Efesios 4

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Efesios 4:1-16

Nuestra identidad y nuestras acciones son inseparables. Siempre van


juntas. Desde muy chiquitas, nuestra conducta va unida a nuestra
identidad.

1. Pedrito solo tiene tres años. Cuando ve llegar a su papá a la casa


sale corriendo para saludarlo, pero se cae en la vereda. El pobre está
cansado y tiene hambre. Y para remate, su hermanita, Susana, le
acaba de quitar su juguete favorito.

Así que, por todo esto, se pone a llorar desconsoladamente. Su papá lo


carga en brazos, y le dice, “Pedrito, no llores. Tú eres un chico grande.
¡Actúa como tal!”

2. La princesa Margarita, cuando era una jovencita, estaba sentada


junto a su mamá, la reina Isabel, de Inglaterra, durante su primera
presentación ante el público Inglés. Ella tenía que acercarse al
micrófono y decir unas palabras a los dignatarios que estaban
reunidos.

Cuando se va a levantar, su mamá se inclina hacia ella y le dice,


“Margarita, recuerda, tú eres una princesa.” “¡Camina como tal!”

3. Carlos, de 19 años, acaba de completar los tres meses más duros


de su vida en el campamento de entrenamiento de reclutas de la
infantería de la marina.

Durante la última semana de campamento, tienen que meterse debajo


de unos rollos de alambre de púas, mientras que les disparan balazos,
que les pasan raspando sobre sus cabezas.

Carlos se paraliza. Comienza a sudar. Está muerto de miedo. Y en ese


momento de crisis, un amigo suyo se mete debajo de los alambres, y
arrastrándose, llega al lado de él, le dice, “¡Carlos, tranquilízate! ¡Tú
eres un marino! ¡Compórtate como tal!”

A través de nuestra vida, de principio a fin, nuestra identidad está unida


a nuestra conducta. Quienes somos, afecta como nos comportamos. En
los tres primeros capítulos del libro de Efesios, Pablo, nos dice que:
“Somos hijos de Dios.”

Ahora en el cuarto capítulo, él nos dice, “¡Compórtense como tal!” A


través del resto de este libro, Pablo nos dice, detalladamente, como
debemos de comportarnos.
El título de este mensaje es “¡COMPORTATE COMO TAL!” Y aquí
estudiáremos:

I. El Llamado de los Santos (Efesios 4:1-6)

II. Los Dones de los Santos (Efesios 4:7-11)

III. La Edificación de los Santos (Efesios 4:12-16)

I. El Llamado de los Santos (Efesios 4:1-6)

(Efesios 4:1-3) “Yo pues, preso en el Señor, os ruego que andéis como
es digno de la vocación con que fuisteis llamados, con toda humildad y
mansedumbre, soportándoos con paciencia los unos a los otros en amor,
solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz.”

Después de heredar el trono, el rey de Polonia, Boleslaus, llevaba


siempre un retrato de su padre en el bolsillo. Antes de comenzar
cualquier gran obra en el reino, él miraba la foto de su papá, y le oraba
a Dios para que lo ayudara a no hacer nada indigno del nombre de su
padre.

De la misma forma, nosotras, como hijas de Dios, debemos de honrar el


nombre de nuestro Padre Celestial. Comportarnos como hijas dignas de
Dios. Antes de comenzar cualquier obra, es muy importante orar…
meditar en la oración del Padre Nuestro, que es el retrato del corazón
del Padre:

“Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. 10


Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la
tierra.”

Esto requiere que vivamos una vida santa y pura. Muchas veces el
cristianismo es presentado como si nada se requiriera de la creyente; y
piensan que la necesidad de que Dios actúe en la salvación, no deja
lugar para la responsabilidad humana.

¡Eso es totalmente opuesto a lo que El Nuevo Testamento dice!

La responsabilidad humana debe estar unida a la acción de Dios.


Nosotras tenemos que ser responsables. Tenemos que esperar algo de
nosotras. Si la salvación de Dios es tan buena, entonces, ¡vive como tal!

Esto requiere un acto de la voluntad… de determinación para llevar a


cabo nuestro cristianismo hasta el final. Philip Spener dice, “No es
suficiente saber acerca de la fe cristiana. Hay que llevar el cristianismo a
la práctica.”

En el VV 1, Pablo nos dice “Os ruego que andéis como es digno de la


vocación con que fuisteis llamados.”
La metáfora “andéis” sugiere algo controlado, constante y dirigido, no
algo frenético y sin propósito. Esfuerzo a corto plazo no tiene valor,
necesitamos toda una vida de fidelidad al llamado de Dios.

