Ebook en PDF Cantos de Eternidad La Sabiduria de Rumi en El Mathnawi Vol II
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Cantos de Eternidad
La sabiduría de Rûmî en el “Mathnawî”
Vol. II
Marià Corbí
ÍNDICE
5
Cantos de eternidad. La sabiduría de Rûmî en el “Mathnawî”
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Marià Corbí
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Cantos de eternidad. La sabiduría de Rûmî en el “Mathnawî”
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Marià Corbí
Rûmî se justifica por tardar tanto en escribir el segundo libro del Mathnawî
diciendo que si toda la sabiduría divina, en relación a una operación que
conduce a Él, se revelara de golpe a su esclavo, éste quedaría tan absorto en
los beneficios de la operación que no podría realizarla.
La sabiduría infinita de Dios, desbordaría al siervo. Por ello, Dios da una
pequeña porción de esa sabiduría; la suficiente para poner a su siervo una
argolla en la nariz que le conduzca al acto. La argolla en la nariz es la atracción
que ejerce sobre él.
Da la sabiduría suficiente como para que el siervo vea las ventajas de la
conducta a la que Dios le lleva.
Si Dios no mostrara esas ventajas, el siervo no se movería en absoluto. Sólo
el provecho propio o de otros nos mueve a actuar.
Dios, en el inicio del camino, nos seduce prometiendo logros para el ego.
Para luego conducirnos a abandonarlo.
Si Él derramara toda la sabiduría, en relación al acto al que Dios induce,
tampoco el siervo podría moverse.
El hombre se asemeja a un camello que no anda si no se tira de él desde la
anilla de la nariz; pero si la anilla es muy pesada, se negará a caminar.
Dios nos seduce y nosotros nos dejamos seducir. Pero si “el que es”
desplegara todas sus gracias, quedaríamos abrumados.
Nuestra flaqueza no soporta, de entrada, todo el peso de la sabiduría.
En Dios residen todos los tesoros, pero no los hace descender sobre
nosotros más que en cierta medida. Él nos concede lo que entra en nuestra
abertura de mente y corazón.
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Cantos de eternidad. La sabiduría de Rûmî en el “Mathnawî”
Haré sólo unas cuantas citas del Mathnawî, casi testimoniales, porque
tendría que estar citándole a cada párrafo y resultaría farragoso. Todo el escrito
está ceñido a su escrito. Medito y escribo al ritmo de su texto y, si puedo, con
sus mismas imágenes.
Como ya dije en el primer volumen, este escrito es sólo una incitación a leer
a Rûmî directamente en su magna obra. Es sólo mi pobre digestión de Rûmî.
La pretensión de este escrito es sólo ayudar a comprender su obra, que como
toda gran obra, no es de fácil lectura.
¡Ojalá me haya acercado, aunque sólo sea un poco, a cumplir esa pretensión!
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Marià Corbí
LIBRO SEGUNDO.
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Cantos de eternidad. La sabiduría de Rûmî en el “Mathnawî”
La luz está junto a este oscuro mundo, y la leche está al lado de la sangre
que derramas por tu condición de depredador.
Por nuestra condición de animales que hablan, el mundo de nuestra
depredación y el mundo de la gratuidad están uno junto al otro.
Si no vas alerta mezclarás la leche con la sangre.
Adán dio un paso al placer sensual y se puso con ello un dogal al cuello.
¡Cuántas lágrimas por una hogaza de pan! ¡Cuánto perdió por llevarse algo
a la boca!
Y ¡cuánto perdemos nosotros por no saber vivir sin tener, en todo momento,
algo que llevarnos a la boca; por ser incapaces de renunciar a tener algo por
lo que y de qué vivir!
Dejarse seducir por la sensualidad, por el atractivo de este mundo, es como
tener un cabello en un ojo, que se agranda como una montaña e impide ver.
Una pequeñez, una “nada”, cubre nuestros ojos a la visión.
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Marià Corbí
El verdadero creyente, -se refiere el texto a aquel que ve-, es el espejo del
verdadero creyente.
El verdadero creyente pone delante, como un espejo, el ser original del
verdadero creyente.
El maestro refleja con su ser, el ser del discípulo.
¡Que tus anhelos no empañen la faz que se ve en ese espejo! Contén tus
alientos para no empañar ese espejo.
Eres tierra, un amigo hará que florezcas. Un amigo, que es amigo de Dios,
es como la suave brisa de primavera que hace florecer los árboles.
El compañero que no es amigo del Amigo, es sólo causa de problemas.
Esconde tu cabeza, haz como si durmieras para no verle. Ese sueño,
acompañado de sabiduría, es vigilia.
Haz lo que convenga, pero no te asocies con el ignorante. El ignorante te
dará una imagen de ti falsa, que enturbiará tu verdadero rostro.
Este es un consejo importante que no se puede tomar a la ligera. ¡Mira con
quién andas!
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Cantos de eternidad. La sabiduría de Rûmî en el “Mathnawî”
Tus sentidos pueden funcionar de una doble manera: como los sentidos del
murciélago corriendo hacia el ocaso; o derramando perlas, corriendo hacia el
levante.
Los sentidos que ven y caminan hacia el sol, derraman perlas a su paso; los
sentidos que no ven, corren a la oscuridad y oscurecen la tierra.
Los ojos que ven reparten perlas de luz; los ojos ciegos, ciegan y entenebrecen
el mundo.
El espíritu que se asocia al conocimiento, no tiene nada que ver con las
formas de la lengua árabe o de la turca.
El conocimiento sin forma no tiene nada que ver con las formas.
Tanto el que afirma la trascendencia de Dios, como el que afirma su
inmanencia, quedan confundidos por ti, que eres sin imagen y apareces con
tantas formas.
Esta afirmación vale de Dios y del sabio.
Dios, como único ser real, destruye a Dios inmanente en las formas. Otras
veces las formas desvían del Dios que trasciende las formas.
El “sin forma” relativiza y muestra la vaciedad de todas las formas; las
formas absolutizadas desvían de Dios.
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Marià Corbí
La doctrina sostenida por los que se guían por los sentidos dice que las
cosas son lo que parecen, eso es el mutazilismo; por el contrario el ojo de la
razón capaz de ver y comprender que las cosas no son lo que parecen, es el
sionismo. Su visión les lleva a la unión con Dios.
Dios está en las formas y más allá de las formas.
Para hacer caer en la cuenta de que está en las formas, tengo que negar su
más allá. Para remarcar su más allá, he de negar las formas.
Las formas están en mi cabeza, sólo Él es.
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Cantos de eternidad. La sabiduría de Rûmî en el “Mathnawî”
Decir que Dios es “informe” porque trasciende toda forma, o decir que
es inmanente a ellas, no sirve de nada, son meras palabras, si tú no te has
liberado de la identificación con la forma.
Llega a tu realidad auténtica y podrás percibir al “informe”.
La paciencia es la clave de la purificación de tus sentidos. Acéchale a Él con
tus sentidos, como un cazador paciente, hasta que lo consigas.
La paciencia, como una medicina, quemará los velos que cubren tus ojos y
abrirá tu corazón.
Los ojos no ven, si el corazón no se abre.
Cuando tu corazón sea un espejo claro y puro, contemplarás el agua y la
tierra como signos de Él, como surgidos de fuera del mundo.
Verás en el agua, como en la tierra, la forma y al “sin forma”; tanto la figura,
la imagen, como al que la extiende.
Tus signos, el agua y la tierra, son el polvo de tu umbral. Ese polvo hechiza
mi corazón.
Ese polvo, ver tus signos, es tu gracia. La paciencia no puede nada sin tu
gracia, sin que tus ojos sean mis ojos.
Si me purifico y soy bello, recibiré ese polvo, si no, Él se reirá de lo feo.
Él es hermoso y amante de la belleza; si no limpio mis ojos y mi corazón,
hasta hacerme bello, seré como una vieja decrépita para Él.
Lo bello atrae a lo bello, el calor al calor, lo valioso a lo valioso, lo perdurable
a lo perdurable. Los que son fuego atraen a los de fuego, y los de luz a la luz.
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Cantos de eternidad. La sabiduría de Rûmî en el “Mathnawî”
En sus ojos está el camino. Desde su ojo comprendí mi imagen. Su ojo dijo:
“Yo soy tú y tú eres yo, en perfecta unidad”.
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Marià Corbí
‘Umar no vio la luna en el cielo y dijo que la luna que veían era fruto de su
fantasía.
Les dijo: pasaros la mano mojada por las cejas y mirad de nuevo. Cuando se
hubieron refrescado los ojos y ordenado las cejas, ya no vieron a la luna nueva.
Tus cejas han nublado tu visión y has confundido un pelo de tus cejas con
la luna.
Has confundido una construcción de tu mente, tan leve como un pelo, con
“el que es”.
Si un solo pelo vela el cielo, ¿cuánto más velará tu visión todo tú, que vas
sesgado?
Endereza tus miembros con ayuda de los rectos. No apartes tus ojos del
umbral de los sabios.
Quien mide la realidad como los perversos, su comprensión se nubla.
No seas transigente con los que ven torcido; que tu corazón no se ligue a
ellos; aléjate de los que son extraños al camino.
No juegues a dos manos, no uses trucos zorrunos.
Se valeroso como un león, si no quieres que los amigos de Dios rompan
contigo. Prende fuego en tu corazón a los lobos enemigos de los amigos de
Dios.
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Cantos de eternidad. La sabiduría de Rûmî en el “Mathnawî”
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Marià Corbí
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Cantos de eternidad. La sabiduría de Rûmî en el “Mathnawî”
El corazón del sabio es el lugar de donde salen los rayos de la luna; es una
puerta para los ojos que saben ver.
Para el necio es un muro, para los que saben, una puerta.
Lo que tú sólo eres capaz de ver en un espejo, él lo ve en un ladrillo. Para
él todo habla.
Los sabios, porque ya no son ellos mismos, antes que existiera el mundo, ya
estaban en el mar de la munificencia divina.
Eran antes de que se creara este cuerpo; recogieron el trigo antes de
sembrarlo; eran espíritu antes de la creación de toda forma; perforaron las
perlas antes de que existiera el mar.
Estaban en la omnipotencia divina mientras se planeaba llevar la humanidad
a la existencia.
Se rieron de los ángeles que ponían dificultades a la creación del hombre.
22
Marià Corbí
Abandona todo cansancio para que puedas apreciar, aunque sea sólo un
lunar de la belleza del que se muestra en el sabio.
Este mundo y el otro son sólo el reflejo de su lunar.
El conocimiento de la belleza de ese lunar, haría estallar mi cuerpo.
Su granero es demasiado grande para mí.
El sabio no existe con existencia propia; está vacío de toda existencia porque
sólo existe con Su existencia.
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Cantos de eternidad. La sabiduría de Rûmî en el “Mathnawî”
La espuma del mar va por delante y forma una barrera, luego se retira.
Que las formas no formen una barrera para tu conocimiento, porque todas
las formas se retiran.
No imagines que el sufí sea la forma. No os contentéis con las formas; no
seáis como los niños que se contentan con nueces y pasas.
Nuestro cuerpo es como nueces y pasas y vive entre nueces y pasas. Nuestro
cuerpo es como un objeto que vive entre objetos.
¡Traspasa el nivel de las nueces y las pasas, de los sujetos y los objetos!
¡Que la gracia de Dios te permita pasar más allá de los nueve cielos!
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Marià Corbí
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Cantos de eternidad. La sabiduría de Rûmî en el “Mathnawî”
Solventa tú mismo tus asuntos, caza tú mismo tus presas como un león.
Prescinde de halagos.
Mira que no te ocurra como al sufí con el sirviente que usó palabras amables
e incluso religiosas para engañar y hacer daño.
Más vale no tener a nadie, que tener a alguien que es nadie.
No establezcas tu hogar en tierra de otros. Haz tu trabajo sin fiarte de
extraños; y cuenta que tú mismo eres un extraño.
Tú mismo eres un depredador, para otros y para ti mismo.
Tu mismo eres la causa de tu padecer. Si cuidas y satisfaces al depredador
que hay en ti, engordará a costa del espíritu.
No perfumes tu cuerpo, sino tu corazón. Y hazlo con el sagrado nombre
de Él.
No seas como los hipócritas que perfuman su cuerpo y dejan al espíritu en
el estercolero.
En su lengua está en nombre de Dios y su corazón es una fuente de
perversión.
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Marià Corbí
Los que son inmundicia son enemigos del día, los que son oro aman al día.
Dios llamó día al día de la resurrección, al día de la discriminación.
El día es la conciencia interior de los santos, que luce más que la luna. El
día es el reflejo de la conciencia iluminada del santo, como la noche es su
ocultación.
La mañana es la luz de la mente del Profeta.
La mañana, el amanecer, es también signo, reflejo “del que es”. Por eso el
Corán jura por la mañana.
No juraría por la mañana si la mañana fuera algo perecedero. La mañana
es su signo, es Él.
Cuando el sol se levantó en el cielo, le dijo a la noche del cuerpo: “no te he
abandonado”.
Cada expresión es el símbolo de un estado, y el estado de conciencia es
como una mano, y la expresión es su instrumento. Cada estado de conciencia
tiene un instrumento de expresión.
La herramienta del orfebre no puede estar en manos de un zapatero, ni la
del zapatero en manos del labrador.
Cada estado de conciencia tiene su instrumento de expresión.
“Yo soy Dios”, en boca de Mansûr (al Hallâj) era luz; en boca del faraón
es pura mentira. Por eso Jesús no enseñó a su compañero de viaje necio, el
nombre del Señor, no sabría cómo utilizarlo. Se podría atribuir el mal uso al
nombre.
La expresión “del que es” en boca del sabio es luz y vida; en boca del necio
es descarrío.
El necio hace “al que es” una entidad entre las entidades.
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Cantos de eternidad. La sabiduría de Rûmî en el “Mathnawî”
Donde hay pluralidad surge esta duda: de todo esto, ¿qué es lo real?
El Uno está más allá de toda duda. No temas a la duda, porque te llevará a
“lo real”, al Uno.
Los que dicen dos o tres, bizquean. Cuando dejan de bizquear, afirman la
Unidad.
Presta atención a estas palabras, porque al bizco se le aplica el colirio por la
oreja. La palabra del sabio limpia los ojos.
La palabra sagrada, que eliminar la visión doble, no entra en los corazones
ciegos, sino que vuelve a la Luz de la que salió.
Por el contrario, el hechizo del padre de la mentira entra en los corazones
torcidos.
¿Por qué las palabras sabias, que eliminan la visión doble, no entran en
el corazón de los ciegos? Porque los necios dan por real lo que sus ojos y su
sentir ven.
De nada te servirá aprender la sabiduría de memoria, ni escribirla, ni
jactarte de ella, ni explicarla. Si eres un discutidor es que no la comprendiste,
la sabiduría se alejará de ti.
No discutas, sino intenta comprender la sutilidad. La sutilidad no se puede
discutir.
Si discutes te afirmas en tu supuesta realidad. No te pido que creas, sino
que intentes comprender y que sólo después preguntes.
No discutas al sabio, medítalo y luego, si no has podido comprender,
pregunta.
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Marià Corbí
El halcón del Rey se escapó y fue a parar a la casa de una anciana que
tamizaba harina para el guiso de sus hijos.
Cuando la anciana vio al noble animal, le ató la pata, le cortó sus alas y las
uñas de las garras y le alimentó con paja. La mala gente no te ha cuidado, le
dijo al halcón, ven con tu madre para que cuide de ti.
Así actúan los necios en el camino; queriendo ayudar, impiden de forma
definitiva la posibilidad de vuelo.
No te juntes con esos necios.
El halcón restregaba sus alas contra la mano del Rey, diciéndole, sin
palabras: “he pecado”.
¿Dónde gemirá la esterilidad del pecador, si el Rey no acepta más que el
bien?
“Lo que es” sólo acepta lo que es, no lo que parece ser. Pero la gracia del Rey
convierte lo malo en bueno.
¿Qué es lo malo y qué es lo bueno? Creerse alguien es lo malo, saberse
nadie es lo bueno.
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Cantos de eternidad. La sabiduría de Rûmî en el “Mathnawî”
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Moisés arremetió contra los ejércitos del faraón con una vara. Cualquier
profeta, con la ayuda de Dios, ha luchado contra todo el mundo.
Frente al Profeta, ¿qué son los ejércitos de la tierra? Incluso la luna, frente
a él, se escinde.
Moisés, que hablaba con Dios, anheló la era del Profeta.
Contemplando el alba de la revelación, se preguntaba por la compasión que
está más allá de la misericordia, porque en esa nueva era, estaba la visión de Él.
Rûmî habla creyendo en el ciclo de la profecía que culmina en el Profeta
Mahoma. Con esa idea habla de que hay una compasión que está más allá de
la misericordia.
La misericordia todavía supone dos, la compasión que procede de la
revelación del Uno, elimina toda dualidad.
Sumerge lo mejor de ti, tu Moisés, en el ciclo de Ahmad (Mahoma), que
es el ciclo de la Unidad.
Dios muestra a Moisés el ciclo de Ahmad para abrirle la vía de la
comunicación.
Porque Dios es bondadoso muestra pan a sus siervos, para que lloren
deseándolo.
Es como la madre que frota la nariz de su bebé para que se despierte y
mame.
Dice Dios: Yo era un tesoro, una misericordia oculta, por eso envié un
Profeta perfectamente guiado, para que os atrajera a Mí.
Los dones divinos que estás buscando con toda tu alma, te los ha mostrado
Él.
El Profeta tuvo que romper muchos ídolos, muchas falsas realidades, para
que pudierais exclamar “¡oh Señor!”.
