Orisas, Mitos y Leyendas Ii

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Orisàs, mitos y leyendas

Tomo II
Adrián de Souza Hernandez

Introducción

Orisas, mitos y leyendas reaparece en este segundo tomo para dar continuidad
al estudio del complejo mundo de las divinidades y espíritus de la tierra yorubá.
Las leyendas de muchas deidades nos llegan en esta edición para consolidar,
en cierto modo, la investigación altamente selectiva que nos hemos propuesto.
Aunque en este ámbito resultaría imposible abarcar las historias de todos los
orichas,* un segundo tomo nos permite mostrarles como surgieron, cuando
abandonaron el Cielo y cómo se conocen entre nosotros según la práctica
popular.
Orisas, mitos y leyendas cierra un brevísimo capítulo en el enorme espacio que
merecen las tradiciones mas arraigadas de nuestros ancestros, al tiempo que
cumple feliz su cometido de mostrar a la luz toda la magia y la fuerza de las
creencias de estos pueblos.

El autor

*En la portada y en los cabezales del libro aparecerá la palabra Orisàs escrita
en yorubá, al igual que el nombre de la deidad a inicio de capitulo; en el resto
del texto se escribirá en español por facilidades de lectura. (N. del E.

Capítulo I
Orisaòkó (Orichaoko)

Él fue quien lanzó Ifá para Orichaoko*


aquel que vino a la tierra a cultivarla
para que el ñame se reprodujera y se hiciera sagrado,
aquel que serviría de árbitro en la solución de disputas,
aquel a quien le revolotean las abejas a su alrededor.

Odu de Ifá Idi Okonron

Orichaoko, conocido también como Osoko,** Orisa-Agba-Lagba-Irawo, Oroko,


Oloosooko u Olorisa Ako, se cree que tenga por nombre primitivo Ayedjennov.
Posee un gran templo en Rawo (cerca de Oyo) y sus sacerdotes reciben el
nombre de Ja-Osa que significa: "el que domina o regula la vida".
Sus atributos principales son:
La varilla o bastón de hierro llamado Okova-Osoko, forrado de cuero y cauries y
rematado en su extremo superior por cuatro bolsitas de cuero que constituyen
los resguardos o la protección del bastón. Este debe tener una altura mínima de
un metro setenta y cinco centímetros, un hueso en forma de pito forrado en
cuentas del cual cuelgan cuatro guirnaldas de dieciséis cauries cada una, cuatro
nueces de kolá, utilizadas como instrumento de adivinación y para hacer
preguntas a la deidad, una hoz, una pica, una maraca de color rojo y blanco,
cuatro piedras extraídas de un terreno arado, un collar de autoridad cuyas
cuentas deben tener los colores rosado o lila, azul turqueza pálido, blancas
rayadas en rojo y corales, guías iniciales y terminales del ñame, recipiente de
madera o calabazo con su tapa, nido de termitas e imagen de madera tallada
representando a un hombre cuya actividad sea el trabajo en la agricultura.
El odu isalayé que acompañó a Orichaoko en su viaje a la Tierra desde el Cielo
fue Iwori Idi y junto a ellos vino Echu Iwori Idi.
Versa un mito que Orichaoko fue un hombre de la ciudad de Rawo, que a causa
de una serie de errores, se vio en la necesidad de hipotecar todos sus bienes,
no tenia donde vivir, ni con que cubrirse, carecía de alimentos y encima de todo
eso estaba lleno de deudas; no le quedaba más que un pico y un cuchillo de
deshierbar (hoz) y con esto se internó en la selva; fue avanzando cada vez más
profundamente hasta que llegó a cierto lugar. Allí comenzó a deshierbar el
terreno hasta que en su centro no quedó más que un nido de termitas de
champiñón (nido que hacen un tipo de hormigas). Fue ahí que él habitó.
Llegada la noche se acostó a dormir. Cuando se estaba durmiendo, él escuchó
una voz que decía: -- ¿Quién es pues este hombre?. El hombre se levantó, miró
y no vio a nadie. Buscó a su alrededor y no vio a nadie. Poco rato después el
nido habló de nuevo y dijo: --¿Quién eres tú?. El hombre contestó: --Soy un
hombre de la ciudad, tengo muchas deudas, no tengo con que cubrirme, yo he
hipotecado todos mis bienes y no tengo donde dormir ni qué comer. No tengo
más que un pico y una hoz. Es por lo que he venido aqui a trabajar. El nido de
termitas le contestó: - Tú serás rico. El hombre miró al nido y pensó cómo esa
voz que le hablaba desde el nido podría ofrecerle algo si carecía de manos. El
nido de termitas le dijo: -Yo adivino lo que tú piensas, yo te transformaré en un
hombre rico, pero es necesario que tú no cuentes esto a persona alguna. El
hombre aceptó tal pedido y el nido de termitas le indicó que limpiara el lugar
para que comenzara a irle mejor.
A la mañana siguiente el hombre limpió el sitio con cuidado y mientras realizaba
esta tarea se encontró un hueso cortado como un pito (un pito para hacer
señales) que encima tenía grabado un rostro. Cuando llegó el mediodía él halló
sobre el nido de termitas un plato con alimentos y comió sin averiguar de
dónde venía el alimento. Por la noche, cuando había terminado de trabajar,
halló otro plato de comida. De esta forma sucediéronse los días y todo
resultaba bien para el hombre. Trabajo así durante tres años y se hizo de un
dominio alrededor de la termita. Un día el tomó el hueso, se marchó a la ciudad
y fue donde un sacerdote de lfá con el objetivo de conocer acerca del hueso
que encontró recién llegado al nido de termitas.
El sacerdote de Ifá lanzó su ókpele y le dijo que el hueso pertenecía al dueño
de su finca y que en ella con seguridad había un nido de termitas. Le aconsejó
que pusiera el hueso encima del nido y sembrara todas las clases de plantas
que él conociera.
-Todo te irá bien-le dijo-, siempre que cultives de forma adecuada el terreno.
Con la ayuda de este hueso te convertirás en un hombre rico.
Asombrado, el hombre quiso conocer el nombre del dueño de hueso y el
sacerdote de lfá le respondió pertenecía a una divinidad llamada Orichaoko.
Después de esto, el hombre se fue. El odu de Ifá que se reveló para él aquel
día en la bandeja de adivinación fue Iwori Idi.
El hombre retornó a sus tierras y las cultivó con gran amor. Al año siguiente,
todos los hombres tuvieron hambre. Sobre la mayoría de las tierras nada había
brotado. Por esa razón, la mayoría de las personas no tenían qué comer. Pero
los ñames que el hombre había sembrado crecieron bien, así que se dirigió al
nido de termitas, que era donde siempre hablaba con el oricha y le dijo: -todo
lo que he plantado se ha dado bien, yo te ruego que me digas qué debo hacer.
La voz le respondió que tomara los ñames y los llevara a la ciudad. Allí debía
buscar a quién vendérselos pues habían muchas personas padeciendo hambre.
Al día siguiente el hombre hizo un gran paquete con sus productos y salió hacia
la ciudad. Al llegar comenzó a pregonar que tenía ñames para vender y
rápidamente las personas salieron de sus casas y compraron toda su mercancía
a muy buen precio. Además le propusieron que si tenía más ñames en venta,
irían ellos mismos a comprarlo a su finca.
Todos salieron con él desde la ciudad y al llegar a la finca se maravillaron de
aquellas tierras fértiles y cuidadas y manifestaron su deseo de quedarse en el
lugar, en aquel lugar que pertenecía a Orichaoko.
Después de aquel día, muchos abandonaron la ciudad para dirigirse a los
alrededores de la finca y así el hombre comenzó a vender semillas y plantas a
sus nuevos vecinos. Con estas ventas se tornó riquísimo, pudo pagar sus
deudas, comprar ricas vestimentas y una bella y joven esposa, quien pasado un
tiempo le dio un hijo varón.
Cuando fue tiempo ya de que su hijo caminara, el hombre se dio cuenta, con
tristeza, que el niño no se podía tener en pie. Entonces fue de nuevo donde el
sacerdote de Ifá al que le había consultado anteriormente y le planteó el
problema de invalidez de su hijo.
El sacerdote de Ifá le dijo que debía hacerse un bastón de hierro, Okova Osoko,
y con ese bastón preguntarle a Orichaoko por qué razón su hijo no caminaba.
Ya de vuelta a la finca, el hombre mandó al herrero que le hiciera el bastón de
hierro y con el se dirigió a Ayedjennov, donde se hallaba el nido de termitas. Ya
en el lugar, fue donde la divinidad para preguntarle qué debía hacer para que
su hijo pudiera caminar. El oricha le contestó que pusiera el bastón en manos
de su hijo y pasados ocho dias él vería que el niño podía caminar.
Así lo hizo el hombre y a los ocho días señalados por el oricha, el niño comenzó
a dar sus primeros pasos.
El hombre se dirigió de nuevo al nido de termitas y le dijo: --Mi Ayedjennov, tú
me has tornado en un hombre rico, pero yo quisiera volver de nuevo a la
ciudad. El oricha aceptó su petición pero le dijo que le daría algo para que no
pudiera olvidarlo jamás. Entonces le entregó kolá amarga y le dijo que cortara
la kolá derecha pero que no la comiera y tomara cuatro pedazos para cuando
quisiera preguntarle algo, que de esa forma lo hallaría siempre y en cualquier
momento.
Además le pidió que no lo venerara con el mismo nombre que hasta ese
momento había utilizado para comunicarse con él. -Llámame por mi nombre,
Osoko, concluyó.
El hombre entonces tomó el hueso en forma de pito, el bastón de hierro y los
cuatro pedazos de nuez de kolá y se fue a la ciudad. Ya en ella, organizó su
casa, llamó a Osoko y le preguntó qué debía hacer.
El oricha respondió que le atara al hueso cuatro guirnaldas de dieciséis cauries
cada una y colocara este contra la pared de forma tal que las guirnaldas
quedaran pendientes, que pusiera cuatro pedazos de nuez de kolá dentro de un
calabazo y en la pared, el bastón de hierro. Además le dijo que cuando él
quisiera saber algo, lanzara los cuatro pedazos de kolá. Después, en cada
época de madurez de los ñames, debía ir al bosque y tomar una pintada
(gallinacea originaria de África, pero aclimatada al mundo entero: guinea) y
ofrendársela al oricha junto con aceite de palma y abundantes ñames. -En
cuanto a ti -le dijo-, no debes bajo ninguna circunstancia comer ñames de las
primeras siembras antes que lo hayan hecho aquellos que no tienen nada que
ver conmigo. Después que ellos hayan comido durante tres meses los ñames de
la nueva siembra, será que tú y tus descendientes podrán comerlos.
En lo concerniente a los sacrificios, harás de esta manera: corta la raíz del
ñame al sesgo, toma las dos nueces de kolá amarga y córtales las puntas
superior e inferior y el resto córtalo siguiendo su largo en dos mitades de
manera que ello haga cuatro pedazos. Toma las dos partes del medio, coges
abundante aceite y pones todo esto dentro del calabazo con los cuatro pedazos
de kolá. Entonces pídeme to que desees en el año nuevo y lo que tú creas
necesario para ese año. Hecho esto, toma los dos pedazos que forman la punta
del ñame, aquellas que tú has cortado en los extremos inferior y superior y
cocínalas en aceite.
Tú serás de esta forma en el futuro mi Ja-Osa y después de ti lo serán tus
hijos. Todo hombre que quiera practicar mi culto y colocarse entre mis
descendientes (formar el clan de Oko) deberá hacer esta ofrenda de ñames y
llevar hacia la casa de Ja-Osa las dos puntas de las raíces impregnadas de
aceite. El Ja-Osa deberá poner una parte de las ofrendas en la tapa de la
calabaza en la cual ya estarán los cuatro pedazos de nuez de kolá y una parte
de esta ofrenda de ñames (que no debe ser ningún ñame de una recogida
reciente) será comido por la familia de Ja-Osa. Pero todos aquellos que se
consagren en mi culto, no deberán comer ñames de la cosecha nueva, sino
hasta tres meses después de haber llevado estos a la casa de Ja-Osa y su
familia.
El primer día de la ofrenda, Ja-Osa sacrificará la guinea sobre el calabazo donde
se halla la nuez de kolá, hará correr la sangre sobre el calabazo y la mezclará
con los pedazos de kolá. El Ja-Osa arrancará una pluma de la guinea y la
pondrá en la boca de la figura que se haya esculpido en el hueso donde están
pendientes las conchas de cauries.
Después de esto todos tocarán el tambor y bailarán.
Aquellos dentro de mis descendientes que deseen tener hijos deberán venir con
ofrendas a casa de Ja-Osa de Rawo e implorarme durante esta época. Pero
todo niño nacido después de dichas ofrendas y plegarias, traerá cada año su
sacrificio, porque él será mi hijo, aunque su padre ya pertenezca a mi clan.
Así termina la relación de esta tradición. Pero es necesario añadir que desde los
tiempos del Ja-Osa de entonces, a aquellos que se dirigen a Rawo para llevar
las ofrendas, se les vendan los ojos con una bufanda o pedazo de cinta ancha
de las que se usan para llevar en el cuello o amarradas a la cintura.
Otra historia tomada del cuerpo literario de lfá, nos narra que:
Orichaoko fue un campesino que vivió en Irawo, la gente lo conocía como a un
hombre bien versado en medicina y erudito en hojas y yerbas. También era
cazador y solía atrapar guineas con mallas puestas en la granja de un rico
granjero. Tenía un perro y una flauta, y en varias ocasiones en que se perdió
en los bosques, su perro lo encontraba al escuchar el silbido de la flauta. Vivió
hasta avanzada edad y cuando ya no podía seguir cazando se dedicó a
practicar la adivinación.
Se cuenta que una vez aparecieron tres grandes mirlos en Irawo y se posaron
en los campos y se comieron todas las cosechas de los campesinos. Ese año
hubo una gran hambruna. Al año siguiente aparecieron nuevamente los pájaros
y ninguna flecha podía hacerles daño. La gente fue entonces a donde
Orichaoko y le dijeron que los ayudara a destruir a esos pájaros.
Orichaoko elaboro un poderoso preparado con el cual logró ahuyentar a los
pájaros. Las cosechas crecieron maravillosamente y cuando llegó el tiempo de
la recogida, la gente estaba tan contenta y agradecida a Orichaoko que lo
hicieron su rey, pero tan pronto como lo instalaron en el trono Irawo, la gente
comenzó a temer:
“¿No utilizará contra nosotros la medicina que usó contra los pájaros?”
Sospecharon más y más de él. Y aunque no les dio causa de quejas, el temor
se hizo tan grande que un día se rebelaron y lo expulsaron del pueblo. Al año
siguiente vino el tiempo de recolección, los mirlos regresaron y se comieron las
cosechas. Entonces, toda la gente con el rostro entristecido marchó al bosque,
a la cabaña de Orichaoko y le imploraron los ayudara una vez más. Prometieron
reinstalarlo como rey y nunca más rebelarse. Pero esta vez Orichaoko se negó a
ayudar. Tan desencantado estaba ante la insensibilidad y deslealtad de la gente
que decidió abandonarlos definitivamente. Les dijo: -Los abandonaré para
siempre, pero dejaré mi espada aquí y cada vez que se encuentren en peligro
real pueden clavar la espada en el suelo y vendré a proteger vuestras cosechas,
les advierto que no deben usarla a la ligera ni en vano y con estas palabras
Orichaoko desapareció en la tierra. Su espada se encuentra en los templos
donde es venerado. 1

Otra leyenda yorubá por su parte, nos narra que Orichaoko fue una persona
que vivió en el pueblo de Irawo y fue expulsado por sus habitantes por haber
contraído la lepra, tanto él como su esposa partieron, pero fueron aceptados y
reivindicados a su regreso por haber descubierto el secreto de la agricultura:

Una persona que vivió una vez como jefe en el pueblo de Irawo y fue
expulsado por su comunidad a causa de que repentinamente se puso leproso.
Sólo su esposa decidió irse con él. Hallándose en este estado, ambos luchaban
por sobrevivir dedicándose a la caza y a la recolección de frutas.

De manera accidental, la esposa descubrió que algunos restos de frutas que


habían arrojado en el pasado, estaban creciendo y produciendo el mismo tipo
de fruto. Por lo tanto, comenzó a cosechar y a obtener comida para alimentarse
ella y su esposo. Como resultado de ingerir los productos vegetales y la carne
de los animales y pájaros que cazaban, además de utilizar los poderes curativos
de las hierbas del lugar, el hombre se curó paulatinamente de la lepra. Ambos
regresaron al pueblo de Irawo donde fueron alegremente recibidos por la gente
del lugar.
Como eran magnánimos de corazón, no se guardaron el secreto recién
adquirido de la ciencia agrícola, sino que se lo enseñaron a los demás. Hubo
muchas personas que vinieron a aprender de ellos.
Aún después de muertos no fueron olvidados, pues muchos no podían creer
que hubieran perdido a personas como ellos, así que comenzaron a refererirse
a los que entraron en el seno de la tierra para continuar otra existencia.
A esto se debe el dicho común entre los yorubás: Orisaoko wole Irawo, que
significa: "Orichaoko entró en el seno de la tierra en el pueblo de Irawo".

los dos esta deificado y llamado Orichaoko, el hombre o su esposa.

¿Es Orichaoko una divinidad macho o hembra?

Del relato anterior queda claro que los dos estaban implicados tanto en el
descubrimiento real como en el trance que los condujo al descubrimiento. Por
lo tanto, nosotros tenemos que ver esto como un esfuerzo conjunto (la
cooperación mutua del hombre y su esposa).

Los devotos de Orichaoko generalmente se apresuran a recoger agua fresca


que vierten en el suelo al aire libre en señal de homenaje a la divinidad y rezan
para que todo sea dulzura para ellos y amargura para quienes les desean mal.
Debido a que muchos de los yorubás dependen principalmente de los frutos de
la tierra para vivir, le han concedido a Orichaoko un lugar muy importante entre
sus divinidades.

Entre los devotos serios existe la práctica de realizar una peregrinación anual a
Irawo para invocar la bendición de la deidad y para hacer ofrendas, aunque
además del punto tradicional central en lrawo, existen santuarios en diferentes
pueblos y villas de la tierra yorubá. En Ibadán, solamente, hay más de siete
santuarios dedicados a la adoración de Orichaoko, aunque un área de la ciudad
conocida como Olorisa-Oko (Oloosooko) reclama poseer el primero de estos
santuarios. 2

A Orichaoko le encanta el pangolín, que es un mamífero desdentado parecido al


lagarto, cubierto de escamas duras y puntiagudas que el animal puede erizar
particularmente cuando se arrolla en bola para defenderse. Se conocen
especies propias del África Central y del Asia Meridional. Se ofrendan también el
chivo, el pescado llamado eja abori, el estofado de melón con ñame
machacado, diferentes tipos de viandas y el vino de maíz de guinea. En Cuba y
algunos países de América se le sacrifica carnero conjuntamente con Yemayá y
lo hacen hablar en eta (itá) por el caracol de este oricha, mientras que en
tierras africanas, Orichaoko habla a través de la nuez de kolá o las semillas
sagradas de Ifá. Estos materiales y productos agrícolas se ofrendan a Orichaoko
antes de que los hombres y las mujeres puedan comerlos o venderlos. Durante
la adoración de Orichaoko se comen y se beben muchas cosas específicas como
las enumeradas anteriormente, se ofrecen primero a la divinidad y después son
compartidas por los adoradores.

La adoración ceremonial habitual de Orichaoko en la fiesta anual es interesante.


Una enorme cantidad de ñame machacado se coloca en una gran bandeja de
madera alrededor de la cual se sientan los sacerdotes y las sacerdotisas junto
con los devotos. Con las palmas de las manos golpean (el ñame machacado)
cantando alegres:

A o jiyan lonii
¡Iyan!
A o jiyan lonii
iIyan!
Iyan to funfun lele
iIyan!
Iyan a bilewu lorun
iIyan!
A o jiyan lonii
Segbede a se
Iyan o.

Comeremos name machacado hoy.


¡Ñame machacado!
Comeremos ñame machacado hoy.
¡Ñame machacado!
Ñame machacado blanco, blanco.
¡Ñame machacado!
Ñame machacado en deliciosa pulpa.
!Ñame machacado!
Comeremos ñame machacado hoy.
Habrá mucha alegría.
¡ Oh, ñame machacado!

Después de esto, el sacerdote o la sacerdotisa corta una porción grande del


ñame machacado y la echa en la olla del estofado de melón, de manera tal que
varias bolas del melón tostado se le peguen. Entonces coloca esta lasca de
ñame ante la divinidad.
Es sólo después que esta ceremonia se ha realizado que las personas
comienzan a comer y a beber. De acuerdo con la creencia popular, nadie que
pertenezca a este grupo de pacto solenme puede comer del nuevo ñame hasta
que esta comida ritual tenga lugar y parte del alimento se presente
ceremoniosamente a la divinidad. En algunos lugares la ceremonia dura siete
días. Los devotos vienen diariamente al santuario y traen ñame machacado,
parte del cual se le ofrenda a la deidad y el resto es repartido en comidas
comunes.
En algunos lugares de la tierra yorubá se hacen ofrendas similares a algunas
divinidades que se asocian con la agricultura. Por ejemplo, la fiesta de Eje en
ltebu Manuwa, la de Ijesu en Ilara cerca de Akure y el Owe u Oro Olofin en Ile-
Olujii.
Durante estas fiestas los ñames se sacan y se ofrecen ceremoniosamente
primero a las divinidades y a los antepasados estimados responsables de que se
produzcan buenas cosechas. Sólo después de este ofrecimiento ceremonioso,
es que todos, en medio del júbilo, van a comer y a beber. Debe señalarse que
en Ile-Olujii no sólo se ofrecen los ñames recién sacados, sino que también se
presentan nueces de kolá a Oro-Olofln, este es un producto muy importante en
el área. Cuando el aworo (el sacerdote jefe) pasa, los agricultores que han
cosechado nueces de kolá durante la temporada, toman una cantidad y se la
lanzan al sacerdote (que representa a Oro-Olofin) y lo saludan diciéndole
¡Olofin o! Se cree que si alguien se queda con las nueces de kolá en su casa sin
ofrecer algunas a Olofin, ésta mal agradecida persona sufrirá una pérdida
grande ese año.
Todo lo anterior es para enfatizar el hecho de que los agricultores yorubás
atribuyen el éxito de su trabajo a algunos seres divinos quc actúan como
funcionarios de Olodumare en su mundo teocrático.
Tal y como los antiguos canaanitas daban gracias a Ba'alim (señores de la
tierra) quienes hacían que sus cosechas fueran buenas, los mende de Sierra
Leona ofrecían arroz al dios de la tierra, los ashanti de Ghana hacen ofrendas a
Asase Ya (diosa de la tierra), los igbo de los estados de Imo y Anambra en
Nigeria hacen sacrificios a Ala/Ale y los ijaw del estado de Rivers en el sur de
Nigeria hacen sacrificios a Amakiri, también los yorubás, en agradecimiento por
sus éxitos en la agricultura, hacen sacrificios en acción de gracias al principio de
la estación de siembra a Orichaoko, quien se cree que es uno de los
funcionarios de Olodumare para el mantenimiento y organización del mundo,
en lo que respecta particularmente a la fertilidad de la tierra y los productos
agrícolas. Esta divinidad la reciben tanto hombres como mujeres, pero
predominan éstas que son sus más fervientes admiradoras. Es invariablemente
entre las mujeres que tenemos el Agegun Orichaoko, que son las devotas
usualmente poseídas por la divinidad para dar sus presagios o augurios, y que
residen muy cerca del santuario de la deidad y en muchas ocasiones actúan
como árbitros en la solución de disputas, especialmente en lo que se refiere a
acusaciones de brujería.
Los sacerdotes y sacerdotisas llevan dos rayas verticales, una blanca y otra roja
en sus frentes. Las mujeres adoradoras son más tenaces que sus contrapartidas
hombres y se unen en una especie de hermandad. 3

Olokun es la divinidad de la prosperidad del mar, mientras que Orichaoko


constituye la divinidad de la prosperidad de la tierra. Ambas divinidades
trajeron la riqueza de forma oculta y misteriosa al mundo, capaces de convertir
al hombre pobre en un hombre inmensamente rico.
Como todo culto de Olokun comienza ofrendándole tributos a Orichaoko,
también el culto de Orichaoko comienza ofrendándole a Olokun.
El ceremonial de Orichaoko debe iniciarse sobre la tierra y su culminación debe
también terminar ahí con una gran fiesta.
El principal tabú de este oricha es el aceite de sémola de maíz, aunque también
lo son la calabaza y la manipulación de sus atributos por parte de las mujeres
que atraviesan el período menstrual.
A las personas que reciben esta deidad les queda prohibido comer el ñame
durante un período de tres meses.

El iniciado en Orichaoko deberá tener en su frente una marca con la pintura


osun (polvo de madera roja de Angola) y otra de cascarilla.
Orichaoko es asociado con el éxito del trabajo agrícola.
Cura todas las enfermedades de la piel incluyendo la lepra.
Orichaoko tiene a las abejas como sus sirvientes. Se entiende que cuando un
enjambre de abejas vuela por encima de la cabeza de un devoto trae felicidad,
alegría y prosperidad.

*Los nombres de las divinidades y algunos otros términos aparecerán siempre


escritos en español para facilitar su lectura y comprensión. (N. del E.)

**Las palabras en dialecto yorubá que fueron tomadas de las Fuentes


consultadas en el idioma inglés, respetarán a través del texto su escritura
original y aparecerán destacadas en letra cursiva. (N. del E.)

Notas

1. Heriberto Feraudy Espino: Yoruba, un acercamienlo a nuesiras raíces.


2. J. 0. Awolalú: Creencias y ritos de sacrificios yorubas.
3. Ídem.

Capitulo II
Sankpana (Sankpana)

Él fue quien lanzó a Ifá


para aquel que viste cerrado con adornos de plata,
aquel que tiembla y hace temblar la tierra,
para aquel que penetra en tu cuerpo y sale como gusano.

Odu de Ifá Obara Etura

Sankpana quien es una divinidad objeto de muchas controversias, es conocido


también en Cuba con el nombre de San Lázaro, San Roque y San Sebastián;
esto es debido a la influencia de la religión católica. Por su parte, los sacerdotes
de Ifá en Cuba lo nombran Azojuano o Babaluayé como se manifiesta en
algunos eses Ifá criollos.
Entre lo mahis es nombrado Obaluguaye, Obaluwaye, Obaluaye u Omolu (el rey
del mundo). Sankpata en el lenguaje nago, que significa (el que corta y mata) o
Ayinon (el propietario de la tierra), vinculación que los nagos ven entre este
oricha y la tierra. En Abomey es llamado por el nombre de una pareja, Kohosu
y Nyowe Ananú.
La atribución de nombres varía de región en región en tierras africanas. Se dice
que en Abomey es una pareja compuesta por Kohosu "el padre que da la
viruela" y su esposa Nyowe Ananú, sus hijos, Da Sodji "que da la disentería y
los vómitos que producen la muerte", Da Longan, Da Sin Dji, Aglosunté "que da
las llagas incurables" y Gbosu Zuhon, su hermano gemelo, Ahosu Gan Wha
"que da las hinchazones mortales", Avimadje, ligado con los tohossus y Alokpe.
Hay una tercera generación de la que forman parte de un lado, los hijos de Da
Sogji el mayor de los cuales es Adan-Tagni "que da la lepra y corta los pies y
las manos".
Del otro lado, se encuentran los hijos de Da Longan, llamados Gbazu, Da
Magbekan y Suviningin.
También se le conoce como Agrónica-Omo-bitasa, Ayanó, Awojonú, Asoyú,
Atimaya, Afimaye, Ayamú, Abeolomi, Ayanise, Ni Kam Babalú Borilá y Babalú
Aguadotisa.
En Haití se le llama a Sankpana Legba, Pied y Sabata.
En el país nago-yoruba, en Ketu, Abekuta y en Brasil, consideran a Naná
Burukú como madre de Sankpana; más lejos todavía hacia el este, en Osogbo,
Naná Burukú, se convierte en Sankpana, divinidad de la viruela.
Los adeptos de Sankpana usan collares de color negro y blanco o rojo y negro.
En Cuba, los collares asumen otros colores tales como azabache (negro),
matipó, cauries, cuentas blancas rayadas en azul, etc.
Otros atributos de este oricha son, el calabazo (especie de jicara mediana y
semiovalada con otra superpuesta encima que va agujereada) y que representa
al reino de Dahomey, cada agujero representa un camino. La cazuela en Cuba
se llama Ajarrara o Ajalala. Hay un refrán que dice "Dahomey es igual a un
Ajalala, que tiene muchos huecos y caminos". En Cuba este recipiente se ha
sustituido por dos piezas de barro horneadas, el chachara o vara de nervadura
de palma decorada con conchas o cauries (comúnmente llamado en Cuba, ajá),
su tambor típico llamado "asoyín", las piedras porosas, los cauries y en Cuba
también se le atribuye un brazalete que se confecciona con tela de yute y
cauries y que se nombra cachá.
Sus adeptos en Cuba visten ropajes de tela de yute, pues este material se le
atribuye al oricha.
El odu isalayé que viajó con Sankpana desde el Cielo hasta la Tierra fue el odu
de Ifá Obara Eturá y el Echu que lo acompañó fue Echu Obara Otua Awo
Ikogusi.
Sobre este oricha se relatan muchos y variados mitos, a continuación
ilustraremos uno con un ese Ifá del odu Ogundá Meyi por considerar que es de
los más antiguos y genuinos.
Ogunda Meyi ha revelado que después que Oloddumare creó a las esposas para
las divinidades, la siguiente tarea era cómo hacerles tener hijos.
Cuando las otras divinidades descubrieron que Orúnmila había dado nacimiento
a algunos hijos de otras deidades, ellos comenzaron a recurrir a él por ayuda.
Por ejemplo, adivinó para que Oggún tuviera siete hijos, uno de ellos se
convirtió en asesino. También adivinó para Ozain para tener como hijos a
"Remedio" y a "Hechizo". Ikú sin embargo, estaba totalmente negado a ir
donde Orúnmila por ayuda, porque este siempre estaba en desacuerdo con él
obstruyendo las metas y objetivos de la Muerte. Por lo tanto Enfermedad
(Arun), la esposa de la Muerte, estuvo mucho tiempo sin tener hijos.
Eventualmente, la esposa de la Muerte decidió ella misma ir a ver a Orúnmila.
Él realizó la adivinación y el sacrificio por ella y quedó embarazada al siguiente
mes.
Primero nació Convulsión y luego nacieron cuatro hijos más: Contagio,
Infección, Locura y Deformidad. Entre ellos cinco dieron nacimiento a
seiscientos tres nietos y bisnietos, que constituyen hoy las muchas
enfermedades y padecimientos que sufrimos en la Tierra.
Mientras que estuvieron en el Cielo, los descendientes de la Muerte, fueron
relativamente inofensivos. Fue la indagación del hombre, guiado por la codicia,
lo que lo llevó al contacto con las enfermedades.
...Una vez, un rey que reinó sobre la Tierra llegó a ser tan poderoso, que él
mismo se proclamó al rango de divinidad. Se llamaba Obaluwaye, "el mismo
que es, el rey que es también el Dios del mundo".
Antes de que este se divinizara, el hombre no era más que un simple cazador
llamado Atakpa, que vivía del producto de su caza. Al ver que la caza no le
servía para sus fines, incursionó en la agricultura y más tarde en el comercio,
pero todos sus esfuerzos resultaron fracasos colosales.
Todas las divinidades habían partido de regreso al Cielo a excepción de
Orúnmila. Así que Atakpa decidió ir por adivinación. Le fue dicho que su
prosperidad dependía de la caza y a ella debía regresar.
En aquel momento, el arma de fuego ya había llegado a la Tierra, pero al
hombre le tomó tiempo descubrir sus verdaderas potencialidades. Atakpa fue el
primer ser humano que usó el arma de fuego para cazar y fue tanto el éxito
que tuvo en el uso de la escopeta, que llegó a ganarse el nombre de Atakpa-
Olori-Ode, que significa: "el generalísimo de todos los cazadores".
Ya él era próspero, pero su modesta fortuna no era suficiente para satisfacerle.
Esto coincidió con el momento en que los cinco hijos de la Muete estaban
siendo transportados al mundo por Echu. Todos ellos se hallaban en el interior
de los intestinos de un animal amorfo que era más grande que un elefante.
Un día, Atakpa-Olori-Ode fue al bosque con su escopeta y vio al colosal animal.
Cuando le apuntó, el animal le pidió que no disparara y le dijo que en cambio
podía pedirle a él lo que quisiera. El hombre respondió quo quería tener una
cantidad incontable de dinero y el animal lo mandó a ir para su casa donde lo
estaría esperando una gran cantidad de dinero. Así fue en efecto.
Pocos días después, regresó al mismo lugar y encontró allí al animal quien le
preguntó que más quería. El hombre pidió tener muchos sirvientes y esposas. A
solicitud del animal regresó a su casa y encontró todo lo esperado por él.
No satisfecho aún con lo que había obtenido hasta ese momento, regresó al
bosque una vez más, ahora para pedirle al animal que quería ser rey.
Como las veces anteriores, le respondió que fuera para su casa y allí
encontraría a su pueblo reunido para coronarlo rey, el primer rey, coronado por
el hombre.
Entonces fue a agradecer a Orúmnila por la eficaz adivinación sacrificio
ejecutado por él. No obstante, Orúmnila le advirtió que no regresara jamás al
bosque a pedir algún otro favor al animal y que nunca bajo ningún concepto le
disparara, porque su estómago contenía muchas calamidades que saldrían al
exterior si se exterminaba a aquella criatura deforme y grande.
Él solamente hizo caso del consejo de Orúnmila durante veintiún días. Después
de ese tiempo, incluso siendo rey. regresó al bosque con su escopeta sólo para
ver si el animal permanecia allí esperando para derramar su veneno sobre la
Tierra y llevando su avaricia a grado extremo, le pidió que lo convirtiera en
Oloddumare.

El animal le replicó que él no era capaz de conferirle esa gracia porque


solamente existía un Oloddumare que estaba en el Cielo y ante la negativa
Atakpa-Olori-Ode le amenazó con dispararle si no le concedía ese favor. El
animal le dijo que disparara, él apretó el gatillo y de un disparo la víctima cayó
muerta al suelo. Atakpa-Olori-Ode regresó a su casa para invitar a su gente a ir
al bosque y picar el animal y ante todos se proclamó él mismo Dios del universo
(Obaluwaye), por la hazaña de matar al animal. Sin embargo, sin saberlo, iba a
disfrutar ese título póstumamente.
Cuando todos fueron al lugar donde había caído el animal sólo vieron un
montón de gusanos. Inmediatamente el rey enfermó y pronto comenzó a
delirar y a pronunciar discursos incoherentes, que marcaron el inicio de la
locura en la Tierra, tanto él como los que se lanzaron al bosque guiados por él,
fueron atacados por los gusanos e instantáneamente afectados con todos los
tipos de enfermedades, algunas desconocidas aún en la actualidad.
Obaluwaye murió esa misma noche. Muchos murieron aquejados por lo que hay
conocemos como viruela, varicela, peste, tos, etc. y aunque fueron los primeros
en sufrir aquel desastre no fueron los únicos, pues todas las enfermedades se
esparcieron por el mundo conocido.
La familia de Orúnmila también fue afectada, sin embargo gracias al uso del
encantamiento para recordar a los dispersadores de las enfermedades que él
fue quien realizó la adivinación y el sacrificio en el Cielo para facilitarle a la
abuela de ellos tener sus cinco hijos (padres de las enfermedades existentes),
hizo que rápidamente los dejaran en paz, prometiendo no atacar nunca a sus
hijos en el futuro.
Cuando las otras personas vieron como la familia de Orúnmila fue
milagrosamente curada mientras miles morían diariamente, fueron a él en
tropel para lograr la salvación mediante la adivinación.
Él declaró que fue Atakpa quien causó el problema que se había expandido a
todos producto de su insaciable avaricia. Sin embargo, aconsejó que regresaran
al lugar donde fueron atacados por los gusanos para servir a Echu con un
chivo, maíz y todos los comestibles posibles. También recomendó que
regresaran a sus casas con todo lo que encontraran en el sitio de los hechos.
Con rapidez hicieron lo que se les dijo. Después de ejecutar el sacrificio,
escucharon una voz que hablaba desde dentro de una calabaza cubierta que les
dijo que la llevaran a la casa sin abrirla, prepararan un altar especial para ella y
le ofrendaran un carnero. La voz agregó que ellos sanarían después del
sacrificio y proclamó que el nombre del parlante era "Sankpana".
Esa es la razón por la que hoy algunas personas intercambian el nombre de
Obaluwaye con el de Sankpana (en Cuba el nombre de Obaluwaye se conoce
como Babaluaye - San Lázaro) por lo que realmente San Lázaro. Babaluaye,
Obaluwaye. Pata llaga, etc., no son más que nombres pertenecientes al mismo
oricha, " Sankpana".
Fue después de esto, que Orúnmila partió para regresar junto a Oloddumare en
el Cielo. 1

Este ese Ifá ha puesto de manifesto que Sankpana es un ebora, (seres


humanos que alcanzan el rango de divinidades por determinados hechos o
circunstancias ocurridas en sus vidas aqui en la Tierra), sin embargo dentro del
cuerpo literario de lfá, el odu Ogbe Ogundá nos muestra lo contrario, que la
divinidad de la Epidemia existía ya en el Cielo y bajó a la Tierra siendo el
representante de la casa de Igun. Veamos:
En los tiempos que se poblaba por segunda vez la Tierra, Oloddumare había
creado cuatrocientas sesenta deidades subordinadas. La Tierra crecía y
prosperaba con vigor, pero al Cielo llegaban noticias de que esta se había
convertido virtualmente en el reino de Echu.

