Dominguez-Astrid TESIS DERECHOS DIFUSOS PDF

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UNIVERSIDAD RAFAEL LANDÍVAR

FACULTAD DE CIENCIAS JURÍDICAS Y SOCIALES


MAESTRÍA EN DERECHO CONSTITUCIONAL

"LA PROTECCIÓN DE LOS INTERESES DIFUSOS POR MEDIO DEL AMPARO"


TESIS DE POSGRADO

ASTRID CAROLINA DOMÍNGUEZ MÉNDEZ


CARNET 10246-04

GUATEMALA DE LA ASUNCIÓN, ENERO DE 2014


CAMPUS CENTRAL
UNIVERSIDAD RAFAEL LANDÍVAR
FACULTAD DE CIENCIAS JURÍDICAS Y SOCIALES
MAESTRÍA EN DERECHO CONSTITUCIONAL

"LA PROTECCIÓN DE LOS INTERESES DIFUSOS POR MEDIO DEL AMPARO"


TESIS DE POSGRADO

TRABAJO PRESENTADO AL CONSEJO DE LA FACULTAD DE


CIENCIAS JURÍDICAS Y SOCIALES

POR
ASTRID CAROLINA DOMÍNGUEZ MÉNDEZ

PREVIO A CONFERÍRSELE

EL GRADO ACADÉMICO DE MAGÍSTER EN DERECHO CONSTITUCIONAL

GUATEMALA DE LA ASUNCIÓN, ENERO DE 2014


CAMPUS CENTRAL
AUTORIDADES DE LA UNIVERSIDAD RAFAEL LANDÍVAR
RECTOR: P. ROLANDO ENRIQUE ALVARADO LÓPEZ, S. J.
VICERRECTORA ACADÉMICA: DRA. MARTA LUCRECIA MÉNDEZ GONZÁLEZ DE PENEDO
VICERRECTOR DE DR. CARLOS RAFAEL CABARRÚS PELLECER, S. J.
INVESTIGACIÓN Y
PROYECCIÓN:
VICERRECTOR DE DR. EDUARDO VALDÉS BARRÍA, S. J.
INTEGRACIÓN UNIVERSITARIA:
VICERRECTOR LIC. ARIEL RIVERA IRÍAS
ADMINISTRATIVO:
SECRETARIA GENERAL: LIC. FABIOLA DE LA LUZ PADILLA BELTRANENA DE
LORENZANA

AUTORIDADES DE LA FACULTAD DE CIENCIAS JURÍDICAS Y SOCIALES


DECANO: DR. ROLANDO ESCOBAR MENALDO

VICEDECANO: MGTR. PABLO GERARDO HURTADO GARCÍA

SECRETARIO: MGTR. ALAN ALFREDO GONZÁLEZ DE LEÓN

DIRECTORA DE CARRERA: MGTR. AIDA DEL ROSARIO FRANCO CORDÓN

NOMBRE DEL ASESOR DE TRABAJO DE GRADUACIÓN


MGTR. SET GEOVANI SALGUERO SALVADOR

TERNA QUE PRACTICÓ LA EVALUACIÓN


DRA. AYLIN BRIZEIDA ORDÓÑEZ REYNA
MGTR. ALEJANDRO JAVIER MORALES BUSTAMANTE
MGTR. FERNANDO ARNOLDO MAZARIEGOS CASTELLANOS
Resumen de la investigación

La investigación realizada ha tenido como objetivo general la proposición de


instituciones de naturaleza procesal constitucional que hagan más efectiva la protección
de los intereses difusos en Guatemala. Se estima que ello fue alcanzado, una vez se
logró analizar la naturaleza del concepto jurídico central, se describieron las formas
actuales en las que Guatemala protege el mismo y se realizó un estudio comparativo de
la protección otorgada a los intereses difusos en legislaciones de diferentes Estados. El
método que se utiliza para realizar este análisis jurídico es el dogmático jurídico, siendo
importante resaltar el hecho que el mismo será descriptivo y comparativo.

Al finalizar la investigación propuesta se pudo determinar que la garantía constitucional


apropiada para exigir protección jurídica a los intereses difusos en Guatemala es el
amparo. Sin embargo, para que dicha protección sea efectiva se propone variar la
jurisprudencia en cuanto a los presupuestos procesales de esta institución, ampliando
la esfera de los sujetos legitimados y proponiendo controles constitucionales para que
no se abuse de este reclamo.
Índice

a) Introducción……………………………………………………… 1

b) Contenido

Capítulo 1. Aproximación al Estado Liberal y Estado Social

1.1 Generalidades …………………………………………………………… 3


1.2 Definición de Estado …………………………………………………… 3
1.3 Estado Constitucional ………………………………………………….. 11
1.4 Surgimiento histórico de los derechos sociales …………………….. 15
1.5 El Estado de Guatemala y los derechos sociales en la Constitución
Guatemalteca …………………………………………………………... 17

Capítulo 2. Los intereses difusos

2.1 Naturaleza de los nuevos derechos humanos ………………………… 19


2.2 Intereses jurídicamente relevantes …………………………………….. 24
2.3 Protección jurídica del interés …………………………………………... 26
2.4 Clasificación de los intereses ……………………………………………. 27
2.5 Antecedentes de los intereses transindividuales ……………………… 28
2.6 Intereses colectivos e intereses difusos ……………………………….. 29
2.7 Conceptualización de los intereses difusos …………………………… 31
2.8 Características de los intereses difusos ………………………………. 35
2.9 Problemática de protección …………………………………………….. 42

Capítulo 3. La protección de los intereses difusos en el Derecho Comparado

3.1 Generalidades …………………………………………………….......... 45


3.2 Protección de intereses difusos en distintas legislaciones …….. 47
a. México, Honduras, El Salvador y Nicaragua …………………... 47
b. Costa Rica…………………………………………………………… 48
c. Brasil …………………………………………………………………. 54
d. Bolivia ………………………………………………………………… 57
e. Perú…………………………………………………………………… 58
f. Argentina……………………………………………………………… 60
g. República Dominicana……………………………………………… 62
h. Estados Unidos ……………………………………………………… 63
i. España………………………………………………………………… 68
j. Inglaterra ……………………………………………………………… 69
k. Italia …………………………………………………………………… 70

Capítulo 4. El amparo en la legislación guatemalteca

4.1 Aspectos generales …………………………………………………… 72


4.2 El acceso a la justicia ……………………………………………….... 72
4.3 Garantías constitucionales…………………………………………… 73
4.4 Definición doctrinaria de amparo …………………………………….. 76
4.5 Definición legal de amparo ……………………………………………. 79
4.6 Elementos del amparo …………………………………………………. 80
4.7 Principios que rigen al amparo ……………………………………….. 82
4.8 Legitimación del Procurador de los Derechos Humanos y el Ministerio
Público para la interposición del amparo …………….……………... 92
4.9 Legitimación específica del Ministerio Público ………………......... 95
4.10 Legitimación específica del Procurador de Derechos
Humanos……………………………………………………………….. 96

Capítulo 5. Protección de intereses difusos por medio del amparo dentro de la


jurisdicción constitucional guatemalteca

5.1 Alternativas a la legitimación del Ombudsman y del Ministerio Público


para instar amparos en defensa de intereses difusos…………… 100
5.2 Principio de amplitud de legitimación…………………………… 104
5.3 La regulación de los intereses difusos y colectivos facilita el acceso a la
justicia y conjuran la desigualdad entre las partes …………….. 105
5.4Análisis de resoluciones emanadas de la jurisdicción constitucional
guatemalteca en relación a la protección de intereses
difuso………………………………………………………….…………. 106

c) Conclusiones……………………………………………… 127

d) Recomendaciones……………………………………….. 132

e) Referencias………………………………………………… 134
Introducción

A través de la presente investigación se realizó un estudio determinado sobre la


institución de naturaleza constitucional procesal por medio de la cual se protege a los
intereses difusos en Guatemala. Específicamente, se analizó la naturaleza jurídica del
amparo, así como de los intereses difusos dentro de un Estado social y democrático de
derecho, realizando adicionalmente un breve recorrido histórico y actual sobre
conceptos análogos, tales como intereses, derechos colectivos y derechos difusos,
describiendo además las formas vigentes en la legislación guatemalteca que los
protege, realizando una extensiva descripción y análisis jurisprudencial sobre la
garantía constitucional del amparo.

Con esta investigación, no se pretendió abarcar todo tipo de institución jurídica, o bien,
todo tipo de materia procesal que pudiera constituirse como un medio idóneo para el
reclamo de protección de intereses difusos, sino se limitó a realizar un análisis
estrictamente constitucional, utilizando el método de investigación dogmático jurídico,
tomando en cuenta aspectos de ley costumbre, principios del derecho y jurisprudencia
aplicable al caso. Además de ese método se hizo uso de los métodos jurídico
descriptivo y jurídico comparativo, ya que paralelo al estudio sobre la situación jurídica y
fáctica actual para Guatemala, se realizó un análisis comparativo sobre las diferentes
instituciones procesales que existen en diversos Estados, que igualmente se encargan
de resguardar a los intereses difusos.

Luego de realizar el análisis en mención se pretendió resolver el cuestionamiento sobre


cuál sería la institución procesal adecuada para proteger los intereses difusos, y en su
caso, qué tipo de requisitos deberá de requerirse para acceder a esta protección
procesal. Se incluyeron ciertos criterios de admisibilidad, desafíos e inclusive peligros
sobre este tipo de pretensiones jurídicas. Se adentró dentro de la investigación en el

1
área de la legitimidad y relatividad de la sentencia dentro de la institución del amparo,
tomando en consideración que de las garantías constitucionales, la garantía del amparo
fue considerada la más adecuada para lograr la protección de los intereses difusos, y
que los principios enunciados fueron considerados como los principales obstáculos para
lograr esta protección.

Concretamente, la investigación realizada permitirá al lector conocer sobre la naturaleza


jurídica constitucional de los intereses difusos, así como las formas en las que
actualmente se exige su protección o restauración a través de medios constitucionales
adecuados para el efecto. Se estima de importancia la realización de un análisis crítico
propositivo, sobre el estado actual de este tipo de reclamos, modificaciones de criterios
jurisprudenciales constitucionales que permitan una efectiva protección a los intereses
difusos describiendo la necesidad de consolidar un mecanismo constitucional adecuado
para el logro de la efectiva exigencia judicial de los intereses difusos, tomando como
fundamento jurídico su garantía dentro del texto constitucional vigente.

2
Capítulo 1
Aproximación al Estado Liberal y Estado Social

1.1 Generalidades

Para proceder a realizar un estudio sobre el tema objeto de la investigación, se cree


adecuado iniciar conociendo el contenido de aspectos generales relacionados con el
concepto de Estado. Ello es relevante, ya que ayudará a tener el acercamiento
filosófico, político, social e histórico adecuado a un tópico que podría pensarse, no en
forma acertada, encierra únicamente temas de carácter jurídico. Y es que no podrán
apreciarse con objetividad las instituciones jurídicas objeto de estudio sin que antes se
tenga conocimiento sobre el origen de las mismas dentro de la realidad en la que nos
encontramos inmersos.

1.2 Definición de Estado

La comprensión del término jurídico Estado y los elementos que la conforman han ido
variando a lo largo del tiempo. A medida que las sociedades han evolucionado y han
logrado mayor organización, se han concebido elementos nuevos respecto de ese
concepto. Así también, el Derecho como la misma sociedad, que se regula bajo normas
jurídicas, evoluciona con el paso del tiempo, procurando que sus instituciones sean más
adecuadas a las necesidades sociales que se vayan generando. De esa forma, el
Derecho evoluciona, al igual como las ideologías que hacen surgir las normas jurídicas
que se aplican en forma coercitiva en una sociedad organizada.

3
Luego del breve y personal análisis inicial, es adecuado indicar que, de acuerdo con
Juan Jacobo Rosseau1, dentro de su obra El Contrato Social, “el ciudadano que es
partícipe del cuerpo soberano entrega sus derechos naturales a un cuerpo soberano
formado para que en devolución le entregue derechos civiles. Esto quiere decir, que el
orden social no se establece como un derecho natural, sino que se funda en
convenciones”.

Inspirado en el citado pensador, indica Ramón Xirau 2, que “cuando los hombres se
reunieron a firmar el pacto social, se dio el proceso de civilización, cuya consecuencia
fue el surgimiento de la propiedad y del egoísmo, y el sometimiento de la voluntad de
cada uno de los individuos a la voluntad de la generalidad”. Agrega que, en
consecuencia, tanto la civilización como el Estado y todos aquellos artificios que se han
creado para limitar la libertad de los individuos deberían ser destruidos. Sin embargo,
advierte que el proceso de civilización, así como el desarrollo cultural y político son en
principio irreversibles.

En cambio, Montesquieu3, dentro de su ensayo El Espíritu de las Leyes, afirma que, el


Estado es una organización social, pero esta no provenía de la firma de algún pacto o
contrato, más bien de la convivencia de ciertos principios fundamentales e inviolables,
previstos en el orden de una Constitución. En todo caso, continúa afirmando que el fin
del Estado es la obtención y la garantía de la libertad de los ciudadanos, libertad que
debía ser atendida en todos los aspectos, en el económico y en el religioso, y el
gobierno que es solo uno de los elementos del Estado, se encuentra impedido para
someter forzosamente a la población.

1
Rousseau, Juan Jacobo. El Contrato Social. Consulta electrónica:
http://www.laeditorialvirtual.com.ar/pages/rousseau/rousseaucontratoindice.htm . Fecha de consulta: 10 de febrero
del 2013.
2
Xirau, Ramón. Introducción a la historia de la filosofía. UNAM. Pág.224. Citado en
www.tuobra.unam.mx/publicadas/021121150815.html
3
Secondant, Carlos. Barón de Montesquieu. Ensayo del Espíritu de las Leyes. Consulta electrónica:
http://www.laeditorialvirtual.com.ar/Pages2/Montesquieu/EspirituLeyes_01.html. Fecha de consulta: 15 de febrero del
2013.
4
Dentro de este primer antecedente se puede observar que en las diversas definiciones
doctrinarias relacionadas al Estado, se utiliza en forma reiterada palabras como
“seguridad”, “defensa” y “protección”, por lo que es marcado el énfasis doctrinario que
se le brinda al Estado como medio de protección de seguridad, defensa y protección
para el ser humano, en específico, en función de brindar un resguardo al habitante,
para resguardar la vida de sí mismo y de aquellos más cercanos a él. Ya existe además
la conceptualización de una vida colectiva como un requisito para la subsistencia
humana, trayendo consigo también la existencia de ciertas dificultades sociales en las
que este ente denominado Estado debía intervenir para proteger aspectos básicos
como la vida.

Por su parte, la autora Lissette Mendoza4 aporta como definición la siguiente: “el Estado
en sentido amplio, es un grupo social establecido en un territorio determinado,
entendido este en un sentido amplio (espacio aéreo, terrestre, etc.) con poder
soberano, jurídicamente organizado (normas e instituciones), a través de una
organización específica (Órganos del Estado), cuya finalidad es obtener bienestar o
bien común”5.

Es de gran importancia incluir dentro de este primer acercamiento el criterio del autor
Cayetano Núñez, quien indica que “el Estado existe cuando una población determinada,
habita permanentemente un territorio delimitado y está sujeto a un conjunto de normas
e instituciones concretas. El Estado no es una mera suma de sus elementos, sino que
estos alcanzan una interacción determinada conexionados entre sí, constituyendo una
unidad que no puede ser considerada separadamente”6. Respecto a esta última frase,
se puede decir que todos los elementos citados que definen al Estado, conviven en
forma armónica, y es únicamente a través de su interconexión y convivencia que este
subsiste.

4
Mendoza G., Lissette Beatriz. Ricardo Mendoza Orantes. Constitución Explicada –Artículo por Artículo–. San
Salvador. Editorial Jurídica Salvadoreña. 2010. Pág.11.
5
Loc. Cit.
6
Núñez Rivero, Cayetano. Derecho constitucional comparado y derecho político iberoamericano. Madrid, España.
Editorial Universitas. 2002. Pág. 32.

