Libro de Danza - Caminos Del Cuerpo
Libro de Danza - Caminos Del Cuerpo
Libro de Danza - Caminos Del Cuerpo
Caminos
del cuerpo
una visión de la danza escénica venezolana del siglo XX
Carlos Paolillo
Caminos
del cuerpo
una visión de la danza escénica venezolana del siglo XX
Carlos Paolillo
Libro CONSEJO SUPERIOR
Caminos del cuerpo Ministro del Poder Popular para la Cultura
una visión de la danza escénica Ernesto Villegas
venezlana del siglo XX Ministro del Poder Popular para la Educación
Universitaria, Ciencia y Tecnología
Autor Hugbel Roa
Carlos Paolillo
CONSEJO DIRECTIVO
Dirección Editorial Rector
María Alejandra Rojas Alí Ramón Rojas Olaya
Secretario General
Diseño Gráfico Williams Ramírez
María Gabriela Lostte Representante del Ministro del Poder Popular
para la Educación Universitaria, Ciencia y Tecnología
Foto Portada Jonathan Montilla
Ballet del Inciba. Esquema, Representante del Ministro del Poder Popular
de Maruja Leiva para la Cultura
Foto: Juan Santana Alfredo Caldera
Depósito Legal
lf45320167001804 UNIVERSIDAD NACIONAL EXPERIMENTAL
ISBN DE LAS ARTES
978-980-7244-11-4 RIF: G-20008463-4
Todos los derechos reservados ®
Índice
Presentación................................................................................................................................................5
Introducción...............................................................................................................................................7
Propiciando el inicio..................................................................................................................................9
Acciones precursoras...............................................................................................................................19
Aires de modernidad...............................................................................................................................31
Laberintos de experimentación............................................................................................................43
En busca de la profesión........................................................................................................................55
La gran eclosión.......................................................................................................................................69
Instituciones y academia..........................................................................................................................83
Transición y cambio................................................................................................................................93
Datos para una cronología de la danza escénica venezolana...........................................................101
Fuentes Bibliográficas............................................................................................................................145
Fuentes Hemerográficas.......................................................................................................................149
Galería Fotográfica................................................................................................................................153
UNEARTE
Presentación
Para el ejercicio de la memoria que viaja y cruza senderos, la lectura ahora es el destino final
deseado para este trayecto de singularidades. Historia de historias. Vías múltiples recorridas.
Este libro nos invita a maravillarnos en el reconocimiento de formas y texturas corporales, de
estéticas y lenguajes, de estilos y escuelas, evoluciones que la danza escénica en Venezuela ha
transitado a lo largo de un siglo definitivo, un tiempo de sorpresas, descubrimientos, indaga-
ciones y creaciones a granel.
Llegar aquí, no fue cosa de un momento. Ni siquiera de una sucesión de instantes. No.
Es el trabajo largo de su autor, disciplinado, extremadamente riguroso, incansable, obsesivo
en la búsqueda de los testimonios, en la recogida de los datos mínimos, en la interpretación
de las visuales que dan exposición al pasado y revelan los episodios, las aventuras y las gestas
vividas por quienes, en misiones pioneras, soñaron, bailaron, crearon escuelas, coreografiaron,
sin saberlo, construyendo caminos.
Así que lo que hay en las siguientes páginas se muestra como el diario del navegante
que zarpó a descubrir nuevos territorios. Tierras cercanas, sin embargo. Lugares sensibles y
emotivos en los que el encuentro con los hechos traspasa la epidermis de la reseña histórica
para sumergirse en el relato significativo, la crónica interpretada y el cuento necesario. Bitáco-
ra orgánica que propone tres lecturas posibles: la de las palabras, la de las imágenes y la de la
cronología organizada. Tres niveles narrativos cuidadosamente tratados con la experticia del
acucioso historiador, del curioso periodista y el vital crítico que es Carlos Paolillo.
Lean y bailen, que del cuerpo nacen los caminos de identidad de la danza escénica
venezolana. Aquí sus relatos y sus protagonistas.
Introducción
Más de setenta años de actividad continua de danza escénica en Venezuela podría ser
un tiempo suficiente. Las décadas transcurridas y las acciones cumplidas por esta espe-
cialidad artística, tal vez permitan en este momento una mirada globalizadora sobre el
hecho dancístico nacional, sus orígenes y sus desarrollos individuales y colectivos, reve-
ladores de la diversidad de pensamientos y planteamientos estéticos que la caracterizan.
Más que en recurrencias a actitudes y valores sociales predeterminados, la identidad en
el arte, y por tanto también en la danza, se encuentra en la sumatoria de historias, in-
quietudes, necesidades, expectativas y realizaciones de sus creadores.
Siete décadas de danza artística no hacen una historia definitiva. Representan, sí, un
camino recorrido y un indicio cierto de los intereses conceptuales y los perfiles estéticos
buscados y en buena medida alcanzados por los hacedores del arte del movimiento en
Venezuela. La mirada globalizadora, antes referida, la sentimos además de posible, ne-
cesaria, a fin de proyectar, justamente a partir de lo vivido y realizado, los caminos que
en el futuro tomará el hecho de la danza nacional.
sí. A través de este conocimiento, se observa el devenir social, cultural, político y económico
del país, que conforma el contexto necesario en el acercamiento al origen y el desarrollo pro-
fesional de la danza artística.
Los caminos en la danza venezolana han sido amplios y expansivos: desde aspiraciones
improbables hasta concreciones elevadas. De alguna manera, es también el sendero
recorrido por el país que, sin detenimientos, sigue su curso, con cimas y pendientes de
por medio.
Propiciando
el inicio
Cuando el mito de Anna Pavlova llegó a Venezuela a finales de 1917, el país aún no comenzaba
a vivir el siglo XX en lo político, lo económico y lo social. La presencia de la célebre
bailarina clásica rusa, precedida de fama inmensa debido a sus ejecutorias dentro de los
Ballets Imperiales del Teatro Mariisnky de San Petersburgo y los Ballets Rusos de Serge
Diaghilev asentados en París, alteró la rutinaria existencia de los habitantes de la rural y
bucólica Venezuela de aquellos tiempos.
León analiza en su texto las implicaciones del suceso de Pavlova en Venezuela, al contrastar
el hecho de que mientras la primera bailarina actuaba en Caracas para las señoras solas, en ple-
nos sucesos de la revolución rusa, la gente común únicamente pudo verla en el cine, y los presos
de La rotunda, cárcel política del régimen, nada supieron de ella, de los generosos regalos de
Gómez y los paseos y agasajos de los que fue objeto, sino quizás meses después, y segura-
mente se llenaron de ira como la que –aseguraba- sintieron también los estudiantes rebeldes
y los desterrados.
En Venezuela, Anna Pavlova fue honrada por el general Juan Vicente Gómez al
obsequiarle un collar de morocotas que reproducía el apellido de la gran intérprete, gesto
que ella respondió al señalar con adecuada cortesía que “los nombres indisolubles de
Venezuela y el general Gómez, quedarán eternamente grabados en mi corazón agradecido”.
(León, 1974: p. 64).
Los más celebrados compositores venezolanos del siglo XIX crearon numerosas
obras dentro de estas formas musicales, advirtiendo Sans la confusión terminológica que
pueden traer consigo, según se aborden desde el punto de vista estrictamente musical o
esencialmente coreográfico.
En algún escrito se lee que El Libertador bailó valses, pero no se conoce si fue una
ligereza de algunos autores. En todo caso, lo que más se interpretaba en sus tiempos era
la contradanza, nacida en Inglaterra desde 1600. Su nombre viene de country-dance.
Todavía se conserva la titulada ‘La Libertadora’, que fue dedicada a Bolívar cuando su
entrada triunfal a Bogotá en 1819 (1958: p.382).
Además de Anna Pavlova, la segunda década del siglo XX trajo las actuaciones en
Caracas de la célebre bailarina española Antonia Mercé, La Argentina, los días 12 y 14 de febrero de
1917 en el Teatro Municipal y de la exótica e incomprendida intérprete hispana de danza
libre Carmen Tórtola Valencia, “la danzarina de los pies desnudos” -seguidora de los pos-
tulados transgresores de Isadora Duncan y Ruth St. Denis -en 1922 y 1930, quien actuó en
el escenario del Teatro Nacional, que aportan datos de este período lejano:
El empresario venezolano Eloy M. Pérez contrató a Antonia Mercé por la elevada cifra de
veinte mil bolívares por solo dos actuaciones en el Teatro Municipal. La Argentina, que
a los diez años fue presentada en el Teatro Real de Madrid con motivo de la coronación
de Alfonso XIII, había hecho una carrera triunfal antes de su llegada a Caracas. Era
poseedora de las más altas distinciones, entre otras la Cruz de la Legión de Honor
que le había concedido el Gobierno francés, y la de Isabel la Católica, por los Reyes
de España. Sus actuaciones fueron apoteósicas dado el rango de la artista visitante.
Si hubo pérdidas en el espectáculo, no importaban: el empresario estaba satisfecho
de haber presentado al público de Caracas a una de las bailarinas más cotizadas de su
época. (…) Otro gran espectáculo llegó a finales de 1922, la genial bailarina Tórtola
Valencia, cuya presentación en el Teatro Nacional la noche del 4 de noviembre fue un
suceso por sus originales danzas, entre las que sobresalieron La muñeca de porcelana de
Drigo, Recuerdos ibéricos de Detrós y Minuetto de Paderewsky (…) En otras funciones,
la bailarina de los pies desnudos bailó La marcha fúnebre de Chopin, Danza española de
Granados, La gavota de Lincke, El ave negra de Rubinstein y Salomé de Strauss. El 26 de
noviembre concluyó la temporada de la famosa intérprete después de una actuación
elogiada por unos, criticadas por otros. Pero esa era la gran Tórtola Valencia, motivo
de discusión en todos los países donde actuaba (Salas, 1967: p.p. 127 y 158).
Dos alumnas de De Mamay de ese tiempo destacaron como sus discípulas más aventajadas,
Luisa “la Nena” Zuloaga, bajo su enseñanza durante once años, convertida luego en una
renombrada artista plástica y Belén Álamo Ibarra, en quien se reconoce a la primera
maestra venezolana en asumir la enseñanza del ballet. Álamo fue la responsable inicial de
un proyecto educativo público alrededor de esta disciplina: la Escuela de Arte Escénico y
Danza, fundada en 1937 bajo la presidencia del general Eleazar López Contreras, durante
el período de transición política que siguió al período gomecista, siendo Ministro de Edu-
cación el escritor Rómulo Gallegos. El centro funcionó en el Teatro Nacional de Caracas,
ubicado en la esquina de Cipreses, bajo la conducción del educador Luis Urbaneja Achel-
pohl y la coordinación del actor Eduardo Calcaño:
Las actividades de formación de la Escuela de Arte Escénico y Danza, son destacadas por
Belén Nuñez en su libro Ballet Venezolano: Inicio y desliz como algo verdaderamente excepcional:
Poseía barras, espejos, piso de madera y jóvenes talentos que buscaban cumplir sus
anhelos. Las clases eran diarias en horario matutino y llegaron a contabilizarse alrededor
de cincuenta alumnas, no todas principiantes, que buscaban entrenamiento y sabiduría
(…) La primera presentación de la Escuela fue el 16 de abril de 1937, con el montaje
de “Cuerpo y alma”, obra original de Linares Rivas (…) El Ballet -las muchachas de
Belén- bailó un minuet de Mozart, metidas en trajes cortesanos y peinados mozartianos.
También interpretaron un vals de Chopin -caballo de batalla de la época- porque lo
especulaba mucho Gally. Lucieron trajes románticos que buscaban el ballet blanco”
(1982: p.p. 22-24).
Al cierre de esta institución de muy corta vida, Belén Álamo Ibarra dictó clases privadas
en su residencia de la Hacienda Ibarra, donde hoy está establecida la Ciudad Universitaria
de Caracas, así como también en casonas privadas de la urbanización El Paraíso.
Gally de Mamay señaló caminos, formó cuerpos y estimuló espíritus hacia la danza.
Los prejuicios de una sociedad cerrada y contradictoria, que admiraba la danza y la rechazaba
al mismo tiempo, impidieron, sin embargo, un pronto y más amplio desarrollo en materia de
formación a partir de sus directas enseñanzas.
Pimpa Crespo fue una estrella reservada a la minoría selecta caraqueña de los años
treinta y cuarenta, cuando los ballets nacionales populares ni siquiera se avistaban
(…) Su fama la llevó al tablado del Teatro Municipal y sus dotes se constituyeron en
obligada leyenda social. La bailarina se ruborizaba al recordar los calificativos que
mereciera, “maravillosa”, “ritmo encarnado”, en la oportunidad de su exhibición en la
casa de Don Julio Calcaño Herrera (Nuñez, 1982: p. 32).
El músico y docente Prudencio Esáa se refirió a Steffy Stahl como “artista de gran
sensibilidad y refinado temperamento, incansable trabajadora en el arte coreográfico, que
con devoción y amor se dedica a elevar el nivel artístico del niño venezolano”. (Catálogo
XXV Aniversario del Ballet Steffy Stahl, julio 1964, p.4).
También 1938 resulta una fecha relevante dentro de la enseñanza no formal de las artes
y la divulgación de las tradiciones populares. Ese año, el Ministerio del Trabajo, por me-
dio de la Oficina de Propaganda y Cultura Obrera, bajo la dirección del poeta Manuel
Rodríguez Cárdenas, inicia el desarrollo de programas socioculturales especialmente diri-
gidos a la utilización creativa del tiempo libre de los trabajadores, que incluía actividades
de teatro, literatura, música, canto y también danza popular, creando como una de sus más
importantes iniciativas el Día Teatral para Obreros. Estas acciones, de notable repercu-
sión social, disfrutaron de destacable estabilidad institucional, no obstante los progresivos
cambios políticos que se suscitarían en el tiempo.
Tórtola Valencia.
Foto: Libro Historia del Teatro en Caracas, Gally De Mamay.
de Carlos Salas. Foto: Centro de Documentación UNEARTE.
René Nájera.
Foto: Centro de Documentación
UNEARTE.
Steffy Stahl.
Foto: Centro de Documentación UNEARTE.
Acciones
precursoras
La transformación experimentada por Venezuela en los años cuarenta, operada durante
las gestiones gubernamentales de los generales Eleazar López Conteras e Isaías Medina
Angarita, trajeron experiencias inéditas en lo político, económico, educativo y social, que
buscaron colocar al país en la ruta de la modernidad. Esa década, resultó significativa
dentro de la historia de la danza escénica venezolana. Importantes creadores y compañías
internacionales llegaron al país, en pleno desarrollo del conflicto bélico mundial y duran-
te la postguerra, para dejar huella en lo artístico y lo formativo: los Ballets de Kurt Jooss,
los Ballets Rusos del Coronel de Basil, Alicia Markova y Anton Dolin, las Estrellas de la
Ópera de París, el Ballet Alicia Alonso y la bailadora Carmen Amaya.
Así recordaba Vicente Nebreda su primera aproximación al ballet en el liceo Andrés Bello:
Había muchos muchachos, casi todos entre los trece y los catorce años. Los varones
recibíamos clases en un pasillo y para hacer los ejercicios de la barra nos tomábamos del
pasamano de la escalera. No utilizábamos zapatillas y asistíamos a clases en pantalones
cortos y medias. Yo sin saberlo, tenía unos pies con unos empeines muy altos, unos pies
perfectos para bailar, lo que me estimuló mucho a continuar. Me interesé mucho por el
ballet y trabajé muy duro por él. Éramos alrededor de cincuenta alumnos, generalmente
muchachos que antes habían hecho deporte. De todo el grupo, creo que el único que
llegó a la danza profesional fui yo (Paolillo 1991: p.10).
Fueron numerosos los alumnos y alumnas que se inscribieron en la cátedra del Liceo.
Las muchachas por personales intereses y eventualmente el deseo de arribar a un impro-
bable desempeño profesional, y los muchachos básicamente por curiosidad. Sus actividades
diarias contemplaban, además de clases de técnica, apreciación de la danza, conjuntamente
con mímica y maquillaje. Cada semana se ofrecían conciertos de música especialmente com-
puesta para ballet y se analizaba el repertorio desde sus específicas características estilísticas.