Una vida con Dios, y con Su ayuda, es una vida de disciplina y esfuerzo.
Queremos una vida de discipulado, sin disciplina; ¡eso no existe! Solo
buscamos irla pasando, pero el reto es de hacer lo que se debe, y de
vivir una vida digna del llamado de Dios.

Nuestro problema es que tenemos una salvación que vale millones de


dólares, pero una aceptación que no vale nada. Parece que no estamos
impresionadas con la salvación de Dios. Nos quejamos, que realmente,
nadie puede vivir como Dios manda.

Sin embargo, el propósito de este pasaje es mostrarnos que nuestras


vidas son moldeadas por la salvación de Dios. Buena teología nos
debería llevar a buen comportamiento. ¿Entonces, por qué no lo
hacemos?

¿Será posible que la teología nos pasa por el cerebro, pero que nunca
nos llega al corazón? ¡Eso no sirve para nada!

Por un acto de nuestra voluntad y con la ayuda del Espíritu Santo,


nuestras vidas tienen que estar de acuerdo con nuestro llamado. Hemos
sido llamadas a recibir gracia y a demostrar gracia.

¿Pero cómo podemos vivir una vida digna del llamado de Dios?

Pablo nos dice “con toda humildad y mansedumbre, soportándonos con


paciencia los unos a los otros en amor.”

Estas virtudes – la humildad, la mansedumbre, la paciencia para con


otros con amor – no son necesariamente, las primeras virtudes que
mencionaríamos para describir una vida digna del llamado de Dios; pero
son exactamente las que necesitamos.

El mundo de Dios opera de forma diferente. La clave para tener estas


virtudes es de deshacernos de lo malo primero.

Humildad - Para tener humildad, tenemos que deshacernos primero de


nuestro propio egoísmo. Un entendimiento adecuado de nosotras
mismas es el ingrediente crucial en nuestra vida. ¡No somos gusanos
obviamente... ¡pero tampoco somos Dios!

Somos criaturas maravillosas, creadas a la imagen de Dios, hechas para


tener una relación íntima con El. Sin Dios, no tenemos significado. El ser
humano fue creado para ser admirable, pero en el proceso de serlo, nos
hemos vuelto ególatras... egoístas... Toda la energía de la vida está
centrada en el yo.

Anhelamos respeto y queremos aceptación, honor, y autoridad. Nos


esforzamos por tener superioridad, y queremos ser siempre las
primeras. ¡Olvídense de todo eso! ¡La fe cristiana es el polo opuesto a
nuestro egoísmo!

Somos importantes, SI, pero no tenemos que buscar la importancia. No


somos el centro del universo, ¡Dios es el centro! ۞ Todo lo que somos y
todo lo que tenemos es un regalo de Dios, ¿así qué por qué nos
jactamos?

Imagínense cuan fáciles y agradables serían nuestras relaciones, si la


gente supiera de antemano, que buscamos lo mejor para ellas, y que no
tenemos ningún interés de menospreciarlas, y menos aún, de
engrandecernos a nosotras mismas.

La humildad es un hábito que debemos de cultivar. Hay muchos pasos y


ejercicios para obtener humildad, pero a final DE CUENTAS, la humildad
es el reconocimiento continuo de la presencia de Dios… de
nuestra propia condición débil y pecaminosa, y del verdadero valor de la
otra persona.

Hace tiempo leí acerca de un pastor que fue elegido como el pastor más
humilde del país. Y su congregación le dio una medalla que decía, “Al
pastor más humilde del país.” Pero ese domingo se la quitaron porque se
la puso.”

Mansedumbre - Jesús dice en Mateo 11:29,


“Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de
mí, que soy manso y humilde de corazón; y
hallaréis descanso para vuestras almas.” El
Rey… el Creador del universo es manso… es
humilde…
¡Qué diferencia a nosotras!

Mansedumbre no es una
palabra que usamos todos
los días. Y ser mansa no
significa ser mensa. Mensa
es ser tonta o boba. SER
MANSA, por el contrario,
significa ser bondadosa...
ser dócil, suave. Para
poder ser dóciles o
bondadosas, tenemos que
deshacernos de la
crueldad y la violencia.
En vez de la crueldad, la
falta de interés, y la
violencia que vemos en
nuestro mundo, la Biblia
nos dice que debemos
practicar mansedumbre.
¡Debemos ser mansas! Las
relaciones, entre seres
humanos, no pueden ser
sanas si son a la fuerza o
bajo amenaza.
PAUSA
Algunas cristianas son tan
irritantes y tan pesadas,
que nadie quiere estar con
ellas. Aún cuando tengan
la razón, son
insoportables de todas
maneras. Mansedumbre
conlleva sensitividad... el
deseo de no hacer daño,
de valorar a la otra
persona, por muy pesada
que sea.
Cuando hay
mansedumbre... cuando
hay bondad, las personas
son tratadas con cariño y
ternura.
La mansedumbre es importante EN TODAS NUESTRAS RELACIONES,
incluyendo en el trabajo y en la iglesia, y sobre todo, en el hogar. La
casa debería ser el lugar más amoroso, pero a veces, es a donde más
daño se hace... física y emocionalmente.

