Permeabilidad Intestinal y Patologías Autoinmunes
Permeabilidad Intestinal y Patologías Autoinmunes
Permeabilidad Intestinal y Patologías Autoinmunes
INTESTINAL Y
PATOLOGÍAS
AUTOINMUNES
María del Carmen Franco García
Grado en Farmacia, Facultad de
Farmacia, Universidad de Sevilla
Facultad de Farmacia
Grado en Farmacia
Departamento de Fisiología
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RESUMEN
El epitelio intestinal separa el interior y el exterior del organismo. Supone una barrera
que limita el paso a agentes patógenos que pueden comprometer la salud del individuo,
pero a su vez debe permitir la absorción de nutrientes y sustancias necesarias o
beneficiosas para el mismo.
El moco que recubre todo el epitelio intestinal, la IgA secretada por el epitelio y
retenida en el moco, las sustancias antimicrobianas secretadas por las Células Paneth y
otras células epiteliales constituyen la primera barrera físico-química. Una vez superada,
los microorganismos deben atravesar el epitelio, bien a través de las células o bien a
través de los espacios que dejan entre ellas. Las uniones ocluyentes sellan los espacios
entre células adyacentes y dotan al epitelio de una permeabilidad paracelular,
impidiendo la penetración de microorganismos y moléculas patógenas. Si estas
estructuras se alteran, pueden acceder al interior estas especies e iniciar una respuesta
autoinmune en el organismo.
Concluimos que la zonulina puede suponer un marcador y/o una diana tanto para
el diagnóstico, como para el tratamiento o la prevención de este tipo de enfermedades.
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INTRODUCCIÓN
La mucosa intestinal está formada por el epitelio y la lámina propia, que a su vez está
formada por tejido conjuntivo laxo. La mucosa intestinal representa una importante
barrera frente a la invasión de microorganismos y al paso de macromoléculas patógenas
hacia el interior del organismo a nivel del tracto gastrointestinal. El sistema de defensa
de la mucosa podemos dividirlo en sistema innato (respuesta inmediata) y el sistema
adquirido (respuesta mediada por células B y T que tardan entre 3-5 días en responder)
(Figura 1).
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SISTEMA DE DEFENSA ADQUIRIDO
El sistema adquirido se corresponde con el sistema inmune adquirido del que destaca el
sistema inmune secretor de IgA.
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folículos linfáticos de la mucosa, ya sean individuales o congregados en lo que se
denomina “Placa de Peyer”, se activan las células B y T de la Placa de Peyer que migran
a la sangre y de aquí, ya transformadas en células plasmáticas, a la lámina propia
(Elphick DA, Mahida YR., 2005). Una vez allí, la lámina propia se llena de células
plasmáticas secretoras de IgA que actúan contra los microorganismos.
El epitelio intestinal está compuesto por una capa simple de células que forman una
barrera entre el exterior y el interior de nuestro organismo, la cual está en constante
contacto con diferentes nutrientes y microorganismos presentes en nuestro tracto
gastrointestinal (Zhang K y cols., 2015). Esta barrera debe discernir entre aquellos
agentes perjudiciales para la integridad del individuo y aquellos pertenecientes a la flora
intestinal, así como permitir el paso de aquellas sustancias necesarias (nutrientes) y/o
ventajosas para el organismo. Para mantener este complejo equilibrio, el epitelio
intestinal cuenta con una serie de barreras físicas y químicas decisivas para la integridad
del organismo.
El epitelio intestinal se renueva totalmente cada 3-4 días mediante una secuencia bien
organizada en el espacio y en el tiempo de proliferación, diferenciación, muerte y
descamación celular. La continua renovación celular se abastece mediante células madre
multipotentes, localizadas en las criptas, que generan cuatro líneas celulares: las Paneth,
los enterocitos, las Globet y las enteroendocrinas (Figura 3). Más recientemente se han
descrito otros dos tipos celulares: las células M (Miller y cols., 2007) y las brush
(Sbarbati y Osculati, 2005).
