Meyerhold
Meyerhold
Meyerhold
La reacción que sigue a la realización, que atenúa el reflejo anterior y prepara para
una nueva intención, que daría lugar a un nuevo ciclo de interpretación.
En una línea parecida, aunque con una teoría general más elaborada, encontramos las
ideas sobre interpretación de Gordon Craig, creador del concepto de “supermarioneta”
para el actor. Craig, que era un apasionado del movimiento y un teórico excepcional de los
movimientos y plasticidad escénica, piensa en un espacio escénico complejo, formado por
elementos móviles que reflejen la luz de diferentes maneras, de modo que lo que prime
en la representación sea la creación de ambientes. En este espacio en movimiento, el
actor sería un elemento plástico más, con capacidad de movimiento propio, pero limitado
y ajustado al gran movimiento escénico creado por el director, que es quien dispone el
conjunto de elementos del espectáculo total. De este concepto surge la idea del actor
como “supermarioneta”, término muchas veces mal entendido y también rechazado. Este
actor tiene que someterse a un trabajo físico y a un entrenamiento muy duro; desde un
concepto místico del teatro, Gordon Craig considera al actor un verdadero asceta del arte.
eta del arte.
Meyerhod fue ante todo un hombre de teatro, un artista sin limites que dijo no a los
términos medios y a la mediocridad”, un experimentador nato, un inconformista
fuertemente comprometido consigo mismo, con su arte y con la realidad de su tiempo, y
frente a esto solo desde la acción
(la práctica teatral) es posible captarlo. Comprendió que la revolución no era solamente una
fuerza destructora, sino también una fuerza creadora y se lanzó a la búsqueda de una nueva
revolución, la propia, la instalada en los diversos caminos del hecho teatral.
No solo encontraremos en Meyerhold un hacedor que reformula las prácticas sino también
los manera de vincularse de los artistas que hacen en conjunto al hecho teatral.
Respecto del vinculo dramaturgo / director expuso conceptos precisos y contundentes para
la época, diferenciándose de las metodologías tradicionales de esa relación en donde el
autor entregaba la pieza y solo participaba de algunos ensayos. En un escrito de 1906
cuando trabajaba en el Teatro Estudio, del cual me ocuparé más adelante dice: “Los
dramaturgos trabajan fuera del teatro, si bien vienen a mirar las obras lo hacen pasivamente.
Nosotros no esperamos este trabajo pasivo de los dramaturgos, sino un trabajo activo, que
comprendan que deben proporcionar a los directores esbozos incompletos. Deben lanzar a
los escenarios piezas que se sometan al tamiz de los directores y de los actores. Debe ser un
trabajo en conjunto. Con esto queda marcada una tarea para los dramaturgos, ponerse a
trabajar con nosotros en una gran obra”. Un claro ejemplo está dado en la sociedad artística
que logra a partir de 1915 con Maiacovski ( “El Baño”, “Misterio Bufo”, “La Chinche”.) A
lo largo de su carrera siempre buscó este tipo de asociaciones.
Como otros directores (Stanislavsky, Danchemko (quien fuera su maestro) Craig y
Reinhardt), Meyerhold hace un verdadero aprendizaje dentro del teatro mismo, uniendo
acción con reflexión, y reformulando hipótesis que el mismo había planteado.
Si comparamos sus propuestas antes y después de la revolución podríamos afirmar que
rompe rotundamente sus propios postulados, aunque el análisis cronológico de su
trayectoria devela una claro criterio ético y estético en la formulación de sus teorías.
Afirma desde un principio que el papel del movimiento es el de mayor relevancia dentro
del arte teatral, el que se antepone a todos, esta afirmación la condensa en un lema “ la
creación de un actor no es sino la creación de formas plástica en el espacio”, en sus
comienzos exalta la teoría de la inmovilidad para luego terminar con la idealización de la
acrobacia, lo que sustenta a lo largo de toda su historia la teoría de que, para Meyerhold, el
movimiento físico del actor representa la base principal del arte interpretativo.
