Jesús, lo ha dado a luz en medio de la pobreza y
el rechazo. Siendo la madre de Jesús, tiene un amor maternal, lleno de ternura e
inmenso, hacia el Hijo de Dios. Este amor, esta nueva maternidad, celeste y
virginal, es dada en participación al cristiano por obra del Espíritu Santo. Por lo
dicho se comprende el porqué de la unidad estrecha que existe entre el cristiano
y la Virgen María; y cómo en el camino neocatecumenal existe un amor tan
grande a la Iglesia y sobre todo a la Virgen María”923.

A lo largo de todo el proceso neocatecumenal hay dos momentos,en los


que la figura de la Virgen María es percibida por los neocatecúmenos con una
especial relevancia; el primero es justamente cuando se termina la llamada fase
kerigmática y de conversión: “El último día de la convivencia se proclama el
Sermón de la Montaña, diseño del hombre nuevo, y se presenta el itinerario
neocatecumenal como un camino de gestación, a imagen de la Santa Virgen
María” (SCN, art. 10&1)924 . Es por tanto el momento constitutivo de la
comunidad y del arranque del itinerario neocatecumenal. En este instante,
aparece María en el horizonte que se abre delante de cada persona y de la
comunidad entera. El alcance apenas es comprendido entonces925, sin embargo,
“después de unos años, afirma Kiko Argüello, de haber hecho la experiencia de
la Iglesia como Madre que te ayuda, que cuida de ti, te da la leche, te enseña a
hablar, a caminar, te muestra quién es tu padre, etc, al neocatecúmeno se le
presenta a María, la madre de Jesús, como madre suya, que Cristo le ha
entregado en la Cruz [...]. El amor a la Madre de Jesús nace en la Iglesia a causa
de la gestación que se realiza en el hacerse cristiano y no tiene su origen en la
necesidad psicológica de todo hombre hacia su madre. Allí donde se anuncia
923
Cfr. R. BLÁZQUEZ, “María en el Camino Neocatecumenal”, en Transmitir el Evangelio de la verdad, p. 249.
924
En cinco momentos aparece, según el Camino Neocatecumenal, el paralelismo entre María y el cristiano- Iglesia:
Anunciación, gestación, nacimiento, familia de Nazaret y misión del Siervo de Yahvé. Para RICARDO BLÁZQUEZ la
´mariología` del Camino Neocatecumenal se puede resumir en “dos perspectivas: El paralelismo entre María y la Iglesia
divisado desde el principio y constantemente recordado, y la acogida de María como Madre en el contexto de la etapa del
´Padre Nuestro` y en torno a una peregrinación al santuario de Loreto”. Cfr. Ibid., p. 272.
925
A lo largo del itinerario neocatecumenal, “en varios momentos del recorrido catecumenal transmite el catequista a los
catecúmenos el sentido de la persona y de la misión de María. A través de catequesis, celebraciones, ´escrutinios` de la
Escritura, cantos, oraciones, representaciones de la Virgen (por ejemplo, se ha difundido mucho el icono de la Virgen con el
Niño pintado por Kiko Argüello)... se recibe a María como Madre de Jesús y Madre nuestra”. Cfr. RICARDO BLÁZQUEZ,
Ibid., p. 246.
verdaderamente a Jesús, se da siempre -por obra del Espíritu Santo- el
descubrimiento maravilloso y gozoso de María como Madre de Jesús y como
Madre nuestra”926. También G. Zevini presenta este paralelismo de la armónica
simetría entre la experiencia de la Virgen de Nazaret y el Camino
Neocatecumenal: “María es el modelo de esta espiritualidad y de este renacer.
Igual que María cree en Dios sin comprenderlo todo, y a Él se abandona
totalmente, así todo creyente debe entregarse confiadamente a Dios en la fe.
Como a María se le hace el anuncio gozoso de que el Mesías nacerá en Ella y
ella contesta prontamente ´fiat`, y permite que el Espíritu la cubra con su sombra
y concibe al Hijo Jesús para después donárselo al mundo, así para todo
catecúmeno y para toda la Iglesia se vuelve a proponer el mismo itinerario de
vida. El Neocatecumenado es un tiempo en el que el Espíritu gesta en cada uno a
Jesús: con el anuncio del Salvador y con la relativa acogida del hombre, empieza
a generarse la semilla de la vida nueva y del bautismo, una ´nueva creatura`,
obra del Espíritu Santo... El anuncio hecho a María y al catecúmeno es el
kerigma: quien lo acoge queda fecundado por el Espíritu. El nacimiento de Jesús
en María y la ´vida nueva` en el catecúmeno son los frutos de esta acción del
Espíritu. Por esto María es la imagen ejemplar del catecúmeno. En Ella, se
prefigura la humanidad entera en su incesante itinerario hacia el Señor, hasta la
plenitud del último día; como Mará ´toda alma que cree, concibe y genera al
Verbo de Dios (San Ambrosio). El Neocatecumenado se presenta entonces como
un período de gestación en el seno de la Madre-Iglesia, que genera al hombre en
el bautismo, lo alimenta y lo educa hasta alcanzar la estatura del hombre nuevo,
nacido del Espíritu”927.
El segundo momento, tiene que ver con una de las novedades y
aportaciones más creativas que el Neocatecumenado hace a la pedagogía y
dinámica catecumenal en cuanto tal928, nos referimos a la acogida de la Virgen
María como madre929, en el entre tiempo que va desde la entrega del Credo y la
926
Cfr. “La Virgen María y el Camino Neocatecumenal”, en CARLOS GARCÍA ANDRADE, Presencia de María en los
movimientos eclesiales contemporáneos: Ephemerides Mariologicae (1986), Fasc. III-IV, vo. 36 p. 308; ver también, MARIO
PEZZI, “María nel cammino dellà comunità neocatecumenale”, en o. cit., pp. 119-123.
927
Cfr. “Il cammino neocatecumenale. Itinerario di madurazione nella fede”, en A. FAVALE, o. cit., p. 269.
928
Aunque es una ´novedad`en la praxis catecumenal, no lo ha sido, a lo largo de la historia- en la ´piedad popular`; así lo
reconoce el Directorio sobre la piedad popular: “A lo largo de la historia de la piedad aparecen diversas experiencias,
personales y colectivas, de ´consagración-entrega-dedicación a la Virgen [...] Un conocido maestro de espiritualidad que
presenta dicha práctica es San Luis María Grignion de Montfort, ´el cual proponía a los cristianos la consagración a Cristo por
manos de María, como medio eficaz para vivir fielmente el compromiso del bautismo`. A la luz del testamento de Cristo (cf.
Jn 19,25-27), el acto de ´consagración` es el reconocimiento consciente del puesto singular que ocupa María de Nazaret en el
Misterio de Cristo y de la Iglesia, del valor ejemplar y universal de su testimonio evangélico, de la confianza en su intercesión
y la eficacia de su patrocinio, de la multiforme función materna que desempeña, como verdadera madre en el orden de la
gracia, a favor de todos y cada uno de sus hijos”. Cfr. Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos,
Directorio sobre la piedad popular y la liturgia, Ed. B.A.C., Madrid 2002, nº 204. En el mismo documento, se sugiere
emplear, mejor, el término ´entrega` ´donación` que el de ´consagración`, por la comprensión equívoca de este último; en el
CN se habla de ´acogida`.
929
“Los neocatecúmenos son iniciados a hacerse pequeños y a vivir abandonados filialmente a la paternidad de Dios,
protegidos por la maternidad de María y de la Iglesia, y en la fidelidad al Sucesor de Pedro y al Obispo. A tal fin, antes de la
entrega del ´Padrenuestro`, los neocatecúmenos hacen una peregrinación a un santuario mariano para acoger a la Virgen María
como madre, profesan la fe en la tumba de S. Pedro y hacen un acto de adhesión al Santo Padre”. Cfr. SCN, art. 20, 3ª. No es
difícil constatar el ´deficit mariológico` en los documentos de pastoral catequética, no así en el Catecismo de la Iglesia
Católica que contiene una buena síntesis de mariología ( ver los nnº 484-507; 721-726; 963-972; 2673-2679), y donde se
segunda iniciación a la oración que tiene lugar con la entrega del Padre Nuestro.
En el Estatuto se dice que “en esta etapa los neocatecúmenos estudian
sistemáticamente cada una de las peticiones del Padrenuestro y temas sobre la
Virgen María: Madre de la Iglesia, Nueva Eva, Arca de la Alianza, Imagen del
Cristiano, etc” (SCN, art. 20, 3ª)930, y, que “hacen una peregrinación a un
santuario mariano para acoger a la Virgen María como madre” 931. En la casa de la
Virgen de Nazaret, los neocatecúmenos serán iniciados a la oración mariana por
excelencia, recibiendo el Santo Rosario, “síntesis de todo el Evangelio” (CCE, nº
971)932, que a partir de este momento, se rezará con asiduidad por parte de los
neocatecúmenos, y tendrán a María como “la orante perfecta, figura de la Iglesia.
Cuando le rezamos, nos adherimos con ella al designio del Padre, que envía a su
Hijo para salvar a todos los hombres. Como el discípulo amado, acogemos (cf.
Jn 19, 27) a la Madre de Jesús, hecha madre de todos los vivientes. Podemos
orar con ella y a ella. La oración de la Iglesia está sostenida por la oración de
María” (CCE, nº 2679)933.

afirma que “la piedad de la Iglesia hacia la Santísima Virgen es un elemento intrínseco del culto cristiano. La Santísima
Virgen ´es honrada con razón por la Iglesia con un culto especial. Y, en efecto, desde los tiempos antiguos, se venera a la
Santísima Virgen con el título de ´Madre de Dios`”(nº 971).
930
A. FUENTES sostiene que “el estudio, la celebración y la contemplación de la paternidad de Dios llevan la catecúmeno al
conocimiento de otro misterio: la Maternidad de María. ´Nadie puede tener a Dios por Padre si no tiene a María por Madre`.
El itinerario de fe que ha de recorrer el catecúmeno tiene su correlato en el itinerario de fe que hubo de recorrer María [...]. La
fidelidad a la escucha de la palabra y al seguimiento de la Palabra de Dios, la gestación del hombre nuevo, la santificación de
su propia historia, la experiencia de la cruz, la docilidad a la voluntad del Padre; todo esto que María vivió en su andadura
mortal de forma tan sublime, es lo mismo que debe vivir el catecúmeno hasta conformarse con Cristo y engendrar en él un
hombre nuevo, Jesucristo mismo. María nos descubre a Cristo al que hemos de conformarnos de la manera más perfecta en
este camino de fe”. Cfr. El Neocatecumenado, pp. 109-110.
931
Cfr. G. SANTARELLI, “ Il santuario della Casa di Loreto. Note di storia e di arte”, en Maria nel Misterio del Verbo
Incarnato. Congreso Internazionale Mariologico (Loreto 22-25 marzo 1995): Theotokos. Roma 1995/2, pp. 641-645. En este
santuario de la Virgen, situado a orillas del Adriático se conserva la casita de Nazaret donde María recibió el anuncio del
ángel, traída según la tradición por los cruzados medievales. Loreto, cuyo VII centenario se celebró del 1994 al 1995, ha sido
y es uno de los grandes lugares de peregrinación de la Iglesia. Para un alcance de la presentación ´mariológica`que el CN hace
en esta etapa, ver R. BLÁZQUEZ, María en el Camino Neocatecumenal, en o. cit., pp. 245-260: “Con las siguientes palabras
anunció Kiko a una comunidad la vertiente mariana del tiempo del Padre Nuestro: ´En este tiempo del Padre Nuestro también
recibiréis un regalo maravilloso; no solamente ser hijos de Dios y tener al Padre de Jesucristo como nuestro Padre, sino
también a la Madre de Jesús como nuestra Madre. Haremos una peregrinación a Loreto donde está la pequeña casa de
Nazaret, y allí recibiréis del Obispo, en un rito bellísimo, a la Madre de Jesús como vuestra Madre. Os dirá: ´He ahí a tu
Madre, como dice en la cruz Jesús` (p. 261).
932
Ya he hecho -anteriormente- alusión a la importancia que esta ´entrega`tiene dentro del Neocatecumenado, y la aportación
que el CN hace a la pedagogía catequética para acertar a presentar e iniciar a los catecúmenos y neocatecúmenos en la oración
mariana que más profundamente a conformado el alma de los cristianos a lo largo de los siglos: “El rosario forma parte de la
mejor y más reconocida tradición de la contemplación cristiana. Iniciado en Occidente, es una oración típicamente meditativa
y se corresponde de algún modo con la ´oración del corazón`, u ´oración de Jesús`, surgida sobre el humus del Oriente
cristiano”. Cfr. JUAN PABLO II, Rosarium Virginis Mariae, nº 5. El Papa, vuelve a proponer el rezo del rosario en familia:
“La familia que reza unida el rosario reproduce un poco el clima de la casa de Nazaret: Jesús está en el centro, se comparten
con él las alegrías y dolores, se ponen en sus manos las necesidades y proyectos, se obtienen de él la esperanza y la fuerza
para el camino” (nº 41). También en el nuevo Directorio sobre la piedad popular y la liturgia, se resalta la ´singularidad`de
esta oración: “El Rosario o Salterio de la Virgen es una de las oraciones más excelsas a la Madre del Señor. Por eso, los
´Sumos Pontífices ha exhortado repetidamente a los fieles a la recitación frecuente del santo Rosario, oración de impronta
bíblica, centrada en la contemplación de los acontecimientos salvíficos de la vida de Cristo, a quien estuvo asociada
estrechamente la Virgen Madre. Son numerosos los testimonios de los Pastores y de hombres de vida santa sobre el valor y
eficacia de esta oración” (nº 197).
933
Para una comprensión completa de la ´mariología del Neocatecumenado` hay que acercarse a las letras de los
´cantos`dedicados a la Virgen, ellos contienen una verdadera fundamentación bíblica y dogmática de la figura de María.
g) Dimensión sacramental

La catequesis y la liturgia de la Iglesia son una exigencia interna de los


sacramentos de iniciación. Son, junto a ellos, componente necesarios de la
iniciación cristiana. En el Catecumenado bautismal la formación precede al
Bautismo. Los sacramentos del Bautismo, de la Confirmación y de la Eucaristía
son, ´fuente` y ´cima` de la iniciación, junto con las celebraciones de la Palabra
de Dios y de los escrutinios (SC, nº 10). Todas estas celebraciones litúrgicas
ponen de manifiesto la progresiva vinculación a Jesucristo de los catecúmenos y
de los catequizandos, a la vez que les comunican la salvación que brota del
Misterio Pascual. “Del esmero que se ponga en hacer de ellas verdaderos
momentos eclesiales del encuentro salvador con Dios en Jesucristo, -afirman
nuestros Obispos- unidos a la acción catequética, dependerá en gran medida el
fruto espiritual de todo el itinerario de la iniciación, y aún el sentido mismo de
toda la vida cristiana, por la iniciación en el lenguaje bíblico y litúrgico, por la
centralidad de la Eucaristía dominical, por el acercamiento al sacramento de la
penitencia” (IC, nº 45).

En la catequesis de adultos que, normalmente se realiza entre nosotros, la


formación catequética es posterior al Bautismo. En este caso, lo que pretende la
catequesis es hacer descubrir “las inmensas riquezas del Bautismo ya recibido”934.
En este sentido, hay que decir que el Neocatecumenado es un instrumento al
servicio de la Iglesia para el redescubrimiento de la iniciación cristiana de los
adultos bautizados.

Por ser el Neocatecumenado una modalidad para renovar y realizar la iniciación


cristiana, por tener como finalidad el redescubrimiento de las inmensas riquezas
del Bautismo935, por desarrollar todo este redescubrimiento a lo largo de un
Catecumenado postbautismal, toda la vida sacramental de los neocatecúmenos
estará impregnada de esta centralidad y espiritualidad pascual-bautismal936. De
hecho, el Directorio dirá que “el catecumenado bautismal está totalmente
934
Cfr. JUAN PABLO II, Christifideles laici, nº 61. Y, en el Catecismo de la Iglesia Católica, se dice que “por su naturaleza
misma, el Bautismo de niños exige un catecumenado postbautismal. No se trata sólo de la necesidad de una instrucción
posterior al Bautismo, sino del desarrollo necesario de la gracia bautismal en el crecimiento de la persona. Es el momento
propio de la catequesis” (nº 1231). Nuestros Obispos señalan ´algunas dimensiones de fondo, subyacentes al Catecumenado
bautismal, que han de inspirar la catequesis de adultos: la dimensión teologal, pascual, eclesial y antropològica`. Cfr. CA, nº
83.
935
El RICA, en sus ´Observaciones generales` (nnº 3-6), desarrolla con sobriedad y profundidad los rasgos que definen la
dignidad del Bautismo. Ver A. MANRIQUE, Teología bíblica del bautismo. Formulación de la Iglesia primitiva, y D.
BOROBIO, “El sacramento del Bautismo”, en Iniciación Cristiana, pp. 349-379.
936
Para el Papa Juan Pablo, sólo captando la misteriosa riqueza que Dios dona al cristiano en el santo Bautismo es posible
delinear la ´figura`del laico: “No es exagerado decir que toda la existencia del fiel laico tiene como objetivo el llevarlo a
conocer la radical novedad cristiana que deriva del bautismo, sacramento de la fe, con el fin de que pueda vivir sus
compromisos bautismales según la vocación que ha recibido de Dios”. Cfr. Christifideles laici, nº 10. Y en Novo millennio
ineunte al afirmar que la perspectiva en la que debe situarse el camino pastoral es de la ´santidad`, señala al sacramento del
Bautismo como la verdadera entrada en la santidad de Dios: “Preguntar a un catecúmeno: ´¿quieres recibir el Bautismo?`,
significa al mismo tiempo preguntarle: ´¿quieres ser santo?` Significa ponerle en el camino del Sermón de la Montaña: ´Sed
perfectos como es perfecto vuestro Padre celestial`(Mt 5,48) [nnº 30-31].
impregnado del misterio de la Pascua de Cristo” (nº 91) 937, y el Estatuto del CN,
resaltará que el “eje y fuente de la vida cristiana es el misterio pascual, vivido y
celebrado de modo eminente en el Santo Triduo, cuyo fulgor irradia de luz todo
el año litúrgico. Constituye por tanto el axis del Neocatecumenado, en cuanto
redescubrimiento de la iniciación cristiana” (SCN, art. 12&1).

Dos sacramentos, el de la Reconciliación, y el de la Eucaristía, reciben una


impronta catecumenal ya en la fase kerigmática. Se puede decir que la praxis del
Neocatecumenado está ayudando a recuperar existencial y pastoralmente el
sacramento de la Reconciliación y de la Penitencia de una forma catequética y
pedagógicamente bien presentadas938, siguiendo en este punto la orientación de
nuestros Obispos: “El sacramento de la Reconciliación es muy importante en la
catequesis de adultos. De alguna manera se podría decir que es el sacramento de
la catequesis con los adultos bautizados, ya que sella y significa ese reencuentro
con Dios que propicia la catequesis” (CA, nº 220). A lo largo del itinerario
neocatecumenal las celebraciones del Sacramento de la conversión serán
frecuentes: en los tiempos litúrgicos de Adviento y Cuaresma; en todas las
Convivencias importantes, en las peregrinaciones. El neocatecúmeno sabe que
camina en permanente conversión y que necesita la gracia del Sacramento para
vivir en comunión con Dios y con los hermanos.

También el Sacramento de la Eucaristía, recibe en esta etapa inicial, una


comprensión profundamente renovada y nueva. En la convivencia final, a través
de unas catequesis que enraízan bíblicamente la Eucaristía en la original pascua
judía, también en la novedad que Jesús introduce al llevar la Pascua a su
plenitud939, y con la renovación que el Concilio ha querido para este
Sacramento940, los neocatecúmenos celebran la Eucaristía llenos de sorpresa y
937
Y el RICA pide que “toda la iniciación debe manifestar con claridad su carácter pascual” (nº 8). Ver para una mayor
ampliación, Cardenal SCHÖNBORN, “La catequesis y los sacramentos de la Iglesia”, en A. CAÑIZARES - M. DEL CAMPO,
o. cit., pp. 187-207. Para el Cardenal “sólo el Misterio Pascual da origen al ´orden sacramental de salvación` (p. 196). Ver en
esta perspectiva, Asociación Española de Profesores de Liturgia, El Misterio Pascual en la Liturgia, Ed, Ega, Bilbao 2002.
938
Durante las catequesis iniciales, después del anuncio del Kerigma, tiene lugar la primera celebración sacramental del
Neocatecumenado, “la conversión es sellada por la celebración de la Penitencia, según el rito de la reconciliación de varios
penitentes, con confesión y absolución individual. Este sacramento, celebrado periódicamente, sostendrá el camino de
conversión de las personas y de la comunidad”. Cfr, SCN, art 9,1ª. KIKO ARGÜELLO en la intervención que tuvo durante la
Asamblea del Sínodo de los Obispos sobre la Penitencia y la reconciliación, presentaba así la praxis de este Sacramento en el
Neocatecumenado: “En el camino de conversión, el Sacramento de la Penitencia viene a sellar las etapas del crecimiento de la
vida espiritual, vivimos en continua conversión y la confesión nos ayuda en el crecimiento de esa vida divina, esa vida eterna,
dentro de nosotros”. Cfr. El camino neocatecumenal en los discursos de Pablo VI y Juan Pablo II, Centro Neocatecumenal de
Madrid, 1995 pp. 230-231. Para R. BLÁZQUEZ “es un hecho acreditado en las comunidades neocatecumenales que en el
interior del proceso de fe y de conversión hacia el bautismo se recupera con vigor el sacramento de la conversión, de la
penitencia. Según el testimonio de los presbíteros, las comunidades han fortalecido decisivamente la celebración del
sacramento en sus parroquias, e incluso a veces la han rescatado del olvido”. Cfr. Comunidades neocatecumenales, pp. 37-38.
939
Cfr. H. SCHÜRMANN, ¿Cómo entendió y vivió Jesús su muerte?, Ed, Sígueme, Salamanca 1982; del mismo autor,
Palabras y acciones de Jesús en la última cena: Concilium 40 (1968), pp. 629-640. Para mayor profundización, ver D.
BOROBIO, Eucaristía, Ed, B.A.C., Madrid 2000.
940
“Dicha celebración, preparada por oportunas catequesis, ayuda a redescubrir el esplendor pascual resaltado por el Concilio
Vaticano II y a experimentar la comunión entre los hermanos. En efecto, ´no es posible que se forme una comunidad cristiana
si no tiene como raíz y como centro la celebración de la sagrada Eucaristía, por la que debe, consiguientemente, comenzarse
toda la educación que tiende a formar el espíritu de comunidad`. La celebración de la Eucaristía acompañará a la comunidad
admiración en esta convivencia por la forma celebrativa recién estrenada y por la
participación plena y activa experimentada. La celebración de la Eucaristía será
uno de los pilares en los que se sustentará todo el recorrido neocatecumenal, “la
Eucaristía es esencial al Neocatecumenado, en cuanto Catecumenado
postbautismal, vivido en pequeña comunidad. La Eucaristía, en efecto, completa
la iniciación cristiana (SCN, art. 13&1)”.

Otros sacramentos como el de la Confirmación, el del Matrimonio, el de la


Unción de los enfermos y el mismo Orden Sacerdotal serán vividos desde una
profunda comprensión eclesial y comunitaria, desde la maduración gradual e
integral en la que los neocatecúmenos son iniciados: “Los hijos son preparados a
la Primera Comunión y a la Confirmación en la parroquia y después de 13 años
son invitados a iniciar el Camino Neocatecumenal” (SCN, art. 14&2). La
experiencia de una maduración progresiva y creciente de la fe, ayuda a vivir
armónicamente la gracia sacramental en los diversos estados de vida cristiana, el
matrimonio y el celibato; y sostiene con firmeza y fortaleza en las pruebas de la
vida: crisis de juventud y matrimoniales, soledades no asumidas ni integradas,
debilidades y flaquezas debidas a la enfermedad y a la ancianidad. La vivencia
comunitaria de todos estos momentos y tiempos de tránsito, y estados y
situaciones de gracia, ayudan siempre a la persona a sentirse miembro de un
cuerpo más grande que les sostiene y vigoriza; y a sentirse miembros de una
familia más amplia que les cuida y acompaña, y ello permite descubrir que todos
los sacramentos son gracias que Dios derrama en la Iglesia y para sus hijos.

A la luz de la praxis de todo el proceso neocatecumenal, se puede afirmar que


todos los sacramentos y toda la vida sacramental de los neocatecúmenos quedan
potenciados por la recuperación de los elementos que hacen que verdaderamente
sean significativos: la fe y la conversión del sujeto que los recibe, la participación
activa, plena y consciente de los que celebran, la conciencia de ver cómo es toda
la Iglesia, concretada en la comunidad la que se convierte en sujeto celebrante
donde cada uno tiene su puesto, su voz y su servicio..., ect; recibiendo de su
centro -el Misterio Pascual- la ´clave` para su comprensión, vivencia y
explicación.

h) Dimensión moral

Una de las tareas fundamentales de la catequesis es la de ayudar a los


catecúmenos a ir adquiriendo el estilo de vida del Maestro, para lo cual se hace
imprescindible la ejercitación en las actitudes evangélicas 941, o dicho con otras
durante todo el itinerario”. Cfr. SCN, art. 9, 3ª. Ver. P. FARNÉS, La celebración eucarística en pequeños grupos, pp. 281-295.
941
Los Obispos hacen una clara y comprensible fundamentación de esta tarea en CA, nnº 185-190. “El seguimiento de Jesús
es ante todo, dejarse cautivar por Alguien que está vivo y como fruto de esa vinculación personal, trata de actualizar en nuestra
vida los valores y actitudes que El vivió. Es, en otras palabras, la introducción progresiva en la misma experiencia de San
palabras, descubrir a los catecúmenos cómo se vive la vida nueva en Cristo 942. La
catequesis, que busca vincular a los catequizandos con Cristo, debe entrenarlos
en aquellas actitudes más propias del Maestro. De este modo, el adulto
“emprende un camino espiritual por el que, participando ya por la fe del misterio
de la muerte y de la resurrección, pasa del hombre viejo al hombre nuevo
perfecto en Cristo” (AG, nº 13).

Sin embargo la renovación de las actitudes vitales en un creyente no nace como


fruto de un moralismo, de cumplir la norma por la norma. Tampoco es
consecuencia de una mera atracción externa que uno puede encontrar en Jesús de
Nazaret, viendo sólo en él un modelo moral que imitar. Las actitudes evangélicas
han de ser presentadas en la catequesis como una llamada a un seguimiento,
como oferta de vida y como camino de felicidad: “Si quieres entrar en la vida...
ven y sígueme” (cf. Mt 19,17-21)943.

