Metanoia (R.D. Laing)

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METANOIA: ALGUNAS EXPERIENCIAS EN KINGSLEY HALL, LONDRES.

(1)

R.D. Laing.

En esta Conferencia se me pidió que hiciese, más bien que dos improvisaciones, una
presentación formal. Lo que sigue es una transcripción editada.

He aquí dos hipótesis.

1. Cualquier cosa que sea lo que clínicamente se diagnostica como esquizofrenia aguda o
como crisis esquizofreniforme, puede ser también un recurso del que un ser humano
se vale cuando todo lo demás parece imposible (2) .
2. Si el escenario y el marco pueden ser cambiados (a partir del hospital mental
modelo) la experiencia puede transformarse hasta el punto de que ya no necesite
ser considerada como algo “psicótico” en absoluto. Permítaseme que establezca una
analogía.

El LSD-25 fue considerado, originalmente, como una sustancia psicótico-mimética. Yo pienos


que esta excursión de seis a doce horas, bioquímicamente inducida, tiene su equivalente
análogo natural en lo que sugiero que se llame un viaje metanoico (de metanoia: cambio
de mente). La naturaleza del viaje metanoico puede ser “buena” o “mala”, dependiendo
en gran medida del escenario y del marco. Los hospitales mentales, ipso facto, definen este
viaje como locura per se y lo tratan en consecuencia. El marco de una clínica psiquiátrica y de
un hospital mental promueve en el “staff” y en los pacientes el escenario mejor proyectado
para convertir el viaje metanoico, de un viaje de descubrimiento dentro de sí mismo, de
carácter potencialmente revolucionario y con un resultado potencialmente liberador, en una
catástrofe: en un proceso patológico del que la persona necesita ser curada.

Nosotros preguntábamos: ¿qué ocurriría si comenzásemos cambiando nuestro escenario y


nuestro marco, para considerar lo que estaba sucediendo como un potencial proceso curativo,
a través del cual la persona puede ser conducida idealmente, y duratne el cual es protegida?
Esencialmente, es muy simple. Pero, en la práctica, son tantos los tabúes predominantes en
nuestra cultura, que es muy difícil establecer y mantener en funcionamiento un lugar en que
puedan ser comprobadas las hipótesis expuestas. En una medida limitada, nosotros hemos
conseguido establecer tres de esos lugres en Londres en los últimos tres años. Yo no sé de
ningún lugar comparable en ninguna otra parte. Pero la teoría está “en el aire”. Un importante
número de contemporáneos nuetros está pensando de acuerdo con las mismas líneas. Que
la falta de una revista de literatura contemporánea no nos induzca a ninguna pretensión de
prioridad teórica (3).

¿Dónde está la esquizofrenia? La respuesta tradicional es que la esquizofrenia está en unas


personas más bien que en otras, en sus mentes o en sus cuerpos o en su estilo de vida. Esta
respuesta, sin embargo, puede formar parte de un proceso social que por sí mismo genera
la esquizofrenia que nos proponemos curar. La “esquizofrenia”, para adoptar una posición
nominalista, es un conjunto de atribuciones que determinadas personas expertas en hacer
este conjunto de atribuciones establecen acerca de otras personas. Las personas que hacen
este conjunto de atribuciones tienen que demostrar que tal conjunto se refiere a algo real. Mi
conclusión de los testimonios conseguidos hasta la fecha es que no lo han hecho así.

Mientras tanto, podemos hacernos determinadas preguntas. Esas personas, ¿en qué
circunstancias hacen entrar en juego este conjunto de atribuciones en relación con otras
personas? La etiología de la esquizofrenia viene a ser la etiología de este conjunto de
atribuciones. Como los Psiquiatras en particular hacen ese conjunto de atribuciones, parece
que ellos sufren “esquizofrenia” por lo menos tanto como las personas a quienes se hace ese
conjunto de atribuciones. ¿En qué situaciones sociales, mediante qué relaciones personales
se reinventa este conjunto de atribuciones? Los psiquiatras y los psicoanalistas suelen decir
que se ve que (la esquizofrenia) está presente en un paciente, cuando otra persona empieza
a comportarse de un modo que manifiesta los síntomas de la esquizofrenia que inducen a los
psiquiatras a hacer ese diagnóstico. Esto es un círculo vicioso. Da por demostrada la cuestión,
en cuanto la cuestión se plantea. La pregunta es ¿en qué circunstancias piensa un psiquiatra
que alguien está sufriendo de esa condición que este conjunto de atribuciones define? Para
nosotros, por el contrario, la etiología de la esquizofrenia tiene que buscarse a través de
estudios de situaciones sociales, de las circunstancias sociales en que esta atribución ha
entrado en juego. Y ha entrado en juego, cuando ha surgido una peculiar disyunción, por la
que, eventualmente, por lo menos dos seres humanos – un psiquiatra y paciente- se enfrentan
entre sí, a través de un complejísimo fracaso o conjunto de fracasos de comunicación.