5
Dentro de las anteriores definiciones, se diferencian ciertas características esenciales
de lo que en el derecho actual se denomina Estado. Como primer elemento, se
describe el de la necesidad de la existencia de un grupo social. Como se ha
manifestado anteriormente, ya es antropológicamente aceptado que el ser humano se
ve obligado, por su propia naturaleza, a convivir en sociedad, para lograr así su
subsistencia personal. Por lo tanto, no puede concebirse la existencia de un Estado
conformado por una sola persona, sino que se presenta como consecuencia social y
jurídica de la coexistencia de diversos intereses que en puntos determinados se
interrelacionan, llegando estos intereses a complementarse, a anularse o a fusionarse.
Es aquel que nace para lograr organizar la coexistencia de varios seres humanos.

El segundo elemento que forma parte de la definición general doctrinaria citada del
Estado, se refiere a la existencia de un territorio determinado. Como se ha mencionado
con anterioridad, la misma evolución del ser humano ha permitido transformar la visión
del Derecho y las concepciones políticas. En los primeros siglos de convivencia del ser
humano se presenta como característica común en varias culturas: la existencia de
grupos nómadas. Sin embargo, con el transcurso de su convivencia a esos grupos les
fue necesario establecerse en territorios determinados para lograr satisfacer todas sus
necesidades básicas, tales como alimentación, vivienda, familia, entre otros. De ahí es
que nace el concepto inicial de que un grupo de personas con elementos en común, se
establecen con un fin determinado dentro de un territorio específico, siendo este
territorio el límite espacial de su asentamiento y, por tanto, de su cultura y de distintas
manifestaciones. Se cree entonces que hoy en día el concepto de Estado no puede
estar despojado de la necesidad de existencia de un límite territorial donde se
desarrollan las actividades de este.

Como tercer elemento estatal que se acepta en la doctrina moderna, está la soberanía.
De acuerdo al Diccionario de la Real Academia Española7, se entiende por soberano a

7
Diccionario de la Real Academia Española. Soberano. Consulta electrónica: Soberano
http://buscon.rae.es/draeI/SrvltConsulta?TIPO_BUS=3&LEMA=soberano Fecha de consulta: 10 de abril del 2012.
6
aquel “que ejerce o posee la autoridad suprema e independiente”. Por lo tanto, la
soberanía se concibe como la capacidad del Estado de ejercer autoridad suprema
frente a cualquier otro poder dentro del territorio determinado y sobre el grupo de
personas. Además, se agrega que este –el Estado– ejercerá su función primordial en
forma independiente a la de cualquier otro órgano o ente de igual o menor jerarquía.
Por lo tanto, por soberanía se entenderá, en términos generales, como la capacidad del
Estado de autoregularse, autogobernarse e inclusive autolimitarse en los poderes que
le fueren conferidos desde su origen.

Con el desarrollo del Derecho y las concepciones modernas del Estado se agregaron a
su concepto otros elementos que, aunque no revisten el carácter imprescindible de los
tres antes comentados, permiten caracterizarlo, tales como: la existencia de normas
jurídicas y de una forma de gobierno determinado.

Con relación de la existencia de un ordenamiento jurídico, se hace especial énfasis a


las instituciones internas que existan relacionadas a la creación, aplicación y sanción de
normas internas que rijan la conducta de la totalidad de habitantes de un territorio. En
consecuencia, las normas de conducta creadas de conformidad al procedimiento
interno de cada Estado, serán aplicables y obligatorias para la totalidad de habitantes
dentro del territorio, con el único fin de llegar a cumplir los fines que tenga propuestos
desde su origen.

Adicionalmente existirá dentro del Estado una forma de gobierno determinada, lo cual
determina la manera de acceder a los cargos de poder. De esa forma, en cada Estado
habrán formas de gobierno y de ejercer la política, tanto en su proyección interna como
externa, creadas en ejercicio de la legitimación que le fuere dada.

Con apoyo en la doctrina estudiada, se afirma que es característico que todos los
Estados persigan alcanzar el bienestar común o bien común. Este concepto entraña
dificultad en su definición; sin embargo, para definirlo se tomarán algunas referencias
aisladas que se creen adecuadas para definir el significado del bien común.

7
El primer acercamiento se hará a través de lo que Platón, en su obra La República,
indica lo que se entiende por bien común. Él lo concibe “como un bien que trasciende
los bienes particulares ya que la felicidad de la ciudad debe ser superior y hasta cierto
punto independiente de los individuos”8. Posteriormente en la historia, es el aspecto
religioso el que incursiona en este concepto, ya que se tenía la idea que “es el conjunto
de aquellas condiciones de vida social que facilitan tanto a las personas como a los
mismos grupos sociales el que consigan más plena y más fácilmente la propia
perfección”9. Se aprecia, en ambas definiciones, aspectos morales, pues se anhela el
alcance de la felicidad y la perfección de la persona humana a través de su convivencia
en sociedad. En estas definiciones se toma como un vehículo eficaz para alcanzar esta
felicidad y perfección la existencia de condiciones de vida adecuadas; por lo tanto, será
a través de circunstancias sociales que alcanzará el ser humano sus más íntimos
anhelos personales.

En el estudio de este aspecto del Estado, se citarán dos definiciones adicionales, más
actualizadas, pero –a juicio de la tesista– bastante apegadas a las ya estudiadas con
anterioridad. Indica la Dra. María Luisa Beltranena de Padilla que bien común “es aquel
concepto que busca un beneficio generalizado, propicia la paz social, es decir una paz
social real y verdadera, basada en la idea moral que está a su vez vinculada
directamente con la idea de la ley natural o la realización de una verdadera justicia
superior que se manifiesta a través de su expresión real.”10. Adicionalmente, se invoca
la definición que brinda el juez Sergio García Ramírez de la Corte Interamericana de
Derechos Humanos, dentro de su voto razonado relacionado al Caso Fermín Ramírez
vs. Guatemala, de fecha 18 de junio del 2005, establece que bien común se refiere “a
las condiciones de la vida social que permiten a los integrantes de la sociedad alcanzar

8
Platón. La República. IV. Consulta electrónica: http://www.nueva-acropolis.es/filiales/libros/Platon-La_Republica.pdf
Fecha de consulta: 15 de noviembre del 2012.
9
Gaudium et spes, 26. Concilio Vaticano II. Consulta electrónica: http://multimedios.org/docs/d000916/p000004.htm
Fecha de consulta: 19 de junio del 2012.
10
Beltranena de Padilla, María Luisa. Ponencia: ¿Qué es lo que se entiende por bien común? Universidad Francisco
Marroquín. Guatemala, junio 2010. Consulta electrónica: http://derecho.ufm.edu/que-se-entiende-por-el-bien-comun/
Fecha de consulta: 10 de noviembre del 2012
8
el mayor grado de desarrollo personal y la mayor vigencia de los valores democráticos”
(OC-5/85, párr. 66)11

En conclusión, este último elemento estatal constituye la razón de su existencia. El


Estado fue originado con la única finalidad de lograr la protección del ser humano y de
sus derechos fundamentales. Por lo tanto, la gestión estatal no deberá responder
únicamente a intereses aislados, o bien, dejar en situación de desprotección a cierto
grupo de personas, sino que el Estado deberá realizar todas las acciones necesarias
para que a través de sus políticas, normas y funcionarios, logre alcanzar el bien de
todos los habitantes que se encuentren dentro de su territorio. El bien común responde
a la protección de derechos fundamentales de una mayoría, a que el Estado a través de
los órganos respectivos tutele derechos y libertades de una generalidad, aunque esto
interfiera en la consecución de intereses aislados de ciertas minorías. Se deberá
perseguir el bien de una mayoría, frente a posibles vejámenes que pudiera generarse a
intereses de ciertas minorías.

Con este último punto, se puede concluir la fase de estudio de los elementos del
Estado. Como notas comunes de las definiciones analizadas anteriormente en esta
investigación, destaca que se hayan enlistado los elementos esenciales del Estado, los
cuales determinan el correcto o incorrecto funcionamiento de aquel. Igualmente
enriquecedor es la evocación de la definición del tratadista nacional Gerardo Prado,
quien aporta una que acertadamente engloba los componentes estatales; véase:
“Estado es un punto de civilización, o sea, un grupo humano asentado en un territorio,
es un régimen jurídico con una unidad de derecho (Constitución), con un cuerpo de
funcionarios; es la unidad de poder autónomo, centralizado y delimitado sobre base
territorial que define y garantiza ese orden; y es unidad de valor: el bien público, como
objeto de la empresa de gobierno y criterio de orden”12. Básicamente este autor cita los

11
Corte Interamericana de Derechos Humanos. Citado en Voto Razonado del Juez Sergio García Ramírez en la
Sentencia sobre el Caso Fermín Ramírez Vs. Guatemala, Del 18 De Junio De 2005. Corte Interamericana de
Derechos Humanos. Consulta electrónica: http://www.corteidh.or.cr/docs/casos/articulos/seriec_126_esp.pdf Fecha
de consulta: 26 de marzo del 2013.

12
Prado, Gerardo. Teoría del Estado. Guatemala. Editorial Praxis. 2011. Pág. 31.
9
mismos elementos ya analizados, únicamente que en forma limitativa, pues en
aspectos como la unidad de derecho, limita la amplitud de este únicamente a la
Constitución del Estado. Además, en relación al gobierno, se limita a describirlo como
un cuerpo de funcionarios, sin que exista amplitud en relación a las instituciones de
gobierno. Sin embargo, el autor aporta ciertas explicaciones adicionales en las que
hace especial énfasis que el poder que se ejercerá será autónomo, centralizado y
delimitado sobre la base territorial, indicando de esta manera ciertas características de
lo que significa la soberanía del Estado. Es importante hacer especial énfasis en que
coincide con lo expuesto por Lissette Mendoza, pues indica que el objeto del Estado y
su criterio de orden será el bien público.

Dentro de este apartado de definición de Estado, se agrega lo indicado por la Nueva


Enciclopedia Jurídica al respecto se indica que “de todo lo anteriormente indicado se
deduce que el Estado es una estructura política epocal, es decir, una forma de la
convivencia política de una época determinada de la historia occidental, la que da
desde su aparición en el Renacimiento hasta la etapa crítica de nuestros días. Se ha
considerado al Estado como relación jurídica (Edgar Loening), como institución
(Georges Renard), como diferenciación entre gobernados y gobernantes (Leon Duguit),
se ha identificado como el conjunto de normas jurídicas u ordenamiento jurídico
(Kelsen)”13.

Con base en lo expuesto, se mantiene lo sostenido en un principio, relacionado a que la


diferencia entre las definiciones que se han proferido para dar contenido al concepto
estatal están marcadas por la época histórica en las que han surgido. En definitiva, el
tiempo y las nuevas tendencias del Derecho han reforzado la existencia de cinco
elementos dentro del Estado, haciendo especial énfasis en que el objeto primordial del
Estado es el de lograr el bien común de sus habitantes, concepto que ha revolucionado
inclusive la forma de concebir los límites y extensiones de los Derechos Humanos e
intereses que pudieran parecer difusos.

13
Nueva Enciclopedia Jurídica. Volumen VIII. Barcelona. Editorial Francisco Seix, 1956. Pág. 855.
10
1.3 Estado Constitucional

1.3.1 Nacimiento del Estado Constitucional

Dentro de este primer capítulo, se estima pertinente realizar una breve exposición sobre
la evolución histórica del Estado Constitucional14. Para lograr el objeto de este
acercamiento, se citará al autor Cayetano Núñez15, pues él logra, con una narración
bastante concisa, didáctica y objetiva, capturar años de evolución histórica ahondando
únicamente en los aspectos de mayor relevancia para el Derecho y el desarrollo del
concepto actual de Estado.

1.3.2 El primer Estado de Derecho

Principios y características del primer Estado de Derecho:

De acuerdo al autor citado, el Estado Constitucional nace con los primeros textos
constitucionales codificados y escritos. En su primera formulación se puede destacar el
texto norteamericano de 1787, el francés de 1791 y la Constitución gaditana de 1812,
en el caso español e hispanoamericano. Mediante el Estado de Derecho se pone fin a
la sociedad estamental y se establecen las bases para el desarrollo de la sociedad de
clases. El Estado de Derecho en su primera formulación proclama: Declaración de
derechos y libertades de carácter individual del ciudadano; división de poderes; imperio
de la ley y seguridad jurídica; soberanía nacional que reside en la nación; ese Estado
se caracteriza por ser un Estado Mínimo o no intervencionista, actuando solamente en
aquellos campos económicos y sociales donde la iniciativa privada no interviene; la
propiedad privada se convierte en algo casi intocable por el Estado y de su defensa se
hace un principio fundamental.

14
De acuerdo a Peter Häberle, el Estado constitucional se caracteriza por la dignidad humana como premisa
antropológica-cultural, por la soberanía popular y la división de poderes, por los derechos fundamentales y la
tolerancia, por la pluralidad de los partidos y la independencia de los tribunales. Häberle, Peter. El Estado
Constitucional, 1.A. Primera Edición, México 2003. Instituto de Investigaciónes Jurídicas. Consulta electrónica:
http://biblio.juridicas.unam.mx/libros/1/14/pl14.htm. Fecha de consulta: 22 de febrero del 2013.
15
Núñez Rivero, Cayetano. Op Cit. Pág. 20.
11
Nace con los primeros textos constitucionales codificados y escritos. En su primera
formulación podemos destacar la Constitución de los Estados Unidos de Norteamérica
de 1787, y la Constitución de Francia de 1791, así como la Constitución de España de
1812. Al respecto, la Constitución de los Estados Unidos se forjó sobre la teoría de
separación de poderes de Montesquieu, que de acuerdo a Ignacio Pichardo Pagaza 16,
se podrían resumir en los siguientes planteamientos:

a. Las funciones del Gobierno como un elemento del Estado son tres: la legislativa,
la ejecutiva y la judicial.

b. Para garantizar la libertad política de los individuos es indispensable que esas


funciones se desempeñen mediante tres órganos diferentes del estado: el poder
legislativo, el poder ejecutivo y el poder judicial.

c. No deben reunirse dos funciones en un solo órgano, porque ello conduce al


absolutismo, es decir, al abuso de poder.

d. La función ejecutiva y función judicial tienen naturaleza semejante: ambas


atienden al cumplimiento o ejecución de las leyes, pero deben estar separadas
en órganos o poderes diferentes porque las leyes que ejecutan son diferentes.

Agrega el citado autor que en América y Europa la formulación precisa de la teoría


hecha por Montesquieu tuvo repercusiones muy amplias. La Constitución de los
Estados Unidos de América incorporó esas ideas en toda su parte orgánica; de hecho
la constitución norteamericana está constituida alrededor de la división de poderes.

La creación del Estado de Derecho pone fin al antiguo régimen de concentración de


poderes y a la sociedad estamental, y es consecuencia del desarrollo de la burguesía

16
Biblioteca Jurídica. Teoría política de la división de Poderes. Capítulo 9.
www.biblio.juridicas.unam.mx/libros/3/1425/10.pdf. Fecha de consulta: 31 de agosto del 2012.
12
en el aspecto económico, como producto de este, la burguesía accede al poder político
y se establecen las bases para el desarrollo de la sociedad de clases.

En su primer periodo los primeros Estados de Derecho se caracterizan por la formación


de los Estados liberales, cuyas características fundamentales son:

a. El reconocimiento de derechos y libertades del ciudadano. Destaca el carácter


individual de estos, ya que no se incluyen los de índole social y económicos.

b. División de poderes, en el sentido de que los tres poderes tradicionales del


Estado: Poder Ejecutivo, Poder Legislativo y Poder Judicial, sean independientes
entre sí y no sean desempeñados por las mismas personas. Sin embargo, suele
apreciarse una cierta tendencia al predominio parlamentario, en cuanto que se
considera depositario de la voluntad de la nación.

c. Sometimiento de los ciudadanos y de los poderes al Derecho, que se concreta en


el imperio de la ley como expresión de la voluntad nacional, y que marca los
límites de la actuación tanto del poder como de los ciudadanos.

d. Soberanía nacional. El poder constituyente reside en el pueblo, de donde se


deriva el texto constitucional, así como la organización de poderes constituidos
del Estado.