En las orientaciones que nos ofrecen los documentos de pastoral catequética para
enfocar esta tarea de la catequesis, se afirma con claridad que la vida de los
catequizandos ha de ser confrontada con las Bienaventuranzas y el Decálogo: “El
Sermón del Monte es referencia obligada en la tarea catequética de iniciar en la
vida evangélica. Representa la enseñanza moral más importante de Jesús, con la
que -como nuevo Moisés- da al Decálogo de la Alianza su sentido pleno y
definitivo”944, se pide que se saquen las consecuencias necesarias para la vida
Pablo: ´ya no vivo yo: es Cristo quien vive en mi`”. Cfr. CA, nº 124. Para el Directorio, “la evangelización, ´que comporta el
anuncio y la propuesta moral`difunde toda su fuerza interpeladora cuando, junto a la palabra anunciada, sabe ofrecer también
la palabra vivida. Este testimonio moral, al que prepara la catequesis, ha de saber mostrar las consecuencias sociales de las
exigencias evangélicas”. Cfr. DGC, nº 85c.
942
Según el Catecismo de la Iglesia Católica, los cristianos “incorporados a Cristo por el bautismo (cf Rom 6,5) , están
´muertos al pecado y vivos para Dios en Cristo Jesús` (cf Rom 6,11), participando así en la vida del Resucitado (cf. Col 2,12).
Siguiendo a Cristo y en unión con él (cf Jn 15,5), los cristianos pueden ´ser imitadores de Dios, como hijos queridos y vivir en
el amor` (cf Ef 5,1), conformando sus pensamientos, sus palabras y sus acciones con los ´sentimientos que tuvo Cristo` (cf Flp
2, 5) y siguiendo sus ejemplos (cf Jn 13, 12-16)” [nº 1694]. La Tercera parte del Catecismo desarrolla ´la vida de la fe`:
“presenta el fin último del hombre, creado a imagen de Dios: la bienaventuranza, y los caminos para llegar a ella: mediante un
obrar recto y libre, con la ayuda de la ley y de la gracia de Dios (Primera sección); mediante un obrar que realiza el doble
mandamiento de la caridad, desarrollado en los diez Mandamientos de Dios (Segunda sección)” [nº 16]. Ver P. BENOIT, “La
fe transmitida, celebrada, vivida y orada en el Catecismo de la Iglesia Católica”, A. CAÑIZARES - MANUEL DEL CAMPO,
o. cit., pp. 301-319. Ver también, J. ROMÁN FLECHA, “La teología moral en el nuevo Catecismo”, en OLEGARIO G. DE
CARDEDAL - JUAN A. MARTÍNEZ, o. cit., pp. 152-179, y Teología Moral de la Persona, Ed, B.A.C., Madrid 2002.
943
En palabras de nuestros Obispos, “no es suficiente presentar a los adultos unas actitudes evangélicas aisladas. Es preciso
ofrecerles un marco referencial moral, desde donde poder juzgar cristianamente la propia vida, los acontecimientos y las
situaciones. Este marco incluye una moral fundamental y la oferta de un estilo coherente de vida cristiana, con las
implicaciones sociales que ésta lleva”. Cfr. CA, nº 186. En la Instrucción pastoral de la CEE, La verdad os hará libres, Ed,
Edice, Madrid 1990, el episcopado español recoge los aspectos más importantes que debe asumir esta iniciación a la moral
fundamenta (nnº 36-51). Ver E. JIMÉNEZ, Moral Eclesial, Ed, DDB, Bilbao 1989; L. MELINA, El actuar moral del hombre,
Ed, Edicep, Valencia 2001.
944
Cfr. CA, nº 188. Ya en 1983, nuestros Obispos afirmaban que “una iniciación en la vida evangélica, en este estilo de vida
nuevo, ´que no es más que la vida en el mundo, pero una vida según las bienaventuranzas`(CT, 29). Esta educación en las
actitudes específicamente cristianas deberá mostrar ´las consecuencias específicas de las exigencias evangélicas`(CT, 29), y
señalaban las ´lagunas`que en esta tarea catequética se estaban dando: “La educación de la dimensión axiológica de la fe, por
medio de una auténtica enseñanza moral y de una adecuada pedagogía de los valores, está lejos de ser un logro en nuestra
acción catequética”. Cfr. CC, nº 88. Aunque encontramos un ´juicio` aún más crítico, cuando afirman que “por lo general, el
examen de los materiales catequéticos referentes a las cuestiones morales deja la impresión de una moral imprecisa, vaga,
carente de la necesaria objetividad”. Cfr. Comisión Episcopal para la Doctrina de la Fe - Subcomisión de Catequesis,
“Criterios para el análisis y dictaminación de libros y materiales catequéticos”, (20 de Noviembre de 1992) en CEE, Fe y
social, las actitudes evangélicas del creyente “deben manifestarse con sus
consecuencias sociales” (AG, nº 13)945. Efectivamente, a la luz de estas
orientaciones, se percibe con mayor claridad cómo la institución del
Catecumenado se convierte hoy en un espacio verdaderamente imprescindible
para la formación moral de los creyentes946, porque nos podemos preguntar:
¿Dónde se forma hoy la conciencia moral de los cristianos? ¿Qué instituciones
ayudan a personalizar los contenidos objetivos de la moral cristiana de un modo
integral y gradual? ¿Son suficientes las actuales mediaciones (familia, escuela,
parroquia), y los contenidos que se dan en el marco de transmisión catequética
que la Iglesia ofrece hoy, fundamentalmente a los niños, y ya con escasa
influencia entre los jóvenes?

Teniendo presente en el horizonte estos interrogantes, una vez que hemos visto
cómo ha de ser planteada y transmitida esta tarea constitutiva de la catequesis,
nos queremos preguntar: ¿Cómo es presentada esta dimensión en el
Neocatecumenado? ¿ De qué forma son iniciados los neocatecúmenos en la
dimensión moral esencial de la catequesis? ¿Cuál es el contenido de las
catequesis morales que se imparten en el itinerario neocatecumenal y en qué
tiempos y momentos se transmiten?

Al analizar la identidad del Neocatecumenado, ya me detuve en señalar que se


propone como un tiempo prolongado, necesario para poder ejercitar a los
neocatecúmenos en la práctica de la vida cristiana, de tal forma que se pueda
verificar el cambio de mentalidad y de costumbres. A esta verificación de la
conversión que gradual y progresivamente se va dando a lo largo de este
itinerario en los neocatecúmenos, contribuye la naturaleza misma del
Catecumenado postbautismal con su estructura propia articulada por “las tres
fases de la iniciación cristiana: precatecumenado, catecumenado y elección,

Moral, Ed, Edice, 1993, p. 218. Nuestros Obispos, al analizar las ´causas`de la actual crisis moral, son muy conscientes de
“que ha faltado, hemos de reconocerlo, una buena educación de las conciencias ante las nuevas necesidades. Esta falta de
formación es tal vez uno de los más grandes problemas o carencias con que nos encontramos en el seno de la comunidad
católica”. Cfr. CEE, La verdad os hará libres, nº 30. Ya en 1985, el Cardenal J. RATZINGER apuntaba que “la teología moral
se ha convertido hoy en un campo de tensiones, sobre todo porque sus afirm aciones afectan de modo muy directo
a la persona”. Cfr. V. MESSORI, Informe sobre la fe, B.A.C., Madrid 1985, p. 95, y el Papa JUAN PABLO II,
señala , entre otras, que una de las ´causas` del ´eclipse moral` que vive nuestra sociedad, tiene que ver con que “algunas
corrientes de pensamiento moderno se ha llegado a exaltar la libertad hasta el extremo de considerarla como un absoluto, que
sería la fuente de los valores [...] Se han atribuido a la conciencia individual las prerrogativas de una instancia suprema del
juicio moral, que decide categórica e infaliblemente sobre el bien y el mal”. Cfr. Carta Encíclica, Veritatis splendor, Ed, Edice,
Madrid 1993, nº 32; ver para una mayor profundización, GERARDO DEL POZO (ed.), Comentarios a la “Veritatis
splendor”, Ed, B.A.C., Madrid 1995; ver también de la Comisión Episcopal para la Doctrina de la fe, Nota sobre la enseñanza
de la Moral, Ed, Edice, Madrid 1997.
945
“Muchas veces, sin embargo, la formación moral que se imparte en los grupos de catequesis de adultos, queda a un nivel
individual, sin abrirse suficientemente a las exigencias de la moral social. La enseñanza social de la Iglesia es, con frecuencia,
ignorada”. Cfr. CA, nº 189.
946
JUAN PABLO II afirma que “la evangelización - y por tanto la ´nueva evangelización`- comporta también el anuncio y la
propuesta moral. Jesús mismo, al predicar precisamente el Reino de Dios y su amor salvífico, ha hecho una llamada a la fe y a
la conversión (cf. Mc 1,15). Y Pedro con los otros Apóstoles, anunciando la resurrección de Jesús de Nazaret de entre los
muertos, propone una vida nueva que hay que vivir, un ´camino` que hay que seguir para ser discípulo del Resucitado (cf. Act
2,37-41; 3,17-20)”. Cfr. Veritatis splendor, nº 107.
divididas en etapas, jalonadas por pasos marcados por algunas celebraciones”
(SCN, art. 8&1)947. Efectivamente, la formación sistemática que en el
Neocatecumenado se recibe es más que una enseñanza: es un aprendizaje de toda
la vida cristiana, una iniciación cristiana integral, que propicia un auténtico
seguimiento de Jesucristo, centrado en su Persona948. Se trata de educar en el
conocimiento y en la vida de fe, de forma que el hombre entero, en sus
experiencias más profundas, se ve fecundado por la Palabra de Dios. A lo largo
del itinerario se ayuda al neocatecúmeno a ir viviendo, progresivamente, la
transformación que S. Pablo describe al hablar de la vida nueva en Cristo:
“despojaros, en cuanto a vuestra vida anterior, del hombre viejo que se corrompe
siguiendo las seducciones de las concupiscencias, a renovar el espíritu de vuestra
mente, y a revestiros del Hombre Nuevo, creado según Dios, en la justicia y
santidad de la verdad” (cf. Ef.4,22-24). Se prepara a los neocatecúmenos para
que asuman sus compromisos bautismales, y se les enseña a profesar la fe desde
el corazón y desde el centro de la vida personal, familiar, laboral y social en las
que el neocatecúmeno vive.

La pedagogía neocatecumenal ha conectado el cambio moral a la experiencia de


la acogida del Kerygma. En este punto conecta con la praxis de la primitiva
Iglesia en la que la conversión venía precedida del anuncio del Kerygma: “¿Qué
hemos de hacer hermanos?”, preguntaron a Pedro. Y este respondió: “Convertíos
y que cada uno de vosotros se haga bautizar en el nombre de Jesucristo, para
remisión de vuestros pecados; y recibiréis el don del Espíritu” (cf. Hch 2,37-
38)949. Esta misma experiencia se repite en las catequesis iniciales: “esta palabra
de salvación llama a la conversión y a la fe, invita a reconocerse pecador, a
acoger el perdón y el amor gratuito de Dios y a ponerse en camino hacia la propia
transformación en Cristo, por el poder del Espíritu” (SCN, art. 9, 1ª) 950. El
anuncio del Kerygma pone siempre al hombre ante la decisión de cambiar de
vida. Cuando la conversión se da en el corazón del que escucha, la liturgia y los
sacramentos sellan la conversión iniciada por el Espíritu. Este esquema atraviesa
947
La conversión, el cambio moral, la transformación mental, cordial y social en el hombre no se realiza de hoy para mañana,
se necesita, tiempo, paciencia y gracia. Nuestros Obispos afirman que “ese cambio progresivo de sentimientos y costumbres
(AG, 13), esa iniciación en el ejercicio de las costumbres evangélicas (AG, 13) implica una lenta transformación de las
actitudes y valores del catecúmeno. Esta es seguramente la principal razón de que todo el proceso catequético haya de ser un
periodo ´suficientemente prolongado` de formación y noviciado de la vida cristiana”. Cfr. CC, nº 88b.
948
El Papa Juan Pablo II en 1994 reconocía la síntesis lograda entre Kerygma-Moral-Liturgia que el CN había hecho: “Tenéis
el mérito de haber redescubierto una predicación kerigmática, que invita a la fe también a los alejados [...] En el centro de ese
recorrido de fe se encuentra una fecunda síntesis entre predicación, cambio de vida moral y liturgia”. Cfr. Un ejemplo de
nueva evangelización: L´Osservatore Romano (21 de enero de 1994), p. 20. En el Estatuto, el CN viene reconocido como “un
itinerario de formación católica, válida para la sociedad y para los tiempos de hoy”. Cfr. SCN, art. 1&1.
949
Para un acceso al contenido moral de las catequesis en los cuatro primeros siglos, ver , JEAN DANIELOU - R. DU
CHARLAT, “La catequesis moral antigua”, en o. cit., pp. 115-158. Cuando estos autores, se preguntan “¿En qué consistía esta
catequesis moral?, afirman, que, en un sentido muy amplio y fundamental es la que tiende a poner la vida concreta de un
hombre de acuerdo con la fe a la que se adhiere. Profesar a Jesucristo quiere decir cambiar de vida. Es la conversión. En este
sentido, el aspecto moral - es decir, vital- de la catequesis es siempre un elemento esencial” (p. 115).
950
R. BLÁZQUEZ sostiene que la “respuesta de la fe es inseparable de la conversión; es decir, reconocer a Dios como tal
significa que su voluntad presida las actitudes, el comportamiento y los criterios de orientación moral. ´Convertíos y creed en
el Evangelio`es la invitación íntegra y consecuente con el anuncio de la Buena Noticia (cf. Mc 1,14-15; Hch 2,37s.). Cfr.
Catecumenado en la Iglesia, p. 25.
todo el Neocatecumenado que tiene como finalidad conducir al neocatecúmeno a
la madurez de la fe, que consiste en el “despojamiento del hombre viejo con sus
obras, y en el revestimiento del hombre nuevo, que se va renovando hasta
alcanzar un conocimiento perfecto, según la imagen de su Creador” (cf. Col.
3,4)951.

Pero, ¿cuáles son los aspectos que más se resaltan en las catequesis de contenido
moral que se presentan a los neocatecúmenos a lo largo del Neocatecumenado?
De un modo esquemático voy a resaltar los siguientes:

a) La conversión moral es obra de la Gracia y es la respuesta del hombre que se


siente interpelado por Dios, a través del anuncio del Kerygma, a cambiar de vida.
La moral cristiana es esencialmente responsorial; la iniciativa salvífica de Dios
hace posible, mensura y reclama la respuesta del hombre952.

b) El primer milagro moral que se da en el Neocatecumenado es el nacimiento


de la Comunidad Neocatecumenal. Se convierte en un verdadero laboratorio de
conversión personal y de transformación social (cf SCN 10,2; 15,3). Para R.
Blázquez “la comunidad es una ´muestra` sociológica del mundo y es
´cuerpo`diversificado de Jesucristo. El que todas la barreras de edad, sexo,
cultura, dinero... sean abatidas y nazca la comunión es un indicio del poder de
Jesucristo. Por este motivo es llamada y fermento en un mundo roto y
dividido”953.

c) El Neocatecumenado es un tiempo necesario para gestar en la fe y en la


conversión. Los neocatecúmenos emprenden un camino espiritual en el que
participan ya - por la fe- del misterio de la muerte y resurrección, y pasan de la
vieja condición humana a la nueva del hombre perfecto en Cristo. Este tránsito,
que lleva consigo un cambio progresivo de sentimientos y costumbres, tiene sus
951
El autor de la Carta a los Colosenses, en el capítulo tercero, describe de modo admirable, en qué consiste la ´conversión
moral` en la vida del cristiano; esta comienza en el Bautismo, que ´injerta`al cristiano en el Misterio Pascual de Cristo y le
hace partícipe ya de su misma Vida glorificada. Las ´notas` de la Biblia de Jerusalén, contienen un verdadero compendio de
teología moral: “El cristiano, unido a Cristo por el bautismo, 2,12, participa ya realmente de su vida celestial, pero esta vida es
espiritual y oculta, y no llegará a ser manifiesta y gloriosa sino en la Parusía” (cf. Nota de Col 3,4); “La muerte y resurrección,
realizadas por el bautismo de manera instantánea y absoluta en el plano místico de la unión con Cristo celeste, deben realizarse
de forma lenta y progresiva en el plano terrestre del viejo mundo en el que sigue sumergido el cristiano. Muerto ya en
principio, debe morir de hecho, ´dando muerte` día a día ´al hombre viejo` pecador que vive en él” (cf. Nota de Col 3,5); “El
hombre creado ´a imagen de Dios`, se perdió buscando el conocimiento del bien y del mal fuera de la voluntad divina. Desde
entonces, convertido en esclavo del pecado y de sus apetencias, se convirtió en el ´hombre viejo` condenado a morir. el
´hombre nuevo`, re-creado en Cristo, que es imagen de Dios, vuelve a encontrar la rectitud anterior y el verdadero
conocimiento moral” (cf. Nota Col 3,10).
952
Así comprende san Pablo la existencia cristiana: el hacer previo de Dios (´habéis sido santificados, liberados, amados`:
indicativo divino), al que sigue el hacer correspondiente al hombre (´sed santos, sed libres, amad como habéis sido amados`:
imperativo cristiano). Cfr. R. SCHACKENBURG, El mensaje moral del Nuevo Testamento II, Ed, Mensajero, Barcelona 1991.
953
Cfr. Las Comunidades Neocatecumenales, p. 46. Ya el Papa Pablo VI, ante las acusaciones que llegaban a la Curia romana
en el sentido de que en las Comunidades Neocatecumenales había una ausencia de implicaciones sociales, les decía: “Vosotros
hacéis apostolado sólo siendo lo que sois”. Cfr. Audiencia, 8 mayo 1974, en Notititae, 95-96 (1974), p. 230. Es decir, la
comunidad cristiana, por el simple hecho de su existencia, ya es fermento de humanidad nueva y signo-sacramento de
salvación para el entorno social en el que vive inmersa.
consecuencias y concreciones en la vida personal, familiar, laboral y social de los
neocatecúmenos. Pero siendo el mismo Señor en quien han confiado, blanco de
contradicción, ellos mismos experimentan con frecuencia rupturas y
separaciones, pero también gozos que Dios concede sin medida (cf. RICA, nº
19).

d) En el Neocatecumenado hay tres momentos en los que se verifica, se


testimonia y se celebra la gradual maduración de la fe con sus implicaciones
morales. Durante el Primer Escrutinio los neocatecúmenos son invitados al
seguimiento de Jesús sin ataduras, confrontando su decisión libre de seguir al
Señor, con los tres “ídolos-tentaciones” que se enfrenta todo hombre a lo largo de
su vida (el deseo de seguridad, el afán de poseer, y el anhelo de triunfar). En el
Segundo Escrutinio, de paso al Neocatecumenado, expresarán su voluntad de
servir sólo a Dios, y hacen un signo elocuente renunciando al “dios-dinero” (cf.
Mt 6,24). En el Tercer Escrutinio, se verifica si se ha llegado a la estatura de la
madurez en Cristo, si el hombre nuevo gestado por el Espíritu Santo se visibiliza
en la vida de los neocatecúmenos: “Después de haber mostrado con las obras que
en ellos se está realizando, aunque en la debilidad, el hombre nuevo descrito en el
Sermón de la Montaña, que, siguiendo las huellas de Jesucristo, no se resiste al
mal y ama al enemigo, los neocatecúmenos renuevan solemnemente las promesas
bautismales en la Vigilia Pascual” (SCN, art. 21&2)954.

e) La proyección y la relevancia social del Neocatecumenado está en la


construcción de la comunidad cristiana como Cuerpo de Jesucristo, que en medio
de la historia, en el corazón de la sociedad es “signo”del Amor entre los
cristianos (cf. Jn 13, 34-35;15,12.17 ),y de la Unidad en el modo de vivir (cf. Jn
17,21), que aparece ante los hombres como “sacramento de salvación” (cf. LG,
nº 1; 14). La comunidad cristiana, por el solo hecho de su existencia, ya es
fermento y testimonio de transformación social: “A medida que los
neocatecúmenos crecen en la fe, empiezan a manifestarse los signos de la
koinonía: el no juzgar, la no resistencia al mal, el perdón y el amor al enemigo.
La koinonía se visibiliza también en la ayuda a los necesitados, en la solicitud
por los enfermos, por los que sufren y por los ancianos, y en el apoyo, en la
medida de lo posible, a los que están en misión. Los neocatecúmenos son
gradualmente formados en un espíritu cada vez más profundo de comunión y de
ayuda recíproca” SCN, art. 16)955. La vocación social de los neocatecúmenos
954
En conformidad con lo apuntado en CA, nº 165: “Una catequesis sistemática de adultos, que desarrolla la virtualidad del
bautismo recibido en la infancia, ha de producir también esa novedad que pide el apóstol (cf. Col 3,10). Sin embargo, la
experiencia diaria nos enseña, lo difícil que resulta una renovación interior. El hecho mismo de que S. Pablo tenga que
recordar, una y otra vez, a los recién bautizados su nueva condición nos indica la dificultad de tal cambio. Esto debería
hacernos ser muy realistas respecto al hombre nuevo que quisiéramos ver nacer de la catequesis de adultos”.
955
En el Decreto conciliar Apostolicam actuositatem ya se afirma que “la vocación cristiana es, por su misma naturaleza,
vocación también al apostolado”, y que “como lo propio del estado seglar es vivir en medio del mundo y de los negocios
temporales, Dios llama a los seglares a que, con el fervor del espíritu cristiano, ejerzan su apostolado en el mundo a manera de
fermento” (nº 2). En este Decreto se ponen los ´fundamentos del apostolado seglar` (nº 3), de ´la espiritualidad seglar en
orden al apostolado` (nº4), y los ´fines que hay que lograr` (nnº 5-8). A la luz de los principios y orientaciones que en este
encuentra su fundamentación teológica en el Bautismo, ya que “consagrados a
Cristo y ungidos por el Espíritu Santo, están maravillosamente llamados y
preparados para producir siempre los frutos más abundantes del Espíritu. En
efecto, todas sus obras, oraciones, tareas apostólicas, la vida conyugal y familiar,
el trabajo diario, el descanso espiritual y corporal, si se realizan en el Espíritu,
incluso las molestias de la vida, si se llevan con paciencia, todo ello se convierte
en sacrificios espirituales agradables a Dios por Jesucristo (cf. 1 Pe 2,5), que
ellos ofrecen con toda piedad a Dios Padre en la celebración de la Eucaristía
uniéndolos a la ofrenda del cuerpo del Señor. De esta manera, también los laicos,
como adoradores que en todas partes llevan una conducta sana, consagran el
mundo mismo a Dios”956.

f) En el Neocatecumenado, los neocatecúmenos son iniciados a vivir y expresar


públicamente su fe en el corazón de la sociedad: “La catequesis capacita al
cristiano para vivir en comunidad y para participar activamente en la vida y en la
misión de la Iglesia. Los neocatecúmenos son iniciados a estar presentes, en
cuanto cristianos, en la sociedad” (SCN, arts. 17&1; 16&3) 957; y también en el
corazón de la Iglesia: “Los neocatecúmenos colaboran en la acción misionera y
pastoral de la parroquia y de la diócesis. Antes de la ´Redditio Symboli`, teniendo
en cuenta su madurez de fe, los que lo desean ofrecen su cooperación; después,
como parte integrante de la iniciación cristiana, los neocatecúmenos participan en
los diferentes servicios eclesiales, según la vocación de cada uno” (SCN, art.
17&4)958.
Decreto nos encontramos; a la luz, también de la renovada comprensión de la ´dignidad de los fieles laicos en la Iglesia-
misterio`, tal y como aparecen en Christifideles laici, nnº 8-17; y de la fundamentación para ´la participación de los fieles
laicos en la vida de la Iglesia-comunión` (nnº 18-31), es como hay que plantear la ´identidad y la presencia y relevancia`social
de las Comunidades Neocatecumenales. El Camino Neocatecumenal es una modalidad de iniciación cristiana, no es un
movimiento apostólico; sin embargo en la medida en que es un itinerario de formación, a lo largo del Neocatecumenado se
inicia y ´forma` a los neocatecúmenos para vivir una espiritualidad encarnada y unificada en Cristo, en la Iglesia y en el
mundo, que supere el ´divorcio existencial`en el que viven no pocos bautizados y que el Papa Pablo VI defini ó como el
´drama de nuestro tiempo`, es decir “la ruptura entre Evangelio y cultura” (EN, nº 20), la
ruptura entre fe y vida, entre liturgia y existencia. Transcurrido un tiempo en el
Neocatecumenado, los neocatecúmenos adquieren una conciencia clara de que “el campo
propio de su acción evangelizadora es el mundo vasto y complejo de la política, de lo social, de
la economía y también de la cultura, de las ciencias y de las artes, etc”, y en esos ambientes
intentan vivir como cristianos laicos, ser Iglesia en el mundo. Cfr. CEE, Los cristianos laicos. Iglesia
en el mundo, Ed, Paulinas, Madrid 1992, nº 27.
956
El Papa Juan Pablo II sostiene que “no es exagerado decir que toda la existencia del fiel laico tiene como objetivo el
llevarlo a conocer la radical novedad cristiana que deriva del bautismo, sacramento de la fe, con el fin de que pueda vivir sus
compromisos bautismales según la vocación que ha recibido de Dios”. Cfr. Christifideles laici, nº 10.
957
Según nuestros Obispos, “la comunidad eclesial es, en sí misma, un hecho público. La vida de la comunidad eclesial, en
todas sus manifestaciones, es ya un hecho público. Y la acción pública de la comunidad eclesial es responsabilidad de todos
sus miembros: supone y exige comunión, diálogo, discernimiento comunitario. Pues sólo la comunidad que escucha la palabra
puede anunciarla; sólo una comunidad que se renueva en sus miembros, y en sí misma, puede renovar la humanidad; sólo una
comunidad unida puede convocar a la unidad a la gran familia humana”. Cfr. CEE, Los cristianos laicos. Iglesia en el mundo,
nº 56. Ver la distinción entre ´presencia de los laicos, presencia pública de los laicos y presencia pública de la Iglesia`, nº 46.
958
En esta iniciación a la misión “los neocatecúmenos colaboran activamente en la evangelización y en la edificación de la
Iglesia ante todo siendo lo que son: su propósito de vivir de modo auténtico la vocación cristiana se traduce en un testimonio
eficaz para los demás, en un estímulo al redescubrimiento de valores cristianos que podrían de otro modo quedar ocultos” (art.
17&2); también en el art. 20, 2ª: “La Iglesia entrega a los neocatecúmenos el Credo (´ Traditio Symboli`) y les envía a
Una vez analizadas estas características esenciales de la catequesis moral que se
da en el Neocatecumenado, ahora nos queda por señalar cuáles son los
contenidos de dichas catequesis; lo hacemos, también de forma esquemática:

- En la primera fase del Precatecumenado postbautismal (SCN, art. 19) el


núcleo central del desarrollo de la catequesis moral, gira en torno al seguimiento
de Jesús y al desprendimiento de las riquezas.
- En la segunda fase del Catecumenado postbautismal (SCN, art. 20)
metidos ya de lleno en el Neocatecumenado, la catequesis moral tiende a
iluminar los aspectos y las dimensiones de la existencia del neocatecúmeno en el
ámbito de la familia (moral conyugal), en el ámbito del trabajo (moral social), y
en el ámbito de las relaciones sociales; “los neocatecúmenos son iniciados a
hacerse pequeños” y a “adquirir la simplicidad interior del hombre nuevo que
ama a Dios como único Señor, con todo el corazón, con toda la mente, con todas
las fuerzas y al prójimo como a sí mismo”(SCN, art. 20,3ª). En este sentido, toda
la asimilación del estudio de los artículos del Credo, como las peticiones del
Padre Nuestro, estarán marcadas por las implicaciones morales que se derivan
tanto de los artículos del Símbolo como de las peticiones de la Oración
dominical.
- En la tercera fase del redescubrimiento de la Elección (SCN, art. 21), el
sermón del Monte, en el que Jesús, asumiendo el decálogo, le imprime el espíritu
de las bienaventuranzas, será la referencia indispensable en la formación moral
de los ´elegidos`: “Es un tiempo de iluminación en que la Iglesia enseña a los
neocatecúmenos a caminar en alabanza, inundados por la luz de la fe, es decir a
discernir y cumplir la voluntad de Dios en la historia para hacer de la propia vida
una liturgia de santidad. Estudian y celebran los diversos pasajes del Sermón de
la Montaña” (SCN, art. 21&1). El sermón del Monte, es según nuestros Obispos,
la “referencia obligada en la tarea catequética de iniciar en la vida evangélica.
Representa la enseñanza moral más importante de Jesús, con la que -como nuevo
Moisés- da al Decálogo de la Alianza su sentido pleno y definitivo” (CA, nº 188).

i) Dimensión antropológica

Se ha tildado, en alguna ocasión, de “pesimista” la concepción antropológica que


se tiene en el Camino Neocatecumenal 959, y de que la visión del hombre que se
predicarlo, de dos en dos, por las casas de la parroquia... y lo restituyen a la Iglesia (´ Redditio Symboli`), confesando se fu y
proclamando el Credo solemnemente ante los fieles, durante la Cuaresma”.
959
Así la define E. COLLADO cuando afirma que “Kiko concibe al hombre como caído, siempre rebosante de
pecaminosidad, decidido a fabricarse su historia lejos de Dios, sumergido en una desobediencia radical y orgullosa, cargado de
juicios contra el otro, enemigo de su hermano, sexualmente pervertido [...] Se trata de una antropología bastante alejada de la
propugnada por el Vaticano II, donde se presenta al hombre sumergido también en la victoria del Resucitado. Es una
antropología divergente de la presentada concretamente por la Constitución Gaudium et Spes. Distante también de la
antropología bíblica, cuando a ella se aplican los principios de la Constitución Dei Verbum”. Cfr. El “Camino
Neocatecumenal” (los “kikos”). ¿Qué antropología? ¿Qué teología? ¿Qué moral?, p. 309. De esta misma comprensión crítica
imparte en las catequesis se aleja de la antropología bíblica y conciliar. ¿Es esto
así? ¿En qué comprensión antropológica se educa en el Neocatecumenado?
¿Dónde se fundamenta? ¿Qué contenidos se transmiten? En responder a estos
interrogantes me detengo ahora, para señalar los núcleos de teología
antropológica más sobresalientes en este itinerario de iniciación cristiana.

La visión antropológica que en el Neocatecumenado se propone, explícita en el


contexto catequético del anuncio del Kerygma: “la buena noticia de la muerte y
resurrección de Nuestro Señor Jesucristo [...] llama a la conversión y a la fe,
invita a reconocerse pecador, a acoger el perdón y el amor gratuito de Dios y a
ponerse en Camino hacia la transformación en Cristo, por el poder del Espíritu”
(SCN, art. 9,1ª)960. A la luz de Gn 2-3 y sus implicaciones en la historia de la
salvación, pasando por Rom 7,14, Hb 2,14-15, etc, se hace una presentación de la
antropología bíblica y conciliar961 en las primeras catequesis de la fase
kerigmática..