No es posible, dentro del marco de esta presentación, entrar en detalles acerca de lo que este
fracaso de comunicación es. Mencionaré solamente alguno de sus aspectos. Ene l momento en
que alguien, ya sea niño o adulto, ha venido a ver a uno de nosotros, ya una cierta cantidad de
gente ha observado que esta persona manifiesta alguna forma de desviación, o de alienación,
o de inquietud; algo que hace suponer que está perturbado. En el momento en que acude
a nosotros, hay ya un enorme abismo a través del cual observamos a un individuo que se
mueve demasiado deprisa o demasiado lentamente, o excesivamente o muy poco, o que
habla demasiado o casi nada, o que emplea una manera de hablar que parece propia de
otros. En este momento, es probable que esta persona esté tratando de decirnos algo que
no es lo que nosotros esperamos que diga una persona sana. Por ejemplo, a nosotros puede
parecernos que está “enfermo”, de alguna forma, y él trata de decirnos muchas veces que no
lo está. Esto se convierte en una manifestación más de su enfermedad, es decir, que carece del
discernimiento necesario para saber que está enfermo.

Si usted está enfermo desde nuestro punto de vista, y usted no piensa que lo está desde su
punto de vista, ése es un nuevo síntoma de que usted está enfermo. Si usted ha perdido el
juicio, no tiene el juicio necesario para poder apreciar su pérdida. Así, pues, un nuevo síntoma
del hecho de que usted ha perdido el juicio es el de que usted no piensa que lo ha perdido.
Usted no cree que necesite ningún tratamiento, porque usted no ha perdido su juicio. Pero
esto indica que lo ha perdido. Que usted no se sienta enfermo significa que lo está. El
tratamiento de un estado que, desde su punto de vista de esquizofrénico, es inexistente
constituirá para usted una intrusión, una violación de su integridad, una persecución.
Considerará como una persecución nuestros bienintencionados y humanitarios esfuerzos, y
nuestra solicitud le parecerá una conspiración o una burla amañada. Entonces, será usted
también un paranoico, porque está interpretando los esfuerzos mejor intencionados de

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quienes sólo tratan de ayudarle, como un complot especialmente insidioso para destruirle.
Ingresará usted en un hospital, por una enfermedad inexistente, y se le meterá en la cama,
cuando usted se encuentra completamente bien. Se toma su estatura (no hay duda de que se
le mide para el ataúd), se le toma el peso y luego se le pide que reste 7 de 100, a lo que usted
responde “No creo que sea bueno hacer las cosas para atrás”. Entonces, usted produce la
impresión de que es un homosexual y, naturalmente, tiene que estar sometido a algún
simbólico déficit afectivo-cognoscistivo, cuando no dice 93. En este momento, las múltiples
disyunciones entre los dos o más grupos de personas son enormes, y tenemos un
esquizofrénico precoz típico, con tendencia depresiva, que tan pronto se ríe ante un asunto
muy serio porque piensa que es una burla preparada, como lo toma de un modo
tremendamente serio y con un enorme azoramiento porque piensa que, probablemente, se
trata de una conspiración mortal contra él; un hombre que no tiene conciencia del hecho de
que está enfermo, y que no muestra ninguna gratitud, etc.. por todo lo que se ha hecho en su
favor

¿Qué podemos hacer en esta situación? Algunos de nosotros, en Londres, hemos fundado
un cierto número de casas en las que no representamos nuestro papel en el juego de decir
que no somos uno de ellos o uno de ustedes. Hemos cambiado el modelo. Alguien se halla
comprometido en una desesperada estrategia de liberación, dentro de la situación microsocial
en que se encuentra. Nosotros tratamos de seguís y asistir al movimiento de lo que se
llama “un agudo episodio esquizofrénico”, en lugar de detenerlo.