Fue Ogbe Ogundá quien reveló como las cuatrocientas sesenta divinidades
fueron por adivinación para saber que hacer para rescatar al mundo de las
garras de Echu.

En la adivinación les aconsejaron que dieran un chivo a Echu y que sirvieran


todas sus cabezas juntas con un carnero padre, para evitar así que anduvieran
peleando unos con otros y contradiciéndose. Ellos se alegraron de rogar sus
cabezas con un carnero padre pero rehusaron ofrecer un chivo a Echu, porque
aquel era el gran enemigo de ellos, a quien venían a combatir a la Tierra. El
lugar en que ellos rogaron sus cabezas en el Cielo es llamado Igun.

Después de comer el alimento del sacrificio, cada uno decidió tomar un nombre
antes de salir para el mundo. Cuando aún no habían concluido de tomar sus
nombres, Echu había influenciado las mentes de algunos de ellos.

No obstante, decidieron ir y matar al cabeza de la casa de Igun. Sankpana, la


deidad de la Epidemia, los retó para que justificaran la acción que se habían
propuesto. Después de eso, sobrevino una pelea y al final, la mitad de ellos
rehusó acompañar a los demás al mundo.

Así fue como la mitad de las deidades subordinadas, permaneció en el Cielo,


mientras que la otra mitad vino al mundo.

Aún antes que ellos dejaran el Cielo para venir a la Tierra a cumplir su objetivo
contra Echu, ya estaban siendo tomados por Echu. Con este suceso Ogbe
Ogundá gana su nombre do Ogbe Oligun. 2

Sankpana es la divinidad de la viruela y las enfermedades contagiosas, pero


hay quienes creen que en África está muy vinculado a la tierra cuando lo llaman
Ayinon (el propietario de la tierra), otros confunden a este oricha con
Orichaoko.
Es justiciero, feroz, agresivo y vengativo. Sólo pronunciar su nombre entre los
yorubás inspira temor y ruborización.
A los sacerdotes de esta divinidad se les ve usar vestidos muy bellos adornados
con joyas de plata y cerrados con botones hasta arriba en señalización de alta
dignidad.
En el curso de las ceremonias efectuadas a Sankpana, se oyen canciones
mordaces y satíricas que hacen la diversión de los asistentes. En otros cantos
más serios, dan consejos morales, amenazan a los que incurren en malas
conductas y los invitan a replantearse sus formas de vida, danzan con ardor
para mostrar su fuerza y su potencia y probar que son invulnerables a los
ataques de sus enemigos celosos y envidiosos.
En Brasil aparece vestido de paja, cubierta la cabeza para disimular su rostro
roído por la lepra. Baila doblado en dos, como presa de dolores e imita los
sufrimientos, las convulsiones y los temblores de fiebre. La orquesta toca un
ritmo especial llamado Opa Nije que en yorubá significa "el que mata algunos y
se los come" y cuando se manifiesta es acogido, con.gritos de Atotóo.
A Sankpana se le ve muy vinculado a orichas como Changó, Oggún y Olokun
formando el cuarteto de las divinidades más feroces y agresivas que existen.
Las consagraciones de este oricha en tierras africanas son en extremo
peligrosas, ultrasecretas y distan mucho de las que se efectúan en Cuba. En
tierras cubanas son de por sí ya muy controvertidas. Por ejemplo, en la zona de
la ciudad de Matanzas, los descendientes de los "ararás", consagran muy
diferente a los de la ciudad de La Habana, descendientes de los "lucumíes". Se
establecen diferencias tales como, por ejemplo, los ararás hacen hablar al
oricha por el tablero de lfá y sólo los hijos directos de este pueden entregar la
deidad a otros que la necesiten. Mientras que los que consagran a Sankpana en
lucumí, lo hacen hablar por los cauries y sí lo pueden dar sin ser hijos directos
del oricha.
Otra peculiaridad de las consagraciones en la ciudad de Matanzas, es que el itá,
lo efectúa la deidad "montada" sobre el consagrado.
En Ciudad de La Habana, otros entendidos consagran a Yemayá por Sankpana
(San Lázaro).
El culto de esta divinidad es muy difundido en tierras africanas. Sin embargo,
en Cuba toma matices diferentes. Un grupo reducido rinde culto a este oricha
de la forma tradicional pero individual, el resto lo homenajea el 17 de diciembre
en un largo peregrinar hasta el afamado templo "El Rincón", situado en un
pueblo del mismo nombre en las cercanías de Santiago de las Vegas, en la
Ciudad de la Habana. Alli, hombres, mujeres y ninos se dan cita para agradecer
y cumplir promesas ante la imagen de San Lázaro (imagen católica), bajo el frío
intenso característico de esa época.
En tierras africanas el santuario principal comunal de Sankpana siempre está
afuera de la entrada de la aldea o pueblo. Sobre un montón de tierra está
colocada una agbada (vasija grande de barro cocido sin tapa), en cuyo interior
las personas derraman aceite de palma, vino de palma y panes fríos de maíz.
De esa forma cuida la entrada y evita que la viruela entre en el lugar.
Se dice que reposa al pie de un jaguey y se le invoca en la mata de framboyán.
Habla de una forma sorda y balbuciente. Sus hijos o descendientes no deben
bañarse en el mar, ni siquiera mirarlo, prohibición que dictó cuando era rey de
Dahomey. Tiene como mensajeros a la mosca verde, los mosquitos,
moscardones, escarabajos y gusanos. Sus devotos le ofrendan gallo colorado o
jabao, aceite de palma, maíz cocinado, panes fríos de maíz, nueces de kolá,
cocos verdes de agua, jutía ahumada, pescado ahumado, paloma, guinea,
codorniz y carnero. En Cuba se le ofrenda chivo grande castrado, cerdo, toro,
faisan, pato, fruta bomba, ruedas de cebolla, harina cruda, jenjibre, higos,
ciruelas, mangos, dátiles, tamarindos, marañones, casabe de yuca, etcétera.
Constituye tabú para él el que se le ofrezca ajonjolí, aceite de sémola de maíz,
calabaza, maíz frito, la flor de vicaria, el pan y la manipulación de sus atributos
por parte de una mujer que se encuentre con el periodo menstrual.

Significacion que adquieren algunos alimentos para Sankpana

maíz crudo: eripisela.


maní: lepra.
ajonjolí: la guerra.
frijoles: viruelas.
millo: sarampión, rubeola, escarlata.
huevo: la enfermedad.
gallo: la curación.

Su planta favorita es la escoba amarga, que habita en Cuba, el resto de las


Antillas Mayores y algunas de las Antillas Menores, Bermudas, sur de los
Estados Unidos, América Tropical y África.
Las hojas se usan para baños como astringente. Su abuso origina constipación.
Las hojas aplicadas por su parte superior cohiben las hemorragias capilares y la
cara inferior determina la supuración de la herida. En Venezuela, la cáscara de
los frutos se usa como pectoral y las tisanas las mezclan con las demás
sustancias que gozan de ésta propiedad. La corteza quita la fiebre. Muy efectivo
como aliciente para hacer trabajar a Sankpana a favor de determinada persona.
El cocimiento de las hojas y la raíz, combate la obesidad en baños corporales.
Con esta hierba se cubren dos jícaras que en la regla de los arará contienen al
oricha.
Es una de las hierbas favoritas para despojar y limpiar a los enfermos.
Cualquier enfermedad se limpia con escoba amarga y maíz tostado. Con tres
raíces en cocimiento se corta la fiebre. Toda la planta en infusión se utiliza
contra el paludismo. Revienta los tumores y granos en cataplasmas y en polvo
cura la tina, las eczemas y todas las erupciones de la piel.

Notas
1 C. Osamaro Ibie: Ifism the complete work of Orunmila.
2 Ibídem: Vol. 2, The odus of Eji Ogbe.

Capítulo III
Òró Lewe (Oro Lewe)

Él fue quien lanzó Ifá


para la divinidad del "misterio",
aquella que vagaba por el bosque
y fundó el estado de Kwara
a través del toque de queda.

Odu de Ifá Ogbe Osa.


Oro Lewe, la divinidad que vive en lo más profundo del bosque, es llamado a
veces la deidad del "misterio", del "secreto", del “retiro” o del "encanto". Oro
Eku, Eminale, Orun es el nombre que le atribuyen la generalidad de los
sacerdotes de Ifá en Cuba y Latinoamérica o simplemente oricha Orifin (nombre
con el que se conoce a Oro al confundirlo con Echu Orifin, que fue quien lo
acompañó en su viaje desde el Cielo a la Tierra.
Entre sus principales atributos estan dos cuernos encantados, cargados con
materias sagradas y rematados con espejos unidos por una pieza de metal
(bronce), la pluma roja de la cotorra, la vara de autoridad (elaborada de
madera dura simulando la cola de la jicotea y rematada por un espejo en su
extremo), imagen o Siguidi de madera barrenado por la cabeza y los pies. Aiyé,
divinidad que siempre lo acompaña (representada en una imagen de mujer
vestida toda de blanco).
El odu isalayé de la divinidad Oro Lewe es el odu Owanrin Osá, que lo
acompañó desde el Cielo hasta la Tierra junto con Echu Orifin. Este tenía su
casa en un lugar conocido como Orifin en el momento que vino a morar a la
Tierra, sin embargo poco tiempo después fue maldecido y conjurado por
Orichanlá a vivir eternamente en lo más intrincado del bosque.
Veamos un ese Ifá tomado del cuerpo literario del odu de Ifá Ogbe Osá que lo
manifiesta:
Cuando Ogbologbo (el carnero) venía del Cielo, vino con su amigo Oro, el cual
esperó en la frontera para saber cómo le iba a Ogbologbo. Al enterarse de la
ejecución de este, decidió lanzarse en una venganza personal.
Oro tenía dos varas de autoridad. Sacó la vara que estaba clavada en dos
cuernos, los tomó y fue al palacio de olofen. Esto fue después de conjurar al
viento para que soplara fuertemente y derribara los árboles, haciendo que los
animales corrieran del bosque al pueblo. En el pueblo hubo tal confusión que el
Consejo Divino decidió reunirse para analizar qué hacer con Oro.
Oloddumare le pidió a Orichanlá, su representante en la Tierra, que llamara a
Orúnmila por adivinación. Como en aquel tiempo Ogbe Osá era el sacerdote de
Ifá en la Tierra lo fueron a buscar. Al llegar los mensajeros a su casa se lo
encontraron preparando una visita al rey. Partió hacia el palacio y se sorprendió
mucho al ver la cabeza cortada de Ogbologbo. Este no dijo nada de lo
sucedido, sólo le preguntó al rey de qué se trataba aquello. El rey muy contento
le dijo que estaba alegre por su regreso, y en cuanto al hombre cuya cabeza
yacia en el suelo, había muerto por una trampa preparada por él mismo.
El rey le dijo que lo llamó para darle solución al estado infernal en que se
encontraba el pueblo. Ogbe Osá le contestó que seguramente esa era la misma
razón por la cual Orichanlá lo había mandado llamar y prometió ir a ver al rey a
su regreso.
Se dirigió a donde Orichanlá y este le pidió que lanzara una adivinación para
ver qué hacer para calmar el estado en que se encontraba el pueblo y cuyo
causante era Oro por haber tomado venganza ante la muerte de su amigo
Ogbologbo.
Ogbe Osá le dijo a Orichanlá que Oro se encontraba haciendo todo aquello con
dos cuernos mágicos y que era necesario quitárselos. Aconsejó a Orichanlá
realizar sacrificio con cuatro platos de ñame machacado, cuatro marmitas de
sopa, cuatro recipientes de vino y cuatro nueces de kolá.
Después de hecho el sacrificio, Ogbe Osá le explicó a Orichanlá que no debía
llevarlo al santuario de Echu, sino delarlo en la puerta de su casa y sentarse a
su lado. Lo aconsejado se hizo y Ogbe Osá se fue para su hogar.
Oro pasaba por el pueblo para verificar lo que estaba haciendo cuando vio a
Orichanlá y le preguntó acerca del contenido del paquete. Orichanlá le contestó
que podía abrirlo si gustaba. Oro lo abrió, se comió todo el ñame y la sopa,
puso las nueces de kolá en su bolsillo y pidió una taza para sacar una muestra
de los recipientes de vino. Luego de haberlos probado, invitó a Orichanlá a
beber y éste se negó pues le estaba prohibido por tradición beber vino. Oro lo
amenazó con las varas de autoridad y Orichanlá bebió a regañadientes. Luego
se marchó llevándose los dos recipientes de vino que quedaban.
Orichanlá se enfadó con Ogbe Osá por haber hecho un sacrificio en el que al
final tuvo que tomarse el vino por la fuerza, pero Echu se posesionó de la
mente de uno de sus sirvientes diciéndole que no se preocupara ya que el día
era joven y aún podían suceder muchas cosas.
Antes de llegar a su casa, el polvo divino con el cual Ogbe Osá había preparado
el vino comenzó a hacer efecto intoxicando a Oro, quien terminó de beberse los
dos recipientes de vino que Orichanlá le dio. Después tomó los recipientes
vacios y los colgó junto a sus dos varas de autoridad. Comenzó a delirar y se
quedó dormido rápidamente. Mientras, Orichanlá envió a uno de sus hijos a
buscar los recipientes de vino a casa de Oro. El muchacho llegó y le pidió a Oro
dichos recipientes y los tomó junto con los dos cuernos mágicos.
Al llegar donde su padre, el muchacho le entregó las dos cosas y Orichanlá con
los dos cuernos mágicos en su poder devolvió todo a su tranquilidad habitual.
Luego escondió el arma con la que Oro hacía estragos.
Al despertar Oro y no ver sus cuernos, los buscó y al no hallarlos recordó la
visita de alguien durante su delirium tremens. Al no ver tampoco los recipientes
de vino presumió que quien Orichanlá había designado para buscarlos debía ser
el mismo que robó sus cuernos mágicos. Se dirigió a casa de Orichanlá, el que
al verlo llegar le ordenó que se detuviera y después de reprenderlo por su
actitud, lo maldijo para que desarrollara una hernia con el siguiente
encantamiento:

Oni ki ukpa udi,


e koshan kon le.

Entonces Orichanlá (Obatalá) le ordenó que se retirara al bosque y nunca más


saliera al aire libre, desde entonces Oro vive en el bosque y grita:

Oro memon gbe wo woko


Aye do rudu rudu.
El Orudu rudu es el llanto de Oro. 1

El culto de la divinidad Oro Lewe es muy antiguo, se remonta a los días de la


fundación del estado de Kwara en Nigeria y dicho culto habia sido olvidado por
sus seguidores con el decursar del tiempo.
Es uno de los cultos más secretos en el paiís yoruba. Está vinculado con la
muerte.
Algunos dicen que el sistema Oro fue tomado de los monos rojos, llamados
Ejimere. Consiste en un trozo de hierro o madera plana con una larga cuerda
atada a un poste. Cuando el viento se mueve emite un agudo sonido llamado
Ajaoro (el perro de Oro). Es la voz del mismo Oro.
Entre lo ijebu y los egba, Oro es mucho más sagrado e importante que el
Égungun.
En los tiempos antiguos los miembros de la sociedad Oro eran también los
ejecutores de los criminales. Cuando la gente era condenada a morir por la
corte Ogboni, eran los miembros del culto Oro quienes tenían que llevar a cabo
la sentencia. Cuando Oro salía de noche, los que eran miembros del culto
debían permanecer dentro de la casa y de salir estaban corriendo riesgo de
muerte.
Entre los oyó la gente de Iseyin y Jabata son los principales adoradores do Oro.
Cada año tienen siete días para su adoración. Durante todo el día las mujeres
se quedan encerradas en casa, excepto unas pocas horas en que se les permite
procurarse algunas provisiones. El séptimo día ni siquiera esto se permite y
permanecen rigurosamente encerradas. Para la que no lo haga significa una
muerte segura y esta pena se ejecuta no importa cuál sea el título, la riqueza o
la posición que tenga la mujer que se aventure a desobedecer y mirar a Oro.

Una interpretación literaria sobre la leyenda de Oro relata lo siguiente:

Pakunde (cierra la puerta) pronuncia el oráculo para Asehin Bokin de Iseyin,


(hijo de un incapaz que bebe mala agua desde el mismo día en que ascendió al
trono de su padre).
Desde que se convirtiera en rey ninguna de sus esposas había parido.
Consultaron a Ifá y este les dijo que debía ir a hacer un sacrificio para su padre.
El Asehin efectuó el sacrificio, pero el padre lo rechazó. Entonces su madre le
dijo que él que lo había engendrado no era un ser humano: -Un día cuando ful
al campo a buscar lena, había un animal que parecía un ser humano. Me obligó
a hacer el amor con él. Entonces usé un truco. Abrí un árbol con mi hacha y
pedí al gorila que pusiera su pene dentro, pero cuando hubo puesto su pene en
la grieta saqué el hacha, su pene se trabó y murió. Es por eso que ahora tu
padre te rechaza el sacrificio, no fue él quien te engendró.
Algunas gentes en este pueblo recuerdan al Oro (gorila) que murió en un árbol.
Es ese animal el que te engendró dentro de mí. Cuando Asehin escuchó esto
fue al lugar en el bosque. Encontró huesos del animal y los puso en un ataúd.
Entonces mató el carnero. Cuando llevaron el cadáver al pueblo iban cantando:

Cierren las puertas, ahí viene Oro


El hijo lleva a su padre.
Todos ustedes señores, cierren las puertas
el hijo trae a su padre a casa, ahí viene Oro.

Lo balancearon, en el aire. Entonces la gente del pueblo dijo: "Verdaderamente


es un muerto el que habla". 2

Sin embargo en Cuba y Latinoamérica hace aproximadamente nueve años que


su culto ha tomado auge, aunque es prudente señalar que el culto a Oro, en
Cuba, dista mucho de su concepción del original.
Veamos un ese Ifá del odu Ogbe Idí que ilustra lo anteriormente planteado:

Kpengele ajo fidi gbe di


Adi fa fun won ni ode Oro
Nijo ti ode Oro fi omi oju
Shu bere onto tuurutu.

La divinidad del secreto y el misterio, Oro, vagaba por el bosque y fundó el


estado de Kwara de Nigeria, llamado Oro. A él se le hacía anualmente un
festival, pero las generaciones posteriores se olvidaron de atender el festival
anual hasta que desapareció dicha celebración. Hubo hambruna en el pueblo y
ninguna mujer quedó embarazada. Muchos hombres y mujeres emigraban
hacia otros lugares hasta que un día los ancianos razonaron y enviaron un
mensaje a Oke Mesi (ahora Ife) para que adivinaran respecto a qué hacer para
reponerse de sus problemas. Se les dijo que ellos habían descuidado la
adoracion de su deidad patrona durante mucho tiempo y que debían ofrecerle
en sacrificio dos carneros padres, dos cabras, dos gallinas, dos imágenes de
madera y dos caracoles. Además se les dijo que su pueblo habia quedado
despoblado en gran medida a causa de la emigración pero si se hacía el
sacrificio, los emigrantes darían riqueza al pueblo aunque no regresaran a vivir
allí. Finalmente les dijeron que su tierra era pedregosa para la labranza, por lo
tanto debían ocuparse de comerciar.

El sacrificio se realizó en cuanto regresaron. Al día siguiente llovió con fuerza, lo


cual marcó el regreso de la prosperidad y comenzaron los nacimientos en el
pueblo.

Sus emigrantes regresaron para asistir al festival de Oro, la deidad del secreto.
3

A la divinidad Oro Lewe se le ve muy vinculada a otras dos divinidades que son,
Changó, y Eziza.
Oro fue maldecido además a no tener un altar para su culto, según pone de
manifiesto un ese Ifá correspondiente al odu Oyekú Ogundá, quien hizo
adivinación para Eziza, Changó y Oro.
Las divinidades del viento, el trueno y el secreto, eran amigas y un día
decidieron probar sus proezas individuales.
Changó manifestó que él sólo sabía bailar. Eziza dijo que él sabía como
transformar las cosas. Mientras que Oro dijo que él sólo sabía como luchar.
Entre tanto los tres se dirigieron al mercado donde se encontraron con la madre
de Eziza vendiendo artículos medicinales. También se encontraron con la madre
de Changó que estaba vendiendo aceite de palma, mientras que la madre de
Oro vendía agua. Al poco tiempo de estar allí sintieron hambre y fue el
momento de poner a prueba sus capacidades confesadas. Ellos propusieron que
Eziza debía prepararse para robar algo que comer. Él se transfiguró
rápidamente en un viento con fuerza de galerna, el cual robó el agua de la
madre de Oro, aceite de palma de la madre de Changó y carne de su propia
madre, aunque sin conocer a las víctimas de su robo. Más tarde, cuando se
reunieron para converse lo que Eziza había robado, hubo conmoción en el
mercado y las tres madres estuvieron quejándose de que ladrones
desconocidos les habían robado sus productos. Ellas decidieron ir a casa para
alertar a sus hijos de lo que les había sucedido. Entre tanto, los tres hijos
estaban descansando después de comer en la confluencia de los tres caminos,
cuando apareció ante ellos un cazador, quien al percibir lo que los tres hombres
probablemente estuvieron haciendo, repitió el siguiente conjuro:

Orita meta, amidi kugo,


Bebe onda amidi gere gere,
Misi aladufe.

En el momento en que el cazador llegó a la bifurcación del camino, su conjuro


había sumido a los tres hombres en un profundo sueño. Después que el
cazador se había marchado, ellos fueron levantados por los gritos de sus
madres. Ninguno de ellos conocía a la madre del otro. Cada uno tomó posición
en cada uno de los tres caminos convergentes en la intersección. Según las
mujeres se fueron acercando entre lamentos, Changó agarró a la madre de
Oro, Oro capturó a la de Eziza y Eziza a la de Changó.
La madre de Changó saludó a su hijo por su verdadero nombre, Aremu
Olufinran y con ese llamado, los tres hombres liberaron a sus respectivas
cautivas. Las mujeres narraron cómo a las tres les habían robado sus artículos y
ellos al percatarse de lo acontecido, se miraron con asombro y las miradas
cayeron sobre Eziza al que le preguntaron si su valentía se manifestaba
únicamente en robarle a sus propias madres. Él respondió que no había daño
alguno porque ellos se comieron la comida de sus madres.
En ese instante, el cazador, que desde entonces estuvo observando oculto en
un escondrijo, emergió para adjudicar sobre las acciones de los tres hombres.
Él decidió que a partir de aquel momento, Eziza sólo sería capaz de robar a
cualquiera en la selva, Changó debía continuar con su juerga danzaria, mientras
que Oro debía desaparecer en la selva.
La madre de Changó se molestó y decidió regresar al hogar de su padre, en el
poblado de Takpa. Alafin Atiba, quien se había convertido en el rey de Oyo, fue
entregado a la madre de Changó a cambio de Elenkre Adodo, el rey de Takpa.
Oro fue maldecido a no tener nunca un altar. El cazador era el mismo Oggun. 4

En un ese Ifá perteneciente al odu Iwori Osa, se pone de manifiesto que la


deidad Oro Lewe, es la que da el "toque de queda", facilitando el trabajo de los
Ancianos de la Noche. Veamos:
Iwori Osá adivinó para Eggun, Elegbede y Oro, que eran todos amigos. Les dijo
que debía efectuar un sacrificio para evitar ser enviados lejos de casa en exilio.
Fueron advertidos particularmente a no seducir a las esposas de uno u otro.
Eegun y Oro realizaron el sacrificio que consistía en una gallina negra a Echu.
Elegbede por su parte rehusó hacer el sacrificio porque se consideraba
demasiado poderoso físicamente para que alguien se atreviera con él.
Mientras tanto las esposas de Eggun y Oro visitaron a Elegbede en diferentes
ocasiones y él las sedujo a las dos. Las mujeres al llegar a sus casas informaron
a sus esposos los incidentes.
Posteriormente Eggun se unió con Oro, éste último declaró toque de queda y se
esperaba que esa noche nadie saliera a la calle. Elegbede, basándose en su
fortaleza física, salió afuera y fanfarroneó de calle en calle. Mientras se movía
cerca del mercado, Echu lo dirigió a un cruce de caminos donde se encontró a
los Ancianos de la Noche en una reunión. Le preguntaron si no sabía acerca del
toque de queda y él replicó que estaba completamente consciente pero que no
veía la razón de obedecer ese toque y de forma atrevida preguntó a su vez a
ellos por qué estaban también fuera de sus casas. Los Ancianos de la Noche
reaccionaron instantáneamente sorprendiéndolo y aturdiéndolo de tal manera
que no pudo encontrar el camino de regreso a su casa. Eventualmente cayó
dentro de los arbustos donde se convirtió en gorila y ha quedado como un
animal del bosque desde entonces. 5

Oro Lewe, la divinidad del retiro o el encanto realiza sus actividades durante la
noche. Casi siempre se le efectuan sus ofrendas en lo màs intricado del bosque
a partir de las doce de la noche. N tre los alimentos que excluye está la
serpiente o boa constructora.
Veamos un ese Ifá del odu Idí Oyekú que lo pone de manifiesto y que nos
narra cuando este odu realizó adivinación para dos amigos, Oro y Ojigbo.
Ojigbo y Oro eran dos amigos secretos. Un día Ojigbo visitó a Oro quien lo
atendió con comida y la pierna de algún animal de la manigua. Después de
comerla, Oro le preguntó a Ojigbo si el sabía de qué animal era la carne que
acababa de converse. Ojigbo le respondió que no sabía. Oro alarmó a su amigo
revelándole que acababa de comerse la pata de un caracol de tierra y lejos de
descubrir alguna consternación en su amigo fue invitado por él a comer en su
casa al día siguiente.
Oro aceptó la invitación y cuando llegó a la casa de Ojigbo le fue servida una
comida con carne de un animal de manigua. Después de comerla, Ojigbo le
preguntó a Oro si conocía qué carne había comido y ante su negativa, Ojigbo le
reveló que terminaba de comerse la mano de una serpiente. Sin darse cuenta
que su amigo lo único que había hecho era pagarle con la misma moneda, se
puso paranoico y retó a Ojigbo a que demostrara cómo una serpiente podía
tener manos y éste tratando de calmar a Oro le dijo que el mundo había
cambiado tan dramáticamente que estaba produciendo caracoles de tierra y
serpientes con manos y patas. Aún, Oro no se percató de la paradoja porque
continuaba muy disgustado demandando saber si Ojigbo lo invitó meramente
para burlarse de él. Ojigbo tuvo que recordarle que en fecha tan reciente como
el día anterior él lo había convidado a una pata de caracol, así que no entendía
su asombro ante la mano de serpiente que le había ofrecido.
Ese recordatorio fue suficiente para Oro, porque se puso tan molesto que
sobrevino una pelea. Cuando otras personas vinieron a intervenir para
separarlos, Ia insistencia de Oro en seguir peleando obligó a que los llevaran
ante la presencia del rey del pueblo.
El rey decidió como final de la contienda que los dos amigos no debían
encontrarse nunca más. Oro fue restringido a las actividades nocturnas
mientras que Ojigbo fue limitado a las diurnas. Orúnmila, que estaba presente
en el palacio, adicionó su propia proclamación sugiriendo que desde ese
momento en adelante, Ojigbo no debía comer caracol de tierra y a Oro le
quedaba prohibido comer serpientes. 6

Oro trabaja de noche, nunca de día. Muchos que lo han visto plantean "que se
traslada a través del viento y lo hace desnudo".
A continuación ilustraremos con un ese Ifá del odu Owanrin Meyi algunos de los
aspectos ceremoniales del culto de Oro Lewe en tierras africanas, tornados
literalmente del cuerpo literarlo de Ifa.
Owanrin Meyi fue an agricultor exitoso en comparación con su experiencia
como comerciante, registró una cosecha impresionante. En un año tuvo una
cosecha prolífera de ñame y mientras los ñames se guardaban en el granero
tuvo un desacuerdo con su madre. Cuando compartía el ñame con sus dos
esposas y su madre, ésta se quejó del tamaño del ñame que ella había recibido
comparado con el de las esposas. Él tenía dos esposas sin saber que las
mismas eran brujas.
Su madre a menudo lo había acusado de dar mejor atención a sus esposas que
a ella que lo había traído al mundo y la repartición del ñame revivió las quejas
de la madre quien comenzó a lamentarse amargamente. En la discusión que se
produjo, él empujó a la madre que acto seguido lo acusó de haberle pegado.
Ella se marchó de la granja y lloró en el trayecto de regreso a su casa.
Cuando llegó al pueblo se encontró con los ancianos que sostenían una reunión
en el ayuntanuento y al preguntarle por qué lloraba, ella explicó quo su hijo le
había pegado, por culpa de sus esposas, cuando se encontraba en la granja.
Entre los ancianos se encontraban algunos de los más feroces enemigos de
Owanrin Meyi, quienes también pertenecían al culto de la hechicería.
Anteriormente habían tratado infructuosamente de encontrarle una falla que
sirviera de pretexto para condenarlo en el club de los brujos. Normalmente la
regla del culto es que no se puede castigar a ninguna víctima sin que se le
someta a un juicio y resulte convicto. En realidad se sabe que no importa cuan
grande sea el odio que los brujos puedan seutir hacia una persona, ellos no
harán nada contra alguien hasta que se le haya juzgado y encontrado culpable.
En este caso su propia madre había suministrado una prueba en su contra. A
sus espaldas, hacía mucho tiempo que sus esposas se habían confabulado con
sus enemigos en el club de hechiceros para destruirlo, pero él no les había
dado ninguna justificación para hacer esto.
Después de la queja pública que su madre había formulado (hecho que explica
la importancia de que las personas se muestren renuentes a ventilar sus quejas
internas en público, por temor a que cualquier persona mal intencionada que
las escuche pueda ampliarlas en el mundo de la brujería), se presentó el asunto
a discusión en la siguiente reunión de los brujos.
Durante las deliberaciones, sus dos esposas corroboraron la acusación de la
madre y fue juzgado y condenado, si bien en su ausencia, porque él no era un
brujo. Fue inscrito para ser asesinado.
Sin embargo esa noche su Ifá le brindó en un sueño una imagen esotérica de
su juicio y condena. Asustado por el sueño, preguntó a lfá a la mañana
siguiente, si acaso el sueño señalaba la proximidad de un peligro y ésto le fue
confirmado. Se le dijo que debía ofrendar un macho cabrío a Echu
inmediatamente y que evitara ir a la granja en los días de descanso para no
llegar a convertirse en víctima de una traicionera conspiración. Él realizó el
sacrificio.
Una de las esposas le propuso it a' la granja el próximo día de descanso,
porque no habían suficientes alimentos en el hogar, pero él se negó alegando
que ese día tenía que realizar un sacrificio y no podía abandonar la casa.
Al fracasar el complot, recurrieron a otra estrategia. Lo invitaron y le dijeron
que como a menudo él iba al bosque a buscar hojas para su práctica de Ifá,
debía ser iniciado en el culto secreto del bosque, es decir en el culto de Oro.
Owanrin Meyi estuvo de acuerdo en ser iniciado y entonces se le pidió que
fuera al bosque llevando un gallo, tiza blanca, la pluma de una cotorra y
pimienta de cocodrilo para la ceremonia de iniciación a la que debía dejarse
conducir con los ojos vendados.
Rápidamente buscó consejo en Ifá y se le dijo que ofrendara otro macho cabrío
a Echu, quien haría fracasar el complot mórbido que se fraguaba en su contra.
Él realizó el sacrificio y le informó a los ancianos del pueblo que estaba listo
para la ceremonia de iniciación en el culto de Oro. El día asignado, el sacerdote
jefe del culto lo condujo en un proceso nocturno desde el pueblo hasta el
bosque en medio de un toque de queda. Tan pronto como se marcharon del
pueblo le dijeron que se detuviera y se le retiró la venda de los ojos.
Le pidieron que estirara sus manos para que tocara el cielo y él respondió que
"las manos de un niño no pueden estirarse para llegar a tocar el cielo”. Después
le pidieron que cerrara su puño y lo pusiera en la boca de una calabaza y su
respuesta fue que "el puño de un adulto no entraba en la boca de una
calabaza". Entonces se le dijo que cualquier neófito en el culto que no
cumpliera las dos hazañas, nunca regresaría vivo al hogar.
Inmediatamente lo empujaron hacia adelante con el objetivo aparente de
entregarlo en sacrificio, pero mientras esto ocurría, Echu que estaba preparado
para intervenir, había instalado un obstáculo invisible sobre el terreno contra el
que Owanrin Meyi tropezó y al instante dcsapareció haciéndose invisible.
Milagrosamente se halló en su hogar.
Entre tanto se curaba de la herida, los hombres que le habían tendido la
trampa, lo siguieron hasta la casa donde se encontraron con su madre a la que
le preguntaron por el paradero de su hijo. Ella les repondió que él no se sentía
bien, pero la empujaron ordenándole que buscara a su hijo, le dijeron que
como resultado de su acusación al hijo se le había castigado a una ejecución
ritual.
Ella se arrodilló y les rogó que no ejecutaran a su hijo porque ella lo había
perdonado. Ante sus apasionados ruegos, ellos le dijeron que su hijo tenía que
buscar un chivo para que se utilizara en una fiesta organizada a los ancianos
del pueblo. Después de la fiesta, siguieron insistiendo en que Owanrin Meyi
debía ser iniciado en el culto del bosque, porque había visto parte de los
secretos del ritual y la ceremonia fue posteriormente completada sin ningún
incidente y ellos le dieron una pluma de cotorra para que la usara
ocasionalmente por ser un miembro más. Le confesaron que sus dos esposas
eran las culpables de haber instigado en su contra al culto de la hechicería,
aunque el catalizador había sido la queja de su madre. Sin embargo su madre
era la que había intercedido en favor de su vida. Los bnijos se llevaron a una de
sus esposas en su lugar la cual murió mientras dormía. Después él se deshizo
de la segunda esposa. 7

Oro Lewe, la divinidad que vive en lo más intrincado del tupido bosque, emite
su llanto o lamento igual al bramido de un toro, orudu rudu, y es precisamente
el toro bramador, su animal sagrado.
Es considerado un irunmole.

...Los siguientes saludo y oración fueron recogidos en algún momento de 1968,


cuando varios jefes vinieron a saludar al elekole de Ikole en Ikole-Ekiti durante
la fiesta de Oro:

¡Kabayesi, Alaye!
iEkbo a fin!
Wa a darugbo, Oloja.
Igab re a sunwon,
Olori a je nigbaa tire,
Agan a bimo nigbaa tire
Ilu a toro,
I lu a lagba,
We a rogun ote,
Wo maa seyi samodun.

¡Salve, su majestad!
Que vuestro sacrificio sea próspero,
Que usted viva hasta una edad avanzada, Oloja,
Que su tiempo sea próspero.
Que hayan buenos líderes en su tiempo,
Que las infecundas conciban en su tiempo,
Que el pueblo tenga paz,
Que el pueblo tenga ancianos,
Que no haya rebelión,
Que usted viva para ver y celebrar otra fiesta. 8

Como podemos ver, aquí el saludo y la oración están unidos. Mientras que la
gente saluda a su gobernante, a la misma vez ora por él, por sus súbditos y por
el pueblo como un todo. En ocasiones festivas, cuando sacerdotes o cabezas de
familias ofrecen oraciones, el mismo énfasis recae en las necesidades
esenciales del hombre. Se pueden ofrecer variados ejemplos de oraciones.
En octubre del 1969, tuvo lugar la fiesta de Eje en Itebu Manuwa. En un
momento de la celabración, un importante rito tuvo lugar en una arboleda
llamada Ugbowen (la arboleda de las hadas). Allí se recogió la siguiente oración
ofrecida a Oro Lewe por el sacerdote que presedía el ritual:

Odoodun la nri Moraa,


Odun tun ko,
Omo re, Kabiyesi Elero
Ni oun waa dupe lowoo re
Oun tun ri odun yii.

Es todos los años que vemos a Moraa,


El año ha llegado,
Tu hijo, Su Alteza, el elero de Itebu,
oba Ade Manuwa,
Dice que viene a expresar gratitud
Por el privilegio de ver otro año.

La arboleda donde se le rinde culto a Oro se llama Igbo Oro o Igbo Imole.

