Justicia Militar

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JUSTICIA MILITAR EN TIEMPOS DE PAZ

Según el artículo 3º del Código de Justicia Militar (en adelante “CJM”), los
Tribunales Militares tienen jurisdicción sobre chilenos y extranjeros, para juzgar todos los
asuntos de la jurisdicción militar que sobrevengan en el territorio nacional y, en ciertos
casos, fuera de éste. Los asuntos que corresponde conocer a la jurisdicción militar son los
siguientes:
a. Las causas por delitos militares, entendiéndose por tales los contemplados en el
CJM o en leyes especiales que sometan el conocimiento de sus infracciones a los
Tribunales Militares.
b. Los asuntos y delitos perpetrados fuera del territorio nacional, cuando acontezcan
dentro de un territorio ocupado militarmente por las armas chilenas; cuando se trate
de delitos cometidos por militares en el ejercicio de sus funciones o en comisiones
del servicio; y cuando se trate de delitos contra la soberanía del Estado y su
seguridad exterior o interior.
c. Las causas por delitos comunes cometidos por militares durante el estado de guerra,
estando en campaña, en acto del servicio militar o con ocasión de él, en los
cuarteles, campamentos, vivaques, fortalezas, obras militares, almacenes, oficinas,
dependencias, fundiciones, maestranzas, fabricas, parques, academias, escuelas,
embarcaciones, arsenales, faros y demás establecimientos o dependencias de las
Instituciones Armadas.
d. Las acciones civiles que nazcan de los delitos enumerados anteriormente, para
obtener la restitución de la cosa o su valor.

La justicia militar divide su jurisdicción en dos: los tribunales militares en tiempos


de paz (artículo 13 CJM) y los tribunales militares en tiempos de guerra (artículo 71 CJM).
Así, lo que determina el funcionamiento de unos u otros es el “tiempo de guerra”, que
según el artículo 418 del CJM, es aquel que corresponde a cuatro situaciones:
a. Cuando ha sido declarada oficialmente la guerra.
b. Cuando ha sido declarado oficialmente el estado de sitio.
c. Cuando de hecho existiere la guerra.
d. Cuando se hubiere decretado la movilización para la guerra, aunque no se haya
hecho su declaración oficial.

Este estado o tiempo de guerra, puede referirse tanto a guerra externa -entre
Estados- o interna -entre bandos de un mismo Estado-.1

En este sentido, según el artículo 73 del CJM, desde el momento en que se nombre
General en Jefe de un Ejército que deba operar contra el enemigo extranjero o contra
fuerzas rebeldes organizadas, cesará la competencia de los Tribunales Militares del tiempo
de paz y comenzará la de los Tribunales Militares del tiempo de guerra, en todo el territorio
declarado en estado de asamblea o de sitio.

1
Hugo Musante Romero, op. Cit., ha señalado que la “guerra” presupone la existencia de enemigos, por lo que se acota el
estado de guerra interna a situaciones en que existan “fuerzas rebeldes o sediciosas organizadas militarmente” en virtud
del artículo 419 del CJM. Sin embargo, dicho artículo, en su literalidad, define cuándo se entiende que una fuerza “está
frente al enemigo”, frase que no se incluye en la definición de “tiempo de guerra” otorgada por el artículo 418 del CJM.
Durante la dictadura militar, la Junta de Gobierno dictó varios Decretos de Ley que
afectaron la competencia de los Tribunales Militares: el 11 de septiembre de 1973 declara
estado de sitio en todo el país mediante el DL nº3; al día siguiente, mediante el DL nº5,
aclara que el “Estado de Sitio” debe entenderse como estado o tiempo de guerra, lo que
otorga competencia a los Tribunales Militares de Tiempo de Guerra y hace aplicable la
penalidad de dicho tiempo; finalmente, el 17 de septiembre de 1973, mediante el DL nº13,
aclara el sentido y alcance del artículo 72 del Código de Justicia Militar, señalando que a
los Tribunales Militares de Tiempos de Guerra les corresponde el conocimiento de todos
los procesos iniciados con posterioridad al nombramiento General en Jefe (calidad asumida
por la Junta de Gobierno). De este modo, dichos tribunales pudieron conocer delitos
cometidos antes del 11 de septiembre de 1973, mientras que los Tribunales Militares de
Tiempos de Paz sólo continuaron conociendo las causas pendientes.2

La Justicia Militar en tiempos de paz está conformada por cuatro tribunales: los
Juzgados Institucionales, los Fiscales, las Cortes Marciales y la Corte Suprema.

