2° Parcial Perez Esquivel
2° Parcial Perez Esquivel
2° Parcial Perez Esquivel
Comisión 01
Amaranta González,
Mariana Katz
pero mientras tanto la salud del niño se deteriora. Finalmente es operado mientras
el intérprete guaraní (un cacique que actuó como intérprete y mediador entre los
médicos y los padres de Julián) y el agente sanitario de la aldea pedían oraciones.
Julián sobrevivió hasta el año siguiente a la intervención.
1
La Comisión de Ancianos de la Comunidad se reunió junto al cacique Alejandro
Benítez, a quien si le preguntan su nombre espiritual dirá “Everá”, a decidir qué
procedimiento se debería llevar a cabo en este caso. Evera es también opyguá de
su comunidad (titulo cercano a la idea de sacerdote y curandero) y tuvo un sueño
en relación a Julián. En su sueño él vio que en el pecho de Julián había una
piedra. Su premonición en relación al sueño era que si los médicos abrian a Julián
para sacársela, el niño moriría. Esta piedra resultó ser el tumor que Julián tenía en
su corazón. Para Everá, el problema “no se cura en el hospital. Tenemos que
2
volver al pueblo y pedir a Dios con la oración”. El reclamo de esta comunidad es
“que todos los Yuruá (palabra Mbya con que designan al blanco) pregunten a
nosotros cuando tiene que ver con nuestra gente”. La comisión de Ancianos
sostiene y recalca que son un pueblo con derechos.
1
La comisión de Ancianos y Guías Espirituales de la Nación Guaraní son una institución
representativa de la cultura y la religiosidad ancestral de la Nación Myba Guaraní. el proyecto de
ellos es asumir la diversidad cultural, reconociendo la posibilidad de tomar decisiones frente a la
diversidad étnica, cultural y lingüística de las diferentes realidad indígenas de Misiones.
2
Diario Página 12, sección Sociedad, Viernes, 12 de agosto de 2005
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Comisión 01
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Stavenhagen, Rodolfo: “Los pueblos originarios: el debate necesario”. CLACSO, Colección
Pensamientos, Septiembre 2010. Buenos Aires.
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Diario La Nación, “Por una vida digna” sección Hoy, Sábado 21 de noviembre de 2009
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Comisión 01
que no esté en riesgo la vida del menor. Podríamos pensar que dicha postura
parecería ser neutral, pero nos lleva a preguntarnos ¿detrás de este supuesto de
neutralidad se esconde racismo y discriminación? ¿Se debe respetar la voluntad
de los progenitores siempre y cuando tengan un pensamiento que coincida con el
occidental? ¿La vida del menor se pone en juego aceptando la intervención
quirúrgica o dejándolo ir a la comunidad de la que es parte?
Por otro lado no olvidamos que estamos realizando una crítica desde el
pensamiento occidental, por lo que más allá de identificar los derechos vulnerados
en el tratamiento de la enfermedad de Julián, también nos preguntamos si el hecho
de dejar que los padres se lleven al niño de regreso a Misiones no supondría en
realidad desentenderse del tema. De todos modos sostenemos que el poder
judicial no contempló las particularidades culturales de la vida en la que está
inserto el niño.
5
Diario El territorio, edición impresa, sección actualidad, Sábado 10 de septiembre de 2005
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Comisión 01
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Un documento de OPS/CEPAL (1997) señala que la discriminación étnica es una
de las principales causas de inequidad en salud, dadas las condiciones de
extrema pobreza en que viven las poblaciones indígenas, subalimentadas y en
extrema precariedad sanitaria. Los citados organismos señalan que la
discriminación de la medicina tradicional durante décadas ha descuidado o negado
la posibilidad de contar con la rica tradición médica que poseen las poblaciones
indígenas. Por lo mismo, en el futuro la gestión comunitaria-participativa en salud,
los programas de aprendizaje compartido, la validación y rescate de la medicina
tradicional, pueden ser estrategias viables para el mejoramiento de los indicadores
de salud entre las poblaciones indígenas.
6
Discriminación étnico-racial y xenofobia en América Latina y el Caribe, Martín Hopenhayn
Álvaro Bello, Santiago de Chile, mayo de 2001
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Comisión 01
Paula Bravo resalta la postura de que los derechos que se otorgan a una minoría
en relación a su etnia no afectarían el principio de igualdad. Lo justifica a partir de
la idea de que cierta protección jurídica especial, surge como excepción, al
considerar cierta condición de “vulnerabilidad”. Es esta “vulnerabilidad” la que
justifica un tratamiento diferencial, tratándose de necesidades diferentes para que
puedan gozar de todos los derechos intentando eliminar la desigualdad existente.