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Figura 3. Células del epitelio intestinal. (Esquema adaptado de
Gerbe y cols., 2011).
El moco
La primera línea de defensa es el moco que recubre toda la capa de células epiteliales.
El moco es producido por las células Globet y está compuesto mayoritariamente por una
glicoproteína llamada mucina 2 (MUC 2) (Zhang Q y cols., 2015) y por factores
“trébol”, entre otros. Estudios en ratones señalan que una disminución de mucina se
relaciona con un aumento de la permeabilidad intestinal, con la colitis y con otras
alteraciones a nivel intestinal.
La inmunidad innata cuenta con proteínas y péptidos antimicrobianos que actúan sobre
la pared de los patógenos, atrapándolos en el moco y permitiendo su eliminación a
través del peristaltismo intestinal.
En la secreción de estas sustancias tienen especial importancia las células
Paneth, localizadas en el fondo de las “criptas de Lieberkühn”. Estas células responden
a la estimulación bacteriana liberando proteínas y péptidos antimicrobianos. Ejemplos
importantes son la lisozima, las defensinas y la fosfolipasa A2 (Elphick DA, Mahida
YR., 2005).
La lisozima es una proteína que actúa frente a bacterias Gram (+), y lo hace
rompiendo enlaces glicosídicos del peptidoglicano y comprometiendo la integridad de
la pared bacteriana. Las defensinas son pequeños péptidos catiónicos que se sintetizan
como precursores polipeptídicos y que, en su forma activa forman un poro en la
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membrana del microorganismo provocando la lisis del mismo. La fosfolipasa A posee
actividad bactericida contra Salmonella typhimurium y Listeria monocytogenes.
Receptores PPRs
Por otro lado, a nivel del epitelio intestinal, existen los llamados PRRs (pattern
recognition receptors) que reconocen lo que se denominan PAMPs (pathogen associated
molecular patterns), moléculas características de un gran número de microorganismos
patógenos (p.e. lipopolisacáridos o peptidoglicanos) pero no de aquellos propios de la
microbiota. Se trata de receptores inespecíficos que reconocen a un gran número de
agentes patógenos.
En mamíferos, TLRs (toll-like receptors) y NOD (nucleotid binding
oligomerisation domain) son dos tipos de PRRs (Elphick DA, Mahida YR., 2005). El
primero es un receptor transmembrana, que reconoce a los patógenos que entran en
contacto con la mucosa e inicia en el interior celular una cascada de señalización para
generar una respuesta frente al patógeno. El segundo es una proteína citosólica que
reconoce a aquellos antígenos que ya han invadido el interior celular. El NOD2, por
ejemplo, está expresado en las Células Paneth (Elphick DA, Mahida YR., 2005).
Además de toda esta compleja barrera contra agentes patógenos, es muy importante que
el epitelio intestinal permita el paso de agua y moléculas hacia el interior y evite el paso
de los patógenos. Esto se consigue sellando los espacios entre las células adyacentes y
dotando al epitelio intestinal de permeabilidad (figura 4).
Las células que componen el epitelio están fijadas a la membrana basal mediante
las uniones focales (integrinas que se concentran en zonas de la membrana basal
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formando uniones con la matriz extracelular), y a su vez se unen entre ellas mediante
uniones intercelulares. En el epitelio intestinal las uniones intercelulares que lo forman
son de barrera (uniones ocluyentes o estrechas) y de conexión (adherentes y
desmosomas) (Figura 5). Las uniones ocluyentes forman una especie de cinturón
alrededor de las células, mientras que las adherentes y los desmosomas son uniones
puntuales. Estas tres uniones están formadas por proteínas transmembrana cuyos
extremos extracelulares contactan (células ocluyentes o TJ) o se solapan (células
adherentes y desmosomas) con las proteínas contiguas y por su extremo citosólico se
unen al citoesqueleto. Las uniones ocluyentes y adherentes contactan con los filamentos
de actina del citoesqueleto, mientras que los desmosomas lo hacen a los filamentos
intermedios. No se trata de estructuras estáticas, sino que representan micro-dominios
altamente dinámicos que responden a señales tanto intra- como extra-celulares
modificando su función. El ensamblaje de estas uniones es esencial para la integridad
estructural del epitelio intestinal y su alteración puede tener graves consecuencias como
diarrea, edema e infección, o desarrollo de patologías intestinales y autoinmunes.