Los Juzgados Institucionales están compuestos por el Juez Institucional, un Auditor


y un Secretario. Son jueces los Comandantes en Jefe de las respectivas Divisiones o
Brigadas del Ejército. A estos tribunales les corresponde principalmente conocer en primera
instancia todos los asuntos civiles y criminales que constituyen la jurisdicción militar,
requiriendo o autorizando al respectivo Fiscal para la sustanciación de la causa y
procediendo de acuerdo con el Auditor al pronunciamiento de las sentencias.

Los Auditores son funcionarios destinados a asesorar en materias legales a las


autoridades administrativas y judiciales de las instituciones armadas. Deben concurrir con
el Juez Institucional a la dictación y redacción de todas las sentencias del Juzgado.

Los Secretarios son funcionarios Ministros de Fe Pública encargados de autorizar


todas las resoluciones y actos emanados de los Jueces Institucionales o de los Fiscales.

Los Fiscales son funcionarios encargados de la sustanciación de los procesos en


primera instancia. Para ello, reciben todas las pruebas del sumario y plenario, pueden
detener a los inculpados y reunir todos los elementos de convicción hasta dejar los procesos
en estado de ser fallados por el Juzgado Institucional. Los Fiscales pueden ser letrados o no.

Originalmente existía sólo una Corte Marcial, pero desde 1977 existe una Corte
Marcial del Ejército, Fuerza Aérea y Carabineros, con asiento en Santiago, y una Corte
Marcial de la Armada, con sede en Valparaíso. La primera está integrada por dos Ministros
de la Corte de Apelaciones de Santiago, por los Auditores Generales de la Fuerza Aérea y
de Carabineros y por un Coronel de Justicia, del Ejército en servicio activo, y la segunda
por dos Ministros de la Corte de Apelaciones de Valparaíso, por el Auditor General de la
Armada y por un Oficial General en servicio activo de esta Institución. Entre otras materias,
las Cortes Marciales conocerán en segunda instancia las causas que conocieren en primera
instancia los Juzgados Institucionales que de ellas dependan.

2
Jurisprudencia: Delitos contra la Seguridad del Estado”, Tomo II: Consejos de Guerra, Volumen 1, Arzobispado de
Santiago - Vicaria de la Solidaridad, 1º Edición, 1990, p. 6.
En cuanto al procedimiento penal en tiempos de paz, este inicia por decreto del Juez
Institucional que ordena instruir un sumario. Este decreto debe dictarse cuando el Juez ha
adquirido el conocimiento de que se ha cometido un hecho punible, ya sea por denuncia,
por requerimiento del Fiscal General Militar o de otro modo. Luego, el Fiscal continúa con
la investigación, la que, en principio, no debe tardar más de 20 días, plazo que el Juez
puede ampliar. Cuando haya motivo bastante para sospechar que una persona es autor,
cómplice o encubridor de un delito, el Fiscal puede decretar su prisión o limitarse a citarlo a
prestar declaración. Tanto al sumario como a las órdenes de detención y prisión aplican las
reglas del Código de Procedimiento Penal. En contra de la orden de prisión sólo procede
recurso de amparo, ante la Corte Marcial respectiva.

Practicadas las diligencias necesarias para la averiguación del hecho punible y sus
autores, cómplices o encubridores, o vencido el término dentro del cual debe concluirse el
sumario, el Fiscal lo dará por terminado. Dentro del segundo día elevará el sumario al
Juzgado Institucional correspondiente, acompañado de su dictamen, en el cual hará una
relación sucinta del proceso y concluirá pidiendo que se sobresea la causa o que se castigue
a los inculpados.