A comienzos de 1905 la reputación de Meyerhold había crecido hasta tal punto que
Stanislavsky lo propone como director del Teatro Estudio, un apéndice del Teatro de Arte
dedicado a investigar nuevas forma de acercamiento al hecho teatral.
En un escrito publicado en “Mi vida en el arte” Stanislavsky explica los valores que ve en
el por entonces joven director: ““Entre el y yo existía la diferencia de que yo solo buscaba
lo nuevo, sin conocer el camino hacia el mismo ni los medios para su realización, mientras
que Meyerhold, al parecer, ya había encontrado el camino”. (…)
Inicia la producción del Teatro Estudio con “La muerte de Tantagiles” de Maeterlink, y
“Schluck y Jau”, de Hauptman. Estaba firmemente comprometido con el principio de
estilización, del cual me ocuparé con detenimiento más adelante, y debió enfrentarse al
problema de crear un estilo de actuación que estuviera de acuerdo con este, pero la raíz del
conflicto radicaba en el entrenamiento previo de los actores en la tradición realista.
Meyerhold afirmaba que el teatro naturalista toma el rostro como el principal medio de
expresión del actor y abandona el resto, ignora los encantos de la plástica y no obliga a sus
actores a un entrenamiento físico. La relación con Stanislavsky se deteriora. Stalislavsky
Frente al ensayo general de “La Muerte de Tintagiles” entiende que el talento de Meyerhold
no bastaba para saldar la carencia de técnica de los actores para el nuevo teatro y que,
entonces, solo podía demostrar teóricamente sus ideas. El proyecto queda trunco y se
produce el primer distanciamiento de su maestro.
Es por esa época (finales de 1907 ) que Meyerhold se acerca por primera vez al texto del
alemán Georg Fuchs “ La escena del futuro “, un trabajo que utilizará como punto de
partida motor para sus investigaciones. Edward Braum en su libro “El director y la escena
“dice al respecto: “La escena del futuro sirve para darle peso a la propia perspectiva de
Meyerhold y atraer su atención sobre ciertos aspectos del teatro que había pasado por alto
previamente”. Reflejando el pensamiento simbolista a partir de Wagner, Fuchs hacía un
llamado a la restauración del teatro como ritual festivo comprometiendo por igual a actores
y espectadores en una experiencia común que revelara el significado universal de su
existencia personal. La obra, según Fuchs, no tiene vida sino como experiencia compartida,
en donde el actor, el espectador, la escena y la sala no se oponen el uno al otro sino que son
una unidad, de esta manera la atención está concentrada en el medio más profundo de
expresión dramática; el cuerpo del actor. El texto está emparentado con la partitura musical
y debe ser interpretado por los actores en perfecta armonía. Podemos encontrar otro
referente importante para Meyerhold en la tradición del teatro popular de al Commedia
dell’arte, más aún luego de su experiencia de montaje de la obra de Alexander Blok (1912)
“ El teatro de Títeres” en donde explora las implicancias de la máscara, refiriéndose no
tanto a la máscara tradicional sino al estilo de actuación que la máscara expresaba: el
autocontrol emotivo y la movilidad física que le permitía al actor asumir los diversos
aspectos de su papel “ manipular sus máscaras “ y al mismo tiempo comentar sus propias
acciones y la de los otros personajes lo que le proporciona al espectador un montaje de
imágenes, un relato multifacético de cada papel.
El actor lleva en sus espaldas la enorme lucha de los sistemas interpretativos que va
incorporando a lo largo de su carrera no solo desde la formación sino también desde la
práctica: el sistema de la visceralidad ( la creación a partir de las emociones ), el sistema de
las reviviscencias ( la creación a partir de la historia previa y la memoria ) y el
interpretativo motor ( desde lo corporal) . La organización de este material en concordancia
con la ideología de la puesta en escena es una tarea fundamental para el trabajo de
dirección. Observamos que Meyerhold le otorga un alto grado de relevancia a esta cuestión
definiendo que los sistemas interpretativos no pueden considerarse únicamente como un
método de aplicación de recursos técnicos o prácticos, sino que la forma de aplicación de
esos sistemas determinan la concepción del mundo de ese artista, por lo que se puede
considerar si el mismo tiene conceptos materialistas o idealistas.”
