Psicopato II - RESUMEN FINAL
Psicopato II - RESUMEN FINAL
Psicopato II - RESUMEN FINAL
UNIDAD 1: Diagnosticar
Texto de Collette Soler: Del Diagnostico en Psicoanalisis:
Se afirma que el psicoanálisis no es una psicoterapia. Sin embargo, los psicoanalistas reciben las mismas demandas
que los psicoterapeutas, es decir, las demandas generadas por los síntomas y el sufrimiento que produce nuestro
malestar. Lacan dijo que “el Psicoanálisis no es una terapéutica como las demás”. Es decir, el psicoanalista no vende
psicoterapia pero acepta demandas terapéuticas y, en consecuencia, trata demandas terapéuticas. El psicoanálisis
transforma estas demandas en otra cosa, pero son las mismas.
● Vertiente epistémica: el psicoanálisis es una exploración del icc, consiste en construir con la palabra, en
explorar los significantes, los deseos que circulan en el icc. Consiste en ir a buscar a través del discurso del
paciente, como ese deseo se va a deslizar en el icc.
Desde los inicios del psicoanálisis, Freud se planteó la elaboración de una teoría clínica propia del psicoanálisis,
diferente de las teorías clínicas de la psiquiatría. Esto suponía una nosografía propia, es decir, una identificación de
los síntomas propia; y también teorías explicativas propias.
Freud, Lacan, construyeron su clínica derivandola de la clínica psiquiátrica, es decir que, en líneas generales,
retomaron las categorías diagnósticas de la psiquiatría: psicosis, neurosis y perversión. Lacan partió de la psicosis
mientras que Freud lo hizo de la neurosis. Ambos realizaron la misma operación: retomaron la nosología psiquiátrica,
sus términos, el mapa de trastornos aislados por la psiquiatría y procuraron construir una teoría psicoanalítica de esa
nosografía.
Freud toma el mapa de los síntomas y se pregunta cuál es la incidencia del icc descubierto por él mediante el análisis
de las neurosis.
Lacan retoma las categorías diagnósticas. Pone en marcha el proyecto de repensar todos lo fenómenos de la
neurosis, psicosis y perversión, a partir de la estructura del sujeto en tanto determinado por la estructura del
significante.
En el 73´, Lacan no se refiere en absoluto a la nueva sintomatología del DSM, a pesar de que se publicó en el 52´. La
hipótesis de Colette Soler es que la clínica de la psiquiatría clásica y la clínica del DSM no son heterogéneas. Ambas
son descriptivas, pero se diferencian en que la clínica del DSM es una clínica qué pasa por la vía estadística, mientras
que la clínica clásica era una clínica basada en el interrogatorio de los paciente uno por uno, y está relación al uno
por uno era más acorde al método psicoanalítico que la vía estadística.
Lacan no se inmuto por la aparición de los DSM en el campo de la psiquiatría, y no se refiere en absoluto a los nuevos
síntomas que trajo el capitalismo, síntomas relevantes en la actualidad y que aparecen con más frecuencia. Esto se
debe a dos razones: porque los psicoanalistas han salido de sus consultorios y porque apareció la publicidad al
psicoanálisis en todos los medios de comunicación.
Uso de diagnósticos:
Por un lado, hay quienes piensan que el diagnóstico es inútil en el discurso psicoanalítico, y hay quienes denuncian el
uso del diagnóstico como un abuso. Este pensamiento pertenece al pasado, años 70´. Quienes lo consideran
innecesario afirman que dado que el síntoma es eso que es un síntoma para el sujeto, entonces el síntoma se
constuye en el dispositivo analitico y no hace falta un diagnóstico previo, ya que el diagnóstico sería un abuso del
saber para justificar el goce del clínico.
Por otro lado, siguiendo la enseñanza de Lacan, no se puede prescindir del diagnóstico, ya que orienta la acción. La
necesidad de diagnóstico previo a la entrada al análisis está ligada a la estructura. Esto en general lo justificamos en
función de la posible psicosis del paciente que nos consulta. Si no se sabe cómo está construida una psicosis, se
puede desencadenar una psicosis no desencadenada. Hay que hacer diagnóstico para saber a quién tenemos
enfrente, qué estructura tiene el sujeto, porque eso es lo que nos va a determinar la dirección de la cura, cómo
vamos a posicionarnos frente a ese sujeto.
Foucault caracterizó la actividad diagnóstica diciendo que diagnosticar es hacer entrar el caso singular en una
especie general. El diagnóstico se hace por un motivo de racionalidad, pero es un poco homólogo a lo que se hace
cuando se clasifican las especies animales y vegetales.
Foucault resaltó que era una medicina de lo visible, de lo mostrable, que implicaba el ojo clínico.
La sintomatología de la mirada siempre es una sintomatología del Otro, establecida por el médico.
En la psiquiatría se hace hablar al paciente con el fin de que a través de lo que dice, pueda entregar los signos de la
especie mórbida a la que pertenece. En su palabra no se buscan las huellas de un sujeto, sino las huellas de su
enfermedad. Esto se denomina hetero-diagnóstico, un diagnóstico que viene del Otro y en el cual la palabra no es
constituyente, sino que es el vehículo de los signos. El síntoma es visible, es aquel que el psiquiatra puede
diagnosticar.
En cambio, en el psicoanálisis, el síntoma es autodiagnosticado, es aquello que el sujeto considera como síntoma.
Solo es un síntoma tratable aquel que se presenta como un significante de la transferencia, es decir que suponga un
sujeto. Esto no se ve, no implica a la clínica de lo visible. El síntoma es invisible, es aquel que el sujeto vive.
Foucault estigmatiza la posición del poder del psiquiatra. Los psiquiatras de esa época no se consideraban solo
hombres de saber, sino rectificadores de las desviaciones morales y sociales. Foucault estigmatiza el poder del
psiquiatra sobre el pobre psiquiatrizado que está a su merced. También aisla dos empresas que llama des-
psiquiatrización y que coloca en un mismo plano: farmacología y el psicoanálisis, en tanto ellas des-psiquiatrizan y
tocan algo del poder moral del psiquiatra.
Hay un uso posible del diagnóstico como injuria. “Todo significante injuria al sujeto”, es decir, que todo juicio que
atribuye un significante a un sujeto ejerce violencia sobre ese sujeto. La predicación que viene del Otro, injuria al
sujeto. Esto quiere decir que reprime y que aliena su ser propio. Las palabras que se nos imputan, nos violentan. Lo
injuriante tiene que ver con que va a producir cierta marca.
En este sentido el diagnóstico es lo opuesto al nombre propio. El nombre propio no se refiere al nombre que me
puso el otro, sino al nombre que identifica los rasgos de uno mismo como singulares. Es el que nombra la
singularidad del sujeto, algo que fue promovido por sus actos, por sus obras, no por lo que vino por nombre del otro.
Entonces, para Soler, el análisis comienza con una injuria de diagnóstico previo necesaria. Lo que hay que tratar de
lograr en el diagnóstico es llegar al nombre propio, que es lo singular de ese sujeto.
Entonces, hay que reconocer la violencia del diagnóstico, pero podemos elegir dos tipos de violencia, una que tiene
que ver con el saber diagnosticar y poder pensar el diagnóstico como la posibilidad del nombre propio. Diferente de
la violencia de los diagnósticos que no tienen en cuenta la subjetividad, donde el síntoma es tapado vía fármaco o
con alguna terapia de entrenamiento.
Hay una violencia del diagnóstico qué no debe ser la última palabra de nuestra práctica, pero que no obstante es
necesaria para evitar los desastres, es decir, la comunicación del diagnóstico se debe realizar teniendo en cuenta
como se dice, el contexto y acompañar al sujeto en esto que le estamos diciendo.
Lacan va a la inversa, se ocupa de la singularidad, no de la particularidad. Luego cuando dice “el diagnóstico seria los
mas tranquilizante”,se refiere a ponerle nombre a las cosas, lo insoportable es que no tengan nombre. El asunto es
cuando el diagnóstico lo explica todo, cuando está para tranquilizar a los terapeutas y para poner al paciente en una
bolsa.
1. El diagnóstico clínico: diagnóstico de la enfermedad que englobaba toda la patología psiquiátrica, médica en
general y de la personalidad. Se ha medicalizado a los anormales qué podran ser calificados por su
personalidad según criterios sanitarios.
2. El diagnóstico de discapacitación social: diagnóstico funcional que valora cuatro áreas de funcionamiento
social: personal, familiar, laboral, social amplia. Afirma que hay una relación inversa entre la discapacitación
y la calidad de vida.
3. El diagnóstico de los factores ambientales y relativos al estilo de vida que hacen referencia a la enfermedad:
diagnóstico situacional, qué abarcado circunstancias del pasado y del momento actual. Se suma el estilo de
vida como variable a ser calificada, las condiciones en que se desarrolla la vida se transforman en motivo de
un diagnóstico.
A cada enfermo, 3 diagnósticos, no solo nombrar la enfermedad, sino también diagnosticar la desviación de la
norma.
La psiquiatría incorpora toda la masa de las conductas anormales, disfuncionales. La psiquiatría es la bisagra que
reúne a la medicina con la política y el aparato judicial encargados del cumplimiento de las normas funcionales.
La conformidad con lo esperado según las normas de la cultura será sinónimo de salud, la impugnación, de
enfermedad.
Hay dos usos de la norma: La norma que se opone a la irregularidad y el desorden (campo del derecho) y la norma
que se opone a lo patológico (campo de la medicina). La psiquiatría queda incluida en el espacio entre las dos
normas.
DSM- III pretendía ser más que una nomenclatura ya que incluia criterios diagnósticos explícitos. En vez de 3 ejes,
tenía un sistema de 5 ejes que debían conservar los diagnósticos psiquiátricos:
1- Trastornos clínicos y otras enfermedades que puedan ser objeto de atención clínica.
3- Enfermedades médicas y los problemas físicos cuando van acompañados de un trastorno mental.
Entre la CIE-9 y la CIE-10 hay un aumento en la cantidad de entidades clínicas y su nomenclatura. Al capítulo de los
trastornos mentales se le agregó el comportamiento.
Hay que diagnosticar algo y poner un número siempre que uno es invitado a hacerlo. El objetivo del taxonomista es
clasificar las demandas que pueden hacerse a un psiquiatra con la expectativa de que éste encuentre un espacio en
el cual incluir el caso.
El psiquiatra clasifica, segrega a los diagnosticados y tiene herramientas para normalizar a esos sujetos sin conocer
las causas.
Todos los intentos de fijar límites entre los trastornos fallan y se encuentran zonas de confluencia. A juicios de unos,
una anormalidad puede llamarse de una manera y a juicio de otros, de otra. Aparece el concepto de comorbilidad
(presencia de uno o más trastornos).
El DSM-V es un texto que influye sobre la manera como nos representamos quienes somos.
El psicoanálisis produjo una manera de pensarnos como seres pasionales y contradictorios, con conflictos y con
zonas oscuras, generadas a lo largo de una historia. En cambio, la subjetividad de los DSM es más plana y funcional,
es una forma de ser adaptada y gobernada por los ritmos cambiantes de los neurotransmisores.
Al DSM-V lo inició la idea de un cambio de paradigma, cambio planteado en términos de relevo de un paradigma
categorial con fronteras nítidas entre los cuadros clasificados, por otro dimensional con límites más borrosos y
gradientes de gravedad entre uno y otro.
Este cambio se debe a que las fronteras se han convertido en zonas grises llenas de inclasificables, de cuadros mixtos
y heterogéneos, de co-morbilidades, zonas intermedias entre comportamientos normales y patológicos.
El DSM-IV incluyó la condición de qué, para ser incluido en los cuadros, un trastorno requeria presentar una
afectación clínicamente significativa o in impedimento del funcionamiento dentro del criterio de para cada desorden.
Sin embargo, en la actualidad pocos pacientes encajan perfectamente en las clasificaciones, lo que impulsó al
paradigma dimensional del DSM-V.
Por un lado, hay quienes temen la amenaza a la reputación de la psiquiatría y actúan con cautela por las críticas
recibidas (se triplicó los trastornos, y la mitad de la población reunía criterios para ser incluidos en un trastorno en
algún momento de sus vidas). La psiquiatría sobrepasa sus límites al aplicar etiquetas y patologizando algunas
variantes normales de la existencia.
Se produce el aumento de psicofármacos, donde hay más de uno para cada trastorno. Por lo que, la psiquiatría
deberá definir si acuerda con intervenciones que apunten a ayudar a la gente a enfrentar elaborativamente el
sufrimiento de la vida cotidiana y las limitaciones del cuerpo o se pone del lado de acercarlos a un ideal de perfección
a través de potenciar su posibilidades al máximo a través de la neuroquímica.
El valor de un enfoque dimensional donde las fronteras entre lo normal y lo patológico son borrosas es el de reflejar
ese continuum.
CAPÍTULO 1:
Se clasifica a los niños en función de cierta lectura de aquellas conductas y rendimientos que se consideran
trastornados y se lo hace desde una supuesta neutralidad valorativa. Por consiguiente, se les ponen nombres a esos
trastornos, nombres que pasan a ser nuevas palabras maestras, dotadas de un denso valor de verdad, nombres
válidos para los DSM.
Se va imponiendo la idea de qué clasificar es esencial para el progreso científico en cualquier disciplina.
El DSM es un sistema para agrupar y denominar eventos, que recibe varias críticas. Entre ellas se critica lo
innecesario del secreto en que fue concebida la versión 5, sus excesivas ambiciones y sus métodos desorganizados;
una escritura a la que la falta claridad y consistencia. La tendencia a una expansión dimensional será la de una
incorporación de nuevos diagnósticos con lo que el riesgo será la creación de millones de falsos positivos y
nuevamente mal identificados pacientes.
Habrá un masivo sobre-tratamiento con medicaciones que son innecesarias, caras y muchas veces nocivas. El DSM-V
aparece promoviendo la inclusión de muchas variantes de la normalidad bajo la firma de enfermedad mental, con el
resultado de que el concepto de trastorno mental queda indeterminado.
El DSM pretende recoger evidencias, hechos, imponiendo nombres libres de interpretaciones teóricas, es decir,
ateóricas.
CAPÍTULO 2:
UNIDAD 2: Neurosis
El concepto de neurosis, es una herencia que proviene de los primero estudios en los que la ciencia comienza a
interesarse por una serie de trastornos difusos insólitos, extraños que no podían ser agrupados ni definidos, y ese va
a ser el suelo en el que después se va a basar todo el desarrollo de la obra freudiana.
Desde Hipócrates, la medicina se encontraba con una multitud de fenómenos tales como cefaleas palpitaciones,
disneas, trastornos urinarios, insomnios perturbaciones de carácter, que van aproximando dos cuadros, la histeria y
la hipocondría, diferenciándolos de lo que inicialmente se denominó “alienación mental” e insinuando que en ambas
se encuentra algo en relación a un cuerpo extraño.
El nombre de histeria proviene de hysteron, o sea útero, considerándose que su sintomatología presente en las
mujeres, proviene de lo que se llamaba migraciones y caprichos del útero. La hipocondría se la pensaba más
vinculada a los hombres inicialmente y estaba ligada al extravío de los hipocondrios, los órganos abdominales como
el bazo, el estómago, el hígado.
Platón contemporáneo a Hipócrates, subraya que la mujer a diferencia del hombre llevaba en su seno un animal sin
alma, entonces se piensa que el remedio para hacer volver al útero a su lugar supuestamente natural, eran las
relaciones sexuales, los trabajos manuales, los embarazos que la hacían asentarse en un lugar, que calmaban la
actividad febril de la cabeza que en la ociosidad y en la ensoñación es llevada fácilmente hacia abajo. Allí la medicina
de la época intentaba una respuesta médica a esta cuestión de los caprichos del útero.
En la edad media, esa enfermedad cobró un papel muy significativo y muy penoso porque se la vinculó a las
posesiones y a los demonios, en particular y a partir del predominio de la iglesia en la baja edad media donde se da
toda la expansión del feudalismo. Muchos de estos sujetos, la mayoría mujeres, tuvieron un destino trágico, la
muerte en la hoguera ¿Por qué? porque se renuncia al enfoque médico de estos trastornos difusos. La medicina
hipocrática es dejada de lado y la palabra histeria deja de emplearse y se habla de posesión demoníaca. Las
convulsiones, las sofocaciones de la matriz pasan a ser consideradas expresión de placer sexual y por lo tanto
pecados, se presenta de este modo la especie de polarización civilización-cultura, es decir, se la comienza a
considerar como productos de una especie de infección psíquica, una especie de epidemia vinculada a posesiones y a
los demonios y entonces el diablo que es capaz de engañar, de simular enfermedades, de entrar en el cuerpo de las
mujeres y poseerlas, hace de ellas brujas y la histeria pasa a ser brujería y el cuerpo de la histérica el lugar de lucha
entre Dios y Satán. Los síntomas eran el triunfo de las influencias del mal. La baja edad media, el feudalismo, es
también de la época de las cruzadas y las cruzadas son un intento de globalización, de poner a todos bajo el mismo
Dios, a todos bajo el mismo idioma, a todos bajo el mismo imperio, un intento que plantea frenar la diversidad, la
invasión en nombre de Dios.
¿Cómo se produce el pasaje de la concepción demoníaca a la concepción científica?, las relaciones entre
humanismo y renacimiento se presentan bajo un aspecto de polémica incesante de manera que mientras el
humanismo se caracteriza por el retorno a la sabiduría clásica en el marco de una preocupación fundamentalmente
teológica, el renacimiento lo hace en la dirección de impulsar la ciencia.
En el año 1487 se produce un tratado que se llama “Malleus maleficarum” conocido como Martillo de las brujas, que
es el manual que utiliza la iglesia y la inquisición para detectar una bruja, para detectar los casos de brujería y
mandar a la hoguera a todos sus representantes. Eso dura dos siglos. Mientras tanto, en el campo médico comienza
a intentarse con la explicación científica, resistir esa idea demoníaca de posesión.
En el siglo XVI, el médico alemán Weyer es el primero que trata de contrastar ese poder de la iglesia y asume la
defensa de las mujeres poseídas. La defensa que empieza a sostenerse respecto de las poseídas es que no eran
responsables de sus actos, había que considerar que se trataba de una enfermedad, y comienzan a intentarse
algunas terapéuticas, por ejemplo, un tipo de terapéutica que bascula entre ciertos criterios casi y una especie de
terapia ambientalista en donde se recomiendan con cierto empirismo, ciertas dietas, paseos, música, es decir, vuelve
a traerse a la histeria al plano médico.
En ese siglo XVI, se intentan caracterizar estos trastornos como una especie de imaginarios sustancialistas, siguiendo
lo que se va a llamar la “idea de los vapores y de los nervios” ¿que son los vapores? son una especie de emanaciones
que cuando llegaban al cerebro causaban locura, furor, manifestaciones histéricas, y eran, los que inducían en las
pacientes, escandalosas conductas sexuales. O sea, lo sexual ya lo tenemos allí, siglo XVI.
En este retorno de la histeria a la medicina, se van delineando distintas corrientes, una que podríamos denominar
más organicista, que estaba insatisfecha con esta explicaciones de vapores y que intenta ya en el siglo XVII comenzar
a apoyarse en los estudios, que intentaban dilucidar la arquitectura del cerebro, retomando concepciones que
indicaban que estos cuadros provenían de una enfermedad cerebral primitiva.
Siglo XVII, Willis, uno de los estudiosos de la médula, las prolongaciones nerviosas, la concibe entonces como un
sistema y busca caracterizar una sustancia móvil que llegue a los órganos pero que actué sobre las sensaciones y los
movimientos, fundamentado en ese sustrato orgánico. Entonces, los nervios serían los que difundirían dicha
sustancia móvil por todo el cuerpo, y entonces se concluye que tanto la histeria como la hipocondría son, en ese
sentido, enfermedades nerviosas→causa científica.
Un poco más adelante Mesmer le va a dar otra vueltita a esto y va a hablar de los fluidos magnéticos como el
principio fisiológico que explicaría todos estos trastornos. Toda la historia de los imanes que anda dando vuelta por
ahí está ligada a estos asuntos.
En 1777, Cullen realiza un aporte nosográfico singular, y dice que la histeria y la hipocondría son enfermedades
nerviosas, pero las agrupa bajo un nombre “Neurosis”, porque dice son enfermedades sin fiebre y sin lesión local
verificada. ¿Cómo se concebía la neurosis? Como una enfermedad de la sensibilidad y de la motricidad en la que no
se verifica fiebre, su afección primitiva no depende de las alteraciones locales y es atribuida a alteraciones del
sistema nervioso, o sea, alteraciones, no lesiones. En ese contexto puritano de las islas británicas se encuentran
todos muy satisfechos de empezar a conceptualizar. Entonces, estos fenómenos insólitos, extravagantes tienen
alguna clase de comprensión ubicándolas de esta manera y el término de neurosis viene perfectamente bien porque
es una especie de maridaje entre el término neurón (del que proviene nervios, del latín neurón) y terminación “osis”,
que queda re bien en cualquier enfermedad porque le da el matiz científico de lo etimológico que quiere decir
especie mórbida.
Más o menos para la misma altura, aparecen en Francia y en Gran Bretaña las corrientes más organicistas,
Sydenham en Gran Bretaña y Pinel en Francia, y estos dos van a ser los primeros que van a pensar en la histeria
desde un fundamento psíquico y para ellos, es curable porque no es una enfermedad orgánica del cerebro, sino un
desorden de las pasiones con consecuencias somáticas. Es una afección del espíritu, una alienación mental y por lo
tanto requiere un tratamiento moral.
Entonces, estaban los organicistas, los de las pasiones y a partir del siglo XVIII, vamos a encontrar una tercera vía más
ligada a Mesmer en Alemania y a Charcot en Francia. Mesmer produce todo un contrapunto con los últimos restos
de la concepción religiosa de la histeria. Mesmer logra demostrar que no se trataba de posesión demoníaca sino de
esto que él llama el “magnetismo animal” que encuentra en la histeria, en donde sostiene que gracias al magnetismo
consigue una redistribución de los fluidos de lo que él llama el fluido universal que es lo que está ligado a la aparición
de los síntomas, y pone el punto final a la concepción demoníaca girando hacia una especie de psicoterapia
dinámica, porque habla de conflicto.
Charcot es el que inspira a Freud, que es el que saca a la histérica del campo de la simulación, acentúa el carácter
psicológico en detrimento del carácter nervioso. Para esas alturas tenemos:
● Sostenedores del organicismo: la histeria era una enfermedad cerebral de naturaleza fisiológica o con sustrato
hereditario.
● Sostenedores de la psicogénesis: la histeria era una afección psíquica, es decir, una neurosis, consolidándose la idea
de Cullen en donde se las designa como afecciones mentales sin origen orgánico y se las califica de funcionales. Toda
esa corriente del magnetismo va consolidando una idea de terapéutica que confluye en la aparición de los primeros
hipnotizadores, y es sobre ese campo que va a sentar sus bases el psicoanálisis, es yendo más allá de la hipnosis que
se constituye el psicoanálisis.
Freud en el año 1885 viaja a París, para empezar su carrera científica como neurólogo de su tiempo. Se había
formado en los postulados clínicos de la Escuela Alemana, para los cuales los conceptos de entidad mórbida y
localización cerebral eran centrales. Llega a París y se encuentra con Charcot, el mayor exponente de la Escuela
Francesa en ese momento, que privilegia otra manera de acercarse a la clínica, que privilegia la observación
morfológica, relega el uso del método anátomo-clínico, ganando cierta autonomía respecto de lo fisiológico.
Entonces, lo encontramos a Freud, impactado por la enseñanza de Charcot, tironeado entre la presentación
sintomatológica de la histeria que aprende en la clínica de Salpêtrière donde trabaja Charcot, y toda su formación en
la Escuela Alemana.
Se producen intercambios entre Charcot y Freud para hablar de las parálisis histéricas y su diferencia con las parálisis
motrices, y del resultado de ese intercambio nace el texto “Estudio comparativo de las parálisis motrices, orgánicas e
histéricas”. Allí Freud desarrolla la primera idea central en la futura conceptualización psicoanalítica de las neurosis.
Para Charcot las parálisis orgánicas tienen una clara explicación, hay una afección en la estructura cerebral, es decir,
la anatomía cerebral verdadera es la que genera una parálisis motriz orgánica. Respecto a las parálisis motrices
histéricas, habla de lesión dinámica (movible).
A Freud, alemán en su formación, esa idea le resulta de una vaguedad insoportable, y es allí que inventa su modo de
pensar la parálisis histérica, dando lugar a su concepto de “lesión de la representación”. Freud se dedica a estudiar la
sintomatología histérica y ve que se inerva una zona del cuerpo, formando un síntoma, que en ese caso eran
parálisis. Y lo que descubre es que ese síntoma se comporta de una manera tal que parece que la anatomía no
existiera, en el sentido de haberse alterado la concepción de la idea de una función o de un órgano, tomándolas en
su sentido vulgar. Por eso dice aquello de “la histérica nada sabe de la anatomía verdadera, pero si del saber vulgar
sobre la anatomía”. Entonces, ya no se trata para Freud de una vaga lesión dinámica mal definida, sino que dice que
la diversidad de los efectos somáticos conversivos proviene de una “lesión en la representación”, es decir, la parálisis
de un brazo consiste en que, la concepción del brazo queda imposibilitada de entrar en asociación con las demás
ideas que constituyen el yo, pues quedó vinculada a una asociación de gran valor afectivo. Anuncia allí Freud la idea
de una neurosis adquirida.
En ese mismo momento Freud tiene que escribir un pequeño articulo para una enciclopedia respecto de la histeria y
se apoya en la teoría de Cullen, quien define neurosis por primera vez, y dice: “la histeria es una neurosis en el más
estricto sentido, no solo no pueden descubrirse cambios perceptibles en el sistema nervioso (no hay lesión orgánica)
sino que no deben esperarse que el refinamiento de la técnica anatómica revele tales cambios”. O sea, no esperen
que por más que avance el estudio de la anatomía vayamos a encontrar alguna lesión anatómica efectiva en la
histeria. Porque Freud dice que estos cuadros corresponden a un trastorno en la circulación o en la asociación de
ideas, que pueden corresponder a una inhibición por parte de la actividad voluntaria, a una exageración o a una
supresión de orden emocional y que emana de una actividad que es icc. El mecanismo que preside la formación de
síntomas, es la represión de un grupo de representaciones incompatible con el yo, a lo cual denomina defensa. El
primer nombre que toma la represión en Freud es “Defensa”.
Freud va a marcar la influencia de los procesos psíquicos en los procesos físicos, al subrayar que estos procesos
psíquicos donde se lesiona la representación, influyen sobre los procesos orgánicos según la idea de la solicitación
somática. Freud menciona este concepto por primera vez en Dora. Este concepto refiere a cuando el cuerpo se torna
propicio para que el afecto de una representación venga a alojarse allí. Freud dice que no era casualidad que Dora
tuviera tos. Es decir, así como Cecilia, la paciente de los “Estudios sobre la histeria”, padece de una neuralgia facial
por un insulto que “dolió como una cachetada”. Ahí vemos como hay un órgano o parte del órgano que consiente
(consentir), complace; hay como una complacencia, como un asentimiento de ese órgano de servir como puente
lingüístico, de servir para alojar el afecto separado de la representación y entonces alojarse allí. Complacencia
orgánica o solicitación somática, ambos conceptos apuntan a ese proceso: un órgano o parte del cuerpo se torna
propicio para alojar ese afecto de la representación reprimida.
Entonces, en su primera teoría de la neurosis, Freud piensa un soporte de los fenómenos mentales icc basándose en
una concepción económica, es decir, la histeria se debe a un exceso de excitación imposible de tramitar ya sea por
reacción o mediante elaboración asociativa. Esa especie de exceso en el circuito de las asociaciones de ideas es lo
que más tarde va a configurar la teoría pulsional de la sexualidad.
El método terapéutico que Freud expone -en colaboración con Breuer- se dirige a anular la eficacia de la
representación no descargada aplicando algo que vaya en el sentido de esa descarga. Entonces aplica la hipnosis, el
primer tratamiento que brinda a sus pacientes histéricas. De tal modo que si la enfermedad se produce por un
exceso de excitación, entonces, la técnica será, mediante la hipnosis, producir una descarga, la llamada catarsis.
Todo esto se liga la idea de un principio de constancia. Hay un principio, mediante el cual funciona el aparato, que
tiende a mantener constante el nivel de excitación y de esa manera regula el funcionamiento psíquico y cualquier
exceso a ese nivel constante va a producir una irrupción y si no puede tramitarse va a provocar síntomas.
Freud entonces piensa la histeria adquirida a partir de la introducción de lo que va a llamar una disociación entre
grupos de representaciones, es decir, se instala una escisión en la vida psíquica. Es lo que Freud llama aquellas
representaciones inconciliables para el yo que por acción de la defensa, constituyen un grupo separado. Freud no es
el primero en pensar en “grupos separados” o pensar en “disociaciones”, pero su obra tiene la originalidad de que
propone otro sistema con sus propias formas y leyes de funcionamiento. No solamente una conciencia disociada,
sino un aparato psíquico escindido por sistemas que se regular con leyes completamente diferentes (no es lo mismo
el funcionamiento de la conciencia que el del inconsciente).
Freud intenta comprender el sentido de los síntomas y piensa que los sujetos hacen un esfuerzo de voluntad para
separarse de ideas desplacientes, es de esa concepción que nace la noción freudiana de defensa. La defensa se torna
el mecanismo psíquico principal de los cuadros que Freud estudiaba. Habla de grupos de representaciones separadas
por la defensa y empieza a estudiar distintas maneras de llevarse a cabo ese proceso de la defensa en distintos
cuadros. A medida que va a avanzando su intento por comprender el sentido de los síntomas se le hace presente la
idea de que se trata de modos específicos de defensa vinculados fundamentalmente a rechazar ideas relacionadas al
impulso sexual, o referidas a una realidad penosa. Entonces va definiendo dentro de ese mecanismo de la defensa
distintas maneras de llevar a cabo ese proceso defensivo en la psicosis alucinatoria, histeria, neurosis obsesiva, fobia
y luego paranoia. Todas reunidas bajo el criterio de una forma de defensa, que tiene como premisa producir destinos
diferentes para la representación y el afecto.
Freud desde el inicio, trata de dar cuenta de significaciones psicológicas de los síntomas, es decir, los síntomas tienen
un sentido. Entonces, entre el año 1894 y 1896, constituye su primera nosografía y divide el campo de la clínica, en
dos grandes grupos, por un lado, las neurosis actuales, dentro de las cuales se ubica la neurosis de angustia y la
neurastenia; por el otro, las neuropsicosis de defensa, donde ubica a la histeria, la neurosis obsesiva, la fobia y la
psicosis alucinatoria.
En la histeria, en este momento inicial los traumas son siempre de carácter sexual, ocurrieron en la primera infancia
y siempre se cumple una condición específica que es la pasividad sexual en tiempos pre-sexuales, es decir anteriores
a la pubertad. El trabajo con sus pacientes histéricas, le revela que en esos casos de histeria ha habido experiencias
tempranas de carácter sexual a las que llama seducción ejercidas por adultos, escenas que en la histeria fueron
vividas con displacer por esos sujetos a posteriori histéricos. Las representaciones obsesivas también tienen como
premisa la vivencia sexual infantil, pero tienen un carácter distinto a lo que ocurre en las histerias, no se trata de
pasividad sexual, sino en general de agresiones sexuales llevadas a cabo con placer o bien de una gozosa
participación en actos sexuales, es decir, se trata de actividad sexual. De todas maneras supone una experiencia
pasiva anterior porque sabemos que originariamente todo sujeto es pasivo respecto de la sexualidad dado que las
marcas pulsionales ingresan siempre desde el Otro a través de sus cuidados.
En esta primera teoría hay un papel muy importante, el de seductor. Freud en ese primer momento no distingue
entre los recuerdos reales del sujeto y las fantasías. Porque los recuerdos relativos a la sexualidad infantil nos
remiten a una experiencia precoz con irritación real de los genitales, es decir, algo ocurre y su ocurrencia es anterior
a la madurez sexual. Freud piensa que porque se trata de un sujeto infantil, la irritación de los genitales no produce
efecto alguno (no tiene con que digamos), pero la huella psíquica perdura. En la pubertad, cuando esos sujetos ya
cuentan con su maduración sexual, el recuerdo de esas escenas introduce en el psiquismo una potencia que no tenía
cuando fue vivencia. Se comporta como un cuerpo extraño como una especie de infiltrado, constituyéndose
entonces una organización patógena, un núcleo patógeno. Frente a estas condiciones el aparato psíquico pone en
marcha lo que llama defensa patológica, dando lugar así a los distintos tipos de productos neuróticos.
¿Cómo Freud intenta explicar esa perdurabilidad que conduce a la formación de los síntomas? Dos metas
conceptuales hay en Freud para eso, una la teoría de la seducción, que es la introducción de toda la teoría de la
sexualidad infantil, inicialmente para Freud ver escenas reales de seducción en un tiempo pre-sexual anterior a la
pubertad, que no produce en efecto, pero si llega la ocasión a posteriori, o sea después de la pubertad, van a
producir ese efecto mayor que cuando fueron vivencia. Entonces esa articulación de la escena en dos tiempos más el
recuerdo que produce su efecto a posteriori eso es lo que llamamos en Freud teoría traumática de la neurosis.
El concepto de fantasía: Freud llega al concepto de fantasía a partir de las escenas de seducción, esas escenas que en
un primer momento piensa como reales, como verdaderas. Es decir, hay un pasaje en Freud del trauma real a la
fantasía de seducción y entonces aparece un concepto importantísimo, el concepto de Realidad Psíquica, que en la
neurosis vale más que la realidad material.
¿Cómo piensa entonces en ese momento la sexualidad? La sexualidad desde el comienzo nace apuntalada en la
auto-conservación, se exterioriza a través de pulsiones parciales, que se satisfacen en zonas erógenas (son parciales
porque cada una procura una ganancia de placer a través de un objeto en el propio cuerpo) y, la problemática
central del cachorro humano es cómo pasar del autoerotismo al hallazgo del objeto, es decir, al amor objetal.
Freud va a otorgar importancia a la pubertad, momento en el cual se reactiva la sexualidad, posterior a la latencia,
con lo cual introduce la idea de que en el ser humano la sexualidad se manifiesta en dos tiempos, primero y segundo
despertar sexual. La idea de sexualidad infantil implica en la concepción freudiana una ruptura de la solidaridad con
la noción de genitalidad, ya que para Freud todos los órganos del cuerpo pueden desempeñar una función sexual
erógena y del mismo modo que no existe solidaridad entre sexualidad y genitalidad, tampoco lo hay entre sexualidad
y procreación. Esto lo piensa a partir de la existencia de las perversiones. En la perversión se busca un placer
independiente, una forma exclusiva de placer y es el estudio de las perversiones lo que le brinda a Freud todos los
aportes para sostener su idea de la ajenidad entre el objeto y la meta sexual. Es decir, aquello que aparentemente se
supone como siendo dado por la naturaleza humana esa partir de la visión psicoanalítica revelado como un producto
de un proceso complejo vinculado con la subjetivación y la sexuación.
Todos los procesos que se prepararon durante la infancia, durante ese primer despertar sexual culminan con la
elección de un objeto de amor. El complejo de Edipo y el complejo de castración constituyen la ampliación del primer
esquema de la sexualidad infantil en Freud, y Freud los va a considerar el nódulo de la neurosis.
¿Cuál sería la labor de un sujeto pensado freudianamente? Desligarse de sus objetos primarios, es decir, de los
padres, dejar de ser un niño, abandonar la satisfacción auto-erótica, convertirse en miembro de una comunidad
social. Es en todo eso en lo que el neurótico fracasa. ¿Cuáles son los dos peligros que hacen a la etiología de la
neurosis? Fijación y Regresión. En ese momento adquiere importancia su concepción de la libido, y la introducción
del narcisismo, que marca los distintos modos de regresión. En la histeria, la regresión de la libido se produce a los
primeros objetos que había investido. En la neurosis obsesiva se produce una regresión de toda la organización
sexual, a la fase sádico-anal. A su vez Freud va a distinguir el modo de regresión de las neurosis de transferencia, del
modo de regresión propio de las neurosis narcisistas. En las psiconeurosis narcisistas, los modos de regresión revelan
una mayor participación del yo en la producción del cuadro, es decir, en ellas hablamos de una regresión de la libido
al yo.
Comienzan a subrayarse las diferencias en relación a los síntomas. Freud comienza a hablar de:
● Síntomas típicos: los síntomas típicos de una estructura. Por ejemplo, en la histeria, la conversión.
● Síntomas neuróticos individuales: la particularidad de un síntoma en un sujeto. Por ejemplo, cuando una histérica se
presenta con un síntoma conversivo de vómito. Hay una interpretación histórica que remite a la propia historia del
sujeto, pero cuando tengo que esclarecer el significado de los síntomas tendré que pensar no sólo en interpretación
histórica, sino fantasías propias de cada sujeto relacionadas con su historia.
Ahora, para pensar en las fantasías propias de cada sujeto cuando da cuenta de lo típico, Freud tiene que introducir
otro tipo de fantasías: las fantasías originarias. La fantasía de seducción, la fantasía de castración, la escena primaria
(o sea el comercio sexual entre los padres), tienen una tipicidad, es decir, se presentan en los individuos de la especie
y dan cuenta de la prehistoria de la especie. El modo de conocer el significado particular, tendrá que ser abrochado a
la historia individual de cada sujeto.
Respecto del sentido de los síntomas, Freud dice que los sujetos desconocen e ignoran el sentido de sus síntomas. Si
el proceso anímico icc que implica la producción de un síntoma no existiera, es decir, si el proceso accediera a la
conciencia, no sería necesario un síntoma. La condición de una neurosis es la existencia de procesos psíquicos icc. Y
el síntoma en tanto es por un lado resultado de un conflicto, por otro lado efecto de procesamientos icc, de leyes de
funcionamiento tales como; la condensación y el desplazamiento. Se va a presentar para el sujeto de un modo
irreconocible. Esto nos lleva a la siguiente definición de síntoma en Freud “el síntoma es un producto deformado de
una realización de deseos libidinosos icc”.
Todos los antiguos han atribuido los síntomas de la afección histérica a un vicio de la matriz; sin embargo, si se
compara esta enfermedad con la afección hipocondriaca, se encontraran grandes similitudes entre estas dos
enfermedades.
La afección histérica se presenta también bajo formas diversas e imita a casi todas las enfermedades que afectan al
género humano porque, en aquellas partes en que se encuentra, reproduce inmediatamente los síntomas propios de
esta parte.
Otras veces, ataca la parte exterior de la cabeza, entre el cráneo y el pericráneo: clavo histérico.
Aunque las mujeres histéricas y los hombres hipocondríacos sean enfermos del cuerpo, lo son aún más del espíritu
porque desesperan de su curación.
La afección histérica era la fuente de infinidad de males, pero no tenían por causa la matriz. Los síntomas son
numerosos, variado y no siguen ningún tipo de regla.
Por un lado, las causas externas o antecedentes de esta enfermedad son los movimientos violentos del cuerpo y las
agitaciones violentas del alma, producidas por la cólera, pena, temor o alguna pasión semejante. Por otro lado, las
causas internas e inmediatas refieren al desorden o movimiento irregular de los espíritus animales (causados por
demasiada debilidad), los cuales causan espasmos o incluso dolor cuando la tal parte está dotada de una sensibilidad
exquisita y perturban las funciones de los órganos. Las mujeres histéricas y los hombres hipocondríacos expulsan a
menudo grandes cantidades de orina clara y límpida (pura, transparente).
La principal indicación a proponer en el tratamiento fue fortificar la sangre qué es la puerta de los espíritus animales.
Pero como el desorden de los espíritus ha corrompido lo humano antes de fortificar la sangre, conviene debilitarlo
mediante la sangría y la purga siempre y cuando las fuerzas del paciente lo permitan. Después utiliza jarabe
preparado con limadura de hierro puesto en infusión en vino del Rin hasta suficiente impregnación del vino,etc.
Para Charcot, es frecuente que una histérica sufra una contractura como secuela de un traumatismo. En ciertas
circunstancias el ataque constituye una especie de recurso terapéutico. Es frecuente que como resultado de un
ataque provocado se produzca un cambio visible y que una contractura que se presentaba como irreductible y de
duración indefinida, desaparezca bajo el efecto de ese ataque.
Se utiliza la existencia de puntos histerogénicos para provocar, en un momento dado, un ataque hístero-epiléptico.
La histeria mayor comienza por un ataque epileptoide muy poco diferente del verdadero ataque epiléptico y que se
ha dado en llamar la enfermedad hístero-epiléptica, aunque nada tenga en común con la epilepsia.
La fase epileptoide se subdivide en un periodo tónico y un periodo clónico; luego sobreviene el silencio y la fase de
los grandes movimiento, con sus dos aspectos principales: los saludos y el arco circular. Se pasa por último a una 3ra
fase: de golpe, se ve a la enferma mirando una imagen figurada, alucinación qué varía según las circunstancias (fase
de las actitudes pasionales).
Hay una cuarta fase: el período de delirio. En este caso, luego de la fase de actitudes pasionales todo vuelve a
comenzar y pueden hallarse series que se suceden unas a otras de modo tal que el ataque puede durar
indefinidamente, dos, tres, seis días.
Charcot sostiene que hay ciertos puntos histerogénicos que pueden provocar un ataque. Si se presionan los ovarios a
una mujer se le puede generar un ataque, y presionando esa zona durante el ataque, se produce el cese del ataque.
Comprensión del ovario: es un medio preventivo, un medio útil para tener tranquilidad; es un recurso curativo. Si se
la extirpa el ovario, no por eso se consigue la curación de la histeria. (apretar el ovario detiene el ataque, pero
cuando se deja de presionar, el ataque vuelve, por lo que se opta por la extirpación del ovario)
Diferencia entre la histeria y la epilepsia: la epilepsia no depende de circunstancias ováricas. En la histeria, el ataque
se interrumpe bajo la influencia de la presión. En la epilepsia no se producirá ninguna modificación.
Los enfermos de la gran histeria quedan apenas fatigados al salir de su estado. En un ataque de epilepsia quedan
agotados. La histérica grita durante el ataque, en cambio, la epilepsia es mucho más silenciosa.
Kraepelin empieza el texto haciendo una descripción de una paciente: es una joven de 30 años que entra a la sala
con una enfermera, pasos cortos, casi arrastrando los pies y se ha sentado en el sillón cayendo como si hallara
exhausta. Parece algo melancólica, trae los ojos bajos, cuando se le dirige la palabra habla en voz baja como de
cansancio, sin levantar la vista y nos enteramos que está completamente orientada. A los pocos minutos se cierran
espasmódicamente sus párpados, inclina la cabeza hacia delante y parece haber caído en un profundo sueño.
Está enferma ha padecido de las más variadas afecciones y ha estado sometida a innumerables tratamientos de todo
orden: los baños de Brine, los rusos, los de sumidades de pino, la electricidad, el aire del campo, las estaciones
balnearias, una temporada en la Riviera y la experimentación hipnótica. Todo ello sin mejoría o con pasajero alivio.
Lo que daba resultado positivo era el rociamiento con agua fría y las corrientes farádicas.
Luego se le presentaron “grandes ataques” además de los trastornos anteriores. El ataque se puede reproducir por
presión en la zona más sensitiva de la región ovárica izquierda. La enferma da muestras de agudo dolor, su
semblante se altera, se agita violentamente, y grita rogando que no se la toque más. Pide auxilio y hurta el cuerpo
como si tratase de escapar de un ataque sexual. Estado que termina cuando se la rocía con agua fría. La enferma se
sacude, se despierta, y da la impresión de hallarse cansada y sin sentido. No sabe lo qué ha ocurrido.
Lo que llama singularmente la atención 1ro es la aparición y desaparición en forma de ataque de cierto número de
trastornos de diversos géneros; y 2do el hecho que sean influidos por agentes extraños, la histérica jamás se va a
desmayar sola va a esperar que venga alguien para caerse. Estas dos características es que lo lleva a pensar que la
naturaleza del histerismo debe basarse en que todos los trastornos del terreno mental se producen con sensaciones
internas sumamente exageradas por el intermedio de las ideas. Todas las alteraciones expuestas son producidas por
ideas con fuerza de sensaciones, lo demuestra claramente el hecho de que pueden hacerlas desaparecer mediante
influencias psíquicas.
A pesar de las quejas sobre su dolencia, no tiene poder suficiente para luchar con energía contra estos fenómenos;
aunque la misma enfermedad le ocasiona cierta satisfacción, por lo que involuntariamente se resiste contra todo
medio para curarla. Esto explica la constante aparición de nuevos y cada vez más significados trastornos, porque la
invalidez se ha hecho una necesidad esencial de su vida.
Ideas fijas con forma sonambulística. Es una idea un sistema de imágenes y de movimientos que escapa al control y
aún al conocimiento del conjunto de los demás sistemas que constituyen la personalidad. El delirio es extremo, va
acompañado de una intensa convicción que raramente se encuentra en otros. El desarrollo de este delirio es
asombrosamente regular, se repite cien veces seguidas con toda exactitud. Durante el desarrollo de su delirio el
sujeto no cree ni acepta nada que esté en contra de su idea rumiante, no ve nada ni entiende nada que esté fuera
del sistema de imágenes de su idea. Cuando el delirio termina vuelve a la vida normal y parece que ha olvidado
completamente lo que acaba de suceder.
Logorrea o Mutismo histérico: en la logorrea el sujeto habla indefinidamente sin poder contenerse, sin parar,
tampoco puede producirlas voluntariamente. En el mutismo histérico el enfermo no puede decir una sola palabra, ya
no dispone libremente de la función del lenguaje. El lenguaje existe fuera de la conciencia personal
Pequeños sistemas de movimiento: movimientos que se desarrollan sin control. Se observan agitaciones en forma de
dolores y alucinaciones, acompañadas de pérdidas de control que producen anestesias variadas. Si bien parecería
que en el momento de la crisis esa función no está, no es una función que está destruida, sigue existiendo. Lo que
pasa es que en el momento del ataque histérico esa función se ve inhibida, obstaculizada, queda suprimida, ya no se
encuentra a disposición de la voluntad ni de la cc del sujeto. Son una especie de emancipación de la función cerebral
y psicológica relacionada con los órganos (vómitos, disnea histérica, ceguera, etc.).
