Escuela Positiva

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LA ESCUELA POSITIVA

La aparición del positivismo fue consecuencia del auge alcanzado por las ciencias
naturales en los estudios filosóficos del siglo XIX, y se hizo sentir en todas las disciplinas
incluyendo al derecho, la psiquiatría, la criminología y la psicología. El positivismo es una
postura filosófica que tuvo un impacto y por tanto una influencia enorme en el campo de
lo científico y por supuesto la búsqueda del conocimiento comprobable y válido.

El positivismo está estrechamente ligado a la búsqueda metódica sustentada en lo


experimental, rechazando nociones religiosas, morales, apriorísticas o conceptos
abstractos, universales o absolutos, Lo que no fuese demostrable materialmente, por vía
de experimentación reproducible, no podía ser científico.

El positivismo se expandió exitosamente, como un pensamiento progresista,


revolucionario, capaz de sacar al mundo del atraso y del oscurantismo religioso o
supersticioso de los siglos precedentes. El hombre y la ciencia serían artífices de todas
las explicaciones y los descubrimientos, capaces de superar todas las enfermedades, los
obstáculos sociales y hasta la propia naturaleza. El Positivismo no niega la existencia de
lo absoluto o metafísico, pero tampoco se ocupa del problema, limitándose al estudio de
lo real. Por ello los positivistas negaron carácter científico a las disciplinas filosóficas
propiamente dichas.

Augusto Comte. (1798-1857) es considerado como el padre del positivismo, a partir de él


justamente se inicia el interés por clasificar las ciencias. El
postulado de esta escuela se basa en el culto a los hechos,
a los fenómenos, a lo dado; toman patrones de las ciencias
naturales y pretenden trasladarlos al derecho penal.

Los personajes más representativos dentro de la escuela


positiva: Lombroso, Ferri y Garrofalo, cuyos apuntes
biográficos se incluyen en la unidad correspondiente a la
historia de la criminología. Según Ferri, el hombre, no es
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el rey de la creación, como tampoco la tierra es el centro del universo, sino una
combinación transitoria.

Para el Positivismo Criminológico el comportamiento del individuo en la dinámica de


causas y efectos que rige el mundo natural o el mundo social: en una cadena de estímulos
y respuestas, determinantes internos (biológicos) o externos (sociales), donde el infractor
es un animal salvaje y peligroso, inmerso en su propia herencia patología (determinismo
biológico) o receptor de procesos causales ajenos al mismo (determinismo social). En
materia penal, la Escuela Positiva se presenta igualmente como la negación radical de la
Clásica, pues pretende cambiar el criterio represivo, suprimiendo su fundamentación
objetiva al dar preponderante estimación a la personalidad del delincuente.

La escuela positiva se inicia como una reacción a la escuela clásica acusada de


descuidar a la figura del delincuente por realizar solo una conceptuación dogmática y
lógica, puramente basada en el derecho. Esta nueva visión provocó un cambio de método
en el estudio del delincuente, el medio, el delito y de las posibles soluciones que podían
aportar los avances científicos del momento, que tenían como base las ideas
evolucionista teniendo un previo conocimiento, experiencias que nos vayan
suministrando datos, factores que nos permitan facilitar la acción o decisión oportuna y
correcta. Así podemos pronosticar las causas de por qué delinque, con tal conocimiento
aplicaremos el correctivo y como consecuencia lógica podremos controlar el problema.

La escuela positivista propone la necesidad de profundizar en el estudio natural del delito


y sus causas, lo que permitirá descubrir las medidas correctivas para combatir el
fenómeno, pretendiendo incluso que un día se podría llegar a predecir quién y en qué
forma delinquirá; más aún, el número de delitos que se darían en cada época o región.
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Cesare Lombroso (1835-1910) considerado como el


fundador del positivismo biológico, desarrolla, un poco
antes de 1876, su teoría del hombre criminal, él, quien
pertenecía a la llamada escuela de antropología criminal,
establece el concepto de criminal atávico, según el cual
el delincuente representaba una regresión a estados
evolutivos anteriores, caracterizándose la conducta
delincuente por ser innata.

