Sentencia Caso Anna Permanyer
Sentencia Caso Anna Permanyer
Sentencia Caso Anna Permanyer
Por J. García
SENTENCIA Nº 15/08
VISTA en juicio oral y público, en sede de esta Audiencia Provincial de Barcelona, la presente causa
registrada con el nº 15/07, dimanante del procedimiento de Tribunal de Jurado nº 1/06 del
Juzgado de Instrucción nº 11 de Barcelona, seguida por un delito de extorsión y otro de asesinato,
contra los acusados: (...)
En la presente causa han sido partes acusadoras el Ministerio Fiscal, representado por la Ilma. Sra.
Dª Marta Marquina Bertrán y como Acusación Particular, (...) representados por el procurador D.
Ángel Montero y asistidos por el abogado D. Carlos Rey González.
ANTECEDENTES DE HECHO
El presente Rollo, registrado con el nº 15/07 en la Oficina de Jurado de esta Audiencia Provincial,
se inició tras recibirse el testimonio al que se refiere el art. 34 de la LOTJ. Por la procuradora Dª
Maria Paz López Lois, en nombre y representación de la acusada Dª María Carmen Badía Lachos, al
comparecer ante este Tribunal y al amparo del art. 36.1 a) de la LOTJ, impugnó una serie de
pruebas propuestas por el Ministerio Fiscal y por la Acusación Particular. De dicho escrito se dio
traslado a las demás partes, presentándose sendos escritos de oposición por aquéllos,
convocándose la vista preceptiva con la asistencia de todas las partes, adhiriéndose en dicho acto
a la citada impugnación de pruebas las defensas de los otros dos acusados. Dicha impugnación fue
desestimada en el auto de hechos justiciables (14-12-07), confirmándose tal decisión, tras la
apelación presentada, por auto de 11 de febrero de 2008 de la Sala Civil y Penal del TSJ de
Cataluña.
Llegado el día y hora del señalamiento, el 18 de febrero de 2008 se procedió a la constitución del
Tribunal del Jurado (...)
Seguidamente se inició en audiencia pública el juicio oral, desarrollado conforme a los arts. 680 y
siguientes de la
L.E.Criminal, y respetándose las particularidades previstas en los arts. 42.2, 44, 45 y 46 de la LOTJ;
juicio en el que se han practicado las pruebas del interrogatorio de los acusados, la testifical, la
pericial y la documental a lo largo de las diferentes sesiones desde su fecha de inicio, con el
resultado que consta en las diferentes actas de las sesiones celebradas (...)
Concluido el juicio oral y público, se procedió a la determinación del objeto de veredicto (...)
El Jurado declaró CULPABLES a los acusados MARIA CARMEN BADÍA LACHOS y JOAN SESPLUGUES
BENET de haber obligado a Anna Permanyer Hostench, propietaria de la vivienda sita en la Avda.
Diagonal, nº 523, 18-J (edificio Atalaya) de Barcelona, de la plaza de garaje nº 102 y del trastero nº
102 del mismo edificio, con violencia e intimidación y afán de enriquecimiento, a firmar un
contrato de arras de fecha 10 de septiembre de 2004, en el que figuraba como parte compradora
la menor Claudia Campí Badía, representada por su madre la acusada MARÍA CARMEN BADÍA
LACHOS, fijándose el precio total de la vivienda, plaza de garaje y trastero en la cantidad de
600.000 euros, constando que la parte compradora entregaba la cantidad de 420.000 euros en ese
concepto de arras o señal.
Asimismo el Jurado también declaró CULPABLES a los acusados MARIA CARMEN BADÍA LACHOS y
JOAN SESPLUGUES BENET de haber provocado la muerte de Anna Permanyer Hostech, tras
golpearle con un objeto contundente en su rostro y cráneo y haberle colocado tres bolsas de
plástico en la cabeza (...)
HECHOS PROBADOS
Conforme al VEREDICTO DEL JURADO se declaran como hechos probados los siguientes:
SEGUNDO.-Los acusados MARÍA CARMEN BADÍA LACHOS y JOAN SESPLUGUES BENET realizaron
los hechos descritos en el anterior apartado (Hecho Probado Primero).
TERCERO.- El 27 de septiembre de 2004, Anna Permanyer Hostench, tras haber golpeado con un
objeto contundente en su rostro y cráneo y haberle colocado tres bolsas de plástico en la cabeza,
murió consecuencia de haberle provocado con ello una asfixia mecánica causada por un
mecanismo de sofocación consistente en la oclusión de los orificios respiratorios que impidió el
paso de oxígeno a la laringe y favoreció la acumulación de dióxido de de carbono a nivel sanguíneo
con la consiguiente acidosis respiratoria.