Al espectar una escena de la vida cotidiana tomamos conciencia que las cosas suceden
cuando el cuerpo se pone en movimiento, antes solo se enuncian, es en este cuerpo en
movimiento donde Meyerhold enfoca su investigación convencido que los distintos
sistemas interpretativos del arte del actor deben estar en concordancia con todos los
sistemas creativos que componen el espectáculo para evitar puntos de divergencia y lograr
credibilidad e interés. En su teatro los movimientos expresan el contenido con mayor fuerza
que cualquier razonamiento en poesía, el arte del actor se manifiesta en toda su riqueza,
independiente de los demás artes, potenciado por el entrenamiento constante en el lenguaje
de los gestos y un cuerpo superiormente adiestrado.
PRIMERA ESTACION
La convención consciente, la estilización, y el constructivismo
El arte no reproduce lo visible, sino que hace
Visible lo que no siempre lo es.
(Paul Klee)
Meyerhold no ha formulado nunca su método biomecánico. Sus ideas sobre este tema han
quedado dispersas en distintos escritos propios, cartas, críticas, investigaciones, notas de
actores de compañía, etc. Exigía a los actores la racionalización de cada movimiento.
Afirmaba que si la forma era justa el contenido también lo sería, dado que el actor posee
reflejos altamente excitables, y su interpretación no es otra cosa que la coordinación de las
manifestaciones de su excitabilidad.
Todo el cuerpo participa en cada uno de los movimientos. La verdad de las relaciones
humanas se establece por gestos, posturas, miradas y silencios, las palabras solas no pueden
decir nada. En consecuencia debe existir un modelo de movimiento que transforme al
espectador en un observador atento y vigilante.
Podemos definir a la biomecánica como un método de entrenamiento y creación basado en
el estudio de la mecánica aplicada al cuerpo del actor, mediante la racionalización de cada
uno de sus movimientos.
La regla de la biomecánica es simple: todo el cuerpo participa en cada uno de nuestros
movimientos. Este es el principio y el fin biomecánico: introducir el cuerpo en la estructura
de la obra, no solo el cuerpo físico, sino el biocuerpo (cuerpo alma) y tener una capacidad
de control.
Los actores deben estudiar las leyes del movimiento en el hombre y los animales, lo que les
permitirá adquirir, a través de la práctica, reflejos vivos. Coordinar, y calcular, ponerse a
prueba con sus movimientos. Si el actor tiene buenos reflejos, a partir de un movimiento
preciso excita en él un sentimiento preciso.
La biomecánica está emparentada con los actos físicos de Stanislavsky, pero está
desprovista de todo revivir, de todo condicionamiento psicológico. Tal vez por eso esta
práctica suscitó tantas suspicacias y controversias .
Podemos encontrar puntos de contacto con el paradigma de la física, aplicada al trabajo del
actor porque este método utiliza los tres Principios de la Dinámica, establecida por Newton
en el siglo XVI. Los Principios de Inercia ( todo cuerpo tiende a permanecer en su estado
de reposo o movimiento rectilíneo uniforme si una fuerza no lo modifica), de Acción y
Reacción ( a toda fuerza llamada acción se le opone otra fuerza igual y en sentido contrario
que llamaremos reacción) y de Masa ( la masa de un cuerpo es directamente proporcional a
la fuerza aplicada, e inversamente proporcional a la aceleración adquirida), que aunque no
se han hallado textos en los que se haga referencia directa a la utilización manifiesta de
estos principios en su técnica, lo puedo inferir de la reconstrucción de la técnica que
proponía a sus actores y de la práctica de entrenamiento con actores en mis talleres.
Una de las características más importantes de su filosofía del teatro era que la emoción
llegaba a partir de la actividad física. Alejándose así de la extrema inmersión emocional
del actor sobre sus propias experiencias personales para dar naturalidad a los personajes
que prodigaba Stanislavski.