Manuel Moreira plantea este mismo tema a partir del término “acceso
culturalmente adecuado”. Considerando como una primera cuestión la
coexistencia de culturas diferentes y por otro lado una adecuación del sistema de
control hegemónico, modificando su estructura monocultural, para lograr aceptar
realmente nuevas manifestaciones culturales en el modelo dominante. Esta
propuesta también la plantea Bravo que cree necesario que los Estados deben
reconocer los derechos de las comunidades indígenas, aceptarlos e incorporarlos
dentro del sistema jurídico. Moreira retoma la idea de que cualquier persona posee
el derecho a buscar y encontrar justicia. Para ello tiene el derecho a ser oído por
un juez, de tener un marco donde presentar el reclamo y amparo de sus derechos.
Julio César García retoma del marco jurídico en el Estado Argentino de derecho,
que el derecho a acceder al sistema de justicia, debe realizarse de manera real
efectiva y no sólo de forma simbólica, se debe lograr una Tutela Judicial Efectiva.
Para lograr acceder a estos mecanismos, debe lograr ser escuchado. Por lo tanto,
para que el acceso sea eficaz, el usuario debe ser escuchado en su idioma
original, considerando sus pautas culturales. En este caso no podemos objetar lo
contrario porque no han encontrado trabas en el acceso a la justicia, fueron
escuchados, incluso un cacique fue el intérprete, aunque no han estado de
acuerdo con la concepción de la comunidad en cuanto a la recuperación de Julián.
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En la nota que dio Mabel Pelo al diario la Nación en el 2009, opinaba acerca de
las políticas públicas: “Se está trabajando para darle más participación a los
aborígenes en términos de políticas públicas. No es la ideal ni la que quieren las
comunidades, pero por lo menos se las está escuchando". En el 2014, en el mes
de Abril se realizó una jornada institucional con comunidades originarias de Jujuy.
Quien lo llevó a cabo fue el ministerio de salud de la provincia, para lograr generar
un diálogo intercultural y facilitar los accesos en los servicios de salud. El ministro
Saúl Flores durante la jornada indicó: “dispusimos líneas de trabajo que se
profundizarán, además intensificaremos la promoción de la salud y los entornos
saludables, que en relación con las comunidades indígenas, es entendido como el
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Hija del cacique, responsable de las relaciones públicas de la comunidad y coordinadora del
Subprograma de Salud Indígena del Ministerio de Salud de la provincia de Jujuy.
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Comisión 01
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Diario Pregon de Jujuy, 16 de abril de 2014
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Gonzalez, Ana. “Los derechos indígenas en Argentina”. Inédito
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Comisión 01
Bibliografía:
Búsquedas online:
Diario La Nación, “Por una vida digna” sección Hoy, Sábado 21 de noviembre de
2009
Pueblos originarios
POR UNA VIDA DIGNA
Los aborígenes argentinos viven en situación de vulnerabilidad social y reclaman al
Estado su derecho a la tierra, y a una educación y salud de calidad.
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Comisión 01
Laguna del tesoro (Jujuy).- Sentado a la cabecera de una mesa adornada por kilómetros
de montes tupidos de fondo y con un hablar pausado pero firme, Antonio Pelo reúne en su
paladar los saberes de sus antepasados, pero también las vivencias de los 75.000
ocloyas que residen en Jujuy. "Acá no llegan ni los gobernantes", suelta al aire este
cacique de la comunidad ocloya Laguna del Tesorero, a 60 kilómetros al nordeste de la
ciudad de San Salvador de Jujuy. Y no lo dice sólo por el aislamiento que resisten,
producto de los 30 kilómetros de ripio enredado que hay que recorrer para llegar al cerro
que habitan ni los cuatro meses que las crecidas de los ríos les impiden trasladarse en
otra cosa que no sea a pie o a caballo, o por la incomunicación que sufren por no tener
teléfono ni radio. Sino que apunta, principalmente, a remarcar el histórico olvido que los
pueblos aborígenes sienten que han padecido en la agenda del Gobierno y en el
reconocimiento de su cultura y los derechos humanos.