Tu esposo y tus hijos... pueden ser destruidos por tus palabras duras e
hirientes... y por la violencia. Todas podemos decir, “Ay, de verdad que
no era mi intención herirte,” pero el daño ya ha sido hecho.

Los hogares cristianos son, muchas veces, los más culpables.


Deberíamos ver a los miembros de nuestra familia como si estuvieran
marcados con este aviso: “FRÁGIL.” “TRATAR CON CUIDADO.” La
mansedumbre trata a las personas con cariño, las respeta,
permitiéndoles manejar los problemas de su vida, con objetividad.

Paciencia – Para tener paciencia, tenemos que renunciar a la tiranía de


nuestros propios horarios. Nuestra sociedad nos ha enseñado que
cuando queremos algo, lo tenemos que tener “YA,” AHORA.” La idea de
que no tenemos que esperar por nada ni por nadie, es simplemente,
otra forma de egoísmo.

La falta de paciencia refleja un alma intolerante. La paciencia es


ESA magnitud de corazón que valora a otras personas “lo suficiente”
para darles espacio para aprender, para crecer, y hasta para fallar...

SEAMOS SINCERAS... ESTA ES UNA PRUEBA. No te pasa, que a veces


estas parada delante del horno microondas, dando golpecitos
impacientes con el pie, ¿mientras que esperas que algo se caliente por
30 segundos?

¿O prácticamente jalas el papel de la máquina de fax porque está


lentísima? ¿O te vas pasando de lado a lado en la carretera para
adelantarte algunos carros?

Si tu respuesta es “NO” que tú nunca haces esas cosas, date un “CERO”


bien grande por mentirosa. Vivimos en el mundo de lo instantáneo, y
esperamos tener resultados instantáneos y satisfacción instantánea.

Sin embargo, Pablo nos dice que seamos pacientes con los demás. ¿Pero
cómo? Podemos comenzar por reflejar la paciencia que Dios nos
demuestra a nosotras – Su paciencia es infinita, inmerecida, y
compasiva – y luego, dejar que esa misma gracia, fluya a través
nuestro.

Pablo dice “soportándoos con paciencia los unos a los otros en amor.”
Para poder tener un amor tolerante, debemos de renunciar a nuestros
propios derechos.

Si estamos enfocadas solamente en nuestros derechos -- y aunque


nuestros derechos son importantes -- pueden volverse en otra forma de
egoísmo. La insistencia a ejercer nuestros derechos NUNCA nos llevará a
relaciones sanas.

Debemos renunciar a nuestros derechos, y soportar a otros con amor.

Tenemos que reconocer, que nosotras mismas, muchas veces, somos


pesadas y cargosas. Y como estamos unidas a otras personas en
Cristo, tenemos que tomar la decisión de no dejarlas ni abandonarlas.

El amor es una decisión. Es tomar la decisión de prestarle atención a la


gente. El opuesto al amor, no es el odio... es la indiferencia. Tú amas
primero; y luego aprendes amar. Tú decides invertir tu tiempo y tu
cariño en otras personas, y ese compromiso te ayudará a tolerarlas.

Vayamos, por un momento, a 1 Corintios 13:4-8, para ver lo que dice


Dios acerca del amor… del verdadero amor...

“El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es


jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo,
no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza
de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.
El amor nunca deja de ser.”

Algunas de ustedes están deseosas de sentir esa clase de amor. ¡Un


amor que nunca deja de ser! Tolerar a otros, con amor, es lo que las
familias y amigos deben de hacer.

Eso significa que hay que tolerar actividades, decisiones, e


inconveniencias que no nos gustan. Nadie sabe ESTO MEJOR que la
mamá o el papá de un adolescente.

En la iglesia, también, nos tenemos que soportar con amor. Esto


significa que debemos aguantar la música, o estilos de alabanza, o la
decoración, que tal vez, no nos gusten.

