La Gran Perfección Natural

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La gran perfección natural es una inspiradora recopilación de las enseñanzas de Ñoshul

Kempo Rimpoché que nos proporciona la visión más profunda sobre la práctica del
camino del dsogchen. Las enseñanzas que nos llevan al reconocimiento de nuestra
verdadera naturaleza por medio de la trasmisión directa de un maestro.
DHARMA

LA GRAN
El lector descubrirá en la personalidad y en las enseñanzas cautivadoras de Ños-

PERFECCIÓN

la gran perfección natural


hul Kempo la personificación de los consejos citados por el maestro del siglo pasa-
do Patrul Rimpoché: «Más allá de la acción y la no acción, el darma florece. Es tan

Eseñanzas de dsogchen y canciones vajra


sencillo. Conserva tu estado natural y reposa tu fatigada mente».

NATURAL
ÑOSHUL KEMPO RIMPOCHÉ
(Derge, Tíbet. 1932 - 1999), es muy cono-
Enseñanzas de dsogchen
cido por su brillante estilo en la presenta- y canciones vajra
ción de dsogchen. Erudito en las cuatro
escuelas de budismo de Tíbet, su vida es
un ejemplo inspirador para entender qué
es ser un meditador en nuestros días.

LAMA SURYA DAS


(Nueva York. 1950), es el principal dis-
cípulo en América de Ñoshul Rimpoché,
siendo uno de los maestros occidentales
más dinámicos y eficaces en las enseñan-
y lama surya das
ñoshul kempo rimpoché
zas de dsogchen. Es el autor de “The
Snow Lion Turquoise Mane: Wisdom
Tales from Tibet” y fundador de la Dzo-
gchen Foundation en Cambridge, Massa-
chusetts.

ñoshul kempo rimpoché


y lama surya das

ISBN:978-84-96478-73-2

Ediciones Dharma Ediciones Dharma


1 Vagabundo Iluminado
Un bosquejo autobiográfico

L o que expongo a continuación no es una biografía espiri-


tual –namtar– en absoluto, sino el simple relato de una
serie de accidentes. Nací al este de Tíbet. Mi padre, que era un
bandolero errante, un salteador de caminos, había maltratado,
robado e incluso matado a otras personas. No llegué a conocer-
lo a fondo puesto que abandonó a su familia cuando yo era aún
muy joven. Mi padre era como los bandoleros montados a caba-
llo que aparecen en las películas de vaqueros. Solía vivir en el
desierto de Kam, al este de Tíbet.
Yo tenía dos hermanos y siete hermanas. Mis dos herma-
nos eran fuertes, duros y vigorosos como su padre, y él les fa-
vorecía enormemente. Yo era el tercero y un tanto escuchimiza-
do. Mi padre solía humillarme diciendo que era como una niña
y que no servía para nada. Enseñaba a sus hijos a luchar, pero
eso no nos gustaba demasiado ni a mis hermanas ni a mí, así que
nuestro padre nos ignoraba.
Mi madre era un alma bondadosa y amable, una persona
muy religiosa de gran paciencia y tolerancia. Tenía muchos ni-
ños de los que ocuparse y muchos quehaceres en la casa, pero
sus deseos de practicar el darma eran sinceros. Albergaba gran-
des esperanzas de que yo satisfaciera sus aspiraciones en el dar-
ma, ya que de ella había heredado su bondad y amabilidad. Mi
madre se contentaba con las sencillas recompensas de la mora-
lidad, la oración y la entrega a su familia.
Mi abuela paterna –la madre del bandolero– era también
muy piadosa. En algunas ocasiones había recibido enseñanzas
del gran maestro de dsogchen Ñoshul Lungtok Tempe Ñima, el
discípulo principal de Patrul Rimpoché. No tenía mucha cultura
pero estaba bien versada en el darma y en la práctica. Había re-
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cibido enseñanzas y las había comprendido e integrado, trans-