(Capaldo. y cols., 2014).
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transmembrana son: ocludinas, claudinas, moléculas de adhesión intercelular (JAM) y
tricelulinas (Figura 6). Éstas últimas las encontramos allí donde contactan tres células.
El extremo citosólico de las proteínas transmembrana se une al citoesqueleto de actina a
través de las proteínas ZO (zonula occludens) 1, 2 y 3, entre otras. A su vez, otros
filamentos de actina están unidos a filamentos de miosina que cuando se activan
desencadenan la contracción y apertura de la vía paracelular. Las claudinas son las
responsables de determinar y regular la permeabilidad paracelular a sustratos y agua, y
las ocludinas de mantener la polaridad epitelial. Diversos factores pueden afectar a la
integridad y funcionamiento de estas uniones, entre ellos las citocinas inflamatorias
TNF o interleucinas. Estos factores inducen la fosforilación de la cadena ligera de
miosina (Miosyn Light Chain o MLC) por la MLCK (Miosyn Light Chain Kinase), el
citoesqueleto de actina se contrae y se abren las vías paracelulares y se produce un
aumento de la permeabilidad (Lee, 2015). Participan también en la regulación de los
procesos de proliferación y diferenciación celular (Shin y cols., 2016)
La zonulina
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regulación de las TJs responsable del movimiento de fluidos, macromoléuclas y
leucocitos entre los compartimentos del cuerpo (Fasano, 2008) separados por el epitelio
intestinal.
Estructura de zonulina
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Una posible función fisiológica de la zonulina es la protección contra la
colonización de microorganismos (Fasano, 2008) a través de la apertura de las TJs y la
secreción masiva de agua para eliminar los patógenos de la luz intestinal por “lavado”.
Sin embargo, el aumento de los niveles de zonulina y la apertura de las TJs, además de
la secreción de agua al la luz intestinal, puede permitir el paso de moléculas hacia
interior del organismo que pueden ser reconocidas por parte del organismo como
antígenos. La similitud estructural de algunas de estas moléculas con moléculas propias
del organismo puede confundir a éste y los anticuerpos liberados por el sistema inmune
pueden atacar tanto a los antígenos como a células propias del individuo ocasionando la
patología autoinmune.
PATOLOGÍAS AUTOINMUNES
Es una enfermedad enteropática crónica y sus manifestaciones son muy distintas según
el individuo. Esta enfermedad está ligada a un gen (gen HLA) que determina el riesgo
de padecer la enfermedad.
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tratamiento para los pacientes con CD es eliminar el gluten de la dieta ya que la
respuesta intestinal disminuye e incluso acaba por desaparecer. El estudio de los
mecanismos por el cual el organismo responde a la exposición de gliadina es clave a la
hora de buscar alternativas para un posible tratamiento de la CD.
Diabetes Mellitus
Se trata de una enfermedad crónica que puede deberse bien a una incapacidad del
organismo de sintetizar insulina o bien por la aparición de una resistencia a la insulina.
La insulina es una hormona polipeptídica que se sintetiza y se secreta por las células
beta de los islotes de Langerhans del páncreas. Se libera en situación post-pandrial y
permite que la glucosa que ingerimos en la dieta se acumule en las células en forma de
glucógeno, grasas y proteínas. Los pacientes que sufren esta enfermedad padecen
hiperglucemia. Existen varios tipos de diabetes, entre los que destacan la diabetes tipo 1
y tipo 2.