...Hace algunos años, hubo un terrible conflicto entre la Iglesia de Aladuura (el
Grupo de oración) y los sacerdotes a cargo de la fiesta tradicional de Oro en
Ilutitun, un pueblo de la División de Okitipupa del estado de Ondo, Nigeria.
La fiesta de Oro se celebra para honrar a los espíritus del río en el área y se
cree que éstos viajan a través del viento y cualquiera que se los encuentre
quedará paralizado. Generalmente se espera que las mujeres y hombres no
iniciados permanezcan detrás de las puertas cerradas cuando los espíritus del
río están "fluyendo". Sin embargo, en esta ocasión en particular, los miembros
de la Iglesia de Aladuura decidieron celebrar una procesión de rezo al are libre
en desafio a la fiesta tradicional, consecuentemente, se produjo un conilicto.
Los resultados fueron desastrosos. Muchos de los miembros de la Iglesia de
Aladuura quedaron paralizados y varios de ellos murieron de inmediato. Se
creyó que habían tropezado con el misterioso poder de Oro (el espíritu que
causa parálisis). Lo que sucedió fue que los sacerdotes de la fiesta de Iwo
portaban "poder" tanto en sus labios como en sus cuerpos, éstos pronunciaron
las palabras y se produjo la destrucción.
El culto de Oro es muy secreto y es empleado por los yorubas para purificar a la
sociedad, al igual que el culto de Aribeji, quien está considerado más poderoso
que Oro y está restringido a la división de Okitipupa donde lo utilizan
fundamentalmente los ilaje, mientras que a Oro se le conoce en todas las
comunidades yorubas. 9

El ceremonial del culto a este oricha solamente es conocido por aquellos que
están iniciados en él, tiene mucha relación con el culto de la hechicería o los
brujos.
Lo que se le ha permitido al autor revelar es que la iniciación en el culto secreto
de Oro comienza en la noche después de un toque de queda (donde todas las
personas se recogen en sus casas y no hay ni un alma en las afueras) en un
peregrinar desde el pueblo hasta la arboleda sagrada de Oro (Igbo Oro) pues
sus ritos se efectúan en lo más intricado del bosque. Allí llega el futuro iniciado
(aunque sea sacerdote de Ifá) con los ojos vendados.
Sus miembros usan una pluma de cotorra como símbolo de que han sido
iniciados en el culto de Oro, la divinidad de la parálisis a quien todos temen.
Oro es la divinidad del retiro, de los apartados y recónditos lugares. Es sirviente
de Orichanlá y su principal función como deidad es la de dar o comunicar las
nuevas y buenas noticias o presagios.
Se representa por una imagen humana de madera, dos tarros cargados con las
materias sagradas que cuelgan de sus hombros, una vara de autoridad
simulando a una cola de jicotea cargada en su extremo y va acompanado
siempre de una deidad llamada Aiyé que es sirvienta de Orichanlá y tiene la
misma misión de Oro. Aiyé es considerada una de las cuatro divinidades más
ecuánimes que existen, y además conoce los secretos de Iyami Ochooronga y
el culto de la hechicería.
El culto a esta divinidad es muy representativo en la región de Kwara en
Nigeria.
Oro no ha podido ser fotografiado por ser invisible. Sólo se manifiesta por
lamentos estridentes, gritos inarticulados y aullidos. Cuando se hace oir de
noche o de día, las mujeres y los no iniciados deben encerrarse en las casas,
con todas las puertas cerradas. Sólo los miembros de la sociedad Oro pueden
salir a saludarlo. En otros tiempos Oro tenía un papel justiciero, mataba a los
ladrones y los brujos y castigaba a las mujeres adúlteras.

Oro "purifica" el ambiente para su devoto.


Quien da el toque de queda es Oro.
Constituye tabú para Oro el que se le ofrendean boas contrictoras, calabaza,
aceite de sémola de maíz y que una mujer durante el período menstrual
manipule sus atributos.
En cambio se le ofrecen carneros, chivos, gallinas, aceite de palma, nuez de
kolá, gallos, cascarilla, pimienta de cocodrilo, vino de palma, caracoles, chivas,
etc.
La planta que pertenece a Oro es la ceiba (Aragba en yoruba) cuyo nombre
científico es ceiba pentandra y es de origen africano, aunque se encuentra en
los países del trópico como Cuba.
La ceiba es el árbol que utiliza Oro para guardar sus poderes. Alrededor de esta
se efectuan rituales de su culto. Además tiene otras aplicaciones como por
ejemplo, sus hojas se utilizan para baños e infusiones. La corteza de las raíces
como diurético, las flores para hacer un cocimiento emoliente, la corteza se
aplica en las heridas; para trastornos intestinales la solución de la goma con
otras especies. El cocimiento de los retoños tomado en tacitas evita la
fecundidad de la mujer. El cocimiento de la cáscara del palo sirve para la
expulsión de la placenta.
En Cuba, el culto a esta divinidad ha tomado auge a partir de hace ocho o
nueve años. Muchos sacerdotes se han "jurado en Oro" y han recibido la
deidad. No es nuestro objetivo establecer comparaciones, pero de una cosa
pueden estar seguros, que estos rituales efectuados fundamentalmente en
Cuba, Venezuela, Panamá, Puerto Rico, México y los Estados Unidos de
Norteamérica, distan mucho de las ceremonias consagratorias que se realizan
en tierras yorubas, es una pena que se me esté prohibido revelar la esencia del
ceremonial dado que las dos formas de consagraciones las conozco con
profundidad.
Es importante plantear que tengo experiencias personales con relación a la
iniciación del culto de Oro. En la mayoría son penosas, dado a que varios
sacerdotes de Ifá en Cuba, Venezuela y México no les ha ido bien, después de
haber consagrado esta deidad. La generalidad se se han visto de la abundancia
la penuria, otros han perdido la memoria (como es el caso de un sacerdote de
Ifá de México) o han perdido varios familiares cercanos. Yo pienso que esto se
deba, no al hecho de haber sido consagrado en el culto de Oro (divinidad que
trae prosperidad, limpieza y purificación astral), sino a la mecánica ceremonial y
a la omisión de pasos en las ceremonias de este oricha que duran seis años,
mientras que, al menos las que se efectúan en Cuba, se realizan en tres días.
El mensaje es que en realidad, dado que es imposible revelar el secreto del
ceremonial, se tengan en cuenta dos aspectos de suma importancia:
- No todos los sacerdotes de Ifá deben consagrar Oro, solamente aquellos que
como odu patrón tengan Owanrin Meyi, Owanrin Osá, Ogbe Owanrin, Idí
Oyekú, Idi Oché, Oyekú Ogunda, Ogbe Idí y Ogbe Eturukpón.
- Aquellos que puedan, consagren dicha deidad en tierras yorubás o por alguien
que haya sido consagrado allí, por el peligro que implica tener esta divinidad
dentro de la casa. Debemos recordar que:
Oro es la divinidad de lo más intrincado del bosque. Posee visión suprasensible
y es precisamente por esto que una regla del ifismo prohibe a sus sacerdotes
utilizar ese tipo de recursos para su trabajo porque dichos poderes pertenecen
a los cultos de Oro y el de la hechicería y trasguedir con ellos puede ocasionarle
al sacerdote de Ifá, pérdida de la memoria, de la visión, defectos físicos y hasta
la muerte prematura en el peor de los casos. Sólo las personas iniciadas en
ambos cultos pueden ejercer (sin perjuicios) esta forma de poder.

Notas

1 C. Osamaro Ibie: Ifism the complete work of Orunmila. Vol. 2. The Odus of
Eji Ogbe.
2 Heriberto Feraudy Espino: Yoruba un acercamiento a nuestras raíces.
3 C. Osamaro Ibie: Ifism the complete work of Orunmila. Vol. 2. The odus of
Egbi Orbe.
4 Ibídem, Vol. 3, The odus of Oyeku.
5 Ibídem, Vol. 4, The odus of Iwore.
6 Ibídem, Vol. 5, The odu of Idi.
7 Ibídem, Vol. I, Ifism the complete work of Orunmila.
8 J. O. Awolalú: Creencias y ritos de sacrificios yorubas.
9 Ídem.

Capítulo IV

Òsúmare (Ochumare)

...El hijo de Olo´ja dueño


del cinturón de colores.
Se lanzó Ifá para él el día que la luz cruzó a través
de la bandeja de la tierra
de un lado a otro, de alante hacia atrás
repartiendo riquezas.

Odu de Ifá Ogbe Oyekú


Ochumare, una de las divinidades de antaño a la cual los yorubas conocen con
el nombre de Osumare, ego ti i somo Olo´ja Oruru "el hijo de Oloja dueño del
cinturón rojo". El excretor de arcoiris.
Viene de territorio Yewé. En Cuba era conocido antiguamente como Ochumare
y se le adora además mediante patakines referentes a Yemayá
denominándosele "la luz que cruza a través de la bandeja de la Tierra (el
firmamento) de un lado a otro, de alante hacia atrás”.
En Bahía, Brasil se le sincretiza con San Bartolomé. Los fons en África, lo
conocen como De Ayido, en tanto que en Haití le llaman Dámbola Ayido.
El odu isalayé del oricha Ochumare es el odu de Ifá Ogbe Oyekú y el Echu que
acompañó a ambos en su viaje del Cielo a la Tierra es Echu Emere.
Se le sacrifica guanajo, pato de la Florida y tiene por tabúes a la serpiente boa
contrictora, la calabaza, el aceite de sémola de maíz y la manipulación de sus
atributos por una mujer que atraviesa el período menstrual.
Sus principales atributos son una gorra de color blanco con muchísimos cauries
(representando la paz y la riqueza) y una banda cruzada de cuero rematada en
cauries.

Sobre este oricha se conoce muy poco, he aquí lo que hemos podido rescatar
de las manos del tiempo:
...Ochumare realizó acciones importantes para Olokun al principio de la
creación y desempeñó tareas ordenadas por Oloddumare. En ese desempeño,
fue detenido en el Cielo. Entonces Ochumare dijo: -Qué hay con las personas a
quienes deseo donar regalos en la Tierra?
Oloddumare le respondió que cada tercer año, él podría ir a dispersar su aché
sobre ellos en las horas tempranas de la mañana cuando el sol sale. Este se
dispersaría por todo el mundo y sería efectivo...
Es por esto que el Arcoiris aparece temprano en las mañanas de cada tercer
año. El año en que aparece habrá tranquilidad, dinero abundante, comodidad y
buena salud. Representa tanto la movilidad como la permanencia.

Osumare ego.
Ti i somo Olo'ja.
Oruru.

Ochumare, el sabio. Quien es


el hijo de Olo’ja.
El dueño del cinturón rojo.

Él también se queda durante un breve rato todos los días en el Cielo antes de
sumergirse, cuando el sol está listo para ponerse y regresa a Ajule Orun.
Otro mito cuenta que ayudó a curar la ceguera de Oloddumare y que desde
entonces reside en el Cielo y sólo recibe autorización para tocar la Tierra, de
vez en cuando.
Ochumare fue el sacerdote de Ifá principal en el período de la creación del
mundo.
Antiguamente solía hacer algunos preparados sagrados de medicinas peculiares
para que la gente las tuviera a mano. Esto es lo que se conoce como el
excretor del arcoiris del oricha Ochumare.

Estos preparados que él hizo para la gente del mundo resultaron inolvidables y
nunca morirán.
Ochumare en sí es un sacerdote de Ifá y lo que hizo en el mundo lo realizó por
toda clase de personas y de muchas formas diferentes.
La razón por la que las serpientes boas son parte integrante de Ochumare y
son las que hacen visible el arcoiris, es una conmemoración porque Ochumare
le ha dado a ellas los excretores sobrenaturales, de modo que cuando llega el
momento adecuado, estas se colocan en el suelo y Ochumare se hace visible.
Este es un ejemplo de que Ochumare viene de tiempo en tiempo a la Tierra.1
A Ochumare se le considera como una gran serpiente que aparece en el Cielo
simbolizando una bendición para la humanidad.
Por otro lado se dice que Ochumare es la corona de Yemayá, ayudante de
Changó y sus colores tienen relación con Oyá.
Sus hijos son los que típicamente quieren tener riquezas, son pacientes,
perseverantes y generosos pero el éxito suele convertirlos en ostentosos y un
tanto vulgares.
Ochumare es un oricha de Ifá que según tengo entendido, muy pocos
sacerdotes de Ifá tienen y cuyo culto en Cuba está casi extinguido totalmente.

Nota
1 J. O. Awolalú: Creencias y ritos de sacrificios yorubas.

Capítulo V
Èlènini (Eleniní)

Fue quien lanzó Ifá para una piedra en el camino


cuando esta tomó nuestro sendero.
Odu de Ifá Babá Eyiogbe

La divinidad Eleniní, como la llaman los yorubas o Ido-Boo, como la conocen en


Beni, es la deidad del Infortunio, la Desgracia o los Obstáculos y constituye la
más poderosa de todas las divinidades; es el custodio de la Cámara Divina de
Oloddumare.
Cuando pedimos nuestros deseos en el Altar Divino del Palacio de Oloddumare
antes de comenzar nuestro viaje al mundo, Eleniní está presente. Esta es la
única fuerza capaz de regir en la forma de la realización de nuestro destino en
la Tierra, pues es testigo presencial de los deseos que formulamos para
conformar nuestra vida.
Aquellos que son esmerados en rendirle homenaje antes de salir del Cielo, se
les suelta la mano para que se ocupen de sus asuntos sin trabas o estorbos,
pero los que se niegan a reconocer su poder, sufren nefastas consecuencias
como demuestra el siguiente ese Ifá.
Iwori Ogbe, uno de los discípulos más viejos de Orúnmila, revela la influencia
de la divinidad del Infortunio en nuestras vidas.
Eleniní es el guardia de la Cámara Interna del Palacio Divino de Oloddumare,
donde nosotros todos vamos de rodillas, guiados por nuestro ángel de la
guarda, a pedir lo que deseamos para la futura permanencia en la Tierra una
vez que hemos cumplimentado los arreglos de nuestra partida.
Oloddumare no nos dice lo que nos debe o no suceder ni nos encomienda
trabajos especiales. Cualquier cosa que digamos desear, hacer o llegar a ser.
Él simplemente nos bendice diciendo “Así sea, hijo mío”.

Cuando Iwori Ogbe estaba saliendo para la Tierra, él pidió un deseo: quería
cambiar el aspecto de la Tierra mediante la eliminación de todos los elementos
malvados y viciosos.
Para estar en condiciones de cumplir su tarea, él solicitó de Oloddumare un
poder especial sobre la vida y la muerte. Oloddumare respondió que su deseo
estaba concedido.
Colmado por dicho poder, rápidamente partió en su viaje para la Tierra. Su
ángel guardián le recordó garantizar sus deseos con Eleniní y las divinidades
más poderosas, pero él le replicó que no existía fuerza más grandiosa que la de
Oloddumare y como había obtenido permiso divino no veía justificación para
recurrir a cualquier otra autoridad inferior.
Tan pronto como abandonó el Palacio Divino, Eleniní volvió hacia sí mismo los
deseos de Iwori Ogbe. Al llegar a la Tierra, él descubrió que contrario a sus
deseos, estaba cayendo en dificultades.
Cuando él rezaba porque la gente viviera, morían; mientras que aquellos que él
desaba muertos, vivían. Por supuesto, se desilusionó mucho, porque nadie se
atrevía a ir donde él por adivinación o ayuda, ya que aquellos quo lo hicieron,
pagaron caro por eso.
Después de pasar hambre y frustación por algún tiempo, decidió regresar al
Cielo. Al llegar se dirigió a su ángel de la guarda quien le recordó el consejo
dado antes de abandonar el Cielo. Fue en ese momento que él convino en ir
por adivinación donde le fue recomendado hacer sacrificio con muchos platos a
Eleniní y a las divinidades más viejas. Él hizo el sacrificio y subsecuentemente
retornó a la Tierra para una vida más fecunda y satisfactoria. 1

Veamos otros dos ejemplos de los odus de Ifá Ogbe Osá e Irosun Meyi, que
ponen de manifiesto como Yeyemuwó, la esposa de la divinidad del Infortunio
causó todo tipo de problemas para ellos.
Después de tomar su decisión de venir al mundo, Ogbe Osá fue en busca de
adivinación al cabecilla de los médicos hechiceros Agbanmuere, Olori Awo Orun
en el Cielo, para saber qué hacer para asegurarse una estancia exitosa en la
Tierra. Se le aconsejó que hiciera sacrificio con un carnero padre, un perro y
una cesta de ñame machacado, para que su ángel de la guarda hiciera un
banquete a los altos poderes del Cielo. Él también debía ofrecer un gallo, una
tortuga y un perro a Oggún, cuatro palomas,
cascarilla y cauries a Olokun, así como darle un macho cabrío a Echu. Además
debía hacer una fiesta a los Ancianos de la Noche con una paloma, conejo y un
manojo de ñames. Él hizo los sacrificios pero le faltó el perro que tenía que dar
a su ángel de la guarda, lo cual fue una señal inequívoca para Yeyemuwó, la
esposa de la divinidad del Obstáculo. Después de eso partió hacia el mundo,
dedicó al comercio además de practicar el arte de lfá como actividad
suplementaria.
A él le iba muy bien, por causa del sacrificio que había hecho a Olokun, la
deidad del agua, en el Cielo, quien envío a su hija para que se encontrara con
él en el mundo. La muchacha se llamaba Iwa y una vez que se encontraron en
la Tierra, se casaron. Fue la estrella de la esposa lo que le trajo éxito y
prosperidad en su trabajo. Desafortunadamente, ella no tuvo hijos, lo cual
preocupó mucho a Ogbe Osá quien necesitaba desesperadamente que ella le
diera un descendiente.
Entre tanto Yeyemuwó, que estaba enojada en el Cielo porque Ogbe Osá omitió
hacer el sacrificio que debía a ella, decidió enviarle una hermosa hija de ella
para que se casara con él, con el propósito de frustrar sus esfuerzos y hacer
trizas sus actividades en la Tierra.
No mucho tiempo después, él fue de viaje al mercado de Oja Ajigbomekon
Akira donde se encontró con una bonita muchacha de tez clara. Él se enamoró
de ella inmediatamente. La muchacha también le correspondió en su amor y
estuvo de acuerdo en casarse con él y vivieron en su casa como marido y
mujer. Él no sabía que se había casado con una hija de la divinidad del
Infortunio.
Él estaba perdidamente enamorado de ella pero apenas hubo entrado a su casa
a la nueva esposa, su suerte empezó a declinar por causa de su actitud
déspota, intransigente e inhospitalaria.
Los clientes de Ogbe Osá dejaron de apoyarle porque ella siempre era muy
austera e insolente con sus visitantes. Por otra paste, la aparición de la mujer
creó considerable discordia en su casa por las constantes peleas con su
companera principal, Iwa, quien terminó por empaquetar sus pertenencias y
marcharse de allí pues ya resultaba intolerable vivir en el hogar de Ogbe Osa.

Cuando él descubrió que su primera esposa, verdadera arquitecta de su suerte


y fortuna, se había marchado, él también decidió dejar la casa para ir en su
busca, abandonando así a la esposa inferior. Tan pronto dejó la casa, la mujer,
agente de desdicha y adversidad, decidió que ningún escondite podría
acomodar jamás a Ogbe Osá. Donde quiera que él fue, la mujer le dio alcance.
Después de refugiarse en pilares y postes, decidió asentarse en un escondite en
el cruce de caminos que esta entre el Cielo y la Tierra. Al llegar allí, él renunció
al llano y se construyó una cabaña en la cima de la última montaña que estaba
antes de llegar al Cielo, Oke Alubode, con la esperanza de que la mujer no lo
descubriría.
Mientras estaba allí, se le apareció su ángel de la guarda en un sueño y dijo
que el problema que él tenía con su segunda esposa provenía del olvido que
había sufrido en el Cielo al no sacrificar el perro para Yeyemuwó. Rápidamente
envió a sus sirvientes para que le buscaran un perro y éste fue presentado al
instante. Además sirvió a su ángel de la guarda y a su cabeza. Después del
sacrificio, arrojó el cuerpo partido y la cabeza del perro a la base de la colina en
la cual se escondía. Al poco tiempo, la mujer siguiendo su pista, llegó a la base
de la montaña y al ver los restos del sacrificio quedó satisfecha de que la
ofrenda se hubiera concretado, pero se preguntaba quién lo habría hecho.
Cuando levantó la cabeza, vio a Orúnmila en la cima de la montaña y mientras
intentaba treparse para encontrarse con él en la cumbre, Ogbe Osá
desapareció, pero ella quedó contenta de que la deuda se hubiera pagado al
fin. Ella se llevó la cabeza y el cuerpo del perro y regresó al Cielo dejando solo
a Ogbe Osá quien al poco tiempo regresó para su casa... 2
Los sacerdotes de Ifá que le hicieron la adivinación a Irosun Meyi antes de
partir del Cielo, se llamaban:

Ariro sowo gini moko,


Irawo bese leyin eran,
Oju imo kirawo matu eron se.

Él fue aconsejado hacer un sacrificio a la divinidad de la Desgracia o el


Infortunio con un gallo, una tortuga de tierra y un chivo para Echu. También le
fue dicho ofrecerle un guineo a su ángel de la guarda. Él rehusó hacer
cualquiera de los sacrificios. Luego vino al mundo donde estuvo ejerciendo el
arte de Ifá.

Cuando creció fue tan pobre que no podía darse el lujo de casarse y mucho
menos tener un hijo. Las dificultades eran tan severas para él que por
frustración, decidió botar sus semillas de Ifá.
Entre tanto, tuvo un sueño en el que su ángel de la guarda apareció diciéndole
que él era responsable de sus problemas, porque había rehusado tercamente
hacer el sacrificio que le prescribieron. Cuando despertó por la mañana, decidió
sondear a su Ifá y fue sólo entonces que él se percató que había sido su ángel
de la guarda el que apareció en sus sueños.
Rápidamente arregló todo para hacer el sacrifcio a su Ifá y ofrecerle un chivo a
Echu. Ifá le aconsejó regresar al Cielo para informarle a Oloddumare de quien
en primer lugar, él no consiguió obtener la autorización. Para su viaje al Cielo,
le fue dicho ir con un gallo, una tortuga de tierra, un poco de ñame, una
calabaza de agua, una calabaza de aceite. pimienta, quimbombó y tabaco en
polvo. Él recogió todos las cosas y las empacó en su bolso de adivinación
(akpominijekun).
Después de viajar más allá del límite del Cielo y la Tierra, él tuvo que atravesar
siete colinas antes de llegar al Cielo y cuando al fin llegó, fue directo al Palacio
Divino, donde se encontró con el guardián de la Cámara Divina, la divinidad de
la Dcsgracia o el lnfortunio.
Él se arrodilló en la Cámara Divina y proclamó que venía con toda humildad a
renovar sus deseos terrenales. Yeyemuwó intervino para decir que era muy
temprano en la mañana para pedir deseos, porque en la casa no había comida.
De su bolso de adivinación, él sacó inmediatamente su leña, agua, aceite,
pimienta, sal, quimbombó y tabaco en polvo y finalmente el gallo, todo lo cual
exigió a cambio la divinidad de los Obstáculos, como su táctica corriente para
domar, pero Irosun Meyi estaba preparado. Luego Yeyemuwó aprobó que él
pidiera sus deseos. Como estaba prohibido arrodillarse sobre el piso pelado, él
se arrodillo sobre la tortuga que trajo de la Tierra. Después de pedir todos su
deseos, Oloddumare lo bendijo con su maza divina.
Cuando Yeyemuwó escuchó el sonido de la maza, rápidamente terminó de
cocinar, pero antes de que llegara, Echu le indicó con la mano a Irosun Meyi
que partiera con rapidez para la Tierra.
Cuando finalmente Eleniní emergió de la cocina, le preguntó a Oloddumare por
el hombre que había estado pidiendo deseos y el Todopoderoso le respondió
que se había ido. Entonces volvió a preguntar por qué no le exigió al hombre
que pidiera deseos buenos y malos. Oloddumare contestó que no era su
tradición interferir cuando sus hijos estaban pidiendo sus deseos.
A pesar de todos los regalos que él le había llevado a Yeyemuwó, ella sin
embargo partió silenciosa en persecusión de Irosun Meyi. En la medida que lo
iba persiguiendo, ella cantaba:

Ariro sowo gini moko,


Irawo be sese le eyin eron.
Oju ima ki irawo ma tu eron ise,
Olo orire omomi duro demi buwo ooo.

Él respondió con un estribillo de la misma canción diciendo que él ya había


hecho sacrificio y pedido sus deseos, no omitiendo nada. Según él cantaba, iba
corriendo en estampida y cuando Yeyemuwó vio que no podía alcanzarlo, se
quedó quieta y estiro su pulgar y le descargó la espalda con este de parte a
parte.
Esa es la depresión que corre a través de la columna vertebral humana en
estos días, la cual es para recordarnos constantemente la única forma que
tenemos de escapar de la larga mano de la desgracia: el sacrificio.
Con esa marca Yeyemuwó le proclamó a Irosun Meyi y ipsofacto al resto de la
humanidad, no recordar jamás sus deseos celestiales al llegar a la Tierra ya que
los ojos no pueden ver la parte trasera del cuerpo y que antes que él realizara
sus deseos, tendría que andar a tientas en la oscuridad y tener muchas
dificultades en el proceso.
El dolor de la injuria dejó inconsciente a Irosun Meyi quien cayó en un trance
de absoluta oscuridad. Cuando despertó se encontró en su cama en la Tierra,
había olvidado todo lo sucedido anteriormente. No obstante, él se encamino en
sus negocios y prosperó mucho después.
El estado de oscuridad está simbolizado por la duración del tiempo que Ifá
permanece en aceite de palma antes de ser traído a la vida. Esto también
simboliza el período de gestación que pasamos en el útero o matriz, durante el
cual perdemos todo el recuerdo de lo que planeamos hacer en la Tierra. 3

Según revela el odu de Ifá Babá Eyiogbe, la deidad del lnfotunio o el Obstáculo
fue quien entregó a Orúnmila el poder sobre el resto de las divinidades.
...El éxito con el cual Orúnmila descubrió el secreto del dinero le mereció la
furia de las restantes divinidades, quienes recurrieron a la agresión abierta para
destruirlo. Mediante un sacrificio especial revelado por el odu de Ifá Eyiogbe,
Orúnmila hizo que sus enemigos se batieran entre ellos. Había jaleo consumado
en la Tierra por la participación del dinero. Mientras tanto, las noticias llegaban
al Cielo de que había conmoción general en la Tierra. Oloddumare envió a la
Muerte para llevar de regreso al Cielo a aquellos responsables de los conflictos,
pero trató y falló. Sólo tuvo éxito en eliminar a los seguidores de las
divinidades, pero no a las divinidades mismas. Aniquilados sus seguidores por la
Muerte, ellas descubrieron que no podrían lograr mucho sin la ayuda de sus
auxiliares.
La Muerte y el Dinero habían triunfado en romper la espina dorsal de las
divinidades porque ellas habían ignorado totalmente las leyes del Cielo cuando
arribaron a la Tierra.
Fue el turno de la divinidad más fuerte (Obstáculo o Desgracia) para llegar y
acabar con todas ellas. El abandonó el Palaclo de Oloddumare con instrucciones
claras de regresar al Cielo con el resto de las divinidades. Él salió con su bolso
divino para cumplir su misión.
Mientras tanto en la Tierra, una mañana Orúnmila hacía su adivinación diaria y
vio la catástrofe que se estaba avecinando.
Le fue aconsejado por Ifá preparar una fiesta de muchos platos para agasajar a
un poderoso visitante que estaba llegando del Cielo. Le fue dicho quo tendría
una señal que aparecería en el horizonte tres días antes de la llegada del
visitante.
El día de la llegada del visitante, él debía recoger a todos sus seguidores y
bailar en procesión desde su casa hasta el ayuntamiento, donde bailarían y
cantarían en alabanza al importante visitante, el cual debía ser invitado allí a la
fiesta de Orúnmila. Esa era la única forma en la que él podía salvarse de la
imninente catastrofe.
Él hizo todo como le fue dicho. Siete días más tarde, vio aparecer en el cielo
una estrella roja y se percató que el visitante estaba en camino. A partir de ese
momento estuvo en estado máximo de preparacioón. Sin que lo supiera, ya el
visitante se encontraba en el mundo. La divinidad de la Desgracia, la más
poderosa de todas, estaba cerca.
Su primera escala fue en casa de Oggún, a quien encontró en su taller y
rápidamente lo convirtió en una hoja y se lo embolsilló. En los próximos tres
días, hizo lo mismo con el resto de las deidades. Al tercer día había encarcelado
a todas ellas dentro de su bolso divino y era el momento de ir hasta Orúnmila.
Según se iba encaminando al lugar donde vivía Orúnmila, se encontró una larga
procesión de cantores de alabanzas y bailarines. Ellos le dieron a comer nueces
de kolá y agua a beber, llamándole padre de todos ellos y la divinidad más
cercana a Oloddumare. La Desgracia sonrió por primera vez desde que llegó al
mundo.
Entonces, Orúnmila salió y le dijo que sospechaba él debía estar hambriento y
que había preparado una fiesta en su honor. Los siguió a la casa a la cabeza de
la procesión entre cantos y bailes.
Al llegar donde Orúnmila vivía, el visitante celestial fue cuidadosamente
agasajado con todos sus alimentos básicos y estuvo sumamente feliz.
Al terminar la fiesta, él comentó que si todas las otras divinidades fueran tan
magnánimas como Orúmnila, el Cielo no hubiera estado repleto de noticias
sobre las atrocidades de la aniquilación mutua en la Tierra. Les dijo a Orúnmila
y sus seguidores que Oloddumare no diseñó al mundo para ser el antónimo del
Cielo, sino el sinónimo. Informó que Oloddumare estaba decidido a destruir al
mundo antes que permitirle continuar como una vergüenza a la bondad de la
imagen de Oloddumare.
Se preguntó si Orúnmila con su sabiduría podía hacer de éste un lugar mejor y
aunque la respuesta de la tarea no era fácil, supo que él continuaría haciendo
todo lo posible.
Con eso, la divinidad de la Desgracia o el Infortunio, le entregó a Orúnmila el
bolso que contenía a todas las otras divinidades y proclamó que a partir de
aquel momento, él tenía autoridad sobre todas ellas.
Eso explica el por qué en el presente, los únicos adivinadores que triunfan en
los caminos del Cielo son aquellos quienes tienen el apoyo y la cooperación de
Orúnmila.

Sea éste un sacerdote de Oggún, de Olokun, de Changó, etc., a no ser que


tengan su propio Ifá, ellos no tienen la bendición del Cielo. De otro modo, ellos
se convierten en las víctimas de todos los tipos de obstáculos e infortunios en la
Tierra durante sus vidas. 4
Esta consideración deben tenerla en cuenta muchos de los llamados en Cuba y
Latinoamérica, obases u oriateses, los cuales reniegan de Orúnmila como
deidad rectora del universo y no hallan explicación a sus reiterados fracasos y
contratiempos. Orúnmila acoge en su seno a todos los seres humanos sin
distinción de razas, sexo o pensamientos.
Un aspecto de suma importancia fue el papel interventor de Eleniní, la deidad
del Infortunio en la creación de la nuez de kolá como símbolo de la oración en
el Cielo. Veamos:
Cuando Oloddumare descubrió que las deidades estaban peleando unas con
otras, pero antes de ser aclarado que Echu era el responsable de eso, Él decidió
invitar a las cuatro más ecuánimes de las deidades, es decir, la Paz, la
Prosperidad, la Concordia y Aiyé (sirvienta de Orichanlá, que vive con la
divinidad Oro).
Ellos deliberaron finalmente sobre por qué los más jóvenes no estaban
respetando a los mayores como estaba estipulado por el Consejo Divino.
Empezaron a rezar por el progreso de la unanimidad y la armonía. Mientras
ellos oraban, Oloddumare extendió su mano izquierda y cogió aire libre.
También extendió su mano derecha y de nuevo atrapó aire libre. Después de
eso, Él salió con sus puños cerrados y plantó el contenido de ambas manos en
el suelo. Él había recogido las oraciones de las cuatro deidades y las había
sembrado.
Al día siguiente, creció un árbol donde Oloddumare plantó las oraciones que
había atrapado en el aire. Pronto floreció, convirtiéndose en una gran planta y
comenzó a dar frutos.
Cuando estos estaban maduros y listos para la cosecha, empezaron a caer al
suelo. Aiyé recogió algunas de las frutas y se las llevo a Oloddumare, quite les
dijo que todos ellos podían hacer lo que quisieran con ellas.

