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PARASHA VAYERÁ “Y APARECIO”

“Hashem se le apareció en las planicies de Mamré, mientras él estaba


sentado a la entrada de la tienda, al calor del día. Alzó sus ojos y miró, y
había tres hombres parados delante de él. Vio y corrió hacia la entrada de
la tienda, y se prosternó a la tierra” (Bereshit 18:1-2).
Imagina la escena. Abraham está teniendo una experiencia profética,
comunicándose directamente con Dios Mismo. Luego ve tres invitados y le dice a
Hashem: “Perdóname, Dios, tengo que atender a mis invitados. Vuelvo enseguida”.
¿Por qué dejó Abraham a la Shejiná (Presencia Divina), en medio de vivenciar
lo trascendental, para entretener a tres nómades desconocidos? Imagina que
estás hospedando al gadol hador, al ‘rabino líder de nuestra generación’, y mientras
conversas en privado con él ves tres extraños pasando a tu lado. ¿le dirías al gran
rabino: “Vuelvo en 45 minutos, necesito preparar la cena para estos invitados”?
Sorprendentemente, el Talmud (Shabat 127a) nos enseña que Abraham hizo lo
correcto, porque hajnasat orjim (recibir invitados) es más importante que estar en
presencia de la Shejiná.
¿Cómo entendemos lo que dice el Talmud? Si el Creador del universo, la infinita y
todopoderosa fuente de la existencia, se te apareciera, ¡hasta un ateo te diría que no
te muevas! No existe una vivencia más grandiosa que comunicarte con lo Divino.
¿Cómo puede hajnasat orjim superarlo?
La respuesta es clara: emular a Hashem es más grandioso que hablar con
Hashem. La manera más poderosa de entender a y conectarse con Dios es
volverse como Él. “Ma Hu janún verajum, af atá heié janún verajum (así como
Hashem es misericordioso y compasivo, tú también debes ser misericordioso y
compasivo” (Shabat 133b). Dios es infinito y perfecto, lo que significa que no hay
nada que necesite. No gana nada porque cumplamos las mitzvot. Su creación es un
acto perfecto de altruismo; es 100% jésed, orientado a darnos el más profundo
placer y significado disponible, simplemente porque nos ama.
Si quieres entender el amor de Dios por ti, debes ser como Él, y una de las
maneras esenciales de emularlo es hacer jésed y amar a otros seres humanos.
Convertirse en un dador es realmente la única manera de entender Quién es Hashem
y la esencia de la vida.

Al describir el jésed de Abraham, la Torá brinda muchos detalles:


“Tráiganles un poco de agua, laven sus pies y recuéstense bajo el árbol. Yo les
daré pan para que ustedes sustenten su corazón… entonces Abraham se apuró
hacia la tienda de Sará y dijo: ‘Apúrate, tres medidas de harina y sémola, amasa
y haz panes’. Y Abraham corrió hacia las reses y tomó un carnero tierno y bueno
que dio al joven, y este se apuró para prepararlo. Tomó crema y leche y el
becerro que había preparado, y los puso delante de ellos; se quedó parado
junto a ellos debajo del árbol y comieron” (Bereshit 18:4-8).

Cada detalle de aquí nos enseña una idea importante sobre bondad. Primero,
para hacer jésed debes correr. No postergues, no lo dejes para después. Corre y
abraza alegremente la oportunidad de darle a otro ser humano.
Abraham les ofreció a los viajeros pan y agua, pero cuando se puso en acción les
preparó una comida majestuosa. “Di poco y haz mucho”

Nuestros sabios nos están diciendo que cómo haces un jésed hace una diferencia
inmensa. En el desierto, el pueblo judío pudo haber tenido agua viniendo de ellos
directamente desde Dios, lo que hubiese sido una experiencia completamente
diferente. El agua que viene directamente de Hashem es muy distinta del agua que
viene de una roca, al igual que el maná que vino directamente de Hashem no fue un
pan normal, sino maná. Y el refugio que disfrutaron en el desierto no fue sólo una
protección del sol, sino la experiencia de estar envueltos por la Shejiná, la presencia
de Dios.
Cuando lo haces por ti mismo es un acto de bondad completamente diferente.
Cualquier jésed que hagas, tanto si lo haces de manera directa o a través de un
intermediario, el impacto y la recompensa son asombrosos. “Olam jésed ibané, el
mundo es construido por medio de bondad” (Tehilim 89:2). Nosotros también
lo somos.