La misión de la cátedra era clara para sus promotores, de acuerdo con sus postulados
institucionales: “Formar en Venezuela un ambiente propicio para el desarrollo de la más
antiguas de las artes, la danza, a través de una de sus formas más nobles: el ballet” (Programa
de mano del Cuerpo de Baile del Liceo Andrés Bello, 1946: p. 5).
El Ballet del Liceo Andrés Bello debutó el 29 de junio de 1946 en el Teatro Municipal
de Caracas presentando las obras Pedro y el lobo, de Serge Prokofiev y Cuadros de una exposición,
de Modesto Mussorgsky, bajo la dirección artística de Hery Thomson.
Al poco tiempo, los Thomson crean una nueva escuela independiente del Liceo y
en ella inician el proyecto artístico del Club del Ballet, que se definía, de acuerdo con el
ideario sus fundadores, como “un grupo de jóvenes bailarines convencidos de las posi-
bilidades de nuestro medio para el desarrollo del ballet y de la posición que a este cabe
dentro del concierto de las artes, deseosos de mostrar que es una actividad de reciedumbre
artística” (Programa de mano del Club del Ballet, 1947, Teatro Municipal, Caracas: p.7).
Con motivo de esta presentación del Club del Ballet, el músico y musicólogo Israel Peña
destacó: “Es algo más que una alianza de voluntades al servicio de un arte. Es un conjunto
de artistas de talento y de fe que han extremado sus facultades, esforzándose hacia la per-
fección con un desinterés rayano en el heroísmo” (Programa de mano del Club del Ballet,
junio de 1947: p.7).
en la cabeza, pero de pronto logré convertir ese mapa en figuras danzantes. Fue una
gran experiencia, una experiencia ontológica. Independientemente de que haya tratado
o no de honrar al Presidente de la República (1998: p.79).
Aprecio esto no sólo por el alto valor artístico y cultural del espectáculo, sino por
la profunda significación que tiene. Fue un festival que ha dejado conmovidos y
gratamente impresionados tanto a los forasteros como a los venezolanos, sin excluir
al mismo ciudadano Presidente que con su genio ha trabajado siempre en las entrañas
sociales de su pueblo y es muy sabedor de sus reales valores. Acaso ese haya sido el
acto de más grandeza y hondura en estos días ceremoniales. Fue un rito danzario y
colectivo de todo un pueblo para incorporar lo más suyo, lo más visceral de su vida a
la consagración democrática de estos días, sin precedentes, en el centenario sebucán de
polícromas culturas que han ido entretejiendo en Venezuela esos personajes populares
del gran tamunangue de su historia: indios, blancos negros y mestizos de toda mixtura,
santos y diablos, jugadores de palo y de cuchillo, marinos, llaneros y montañeses,
bravos galanes y buenas mozas, cruzados y recruzados en danza multicelular de tirrias
y amores. Pues bien, si mis párrafos os saben a picor de diablura, pensad que brotan del
entusiasmo folklórico de un antillano que ha subido de las playas de Martí a las cumbres
de Bolívar a echar con su voz un canto de cadencias cubanas en la rítmica histórica de
Venezuela. Perdonadme, porque, después de todo también los diablos tienen su papel
hasta en las solemnidades del Corpus Christi (1999: p.p. 163-165).
Ese mismo año 1948 se establece la Escuela Nacional de Ballet por iniciativa de María
Enriqueta “la Nena” Coronil Ravelo, destacada promotora de la danza, discípula de Gally
de Mamay, Dmitri y Steffy Stahl, caracterizada por Belén Nuñez como “una mujer enrai-
zada en la sociedad vanguardista caraqueña, poseedora de un trato seductor, fantasiosa,
atrevida y hábil” (Nuñez, 1982: p. 56).
Entre otros maestros internacionales relacionados con las distintas etapas de la Escuela
Nacional de Ballet, destacaron la bailarina rusa Lila Nikolska y el checo Miroslav Sheme-
lensky (Miro Anton), procedentes del Ballet de la Ópera de Praga; el inglés Henry Danton,
del Sadler´s Wells Royal Ballet de Londres; Lynne Golding, del Ballet de Australia; Tatiana
Grandseva y Michael Land, de los Ballets Rusos de Montecarlo; Leonide Katchurovsky,
del Teatro de la Moneda de Bruselas; y José Parés, del Ballet Alicia Alonso. Figuraron den-
tro de sus alumnos más reconocidos Vicente Nebreda, Irma Conteras y Graciela Henríquez.
La rápida caída del gobierno de Rómulo Gallegos representó la pérdida de apoyo oficial
Este tiempo de final de década, traería igualmente los nombres de las bailarinas
rusas María Tuliakova, quien actuó en el Teatro Municipal de Valencia y dictó clases por corto
tiempo a un numeroso alumnado y Nina Nikanórova, maestra que se residenciaría definitiva-
mente en esta región, para realizar una larga y reconocida actividad educativa en el ámbito pú-
blico a través de la Escuela de Ballet de la Gobernación del Estado Carabobo, por ella fundada.
Desde las alegres danzas junto a los gitanos de su infancia en una Rusia remota,
el despertar de su vocación, sus primeros reconocimientos internacionales, su
supervivencia al conflicto bélico mundial y su determinación de emigrar a América
tras el ideario de Simón Bolívar, hasta su asentamiento final en las tierras de Carabobo
donde dejaría huella, Nina Nikanórova ha transitado sin desvíos el camino que se
trazó: el de la rigurosa y sensible educación a través la danza, portadora de definitivos
efectos transformadores (Paolillo, 2005: p. 34).
El final de esta década recibió también las primeras informaciones sobre la danza
moderna de la mano del bailarín mexicano Alberto Holguín de la Plaza, conocido como
Grishka Holguín, precursor fundamental de esta expresión en Venezuela. Iniciado dentro
de la danza en Los Ángeles, Estados Unidos, junto a Lester Horton y partícipe en el mo-
vimiento originario de la danza moderna mexicana como integrante del Ballet Waldeen,
Holguín formó a partir de 1948 a las primeras generaciones de artistas de la danza con-
temporánea del medio venezolano, a través de su actividad docente cumplida en el Curso
de Capacitación Teatral del Instituto Pedagógico de Caracas y en las instituciones Teatro
de la Danza y Escuela Venezolana de Danza Contemporánea, por él creadas. Amplia e
influyente fue, igualmente, su obra coreográfica y determinante sería su aportación a la
educación de la danza en el ámbito universitario público.
Alumnos de la Cátedra de Ballet del Liceo Andrés Bello. En el centro Vicente Nebreda.
Foto: Centro de Documentación UNEARTE.
Taormina Guevara.
Foto: Centro de Documentación
UNEARTE.
María Enriqueta “la Nena” Coronil.
Foto: Fidias Elías.
Nina Nikanórova.
Foto: Centro de Documentación
UNEARTE.
Grishka Holguín.
Foto: Centro de Documentación UNEARTE.
La Fiesta de la Tradición.
Foto: J. M. Cruxent. Libro La fiesta de la tradición (FUNDEF).
Aires de
modernidad
Al promediar el siglo XX, Venezuela, regida por el gobierno militar del general Marcos
Pérez Jiménez, experimentaba un notable desarrollo urbanístico, especialmente centrado en la
ciudad de Caracas. Insospechadas obras de infraestructura pública fueron realizadas durante
los años cincuenta, que se caracterizaron, junto a la restricción de las libertades públicas, por
el auge económico y la vasta inmigración europea ocurrida en ese tiempo.
El nombre Retablo de Maravillas, que se deriva de una obra del ilustre escritor español
Miguel de Cervantes Saavedra, era al principio un rótulo con que se distinguía uno de los
teatros ambulantes del Ministerio del Trabajo de Venezuela. El pueblo, sin embargo, lo
hizo suyo muy pronto y pasó a designar con él todos los conjuntos artísticos de obreros
que actuaban con gran éxito en las plazas, los estadios y los teatros de pueblos y ciudades.
Hoy, cubre una vasta organización de coreógrafos, bailarines, actores, técnicos diversos,
escenógrafos, compositores, artistas, profesores y estudiantes, que produce todo cuanto
requiere su actividad y que está destinada a la cultura y recreación de las masas mediante la
difusión del arte (…) El Retablo utiliza como plataforma de su difusión artística el rico, alegre
y brillante folklore venezolano. Pero no se detiene allí, sino que extiende sus interpretaciones
a todas las expresiones folklóricas de América y España e invade el terreno de la interpretación
balletística, basándose en hermosas tradiciones venezolanas y latinoamericanas. Por tal
motivo, sus ballets constituyen una forma nueva de este arte, llenos de fuerza, de cálido
lirismo y de imponente colorido (Catálogo institucional del Retablo de Maravillas, 1956, p.11).
de Cervantes el nombre de su entremés. Nada más. Pero la gente se emocionó. Y por una de
esas reacciones imprevistas, trasladó el nombre del tablado a la obra. Retablo de Maravillas
pasó a llamarse, pues, y para siempre, la obra más radiante que ha salido al encuentro del
pueblo en nombre del arte. La gente sorprendida y llena de afecto, la gente humilde, le decía
simplemente: “Las maravillas”. Y tenía razón (1981: p. 16).
Las agrupaciones Danzas Expresivas, Danzas Cerro del Ávila y Conjunto de Danzas
Tierra Firme, pertenecientes al Retablo, estimularon la creatividad colectiva y proyectaron
dinámicamente las expresiones genuinas del país. De allí emergería la figura fundamental
de Yolanda Moreno - formada esencialmente dentro de su disciplina por José Reyna, Mar-
garita Jonis, Cecilia López y luego por Joaquín Pérez Fernández y Antonio Guerra - quien
con el tiempo sería llamada “la bailarina del pueblo”.
Yolanda bailaba y todo se convertía en ritmo, en música, en movimiento. Era la danza misma.
Hoy es la primera figura del país, su mejor coreógrafa, mujer de profunda versación en la
materia que maneja, creadora infatigable que esculpe en un segundo con sus bellísimos pies
el más dulce poema, a base de los antiguos recuerdos del pueblo. Haberla formado a ella,
solamente, coloca en sitio de honor al Retablo de Maravillas (1981, p.16).
Por su parte, Elías Pérez Borjas recordó su primer acercamiento al revelador coreógrafo:
Grishka era una figura enigmática y llena de misterio. Quienes nos acercamos a él,
allá por los años cincuenta, no comprendíamos ese mundo insólito de movimientos
extraños en el que nos vimos sumergidos sorpresivamente. Un mundo asombroso por
su desconocimiento y excitante por la aventura que suponía romper de pronto con el
ballet, para nosotros único, donde la rutina y la melodía parecían ser los exclusivos
postulados. Recuerdo mi primer contacto con Grishka Holguín. Edificio Casablanca,
Puente República. Un short, una franela y los pies descalzos. Una pandereta nos
empujaba a una serie de secuencias “absurdas” en las que sin saber por qué, nos veíamos
sumergidos. Grishka mostraba sin palabras otra manera de la danza que nosotros ni
siquiera sospechábamos y abría las posibilidades que, hoy, gracias a él, disfrutamos (El
Nacional, septiembre, 1981).
Son obras relevantes de este período Giros Negroides (Lauro). Medea (Barber) e Hiroshima
(Varese), llamada también Cuatro puntos sobre rojo. La recreación de una anécdota rural,
simple y arquetípica, a través de un vocabulario en apariencia estéticamente disociado;
el interés por la mitología llevada al extremo de esencialidad, y la expresión simbólica de
la violencia y la autodestrucción del ser humano, constituyen temáticas que marcaron el
fondo y la forma de la danza de este creador que hizo de la abstracción y la concisión sus
más apreciables características.
Los que en la vida logran la excelencia en el campo que cultivan -y esto es particularmente
cierto si se trata del arte- es porque ponen esa fuerza interior que los impulsa y les permite
enfrentar enormes obstáculos y desengaños profundos sin perder la fe y la voluntad de
realizar. Pocas personas como Irene Levandovsky merecen tanto el reconocimiento
público (Programa de mano Academia Irene Levandovsky, Teatro de Bellas Artes de
Maracaibo: 1975).
La propia Novak, quien al año siguiente fuera promovida a primera bailarina de los Ballets
Rusos, recuerda las incidencias de esa gira:
En ese mismo tiempo, Belén Núñez, alumna de Steffy Sthal y quien había realizado
estudios de danza en Francia, además de regentar su propia escuela, ofrecía conocimientos
de ballet en los inicios de la televisión pública venezolana. Durante casi cuatro años a través
del programa Clase de ballet, la maestra impartió semanalmente nociones de historia de la dan-
za, ejercicios de técnica a la barra, en el centro y variaciones, métodos de enseñanza y teoría
de la danza en la Televisora Nacional.
Me agrada que las gentes se apasionen por técnicas tan nobles o tan amables como son las del
arte. Pero el hecho es que, en Caracas, ha nacido el personaje del “balletómano”, en sus dos
géneros: masculino y femenino (…) El “balletómano” caraqueño es menos soñador y más
técnico. Tiene una discoteca integrada por El lago de los cisnes, Las bodas de Aurora, todos los
clásicos del género, hasta El beso del hada de Stravinsky (…) Tiene una biblioteca de tratados
excelente, que incluyen los de Andrés Levinson y los recientes libros de Maurice Béjart. En
la pared, algún retrato de Anna Pavlova, Nijinsky o Karsavina. Recuerda los nombres de
todos los danzarines que fueron notables, desde los grandes días del Teatro Imperial de San
Petersburgo. Está por lo clásico, por la Academia, y, en principio siente una vieja aversión por
Isadora Duncan y todas las danzarinas que salen a bailar con los pies desnudos (1990: p.9).
Ocho de mis trece años de formación fueron en la Academia. Recuerdo que el capital de
conocimientos técnicos y artísticos impartidos sobre el ballet, eran reforzados con otras
formas de expresión de la danza, como la danza moderna, el jazz, las danzas españolas
y el folklore. Igualmente, nos dictaban clases de teoría y solfeo e incluso teníamos
oportunidad de asistir a sesiones de actuación con Alberto de Paz y Mateos. En la
Academia se establecía la diferencia entre lo olímpico y lo artístico o se evidenciaba su
posible comunión, como un todo inseparable con infinitas posibilidades por descubrir
y explorar (Paolillo, 2004: p.89).
Vamos al ballet porque el hombre primitivo que está en nosotros ama la danza y se
siente realizado en ella, y también porque el civilizado diletante que hemos llegado a
ser se estremece con los difíciles equilibrios y transformaciones que el movimiento, la
música y las formas llegan a dar. Esas extremas y contrarias posibilidades solo el ballet
las ofrece (Programa de mano del Ballet Interamericano, agosto 1956, Teatro Municipal
de Caracas, agosto 1956: p.2).
Irma Contreras rememoró los momentos iniciales, llenos de expectativas, del Ballet
Nacional de Venezuela:
Cuando solicité ser becada en Francia para perfeccionar la técnica y tomar experiencia como
bailarina, prometí regresar a Venezuela para formar una compañía profesional. Cumplí mi
palabra, aunque nunca me fue exigido. Al volver, encontré que ya Margot, mi hermana,
había comenzado la labor no solamente de formación de bailarines, sino que había reunido
en el Ballet Interamericano a un buen grupo de ellos. Mi proyecto era mucho más amplio y
resolvimos fundar el Ballet Nacional de Venezuela. Mi ideal era desarrollar una compañía
de corte puramente clásico y así comenzamos poniendo en escena las grandes obras del
siglo XIX, en las cuales yo participaba. En una función en un teatro del interior del país,
decidí no bailar para poder ver el espectáculo como una espectadora más del público. No
quedé satisfecha con el resultado, porque los intérpretes no poseían el nivel técnico requerido
por los ballets clásicos. En reunión de directiva resolvimos entonces buscar otras vías de
expresión y decidimos montar obras neoclásicas y algunos pas de deux, pas de trois y pas de
quatre académicos. Nuestro proyecto fue tomando auge y pudimos cumplir con otra etapa:
la de acercar el ballet al gran público (Paolillo, 2004: p.81).