Indistintamente, todas las deidades fueron probando formas para comerse la


fruta, pero no resultó ni asada, ni cocida.
Después de simultáneas pruebas y sin resultado alguno, las deidades fueron
eventualmente en grupos ante Oloddumare para informarle la imposibilidad de
resolver aquella misión. Cuando nadie supo qué hacer con las frutas, Eleniní, la
deidad del Obstáculo, quien cuida la Cámara de Oloddumare, se ofreció para
hacerse cargo de las frutas y todas las que habían sido arrancadas
anteriormente, le fueron entregadas a él. Entonces Eleniní, separó las
envolturas, limpió y lavó las nueces y después las guardó con las hojas para
que permanecieran frescas durante catorce días. Al cabo de ese tiempo
comenzó a comérselas crudas. Esperó otros catorce días y permaneció fuerte y
alegre. Él llevó las frutas posteriormente, al Consejo Divino y les dijo a todos
que el producto de la oración (Obi), podía ser comido crudo sin ningún efecto
perjudicial.
Fue entonces que Oloddumare decretó que, como había sido Eleniní la deidad
mayor en su casa, quien decodificó el rompecabezas del producto de la oración,
la nuez de kolá debería desde entonces no sólo convertirse en una comida en el
Cielo, sino que siempre que ésta se presentara, debía ser dada a la persona
mayor que estuviera sentada en el medio de cualquier reunión y que su
consumo siempre estaría precedido por oraciones y proclamó además que,
como símbolo de oración, solamente podría crecer en lugares donde las
personas respetaran a sus superiores… 5
La divinidad del Infortunio/Desgracia, Elininí, es una de las deidades de más
alto rango dentro del espectro religioso de los yorubas. Desconocida por una
gran mayoría, esta deidad no se recibe desde el punto de vista material, pero sí
se le sacrifican disímiles platos en ofrendas, tales como: gallo, chivo, chiva,
jicotea, pez, grano, viandas, frutas, nueces de kolá, aceite de palma, vino de
palma, perros, carneros, etc.. Es precisamente el odu patrón de cada individuo
el que prescribe qué tipo de sacrificios se le debe ofrendar para desviar la
desgracia o el infortunio de los caminos de su vida.
El primer paso para evitar todo tipo de dificultades e infortunios es procurarnos
nuestro propio Ifá para a traves del odu que Orúnmila, como testigo de nuestro
destino nos otorga, podamos conocer cuáles son las perspectivas de peligro
que nos asechan y poder eliminarlas realizando los sacrificios prescritos para
ello.
Notas

1. C. Osamaro Ibie: Ifism the complete work of Orunmila, Vol. 4. The odus of
Iwori.
2. Ibídem, Vol. 2, The odus of Eji Ogbe.
3. Ibídem, Vol. 1, Ifism the complete work of Orunmila.
4. Ídem.
5. Ibídem, Vol. 4, The odus of Iwori

Capitulo VI .
Ayelala (Ayelala)

Fue quien lanzó Ifá para una mujer


que comía de dos manos cuando perdió su posición.
Fue de quien se exclamó
"El mundo es grande o incomprensible".
Odu de Ifá Obara Meyi

Ayelalá, Aiyelalá o Umale (la diosa), quien se ha convertido en una deidad


temida y reverenciada por la mayoría de la gente en la División de Okitipupa en
Nigeria Occidental y más allá:
Era originalmente una esclava traída probablemente, según la tradición, de la
División de Ekiti a Kisoso, una aldea en la División de Okitipupa.
Ella era devota de muchas divinidades. La tradición dice que Ayelalá tenía
dieciséis deidades, siendo Orichanlá la de mayor jerarquía. Como un símbolo de
su culto a este oricha, ella llevaba en la cabeza un penacho de pelo.
Ayelalá no era su nombre verdadero. La gente de Ijale e Ijo que adora a
Ayelalá mantienen como un gran secreto ritual los nombres de la mujer, de su
madre y del lugar de su nacimiento. El nombre de Ayelalá le fue dado a
consecuencia de su grito de desamparo cuando, como víctima de un sacrificio,
se encontraba al borde de la muerte.
Entre la gente de Ilaje se acostumbraba a mantener elevadas normas de
moralidad. Entre otras cosas, el adulterio era considerado particularmente un
delito grave, si un plebeyo mantenía una relación ilícita con la esposa de un
noble. Tal ofensa era castigada con la muerte.
Sucedió que un tal Keko (un plebeyo) cohabitó con la esposa del jefe
Temetanan. Cuando esto fue conocido y Keko comprendió que su vida estaba
en peligro, huyó en busca de refugio a Igbobini, un pueblo perteneciente a la
genie de Ijo Apoi en la División de Okitipupa. Estos le dieron asilo y resistieron
el ataque de los habitantes de Ijale que querían llevar a Keko a Mahin, su
cuartel general, para que fuera juzgado. Así los dos pueblos se atacaron y
contratacaron.
Hombres de buena voluntad de ambos bandos trataron de buscar una
reconciliación: Idogbe, en representación de Ilaje y Agbeleki, por los de Ijo,
hicieron un desesperado esfuerzo por detener la pelea. Los de Ilaje presentaron
una condición irrevocable, la de que si a Keko no se le daba muerte se debía
hallar un sustituto porque la sangre tenía que correr como consecuencia de la
ofensa cometida por Keko. Los de Ijo estuvieron de acuerdo con esto y
realizaron una minuciosa búsqueda de una víctima humana. Al final, la mujer
que hoy conocemos como Ayelalá, fue encontrada y llevada al lugar acordado,
actualmente conocido como Orita Ayelalá (el cruce de Ayelalá), donde sería
sacrificada.
Antes de que el sacrificio fuera ofrecido, las dos partes acordaron los términos
del pacto. Ambas partes debían reconciliarse y entrar en un parentesco ritual.
Debían ser leales unos con otros, no hacerso daño. El robo, la hechicería y la
brujería no debían ser practicados entre ambos grupos; cualquier ciudadano de
Ilaje o Ijo que sufriera un daño debía invocar a Ayelalá para que ésta vengara
la falta.
Los términos del pacto le fueron comunicados en alta voz a la víctima y se le
preguntó si ella castigaría o no a cualquiera que desconociera los términos del
acuerdo. Ella respondió afirmativamente.
Constituía una práctica entre los yorubás que la víctima de un sacrificio humano
debía orar enfatizando que la causa por la cual él o ella eran ofrendados
pudiera prosperar. De acuerdo con esto, a la mujer se le pidió que orara. Pero
todo lo que ella manifestó antes de ser sacrificada fue "Ayelalá". que en
dialecto ilaje significa “el mundo es grande” o “incomprensible". Este fue el
grito de desamparo con el cual clamaba que se le enviaba a la muerte por una
ofensa que otro había cometido. A partir de entonces, la mujer que se conocía
como la que había sido sacrificada, se convirtió en Ayelalá. Y este es el nombre
que la deidad lleva en la actualidad.
No está muy claro el proceso mediante el cual ella fue deificada. Pero con toda
probabilidad está vinculado con lo que se cree que sea el cumplimiento del
compromiso que ella hizo antes de morir de que castigaría a cualquiera que
violara los términos del pacto.
La tradición dice que poco después del pacto un hombre de Ijo, que violó uno
de los términos del acuerdo, murió súbitamente y se creyó con amplia firmeza
que fue Ayelalá quien lo mató por esa falta. Este hecho y otros semejantes
dieron lugar a la creencia en el poder de Ayelalá, lo que eventualmente llevó a
su deificación.
Diversos acontecimientos que fueron considerados como una pronta reacción
de Ayelalá ante las violaciones del pacto, infundieron el temor en la mente de la
gente y en consecuencia, proceder de manera correcta y justa se convirtió en
algo común. Incluso hechos diarios intrascendentes como compartir la bebida y
los alimentos, se creían que eran vigilados por Ayelalá.
Aún hoy existe la costumbre de que cuando dos personas (una de Ilaje y otra
de Ijo) están comiendo o compartiendo algo, digan "la mía es mayor que la
tuya" Temi ma ju sere o y la otra responda tranquilizadoramente, "la diosa no
matará" Umale e pa. En otras palabras, "yo no tengo resentimiento alguno en
contra tuya, por tanto, la diosa no tiene nada que vengar". Existe la certeza de
que cualquier forma de engaño será castigada de inmediato.
No transcurrió mucho antes de que le fuera construido un santuario en Orita
Ayelalá y su adoración quedara firmemente establecida. Un hecho esencial a
ser señalado es el de que un ser humano se había convertido en una deidad.
En la actualidad casi siempre se piensa en ella sólo como una guardiana de la
moralidad y una deidad que actua contra el mal. Cualquier violación del pacto
provoca su disgusto. Se considera que brujos, ladrones, perjuros y otras
personas que hacen el mal, están en constante condena por parte de dicha
deidad y son consecuentemente castigados.
Está prohibido terminantemente llorar la muerte de una de las víctimas de
Ayelalá. Esto se debe a la creencia de que ella es una deidad opuesta a la
maldad y que ha actuado con justeza: ella, al igual que Changó, representa la
justicia de Oloddumare. En lugar de ilorar, la gente felicita a los familiares de la
víctima por la eliminación del causante del mal por parte de la divinidad, la
"reina" de la justicia y la "fuerza" cuyos ojos ven a todos los malhechores.
Se cree que Ayelalá tiene aliados entre las otras divinidades a fin de impartir la
justicia. Tales divinidades incluyen a Sankpana, Oro, Changó y Echu, por sólo
mencionar algunas.
La siguiente historia ilustra cómo funciona la alianza.
Había un hombre que practicaba la hechicería en su hija, y como resultado de
ello, ésta se hallaba a punto de morir. Cuando Ayelalá vio tal maldad, decidió
matar al hombre. El astuto hechicero se convirtió en una hormiga y se introdujo
en un barril de aceite de palma, sintiéndose seguro de que Ayelalá no tocaría el
aceite de palma. Pero Ayelalá le superó en ingenio al pedirle a Sankpana
(amante del aceite de palma), que se tomara todo el aceite. Este así lo hizo y la
"hormiga" fue capturada y muerta. De esa forma el malvado hechicero fue
muerto por Ayelalá con la colaboración de Sankpana.
Por esto se considera que Ayelalá ayuda a mantener la comunidad limpia y
sana y que ello lo consigue causando aflicción o muerte a la gente mala del
lugar, y de esta manera, mantiene controlados a aquellos predispuestos a
causar daño. Dondequiera que la creencia en Ayelalá es fuerte, la gente teme a
vicios tales como el robo, la mentira, el engaño, el envenenamiento, el empleo
de encantamientos o brujería.
En consecuencia de lo anterior, en épocas pasadas, antes de la irrupción de la
"civilización" occidental, a la gente de la División de Okitipupa en general y de
Ilaje e Ijo en particular, se le tenía en gran estima por su integridad.
El santuario principal de Ayelalá está situado en Orita Ayelala, en el lugar
exacto donde la víctima, más tarde llamada Ayelalá, fue sacrificada, antes de la
abolición de los sacrificios humanos. Se trata de una isla muy pequeña que
sobresale del agua solo unas pocas pulgadas y en la que convergen las rutas
acuáticas de Mahin, Igbokoda y Aboto. Aqui se ha levantado un pequeño techo
(originalmente cubierto con paja y en la actualidad con hierro corrugado) el
cual, en cierta medida, protege el altar de la lluvia y el sol.
En el altar se pueden ver cinco cauries, una pluma roja de cola de cotorra, un
puñado de yeso virgen, varias nucces do kolá y algunos medios kobos, todo
colocado en un plato blanco. Hay también un poco do ginebra en una botella y
una campana. Estos objetos están protegidos de la vista por una cortina de tela
blanca.
Las ofrendas habituales incluyen nueces de kolá, ginebra y yeso virgen, otras
consisten en pollos, chivos y puercos. En las ofrendas siempre se requieren
cantidades específicas de dinero -esto es lo que tradicionalmente se llama
egberun ilaje y egberun ijo (hasta el siglo pasado, la moneda yorubá era el
caurie. Por tanto, cuando ellos hablan de egberun quieren decir mil cauries, que
son dos punto cinco kobos de la moneda nigeriana actual. La tradición requiere
la presencia de dos sacerdotes, uno representando a los ilaje y otro
representando a los ijo, en cualquier culto de Ayelalá, y cada sacerdote debe
recibir como remuneración la suma de mil cauries. No obstante, en un sacrificio
elaborado, cada sacerdote debe recibir, egbaasanan, esto es, dieciocho mil
cauries, que son alrededor de cuarenta y cinco kobos, además de compartir la
comida y la bebida que se ofrezcan).
Los pájaros y animales vivos que se ofrendan a Ayelalá, vagan por la isla
sagrada y nadie se atrevería a robárselos. Estos pertenecen a Ayelalá y es sólo
ella quien los da a quien desea. Si por ejemplo, uno de los pájaros sagrados se
posa y permanece en la canoa de un visitante, esto se considerará como una
señal de que Ayelalá desea que el visitante reciba el pájaro como regalo suyo.
Además del anterior, que es el principal, existen santuarios dedicados a Ayelalá
en muchos lugares, las personas que buscan su protección, le dedican sencillos
altares en sus hogares. No obstante, existen igualmente santuarios públicos al
aire libre, si es posible mirando a un río. Junto a estos santuarios hay un poste
alto con un pedazo de tela blanca, símbolo de la pureza de la vida que requiere
Ayelalá en la gente de la comunidad. 1

NOTA

1 J.O. Awolalú: Creencias y ritos de sacrificios yorubas.


Capítulo VII
Òdûdûwá (Oddudua)

Dos líneas paralelas fueron las marcas


lanzadas para el señor del Castillo,
aquel que sintió pesar, aflicción y remordimiento,
aquel que tropezó con la fortuna.
Odu Ifá Babá Eyiogbe

Oddudua es considerado como el olofen akoko o el señor que vive en el castillo.


Según algunos mitos, a Oddudua se le considera como divinidad primordial al
igual que como un antepasado deificado.
Él es, ciertamente, una figura debatible en la creencia yorubá y diferentes
autores e informantes aportan distintas tradiciones en dependencia del lugar en
el cual estan realizando sus investigaciones.
Algunos yorubás, especialmente aquellos de Ilé Ife, hacen hincapié en la
tradición que sostiene que Oddudua fue el creador de la Tierra y sus habitantes
como resultado del fracaso de Orichanlá en cumplir el mandato de Olddumare
por haber estado embriagado.
Hay otra tradición, que la gente de Ife desaprueba, que plantea que mucho
después que Ife ya había sido creado y poblado, un grupo de viajeros guiados
por un guerrero. que más tarde llegó a ser conocido como Oddudua, llegaron a
Ife, conquistaron a los habitantes originales y se establecieron allí. Oddudua
procreó muchos hijos que posteriormente se convirtieron en los progenitores de
los diferentes clanes que hoy constituyen el pueblo yorubá.
Esta debatible figura, Oddudua, se hace más polemística cuando escuchamos
otra tradición que la considera como la esposa de Orichanlá y la divinidad
hembra jefa, tal como Orichanlá es el orisa macho jefe.

Estamos, por lo tanto, enfrentando una pregunta problemática:


¿Era Oddudua una divinidad macho o hembra? En su propia solución Lucas
sugirió que:
Los mitos que describen a la deidad como un orisa hembra son más originales
en carácter y están más ampliamente aceptados. Apenas existen dudas en
cuanto a que Oddudua era originalmente una deidad hembra ... con su
adopción como la progenitora de la raza yorubá parece haber surgido una
tendencia a considerarla como un líder y un "héroe", en consecuencia de lo cual
se inventaron las historias posteriores que la transformaban en una deidad
macho.
Mientras que en la solución de Lucas puede haber un grano de verdad, hay otro
problema que se escapa de la atención: que al progenitor de la raza yorubá
nunca se le considera como una hembra sino como un macho, no es una
heroína sino un héroe.
Idowu plantea una doble solución para este problema:
a) ...Que el nombre Oddudua en sí, connota: "el Jefe que existe por sí mismo
quien creó el ser" y esta connotación pudo haber llevado a la gente a concluir
que fue Oddudua el que creó la Tierra.
b) ...Que el nombre del héroe que condujo a sus hombres hasta Ile Ife y
conquistó a sus habitantes originales pudo haber sido olvidado y que el nombre
Oddudua perteneció originalmente a una divinidad y no a un personaje a quien
posteriormente se le diera el nombre.
En Ugbo, una muy antigua ciudad de Ilaje en la División de Okitipupa, existe en
la actualidad una fuerte tradición oral que enfatiza el hecho de que la gente de
Ugbo eran los habitantes originales de Ile Ife donde a Orichanlá se le llama
Orisa Onile, la divinidad que posee la Tierra.
La gente de Ugbo reclama que ellos habían vivido en Ile Ife desde mucho antes
que Oddudua y su grupo llegara y los expulsara. Los mayores del pueblo de Ife
no desconocen esta lucha, la cual tuvo lugar hace mucho tiempo entre ellos y la
gente de Ugbo (llamados igbo por la gente de Ife). Esta lucha entre los
seguidores de Orichanlá (Obatalá) y los de Oddudua fue feroz y anualmente se
reedita en la fiesta de Edi en Ile Ife en la que el obawinrin, vestido con hierba y
representando a la gente de Ugbo, combate con el ooni (el rey de Ife y que
representa al grupo de Oddudua) en una lucha fingida. El primero tiene que
caer en señal de sumisión ante el segundo.

No obstante, se debe señalar que el primer hijo que le nació al campeón de la


gente de Ugbo después de la terrible batalla se llamó Orun-m aken ja, Orun mo
akin ija, esto es, el Cielo sabe quien es el campeón del duelo. Esta tradición de
Ugbo es muy aclaradora con referencia particular al complejo problema de
Oddudua vis-a-vis Orichanlá.
Hay lugares en Ilé Ife que en la actualidad no pueden ser vistos por gente
tradicional de Ugbo; y también se cree que si cualquier gente de Ife pusiera los
ojos en la ciudad de Ugbo, morirán. Cuando las personas que viven en en Ife
necesitan pasar por Ugbo, se tapan la cabeza.
De los diferentes hilos de tradición a nuestra disposición, concluímos que:
a) Los habitantes originales de Ife conocían y reconocían a Orichanlá como la
deidad que había creado la Tierra y a quien se le debía y se le profesaba
adoración.
b) Que en un momento temprano en la historia de Ife. unos intrusos
procedentes de otro lugar. llegaron a Ife y conquistaron los habitantes
originales quienes eran devotos de Orichanlá.
c) Que los recién llegados suspendieron la adoración de Orichanlá y se sumaron
a la de Oddudua la cual posiblemente fuera una divinidad hembra.
d) Que después de la muerte del líder conquistador, sus seguidores y
admiradores lo deificaron y lo llamaron "Oddudua" en honor a la divinidad
primordial cuya adoración él había alentado.
Así, Oddudua está descrito como una divinidad primordial y como un
antepasado deificado.
Algunos mayores entre los yorubás que desean resolver este problema hacen
hincapié en la idea de una división del trabajo entre las dos divinidades.
Ellos mantienen que Orichanlá es anterior a Oddudua y que él fue comisionado
por el Ser Supremo para crear la Tierra, pero que fue Oddudua el que en
realidad llevó a cabo el trabajo de la creación. Cuando Orichanlá volvió en sí
después de su embriaguez y descubrió que Oddudua había cumplido con lo que
él no había podido hacer, se enfrascó en una terrible lucha con éste.
Olddumare, el Ser Supremo. se introdujo y confirmó que Orichanlá se mantenía
como el mayor de los dos, pero que el crédito de crear la Tierra era de
Oddudua.

Oloddumare„ entonces, le dio otra tarea a Orichanlá, el moldeo de formas


humanas con barro. Así, él hizo formas humanas en las que Oloddumare
soplaba el aliento de la vida.
En consecuencia, a Orichanlá se le conoce como "divinidad escultora" y la gente
canta en alabanza:

Eni soju semu,


Orisa ni ma sin
A- da- ni boti ri;
Orisa ni ma sin
Eni ran mi wa,
Orisa ni ma sin.

Aquel que hace ojos y nariz,


Es el orisa que yo voy a servir.
Aquel que crea lo que escoge,
Es el orisa que yo voy a servir,
Aquel que me envió aqui,
Es el orisa que yo voy a servir.

En un sentido, tanto Orichanlá como Oddudua, están asociados con la creación


de la Tierra y sus habitantes.
La importancia de Orichanlá, sin embargo, radica en el hecho de que a él se le
reconoce universalmente y se le adora en la Tierra yorubá bajo diferentes
nombres, tal como se señaló anteriormente, y esto muestra que donde quiera
que la gente original de Ife fueron, se llevaron el culto de la divinidad junto con
ellos.
En comparación, la adoración de Oddudua está limitada. La misma recibe
prominencia principalmente en Ile Ife donde Obadio, el sacerdote jefe de
Oddudua está siempre dispuesto a informarle al investigador, que Oddudua
indiscutiblemente descendió del Cielo en el mismo lugar en que él (el sacerdote
jefe) se encuentra hoy y desde donde creó toda la Tierra. 1
Veamos este ese Ifá tomado del odu Ogbe Eturá, que manifiesta por qué se
cree que el olofin de Oyo es superior al onioni (llamado luego ooni de Ife); pero
por causa de que el último ascendió a la corona a su padre el ooni de Ife, es
superior al otro con el título de olofin de Oyo.

Antes de dejar el Cielo, Jegbe, que era miembro de la casa de Olddumare, fue
ante el Divino Altar a pedir por su destino durante su estancia en la Tierra. Él se
deseó a sí mismo no sólo nacer como hijo de un rey sino llegar a ser rey en su
propio derecho. Fue a ver a Ogbe Eturá por adivinación a quien llamaban Ori
Omo dara baba omon en el Cielo.
Le aconsejó que honrara su cabeza con una cabra y a Echu que lo sirviera con
un macho cabrío. Que diera partes de la cabra del sacrificio (corazón, orejas,
ojos, cráneo, hígado, pulmones, lengua e intestinos) como ofrenda para los
Ancianos de la Noche.
Él sirvió su cabeza con la cabra pero no le dio las partes señaladas a los
Ancianos. Se negó a servir a Echu y no le rindió el tradicional homenaje a la
divinidad del Obstáculo. Por negarse a servir a Ia Noche, ellos le pusieron
vestiduras de pobreza antes de salir a la Tierra.
Echu por su parte, juró desbaratar todo lo que él hiciera hasta llevarlo a la
frustración. Le aconsejaron que no bebiera vino en la Tierra y debía hacer un
sacrificio especial para poder evitar el peligro que consistía hacerle el amor a la
esposa de su padre, lo cual acortaría su vida.
Al principio tendría problemas antes de tener hijos pero debía perseverar
porque tendría varios al pasar el tiempo.
El sacrificio se hizo con una gallina, panes fríos de maíz y razupo de frijol junto
con hilos blancos y negros.
Nació en la casa de Oddudua como el primer hijo, creció v se hizo campesino y
cazador.
Tan pronto fue bastante viejo como para hacer su propia finca independiente,
se fue a encontrar con Ogbe Eturá que vivía e Alara para hacer adivinación y
saber qué hacer para construir una próspera finca. Le dijeron que había tres
sacrificios pendientes sobre su cabeza.
Le dijeron que diera una cabra a la Noche, un chivo a Echu y un gallo para su
cabeza, todo tipo de artículos comestibles y un perro a la divinidad del
Obstáculo, que si dejaba de hacer esto iba a tener problemas antes de poner
los pies en la senda de su destino.

Él insultó a Ogbe Alara por atreverse a declarar que el principe heredero de la


corona de Ife iba a tener problemas y se negó a hacer los sacrificios, excepto el
de servir a su cabeza con un gallo.
Una mañana, después que los miembros de su casa se habían ido, salió solo en
dirección a la finca. Era tiempo de cosecha. En el camino oyó gritos y alboroto.
Al averiguar qué sucedía, fue capturado por los vigilantes que pensaban que él
era el asesino que buscaban.
Fue encadenado y llevado ante su padre, acusado por algo que él no había
cometido. Su padre no se preocupó por oír su defensa antes de condenarlo al
destierro eterno. Mientras su familia lo esperaba él fue expulsado y condenado
al exilio.
En el exilio las ropas se le hicieron trizas, él cosió hojas y piel de animales para
cubrirse. Mataba animales y los ahumaba para comer. Un día unas mujeres que
pasaban vieron humo saliendo de su choza y fueron a su encuentro. Ellas
descubrieron que él tenía un enorme stop de carne, le compraron tanta carne
como pudieron llevar y prometieron regresar a comprar de nuevo,
convirtiéndose en la fuente de suministro de las mujeres.
Al rey le dijeron en adivinación que sirviera a su cabeza con un mono vivo. Él
ordenó a todos sus súbditos que le buscaran un mono vivo.
Las mujeres le avisaron del mandato del rey y él se apropió de un mono e
insistió en enviarlo a su padre personalmente. El padre le agradeció el gesto y
en pago le concedió la suspensión temporal de su exilio, pero como se había
acostumbrado a permanecer aislado no le era fácil reajustarse a la vida urbana
y decidió seguir realizando la caza. Un día mató un elefante, le quitó las orejas
y los colmillos y se los llevó a casa como testimonio de lo que había matado. Su
padre envió gente a que lo acompañaran a preparar la carne del elefante. Fue
una ironía del destino, llegaron al lugar y descubrieron que el elefante se había
convertido en una montaña.
Él se quedó sin habla porque parecía que había mentido. En otra ocasión cazó
un búfalo y regresó a casa con las orejas y la cola, cuando la gente le
acompañaron para recoger la carne se había convertido en un fangal.
El ciclo de sus historias de mala suerte se completó cuando una vez mató un
venado y fue de regreso a casa con la cabeza del venado partida, cuando le
acompañaron a recoger la carne ya se había convertido en un hormiguero. Su
padre se enojó y lo consideró un mentiroso. En ese momento su madre se
dirigió a Alara a consultar a Ogbe Eturá.
Le dijeron que su lista de mala suerte no disminuiría a no ser que hicicera un
sacrificio especial en el bosque para poder quemar el traje de pobreza que le
pusieron los Ancianos de la Noche. En segundo lugar el sacrificio a Echu,
atrasado por mucho tiempo, tenía que realizarlo con dos chivos. En tercer lugar
tenía que darle un perro a la deidad del Infortunio (Eleniní).
La madre decidió que los sacrificios se debían realizar sin demora. Se
habilitaron dos chivos para el sacrificio a Echu y se habilitó el perro para Eleniní.
Finalmente Jegbe fue vestido en completo traje y llevado al bosque donde fue
despojado de sus ropas por Ogbe Eturá quien preparó una fogata, juntó hojas
apropiadas, añadió el iyerosún y arrojó a las llamas todos los vesiidos y las
prendas de Jegbe.
Mientras el fuego ardía, Ogbe Eturá y la madre regresaron a la casa dejándolo
desnudo en el bosque, le dijeron que no regresara hasta que no consiguiera
ropas que ponerse por cualquier medio. Él pasó la noche en el bosque.
Mientras tanto, dieciséis altos jefes de Ife habían estado afuera durante los
últimos meses buscando el mono con el que el rey quería servir a su cabeza,
eso ocurrió antes de que Jegbe le trajera el mono a su padre, pero por causa
del sacrificio que ellos dejaron de hacer a Echu antes de salir de sus hogares,
este bloqueó todos los pasos de acceso al bosque y ellos se extraviaron. Todos
iban a caballo y estuvieron analizando cómo encontrar el camino de regreso a
casa.
Jegbe había dejado el fuego que quemó su ropa durante la noche y los
hombres que vieron el humo muy distante, decidieron explorar en esa
dirección.
Cuando se acercaron al lugar de la fogata, Jegbe les ordenó que se detuvieran
porque está prohibido verle desnudo.
Los hombres le ofrecieron enviarle ropa y él aceptó. Tan pronto como se vistió,
los jefes se presentaron ante él. Sus cuerpos se habían vuelto velludos por no
afeitarse durante tres meses y después de contarle, le rogaron que les llevara a
su casa en Ife y él les dijo que no podía ir a pie, entonces le dieron uno de los
caballos de repuesto y así cabalgaron hasta el palacio de su padre.

Su padre se encantó de que su hijo le trajera a los altos jefes extraviados


durante tanto tiempo y en recompensa le dio una vara de autoridad y le dijo
que a partir de ese momento, ellos no podían vivir más bajo el mismo techo o
dentro del mismo reino porque se había decretado que Jegbe tenía que
encontrar un nuevo reino para él. El padre le dijo que no se bajara del caballo
sino que cabalgara lejos al corazón del mundo lleno de bendiciones, hasta que
llegara a un sitio donde su caballo resbalaría y caería sobre su rodilla izquierda.
Él debía permanecer allí temporalmente, continuando el viaje hasta que su
caballo se cayera a cuatro patas, lugar donde él debía instalarse
permanentemente. Con esto él se despidió de su padre. Viajó al bosque hasta
que su caballo se cayó sobre su rodilla izquierda; se quedó allí tres años y
fundó el lugar que ahora se llama Ijesha. Recordando la orden de su padre él
continuó viaje a finales del tercer año, hasta que llegó al punto donde su
caballo cayó sobre sus cuatro patas. Él decidió instalarse allí y ese lugar se
convirtió en el reino de Oyo. Así fue como Jegbe, el hijo mayor de Oddudua se
convirtió en el primer olofin de Oyo, y la razón por la cual fue el segundo hijo
de Oddudua que era llamado Orioni, el que sucedió a la corona de Ife tras la
muerte del padre. Esa es la razón por la que se cree que por edad natural, el
olofin de Oyo es superior a onioni (llamado luego ooni) de Ife. Pero por causa
de que el último ascendió a la corona de su padre, el ooini de Ife es superior al
título de olofin de Oyo. 2
Según plantea H. Feraudy en su libro Yoruba. Un acercamiento a nuestras
raíces:

Dicen que Oddudua fue expulsado de la Meca después de conspirar contra el


islamismo. Se plantea que él era el hijo, príncipe heredero, de un rey llamado
Lamurudu.
Él y sus seguidores tuvieron que abandonar la Meca y emprendieron una larga
y fatigosa marcha hasta llegar a Ilé Ife caminando noventa días con sus
noches. Todo ello ocurrió después de Mahoma.
En su afán de transformar el Islam al paganismo, Oddudua convirtió la
mezquita grande de la ciudad en un templo, y de la noche a la mañana, este
fue visto lleno de ídolos fabricados por un sacerdote de nombre Asara, quien
tenía un hijo nombrado Braima.
Braima creía tanto en el Islam como el día de su nacimiento. Durante su
juventud vendía los ídolos de su padre y como era tan fanático al Islam
aborrecía tener que vender imágenes.
Cuando Braima pregonaba la venta de sus artículos decía: ¿Quién quiere
comprar falsedades?
Braima creció con tanto odio en el corazón que cuando tuvo edad suficiente
destruyó a hachazos los dioses de su padre. El hacha utilizada quedó colgada
en el cuello del ídolo principal con figura humana.
Al principio se desconocía al autor de la herejía; pero pronto se investigó y
descubrió quien había sido el iconoclasta, que al ser interrogado dijo:
"Pregúntenle a ese gran ídolo quien fue el que lo hizo". Los interrogadores le
preguntaron si él creía que el ídolo podía hablar y dicen que Braima contestó:
"¿Por qué veneran cosas que no hablan?" Entonces se recopilaron mil pilas de
leña para la hoguera y se trajeron varias ollas de aceite para encenderlas.
Braima murió quemado por acto de grosera profanación; estalló la guerra civil y
los mahometanos, más poderosos, liquidaron a los partidarios de Oddudua.
Lamurudu fue asesinado y todos su hijos y seguidores expulsados de la ciudad.
De acuerdo con las tradiciones citadas por Samuel Johnson en su famosa obra
History of Yoruba, está resuelta una de las interpretacioncs de los yorubás que
afirman que estos proceden de algún lugar del Oriente, que pudiera ser la
Meca, el Alto Egipto, Nubia o el Nilo.
Según la versión de Johnson, Oddudua y sus hijos juraron odio mortal contra
los musulmanes de su país y decidieron vengarse de ellos, pero Oddudua
falleció en Ilé Ife antes de ser lo suficientemente fuerte como para emprender
la marcha contra sus enemigos. De acuerdo con esa tradición, Okambi, hijo
mayor de Oddudua, comúnmente llamado Ideko Seroake, también dejó de
existir en Ilé Ife, dejando a siete príncipes y princesas de quienes descendieron
varias tribus de la nación yorubá.
Narra una tradición de Benin, que Oddudua fue un príncipe de ese pueblo cuyo
nombre era Ekaladerhan y que fue confinado por su padre Owodo, el ultimo
ogiso, título con el que se designaba a los gobernantes de Benin, nombre de un
reinado enclavado en tierra nigeriana y que actualmente se denomina estado
de Bendel.
Ekaladerhan era hijo único de Owodo. Cuentan que, como resultado de una
intriga familiar, las esposas de Owodo se reunieron con él y después de mucho
discutir, lo convencieron de que según el oráculo, tenía que matar a su hijo o
de lo contrario, ellas no tendrían más hijos. Se dice que el ogiso meditó por
largo tiempo; pero finalmente, decidió no matar a su primogénito, sino
desterrarlo lejos.
Afirman los habitantes de Benin, llamados por aquel entonces igodomigodos,
que el día en que Ekaladerhan abandonó la ciudad con sus seguidores, fue un
día doloroso, afligido, angustioso, un día frío, sin lluvia ni sol y que el pueblo
todo se conmovió y consternó al conocer la desdicha ocurrida.
Ellos, que habían albergado la esperanza de que el príncipe Ekaladerhan
sucediese a su padre, cuando este falleciera, sobre todo teniendo en cuenta
que en aquella epoca ya treinta ogisos habian renunciado al poder como
consecuencia de pugnas y conflictos internos, ahora veian sus planes frustados
y sufrian la macula de un rey renegando de su hijo. Como castigo al
imperdonable proceder del ogiso Owodo, el pueblo decidio destronarle.
Los que han oído esta leyenda dicen que este acontecimiento fue seguido por
un largo y tormentoso período de gran inestabilidad política en el antiguo
estado de Benin.
Asimismo, afirman que cuando Ekaladerhan fue expulsado por su padre arribó a
Ilé Ife con sus acompañantes y la gente de aquel lugar los miraban con ojos
extrañados y asombrados, sin poder entender la lengua que hablaban. Dicen
que Ekaladerhan después de haber andado un largo tramo, seguido por un
grupo de curiosos, buscó un espacio apropiado y se sentó; escudriñado aún por
las miradas atónitas de quienes en aquel instante lo rodeaban y contó su triste
historia en lengua bini, desconocida por los moradores de Ilé Ife.
Los que después entendieron dijeron que durante su narración, Ekaladerhan
explicó cómo él había sido fiel a su padre, a quien respetaba y admiraba; sin
embargo, este, guiado por la intriga y la ignorancia, en un acto de injusticia y
de crueldad, lo había expulsado de su reino. Añadió como en estas
circunstancias, de príncipe había pasado a simple vagabundo, sin gloria ni
fortuna.
Cuéntase que de todas las palabras pronunciadas por el antiguo príncipe, la que
más fijación tuvo en la mente de los pobladores de Ilé Ife fue Iduduwa.
Siempre que se conversaba con él, se le escuchaba decir esta palabra. Con el
tiempo se supo que esta pertenecía a la lengua bini, cuyo significado era pesar,
aflicción, remordimiento, literalmente significa "tropecé con la fortuna". Los
habitantes de Ilé Ife interpretaron el vocablo Iduduwa como el nombre de
Ekaladerhan; y tergiversando su pronunciación, comenzaron a llamarle por el
nombre de Oddudua.
Recuerda la tradición que un día llegaron a Ilé Ife varios mensajeros de los
igodomigodos para informarle al príncipe la muerte de su padre y suplicarle que
retornara su pueblo natal, con el fin de asumir el trono.
En esa época Oddudua había establecido su propio gobierno, tenía su familia y
había perdido todo interés en regresar al lugar de donde lo habían expulsado,
por lo que se negó rotundamente a la súplica de los enviados, quienes
insistieron hablándole de la necesidad de frenar la subida y caída de ogisos
unos tras otros, hablaron de los tiempos de la mala muerte y sin cosechas, de
la desconfianza hecha persona, apareciendo por todas partes.
Le prometieron que con él serían el uno para el otro y el otro para uno, que
cuidarían la unidad de Igodomigodo como la niña de los ojos de Dios que todo
lo ve.
Oddudua parecía no escucharlos. Mientras los mensajeros hablaban él se
mantuvo todo el tiempo con los ojos cerrados como inmerso en reposado
sueño. De súbito y como si despertara de una larga reflexión, exclamó: iDe
acuerdo! Les prometo enviar a mi hijo Oranyán y garantías doy de que él sabrá
gobernar tanto o mejor que yo.
Entonces los mensajeros, con rostro alegre y solemne, inclinando la cabeza
murmuraron: iQue así sea!, ¡que así sea! Y continuó hablando el viejo:
- Ante todo, tienen que darme una prueba de que ustedes y los que están
antes y después de ustedes allá en Igodomigodo han alcanzado la cumbre de la
seriedad y responsabilidad. Los mensajeros se comprometieron en nombre de
ellos y de los demás. Oddudua hizo propuesta y cumplió.
Envió siete piojos a los jefes de aquella ciudad para que se los cuidaran y
retornaran a los tres años, si es que eran capaces de conservarlos. Transcurrió
el tiempo y los piojos fueron devueltos sanos, salvos, engordados, crecidos y
hasta tenían mejor color.
Oddudua conmovido e impresionado por tal actitud terminó por concluir que un
pueblo capaz de cuidar con tanta tenacidad y esmero a siete insectos
insignificantes, bien podía ser merecedor de recibir a su hijo y lo envió.
Para los habitantes de Benin esta es la historia que explica que se le atribuya a
Oranyán ser el fundador de aquel reinado y el considerar al rey de Ilé Ife como
su propio y auténtico monarca.
Una versión de carácter histórico nos muestra a Oddudua, también llamado,
Oodua u Olofin como un guerrero que se enfrenta a Obatalá, líder del pueblo
Igbo, asentado en Ilé Ife.
Se especula que Oddudua ordenó la redacción de una Constitución para el
pueblo de Ilé Ife y el establecimiento de un gobierno que debía estar
encabezado por él. Al enterarse Obatalá de esta decisión se opuso
tajantemente, alegando que él tenía tantos o más méritos que Oddudua. Como
consecuencia de las contradicciones entre ambos líderes, Obatalá no tardó en
alzarse en las colinas siendo seguido por su gente.
Después de larga y encanizada contienda, Obatalá fue finalmente derrotado por
Oddudua y sus hombres.
Un historiador nigeriano relata que antes de Oddudua existían trece grupos de
aldeas en Ilé Ife y este pertenecía a uno de ellos. Cada aldea tenía un jefe o
rey y entre estos se rotaban el gobierno.
Durante el régimen de Obatalá, Oddudua pertenecía a un grupo que habitaba
las colinas de Oke Ora y desde ese lugar se enfrentó a él.
Esta lucha duró una generación y al final se impuso el grupo de Oddudua quien
logró la victoria gracias al decisivo apoyo de una bella y hermosa mujer llamada
Moremi.
Refiere una tradición que cuando el conflicto estalló entre los dos bandos,
Moremi, que pertenecía a las huestes de Oddudua y de quien se dice fue su
esposa, se preguntaba una y mil veces cuál era el secreto de los fáciles triunfos
obtenidos por el enemigo.
Obsesionada por esta idea cuéntase que Moremi fue al río y prometió a los
dioses que si ella lograba desentrañar el secreto de Obatalá, en recompensa
sacrificaría a su único hijo nombrado Oluorogbo.
Según esta leyenda, la bella Moremi dejóse capturar por los igbo, que eran la
gente de Obatalá y una vez en el campamento de estos pudo conocer en que
consistía su táctica de combate.
El misterio radicaba en que los soldados obatalaénses cubrían su cuerpo con
hojas para hacerse pasar por espíritus, por consiguiente, siempre que los
seguidores de Oddudua veían aquellas matas vivientes caminando, huían sin
que nadie los pudicra detener.
Hay quien cuenta que Moremi pudo conocer el secreto cuando el rey de los
igbo la hizo su mujer y entonces ella se ganó la confianza de este.
Moremi logró huir y se lo contó todo a Oddudua. A partir del descubrimiento
hecho por la heroína no bubo más desbandada y Oddudua resultó vencedor.
Moremi cumplió su promesa sacrificando a su hijo en el río Ezimirin.
Después de la victoria de Oddudua, este se dedicó a establecer una monarquía
bien organizada y unió a las trece aldeas.
Algunos investigadores afirman que después de la muerte de Oddudua, ambos
grupos se unieron mediante un acuerdo en el cual la autoridad política la
ejercían los seguidores de Oddudua a través de un símbolo, la corona de are,
mientras que los fieles a Obatalá adquirieron la autoridad religiosa.
A Obatalá también se le da una gran significación como artista jefe,
planteándose que durante su predomio entre los igbo el título Obatalá tenía
carácter supremo y fue cuando se produjo el nacimiento de las grandes obras
maestras de la artesanía.
Para Abimbola, prestigioso profesor e investigador yorubá, rector de la
Universidad de Ilé Ife y autor de varias obras sobre las tradiciones y creencias
de este pueblo, así como también para otros autores. Oddudua fue quien creó
el gobierno moderno y las instituciones y organizaciones que hicieron famosa a
la nación yorubá.
Según Abimbola, Oddudua fue el primer ooni u olofi. Tuvo varias esposas entre
las que se encontraban Olokun Seniade, Osara y Ojummo-Yanda. Algunos
plantean que tuvo siete hijos, otros dicen que dieciséis.
El prestigioso historiador Basil Davidson en su obra A History of West Africa
1000-1800, menciona que uno de los hijos de Oddudua se convirtió en el
primer alafin de Oyó, así como en el padre del primer oba de Benin. Otro de
sus hijos fue el primer onisabe de Sabe: se habla de una hija mayor de quien se
dice fue madre del primer alaketu de Ketu en Dahomey, mientras otra hija dio a
luz al primer olown de Owu.
Dicen que murió ciego a los ciento cincuenta años.
Mientras más hurgamos en la historiografía yorubá, mayores son las
coincidencias en asignarle una existencia real a la figura de Oddudua.
El doctor A. Atanda en un interesante estudio sobre este tema escribió lo
siguiente: "Fuera Oddudua un emigrante o un aventurero político, su
advenimiento fue un pilar en la historia del pueblo yorubá. Ilé Ife alcanzó
preeminencia debido a este hombre.
Cualquiera que fuese su origen, la tradición tiene claro que luchó por la
dirigencia política en la tierra yorubá y también tuvo que guiar al pueblo de Ife
a soportar y derrotar la agresión de algunos poderosos vecinos decididos a
destruir el naciente reino".
Finalmente se considera que la revolución de Oddudua tuvo lugar a finales del
siglo IX y principios del X. A partir de él se crearon los demás reinos e imperios
yorubás.
El festival Ido u Oddudua "es uno de los más importantes festivales destinados
al gran líder de la humanidad de Ilé Ife.
Se celebra con completa quietud. No hay toques de tambores, solo las
tradicionales campanas. Dura seis días.
Se ofrecen sacrificios en el templo de Oddudua y se celebra entre diciembre y
enero. 3

Oddudua, llamado 0lofin Akoko (el señor del palacio o castillo) bajó desde el
Cielo a la Tierra acompañado del odu Ifá Babá Eyiogbe y de Echu 0basin.
Se le sacrifica en ofrendas chivo adulto, chiva señorita (no montada), gallina,
paloma, codorniz, guinea, platos elaborados de distintos granos, viandas,
frutas, ñame machacado, nueces de kolá, etc.
En Cuba esta deidad se recibe en un recipiente en forma de cofre acompañado
de su Echu, de Bromú y Bronciá (divinidades inferiores) y Osun de extensión
(del tamaño del individuo). Mientras que en tierras africanas cualquier persona
ordinaria no puede tener a este oricha. Es atribución de altos sacerdotes de Ifá
el poseerlo. Su recipiente consta de dos medias tapas de calabaza, una
superpuesta encima de la otra representando el Cielo y la Tierra.
En conclusión podemos plantear que el estudio profundo de un oricha como
Oddudua, aún está por rescatar de las manos del tiempo por lo que el autor
considera dedicarle una profundización en próximos trabajos ya que se
considera que es una de las divinidades más controversiales del espectro
religioso yorubá.
Notas
1. J. 0. Awolalú: Creencias y ritos de sacrificios yorubas.
2. C. Osamaro Ibie: Ifism the complete work of Orunmila, Vol. 2. The odus of
Eji Ogbe.
3. J. 0. Awolalú: Creencias y ritos de sacrificios yorubas.