El teatro ritual constituyó uno de los modelos más eficaces para la renovación de los
lenguajes teatrales en la vanguardia internacional. Las relaciones antropológicas entre rito y
teatro se erigieron como un importante parámetro que canalizó algunas de las propuestas de
las vanguardias iniciales y que, en los años sesenta, volvió a surgir como uno de los
núcleos fundamentales en torno al cual se desarrollaron diferentes ramificaciones, no
siempre coincidentes, configurando un amplio, rico e incluso contradictorio movimiento
teatral. Grotowski pretende recuperar el ser oculto que subyace en la herencia cultural
para encontrar nuevas formas de lo ritual. Considera necesario encontrar la psique profunda
del espectador y que descargue así su subconsciente de las emociones acumuladas durante
el espectáculo.
“Lo importante no son las palabras, sino lo que queremos decir con ellas”.- Jerzy
Grotowski
El teatro laboratorio se funda en 1959 en Opole junto con el crítico literario y teatral
Ludwick Flaszen. En 1965 se muda a la ciudad universitaria de Wroclaw, donde
prospera. Este teatro es llamado “laboratorio” con la intención de hacer referencia
a la experimentación de actuación y entrenamiento de los actores. Sin embargo,
en el laboratorio teatral no solo es abierto a los actores, el laboratorio teatral se
dedica a preparar a directores y todo tipo de gente de campos que están
conectados con el teatro. Las obras más famosas y clásicas que se presentan son
“Hamlet” de Shakespeare, “Caín” de Byron y “El príncipe constante” de Calderón
de la barca.
Una de las tareas de en este teatro era definir lo que el teatro en sí mismo, y sus
producciones eran investigaciones eran investigaciones minuciosas de la relación
que se establece entre el actor y el público; veían la actuación como un vehículo,
no como un refugio o un escape… esto nos recuerda a nuestras clases de Teorías
de la actuación, donde la profesora Claudia Villa no dijo en más de una ocasión
que el teatro no es terapia.
Jerzy Grotowski crea lo que llama “Teatro pobre”, un teatro que puede existir sin
maquillaje, sin vestuarios, sin escenografía, sin iluminación, sin efectos de sonido,
etc. Solamente existe una cosa que sin la cual no existiría el teatro: la relación que
hay entre actor y espectador. El actor trasforma mediante el uso controlado de sus
gestos, el cuerpo siempre ha sido la herramienta principal del actor, no es
necesario tener tantas cosas, se puede crear música desde el propio cuerpo ya
sea por medio de golpecillos o con la voz, el cuerpo del actor ilumina el escenario.
Incluso se dice que el actor puede existir sin un texto, puede improvisar a la
manera de la Commedia dell’ arte, pero lo que no existe es un teatro sin actores ni
público, por eso mismo Grotowski define al teatro como “lo que sucede entre el
espectador y el actor” exigiendo así algo especial de parte de ambos, y decía él
que como no se puede educar a un auditorio, si podemos educar al actor. Le
interesa el actor en particular porque es un ser humano, es un encuentro con otra
persona, el sentimiento muto de comprensión.
El teatro no es por su puesto una disciplina científica, pero el teatro, y en
particular la técnica del actor no puede, como afirmaba Stanislavski, estar basado
solamente en la inspiración o el talento, está obligado a dominar un método. Es un
proceso de autoconocimiento. Grotowski se entrenó en los métodos de
Stanislavski, también le fueron atractivos el entrenamiento biomecánico de
Meyerhold, el Kathakali hindú y el Teatro No japonés, sin embargo, en su teatro
enseñaban una colección de técnicas, no enseñan métodos prefabricados por que
conducen al estereotipo, sino que su propósito es la destrucción de obstáculos,
conocer sus limitaciones personales y eliminar eso. El secreto está en los
estímulos, en los impulsos y las reacciones. Se quiere evitar el cliché, que por
ejemplo, cuando se diga “buenos días” no sea siempre de buen humor, o al decir
“estoy muy triste” no sea con tristeza estilo televisa. Para él el teatro era un
sustituto de vida; aconsejaba a sus actores no aprender a actuar, sino aprender a
vivir.
