Insurrección de Junio de 1832 en París
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Revolución de 1874
Beligerantes
Gobierno Nacional
Comandantes
Fuerzas en combate
La revolución de 1874 en la República Argentina significó uno de los últimos intentos del
Partido Liberal de ese país, continuador ideológico y político del Partido Unitario, de imponerse
en el gobierno nacional. Su razón aparente fueron las prácticas fraudulentas en las elecciones
a diputados nacionales, pero muchos historiadores han afirmado que se trató solamente de
una excusa para lanzarse a la revolución. La derrota de los ejércitos de los
generales Bartolomé Mitre y José Miguel Arredondo selló la suerte del partido liberal, que
nunca recuperaría el poder frente a la hegemonía de más de 40 años del Partido Autonomista
Nacional.
Índice
• 1Antecedentes
• 2Estalla la revolución en Buenos Aires
• 3En el centro del país
• 4La Verde
• 5Santa Rosa
• 6Consecuencias
• 7Referencias
• 8Bibliografía
Antecedentes[editar]
La derrota del partido federal se completó en la Argentina con las victorias del gobierno
nacional, de claros antecedentes unitarios en dos campañas en las provincias: la primera fue
la del federalismo del interior, derrotada definitivamente con el fracaso de la Revolución de los
Colorados en 1868. La resistencia del interior cesó casi por completo con las dos derrotas
de Ricardo López Jordán, en 1871 y 1873.
Pero el partido liberal, gobernante, se había dividido en dos: uno que seguía a los líderes
provinciales y al vicepresidente Adolfo Alsina, llamado Partido Autonomista. El otro grupo, que
permaneció leal al expresidente Bartolomé Mitre y algunos seguidores del interior y a los
oficiales de origen Uruguayo de su ejército, pasó a la oposición a partir del comienzo del
gobierno de Domingo Faustino Sarmiento, en 1868. Durante este gobierno, los "liberales" se
mantuvieron enfrentados más retóricamente que en la práctica, debido a la Guerra del
Paraguay y a la Rebelión Jordanista. Pero cuando ésta fue totalmente vencida, en 1873,
comenzaron a enfrentarse más abiertamente.
Partidos de la Provincia de Buenos Aires antes de la federalización de la Ciudad de Buenos
Aires en 1880. En rojo la ciudad actual.
La Verde[editar]
Artículo principal: Batalla de La Verde
Mitre avanzaba hacia el norte, tratando de reunir sus tropas a las de Arredondo, ante la
imposibilidad de ocupar Buenos Aires con tropas tan mal armadas. En el arroyo Gualicho,
cerca de Las Flores, derrotaron al regimiento de milicias del coronel Liborio Muzlera. Desde
allí siguieron hacia el norte, esquivando a las tropas de Luis María Campos.
José C. Paz se trasladó con unos cuantos soldados hacia el Tuyú, donde se embarcó en las
naves rebeldes y pasó a Montevideo, donde pensaba reunir armas. En el camino había
logrado destruir un campamento del ejército nacional, pero en Montevideo fracasó
completamente. El 16 de noviembre, Obligado entregaba sus naves en esa misma ciudad.
Mientras tanto, Mitre se sacó de encima al cacique Cipriano Catriel y al Coronel Santiago
Avendaño; éstos fueron tomados prisioneros por el coronel Lagos y los entregó al hermano de
Catriel Juan José Catriel, que los hizo asesinar y asumió el mando de su tribu.
El ejército de Mitre siguió avanzando hacia el norte al frente de sus casi 5.000 hombres. Al
llegar cerca de Chivilcoy, se enteró de que el teniente coronel José Inocencio Arias se había
atrincherado en la estancia La Verde, cerca de Nueve de Julio, al frente de 900 hombres del
Regimiento 6 de infantería de línea, y armados con fusiles Rémington. Mitre podía pasar de
largo, seguro de que no podrían perseguirlo con solo infantería, pero decidió no dejar
enemigos a su espalda: se dirigió a La Verde e intimó rendición a Arias. Arias había preparado
la estancia, con cercos y zanjas, para resistir un asalto desde cualquier dirección.
Compensaba su debilidad numérica con una mayor capacidad de fuego, la excelente posición
defensiva, y la disciplina profesional de sus soldados del Regimiento 6 de infantería de línea.
De modo que rechazó la exigencia de Mitre.