Capítulo VIII
Òtá Òlé u Oriolé (Otá Olé)

Se lanzó Ifá para aquel


que se apropia de nuestros despojos,
de nuestras vidas,
para aquel que nos proporciona todo en la vida.
Odu de Ifá Babá Eyiogbe

Además de las divinidades primordiales y de los antepasados deificados, los


yorubás creen en la existencia de varios espíritus que están asociados con
fenómenos naturales como la tierra, ríos, montañas, árboles y el viento. Estos
fenómenos no están tan claramente caracterizados como las divinidades que
hemos discutido hasta ahora. Algunos se consideran buenos y otros malos. A
continuación veremos una historia que nos habla de la creación de la Tierra
(Otá Olé u Oriolé).
En la creación, dice un mito, ...el mundo estaba extendido sobre la superficie
de la profundidad y surgió la Tierra. Más aún, Orichanlá utilizó barro para
moldear al hombre antes que Oloddumare le diera el aliento. Cuando un recién
nacido viene al mundo, su lugar de arribo es la Tierra; cuando el hombre
muere, es sepultado en la Tierra. La Tierra suministra alimento para el consumo
humano y así mantiene el curso de la vida. Desde el punto de vista yorubá, un
elemento que tiene tantas y tan útiles funciones tiene que tener un espíritu
habitándola por lo que es venerada y se le confiere gran importancia. Así, al
espíritu de la Tierra se le llama constantemente para que sea testigo de los
pactos realizados entre las personas y se cree que este puede castigar a
cualquiera que viole lo convenido. A causa del poder del espíritu, está prohibida
la relación sexual sobre la Tierra desnuda, y la transgresión de este tabú,
normalmente obliga al violador a un rito de purificación muy elaborado. La
gente dice del culpable de este hecho: 0 ba ile je, "él corrompe o profana la
Tierra".

Debido a que la mayoría de los yorubás dependen de la agricultura para su


sostenimiento y las cosechas crecen en el suelo, la Tierra recibe sacrificios
especiales al momento de la siembra y de la recolección en la misma forma que
Orichaoko. Igualmente por estar enterrados los cadáveres de sus antepasados
en la Tierra y habitar en ella poderosos espíritus, los yorubás tienen el hábito
de derramar en la Tierra las primeras gotas de cualquier bebida y de arrojar a
ésta un poco de comida antes de beber o comer, a fin de que los espíritus
puedan beber y comer primero.
Además, donde no existe un santuario especial, la sangre de una víctima
inmolada se derrama en un hueco cavado en la Tierra. 1
La divinidad de la Tierra, o el suelo, (Otá Olé u Oriolé) responde absolutamente
a Oloddumare, y es la única divinidad lo suficientemente poderosa para abolir
cualquier tipo de hechicería que padezca un ser humano.
Es la única fuerza que sobrevive a todas las fuerzas existentes y es la única
divinidad que sirvió de testigo para neutralizar las fuerzas diabólicas de los
Ancianos o Dignatarios de la Noche (culto de la hechicería).
Ella es el testigo imperdonable de los pactos entre los hombres y los orichas.
Veamos el ese Ifá del odu Osá Meyi que lo manifesta claramente.
Fue Osá Meyi quien trajo a los brujos a la Tierra y quien los salvó de su total
extinción de la faz del planeta. Inicialmente el asunto concernía a Orichanlá
quien, como el propio representante de Oloddumare en la Tierra, encabeza a
todas las divinidades, incluida la comunidad de hechiceros.
Orichanlá tenía dos lagos al fondo de su casa. Uno de ellos solía quedarse sin
agua durante la temporada de seca mientras el otro suministraba agua todo el
año. Los dos lagos eran utilizados comúnmente por todos y cada uno. Pero las
esposas de Orichanlá se mofaban de él por permitir a los hechiceros, entre
otros, hacer use de su lago. Él reaccionó haciendo que el lago de todas las
estaciones fuera para uso exclusivo de su hogar, mientras permitía a los
hechiceros utilizar el que se quedaba sin agua en la temporada de seca.

Conociendo que su lago no podía suministrarles agua durante la temporada de


calor, los hechiceros fueron por adivinación sobre qué hacer para garantizar
que éste los abasteciera durante el año entero. Se les aconsejó que dieron un
macho cabrío a Echu.
Luego que Echu se lo hubo comido, se zambulló en el lago exclusivo de
Orichanlá, removió la piedra con la cual estaba represado el manantial del lago
y la transfirió al lago de los hechiceros. El efecto de la piedra era impedir que el
agua siguiera bajo Tierra. Seguros de que su lago no se secaría más, los
hechiceros designaron a dos pájaros para que lo protegieran de los intrusos.
Los pájaros se llamaban Ikaare y Otuutu.
Cuando llegó la temporada de seca, el lago de Orichanlá se secó rápidamente
mientras el de los hechiceros permaneció lleno de agua.
Los hechiceros le mostraron a los dos pájaros una señal de aviso para que los
alertara si algún intruso venía a coger agua de su lago. Cuando los familiares
de Orichanlá empezaron a quedarse sin agua, fueron al lago de los hechiceros.
Los pájaros les permitieron coger agua, pero las esposas también se metieron
en el lago para bañarse. Fue a esta altura que los pájaros comenzaron a dar
aviso a su jefe. Ikaare fue el primero en anunciar Aya Orisa weee y Otuutu gritó
Aya Orisa ponmi tu tu tu tu. Con esto, los intrusos se dieron cuenta de que
había guardias cuidando el lago y rápidamente huyeron hacia su casa.
Cuando los hechiceros llegaron les preguntaron a los guardias por la identidad
de los intrusos. Ellos respondieron que estos eran miembros de la familia de
Orichanlá y los hechiceros juraron castigar al oricha por contravenir su propio
decreto, al permitir que su familia utilizara el lago de ellos.
El canto de marcha de los hechiceros era:
Eni Asoro, omo eronko aafobo oniyan
To Orisa Taayare, Aarije, Aarimu.

Hoy se desató la baraúnda.


Todos los pájaros del bosque
hablaran como seres humanos.

hablaran coma seres humanos.


Hoy destruiremos a Orichanlá y a
sus esposas.

Cuando Orichanlá escuchó en la distancia el canto de guerra de los hechiceros,


huyó de su casa para buscar refugio junto a Oggún. Oggún se preparó para
batallar con los invasores y se sentó en la entrada de su casa en espera del
arribo de los hechiceros. Tan pronto llegaron a la puerta de Oggún, éste sacó
su machete que despidió fuego. Pero ellos se tragaron a Oggún con sus
instrumentos de pelea y Orichanlá escapó por la puerta de atrás.
Se refugió en la morada de Changó que corrió igual suerte. Orichanlá corrió a
las casas de todas las otras divinidades pero todas fueron tragadas por los
hechiceros invasores.
Finalmente corrió a casa de Orúnmila y éste le preparó un escondite en su
santuario. Él hizo que Orichanlá se ocultara debajo de su santuario y lo cubrió
con una tela blanca con la cabeza sobresaliendo a través de ésta. Esto se
representa hoy por la elevación que sobresale bajo una cubierta blanca en el
santuario de Orúnmila. Ésta recibe el nombre de Orite. Osá Meyi sacó entonces
su bandeja de adivinación y preparó el polvo de adivinación y las marcas de su
propio Ifá y lo esparció sobre la casa gritando: Ero Ero Ero (esto es: "Paz, paz,
paz").
Cuando los hechiceros llegaron al cruce de caminos cercano a la casa se
desorientaron y quedaron confundidos, pero enviaron a sus dos buscadores de
caminos a dirigir su avance hacia donde quiera que estuviera Orichanlá. Los dos
rastreadores encontraron a Orúnmila en la entrada de su casa y le dijeron que
habían llegado allí siguiendo las huellas de Orichanlá. Él les confirmó que de
hecho lo tenía retenido pero les argumentó que ya se encontraba tan
deteriorado y falto de vida que si le daban muerte en ese estado no habría
carne en él. Los convenció para que le dieran siete días para engordarlo antes
de que ellos lo mataran. Ofreció entonces compartir la carne de Orichanlá. Él
les habló con un encantamiento que está prohibido mencionar o recitar porque
llama a destrucción. La esencia de esto es que él los hechizó para que
aceptaran cualquier explicación que los ofreciera para poder retener a
Orichanlá. Bajo el influjo del encantamiento, ellos accedieron y se retiraron a su
lugar de procedencia.

A la mañana siguiente Osá Meyi hizo adivinación y se le dijo que diera una
gallina negra a Ifá y un macho cabrío a Echu. Él lo hizo enseguida, sabiendo
que los hechiceros acortarían la duración de los días y noches siguientes.
También se le dijo que preparara un banquete con conejo para los hechiceros,
vino de palma envenenado con iyerosun y el encantamiento que no pudo ser
mencionado con anterioridad. También preparó un recinto cercado frente a su
casa y obtuvo una especie de goma adhesiva, llamada ate en yorubá, para
embadurnar la cerca. Dispuso de dieciséis asientos de madera, igualmente
embadurnados con la goma y los colocó dentro del lugar de recepción.
Poco después llegó el día fijado y en ese momento Osá Meyi preparó el
banquete y colocó la comida y la bebida en el recinto. Tan pronto como
llegaron, los hechiceros se sentaron y comenzaron a comer y a beber.
Una vez finalizado el banquete le dijeron a Osá Meyi que trajera ante ellos a
Orichanlá y antes de que pudiera darles respuesta, uno avistó al oricha en el
santuario donde éste esperaba a los invasores. El que lo había descubierto gritó
que Orichanlá estaba debajo del santuario de Orúnmila, pero cuando se
dispusieron a atacar, sucedió que Echu los había pegado firmemente a sus
puestos y estaban imposibilitados. Al tratar de hacer rodar sus asientos, la
goma del cercado inmovilizó sus alas y fueron completamente dominados.
En este punto, Osá Meyi le dio su cuchillo de Ifá a Orichanlá y comenzaron a
destruir a los hechiceros uno tras otro. Cuando los hubieron aniquilado a todos
exhalaron un suspiro de alivio. Ellos no sabían que uno había logrado
arrastrarse para buscar refugio debajo del santuario de Orúnmila, en el mismo
lugar donde Orichanlá se había ocultado antes del ataque.
Mientras los estaban matando, cantaban:

Otá mi po Yee
Okon kon nu Uku saan paa yeye.

Mis atacantes son muchos.


Yo los mataré uno tras otro.

Cuando Orichanlá divisó al que se escondía debajo del santuario de Orúnmila,


quiso darle muerte igualmente pero Osá Meyi se lo impidió añegando que no
podía destruirse a alguien que se refugiaba debajo de su santuario de Ifá,
igualmente que su vida (la de Orichanlá) había sido respetada luego de
esconderse bajo el mismo santuario. Entonces ellos sacaron al hechicero que
era una mujer y quitaron la goma de su cuerpo. Cuando la examinaron en
detalle descubrieron que estaba embarazada. Osá Meyi señaló entonces que
estaba prohibido dar muerte a una mujer embarazada. Sabiendo esto, en Beni
se dice: Aigbozi gbekem. Orichanlá insistió que si permitía sobrevivir a la mujer,
ella produciría más hechiceros que intentarían destruir al mundo al igual que lo
habían tratado de hacer los de la primera generación de hechiceros. Se cree
con toda firmeza que si a aquella mujer se le hubiera dado muerte esa noche,
ello hubiera significado el fin de la genealogía de los hechiceros sobre la faz de
la Tierra.
No obstante, Orichanlá sugirió que se le debía obligar a jurar que no destruiría
personas inocentes en la Tierra.
Osá Meyi propuso entonces a Orichanlá que el suelo era la única divinidad
capaz de destruir a los hechiceros si ellos se portaban mal, ya que esta es la
única potencia que sobrevive a todas las potencias y fuerzas de la Tierra.
Él cavó un hueco en el suelo y lo llenó con todos los artículos de comida y lo
cubrió con nueces de kolá. Entonces ellos la hicieron jurar que el suelo le diera
muerte a ella y a cualquiera de sus descendientes de generación en generación,
si alguna vez mataban a un hijo de Oloddumare o de Orúnmila sin justa causa.
Ella hizo el juramento y comió la kola que estaba sobre el montón"... 2
A la deidad Otá Olé u Oriolé (Tierra), se le sacrifica de todo lo que comen los
seres hurnanos. En el ceremonial religioso de Ifá, nunca es excluido el sacrificio
a la Tierra. Se dice que las llaves de la Tierra se guardan en el Cielo. Los
yorubás conceden mayor importancia al Cielo que a la Tierra, pues la vida en
este mundo no es más que una derivación y continuidad de la vida del Cielo. En
un ese Ifá tomado del cuerpo literario del odu Babá Eyiogbe se pone de
manifiesto que:

Oloddumare, que es el Padre del Cielo y de la Tierra le dijo lo siguiente a la


Tierra:
Trabaja y reverencia a tu hermano el Cielo. Ampara a tu hermano y estos
vivieron en paz.
Transcurrió el tiempo y el Cielo y la Tierra discutieron; ésta, porfiaba que era
mayor y más poderosa que su hermano el Cielo, sin duda se había envanecido
y pretendía que su hermano le rindiera homenaje y empleó el lenguaje de la
irresponsabilidad. El lenguaje peligroso de la irreflexión.
En aquella ocasión la Tierra le dijo a Oloddumare: -Soy la base, el fundamento
del Cielo, sin mi se derrumbaría, no tendría ni hermano en que apoyarse, ni
cosa alguna existiría con certeza sin venirse abajo, todo sería vaguedad,
inconsistencia, humo, nada. Le sostengo que soy yo, quien además de
presentarse siempre en apoyo mientras él sólo contempla, trabaja
incesantemente fabricando todas las formas vivientes, las fija y las mantiene.
Yo lo pongo todo, todo sale de mi poder. No tiene límites ni puede calcularse mi
sólida riqueza. Y la Tierra repetía insolente, sólida soy. Él en cambio no tiene
cuerpo, es vacío enteramente y sus bienes no pueden compararse con los míos,
los bienes de mi hermano son intangibles. ¿Qué tiene, digo, que pueda tocarse
y pese en una mano? Aire, nubes, luces, nada. Pues considero cuanto más
valgo que él y que baje a hacerme más favores.
Oloddumare viéndola tan obsecada y presuntuosa, no le replicó por desprecio.
Le hizo un signo al Cielo y éste se distanció amenazador, horriblemente sereno.
- Aprende, murmuró el Cielo al alejarse a inconmesurable distancia. - Aprende,
que el castigo no tarda de nuestra separación.
Las palabras de los grandes no las deshacen los vientos. Aragba las recogió y
meditó en el silencio de una gran soledad. Qué hizo ella al separarse el Cielo de
la Tierra. Aragba hundió sus raíces vigorosas en lo más profundo de la Tierra y
sus brazos se adentraban hondo en el Cielo. Vivía en la intimidad del Cielo y la
Tierra, el gran corazón de Aragba tembló de espanto al comprender.
Hasta entonces, gracias al acuerdo que reinaba entre estos hermanos, la
existencia había sido arte venturoso para todas las criaturas terrestres, el Cielo
cuidaba de regular las estaciones con una solicitud tan tierna y paternal, que el
frío y el calor eran igualmente gratos y beneficiosos. Ni tormentas ni lluvias
torrenciales destructoras, ni sequías habían sembrado jamás la miseria entre los
hombres. Se vivía alegremente, se moría sin dolor, males ni quebrantos. Ni los
individuos que pertenecían a las especies más voraces hubiesen podido adivinar
antes de la discordia, que era el hombre su mano entrelazada a las entrañas.
La desgracia no era cosa de este mundo, era un tiempo, sin crueldad, tiempos
que todos añoran, animales y hombres y suspiran todavía. La crueldad no era
de este mundo. Los espíritus malignos que provocaban los padecimientos
físicos, y que invisibles se introducen por los ojos o volatilizándose se hacen
aspirar, no tenían nombre porque no existían, nadie enfermaba.
La muerte deseable limpia y dulce se anunciaba con sueños dulces. El hombre
había disfrutado de una vida larga y venturosa, viejo, más sin la triste
apariencia de los quebrantos de la vejez sentía un gran anhelo de inamovilidad.
Un silencio avanzaba despacio por sus venas: un silencio que buscaba
deliciosamente el corazón. Despacio se cerraban los ojos: despacio oscurecía y
era la felicidad infinita de apegarse a morir; so acababa como un bello
atardecer.
Entonces la bondad sí era de este mundo; un moribundo podía sonreir al
representar el placentero festín que su cuerpo hermoso y sano procuraría a
gusanos innumerables y golosos; en los pájaros que picarían sus ojos brillantes
convertidos en semillas, en las bestias fraternales que pastarían sus cabellos
mezclados con las hierbas secas y jugosas; en sus hijos y en sus hermanos, que
comerían sus huesos transformados en tubérculos. Nadie pensaba en hacer
daño, nadie había dado el mal ejemplo.
No habían plantas nocivas. No había que precaver contra ataques de brujos
malvados.
Todo era igual por igual y no habría que vencer, ni de qué adueñarse, ni qué
dominar.
Ni el bosque, ni el sol despiadado se habían hecho sentir como castigo. El mar,
que tampoco revolvía vientos furiosos, era una balsa tranquila, nada amarga,
donde el hombre dejaba vagar su vista sin intimidarse.
El ratón era el mejor amigo del gato, una gota de miel el veneno de los
alacranes. Cualquier monstruo era lo que hoy se dice de tarde en tarde, un
alma buena; la hiena y la paloma podían tocar sus corazones.
La infelicidad vino luego, cuando llegaron los tiempos de padecer.
Aquí fue que comenzó el llanto de Aragba; la tristeza del árbol amado por el
Cielo y la Tierra; el hondo duelo, por lo que para siempre se perdía y lo invadía
y penetraba todo.
Aragba vio entonces sus flores impalpables; y así esparció sus penas la Tierra.
Era. tristeza lo que iba en el viento leve que se comunicó a los hombres, a las
bestias, a todos los seres vivientes; un pesar jamás sentido se adentró en las
almas; Aragba extendió sus brazos inmensos en un gesto de amparo cuando al
caer la tarde se oyó el grito de lamento de la lechuza, un cuchillo agudo,
desconcertante, nuevo en las nubes de un atardecer distinto. Aquella noche
una noche desconocida como la angustia. El miedo hizo su primera aparición;
penetró en los sueños, y esa noche engendró a Iyondo que dio formas
diversas, rostros y garras crueles a la oscuridad.
Al día siguiente el hombre, la bestia, y los seres vivientes se interrogaban sin
cesar, sin darse cuenta, sin comprender, unos a los otros. Aún no habían
palabras para la turbación y la ansiedad; eran inteligibles las voces que oyeron
amenazadoras en el viento o en la caída de las aguas como un día trabajoso y
áspero. El sol comenzó a devorar la vida. Aragba, a cada criatura que cruzaba
por su sombra le decía:
-Hagamos rogación por nuestra madre Tierra que ofendió al Cielo y tampoco
entendían las palabras de Aragba, no se sabía lo que era ofender.
Secretamente la Tierra se secaba bajo el sol, que recibía consignas del Cielo de
bañar con su ardor y excesiva alumbrada hasta agotar las aguas lentamente.
Las aguas que eran potables, caudalosas, inofensivas y llenas de virtudes, con
todas las fases abiertas del sol, fueron guardadas por el Cielo en un abismo.
La Tierra sentía en sus entrañas la cólera de su hermano y sufría de sed y le
suplicó a éste en voz baja: "Mi hermano, mis entrañas se consumen, envíame
un poco de agua del Cielo para aliviar la sed", pero cada vez más alejada de su
hermana, la anegaba en un fuego blanco y soplaba luego, sobre su cuerpo
abrazado la violencia de ventarrones candentes, a manotazos, demente,
extremaba el dolor de las quemaduras.
Los hijos de la Tierra padecieron con ella los temores horribles del fuego, la
sed, y el hambre, pero más cruelmente le dolía a la Tierra los martirios de sus
hijos que los suyos y por sus hijos inocentes y por la hierba marchita, y por el
árbol moribundo, ahora humilde le pedía perdón al Cielo.
Se sufrió al perderse la memoria del menor bien pasado. El dolor abatió las
criaturas hasta borrar el recuerdo de las huellas de la felicidad en que se había
vivido. Toda aventura se hizo remota e inverosímil.
Se maldijo, la infelicidad vino al mundo, fue entonces cuando se encubaron y
vinieron todas las desgracias, todos los horrores, la palabra se hizo mala, el
reposo de los que habían muerto hace mucho tiempo fue turbado y los que
morían ya no descansaban en la belleza quieta de una noche cuya dulzura no
terminaba.
Perdón pedía la Tierra, y el Cielo, que tenía las aguas, estaba implacable, ya
que todo era polvo infecundo; casi todos los animales habían muerto. Los
hombres esqueléticos sin alimentos para sostenerse y continuar cavando y
buscando agua en el seno seco y martirizado de la Tierra y sin fuerzas para
devolverse los unos a los otros, yacían inertes sobre las piedras desnudas pues
la vegetación, había desaparecido.
Sólo un árbol en el mundo, arribó a la copa gigantesca milagrosamente, se
mantenía firme y lozano, era: Aragba. Imperecedero, adorado del Cielo, a él
fueron a refugiarse los muertos del pasado.
El espíritu de Aragba hablaba con el Cielo; en el fondo trabajaba con ahínco,
inquebrantablemente por salvar a la Tierra y a sus criaturas.
Él, que era hijo preferido de la Tierra y el Cielo, con sus ramas poderosas
protegió a todos los que se abrazaron a su sombra y amparo resistiendo el
tremendo castigo del Cielo.
A este dió instrucciones Aragba, estos penetraron en secretos que estaban en
sus raíces, estos aprendieron y cuando supieron se pusieron al pie de Aragba e
hicieron sacrificio.
La poca hierba aún viva, los animales de cuatro patas, los pájaros, los hombres
que aún quedaban y que se habían vuelto clarividentes, consumaron el primer
sacrificio en nombre de la Tierra, y cuando hubo que enviar al Cielo la ofrenda;
como este se había alejado a una distancia incalculable y nadie que no tuviera
alas podía llegar para ofrecer dicha ofrenda, se eligió al tomeguín de madero
pues era el más ligero de todos los pájaros y esto seguramente le permitiría
alcanzar la máxima altura del Cielo. Pero no pudo llegar a su destino y a menos
de la mitad del camino, sucumbió de la fatiga.
Se confió en el pitirre por audaz y valeroso y este corrió la misma suerte.
Se eligieron otros pájaros, pero sus alas se quebraban o sus corazones dejaban
de latir a gran altura o llegaban a la Tierra incapaces de continuar el viaje.
Entonces fue cuando el aura tomó el sacrificio y se dirigió hacia el Cielo para
llevar la ofrenda. En el viaje pasó miles de trabajos, pero al final cumplió su
cometido; quedando así consagrada por Oloddumare.
De esta forma se salvó la humanidad de la horrible guerra entre la Tierra y el
Cielo, que aunque siguen separados redujeron las hostilidades.

Existe un refrán yorubá que enuncia "Lo que la Tierra da, la Tierra se lo come",
que encierra en sí la filosofía de la vida durante el período de existencia
humana. La Tierra ofrece al hombre, sus frutos, vestimentas, moradas, bienes
en sentido general y con el decursar del tiempo, el ser humano muere y es
enterrado bajo la Tierra, como cobrando los bienes que proporcionó.
Veamos un ese Ifá que ilustra con mayor claridad el pacto entre Ikú (la Muerte)
y la Tierra, tomado del odu Irete Ogundá.

La Tierra y la Muerte hicieron un pacto, porque la Muerte no tenía donde


enterrar los cuerpos que le arrancaba a la vida y la Tierra tenía mucho trabajo,
como era el de soportar a todos los que caminaban por encima de ella y lo que
ella producía repartirlo a cada cual según le correspondía.
Entonces la Tierra le dijo a Ikú: -Yo aceptaré el pacto, pero desde hoy todo el
mundo tiene que pagarme un tributo, que consistirá en todo lo que se come, y
el que no cumpla, tú te encargarás de cobrarle mis deudas.
Ikú le contestó: -Para poder cumplir lo que usted propone tenemos que darle
cabida a mi esposa Arun (Enfermedad), pues ella será la encargada de preparar
el camino para los fines que perseguimos. Ella mandará la atmósfera en
combinación con la Tierra, para que se formen los terremotos, los huracanes,
las epidemías, etc; para así poder cobrarle tanto al rico como al pobre, al rey
como al vasallo, a los sabios, a los orgullosos, en fin, a todos por igual.
Este es el motivo por el cual a la Tierra hay que hacerle sacrificio con todo lo
que come la boca una vez al año, pues el hombre disfruta de sus beneficios
realizando sobre ella todas sus actividades y es la Tierra quien nos proporciona
todo lo necesario para vivir.
Es precisamente la Tierra quien al final de nuestras vidas se apropia de
nuestros despojos materiales, quizás como medio de compensación a todo lo
que ofreció en el decursar del tiempo.
Es ella, el testigo ocular imperecedero de toda manifestación de actos durante
la existencia.

Notas

1. J. O. Awulalú: Creencias y ritos de sacrificios yorubas.


2.. C. Osamaro Ibie: Ifism the complete work of Orunmila.
Capítulo IX

Èzizá (Eziza)

Fue quien lanzó Ifá para aquel


que no tenía ni pies ni brazos,
para aquel que no tendría
ni altar ni seguidores.
Odu de lfá Ogbe Oché

Eziza, la divinidad del Viento, es conocida también como Ajija, Ezija, Ojiji o
Aaja. Esta deidad, conocida dentro del rango de las mayores orichas, es fuerte,
feroz, vive fuera de la casa o morada, es capaz de robar a cualquiera que se
encuentre en el bosque y gusta del gallo colorado.
Desconocida en Cuba, y muy poco conocida en tierras aficanas, se le ve
asociada a Changó, Oro y Oggún. No tiene altar ni culto.
Versa un mito tomado del odu de Ifá Ogbe Oché, que esta divinidad fue
maldecida a carecer de seguidores.
Cuando Ogbe Oché decidió venir al mundo, su viaje no fue en modo alguno
como ir en una carrera de descenso, no llegó a este rápidamente. Él hizo una
parada en la rivera del río que separaba el Cielo de la Tierra, Odo Mimikpo, y se
estableció allí realizando adivinaciones a cualquiera que fuera de paso a la
Tierra. Su derecho era siempre un caurie.
Estuvo consultando por un largo tiempo hasta que le llegó el turno a la
divinidad del Viento, Eziza. Cuando esta divinidad estuvo pasando, Ogbe Oché
no lo supo porque el Viento pasaba sobre la cabeza, mientras los otros
caminaban sobre los pies. Fue Ogbe Oché, por esta razón, quien maldijo a la
divinidad del Viento con su vara de autoridad, proclamando que: “como él no
había visto pasar al Viento con sus propios ojos, nadie más sería capaz de ver
al Viento con sus ojos desde aquel momento. Proclamó que las otras
divinidades que vinieran al mundo sobre sus pies, tendrían sacerdotes y altares,
pero que la divinidad del Viento, que voló sin ser vista, no tendría ni un
sacerdote, ni un altar ". Es por eso que hasta nuestros días no tiene modo
discernible de culto ni seguidores.1
Esta divinidad, Eziza, tiene el poder de transfigurarse en situaciones dadas.
Veamos un ese Ifá perteneciente al odu Idí Eturá donde dicha característica se
pone de manifiesto a través de la ayuda que le brinda a Arine.
Orisa Owo Ifon, Oro Odun woromi woromi, Orisa wo fan aranka Odun woromi
woromi. Adafa fun Nene, adufun Arine, omo Orisa. Fueron los sacerdotes de Ifá
que realizaron adivinación para las dos hijas en la familia de Olodumare, Nene y
Arine. La mayor de ellas era muy rica, tenía todo lo que la prosperidad podía
brindar, mientras Arine la menor, vivía una vida relativamente modesta.
Ese fue un momento en el Cielo en que las condiciones estaban en un estado
de transformación. Olodumare invitó a Orúnmila para averiguar lo que tenía
que ser hecho y él recomendó sacrificio con caracoles.
Olodumare llamó a Nene para ir al bosque a coger caracoles y ella se negó
rotundamente, argumentando que había pasado la etapa para tales errantes
miserables. Entonces Olodumare llamó a Arine para ir y sin esperar un
segundo, inmediatamente, partió para el bosque. Cuando se iba, Olodumare la
llamó de nuevo para confirmar si estaba preparada para el viaje y ella
respondió que ya estaba en camino. No obstante, Olodumare le dio una pluma
roja de cotorra para ponerla en su cabeza, yeso blanco, y pimienta alargada
para sostener cualquier emergencia y nueces de kolá para comer en el camino.
Olodumare no reveló cómo él esperaba que ella usara los cuatro regalos.
La orden de salida fue dada a Arine en presencia de Eziza, la deidad del Viento.
Después de razonar que Olodumare probablemente le entregó a ella una fuente
de autoridad si ella triunfaba, Eziza partió para contrarrestar los esfuerzos de
Arine.
Primero, se transformó en una mujer preñada y abordó a Arine para rogarle
que se abstuviera de usar su yeso blanco para su embarazo. Arine
gustosamente lo entregó a la mujer preñada. Después Eziza se transformó en
una mujer que cargaba a su niño en la espalda. La supuesta madre de crianza
le rogó a Arine por las nueces de kolá ya que ella estaba muy hambrienta. Una
vez más Arine lo entregó sin demora.
En la tercera ocasión, Eziza se convirtió en un hombre y apeló para que dejara
de usar la pluma de cotorra que tenía en su cabeza para preparar una medicina
para su esposa embarazada. Sin ningún titubeo Arine entregó la pluma roja de
cotorra al forastero.
Finalmente, Eziza se convirtió en un cazador y le rogó a Arine que le diera su
pimienta alargada y una vez más la entregó dispuestamente. Después de
caminar unos pasos, el cazador regresó para preguntarle a Arine lo que ella
estaba haciendo sola en el corazón del bosque. Ella respondió que su padre le
dijo que buscara caracoles del bosque. El cazador apretó la pimienta en sus
manos y lanzó las semillas a los arbustos. Entonces Eziza le preguntó por lo que
su padre le dio para la caza infructuosa a la cual la envió y ella respondió que lo
había dado todo para ayudar a otras personas.
Eziza le aconsejó continuar con su benevolencia porque una buena acción
merece otra. Finalmente, le dijo que buscara los caracoles en dirección de las
semillas de pimiento que él había cargado.
Cuando ella tomó la dirección hacia las semillas de pimiento, vio miscelánea de
caracoles y los empacó tanto como pudo. El cazador también la ayudó a tejer
una cesta con hojas de palma para transportar los caracoles. El contenido es
llamado Ago por los yorubas que es como este odu obtuvo su apodo de Idi
Atago. Ella agradeció al forastero y fue felizmente a casa con los caracoles.
Cuando Arine llegó a casa, Orúnmila usó los caracoles para realizar el sacrificio
requerido y la situación en el Cielo retornó casi inmediatamente a la
normalidad. Finalmente Olodumare llamó a Nene y a Arine para que se pararan
ante Él. Por rehusar obedecer su instrucción, Olodumare proclamó que todas
las riquezas que Nene tenía, por las que se había tornado pomposa, desde
aquel momento serían propiedad de Arine, mientras ella iba a retornar a la
Antigua disposición humilde de Arine. Ese es el por qué se dice que: Oso Nene
da a Arine, Oso arien da a Nene, significando que las dos hermanas cambiaron
fortuna.2
No solamente Osanyín está considerada la divinidad de la botánica y la
curación; Eziza está muy vinculada con este menester; sus seguidores o
descendientes son propensos a desaparecer en el bosque por largos periodos
sin dejar rastros porque están aprendiendo el uso de las plantas en el bosque.
Cuando ellas reaparecen finalmente, resultan ser maravillosos botánicos y
médicos. A continuación un ese Ifá del odu Ogbe Eturukpón atestigua esta
afirmación.
Ogbe Eturukpón era un hombre muy pobre. Él vino al mundo con la divinidad
del Viento. Él era experto en tecnología de follaje, es decir, la ciencia de las
hojas de las plantas y sus usos.
Cuando era joven, le dieron la tarea de limpiar la finca de Eziza. En el primer
viaje que hizo para limpiar los matorrales y arbustos, se quedaba deslumbrado
con el machete en la mano aparentemente distraído sin cortar un pedazo de
césped.
Cuando al fin decidió empezar a desyerbar, él cortaba un pedazo de césped y lo
sostenía en sus manos admirado porque sabía para lo que podía servir. Los
transeúntes que lo veían, le informaron a Eziza que en lugar de quitar las
hierbas nocivas para lo cual había sido enviado, él siempre estaba
contemplando las hojas de los árboles. Entonces Eziza fue a verlo a la finca y le
preguntó por qué tenía la costumbre de estar contemplando las hojas en vez de
cortarlas. Ogbe Eturukpón le respondió que si él miraba de cerca las hojas, no
estaría de acuerdo en cortar ninguna de ellas.
Entonces, señaló hacia las hojas que eran utilizadas por cada una de las
deidades respectivamente, tales como Oggún, Changó, Olokun, Oke, Obalifón,
Sankpana y hasta el mismo Eziza. Él amonestó a Eziza diciéndole que la
agricultura no era su profesión adecuada porque, como ésta tenía que ver con
el corte de hojas de árboles, significaría el asesinato de sus benefactores, lo
cual según las leyes del Cielo conduciría a la ingratitud.
Esa es la razón por la cual el dictamen utilizado en el Cielo es que nadie debe
mostrar ingratitud hacia los objetos animados o inanimados que el ángel de la
guarda de ellos utilizó para preparar sus instrumentos de autoridad antes de
abandonar el Cielo. Esto explica larazòn pola que se le prohibe a alguna
persona el consumo o uso de ciertos animales y materiales.
Él le reveló a Eziza que estaba destinado a ser cazador o herbario, entonces
eziza le suplicò que le enseñara el arte o ciencia del uso de las hojas, y èl le
enseñó el uso de todo tipo de hojas de plantas que habìan en el bosque.
La primera planta que le enseñò a Eziza fue ewe gha ghoga, utilizada para
curar la incidencia de la mortalidad infantil, que su esposa había estado
experimentando todos los años.
Le mostró un instrumento especial que él tenía que cocinnar con doscientas
una de aquellas hojas y prepararlo en forma de cinturón para que su esposa lo
usara durante el embarazo, y también tenía que preparar un collar para que lo
usara el niño tan pronto como naciera. Esto podía detener el peligro de muerte
prematura para los infantes. Eziza hizo todo de la forma que se le indicó y
cuando su esposa dio a luz el próximo hijo, en lugar de ponerle nombre al
octavo día, se lo pusieron al cabo de tres meses. Su nombre fue Ifafeyí, que
significa "Orúnmila me ayudó a salvar a este". Le tomó a Eziza tres años
poderse aprender los nombres y usos de la mayoría de las plantas en el
bosque.3
En otro ese Ifá tomado del cuerpo literario del odu Idí Iwori se nnos muestra
cómo Changó en compañía de Eziza (divinidad del Viento) ayuda a Akpetebí
(esposa de Orúnmila) a tener su hijo.
La esposa de Orúnmila llevaba casada con él largo tiempo sin ser capaz de
tener un hijo. La mujer estaba tan frustrada que comenzó a perder el interés en
todas sus actividades. Su indiferencia llegó a ser tan obsesiva que cuando llegó
el momento para el festival anual de él, ella eligió ir y vender su vajilla, en el
mercado, en lugar de quedarse en la casa y cocinar la comida para el banquete.
Orúnmilqa le pidió a ella que no lo abandonara, pero ella insistió en ir al
mercado a vender su vajilla.
Entre tanto, los invitados comenzaron a llegar a la casa para el festival. Cuando
ellos preguntaron por Akpetebí, Orúnmila respondió que ella se negó a cocinar
y había ido al mercado a vender su vajilla. Changó y Eziza, se propusieron ir al
mercado y traerla de regreso. Cuando Eziza llegó al mercado, empacó toda la
mercancía de ella antes de preguntarle el por qué no estaba en la casa para
preparar el banquete del festival de su esposo. Ella respondió que se fue al
mercado porque no había derivado ningún beneficio por casarse con Orúnmila,
y que como ella no tenía un hijo propio, no tenía placer para cocinarle. Changó
y Eziza le aseguraron a ella que si su problema era la infertilidad, le facilitarían
tener un hijo si se sometía a la voluntad de su esposo ayudándolo como era su
deber. Con esa afirmación, ella acordó ir a la casa para preparar la comida.
Después del festival, ellos le aconsejaron realizar un sacrificio con dieciséis
caracoles y una cesta de aves domésticas. Ella hizo el sacrificio y al mes
siguiente quedó embarazada. Andando el tiempo ella, dio nacimiento a una
niña que fue nombrada Ifamuyiwa.4
Eziza vive en el bosque en compañía de Oka y es allí donde se le busca después
de una proclamación hecha por los Ancianos de la Noche. Esta afirmación nos
la revela un ese Ifá tornado del odu Iwori Okonrón.
Eziza acostumbraba a labrar con pimienta larga. Paradójicamente él era
amistoso con quien permitía ver las semillas de pimientas largas.
Eziza y Oka acostumbraban a visitarse el uno al otro. Un día fueron a Orúnmila
por adivinación y se les aconsejó no salir nunca de noche.
En una ocasión ambos estaban fuera cuando comenzó a anochecer. Oka
recordó a Eziza la advertencia de no salir en la noche, pero Eziza insistió en que
por pasar una sola noche fuera, accidentalmente, no iba a suceder algo
extraordinario. Mientras regresaban a casa, se encontraron con Iyamí
Ochooronga, reina del culto de la hechicería, esperando el encuentro. Sin saber
qué hacer, ambos corrieron hacia los arbustos y es ahí donde permanecen
hasta este día.5
La planta perteneciente a este oricha, Eziza, es el ewe gha ghoha cuya principal
aplicación dentro del culto religioso es la de detener la incidencia de la
mortalidad infantil.
A Eziza, el espíritu que se mueve en forma de remolino, se le considera capaz
de llevarse a los seres humanos al bosque donde son instruidos en la ciencia de
la curación médica.
Algunos yorubas, especialmente los del estado de Ondo, al referirse a tales
espíritus, los llaman Baba Jii. Muchos yerberos en la tierra yoruba dicen que a
ellos se los han llevado de esta forma por períodos de meses o incluso años.
Habiendo sido instruídos por el espíritu, estos hombres se vuelven muy
eficientes en el arte de curar y en la magia. El aladokun de Ikirun es un buen
ejemplo de esto.