Destaca igualmente que la proclamación de la soberanía nacional no implica la


extensión del sufragio universal. La participación política queda reservada únicamente a
aquellos miembros del pueblo que cuentan con determinadas rentas, justificándose
dicho hecho en que las decisiones de gobierno solo deben estar reservadas a aquellos
que contribuyen a la riqueza de la nación.

1.3.3 El Estado Liberal Democrático

13
La existencia del sufragio censitario en el primer Estado Liberal posibilitó el voto de
algunas clases sociales. El sufragio universal masculino se estableció en el último tercio
del sigo XIX. El femenino con carácter general llegaría como consecuencia de la
Primera Guerra Mundial.

Se trata fundamentalmente de un proceso evolutivo del Estado que se adecúa a las


nuevas realidades de la sociedad, y se gesta a partir de la segunda mitad del siglo XIX.
Esta época se caracterizó por las luchas de amplios sectores de la población por que
fuera desterrado el concepto censitario de sufragio.

El dominio político de la burguesía, mediante el control de los parlamentos, y el sufragio


censatario, así como la ausencia de una legislación de carácter social que paliara las
duras condiciones impuestas a la clase trabajadora por la Primera Revolución Industrial,
provocaron un rechazo hacia el sistema de la mayor parte de la población o bien una
petición de profunda renovación del mismo.

1.3.4 La Crisis del Estado Liberal

En el periodo inter-guerras mundiales se generó una crisis económica y social que


afectó a casi la totalidad de los países, desembocando en la crisis de 1929. La crisis
cuestionó el modelo estatal no-intervencionista y la ausencia de derechos económicos y
sociales

Los primeros textos de Estado Social y Democrático de Derecho se producen en


México en 1917 (Constitución de Querétaro), en Alemania en 1919 (Constitución de
Weimar) y la Constitución española en 1931 seguirá este modelo, así como el
constitucionalismo europeo posterior a la Segunda Guerra Mundial.

1.3.5 El Estado Social y Democrático de Derecho

14
El Estado Social y Democrático de Derecho incorpora al Estado Liberal Democrático
determinados principios económicos, así como derechos económicos y sociales. Este
modelo responde a un rol nuevo que debe asumir el Estado; y se caracteriza por tener
características intervencionistas, desarrollando el concepto de democracia económica.

Este Estado Social y Democrático de Derecho propone el modelo de economía social


de mercado, asumiendo un papel de intervención activa en las relaciones económicas,
en donde es el Estado quien subordina la actividad económica a un interés general del
país. Además, se agrega el principio de encontrar una función social a la propiedad,
justificando la expropiación bajo ciertos lineamientos jurídicos y constitucionaliza a los
partidos políticos, reconociéndolos como la génesis de la democracia. Por lo tanto, este
cambio de concepto hizo notoria la necesidad de intervención del Estado en la
convivencia de sus habitantes, pues dentro de las relaciones sociales existían abusos,
así como una evidente desigualdad entre las partes por aspectos económicos, sociales
y culturales17.

1.4 Surgimiento histórico de los derechos sociales

No obstante el movimiento liberalista ha tenido un gran auge en el mundo, y se ha


encontrado en constante pugna en contra de las ideas de corte socialista, la evolución
social ha obligado al ser humano a solicitar mayores protecciones de parte de los
aparatos del Estado. Al respecto indica el licenciado Mauro Chacón Lemus 18 que “El
avance del liberacionismo en los regímenes estatales, que resultaron de las
declaraciones de derechos que provocaron las revoluciones burguesas del Siglo XVIII,
trajo enormes crisis a los postulados de libertad, igualdad y justicia de los ideólogos de
aquella época promulgaron”.

17
Dávalos, Pablo. Neoliberalismo político y Estado social de derecho. Consulta electrónica:
www.puce.edu.ec/.../NeoliberalismoyEstadosocialdederecho.pdf Fecha de consulta: 20 de enero del 2013.
18
Chacón Lemus, Mauro Salvador. Los Derechos Sociales. Opus Magna Constitucional Guatemalteco 2011. Tomo II.
Corte de Constitucionalidad. Instituto de Justicia Constitucional. Guatemala. 2011. Pág. 430.
15
Néstor Pedro Sagüés19 señala que fueron tres las situaciones críticas básicas que
hicieron cambiar la base ideológica en la segunda parte del Siglo XIX:

De Libertad: el individualismo posesivo, con sus postulados de libertad de circulación


de bienes y posibilidad de enriquecimiento ilimitado, premiaba a aquellos que habían
sabido acumular la mayor cantidad de bienes. La libertad de acumulación y la
Revolución Industrial produjeron enormes concentraciones de riqueza y, con ello
monopolios y oligopolios, lo que conllevó a que el capitalismo estrangulara al
liberalismo que lo había hecho nacer.
De Igualdad: al constitucionalismo liberal solo le preocupaba la igualdad formal ante la
ley y no la igualdad real de oportunidades. El manejo del mercado por quienes
resultaban ser más fuertes, pero la inexistencia de límites al poder de las riquezas
provocó la opulencia de ciertos sectores y el pauperismo degradante de otros. El
individualismo posesivo mantuvo y agudizó las desigualdades recibidas del Estado
feudal.

De Justicia: una aplicación desmedida de la ley de la oferta y de la demanda, unida a


la concepción del trabajo como mercancía, produjo la llamada “ley de bronce de los
salarios” a saber: los sueldos tendían irremediablemente a servir para nada más que
para el mínimo de subsistencia de los empleados (las familias más cargadas de hijos,
castigadas por las enfermedades, perecían; así la oferta de trabajo se reducía, y en
consecuencia, su precio subía)”.

Lo expuesto por el licenciado Chacón Lemus y por Pedro Sagüés, es coincidente con
los postulados de muchos políticos y filósofos, que en ejercicio de funciones de
autoridad lograron la incorporación a nivel legal instituciones e instrumentos adecuados
que persiguen la protección social del ser humano, inclusive a nivel constitucional
dentro del ordenamiento de Guatemala.

19
Sagüés, Néstor Pedro. Teoría de la Constitución. Editorial Astrea, Buenos Aires. 2004. Pág. 36.
16
Los hechos históricos descritos, y que fueron considerados en su época como hechos
relevantes y radicales, obligaron a que poco a poco se brindara una especial
protección a ciertos ámbitos de la vida humana. Estos ámbitos de integridad humana,
ámbito laboral, ámbitos ideológicos, entre otros, son ahora considerados como
derechos mínimos, que posteriormente fueron resguardados por órdenes
constitucionales, y denominados “derechos fundamentales”.

1.6 El Estado de Guatemala y los derechos sociales en la Constitución


Guatemalteca

El 31 de mayo de 1985 se promulga la nueva Constitución y esta entra en vigencia el


14 de enero de 1986. La Asamblea Constituyente que elaboró el Texto Constitucional
también dictó la Ley Electoral y de Partidos Políticos y la Ley de Amparo, Exhibición
Personal y de Constitucionalidad.

De acuerdo a Jorge Mario García Laguardía20, al referirse a la Constitución Política de


la República de Guatemala de 1985, indica que, desde el punto de vista político, el
Preámbulo consagra una elocuente manifestación respecto del abandono del régimen
autoritario por uno democrático. Subraya la intención del constituyente de instaurar un
sistema realmente democrático, en el que se respete la dignidad humana y se ponga en
un lugar preferente el respeto de sus derechos humanos.

Allí mismo, agrega el autor citado, se expresan valores superiores que informan el
ordenamiento jurídico-constitucional; la dignidad de la persona humana, la libertad, la
igualdad, la seguridad, la justicia, el bien común y la paz. Que se desarrollan en el
Título I, denominado “La persona humana, fines y deberes del Estado”, que en dos
breves artículos indica que Guatemala “se organiza para proteger a la persona y a la
familia”, que su “fin supremo es la realización del bien común” y que “es deber del
Estado garantizarle a los habitantes de la República la vida, la libertad, la justicia, la

20
García Laguardia, Jorge Mario. Breve Historia Constitucional de Guatemala. Editorial Universitaria. Universidad de
San Carlos de Guatemala. Guatemala. 2010. Pág. 101.
17
seguridad, la paz y el desarrollo integral de la persona”. Que se subrayan en el Título II
denominado “Derechos Humanos”, donde se afirma que en Guatemala “todos los seres
humanos son libres e iguales en dignidad y derechos” y que “ninguna persona puede
ser sometida a servidumbre ni a otra condición que menoscabe su dignidad”.

Agrega el doctor García Laguardia, al referirse específicamente a los derechos sociales


dentro de la Constitución, ubicados en el Capítulo II del Título II, que “dado su contenido
y su estructura, los derechos sociales tienen como característica que su cumplimiento
comprende el deber esencial del Estado de proporcionar los mecanismos necesarios –
tales como prestaciones y servicios– para satisfacer las necesidades de carácter social,
económico y cultural de los ciudadanos, mientras que en los derechos civiles y políticos,
el Estado está obligado a abstenerse de violarlos mediante cualquier tipo de acción u
omisión”21.

En otras palabras, se puede indicar que la protección a los Derechos Sociales


resguardos en forma constitucional, se fundamenta en hechos históricos de abusos a
libertades, como se describió en apartados anteriores. Como reacción a los hechos
históricos vividos por la sociedad mundial, hoy en día en la Constitución Política de la
República de Guatemala se le otorga al Estado, la obligación jurídica de protección de
ámbitos mínimos de la vida del ser humano en su ámbito social. Esto quiere decir, que
se requiere de parte del Estado una acción directa e idónea (intervención) para lograr el
cumplimiento de condiciones mínimas de vida que permitan un efectivo desarrollo
humano para la gran mayoría de la población.

Además, este tipo de derechos deberán de ser protegidos tanto en forma jurídica como
en forma práctica, ya que en forma adicional se requiere que el Estado cuente con los
mecanismos de protección suficientes y efectivos, que permitan gozar efectivamente de
los derechos que ha tenido a bien considerar como mínimos, tanto en el ámbito
personal como en el ámbito social.

21
Loc. Cit.
18
Capítulo 2
Los intereses difusos

2.1 Naturaleza de los nuevos derechos humanos

Previamente a profundizar en la temática de los intereses difusos, se realizará una


revisión panorámica de los derechos humanos que se han ido protegiendo a nivel
constitucional a través de la historia. La raíz de esta protección obedece a elementos
fácticos de relevancia jurídica que le brindaron al legislador el sustento suficiente como
para racionalizar la garantía, en un inicio, de derechos individuales, posteriormente
derechos colectivos, ampliando la protección hasta los intereses globales o de los
pueblos. Esta evolución queda evidenciada en el capítulo anterior, en donde a través de
hechos históricos se aprecia la necesidad de otorgar una amplitud de protección en la
esfera de los derechos humanos, tomando en consideración las circunstancias sociales
en las cuales el ser humano se va desarrollando.

Para realizar este análisis, se citará al autor Rony Eulalio López Contreras, en su obra
titulada Derechos Humanos22, en donde se propone una clasificación horizontal y no
jerarquizada, de los derechos humanos. Para el efecto, los divide en tres distintos
grupos, los cuales son:

a) Derechos civiles y políticos. El autor López Contreras indica que estos derechos
se caracterizan porque imponen la obligación al Estado de velar para que las
personas puedan gozar de estos derechos (libertades individuales). Con estas
libertades individuales el Estado debe crear, organizar y desarrollar todos los
mecanismos necesarios para protegerlos, considerándolos verdaderos derechos
subjetivos, puesto que se derivan de la exigencia que poseen los particulares

22
López Contreras, Rony Eulalio. Derechos Humanos. Editorial SERVITAG. Guatemala. 2008. Pág. 18.
19
frente al poder estatal, para su cabal cumplimiento23. Como ejemplo de este tipo
de derechos se citan los siguientes: derecho a la vida, a la libertad, a la igualdad,
a la tutela judicial efectiva, seguridad, integridad personal, honor, familia, religión,
intimidad, propiedad, nacionalidad, asilo, petición, asociación, libertad de
pensamiento y libertad de expresión.

La protección en este tipo de derechos es personalísima, garantizando el goce de un


derecho individual y beneficiando directamente a una sola persona o individuo.
Básicamente en esta clasificación de derechos humanos se encuadran aquellos
derechos que son inherentes al ser humano, sin que se tome en consideración la
circunstancia de su convivencia en sociedad.

b) Derechos económicos, sociales y culturales. Explica el autor mencionado que


estos derechos velan por el bienestar económico, la educación, la cultura y el
acceso al trabajo. Son derechos que tienen como fin principal el desarrollo de
los seres humanos dentro de la sociedad, y se consideran indispensables para
hacer efectivos los derechos civiles y políticos, pues estos crean condiciones
sociales mínimas que garantizan a todos el acceso al ejercicio de sus derechos
en forma real. Con estos derechos se hace necesaria la intervención estatal, de
acuerdo a sus posibilidades, denominándoseles igualmente con el término
colectivos, ya que benefician a un grupo de personas y no a una sola. Dicha
evolución jurídica planteó el cambio de un Estado Liberal de derecho clásico al
Estado social, y de acuerdo al autor comprenden los siguientes derechos: al
trabajo, seguridad social, huelga, educación, adecuada calidad de vida (vivienda,
salud, bienestar social), y a la vida cultura.

A juicio de la tesista, históricamente estos derechos van reconociéndose legalmente


como consecuencia de la organización social del individuo, pues derivado de

23
El autor agrega un estudio sobre el tema, citando a Quiroa Lavie, H. Derecho Constitucional, tercera edición,
Depalma, Buenos Aires, Argentina, 1993. Indica que existen dos categorías fundamentales de los derechos públicos
subjetivos, siendo estos los positivos y los negativos. Los primeros se refieren a la obligación que tiene el Estado de
prestación activa de los derechos fundamentales y los segundos, obligan a una omisión de parte del Estado (la
inviolabilidad del derecho de defensa, del domicilio y de la correspondencia).
20
específicas circunstancias históricas las personas se vieron obligadas a organizarse en
colectividades con el objeto de realizar el reclamo de sus derechos (íntimamente
vinculados con los derechos civiles y políticos). Es a través de este tipo de
organizaciones gremiales o colectivas conformadas por sujetos determinados que se
alcanza voz y potestad de reclamo frente al Estado, pues las circunstancias sociales y
económicas de ciertos momentos históricos opacaban la posibilidad de acudir
individualmente a exigir el respeto de los derechos humanos.

c) Derechos de los pueblos o de solidaridad. Indica por último el autor citado que
estos derechos son complementarios, puesto que, permiten al ser humano una
existencia en un mundo feliz. Agrega que son derechos que se presentan como
respuesta a la “contaminación de libertades”, tales como la calidad de vida y el
medio ambiente, que se ven dañadas a consecuencia del desarrollo y
sofisticación tecnológica, que ha redimensionado las relaciones entre los seres
humanos. La concepción de una modalidad de derechos diferentes a los
abordados en los Pactos Internacionales de Derechos Humanos ha supuesto
una visión diferente en cuanto a los sujetos obligados a su tutela, pues, en
algunos casos, se habla de la supranacionalidad en su reclamo,
caracterizándose por el hecho de que no solo ser reclamables al Estado, sino
que, a la vez, pueden exigirse su observancia a otros sujetos, tales como, los
individuos, las entidades públicas y la comunidad internacional. Agrega el autor
que los documentos de índole internacional que hacen valer esta clase de
derechos son la Declaración sobre el Derecho al Desarrollo de la ONU, la Carta
de Africana de Derechos Humanos de 1986 y la Declaración y Programa de
Acción de Viena de 1993. Dentro de estos están comprendidos: los derechos al
desarrollo del ser humano, a la libre determinación de los pueblos, al medio
ambiente sano y a la paz.