Estigmas propios de la histeria: La marca, la señal propia de la histeria, es la sugestionabilidad, la propensión a la
distracción y cierta rara movilidad de los fenómenos.
- Imposibilidad de una concepción general anatomofisiológica de la histeria: no hay actualmente carácter
anatómico-fisiológico algún, observado en un individuo durante su vida o después de su muerte, que se encuentre
en todos los síntomas histéricos y que exista solo en la histeria.
- Histeria resumida por la sugestión: la noción psicológica más elemental es la noción de la importancia de la idea en
los accidentes histéricos. Charcot demostró que la perturbación no es producida por un verdadero accidente, sino
por la idea de ese accidente. La histeria es una enfermedad determinada muchas veces por ideas fijas.
- El estrechamiento del campo de la conciencia: bajo esta denominación se describe cierta debilidad moral que
consiste en la reducción de numerosos fenómenos psicológicos, que pueden estar reunidos simultáneamente en una
misma conciencia personal. Es el resumen de las capacidades de distracción y sugestión.
- La disociación de funciones en la histeria: la histeria es ante todo una enfermedad de la personalidad que determina
la descomposición de las ideas y de las funciones cuya reunión constituye la conciencia personal.
Diferencia a las neurosis actuales (neurastenia y nss de angustia) que no tienen mecanismo psíquico, de las
neuropsicosis de defensa, que suponen un mecanismo psíquico.
Este mecanismo psíquico consiste en que los pacientes gozan de salud psíquica hasta el momento en que sobreviene
un caso de inconciabilidad en su vida de representaciones, es decir, hasta que se le presenta a su yo una vivencia,
una representación que despertó un afecto tan penoso qué la persona decidió olvidarla. Por lo que se intenta
convertir esta representación intensa en una débil, arrancarle el afecto, la suma de excitación que ella contiene. Pero
la suma de excitación divorciada de ella tiene que ser aplicada en otro lugar.
Hasta aquí son iguales los procesos en todas las neuropsicosis de defensa, luego se diferencian en el destino del
afecto:
Histeria→ Conversion
Psicosis alucinatoria→ no hay divorcio entre representación y afecto, sino que el rechazo es de representación
y afecto en bloque.
En este texto, Freud mantiene la división pero cambia la denominación por psiconeurosis de transferencia. Por otro
lado, descubre que el método terapéutico no funciona de la misma manera con unas neuropsicosis que con otras. En
algunas cura y en otras, queda contraindicado.
En “Nuevas Puntualizaciones sobre las neuropsicosis de defensa” (1896), Freud afirma que la causa de la histeria no
es la herencia. Los síntomas de la histeria sólo se vuelven inteligibles reconduciendolos a unas vivencias de eficiencia
traumática, y que estos traumas psíquicos se refieren a la vida sexual. No tiene que ser en un momento cualquiera,
antes es preciso que estos traumas sexuales correspondan a la niñez temprana, y su contenido tiene que consistir en
una efectiva irritación de los genitales (proceso semejante al coito). No son las vivencias mismas las que poseen
efecto traumático, sino solo su reanimación como recuerdo, después que el individuo ha ingresado en la madurez
sexual. El síntoma es signo de ese conflicto.
Estos síntomas parecen disolverse por medio del método catártico, es decir, cuando se consigue evocar el recuerdo
del suceso provocador y se la da una expresión verbal.
Freud se ve obligado a revisar la hipótesis de que la sexualidad real ejercida sobre el niño engendra la neurosis y
descubre que existe un fantasma de seducción . Junto a la realidad material, hay una realidad psíquica igualmente
importante en la historia del sujeto. La conversión histeria debía considerarse un modo de realización del deseo: un
deseo siempre insatisfecho.
En “Las fantasías histéricas y su relación con la bisexualidad” (1908), Freud afirma que la fantasía icc se localiza
sosteniendo y expresándose en los síntomas histéricos. De modo tal que la dirección de un tratamiento
psicoanalítico llevaría desde los síntomas neuróticos hacia las fantasías de las cuales proceden.
Su prototipo normal serán los sueños diurnos: son las fuentes comunes y arquetipo normal de todas estas creaciones
de la fantasía. Estas fantasías son unos cumplimientos de deseo engendrados por la privación y la añoranza. Son
investidos con interés, cultivados con esmero y, en general, reservados con vergüenza.
Pero se deben diferenciar las fantasías de los sueños diurnos. Las fantasías suceden en todas las neurosis y suelen ser
icc. Mientras que los sueños diurnos son estados de ensoñación que tiene una parte cc y otra icc. El contenido
erótico está siempre presente.
Las fantasías icc pueden haberlo sido desde siempre, haberse formado en lo icc, o fueron una vez fantasías
concientes, sueños diurnos, y luego cayeron en lo icc mediante la represión.
Remiten a las configuraciones primarias de las relaciones libidinosas, mantiene un vínculo con la vida sexual de la
persona, es idéntica a la fantasía que le sirvió para su satisfacción sexual durante un periodo de masturbacion. El
acto masturbatorio se compone de la convocación de la fantasía y la operación activa de autosatisfacción. Está
composicion consiste en una soldadura.
Originariamente, la acción era una empresa autoerótica pura destinada a ganar placer en un lugar del cuerpo
erógeno. Más tarde esa acción se fusionó con una representación-deseo tomada del círculo del amor de objeto y
sirvió para realizar de una manera parcial la situación en que aquella fantasía culminaba. Cuando luego la persona
renuncia a esta clase de satisfacción masturbatoria y fantaseada, la fantasía misma, de conciente que era, deviene
icc. Si la persona no consigue desviar la excitación sexual hacia una meta superior, la fantasía icc se convierte en un
síntoma patológico. Los síntomas histéricos son las fantasías icc figuradas mediante conversión.
La meta última del proceso patológico es restablecer la satisfacción sexual en su momento primaria, que si bien
nunca se consuma así, alcanza una suerte de aproximación.
La técnica psicoanalítica permite colegir desde los síntomas estas fantasías icc y luego hacer que devengan
concientes al enfermo. Un síntoma no corresponde a una única fantasía icc, sino a una multitud de estas.
En Dora, la satisfacción autoerótica estaba en el chupeteo. La intensa activación de esta zona erógena a temprana
edad es la condición para la posterior solicitación somática.
Esto puede observarse en la escena donde Dora se chupaba el pulgar de la mano izquierda, mientras que con la
derecha daba tironcitos al lóbulo de la oreja de su hermano. Está es la manera completa de autosatisfacción por el
chupeteo. La intensa activación de esta zona erógena a temprana edad es la condición para la posterior solicitación
somática.
Lo perverso en la fantasía y en la pulsión: Freud se preguntaba por la cuestión de la perversión en la histeria, si es la
pulsión o el síntoma, y dice que ambas. Lo son pero no en el mismo sentido. Destaca que la perversión propia de la
fantasía se sitúa en relación al contenido mismo. Las fantasías histéricas no se distinguen en nada de los actos de la
perversión. La perversión desde la pulsión, lo acentuada es el carácter parcial. Lo perverso no está referido a la
práctica o contenido, sino más bien a la relación de la pulsión con su objeto que, necesariamente, no puede ser
nunca el adecuado, puesto que , justamente, el objeto adecuado es el que falta. La parcialidad de la pulsión, es que
cada una se satisface independientemente una de la otra. Cuando hablamos de la fase genital, hay una unificación de
las pulsiones. Sin embargo, en la histeria, hay parcialidad de la pulsión, la pulsión se sigue satisfaciendo parcialmente,
predomina cuestión oral.
En “Más allá del principio del placer” (1920), Freud formula la segunda tópica donde la economía psíquica no parece
regulada por la búsqueda del más bajo nivel de tensión, sino por el automatismo de repetición de su traumatismo
original. Por otra parte, la represión aparece articulada en torno a una represión original: la que el sujeto encuentra
cuando llega al mundo en el baño del lenguaje en el que se sumerge. Está represión debe ser respetada.
Falta material simbólico para decir de la mujer y la muerte: S (A barrado) -significante de la falta del Otro. Pero queda
aún, para un ser hablante, una posibilidad de no enfrentarse a ese agujero: Esa defensa consiste en no acercarse al
lugar donde no hay respuesta a la pregunta.
Si una neurosis ya es una respuesta anticipada, para no acercarse al lugar donde no hay respuesta a la pregunta, esa
respuesta se localiza en el nivel del fantasma.
En S (A barrado) se encuentra el punto donde el Otro no responde. Sin llegar a este punto (lo que generaría
angustia), el neurótico desvia el recorrido, tomando por el cortocircuito del fantasma- respondiendo la pregunta
anticipadamente, es decir, preguntandose pero sin hacerlo.
La identificación viril es el medio al que recurre la histeria para intentar producir una respuesta.Esta problemática
encuentra su raíz en la ausencia de un significante de la mujer, carencia que impide que ésta acceda a la feminidad
por medio de una identificación con un significante, ya que no existe ninguno que se preste a tal función. Este
defecto estructural de una identificación simbólica específicamente femenina, en la histeria resulta compensado por
una identificación imaginaria,la histérica se identifica imaginariamente con el hombre para desde allí intentar
responder a la pregunta sobre qué es ser una mujer por intermedio de la mirada masculina.
La gente normal no hace preguntas para no alcanzar así el lugar donde esas preguntas no tienen respuesta. Tiene
tranquilidad en la respuesta anticipada del fantasma. Está es la manera neurótica de regular el deseo, de sostener el
deseo en una version hacia el padre, la del fantasma. Perspectiva neurótica también modo hombre de enfrentar al
Otro, de posicionarse frente a la falta en el Otro, taponándola.
Sin embargo, la vida acerca al neurótico al borde del agujero que pretende evitar. Podemos localizar allí orden de
encuentro traumático. Se trata del encuentro con aquello que logra hacer tambalear la respuesta anticipada que el
neurótico sostiene a nivel fantasma.
Este encuentro es con angustia y es lo que puede conducir al neurótico a un análisis para desplegar su pregunta.
Entonces no hay análisis que no comience por el golpe que sufre la respuesta anticipada que el neurótico da en su
fantasma a una pregunta que aún no ha desplegado.
El síntoma ya no es un accidente individual, sino un hecho inherente a la estructura. Se puede tomar al síntoma
como una expresión metafórica, como la forma que tiene la histérica de testimoniar que su cuerpo es insatisfactorio
para lograr lo que concierne a la relación sexual.
No hay relación sexual, ya que aquello que lo satisface sexualmente se soporta en una imagen singular creada por su
fantasma.
En la búsqueda del objeto, el sujeto queda atrapado en el narcisismo. Cuando el adolescente descubre que esa
imago no corresponde a la idea que él puede hacerse de su partenaire, no tiene elección, ya que aquello que es
capaz de atrapar su deseo está organizado por los rasgos de esta imagen.
La regla fundamental de la asociación libre del analizante permite la producción de un saber sobre ese decir de la
verdad, saber nuevo. Pero la verdad solo se dice a medias, no toda. En efecto, no hay significante que diga el ser del
sujeto, el significante no hace más que representar al sujeto en el lugar del significante faltante qué diría su ser. La
histeria define la verdad freudiana de que sólo hay sujeto enmascarado que concierne al deseo.
La respuesta freudiana es igual a la respuesta histérica: quiere un amo, es decir, un padre que no sea el que venda
como esclava a su hija. Por eso, Freud preserva un padre digno de ser amado, un padre idealizado. Lacan dice: la idea
de un padre todo amor.
Lacan desarrolla de idea de que la neurosis tiene la estructura de una pregunta y la diferencia dentro de ellas radica
en la naturaleza de la pregunta: La neurosis obsesiva tiene que ver con la pregunta por la existencia del sujeto, y la
histeria se pregunta por la posición sexual. La histérica es alguien que se apropia del deseo del otro identificándose
con él.
Se pregunta por la falta pero se hace la pregunta pero está pregunta no se despliega sino qué se responde
anticipadamente por medio de síntomas. Aca se pone en juego la falta del otro. Está respuesta anticipada es para no
encontrarse con la barra, con eso qué falta. En la histeria, una vez que asume la falta, la vocifera por todos lados.
Está todo el día marcando la falta.
Porque si al otro la falta, a mi también. Entonces no quiero ver mi falta. Entonces, para no encontrarse con eso,
responde con el fantasma, con el síntoma o las identificaciones. No hay representación simbólica frente a esa
sexualidad, para responder a eso, respondo anticipadamente.
Responde con el fantasma: el fantasma es una respuesta anticipada frente a un pregunta, qué puede ser ¿cual es el
significante de la falta del otro?
Lacan retoma la cuestión de la experiencia dialéctica en un análisis. La experiencia dialéctica refiere a un diálogo, no
con la persona, sino con la situación que se presenta en ese caso. En este diálogo, uno interviene produciendo
ciertos desplazamientos de la verdad.
Lacan afirma: “En un psicoanálisis, el efecto, el sujeto, se constituye por un discurso donde la mera presencia del
analista aporta antes de toda intervención, la dimensión del diálogo.”
En ese momento, Lacan plantea el psicoanálisis como una relación intersubjetiva (relación sujeto a sujeto), donde
propone la dimensión de diálogo, que no son palabras vacías, sino que en este intercambio se pone en juego una
verdad. Cuando hablamos de verdad se refiere a la verdad de la posición de ese sujeto.
Para desarrollar esto, utiliza el caso de Dora como ejemplo: qué posición tenía Dora al momento de llegar a análisis.
Lacan ve que Dora llega en posición de queja. Entonces, ¿qué haría un analista ahí? Lo ubica en la posición de
cómplice. Dora era cómplice y testigo, ¿que pasa que ahora te quejas de eso? ¿Que movimiento hubo que pasaste de
ser cómplice a quejarte de eso?
Entonces hablamos de una verdad subjetiva, para ese sujeto, y esa verdad se va moviendo, de acuerdo a la posición
que va adquiriendo el sujeto respecto a ello. Por ejemplo, es producir en este discurso que ella trae, poder pensar en
algo que ella no conoce (ella no conoce el lugar de cómplice). El analista marca ese lugar, la ubica en lugar de
cómplice, lugar que ella desconoce.
Lacan lo que trata de pensar es cómo se relaciona Dora con esos objetos.
El caso de Dora es expuesto por Freud como una serie de inversiones dialécticas, es decir, se trata de una escansión
de las estructuras en que se transmuta para el sujeto la verdad, y que no tocan solamente a su comprensión de las
cosas, sino a su posición misma en cuanto sujeto del que los “objetos” son función. Freud va a hacer determinadas
preguntas o intervenciones que van a producir que el discurso de Dora cambie, que aparezca un nuevo discurso de
verdad.
Fases que llevaron a poder definir, en términos de pura dialéctica, la transferencia negativa, así como la operación
del analista que la interpreta:
➔ Primer desarrollo de la verdad: La señora K y su padre son amantes desde hace tantos y tantos años y lo disimulan
bajo ficciones a veces ridículas. Pero el colmo es que de este modo Dora queda entregada sin defensa a los galanteos
del señor K ante los cuales su padre hace la vista gorda, convirtiéndola así en objeto de un odioso cambalache.
◆ Primera inversión dialéctica: “mira, le dice, cuál es tu propia parte en el desorden del que te quejas”. Freud
responde que es verdad lo que está diciendo pero lo que hace es implicarla en la situación. Cuando hay esta
afirmación de la verdad, produce un movimiento, una inversión. No se desmiente eso que se postula como
primera verdad. Ella es cómplice de esta relación. Uno le podría decir ¿Queres cambiar algo?¿Porque queres
que ahora cambie algo?¿Cual es tu parte en aquello que te quejas? Está inversion dialéctica pone un tope a está
queja ( y aparece entonces el 2do desarrollo de verdad:)
➔ Segundo desarrollo de la verdad: No es solo por el silencio, sino gracias a la complicidad de Dora misma, más aún:
bajo su protección vigilante, como pudo durar la ficción que permitió prolongarse a la relación de los dos amantes.
Además de ser cómplice, favorece.
Aquí no solo se ve la participación de Dora en la corte que le hace el señor K…, sino que sus relaciones con los otros
participantes en la cuadrilla reciben una nueva luz por incluirse en una sutil circulación de regalos preciosos, rescate
de la carencia de prestaciones sexuales, la cual, partiendo de su padre hacia la señora K…, retorna a la paciente por
las disponibilidades que libera en el señor K.
Al mismo tiempo, la relación edípica se revela constituida en Dora por una identificación al padre, que ha favorecido
la impotencia sexual de éste, experimentada por Dora como idéntica a la prevalencia de su posición de fortuna. Dora
acepta los regalos del señor K como una forma de cuidar el patrimonio, rescatar al padre carente.
La pregunta se convierte en: ¿Qué significan sobre esta base los celos súbitamente manifestados por Dora ante la
relación amorosa de su padre?
◆ Segunda inversión dialéctica: Freud opera con la observación de que no es aquí el objeto pretendido de los celos
el que da su verdadero motivo, sino que enmascara un interés hacia la persona del sujeto-rival, la señora K;
interés expresado bajo esa forma invertida. (De donde surge el 3er desarrollo de verdad:)
➔ Tercer desarrollo de la verdad: La atracción fascinada de Dora hacia la señora K (“cuerpo blanquísimo”). Resulta que
la señora K era muy confidente de Dora, ella la traiciona. Cuando Dora se queja de que es entregada al señor K, la
señora K la traiciona y dice “tengan cuidado porque esa chica sabe mucho”. Sin embargo, Dora se queda del señor K
y de su padre, de la señora K no dice nada.
Entonces, Freud se pregunta: Si ésta es la mujer cuya desposesión experimenta usted tan amargamente, ¿Cómo no
le tiene rencor por la redoblada traición de que sea de ella de quien partieron esas imputaciones de intriga y de
perversidad que todos comparten ahora para acusarla a usted de embuste? ¿Cuál es el motivo de esa lealtad que la
lleva a guardarle el secreto último de sus relaciones?
Dora podría haber desplegado este tercer desarrollo de verdad, pero como Freud insiste con el señor K, hace que el
tratamiento se interrumpa.
◆ Tercera inversión dialéctica: Ésta nos daría el valor real del objeto que es la señora K para Dora. Es decir, no un
individuo, sino un misterio, el misterio de su propia femineidad, la pregunta que se hace la histérica. Está
inversion dialéctica nunca se llego a dar en el caso real porque Dora abandonó el análisis.
¿Hay una respuesta de que es ser mujer? Lacan dice que “la mujer no existe”, es decir, Dora se está preguntando por
algo que no tienen respuesta, no hay significante que de cuente de qué es una mujer. La histérica busca caminos
muy rebuscados para responder eso y para no responderse.
La pregunta por la femineidad aparece en el segundo sueño: Es aquella imagen, la más lejana que alcanza Dora de su
primera infancia, es Dora, probablemente todavía infans, chupándose el pulgar izquierdo, al tiempo que con la mano
derecha tironea la oreja de su hermano, un año y medio mayor que ella. Parece que tuviésemos aquí la matriz
imaginaria en la que han venido a vaciarse todas las situaciones que Dora ha desarrollado en su vida; verdadera
ilustración de la teoría, todavía por nacer en Freud, de los automatismos de repetición. Podemos tomar con ella la
medida de lo que significan ahora para ella la mujer y el hombre.
La mujer es el objeto imposible de desprender de un primitivo deseo oral y en el que sin embargo es preciso que
aprenda a reconocer su propia naturaleza genital. En la histeria es la propia naturaleza genital lo que se ve en
problemas.
Para tener acceso a este reconocimiento de su femineidad, le sería necesario realizar esa asunción de su propio
cuerpo, a falta de la cual permanece abierta a la fragmentación funcional, que constituye los síntomas de
conversión. Es la anatomía imaginaria que recorta el cuerpo. Un recorte del cuerpo, en el caso de Dora, es la tos, la
afonía, es decir, está fragmentación funcional está determinada por la matriz imaginaria. La zona oral es la zona
privilegiada que se recorta.
Pero, para realizar la condición de este acceso, no ha contado sino, con el único expediente que le ofrece una
apertura hacia el objeto, el compañero masculino al cual la diferencia de edades le permite identificarse en esa
enajenación primordial en la que el sujeto se reconoce como yo.
Así, Dora se ha identificado con el señor K como está identificándose a Freud mismo. Y todas sus relaciones con los
dos hombres manifiestan esa agresividad en la que vemos la dimensión propia de la enajenación narcisista. Como el
señor K no está, se queda a solas sin velos frente a la Sra K., por eso se queda sin palabras (afonía). Se ve impedida la
posibilidad de asumir su feminidad.
Igual que para toda mujer, el problema de su condición es en el fondo aceptarse como objeto del deseo del hombre,
y es éste para Dora el misterio que motiva su idolatría hacia la señora K. Freud la empuja a aceptarse a sí misma
como objeto de deseo del señor K, que es lo que Dora no puede en tanto todavía no sabe qué quiere una mujer. Ella
busca un sentido en la señora K.
Si Freud en su tercera inversión dialéctica hubiese orientado a Dora hacia el reconocimiento de lo que era ella para la
señora K, obteniendo la confesión de los últimos secretos de su relación con ella, ¿Qué prestigio no habría ganado él
mismo, abriendo así el reconocimiento del objeto viril?
Pero el hecho de que su falta fuese fatal para el tratamiento, lo atribuye a la acción de la transferencia, al error que
le hizo posponer su interpretación.
Freud afirma su insuficiente apreciación del nexo homosexual que unía a Dora con la señora K. Esto proviene, según
Lacan, de un prejuicio, aquel mismo que falsea en su comienzo la concepción del complejo de Edipo haciéndole
considerar como natural y no como normativa la prevalencia del personaje paterno: es el mismo que se expresa
simplemente en el conocido estribillo: “Como el hilo es para la aguja, la muchacha es para el muchacho”.
¿Qué sucedió en la escena de la declaración al borde del lago, que fue la catástrofe por donde Dora entró en la
enfermedad? El señor K, solo tuvo tiempo de colocar algunas palabras: “Mi mujer no es nada para mí”. Dora se
identifica al señor K para responderse lo que es una mujer. Entonces, si le dice que no es nada su mujer, ¿cómo
puede responder a todas sus preguntas?
Ante esto, Dora lo golpea con una bofetada, la misma cuyo contragolpe experimentará Dora mucho después del
tratamiento en una neuralgia transitoria, viene a indicar al torpe: “Si ella no es nada para usted, ¿qué es pues usted
para mí? Es decir, caen las identificaciones.
¿Qué es interpretar la transferencia? Es llenar con un engaño el vacío de ese punto muerto. Pero este engaño es
útil, ya que aunque falaz, vuelve a lanzar el proceso.
La negación con que Dora había acogido la observación por parte de Freud de que ella le imputan las mismas
intenciones que había manifestado el señor K, no hubiese cambiado nada al alcance de sus efectos. La oposición
misma que habría engendrado probablemente a Dora, en la dirección favorable: la que habría conducido al objeto de
su interés real.
Y el hecho de haberse puesto en juego en persona como instituto del señor K, habría preservado a Freud de insistir
demasiado sobre el valor de las proposiciones de matrimonio de aquél.
Así la neutralidad analítica toma su sentido auténtico de la posición del puro dialéctico que, sabiendo que todo lo
que es real es racional, sabe que todo lo que existe es equivalente en el nivel de su particularidad. No hay progreso
para el sujeto si no es por la integración a que llega de su posición en lo universal: técnicamente por la proyección de
su pasado en un discurso en devenir. La neutralidad analitica tiene que ver con no pensar que es lo mejor para el
paciente.
Caso analitico: hombre de 33 años, primero trabaja de panadero, después en un laboratorio químico, y luego de
guardia de tranvía. Un dia baja de su vehículo, tropieza, cae al suelo; por lo tanto tiene un chichon y le duele el lado
izquierdo; va al hospital y no le encuentran nada. Luego, progresivamente tiene crisis que se caracterizan por la
aparición de un dolor a la altura de la primera costilla, dolor que se difunde a partir de ese punto y que le crea al
sujeto un estado creciente de malestar, llegan a producir pérdidas del conocimiento. Lo siguen analizando en el
hospital y no le encuentran nada. Por lo que lo derivan a análisis con Hasler, el cual intenta encontrar los rasgos de
un carácter anal y progresa, pero su interpretación de sus tendencias homosexuales no producen nada en el sujeto.
En la infancia del sujeto, se dieron muchos traumas; era pequeño comenzó a arrastrarse por el suelo, su madre le
pisó el pulgar; en ese momento (dice Hasler) algo decisivo debió producirse, ya que después de esto empezó a
chuparse el dedo. Se observa que lo decisivo en la descompensación de la neurosis no fué el accidente, sino los
exámenes radiológicos. Y sus crisis se vinculan con el fantasma de un embarazo.
La manifestación sintomática del sujeto está dominada por elementos relacionales que colorean sus relaciones con
los objetos, de modo imaginario. Se puede reconocer en ellas la relación anal, u homosexual, pero todos estos
elementos, están incluidos en la pregunta: ¿Soy o no capaz de procrear? Esta pregunta se sitúa a nivel del Otro, en
tanto la integración de la sexualidad está ligada al reconocimiento simbólico.
Lo que está en juego en nuestro sujeto es la pregunta ¿Qué soy? ¿soy?, es una relación de ser, un significante
fundamental. En la medida en que esta pregunta en tanto simbólica fue despertada, y no reactivada en tanto
imaginaria, se desencadenó la descompensación de su neurosis y se organizaron sus síntomas.
Todo lo dicho, todo lo expresado, todo lo gestualizado, todo lo manifestado, sólo cobra su sentido en función de la
respuesta que ha de formularse sobre esa relación fundamentalmente simbólica: ¿Soy hombre o mujer?
Dora culmina en una pregunta fundamental acerca de su sexo: ¿Qué es ser una mujer?
La mujer se pregunta qué es ser una mujer; del mismo modo el sujeto masculino se pregunta lo mismo. La
desventaja en que se encuentra la mujer en cuanto al acceso a la identidad de su propio sexo, en cuanto a su
sexualización como tal, se convierte en la histeria en una ventaja, gracias a su identificación imaginaria al padre, que
es perfectamente accesible, debido a su lugar en la composición del Edipo. Para el hombre, en cambio, el camino
será más complejo.
Lacan: Seminario III. Cap. XIII: “La pregunta histérica (II): ¿Qué es una mujer?”
Si lo que llaman el reforzamiento del yo existe, no puede ser otra cosa que la acentuación de la relación fantasmática
siempre correlativa del yo, y más especialmente en el neurótico de estructura típica. El reforzamiento del yo va en
sentido opuesto al de la disolución, no sólo de los síntomas, sino de la estructura misma.
¿Cuál es el sentido de lo que introdujo Freud cuando acentuó el carácter imaginario de la función del yo?
Precisamente la estructura de la neurosis. (La nss tiene estructura de pregunta)
¿Quién es Dora? Alguien capturado en un estado sintomático muy claro, aunque Freud se equivoca respecto al
objeto de deseo de Dora, en la medida en que él mismo está demasiado centrado en la cuestión del objeto. Se
pregunta qué desea Dora, antes de preguntarse quién desea en Dora. Freud termina percatandose de que es la
señora K. el objeto que verdaderamente interesa a Dora, en tanto que ella misma está identificada al señor K. La
cuestión de saber dónde está el yo de Dora, está así resuelta: el yo de Dora es el señor K. En tanto ella es el señor K,
todos sus síntomas cobran su sentido definitivo.
La afonía de Dora se produce durante las ausencias del señor K., y Freud lo explica como que ella no necesita hablar
si él no está. La afonía aparece porque Dora es dejada directamente en presencia de la señora K. Todo lo que pudo
escuchar acerca de las relaciones de ésta con su padre gira en torno a la fellatio, y esto es algo infinitamente más
significativo para comprender la intervención de los síntomas orales.
La identificación de Dora con el señor K es lo que sostiene esta situación hasta el momento de la descompensación
neurótica. Si se queja de esa situación, eso también forma parte de la situación, ya que se queja en tanto identificada
al señor K.
¿Qué dice Dora mediante su neurosis? ¿Qué dice la histérica-mujer? Su pregunta es: ¿Qué es ser una mujer?
¿A qué se debe la disimetría fundamental del Edipo en ambos sexos? La disimetría se sitúa esencialmente a nivel
simbólico, que se debe al significante.
No hay simbolización del sexo de la mujer en cuanto tal. En todos los casos, la simbolización no es la misma, no tiene
la misma fuente, el mismo modo de acceso que la simbolización del sexo del hombre. Y esto, porque lo imaginario
sólo proporciona una ausencia donde en otro lado hay un símbolo muy prevalente.
En la prevalencia de la Gestalt fálica que, en la realización del complejo de Edipo, fuerza a la mujer a tomar el rodeo
de la identificación al padre, y a seguir por ende durante un tiempo los mismos caminos que el varón. El falo es un
símbolo que no tiene correspondiente ni equivalente. Lo que está en juego es una disimetría en el sgte. Esta
disimetría sgte determina las vías por donde pasará el complejo de Edipo. Ambas vías llevan por el mismo sendero: el
sendero de la castración.
La experiencia del Edipo testimonia la predominancia del significante en las vías de acceso de la realización subjetiva,
ya que la asunción por la niña de su situación no sería en modo alguno impensable en el plano imaginario. La
experiencia muestra que uno de los sexos necesita tomar como base de identificación la imagen del otro sexo.
Donde no hay material simbólico, hay obstáculo, defecto para la realización de la identificación esencial para la
realización de la sexualidad del sujeto. Este efecto proviene del hecho de que lo simbólico carece de material, pues
necesita uno. El sexo femenino tiene un carácter de ausencia, de vacío, de agujero, que hace que se presente como
menos deseable que el sexo masculino en lo que éste tiene de provocador, y que una disimetría esencial aparezca.
Cuando Dora se pregunta ¿Qué es ser mujer? intenta simbolizar el órgano femenino en cuanto tal. Su identificación
al hombre, portador del pene, le es en esta ocasión un medio de aproximarse a esa definición que se le escapa. El
pene le sirve literalmente de instrumento imaginario para aprehender lo que no logra simbolizar.
Hay muchas más histéricas que histéricos porque el camino de la realización simbólica de la mujer es más
complicado. Volverse mujer y preguntarse qué es una mujer son dos cosas esencialmente diferentes. Se pregunta
porque no se llega a serlo y, hasta cierto punto, preguntarse es lo contrario a serlo.
Cuanto más sencilla es una estructura, menos puntos de ruptura revela. Cuando su pregunta cobra forma bajo el
aspecto de la histeria, le es muy fácil a la mujer hacerla por la vía más corta, a saber, la identificación al padre.
Cada neurosis reproduce un ciclo particular en el orden del significante, sobre el fondo de la pregunta que la relación
del hombre al sgte en tanto tal plantea.
Hay algo radicalmente inasimilable al significante. La existencia singular del sujeto. (tampoco hay sgte de lo que es la
muerte). La pregunta sobre la muerte es otro modo de la creación neurótica de la pregunta, su modo obsesivo.
SARNO:
La pregunta que se hace la histérica donde el Otro es el Otro de la palabra. Ese Otro no tiene respuesta, no la hay.
Entonces la pregunta que se hace la histérica es una pregunta en el plano del significante que tiene que ver con su
ser. La estructura de una neurosis es una pregunta. El Otro busca reconocimiento en la palabra del Otro, si vamos a
Dora, ella se identifica con señor K, Otro de la palabra, Otro que da significantes que ella necesita para saber que es
mujer. Entonces, la pregunta que se hace la histérica es ¿que es ser una mujer? No hay representación en el icc ni de
la vagina ni de la muerte. Se hacen preguntas ante esta falta de material simbólico. Entonces lo que hace la histérica
y el obsesivo es preguntarse por su falta, pero lo hacen a través de una pregunta que no se despliega. Se pregunta
por la falta pero se hace la pregunta, pero la pregunta no se despliega, sino que se responde anticipadamente por
medio de síntomas. Está respuesta anticipada es para no encontrarse con la falta.
Si al Otro le falta, a mi también, remite a mi propia falta. Para no encontrarse con eso, responde con el fantasma, el
síntoma o las identificaciones. Esa falla a nivel estructural, no hay representación simbólica frente a la sexualidad y
frente a la muerte. Entonces a eso respondo anticipadamente.
En el año 1886, Farlet (hijo) describía a esta locura de duda o delirio de tacto: el verdadero trasfondo de esta
enfermedad existe sobre todo en volver incesantemente sobre las misma ideas y los mismos actos, experimentando
de continuo la necesidad de repetir las mismas palabras o de realizar los mismos actos sin conseguir jamás
satisfacerse. Estos enfermos viven en un estado de duda permanente y no logran detener ese trabaja incesante de su
pensamiento qué se ensaña consigo mismo sin llegar nunca a un resultado definitivo.
Si aislar, describir, nombrar como obsesivo un síntoma no es algo original de Freud. La noción de obsesión, la
presencia de las ideas fijas, todo eso ya está nombrado. La originalidad freudiana es en donde la ubica a la neurosis
obsesiva, lo fundamental es lo que Freud inventa: el haber reunido cosas tan disímiles como la neurosis obsesiva y la
histeria en un mismo grupo nosológico.
Janet ya había hecho algo parecido, él las llama histeria y psicastenia. Sin embargo, había una distinción, la oposición
central de la clínica psicoanalítica: neurosis-psicosis. Con lo cual, la psicastenia reúne tanto psicosis como neurosis.
En Freud si está la oposición neurosis-psicosis.
¿Qué hace Freud? No se limite a poner en el mismo grupo a estas dos identidades: histeria y nss obs. Además, opone
al grupo en el que ubica la histeria y nss obs, lo opone al grupo de las neurosis en sentido antiguo del término:
neurosis como aquello que pasaba en el cuerpo sin tramitación psíquica, sin conflicto. Mientras que psiconeurosis
hacía referencia justamente a un conflicto psíquico, diverso entre afecto y representación que ponía en marcha el
mecanismo de defensa.
A las obsesiones las llama neurosis, esa es la gran invención freudiana. Ponerle a una entidad que tiene como
característica principal algo que se desarrolla en el terreno del pensamiento, el nombre neurosis, cuando hasta ese
momento en la psiquiatría clásica , neurosis era algo que sucedía en el cuerpo. Ponerle a lo que en la psiquiatría
francesa había tenido como nominación locura de duda y en la psiquiatría alemana delirio de tacto. Freud le pone:
neurosis obsesiva.
Los síntomas predominantes de la neurosis obsesiva surgen en el área de lo mental: ideas, de actos.
La psiquiatría no lo llamaría nss obs, porque en ella prevalece una oposición que no es una oposición freudiana,
prevalece una oposición cuerpo-mente, la cual es una oposición pre-freudiana, y es sobre esa oposición donde la
psiquiatra ubicaba la oposición neurosis (cuerpo)-psicosis (mente).
Freud reúne en mismo grupo a la histeria, qué sucede en el cuerpo, con la nss obs, qué sucede en la mente.
Oposición neurosis-psicosis no responden a la oposición cuerpo-mente. Sino que está opocision última, está dentro
de cada grupo (histeria-nss obs; paranoia-mente- esquizofrenia -cuerpo). Acá está la originalidad freudiana.
¿Cual es el telón de fondo de ese movimiento freudiano? La confrontación posible entre lo que hace al modo que
funciona el método psiquiátrico y el método psicoanalítico. La agrupación de los cuadros clínicos no responden a lo
meramente descriptivo sino que Freud produce allí una serie de movimientos:
En 1er lugar no hace a lo descriptivo, sino al mecanismo que está en juego en la producción de los síntomas, la
causación de los síntomas.
En 2do lugar, qué ocurre con la aplicación del método, es decir, psiconeurosis de transferencia, en donde están
ubicadas histeria y nss obs conforman un grupo también porque constituyen aquellos cuadros susceptibles de ser
abordados por el tratamiento psicoanalítico.
Desde el inicio de la construcción de nss obs, en Freud se va a verificar esta condición de aquello que la histeria
puede mostrar respecto de el cuerpo como un cuerpo diferente al cuerpo de la medicina, ese síntoma histérico que
no correspondía con el cuerpo tal como lo concibe la anatomía. ¿Qué pasa con la nss obs? Qué pasa con la nss obs y
el síntoma obsesivo, síntoma que aparece particularmente en el área del pensamiento? El síntoma obsesivo va a
mostrarnos qué no es posible pensar a lo psíquico como dominando sus formaciones. Esa perspectiva obsesiva de
suponer que él domina sus pensamiento, quedaría desbaratada con la irrupción del síntoma obsesiva. Este síntoma
desbarata la idea de un psiquismo que pudiera dominarse. Ese surgimiento insistente, compulsivo, irreductible de un
pensamiento que encima generalmente es absurdo, desbarata la idea de que la psiquis pueda controlar sus propias
formaciones.
Así como el síntoma histérico es el reverso del cuerpo de la anatomía, de un cuerpo armónico, ordenado en sus
funciones y las jerarquías de sus funciones; el síntoma obsesivo es el reverso de la armonía de la psiquis, psiquis
entendida también como un cuerpo de pensamientos ordenados y útiles para la ordenación del mundo. Se cayo esa
aspiración.
En “Neuropsicosis de defensa”(1894), Freud explica que si en una persona predispuesta a la neurosis no está
presente la capacidad convertidora y para defenderse de una representación inconciliable se emprende el divorcio
entre ella y su afecto, es fuerza que ese afecto permanezca en el ámbito psíquico. Pero su afecto liberado, se adhiere
a otras representación conciliables, que en virtud de este falso enlace devienen representaciones obsesivas.
En “Obsesiones y fobias: su mecanismo psíquico y su etiología” (1894), Freud plantea que en toda obsesión hay dos
cosas: 1) una idea que se impone al enfermo; 2) un estado emotivo asociado. En las fobias, ese estado emotivo es
siempre la angustia, mientras que en las obsesiones puede ser ansiedad, duda, remordimiento, etc. Las obsesiones
son múltiples y más especializadas, y las fobias son monótonas y típicas.
En las obsesiones, el estado emotivo constituye la cosa principal, puesto que ese estado persiste inalterado en tanto
que la idea asociada varia. El estado emotivo como tal está siempre justificado. Solo que 1) el estado emotivo se ha
eternizado; y 2) la idea asociada ya no es la idea original, sino que es un sustituto. Las ideas sustitutivas tienen
caracteres comunes; corresponden a impresiones verdaderamente penosas de la vida sexual del individuo, que este
se ha esforzado por olvidar, pero solo ha logrado reemplazar la idea inconciliable por otra idea inapropiada para
asociarse con el estado emotivo que permanece idéntico. Es este falso enlace lo que explica el carácter absurdo
propio de las obsesiones.
También, la idea original puede ser reemplazada, no por otra idea, sino por actos o impulsiones que en el origen
sirvieron como alivios o procedimientos protectores, y que ahora se encuentran en asociación con un estado
emotivo que no concuerda con ellos, pero que ha permanecido el mismo y está tan justificado como en el origen.
En “Nuevas Puntualizaciones sobre las neuropsicosis de defensa” (1896), Freud afirma que en la etiología de la
neurosis obsesiva, unas vivencias sexuales de la primera infancia poseen la misma significatividad que en la histeria,
pero ya no se trata de una pasividad sexual, sino de unas agresiones ejecutadas con placer y de una participación que
se sintió placentera, en actos sexuales. Se trata de una actividad sexual.
En todos los casos de nss obsesiva, Freud halló un trasfondo de síntomas histéricos qué se dejan reconducir a una
escena de pasividad sexual anterior a la acción placentera.
Las representaciones obsesivas son siempre reproches mudados, que retornan de la represión y están referidos
siempre a una acción de la infancia, una acción sexual realizada con placer.
Trayectoria:
1- Periodo de la inmoralidad infantil: vivencias de seducción sexual pasivas en la más temprana infancia, que luego
posibilitan la represión, y después las acciones de agresión sexual, que más tarde aparecen bajo la forma de
acciones-reproches.
2- Maduración sexual: al recuerdo de aquellas acciones placenteras se anuda un reproche, y el nexo con la vivencia
inicial de pasividad posibilita reprimir ese reproche y sustituirlo por un síntoma defensivo primario.
3- Defensa lograda: aparente salud con escrúpulos de la cc moral, vergüenza, desconfianza de sí.
4- Enfermedad: retorno de lo reprimido por el fracaso de la defensa. Lo que deviene cc sustituyendo al recuerdo
patógeno son síntomas, formaciones de compromiso entre las representaciones reprimidas y las represoras.
En este texto, Freud dice el modo en que se origina la nss obs: “si uno reconstruye con ayuda del método
psicoanalítico la génesis de cada representación obsesiva, halla que desde una impresión actual han sido incitadas
dos diversas ilaciones de pensamiento. De ellas, la que ha pasado por el recuerdo reprimido demuestra estar formada
tan correctamente desde el punto de vista lógico como la otra. No obstante, ser insusceptible de conciencia e
incorregible. Si los resultados de las 2 operaciones psíquicas no concuerdan, esto no conduce, por ejemplo, a la
nivelación lógica de la contradicción entre ambas, sino que en la conciencia entra, junto al pensar normal, y como un
compromiso entre la resistencia y el resultado del pensar patológico, una representación obsesiva que parece
absurda” (pp. 171).
La impresión actual es cualquier acontecimiento que suscita un cierto proceso del pensamiento en un sujeto. Llega a
una conclusión, a la conclusión A. El obsesivo padece de un desdoblamiento, tiene otra ilación del pensamiento:
aquella comandada por un recuerdo reprimido activado por esa impresión actual. A partir de eso llega a conclusión
B. No carece de lógica esa conclusión, pero es icc. Para la cc, esa conclusión es absurda.
Sujeto dividido, sobre una misma cosa piensa “qué lindo” y “qué feo”, pero “qué feo” es absurdo.El sujeto queda
dividido entre dos conclusiones, A y B, pero con el agregado de que B se la impone pese a no reconocerle ningún
carácter lógico fundado. Está dimension absurda de la representación está motivada en que irrumpe y además
irrumpe de manera desconectada de todo el conjunto de las representaciones del yo, en eso no se reconoce.
División entre el conjunto de representaciones del yo, en donde él se reconoce, y está otra representación obsesiva,
absurda desde la perspectiva de ese conjunto de representaciones del yo, pero dotada de otra lógica, la de un icc
qué insiste, porque el monto de afecto está en esa representación sustitutiva, por efecto del falso enlace.
Freud comenta otra forma de aparición de la representación obsesiva. No toda aparece como absurda. La
alternativa: si dos ilaciones de pensamiento llevan a la misma conclusión, se refuerzan entre sí, de suerte que un
resultado del pensar adquirido por vía normal se comporta ahora como una representación obsesiva dado su
carácter forzoso. La conclusión normal funciona como representación obsesiva ya que el sujeto podría preguntarse:
“esto no es absurdo, tiene su lógica, pero ¿porque no puedo dejar de pensar en ello?”: Es absurda, no siempre por su
contenido, sino por su carácter de compulsivo, imposible de erradicar.
Los únicos casos, dice Freud " destacados en donde se manifiesta la creencia (donde el sujeto si cree en los
reproches), son aquellos que se producen en los momentos iniciales, cuando surge una representación obsesiva
nueva, antes de que se ponga en marcha la eficacia de la representación contraria". El otro caso es cuando se
produce una suerte de melancolizacion en el obsesivo, es decir, Freud en sus trabajos iniciales, habla del
autorreproche en el obsesivo y lo llama melancolía del yo (en manuscrito K) y agotamiento melancólico del yo(en
nuevas puntualizaciones), en esos momentos en que un obsesivo se parece mucho a un melancólico (por ej. con
autorreproches). No está la sombra caída sobre el yo en el obsesivo.
En “Acciones obsesivas y prácticas religiosas” (1907), Freud se interesa por la semejanza entre las acciones
obsesivas de los neuróticos y las prácticas religiosas de los creyentes.
El ceremonial neurótico consiste en pequeñas prácticas que se cumplen de una manera idéntica o con variaciones
que responden a leyes. El enfermo es incapaz de abandonarlas, ya que cualquier desvío se castiga con angustia que
fuerza a reparar lo omitido.
La semejanza se ubica en la angustia de la conciencia moral a raíz de omisiones, en el pleno aislamiento respecto de
todo otro obrar, y la escrupulosidad con que se ejecutan los detalles.
Las diferencias son la mayor diversidad individual de las acciones neuróticas por oposición a la estereotipia del rito
religioso, el carácter privado de aquellas por oposición al publicó de las prácticas religiosas, pero, sobre todo, los
pequeños agregados del ceremonial religioso se entienden plenos de sentido, mientras que los neuróticos aparecen
necios y carentes de sentido.
Está última diferencia se elimica con la técnica psicoanalítica, la cual descubre el fundamento de tales acciones, y se
averigua que las acciones obsesivas poseen sentido, están al servicio de intereses de la personalidad y expresan sus
vivencias duraderas y sus pensamientos investidos de afecto. Lo figurado por las acciones obsesivas deriva del
vivenciar sexual de la persona afectada.
La acción obsesiva sirve a la expresión de motivos y representaciones icc, lo cual es otra diferencia respecto de la
práctica religiosa.
En la base encontramos la represión de una moción pulsional que estaba contenida en la constitución de la persona,
tuvo permitido exteriorizarse durante algún tiempo en su vida infantil y luego cayó bajo la sofocación. Esta formación
psíquica reactiva no se siente segura, sino amenazada de continuo por la pulsión que acecha en lo icc. El influjo de la
pulsión reprimida es sentido como tentación, y se genera angustia, que se apodera del futuro como una angustia de
expectativa.
Otro carácter de la neurosis obsesiva es que el ceremonial se ligaba a pequeñas acciones de la vida cotidiana y se
exteriorizaba en necios preceptos y limitaciones de aquellas. Esto se realiza por el mecanismo de desplazamiento
psíquico, desde lo genuino hacia algo pequeño que lo sustituye.