Notas

1. C. Osamaro Ibie: Ifism the complete work of Orunmila, Vol. 2, The odus of
Eji Ogbe.
2. Ibídem, Vol. 5, The odus of Idi.
3. Ibídem, Vol. 2, The odus of Eji Ogbe.
4. Ibídem, Vol. 5, The odus of Idi.
5. Ibídem, Vol. 4, The odus of Iwori.

Capítulo X

Irókò (Iroko)

Un ruido en la noche ocasiona un disturbio,


un sillón no calla su gemido,
el color negro no se confunde con el blanco.

Odu de Ifá Owanrin Ogbe

La divinidad Iroko es conocida como Iroko Agboo Orokogbo (la caoba africana).
Debido a la importancia de Iroko entre los árboles, en él vive un ebora. Donde
quiera que haya un Iroko, el ebora hará de él un signo como techo de su casa
ya que los irunmale están residiendo bajo Tierra y provocan que el Iroko sea
ciertamente muy valioso. Owanrin Ogbe fue el odu de isalayé que acompañó al
oricha Iroko desde el Cielo a la Tierra y el Echu que vino con ellos es Echu Oro
Igi.
Versa un mito tomado del odu de lfá Okonrón Meyi que la negativa de Iroko a
realizar el sacrificio orientado en el Cielo, produjo que en la Tierra fuera
utilizado para la fabricación de muebles.
Okonrón Meyi realizó algunas obras importantes en el Cielo. Antes de partir
hacia la Tierra, él se llamaba Okonrón kon lounb, Okonrón kon nihin. Él hizo
adivinación para la Aragba, la ceiba, y para la teca o caoba africana, Iroko,
antes que ellos partieran para el mundo. Aragba e Iroko siempre fueron como
el perro y el gato y nunca estuvieron enteramente de acuerdo en ningún
asunto, por esa época Iroko era tan fuerte y poderoso que todo el mundo le
temía.
El adivino le aconsejó a ambos que rindieran homenaje a Echu con un macho
cabrío, un gallo, un hacha y un machete. Aragba hizo el sacrificio, pero Iroko
rehusó hacerlo porque él se consideraba suficientemente fuerte como para ser
invulnerable. Después de festejar con las ofrendas hechas a él, Echu fue a
aconsejar a los seres humanos sobre cuan robusto estaba Iroko para que
construyeran fuertes. Antes de eso el árbol de Iroko lucía tan feroz que nadie
se atrevió pensar en atacarle de alguna forma. En primer lugar él es
físicamente muy fuerte y enorme, y en segundo su casa es el punto de reunión
de los Ancianos de la Noche. La intervención de Echu era para destruir el mito
que abrigaba la imagen de Iroko y para hacerle ver a él tan ordinario como
cualquier otro árbol. Echu hasta ofreció guiar a seres humanos a la casa de
Iroko, dándole un hacha con la que podrían derribarlo. Al principio la gente
estaba renuente a usar el hacha sobre Iroko: pero con el estímulo dado a ellos
por Echu, lo atacaron con furia.
La caída de Iroko fue tan grandiosa que el eco resonó por todo el bosque.
Cuando Aragba escuchó la caída, preguntó qué estaba sucediendo y le dijeron
que el gran Iroko había caído bajo la fuerza del hacha humana. Comprendiendo
que el destino de Iroko era el resultado de su negación a hacer sacrificios,
Aragba se felicitó por haber seguido el consejo de Okonrón Meyi.
Entonces Aragba cantó alabanzas al adivino que le advirtió cómo superar la
amenaza de Iroko quien era, de otro modo, una espina en su carne.1
Es tradición de los yorubas efectuar pactos y rituales secretos al pie del árbol
de Iroko y de una manera u otra muchos tradicionalistas relacionan el culto de
la hechicería con este árbol (Iroko).
Veamos un ese Ifá del odu Osá Meyi que lo atestigua.
Los hechiceros (brujos) no matan a ningún hombre que realmente actúe de
acuerdo a los caracteres distintivos y tabúes proclamados por Olodumare.
También veremos, cómo Orúnmila reveló que originalmente los hechiceros eran
más considerados que los mortales profanos. Fueron estos quienes primero los
ofendieron matándole a su único hijo.
Resulta que la bruja, (Iyamí Ochooronga), y la profana, (Ogbori), vinieron como
hermanas al mundo al mismo tiempo. La profana tuvo diez hijos, mientras que
la bruja sólo tuvo uno. Un día la profana iba al único mercado disponible en
aquel tiempo, llamado Oja Ajigbomekon Akira. Éste se encontraba situado en el
límite entre el Cielo y la Tierra. Los habitantes del Cielo y la Tierra
acostumbraban a comerciar en común.
Como la profana iba para el mercado, le pidió a la bruja que le cuidara a sus
diez hijos durante su ausencia. La bruja cuidó a los hijos de la profana con
esmero y nada le sucedió a ninguno de ellos. Entonces llegó el turno a la bruja
para ir al mercado.
Como iba para el mercado, le pidió a su hermana cuidara de su único hijo
mientras realizaba el viaje. Cuando estuvo alejada, los diez muchachos de la
profana se interesaron en matar un pájaro para comer. Ogbori le dijo a sus
muchachos que si ellos deseaban la carne del pájaro, ella iría a los matorrales a
cazar pájaros para que los comieran, pero que no debían tocar al único hijo de
la bruja.
Mientras su madre estuvo en los matorrales, los diez muchachos se
confabularon y mataron al único hijo de la bruja, y asaron su carne para comer.
Según los diez muchachos de Ogbori estaban matando al hijo de la bruja, la
fuerza sobrenatural de la última le dio la señal de que todo por casa iba mal.
Rápidamente desistió de su viaje al mercado y regresó a la casa, sólo para
descubrir que su hijo había sido asesinado.
Comprensiblemente, estaba muy molesta, porque cuando su hermana fue al
mercado, ella se esmeró en cuidar a sus diez hijos, sin que tuvieran ni un
rasguño, pero cuando llegó el momento de ella ir al mercado, su hermana no
pudo cuidar de su único hijo.
Lloró amargamente y decidió recoger sus cosas y marcharse de la casa donde
vivía con su hermana.
Ellas tenían un hermano con el cual llegaron al mundo al mismo tiempo, pero
que prefirió vivir en medio del bosque porque no deseaba ser molestado por
nadie. Este era Iroko. Cuando Iroko oyó a la bruja llorando, él la convidó le
dijera qué estaba sucediendo y ella le explicó cómo los hijos de su hermana
Ogbori mataron a su único hijo, sin su madre ser capaz de detenerlos.
Iroko la consoló y le aseguró que desde aquel momento en lo adelante, ellos
debían alimentarse de los muchachos de Ogbori. Fue a partir de aquel día, que
con la ayuda de Iroko, la bruja comenzó a apoderarse de los muchachos de la
profana, uno a uno.
Veremos también, cómo Orúnmila intervino para detener a la bruja en la
destrucción de todos los muchachos de la profana, y por qué el odio continuó
hasta estos días.
Fue Orúnmila quien imploró a Iroko y a la bruja y les preguntó, qué aceptarían
ellos con el fin de detener la matanza de los niños de los mortales profanos.
Es así como Orúnmila introdujó el sacrificio o Etutu, el ofrecimiento a la Noche,
el cual lleva un conejo, huevos, buena cantidad de aceite y otros artículos
comestibles.
Por eso es que alrededor de estos árboles se ven depositados ofrendas o
sacrificios efectuados al oricha Iroko.2
Iroko es una deidad masculina como pone en claro el ese Ifá mencionado con
anterioridad y según el diccionario yoruba, Iroko significa caoba o teca africana
y no ceiba, cuyo nombre en yoruba es Aragba. En Cuba se tiende a confundir al
iroko con la ceiba.
Su nombre en fons es Loko, en Haití Papá Loko.
Algunas tradiciones dan a esta deidad como femenina, vinculándolo con
Orichanlá. Se dice que impulsa los buenos y los malos deseos, es la divinidad
de los caminantes y se le sacrifican carnero, guanajo blanco, pollo, pato,
gallina, etcétera.
Se cree que algunos árboles caen fuera de lo común, como es el caso del Iroko
(chlorophora excelsa). Se le considera sagrado y se cree que está habitado por
algún espíritu poderoso. El hombre teme a la presencia de este árbol cerca de
su vivienda ya que cree que el espíritu que en él habita produce terribies
sonidos a intervalos. Los muebles fabricados con su madera también pueden
producir ruidos inquietantes en el hogar y las puertas hechas de esta madera
pueden abrirse súbitamente de manera espontánea.
Este árbol no puede ser tumbado a menos que se realicen ritos especiales.
También, se cree que en el pie de éste o en su copa tienen lugar importantes
reuniones de brujos y esto pudiera explicar por qué este es uno de los lugares
donde regularmente se colocan los sacrificios ofrecidos a estos.
Además del Iroko, entre los árboles que se consideran morada de ciertos
espíritus,están el ayan (doradillo africano) y el omo (cordea millenu). Muchos
de estos son enormes y sobrepasan a los otros árboles. Ellos causan la
admiración de los hombres, que parecen enanos en su presencia. Igualmente,
los árboles que tienen un crecimiento anormal. por ejemplo, una palma con tres
troncos, no pueden dejar de ser vistos como inusuales y en consecuencia se les
considera una posibie morada de espíritus. El hombre reverencia tales árboles y
ata a su alrededor un pedazo de tela roja o blanca para señalarlo como
sagrado. Ante estos árboles sagrados se depositan ofrendas de vez en cuando,
aunque esto se hace particularmente durante las fiestas anuales y siempre que
los curanderos desean coger sus raíces o cortezas.3

Notas
1.C. Osamaro lbie: Ifism the complete work of Orunmila.
2. Ídem.
3. J. O. Awolalú: Creencias y sacrificios yorubas.

Capítulo XI

Yémonjá (Yemayá)

Fueron cuatro nudos los lanzados para Yemayá


cuando esta venía al mundo,
aquella que iba a simbolizar la maternidad,
aquella que siempre iba a ser llamada
la madre de las mamas llorosas.

Odu de Ifá Iworin Meyi

Yemayá, Yemonjá o Yemojá es considerada generalmente la diosa de las aguas


y de su cuerpo, de acuerdo con la creencia popular, fluyen todos los ríos, las
lagunas y el mar. Ye-mo-ja es una contracción de Yeye-Omo-Eja, "La madre de
la pesca", la palabra Omo está empleada aquí en un sentido genérico.

Hoy día se le asocia con el río Oggún y se le rinde un culto elaborado en


aquellas áreas donde éste discurre, particularmente en Abeokuta.

En Nigeria se dice que Yemayá nació en la la tierra Takua, que es donde nace
el río Oggún y donde ella vive, por lo que esta zona se ha convertido en lugar
de peregrinaje de infinidad de devotos.

Como ocurre con una buena cantidad de orichas, Yemayá es también adorada
en diferentes regiones y consecuentemente adopta diferentes nombres o
formas. Por ejemplo en Oyo la que impera es Mayelewo y un mito de ese
pueblo, nos dice que ella era comerciante en la ciudad de Shaki. Se casó con
Okefe que es título real de Orichaoko y éste la insultó por sus grandes senos, lo
que le dio el sobrenombre de Somu Gaga (senos grandísimos). Ella,
avergonzada se sumergió en el río y se fue a vivir con Olokun bajo el nonibre
de Somu Gaga y sólo sale del mar en contadas ocasiones en distintos puntos de
la costa.

Así mismo se le conoce con otros nombres como Asesú, Okute, Akere,
Ashakba, Okoto, etcétera.

Yemayá es una deidad asociada con muñecos, en África se le tallan con


maderas preciosas y llevan cargas secretas según el camino de esta. Cuando
está en la tierra le gusta vivir a la entrada de los montes, es trabajadora,
vendedora de alimentos, tiñe telas y fabrica aceites de semilla de melón.

Cuenta un mito que:

Como Yemayá no encontraba con quien casarse, Oggún decidió hacerlo y de


esta unión tuvieron un hijo llamado Orungan. Se plantea que Orungan cometió
incesto con su madre. Ella escapó horrorizada, pero fue persuadida
calurosamente por su travieso hijo hasta que cayó de espaldas en la tierra
completamente exhausta. Chorros de agua empezaron a salir de su cuerpo y
estos chorros se uneron formando un lago.

De su cuerpo emanaron las siguientes deidades: Olosa (diosa del lago), Olokun
(dios del mar), Dadá(el dios de los vegetales), Changó (dios de la iluminación),
Oggún (dios del hierro y la guerra), Oyá (diosa del río Niger ), Ochún (diosa del
río Osún ), Obá (diosa del Oba ), Orichaoko (dios de la agricultura), Ochosi
(dios de los cazadores), Oke (dios de las montañas), Aje Saluga (dios de la
riqueza), Sopona (dios de la viruela), Orun (diosa del sol), Osú (dios de la
luna).

Una fábula narra que Yemayá fue una mujer de gran belleza, pero que sólo
tenía un seno. Debido a esto no quería casarse por temor a que su esposo
pudiera ridiculizarla y exponer su secreto al mundo.

Un día iba caminando muy afligida hacia su casa, después de regresar del
mercado, se dijo: "Cuan triste es estar sola, regresar a casa sin niños y no tener
esposo para quien cocinar”. Oggún escuchó lo que ella dijo, ya que iba
andando por el mismo camino. Sintió un fuerte deseo de casarse con ella y la
abrazó y dijo: "No temas. Sé que luzco fiero y todo el mundo me teme, pero no
te haré daño. Te cuidaré y protegeré, pero hay una cosa que me tienes que
prometer: nunca debes burlarte de mis ojos inyectados en sangre” .

Yemayá estuvo de acuerdo en casarse con él. Confesó que tenía un solo seno y
dijo: "Debes prometerme una cosa: no toques nunca mi seno” . Durante mucho
tiempo cumplieron las promesas. Yemayá le dio muchos hijos a Oggún.

Un día Oggún quiso congratularse con Yemayá y entró a la cocina a hacerle una
sopa, pero al no estar acostumbrado a estos menesteres dejó caer la olla, esta
se rompió y toda la comida se regó por el piso. Yemayá, que estaba
descansando; se despertó con el ruido. Corrió hacia la cocina y al no percatarse
de cómo había ocurrido el accidente gritó airadamente: “¿Qué haces en mi
cocina? ¡Tú con los ojos inyectados en sangre!" Oggún se lamentó y se arrodilló
a su lado, acariciándole el seno. Yemayá comenzó a temblar. Se convirtió en
agua y desapareció en un abrir y cerrar de ojos.

Oggún se entristeció por perder a su amada esposa y entonces se dijo: “La


gentileza no está hecha para mi" y apesadumbrado abandonó la casa para
continuar su agitada vida de guerrero". 1

La divinidad Yemayá se sincretiza en Cuba con la virgen de Regla.

Cuenta Natalia Bolívar en su libro Los Orichas en Cuba que:

En fecha tan lejana como 1660 se erigió en el caserio de Regla, en terrenos del
ingenio Guaicamar, un bohío que cobijaba una imagen de la virgen de la Regla
de San Agustín. (Cuenta la leyenda acerca del Obispo llamado San Agustín “el
Aficano”, nacido y fallecido en África (360 - 436), que cuando era muy joven
tuvo una revelación de un ángel que le ordenó tallar en madera la figura de una
imagen que debía colocar, bien adornada, en su oratorio. Los siglos borraron el
nombre que San Agustín le hubo de poner, aunque parece ser virgen de Regla.

Diecisiete años después de su muerte, un discípulo de San Agustín, conocedor


del secreto de la revelación, llamado Cipriano, para evitar que la figura fuera
profanada por los bárbaros, embarcó con la imagen en una pequeña nave y
llegó a un punto de las costas de España, cercano al lugar que hoy ocupa la
virgen de Regla en la Villa de Chipiona, Cádiz. Se dice que a pesar de una
tormenta que lo sorprendió en medio del Estrecho de Gibraltar, la imagen no
sufrió deterioro alguno, ni Cipriano, ni la pequeña embarcación, considerándose
éste su primer milagro, que fuera ampliamente comentado por marinos y
pescadores. Finalmente la tradición se encargó de hacerla patrona y protectora
de todos los marinos.

Dos años después, el bohío fue arrasado por una tormenta. Juan Martín de
Coyendo, un hombre piadoso y modesto, se dio a construir con sus propias
manos (y la ayuda económica de Don Alfonso Sánchez Cabello, comerciante
habanero) una ermita de mampostería. Quedó terminada en 1664, cuando llegó
a La Habana una nueva imagen de la virgen, traída por el Sargento Mayor, Don
Pedro de Aranda. La instalaron en la ermita. Allí fue objeto de mucha devoción
y el 23 de diciembre de 1714 la virgen quedó proclamada patrona de la bahía.
Sus fiestas fueron tradicionalmente muy populares entre todas las clases
sociales. Blancos, nobles y negros esclavos (liberados por unos días) bebían
aguardiente y presenciaban peleas de gallos e inesperadas corridas de toros. En
el aire repicaban alegres villancicos a la dulce María, pero también profundos
toques de batá que evocaban a Yemayá, la poderosa, la otra madre. La
sincretización de Yemayá con la virgen de Regla resultó natural: la virgen es la
madre de Dios, hay que cruzar el mar para venerarla y reside en su orilla;
Yemayá es la poderosa madre de todos los orichas, la misericordiosa reina del
mar, que es su morada. 2
En Brasil Yemayá es llamada virgen de la Inmaculada Concepción; para los
hulas es Agbe o Hu y es una divinidad extremadamente popular. Parece por
tanto que fuera el sincretismo afro católico que asimila a Yemayá como la
virgen de la Inmaculada Concepción, festejada el 8 de diciembre, y a Ochún
como la virgen de la Candelaria, festejada el 2 de febrero, las dos divinidades
están asociadas en ese mismo culto de agua dulce y salada.

En Bahía, Brasil, le son dedicadas grandes fiestas el 2 de febrero y el 8 de


diciembre, junto al mar en la playa de Río Bermelho.

La muchedumbre viene a participar en una ofrenda a la Mae de Agua (madre


de las aguas). Está representada bajo una forma un poco latinizada, por una
estatua de sirena con largos cabellos flotantes. Los regalos son amontonados
en un inmenso cesto, jabones, perfumes, flores naturales o artificiales,
pañuelos de encaje, retazos de tela, revistas de moda, collares, brazaletes,
plata, todo acompañado de cartas y de súplicas de fieles que tienen alguna
gracia que pedirle. Hacia el fin de la mañana, el cesto, transformado en un
inmenso haz de flores, es llevado en procesion hasta la playa, en medio de los
aplausos, los cánticos y las alabanzas a la madre de las aguas. La ofrenda es
embarcada a bordo de un velero que cimbra hacia lo ancho, seguida de una
flotilla de saveiros, veleros locales donde se amontonan los fieles entusiastas
cantando y tocando tambores.

El cesto es lanzado al mar y para que sea aceptado por Yemayá, es necesario
que se hunda en las aguas, si sobresale, es signo de negativa y son necesarias
nuevas ofrendas para atraer su protección.

Agbe y la ceremonia de Gozin: (Agbe o Hu es la divinidad del mar para los


hulas). Estos le hacen en raras ocasiones ofrendas durante una ceremonia
llamada Gozin (tinaja). Es Hunón Dagbo el gran sacerdote de cuidado, de
origen hula, el que hace esta ofrenda. Antes, en tiempos de los reyes de
Abomey, Hunón iba hasta la orilla del mar, montado sobre un buey blanco y
llegados a la orilla de las olas, pronunciaba palabras hoy olvidadas, las aguas se
habrían ante él, que proseguía la ruta sobre el fondo del mar, seguido de los
sacerdotes que llevaban ofrendas y animales para sacrificar. Él iba lejos, a ver a
Vodun, ancestro de los hulas, que en otro tiempo habían venido del mar.
Algunas horas más tarde Hunón volvía a la tierra, montado sobre las espaldas
de un portador y seguido de los sacerdotes que traían una parte de la carne de
los animales sacrificados en el rito cocinados allí.

Las ceremonias actuales no tienen el esplendor de antañ, pero todavía son muy
brillantes y numerosos sacerdotes animistas de la región participan en ellas.
Hunón Dagbo va hacia la playa, protegido por una sombrilla adornada con un
sombrero alto con bordados, los portadores de Assen y de los objetos sagrados
de los vodun hulas lo preceden, los dignatarios y los guardianes de las
divinidades de Ouidah lo rodean. Es detenido tres veces en el camino, por
estacadas que lo obligan a pagar los derechos de pasaje. Por ratos monta sobre
las espaldas de un hombre, que representa al buey de otros tiempos. La
marcha hasta el mar es acompañada de cantos, gritos y alabanzas a los
vodun . La ceremonia de ofrenda se hace al borde del mar, es precedida de
libaciones para los muertos vertidas sobre los Assen plantados en un montículo.
Hunón va enseguida a presentar un cabrito al mar. Habiéndose perdido el
secreto de la separación de las aguas, el sacrificio se hace en tierra. El agua del
mar es traída en una tinaja. Al retorno de Ouidah, tienen lugar grandes fiestas,
Hunón Dagbo recibe las salutaciones de todos los sacerdotes de los vodun . Es
un desfile extraordinario, algunos llevan tavoduns, especie de tinajas o acrinas,
grandes alas de pluma colgadas sobre paquetes. Tinajas y paquetes contienen
objetos encargados de las fuerzas sagradas de los vodun . Los que se
presentan bajo esta forma son generalmente originarios del país Aizo y de la
región de Río Ueme , tal como Changó, ancestro divinizado de una familia
venida de ese país. Otros, como Masse , ancestro divinizado de una familia de
guerreros, llevan bastones de madera esculpida, símbolo de su dignidad.
Durante varias semanas los vodun van a bailar en la plaza de Ouidah. En el
curso de esta ceremonia se producen numerosos trances, seguidos de entradas
de novicios al convento, asegurando así la continuidad del culto a los vodun .

En Nigeria, en el santuario de Yemayá, hay también una olla llena con el agua
"sagrada" del río Oggún, la que se da a las mujeres infecundas que le piden
hijos a Yemayá y a los niños que nacen como consecuencia de eso.

Las mujeres devotas usan pequeñas cuentas brillantes y haccn ofrendas de


maíz triturado, ñame machacado, chivos, gallinas, patos y pescados. Su
principal tabú es el perro. 3

En Cuba, Venezuela, Puerto Rico, Panamá y México y Estados Unidos, Yemayá


adquiere otros atributos tales como:

Una sopera coloreada de azul y blanco con florones y otros atributos y


herramientas como: un sol, una luna llena, un ancla, un salvavidas, un bote,
siete remos, siete aros, un llave, una estrella, siete aros de plata. Estos objetos
elaborados en plata, acero, lata o plomo, un rabo de caballo con mango
adornado con cuentas azules y blancas, maracas que se utilizan para saludar y
para que preste atención cuando se habla con ella, un abanico con varillaje de
nácar y oro, adornado con cuentas y caracoles, abanicos redondos hechos de
pencas de guano adornados con plumas de pavo real, caracoles y cascabeles.
Usa un manto de burato ricamente adornado. Todos estos atributos son
adornados con patos, peces, redes, estrellas, caballitos de mar, conchas en
miniatura, todo lo relativo al mar. Siempre llevan cuentas azules y blancas
alternas, piedras, cauries, etc.. Los collares son conformados con siete cuentas
de cristal transparente, llamadas de agua y azules, azul pálido y agua, azul
oscuro y perlas opalinas o cuentas de jabón, etcétera.

A Yemayá se le ofrenda carnero, paloma, jicotea, pato, gallina, guano,


codorniz, cerdo, guiso de camarones con alcaparras, huevos duros, acelga y
tomate; tamal de maíz que se tiene todo el día en remojo, se muele en un pilón
y se cocina batiéndolo en una cazuela sin grasa y sin sal; se le da forma de
pirámide y se envuelve en hojas frescas de plátano; razupo de frijoles, (se
ponen en remojo frijoles carita, se pasan por un guallo para quitarles la
cáscara, se hacen una pasta y se le echa sal, se pican ajos y cebollas añadiendo
pedacitos de jengibre a la masa, se pone en manteca caliente una bolsita de
bija, y cuando hierve se vierte toda la masa de frijoles que antes se había
batido bien; se preparan moldes de papel y se rellenan con esta pasta);
quimbombó con bolas de plátano verde o ñame; frijoles negros cocinados sin
caldo y sin maíz; palanquetas de gofio con melao de caña; coco quemado;
berro, lechuga, escarola acelga y chayote. Su fruta predilecta es el melón de
agua, aunque también gusta de piñas, papayas, uvas, peras de agua,
manzanas, plátanos y naranjas, frituras de ñame con melao de caña, maíz
finado, arroz amarillo con came de puerco y mariquitas de plátano. Se
acostumbra brindarle en una jícara el agua y el melao. De los peces, prefiere la
guabina, la anguila, el pargo, la rabirrubia, la cabrilla, el serrucho, el lenguado,
la aguja, la cherna, el emperador y otros.

El odu isalayé que acompañó a Yemayá desde el Cielo a la Tierra fue el odu de
Ifá Iwori Meyi y el Echu que los acompañó a ambos fue el Echu Iworin Mejeeji.

Al igual que hay espíritus en la tierra, los yorubas creen también que hay
espíritus que habitan en los ríos, las lagunas y el mar como es el caso de
Yemayá. Estos son reverenciados principalmente por las personas que viven
cerca de ríos, lagunas o el mar y creen que los espíritus, si son servidos
adecuadamente, pueden a cambio satisfacer las necesidades del hombre. Ellos
controlan la abundancia de la pesca, evitan el vuelco de las canoas y los
accidentes en el río; algunos de los espíritus les dan hijos a las infecundas.

Sus principales símbolos son las piedras pulidas por la corriente del río y
dieciséis conchas de cauries, estas últimas se emplean igualmente como medio
de adivinación por los devotos.

Versa un mito que en los tiempos antiguos cuando el agua escaseaba Yemayá
estaba acostada y dormía, las fuentes brotaban cuando ella se viraba de
derecha a izquierda. Ella simboliza la maternidad y las estatuas la representan
como mujeres en cinta, las manos a los lados del vientre con senos
voluminosos a los que hace alusión los cantos; la inadre de las mamas llorosas.
4

Notas

1 . Heriberto Feraudy Espino: Yoruba un acercamiento a nuestras raíces.

2 . Natalia Bolívar: Los Orichas en Cuba.

3 . J. O. Awolalú: Creencias y ritos de sacrificios yorubas.

4 . Ídem.
Capítulo XII

Oya (Oyá)

Dos cuernos de vaca del monte


entre las arboledas cornean.
Los árboles desprenden cuentas castañas,
fue el odu de Ifá que se manifestó
para Okara ini la Loyin (Oyá)
cuando venía al mundo.

Odu de Ifá Irosun Osá

La divinidad Oyá (Okara Ini La Loyin), es llamada en Brasil Yanzán y sus


vestidos simbólicos comprenden una corona en que las franjas de perlas le
disimulan el rostro. Adorno reservado a los reyes yorubas y nagos, ella lleva un
sable y una cola de caballo en signo de dignidad, sus danzas son guerreras, ella
imita con sus movimientos las tempestades y los vientos desencadenados; baila
también con los brazos extendidos y las manos hacia adelante como si
rechazara a los Eggun. Ella tiene la particularidad de ser el único oricha que
logra mantenerlos a raya y dominarlos. En Brasil, sus adeptos llevan collares
rojo granate, en Bahía está sincretizada con Santa Bárbara y cuando se
manifiesta es saludada con gritos de ¡Jekua Hey!.

En Cuba producto del sincretismo religioso se le denomina, según Natalia


Bolívar en su libro "Los Orichas en Cuba", como:

Virgen de la Candelaria; Virgen del Carmen (La Habana y Santiago de Cuba);


Santa Teresa de Jesús (de Matanzas hasta Las Villas,).

Oyá se sincretiza entre nosotros con la virgen de la Candelaria, cuya fiesta se


celebra el 2 de febrero, fecha en que la Iglesia Católica conmemora la
ceremonia de purificación de la virgen mediante una procesión con candelas.
Esta procesión se originó en la Edad Media, en el siglo V, y acostumbraba
incluir una visita al cementerio generalmente continuo a la iglesia.

La ley de Moisés exigía que cuando una mujer hubiera parido un hijo varón,
debía considerarse impura durante siete días y tenía la obligación de ir al
templo para ser purificada. Esto no podía hacerse hasta treinta y tres días
después de cumplido el septenario. Había que llevar un cordero, un palomito o
una tórtola, que al ser sacrificados, limpiara la mancha del pecado. Hecha esta
ofrenda, el sacerdote rezaba una oración por la mujer y así quedaba purificada.
María se sometió a la ley mosaica presentando a Jesús. Desde el siglo V la
conmemoración de este acontecimiento se efectuaba mediante la procesión con
velas. En Cuba, la virgen de la Candelaria es considerada Patrona del pueblo de
Candelaria. Probablemente, al observar que el 2 de febrero el sacerdote de la
villa llegaba al ingenio para bendecir todas las velas que hubiese ante la imagen
de la virgen y más adelante prenderle las consagradas durante el mal tiempo,
los esclavos asociaron a la Candelaria con Oyá, dueña de la centella, los
temporales y los vientos. 1

Entre los fons es llamada Avesán. En Dahomey es llamada Adañe Kuruñé que
significa corajuda, cadavérica.

Los santeros cubanos, le atribuyen a Oyá nombres tales como: Oyá Bi, Oyá
Funkó, Oyá Dumi, Oyá Mimú, Oyá Obinidodo, Oyanla, Oyá Odo Oyá, Yansá
Oriri, Oyá de takuá.

Sus principles atributos adquiridos en América son sopera pintada de nueve


colores (menos el negro), una corona de nueve puntos de la cual caen nueve
piezas: una guataca, un pico, un arco y una flecha, un rayo, una guadaña, un
palo, un azadón, un rastrillo y un hacha. Lleva nueve manillas de cobre, piedras
y cauries.

Sus collares son: matipó punzó y marrón con rayas negras y blancas. Para
otros, cuentas lilas con rayas amarillas. En otras casas de santo son negras y
blancas (nueve negras y nueve blancas) hasta ser nueve de cada cual.

Sus hijas visten faldas que confeccionan con pencas de yaguas secas en el día
de su nacimiento en la ocha; los flecos de estas faldas se adornan con flecos de
mariwó. Además, lleva otra talda que se confecciona con pañuelos de nueve
colores, que es móvil. También usa una bata de cretona floreada y una cinta
multicolor alrededor de la cabeza.

Aborrece el carnero y constituye tabú para sus seguidores. Además prohibe la


calabaza, el aceite de sémola de maíz y a las mujeres, la manipulación de sus
atributos cuando están menstruando. Gusta de comidas como el arroz blanco
con berenjena y bollos de frijoles de caritas. Sus animales predilectos son las
chivas, palomas, gallinas, guineas, y codornices, su plato predilecto es el pastel
o razupo de frijoles.

En tierras africanas Oyá es la diosa del río Níger y la leyenda dice que ella fue
una de las esposas de Changó y su favorita. Oyá decidió poner fm a su vida
cuando se sintió desilusionada a consecuencia del ignominioso final de la
carrera de su esposo. Esto lo hizo adentrándose en el seno de la tierra en el
pueblo de Ira. Constituye un acertijo el hecho de que los yorubas llegaran a
asociarla a ella con el Níger. 2

Cuenta un mito que entre todas las esposas de Changó sólo Oyá “decidió
acompañarlo en su viaje a Tapa (Nupe) su casa materna. Fue un largo viaje,
pero el valor le falló a Oyá en un lugar llamado Ira , su pueblo natal, al que no
volvería a ver si mantenía su amor por su esposo y persistía en seguirlo hasta el
final. La perspectiva de residir entre extraños, en una tierra extraña, entre
gente que hablaba otra lengua y además, dejar a sus padres y su casa para
siempre se apoderó tanto de ella que la hizo vacilar y finalmente desistir de su
empeño. Por esta decisión Oyá se avergonzó y determinó no regresar a Oyó,
permaneciendo en Ira. Al enterarse del suicidio de su amado esposo, fue tan
duro el golpe que ella también decidió suicidarse. Se le deificó y le pusieron su
nombre al río Níger, al cual se le denominó Odo Oyá.

... a Oyá se le atribuyen los tornados y las violentas tormentas que destruyen
árboles y derrumban altas torres y casas. Esto representa su disgusto.

Johnson nos dice que como de los héroes y heroínas deificados no se habla
como muertos, sino como desaparecidos existe el dicho:

Oya Wole Yi Ile Ira, Sangó Wole Yi Koso.

Oyá desapareció en el pueblo de Ira, Changó desapareció en Koso.

Dos espadas desenvainadas y los cuernos de un búfalo es Ia imagen que


representa a Oyá entre los yorubas. Sus seguidores se distinguen por un
particular collar de cuentas rojas siempre alrededor del cuello.

Ulli Beier en Yoruba Myths nos ofrece un mito sobre esta deidad, según el cual,
Oyá fue un antílope que se transformó en mujer. Cada cinco días cuando iba al
mercado en el pueblo, se quitaba su piel en el bosquc y la escondía en un
arbusto. Un día Changó la encontró en el mercado, le impactó su belleza y la
siguió al bosque, vio entonces cuando se puso la piel y se convirtio en un
antílope. Al siguiente día de mercado, Changó se escondió en el bosque y
después que Oyá se convirtió en mujer y fue al mercado, tomó la piel, la llevó a
su casa y la ocultó en las vigas. Cuando regresó al bosque se encontró a Oyá,
quien trataba desesperadamentc de encontrar la piel. Changó la llevó a casa a
donde sus otras dos esposas. Ochún y Oba, estas aún no le habían parido
ningún hijo. En cambio muy pronto Oyá se convirtió en la madre de gemelos.
Llenas de celos, las otras dos esposas preocupaban diariamente a Changó,
preguntándole por el secreto de la nueva mujer: ¿de dónde venía?, ¿cuál era su
familia? Al final Changó cedió. Le dijo a una de sus esposas cómo había
encontrado a 0yá, haciéndole jurar que guardaría el secreto. Sin embargo, las
mujeres comenzaron a cantar una insidiosa y burlona canción:

Ella come ella bebe

su piel cuelga de las vigas.