Anna Permanyer Hostench no pudo oponer defensa física alguna toda vez que carecía de la mano
y antebrazo izquierdos y se hallaba aturdida por los golpes previamente recibidos.
CUARTO.- Los acusados MARÍA CARMEN BADÍA LACHOS y JOAN SESPLUGUES BENET causaron la
muerte de Anna Permanyer en los términos que se han descrito en los tres párrafos del anterior
apartado (Hecho Probado Tercero).
QUINTO.- Anna Permanyer Hostench estaba casada con J.M.G.C. y tenían cuatro hijos en común
llamados T.M., E., A.P. y Ó.O., que convivían con ellos en el domicilio familiar; y una hermana
llamada M.M.P.H.
FUNDAMENTOS DE DERECHO
(...)
El delito del art. 243 del CP está constituido por un ataque violento o intimidatorio destinado a
que otra persona haga algo concreto, que es realizar u omitir un acto jurídico perjudicial para su
patrimonio o para el de un tercero. El carácter patrimonial del ilícito, por tanto, constituye un
aspecto fundamental de su naturaleza, exigiéndose asimismo la existencia de un ánimo de lucro o
finalidad defraudadora.
Pues bien, el Jurado ha declarado probado que en la tarde del 27 de septiembre de 2004, Anna
Permanyer Hostench, propietaria de la de la vivienda sita en la Avda. Diagonal, nº 523, 18-J de
Barcelona, de la plaza de garaje y trastero nº 102 (edificio Atalaya), fue obligada con violencia e
intimidación (...) y afán de enriquecimiento, a firmar un contrato de arras de fecha 10 de
septiembre de 2004, en el que figuraba como parte compradora la menor Claudia Campí Badía,
representada por su madre la acusada María Carmen Badía, fijándose el precio total de todo ello
en 600.000 euros, constando que la parte compradora entregaba la cantidad de 420.000 euros en
ese concepto de arras o señal.
Lo primero que debemos señalar, antes de constatar las razones en las que el Jurado ha
fundamentado la probanza de este hecho, es que no ha existido controversia alguna entre las
partes sobre la existencia del referido contrato (Tomo II, folio 2752); es más, la propia acusada
Carmen Badía, no solo admite la realidad del mismo, la firma como estampada por la Sra.
Permanyer, y que, en definitiva, compró el piso 18-J del edificio Atalaya, sino que incluso afirmó
que no renunciaba al mismo, pero que todos los abogados con los que habló le dijeron que no
podía reclamar nada. Lo que sí ha sido objeto de controversia es que la víctima Anna Permanyer
fuera obligada con violencia e intimidación, y por un afán de enriquecimiento, a estampar su firma
en el referido contrato. Este punto ha sido el nuclear sobre el que ha versado el debate
contradictorio en relación a la extorsión. Y el Jurado ha llegado a la conclusión de que ello fue así
en virtud de las pruebas mencionadas en su contestación al primer enunciado del Objeto del
veredicto (si bien, debe reconocerse, algunas de ellas más bien hacen referencia a la autoría del
ilícito, que no a su existencia propiamente dicha, por lo que aquéllas serán objeto de valoración en
el segundo fundamento), en concreto:
a) En la prueba pericial caligráfica llevada a cabo por los funcionarios de la Policía Científica nº 209
y 232, con fecha 22-10-04, (Tomo I, folio 304), que concluyen entre otros extremos, que la firma
del contrato de arras pertenece a la Sra. Permanyer, lo cual fue objeto de ratificación en el acto de
juicio. Prueba ésta que se ve complementada por el dictamen pericial grafológico emitido por D.
Francisco Viñals y D. Jordi Vives (Tomo II, folios 4304 a 4372) realizado en abril-mayo de 2006,
citada asimismo por el Jurado, que concluye afirmando que a pesar de la coincidencia
grafonómica que existe entre la mayoría de las firmas o partes de firmas – objeto de examen por
los citados peritos-, son notoriamente patentes las alteraciones grafoescriturales que se reflejan
en las mismas, y que “las alteraciones emocionales reflejadas en las dubitadas o dudosas
(contrato de arras entre otros) son circunstanciales y no propias del estado habitual de la Sra.