Se transmite en las catequesis iniciales, y a lo largo del itinerario


neocatecumenal la centralidad del Kerygma: la resurrección de Jesucristo (cf.
Hch 2,32.36; 1ª Cor 15, 1-3); y se hace una clara y firme confesión de la
necesidad de la única mediación salvadora de Jesús, “porque no hay bajo el cielo
otro nombre dado a los hombres por el que nosotros debamos salvarnos” (cf. Hch
4,12). En realidad, se parte de la convicción conciliar de que “el misterio del
hombre sólo se esclarece en el misterio del Verbo encarnado. Porque Adán, el
primer hombre, era figura del que había de venir, es decir, Cristo nuestro Señor.
Cristo, el nuevo Adán, en la misma revelación del misterio del Padre y de su
amor, manifiesta plenamente el hombre al propio hombre y le descubre la
sublimidad de su vocación [...] Cordero inocente, con la entrega libérrima de su
sangre nos mereció la vida. En Él Dios nos reconcilió del diablo y del pecado,
por lo que cualquiera de nosotros puede decir con el apóstol: El Hijo de Dios me
amó y se entregó a sí mismo por mi (cf. Gál 2,20). Padeciendo por nosotros, nos
dio ejemplo para seguir sus pasos y, además, abrió el camino, con cuyo
seguimiento la vida y la muerte se santifican y adquieren nuevo sentido” (GS, nº

respecta al Camino Neocatecumenal, participa también JUAN JOSÉ TAMAYO, quien en su última publicación afirma que “el
movimiento neocatecumenal suele pasar por la historia como por las brasas, sin apenas tocarla. Posee una concepción
pesimista del ser humano y tiene una visión negativa del mundo”, en Adiós a la cristiandad. La Iglesia Católica española en
la democracia, Ediciones B, Barcelona 2003, p. 148.
960
En un intento de desarrollar sistemáticamente la teología antropológica contenida en las catequesis 6ª y 7ª de la ´fase
kerigmática`, EMILIANO JIMÉNEZ publicó dos libros: ¿Quién soy yo?, Ed, DDB, Bilbao 1990, y ¡¿Dios?! !¿Para que?¡,
Ed, DDB, Bilbao 1991.
961
La antropología teológica encuentra su último y primer fundamentado en la comprensión cristológica, “de hecho, como es
sabido, las primeras tomas de postura de la fe de la Iglesia sobre la condición humana, se hacen no en un contexto
antropológico, sino cristológico [...] La categoría bíblica imagen de Dios, al menos si se la contempla complexivamente -no
sólo en su versión veterotestamentaria, sino también desde la lectura que Pablo hace de ella, formula esta respectividad
recíproca Dios-hombre, hombre-Dios. Ambos se encuentran frente a frente, se tratan de tú a tú y se vinculan finalmente en
Jesús el Cristo. O lo que es equivalente: la antropología cristiana ha de nutrirse de la ´sospechosa` cristología; la cristología ha
de alumbrar el horizonte de comprensión del discurso antropológico”. Cfr. J.L. RUÍZ DE LA PEÑA, “Jesucristo y la
comprensión del hombre”, en AA. VV., Salvador del mundo, Ed, Secretariado Trinitario, Salamanca 1997, pp. 135-136.
22)962. A la luz de este texto, descubrimos que “Jesús, el Hombre Nuevo, nos
revela en sí mismo, lo que es el hombre” (CC, nº 180a).

En el anuncio del Kerygma se descubre el hombre a sí mismo a la luz del


juicio, del perdón, y del proyecto que Dios le ofrece 963. El anuncio del Kerygma,
cuando es recibido en el poder del Espíritu, comienza a operar salvíficamente
descubriendo a cada uno en su verdadera situación de esclavitud por el pecado, y
en su real necesidad de salvación, liberación, redención, curación y sanación 964.
Todos estos términos apuntan a las reales limitaciones antropológicas del
pecado965. El mismo Concilio saca las consecuencias de la ruptura del hombre con
Dios derivada de un acto de su libertad creatural: “De ahí que el hombre esté
dividido en su interior. Por esto, toda vida humana, singular o colectiva, aparece
como una lucha, ciertamente dramática, entre el bien y el mal, entre la luz y las
tinieblas. Además, el hombre se encuentra hasta tal punto incapaz de vencer
eficazmente por sí mismo los ataques del mal, que cada uno se siente como atado
con cadenas. Pero el mismo Señor vino para liberar y fortalecer al hombre,
renovándolo interiormente y arrojando fuera al príncipe de este mundo (cf. Jn
12,31), que lo retenía en la esclavitud del pecado. Pues el pecado disminuye al
hombre mismo impidiéndole la consecución de su propia plenitud” (GS, nº
13b)966. Es en continuidad con la antropología reflejada en este texto conciliar

962
Para el profesor E.BONETE, “los parágrafos del 10 al 18 de Gaudium et spes exponen sin duda la base antropológica que
subraya la predicación del Kerigma en el Camino Neocatecumenal, ya desde las primeras catequesis de los años sesenta.
Aquellos textos conciliares ilustran magistralmente cuál es la situación existencial de todo hombre. Y por otro lado, el n. 22
nos expresa el ´hombre nuevo`, los frutos liberadores de la resurrección de Cristo”. Cfr. Reflexiones sobre la relación entre el
“Camino Neocatecumenal” y el concilio Vaticano II, p. 550.
963
El teólogo OLEGARIO G. DE CARDEDAL sostiene que en relación con el anuncio del kerygma “nos encontramos con
uno de los hechos más originales de la experiencia cristiana, frente a la normal experiencia humana. Lo primero no es el
descubrimiento del pecado, luego el otorgamiento del perdón y finalmente la experiencia del amor de Dios. El camino es
exactamente el contrario. El pecado sólo es directamente recognoscible y real desde la experiencia de Dios, y sólo desde el
encuentro y relación, amor y adhesión a él, aparece el pecado como una relación rota y un amor traicionado, una lealtad
olvidada y una alianza fallida. En la cruz de Cristo éste se entrega desvalido, perdonando a quienes lo ofenden y otorgando la
vida - el cielo - a quienes le infligen la muerte”. Cfr. La entraña del cristianismo, p. 595.
964
Según nuestros Obispos “el hombre, al que Jesús se acerca es el hombre centrado y encerrado en sí mismo, incapaz de
justificar su origen, su existencia y su destino a partir de sus propias fuerzas. Es el hombre herido en su integridad desde sus
orígenes que yace a la orilla del camino (ver la parábola del Buen Samaritano: Lc 10,29-37), la oveja errante sin pastor (ver,
Mc 6,34), el ciego que mendiga al borde del itinerario de Jesús (ver curación de Bartimeo: Mc 10,46-52). Jesús ofrece a este
hombre la misericordia y el perdón del Padre, lo ´erige`, lo alza sobre sus pies, lo introduce en el ritmo de su propio caminar,
lo reintegra, lo ´re- crea`en su integridad perdida (ver GS, 13.22)”. Cfr. CC, nº 180b.
965
Para una presentación ´sistemática`de las consecuencias del pecado en cuanto separación de Dios, raíz de las alienaciones,
de la idolatría y el desorden, ver JUAN PABLO II, Libertad cristiana y liberación, Ed, Paulinas, Madrid 1986, nnº 37-42.
966
Cuando se le pregunta a KIKO ARGÜELLO ¿qué visión del hombre entraña su misión?, este responde del siguiente modo:
“San Pablo dice que Dios ha querido que la salvación del mundo se realizase por medio de la necedad de la predicación. El
evangelio es fundamentalmente una noticia ante la cual no podemos quedar indiferentes, hay que hacer una opción. La Carta a
los Hebreos afirma que “de la misma manera que los hijos participan de la misma carne y sangre, también participó Él de las
mismas, para aniquilar mediante la muerte al señor de la muerte, es decir al Diablo, y libertar a cuantos, por el temor a la
muerte, estaban de por vida sometidos a esclavitud” (Hb, 2,14-15). Aquí hay una antropología bíblica impresionante, que es el
contenido de aquello que nosotros predicamos”. Cfr. “Kiko Argüello, fundador del Camino Neocatecumenal”, en PAUL
JOSEF CORDES, Signos de esperanza, Ed, San Pablo, Madrid 1998, p. 28. La síntesis teológica de la comprensión
antropológica de Kiko Argüello, se fundamenta en Gn 2-3: el hombre ha sido creado por Dios a su imagen y semejanza y ha
sido llamado a la libertad y al amor en la comunión con Dios; el Demonio “tomando ocasión por medio del precepto” (cf. Rom
7,11;), ha seducido al hombre, y este ha experimentado -en la desobediencia-, el pecado y la muerte (cf. Sb 2,23-24), “porque
el salario del pecado es la muerte” (cf. Rom 6,23), ha experimentado la ´muerte óntica`, la muerte del ser; y a partir de ese
momento, el hombre en el cual habita el pecado, está condenado a vivir para sí mismo (cf. Rom 7,14-24). La gran novedad del
como se entiende, explica y desarrolla la dimensión antropológica en las
catequesis que se imparten a lo largo del itinerario neocatecumenal.

Ahora bien, ¿cómo se vierten los contenidos fundamentalmente


antropológicos a lo largo de todo el itinerario neocatecumenal? Los señalo de
modo esquemático, siendo consciente de que necesitan una ulterior
profundización y desarrollo:

a) El hombre es amado por Dios967. El anuncio de la resurrección de Cristo es la


Buena noticia, que procede del corazón de Dios que ama a todo hombre. Este
mensaje de salvación no viene a juzgar ni a condenar; tampoco viene a plantear
exigencias al hombre débil, esclavo del pecado por el temor a la muerte. Viene a
regenerar al hombre caído968. Sin la experiencia del amor previo y gratuito de
Dios, el hombre no puede ser reconstruido. Una vida nueva es sólo posible en la
medida en que va naciendo -el Neocatecumenado es un gestación- un hombre
nuevo, revestido de Jesucristo.

b) La antropología teológica del Camino Neocatecumenal encuentra su


fundamentación en la perspectiva kerigmática de la predicación y en la
naturaleza bautismal del Neocatecumenado. Con el anuncio del Kerygma,
verdadero esperma del Espíritu, -en expresión de los santos Padres-, se tiene la
convicción y la experiencia de que la persona cuando acoge la Buena Noticia
comienza a gestar dentro de sí una “vida nueva” 969, que necesitará un tiempo de
embarazo -como es el Neocatecumenado- para llegar a alumbrar el hombre
nuevo “creado según Dios” (cf. Ef 4,24)970. En el Estatuto se dice que “el último
cristianismo, - afirma Kiko- es que anuncia como Buena Noticia la victoria de Cristo sobre la muerte. “Jesucristo ha destrui do
el pecado en la carne muriendo por nosotros, y ofrece al hombre, en su resurrección y
ascensión al cielo para interceder por nosotros, la posibilidad, mediante el anuncio de esta
noticia, de tener una vida nueva en el Espíritu Santo que Él nos envía desde el cielo [...] Morir
con Cristo, hacer morir sacramentalmente al yo cosmológico para resurgir con Cristo a vida
nueva. ´Cristo ha muerto por todos, para que quienes viven ya no vivan para sí mismos`, dice
san Pablo. Esta es la antropología bíblica” (ibid., pp. 30-31). Para una profundización en la
comprensión de la antropología bíblica, ver HANS WALTER WOLFF, Antropología del Antiguo
Testamento, Ed, Sígueme 1975; JUAN L. RUÍZ DE LA PEÑA, Imagen de Dios. Antropología teológica fundamental, Ed, Sal
Terrae, Santander 1988.
967
Así lo proclama, en un tono catequético, el Papa Juan Pablo II: “¡El hombre es amado por Dios! Éste es el simplicísimo y
sorprendente anuncio del que la Iglesia es deudora respecto del hombre. La palabra y la vida de cada cristiano pueden y deben
hacer resonar este anuncio: ¡Dios te ama, Cristo ha venido por ti; para ti Cristo es ´el camino, la verdad y la vida`!”. Cfr.
Christifideles laici, nº 34. Ver, J. RATZINGER, “Jesucristo, hoy”, en AA. VV., Salvador del mundo, pp. 305-325.
968
Para nuestros Obispos “toda presentación y comprensión de la fe cristiana, que no tenga en cuenta el estado del hombre
caído y lo irremediable de este estado sin la intervención gratuita y amorosa de Dios, falsea la auténtica doctrina de fe acerca
del hombre, y por tanto, contribuye a erosionar la identidad de nuestros cristianos”. Cfr. CC, nº 181. Para una profundización,
ver en el CCE, nnº 385-420.
969
La teología antropológica del IVº Evangelio acentúa esta perspectiva: “Pero todos los que la recibieron les dio poder de
hacerse hijos de Dios, a los que creen en su nombre” (cf. Jn 1,12); “El que no nazca de agua y de Espíritu no puede entrar en el
Reino de Dios. Lo nacido de la carne es carne, lo nacido del Espíritu, es espíritu” (cf. Jn 3,5-6).
970
En la nota de la Biblia de Jerusalén a este versículo se dice que “todos los hombres deben revestirse del ´Hombre Nuevo`,
Ef, 2,15, para ser en él re-creados (cf. Gal 3, 27; Rom 13,14). En otros lugares Pablo habla en este sentido de ´nueva creación`,
2 Cor 5,17".
día de la convivencia se proclama el Sermón de la Montaña, diseño del hombre
nuevo, y se presenta el itinerario neocatecumenal como un camino de
gestación”971, a imagen de la Santa Virgen María. En este sentido, aparece bien
presentada esta dimensión, tal y como lo sugieren los Obispos: “Puede decirse
que, a través de la catequesis de la Iglesia, el Espíritu Santo, ´Señor y dador de
vida`, está desarrollando en los adultos bautizados la vida nueva de los hijos de
Dios, hasta hacerla adulta. La Iglesia, fecundada por el Espíritu, se realiza como
Iglesia igual que una madre: concibiendo, gestando, alumbrando nuevos hijos de
Dios. Y, como una madre, aspira a que la vida que transmite alcance en sus hijos
una madurez que, configurados cada vez más a Jesucristo, lleguen a ser testigos
fieles del Evangelio en medio del mundo” (CA, nº 110).

El Espíritu Santo, como don de Cristo a sus discípulos, hace del cristiano
una criatura nueva. Por ello, la novedad cristiana es, ante todo, una vida nueva; es
el desarrollo dinámico -catecumenal- del nuevo ser dado al hombre por Cristo
mediante el Espíritu972. El cristiano es el nuevo ser “renacido del agua y del
Espíritu” (cf. Jn 3,5). Renovar el bautismo y participar del Espíritu Santo en la
vida de la comunidad es conocer esta nueva vida. Pues el Espíritu, con la nueva
vida, da al cristiano una mentalidad nueva (cf. Rom 8,9-17; Ef. 4,23-24)973.

c) Un punto central en la antropología neocatecumenal es la presentación del


hombre “bajo el pecado” en continuidad con la teología que subyace en textos
como Hb 2,14-15 y Rom 6 y 7. El hombre, por el temor a la muerte, está de por
vida sometido a esclavitud974. El hombre, al pecar (cf. Gn 3) ha hecho la
experiencia de la muerte; ha gustado existencialmente a qué conduce el pecado
(cf. Sant 1,15). El pecado destruye al hombre por dentro. Esta situación del
hombre pecador es presentada en las catequesis neocatecumenales con todo su
realismo existencial, con una clara influencia de la teología paulina; pero este
realismo paulino con que se presenta en las catequesis neocatecumenales la
realidad del pecado, no lleva al pesimismo protestante, sino a la efusión exultante
de la acción de gracias a Jesucristo, que nos ha liberado de la muerte y del

971
Esta ´gestación` se vivirá en el seno de la pequeña comunidad neocatecumenal que tiene como modelo a la Sagrada
Familia de Nazaret, “lugar histórico donde el Verbo de Dios, hecho Hombre, se hace adulto creciendo en ´sabiduría, edad y
gracia` (cf. Lc 2,52)”. Cfr. SCN, art 7&2. Los SS. Padres asimilan, frecuentemente, la formación catecumenal a una gestación
de la Iglesia, que da a luz a sus hijos en la pila bautismal , perspectiva que también ha hecho suya el Concilio en LG, nº 64:
“La Iglesia se hace Madre por la palabra de Dios, fielmente recibida. En efecto, por la predicación y el bautismo engendra para
la vida nueva e inmortal a los hijos concebidos por el Espíritu Santo y nacidos de Dios”.
972
“El Resucitado envía ese Espíritu de Dios para transformar a sus discípulos en hombres nuevos y capacitarlos para vivir
como hermanos en la comunidad de la Iglesia”. Cfr. CC, nº 182.
973
La experiencia de transformación pneumatológica, es la que posible que la moral sea enseñada teniendo en cuenta “que las
posibilidades concretas del hombre son las del hombre liberado por Cristo; la moral cristiana, por tanto, ha de hablar de la
situación de pecado original y de la regeneración bautismal que la supera y posibilita la vida moral”. Cfr. Nota sobre la
enseñanza de la Moral, nº 12.
974
Para JUAN PABLO II, “el pecado del hombre, es decir su ruptura con Dios, es la causa radical de las tragedias que marcan
la historia de la libertad [...] Esta es la naturaleza profunda del pecado: el hombre se desgaja de la verdad poniendo su voluntad
por encima de ésta. Queriéndose liberar de Dios y ser él mismo un dios, se extravía y se destruye. Se autoaliena” Cfr. Libertad
cristiana y liberación, nº 37.
pecado (cf. Rom 7,25). La actitud de amor y la gratitud a Dios son
proporcionales a la conciencia del perdón gratuito otorgado.

En esta situación existencial del hombre, esclavo por el temor a la muerte,


resuena el Kerygma de la resurrección de Jesucristo como Buena Noticia.
Jesucristo, entrando en la muerte, ha roto el círculo de la muerte con su
resurrección (cf.1ª Cor 15, 20-28). Ha abierto al hombre un camino hacia la vida
y la libertad (cf. Gal 5,1.13)975. Sin el miedo a la muerte, habiendo quedado
“vencido el señor de la muerte” (cf, Hb 2,14), el hombre puede pasar libremente
la barrera que le separa del otro y amarlo (cf. 1ª Jn 2,10; 3,14). “La muerte ha
sido vencida en la victoria” (cf. 1ª Cor 15,54-57). En el hombre liberado del
temor a la muerte nace el amor cristiano: amor hasta la muerte, amor en la
dimensión de la cruz, amor al enemigo (cf. Jn 15,12-13; Mt 5,43-48)976.

d) Este itinerario de iniciación cristiana será experimentado como el tiempo


necesario para que los neocatecúmenos se vayan “despojando del hombre viejo
con sus obras, e ir revistiéndose del Hombre nuevo, que se va renovando hasta
alcanzar un conocimiento perfecto, según la imagen de su Creador” (cf. Col 3,9-
11)977. Esta es la novedad de vida a la que en el Neocatecumenado se quiere llevar
a vivir a los neocatecúmenos. También esta perspectiva es señalada por nuestros
Obispos: “Una catequesis sistemática con adultos, que desarrolla la virtualidad de
un Bautismo recibido en la infancia, ha de producir también esa novedad de vida
que pide el apóstol” (CA, nº 165).

e) Este “despojamiento-revestimiento” (cf. Col 3,9) se vivirá a través de un


itinerario jalonado por etapas y franqueado por una serie de pasos que tendrán la
misión de ecografiar este ser nuevo que va tomando forma y cuerpo
progresivamente hasta llegar a “reproducir la imagen del Hijo” (cf. Rom 8,29) en
la vida de los neocatecúmenos, hasta el punto de poder llegar a afirmar como san
Pablo: “Con Cristo estoy crucificado: y no vivo yo, sino que es Cristo quien vive
975
“La libertad traída por Cristo en el Espíritu Santo, nos ha restituido la capacidad -de la que nos había privado el pecado- de
amar a Dios por encima de todo y permanecer en comunión con El. Somos liberados del amor desordenado hacia nosotros
mismos, que es la causa del desprecio al prójimo y de las relaciones de dominio entre los hombres”. Ibid, nº 53.
976
Según nuestros Obispos, “al revelarnos lo que es el hombre, Jesús nos ha mostrado también el camino que hay que recorrer
para alcanzar la plena realización humana. El cristiano lo acepta cuando confiesa su fe: ´Jesús nos dio su mandamiento nuevo
de que nos amáramos los unos a los otros como El nos amó. Nos enseñó el camino de las bienaventuranzas evangélicas [...]
Este fundamento de la moral evangélica, fruto del don del Espíritu, supone una sabiduría nueva”. Cfr. CC, nº 180d.
977
En la Nota de la Biblia de Jerusalén de los versículos 5 y 11 se explicita el alcance de este ´despojamiento y revestimiento`:
“La muerte y resurrección, realizadas por el bautismo de manera instantánea y absoluta en el plano místico de la unión con
Cristo celeste (Cf. Col 2,12; 3,1-4; Rom 6,4), debe realizarse de forma lenta y progresiva en el plano terrestre del viejo mundo
en el que sigue sumergido el cristiano: Muerto ya en principio, debe morir de hecho, ´dando muerte` día a día ´al hombre
viejo` pecador que vive en él. En el orden nuevo desaparecen las distinciones de raza, religión, cultura y clase social, que
dividían al género humano desde la caída. La unidad se rehace ´en Cristo`”. Esta es la experiencia a la que ha de conducir el
Catecumenado: “Los neoconversos emprenden un camino espiritual, en el cual participan ya por la fe del misterio de la muerte
y resurrección, y pasan de la vieja condición humana a la nueva del hombre perfecto en Cristo” (RICA, nº 19,2), y también la
realidad que se vive al interior del Camino Neocatecumenal: “El Espíritu Santo invita a hombres y mujeres de diversa edad,
mentalidad, cultura y condición social a emprender juntos un itinerario de conversión...” (SCN, art 10&2), y a medida que los
neocatecúmenos crecen en la fe, “empiezan a manifestarse los signos de la koinonia: el no juzgar, la no resistencia al mal, el
perdón y el amor al enemigo” (SCN, art 16&1).
en mí; la vida que vivo al presente en la carne, la vivo en la fe del Hijo de Dios
que me amó y se entregó por mí” (cf. Gal 2, 20). La ecografía de este hombre
nuevo que se gesta a través de la predicación, se forma en el Neocatecumenado y
nace a la vida nueva con el Bautismo ( en el caso de los catecúmenos en sentido
estricto),y, con la renovación de las promesas bautismales (en el caso de los
neocatecúmenos), pasa por las siguientes secuencias de crecimiento, desarrollo y
formación:

+ En el Precatecumenado, el precatecúmeno descubre quién es y cómo es,


ayudado por las celebraciones de la Palabra, de los sacramentos (Penitencia y
Eucaristía), y confrontándose con la forma de ser y de pensar de otros hermanos
en el roce frecuente de la vida de la comunidad, irá tomando conciencia de su
verdadera realidad, que es la de ser pecador y la necesidad que tiene de entrar en
la humildad para vivir en la verdad del amor de Dios que en Jesucristo ha venido
a buscar y salvar a los pecadores (cf. Mt 9, 13). “La primera fase del
Neocatecumenado es un tiempo de kenosis para aprender a caminar en humildad”
(SCN, art 19&1 y art 15&3). La formación neocatecumenal desenmascara las
mentiras en las que tantas veces el hombre se refugia, y ayuda a la persona a
madurar en una aceptación de sí mismo en la realidad concreta en la que vive, sin
buscar salidas falsas de alienación o evasión.

+ En el Neocatecumenado se irá conformando el hombre nuevo, aprendiendo a


vivir en la simplicidad (SCN, art 20), abierto a la acción de Dios en la propia
historia (iniciación a la oración), con las actitudes del discípulo que sigue a
Jesús, es decir, confesando que Él es el centro de la existencia del neocatecúmeno
(Traditio-Redditio Symboli), y viviendo gozosamente la filiación adoptiva -cf.
Gal 4,6; Rom 8, 14-17- (entrega del Padrenuestro). Toda la pedagogía
neocatecumenal a lo largo de este tiempo contemplará al neocatecúmeno como
un ser abierto, capaz de Dios, oyente de la Palabra, en estructura personal abierta
a la gracia para conformar en él “la imagen del Hijo” (cf. Rom 8,28). En el
Estatuto se dice que “la segunda fase del Neocatecumenado es un tiempo de
combate espiritual para adquirir la simplicidad interior del hombre nuevo que
ama a Dios como único Señor, con todo el corazón, con toda la mente, con todas
las fuerzas y al prójimo como a sí mismo” (SCN, art. 20).

+ En la etapa de la Elección se empieza a alumbrar la identidad del hombre


nuevo, mostrando los signos de la koinonía: “el no juzgar, la no resistencia al
mal, el perdón y el amor al enemigo; y la ayuda a los necesitados, en la solicitud
por los enfermos, por los que sufren y por los ancianos” (SCN, art. 16&1). Por
ello, una vez que han “mostrado con las obras que en ellos se está realizando,
aunque en la debilidad, el hombre nuevo descrito en el Sermón de la Montaña,
que, siguiendo las huellas de Jesucristo, no resiste al mal y ama al enemigo, los
neocatecúmenos renuevan solemnemente las promesas bautismales en la Vigilia
Pascual”(SCN, art 21&2). Evidentemente, hay que ser muy realistas para
constatar, como hacen nuestros Obispos, que “la experiencia diaria nos enseña,
sin embargo, lo difícil que resulta una renovación interior. El hecho mismo de
que san Pablo tenga que recordar, una y otra vez, a los recién bautizados su nueva
condición nos indica la dificultad del cambio interior. Eso deberá hacernos ser
muy realistas respecto al hombre nuevo que quisiéramos ver nacer de la
catequesis de adultos” (CA, nº 165).

f) Todas las dimensiones de la persona irán siendo iluminadas a la luz del


Evangelio a lo largo del Neocatecumenado: su singularidad individual y
sexualidad diferenciada (hombre y mujer), su vocación al amor y a la vida
(familia y sexualidad), su realización y creatividad (trabajo y sociedad). En cada
uno de los tres grandes escrutinios que se viven en el itinerario neocatecumenal,
serán ayudados los neocatecúmenos a vivir la existencia cristiana desde la
integración de cada una de estas dimensiones a la luz de la fe. En este sentido, y
teniendo ya muy presente la experiencia de tantos neocatecúmenos que han
recorrido íntegramente el proceso neocatecumenal, se puede afirmar que el
Neocatecumenado es también un ámbito privilegiado para la re-construcción de
la persona, que la formación católica que se recibe ayuda a crecer y madurar
como personas a ser y vivir como cristianos.

j) Dimensión social

La vida teologal del cristiano -afirman nuestros Obispos- “tiene una dimensión
social y aún política que nace de la fe en el Dios verdadero, creador y salvador
del hombre y de la creación entera. Esta dimensión afecta al ejercicio de las
virtudes cristianas o, lo que es lo mismo, al dinamismo entero de la vida
cristiana”978. Efectivamente, la dimensión social de la fe forma parte -también-
del contenido de la iniciación en la vida evangélica de los catecúmenos, y por
ello debe mostrar “las consecuencias sociales de las exigencias evangélicas” (CT,
nº 29)979. La catequesis de adultos, en esta dimensión, “ha de avanzar
decididamente en la promoción de un laicado que se haga presente en el mundo a
partir de su fe. Sin esta audacia misionera, los seglares no pueden vivir lo que
hoy la Iglesia espera de ellos”980, afirman nuestros Obispos.

978
Cfr. CEE, Los católicos en la vida pública, Ed, Edice, Madrid 1985. Ver el contenido del XIIIº Encuentro de Arciprestes de
la Iglesia en Castilla, La dimensión social de la fe en la catequesis, Villagarcía de Campos (Valladolid), 1-4 de Marzo de 1993.
979
En este punto, los Obispos piden ´cautela y paciencia`, y “advierten que no pocas veces inducimos prematuramente a los
catecúmenos a un compromiso en la sociedad que no brota de unas actitudes hondamente arraigadas”. Cfr CC, nº 88, o que “a
veces los compromisos que se asumen son sólo de carácter asistencial -siempre necesarios- o de carácter intraeclesial, pero se
da una resistencia a una mayor presencia católica en la vida pública”. Cfr. CA, nº 163.
980
El Documento Los cristianos laicos. Iglesia en el mundo tiene como ´objetivo fundamental`proponer líneas de acción para
promover la corresponsabilidad y participación de los laicos en la vida de la Iglesia y en la sociedad civil, los Obispos piden
´fomentar la formación de la dimensión sociopolítica de la fe en el marco de la formación integral`(nº 80).
¿Cómo aparece recogida esta dimensión social de la fe en el Neocatecumenado?
¿Los neocatecúmenos conocen los principios fundamentales de la Doctrina
Social de la Iglesia? ¿Son iniciados a asumir su propia responsabilidad en su vida
profesional, laboral y social? ¿Se da -entre los neocatecúmenos - una cierta
inhibición en las tareas sociales y se desentienden de los aspectos más colectivos
de la fe? ¿Cómo comprenden y asumen la secularidad (LG, nº 31) en cuanto nota
específica de su vocación cristiana?

En el Estatuto del CN se afirma con claridad que “la catequesis capacita al


cristiano para vivir en comunidad y para participar activamente en la vida y en la
misión de la Iglesia. Los neocatecúmenos son iniciados a estar presentes, en
cuanto cristianos, en la sociedad y a cooperar en los diferentes servicios
eclesiales, según la vocación de cada uno” (art. 17&1)981. La toma de conciencia
y comprensión de la dimensión social a la que conduce la fe, se va formando al
compás de la maduración y formación de la misma Comunidad Neocatecumenal
que se convierte ella misma en un laboratorio de humanidad transformada: “A
medida que los neocatecúmenos crecen en la fe, empiezan a manifestarse los
signos de la koinonía [...] La koinonía se visibiliza también en la ayuda a los
necesitados, en la solicitud por los enfermos, por los que sufren y por los
ancianos, y en el apoyo a los que están en misión...” (SCN, art. 16&1)982.