Les hablaré de lo que me interesa. Lo que me interesa es la relación con lo que me ocupo
en la práctica, y de lo que me ocupo prácticamente desde hace algunos años es de un
programa que se llama Teatro de los orígenes. Algunas veces les hablaré de ciertas
experiencias directas con este trabajo, pero por lo general me referiré a este tema así
como a una serie de analogías, para poder analizar su posibilidad práctica.
Y bien, se puede incluso decir que me referiré a las técnicas originales del teatro, las
cuales mencionaré a continuación. Por una parte sí, cuando se trata sobre todo de un
cierto tipo de teatro o de un cierto tipo de actor, pero muchas veces no es así,
especialmente si se considera el teatro en el sentido occidental del término. Es decir,
como una creación audiovisual, vista desde el exterior o fuera del actor.
Se sabe que existen muchas otras formas a menudo llamadas "teatro tradicional", aunque
bastante diferentes de la noción europea de teatro, con lo cual hay muchas confusiones.
Por lo tanto, en realidad hablaré de lo que yo llamo "las técnicas de los orígenes", es
decir, aquellas que aplica el hombre a sí mismo, y es ahí donde surge el problema, por
ejemplo, entre lo que es un proceso orgánico y un proceso artificial.
En el proceso artificial puede incluso existir una cierta organicidad. En el teatro Kathakali
de India tenemos una técnica artificial basada en un sistema muy preciso de señales o
signos. En Europa la analogía sería la pantomima altamente evolucionada, como en las
acciones del "bip" o el personaje de Marcel Marceau, donde existe todo un alfabeto de
signos aplicados en diversos órdenes según las distintas representaciones: digamos que
los signos o formas de caminar subiendo las escaleras son típicos de la técnica artificial –
sin ninguna connotación negativa del término. Valdría la pena recordar que la palabra
"arte" también está ligada etimológicamente con la palabra "artificial". Las técnicas
artificiales son aquellas basadas en los sistemas de señales o signos que se repiten, sólo
que en orden diverso. También el proceso orgánico está presente en los grandes
maestros de la técnica artificial. Es como si fuera un cierto estado de concentración o,
mejor dicho, como un proceso de concentración, una especie de salto que transporta al
hombre, un fenómeno energético así como una especie de improvisación interna
escondida, basada en el principio de la decisión.
Incluso se podría decir que en lugar de un pequeño signo cualquiera, se hace otro
pequeño signo que perecería ser una cosa mínima pero que es fundamental.
En las técnicas orgánicas que vemos como un proceso de la vida del hombre,
también existe un aspecto artificial que consiste en las articulaciones; tomemos el
caso de un actor realista que trabaja según la técnica de Stanislavski: todo lo que
hace son acciones según la prescripción de dicho método. Lo que debo crear es la
línea de la vida, es decir, lo que Stanislavski ha llamado "el proceso orgánico", en
el cual debe de existir un orden de articulaciones para cada acción física (para
Stanislavski cada acción era al mismo tiempo una acción física), pero también
existe la escenografía en la que todo aquello que no parece ser realmente
necesario viene eliminado, y las secuencias de la caracterización –ya orgánica de
por sí– se organizan en consecuencia. Es como si se hiciera una escenografía en
el cine, sólo que no se trata de una película en este caso, sino de un proceso
orgánico del hombre, el cual resulta ser muy difícil: en parte porque durante el
período de pruebas en que se hace la escenografía fácilmente podría eliminarse
dicho proceso orgánico.
Sólo quiero subrayar que en el proceso orgánico existen aspectos del signo tanto
en la articulación como en la escenografía, y que en las técnicas artificiales y las
técnicas de signos también existe el aspecto de la organicidad en forma de salto,
concentración de la energía y decisión.
Por lo tanto, utilizar esta distinción es algo relativo: más aún si tomamos el rito
como el vudú. El rito del vudú es extremadamente orgánico y más cuando se lleva
a cabo realmente. Todo lo que ve un europeo en Haití no es el verdadero vudú,
digamos que es una imitación puesta en escena para el extranjero, el turista. En el
verdadero rito vudú existe dicho aspecto orgánico de forma extremadamente
potente, pero también existe el aspecto de la artificialidad y el de los signos. Esto
es muy distinto del teatro europeo. La artificialidad existe incluso desde el inicio del
vudú, es decir, antes del principio de la sesión, con todas las reglas del juego bien
conocidas por toda la comunidad, así como lo es también de antemano la
organización de los acontecimientos. Esto hace que exista todo un sistema
minuciosamente preciso y consciente de signos de parte de todos los
participantes.