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Cantos de eternidad. La sabiduría de Rûmî en el “Mathnawî”
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Marià Corbí
Rûmî cuenta que el Profeta dijo que hay dos ángeles rezando en los
mercados diciendo: “Oh Dios, recompensa al pródigo con una ventaja y al
tacaño con una calamidad” 3
Recompensa al pródigo que ha gastado su vida libremente, poniéndola en
riesgo por amor al Único.
El generoso ofrece su cuello, como Ismael, pero el cuchillo no puede hacerle
nada.
Los generosos son como mártires; viven jubilosos porque ya no son.
No consideres estas cosas desde el cuerpo, como si fueras un infiel, porque
Dios dio a los generosos, a cambio de su donación, un espíritu a salvo de la
muerte, el dolor y la tristeza.
El sheikh actuó así durante años. Estuvo sembrando esta semilla de amor
hasta su muerte.
Cuando el sheikh vio acercarse las señales de su fin, sus acreedores se
sentaron a su alrededor, desesperados, mirando al sheikh agriamente y con
angustia en sus corazones por el dinero que veían desaparecer mientras el
sheikh se consumía.
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Cantos de eternidad. La sabiduría de Rûmî en el “Mathnawî”
El sheikh ofreció dulzura, a cambio del dinero que le habían prestado para
socorrer a los pobres. Les ofreció la dulzura del amor y de la misericordia.
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Cantos de eternidad. La sabiduría de Rûmî en el “Mathnawî”
Por las súplicas del sheikh Dios les mostró el camino correcto. No los
lamentos de los poderosos acreedores, sino los lamentos del pobre muchacho
vendedor de halwa, suscitaron el mar de la misericordia.
Quien se lamenta ha visto el don. Cuanto más se lamenta más ha visto el
don. Ese anhelo acerca el don, despierta el mar de la misericordia.
Ten por seguro que la obtención de la proximidad y de la unión depende de
las lágrimas de tus ojos, de tu anhelo por ver.
Si quieres ver, haz que la niña de tus ojos llore por todo tu cuerpo. El llanto
es la expresión de la intensidad del anhelo.
Anhélale con todo tu ser; ese anhelo es ya su don que espera de tus lágrimas
para completarse. Dios espera tu anhelo para completar su don; pero ese
anhelo tuyo que es su don, ni es la causa de su don, ni el don es proporcional
al anhelo.
Las lágrimas del muchacho, su anhelo, recibió el oro y repartió oro y dulzura.
El anhelo de la verdad, hace verdaderos; el anhelo de la unidad, que es
anhelo de amor, hace uno y amantes.
Las lágrimas son el anhelo. El anhelo despierta a la misericordia porque
conduce a la proximidad.
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Marià Corbí
No seas un imitador.
Por la insistente súplica del joven, Jesús pronunció el nombre de Dios sobre
los huesos.
Dios dio vida de nuevo a la osamenta. Surgió un negro león que partió el
cráneo del necio, que deseaba dar vida a los huesos; de un zarpazo y derramó
sus sesos, más pequeños que una nuez.
Su necedad le mató, porque no comprendió lo que era pronunciar el
nombre de Dios.
El nombre de Dios no es para tener poder, sino para despertar a la vida.
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Cantos de eternidad. La sabiduría de Rûmî en el “Mathnawî”
Rûmî reflexiona y dice que muchos son como ese furioso león, que se van
de este mundo sin haberse comido su presa.
Su codicia es grande como una montaña, pero la porción que se les ha
asignado es como una brizna de paja. Por lo mucho que esperan, no comen
la ración que se les ha asignado ¡Cuánto esperar y angustiarse por tener y qué
poco conseguir!
En realidad, ninguna expectativa que se dirija a otro que Él, se cumple.
Deberíamos meditar eso hasta que alejemos de nuestro corazón toda
expectativa que no sea de Él.
El león le dijo a Jesús que matar la presa fue sólo con el propósito de
escarmentar a los necios que son como los asnos que encuentran una fuente
de agua pura y orinan en el agua en la que pretenden beber.
Si el asno conociera el valor del agua que se le ofrece, metería la cabeza en
el agua pura, en vez de las patas.
Si encuentras una fuente de agua viva, no la mancilles con tus pequeñeces;
mete tu cabeza en esa agua hasta que te ahogues en ella y seas todo tú agua
viva.
El necio encuentra a un sabio, a un profeta que da agua de vida y no
aprovecha la ocasión para beber, comprenderlo, y lograr la vida.
Orina en las aguas limpias que ofrece el sabio, porque todavía añora la
sangre de las presas.
Añora lograr presas abundantes, pero, en realidad, sólo está enamorado de
huesos muertos. Anhela la carne de sus presas sin advertir que sólo son huesos
muertos.
Nos pasamos la vida haciendo tareas infructuosas, persiguiendo presas que
jamás podremos comer, porque sólo son huesos muertos.
Perseguimos cebos que son sólo anzuelos que nos atrapan y nos matan.
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Cantos de eternidad. La sabiduría de Rûmî en el “Mathnawî”
Entre el que conoce y el imitador ciego hay una gran diferencia: el sabio es
la voz, el imitador es sólo el eco.
El sabio habla desde el corazón y desde su mente lúcida, el imitador
pronuncia palabras opacas y las pronuncia de memoria. Que no te engañen
sus palabras sin vida.
Pero incluso el imitador, como las plañideras profesionales, recibe su salario;
pero un salario que no es de luz, sino de cosas de este mundo.
El salario del imitador no es el Vino de la vida, sino paja.
Tanto el sabio como el necio pueden decir “Dios”, pero hay gran diferencia
entre ellos.
El sabio dice “Dios” desde el fondo de su alma. El mendigo dice “Dios”
para conseguir pan.
¿Qué es el pan del mendigo?
Sus pequeñas expectativas, que cuando las consigue, si lo logra, son paja,
viento, nada.
Durante años el buscador de pan dice “Dios”, pero se asemeja a un burro
cargado con el Corán, alimento de vida, pero que sólo come paja.
¿Qué es esa paja? Lo que su ego busca y ansía.
Si lo que pronuncia con los labios encendiera su corazón, se habría
desintegrado, hubiera desaparecido en Él.
Tiene en sus labios palabras capaces de matar para despertar al Único, pero
se quedan en sus labios, sin bajar al corazón y hacerlo estallar.
¡No ganes un mísero salario con el nombre de “Dios”! Que el nombre “del
que es” te despierte a tu verdadera realidad.
No tengas su nombre en tus labios, permaneciendo vivo.
¿Qué es el nombre de Dios?
El recuerdo de eso que no es mi construcción; el recuerdo de “Eso que es”.
El imitador es el que con las sagradas palabras, espera y busca sacar algún
provecho para sí.
No es imitador el que, siendo pobre, se mata por comprender, amar y servir.
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Marià Corbí
¡Oh rico bien alimentado, guárdate de reírte de las fechorías de los pobres nece-
sitados! 5
Dice Rûmî que la indigencia casi supone una infidelidad que conduce a la
perdición.
La miseria lleva a unas condiciones de vida que impiden la plena humanidad.
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Cantos de eternidad. La sabiduría de Rûmî en el “Mathnawî”
No se pueden juzgar las obras de quienes sufren miseria severa, como las
obras de quienes están bien alimentados. Hay cosas ilícitas que la miseria
convierte en lícitas.
El sufí llegó con su asno a un monasterio de sufís miserables. Por más
que tomó precauciones para que su burro fuera bien tratado, topó con la
indigencia de los sufíes del monasterio que, a escondidas, vendieron su burro
para poder comer.
Con el importe de la venta del asno hicieron una fiesta en la que agasajaron
a su huésped.
Comieron hasta saciarse y comenzó la danza sufí, el sama. Su plegaria, su
danza y su fiesta sembraron la falsedad: considerar alma lo que es sólo cuerpo.
¡Cuánta plegaria y ceremonia sagrada vacía!
¡Cuántas palabras y gestos que salen de la boca y de las manos, pero no del
abismo de la mente y de lo profundo del corazón!
Lo que no sale de nuestras regiones profundas, de esas que están ya más
allá del ego, son sólo cuerpo.
Muchos sirven a su cuerpo, fingiendo que sirven a su espíritu. Son pocos
entre miles los que viven llenos de la luz de Dios.
Son miles los que comen a la sombra del espíritu de los grandes.
¡Cuántos comen, beben y engordan sus egos a la sombra del espíritu de
Jesús o de las palabras del Corán!
Cuando concluyó el sama, el músico tocó una melodía honda que decía “el
asno se ha ido, el asno se ha ido”.
Todos se llenaron de entusiasmo y siguieron cantando y bailando hasta el
amanecer diciendo “el asno se ha ido, el asno se ha ido”.
El sufí se contagió de la emoción colectiva y también cantó: “el asno se ha
ido”.
No todo lo que parece plegaria y éxtasis lo es. La emoción por contagio es
como cabalgar a lomos de otro. Cuando te deje en el suelo no sabrás cómo
caminar.
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Cantos de eternidad. La sabiduría de Rûmî en el “Mathnawî”
Los profetas son los más lúcidos de los hombres, porque carecen de
egoísmo. No piden salario por su mensaje. Son guías, intermediarios entre
Dios y los hombres.
Los honorarios de su trabajo es la visión del Amigo. La retribución que el
profeta pueda recibir de los hombres, se asemeja a las cuentas de cristal, frente
a las perlas que proceden del Amigo.
El deseo egoísta, sea del tipo que sea, es como un tapón en el oído.
La ambición traba la lengua, opaca el brillo de los ojos y enfría el calor del
corazón.
El ansia de poder y de riqueza es como pelambre cayendo delante de los
ojos que impide ver.
El sabio es libre del poder y de la riqueza, porque para el que goza de la
visión de Dios, los bienes de este mundo son como carroña.
Para el que está ofuscado por la avidez, aunque esa avidez sea noble y sutil,
las palabras y las mil historias de los sabios no pueden entrar en su oreja
ambiciosa.
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Cantos de eternidad. La sabiduría de Rûmî en el “Mathnawî”
Tus ojos ven lo que tu mente y tu corazón interpreta. Un hombre puede ver
una serpiente peligrosa en lo que para otro es un cuadro de belleza.
Las realidades pueden tener diversas interpretaciones; lo que para uno es
un pez, para otro es un anzuelo.
Todo depende del cuadro de deseos, temores, recuerdos y expectativas
desde donde miras.
Tienes un ojo interno y un ojo externo. El ojo interno es lo que tu mente y
tu corazón dan por real. El ojo externo es el ojo de tu percepción.
El ojo interno se inclina a dar como real lo que da por real tu ojo externo,
porque toma como real lo que le transmite el ojo externo.
Si te identificas con tu cuerpo, das por real lo que percibe tu ojo externo.
José era una bestia de carga para sus hermanos y era como un ángel para los
ojos de Jacob.
Das por real lo que tu ojo externo te dice que es real.
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Marià Corbí
Sea la que sea la dirección en que huyas te espera el “jaque y mate”, porque
llevas contigo a tu enemigo.
No hay alivio en ningún lugar, porque el verdadero alivio está en el no-
lugar. Mientras haya un lugar, habrá alguien.
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Cantos de eternidad. La sabiduría de Rûmî en el “Mathnawî”
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Que “el que es” ponga en nosotros palabras sutiles, tales que nos libren del
tirano, y que lleven a quien pone en nosotros esas palabras, a la misericordia.
Para nosotros, enceguecidos por el ego, de Él llega el ruego y la respuesta,
de Él llega la seguridad y el temor.
Él es el Corrector de todas nuestras palabras vanas. Él es el alquimista que
transforma nuestra sangre en un Nilo. Sólo Él es el alquimista.
Adán, fue hecho de tierra y de agua, como todos nosotros.
Pesa sobre nosotros nuestro linaje de animales necesitados; y pesan también
todos nuestros parientes, con los miles de pensamientos que nos legaron, con
las alegrías y los pesares que también son su herencia.
A algunos Él los ha liberado, alejándolos de los apegos a la familia;
alejándoles del enclaustramiento en su naturaleza de seres necesitados, y de
los dolores y júbilos que heredaron.
Los ha liberado de la seducción de este mundo.
Reconocen la vaciedad de todo lo que les proporcionan sus sentidos y se
apoyan en lo invisible que se manifiesta en lo visible.
Para esos favorecidos, su amor es manifiesto, aunque su Amado está
oculto porque no puede ser objetivado en ninguno de los signos en los que se
manifiesta.
El Amado está fuera del mundo, porque no es ningún sujeto ni ningún
objeto de este mundo, pero su fascinación está en este mundo.
Él no queda encerrado en ninguno de sus signos, pero no es “otro” respecto
de ninguno de sus signos.
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Cantos de eternidad. La sabiduría de Rûmî en el “Mathnawî”
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Marià Corbí
Lo que abre los ojos a la luz es morir a sí mismo. No seas como los que se
aferran a la alforja y no ven al asno.
Puesto que tienes ojos ve tras el asno, no cosas la silla al asno. No ligues el
absoluto a formas, no le cosas a unas formas.
No te faltará la silla si atrapas al asno. No falta pan cuando se tiene espíritu.
No te faltarán las formas si atrapas al Absoluto.
A lomos del asno está la riqueza y el beneficio. A lomos del asno está la
perla que ansía tu corazón.
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Cantos de eternidad. La sabiduría de Rûmî en el “Mathnawî”
No seas un cautivo del “si…”: si hubiera hecho esto o lo otro; si tuviera esta
ayuda o la otra.
El Profeta y todos los sabios prohíben eso, porque ese “si…” viene de la
hipocresía.
La hipocresía es querer y no hacer. El hipócrita muere diciendo “si…”.
Quien queda atrapado en el “si…” no obtiene nada más que remordimientos.
Somos como forasteros que buscan, con prisas, una casa donde refugiarse.
Los amigos no sabios nos ofrecen una casa en ruinas como lugar donde
guarecernos.
Quien acepta esa casa puede estar junto a las gentes, pero la casa no tiene
tejado ni paredes que presten protección de los cuatro vientos.
Esa casa que no es un refugio, es nuestro propio ego. Quien reside en sí
mismo, en su ego, reside en una casa sin tejado ni paredes.
Uno mismo, como individualidad no es un refugio para sí mismo.
Todo el mundo busca la felicidad, pero la buscan por unos caminos que les
llevan por las vías del fuego del deseo insaciable.
Viejos y jóvenes buscan la felicidad, que es más valiosa que el oro; pero los
ojos con los que miran no distinguen el oro de las aleaciones.
El oro es diferente de la aleación sólo para el ojo que sabe ver. La opinión
común no es piedra de toque.
Procura la piedra de toque para tu alma; ella te permitirá distinguir el oro,
de la aleación; la felicidad, del fuego.
Si todavía no tienes esa piedra que discrimina, arrímate al que la tiene. O
adquieres la piedra de toque en tu alma, o pide consejo para el camino al que
la tiene.
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Marià Corbí
Lo que las gentes dan por felicidad, te arrastrará a la perdición. Son como
demonios, porque te desvían del verdadero camino de la felicidad.
Las gentes, que hacen el papel de los diablos, afirman saber con toda certeza
la senda y las señales claras que conducen a la felicidad.
Te llamarán por tu nombre para que les sigas. Si no les sigues es como si
quebraras sus certezas.
Si les sigues te llevarán por donde abundan los lobos y leones, por las sendas
donde habitan los más feroces depredadores.
Cuando adviertas tu error, el verdadero camino quedará ya lejos y tu tiempo
se estará acabando.
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Cantos de eternidad. La sabiduría de Rûmî en el “Mathnawî”
No podrás verle con los criterios de los trabajos ordinarios del ego. Sólo
dentro de ese taller podrás ver a la no-existencia y al trabajador.
Sólo ese taller y ese trabajo es el lugar de la clarividencia; fuera del taller no
hay más que ojos ciegos.
Quien vuelve su rostro hacia la existencia, se vuelve ciego como el Faraón.
El ciego no comprende que Uno sólo es el Actor.
¿Quién hay junto a Él que pueda alterar el destino?
El destino, el Único Actor, se burló de las pretensiones del Faraón. El
Faraón mató a miles de inocentes para librarse de Moisés, que se mantuvo a
salvo en la propia casa del Faraón.
Algo parecido le ocurre a quien cuida y protege su cuerpo y su ego viendo
siempre sus enemigos fuera.
Actúa así sin ser capaz de conocer que el verdadero adversario no está fuera,
sino dentro, en su propio cuerpo.
El enemigo no es alguien externo, es el propio cuerpo, el propio ego, cuando
toda su atención está vuelta a la existencia y se resiste a entrar en el taller de
la no-existencia.
El fuego de tu deseo, tu enemigo, está cuidado y mimado en tu propio
cuerpo, mientras tú buscas al enemigo de tu verdad y tu felicidad fuera.
56
Marià Corbí
Rûmî utiliza esta historia para comparar esa madre adúltera con nuestra
alma carnal. El alma carnal es el ego.
Y argumenta: ven y mata esa tu alma carnal porque asalta y mancilla todo
lo que es venerable.
Ella es la que hace tu mundo pequeño, te enfrenta a otros hombres y a Dios.
Y dice: si te libras de tu alma carnal, no quedará nadie que sea tu enemigo.
Si te libras del ego, que es tu alma carnal, nadie será, para tu mente y tu
corazón, un enemigo. Tu verdadero enemigo reside en tu propia casa, no está
fuera.
Si esto es así, ¿cómo es que los Profetas, que se habían librado de su alma
carnal, tuvieron enemigos y gentes que les envidiaban y perseguían?