Anna Permanyer.”, así como que “existen suficientes elementos técnicos indicativos de que
dichas firmas fueron plasmadas bajo un gran sentir de amenaza o coacción llegando alguna de
las firmas a ser forzada la mano de Dª Anna Permanyer obligándola a escribir su firma”, la que
por cierto aparece en el lugar (equivocado) de la parte compradora. Y los peritos explicaron en
el juicio que a la vista de lo que refleja la escritura habitual de la fallecida, las firmas examinadas
y controvertidas se enmarcan en lo que la doctrina denomina “escritura atormentada”. Pruebas
éstas que, evidentemente, han merecido mayor credibilidad a los jurados, que no la pericial
caligráfica de defensa, practicadas todas ellas de forma conjunta a tenor de lo que establece el
art. 724 de la L.E.Criminal.
b) El segundo elemento probatorio tenido en cuenta por el Jurado lo es las arras tan elevadas que
se pactaron en el citado contrato (...) siendo lógico que los jurados deduzcan de ello un evidente
afán de enriquecimiento (...).
No puede olvidarse (aunque por razones de la estructura de la presente resolución y para una
mayor claridad expositiva, estemos haciendo referencia al delito de extorsión, y posteriormente lo
hagamos del delito de asesinato) que ambos hechos se cometieron en la tarde del día 27 de
septiembre de 2004, sin solución de continuidad. Por eso, las pruebas acreditativas del asesinato y
su autoría, no dejan de circundar y robustecer los indicios en los que se basa la decisión del Jurado
para entender acreditada la extorsión. De ahí que la fijación de unas arras “extremadamente
elevadas” en el referido contrato (deducción a la que también podría llegarse, por ser de
conocimiento general, el que dar una “paga y señal” a la firma de un contrato es algo muy alejado
de satisfacer el 70% del importe total), no solo pueda considerarse como acreditativa de un afán
de enriquecimiento, sino también –demostrado posteriormente el hecho del asesinato- de la
utilización de medios coercitivos para que el mismo se llegara a firmar por la Sra. Permanyer,
antes de causarle la muerte. Pensar en la licitud del mencionado contrato, habiéndose acreditado
el posterior asesinato, es algo que carecería de toda lógica y sentido común, máxime cuando no se
llegaron a satisfacer esos 420.000 euros como posteriormente se razonará.
c) En relación también con lo que se acaba de decir, la existencia del delito de extorsión la basa el
Jurado en un tercer indicio, como es el hecho de que la coartada de la acusada Carmen Badía
sobre este extremo se ha visto absolutamente desvirtuada. Y a ello se refieren los jurados cuando
citan, como prueba incriminatoria, las declaraciones de los testigos D. José Xicola y D. Jacinto
Mateu. En efecto, la acusada Carmen Badía sostuvo que el reiterado contrato de arras se firmó
con la Sra. Permanyer en el restaurante “La Oca”, de esta ciudad, en presencia de aquéllos; y estos
testigos han desmentido de forma rotunda tal afirmación. (...)
d) Existe otra prueba tenida en cuenta por el Jurado a los efectos que ahora estamos
considerando, y que aparece anudada a lo anterior, que igualmente le ha llevado al
convencimiento sobre la existencia del delito de extorsión, como es el dato (en relación a los
420.000 euros, que se dicen entregados por la acusada Carmen Badía, en concepto de arras), de
que ese dinero no existía en ninguna de las cuentas bancarias investigadas, por lo que mal pudo
pagarse tal cantidad. (...)
Éstos son los indicios en los que el Jurado ha basado su decisión. No obstante, al inicio de la
respuesta dada al primer enunciado del Objeto del veredicto (Hecho Probado Primero) también se
hace referencia a que la aprobación de ese hecho se ha basado en lo manifestado por el testigo
Fernando Ureña (portero de la finca), el cual vio entrar a la Sra. Permanyer en el edificio y subir al
rellano de los ascensores; en lo declarado por la testigo A.P.G.P. (hija de la víctima) que dijo que su
madre le pidió que la acompañara al edificio Atalaya; en lo admitido por la acusada Carmen Badía,
de que tenía una cita con ella en el mismo; y en la testifical del Sr. J.M.G.C. (esposo de la fallecida)
confirmando que su esposa tenía que hacer una gestión en dicho edificio (pero en relación al
alquiler del parking, no de ningún contrato de arras). Pero tales elementos probatorios lo son, no
tanto de la existencia del delito de extorsión, como de su autoría, porlo que a tales pruebas nos
referiremos en el segundo fundamento.