Y aunque tengamos dificultades con alguna persona, debemos de evitar


pelearnos con ella, o de ignorarla, o de abandonarla, o de hablar mal de
ella.

A lo mejor tú te estás preguntando...

¿No es esto un poco exagerado? Todo esto suena tan pasivo... tan débil.
¿Dónde está ese enfoque a ser fuerte y enérgica, y confrontar a las
personas que necesitan confrontación? ¿Si nos enfocamos en ser
humildes y mansas… no nos pisotearán estas gentes pesadas,
caprichosas, cargosas y egoístas?

Al contrario, este pasaje nos dice claramente lo que debemos hacer para
cumplir el llamado de Dios. Una vida digna del llamado de Dios es una
vida de amistad y cariño, que no puede llevarse a cabo sin humildad, sin
mansedumbre, sin paciencia y amor tolerante.

Estas virtudes no tienen nada que ver con debilidad. Por el contrario,
requieren “fortaleza” y un sentido claro de propósito. El amor busca
justicia... y ama lo suficientemente para confrontar... si no, no es
verdadero amor.

Y tampoco significa que debamos tolerar los abusos de otras personas.


¡DEFINITIVAMENTE QUE NO!

Dos cosas se necesitan aquí: (1) Hablar la verdad con amor, y (2)
Tolerar a otros con amor.

Si tú crees que este tipo de vida es una vida débil y pasiva... mira con
que aplomo y seguridad Pablo les dice a sus convertidos que lo imiten; y
con qué fuerza confronta a Pedro por su hipocresía en Antioquia, y con
qué poder confronta a las iglesias de los Corintios y Gálatas.

(VV 3) “solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la


paz.”

Cuando Cristo creó a la iglesia, El eliminó la división más grande que


existía entre los seres humanos – la desunión entre los judíos y los
Gentiles. En Cristo, estas divisiones fueron eliminadas. ¿Pero cómo
podrían funcionar estos dos grupos, tan diferentes, juntos?

Conociendo el corazón humano, habría la tendencia de formar “la Iglesia


Judía de Cristo? ¿O la Iglesia de los Gentiles?” Para evitar divisiones y
rencores, Pablo pide unión entre los cristianos.

Nosotros debemos de ser cuidadosas de mantener la unidad del Espíritu


Santo. El Espíritu Santo ha hecho a todos los creyentes “UNO” en Cristo.

Después de la batalla de Chapultepec, una de las más sangrientas y


heroicas de la Guerra de Intervención de Estados Unidos, un
representante del Estado de Veracruz fue enviado al hospital
para ayudar y consolar a los heridos.

Este fue de catre en catre preguntando, “¿Hay aquí algún soldado de


Veracruz? Silencio. Nadie contestó. “¿Hay aquí algún soldado de
Veracruz? Otra vez… silencio. Nadie habló. Hasta que, por fin, se oyó
una voz fuerte que dijo: “¡NO!” “¡Aquí solo hay soldados de México!”

Lo mismo pasa con el Cuerpo de Cristo. Es nuestra gloria y distinción, no


que somos miembros de esta o aquella denominación; pero que todos
somos soldados de Cristo, todas juntas peleando contra las fuerzas del
mal.

ES ESA UNIDAD DEL ESPIRITU, por la cual Jesús le oró al Padre en Juan
17:11, cuando estaba en el aposento alto con sus discípulos, poco antes
de ser traicionado y arrestado…

“Y ya no estoy en el mundo; mas éstos están en el mundo, y yo voy a ti.


∏ Padre santo, a los que me has dado, guárdalos en tu nombre, para
que sean uno, así como nosotros.”

La verdad es que, si dejamos que nuestra carne reine en nuestras vidas,


podemos destruir cualquier iglesia, o cualquier otra obra que Dios está
haciendo. Por eso debemos contener nuestros propios caprichos y
exigencias, y trabajar juntas en paz para la gloria de Dios y el bien
común.

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*******************

Hace años, en uno de mis viajes al Perú a visitar a mi familia, yo


anhelaba poder compartir el evangelio con ellos. La mayoría de mi
familia son buenas personas… son religiosas… pero no estoy segura
cuántos de ellos realmente conocen a Jesús, como su Señor y Redentor.

Mi tía había organizado una reunión bien bonita y todas mis primas
estaban ahí. De repente una de mis primas me pide que comparta con
ellas acerca de “mi cristianismo… de mi nueva religión.” Yo pensé,
“Gracias, Dios mío, por la oportunidad de compartir con mi familia.”

Y comencé a compartir con ellas... todo estaba yendo de maravilla...


estaban realmente escuchando... y luego… la malogré. Comencé ha
recalcar todos los “errores” de su religión... y las perdí totalmente ¡Se
sintieron atacadas!

