Insurrección de Junio de 1832 en París

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 7

Revolución de 1874

Ir a la navegaciónIr a la búsqueda

Revolución de 1874

Parte de Guerras civiles argentinas

Ocupación de la Casa de Gobierno por las tropas, Buenos Aires


(L'Illustration, Vol. LXIV, nº 1.660, 19/12/1874).

Fecha 18 de julio de 1874-7 de diciembre de 1874

Lugar Buenos Aires, Argentina

Casus belli Victoria electoral de Avellaneda

Resultado Victoria Autonomista, hegemonía en el


poder por más de 40 años

Beligerantes

Ejército Liberal Ejército Autonomista


Nacional

Gobierno Nacional

Comandantes

Bartolomé Mitre Domingo F. Sarmiento


José Miguel Arredondo Nicolás Avellaneda
Julio Argentino Roca
José Inocencio Arias

Fuerzas en combate

más de 5.000 hombres 2.500 hombres (Buenos


Aires)
900 hombres(La Verde)
4.500 hombres(Santa Rosa)
Bajas

casi 5.000 muertos 200 muertos

[editar datos en Wikidata]

La revolución de 1874 en la República Argentina significó uno de los últimos intentos del
Partido Liberal de ese país, continuador ideológico y político del Partido Unitario, de imponerse
en el gobierno nacional. Su razón aparente fueron las prácticas fraudulentas en las elecciones
a diputados nacionales, pero muchos historiadores han afirmado que se trató solamente de
una excusa para lanzarse a la revolución. La derrota de los ejércitos de los
generales Bartolomé Mitre y José Miguel Arredondo selló la suerte del partido liberal, que
nunca recuperaría el poder frente a la hegemonía de más de 40 años del Partido Autonomista
Nacional.

Índice

• 1Antecedentes
• 2Estalla la revolución en Buenos Aires
• 3En el centro del país
• 4La Verde
• 5Santa Rosa
• 6Consecuencias
• 7Referencias
• 8Bibliografía

Antecedentes[editar]
La derrota del partido federal se completó en la Argentina con las victorias del gobierno
nacional, de claros antecedentes unitarios en dos campañas en las provincias: la primera fue
la del federalismo del interior, derrotada definitivamente con el fracaso de la Revolución de los
Colorados en 1868. La resistencia del interior cesó casi por completo con las dos derrotas
de Ricardo López Jordán, en 1871 y 1873.
Pero el partido liberal, gobernante, se había dividido en dos: uno que seguía a los líderes
provinciales y al vicepresidente Adolfo Alsina, llamado Partido Autonomista. El otro grupo, que
permaneció leal al expresidente Bartolomé Mitre y algunos seguidores del interior y a los
oficiales de origen Uruguayo de su ejército, pasó a la oposición a partir del comienzo del
gobierno de Domingo Faustino Sarmiento, en 1868. Durante este gobierno, los "liberales" se
mantuvieron enfrentados más retóricamente que en la práctica, debido a la Guerra del
Paraguay y a la Rebelión Jordanista. Pero cuando ésta fue totalmente vencida, en 1873,
comenzaron a enfrentarse más abiertamente.
Partidos de la Provincia de Buenos Aires antes de la federalización de la Ciudad de Buenos
Aires en 1880. En rojo la ciudad actual.

Lógicamente, la primera causa de enfrentamiento serían las elecciones presidenciales: el