Recibido el proceso y dictamen por el Juez Institucional, lo examinará y, si estimare


procedente sobreseer, dictará de inmediato la resolución en ese sentido. De lo contrario,
volverán los autos al Fiscal, quien ordenará ponerlos en conocimiento del o los inculpados,
para que en el término de seis días responda(n) por escrito a los cargos en su contra. En el
momento de notificación, los reos deben señalar el nombre de su abogado defensor,
pudiendo designar también como defensor a un Oficial de Ejército, carabineros, Aviación o
Marina que no sea de un grado superior al del fiscal que sustancia la causa. Podrán
asimismo manifestar que se defenderán por sí mismos. En dicho escrito de contestación, el
reo debe exponer todas las defensas que estime pertinentes, y si renuncia o no a las demás
diligencias del plenario, aceptando que se pronuncie sentencia inmediatamente o si, por el
contrario, quiere rendir prueba en el plenario, indicando los medios probatorios y la lista de
testigos o peritos.

Si el o los reos renuncian al plenario, el Fiscal elevará de inmediato los antecedentes


al Juzgado militar para su fallo. De lo contrario, se recibirá la causa a prueba por un plazo
equivalente a la mitad del tiempo que haya durado la sustanciación del sumario, no
pudiendo exceder de 20 días. La rendición y apreciación de la prueba se regirá, salvo
excepciones señaladas en el artículo 158 CJM, por las reglas del Código de Procedimiento
Penal. Vencido el término probatorio, el Secretario de la causa certificará este hecho y
expondrá cuál ha sido la prueba rendida, enviando inmediatamente la causa al Juzgado
Institucional.

Recibido el proceso por el Juzgado, lo hará examinar por su Auditor, quien


analizará si se ha omitido alguna diligencia de importancia. De ser afirmativo, se ordenarán
las diligencias pertinentes. No faltando ninguna diligencia, el Juzgado pronunciará
sentencia.

La sentencia puede ser apelada ante la Corte Marcial respectiva por el reo, la
víctima, el Fiscal General Militar o por el Fisco, por escrito o verbalmente al momento de
la notificación. Si la sentencia no fuere apelada, será enviada en consulta a la Corte Marcial
respectiva. Recibidos los autos por la Corte Marcial, en apelación o en consulta, el
presidente decretará que se traigan en relación y señalará el día para la vista de la causa,
que se realizará de acuerdo con los artículos 223 a 226 del Código de Procedimiento Civil.

Contra la sentencia de la Corte Marcial procede recurso de casación y de revisión,


ante la Corte Suprema.

JUSTICIA MILITAR EN TIEMPOS DE GUERRA

Según el artículo 3º del Código de Justicia Militar (en adelante “CJM”), los
Tribunales Militares tienen jurisdicción sobre chilenos y extranjeros, para juzgar todos los
asuntos de la jurisdicción militar que sobrevengan en el territorio nacional y, en ciertos
casos, fuera de éste. Los asuntos que corresponde conocer a la jurisdicción militar son los
siguientes:
e. Las causas por delitos militares, entendiéndose por tales los contemplados en el
CJM o en leyes especiales que sometan el conocimiento de sus infracciones a los
Tribunales Militares.
f. Los asuntos y delitos perpetrados fuera del territorio nacional, cuando acontezcan
dentro de un territorio ocupado militarmente por las armas chilenas; cuando se trate
de delitos cometidos por militares en el ejercicio de sus funciones o en comisiones
del servicio; y cuando se trate de delitos contra la soberanía del Estado y su
seguridad exterior o interior.
g. Las causas por delitos comunes cometidos por militares durante el estado de guerra,
estando en campaña, en acto del servicio militar o con ocasión de él, en los
cuarteles, campamentos, vivaques, fortalezas, obras militares, almacenes, oficinas,
dependencias, fundiciones, maestranzas, fabricas, parques, academias, escuelas,
embarcaciones, arsenales, faros y demás establecimientos o dependencias de las
Instituciones Armadas.
h. Las acciones civiles que nazcan de los delitos enumerados anteriormente, para
obtener la restitución de la cosa o su valor.

