Guia para El Adorador
Guia para El Adorador
Guia para El Adorador
2. Cómo se adora
Camino de santidad .............................................. 25
El silencio.............................................................. 27
Alabar a Dios......................................................... 28
Darle gracias ......................................................... 28
Interceder.............................................................. 29
Reparar ................................................................. 30
Consejos espirituales ............................................ 31
Aridez .................................................................... 34
Dificultad para orar ............................................... 35
Oración frente al Santísimo
Ego sum Via, Veritas, Vita ..................................... 44
3. Algo más
Orar en cuatro tiempos ......................................... 65
Modalidades de adoración .................................... 68
Adoración Eucarística Perpetua ............................ 68
Oración del adorador a la Virgen ........................... 72
Principios de la Adoración Eucarística Perpetua ... 73
Al Señor tu Dios adorarás
y sólo a Él darás culto (Mt 4:10)
Palabras preliminares
Qué es adorar?
A quién se adora?
Cuándo se adora?
12
Quiénes adoran?
13
Dónde se adora?
Qué es la Eucaristía?
Gestos de adoración
Frutos de la adoración
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23
“Capilla de Adoración Perpetua
de Toledo, España”
24
2. CÓMO SE ADORA
Camino de santidad
El silencio
Darle gracias
28
El salmo 136, llamado el gran Hallel (el mismo
que seguramente el Señor y los discípulos cantaron
al final de la cena pascual, antes de partir para el Get-
semaní) es un salmo de agradecimiento a Dios por
su misericordia. Comienza por la creación y continua
por los acontecimientos salvíficos para Israel. Cada
uno puede hacer su propio Hallel recordando la mise-
ricordia de Dios, las gracias, los beneficios recibidos
a lo largo de su vida y para cada uno repetir en su
corazón: “porque eterna es su misericordia”. Este es
un ejemplo que vale la pena practicar.
En realidad, si fuéramos al salterio (el conjunto
de los 150 salmos) veríamos que hay un salmo para
cada ocasión y para cada estado de ánimo. Rezar con
los salmos es rezar con la Iglesia.
Interceder
Reparar
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Dificultad para orar
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Y, eso sí, busque siempre el cristiano la oración
continua, pues «aun en las mismas ocupaciones de-
bemos retirarnos a nosotros mismos; aunque sólo
sea por un momento, aquel recuerdo de que tengo
compañía dentro de mí es de gran provecho» (Cami-
no de Perfección 29,5).
Es el mismo consejo que da San Juan de la Cruz:
«Procure ser continuo en la oración, y en medio de
los ejercicios corporales no la deje. Ahora coma, aho-
ra beba, o hable o trate con seglares, o haga cualquie-
ra otra cosa, siempre ande deseando a Dios y aficio-
nando a él su corazón» (Cuatro avisos para alcanzar
la perfección 9).
– Dificultades reales.
Las dificultades verdaderas para la oración no es-
tán tanto en el mundo y el ambiente, ni en las obliga-
ciones particulares, sino en la propia persona: en su
mente y en su corazón.
Si piensa el principiante que sus dificultades en la
oración van a ser superadas cuando cambien las cir-
cunstancias exteriores, cuando mejore su salud o dis-
minuyan las ocupaciones, o gracias al aprendizaje de
ciertas técnicas oracionales –antiguas o modernas,
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occidentales u orientales, individuales o comunitarias–,
está muy equivocado. Para ir adelante en la oración lo
que se necesita ante todo es perseverancia en ella, con-
ciencia limpia y buen ejercitarse en las virtudes, todo lo
cual es siempre posible, con la ayuda del Señor. Y sobre
todo, mucho amor al Señor. Dice Santa Teresa:
«Toda la pretensión de quien comienza oración –y
no se os olvide esto, que importa mucho– ha de ser
trabajar y determinarse y disponerse en cuantas dili-
gencias pueda a hacer que su voluntad se conforme
con la de Dios; en esto consiste toda la mayor perfec-
ción que se puede alcanzar en el camino espiritual»
(2 Moradas 8).
Pero no espere el principiante, por supuesto, a
tener virtudes para ir a la oración, pues la oración,
precisamente, es «principio para alcanzar todas las
virtudes», y hay que ir a ella «aunque no se tengan»
(Camino de perfección 24,3).
- Oración dolorosa
Nos sigue diciendo el P. Iraburu:
“La oración es la causa primera de la alegría cristia-
na, pues, acercando a Dios, da luz y fuerza, confianza
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y paz. Sin embargo, puede ser dolorosa, incluso muy
dolorosa, muy penosa. ¿Qué hacer entonces?