La anterior definición provoca en el caso concreto la posibilidad de adentrarse en la


existencia de una clase de derechos humanos que se aprecian en forma
supraindividual, e inclusive en forma supranacional. Se desafía, a través de la

21
normativa que surge en las últimas décadas, el pensamiento doctrinario y arraigado de
la supuesta existencia de derechos humanos únicamente para ser reclamados por
individuos determinados o determinables. En cambio, se reconoce la existencia de un
interés más allá del propio individuo o de las propias colectividades determinadas, al
reconocerse la necesidad de generar ambientes apropiados para lograr el efectivo goce
de derechos humanos fundamentales, reconocidos en textos constitucionales y diversa
normativa mundial. A criterio de la tesista, a partir del reconocimiento de estos intereses
supraindividuales como verdaderos derechos humanos, se provoca una obligada
evolución en los mecanismos para realizar el reclamo de estos derechos. En
consecuencia, y como se observará a lo largo de la investigación, a través de esta
evolución sustantiva deberá de desarrollarse en forma simultánea una evolución en los
mecanismos procesales para garantizar el verdadero goce de estos derechos humanos.

Sobre este mismo tema, y en relación a los derechos de solidaridad, el autor Lucio
Acevedo24 indica que “los nuevos derechos humanos los constituyen aquellos que
revisten un carácter social, pero a diferencia de los históricamente anteriores, están
estrechamente interrelacionados con los demás y poseen una dimensión mundial o
global. Las características de estos nuevos derechos humanos, son por ejemplo, las
siguientes:

a) Se trata de derechos que se ubican preferentemente en el derecho público,


aunque también en el privado.
b) Son derechos de muy difícil o imposible codificación en la mayoría de los casos,
por lo menos en su etapa actual.
c) Son derechos que pueden contener intereses patrimoniales; pero a veces no son
cuantificables en dinero ni susceptibles de apropiación. Protegen valores
culturales, la salud, el agua y el aire, etcétera, que no están en el mercado.
d) Resulta muy difícil –y en ocasiones imposible– definir las relaciones entre
acreedor y deudor, o sea, entre sujetos activos y pasivos”.

24
Cabrera Acevedo, Lucio. Op. Cit. Pág. 45.
22
Sobre lo indicado por el autor, llama la atención el acercamiento a las características de
estos derechos humanos, en el sentido de que se resalta la dificultad o casi
imposibilidad de definir a los sujetos activos y pasivos de estos derechos. Por lo tanto,
podría estimarse que la determinación de los sujetos a quienes pertenecen estos
derechos es vaga, o inclusive, difusa.

Al respecto, se consideró adecuado ahondar en la existencia o no de estos derechos


dentro de nuestra propia legislación, pues aparentemente la clasificación de los
derechos de los pueblos o de solidaridad es relativamente novedosa, y aún es causante
de diversas controversias ideológicas y procesales. Para responder a este aspecto, se
cita nuevamente al autor Rony Eulalio López Contreras25 quien indica que
específicamente, dentro de la Constitución Política de la República de Guatemala,
puede apreciarse que los derechos de solidaridad se encuentran resguardados en los
artículos constitucionales siguientes: 2 y 68 (derecho al desarrollo integral de la
persona); 149 (derecho a la paz); 66 y 140 (derecho a la libre determinación de los
pueblos); 151 (derecho a la solidaridad internacional); 61 (derecho al patrimonio común
de la humanidad); 97 (derecho a un medio ambiente sano y al desarrollo sustentable);
96 (derecho a la calidad de productos comerciales); 66 (derecho al respeto a la
pluralidad); y 121 (derecho a ejercer soberanía plena sobre los recursos naturales),
entre otros.

Esta descripción no es limitativa, sino que únicamente ilustrativa, pues sería necesario
estudiar el contenido de tratados internacionales en materia de derechos humanos
ratificados por Guatemala, así como la totalidad de legislación ordinaria interna para
realizar un listado exhaustivo de estos derechos humanos dentro de nuestra legislación.
Sin embargo, a través de esta breve muestra, se aprecia que en Guatemala sí se
encuentran codificados este tipo de derechos e inclusive se les ha otorgado una
protección de carácter constitucional.

25
López Contreras, Rony Eulalio. Op. Cit. Pág. 48.
23
2.2 Intereses jurídicamente relevantes

Tomando en consideración que la presente investigación se refiere al término “intereses


difusos”, se considera pertinente realizar un acercamiento a la naturaleza jurídica de
este tipo de “interés” que aparenta ser relevante para el derecho constitucional. De
acuerdo a la autora María del Pilar Hernández26, “no todos los intereses, individuales o
colectivos, son susceptibles de considerarse jurídicamente relevantes y, por tanto,
protegidos. Solo aquellos que selecciona el constituyente –originario o derivado–, y el
legislador a nivel de ley ordinaria, y que considera como son susceptibles de protección
jurídica”. Por lo tanto, es oportuno señalar que, cuando la doctrina constitucional se
refiere a los denominados “intereses difusos” no se refiere a algún tipo de decisión
arbitraria o voluntad aislada de un grupo de individuos indeterminados que pretendan
alcanzar un objetivo que no se encuentre vinculado a aspectos legales; sino que, de
acuerdo a lo que indica la autora citada, los únicos intereses que son de importancia
para aspectos del derecho, son aquellos considerados como “jurídicamente relevantes”.

Continuando con este tema, agrega la autora Hernández Martínez27 que “el
reconocimiento de tales intereses provoca que se pueda accionar en los tribunales para
lograr la tutela de los derechos dentro de los cuales estuvieren inmersos. Esto es, a
efecto de no dejar la consagración del derecho en mera declaración formal, el propio
operador jurídico determina los mecanismos jurisdiccionales, o garantías, a los que
puede acceder el portador del o los intereses protegidos”. Esto quiere decir que, una
vez el legislador considera la existencia de un interés social y lo resguarda a través de
una norma, este interés se convierte en un verdadero derecho que podrá en
consecuencia ser reclamado ante los tribunales del Estado y sus demás dependencias,
en otras palabras, el reconocimiento legal de estos derechos, apareja la facultad de
accionar su reclamo frente a los organismos que tengan competencia para juzgar y
ejecutar lo juzgado.

26
Hernández Martínez, María del Pilar. Mecanismos de tutela de los intereses difusos y colectivos. Universidad
Nacional Autónoma de México. Instituto de Investigaciones Jurídicas. México, 1997. Consulta electrónica.
http://es.scribd.com/doc/32085085/Mecanismos-de-tutela-de-los-intereses-difusos-y-colectivos-Hernandez-Maria-del-
Pilar-1997 Fecha de consulta: 13 de febrero del 2012.
27
Ibid.
24
En relación a los intereses jurídicamente relevantes, indica la autora, que las normas
generales entrañan una ordenación de los intereses dignos de considerar para su
protección jurídica, así como su propia limitación. La tarea legislativa consiste entonces,
en armonizar los intereses en conflicto, dándoles la debida jerarquía dentro del orden
jurídico, respondiendo a un criterio axiológico que decide el legislador. Además, para
responder a lo axiológico se necesita previamente un estudio sociológico así como la
consideración del momento histórico.

Como otra característica adicional, indica María del Pilar Hernández que en el ámbito
jurisdiccional, la protección de los intereses implica que el juez, en los casos sometidos
a su conocimiento por conflicto de intereses, debe de decidir con un espíritu igual o
análogo que tuvo el legislador cuando dictó las normas generales. Concluye este tema
la autora, indicando que “el concepto de interés se puede formular en segundo
momento como la inclinación volitiva, en tanto nexo conectivo, que se establece en
relación al imperativo de satisfacción de una necesidad y la obtención de un ‘bien de
vida’ (lebensgüt) jurídicamente relevante y que puede tener sede territorial. La
concreción de interés se pone en manifiesto en el momento en que se provee lo
necesario para la obtención del bien, mediante la realización de las acciones
conducentes, bien para su obtención material, bien para su tutela”.

De lo mencionado se puede establecer que el proceso de selección de intereses de


protección constitucional responderá a realidades sociales que requieren de protección
jurídica en casos de beneficio común. Tanto el constituyente, así como el legislador
ordinario, deberían coincidir en realizar estudios jurídicos sobre las iniciativas de ley
planteadas, para llegar a determinar la razonabilidad o irracionabilidad de incorporar la
protección legal de un interés a determinado ordenamiento jurídico. El interés
jurídicamente relevante será, entonces, aquel que el constituyente o legislador
considere que cumple con elementos de consecución de bien común y que persiguen el
refuerzo de protección sobre derechos humanos inherente a toda persona humana.

25
Por su parte, Gilbert Armijo28 sostiene que para las orientaciones del realismo y el
idealismo gnoseológico “el interés jurídicamente relevante es solo el susceptible de
tutela jurídica para la resolución de los conflictos”. Y agrega: “…En consecuencia el
derecho subjetivo lleva implícita la posibilidad del ejercicio de un poder o facultad
respecto de un determinado ‘bien’ para la satisfacción de un interés que la sociedad ha
considerado digno de protección”.

En este apartado es importante hacer referencia al tema que corresponde a la


investigación planteada, en el sentido del tipo de “intereses” que pueden ser
reclamados y satisfechos por distintas vías procesales. Al respecto, se ha mencionado
que los intereses protegidos son aquellos que el legislador considera jurídicamente
relevantes en protección del desarrollo del bien común del Estado. La relevancia
jurídica deberá radicar en textos legales vigentes, exigibles y racionales, que se
considerarán como el único elemento de acceso a la protección en contra de cualquier
eventual amenaza que pudiera existir en contra de estos.

Por lo tanto, estos mal denominados “intereses difusos” son en realidad derechos que
se encuentran garantizados por una norma, ya sea de carácter internacional,
constitucional o de carácter ordinario. En todo caso, existen en el fondo de estos
intereses verdaderos derechos que contienen en sí mismos facultades de goce y de
reclamo.

2.3 Protección jurídica del interés

Establece el autor Cristóbal Rodríguez Gómez29 que el interés ha sido definido como la
motivación que posee un individuo en la consecución de un objetivo, dirigido a exigir
judicialmente el cumplimiento de una pretensión, y tradicionalmente, su validez como
fundamento de la acción en la justicia se ha condicionado al hecho de que reúna una
serie de características:

28
Armijo, Gilbert. La tutela constitucional del interés difuso. Un estudio según el nuevo Código de la Niñez y la
Adolescencia de Costa Rica. UNICEF. San José, Costa Rica. 1998. Pág. 12.
29
Rodríguez Gómez, Cristóbal. Loc. Cit. Pág. 23
26
a. El interés debe ser jurídico. Debe estar unido al propio derecho lesionado. El
interés aparece como un imperativo que satisface la necesidad de tutela de un
determinado derecho. El interés siempre lo es de la preservación y la
salvaguarda de un derecho.
b. El interés debe ser legítimo y estar jurídicamente protegido.
c. El interés debe ser personal del demandante.

De lo citado, se puede concluir que lo relevante del interés jurídicamente protegido no


es únicamente la legitimación de quien solicita la protección, sino más bien que la
importancia radica en la existencia o inexistencia de mecanismos idóneos y adecuados
para que cesen las violaciones a los derechos y se logre la satisfacción del interés de
los muchos que son afectados con los actos de autoridad.

2.4 Clasificación de los intereses

El desarrollo de la investigación ha permitido advertir la falta de unificación de criterios


para realizar una clasificación respecto a los intereses jurídicamente relevantes. Sin
embargo, en este trabajo se toma partido por la propuesta clasificatoria de Lorenzetti 30,
quien se refiere a estos cuando clasifica los intereses de la siguiente manera: a) interés
individual; b) interés plurindividual homogéneo; c) interés transindividual colectivo, en el
que el titular del interés es el grupo determinado y resulta legitimado; d) intereses
transindividuales difusos, que importan a la sociedad en su conjunto o bien a una
generalidad indeterminada de sujetos; e) interés público, en el que se legitima al Estado
para la defensa de un interés general. Agrega Lorenzetti que existen intereses que
importan a la sociedad en su conjunto o bien una generalidad indeterminada de sujetos.
Estos son los transindividuales generales, que pueden referirse a toda la comunidad o a
un grupo, con mayor o menor cohesión en función del interés más o menos

30
Lorenzetti, Ricardo. Las normas fundamentales de derecho privado. Editorial Rubinzal Culzoni. 1995. Pág. 167-
168.
27
determinado. La titularidad es difusa porque no hay un vínculo directo entre una
persona y ese tipo de interés.

Este acercamiento explica la existencia de distinciones entre los intereses individuales y


transindividuales. El autor establece como principal diferencia la determinación o
indeterminación de los sujetos titulares de estos intereses. Específicamente en los
intereses colectivos indica que el titular del interés es un grupo determinado; y en los
intereses difusos el titular del interés es una generalidad indeterminada. Esta
característica es la principal distinción entre un derecho colectivo y un derecho difuso
(atendiendo al apartado de los intereses jurídicamente relevantes o derechos).

2.5 Antecedentes de los intereses transindividuales

El estudioso del derecho romano, Andrea di Porto, profesor de la Universidad de


Turín31, refiere que en ese sistema jurídico –el romano– existió el interdictio pretorio,
para proteger intereses sobreindividuales, como la contaminación de la vía pública,
tanto para prohibir actos, en su forma inhibitoria, como para exigir el pago de daños, en
forma indemnizatoria. Era la tutela de la salubritas y de la res publica. Sobre estas
instituciones romanas se apoyó Vittorio Scialoja32 para expresar que son intereses y
derechos difusos de todos los miembros de la comunidad, la cual era en su época –sigo
XIX– la comunidad nacional o regional. Scialoja entiende que cada uno de los
miembros de la comunidad puede ejercitar acciones ante los tribunales para proteger
sus intereses y derechos difusos. Su idea conduce a que exista la acción popular –actio
popularis, en el derecho romano– en el sentido de que cada persona debe tener a su
alcance el acceso a la justicia.

En el derecho romano se protegían las res in uso publico, os loca publica: áreas
agrícolas, urbanas, edificios, calles, presas, caminos, ríos y cloacas públicas. La tutela

31
Cabrera Acevedo, Lucio. http://biblio.juridicas.unam.mx/libros/2/592/14.pdf. La Tutela de los Intereses Colectivos o
Difusos. Referencia electrónica, consultada el día 19 de julio del 2012.
32
Di Porto, Andrea. “O papel de ciudadao na tutela do ambiente”, en Diritto Latinoamericano e sistema ecológico
mondiale. Consiglio Nazionalle della Ricerche, Protgretto Italia-America Latina. Roma. 1992. Pág. 189.
28
de la res publica se efectuaba por el civis, quivis e populo, por los interdictos populares.
Eran acciones qua suum jus populi teuntur. Protegían el diritto publico diffuso, como
acción del individuo y miembro del pueblo, cuyo fundamento era el derecho de los
ciudadanos sobre el uso común de la res publica.

Lo citado en este apartado es lo que se considera como el primer antecedente dentro


de la tradición del Derecho Romano respecto de las acciones colectivas de defensa de
derechos que pertenecían a más de un solo individuo. Se reconocía desde esa época la
existencia de derechos con titularidad común, cuyo interés de mantenimiento y cuidado
quedaba sobre la legitimación de la comunidad. Por lo tanto, esta breve reseña pone en
manifiesto que desde inicios de la creación de nuestro derecho ya se contemplaban
derechos comunitarios sin que los mismos fueran obstruidos por asuntos de titularidad.
Este antecedente es el más directo que se puede encontrar en la historia, pues es el
único que sugiere la existencia de verdaderos derechos de orden común, que
resguardan un interés de beneficio de una colectividad.