La amistad de Irma y Margot Contreras con Alicia Alonso trascendió el ámbito personal
para influir decididamente en el proceso de profesionalización del ballet venezolano. La pre-
sencia de la primera bailarina cubana en el contexto nacional ya era frecuente desde los años
cuarenta a través de sus iniciales visitas al país. Esa época propició el encuentro con las her-
manas Contreras y el establecimiento de especiales lazos afectivos que aún se mantienen. La
admiración de las hermanas Contreras por Alonso, que las llevó a seguirla, junto con otros
entusiastas fanáticos, en las giras que por distintas ciudades venezolanas realizara el Ballet
Alicia Alonso, con el tiempo se convertiría en vínculo profesional estrecho y determinante en
los años iniciales del Ballet Nacional de Venezuela.
Sobre el trabajo creativo del Ballet Nacional de Venezuela se refirió Israel Peña:
Como fieles y viejos amigos del ballet, no podemos ocultar un justo sentimiento de orgullo
ante este nuevo paso dado hacia la belleza, con el que el Ballet Nacional de Venezuela
mantiene su sino de vanguardia entre los grupos que actualmente laboran en nuestro país
(Una aventura, un hito. Ballet Nacional de Venezuela 1957-1980, Caracas, 2004: p.77).
Formación al más alto nivel conocido hasta entonces, dinámica proyección y constante
estímulo a la creación, caracterizaron la trayectoria del Ballet Nacional de Venezuela, que
se extendió hasta 1980, con un intento de iniciar una nueva etapa del mismo entre 1989 y
1990, bajo la dirección de Zhandra Rodríguez.
También durante los años cincuenta se funda la Escuela Municipal de Danza y Ballet,
dirigida inicialmente por la bailarina colombiana Cecilia López, el maestro ruso Kiril Pikieris
y René Nájera; mientras que el intérprete alemán de danza expresionista Harald Kreutzberg,
además de la compañía estadounidense de danza moderna de Katherine Dunhan se presentan
en Caracas, y Tamara Toumanova, la afamada bailarina y actriz cinematográfica rusa, actuaba en
el Teatro Municipal capitalino y el Teatro Baralt de Maracaibo.
Del mismo modo, fueron referenciales las clases impartidas por la maestra yugoslava de
origen ruso Natalia Stavrovich de Bodisco en Maracay, el taller de danza creado por Nina
Nikanórova en la Universidad de Carabobo, así como la fundación en 1958 de la Escuela
de Ballet de la Universidad de Los Andes en la ciudad de Mérida, como actividad de ex-
tensión, bajo la responsabilidad inicial de Taormina y Victoria Guevara, siendo Director
de Cultura de esa casa de estudios el dramaturgo y artista plástico César Rengifo.
Grishka Holguín y Conchita Crededio en Medea. Ballet Nena Coronil. Vicente Nebreda
Foto: Fidias Elías. y Graciela Henríquez en Romeo y Julieta.
Foto: Fidias Elías.
Lila Nikolska. Vicente Nebreda con los Ballets de París de Roland Petit.
Foto: Centro de Documentación UNEARTE. Foto: Centro de Documentación UNEARTE.
Laberintos de
experimentación
Los años sesenta trajeron a Venezuela aires de transformación. Atrás había quedado el
período gubernamental perezjimenista y se iniciaba una etapa de tránsito democrático en
el país. Rómulo Betancourt era el Presidente Constitucional de la República, quien no obs-
tante el ambiente estimulante y promisorio que se vivía, debió confrontar convulsiones
políticas y sociales, hasta el progresivo logro de la gobernabilidad.
En su texto Tiempo secreto de Sonia Sanoja Miguel Acosta Saignes explora a Sanoja desde
lo profundo de su movimiento silente, de orígenes ancestrales y expresión contemporánea
en busca de interacción con otros:
Sonia Sanoja persigue una forma de comunicación en que las palabras no cuentan; una
forma de comunicación que en parte volvería a las edades primitivas en que la palabra
sería solo balbuceo inicial y la gesticulación guardaría para si todavía las significaciones
mayores; amenaza o caricia, rabia o ternura, decisión o miedo. Sueña que la danza puede
llegar a ser una segunda naturaleza (…) Por ahora, piensa Sanoja, la danza es la expresión
de un ser o de varios seres en una situación límite de comunicación. Situación límite en
ausencia de palabras. Para esta danzarina, así como para el poeta, escribir no es colocar unas
palabras detrás de otras conforme a reglas usuales de sentido, sino expresar más allá de la
comunicación plenamente socializada y estereotipada. También la danza revela mediante
una nueva ordenación de movimientos y gestos. La danza revela sin palabras, dice con su
propia fuerza (1981: p. 22).
La crítico de arte Helena Sassone, por su parte, caracterizó a Sanoja desde el espíritu
visionario que advertía en ella:
Era una figura solitaria, adelantada a todos los grupos de danza que aparecerían con el
desarrollo cultural del país. Y sigue siendo única, en cuanto al hecho de buscar dentro de sí
la perdurabilidad de la danza, en cuanto que piensa la danza además de bailarla; articula en
ideas un arte, por lo demás, tan natural a ella como respirar” (1991: p.14).
Alfredo Chacón analizó las implicaciones del estreno de este nuevo proyecto institucional,
destacando su inserción final en de la danza de la modernidad:
Juan Liscano consideró a Danzas Venezuela precisamente desde esta perspectiva ecuménica:
Al promediar los años sesenta, Grishka Holguín había generado una nueva institución
artística: el Teatro de la Danza Contemporánea, que vino a representar un afianzamiento
más de esta manifestación escénica en el medio venezolano. En ese momento, las visiones
de la danza de su director no solo fueron evidentes en sus obras coreográficas, sino tam-
bién a través de la reflexión teórica sobre su disciplina:
La historia nos dice que la danza es el arte más antiguo del hombre. Y, sin embargo,
encontramos que a menudo se le trata como si fuese el más reciente y menos
evolucionado. Con frecuencia nos encontramos que personas avanzadas en el estudio
de otras artes, todavía tienen conocimientos imprecisos acerca de la danza (…) Lo
que actualmente conocemos como “danza moderna” o “danza contemporánea”, se
inició realmente con la notable artista norteamericana Martha Graham. Ella encontró
que el ballet académico había llegado a un punto de peligrosa limitación, por lo que
dedicó gran parte de su vida a la creación de un lenguaje radicalmente nuevo. Logró
así revolucionar la danza, rompiendo con la ligereza y el movimiento fluido del ballet.
“La vida es esfuerzo. Ocultar ese esfuerzo es rechazar la vida”, dijo. En oposición
al movimiento fluido creó un lenguaje de símbolos y, finalmente, lo que ella llama
“movimiento de percusión”. Semejante a Picasso y las teorías de la arquitectura y el
arte moderno, buscaba la forma geométrica básica de sus ideas y logró darle al mundo
un nuevo concepto de la danza (…) Pero reconocemos que la meta de todo creador es
la de llegar a su propia realidad. No debe olvidarse de su verdadero yo para imitar de
una u otra manera lo que otros ya han descubierto. Tener algo que decir en la danza
es importante, pero la manera de expresarlo lo es más aún (Catálogo del Teatro de la
Danza Contemporánea, 1968: p.2)
En 1965 se crea el Instituto Nacional de Cultura y Bellas Artes (Inciba), primer organismo
rector de las políticas culturales públicas en Venezuela, que está llamado a establecer un nue-
vo modo de relación de los creadores con el Estado basado, en principio no dentro de una
concepción asistencialista y eventual, sino a través de proyectos concebidos para su desarro-
llo en el mediano y largo plazo. La creación de este organismo, que fue propuesta en el Con-
greso Nacional en 1959, traería consigo una etapa distinta en el desarrollo cultural del país.
Rubén Monasterios, en tanto que crítico de artes escénicas y psicólogo social, analiza
las características del género de danza llamado nacionalista y sus repercusiones colectivas:
Yolanda Moreno -su estilo quiero decir- se ha visto un poco en el centro de la polémica, y
por tal razón así como tiene innumerables admiradores también cuenta con algunos ácidos
detractores, especialmente -quizás exclusivamente- en algún sector de la intelligentsia. Por
su parte, y de una manera muy hábil, Moreno elude el compromiso identificando su estilo
como nacionalista, el cual define como “una modalidad danzaria que toma los temas
del pueblo y los enaltece mediante una técnica propia para convertirlos en expresiones
teatrales de alta calidad universal, sin perder identidad popular” (Del dossier de Danzas
Venezuela). Es, desde luego, una manera de prevenir la crítica alusiva a la deformación que
sufre el folklore cuando -como en el caso de su propuesta- se extrapola de su contexto
sociocultural y geográfico natural y es llevada a un escenario. Pero la crítica a su propuesta
es de corrillos, rara vez pública, en cuanto su identificación con lo que de una manera vaga
y general podríamos llamar el ser venezolano es de tal naturaleza, que cuestionarla, desde
el punto de vista de muchos, equivale poco menos que hacerlo a los propios símbolos de
la patria. En la práctica, ella y su baile, que se perciben como una sola cosa, son unos de
tales símbolos, no oficializados, pero si consagrados por el consenso popular (Cuerpos en
el espacio, 1986: p.36).
A su vez, Elías Pérez Borjas en la revista Imagen resaltó las especiales características
que como creadora hallaba en Yolanda Moreno:
“La mejor de las compañías folklóricas visitantes del Festival Mundial de la Danza
fue el ballet folklórico venezolano y su directora Yolanda Moreno”.
Dance Magazine, Nueva York.
“A lo largo de la noche el atractivo de los coloridos trajes que forman lindos cuadros, se
agrega el de la música. Un espectáculo diferente”.
Le Figaro, París.
A finales de la década, se crea el Ballet del Inciba como resultado de la separación del Ballet
Nacional de esta institución. El trabajo de Graciela Henríquez como bailarina y coreógrafa in-
vitada, así como el de Maruja Leiva, Norah Parissi y Vinicio Leira, entre otros como creadores
emergentes, bajo la dirección de Elías Pérez Borjas, supuso para este conjunto una singular
experiencia creativa enmarcada dentro de los parámetros de la modernidad en la danza.
Rubén Monasterios valoró al Ballet del Inciba desde los novedosos métodos de creación
coreográfica que exploraba la agrupación:
Por su parte, la periodista Miyó Vestrini destacaba: “Lo significativo del Ballet del
Inciba es que gira fundamentalmente en torno al mecanismo coreográfico y no en torno
al ballet como espectáculo” (Programa de mano del Ballet del Inciba, 1969, p.5).
La tesonera maestra recordó su época de integrante del elenco de los Ballets de Kurt
Jooss, con los que realizó en 1941 una gira latinoamericana que incluyó a Venezuela: “El
sistema de Jooss estaba dirigido a expresar una emoción a través del movimiento. Sus bai-
larines tenían que actuar sin hablar, decir a través de su cuerpo, expresar pensamientos. El
movimiento nunca se originaba de la belleza de la línea o del diseño coreográfico” (Suels,
1990: p.57).
Bailar es la natural aspiración de todo estudiante de ballet. Para lograrla debe estudiar
durante largos años y dominar una técnica que no admite debilidades. De los muchos
Lidija Franklin representa el tesón, la firme voluntad de realizar una labor pedagógica en
beneficio del ballet en Venezuela, que si bien en su juventud no había imaginado ejercer,
vislumbró junto a su esposo Gustavo y llevó a cabo desde su llegada a nuestro país con
resultados incuestionables (Herrera, 2012: p. 51).
Hacia finales de los años sesenta, Zhandra Rodríguez, primera bailarina del Ballet
Nacional de Venezuela, busca cristalizar su carrera internacional e ingresa al American Ba-
llet Theatre de Nueva York. Keyla Ermecheo, formada inicialmente en la Escuela Nacional
de Ballet y luego en Estados Unidos, crea en Caracas su centro educativo, a través de la
cual lograría un convenio de cooperación pedagógica con la Unión Soviética y conformaría
un ballet juvenil; mientras que la bailarina uruguaya Marisol Ferrari inicia los estudios de
danza contemporánea en la Universidad del Zulia, siendo Danzaluz, su proyecto educativo
y artístico de determinante influencia en el medio cultural zuliano.
el Ballet de Cámara del Zulia. A esa ciudad llegan los bailarines chilenos Ana Blum y
Alfonso Muñoz, para dedicarse a la docencia de la danza clásica, creando la agrupación Ballet
Municipal de Maracaibo y luego el Ballet Universitario de LUZ. También durante esta dé-
cada, la bailarina Nery Johnson realiza destacada labor docente y de difusión de la danza
en el estado Lara en el área de las tradiciones populares, mientras que la maestra argentina
Elsa Capeletti se radica en Maracay para crear su escuela privada de ballet.
En 1968 visita por primera vez a Venezuela el célebre coreógrafo estadounidense Merce
Cunningham junto su compañía, para actuar en el Teatro Municipal de Caracas, hecho que
propició el establecimiento a partir de entonces de vínculos en el ámbito formativo con el
afamado creador, hecho que contribuyó al enriquecimiento y diversificación de la danza
contemporánea venezolana.
Durante los sesenta actuaron en Venezuela el London Festival Ballet, dirigido por
Anton Dolin; el Ballet del Marqués de Cuevas, bajo la dirección artística de Bronislava
Nijinska, los Conjuntos Folklóricos de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas; el
American Ballet Theatre; el Neederland Ballet; el Ballet Clásico de Leningrado; la Compa-
ñía de Danza de José Limón; las Estrellas de Serge Lifar, con la presencia del connotado
bailarín y coreógrafo ruso francés en Caracas; la Compañía de Paul Taylor y el Harkness
Ballet de Nueva York, contando con Vicente Nebreda como integrante del mismo, algún
tiempo antes que se convirtiera en coreógrafo de esta compañía.
Fundación de Danza Contemporánea. Sonia Sanoja, José Ledezma, Juan Monzón y Rodolfo Varela.
Foto: Bárbara Brändli.
Margot Contreras.
Foto: Centro de Documentación UNEARTE.
Irma Contreras.
Foto: Centro de Documentación UNEARTE.
Ballet Nacional de Venezuela. Zhandra Rodríguez, Fanny Montiel, Hercilia López y Everest Mayora.
Foto: Pierre Mauguin.
Lidija Franklin.
Foto: Centro de Documentación UNEARTE.
Nina Novak.
Foto: Centro de Documentación UNEARTE.
En busca
de la profesión
La década de los años setenta resultó violentamente transformadora de la realidad social
y económica de Venezuela. Los elevados precios del petróleo y la nacionalización de las
industrias básicas por parte del gobierno de Carlos Andrés Pérez, modificaron los tradi-
cionales patrones de producción, registrándose una situación de crecimiento de la macro-
economía y una alteración en los comportamientos de consumo entre los sectores medios
de la población, junto a un éxodo masivo hacia los grandes asentamientos urbanos que
acentuó el centralismo y trajo consigo la profundización de los desequilibrios colectivos.
Dentro de este contexto, los setenta en la danza se inician con las experiencias grupales Sonia
Sanoja Danza Contemporánea de Venezuela y Sonia Sanoja Arte Coreográfico, además
de la creación del Taller Experimental de Danza de la Universidad Central de Venezuela
por iniciativa de Graciela Henríquez, proyecto que aglutinó dentro del área de extensión
universitaria a nuevos talentos y propició experiencias artísticas reveladoras, en tiempos en
que la universidad vivía momentos inéditos alrededor de las vanguardias del cuerpo y el
movimiento, concretados en aisladas acciones exploratorias y contestatarias, de las que par-
ticipaban, entre otros, Henríquez, Sonia Sanoja, Norah Parissi, Hercilia López, Eduardo
Gil, Rolando Peña y Roberto Colmenares.
coreográficos de los alumnos, entre los que se encontraban Adriana Urdaneta y Abelardo
Gameche, y la presentación de la obra Invenciones (Kabelac), de Graciela Henríquez.