formando con ello su naturaleza. Rezaba constantemente para
que su testarudo hijo, el salteador de caminos, se reformara y
cambiara de vida.
Cuando yo era un bebé, mi abuela y mi madre solían can-
tar una y otra vez sobre mi cuna: “Tomamos refugio en el Buda,
tomamos refugio en el Darma, tomamos refugio en la Sanga”.
También acostumbraban a orar juntas y hablaban entre ellas de
las enseñanzas, recordándose mutuamente lo grande que era
Ñoshul Lungtok Tempe Ñima. A él le rezaban, dondequiera que
se encontrara –a menudo ni siquiera sabían dónde estaba– ex-
presando sus sinceros deseos de que viniera a enseñarles y ben-
decirles. Aquélla fue la primera vez que oí el sagrado nombre de
este guru, Ñoshul Lungtok, un nombre que ha estado inspirán-
dome hasta el día de hoy.
Años más tarde, mi abuela me explicó que Ñoshul Lungtok
era su reverenciado lama raíz y que le había dado una nueva vi-
da. Aunque no era docta en las escrituras, tenía experiencia en el
dsogchen y practicaba las enseñanzas de bodichita. Recitó el
mantra de la gran compasión, Om mani peme jung, trescientos
millones de veces. Cuando alguien completa cien millones de
recitaciones de mantras contando cada mantra con un rosario, lo
llamamos tung-jor. Ella había hecho eso tres veces en su vida:
trescientos millones de recitaciones del mantra de la gran com-
pasión, el mantra de Chenresig, Om mani peme jung, practican-
do la meditación del amor afectuoso.
Mi abuela me sugirió que, ya que mi naturaleza era bonda-
dosa, sería más apropiado que siguiera la conducta de mi madre
en lugar de emular a mi padre. Me dijo también que buscara un
lama bodisatva cualificado que me enseñara, instruyera y adies-
trara, y que me esforzara para llegar a ser tan iluminado como
él, pues eso era lo que Buda había enseñado.
Durante tres años me encargué de los animales de la fami-
lia y llevé a cabo otras labores similares. No estudié nada, pero
no dejé de pensar en ese lama cuyo nombre había oído. En aque-
lla época, a los cinco años de edad, mi madre y mi abuela me lle-
varon al monasterio sakiapa más próximo donde me cortaron el
pelo y me dieron un nombre al tomar refugio en las tres joyas.
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A los ocho años entré en el monasterio de Kam. En él vivían


unas cien personas entre monjes, practicantes y lamas. El nom-
bre del lama principal era Yamyang Khenpa Tapkie, un tío mío
lejano.

PRIMEROS AÑOS EN EL MONASTERIO

Yamyang Khempa Tapkie se interesó por mí, ya que éramos pa-


rientes. Inmediatamente me enseñaron a leer y a escribir, lo que
me resultó bastante sencillo. No todos los chicos tenían una
oportunidad como esa. Para vivir en el monasterio, los jóvenes
novicios tenían que mendigar su comida pidiendo limosna dia-
riamente por los pueblos cercanos. Aún tengo cicatrices en las
piernas de los mordiscos que me daban los enormes mastines ti-
betanos, feroces perros guardianes, cuando iba de puerta en
puerta mendigando tsampa –una harina de cebada seca y tosta-
da que es el alimento básico de los tibetanos–. Cuando los novi-
cios se portaban mal, se les golpeaba y obligaba a quedarse fue-
ra toda la noche sin poder protegerse del frío. Era una vida muy
dura.
Mi tarea, cuando tenía unos diez años, consistía en cuidar
de las ovejas que pertenecían a la propiedad del monasterio.
Unas veces me quedaba en el recinto del monasterio y otras ve-
ces pastoreaba los animales en el desierto. Si hacía sol, estaba
muy tranquilo, me sentía feliz al aire libre, mirando simplemen-
te cómo las ovejas ronzaban la hierba. Pero de vez en cuando
llovía y hacía un frío helado, con viento y granizo, y no tenía
dónde cobijarme. Además, a causa de la niebla no podía ver las
ovejas que se habían perdido en los barrancos. Tenía que bus-
carlas por todas partes y reunirlas para regresar con ellas al ano-
checer. Sabía exactamente cuántas ovejas tenía, reconocía a ca-
da una por su rostro y llamaba a cada una por su nombre.
En primavera y durante el breve verano, había una infinidad
de radiantes flores silvestres y se oía el canto de toda clase de
pájaros. Kam era muy bella en esa época. Durante el resto del
año el tiempo era mucho más frío y riguroso. Recuerdo bien
esos idílicos días estivales de mi niñez cuando, sentado bajo un
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sol espléndido, me sentía totalmente a mis anchas, relajado y fe-