Este criminal atávico podía ser reconocido debido a una serie de estigmas físicos o
anomalías, como por ejemplo, el excesivo desarrollo del
cerebelo, asimetría del rostro, dentición anormal, y lo que
se considera como la característica más atávica en los
criminales, es el hoyuelo en medio del occipital. (a este le
concedía gran importancia), la sinostosis precoz (fusión
anormal de los huesos que forman una articulación por la
proliferación de tejido óseo), la costra frontal hipertrófica,
la asimetría craneal y mandíbulas enormes, así como la nariz torva, orejas de soplillo,
senos frontales muy pronunciados, órbitas muy grandes y demasiado separadas.

También estudia Caracteres Psicológicos, entre los cuales quizá el más relevante es la
presencia de tatuajes en los delincuentes, y la región corporal donde aparezcan. Así, en
los homosexuales sería frecuente encontrar tatuajes en las nalgas, que, tanto en los
temas como en las inscripciones, aluden a la “inversión” sexual del sujeto.

En los delincuentes heterosexuales abunda el tatuaje en el bajo vientre y regiones


cercanas a los órganos sexuales, normalmente con motivos obscenos. A menudo se da
entre los delincuentes la práctica del auto-tatuaje; tal insensibilidad ante el dolor es la que
lleva a Lombroso a establecer una conexión entre el tatuaje y la insensibilidad general
del delincuente. En cuanto a la temática del tatuaje la mayoría son dibujos sexuales,
relativos a la venganza, o también símbolos jeroglíficos, lo que Lombroso pone en
conexión con la costumbre paralela de los que él denomina “salvajes”; el tatuaje simbólico
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tiene una doble función, distinguir al delincuente del que no lo es y la de apuntar hacia el
origen atávico de los tatuajes.

Enrico Ferri (1856-1929) autor de la sociología criminal


en 1884, afamado abogado adherido al fascismo,
militante en un principio del Partido Socialista Popular-
desde su época de estudiante se pronunció
completamente en contra de la Escuela Clásica y del
pensamiento del derecho penal liberal. Para él, el
hombre es una máquina que no posee
autodeterminación con respecto a su conducta, sino que
ésta era completamente predeterminada por distintos
factores que en cierto momento terminarían en la comisión de un delito.

El delincuente no es un tipo abstracto: presenta variedades que pueden clasificarse. Hay


que distinguir sobre todo al delincuente habitual del ocasional. A este propósito, la
estadística de la recidiva general y de la recidiva en las varias especies de crímenes
confirma indirectamente la observación de que, del número total de delincuentes, sólo
una parte presenta anormalidades individuales que la antropología ha revelado. Sobre
esta clasificación surge otra, más completa y específica, entre delincuentes "locos"
(afectos de imbecilidad moral, epilépticos, etc.), "natos" (los "salvajes" de que acabamos
de hablar), "habituales" (generalmente corrompidos sociales), "pasionales"
(temperamentos morales, pero hipersensibles) y "ocasionales" (que llegan a la
delincuencia por incentivos externos).

Al respecto y en la búsqueda de la formulación de los fenómenos determinantes de la


conducta, Ferri elaboró la ley de saturación, de acuerdo con; Elbert (2001:54): esta
afirmación, cada año el nivel de criminalidad estaría determinado por diversas
condiciones físicas y sociales en combinación con factores congénitos y de impulsos del
individuo, sin embargo resultaba importante cuestionar qué medio social exactamente
era al que se refería, a qué condiciones y de qué cantidad de delitos se estaba hablando;
porque ciertamente la ley de saturación era más bien un supuesto formulado de una
manera muy ambigua. Entre algunas de las ideas radicales que manejaba Ferri, en las
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cuales establecía que las penas y/o castigos eran ineficaces, proponiendo entonces una
gran cantidad de medidas de reforma social encaminadas a la prevención; Ferri la llamó
“temibilidad de autor” y dedujo de ella que era necesario establecer penas
indeterminadas, guiadas por el tratamiento necesario para que el sujeto supere su
propensión delictiva, lo que imponía también un individualización de la pena, aspectos
que han llegado hasta nuestros códigos penales de hoy.