Ya en la primera semana de 1974 un pequeño grupo de gente había iniciado una muy
particular rutina. Con la luz apenas necesaria para el trabajo y bajo el magnífico y silencioso
tutelaje de Calder, con gran concentración este grupo llenaba de novedades el exquisito
espacio del Aula Magna. ¿Quiénes son y qué hacen?, recuerdo haberme preguntado (…) Yo
había llegado allí por accidente y, sin más, solicité mi ingreso el día siguiente. Se trataba del
Taller de Danza de la UCV, y quien lo dirigía era José Ledezma. ¿En qué consistía la danza
contemporánea?, no lo sabía exactamente. Pero en el curso de varios meses, entre clase y
clase, todas las tardes, fui reconstruyendo una historia hasta entonces espasmódicamente
escrita (Danza contemporánea, preludio de un boom, en revista Imagen, 1991: p. 9).
Con motivo de la presentación en 1974 del espectáculo Siete estudios coreográficos, a cargo
del Taller Experimental de Danza de la UCV, en el Aula Magna de la máxima casa de
estudios, José Ledezma señalaba con claridad:
obra emblema de su concepción del bailarín y del espacio escénico; En busca del regreso (Del
Mónaco), de notoria búsqueda de reafirmación de una identidad cultural; sus referenciales
actos solistas En el campo (Bach) y Naturaleza viva (Barber); hasta sus propuestas de intereses
minimalistas El último gesto (Reich) y Color de rosa (Marturet), el universo creativo de Ledezma
es reconocible. En él se reúnen todas sus creencias y sus posturas, a veces irreductibles,
sobre el hecho de danzar.
cualquier necesidad evasiva de la propia realidad. “En su producto final vemos nuestra
concepción del mundo plasmada en movimiento. Entonces, cada una de nuestras coreo-
grafías se convierte en un acto de meditación que debe prolongarse en comprensión de
nuestra vida diaria” (Womutt, 1991: p. 116).
Cuerpos mitológicos (Tradicional hindú) Sombras nada más (Collage), Imágenes cercanas
(Banda sonora), Memoria ancestral (Banda sonora), Arquetipas o ¡ay qué tipas! (Bley), y Triálogo
(Banda sonora), son obras que dan cuenta de las distintas etapas de Macrodanza como sin-
gular experiencia creativa concebida desde consideraciones alternativas del movimiento y de
Norah Parissi como ductora de este proceso. Ella ofrece la teorización integral del mismo:
Hercilia López de alguna manera compartía los ideales sobre la danza de Norah Parissi,
aunque el suyo fue un camino diferenciado, tanto por sus antecedentes como por su de-
sarrollo posterior. Luego de realizar una carrera de varios años como bailarina clásica,
su inconformidad la llevó a experimentar en las concepciones ya establecidas de la danza
moderna, hasta llegar a abordar planteamientos vanguardistas extremos.
Contradanza, además de ser el grupo que fundó, fue el espacio que le permitió explorar
aislada y profundamente en las potencialidades de su propia expresión muy cercana a
ancestrales códigos teatrales del cuerpo que buscaron ser recuperados en la modernidad.
“Lo que hace que Contradanza comience – aseveró la bailarina – es el hecho de que si yo no
lo fundaba, no tenía posibilidad de trabajar. A mí me importaba la acción del cuerpo como
creación, eso cubría todo: danza, teatro, otras artes corporales” (Womutt, 1991: p. 97).
Las cosas que nos pasan, Improvisaciones, Entre solo…y solas, Ejercicios de creación, Qué ha movido
las hojas, Recital de canciones, Los largos cabellos de la noche y Abrecaminos, fueron experiencias que
cubrieron una primera etapa creativa de Hercilia López y su grupo con su presencia en es-
cenarios formales, no convencionales y ámbitos públicos de Caracas, la provincia y algunos
países de América Latina y el Caribe.
El Ballet Contemporáneo de Cámara fue otra iniciativa gestada a la luz de los años
setenta, con una motivación muy clara por parte de su promotora, la bailarina María Eu-
genia Barrios, quien venía de integrar el elenco del Ballet Nacional de Canadá. Su idea
era conformar una compañía de pequeño formato que apuntara a la creación coreográfica
dentro de las nuevas tendencias del momento y trabajara en la difusión del arte del ballet
entre todos los públicos. Contaba para tal logro con su sólida formación recibida en Ju-
lliard School de Nueva York y con una ya apreciable carrera internacional como intérprete.
La característica de ser una compañía de muy pocos integrantes facilitaría no solo una
buena comunicación entre los mismos, sino también las labores de producción artística.
Diez años durarían las actividades del Ballet Contemporáneo de Cámara. María
Eugenia Barrios, como directora artística y coreógrafa, ahondaría en la búsqueda de la
síntesis del específico código académico y su íntimo acercamiento a lenguajes artísticos
alternativos. Para ello se aproximó a grandes nombres de la plástica nacional: Jesús Soto,
Carlos Cruz Diez, Mercedes Pardo, Víctor Valera y su propio padre Armando Barrios,
procurando una valoración de lo corporal altamente visual. Igualmente, se unió a notables
músicos: Antonio Estévez, Evencio Castellanos, Fedora Alemán, Alfredo Rugeles, Alber-
to Grau, Isabel Palacios, Felipe Izcaray, y su madre Reyna Rivas, tras la consecución de
una identidad sonora auténtica y renovadora.
de auspicio y organización cumplido por los promotores María Cristina Anzola y Elías
Pérez Borjas, así como al consenso político logrado a su alrededor.
Rubén Monasterios valoró el estreno del BIC, así como el novedoso planteamiento
estético de la nueva compañía:
En esta función memorable, el Ballet Internacional de Caracas logró poner de manifiesto
una proposición coreográfica esencialmente moderna, pero sólidamente enraizada en
los preceptos clásicos, así como en una concepción plástica, sin antecedentes en el
medio venezolano, donde la iluminación jugaba un papel fundamental, más que en la
creación del ambiente, en la reafirmación del concepto expresado por el coreógrafo.
Fue la primera manifestación de un nuevo y original lenguaje recibido por el público
y la crítica con el más grande entusiasmo (El BIC, imagen de un ballet perdido, 1981:
p. 9 y 10).
El elenco del BIC desde un principio estuvo conformado por un considerable número
de bailarines extranjeros, que veía al país como una atractiva plaza profesional, y otro, mucho
menor, de venezolanos que quizás llegó a sentirse en condiciones de desventaja desde el
punto de vista profesional, tanto en lo artístico como en lo económico, hecho que produjo
conflictos tempranos en el seno de la naciente agrupación.
Las propias palabras de Vicente Nebreda documentan estos promisorios inicios contenidos
en el libro Nebreda/Nebrada de Belén Lobo.
María Cristina Anzola nos visitó en Nueva York. Ella vio mi trabajo de coreógrafo y
mostró su interés para ayudarnos. No vacilamos en correr la aventura de tratar de
hacer una compañía profesional de nivel internacional, dejando la seguridad de una
posición lograda en el exterior. Queríamos reflejar el potencial artístico de un país
generalmente señalado por su expansión económica. Nuestra primera temporada dio
el resultado que esperábamos y cuando con miedo emprendimos la gira a Europa en
1976, nuestra sorpresa fue mayor, pues siendo una compañía desconocida y demasiado
joven, recibimos el respaldo de una crítica seria y exigente que ratificó nuestro trabajo
y esfuerzo (1996: p.p. 36-38).
La repercusión mundial del BIC quedó ampliamente registrada por la crítica extranjera.
Marcele Michel, en Le Monde de París, el 10 de julio de 1976, se refería al coreógrafo Nebreda
como un director sólido e impulsor; mientras que Anna Kiseelgoff, dejaba sentado en
The New York Times, el 16 de noviembre de 1979, la calidad del trabajo en pareja, al tiempo
que exaltaba el desempeño del elenco masculino de la compañía y equiparaba la fuerza y
sincronización que exhibían con las del pas de deux soviético.
En esta época de guerra contra las divas y en la que metódicamente se entierra a las
estrellas, una que otra se afianza sin embargo, rompiendo moldes y constituyéndose en
un acontecimiento. Este es el caso de Zhandra Rodríguez, la bailarina venezolana que
conquistó Nueva York y a quien Europa reconoce en la plenitud de su arte (1980: p. 9).
“Ballet Theatre siempre fue afortunado con sus bailarinas latinoamericanas (Lupe Serrano
y por supuesto la legendaria Alicia Alonso). La señorita Rodríguez con su luminoso toque
y su brillo personal, será añorada”.
Clives Barnes. The New York Times, Nueva York.
En los años setenta la ciudad de Maracaibo vivió una intensa actividad que condujo
al establecimiento de un movimiento influyente en materia de danza escénica, dentro del
cual la Universidad del Zulia representa un bastión relevante. A la agrupación Danzas
Típicas, dirigida por el cultor Germán Rojas y el Ballet Universitario, se une el Ballet de
Cámara de LUZ, fundado por Marisol Ferrari, procedente de la Universidad de Chile y
el Ballet Sodre del Uruguay, en tiempos del poeta César David Rincón como Director
de Cultura, que luego tomaría el nombre de Danza Experimental de LUZ y, finalmente,
Danzaluz, institución que contemplaba la creación de una compañía y una escuela de edu-
cación no formal para niños y adultos.
Danzaluz constituye una clara referencia dentro de la universidad y el quehacer cultural del
Zulia. Ha mantenido una estimable proyección en el exterior y se ha dedicado a la masiva
difusión de la danza a través de la producción de festivales regionales, nacionales e inter-
nacionales, programas radiales y televisivos, así como el desarrollo de un fondo editorial.
Durante treinta años estuvo bajo la dirección de Marisol Ferrari y luego de algunos de sus
discípulos fundamentales.
Danzaluz fue reconocida a través del tiempo como patrimonio de la Universidad del
Zulia. Con ella recorrió toda la geografía zuliana, su arte llegó a distintos pueblos
haciendo de sus plazas el escenario adecuado para el encuentro de sus habitantes. Todas
las regiones del país, desde Mérida hasta el Orinoco, el llano y el occidente, el centro,
el oriente y el sur, en jornadas incansables y sin desmayos. Representó a la Universidad
a nivel internacional desde Suramérica, países del ámbito del Caribe, Centroamérica,
Norteamérica, Europa y más allá hasta el África danzando con la identidad de nuestro
pueblo en Egipto, cerca de las pirámides milenarias. Varias generaciones ha formado
la maestra de talentosos artistas de la danza, desde los que surgieron de la cátedra
universitaria, hasta los que hoy comparten con ella valiosas responsabilidades en lo que
es su actual ateneo dancístico a orillas del Lago de Maracaibo, en forma independiente
y soberana (2014: pp. 28 y 29).
Lidija Franklin se hizo eco de este auspicioso resultado al declarar: “Esto ha sido todo
un acontecimiento histórico, pues ninguna otra compañía nacional ha podido, hasta ahora,
preparar y presentar esta difícil y muy exigente obra. La interpretación artística ha sido de
muy alto nivel (Entrevista de Lidija Franklin con el diario Panorama, Maracaibo, 1978).
Igualmente, los años setenta concretaron las realizaciones de Danza Integral, de Rodolfo
Varela y el Grupo Libre de Danza, iniciativa de Mireya Tamayo y Laura Nazoa, en Caracas;
el Taller de Expresión Primitiva, de Víctor Fuenmayor, en Maracaibo; la Escuela de Ballet
Domingo Renault del Ateneo de Carúpano y el Taller de Danza Contemporánea de Cuma-
ná, bajo la conducción de Leobaldo López, Reina Linares y Mireya Tamayo; la Escuela de
Ballet del Teatro de la Ópera de Maracay, dirigida por Alba Narváez y luego por Silvia Vi-
llegas y el Taller de Danza Moderna de Maracay, de Andrés Oropeza; así como las escuelas
de ballet con sede en Caracas de las maestras Fanny Montiel y Everest Mayora. Igualmente,
Un solo pueblo, Teatro Negro de Barlovento, Convenezuela y el grupo Madera, dentro de
concepciones alternativas de proyección escénica de las tradiciones populares.
Sonia Sanoja.
Foto: Miguel Gracia.
Baller Internacional de Caracas. La luna y los hijos que tenía, de Vicente Nebreda.
Foto: Ricardo Armas.
José Ledezma.
Foto: José Sigala.
José Ledezma.
Foto: José Sigala.
La gran
eclosión
El crecimiento sostenido de la danza en Venezuela ocurrió en los ochenta, decenio del
denominado boom de la danza nacional. Los basamentos echados en los años anteriores,
tanto en lo formativo como en lo creativo, rindieron frutos evidentes a partir de este
tiempo signado por una persistente crisis financiera, que también comenzó a evidenciarse
en el orden político y social, durante los períodos gubernamentales de Luis Herrera Cam-
pins y Jaime Lusinchi.
De ese primer momento, surgen obras que quedaron inscritas dentro de lo más
representativo del quehacer coreográfico venezolano: Un modo de andar por la vida (Piazzola),
de Carlos Orta, el bailarín y coreógrafo venezolano de destacada carrera internacional que
se reinsertaba en el país, y Selva (Taumbú), creación colectiva de la agrupación, indagación
contemporánea de lúcidos resultados sobre lo telúrico y primitivo continental.
Luego vendría el reto de la solidez y permanencia más allá del primer impacto. También
la agrupación había iniciado su proyecto escuela, cumplido con organización y rigor.
En 1986 Danzahoy ingresa al Teatro Teresa Carreño como su compañía residente de danza
contemporánea. Ello trajo consigo estabilidad, proyección artística y la notable ampliación de
sus audiencias. En este etapa, bajo la dirección de Adriana Urdaneta, Luz Urdaneta y Jacques
Broquet, ofreció desde el punto de vista creativo algunos logros significativos, ejemplificados en
Momentos hostiles (Keliehor-Kimber), Travesía (Collage) y Éxodo (Mederos-Piazzola-Requena-Fede-
rico-Gardel-Lepera), de Luz Urdaneta, obras poseedoras de amplio reconocimiento público, así
como Oto, el pirata (Rodríguez-Broquet), de Adriana Urdaneta, Luz Urdaneta y Jacques Broquet,
producción infantil, que se convirtió en referente del género.
Adriana Urdaneta en el libro Danzahoy, una visión, un legado, ofrece su balance sobre los al-
cances de la compañía por ella fundada y sus aportes a la danza escénica venezolana:
“Danzahoy es el sueño hecho realidad de cualquier bailarín latinoamericano”. Este fue, creo,
el mejor comentario que pudimos recibir a lo largo de nuestros años de trabajo. Para mí, como
capitán de ese sueño, era la confirmación y el gozo de haberlo logrado. Nada quería más que
decirle a los jóvenes bailarines y coreógrafos venezolanos y de cualquiera de nuestras latitudes
cercanas, que en nuestros países sí se podía ser un profesional de la danza, hacer espectáculos
para cualquier escenario, vivir de ello dignamente y tener una identidad artística contemporánea
y auténtica. Lo creí, me acompañaron otros que también lo creyeron y así fue (2015: p. 9).
Danzahoy es una de las cosas más hermosas que se han configurado en nuestro ambiente,
en toda la historia cultural de este país: es uno de los grupos latinoamericanos con
mayor potencial de desarrollo por su sólida base técnica, por su anhelo de trascendencia
y por la sensibilidad interpretativa y la delicada belleza de sus integrantes (El Nacional,
Caracas, 20 de junio de 1981).
(…) “Refleja una herencia latinoamericana” (…) “Ha desarrollado su propio lenguaje
fluido y distinto” (…) “Versatilidad”.
Anna Kisselgoff, The New York Times.
“Danzahoy es una muestra de buen hacer, con un baile creativo y enérgico que nos
obliga moralmente por fin a mirar al oeste caribeño y sur atlántico, donde también tiene
mucho que aprender la danza española”.
Roger Salas, El País, Madrid.
“Danzahoy en la Bienal de Danza de Lyon nos hizo amar con rigor y conocimiento de
causa la danza-danza. Tengo al público lyonés, de pie, como testigo”.
Alberto Dallal, México.
“En Corsario, Misha (Baryshnikov) no solo demostró que es un gran bailarín, sino un
estupendo partner. Su variación llegó casi a la gloria de los viejos tiempos con saltos arreba-
tadores, piruetas perfectas y vivacidad casi excesiva. Zhandra Rodríguez entró en escena
para compartir con el mito y demostró una consciente brillantez técnica”.
Suzana Braga, Journal de Brasil.