Jésed es la marca registrada de Dios. Aprovecha las oportunidades para hacer


jésed con los demás. Te volverás como Dios mismo.

Abraham se estaba comunicando con Dios, pero cuando se le presentó la


oportunidad para emularlo, vio una forma más elevada de conectarse con Él,
incluso más que a través de una comunicación directa.
No te dejes engañar por lo superficial. No olvides que el Infinito está detrás de
todas las experiencias y acciones.

Al parecer Lot sólo aprendió los aspectos superficiales del servicio Divino de
Abraham. Lot vio bondad y la imitó, pero no entendió que la esencia del
enfoque de Abraham era unirse a lo Infinito. Lot vio los aspectos externos de la
rectitud, pero no comprendió el trabajo interior que requiere la espiritualidad
verdadera.

Los Sabios enseñan que los ingredientes esenciales del carácter de Abraham se
desarrollaron a través de diez pruebas Divinas. Abraham necesitó esas pruebas
para desarrollar su potencial espiritual. Para una persona menos elevada, esas
pruebas hubieran parecido simplemente problemas que se deben evitar.
Cosas que se eliminan con una píldora o sobre las que se necesita ayuda
psicológica para aliviar la culpa.

Nuestros desafíos y dificultades no son casuales. Están diseñados con gran


precisión. Toda prueba Divina tiene tres aspectos importantes: a) un desafío,
b) una enseñanza y c) una oportunidad. Abraham no sólo pudo superar con
éxito todas sus pruebas, sino que también pudo ver en ellas el beneficio profundo
que le brindaban.

La parashá Vaierá relata acerca de un ángel, disfrazado de viajero itinerante, que se


presenta ante Abraham y Sara y les informa que finalmente tendrán un hijo. Esto
significaba una gran sorpresa dado que ¡Abraham tenía 99 años de edad y Sara 90!

En respuesta a esta noticia desconcertante, Sara rió con incredulidad. Najmánides


considera que fue una equivocación que Sara riera. En lugar de reírse debería
haber respondido “¡Amén!” o “¡que así sea!”. Porque cuando recibimos alguna
bendición, no debemos tomarla a la ligera. Entonces, ¿cuál es la respuesta
apropiada cuando nos bendicen con buena salud o éxito? Debemos creer en el
poder de cada ser humano de ser un conducto para recibir la bendición de
Dios. Por eso decimos cordialmente: “Amén”. Y agregamos: “Lo mismo para usted”.

Así que Abraham le pidió a Dios:


"¿Perdonarías a todo el lugar por el bien de cincuenta justos...?". Y Dios dijo: "Si
encuentro cincuenta justos en Sodoma, entonces perdonaré a todos". Abraham
respondió... "¿Qué pasaría si hubieran sólo cuarenta y cinco justos...?". Él dijo: "Si
encuentro cuarenta y cinco justos no los destruiré".
"¿Qué pasaría si hubieran sólo cuarenta?".
Y Él dijo: "Si es que encuentro cuarenta justos, no actuaré".
Y Abraham dijo: "¿Qué pasaría si hubieran sólo treinta...?".
Y Él dijo: "No actuaré si encuentro allí treinta".
Abraham dijo: "...y si hubieran sólo veinte...".
Y Él dijo: "No destruiré el lugar por el bien de los veinte".
Abraham dijo: "...y si hubieran sólo diez...".
Y Él dijo: " No destruiré el lugar por el bien de los diez".