2.6 Intereses colectivos e intereses difusos

Indica María Amparo Grau33 que los intereses colectivos son aquellos que “atañe a un
grupo, determinable, como tal, aunque no cuantificado ni individualizado y respecto de
cuyos integrantes existe o puede existir un vínculo jurídico que los une entre ellos
(grupo de profesionales, grupo de vecinos, gremios habitantes de un área
determinada). Surgen de una prestación concreta, pero no exigible por personas no
individualizadas”. Por su parte, Juan Esteban Korody34 agrega que se entiende como
intereses colectivos “al conjunto de intereses propios de un conglomerado, bien sea de
naturales o jurídicas, que se particulariza del resto de la sociedad en virtud de intereses
comunes que crean vínculos jurídicos entre sus integrantes”.

33
Grau, María Amparo. Los intereses colectivos y difusos. Revista de derecho y sociedad. Tomo II. Venezuela.
Editorial Monte Ávila. 2001. Pág. 203.
34
Korody Tagilaferro, Juan Esteban. El amparo constitucional y los intereses colectivos y difusos. Venezuela.
Editorial Sherwood. 2004. Pág. 38.
29
Por lo tanto, los intereses de tipo colectivo se caracterizan por su determinación y por la
existencia de algún tipo de vínculo entre los miembros del grupo. Como se observó
anteriormente, éstos son intereses de tipo transindividual, pues superan el carácter
personal del interés, sin embargo, existe facilidad de determinación de los sujetos que
ostentan el interés, atendiendo a determinadas clasificaciones.

Ahora bien, en relación a la noción de interés difuso, establece Korody que es “aquel en
donde sus intereses no pueden ser particularizados por una relación o vínculo jurídico
entre ellos de manera clara, a pesar de que el interés o derecho es axiomático, no se
puede definir a ciencia cierta la titularidad porque pertenece por propagación a un
colectivo infinito, de allí el término difuso”. Nuevamente se aprecia que al tratar este
asunto se refiere a la existencia de un tipo de interés transindividual, en el sentido de la
pertenencia común de cierto interés. Sin embargo, existe en este término la dificultad de
determinación de los miembros del grupo a quienes pertenece este interés, pues el
único elemento en común es determinada circunstancia o agravio que padecen. No
existe en este sentido un vínculo, ya sea jurídico o de hecho, que permita una fácil
determinación del grupo, sino que al contrario, se reconoce la existencia de un interés
pero no se determina en forma cierta al grupo al cual pertenece este interés común.

Al respecto se indica en la sentencia emitida por la Corte de Constitucionalidad, con


fecha cinco de septiembre del dos mil trece, dentro del expediente 218-2013, que:

“Mención aparte merece la situación especial de la defensa de un interés


colectivo, que se establece, como explica María del Pilar Hernández Martínez
(siguiendo a Anna de Vita), “en función de la inclinación en su satisfacción de
un grupo más o menos determinable de ciudadanos, percibido de manera
unificada, por tener dicho grupo características y aspiraciones comunes (…)
no supone una suma de intereses individuales, sino una calidad de los
mismos que le proporciona una fuerza cohesiva superior (Mecanismos de
tutela de los intereses difusos y colectivos, México. 1997); siendo el atributo

30
de determinabilidad lo que esencialmente le distingue al interés difuso, como
enfatiza Pablo Gutiérrez de Cabiedes, al señalar que “cuando el grupo de
personas que se encuentran de forma común y simultánea en una misma
situación jurídica con respecto a un bien que todos ellos disfrutan sea
determinado o determinable en su composición, en sus miembros, puede
hablarse de un interés colectivo. Cuando por el contrario se trate de una
comunidad de sujetos amplia e indeterminada o muy difícilmente determinable
puede hablarse de un interés difuso” (La tutela jurisdiccional de los intereses
supraindividuales: colectivos y difusos. España, 1999)”

Entonces, la principal diferencia entre los derechos colectivos y los derechos difusos, es
que los derechos colectivos son ostentados por un grupo de personas determinadas
unidas por un vínculo que hacen determinable a los sujetos que los ostentan. En
cambio, se puede establecer que los titulares de los intereses difusos no poseen un
vínculo jurídico determinable entre los sujetos titulares de estos, sino que más bien, los
sujetos titulares consisten en un grupo de personas difícilmente determinables que
poseen un mismo objetivo o una misma afectación, que no constituye necesariamente
un derecho fundamental, sino que en muchas ocasiones, velan por brindar las
condiciones adecuadas para lograr el goce pleno de los derechos humanos.

2.7 Conceptualización de los intereses difusos

Una vez conocidos los aspectos generales sobre los derechos humanos y los intereses
que motivan su protección, es pertinente seguir ampliando la conceptualización del uno
de los temas centrales de esta investigación: los intereses difusos. El tema encierra
varios cuestionamientos, específicamente los relacionados a la naturaleza jurídica de
este concepto y al lugar que ocupa dentro de la escala de derechos que se conoce en
términos generales. Por esta razón es importante realizar un acercamiento doctrinario al
tema, en su gran mayoría a través de doctrina internacional, pues en Guatemala la
escala de los intereses difusos es aún poco conocida para una importante cantidad de
miembros del foro jurídico guatemalteco.

31
Para iniciar a profundizar en el tema se citará al tratadista Gilbert Armijo, el cual afirma
que “la categoría de interés difuso nos enfrenta a una terminología oscura porque niega
en principio los dogmas clásicos del derecho individual y potencia la necesidad de tutela
para las personas vinculadas por una necesidad común35”. Como se ha mencionado, no
puede determinarse en forma sencilla el tipo de vínculo entre los sujetos afectados, ya
que la tutela a este interés deviene de una necesidad común, o en caso de reclamo de
garantía, se entenderá que proviene de la existencia de una violación o amenaza de
violación común a este tipo de intereses.

Por otro lado, el autor Crescencio Martínez Geminiano36 refiere que los derechos
difusos “son aquellos que corresponden a un número indeterminado de personas que
no están agrupadas o asociadas para la defensa de sus intereses comunes, sino que
forman conglomerados dispersos, como son los integrados por los consumidores; las
víctimas de la contaminación ambiental, los interesados en defender el patrimonio
artístico y cultural, quienes se oponen al deterioro de las zonas urbanas y aquellos que
pretenden su mejoramiento entre otros”. El jurista Barbosa Moreira 37 caracteriza “los
intereses difusos, por su falta de pertenencia una persona aislada o a grupos
nítidamente delimitados. Pertenecen a una serie indeterminada de individuos de difícil o
imposible determinación y su referencia a un bien indivisible con el que se hallarían en
una especie de comunión tipificada por el hecho de que la satisfacción de todos así
como la lesión de uno solo, constituye, ipso facto, lesión a la entera colectividad”. Se
menciona dentro de estas definiciones elementos importantes tales como la existencia
de conglomerados dispersos a los cuales les pertenecen intereses (o derechos) que
son indivisibles, por lo que su afectación o resguardo afecta a la colectividad completa.

35
Armijo, Gilbert. Op. Cit. Pág. 23
36
Martínez Geminiano, Crescencio. La defensa de los intereses difusos en el juicio de amparo. Tesis. Universidad
Oaxaca de Juárez. Oax. México. 1999. Pág. 05
37
Barbosa Moreira, José Carlos. La legitimación para la defensa de los intereses difusos en el derecho brasileño.
Revista IUS. No. 34. Buenos Aires. 1983. Pág. 62.
32
Agrega Viguri Perea, que según la doctrina brasileña e italiana –difundida por la
Escuela Procesal de Plata38– se entiende por intereses difusos a “los que pertenecen
idénticamente a una pluralidad de sujetos, en cuanto a integrantes de grupos, clases o
categorías de personas, ligadas en virtud de la pretensión de goce, por parte de cada
una de ellas, de una misma prerrogativa. De forma tal, que la satisfacción de fragmento
o porción de interés que atañe a cada individuo, se extiende por naturaleza a todos; del
mismo modo que la lesión a cada uno afecta simultáneamente y globalmente, a los
integrantes del conjunto comunitario.”39 Un aspecto importante y diferenciador de este
concepto se encuentra en la naturaleza del vínculo de los sujetos que ostentan este
interés en común, que considera el autor se encuentran ligados por una pretensión de
goce. Esto quiere decir, que el único vínculo que une a los sujetos lo constituye el
objeto que se persigue a través de su reclamo.

Desde un punto de vista técnico procesal más complejo, José Acosta Estévez entiende
el interés difuso como “un interés propio, jurídicamente reconocido, de un grupo social o
colectividad indeterminada de sujetos desprovista de una organización que los tome
para sí enteramente y tenga capacidad para su defensa, cuya tutela jurisdiccional
responde a eventuales iniciativas meramente individuales”40. Por su parte, Agustín
Viguri Perea sostiene que el interés difuso sería “la acción popular que implica el
acceso a los tribunales de justicia de cualquier ciudadano para exigir la intervención de
los órganos jurisdiccionales con la finalidad de que se cumpla la legalidad, sin que se

38
De acuerdo a Néstor Cafferata, en su texto, Amparo Colectivo Ambiental y Derecho Constitucional, establece que
la Escuela del Derecho procesal de La Plata, enseña que los cambios, adecuaciones, las transformaciones,
metamorfosis y desplazamientos son por ende, extraordinarios. El impacto de la legitimación, como el arco iris,
irrumpe, por caso, en el salto del proceso civil individual al colectivo. Una nueva armonización de lo público y lo
privado a partir de la irrupción de la acción civil colectiva, en las variantes del amparo (individual, colectivo,
ambiental) de la acción declarativa de certeza, de la tutela urgente y anticipatoria, desafiando a los nuevos
operadores a que imaginen otros senderos en la búsqueda de la tutela efectiva para los derechos difusos, colectivos,
grupales, de clase o categoría.
39
Stiglitz, Gabriel. A. La Responsabilidad Civil: nuevas formas y perspectivas. Editorial La Ley. Buenos Aires. 1984.
Pág. 24.
40
Estévez, José Acosta, citado por Nicolás López Calera en su libro ¿Hay derechos colectivos? Individualidad y
socialidad en la teoría de los derechos. Editorial Ariel. Barcelona, 2000. Citado en consulta electrónica:
http://www.finjus.net/documentos/Archivos/Documentos/Articulos/Acceso%20a%20la%20Justicia/PU_acceso3.pdf
Fecha de consulta: 24 de abril del 2012.
33
requiera ocupar una posición de ventaja lesionada o amenaza” 41. Ambas nociones
expuestas dan a conocer la existencia de dificultades en la posibilidad de reclamo de
este tipo de garantías, situación que a través de la presente investigación se pretende
solventar a través del estudio de la garantía constitucional del amparo y sus alcances
dentro de nuestra legislación.

Sin embargo, para efectos del presente apartado y con base a lo indicado, es dable
identificar el concepto de “interés difuso” con la protección de los derechos humanos de
solidaridad, debido a la relacionada especial naturaleza que resguarda a este tipo de
intereses. Se desprende esta conclusión, del hecho que en estos derechos concurre un
evidente interés de las colectividades por su protección, a fin de garantizar una digna
calidad de vida humana y un entorno adecuado para lograr la adecuada consecución
del bien común. El gran desafío actual se encuentra en lograr la efectiva tutela de los
derechos en los que exista un interés difuso; el obstáculo que debe ser superado es su
protección judicial y, principalmente, lo relativo a los presupuestos procesales a los que
está sujeto, en especial en cuanto a la legitimidad activa.

Respecto a esta conceptualización, indica el autor Alexander Espinoza42 que: “El criterio
decisivo para determinar el contenido de los derechos difusos es el bien común,
entendido como el conjunto de condiciones que permiten el disfrute de los derechos
humanos y el cumplimiento de los deberes que le son conexos. El bien común no es la
suma de los bienes individuales, sino aquellos bienes que, en una comunidad, sirven al
interés de las personas en general de una manera no conflictiva, no exclusiva y no
excluyente”. Este mismo autor concluye en la obra citada que “los derechos difusos
son aquellos que protegen intereses que afectan directamente a los individuos de una
colectividad y tienen carácter no excluyente, no conflictivo y no distributivo. Por su
parte, los derechos colectivos no tienen la característica de la no-exclusividad, en el

41
Viguri Perea, Agustín. La responsabilidad civil en el marco del derecho del consumo. Editorial Comares. Granada.
1977. Pág. 43.
42
Espinoza, Alexander. Principios de Derecho Constitucional. ISBN:980-12-2254-9, Instituto de Estudios
Constitucionales, Caracas 2006. http://www.estudiosconstitucionales.com/GLOSARIO_Archivos/015.htm Fecha de
consulta: 16 de agosto del 2012.
34
sentido de que solo los miembros de una “colectividad determinable” son beneficiarios
del bien jurídico de que se trate”.

Para efectos didácticos, y con el único objetivo de lograr una correcta esquematización
de los intereses difusos, al juicio de la tesista se podrán encuadrar los intereses difusos
como verdaderos derechos dentro de la clasificación de los derechos humanos de los
pueblos o de solidaridad; ya que al realizar una lectura adecuada de la doctrina
recopilada, se podrá encontrar que dentro de los tratados internacionales ratificados por
Guatemala en materia de derechos humanos, la Constitución Política de la República
de Guatemala y leyes ordinarias, existen actualmente en forma vigente resguardados
estos intereses difusos, pues como se ha indicado con anterioridad los interese
jurídicamente relevantes son verdaderamente derechos exigibles ante autoridades
competentes, y por lo tanto, susceptibles de ser garantizados por diferentes vías
judiciales.

Para cerrar este apartado, es pertinente concluir que los derechos en los que concurren
intereses difusos son aquellos cuya titularidad no es individualizable, porque protegen a
todos, como miembros de la humanidad; tal el caso, de los derechos a un medio
ambiente sano y saludable, al desarrollo y a la paz. También los derechos de los
consumidores (no involucrados en una relación mercantil concreta).

2.8 Características de los Intereses Difusos

Luego de estos primeros acercamientos al tema, es procedente listar ciertas


características que poseen los intereses difusos, tomando las mismas de las diferentes
definiciones que se han obtenido de parte de diferentes autores, tomando como
referencia inicial al autor Cristóbal Rodríguez Gómez43. Dichas características se listan
a continuación:

43
Rodríguez Gómez, Cristóbal. La Defensa de Intereses Difusos y Colectivos. Serie Acceso a la Justicia No. 3.
Editado por Fundación Institucionalidad y Justicia, Inc. República Dominicana. 2006. Pág. 12.
35
2.8.1 El sujeto del interés difuso es un grupo social

Establece el autor citado que aunque son personas concretas las que a la larga resultan
afectadas con los daños que se puedan ocasionar a un bien o derecho sobre cuya
protección las mismas tengan intereses, el individuo, como ente aislado no puede ser
sujeto de un interés difuso. Este tiene siempre como destinatario a un grupo social.
Señala además en forma interesante, que esta primera característica quiebra la
exigencia del reclamo del interés, ya que en forma clásica se exige que éste sea
legítimo, personal y comprobando el agravio y lesión. La quiebra de este concepto
clásico repercute en una democratización del sistema de administración, y por lo tanto,
otorga la oportunidad de acceso al sistema de justicia a accionar por una verdadera
garantía de intereses jurídicamente relevantes relacionados a un grupo social.

2.8.2 Carácter indeterminado del grupo sujeto del interés difuso

Rodríguez Gómez44, indica que precisar el carácter indeterminado del sujeto del interés
difuso tiene relevancia desde dos puntos de vista: a) en primer lugar, la precisión se
hace necesaria para establecer una diferenciación teórica fundamental entre intereses
difusos y los colectivos, puesto que en el caso de estos últimos, los sujetos son siempre
grupos, entidades o asociaciones fácilmente determinables entre cuyos miembros
existen unos nexos jurídicos precisos; b) en el segundo lugar, la distinción tiene sentido
desde un punto de vista técnico procesal, puesto que en la cultura jurídica tan
marcadamente influida por los supuestos del derecho subjetivo individual, la
indeterminación del sujeto podría actuar como una dificultad práctica al momento de
precisar la cuestión de la titularidad y la legitimidad de los sujetos del interés difuso para
actuar en un proceso judicial.