Oyá se excitó mucho al oír estas palabras. En cuanto estuvo sola buscó en las
vigas, encontró su piel, se convirtió en antílope y huyó al bosque. Cuando
Changó regresó la persiguió y trató de hacerla regresar a él. Desafiadora, lo
atacó con sus poderosos cuernos, pero Changó la aplacó, poniendo un gran
recipiente de razupo de frijoles frente a ella. Contenta con el ofrecimiento de su
comida favorita, Oyá hizo las paces con Changó y le dio sus dos cuernos. Cada
vez que la necesitaba, sólo tenía que golpear un cuerno contra otro y ella venía
en su ayuda. 3

Cada vez que hay una tormenta fuerte con árboles arrancados de raíz o
grandes ramas partidas y los techos de las construcciones arrancados, los
yorubas creen que Oyá, la esposa de Changó, está en acción. Se cree que ella
precede o acompaña a su esposo cuando hay una tronada.

Sus símbolos son los dos cuernos de las “vacas del monte” o búfalos y algunos
implementos de metal en forma de cincel o hacha, muy parecidos a los de
Changó y sus adoradores usan cuentas color castano. 4

El odu de Ifá que acompañó a Oyá al mundo se llama Olosun Sará (Irosun Osá)
y el Echu que acompañó a ambos desde el Cielo a la Tierra es Echu Olosun
Sará (Irosun Osá).

El siguiente ese Ifá del odu Iwori Oché nos atestigua cómo los poderes de Oyá
se consideran complementarios a los de Changó.

En una ocasión Iwori Oché se puso enfermo cuando regresaba de Ijesha y tuvo
que ser llevado lejos de su casa para el tratamiento que debía curarlo. Mientras
estuvo fuera, su esposa fue seducida por Ajija.

Según pasaban los días, la enfermedad se puso más seria y cuando la


adivinación fue hecha para él, le fue dicho que se curaría solamente si su
esposa confesaba su adúltero comportamiento. No obstante, la adivinación
reveló que la esposa nunca admitiría su infidelidad y que solamente Changó
podría descifrar el nusterio.

Posteriormente, Orúnmila envió por Changó y él fue con su esposa Oyá para
responder a la adivinación. Al llegar, Changó usó sus poderes esotéricos para
confirmar que Akpetebi de hecho había cohabitado con otro hombre, pero
agregó que a menos que el árbol negro afara (Obiri) frente a la casa de
Orúnmila se cayera, el secreto de la acción de su esposa no se sabría nunca.

Orúnmila preguntó a Changó si podía ejecutar la tarea y este respondió


afirmativamente, pero se interesó por saber cuál sería su recompensa y este
prometioó ofrendarle un carnero.

Changó regresó a casa, se vistió y las nubes se juntaron. Su esposa Oyá chispó
el cielo nublado para él y usó su hacha para despedazar el árbol de arriba a
abajo.

Después de demoler el árbol, se encontraron en su interior la estera sobre la


cual Ajija y la esposa de Orúnmila hicieron el amor. Cuando Changó llevó la
estera al lugar donde Orúnmila estaba recibiendo el tratamiento, fue revelado
que para ponerse bien, el tendría que dormir en dicha estera toda la noche.
Mientras tanto, el carnero fue sacrificado a Changó y Orúnmila durmió sobre la
estera. Poco después comenzó a restablecerse.

Al llegar a la casa, Changó descuartizó el carnero para su ángel guardián.


Después que se le dio muerte, un debate sucedió entre Changó y su esposa
Oyá sobre quién estaba designado a tomar la cabeza del carnero. Oyá
argumentó que ella era la dueña del fuego que flameó fuera de la boca de
Changó y que sin poner la luz, Changó nunca podría identificar su blanco o
víctima.

Por otro lado, Changó planteó que cl poder de Oyá era meramentc
complementario y resultaba igual que el humo, que no hace daño. En cualquier
caso, Changó estableció su supremacía rccordándole a Oyá que por ser su
esposo, é1 era el amo y señor de todo lo que ella tenía, incluyendo sus
poderes.

Después, Oyá concedió que sus poderes estaban designados para


complementar los de su esposo en el espíritu real de pareja marital. 5

Oyá es considerada entre los pueblos yorubás como la “divinidad de las


arboledas”.

Notas

1 . Natalia Bolívar: Los Orichas en Cuba.

2 . J. O. Awolalú: Creencias y ritos de sacrificios y orubas.

3 . Heriberto Feraudy Espino: Yoruba un acercamiento a nuestras raíces.

4 . J. 0. Awolalú: Creencias y ritos de sacrificios yorubas.

5 . C. Osamaro Ibie: Ifism the complete work of Orunmila , Vol. 4, The odus of
Iwori.

Capítulo XIII

Oké (Oke)

Un alto macizo montañoso es un vigía para tu pueblo.


Un joven y un anciano no miden el tiempo.
Las canas son la prueba de la altura alcanzada en la vida.
Odu de Ifá Oyekú Ochè

Oke es la divinidad de la montaña y según el decir yorubá, una deidad con la


que no se juega.

Su odu isalayé es Ofún Meyi y el Echu que acompañó a ambos Echu Ofun
Mejiji, se caracteriza por la tez blanca, al igual que sus cabellos. Dentro de
todos los "Oke" hay uno que es el jefe y adquiere mucha importancia.

Oke es una deidad que habita en los altos macizos montañosos, su adoración
trae aparejada la fertilidad tanto en las cosechas como en los seres humanos.
Su culto está dado en las áreas donde existen elevaciones. Se representa con
una piedra blanca de esos macizos montañosos. Lleva consagraciones
especiales y vive como vigilante de peligros inminentes de las demás
divinidades. Se le sacrifican palomas blancas. Su festival tiene lugar anualmente
en Íjio, Nigeria.

Oke es el discípulo mayor del linaje de Changó y por Changó come las palomas.

En Cuba se le asocia mucho con Orichanlá y suele sincretizarse con Santiago


Apóstol, patrón de España.

Santiago fue natural de Galilea, hermano mayor de Juan el evangelista y primo


carnal de Jesús Cristo. Junto a Pedro y a Juan estuvo entre sus discípulos
preferidos. Cuando Jesús fue a retirarse a Getsemaní, llamó a Santiago junto a
Juan y Pedro y les pidió que vigilaran mientras él iba a comulgar con Dios.
También, al regresar los discípulos de su primera misión, se los llevó a los tres
a una montaña y allí, ante sus ojos, Jesús se transfiguró. Posteriormente se
dice que Santiago llegó hasta Compostela en peregrinación, estableciendo en
España la religión católica. A su regreso a Judea fue decapitado, pero llevaron
su cuerpo de regreso al país que evangelizó, aunque se perdió durante la
invasión árabe. Rescatado alrededor del año 800, fue conducido a Compostela,
donde se dice que provocó tantos milagros que fue adoptado como patrono
nacional. Durante la reconquista se dice que se le vio en la famosa batalla de
Clavijo, montado en un caballo blanco, por lo cual la señal de acometida de los
soldados españoles comenzó a ser: "Santiago y cierra España". El arte hispano
suele representarlo montado y llevando una bandera. En ltalia lo muestran con
un báculo de peregrino, un bonete con cochinillas y la calabaza, que simboliza
su peregrinación a Compostela.

La sincretización de Santiago con Oke puede tener relación con el papel de


vigilante y guardiero que Jesús le encomendó en tres ocasiones, con su
ascensión a la montaña para orar junto a él, y quizás también con las conchas y
calabazas con que ocasionalmente se le representa y que son ofrendas propias
del oricha. 1
En el odu de Ifá Oyekú Oché fue donde la divinidad Oke alcanzó su prosperidad
como lo pone de manifiesto uno de sus eses, veamos:

Igun Ko gbo ohun orun. Awodi ko gban omi efa. El buitre dejó de oír la voz del
Cielo y Awodi trató de coger pescado sin el cubo que se utiliza para sacar el
agua del bote. Estos fueron los dos sacerdotes de Ifá que le hicieron la
adivinación a Oke cuando a él le fue aconsejado descartar a su Ifá porque
nunca iba a prosperar. Él abandonó el palacio de ellos en lágrimas y lloró en su
camino a la casa, hasta que se encontró con otros sacerdotes de Ifá llamados:
A bogunde, el sacerdote de Ifá de Egbaland; Asaguede, el sacerdote de Ifá de
Ijeshu y Akpa koko in koko t´nko ogban ikin lowo da ni oju okpan, el sacerdote
de Ifá que le hizo la adivinación con el ikin con treinta semillas en lugar de
dieciséis. Los tres sacerdotes de Ifá preguntaron por qué él estaba llorando y
les explicó que unos adivinadores le habían aconsejado que tirara a un lado su
Ifá porque él nunca iba a prosperar en la vida. Preguntando por el odu que le
apareció durante la adivinación, él respondió que era Oyekú Oché.

Ellos no obstante, le reaseguraron que él prosperaría a condición de que fuera


capaz de hacer sacrificio con un carnero padre, una jutía carmelita y las ropas
que estaba usando. Él fue a pedir dinero prestado para hacer el sacrificio. Tres
meses más tarde, había prosperado tanto que se casó con dos mujeres al
mismo tiempo, comenzó a tener hijos y repagó el préstamo, construyó su
propia casa y compró un caballo para su negocio de comercio.

Tres años después le fue entregado un título de comandancia. Hizo una fiesta a
la cual invitó a los dos grupos de sacerdotes de Ifá que le hicieron las
adivinaciones contradictorias. Él cantó en alabanza de su Ifá y de los últimos
tres sacerdotes de Ifá, quienes hicieron el sacrificio que lo llevó a la prosperidad
eterna. 2

Existen muchas controversias con relación al origen de Oke y su función de


complementario de otras divinidades; sobre todo en Cuba, algunos (casi la
generalidad), plantean que Oke es una divinidad complementaria de Orichanlá
ubicándolo junto a él; otros lo ubican en el suelo al pie del canastillero (armario
donde se ubica a los orichas); sin embargo en un ese Ifá tomado del odu Ogbe
Eturukpón se pone de manifiesto que la divinidad Oke fue el primer discípulo de
Changó en la Tierra y el mayor por consiguiente, veamos:

Antes de dejar al Cielo, él consultó a su ángel de la guarda que le aconsejó que


hiciera sacrificio con calabazas. Él hizo el sacrificio. En la Tierra él nació en una
casa que no tenía niños porque los que habían nacido antes que él, nunca se
quedaban. En cuanto ellos crecían, se iban a menudo a otros lugares y se
instalaban en ellos. Los padres no sabían que era Changó, la deidad del trueno,
el que acostumbraba a ahuyentar de casa a los niños.

Se había convertido en tradición de Changó golpear la palmera que estaba


frente a su casa todos los años, sin fallar, porque el dueño original de aquella
casa, que se la vendió al dueño actual, había ofendido a Changó anteriormente.
Ese es el motivo por el cual Changó estaba peleando con la casa anualmente,
cuyo incidente hacía que los niños asustados emigraran y se fueran de allí en
cuanto crecían.

Sin embargo, cuando Ogbe Eturukpón creció, le aconsejó a su padre que había
que hacer un sacrificio para detener el ataque anual de Changó. Él le pidió que
buscara semillas crudas o poco maduras de calabaza en un recipiente de aceite
de palma. Cuando su padre las presentó, Ogbe Eturukpón sembró las semillas
de calabaza en los alrededores de la casa y roció el aceite del recipiente
también, alrededor de la casa. Pronto germinó la calabaza y constituyó una
sombra de follaje sobre la vivienda.

Al aniversario siguiente de su ataque anual, Changó descubrió que la casa


estaba rodeada de calabazas. Entonces anduvo canturreando y merodeándola
pero regresó sin lanzar ningún misil. Al día siguiente se transfiguró en hombre,
regresó a la casa y se encontró con el propietario e intercambiaron saludos.

El dueño le dio la bienvenida con un recipiente de aceite, nuez de kolá y kolá


amarga. El visitante rompió la nuez de kolá y rezó por el dueño de la casa.
Luego le preguntó al dueño en qué año el había construído la casa y este le
explicó que no había construído la casa, sino que la había comprado a su
anterior dueño. Changó le preguntó dónde estaba el domicilio del dueño
anterior y el hombre le contesto que no sabía con exactitud pero que lo había
visto recientemente en el mercado.

Changó insistió en encontrarse con el hombre y le dijo que ellos eran amigos
íntimos, por lo que el dueño de la casa replicó que trataría de seguirle la pista
hasta el mercado el próximo día porque él no sabía dónde vivía el hombre.

Al otro día llevó a Changó hasta el mercado, en cuanto el hombre vio al


comprador de su casa y a Changó juntos, salió huyendo, Changó le dijo al
dueño de la casa que regresara a su hogar porque como él había visto a su
amigo, lo iba a seguir a donde quiera que fuera a refugiarse. Después de la cita
en el mercado, Changó evitó el encuentro con el hombre. Pasó mucho tiempo
antes de que el hombre que había ofendido a Changó se llenara de valor para
regresar al mercado, aparentemente llevado por la euforia de que Changó
había perdido la pista. Un día él fue al mercado y se sentó en su butaca a
vender sus mercancías.

No mucho tiempo después, apareció una nube y la esposa de Changó, Oyá,


iluminó la sombría nube con un relámpago y Changó apuntó a su víctima y lo
hirió con su hacha (trueno) en el pecho y el hombre murió instantáneamente.

Changó dejó sobre su pecho el recipiente de aceite que el inocente dueño de la


casa utilizó para recibirlo durante su visita. El furor que causó aquel incidente,
creó gran alboroto y terror en el mercado, el cual se dispersó
espontáneamente.
Al día siguiente, Changó se volvió a transformar en hombre y le hizo otra visita
al dueño de la casa. Fue en esa ocasión que se identificó como el que había
peleado en el mercado el día anterior.

Él le dio gracias al propietario de la casa por conducirle a donde estaba el


hombre que fue víctima de la pelea. Entonces Changó proclamó que a partir de
aquel día, no pelearía más en ninguna casa donde él viera la calabaza.

También le aconsejó al dueño de la casa que cada vez que oyera su grito de
guerra en alguna parte, debía derramar inmediatamente aceite de palma en el
suelo para que así él pudiera saber que la casa pertenecía a su amigo.

Antes de partir, Changó prometió que hablaría a Olodumare para que le enviara
un favor especial al propietario de la casa. Luego se fue. No mucho tiempo
después la esposa del hombre quedó embarazada, dando a luz un niño que
nació en una bolsa. Mientras se preguntaban qué harían con él, Changó se
transfiguró en hombre y fue a verlos. Les aconsejó que buscaran aceite de
palma, un gallo y un cuchillo. Changó cortó la bolsa con el cuchillo y cuando el
niño salió sostenía una belemnita o piedra de rayo en la derecha y un hacha en
la izquierda, entonces les pidió derramar el aceite de palma sobre el niño para
bañarlo.

Les dijo que guardaran los instrumentos que el niño traía del Cielo y que
vendría un visitante a ponerle nombre al cabo de siete días. Ellos le
agradecieron y él les aconsejó guardar el gallo para una ceremonia que se
efectuaria el séptimo día.

Al séptimo día, Changó regresó como un mortal y les preguntó por el gallo,
ellos lo trajeron y él lo mató sobre la piedra de rayo y el hacha. Le recordó al
padre, que el niño era el favor que él había prometido rogarle a Olodumare que
le enviara. Le dijo que el niño debía llamarse Oke y que era discípulo de Changó
en la Tierra. Antes de partir le aconsejó al padre comprar un carnero padre y
un mortero para un sacrificio que él realizaría pasados tres meses.
Transcurridos los tres meses, Changó ofreció el carnero sobre el hacha y la
piedra de rayo que estaban sobre el mortero. Ese fue el primer santuario de
Changó en la Tierra. El niño creció y fue el primer sacerdote de Changó en la
Tierra, lo que explica el por qué Oke es el discípulo mayor de Changó en la
Tierra. La paz y la tranquilidad reinaron por siempre en aquella casa. 3

Oke es el vigía protector del resto de las divinidades, veamos un ese Ifá corto
del odu Babá Eyiogbe que lo manifiesta:

Aya culú mo, ayaa kuulú mo

Adifa fun ike, ota le lu run okoo


Ebo Oke shoota, ota legbeye adaa Ebo Oke shoota

A Oke o montaña, le dijeron que hiciera un sacrificio y lo hizo a causa dc los


planes malévolos de sus enemigos ya que el azadón y el machete planeaban su
destrucción. Después que la montaña hizo el sacrificio, el azadón y el machete
salieron a destruirlo pero no sólo no pudieron dañar su cuerpo siquiera, sino
que creció más convirtiéndose en el vigía protector de las divinidades.

La montaña regocijada ofreció una acción de gracias a su adivinador. 4

Notas

1 . Natalia Bolívar: Los Orichas en Cuba.

2 . C. Osamaro Ibie: Ifism the complete work of Orunmila , Vol. 3, The odus

of Oyeku.

3 . Ibídem , Vol. 2, The odus of Eji Ogbe.

4 . Ibídem , Vol. 1, Ifism the complete work of Orunmila.

Capítulo XIV

Àbigbà (Agbigba)

Un hombre ordinario no lanza Ifá al espacio,


el suelo no puede recibir
las semillas de ikín al ser lanzadas,
sólo un awo convierte el ikín en marcas.
Odu de Ifá Ogbe Idí

Se ha argumentado con bastante frecuencia que Agbigba (Agbigba en Beni), es


una de las principales divinidades. Agbigba es el arte de la adivinación que
prevalece en muchas partes del sur de Nigeria y las antiguas colonias Beni
dentro y fuera de Nigeria.

Se hace necesario resolver la situación creada en torno a si él fue una divinidad


o no. Orúnmila dice que Agbigba nunca fue divinidad, sino su propio sirviente,
exactamente como Ókpele.

La similaridad en sus métodos y estilos de adivinación, demostraron que


Agbigba tuvo que haber aprendido de Orúnmila su arte de adivinación.

No obstante, el odu de Ifá Ogbe Irete, dice que Ominiggún llegó a ser sirviente
de Orúnmila.
Al principio de la existencia en el Cielo, los adivinadores tenían la costumbre de
practicar las artes de adivinación en los lugares habilitados para el comercio.

Orúnmila y todos sus olodus tenían la costumbre de ir al mercado a practicar la


adivinación a todos aquellos que deseaban saber cualquier cosa acerca de sus
vidas.

A continuación veremos según un ese Ifá del odu Ofún Ogbe, como Ominiggún
perdió la oportunidad de ascender al rango de divinidad.

Aunque Ominiggún no era una divinidad, él siempre aprovechaba cada


oportunidad de llevarse todos los aplausos de las divinidades. Oloddumare, sin
embargo estaba ansioso por recompensar la pericia de Ominigúin. pero primero
tenía que probar su poder de resistencia. Él confiaba demasiado en su pericia y
no era dado a hacer sacrificios.

En el Cielo siempre se dijo que Ominiggún sabía cómo conducir a sus clientes a
hacer sacrificio, pero que nunca se molestaba en hacer alguno él mismo.

Con el deseo de ascenderlo al rango de divinidad, Oloddumare convidó a


Ominiggún y a las divinidades a participar en una competencia. Oloddumare
había depositado dentro de una calabaza, cuentas, cauries, tiza roja y blanca, y
pimienta de caimán, y deseaba que cada divinidad de las convidadas le dijera
que era lo que él tenía en su Cámara Interior.

Por su parte, Orúnmila había sido advertido en consulta, ni hacerle honor a la


invitación de Oloddumare, ni participar en la competencia. En su lugar le fue
dicho, atender a su lfá con una vaca y usar la carne para preparar una comida
a los visitantes majestuosos no especificados que se encontraron de visita en su
casa ese día y servir a su Ifá con una calabaza, pero no tuvo éxito en su
empeño de conseguirlo en el mercado. Él sin embargo. atendió a su Ifa sin
calabaza, pero preparó para la fiesta todo lo demás.

Mientras tanto, todas las divinidades se encontraron reunidas en la Cámara


Exterior de Oloddumare, y una a una tenía la orientación de descubrir lo que él
tenía en la Cámara Interior. Todos probaron sus habilidades suprasensibles. Al
final de la competencia, el único que tuvo éxito fue Ominiggún revelando el
recipiente y su contenido ubicados en la Cámara Interna de Oloddumare.

Le fue dada una gran ovación, pero Echu, a quien él no le había brindado
sacrificio alguno, se encontraba preparado para frustrar su victoria nublándole
la visión con velo de amubo que significa: el éxito no consumado.

Antes de que le llegara a Oloddumare el momento de recompensarlos, todos se


encontraban muy hambrientos y sedientos.
Oloddumare sacó un gran cajón de calabazas y les dio una a cada uno de los
competidores, mientras que le dio dos a Ominiggún.

Oloddumare les orientó a todos volver a reunirse al quinto día en su Cámara


Exterior y que vinieran con sus atributos ceremoniales, ya que él iba a hacer
una proclamación importante.

Oloddumare le envió una calabaza también a Orúnmila por mediación de sus


colegas y les dijo que le instruyeran que no dejara de asistir a la próxima
conferencia con la excusa de que se encontraba atendiendo a su Ifá. Por todos
es conocido que Orúnmila no se mueve de su casa el día que atiende a su Ifá.

Todas las divinidades, incluyendo a Ominiggún se encaminaron hacia la casa de


Orúnmila para darle el mensaje de Oloddumare, y para verificar si era verdad,
que él se encontraba atendiendo a su lfá. Estos llegaron a su casa y se dieron
cuenta de que él había preparado la mesa para una suntuosa comida. Sin
esperar a ser invitados, todos se sentaron a la mesa para comer y tomar hasta
más no poder.

No fue hasta que todos habían disfrutado de su hospitalidad, que estos


entregaron el mensaje de Oloddumare a Orúnmila. Él se puso muy contento por
recibir la calabaza porque la necesitaba para ofrendarlo a su Ifá.

Cuando los otros vieron cuan contento él estaba por recibir la calabaza, todos
cedieron las suyas porque decían no saber cómo comer calabaza. Él expresó su
más profunda gratitud, después de lo cual todos se dispersaron.

A la mañana siguiente, Akpetebí le preguntó de dónde iban a sacar la comida


del día, toda vez que él había utilizado todo el alimento y el dinero de la casa
en la comelata del día anterior. Él le respondió que ella . Podí ir cocinando las
calabazas hasta que llegaran los clientes.

En el momento en que ella tomó una de las calabazas para cortarla y cocinar,
se percató de un sonido metálico proveniente del interior de esta. Se sorprendió
al ver que la calabaza estaba cargada de cuentas y dinero. Rápidamente llamó
a Orúnmila para que viera lo que había descubierto. Todos las calabazas
produjeron una cantidad tal de cuentas y dinero, que llenaron una habitación
completa de la casa. Orúnmila se había traducido en la riqueza y la prosperidad
imprevista.

Mientras, Orúnmila compró un caballo; preparó untraje de cuentas para él y el


caballo en combinación con gorro y zapatos, para la próxima invitación de
Olodduma re.
Para el día señalado, Oloddumare había preparado un segundo trono y lo
colocó cerca de su trono divino y lo reservó para que fuera ocupado por el
invitado mejor vestido a la confercncia.

En realidad, ya que él dio dos calabazas a Ominiggún, él tenía la intención de


que éste tuviera los medios para invertir en el mejor traje y así ocupar el
segundo trono antes de ascenderlo al status de divinidad.

Una tras otra aparecieron las divinidades en el local de la conferencia y tomaron


asientos. Ominiggún también llegó con sus “trapos” corrientes y se sentó sobre
el piso. Oloddumare se sorprendió al verlo.

En la adivinación de esa mañana, a Orúnmila le fue orientado que se asegurara


de que él fuera el último en llegar a la conferencia.

Tan pronto como se aseguró de que todas las otras divinidades se encontraban
ya sentadas, se vistió con su nuevo traje de cuentas y cabalgó en su caballo
con un matamoscas de cuentas en la mano hacia el local de la conferencia.
Cuando se apeó del caballo, le fue dada una ovación espontánea y después de
hacer una especie de reverencia para saludar a Oloddumare, le fue indicado
tomar el segundo asiento a su lado.

Casi instantáneamente las otras deidades aclamaron por Orúnmila coma Orisa-
Keji, es decir, la divinidad próxima a Oloddumare, nombre con el que no le
gusta ser llamado porque Oloddumare no proclamó eso aquel día. Oloddumare
sólo hizo referencia a él como la divinidad de la Sabiduría, aparentemente por
usar exitosamente la ley de las consecuencias no intencionadas al obtener de
las otras divinidades los obsequios que él les dio.

Enseguida que todos estuvieron todos reunidos, Oloddumare observó que


ninguna otra divinidad estaba adornada con cuentas excepto Orúnmila.

Entonces le preguntó a los otros qué habían hecho con las calabazas que les
había entregado en la reunión anterior. Todos al unísono manifestaron que
como él no les había propiciado ningún entretenimiento durante el día del
encuentro, ellos festejaron en la casa de Orúnmila después de este, y que como
Orúnmila necesitaba una calabaza para atendcr a su lfá, ellos le habían cedido a
él las suyas.

Después de una profunda reflexión, Oloddumare proclamó que él se las había


dado para compartir con la "comida", que desde ese momento en adelante les
estaba prohibido comer calabaza, con la excepción de la divinidad de la
sabiduría, Orúnmila.

Entonces, Oloddumare extrajo su instrumento divino de autoridad y proclamó


que cualquier divinidad que comiera calabaza a partir de aquel día perdería su
poder y autoridad.
Luego Oloddumare se volvió a Ominiggún y le dijo que por siempre y desde ya,
llevaría "trapos" a no ser que buscara el consuelo bajo la protección de
Orúnmila, y que siempre se sentaría en el suelo para poder predecir y adivinar.

Es por eso que en el presente, el adivinador Agbigba sólo puede prosperar si


tiene su propio Ifá. Sobre esa observación, la conferencia concluyó.

Oloddumare nunca les reveló a las otras divinidades y a Ominiggún, el


significado de los obsequios divinos que ellos habían compartido.

Así fue como Ominiggún perdió la única oportunidad de ser ascendido al rango
de divinidad, y el por qué se dice que cualquier divinidad que come calabaza
pierde su autoridad.

El siguiente ese Ifá nos revela como Ominiggún fue comprado como esclavo
por Orúnmila.

Una noche, a Ominiggún se le apareció su ángel de la guardia en un sueño y le


dijo que desde que la maldición de Oloddumare se encontraba sobre él, su
única salvación descansaba en ir al mercado y ofrecerse en venta como

esclavo.

Él vaciló por un momento, ya que no era dado a ir a la adivinación. Cuando las


cosas se pusieron realmente difíciles, finalmente decidió obedecer el mandato
de su ángel de la guarda quien le advirtió que su suerte siempre se comportaría
en forma de altas y bajas, al menos que tuviera su propio Ifá. Habiendo
demostrado que él era un vidente más competente, él siempre había mirado a
Orúnmila por encima del hombro y se preguntaba cómo podría dignarse y
pedirle que le preparara Ifá.

En una de sus adivinaciones matutinas, a Orúnmila le fue dicho ofrecer un chivo


a Echu para eludir el peligro de comprar un esclavo que podía opacarlo y
derrocarlo. Él hizo el sacrificio sin demora. Al siguiente día de compras, fue al
mercado como de costumbre. Después de llegar a su puesto, él comenzó su
trabajo. En el momento en que se encontraba haciéndole una adivinación a
alguien, llegó un esclavo quien se ofreció, él mismo, en venta a un vendedor de
buena voluntad. El esclavo se veía muy activo y de buena constitución.

Rápidamente Orúnmila se ofreció para comprarlo. Después de pagarle el precio


pedido, Orúnmila le dijo se sentara y esperara para que lo acompañara a la
casa al cierre del mercado.

Mientras tanto Orúnmila penetró en el mercado para comprar algunas cosas


que debía llevar a la casa para su trabajo, pero antes de retornar de su compra,
el esclavo había desaparecido. Cuando Orúnmila retornó a su puesto, preguntó
por el esclavo que había comprado y sus vecinos le dijeron que pensaron que el
hombre lo había acompañado en su compra. En vano, fue a la búsqueda del
esclavo. Entonces sondeó a su Ifá que le dijo, que ese era el esclavo contra el
cual le fue dicho hacer el sacrificio que él hizo antes de ir para el mercado y
que no se preocupara porque se encontraría al esclavo esperando por él en la
casa.

Exactamente igual a la manifestación de su adivinación en el mercado, encontró


al esclavo esperando por él en casa. Averiguando sobre cómo él conocía el
camino hasta su casa, el esclavo confesó a Orúnmila que él observó desde la
posición donde se encontraba sentado en el mercado y que pensó sería mejor
llegar y esperar por él en casa para disponer su regreso. Con eso, a Orúnmila
no le quedaban dudas en relación a las potencialidades de su extraño esclavo.

Tan pronto como éste se estableció, Orúnmila indagó por su nombre y éste le
dio el de Ominiggún. Mientras, él le explicó a Orúnmila, cómo perdió todas sus
pertenencias celestiales y comenzó a deambular en harapos y mendigar por un
poco de comida. Cuando subsecuentemente, él se dirigió a la adivinación, le fue
dicho que su única salvación estaba en que se vendiera como esclavo. Fue así
como él llegó al mercado para venderse como esclavo. Inmediatamente,
Orúnmila pidió a su esposa Akpetebí, tratar a Ominiggún con la veneración que
merecía y no tratarlo como un esclavo porque él era una persona de fortuna.

A la mañana siguiente, algunas personas estuvieron llegando a la casa de


Orúnmila para adivinación, y sin verlos, Ominiggún proclamaba desde el interior
de la casa que tres personas habían llegado a Orúnmila para adivinación y
mencionó los problemas que cada uno deseaba resolver por medio de la
adivinación así como también les decía qué sacrificios debían hacer.

La práctica de predespojar a Orúnmila de la gracia de adivinar para sus


visitantes, se volvió una cuestión tan común que muy pronto nadie se molestó
en escuchar el largo proceso de adivinación de Orúnmila por más tiempo.

Los visitantes comenzaron a preferir la adivinación al instante de Ominiggún.


Además, él tenía el habito de efectuar demostraciones danzarias cada ocho días
en las que exhibía su diabólica habilidad. Él era capaz de pararse sobre sus
oídos y bailar hasta el deleite mientras que al mismo tiempo adivinaba para
ellos sin usar ningún instrumento.

También era capaz de separar su cabeza del resto del cuerpo, mientras que
ambas partes bailaban por separado hasta unirse en el aire. A todas luces él
había opacado a su maestro, quien estaba comenzando a padecer la carencia
de clientela, ya que sus clientes anteriores se pasaban a su supuesto esclavo.

Desafortunadamente, el efímero éxito de Ominiggún oscureció su visión y


nunca se molestó en pedirle a Orúnmila que le preparara su Ifá.

Es por eso, que en la actualidad, está bien sentado que es casi imposible para
un adivinador Agbigba perdurar en la prosperidad a menos que sea lo
suficientemente discreto como para tener su propio Ifá.
Ominiggún había hecho tanto dinero a partir de su desempeño y adivinación,
que fue capaz de levantar algunas construcciones impresionantes y salas
alrededor de la residencia de su amo. La gente comenzó a pensar si
efectivamente Orúnmila era el amo de Ominiggún, quien había tácita, pero
claramente, "robado" la función de su amo.

Mientras Orúnmila afrontaba la situación con ecuanimidad, Echu estaba


preparado para intervenir del lado de Orúnmila. En la próxima sesión danzaria,
Ominiggún se encontraba de nuevo haciendo una manifestación para el deleite
de sus espectadores. Una vez más, él separó su cabeza del resto de su cuerpo
y mientras su cuerpo se encontraba danzando sobre el suelo, su cabeza se
encontraba danzando en el aire.

Entretanto, Echu agarró su cabeza y se la llevó hacia el espacio para que nunca
más se uniera a su cuerpo. Después que el resto del cuerpo hubo danzado por
algún tiempo más sin lograr unirse con la cabeza, éste se desplomó, muerto.
Ese fue el fm de Ominiggún en el Cielo. Subsecuentemente, él partió para el
mundo sin cabeza, lo que explica el por qué no tiene trono, ni manera
característica de culto. Orúnmila como su amo heredó todas sus pertenencias.

El siguiente ese Ifá nos cuenta acerca del nacimiento de Ominiggún en la


Tierra.

En la época en que las divinidades habían entregado la Tierra a la humanidad,


había un lugar llamado Ibere Aiye o Eziagbom, el cual fue llamado más tarde
Ugodomigodo y luego Ile Ibuno o Basin.

Orúnmila ha revelado que el lugar donde primero él llegó y se asentó


brevemente, fue en Ibere Aiye (Eziagbom), pero que más tarde se mudó para
asentarse en Uhe, que posteriormente fue llamado Ile Ife.

Los primeros habitantes de Ibere Aiye (Eziagbom), fueron Etebite y su esposa


Eteghori. Ellos habían establecido un lugar para vivir en Eziagbom y este se
había extendido tremendamente.

Después de sus padecimientos en el Cielo, Ominiggún apareció en la Tierra


como un niño en la casa de Etebite. En la medida que crecía, sus padres se
percataron que éste era capaz de predecir futuros sucesos con precisión. Él era
capaz de advertir a las víctimas probables de la inminente cercanía del peligro y
cómo alejarlo. Cada vez que la muerte señalaba a una víctima en la Tierra,
Ominiggún advertía a la persona y la orientaba sobre los movimientos de
precaución que tenía que realizar.

Su pericia como vidente pronto lo puso en contacto con la realeza. Era invitado
con bastante frecuencia para adivinar en la casa real y lo hizo invariablemente
de forma discretamente satisfactoria.
Sin embargo, la eficacia incomparable de su adivinación lo ponía en
contrapunteo con los adivinadores más experimentados y más viejos.

Al mismo tiempo, sus movimientos con derechos preferentes, comenzaron


amolestar a las divinidades, especialmente a la Muerte. También enojó a Echu
porque su modo peculiar de adivinación negaba el ofrecimiento de sacrificio a
este. Entretanto, la Muerte había enviado mensajeros desde el Cielo para
proceder y buscar al rey de Eziagbom desde la Tierra.

Tan pronto como los mensajeros de la Muerte partieron del Cielo, él se dirigió al
palacio para advertir al rey que la Muerte se encontraba fraguando un proceso
para él. Aconsejó al rey que preparara una fiesta primorosa para los visitantes,
quienes debían estar en el palacio al día siguiente.

El rey se acogió al consejo de Ominiggún y preparó comida y bebida para la


fiesta que al día siguiente se daría en el palacio. Entre los invitados se
encontraba el mismo Ominiggún.

Cerca del mediodía, llegaron al palacio siete hombres, pero antes de que estos
pudieran entregar su mensaje, fueron invitados a participar en el festejo.

A la puesta del sol poco más o menos, el jefe de los siete visitantes se presentó
e informó el propósito de su misión. Él expuso que le fue orientado invitar al
rey al Cielo. Ya que no hay apelación en contra de los mandatos de la Muerte,
el rey asintió en embarcar esa noche. Ese fue el turno de Ominiggún para
intervenir. Enfrentó a los visitantes celestiales y les preguntó por qué ellos
aceptaron disfrutar la hospitalidad del rey si ellos iban a terminar con su vida en
la Tierra. Les recordó la ley celestial; la cual impide a la Muerte matar a alguien,
después de comer de su comida.

Con este señalamiento, los visitantes abandonaron el palacio y retornaron al


Cielo sin el rey. Antes de partir, declararon que quien quiera que predijo al rey
y le aconsejó que preferentemente los alimentara, llevaría el yugo de la muerte
del rey.

Esa noche, hubo regocijo general en la casareal, después de lo cual todos los
invitados se retiraron a sus respectivos hogares. Al llegar a la casa, Ominiggún,
de otra manera llamado Agbigba en Eziagbon, reunió a los miembros de su
familia y les dijo que estaba a punto de dejarlos por el bien de todos. Le dijo al
mayor de sus hijos, Ogbe Idí, que le impartiría su arte de adivinación después
de su retorno al Cielo.

Ominiggún fue a la cama, pero no despertó de su sueño a la mañana siguiente.


Su muerte fue reportada al rey, quien ordenó se le hiciera un funeral real. Fue
sepultado en su patio.
A continuación veremos sobre el origen de Agbigba como forma de adivinación.

Unas semanas después de la muerte de Ominiggún, su hijo Ogbe Idi observó


que sobre la tumba de su padre había germinado una planta. La planta
comenzó a florecer, y a tener frutos enseguida. Cuando los frutos maduraron,
cayeron al suelo. Al ver las cáscaras secas de los frutos caídos, el hijo, Ogbe
Idi, era capaz de ver más allá de lo que los ojos comunes podían ver.