En “Carácter y erotismo anal” (1908), Freud describe un grupo de personas que llaman la atención por tener
determinadas cualidades de carácter relacionadas con cierta función corporal (defecación) y los órganos que en ella
participan (ano). En ellas se reúnen tres cualidades: ordenadas (aseo corporal y/o escrupulosidad en pequeñas
obligaciones y formalidades), ahorrativos (puede ser hasta la avaricia), pertinaces (obstinados, acaban en el desafío).
A estas personas, en la primera infancia, les llevó un largo tiempo gobernar la incontinencia fecal y aún en años
posteriores a la niñez presentaron fracasos aislados en esta función. Son esos lactantes que se rehusaban a vaciar el
intestino porque la defecación les daba una ganancia colateral de placer. Se destaca en ellos un resalto erógeno
híper nítido de la zona anal.
La pulsión sexual del ser humano nace de la contribución de numerosos componentes y pulsiones parciales. Ciertas
partes privilegiadas del cuerpo, las zonas erógenas (genitales, boca, ano, uretra), prestan excitaciones periféricas a la
excitación sexual. Las magnitudes de excitación que llegan de estos lugares tienen distintos destinos. Una parte
favorece a la vida sexual, mientras que la otra es desviada de las metas sexuales y sublimada. Hacia el periodo de
latencia (desde 5 años) hasta las primeras exteriorizaciones de la pubertad (alrededor de los 11 años), a causa de las
excitaciones de las zonas erógenas, se crean formaciones reactivas como la vergüenza, el asco y la moral, que se
contraponen al posterior quehacer de las pulsiones sexuales. El erotismo anal es uno de esos componentes de la
pulsión que en el curso del desarrollo se vuelven inaplicables para metas sexuales. La sublimación, en estas personas
que antes sobresalieron por su erotismo anal, se puede ver en cualidades como el orden, la ahorratividad y la
pertinacia.
El aseo, el orden, la formalidad causan la impresión de estar contra el interés por lo sucio, lo perturbador, lo que no
pertenece al cuerpo. En el caso de la pertinacia, ya el lactante muestra su conducta porfiada ante la deposición de las
heces, negándose a defecar cuando lo ponen en la bacinilla y guardando las heces para cuando él quiere defecar.
Hay nexos abundantes entre el interés por el dinero y la defecación. El interés originariamente erótico por la
defecación está destinado a extinguirse en la madurez. Y el interés por el dinero surge como algo nuevo, inexistente
en la infancia. Esto facilita que la anterior aspiración, en vías de perder su meta, sea conducida a una nueva meta
emergente.
No es de esperar una modelación particular del carácter anal en personas que han preservado en la vida madura la
aptitud erógena de la zona anal; por ejemplo, ciertos homosexuales.
En “Inhibición, síntoma y angustia” (1926), Freud plantea que los síntomas de la neurosis obsesiva son en general de
dos clases, y de contrapuesta tendencia. O bien son prohibiciones, medidas precautorias, penitencias, de naturaleza
negativa, o por el contrario son satisfacciones sustitutivas, varias veces con disfraz simbólico. De estos dos grupos, el
más antiguo es el negativo, rechazador, punitorio; pero cuando la enfermedad se prolonga prevalecen las
satisfacciones, que burlan toda defensa. Constituye un triunfo de la formación de síntoma que se logre enlazar la
prohibición con la satisfacción, de suerte que el mandato o la prohibición originariamente rechazantes cobren
también el significado de una satisfacción. En casos extremos el enfermo consigue que la mayoría de sus síntomas
añadan a su significado originario el de su opuesto directo, testimonio este del poder de la ambivalencia. En el caso
más grosero, el síntoma es de dos tiempos, que a la acción que ejecuta cierto precepto sigue inmediatamente una
segunda, que lo cancela o lo deshace, si bien todavía no osa ejecutar su contrario.
Dos impresiones de los síntomas obsesivos: La primera es que aquí hay una lucha continuada contra lo reprimido,
que se va inclinando más y más en perjuicio de las fuerzas represoras; y la segunda es que el yo y el superyó
participan muy considerablemente en la formación de síntoma.
Toda neurosis obsesiva parece tener un estrato inferior de síntomas histéricos, formados muy tempranamente. La
configuración ulterior es alterada decisivamente por un factor constitucional. La organización genital de la libido
demuestra ser endeble y muy poco resistente. Cuando el yo da comienzo a sus intentos defensivos, el primer éxito
que se propone como meta es rechazar en todo o en parte el estadío anterior, sádico-anal. Este hecho de la
regresión continúa siendo determinante para todo lo que sigue.
La regresión es una desmezcla de pulsiones, en la segregación de los componentes eróticos que al comienzo de la
fase genital se habían sumado a las investiduras destructivas de la fase sádica. El fortalecimiento de la regresión
implica el primer éxito del yo en la lucha defensiva contra la exigencia de la libido. Quizás en la neurosis obsesiva se
discierna con más claridad que en los casos normales y en los histéricos que el complejo de castración es el motor de
la defensa, y que la defensa recae sobre las aspiraciones del complejo de Edipo. El periodo de latencia se caracteriza
por el sepultamiento del complejo de Edipo, la creación o consolidación del superyó y la erección de las barreras
éticas y estéticas en el interior del yo. En la neurosis obsesiva, estos procesos rebasan la medida normal; a la
destrucción del complejo de Edipo se agrega la degradación regresiva de la libido, el superyó se vuelve
particularmente severo y desamorado, el yo desarrolla, en obediencia al superyó, elevadas formaciones reactivas de
la conciencia moral, la compasión, la limpieza. Con una severidad despiadada, se proscribe la tentación a continuar
con el onanismo de la primera infancia, que ahora se apuntala en representaciones regresivas, a pesar de lo cual
sigue representando la participación no sujetada de la organización fálica.
En la neurosis obsesiva, el onanismo sofocado fuerza, en la forma de las acciones obsesivas, una aproximación cada
vez mayor a su satisfacción.
Podemos admitir como nuevo mecanismo de defensa, junto con la regresión y la represión, las formaciones reactivas
que se producen dentro del yo del neurótico obsesivo y que discernimos como exageraciones de la formación normal
del carácter.
Puede aceptarse como un hecho de que en la neurosis obsesiva se forme un superyó severísimo, o puede pensarse
que el rasgo fundamental de esta afección es la regresión libidinal e intentarse enlazar con ella también el carácter
del superyó. De hecho el superyó, que proviene del ello, no puede sustraerse a la regresión y la desmezcla de
pulsiones allí sobrevenida. El superyó se vuelve más martirizador, duro, que en el desarrollo normal.
En el periodo de latencia, la defensa contra la tentación onanista parece ser considerada la tarea principal. Esta lucha
produce una serie de síntomas, que se repiten de manera típica en las más diversas personas, y presentan en general
el carácter de ceremonial.
La pubertad introduce un corte tajante en el desarrollo de la neurosis obsesiva. La organización genital se reinstala
con gran fuerza. Se vuelven a despertar las mociones agresivas iniciales, y un sector grande de las nuevas mociones
libidinosas marcha por las vías que prefiguró la regresión, y a emerger en condición de propósitos agresivos y
destructivos. La lucha contra la sexualidad se da bajo banderas éticas.
El yo se revuelve contra invitaciones crueles y violentas que le son enviadas desde el ello a la conciencia, y ni
sospecha que en verdad está luchando contra unos deseos eróticos.
El superyó hipersevero se afirma con energía tanto mayór en la sofocación de la secualidad cuanto que ella ha
adoptado unas formas tan repelentes.
Así, en la nss obs. el conflicto se refuerza en dos direcciones: lo que defiende ha devenido más intolerable, y aquello
de lo cual se defiende, más insoportable; y ambas por influjo de un factor: la regresión libidinal.
La representación obsesiva deviene consciente, aunque antes ha atravesado el proceso de represión. Lo que ha
irrumpido hasta la conciencia es, un sustituto desfigurado de una impresión onírica y nebulosa o vuelto irreconocible
mediante un absurdo disfraz (en la infancia hubieron acciones agresivas vividas con placer. El yo produce la defensa -
represión, síntoma- y luego se defiende del síntoma -nuevas defensas- en obediencia al SYO). Si la represión no ha
roído (=desgastado) el contenido de la moción pulsional agresiva (la representación), ha eliminado el carácter
afectivo que la acompañaba. Así la agresión ya no aparece como un impulso, sino, como un mero contenido del
pensamiento.
El afecto de la represión obsesiva sale a luz en otro lugar. El superyó se comporta como si no hubiera producido
represión alguna. El yo, que por una parte se sabe inocente, debe por la otra registrar un sentimiento de culpa y
asumir una responsabilidad que no puede explicarse.
Contradicción dentro del yo: Por medio de la represión él se ha clausurado frente al ello, en tanto permanece
accesible a los influjos que parten del superyó.
Hay neurosis obsesivas sin conciencia de culpa, en donde el yo se ahorra percibirla mediante una nueva serie de
síntomas, accione de penitencia, limitaciones de autopunición. Tales síntomas significan al mismo tiempo
satisfacciones de mociones pulsionales masoquistas, que también recibieron un refuerzo desde la regresión.
Formación de síntoma en la neurosis obsesiva: Consiste en procurar cada vez mayor espacio para la satisfacción
sustitutiva a expensas de la denegación. Estos mismos síntomas que originariamente significaban limitaciones del yo
cobran más tarde, el carácter de satisfacciones. El resultado de este proceso, se aproxima cada vez más al total
fracaso del afán defensivo inicial, es un yo extremadamente limitado que se ve obligado a buscar sus satisfacciones
en los síntomas. El desplazamiento de la relación de fuerzas en favor de la satisfacción puede llevar a un temido
resultado final: la parálisis de la voluntad de yo, quién, para cada decisión, se encuentra con impulsiones de pareja
intensidad de un lado y del otro. El conflicto entre ello y superyó puede extenderse tanto que ninguno de los
desempeños del yo, que se ha vuelto incapaz para la meditación, se sustraiga de ser englobado en él.
Pueden observarse dos actividades/técnicas del yo en la formación de síntoma, que son claramente subrogados de la
represión:
★ Anular lo acontecido: Mediante un simbolismo motor quiere “hacer desaparecer” no las consecuencias de un
suceso (impresión, vivencia), sino a este mismo. Nos encontramos con el anular lo acontecido sobre todo en
los síntomas de dos tiempos, donde el segundo acto cancela al primero como si nada hubiera acontecido,
cuando en la realidad afectiva acontecieron ambos. El ceremonial de la neurosis obsesiva tiene este
propósito, además de prevenir, tomar precauciones para que no acontezca, no se repita algo determinado.
Las medidas precautorias son acordes a la razón, y las cancelaciones mediante la anulación de lo acontecido
son desacordes a la razón.
★ Aislar/ Aislamiento: Consiste en que tras un suceso desagradable, así como tras una actividad significativa
realizada por el propio enfermo, se interpola una pausa en la que no está permitido que acontezca nada, no
se hace ninguna percepción ni se ejecuta acción alguna. La vivencia no es olvidada, pero se la despoja de su
afecto, y sus vínculos asociativos son sofocados o suspendidos, permanece ahí como aislada y ni siquiera se
la reproduce en el circuito de la actividad de pensamiento.
El neurótico obsesivo halla particular dificultad en obedecer a la regla psicoanalítica fundamental. Su yo es más
vigilante y son más tajantes los aislamientos que emprende, probablemente a consecuencia de la elevada tensión de
conflicto entre su superyó y su ello. En el curso de su trabajo de pensamiento tiene que defenderse de: la injerencia
de fantasías inconscientes, y la exteriorización de las aspiraciones ambivalentes.
En tanto procura impedir asociaciones, conexiones de pensamientos, ese yo obedece al tabú del contacto: el
contacto físico es la meta inmediata tanto de la investidura de objeto tierna como de la agresiva. Eros quiere el
contacto pues pugna por alcanzar la unión, la cancelación de los límites espaciales entre el yo y el objeto amado.
Pero también la destrucción. La neurosis obsesiva persiguió al comienzo el contacto erótico y, tras la regresión, el
contacto enmascarado como agresión, vienen las prohibiciones.
Duda obsesiva, es decir, duda o escisión de las convicciones. A lo largo de la construcción del edificio teórico
freudiano, hay distintos modos de pensar la duda obsesiva, rasgo característico, va a ser pensado por Freud con los
elementos que va constituyendo a lo largo de su elaboración.
En un principio, la duda obsesiva es el efecto de ese recorte de lo psíquico que introduce la representación obsesiva.
Por ejemplo, muy tempranamente, en "Obsesiones y fobias", Freud dice "Esas personas habían sufrido o todavía
sufrían obsesiones diversas y la cc de que la obsesión las había perturbado en todas sus acciones y había
interrumpido muchas veces el curso de su pensamiento provocaban una duda legítima en la fidelidad de su memoria.
La duda es una consecuencia lógica de la presencia de las obsesiones" Osea la perturbación inicial, esta escisión de un
pensamiento tiene como consecuencia, la duda. Porque la derivación de esa interrupción genera cierta duda sobre la
fidelidad de lo que pensé.
En otras oportunidad, Freud le atribuye otra función a la duda: la trata como una forma de defensa secundaria,
frente a la representación obsesiva. Entonces podríamos decir, por un lado, está la compulsión a cavilar, el intento de
realizar un desvío del curso de pensamiento que se aleje lo más posible del contenido de las representaciones
obsesivas, alejarse lo más posible de lo que no tiene que aparecer. Por otro lado, la compulsión a pensar y examinar
y la manía de duda (el uso de la memoria mediante el trabajo lógico y una invocación a sus recuerdos cc), que tienen
la misma misión. Es decir, examinar y pensar una y otra vez, todo está destinado a adueñarse de eso de lo que todo
el tiempo se evidencia como incontrolable. El caso más grave es lo que Freud llamó manía de duda universal, o sea,
el sujeto generaliza la duda, es decir, erosiona el conjunto de las representaciones psíquicas.
En 1909, en el Hombre de las ratas, Freud agrega otra modalidad cercana a la duda: producción de incertidumbre del
obsesivo: modo de aislar al sujeto del mundo, y ya aqui aparece relación entre el pensamiento y el aislamiento
(Inhibición, síntoma y angustia). El obsesivo evita demostrando una notable actividad y al modo de un inexplicable
descuido. La incertidumbre por descuido tiene que ver con como el obsesivo se "cuida" de tomar nota de cualquier
cosa que por ejemplo precipitaria alguna decisión. produce que las cuestiones queden en un nivel de incertidumbre,
variedad, que es una defensa al servicio de la postergación. Por eso, los temas siempre bordean lo imposible, de la
paternidad, de la existencia.
En 1913, la duda aparece como rechazo a la pulsión de apoderamiento. Freud piensa la pulsión de saber (versión
sublimada de apoderamiento), para él la pulsión de apoderamiento se ve como rasgo sádico, cuando eso se sublima,
sería apoderarse de un ámbito del pensamiento, volverlo propio. En ese momento, constituía una especie de versión,
de lo que despues llama erotizacion del pensamiento. Si la represión afecta a ese goce sádico de apoderamiento, que
se requiere para irrumpir en un ámbito, ocurre que un sujeto no puede apoderarse, queda dubitativo respecto de
penetro o no penetró en ese ámbito. Esa explicación es como la más simplificada. Sin embargo, aunque no pone el
acento en la división, sino en debilitamiento: ya está enunciando el interés freudiano por entender las vinculaciones
entre el pensamiento y el goce y el pensar como modo de satisfacción.
En “Inhibición, Síntoma y angustia”, 1926, la duda es retomada como una división, y presentada como especie de
parálisis de la voluntad del yo para quien cada decisión se encuentra con impulsiones de parejas, intensidad de un
lado de otro, soy o no yo, quiero o no quiero.
A esas impulsiones de pareja, intensidad de un lado de otro respecto de cualquier decisión, las piensa como conflicto
entre el yo y superyó y consecuencia la desmezcla pulsional. Cuando ese estado es llevado al extremo, veremos
como resultado es un sujeto que nada puede, absolutamente paralizado. Para no tener que decidir, nada hace, se
sume en la inmovilidad.
Omnipotencia del pensamiento: aparece en el Historial del Hombre de las Ratas, cuando él va a 2 internaciones
donde tiene relaciones sexuales con la enfermera. Vuelve después de un tiempo y quiere volver a la misma
habitación donde había estado la primera vez. Esa habitación estaba ocupada por un señor grande, y piensa “ojalá
que se muera”. El señor muere, y el obsesivo piensa “lo maté con mi pensamiento”. El obsesivo cree que si lo penso,
puede pasar. Frente a esa fantasía, una sanción, las maniobras para evitarlo, y está la duda. No hay forma de que
esté tranquilo.
Partiendo del delirio de tacto, Freud muestra como la evitación del contacto se expande a todo lo relacionado con lo
prohibido y entonces dice: "lo que provoque el contacto del pensamiento está tan prohibido como el contacto
corporal directo" El rechazo de contacto tiene esas formas: dar vueltas para no pensar, como no tocar determinados
objetos en los rituales obsesivos. Equivalencia entre pensamiento y cuerpo, que va a ser retomado en “Inhibición,
síntoma y angustia” como aislamiento, el intento de aislamiento.
Según Freud las prohibiciones obsesivas son muy desplazables, de un objeto a otro. Los va tornando imposibles a los
objetos. Esta perspectiva nos explica cómo se les van expandiendo las prohibiciones, cada vez entran más cosas en el
dominio de la imposibilidad, lo cual concuerda con la limitación para la acción.
En la histeria, el síntoma conversivo es fácil ver cómo está el impulso y la defensa, en el síntoma aparece la solución
de compromiso. SIn embargo, dice Freud, en el obsesivo se va expandiendo, es difícil encontrar la otra parte, no se
ve tanto las dos fuerzas en transacción. Entonces, en el síntoma histérico convergen la mociones represoras y
reprimidas en el síntoma, ambas están ahí. Por el contrario, el obsesivo siempre presentó una dificultad de esa falta
de convergencia.
Estatuto de satisfacción en el síntoma obsesivo: Para Freud, todo síntoma implica una transacción, algo que
funciona como una satisfacción sustitutiva. Ya lo vio en la histeria, pero en la nss obs es más difícil.
Hay 1° un periodo de defensa primaria, donde se constituye la defensa. Y, en 2° lugar, un periodo de defensa
secundaria, cuando frente al retorno de lo reprimido, debe nuevamente ponerse en marcha la defensa. Freud lo
piensa a estos nuevos empeños defensivos frente al retorno.
Manía de cavilar: aquella que implica un intento de pensarlo todo, controlarlo todo, como una manera de evitar la
irrupción perturbadora de la representación obsesiva. Esta manía de cavilar, como defensa secundaria, sería un
antecedente en Freud, como el problema de la erotizacion del pensamiento en el obsesivo. Está mania de cavilar,
puede luego tornarse ella misma compulsiva, sintomática, marcando dos caras de la satisfacción: 1- traumática, o
sea, una cara que tiene que ver con no poder parar de pensar. 2- más domesticada, más defensiva, intento de evitar
la aparición de la idea obsesiva. Caras en donde oscila el pensamiento, y una misma dimensión puede pasar de una
cara a la otra.
Erotizacion del pensamiento: no es del contenido de lo que se piensa, sino que el pensamiento mismo se erotiza, se
vuelve gozoso pensar. Dice Freud en “Tótem y Tabú” (p.93): “La represión de lo sexual ha aportado una sexualizacion
nueva, cuya consecuencia es la sobreinvestidura originaria del pensar y el de su sobreinvestidura libidinosa alcanzada
por vía regresiva: narcisismo intelectual, omnipotencia de los pensamientos.” Freud compara el pensamiento del
obsesivo con el pensamiento del hombre primitivo, el cual tiene omnipotencia del pensamiento, si no piensa algo no
exista, si lo piensa existe, si la desea el mal al otro, lo va a dañar, hay narcisismo intelectual, omnipotencia del
pensamiento.Hay algo que sustituye lo sexual, ya que fue reprimido, cuya consecuencia es la sexualizacion nueva qué
es la sobreinvestidura del pensar, y es por vía regresiva. La sexualizacion nueva es la clave del narcisimo intelectual,
es decir, un modo de resaltar la solidaridad entre el pensamiento y el yo en el obsesivo, a la vez que pone en
evidencia una forma de satisfacción que estaría al servicio de la defensa.
Dice Freud, en el Hombre de las Ratas, pag. 191: “El proceso mismo del pensar es sexualizado, pues el placer sexual
que de ordinario se refiere al contenido del pensar se vuelve aquí hacia el acto mismo del pensar y la satisfacción de
alcanzar un resultado cognitivo es sentido como satisfacción sexual”. Freud nos está diciendo que , porque se
produce está sexualizacion del proceso mismo del pensar. Esto se produce porque la energía que busca irrumpir en
la acción queda detenida en una especie de regresión al pensar.
Freud ubica por un lado a este modo de pensamiento ligado a la pulsión de saber, pero, no es eso todo, sino que nos
va a mostrar cómo ese pensar mismo se vuelve compulsivo. Dice: “la dilación en el actuar pronto halla su sucedáneo
en el demorarse en el pensar, y todo el proceso, conservando sus peculiaridades, es traducido a un nuevo terreno, tal
como los norteamericanos son capaces de cambiar de sitio una casa entera”. El postergar la acción pronto halla su
sustituto en el demorarse en el pensar, y todo el proceso psíquico, es llevado a un nuevo terreno. El proceso mismo
del pensar resulta sexualizado, lo cual torna indiferente de que se piense. No es qué piensa en cosas sexuales, sino
que se ha sexualizado el pensar mismo. Es satisfacción sexual sustitutiva, satisfacción en el pensar mismo.
Hombre de las ratas, es la evidencia de qué tanto pensar no produce ningún avance en lo cognitivo, sino que el
hombre de las ratas, una de las razones por las que lo va a ver es por sus estudios. Esa demora en el pensar, se
sintomatiza y viene a entorpecer el pensamiento. Mientras que el goce sublimado del pensar podra tener algo qué
tener con el desarrollo cognitivo, el pensar compulsivo entorpece. Entonces, la denominación popular permite situar
las dos vertientes de la relación pensamiento- goce: goce controlado y goce compulsivo.
Impermeabilidad ante la experiencia: en el obsesivo encontramos la confianza de gobernar el mundo a través del
pensamiento y la impermeabilidad frente a la experiencia, lo cual quiere decir que en el obsesivo hay un rechazo a la
contingencia, a la sorpresa, a lo inesperable, a lo impensable. Aunque todo la indique no es posible controlarlo todo,
igual quiere controlar todo. Igual va a sufrir ante la sorpresa, a la contingencia, por eso, el rasgo impermeable que
además se articula y está producido por el aislamiento del pensamiento.
Freud dice, que hay un reordenamiento del material psíquico de tal manera que toma la forma de un sistema, es
decir, sistema de pensamiento va a ser solidario de ese narcisismo intelectual, de ese aislamiento del pensamiento.
Yo del obsesivo: el yo es el escenario de la formación del síntoma, mucho más que en la histeria. La representación
obsesiva perturba el conjunto de representaciones en donde el yo se reconoce. El yo se adhiere con firmeza con su
vínculo con la realidad y la conciencia, empleando todos los recursos del pensamiento, ya sea como defensa primaria
o secundaria. El yo se afirma en el pensamiento cc, en el narcisismo intelectual, en la omnipotencia del pensamiento,
en el desplazamiento, en la formación de sistemas y teorías. Razón por la cual, la actividad del pensamiento aparece
sobreinvestida, erotizada. La defensa es a la vez un modo de satisfacción.
Esos recursos del yo puede explicar la dificultad que tiene el obsesivo para seguir la asociación libre, porque su yo es
más vigilante y son más tajantes los aislamientos qué tiene, está prevenido todo el tiempo, no la fluye. Entonces, ese
modo de impedir asociaciones, las conexiones cortadas, la anulación, el aislamiento, todo eso, es lo que hace que
Freud diga: represión no es un término muy exacto para describir todo lo que ocurre en la defensa del obsesivo, es
mucho más que represión.
Aislamiento obsesivo: se diferencia de la amnesia histérica, ya que la histérica no recuerda qué sucedió, efecto de la
represión, y es represión con posibilidad de conversión. A diferencia de lo que ocurre con la representación obsesiva,
que no solo permanece en el ámbito de lo psíquico sino que además, si bien por falso enlace, por aislamiento del
pensamiento, por recursos del yo del obsesivo, queda como aislada, no es amnesia verdadera, es como que tiene
noticia de sus traumas, pero no tiene noticias puesto que no discierne su significado.
El cuadro clínico:
El hombre de las ratas es un joven universitario que se le presenta a Freud diciendo que tiene representaciones
obsesivas desde su infancia, pero en particular desde hace cuatro años. Sus temores giran alrededor de que le pase
algo grave a dos personas que ama mucho: a su padre y a su amada. Dice sentir impulsos obsesivos (por ejemplo,
cortarse el cuello con una navaja) y realizarse prohibiciones ante cosas indiferentes. La única cura que lo alivió fue en
un instituto de aguas, pero seguramente porque logró mantener un comercio sexual constante con una enfermera.
Su vida sexual ha sido pobre, el onanismo desempeñó un pequeño papel a los 16 años y su primer coito fue a los 26
años.
Al comenzar a decir todo lo que se le pase por la cabeza, comienza contando que tiene un amigo a quien respeta y a
quien acude siempre que lo acosa un impulso criminal. Él lo apoya ante esto. Antes, otra persona ejerció sobre él
parecido influjo, un estudiante que tenía 19 años cuando él mismo andaba por los 15, quien le había cobrado afecto
y había elevado su sentimiento de sí. Luego fue su preceptor hogareño y de pronto modificó su comportamiento
rebajandolo como a un idiota. Se interesaba por una de sus hermanas, y solo había trabado relación con él para
conseguir el acceso a la casa. Está fue la primera gran conmocion de su vida.
B. La sexualidad infantil:
A los 4-5 años tenía una gobernanta joven, la señorita Peter, a quien le pidió permiso para deslizarse bajo su falda.
Ella lo permitió, siempre que no diga nada a nadie. Él le tocó los genitales y el vientre. Desde entonces tuvo
curiosidad por ver el cuerpo femenino.
A los 6 años, había en la casa otra señorita, Lina, que tenía abscesos en las nalgas y al anochecer él espiaba como se
los estrujaba. A los 7 años escuchó que con el hermano se podría hacer, pero con Paul no, ya que es demasiado torpe
y no acertaría. A lo cual, él empezó a llorar.
En este momento ya padecía de erecciones. Lo que produjo que tenga la idea enfermiza de que sus padres sabían sus
pensamientos.Paul encuentra ahí el comienzo de la enfermedad.
Tenía el deseo de ver desnudas a las muchachas que le gustaban, pero pensaba que si él pensaba eso, algo malo iba
a suceder, y hacia toda clase de cosas para impedirlo (Por ej. mi padre morirá).
Su padre, por quien tiene temores obsesivos en el momento del tratamiento, había muerto hace varios años.
Lo que el paciente describe como el comienzo de la enfermedad es, para Freud, la enfermedad misma: una neurosis
obsesiva completa. El deseo de ver mujeres desnudas corresponde a la posterior idea obsesiva: “Si yo tengo el deseo
de ver desnuda a una mujer, mi padre tiene que morir”. El afecto penoso se vuelve ominoso, y origina impulsos a
hacer algo para extrañarse de la desgracia, semejantes a las medidas protectoras. También hay presente un delirio:
los padres sabrían sus pensamientos porque él los habría declarado sin oirlos él mismo.
La ocasión directa de acudir a Freud fue durante las maniobras militares. Un día realizaron una pequeña marcha,
donde en el alto perdió sus quevedos (anteojos), y aunque podría haberlos encontrado, decidió no postergar la
partida y renunció a ellos. Pero telegrafio a su óptico para que le enviara unos de reemplazo. Durante ese mismo
alto, un oficial contó sobre un castigo terrorífico. Luego de decir eso, se interrumpe y pide no contar los detalles.
Freud le dijo que tenía que superar las resistencias. Por lo que Paul sigue: el castigo consiste en que el condenado es
atado, sobre su trasero es puesto un tarro dado vuelta, en este hacen entrar ratas (Ratten), que penetraban en el
ano. Freud describe su reacción como horror ante su placer, ignorado por él mismo.
Paul dice que en el momento lo sacudió la representación de que eso sucede con una persona que le es cara. La
dama admirada es a quien se refirió aquella representación.
Simultánea con la idea, siempre aparece la sanción, es decir, la medida de defensa que él tiene que seguir para que
una fantasías de estas no se cumpla. Al mismo tiempo emergió otra idea: que el castigo recae también sobre su
padre.
Al día siguiente, el mismo capital le alcanzó un paquete y le dijo “El teniente A pago el reembolso por ti. Debes
devolverselo a él”. Se le impone que si no devuelve el dinero ocurrirá el castigo de las ratas en la amada y el padre.
Frente a esa sanción, eleva un mandamiento y ese mandamiento es a un modo de juramento: Tú debes devolver
→no devuelvas el dinero. Cuando encuentra al teniente A, le dice que quien había pagado el reembolso era el
teniente B. Entonces queda confundido y tiene que inventar un complicado plan en el cual llevaría a los dos tenientes
a la estafeta, y haría un intercambio de dinero.
Finalmente fue hacia el correo para devolver las 3,80 coronas a la estafeta postal. Él siempre supo que la que había
pagado el reembolso era la empleada de la estafeta postal. El capitán cruel cometió un error cuando le dio los lentes,
pero el hombre de las ratas hizo un juramento con respecto al error.
La decisión de acudir a un médico fue entretejida en el delirio: se haría extender por un médico un certificado según
el cual necesitaba, para restablecerse, de ese acto que meditaba con el teniente primero A; y éste se dejaría mover
por el certificado a aceptarle las 3,80 coronas. Freud no se lo da, entonces el paciente le pide que lo libere de las
representaciones obsesivas.
D. La introducción en el entendimiento de la cura:
Paul relata la historia de la enfermedad de su padre en la cuarta sesión, muerto de enfisema 9 años atras. Él se fue a
dormir, y cuando despertó se enteró que su padre había muerto. Se hizo el reproche de no haber estado presente en
el momento de la muerte, reproche que se reforzó al enterarse que su padre había preguntado por él.
Al comienzo el reproche no era martizador, tenía una expectativa de la aparición fantasmal de su padre, lo cual no
tenía nada de terrorífico para él, sino que era algo muy deseado. Sólo un año y medio después el recuerdo de su
omisión despertó y empezó a martirizarlo horriblemente y empezó a tacharse de criminal. Ocasionamiento de ello
fue la muerte de una tía política y la visita que él hizo a la casa mortuoria. El afecto de culpa por la muerte de su
padre tiene su origen en otro hecho y por desplazamiento surge ese reproche: el tío que acababa de enviudar había
exclamado “Otros maridos se lo permiten todo, ¡y yo he vivido solo para esta mujer!”, a lo que Paul supone que
alude al padre y ponía bajo sospecha su fidelidad marital.
A la sesión siguiente dice que tiene que contar algo malo que hizo cuando tenía doce años. Estaba enamorado de
una niña, pero ella no era todo lo tierna que él quería; entonces pensó que ella le mostraría amor si una desgracia le
ocurriera, si se muriera su padre. Rechaza esta idea enseguida y enérgicamente. Se defiende de haber exteriorizado
con ello un deseo diciendo que sólo fue una conexión de pensamientos. Pero Freud le objeta que si no era un deseo
¿por qué la revuelta? Él dice que sólo por el contenido de la representación: que su padre pueda morir.
Freud le dice que la idea de la muerte del padre sin duda no se presentó por primera vez en ese caso. Entonces
cuenta que otra vez ocurrió el mismo pensamiento medio año antes de la muerte del padre. Como estaba
enamorado de su dama, pero por impedimentos materiales no podía casarse, se le ocurrió que si su padre moría él
se volvería tan rico que podría casarse con ella. Para defenderse de esa idea deseó que el padre no dejara nada en
herencia para no obtener ninguna ganancia de esa terrible pérdida. Una tercera vez apareció este deseo, un día
antes de que muriera su padre: pensó “Ahora es posible que pierda a la persona que más amo”, y al rato se corrigió
diciendo “No, existe otra persona cuya pérdida te sería aún más dolorosa”. Él se opone a que haya deseado la
muerte de su padre. Freud le dice entonces que semejante angustia corresponde a un deseo que una vez se tuvo, y
que ahora está reprimido. Él se muestra incrédulo por el amor intenso que siente por su padre. Pero Freud le plantea
que justamente ese amor intenso es la condición del odio reprimido. El mismo gran amor es el que no permite que el
odio sea cc.
Las representaciones obsesivas aparecen sin sentido y la tarea del analista es descubrir su significado. Se lo consigue
situandolas dentro de un nexo temporal con el vivenciar del paciente, explorando la primera emergencia de cada
idea obsesiva y las circunstancias externas bajo las cuales suele repetirse.
Impulsó suicida: Paul perdió algunas semanas en el estudio a raíz de la ausencia de su dama que había partido de
viaje para cuidar a su abuela enferma. En mitad del estudio se le ocurrió: “El mandamiento de presentarte en el
primer plazo posible de examen dentro del semestre se puede admitir. Pero, ¿qué pasaría si te viniese el
mandamiento de cortarte el cuello con una navaja de afeitar?”. Fue al armario a tomar la navaja y ahí se le ocurrió:
“No es tan simple. Tú tienes que viajar hasta allí y matar a la señora anciana”.
Esto se explica porque mientras estudiaba le sobrevino un ataque de furia icc que junto con la añoranza pudo
vestirse de esta exclamación: ¡Oh me gustaría viajar hasta allí y matar a la anciana que me roba a mi amada! A eso
sigue el mandamiento: Matate a ti mismo como autocastigo por semejante deseo de furia y de muerte. Todo el
proceso marcha en secuencia invertida -el mandamiento de castigo adelante, al final el deseo- en la conciencia del
enfermo obsesivo.
Manía de adelgazamiento: Un día le vino la idea de que era demasiado gordo (dick) y debía adelgazar. Empieza a
levantarse de la mesa antes del postre y a correr por la calle bajo el sol. Estando en una ladera le surge el
mandamiento de tirarse al vacío. Esto ocurre cuando su amada estaba con un primo del cual él estaba celoso, el
primo Dick (en alemán gordo). Quería matar a Dick y por eso se impuso como autocastigo la cura de adelgazamiento.
Por diferente que parezca este impulso obsesivo del mandamiento suicida directo, ambos se generan como reacción
frente a una ira enorme contra una persona que aparece como perturbadora del amor.
Compulsión protectora: En la época en que su dama estaba presente en ese lugar de veraneo también produce una
serie de actividades obsesivas destinadas a que no le pase nada. El día que ella se va, él tropieza contra una piedra de
la calle, y se ve obligado a moverla porque le viene la idea de que dentro de unas horas el carruaje de ella va a pasar
por ahí y podría dañarse con esa piedra, pero algunos minutos después se le ocurre que es un disparate, regresa y
vuelve a poner la piedra en su lugar. Es una compulsión protectora que surge como reacción (de arrepentimiento y
penitencia) frente a una moción opuesta, hostil.
En la histeria se llega a un compromiso que contenta a ambos opuestos en una sola figuración, mientras que en la
nss obsesiva, los dos opuestos son satisfechos por separado, primero uno y después el otro, intentando establecer
algún tipo de enlace lógico.
El conflicto entre amor y odio se anuncia en un despertar religioso: creó unas plegarias que le llevaban mucho
tiempo porque interfería siempre algo que las cambiaba hacia lo contrario. Por ejemplo, si decía “Dios lo proteja”, el
espíritu maligno añadía rápidamente un “No”. Para solucionarlo, cortó las plegarias y luego la decía tan rápido que
nada podía metérsele entremedio.
Él no era cc de la profundidad de sus mociones negativas hacia la dama. Diez años atrás, ella había respondido con
un “No” a su primer cortejo. Desde entonces alternaron épocas en que creía amarla intensamente con otras en las
que sentía indiferencia hacia ella. Cuando en el curso del tratamiento debía dar un paso que lo aproximaría a la meta
del cortejo, su resistencia solía exteriorizarse en el convencimiento de que en verdad no la quería tanto, que era
vencido enseguida. Una vez que a ella una grave enfermedad la dejó en cama, le irrumpió el deseo: “Que
permanezca siempre así yacente”. El interpretó esta ocurrencia diciendo que sólo le deseaba una enfermedad
perpetua para librarse de la angustia de unos ataques repetidos de enfermedad, que él no podía soportar.
F. El ocasionamiento de la enfermedad:
En la histeria tanto las ocasiones recientes de la enfermedad como las vivencias infantiles caen bajo los efectos de la
amnesia. En la neurosis obsesiva, en cambio, sucede que las vivencias infantiles sucumban a una neurosis, pero las
ocasiones recientes se encuentran reservadas en la memoria. La represión en lugar de olvidar al trauma, le ha
sustraído la investidura de afecto, en la conciencia queda como secuela un contenido de representación indiferente.
La prehistoria del paciente consiste en que, antes de conocer a la madre, su padre se había interesado por una
muchacha pobre y linda, de familia modesta. Tras la muerte del padre, uno de los primos había expresado su buena
disposición para entregarle una de sus hijas cuando él terminara sus estudios, y su vinculación con los negocios le
daría oportunidades en su trabajo profesional. Esto fue lo que provocó el conflicto: si debía permanecer fiel a su
amada pobre o seguir las huellas del padre y tomar por esposa a la bella y rica muchacha que le habían destinado. A
este conflicto lo soluciono enfermando, y enfermando se sustrajo de la tarea de solucionarlo en la realidad objetiva.
Esto lo prueba la incapacidad para trabajar, que le hizo postergar varios años la terminación de sus estudios, este fue
el principal resultado de la enfermedad.
Padre e hijo se habían tratado como mejores amigos, salvo en un único punto: en el ámbito de la sexualidad el padre
había entrado en una oposición con el erotismo del hijo tempranamente despertado Paul sintió al padre como un
perturbador.
Apoyado en varias situaciones padre e hijo, Freud formuló la siguiente construcción: cuando Paul tenía 6 años,
cometió algún agravio sexual entramado con el onanismo, y recibió del padre una reprimenda. Esto, por un lado,
puso fin al onanismo y, por otro, dejó como secuela una aversión contra el padre y fijo para todos los tiempos su
papel como perturbador del goce sexual. Ante ese castigo, Paul se llenó de ira e insulto bajo los golpes del padre,
pero como aún no sabía insultar, recurrió a todos los nombres de objetos que se le iban ocurriendo. El padre paró de
pegarle y expresó: “Este chico será un gran hombre o un gran criminal”. Paul afirma que mereció el castigo por haber
mordido a alguien.
El primer enigma sobre la representación de las ratas era porque los dos dichos del capitán (el cuento de las ratas y
su reclamación de devolver el dinero) le provocaron tanta emoción y reacciones patológicas tan violentas. Se supuso
que Paul se encontraba dentro de una identificación icc con el padre, que había prestado servicios y solía contar
cosas de su época de soldado. Entonces la casualidad que puede cooperar en la formación de síntoma, permitio que
una pequeña aventura del padre tuviera un importante elemento en común con la reclamación del capital: Una vez,
el padre había perdido en el juego de naipes (Spielratte: rata de juego) una pequeña suma de dinero, por lo que se lo
prestó un compañero. Después de abandonar el servicio, intentó devolver el dinero pero nunca pudo. El recuerdo de
esto le resultaba penoso, siendo que su icc rebosaba de reclamaciones hostiles al carácter de aquel. Las palabras del
capital “Tienes que devolver el dinero” le sonaron como una alusión a la deuda impaga del padre.
La comunicación de que la empleada del servicio postal había saldado el reembolso refloro la identificación con el
padre.
La representación del castigo consumado por las ratas había estimulado cierto número de pulsiones, despertado
varios recuerdo, y por eso, las ratas habían adquirido una serie de significados simbólicos, a los que se fueron
agregando otros nuevos en el tiempo que siguió. El castigo de las ratas dejó ver el erotismo anal que en su infancia
había desempeñado considerable papel.
Así, las ratas llegaron al significado de dinero, nezo señalado al ocurrírsele al paciente para “ratas” (Ratten), “cuotas”
(Raten). Todas las representaciones a él pertinentes fueron asentadas, a través de este puente de palabras cuotas-
ratas, en lo obsesivo, y arrojandolas al icc. Este significado de dinero de las ratas se apoyó en la reclamación del
capitán a devolver el monto del reembolso; sello sucedió con ayuda de la palabra-puente “Spielratte” (rata de juego).
La rata era definida como portadora de infecciones, y por eso pudo ser empleada como símbolo de la angustia ante
la infección sifilítica, tras lo cual se escondían toda clase de dudas sobre la conducta del padre mientras estuvo en el
servicio de las armas. En otro sentido, portador de la infección sifilítica era el pene mismo. El significado de pene de
las ratas descansaba a su vez en el erotismo anal.
Todo este material se ordenaba con la ocurrencia encubridora “heiraten” (casarse) en la ensambladura de la
discusión en torno de las ratas. Las ratas también significan hijos. Y en ese punto aportó una comunicación: la dama a
quien admiró durante tantos años, a pesar de lo cual no se podía decidir a casarse (heiraten) con ella, estaba
condenada a no tener hijos, lo que era para él la principal razón de sus vacilaciones ya que amaba a los niños.
Proceso en la formación de su idea obsesiva: cuando el capitán contó sobre el castigo de las ratas, se estableció la
conexión con aquella escena infantil en que él mismo había mordido; el capitán se le situó en el lugar del padre y
atrajo sobre sí una parte del rencor que en aquel tiempo se había sublevado contra el padre cruel. La idea que le
afloró (que podía sucederle algo parecido a una persona amada) se traduciría mediante esta moción de deseo: “A ti
habría que hacerte algo así”, moción dirigida al que hizo el cuento, pero tras él el padre.
Cuando el capitán le alcanza el paquete y le reclama devolver el dinero, él ya sabe que su deuda es con la empleada.
Pero desde el complejo paterno y desde el recuerdo de aquella escena infantil, se le plasma esta respuesta:
“Devolveré el dinero si mi padre y mi amada tienen hijos”.
Así se había cometido el crimen contra las dos personas que le eran más importantes, padre y amada; esto pedía un
castigo y la punición consiste en imponerse un juramento imposible de cumplir: “Ahora tienen que devolver
realmente el dinero a A, como lo ha exigido el subrogado del padre. El padre no se puede equivocar”.
Cuando vaciló sobre si viajaría a Viena o permanecería para cumplir el juramento, lo que en verdad hacía era figurar
en una unidad los dos conflictos que desde siempre lo había movido: si debía obedecer al padre y si debía
permanecer fiel a la amada.
Sobre la teoría:
Aquí Freud pone en debate su definición de representaciones obsesivas que brinda en “Nuevas puntualizaciones
sobre las neuropsicosis de defensa” (1896), y dice que es más correcto hablar de un “pensar obsesivo” y poner de
relieve que los productos obsesivos pueden tener el valor de los más diferentes actos psíquicos: deseos, tentaciones,
impulsos, reflexiones, dudas, mandamientos y prohibiciones.
En la lucha defensiva secundaria que el enfermo libra contra las representaciones obsesivas que se han filtrado en su
conciencia se producen delirios, los cuales no son argumentos puramente racionales, sino unos mestizos entre
ambas variedades del pensar: hacen suyas ciertas premisas de lo obsesivo a lo cual combaten y se situación en el
terreno del pensar patológico.
En la lucha defensiva primaria, se observa que los enfermos no tienen noticia del texto de sus propias
representaciones obsesivas.
En el tratamiento crece el coraje del enfermo y de la enfermedad, ocurre que el enfermo presta ahora su atención y
se entera de sus producciones patológicas con más nitidez y detalle.
1. Mediante los sueños, los cuales pueden brindar el genuino texto de un mandamiento obsesivo que en la
vigilia devino solo de manera desfigurada.
2. En la indagacion analitica, muchas veces representaciones obsesivas que se siguen unas a otras, pero cuyo
texto no es idéntico, son en el fondo una y la misma. Esto es porque primero es rechaza y luego retorna de
manera desfigurada.
La representación obsesiva lleva entonces, en su desfiguración respecto del texto original, las huellas de la lucha
defensiva primaria.
B. Algunas particularidades psíquicas de los enfermos obsesivos; su relación con la realidad, la superstición y la
muerte:
● Superstición: Paul comprendía que su superstición dependía de su pensar obsesivo. Su superstición era la de
un hombre culto, creía en signos premonitorios, pero no en el Nº 13.
● Tema de muerte: piensan sobre la duración de la vida, posibilidad de muerte de otros. Necesitan de la
posibilidad de muerte para solucionar los conflictos que dejan sin resolver. Poseen incapacidad para
decidirse, procuran posponer decisión. En casa conflicto vital acechan la muerte de otra persona.
● Incertidumbre o duda: la neurosis utiliza la incertidumbre para sacar al enfermo de la realidad y aislarlo del
mundo. La preferencia por la incertidumbre es motivo para adherir sus pensamientos a aquellos temas en
que la incertidumbre de los hombres es universal. Estos temas son: la filiación paterna, la duración de la vida,
la vida después de la muerte y la memoria.
Una conducta de amor y odio es uno de las principales características de la neurosis obsesiva. El odio es retenido por
el amor en la sofocación de lo icc. En estos casos el componente sádico del amor se desarrolla constitucionalmente
con particular intensidad, por eso es tempranamente sofocado. Lo que da por resultado una ternura cc elevada por
reacción, mientras que el sadismo en lo icc sigue produciendo efectos.
La consecuencia inmediata de las fuerzas opuestas (amor-odio) es una parálisis parcial de la realidad, una
incapacidad para decidir en todas las acciones en que el amor sea el motivo pulsionante.