De lo anteriormente expuesto se deriva uno de los aspectos más interesantes de este


fenómeno, y es la imposibilidad de adscripción del interés difuso, en su totalidad, a una
sede jurídica o social concreta. El interés difuso fluye del entorno social hacia lo jurídico,

44
Ibid.
36
adquiere formas de expresión multiformes, variables para expresarse jurídicamente,
pero el contexto en que acaece es el social y no el jurídico o normativo, dato este
importante a la hora de analizar las posibilidades de reducción o absorción pública del
interés difuso.

2.8.3 Fundamento jurídico del interés en cuestión

Los intereses difusos no son una abstracción jurídica, como se ha mencionado en los
apartados anteriores. En cambio, éstos tienen su fundamento manifiesto en el sistema
normativo vigente en los distintos ordenamientos jurídicos y serán incorporados a la
legislación interna a través del criterio de los legisladores, al ser considerados intereses
jurídicamente relevantes.

Para el autor citado, Rodríguez Gómez, el interés difuso resulta del conocimiento de un
derecho o conjunto de derechos previamente establecidos, sea en un enunciado
normativo o en las normas jurídicas que del mismo se puedan extraer y con cuya
protección efectiva una determinada colectividad resulta beneficiada. Una comunidad
tiene un interés jurídicamente fundado en la exigencia jurisdiccional de protección del
medio ambiente o de sus derechos como consumidor de ciertos bienes y servicios, en
la medida en que el medio ambiente sano y las atribuciones del consumidor han sido
incorporados como derechos fundamentales en los modernos órdenes jurídicos.

Por lo tanto, para que el interés sea susceptible de protección, éste deberá de constar
en normas vigentes y aplicables en el Estado de Guatemala. Entendiéndose en otras
palabras, los intereses difusos no son más que derechos formales reconocidos en
normas jurídicas, cuyo sujeto activo pertenece a una colectividad indeterminada. El
carácter difuso de este término no radica entonces en el contenido del derecho, sino
que en los sujetos que lo ostentan.

2.8.4 Doble naturaleza del interés difuso

37
En el entendido de que los intereses difusos, pese a que tienen como sujeto a una
comunidad difícilmente determinable de personas, pueden ser reclamados
jurisdiccionalmente, ya que poseen una doble naturaleza: son colectivos por ser
comunes a la comunidad, e individuales por el hecho de que su protección puede ser
invocada con tal carácter.

En este sentido se ha pronunciado la Sala Constitucional de la Corte Suprema de


Justicia de Costa Rica en los siguientes términos: “Los intereses difusos, aunque de
difícil definición y más difícil identificación (…) no pueden ser los intereses meramente
colectivos; ni tan difusos que su titularidad se confunda con la de la comunidad nacional
como un todo, ni tan concretos que frente a ellos resulten identificadas, o fácilmente
identificables personas determinadas, o grupos personalizados cuya legitimación
derivaría, no de los intereses difusos, sino de los corporativos o que atañen a una
comunidad en su conjunto. Se trata entonces, de intereses individuales, pero a la vez,
diluidos en conjuntos más o menos extensos y amorfos de personas que comparte un
interés y, por ende, reciben un beneficio o un perjuicio, actual o potencial, más o menos
igual para todos, por lo que con acierto se dice que se trata de intereses iguales de los
conjuntos que se encuentran en determinadas circunstancias y, a la vez, de cada una
de ellas. Es decir, los intereses difusos participan de una doble naturaleza, ya que son a
la vez colectivos –por ser comunes a una generalidad e individuales –por lo que
pueden ser reclamados en tal carácter45”.

La importancia de este fallo radica en que, no obstante se ha indicado que los sujetos
activos del interés difuso no son de fácil determinación, tampoco podrá asumirse que
los mismos corresponden a una comunidad nacional. Como se ha mencionado, lo

45
Exp: 04-007957-0007-CO. Res: 2006-017747. Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia. San José, a
las catorce horas con treinta y siete minutos del once de diciembre de dos mil seis.- Acción de inconstitucionalidad
interpuesta por Roxana Salazar Cambronero, mayor, abogada, portadora de la cédula de identidad No. 2-278-1481,
vecina de San José, en su condición de Directora Ejecutiva de la Fundación Ambio, contra el Decreto Ejecutivo No.
26.703-S del 21 de enero de 1997. Intervienen también en la acción, Ana Lorena Brenes Esquivel, Procurada
General de La República, María Del Rocío Saenz Madrigal, Ministra de Salud y Abel Pachecho de la Espriella,
Presidente de la República. Citado en consulta electrónica:
http://www.finjus.net/documentos/Archivos/Documentos/Articulos/Acceso%20a%20la%20Justicia/PU_acceso3.pdf
Fecha de consulta: 14 de julio del 2012.
38
difuso se encuentra en la existencia de un interés común o una afectación que se sufre
en forma común, en donde los sujetos no se encuentran debidamente organizados o
vinculados en forma concreta para proceder a su reclamo ante los tribunales o
entidades del Estado. No será posible atribuirse la defensa de este tipo de intereses por
ser parte de una comunidad nacional, sino que sí existirá algún tipo de elemento que
determine la pertenencia de los sujetos al grupo afectado o beneficiado.

2.8.5 Eventualidad de la iniciativa individual

Aunque las normas jurídicas que amparan la protección de los intereses difusos tienen
como sujetos a grupos indeterminados de personas, la iniciativa para ejercer acciones
jurisdiccionales para la protección de los mismos no necesariamente tienen que llevarse
a cabo contando con la voluntad manifiesta del colectivo en su totalidad como sujeto
procesal. Es suficiente que una persona tome la iniciativa para que la reclamación sea
tenida por válida en el lugar en donde se presente.

Establece Cafferatta46 que la característica propia del interés difuso es la de ser,


indiferenciado47. Esto quiere decir que se caracterizan como aquellos que no son ya
solo de uno o de varios, sino mejor, de todos los que conviven en un medio
determinado y cuya suerte en lo que concierne al enrarecimiento, destrucción,
degradación, vaciamiento o consumo sin reposición, angustia el conjunto en lo
inmediato y en el porvenir vital de cada uno, sobremanera el de las futuras
generaciones.

Se llaman intereses difusos porque están compartidos entre todos cuantos componen
esa sociedad o ese grupo, porque no pertenecen individualmente a una persona o
varias, sino a “todo” el mismo a que esos intereses afectan, compartidos por todos o

46
Ibid. Pág. 30.
47
Corte Suprema de Justicia de la Provincia de Santa Fe, en la causa caratulada “Federación Cooperadoras
Escolares Departamento Rosario v. Provincia de Santa Fe. S. recurso contencioso administrativo sumario ley
10.000”, voto del Dr. ULLA EN LA J.A. 1991-IV-293. Consulta electrónica:
http://books.google.com.gt/books?id=D0DnMVE1lIUC&pg=PA358&lpg=PA358&dq=e+inter%C3%A9s+leg%C3%ADti
mo Fecha de consulta: 9 de abril del 2012.
39
igual a otros48. El autor Nestor Cafferata49 se refiere a las características
pluriindividuales de estos intereses, determinando algunas características de
importancia para el presente estudio, como lo son las siguientes: “a) la indivisibilidad de
lo que es común a muchos no riñe con la fragmentación en situaciones jurídicas
subjetivas que, sin ser exclusivas de cada una, si son “propias” de cada uno en cuanto
cada uno tiene “su” parte en lo que interesa a varios; b) “el afectado” no pierde su
calidad de tal por el hecho de que “otros” o “muchos” como él también lo sean; c) la
“afectación” personal no necesita identificarse con un daño o perjuicio que solamente
recaiga sobre el “afectado” porque tal afectación no deja de ser personal, directa o
concreta por el hecho de que resulte igual o similar a la de otros o muchos”.

Esta característica se considera de vital importancia para el estudio de la posibilidad


doctrinaria de reclamo individual de este tipo de intereses en el ámbito procesal. Como
bien se menciona en el apartado anterior, la simple circunstancia de que este interés
sea común a una colectividad no demerita la posibilidad y la facultad de que la persona
individual pueda acceder a tribunales a requerir el resguardo de su derecho. En todo
caso, se reconoce la igualdad de goce del derecho, tanto a nivel personal como grupal,
teniendo en consideración además que la afectación o beneficio a un miembro del
grupo afecta a todos sus miembros.

Se resalta además, la naturaleza procesal tan específica para el interés difuso, que se
refiere a la posibilidad de fragmentación, la existencia individual de la calidad de
afectado y la posibilidad de demostración de la afectación personal. Por lo tanto, lo
anterior brinda la oportunidad de realizar un mejor estudio respecto al tema de
legitimación del reclamo de protección, que para la presente investigación se considera
uno de los principales obstáculos que se tienen que superar para posibilitar el acceso a
la garantía constitucional del amparo.

48
Bidart Campos, Germán J. Intereses difusos, derecho a la preservación del ambiente y derecho a la salud y la
vida. Homenaje al profesor Lino E. Palacio. Abeledo-Perrot. 1996. Pág. 124.
49
Cafferatta, Néstor. Introducción al Derecho Ambiental. Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales.
Instituto Nacional de Ecología. Universidad de Buenos Aires. Argentina. Página 83. Libro consultado
electrónicamente: http://books.google.com.gt/books. Fecha de consulta: 14 de enero del 2013.
40
2.8.6 Otras características

Para concluir en forma satisfactoria el apartado de las características definidoras del


interés difuso, es viable aproximarse a estudios realizados por otros doctrinarios. Por
ejemplo, Gozaíni50 señala que “lo primordial de los derechos difusos es la
indeterminación, significan un plus de protección ya reconocida en ciertas situaciones o
intereses. Los derechos difusos son preponderantemente derechos híbridos, que
poseen alma pública y un cuerpo privado, que trasciende el derecho subjetivo particular
y extiende el campo de la protección pública”. De lo anterior se desprende que son
varios los autores que coinciden con la especificación de la característica principal de
los intereses difusos, que se refiere a la indeterminación de los sujetos que los
ostentan, agregando además que existe una naturaleza mixta de éstos dentro del
ámbito público y privado del derecho.

Por su parte, Bustamante Alsina señala como características de los intereses difusos
los siguientes: a) alcance colectivo; b) defensa común; c) indiferencia en relación con
los derechos subjetivos; d) debilidad de los instrumentos procesales de acceso a la
justicia, es característico de los intereses difusos su indivisibilidad: si son generales y no
hay relación de inmediatez en el disfrute, no hay posibilidad de dividir su goce 51. Es
importante resaltar de parte de este autor la descripción de la inexistencia de diferencia
en relación a los derechos subjetivos, ya que esto significa que se determina la
posibilidad de reclamo de todos y cada uno de los sujetos que conforman el grupo, ya
que ninguno guarda mejor derecho que otro; ni se considera necesaria el llamamiento a
la totalidad de sujetos afectados (indeterminados) para ejercer cualquier derecho
subjetivo correspondiente a los derechos resguardados.

50
Gozaíni, Osvaldo. La legitimación para obrar y los derechos difusos. J.A. 1996-IV-834. Citado en consulta
electrónica: http://www.cmfbsas.org.ar/archivos/10_RP3-05-Amparo%20Colec%20Amb.pdf Fecha de consulta: 18 de
julio del 2012.
51
Bustamante Alsina, Jorge. Derecho Ambiental. Fundamentación y normativa. Editorial Abeledo-Perrot, Buenos
Aires. 1995. Pág. 32.
41
2.9 Problemática de Protección

Han sido bastantes los doctrinarios que han estudiado la problemática y dificultad de
protección de estos denominados intereses difusos. Crescencio Martínez52, con relación
a ese asunto manifiesta: “de ser válido tal concepto, es evidente que a la fecha,
difícilmente se puede obtener tutela de los intereses y derechos difusos en juicios
normales, incluyendo desde luego el de amparo ante la falta de legitimación de quien o
quienes intenten aquellos o este último. El tópico en cuestión se ha analizado, entre
otros temas, bajo el denominador común del problema de acceso a la justicia, que
abarca una amplia gama de temas, que van desde el aspecto económico, hasta la
función jurisdiccional”. Del extracto se infiere la posibilidad de resguardo de este tipo de
intereses por medio del amparo, sin embargo, refiere adicionalmente la existencia de
ciertas dificultades u obstáculos que pudieran generarse al respecto derivado de una
supuesta falta de legitimación. Este obstáculo derivaría en una falta de acceso a la
justicia, que en términos generales devendrá violatorio de principios constitucionales
básicos en relación a la capacidad de acceder a tribunales y dependencias del Estado.

Continúa manifestando al respecto Crescencio Martinez que, “en el Continente


Americano se cuentan con antecedentes legislativos para una adecuada defensa de los
intereses y derechos difusos y en la legitimación para aquella defensa, es evidente que
influyen características propias del país a que pertenece la legislación, sin embargo,
como puede advertirse, el derecho positivo español consagra la figura del defensor del
pueblo, a quien corresponde la defensa y excitación a varias instancias en pro de la
defensa de los derechos del gobernado; experiencias que deben aprovecharse en
positivo. No se puede negar la realidad de que ante la ausencia de una reglamentación
específica, la defensa de los intereses y derechos difusos ha sido utilizada como
bandera para grupos de presión, que lejos de obtener soluciones adecuadas y
permanentes, solo han contribuido a generar caos, debilitando el Estado de Derecho
que debe imperar en un régimen democrático como al que le corresponde nuestra
organización política”.

52
Martínez Geminiano, Crescencio. Op. Cit. Pág. 07
42
Es rescatable y de vital importancia a juicio de la tesista la exposición de dos elementos
básicos dentro de esta alusión. La primera se relaciona a la posibilidad de protección de
este tipo de intereses a través del defensor del pueblo, quien en efecto posee
facultades para acudir a tribunales en caso se hubiere realizado una violación a
intereses difusos de ciertas colectividades indeterminadas. Este tema se tratará en los
próximos capítulos en la forma adecuada. Sin embargo, el segundo tema que trae a
colación el autor se refiere a la existencia de grupos de presión y a la debilitación del
Estado de Derecho. Menciona que estos grupos de presión utilizan como fundamento
de sus reclamos, que en efecto generan un caos en general, el poco acceso al reclamo
de defensa de sus interese difusos. Por lo tanto, podría inferirse que en caso existieran
herramientas procesales correctas para la defensa de los intereses difusos, estos
grupos de presión no generarían tanto desorden dentro de un Estado de Derecho, sino
que, se verían en la posibilidad de acudir a las distintas instituciones del Estado a
plantear sus reclamos correspondientes y obtener soluciones adecuadas que brinden
certeza jurídica a la generalidad de la población.

Por su parte, Héctor Fix Zamudio y José Ramón Cossío53, afirman que los intereses y
derechos difusos son objetos de atención en los últimos años debido a las
transformaciones legislativas y a las corrientes jurisdiccionales que reconocen la
necesidad de tutelar aquellos intereses y los derechos de sectores sociales
indeterminados, debido a problemas como la industrialización, el desarrollo tecnológico,
la concentración urbana, que afectan de manera considerable a grupos de composición
incierta.

Con relación a este último aspecto, el autor Cristóbal Rodríguez54 concluye que el
interés difuso motiva la acción popular; “desde esta perspectiva, cualquier ciudadano
está legitimado para exigir la intervención de los órganos jurisdiccionales con la
finalidad de que se cumpla la legalidad, sin que se requiera que el accionante haya

53
Fix Zamudio, Héctor. José Ramón Cossío. El Poder Judicial en el Ordenamiento Mexicano. Revista. Fondo de
Cultura Económica. México 1996. Pág. 30.
54
Rodríguez Gómez, Cristóbal. Op. Cit. Pág. 15.
43
recibido directamente una lesión en sus derechos subjetivos. La noción de acción
popular ha sido reconocida por la Suprema Corte de Justicia del país en lo relativo al
sistema de control de constitucionalidad de la ley por la vía de acción directa. Ahora
bien, es importante tener presente que si bien la acción popular se puede reivindicar
como fundamento procesal legítimo para la reclamación de un interés difuso, no es
condición la afectación de un interés de este tipo para que la misma se produzca.
Conviene destacar que la existencia de la acción popular como mecanismo de
protección de los intereses difusos contribuye a democratizar los mecanismos de
acceso al sistema de justicia, toda vez que le abre las puertas a cualquier ciudadano
para que se convierta en un ente activo en la reclamación de los derechos y libertades
de su comunidad”.