La justicia militar divide su jurisdicción en dos: los tribunales militares en tiempos


de paz (artículo 13 CJM) y los tribunales militares en tiempos de guerra (artículo 71 CJM).
Así, lo que determina el funcionamiento de unos u otros es el “tiempo de guerra”, que
según el artículo 418 del CJM, es aquel que corresponde a cuatro situaciones:
e. Cuando ha sido declarada oficialmente la guerra.
f. Cuando ha sido declarado oficialmente el estado de sitio.
g. Cuando de hecho existiere la guerra.
h. Cuando se hubiere decretado la movilización para la guerra, aunque no se haya
hecho su declaración oficial.

Este estado o tiempo de guerra, puede referirse tanto a guerra externa -entre
Estados- o interna -entre bandos de un mismo Estado-.3
3
Hugo Musante Romero, op. Cit., ha señalado que la “guerra” presupone la existencia de enemigos, por lo que se acota el
estado de guerra interna a situaciones en que existan “fuerzas rebeldes o sediciosas organizadas militarmente” en virtud
del artículo 419 del CJM. Sin embargo, dicho artículo, en su literalidad, define cuándo se entiende que una fuerza “está
Además de verificarse el tiempo de guerra, para que los tribunales militares en
tiempos de guerra puedan constituirse, deben concurrir las siguientes condiciones:
a. Que se haya determinado por la autoridad la parte del territorio nacional donde
van a ejercer su jurisdicción tales tribunales (puntos declarados en estado de
sitio, provincias declaradas en estado de asamblea). Si se trata de territorio
extranjero queda demarcado por la ocupación por parte de las armas nacionales.
(art. 72 CJM en relación con número 17 del artículo 72 de la Constitución
Política de 1925)
b. Que se haya señalado por la autoridad la época o tiempo en que tales tribunales
van a actuar, debiendo considerarse que se inicia la jurisdicción de estos
tribunales “desde el momento en que se nombre General en Jefe de un Ejército
que debe operar contra el enemigo extranjero o contra fuerzas rebeldes
organizadas” (art. 73 CJM), momento en que cesa la competencia de los
Tribunales Militares en tiempo de paz.

Con relación al concepto de “enemigo”, el artículo 419 del mencionado cuerpo legal
señala que “se considera que una fuerza está frente al enemigo, no sólo cuando
notoriamente lo tenga a su frente, sino desde el momento que haya emprendido los
servicios de seguridad en contra de él. Y se entiende por enemigo, para estos efectos, no
solamente el extranjero, sino cualquiera clase de fuerzas rebeldes o sediciosas organizadas
militarmente.”

En suma, estos dos elementos, junto con la verificación de un “estado de guerra”


deben concurrir copulativamente para habilitar la competencia de los tribunales militares en
tiempos de guerra, toda vez que se trata de una jurisdicción “local y transitoria”.4

Siguiendo con el momento en que inicia la competencia de los Tribunales Militares


en tiempos de guerra, es menester señalar que, luego del golpe militar, la Junta de Gobierno
dictó múltiples decretos que afectaron este marco jurídico:

El 11 de septiembre de 1973, con el golpe de estado, la Junta de Gobierno asume el