Es bastante divertido ver cómo los occidentales no lo entienden así. Si acaso son
testigos de una sesión de vudú, muchos de los elementos artificiales que son
codificados los consideran como procesos espontáneos, siendo éste el error
principal de los europeos en cualquier lugar. Para los europeos, los ritos
primordiales son simplemente un desencadenamiento, y los quieren imitar
improvisando, lanzando sencillamente una serie de gritos horripilantes, se tiran al
suelo, brincan y "muestran" estar poseídos.
Por otra parte, también existen en el ritual los aspectos de los signos y la
artificialidad a pesar de todo lo que para los europeos significa el trance, ya que
hay una articulación admitida tradicionalmente. Digamos que hay personas que
caen en un estado de posesión, poseídas por un dios, por un "misterio preciso",
sólo que son poseídas según ciertas reglas y un cierto misterio que hace siempre
las cosas bien precisas. Un cierto misterio fuma un cigarro de cierta manera, tiene
las piernas puestas de manera perfectamente definida. En realidad, en cada
detalle el tipo de movimiento es estrictamente preciso, por lo tanto existe una
articulación clarísima.
Por otra parte, existen las posesiones realizadas por los grandes maestros, los
grandes sacerdotes del vudú.
En gran parte, el sacerdote no es poseído sino que al mismo tiempo vigila lo que
sucede y es él mismo quien invita al misterio según un cierto orden definido. Por
ejemplo, el misterio llamado "Legba" siempre debe ser invitado para abrir la puerta
a otros misterios cantando así: "para Legba abre la puerta". En todo esto hay un
cierto orden y el sacerdote controla el trance de los poseídos, pero al mismo
tiempo controla todas las condiciones necesarias que lo rindan posible. Hay
sacerdotes considerados extremadamente poderosos que en un cierto momento,
incluso fuera del ritual, son poseídos, presa del misterio. Yo conozco a un viejo
así, que juega con un doble sentido, como bajo un equívoco: por un lado hace
aparecer la sugestión de no estar consciente de lo que sucede, pero por el otro
está perfectamente consciente de ello, y cuando se habla con él lo confirma hasta
un cierto punto. Confirma que está consciente, como si fuera una visita, que "eso"
llega muchas veces sin ser invitado, pero he notado que siempre sucede en un
momento que le es útil, y después "eso" pasa, o él lo resiste o bien termina y da
principio otro misterio dando señales del pasaje de un misterio a otro.
Por ejemplo, en una acción que llama "el paso maiético" (que significa magnético),
en el momento en que el misterio termina su acción, muchas veces toca a otra
persona, que a la llegada del mismo es rechazada; es muy natural, da la impresión
de una cosa verdaderamente natural aunque sea sorprendente: en realidad lo que
sucede es que el segundo misterio aún no ha sido presentado a la otra persona.
Es muy característico que ciertas personas caigan, por así decirlo, en una
posesión alcohólica y luego presenten un fenómeno de amnesia cuando están
profundamente tristes, como si fuera un estado de extravío o de desesperación.
En el momento de este viaje sucede a menudo precisamente lo contrario, mucha
alegría; sin embargo, existe este otro aspecto de algo que debiera olvidarse. Esto
me parece ser análogo sólo que a nivel colectivo, no individual.
¿Por qué sucede en las formas de vudú más arcaicas y no en Haití, como por
ejemplo en Ife, en Nigeria, donde el que cae en posesión recuerda todo? Para los
haitianos Ife es como la Meca para los islámicos; la noción del vudú en Ife es muy
fuerte de principio, como para los cristianos es la Jerusalén celeste; y aún así
existe esta diferencia.