Esta última acotación sitúa entonces la discusión de este tema dentro del apartado de
la legitimación y acceso a mecanismos procesales de defensa de los intereses difusos.
En efecto, se mencionan elementos clave, tales como “cualquier ciudadano está
legitimado”, o bien, la denominada “acción popular” que pretende que cualquier persona
sea capaz de acudir al sistema de protección de justicia. Respecto a estos elementos
menciona el autor que en caso se logre otorgar al ciudadano mecanismos adecuados
para solicitar la intervención de las autoridades judiciales con el objetivo de que se
cumpla la legalidad en una colectividad, se contribuye a democratizar el acceso al
sistema de justicia, y en consecuencia se estaría situando al ser humano como objeto y
fin último de la legislación, la cual, de acuerdo a lo estudiado con anterioridad, sirve de
vehículo para lograr el goce y disfrute de todos los derechos inherentes a la persona
humana.

44
Capítulo 3
La protección de los intereses difusos en el Derecho Comparado

3.1 Generalidades

En algunos sistemas jurídicos este tema de estudio de la naturaleza y defensa de los


intereses difusos ya ha sido superado en beneficio de la existencia y efectiva protección
de un verdadero Estado Constitucional de Derecho, en donde la búsqueda por el
beneficio común supera cualquier idea individualista de la existencia supuesta de una
única legitimidad activa para el agraviado directo. Actualmente, el interés difuso ha
generado en diversos sistemas jurídicos el reconocimiento de verdaderos derechos
colectivos protegidos constitucionalmente, en donde la diferencia esencial radica en la
cuestión de ubicar al verdadero sujeto legitimado para accionar frente a un órgano
jurisdiccional pretendiendo la restitución derivado de un agravio que afecta a una gran
colectividad.

Es importante entonces, tomar conciencia de la existencia de mecanismos jurídicos que


persiguen la protección de estos intereses difusos, y el mejor sistema de comparación
es a través de la legislación externa. En este sentido, resulta necesario estudiar a
grandes rasgos algunos mecanismos que mundiales que han intentado dar solución a
este dilema de legitimación.

En atención a lo anterior, se evoca al autor Lucio Cabrera Acevedo 55, quien en


diferentes obras ha tratado el tema de la protección de intereses difusos y ha vertido su
opinión al respecto. Indica que a nivel mundial existe una grave dificultad de encontrar

55
Cabrera Acevedo, Lucio. La Tutela de los Intereses Colectivos o Difusos. Pág. 2012. Consulta electrónica:
http://biblio.juridicas.unam.mx/libros/2/592/14.pdf Fecha de consulta: 20 de noviembre 2012.
45
un buen representante para proteger intereses fragmentarios y difusos, y se ha
intentado superar desde hace varios años con las siguientes soluciones:

a. Con la creación de órganos político-administrativos o secretarías de Estado. En


México, por ejemplo, por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, para
proteger el patrimonio cultural de la nación. También existe la Procuraduría
Federal del Consumidor, la Contraloría de la Federación y la Comisión Nacional
de Derechos Humanos.
b. El Procurador General de Justicia o Ministerio Público ejercen acciones que
competirían a las personas con intereses difusos. En México se trata, sobre todo,
de actos delictuosos.
c. El ombudsman de Suecia que protege el derecho a no ser discriminado en el
trabajo (jämställetsombudsmannen).
d. Con la denominada acción popular –la antigua actio popularis– según la cual
cualquier persona tiene legitimación para promover en defensa de intereses
difusos.
e. Dando legitimación a determinadas personas o asociaciones (ONG) que se
consideren capaces o calificadas –por la ley o por el arbitrio judicial– para actuar
en nombre de los afectados y ejerciten las denominadas acciones colectivas o de
grupo, según terminología aceptada en el derecho comparado.

En relación a estas opciones, indica Mauro Cappelletti56 que la experiencia indica que
las soluciones primera y segunda son poco satisfactorias y que siempre tienen muchas
limitaciones: el burocratismo, la responsabilidad exclusiva para el Estado implica la
protección al ambiente y al legado histórico cultural, la falta de experiencia y de
expertos o peritos del Ministerio Público por la burocracia administrativa.

Cappeletti agrega que la tercera y cuarta soluciones han tenido éxito en la experiencia
de otros países. La quinta solución consiste en que determinadas personas o

56
Cappelletti, Mauro. La protección de los intereses colectivos y de un grupo en el proceso civil. Revista de la
Facultad de derecho, México, UNAM, t. XXVII, núms. 105-106. Enero-junio de 1977. Pág. 14.
46
asociaciones privadas (ONG) ejerciten acciones colectivas ante los tribunales contra los
responsables de la contaminación, los que perjudican o defraudan a los consumidores o
a los que destruyen el legado histórico y cultural de la nación. Así ocurre, por ejemplo,
en los Estados Unidos, Francia e Italia.

De acuerdo al autor Lucio Cabrera Acevedo57, la acción popular –actio popularis– ha


tenido éxito en Brasil y propugna por ella la doctrina jurídica italiana como la mejor
forma de proteger un derecho humano, así sea este un derecho de los denominados de
tercera generación de carácter global. La idea consiste en que, en última instancia, los
derechos difusos tienen la calidad de derechos humanos y todo ser humano tiene
legitimación para defenderse a sí mismo, para proteger sus derechos.

Para profundizar en relación a las opciones planteadas por los anteriores autores, se
procederá a realizar una breve exposición respecto a los mecanismos de protección
jurídicos existentes para los intereses difusos en algunos sistemas jurídicos. La
selección de los países para estudio de comparación de derecho, obedece a la
trascendencia e innovación que estos han experimentado en materia de acciones de
clase o acciones colectivas, respecto a la protección de intereses difusos. Existen, por
ejemplo, Estados cercanos o cuyo nivel de avance en la protección es similar al sistema
guatemalteco; por tal motivo, se estima que su comparación resulta de poca
trascendencia. Por lo tanto, se consideró de mayor importancia seleccionar los que han
logrado innovación en la protección de intereses difusos, y que brindan parámetros
novedosos para la posible implementación de esta protección dentro del sistema
jurídico constitucional de nuestro Estado.

3.2 Protección de intereses difusos en distintas legislaciones

a. México, Honduras, El Salvador y Nicaragua

57
Fedeli, Paolo. “Uomo e ambiente nel mondo romano, el Diritto Latino-americano e sistema ecológico mondiale”.
Consulta electrónica: www.biblio.juridicas.unam.mx/libros/2/592/14.pdf Fecha de consulta: 15 de junio del 2012.
47
Dentro de la presente investigación, se hizo en un inicio un acercamiento a la
legislación en países centroamericanos (Honduras, El Salvador, Nicaragua) y México,
intentando localizar la forma en la cual se protegen los intereses difusos en estos
países. Se realizó una búsqueda determinada sobre la existencia o no de medios
procesales adecuados para lograr la correcta protección jurídica de estos intereses, así
como jurisprudencia novedosa en relación a este tema. Sin embargo, se encontró poca
información que fuera relevante para realizar un análisis comparativo de formas de
protección de los intereses difusos en general, y en definitiva la mayor dificultad existió
al momento de realizar una búsqueda determinada relacionada a la protección de este
tipo de intereses en el ámbito constitucional.

En general se logró determinar que estas legislaciones poseen mecanismos análogos


al guatemalteco de protección constitucional a los intereses difusos, otorgando tácita o
expresamente la legitimación activa de reclamo de protección de los intereses en
mención al “Ombudsman”, o al funcionario público encargado de la protección de
intereses fundamentales frente a cualquier posible abuso que se realizare de parte de
alguna entidad pública o particular inclusive. Por lo tanto, no se estimó necesario hacer
relación a la información específica de estas jurisdicciones respecto al tema de
investigación, ya que no existen elementos comparativos relevantes que pudieran ser
de interés y análisis crítico.

b. Costa Rica

Indica el autor Gilbert Armijo58, que de acuerdo al artículo 41 y 49 de la Constitución


Política de Costa Rica, la acción es un derecho subjetivo público, que recae en toda
persona física o jurídica, siempre que posean capacidad procesal para ejercerla por sí
misma, directa o indirectamente. En Costa Rica, no existe un capítulo o norma
específica que establezca el procedimiento judicial de protección de intereses difusos.
Sin embargo, el numeral 75 de la Ley de Jurisdicción Constitucional faculta a todos los
sujetos, tanto físicos como jurídicos, a interponer acciones por violación de intereses

58
Armijo Sancho, Gilbert Antonio. Op. Cit. Pág. 178.
48
colectivos y difusos en forma directa, sin que sea necesaria la existencia de un proceso
pendiente. Esto quiere decir, que en integración de los artículos anteriormente citados,
no obstante los intereses difusos no están expresamente estipulados en la Constitución
Política, la jurisprudencia de la Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia de
Costa Rica se ha encargado de darles protección, provocando su evolución positiva.

Tomando en consideración de la investigación realizada ha sido posible recabar


distintas sentencias emanadas de la Sala Constitucional de Costa Rica, es de especial
interés ahondar en estas resoluciones, ya que en éstas se han desarrollado a través de
la jurisprudencia el estudio de los intereses difusos, tanto en relación a su concepto, los
sujetos que ostentan este tipo de intereses así como las facultades de legitimación que
se poseen para su reclamo.

Como primer acercamiento, se menciona que la Sala Constitucional de la Corte


Suprema de Justicia, en su resolución No. 5942-97, de fecha veintitrés de septiembre
de mil novecientos noventa y siete, indica, refiriéndose al concepto de intereses difusos
que:

“Se trata, entonces, de intereses individuales, pero, a la vez, diluidos en


conjuntos más o menos extensos o amorfos de personas que comparten un
interés y, por ende, reciben un beneficio o un perjuicio, actual o potencial, más o
menos igual para todos, por lo que con acierto se dice que se trata de intereses
iguales de los conjuntos de personas que se encuentran en determinadas
situaciones y, a la vez, de cada una de ellas. Es decir, los intereses difusos
participan de una doble naturaleza, ya que son a la vez colectivos –por ser
comunes a una generalidad– e individuales, por lo que pueden ser reclamados
en tal carácter”.

Con sentencias en este sentido, es que se ha logrado dentro del ámbito costarricense,
perfilar con mayor certeza el concepto de interés difuso, su naturaleza y características
elementales; ya que como bien indica la Sala, el interés difuso se entiende como aquel

49
diluido en conjuntos más o menos extensos, que reciben un beneficio o perjuicio más o
menos igual para todos.

Respecto a la legitimación activa en este tipo de acciones, igualmente se ha


pronunciado la Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia, en resolución No.
0080-I-96, de fecha veintitrés de febrero de mil novecientos noventa y seis, indicando:

“Y precisamente ello es lo que sucede en el presente caso, en el cual el


recurrente, evidentemente, tiene un interés individual en él, tanto está siendo
afectado por la contaminación de que es objeto su comunidad, pero también
existe un interés colectivo, ya que la lesión también se produce a la colectividad
como un todo. De manera que tratándose del Derecho al Ambiente, la
legitimación corresponde al ser humano como tal, pues la lesión a ese derecho
fundamental la sufre tanto la comunidad como el individuo en particular. Al lado
del conjunto de principios que la Constitución dedica a las relaciones
económicas, debe situarse una serie de disposiciones no de menos
trascendencia encaminadas a asegurar una protección básica a la vida humana
como valor en sí, al margen que se haga de los recursos humanos en atención a
fines políticos o económicos. Se da así entrada a una nueva dimensión de las
garantías constitucionales, cuyo núcleo esencial se halla en la protección de la
libertad personal y de los demás derechos fundamentales vinculados de
diversas maneras a esa libertad y que se manifiesta, ante todo, en un conjunto
de reglas generales tendientes a crear una situación ambiental que facilite, lo
más posible, el ejercicio de las facultades y el goce de los derechos
fundamentales”.

A través de las citadas resoluciones se evidencia la existencia de un estudio de


profundidad en el ámbito judicial respecto al tema de los intereses difusos, que no
obstante fueron emitidos hace ya varios años, se consideran relevantes en el ámbito
doctrinario y científico, pues son progresivos, poco formalistas y logran una protección
efectiva a favor de derechos humanos. Cabe resaltar, en la última resolución citada, la

50
fundamentación jurídica razonada respecto a la apertura de la legitimación, cuya
función principal será la de proteger al ser humano frente a cualquier tipo de amenaza
en contra de sus derechos fundamentales. Agrega a este análisis, que adicional a la
existencia de principios en la Constitución, es necesario crear disposiciones que
aseguren la protección básica a la vida humana, por lo tanto, este es el fundamento del
reconocimiento de la legitimación activa de las personas individuales frente a acciones
interpuestas con el objeto de proteger intereses difusos. Esto significa que dentro de la
jurisdicción constitucional de Costa Rica, existe ya jurisprudencia que ha permitido la
ampliación de la visión del principio de legitimidad.

La sentencia No. 4242-96, emitida por la Sala Constitucional de la Corte Suprema de


Justicia, en San José, Costa Rica el veinte de agosto de mil novecientos noventa y seis,
otorga al ámbito jurídico un adecuado estudio respecto a ciertos elementos de los
intereses difusos, que podrán observarse a continuación:

“Ese concepto de “intereses difusos” tiene por objeto desarrollar una forma de
legitimación que en los últimos tiempos ha constituido uno de los principios
tradicionales de la legitimación y que se ha venido abriendo paso,
especialmente en el ámbito del derecho administrativo, como último
ensanchamiento, novedoso pero necesario, para que sea cada vez más
efectiva y eficaz. Los intereses difusos, aunque de difícil definición y más difícil
identificación, no pueden ser en nuestra Ley –como ya lo ha dicho esta Sala-
los intereses meramente colectivos; ni tan difusos que su titularidad se
confunda con la de la comunidad nacional como un todo, ni tan concretos que
frente a ellos resulten identificados o fácilmente identificables personas
determinadas, o grupos personalizados, cuya legitimación derivaría, no de los
intereses difusos sino de los corporativos o que atañen a una comunidad en su
conjunto. Se trata, entonces, de intereses individuales, pero a la vez, diluidos
en conjuntos más o menos extensos y amorfos de personas que comparten un
interés y, por ende, reciben un beneficio o un perjuicio, actual o potencial, más
o menos igual para todos, por lo que con acierto se dice que se trata de

51
intereses iguales que se encuentran en determinadas circunstancias y, a la
vez, de cada una de ellas. Es decir, los intereses difusos participan de una
doble naturaleza, ya que son a la vez colectivos –por ser comunes a una
generalidad- e individuales, por lo que pueden ser reclamados en tal carácter”
(Sentencia número 3750-93)”

Se estima que esta sentencia posee gran valor en el ámbito jurídico, ya que a través de
un correcto y bien fundamentado criterio judicial, se logran determinar varios aspectos
relacionados a los intereses difusos. En general se puede resaltar la determinación
bastante detallada de los sujetos que ostentan los intereses difusos, así como criterios
bastante objetivos para realizar una correcta distinción entre los intereses difusos, los
derechos colectivos y los derechos individuales; e inclusive lista ejemplos bastante
ilustrativos para lograr realizar el encuadramiento adecuado. Además, en esta
resolución, se aprecia que se describe la existencia de una doble naturaleza del interés
difuso, en el sentido de indicar su naturaleza colectiva (por ser comunes a una
generalidad) e individuales. Es importante mencionar que a través de esta última
característica, la naturaleza individual, la Sala jurisdiccional indica que la misma es la
que faculta a realizar reclamos de protección de intereses difusos en forma individual,
por lo que se desafía el concepto de legitimación del que se habla al inicio de la
sentencia.