“Baryshnikov y Zhandra son dos intérpretes perfectos para vivir los amantes de Verona,
imprimiéndole un toque de sensualismo como nunca ha estado presente en las muchas
adaptaciones coreográficas de esta obra de Shakespeare”.
Maribel Portinari, O Globo.
La creación del Ballet Nuevo Mundo, como compañía alternativa al extinguido Ballet
Internacional de Caracas, liderada por Zhandra Rodríguez junto a los bailarines Dale
Talley y Fred Bordeianu, cuyo estreno ocurrió durante la Segunda Reseña Nacional de
Danza, organizada por Fundarte entre marzo y abril de 1981, representa una clara refe-
rencia de los inicios de esta década. En un principio, aglutinó a buena parte del elenco y
también del repertorio de la anterior agrupación, que poco a poco fueron cambiando, de
acuerdo con los nuevos perfiles artísticos que buscaba y los contextos diferentes en los
que se desarrollaba.
En esta primera etapa, el nombre de Carlos Orta fue una revelación como coreógrafo
también inserto dentro del estilo neoclásico de ballet. Sus obras Nuevo amanecer (Villa-Lobos),
Hombres, héroes, oh naturaleza (Mahler) y Recordando (Metheny), eran indicativas de una búsqueda
expresiva con sentido de identidad propio por parte de la naciente agrupación, que ensayaría
distintas y extremas líneas artísticas.
Sin embargo, las creaciones de coreógrafos internacionales hasta ese momento poco
conocidos en el medio venezolano, determinaron la progresiva conformación de la orientación
artística del Ballet Nuevo Mundo y se convirtieron en insignias: Carmina Burana (Orff) y
Despúes de Edén (Hoiby), de John Butler; Pájaros del paraíso (Ginastera), Momentum (Proko-
fiev) y Llantos perdidos (Ginastera), de Choo San Goh, oriundo de Singapur; Cinco tangos
(Piazzola), de Hans van Manen; Catulli Carmina (Orff) y Apolo y Dafne (Debussy), de Rena-
to Magalhaes; Encuentro (Tomita) y Delirante (Albéniz), de Eric Enmanuelle; Espiral (Van-
gelis), de Carlos Carvajal, Mercúrico (Mendelssohn) y Quinteto de Brahms, de Denis Nahat; y
Poema (Chausson), de José Parés.
Igualmente, Paulo Denubila (Para Khachaturian, Ojos del Amazonas) y Héctor Montero
(Carmen), primeros bailarines del Ballet Nuevo Mundo, se convirtieron en su momento en
coreógrafos residentes de la compañía. El interés por explorar nuevos lenguajes estéticos
inscritos dentro de tendencias de fuerte contemporaneidad, llevó también al elenco a es-
cenificar obras del coreógrafo Luis Armando Castillo (Sin vacilar, Trato hecho), además de
los estadounidenses Judith Jamison (Time in), Ulises Dove (Cantos urbanos de la luna) y Elisa
Monte (VII x VIII), además de la española María Rovira (Secretos de un amor oscuro).
El Ballet Nuevo Mundo proyectó su amplio repertorio por países de tres continentes.
El registro crítico de sus actuaciones evidencia la resonancia internacional del conjunto a
lo largo de dos décadas:
“La compañía deslumbró a los entusiastas y numerosos de la danza local con suave,
exquisito, sensual y poderoso lenguaje corporal”.
China Post, Taipei, Taiwan.
Este intento inicial de crear un conservatorio de danza réplica de los más importantes del
mundo, se vio trastocado apenas dados sus primeros pasos. Así, el ISD comenzó a vivir
sucesivas etapas en la búsqueda de una nueva misión institucional. Una primera, iniciada
en 1982, lanzó el proyecto al medio cultural del país, proponiendo la formación de un
bailarín capaz de desempeñarse con igual dominio y eficacia dentro de las distintas ma-
nifestaciones de la danza escénica. Los ya referidos obstáculos determinaron el cierre de este
ciclo y el establecimiento de un segundo momento para la institución, que trajo consigo un
énfasis en la danza contemporánea, junto a tratamientos inéditos en torno a la formación y la
investigación de la danza clásica y la danza tradicional popular. El final del decenio, procuró
la sistematización de los estudios, aunque siempre dentro de los parámetros no formales, y
un acento destacable en la proyección social de los procesos de la danza y sus creadores.
Luis Viana, bailarín, coreógrafo y maestro muy cercano al ISD, lo definió como un
“crisol”, al tiempo que Thamara Hannot destacó su significación en el prólogo de las Me-
morias de la institución:
Durante dieciséis años de la más intensa actividad, dentro de muy distintos estilos de
dirección, y privilegiando las más disímiles formas de hacer danza, el “Instituto” nos
convocó y se convirtió en una de las cuatro o cinco referencias mayores de la danza en
Venezuela (…) Sus aportaciones destacan en el campo de la enseñanza, la creación, la
convocatoria colectiva e incluso la crítica” (1999: p. 3).
Coreoarte representa el espacio creado por Orta a través del cual logró desarrollar y
proyectar un modo particular de asumir la danza, vinculado con sus experiencias persona-
les y sus valoraciones culturales. De visión universal sobre el arte, sin embargo centró sus
intereses creativos en lo popular urbano venezolano y latinoamericano. Sin abandonar su
carrera internacional, con particular tesón de dedicaría a formar a jóvenes bailarines dentro
de la doctrina de la danza que profesaba, llegando a convertir a muchos de ellos en artistas
de esta disciplina, que estaban llamados a resonar y mantener en el tiempo lo aprendido.
Es con este joven grupo con el cual Carlos se identifica plenamente, en él deposita
esperanzas e inquietudes de maestro forjador de juventudes; en él encuentra el afecto,
la serenidad, y comprensión de espíritu, tantas veces sin respuesta, buscados en otros
lugares y otros tiempos (1991: p. 34).
Sus obras creadas para Coreoarte refieren una expresión particular que parte de un
genuino sentido de pertenencia para llegar al mundo: Trópico (Villalobos), Mudras (Kartar),
Tangos (Piazzola), Perfil (Colón), Tregua (Mendoza), Vía crucis ( Nuñez), Indoafroamérica (Pérez
Prado), El último canto (Mendoza) y El discurso ( Shostakovich ).
“Carlos Orta deposita su fe en la fuerza artística que acumulan los integrantes del grupo
Coreoarte para transmitir más que una danza, una filosofía de vida”.
Hamburger Abendbatt.
“Luego de los Tangos de los bailarines venezolanos tampoco hacen falta palabras;
sobre el amor lo dicen todo. Los movimientos dinámicos y fluidos determinan la coreo-
grafía, son capaces de dividir el espacio y también el tiempo en pequeños trozos a voluntad
de forma asimétrica e invisible. En todo hay elementos creadores, abstractos y concretos y
siempre hay un núcleo duro, alrededor del cual todo gira”.
Michael Girskens, Neue Westfalische.
Carlos Orta fue también responsable junto a la bailarina Julie Barnsley del proyecto
denominado Acción Colectiva, que representaría un factor de diversificación y desarrollo
artístico de la danza en Venezuela. Su primera temporada ocurrió el 29 de diciembre de
1985 en la Sala José Félix Ribas del Teatro Teresa Carreño. Fue indicativa de una alianza
en principio atractiva y potencialmente transformadora, aunque de corta duración.
Dentro del repertorio conformado por Acción Colectiva, cuatro obras de Julie Barnsley
caracterizan la referida tendencia estética poseedora de fuerte carga expresiva seguida por la
agrupación en sus años iniciales: Pasodoble, The Rainbow Dance , Rope y Moonlight and roses.
Algo comparten Luis Viana, Leyson Ponce y Rafael González en sus creaciones:
constancia de intereses, Cada uno, desde sus trabajos iniciales, se ha mantenido fiel a unos
preceptos estéticos y temáticos individuales. Fidelidad que les ha permitido ahondar
con no poca intensidad en sus elecciones. De tal circunstancia se desprende en ellos,
artistas, una personalidad definida y un desarrollo lingüístico a través de la experiencia
y la experimentación personales. Podría afirmarse que la línea trazada por cada uno es
Por su parte, Hercilia López desde Contradanza comenzó a hacer del unipersonal
su medio escénico expresivo fundamental. Sus obras La dama de negro (Beethoven-Mahler),
La señorita de nácar (Música popular) y Amapola (Lacalle-Roldán), señalaron el camino que
condujo a un nuevo y general reconocimiento de la creadora, ahora en solitario.
Un destacable proyecto artístico inició y vivió su primer desarrollo durante los años
ochenta: el Ballet Metropolitano, fundado y dirigido por Keyla Ermecheo, que tuvo en su
producción de El Cascanueces, con coreografía de Héctor Zaraspe sobre la obra tradicional, un
aporte significativo. Rubén Monasterios en el ensayo Ballet Metropolitano y Keyla Ermecheo,
analizaba en ese tiempo la importancia y el influjo de este montaje:
El gran tour de force del Ballet Metropolitano es, desde luego, El Cascanueces. Esta
producción debe apreciarse, además, como un paso adelante en la formación del
movimiento balletístico nacional, en cuanto no era frecuente aquí ver un ballet clásico
completo íntegramente realizado en el país, con artistas y técnicos venezolanos; al
menos no concebidos como una superproducción, porque, en efecto El Cascanueces
del BM tuvo tal carácter en el ambiente local (Cuerpos en el espacio, 1986: p. 44).
La primera etapa del Ballet de la Fundación Teresa Carreño (1979-1982) tuvo como
objetivo crear un conjunto de orientación clásica, conformado por un cuerpo de baile y
algunos solistas, destinado a participar en las temporadas de ópera y acompañar a prime-
ros bailarines internacionales invitados en la interpretación de los títulos del repertorio
académico. Actuaba generalmente en el Teatro Municipal de Caracas.
del ahora llamado Ballet Teresa Carreño -y más tarde Ballet Nacional de Caracas Teresa
Carreño- ocurrió en una temporada realizada del 6 al 9 de diciembre de 1984 con el estreno
en la Sala Ríos Reyna de El pájaro de fuego, de Nebreda-Stravinsky, versión creada dos años
atrás para el Royal Winnipeg Ballet de Canadá.
Con Nebreda como director, el Ballet Teresa Carreño se planteó realizar transformaciones
drásticas y desarrollar un repertorio mixto, clásico y neoclásico, de acuerdo con las exigen-
cias y las particularidades del teatro del que forma parte esta compañía. El mayor atractivo
del remozado conjunto, sin embargo, se centraría en las coreografías propias de Nebreda,
que presentaría creaciones originales, algunas de ellas desconocidas en el país: Una celebra-
ción de Haendel, Pentimento (Bach), Doble corchea (Britten), La mer (Debussy), Romeo y Julieta
(Prokofiev), Georges Sand (Chopin-Listz), La cenicienta (Prokofiev), Bernarda (Doura), Inés de
Castro (Cervetti) y Van Gogh (Mahler).
Reconocible sentido del espectáculo concebido como un todo integrado, altos niveles de
producción artística y resolución escénica, dinámico tratamiento de los grandes grupos en el espa-
cio y especialización rigurosa en el arte del baile en pareja, son todos aspectos resaltantes en esta
etapa de Nebreda al frente del conjunto de ballet del más importante complejo teatral de Venezuela.
En el plano mundial, el Ballet Teresa Carreño, con Nebreda como su director artístico,
buscó cumplir con su ideal de traspasar fronteras y realizó giras y temporadas en Latinoamé-
rica y el Caribe, Estados Unidos y Europa. El Festival internacional de Danza de Montpellier,
Francia; la gira artística por España y su participación en la gala celebratoria del 50º aniversa-
rio de la creación de la ONU, realizada en San Francisco, Estados Unidos, han sido algunos
de los momentos internacionales más altos vividos por la compañía.
Los ochenta concretaron por parte del Estado venezolano un nuevo proyecto de Escuela
Nacional de Danza con sede en San Cristóbal, dirigida por Luis Sánchez, que buscó imple-
mentar un diseño curricular dirigido a formar profesionales en las áreas del ballet clásico, la
danza contemporánea y la danza tradicional venezolana, elaborado por el Consejo Nacional
de la Cultura. Igualmente, la creación de la Escuela de Ballet Teresa Carreño, inicialmente
bajo la dirección de Josefina Concheso y posteriormente de Rafael Portillo e Irina Ivanova; la
Escuela de Danza de Caracas, de José Ledezma; Danzahoy Escuela, dirigida por Luz Urda-
neta; el Centro Dancístico Coreográfico-Cedanco, creado por Andrés Oropeza en Maracay;
así como las Escuelas de Danza Moderna de Maracay, bajo la dirección de María Brington y
la labor docente de Yajaira Centeno dentro de la danza académica de la región.
Resultó también una época en que Caracas recibió a grandes artistas universales de la danza
escénica con motivo de la celebración del Centenario del Teatro Municipal de Caracas, el Bicentena-
rio del Natalicio de El Libertador Simón Bolívar y la inauguración del Teatro Teresa Carreño: Ru-
dolf Nureyev, por única vez en Venezuela, interpretando Giselle con el Ballet de la Fundación Teresa
Carreño en el Teatro Municipal y el Poliedro de Caracas, al lado de Dominque Kalfouni, estrella de
la Ópera de París; Margot Fonteyn, presidiendo la III Conferencia Interamericana de Especialistas
en Ballet de la Organización de Estados Americanos; Alicia Alonso y el Ballet Nacional de Cuba,
el Sadler’s Wells Royal Ballet de Londres, Maurice Béjart y el Ballet del Siglo XX, el Ballet
de Stutgart, Roland Petit al frente del Ballet de Marsella, Ekaterina Maximova, Vladimir
Vasiliev, Alexander Godunov, Alwin Nikolais, Paul Taylor, Pina Bausch y Twyla Tharp, entre
muchos otros.
Danzahoy. Selva. Julie Barnsley, Luz Urdaneta, Adriana Urdaneta, Jacques Broquet y Javier Romero.
Foto: Miguel Gracia.
Instituciones
y academia
Durante los años noventa se agudiza la crisis política y económica venezolana. El modelo
bipartidista se evidencia desgastado, mientras que agudos conflictos sociales, dos intentos de
golpes de estado contra el Presidente de la República Carlos Andrés Pérez, unidos a acusacio-
nes de irregulares manejos administrativos, determinan el debilitamiento del orden institu-
cional y el cese del gobierno, que será asumido interinamente por el historiador Ramón José
Velásquez hasta la culminación del correspondiente período constitucional. Rafael Caldera
triunfa en las siguientes elecciones con el apoyo de una alianza de agrupaciones políticas mi-
noritarias de tendencias centrista y de izquierda, que debe enfrentar una nueva y generalizada
crisis financiera.
El establecimiento por parte del Estado venezolano del Sistema Nacional de Escuelas
de Danza caracteriza los años noventa en materia de formación de talentos humanos desde el
ámbito oficial. Esta estructura puesta en funcionamiento a principios de la década, perseguía
homogeneizar los programas de estudios en todas las manifestaciones de la danza escénica
- clásica, contemporánea, folklórica y nacionalista - y brindar educación danzaria elevada y
actualizada, con la conformación de núcleos en toda Venezuela. El llamado Núcleo Rector
del Sistema Nacional de Escuelas de Danza, vigente desde 1990 hasta 1995, tuvo como res-
ponsables a cuatro notables figuras: Yolanda Moreno, José Ledezma, Fanny Montiel y Gustavo
Silva. De los núcleos de provincia a lo largo de los años destacaron especialmente los corres-
pondientes a Zulia, Lara, Sucre, Carabobo y Yaracuy.
También los noventa trajeron acciones específicas por parte del estado venezolano
tendientes a la aprobación y establecimiento de la educación básica y la educación media
en danza, así como la creación del Ballet Nacional Juvenil de Venezuela, bajo la dirección
de José Parés y Eva Millán; y el Conservatorio de Danza del Estado Bolívar, establecido en
Ciudad Bolívar, dirigido por Everest Mayora, entre otras iniciativas educativas.