Cada vez que una nueva petición tenía éxito, Abraham se sentía cómodo y
hacía peticiones adicionales, hasta que Dios finalmente dijo: "No voy a destruir el
lugar por el bien de los diez".
El error que la mayoría de la gente comete al establecer metas - y la razón por la
cual rara vez las alcanzamos - es que nos enfocamos únicamente en alcanzar
objetivos muy grandes. Sin embargo, hay numerosas metas más pequeñas (y muy
valiosas) a lo largo del camino, que debemos superar para alcanzar de esta manera
nuestra meta principal. En general, nuestra naturaleza humana es adoptar una
actitud de "todo o nada" en relación a nuestros objetivos.

Unánimemente decidieron que debían poner fin de inmediato a esa atroz violación
de la antigua costumbre de la ciudad. Se reunieron y rodearon la casa de Lot,
proclamando: “¿Dónde están los hombres que llegaron a ti esta noche? Sácalos a
nosotros para que podamos conocerlos” (Génesis 19:5).

Pero los huéspedes de Lot en verdad eran malajim (ángeles) enviados por Hashem
para destruir la ciudad de Sodoma y salvar a Lot. Cuando las personas de Sodoma
rodearon la casa de Lot y trataron de forzar su entrada, los malajim los afligieron a
todos con ceguera. Sin embargo, a pesar de este golpe (y quizás a causa de él) la
Torá declara: “y trataron de encontrar la entrada [de la casa de Lot] en
vano” (Génesis 19:11).

El Sforno (uno de los grandes comentaristas medievales de la Torá) dice: "Si bien
fueron golpeados con ceguera, se esforzaron para encontrar la entrada y romper la
puerta. Esto concuerda con lo que dijeron los Sabios, respecto a que los malvados
ni siquiera se arrepienten cuando están en las puertas del Gueinom (Infierno)". La
naturaleza malvada de Sodoma estaba tan arraigada en su ser que nada pudo
disuadirlos de intentar satisfacer sus deseos malvados.

Nuestros Sabios nos enseñan que una de las virtudes mediante las que se puede
adquirir Torá es amar el reproche. A menudo hacemos nuestro mejor esfuerzo para
hacer las cosas bien (ya sea en salud, dinero, familia, etc.) y terminamos recibiendo
sólo dificultades, frustraciones, adversidad, etc. Es imperioso que comprendamos
que los tropiezos y las dificultades que vivimos son un mensaje del Cielo para que
mejoremos nuestra conducta. Al encarar la vida con esta perspectiva, damos un
gran paso hacia adelante para lograr el propósito para el que fuimos creados. Y, al
mismo tiempo, sentiremos que nuestra vida tiene un significado mucho más
profundo al reconocer que incluso las dificultades de la vida nos son enviadas con
un objetivo: despertarnos para que mejoremos y ascendamos constantemente la
escalera del bien.
Cuando Hashem golpeó al faraón y a su familia en respuesta al secuestro de Sará,
la respuesta del faraón fue: “y ahora, aquí está tu mujer, tómala y vete”
(Génesis 12:19). Si bien no es exactamente un paradigma de altruismo, esta
respuesta es una clara expresión de que el faraón reconoció que bajo ninguna
circunstancia podía continuar con su comportamiento. En cierto grado, fue una
respuesta positiva a la bofetada que le enviaron desde el Cielo.

Pero en Sodoma respondieron de forma opuesta: intensificaron sus esfuerzos para


concretar sus planes malvados. No prestaron la mínima atención a la furia Celestial
que experimentaron. Para ellos fue como si no hubiera pasado nada. Esta es una
expresión de maldad hasta la médula. La naturaleza misma de Sodoma era
malvada, no tenían ni un rasgo de bondad. El mal había llegado hasta lo más
profundo.

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