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gran avance a la hora de conocer la fisiopatología de la diabetes y mejorar el modo en el
que se trata.
Asma
Se trata de una enfermedad crónica en la que se produce una inflamación de las vías
respiratorias que disminuye el diámetro de éstas. Produce una limitación (aguda o
crónica) del flujo de aire hacia los alvéolos como resultado de una bronco-constricción,
edema y exceso de secreción de mucosa. Es una enfermedad multifactorial en la cual
existe una interacción entre el sistema inmune y el sistema nervioso autónomo (Río-
Navarro y cols., 2009).
Es una enfermedad crónica en la que se afecta la vaina de mielina o materia blanca del
sistema nervioso central. Con el progreso de la enfermedad se producen placas
escleróticas en el sistema nervioso que impiden el normal funcionamiento de las fibras
nerviosas. Las diversas manifestaciones de esta enfermedad tienen que ver con la parte
del cerebro que se ve afectada, es decir, el lugar donde se forman las placas escleróticas.
Además existen varios tipos diferentes de esclerosis múltiple según el desarrollo de la
enfermedad entre las que destacan la esclerosis múltiple remitente-recurrente (RRMS) y
la esclerosis primaria progresiva (PPMS). La RRMS es la más frecuente y tras un brote,
aunque no se llega a alcanzar el estado inicial, existe una mejoría. En la PPMS no
existen brotes y tampoco hay mejoría: el paciente va perdiendo capacidad neuronal de
manera continua.
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OBJETIVOS del TFG
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METODOLOGÍA
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RESULTADOS Y DISCUSIÓN
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La zonulina y la enfermedad celíaca
Para demostrar que existe una relación entre la celiquía y la zonulina, se realizó un
estudio con técnicas de inmunofluorescencia para detectar el receptor de gliadina
(CXCR3) usando como muestras células humanas del intestino delgado procedentes de
pacientes celíacos y no celíacos. En la Figura 12A pueden observarse los resultados de
los cuales podemos concluir que en individuos celíacos los receptores de gliadina se
expresan en mayor cantidad que en individuos sanos.
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Para confirmar una relación entre la gliadina y la estructura de las uniones
ocluyentes fueron observadas células humanas del intestino delgado: control, expuestas
a gliadina y expuestas a caseína (la caseína es una proteína derivada de alimentos que se
usó como control negativo). Se marcó con fluorescencia la proteína ZO-1, componente
de las uniones ocluyentes, y se observaron por microscopía. Los resultados se muestran
en la Figura 13 y podemos observar cómo el grupo control muestra la típica localización
de ZO-1 en la periferia de las células. Sin embargo, las células expuestas a gliadina
mostraron una distribución diferente de ZO-1, con áreas del borde de la célula que
perdieron o vieron reducida la tinción de ZO-1 y áreas donde no se detectaron cambios
significativos. En el grupo expuesto caseína no se detectaron cambios en la localización
de ZO-1 (Drago, 2006). Estas observaciones indican que la gliadina desestructura las
uniones ocluyentes.
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Figura 14. Variaciones en los niveles de
zonulina y en la resistencia eléctrica
transepitelial (TEER) en biopsias intestinales
obtenidas de pacientes celíacos (CD),
pacientes en remisión y pacientes no celíacos
expuestas a gliadina. A.Variaciones de
zonulina. Tras la exposición a gliadina, los
tejidos obtenidos de pacientes celíacos
mostraron un aumento en los niveles de
zonulina en el lumen (cuadrado), pero no
serológico (rombo). Por otro lado, las biopsias
de pacientes no celíacos mostraron un aumento
transitorio en la mucosa (triángulo) pero no en
suero (círculo) B.Cambios en la TEER. Los
tejidos obtenido de pacientes celíacos en
remisión y pacientes no celíacos mostraron una
disminución temporal de la TEER (triángulo)
comparada con la TEER basal (círculo)
asociado al aumento en los niveles de
zonulina. En tejidos procedentes de pacientes
celíacos se observó un descenso significante de
la TEER (cuadrado) comparado con su TEER
basal (rombo) tras 15 minutos desde la
exposición a gliadina (Tomada de Drago,
2006).