981
Para R. BLÁZQUEZ, “la fe, en la medida en que va tomando asiento en la persona, impacta todos los ámbitos de la vida;
por tanto, sería infidelidad retener el dinamismo de la fe en la pura interioridad del corazón o del grupo. Por eso, la vida
conyugal y familiar, la relación con el dinero y la profesión, la manera de estar y vivir en la sociedad... van cambiando a lo
largo del camino recorrido por los catecúmenos en sus comunidades; estos aspectos son transparentes”. Cfr. Las Comunidades
neocatecumenales, p. 91.
982
Esta ´percepción` de la comunidad cristiana como primer espacio de ´transformación social`, ha sido ampliamente descrito
por nuestros Obispos: “La transformación del mundo se inicia ya en el cristiano convertido que rehace sus actitudes profundas
y sus relaciones con las demás personas [...] La comunidad cristiana es de manera más amplia y visible una porción de la
humanidad transformada por la fuerza del Espíritu” . Cfr. CEE, Testigos del Dios vivo, Ed, Edice, Madrid, 1985, nº 57a. En los
nnº 61-65 describen cómo los cristianos estamos llamados a ser ´testigos de otro mundo y fermento transformador de las
estructuras sociales`.
Ya he apuntado anteriormente que la comprensión eclesiológica del
Neocatecumenado, en la que se resalta la identidad de la comunidad cristiana
como Cuerpo visible de Jesucristo Resucitado en medio de la historia, determina
también la comprensión de su misión y presencia en medio del mundo, y por
tanto, la identidad de la misión de cada uno de sus miembros, en continuidad
con la fundamentación que encontramos en Lumen Gentium, nº 31: “El
apostolado de los laicos es participación en la misma misión salvífica de la
Iglesia, apostolado al que todos están destinados por el Señor mismo en virtud
del Bautismo y de la Confirmación [...] Todo laico, en virtud de los dones que le
han sido otorgados, se convierte en testigo y simultáneamente en vivo
instrumento de la misión de la misma Iglesia en la medida del don de Cristo”. Es
decir, no se contempla en el Neocatecumenado la misión del cristiano en el
mundo, desde su participación en las formas de vida asociada que existen en la
Iglesia (Acción Católica, movimientos, asociaciones...), sino que, por tratarse de
una iniciación cristiana, el itinerario formativo del Neocatecumenado tiende a la
recuperación del Bautismo, que está en la base de la fraternidad cristiana; y en la
medida que va siendo iniciado el neocatecúmeno, irá descubriendo su propia
vocación: al matrimonio en el Señor, al ministerio eclesial, a la vida religiosa, a
la militancia apostólica, a la militancia política.

El redescubrimiento gozoso de la vocación cristiana en plenitud, vivida


desde la inserción en una comunidad cristiana concreta, toda ella sujeto de la
misión de la Iglesia, permite que el neocatecúmeno descubra que “debe ser ante
el mundo un testigo de la resurrección y de la vida del Señor Jesús y una señal
del Dios vivo. Todos juntos y cada uno de por sí deben alimentar al mundo con
frutos espirituales (cf. Gál 5,22), y difundir en él el espíritu de que están
animados aquellos pobres, mansos y pacíficos, a quienes el Señor en el
Evangelio proclamó bienaventurados (cf. Mt 5,3-9). En una palabra, lo que el
alma es en el cuerpo, esto han de ser los cristianos en el mundo” (LG, nº 38).
Pero no solamente viviendo la existencia cristiana a un nivel individual, sino
desde una existencia compartida y comunitaria, viviendo la comunión y la
misión de la Iglesia desde una pequeña comunidad de talla humana que vive en
medio de la sociedad como signo y sacramento de salvación para todos los
hombres. En este sentido, “el Camino Neocatecumenal es ofrecido como un
instrumento apto para ayudar a la parroquia a cumplir cada vez más la misión
eclesial de ser, luz y fermento del mundo, y a brillar ante los hombres como
Cuerpo visible de Jesucristo resucitado, sacramento universal de salvación”
(SCN, art. 16&3)983.

983
En el art. 17&1, se dirá que “los neocatecúmenos colaboran activamente en la evangelización y en la edificación de la
Iglesia ante todo siendo lo que son”.
¿Cuáles son los rasgos más significativos y relevantes de la iniciación en
la dimensión social de la fe en el Neocatecumenado? De modo esquemático,
señalo los siguientes:
a) La verificación de la conversión personal del neocatecúmeno en su vida
personal, laboral y social. A lo largo del Neocatecumenado, todas las
dimensiones de la vida serán examinadas y juzgadas a la luz de la fe,
fundamentalmente con ocasión de los escrutinios. En este sentido, la formación
neocatecumenal contribuye a la unificación en la persona de las dimensiones
integradoras de su existencia: conversión-transformación, fe-vida, familia-
comunidad, conducta moral-vida laboral. Es en el contexto de discernimiento
moral que se propicia con ocasión de los escrutinios, donde los principios
básicos de la Doctrina Social de la Iglesia se presentan como criterios
iluminadores del ser y actuar como cristianos984.

b) Se parte de la convicción profunda de que la familia es el primer campo en el


compromiso social, en continuidad con lo expresado por Juan Pablo II en
Christifideles laici, nº 40: “la expresión primaria y originaria de la dimensión
social de la persona es el matrimonio y la familia [...] El matrimonio y la familia
constituyen el primer campo para el compromiso social de los fieles laicos”. El
testimonio de tantas familias reconstruidas, la apertura a la vida en los
matrimonios neocatecumenales, la educación y la transmisión de la fe a los
hijos, el surgimiento de vocaciones en el interior de las familias para el
ministerio sacerdotal, la vida religiosa, el matrimonio, son indicios inequívocos
de una adecuada e integral formación moral personal, conyugal y social en el
Neocatecumenado.

c) La formación en la comunión y comunicación de bienes -tanto espirituales


como materiales- con los hermanos de la comunidad y con los pobres de la
parroquia, como una manera real y práctica de vivir el desprendimiento y la
generosidad.

d) El descubrimiento y la potenciación de vocaciones singulares y específicas,


como una llamada del Señor a hacerse presentes en campos y ambientes
manifiestamente difíciles desde un punto de vista social: la presencia y la
evangelización en las cárceles, el envío de familias misioneras a los barrios
periféricos y marginales de las grandes ciudades.

e) La presencia y la actuación de los neocatecúmenos en la vida social y


política, con sus instituciones y plataformas, son ejercidas por éstos a título
984
Esta presentación viene pedida, también por nuestros Obispos: “Al tratar de la moral socioeconómica y política,
procúrese que se incorporen las principales enseñanzas de la doctrina social de la Iglesia y se tengan presentes los
documentos de la Congregación para la Doctrina de la Fe sobre la libertad cristiana y la liberación”. Cfr. Comisión Episcopal
para la Doctrina de la Fe - Subcomisión de Catequesis: “Criterios para el análisis y dictaminación de libros y materiales
catequéticos”, en Fe y Moral, p. 217.
personal, pero son invitados a actuar desde una identidad inequívocamente
cristiana y como forma de servicio al bien común.
f) La apertura del Neocatecumenado en parroquias esparcidas por todo el
mundo, y en contextos socio-culturales tan diversos y diversificados: parroquias
urbanas y rurales; en las grandes ciudades y en los poblados de la selva; en los
centros urbanos y en las periferias..., permite resaltar más la conveniencia del
espacio catecumenal como ámbito de formación social de la fe y como lugar
necesario para la verificación de su concreción real y encarnada.

Para concluir esta dimensión social de la fe se puede terminar afirmando


que la iniciación cristiana que se imparte a lo largo de todo el Neocatecumenado
posibilita a quienes la siguen fielmente llegar a ser y vivir como cristianos
adultos en medio del mundo, sabiendo que “son llamados por Dios para
contribuir desde dentro, a modo de fermento, a la santificación del mundo
mediante el ejercicio de sus propias tareas, guiados por el espíritu evangélico, y
así manifiestan a Cristo ante los demás, principalmente con el testimonio de su
vida y con el fulgor de su fe, esperanza y caridad” (LG, nº 31).

k) Dimensión escatológica

Es esta una de las dimensiones más silenciada en la transmisión catequética de


la Iglesia en las últimas décadas 985 y, sin embargo, forma parte también del
contenido central de la evangelización tal y como resalta el Papa Pablo VI en
Evangelii nuntiandi, nº 28: “La evangelización no puede por menos de incluir el
anuncio profético de un más allá, vocación profunda y definitiva del hombre, en
conformidad y discontinuidad a la vez con la situación presente...”.

No deja de ser sorprendente este olvido, al pensar que los Sacramentos de


iniciación cristiana son los que injertan al hombre en su vocación más definitiva
y última, que es justamente la vocación escatológica: “nosotros somos
ciudadanos del cielo, de donde esperamos como Salvador al Señor Jesucristo, el
cual transfigurará este miserable cuerpo nuestro en un cuerpo glorioso como el
suyo, en virtud del poder que tiene de someter a sí todas las cosas” (cf. Flp.
3,7)986. Efectivamente, para S. Pablo el cristiano, unido a Cristo por el Bautismo,
participa ya realmente de su vida celestial (cf. Ef. 2,6), pero esta vida es
985
“Se observa una importante laguna en lo que se refiere a las cuestiones escatológicas: muerte, juicio, infierno y gloria.
Prácticamente ausentes en la mayoría de los instrumentos catequéticos; cuando se tratan, o bien se presentan sin la necesaria
actualización teológica o bien se proponen de una manera desvaída o imprecisa”. Ibid. p. 216. Este ´déficit escatológico`en la
conciencia de nuestros católicos, provocó la publicación de unas ´orientaciones`por parte de la COMISIÓN EPISCOPAL
PARA LA DOCTRINA DE LA FE, Esperamos la resurrección y la vida eterna, Ed, Edice, Madrid 1995. Nuestros Obispos
levantan ´acta`de cómo “no pocos de los que se declaran católicos, al tiempo que confiesan creer en Dios, afirman que no
esperan que la vida tenga continuidad alguna más allá de la muerte” (nº 2); de ahí que sostengan que “la predicación, la
catequesis y la enseñanza de la religión católica, si quiere ser alimento sano de una fe íntegra y viva, han de proponer con
toda su riqueza la esperanza cristiana en la vida eterna [...] Si no se habla de ella, o si se habla de un modo inapropiado, el
corazón mismo de la fe en Jesucristo resultará negativamente afectado” (nº 3).
espiritual y oculta, y no llegará a ser manifiesta y gloriosa sino en la Parusía (cf.
Col 3, 1-4). Más aún, el Apóstol saca las consecuencias para la vida moral de la
acción de la gracia vivida ya en el plano sacramental, y contempla la vida del
bautizado como un irse “despojando del hombre viejo con sus obras, para
revestirse del hombre nuevo” (cf. Col 3,10). Para S. Pablo, la muerte y la
resurrección, realizadas por el Bautismo de manera instantánea y absoluta en el
plano místico de la unión con Cristo celeste (cf. Rom 6,4), deben realizarse de
forma lenta y progresiva en el plano terrestre del viejo mundo en el que sigue
sumergido el cristiano. Muerto ya en principio, debe morir de hecho dando
muerte día a día al hombre viejo pecador que vive aún en él (cf. Rom 6,1-11).

La presentación de los contenidos de indole escatológica en el


Neocatecumenado están íntimamente ligados al anuncio del Kerygma987, con una
notable insistencia y acentuación de que es “Cristo Jesús, quien ha destruido la
muerte y ha hecho irradiar vida e inmortalidad por medio del Evangelio” (cf. 2ª
Tim 1,10), que cuando es acogido en el corazón, hace brotar la fe. Y la fe en el
Señor Jesús ya es garantía de la vida eterna: “Porque, si confiesas con tu boca
que Jesús es Señor y crees en tu corazón que Dios lo resucitó de entre los
muertos, serás salvo” (cf. Rom 10,9)988. Es decir, a la adhesión interior del
corazón corresponde la profesión de fe exterior tal como se hace en el bautismo.
En la medida en que el Neocatecumenado es un itinerario postbautismal para el
redescubrimiento de la iniciación cristiana de los adultos bautizados, toda la
iniciación cristiana estará transversalmente tocada por la dimensión
escatológica. Como he hecho en las anteriores dimensiones, señalo ahora
algunos de los rasgos escatológicos más significativos de su núcleo catequético:

a) La teología bautismal, inserta en la médula del Neocatecumenado, es una


declaración del triunfo de la gracia sobre el pecado, de la vida sobre la muerte,
de la libertad sobre la esclavitud, a través de la muerte y resurrección de Cristo,
de cuyo triunfo glorioso participa el cristiano. En continuidad con la dialéctica
paulina del ya pero todavía no, en el Neocatecumenado se pone más énfasis en
la dialéctica joánica ya pero todavía más: “Mirad que amor nos ha tenido el
Padre para llamarnos hijos de Dios, pues ¡lo somos! (ya) [...] Queridos, ahora
somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que seremos (todavía no).
986
JUAN L. RUÍZ DE LA PEÑA al analizar la versión paulina del ´ya pero todavía no`, sostiene que “la aseveración
simultánea del presente y el futuro de la salvación no debe ser entendida como mera yuxtaposición de ambos momentos. Los
bienes salvíficos se poseen en la dialéctica del ya y el todavía no; el cristiano no camina ´según la carne`, aunque viva aún
´en la carne` (2 Cor 10,3; Gál 2,20; Flp 1,22); posee el Espíritu, mas como arrabón (arras: 2 Cor 1,22; 5,5) o aparché
(primicias: Rom 8,23) de la existencia espiritual propia del éschaton [...] A la vista de estos datos, parece lícito concluir que,
al igual que en los sinópticos, se da en Pablo la típica fusión de elementos presentistas y futuristas, articulados -importa
mucho destacarlo- en torno a la persona de Cristo”. Cfr. La pascua de la creación. Escatología, Ed, B.A.C., Madrid 1996, p.
105.
987
Para A. FUENTES, “toda la escatología: muerte, juicio, infierno y gloria. Son realidades que emergen con fuerza de la
teología del ´kerygma`y de la Cruz”. El Neocatecumenado, p. 133.
988
Para S. Pablo “la fe viene de la predicación, y la predicación, por la Palabra de Cristo” (cf. Rom 10,17). En íntima
conexión con esta comprensión paulina, se sitúa la praxis iniciática del Neocatecumenado (ver SCN, art 9, 1ª).
Sabemos que, cuando se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos
tal cual es (todavía más) [cf. 1ª Jn 3,1-2; 1ª Cor 13,12).

b) La concentración teológica en el Misterio Pascual de la espiritualidad


bautismal, hace que todo el Neocatecumenado reciba su fuerza y dinamismo
pascual de la celebración solemne del Santo Triduo, “cuyo fulgor irradia de luz
todo el año litúrgico, y que constituye por tanto el axis del Neocatecumenado, en
cuanto redescubrimiento de la iniciación cristiana” (SCN, art. 12&1).

c) La recuperación de la Vigilia Pascual y su índole escatológica resaltada de


modo eminente en el Neocatecumenado hace que todas las liturgias
neocatecumenales sean como una prolongación de la solemne Eucaristía de la
Vigilia de Pascua989, e introduce gradualmente en una espiritualidad escatológica
a los neocatecúmenos, haciéndoles descubrirse como hombres en camino, de
paso990.

d) Esta espiritualidad escatológica es alimentada, cada semana, en la


celebración de la Eucaristía dominical, que tiene lugar el sábado, después de las
primeras vísperas, y que, simbólicamente, con el signo de la noche, es como un
eco de la Vigilia Pascual: “La santa madre Iglesia considera deber suyo celebrar
con un sagrado recuerdo, en días determinados a través del año, la obra salvífica
de su divino Esposo. Cada semana, en el día que llamó del Señor, conmemora su
resurrección, que una vez al año celebra también, junto con su santa pasión, en
la máxima solemnidad de la Pascua” (SC, 102)991.

e) Teológica y pastoralmente unida a la recuperación de la Eucaristía como


anticipo del descanso escatológico, la praxis del Neocatecumenado introduce
pedagógicamente a los neocatecúmenos a vivir el Domingo como “día de la
alegría, descanso y solidaridad”992, también como “día de la esperanza”(DD, nº
38).

989
“La experiencia nos va diciendo cómo las comunidades encuentran en la Pascua el sentido a todo el año litúrgico. No se
concibe siquiera cómo puede vivirse la vida cristiana sin vivir la Vigilia Pascual, sin integrarse en el Misterio Pascual, sin
hacer la experiencia pascual como Pueblo de Dios. Ello explica y vigoriza la celebración de la Palabra de Dios cada semana y
la Eucaristía abriendo el Día del Señor, la convivencia de cada mes y cada ´paso`del ´camino`: de la Pascua venimos, a la
Pascua vamos y de Pascua en Pascua caminamos hacia el ´paso-pascua`definitivo y pleno a la Casa del Padre”. Cfr. JESÚS
HIGUERAS, La Parroquia y el Camino Neocatecumenal, p. 105.
990
Esta es la ´espiritualidad` que se proponía a los recién bautizados en la primitiva Iglesia, tal y como aparece en la Primera
Carta de San Pedro: “Pedro, apóstol de Jesucristo, a los que viven como extranjeros en la dispersión” (cf. 1,1). En la Nota de
la Biblia de Jerusalén se ilustra así la categoría ´extranjero`: La tierra es de Dios (Sal 24,1); el hombre vive en ella como
forastero (Lv 25,23), ´de paso`, puesto que ha de abandonarla al morir (Sal 39, 13s; 119, 19). Revelada ya la resurrección de
los muertos (2 M 7,9+), se completa el tema: la verdadera patria del hombre (Flp 3, 20; Col 3,1-4; Hb 11, 8-16; 13,14) es el
cielo; en la tierra vive ´en destierro` (paroikia, de donde procede ´parroquia`, 1 Pe 1,17; 2Cor 5, 1-8), en medio de un mundo
gentil, cuyos vicios deben evitarse (1 P 2,11; 4,2-4), como vivían los judíos de la Dispersión.
991
“La eucaristía es el lugar donde la Iglesia profesa y alimenta su esperanza escatológica, pidiendo al Padre que las
promesas del Reino se lleven eficazmente a su cumplimiento”. Cfr. D. BOROBIO, La Eucaristía, p, 377. Para un
acercamiento a la perspectiva escatológica de la Eucaristía en el Concilio y documentos posteriores, ver las pp. 380-383.
992
Cfr. JUAN PABLO II, Dies Domini. El día del Señor, nnº 55-73.
f) La iniciación a una forma de vida que reclama gestos escatológicos es una
tarea que a lo largo del Neocatecumenado se realiza gradualmente: En el primer
Escrutinio, los neocatecúmenos “piden a la Iglesia que les ayude a madurar en la
fe para realizar las obras de vida eterna (cf. Lc 14,25-33)” (SCN art. 19, 1ª);
durante el Neocatecumenado, y en relación con las entregas que van a recibir los
neocatecúmenos, profundizarán -estudiando por el Catecismo de la Iglesia
Católica- en todas las implicaciones y connotaciones escatológicas: en relación
con la oración, los artículos del Credo y las peticiones del Padre Nuestro, y lo
celebrarán en el contexto de la Liturgia de la Palabra y de la Eucaristía 993. Con la
entrega de la Liturgia de las Horas, serán iniciados a pedir la fuerza de lo alto
cada día para entrar en la voluntad de Dios; con la entrega del Símbolo,
aprenderán a confesar a Jesús como el Señor de la historia, “mientras esperamos
la aparición gloriosa de nuestro Salvador Jesucristo”; y con la entrega de la
Oración del Señor, profundizan aún más en el carácter escatológico de las
peticiones, “es la oración propia de los últimos tiempos, tiempos de salvación
que han comenzado con la efusión del Espíritu Santo y que terminarán con la
Vuelta del Señor. Las peticiones al Padre, a diferencia de las oraciones de la
Antigua Alianza, se apoyan en el misterio de salvación ya realizado, de una vez
por todas, en Cristo crucificado y resucitado” (CCE, nº 2771).

g) En el Neocatecumenado, en la medida en que maduran los neocatecúmenos


en la fe, aparecen gestos y actitudes que comportan un plus de confianza
escatológica: el surgimiento de la vocación de catequistas itinerantes994, que
dejando trabajo, familia y casa, ofrecen su vida entera a la evangelización; la
apertura a la vida en los jóvenes matrimonios, en una cultura que está cerrada a
la vida y que se expresa crudamente en el descenso de la natalidad 995; la
disponibilidad de familias numerosas para ir a cualquier parte del mundo a
993
El Concilio puso de manifiesto que “la más excelente manera de unirnos a la Iglesia celeste tiene lugar cuando
-especialmente en la sagrada liturgia, en la cual la virtud del Espíritu Santo actúa sobre nosotros por medio de los signos
sacramentales- celebramos juntos con gozo común las alabanzas de la Divina Majestad [...] Así, pues, al celebrar el sacrificio
eucarístico es cuando mejor nos unimos al culto de la Iglesia celestial”. Cfr. LG, nº 50. Ver todo el capítulo VII, dedicado a la
´Indole escatológica de la Iglesia peregrinante y su unión con la Iglesia celestial`(nnº 48-51). En SC, nº 8 se afirma que “en
la liturgia terrena pregustamos y tomamos parte en aquella liturgia celestial que se celebra en la santa ciudad de Jerusalén,
hacia la cual nos dirigimos como peregrinos y donde Cristo está sentado a la diestra de Dios como ministro del santuario y
del tabernáculo verdadero...”.
994
“El catequista itinerante queda unido a su parroquia y comunidad, a la que vuelve regularmente para participar en el
Camino de la misma. Además, el catequista itinerante acepta vivir su misión en precariedad -según la praxis de más de treinta
años del Camino Neocatecumenal-”. Cfr. SCN, art. 31&4.
995
Para el Papa JUAN PABLO II, “la banalización de la sexualidad es uno de los factores principales que están en la raíz del
desprecio por la vida naciente: sólo un amor verdadero sabe custodiar la vida. Por tanto, no se nos puede eximir de ofrecer
sobre todo a los adolescentes y a los jóvenes la auténtica educación de la sexualidad y del amor, una educación que implica la
formación de la castidad, como virtud que favorece la madurez de la persona y la capacita para respetar el significado
´esponsal`del cuerpo. La labor de educación para la vida requiere la formación de los esposos para la procreación
responsable”. Cfr. Carta Encíclica, Evangelium vitae, Ed, PPC, Madrid 1995, nº 97. La praxis neocatecumenal está mostrando
cómo el Neocatecumenado es un ámbito privilegiado para la educación en el valor de la vida en su integridad: sexualidad,
amor y castidad. La formación y educación sexual que los jóvenes neocatecúmenos reciben es inequívocamente católica, y
hoy por hoy, existencialmente ´martirial` porque les hace ir ´contracorriente`en la ´cultura de la muerte` con la que tienen que
confrontarse cada día. Ver, en esta perspectiva: CONSEJO PONTIFICIO DE LA CULTURA, Para una pastoral de la
cultura, Ed, Edice, Madrid 1999, nº 8; RAÚL BERZOSA, Evangelizar en una nueva cultura. Respuestas a los retos de hoy,
Ed, San Pablo, Madrid 1998.
evangelizar, dejando trabajo, seguridades y comodidades996; número estimable de
vocaciones para la vida contemplativa; desprendimiento y comunicación de
bienes entre los hermanos... son signos elocuentes de la radicalidad de una fe
que gusta aquí ya, anticipadamente, las delicias del Reino y que empieza a
vislumbrar el “ya pero todavía más”del Cielo.

h) Los tiempos litúrgicos marcados por la tensión escatológica son Adviento y


Pascua. En el Adviento, los neocatecúmenos viven en una intensa oración
comunitaria, por las mañanas en las parroquias, haciendo presente la actitud de
la Esposa que grita, “¡Ven!” (cf. Ap. 21,17), en la espera de la Parusía. En la
cincuentena pascual celebran en el contexto de las eucaristías la presencia del
Esposo en la Cena del Señor como anticipación del banquete escatológico por
las bodas del Cordero (cf. Ap 19,9). Así, al celebrar el memorial de Cristo, que
resucitó y ascendió al cielo, la comunidad cristiana está a la espera de “la
gloriosa venida de nuestro Salvador Jesucristo”997 .

i) Por último, hay que resaltar que el Neocatecumenado no sólo enseña e inicia
a vivir como cristianos, sino que también enseña e inicia a saber morir como
cristianos998. No deja de ser una ayuda para la recuperación pascual de la liturgia
de la exequias, contemplar el modo y el espíritu con que normalmente los
neocatecúmenos celebran la muerte de los hermanos de la comunidad y
parientes de sus familias. Cuando se asiste a un funeral de algún miembro de las
Comunidades Neocatecumenales se tiene - en no pocas ocasiones- la experiencia
de verificar cómo la fe en Jesucristo y la esperanza en la Resurrección iluminan
de tal forma esta situación-límite de dolor y de muerte, que aparece
transformada y vivenciada como una verdadera situación de paso, y de pascua:
“No queremos que estéis en la ignorancia respecto de los muertos, para que no
os entristezcáis como los demás, que no tienen esperanza. Porque si creemos que
Jesús murió y resucitó, de la misma manera Dios llevará consigo a quienes
murieron en Jesús” (cf. 1 Tes 4,13-14). Esta es la fe que consuela, esta es la
esperanza que no defrauda.

996
“La familia en misión queda unida a su parroquia y comunidad, a la que retorna periódicamente para participar en el
Camino de la misma. Además acepta vivir en la precariedad su misión -ayudada eventualmente por la comunidad de origen-,
quedando libre de interrumpirla en cualquier momento”. Cfr. SCN, art. 33&3.
997
Misal Romano, Embolismo después del Padre Nuestro.
998
El profesor titular de Filosofía de la Moral de la Universidad de Salamanca, ENRIQUE BONETE sostiene -desde una
investigación de las implicaciones éticas de la muerte- que “es necesario en las familias, vivir los últimos momentos como
privilegiados para tomar en peso la propia existencia y alcanzar tal grado de comunicación con los enfermos graves que les
libere de cualquier pánico o tabú que impidan la aceptación madura y digna de la ´muerte propia`. De lo contrario se fomenta
indirectamente la violación de ciertos derechos a los enfermos terminales: ´Tengo derecho a que se responda honestamente a
mis preguntas` y ´Tengo derecho a no ser engañado`”. Cfr. “Ética de la muerte” y “Ética del Morir”, en Éticas en esbozo, Ed,
DDB, Bilbao 2003, pp. 165-220; del mismo autor, La faz oculta de la modernidad, Ed, Tecnos, Madrid, 1995, cap. I: “La
sociedad moderna ante la muerte”. Desde una perspectiva cristiana son de sumo interés obras de reflexión en torno al ´más
allá`de la muerte y sus repercusiones en la forma de acercarse al final - y al ´sentido`- de la vida: OLEGARIO G. DE
CARDEDAL, Madre y muerte, Ed, Sígueme, Salamanca, 1993; J.A. VALLEJO-NÁGERA y J.L. OLAIZOLA, La puerta de
la esperanza, Ed, Rialp, Madrid, 1997; V. MESSORI, Apostar por la muerte. La propuesta cristiana, ¿ilusión o esperanza?,
Ed, B.A.C., Madrid, 1995; J. L. RUÍZ DE LA PEÑA, La Pascua de la creación. Escatología, Ed, B.A.C., Madrid, 1996.
5. El Neocatecumenado al servicio de la transformación de la Parroquia en
“comunidad de comunidades”.

El desarrollo práctico y concreto de todo el itinerario neocatecumenal se


desarrolla dentro de la parroquia “ámbito ordinario donde se nace y se crece en
la fe, lugar privilegiado donde la Iglesia, madre y maestra, engendra en la fuente
bautismal a los hijos de Dios y les gesta a la vida nueva” (SCN, art. 6&1). El
hecho de ir madurando gradualmente la fe en pequeñas comunidades al interior
de la Parroquia está ayudando a formar progresivamente dentro de ella un
conjunto de comunidades que está haciendo vislumbrar un nuevo tipo de
parroquia. En este sentido el Estatuto del CN reconoce que este itinerario
“contribuye a la renovación parroquial deseada por el Magisterio de la Iglesia de
promover nuevos métodos y nuevas estructuras que eviten el anonimato y la
masificación, y de considerar la parroquia como comunidad de comunidades”
(SCN, art. 22&2)999. Esta misma perspectiva es asumida y propuesta por nuestros
Obispos al referirse a la Parroquia en el Plan Pastoral de la CEE 2002-2005 en
estos términos: “Esta institución, nacida en los primeros tiempos de la Iglesia,
está llamada a continuar ejerciendo su influjo benéfico en este nuevo siglo,
como comunidad de comunidades y casa abierta para todos inserta junto a las
casas de los vecinos y con espíritu misionero”1000.