No nos extrañe que la oración duela. Recordemos,
cuando esto suceda, lo que dice santa Teresa, expli-
cando la comparación que pone sobre los diversos
modos de «regar» en la oración el campo del alma
(1-pozales, 2-noria, 3-canales y 4-lluvia):
«De los que comienzan a tener oración, podemos
decir que son los que sacan agua del pozo, que es
muy a su trabajo, que han de cansarse en recoger los
sentidos, que, como están acostumbrados a andar
dispersos, es harto trabajo. Han menester irse acos-
tumbrando a que no se les dé nada de ver ni de oír.
Han de procurar tratar de la vida de Cristo, y se cansa
el entendimiento en esto. Su precio tienen estos tra-
bajos, ya sé que son grandísimos, y me parece que es
menester más ánimo que para otros muchos trabajos
del mundo. Son de tan gran dignidad las gracias de
después, que quiere [Dios que] por experiencia vea-
mos antes nuestra miseria» (Vida 11,9.11-12). Y
Busquemos solamente a Dios en la oración, y todo
lo demás, ideas, soluciones, gustos sensibles, tengá-
moslo como añadiduras, que sólo interesan si Dios
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nos las da; y si no nos las concede en la oración,
no deseemos encontrarlas en ella. No es cosa en la
oración de «contentarse a sí, sino a El» (Vida 11,11).
Y añade la Santa:
Estamos aún llenos de mil trampas y pecados, «¿y
no tenemos vergüenza de querer gustos en la oración
y quejarnos de sequedades?» (2Moradas 7). Sufra-
mos al Señor en la oración, pues él nos sufre (Vida
8,6). «No hacer mucho caso, ni consolarse ni des-
consolarse mucho, porque falten estos gustos y ter-
nura... Importa mucho que de sequedades, ni de in-
quietudes y distraimiento en los pensamientos, nadie
se apriete ni aflija. Ya se ve que si el pozo no mana,
nosotros no podemos poner el agua» (11,14.18).
Entreguemos a Dios nuestro tiempo de oración
con fidelidad perseverante, por muchas trampas e
impedimentos que ponga el Demonio, sin que nada
nos quite llegar a beber de esa fuente de agua viva.
La verdad es ésta: para llegar a esta fuente sagrada
y vivificante es necesaria «una grande y muy deter-
minada determinación de no parar hasta llegar a ella,
venga lo que viniere, suceda lo que sucediere, trabaje
lo que se trabajare, murmure quien murmurare, si-
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quiera llegue yo allá, siquiera me muera en el camino
o no tenga corazón para los trabajos que hay en él,
siquiera se hunda el mundo» (Camino perfecc. 35,2).
«Este poco de tiempo que nos determinamos a
darle a El, ya que aquel rato le queremos dar libre el
pensamiento y desocuparle de otras cosas, que sea
dado con toda determinación de nunca jamás tornár-
selo a tomar, por trabajos que por ellos nos vengan,
ni por contradicciones y sequedades; sin que ya,
como cosa no mía, tenga aquel tiempo y piense me
lo pueden pedir por justicia cuando del todo no se lo
quisiere dar» (39,2)”.
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Oración frente al Santísimo Sacramento
Tú eres el Camino.
Tú eres mi Camino.
Sin Ti no tengo dónde ir,
sin Ti no tengo dónde llegar.
Sólo Tú me conduces y me guías al destino de Vida.
Sólo en Ti habita la Verdad.
Tú eres la Verdad. Tú eres la Vida.
Tú eres mi destino y mi Camino.
Todos los demás caminos son engañosos
y no llevan a la Vida.
Porque no parten de Ti ni concluyen en Ti.
Tú eres el Camino
que yo he de seguir.
No hay dos caminos, hay sólo uno
y eres Tú.
Tú nos muestras al Padre en Ti
mucho antes de llevarnos a Él,
porque Tú, el Camino, fuiste antes al Padre
de donde viniste.
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“Quien ha visto al Hijo ha visto al Padre”.
Y Tú no te ocultas,
o sí, te ocultas para dejarte encontrar.
Tú estás en el pobre y abandonado
y en el más pequeño.
Allí te ocultas
como te ocultaste, Dios Todopoderoso,
en el Niño de Belén.
Tú estás en ese niño pequeño en el hospital
y en el adulto que muerde su soledad.
Tú estás en el último porque eres el Primero.