Todas comenzaron a quejarse, a levantar la voz... a dar sus propias


opiniones ... y la cosa se deterioró totalmente. La oportunidad, que Dios
me había dado de compartir con ellas, la perdí. Obviamente quedé
bastante frustrada.

Un par de días después, mi esposo y yo estábamos desayunando con el


pastor de Calvary Chapel de Lima, y yo le estaba contando al pastor del
desastre de mi reunión familiar. El sonrió tiernamente, y me dijo,
Carmen, La única forma de atraerlos a nuestro Redentor, es por medio
del Redentor Mismo.

El tema primordial de la Biblia es Jesús. ¡Comparte a Jesús! Su amor...


Su salvación... Su perdón... Su gracia. ¡Jesús es todo ¡Jesús es
suficiente! ¡Olvídate de lo demás! Cuanto más les hables de Jesús, más
van a querer saber de El. Nunca los atraerás a Dios recalcando errores.”
Con razón Ana Graham, la hija del evangelista, Billie Graham, dice,
“¡Solo denme a Jesús!” ¡Jesús es irresistible!

Así que recuerda, si tú está yendo por ese camino... solo recalcando
errores... CAMBIA... lo único que tienes que hacer es darles a Jesús. ¡El
es el único Redentor del Mundo! ¡No hay vida eterna sin Jesús!”

(VV 4-6) “Un cuerpo, y un Espíritu, como fuisteis también llamados en


una misma esperanza de vuestra vocación; un Señor, una fe, un
bautismo, un Dios y Padre de todos, el cual es sobre todos, y por todos,
y en todos.”

En vez de ahondar en nuestras diferencias, en cuanto a raza, color,


nacionalidad, cultura, lenguaje y temperamento, solo hay un Cuerpo,
compuesto de los verdaderos creyentes desde el Día de Pentecostés
hasta el día en que el Rapto ocurra.

Las denominaciones y las sectas impiden el desarrollo de esta verdad.


Cuando nuestro Redentor regrese, El destruirá todas esas divisiones
creadas por los hombres.

Distrofia muscular es una enfermedad terrible. La persona con Distrofia


Muscular tiene todas las partes y el equipo necesario – tiene neuronas
cerebrales, axones, dendritas, músculos – pero no están funcionando
bien.

El problema no está en el cerebro. El cerebro manda el mensaje


adecuadamente, como, muévete, voltéate, levántate, etc. pero el
músculo no responde. Básicamente, el cuerpo no está respondiendo a
los mandatos del cerebro.

Pablo nos dice que hay un solo Cuerpo y un solo Señor sobre el Cuerpo –
Jesucristo. ¿Qué pasa cuando no obedecemos Sus mandatos – o cuando
no seguimos Su guía? Terminamos siendo un Cuerpo enfermo.

¿Cuán saludable estás tú dentro del Cuerpo de Cristo? ¿Estás


promoviendo paz y bienestar en la iglesia siendo una mujer devota y
sensible? ¿O estás creando problemas y divisiones?

Dwight Moody, un excelente evangelista americano del siglo diecinueve,


dijo, “Satanás divide; Dios unifica; y el amor nos ata y nos enlaza.”

UNA ESPERANZA. Cada miembro de la iglesia


ha sido llamado a UN SOLO DESTINO – A
ESTAR CON JESUCRISTO -- de ser como El, y
de compartir Su gloria para siempre en el
cielo.
UN SEÑOR. Esta es nuestra forma de decir, “Soy salva.” Podemos dar el
mensaje del evangelio en diferentes formas, pertenecer a diferentes
comunidades de fe, tener diferentes convicciones, pero todas debemos
confesar lo primordial: “Jesús es el Señor.”

Pablo escribió en Romanos 10:9, “Si confesares con tu boca que Jesús
es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los
muertos, serás salvo.”

UN DIOS Y PADRE. Jesús nos enseñó a que llamáramos a Dios, “Padre.”


Las primeras palabras de Cristo, registradas en la Escrituras, nos revelan
la linda relación que tenía Jesús con Su Padre..

Se acuerdan, cuando María y José andaban buscando a Jesús por todo


Jerusalén, y cuando finalmente lo encontraron en el templo, Jesús les
dice en Lucas 2:49: “¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que en los
negocios de mi Padre me es necesario estar?

El negocio de su Padre no era el trabajo de carpintero... era el trabajo de


la cruz.