liz. Mientras las ovejas ronzaban la hierba yo contemplaba el
cielo de un azul turquesa intenso y simplemente dejaba a mi
mente ser. Ese fue el inicio natural y espontáneo de mi desarro-
llo meditativo.
A veces, mientras los pájaros cantaban, aparecían en mi
mente ciertos pensamientos, como: ¿qué hago aquí escuchando
a los pájaros?, ¿por qué estoy aquí? Mi abuela me dijo que lo
único que merece la pena es practicar el sagrado darma y obte-
ner logros espirituales y, sin embargo, a pesar de haber ingresa-
do en el monasterio, lo único que hago es cuidar del rebaño.
¿Cómo puedo seguir las enseñanzas y encontrarme con un lama
auténtico siendo tan sólo un pastor con andrajosos hábitos usa-
dos que pasa su tiempo en los pastos?
Armándome de valor, le dije a mi madre que quería apren-
der de un verdadero lama, recibir auténticas enseñanzas espiri-
tuales y descubrir en qué consistía en realidad el santo darma.
Entonces dejé el monasterio y partí hacia otro valle donde vivía
un gran lama llamado Lama Rigdsin Yampel Dorye. Era un ver-
dadero maestro iluminado, un mahasida que había logrado la
unión de las enseñanzas de los linajes de mahamudra y dsogpa
chempo.
A los doce años aproximadamente, inicié y terminé las qui-
nientas prácticas preliminares –ngondro–, bajo la dirección per-
sonal de este maravilloso lama. Después solicité y recibí, de
Yampel Dorye, enseñanzas detalladas sobre la inseparabilidad
de las prácticas de meditación de samata y vipásana. Apliqué
estas instrucciones sobre la meditación vajrayana con arreglo al
mahamudra, de acuerdo con el linaje de la práctica. Esta prácti-
ca incluía los célebres cuatro yogas del mahamudra: unidirec-
cionalidad, simplicidad, un sólo sabor y más allá de la medita-
ción, que también se clarifican en la triple fórmula de no-medi-
tación, no-artificio (más allá de la acción y la inacción) y no-dis-
tracción.
Poco a poco, empecé a darme cuenta de que resultaba muy
difícil progresar en la práctica espiritual si no se tenía una com-
prensión clara y estable de las enseñanzas generales del sutra y
del tantra, particularmente de la preciosa bodichita. Se ha dicho:
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“Meditar sin estudiar es como tratar de escalar una montaña sin