Tú estás en el corazón del justo.
Allí has ido con el Padre a hacer tu morada.
Estás, Señor, también en la asamblea
reunida en tu nombre
y en la Palabra.
Tú eres la Palabra,
Palabra encarnada en María.
Palabra de vida eterna.
Tú te ocultas
para que te encuentre quien te busca
humildemente, con corazón sincero.
No te vemos,
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pero oímos tu voz
que nos llama
que nos salva.
Y si no te oímos
Tú nos escuchas.
Siempre.
El Padre se oculta en Ti
y en Ti se muestra.
Quien te ve, ve a Dios.
Pero Tú, Señor, te ocultas.
Te escondes en el pan
y en el vino consagrados
para que te sepa ver el que tenga fe.
¡Oh, sí! Tú estás en el Pan y en el Vino
de la Eucaristía,
porque eres el Camino,
y por Ti llegamos a ser atraídos
por el Espíritu
hacia el Amor divino
en cada comunión.
Y Tú, en cada comunión, nos llevas a tu Cielo.
Tú jamás nos mientes.
Tú has dicho: “Esto es mi Cuerpo. Esta es mi Sangre”.
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Tú lo has dicho y Tú eres la Verdad.
Y el que come de tu carne
y bebe de tu sangre,
tiene vida, te tiene a Ti, Dios verdadero
que eres la Vida misma, la Vida eterna.
Tú eres, Jesús,
la Vida y el Camino y la Verdad en cada Eucaristía.
Amén
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Orar con los salmos
50
ALGUNAS REFLEXIONES PARA LA ADORACIÓN
Purificación
52
Perdón
54
Perdóname por todas las veces que he sido motivo
de escándalo.
56
Confesión de fe e invocación al Espíritu Santo
58
Instrumentos de salvación
60
Por aquellos que consciente o inconscientemente es-
tán bajo el poder de satanás, sumidos en la oscuridad
de la droga, de la pornografía y lo que llaman erotis-
mo, de la avidez del poder y del dinero y de vicios de
todo género.
62
Alabanzas, bendiciones, acción de gracias
63
Te alabo y te bendigo porque nos das la paz, tu paz, la
única y verdadera paz.
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3. ALGO MÁS
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4. Intercesión, súplicas: Orad para que venga su Rei-
no, para que todos los hombres crean en su presen-
cia eucarística. Orad por las intenciones del mundo,
por vuestras propias intenciones. Y concluid vues-
tra adoración con actos de amor y de adoración. El
Señor en su presencia eucarística oculta su gloria,
divina y corporal, para no encandilarnos y encegue-
cernos. Él vela su majestad para que oséis ir a Él y
hablarle como lo hace un amigo con su amigo; mitiga
también el ardor de su Corazón y su amor por voso-
tros, porque sino no podríais soportar la fuerza y la
ternura. No os deja ver más que su bondad, que filtra
y sustrae por medio de las santas especies, como los
rayos del sol a través de una ligera nube.
El amor del Corazón se concentra; se lo encierra
para hacerlo más fuerte, como el óptico que trabaja
su cristal para reunir en un solo punto todo el calor
y toda la luz de los rayos solare. Nuestro Señor, en-
tonces, se comprime en el más pequeño espacio de
la hostia, y como se enciende un gran incendio apli-
cando el fuego brillante de una lente sobre el material
inflamable, así la Eucaristía hace brotar sus llamas
sobre aquellos que participan en ella y los inflama
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de un fuego divino... Jesús dijo: « he venido a traer
fuego sobre la tierra y cómo querría que este fuego
inflamase el universo. » « Y bien, este fuego divino es
la Eucaristía », dice san Juan Crisóstomo. Los incen-
diarios de este fuego eucarístico son todos aquellos
que aman a Jesús, porque el amor verdadero quiere
el reino y la gloria de su Bienamado”.
Modalidades de adoración
73
3. La AEP no es un movimiento sino que constituye
una acción de la Iglesia, pedida y recomendada
por el Magisterio.6
74
pondiendo al llamado: “Venid a Mí, todos los que
estáis fatigados y agobiados, y yo os daré des-
canso” (Mt 11:28), y para abrir una brecha en el
ajetreo cotidiano para encontrar el sosiego y la
paz que viene de la Presencia divina. « Detente y
reconoce que yo soy Dios » (Sal 46:11).
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Apostolado para la adoración perpetua en parroquias y diócesis
http://adoracionperpetua.info
+34 671 233 589 (España)