Cuándo los apóstoles le pidieron a Jesús que les enseñara a orar, El les
dijo en Mateo 6:9, “Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás
en los cielos, santificado sea tu nombre.”

Nuestro Padre es absolutamente poderoso. Pablo escribió que hay… ”Un


Dios y Padre de todos, El cual es sobre todos, y por todos, y en todos.”
No hay un enemigo que pueda intimidarlo. No hay miedo que pueda
obsesionarlo. Y no hay poder en el cielo, en la tierra o en el infierno que
pueda triunfar sobre El.

ASI QUE YA VIMOS EL LLAMADO DE LOS SANTOS... AHORA VEAMOS LO


QUE PABLO DICE ACERCA DE...

II. Los Dones de los Santos (Efesios 4:7-11)

(VV 7) “Pero a cada uno de nosotros fue dada la gracia conforme a la


medida del don de Cristo.”

La doctrina de la “unidad” del Cuerpo de Cristo tiene una doble verdad.


Es decir, que hay “unidad” pero a la misma vez, hay “diversidad” ENTRE
sus miembros. Cada miembro tiene un rol especial asignado. Ningún
miembro es igual, y nadie desempeña, exactamente, la misma función.

LA PARTE, que cada cual desempeña, es asignada “conforme a la


medida del don de Cristo.” ¿Qué significa eso? El don de Cristo significa
el don del Espíritu Santo, así que es el Espíritu Santo quien le da el don,
o dones, a cada creyente, y también le da la habilidad para usar ese
don.

Conforme cada miembro hace el trabajo asignado, el Cuerpo de Cristo


crece, no solo espiritualmente, sino numéricamente también.
(VV 8-10) “Por lo cual dice: Subiendo a lo alto, llevó cautiva la
cautividad, Y dio dones a los hombres. Y eso de que subió, ¿qué es, sino
que también había descendido primero a las partes más bajas de la
tierra? El que descendió, es el mismo que también subió por encima de
todos los cielos para llenarlo todo.”

Aquí Pablo cita el Salmo 68:18, como la profecía de que el Mesías


ascendería al cielo, conquistaría a Sus enemigos y los llevaría cautivos, y
como recompensa por Su victoria, recibiría dones para darles a los
hombres.

¡Pero esto nos presenta un problema! ¿Cómo podía el Mesías ascender al


cielo? ¿No había vivido El en el cielo con Dios Padre desde la eternidad
pasada? Obviamente, si El iba ascender al cielo, tenía que haber
descendido del cielo primero.

La profecía de Su Ascensión en el Salmo 68:18 implica que hubo un


descenso primero. ¡Y nosotras sabemos que eso fue exactamente lo que
pasó! Nuestro Señor Jesucristo descendió del cielo a Belén... a un
pesebre... a la muerte en la cruz, y a la tumba.

Muchas veces se ha creído que “las partes más bajas de la tierra,” se


refiere al infierno. Pero esto no encaja bien aquí. Y además, las
Escrituras nos indican que el espíritu de Cristo SE FUE al cielo, no al
infierno, cuando se murió.

Cuando Jesús colgaba de la cruz, y uno de los ladrones al lado suyo se


arrepintió, Jesús le dijo en Lucas 23:43, “De cierto te digo que hoy
estarás conmigo en el paraíso.” No mañana… ni dentro de tres días… Le
dijo HOY.

La profecía del Salmo 68:18 y el descenso, dado a entender en esta


profecía, fue cumplida por la encarnación, la muerte, y sepultura de
nuestro Señor Jesucristo. Aquel que descendió del cielo es el mismo que
conquistó el pecado, a Satanás, a los demonios, y la muerte.

Y es el que ascendió más arriba de las estrellas para llenar todas las
cosas. Jesús llena todas las cosas porque El es la fuente de toda
bendición, la suma de todas las virtudes, y el Soberano Supremo sobre
todas las cosas.

(VV 11) “Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a


otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros.”

Así que comencemos con…

Apóstoles – La palabra apóstol significa ”enviado con una misión.” Jesús


tuvo muchos discípulos, pero solo eligió a doce apóstoles. Un discípulo
es un “acompañante” o un “aprendiz.” Pero un apóstol es un
representante divinamente nombrado.
Los apóstoles tenían que dar testimonio de la resurrección, y por
consiguiente, tenían que haber visto personalmente a Cristo resucitado.
Hoy en día, no hay apóstoles en sí, al menos, no en el sentido del Nuevo
Testamento.

Los apóstoles ayudaron a sentar los cimientos de la Iglesia, y una vez


que los cimientos estuvieron asentados, no hubo más necesidad de
apóstoles. Y Dios autenticó su ministerio con milagros increíbles.