ojos; estudiar sin meditar es como tratar de escalar una montaña
sin manos ni pies”. Rigdsin Yampel Dorye estaba de acuerdo.
Así que empecé a estudiar en el monasterio con un importante
kempo, un abad y profesor erudito y espiritualmente realizado.
Tuve que aprender innumerables oraciones, sadanas, escrituras
y comentarios y recitarlos después de memoria delante de la
asamblea monástica. Toda una empresa.
Estudié los tres votos de los tres vehículos: los votos de la
liberación personal del vinaya –pratimoksha–, los compromisos
de los bodisatvas y los samayas tántricos. Estudié también el
Bodicariavatara del maestro mahayana indio, Shantideva, las
enseñanzas de bodichita sobre el adiestramiento mental o trans-
formación de la actitud –loyong– de Atisha, y muchas otras en-
señanzas específicas y generales del darma del Buda de acuerdo
con los sutras y los comentarios a los textos que se incluyen en
las escrituras de la tradición budista. Memoricé Los trece Gran-
des Textos. Más tarde estudié profundamente la filosofía del ca-
mino medio de Nagaryuna, la dialéctica madiamika, la episte-
mología, la lógica, la literatura del Prajñaparamita, Los Cinco
Ornamentos de Asanga, el Abidarmakosha de Vasubandu, etc.
Finalmente estudié todo el Tripitaka recopilado en el canon ti-
betano de ciento ocho grandes volúmenes llamado Kanguiur, y
también los comentarios detallados de los panditas indios y ti-
betanos de la colección todavía más extensa conocida como Ten-
guiur. Combinando todo esto con la práctica, llegué a dominar
los tres yanas incluyendo el sutra y el tantra: todas las enseñan-
zas del Buda.
Impulsado por una ardiente motivación, seguí con asidui-
dad el programa de estudios. Hasta los veinticuatro años y bajo
la dirección del extraordinario maestro Rigdsin Yampel Dorye y
de mi kempo, efectué el tradicional adiestramiento acharia o
kempo, de doce años de duración, combinándolo con la medita-
ción y el adiestramiento yóguico del linaje no-sectario de la
práctica rimé. Estudié todas las enseñanzas necesarias para ser
kempo, abad y profesor, y llevé a cabo la totalidad de las prácti-
cas mahayanas y vajrayanas junto con sus correspondientes re-
tiros en solitario. Todavía me acuerdo de aquel pequeño y soli-
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tario muchacho que era yo entonces, de la región donde vivía en


la que no conocía a nadie, y del modo en que algunas personas
solían reírse de mí. También recuerdo con gratitud la increíble y
desinteresada bondad de mi maestro y su gran generosidad du-
rante esos doce años de estudios y prácticas.

RECIBIR LA INSTRUCCIÓN MÁS PROFUNDA

A mis dieciocho años, recibí la extraordinaria y profunda ense-


ñanza secreta sobre la naturaleza esencial de la mente, la ins-
trucción más profunda del longchen ñingtig, la quintaesencia de
las enseñanzas dsogchen. Fue la reencarnación –tulku– del guru
de mi abuela quien me transmitió estas preciosas enseñanzas
esotéricas sobre la visión, la meditación y la acción de dsogpa
chempo, –enseñanzas que clarifican el significado último del
darma del Buda sobre la visión, la meditación y la acción de
dsogpa chempo y rigpa, la mente innata de un buda, de acuerdo
con la clasificación de base, camino y logro, una tríada conside-
rada en última instancia como una e inseparable–. Pronto desa-
rrollé en mi interior una convicción y certeza inquebrantables en
lo que respecta a esta gran perfección natural: las enseñanzas
dsogchen no duales de la pureza primordial y la presencia es-
pontánea, encarnadas en las prácticas de cortar –trekchod– y
trascendencia –togal–.
Ñoshul Lungtok Tempe Ñima, el sucesor de Patrul Rimpo-
ché, había fallecido hacía unos años. Su tulku había sido entro-
nizada y educada por los discípulos de su eminente predecesor,
entre los que se encontraba el incomparable kempo Ngakga. Fue
este tulku, llamado Ñoshul Lungtok Shedrup Tempe Ñima,
quien me introdujo a la naturaleza de la mente mientras trans-
mitía esas enseñanzas. Se convirtió en mi guru raíz. De él recibí
mi nombre, así como del Monasterio de Ñoshul, emplazado en
la zona periférica de la región del gran monasterio ñingma de
Katok donde vivíamos juntos. De estos lamas heredé todas las
enseñanzas de Longchenpa y Yigme Lingpa. Memoricé la totali-
dad de los Siete Tesoros de Longchempa y sus dos célebres tri-
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logías: La Trilogía de la Quietud Natural y La Trilogía de la Li-