Al mirar dentro de las cáscaras, se dotaba inmediatamente con el poder de


predecir sucesos futuros.

Ogbe Idi se guardó el secreto, porque se percató que eso era la manifestación
de la última declaración de su padre, de transferirle su arte de adivinación.

Pronto, Ogbe Idi se volvió muy popular, como vidente y como adivinador y su
fama llegó al rey, al que se le dijo que Ogbe Idi había desarrollado todos los
atributos misteriosos de su padre. Decidió invitarlo conjuntamente con otros
adivinadores y videntes para una prueba de habilidad.

Al mismo tiempo, se encontraba operando en Eziagbon un sacerdote de Ifá. S u


nombre era Ogbe Irete.

Este fue invitado a Eziagbon por el rey para salvar la vida del mayor de sus
hijos de las manos del culto de la brujería. Ogbe Irete había logrado lo que
otros sacerdotes divinos en Eziagbon no pudieron, al salvar la vida del príncipe
heredero de Eziagbon, el rey le preguntó a Ogbe Irete si él podía asentir a
participar en una prueba de habilidad con otros sacerdotes divinos y videntes
en su reino.

Su reacción inicial fue rechazar la invitación, pero cuando más tarde él consultó
a Ifá, le fue dicho aceptar y participar en la prueba, siempre que le diera un
chivo a Echu. Posteriormente, él se dirigió al palacio para informarle al rey que
se encontraba listo para la prueba.

Todos los sacerdotes divinos y curanderos de Eziagbon, conjuntamentc con


Ogbe Idi fueron invitados a la prueba. El sacerdote de Ifá, Ogbe Irete, también
fue invitado a la prueba. Ogbe Irete no perdió tiempo e hizo el sacrificio a Echu.
Mientras tanto, el rey de Eziagbon, ordenó fueran encarcelados cien hombres y
cien mujeres, en locales separados para prisioneros de guerra, sin exponer a
nadie el propósito del ejercicio. Después de comerse el chivo ofrecido por Ogbe
Irete, Echu se dirigió tarde en la noche al local dondc se encontraban las
internadas e indujo el parto a una de las mujeres que se encontraba en un
avanzado estado de embarazo. La mujer dio a luz a una niña antes del alba.

Tarde en la mañana, todos los huéspedes invitados y competidores fueron


reunidos. El rey fue el último en tomar su asiento. Tan pronto como se sentó,
manifestó que estaba ansioso por proclamar al vidente más hábil de su reino. A
ese respecto él había mantenido algunos materiales en locales separados.
Añadió que al primer vidente, sacerdote o adivinador que declarara los
contenidos en conjunto de los dos lugares, le sería entregado el título de
sacerdote superior del reino de Eziagbon (o Ibere Aiye).

Mientras otros continuaban jugueteando y sonando sus instrumentos de


adivinación, Ogbe Idí, el hijo de Ominiggún, dio un paso al frente y manifestó
que el rey había mantenido en confinamiento a cien hombres y cien mujeres
desde la noche anterior. Otros declararon diferentes cosas que estaban lejos de
la realidad. Entonces llegó el turno a Ogbe Irete para hablar. En la adivinación,
salió su propio odu y éste cantó el conjuro revelante: "que Oloddumare creó las
doscientas divinidades, pero que Echu las infiltró".

Ya que el rey deseaba conocer el número en conjunto de los materiales que él


mantuvo en los dos locales, él tenía la autoridad de Orúnmila, la divinidad de la
sabiduría, para declarar que habían doscientos un ser humanos bajo
confinamiento. El rey, que movió afirmativamente la cabeza cuando Ogbe Idí
hizo su declaración, comenzó a mostrar signos de intranquilidad. Después de
que todos los competidores habían consumido sus turnos, llegó el momento en
que el rey tenía que declarar el ganador. No obstante, antes de hacer esto, él
decidió enviar a dos verificadores a cada uno de los dos aposentos y que
reportaran sus hallazgos.

Los dos hombres que fueron al aposento de los hombres declararon que ellos
contaron cien hombres. Por otro lado, aquellos que fueron a verificar al
aposento de las mujeres, expusieron que ellos contaron cien mujeres y un bebé
recién nacido.

Aunque todas las miradas se habían vuelto a Ogbe Idí como el ganador, en
definitiva fue el sacerdote de Ifá visitante, Ogbe Irete, el que se convirtió en el
centro de todas las miradas.

Ogbe Idí se sintió tan desilusionado, que le concedió la supremacía a Ogbe


Irete. Ya que Ogbe Irete era sólo un sacerdote de lfá que se encontraba de
visita y no un ciudadano de Ibere Aiya, él no aceptó la denominación como
sacerdote jefe del reino. Él concedió éste a Ogbe Idí quien igualmente fue
correcto en su exposición.

En ese momento intervino el rey, y dijo que sin la participación de Ogbc Irete,
él hubiera declarado a Ogbe Idí como el ganador de la competencia, porque
realmente ordenó el confinamiento de cien hombres y cien mujeres durante la
noche.

El rey le dio una adecuada compensación a Ogbe Irete, quien ya estaba a


punto de retornar a Uhe (ahora Ife).
Desconcertado ante la exactitud con la cual Ogbe Irete hizo su adivinación,
Ogbe Idí se ofreció para aprender del anterior, su arte de adivinación de Ifá.
Fue así como sucedió la similaridad entre los doscientos cincuenta y seis odus
de Ifá y Agbigba/Oguega, según puede ser verificado a partir de los dieciséis
odus principales.

Nombres de los odus de Ifá

Ogbe, Oyekú, Iwori, Idí, Obara, Okonrón, Irosun, Owanrin, Ogundá, Osá, Eturá,
Irete, Eká, Eturukpón, Oché, Ofún.

Nombres de los odus de Agbigba

Ogbi, Ako, Oghori, Odin, Oba, Okan, Uruhu, Oghae,

Ighitan, Oha, Eture, Ete, Eka, Erokhua, Ose, Ohmt. 1

Nota

1 . C. Osamaro Ibie: Ifism the complete work of Orunmila. Vol. 3. The odus of
Oyeku.

Capítulo XV

Ílgèdé y Ulè (Ilgedé y Ulé)

Un recinto tranquilo y próspero habitó en él,


un espacio de tierra fue dedicado a tal propósito.
Al final las riquezas y las penurias
vivirán con él.
Odu de Ifá Ogundá Meyi

La divinidad Ilgedé es llamada también la deidad del Conjuro.

Se dice que no tiene miembros y que su principal función es la de hacer que


toda cosa que Orúnmila, la deidad de la sabiduría proclame, se haga realidad
siendo aprobada por todos. Sólo los sacerdotes de Ifá plenamente consagrados
y experimentados en el ifismo conocen de esta energía, que no se recibe como
deidad de forma material.

Ulé, la divinidad de la Morada o de la Casa, e Ilgedé fueron conjuntamente las


divinidades que acompañaron a Orúnmila en su viaje a la Tierra.
Veamos un ese Ifa tomado del odu Oyekú Meyi que afirma lo anteriormente
expuesto.

Orúnmila había sido aconsejado en la adivinación asegurarse que él sería el


último en partir para la Tierra. También fue advertido que iba a haber un
aguacero muy copioso que duraría mil días con sus noches. Él debía desafiar al
aguacero y no podía buscar protección antes de llegar a su destino. Una tras
otra todas las divinidades partieron para la Tierra. Al llegar al límite del Cielo y
la Tierra, descubrieron que tenían que cruzar el último río del Cielo con un
diminuto puente de soga el cual podía, solamente, alojar a un pasajero a la vez.
Esto hizo que les tomara bastante tiempo lograr pasar a la parte terrenal del
río.

Al llegar a Erebus, la Tierra de la oscuridad continua, descubrieron que estaba


lloviendo y todos comenzaron a buscar protección dondequiera que pudieron
encontrarla. Todos sus designios para la destrucción del mundo se habían
evaporado en fino aire como resultado de las dificultades que encontraron en el
camino, las cuales fueron ideadas por Esu.

Dentro de las divinidades amistosas que se encontraban del lado de Orúnmila


estaban, Ulé (Casa) e Ilgedé (Conjuro). La Casa, que no se mueve, le dijo a
Orúnmila que lo llevara en su bolso de divino. Conjuro, quien no tiene
miembros, le dijo a Orúnmila que la batalla quc lo aguardaba en la Tierra iba a
ser muy dura. Por esa razón, él le aconsejó a Orúnmila quc se lo tragara, de
forma tal que cualquier cosa que él dijera fuera aprobada.

Orúnmila aceptó las dos solicitudes.

Según lo aconsejado, esperó porque todas las agresivas divinidades partieran


para la Tierra antes que él.

Cuando llegó a la rivera del río se encontró conque sólo una divinidad faltaba.
Esa era la reina del culto de la Hechicería (llamada Iyami Ochooronga en
yoruba e Iyenigheekpe en Beni). Ella era demasiado floja para cruzar el puente
sola, pero ellos todos la rechazaron, porque tradicionalmente sentían miedo de
ella. Cuando vio a Orúnmila llegar, le rogó que la ayudara, pero él respondió
diciendo que el puente sólo podía alojar a un ocupante a la vez. Entonces,
propuso a Orúnmila que debía abrir su boca para ella volar dentro y prometió
así mismo salir al final del puente. Con eso, Orúnmila se vio obligado. Él había
ignorado el hecho de que ella fue una de las divinidades que prometió
destruirlo en la Tierra.

En la cabeza del puente que daba a la Tierra, Orúnmila le dijo que saliera, pero
ella se negó sobre la base de que su estómago era un lugar apropiado para
vivir. Él fanfarroneó de que ella moriría dentro de su estómago, pero la bruja lo
anuló mordiéndolo en los intestinos y diciéndole que todos sus alimentos
básicos (corazón, hígado, intestinos, etc.) eran abundantes dentro de él.
Al percatarse Orúnmila del riesgo que corría, usó su instrumento de adivinación
rápidamente para buscar una solución a aquel conflicto. Sacó un chivo de su
bolso, lo mató y lo cocinó. Después él la convidó a salir para

comer, pero ella dijo que únicamente podía hacerlo en privado, ante esta
exigencia el extrajo una tela blanca e hizo una casa de campaña para lyamí
Ochooronga. Al sentirse complacida salio, se oculto dentro de la tienda y se
alimento de la carne de chivo.

Mientras ella se encontraba disfrutando de su comida, Orúnmila desapareció en


la oscuridad de Erebus, haciéndole frente al aguacero, y sin mirar atrás,
continuo su viaje sin detenerse.

Encontró a todas las divinidades protegiéndose en un sitio o en el otro a los


lados del camino. En consonancia con el consejo que le fue dado en el Cielo,
continuo su viaje bajo el aguacero hasta que llegó a su destino.

Orúnmila fue recibido con alegría por sus seguidores quienes estaban
preocupados por su tardanza.

Al llegar, les pidió a Ilgedé y a Ulé que bajaran. Ulé bajo, pero murió
instantáneamente, mientras que Ilgedé le dijo que el iba a ser mas efectivo
dentro de su estomago.

Eso explica el por que Orúnmila es considerado como el patrón de los conjuros,
y la única divinidad capaz de conjurar con la palabra hablada.

El les encomendó a sus seguidores preparar una tumba apropiada para Ulé.
Como estaba de cuerpo presente esperando por el entierro, los acontecimientos
mas maravillosos desde el establecimiento del mundo ocurrieron. De momento,
hileras de casas similares al tipo de casas que tenían en el Cielo comenzaron a
diseminarse por todo el asentamiento. Ese fue el comienzo de la fundación
arquitectónica del mundo. En el lugar de las cabañas previamente construidas
por los seguidores de Orúnmila, comenzaron a diseminarse por todos los
alrededores construcciones palaciales.'

En la actualidad, como tributo a Ulé, la divinidad de la Morada, los


tradicionalistas africanos antes de construir sus casas o viviendas van por
adivinación para ver que sacrificios deben efectuar. Estos sacrifican en los
cimientos chivos, chivas, gallinas, palomas, nueces de kolá o lo que sea
prescrito en la adivinación para poder proseguir la edificación de sus moradas.

Ulé es la que alberga o guarda todos los bienes materiales que el hombre va
acaparando durante su vida, es ella quien los salvaguarda de todos los
fenómenos externos que pudieran acelerar su deterioro y es, en la morada,
donde los seres humanos realizan sus actividades mas importantes durante su
bregar por la Tierra.
Nota

1 . C. Osamaro Ibie: Ifism the complete work of Orúnmila.

Capítulo XVI

Òlá Àjé (Olá Ajé)

Una larga cuenta roja usan los reyes,


una larga cuenta azul usan los sacerdotes de Ifá,
Ajé es adornado con muchas cuentas
de diferentes colores,
pero sólo un rey le podrá llevar.
Odu de Ifá Oché Meyi

Olá Ajé es la divinidad de la prosperidad; la encargada de proveer cuantiosas


riquezas a los seres humanos cuando éstos le sacrifican. Veamos un ese Ifá del
odu Ogbe Irete que pone de manifiesto las pruebas que tuvo que pasar
Abaketekete Oruko, Ogbe Irete antes de alcanzar la prosperidad.

Ogbe Irete fue un sacerdote de Ifá famoso en el Cielo donde le llamaban


Abaketekete. La obra más importante que él hizo fue curar a la deidad de la
prosperidad, Olá Ajé en yoruba o Uwa en Beni. Olá Ajé tenía muchos enemigos
que se transformaban en ratones por la noche para morderlo mientras él
dormía. Todos los sacerdotes de Ifá bien informados en el Cielo habían
intentado curarlo pero no pudieron. Mientras más ellos trataban de curarlo más
enfermo se ponía. Él tenía tres cuartos cuyas puertas estaban cerradas con
cerrojo. En el primero de ellos encerraba al mensajero de la Muerte, que tenía
una porra en su mano para golpear, hasta matar, a todo aquel que osara
entrar. La segunda puerta guardaba a Ogogohiahia, un agente de la divinidad
de hechicería que era capaz de tragarse a todo el que se atreviera a adentrarse
en la habitación. En el tercer cuarto se hallaban todos los dones de la
prosperidad capaces de enriquecer a quien entrara en él.

A todos los sacerdotes de Ifá que intentaron curar a Olá Ajé se les dijo, por
compensación, que tocaran en la puerta de cualquiera de las tres habitaciones.
De forma unánime todos los sacerdotes de Ifá tocaron en las puertas
equivocadas para no salir nunca más después de habérseles permitido entrar.
Cuando ya no quedaban más sacerdotes de Ifá, le llegó el turno a Abaketekete
Oruro, Orbe Irete.

Olá Ajé mandó recados para informarle que estaba gravemente enferma y
necesitaba que él viniera a curarle. Tan pronto como recibió el mensaje, él
invitó a sus dos sustitutos favoritos Uroke Mi Lawo Ligorin y Oroke Mi Lawo
Leturuye para que adivinaran para él. Ellos sonaron a Ifá y Ogbc Irete apareció.
Le aconsejaron que hiciera sacrificio con un chivo a Echu y que buscara una
paloma, rata, pescado, cabeza de gato y un jabón para haccr un preparado
especial para el viaje. Se hizo el sacrificio y se buscaron las hojas apropiadas
para preparar un jabón de baño especial.

Ellos dijeron a su jefe que lo que incomodaba a Olá Ajé estaba prescnte en él,
en su casa, y que si él se bañaba con el jabón especial podría ver la identidad
de los delincuentes en su sueño. Armado con el jabón especial, Abaketekete
partió para responder la invitación de Olá Ajé. Al llegar vio que este estaba
realmente enfermo. Utilizó el jabón en él y después le entregó una tela blanca
especial preparada para que se cubriera cuando durmiera.

Olá Ajé tuvo un sueño esa noche en el que veía a una de sus esposas que se
transfiguraba en ratón y entraba en su cuarto. Al instante salía un gato de la
jabonera preparada por Abaketekete, perseguía al ratón y lo mataba. Al tiempo,
su servidor favorito se transformó en otra rata gigante y entró en cl cuarto, el
gato se colocó y lo capturó, uno tras otros los seis miembros de la casa se
transfiguraban en ratas para ir tras él a morderlo, pero eran eliminados por el
gato. Olá Ajé durmió en paz el resto de la noche.

A la mañana siguiente agradeció al sacerdote de lfá por ayudarle en la cura de


su enfermedad. Ellos se alegraban de la situación y mientras tanto se oyeron
llantos que venían en la dirección de su harem, porque cinco de sus esposas y
su servidor favorito no se despertaban. Olá Ajé y el sacerdote de Ifá fueron las
únicas dos personas que sabían cual había sido la causa que provocó la
misteriosa muerte de los conspiradores mientras dormían. Sus cadáveres fueron
arrojados lejos y enterrados después. A los siete días Olá Ajé se puso
totalmente bien, y el sacerdote de Ifá estaba todavía con él.

Al séptimo día el sacerdote de Ifá pidió permiso para regresar a su casa como
medio de expresar su agradecimiento al huésped, la deidad le dijo que abriera
una de las tres puertas de su tesorería y que cogiera cualquier cosa que viera.

Cuando se disponía a abrir una de las puertas, Echu se transfiguró en un


jovencito y le trajo agua para que bebiera. El muchacho le advirtió que no
entrara en las dos de los primeros cuartos, le aconsejó que tocara las puertas y
después de oír el sonido de tres gongos, saludara a sus ocupantes diciendo que
estaba solamente de pasada, el muchacho le dijo que las cosas buenas estaban
en la tercera habitación, después de la advertencia se fue.

Abaketekete actúo de la forma indicada por el joven. Cuando llegó a la tercera


puerta, Abaketekete quedó confundido de indignación por la aparente
ingratitud de Olá Ajé. Él pensó que si Echu no le hubiera avisado
probablemente estuviera muerto. En lugar de abrir la tercera puerta, decidió
provocar estragos en el Cielo, para darle así a Olodumare la posibilidad de
intervenir y determinar la buena o la mala fe de Olá Ajé. Empezó a cantar una
canción que decía:

Ere de saka

Lu bi olisaka Ere fo bojo

Erirete kporokporo.

Mientras cantaba, un niño que había estado esperando por llegar a vivir
mediante Abaketekete habló desde el interior de la tercera habitación, Omiala
Kpeji. El sacerdote de Ifá llamó a Alakpejio y el niño respondió: omi ro ni o.
Abaketekete cambió el tono melódico de su canción y le habló al niño de esta
forma:

Maafoooko du kpa asan lo-rini maafo obo gi do ri yon

maafo ni yan digi

owo lonje loni.

Después de esto, tocó en la tercera puerta y una voz le pidió que abriera, al
abrir la puerta un niño corrió a él para abrazarlo llevando en su mano una
corona, se la dio y le dijo que se la pusiera. Cuando Olá Ajé vio el curso de los
acontecimientos, reconoció la hazaña de Abaketekete al abrir la puerta
correcta. Sin embargo tan pronto como Abaketekete estuvo dentro de la
habitación, Olá Ajé conjuró y la puerta se cerró bruscamente encarcelándolo
dentro de la habitación.

Después de pasar tres días en el cuarto, su ángel de la guarda le habló y le dijo


que perseverara que la perseverancia engendra prosperidad.

Su anfitrión decidió darle la prueba final, le dijo a Abaketekete que le dejaría


regresar con toda la riqueza que había dentro de la habitación si era capaz de
producir y mostrar un carnero padre, un pato y una paloma. Al instante Echu
amarró los huesos de un carnero padre, un pato y una paloma a una soga y lo
sopló contra la pared y esta se abrió para que la soga pasara. En cuanto los
huesos entraron en la habitación se transformaron en vivos. Después de aquel
milagro, Abaketekete le contestó a Olá Ajé que si abría la puerta vería los
animales. Olá Ajé abrió la puerta y cogió la soga para sacar los animales,
después soltó a Abaketekete para que se fuera con todas las riquezas de la
habitación. El niño le dijo que se uniría a él en cuanto llegara a su casa.

Llegó a casa en medio de gran alegría. Su esposa quedó embarazada al mcs


siguiente y dio a luz un niño que fue llamado Ala Kpeji y Adeyemi. 1
Nota

1 . C. Osamaro Ibie: Ifism the complete work of Orunmila, Vol. 2. The odus of
Eji Ogbe.

Capítulo XVII

Perseverancia

Quien no persevera, no triunfa

Muchas veces nos preguntamos si debemos actuar de acuerdo a como nos


dicta nuestra cabeza o como nos lo dice una voz que todos llevamos por
dentro.

Esa voz interna es a lo que los yorubás llaman la voz de la perseverancia o la


divinidad Perseverancia, cuya única misión es la de recordarnos los
mandamientos o leyes divinas dictadas por Oloddumare en su primer Consejo
Divino a las deidades en la Divinosfera, antes de partir a poblar la Tierra.

Tales leyes componen dos grupos:

1. Nadie debe aprovecharse indebidamente de la ausencia física de Olodumare


para arrogarse a sí mismo su rol como Padre del universo. Ellos todos deben
brindarle a Él su debido respeto como el Creador de todo, o sea, ellos deben
comenzar sus trabajos en la Tierra rindiéndole debidos respetos a Él como su
Padre Eterno y

2. Nadie debe hacerle al otro lo que no le gustaría que los otros le hicieran a él,
lo que se conoce popularmente como la regla de oro. Esto quería decir que no
matarían sin la debida sentencia de todas las divinidades. No se robarían las
propiedades unos a los otros ya que en el Cielo el castigo por robo era la
muerte. No se mentirían unos a los otros, seducirían la mujer del otro, o harían
alguna otra cosa que podría tener por resultado el dolor-sufrimiento. Ellos
debían resistir al impulso de tomar venganza contra otro ya que toda mutua
desavenencia debía ser resuelta mediante la sentencia comunal en el Consejo
de las divinidades. Sobre todas las cosas debían respetar su regla divina de que
cualquier cosa que alguien hiciera para perjudicar la divinidad de su semejante,
el castigo que recaería sobre el ofensor sería diez veces superior. Finalmente,
Él les dijo que el secreto del éxito era oír siempre a la voz silenciosa de la
divinidad llamada Perseverancia. 1

La siguiente historia de Ifá del odu Ogbe Ogundá es una magnifica lección de
perseverancia que nos regala Orúnmila como deidad de la sabiduría.

Fue Ogbe Ogundá, el que reveló la inagotable paciencia de Orúnmila.


Orúnmila declaró que aunque é1 parece débil y enclenque, cuando decide
moverse puede ser rápido como el relámpago. Cuando es ofendido le toma tres
años para reaccionar, dejándole de ese modo suficiente tiempo al ofensor para
que se arrepienta y busque el acercamiento. Aún cuando él decide tomar la
ofensa, su reacción es tan lenta como el movimiento del caracol. aunque sus
pies son tan numerosos como los del ciempiés, el que está dotado de tantas
extremidades y se mueve lentamente, y continúa diciendo Orúnmila: “cuando
me muevo y mi movimiento es obstruído por una roca del camino, me enrollo
como el ciempiés y espero que madure el follaje de los árboles y caiga al piso
para formar un puente que facilite mi moviento por encima de la roca. Por otra
parte, si nmi movimiento es obstruído por un árbol caído, espero que se
descomponga para continuar mi camino, tiene que ser verdaderamente una ira
tremenda que pueda sobrevivir el tiempo que toma en corroerse y deteriorarse
un árbol caído, o el follaje que cae amontonándose sobre la roca”.

Así es como Orúnmila enseña y encarga a todos sus hijos y partidarios que
desarrollen una disposición inagotable hacia la paciencia cuando alguien los
ofenda. El dictámen de Orúnmila es el siguieute:

“Las medicinas y los hechizos pueden fallar como remedios, pero la eficacia de
la paciencia nunca falla”. 2

Notas

1 . C. Osamaro Ibie: Ifism the complete work of Orunmila. Ibidem, Vol. 2, The
odus of Eji Ogbe.

2 . Ibídem, Vol. 2, The odus of Eji Orbe.

Capítulo XVIII

Los Fàes, Àbikúes o Hadas

Una ancha mancha oscura es lo que te envuelve.


Una breve duración en la Tierra es lo que te espera.
El mal deseo es lo que te lleva a una muerte segura.
Odu de Ifá Oyekú Meji

Los Faes, Abikúes, Hadas (o imere en yoruba e ibakhuan en Beni) tienen su


morada antes del límite del Cielo, en una zona gris llamada Hades/Jéidis (el
otro mundo, la otra vida).
Estas son deidades que sólo viajan a la Tierra por corto tiempo ya sea por unas
pocas horas, días, semanas, meses o años en forma de personas y mueren
cuando su tiempo escogido acaba.

Sólo Orúnmila, quien descubrió el secreto de cómo prolongar las vidas de las
personas en la Tierra, es decir, sólo si los padres del niño son capaces de
descubrir en la adivinación por anticipado que el niño que viene es un Hada,
podrán hacer algo por él. Los Hadas o Faes son los únicos que dejan el Cielo
con malos deseos para ellos mismos.

Ilustraremos con mensajes propios de Ifá extraídos del odu Oyekú Irosun que
vaticina que el adivinado es un Fae o Hada:

A cualquiera que este odu le aparezca en el Ugbodu está destinado a ser Fae, y
salvo por una gracia especial de Olodumare y Orúnmila a través del sacrificio
apropiado, no es probable que viva por mucho tiempo en la Tierra, por lo que,
tan pronto como este odu aparezca en el Ugbodu, se debe hacer un sacrificio
especial con un chivo y un perno en U con rueca en ambos extremos con el
cual el cráneo del . chivo debe ser sujeto al altar de Echu.

Al nuevo Ifá se le debe dar otra chiva para agasajar a sus compañeros Faes y
quitárselos de su espalda y una porra o garrote especial debe ser preparado y
entregado a Echu con el cual conducirá a sus cohortes para dejarlo perdurar en
la Tierra.

Este sacrificio debe ser hecho después de su próximo matrimonio siguiendo la


realización de la ceremonia de iniciación de Ifá. El sacrificio debe ser realizado
en realidad, en la ceremonia de nombramiento del primer parto de la nueva
esposa cuyo hijo será un niño.

Oye nbogsun oto lojumí, oto lo jure, Oun lo obirin fi gbe eru oja.

Awon lo ndifafun oye nbogsun.

Nijo toun gbe ojuminto shaya,

Lo nbi omo okunrrin ti ankpe adagba.

Ellos adivinaron para Oyekú Irosun cuando él se casó con una mujer llamada
0jumito quien le dio un hijo (varón) llamado Adagba. Le indicaron sacrificar una
chiva y una gallina a Ifá y un chivo a Echu y que salvo que hiciera el sacrificio el
muchacho viviría y él moriría.

La esposa no obstante, lo persuadió a demorar el sacrificio hasta después del


sangramiento postnatal. Él murió antes de que el sacrificio pudiera ser hecho.
Aún cuando este odu aparezca en la adivinación, el sacrificio más arriba
expuesto debe ser hecho sin demora con el siguiente conjuro:

Adagbe mi Irosun, Iyomo deje lomo, Ruja, iyomo.

Esta es la canción con la cual normalmente se mata la chiva para Ifá. El


sacrificio se hace con ambos, las patas de la chiva y una gallina. Esa es la única
forma de salvar a un(a) Fae para que perdure por mucho tiempo en la Tierra. 1

De forma universal a los Faes o Hadas se le sacrifica en un lugar específico


llamado "Los Escombros", es decir, en los vertederos de basura. Allí se lava con
las hojas apropiadas un pedazo de cadena con el polvo divino del Odu Idí Oché
que es utilizado por el interesado en su pie izquierdo como símbolo que era un
Fae y rompió el juramento de regresar al Cielo ofreciendo en su lugar la vida de
un animal de cuatro patas.

Nota

1. C. Osamaro Ibie: Ifism the complete work of Orunmila , Vol. 3, The odus of
Oyeku.

Glosario comentado

Nombre en Yoruba Significado


español

Alafin, Olofin u Aalafin, Olofin Jefe tradicional de lfá o el señor o rey del castillo.
Olofin u Olofen. Algunos dan este nombre a Oloddumare pero
constituye un error.

Agbigba Àbígbà. Nombre de un sirviente de Orúnmila que nunca


fue deificado.

Agba Agba Calabazo o jícara que se elabora de la güira.

Aiye Aiye Divinidad de la paz y una de las cuatro mas


ecuánimes de las divinidades. Sirvienta de
Orichanlá y vive con Oro.

Ajé u Olá Ajé Àjè u Olá Àjé Divinidad de la prosperidad.

Aparo Àkpáró Tablero de Ifá o bandeja de adivinación.


Apeterbí Àkpéterbí Quien convoca al nacimiento, es la mujer
consagrada en el ifismo.

Are Are Corona del ooni de Ife.

Aribejí Aríbèjí Divinidad del misterio, culto mucho más poderoso


que el culto de Oro, encargado de la purificación
social.

Aché Ase Poder vital, vara de autoridad, energía suprema.

Achivatá Asibatá Planta que crece en la superficie de los ríos. En el


culto de los orichas simboliza la prosperidad.

Awo Awo Sacerdote versado en los misterios de Ifá.

Ayo Ayo Es un juego parecido al ajedrez donde se utilizan


las semillas de guacalote como fichas.

Ayelalá Ayélalá Mujer que se convirtió en divinidad. Se 'considera


la guardiana de la moral social.

Azá Àzá Cuchillo perteneciente a la parafernalia de Ifá.

Batá Bàatá Divinidad considerada como la verdadera esposa


de Chango.

Babalao Bàbálawo Sacerdote de Ifá. Hombre, padre o maestro que


guarda secretos o los misterios de Ifá.

Bromú y Bròmú y Divinidades inferiores, custodios de Oddudua.


Brònciá. Brònciá

Cauries Càuries, Caracoles pequeños que en épocas lejanas


Còwries o representaron el dinero en Nigeria. Son empleados
Akomo para adornar, en sacrificios y como medio de
adivinación.
Dieciséis cauries utilizados para la adivinación en
Diloggún Erídìlogún el culto de los orichas.

Ebbora Èbora Personas que fueron deificadas por determinadas


circunstancias ocurridas durante sus vidas.
Égungun o Ègúngún o Divinidad que representa el culto de los ante-
Eggun Èegun. pasados difuntos.

Ejá abbori Ejà Aborí Pescado de agua salada.

Eyiogbe Èjìogbè Signo numero uno de Ifá.

Eká o Iká Èká Signo numero trece de lfá.

Ebbó Èkbó Se traduce como sacrificio, la acción de sacrificar


animales, materiales o plantas para un de-
terminado fin.

Epó Èkpó Aceite de palma o manteca de corojo.

Eleniní Èléniní Divinidad del Obstáculo o el Infortunio.

Echu Èsu Divinidad que' establece el equilibrio dinámico de


la existencia, es el controlador de los sacrificios,
considerado el policía universal. Es llamado por
otros nombres como Elegguá, Legbá, etcétera.

Itá Eta Ceremonia que se celebra al tercer día de


realizado un sacrificio y donde la deidad se
dispone para conversar con el ofrendante.

Eturá Ètura Signo numero once de Ifá.

Eturukpón u Èturúkpón Signo numero catorce de Ifá.


Otrupo

Etutú Ètùtú Sacrificio que se realiza en la noche a las brujas


con animales y disímiles platos, una olla de barro y
un incinerador.

Eziza Èziza Divinidad del viento.

Faes o Abikúes Faes o Abikú Divinidades que vienen por corto tiempo a la
Tierra, los encargados de provocar la muerte
prematura.

Idí u Odí Ìdí Signo numero once de Ifá.

Ifá Ifá Sistema de adivinación de los yorubas. En el se


concentran todas las experiencias tradicionales de
esos pueblos. Es la compilación del pensamiento,
la comprensión y la sabiduría.

Ikú Ikú Divinidad de la muerte, la preferida de


Oloddumare.

Ilgedé Ílgèdé Divinidad del conjuro

Irete Irete Signo numero doce de Ifá


Divinidad que vive en la caoba africana, a veces se
Iroko Irókò mezcla su nombre con el de la planta.

Iroso Ìròsún Signo numero siete de Ifá.

Isalayé Isalayé Energía astral que se hace acompañar por


divinidades. Movimiento de un extremo a otro,
ejemplo: del Cielo a la Tierra.
Signo numero tres de lfá.
Iwori Iwori

Iyàmí
Iyamí Òsoòronga Divinidad reina-del culto de la hechicería, los
Ochooronga miembros de dicho culto son conocidos como los
Ancianos de la Noche.

Yefá Iyèrósún Polvo divino preparado por el sacerdote de Ifá y


que también es llamado aché.
Pereggún Kpéregún
Planta (Dracaena Lutea) vulgarmente llamada
"bayo-neta". Habita en terrenos áridos y
pedregosos. Es una de las principales plantas en
las consagraciones.

Meyis Méjìs Dobles

Obbalifón u Òbàlifón u Divinidad de los metales preciosos, la paz y el


Obbalufón Òbàlufòn bienestar.

Nuez de kolá Obí kolánút Es el fruto del árbol llamado kolá. Entre sus
funciones están: servir como ofrenda alas
divinidades, cumplimentar una oración o rezo,
servir la cabeza, como símbolo en los pactos entre
dos o más personas, como aperitivo y como medio
de adivinación simple. En Cuba y otros países de
Latinoamérica ha sido sustituida por el coco.
Existen varios tipos de nueces de kolá, la amarga,
la blanca y la risueña, estas pueden ser de cuatro
y seis lóbulos.
Marca, signo, energía, esencia que lleva implícita
Odu Odu la comprensión, la sabiduría y el conocimiento de
todo el

mundo yoruba

Oddudua u Òdûdûwá Divinidad que viven el castillo, de el se dice que es


Oddua el primer rey.
Obba Óba Divinidad relacionada con las tumbas, el río, la
guerra y la piratería
Signo numero cinco de lfá.
Obara Òbàrà

Ofún Òfún Signo numero dieciséis de Ifá

Oggún Ogún Divinidad de la ingeniería metalúrgica y de la


guerra.
Oggué Ogué Divinidad que se simboliza con dos tarros de buey
o toro cargado considerado atributo de Changó.
Ochosi Óososi Divinidad tutelar de la caza.

Oke Oké Divinidad tutelar de las montanas.

Okonrón u Òkònròn Signo numero seis de Ifá.


Ocaña

Ókpele u ÓpeleÒkpellé u Mensajero de los odus de lfá. Instrumento de


Òpele adivinaci6n. Deidad adivinatoria. En Cuba y otros
países su nombre ha degenerado en: ócule, ócole,
écule, etcétera.
Dios, nombre del ser supremo, el Todopoderoso.
Oloddumare Òlodúmaré

Divinidad que vive en el mar.


Olokun Olòkun
Osa Òosá Uno de los nombres que se le acredita a
Oranfe Oránfé Divinidad a la cual se le aplican los atributos de
Changó y a veces lo con-funden con él.
Orí Orí Divinidad primordial, la esencia personal de un
individuo.

Orichas Orisàs Divinidades


Nombre de la deidad que viste siempre de blanco,
Orichanlá Orìsanlá la archidivinidad, el representante de Oloddumare
en la Tierra.

Orichaoko Orisaòkò Divinidad de la fertilidad de la tierra y la


agricultura.

Orichas fun fun Aquellos orichas que pertenecen al linaje de


Orichanlá, que visten de blanco.

Oro Lewé Òró Lèwé Divinidad del encanto, el misterio y el retiro, la


que vive en lo más intrincado del bosque, aquel
que nunca fue visto y produce parálisis.

Orúnmila u Òrúnmìlá Divinidad de la sabiduría, portavoz del sistema de


Orula adivinación de Ifá, testigo propio de Oloddumare.

Osa Osa Signo numero diez de Ifá.

Ozain u Òsanyín Divinidad que tiene como principal función curar


Osanyín con las plantas medicinales a las que conoce
perfectamente.

Oché Osé Signo numero quince de Ifá

Òsúmare Divinidad del arco iris, considerado el excretor de


riquezas.

Osan Osún Divinidad inferior (Osan de extensión), atributo de


la deidad Oddudua.
Ochumare Ósúmare Divinidad del arcoiris, considerado el excretor de
riquezas.
Ochún Ósún Divinidad tutelar de los ríos

Otá Olé Otá Olé Divinidad del suelo/tierra.


Owanrin u Òwànrín Signo numero ocho de Ifá.
Ojuani

Oyá Oya Divinad de las arboledas, las tempestades y los


atardeceres.
Signo numero dos de Ifá.
Oyekú Óyèkú

Chango
Sango Divinidad de la electricidad, los truenos y los
relámpagos.

Sank pana o Sànkpana Divinidad de la viruela


Sonpona

Sara Sàráh Sacrificio a las brujas de un animal de cuatro


patas cuya sangre se derrame alrededor de la
casa del ofertante para que se conozca que ha
pagado su deuda.
Ugbowen Ugbowen
Arboleda sagrada en donde se cree que habitan
muchos espíritus.
Divinidad tutelar de la casa o morada donde
Ulé Ulè habita el hombre.

Yemayá Yémonjá Divinidad de las aguas.


Yemó Yemoó Divinidad esposa de la deidad Orichanlá .

Yeyemuwó Yeyemúwó Esposa de la deidad Eleniní.

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