Los enemigos de los Profetas y de los sabios, los que les persiguen, les
golpean o los matan, se persiguen, se golpean y se matan a sí mismos.
Son enemigos de sí mismos, no de los Profetas. Estos necios destruyen su
propia vida, no son enemigos más que de sí mismos.
Y Rûmî pone un ejemplo clarificador: un murciélago, al que el sol
enceguece, no es enemigo y adversario del sol; sus ojos que no resisten la luz
son los enemigos de su visión diurna.
El daño que el murciélago se hace a sí mismo, al no poder ver la luz del sol,
no es culpa del sol, ni le afecta.
Los que no oyen las palabras del Profeta y del sabio se obstaculizan a sí
mismos la visión de los rayos de la joya. No perjudican al sabio, sino a su
propia vista.
Rûmî pone un ejemplo: esos tales son como el esclavo que se suicida para
fastidiar a su amo,
-o como el enfermo que se enemista con el médico o el niño con su maestro.
Todos estos se dañan a sí mismos.
Es como el pez que se ofende con el agua, o la tierra que quisiera evitar
los rayos del sol. ¿Quién sería el dañado, el agua, el sol, o más bien el pez y la
tierra?
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Cantos de eternidad. La sabiduría de Rûmî en el “Mathnawî”
La luz de Dios tiene setecientos velos. Cada uno de los velos son niveles.
Detrás de cada nivel hay un santo, hasta el nivel superior.
Los ojos de los niveles inferiores tienen dificultad en soportar la luz de los
rangos superiores.
La luz que brilla en el primer rango puede ser dolor y tribulación para
los que bizquean, y porque bizquean ven doble, pero poco a poco dejan de
bizquear y atraviesan los velos, uno tras otro, hasta que se convierten en el
mar de la luz.
No cualquiera puede resistir cualquier fuego.
¿Qué es ese fuego? La vida y las afirmaciones de los sabios.
Uno es el fuego para cocer las manzanas, otro el fuego para el hierro y el
oro y otro el fuego del dragón.
Los sabios son los que arden con el fuego del dragón y acercan a cada uno
el fuego que necesita.
Ellos median entre el fuego y la cocción; son como el cazo que media entre
el fuego y el agua que debe hervir.
Los sabios filtran la luz del sol a la medida de la debilidad de los ojos;
atenúan el calor del fuego para que el agua hierva.
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Marià Corbí
Los grandes textos son como los sabios, llegan a tus ojos según la capacidad
que tienen para ver; cuecen a cada uno según la capacidad que tiene para
soportar la acción del fuego.
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Cantos de eternidad. La sabiduría de Rûmî en el “Mathnawî”
Los sabios son como los esclavos baratos. Están al servicio de todos, sin
pedir nada a cambio.
Un rey compró dos esclavos baratos y se puso a conversar con uno de ellos.
Descubrió que era listo porque sus palabras salían del amor, eran dulces.
Los que no hablan palabras de amor, pueden parecer listos, pero no lo son.
La dulzura de las palabras del sabio no está en su superficie, está en su
hondo. Esta es una observación de gran importancia; a ella apuntará toda la
intención de la narración que cuenta Rûmî.
Rûmî compara la lengua con la cortina que cuelga delante de la puerta del
alma.
La lengua descubre al alma. Cuando un golpe de viento levanta la cortina,
se nos revela el secreto de la casa.
En la casa puede haber perlas y trigo, un tesoro, o la casa puede estar llena
de serpientes y escorpiones.
Las perlas son la luz que hay en la casa y el trigo el alimento que reparte el
sabio. El sabio guarda un tesoro bajo la cortina de la lengua.
Pero el tesoro está guardado por una serpiente. Aunque el viento descubra
las riquezas que hay detrás de la lengua del sabio, no todo el mundo puede
acceder a ese tesoro.
Cualquiera puede verlo y oírlo, pero no cualquiera puede hacérselo suyo.
Hay que cumplir unas condiciones para acceder al tesoro sin que la serpiente
te ataque.
El sabio está guardado por una serpiente. ¿Qué es la serpiente? La boca
puede desarticular lo que das por realidad y puede desarticular tu ser, por tu
incapacidad de ver la realidad que te muestra el sabio.
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Marià Corbí
Si tus ojos bizquean verás doble, verás dos lunas en vez de una. Si bizqueas
verás dualidad donde sólo hay unidad.
Con mirada doble tu pregunta será tan necia como tu respuesta. Mientras
veas doble no obtendrás ninguna respuesta sabia.
Endereza tu visión para que tu mente no mire torcido. Si miras recto verás
con tu mente el resplandor de la perla única.
No te conformes con que la respuesta te llegue al corazón a través de la
oreja. La oreja es intermediaria, el ojo debe llegar a la unión por la visión
inmediata. El ojo, aquí, se refiere tanto a la mente como al sentir todo.
Tu experiencia de la unidad no debe contentarse con las palabras que llegan
al oído. Al oído sólo llegan palabras y doctrinas.
El oído sólo te dará transformación de cualidades, cambiará tu comprensión,
pero tiene que ser el ojo con su visión inmediata el que te proporcione la
transformación de la esencia, que te pase de la dualidad a la unidad.
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Cantos de eternidad. La sabiduría de Rûmî en el “Mathnawî”
El rey llamó al segundo esclavo. Tenía la boca apestosa y los dientes negros.
Al rey le disgustó.
No obstante le dijo que se sentara a una cierta distancia, pero no tan lejos
que no pudiera tener una conversación con él y tratar su boca como un médico
hace con su paciente.
Un defecto serio no invalida a una persona. Para aclarar este pensamiento
Rûmî dice que no se tira una manta porque tenga una pulga, ni se puede
rechazar a una persona por un defecto.
El rey le dice al esclavo que el otro esclavo ha hablado mal de él, que ha
dicho que es un ladrón deshonesto, de mal comportamiento, inmoral, infame
y otras muchas cosas malas más.
El esclavo acusado alaba a su compañero acusador diciendo que es sincero,
que, por consiguiente, lo malo que dice de él debe de ser verdad, porque no es
sospechoso de malicia.
El esclavo acusado no sospecha de su compañero, sino de sí mismo. Con
toda seguridad, - opina-, el esclavo acusador ve los defectos del acusado mejor
que él mismo.
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Marià Corbí
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Cantos de eternidad. La sabiduría de Rûmî en el “Mathnawî”
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Marià Corbí
Recuerda a Set, al que Adán nombró su vicario; a Noé que veía la joya, por
lo que derramó perlas de sabiduría en las almas; a Abraham, que viendo las
radiaciones de la luz entró sin miedo en el fuego; a Ismael, que porque cayó en
el arroyo de las aguas, expuso su cabeza al cuchillo de Abraham.
Recuerda a David, al que calentaron su alma los rayos de Él, hasta hacer
que su hierro fuera tan blando que podía ser tejido; a Salomón que mamó de
la leche de la unión y así sometió al demonio; a Jacob que se inclinó ante la
luz y así pudo oler el perfume de su hijo perdido; a José que contempló el Sol
hasta hacerle versado en la interpretación de los sueños; a Moisés que bebió
la luz hasta convertir su vara en un instrumento de castigo del imperio del
Faraón; a Jesús, el Hijo de María, que subió velozmente a lo alto de la bóveda
del cielo.
En estas remembranzas, el esclavo está hablando del Misericordioso y
Compasivo, el de los dones gratuitos, el que purifica, el que hace del fuego y
del rayo una señal de la Luz suprema.
Él es una joya tal que quien la ve derrama perlas; Él es el que con su luz
empuja a entrar en el Fuego.
Él es el arroyo de las aguas vivas.
Él hace nuestro duro hierro blando como los hilos.
Él es el que amamanta en la unión.
Él es el Sol, la Luz que se bebe, el poder de los débiles, el que eleva a lo alto
de los cielos.
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Cantos de eternidad. La sabiduría de Rûmî en el “Mathnawî”
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Marià Corbí
No se trasladan los actos, los accidentes, a la vida en la luz. Para los siervos
que se identifican con sus actos, que no se puedan trasladar a la dimensión
absoluta del existir, esos actos y esa identidad es desesperación, porque lo que
consideran su identidad se va y ya no vuelve.
Si no hay traslado de los actos, de los accidentes que ya se fueron, a la vida
eterna, a la resurrección, todas las afirmaciones de los maestros parecen vanas
palabras, porque ponemos nuestra identidad en los actos, en los accidentes
que ya no son.
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Cantos de eternidad. La sabiduría de Rûmî en el “Mathnawî”
¿De donde surgen los accidentes? De las ideas, y las ideas de los
pensamientos. Este mundo es un pensamiento del Intelecto Universal.
El Intelecto es como un rey y las ideas sus enviados. Estamos hablando en
metáforas.
¿No es este un pensamiento vedanta expresado en simbología teísta?
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Marià Corbí
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Cantos de eternidad. La sabiduría de Rûmî en el “Mathnawî”
El castigo del mal es como una nube que no lo oculta a los ojos penetrantes.
Cuando volvió el otro esclavo el rey le dijo que era apuesto y elegante, lástima
que tuviera las malas cualidades que afirmaba su compañero. Te describe, le
dijo, como una persona de dos caras, y dice que pareces un remedio, pero que
eres una enfermedad.
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Marià Corbí
Una forma bella con malas cualidades no vale para nada; y si la forma es
desagradable, pero el temperamento es bueno, ¡no sabes lo que has encontrado!
La apariencia pasa, pero el mundo de la realidad permanece para siempre.
Confundir la forma con el fondo es como amar la forma del jarro y no ver y
buscar el agua.
La forma te oculta la realidad; saca la perla de la concha. No todas las
conchas, ni las más bellas y agradables, contienen perlas.
Abre los ojos para mirar en el interior de cada uno y observa bien lo que
tiene, porque hay pocas perlas.
No te guíes por la apariencia exterior, porque una montaña es mucho mayor
que un rubí; también son más grandes tus manos y pies que tus ojos, pero tus
ojos son lo más importante de tus miembros.
Si sabes ver las escasas perlas, abandonarás muchos mundos.
Se capaz de reconocer al sultán que siguen cientos de miles de soldados; se
capaz de reconocer al pensamiento que es capaz de inundar el mundo como
una riada.
El que posee ese pensamiento puede parecer insignificante y su pensamiento
pequeño, pero como una inundación, se traga el mundo.
Comprende que cada oficio subsiste por un pensamiento; comprende que
no sólo las casas, los palacios y las ciudades se sustentan en un pensamiento,
sino que también lo hacen las montañas, los ríos, la tierra, el océano, el sol y
el cielo.
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Cantos de eternidad. La sabiduría de Rûmî en el “Mathnawî”
El esclavo favorito.
Había un rey que prefería a uno de sus esclavos sobre toda su corte. Le
colmaba de estipendios y dones, mucho más que a todos sus visires.
Su espíritu, en origen, antes de que el cuerpo fuera creado, es decir, en el
seno mismo de la Unidad, era allegado y pariente del rey.
Su unidad estaba más allá de las categorías de esclavo y rey, porque residía
en el Único.
Dicho con un lenguaje más sencillo: el esclavo y el rey tenían un espíritu
emparentado en la indagación y realización del Uno.
Esta breve historia sirve a Rûmî para hacer unas largas reflexiones sobre la
Unidad y el Único Actor.
Empieza con una primera recomendación: deja las cosas que acaban de
surgir a la vida, a la existencia, lo que importa es lo que ha existido previo a
este surgir.
Lo que importa no es lo que conoce el que bizquea, sino lo que conoce el
que no bizquea. Para el que no bizquea, su ojo viendo todas las cosas, está
siempre en el Único.
Podríamos decir que todo lo que Dios sembró en la unidad, sea trigo o
cebada, día o noche, están fijos en ese lugar, en la unidad.
Todo lo que aparece está fijo en la unidad.
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Marià Corbí
Apártate de la idea de que eres un actor frente a Él, porque incluso lo que
te propones, tu estratagema, es su invención.
Cuando tú crees actuar frente a Él, también ahí es Él el que actúa.
Lo que Él decide en el principio sin principio, es lo que permanece y crece.
Sea lo que sea lo que siembres, hazlo por Él y en Él, porque tu ser es su
cautivo. ¿Qué entidad tienes frente a Él que no sea Él?
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Cantos de eternidad. La sabiduría de Rûmî en el “Mathnawî”
Siembra mientras tengas tiempo antes del día de la cuenta, sabiendo que lo
que siembres, es Él el que lo siembra.
No te atribuyas la siembra, si no quieres aparecer el día del juicio con las
acciones robadas colgadas del cuello.
Aunque se junten cientos de miles de mentes para preparar una trampa
distinta de la de Dios, no se podrán separar de la que Él trama.
Las pretendidas obras son pajas que no pueden nada contra el viento divino.
Si mis actos son sus actos ¿cuál es el beneficio de ser? ¿Por qué existimos?
No hay por qué.
Es bueno que te preguntes eso. Descubre tu realidad. Si hay muchos
beneficios en tu pregunta ¿por qué no hacerla?
Si desde un punto de vista, los actos del mundo son en realidad
improductivos, porque uno Único es el actor, desde otro punto de vista es
ventajoso, porque manifiestan “al que es”.
Las manifestaciones del Único, los actos de las criaturas, no son
improductivos. La belleza de José benefició a un mundo, aunque para sus
hermanos fue algo vano.
Las melodías de David fueron muy apreciadas, aunque para los infieles sólo
fueran ruido de madera.
El agua del Nilo era mejor que el agua de la vida, aunque para los infieles
fuera como sangre.
Para el verdadero creyente el martirio es vida, aunque para el hipócrita sea
muerte.
De todos los beneficios del mundo, que son las manifestaciones de Dios,
siempre está excluido algún grupo. Pero Él, el Único Actor, no excluye a nadie.
El buey y el asno no aprecian el azúcar. En ese sentido cada alma tiene una
nutrición distinta.
Si el alma no toma la nutrición adecuada a su auténtica naturaleza,
amonéstala.
Si alguien, por enfermedad se aficiona a comer barro, ha olvidado su
nutrición original y se ha vuelto a lo que es enfermedad;
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Marià Corbí
-renuncia a la miel para comer veneno, confunde los alimentos que son
enfermedad con los verdaderos alimentos.
La nutrición original para el hombre es la luz de Dios.
Los alimentos animales no son adecuados para él, pero a causa del error
de su mente, toma como su alimento cotidiano lo que es sólo agua y arcilla.
Quienes se alimentan de barro no pueden menos que estar débiles,
pusilánimes y apoyados en pies de barro. Les falta el alimento que les
conduciría por pistas celestes.
El alimento de los bien guiados se ingiere sin garganta. La comida del Sol,
que es luz, viene de la luz del Trono; la de los envidiosos y errados, viene de la
alfombra del trono de Dios, la Tierra.
Para ese alimento de luz no hay boca ni plato; el corazón bien guiado recibe
alimento de cada compañero, de cada conocimiento.
Para él, cada ser es una copa de buen vino; el ojo iluminado en cada ser
percibe su realidad.
Comes algo, cada vez que te reúnes con alguien, y te llevas algo cada vez
que te asocias con otro.
Cuando te reúnes con otro, siempre se produce un efecto apropiado para
ambos, igual que de la combinación de hombre y mujer nace un ser humano,
igual que del hierro y la piedra saltan las chispas o de la unión de la tierra y
la lluvia surgen las frutas y verduras, o de la alegría de nuestras almas, nace la
bondad y la beneficencia.
La unión siempre es beneficiosa, porque brota de la Unidad.
Rûmî continúa citando unión de pares cuyo resultado es beneficioso.
Otras conjunciones, en cambio, son dañinas como la conjunción de la tierra
con Saturno, dice, porque vuelve a la tierra nitrosa y no apta para la siembra,
o la conjunción del diablo con los hipócritas.
¡Mira con quién te juntas!
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Cantos de eternidad. La sabiduría de Rûmî en el “Mathnawî”
El ignorante bebe agua salada del Mar dulce; y el agua salada que bebe, le
ciega.
Este mundo es un Mar de agua dulce, pero la ignorancia convierte esa agua
dulce en salada.
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Marià Corbí
El Mar dice que beba su agua con la mano derecha, que no la beba torcido,
para que recupere la vista. Comenta Rûmî que la mano derecha es la opinión
correcta que sabe discernir.
Si discierno, bebiendo agua dulce del Mar, soy como lanza en manos de un
lancero, dice el sabio. El que actúa es Él, y Él siempre lo hace con precisión.
Gracias a los sabios, que conocen al Único Actor, nos sabemos impotentes
para devolver la luz a los ciegos.
Nadie es nadie para dar la Luz al que se cree alguien. Sólo la Luz abre los
ojos. Sólo la Luz despierta a la Luz que somos.
Pero los sabios son la Luz del Sol, su luz es la del Sol, no tienen otra Luz
que la del Sol. Esa Luz mata la oscuridad de los recalcitrantes, despoja de cien
años de ceguera.
El sabio cura a todos los invidentes, excepto a los envidiosos, cuya envidia
niega al sabio.
A quien envidia al sabio, el sabio no le puede dar la vida. Quien envidia al
sabio, le irrita la existencia del Sol.
Ese tiene una enfermedad incurable, ha caído para siempre en el fondo del
pozo. Con su envidia y negación del sabio, quisiera la extinción del Sol.
Esa es su condena, porque el Sol no puede extinguirse.
El que busca a Dios es como un halcón que busca la mano del Rey.
El que se ha perdido es un halcón ciego. Se extravió y cayó en la selva
oscura, junto a los animales de la noche.
La selva oscura de los animales de la noche es el mundo de objetos, sujetos,
individualidades.