bertad Inherente de la Mente, así como el venerado Yonten
Dsod, El Tesoro de las Cualidades Iluminadas, de Yigme Ling-
pa, en el que se explica los nueve yanas según la tradición ñing-
ma del darma del Buda. Era completamente feliz.
Tulku Chedrub Tempe Ñima me transmitió el Ñenguiud
Men Ngag Chenmo, la instrucción más profunda susurrada al oí-
do del dsogpa chempo. Tulku Chedrub Tempe Ñima era el dis-
cípulo principal del gran Kempo Ngakga: Ngakgui Wangpo, un
maestro de dsogchen sabio y loco cuya fama ha llegado hasta
nuestros días –un maestro visionario del togal y una encarnación
de Vimalamitra, el patriarca indio del dsogchen–. De Kempo
Ngakga recibí ciertas transmisiones, pero entonces era demasia-
do joven para estudiar con él seriamente y en profundidad, así
que fue el propio Ñoshul Lungtok Tempe Ñima quien gradual-
mente me transmitió las enseñanzas de Kempo Ngakga.
Kempo Ngakga tenía una dignidad y un carisma extraordi-
narios y su presencia era especial. El mero hecho de entrar en su
habitación intimidaba los pensamientos o conceptos egocéntri-
cos, abriendo sin esfuerzo la desinteresada y espaciosa exten-
sión de rigpa. Aunque no era más que un muchacho, todavía re-
cuerdo que en aquél tiempo pensaba agradecido: “Así que esto
es lo que quieren decir con la auténtica presencia de un verda-
dero maestro budista. Cualquier persona sentiría una inmensa
admiración e inspiración ante su gran esplendor natural y su ha-
bilidad espiritual. ¡Qué gran fortuna la de encontrarse con un bu-
da viviente en este mundo!”.
Kempo Ngakga era célebre por muchas razones. En cierta
ocasión se sentó en meditación durante tres años, sin moverse de
su sitio para nada, manifestándose en un estado translúcido de
rigpa llamado sangtal. Nadie pudo ver caer una sola sombra de
su cuerpo durante esos tres años de retiro. Esto es absolutamen-
te cierto.
Durante ese periodo de meditación, los ocho signos auspi-
ciosos aparecieron en el cuerpo de Ngakga en días auspiciosos,
como el diez de cada mes –fiesta lunar de Guru Rimpoché– y el
15 –el día de luna llena–, pues su cuerpo era el verdadero nir-
manakaya, el rupakaya, la manifestación de Buda en la tierra.
La gran perfección natural es una inspiradora recopilación de las enseñanzas de Ñoshul
Kempo Rimpoché que nos proporciona la visión más profunda sobre la práctica del
camino del dsogchen. Las enseñanzas que nos llevan al reconocimiento de nuestra
verdadera naturaleza por medio de la trasmisión directa de un maestro.
DHARMA

LA GRAN
El lector descubrirá en la personalidad y en las enseñanzas cautivadoras de Ños-

PERFECCIÓN

la gran perfección natural


hul Kempo la personificación de los consejos citados por el maestro del siglo pasa-
do Patrul Rimpoché: «Más allá de la acción y la no acción, el darma florece. Es tan

Eseñanzas de dsogchen y canciones vajra


sencillo. Conserva tu estado natural y reposa tu fatigada mente».

NATURAL
ÑOSHUL KEMPO RIMPOCHÉ
(Derge, Tíbet. 1932 - 1999), es muy cono-
Enseñanzas de dsogchen
cido por su brillante estilo en la presenta- y canciones vajra
ción de dsogchen. Erudito en las cuatro
escuelas de budismo de Tíbet, su vida es
un ejemplo inspirador para entender qué
es ser un meditador en nuestros días.

LAMA SURYA DAS


(Nueva York. 1950), es el principal dis-
cípulo en América de Ñoshul Rimpoché,
siendo uno de los maestros occidentales
más dinámicos y eficaces en las enseñan-
y lama surya das
ñoshul kempo rimpoché
zas de dsogchen. Es el autor de “The
Snow Lion Turquoise Mane: Wisdom
Tales from Tibet” y fundador de la Dzo-
gchen Foundation en Cambridge, Massa-
chusetts.

ñoshul kempo rimpoché


y lama surya das

ISBN:978-84-96478-73-2

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