La parálisis de la decisión se difunde poco a poco por todo el obrar de un ser humano. Con esto queda dado el
imperio de compulsión y duda. Es una duda en cuanto al amor que se difunde a todo lo demás y se desplaza a lo más
indiferente.
La misma duda lleva a la repetición de las medidas protectoras para desterrarla. Pero estas acciones se terminan
volviendo tan incumplibles como la decisión de amor originariamente inhibida. De las fantasías icc perturbadoras
aparece la incertidumbre de haber cumplido la medida protectora, ya que estas fantasías tienen el impulso contrario.
La psiquiatría había comenzado a construir la entidad de “obsesión” unas décadas antes de que Freud iniciara su
trabajo en estos temas y fue introducida en la nosología con los nombres de “locura de duda” y “delirio del tacto”. La
psiquiatría había producido una descripción bastante precisa de una serie de síntomas , destacando no solo las ideas
y los actos compulsivos, sino otra característica que será considerada fundamental, también por Freud: la duda, el
estado de irresolución.
Falret hijo en 1886, da una definición explicando que el verdadero trasfondo de esta enfermedad consiste en volver
incesantemente sobre las mismas ideas y sobre los mismos actos, experimentando de continuo la necesidad de
repetir las mismas palabras o de realizar los mismos actos sin conseguir jamás satisfacerse o convencerse, ni siquiera
ante la evidencia. Estos enfermos viven en un estado de duda perpetuo. Esta definición de Falret es una descripción
clara y precisa que se ajusta a las exigencias del método descriptivo que se impuso la psiquiatría clásica, la clínica de
la mirada. Además se constata el intento de identificar y delimitar “el hecho psicológico” que constituye su
fundamento: la duda.
Freud es continuador del trabajo, acerca de las obsesiones, de otros psiquiatras de su época.
¿Qué es lo que Freud viene a traer como nuevo? Es haber reunido en un mismo grupo nosológico la neurosis
obsesiva y la histeria. En esto consiste su originalidad respecto a la nss obs. Esta pareja, ya formaba parte de la
psicopatología de Janet, pero este autor nunca llega a formular la distinción psicosis-neurosis.
Freud no se limita a poner en un mismo grupo a estas dos entidades, sino que lo opone al grupo de las neurosis.
Postula además, que son de la misma naturaleza psíquica y que tienen un mecanismo en común. Entonces, el hecho
de que Freud se permita llamar a estas obsesiones, “neurosis obsesivas” constituyen su invención. Los síntomas
predominantes de las neurosis obsesivas surgen en el área de lo mental, la psiquiatría ni siquiera soñó en hablar de
“neurosis” obsesiva.
La oposición psicoanalítica neurosis-psicosis no está construida sobre la oposición cuerpo-mente, de allí que la
veremos reaparecer dentro de cada una de esas dos categorías clínicas, es decir, dentro de las psiconeurosis de
transferencia: en el caso de la histeria los síntomas se manifiestan en el cuerpo (conversión), y en el de la neurosis
obsesiva en la mente, pero esto ocurre dentro del mismo grupo.
Pero si Freud puede hacer esta agrupación original que le permite ir más allá de la oposición cuerpo-mente, ¿lo hace
por qué? Freud no agrupa solamente a partir de una descripción de los síntomas, sino porque para Freud, esta
nosología no es meramente una descripción de síntomas, sino que implica además una articulación con la terapia
psicoanalítica y un postulado sobre el mecanismo de formación de los síntomas. De aquí que, con el nombre de
psiconeurosis de transferencia, la histeria y la neurosis obsesiva conformen el grupo de neurosis susceptibles de ser
abordadas por el tratamiento psicoanalítico.
Freud aclara que extraer la obsesión desde el vago campo de la psicosis para reconocerla como neuropsicosis, es
necesario para extraer la histeria del campo de las neurosis y diferenciarla, como neuropsicosis ella también, de la
neurastenia.
No tenemos datos de que Kraepelin aceptara nociones de Freud, ni de que lo leyera. Sin embargo, en 1905 pudo
ubicar la histeria y la neurosis obsesiva como “miembros de la misma familia”, aunque no la llama neurosis sino que
conserva el nombre de “locura” obsesiva.
Clínica de las modalidades del deseo y de las estructuras del sujeto: ligada al inicio de la enseñanza, donde el deseo
insatisfecho de la histérica, deseo imposible del nss obsesivo, deseo prevenido del fóbico, son modalidades de
constitución y de funcionamiento del sujeto, modos de ser sujeto.
Clínica del goce: ligada al tiempo final. Si la clínica del deseo es clínica del sujeto y del Otro, la clínica del goce es una
clínica más autista porque muestra más aquello que es lo más propio del sujeto, aquello que como sinthome
constituye el goce más propio de un sujeto, su respuesta más singular, saber hacer con su sinthome, con ese algo
más singular y propio.
En la elaboración de la nss obs, señalamos un primer momento, que se extendería a lo largo de los 6 primeros
seminarios, cuyo eje se va a apoyar en la relación del sujeto con el Otro.
Un segundo momento, que ubicamos en el seminario 10, de la angustia, cuyas elaboraciones giran en torno al
concepto de objeto y de fantasma.
Un tercer momento, ligado a etapa final, vinculado al goce más que al deseo.
Frase que da cuenta lo que piensa de la nss obs de manera permanente, durante su obra, y sobre su diferencia y
articulación con la histeria; “El hombre no piensa con su alma, como imagina el filósofo, piensa porque una
estructura, la estructura del lenguaje, recorta su cuerpo y nada tiene que ver con la anatomía, testigo la histeria, esa
cizalla (tijera que corta metal, es decir, el recorte), a del lenguaje, llega al alma con el síntoma obsesivo. Pensamiento
del que el alma se embaraza y no sabe qué hacer”. O sea, si el lenguaje recorta el cuerpo en la histeria, el lenguaje
recorta el cuerpo del pensamiento en la nss obs. Y cuando Lacan dice que embaraza, es una relación parasitaria, la
del feto con su madre, entonces cuando dice que el pensamiento embaraza, está diciendo que el pensamiento en el
obsesivo toma esa forma parasitaria, se le impone, es una exterioridad, algo otro, algo extraño, eso llega hasta el
alma en el obsesivo. Embarazo también tiene otro significado, qué es algo embarazoso, algo que habla de un cierto
obstáculo, un cierto impedimento, dificultad.
PRIMER MOMENTO: En los primeros 6 seminarios, momento de retorno a la lectura de Freud, de la mano de
Saussure, Levi-Strauss, incorporación de la diferencia palabra-lenguaje, incorporación de idea cadena, lenguaje,
incorporación de conceptos de metáfora, metonimia, introducción de la metáfora paterna.
La elaboración de la neurosis obsesiva tiene su punto culminante entre el seminario 4 y el 6. Son seminarios donde
Lacan gira en torno predominantemente de la estructura de la palabra más que de la estructura del lenguaje,
seminarios donde toma en cuenta la relación del que habla con su interlocutor, no tanto de la relación entre
significantes, sino sobre todo la doble relación con el otro, en su función de otro imaginario, semejante y su vertiente
simbólica, el Otro, de la palabra. Son tiempos de esquema lambda, entrecruzamiento de eje imaginario y eje
simbólico y de la diferenciación en la tríada lacaniana necesidad, demanda, deseo.
¿Qué decía Lacan de esa triada? Sabemos que, para Lacan, el cachorro humano que nace en un baño del lenguaje
que, además lo pre existe, va a requerir de un Otro que, advertido por su grito, pueda responder con la acción
específica que calme los apremios de la vida. Para esto necesita hacer pasar su necesidad real, biológica, por el
desfiladero del significante, es decir, el sujeto mítico de la necesidad (mítico porque solo sabemos de él a partir del
lenguaje) tiene que usar, para satisfacer esa necesidad, los significantes que le vienen del Otro, debe poner su
necesidad en significantes, con lo cual esa necesidad queda perdida y articulada en significantes pasa a ser demanda.
Demanda que depende de un Otro, y de un Otro que puede dar o privar y que aun cuando en su respuesta otorgue,
acepte, siempre va a estar en el fondo la posibilidad de rechazo,el capricho del otro qué puede dar o no dar. Ese
primer Otro, quien comúnmente es la madre, queda ubicado en una posición de omnipotencia, lugar de amo, puede
aceptar o rechazar la demanda. De allí, que toda demanda pueda duplicarse, es un más allá de cada demanda, de
cada una en particular, y en cada una de esas demandas, el sujeto está demandando la buena voluntad del otro, es
decir, también es demanda de amor.
A su vez, sabemos que la demanda es de un particular, de ese sujeto, de un particular qué tiene que pasar al
universal del lenguaje. Razón por la cual, retomando a Freud, Lacan va a decir que en relación a la demanda, siempre
hay algo del orden de la frustración, en toda demanda, en la medida en que la estructura de la demanda hace que
una cosa sea la cosa y otra cosa sea el significante, una cosa sea lo real y otra lo simbólico, en toda demanda hay algo
que no va a poder pasar al lenguaje, porque más allá de que el otro satisfaga o no, siempre hay un resto, entre
aquello particular del sujeto y aquello universal del significante, resto al que Lacan denomina deseo. Es decir, el
deseo representa en Lacan el intento de recuperar la singularidad perdida de la necesidad en su pasaje por el
desfiladero del significante de la demanda. El deseo nunca coincide con el significante, siempre lo desborda.
Demanda (D), Deseo (d), porque, si bien es el efecto de lo simbólico, nunca el deseo va a quedar articulado por el
significante, siempre lo va a desbordar, el deseo se ubica en el intervalo, está más allá de cada demanda en
particular, pero más acá de la demanda de amor.
Está triada es la qué Lacan va a presentar en estos tiempos articuladas con la estructura obsesiva. Articula en
términos de demanda y deseo la relación del Sujeto con el otro y con el Otro. Por ejemplo, ese rasgo tan propio del
obsesivo qué tiene que ver con su destructividad que los post freudianos habían marcado muy fuertemente, Lacan
no va a discutir qué hay un rasgo que da cuenta de esta destructividad propia del obsesivo, toma esto y lo ingresa en
la relación con el otro y el Otro, lo que va a denominar el deseo de muerte del otro y la demanda de muerte del Otro,
como se ve en el Hombre de las ratas, en los temores obsesivos: si no hago tal cosa, mi padre o mi dama morirán. De
este modo, la ambivalencia del obsesivo es planteada en términos de demanda, demanda de muerte y de amor,
demandas que van en sentido contrario. Demanda de muerte: esperar desaparición del otro, va en un sentido.
Demanda de amor: va en el sentido contrario, si hay algo que sostiene al otro es demandarle amor.
En Seminario 5, Lacan dice qué se trata del callejón sin salida de la estructura obsesiva. Es un callejón irresoluble, sus
términos son contradictorios, se impone una lógica de imposibilidad: si satisface el anhelo de muerte, eso impide el
cumplimiento de la demanda de amor. Está imposibilidad en el registro de la demanda se reencuentra en el deseo
del obsesivo cuando desea la muerte del Otro, otro, ambos son necesarios, no hay modo de sostener el deseo sin ese
Otro.
“La demanda de muerte representa para el sujeto obsesivo un callejón sin salida, cuyo resultado es lo que se llama
ambivalencia. Ambivalencia es un movimiento de oscilación, del columpio en el que el el sujeto se ve lanzado a los
extremos de un callejón sin salida de donde no puede escapar. Tal como lo articula el esquema, la demanda de
muerte necesita ser reformulada en el lugar del Otro, en el discurso del Otro”. El hecho de que este Otro, sea el lugar
de la demanda, implica la muerte de la demanda. Lacan lo explica en términos de qué se trata la problemática
obsesiva. Si comparamos una histérica con un obsesivo, hay un rasgo que aparece desde el primer momento, si la
histérica puede quejarse de no haber sido querida, el obsesivo siempre, de alguna manera, va a mostrar
inversamente el haberse sentido demasiado amado por su madre. En los relatos del obsesivo, hay comúnmente el
relato de alguien que fue el hijo privilegiado de la madre, el más querido, algo del orden de un privilegio. Esto qué
puede ser solo un componente, nada del orden de lo estructural. Sin embargo, qué lógica está presente en ese
callejón sin salida.
“El obsesivo se manifiesta como un sujeto que fue particularmente investido como objeto privilegiado del deseo
materno, es decir, privilegiado en su investidura fálica”. De donde proviene una fórmula que en varias oportunidades
Lacan refiere respecto del neurótico obsesivo: “Los obsesivos son nostálgicos del ser”. Se refiere a que son
nostálgicos de ser el falo materno.
Esa nostalgia encuentra su principal apoyo en el recuerdo de un modo particular de sucederse la relación con la
madre, de la relación que tuvo su madre con él. Siempre esté preferido de la madre, implica, en el marco de esta
lógica fálica, qué ese privilegio despierte necesariamente en el niño una investidura psíquica precoz y
preponderante, que consiste en constituirse como objeto ante el cual la madre supuestamente encuentra lo que no
logra encontrar con el padre. El niño es capturado en esta creencia psíquica, la madre podría encontrar en él aquello
que debe esperar del padre.
Es necesario precisar dónde estamos situados en la dialéctica edípica: Hay un punto decisivo en relación a la puesta
fálica en términos de dialéctica edípica: el pasaje del ser al tener. Donde la madre aparece para el niño como
dependiente del padre, en el sentido de que el padre le hace la ley desde el punto de vista de su deseo. Es decir, para
qué un niño tenga la vivencia psíquica, la interpretación de esta situación, es que el padre le hace la ley a la madre a
condición de que la propia madre desee supuestamente aquello que no tiene y que el padre posee, estando en falta
encuentre en el padre algo que este posea, es decir, se trata de la investidura simbólica del padre, que resulta en
atribución fálica. El pasaje del ser al tener se efectúa en el marco de ese desplazamiento del atributo fálico. Si el
padre no lo tiene, ¿quien va a seguir siéndolo? El hijo.
Ese desplazamiento del atributo fálico al padre solo puede realizarse cuando algo es esa dirección fue significado al
niño en el discurso materno. Es decir, algo en el discurso materno tiene que dejar ver que el objeto de deseo de la
madre depende en algún sentido de la persona del padre. Solo la significación de esta dependencia puede movilizar
al niño en la dimensión del tener.
¿Qué ocurre cuando ciertas ambigüedades son significadas en el discurso de la madre, r de la localización del objeto
del deseo? Ocurre que el niño puede instalarse imaginariamente en la posición de suponerse una suplencia para la
satisfacción del deseo materno. Punto crucial para la estructuración obsesiva. No se trata de una suplencia del objeto
de deseo de la madre, eso sería favorable a la perversión . Más bien se trata de suplir la satisfacción del deseo de la
madre. Es decir, pensemos que algo en el discurso de la madre permite suponer que esa satisfacción que la madre
esperaba del padre está desfalleciente. Toda la ambigüedad que puede pensarse en término descriptivos gira
precisamente en torno de esa dependencia del deseo materno respecto del padre. La madre le significa al niño se
reduce a dos significaciones que no se recubren por completo: por un lado, percibe que la madre, desde el punto de
vista del deseo, es dependiente del padre, espera de él; por otro lado, no parece ella recibir completamente del
padre lo que supuestamente espera de él. Es esa laguna en la satisfacción materna la que induce en el niño esa
apertura favorable a la idea de una suplencia posible, con lo cual, el niño se confronta con la ley del padre (hay ley
del padre), pero también queda subrogado por el mensaje de la insatisfacción materna. Es decir, no es que la madre
aparece como completamente insatisfecha, sino que hay como una de vacancia parcial de esa satisfacción que la
madre podría intentar suplir buscando en el hijo un complemento. Es en ese sentido qué es niño preferido,
privilegiado. Para cuando el obsesivo se da cuenta de que ese privilegio la trae dificultades en el pasaje del ser al
tener, porque para poder tener, hay que dejar de ser y si no se dejó de ser, tenemos un poquito pero después puede
ser que no tengamos. Qué lo pongo al Otro, porque sino está el Otro, soy. Lo pongo al Otro y estoy deseando la
muerte (“Cuando se muera el otro voy a ser feliz”, “cuando mi padre no esté…”). Está todo el tiempo en un callejón
sin salida respecto del Otro. Lo necesita para que se mantenga la estructura, porque sino queda solo con la madre;
pero a la vez, le sobre, porque es nostálgico del ser, porque algo en el discurso de la madre mostró esa posibilidad de
que él podría ser la satisfacción de deseo. Es decir, esa suplencia probable no deja de constituir para el obsesivo una
incitación hacia la persistencia de la identificación fálica. Pero, a la vez, existe en el obsesivo un tironeo insistente,
constante, entre el retorno regresivo a tal identificación y la obediencia a la ley y a las implicas que ella supone. Esa
nostalgia sintomática del obsesivo se revela en rasgos estructurales del obsesivo y de la economía obsesiva del deseo
y va a tener que ver con todas esas idas y venidas y callejones sin salidas qué mención Lacan respecto del Otro y el
obsesivo.
En el momento dialéctico (porque se apoya en Hegel) en la enseñanza lacaniana, Seminario 1, estas cuestiones están
en primer plano en la elaboración lacaniana.
¿Qué espera el obsesivo? La muerte del amo. ¿De que le sirve esta espera? Se interpone entre él y la muerta, cuando
el amo muera, todo empezara.
En otro momento dice: “Precisamente el obsesivo, no asume su ser para la muerte, está en suspenso, esto es lo que
hay que mostrarle.” Lacan retorna a Freud, cuál es su manera de pensar esa postergación infinita, esa relación con el
tiempo, que parece que no termina de terminar. El obsesivo que da vueltas, no se da cuenta que como todos es un
ser para la muerte. La está tomando como si para el obsesivo estuviera en suspenso, como si tuviera todo el tiempo
del mundo. Hay que mostrarle que para el obsesivo, la muerte también cuenta, por más niño privilegiado de la
madre que seas. El obsesivo encuentra en el Otro a su amo, y como todo esclavo, vive esperando su muerte. Está
posición de espera es una coartada del obsesivo para no comprometerse con su deseo, le atribuye al Otro el
impedimento de su conducta, para desligarse de su responsabilidad en la vida. El obsesivo evita el acto, sobretodo el
acto en el sentido del acto determinado por el deseo. Es así como Lacan traduce la tesis freudiana. Allí donde Lacan
habla de desviación de pensamiento del gasto de energía destinada al actuar, Lacan explica en términos de la
relación con el Otro.
Creer que el impedimento proviene del Otro, no es la única coartada. También usa la creencia en su propia
impotencia. Aunque resulte objeto de su queja y lamento, el obsesivo cultiva su impotencia (“A mi me gustaría ser
demostrativo con vos, pero nunca me va a salir”). Cree que no puede para postergar su encuentro con el deseo.
Cuando ese deseo es deseo del otro sexo, incluso puede llegar a cultivar la sospecha de su sexualidad. La fantasía de
homosexualidad en el obsesivo frecuentemente son coartadas para librarse de la angustia en el encuentro con el
deseo del Otro en las relaciones con el otro sexo. El obsesivo cultiva la fantasía de su homosexualidad (“capaz lo que
me pasa es que me gustan las mujeres”), pero no actúa en esa dirección. No pasa a la acción para comprobarlo,
queda en el pensamiento. Llamar a eso homosexualidad latente es legitimarla y entrar en el juego de la coartada
obsesivo.
Otro manera de evitar el deseo del Otro es reducir el deseo a la demanda. De ahí que el obsesivo viva pidiendo
permiso y haciéndose autorizar por el otro. Pedir permiso es tener como sujeto una determinada relación con la
propia demanda de uno. También puede vivir esperando sus prohibiciones. Se hace pedir por el Otro, se ocupa de
satisfacer la demanda del Otro. La encanta que le pidan.
Hacerse prohibir es otra manera de reducir el deseo a la demanda y de sostener un Otro consistente. “El obsesivo
resuelve la cuestión de la evanescencia de su deseo produciendo un deseo prohibido. Se lo hace sostener por el Otro
precisamente mediante la prohibición del Otro”. Hacer existir al Otro y desear la desaparición del Otro.
¿Como explica Lacan esa oscilación que ya Freud mencionaba? Dice: “Cada vez que el sujeto obsesivo se acerca al
objeto de su deseo, este se esfuma. Freud hablaba de baja de la tensión libidinal. Cuando se está volviendo posible,
pierde interés.
Lacan dice: “Nunca puede acercarse a lo que quiere, porque si se acerca, ya no lo quiere”. Es como que el deseo se la
amortigua tanto que hasta llega a desaparecer, cuanto más cerca de hacerse posible, menos importa. Para el
obsesivo, vale ese chiste que dice “nunca podría ser socio de un club que me admita como socio”.
Para evitar el deseo del Otro, que sí desea, es inconsistente, no es amo de sí mismo, el obsesivo busca reducirlo a la
demanda, pero puede ir más lejos, puede intentar incluso matar el deseo, hacer que el Otro dejé de desear.
Frente a la falta, o sea frente al deseo del Otro, se pone muy nervioso, se inquieta, es decir, si el deseo siempre tiene
algo de enigmático, eso la es muy inquietante al obsesivo, que por un lado nunca quiere perder nada y por otro, el
deseo siempre es deseo de otra cosa, entonces intenta reducirlo a la demanda. (La mujer dice “ay, qué calor” y el
obsesivo va y la compre un aire acondicionado).
Lacan dice neutralizar el deseo, el obsesivo no se cansa de instalar su objeto de investidura amorosa en ese lugar
maravillosa que para ser amable y amado, el objeto debe hacerse el muerto. Si el otro está “muerto” en el deseo, si
no desea, el obsesivo está tranquilo. El imperativo constante que lo anima en una relación amorosa es que el Otro no
debe demandar nada, ya que si demanda algo es porque desea. Para eso, va a poner en acto magnitudes enormes de
energía para que el Otro no la falte nada. En ese sentido, el universo del Otro debe permanecer escrupulosamente
ordenado, en una ordenación totalitaria que el obsesivo controla y aparece todo el tiempo en el discurso (“A ella no
la falta nada, no la hago faltar nada, ¿para qué quiere trabaja? Si tiene todo).
Su objeto debe estar colmado, no le debe faltar nada, no tiene qué tener nada para demandar, y debe hallarse
presuntamente al abrigo de todo deseo. De hecho, muchas veces, eso se traduce en una especie de encarcelamiento
amoroso, de momificación del Otro, que además, debe aceptar esa momificación. Debería mostrarse contento por
todo lo que recibe.
Se encuentra mucho la temática del reconocimiento, el afán de justicia, que se articula con la mayor de las
injusticias: no tener reconocimiento y gratitud por esa solicitud mortífera de colmar todo el tiempo. Es decir, eso es
el deber el partener, ocupar el lugar del muerto.
Ya sea deserotizando o en una erotizacion qué objetiviza, la cuestión es el aplastamiento del deseo. Por qué el deseo
del otro es en su contingencia, algo temible por no controlable, por incierto, por enigmatico.
Cuanto más muertos están, mejor resucitan. En un momento, eso que está en lugar del muerto, no aguanta más,
justamente, ese muerto que ahora goza es lo más traidor qué hay. Si goza es porque desea, y el obsesivo suele
movilizar gran cantidad de energía para volver las cosas a su lugar. Esto quiere decir que a partir de eso, va a dar su
falta, lo que no tiene, NO, porque si hiciera eso, es después de un largo trabajo analitico. El momento en el que el
Otro no aguanta más, el obsesivo toma la forma comúnmente de cierto servilismo, que suele alejar más al objeto,
porque lo que en general el partener termina por ver es justamente en esa supuesta entrega y en ese homenaje
constante, hacer lo que ella espera, lo que testimonia el obsesivo es que no quiere perder nada. En realidad, no da
cabida al tiempo de la falta, y lo que está intentando es retornar al tiempo inicial. Y todo ese altruismo, generosidad
ilimitada que suele exhibir en esos momentos son una cuestión imaginaria, de imagen, no está en absoluto ligado al
dar su falta, a dar su deseo.
El desafío y el regalo, son dos recursos que suelen encontrarse en la estructura obsesiva para sostener al Otro. El
regalo habla de la oblatividad (ofrecer algo a una divinidad) del obsesivo, de este supuesto dar, del dar sus regalitos.
El desafío también es conducta característica del obsesivo, la hazaña, la competencia, en el sentido de que algo
excepcional, fuera de lo común sea registrado. Siempre eso requiere un rival, pero no es suficiente con el rival,
también tiene que haber un testigo de sus hazañas, que las registre, porque está la cuestión del premio, del
reconocimiento. Siempre hay un Otro inter cero, para el cual el obsesivo actua. Las hazañas pueden ser de cualquier
índole, pero suelen tener un carácter repetitivo en el obsesivo, en alguna medida pueden parecer muy ruidosas, pero
allí no está su deseo, más bien son una forma de evitarlo. Lo que trata de obtener en la hazaña es el permiso del
Otro.
Finalmente, Lacan expresa que “lo que el obsesivo quiere mantener ante todo, aunque no lo parezca, aparentando
pretender otra cosa, es este Otro en el que las cosas se articulan en términos de significante” Se trata de ver a qué va
dirigido el comportamiento del obsesivo: al mantenimiento del Otro.
SEGUNDO MOMENTO: A partir del Seminario 7, en su retorno a Freud, Lacan dice que el padre del obsesivo va a
aparecer ligado a los 3 registros. Padre real, padre simbólico y padre imaginario. El padre del obsesivo es el que no
logra satisfacer el deseo materno, un padre que aparece también momificado, la cáscara de un padre.
Cuando Lacan se ocupa del historial del Hombre de las ratas, utilizando el esquema lambda. En el eje imaginario, el
de las relaciones narcisistas del yo y del ideal del yo, y su cruce con el eje simbólico, donde se cruza el sujeto con la
palabra del Otro. Lacan pone en el eje simbólico, la cadena de palabra que remiten a la historia del Hombre de las
ratas, a la falta de fe del padre, a su matrimonio conveniente y sin amor, a su abuso de confianza con el camarada
militar, a su deuda. Es decir, esa cadena de palabras como mito individual, forma parte de todo ese caudal
sintomático con el que llega a la consulta de Freud. Pero esa cadena no es toda la estructura. También está aquello
que aparece en el eje imaginario: las figuras idealizadas del padre, de la mujer, amados y odiados. Es decir, la cadena
de palabra y el mito individual se cruza con esa trama de imágenes narcisistas, la sombra del padre muerte, el ideal
de la dama de sus pensamientos. En ese entrecruzamiento de cadena simbólica e imaginaria, donde lee Lacan la
eficacia de las intervenciones freudianas.
Entonces dice que Freud “apunta a la cadena simbólica y a deshacer su eficacia con el resultado de hacer caer la
trama imaginaria de la neurosis”
Por estructura el deseo es imposible, y por lo mismo, es insatisfecho. ¿Qué hace la histérica? Creerá que tiene que
poner a sus cuentas sostener la insatisfacción porque sino se caería el deseo, y la insatisfacción es estructural. Del
mismo modo, la imposibilidad siempre forma parte de la estructura del deseo, el obsesivo no tendría que hacerse
cargo de algo que de todas maneras siempre está en la estructura del deseo.
La histérica insatisface el deseo de la siguiente manera: se acerca, produce situaciones en las cuales se pone en juego
el deseo, y después, una vez que lo estímulo, se va de la escena. Lo insatisface.
El obsesivo acentúa la imposibilidad. Mientras la histérica se acerca a situaciones donde el deseo se pone en juego
para insatisfacerlo, el obsesivo hace todo lo contrario. Se aleja de los lugares, de las situaciones que podrían poner
en juego el deseo, de todas las maneras posibles.
En la histérica siempre hay algo del deseo que se mantiene vivo, en alguna manera se podría satisfacer el deseo.
Mientras que el obsesivo, para acentuar el carácter obsesivo, se lo presenta siempre como una especie de condición
absoluta y al mismo tiempo, incumplible.
Lacan dice :“el obsesivo acentúa el objeto como causa del deseo, para acentuar la imposibilidad” está diciendo que
una cosa que uno podría mirar es la relación del obsesivo con el tiempo, como esa procastinacion, esa postergación,
esa espera infinita, ese postergar el acto es una de las formas de acentuar la imposibilidad. Porque, para Lacan, solo
es en el acto donde se cumple un deseo. El cumplimiento de deseo es siempre cumplimiento en los actos. Lacan dice
de esa postergación que “un acto, psicoanalíticamente hablando, es aquello que implica un momento de
desaparición del sujeto, un verdadero acto es lo que constituye un antes y un después”. Antes del acto era un sujeto,
a partir de ese acto, es otro sujeto. Todo acto requiere de un momento de pasaje, de hiato, de vacío, y, entonces, la
manera más radical de acentuar la imposibilidad del deseo es cultivar cierta indeterminación del sujeto. El obsesivo
tiene distintas formas más o menos disimuladas de hacer esto. No está nunca en el lugar donde tiene que estar, o
está en varios lugares sin estar en ninguno.
En Seminario 3, muestra esto en relación a la pregunta de la histérica y la pregunta del obsesivo. Dice Lacan que la
pregunta del obsesivo siempre va a tener que ver con algo del orden del ser, del orden del infinito, del orden de esos
temas imposibles de aprehender. La pregunta de la histérica va a tener que ver por una pregunta sobre ¿qué es ser
mujer?
(Ej de obsesivo: persona que no sabe qué estudiar, y estudia dos cosas a la veces)
En Seminario 10: objeto y fantasma.¿Cuando surge la angustia? Surge ante el deseo del Otro, surge allí donde no se
qué objeto soy para el Otro. El deseo obsesivo que se apoya en el objeto y en el fantasma.
Toda la investigación lacaniana respecto del objeto a como causa de deseo, como aquello que queda por fuera del
significante, todo eso es por la estructura obsesiva.
Lacan habla de las especies del objeto: Objeto oral, objeto anal (su significado de regalo, lo que se da, lo que se
dona), objeto fálico, objeto escópico, la voz.
En Seminario 10, Lacan desarrolla y fundamente la cuestión del don, en relación a todo su desarrollo de la demanda
del Otro. Dado que el objeto en su forma anal entra en la dialéctica subjetiva justamente a partir de la demanda del
Otro. El objeto anal es aquello qué la es demandado al sujeto por el Otro. ¿Porque lo ligan al don? Porque es un
objeto qué se corta y se separa del cuerpo, un objeto valioso y su entrega en las condiciones adecuadas es festejado
y reconocido por el Otro. Pero, al mismo tiempo, ese objeto valioso es despreciable, se rechaza, se tira, es un
desecho. Esta oposición funda una primera oscilación en el sujeto entre dos extremos. El objeto anal es el primer
soporte de la subjetivación porque es aquello por lo cual el sujeto es requerido a manifestarse como sujeto, es decir,
qué tiene que entregar lo que es como resto irreductible a lo simbólico.
Es decir, se lo demandan y ahí, frente a esa demanda particular, qué es festejada, pero después es despreciada.
Frente a esa oposición, el sujeto tiene que tomar una posición. Para dar eso que la es demandado, en las condiciones
adecuadas. Tiene que comenzar por retenerlo, no lo puede soltar en cualquier lado. Eso va en contra de la necesidad
de evacuarlo y en contra del goce de expulsarlo. De forma que la forma plena del deseo en el nivel anal, surge como
deseo de retener. Son posesivos con el objeto amoroso. Está ligada inicialmente a la inhibición de la función corporal
y del goce que está implica. O sea, reconocemos está marca en el deseo del obsesivo que se manifiestan siempre en
alguna forma de inhibición y como defensa en relación con el goce. Entonces la estructura de este nivel anal de
constitución del deseo y su retorcimiento tan especial, se muestra en la manera en que esto marca el modo de deseo
del obsesivo.
TERCER MOMENTO: Desde el Seminario 10 en adelante, Lacan señala que para el obsesivo acentuación de un goce
autoerótico en comparación con lo que ocurre en la histérica. En la histérica hay cierto mantenimiento del deseo en
su insatisfacción, pero conectada con el deseo del Otro. En el obsesivo hay algo más del orden del repliegue.
Intersubjetividad histérica- Intrasubjetividad obs.
En el 3er nivel del objeto, en el nivel fálico: El objeto es negativo, nadie es o tiene el falo. A nivel sexual, nos
encontramos con angustia, angustia de castración. A diferencia del nivel anal, aquí no hay nada que pueda funcionar
como don. En el obsesivo hay algo que retiene al sujeto en el borde del agujero de la castración, entonces el objeto
anal es lo que funciona como tapón, lo que se ofrece como don. El obsesivo no puede dar su falta, no puede dar su
castración, no puede dar su deseo. Retrocede un paso, se asusta con el abismo de la castración y trata de taponarlo
con objetos. Si el amor es dar lo que no se tiene, es dar la falta, el obsesivo da lo que tiene. Oblatividad obsesiva,
fantasma obsesivo.
Ese mismo desplazamiento del objeto anal como don para detener al sujeto antes de la angustia de castración,
también se produce al nivel del objeto mirada, objeto escópico, porque el obsesivo supone que tiene que darle al
Otro una imagen, y que sin esa imagen, el Otro nada podría ser, nada podría vivir, nada podria armar. La imagen es
un asunto importante para el obsesivo, una imagen que está todo el tiempo observando.
El 5to nivel de constitución del deseo, se relación en la estructura obsesiva con el sadismo. Para Lacan, el sadismo
siempre tiene como objeto la voz, que como voz del superyó es prototípica de la estructura obsesiva. Si hay algo que
sirve para ejemplificar la clínica del superyó es la clínica del obsesivo.
La construcción del objeto a, ya no como causa de deseo, sino como plus de goce va a ser la elaboración final de
Lacan respecto de la estructura obsesiva, a partir del Seminario 20 en adelante. Allí , si bien permanece la distinción
fundamental de la oposición nss-pss y dentro de la nss, histeria-nss obs; todo aquello que hace al goce, a las formas
de goce, al goce autístico y todo el repertorio de la paja mental, va a ser el despliegue lacaniano respecto a la
estructura obsesiva. Todo aquello de la erotizacion del pensamiento va a estar muy ligado a los últimos desarrollos
de Lacan respecto de la estructura obsesiva. La clínica final es más una clínica del goce que del deseo.
Fantasma Lucha con salir del lugar de objeto. Satisface la demanda del Otro
Busca generar la falta del Otro. Tapa para que no haya deseo.
su falta, con la falta del Otro.
En “Neuropsicosis de defensa”, Freud afirma que en la fobia, el afecto de angustia inexplicable se enlaza a distintas
representaciones comunes a la humanidad, aquellas que enuncian miedos comunes en la especie.
En “Obsesiones y fobias: su mecanismo psíquico y su etiología” (1894), Freud plantea que el estado emotivo en la
fobia es siempre la ansiedad, el temor, la angustia. Las obsesiones son múltiples y más especializadas, mientras que
las fobias tienden a ser monótonas y típicas.
1) Fobias comunes: miedo exagerado a las cosas que todo el mundo aborrece o teme un poco (noche, soledad,
muerte, enfermedades, peligros en general, etc).
2) Fobias ocasionales: miedo a condiciones especiales que no inspiran temor al hombre sano (agorafobia).
El mecanismo de la fobia no responde a la sustitución, sino que siempre se encuentra el estado emotivo de la
ansiedad, que ha puesto en primer plano todas las ideas aptas para devenir objeto de una fobia.
Las fobias forman parte de las neurosis de angustia, cuyo origen es sexual. Carece de mecanismo psíquico propio.
Freud va a elaborar su teoría traumática de la angustia. La angustia es la repetición de una vivencia significativa. El
primer estado de angustia, pertenece a esa primera situación donde el nuevo ser se separa del cuerpo de la madre.
Cuando lo madre ya aparece como objeto, es la pérdida de la percepción del objeto lo que queda equiparada a
pérdida del objeto.
La explicación económica de esa angustia es que esa libido que no es aplicada al objeto, porque no está allí, esa
libido se transforma en angustia. Esa angustia ya no puede volver a transformarse en libido. Esto se puede ver en
Juanito, cuando sale a pasear con la niñera, y tiene angustia; y, si en vez de salir con la niñera, sale con la madre, eso
ya no lo calmaba la angustia. Una vez que la libido se transformó en angustia, ya no vuelve a transformarse en otro
afecto.
La fobia aparece como intento de impedir el desarrollo de la angustia, por medio de precauciones, inhibiciones,
prohibiciones. El objeto principal de la angustia aparece como el objeto sobre el cual se proyecta la libidio
transformada en angustia. Diversas situaciones de peligro mueven al yo a la represión, la exigencia pulsional se
convierte en un peligro interno porque su satisfacción conllevaria un peligro externo, la castración. El peligro
exterior, si se vuelve significativo, va a producir esa señal de angustia para el yo que entonces va a desencadenar la
defensa.
Freud habla de lo facultativo de la fobia, la fobia cumple una función. Desde Lacan, en Sem. 4, la fobia cumple una
función de suplencia de la metáfora paterna, que no es inexistente, sino de una metáfora paterna que es deficiente.
En el historial de Freud, en un primer momento, Juanito tiene una sensación rara que después lo traducimos en
angustia (“Quiero ir a casa a estar con mamá y hacerle cumplidos”). Hay cierta angustia que después, cuando sale
con su mama, dice “tengo miedo de que un caballo me muerda”. Esa angustia la ubica en un objeto puntual que es el
caballo, ubicamos la fobia. Junto con la angustia aparece la fobia. A Juanito la fobia le dura un tiempo.
Hasta que el niño, junto con su padre y Freud, va haciendo un proceso de simbolización. Desde Lacan sería
simbolización de lo imaginario. Qué es lo que llevaría a Juanito a aceptar la castración. Ese trabajo de simbolización,
Juanito lo va haciendo por medio de una trama muy variada de fantasías: de las dos jirafas, del fontanero, complejo
de la caca.
Cuando decimos un proceso de simbolización de lo imaginario, en Lacan, dice que Juanito pasa del paraíso de la
dicha, donde él está ubicado en lugar de falo que completa a la madre, después aparece el surgimiento de la
angustia y, en el mismo momento que surge la angustia, aparece el síntoma fóbico como solución a la carencia
paterna, es una suplencia a la función paterna.
Es una simbolización de lo imaginario, es porque hay algo real que se impone: el pene real. El padre real es el padre
carente, que falla, el padre castrador. Este trabajo de simbolización es para que Juanito pueda aceptar su castración
y la de la madre.
La noche del 27 al 28, Hans se levanta de su cama en la oscuridad y se mete en la de sus padres. Al día siguiente
explica porque tuvo este comportamiento: Hans: “En la noche había en la habitación una jirafa grande y una jirafa
arrugada, y la grande ha gritado porque yo le he quitado la arrugada. Luego dejó de gritar, y entonces yo me he
sentado encima de la jirafa arrugada”. El padre, al cuestionar por esto, le preguntó a Hans si fue un sueño, ante lo
cual Juanito responde que no, sino que se lo ha pensado. Conversación:
Hans: La arrugada está toda tirada sobre el piso y yo la he quitado, la ha tomado con las manos.
Padre: ¿A una jirafa tan grande se la puede tomar con las manos?
Hans: A la arrugada yo la he tomado con la mano. La grande estaba parada más allá.
Padre: ¿Que has hecho con la arrugada?
Hans: La ha tenido un poquito en la mano hasta que la grande dejó de gritar, y cuando la grande dejó de gritar me le
he sentado encima. ( la grande gritó porque yo le he quitado la pequeña).
El mismo dia, el padre encuentra la resolución de la fantasía de la jirafa: La gran jirafa es el padre, o más bien,el pene
grande (el cuello largo); la jirafa arrugada, la madre o, más bien, su miembro.
El todo, es una reproducción de una escena que en los últimos días se desarrolla casi todas las mañanas. Hans
siempre acude temprano con sus padres, y la mama no puede dejar de tomarlo por algunos minutos consigo en el
lecho. Sobre eso yo siempre empiezo a ponerla en guardia, que es mejor que no lo tome consigo (“la grande ha
gritado porque le he quitado la arrugada”), y ella replica esto y aquello, irritada tal vez: que eso es un absurdo, que
unos minutos no pueden tener importancia. Entonces Hans permanece un ratito junto a ella (“Entonces la jirafa
grande dejó de gritar, y luego yo me senté encima de la jirafa arrugada”). La solución de esta escena conyugal llevada
a la vida de las jirafas es, pues: él sintió en la noche la añoranza de la mamá, añoranza de sus caricias, de su
miembro, y por eso vino al dormitorio. El todo es una continuación del miedo al caballo.
El “sentarse encima” es probablemente, la figuración de Hans de tomar posesión. El todo es una fantasía de porfía,
anudada con una satisfacción por el triunfo sobre la resistencia paterna. “Grita todo lo que quieras, lo mismo mami
me oma en la cama y mami me pertenece”. Tras ella se deduce, pues, lo que el padre conjetura: la angustia de no
gustarle a la mamá porque su hace-pipí no puede medirse con el del padre.
La correcta continuación de la fantasía de las jirafas. El vislumbra que está prohibido ponerse en posesión de la
madre; ha chocado con la barrera del incesto. Pero lo considera prohibido en sí mismo. Según el opina, el padre a
pesar de todo hace eso prohibido enigmático con la madre, que él sustituye por algo violento.
Hans y su padre fueron a visitar a Freud a su consultorio. Freud le preguntó a Hans en broma si sus caballos usaban
gafas,cosa que él negó, y luego si su padre llevaba gafas, cosa que también negó, contra toda evidencia.; le preguntó
si con lo negro de la “boca” quería significar el bigote, y Freud le reveló a Hans, que tenía miedo a su padre
justamente por querer él tanto a su madre. Freud le dijo que él suponía que Hans pensaba que su padre le tenía
rabia, pero que eso no era cierto: el padre le tenía cariño, y podía confesarle todo sin miedo. Que hacía mucho
tiempo, antes que él viniera al mundo, sabía que llegaría un pequeño Hans que quería mucho a su madre, y por eso
se vería obligado a tener miedo del padre; y que Freud mismo le había contado esto a su padre.
El padre de Juanito le pregunta al niño entonces, porque cree él que le tiene rabia, si alguna vez lo insulto o le pego.
Hans contesta que si le pego esa misma mañana. Y en ese momento el padre de Hans recordó que el niño
inapropiadamente lo chocó, con la cabeza, en el vientre, tras lo cual, como por vía de reflejo, él le había dado un
golpe con la mano.
El 2 de Abril, se comprueba la primera mejoría sustancial, ya que ahora Hans puede permanecer una hora ante la
puerta de la calle, aunque pasen carruajes. Sólo subsiste un resto de angustia, y es inequívoco el progreso realizado
desde el esclarecimiento.
En el pequeño luchan el amor al padre con la hostilidad hacia él a consecuencia de su papel de competidor con la
madre, y le reprocha que no haya llamado la atención sobre este juego de fuerzas que necesariamente llevaba a la
angustia. La pieza de la angustia de Hans es de doble articulación: angustia ante el padre, y angustia por el padre. La
primera proviene de la hostilidad hacia el padre; la segunda, del conflicto entre la ternura , exagerada aquí por vía de
reacción, y la hostilidad.
En un momento Hans le explica al padre: “Tengo miedo de que los caballos se tumben cuando el carruaje da la
vuelta”. El niño explica que se ha cogido la tontería cuando el caballo de diligencia se ha tumbado, y ha hecho un
barullo con las patas. Fue aquí cuando Juanito vio caer a un caballo grande y pesado, y al menos una de las
interpretaciones de esa impresión parece ser la destacada por el padre, a saber, que Hans en ese momento sintió el
deseo de que el padre se cayera de ese modo… y quedase muerto.
(Hans tiene placer de ver a la mama haciendo Lumpf)
Luego, afirma que se ha agarrado la tontería en Gmunden cuando ha jugado al caballito con los niños. Hans era el
caballito y Berta era el cochero.
11 de Abril: Por la mañana temprano Hans fue al dormitorio de sus padres y, como sucedió los últimos días, fue
enviado de vuelta. Luego cuenta: “Escucha lo que me he pensado: “ Yo estoy en la bañera, entonces viene el
mecánico y la destornilla. Entonces toma un gran taladro y me lo mete en la panza”. El padre traduce así esta
fantasía: “Yo estoy en la cama con mamá. Entonces viene papá y me expulsa. Con su gran pene me desaloja
(verdrângen) de la mamá”.
Además, cuenta de otra cosa que se ha imaginado: “Viajamos en tren a Gmunden. En la estación nos ponemos la
ropa, pero todavía no estamos listos y el tren parte con nosotros”.
Hans cuenta al padre que cuando venía a la mama bañar a Hanna él deseó que soltara la mano para que Hanna se
cayera; luego la madre le pregunta si preferiría que su hermana no estuviera y el le dice que si.
De regreso al interior de la casa, el padre ve una cesta que han dejado en el vestíbulo, y Hans dice: “Hanna ha viajado
en una cesta así a Gmunden. Siempre que hemos viajado a Gmunden, ella viajó también en la cesta. Hemos
comprado una cesta grande y ahí hay puros niños, en la bañera se sientan ellos adentro. Yo los he puesto adentro, de
verdad. Puedo acordarme muy bien. Cuando ahora viajemos a Gmunden Hanna viajará también en la cesta”.
Padre: “¿y cuando salió ella de la cesta?”.
Hans: La sacamos mami y yo, luego nosotros subimos al carruaje y el cochero ha dicho ¡Juoo!
Esto es la parodia que hace Hans de su padre y la venganza que se toma sobre él. Viene a decir tanto como esto:
“¿Cómo puedes invitarme a creer que la cigüeña trajo a Hanna en Octubre, si yo he notado el vientre grande de la
madre ya en el verano cuando viajamos a Gmunden? Lo mismo puedo yo pedirte que creas mis mentiras”.