No hay que olvidarse de que el vudú haitiano fue creado a través de los esclavos
que fueron llevados de diversas partes de África, no sólo de los alrededores de Ife,
y que han conservado en cierta medida su identidad a través de las sesiones de
vudú. Evidentemente, se ha obtenido una síntesis de este ritual de diversos ritos
africanos, incluso han penetrado elementos del cristianismo, aunque menos de lo
que se piensa; aún así existen relaciones entre ellos.
Las sesiones de vudú para la gente que las ha practicado durante dos siglos,
fueron la respuesta a una desgracia. Incluso hoy en Haití la vida no es fácil ni
dulce para quienes consideran el mundo como una cruel realidad, como un campo
de batalla de fuerzas que no siempre han sido de justicia. Muchas de las personas
que se involucran profundamente en el vudú son personas que se sienten
profundamente amenazadas y que de cierta forma buscan salvar al vudú. Otras se
involucran justamente porque es una realidad de la vida, aunque ésta sea severa y
difícil. Creo que existe una cierta relación entre esta severidad de la experiencia
de vida de una comunidad y la amnesia.
También se puede decir que en el caso del vudú de Ife, el clima psicológico es
muy diverso: es como si estuviera inmerso en el sol, en la luz de un manantial,
como si fuera algo luminoso y muy tolerable. Ife es uno de los lugares raros del
mundo donde existe una absoluta tolerancia religiosa, por ejemplo entre los
vuduistas y los islámicos.
Sobre todo del trance se puede decir que es tal en relación con diversas cosas.
Por ejemplo, en Europa a menudo se dice que el actor llevado por una fuerte
emoción reacciona debido a un estado de trance. En el teatro moderno
experimental, si el actor hace cosas muy violentas, como si estuviera ausente de
espíritu, quiere decir que está en estado de trance.
En Polonia hay una pequeña compañía dirigida por un visionario, Jerzy Grotowski,
que también tiene un objetivo sagrado. A su entender el teatro no puede ser un fin
en sí mismo; como la danza o la música en ciertas órdenes de derviches, el teatro
es un vehículo, un medio de autoestudio, de autoexploración, una posibilidad de
salvación. El actor tiene en sí mismo su campo de trabajo. Dicho campo es más
rico que el del pintor, más rico que el del músico, puesto que el actor, para
explorarlo, ha de apelar a todo aspecto de sí mismo. La mano, el ojo, la oreja, el
corazón son lo que estudia y con lo que estudia. Vista de este modo, la
interpretación es el trabajo de una vida: el actor amplia paso a paso su
conocimiento de sí mismo a través de las penosas y siempre cambiantes
circunstancias de los ensayos y los tremendos signos de puntuación de la
interpretación. En la terminología de Grotowski, el actor permite que el papel lo
"penetre"; al principio el gran obstáculo es su propia persona, pero un constante
trabajo le lleva a adquirir un dominio técnico sobre sus medios físicos y psíquicos,
con lo que puede hacer que caigan las barreras. Este dejarse "penetrar" por el
papel está en relación con la propia exposición del actor, quien no vacila en
mostrarse exactamente como es, ya que comprende que el secreto del papel le
exige abrirse, desvelar sus secretos. Por lo tanto, el acto de interpretar es un acto
de sacrificio, el de sacrificar lo que la mayoría de los hombres prefiere ocultar: este
sacrificio es su presente al espectador. Entre actor y público existe aquí una
relación similar a la que se da entre sacerdote y fiel. Está claro que no todo el
mundo es llamado al sacerdocio y que ninguna religión tradicional lo exige. Por
una parte están los seglares -que desempeñan papeles necesarios en la vida- y,
por la otra, quienes toman sobre sí otras cargas, por cuenta de los seglares. El
sacerdote celebra el rito para él y en nombre de los demás. Los actores de
Grotowski ofrecen su representación como una ceremonia para quienes deseen
asistir: el actor invoca, deja al desnudo lo que yace en todo hombre y lo que
encubre la vida cotidiana. Este teatro es sagrado porque su objetivo es sagrado:
ocupa un lugar claramente definido en la comunidad y responde a una necesidad
que las Iglesias ya no pueden satisfacer.