LA NACION se adentró en los cerros jujeños para pasar dos días junto a esta comunidad
aborigen, experimentar cómo viven , cómo se organizan y para palpar sus principales
necesidades, las mismas que padecen los 600.329 aborígenes que habitan en nuestro
país, según la Encuesta Complementaria de Pueblos Indígenas (ECPI) realizada en
2004-2005. Este relevamiento fue el primer estudio completo a nivel nacional sobre estas
poblaciones que habitan estas tierras desde siempre, una muestra más del relegamiento
que han sufrido en nuestra historia.
"Se está trabajando para darle más participación a los aborígenes en términos de políticas
públicas. No es la ideal ni la que quieren las comunidades, pero por lo menos se las está
escuchando", reconoce con aires de esperanza Mabel Pelo, hija del cacique, responsable
de las relaciones públicas de la comunidad y coordinadora del Sub Programa de Salud
Indígena del Ministerio de Salud de la provincia de Jujuy.
NECESIDADES INSATISFECHAS:
Más allá de los cuestionamientos que recibió de parte de las comunidades en cuanto a su
metodología, el censo arrojó datos que revelan la precariedad en la que subsisten estos
pueblos. La mitad de la población indígena tiene menos de 18 años, casi un cuarto de los
hogares indígenas (23,5%) tiene sus necesidades básicas insatisfechas. A su vez,
muestra que el 78,2% de la población indígena de 15 años y más tiene el secundario
incompleto, mientras que un tercio no completó la primaria o no tiene ninguna instrucción.
En cuanto a la salud, el 63,9% no tiene obra social ni plan de salud privado.
"A los aborígenes se les otorgan subsidios asistenciales que lejos de reconocer su
identidad cultural, los somete aún más y los subordina a mediadores. Lo cuestionable es
que con eso se intenten subsanar los déficits que existen en términos de políticas públicas
para con los indígenas. La diferencia cultural requiere de políticas públicas que respeten
su diversidad", explica Morita Carrasco, profesora adjunta de la carrera de Antropología
de la Facultad de Filosofía de la UBA. Y agrega: "La primera medida para tomar debería
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Comisión 01
ser reconocer la titularidad de sus tierras, como lo piden las comunidades. La segunda,
crear un sistema de salud universal que atienda las necesidades de la población, y
trabajar en el saneamiento de los ambientes, la provisión de agua, la atención de
embarazadas y niños, y la cura de las enfermedades endémicas como cólera, chagas,
dengue y tuberculosis".
Siguiendo con este razonamiento, Germán Bournissen, ex secretario del Equipo Nacional
de la Pastoral Aborigen (Endepa), agrega que la acción del Estado es meramente
asistencial y no está dirigida a generar trabajo, que es lo que reclaman los indígenas.
En Laguna del Tesorero el tiempo no tiene apuro y las bondades de la naturaleza son
aprovechadas al máximo en beneficio de la comunidad. Todas las casas son de adobe y
aparecen salpicadas entre las 6500 hectáreas que antes estaban en manos privadas, y
desde 2007 pertenecen a la comunidad. Sorprende ver cada una adornada con un panel
solar que la alimenta de la energía necesaria para toda una familia. No tienen gas, pero lo
reemplazan con hornos de barro con leña y tienen una cisterna que provee de agua de río
al centro poblado y la escuela. El resto de las familias se ubica directamente cerca de
alguna fuente de agua.
"Acá se vive de otra manera, mucho mejor que en la ciudad, porque tenés de todo, no te
hace falta la moneda y de última, siempre tenés el trueque", sostiene Mabel Pelo.
Cada persona hace sus tareas con la convicción de formar parte de algo que los supera y
los engrandece al mismo tiempo. Las familias se mantienen mediante la agricultura, la
ganadería y la confección de artesanías.
Algunos tienen más de diez hijos y la mayoría cobra los 150 pesos del Plan Jefes y Jefas
de Hogar para llegar a fin de mes. El ingreso mensual en un hogar indígena puede llegar
a 500 pesos, pero en muchos casos baja hasta 150. Esto implica que ese hogar cuenta
con tan sólo 5 pesos por día para satisfacer sus necesidades básicas.