Por estos momentos no está de más dejar constancia de que si bien lo declarado probado por el
Jurado lo ha sido en base a las razones a las que se ha hecho referencia, las partes acusadoras
también pusieron de manifiesto otros indicios incriminatorios, siendo de destacar las
manifestaciones de su esposo e hijos en el acto del juicio, en el sentido de que era impensable que
la Sra. Permanyer hubiera decidido la venta del mismo, no ya porque toda la familia lo desconocía
(siendo poco creíble que una cosa así no se hubiera comentado en la familia), sino porque
precisamente era intención del matrimonio la de irse a vivir al mismo en el futuro.
Para finalizar este apartado reiterar (por la importancia que tiene a la hora de valorar como una
deducción lógica y razonable a la que, por unanimidad, ha llegado el Jurado sobre la existencia del
delito de extorsión) que las ventajosas consecuencias económicas que contenía la realización del
contrato constituyeron el móvil del posterior asesinato, y que las pruebas acreditativas de este
crimen, precedido por una serie de golpes, no mortales, propinados a la Sra. Permanyer, y su
autoría, también vienen a reforzar la conclusión de tener por acreditada esta infracción. Es más
que evidente que nadie en su sano juicio, actuando de forma libérrima, hubiera firmado un
contrato de esa naturaleza, y ello por la existencia de tan elevadas arras, cuando las mismas,
además, se ha demostrado que no se pagaron, como también se ha “desmontado” la coartada de
la acusada (...)
El Jurado ha declarado probado que el 27 de septiembre de 2004 Anna Permanyer, tras haber sido
golpeada con un objeto contundente en su rostro y haberle colocado tres bolsas de plástico en la
cabeza, murió consecuencia de la asfixia mecánica que se le provocó.
(...) en los hechos declarados probados concurren los requisitos básicos del ilícito penal: una
acción agresora; un resultado mortal, existiendo un nexo causal entre aquélla y éste; y la presencia
de un inequívoco animus necandi, como pusieron de manifiesto los citados médicos forenses.
Pero los jurados también han considerado acreditado que dicha muerte se llevó a cabo con
alevosía y ensañamiento. (...)
El Jurado ha considerado culpables de ambos delitos, por unanimidad, a los acusados María
Carmen Badía Lachos y Joan Sesplugues Benet. Por el contrario, ha declarado no culpable, también
de los dos delitos que se le venían imputando, a la acusada A.T.P.
e) Los golpes recibidos por la víctima –hay que pensar que en virtud del principio de inmediación-
son compatibles con la complexión y fuerza de la acusada Carmen Badía.
f) La sábana que envolvía el cadáver (...) coincide con las de los juegos de cama que tenía la
acusada. (...)
g) La bolsa de “La Sirena” también es compatible con las compras que realizó la acusada días
antes. (...)
h) La mención que hizo Carmen Badía, en la llamada telefónica mantenida con la otra acusada
A.T., de fecha 15 de enero de 2005, cuando aún no se había levantado el secreto de sumario, en la
que ofreció un detalle clave de cómo estaba envuelto el cadáver, con una sábana. (...)
i) El cable (eléctrico) rojo con el que apareció fuertemente atado y envuelto el cadáver, habiendo
llegado el Jurado a la conclusión de que antes del crimen estaba en poder de la acusada Carmen
Badía (...)
j) Por último el Jurado cita en el acta de su veredicto la declaración del testigo protegido nº 2 que
relató como (...) la acusada Carmen Badía le preguntó en medio de una conversación, que “cuánto
tardaría en oler un cadáver”, (...)
En primer lugar haremos referencia a las razones expuestas por el Jurado en relación al delito de
asesinato. El Jurado ha considerado que el acusado Joan Sesplugues es autor de este ilícito penal
(enunciado Noveno, del Objeto del veredicto) en virtud de un indicio que se ha presentado con tal
potencialidad acreditativa que, por si solo (aunque se alude también a otro), resulta suficiente
para considerar totalmente razonable y lógica la conclusión a la que ha llegado. Y este indicio no
es otro que el haberse hallado su ADN en un pelo encontrado, no en la parte exterior, en los
envoltorios con que se cubrió el cadáver para trasladarlo a la zona donde posteriormente se
encontró, sino en el tórax de la fallecida; de lo que puede concluirse que este acusado “manipuló”
de alguna forma el cadáver, tuvo contacto directo con el mismo.