De cara a situar bien los conflictos que se plantean a nivel parroquial en


relación con las CNC, pienso que es necesario partir de una adecuada y
clarividente eclesiología de comunión1001
y proyectar desde ella una nueva comprensión de la Parroquia.

a) La Parroquia a la luz de la eclesiología de comunión

El Vaticano II ha sido un Concilio de reforma, de puesta al día. Ha


equilibrado realidades eclesiales que desde hacía siglos estaban
descompensadas. Ha afirmado simultáneamente y en recíproca interacción el
papado y la colegialidad, la fraternidad cristiana y la autoridad ministerial, la
unidad de la Iglesia universal y la consistencia real de las iglesias particulares, la
solidaridad con el mundo y la irreductible identidad... Pero la reforma iniciada
no tiene fin en sí misma, tiende a que la Iglesia adquiera mayor disponibilidad
cristiana para afrontar la evangelización urgente en la nueva etapa de la libertad

999
Para una comprensión más detenida y global de este nuevo tipo de parroquia, ver, J. HIGUERAS, La parroquia y el
camino neocatecumenal. Una experiencia, Ed, Edibesa, Madrid 1992; ID., Hacia la parroquia del Tercer Milenio, Ed,
Edibesa, Madrid 2000.
1000
Cfr. Una Iglesia esperanzada, n º 47.
1001
Cfr. CONGREGACIÓN PARA LA DOCTRINA DE LA FE, El Misterio de la Iglesia y la Iglesia como Comunión, Ed,
Palabra, Madrid 1994.
y de la justicia en que está entrando el mundo. El Vaticano II ha conectado con
el primer milenio de la historia de la Iglesia.

La Iglesia se renueva paradójicamente: volviendo a las fuentes; existe una


conexión estrecha entre búsqueda de las raíces y capacitación para asumir en el
mundo la misión. La Iglesia se reforma, es decir se purifica de las
deformaciones, buscando la forma original, es decir, conformándose con la
voluntad de Jesucristo.

El Vaticano II encontró en la categoría communio la clave unificadora1002


para la comprensión de la Iglesia. De aquí que al fundamentar su doctrina
eclesiológica acerca del misterio de la Iglesia sobre la noción de comunión,
hizo revivir un pensamiento permanente en la tradición cristiana. Así lo afirma J.
Ratzinger: “Esta eclesiología de la communio se ha convertido en el verdadero y
propio corazón de la doctrina sobre la Iglesia del Vaticano II, el elemento nuevo
y al mismo tiempo totalmente vinculado a los orígenes, que este Concilio ha
querido darnos”1003.

Pues bien, si “la eclesiología de comunión es una idea central y


fundamental en los documentos del Concilio1004, voy a intentar mostrar cómo se
resitúa la Parroquia en este nuevo ´marco eclesiológico`.

a) 1) La Parroquia, lugar de comunión

El Concilio Vaticano II ha presentado el misterio íntimo de la Iglesia


como communio, es decir, como “señal e instrumento de íntima unión con Dios
y de la unidad de todo el género humano” (LG, nº 1), y aparece ella misma
como una “muchedumbre reunida por la unidad del Padre y del Hijo y del
Espíritu Santo” (LG, nº 4). La importancia de esta nueva conciencia eclesial la
reconoce A. Antón al afirmar: “La innovación del Vaticano II de mayor
trascendencia para la eclesiología ha sido el haber centrado la teología del
misterio de la Iglesia sobre la noción de comunión”1005. Una Iglesia formada por
cristianos que se sienten solidarios en el seno de pequeñas comunidades, nacidas
a partir de la fe común, haciéndose responsables de la vida y de la misión de la
Iglesia1006.

1002
Cfr. R. BLÁZQUEZ, “Eclesiología de comunión”, en La Iglesia del Concilio Vaticano II, pp. 55-76.
1003
Cfr. “L´Ecclesiologia del Vaticano II”, en La Chiesa del Concilio, Milano, 1979, p.13
1004
Cfr. Sínodo Extraordinario de 1985: RF, II, C, 1.
1005
Cfr. Primado y colegialidad, Ed, B.A.C, Madrid 1970; p. 34.
1006
Existe abundante bibliografía sobre las pequeñas comunidades. Puede verse, por ejemplo en C. FLORISTÁN,
Bibliografía sobre comunidades de base: Actualidad Catequética 67 (1974), pp. 167-184. Para una comprensión de las CNC
sigue siendo válido el libro de R. BLÁZQUEZ, Las comunidades neocatecumenales.
En la eclesiología de comunión se hacen convergentes o mejor coinciden
la eclesiología eucarística y la eclesiología de la Iglesia local. Una comunidad
cristiana, convocada en un lugar determinado, donde se celebra el memorial del
Señor, es con toda verdad la Iglesia de Dios (LG, nº 26) 1007. De aquí, la
importancia de la parroquia como lugar de comunión. En este sentido “quiero
hacer notar que en el texto definitivo de LG, nº 26 se ha insertado este párrafo
gracias a la intervención de Mons. E. Schick que venía a responder a la
ausencia de una teología de la Iglesia particular que contemplara la naturaleza
del presbiterado, por un lado, y cómo esta consideración del orden de los
presbíteros nos conduce por sí misma, según Mons. Schick, a un punto de
máxima importancia, como es la Iglesia del lugar o parroquia en su sentido, no
tanto administrativo, sino más bien teológico”1008. Por tanto, decir que la
parroquia es una ecclesia equivale a decir que la parroquia es una communio,
una comunión.

Para dar vida hoy a una imagen de Iglesia según el Evangelio, es


necesario inspirarse en el modelo que a través del NT nos presentan las primeras
comunidades cristianas. Hemos heredado un modelo de Iglesia demasiado
recargado en lo institucional y en lo estructural que no facilita el sentido
comunitario y hace necesario un discernimiento de aquellas mediaciones
institucionales que hagan posible la existencia de la Iglesia como comunidad y
no ahoguen su desarrollo. Se hace necesario entender a la Iglesia desde una
perspectiva nueva, y no sólo reducirse a ´poner al día`sus estructuras, comparto
en este sentido la afirmación de P.A. Liege cuando afirma que “desde el nuevo
descubrimiento de la comunidad cristiana, como acontecimiento y comunión de
fe, de fraternidad, de servicio y de testimonio, se pueden volver a descubrir
también las indispensables estructuras eclesiales que la comunidad necesita para
ser íntegramente comunidad eclesial”1009.

a) 2) Raíces del moderno concepto de comunidad

1007
Cfr. JUAN JOSÉ CALLES, Lumen gentium, nº 26: Génesis, historia y teología, Licenciatura de Teología Dogmática,
Salamanca 1988.
1008
Ibid, p. 87. En su intervención conciliar Mons. E. SCHICK llegó a afirmar que “la parroquia, en su sentido teológico, o
sea, la comunidad de cristianos de un lugar, que suele reunirse para celebrar la Eucaristía, es según el Nuevo Testamento
Iglesia. No es tanto una ´sección`administrativa de la Iglesia, sino una representación verdadera y manifiesta de la Iglesia
universal”. Cfr. Ac. Syn. II/II, pp. 397-398.
1009
Cfr. Comunidad y comunidades en la Iglesia, Ed, Narcea, Madrid, 1978, p. 38. Sigue teniendo vigencia el estudio de la
COMISIÓN EPISCOPAL DE PASTORAL, Servicio pastoral a las pequeñas comunidades cristianas, Ed, Edice, Madrid
1982. En este documento se apuntaba ya la nueva concepción de parroquia: “La concepción de parroquia como comunidad
de comunidades nos parece a la vez perfectamente viable, sumamente adecuada a los condicionamientos del hombre y la
sociedad de hoy, y extraordinariamente beneficiosa para el crecimiento profundo y verdadero de la Iglesia. Decimos esto,
teniendo presente los resultados de las numerosas experiencias constatadas, así como las excepcionales condiciones que las
Pequeñas Comunidades están demostrando para estimular la autenticidad y la comunión eclesial” (p. 34).
Hasta el Vaticano II, la teología católica desconocía este concepto de
comunidad. En la segunda edición del “Lexikon fur Theologie und Kirche”,
preparada por Karl Rahner, el artículo ´Gemeinde` (comunidad) remite sobre
todo a la concepción bíblica de la Iglesia y, a continuación, analiza la comunidad
como concepto protestante. En realidad, tampoco el Concilio conoció esta
concepción.

El hecho de que el Concilio no haya formado este concepto, ni que, a


pesar de algunas alusiones y aproximaciones, haya hablado de la comunidad en
el sentido en que nosotros lo empleamos, no quiere decir que la idea sea
inadmisible. No obstante, este entramado básico le asigna ya su lugar y, desde
este punto de vista, el silencio del Concilio marca ciertos límites que son de
fundamental importancia para los nuevos razonamientos. Pero antes hay que
preguntarse: ¿De qué raíces se nutre el concepto de comunidad, si no procede de
la tradición católica? ¿Qué características tiene su contenido? ¿Cómo se pude
aceptar y cómo depurar si es necesario? A estos interrogantes responde con
profundidad J. Ratzinger1010. Según el Cardenal, el concepto de comunidad tiene
tres fuentes esenciales, sigo aquí su planteamiento:

1ª) La raíz más importante debe de buscarse en el movimiento reformista


del siglo XVI: sólo tiene valor teológico y está acorde con el evangelio cada una
de las comunidades concretas, reunidas bajo la palabra.
2ª) En Lutero, la idea de comunidad se entiende básicamente desde la
palabra (el evangelio): “el concepto de comunidad se apoya en dos elementos
fundamentales: la llamada de Dios que convoca y la respuesta a la llamada”.
3ª) Influyen también los modernos conceptos de democracia de base, de
enfrentamientos entre los de arriba y los de abajo, de construcción la nueva
sociedad a través de la base, ideas no pocas veces impreganadas de las utopías
de la moderna crítica social.

J. Ratzinger llega a la conclusión, en su estudio, de que en el nuevo


concepto de comunidad afloran muchos motivos dignos de atención; no
obstante, mezclados con ellos aparecen otros motivos y concepciones que
deforman, por fuerza, el concepto de Iglesia. Esta deformación surge allí donde
el don divino de la Eucaristía se destila un derecho del grupo que, en última
instancia, convierte a la Eucaristía más en medio para la autorrealización y la
autoconservación del grupo que para su inserción en la amplia dimensión de la
gran comunidad de todos los creyentes1011.

Sin embargo, el camino de la recuperación del concepto de comunidad


está abierto, según J. Ratzinger, para conseguir este concepto positivo de
1010
Cfr. Teoría de los principios teológicos, pp. 348-357.
1011
Tiene de trasfondo, entre otras, la obra de E. SCHILLEBEECKX, El ministerio eclesial, Ed, Cristiandad, Madrid 1983.
comunidad es perfectamente lícito tomar como punto de partida la idea de
Lutero según la cual la comunidad se constituye en virtud de la llamada de la
Palabra de Dios. Ahora bien, ´ser llamado en la palabra`significa también,
siempre, ser llamado en la conexión obligatoria y vinculante de historia de vida
de la comunidad creada por la Palabra, en la conexión católica. Desde aquí se
advierte como el ministerio jerarquico no es un añadido posterior a la Palabra,
de tipo organizativo, sino que es parte constitutiva de la forma esencial
sacramental católica de la Palabra única, que permanece así como única, en la
historia1012.

Estos dos polos que constituyen la comunidad cristiana -legitimidad y


comunión- aparecen con claridad en LG, nº 26 donde se afirma que “toda
legítima celebración de la Eucaristía es dirigida por el Obispo, al cual le fue
confiada la tarea de ofrecer a la Divina Majestad el culto cristiano y de regularlo
según los mandamientos del Señor y las leyes de la Iglesia”. Las pequeñas
comunidades cristianas presididas por un presbítero se insertan, mediante la
palabra legitimis, en el contexto de la sucesión apostólica y, por tanto, de la
Iglesia universal. Y por la comunión con el Obispo se constituye en comunidad.
A partir de estos dos principios, sostiene J. Ratzinger, se puede insistir “con
mucha fuerza en la importancia teológica de la asamblea local, de la comunidad
que ha surgido en unos lugares determinados o a partir de ciertos grupos y es el
soporte de las personas concretas, y puede elaborarse un concepto
teológicamente fecundo de comunidad”1013.

a) 3) Recuperación del carácter comunitario de la Iglesia

La dimensión comunitaria no es algo exclusivo de la vida cristiana, sino


que es algo connatural a la misma existencia humana. Sin vida comunitaria, el
hombre deja de ser humano porque deja de ser social. El hombre tiende a vivir
en común, necesita de los otros para su propio desarrollo y madurez. Esta
dimensión comunitaria parece que hoy adquiere nuevo impulso debido, en parte,
a un sentido renovado de responsabilidad y participación adquirido a nivel
social; y, por otra, la soledad y el anonimato que produce la sociedad industrial
conduce a la necesidad de vivir unas relaciones interpersonales a nivel humano
que, como muy bien ha expresado Henri De Lubac, permitan “instaurar
relaciones personales, interpersonales, de reconocimiento mutuo (llamarse por el
apellido, por el nombre), de comunicación, intercambio, de codo a codo. Surge
por consiguiente, una insatisfacción ante las grandes asambleas anónimas (...).
La Iglesia no puede seguir siendo un aparato extraño a la realidad comunitaria

1012
Para conocer de cerca estos planteamientos, ver Teoría de los principios teológicos, p. 356s.
1013
Ibid., p. 358.
vivida”1014. Y esta misma preocupación se la manifestaba el Papa Juan Pablo II a
los obispos de Ontario (Canadá) con motivo de la visita ad limina: “para muchas
personas, especialmente para los jóvenes, la ciudad se convierte en una
experiencia de desarraigo, anonimato e injusticia, con la consiguiente pérdida de
identidad y del sentido de la dignidad humana (...) Hace falta una experiencia
nueva y más profunda de la comunidad en Cristo, que es la única respuesta
eficaz y duradera a una cultura marcada por el desarraigo y el anonimato”1015.
La utopía comunitaria se presenta como el resorte capaz de cambiar las
relaciones humanas y la sociedad. Por su parte, los cristianos encuentran en su fe
nuevos motivos que estimulan y mantienen el impulso comunitario. El P. Liege
sostiene que los discípulos de Jesús “tienen motivos particulares para desear
vivir comunitariamente, en la medida en que se posesionan del Evangelio,
origen de su fe. Es cierto que no encuentran en su fe ningún ´modelo`unitario de
comunidad, pero sí la urgencia de existir como comunidad y unas normas de
conformidad con el proyecto eclesial de Jesucristo. Incumbe a cada generación
de creyentes la tarea interminable de dar forma a esta urgencia comunitaria
nacida del Evangelio, y de hacer visible y significativo el ´nosotros`comunitario
de los cristianos”1016.

La recuperación de la dimensión comunitaria de toda experiencia


cristiana, hará posible el que la Iglesia hoy recupere su sentido primigenio,
llegue a ser fraternidad efectiva y se convierta en un lugar de anuncio gozoso y
de interpelación para todos los hombres. Es necesario para ello, como afirma el
P. Liege que “todo bautizado se oriente hacia las experiencias comunitarias y
comprenda que es facultativa la vida comunitaria a causa del Evangelio. Son aún
demasiados los bautizados que vegetan en la Iglesia, sin integrarse activamente
en ella, por pensar que la vida comunitaria exige una vocación especial y un

1014
Cfr. Llamados a la vida, Ed, Herder, Barcelona 1988, pp. 146-147.
1015
Cfr. El desarrollo de las grandes ciudades plantea graves problemas pastorales a la Iglesia: L´Osservatore romano (14
de mayo de 1999), p. 2. A la problemática pastoral de cómo evangelizar la cultura urbana ha querido responder el último
Sínodo de Obispos de América que han llegado a afirmar que no hay que dejar que el anonimato de las ciudades invada
nuestras comunidades eucarísticas. Hace falta encontrar nuevos métodos y nuevas estructuras para construir puentes entre las
personas, de modo que se realice realmente la experiencia de acogida mutua y de cercanía que la fraternidad cristiana
requiere. Podría ser que esta experiencia, y la catequesis que debe acompañarla, se realice mejor en comunidades más
pequeñas, como se aprecia en la Exhortación postsinodal: “Una clave de renovación parroquial, especialmente urgente en las
parroquias de las grandes ciudades, puede encontrarse quizá considerando la parroquia como comunidad de comunidades...
Ellas son el marco más fácil para escuchar la palabra de Dios, para reflexionar a su luz sobre los diversos problemas humanos
y madurar opciones responsables inspiradas en el amor universal de Cristo”. Cfr. Ecclesia in América, nº 41. El Papa Juan
Pablo II ha desarrollado esta misma perspectiva en dos alocuciones en relación con la CNC: “El Camino Neocatecumenal, en
el que maduran los itinerantes y las familias misioneras, puede responder a los desafíos del secularísmo, de la difusión de las
sectas y de la escasez de vocaciones. La reflexión sobre la palabra de Dios y la participación en la Eucaristía hacen posible la
vitalidad de la parroquia mediante cristianos maduros capaces de dar testimonio de la verdad con una fe radicalmente vivida”.
Cfr. Mensaje a los miembros del CN lain El Camino Neocatecumenal puede responder a los desafíos del secularísmo, las
sectas y la escasez de vocaciones: Ecclesia, n. 2.632 (15 de mayo de 1993), p. 31; y un año más tarde volvía a afirmar: “Estas
comunidades ayudan a experimentar la Iglesia como cuerpo de Cristo, en el que, mediante los signos sacramentales, Dios
extiende su acción salvífica a los hombres de toda generación, sobre todo a las familias”. Cfr. Un ejemplo de nueva
evangelización: L´Osservatore romano (21 de enero de 1994), p. 20.
1016
Cfr. P.A. LIEGE, o. cit., p. 9. En esta perspectiva ver G. LOHFINK, La Iglesia que Jesús quería. Dimensiones
comunitarias de la fe cristiana.
atractivo particular, si es que no la juzgan puro esnobismo” 1017. En este sentido la
praxis del Neocatecumenado al ser vivido en pequeñas comunidades ayuda
enormemente a vivir la comunitariedad de la fe como un don: “La educación a la
vida comunitaria es una de las tareas fundamentales de la iniciación cristiana. El
Neocatecumenado educa a ella de modo gradual y constante mediante la
inserción en una pequeña comunidad, cual cuerpo de Cristo resucitado, abierta a
la vida de la comunidad parroquial y de toda la Iglesia” (SCN, art. 15&1).

Sin embargo hay que reconocer que en esta dimensión nos encontramos
todavía ante una transición en gran medida todavía pendiente: pasar de una
forma de Iglesia como organización de servicios religiosos (por ello pudo ser
identificada la Iglesia con el Papa, los Obispos, los sacerdotes, los frailes y las
monjas) a otra forma de Iglesia como comunidad, donde todos seamos
miembros activos, conscientes de la dignidad cristiana, dispuestos a dar
personalmente razón de la esperanza, responsables en los trabajos del Evangelio.
La acentuación de la comunitariedad, que reclama como necesario correlato la
acentuación de la personalidad de cada uno, es de esta manera condición para la
nueva evangelización. La comunidad no es refugio de intimidados, sino hogar
de adultos. Para que la vida cristiana sea vivida verdaderamente en cristiano, ha
de ser vivida en comunidad1018.

b) Dos visiones eclesiológicas en conflicto

En el fondo de los conflictos que se han venido produciendo a lo largo de


estas últimas décadas en relación con la praxis eucarística de las CNC subyace
un problema de comprensión eclesiológica como muy bien ha detectado y
señalado L.Maldonado al decir que “la explicación de que siga existiendo una
liturgia no comunitaria tiene su origen en la pervivencia de un modelo de Iglesia
no centrado en la comunión. En la actual liturgia de nuestras iglesias coexisten,
al menos, dos modelos diversos de celebración correspondientes a los dos
modelos de Iglesia que también coexisten hoy en la praxis comunitaria. En las
celebraciones masivas y pasivas en que los fieles ´asisten` más bien como
espectadores, subyace el modelo de Iglesia denominada ´societaria`, es decir,
´sociedad perfecta`dominada y absorbida por la jerarquía (...) No es que se deba
contraponer sociedad jerárquica y comunidad-comunión, pero sí deben
articularse. Y, en todo caso, hay que dar la primacía a lo que el Vaticano II se la
concede. Precisamente el Vaticano II logra la convergencia y coherencia
notables entre sus dos Constituciones, la litúrgica y la eclesiológica, la
1017
Ibid., p. 104.
1018
Mons. RICARDO BLÁZQUEZ afirma con rotundidad que “necesitamos recuperar la verdad de la Iglesia como
congregación, como comunidad (...) Sin comunitariedad la Iglesia pierde su misma identidad; se difuminan sus contornos, se
generaliza su concreción, se dilapida su fuerza, se afloja su densidad”. Cfr. “Dimensión eclesial de la identidad cristiana”, en
Jesús si, la Iglesia también, p. 311.
Sacrosanctum Concilium y la Lumen Gentium. Al tema dominante de la
primera, la participación de toda la asamblea en la celebración, corresponde el
tema dominante de la segunda, a saber: la idea de pueblo de Dios, una Iglesia
centrada no en el vértice sino en la base”1019.

Tomando como punto de partida el discernimiento hecho por L.


Maldonado, pero sin caer en una visión dualista de la realidad eclesial, sí que
podemos hablar de dos visiones de Iglesia, y por tanto de parroquia, en las que
liturgia y eclesialidad se implican mutuamente hasta condicionarse la una a la
otra.

b) 1) La Parroquia totalizante

En este modelo de comprensión eclesiológica se sitúan aquellos que


interpretan la Eucharisticum mysterium de manera restrictiva sin tener en cuenta
los ulteriores discernimientos y maduración de las cuestiones. Estos autores
(teólogos, pastoralístas y liturgístas) tienen y la expresan una honda
preocupación por el abandono de la práctica religiosa y de la mentalidad difusa
de nuestra situación cultural actual. Desearían congregar, de nuevo, en torno a la
celebración dominical a todos los fieles de una parroquia para así poder expresar
mejor la unidad de la Iglesia. Sin embargo esta preocupación pastoral conduce,
cuando se parte de una eclesiología universalista, a no valorar ni tener en cuenta
suficientemente las necesidades reales de los fieles. Se contradice así el
principio histórico que está en el origen de la multiplicidad de los lugares para la
celebración y de la multiplicación también de celebraciones en el mismo lugar,
este principio subraya la “salus animarum” “quae in ecclesia suprema semper
lex esse debet” (CIC, nº 1752).

La fe en la verdad pluridimensional de la Eucaristía y una teología


adecuada, sostiene P.J. Cordes, sufrieron en la Edad Media un
empequeñecimiento, cuando el misterio de la Eucaristía quedó encadenado a la
única cuestión de la presencia real. Ciertamente es lamentable que a través de la
evolución se perdiera la perspectiva de que el sentido fundamental de la
celebración de la Eucaristía está en la unidad del cuerpo eclesial de Cristo. Pero
esta reducción teológica no es nada en comparación con la ceguera que supone
proponer la supresión de las celebraciones de la Eucaristía en pequeñas
comunidades, en favor de una única misa dominical en las parroquias, como si
la fijación de un criterio sociológico-numérico aumentara los resultados
espirituales; según parece, la comunidad se fundamenta y se edifica
incuestionablemente sobre el estar juntos, en el mismo lugar, todos los
1019
Cfr. “La reforma litúrgica del Concilio y la práctica litúrgico-pastoral en la Iglesia española”, en A. GONZÁLEZ
MONTES (ed.), o. cit., p. 168.
miembros de la parroquia”1020. Efectivamente, tal reducción no es posible porque
incluso desde el punto de vista antropológico y filosófico, supone una cortedad
de visión; y si se mira desde la fe y la pastoral, no sólo debe ser calificado como
criterio insuficiente, sino incluso como equivocado.

Nadie se opondrá si una parroquia reduce el número habitual de misas


dominicales. También puede ocurrir que los sacerdotes se encuentren
sobrecargados por las numerosas liturgias que tienen que celebrar. Pero si, para
resolver las dificultades emergentes, los pastores responsables prestan atención a
la primitiva teología cristiana de la Eucaristía y al posible crecimiento espiritual
como fruto de una más profunda participación litúrgica, no se plantearán las
cosas sólo y en primer lugar a partir del número de misas, sino que deberán más
bien partir de criterios pastorales, con los que tomarán decisiones diferenciadas.
Y la misa en pequeñas comunidades será un modo muy apropiado para penetrar
más profundamente en el sentido del acontecimiento eucarístico. En este sentido
afirma P. Farnés que “si miramos la misa sólo bajo el aspecto de la
manifestación de su eclesialidad, habrá que preferir sin más la misa en gran
asamblea. Pero si la miramos también bajo otras realidades - la de la
participación consciente, activa, fructuosa (SC, nº 11), piadosa (SC, nº 48),
interior y exterior (SC, nº 19)- la cosa quizá puede variar. Es aquí donde se
requiere gran equilibrio para sopesar qué es lo mejor en cada caso”1021.

Ahora bien, en realidad, el ideal de que todos los miembros de la


parroquia deban reunirse en un único lugar para la celebración de la Eucaristía
dominical choca casi en todas partes con razones prácticas que lo hacen
imposible. Para constatarlo basta ver el tamaño de las parroquias y el número de
sus habitantes1022.
El problema, por tanto, está en la comprensión eclesiológica de la que se
parte. Hasta la formulación del Derecho Canónico de 1983, la idea de parroquia
partía del planteamiento local, el llamado ´principio parroquial`. En él confluían
tres normas determinantes: en primer lugar, el decreto del Concilio de Trento,
según el cual cada diócesis debía ser dividida necesariamente en jurisdicciones
parroquiales; en segundo lugar, el deber impuesto al párroco de hacerse
responsable de todos los que pertenecían a su parroquia ; en tercer lugar, la
subordinación de cada cristiano al párroco de su lugar de vivienda o de
residencia. En esta visión prevalecía lo jurídico sobre lo teológico.

1020
Cfr. Una participación activa, p. 100.
1021
Cfr. La celebración eucarística en pequeños grupos, p. 287.
1022
PJ. CORDES da los siguientes datos: “en Roma, la parroquia de San Juan Bosco tiene 65.000 habitantes y la de María de
la Esperanza 50.000; en Milán, la de Santos Nabor y Felix, 24.300 habitantes y la de los Santos Nereo y Aquiles, 21.300
habitantes; en París, la de S. Pedro de Mont Rouge, 51.200 habitantes y la de S. Lambert de Vaugirard, 51.700 habitantes; en
Madrid, de Pueblo de Colmenar Viejo, 32.000 habitantes, y la de San Vicente Ferrer, 19.000 habitantes. Estas cifras
representan, ciertamente unos datos extremos. Pero las parroquias en las que el domingo sea suficiente una única celebración
de la Eucaristía son también excepcional, muy poco frecuente”. Cfr. o. cit., pp. 101-102.
El Concilio Vaticano II ha tomado pocas pero notables determinaciones
para la realidad parroquial. Según ellas, son consideradas diversas porciones del
Pueblo de Dios, no sólo la diócesis, sino también la parroquia y todas las demás
comunidades en las que el sacerdote ejerce su ministerio (LG, nnº 26 y 28; SC,
nº 41; PO, nº 6). Las parroquias, por tanto se han de considerar como estructuras
organizativas de carácter jurídico-pastoral. Además, el Concilio pone de relieve
el significado del único presbiterio (LG, nº 28; PO, nº 7 y CD, nº 11),
constituido por el Obispo y sus presbíteros. También el presbiterio encuentra su
fundamento principalmente en un criterio, no de carácter jurídico, sino
carismático-sacramental: el criterio de la communio. Así, el segundo principio
eclesiológico de la parroquia es una realidad teológica (SC, nº 42). La parroquia
es a luz de la eclesiología conciliar communitas christifidelium, el elemento
territorial pasa a un segundo lugar. La parroquia no es en primer lugar una
circunscripcióno un distrito, sino la portadora de una misión (CIC, can. 516) y
en el centro de la determinación está, sobre todo, la asamblea eucarística como
la fuente auténtica de la comunión parroquial1023.

También el Catecismo de la Iglesia Católica enseña que la parroquia es


“el lugar donde todos los fieles pueden unirse para la celebración dominical de
la Eucaristía” (CCE, nº 2179). El texto usa possunt y no congregandi sunt, como
se podría esperar. Esto quiere decir que los fieles pueden ser convocados
también en otros lugares distintos dentro de la parroquia. Por lo demás corrobora
esta misma concepción el hecho de que en el CIC de 1983 se precise que
“cumple el precepto de participar en la Misa quien asiste a ella (qui missae
assistit ubicumque celebratur ritu catholico), dondequiera que se celebre el rito
católico, tanto el día de la fiesta como el día anterior por la tarde” (can.
1248&1).