mandato de Sarmiento terminaba en octubre de 1874. Los seguidores de Mitre decidieron dar
batalla en algunas provincias, pero claramente la clave era la provincia de Buenos Aires, la
más grande y aquella en la que tenían un apoyo más notable. Era su gobernador Mariano
Acosta, autonomista, por lo que allí se daría la batalla electoral decisiva.
El 1 de febrero de 1874 se realizaron las elecciones para diputados nacionales en Buenos
Aires. Los candidatos mitristas eran Eduardo Costa, José María Gutiérrez y Norberto Quirno
Costa, entre otros. Por el Partido Autonomista iban monseñor León Federico Aneiros, obispo
de Buenos Aires, Leandro N. Alem, Carlos Pellegrini, Bernardo de Irigoyen… Los mitristas
anunciaron que habían vencido en todos los distritos, pero que el fraude electoral le había
arrebatado algunos. Unas semanas más tarde, la legislatura porteña aceptaba las
modificaciones de las autoridades electorales a las actas y proclamó la victoria del Partido
Autonomista.
Ante la evidente comisión de fraude, y — olvidándose de que ellos mismos habían organizado
fraudes contra sus opositores en Buenos Aires y otras provincias — los mitristas anunciaron
que se desconocían las elecciones y a los diputados surgidos de ellas.
Pero no se levantaron contra el gobierno, porque todavía faltaban las elecciones de
presidente; éstas se realizaron el 12 de abril. Los autonomistas ganaron en casi todas las
provincias, menos en Buenos Aires, San Juan y Santiago del Estero. Por 146 electores contra
79, fue declarado presidente Nicolás Avellaneda, acompañado por Mariano Acosta.
Entonces sí, Mitre y sus partidarios se lanzaron a la conspiración abierta, desconociendo
incluso la autoridad presidencial de Avellaneda; que, dicho sea de paso, poco tenía que ver
con las elecciones de diputados en Buenos Aires.
Mitre mismo no estaba convencido, y pidió que no hubiera alzamientos antes del 12 de
octubre, fecha en que debía asumir Avellaneda. Semanas más tarde, anunció que
"La peor de las votaciones legales vale más que la mejor de las revoluciones"
Pero el 18 de julio, cuando la Cámara de Diputados aprobó las elecciones de diputados
porteños, se pronunció por la revolución. El resto de la conspiración se desarrolló sin Mitre,
dirigida políticamente por Eduardo Costa, Rufino de Elizalde y Norberto Quirno Costa. A favor
de Mitre se esperaba que se pronunciaran los gobiernos de Corrientes, San Luis, Santiago del
Estero y San Juan. Pero la mayor parte del éxito se esperaba de las milicias de los pueblos de
la provincia de Buenos Aires.

Estalla la revolución en Buenos Aires[editar]


El presidente Sarmiento sabía que se tramaba una revolución, por lo que decidió alejar a los
jefes mitristas de las fuerzas que los podrían seguir. Ordenó al coronel Francisco
Borges entregar las tropas de su mando; obligado por el compromiso de respetar al presidente
que consideraba legal, Borges las entregó. Pero cuando ordenó al comandante Erasmo
Obligado entregar su nave, este inició la revolución. Era el 23 de septiembre: no habían
esperado a la salida de Sarmiento.
Las dos naves al mando de Obligado se trasladaron al centro del río de la Plata. Al día
siguiente, el diario de José C. Paz, La Prensa, anunció el inicio de la revolución. Ese mismo
día, Mitre se trasladó al Uruguay.
Los jefes de la revolución en Buenos Aires se trasladaron al interior de la provincia, dedicados
a reunir las milicias de gauchos de las estancias. Entre los civiles que se trasladaron al interior
se contaban Paz, Estanislao Zeballos y Francisco Ramos Mejía . Los jefes militares solicitaron
la baja antes de reunirse al embrión de ejército rebelde: eran los generales Ignacio
Rivas y Juan Andrés Gelly y Obes, los coroneles Boerr, Julián Murga y Francisco Borges. Este
último fue el único que esperó al 12 de octubre.
Los jefes del ejército nacional eran los generales Martín de Gainza y Julio de Vedia, y los
coroneles Julio y Luis María Campos, que se limitaron a tratar de ubicar al ejército de Rivas,
sin poderlo acorralar. Este se retiró hacia el sur de la provincia, combatiendo en una serie de
encuentros menores, en que la ventaja estuvo en general del lado del "ejército constitucional"
de Rivas.
Tras reunir todos los grupos del ejército, este avanzó hacia el Tuyú (actual General Lavalle),
donde desembarcó el general Mitre, que se puso al frente del improvisado pero numeroso
ejército. Pocos días después, lanzaba una proclama explicando su posición. Sarmiento la
refutó por medio de la prensa el mismo día que la recibió.
Desde allí avanzó hacia Tandil. Sus tropas eran algo más de 5.000 hombres, casi todos de
caballería, y con la infantería armada con fusiles anticuados y en mal estado. Llevaba,
además, unos mil auxiliares indígenas.