En 1887 Ferri dice que La escuela positiva consiste en estudiar al delito, primero en su
génesis natural, y después en sus efectos jurídicos, para adaptar jurídicamente diversos
remedios a las varias causas que lo producen los que, en consecuencia serán eficaces.
En 1933 explica que la escuela criminal positiva no consiste únicamente, en el estudio
antropológico del criminal, pues constituye una renovación completa, un cambio radical
de método científico en el estudio de la patología socio criminal, y de los que hay de más
eficaz entre los remedios sociales y jurídico que nos ofrece. La ciencia de los delitos y
de las penas era una exposición doctrinal de silogismos, dados a luz por la fuerza
exclusiva de la fantasía lógica; la escuela ha hecho de ello una ciencia de observación
positiva, que, fundándose en la antropología, la psicología y la estadística criminal, el
derecho penal y los estudios penitenciarios, llega a ser la ciencia sintética, que él mismo,
la llamo sociología criminal, y así esta ciencia, aplicando el método positivo al estudio del
delito, del delincuente y del medio, no hace otra cosa que llevar a la ciencia criminal
clásica el soplo vivificador de las últimas e irrefragables conquistas hechas por la ciencia
del hombre y de la sociedad, renovada por las doctrinas evolucionistas.

El la síntesis biográfica de Lombroso, el criminal es un ser atávico, con regresión al


salvaje; el delincuente es un loco, un epiléptico y Ferri modifica la doctrina de Lombroso
al estimar que si bien la conducta humana se encuentra determinada por instintos
heredados, también debe tomarse en consideración el empleo de dichos instintos y ese
uso está condicionado por el medio ambiente y sus causas sociológicas.
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Finalmente tenemos a Rafael Garrofalo (1851-1934)


juez descendiente de una familia noble y conservadora
que en cuestión de carácter era muy diferente al
temperamental de Ferri, pero que al hablar de ideas
acerca de la criminología y posiciones políticas eran
coincidentes con las de éste, llegando a compartir tanto
actividades científicas como políticas.

En 1885 publicó Criminología, referente por demás


histórico del nacimiento de tal disciplina. Derivado de su convicción de que el delito es
consecuencia de anormalidades psicológicas o morales hereditarias del delincuente,
haciendo énfasis en que tales anormalidades eran distintas a la enfermedad mental;
estableció que si bien los delitos cometidos son distintos en las diversas regiones del
mundo, existen ciertas conductas delictivas que se mantienen constantemente presentes
(homicidio, violaciones, robo) y concluyó que el positivismo no podía limitarse a definir al
delincuente, sino que también debía definir al delito mediante la creación de una noción
propia y universal del mismo.

“Los delitos universales serían, para Garrofalo, aquellos que provocan un reproche
universal, lesionando reglas que facilitan la vida social”. Derivado de la afirmación de la
existencia de delitos constantes en el mundo y delitos propios de cada región, Garrofalo
propuso crear dos códigos penales, uno para los delitos universales y otro acorde a cada
país y sus necesidades. Al igual que Lombroso y Ferri, estableció una clasificación para
los delincuentes, sin embargo ésta se basaba también en parámetros subjetivos,
imprecisos y difíciles de diferenciar. Cabe destacar que se de hecho se distanció
marcadamente de la antropología de Lombroso y del sociologismo de Ferri, compartiendo
con ellos únicamente la idea de defensa social como base del derecho a castigar,
fundamento de la política criminal. Garrofalo es el jurista; pretende dar organización
jurídica a las concepciones positivas produciendo la definición del delito natural y
establece cuatro tipos para que exista un delincuente nato:

1) El asesino: Criminal nato que no tiene sentimientos de altruismo y de probidad, por lo


que puede cometer delito cuando se le presente la oportunidad.
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2) El delincuente violento: Le falta sentimiento de piedad, por lo que comete delitos


violentos.