21 de Abril: Hans cuenta haber pensado “Un tren estaba en Lainz y yo he viajado con la abuela de Lainz hacia la
estación Hauptzollamt. Tú aún no habías bajado del puente y el segundo tren estaba ya en St. Veit. Cuando acabaste
de bajar, el tren ya estaba ahí y hemos subido. Ambos hemos partido de viaje sólo con el segundo tren”. Esta
fantasía se relaciona con la última no interpretada, aquella en que empleamos demasiado tiempo para ponernos la
ropa en la estación y el tren parte. A la siesta, frente a la casa, Hans se mete de pronto en ella cuando se acerca un
carruaje de dos caballos, en el que el padre no logra descubrir nada extraordinario. Al preguntarle qué le pasa, Hans
dice que como los caballos son tan arrogantes, tuvo miedo de que se tumbaran. El padre le pregunta quién, en
verdad, es tan arrogante, por lo que Hans le contesta que el mismo padre lo es, cuando el niño va a la cama de mami.
Padre: “¿Deseas entonces que yo me tumbe?”
Hans: “Sí, que descalzo tropieces con una piedra y te salga sangre y por lo menos yo pueda estar un poquito solo con
mami. Cuando subas a casa, podré alejarme rápido de al lado de mami para que tu no me veas”.
El 24 de Abril: Los padres le cuentan a Hans que los niños crecen en la mami y luego son traídos al mundo por medio
de una presión, como un Lumpf, lo cual depara grandes dolores. A la tarde cuando estaban frente a la casa, le
sobreviene a Hans un alivio ante los carruajes, y lo único que denuncia el resto de angustia es la circunstancia de que
no se atreve a ir más allá de las cercanías de la puerta de calle, vale decir, de que no puede moverselo a paseos más
extensos.
30 de Abril: Hans vuelve a jugar con sus hijos imaginarios, y le explica al papá: “Antes yo era la mami, ahora soy el
papi” (ya que ahora sabe que un varón no puede tener hijos).
Padre: “¿Y quién es la mami de los niños?”
Hans: “bueno, mami, y tú eres el abuelo”
Padre: “O sea, te gustaría ser tan grande como yo, estar casado con mami, y que ella tuviera entonces hijos”
Hans: “Si, eso me gustaría, y la abuela de Lainz es entonces la abuela”
Todo termina bien. El pequeño Edipo ha hallado una solución más feliz que la prescrita por el destino. En lugar de
eliminar a su padre, le concede la misma dicha que ansía para sí; lo designa abuelo, y también a él lo casa con su
propia madre.
2 de Mayo: Hans le dice al padre algo que se ha pensado: “ Ha venido el instalador y con unas tenazas me ha quitado
primero el trasero y después el hace-pipí. El ha dicho: “ Enseña el trasero”, y yo he tenido que darme vuelta, y él ha
quitado y luego ha dicho “enseña el hace-pipí” “. Esta es una fantasía de deseo. Luego, Juanito le cuenta al padre que
le ha dado un trasero y un hace-pipí más grande,como los de papi.
La interpretación de la fantasía relatada anteriormente del instalador que desatornilla la bañera y le mete un taladro
en la panza, se rectifica de la siguiente manera: La bañera grande significa el “trasero”; el taladro o destornillador el
“hace-pipí”. Son fantasías idénticas. También se nos abre un nuevo acceso al miedo de Hans a la bañera grande, que
por lo demás ya ha cedido: Le desagrada que su “trasero” sea demasiado pequeño para la bañera grande.
Con la última fantasía de Hans, queda superada la angustia proveniente del complejo de castración, la expectativa
penosa daba la vuelta hacia una de dicha.
Fobia, según LACAN:
Previo a la fobia, el niño se complace con una multiplicidad de deseos sexuales, pensándolo al niño ubicado en el
objeto de amor de la madre. Juanito todo el tiempo intenta quedar ubicado en ese lugar que aporta placer a la
madre, y es la única experiencia por el cual el niño vive.
El falo es lo que nombra lo que le falta a la madre, nosotros podíamos decir, lo que falta en la madre eso es algo muy
particular porque en lo real no falta nada. Es solo desde lo simbólico que se lee imaginariamente lo que aquí falta. El
falo imaginario es decir que el falo imaginario es el que se juega entre la madre y el niño. Nosotros podríamos decir
ser o no ser el falo para mama y en ese sentido no hay sujeto que se constituya sin relación al falo.
Llega un momento en que el niño capta que no está solo con la madre, en algún momento se percata de que hay un
objeto que puede satisfacerla en su deseo. Entonces, en relación con la madre, el niño se siente el falo en relación
con el deseo. Se entrega a un juego de engaño, propio de lo imaginario. Hacer creer que el niño es el único objeto,
pero a la vez, el niño va captando, por ejemplo, el nacimiento de otros hermanos. El niño se presenta como si él
mismo le ofreciera el falo, en posiciones y grados diferentes. En ese juego, el niño le asegura a la madre que puede
colmarla.
Quedar ubicado en ese lugar es un riesgo. Por ejemplo, un riesgo de quedarse en esa trampa imaginaria, puede ser
que se produzca una regresión oral, aparece el fantasma de devoracion.
¿Qué es lo que pone en juego esa relación imaginaria? Por ejemplo, el nacimiento de la hermana. Es algo muy
traumático para el niño. Otro ejemplo es la amenaza de castración, la masturbacion. Donde el niño ve el horror de la
madre ante la masturbacion. Esa amenaza no termina con la masturbacion. Si no cesa con la masturbacion, se
encuentra con las primeras erecciones, con su propio goce. Entra en juego su goce real, es cuando su pene se vuelve
real.
Cuando aparece el pene como algo real, el niño empieza a ver como una trampa, lo que antes era el paraíso. Cuando
hay un encuentro entre la pulsión real y este juego imaginario (señuelo), hay una discordancia entre esto. Es
engañoso porque si yo empiezo a tener mi propio goce, pasaje entre ser el falo que completa al otro, para tenerlo. Si
lo tengo, es porque no lo soy.
No es solo el goce lo que pone en juego esa relación imaginaria, sino en la medida en que actúa como un factor
intermediario para devaluarlo, frente al goce, el juego imaginario se presenta como tal, como imaginario.
En ese momento, empieza a producirse la angustia. Juanito se angustia cuando se da cuenta que no tiene en lo real
como responder al deseo de la madre. Lo real lo expulsa del campo imaginario, que es el único campo donde puede
saciar a la madre.
Lacan se pregunta en clase 13 ¿que es esta castración? Para alcanzar la madurez genital, tiene que estar castrado.
Entonces, va a plantear la castración como el signo del drama edípico.
La castración es aceptar que la mujer no tiene el pene, está privada de él. La castración toma como base la
aprehensión en lo real de la ausencia de pene en la mujer. Están castrados en la subjetividad del sujeto, pero en lo
real están privados.
La madre es de entrada madre simbólica, y tras la crisis de la frustración, la madre es quien frustra, empieza a
realizarse debido a ciertos choques. La madre objeto de amor puede ser en cualquier momento la madre real en
medida en que frustra ese amor.
La relación del niño con la madre es relación de amor. A partir de la frustración que el niño puede empezar a captar
que no es todo para la madre, no está solo en esa relación.
El hecho es que, el descubrimiento de la madre, esa madre fálica, a partir de etapa preedípica, una vez que la madre
frustra, el niño empieza a abandonarla como objeto de amor para llegar al Edipo y al complejo de castración. En la
relación con la madre, cree el falo como centro de deseo de ella. El mismo se sitúa en distintas posiciones donde se
ve llevado a llevar el deseo de la madre, como si él mismo le ofreciera el falo. Aparece esta relación imaginaria con la
madre, que es una situación estructurante, el niño tiene que pasar por ese momento.
El paraíso del señuelo: en el momento en que empieza a ver esta trampa, empieza la angustia, lo que para tanto
tiempo fue el paraíso. El juego en donde se es lo que no se es para la madre, todo lo que madre quiere. En cuanto
interviene su pulsión, cae este paraíso del señuelo. El niño cae en su propia trampa, engañado por su propio juego,
víctima de todas las discordancias confrontado por la inmensa hiancia que hay entre cumplir con una imagen o tener
algo real que ofrecer.
En esa discordancia, no hay salida. En Juanito la salida fue la fobia. La situación literalmente no tiene salida, salvo la
salida llamada complejo de castración.
¿Que función cumple el objeto fobígeno? Suplir al significante del padre simbólico. El padre que falla es el padre real.
Si hablamos del padre estamos hablando del complejo de Edipo y del complejo de castración., Lacan va a señalar que
la reestructuración del sujeto se da en la articulación del complejo de Edipo y en el complejo de castración.
No hay padre real pero lo que patina es la función simbólica porque cuando habla de castración siempre hay que
distinguir dos niveles que están articulados: 1. Imaginario que está la amenaza de castración hasta que se lleva a
cabo y 2. Otro simbólico, que tiene que ver con el significante de la falta en el otro, con el otro barrado.
¿Qué quiere decir que la castración no tiene cura? Que el sujeto se va a encontrar con eso en la estructura. Por eso
las estructuras son los diferentes modos de vérselas con la castración. Que se hace con la castración? Se la reprime,
se la reniega o se la forcluye.
El significante fóbico va en auxilio de la función paterna, es decir, el significante de la fobia equilibra, regula
transitoriamente la relación, la distancia entre la madre-el niño-el padre. El niño toma auxilio en el significante fóbico
y como es un significante no tiene una significación unívoca sino que puede representar en un momento la madre, el
padre o al niño mismo y entrar en relación con otros significantes.
Lacan trabaja la fobia como un tiempo en la estructura, lo que equivale a decir como un tiempo estructurante, como
un tiempo necesario en la estructura, es decir, un tiempo alrededor del cual se va a desplegar la estructura del icc. La
fobia es un efecto del necesario encuentro del sujeto con la estructura del lenguaje. Siempre se trata del encuentro
entre la estructura que lo está esperando y lo que Lacan llama la aventura del sujeto, la fobia introduce una solución
posible a ese encuentro.
En ese encuentro con la estructura del lenguaje se pone en juego a la relación del niño con la madre, la fobia hace su
aparición en un momento crítico de esa relación. La fobia es una solución simbólica. El momento crítico en que surge
la fobia corresponde al momento en que el niño interpreta que a la madre le falta el falo imaginario, se encuentra
con la castración de la madre.
La castración de la madre inaugura el complejo de castración en el niño/a, en la castración de la madre descubre que
el ser humano es un sujeto privado. El desamparo del Otro (desamparo primordial de la madre en Freud), la
castración de la madre, generan una vía de resolución que es que emerge la fobia.
El objeto fobígeno siempre toma lugar en relación a esa dimensión de precariedad. Tiene por función anticiparse al
encuentro con esa dimensión de precariedad del Otro, para poder evitarla pero al mismo tiempo la está indicando.
Lacan habla del deseo prevenido, la fobia previene del encuentro con el deseo del Otro.
El objeto fobígeno, anticipa y señala esta precariedad de la madre. La precariedad de la madre implica que podría
chuparse todo, implica de cierto modo la desaparición, el quedar chupado la madre y el niño. Y es en esa cuestión del
cómo hacer para no ser devorado es que interviene el padre. Lacan dice que el padre puede existir aun sin estar,
aunque no es indiferente que esté o no esté. También puede haber hiperpresencia de un padre, como en el caso de
Juanito y que de todos modos falle la función.
La función paterna: La función del padre se encuentra en el centro de esa organización simbólica que empieza a
constituirse entre el niño y la madre. El padre es quien viene a privar a la madre de algo que en realidad no tiene. El
padre hace su entrada como privador, como el que castra. Se trata de algo paradojal, porque un sujeto no puede
constituirse sin referencia a ese lugar de objeto que colme la falta materna. Se debería pasar por ese punto de ser el
falo de la madre, pero otra cosa es quedarse a perpetuidad. Es una paradoja donde el padre aparece como algo
intranquilizante porque es el que lo viene a correr del lugar donde está, pero a la vez también es tranquilizante
porque le permite al sujeto salir de ese lugar de ser el falo de la madre.
Para pensar que pasa con el padre en la fobia debemos hablar del padre en los 3 registros:
→ El padre imaginario: es un padre temible en el sentido que prohíbe a la madre. Es el molesto rival que vamos a
encontrar en los relatos del neurótico. Ese padre imaginario oculta la función del padre real.
→ El padre real: es el padre de la tensión agresiva. Es el padre que hace que la ley de la madre deje de ser la última
palabra, es decir, que ella empieza a remitir su palabra a alguna otra ley. Es el que priva a la madre y es el que posee
lo que a ella le falta. Es el que le da a la madre lo que la madre desea porque no lo tiene. Es que agarra a la madre
para sí, él que se ocupa del goce de esa mujer. Es aquel que posee a la madre con su pene real, un pene suficiente en
relación con el pene insuficiente del niño. No es la ley, es un padre que también está sometido a la ley. Tiene que
estar sostenido por el significante Nombre del Padre, sino no pasa nada.
La presencia del padre real juega un papel esencial. Para que el sujeto viva verdaderamente el complejo de
castración es preciso que el padre real juegue de verdad el juego, debe asumir su función de padre castrador.
Entonces el padre real no sólo es que priva bajo su versión imaginaria sino que reubica el falo como aquello que
desea la madre y que él tiene. Es decir, acota el deseo de falo, que de otro modo se tornaría infinito para el niño, es
decir, lo ubica en un lugar, lo tiene el padre. El padre real, es el que tiene a una mujer como causa de su deseo y
objeto de su goce.
El padre real, interviene por mediación del padre imaginario (la amenaza de castración) y es soportado por el padre
simbólico (significante de la falta en el Otro). En la fobia falta el padre real. El significante fóbico viene a suplir la
carencia, lo fallido de la función paterna.
→ El padre simbólico: es el que da soporte a la función del padre real. En principio, es una metáfora, es decir, un
significante que sustituye a otro significante. Cuando decimos que el padre es un significante, tenemos que pensar
en ello como pensaríamos cualquier significante, es decir, que al principio no se lee solo, debe ser puesto en relación
con otro y con otro significante. Al significante del nombre del padre lo ponemos en relación con dos cosas: con el
deseo de la madre y con el falo. Es lo que permite orientarse en la dimensión estructural del Edipo. El padre entra
como tercer elemento entre la madre y el niño pero cuaterniza, es relación porque siempre es la madre-el niño-el
falo. El padre es el que regula esa distancia entre madre-niño-falo para que el vacío de la castración materna no se
trague a la madre y al niño. El padre simbólico no es un sujeto, es un significante, es decir, no tiene esencia ni
representación, no tiene representaciones pero está representado en el padre imaginario y en el padre real.
El padre está como un dato del mundo simbólico, nada del significante puede explicar el ser del padre, es decir, es
algo que está en el discurso en el que se constituye el sujeto, es decir, responde o no responde a esa función. El
padre simbólico en tanto es una metáfora es sustitución de una cosa por otra que arrastra un plus de sentido.
Lacan se pregunta ¿cómo se constituye el sujeto en relación con el falo? La metáfora paterna es una estructura del
padre simbólico que hace a la estructuración del sujeto y que implica la posibilidad de que el niño salga del
acoplamiento con la omnipotencia materna. Entonces, la fobia es un tiempo irreductible en la estructura porque es
inevitable en su estructuración que el sujeto se encuentre con la privación de la madre, es decir, con el deseo
materno. Si bien el significante del nombre del padre tiene su auxilio para nombrar y acotar lo infinito del deseo de la
madre, lo fallido de su función, es inevitable porque no hay modo de que un padre de una respuesta que alcance a
reunir la pregunta por el deseo del Otro.
El significante fóbico va en auxilio de la función paterna, es decir, el significante de la fobia equilibra, regula
transitoriamente la relación, la distancia entre la madre-el niño-el padre. El niño toma auxilio en el significante fóbico
que es un significante no tiene una significación unívoca sino que puede representar en un momento la madre, el
padre o al niño mismo y entrar en relación con otros significantes.
El significante fóbico, viene a delimitar un lugar, un territorio a buscar algo de este deseo infinito que tiene que ver
con la castración materna, ahí donde el sujeto podría perderse. Uno espontáneamente piensa que el problema es el
miedo y el problema en realidad es la angustia, porque el miedo territorializa, ordena, pone en un lugar, acota, y la
angustia tiene que ver con esto que aparece en el cuerpo, lo traumático de la angustia. Mientras que cuando hay
objeto eso está acotado.
En ese sentido podríamos decir la fobia es etnográfica, organiza, permite suturar. Y podemos hacernos una
pregunta, que es un punto de partida o un punto de llegada. Hay un momento que es un punto de llegada, es una
suplencia del padre simbólico en el pedido este que organiza, el que orienta, pero a la vez podríamos decir, que un
nivel del padre real la fobia introduce un peligro real en el mismo lugar en el que debería intervenir un padre real.
Para Freud, la historia de Juanito se trata del complejo de Edipo, el cual depende de la adquisición de determinada
dimensión simbólica: la privación con la que está marcada la imagen de la madre. Está privacion es intolerable,
porque de ella depende el hecho de que el niño aparezca como amenazado por la castración suprema, es decir, no
poder colmar a la madre de ningún modo. Y es a esta privación a lo que el padre debe aportar algo.
La madre es la madre simbólica, primer elemento de la realidad simbolizado por el niño, en la medida en que puede
estar ausente o presente. Cuando ella rehúsa el amor, la compensación se encuentra en el pecho real.
El progreso de la situación con la madre consiste en que el niño tiene que descubrir lo que la madre ama.
Para Juanito, esto se complicó con la introducción de: Ana y el pene real que tuvo un mal recibimiento. Esto se
relaciona con los dos elementos que hacen temible al caballo:
● El caballo muerde: “Como ya no puedo seguir satisfaciendo a mi madre, ella va a satisfacerse como yo lo
hago cuando ella no me satisface, osea que va a morderme como yo la muerdo.”
● El caballo cae: “Cae exactamente como a mi me dejaron caer desde que solo están por Ana”
Es necesario que Juanito sea comido y mordido. Esto es tan deseado como temido. Lo mismo ocurre con lo de caer.
Lacan dice que se trata de una angustia referida no solo a la madre, sino a todo el conjunto, a todo lo que hasta
entonces había constituido la realidad de Juanito.
En Juanito, hay un padre simbólico y el padre de Juanito. Esto le resulta muy útil pero no suple la carenci del padre
imaginario, del padre verdaderamente castrador. Para Juanito, se trata de encontrar una suplencia para ese padre
que se obstina en no querer castrar. Se trata de saber cómo va a poder soportar Juanito su pene real, porque no está
amenazado. Aquí está el fundamento de la angustia. Juanito reclama una herida.
Si por parte del padre, no hay un castrador, hay ciertos personajes que están en ese lugar: instalador por ejemplo.
La placa giratoria
Lacan dice que no es una buena producción y que se la debería pensar como un dispositivo que permite que el tren
cambie de vía. Vamos a decir yo vengo por una vía y en un momento hay una bifurcación ¿Qué sería esta placa
giratoria? Sería este dispositivo que permite ir para un lado o para el otro. ¿Cómo lo podríamos pensar en términos
de la fobia? La estructura de la fobia como punto de partida puede conservarse como fobia o puede virar por la placa
giratoria hacia la perversión, hacia la histeria o hacia la neurosis obsesiva.
Esto quiere decir que la estructura de la fobia como momento estructural del sujeto, implicaría que en cualquier
neurosis hay que volver a encontrar la fobia infantil. Hay un momento en que un sujeto, algo tiene que hacer con la
castración de la madre y ese sujeto si es un neurótico sea un obsesivo o un histérico va a volver a encontrar la fobia
infantil, esto que este sujeto hizo frente a la castración materna. Hay fobias que no se notan como fobias, el sujeto
no se enteró que tiene una fobia. Uno escuchando un relato puede indicar una estructura fóbica pero no hay objeto
fobígeno, se puede estar mucho tiempo hasta pesquisar el objeto fobígeno. Se puede encontrar un sujeto que no
puede ni acercarse al objeto fobígeno hasta sujetos que si bien se encuentra todo en relación a una fobia cuesta
pesquisar el objeto fobígeno y puede escucharse casi marginalmente, casi de rebote algo de ese objeto.
Deutsch: Un caso de fobia a las gallinas
Se trata de un joven que había padecido durante años una fobia a las gallinas, situación que le dificultaba la vida
dado que había nacido en un medio rural. En este punto la producción de la fobia es con las marcas de la época y del
entorno del sujeto.
Helen Deutsch recibe a este muchacho cuando tenía 20 años. No consultaba por su fobia, de la cual ya se había
curado, sino que llega a instancias de su familia, por su homosexualidad, era un homosexual manifiesto. Los objetos
de su afecto eran hombres distinguidos que pertenecían a su mismo tipo. Llamamos “narcisista” a esta elección de
objeto: es decir, uno ama en el otro aquello que es como uno mismo. Su homosexualidad yacía en la fijación a un
hermano diez años mayor.
La autora circunscribe que, previo a determinada edad, las gallinas no sólo no eran motivo de temor, sino que por el
contrario despertaban en él mucho interés.Destaca el fuerte apego que tenía con su madre y que acostumbraba a ir
al gallinero con ella para recoger los huevos: la madre solía palpar a las gallinas para ver cuáles iban a poner huevos
en lo inmediato.
Hay un desplazamiento de ese interés por las gallinas hacia el cuerpo propio del niño, cuando éste le pedía a su
madre durante el baño que lo palpara para ver si iba a poner un huevo.En ese tiempo podemos ubicar al niño en la
dialéctica del señuelo, entramado en ser deseo de un deseo. Aparece una clara manifestación de la masturbación:
retenía las heces y manipulaba el ano con los dedos.Pero además " ponía huevos bien formados en cada esquina del
cuarto, sorprendiendose de comprobar que su madre no recibía ese presente de amor con el mismo placer que en el
caso de las gallinas". Jugaba un doble papel en estos juegos: por un lado era la madre, tocando y manipulando con el
dedo; por otro era la gallina, que ponía huevos y era palpada. Esto había estado oculto por la amnesia.
Allí se vislumbra una primera fractura entre lo que el niño lee como deseo del Otro y algo que se juega a nivel el goce
del propio cuerpo, momento de báscula entre ser el falo que completa al Otro y una exigencia pulsional que pugna
por satisfacerse y que no es bien recibida por ese Otro.
Empezó a jugar con sus genitales en forma onanística, pero era solo un intento de obtener sensaciones anales de
otra forma. En esta fase su actitud era anal pasiva, pero la elección de objeto era heterosexual. Fue la experiencia
con el hermano lo que significó el vuelco en la elección de objeto. El juego con el hermano activo su predisposición
homosexual pasiva.
¿Qué ocurrió entonces para que la fobia se produjera como tal? La fobia se presenta recién a los 7 años, a partir de
una experiencia traumática. Helen Deutsch resalta que esa escena no había caído bajo la amnesia y lleva la causación
de la enfermedad a estratos más profundos. Se encontraba en el patio jugando en cuclillas " cuando de pronto su
hermano mayor saltó sobre él desde atrás, lo aferró por la cintura y gritó: " Yo soy el gallo y tú eres la gallina" . Se
trataba claramente de un ataque sexual en broma del hermano, que terminó en una pelea dado que nuestro
pequeño amigo rehusaba terminantemente ser una gallina.De todas formas tuvo que ceder ante la fuerza del
hermano mayor que continuó aferrandolo en la misma posición hasta el momento en que presa de la ira exclamó
¡No quiero ser una gallina!.
Esta escena nunca olvidada surge primero en el análisis pero es segunda en relación con los tiempos de constitución
del sujeto. En un primer momento, no aparece el miedo a las gallinas, sino que el temor estaba cernido en torno a
los ataques del hermano a quien evitaba. Recordemos la referencia que hiciera Freud en “Inhibición, síntoma y
angustia”, cuando a propósito de Juanito dice que si le tuviera miedo al padre no habría síntoma, si no que esté se
constituye como tal a partir de " la sustitución de una representación por otra" . En principio se constituye para este
niño cierta inhibición, dado que evitaba las gallinas porque cada vez que se cruzaba con una su hermano le decía" Esa
eres tú". Lacan ubica allí "el sentido de lo que está en juego cuando la fobia se desencadena" . Se pregunta por qué
ahora dice que no, cuando antes no presentaba ningún conflicto en relación con ser la gallina de la madre. Y
circunscribe la emergencia de la fobia a ese punto en el cual " está interesado el narcisismo". Resalta que el cuerpo
queda capturado: " el otro lo toma por la cintura , de la cadera, lo inmoviliza y tanto como quiere, lo mantiene en
cierta posición". No podemos leer allí un viraje desde el deseo del Otro a la emergencia de un goce del Otro en la
medida en que pone en escena algo de lo constitutivo a nivel del fantasma. No denuncia esa escena su lugar de
objeto, su reducción a no ser más que ese objeto, poniendo en cuestión la identificación imaginaria a la gallina, que
hasta ese momento no había traído mayores problemas. Antes la distancia entre la imagen del cuerpo se mantenía:
el niño mediante los huevos fecales localizada ese resto que se separaba del cuerpo y podía mantener la
identificación imaginaria a la gallina. La intromisión del hermano rompe esta economía libidinal: ser la gallina
interpela el narcisismo en la medida que objeto a e imagen del cuerpo se conjugan. Ya no objeto de deseo,
metonimia del falo, sino objeto de goce. De allí deriva la eclosión de la fobia como un modo de interpelar una
demanda feroz que viene del partenaire.
¿Qué sucede con la fobia a las gallinas de nuestro paciente? Al igual que el pequeño Hans y el Hombre de los Lobos,
desplaza el peligro interior al mundo externo. Sin embargo, el mecanismo de proyección opera de otra forma: disocia
aquella parte de su personalidad que representa la actitud homosexual pasiva hacia el hermano; la gallina, con la
cual se había identificado en el pasado, corresponde a esa parte de él que ha sido disociada y proyectada hacia fuera.
La gallina es para él una suerte de espejo de sus tendencias femeninas. Cada vez que se mira en este espejo, es decir
toda vez que ve una gallina, padece el temor de sus propias tendencias instintivas, lo cual lleva al mismo resultado
que en el caso del pequeño Hans y el Hombre de los Lobos: la castración.
Es necesario recordar que su analidad primaria condujo a una predisposición a la homosexualidad pasiva, y el ataque
del hermano por la espalda simplemente movilizó y confirmó tal predisposición. El temor a las gallinas desapareció
tan pronto el hermano abandonó el hogar, lo cual prueba que el peligro real de sus deseos libidinales pasivos se
relacionaba con su vínculo con el hermano.
El siguiente hecho ocurrió durante la pubertad: su hermano mantenía relaciones con una gobernanta francesa.
Nuestro paciente solicitó los favores de ella pero fue rechazado por su edad. Lejos de aceptar el desaire, se arrojó
sobre la gobernanta por la espalda y en un ataque de furia trató de violarla en esa posición. Luego de una terrible
escena familiar, se decidió que el joven debía marcharse del hogar. La experiencia vivida con la gobernanta fue
decisiva para su desarrollo ulterior. La frustración sufrida al confrontarse con una mujer intensificó sus tendencias
homosexuales. A partir de entonces tuvo una serie de experiencias homosexuales análogas, en las que siempre
cumplía el papel de seductor activo. Este brusco cambio en su actitud se debió a que el paciente había reprimido
todo impulso homosexual por temor a su propia pasividad, y había preferido establecer mecanismos fóbicos antes
que padecer la irrupción de tales impulsos. Cuando va a la ciudad se comporta de una manera homosexual activa y
se enamora de muchachos distinguidos, que él dice “iguales a él” y cuando vuelve a la chacra, a la casa paterna, fue
víctima nuevamente a la fobia a las gallinas, por lo que tuvo que refugiarse nuevamente en la ciudad, y entabló una
relación homosexual en la que siempre cumplía el papel de seductor activo.
La libido homosexual contenida podía expresarse bajo una condición: debía tener una participación activa y no
pasiva en su homosexualidad. Al hacerlo de tal modo, lograba dos objetivos: podía mantener su actividad sin resignar
su masculinidad o sus genitales masculinos y al elegir un objeto narcisista –hombres jóvenes como él– podía
identificarse con los otros y gozar de la experiencia pasivamente. No obstante, lo que finalmente desencadenó su
homosexualidad fue el hecho de descubrir, durante su última visita al hogar, que su hermano era un homosexual
manifiesto. El entendimiento de este hecho revivió su fobia. Pero en forma simultánea, luego del regreso a la ciudad
y bajo la influencia de ese descubrimiento, abandonó el temor a su homosexualidad e identificándose con el
hermano se volvió activamente homosexual. Entonces se dijo a sí mismo: “No debo ya temer el ataque de mi
hermano porque yo soy el atacante”. Al concluir este análisis el paciente se volvió heterosexual.
Este caso es retomado por Lacan. Podríamos pensar que tiene una relación con la mamá muy particular, el padre no
aparece en ningún momento. Él solo puede manejarse o con una fobia o, cuando va a la ciudad, con una relación
homosexual activa, narcisista. Entonces podemos pensar: antes de entrar en esta etapa, donde hay cierta pérdida (la
etapa fálica), manifiesta una extraña e infantil forma de arreglárselas con el amor, con la vida, con la sexualidad.
Entonces ¿podríamos decir que él pasó el Complejo de Castración para tener una posición sexuada, alguna, la que
pueda? Podríamos decir que él llega al Complejo de Castración y retorna. Enfrenta la situación y retorna. Nosotros
acá teníamos el narcisismo, el yo ideal, él como una gallina, entonces él va hasta la Castración, no sabe qué hacer con
eso, y vuelve, porque algo tiene q hacer con esa libido, y entonces se las arregla enamorándose pero sus objetos
amorosos son muchachos distinguidos iguales a él. La placa giratoria es eso, es algo que va a querer la cuestión
atravesando la Castración, o vuelve otra vez a una elección narcisista de objeto.
La placa giratoria está entre la fobia y la perversión. Aplicada a este caso, va de la fobia, ubicada acá como punto de
mayor angustia frente a la Castración, al narcisismo, a la renegación en tanto amor al otro igual que él. Es como un
péndulo. Entonces, del enfrentarse a la diferencia sexual y generar una fobia, o sea, la mayor de las angustias, a
volver a la renegación de la diferencia sexual. Va y vuelve.
Por eso él va a la ciudad y se relaja de la fobia a costa de relacionarse con muchachos de manera activa, en sentido
de someterlos, seducirlos activamente. Y cuando vuelve al campo otra vez se encierra en la pieza.
Podemos ejemplificar que para Lacan la fobia en la neurosis le es difícil de ubicar, porque casi que parece un
momento en la estructura, entonces le llama Placa Giratoria, y va de la fobia a la perversión, o del intento de la
represión al intento de renegación, y va de un lado al otro y no puede resolver, porque vuelve y otra vez vuelve. Este
caso de las gallinas nos sirve para ver la concepción que Lacan tiene de la fobia.
La histeria y la obsesión la ven como algo que atravesó esta fase (la castración) y se estructuró como una neurosis,
¿podríamos decir que la fobia se estructuró como fobia? En tanto que la fobia es un gran temor depositado en un
objeto particular. Es algo como muy primario. No es como Dora, “o yo o ella”, es como que acá está pelada la cosa,
no atravesó el Edipo, por así decir. Toda la construcción que está en la histeria o en la obsesión no está en la fobia, es
como si llegara al Complejo de Castración y quedara frenado, y tuviera que retornar. A lo sumo se puede asustar por
una gallina, pero que tiene relación con lo que a él le pasó. Cuando vuelve a la ciudad no es que toma una posición
sexuada, porque tampoco es que se enamora y tiene un amor sexual, sino que toma pibes y los seduce activamente.
Tampoco creo que encuentre mucha paz ahí, ni que la relación homosexual le resuelva la fobia a las gallinas, porque
podría volver y tener una gallina en la pieza, resolver la gallina, pero nada de eso sucede: va y vuelve. ¿Es un
momento en la estructura, que hay que atravesar? O una modalidad clínica de la estructura de la neurosis? En
realidad, creo que la placa giratoria también es consecuente con esa indefinición: no es estructura, no es momento
clínico, ¿qué es? Una placa giratoria.
Colette Soler: La elección de la neurosis
Si tomamos el término elección de la neurosis, parecería que el sujeto libremente elige. Sin embargo, si tomamos la
expresión que usa Lacan: elección forzada, nos damos cuenta que no tiene nada que ver con el libre albedrío sino
que el sujeto se ve forzado. Esta cuestión de la elección forzada evoca más bien la idea de obligación. La traducción
clínica de la elección forzada es simple: siempre hay una pérdida a la vez que una alternativa. Que pueda hablarse de
elección de la neurosis implica que hay una opción y que por ello no hay destino. Muchas veces nos cuesta tanto
elegir porque si elegimos esto dejamos todo aquello, en toda elección hay pérdida.
Esto se relaciona con la expresión de Lacan, la de posición del sujeto, de la cual uno siempre es responsable.
En este texto se intenta aclarar el término “elección de la neurosis” de Freud refiriéndose a la “elección forzada” de
Lacan. Esto lo hace a dos niveles/preguntas:
1. La finalidad de la enfermedad, ¿Por qué la enfermedad?: Freud expone en su teoría que la enfermedad aporta
una satisfacción y en esto ya es una solución. Hay un beneficio en la enfermedad, tanto en el desencadenamiento
como en su mantenimiento.
Por ejemplo, se pregunta por los casos Dora y el Hombre de las Ratas ¿por qué cayeron enfermos en tal
momento? Y la responde: Dora cayó enferma para conseguir que su padre eligiera entre ella o la Señora K. Para el
Hombre de las Ratas, la neurosis se desencadenó cuando se trato de saber que mujer elegir. En estos dos casos, la
causa ocasional de la enfermedad es un problema de elección. Elección que el sujeto debe hacer o que el sujeto
intenta imponer al otro. La diferencia es conforme a lo que opone la intrasubjetividad obsesiva a la
intersubjetividad histérica.
En los dos casos, el sujeto retrocede frente a una alternativa. Esto remite a otra elección infantil: en Dora “o el
padre u otro hombre”, en el Hombre de las Ratas “o el padre o la mujer”. Freud considera que esa elección se
decidió de manera neurótica, es decir, se decidió por un rechazo de elegir, rechazo a renunciar, ya que elegir
significa renunciar a una de las opciones.
Frente a la conflictiva edípica, hay distintos procesos que se pueden poner en juego: la formación reactiva, la
sublimación (transformación pulsional donde parte de la satisfacción es conservada y parte es pérdida) y la
solución neurótica. Está última no es ni el renunciamiento ni la sublimación, sino que es una solución de
compromiso, es querer ganarlas todas. Hay un goce del síntoma, y eses es el beneficio del síntoma.
El síntoma no objeta al principio de placer, al que satisface de manera desviada. Es una extraña satisfacción ese
supuesto placer que se fundaría en el síntoma. Por ejemplo, la tos de Dora se descifra por el fantasma de felación
del padre. En el síntoma, lo que se goza es una verdad. Para Dora, la verdad que se goza es la verdad sobre el
goce supuesto de su padre impotente.
Hay otra satisfacción, dice Freud, hay otra cosa que puede satisfacerse en el síntoma y en el sufrimiento del
síntoma: la necesidad de castigo, que culmina para él en la reacción terapéutica negativa (cura vista como
peligro). Con eso Freud introduce otra satisfacción que se superpone, distinguiéndose, al goce fálico del síntoma.
Y es que ocasionalmente la desgracia dispensa del síntoma: casos donde una catástrofe, una guerra, cura al sujeto
de sus síntoma.
Elección de la neurosis quiere decir, entonces, elección sobre el goce. El neurótico no es un sujeto que ha elegido.
Es un sujeto determinado por una elección, por la elección de la no elección. La neurosis es un conflicto entre
pulsión y defensa, es decir que el neurótico es un sujeto que ha rechazado elegir entre pulsión y defensa. Eso
implica que la cura vuelve a poner en juego, a cuestionar, esa elección.
Frente al análisis nos vamos a encontrar con un tope que es la castración como hecho de estructura y uno
encuentra este punto irreductible en la cura que es la desautorización a la feminidad en el caso del hombre, la
protesta masculina, que acá la llama la sobre compensación porfiada. La feminidad entendida como pasividad. Es
el rechazo del hombre de quedar en posición pasiva frente a la figura del médico. En el lado de la mujer, tenemos
la reivindicación o también llamada envidia del pene. Es justamente una respuesta que el sujeto da frente a la
castración, y sobre la que puede ceder.
La idea es conducir al paciente hasta una nueva encrucijada donde le toca un camino u otro.
2. A nivel de la determinación del tipo neurótico, ¿Por qué tal neurosis y no otra?: Freud va a decir que el tipo no
depende de las experiencias vividas, sino de algo constitucional. Freud intenta explicar la neurosis por la fijación a
un estado pulsional: la histeria sería una neurosis fijada a la fase genital, mientra que la obsesión nos reenviaria a
una fase sádico-anal.
Está dirección de pensamiento consistia en preguntarse si el tipo de neurosis no depende de un modo de goce
privilegiado. Sin embargo, este camino podría fundar un pret-a-porter (“Listo para llevar”) de la interpretación,
una interpretación transindividual, que no trataría sobre la particularidad del sujeto sino sobre el tipo de su
neurosis. Uno sabría de antemano lo que va a tener que interpretar como pulsión en cada neurosis. Pero esta no
es la inspiración fundamental de Freud, ya que él insistió sobre la particularidad y también está la posibilidad de
que haya conversiones de histeria a obsesión.
En este sentido, Lacan dice que hay un hiato entre el tipo y la verdad del goce. Los tipos no tienen el mismo goce,
y la verdad del goce es lo que el síntoma tiene de más particular, y que, por consecuencia, no puede dar cuenta
de la generalidad del tipo.
Para Freud, el tipo depende de la defensa. Lo reprimido es idéntico en todas las neurosis. El objeto de la defensa
son las pulsiones, el motivo de la defensa en la angustia de castración. Ni uno ni lo otro determinan el tipo. Lo que
determina el tipo es la modalidad de la defensa.
Lacan le dio a este concepto de defensa una continuación, que no lo anula del todo. Él observa que la defensa
modifica no la pulsión, sino el sujeto.
Histeria: el histérico es un sujeto que asume su división, hace de sello un estandarte y opera en su nombre. La
histérica se vale de su división llevada al semblante para exigir que aparezca la verdad del Amo, que se llama
castración, y también división del sujeto. La histérica exige.
Este sujeto provoca la falta del Otro. El vacío que es propio del sujeto, el fantasm histérico lo obtura con otra
falta. Necesita otra falta para obturar la suya. Está posición tiene un virtud reveladora, en el sentido de que hace
parecer la verdad, especialmente la de la castración del Otro, castración del ser y castración del saber.
El beneficio esperado está del lado del ser, porque la histérica se aloja en esta inconsistencia que provoca.
Neurosis obsesiva: El histérico domina por el deseo. La tendencia del obsesivo es dominar el deseo. El histérico
domina al Otro por el deseo. Sopla la llama mientras que el obsesivo apaga el fuego. El peligro es el peligro de la
inconsistencia del Otro, pero allí donde el histérico opera frente a esta inconsistencia por el vaciamiento, el
obsesivo intenta colmarla. El histérico se asegura con un vacío. El obsesivo se asegura de que no hay lugar para el
vacío. Esto se relaciona con la idealización del Otro. Es un Otro cuya inconsistencia está oculta, y para que esto se
sostenga, es mejor que el Otro no esté. Es más bien un sujeto que se defiende contra el encuentro, que se
protege.
Aníbal Leserre: Las fobias en el DSM
La primera edición del DSM apareció en 1952 y en ella el término de “reacción” reflejaba la influencia psicobiológica
de Adolf Meyer quien descarta la categoría de Neurosis y en su lugar aparecerá la categoría de Trastorno para
designar y agrupar con ella a los trastornos mentales como “manifestaciones de reacciones de la personalidad frente
a factores psicológicos, sociológicos y biológicos”. Este pasaje implica clasificar y dejar de lado categorías clínicas, en
tanto desconoce las categorías de Neurosis, Psicosis, y Perversión. Con el afán de describir se llegará gradualmente a
establecer una larga lista de afecciones clasificadas desde un punto de vista fenoménico, que tiene que concluir
necesariamente en la orientación psicofarmacológica para los tratamientos. Los medicamentos son usados para
excluir la dimensión fantasmática, la dimensión subjetiva propia del uno por uno.
La fobia queda situada bajo los trastornos de ansiedad. La ansiedad como término y como concepto engloba, para
este tratado, a la angustia, se encuentre o no ligada a la agorafobia, a la fobia específica o a la fobia social. La única
diferenciación con respecto al resto de los cuadros es ubicar a las fobias a partir de la ansiedad como efecto o
respuesta a la exposición a objetos o situaciones temidas y que suele producir comportamientos de evitación.
Sin embargo, la angustia insiste y nos parece lícito preguntarnos si más allá de la variabilidad sintomática; esto no
remite a una cuestión estructural, ya que en las descripciones de los enfermos no deja de estar presente la
característica de un miedo intenso, de pérdida de control, miedo a la muerte, etc. Además, el DSM V, no deja de
señalar que el diagnóstico diferencial de las crisis de angustia resulta muy dificultoso. A nuestro entender, la mirada
sobre la situación de crisis y la caracterización de trastorno, sumado al desplazamiento de angustia por ansiedad,
hace perder de vista un instrumento fundamental para su conceptualización y posible tratamiento. Planteamos que
la fobia tal como es caracterizada por el psicoanálisis permite dar ese marco interpretativo a estos trastornos. A su
vez, la cuestión de la angustia es tomada como cuadro bajo la nomenclatura de Panic disorder (Trastorno de
angustia) definido por la característica principal de la presencia de crisis de angustia y donde se destaca que su
aparición es sin motivo identificable. La angustia insiste, pero a su vez se relativiza bajo la idea de crisis, y no como
elemento fundamental de las relaciones de un sujeto consigo mismo y con el mundo, además de que es correlativa a
la castración, elemento fundamental de la constitución subjetiva. Cuestión que el manual mismo describe al decir
que los individuos con crisis de angustia se preocupan tanto por las implicaciones como por las consecuencias que la
angustia puede tener en su vida; y también explica que no se han identificado hallazgos de laboratorio que permitan
diagnosticar con seguridad un trastorno de angustia.
En el DSM IV, la fobia específica es caracterizada esencialmente por el miedo intenso y persistente a objetos o
situaciones claramente discernibles y circunscriptos. Ante el objeto, aparece la respuesta de ansiedad (nuevamente
el desplazamiento de angustia a la ansiedad) y llamamos la atención sobre el hecho de que los que padecen de fobia
reconocen que el miedo es excesivo e irracional, es decir, no guarda una relación proporcional entre el efecto y el
objeto que la produce; hay un más allá del objeto en la producción del cuadro fóbico. La fobia tiene razones que la
razón desconoce.
Ataque de Pánico
El pánico no es fobia. Freud en 1894, describió la crisis de pánico: “...también puede irrumpir de pronto en la
conciencia, sin ser evocado por el decurso de las representaciones, provocando un ataque de angustia. Un ataque
tal, puede consistir en el sentimiento de angustia solo, sin ninguna representación asociada, o bien mezclarse con la
interpretación más espontánea, como la aniquilación de la vida, caer fulminado por un síncope, la amenaza de
volverse loco o bien el sentimiento de angustia se contamina con una parestesia cualquiera”. Valga esta descripción
para ubicar la diferencia con la fobia en tanto ésta ya implica que el miedo está ligado a un objeto y esto ya implica
una localización de la angustia, un desplazamiento, que es ya un recurso para el sujeto, mientras que en la crisis de
pánico el sujeto se queda sin recursos; abatido frente a la propia imprecisión de su malestar. Malestar que sólo se
nos muestra en sus efectos, consecuencia de una angustia sin límites, siendo la fobia justamente lo que pone límites
al pánico incontrolable. Por lo tanto es imprescindible, cuando ante el pánico no se da la fobia, ligar la angustia del
sujeto para su posible tratamiento. Tratamiento muy diferente al de una imposición. El psicoanálisis de la
orientación lacaniana tiene mucho que decir al respecto, dándonos elementos para poder enfrentar el “miedo al
miedo” que la fobia nos presenta.
UNIDAD 3: Perversión
Según Freud
Hay dos respuestas que se producen frente a la castración de la madre, una por la vía de la represión (la fobia) y otra
por la vía de la desmentida o renegación, en ese caso hablábamos de fetiche.
Aun se sigue escuchando la expresión “es un perverso/a” en términos de un sustantivo que está calificando a
alguien. Podemos preguntarnos porque se produjo cierto estancamiento del saber que procede de la historia de la
palabra perversión. Podríamos pensar que su sentido no deja de depender, incluso todavía articularse, con la palabra
de la que proviene, que es perversidad. Hay un sentido moral y religioso que es primordial en relación a que se
tiendan a juntar estas dos cuestiones, ese sentido sostiene que en el ser humano hay una duplicidad, una especie de
insania moral, en donde se quiere el bien, se cree en él, se lo dice, pero se hace el mal. Es decir, se lleva a cabo el
acto de pervertere que es una palabra latina que quiere decir tergiversar, tergiversar el bien en mal, lo que era bueno
se desvía, y se invierte en su contrario.
Así se hablara en ese sentido moral y religioso de efectos perversos. Es en ese ámbito de lo eclesiástico que se indicó
una ley de frontera que no había que traspasar y que implicaba aquello que había que castigar y a quienes había que
castigar trasgrediendo esa frontera. En lo real de los hechos es el poder judicial el que tiene esta prerrogativa de
efectivizar esa enunciación de frontera, castigar al trasgresor y proteger a la sociedad evitando la reincidencia del
acto. En esas dos funciones (castigar al trasgresor y proteger la sociedad) en el siglo XIX se produjo la apelación del
poder judicial al discurso médico para que se pronunciara sobre la responsabilidad del sujeto: ¿se trata de una
perversidad moral o una perversión patológica?