Profetas – Normalmente asociamos a un profeta con alguien que hace


predicciones de eventos futuros, pero esta no es su función principal. El
profeta del Nuevo Testamento es uno que proclama la Palabra de Dios.

Las iglesias del Nuevo Testamento no tenían Biblia… el Nuevo


Testamento no había sido escrito. ¿Entonces, cómo podían las
congregaciones saber la voluntad de Dios?

El Espíritu Santo compartía Su verdad con aquellos que tenían el don de


la profecía. Muchas veces exhortaban, alentaban y fortalecían al pueblo
de Dios. Y hoy en día, todos aquellos que tienen el don de la profecía,
continúan exhortando, alentando y fortaleciendo al pueblo de Dios.

Los Evangelistas eran los ministros viajeros, muy parecidos a los


misioneros de hoy. Iban a lugares donde no había cristianos y
proclamaban el evangelio, y eran ellos, muchas veces, los primeros en
establecer iglesias en dichos lugares.

Dios también dio Pastores y Maestros. Mientras que los apóstoles,


profetas, y evangelistas, tenían una función más universal (abarcaba la
iglesia completa), los pastores y maestros, probablemente servían en las
iglesias locales.

Los pastores, se ocupaban de las ovejas de Dios, manejando los asuntos


diarios de la congregación – como la alimentación espiritual de los
congregantes, administración, y consejería. Y sigue siendo así hoy en
día.

Otros dones, presentados en otros libros del Nuevo Testamento, son: el


don de la enseñanza, de la administración, de ayuda, de exhortación y
evangelismo.

ASI QUE, YA HEMOS VISTO EL LLAMADO DE LOS SANTOS Y LOS DONES


DE LOS SANTOS, AHORA VAYAMOS A NUESTRO TERCER Y ULTIMO
PUNTO:

III. La Edificación de los Santos (Efesios 4:12-16)

(VV12-13) “A fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio,


para la edificación del cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguemos a la
unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto,
a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo.”
Dios da dones para la edificación de los santos. ∐ Pablo buscó en un
diccionario médico el significado de la palabra “edificación.” En ese
entonces, los doctores la usaban para describir la fijación de un hueso
roto o fracturado.

Gente quebrantada viene a las iglesias. No con huesos rotos, pero con
corazones quebrados... hogares fracturados... sueños destrozados... y
vidas angustiadas. Cojean con fe fracturada, y si la iglesia opera como
iglesia, es ahí adonde encuentran curación... y consuelo.

Una iglesia en Estrasburgo, Alemania, fue destruida durante la segunda


guerra mundial. Después del bombardeo, los miembros regresaron a ver
lo que quedaba de su iglesia, y se encontraron con que el techo se había
derrumbado.

Ya se imaginarán su sorpresa, cuando encontraron que la estatua de


Cristo, con Sus manos extendidas, todavía estaba en pie. Estaba intacta,
excepto que una viga enorme le había caído encima y cortado sus dos
manos de raíz.

La gente le pidió a un escultor si podía reponer las manos de la estatua.


El dijo que sí, y hasta se ofreció a hacer el trabajo gratis. Los líderes de
la iglesia consideraron la propuesta, pero decidieron no aceptarla.

¿Por qué? Porque les pareció que la estatua “sin manos” era el mejor
mensaje de que Dios hace Su obra con manos humanas por medio de Su
gente. Dios le da dones, a las creyentes, para que seamos Sus manos,
Sus pies, Su boca.

Por esos Efesios 4:12 dice que ”A fin de perfeccionar a los santos para la
obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo.”

Los Pastores / Maestros enseñan. Los evangelistas proclaman las buenas


nuevas. Y los Profetas hablan palabras de verdad.

Algunas mujeres administran. Otras enseñan. Otras oran. Otras dirigen.


Algunas acompañan. Todas ayudan a curar el quebranto... de hacer el
Cuerpo de Cristo más fuerte. Nadie es fuerte todo el tiempo. Así que no
pierdas la oportunidad de encontrar el lugar donde te puedan ayudar a
curar tus penas.

(VV 14) “Para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera
de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para
engañar emplean con astucia las artimañas del error.”

La iglesia de los Efesios tenía una larga historia plagada de herejías.


Alrededor del año 58 DC, Pablo les advierte “a los líderes” de la iglesia,
que muchas herejías se estaban infiltrando en la congregación.

De acuerdo con el Libro de Efesios, escrito tres años después, Pablo les
vuelve advertir acerca de doctrinas falsas. Y si “1ero de Juan” fue escrito
a los Efesios (y muchos teólogos piensan que si), la iglesia todavía
estaba batallando herejías.