Estos y otros estudios han llevado a proponer el siguiente mecanismo de acción por el
cual la gliadina induce cambios en la estructura del epitelio intestinal (Figura 15).
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La zonulina y la diabetes tipo 1
Figura 16. Niveles de zonulina en muestras de pacientes con diabetes tipo 1(DT1;
n=339), pacientes familiares de primer grado (N=89) y pacientes control de edad y sexo
(n=97). (Tomada de Sapone y cols., 2006)
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Para comprobar la existencia de modificaciones en la permeabilidad intestinal en
pacientes con diabetes tipo 1, se midió mediante PCR la expresión de los genes que
codifican para proteínas de las TJs. Se utilizaron muestras de tejido intestinal
procedentes de pacientes con TD1 (n=5), de sus familiares (n=3) y de un grupo control
(n=5). Los resultados que se muestran en la figura 17 hacen referencia a los resultados
del grupo que padece TD1 en comparación con el grupo control y no revelan grandes
cambios en los niveles de ZO-1 o de occludina. Sin embargo se aprecia un aumento de
la expresión de claudina-1 y miosina de aproximadamente el doble, y una disminución
de la expresión de claudina-2. Aunque podemos a priori pensar que en pacientes con
TD1 la expresión de dichas proteínas está incrementada, este estudio se ve limitado por
la pequeña dimensión de las muestas que impide la obtención de resultados
estadísticamente significativos.
La zonulina y el asma
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Con el fin de conocer la incidencia de un aumento en la permeabilidad intestinal
en pacientes con asma, se realizó un estudio en niños con asma diagnosticados en no
menos de un año antes del estudio. Se excluyeron del estudio niños con evidencias de
enfermedades digestivas, alergias a alimentos u otros condicionantes que pudieran
asociarse con una inflamación intestinal. Además, se escogió un grupo control sometido
a los mismos criterios de exclusión. A ambos grupos se le administró una solución de 10
ml con 1 gramo de lactulosa (molécula de alto PM que no es absorbida por el intestino)
y 1 gramo de manitol (molécula de bajo PM absorbida por el intestino). A las cinco
horas se tomaron muestras de orina y se analizaron las cantidades de los diferentes
azúcares que fueron absorbidos. Los resultados se presentan en la Tabla 1 y muestran
que el porcentaje de manitol excretado en orina es prácticamente similar en los dos
grupos experimentales, pero existe un mayor porcentaje de lactulosa excretada en orina
en el grupo con asma respecto al grupo control. Esto indica un aumento de la
permeabilidad intestinal en los pacientes con asma ya que, en condiciones fisiológicas,
la lactulosa no es absorbida por el intestino. Sólo si la integridad de éste se ve afectada y
se aumenta la permeabilidad se posibilita la absorción de moléculas de mayor peso
molecular como la lactulosa.
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recubre los axones neuronales. Por ello se piensa que pacientes con MS podrían también
experimentar un aumento de la permeabilidad intestinal (Fasano, 2011).
Para probar esta hipótesis se midieron los niveles de zonulina en pacientes con
distintos subtipos de SM. En la Figura 18 se representan los resultados obtenidos
comparando los niveles de zonulina en pacientes con MS con respecto a un grupo
control y los niveles de zonulina en pacientes con MS en remisión con respecto a
pacientes con brotes de MS.
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un hecho necesario, por lo cual la eliminación del agente externo puede conllevar a
la desaparición de la enfermedad.
3. Además del factor genético y ambiental, el tercer principio que debe existir es una
pérdida de la función de la defensa de la mucosa gastrointestinal.
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CONCLUSIONES
5. La zonulina puede ser un marcador y/o una diana tanto para el diagnóstico, como
para el tratamiento o la prevención de enfermedades.
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