Hay un buen número de esos movimientos, ante los que nuestra sociedad reacciona casi con
terror y muchas veces con horror. El más evidente de ellos es el movimiento de regresión.
Uno puede “ir hacia delante”, estar “fuera de sí”, pertenecer a una clase social o a otra, dar
vueltas en círculos, o incluso permanecer en la misma posición; pero si alguien, en un sentido
existencial, tiene que dar media vuelta y retroceder, no hay ningún sitio, prácticamente,
donde pueda estar. Yo no sé si en Francia hay algún sitio a donde usted pueda ir, si quiere,
simplemente, dar saltos, o entregarse a un estado de indiferencia o de apartamiento, y donde
esa actitud sea respetada y no sea considerada, necesariamente, como patológica; donde unas
peonas intenten guiarle a usted a través de esa situación, si usted necesita guía, y protegerle
mientras se realiza esa transición.

Yo he visto a un buen número de personas recorrer los diferentes grados de este camino, en
los lugares que nosotros tenemos en Londres.

Intentaré desarrollar, un poco más adelante, el concepto de transformación de un carácter


potencialmente liberador. He sugerido el termino metanoia. Es un término tradicional. Es el
término del Nuevo Testamento griego, traducido al inglés como rependance y al francés como
conversión. Literalmente, significa: un cambio de mente.

Algunos cambios de mente están prohibidos. A la persona se le da un “tratamiento”. Más claro


sería decir que se le castiga con un “tratamiento”. Si hemos de permitir que tales cambios se
produzcan, sabemos que tenemos que consentir cambios de una naturaleza complementaria
o recíproca dentro de nosotros mismos. Un cambio en una persona cambia la relación entre
esa persona y lo otros y, en consecuencia, cambia también a los otros, a menos que resistan al
cambio encastillándose en una postura profesional congelada. No basta pensar, sencillamente,

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de una persona sola que está experimentando un movimiento regresivo, por ejemplo. La
teorización psicoanalítica es muy dada a aislar movimientos dentro de una persona sola.
Todo cambio de este tipo en una persona sola es producido por determinados hechos en
el campo social, y, a su vez, los produce también. Toda transformación de una persona
provoca transformaciones correspondientes en los otros. Pero nosotros tenemos estrategias
de exclusión y de aislamiento altamente desarrolladas para prevenir tales eventualidades.
Esto implica la amenaza de una micro-revolución. Las posibilidades de revolución están
presentádnose constantemente, y las fuerzas de la contrarrevolución y de la reacción son muy
poderosas. La mayor parte de las revoluciones microsociales de este tipo son “cortadas en
flor”.

El movimiento de vuelta atrás (Regresión) es uno de los más obstaculizados. En Londres, en


el Reino Unido y en los Estados Unidos, no hay, prácticamente, ningún sitio donde alguien
pueda volver atrás (regresar), sin que esto –en el mejor de los casos quizá- sea difícilmente
tolerado, como un proceso patológico que podemos estar dispuestos a perdonar un tanto, si
está “al servicio del ego”. Casi siempre ese considera, fundamentalmente, como un defecto,
una defensa, un retraimiento, alguna falta de valor, una retirada del presente al pasado. ¿Qué
puede ocurrir si dejamos que una perona vuelva atrás? He aquí un ejemplo.