mando supremo de la Nación, declarando mediante el DL nº3 “Estado de sito en todo el
territorio de la República, asumiendo esta Junta la calidad de General en Jefe de las Fuerzas
que operarán en la emergencia". Este decreto tiene como fundamento legal el artículo 72
nº17 de la Constitución Política de 1925, vigente en ese entonces, en virtud del cual son
atribuciones especiales del Presidente “Declarar en estado de asamblea una o mas
provincias invadidas amenazadas en caso de guerra extranjera, y en estado de sitio, uno o
varios puntos de la República, en caso de ataque exterior. En caso de conmoción interior,
la declaración de hallarse uno o varios puntos en estado de sitio; corresponde al
Congreso; pero, si éste no se hallare reunido, puede el Presidente hacerlo por un
determinado tiempo. Si a la reunión del Congreso no hubiere espirado el término señalado,
la declaración que ha hecho el Presidente de la República, se entenderá como una
proposición de ley. Por la declaración del estado de sitio, solo se conceden al Presidente de
la República la facultad de trasladar las personas, de un departamento a otro y la de
frente al enemigo”, frase que no se incluye en la definición de “tiempo de guerra” otorgada por el artículo 418 del CJM.
4
Hugo Musante Romero, “Manual y Código de Justicia Militar”, Ediar Conosur Ltda., 1985, tomo II, p. 438
arrestarlas en sus propias casas y en lugares que no sean cárceles ni otros que estén
destinados a la detención o prisión de reos comunes...”

Al día siguiente, mediante el Decreto Ley nº5, aclara que el “Estado de Sitio
decretado por conmoción interna debe entenderse como estado o tiempo de guerra”, lo que
otorga competencia a los Tribunales Militares de Tiempo de Guerra y hace aplicable la
penalidad de dicho tiempo.

Finalmente, el 17 de septiembre de 1973, mediante el Decreto Ley nº13, aclara el


sentido y alcance del artículo 72 del Código de Justicia Militar, señalando que a los
Tribunales Militares de Tiempos de Guerra les corresponde el conocimiento de todos los
procesos iniciados con posterioridad al nombramiento General en Jefe (calidad asumida por
la Junta de Gobierno), sin importar la fecha de los hechos. De este modo, dichos tribunales
pudieron conocer delitos cometidos antes del 11 de septiembre, mientras que los Tribunales
Militares de Tiempos de Paz sólo continuaron conociendo las causas pendientes.

En este contexto, se ha criticado la legalidad de los decretos antes descritos, lo que


llevaría a cuestionar también el funcionamiento de los tribunales militares en tiempos de
guerra. En primer lugar, el Decreto Ley nº3, a pesar de que se basa en la norma citada de la
Constitución, esta no permite al presidente declarar estado de sitio en todo el territorio de la
República en caso de conmoción interior.

Por otro lado, estos decretos prescinden de la exigencia legal que existe para
decretar estado de guerra interna, de que existan "fuerzas rebeldes organizadas" o de
"cualquiera clase de fuerzas rebeldes o sediciosas organizadas militarmente" en virtud del
artículo 73 y 419 del CJM.5 Ello, en un contexto en que realmente la “guerra” nunca existió
como tal, pues sólo en pocos casos se pudo establecer una actuación armada consistente de
los opositores al régimen militar, pero jamás una lucha permanente y generalizada que
pusiera en peligro las fuerzas armadas.6

Por estas razones, el Informe de la Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación


(en adelante “la Comisión”) señala que: “Lo expresado evidencia que el estado de sitio
decretado conduce a un "estado o tiempo de guerra denominado preventivo" y no real,
dado que los aludidos Decretos Leyes nunca invocaron ni pretendieron fundar sus
decisiones en la existencia de fuerzas rebeldes o sediciosas militarmente organizadas.
Estas reflexiones y los preceptos de los artículos 73 y 419 del Código de Justicia Militar,
autorizan a afirmar que ese estado o tiempo de guerra "preventivo" no justificaba ni
admitía el funcionamiento de los Tribunales Militares en Tiempo de Guerra, aseveración
que lleva a concluir que los tribunales que actuaron en esa calidad para sancionar hechos
perpetrados con anterioridad al 11 de septiembre de 1973, lo hicieron contrariando la
legislación vigente y quebrantando fundamentales normas de derecho.”

En este contexto y, si aceptamos esta conclusión de la Comisión, todas las


resoluciones de los Tribunal Militares en Tiempos de Guerra serían ilegales, ya que nunca
5
Jurisprudencia: Delitos contra la Seguridad del Estado, Tomo II: Consejos de Guerra”, del Arzobispado de Santiago -
Vicaria de la Solidaridad, p. 71.
6
Jurisprudencia, op. Cit., Volumen 1, p. 6.
estuvieron legalmente habilitados para ejercer su jurisdicción, lo que permitiría atribuir más
fácilmente responsabilidad penal por aquellos casos en que la dictación de una sentencia
(ilegal) provocó la muerte o privación de libertad de una persona.