En el centro del país[editar]


El general José Miguel Arredondo, veterano de las luchas contra los federales — aunque de
origen uruguayo — era el líder de la revolución en el interior. Sublevó la frontera sur de
la provincia de Córdoba, acto en que causó la muerte de su superior, el general Teófilo
Ivanowski. Tras asegurarse la alianza del gobernador de San Luis, Lindor Quiroga, se dirigió
hacia el norte. En su búsqueda salió el coronel Julio Argentino Roca, con las escasas fuerzas
que logró trasladar desde Villa María. Ante la superioridad numérica y de armamento de
Arredondo, Roca lo dejó pasar hacia Córdoba. Arredondo ocupó la ciudad, donde aprovisionó
generosamente a sus tropas y logró incorporar algunos soldados útiles.
Pero ocupar la ciudad de Córdoba no significaba mucho, si eso lo alejaba de las fuerzas
rebeldes de Buenos Aires. Es que había ido a buscar la alianza del caudillo
santiagueño Antonino Taboada. Fuera por una antipatía personal, o porque no quería dejarle
el mando a Arredondo, Taboada le negó toda ayuda.
De modo que Arredondo partió el 7 de octubre nuevamente hacia el sur, buscando la ayuda
de Quiroga o la unión con el ejército de Mitre. Roca maniobró cuidadosamente,
interponiéndose entre las fuerzas rebeldes y los caminos a Buenos Aires, de modo que
Arredondo llevó su ejército a San Luis.
Desde allí partió hacia el oeste al frente de 2.500 hombres, entre los cuales iban los ex
gobernadores puntanos Juan Barbeito y Quiroga, y el gobernador José Rufino y Sosa.
Se dirigió hacia la provincia de Mendoza, sin que quedara nada claro qué buscaba allí que
sirviera a una revolución que intentaba atacar al gobierno nacional. Al entrar a Mendoza le
salió al cruce el jefe de las milicias mendocinas, teniente coronel Amaro Catalán, que fue
rápidamente vencido en la primera batalla de Santa Rosa, el 29 de octubre, y pagó su lealtad
al gobierno con la muerte en combate.
El gobernador Francisco Civit huyó a Chile, y Arredondo ocupó la capital mendocina.

La Verde[editar]
Artículo principal: Batalla de La Verde

Mitre avanzaba hacia el norte, tratando de reunir sus tropas a las de Arredondo, ante la
imposibilidad de ocupar Buenos Aires con tropas tan mal armadas. En el arroyo Gualicho,
cerca de Las Flores, derrotaron al regimiento de milicias del coronel Liborio Muzlera. Desde
allí siguieron hacia el norte, esquivando a las tropas de Luis María Campos.
José C. Paz se trasladó con unos cuantos soldados hacia el Tuyú, donde se embarcó en las
naves rebeldes y pasó a Montevideo, donde pensaba reunir armas. En el camino había
logrado destruir un campamento del ejército nacional, pero en Montevideo fracasó
completamente. El 16 de noviembre, Obligado entregaba sus naves en esa misma ciudad.
Mientras tanto, Mitre se sacó de encima al cacique Cipriano Catriel y al Coronel Santiago
Avendaño; éstos fueron tomados prisioneros por el coronel Lagos y los entregó al hermano de
Catriel Juan José Catriel, que los hizo asesinar y asumió el mando de su tribu.
El ejército de Mitre siguió avanzando hacia el norte al frente de sus casi 5.000 hombres. Al
llegar cerca de Chivilcoy, se enteró de que el teniente coronel José Inocencio Arias se había
atrincherado en la estancia La Verde, cerca de Nueve de Julio, al frente de 900 hombres del
Regimiento 6 de infantería de línea, y armados con fusiles Rémington. Mitre podía pasar de
largo, seguro de que no podrían perseguirlo con solo infantería, pero decidió no dejar
enemigos a su espalda: se dirigió a La Verde e intimó rendición a Arias. Arias había preparado
la estancia, con cercos y zanjas, para resistir un asalto desde cualquier dirección.
Compensaba su debilidad numérica con una mayor capacidad de fuego, la excelente posición
defensiva, y la disciplina profesional de sus soldados del Regimiento 6 de infantería de línea.
De modo que rechazó la exigencia de Mitre.
El 26 de noviembre, Mitre ordenó un ataque en masa de su caballería, pero tras cuatro horas
de lucha, perdió unos 260 hombres, incluyendo varios oficiales superiores, entre los cuales el
más destacado fue el coronel Borges, de quien se dice que se hizo matar al ver que eran
derrotados.1
Los oficiales de Mitre habían vencido a todos los caudillos federales por su superioridad en la
infantería; ahora eran vencidos por la misma razón.
La derrota obligó a Mitre a seguir su camino con su ejército completamente desmoralizado,
hasta rendirse el 3 de diciembre en Junín. Las condiciones que exigió Mitre, de correr él solo
con toda la responsabilidad, fueron dejadas de lado. Los oficiales de Mitre fueron arrestados y
dados de baja del ejército.