Una señora que se encuentra en Kingsley Hall llegó allí, hace unos dos años y medio. Era
matrona ayudante en un hospital general; un tipo de sargento mayor de un regimiento
femenino: un aya eficiente, rígida, organizada, dedicada a su trabajo en un hospital general.
Había empezado a creer, según dijo, que se había perdido en algún momento de su vida.
Ella no sabía exactamente cuándo pero creía que había sido hacía mucho tiempo. Creía que
tenía que volver atrás, hasta donde se había perdido, a fin de encontrarse de nuevo, y que
solamente volviendo atrás podría encontrarse a sí misma y ser capaz de vivir de un modo
que no fuese falso. Unos pocos días después de su llegada a Kingsley Hall, estaba regresando
muy considerablemente, de un modo que yo no he visto nunca hacer a nadie. Conservaba
todavía su trabajo en el hospital, que se encontraba, aproximadamente, a una hora de
camino. Iba a trabajar, volvía, se quitaba sus vestidos, y se acostaba en un colchón sobre el
suelo, y era incontinente, durante la noche, en cuanto a orina y defecaciones; se levantaba,
tomaba un baño, y se iba, de nuevo a su trabajo, a las seis de la mañana, y cumplía sus
deberes como matrona ayudante. Hizo esto durante algunas semanas y después escribió una
carta perfectamente convencional, diciendo que necesitaba ausentarse de sus deberes por
algún tiempo. Se aceptó su petición. Permaneció en Kingsley Hall, y en seguida entró en una
completa regresión. Cuando volvió atrás, se convirtió en un ser completamente desvalido,
hasta el punto de que tenía que ser alimentada con un biberón cada dos o tres horas. Era el
único alimento que quería tomar. Se cubría con sus propias defecaciones, y yacía en medio de
un extraordinario revoltillo. Es fácil hablar de esto, pero no era fácil vivirlo.

Adelgazó, hasta convertirse casi en un montón de huesos. Dejó de hablar y no podía


sostenerse en pie. Cuando estaba ya extremadamente débil, tuvo una hemorragia uterina, por
lo que fue ingresada en el hospital. Nadie encontró la causa de aquello. En el hospital, hacía
defecaciones compactas, que tenían que serle sacadas digitalmente. Cuando le pregutnamos
si todo iba bien, ella dijo que sí, que quería continuar. El Dr. Berke, que hoy está aquí, la vio
regularmente durante unos dos años, y con otras personas, ayudó a cuidarla. Esta tarde, él

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podría dar a ustedes más detalles, si fuera necesario. Según el informe de la paciente, ella
regresó hasta antes de haber nacido. Y decía, además, que quería regresar incluso hasta
antes de tener forma humana. En el punto más extremo a que regresó , quería que nosotros
nos encargásemos de su cuero completamente, quería entregarnos su cuero, a fin de que
viésemos que el alimento entraba y que las defecaciones salían. Ni siquiera quería tener que
defecar. Quería abandonar su cuerpo completamente. Al mirarla en aquel tiempo, parecía
como si ya lo hubiera hecho así, en buena medida. Su cuerpo, a veces, estaba muy frío. Parecía
ir acercándose a un estado muy próximo a la muerte física real. Si se llega a permitir que este
tipo de cosas ocurran, puede tener que afrontarse el riesgo de la persona que se acerca mucho
a la muerte física, tanto como a la muerte en un sentido simbólico. Según ella y otros, este
movimiento regresivo puede ir no sólo hasta la infancia, no sólo hasta el pre-nacimiento, sino
hasta la pre-encarnación. En qué sentido deben entenderse estas expresiones, es cuestión en
la que, de momento, no me detendré. Desde luego, la regresión puede ser considerada por
la gente como un retorno a la concepción (no sólo a los primeros años o meses de existencia
extra-uterina, o incluso al nacimiento), antes de que puedan dar media vuelta de nuevo y
avanzar una vez más.

Podemos llamar al movimiento hacia delante neo-génesis, un nuevo movimiento hacia


delante, sobre cuyos principios y métodos sabemos muy poco. Parece que es, en conjunto,
mucho más rápido que la regresión: yo he visto a personas volver al tiempo presente,
recorriendo años, en horas, días, semanas. Aquella mujer volvió, en un período de cinco a seis
semanas. Cada día era un poco mayor y más organizada. Mientras una peona está volviendo al
presente, puede regresar de nuevo.

Este movimiento puede ser oscilante, el gráfico puede subir y bajar: no es, necesariamente,
una parábola suave, de atrás adelante. En el camino hacia atrás puede haber regresiones
dentro de las regresiones, o puede haber regresiones en el curso del movimiento neo-genético
(hacia delante). Si supiésemos más acerca de estas coas, podríamos prestar una asistencia
más eficaz. Tal como están las cosas en nuestro actual estado de conocimiento, lo prudente
sería que nos limitásemos a ser espectadores y guardianes. Sólo en aspectos muy restringidos
podemos aspirar a ofrecer una orientación informada.