Los humanos son totalmente luz, luz de la aprobación divina, son luz en los
que la Luz se reconoce, pero el destino los cegó.
El destino les arrojó polvo a los ojos, los alejó del camino y los dejó junto a
los búhos de la selva, los animales de la noche.
¿Qué es el destino, al que Rûmî llama “el mariscal”?
La necedad acumulada en miles de generaciones, más la necedad propia.
Toda esa necedad nos la cargamos a la espalda. Pero esa necedad no es
“otra”, alguien o algo frente a Él.
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Cantos de eternidad. La sabiduría de Rûmî en el “Mathnawî”
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Marià Corbí
El halcón contestó: soy el amado del Rey; si rompéis una de mis plumas, el
Rey destrozará este lugar.
El Rey me defendería, no sólo de un búho sino de otros halcones. Si un
halcón me ataca, el Rey llenará montañas y valles de miles de cabezas de
halcones.
Él me guarda; donde quiera que vaya Él está conmigo. Mi imagen está en
el corazón del Rey; sin ella su corazón enfermaría.
No soy “otro” de Él. La unidad es amor y el amor es unidad.
La afirmación de Rûmî es atrevida, pero cierta, cuando dice que Él, sin mi
imagen en su corazón (¿qué otra cosa soy que una imagen en su corazón?)
enfermaría.
Donde hay división no hay unidad. ¿No es eso afirmar, como Juan, que
Dios es amor, es decir, unidad?
Si Él me llama, me remonto a lo alto, como sus rayos; vuelo como el sol y
la luna; rasgo la cortina de los cielos.
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Cantos de eternidad. La sabiduría de Rûmî en el “Mathnawî”
El sabio es el dueño del reino. El Rey toca el tambor halconero desde lejos,
para llamarle a Él. El cosmos entero es un tambor redoblante.
Con el redoble del tambor el Rey dice: ¡Regresad! Dios es testigo de esta
verdad, a pesar de lo que diga el adversario.
El halcón, dice Rûmî desde su concepción teísta, no es un congénere de
Dios, no es Dios, pero posee la luz de Él en su manifestación.
La homogeneidad del halcón con el Rey no es en la forma. Como el agua se
hace homogénea con la tierra en la planta, como el viento se hace homogéneo
con el fuego en la combustión, o como el vino se hace homogéneo con el
cuerpo que lo bebe, así por la muerte del ego el sabio se hace homogéneo con
Dios, pero Él permanece solo.
El sabio rueda a los pies del caballo del Rey, convertido en polvo, pero sobre
ese polvo está la marca de los pies del caballo del Rey.
Dice Rûmî que te vuelvas polvo a los pies del Rey por razón de esa marca,
para que puedas convertirte en corona en la cabeza de los nobles.
Reconócele en el polvo y te convertirás en corona en la cabeza de los nobles.
Que la forma del sabio no te confunda, comparte su pan y su postre antes
de que se vaya.
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Marià Corbí
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Cantos de eternidad. La sabiduría de Rûmî en el “Mathnawî”
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Marià Corbí
La zarza crecía y crecía y los viajeros se dañaban los pies con sus espinas.
Todos se lastimaban y desgarraban sus vestidos con la zarza.
El gobernador le dijo seriamente que la quitara de en medio del camino.
Él le respondió que “algún día lo haría”. Siempre daba plazos y decía mañana,
mañana.
Mientras tanto la zarza se robustecía. A todos los requerimientos del
gobernado siempre contestaba “que había tiempo todavía”.
Hacemos lo mismo nosotros con los obstáculos que nos ponemos en medio
del camino.
Cada plazo que le ponemos a dedicarnos a arrancar esos obstáculos, la
zarza se robustece más y más, mientras que nosotros envejecemos.
Cada día que pasa la zarza es más potente y el que debe arrancarla más
débil.
El obstáculo que hemos puesto en medio de nuestro camino cada día que
pasa tiene unas raíces más hondas y unos brotes y espinas más poderosos,
mientras que nosotros estamos más enfermos e impotentes.
El obstáculo es cada día que pasa más joven y fuerte y nosotros más
ancianos.
Cada uno de nuestros malos hábitos es como esa zarza. Y como la zarza
hiere tus propios pies y la de todos los viajeros que transitan por el camino.
Toma el hacha, mientras tengas fuerzas, y corta el obstáculo que sólo hace
que atormentarte.
Aconseja Rûmî: une la luz del Amigo con tu fuego; une la luz del Amigo
con tu decisión, con tu pasión; esa unión convertirá tus espinas en perfumadas
rosas.
Une al deseo noble de tu ego la luz del Amigo. Une tu mejor decisión a su
Luz. Saldrás de ti y te convertirás en rosaleda.
Está expresando la misma idea de la narración anterior del hombre que
arrojaba ladrillos al agua.
Eres como el infierno, por el fuego de tus pasiones; el sabio puede extinguir
tu fuego. Incluso el fuego del infierno teme que la luz del sabio no extinga su
fuego.
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Cantos de eternidad. La sabiduría de Rûmî en el “Mathnawî”
Con la luz no coexiste el infierno. La luz del que ve es la muerte del fuego.
La visión es el enemigo del fuego.
Si quieres eliminar tu fuego dirige la misericordia del Único al corazón
mismo de las llamas.
Esa misericordia te llegará, desde el sabio, -el sabio es la misericordia de
Dios- como un agua que extingue tu fuego. Oye sus palabras, estudia sus
palabras.
El sabio es un bienhechor que reparte Agua de Vida.
Otra vez la misma idea expresada con otra comparación: las pasiones son
como el fuego que nos consume. El sabio, que no es “otro” de Él, es el agua
que va apagando el fuego.
Los hombres de pasiones, que quieren arder en el fuego huyen del sabio,
porque como un río, destruye sus llamas.
El agua del sabio gotea sobre el fuego del alma carnal y lo enfría, para que
pueda florecer en él la rosaleda, para que lo que se siembre en su tierra pueda
dar fruto y flores.
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Marià Corbí
El polvo que el viento levanta, representa un falso teatro. Ese falso teatro es
como un velo. Parece lleno, pero es pura cáscara.
Y lo que oculta es su verdadero núcleo y origen.
Que tu ojo no sea un ojo de polvo que sólo ve el polvo, límpiatelo para que
vea el viento sutil.
El ojo sensual es el caballo, un caballo entre caballos. La luz de Dios es
el jinete. Sin el jinete, el caballo es inútil para el camino. Doma tu caballo si
quieres llegar al término del camino.
El ojo del caballo encuentra el camino desde el ojo del Rey. El ojo del
caballo no acude a otra cosa que al pasto y a la hierba, ¿para qué buscar otra
cosa?
Cuando el ojo del caballo es la luz de Dios, entonces el caballo se aleja de
los pastos para recorrer el camino.
Sin el ojo del Rey, el ojo del caballo no advierte las señales del camino.
¿Qué es el ojo del Rey sobre mi ojo?
Ver las cosas ya no desde el ego, desde la dimensión relativa de la necesidad,
sino desde más allá del ego, desde la dimensión absoluta que en mi mismo
reside. Rûmî expresa esta idea desde la dualidad de Dios criatura.
Que la Luz cabalgue sobre tus sentidos. Que los ojos del Rey cabalguen la
luz de tus ojos.
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Cantos de eternidad. La sabiduría de Rûmî en el “Mathnawî”
La luz del sentido conduce a la tierra, la Luz del Rey elevan del mundo
inferior.
La Luz del Rey es como el mar, la luz del sentido es sólo una gota de rocío.
Que tus ojos estén llenos de mar. Si es así, lo notarás en los buenos efectos y
palabras.
La luz del sentido es basta y pesada. Si no puedes ver con tus ojos la luz
de tus propios ojos, ¿cómo vas a ver la Luz que es la luz del Rey? Si la luz del
sentido que es tosca, no la ves, ¿cómo no se te esconderá la Luz sutil?
El mundo es como briznas de paja movidas por el viento invisible que las
lleva de un lado a otro; las eleva o las baja, las mueve enteras o rotas, las puede
convertir en rosas o en espinas.
¿Qué puede la paja? Lo que cuenta es el viento que la mueve.
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Mi alma es un horno que le basta con el fuego; le basta con la luz y el fuego.
Él es la luz y el fuego. Busca qué queda por quemar en el horno.
El horno es el Amor que es la Unidad; todo hay que quemarlo en el amor;
toda individualidad debe arder en ese horno.
Me he vuelto loco porque no me rijo por las normas de esta vida mundana.
Lo que para otros es muerte, para mí es vida; y lo que para mí es vida, para
otros es muerte.
Su luz, la “del que es”, es multiforme y produce locuras distintas. La locura
es el reconocimiento.
Su reconocimiento en todo, va aniquilando rincones míos que todavía
sobreviven. Y se le reconoce en todas partes y de formas tan diferentes.
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Con Dhû’l Nûn el egipcio nació una nueva demencia, una nueva embriaguez.
La gente no podía soportar su locura, su fuego abrasaba sus barbas.
Los vulgares lo atacaron y lo encarcelaron. Tales sabios ven peligrar sus
vidas a manos de los mediocres.
Los sabios, con su aniquilación, amenazan seriamente la vida y los criterios
de los mediocres.
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Cantos de eternidad. La sabiduría de Rûmî en el “Mathnawî”
El sabio está sólo y es como una perla única en manos de niños. Es una
perla tratada por mediocres.
¿Cuál es la perla del sabio?
El Mar oculto en una gota; el Sol escondido en una mota. ¡Bellas imágenes
de Rûmî!
Pero esa gota y esa mota poco a poco se van manifestando en el sabio, hasta
que todo se ahoga, se abrasa y se pierde en Él.
Cuando la autoridad se halla en manos de los necios, Mansûr está en la
horca y matan a los profetas. ¿Cuándo no está la autoridad en manos de los
necios?
El ser del hombre es como una jungla. ¡Guárdate de esa jungla! En nuestro
ser hay lobos y cerdos, bueno y malo, hermoso y horrible. Vigila qué es lo que
prepondera.
Cuando el oro prepondera sobre el cobre, la mezcla es oro.
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A cada momento una especie salvaje surge en el pecho del hombre: a veces
un diablo, mas en otras un ángel.
En esa selva, que es el pecho del hombre, hay un camino que atrapa la presa
espiritual.
Tú que eres un depredador, menos que un perro, roba la perla espiritual
del interior de los que conocen. Ya que tu naturaleza es depredar, atrapa la
hermosa perla.
Ya que siempre buscas tu provecho, busca lo que realmente vale la pena.
Róbala y la perla te purificará.
El sabio no te puede dar la perla, tú tendrás que robarla de su corazón.
Espabílate para robar la perla del corazón del sabio, él no se opondrá, pero
serás sólo tú quien tendrá que robarla.
El sabio no pierde la perla cuando se la roban.
Puesto que tu naturaleza es llevar una carga, que esa carga sea noble.
Los discípulos fueron a la cárcel a visitar a Dhû’l Nûn, suponiendo que sus
actos, interpretados como locura, los hacía a propósito.
Su inteligencia, profunda como el mar, no le podía conducir a la necedad.
Se refugia de la maldad de los vulgares, pensaban.
Resulta loco a causa de la necedad de los que se dicen cuerdos. Delante del
torpe intelecto servidor del cuerpo, se hace demente.
Cuando perece este cuerpo burdo, cuando muere al alma carnal, cuando se
muere a sí mismo, la esencia que conoce los secretos vive.
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Sólo los elegidos por el Conocedor de lo oculto, los que han reconocido,
son capaces de conocer el estado real de los corazones.
Sólo los que reconocen “lo que es”, conocen “lo que sólo parece ser”, en su
real situación.
Rûmî pone varias imágenes para aclarar su pensamiento: un halcón conoce
el corazón de un gorrión; el que conoce los secretos de Él, ¿se le ocultarán los
secretos de los seres creados?
Al que camina por las esferas de los cielos, no le costará caminar por la
tierra.
Luqmân parecía un esclavo, pero era un amo. ¡No te guíes por las apariencias!
Si el que, en lo exterior era amo y en su interior esclavo, quería convertirse
en verdaderamente amo, debía ponerse en el lugar del esclavo, vestir sus ropas
y seguir al que aparentemente es esclavo, como hacen los criados, para escapar
de las trampas de este mundo.
Debía morir a su condición de señor que es servido, para convertirse en
esclavo que sólo sirve.
El esclavo debía tratar a su señor como esclavo para que el señor dejara de
ser esclavo.
El sabio tiene que tratar con su discípulo como se trata a un esclavo. Debe
convertirlo en puro servidor que no vive para su provecho.
Los esclavos de la sensualidad se creen dueños de sí mismos, pero son
siervos del deseo.
El que quiere transformarse en hombre espiritual usa la práctica de
humillarse. Humillarse y servir es el camino a la aniquilación. ¡Qué sencillo y
qué eficaz, pero qué difícil de comprender!
Del que es un hombre sensual, no proviene nada si no es la esclavitud.
Nada somete como la necesidad, el deseo y las expectativas que el deseo
genera.
Que cada uno analice su situación en este asunto; que cada uno descubra
quiénes son sus señores, los que le someten.
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Reflexiona Rûmî9 que el amor vuelve lo amargo en dulce; por amor, los
pedazos de cobre se tornan en oro; los sedimentos se aclaran; el dolor cura; el
rey se convierte en esclavo.
Pero ese amor es fruto del conocimiento, del reconocimiento “del que es”
en todo, lo bueno y lo malo.
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Los rayos de luz, las manifestaciones “del que es”, son meros ayudantes para
llevarte a Él.
Rûmî ilustra su idea con dos bellas imágenes: si cabalgas sobre la espuma del
mar, no llegarás muy lejos; si intentas leer una carta a la luz de un relámpago,
no llegarás al final.
No te apoyes en lo fugaz.
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Los discípulos envidiosos son menos que un perro, porque los perros tienen
lealtad y los discípulos que compiten con el maestro no tienen lealtad hacia él,
ni hacia sus condiscípulos.
Supón que el maestro no es un maestro, sino un discípulo como otro, supón
que su luz no es capaz de poner al rojo una bola de hierro y que su corazón es
ciego, ¿no debieras ayudar a su corazón y a su mente?
Sin el maestro no fluye el agua para el discípulo. En el corazón del maestro
se fabrica la fortuna del discípulo, ¿por qué atentas contra la fuente y contra
la raíz de tu fortuna?
Alumbras la llama contra él en secreto, pero ignoras que hay una ventana
entre corazón y corazón para el que ve.
Él ve tu pensamiento a través de la ventana. Tu corazón da testimonio de
lo que meditas.
Puede que por amabilidad no te amoneste a la cara, porque no puedes
soportarlo, y digas lo que digas sonría y no diga nada. No lo hace para adularte,
sino por tu debilidad.
Así el golpe que le des, caerá sobre ti acrecentado. ¿Qué puede dañar al que
ya no es? Lo que hagas en contra de él, te afianza en tu error.
Si su sonrisa fuera de aprobación, cien mil flores se abrirían para ti.
Cuando su corazón trabaja para ti confirmándote y su luz confirma tu luz,
es como el sol de primavera que hace que todo florezca y el mundo se llene de
un canto como de ruiseñores y tórtolas.
Sin su confirmación ¿cómo eliminarás la gran duda?
Cuando ves tus hojas amarillas y negras, reconoce la cólera del rey. El sol
del rey oscurece los rostros como muestra de reproche. Reconoce el enfado del
rey en tu rostro oscuro.
La cólera del rey es el daño que tú mismo te haces a ti mismo. Si te ves
estéril, investiga tu alejamiento de la nada, tu aferramiento a ser alguien.
Cuando te alejas de Él, para volverte a ti, tu espíritu se oscurece.
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Una abubilla llevó a Bilqis una carta con el sello de Salomón. La carta
contenía unas breves y elocuentes palabras.
Cuando Bilqis leyó el mensaje, no despreció al mensajero. Lo que a los ojos
era sólo una abubilla, lo veía como el pájaro mítico Anqâ; lo que parecía una
salpicadura de espuma, era agua del mar.
Todas las cosas son sus mensajeros y los maestros sus enviados.
La realidad está en guerra con los sentidos. Las cosas no son lo que parecen.
Así los que no tenían ojos para ver no reconocieron en Muhammad más
que a un hombre, sin ver al que desentrañaba la realidad.
Enceguece tu ojo que no ve más que lo que perciben los sentidos. El ojo
sensual es enemigo del intelecto y de la religión.
El ojo sensual es el que ve lo que le dictan los deseos y las expectativas.
Dios llama enemigo al ojo sensual porque es idólatra, ve doble donde sólo
hay Uno. Ve la espuma y no ve el mar.
El dueño del presente y el futuro está ante él y no le ve.
Si una mota trajera un mensaje de aquel Sol, el sol se convertiría en esclavo
de esa partícula.
Una gota de agua enviada por el Mar de la Unidad, cautivaría a los siete
mares.
Un puñado de tierra que fuera su mensajero, los cielos inclinarían su cabeza
ante esa tierra.
Cuando la tierra de Adán se convirtió en el mensajero de Dios, los ángeles
se postraron ante su tierra.
Así ocurre con los maestros.
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Cantos de eternidad. La sabiduría de Rûmî en el “Mathnawî”
El ojo que ve, parte el cielo. La tierra basta se eleva sobre el agua sutil, si
Él lo quiere.
Él puede rebajar al aire y al fuego y permitir que la espina sobrepase a la
rosa.
Él puede hacer que el aire y el fuego sean oscuridad, tosquedad y pesadez.
Él puede hacer que el camino del cielo se atraviese a pie.
Él exalta a quien quiere. Él le dijo a una criatura terrestre como Adán, ¡abre
tus alas!