DISCRIMINACIÓN:
Según su experiencia, para un indígena es muy difícil acceder a la justicia y que sus
derechos sean respetados. "Para un niño indígena es muy difícil que la escuela le ofrezca
una educación intercultural bilingüe de calidad. Para una futura madre indígena es muy
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Comisión 01
difícil que el agente de salud que la atiende en el hospital la escuche y comprenda sus
pautas culturales respecto del embarazo, el parto y la crianza del niño", dice Bournissen.
Cuando Ivana sintió una puntada que surgía de lo más profundo de sus entrañas y le
recorría todo el cuerpo, no tuvo dudas: el parto de su hijo se había adelantado diez días y
no tenía más remedio que tenerlo en su comunidad, Laguna del Tesorero. "No me sentía
con fuerzas para trasladarme por el camino de ripio hasta la ciudad. Además, me daba
miedo no llegar y tenerlo en la camioneta", recuerda Ivana.
Son numerosas las circunstancias que llevaron a Ivana -y que todos los días exponen a
las comunidades aborígenes de nuestro país- a esta situación límite. Las grandes
distancias, la falta de un centro de salud de calidad propio de las comunidades y la
atención médica deficitaria que reciben en las ciudades.
La discriminación es una de las barreras que más dificulta el acceso a los servicios
sanitarios. De cada diez mujeres indígenas, cuatro piensan que en los hospitales y las
postas de salud las discriminan por motivos raciales.
"Los principales problemas sanitarios son el acceso, la calidad y las enfermedades ligadas
con la pobreza. Van al médico, pero no los revisan, los hacen esperar de más o no les
hacen los estudios. Tampoco cuentan con centros médicos cerca de las comunidades",
afirma Zulma Ortiz, especialista en salud de Unicef Argentina.
***
Todos las mañanas, Sergio tiene que caminar una hora para llegar a la Escuela N° 379
Pueblo Ocloya que está en el centro poblado, para poder cursar 7° grado. Por la tarde se
ocupa de cuidar las ovejas y ayudar a su papá arando la tierra.
"El año que viene quiero seguir el secundario en San Salvador y cuando sea grande
quiero ser policía", dice con su gorrita para atrás y una mirada esquiva, mientras toma su
café y come pan casero antes de empezar la jornada escolar.
Sergio es uno de los 42 alumnos que asisten a esta escuela plurigrado que tiene nivel
inicial y primario. El aula de 1°, 2° y 3er. grado cuenta con tres pizarrones, uno para cada
nivel. "Los chicos se distraen mucho porque escuchan lo que se les está explicando a los
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Comisión 01
demás", dice la docente Celia Murguia, que duerme de lunes a viernes en la escuela
porque es de Palpalá.
"Es una escuela rural que no tuvo mucho acceso a beneficios y la obra de infraestructura
quedó por la mitad. Está previsto concluir el edificio de nivel inicial y hacer dos aulas más
para primario, pero no pasa nada. También nos falta el cerco perimetral de la escuela y
reforzar el plantel docente porque carecemos de personal de educación física y personal
directivo", cuenta Alfonso Lamas, que hace 16 años desempeña el cargo de director
provisional.
Uno de los principales problemas de la comunidad es que no cuenta con una escuela
secundaria. Este año habilitaron un bachillerato a distancia que están cursando 30
alumnos.
"Cuando egresás de una escuela rural no salís con la preparación necesaria para
enfrentar las exigencias de una escuela secundaria urbana. Entonces tenés la
problemática de que el chico fracasa y se frustra. En muchos casos tienen que repetir el
primer año para nivelarse", afirma Mabel Pelo.
Desde la comunidad ansían poder contar algún día con su propia escuela secundaria y
equipo de profesionales: abogados, veterinarios, agrónomos o docentes para no tener que
depender del afuera y resolver el tema de las distancias.
"Hoy, los derechos están en vigencia, pero por desconocimiento no se aplican y sigue
existiendo la marginación y discriminación. A nosotros nos gustaría participar más que
integrarnos con el resto de la sociedad. Lo único que queremos es que nos tengan en
cuenta y que respeten nuestros derechos", concluye el cacique Pelo, mientras de fondo el
coro de todas las voces aborígenes de nuestro país se suman a su pedido.
CAMPAÑA:
El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) lanzó la Campaña por los
Derechos de la Niñez y la Adolescencia Indígena, para visibilizar las vulneraciones de
derechos que sufre esta población en la Argentina.
LEGISLACIÓN:
El reconocimiento de los derechos de los pueblos indígenas aumentó en los últimos años.