Más adelante, cuando el Libro del Apocalipsis fue escrito por Juan, en el
año 95 DC (más de treinta años después), la iglesia de los Efesios seguía
batallando con apóstoles falsos.

Tengan mucho cuidado con maestros y filosofías que dicen, “Ambos


estamos diciendo la misma cosa,” o “La salvación y la redención, son
iguales en todas las religiones.” ¡NO! ¡NO LO SON!

Por ejemplo, las filosofías de la “Nueva Era,” y las religiones


comparativas encuentran similitudes en todas las religiones. Aunque
algunos paralelos existen, no explican las bases de la fe. Juan el Bautista
dijo en Juan 3:36, “El que cree en el Hijo tiene vida eterna.”

El no dijo, “Cada cual puede encontrar a Dios a su manera.” ¡NO! “El que
cree en el Hijo tiene vida eterna.” Y Jesús también dijo en Juan 4:14,
“Mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás.” El no
dijo “Cualquier bebida que tomes es tan buena como la otra.”

Como cristiana, cuando tu fe es desafiada, pide ayuda, y estudia bien el


tema para que te mantengas firme contra doctrinas falsas.

(VV 15) “Sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en


aquel que es la cabeza, esto es, Cristo.”

La importancia de la Verdad no puede ser sobreestimada. Las tres


Personas de la Trinidad están unidas por la Verdad, el evangelio es la
Palabra de la Verdad, nosotras debemos de “hablar” y “hacer” la Verdad,
y debemos adorar a Dios en la Verdad.

Adoración es decir la verdad acerca de Dios. Confesión es decir la verdad


acerca de nosotras mismas. Y consejería es el proceso de ayudar a la
gente a lidiar con la verdad. ۞ En resumidas cuentas, no tenemos otra
actividad que no sea hablar y vivir la verdad... con amor. ¡ Tenemos que
vivir el evangelio!

Vivir la verdad con amor no es algo abstracto --es algo personal... es


práctico. No existe otro cimiento mejor para vivir una vida sana.

Nosotras, las mujeres, necesitamos ir a algún lugar donde podamos ser


aceptadas por lo que somos, y podamos hablar acerca de nuestros
miedos, frustraciones, y esperanzas.

La Iglesia, no el bar de la esquina, debiera ser el lugar, donde podamos


hablar la verdad con amor, y a donde podamos escuchar palabras de
amor, aliento y consuelo.

Cada pareja debería hacer un voto inquebrantable de hablar siempre la


verdad con amor. Los padres... los hijos también deberían hacer el
mismo voto inquebrantable.
Inclusive, el AMOR parece estar fuera de lugar en el mundo de los
negocios, pero hasta en la ética profesional de los negocios, hay que
hablar la verdad con amor.

Jesús le dijo a Sus discípulos en Juan 13:34-35, “Un mandamiento


nuevo os doy: Que os améis unos a otros. ∏ Como yo os he amado, que
también os améis unos a otros. En esto conocerán todos que sois mis
discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros.

Juan Stott dijo, “La verdad se vuelve dura, si no está suavizada por el
amor; y el amor se vuelve débil, si no está fortalecido por la verdad.
Pablo nos pide que unamos la verdad con el amor.”

PARA CONCLUIR

El conflicto en esta vida es inevitable y nunca es fácil ni agradable. En


este pasaje de Efesios, Pablo nos da los fundamentos para resolver
conflictos.

Básicamente, olvídate del yo, y habla la verdad con amor. Demuestra


humildad, mansedumbre, paciencia, y tolera a la gente con amor.

La ternura y el amor deberían de ser tan obvios en ti, que otras


personas podrán sentirse tranquilas… sabiendo que no tienen que estar
de acuerdo con contigo en todo. Nosotras no somos el estándar. ¡La
Palabra de Dios es el estándar!

Aun cuando amigas o parientes tengan que separarse o irse por


diferentes caminos, no necesitan hacerlo de mala manera. ∏ Se pueden
separar sin violar sus valores cristianos.

Si las actitudes de la cristiana no pueden prevalecer en los momentos


tensos, no pueden ser realmente genuinas. ¡Si eres cristiana,
compórtate como tal!

¿Cómo podrías cultivar la humildad, la mansedumbre, y la paciencia en


tu casa, o en el trabajo?

¿Cómo estás manteniendo la unidad entre las hermanas de la iglesia?


¿En qué forma estás usando los dones del Espíritu Santo para glorificar a
Dios?

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