A finales de los ochenta y durante los primeros años noventa, un proyecto novedoso
ocupó la escena de la danza en Venezuela: el Festival de Danza Postmoderna, concebido
por el bailarín venezolano de proyección internacional David Zambrano. Este evento
esencialmente formativo y divulgativo de los conceptos y las técnicas de Nueva Danza en
el país - soltura, contacto e improvisación - extendió su influencia a las ciudades de Cara-
cas, Maracaibo, Valencia, Mérida y Cumaná, además de contribuir con el desarrollo de una
escuela venezolana dentro de esta corriente progresista de la danza.
Esta nueva década traería la proyección internacional de algunas de las más reconocidas
agrupaciones vanguardistas de la danza venezolana, que ofrecían una visión alternativa
ajustada a los tiempos que corrían en los centros mundiales de la experimentación y la
investigación del movimiento. América Latina, Norteamérica y Europa fueron entusiastas
receptores de una novísima danza nacional.
Acción Colectiva en sus actuaciones en Nueva York y Ciudad de México recibió juicios
críticos entusiastas:
“El rechazo a una concepción castrante sobre el cuerpo humano impuesta por una
moral judeocristiana, el rescate de lo erótico, el manejo de la ironía y la experimentación
en el movimiento hasta sus últimas consecuencias, resaltaron en la función de Acción
Colectiva (…) El espectador enmudeció por momentos ante el asombro de una propuesta
coreográfica, pletórica de una gran fuerza interpretativa y el dominio extraordinario de lo
corporal y en otros instantes, rió abiertamente por el sentido del humor manejado con tino
y una sutileza pocas veces observado”.
César Delgado Martínez, El Excélsior, Ciudad de México.
“La compañía venezolana Neodanza pertenece también a ese grupo de artistas que
han logrado aprender la lección de cómo aplicar las ideas abstractas a la danza, artistas
para quienes la forma pura como medio de expresión ha dejado de constituir el todo”.
Frankfurter Allgemeine Zeitung, Frankfurt.
“Sería pretencioso pensar que Neodanza fuese de los Estados Unidos, sería preci-
pitarse deliberadamente. Sin embargo, ¿podría una compañía norteamericana crear estas
imágenes, entregar esta actuación inexorable”.
Wendy Perron, Village Voice, New York.
corporales, desde las más establecidas hasta las más experimentales, y una atrayente irreverencia
ideológica como orientación, no exenta de rigor interpretativo y escénico, caracterizaron
esta experiencia que se extendió durante una década y que también fue conocida interna-
cionalmente en Estados Unidos, México, Brasil, Argentina y Colombia.
Las obras La Rosa de los vientos, No me pidas tanto en el primer intento, El asombro del pájaro,
En vivo vivo y El amor quiere un amante, son algunas especiales referencias del singular mundo
situaciones y vivencias de Rajatabla Danza.
Hercilia López en su texto ¡En vivo…vivo!... generoso aporte, se refirió a una de las piezas
de mayor aceptación dentro de las creaciones de Rajatabla Danza:
Con ese ánimo de quien una noche decide ir a un nuevo espectáculo de danza sabiendo que
va a ver más de lo mismo -con la consabida sensación de aburrimiento o desesperación- y,
en última instancia dispuestos a esperar que suceda “el milagro”, nos fuimos al Teatro
Rajatabla a ver una de las funciones de la temporada de estreno de En vivo…vivo, espectáculo
a varias manos conducido por Yayo Castillo, director de Rajatabla Danza. Estamos ya
acostumbrados a sentir ya como nuestras defensas se desvanecen cuando un espectáculo
es bueno, conocemos bien la sensación de alivio y placer que dicho descubrimiento nos
produce. Sabemos también que en estos casos nuestra reconciliación con la danza llega de
inmediato (Revista La Danza, 1999, número 31: p. 20).
Espacio Alterno, proyecto artístico surgido a principios de los años noventa, creado y
liderado por Rafael González, puede ser asumido como una consecuencia del desarrollo de
una escuela venezolana de nueva danza, de la cual es uno de sus primeros y más representa-
tivos exponentes. El final de la década anterior había traído un nombre que apareció tímido
dentro de los noveles creadores de danza contemporánea del país, aunque dando claros indi-
cios de su norte ideológico y estético: la danza como un hecho esencialmente visual.
Sorprende la fidelidad de González a sus intereses creativo iniciales, los cuales ha de-
sarrollado de manera consecuente, ubicándolo hoy como un director de sólido y riguroso oficio, es-
pecialmente destacable por la resolución formal de sus obras: Quattuor (Stapleton-Wakeford), Triduum
(Fsol), Coordenadas (Bruguera), Séptimo (Collage musical), Fuga (Collage musical), Aqua (Collage mu-
sical), Progresiones (Collage musical), Translucidos (Collage musical) y Óvalos traslúcidos (Collage musical).
“Espacio Alterno aumenta la curiosidad por ver más danza venezolana. Suave, formal,
rigurosa, es muy distinta de la corriente fuertemente emocional que conforma la base de
la dieta de la danza en Montreal. Coordenadas es una investigación fluida y geométrica del
ritual físico con tonalidades católicas fuertes. Fascinante, hace que su duración pase en el
tiempo de un latido del corazón”.
Linde Howe-Beck, Le Gazette, Montreal, Canadá.
Dramaturgia y movimiento son dos palabras que sintetizan el ideal de Miguel Issa y
Leyson Ponce como creadores. Juntos partieron de la integración lúcida de ambos con-
ceptos para proponer un proyecto creativo que tendría altas repercusiones. Interesados en
manifestaciones artísticas disímiles y formados dentro de procesos educativos distintos,
coincidieron en su interés definitivo por el ámbito inagotable del cuerpo expresivo. Issa
proveniente de la música y Ponce de la danza contemporánea formal, unieron sus expec-
tativas sobre lo escénico y se plantearon una aproximación al movimiento y al gesto desde
una dimensión unida al sentimiento humano y alejada de racionales abstracciones.
Las actuaciones de Dramo en el exterior han dejado huella. Ejemplo de ello son las
valoraciones de su presencia en la Bienal de la Danza de Lyon y en su gira por Ciudad de México:
“Miguel Issa y Leyson Ponce procuran establecer una concepción dramatúrgica, donde el
cuerpo sea el vehículo inquisitivo con el que se revise el contenido semántico del arte”.
Reyna Barrera, Unmásuno, Ciudad de México.
Del mismo modo, la década de los noventa trajo nuevos acontecimientos: la reaparición de
la compañía de María Eugenia Barrios, junto con el bailarín Offer Zaks, ahora con el nom-
bre de Ballet Contemporáneo de Caracas, que produjo un importante repertorio y tuvo una
notable proyección internacional; el establecimiemto de Ballet Clásico de Cámara, dirigido
por Nina Novak, para el desarrollo de la danza académica; y la realización del Encuentro In-
ternacional de Creadores de Contradanza, específico ámbito de formación, experimentación
e investigación; además de la creación del Ensamble Coreográfico Experimental, de Luis
Viana; la Fundación Ballet de las Américas, promovida por Stella Quintana y Paula Nuñez;
Danzactual, de Macarena Solórzano, y Thejadanzateatro, dirigido por Angélica Escalona.
Además, La Trapatiesta UCV, conducida por Gloria Nuñez, y los Talleres de Cultura
Popular de la Fundación Bigott, Los Vasallos del Sol, con la dirección artística de Omar
Orozco, todos proyectos de proyección escénica de la danza tradicional popular; Tra-
yectodanza, centro de investigación y documentación, dirigido por Teresa Alvarenga, la
Asociación Zuliana para el Arte de la Danza Azudanza, proyecto educativo y artístico de
Marisol Ferrari establecido en Maracaibo; y Terpsis, de Mireya Tamayo, en Mérida.
Neodanza. 18 minutos por 2 1/2 tiempos bolo, Rajatabla Danza. Hombre par. Luis Armando Castillo
de Alexey Taran. y Gabriel Castillo.
Foto: Javier Gracia. Foto: Miguel Gracia.
Dramo. Leyson Ponce y Miguel Issa. Espacio Alterno. Séptimo, de Rafael González.
Foto: Asdrúbal Perdomo. Foto: Miguel Gracia.
Transición
y cambio
La danza venezolana recibió al nuevo siglo en estado floreciente y expansivo. Las tres
últimas décadas habían sido de crecimiento sostenido y de afianzamiento en sus plantea-
mientos conectados con las tendencias mundiales del movimiento: el abstraccionismo
y sus vinculaciones con el hecho plástico, lucidas experimentaciones a partir del cuerpo
creativo, el nuevo gesto expresivo de notorias connotaciones teatrales y la nueva danza he-
cha de códigos irreverentes, espontáneos y desaprensivos.
Los primeros años del siglo XXI han supuesto un periodo de transición que condujo
a una progresiva modificación de la situación antes descrita. Las transformaciones que co-
menzaron a sucederse en todos los órdenes de la vida pública, como consecuencia de los
cambios políticos y sociales que trajo consigo el proceso liderado por el presidente Hugo
Chávez Frías, incluyó al llamado sector de la cultura tradicionalmente dependiente de la
gestión y los recursos oficiales.
Otra visión del hecho cultural se fue estableciendo desde el Estado, que en el ámbito
de la danza uno de sus resultados visibles ha sido la creación en 2006 de la Fundación
Compañía Nacional de Danza, perteneciente al Ministerio de la Cultura, iniciativa que se
Las relaciones de la oficialidad con los hacedores culturales y viceversa, se han visto
modificadas, buscando adaptarse a las nuevas situaciones planteadas. No obstante, las más
relevantes iniciativas institucionales alrededor de la danza, pertenecientes a un tiempo no
muy lejano, han mantenido de alguna manera su presencia y su influencia. Unas, un tanto
replegadas, otras, generando estrategias que no sólo han permitido su permanencia sino,
en algunos casos, un renovado apuntalamiento.
La compañía emblema Danzahoy cerró durante los años iniciales de esta primera
década del siglo el ciclo de los que fueron sus momentos de mayor esplendor, marcando
el final de esta etapa vigorosa e iniciándose una más reposada en manos de Luz Urdaneta.
Acción Colectiva -en lo adelante llamada Aktion Kolectiva- proyecto que identifica a Ju-
lie Barnsley como creadora, también modificó sus expectativas, profundizando en una
expresividad un tanto más serena en medio de su convulsión interna y en una íntima ex-
ploración del mundo femenino, su sensibilidad y los arquetipos que orientan sus procesos.
Los impulsos de Neodanza han llevado al grupo que lidera Inés Rojas por caminos
de extrema experimentación que revelan constante inconformismo, permanente reinicio, y
necesidad de contacto permanente con los impulsos que motorizan al arte del movimiento
en el complejo mundo actual. El Festival de Improvisación, promovido por esta compañía,
representa una plataforma de significación dentro de la danza experimental venezolana.
Los primeros años del siglo XXI han sido de revisiones y reacomodos para la danza
contemporánea venezolana. Los tiempos de las grandes iniciativas proyectadas al mundo,
se han visto sustituidas por procesos de creación más introspectivos. Se vive un fenóme-
no: al lado de la danza como ritual teatral convencional, emerge la experiencia corporal
representada en el espacio público urbano.
A la danza experimental de este tiempo Claudia Capriles (Plan cero) aporta la solidez
de su personalidad escénica y la madurez de su expresividad. La mujer como inevitable tema
sigue siendo un claro interés de la autora. Sus personajes actuales, enigmáticos y demoledo-
res, llevan nombres agudos y certeros: des-vestida, ave-eva, me siento-sola, menos-turbada, ana-cróni-
ca, y-complaciente, recli-nada. Cada uno constituye un universo intrincado e impenetrable.
Del contacto con la realidad de todos los días, dura, violenta y también amable, surge
una tendencia dentro de las nuevas visiones de la danza nacional que busca responder a las
nociones de compromiso y solidaridad. Sin abandonar las preocupaciones formales del movi-
miento, intenta nuevas maneras expresivas adecuadas a su entorno y sus circunstancias.
En Félix Oropeza (Agente libre) persisten las evidencias de la escuela del cuerpo
técnico orientado hacia la destreza física. A partir de allí, ha procurado el desarrollo de un
lenguaje que sea portador, además, de carga ideológica y emotiva, sin evadir los paráme-
tros teatrales del movimiento. Desde Croquis para algún día y Ausencia, hasta Modelo a escala y
El cambote, los pasos de Oropeza conducen a una dimensión de la danza que, junto a sus
valores establecidos, promueve los ideales de un hombre colectivo.
También la calle, primero como lugar violento y también como abstracción de esa
realidad, es el ámbito de inspiración y desempeño de Rafael Nieves e Hilse León (Caracas
Roja Laboratorio). Los ideales de la nueva danza por ellos personalizada, se han traducido
en resultados antagónicos: de Buitres, de oscuro nihilismo, a Vida, de lúdica vitalidad.
La danza nacional también se dirige hacia la experimentación que lleva consigo riesgo
creativo, en algunos casos extremo. Rommel Nieves (100% Impro), Um gramo (Pedro Alcalá
y Alexana Jiménez), Armando Díaz (Sieteocho), responden a otros entendimientos, desde un
mundo globalizado, del sentido de pertenencia a algún territorio y a alguna realidad.
Compañía Nacional de Danza. La Cantata Criolla, de Antonio Estévez. Coreografía Mariela Delgado
Foto: Javier Gracia.
1837
El bailarín español Francisco Robeño funda una escuela de danza en la calle Zea,
cercana a la esquina Colón en Caracas.
1862
Los bailarines Julia Brunner y José Cordella llegan a Caracas para participar en las
temporadas de ópera de Caracas.
1878
Se inaugura el Café Teatro Cosmopolita entre las esquinas de Sociedad y Traposos,
donde se realizaron presentaciones de danza.
1881
Inauguración del Teatro Guzmán Blanco, llamado luego Teatro Municipal de Caracas,
con la ópera El Trovador, de Giuseppe Verdi.
1883
Inauguración del Teatro Baralt de Maracaibo reinaugurado en 1932 luego de ser reconstruido.
1886
Inauguración del Teatro Municipal de Puerto Cabello.
1887
La bailarina italiana María Bonafante es contratada por Teresa Carreño y su esposo Giovanni
Tagliapietra para actuar en la temporada de ópera del Teatro Municipal de Caracas.
1894
Inauguración del Teatro Municipal de Valencia.
1895
Inauguración del Teatro Cajigal de Barcelona.
1905
Inauguración del Teatro Nacional. Se incluye en el programa de apertura el estreno de baile
franco-español El señorito y la maja interpretado por el coreógrafo Pericet y el cuerpo de baile
de la compañía de zarzuela Argudín-Otazo.
1910
Apertura del Salón Apolo en la esquina caraqueña de Mercaderes donde se presentaron
espectáculos que incluían acróbatas y bailarinas.
1913
La compañía de opereta Gatini-Angelini presenta La cigarra y la hormiga que incluye al
final un acto de danza con los bailarines Julia Bidlé y Ricardo St. Eliu y el conjunto
de danzas de la agrupación.
1915
La compañía Manzini representa La Gioconda. Un conjunto de bailarinas interpreta
la “Danza de las horas”.
1916
Actúa la compañía Clara Sorda de Italia, conjunto de canciones y bailes, con
coreografías de Teresa Battagi.
1917
Presentación de Antonia Mercé “La Argentina” en el Teatro Municipal de Caracas.
1918
Programa escénico de Adolfo Bracale en homenaje a Francia que incluye Divertissment,
Vals de Coppelia y La danza de la horas de la ópera La Gioconda.
1922
Actuación de Tórtola Valencia, bailarina española de danza libre, en el Teatro Nacional.
1925
Presentación del bailarín Avelino Bueno “El Macareno” en el Teatro Nacional.
1928
Actuación de los bailarines Alfredo Flores, Esteban Córdova y Leonor Biuti en el
Teatro Municipal.
1929
Actuación de la Manhattan Ópera de Nueva York con la primera bailarina Tina Fokey.
El bailarín acróbata John Bucks y la bailarina Eugenia Fernández actúan en el Teatro Olimpia.
1930
Permanencia de la bailarina ucraniana Gally de Mamay en Caracas, ex integrante de
los Ballets Rusos de Diaghilev. Primera maestra en dictar clases de ballet en Venezuela.
1932
Se inicia la construcción del Teatro de la Ópera de Maracay la cual es suspendida por
largo tiempo a raíz del fallecimiento de Juan Vicente Gómez.