Lo legal y lo médico se encontrarían frente a un fenómeno humano e inhumano de excesos y la violencia de una
fuerza interior que se le impone al sujeto. ¿Como se da esa ligazón discurso jurídico-medico? el juez le interroga al
médico si esta fuerza que empuja al acto, a la trasgresión perversa, es tan irresistible y poderosa y entonces se trata
de que el sujeto está enfermo y es irresponsable. Ante esto, el ámbito médico responde creando categorías como la
de Esquirol que habla de monomanías instintivas, Janet habla de búsqueda de excitación, Kraff Ebins habla de
parestesias. A partir de eso aparece la idea de pericia, la cual consiste en incluir tal o cual conducta en una de esas
clasificaciones descriptivas de la perversión, y entonces se hace semiología, inventario, nomenclatura, para
responder a esta pregunta de los jueces ¿son responsables o no? Pero al someterse de tal modo a la demanda del
campo judicial para evitar la cuestión de la reincidencia y proteger el entorno, el psiquiatra, evita hacer progresar a la
ciencia en términos de causa.
La psiquiatría progresa en la respuesta en la medida en que la clínica no se reduce a la pericia. Sin embargo, también
tenemos otro componente ya que el perverso no se considera normalmente como un enfermo. Se trata más bien de
sujetos que pueden ser respetables en diferentes ámbitos pero que tienen secretamente otra vida al margen de la
mirada de los custodios del orden moral-legal. Esa ausencia de demanda del perverso crea una ausencia de la
investigación psiquiátrica y así bastara por largo tiempo con hablar de desviación del instinto, inmadurez de instinto,
fijación regresa, degeneración. No obstante, a fines del siglo XIX aparece Magnan (1885), Kraff-Ebins (1887) y Moll
(1893) quienes, haciendo particular referencia a la cuestión del instinto sexual, dan un paso adelante ya que
sostienen que es la sexualidad pensada como instinto sexual la verdadera razón de la perversión en la medida en que
el placer sexual es el que llevaría a esa anormalidad.
Kraff-Ebins declara perversa cualquier exteriorización del instinto sexual que no responde a la meta de la naturaleza,
a la reproducción, cuando surge la oportunidad de una satisfacción sexual natural. Para él, la naturaleza nos da la
finalidad cc y no violenta de la sexualidad, tergiversar ese bien en mal es trasgredir su objeto y su meta. Sostiene que
si se admite según la naturaleza es la unión entre dos heterosexuales donde el objeto es el instinto sexual y la meta
según la naturaleza es la satisfacción de uno y otro a raíz de esa conjunción. Entonces, la clasificación se ordena y se
diversifica según el objeto y la meta. Dice que las perversiones se dividen en dos grande grupos, las primeras en la
que la meta de la acción es perversa (sadismo, masoquismo, fetichismo y exhibicionismo), y en segundo lugar
aquellas en las que el objeto es perverso (homosexualidad, pedofilia, gerontofilia, zoofilia y autoerotismo) mientras
que la acción es una consecuencia.
Perversión Cualquier exteriorización del instinto sexual que no responde a la
meta de la naturaleza, a la reproducción.
La ruptura freudiana es suprimir la frontera de la perversión y la normalidad, Freud dice en “Tres ensayos de una
teoría sexual” (1905) “hay impropiedad en el empleo reprobatorio de la palabra perversión”. Esto significa que si la
vamos a usar en términos científicos no la usamos en términos reprobatorios, porque para Freud todos los niños son
polimorfamente perversos en cuanto a la meta y al objeto, porque la sexualidad infantil es en su origen una libido de
las pulsiones parciales con objetos pregenitales oral, anal, escópica, invocante. Freud dice en “Tres ensayos de una
teoría sexual”: “frente al hecho reconocido desde entonces de que las inclinaciones perversas estaban ampliamente
difundidas se nos impuso la idea de que la predisposición a las perversiones era la predisposición original y universal
de la pulsión sexual humana. Solo la primacía ulterior de lo genital debía permitir la superación de la perversión por
unificación de las pulsiones (parciales) de la vida infantil en una sola pulsión totalizadora dirigida hacia el llamado
objeto genital de acuerdo con el modelo de la finalidad biológica de la reproducción".
La perversión se toma como la persistencia de una fijación de una pulsión parcial, se trataría del signo de un retraso,
de un detenimiento, en el desarrollo hacia la pulsión genital. Es decir que se define como una detención en tal o cual
placer calificado de preliminar al acto sexual (normativamente porque no tiene nada de preliminar), en donde la
trasformación del Edipo no tuvo lugar, una pulsión que permanece intocada y no da muestras de atravesamiento por
el Edipo. Sin embargo, Freud no se queda detenido en esta concepción de perversión porque en su desarrollo esta va
a terminar siendo concebida en una articulación por y con el complejo de Edipo.
En 1915 en “Pulsiones y sus destinos”, Freud nos habla de su tentativa de hacer coincidir el amor por el otro como
objeto sexual con la síntesis posible de las pulsiones parciales en una sola pulsión totalizadora. En este texto dice
Freud: "el uso de esta palabra para una relación semejante solo puede comenzar con la síntesis de todas las pulsiones
parciales de la sexualidad bajo la primacía de los órganos genitales y al servicio de la reproducción. Preferiríamos ver
en el amor la expresión de la pulsión sexual total, pero pese a ello no salimos del apuro". Es decir que amor y
sexualidad no se confunden, si amar es ser amado en el propio Yo total y unificado, ¿pasa lo mismo con lo pulsional?
¿Coinciden amor y deseo sexual?, hay pruebas que muestran que esto no es así.
Freud puede resolver lo anterior a partir de su elaboración sobre la perversión y la postulación del mecanismo de la
renegacion o desmentida, en ese punto es donde lo va a seguir Lacan. Podemos decir que esto constituye un no y un
si, por un lado no se puede decir que la perversión infantil universal no es más que un estadio provisorio del
desarrollo de la sexualidad humana, es decir, es la negación de la idea de instinto en cuanto tendencia finalizada
como ligada a tal o cual objeto según lo dicte la naturaleza dado que la libido es antinatural la libido es perversa o no
es libido porque no tiene un objeto, es contingente el objeto.
Lacan no deja de repetir la negación, él dice en el seminario 11 de los 4 conceptos (inconsciente, pulsión,
transferencia y repetición): “La sexualidad solo se realiza por la operación de las pulsiones en cuanto son pulsiones
parciales con respecto a la finalidad biológica de la sexualidad (es decir, que la sexualidad en tanto pulsión solo es
representada por las pulsiones parciales). En efecto la pulsión en tanto representa la sexualidad en el icc nunca es
sino pulsión parcial” o es pulsión oral, anal, escópica, es decir, siempre es parcial. Es por eso que Lacan dice que no
hay acceso al otro del sexo opuesto que no sea por la vía de las pulsiones parciales. Esta negación de la función
totalizadora es exactamente lo que leyó en Freud y lo dice así: “la representación de la totalidad de la pulsión parcial,
no está ahí. En el camino de ese resultado los conduzco tras él y les afirmo que todo lo que aprendí en mi experiencia
concuerda con ella” Con eso Lacan quiere decir que lo que vio en la experiencia clínica concuerda con la idea de que
por más de que quisiéramos pensar al amor como la totalización de finalidad sexual de la pulsión, una cosa es el
amor y otro a cosa la libido.
Freud no se conforma con definir la perversión como negación del instinto y va más allá. Primero efectúa la
conjunción entre el descubrimiento de 1905 respecto de fetichismo (perverso que corta las trenzas, los que miran los
pies), con el descubriendo en 1908 sobre la teoría sexual infantil que le atribuye a todo falo como una premisa
universal y que incluye a las mujeres (todo tiene pene). Esa conjunción se enlaza en 1910 en su trabajo Un Recuerdo
Infantil de Leonardo Da Vinci, donde el fetiche aparece como el sustituto del falo de la madre. Ese texto va a dar
lugar a estudiar un nuevo eje teórico a partir de un tipo de homosexualidad, la homosexualidad tipo Leonardo
(sublimada) y la liga al concepto de narcisismo. Cuando escribe un recuerdo infantil de Leonardo Da Vinci va a hablar
de un tipo de homosexualidad pensada en relación a una respuesta frente a la castración materna y va a desarrollar
esto en relación al concepto de narcisismo.
Fetichismo (1905) + Teoría sexual infantil del Falo Universal (1908) = Fetiche como sustituto del falo de la madre en
“Un Recuerdo Infantil de Leonardo Da Vinci” (1910)
En este punto, ya no va a poner tanto énfasis en las conductas perversas sino en la constelación, en las cuestiones
relacionadas a la constelación subjetiva que puede devenir perversa. Comienza a perfilarse la idea de las condiciones
de amor y de la elección objeto como dependientes de la posición del sujeto en relación al narcicismo y al Edipo, y es
ahí donde Freud va a hablar de la posición del sujeto en relación al narcicismo y al Edipo. El estudio sobre Leonardo
ofrece un modelo de la homosexualidad masculina que elige al partener, al objeto amoroso, a imagen del propio yo
libidinizado (ahí está el narcisismo), poniendo de manifiesto que se trata de una elección narcisista de objeto.
Texto: Freud. Tres ensayos de teoría sexual (1905): Las aberraciones sexuales
Objeto sexual: la persona de la que parte la atracción sexual.
Meta sexual: la acción hacia la cual esfuerza la pulsión.
La experiencia nos muestra la existencia de numerosas desviaciones respecto de ambos , el objeto sexual y la meta
sexual, desviaciones cuya relacion con la norma supuesta exige una indagación a fondo.
Los invertidos muestran una conducta diversa en su juicio acerca de la particularidad de su pulsión sexual. Algunos
toman la inversión como algo natural, tal como el normal considera la orientación de su libido, y defienden con
energía su igualdad de derechos respecto de los normales; otros se sublevan contra el hecho de su inversión y la
sienten como una compulsión patológica.
Otras variaciones atañen a las relaciones temporales. El rasgo de la inversión data en el individuo desde siempre.
Este carácter puede conservarse durante toda la vida, o bien desaparecer en algún momento, o bien representar un
episodio en la vía hacia el desarrollo normal; y aun puede exteriorizarse más tarde en la vida, transcurrido un largo
período de actividad sexual normal. También se ha observado una fluctuación periódica entre el objeto normal y el
invertido.
La primera apreciación de la inversión, consistió en concebirla como un signo innato de degeneración nerviosa. Se ha
hecho costumbre imputar a la degeneración todo tipo de manifestación patológica que no sea de origen
estrictamente traumático o infeccioso; sin embargo, es más adecuado hablar de degeneración sólo cuando:
coincidan varias desviaciones graves respecto a la norma; y, la capacidad de rendimiento y de supervivencia
aparezcan gravemente deterioradas.
El carácter innato se ha aseverado únicamente respecto de la primera clase de invertidos, la más extrema, y por
cierto sobre la base de la afirmación de estas personas en el sentido de que en ningún momento de su vida se
presentó en ellas otra orientación de la pulsión sexual. Opuesta a esta concepción es la que afirma que la inversión
es un carácter adquirido de la pulsión sexual. No obstante, se demuestra que muchas personas están sometidas a
esas mismas influencias sexuales sin por ello convertirse en invertidas o permanecer duraderamente tales. Por lo
tanto, la alternativa innato-adquirida es incompleta.
De ningún modo puede hablarse de meta sexual única en el caso de la inversión. En los hombres, comercio per anum
e inversión no coinciden totalmente; la masturbación es con igual frecuencia la meta exclusiva , y las restricciones de
la meta sexual son aquí todavía más comunes que en el amor heterosexual. También entre las mujeres invertidas son
múltiples las metas sexuales; entre estas, el contacto con la mucosa bucal parece privilegiada.
Entre pulsión sexual y objeto sexual no hay sino una soldadura, que corríamos el riesgo de no ver a causa de la
regular correspondencia del cuadro normal, donde la pulsión parece traer consigo al objeto. Probablemente, la
pulsión sexual es al comienzo independiente de su objeto, y tampoco debe su génesis a los encantos de este.
Análisis de la fantasía infantil: se traduce la fantasía y la traducción apunta a lo erótico. “Cola” es uno de los más
familiares símbolos y designaciones sustitutivas del miembro viril. La situación contenida en la fantasía corresponde
a la representación de felación, un acto sexual en que el miembro es introducido en la boca de la persona usada.
Sitúa esta fantasía en la época de lactancia, ya que se relaciona con el ser amamantado, escena hermosa para él. Está
reminiscencia fue refundida por Leonardo en una fantasía homosexual pasiva.
Hallamos a la madre sustituida por el buitre. Freud lo relaciona con que para los egipcios, la madre es descrita con la
imagen del buitre.
Génesis de la fantasía de Leonardo: él leyó que los buitres eran todas hembras y podían reproducirse sin el concurso
de machos, por lo que emergió en él un recuerdo que se transfigura en aquella fantasía, con este significado: él
mismo era un hijo de buitre, pues tenía madre y no padre, y a esto se le unió un eco del goce que le había sido
deparado en el pecho materno.
Freud dice que está es una fantasía que arma y que en realidad es lo que vivenció Da Vinci de pequeño: fue criado
hasta los 5 años solamente por su madre. Era un hijo ilegítimo, su padre estaba casado con otra señora que era
estéril. Entonces, Da Vinci fue adoptado por su verdadero padre y por su señora a los 5 años.
Traducción de la fantasía: parte de la teoría sexual infantil de que todos tienen pene, incluso las mujeres, es decir, la
madre. Por lo que la traducción sería: “En aquel tiempo yo dirigía hacia la madre mi tierna curiosidad y aun le
atribuía un genital como el mio”.
Conexión entre la fantasía y la posterior homosexualidad: Por obra de ese vínculo erótico con la madre, Leonardo
devino un homosexual.
Condiciones de amor y elección de objeto dependen de la posición del sujeto en relación al narcisismo y al Edipo, ya
no es solo una pulsión parcial, sino que está ubicada. Hay una construcción subjetiva.
En este texto, se muestra un modelo de la homosexualidad masculina donde la condición erótica que tiene el
partener es una imagen del yo, o sea elección de objeto de tipo narcisista: Homosexualidad de tipo Leonardo o
elección narcisista de objeto.
Génesis psíquica de la homosexualidad: La homosexualidad se produce por un fuerte enlace con la madre (objeto
femenino) gracias a la excesiva ternura de la madre con el niño y gracias al aislamiento de la figura del padre en esta
relación, sentido como consentimiento. El amor hacia la madre sucumbe a la represión. El muchacho se pone él
mismo en el lugar de ella, identificándose con la madre y tomando a su persona propia como el modelo a semejanza
del cual escoge sus nuevos objetos de amor.
Es decir, la homosexualidad tipo Leonardo (elección narcisista de objeto) identificado a la madre, ama a un objeto
semejante a su propia persona tal como la madre lo habría amado a él. Produce Freud una teoría psicógena sobre la
causa del devenir homosexual, la homosexualidad en esos casos no es un dato dado por la naturaleza es algo que se
construye, y por lo tanto, una persona puede transformarse en el transcurso de su constitución subjetiva y
constituirse como homosexualidad en el camino de identificarse a la madre y encontrar su objeto erótico por la vía
del narcisismo. Amara a su partener como la madre lo amó a él en los primeros años y de ese modo retornara un fin
sexual que se satisface en sí mismo porque el otro es el, se trata siempre de la madre fálica.
Fuerte enlace con la madre Represión del amor a la madre, Ama a un objeto semejante a su propia
(ternura de madre y identificándose con ella (sustituye amor persona tal como la madre lo habría
aislamiento de padre) por identificación) amado a él. (Narcisismo)
Génesis de homosexualidad femenina (Caso de la Joven Homosexual, 1920) A partir de los deseos amorosos
emanados del complejo de Edipo y defraudados en la pubertad conducen a la joven a refugiarse en la
homosexualidad. Freud dice que es frecuente en ambos sexos que en los años que le siguen a la pubertad ciertas
inclinaciones homosexuales se exterioricen como amistades íntimas, las cuales son formas de tramitar la
homosexualidad, pero no son homosexualidades manifiestas. En el caso de la joven homosexual se pone de
manifiesto que hubo un proceso que condujo la corriente heterosexual incipiente, a la homosexualidad manifiesta.
Esa joven muestra en sus años infantiles un complejo de masculinidad, una envidia del pene acentuada, tiene una
intensa fijación a esa madre que no la ama y que la desatiende (celos), tiene un envidia hacia el hermano; lo cual se
constituye como fundamento predisponente para la evolución de la corriente homosexual.
En el medio de los trabajos (el de Leonardo y el de análisis de un caso de homosexualidad femenina) Freud escribe
“Pegan a un Niño” donde articula fantasías perversas y fantasías icc que pueden dar lugar tanto a la neurosis como a
la psicosis. En este texto, se trata de la fijación de la pulsión al amor al padre que se articula en el camino del Edipo
con sentimiento de culpa. Las fantasías perversas expresan regresivamente la satisfacción genital en el sentido
sádico-anal, pero no son aun la perversión, sino que las denomina signos primarios de la perversión. Esa perversión
infantil no necesariamente se ve obligada a persistir y puede sucumbir a la represión, ser sustituida por formaciones
reactivas, transformada en sublimación, y cuando no hay ni represión ni formación reactiva ni sublimación y persiste
la perversión, se produce en la vida adulta la constitución de la perversión. En este trabajo, la perversión queda
articulada al amor objetivado incestuoso del complejo de Edipo, está basada en el complejo de Edipo, es una fantasía
originaria de carácter sádico porque comienza en una primer formulación un padre pega a un niño, se cumple la
satisfacción de los celos y eso se torna masoquista por el predominio de la conciencia de culpa, la regresión al amor
del padre (reanimación), y eso implica el fundamento de esta fantasía de paliza de pegan a un niño.
En El Fetichismo (1927) se da una nueva definición de perversión, ya no es preedipica sino que al contrario parte del
complejo de castración nódulo del complejo de Edipo. El fetichismo no implica ni una represión ni una forclusion
sino el uso de ese mecanismo propio que es la renegación. Va a parecer lo que Freud, y luego Lacan, señalan como
una doble posición a la vez, por un lado una corriente psíquica de reconocimiento de que la madre no tiene falo y al
mismo tiempo la negación de este reconocimiento en términos de la madre lo tiene a través del fetiche como falo
desplazado. Dice Freud que el fetiche es el monumento a la castración, la vela pero también la denuncia. A partir
de esa concepción de perversión, esta va a ser para Freud la renegación de la diferencia sexual, la persistencia de
esas dos corrientes (no tiene y tiene). Freud en su último escrito de 1938, que llamó La Escisión del Yo en el Proceso
Defensivo, habla de ese mecanismo constitutivo de la perversión (renegación) que recae sobre la presencia del falo
en la mujer.
El fetiche es un sustituto de un pene muy particular, que ha tenido gran significatividad en la primera infancia, pero
se perdió más tarde. El fetiche es el sustituto del falo de la mujer (de la madre) en el que el varoncito ha creído y al
que no quiere renunciar. El varoncito rehusó darse por enterado de un hecho de su percepción, que la mujer no
posee pene, ya que si la mujer está castrada, su propia posesión de pene corre peligro.
No es correcto que tras su observación de la mujer el niño haya salvado para sí, su creencia en el falo de aquella. La
ha conservado, pero también la ha resignado; en el conflicto entre el peso de la percepción indeseada y la intensidad
del deseo contrario se ha llegado a un compromiso como sólo es posible bajo el imperio de las leyes del
pensamiento inconsciente. En lo psíquico la mujer sigue teniendo pene, pero este pene ya no es el mismo que antes
era. Algo otro lo ha reemplazado; fue designado su sustituto, que hereda el interés que se había dirigido al primero.
Ese interés experimenta un extraordinario aumento porque el horror a la castración se ha erigido un monumento
recordatorio con la creación de este sustituto. Como estigma indeleble de la represión sobrevenida permanece,
además, la enajenación respecto de los reales genitales femeninos, que no falta en ningún fetichista.
El fetiche perdura como el signo del triunfo sobre la amenaza de castración y de la protección contra ella, y le ahorra
al fetichista el devenir homosexual, en tanto presta a la mujer aquel carácter por el cual se vuelve soportable como
objeto sexual. En la vida posterior, el fetichista cree gozar todavía de otra ventaja de su sustituto genital. Los otros no
disciernen la significación del fetiche, y por eso no lo rehúsan; es accesible con facilidad, y resulta cómodo obtener la
satisfacción ligada con él.
2 tipos de perversiones: Algunos se vuelven homosexuales a consecuencia de la impresión que le causó el terror a la
castración al ver los genitales femeninos; Otros, se defienden de esta impresión creando un fetiche.
Hay numerosas e importantes pruebas de la bi-escindida actitud del fetichista frente al problema de la castración de
la mujer. En casos muy refinados, es en la construcción del fetiche mismo donde han encontrado cabida tanto la
desmentida como la aseveración de la castración. En otros casos, la bi-escisión se muestra en lo que el fetichista hace
-en la realidad o en la fantasía- con su fetiche. Venera al fetiche: en muchos casos lo trata de una manera que
evidentemente equivale a una figuración de la castración. Esto acontece, en particular cuando se ha desarrollado una
fuerte identificación-padre; el fetichista desempeña entonces el papel del padre, a quien el niño, en efecto, había
atribuido la castración de la mujer. La ternura y la hostilidad en el tratamiento del fetiche, que respectivamente
corren de igual sentido que la desmentida y la admisión de la castración, se mezclan en diferentes casos en
proporciones desiguales, de suerte que una u otra se dan a conocer con mayor nitidez.
Relación entre el fetichismo y la fobia, entre esos dos objetos: el objeto fobígeno y el objeto fetiche:
Lacan afirma atender a la mismidad y a lo diferente entre objeto fobigeno y objeto fetiche.
La articulación entre la función significante del falo y el objeto requiere en la lectura de Lacan, Freud de esos dos
artículos: Fetichismo y La escisión del yo en el proceso defensivo.
En el “Fetichismo”, Freud descubre lo que verdaderamente es el fetichismo, su verdadera función en la vida de las
personas. El fetichismo trata de un tipo especial de relación, un tipo especial de elección de objeto. Ese objeto tiene
que cumplir una determinada condición erótica, se trata de algo sutil, un rasgo que el objeto debe portar. El
fetichismo muestra que el objeto puede ser cualquier cosa. Algo eficaz, aporta ventaja, eficaz para eludir la
castración femenina. Para el fetichista, la función del fetiche no genera ningún síntoma.
Decir que la mujer está castrada es de raíz una idea fetichista. Suponer que si no tiene pene es porque se lo cortaron.
El fetichismo mismo está ligado a una idea de corte. Si la privación de pene es real, es decir, nunca lo tuvo, no hay
nada que echar de menos. SIn embargo, algunos hombres echan de menos el pene en la mujer.
El fetiche es lo que viene al lugar del pene que las mujeres no tienen ni deberían tener.
¿Por qué defenderse de ese reconocimiento? ¿Porque se produce esa segregación del objeto fetiche que cubre la
falta y que hace deseable el objeto femenino y que el objeto sea una mujer? Si la condición erótica se cumple hay
deseo, si no se cumple la mujer está castrada y no hay deseo, no hay sustituto del pene como causa del deseo.
El primer ejemplo que da Freud, es de un significante, una frase que se recorta “el brillo en la nariz”. Cualquier objeto
que vaya al lugar de fetiche tiene la misma génesis: es un recorte en la lengua que habla el sujeto. Es en la infancia
en la que se comienza a gestar el objeto fetiche.
Freud dice “se trata del sustituto del pene perdido”. Si digo perdido es que antes había. ¿Porque es amenazante que
no lo haya? Porque conduce al sujeto a reconocer su propia castración. El primer reconocimiento es una observación
de la falta de pene que en sí misma no significa nada. No significa nada hasta que para el sujeto algo que está en
relación con su goce, con su masturbacion, comienza a funcionar como una amenaza. Es entonces cuando retorna la
visión de la castración de las mujeres y se vuelve amenazante. Amenaza referida a un goce, el de la masturbacion.
Esto hace efectivo el reconocimiento de falta de pene en la mujer. Momento en que surge la pena por el pene
perdido.
Esto, la falta, es lo que se entrama con el deseo. La pérdida del pene es algo para lamentar, por eso, el sujeto le erige
un monumento, crea el fetiche como un monumento al pene perdido.
Freud dice en “Fetichismo” (pág. 147): “El fetiche es el sustituto del pene, pero no es el sustituto de uno cualquiera,
sino de un pene determinado, muy particular, que ha tenido gran significatividad en la primera infancia pero se
perdió más tarde. Esto es: normalmente debiera ser resignado, pero justamente el fetiche está destinado a
preservarlo de su sepultamiento. Es decir, el fetiche es el sustituto del falo de la mujer, de la madre, en que el
varoncito ha creído y al que no quiere renunciar”. No se trata de la castración en una mujer cualquiera, sino que la
elección del fetiche está determinada por el descubrimiento de la castración en la madre, su falta de falo. ¿Por que
cuando habla de madre, habla de falo en vez de pene? Porque ese falo, que es el niño, es el sustituto del pene de la
madre. Porque se refiere a lo que Lacan más tarde va a desprender como significante, osea el falo simbólico. El falo
simbólico se desprende como significante, quiere decir que hace aparecer una falta en el mismo lugar en que se
ubica un fetiche. Supone una separación, distancia de la madre provocada por el descubrimiento de su castración,
pero al mismo tiempo una conservación de su relación con ella. ¿Por que la madre tendría que tener pene? De la
premisa lógica universal del pene. Pero parece que las mujere no lo tengan no significa lo mismo a que la madre no
lo tenga: puesta en juego de la castración.
¿Qué es lo que hace suponer que la madre tiene? Es que el niño es el falo de la madre, él sabe que es algo respecto
de la madre, que eso que él es respecto de la madre es lo que hace que la madre sea la madre. Y el pene que le
supone es su modo de significar lo que él es en relación con ella.
Descubrir que la madre no tiene pene, una falta en su discurso, da lugar a la castración en la madre y exige el
reconocimiento de esta realidad. Este reconocimiento se corresponde con el establecimiento del juicio de realidad.
Mientras que a la conservación de que la madre tiene pene, Freud la llama juicio de creencia.
Lo que asombra a Freud es que el yo tenga la capacidad de disociarse, es de decir, de dividirse a fin de mantener la
creencia de que la madre tiene y aceptar al mismo tiempo que no lo tiene. Se trata de una aceptación a medias.
Esto debería conducir a la interrumpcion de la masturbacion, pero la amenaza no significa nada si no se une al
reconocimiento de la castración de la madre, la que la hace efectiva. Al reconocer la castración, en la madre, la
amenaza se hace efectiva. Pero para mantener el goce inherente a la masturbacion tiene que haber una desmentida
de ese reconocimiento. Ahí aparece el fetiche.
En conclusión, es posible que se disocie el yo, sino que además es normal, es estructural, no hay sujeto que no pase
por esa división. Freud venía pensando que el yo tenía una función sintetizadora, de unidad y, de pronto, ve la
disociación.
Frente a la castración de la madre, algunos segregan un objeto fobígeno, hay angustia, su localización el miedo. Hay
otros que no se angustian, disocian y sustituyen. La angustia no es un rasgo de la estructura del perverso.
El fetiche es una marca de que hubo reconocimiento, desmentida y segregación de un objeto. No hay
escotomización, no está borrado el reconocimiento.
Frente a la castración en la madre tenemos una marca porque se produjo un síntoma en relación con la represión:
FOBIA, objeto fobígeno y evidencia de temor a la castración.
La disociación produce algo distinto. La división del juicio, que haya juicio de creencia y juicio de realidad, es un
mecanismo, un tipo de defensa que no es la represión, sino con una renegación, es decir, con una visión que es
negada y renegada. Debido que se trata de algo visto, esta visión produce un efecto en la medida en que se le une
una amenaza. Por eso se dice que lo negado de la visión se vuelve renegado. FETICHISMO.
Hay caracteristicas que estan en todas las estructuras, pero cada estructura toma una caracteristica como el centro
de la cuestión. En la psicosis, una voz que habla desde lo real. En la histeria, el deseo como insatisfacción. En la
neurosis obsesiva, el deseo como imposible. Lo mismo pasa con la perversión: todo sujeto tiene condiciones eróticas,
lo sepa o no lo sepa. El fetichismo es aquella manifestación clínica en donde no es una condición, es eso y solo eso.
Es decir, si cuando hablamos de la estructura del deseo, decimos que el deseo implica que retorne aquello de la
necesidad que queda perdida en la demanda, retorna en la condición absoluta de deseo. Para la necesidad, el objeto
es el que la cubre, pero como este objeto de la necesidad puede ser o no dado por el Otro, puede virar hacia la
demanda. Cuando la demanda tiene una precisión, cuando es de esto y no de aquello, y no hay equivalente, estamos
frente a una condición absoluta, que se entrama en el fetichismo.
La fobia también es estructural, igual que el fetichismo. Es una reacción frente al desvalimiento del Otro, frente a la
falta de significante en el Otro. Despues puede segregar un objeto, constituirse como sintoma y a traves de ese
objeto fobígeno, el sujeto mantiene una relación con el deseo. La fobia es la forma en que la angustia mantiene una
relación con el deseo, y el miedo brinda una protección ante la angustia.
Si hay objeto fobígeno, la angustia está allí presente. Si lo que hay es visión, negacion, negacion, sustitución, fetiche,
no hay presencia de la angustia.
El niño nace como objeto del otro. Y la fobia, mediante la construcción del objeto fobígeno, se vuelve un modo
singular de encontrar el corte, el golpe, la mordedura, para no desaparecer en el Otro. Es decir, se inventa un objeto
separador, que organiza el mundo para hacerlo más vivible. La fobia es un modo de liberarse de la identificación al
falo.
En el fetichismo hay negación de diferencia sexual.
Freud habla de la percepción visual de la ausencia de un órgano real en la mujer. Lacan lo precisa y dice: no se trata
de lo real, sino del falo imaginario y simbólico. Y ordena su argumentación en 3 tiempos
1° Tiempo: La madre no tiene falo El niño se ubica como falo para la madre
Por otro lado, tienen la misma función: protección frente al peligro de ser devorado por el deseo insaciable del Otro
materno.
Si decimos que hay ambigüedad respecto de la identificación fálica en el sujeto, en la estructura perversa, esa
ambigüedad puede expresarse en la conjunción de dos series: por un lado, la complicidad libidinal de la madre y, por
el otro, la complacencia silenciosa del padre.
Si en la historia de una estructura perversa encontramos evidencias de seducción materna, es decir, el niño actúa
como sustento de la actividad libidinal de la madre, es seducido y alentado por una madre que lo ubica en esa
posición. Por otro lado, ese sujeto se enfrenta a cierto mutismo materno en relación a aquello que tenía que ver con
su deseo en relación al padre. La madre respecto de su deseo del padre, nada dice. En ese sentido, frente a esa
situación en donde, por un lado, el niño es alentado y llamado a ocupar ese lugar de sustento libidinal de la madre, y
además se verifica cierto silencio respecto de que ella pudiera desear algo en el padre, se configura cierta relación
donde el padre aparece como un intruso que en la medida en que esa madre guarda ese silencio, es convalidado
como intruso. Como subsiste ese equívoco perturbador, esto produce cierto esfuerzo cada vez mayor del niño con la
esperanza de descartar toda duda respecto de la intrusión paterna. Esta situación, es decir, clara rivalidad fálica, es el
campo en el cual la tentación de burlarse de la instancia paterna encuentra su origen por el lado del desafío, el cual
es un rasgo de la estructura perversa. El silencio o, a veces, cierta explicitación o cierto uso de la mentira, es decir,
que el niño se vea llevado a percibir la inconsistencia con que a veces esgrime cierta mediación de la instancia
paterna, por ej., primero aparece cautivo de la seducción materna, pero, a la vez, cierto dar a entender que hay
prohibición pero no la hay tanto, allí se gesta la transgresión. Desafío y transgresión son rasgos hallables en la
estructura perversa.
A diferencia de lo que podíamos encontrar en la estructura de la nss obs, en donde puede aparecer cierta duda, pero
no esta este juego mentiroso de la madre. La otra cuestión diferente en la estructura edípica perversa viene por el
reforzamiento que todo esto tiene por el lado de la posición paterna. Si en este caso podemos hablar de
complacencia silenciosa del padre es por la actitud que presenta para delegar su propia palabra a través de la de la
madre con toda la ambigüedad que eso supone. Lacan hace un juego de palabras y dice en la perversión hay una
versión del padre (per). O sea, hay padre en la estructura. La significación de la ley se mantiene aunque esta
delegada de manera problemática a la iniciativa materna. Es decir, el niño no se encuentra sometido a una ley
materna del deseo que no tiene ninguna referencia a la ley del padre. No es una madre fuera de la ley , es una madre
fálica. Quiere decir que el niño permanece confrontado con una significación del deseo referido al nombre del padre,
porque sino seria psicosis, pero esa significación del deseo sometido a la ley del deseo del otro no esta
esencialmente significado del lado paterno. Es decir, la complacencia paterna mantiene el equívoco en la simple
medida que permite que el discurso de la madre se haga embajador de la prohibición, porque estamos frente a una
madre seductora que alienta al hijo a hacerla gozar y una madre prohibidora que hace de intermediaria de la palabra
simbólica del padre.
Lo cual produce la siguiente situación: el niño se encuentra capturado, tiene como consecuencia alimentar en él el
fantasma de la madre todopoderosa, de una madre, fálica, investida, y es esa imago, la de la madre fálica, la que va a
predeterminar la relación en la estructura perversa, que se mantendrá posteriormente con otras mujeres. Es decir,
mujeres a las que no renunciará, sin perjuicio de intentar encontrarlas en la persona de otros hombres.
La mujer que encarnará a la madre fálica será fantasmatizada como una mujer totalmente idealizada, y en esta
idealización, el perverso sigue protegiéndose de la madre como objeto de deseo posible. Es decir, esta mujer
idealizada como todopoderosa en algún sentido, no solo es virgen de todo deseo, sino que también es objeto
intocable, en ese sentido, fuera de alcance, prohibido. Es decir, para el niño constituye el prototipo ideal femenino
del que no puede esperar nada más que protección, es decir, hay ciertas mujeres que ejercen un papel privilegiado,
idealizado, por ejemplo, en ciertos homosexuales masculinos. Pero la mujer también puede encarnar a la madre
repelente, repugnante, por estar sexuada, a una madre tan deseable como ambiguamente deseante frente al padre.
Esa mujer madre es relegada al rango de prostituta, objeto abyecto, ofrecido al deseo de todos, es la mujer marcada
por el horror de la castración, es decir, sexo castrado y fantasmatizado como herida repelente y peligrosa frente a la
cual es preciso alejarse.
Una parte de los perversos han borrado de su programa, la diferencia entre los sexos. Sólo los de su mismo sexo
pueden excitar sus deseos sexuales; los otros, y sobre todo sus partes sexuales , no constituyen para ellos objeto
sexual alguno y, en los casos extremos, les provocan repugnancia. Han renunciado así, a participar en la
reproducción.
Los dividimos en 2 grupos: aquellos en que se ha mudado el objeto sexual (como en el caso de los homosexuales) y
aquellos en quienes principalmente se alteró la meta sexual.
Renunciaron a la unión de los dos genitales y en el acto Perversos que han establecido como meta de los
sexual los sustituyen, con un compañero, por otra parte deseos sexuales lo que normalmente es sólo una acción
o región del cuerpo; al hacerlo se sobreponen a la falta preliminar y preparatoria. Son los que anhelan mirar y
del dispositivo orgánico y al impedimento del asco. palpar a la otra persona, o contemplarla en sus
Después siguen otros para los que cuentan los funciones íntimas; o los que desnudan las partes
genitales, no a causa de sus funciones sexuales, sino pudendas de su cuerpo con la oscura esperanza de ser
por razones anatómicas y motivos de proximidad. recompensados con una acción idéntica del otro.
Otros, han resignado enteramente como objeto los Después siguen los enigmáticos sádicos, cuya aspiracion
genitales, reemplazandolos por otra parte del cuerpo a es infligir dolores y martirizar a su objeto, desde
la condición de objeto anhelado (ej. una trenza) muestras de humillación hasta graves daños corporales.
Vienen después los que no se interesan ni siquiera por Luego se encuentran los masoquistas, cuyo unico placer
una parte del cuerpo, pues una pieza de indumentaria es soportar de su objeto amado toda clase de
les llena todos los deseos (ej: un zapato). Son los humillaciones y martirios, tanto en forma simbóloca
fetichistas. como real. Otros, en quienes varias de estas
También estan las personas que reclaman el objeto condiciones se unen y entrelazan.
total, pero le hacer determinadas demandas, raras u
horrendas, incluida la de que se convierta en un
cadaver inerme, y llevados por una compulsion criminal
hacen lo preciso para poder gozarlo así.
En muchos casos, son provocadas o activadas por el hecho de que unas circunstancias pasajeras o ciertas
instituciones sociales permanentes opusieron dificultades excesivas a una satisfacción normal de la pulsión sexual. En
otros casos, las inclinaciones a la perversión son por completo independientes de tales condiciones favorecedoras;
son el modo normal de vida sexual para ese individuo.
Todas las inclinaciones perversas arraigan en la infancia; los niños tienen toda la disposición a ellas y la ponen en
práctica en una medida que corresponde a su inmadurez. La sexualidad perversa no es otra cosa que la sexualidad
infantil aumentada y descompuesta en sus mociones singulares.
El carácter común a todas las perversiones es que han abandonado la meta de la reproducción. Llamamos perversa a
la práctica sexual cuando ha renunciado a dicha meta y persigue la ganancia de placer como meta autónoma.
Según Lacan
Cuando Lacan se interesa en la perversión su lectura está atravesada por su trípode (Real, Imaginario y Simbólico),
ordena esto en 3 tiempos:
1° tiempo: la madre no tiene el falo. Para el niño que no es psicótico la significación del deseo de la madre no está
forcluida, designa lo que le falta. Es decir, el significado del falo como significante de su deseo; a la madre le falta,
desea, falo. Freud dice que la salida del complejo de edipo de la madre implica la ecuación simbólica pene-hijo, ese
simbólico no carece de efecto sobre lo imaginario y si el niño ha recibido de la madre la significación fálica de su falta
(el niño le significa el falo faltante) puede hacerse ese niño para ella objeto fálico como imagen. Se constituye así ese
niño en el falo imaginario de la madre (Lacan lo anota como fi minúscula). El sujeto varón o niña es por la imagen de
su yo lo que le falta a la madre. Esa es la puesta del no psicótico, la madre no tiene falo, yo el niño lo soy para ella.
2° tiempo: tiempo de la angustia. Esta posición de ser el falo imaginario de la madre no es evidente por sí misma, es
siempre la cuestión de saber porque medio dará el niño ese objeto del cual su madre carece. Todo el camino en
torno al cual el Yo conquista su estabilidad se construye en la medida en que el muestra a su madre lo que no es, si,
¿pero cómo estar a la altura del deseo de la madre? De lo imposible de responder a eso nace la angustia de
castración. En el seminario 5 dice “si hay castración la hay en cuanto el complejo de Edipo es castración, pero no por
nada se advirtió de manera tenebrosa que la castración tenía tanta relación con la madre como con el padre. La
castración de la madre implica para el niño la posibilidad de la decoración y el mordisco, ser el objeto fálico
imaginario para colmar el deseo de la madre es la angustia misma de ser tragado por ella". Freud hablaba de horror
a la castración en la mujer y lo decía con referencia al fetichismo, Lacan lo sigue ahí y dice la perversión se origina allí
como consecuencia de la angustia.
3° tiempo: la madre tiene falo, se da la renegación de la primer posición según la cual la madre no tiene el falo. Se
postula al fetiche como sustituto del falo faltante, ahí donde falta en ella el falo simbólico el sujeto sitúa un fetiche
como falo imaginario.
Lacan dice en el Seminario 5 "la mujer por lo tanto tiene el falo en el marco del hecho de no tenerlo", por eso es una
cosa y la otra. Hay un clivaje, hay una disyunción, hay una división psíquica. El fetichismo en este momento de la
obra de Lacan se convierte en el paradigma de toda perversión. El splitting (aquello que deviene de la escisión) por el
lado del objeto materno tiene como efecto la división por el lado del sujeto, él es el falo y no lo es porque la madre
no lo tiene como deseante y lo tiene como fetiche en cuanto está colmada. Es así como el sujeto va a parar a una
posición singular, no elige entre ser o no ser el falo.
El fetiche es una defensa contra la angustia del deseo de la madre, por eso tiene la misma función que la fobia:
instalar una protección en un puesto de avanzada frente al peligro de ser devorado por el deseo insaciable del otro
materno.
Para Lacan, la inclusión de los 3 registros es lo que permite entender la idea que Freud sostiene en 1910 con
Leonardo, de fundar la perversión sobre la renegación de la diferencia sexual. No se trata del pene real sin el falo en
lo simbólico, y el zapato, el pie, como imágenes fálicas pero que solo son descifrables si se presenta como simbólico;
hay ahí un elemento imaginario que tiene valor simbólico.
Seminario 10: La angustia
Clase XI: El deseo se presenta como voluntad de goce. Incluso en la perversión, donde el deseo se presenta como lo
que hace la ley, o sea, como una subversión de la ley, es soporte de una ley. Lacan dice que lo que aparece desde el
exterior como satisfacción sin freno es defensa, y puesta en ejercicio de una ley en tanto que frena, suspende,
detiene al sujeto en su camino al goce. La voluntad de goce en el perverso es una voluntad que fracasa, que
encuentra su propio límite, su propio freno, en el ejercicio mismo del deseo. El perverso no sabe al servicio de que
goce ejerce su actividada. En ningún caso es al servicio del suyo.
Por ejemplo, el masoquista sabe que el es Otro quien goza, el perverso no sabe que goza. Lo que se le escapa es que
cree que lo que busca es el goce del Otro y porque lo cree es que no es esto lo que busca. Lo que se le escapa es que
busca la angustia del Otro.
En el seminario anterior, Lacan afirma que la angustia es la manifestación específica del deseo del Otro. La señal de
angustia se enciende en el yo, para que el sujeto sea advertido de algo, de un deseo. Solicita mi pérdida para que el
Otro se encuentre en ella. Es esto la angustia.
Clase XII: Para que se dé la angustia, el sujeto ha de estar más íntimamente implicado, como el masoquista o sádico.
Lo que plantea Lacan respecto al masoquista, es que su fantasma de ser el objeto de goce del Otro, enmascara lo que
busca, la respuesta a esta caída esencial del sujeto en la miseria, el desecho, busca la respuesta en el Otro que es la
angustia. Podríamos decir la angustia de Dios.
En el sádico la angustia está menos escondida, en la delantera de su fantasma que hace de la angustia de la víctima
una condición necesaria. Pero esto mismo nos ha de hacer desconfiar. Está claro que para él la referencia al Otro es
esencial, forma parte de su alcance. Y ¿qué busca? Lacan toma los textos de Sade para señalar que lo que se busca es
el revés del sujeto (ponerlo al revés).
Con los dos (masoquista y sádico) nos muestra el juego de ocultación de la angustia y del objeto, llevados a un primer
plano, uno a expensas del otro. Es el lazo radical de la angustia al objeto en tanto que cae, su función esencial de ser
el resto del sujeto, resto como real (estatuto real de estos objetos). Efectivamente la angustia aparece en la
separación y esos objetos son separables, porque tienen ya el carácter de objetos enganchados.
Lo que en cada uno de ellos está en el nivel de la angustia, velado, oculto, aparece en el otro como metal. Hay
ocultación de la angustia en el sadismo, del objeto a en el masoquismo. El sadismo no es el reverso del masoquismo.
Lo que se oculta tras la búsqueda de la angustia del Otro en el sadismo es la búsqueda del objeto a.
Marta Gerez: Perversión y fantasma perverso
¿Perversión o psicopatía? Desde el psicoanálisis, a veces se refiere a la perversión como un vínculo transgresor con la
ley. Pero si esto no se especifica, se puede confundir perversión con psicopatía, sociopatía o caracteropatías.
En principio, conviene separar la perversión de la psicopatía, ya que son categorías que provienen de campos
referenciales diferentes. La perversión desde el psicoanálisis y la psicopatía desde el DSM y psiquiatría.
Freud y Lacan mencionaron el término psicopatía 3 veces, mientras que el término perversión fue usado en muchas
ocasiones. Esto muestra que el término perversión tiene su sitio en el psicoanálisis. La psicopatía, en cambio, se coló
desde el campo psiquiátrico, y se quedó para producir estragos terminológicos, diagnósticas y estigmatizantes.
En realidad, dice la autora, son los manuales del DSM, donde aparecen diagnósticos con definiciones que sirven para
todos, lo que significa que no sirven para nada.
El perverso y la ley: En el Seminario 10 “La Angustia”, al jerarquizar el objeto a Lacan plantea que el deseo es siempre
perverso porque siempre implica transgredir una ley, siempre está vinculado a lo prohibido, lo deseado. En esa línea
trabaja en su escrito “Kant con Sade” donde enfatiza una cuestión en particular, no tanto la oposición ley-deseo, sino
deseo-ley por un lado vs. goce por el otro. En Lacan el goce va a referirse a lo que él denomina el usufructo de la
cosa, sobre la cual viene la ley y es esa ley la que hace al deseo. El perverso y el neurótico están ubicados dentro de
la dialéctica deseo-ley no hay quien pueda acceder al goce inefable de la cosa, porque siempre hay mediación del
significante para acceder al objeto. La perversión como estructura está situada dentro de la dialéctica del deseo, una
cosa es ver cómo transgrede el neurótico y como lo hace el perverso, pero siempre ambos van a ser referidos al
límite de la estructura y este es que no hay acceso directo a la cosa. Sobre la versión de que el perverso tiene acceso
a un goce infinito, dice Lacan que es pura imaginería neurótica. El perverso no llega tan lejos en la obtención de goce
y es por eso que también Lacan ahí va a exponer su concepción de la renegación respecto de la perversión.
Cuando Lacan dice el deseo es perverso, está diciendo que no hay objeto natural para el deseo, correlativo a los
sexos. Los objetos del deseo siempre son el resultado de una sustitución y desplazamiento.
Lacan dice que el perverso en realidad es el que más afianzado a la ley está. El perverso no desafía la ley, sino que la
hace cumplir ciegamente, por lo que afirmo que son los últimos creyentes porque se trata más que de transgresión
de impostura perversa que precisa del fetiche como condición para tapar la castración del Otro.