En la visión totalizante de parroquia y de acción pastoral que se


fundamenta en la sola celebración dominical, la multiplicación de celebraciones
es contemplada como un atentado a la presunta unidad parroquial y
evidentemente no encaja bien la praxis eucarística propia del Neocatecumenado
donde la Eucaristía es esencial en cuanto completa la iniciación cristiana y es
vivida en pequeña comunidad para que los neocatecúmenos “sean iniciados
gradualmente a la plena, consciente y activa participación en los divinos
misterios” (SCN, art. 13&2). Sin embargo, como muy bien ha fundamentado
1023
Según PJ. CORDES “el auténtico ser de la verdadera Iglesia (SC, nº 2: Genuinam vere Ecclesiae naturam) lo expresa
cada comunidad que celebra la Eucaristía y está presidida por el presbítero. Según esto, la parroquia no es más que una
posible forma jurídica de las diversas comunidades eucarísticas de una Iglesia local: ´considerada constitucionalmente, se
encuentra al mismo nivel que las otras formas jurídicas de comunidades eucarísticas que han surgido como congregatio
Christifidelium gracias al carisma originario dado a un fundador o fundadora de movimientos o asociaciones eclesiales, o de
otras formas asociativas en el ámbito de la Iglesia`”. Cfr. o. cit., p. 106. Ya por los años ´80, Mons. INIESTA reclamaba que
se debía “reconocer eclesialmente la situación de las pequeñas comunidades cristianas, tan pertenecientes a la vida diocesana
como las parroquias territoriales, con tal de que tengan un cierto contacto con el obispo, incluso a través de los laicos, aunque
muy frecuentemente será por medio de un presbítero que atiende a la comunidad”. Cfr. Teopraxis: 2. Comunidades. Tareas
urgentes. Ensayos de Teología pastoral, p. 23.
Mons. Cordes, “parroquia y Eucaristía en pequeñas comunidades tienen un
mismo e idéntico objetivo. No han de ser consideradas como alternativas o
contradictorias, sino como necesariamente relacionadas y asociadas una con
otra. Sacrificar, en aras de una más profunda unidad de la vida parroquial, la
celebración de las eucaristías de estas comunidades, carece de lógica en una
perspectiva teológica. Prohibirlas atenta contra el mismo principio de
legitimidad de la parroquia”.1024

b) 2) La Parroquia comunidad de comunidades

Junto a la anterior visión de la parroquia desde una eclesiología


universalista, vamos a intentar mostrar, de nuevo, la concepción de la Parroquia
desde el principio troncal de la eclesiología conciliar de la comunión. El
Concilio Vaticano II presenta un tipo de parroquia sobre la base de la nueva
eclesiología por el mismo elaborada: “El Obispo no puede presidir
personalmente a toda la grey en su Iglesia, siempre y en todas partes. Por eso,
necesariamente debe constituir comunidades de fieles, entre las que destacan las
parroquias, distribuidas localmente bajo un pastor que hace las veces del
Obispo. Estas, en cierto modo, representan a la Iglesia visible establecida por
todo el mundo. Por tanto, se ha de fomentar teórica y prácticamente entre los
fieles y el clero la vida litúrgica parroquial y su relación con el Obispo, y hay
que trabajar para que florezca el sentido de comunidad parroquial, sobre todo en
la celebración común de la misa dominical” (SC, nº 42).

Esta noción de parroquia como comunidad de fieles, lógica consecuencia


de la eclesiología desarrollada por el Vaticano II en torno al concepto de
communio, encuentra su “expresión más completa in communi celebratione
missae dominicalis que es el centrum et culmen totius vitae christianae. Esto
significa que entre todos los coetus fidelium, que el obispo debe poder erigir
para presidir eficazmente la propia populi Dei portio, la parroquia es el
paradigma de agregación eclesial que nace de la celebración eucarística
dominical”1025. La asamblea eucarística es la fuente propia de la comunidad
parroquial. Más aún, en la visión que el Concilio tiene de la Eucaristía se
afirmará, además, que “no se construye ninguna comunidad cristiana si ésta no
tiene su raíz y centro en la celebración de la sagrada Eucaristía. En ella, por
tanto, ha de empezar toda la formación en el espíritu de comunidad”(PO, nº 6).

Si es verdad que la expresión parroquia comunidad de comunidades no


aparece como tal en los textos conciliares, sin embargo la recepción que la
Iglesia ha ido haciendo progresivamente de esta nueva comprensión
1024
Cfr. Una participación activa, pp. 106-107.
1025
Cfr. L. GEROSA, Carisma e diritto nella Chiesa, Ed, Jaca Book, Milano, 1989, p. 229.
eclesiologíca de la Parroquia se ha ido abriendo paso al ritmo de los desafíos que
a la Iglesia se le han ido presentando. El Papa Pablo VI en Evangelii nuntiandi
acogió con paternal solicitud el fenómeno de las pequeñas comunidades y las
interpretó como un signo de los tiempos: “florecen un poco por todas partes en
la Iglesia” (nº 58). Juan Pablo II ha alentado y ayudando a que el fenómeno de
las pequeñas comunidades fuera acogido, valorado y ayudado. Será en
Christifideles laici , nº 61 donde se fundamentará el papel ´matriz`de la
Parroquia como ámbito de inserción y de comunión de las pequeñas
comunidades. En el Mensaje al Pueblo de Dios, nº 10 los padres sinodales
saludan la nueva concepción de la Parroquia: “Vemos con alegría que la
parroquia se convierte en comunidad de comunidades cuando es ella el epicentro
de las comunidades eclesiales de base y de los demás grupos y comunidades que
la dinamizan y, a la vez, se nutren de ella”. Dos años más tarde en Redemptoris
missio, nº 51 , ofrecerá un juicio más valorativo de lo que esta transformación va
a suponer dentro de la parroquia: “Estas comunidades descentralizan y articulan
la comunidad parroquial a la que pertenecen siempre unidas, se enraízan en
ambientes populares y rurales, convirtiéndose en fermento de vida cristiana...”.
Y esta evolución, en el pensamiento del Magisterio, encuentra su madurez en las
formulaciones que expresará Juan Pablo II en Ecclesia in America, nº 41: “Una
clave de renovación parroquial, especialmente urgente en las parroquias de las
grandes ciudades, puede encontrarse quizás considerando la parroquia como
comunidad de comunidades”.

Aunque el interés comunitario no es algo nuevo en la Iglesia y ha estado


siempre presente desde su origen, la convicción de que la comunidad constituye
el lugar apropiado de anuncio y vivencia de la fe se ha ido abriendo paso
progresivamente en los documentos del Magisterio en estos últimos decenios.
Hoy, en la Iglesia, la dimensión comunitaria es percibida como una necesidad
más sentida y universal entre los cristianos. Como he señalado anteriormente, el
anonimato y la masificación de la gran ciudad despierta la necesidad de vivir la
fe en grupos de talla humana o en pequeñas comunidades cristianas que sean de
verdad misioneras en nuestro mundo.

La necesidad de que las estructuras de la Iglesia se renueven para


responder a los desafíos de una cultura urbana afecta primordialmente a la
Parroquia, de ella afirma Joan Bestard que “no puede ignorar la existencia de
estos grupos o comunidades de base, intermedios entre el individuo y ella
misma. Tales grupos o comunidades podrán ser un elemento revitalizador de la
vida parroquial, ya que en las parroquias urbanas es muy difícil que madure una
verdadera conciencia comunitaria si no es a nivel de estos grupos de talla
humana. Las pequeñas comunidades pueden dinamizar la vida parroquial y, a la
vez, la parroquia puede coordinar y relacionar a estas comunidades entre sí, para
que no se queden encerradas en horizontes demasiado estrechos o narcisistas. En
estas pequeñas comunidades, el hombre urbano encuentra una manera eficaz de
profundizar su experiencia cristiana, que es esencialmente personal y, al mismo
tiempo, esencialmente comunitaria”1026.

Efectivamente, ante la aldea global que ya señalara McLuhan, la


Parroquia está llamada a transformarse en una aldea celeste, con una nueva
estética: un catecumenium, con espacios modernos para el culto y para la vida de
las pequeñas comunidades, un modelo social más humano, capaz de abrir
espacios para una nueva cultura. Aquí hay que situar la urgente necesidad para la
evangelización del Catecumenado tal y como se pidió en el Congreso sobre
Parroquia evangelizadora: “Necesitamos experimentar y encontrar verdaderos
catecumenados para personas realmente alejadas. Procesos capaces de conducir
de la no fe a la fe, del alejamiento a la comunidad, del vacío a la experiencia
religiosa, de la indiferencia a la seducción por Jesús”1027.

Para que las parroquias sean verdaderas comunidades cristianas, el Papa


Juan Pablo II pide que “las autoridades locales favorezcan: a) la adaptación de
la estructuras parroquiales con la amplia flexibilidad que concede el Derecho
Canónico, sobre todo promoviendo la participación de los laicos en las
responsabilidades pastorales; b) las pequeñas comunidades eclesiales de base,
también llamadas comunidades vivas, donde los fieles pueden comunicarse
mutuamente la palabra de Dios y manifestarse en el recíproco servicio y en el
amor; estas comunidades son verdaderas expresiones de la comunión eclesial y
centros de evangelización, en comunión con sus pastores”1028.

Ahora bien, este nuevo modelo de Iglesia, que puede ser definido como
comunidad de comunidades, tiene sus riesgos y comporta interiormente sus
limitaciones1029. De aquí la importancia de la Parroquia como lugar de comunión.
1026
Cfr. J. BESTARD, Desafíos de la realidad urbana a la parroquia: Sal Terrae (septiembre 1984), pp. 671-672.
1027
Cfr. Congreso Parroquia Evangelizadora, Ed, Edice, Madrid 1988. En la 1ª Ponencia del Congreso nos encontramos con
una lectura pastoral de los datos del análisis sociológico que se había hecho a partir de la encuesta preparatoria. Es muy
significativo reseñar la complementariedad que se ha ido produciendo en las parroquias de las diócesis españolas entre
parroquia - pequeñas comunidades y los movimientos apostólicos: “El sentido comunitario de la parroquia va en aumento: un
53% afirman que la estructura general de la parroquia es comunitaria” (...) También crece el número de parroquias
concebidas como una comunión de pequeñas comunidades diversas o que de hecho albergan en su seno algún tipo de
comunidades: populares (un 4,2%), neocatecumenales (un 10%), y otras pequeñas comunidades (un 27%)”. Cfr. Congreso, p.
65. De cara a renovar nuestras parroquias, se afirma que éstas “no pueden ponerse al servicio de la evangelización, si no van
transformándose de centros de servicios religiosos en comunidades vivas de creyentes, es decir, en ámbitos donde los
cristianos puedan vivir realmente la experiencia de la fraternidad cristiana” (Ibid, p. 147).
1028
Cfr. Christifideles laici, nº 26. Algunos años más tarde, en 1991, Juan Pablo II sostendrá que “estas comunidades
descentralizan y articulan la comunidad parroquial a la que permanecen siempre unidas, se enraízan en ambientes populares y
rurales, convirtiéndose en fermentos de vida cristiana, de atención a los últimos, de compromiso en pos de la transformación
de la sociedad. En ellas cada cristiano hace una experiencia comunitaria, gracias a la cual también él se siente elemento
activo, estimulado a ofrecer su colaboración en las tareas de todos. De este modo, las mimas comunidades son instrumento de
evangelización y de primer anuncio, así como fuente de nuevos ministerios”. Cfr. Redemptoris missio, nº 51.
1029
Mons. RICARDO BLÁZQUEZ las ha señalado: “1ª) Cada comunidad no puede estar desconectada de otras
comunidades ni de la Iglesia univeral; 2ª) La vida eclesial en comunidad pequeña no puede llevar consigo una
automarginación de la vida pública; 3ª) Puede existir el peligro de que la intensidad de la vida comunitaria asfixie a la
persona”. Cfr. Jesús sí, la Iglesia también, pp. 312-313. En esta perspectiva ver la profunda reflexión de I. ZIZIOULAS, El
ser eclesial. Persona, comunión, Iglesia, Ed, Sígueme, Salamanca 2003.
La Parroquia concebida como comunidad de comunidades se situaría en la línea
del ministerio de la unidad y de la comunión, siendo ella misma garantía de la
intercomunión entre diversas comunidades eclesiales. Puesta a su servicio, está
llamada a ofrecerles, además del lugar de culto, locales adecuados para sus
reuniones y una estructura básica capaz de coordinar iniciativas y hacer efectivo
un trabajo común. La Parroquia así concebida será la encargada de evitar la
disgregación de los grupos, pero sin imponerles una disciplina monovalente.
Esta perspectiva de comunión, como muy bien ha señalado el Papa Juan Pablo II
“está estrechamente unida a la capacidad de la comunidad cristiana para acoger
los dones del Espíritu. La unidad de la Iglesia no es uniformidad, sino
integración de las legítimas diversidades” (NMI, nº 46). La existencia de las
comunidades dentro de la Parroquia en forma de pequeñas iglesias locales
facilitará la fermentación cristiana de los miembros por la evangelización más
honda, y tendrá más consistencia la participación de los fieles. El Sínodo que
reflexionó sobre la vocación y misión de los fieles laicos en la Iglesia y el
mundo, y que lo hizo a la luz de la eclesiología de comunión afirma de las
pequeñas comunidades que “dentro de algunas parroquias, sobre todo si son
extensas y dispersas, las pequeñas comunidades eclesiales pueden ser una ayuda
notable en la formación de los cristianos, pudiendo hacer más capilar e incisiva
la conciencia y la experiencia de la comunión y de la misión eclesial”1030.

La Parroquia podrá llamarse y ser en verdad comunidad de comunidades


si es capaz de crear a su alrededor todo un tejido de grupos de talla humana
adecuadamente interrelacionados entre sí y con ella misma. Esta nueva
concepción de Parroquia ya ha sido asumida por la CEE: “La concepción de la
parroquia como comunidad de comunidades nos parece, a la vez perfectamente
viable, sumamente adecuada a los condicionamientos del hombre y de la
sociedad de hoy, y extraordinariamente beneficiosa para el crecimiento profundo
y verdadero de la Iglesia. Decimos esto teniendo presentes los resultados de las
ya numerosas experiencias constatadas así como las excepcionales condiciones
que las pequeñas comunidades están mostrando para estimular la autenticidad y
la comunión eclesial”1031.

Ciertamente, nos encontramos en un momento de transición, de una


Iglesia de masas a una Iglesia comunidad de creyentes que optan por la fe
personal y libremente en un mundo secular. La tensión es por tanto inevitable
pero hay que tener en cuenta, como sostiene J. Bestard, que “hoy día no es
conveniente plantear la opción pastoral, a nivel de comunidades, en sentido
disyuntivo (o comunidades o parroquia). Lo que importa es saber conjugar
1030
Cfr. JUAN PABLO II, Christifideles laici. Los fieles cristianos, nº 61. En el Mensaje final el Sínodo había recogido la
definición de nueva parroquia como comunidad de comunidades. Cfr. Mensaje de los padres sinodales al Pueblo de Dios, nº
10: Vida Nueva, n. 1606/7 (7/14 noviembre de 1987), p. 69.
1031
Cfr. Servicio pastoral a las pequeñas comunidades cristianas, nº 46. Ver también La catequesis de la Comunidad, nº
280.
ambas posibilidades, sin excluir que pueda haber pequeñas comunidades,
incluso extraparroquiales, que conecten con el Consejo Arciprestal de Pastoral o,
en su ausencia, con otras instancias diocesanas que les permita caminar y
desarrollarse como Iglesia, de cuya unidad es servidor el Obispo” 1032. Ahora bien
K. Rahner sostiene que “si las comunidades de base se van convirtiendo
paulatinamente en los elementos fundamentales insustituibles de la Iglesia del
Obispo, la Iglesia del Obispo tiene la tarea y el deber de impulsar y contribuir
según sus fuerzas a la formación de esas comunidades y a su tarea misionera”1033.

A esta nueva comprensión eclesiológica ha contribuido sin duda alguna la


praxis eclesial y pastoral de las parroquias que cuentan con CNC. Hay
parroquias que cuentan con 28, 20, 18, 15 comunidades. La armónica
coexistencia entre vida parroquial y desarrollo del itinerario neocatecumenal ha
hecho comprender que cuando no se plantean los conflictos en términos
disyuntivos, la Parroquia ofrece al Neocatecumenado el ámbito natural para que
desde él se “eduque a la vida comunitaria de modo gradual y consciente
mediante la inserción en una pequeña comunidad abierta a la vida de la
comunidad parroquial y de toda la Iglesia” (SCN, art. 15&1).

c) La espiritualidad de la comunión como punto de partida para solucionar


los conflictos pastorales

No hay una eclesiología de comunión si previamente no se ha cultivado


una espiritualidad de la comunión. Este es uno de los desafíos de Iglesia para el
tercer milenio y el Papa Juan Pablo II ha querido desarrollar esta nueva
perspectiva a la que nos abre la communio: “Hacer de la Iglesia la casa y la
escuela de la comunión” (NMI, nº 43). El Papa quier que esta espiritualidad sea
el “principio educativo en todos los lugares donde se forma el hombre y el
cristiano” (nº 44) por tanto también del Neocatecumenado que tiene como
misión “poner a las personas, de etapa en etapa, paso a paso, no sólo en
contacto, sino en comunión, en intimidad con Jesucristo” (nota 17 de los SCN) y
de la Parroquia, que como hemos presentado anteriormente, está llamada a ser
ámbito, casa de la comunión. Para nuestros Obispos “ella constituye el
entramado básico de la vida de cada Iglesia, donde los fieles pueden encontrar
cauces naturales de participación eclesial. Esta institución, nacida en los
primeros tiempos de la Iglesia, está llamada a continuar ejerciendo su influjo
benéfico en este nuevo siglo, como comunidad de comunidades y casa abierta

1032
Cfr. J. BESTARD, art. cit., p. 664.
1033
Cfr. Cambio estructural de la Iglesia, Ed, Cristiandad, Madrid 1974, p. 140. Ya por aquellos años el teólogo alemán
hacía este tipo de afirmaciones: “La Iglesia del futuro deberá construirse y crecer desde su base natural comunitaria. ´Iglesia
desde la base`, fundamentada en auténticas ´comunidades de base`, de libre iniciativa y asociación, unidas en comunión con
el Obispo y ocn la Iglesia particular diocesana” (pp. 140-145).
para todos inserta ´junto a las casas`de los vecinos y con espíritu misionero” 1034.
Esta apertura de la Parroquia para acoger los dones del Espíritu es valorada por
Juan Pablo II al afirmar que “tiene gran importancia para la comunión el deber
de promover las diversas realidades de asociación, que tanto en sus modalidades
más tradicionales como en las nuevas de los movimientos eclesiales, siguen
dando a la Iglesia una viveza que es don de Dios constituyendo una auténtica
primavera del Espíritu” (NMI, nº 46)1035.

La espiritualidad de la comunión reclama también que se habiliten


“espacios de comunión” en el entramado de la vida de cada diócesis y de cada
Parroquia. En estos espacios y ámbitos para la comunión destacan las asambleas
parroquiales y los consejos pastorales a todos los niveles (parroquial, arciprestal
y diocesano). Ellos ofrecen el marco adecuado para el discernimiento
compartido, la clarificación de las posturas, el conocimiento mutuo de las
realidades parroquiales y la superación de los conflictos que se plantean en la
vida pastoral ordinaria porque la “teología y la espiritualidad de la comunión
aconsejan una escucha recíproca y eficaz entre Pastores y fieles, manteniéndolos
por un lado unidos a priori en todo lo que es esencial y, por otro, impulsándolos
a confluir normalmente incluso en lo opinable hacia opciones ponderadas y
compartidas” (NMI, nº 45). Esta pedagogía de la comunión será cada vez más
necesaria porque como han puesto de manifiesto nuestros Obispos “hace falta un
mayor conocimiento mutuo y apertura por parte de todos y se debe evitar la
contraposición entre Parroquia y movimientos o de movimientos entre sí, ya que
todos expresan la riqueza del Espíritu y entre todos hacen posible una Iglesia
con más vitalidad”1036.

d) Valoración de la dimensión comunional en las Comunidades


Neocatecumenales

A lo largo de estas últimas décadas, toda una corriente pastoral y teológica


ha concluido, a partir de la Iglesia como comunión, que su realización ha de ser
necesariamente comunitaria. Sin embargo, la mayoría de las parroquias y de las
celebraciones eucarísticas que tienen lugar en ellas no constituyen verdaderas

1034
Cfr. CEE, Una Iglesia esperanzada, nº 48.
1035
Ya en Redemptoris missio había hecho el Papa una decidida defensa de los movimientos eclesiales: “Cuando se integran
con humildad en la vida de las iglesias locales y son acogidos cordialmente por obispos y sacerdotes en las estructuras
diocesanas y parroquiales, los movimientos representan un verdadero don de Dios para la nueva evangelización y para la
actividad misionera propiamente dicha. Por tanto, recomiendo difundirlos y valerse de ellos para dar nuevo vigor, sobre todo
entre los jóvenes, a la vida cristiana y a la evangelización, con una visión pluralista de los modos de asociarse y de
expresarse” (nº 72).
1036
Cfr. CEE, Una Iglesia esperanzada, nº 50.
comunidades. Si se les da este nombre es más en virtud de un deseo teológico
que de una constatación sociológica.

Las CNC quieren vivir la comunión eclesial y se presentan como un


instrumento al servicio de la comunión y de la misión en las parroquias: “El
Neocatecumenado, en cuanto itinerario se realiza en la parroquia” (SCN, art.
6&1) está al servicio del “Párroco que está al centro de la realización del
Camino Neocatecumenal” (art. 6&2) y cuida “de promover en sus destinatarios
un maduro sentido de pertenencia a la parroquia y de suscitar relaciones de
profunda comunión y colaboración con todos los fieles y con los demás
componentes de la comunidad parroquial (art. 6&3). Para R. Blázquez “la
comunidad neocatecumenal es una realización local de la Iglesia infra e
intraparroquial. La eclesialidad constitutiva de la condición humana pasa por la
comunidad, que crece en el ámbito parroquial, que está en conexión con el
obispo de la diócesis. En este punto es claramente perceptible la perspectiva
conciliar (...) La comunidad está siempre presidida por el presbítero, está
insertada en la parroquia, y para abrir el camino neocatecumenal en la diócesis
reciben los catequistas el encargo del obispo. El los acoge y los envía. Las
relaciones de los catequistas con el obispo y con el párroco son siempre
transparentes. No existe la mínima ambigüedad por lo que se refiere a la
comunión eclesial”1037.

Sin embargo no están excluidos los conflictos. En 1983 en la alocución


que el Papa dirigió a los neocatecumenales en la audiencia del 10 de febrero les
llamó la atención en relación algunas cuestiones que estaban creando conflictos
de comunión: a) sobre la sujeción de la labor catequética neocatecumenal al
episcopado: “Seguid los métodos, indicaciones, itinerarios y textos ofrecidos por
los Episcopados e igualmente ejerced el ministerio de la catequesis dentro de la
comunión y disciplina eclesial”1038; b) sobre la necesidad de formación de los
catequistas; c) sobre los peligros de abandono de los deberes de la vida laical y
de aislamiento de la comunidad y d) sobre la debida fidelidad a las normas
jurídicas y litúrgicas.

En cualquier caso, en la Iglesia, todos los conflictos están llamados a ser


superados a través del diálogo sincero, del discernimiento compartido 1039, y del
deseo de avanzar juntos por los caminos de la comunión y de la misión
1037
Cfr. R. BLÁZQUEZ, Comunidades neocatecumenales, p. 617.
1038
Cfr. JUAN PABLO II, Alocución a los neocatecumenales: L´Osservatore romano (11 de febrero de 1983), p. 6.
1039
En este sentido hay que valorar la Instrucción pastoral de Mons. RAFAEL GONZÁLEZ MORALEJO, Sobre las
Comunidades Neocatecumenales en las parroquias de la Diócesis de Huelva de 1993: Boletín oficial de la Diócesis de
Huelva (abril 1993), pp. 1-12. Esta Instrucción estaba motivada por el deseo del Obispo en orden a acrecentar la comunión
para una mejor orientación de la fecunda tarea evangelizadora que las CNC estaban llevando al interior de la Diócesis:
“Añadiré algunas normas y consejos prácticos que miran al conjunto de la Diócesis, con la esperanza de que todos podamos
contribuir a incrementar la comunión fraterna mientras tratamos de conseguir, desde distintas actitudes y experiencias, el
mayor fruto de la loable labor que realizan cuantos intervienen en el Camino Neocatecumenal” (p. 4).
sabiéndonos todos necesarios y complementarios. Circunstancialmente, se
pueden oír otro tipo de acusaciones que se dicen aquí o allí, y que D. Borobio las
ha concentrado en un paquete de críticas que se suelen hacer a las CNC: “a)
minusvaloran lo que en la parroquia se ha hecho hasta el momento, con lo que
crean una cierta división con los que no se unen y aceptan sus planteamientos; b)
acaparan al presbítero, con lo que impiden que se entregue como debiera a otros
grupos y a la comunidad más amplia; c) La autoridad última en las mismas
comunidades no la tiene el presbítero sino los catequistas, con lo que la unidad
en el ministerio jerárquico no se manifiesta en plenitud...etc” 1040. Efectivamente,
toda obra humana, y el CN lo es, está marcada por el pecado y la debilidad del
hombre que ofusca, no deja ver la verdad y puede impedir que se vean los
frutos. Sin embargo, una vez que el CN ha sido aprobado en su identidad
eclesial, los Estatutos “constituyen - en palabras de Juan Pablo II: una
importante ayuda para todos los pastores de la Iglesia, particularmente para los
Obispos diocesanos, a los cuales se les ha confiado por parte del Señor el
cuidado pastoral y, en particular, la iniciación cristiana de las personas en las
diócesis. En su acompañamiento paternal y atento a las comunidades
neocatecumenales los Ordinarios diocesanos podrán encontrar en los Estatutos
los principios básicos del Camino Neocatecumenal en fidelidad a su proyecto
originario”1041. Se trata, pues, de aplicar el sentido común y pastoral para saber
encauzar, orientar y potenciar este “itinerario de formación católica, válida para
la sociedad y para los tiempos de hoy” (SCN, art. 1&1).

En conclusión, las Comunidades Neocatecumenales que están viviendo el


itinerario neocatecumenal, y las que ya lo han finalizado y viven como
comunidades cristianas en el interior de las parroquias, lejos de significar un
peligro para la Iglesia-institución, quieren ser, y lo están siendo de hecho en
muchos aspectos, un espacio de renovación: “De este modo el Camino
Neocatecumenal contribuye a la renovación parroquial deseada por el
Magisterio de la Iglesia de promover ´nuevos métodos y nuevas estructuras` (...)
y de considerar ´la parroquia como comunidad de comunidades`(SCN, art.
23&1). Entiéndase lo de espacio en el sentido de ámbito institucional en el que
se está alumbrando una nueva imagen de Iglesia, gracias a la ayuda del Espíritu
y gracias también al empeño creativo con que hoy día se intenta vivir, en
comunidad, dimensiones esenciales de la fe cristiana. “En este sentido -afirma S.
Movilla- y desde esta convicción es desde donde puede afirmarse, con realismo
y esperanza a un mismo tiempo, que las comunidades son el futuro de la Iglesia,
porque eso fue lo primero - y quiere seguir siéndolo hoy- la Iglesia de Cristo:
una ´comunión de comunidades`”1042.
1040
Cfr. D. BOROBIO, “La recepción del Concilio por movimientos cristianos postconciliares en España”, en A.
GONZÁLEZ MONTES (ed.), o. cit., p. 54.
1041
Cfr. Discurso del Papa JUAN PABLO II: “A los iniciadores del Camino Neocatecumenal, a los catequistas itinerantes y a
los presbíteros”, en Statuta, p. 140.
1042
Cfr. S. MOVILLA, Del catecumenado a la comunidad, p. 222.
CONCLUSIONES FINALES
Una vez analizados los contenidos bíblicos, catequéticos-sacramentales y
teológicos centrales en el Neocatecumenado, tras haber visto las fuentes desde
las que se elaboran dichos contenidos (Escritura, Tradición, Magisterio) y los
materiales que se utilizan en la pedagogía catequética del Neocatecumenado
(Biblia, Diccionarios Bíblicos, RICA, textos de los Santos Padres, obras de
autores espirituales, documentos del Magisterio y de un modo especial el
Catecismo de la Iglesia Católica), quiero resaltar ahora - desde un método
comparativo- en qué medida la formación que se imparte en el
Neocatecumenado se ajusta o se distancia de las orientaciones que la Iglesia pide
hoy para formar, desde una pedagogía adulta, a los cristianos del tercer
milenio1043.

Como he venido haciendo a lo largo de toda esta Disertación, tanto ahora


como en los anteriores capítulos, la muestra comparativa con la que he
confrontando la praxis neocatecumenal no es otra que la de aquellos
documentos que han abordado en su integridad la pastoral catequética en general
(Directorio General de Pastoral Catequética del ´71, Catecismo de la Iglesia
Católica y Directorio General para la Catequesis ´97), y la pastoral
catecumenal de un modo más específico (Catequesis de la Comunidad ´83,
Catequesis de Adultos ´90, La Iniciación Cristiana ´98, y Orientaciones
pastorales para el Catecumenado ´02).

1. Valoración de los contenidos teológico - catequéticos del Neocatecumenado

A la luz del desarrollo pedagógico del Neocatecumenado, teniendo muy


presente la articulación y la presentación de los contenidos teológico-
catequéticos en su integridad y gradualidad que se transmiten a quienes recorren
el itinerario neocatecumenal, y haciendo un ejercicio comparativo con las
orientaciones que nos ofrecen los documentos pastorales más relevantes antes
señalados voy a resaltar las siguientes conclusiones. Señalo en primer lugar, los
aspectos más relevantes, y en segundo lugar, indico también, aquellos aspectos
que necesitan una especial atención en orden a ser corregidos y canalizados de
modo integral en el espíritu de comunión eclesial que debe presidir las
relaciones dentro del Pueblo de Dios.