1933
Actuación en Caracas de la bailarina española Rosarillo de Triana.
1935
Presentación de Encarnación López “La Argentinita” en el Teatro Municipal.de Caracas.
1937
Creación de la Escuela Escénica de Teatro y Danza. Belén Álamo Ibarra es la primera
maestra venezolana en dictar clases de ballet en el país.
Permanencia en Caracas del bailarín ruso estadounidense Basil Inston Dmitri. Dicta
clases en el Ateneo de Caracas.
1938
Creación del Servicio de Cultura y Publicidad del Ministerio del Trabajo, luego
Dirección de Cultura, dirección de Manuel Rodríguez Cárdenas. Celebración del
Día Nacional para Obreros en el Teatro Nacional con un espectáculo popular de
música y danza.
1939
Presentación de los Chavalillos Sevillanos Rosario y Antonio en el Teatro Municipal
de Caracas.
1940
Presentación en el Teatro Municipal de Caracas de la Ópera Association de Nueva
York, con coreografías de la bailarina estadounidense Ruth Page.
1941
Presentación en el Teatro Municipal de Caracas del espectáculo Orquídeas azules,
libreto de Lucila Palacios, música de María Luisa Escobar, coreografía de Steffy
Sthal. y dirección de Anna Julia Rojas. Participan Ida Gramcko, Belén Núñez, y
Taormina Guevara.
Taormina Guevara forma parte del elenco de las obras Jovencita soltera, busca marido y
La casa de arena en el Teatro Municipal de Caracas.
1943
Presentación del Ballet Dmitri en el Teatro Ávila de Caracas.
1944
Actuación en Caracas de la Compañía de Danzas y Cantos de España dirigida por el
coreógrafo Joaquín Pérez Fernández. Figuran en el elenco Carmen Pérez Fernández,
Antonia Calderón y José Jordá.
1945
La bailarina Belén Núñez y el poeta Fausto Cabrera presentan un recital de danza y
poesía en el Teatro Municipal de Caracas.
Actuación de los Ballets Rusos del Coronel de Basil en el Teatro Municipal de Caracas.
Permanencia en Caracas de los bailarines Luz y Hery Thomsom, de Argentina, y
Eva y David Gray, de Irlanda, quienes se establecen en Caracas y dirigen durante dos
etapas la Cátedra de Ballet del Liceo Andrés Bello.
1946
Actuación en Caracas del Cuadro de Danzas de María Svetlova.
Los bailarines Luz y Hery Thomson crean en Caracas el Club del Ballet.
1947
Presentación en Caracas de los célebres bailarines británicos Alicia Markova y Anton Dolin.
1948
Presentación de la Fiesta de la Tradición en el Nuevo Circo de Caracas con motivo de la toma
de posesión presidencial de Rómulo Gallegos organizada por el poeta Juan Liscano.
Llegada de Grishka Holguín a Venezuela iniciador de la danza moderna en el país. Dicta clases
de biomecánica para actores en el Curso de Capacitación Teatral del Instituto Pedagógico de
Caracas dirigido por Jesús Gómez Obregón. Presenta su primera obra Sinfonía en tres movimientos
con música de Igor Stravinsky en el Teatro Municipal de Caracas.
Actuación del Ballet Alicia Alonso en el Teatro Municipal de Caracas. Forman parte
del elenco Alberto Alonso y Fernando Alonso.
1949
Creación en Barquisimeto de la Escuela de Ballet Taormina Guevara.
1950
Creación del Retablo de Maravillas bajo la dirección de Manuel Rodríguez Cárdenas.
1951
Presentación del ballet Guaicaipuro en el Teatro Municipal de Caracas, dirigido por
María Luisa Escobar, Nena Coronil, Lila Likolska y Alberto de Paz y Mateos. Actúan:
Vicente Nebreda, Graciela Henríquez, Irma Contreras, René Nájera, entre otros.
1952
Presentación del Retablo de Maravillas en la Plaza Diego Ibarra del Silencio.
1953
Representación del ballet Tamanaco en el Teatro Municipal de Caracas, coreografía de
Antonia Calderón, dirección general de José Jordá y actuación de Yolanda Moreno y
el Retablo de Maravillas.
Creación del Ballet Nena Coronil. Presentación de Las sílfides, en versión de Vicente
Nebreda en la programación inaugural de Radio Caracas Televisión.
1955
Presentación en Caracas del espectáculo Follies Bergere de París.
Inauguración en Caracas del Teatro del Este con el conjunto español de Pilar López.
Actuación en Caracas del Ballet de Tamara Toumanova con Olga Briansky primera
bailarina del Ballet de Londres.
Celebración del 50° Aniversario del Teatro Nacional con un programa conjunto del
Retablo de Maravillas, Ballet Nena Coronil y el Teatro de la Danza.
Presentación en Caracas del Ballet Ensamble con Norah Kovach e Istvan Rabovsky
procedentes del Ballet Bolshoi de Moscú.
1956
Actuación de la bailarina Tamara Toumanova en el Anfiteatro José Ángel Lamas de Caracas.
1957
Disolución de la Escuela Nacional de Ballet y el Ballet Nena Coronil.
Permanencia en Caracas de la bailarina rusa Lidija Franklin quien inicia una dilatada
labor docente y crea la escuela Ballet Arte.
1958
Disolución del Retablo de Maravillas.
Creación de Danzas Venezuela dependiente del Ministerio del Trabajo, dirección de Kiril
Pikieris. Asesora: Isabel Aretz. Luego asumirá la conducción la bailarin mexicana Evelia
Beristain quien desarrollará un repertorio mixto de danza tradicional y danza moderna.
1959
Grishka Holguín crea sus obras Giros negroides, Medea e Hiroshima.
Las Estrellas del Ballet de la Ópera de París actúan en el Teatro Municipal.de Caracas.
El Ballet Alicia Alonso presenta la versión completa de El lago de los cisnes por primera
vez en Caracas.
1960
El Ballet Nacional de Venezuela participa en el Primer Festival Internacional de
Ballet de La Habana dirigido por Alicia Alonso.
Presentación en Caracas del Ballet del Marqués de Cuevas con Bronislava Nijinska
como directora artística y Marcia Haydée dentro de sus bailarines.
Sonia Sanoja crea en París la obra Duración uno y cuatro sobre un poema de Alfredo
Silva Estrada.
La coreógrafa mexicana Evelia Beristain crea para Danzas Venezuela las obras
Movimientos de percusión, música de Isabel Aretz y Fuga criolla, música de Juan Bautista
Plaza. Bailarines: Graciela Henríquez, Gladys Alemán, Juan Monzón, Margarita
Medina, Carlos Nieves, Noris Ugueto, Patricia Moreno y Alberto Suárez, entre otros.
1961
Creación de la Fundación de Danza Contemporánea dirigida por Grishka Holguín
y Sonia Sanoja.
1962
Graduación de la primera promoción de bailarinas de la Academia Interamericana de
Ballet integrada por Zhandra Rodríguez, Everest Mayora, Hercilia López y Fanny Montiel.
1963
Permanencia en Caracas de la bailarina polaca Nina Novak, ex estrella de los Ballets
Rusos de Montecarlo. Imparte clases en el Ateneo de Caracas.
Publicación del libro Duraciones visuales, texto Sonia Sanoja, fotografías de Bárbara
Brändli y diseño gráfico de John Lange.
1964
Realización del Primer Festival Foklórico del Estado Lara. Las muestras de danza
tradicional fueron organizadas sucesivamente por Gladys Alemán y Nery Johnson.
1965
Creación del Instituto Nacional de Cultura y Bellas Artes (Inciba). Primer presidente
designado Mariano Picón Salas.
Creación del Grupo Ajé de Juan de Dios Martínez en la Costa Oriental del Lago de Maracaibo.
1966
El Ballet Nacional de Venezuela participa en una gala en el Teatro Colón de Bogotá
homenaje a los presidentes de Venezuela, Ecuador y Colombia.
1967
Creación del Teatro de la Danza Contemporánea bajo la dirección de Grishka Holguín.
1968
Creación del Ballet del Inciba, dirección Elías Pérez Borjas.
1969
Vicente Nebreda estrena su obra Percusión para seis hombres en Nueva York.
Graciela Henríquez crea para el Ballet de Inciba las obras: Invenciones, Tres y Enfurecidos. A su
vez Norah Parissi crea Cuerpos mitológicos y Maruja Leiva Praxis para esta misma compañía.
1970
Creación de la Escuela de Danza y la Compañía Nacional de Danza del Inciba.
Vicente Nebreda es nombrado coreógrafo residente del Ballet Harkness de Nueva York.
María Eugenia Barrios baila en el Festival de Dos Mundos (Spoleto, Italia). Solista en El
unicornio, La Gorgona y la Mantícora de John Butler y en la ópera Il Giuramento de José Limón.
1971
Debut de la agrupación Sonia Sanoja Danza Contemporánea adscrita al Inciba.
Realiza actuaciones en la Universidad de Nueva York.
Creación del Ballet Teatro de Venezuela, dirección de Vinicio Leira y Julio Lamas.
1972
Creación de Macrodanza, dirección de Norah Parissi.
Marisol Ferrari crea la cantata popular Santa María de Iquique para Danza Experimental
Universitaria de LUZ.
1973
José Ledezma asume la dirección del Taller Experimental de Danza de la UCV.
Zhandra Rodríguez es reconocida por la crítica como joven figura del American
Ballet Theatre de Nueva York.
María Eugenia Barrios baila en San Francisco La Pavana del moro de José Limón
como integrante del Ballet Nacional de Canadá junto a Rudolph Nureyev, bailarín
invitado de la compañía durante esa gira.
1974
Temporada del Ballet Nacional de Venezuela con Fernando Bujones como bailarín invitado.
María Cristina Anzola y otras personalidades crean la Fundación Pro Artes Coreográficas.
Carlos Orta integra el Wuppertal Tanztheater dirigido por Pina Bausch, y el Tanz
Forum de Colonia
Realización del cortometraje La única cosa que sé hacer de Daniel Genoud protagonizado
por Juan Monzón.
1975
Zhandra Rodríguez invitada del Ballet de la Ópera de Hamburgo bajo la dirección de John
Neumeier. Baila con Mikhail Baryshnikov Le Pavillon de Armida. Neumeier crea para ella
Tercera sinfonía de Malher. Filma en París El sueño de la princesa Aurora de Roland Costa.
Debut del Ballet Internacional de Caracas como proyecto de la Fundación Pro Artes
Coreográficas. Director Artístico Vicente Nebreda. Zhandra Rodríguez primera bailarina.
Carlos Orta crea la obra Serenata de un paseante para el Tanz Forum de Colonia.
Vicente Nebreda crea la obra La luna y los hijos que tenía para el Ballet Internacional
de Caracas.
El Ballet Contemporáneo de Cámara presenta las obras Vuelos rituales de John Butler
y Cromosaturación, Cantabile y Valses venezolanos de María Eugenia Barrios con diseños
escenográficos de Jesús Soto, Carlos Cruz Diez, Mercedes Pardo y Armando Barrios.
Creación en Caracas del Grupo Libre de Danza dirección de Mireya Tamayo y Laura Nazoa.
1976
Realización del Primer Encuentro Nacional de Danza Contemporánea en Maracaibo.
Presentación en Caracas del Real Ballet de Flandes, Murray Louis Dance Company
y el Ballet de Elliot Feld.
Creación del Ballet Maracaibo dirección de Nedo Woykicht. Primera bailarina Sasha
Voykich. La temporada inaugural en el Teatro de Bellas Artes incluye Carmen y
segundo acto de El Lago de los cisnes.
Carlos Orta gana el Primer Premio del Jurado de la Academia Internacional de Danza
de Colonia por su coreografía El Error.
Zhandra Rodríguez baila El Lago de los cisnes como invitada del Ballet de la Ópera de Berlín.
1977
Creación del grupo Madera en la parroquia de San Agustín del Sur.
José Ledezma crea la obra Un poco más allá para el Taller de Danza Contemporánea.
1978
Realización del Primer Encuentro Regional de Danza en Maracaibo. Participan:
Danzas Maracaibo, Ballet de Cámara del Zulia, Academia de Ballet Lenin Roo,
Danza Experimental del Zulia, Escuela de Ballet del CBA, Danzas Típicas de LUZ.
1979
Creación del Ballet de la Fundación Teresa Carreño inicialmente dirigido por el
bailarín y coreógrafo argentino Rodolfo Rodríguez.
Carlos Orta se integra a la Compañía de José Limón en Nueva York como bailarín
y coreógrafo.
1980
Creación del Ballet Metropolitano, dirección de Keyla Ermecheo.
Vicente Nebreda y Zhandra Rodríguez son invitados a la gala por el 40º Aniversario
del American Ballet Theatre. Rodríguez baila junto al estadounidense Patrick Bissell
Una danza para ti de Nebreda.
Zhandra Rodríguez realiza junto a Mikhail Baryshnikov una gira artística de un mes por Brasil.
1981
Zhandra Rodríguez crea el Ballet Nuevo Mundo. Función de preestreno en el Teatro
de la Ópera de Maracay.
María Eugenia Barrios y Offer Zaks bailan como invitados en festivales de Israel y
Francia. Gira con el Ballet Clásico de Israel por Estados Unidos.
Rudolf Nureyev baila Giselle como invitado por el Ballet de la Fundación Teresa
Carreño. Teatro Municipal y el Poliedro de Caracas.
1982
Enrique Martínez, procedente del American Ballet Theatre asume la dirección
artística del Ballet de la Fundación Teresa Carreño. Como director asociado figura el
primer bailarín húngaro Iván Nagy.
Gira del Ballet Nuevo Mundo por Taiwán, Filipinas, Singapur e Italia.
Realización del video Sonia Sanoja: expresión única de la danza producido por la
Universidad Nacional Abierta.
Creación del Premio Municipal de Danza.de Caracas. Primera ganadora Graciela Henríquez.
Carlos Orta crea para el Ballet Contemporáneo de Cámara la obra Fábulas con música
de Heitor Villalobos y diseño de vestuario de Víctor Valera, .
1983
El Ballet de la Fundación Teresa Carreño presenta Coppelia en el Teatro Municipal
de Caracas. Roles principales interpretados por Zhandra Rodríguez y Fernando
Bujones, Silvia Bazilis y Eduardo Caamaño de Argentina, y Ana Botafogo de Brasil.
Inauguración del Teatro Teresa Carreño. Actuación del London Festival Ballet en la
Sala Ríos Reyna del nuevo complejo cultural.
Gira del Ballet Nuevo Mundo por los Países Socialistas, Argentina y Estados Unidos.
Hercilia López estrena el unipersonal La dama de negro en el Museo del Teclado de Caracas.
1984
Realización del Primer Encuentro con la Danza del Ateneo de Caracas.
Elías Pérez Borjas es designado Director Gerente del Teatro Teresa Carreño.
Ganadores de los Premios Conac de Danza: Vicente Nebreda, José Ledezma y Luis
del Valle Hurtado “El Diablo de Cumaná”.
José Ledezma crea la obra Naturaleza viva para el Taller de Danza de Caracas.
Intérprete: Andreína Womutt.
Carlos Orta crea El último canto para la Compañía de José Limón en Nueva York.
1985
Presentación de La Fille Mal Gardée en versión de José Parés a cargo del proyecto
Ballet Ballet. Bailarín invitado Julio Bocca.
María Eugenia Barrios dirige la puesta en escena de Carmina Burana de John Butlerpara
el Ballet de Milhouse. Luego se incorpora al Ballet del Teatro Estatal de Lucerna
como asistente de dirección y coreógrafa.
Ganadores de los Premios Conac de Danza: Nina Novak, Carlos Orta y los Diablos
Danzantes de Turiamo.
El Ballet del Siglo XX de Maurice Bejart se presenta en la Sala Ríos Reyna del Teatro
Teresa Carreño.
Creación del proyecto Acción Colectiva por Carlos Orta y Julie Barnsley.
1986
Danzahoy se convierte en compañía residente del Teatro Teresa Carreño.
Actuación del Sadler’s Wells Royal Ballet de Londres en el Teatro Teresa Carreño.
Escenificación del ballet La bella durmiente del bosque, bajo la dirección de Peter Wright.