Él da el don de la luz a quien quiere. La luz todo lo trastoca.
Pero Él no es un Dios ni un señor absoluto. Él es simplemente “el que es”.
El absoluto es absoluto y no depende de las acciones de lo relativo, porque
lo absoluto “es”, y lo que es relativo “sólo parece ser”.
“Lo que es” es el Único Actor, el resto sólo parece actuar.
Adán terrestre pasó por encima de Iblis de fuego. Hundió a Iblis bajo la
séptima tierra.
Los criterios de lo que “sólo parece ser” no valen para lo que “es”.
La acción del absoluto es incausada y, por ello recta. Cuando hay causa
puede haber error; sin causa toda acción es sólo “el que es”.
Entre Él y las criaturas no hay relación de causa a efecto. No hay dualidad.
Por ello, nada tiene causa y Él, que no tiene causa, tiene el poder de la
predeterminación. Puesto que no hay dualidad, Él tiene el poder de la
predeterminación.
Pero ¿quién hay frente a Él? Si no hay nadie frente a Él, ¿puede hablarse de
predeterminación”? También la predeterminación sólo parece ser.
Rûmî abunda en esta idea: “el que es” puede convertir al mar en fuego, y al
fuego en rosaleda, puede hacer a la montaña ligera como la lana, puede partir
el cielo, unir al sol y la luna, transformar a los dos en dos nubes negras, o en
dos bueyes negros sobre los que Dios pondría su yugo.
No hay dualidad entre Él y sus obras. En ese sentido todo le es posible.
Además su luz transforma la manera de ver y de vivir todas las cosas. No
es, pues, que sea un señor arbitrario, es que su luz transmuta todas las cosas.
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Con estas expresiones teístas, Rûmî está afirmando que Él es el ser de todo,
que nada tiene ser autónomo frente a Él.
No hay distancia entre su acción y Él. Todo es con el ser “del que es”.
Todavía estamos usando expresiones teístas, en el fondo. Pero con ellas se
está afirmando
-que todo existe con existencia absoluta;
-que nada ni nadie impone normas al ser de las cosas;
-que, porque todo existe con existencia absoluta, todo está predeterminado
y, a la vez es libre, porque nada ni nadie le somete.
10 Cfr. Rûmî: MathnawÓ T. II, Madrid, 2003, Editorial Sufí, pg. 124.
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Cantos de eternidad. La sabiduría de Rûmî en el “Mathnawî”
Quien toma las palabras como canon de verdad, se cierra a la verdad, porque
la verdad no cabe en las palabras, porque objetiviza, porque dualiza.
Quien toma su criterio o su sentir como canon de verdad no alcanzará a ver
“aquello” a lo que apuntan las palabras.
Quien no atina a ver “aquello” a lo que apuntan las palabras ¿cómo va a
poder arrepentirse y orar?
El mundo que construyen las palabras es como una bola de acero en la que
Él es el centro.
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Cantos de eternidad. La sabiduría de Rûmî en el “Mathnawî”
Todos los atavíos de los habitantes del jardín proceden del Uno, el Generoso,
el Misericordioso.
Esas gracias y bellezas son la señal de un testigo, de un hombre que ha
visto. Sólo el que ve puede hablar de ese jardín.
Y sólo quien ha visto al rey se alegra con la señal; el que no le ha visto, no
reconoce nada.
Sólo el que ha visto el “Yo soy” puede oler y conocer el aroma del vino,
porque lo ha bebido. Si no lo ha probado no puede olerlo ni comprender el
testimonio de quienes lo han olido y bebido.
La sabiduría guía ante el Rey a quienes la reconocen. La sabiduría se
presenta con mil señales que tú reconocerás, pero cállatelas, porque para otros
no serán señal.
¿Cómo podrían ser señales para los que no reconocen, si no son ni objetos,
ni sujetos, ni individualidades?
La sabiduría te mostrará que tus actitudes también son señales de que
obtendrás de Dios el reino y el poder que buscas:
-tus largas noches en vela, las suplicas con ardor al amanecer;
-cuando en ausencia de ese anhelo y esa proximidad tu día se oscurece;
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El diligente, tras estas señales se lanza al nuevo día buscando las muestras.
Tiembla pensando: que no se me escape este día.
Busca por las calles, el mercado, las casas, como el que ha perdido un ternero.
A quien pregunta ¿son buenas noticias? ¿Por qué corres de un lado a otro?
Él responde: son buenas noticias, pero nadie puede conocerlas salvo yo; si lo
cuento perderé mi señal, y si la pierdo llegará la hora de la muerte.
Las señales son la advertencia de lo sutil de lo sutil; si le doy forma para
comunicarlo corro riesgo de que lo sutil se evapore.
Si se me escapa la captación de esa sutilidad, me quedo entre los mortales
y peor que antes de recibir la señal, porque entonces todo habrá perdido
consistencia y brillo para mí.
Las llamadas de la sutilidad nadie las reconoce si no es quien las recibe. Si
no sigue esas llamadas de la sutilidad, es la muerte, no volverá al estadio en
que no había recibido la llamada. Ya nada podrá volver a ser igual.
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Pero advierte que nuestras palabras, las ideas y diseños que con ellas nos
hacemos de Él, no son adecuadas.
Advierte que no nos intoxiquemos con las palabras con las que hablamos
de Él. Si nos intoxicamos, es decir, si las tomamos demasiado en serio, no
podremos entender su esencia. Sólo podremos acercarnos a ella a través de
las similitudes.
Las oraciones y alabanzas, los rituales, son una fantasía imperfecta. Dice el
texto que los atributos reales están muy lejos de esas formas.
Llamarle Rey es un símil imperfecto. Todos los símbolos que utilicemos
para hablar de Él no son más que símiles, metáforas que sirven para apuntarle,
pero que una vez apuntado deben hundirse en el silencio.
Por otra parte, aplicarle afirmaciones negativas de “no es esto, no es esto”,
como decir que el Rey no es un tejedor, no es decir nada sino corregir nuestra
tendencia a emborracharnos con las palabras y las formas.
Esa forma de hablar de Él por negaciones, es la confesión de la incapacidad
de nuestra lengua.
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Cantos de eternidad. La sabiduría de Rûmî en el “Mathnawî”
Pero ni siquiera de quienes por Él ven y por Él oyen se puede hablar como
lo hacía el pastor, porque quedan invadidos por la inefabilidad divina.
A esos no se les pueden aplicar ni la categoría de cuerpo y, por tanto,
tampoco la de nacimiento, ni la de muerte.
Ningún término que podamos enunciar se les aplica.
El pastor se apartó de Moisés compungido.
Dios reprende a Moisés porque ha separado al pastor de Él. Dice Dios que
Moisés no separe, no divorcie entre las que son expresiones correctas y las que
son incorrectas.
El absoluto es libre con relación a nuestras palabras y nuestras palabras son
libres con relación a Él, aunque no todas son adecuadas.
Las palabras que separan y condenan, esas no son, ciertamente, adecuadas.
¡Ojalá hubieran tenido eso en cuenta las ortodoxias!
En nuestro camino interior tenemos que tener muy presente este principio:
el absoluto es libre con relación a nuestras palabras y nuestras palabras y
concepciones son libres con relación al absoluto.
Para que sean adecuadas sólo hay que tener la lucidez de no tomarlas
demasiado en serio.
Hablando de Él, sólo manejamos símbolos y los símbolos no le describen,
pero le apuntan. Esos símbolos deben ser adecuados, no cualquier símbolo
vale.
Por regla general, los símbolos milenarios valen, y nuestro corazón y nuestra
mente pueden usarlos.
Por ejemplo, el símbolo “Dios” o el símbolo “Padre”, por hacer referencia
a dos términos muy próximos. Pero en un contexto cultural como el nuestro,
el uso de esos símbolos ha de ser explícitamente simbólico, si no queremos
producir esquizofrenia en nuestro pensar y nuestro sentir.
Si usamos esos símbolos, en nuestro ámbito personal, sin separar ni
reprochar, será un buen uso.
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Cantos de eternidad. La sabiduría de Rûmî en el “Mathnawî”
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El que verdaderamente ha muerto, ha ido más allá del último confín, ha ido
más allá de todo límite, porque ha ido más allá de toda objetivación, más allá
del reino de las palabras.
Tus palabras de reproche fueron como el restallido de un látigo que desbocó
a mi caballo. Tu reproche aniquiló lo último de mí.
Desde entonces la naturaleza divina intima con mi naturaleza humana.
Eso ya no se puede decir con palabras.
¿Qué palabras expresarán la unidad, la ausencia completa de toda posible
objetivación, de toda frontera?
¿Qué dualidad hay entre la imagen y el espejo?
El aliento que el flautista insufla en la flauta, no es de la flauta. Las palabras
que utilices para hablar de la dimensión absoluta, no dual, son ineptas, tanto
las indecorosas del pastor, como las más refinadas del más cultivado.
Siempre tendrás que decir, cuando se levante la tapa que cubre el misterio:
¡No es lo que yo pensaba!
Todas nuestras palabras están sucias para hablar de Él, porque todas están
manchadas por su estructura internamente dual.
Las palabras están sucias, pero es una suciedad que se lava con agua. Lo que
cuenta es el corazón del que salen, si ese corazón está lavado de toda doblez
por el agua que viene de la fuente absoluta.
Todo lo que sale de mí, mientras me vivo como entidad separada de Él, es
indigno del Único.
Todo lo que vemos en la tierra está lleno de la dimensión absoluta y es
señal de la piedad de “eso que es”, porque, aunque todo se nos presenta como
objetos, sujetos e individualidades, como manchado por la dualidad, produce
capullos y flores para quien sabe ver.
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Cantos de eternidad. La sabiduría de Rûmî en el “Mathnawî”
La planta que mira hacia arriba crece y aumenta en vida; la planta que mira
hacia la tierra, se marchita y se seca.
Dirige tu espíritu hacia arriba, más allá de ti, volverás a tu fuente; si vuelves
tu rostro hacia abajo, estarás entre los que se hunden. Ese no es camino de
vida.
Arriba hace referencia a fuera de sí mismo, abajo hace referencia a sí mismo.
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Aquí podría aplicarse el principio budista de que las formas son el vacío y
el vacío es las formas. También podría utilizarse el mito de la encarnación en
sentido amplio.
La inferioridad antecede a toda superioridad, el secreto de la sangre y la
semilla es la excelencia del hombre; su débil naturaleza es la fuente de su
grandeza.
El niño ignorante primero lava la tablilla y luego escribe en ella. Dios
convierte el corazón en sangre y pobres lágrimas para después escribir sobre
él sus secretos.
Para poner los cimientos de una casa hay que excavar primero los antiguos
cimientos. Hay que extraer primero la arcilla para que brote la fuente de aguas.
La nada de sí va primero, luego viene la luz.
Los niños lloran cuando les hacen una sangría, porque todavía no
comprenden, pero el adulto le da oro al sangrador.
El porteador pelea con otros para hacerse con la carga pesada. Las cosas
amargas y las cargas son los fundamentos de la comodidad y del disfrute.
El paraíso está rodeado de cosas que nos desagradan, como el infierno lo
está de nuestras lujurias.
La renuncia introduce en el paraíso. Los palacios son la recompensa del
campo de batalla y de las duras pruebas.
El oro y la plata están en manos de quienes han sido pacientes ganándoselo.
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La crueldad que proviene del sabio es mejor que la amabilidad del ignorante.
El Profeta dijo: “La enemistad que procede de la sabiduría es mejor que el
amor que proviene de un necio”.
Pero la enemistad de la sabiduría no es enemistad sino advertencia,
corrección.
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“La mano de Dios está sobre sus manos”, el Uno ha declarado que nuestra
mano es la Suya.13
¿Es posible explicar la omnipotencia de las actuaciones divinas a los débiles
de comprensión? Comprenderán cuando levanten la cabeza de su ignorancia.
Si hubieras sabido lo de la serpiente, no hubieras podido ni comer ni vomitar.
Cuando escuchaba tus insultos sabía que no podía ni hablar ni abandonarte.
Decía constantemente en mi corazón: “Guía a mi pueblo; en verdad no
saben”.
El hombre que había sido salvado se postró delante del emir y le bendijo.
Así es la enemistad de los sabios: su veneno es alegría para el alma. La
amistad del necio es dolor y perdición. Así termina Rûmî su historia.14
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Son como medicina que no busca más que el dolor que se debe curar.
Donde haya padecimiento, allá van.
Son como el agua que corre a las tierras bajas.
Si quieres la compasión y comprensión, rebájate y beberás el vino de la
compasión y de la comprensión. Las mercedes vienen una tras otra.
A las tierras bajas llegan siempre nuevas corrientes de agua. No te reduzcas
a una sola misericordia.
Que lo sutil sea tu punto de apoyo. ¡Pon el cielo bajo tus pies! ¡Escucha la
música que proviene del firmamento!
Saca de tu oreja el algodón de las malas sugerencias para que te lleguen los
gritos del cielo. Los cielos gritan para quien no tiene los oídos tapados.
Purga tus dos ojos para que puedas contemplar el jardín del mundo invisible.
Limpia tu cerebro y nariz para que pueda llegarte el perfume de Dios.
Purifica tu gusto para que puedas saborear el azúcar.
Arranca de ti las exigencias del cuerpo para que puedas correr en su
búsqueda.
Aparta la avaricia de tu corazón y podrás coger la fortuna que viene del
cielo.
Si eres incapaz de hacer esas cosas, ampárate en el Ayudador. Si te lamentas
de tu incapacidad, la misericordia, como una enfermera poderosa, acudirá en
tu auxilio.
Como la nodriza y la madre buscan un pretexto para consolar al niño, así
procede la misericordia de Dios.
Él creó al niño para que cuando gimiera le llegara la leche. Llama a Dios
para que acuda con su amabilidad.
La unidad espera ser reconocida para que todo sea uno y nada se quede en
la impotencia de sólo parecer ser.
Todo está ahí para nuestra ayuda, ¡ten paciencia!
¿No has oído que en el cielo está tu pan de cada día? Sube allá y no te
quedes acá, donde no hay pan.
El pan que alimenta está en el cielo, en la sutilidad. Aquí no hay nada que
comer.
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Jamás se sabe suficiente para recorrer con tino y eficacia el camino. Quien
camina por lo sutil de lo sutil necesita siempre la mano del guía.
Si no quieres servir a los sabios, estarás en las fauces del dragón, como el
oso. ¿Qué es servir a los sabios? Estar siempre aprendiendo de ellos.
Ten siempre sus escritos entre tus manos. No digas nunca ¡ya tengo
suficiente!
Un invidente clamaba diciendo: ¡Tened piedad de mí, que soy dos veces
ciego! Le contestaron: vemos una de tus cegueras, ¿cuál es la otra?
Mi voz es tan molesta y desagradable que resulta enojosa y aleja el amor de
las gentes; es mi segunda ceguera. Esta situación mía que provoca la aversión e
incluso el odio de las gentes, es como una segunda ceguera. ¡Tened compasión
del doble ciego!
Con esta humilde queja disminuía ante las gentes la fealdad de su voz y las
movía a tener compasión.
Todos tenemos el equivalente de una molesta voz que aleja a las gentes de
nosotros. Todos necesitamos compasión para esa nuestra segunda ceguera.
Quienes tienen además una voz del corazón que también es mala, tiene tres
cegueras, y su tercera ceguera le aleja de Dios.
Pero los sabios, que dan sin causa, pueden poner su mano sobre la fea
cabeza de esos ciegos.
Como la voz del ciego, por la humildad se volvió dulce y digna de compa-
sión, por la mano de los sabios los corazones duros pueden volverse blandos
como la cera.
La ceguera del corazón es la que provoca nuestro egoísmo explícito u
oculto.
Sólo los sabios, que dan sin causa, poniendo sus palabras sobre nuestra
cabeza y nuestro corazón, pueden liberarnos de esa ceguera que no sólo aparta
a los hombres de nosotros sino que también aparta a Dios.
El lamento del infiel, el de corazón duro, es desagradable como un rebuzno,
porque es el lamento de uno que sólo mira por sí.
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Cantos de eternidad. La sabiduría de Rûmî en el “Mathnawî”
El pobre oso que había sido salvado del dragón por la amabilidad del
valiente, se convirtió en un sirviente del que le había rescatado. Llevaba su
carga y le servía de almohada para reposar su cabeza cuando dormía.
Pasó un musulmán y se maravilló de lo que veía y le preguntó al que
descansaba sobre el oso, qué es lo que había ocurrido para que se comportara
de esa manera. El valiente explicó al musulmán lo ocurrido.
El viajero le advirtió que no diera su corazón a un oso. La amistad de un
necio es peor que su enemistad. Algo así podía pasarle con el oso.
Le aconsejó que se apartara del oso.
El que era amonestado atribuyó las palabras del viajero a la envidia del
afecto que el oso le profesaba.
El musulmán le replicó que el afecto de los necios es seductor, pero que lo
que él llamaba su envidia era mejor que el cariño del oso.
La doble intención que se atribuye a los sabios es más pura y recta que la
mejor de las cualidades de los que le acusan.
El musulmán insistió una y otra vez, para que dejara al oso y se fuera con
él. Le rogó que no le considerara menos que al oso.
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¿Por qué se es tan crítico con el sabio y tan poco crítico con el becerro de oro?
Tienes mil sospechas sobre el sabio, por tu falta de luz y calidad, a pesar de
las pruebas que te ha dado y su carácter noble.
Has visto las señales de sabiduría que te ha dado y crecen en ti cien dudas y
opiniones nacidas de tus fantasías y malas sugerencias que te permiten dudar
de su cualidad.