3) El ladrón: El que atenta contra la probidad. Este sentimiento no tiene raíces profundas
en estos individuos. Le falta el sentimiento altruista y está influenciado por el medio
ambiente.

4) El delincuente lascivo: No encaja en las anteriores, podría ser delincuente sexual.

Antes de formar parte de la Escuela Positiva, Garofalo aportaba las bases y la orientación
jurídica necesaria fue un autor prolífico, entre sus obras más importantes se hallan:

 La mitigación de las penas en los delitos de sangre (1877).

 Estudios recientes sobre la pena (1878).

 Un criterio positivo de la sanción (1880).

 Criterio positivo de la penalidad (Nápoles, 1880).

 La criminología: estudio sobre el delito, sobre sus


causas y la teoría de la represión (Turín, 1885).

 La criminología. Estudio sobre el delito y sobre la


teoría de la represión (1885).

 Estudios recientes sobre la penalidad (1885).

 Polémica en defensa de la Escuela Criminal Positiva


(en colaboración con Cesare Lombroso, Enrico Ferri
y Giulio Fioretti. Bolonia, 1886).

 Reparación a las víctimas del delito (Turín, 1887).

 Estudios criminalistas (1896).

La escuela positiva aplica a la investigación de la criminalidad el método inductivo


experimental. Lo que justifica su aplicación a la ciencia penal, según Ferri, es la idea de
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que todas las ciencias tienen una misma naturaleza y un idéntico objeto, el estudio de la
naturaleza y el descubrimiento de sus leyes, para beneficio de la humanidad.

El derecho, es un producto social, lo mismo que otras manifestaciones de la vida humana


asociada. Esta concepción adecuada al método empleado, no permite dar al derecho un
contenido distinto del que resulta de las fuentes legislativas, y hace innecesaria la
investigación de su origen. La ley penal tiene su origen en la necesidad evidente de la
vida asociada, y representaba el poder soberano que el estado ejercita, como derecho y
deber impuesto por aquella necesidad.

La razón de la justicia penal es la defensa social, entendida como defensa del Estado en
su ordenamiento jurídico-positivo, esto es: la defensa de las condiciones fundamentales
para la vida de los ciudadanos ordenados y constituidos en comunidad. Los temas de
estudio son el delito, el delincuente, la sanción y el juicio.

El delito: es tanto un fenómeno jurídico como un ente táctico. Debe contemplarse ambos
aspectos, pues uno y otro, si no se integran, resultan insuficientes.

El delincuente: Ferri constituyó su clasificación de (nato, loco, habitual, ocasional y


pasional).

La sanción: tiene por fin asegurar la defensa social, y ha de cumplir una función
preventiva. No debe ser solo proporcionada a la gravedad del delito sino que ha de
adaptarse también y en primer término a la peligrosidad del delincuente, empleando
incluso la segregación por tiempo indeterminado hasta que el reo aparezca readaptado
a la vida libre.

Coincidencias A pesar de las divergencias existentes entre los positivistas, pueden


señalarse varias concepciones comunes, de la siguiente manera:

El punto de mira de la justicia penal es el delincuente, el delito no es sino un


síntoma revelador de su estado peligroso.
La sanción penal que derive del principio de la defensa social, debe estar
proporcionada y ajustada al estado peligroso y no a la gravedad objetiva de la
información.
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El método es el inductivo, experimental.