(...)
El Jurado añade otro indicio más, aludiendo a la llamada “pata de cabra” encontrada por lo
funcionarios policiales nº 70.070 y 175 en el registro efectuado en el vehículo del acusado Joan
Sesplugues (el informe pericial sobre este objeto se encuentra a Tomo II, folio 1925) y que como
manifestaron los médicos forenses que practicaron la autopsia, es perfectamente compatible con
los golpes producidos a la víctima Anna Permanyer.
(...)
Por último, interesante resulta la referencia que el Jurado hace a la declaración de la testigo
protegida nº 1, que declaró que aquella tarde del día 27 de septiembre de 2004 llamó por teléfono
al domicilio de la acusada Carmen Badía, contestándole la hija menor Claudia (lo que significa que
si el acusado Joan Sesplugues había ido con su esposa a recogerla, éste ya habría vuelto también al
edificio) que su madre había ido a la Clínica Corachán, lo que la propia testigo averiguó que no era
cierto porque aquella misma noche llamó a dicho Centro hospitalario verificando que Carmen
Badía no había sido atendida en el mismo. Y ello no hace sino que corroborar las tesis de las
acusaciones de que los hechos se produjeron en el piso 11-E, en el que Carmen Badía había estado
viviendo antes de mudarse al piso 18-J y del que seguía teniendo unas llaves (si ambos acusados
estaban en el edificio, pero no en el 18-J al contestar la hija esa llamada telefónica, es lógico
deducir que estarían en el 11-E), como lo corroboró el propietario del mismo, el testigo Manuel
Pérez Lasierra, piso éste, el 11-E, que sufrió el provocado incendio que acredita la prueba testifical
de los bomberos que intervinieron en su sofocación y en la pericial técnica practicada por los
funcionarios policiales nº 17.975 y 54.140.
De las pruebas practicadas en el acto del juicio se desprenden elementos incriminatorios contra la
misma. (...)
Pero también es cierto que en la vista oral se han practicado pruebas de descargo, y éstas han
servido al Jurado para decretar su no culpabilidad (...)
El delito de extorsión lleva aparejada una pena de prisión de uno a cinco años. Por su parte, la del
de asesinato con alevosía y ensañamiento es la de prisión de veinte a veinticinco años (...)
La ejecución de un hecho descrito por la Ley como delito obliga al responsable del mismo a
reponer los daños y perjuicio causados. (...)
Los acusados declarados culpables deben ser condenados igualmente al pago de las costas
procesales, conforme establece el art. 123 del CP (...).
FALLO
En virtud del VEREDICTO que el Jurado ha pronunciado, CONDENO a los acusados MARIA CARMEN
BADÍA LACHOS y JOAN SESPLUGUES BENET, como autores de un delito de extorsión y otro de
asesinato, ya definidos, a cada uno de ellos a las siguientes penas: a) por el delito de extorsión, la
pena de DOS AÑOS DE PRISIÓN y la accesoria de inhabilitación especial para el derecho de sufragio
pasivo durante el tiempo de la condena; y b) por el delito de asesinato, a la pena de VEINTIDOS
AÑOS DE PRISIÓN, con la accesoria de inhabilitación absoluta durante el tiempo de la condena; así
como al pago de 2/3ª partes de las costas procesales, incluidas las de la Acusación Particular,
declarando de oficio 1/3ª parte de las mismas, Y ABSUELVO a la acusada A.T.P., de esos dos delitos
por los que también venía siendo acusada.
Se ratifica la LIBERTAD de la acusada A.T.P., ya acordada por auto de 12 de marzo de 2008, tras la
lectura de su veredicto y una vez finalizado el acto de juicio.
Provéase sobre la solvencia de los acusados condenados. Y para el cumplimiento de las penas que
se les imponen se declara de abono todo el tiempo que los mismos han estado privados de
libertad por esta causa, siempre que no les hubiera sido computado en otra.
Notifíquese esta sentencia a las partes haciéndose saber que contra la misma cabe interponer
recurso de apelación, en el plazo de diez días, ante la Sala de lo Civil y Penal del Tribunal Superior
de Justicia de Catalunya.
Esta es la sentencia que, como Magistrado-Presidente del Tribunal del Jurado, pronuncio y firma.
PUBLICACIÓN.-la anterior sentencia ha sido leída y publicada, en el mismo día de su fecha, por el
magistrado ponente en audiencia pública. Doy fe
Escola de Postgrau