En 2007, la Asamblea General de la ONU aprobó la Declaración de las Naciones Unidas
sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas, documento que ratifica para estas
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Comisión 01
La Constitución incorporó, tras la reforma de 1994, el artículo 75 (inciso 17) que reconoce
la preexistencia étnica y cultural de los pueblos indígenas, y les garantiza el respeto a su
identidad y el derecho a una educación bilingüe e intercultural.
Por orden judicial, un niño guaraní con una cardiopatía grave fue internado en el Hospital
Gutiérrez. Sus padres y el cacique de la comunidad quieren regresarlo a Misiones, pues
no creen en la medicina blanca. Un Comité de Bioética discutirá si lo operan o lo dejan
volver.
“Everá”, que en Mbya significa “el elegido de Dios”. Desde hace una semana está junto a
Julián y sus padres en la pétrea Buenos Aires para “decirle a quien fuera necesario cuál
es nuestra decisión guaraní”, según dictaminó el Comité de Ancianos de la comunidad, el
3 de agosto pasado. En Misiones hay 75 comunidades aborígenes como la Pindó Poty,
diseminadas por el exhaustivo monte. Son visitados por asistentes sociales, que les
proveen alimentos y les brindan servicios sanitarios. En una de esas incursiones, vieron a
Julián con poca salud. “Cuando nuestra medicina no sirve, pedimos a los Yuruá”, contó a
Página/12 Benítez, recurriendo a la palabra Mbya con que designan al blanco. Julián fue
junto a Crispín Acuña, su papá, y Leonarda, su mamá, al hospital de El Soberbio. Tras dos
días de internación, los padres se volvieron con el chico al paraje, convencidos de que la
medicina de guardapolvo no funcionaba en este caso. En ese centro de salud dieron
cuenta a la Justicia de que los aborígenes rechazaban el tratamiento. Tomó intervención
la jueza Julia Alegre, quien, a los pocos días, envió un patrullero a Pindó Poty, abuscarlos.
Los llevaron al hospital de Posadas.
Esa capital ya les resultaba adversa a Acuña, de veinte años, y a su esposa, de 17, que
junto a Everá añoran al monte en el que nacieron. Para su desagrado, tras un mes de
internación en que no se pudo determinar qué tenía el chico, lo derivaron al hospital
porteño. “Cardiopatía congénita”, era el diagnóstico con que lo enviaron. En la ciudad,
Crispín evita que la peste de autos lo atropelle cuando se dirige a su hotel, a dos cuadras
del Gutiérrez. Allí está Leonarda, cuyo nombre espiritual es Pará, constantemente
jugando con su hijo. Cuando llegaron, Julián corría y era del cacique era verdadero. Everá
se hospeda en José León Suárez, en casa de una funcionaria de la Dirección de Asuntos
Guaraníes de Misiones. Pisa por primera vez la metrópolis y no tiene documento de
identidad. Es una situación común a muchos aborígenes. En el Gutiérrez, a Julián se le
realizó una biopsia que “fue adecuada, efectuada con elementos de alta complejidad”,
pero “no nos permitió tener un diagnóstico”, indicó a este diario el director del hospital.
Según Cánepa, para saber si el tumor es benigno o maligno se le tiene que practicar
“cirugía a cielo abierto. Es una intervención de alto riesgo, y de alta escuela, que implica
parar el corazón entre otras maniobras”. No pueden asegurar a Crispín y Pará que el
chico saldrá del quirófano con vida. Cánepa y sus colaboradores repitieron que “es un
desafío” a su ciencia. “Si el chico vive y se cura, digo que es válida. Si muere, digo que fue
por la enfermedad”, afirmó el director. “Es mi creencia”, agregó. Benítez también es
opyguá de su comunidad. Es una suerte de sacerdote y curandero que se encarga de
regular las relaciones de sus compatriotas con el hacedor. “Le exigí a Dios que viera
adentro del corazón”, dijo. La revelación le llegó por sueños y mostró una piedra en el
pecho de Julián. Y una premonición que hoy es su argumento: si los médicos abrían para
sacarla, Julián moría. Por eso para Benítez el problema “no se cura en el hospital.