El sabio levanta lo vil por encima de la maldad para que pueda salvarse;
alimenta con manjares bajados de lo alto; hace que de lo estéril brote el agua
de vida.
No recibiste ninguna de sus señales por causa de tu corazón duro.
Alguien aduló tus sentimientos y te dejaste seducir y diste por tu Dios lo
que te proponía.
Alguien dio alimento a tu ego, y tu sagacidad se oscureció. Tu capacidad
crítica se adormeció para que no tuvieras idea de sus palabras embaucadoras
de tontos.
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Cantos de eternidad. La sabiduría de Rûmî en el “Mathnawî”
Su engaño fue tu propio engaño y con eso se acabaron todas las dudas. Te
propuso como tu Dios a tu propia ambición.
Te propuso que adoraras al becerro de oro y, estúpido, te inclinaste delante
de lo que te proponía, sin que aplicaras a ese necio toda la sospecha y la crítica
que tuviste con el sabio.
Quien adula y fomenta nuestra ambición y nuestro ego, recibe toda nuestra
aprobación y nuestro asentimiento.
Apartaste los ojos de lo que el sabio te proponía, que era la Luz, para
volverte al engaño de quien te adula, que es tu propio engaño.
Rûmî se indigna frente a tanta estupidez y se pregunta si no sería adecuado
matar a esa mina de imbecilidad. Pocas veces se indigna con tanta rudeza.
La imbecilidad es como una mina inagotable que se multiplica y se prodiga.
Es dura, pero no vana, la pregunta de Rûmî.
Por el becerro de oro, que es tu propia ambición, el anhelo se despierta en
los necios. Quienes sólo se buscan a sí mismos, no pueden reconocer al sabio.
A los indignos sólo les apasiona la indignidad. A los fútiles y superficiales
sólo les agrada la futilidad.
A cada uno le entusiasma lo que es de su especie, como el lobo no puede
sentir amor por José, a no ser para poderlo devorar. Tendría que perder su
cualidad de lobo para poder amar a José.
Pero ¿cómo perder la cualidad de lobo? Intentando la comprensión y el
amor que tiene su fuente arriba y en lo hondo.
Cuando Abu Bakr se encontró por primera vez con Muhammad dijo: Ése
no es un rostro que mienta.15
Abu Jahl, aunque viera cien lunas partidas, no le tenía simpatía y no le
creyó. ¿Por qué no creyó? Por su propio becerro de oro.
La verdad no se esconde, pero el ignorante no la ve. El espejo del corazón
ha de estar limpio para que pueda discernir entre la verdad y lo falso.
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Marià Corbí
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Cantos de eternidad. La sabiduría de Rûmî en el “Mathnawî”
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Marià Corbí
Si ves que una cigüeña corretea con un cuervo, averigua y verás que ambos
son cojos.
El halcón real no acompaña al búho; uno es de la luz y de lo alto del cielo
y el otro de la tierra y la oscuridad.
No se juntan la luminaria con la ceguera, ni la luna en el alto cielo, con el
gusano que se alimenta de estiércol.
Ni el que tiene el rostro de José y el aliento de Jesús, con los lobos y burros
de cencerro.
Si el escarabajo huye de la rosaleda, su aversión es la prueba de la perfección
de la rosaleda.
Si el escarabajo se mezclara con las rosas, podría dar fundamento a pensar
que son iguales.
Para los ruiseñores, el jardín es el lugar adecuado; para los escarabajos, su
lugar adecuado es la basura.
Tenía una vena de mal y Dios me la quitó, no es bueno que me mezcle con
los que tienen esa vena de mal.
Es señal de la dignidad de Adán que los ángeles inclinen la cabeza ante él.
También es señal que Iblis no se postre ante él.
Si Iblîs se hubiera postrado ante él, Adán ya no sería Adán. La adoración
de los ángeles es prueba para Adán y también lo es la negación de Iblîs.
El reconocimiento de unos y la incredulidad del otro, son testigos de la
dignidad de Adán.
Los que reconocen al sabio son testimonio, y quienes le rechazan también
son testimonio de su calidad. Hay que saber eso.
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Cantos de eternidad. La sabiduría de Rûmî en el “Mathnawî”
El necio es siervo de sus pasiones; por esa razón sus promesas son débiles,
están corrompidas por dentro y por tanto son frágiles. No le creas aunque lo
jure. No podrá mantener su juramento.
Puesto que sus palabras están sometidas a sus pasiones, no caigas en la
trampa de sus palabras, porque en realidad son engaño.
No te fíes nunca del que es siervo de su ego.
Los apetitos del necio están al mando y su intelecto y sus palabras son
cautivas. Aunque jure sobre mil coranes no le creas, porque sus palabras son
frágiles tanto si juran como si no. Sus pasiones se enfurecerán en contra de su
propio juramento.
No fiarse de las palabras del que está controlado por sus pasiones no es
desconfianza, es lucidez.
El intento del necio de atar con palabras y promesas las pasiones que
dominan todo su ser, es tan estúpido como querer encadenar a un rey; te
golpeará furiosamente con ellas en el rostro.
No esperes, de quienes están sometidos a las pasiones, que cumplan el
mandato divino, “cumplid vuestras promesas”. No le exijas que mantenga sus
votos.
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Marià Corbí
No podrá aunque quiera, porque sus palabras y sus actos no son libres, sino
que están sometidas a su alma carnal. ¡Qué terrible es esto!
Moisés vio salir la luna de su mismo seno, tenía en él la luz divina. Así
debemos ver brotar la luz de nuestro mismo seno.
Dios se le queja de que teniendo luz no le visitara cuando estaba enfermo.
Moisés se maravilla de que Dios, que está libre de toda pérdida, diga eso.
Dios le repite la pregunta: ¿Por qué, cuando estaba enfermo, no preguntaste
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Cantos de eternidad. La sabiduría de Rûmî en el “Mathnawî”
amablemente por mí? Moisés le ruega que le desvele ese misterio, porque no
lo comprende.
Dios dijo que si un siervo suyo enferma, Él enferma. Dios es el enfermo, la
enfermedad del enfermo es la suya.
Quien quiera estar cerca de Dios, que se acerque a los sabios, que se siente
con ellos. Quien se separe de la compañía de los santos, se perderá.
A quien el diablo encuentra apartado de los nobles y lo encuentra sólo, lo
devorará.
El que anda solo fácilmente las artimañas de su ego lo desviarán del camino.
¡No estéis nunca solos!
Las Escrituras, los grandes libros de los sabios, son una compañía, si los
tenéis siempre a mano, no estaréis nunca solos.
Alejarse un momento de la comunidad de los santos es un engaño del
diablo. Piensa esto y no lo olvides.
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Marià Corbí
Visitar a los enfermos es por la unión espiritual. Quien visita a los enfermos
es como quien visita a Dios, se aproxima a la unión.
La unión está llena de amabilidades porque la unión es amor. El amor no
son ternuras, es unión.
Como el enfermo que visitó Muhammad, que estaba en su último aliento,
se alejaba de la vida, así quien se aleja de la presencia de los sabios se distancia
de Dios, de “lo que es”.
Rûmî aconseja buscar constantemente la sombra de esos seres, para, con su
proximidad, poderse aproximar al sol, y ser luz como él.
Los sabios están siempre a nuestra disposición en sus textos.
Tanto si viajas, como si permaneces en el mismo lugar, hagas lo que hagas,
no te olvides de este consejo.
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Cantos de eternidad. La sabiduría de Rûmî en el “Mathnawî”
Yo soy la Kaaba.
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Marià Corbí
Con sus ojos ciegos veía profundamente. Sus ojos ciegos veían cien deleites,
veían lo que los ojos abiertos no ven. Restriega tus ojos con su polvo.
El anciano preguntó a Bayazîd dónde iba. Bayazîd le dijo que se encaminaba
a la Kaaba. ¿Qué provisiones llevas para el camino? Pregunto. Doscientos
dírhams de plata, le respondió.
El anciano le dijo que diera siete vueltas en torno suyo y que le diera como
ofrenda su dinero. Si lo haces, le dijo, habrás realizado la peregrinación y
habrás obtenido todos sus frutos.
El sabio está por encima de la casa de Dios. La Kaaba es la casa a su
servicio, la forma del sabio es su residencia.
Todo hombre es más que la Kaaba, porque no hay nadie en el hombre que no
sea el Viviente.
Quien contempla al sabio, ha visto a Dios. Servirle es obedecer y glorificar
a Dios. Dios no está separado de él.
Quien ve a Dios en el sabio, lo ve en todo hombre. Abre bien los ojos para
ver a Dios en el sabio para que puedas contemplar su luz en todo hombre.
Bayazîd escuchó estas palabras y con ellas creció su luz.
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Cantos de eternidad. La sabiduría de Rûmî en el “Mathnawî”
Sin el sabio, que es el brillo de Dios, no crecen las hierbas en tierra salobre.
Nuestro ego es tierra salobre.
Para el corazón afligido, el destino es como una cortina oscura bajada del
cielo. Ese destino sólo puede curarlo la providencia divina. La providencia
divina es como una luna que brota de nuestro mismo seno.
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Cantos de eternidad. La sabiduría de Rûmî en el “Mathnawî”
Rûmî se expresa en lenguaje teísta y dice que Dios hace, a favor del
Profeta, que el fiero león parezca un gato, para que el necio entre en la lucha
decididamente y Dios pueda atraparle.
El hace que los ignorantes se acerquen al fuego por sus propios pies.
Él muestra como una brizna de paja, que con un soplo puede hacérsela
desaparecer, lo que en realidad es capaz de arrancar montañas.
Dios hace que el río parezca no tener más profundidad que la que puede
cubrir el tobillo, cuando cien grandes se han ahogado en él.
“Eso” que no es nada ni nadie, es el único actor. Los asuntos cambian según
quien actúa, si es el ego o es “el que es”.
Él hace que la ola de sangre parezca almizcle y que el fondo del mar parezca
tierra firme. Así engañó al Faraón.
El ojo del Faraón no pudo ver que lo que le parecía tierra firme era el fondo
del mar.
El ojo ve por el encuentro con Dios. Por eso el ojo del Faraón no vio. Dios
no es confidente del necio.
Quien, necio, no ve con el ojo de Dios, ve caramelo donde hay veneno
mortal; ve camino en lo que es la llamada del mal que conduce a la destrucción.
El ojo, por el encuentro con “lo que es”, se transforma en lucidez y en
discernimiento. El ojo por el encuentro con el alma carnal se convierte en
ceguera y fuente de perdición.
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Marià Corbí
Sayyid-i Ajall le dijo a Dalqak: te has casado con una ramera, si me hubieras
consultado podrías haberte casado con una mujer casta.
Dalqak le respondió que ya se había casado nueve veces con mujeres castas
que se convirtieron en rameras y le llenaron de dolor; ahora se casa con una
prostituta para ver en qué se convierte.
No siempre la inteligencia, la cordura resulta ser el camino. Dalqak dice
que buscará una guardería para la locura. Considero que quiere significar que
buscará desde una locura controlada.
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Cantos de eternidad. La sabiduría de Rûmî en el “Mathnawî”
El que se aparta de los seres creados, de las realidades con las que convivimos,
porque las considera como cosas separadas de su fuente, como meros recursos,
queda huérfano.
Para la intimidad con Dios, para vivir reconociendo la fuente, el corazón
ha de ser libre. El corazón no puede ser libre si ve todo lo que nos rodea
exclusivamente como cosas, de las que depende, si las ve separado de su fuente.
Cuando un ladrón roba a un ciego, este se lamenta sin poder hacer nada,
hasta que el ladrón se identifica.
Tu ego es el ladrón de la luz de tus ojos. Cuando se muestre, atrápalo
y agárralo fuerte hasta que confiese qué es lo que te ha robado; hasta que
confiese con qué deseos y expectativas ha cubierto tus ojos.
La gran guerra santa es atrapar a ese ladrón y estrujarlo hasta que cuente
todo lo que te ha sustraído.
Lo primero que te ha robado es la luz de tus ojos; cuando te devuelva esa
luz recobrarás la percepción correcta de ti mismo y de todo lo que te rodea.
La sabiduría que el ladrón te ha robado la encontrarás en el sabio, en el
hombre de corazón.
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Marià Corbí
El que buscaba consejo se acercó al sabio que se hacía pasar por necio y le
preguntó: Tú que te has vuelto como un niño, dime tu secreto.
El sabio le dijo que atendiera, que observara bien, porque los secretos están
ahí, pero que su puerta no estaba abierta. Mientras la aldaba esté cerrada, no
hay comprensión de los secretos.
Si lo que es espacial, es decir, lo que está sometido al espacio y el tiempo,
tuviera acceso a lo que está más allá del espacio y del tiempo, eso sutil que está
fuera del espacio y el tiempo estaría sentado en el mismo banco que lo que
está sometido al espacio y el tiempo; sería una cosa entre las cosas, sería como
el sheikh que se sienta junto a ti.
Abre las puertas de tu interior, y ábrelas tan abiertas que puedas reconocer
al que no es una forma entre las formas.
Si le exiges que se presente a tu corazón, a tu mente y a tu percepción como
una forma entre las formas, es que tu aldaba está cerrada.
Abrir la aldaba es aprender a reconocer que la realidad no se somete a tu
criterio de realidad; que lo real de lo real es sin forma.
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El que busque la verdadera sabiduría debe volver su cabeza hacia “el que
es”, porque está más cerca de nosotros que nosotros mismos.
Él es el “real”, nosotros somos únicamente “los que nos creemos ser”.
“El que es real” es más nosotros mismos que nuestra vacía representación.
Incluso el anhelo de realidad es Él; no sale un rosal de un pozo de cenizas.
Sin la completa gratuidad y el don, no puede entrar esa sutilidad de
comprensión en medio de la sangre y las entrañas.
La luz nos llega por dos pedazos de carne, nuestros globos oculares; y la luz
que por ellos nos llega alcanza hasta el cielo.
Del trozo de carne que es nuestra lengua, fluye la sabiduría como un río y
llega a dos cavidades en nuestra cabeza que son los oídos. Desde esos trozos
de carne llega a nuestros pensamientos.
Esa es la carretera por la que penetra la sabiduría a nuestro interior; ahí, en
ese interior, está el jardín de las almas, los huertos y vergeles del mundo son
sus ramas.
Ésa, ésa es la fuente y el manantial de alegría: rápido, recita “jardines bajo
los cuales fluyen los ríos”.16
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Cantos de eternidad. La sabiduría de Rûmî en el “Mathnawî”
Cuando alguien está sometido a las astucias del alma carnal, que son las
astucias del ego, comete estupideces que le dañan profundamente.
Quien está sometido al ego, no tiene ayuda eficaz de nadie; donde quiera
que se agarre es como hundirse en el agua y asirse a briznas de paja.
El ego es un candado que no se abre. Quien está preso por él,
ni tiene la paciencia necesaria para escapar, urgido por lo inmediato;
ni tiene esperanza de reconocer al ego como un enemigo de la gran cualidad,
porque se identifica con él;
ni tiene la oportunidad de rebelarse contra él, por la misma razón.
Para quien está en esta situación, y ¿quién no lo está?, el sabio es una
presencia iluminadora.
Hay una ventana que va del corazón del sabio al corazón del preso, por ella
entra la luz que separa la verdad de lo falso.
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Marià Corbí
Nos parece que la sabiduría del sabio en ocasiones nos ama y en otras
nos detesta; tan pronto prende fuego a lo que consideramos nuestros más
preciados bienes, como resulta refugio contra la aflicción.
Nuestra alianza con los sabios se rompe cientos y miles de veces. Se
rompe cada vez que vemos amenazados nuestros bienes por la sabiduría; y se
recompone cuando la aflicción nos invade.
Nuestra alianza es paja expuesta a cualquier viento; la firmeza del sabio es
como la de cien montañas.
“El que es” es el señor de todas las mutaciones.
Ya nos hemos visto como realmente somos; ya hemos conocido nuestras
vergüenzas, no nos pongas más a prueba mostrándonos otras de nuestras
vergüenzas.
Muéstranos tu belleza y perfección vacía de límites. Tu infinitud recubra
nuestra ignorancia que parece concreta, pero que es vacía y sin límites.
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Cantos de eternidad. La sabiduría de Rûmî en el “Mathnawî”
Hasta que las madres no sienten los dolores del parto, el niño no puede
nacer. Los consejos de los santos y profetas son como la comadrona. El dolor
abre camino al niño.
Los duros consejos de los sabios abren a la vida.
Hay dos formas de decir “yo”. Una de las formas lo dice sin sufrimiento,
como quien dice “yo soy Dios”. La otra forma no dice “yo” en el momento
adecuado y en la perspectiva adecuada.
El “yo” de Hallâj se convirtió en misericordia; el “yo” del Faraón, fue una
maldición. ¡Mira bien cómo dices “yo”!
Si das realidad a tu yo, eres como el Faraón, si comprendes su vacío de
realidad, eres como Hallâj
El “yo” es como un gallo inoportuno que canta a destiempo.
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Marià Corbí
Pero no olvides que “no tiraste tú la flecha cuando tiraste”; lo que siembra
el alma, viene del Alma del alma. Lo que viene del ego, vuelve al ego y lo
reafirma.
Él toma tu mano y lleva la carga, Él es el aliento que te mueve.
“Eso que es” tarda en asir, pero cuando lo hace, lo hace con fuerza; su
presencia no te permite estar ausente de Él ni un instante.
También los males provienen de Él, pero no por eso hay defecto en su
perfección.
Un pintor pintó a José y a hermosas huríes y también pintó efrits y diablos.
Ambos tipos de cuadros muestran su maestría.