Sin embargo, y aunque no descarto esa conclusión, el objetivo de este trabajo es


buscar dicha responsabilidad más allá de este argumento general que tiñe de ilegalidad el
funcionamiento mismo de estos tribunales, centrándose más bien en casos concretos.

En cuanto al funcionamiento de la justicia militar en tiempos de guerra, hay que


tener en cuenta que la jurisdicción militar es ejercida por 4 entidades: los Generales en Jefe
o Jefe Militar, por los Fiscales, por los Consejos de Guerra y Auditores (art. 71 CJM).

Las atribuciones del General en Jefe dicen relación con:


a. La potestad disciplinaria: puede castigar a las fuerzas de su mando por sí mismo
y sin forma de juicio por toda falta o abuso que estima no alcanza a constituir
delito.
b. La potestad jurisdiccional en materia civil: puede resolver por sí mismo las
cuestiones civiles comprendidas en la jurisdicción militar, asesorado por su
Auditor.
c. La potestad jurisdiccional en materia penal: puede decidir si al imputado se le
enjuicia o no por el Fiscal o si se limita a aplicarle una medida disciplinaria u
ordena el archivo de los antecedentes; puede convocar o no el Consejo de
Guerra designando a sus miembros, una vez que se haya terminado el sumario,
cualquiera haya sido la opinión del Fiscal en su dictamen; y tiene la facultad de
aprobar, revocar o modificar la sentencia expedida por el Consejo de Guerra.
Todo ello lo decide en única instancia.
d. La potestad de delegación de las funciones anteriores
e. La potestad legislativa de promulgar bandos que creyere convenientes para la
seguridad y disciplina de las tropas, pudiendo imponer penas a sus infractores.

En virtud del D.L nº3 del 18 de septiembre de 1973, la Junta de Gobierno asumió la
calidad de General en Jefe de las Fuerzas y en virtud del D.L nº8 de 19 de septiembre de
1973 se delegó dicha función en los respectivos Comandantes en Jefe de la Escuadra,
Comandante en Jefe de las Zonas Navales y Comandante del Comando de la Fuerza Aérea.

Los Fiscales son Oficiales designados por el Presidente o el General en Jefe


encargados de la sustanciación de los procesos y formación de las causas de la jurisdicción
militar en primera instancia. En materia penal, deben recoger y consignar todas las pruebas
pertinentes hasta dejar el proceso en estado de ser sometido al Consejo de Guerra, además,
pueden detener a los inculpados (art. 25 CJM). El nombramiento debe recaer en Oficiales
letrados, pero a falta de ellos podrá nombrarse a otros Oficiales que se estime idóneos para
el cargo.

Los Consejos de Guerra se forman para cada caso determinado por el decreto del
General en Jefe y están integrados por el Auditor y seis vocales, cuyos grados dependen del
grado de quien se debe juzgar, quienes tienen la facultad de juzgar, en única instancia,
todos los delitos de la jurisdicción militar en tiempo de guerra. Las decisiones se adoptan
por mayoría absoluta de votos conformes, salvo, la pena de muerte, que deben decidirla por
el voto unánime de sus miembros. Si en materia penal la mitad de los votos se conforma a
favor del reo (para absolver o imponer una pena más baja) dicha opinión forma sentencia.
Pronunciada la sentencia, el Consejo la remite al General en Jefe o Comandante que haya
ordenado su formación, para su cumplimiento, previa aprobación.

Los auditores son abogados, oficiales en servicio activo o de reserva, designados


por el Presidente de la República, que tienen como función asesorar a las autoridades
adminsitrativas y judiciales de las Instituciones Armadas. En específico, asesorar en
materias legales al General o Comandante en Jefe, concurrir en la dictación de sus
sentencias y redactarlas, así como integrar los Consejos de Guerra y redactar sus sentencias.