Tenemos que volver al pueblo y pedir a Dios con la oración”. La asamblea del Consejo de
Ancianos y Guías Espirituales, realizada a principios de mes, sostuvo que “nosotros
somos un pueblo con derechos. Siempre queremos que sea como hace su mburuvicha (el
gobernador Carlos) Rovira, que nos pregunta qué queremos. Así queremos que todos los
Yuruá pregunten a nosotros cuando tiene que ver con nuestra gente”. Un decreto firmado
por Rovira en 2003 legaliza esta postura. El texto, que “reconoce al Consejo de Ancianos
y Guías Espirituales de la Nación Mbya Guaraní”, establece que “los Gobiernos deberán
consultar a los Pueblos Originarios sobre todo procedimiento susceptible de afectarlos
directamente”, de acuerdo con tratados internacionales.
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Comisión 01
El equipo médico del Gutiérrez evalúa que si Julián regresa a Pindó Poty sin pasar por el
quirófano va a morir irremediablemente. Para ellos, sólo al operarlo tendrán oportunidad
de salvarlo. “Dios cuando te hace nacer ya sabe cuánto vas a vivir”, consideró Benítez. El
Comité de Bioética del Gutiérrez está conformado por religiosos, antropólogos y
científicos. Desde hoy, tendrá que debatir sobre una cuestión cuyo destino, al parecer, ni
siquiera Dios conoce.
Los padres se negaban porque no querían que lo curara gente ajena a la comunidad. El
chico corría peligro de muerte. Ese fue el argumento de la jueza para ordenar la
operación. Ahora, el nene está mejor.
Berá —que significa brillante en lengua mbyá—, es un nene guaraní de tres años,
desnutrido y enfermo del corazón. Ayer, con intervención de la Justicia, fue operado con
éxito en el Hospital Gutiérrez de Buenos Aires. Sus padres se oponían a la intervención
porque no querían que fuera atendido por médicos ajenos a la aldea que habitan en la
selva misionera.
Los médicos le sacaron ayer al mediodía un tumor cardíaco y dijeron que su salud
evoluciona bien, pero hay que esperar 15 días para evaluar el resultado de la cirugía. "Si
no era intervenido no tenía ninguna posibilidad de sobrevida", aseguraron.
La operación finalmente comenzó ayer al mediodía y duró cinco horas, durante las cuales
Julián se mantuvo con circulación extra-corpórea.
El secretario de Salud porteño, Donato Spaccavento, explicó luego que "el tumor tenía
ocupado casi toda la aurícula derecha y casi todo el ventrículo izquierdo. Es un milagro
que hasta ahora todo haya salido bien".
Pablo Villalba, el "opyguá" y jefe espiritual de los 6.000 guaraníes que viven en Misiones,
visitó a Julián esta semana y se opuso terminantemente a la operación del chico.
El primer "choque cultural" —que los guaraníes consideraron una violación de sus
derechos— se produjo en Misiones. A mediados de junio, Crispín y Leonarda llevaron a su
hijo enfermo al Hospital de El Soberbio, 250 kilómetros al noreste de Posadas. Como
Julián no mejoraba, volvieron a su tribu de la selva, donde cazan, pescan y hacen
artesanías. Allí no hay luz ni agua potable y las casas son construidas con ramas y hojas.
El abogado Antón señaló que una funcionaria denunció a la pareja por falta de atención a
su hijo. Entonces, intervino la jueza Alegre, y el chico guaraní fue derivado al Hospital de
Pediatría de Posadas, donde se le diagnosticó una "cardiopatía congénita".
Ya en Buenos Aires, el caso fue debatido por el Comité de Bioética del Hospital de Niños
"Gutiérrez", la Comisión de Juristas Indígenas de la República Argentina y la Dirección de
Asuntos Guaraníes de Misiones. La salud de Julián se deterioró aún más en las últimas
dos semanas y se produjo entonces la decisión judicial, solicitada por las autoridades del
Gutiérrez.
Mientras esperaban el fin de la cirugía, el intérprete guaraní Germino Duarte y el agente
sanitario de una aldea misionera, Alejandro Méndez, pidieron oraciones por la salud de
Berá. "Que cada uno rece según sus creencias", propuso Duarte.
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Comisión 01
El director del Gutiérrez, Carlos Cánepa, señaló que el posoperatorio será más difícil por
el estado de desnutrición con el que Berá llegó al hospital. "Pienso en todos los chicos
que viven en la selva misionera, y de todas las comunidades aborígenes del país, sin
asistencia médica".