Pinta lo feo en su extrema fealdad para mostrar la perfección de su arte.
Sería mal pintor si no pudiera pintar lo mal parecido.
Él es el Creador del infiel y del sincero.
“Lo que es” es como es y como viene. Hay que reconocerle en lo bueno y en
lo malo. En definitiva siempre es Él, que es unidad y, por tanto, amor.
La infidelidad, como la fe, da testimonio de Él y se inclinan ante Él. Uno se
postra ante “el que es” voluntariamente y el otro se postra involuntariamente.
La realidad de “lo que es” es como una roca. O te vuelves roca o te estrellas
contra la roca.
El fiel mantiene la fortaleza frente al enemigo por amor al Rey, el rebelde
lo hace por otro deseo, pero en definitiva la fortaleza es del Rey.
El feo, con su fealdad está proclamando que “el que es” puede crear además
lo bello.
El que es hermoso proclama que el Rey de la belleza y hermosura le ha
librado de defectos.
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Cantos de eternidad. La sabiduría de Rûmî en el “Mathnawî”
Él es el Único Actor; Él es el Único. Así es, con todo el misterio del bien y
del mal. Así es lo que es, y “lo que es”, es Uno.
No hay explicación racional para dar cuenta de esta manera de ser de “lo
que es”.
Los males peores son los que surgen de las consecuencias de los “egos” y sus
actuaciones egocentradas;
son las consecuencias de nuestra condición de animales depredadores,
que en vez de residir en la unidad del Único, residen en su condición de
depredadores sin piedad.
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Marià Corbí
Donde se apaga el fuego del infierno, que enciende el yo, los ruiseñores del
reconocimiento cantan junto a las aguas de vida.
Hacer el bien es que el fuego del ego se extinga ante Él, de lo contrario
nadie es bueno; es estar intoxicados por el Escanciador del vino en la copa.
¿Qué es la copa? Todo lo que nos rodea es copa.
¿Qué es estar intoxicado por el Escanciador?
Es inclinar y empeñar nuestras vidas ante su luz y su atractivo, aquí.
Para liberarse del infierno del ego, la llama de la tribulación quema las
impurezas del que se enamora de Él.
Los que se enamoran de Él son como las polillas que se acercan a la llama
que es el rostro del Amigo, el rostro de Eso sin rostro.
Salir de sí mismo siempre se presenta, y casi siempre se vive, como
tribulación, aunque en realidad es un gozo.
Acércate a quienes como polillas se abrasaron en su fuego. Esas almas
enamoradas serán para ti como una cota de malla; tu morada en su proximidad
colmará tu copa de vino; su luz será tu luz.
Establece tu alma dentro de sus almas. Eres una luna llena, tu lugar es el
cielo.
Los sabios son la luna perfecta; que tu luna no se separe de su luna. No te
hundas en las partes y en la diversidad.
Comprende cómo lo invisible se ha hecho visible.
Deseas que te engañen con halagos y arrullos. Tomas las palabras que te
resultan dulces, y como si fueran oro las guardas en tu seno.
Más te valdría escuchar las reprimendas y golpes de los sabios, que la
alabanza de los que han errado el camino.
Trágate las bofetadas de los sabios y no tragues las marrullerías de los
descarriados. Los sabios harán que tu cuerpo sea como espíritu.
Si ves a alguien desnudo y desamparado es que ha huido de los sabios.
Huyendo de los maestros cae en manos de su ego y sus llamas.
Quien se aleja de los maestros se aleja de la felicidad, huye de ella. Verifica
por ti mismo esta certeza.
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Desde la perspectiva del yo, hay responsabilidad. ¿La hay desde la perspectiva
de la Fuente? El arroyo depende de la fuente y de por dónde bajan las aguas.
Dios es Dios para el separado. Si Dios es, es porque el separado se siente
tal.
Hay responsabilidad para quien se siente separado, pero ¿a ese sentimiento
corresponde alguna realidad?
Sin conciencia de separado ¿qué es Dios? Y sin Dios ¿qué es el separado?
¿Hay alguna dualidad entre la fuente y el arroyo?
La conciencia, Mu’awiya, reprocha al ego su responsabilidad. ¿Pero puede
el fuego no quemar? ¿Puede el yo no ser egocentrado?
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Cantos de eternidad. La sabiduría de Rûmî en el “Mathnawî”
Iblîs se afirma sólo piedra de toque para diferenciar al león del canalla, la
moneda verdadera de la falsa.
El tentador no oscurece la cara de la moneda, sólo muestra su valor.
El tentador pone carne y forraje delante del animal para que se muestre si
es perro o rumiante. Si va a la carne y los huesos es cánido, si va al forraje es
rumiante.
La piedra de toque pone ante los humanos la carne y el espíritu, lo craso
y lo sutil. Muestra que si sirve a la carne es como un asno; si sirve al espíritu,
hallará perlas.
El tentador no convierte al bueno en malo, ni lo bello en horrible; no
ennegrece la cara, sólo se convierte en testigo del rostro negro; no tuerce al
árbol, sólo muestra que está torcido; no seca al árbol, sólo muestra que carece
de sabia.
El ego y su egoísmo es la piedra de toque que muestra cuáles son tus amores.
Donde se cede al egoísmo, se muestra que no hay amor.
Donde se cede al egoísmo se muestra que lo que parecía cualidad era sólo
oropeles.
Donde se cede al egoísmo se muestra al lobo oculto en piel de oveja.
El ego, y su egoísmo, no son culpables porque son una función necesaria
para el viviente humano.
El ego es la piedra de toque que muestra quién se identificó con esa función,
hasta ser el egoísmo del ego y quien se distanció de esa función necesaria para
unirse al reconocimiento y al amor del Único.
El ego, la función necesaria, el que aparece como inductor al mal, es sólo
la piedra de toque que muestra quién se dejó seducir por sus señuelos de
realidad y quién fue lo suficiente sabio para reconocer sus engaños.
Una función necesaria no puede ser nunca un inductor al mal. Lo que
induce al mal es la propia actitud frente a esa función necesaria.
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Cantos de eternidad. La sabiduría de Rûmî en el “Mathnawî”
No reconocerá las vanas expectativas, sino que las multiplicará para escapar
de las pruebas de su falsedad.
Convierte lo noble en vil para no tener que sufrir el desengaño de la
vacuidad de sus expectativas.
Si no se disciernen los engaños del ego, el separado, y sus deseos insaciables
porque recuerda y añora la Fuente, es porque no se hace pie en la dimensión
absoluta.
Quien ignora su dimensión absoluta se identificas con su alma carnal, el
ego.
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Si el que era visir del Califa es degradado a jefe de policía, es que cometió
una falta.
Quien tiene acceso al trono del Rey, si es alejado de su presencia es porque
cometió un error serio.
Cuando el Rey te ha aceptado al umbral a su Presencia, si de nuevo te envía
a la puerta, ten por cierto que has cometido un pecado.
¿Cuál es ese pecado?
Haber creído que estar en su presencia era tu porción, tu destino. Con ese
engreimiento tú mismo te vuelves al umbral.
Por la estupidez de tu engreimiento que ve dos donde sólo hay Uno, has
cambiado tu suerte.
El hombre digno, el que se sabe nadie en toda situación, ese aumenta su suerte.
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El Profeta les escuchó e hizo como si asintiera, pero veía su engaño como
se ve un pelo en la leche. Cerró los ojos a los pelos para alabar la leche.
El sabio es más amable con los necios que los necios con ellos mismos.
El sabio ve el fuego del infierno que los necios construyen para sí y al que se
precipitan como polillas. Intenta alejar las polillas del fuego, pero inútilmente.
El Profeta da largas a la pretensión de los hipócritas de que visitara y
consagrara su mezquita. La luz de Dios, la discriminación, le advirtió del
engaño.
Hay cristianos y judíos detrás de la pretensión de los hipócritas. Quieren
desunir a la comunidad musulmana, quieren que quepan en la mezquita los
que profesan la religión cristiana y los que profesan la religión judía y así diluir
la fe musulmana.
El Profeta se fue a una campaña guerrera, y cuando volvió les echó en cara
a los hipócritas su falsedad y estuvo dispuesto a combatirlos.
El Profeta impidió que la fe musulmana se diluyera en un sincretismo con
cristianos y judíos.
Los hipócritas fueron al Profeta, con un Corán bajo el brazo, para prestar
juramento. Quien no cumple con la religión ¿cumplirá el juramento?
Dice Rûmî que jurar es una costumbre de los malvados, que los justos no
necesitan jurar porque sus ojos son trasparentes.
Aquella gente volvió a jurar sobre el Corán que con la construcción de
la mezquita sólo pretendían la conmemoración de Dios y responder a su
llamada.
El Profeta no les creyó porque comprendió que sus oídos estaban tapados,
estaban sellados para que no oyeran la voz de Dios.
De nuevo los hipócritas juraron y perjuraron, porque veían en el juramento
un escudo. Pero el Profeta volvió a acusarles de mentirosos.
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El Profeta fue implacable con los hipócritas, a pesar del escándalo de uno de sus
compañeros.
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Los que se oponían a la claridad y pureza del mensaje del Profeta se aliaron
entre ellos para mejor oponerse a él.
Es como si quisieran destruir la Kaaba y la solidez del Islam para que todo
fuera una convivencia difusa de cristianos, judíos y musulmanes, sin formas
claras y definidas.
Los que se oponen a una auténtica espiritualidad, porque se sienten
amenazados en sus intereses por ella, no pueden afrontarla de cara, es
demasiado sutil, no tienen argumentos fuertes contra ella, sólo pueden
atacarla con astucia, con engaño o ignorándola por completo.
Todos los compañeros del profeta tuvieron sueños que les ayudaron a ver
con lucidez lo que era ataque, pero que parecía amabilidad y concordia.
A los amantes de Dios les conviene desdeñar lo que no es Él.
Los amantes de Dios toman la moneda sin adulteraciones y la reconocen
sin necesidad de aplicarle la piedra de toque.
Las enseñanzas del Maestro, que son revelación, les muestran siempre lo
que les falta, la luz de la intuición que genera la certeza que todavía les falta.
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Todos esos que pretenden dar pistas para reconocer a la Verdad, esperan
también obtener algún beneficio, aunque no sea más que la confirmación de
su propia opinión de lo que es la Verdad.
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Cantos de eternidad. La sabiduría de Rûmî en el “Mathnawî”
Mira una y otra vez al cielo sin defectos. Nuestra tierra oscura necesita
mucha contemplación y discernimiento para limpiar su negrura.
¡Cuánta tribulación ha de soportar nuestra mente para aclararse!
El invierno, el otoño, el verano y la primavera, los vientos, las nubes y los
relámpagos, todo resalta las distinciones para que la polvorienta tierra saque
lo que lleva en su seno, piedra o rubí.
Toda la gran diversidad, bien comprendida, descubre el tesoro.
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Marià Corbí
Has perdido tu camella y todos te dan pistas. No sabes dónde está el animal,
pero sabes que todas esas pistas son falsas.
Quien busca la camella, que es la realidad de la Realidad, siempre encuentra
imitadores que sólo buscan lo que parece real pero que dicen buscar también
la Realidad.
Esos imitadores dicen también buscar la camella, porque codician al animal.
El farsante no distingue los indicios buenos de los erróneos; las palabras del
auténtico buscador le sirven de bastón al farsante.
Cuando al buscador le mencionan pistas correctas, le legan la certeza en la
que no cabe duda. Esas pistas son remedio para su alma enferma, devuelven
la salud y el color a la cara.
Le brillan los ojos y se aceleran sus pies; su cuerpo se transforma en alma,
y su alma en espíritu, todo él se sutiliza.
Entonces comprende que le han dicho la verdad, indicaciones y mensajes
claros, señales, informaciones y pruebas seguras.
Quien recibe la pista, sigue al que se la dio.
Quien busca sólo la apariencia, sin conocer la camella, no aumenta la
certeza con la pista correcta. Pero el empeño y ardor del auténtico buscador
despiertan la sospecha de que sus exclamaciones no son mera palabrería.
Cuando un mentiroso viaja con un veraz, su mentira se vuelve verdad. En el
desierto en el que buscaba la camella, el mentiroso encontró la propia.
Cuando la vio, recordó que era suya y dejó de codiciar los camellos de
amigos y parientes.
El imitador se tornó auténtico buscador cuando vio al animal.
En ese momento se transformó en el buscador que no era cuando entró en
el desierto. Comenzó a ir solo porque abrió los ojos a su propia camella.
Separado del buscador, comparte su espíritu. Antes robaba la descripción
del animal, hasta que vio su propia camella.
No la buscaba hasta que la encontró. Sus acciones se han transformado por
completo.
La ficción ha desaparecido y se ha realizado la honradez. Su búsqueda
equivocada se ha transformado en medio de alcanzar a Dios; no le acuses.
173
Cantos de eternidad. La sabiduría de Rûmî en el “Mathnawî”
Cuando quedó claro que lo que construyeron los hipócritas no era una
mezquita sino una casa de intrigas, el Profeta ordenó destruirla y convertirla
en vertedero de basuras y cenizas.
El fundador de la mezquita era falso y lo era también la mezquita. No era
generosidad sino cebo que se pone en una trampa. El cebo que captura al pez
no es regalo.
La mezquita sin vida no tenía similitud con la auténtica.
En los humanos también hay diferencias. Prueba tu trabajo con la piedra
de toque, no sea que construyas una mezquita muerta.
No te burles de los falsos constructores de mezquitas, porque si lo consideras
con cuidado, también tú has sido uno de ellos. Decías y hacías una cosa y
pretendías otra.
17 Rûmî: MathnawÓ, Tomo II, Madrid, 2004, Editorial Sufí, Pg. 227.
174
Marià Corbí
Ve tu propio defecto.
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Cantos de eternidad. La sabiduría de Rûmî en el “Mathnawî”
El notable que iban a asesinar les dijo a los turcomanos que puesto que no
le creían, ¿por qué no mataban al otro notable para asustarle a él y entregara
así su oro?
Rûmî argumenta que los seguidores de Muhammad venían después de
pueblos, como el de Noé y el pueblo de Hud que fueron destruidos para
mostrar misericordia a los musulmanes.
Los mató para que los musulmanes le temiesen y entraran por el buen
camino.
Quienes hablan mal de los sabios; los que se toman a la ligera sus mandatos
y no les preocupa dar cuenta ante Dios;
-los que están esclavizados al alma carnal por amor a este mundo;
-quienes se apartan de los dichos de los consejeros sinceros y apartan su
rostro de los justos;
-los que se alejan del espíritu y de los que lo cultivan;
-los que se comportan hipócritamente con los sabios;
-los que piensan que los satisfechos, los sabios, porque no ansían nada, son
sólo mendigos codiciosos y los miran con mal ojo y animosidad;
-los que interpretan siempre mal a los sabios diciendo que si aceptan algo
es porque son pordioseros y que si no lo aceptan es porque son orgullosos;
-los que se excusan diciendo que las tareas de la vida les impide cultivar el
espíritu;
-todos esos van por camino errado.
176
Marià Corbí
Algunos piden que otros recen por ellos para ser contados entre los justos.
Pero ni eso lo dicen con pasión y ardor; es como si alguien soñoliento dijera
algunas palabras y se durmiera otra vez.
Se excusan diciendo que tienen que trabajar duro para ganarse legítimamente
la vida. ¿Hay algo legítimo olvidándose de Él?
Pueden pasar sin Dios, pero no sin comida y sin los bienes de este mundo.
Pueden pasar sin Él, pero no sin sus apegos.
No te abstienes de este mundo pasajero, pero te abstienes del que extendió
la tierra como una alfombra.
No te abstienes de los deleites y el lujo, y te abstienes de quien es la fuente
de todo esto.
Si comes pan sin tener a la vista los atributos de Dios, se te atascará en la
garganta. ¿Cómo digerir un bocado sin verle en sus criaturas?
Sólo el que es como ganado, como un asno o un buey, y aún peor, habita
este jardín y bebe de este estanque de aguas claras sin verle a Él.
Con el cerebro embotado y la mente turbia, su vida ha pasado y se queda
sin nada.
Excusarse diciendo “estoy pensando en ello”, es puro engaño.
Cuando proclama para consolarse que “Dios es misericordioso”, es truco
de su alma carnal.
Muere de ansiedad por el pan de cada día, ignorando al compasivo y
misericordioso.
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Cantos de eternidad. La sabiduría de Rûmî en el “Mathnawî”
Hay otro tipo de anciano que está embriagado por seguir el camino de vida
excelente señalado por los sabios y profetas.
Externamente parece viejo, pero por dentro es joven. Sabe de lo que está
más allá de la vida y de la muerte. ¿De qué va a lamentarse?
El sabio te sonríe, pero no creas que sea lo que aparece. En su interior hay
cien resurrecciones.
Conoce el infierno y el paraíso. Está más allá de cualquier pensamiento que
puedas concebir.
Todo lo que puedas pensar perece y desaparece. “El que es”, Dios, no entra
en tu pensamiento.
Los que se comportan con arrogancia delante de él, no saben quién hay
dentro.
Los necios veneran la mezquita y se oponen a los que tienen un corazón
en el que Dios reside.
La mezquita es material y perecedera; la verdadera mezquita es el corazón
del sabio.
La mezquita del corazón del sabio es un lugar para la adoración a Dios;
Dios está realmente ahí.
Los necios ven a los sabios y profetas y viendo su cuerpo creen que son
hombres.
Mira qué clase de ancianidad quieres para ti.
Preocúpate por no ser viejo de corazón y espíritu; observa si hay señales de
ese terrible tipo de ancianidad en ti.