El fantasma perverso y el fetiche: El giro de la enseñanza lacaniana en el Seminario 10 tiene que ver en el modo de
conceptualizar el fetiche, porque una vez que formula su concepto del objeto a ya no va a poner el acento en el
fetiche relacionado con el falo. Va a pensar más en términos del objeto a al fetiche, como el objeto que tapona la
castración del Otro. El fetiche asume una fijeza, una monotonía, y dice Lacan que no todo sujeto que gusta del
mechón de cabello es alguien que es fetichista, se necesita algo más que eso, el problema es si busca sólo el mechón
más allá de quién lo porte.
En el Seminario 10 replantea la estructura perversa donde el fetiche va a ser causa del sadismo y masoquismo. Es
decir, la estructura del fantasma perverso es lo que estudia Lacan y ahí el fetiche no es el objetivo del goce del
perverso, sino, el objeto causa del goce del perverso. Lacan dice que es petrificado a ese objeto que obtiene una
particular posición en el fantasma perverso y es que en la perversión el sujeto se sirve del fetiche para sostener su
deseo y su goce que se halla del lado del objeto.
Es decir, tomando la estructura del fantasma perverso la siguiente forma (gráfico 1) el deseo perverso (d-a)
soportado por el fetiche sustenta la voluntad de goce (Vg) que produce la afanisis, el desmayo, la angustia del
partener ($) estratagema con la que intenta tapar la castración del otro y producir un sujeto puro, no barrado (S). Tal
es el cálculo del sujeto en la perversión, condición de más para angustiar a cualquier partener y para hacer
sumamente dificultosa la instauración de la transferencia, la cual es difícil porque no duda, no se inquieta como el
neurótico.
Fórmulas de Lacan:
d—a deseo perverso
Vg---- voluntad de goce
$-- afanasis desmayo del partener
s--- sujeto puro no castrado
Sólo la lógica del fantasma hace posible distinguir la posición del sujeto ante el deseo del Otro tanto como neurótico
y perverso, esa lógica es lo que lo hace neurótico o perverso. "Si el Otro nunca es autentificable por completo es
porque está castrado y esto es lo que no soportan ni el neurótico ni el perverso, anhelan un Otro autentificable, mas
aún se ofrecen para autentificarlo para así suponer que cuentan con su garantías". Neurótico y perverso difieren en
la manera en que intenta autentificar al Otro: el perverso es más leal, en ellos funciona de manera distinta la
renegación. El neurótico no quiere ver la falta del Otro, pero no es categórico, termina soportando que no sea así; el
perverso en cambio es tajante en la renegación y por eso su jugada es más fuerte, no la tapa con el falo imaginario la
tapa con el fetiche y de allí obtiene su certidumbre. Por eso es que Lacan va a ver la diferencia entre el fantasma del
neurótico y el del perverso, es decir, como el neurótico enmarca en el fantasma el objeto y como lo hace el perverso.
Gráfico 2. La división subjetiva en la neurosis está plenamente del lado del Otro, en la perversión en cambio el sujeto
se sirve del fetiche para sostener el deseo que se allá del lado del objeto asumiendo la estructura del fantasma
perverso la siguiente forma tomando el trazo del gráfico 1. Esto del deseo apoyado en el objeto sustenta la voluntad
de goce que va a producir la angustia, la afanisis del sujeto, en el afán de sostener un sujeto puro de goce. Se marca
así una divisoria en la que en la neurosis el objeto queda como resto de la operación del sujeto en el campo del otro,
el sujeto se hace la pregunta ¿que significo para el Otro? en términos de una división y el resto de eso va a dar como
resultado un objeto. En la perversión en cambio el objeto queda en la zona del sujeto (el perverso se coloca como
objeto), todo lo cual habla de las profundas impases del establecimiento de la transferencia en esta posición, así
como del interrogante sobre la verdadera posibilidad del análisis del perverso.
El neurótico todo el tiempo está en la incertidumbre, ¿como me quiere? ¿que me quiere? no soy el falo del otro. En
el perverso es al revés, hay certidumbre y por lo tanto si del lado del neurótico está el “no soy”, del lado del perverso
está el “no pienso, no dudo”. Desde lugar de objeto el perverso produce la división en el sujeto, en el partener; el
perverso se coloca como objeto que produce la división en el Otro.
En Kant con Sade (gráfico 4) ubica la voluntad de goce del lado del perverso que produce el desmayo del partener,
esa voluntad de goce, ese saber sobre el goce, esa certidumbre, difícilmente va a producir que se establezca respecto
del análisis una suposición de saber. Si el análisis requiere de una suposición de saber del analista, difícilmente el que
sabe sobre el goce vaya a poder ubicarse en la posición de analizante. Para Lacan en la perversión la transferencia y
el análisis se dificulta.
Seminario 16
Lacan profundiza la idea de la posición del sujeto perverso como identificado con el objeto a para servir como
instrumento del goce del Otro. Trabaja la idea de diagnóstico diferencial que diferencia neurosis, perversión y
psicosis: A diferencia del psicótico, en el neurótico y en el perverso el goce está separado del cuerpo y del Otro, pero
en este último su posición subjetiva está orientada a recuperar el goce perdido y devolverlo al otro.
Neurosis Clínica de la Se constituye un cuerpo vaciado de goce. Goce autoerótico, masturbatorio,
pregunta Goce fuera del cuerpo y fuera del Otro no necesita de otro real, solo al
fantasma.
Perversión Clínica de la El goce está perdido, como en la nss, Goce solo en el acto junto a su
demostración pero hay una voluntad de goce, la partener real, por medio del cual se
orientación hacia su recuperación. cumple la relación con el Otro.
En este seminario dice que la neurosis, psicosis y perversión son estructuras subjetivas, hombre y mujer también, en
el entrecruzamiento de ambas se producen diferencias. El sexo masculino es el sexo débil respecto de la perversión,
es el que es más factible que sea perverso porque estamos ligando la perversión a la angustia de castración, y esta
funciona con más especificidad en el hombre.
El neurótico siempre se defiende del Otro, está en una posición de resistencia, ya sea del deseo o del goce del Otro.
Por eso, acentúa su propio deseo como imposible o insatisfecho. No rechaza su castración, sino que se niega a
ponerla al servicio del goce del Otro. El deseo del Otro siempre funciona como peligro, y la angustia emerge como
reacción ante un peligro.
Esto se observa en la fobia: cuando el sujeto está sin recursos frente al deseo del Otro, la angustia es una primera
respuesta y el comienzo de defensa contra ese deseo.El objeto fobígeno prolonga y da consistencia a esa defensa.
Está solución tiene por finalidad sostener el deseo del sujeto frente al deseo del Otro, no ser tragado
fantásticamente por el deseo del Otro (aunque la verdadera naturaleza del deseo es ser deseo del Otro).
El perverso, al contrario, registra el deseo del Otro, se pone en contacto con ese deseo, y lo manipula para
conducirlo a su cumplimiento, aunque con ciertas condiciones. El deseo del Otro no lo angustia, sino que usa la
angustia para ponerla al servicio del goce del Otro. Se trata de ser instrumento del Otro, es decir, que se dedica a
devolverle el objeto a al Otro.
En el perverso predomina el deseo. En relación con la mirada (exhibicionismo y voyeurismo) y en relación a la voz
(sadismo y masoquismo).
En el neurótico, la función del fantasma es la de sostener el deseo, porque no dispone de un deseo fuerte y decidido.
Las variedades de la neurosis se definen por la manera de sostener el deseo:
● En la histeria: el deseo es insatisfecho.
El neurótico es más bien cobarde, sostiene el deseo en el fantasma para darle consistencia que no conduce al acto. El
acto, verdadero cumplimiento de deseo, es evadido.
Se desea deseante, quiere creer que es un hombre de deseo. Se imagina que es un perverso para garantizarse al Otro
(asegurarse que existe).
En el perverso, la función del fantasma es la voluntad de goce. El perverso se imagina ser el Otro para asegurar su
goce. Sabe de las limitaciones y usa sus recursos para ponerse en su lugar e identificarse imaginariamente con el
otro para así guiarse en la elección y en el ritmo de los pasos de su acto.
Sabe que la relación sexual no existe, que no hay goce sexual, que el goce sexual es asexuado. El goce se obtiene a
partir de la negativización de un cierto órgano decisivo para el acto sexual, copulante. El perverso pondría en
evidencia su carácter accesorio. De allí que el perverso articula el fantasma en relación al goce del acto sexual, pero
refutando este acto.
El perverso es un demostrador. Hace evidente que la complementariedad entre hombre y mujer no existe, y que es
sustituida por otras oposiciones, por otros tipos de complementariedades.
● En las perversiones, llamadas por Freud, “pares de opuestos”: la sustitución es por la complementariedad
entre Objeto a y Otro.
Duda, no sabe. Es el lugar El que sabe es el Él sabe, sabe de la castración del Otro, de sus carencias, y
de la incertidumbre Otro cuáles son los objetos para colmarla, repararla.
Perversiones transitorias: son actos perversos. La perversión aparece en el neurótico como actos perversos, como
revés del síntoma, como goce del síntoma que siempre es goce de pulsiones parciales, perversas.
Exhibicionismo y voyeurismo:
En el acto exhibicionista es fundamental el otro, porque todo su acto está en relación con otro, y a través de él, con
el Otro. El éxito del acto perverso solo se alcanza cuando tiene alguna señal de que el otro ha sido alcanzado por su
acto, de que el otro se haya conmovido, le ha producido algún efecto. Aunque ese efecto sea de rechazo, de
displacer, el perverso sabe que el goce y el verdadero deseo están más allá del principio de placer.
Busca su complicidad. Lo que le importa al perverso no son las creencias conscientes del otro, sino que busca su
complicidad en el nivel donde el otro está interesado en su deseo y en su goce, aunque el otro no lo sepa, el perverso
lo sabe.
Un acto perverso exhibicionista no ocurre nunca en privado, sino en un lugar publicó. El Otro debe formar parte del
acto para que sea logrado, además del semejante víctima otro, donde aparece su mirada como objeto a para colmar
la carencia del Otro.
En ambo casos, el sujeto se encuentra frente al objeto del fantasma en la denominada hendidura. Abertura a un
deseo que no es propio, sino que es deseo del Otro.
El reverso de esta estructura es el fantasma de la escena primaria, escena traumática . Aquí el sujeto está en un lugar
traumático , está involucrado de alguna manera y sin saber porque. En el acto perverso, esto está dado vuelta y
revertido hacia el otro, a quien el perverso no le ahorra la vivencia de angustia.
Sadismo-masoquismo:
El acto sádico está dirigido al Otro. El sádico es un funcionario y fiel servidor de un ser supremo a quien le debe
facilitar las vías para que alcance el goce. Apunta a la angustia de su víctima más que a su sufrimiento corporal, a
dejarlo despojado de toda convicción , provocar la caída de lo que creía amar y ser, reducirlo a su máxima división.
Por eso, el sádico encarna el instrumento, el látigo, es la voz que ordena, que impone.
En el masoquismo, el sujeto, de manera manifiesta, se hace objeto para servir de instrumento al goce del Otro. La
satisfacción masoquista se produce cuando aparece el gesto de goce en el otro semejante. Pero ese goce está en el
fantasma del perverso, no necesariamente en el otro.
La perversidad se refería a un tipo de malignidad actuante, en el individuo, en algunos de sus actos y de sus
conductas. Se nos remite al lugar de las apreciaciones morales del comportamiento. Según Henri Ey, se trataría de
una elección inmoral en las reglas normativas del comportamiento.
Con la entrada del factor patológico, dejamos el terreno de la perversidad para abordar una disposición que participa
de la perversión propiamente dicha.
Perversiones instintivas: Está pertenece a un campo de aptitudes patológicas permanentes del ser, es decir, a una
desviación de las tendencias normales.
Retrato-robot del perverso: El perverso regula su conducta sobre la realización de sus deseo, de sus apetitos, sin
consideración por lo que se puede llamar el sentimiento de la dignidad individual y el respeto del otro. El “sentido
moral” no existe ciertamente como tal. El individuo se adapta más o menos bien a la vida social, es más o menos
apto para conocer y comprender las restricciones que le impone, otorga más o menos consentimiento a sus
restricciones. La perversión se aprehende así en un registro idéntico al de la delincuencia y le corresponde el mismo
tipo de cuidado.
Perversiones sexuales: sería toda tendencia a buscar la satisfacción sexual fuera del acoplamiento fisiológico con un
sujeto de la misma especie y de sexo opuesto. Se ordenan en: las perversiones con respecto a su objeto
(homosexualidad, pedofilia, necrofilia y bestialismo), con respecto a su medio (fetichismo, sadismo, masoquismo) y
aquellos sujetos que obtienen su satisfacción sexual completa con los actos preliminares del acoplamiento
(voyeuristas, exhibicionistas y manoseadores). Etiología psicogenetica.
En “Las aberraciones sexuales”, Freud abarca en su totalidad el campo psicopatológico de las perversiones tal como
está delimitado en los autores clásicos. El concepto de pulsión, le permite definir el lugar de las aberraciones
sexuales según una doble determinación: sea como una desviación respecto al objeto de la pulsión sexual, o como
una desviación relativa a su fin.
1. Bajo el título de “aberraciones sexuales”, Freud retoma una perspectiva de enfoque absolutamente clásica.
La originalidad freudiana reside en el hecho de que las aberraciones sexuales se apoyan en el concepto de pulsión.
2. La oposición clásica inversión/perversión parece corresponder al par desviación con respecto al objeto /
desviación con respecto al fin. Freud introduce el término perversión en el capítulo de las desviaciones relacionadas
con el fin sexual.
3. El texto freudiano se vuelca hacia consideraciones cada vez más generales sobre la sexualidad.
La perversión no deja de señalar una cierta plasticidad del proceso de la pulsión sexual. Está modificacion en el fin
del proceso pulsional encuentra un lugar casi legítimo en la vida sexual de los sujetos. Efectúa una aproximación
directa entre nss y perversión: los síntomas no se desarrollan nunca a costa de la pulsión sexual normal, sino que
representan una conversión de aquellas pulsiones que deberían ser llamadas perversas. Los síntomas se originan a
costa de la sexualidad anormal. La neurosis es el negativo de la perversión.
El estudio de las perversiones conduce así a Freud a la idea de pulsión parcial a la cual consagra todo un desarrollo.
En los neuróticos como en los niños, las pulsiones parciales dialectizan el conjunto de la dinámica sexual. La
perversidad polimorfa e instituye en el núcleo de la organización sexual infantil porque la sexualidad perversa está
sujeta a la predominancia de las pulsiones parciales. Estos componentes pulsionales de la sexualidad en un principio
autónomos, se organizaran secundariamente, en la pubertad, bajo el primado de la zona genital.
En razón del funcionamiento de sus componentes parciales, la sexualidad del niño es necesariamente perversa,
puesto que el juego de las actividades sexuales parcelarias impone otros objetos y otros fines que el objeto y el fin
sexual normal. La organización de las perversiones en el adulto encuentra su explicación en la reaparición de uno o
varios componentes de la sexualidad infantil. Las perversiones resultan de una regresión a un estadio anterior de la
evolución libidinal donde el sujeto quedaría fijado.
En “Pulsiones y destinos de las pulsiones” define el fin y objeto de la pulsión. El fin es siempre la satisfacción que solo
puede ser alcanzada por la supresión del estado de excitación de la fuente de la pulsión. Es invariable. Mientras que
el objeto es aquel en el cual o por medio del cual la pulsión puede alcanzar su satisfacción. Es lo más variable de la
pulsión.
El estudio de la sexualidad infantil es la prueba de que no existe esa especificidad sino más bien una pluralidad de
objetos y de fines.
Freud determina cuatro tipo de destinos pulsionales: la represión, la sublimación, la transformación en lo contrario y
la orientación contra la persona propia.
En la transformación en lo contrario hay dos mecanismos diferentes: la transición de una pulsión de la actividad a la
pasividad (ejemplifica con el par sadismo / masoquismo, el fin activo es sustituido por el pasivo) y la transformación
del contenido (ejemplifica con transformación de amor a odio).
En la orientación contra la propia persona, hay cambio de objeto mientras que el fin sigue idéntico. Freud lo muestra
con que el masoquismo es un sadismo dirigido contra el propio yo y que la exhibición entraña la contemplaciòn del
propio cuerpo. El masoquista comparte el goce activo de la agresión de su propia persona y el exhibicionista el
resultante de la desnudez de su propio cuerpo.
Las perversiones actualizan modos de satisfacciones sexuales bastante idénticos a los que actúan en todas las
psiconeurosis.
Negación: Freud introduce este concepto en relación directa con la castración, supone a la negación como un
proceso de defensa con respecto a la castración. Lo fundamenta con la reacción frente a la percepción de la falta de
pene en la niña. Ante esto, niegan la falta, creen ver el miembro y salvan la contradicción entre observación y
prejuicio, pretendiendo que el órgano es todavía muy pequeño y crecera. Poco a poco llegan a la conclusión de que
la niña poseía al principio un miembro análogo al suyo, del cual, luego, fue despojada, castrada. Lo que hace surgir el
temor a la posibilidad de una mutilación análoga.
Por otro lado, Freud establece una interrelación entre negación y psicosis, suponiendo que este mecanismo de
defensa introduce la psicosis. En este momento, Freud dice que la negación actúa sobre la realidad exterior y no ya
directamente sobre la realidad de la ausencia de pene en la madre.
También argumenta que la negación se pone en paralelo con la represión: la represión aparece como el mecanismo
inductor de la neurosis, y la negación la describe como un proceso inductor de la psicosis. La represión se refiere
selectivamente a formaciones psíquicas que se presentan como exigencias del Ello, mientras que la negación es una
recusación de ciertos aspectos de la realidad. Al mismo tiempo, la negación no constituye un criterio de
discriminación suficiente de la psicosis, ya que la negación incide en todos los sujetos, aunque solo sea bajo la forma
de negación de la castración.
Lo que sí diferencia a la psicosis de la neurosis es aquello sobre lo que actúa la negación: en la neurosis se evita un
trozo de la realidad, osea no niega la realidad, sino que se limita a no saber nada de ella. En cambio, en la psicosis, a
la fuga inicial sigue una fase activa de reconstrucción, es decir, niega la realidad e intenta sustituirla.
En “El fetichismo”, contrariamente a lo que había creído en un principio, la negación de la realidad no es específica
de las manifestaciones psicóticas, puesto que se la encuentra ilustrada en la perversión. Freud asociara la negación
de la realidad con la escisión del yo. En el caso del fetichismo, la negación de la realidad actúa selectivamente sobre
la ausencia de pene en la madre. En esta perversión, lo que reina es la persistencia de esta actitud infantil. Está idea
viene a reforzar la hipótesis de la persistencia del funcionamiento de las pulsiones parciales a causa de una regresión
y de una fijación en un estadio de la evolución sexual infantil.
En otros términos, Freud presenta un mecanismo de defensa desarrollado con respecto a una realidad percibida,
como un proceso constitutivo de la organización perversa, susceptible de conjurara la angustia de castración: el niño
se había negado a tomar conocimiento de la realidad de su percepción: la mujer no tiene pene, porque si la mujer
está castrada, una amenaza pesa sobre la posesión de su propio pene, contra lo cual se rebela esa porción de
narcisismo con que la naturaleza provisoria dotó este òrgano.
Freud articula el lazo entre negación y represión: si se quiere separar en el proceso patológico el destino de la
representación del afecto y reservar la expresión “represión” para el afecto, para el destino de la represión sería
justo decir “negación”.
La elaboración del objeto fetiche es la formación de compromiso que interviene entre dos fuerzas psíquicas en
conflicto: la percepción no deseada y la fuerza del deseo opuesto.
La función de la negación en el fetichismo: el fetichista se rehúsa a creer en la falta de pende de la mujer, porque
representa la prueba de la posibilidad de su propia castración. Por eso se aferra a la convicción opuesta. Pero la
percepción, aunque negada, ha actuado lo mismo en el sujeto, a pesar de todo, no osea pretender que vio
verdaderamente un pene. Entonces, elige alguna otra cosa al que atribuye el rol de ese pene del que no puede
prescindir. El sujeto se ha creado un fetichismo a fin de destruir toda prueba de una posibilidad de castración, y para
escapar así al temor de la castración.
Escisión psíquica del sujeto:este proceso no se encuentra solo en el fetichista. En el fetichista hay dos actitudes que
persisten a lo largo de la vida sin influenciarse mutuamente, lo que es admitir que el perverso no llega totalmente a
separar su yo de la realidad exterior.
Freud termina por afirmar que la distinción radical entre las perversiones y las neurosis supone una diferencia de
orden topográfico y estructural. En la neurosis estamos en el seno de una topografía intersistémica puesto que las
representaciones inconciliables se sitúan entre el yo y el ello. Con las perversiones, nos situamos en una fotografía
intrasistémica porque las representación inconciliables cohabitan en el interior de un mismo sistema.
En el DSM, ya no se usa más el término “perversión”, sino que se la denomina “parafilia”. . El único que sigue
hablando de perversión es el psicoanálisis. No solo se utiliza el término parafilias sino que entre estas han quedado
eliminadas la homosexualidad masculina y femenina. Dentro de las parafilias se encuentran los siguientes
diagnósticos: exhibicionismo, fetichismo, froteurismo (la búsqueda de placer frotando una persona en lugares
concurridos), pedofilia, masoquismo sexua, sadismo sexual, voyeurismo. Si lo hiciste durante 6 veces, varias veces al
día, tenés un diagnóstico. Como es común en sus diagnósticos, la clasificación del DSM exige que durante seis meses
haya fantasías recurrentes y altamente excitantes, impulsos sexuales o comportamientos. Está dicho de manera
excluyente, es decir, no es necesario que incluya el acto sexual que es caracterizado por el psicoanálisis como
perverso.
Acá hay algo que entra en contradicción, porque lo que el DSM 4 caracteriza como parafilias se define en función de
provocar malestar clínicamente significativo. Es decir que si es bien tolerado no habría necesidad de realizar un
diagnóstico. En psicoanálisis se dice que no es común que venga el perverso, porque si el perverso viene a análisis no
va a venir por su fetiche, va a venir por otra cosa. Entonces, acá aparece como contradictorio si yo quiero hacer
diagnóstico, el sujeto no se hace ninguna pregunta con respecto a su goce, este goce es sin angustia y sin culpa. Si se
puede diagnosticar a alguien como parafílico cuando tiene fantasías recurrentes, aunque no llegue al acto y que esto
le provoque un malestar clínicamente significativo, ¿cómo hacemos un diagnóstico diferencial con un obsesivo? El
cual tiene fantasías perversas que pueden no concretarse nunca y provocarle sufrimiento.
La perversión desde el psicoanálisis, en “Tres ensayos sobre una teoría sexual”, Freud habla de aberraciones
sexuales, donde la cuestión está definida a partir de cómo se obtiene el goce sexual: trata del cambio de objeto,
cambio de zona o cuando el goce sexual depende de ciertas condiciones. Freud normaliza la perversión, haciéndola
formar parte de la constitución normal y al incluirla en los preliminares del acto sexual, en los síntomas neuróticos, y
al hacer esa definición clásica que es: “la neurosis es el negativo de la perversión”, con lo cual la referencia para
concebir la neurosis es la perversión.
Lacan invierte todo el tiempo esta frase diciendo: “La perversión es el negativo de la neurosis”. Refiere la neurosis a
la perversión, hace de la sexualidad una sexualidad perversa.
En la actualidad, se propone que el deseo entre los sexos no es un asunto de elección, sino que el órgano sexual
fundamental es el cerebro. La ciencia de hoy cree tener resuelta la cuestión de la sexualidad humana mediante
hipótesis no probadas que hacen del cerebro el órgano sexual decisivo.
Por otro lado, se encuentra la teoría Queer (raro en inglés), la cual establece la diferencia clara entre lo que es el
sexo y el género, y dice que el género es una construcción social. No hay papeles biológicamente o naturalmente
determinados. Rompen con la idea de una sexualidad natural. Rechaza las clasificaciones en términos de utilizar
categorías universales limitadas. Los géneros pueden aumentar, cambiar según la cultura y a lo largo de la vida de un
mismo sujeto.
Se trata de partir del principio de que toda identidad sexual es anómala. La perspectiva Queer es que el género se
auto designa, y va más allá de la autorización o legalización que puede hacer un otro, es el sujeto mismo el que tiene
que poder designar su propio género e inclusive modificarlo si así desea hacerlo.
En un caso se trata del cerebro, sus estructuras y alteraciones, en el otro, la perversión no existe, se trata de
construcción e identidad. Para el psicoanálisis la perversión existe y no hay posibilidad de una teoría de la exualidad
que excluya el goce, no hay localización de este en ninguna estructura neuronal.
Hay una discordancia: Por un lado, su discurso conserva ordenamiento significante. Por otro lado, esto contrasta con
el modo de vivir el cuerpo: un cuerpo expuesto todo el tiempo a situaciones de riesgo, a vivir emociones fuertes, o
conductas que se mimetizan con requerimientos de los ideales de la época, lo hacen también de un modo que habla
de un exceso, de un demasiado. Y que hace que a estos sujetos los veamos permanente de acting en acting o
bordeando peligrosamente el pasaje al acto.
Estos sujetos pueden estar expuestos a una promiscuidad sostenida, errancia (como sin lugar en el mundo),
desasosiego, dificultad para parar, un tipo de angustia expuesta pero que no se comporta como angustia señal, si no
que, se comporta al modo de una angustia al desnudo, rudimentaria, una angustia sin respuesta o que puede
mostrarla a través de diversos modos (anorexia, síntomas psicosomáticos, adicciones, etc).
El discurso podría ser neurótico, pero la vivencia del cuerpo no. No podría ubicarse de entrada en las estructuras
clínicas.
Los nuevos síntomas confrontan al psicoanalista con una clínica en la que hay que intervenir a partir de un orden
simbólico debilitado. Está clínica parece configurarse más allá de la clínica del principio del deseo, es irreductible a la
clínica del sujeto dividido.
En la época contemporánea el discurso capitalista, con su promoción del objeto-gadget como solución de la
"privación del ser" que habita al sujeto, y el discurso de la ciencia, que promociona el saber especializado como
solución al problema de la verdad, expulsan al sujeto del icc. Los nuevos síntomas son el efecto de esta expulsión.
La "cuestión preliminar" implica que se pueda tratar está expulsión-cancelación del sujeto del icc. Esto animado por
un punto de vista ético: la exigencia de hacer existir de nuevo al sujeto del icc. Si estamos dentro de la cuestión del
acting, estamos lejos del sujeto del icc. Entonces, ¿Cómo logramos convocar a ese sujeto del inconsciente? Mediante
la oferta analítica. Para que haya demanda, primero debemos ofertar. Debemos garantizar que el paciente se siente
realmente escuchado. Por ejemplo una persona va con un ataque de pánico, mucho no puede decir de lo que le
pasa, en el hospital lo primero que hacen es medicarla, nadie lo escucha. Es muy importante que el sujeto pueda
hablar de su historia. A eso simbólico delimitante, empezar a darle fuerza y que deje de padecer desde el acting.
Apalabrar.
Entonces, la problemática en el tratamiento preliminar en el proceso de la cura analítica, tiene que ver con poder
incluir al sujeto del icc.
¿Cómo introducir un nuevo significante para continuar haciendo existir al sujeto del icc?
1- La primera remite a la clínica de las psicosis, a la clínica de un sujeto que está en la imposibilidad de operar una
mediación simbólica que articule la castración simbólica con lo real del goce. En las psicosis no hay represión , por
ende no se produce la realización simbólica del sujeto del icc, pero sí un retorno en lo real de aquello que no pudo
ser simbolizado. En contraposición, en la clínica de la neurosis, lo real del goce recibe un tratamiento agenciado por
la operatividad de la metáfora paterna. El resultado es una castración del goce que inaugura simbólicamente el lugar
del sujeto.
La clínica de la psicosis se funda sobre el fallo de dicho tratamiento del goce, exigiendo una suplencia. Lacan propone
un tratamiento preliminar a partir del funcionamiento fallido del tratamiento preliminar de la operación de la
metáfora paterna. La clínica contemporánea se confronta con la debilidad estructural y generalizada de la metáfora
paterna, que hace irreductibles los nuevos síntomas al régimen significante de la equivalencia síntoma=metáfora.
2- La segunda dirección considerada remite a la dialéctica de la cura como tal. El tratamiento preliminar se configura
como tratamiento de la demanda. El presupuesto esencial para la existencia del sujeto icc es la oferta de la escucha
analitica, que prepara la inclusión del analista en el concepto mismo de icc.
Las entrevistas preliminares apuntan a una doble transformación de la demanda: una transformación ética de la
demanda: rectificación de la relación del sujeto con lo real (posición del sujeto que se declara inocente respecto del
sufrimiento que padece, consiste en indicar al sujeto la parte que él tiene en la fabricación y preservación de las
condiciones de su sufrimiento), y un transformación heurística: histerización del discurso (privilegia la dimensión
dinámica de la verdad, propiciar en el sujeto una pregunta sobre la causa de su sufrimiento).
La centralidad que adquiere en la actualidad la cuestión preliminar deriva del hecho de que la clínica de los síntomas
contemporáneos se manifiesta como una clínica más allá de la represión, en consecuencia como una clínica del
pasaje al acto más que como una clínica del retorno de lo reprimido. En esta predominancia del hacer respecto de la
simbolización, la clínica de los nuevos síntomas parece revelar su dimensión genéricamente psicótica.
La nueva cuestión preliminar impone ante todo una reflexión sobre el estatuto contemporáneo de la demanda. La
época del discurso capitalista es la época en la cual domina la demanda imaginaria del objeto, una "demanda
convulsiva", que aparece en un estado de continua solicitación, exasperación, acentuación. Es una demanda que se
presenta como abolición de la "dialéctica del deseo". La dialéctica del deseo indica que el deseo viene del Otro.
La demanda convulsiva que habita el discurso capitalista no es una demanda que se mantiene en relación al deseo;
se muestra más bien magnetizada por el objeto de goce. Es el discurso capitalista el que produce el vacío de objeto
(creando infinitas pseudoprivaciones), siendo el objeto capaz (ilusoriamente) de completarlo El deseo resulta
aplastado por la demanda. Es el objeto que muestra aquello que priva al sujeto y no la privacion del sujeto la que lo
conduce hacia el objeto siguiendo la metonimia del deseo.
Las leyes actuales del mercado no tienen en cuenta al sujeto, sólo la necesidad de producir nuevos objetos. En otras
palabras, el sujeto contemporáneo no va al supermercado para buscar aquello que lo priva. Contrariamente, es el
supermercado el que le indica al sujeto aquello que le falta.
La demanda melancólica, por otra parte, está vinculada a una excesiva presencia del objeto. El melancólico está en
el reverso del duelo, lo tiene en su yo. La cronicidad del duelo implica también el retiro del mundo por parte del
sujeto. La demanda implica en grado cero: demanda insistente de un objeto imposible. El sujeto se eclipsa y ya nada
interesa. Esa imposibilidad de simbolización del objeto perdido implica esa especie de rompimiento del lazo ahí
donde el sujeto se aísla. Nada le viene bien.
La función del análisis es permitir que el paciente deje actuar. Volver a esos dichos injuriantes, ponerlos en análisis,
poder darles otro sentido a esos significantes injuriantes, para que puedan ser otra cosa. Si uno logra que el paciente
traiga sueños ya estamos hablando más de un sujeto del icc, de un sujeto que está más del lado del retorno de lo
reprimido y ya no del lado del acting en acting.
La nueva cuestión preliminar impone ante todo una reflexión sobre el estatuto contemporáneo de la demanda. Ya de
por sí, cuando alguien empieza un análisis hay que ver dos o tres pasos antes para poder acceder a la demanda.
Justamente, si son pacientes que están al borde, están más del lado de la neurosis.
En la nueva clínica, la tríada clásica síntoma-demanda-transferencia, que caracteriza el tiempo preliminar en la
conducción de la cura de las neurosis se complejiza hasta desarticularse. Está desarticulacion es generada por el
hecho de que los nuevos síntomas no dan cuenta del sujeto dividido, pero si se configuran a su vez como un
tratamiento, vía perversión, de la división subjetiva. Vía perversión en el sentido de que dicho tratamiento adviene a
través del objeto o a través de un uso perverso del objeto que intenta cubrir la hiancia de la castración.
La instalación de la transferencia, del sujeto supuesto a saber, es algo muy complicado en este tipo de pacientes.
Si nosotros recibimos un paciente, nos encontramos ante un pedido, uno debe transformar ese pedido en una
demanda de análisis. Uno puede hablar de análisis cuando el síntoma está puesto en transferencia. Lo que sucede
actualmente es que, muchas veces, no hay una demanda. Lo difícil es poder articular la demanda, porque el síntoma
se escabulle de la transferencia. No hay síntoma, hay pasajes al acto, hay actuaciones.
Hay una nueva clínica, el síntoma es más a nivel de la pulsión, es lo que se llama “la clínica del goce”. Hay una
parálisis en la transferencia simbólica en tanto que la transferencia resulta alterada por el objeto de goce, no hay
espacio ni para la palabra, ni para su escucha. Más bien la dialéctica de la palabra, como la del deseo, parece
cancelada por la potencia de ésta transferencia fijada, ya no sobre el saber pero sí al objeto-insignia.
Si demanda-síntoma-transferencia están desarticuladas ¿cómo intervenir? La práctica bulímica o la toxicómana no
son en realidad formaciones del icc en el sentido clásico del término, no se organizan en un régimen significante,
pero sí se presentan como prácticas pulsionales, como pura “técnica” de goce que contrasta con el sujeto del icc.
Mientras que el sujeto parece acertar a simbolizar eficazmente la propia historia se nota que esta simbolización no
interfiere con la dimensión sintomática. Palabra y goce van en dos carriles paralelos, y las paralelas nunca se tocan.1
Entonces lo complicado es poder indicar al sujeto la parte que él tiene en la fabricación y preservación en las
condiciones de su sufrimiento. Esto es, implicarlo subjetivamente en esto que le pasa. Pero para esto primero
tenemos primero que rectificar la existencia de un Otro. Rectificar sería darle existencia, que el Otro participe, que
sea tenido en cuenta.
Si se trata de preparar las condiciones que hacen eficaz a una interpretación: es necesario operar preliminarmente
una rectificación del Otro antes que del sujeto para que palabra y goce se articulen. Primero hay que hacer el duelo
del objeto perdido para luego pensar en algo más allá. ¿Qué significa rectificar al Otro? Significa encarnar como
analista un Otro diferente de aquello real que el sujeto ha encontrado en su historia, y que se presenta como un Otro
incapaz de operar con la propia privación. Se trata ante todo de decir “sí” al sujeto, en consecuencia encarnar un
Otro que sabe no excluir, no cancelar, no rechazar, no callarse, no obturar, no sofocar, no atormentar. Esta nueva
configuración del Otro permite una nueva implicación del sujeto en un lazo posible con el Otro. En este sentido, se
puede afirmar que la rectificación del Otro tiene como finalidad implicar al sujeto, o bien en un lazo, o bien en una
transferencia con el Otro. Ahí recién inicia el análisis.
Debe ofertarse un lugar de sostén, éstos son pacientes que no han tenido un lugar de sostén. La nueva clínica
impone un cambio radical de la oferta, cómo uno se posiciona.
¿Cuál Otro-partenaire estamos en capacidad de ser para un sujeto que se presenta con un exceso de goce que
parece poner en entredicho el poder de la palabra y anular la existencia misma del icc? O sea, cómo poder
posicionarnos para permitir que estas personas que son puro acto, empiecen a confiar en los significantes. Nosotros
1
Silvia Amigo decía que el modo de presentarse el discurso de estos sujetos difiere totalmente de la acción, de sus actos. Justamente, palabra y goce no se
tocan, van por líneas paralelas.
nos tenemos que poner en lugar de sostén, de no rechazo, de no cancelar, para que estas personas puedan confiar
en el significante, en el Otro. Debemos intentar reintroducir el sujeto en una dialéctica vivible con el Otro.
En la época del otro que no existe o por qué no estuvo o porque estuvo de una manera asfixiante, el sujeto tiene que
encontrar en el analista otro Otro, un Otro que diga sí, que aloje, que escuche, que se tome el tiempo, etc. Esa es la
cuestión preliminar antes de ponerse a analizar.
La autora no ubica al borderline entre neurosis y psicosis, sino en el borde real de la neurosis. Esto lo justifica
diciendo que lo que caracteriza a la neurosis son las formaciones del icc, en especial el síntoma. No es cuestión de
descompletar el universo tripartito de psicosis-neurosis- perversión por la vía del establecimiento de estos híbridos;
pero tampoco es cuestión de forzar a estos pacientes a acomodarse dentro de las categorías que no les hacen lugar.
Cuando el sujeto no puede disponer de los recursos del significante –en especial del síntoma-, su presentación podrá
ser acting out, enfermedades psicosomáticas o a-dicciones (sin palabras). ¿Cómo conceptualizar esta falla? no es la
forclusión del significante Nombre del Padre lo que falla acá, lo que significaria psicosis. Hay una forclusión de otra
índole. En estos sujetos el significante fracasa en representar al sujeto para otro significante. Estos sujetos no llegan
al análisis representados por sus síntomas y articulando una pregunta en relación a él. Es más, en muchos casos, ni
siquiera se quejan de algún síntoma.
Todos ellos tienen en común la falta de confianza en el significante. No en relación a poder hablar, sino en relación a
hacerse representar por un síntoma. Habría en estos pacientes una llamativa ausencia de formaciones del icc (lapsus,
chiste, sueño, síntoma). Esto quiere decir que no está aquello que hace que un sujeto suponga que si habla puede
servir para algo, y que si habla alguien lo escucha, y que esa escucha va a dar como resultado significantes, y
significantes que van a ayudar respecto de aquello que padece. No está eso, porque eso es confianza en el
significante. Estos sujetos no confían en que hablar sirva para algo.
En la clínica de estos pacientes, se presentan tres particularidades:
1- Dificultades en la transferencia: hay sujetos en los que la transferencia no termina de instaurarse, lo que hace que
el analista se pregunte si se trata de un análisis, si hay demanda de análisis. Tenemos que contar con un sujeto que
esté estructuralmente dispuesto a suponer un Sujeto a su saber icc. Esto es que pueda instaurarse el Sujeto supuesto
Saber. Sin esta suposición no tiene ningún sentido hablar. El sujeto tiene que tener una mínima confianza en que
puede haber un Otro que escuche lo que él tiene para decir. Los sujetos de esta clínica no pueden comenzar a hablar,
a asociar libremente, a producir formaciones del icc en transferencia en un análisis.
2- Trauma infantil no reprimido: hay un relato dolido de un trauma infantil que para el paciente tiene, aún hoy, una
actualidad intensa. Si no es reprimido, puede suceder que el recuerdo persista como traumático y no entre a
funcionar bajo las leyes del icc, sino que quede así, sin modificar, sin tramitar, como si el tiempo no hubiera
transcurrido. Se maneja una hipótesis de que hubo un descuido del Otro en un momento instituyente. Devino
traumático por que no hubo un Otro que lo sostuviera.
Trauma reprimido Trauma sin represión
2
Lo que Haydee Heinrich llama fracaso en el segundo tiempo, Silvia Amigo lo llama fracaso en la constitución del fantasma.
simbólico retorna en lo real. Hay dos maneras de retorno: o se lo padece o se lo actua. Lo forcluido no es del
significante del nombre del padre, de lo fundante. Hay inscripción, pero no hay ligazón en lo simbólico y por eso
retorna todo el tiempo en acting.
¿Cómo pensamos el tratamiento? Lograr que estas actuaciones pasen al terreno de la dicción, seria ir de la a-
dicción (el no decir) a la dicción: apalabrar, poder ubicar algo de estos traumas infantiles. El apalabrar va a permitir
que algo de la transferencia se pueda instaurar. Lo traumático es que no haya un Otro que lo ayude a ligarlo.
Entonces hay que escucharlo, darle cuenta que lo que ellos van a decir es importante, etc.
Las estructuras se ordenan según lo que se hace con el Nombre del Padre, ligado a la función del lenguaje. Todo
sujeto llega a un mundo en el que es bañado por el lenguaje. Puede decirse que la operación de incorporación del
lenguaje hace entrar a un sujeto al lenguaje, mediante la operación de ‘ser expulsado del goce de la cosa’: que el
significante mate a la cosa. Expulsado el goce del cuerpo es posible que advenga otro goce, el goce de la palabra.
El Nombre del Padre se necesita para que oriente al sujeto en esa pérdida de goce; si alguien tiene que orientarse
necesita una marca.
En la psicosis: hay forclusión de esa marca, del significante del Nombre del Padre. La forclusión hace inadvertible la
castración para el sujeto, la significación fálica también está forcluida. El sujeto psicótico es sujeto del lenguaje pero
no tiene marca sobre la pérdida de goce, y es por eso que no puede argumentar el significante fálico.
En la perversión: el mecanismo es la desmentida o renegación de la marca del Nombre del Padre.El perverso tiene la
chance estructural de hacer que si pero que no, cosa que no puede hacer el neurótico y que caracteriza al perverso
como con cierta soberbia, pero está igualmente marcado por la castración que el neurótico.
En la neurosis: se produce la represión de la marca del Nombre del Padre. La represión opera el borramiento de la
huella de la pérdida de objeto que impone la función de lo simbolico. Se impone una traducción en término de
castración fálica, para que esto se torne advertible para el sujeto. Al borrar la huella pasa al inconsciente. En la
neurosis hay pasaje al ICC del Nombre del Padre, y desde el ahí el Nombre del Padre puede tener la función de punto
de capitonado, de ese punto que permite que el discurso tenga una direccionalidad y constituya un punto de
atracción de las asociaciones. Hay advertibilidad subjetiva de la castración fálica, y por eso ingresa la eficacia del
significante fálico al que el sujeto va a argumentar de alguna manera. Además, en la neurosis clásica,tiene que haber
constitución fantasmática. Es decir, en su fantasma el sujeto puede representar como ficción aquello que cree que el
Otro le demanda, dado que le falta. Solo después de arribar a la constitución de esa escena fantasmática el sujeto
puede sostener su división deseante, y por ese canal fantasmático recuperar goce.
En los neuróticos, hay una represión fundante, que se realiza en dos tiempos: 1° el rechazo del goce, y 2° un re-
alcanzar el goce en la escala invertida de la ley del deseo.
En los pacientes de borde, hay rechazo de goce pero no están dentro de la ley del deseo, por lo que no son ubicados
dentro de la neurosis.
El primero: el rechazo del goce. Este rechazo se cumple en el tiempo represivo de la pulsión. El goce
rechazado es la renuncia pulsional, pero también el goce que se renuncia tiene que ver con el goce de la madre, con
ser objeto de goce del Otro. Es el duelo por su majestad el bebé. Todos necesitamos dejar de dar la medida fálica del
Otro. Es un duelo imprescindible y estructural. En los pacientes de borde hay un rechazo de goce.
El segundo: un re-alcanzar el goce en la escala invertida de la ley del deseo. Estos pacientes, no están dentro
de la ley del deseo. Es decir, no pueden tener su propio deseo más allá del deseo de la madre. Eso no se realcanza.
Por eso, estos pacientes quedan ubicados como objeto de goce del Otro.
Entonces, se realiza la primera operación de la represión y nunca se llega a la segunda. Esta falta de logro del
segundo tiempo de la castración podría dar un lugar en la conceptuación estructural a estos pacientes.
Estos pacientes habrían quedado en el borde de la asunción subjetiva de la castración, detenidos en el costado
proscriptivo (prohibición) del corte de goce, sin acceder a la frase prescriptiva (lo que se debería hacer, como
consejo, no obligatorio). Lo proscriptivo se enfoca en lo que no se puede hacer “no se puede tener relaciones
sexuales con mamá, ni con papá”. Lo prescriptivo es todo lo que deberían hacer pero no está dentro de lo
obligatorio, es como más aconsejable “no se puede hacer esto pero…”, sería aquello que uno no está obligado a
hacer, pero es posible hacerlo, que uno pueda aconsejar de qué manera.
Es como estos pacientes han quedado fijados a esta cuestión prescriptiva, hubo una prohibición del incesto pero
nada más, nadie les dijo cómo. El rol privador del padre quedó limitado a la pura prohibición. Nos encontramos con
un padre que priva pero que no dona. Hace la hendidura entre el niño y la madre, pero después no quiere, no puede
o no sabe dar su falo. Entonces, hay prohibición pero no hay un cómo, no saben qué hacer con su cuerpo (no hay
prescripción), el destino pulsional es el yo.
Dado el modo en que fracasa la operatoria paterna, hay un detenimiento que produce que no se del segundo tiempo
en el que se alcanza un goce en la escala invertida del deseo. Lo que hay es una grave dificultad en el recupero de
goce de estos sujetos, porque el goce cuando retorna no lo hace en escala legal (se siente mal toma, no puede
dormir, se medica).
Para acceder a la ley del deseo, se debe incluir el fantasma, ya que al deseo lo sostiene el fantasma. O sea, el
fantasma orienta lo pulsional en el sentido legal del deseo. En el fantasma hay un objeto que va a sostener la división
deseante del sujeto.
La complicación narcisista:
Freud postula que el primer nódulo de objeto que se ofrece a la pulsión es el yo mismo: auto erotismo. Un bebé
puede incorporar el campo del lenguaje, por lo tanto está marcado por la pulsión, y percibe su cuerpo justamente
con esas trazas de la pulsión (feteado, fragmentado). Esas fetas son goce autoerótico pulsional, goce que tiene que
ser rechazado. Luego se produce, lo que Freud llamaba el nuevo acto psíquico, el cual da unida, del que da idea de
ser uno, y un cuerpo que no es vivido como uno, no se puede contar como separado del campo del Otro. En ese acto
psíquico el sujeto encuentra por 1ra vez un uno de su imago, de su cuerpo. De ahí en más, como segunda
aprehensión lógica del cuerpo, adviene la aprehensión de una imago alienada a los mensajes que el Gran Otro da, en
el modo en que nombra a ese cuerpo. Hay una doble alienación del sujeto: al sgte que viene del Otro y a la imagen
que viene del Otro. Resulta crucial cómo el sujeto configura ese nuevo acto psíquico del narcisismo, en qué
condiciones y bajo qué circunstancias fue nombrado su narcisismo.Cuando el sujeto puede estructurar su narcisismo
al modo de his majesty se produce un engaño amoroso, porque con suerte todo sujeto viene al mundo en condición
de objeto para obturar la falta fálica de la madre. El amor hace de ese objeto un his majesty the baby, engaño
amoroso necesario para que se produzca esa atribución primaria normativa que configura el narcisismo al modo de
his majesty the baby. Lo que hace al narcisismo del sujeto son esas frases con las que uno nombra al niño.