Santa Rosa[editar]
Arredondo exigió al gobernador sanjuanino Gómez que se uniera a la revolución. Ante su
negativa, ocupó San Juan el 3 de noviembre y nombró gobernador al unitario Sandalio
Echevarría. Reunió contribuciones, requisó fondos de la Aduana, y aumentó sus efectivos.
Por su parte, Roca lo seguía de lejos, reuniendo todos los refuerzos que podía. Al saber que
este estaba por entrar en Mendoza, Arredondo regresó al lugar de la batalla anterior, Santa
Rosa. Allí adoptó una posición fortificada, inundando además el campo en que debía
maniobrar Roca; este llegó frente a la posición de su enemigo, pero no atacó de frente, sino
que estudió detenidamente el campo de batalla. Con la más absoluta lógica, se negó a atacar
de frente. Justamente al revés de lo que había hecho Mitre.
Esa noche, un baqueano guio las fuerzas de Roca por el único sendero que podía esquivar la
posición de los revolucionarios. Estos estaban demasiado confiados para creer que eso se
pudiera hacer.
A la mañana siguiente, 7 de diciembre, Roca atacó por la retaguardia enemiga, sorprendiendo
a las fuerzas de Arredondo en la segunda batalla de Santa Rosa. Pese a que se defendieron
valientemente, fueron pronto superadas por las leales al gobierno. Roca encontró al
desorientado Arredondo, que aún creía que el grueso de las fuerzas enemigas atacarían por el
frente, y lo obligó a rendirse. La totalidad de las fuerzas vencidas fueron tomadas prisioneras o
muertas.
Arredondo fue sometido a consejo de guerra, pero ante las amenazas de que podría ser
fusilado fue liberado y huyó a Chile. Se dijo que fue el mismo Roca quien lo ayudó a huir.2

Consecuencias[editar]
Con la rendición de Mitre la revolución estaba totalmente vencida y la derrota final de
Arredondo terminaba de cerrar el episodio que costó cerca de 5.000 vidas.3 Avellaneda fue
reconocido universalmente como presidente, y el Partido Autonomista Nacional pudo gobernar
sin sobresaltos y mantener de hecho su hegemonía, a pesar de cuatro revoluciones en su
contra, hasta 1916.
Las indecisiones de Mitre, la traición de Taboada, la incapacidad para reunir sus fuerzas y
controlar la marina, la decisión de no marchar sobre Buenos Aires o iniciar allí un foco de la
revolución fueron algunas de las causas del fracaso del movimiento. Las diferencias en
organización y armamento fueron otras. El embajador norteamericano Thomas Osborn en su
informe manifestaría que el movimiento revolucionario había sido "vencido por el ferrocarril, el
telégrafo y los Remington". En efecto, durante la revolución de 1874 el control de la red de
telegrafía eléctrica para su uso político y militar ya era una prioridad, siendo la primera
campaña militar en que las operaciones se basaron en su uso. Ya el 28 de septiembre cuando
Julio Argentino Roca se encontraba en Villa María y era nombrado comandante de los
Ejércitos del Norte, mantuvo una larga conferencia telegráfica con Sarmiento para establecer
el plan de campaña. Pero esto era reconocido por ambos bandos. Una de las primeras
medidas del general revolucionario José Miguel Arredondo fue poner gente de confianza a
operar el telégrafo, justificada rápidamente cuando Sarmiento enviaba un telegrama el 23 de
septiembre ordenando a su subordinado Teófilo Ivanowsky que lo vigilara en previsión del
cercano estallido revolucionario.4 Cuando el general Rivas marchó sobre Chivilcoy, una de sus
medidas fue despachar una columna al mando del sargento mayor Pedro Michemberg para
cortar las comunicaciones del gobierno cortando los hilos telegráficos e inutilizando las vías
del ferrocarril del Oeste.

También podría gustarte