En cuanto al procedimiento, este inicia cuando el Comandante en Jefe de la


respectiva División tuviere noticia por cualquier medio de que se ha cometido un delito de
la jurisdicción militar, momento en que debe ordenar instruir el proceso al fiscal.

El fiscal procederá en el acto a investigar la verdad de los hechos y a reunir los


antecedentes que sirvan para comprobarlos. Detendrá también al o los presuntos
delincuentes y los interrogará en la misma forma. Terminado el sumario, que no podrá
durar más de 48 horas, salvo que el Jefe que lo hubiere ordenado señalare otro plazo, lo
elevará a éste con todos los elementos de convicción acumulados, acompañado de su
dictamen en el cual hará una relación sucinta de la investigación, e indicará con precisión
las personas culpables, su grado de culpabilidad y las penas que a su juicio merezcan los
responsables, y si lo estimare procedente, pedirá el sobreseimiento.

El Comandante en Jefe tomará conocimiento del sumario y si no estimare


procedente el sobreseimiento, dictará un auto fundado estableciendo los hechos delictuosos
que se desprendan del sumario, y ordenará en el acto la convocatoria del Consejo de
Guerra, señalando el lugar, día y hora en que debe funcionar, designando a sus vocales.
Ordenará también ponerlo en conocimiento del o los inculpados con el mandamiento de
que en el acto deben señalar su Defensor. Al inculpado que no designare en el acto su
defensor, se le designará uno de oficio por el Fiscal.

En el tiempo intermedio, el Defensor tendrá derecho a imponerse de todos los


antecedentes acumulados que existan en poder del Fiscal y podrá por su parte reunir los que
estime convenientes a la defensa que se le ha encomendado. Podrá también comunicarse
con el inculpado, sin que ningún decreto de incomunicación pueda impedírselo. El defensor
deberá hacer por escrito su defensa, indicando los medios de prueba de que piensa valerse y
la lista de testigos y peritos que deban deponer a su instancia. Esa lista la comunicará
previamente al Fiscal a fin de que los cite a la audiencia con la debida oportunidad.

El día y hora fijados se reunirá el Consejo de Guerra, debiendo concurrir todos sus
miembros, el Fiscal, el Defensor y el reo. Al inicio de la audiencia se discutirán las
alegaciones sobre implicancias y recusaciones, si las hay. Luego, el Fiscal hará relación del
sumario terminando con la lectura del dictamen o los cargos formulados. En seguida, el reo
o defensor leerá la defensa. Luego, se recibirá la prueba que hubiese ofrecido el inculpado o
el defensor. Los testigos serán interrogados separadaménte, y cualquiera de los miembros
del Consejo, el Fiscal o Defensor, podran pedirles que aclaren o expliquen cualquier punto
dudoso, por intermedio del Presidente.

Acto seguido, el Presidente ordenará en seguida el desalojamiento del local, no


quedando en él sino los miembros del Consejo y su secretario. Acto continuo, en acuerdo
secreto, se procederá a deli- berar y resolver todas las cuestiones propuestas,
pronunciándose por la absolución del inculpado o por su condena; en este caso, se fijará
con toda precisión la pena que se imponga.

Para apreciar la prueba, el tribunal se sujetará en general a las reglas del


procedimiento sobre la materia; no obstante, podrá apreciar en conciencia los elementos
probatorios acumulados, a fin de llegar a establecer la verdad de los hechos.

La sentencia se redactará en el acto por el Auditor, de acuerdo con lo resuelto, será


firmada por todos los miembros del Consejo, aunque hayan disentido de opinión, y será
autorizada por el secretario. En ella misma se dejará constancia de las opiniones disidentes
y de sus fundamentos.

Inmediatamente se notificará la sentencia, personalmente, al reo y al Fiscal, y se


elevará, juntamente con todo lo actuado, al conocimiento del General o Comandante que
corresponda, para su aprobación o modificación.

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