Ellos están haciendo el viaje. Yo nunca he hecho ese viaje, y tampoco lo ha hecho,
probablemente, ninguno de los aquí presentes. Y como, prácticamente, en ninguna unidad
psiquiatra, se permite que tal viaje se produzca, podemos estar seguros de que muy pocos de
nosotros lo hemos visto alguna vez. Ninguno de nosotros está en condiciones de hacer más
que creer en este proceso. Una vez que volvió de él, aquella mujer ha hecho una gran cantidad
de pintura, de escultura, de modelado, de escritura. Al final de esta charla, leeré un típico
relato breve que escribió hace un año.

Otro procedimiento de potencial transformación que, habitualmente, se prohíbe y se


menosprecia en las comunidades terapéuticas es cualquier forma de lo que en la jerga se
llama, ofensivamente, “acting out” (representación). Esto puede ser una exploración de
posibilidades que rara vez uno se permite a sí mismo, ni le es permitida por los otros. Por
ejemplo, un joven de 25 años, residente en Kingsley Hall, sentía terror de ser visto. Creía que su
cuerpo estaba muerto y, además, que en su lado izquierdo era femenino y en su lado derecho

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masculino. Creía que era, al mismo tiempo, un hombre muy viejo y una mujer muy joven, y que
en cierto modo, no era un ser humano, en absoluto, sino un monstruo no humano. La
estructura de su experiencia corporal era muy complicada y no intentaré detenerme ahora
acerca de ella. Podría ser considerada como un cementerio en el que habían sido enterrados
los muertos de la familia de varias generaciones. Sus padres habían perdido a los suyos cuando
ellos, sus padres, eran niños y, en cierto sentido, los habían proyectado en él. El joven había
tenido dos operaciones de hernia inguinal y tenía miedo de ser castrado. Por tanto, él estaba
muerto, era una mujer, un hombre, tenía diferentes edades, como un arlequín desbaratado,
aterrado por la castración y por el hecho de ser visto. Mientras vivía en Kingsley Hall, decidió
tratar de hacer, dentro de la casa, lo que él más temía. Ideó una estrategia “contra-fóbica” que
procedió a “representar”. Se quitó sus ropas, y andaba desnudo. Empezó a pintarse, a pintar su
cara y su cuero. Transformó su cara en caras de muy extrañas criaturas: por ejemplo, una vieja
prostituta, cuyos gestos, entonaciones, etc., adoptó. Algunas de estas transformaciones eran
verdaderamente demoníacas y espantosas para los otros. Trataba de conseguir que la gente
viese cómo se sentía él, y de trasladar a realidad dramática compartida los “objetos” íntimos
que él siempre había temido que la gente los conociese, y deseaba, al propio tiempo, que la
gente los conociera. El efecto de esta forma de comunicaciones era cien veces más positivo
que si dijese “creo que soy malo” o “creo que soy una prostituta”.

Mientras este hombre se encontraba allí, vino otro joven de 19 años, que había estado en un
hospital mental durante un año. Andaba con un gran pájaro atado sobre su cabeza, encima
de un sombrero. Ellos no se habían encontrado. Yo estaba sentado en la cocina, y Jack (el
fantasma) estaba en el vertedero, desnudo, pintado. Tenía una lata de polvos de talco y se
espolvoreaba sus genitales con talco. Solía andar con una lata de polvos, y los echaba sobre
su genitales, de cuando en cuando. Como tenía mucho miedo de que les ocurriese algo a
sus genitales, trataba de caminar muy recto, en contraste con su paso habitual. Antes de su
desnudez contra-fóbica, solía andar constantemente envuelto en muchas capas de ropa, un
impermeable y, encima de todo ello, una grande y pesada casaca que le quedaba demasiado
amplia. Todo esto para que sus genitales estuviesen completamente protegidos detrás del
relleno. Caminaba como un anciano. Per oahora estaba tratando de hacer exactamente lo
contrario, exhibiéndose más que ocultándose. De pronto, en la cocina, entró el joven con el
pájaro en la cabeza. Comprendió inemdiatamente el quid de la situación en cuanto vio a David
y, con gran rapidez, sacó una pistola Luger y disparó contra él, con una estrepitosa detonación
apuntando a los genitales. Lo peor había sucedido. Duratne una fracción de segundo, ni David,
ni yo teníamos la menor idea acerca de si la pistola estaba cargada o no. Era una auténtica
pistola, y había producido una auténtica detonación. En realidad no estaba cargada. David se
miró y vio que sus genitales aún estaban allí. En unos segundos perdió alrededor del 50% de su
angustia por la castración. Nunca ha vuelto a estar tan aterrado. Perdió tanto de su angustia
por la castración en aquel incidente como había perdido en los cuatro años que yo había
estado viéndole y analizándole. Ninguna interpretación podría ser tan primitiva como aquella
acción dramática, totalmente imprevista e irrepetible. En Kingsley Hall deseamos tener un sitio
en que puedan producirse choques como aquél.