1.1. Aportaciones más relevantes

1043
Así definen nuestros Obispos los perfiles del cristiano adulto: “La lectura y meditación de la Sagrada Escritura,
especialmente de los Evangelios y de los escritos de los Apóstoles, el conocimiento de la tradición y de las enseñanzas de la
Iglesia, la oración asidua, personal y familiar, la participación frecuente en las celebraciones litúrgicas, la penitencia personal
y sacramental, el compromiso personal en la vida de la propia comunidad y en al amor, y el servicio eclesial a los pobres
tienen que ser los perfiles reales y concretos de la vida personal de cada cristiano consciente y adulto”. Cfr. CEE, Testigos del
Dios vivo, nº 30.
1ª) La naturaleza de la catequesis que se transmite en el
Neocatecumenado es, desde una perspectiva teológica, eminentemente
cristocéntrica. Esta vinculación del neocatecúmeno con Cristo es el centro de
toda la vida espiritual, y por tanto el centro de la catequesis a la que se le inicia
(DCG-71, nº 40; CA, nº 140). La finalidad definitiva del Neocatecumenado es
poner a las personas, de etapa en etapa, paso a paso, no sólo en contacto, sino en
comunión, en intimidad con Jesucristo (DGC-97, nº 80; RICA, nº 6).

2ª) La centralidad del misterio de la Santísima Trinidad será resaltado


tanto en la catequesis como en la estética litúrgica del Neocatecumenado. La
presentación del misterio de Dios como comunión de Personas en la Trinidad, es
el misterio central de la fe y de la vida cristiana. El cristocentrismo trinitario del
mensaje cristiano, en virtud de su propia dinámica interna, conduce a la
confesión de fe en Dios: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Es un cristocentrismo
esencialmente trinitario (DGC, nº 99). Los cristianos, en el Bautismo, quedan
configurados con Cristo, Uno en la Trinidad, y esta configuración sitúa a los
bautizados, hijos en el Hijo, en comunión con el Padre y con el Espíritu Santo.
Por eso su fe es radicalmente trinitaria. Los neocatecúmenos, son iniciados al
Misterio de Dios-Trinidad, también ayudados por la teología de los iconos1044.

3ª) Si la finalidad de la catequesis es la confesión de la fe (CC, nnº 96 y


230), vamos a asistir a lo largo de todo el Neocatecumenado a una progresiva
maduración de la fe en los neocatecúmenos, que encontrará su punto culminante
en el tiempo de la Traditio Symboli- Redditio Symboli, en el que confesarán
públicamente la fe que han recibido, creído, experimentado, celebrado y
anunciado por las casas de la parroquia (CC, nº 137; CA, nº 138; 179; DGC, nº
82).

4ª) En cuanto a los contenidos de las mismas catequesis hay que reiterar
que son eminentemente bíblicos, y recogen los núcleos centrales del mensaje:
Kerygma, fe y conversión, misterio pascual (el Siervo y el Kyrios), la Iglesia y
la comunidad, sacramentos y oración, símbolo y mandamientos, apostolado y
ministerio. El estricto desarrollo de la dinámica y etapas catecumenales es el
espacio de unos contenidos que siempre pertenecieron a la esencia y objetivos
del Catecumenado.

5ª) En relación con la pedagogía catequética, la experiencia contrastada


en tantas Comunidades Neocatecumenales, confirma y garantiza la integridad de
los contenidos y la gradualidad en su presentación. A través de las celebraciones
de la Palabra se va conduciendo a los neocatecúmenos no sólo al conveniente
conocimiento de los dogmas y de los preceptos, sino también al íntimo
1044
“El icono de la Santa Trinidad de Andrés Rublev”, en PAUL EVDOKIMOV, El arte del icono. Teología de la Belleza,
Ed, PPC, Madrid 1991; L. MALDONADO, Liturgia, arte, belleza. Teología y estética, Ed, San Pablo, Madrid 2002.
conocimiento del misterio de la salvación, cuya aplicación desean (CA, nnº 198-
203; DGC, nº 113).

6ª) Unida a la dimensión pedagógica, en la presentación gradual de los


contenidos teológico-catequéticos y su presentación contextuada en los pasos
litúrgicos que jalonan todo el itinerario neocatecumenal, adquiere toda su
vigencia y actualidad la importancia de la iniciación mistagógica que respeta los
ritmos de los neocatecúmenos y la gradualidad del proceso catecumenal. Esta
dimensión fue resaltada con motivo de la celebración del Sínodo del ´85, “las
catequesis, deben ser de nuevo hoy el camino que introduzca a la vida litúrgica
(catequesis mistagógicas)” [Sínodo, II, B) b).2], y aparece perfectamente
recogida en el nº 1075 del CCE donde se indica el carácter inductivo de esta
“catequesis mistagógica” pues “procede de lo visible a lo invisible, del signo al
significado, de los sacramentos a los misterios” (ver también: DCG, nnº 89, 108;
IC, nnº 30, 49).

7ª) La eclesialidad de la catequesis viene dada por la comprensión misma


que se tiene de la pequeña Comunidad Neocatecumenal: “Modelo de la
Comunidad Neocatecumenal es la Sagrada Familia de Nazaret, lugar histórico
donde el Verbo de Dios, hecho Hombre, se hace adulto creciendo en sabiduría,
edad y gracia, viviendo en obediencia a José y María. En la comunidad los
neocatecúmenos se tornan adultos en la fe, creciendo en humildad, simplicidad y
alabanza, en obediencia a la Iglesia” (SCN, art. 7&2). En el Neocatecumenado
se percibe con profundidad cómo la comunidad cristiana es fuente, lugar y meta
de la catequesis (CC, nnº 258-266; CA, nº 106, 110; DGC, nº 86).

8ª) La misma pedagogía neocatecumenal en su creatividad inculturada,


aporta a la pastoral catecumenal en general, nuevas perspectivas y posibilidades
de ensanchamiento en los contenidos catequéticos:

a) La garantía de ser introducidos en un Catecumenado posbautismal,


posibilita el ofrecimiento al neocatecúmeno de una síntesis orgánica y
significativa del mensaje cristiano en su integridad, ateniéndose a las
cuatro tareas fundamentales de la catequesis: una iniciación orgánica en el
conocimiento del misterio de la salvación, una capacitación para orar y
celebrar la fe en la liturgia, un entrenamiento en la adquisición de las
actitudes evangélicas, y una iniciación a la acción apostólica y misionera.
Y esto, partiendo de la constatación de la experiencia que nos dice
-afirman nuestros Obispos- “que muchos procesos de catequesis de
adultos no llegan a ofrecer un marco referencial doctrinal suficiente, tanto
para poder vivir con hondura la fe cristiana en una sociedad secularizada,
como para poder dar razón de nuestra esperanza ante los hombres” (CA,
nº 176; CC, nº 86; IC, nº 63). La integridad de los contenidos en el
Neocatecumenado queda avalada al ser definido en su naturaleza como
“un itinerario de formación católica, válida para la sociedad y para los
tiempos de hoy” (SCN, art 1&1).
b) La presentación cristológica con sus implicaciones existenciales del
Siervo de Yahvé. Nuestros Obispos han señalado en este punto que “la
catequesis no destaca suficientemente el camino concreto a través del cual
Jesús fue obediente a su Padre, y que no es otro que el camino del Siervo.
Hay que hacer descubrir al adulto el camino, basado en la pobreza, la
obediencia, el servicio, la entrega. En este sentido, la auténtica
vinculación a Jesucristo debe llevar a asumir el estilo de vida propio de
Jesús. ´El discípulo no puede ser mayor que el maestro` (cf. Lc 6,40)”
[CA, nº 143].

c) La fundamentación del sentido eclesial de la fe (CC, nº 137). Señalan


también los Obispos que “todos hemos de reconocer sinceramente que el
sentido eclesial aparece - con frecuencia- deteriorado entre nosotros, en
situación enferma. Y es imposible una verdadera renovación de la
catequesis sin un sentido eclesial sano, como es muy difícil recuperar el
auténtico sentido de la Iglesia sin la catequesis” (CC, nº 138; CA, nnº 111-
112).

d) La aportación a la iniciación de la piedad mariana que el


Neocatecumenado hace a la Iglesia hoy. Se puede comprobar el gran
déficit mariológico en los documentos de pastoral catequética en general,
y la necesidad de una adecuada y sencilla pedagogía que introduzca a los
catequizandos y a los catecúmenos en el misterio de María, dentro del
Misterio de Cristo y de la Iglesia.

e) El papel insustituible de la familia en la tarea transmisora de la fe. En


este punto, es significativa la aportación que el CN hace a la pastoral
familiar, con la recuperación del domingo, como día del Señor y espacio
privilegiado para que los padres, en una celebración doméstica, puedan
transmitir la fe a los hijos en un contexto litúrgico, durante la oración de
los Laudes del Domingo. Adquiere también una gran relevancia para la
pedagogía de la transmisión de fe a los hijos la celebración en familia de
la Solemne Vigilia Pascual.

f) La importancia que adquiere el ámbito del Catecumenado como espacio


necesario para la formación moral integral (personal, laboral, social y
política), y como tiempo para la verificación de la transformación de la
persona por obra y gracia del Espíritu Santo.
g) La aportación de una escatología esperanzada que ayuda a los
catequizandos y catecúmenos a vivir con gozo la tensión del ya pero
todavía más, para ayudar al necesario equilibrio de todos los contenidos
que la catequesis debe impartir, también abordando las cuestiones
escatológicas que, como afirman los Obispos, “prácticamente las
cuestiones escatológicas: muerte, juicio, infierno y gloria, están ausentes
en la mayoría de los instrumentos catequéticos” (cf. CEE, Fe y Moral, p.
216).

9ª) El Camino Neocatecumenal, en cuanto “ itinerario de formación


católica, válida para la sociedad y para los tiempos de hoy” (SCN art. 1&1), en
la medida que es “una modalidad de realización diocesana de la iniciación
cristiana y de la educación permanente de la fe” (SCN, art. 1&2), equipa y
forma a los neocatecúmenos para que sean y vivan la novedad y la radicalidad
de la existencia cristiana, - desde el corazón de la Iglesia- en medio de la
sociedad y del mundo: “consagrados a Cristo y ungidos por el Espíritu Santo,
están maravillosamente llamados y preparados para producir siempre los frutos
más abundantes del Espíritu. En efecto, todas sus obras, oraciones, tareas
apostólicas, la vida conyugal y corporal, si se realizan en el Espíritu, incluso las
molestias de la vida, si se llevan con paciencia, todo ello se convierte en
sacrificios espirituales agradables a Dios por Jesucristo (cf. 1 Pe 2,5), que ellos
ofrecen con toda piedad a Dios Padre en la celebración de la Eucaristía
uniéndolos a la ofrenda del cuerpo del Señor. De esta manera, también los
laicos, como adoradores que en todas partes llevan una conducta sana,
consagran el mundo a Dios” (LG, nº 34).

10ª) La hermenéutica empleada a lo largo de todo el Neocatecumenado


asume las indicaciones de los documentos de pastoral catequética, que dejan
muy claro que para una auténtica introducción en la Sagrada Escritura, la Iglesia
entrega al neocatecúmeno una clave de lectura: el Símbolo, el Padre Nuestro y
una normativa de conducta que recoge lo esencial del estilo de vida del
Evangelio: el mandamiento del amor y las bienaventuranzas, que son la
referencia moral concreta señalada por Pablo VI en el Credo del Pueblo de Dios
(CC, nº 230). Las catequesis que se transmiten en el Neocatecumenado estarán
marcadas por esta clave hermenéutica señalada por nuestros Obispos (CC, nº
232; CA, nº 138; DGC, nº 82).

1.2. Críticas más permanentes

Como consecuencia de este estudio sobre el Neocatecumenado y en orden


a una mejor comprensión del mismo, señalo aquellos aspectos que necesitarían
una mayor precisión o profundización, bien porque hay dimensiones que se
silencian o no aparecen suficientemente resaltadas, o bien porque hay cuestiones
de la formación integral que no se abordan con suficiente claridad.

Respecto de la ortodoxia católica de los contenidos se ha de afirmar con


rotundidad que a vista de los juicios de valor emitidos por las supremas
autoridades pastorales de la Iglesia sobre el Neocatecumenado, no cabe ya duda
sobre su identidad católica y sobre la garantía de la formación católica que en el
Neocatecumenado se ofrece, sin embargo, va a ser en el campo de la ortopraxis,
es decir en el ámbito de la praxis neocatecumenal concreta, donde si se pueden
hacer ciertas observaciones con el ánimo de ayudar a revisar algunas
deficiencias que, inevitablemente, se dan en toda obra humana:

1º) La integridad y la garantía de la ortodoxia en la transmisión de los


contenidos, depende en gran medida de la formación de los catequistas. En este
punto el Estatuto del CN (arts. 28-33), recoge suficientemente las orientaciones
del Directorio general para la Catequesis (nnº 233-251). Si además de testigo,
el catequista debe ser maestro que enseña la fe, parece evidente que “una
formación bíblico-teológica adecuada le proporcionará un conocimiento
orgánico del mensaje cristiano, articulado en torno al misterio central de la fe en
Jesucristo” (DGC, nº 240; CA, nº 102). Sigue siendo válido en este punto la
indicación hecha por el Papa Juan Pablo II en 1983 a los responsables del CN:
“Seguid los métodos, indicaciones, itinerarios y textos ofrecidos por los
Episcopados e igualmente ejerced el ministerio de la catequesis dentro de la
comunión y disciplina eclesial”.

En este sentido, los responsables del CN en cada una de las diócesis deben
hacer un ejercicio de corresponsabilidad y de comunión para, en diálogo con los
responsables de las Delegaciones de Catequesis en las respectivas diócesis (CA,
nº 120), ver cómo articular una serie de encuentros a fin de ayudar a la
coordinación de las tareas y servicios catequéticos que mutuamente se puedan
ofrecer, así como la posibilidad de facilitar algunos tiempos y espacios para la
formación de aquellas dimensiones que en el campo de la catequesis se vea que
es necesario potenciar. Para esta tarea, la apertura de los llamados Centros
neocatecumenales diocesanos (SCN, art. 30) serán de gran ayuda, si consiguen
la finalidad que se proponen: “Contribuir a la formación de los catequistas,
asignar las nuevas catequesis, coordinar los diversos pasos, ayudar a los equipos
de catequistas en las diversas dificultades de la evangelización y presentar al
Obispo, o a un delegado suyo, los responsables de las nuevas comunidades”.
También, respecto a la formación de los catequistas, el Papa había llamado la
atención sobre la necesidad que los catequistas tienen de recibir una buena
formación a través de “un trabajo constante y serio de profundización personal y
comunitaria de la Palabra de Dios y de las enseñanzas del Magisterio de la
Iglesia, incluso asistiendo a cursos teológicos y bíblicos serios. Esta tarea de
estudio y reflexión resulta aún más urgente para quien tiene el deber de
alimentar a sus hermanos con alimento espiritual sólido por estar desplegando
función de catequista”.

2º) Para que esta comunión y comunicación en el campo de la catequesis


sea efectiva, cada Obispo diocesano debe asumir la responsabilidad que “la
alta dirección de la catequesis en la Iglesia particular” (DGC, nº 223) le
reclama. En este punto hay que decir que la voluntad de los iniciadores del CN
ha sido muy clara a la hora de fijar la identidad eclesial de este itinerario de
maduración cristiana: “El Camino Neocatecumenal- se afirma en el Estatuto-
está al servicio de los Obispos como una modalidad de realización diocesana de
la iniciación cristiana y de la educación permanente de la fe, según las
indicaciones del Concilio Vaticano II y del Magisterio de la Iglesia” (art. 1&2).
Y, además, se le indican al Obispo sus competencias: 1º) Autorizar la realización
del Camino Neocatecumenal en la diócesis; 2º) vigilar que la realización del
Camino Neocatecumenal se desarrolle de conformidad con lo establecido en los
art. 1 y 2, respetando la doctrina y la disciplina de la Iglesia; 3º) procurar que
haya una razonable continuidad pastoral en las parroquias en que está presente el
Camino Neocatecumenal; 4º) presidir, personalmente o por medio de un
delegado, los ritos que marcan los pasos del itinerario neocatecumenal; 5º)
resolver, en diálogo con el Equipo Responsable del Camino eventuales
cuestiones referentes a la realización y al desarrollo del Camino en la propia
diócesis; 6º) asegurar una efectiva colaboración entre el Centro neocatecumenal
diocesano y las diferentes delegaciones de la Curia diocesana (en especial la
litúrgica y la catequética)” (SCN, art. 26).

Tanto el nº 223 del Directorio como el art. 26 del Estatuto del CN, ofrecen
y presentan las orientaciones necesarias con las que poder abordar, en un espíritu
de comunión, todas las dificultades y problemas que en la vida eclesial y
pastoral se puedan presentar. De la decidida y diligente apuesta de los Obispos
por alentar la pastoral catecumenal y neocatecumenal en sus diócesis y, de la
incondicional disponibilidad y espíritu de colaboración de los neocatecúmenos
para con sus legítimos Pastores, dependerá en gran medida que la fecundidad del
Neocatecumenado en las parroquias siga creciendo y dando frutos de vida
cristiana.

3º) La formación catecumenal, hemos visto, requiere un tiempo


“convenientemente prolongado” (AG, nº 14) de educación. En este sentido, el
mismo RICA insiste que “la prolongación del período de Catecumenado
depende de la gracia de Dios y de varias circunstancias, a saber: de la
organización de todo el Catecumenado, del número de catequistas, diáconos y
sacerdotes, de la cooperación de cada catecúmeno, de los medios necesarios
para acudir a la clase del Catecumenado y permanecer en él, y finalmente, de la
ayuda de la comunidad local. Por tanto, nada se puede determinar ´a priori`” (nº
20). Sin embargo, nuestros Obispos afirman, que “entre nosotros, cuando se trata
de verdaderas catequesis orgánicas con adultos, la duración media de la
formación podría situarse entre los dos o cinco años” (CA, nº 95). En el Estatuto
del CN se afirma que para los adultos no bautizados, el tiempo de duración del
Catecumenado puede durar en torno a los cuatro años: “normalmente es
conveniente esperar a la conclusión del segundo escrutinio, unos cuatro años”
(art. 24&3).

Las críticas a la praxis neocatecumenal, en lo referente a su duración, van


desde las que afirman que “se trata de un catecumenado ´fuera de sitio` o ´extra
locum` catecumenal” (D. Borobio), a la de aquellos que sostienen que este
“catecumenado es a todas luces excesivamente largo (nunca duró más de cuatro
años), con tendencias arqueologizantes (imitación del catecumenado de
Hipólito)” (C. Floristán).

El problema, efectivamente, se plantea cuando la duración del


Neocatecumenado se hace excesivamente largo en el tiempo. En este sentido
hay que subrayar, como bien ha puesto de manifiesto el teólogo pastoralísta D.
Borobio, que “no somos cristianos para ser catecúmenos, sino que somos
catecúmenos para llegar a ser cristianos”. Hay que resaltar, pues, que el tiempo
del Neocatecumenado tiene que ser definido y acotado. Posiblemente en la
medida que el itinerario neocatecumenal vaya siendo recorrido en su integridad
en el interior de las parroquias, la misma praxis neocatecumenal se verá
agilizada y hará que los neocatecúmenos pasen del estado de educación básica
en la fe en el Neocatecumenado, a la situación de educación permanente de la fe
al interior de la comunidad cristiana1045 con un ritmo más ponderado. De
cualquier forma, lo importante, como muy bien señalan nuestros Obispos, “es
insistir en que lo fundamental no es la exterioridad de un proceso de un plazo
fijo, marcado por un programa, sino la interioridad de un proceso de maduración
en la fe, que requiere un tiempo ´convenientemente prolongado`(AG, nº 14)”
[CA, nº 95]. Tanto la aprobación del Estatuto del Camino Neocatecumenal como
la próxima aprobación del Directorio catequético del Camino Neocatecumenal,
ayudarán a una mejor y más adecuada ayuda a esta modalidad de realización
diocesana de la iniciación cristiana y de la educación permanente de la fe.

1045
Efectivamente esto es así, y las ´observaciones` que hacían nuestros Obispos en 1990 en CA, nº 94 en el sentido de fijar
la ´duración definitiva`de la catequesis, y la necesidad que el adulto tiene de alimentar permanentemente su fe, han sido
ampliamente recogidas en el Directorio del ´97 que hablará de la ´ educación permanente de la fe en la comunidad cristiana`
y de las ´formas múltiples de catequesis permanente`(nnº 69-72). El Estatuto del CN, encuentra en estos números la
´inspiración`para la fundamentación de la ´educación permanente en la pequeña comunidad`: “La comunidad
neocatecumenal, después de haber finalizado el itinerario de redescubrimiento de la iniciación cristiana, entra en el proceso
de educación permanente de la fe, perseverando en la celebración semanal de la Palabra y de la Eucaristía dominical y en la
comunión fraterna, activamente insertados en la pastoral de la comunidad parroquial, para dar los signos del amor y de la
unidad, que llaman al hombre contemporáneo a la fe”. Cfr. SCN, art. 22&1).
4º) Respecto a la clave hermeneútica desde la que se lee e interpreta la
Palabra, algunos autores resaltan el carácter marcadamente espiritual. Esta clave
tiene la ventaja de propiciar un encuentro vivo, experimental e íntimo con la
Palabra. Pero también el peligro - afirma C. Floristán- de una absolutización a-
crítica, de un subjetivismo exagerado, de un espiritualismo sin incidencia en la
vida, de un cierto desprecio por la investigación bíblica . Efectivamente, se ha
tildado en algunas ocasiones que la lectura que hacen los neocatecúmenos es de
tipo ´fundamentalista`, sin embargo, hacer un juicio valorativo de este calado,
supone poner en tela de juicio la formación doctrinal y bíblica de los presbíteros
que presiden cada celebración de la Palabra y que “prolongan la proclamación
de la Palabra, interpretándola según el Magisterio y actualizándola en el hoy del
camino de fe de los neocatecúmenos” (SCN, art. 11&3).

5º) Aunque hemos visto que se tiene en cuenta la dimensión social en la


formación moral que reciben los neocatecúmenos, sin embargo, habrá que
insistir en la necesaria presentación integral y también gradual del rico
patrimonio de la enseñanza social de la Iglesia, que ha de “encontrar su puesto,
bajo formas apropiadas, en la formación catequética común” (CT, nº 29), y
superar esa carencia que resaltan nuestros Obispos en CA, nº 189: “Muchas
veces, sin embargo, la formación moral que se imparte en los grupos de
catequesis de adultos queda a un nivel individual, sin abrirse suficientemente a
las exigencias de la moral social. La enseñanza social de la Iglesia es, con
frecuencia, ignorada”. En este punto, hay que subrayar también que no son
pocos los autores que señalan un ´déficit`de formación socio-política en los
neocatecúmenos: “Es preciso reconocer que esta conciencia no está
especialmente viva en ellos y que, mientras es admirable su compromiso
intramundano (renuncia a bienes, ministerios, solidaridad interna...) es poco
ejemplar su compromiso social o político como aportación eficaz a la
transformación de las realidades o estructuras injustas de nuestra sociedad y
nuestro mundo” (D. Borobio, J.J. Tamayo y C. Floristán...). En cambio, otros
sostienen que “la fe, en la medida en que va tomando asiento en la persona,
impacta todos los ámbitos de su vida; por tanto, sería infidelidad retener el
dinamismo de la fe en la pura interioridad del corazón o del grupo. Por eso, la
vida conyugal y familiar, la relación con el dinero y la profesión, la manera de
estar y de vivir en la sociedad... van cambiando a lo largo del camino recorrido
por nos neocatecúmenos en sus comunidades; estos aspectos son transparentes”
(R. Blázquez).

2. Valoración de la praxis litúrgico-celebrativa en el Neocatecumenado

Como he intentado poner de manifiesto a lo largo de esta Disertación, ha


sido en el campo litúrgico-sacramental donde la praxis del Neocatecumenado ha
suscitado más interrogantes, creado más problemas de comunión eclesial y
provocado la aparición, en distintos momentos, de los necesarios
discernimientos del Magisterio que han orientando el modo de acoger, corregir y
ayudar al despliegue explicitador del itinerario neocatecumenal hasta su
configuración eclesial última, con la aprobación del Estatuto del Camino
Neocatecumenal.

Con el Decreto de aprobación del Estatuto del CN, el Pontificio Consejo


para los Laicos establece “las tareas fundamentales de las diversas personas que
cuentan con responsabilidades específicas a la hora de llevar adelante este
itinerario formativo en el interior de las comunidades neocatecumenales, es
decir: los presbíteros, los catequistas, las familias en misión y los equipos
responsables a cada nivel. De esta forma, los Estatutos han de constituir para el
Camino Neocatecumenal una ´clara y segura regla de vida` (Carta a S. Em. R.
Cardenal James F. Stafford, 5 abril 2001), un punto de referencia fundamental a
fin de que este proceso de formación, que tiene como objetivo llevar a los fieles
a una fe madura, pueda ser realizado de un modo adecuado a la doctrina y
disciplina de la Iglesia” (cf. Statuta, p. 138).

Quiere esto decir que, para conocer la praxis litúrgico-celebrativa hoy, tal
y como se vive al interior de las comunidades neocatecumenales, el texto de
referencia básico y fundamental, en la espera de la aprobación próxima del
Directorio Catequístico del Camino Neocatecumenal, es el Estatuto. En él
encontramos la ´esencial configuración eclesial`del Neocatecumenado y la
regulación - hasta hoy última- de la praxis litúrgico-sacramental de las CNC.
Habrá que tener en cuenta todavía que, en estos cinco años ad experimentum,
“concierne a los Dicasterios competentes de la Santa Sede examinar el
Directorio catequético y toda la praxis catequética además de litúrgica del propio
Camino” (Statuta, p. 139).

Teniendo presente este marco, a la luz de las grandes líneas de la reforma


litúrgica conciliar señalo los siguientes aspectos positivos de la praxis litúrgico-
eucarística de las CNC:

1º) La liturgia neocatecumenal es una liturgia fiel a la renovación del


Vaticano II, porque salva la estructura y elementos fundamentales, y al mismo
tiempo creativa, porque aprovecha todas las posibilidades de adaptación.

2º) Es una liturgia pascual que actualiza a través del signo de la noche el
Misterio de Pascua haciendo vivir cada domingo como la pascua semanal
anticipada (DD, nº 19). La teología litúrgica con la que es presentada la
catequesis sobre la Eucaristía contiene de modo integral todas las dimensiones
de la teología eucarística: memorial de la Pascua, banquete fraterno, sacramento
del sacrificio, presencia transformante, fuente y culmen de la evangelización,
participación activa.

3º) Es una liturgia participada, porque la comunidad vive y la siente, y se


desempeñan los diversos servicios y ministerios litúrgicos (monitor, lector,
salmista, acólitos, ministros extraordinarios de la comunión, hostiarios).

4º) Es una liturgia festiva, porque se utilizan con profusión los elementos
de gozo y fiesta: flores, adornos, cantos, música y danza.

5º) Es una liturgia distendida, porque todo se realiza con pausa y sosiego,
y al mismo tiempo concentrada, porque se destaca la armónica de todo en su
momento culminante.

6º) La Eucaristía es esencial al Neocatecumenado, en cuanto


catecumenado postbautismal, vivido en pequeña comunidad (SCN, art 13&1).
La Congregación del Culto Divino y de la Disciplina de los Sacramentos ha
publicado tres documentos para orientar a los Obispos en su juicio sobre este
particular: Eucharisticum Mysterium; Actio Pastoralis; Notificación sobre las
celebraciones de las comunidades neocatecumenales. A estos tres hay que
añadir el art. 13 del Estatuto del CN. En estos documentos los pastores
encontrarán una clara y equilibrada orientación al respecto.

7º) La Notificación de la Congregación del Culto y la Disciplina de los


Sacramentos de 1988 respecto a la celebración de la Eucaristía tal y como son
vividas por las CNC no se limita a decir negativamente que los documentos
anteriores no obstan a que los Obispos puedan autorizar las misas de referencia,
sino que además positivamente les invita a velar por la plena eclesialidad de
estas misas y a evitar que, de hecho, constituyan o sean subjetivamente
interpretadas como celebraciones al margen de la familia eclesial. Por ello se les
recomienda que procuren que estas misas contribuyan a que sus participantes se
integren a la comunidad eclesial. Es en este sentido importante que la Nota no
autorice a las CNC la celebración de estas misas sino que las coloque bajo el
cuidado pastoral del Obispo diocesano, a través de cuyo ministerio quedan
insertadas estas celebraciones en la unidad de la familia cristiana. Siempre es el
Obispo el último responsable de la vida cristiana de sus fieles, de la unidad de la
familia eclesial e incluso quien juzga cómo esta unidad eclesial debe
manifestarse en la práctica.

8º) La praxis celebrativa de la Eucaristía ha quedado sancionada así en el


Estatuto: “En consideración también ´a específicas exigencias formativas y
pastorales, teniendo en cuenta el bien de las personas o de grupos, y
especialmente los frutos que de ello se pueden derivar para toda la comunidad
cristiana`, la pequeña comunidad neocatecumenal, con la autorización del
Obispo diocesano, celebra la Eucaristía dominical, abierta también a otros fieles,
después de las primeras vísperas” (art. 13&3). Un buen conocedor de la praxis
celebratia neocatecumenal ha señalado que “con la progresiva aplicación de la
reforma litúrgica, la propia Congregación fue captando cada vez más el valor
educativo que pueden tener las misas en pequeños grupos y cómo éstas, si se
dan las debidas condiciones, lejos de dañar la unidad eclesial pueden por el
contrario vigorizarla” (P. Farnés).