El Ballet del Teatro Colón de Buenos Aires realiza un programa dedicado a la obra
coreográfica de Vicente Nebreda.
Lidija Franklin, Danzahoy y La culebra de Ipure ganan los Premios Conac de Danza.
Publicación del libro Taller de Danza de Caracas. Prólogo de Isaac Chocrón, texto de
Carlos Paolillo, fotografías de Bárbara Brändli, Gonzalo Galavís, Nelson Garrido,
Soledad López y diseño gráfico de John Lange.
El Ballet Nuevo Mundo rinde homenaje a Arturo Uslar Pietri en el Teatro Municipal
de Caracas. Gira artística por Europa y el Lejano Oriente.
El Ballet Teresa Carreño realiza una gira por Maracay, Valencia y Barquisimeto.
Participa en el Festival de Montpellier.
Danzahoy interpreta en la Sala Ríos Reyna del Teatro Teresa Carreño la obra Ofrenda
coreográfica de José Limón.
Las Estrellas del Ballet Soviético actúan en el Teatro Teresa Carreño, la Ópera de
Maracay y el Teatro Municipal de Valencia.
Se estrena la película Unas son de amor de Haydeé Ascanio. En ella participa un nutrido
grupo de bailarines venezolanos.
1987
Realización del Primer Encuentro con la Danza de la Fundación José Ángel Lamas
en el Teatro Cadafe.
José Ledezma obtiene el Premio Municipal de Danza del Municipio Libertador de Caracas.
Belén Lobo, el Instituto Superior de Danza y Yolanda Moreno reciben los Premios
Conac de Danza.
Celebración del Día Nacional del Teatro con una gala de danza en el Teatro Municipal de
Caracas. Participantes: Ballet Teresa Carreño, Danzahoy y Taller de Danza de Caracas.
1988
Debut de la compañía Neodanza, dirección de Marisol Alemán e Inés Rojas.
Ganadores de los Premios Conac de Danza: Elías Pérez Borjas, Macarena Solórzano
y Danzas Maracaibo.
José Ledezma crea la obra Color de rosa, música de Eduardo Marturet, para el Taller
de Danza de Caracas.
Ballet del Teatro Teresa Carreño ganador del Premio Municipal del Municipio Libertador.
Creación de los premios de danza del Círculo de Críticos de Teatro de Venezuela (Critven).
Realización de las Jornadas sobre Lenguaje Corporal dentro del VII Festival
Internacional de Teatro de Caracas.
Abelardo Gameche realiza una gira a la India con su obra Del eterno viajero.
Presentación de Carmina Burana, coreografía de John Butler, en la Sala Ríos Reyna del Teatro
Teresa Carreño con la actuación del Ballet Nuevo Mundo, la Orquesta Sinfónica Simón
Bolívar y el Coro Operático del Teresa Carreño, bajo la dirección musical de Isabel Palacios.
Estreno de la obra 1492 de Nela Ochoa, Luis Viana y Valerie Pelegrin en el Ateneo de Caracas.
1989
Realización del Primer Festival de Danza Postmoderna, dirección de David
Zambrano. Los alcances de este proyecto se extendieron a las ciudades de Caracas,
Maracaibo, Mérida y Valencia.
Inicio de una nueva etapa del Ballet Nacional de Venezuela, dirección de Zhandra Rodríguez
y José Parés. Presentación de Giselle en el Teatro Teresa Carreño.
María Eugenia Barrios, Luz Urdaneta y el Grupo Luango obtienen los Premios
Conac de Danza.
Grishka Holguín obtiene el Premio Municipal de Danza del Municipio Libertador de Caracas.
Bailarines solistas del Ballet Teresa Carreño actúan en la Gala Internacional de Danza
realizada en el Palacio Real de Madrid.
1990
Realización en Caracas del Primer Congreso Latinoamericano de Danza
Contemporánea.
Temporada del Ballet de Maracaibo en la Sala Ríos Reyna del Teatro Teresa Carreño,
con Sasha Voykich como primera bailarina y Raúl Candal, primer bailarín del Teatro
Colón de Buenos Aires.
Creación de los Vasallos del Sol, grupo de proyección perteneciente a los Talleres de
Cultura Popular de la Fundación Bigott.
Eva Millán ganadora del Premio Municipal de Danza de la Alcaldía Libertador de Caracas.
Realización del Primer Festival del Movimiento en Mérida, dirección de Mireya Tamayo.
Temporada de danza contemporánea en la Sala Ríos Reyna del Teatro Teresa Carreño,
con la participación del Taller de Danza de Caracas, Acción Colectiva y Neodanza.
Homenaje a Steffy Sthal en el Teatro Nacional. Actuación del Ballet Teresa Carreño.
El bailarin búlgaro Rumen Rashev se estabece en Caracas y realiza una dilatada labor
artística y docente.
1991
Creación del Sistema Nacional de Escuelas de Danza del Conac. Directores: Yolanda
Moreno, José Ledezma, Fanny Montiel y Gustavo Silva.
Creación del Ballet Nacional Juvenil de Venezuela, dirección de Eva Millán y José Parés.
Carlos Paolillo ganador del Premio Municipal de Danza de la Alcaldía Libertador de Caracas.
La Escuela Nacional de Ballet de Cuba presenta al bailarín Carlos Acosta, ganador del
Grand Prix de París y el Grand Prix de Lausanne, en la Sala José Félix Ribas del Teatro
Teresa Carreño y el Teatro Emil Friedmann, junto a bailarinas del Ballet Teresa Carreño y
el Ballet Clásico de Cámara.
Vicente Nebreda estrena su producción integral de El lago de los cisnes con el Ballet
del Teatro Teresa Carreño. Bailarines invitados, Julio Bocca y Eleonora Cassano,
de Argentina y Ana Botafogo y Paulo Rodrigues, de Brasil. Se realizó una segunda
temporada con los venezolanos Ileana López y Franklin Gamero del Miami City Ballet
y Sara Nieto del Ballet de Santiago de Chile.
Creación del Ballet Clásico de Venezuela, dirección de Marisa Cifré y Rumen Rashev.
1992
Se instaura el Premio Nacional de Danza. Vicente Nebreda es la primera personalidad
en recibirlo.
Creación del Premio Nacional del Artista que será otorgado anualmente por la
Fundación Casa del Artista.
Por gestiones del Conac el Teatro Ocho de Caracas se destina a la actividad de danza.
Publicación del libro Bajo el signo de la danza, de Sonia Sanoja, prólogo de Luis Alberto Crespo.
Irene Levandovsky, Juan Monzón y Patricia Moreno ganadores del los Premios
Conac de Danza.
María Eugenia Barrios y Offer Zaks bailarines invitados del Ballet Clásico de Cámara.
El Festival Internacional de Teatro de Caracas presenta una amplia muestra de danza escénica.
Los bailarines Ileana López y Franklin Gamero actúan en el Teatro Juares de Barquisimeto.
El Ballet Juvenil de Venezuela presenta Baile de graduados y La fille mal gardée en la Casa
del Artista, dirección artística José Parés.
Realización del video La dama de negro de Franca Donda, con la actuación de Hercilia López.
1993
Creación del Ballet Contemporáneo de Caracas, dirección de María Eugenia Barrios.
Presencia de la célebre Maya Plisétskaya interpretando La muerte del cisne como invitada
del Ballet Teresa Carreño.
Julio Bocca interpreta Nuestros Valses y el tercer acto de Don Quijote, de Vicente
Nebreda, junto al Ballet Teresa Carreño.
1994
Realización de las Jornadas de Teoría y Crítica de la Danza en la Casa de Rómulo Gallegos.
Creación del Conservatorio de Danza del Estado Bolívar, dirección de Everest Mayora.
Publicación del libro La danza popular y folklórica en el estado Zulia, de Marisol Ferrari.
Maruja Leiva, Jacques Broquet y Pablo Prazuela ganadores de los Premios Conac de Danza.
Presentación del recital de danza Malo por naturaleza. Sala Horacio Peterson del Ateneo
de Caracas.
Presentación del concierto de danza A plena luz. Sala Juana Sujo de la Casa del Artista.
1995
Realización de las Primeras Jornadas de Reflexión sobre la Danza Tradicional
Popular, en la Casa de Rómulo Gallegos. .
José Navas presenta en Caracas su recital de danza Celestiales. Casa del Artista.
Actuación del Ballet Teresa Carreño en la Gala de los 50 años de la creación de la
Organización de las Naciones Unidas (ONU), en San Francisco, Estados Unidos.
Ganadores de los Premios Conac de Danza: Everest Mayora, Rodolfo Varela y los
Tambores de San Millán.
El grupo Terpsis de Mérida gana la medalla de bronce en el VII Festival del Mercosur.
Publicación del libro Danza en libertad. La experiencia postmoderna en Venezuela, de varios autores.
Luis Armando Castillo crea la obra El asombro del pájaro para Rajatabla Danza.
1996
Creación por Decreto Presidencial del Instituto Universitario de Danza. Inicio de
actividades en 1997. Director fundador: Carlos Paolillo.
Estreno de la obra Séptimo, de Rafael González en la Sala José Félix Ribas del Teatro
Teresa Carreño.
Creación del Taller Libre de Danza en la Escuela de Artes Visuales Cristóbal Rojas,
dirección de Rafael González.
Gira de Acción Colectiva por Alemania, que incluye las ciudades de Berlín. Frankfurt,
Hamburgo y Boon.
1997
Debut del Ensamble Coreográfico Experimental, dirección de Luis Viana.
1998
Celebración de los 50 años de la danza contemporánea en Venezuela.
El Ballet Metropolitano presenta Giselle en la Sala Ríos Reyna del Teatro Teresa Carreño,
con la participación de Adriana Suárez, primera bailarina venezolana procedente del
Ballet de Boston, y la dirección de Keyla Ermecheo.
Luis Armando Castillo crea la obra En vivo vivo para Ratatabla Danza.
1999
Realización del Seminario Internacional de Teoría de la Danza en la Casa de Rómulo Gallegos.
Publicación del libro Conferencias magistrales, Apertura del Instituto Universitario de Danza,
de Sonia Sanoja, Thamara Hannot y Ocarina Castillo.
Presentación del espectáculo antológico Celebración del movimiento. José Ledezma, 40 años de
danza, en la Sala Juana Sujo de la Casa del Artista.
Publicación del libro Academia, Experimentación e historia. Memoria del Instituto Superior
de Danza 1982-1997, de Carlos Paolillo
Los bailarines Andreína Womutt y Abelardo Gameche presentan la obra Vuelos del
alma en el Teatro Cadafe.
2000
Presentación del espectáculo De cuerpo trenzada, de Luis Viana, Leyson Ponce y Rafael
González. Bailarina: Rosaura Hidalgo. Sala Rajatabla.
Presentación de la primera edición del proyecto Ciudad en Movimiento en la Torre Corp Banca.
2001
Fallecimiento de Nena Coronil en la isla de Margarita.
Presentación del Miami City Ballet en el Teatro Teresa Carreño. Actúan como bailarines
principales los venezolanos Ileana López, Franklin Gamero y Mary Carmen Catoya.
Publicación del libro Hacia una dramaturgia del movimiento, de Leyson Ponce.
2002
Fallecimiento de Vicente Nebreda en Caracas
2003
Presentación de la primera edición del evento Danza Solidaria. Encuentro de los
Países Bolivarianos y del Caribe en el estado Zulia, dirección de Marisol Ferrari.
Presentación del concierto de danza Solos improbables, en la Sala Horacio Peterson del
Ateneo de Caracas.
2004
Fallecimiento de Carlos Orta en Nueva York. Homenaje en la Casa del Artista con la
participación de las compañías de danza contemporánea de Caracas.
Publicación del libro Una aventura, un hito. Ballet Nacional de Venezuela 1957-1980 de
Carlos Paolillo
2005
Creación del Ministerio del Poder Popular para la Cultura y del Instituto de las Artes
Escénicas y Musicales (Iaem).
Reposición del espectáculo De cuerpo trenzada, de Luis Viana, Leyson Ponce y Rafael González.
Bailarinas: Ana Karina Balza, Isabel Barrios y Alejandra Sánchez. Casa del Artista.
2006
Creación de la Fundación Compañía Nacional de Danza, dirección de Alice Dotta.
2007
Presentación del documental Vicente Nebreda…Trayecto estilo, de Massimo Dotta.
2008
Creada la Universidad Nacional Experimental de las Artes UNEARTE por Decreto
Presidencial. A esta casa de estudios se integra el Instituto Universitario de Danza.
2009
Presentación de Celebración del Movimiento, homenaje a José Ledezma con motivo de
sus cincuenta años de trayectoria artística. Sala Anna Julia Rojas de UNEARTE.
Realización de la primera edición del evento Caracas Danzada- Maratón del Movimiento.
2010
Presentación del programa escénico Visionarios. Pioneros de ladanza moderna en Venezuela
en la Sala Anna Julia Rojas.
Publicación del libro Vidas maestras, de varios autores. Compilador: Miguel Issa.
Publicación del libro Vicente Nebreda, de Carlos Paolillo. Ganador el Premio Municipal
de Danza de la Alcaldía Libertador,mención Investigación
Fuentes
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Caracas: Fundación Bigott.
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1.- Ballet Nena Coronil, Coppelia. Belén Lobo, Maruja Leiva, Yolanda Machado, entre
otras. Foto: Fidias Elías.
2.- Ballet Arte. Música y danzas antiguas. Foto: Miguel Gracia.
3.- Ballet Metropolitano. El Cascanueces. Foto: Miguel Gracia.
4.- Ballet Nacional Juvenil de Venezuela. Foto: Miguel Gracia.
5.- Ballet Contemporáneo de Caracas. Nubes, de Jiri Kylián. María Eugenia Barrios
y Offer Zaks. Foto: Miguel Barrios.
6.- Ballet Teresa Carreño. El lago de los cisnes, de Vicente Nebreda. Foto: Roland Streuli.
7.- Taller de Danza Contemporánea. Un poco mas allá, de José Ledezma. Foto: José Sigala.
8.- Danza Teatro Abelardo Gameche. Art Nouveau. Foto: Miguel Gracia.
9.- Fundadanza. Rodolfo Varela.
10.- Festival de Jóvenes Coreógrafos. Topos, de Nela Ochoa. Foto: Miguel Gracia.
11.- Contradanza. Amapola, de Hercilia López. Foto: Miguel Gracia.
12.- Danzaluz. Tupac Amaru, de Marisol Ferrari Foto: Javier Berasain.
13.- Instituto Superior de Danza. Punto constante, de Rafael González. Foto: Miguel Gracia.
14.- Valencia Danza Contemporánea. Los obligados a callar, de Juan Monzón. Foto: Miguel Gracia.
15.- Taller de Danza de Caracas. Andreína Womutt. Foto: Roland Streuli.
16.- David Zambrano. Foto: Miguel Gracia.
17.- Danzahoy. Momentos hostiles. Foto: Miguel Gracia.
18.- Neodanza. Inés Rojas. Foto: José Reinaldo Guédez.
19.- Dramo. Nosferatu, ladrón de cuerpos, de Leyson Ponce. Rosaura Hidalgo y Miguel Issa.
Foto: Javier Gracia.
20.- En la casa de al lado, de Lídice Abreu.
21.- Thejadanzateatro. XL 1953, de Angélica Escalona. Foto: Miguel Gracia.
22.- Claudia Capriles. Foto: Miguel Gracia.
23.- Um.Gramo. Improvisación. Foto: Miguel Gracia Blanco.
24.- El Retablo de Maravillas. Público de una presentación en Haití. 1957.
25.- Danzas Venezuela, Dirección Evelia Beristain.
26.- Danzas Venezuela, Dirección Yolanda Moreno.
27.- Danzas Maracaibo. Foto: Miguel Gracia.
28.- Danzas Aragua. Foto: Miguel Gracia.
29.- Danzahoy y el Grupo Madera. Minas y fulías, de Carlos Orta. Foto: Miguel Gracia.
30.- I Jornadas de Reflexión sobre la Danza Tradicional Popular.
31.- Los Vasallos del Sol. Foto: Miguel Gracia.
32.- La Trapatiesta. Foto: Miguel Gracia.