Comprendo que la brevedad de esta comunicación plantea muchas más cuestiones de las que
resuelve. Puede ser virtualmente ininteligible, sin referencia a las publicaciones de Cooper,
Esterson y a las mías propias, durante los últimos ocho años. Todos sabemos el enorme trabajo

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que está por hacer, tanto en el aspecto teórico como en el práctico.

Concluiré con un relato muy breve, escrito por la señora de quien he hablado antes: un regalo
de cumpleaños con que me obsequió el año pasado y que se titula “El árbol hueco”.

El árbol hueco
Había una vez un árbol en el bosque que se sentía muy triste y solitario porque su tronco
estaba hueco y su cabeza se perdía en la bruma. A veces la bruma parecía tan espesa que
su cabeza se sentía dividida del tronco. A los demás árboles les parecía bastante fuerte, pero
algo distante, pues el viento nunca dirigía sus ramas hacia ellos.
Tenía la impresión que, de doblarse, se rompería; y sin embargo, estaba muy cansado de
permanecer erecto.
Así, fue un alivio que una poderosa tormenta lo tirara al suelo. El árbol quedó partido.
Sus ramas se desparramaron, sus raíces quedaron arrancadas y su corteza calcinada y
ennegrecida.
Se sintió aturdido, y aunque su cabeza se había librado de la bruma, notó que la savia se
secaba cuando el hueco del tronco se abrió al cielo y reveló su muerte.
Los demás árboles miraron hacia abajo y suspiraron, sin saber s i apartar sus ramas
amablemente o tratar de cubrir su vacío y negrura con su verde y su marrón.
El árbol gemía por su propia vida y temía que los otros le asfixiaran. Sintió que quería yacer
desnudo y abierto al viento, y a la lluvia, y al sol, y que en algún momento volvería a crecer,
pletórico y marrón, desde el suelo.
Sucedió que con la humedad de la lluvia echó nuevas raíces, y con el calor del sol forjó nueva
madera.
Con el viento sus ramas se inclinaron hacia los otros árboles. Y al murmullo de sus hojas en la
penumbra y en la luz, el árbol se sintió amado y rió lleno de vida.

1.
Kingsley Hall es un establecimiento en el East End de Londres. Mahatma Gandhi residió allí en 1933. Los administradores
del Hall fueron tan generosos que nos permitieron (The Philadelphia Assoc. Ltd.) utilizarlo para el propósito aquí descrito, desde
junio de 1966 y sostuvieron financieramente nuestro trabajo.
2.
Ver R.D. Laing y A. Esterson: Sanity, Madness and the family, vol I: Families of Schizophrenics (Londres, Tavistock
Publications, 1965).
3.
Las tres Fuentes siguentes dan la mayor parte de las referencias recientes importantes: M. B. Bowers y D. X. Freedman : “Psychedelic Experiences i
Laing: The politics of Experience & the Bird of Paradise (Londres, Penguin Books, 1967; también Nueva York, Pantheon; Milán,
Feltrinelli; Franckfurt del Mein, Suhrkamp); J. Silverman : “Shamans and acute schizophrenia”, American Anthropologist
(1967-69), págs.. 21-31

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