178
Marià Corbí
Decía al cadáver: te llevan para aplastarte bajo la tierra; te llevan a una casa
estrecha sin alfombras, ni lámparas, ni pan, ni aroma; sin un vecino con el que
conversar.
Llevan tu cuerpo a una casa ciega y lóbrega; un lugar despiadado donde se
perderá tu cara y tu color.
Como ese cadáver que llevan a enterrar son las señales de los que se
descarrían, aunque no se enteren.
Su corazón no está iluminado por los rayos del sol de Dios; es como una
estrecha y oscura tumba que carece del sabor del Único.
En ese corazón no ha brillado el fulgor del sol; todo en él es tan estrecho
que no es posible ni abrir la puerta.
Que el que está en esa tumba, se levante de ese sepulcro. Su naturaleza es
de viviente hijo de vivientes, ¡que no se ahogue en esa tumba!
Tu naturaleza es de sol, ¡sal de esa cárcel y que se vea tu verdadero rostro!
Como Jonás, sal de la tripa del pez, y saldrás si le reconoces. Reconocerle es
glorificarle. Si no le reconoces no saldrás de esa prisión.
¿Qué es la glorificación? Es tu noticia original. Si no la recuerdas atiende
a los sabios y profetas.
Quien le reconoció es de Dios; quien haya visto ese mar es pez.
Quien le reconoce sabe que está en su seno como el pez en el océano.
Reconócele como hizo Jonás. Si Jonás no le hubiera reconocido hubiera
perecido en el estómago del pez. Si reconoces te salvarás, de lo contrario serás
digerido.
Este mundo es un mar y en él hay muchos sabios y profetas que son como
peces moviéndose en su seno.
Abre los ojos y los contemplarás, y si no puedes verlos oirás su testimonio.
179
Cantos de eternidad. La sabiduría de Rûmî en el “Mathnawî”
Las armas de esos que parecen héroes son las maquinaciones de su ego.
180
Marià Corbí
Deja todas tus artes y busca al que es verdadero. Deja todas las artes de tu
ego y hazte como un asno, así dejarás la mala suerte.
Abandona todas las artes y artimañas de tu ego y conténtate con el
reconocimiento del Único.
El saber inútil.
Un árabe caminaba por el desierto con un camello cargado con dos sacos.
Un filósofo con mucha labia se le acercó. Después de mucha conversación, le
preguntó al árabe qué llevaba en los sacos.
El árabe le respondió que un saco era de harina y el otro era de arena.
¿Para qué transportaba arena?, preguntó el filósofo. Para compensar el peso,
contestó el árabe.
Entonces el filósofo le dijo, que si esa era la razón, sería mejor repartir la
harina entre los dos sacos, y dejar la arena. Así el animal llevaría menos peso
e iría más ligero.
Se admiró el árabe y alabó su sabiduría.
Entonces fue el árabe el que preguntó: ¿cómo es que un sabio como tú
camina descalzo por el desierto?
Debes de ser un visir o un rey. Si no es así, debes tener muchos camellos
y bueyes; o una tienda llena de mercancías; o mucho dinero. Tienes que ser
próspero porque posees sabiduría.
La sabiduría vale más que el oro y las perlas.
El que parecía ser filósofo le contestó que era pobre, que no tenía nada, que
andaba desnudo y descalzo esperando que alguien le ofreciera una hogaza de
pan.
Confesó que de toda su sabiduría no había sacado más que miseria y
dolores de cabeza.
Al oírle, el árabe abominó de él y le pidió que se alejara, para que no le
contagiara con su falso saber y su mala suerte.
Le dijo que su cortedad era más cuerda que toda su sabiduría, porque por
lo menos tenía un alma devota.
181
Cantos de eternidad. La sabiduría de Rûmî en el “Mathnawî”
Con esta historia Rûmî arremete contra los conocimientos que no sirven
para nada.
Todo saber humano debe ser un instrumento para vivir; si no le sirve ni al
individuo ni a la colectividad, no es verdadero saber.
Además de ese sentido práctico del saber, Rûmî remarca que ese saber
no será práctico si se enraíza únicamente en nuestra condición de animal
necesitado, de depredador.
Afirma que para que un saber sea verdadero saber, debe ser práctico y tiene
que enraizarse en la dimensión absoluta de la realidad.
El saber que sólo arranca de nuestra naturaleza necesitada, queda atrapado
en las trampas de la egocentración, arroja al viento la gratuidad, la paciencia,
el altruismo, el sacrificio y la generosidad.
Ese saber de todo lo que nos rodea que no tiene en cuenta más que la
dimensión relativa a nuestras necesidades, que olvida nuestro acceso a la
dimensión gratuita de todo lo que existe, contradice nuestra propia naturaleza,
bloquea la flexibilidad que requerimos para vivir, crea competencia y discordia
y, en definitiva, resulta que no es un saber práctico.
El verdadero saber debe tener explícitas las dos dimensiones de la realidad.
Ese saber da la firmeza que no pueden dar ni las riquezas ni el poder;
conduce a una vida digna de seres humanos; es el saber verdaderamente
práctico para la supervivencia de los grupos humanos y de la especie y, además,
abre las puertas de la gran cualidad humana, la espiritualidad.
182
Marià Corbí
No sigas puliendo tu cara en atención a los ciegos. Ante los videntes tienes
una cara llena de suciedad que se comporta altivamente.
El sabio hizo un milagro para mostrarle al visir que es mejor el reino del
corazón que el reino del cuerpo.
Arrojó su aguja al mar y pidió al mar que se la devolviera. Del mar surgieron
miles de peces bellos llevando en la boca cada uno una aguja de oro.
Luego dijo el sabio que el milagro era un mero signo externo, nada. El
verdadero milagro es el templo interior. Le conminó para que entrara en él.
Lo que se puede mostrar de ese reino interior es como una hoja de árbol
llevada a la ciudad para hablarles del jardín. A la ciudad no se puede transportar
el jardín entero.
Este cielo que nos cubre no es más que una hoja del jardín. El jardín es el
fruto, este mundo es su cáscara.
Que no te engañe lo que parece un vergel. Destapa tu nariz para que huelas
el aroma que atraiga tu alma y se convierta en luz de tus ojos.
183
Cantos de eternidad. La sabiduría de Rûmî en el “Mathnawî”
Cuando un sentido se libra de las cadenas del deseo, los demás se modifican.
Cuando se perciben cosas que no son objetos de percepción, el mundo
invisible resulta claramente aparente para todos los sentidos.
Lleva a tus sentidos, como ovejas, a los pastos del jardín para que coman
rosas y jacintos y se alimenten en las praderas de la realidad.
Cada sentido se convertirá en apóstol de la realidad, porque contará su
secreto a los otros sentidos. Y lo hará sin palabras, sin significados, ni metáforas.
La verdad es inmediata e intuitiva y no da pie a interpretaciones.
184
Marià Corbí
Las cáscaras que hay sobre la superficie de agua vienen de los frutos del
jardín. Busca los frutos en el jardín porque el agua fluye desde él al lecho del
río.
Si no puedes ver el Agua de la Vida, contempla por lo menos el movimiento
de los juncos en la corriente.
Observa el paso del Agua. Cuando el río llega crecido, las ideas, que son
cáscaras, pasan a gran velocidad. Entonces no es posible fijación ninguna.
Cuando la corriente es muy rápida, en la mente del sabio no queda
preocupación alguna. Todo se lo lleva la corriente.
Cuando el agua es veloz y voluminosa, no queda espacio más que para el
Agua.
¡Que el jardín nos envíe una corriente poderosa de Agua!
Un hombre acusó a un sabio diciendo que era malvado, bebedor, alejado del
camino recto, hipócrita y sinvergüenza. Le negaba así su condición de sabio
y maestro.
Un discípulo del sabio le respondió. Le advirtió primero que hablar mal y
calumniar a un sabio es asunto de gran importancia, porque quien lo hace se
cierra a sí mismo las puertas de la sabiduría y hace todo lo que puede para
cerrarles también las puertas de la sabiduría a quienes escuchan al sabio.
El sabio no tiene esos defectos que le atribuyes. ¡Qué sabrás tú, ave de
corral de la altura del vuelo de las águilas!
Si fuera cierto que el sabio tiene defectos –a pesar de ser sabio, es un
hombre- unas ramas no manchan al mar rojo.
El sabio es más que una jarra de agua en la que una sola gota de impureza
invalida su contenido.
El fuego no abrasó a Abraham, pero si eres un hombre vulgar, arderás.
185
Cantos de eternidad. La sabiduría de Rûmî en el “Mathnawî”
Las indicaciones del camino son para el viajero que fácilmente se desorienta
en el desierto de la dualidad. Para los que residen en la no-dualidad nada es
necesario, excepto los ojos para ver, la luz de la mente y el corazón para sentir
directamente.
Si el que ya está en la Unidad menciona marcas del camino es para los que
son todavía caminantes.
Para un recién nacido, el habla de su padre son ruidos sin sentido. Así
suenan las palabras del sabio para el que inicia el camino.
La enseñanza del maestro no se menoscaba por algún error.
Para el maestro todos los hombres son sus hijos y tiene que adaptarse al
lenguaje de los que todavía son niños en el camino interior.
Categorías como fidelidad e infidelidad tienen alcance determinado, tienen
fronteras; la luz del sabio no tiene confines.
Para el que no tiene fronteras, que carece de límites, que es infinito, todo es
nada salvo la faz de Dios.
La infidelidad y la fe no existen donde el sabio reside. Él está en la Fuente,
lo demás son arroyos que brotan de la fuente.
Todo lo pasajero es acotación y toda frontera es un velo en el Rostro del
que es.
186
Marià Corbí
Cuando el emir vio que los peces reconocían al sabio, se lamentó de ser
menos que los peces. Se inclinó ante el sabio y se marchó sollozando, lleno de
ansia por la apertura de la puerta.
Quien no reconoce al sabio, juega con su propio desastre, como quien juega
con la cola del león.
Quien habla mal del sabio comete una bajeza que bloqueará su espíritu.
Eres cobre vil y el sabio es un elixir capaz de transformar el cobre en oro.
Denigrando al oro no lo transformarás en cobre.
Eres el fuego del deseo y el sabio es el Mar de la Eternidad. Al fuego le
aterra el agua, pero el fuego no puede prender en el agua.
Quien calumnia al sabio pone manchas en la luna y recoge espinas en el
paraíso.
Si te aproximas al que es como el jardín mismo del paraíso, no encontrarás
otra espina que tú mismo.
No tapes el sol con tu ceguera, ni encuentres fallos en la luna llena.
Está mal lo que el sabio desaprueba y los misterios se hacen patentes por
el celo del sabio.
Si estás apartado del sabio, acércate a él, por lo menos respetándole, y ponte
activo para que te llegue la brisa que sopla desde su lado.
Aunque estés alejado muévele tu rabo para congraciarte con él.
Cuando un asno se mete en el barro, se esfuerza por salir de él, porque sabe
que ese no es su lugar para vivir. No seas inferior al burro no comprendiendo
dónde no puedes vivir.
Te justificas para quedarte en el barro diciendo: esto me está permitido, el
que es misericordioso no me castigará.
Ya estás castigado aunque eres ciego para ver la sanción. Eres ciego como
aquella hiena que se pensaba estar escondida mientras la amarraban.
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Cantos de eternidad. La sabiduría de Rûmî en el “Mathnawî”
El castigo de la ceguera.
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Marià Corbí
Llevó a su compañero para que viera por una ventana al sabio con una copa
en la mano.
El discípulo se escandalizó de que su maestro bebiera vino. En el vino, le
había oído decir, orina el diablo. El sabio le invitó a que viera lo que contenía
la copa.
Lo que parecía vino no lo era, porque el sabio ve lo Invisible.
El ser mismo del sabio es la copa. Está lleno a rebosar de la luz de Dios. Esa
luz ha roto lo que para los que no ven es copa.
Cuando la luz del sol ilumina una porquería, no se ensucia, continúa siendo
luz. La copa de vino no es ni copa ni vino. El sabio les invitó a que miraran el
contenido de la copa: era miel.
Para el sabio todo está lleno de miel; no hay otra realidad que la miel.
El sabio pidió a su discípulo que fuera a las tabernas y le trajera vino, porque
lo necesitaba para su enfermedad.
El discípulo recorrió todas las tabernas y en todas ellas no encontró más
que miel.
Los que estaban en las tabernas fueron al sabio, admirados de que hubiera
transformado el vino en miel y le rogaron que cambiara sus almas corruptas
como había transformado el vino.
Aunque el mundo estuviera lleno hasta los bordes de sangre, el sabio sólo
vería y gustaría miel.
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Cantos de eternidad. La sabiduría de Rûmî en el “Mathnawî”
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Marià Corbí
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Cantos de eternidad. La sabiduría de Rûmî en el “Mathnawî”
El camino medio.
En cada asunto toma el camino medio. En la tradición se dice que las cosas
mejores son las que median entre dos extremos.
La salud depende del equilibrio de humores; si uno prepondera, surge la
enfermedad.
No aventajes en ninguna cualidad a tu hermano, porque eso supondría la
separación.
Las palabras de Moisés eran medidas, pero excedían a las de su amigo
Khadir. Khadir se le quejó de que hablaba demasiado. Le dijo: márchate lejos
o quédate conmigo mudo y ciego.
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Cantos de eternidad. La sabiduría de Rûmî en el “Mathnawî”
El sabio tiene cinco sentidos además de los físicos. Los dos mundos están
al alcance de sus sentidos.
No juzgues al sabio desde tus patrones; lo que para ti es la noche, para
él es el alba; lo que para ti es prisión, para él es un jardín; lo que para ti son
preocupaciones absorbentes, para él es debilidad; lo que para ti es barro, para
él son rosas; lo que para ti es luto, para él es fiesta.
Mientras se ocupa de las cosas terrestres, reside en el cielo; parece estar
sentado junto a ti, pero lo que tú ves es sólo la sombra de lo que es.
Al sabio no le rige el pensamiento, sino que él rige la construcción del
edificio.
Quienes están subyugados por el pensamiento, termina doliéndoles el
corazón y acostumbrándose a sufrir.
El sabio siempre vuela más alto de lo que puede hacerlo el pensamiento. Él
es como un ave y el pensamiento un mosquito.
Sus alas han crecido de su propia esencia, no están pegadas con cola.
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Marià Corbí
Dice el sabio: si eres mi amigo del alma y te llamo junto a mí, durante
la noche, y te digo, no temas, soy tu pariente, mis palabras no serán meras
afirmaciones, sino realidades porque reconoces mi voz familiar.
La cercanía y el parentesco son más que afirmaciones, son realidades para
el que entiende.
La proximidad de las voces da testimonio de que las palabras brotan de un
amigo próximo. La alegría de oír la voz familiar da fe del cercano pariente.
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Cantos de eternidad. La sabiduría de Rûmî en el “Mathnawî”
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Cantos de eternidad. La sabiduría de Rûmî en el “Mathnawî”
Un erudito, por contar una historia, dijo que en la India había un árbol
cuyo fruto concedía la inmortalidad a quien lo comía.
El rey tenía al erudito como una persona veraz, por consiguiente envió a un
emisario para que buscara por todas partes el árbol de la inmortalidad, hasta
que lo encontrará.
El emisario buscó de ciudad en ciudad, buscó por montañas y llanuras, no
dejó ninguna isla por investigar.
Todos a los que preguntaba se burlaban de él. Quienes se burlaban de él,
decían: tu investigación es de gran importancia y asunto de una persona de
mente preclara como tú. Y le daban pistas falsas.
El enviado del rey viajó durante años, viviendo de lo que el monarca le
enviaba. Después de muchas fatigas se rindió. No había encontrado ningún
indicio del árbol de la vida.
Se puso en marcha para regresar al palacio del rey, triste por no haberlo
encontrado.
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Marià Corbí
Un hombre dio un dírham a cuatro personas. Uno era persa y dijo que
compraría “angur”. El árabe le discutió y dijo que se compraría “inab” no
“angur”. El tercero era turco y dijo que lo que él compraría sería “uzum”. El
cuarto, griego, dijo que no compraría nada de lo que decían sus compañeros
sino “istafil”. Todos estos términos quieren decir “uva” en los diversos idiomas.
Se enredaron en una acalorada discusión que terminó en pelea abierta a
puñetazos, por su ignorancia.
Si hubiera habido con ellos un erudito políglota les hubiera dicho que con
el dírham hubieran dado a cada uno lo que querían y se habrían apaciguado.
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Cantos de eternidad. La sabiduría de Rûmî en el “Mathnawî”
Lo que cada uno dice, ligándose a los nombres, crea conflicto; lo que el
sabio dice, crea acuerdo y concordia.
Los nombres, sin ir a la esencia, no producen ningún efecto. Del discurso
del sabio brota la unión y concordia. Salomón que entendía el lenguaje de
todos los pájaros, puso paz entre ellos.
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Cantos de eternidad. La sabiduría de Rûmî en el “Mathnawî”
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Les dijo que recibía su pan diario del cielo. En el cielo está vuestro pan
diario, les dijo.
Mientras hablaban apareció una nube cargada de agua y empezó a llover a
cántaros. La nube llovió largo rato, hasta que se hicieron charcos en el suelo.
Los peregrinos llenaron sus cantimploras.
Algunos de ellos, viendo estas maravillas, rompieron sus ataduras.
Otros aumentaron la certeza de su fe, gracias a esos milagros; Dios conduce
como quiere.
Otros, no receptivos, permanecieron amargados, inmaduros e imperfectos.
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Cantos de eternidad. La sabiduría de Rûmî en el “Mathnawî”
BIBLIOGRAFÍA
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