En estos pacientes de borde ese engaño amoroso no se produce. El modo de nombrar a este tipo de pacientes están
muy lejos de ser “su majestad el bebé”. Estos pacientes están muy lejos de esta forma de construir su matriz yoica,
su narcisismo. Podemos observar diferentes consecuencias clínicas en relación a cómo ese niño es nombrado. Esa
forma de ser nombrado, este engaño amoroso prepara posterior hendidura. No es lo mismo ser el falo de mamá que
el salame de mamá.
Lo que afirma Freud es que el yo es el 1er objeto que se propone a la pulsión, y hay graves problemas cuando el yo
no es el primer objeto que se da a la pulsión, sino el único. Esto sucede cuando la primera atribución es injuriante.
Ocurre que el fantasma se estanca en el congelamiento del tiempo en que se da un objeto narcisista, lo que da como
efecto que el sujeto no puede salirse de su condición de objeto.
Cuando esta frase parental no se dice bien, más bien se dice mal, maldice al niño en una atribución primaria
injuriante, eso es lo propio de este tipo de pacientes, cómo se lo nombra. Que a uno le digan salame no pasa nada, el
tema es que efecto tiene en la constitución del yo para esas personas, es una perdida narcisista importante. Es un
significante fijado, pegado, es una holofrase, son paciente holofraseados. No es lo que se dice, sino cómo se dice. Es
muy importante cómo ese significante determina la estructuración psíquica del niño.
En este caso los destinos pulsionales previos a la represión han seguido un derrotero que los hace diferentemente
sensibles de ser atacados por el golpe del corte represivo. La forma defensiva al no poder ser la represión, quedan en
un derrotero. Una cosa es el corte sobre una pulsión (coartar la satisfacción de la pulsión) que ha tramado en su
camino, en su deriva, un narcisismo normativo, velado el destino de objeto de goce que aporta como marca de
origen. Otra cosa es el corte sobre una pulsión cuya deriva gozosa ha sido complicada por el nuevo acto psíquico de
un narcisismo que vela poco o nada su destino de crudo objeto instrumental pulsional. Son pacientes que quedan
ubicados muchas veces en el lugar de objeto de goce del Otro.
En esta clase de configuración mal dicha del narcisismo se produce como efecto una disyunción entre el campo del
discurso y entre el campo de lo imaginario. Lo imaginario no termina de recibir los efectos normativizantes de la
castración. Castración que debiera ser vivida como herida narcisista pero que acá tenemos que el sujeto es capaz de
rechazo de goce pero, al encontrarse detenida la constitución del fantasma porque falta una cara, falta lo imaginario
para poder terminar de constituir, el sujeto padece lo que llamamos fracaso del fantasma. Un fracaso que pone al
sujeto en la situación desesperante de no tener cómo recuperar goce según escala legal. Entonces cuando el goce
perdido vuelve a reclamar satisfacción retornando como demanda, al sujeto en fracaso de fantasma no le quedan
muchas chances: o bien opta por la abstinencia más radical, la de una vida sin alegría alguna, o bien derrapa en la
impulsión, no encuentra canal de letra por donde gozar, y goza ‘a lo loco’, sin reglas ni ley.
Cómo terrible alternativa, cuando el sujeto quiere avanzar hacia la dignidad de su yo y sacarse la condición de objeto
que lo martiriza, al carecer la línea de corte en algunos casos, mata al cuerpo. O sea, se produce el pasaje al acto del
suicidio. En el intento de suicidio algún sujeto intenta a muerte significar su cuerpo. Son un acto desesperado de
negativización del cuerpo como objeto de goce. La falta de frontera impide desprenderse de un pedazo,
desprendiéndose el cuerpo entero.
Otro caso son las adicciones: cuando uno no sabe, no tiene una posibilidad estructural de orientarse en la búsqueda
del objeto, de saber qué objeto desea, el consumir uno de esos objetos listos para usar es un modo de darse un
objeto protésico para suplir la falta fantasmática. Hablábamos de pseudo-fantasma en las toxicomanías. Mediante un
flash, por un minuto tener cuerpo propio, sentir el cuerpo. Ahí también están los cortes de los adolescentes: alguien
que no tiene mucha marca, se marca.
Relato clínico: Susana consulta tras reiterados intentos de suicidio que comete cuando enfrenta su impotencia para
ejecutar su decisión de dejar la casa materna. Trabaja incansablemente en una profesión cuyos beneficios
económicos van a parar a manos de la madre, mujer voraz que ha logrado un nada desdeñable ascenso social basado
en la extenuación de su hija. Esa chica ha recibido desde la etapa fundacional, en lugar del engañoso pero normativo
“His majesty”, una constelación diferente: fea, torpe, de mal carácter, pero muy inteligente, daba justo el perfil para
el “burro de carga” con que reconoce su captación yoica. Nótese el masculino, no le decía burra, sino burro,
masculino, mas peyorativo todavía. Burro de carga demostrará su devastación de mal-dicción, quedará reducida a
ser instrumento de la provisión perpetua de ese Otro que ha sido capaz de esa atribución primera. Su ordenado
discurso, su adecuado capitone, no extiende sus efectos al cuerpo de Susana, ni a los actos que ejecuta”, en su
discurso estaba este anhelo de tener un encuentro con un hombre pero sus acciones, entre discurso y acción hay una
brecha insalvable.
Susana capta y se identifica al burro de carga, ese es el significante donde queda fijada y trabaja como una burra para
el Otro, para la madre. Del engaño amoroso solo había algunas hilachas de esa inteligencia de todo “Fea, torpe,
burro” estaba la palabra “inteligente” que uno podría decir que eso es lo único que pudo recatar del engaño
amoroso, eso la salvo. Ella puede en su análisis dar la vuelta y decir “Soy inteligente y al final todo abusaron de mi
inteligencia”.
Relato clínico: Clara, de su madre había recibido la atribución de “muñeca perfecta”. Uno podría decir que no es
malo, no es despectivo. Atribución tampoco tramitada y tan duramente atenuada que la hacía entrar por ejemplo a
una fiesta con la certeza, muchas veces realizada para su desdicha, de ser disputada pero como objeto de juego por
varios consumidores potenciales. “Muñeca perfecta” para ser gozada por otros, objeto de juego. Era llenada de
comida en forma insultante, fue una niña gorda, era testigo de trágicas conjunciones sentimentales y aun sexuales de
su madre. Sorda, ciega y muda como una muñeca, manipulada como un juguete, triste y gorda solía ser colocada
como un consolador, sobre las piernas de la madre cuando laguna razón le impedía conciliar el sueño. Esta forma de
atribución narcisista tampoco resguarda la dimensión de engaño amoroso. Esos significantes eran acompañados de
una posición pasiva donde ella tenía que recibir todas las desdichas sexuales de su madre, de las amigas de su madre,
de las mucamas, y ella sin poder (como una muñeca) sorda y muda, sin poder hacer nada.
Silvia Amigo dice que cuando el narcisismo se conforma al modo de esta atribución injuriante, es muy difícil que
alguien que solo puede verse de una determinada manera se pueda soltar de eso. El que tuvo his majesty the baby lo
va a tener que perder, pero una cosa es perder lo que se tuvo, y por otro lado es muy difícil ayudar a un sujeto con
esta conformación del narcisismo a que salgan de ese lugar ya que es el único lugar que tiene. Su narcisismo se ha
estructurado sin ese velo amoroso, y no hay nadie que lo haya sacado de ese lugar. Uno no tiene que pensar que el
problema es como goza, o cómo se ofrece, sino ir más a fondo y pensar que hay una complicación en su
estructuración psíquica, hay ciertas operaciones que no se hicieron, por lo tanto no se puede terminar de constituir.
Por otro lado uno dirá que ya pasó la pubertad, ya la estructura está fijada, lo que pasa es que en estos pacientes no
se termina de definir la estructura, porque están parados en el primer momento.
Entonces, en el análisis hay que ir hasta la frase primaria injuriante y ponerla a trabajar. Esto le cuesta mucho al
sujeto porque tiene la vergüenza de haber sido eso y el dolor de ya no ser, porque no hay otra cosa de donde
agarrarse. Entonces, hay que ir desmenuzando esos significantes que atribuyeron, poder darles otros sentido. Uno
no le va a cambiar la vida al sujeto, le dijeron “salame” toda la vida, y hay que poder darle otra significación. Por
ejemplo, Susana, a partir de “inteligente”, sos inteligente y muy valorada en tu trabajo, eso es lo que la ató a la vida.
Entonces, pudo darse cuenta que económicamente abusaban todos de ella, poder correrse de ahí, y empezar a hacer
algo diferente. Hay un goce en el otro y ellos no gozan, ella no se pregunta por su propio goce. Ella está ubicada en el
lugar de objeto.
No hay una interrogación sobre su propio goce, es la pura pulsión, desamarrada de la vida, es la desmezcla, pulsión
de muerte, destrucción. Y como no hay posibilidad de proyectar la agresividad hacia afuera porque no hay otro
objeto, termina siendo el yo el último objeto. Por eso en la anorexia, la bulimia, las adicciones, el yo se ofrece como
destino pulsional y queda ahí. El yo es el primer objeto para luego ser otro, pero en este caso no (primer y segundo
momento).
Lo que propone la autora como tarea terapéutica es hacer un duelo por ese lugar, por esos significantes y darles una
vuelta de tuerca, es lograr ese segundo tiempo. Hay que trata de rastrear y localizar analíticamente estas frases
parentales y despegarlas de su sentido unívoco, martirizador. La eficacia clínica apunta a eso, a tratar de darle otros
sentidos a ese significante injuriante. Uno puede ser un salame, pero un salame inteligente, rico. Darle un sentido
vivible, que no tenga un solo sentido. Hay que sacarle el sentido tanatico a ese significante injuriante, para
conectarla con un sujeto del que se espera vea y sea escuchada (la muñeca). Entonces lo de inteligente, lo de
trabajadora uno podría decir que está bueno, pero tiene que hacer un duelo por la perfección, no se trata
simplemente de interpretar esa frase, sino de poder ubicarla en otro lugar, si ella era objeto de goce del Otro, era
objeto consolador escuchando a todo el mundo, y de grande era consolador porque se iba con cuanto tipo había,
tenía también un rol de consolador. Hay que tratar de neurotizar su discurso, histerizarlo.
Silvia Amigo dice terminar de constituir lo inconstituido: oferta Pascaliana. Es lo que Máximo Recalcati va a decir
cómo rectificar al Otro, o lo que Heinrich dice sujeto supuesto al deseo antes que sujeto supuesto al saber. No
sabemos en la clínica si es posible constituir lo que no está constituido en los tiempos normativos, pero quizá
rectificar al Otro en el dispositivo analítico se pueda constituir lo que no se constituyó, construir la cara del fantasma
que no está: no sabemos si será posible que esa cara se escriba, pero apostemos que sí (apuesta pascaliana).
¿Como pasar al tiempo prescriptivo? ¿Como re-alcanzar un goce que se regule según la ley del deseo? Hay una
dificultad de pasaje.
Están normativizados en el plano del discurso. En cambio, su cuerpo no acaba de recibir lo efectos del corte allí
operante, padece de la falta de trazo que lo agujeree y lo haga habitable.
- Intentan vaciar el cuerpo de esa pesada carga, por eso hay reiteración de suicidios.
- Intenta por la vía de la reiteración “loca” del acting out convocar al Otro a colocarse de una manera más
propicia para dar superficie a la escritura faltante.
Estas entregas al goce, o estos acting out son luego severamente castigados moralmente.
Elección narcisista de objeto: se dirige fatalmente al desenlace melancólico. Los pacientes de borde, debido a este
déficit de clivaje yoico tienden a hacer lazos totalizados cuando no totalitarios de amor, todo o nada, tanto de pareja
como de amistades, donde predomina la ilusión de recibirlo todo. Lo esencial es que como el otro nunca me va a dar
todo, son relaciones que tienden a fracasar. Llega un momento que el otro, al no darle todo, quedan cada vez más
solos, no pueden sostener vínculos laborales ni de pareja. Uno puede pensar acá cierto punto de melancolización,
porque cuando estas relaciones fallan, lo que retorna son todos estos sgtes injuriantes y cae toda esta cuestión de la
ilusión de “me voy a curar por amor”, “el otro me va a curar, el otro me va a dar todo lo que necesito”.
El fracaso de la constitución fantasmática y el padre ideal: En estos pacientes el rol privador del padre queda limitado
a la pura prohibición. El padre privador, lo que tiene que privar es que en el campo del goce, la madre se reúna con el
hijo. Para poder operar esta privación él debe asumir el riesgo del goce del otro materno, se debe hacer cargo del
goce de la madre a través del atributo fálico. Es muy importante que lo haga, y también es importante cómo lo hace,
porque esto será determinante. En estos pacientes, nos encontramos con un padre que priva pero que no dona.
Hace la hendidura entre el niño y la madre, pero después no quiere, no puede o no sabe dar su falo. Falta la ley del
deseo, es decir que uno pueda tener su propio deseo más allá del deseo de la madre.
Qué hacer clínico: La operatoria a realizar tiene que ver con ayudarlos a que terminen de constituir su fantasma
porque lo que hay es una falla en la constitución fantasmática. Tenemos que darles un lugar, y no repetir ese rechazo
que antes vivenciaron. Pero no se le puede aplicar el dispositivo analítico creado por Freud, pero sí se puede
intervenir de modo analítico, se tratará de la palabra, de hablar y de escuchar, sin esperar que el discurso se
reordene en la ley del deseo, lo que nace de la lógica de un fantasma no logrado.
Es crucial llegar a ese tiempo del duelo estructurante no realizado por “eso” que el sujeto a venir no deja de ser para
el Otro, o dar el sentido a las atribuciones no duelables, poder buscarles otros sentidos a estas palabras (ej: marrana,
salame, muñequita) instalar algo de la falta.
Cuando los “eating disorder” son los únicos modos que algunos sujetos tienen de relacionarse de un modo sostenible
con el Otro; se estarán transitando lo que se ha dado en llamar bordes de las neurosis. Se trata de un modo típico,
particular y específico de fracaso de la constitución del fantasma, por detención del fantasma en su tiempo narcisista
sin poder avanzar a la parcialización del objeto.
Estos trastornos aquejan electivamente a mujeres, aunque también haya varones que los padecen, a mi juicio
porque la mujer lleva en su cuerpo la marca de la falta fálica. A varones y mujeres ¿, por ser parlantes, a todos por
igual les falta un fragmento de goce. Pero las mujeres además carecemos de una representación física del órgano de
localización del goce. La falta fálica impone una difícil relación de la mujer con el goce.
El significante fálico proviene de una elevación del órgano al significante, lo que implica que el varón tiene donde
hacer pie en su cuerpo propio para llegar al falo.
El sujeto depende del Otro materno, del Otro paterno y está inmerso en el Otro social. Estamos en una sociedad
postmoderna, era de lo que Claudel llama “el padre humillado”, es decir, donde los valores del padre, el símbolo
paterno está muy degradado. Desde el Otro social hay dificultad en plantear la ley del falo como modo de acceso
legal al goce.
Puede presentarse como efecto de la alienación subjetiva del Otro, señalando por un lado, la cobardía moral de
aquel que cede respecto de su deseo, o por otro lado demostrando, el aplastamiento producido por el superyó, que
se manifiesta en toda su ferocidad imponiéndole al sujeto su imperativo de goce.
El término depresión toma estatuto de síndrome clínico a partir del psiquiatra norteamericano Adolf Mayer que lo
introduce en 1905 para eliminar el término melancolía. El síndrome depresivo aparece unificando fenómenos muy
diversos, desde una leve tristeza a una profunda melancolía. Esta unificación permitió reemplazar tanto las
categorías clínicas de la psiquiatría clásica como del psicoanálisis bajo el concepto de trastorno, que elude la
pregunta por la causa y ordena la clínica en función de los efectos que produce el fármaco.
Aparece una clínica ordenada por la farmacología, en contraposición a la clínica psicoanalítica, que es una clínica en
transferencia, donde los síntomas del sujeto se terminan de desplegar en relación no al objeto fármaco, sino al
objeto analista, es decir en transferencia. El psiquiatra queda transformado un expendedor de moléculas, que tiene
como función el ingresar en el discurso del paciente, sin pasar por la presencia del Otro. La depresión, tomada
descriptivamente al modo del DSM, es algo a medicar. La industria farmacéutica ordena el goce. Es una psicoterapia
sin Otro. La presencia del fármaco lleva a prescindir del prescriptor, que ocupaba históricamente el lugar del Otro. El
paciente acude al médico para renovar la receta o ajustar la dosis. Hay una cierta dinámica pseudolibidinal en donde
se trata de un goce que prescinde del pasaje por el Otro, sin pasar por la palabra.
De esta manera, se crea un lazo del sujeto a un objeto, que genera una dependencia confortable. No son pocos los
pacientes que se quejan de la anestesia afectiva que le generan estas sustancias, de las dificultades para llorar o
emocionarse, encontrándose bajo una especie de indiferencia narcótica.
La depresión no es en sí misma una estructura. No es la melancolía, pero tampoco la tristeza común, ni mucho
menos la ansiedad, la angustia o el pánico. La angustia se experimenta como amenaza imaginaria a la existencia, es
quedar a merced del deseo enigmático del otro; es el vértigo que produce lo impensable del deseo del Otro, que
hará el otro conmigo, que lugar ocupo en ese Otro. La depresión es el sentimiento de fatiga mental y física,
aburrimiento, lo vinculamos con lo compacto, lo pesado, con la uniformidad del espacio y el tiempo, en concordancia
con eso que pasa con el cuerpo en la depresión, se siente también, pesado, inútil, desecho.
Hace el grafo para tomar las dos situaciones que plantea Lacan:
1. El síntoma del niño representa la verdad oculta de la pareja paterna. El síntoma está en el lugar del significado
del Otro, S(A). Es decir, el niño muestra el sentido oculto del Otro que acá es la pareja. Naturaleza significante del
síntoma como verdad articulada: síntoma-verdad.
En el lugar del Otro está la pareja y el síntoma responde a los significados de este Otro, a eso que está oculto. Y si es
la pareja la que está en el lugar de Otro significa que tenemos más de un icc, y si hay más de uno el Otro está
barrado, y entonces el síntoma representa la verdad de ese Otro que es la pareja, y en algún sentido interpreta la
verdad del Otro, en el sentido de que un intérprete lo hace, representa, interpreta esa verdad. Pero ya tenemos más
de dos, tenemos al niño y a esos dos, tenemos una escena, hay cruces de icc podríamos decir.
2. El niño ubicado como objeto el fantasma de la madre. El niño ocupa el lugar de fantasma que le da sentido a la
madre. Realiza el fantasma de la madre. El niño queda expuesto a todas las capturas fantasmáticas, se convierte en
el objeto de la madre. Es su única función revelar la verdad de este objeto. El niño realiza la presencia de eso que se
designa como objeto a en el fantasma, satura de ese modo sustituyéndose a ese objeto el modo de falta del deseo, y
aliena en él todo acceso posible de la madre a su propia verdad dándole cuerpo, existencia e incluso la exigencia de
ser protegido. O sea, la verdad de la madre es el niño.
Cuando habla del síntoma del niño enfermo dice que en su relación dual con la madre, el niño le da como
inmediatamente accesible aquello que le falta al sujeto masculino (el pene, no el falo), el objeto mismo de su
existencia, apareciendo en lo real. Resulta de ello que en la medida misma de lo que presenta de real estará
expuesto a un mayor soborno en el fantasma.
Lacan: Dos notas sobre el niño
En los años 50, se genera el problema de definir la estructura familiar, una pregunta por el lugar donde se constituye
un sujeto.
Winnicott: la familia es el lugar donde se deberían facilitar los procesos de maduración de un individuo, donde una
adecuada provisión ambiental producirá individuos sanos, y no contar con eso implicará lo que él llamaba la
enfermedad psíquica, ese corte en el desarrollo de las características potenciales de un individuo. Se necesitaría una
madre suficientemente buena, en la medida en que le puede proveer aquello que el niño necesita. Winnicott va a
pensar a la patología familiar en términos de eso traumático que el niño no puede comprender porque su ambiente
no se lo proveyó. Esa patología va a generar detenciones en el desarrollo y por lo tanto va a producir más patología.
La terapéutica entonces va a producir aquello que hace al desarrollo.
Lacan: la familia es la encargada de la inserción de cada nuevo sujeto en el orden simbólico, que rige el mundo
humano. Lacan ya no va a oponer, como hacía Freud, por un lado los deseos individuales del niño y por otro las
exigencias colectivas propias de la cultura y encarnadas por los padres. Para Lacan el antagonismo va a ser, en el
seno de la familia, el deseo de la madre, narcisista y endogámico, contra lo que explicita en términos de ley, o
nombre del padre, que buscará desalojar al niño de la posición de completud fálica en que lo ubica el deseo de la
madre. Es decir, desalojar al niño de esa posición en la que es lo que a ella le falta. En este desalojar, re-enviarlo y
abrir para él la posibilidad de él mismo ser sujeto deseante. Es decir, sujeto también afectado de una falta, porque en
términos de Lacan, la castración es por estructura, la falta es por estructura, y es la falta la que hace al deseo. En este
sentido, en la medida en que el nombre del padre metaforice el deseo de la madre, hay un camino hacia la
exogamia. El antagonismo entonces no es sujeto vs. cultura, sino dos deseos antagónicos en el seno de la familia:
uno narcisista, endogámico y en cierto sentido antisocial, y otro que tiende hacia lo otro, exogámico, hacia el lazo
social. Es decir, la familia es la sede de esos dos deseos, ambos esenciales y ambos antagónicos.
Freud Lacan
Con Lacan, en el campo del psicoanálisis, se produce un pasaje que caracterizamos como de lo intrapsíquico a lo
transpersonal. Esto es, el hecho de que todo sujeto viene al mundo precedido por el significante, el significante lo
habla desde incluso antes de su nacimiento, lo acompaña en la vida y luego es lo que queda del sujeto. Este baño de
lenguaje implica que tiene un determinado lugar en el mundo, en una estructura simbólica, un lugar que ya lo
espera, y que va a implicar aquello con lo que el sujeto va a constituir su lugar en el mundo. Es en el seno de la
familia en que las operaciones psíquicas de alienación y separación, operaciones constitutivas del sujeto, se van a
producir en los tiempos de crianza.
Para Lacan, el síntoma del niño está en posición de responder a lo que hay de sintomático en la estructura familiar. El
síntoma es representante de la verdad. En este sentido aparece la idea Lacaniana: lo que el síntoma del niño es, en
términos de las posiciones en las que el niño puede encontrarse. Habla de dos posiciones:
1) El síntoma del niño encarna la verdad de la pareja parental. Es decir, el niño en su cuerpo, con su padecimiento,
sostiene de manera muda una verdad.
2) El niño se ubica como objeto en el fantasma materno. Esto es, un niño que no estaría ubicado en referencia a los
padres, sino en referencia a la madre. A aquello que Lacan llama deseo de la madre. Con lo cual, no hablaríamos de
discurso parental sino del lugar de objeto en la constitución fantasmática de la madre.
Es, cuando el niño queda ubicado como lugar de objeto que colma a la madre. Ese es el lugar del falo que viene a
completarla. Ahí es mucho más difícil intervenir. Cuando la distancia entre la identificación con el ideal del yo y la
parte tomada del deseo de la madre no tiene mediación (la que asegura normalmente la función del padre) el niño
queda expuesto a todas las capturas fantasmáticas. O sea, cuando la madre ubica al niño en el lugar del falo no hay
posibilidad de interdicción, de corte, que propone Lacan como el Significante del Nombre del Padre. Entonces, al no
haber esa distancia, esa mediación, el niño queda capturado a la fantasmática de la madre. Se convierte en "objeto"
de la madre y su única función es entonces revelar la verdad de este objeto. Es el caso de un niño que si uno no
interviene rápidamente se dirige hacia la psicosis.
En estos casos no hay síntoma, estamos del lado de la subjetividad de la madre. Si la madre pone al niño en ese lugar
no hay posibilidad de interdicción. “El niño realiza la presencia de eso que Lacan designa como el objeto a en el
fantasma, el niño queda ubicado en el lugar de objeto de goce del Otro. “Satura de este modo, sustituyéndose a ese
objeto, el modo de falta en el que se específica el deseo (de la madre) sea cual fuere la estructura especial de este
deseo: neurótico, perverso o psicótico” El deseo de la madre es falo, el niño queda capturado a eso.
Entonces, el niño, cuando llega al mundo llega a un lugar predeterminado: el deseo de los padres. Es fundamental
que uno venga al lugar del falo. Pero si no hay interdicción, si no hay posibilidad de que opere la ley, la metáfora
paterna y todo eso, el niño queda capturado en la fantasmática de la madre, como objeto de goce de ella, objeto del
Otro. Entonces, arribar al lugar de falo es arribar el lugar de máxima significación, es a partir de ahí que se produce la
erogenización, el niño tiene que pasar por ahí, pero el tema es que debe dejar de serlo para tenerlo.
- El niño perverso: quiere sostener ese lugar de falo que completa al Otro.
- Niño psicótico: el deseo de la mamá es falo. Y listo. No hay más nada. La madre se siente completa con ese bebé.
No hay separación. La ley no opera. El niño sigue sosteniendo la atribución fálica. No hay que pensar que el psicótico
no fue deseado, habría que preguntarse ¿Para qué fue deseado? En este caso sería “para que me complete a mí”.
- Niño neurótico: hablamos de síntoma.
Manoni: El texto ejemplifica la posición psicoanalítica en relación al síntoma del niño. “El síntoma es un lenguaje que
debemos descifrar, el sujeto plantea su pregunta por intermedio de sus padres, para ellos o en contra de ellos. La
angustia es el motor de ese llamado. En ese sentido, el síntoma aparece como una solución, y en otros momentos
como un pedido de ayuda. En todos los casos el sujeto busca un reconocimiento. Yo diría, casi intenta afirmarse en el
seno mismo de un símbolo. Por ello, es importante que el analista oiga ese mensaje en el mismo nivel en que fue
efectivamente planteado: nivel simbólico; y que se proteja del peligro de cerrar una posibilidad de dialogo
interviniendo a nivel de lo real, ya que esto abre la puerta a todos los malentendidos. La intervención a nivel de lo real
supone q el analista toma la demanda de los padres al pie de la letra, impidiendo que la pregunta implícita en la
demanda se formule”. Acá formula claramente que la demanda de un niño tiene que ser escuchada en el nivel
simbólico, no en el real porque esto es muy peligroso. ¿Qué está diciendo? Está leyendo el grafo del deseo, porque el
sujeto se constituye en una doble alienación: a la palabra que viene del Otro y a la imagen que viene del Otro. Tomar
la demanda a nivel de lo real sería terrible porque sólo puede ser puesta en el nivel simbólico, en el nivel de alienado
en el significante del Otro. Esta precisión de Manoni es de absoluta actualidad porque estamos asistiendo a un
tiempo en que es muy importante tener en cuenta esto. Escuchar a un niño no es escuchar lo que el niño pida, sino
escuchar lo que pida sabiendo que como niño puede ocupar determinado lugar en la estructura, y esas condiciones
son las que tengo que cuidar que estén para que tengan un tiempo de desplegarse.
Fracaso de las utopías comunitarias: Utopía comunitaria como respuesta del estado a la pregunta por la familia
después de la guerra. La función de residuo que sostiene la familia conyugal en la evolución de las sociedades, resalta
lo irreductible de una transmisión- perteneciente a un orden distinto al de las necesidades-, que es la de una
constitución subjetiva, que implica la relación con un deseo que no sea anónimo.
Lacan dice que a través del fracaso de las utopías comunitarias, él prueba ‘científicamente’ que la trasmisión
anónima del deseo fracasa, o sea el niño enloquece.
Ejemplos:
● Los kínder soviéticos: son grandes hogares de niños donde se crean revolucionarios, copados.
● Hippies: los hijos eran hijos de todos, dormían en la cama con sus papás y los papás eran de todos.
En esas utopías comunitarias se genera un anonimato en cuanto a la transmisión del deseo, entonces hay
dificultades en la constitución subjetiva. Específicamente esa forma de trasmisión fracasa porque no se piensa en el
plano subjetivo, que es en el plano del deseo. El deseo no es lo mismo que la satisfacción de la necesidad: necesidad,
demanda, deseo. Es intransmisible, cada familia lo hace a su forma. La particularidad con la transmisión del deseo
van de la mano, no se pueden separar.
Entre el siglo XVI y el XIX se produjeron una serie de transformaciones que le otorgarán a los conceptos de niño y
familia la significación que tienen en la actualidad. En Europa entre 1660 y 1800 se producen cambios en la
conformación social, debido al traslado de grandes masas poblacionales desde el campo a las ciudades, efecto del
proceso de industrialización; y la conformación de la burguesía. Estos cambios, generan modificaciones notables en
las prácticas y en las relaciones Padres-Hijos, así como en las teorias sobre la educación. Algunos cambios:
- La disminución de la mortalidad infantil, y el surgimiento de la idea de que un niño no debe morir.
- La delimitación de las funciones materna y paterna: la mujer encargada de proveer los afectos.
- El espacio se transforma de abierto en interior, comienzan a dibujarse fronteras más nítidas entre lo público
y lo privado; se establecen diferencias.
- La familia desempeña un nuevo papel y experimenta nuevas relaciones internas: tiene menos funciones
prácticas pero mayor carga emocional y sexual; es mas deseosa y con un interés más fuerte por los hijos y su
crianza.
Discursos que contribuyen a configurar el campo de la Psicopatología Infantil
La psicopatología infantil, es decir, el estudio de las enfermedades mentales que se presentan en la infancia y la
pubertad, se organiza como campo en la primera mitad del siglo XX. Lo definimos como “campo”, entendiendo por
tal un conjunto de discursos y prácticas del que participan diversas disciplinas, las cuales son:
A. LA IMPRONTA ROUSSONIANA
En los inicios de la Revolución Francesa, Rousseau establece un nuevo valor para la infancia. Antes de él, el pequeño
es sólo un hombre en miniatura que atraviesa un estado transitorio que debe desaparecer cuanto antes.
Rousseau crea el concepto de niño con sus estadios de desarrollo. Influye sobre toda la pedagogía moderna y
permitirá el desarrollo de una mitología que podríamos denominar de la infancia pura que debe ser protegida de la
contaminación de los adultos. Aquí se perfila el núcleo de lo que será la familia moderna, sus funciones paterna y
materna, y el lugar irremplazable de los padres en la crianza de sus hijos.
B. LA PEDAGOGÍA (s. XVI-XIX)
Desde la educación, hubieron una serie de pensadores que fueron proponiendo ideas y propiciando prácticas acerca
del niño y sus primeros años de vida que luego han sido retomadas por otras disciplinas y que contribuyen en la
conformación del campo psicopatológico infantil:
- Ponce de León: Inició los primeros ensayos para la educación de sordomudos.
- Rodrigo Pereira: Alfabeto de signos.
- Pestalozzi: Construyó la educación intuitiva, suprimió los libros y los reemplazó por objetos cotidianos.
- Federico Frobel: Enseñanza motora y sensorial.
- Séguin: Educación fisiológica, a través de los sentidos.
- Dewey: La educación como formación social.
- María Montessori: Su método autoeducativo (escuela activa y nueva escuela).
C. LA PSICOLOGÍA DEL NIÑO (s. XIX)
Durante el último cuarto del siglo XIX, se empieza a dar un interés en la psicología del niño como efecto del
pensamiento evolucionista, preocupado por cuestiones de génesis.
En ese período el campo de la psiquiatría infantil todavía no se hallaba constituido y dentro del discurso psiquiátrico
la única tesis que circulaba con relación a los niños se refería a la detención del desarrollo, a lo que se denominaba
idiotez y el debate que se estableció en cuanto a su irreversibilidad. Posiciones en tensión:
● Empiristas: Pinel y Esquirol. Planteaban la irreversibilidad del cuadro, proponiendo el “encierro”.
● Espiritualistas: Delasiauve e Itard. Planteaban la reversibilidad del cuadro; los llamaban “educadores de
idiotas”
D. LA CRIMINOLOGÍA (s. XX)
● Estados Unidos: Primer país que poseyó tribunales especiales para juzgar menores delincuentes.
● Bélgica: Instituye el tribunal de menores con juez único.
● Italia: A partir de las ideas de Lambroso, se promulga un decreto-ley que afecta a los tribunales de menores.
Plantea que el niño delincuente debe ser observado psiquiátricamente antes de establecer la medida aplicada a
su recuperación social.
E. PSIQUIATRÍA INFANTIL (s. XX)
Desarrollo de la disciplina, según Kanner:
● 1900-1910: Pensar en los niños. Introducción a la psicometría, psiquiatría dinámica, tribunales de menores,
movimiento de higiene mental.
● 1910-1920: Hacer por los niños (respuesta institucional). El lema del movimiento de higiene mental era la
prevención de la insania y la delincuencia, para lo cual se establecen distintas prácticas: Libertad vigilada,
casas de crianza, educación especial.
● 1920-1930: Actividad práctica para los niños (la familia, la escuela). Constitución de “clínicas demostrativas”
de orientación infantil.
● 1930-1940: La era terapéutica. En EEUU empiezan los tratamientos con niños.
F. CONSTRUCCIÓN E INSTAURACIÓN DEL DISCURSO PSICOANALÍTICO (s. XX)
En los inicios del siglo, Freud conmociona al campo científico y a la sociedad, al plantear su teoría etiológica sobre la
neurosis, para lo cual postula y conceptualiza la sexualidad infantil: “La existencia de una pulsión sexual en la infancia
posee el carácter de una ley”. En 1909 se postula el historial clínico de Hans, que dará inicio a una práctica
acompañada de nuevas producciones teóricas que irán configurando el campo psicoanalítico infantil.
AAVV: “La cuestión del síntoma en los niños. Distintas postulaciones teóricas”
El status del síntoma dependerá de los distintos discursos que lo definan. Las distintas conceptualizaciones teóricas
determinarán diversos modos de intervención clínicos y terapéuticos.
Discurso Médico-Pedagógico Discurso Psicoanalítico
De esta forma, psicosis y neurosis caen dentro del Edipo: la primera en relación con las operaciones de constitución
del yo y con el campo del narcisismo (y de un tipo de angustia, que Winnicott caracteriza como de aniquilamiento o
impensable), la segunda en relación con los procesos de sexuación ligados a los resultados de la castración.
Winnicott plantea así, que es indispensable evaluar el modo en que el ambiente del niño provee o no los roles
necesarios para que las operaciones del Edipo se lleven a cabo. Este autor, realiza una periodización de la primer
infancia, dividiéndola en cinco etapas; y además el análisis del daño que provoca en cada etapa la falla en la provisión
ambiental:
El cuadro pone en evidencia que cuanto más depende el niño de la provisión ambiental, más catastrófico será el
daño que resulte de una falla en dicha provisión.
Un modelo posible
Los autores (del artículo) intentarán establecer una correlación entre los elementos planteados por Winnicott y el
modelo de los tiempos del Edipo lacaniano. Partiendo de la siguiente idea: lo que ocurre en cada uno de los tiempos
descriptos por Lacan. así como la posibilidad o no de pasaje de uno a otro tiempo depende de las funciones que, en
cada caso, debe realizar el medio.
El primer tiempo presupone la existencia del deseo de la madre como agente que posibilita la constitución del yo del
niño a través del estadio del espejo. El pasaje del tiempo 1 al 2 será posibilitado por un “padre terrible” que privará a
la madre del niño en tanto equivalente al falo, y al niño de su identificación con el lugar falico. Este segundo
momento supone una ruptura de la armonía del primer tiempo, y debe resolverse en un tercer tiempo que
establezca un nuevo orden, garantizando por una ley “más allá del padre”, que lo incluya a éste dentro de su
dimensión.
Cada tiempo necesita de un operador. A su vez, el pasaje de un tiempo a otro requiere de la elaboración de ciertos
duelos:
➔ De la madre por el falo en el pasaje del tiempo 1 al 2.
➔ Del padre por su “realidad” en el pasaje del tiempo 2 al 3.
LLegado a este punto, el análisis del niño toca a su fin. En él la castración, entendida desde Lacan como operación
posibilitadora, y no tanto como amenaza que obliga a la represión, se instala y domina, posibilitando el ingreso a la
latencia. El análisis podría proseguir un “más allá” de la castración cuando ese niño se convierta en adulto.
AAVV: “Patología grave en la infancia”
Patología grave en la infancia hace referencia a los cuadros psicopatológicos con consecuencias graves para el
desarrollo de la vida psíquica.
En los inicios de la psiquiatría moderna se mencionan estos cuadros. Pinel habla del idiotismo, el cual destruye para
siempre las facultades psíquicas. Reduce la vida psíquica a la actividad cerebral. La psicosis infantil es mencionada en
tratados dedicados a la demencia precoz. Kraepelin y Bleuler repiten el monismo pineliano: un cerebro enfermo sólo
podrá manifestar enfermedad que se manifestaran en conductas tempranas.
Luego, la teoría psicoanalítica será la primera que intente situar el correlato entre las aportaciones del medio y el
desarrollo psíquico, y que proponga una lectura de la psicopatología infantil en términos de perturbaciones del
desarrollo.
La psicosis infantil para el Psicoanálisis:
Melanie Klein relaciona los trastornos psíquicos graves de la infancia con detenciones del desarrollo o con
regresiones a estadios anteriores que habían sido superados. Piensa la patología grave como el modo en que el yo
temprano hace frente a las exigencias de las pulsiones, y va construyendo así su propia teoría de las posiciones en
donde las primeras etapas de la vida infantil ponen en juego angustias y mecanismo de defensa psicóticos. Para ella
la psicopatología grave del niño no se diferencia de la patología grave en el adulto.
Anna Freud busca las diferencias entre el niño y el adulto, pero hay ideas similares a las de Klein respecto a
considerar la patología como detención del desarrollo. Para esta autora, todo el proceso de desarrollo psíquico
infantil está caracterizado por la inestabilidad; que, por tanto, los criterios que sirven firmemente para determinar la
presencia de patología psíquica en el adulto no son útiles en el caso de niños, y que por lo tanto la psicopatología
infantil debería repensar sus criterios diagnósticos basándose en una teoría del desarrollo psíquico que tomara en
cuenta las fluctuaciones propias de ese periodo. La gravedad de la infancia debe medirse en términos de
perturbación severa del desarrollo, entendiendo que el desarrollo psíquico del niño puede sufrir avances y
retrocesos, pero que no debe detenerse o involucionar, pues esto traería como resultado la conformación de un
psiquismo perturbado.
Donald Winnicott le brinda un lugar central al medio ambiente. Si la provisión ambiental fue suficientemente buena,
surgen dificultades pero con un empeño especial de adaptación a la necesidad el daño puede prontamente
enmendarse. En cambio, si la provisión ambiental es incapaz de mantenerse, los daños por los que atraviesa el niño
no son enmendados permanentemente; en lugar de ellos, se acumulan agravios y el niño tiene que armarse de
defensas contra estos.
El primer signo que Winnicott establece es la pérdida de un marco familiar que haya provisto lo necesario. A los
niños afectados de esta falta los caracteriza como deprivados. En este caso, la enfermedad provocada se produjo en
un periodo de salud. El segundo signo es el de si alguna vez existió o no para ese niño un marco familiar proveedor.
En este caso, el niño carece de toda experiencia sana que pueda redescubrir en un nuevo ambiente.
De la noción de deprivación se desprenden dos categorías:
Conducta antisocial Esquizofrenia infantil
Nace de una deprivación, la cual afecta el carácter Nace de una privación, que afecta la personalidad
Niños que permanecen fijados en la fase autística de la Representa una fijación al segundo estadio
vida uterina indiferenciado de la unidad madre-hijo.
Frances Tustin propone la clasificación del autismo en tres grupos:
Autismo primario anormal Resultado de una carencia afectiva primordial y caracterizado por una
indiferenciación del cuerpo del niño y el de la madre
Autismo secundario de caparazón Se desarrolla como defensa contra la sensación de pánico asociada a una
separación física de características insoportables
Autismo secundario progresivo Sería una forma de esquizofrenia basada en una identificación proyectiva
Maud Mannoni presenta la noción de drama familiar como una forma de destacar el valor etiológico que posee el
discurso familiar que funciona como secreto (discurso icc) para ese niño, comandando entonces la producción de
síntomas. Mannoni pensara este icc como un lenguaje que se articula a espaldas del niño.
Dentro de este marco de prácticas ¿cómo concibe Mannoni a psicosis? El psicótico (y lo mismo sucede con el niño) es
traído al analista por aquellos que lo rodean, Bueno esa es la primer cuestión a tener en cuenta. El análisis de niños
tiene dos características fundamentales:
1- El que lo trae a consulta, el niño no viene solo lo traen.
2- El niño está en estructuración
Mannoni, plantea el niño psicótico es traído a análisis por aquellos que lo rodean, no se puede hacer abstracción de
la historia y de la forma en que un sujeto testimonia en ocasiones, sin saberlo, los efectos de una simbólica falseada
ya desde tres generaciones antes. Como que quieren reducir toda la teoría, ella plantea que en la tercera generación
aparecen los síntomas, entonces cuando viene un niño traído por otro, lo que tenemos que hacer es revisar toda la
historia tres generaciones antes. Ella plantea cuando hablamos de una patología, se instala cuando el niño se ve
frente a un obstáculo en la circulación de la palabra a nivel de las generaciones anteriores. El niño sin poseer un
saber cc al respecto, conformara su vida (su destino, sus identificaciones, su Yo) alienándose en las configuraciones
que ese secreto familiar le determina. Lo que ella plantea es romper con todas las instituciones totalizantes,
justamente para cortar esta reproducción al estilo familiar psicótico. En esta institución que ella crea va a permitir
que el niño pueda construir sus propios espacios potenciales, fantasear. Que puedan estructurar sus propios
espacios imaginarios (lo que ha fallado hasta el momento de la internación).
La debilidad mental:
A principios del siglo XIX, bajo el rótulo de Idiotismo, se hablaba de la debilidad mental como aquellos cuadros en los
que predominaba el deterioro de las funciones de la inteligencia. Luego, Morel será uno de los primeros en plantear
el vínculo etiológico entre la debilidad mental y la degeneración hereditaria.
Por su parte, el psicoanálisis incluye tempranamente el problema de la inteligencia en relación con sus hipótesis
etiológicas. En el análisis freudiano, se destaca el planteó que vincula al nacimiento de la curiosidad intelectual con
el problema del origen de la vida, y por tanto, con la sexualidad humana; y que, a partir de las primeras
investigaciones, el niño conseguirá iniciar su independencia intelectual, lo que supone que hasta ese momento, el
niño depende intelectualmente de sus padres.
Freud concluye que la investigación del origen de los niños tiene que fracasar necesariamente y es abandonada con
el convencimiento de que nunca conducirá a la solución deseada. Esto es así porque el niño se niega a abandonar su
teoría “falocéntrica” para dar lugar a los efectos del complejo de castración.
A partir de este primer fracaso, la pulsión de saber puede seguir 3 caminos posibles:
1- Inhibición neurótica: tiene que ver con la represión ejercida sobre este primer brote a la pulsión de saber.
Imagínense con niños que no pueden aprender, no tiene que ver con la debilidad, es que justamente hay una
inhibición, cuando el yo inhibe una función que ha sido erotizada. Cuando pensamos este fuerte lazo que plantea
Freud entre debilidad y neurosis, vamos a pensar la primera como el resultado de la segunda, en términos de una
inhibición de la inteligencia.
2- La sexualización del pensamiento: proceso por el cual la represión de la pulsión de saber fracasa, y la investigación
sexual reprimida retorna desde lo icc en forma de obsesión investigadora, poderosa para sexualizar el pensamiento
mismo y acentuar las operaciones intelectuales con el placer y la angustia de los procesos propiamente sexuales.
3- La sublimación: permite escapar a la inhibición del pensamiento y a su sexualizacion, eludiendo el carácter
neurótico de las dos alternativas anteriores. Se trataría de un cambio en los fines de la pulsión de saber, que
consiguen desexualizarla.
Siguiendo a Lacan, los post lacanianos plantearon que la debilidad mental se entendería como la imposibilidad de
quebrantar el lazo con un Otro omnipotente en materia de saber, respecto al cual el niño débil funciona como un
apéndice que no logra nunca su independencia.
En esa dirección, Mannoni se ha interrogado sobre el vínculo entre el débil mental y su madre: en el niño atrasado se
requieren condiciones técnicas precisas para que ese discurso aparezca en la cura. En efecto, se crea un tipo de
relación con la madre tan peculiar, que uno no puede ser escuchado sin la otra. El sujeto confía en su discurso una
forma peculiar de relación con la madre. Su enfermedad constituye el lugar mismo de la angustia materna, una
angustia que obstaculiza la evolución edípica normal.
En esos planteos surge una hipótesis: las diversas deficiencias que pueda presentar un niño no determinara
necesariamente su status de “débil mental”: Su debilidad depende del lugar que aquellas deficiencias ocupen en las
fantasías maternas. Un niño con deficiencias puede adquiere el status de sujeto. Pero ese status es producto de las
operaciones del complejo de castración. Y será en los avatares de este complejo donde se juegue la suerte del niño,
en tanto pueda posicionarse como sujeto, o quede alienado en el lugar de objeto.