Todo infractor de la ley penal, responsable normalmente o no, tiene
responsabilidad legal.
La pena posee una eficacia muy restringida; importa más la prevención que la
represión de los delitos y, por tanto, las medidas de seguridad importan más
que las penas mismas.
El juez tiene facultad para determinar la naturaleza delictuosa del acto y para
establecer la sanción, imponiéndola con duración indefinida para que pueda
adecuarse a las necesidades del caso.
La pena, como medida de defensa, tiene por objeto la reforma de los
infractores readaptabas a la vida social y a la segregación de los incorregibles.

POSTULADOS DE LA ESCUELA POSITIVISTA

El punto de mira de la justicia El delito es solo un síntoma revelador de su estado


penal es el delincuente peligroso.

Se rechaza lo abstracto para conceder carácter

Método experimental científico solo a lo que pueda inducirse de la


experiencia y de la observación.

El hombre carece de libertad de elección El


Negación del libre albedrío
delincuente es un anormal.

Si el delito es resultado necesario de las causas


El delito como fenómeno
apuntadas, tiene que ser forzosamente un fenómeno
natural y social
natural y social.

Se sustituye la imputabilidad moral por la


Responsabilidad social responsabilidad social. Si el hombre se halla
fatalmente impedido a delinquir, la sociedad se
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encuentra también irremediablemente inclinada a


defenderse.

La sanción no debe corresponder a la gravedad


Sanción proporcional al
objetiva de la infracción, sino a la peligrosidad del
estado peligroso
autor.

La pena es una medida de defensa cuyo objetivo es la


Importa más la prevención reforma de los delincuentes readaptables y la
que la represión de los segregación de los inadaptables por ello interesa más
delitos. la prevención que la represión; son más importantes
las medidas de seguridad que las mismas penas.

El delito, para los positivistas, como hecho actual y real está dentro de los hechos
naturales. La base moral que se requería del ciudadano (Escuela Clásica) pasa a un
plano secundario ante la responsabilidad social de los individuos, que serán penados y
no sancionados, por el tiempo que sea necesario, para que el delincuente deje de ser un
peligro y tratado con métodos científicos de protección social, que buscan combatir la
criminalidad y sus diferentes tipologías determinadas por los estudios psicobiológicos.
Desde este momento surgirá la necesidad de mantener el control de la sociedad, a través
de la profilaxis de los biológicamente degenerados, que son titulares de acciones
desviadas, cuestión que requiere de una acción terapéutica para normalizar a estos seres
enfermos. Esta acción se realizara por medio de la evaluación objetiva del
comportamiento humano y de los hechos sociales, por medio de recursos científicos que
utilizan las ciencias naturales. Uno de los principales instrumentos de evaluación será la
estadística que buscara cuantificar el comportamiento y extraer los principios generales
que motivan las acciones de los hombres.

El criminal es un ser que, desde la antropología criminal, habría involucionado a etapas


inferiores, un análogo físico del hombre salvaje y por lo tanto miembro de una especie
humanoide. Su conducta desviada nace con el individuo, que se distingue del resto por
características físicas evidentes que determinarían si una persona es un asesino, un
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ladrón, etc. Desde este momento el delito estará determinado por las cualidades animales
del individuo delincuente y no por la sociedad de la cual surge el mismo. Este criminal
que se encontraba en grados biológicamente inferiores, era el que realizaba acciones
desviadas, propias de un ser anormal.

LAS ESCUELAS CLÁSICA Y POSITIVISTA Y RESENTANTES

CLASICA Libre albedrío.

Carrara. Igualdad de derechos.


Responsabilidad moral.
Romagnosi. Objeto: el delito (jurídico).

Rossi. Método: deductivo (especulativo).


Pena proporcional al delito.
Carmignani. Clasificación de delincuentes
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Negación del libre albedrío.


POSITIVA
Responsabilidad social.
Ferri. Objeto: el delincuente.
Método: inductivo (experimental).
Garofalo.
Pena: proporcional a la peligrosidad
Lombroso y principalmente Prevención más
que represión.
Medidas de seguridad.
Clasificación de delincuentes,
Sustitutivos penales.

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