9º) En orden a poder expresar mejor la comunión y la eclesialidad dentro


de la comunidad parroquial, se ve conveniente que a lo largo del año litúrgico
(en Navidad: fiesta de la Sgda. Familia y Bautismo del Señor; en Cuaresma:
celebraciones penitenciales; en Pascua: Domingo de Pascua; la fiesta del patrono
parroquial; en las asambleas del Pueblo de Dios que inauguren y finalicen el
curso pastoral; en las celebraciones de ´envío` de los distintos ministerios:
catequistas, ministros extraordinarios de la comunión, ect) se puedan tener
algunas celebraciones de la Eucaristía, de forma conjunta, todos los miembros
de la parroquia.

10º) Desde el punto de vista de la pedagogía de la piedad eucarística hay


que valorar el hecho de que “los neocatecúmenos sean gradualmente instruidos
en el culto eucarístico fuera de la Misa, en la adoración nocturna” (SCN, art
14&4).

11º) La praxis celebrativa de la Vigilia Pascual por parte de las CNC se


atiene al espíritu y orientaciones de la Sagrada Congregación para el Culto
Divino y también de la Comisión Permanente de la CEE sobre la preparación y
celebración de las fiestas pascuales, así como del horario y otros aspectos del
modo de celebrar la Vigilia Pascual. Los neocatecúmenos son iniciados
gradualmente a una más perfecta participación en todo lo que la santa noche
significa, celebra y realiza. De este modo el Neocatecumenado está
contribuyendo a formar poco a poco una asamblea parroquial que prepara y
celebra la Vigilia Pascual en la noche santa, con toda la riqueza de los
elementos y signos litúrgicos y sacramentales queridos por la Iglesia. Cuando se
plantean conflictos al interior de las parroquias hay que primar el principio del
“bonum animarum” con sabiduría pastoral y el principio de la “koinonía”
animado por la caridad pastoral.
Señaladas las características más significativas y relevantes de la liturgia
neocatecumenal, indico ahora también las limitaciones y posibles orientaciones
correctivas en orden a una mejor y más ordenada forma celebrativa de las CNC:

1º) En relación con la forma celebrativa de la Eucaristía por parte de las


CNC, además de las adaptaciones ya permitidas por la Iglesia (el rito de la paz
después de la oración universal, y la comunión bajo las dos especies) hay que
ver cómo se valoran las “innovaciones”propias de la praxis eucarística
neocatecumenal: la omisión del Gloria, Credo, Orate fratres, Domine non sum
dignus, Agnus Dei qui tollis peccata mundi, y cómo se conjuga la fidelidad a la
norma legislativa de la Iglesia en el campo litúrgico con este modo de proceder.
En todo caso, no cabe excluir que el Directorio Catequístico del Camino
Neocatecumenal, que en breve será aprobado, amplíe el elenco de
particularidades litúrgicas en la forma celebrativa de la Eucaristía en la
modalidad neocatecumenal

2º) En relación con el espacio celebrativo, se ha de cuidar con más celo


litúrgico-pastoral el silencio dentro del templo sagrado y seguir las indicaciones
de la Iglesia respecto a la veneración y adoración del Santísimo Sacramento de
la Eucaristía (el gesto de la genuflexión) delante de la reserva eucarística.
También los sacerdotes han de seguir educando la sensibilidad de los
neocatecúmenos para que se favorezca y respete el recogimiento y permita la
oración dentro de la Iglesia.

3º) Hay que evitar el excesivo ´verbalismo`en algunas moniciones para


resaltar la primacía de la Palabra de Dios.

4º) Para que la función servicial y ministerial de todos los que intervienen
en la celebración eucarística (acólitos y ministros extraordinarios de la
comunión) responda a la dignidad del misterio celebrado y del servicio
encomendado, es necesario que este ministerio y servicio se hagan conforme a
las orientaciones del OGMR, n º 298: “El alba ceñida con el cíngulo es la
vestidura común de todos los ministerios litúrgicos”. Por tanto el acólito
instituido debe usarla siempre que ejerce su ministerio.

5º) En orden a facilitar la participación activa y responsable de todos


aquellos que participan de la Eucaristía y que no son neocatecúmenos, ya que la
celebración de la Eucaristía se celebra “abierta también a otros fieles” (SCN, art.
13&3) es aconsejable que algún catequista de las CNC ofrezca las oportunas
aclaraciones para que estos no se sientan ni extraños ni desplazados sino
miembros de una misma asamblea del Pueblo de Dios.

3. El Neocatecumenado como lugar teológico

Es cierto que cada generación histórica necesita una palabra sobre Dios y
ésta no puede nacer en cualquier lugar, ni ser expresada con cualquier mediación
conceptual o institucional. Por eso, a lo largo de la historia han existido
múltiples lugares desde los que se ha vivido, pensado y escrito teología. El
profesor Olegario González de Cardedal, en su discurso de ingreso en la Real
Academia de Ciencias Morales y Políticas 1046, los ha señalado con sincera
fidelidad histórica.

La expresión “lugar teológico” evoca, en primer lugar, la importante obra


De locis theologicis de Melchor Cano1047, y sus nuevas interpretaciones en la
teología contemporánea. Pero esa expresión también recuerda las discusiones de
hace unos años acerca de la opción preferencial por los pobres, la praxis de
liberación o el pueblo ya sea como lugares teológicos en sentido amplio o en
sentido estricto, ya sea como lugar hermenéutico para la teología o como
“lugar”desde el que pensar, hacer y elaborar la teología. Por último, al plantear
el Camino Neocatecumenal como “lugar teológico”, estoy queriendo conectar
con propuestas como la de elaborar un “ensayo de teología fundamental y
sistemática” desde un contexto eclesial determinado: las Comunidades
Neocatecumenales, convirtiéndose éstas así en lugar teológico; el
Neocatecumenado por ellas vivido, en “lugar hermenéutico”; y la conjunción de
ambas realidades en “lugar matriz de una teología”que bien podríamos
denominar como catecumenal1048.

He intentado acercame a la dimensión teológico-catequética del


Neocatecumenado en cuanto itinerario de iniciación cristiana o Catecumenado
postbautismal. Soy consciente de estar ensayando una vía nueva de acceso a un
lugar teológico por antonomasia como es la institución del Catecumenado en la
Iglesia; lo fue en los primeros tiempos y estoy convencido de que está llamado a
serlo también en nuestro momento y situación eclesial. A ello está ya
contribuyendo, sin lugar a dudas, la praxis neocatecumenal, que además de
ofertar a la Iglesia un ámbito, un itinerario, una pedagogía, unos contenidos
inequívocamente catecumenales1049, también está configurándose como un
1046
El teólogo abulense distingue entre ´lugares externos`y ´lugares internos`. Lugar externo es el lugar físico, social, lugar
interno el que establece los puntos de partida y de llegada y funciona como criterio para elegir unos caminos y excluir otros.
Cfr. El lugar de la teología, Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, Madrid 1986, pp. 32-36. Para un comentario a
este ´discurso`, ver RAÚL BERZOSA MARTÍNEZ, Lugar teológico y signo de los tiempos: Lumen 5 (septiembre-octubre-
1992), pp. 367-382.
1047
`Cfr. MELCHOR CANO, Opera, t. I Matriti, 1770 (la primera edición es de 1563). Para un estudio en profundidad de la
obra del dominico, ver J. TAPIA, Iglesia y teología en Melchor Cano, Iglesia Nacional Española, Roma 1989.
1048
Hoy ya, desde el horizonte de la teología europea actual podemos empezar a hablar de una ´Teología catecumenal`. Buen
exponente de esta línea es la obra de HENRI BOURGEOIS, Theologíe catéchuménale. En el primer Capítulo del libro el
autor trata de fundamentar cómo el Catecumenado puede ser un ´lugar eclesial`desde el que hacer teología: “position
chatéchuménale de la théologie chrétienne” (pp. 13-58). Este mismo planteamiento lo defiende H. Bourgeois al afirmar que
“los catecumenados están bien situados para contribuir práctica y teológicamente a lo que llamamos aquí o allá la segunda
evangelización de Europa”, en Los Comienzos de la fe, Pastoral Catecumenal en Europa hoy, p. 62.
1049
Así se expresaba - a finales de los años ´70-, uno de los expertos ´consultores`de la Sagrada Congregación del Clero, tras
haber estudiado detenidamente los contenidos catequéticos del Camino Neocatecumenal: “Pretendo ahora subrayar otro
aspecto de estas catequesis, o mejor de este Camino Neocatecumenal. Como estudioso de la Historia de la catequesis antigua
he de decir que el intento de Kiko y Carmen de actualizar el catecumenado es un intento logrado. La experiencia personal les
ha llevado a intuir lo que de profundamente válido contenía esta institución de la Iglesia de los tres primeros siglos, y les ha
permitido traducirla en una estructura. Estructura que, aunque no calca la antigua, asume sus elementos más importantes y los
inserta en un contexto nuevo: el de la conversión de bautizados que, a pesar de serlo, no han hecho jamás una opción personal
de fe. En este proceso, que requiere su tiempo, a estos bautizados de las comunidades neocatecumenales se les ayuda a hacer
su opción global de fe en un clima de comunidad. Se les ayuda a hacerse disponibles a la acción del Espíritu Santo que les
“espacio-lugar eclesial” desde el que pensar, reflexionar y hacer teología 1050.
Evidentemente, en este trabajo no he hecho más que apuntar los distintos
filones teológicos que por su misma naturaleza reclaman un ulterior desarrollo y
profundización. En el Neocatecumenado se da una iniciación y exploración
catequética en todas las dimensiones del Misterio cristiano; la dinámica interna
del itinerario neocatecumenal empuja y emplaza al catequista y al teólogo a una
más profunda penetración en la “ anchura y la longitud, la altura y la
profundidad” (cf. Ef. 3,18) del misterio de Dios a través de la reflexión
teológica1051.

Comparto, desde esta perspectiva, las apreciaciones del cardenal J.


Ratzinger cuando afirma que “la doctrina cristiana debe surgir, originariamente,
en el contexto del Catecumenado. Sólo desde allí puede aspirar a renovarse. Lo
que hoy nos falta no son nuevas fórmulas; al contrario, más bien tenemos que
hablar de una inflación de palabras sin suficiente respaldo. Lo que ante todo
necesitamos es el restablecimiento del contexto vital de la ejercitación
catecumenal en la fe como lugar de la común experiencia del Espíritu, que
puede convertirse así en la base de una reflexión atenta a los contenidos reales.
De ella surgirán también, con certeza, formulaciones nuevas, en las que se
expresen con la fuerza y concisión de los datos centrales de la fe cristiana”1052.

La fecunda y rica experiencia de iniciación cristiana con adultos


bautizados en el Neocatecumenado, ha conducido a una síntesis teológica
original basada en el contacto permanente con la Escritura, en una novedosa y
creativa inculturación de todos los elementos de la pedagogía catecumenal
tradicional, actualizados en una Liturgia viva y participada, y en el
redescubrimiento de la Iglesia como Comunión, que nos introduce en la
intimidad de la Comunión del Dios-Trinidad a través de la puerta del

introduce en la comprensión y aceptación del radicalismo evangélico, iniciándoles gradualmente y de forma experimental,
bien sea en la palabra de Dios, bien en los sacramentos de la conversión cristiana -penitencia- o en la eucaristía. Yo encuentro
muy positivo todo esto. Por ello concluyo este mi juicio invitando a los responsables de la Sagrada Congregación del Clero a
que den ánimos a este movimiento, ayudándolo con comprensión y con paterna indulgencia a que permanezca siempre en la
línea ya emprendida de servicio a las comunidades parroquiales para su auténtica renovación”. Cfr. El Camino
Neocatecumenal según Pablo VI y Juan Pablo II, p. 14.
1050
Ya hace algunos años, el actual Arzobispo de Pamplona, Mons. FERNANDO SEBASTIÁN denunciaba la “carencia de
una Teología nacida de la Iglesia española”. Según él, son muy pocos los teólogos que “clarifiquen, enfoquen y estimulen
religiosa y apostólicamente la conciencia de nuestras iglesias”. En una situación de “increencia progresiva, que hace crecer
las huellas de un neopaganismo en la conducta de la gente”, reivindicaba Mons. Fernando Sebastián el surgimiento de una
“buena y renovada teología fundamental, directa, persuasiva, centrada en los grandes términos de la fe cristiana, pero que
parta de la experiencia de la Iglesia. Tendrá que ser también una teología rigurosa, profesional, al mismo tiempo que humilde,
que llegue a todo el hombre y devuelva la confianza y la alegría a la gente de la Iglesia”. Cfr. Lección Inaugural del Curso en
el Instituto de Teología Espiritual de Barcelona: Vida Nueva (21-XI-1991), p. 10.
1051
Teniendo presente lo que señala HENRI BOURGEOIS, “Esta audacia, es la experiencia a la cual se refiere, y a partir de
la cual se quiere reflexionar en un lugar privilegiado, puede ser incluso equivalente, para comprender aspectos del misterio
cristiano, de la realidad eclesial y finalmente de la realidad del mundo” . Cfr. o. cit., p. 28. Considero que es viable, posible y
conveniente hoy en la Iglesia en España de un ´quehacer teológico`desde la experiencia catecumenal vivida ya en nuestro
país.
1052
Cfr. Teoría de los principios cristianos, p. 28.
Bautismo1053. De ahí que la profesión de fe, interior al Bautismo, sea
eminentemente trinitaria. “La Iglesia bautiza ´en el nombre del Padre, del Hijo y
del Espíritu Santo`(cf. Mt 28,19), Dios uno y trino, a quien el cristiano confía su
vida. La catequesis de iniciación prepara -antes o después de recibir el
Bautismo- para esta decisiva entrega” (DGC. Nº 82). El Neocatecumenado es
así “un instrumento al servicio de los Obispos para realizar el proceso de
educación permanente de la fe requerido por la Iglesia: la iniciación cristiana,
como reafirma el DGC, nº 56: ´no es el punto final en el proceso permanente de
conversión. La profesión de fe bautismal se sitúa en los cimientos de un edificio
espiritual destinado a crecer`” (SCN, art. 22&2).

Si a lo largo de la historia el Catecumenado fue uno de los lugares


originarios en el nacimiento, desarrollo y formulación de la Teología como
“exposición sistemática de las verdades de la fe” (DCG-71, nº 17)1054

1053
El que fuera párroco salmantino, ANDRÉS FUENTES, al hablar de la Teología del Neocatecumenado, sostiene que es
una “teología ´en camino`. Va nutriendo la vida del neocatecúmeno a medida que avanza y se hace claridad interior a lo largo
de todo el proceso y de toda la experiencia neocatecumenal. Podría semejarse a la misma experiencia de San Pablo: desde su
caída en el camino de Damasco y de su encuentro con el Resucitado ve iluminar la nueva concepción de Dios, de la
salvación, de la palabra de Dios, de la donación de Dios, del encuentro del hombre con Dios, la raíz del pecado y la fuerza de
la gracia”. Cfr. El Neocatecumenado, p. 123.
1054
Hay que tener muy presente que la gran producción teológica de los Padres de la Iglesia: Cirilo de Jerusalén, Gregorio
Naziancieno, Ambrosio de Milán, Agustín de Hipona, -entre otros-, fue ´gestada` en contexto catecumenal y para el servicio
eclesial y pastoral de los catecumenados que ellos directamente dirigían.
, se puede afirmar que el Neocatecumenado es hoy , también para la Iglesia, un
verdadero lugar teológico desde el que presentar la Verdad de Cristo que hace
libres a los hombres de nuestro tiempo, y a esta tarea está invitada la Iglesia entera:
“En efecto, la Iglesia entera, como ´sal de la tierra`y ´luz del mundo`(cf. Mt 5,13),
debe dar testimonio de la verdad de Cristo que hace libres [...] Para ejercer su
función profética en el mundo, el Pueblo de Dios debe constantemente despertar o
´reavivar`su vida de fe (cf. Tim 1,6), en especial por medio de una reflexión cada
vez más profunda, guiada por el Espíritu Santo, sobre el contenido de la fe misma
y a través de un empeño en demostrar la racionalidad a aquellos que le piden
cuenta de ella (cf. 1 Pe 3,15). Para esta misión el Espíritu de la verdad concede, a
fieles de todos los órdenes, gracias especiales otorgadas ´para común utilidad` (1
Cor 12,7-11)”1055.

Entre estas gracias que el Espíritu Santo suscita al interior del Pueblo de
Dios se encuentra la vocación eclesial del teólogo. En estos últimos años, no pocos
neocatecúmenos, hombres y mujeres, casados y célibes, están sintiendo esta
llamada a una formación teológica como un servicio y una contribución a la misma
evangelización: “El Señor ha enviado a los apóstoles para que conviertan en
discípulos a todos los pueblos y les prediquen (cf. Mt. 28,19). La Teología, que
indaga la razón de la fe y la ofrece como respuesta a quienes la buscan, constituye
parte integral de la obediencia a este mandato, porque los hombres no pueden
llegar a ser discípulos si no se les presenta la verdad contenida en la palabra de la
fe (cf. Rom 10, 14)”1056. Esta presencia, cada vez más notoria, de neocatecúmenos
en las aulas de las Facultades e Institutos de Teología, conecta con uno de los
deseos expresados por nuestros Obispos: “La enseñanza de la Teología a los laicos
(no sólo a los sacerdotes y religiosos/as) es de la máxima importancia en una
Iglesia particular. Aunque no puede pedirse a todos, conviene que la diócesis, en
los planes de formación del laicado, organice una oferta de formación teológica
seria y realista, a través de cauces ágiles que faciliten el acceso a dicha formación”
(CA, nº 102).

Sin embargo, aún con ser importante la formación teológica de los fieles
laicos en las facultades de Teología, a la luz de la praxis del Neocatecumenado,
como “itinerario de formación católica, válida para la sociedad y para los tiempos
de hoy”, descubrimos un nuevo lugar nutricio del logos cristiano, un laboratorio
teológico desde el que saborear, gustar, cantar y contar, reflexionar y sistematizar
1055
Cfr. Instrucción de la Congregación para la Doctrina de la Fe, La vocación eclesial del teólogo, Ed, PPC, Madrid, 1990, nnº
3-5.
1056
Ibid, nº 7. “Mientras la catequesis, a través de la iniciación, enseñanza y educación en los fundamentos de la fe, tiene por
objetivo la adhesión madura a la persona de Cristo (´obsequium fidei`), lo que pretende la teología es hacer crecer en la
inteligencia, como tal, de la fe (´intellectus fidei`). Cfr. CC, nº 73.

428
nuestro discurso sobre la acción de Dios en nuestra existencia, y de nuestra
existencia redimida en Cristo y re-dimensionada en el Espíritu para narrar las
maravillas del Señor a nuestra generación. Este nuevo lugar de creación de
pensamiento teológico es la pequeña comunidad cristiana, en cuanto lugar histórico
donde la fe se recibe como un regalo, se descubre como un don; en cuyo seno se
comparte con otros hermanos, se celebra, se madura y acrisola, se transmite a los
cercanos y a los lejanos, y se confiesa en el corazón de la sociedad con obras y
palabras, siendo conscientes de estar tomando parte en una misión confiada y en
una tarea que nos urge a dar razón de nuestra esperanza.

La síntesis teológico-catequética de la que es portadora el


Neocatecumenado, tiene su centro en el Misterio Pascual, en el Kerygma de la
Muerte y Resurrección de Jesucristo como Buena Noticia para todos los hombres y
mujeres de nuestra generación. En este sentido, toda la renovación teológica que
aporta el Neocatecumenado hoy a la Iglesia empalma con las grandes
orientaciones teológicas de la Iglesia apostólica y de la patrística de los primeros
siglos: concentración cristológica en el anuncio, comprensión trinitaria de la
novedad de la existencia cristiana radicada en el Bautismo, necesidad de la
mediación eclesial como ámbito de gracia donde experienciar y vivenciar el hoy de
la salvación a través de los sacramentos de la Nueva Alianza, el descubrimiento de
la comunitariedad de la fe como forma normal de vivir y compartir el don de la
existencia cristiana, la centralidad del Catecumenado como verdadera escuela en la
que ser iniciado, conducido y enseñado a vivir en cristiano todas las dimensiones
de la vida humana (personal, familiar, social, laboral, profesional...), y como
tiempo necesario para llegar a vivir como hijos de Dios, amigos y discípulos de
Jesús, siervos y confidentes del Espíritu Santo. Desde la intimidad con el Dios-
Trinidad se canta y expone la Teología, se confiesa y se descifra la Cristología y se
experimenta con gozo la comunión en el Espíritu, la Pneumatología. En el
Bautismo está concentrada toda la novedad de nuestra nueva existencia redimida
por Cristo. En el Bautismo acontece la inmersión en la Vida Divina, de tal forma
que podemos oír una voz que dice: “Ven al Padre”, tal y como escuchara San
Ignacio de Antioquia1057. Y, desde el Bautismo hemos inaugurado la vida nueva del
Reino de Dios que ha llegado ya y que el Espíritu Santo nos va re-velando y des-
velando poco a poco (cf. Jn 16,13-15).

Quiero terminar esta Disertación sobre el Neocatecumenado afirmando


que estoy firmemente persuadido de la gran riqueza y fecundidad teológica que la

1057
“Mi amor está crucificado y no queda ya en mí fuego que busque alimentarse de materia; sí, en cambio, un agua viva que
murmura dentro de mí y desde lo íntimo me está diciendo: ´Ven al Padre`”. Cfr. DANIEL RUÍZ BUENO, Padres Apostólicos,
Ed, B.A.C., Madrid 1974, p. 479.

429
praxis neocatecumenal está llamada a aportar, ya está aportando, y va a seguir
aportando a la vida de la Iglesia en los próximos decenios 1058. Desde una
experiencia eclesial vivida en profundidad, radicada en una conciencia bautismal
redescubierta y agradecida1059, brota la necesidad de cantar, decir y exponer que hay
“un solo Señor, una sola Fe, un solo Bautismo, un solo Dios y Padre de todos, que
está sobre todos, por todos y en todos” (cf. Ef. 4,5).

4. Epílogo: Diez tesis para comprender la identidad del Neocatecumenado

Una vez que hemos diseccionado el itinerario neocatecumenal, y que hemos


descubierto que nos hallamos ante una restauración real de un Catecumenado
postbautismal, he aquí diez claves hermeneúticas de comprensión de la identidad
del Neocatecumenado:

1ª El Camino Neocatecumenal ha sido fiel a la inspiración conciliar de


restaurar el Catecumenado y de recuperar una pedagogía catecumenal con los
adultos.

2ª El Neocatecumenado tiene el mérito de haber redescubierto una


predicación kerigmática, que invita a la fe también a los que están alejados,
realizando un itinerario post-bautismal según las directrices del Ordo Initiationis
Christianae Adultorum, que recogió el Catecismo de la Iglesia Católica (cf. nº
1231). En el centro de este recorrido de fe se encuentra una fecunda síntesis entre
predicación, cambio de vida moral y liturgia.

3ª El Neocatecumenado es reconocido oficialmente por la Iglesia, y se


ofrece como un itinerario de formación católica, válida para la sociedad y el
hombre de hoy.

4ª Este itinerario se vive y realiza en pequeñas comunidades, en las que la


reflexión de la Palabra de Dios, la participación en la Eucaristía y la vivencia
fraterna de la comunión, ayudan a formar células vivas de la Iglesia, renovando la

1058
En este sentido, comparto en los mismos términos la posición de H. BOURGEOIS, cuando afirma que “la teología
catecumenal me parece que va a ofrecer una aportación original al trabajo teológico que actualmente se realiza en Occidente””.
Cfr. o. cit., p. 239.
1059
En continuidad con la explicación que da el cardenal J. RATZINGER cuando se pregunta ´¿qué es la fe?`: “vuestra fe
bautismal, el conocimiento que os ha sido transmitido por la unción (sacramento), son un contacto con la realidad misma, y, por
tanto, desde ese momento, tienen precedencia sobre la teoría. No es la fe bautismal la que debe justificarse ante la teoría, sino que
es la teoría la que debe justificarse ante la realidad, ante la ´ciencia`de la verdad concedida en la confesión bautismal”. Cfr.
Transmisión de la fe y fuentes de la fe, p. 17.

430
vitalidad de la parroquia mediante cristianos maduros, capaces de dar testimonio
de verdad con una fe vivida de forma radical.

5ª Estas comunidades ayudan a experimentar la Iglesia como Cuerpo de


Cristo, en las que, mediante los signos sacramentales, Dios extiende su acción
salvífica a los hombres de toda generación, sobre todo a las familias.

6ª El Neocatecumenado contribuye a la renovación parroquial deseada por el


Magisterio de la Iglesia de promover nuevos métodos y nuevas estructuras, que
eviten el anonimato y la masificación, y de considerar la parroquia como
comunión de comunidades.

7ª El Neocatecumenado se pone al servicio de los Obispos y Párrocos como


itinerario de redescubrimiento del Bautismo y educación permanente de la fe, se
propone a los fieles que desean reavivar en su vida la riqueza de la iniciación
cristiana, recorriendo este camino de conversión y catequesis.

8ª Con la aprobación del Estatuto, el Papa ofrece a los Obispos y a las


Conferencias Episcopales un modo de iniciación y de Catecumenado postbautismal
avalado por más de treinta años de experiencia llena de frutos.

9ª El Neocatecumenado es ofrecido a los Obispos, también, como un


instrumento para la iniciación cristiana de los adultos que se preparan a recibir el
Bautismo.

10ª Es la primera vez en la historia de la Iglesia en que la Santa Sede


aprueba oficialmente un Catecumenado postbautismal y una modalidad de
Catecumenado bautismal para toda la Iglesia.

431
SIGLAS

AA CONC. ECUM. VAT. II, Decreto sobre el apostolado de los laicos


Apostolicam Actuositatem (1965)

AAS Acta Apostolicae Sedis

AG CONC. ECUM. VAT. II, Decreto sobre la acción misionera de la


Iglesia Ad Gentes (1965)

CA COMISIÓN EPISCOPAL DE ENSEÑANZA, Catequesis de adultos.


Orientaciones pastorales (1990)

CC COMISIÓN EPISCOPAL DE ENSEÑANZA, La Catequesis de la


Comunidad. Orientaciones pastorales para la catequesis en España,
hoy (1983)

CCE CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA ( ed. española del


Catechismus Catholicae Ecclesiae) (1992)

CD CONC. ECUM. VAT. II, Decreto sobre el oficio pastoral de los


Obispos en la Iglesia Christus Dominus (1965)

CEE Conferencia Episcopal Española

CELAM Conferencia Episcopal Latinoamericana

CIC Codex Iuris Canonici (1983)

432
ChL JUAN PABLO II, Exhortación apostólica post-sinodal Christifideles
Laici (1989)

CN Camino Neocatecumenal

CNC Comunidades neocatecumenales

COINCAT CONSEJO INTERNACIONAL PARA LA CATEQUESIS, La


Catequesis de adultos en la comunidad cristiana (1990)

CT JUAN PABLO II, Exhortación apostólica Catechesi Tradendae (1979)

DCG SAGRADA CONGREGACIÓN PARA EL CLERO, Directorium


Catechisticum Generale (1971)

DGC SAGRADA CONGREGACIÓN PARA EL CLERO, Directorio


general para la Catequesis (1997)

DV CONC. ECUM. VAT. II, Constitución dogmática sobre la divina


revelación Dei Verbum (1965)

EN PABLO VI, Exhortación apostólica Evangelii Nuntiandi (1975)

EFPC La educación en la fe del pueblo cristiano (1981)

FC JUAN PABLO II, Exhortación apostólica post-sinodal Familiaris


Consortio (1981)

FD JUAN PABLO II, Constitución apostólica Fidei Depositum (1992)

GS CONC. ECUM. VAT. II, Constitución pastoral sobre la Iglesia en el


mundo actual Gaudium et Spes (1965)

IC CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA, La Iniciación Cristiana.


Reflexiones y orientaciones (1999)

LG CONC. ECUM. VAT. II, Constitución dogmática sobre la Iglesia


Lumen Gentium (1964)

433
MPD Mensaje al Pueblo de Dios. Documento final del Sínodo de 1977
sobre la catequesis en nuestro tiempo

NMI Carta Apostólica Novo Millennio Ineunte (2001)

OGMR Ordenación general del Misal Romano (1988)

OICA Ordo Initiationis Christianae Adultorum (1972)

OPC CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA, Orientaciones pastorales


para el Catecumenado (2002)

OPICNNB CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA, Orientaciones


pastorales para la iniciación cristiana de niños no bautizados en su
infancia (2004)

PO CONC. ECUM. VAT. II, Decreto sobre el ministerio y la vida


sacerdotal Presbyterorum Ordinis (1965)

RICA Ritual de la Iniciación Cristiana de Adultos (1976)

RM JUAN PABLO II, Carta encíclica Redemptoris Missio (1990)

SC CONC. ECUM. VAT. II, Constitución sobre la sagrada liturgia


Sacrosanctum Concilium (1963)

SCN Estatutos del Camino Neocatecumenal

SÍNODO SÍNODO DE LOS OBISPOS (asamblea extraordinaria de 1985),


Relación final Ecclesia sub verbo Dei mysteria Christi celebrans pro
salute mundi (1985)

STATUTA Edición típica del Neocatechumenale iter Statuta (2002)

TDV CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA, Testigos del Dios vivo.


Reflexión sobre la misión e identidad de la Iglesia en nuestra sociedad
(1985)

TMA JUAN PABLO II, Exhortación apostólica Tertio Millennio Adveniente


(1994)

434
Juan José Calles Garzón
Doctor en Teología Dogmática
por la Universidad Pontificia de Salamanca

435

También podría gustarte