El 26 de noviembre, Mitre ordenó un ataque en masa de su caballería, pero tras cuatro horas
de lucha, perdió unos 260 hombres, incluyendo varios oficiales superiores, entre los cuales el
más destacado fue el coronel Borges, de quien se dice que se hizo matar al ver que eran
derrotados.1
Los oficiales de Mitre habían vencido a todos los caudillos federales por su superioridad en la
infantería; ahora eran vencidos por la misma razón.
La derrota obligó a Mitre a seguir su camino con su ejército completamente desmoralizado,
hasta rendirse el 3 de diciembre en Junín. Las condiciones que exigió Mitre, de correr él solo
con toda la responsabilidad, fueron dejadas de lado. Los oficiales de Mitre fueron arrestados y
dados de baja del ejército.
Santa Rosa[editar]
Arredondo exigió al gobernador sanjuanino Gómez que se uniera a la revolución. Ante su
negativa, ocupó San Juan el 3 de noviembre y nombró gobernador al unitario Sandalio
Echevarría. Reunió contribuciones, requisó fondos de la Aduana, y aumentó sus efectivos.
Por su parte, Roca lo seguía de lejos, reuniendo todos los refuerzos que podía. Al saber que
este estaba por entrar en Mendoza, Arredondo regresó al lugar de la batalla anterior, Santa
Rosa. Allí adoptó una posición fortificada, inundando además el campo en que debía
maniobrar Roca; este llegó frente a la posición de su enemigo, pero no atacó de frente, sino
que estudió detenidamente el campo de batalla. Con la más absoluta lógica, se negó a atacar
de frente. Justamente al revés de lo que había hecho Mitre.
Esa noche, un baqueano guio las fuerzas de Roca por el único sendero que podía esquivar la
posición de los revolucionarios. Estos estaban demasiado confiados para creer que eso se
pudiera hacer.
A la mañana siguiente, 7 de diciembre, Roca atacó por la retaguardia enemiga, sorprendiendo
a las fuerzas de Arredondo en la segunda batalla de Santa Rosa. Pese a que se defendieron
valientemente, fueron pronto superadas por las leales al gobierno. Roca encontró al
desorientado Arredondo, que aún creía que el grueso de las fuerzas enemigas atacarían por el
frente, y lo obligó a rendirse. La totalidad de las fuerzas vencidas fueron tomadas prisioneras o
muertas.
Arredondo fue sometido a consejo de guerra, pero ante las amenazas de que podría ser
fusilado fue liberado y huyó a Chile. Se dijo que fue el mismo Roca quien lo ayudó a huir.2
Consecuencias[editar]
Con la rendición de Mitre la revolución estaba totalmente vencida y la derrota final de
Arredondo terminaba de cerrar el episodio que costó cerca de 5.000 vidas.3 Avellaneda fue
reconocido universalmente como presidente, y el Partido Autonomista Nacional pudo gobernar
sin sobresaltos y mantener de hecho su hegemonía, a pesar de cuatro revoluciones en su
contra, hasta 1916.
Las indecisiones de Mitre, la traición de Taboada, la incapacidad para reunir sus fuerzas y
controlar la marina, la decisión de no marchar sobre Buenos Aires o iniciar allí un foco de la
revolución fueron algunas de las causas del fracaso del movimiento. Las diferencias en
organización y armamento fueron otras. El embajador norteamericano Thomas Osborn en su
informe manifestaría que el movimiento revolucionario había sido "vencido por el ferrocarril, el
telégrafo y los Remington". En efecto, durante la revolución de 1874 el control de la red de
telegrafía eléctrica para su uso político y militar ya era una prioridad, siendo la primera
campaña militar en que las operaciones se basaron en su uso. Ya el 28 de septiembre cuando
Julio Argentino Roca se encontraba en Villa María y era nombrado comandante de los
Ejércitos del Norte, mantuvo una larga conferencia telegráfica con Sarmiento para establecer
el plan de campaña. Pero esto era reconocido por ambos bandos. Una de las primeras
medidas del general revolucionario José Miguel Arredondo fue poner gente de confianza a
operar el telégrafo, justificada rápidamente cuando Sarmiento enviaba un telegrama el 23 de
septiembre ordenando a su subordinado Teófilo Ivanowsky que lo vigilara en previsión del
cercano estallido revolucionario.4 Cuando el general Rivas marchó sobre Chivilcoy, una de sus
medidas fue despachar una columna al mando del sargento mayor Pedro Michemberg para
cortar las comunicaciones del gobierno cortando los hilos telegráficos e inutilizando las vías
del ferrocarril del Oeste.