...En su vida privada, los principales actores de Grotowski coleccionan con avidez
discos de jazz, pero no ofrecen canciones populares en el escenario, a pesar de
ser éste su vida. Estos teatros exploran la vida, pero lo que cuenta como vida es
restringido. La vida "real" excluye ciertos rasgos "irreales". Si leemos hoy día las
descripciones de Artaud sobre sus producciones imaginarias, vemos que reflejan
sus gustos personales y la corriente de imaginación romántica de su tiempo, ya
que tiene una cierta preferencia por la oscuridad y el misterio, la salmodia, los
gritos sobrenaturales, las palabras sueltas en vez de las frases, las formas
amplias, las máscaras, los reyes, emperadores y papas, los santos, pecadores y
flagelantes, la vestimenta negra y la piel desnuda y arrugada por el dolor. Un
director que trate con elementos que existen fuera de él puede engañarse al
considerar su trabajo más objetivo de lo que es en realidad. Por la elección de
ejercicios, incluso por la forma de alentar al actor a que encuentre su propia
libertad, un director no puede evitar que su estado de ánimo se proyecte sobre el
escenario. El supremo objetivo para el director sería estimular tal efusión de la
riqueza interior del actor, que transformase por completo la naturaleza subjetiva de
su impulso original. Por lo general, el esquema dcl director o del coreógrafo se
transparenta, y aquí es donde la deseada experiencia objetiva puede convertirse
en la expresión de la fantasía personal del director. Podemos intentar captar lo
invisible pero no debemos perder el contacto con el sentido común: si nuestro
lenguaje es demasiado esencial perderemos parte de la fe del espectador. Como
siempre, el modelo es Shakespeare. Su objetivo es siempre sagrado, metafísico,
pero nunca comete el error de permanecer demasiado tiempo en el nivel más alto.
Sabía lo difícil que nos resulta mantenernos en compañía con lo absoluto, y por
eso nos envía continuamente a tierra; Grotowski reconoce esto al hablar de la
necesidad tanto de la "apoteosis" como de lo "irrisorio". Hemos de aceptar que
nunca podemos ver todo lo invisible. Así, tras hacer un esfuerzo en esa dirección,
tenemos que afrontar la derrota, caer e iniciar de nuevo la marcha. (*)
Los trajes.
Lo que pareciera ser unos harapos sacados de la basura representa una versión
poética de un uniforme de un campo de concentración. Bolsas agujeradas sobre
cuerpos desnudos que dejan entrever la carne desgarrada de un cuerpo desecho.
Esta uniformidad despoja al hombre de su personalidad.
Los actores se convierten en seres completamente idénticos, son solo cuerpos
torturados.
La utilería como orquestación dinámica
“Uno de los principios fundamentales del laboratorio teatral es la no dependencia
de la utilería escénica. Esta absolutamente prohibido introducir en la obra nada
que no esté allí desde el mismo principio.”
Por lo anterior, cada pieza de utilería, cada objeto y cada espacio debe tener una
o varias funciones dentro de la representación, ya sea estático o dinámico cada
pieza debe cumplir su objetivo.
“Cada objeto debe realzar no el significado si no la dinámica de la obra; su valor
reside en sus variados usos. Que contribuye a la creación de la visión.” Es la
armonía entre estos objetos y los actores es lo que da sentido a la obra.
“Estamos tratando con un teatro detenido en su etapa embrionaria, en medio de
su proceso creativo, cuando el instinto recién despierto elige espontáneamente los
instrumentos de su transformación mágica. Un hombre vivo, el actor, es la fuerza
creativa que está detrás de todo ello.”
El teatro pobre.
En el teatro pobre el actor debe crear por sí mismo una máscara orgánica
mediante sus músculos faciales, de tal modo que cada personaje vista el mismo
gesto durante toda la obra.
El actor puede convertirse por sí mismo en un objeto, en una escenografía, en un
instrumento y en una nota música, y revelar en cada uno de sus movimientos una
historia.
La limitada escenografía y la escasa vestimenta es suficiente para dar una mirada
al tiempo de guerra, cuando los hombres eran forzados a entregar su nombre y su
aliento por causa de ideas xenofóbicas, solo que en este caso, surge todo como
una pesadilla soñada por quienes observan, por los espectadores.