Por último, se considera de interés para la investigación citar una última resolución
judicial, que podrá ser aplicable en forma posterior al tema de estudio dentro de la
investigación. Esta última resolución se refiere a la Sentencia No. 2331-96, emitida por
la Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia, San José de Costa Rica, con
fecha catorce de mayo de mil novecientos noventa y seis. En esta resolución se indica:

“Esta Sala en Sentencia Número 2233-93 al señalar que la preservación y


protección del ambiente es un derecho fundamental, da cabida a la legitimación
para acudir a la vía del amparo. En el derecho ambiental, el presupuesto
procesal de la legitimación tiende a ampliarse en una dimensión tal, que lleva

52
necesariamente el abandono del concepto tradicional, debiendo entender que en
términos generales, toda persona puede ser parte y que su derecho no emana
de títulos de propiedad, derechos o acciones concretas que pudiera ejercer
según las reglas del derecho convencional, sino que su actuación procesal
responde a lo que los modernos tratadistas denominan el interés difuso,
mediante el cual, la legitimación original del interesado legítimo o aún del simple
interesado, se difunde entre todos los miembros de una determinada categoría
de personas que resultan así igualmente afectadas por los actos ilegales que los
vulneran. Tratándose de la protección del ambiente, el interés típicamente difuso
que legitima al sujeto para accionar, se transforma, en virtud de su incorporación
al elenco de los derechos de la persona humana, convirtiéndose en un
verdadero “derecho reaccional”, que, como su nombre lo indica, lo que hace es
apoderar a su titular para “reaccionar” frente a la violación originada en actos u
omisiones ilegítimos. Es por ello que la vulneración de ese derecho fundamental,
constituye una ilegalidad constitucional, es decir, una causal específica de
amparo en contra los actos concretos o normas autoaplicativas o, en su caso, en
la acción de inconstitucionalidad contra todas las normas o contra los actos no
susceptibles de amparo, e incluso, contra las omisiones, categoría ésta que en el
caso del derecho al ambiente se vuelve especialmente importante, porque al
tratarse de conservar el medio que la naturaleza nos ha dado, la violación más
frecuente se produce por la inercia de las autoridades públicas en realizar los
actos necesarios para protegerlos. La Jurisdicción Constitucional, como medio
jurídicamente idóneo y necesario para garantizar la supremacía del derecho de
la Constitución, es, además de supremo, de orden público esencial, y ello
implica, en general, que una legitimación mucha más flexible y menos formalista,
es necesaria para asociar a los ciudadanos al interés del propio Estado de
Derecho de fiscalizar y, en su caso, restablecer su propia juridicidad. Ese
concepto de “interés difuso” tiene por objeto desarrollar una forma de
legitimación, que en los últimos tiempos ha constituido uno de los principios
tradicionales de la legitimación y que se ha venido abriendo paso, especialmente
en el ámbito del derecho administrativo, como último ensanchamiento,

53
novedoso, pero necesario, para que esa fiscalización sea cada vez más efectiva
y eficaz.”

Esta sentencia es ilustrativa para el tema objeto de investigación, ya que a través de la


misma se desarrollan aspectos de especial trascendencia respecto al ámbito
propositivo de la misma. En primer lugar, es importante tomar en consideración lo
indicado en relación a que el amparo es la vía adecuada para solicitar la protección de
un derecho fundamental, que para el caso concreto se refiere al derecho de protección
y preservación del ambiente, vinculado al tema de los intereses difusos. Por lo tanto, se
brindan pautas respecto a la vía procesal constitucional adecuada para solicitar la
protección de intereses difusos. Posteriormente se desarrolla en la resolución un
aspecto procesal de vital importancia para el logro de la protección de estos intereses,
que se refiere a la extensión y ampliación del presupuesto procesal de la legitimación.
Específicamente se menciona que toda persona individual puede ser parte, y que este
derecho procesal deriva de su pertenencia a una determinada categoría de personas,
que ostentan un interés difuso.

Por lo tanto, como se ha podido observar a través de la jurisprudencia citada, Costa


Rica a través de su Sala Constitucional, ha avanzado en el ámbito de protección
efectiva de los intereses difusos a través de jurisprudencia fundamentada, así como en
el desarrollo de mecanismos eficaces que garantizan la efectiva y real protección de
estos intereses difusos.

c. Brasil

Un Estado que ha sido igualmente novedoso en sus estudios doctrinarios y de


jurisprudencia relacionada a derechos colectivos y difusos, ha sido el Brasil. Al respecto
indica el autor Antonio Gidi59, como antecedentes de la acción colectiva en Brasil, que a
mediados de la década los académicos italianos Mauro Cappelletti, Michele Tarufo y
Vicenzo Vigoritti estudiaron analíticamente las acciones colectivas norteamericanas –

59
Gidi, Antonio. Acciones de grupo y amparo colectivo en Brasil. La protección de derechos difusos, colectivos e
individuales homogéneos. Consulta electrónica, 10 de agosto 2012:
www.law.upenn.edu/fac/agidi/Accionesdegrupo.doc
54
class actions–. Este movimiento doctrinario tuvo gran aceptación en Brasil, al punto que
también se logró la introducción de la class action en el sistema brasileño. Interesante
hecho histórico es el de resaltar que en Italia, no obstante haberse generado un gran
movimiento al respecto, fue considerado una excentricidad por parte de juristas de
izquierda, y poco después estos estudios perdieron su importancia.

En Brasil, citando igualmente a Antonio Gidi60, que la acción colectiva es aquella


presentada por un demandante con representación (legitimación para demandar
colectivamente), para proteger un derecho que pertenece a un grupo de la población
(objeto de litigio), al cual obliga la sentencia en su conjunto (res judicata). En
consecuencia, los elementos esenciales de la definición de acción colectiva son el
demandante con representación, el derecho del grupo objeto de la acción (juicio
colectivo) y el efecto de la cosa juzgada (res judicata). Agrega el autor, que en Brasil las
acciones colectivas son denominadas como tales ( ação colectiva).

De acuerdo al autor Cresencio Martínez61, la Constitución de Brasil de 1988, en su


artículo 5to, regula la acción popular que tiene por objeto anular actos y disposiciones
que afectan al patrimonio de las entidades públicas. Se dice que además que aquella
acción popular se ha regulado de manera flexible, de tal manera que su ejercicio
permite como correspondiere a tal patrimonio la tutela de los derechos de valor
económico, artístico, estético, histórico y turístico; de tal forma, es práctica común ante
los Tribunales de aquel país el ejercicio de la acción popular por personas y
asociaciones que promueven la protección de los intereses y derechos de grupos
indeterminados que se relaciones con el medio ambiente, el desarrollo urbano y el
patrimonio artístico y cultural.

Héctor Fix Zamudio, citado en un texto del autor Antonio Gidi,62 indica “la Constitución
Brasileña de 1988 permite la utilización de una institución que se considera equivalente

60
Loc. Cit.
61
Martínez Geminiano, Crescencio. La defensa de los derechos difusos en el juicio de amparo. Revista: Tribunal
Superior de Justicia del Estado de Oaxaca. UNAM. México, 1999. Pág. 39.
62
Gidi, Antonio. Op. Cit. Pág. 37
55
en varios aspectos al juicio del amparo mexicano, denominada ‘Mandato de Segurança
Colectivo’, a través de la cual se amplía de manera considerable la legitimación para la
tutela de los derechos fundamentales; y sin que llegue a ser una auténtica acción
popular, puede ser interpuesta por un partido político con representación en el
Congreso Nacional o por una Organización Sindical, entidad gremial o asociación
legalmente constituida y en funcionamiento, cuando menos durante un año anterior en
la defensa de los intereses de sus miembros o asociados”.

Respecto a estas consideraciones se puede determinar que en la legislación brasileña


existen mecanismos jurídicos, tanto adjetivos como sustantivos, que procuran la
efectiva protección de derechos de tipo colectivo o grupal; habiendo logrado un
desarrollo resguardado legalmente sobre la legitimación y ámbitos de protección este
tipo de derechos comunes a grupos. En este ámbito llama la atención la vasta
regulación existente respecto a las acciones colectivas, que permiten que
colectividades reclamen ante tribunales competentes la efectiva garantía de sus
derechos.

Continúa describiendo Gidi, que existen ciertas características de la acción colectiva en


Brasil que son de importancia. Una de ellas es que el Ministerio Público siempre es
notificado del inicio de una acción de grupo y es invitado a participar en el
procedimiento como amicus curiae, para garantizar la adecuada representación de los
intereses de los que están ausentes. Además, en Brasil, de acuerdo a la Ley sobre
Acción Civil Pública, se creó el concepto de que un fondo contable especial recibiría el
monto por los daños a favor del grupo y en el cual serían depositados; y es
administrado por un comité mixto compuesto de empleados del gobierno y miembros de
la comunidad. Por último, se indica que este conflicto está agravado por las reglas
específicas de la cosa juzgada en las acciones colectivas de Brasil, las que no obligan a
los ausentes cuando la sentencia no es favorable a sus intereses.

Sobre esta temática colectiva, indica Gidi que existe en forma adicional en Brasil una
figura jurídica denominada mandato de segurança que “es una acción civil en

56
protección de derechos no protegidos por el habeas corpus o habeas data. Agrega el
autor, que los requisitos básicos de este son dos; como primer requisito indica que debe
haber un daño causado, o una amenaza de un acto ilegal o abusivo de parte de una
autoridad gubernamental, y el segundo requiere que el derecho debe ser indiscutible, lo
que significa que el demandante debe de presentar todas las pruebas de manera
escrita. Como consecuencia del ejercicio de este tipo de acción, el juez puede dictar
una orden o prohibición dirigida al funcionario público para que haga o se abstenga de
hacer algo bajo amenaza de sanciones penales.

Esta acción se considera de interés para la investigación, ya que no obstante no se


encontraron en esta legislación instituciones procesales de tipo constitucional que
procuren el resguardo de intereses difusos, sí existe en este Estado un desarrollo
amplio a favor de la protección de derechos de tipo colectivo, permitiendo además la
efectiva protección de los mismos a través de medios procesales adecuados que
permitan el efectivo disfrute de estos derechos. En definitiva la protección a derechos
colectivos es distinta a la protección de intereses difusos, sin embargo, constituye una
pauta adecuada para el reclamo de derechos de grupo ante autoridades
jurisdiccionales.

d. Bolivia

Indica Ramón Ojeda Mestre63 que la ley ambiental en su artículo 102 concede acción
civil derivada de daños cometidos contra el medio ambiente, la que puede intentar
cualquier persona legalmente calificada como representante apropiado de los intereses
de la colectividad afectada. Agrega el autor que este derecho de accionar en virtud de
la existencia de daños al medio ambiente se encuentra íntimamente vinculada a
intereses difusos, debido a la existencia del derecho de vivir en un ambiente sano. No
obstante lo anterior, se denota que en este país la protección se da únicamente en
ámbito civil, logrando con esto únicamente una indemnización por el daño o el perjuicio

63
Ojeda Mestre, Ramón. Suplemento-Ecología- Política y Legislación Ambiental. Revista: Lex Difusión y Análisis No.
46. México. 1999. Pág. 54.
57
ya recibido, sin que sea probable ejercer alguna acción para prevenir o reprimir los
actos que causaren agravios a este tipo de derechos.

De lo indicado por el autor Ojeda Mestre se puede determinar entonces, que a pesar de
no existir en Bolivia algún tipo de legislación específica que denote la existencia y
protección legal de intereses difusos, ya existen ciertos mecanismos procesales
alternativos que permiten en todo caso reclamar daños civiles cometidos en contra de
estos intereses. Se estima que estas acciones permiten al menos disuadir a cualquier
sujeto de causar daños a intereses difusos, y que a través de estos mecanismos se
reconoce, en el ámbito civil, la existencia de una protección a intereses difusos a través
de mecanismo procesales efectivos.

e. Perú

En el Código Procesal Civil de Perú se indica en el artículo 82 que el interés difuso “es
aquel cuya titularidad corresponde a un conjunto indeterminado de personas, respecto
de bienes de inestimable valor patrimonial”. En esa legislación se han establecido
herramientas que permiten materializar la protección a disfrutar un ambiente sano y
equilibrado, como por ejemplo el artículo 143 de la Ley General del Ambiente, Ley No.
28611 que establece: “Cualquier persona, natural o jurídica, está legitimada para
ejercer la acción a que se refiere la presente Ley, contra quienes ocasionen o
contribuyen a ocasionar un daño ambiental, de conformidad con lo establecido en el
artículo III del Código Procesal Civil.”

Por su parte, el Código Procesal Constitucional en su artículo 40 dispone que “puede


interponer demanda de amparo cualquier persona cuando se trate de amenaza o
violación del derecho al medio ambiente u otros derechos difusos que gocen de
reconocimiento constitucional, así como entidades sin fines de lucro, cuya finalidad sea
la defensa de los referidos derechos.”64

64
Exp. No. 05270-2005-PA/TC CALLAO Asociación Comité del Medio Ambiente y Salud del Distrito de Ventanilla.
Resolución del Tribunal Constitucional Lima, 18 de octubre de 2006.Consulta electrónica:
58
Sobre este tema, existe diferente jurisprudencia del Tribunal Constitucional, sin
embargo específicamente llama la atención la siguiente resolución, copiada en su parte
conducente:

“Que en el caso de autos la demandante no alega la violación o amenaza a


derechos ‘propios’ sino los de cierto grupo indeterminado de personas que
presuntamente se encuentran afectados por los desechos tóxicos vertidos en
la zona. De hecho, la demandante invoca estar legitimada sobre la base de la
defensa de intereses difusos (…) El derecho sobre el cual versa la presente
causa es el de disfrutar de un ambiente equilibrado y adecuado, lo que
constituye un derecho difuso. Es esto a no dudarse un derecho de naturaleza
indivisible puesto que la satisfacción del derecho de uno de los integrantes de
tal comunidad implica la satisfacción del resto de sujetos de dicha
colectividad. Los derechos difusos son derechos subjetivos colectivos”.

De acuerdo a lo mencionado por el autor se determina entonces que existe en Perú un


artículo específico que desarrolla la existencia de intereses difusos dentro del ámbito
constitucional, e inclusive dentro de esta legislación se procede a establecer en forma
concreta la legitimación en relación a demandas por derechos difusos. Se considera
importante resaltar dos aspectos básicos sobre este apartado, pues se determina que
en Perú ya existe un reconocimiento de la existencia de los intereses difusos como
verdaderos “derechos difusos”, otorgado además en forma expresa legitimación a
cualquier persona para demandar la protección. Por lo tanto, existe constitucionalmente
el reconocimiento de estos derechos y la existencia de mecanismos adecuados para su
protección, circunstancias necesarias para lograr la efectividad en la protección de
derechos.

http://www.tc.gob.pe/jurisprudencia/2007/05270-2005-AA%20Resolucion.html Fecha de consulta: 9 de noviembre del


2012
59
f. Argentina

De acuerdo al autor Néstor A. Cafferatta65, en Argentina la reforma constitucional de


1994 introdujo modificaciones en el catálogo de derechos tutelados, consagrando una
familia mixta de nuevos derechos, entre los cuales destacan el Derecho del Usuario y
del Consumidor, y el Derecho Ambiental. Además, jerarquizó definitivamente la doble
dimensión de la garantía constitucional/acción, el amparo individual, más agregó el
amparo colectivo, incluyendo su categorización, denominado el Amparo Colectivo
Ambiental.

El artículo 43 de la Constitución Nacional, texto Reforma 1994, dispone: “Toda persona


puede interponer acción expedita y rápida de amparo, siempre que no exista otro medio
judicial más idóneo contra todo acto u omisión de autoridades públicas o de particulares
que en forma actual o inminente lesione, restrinja, altere o amenace con arbitrariedad o
ilegalidad manifiesta derechos y garantías reconocidos por esta Constitución, un tratado
o una ley en el caso, juez podrá decretar la inconstitucionalidad de la norma en que se
funde el acto u omisión lesiva. Podrán interponer esta acción contra cualquier forma de
discriminación y en lo relativo a los derechos que protegen el ambiente, a la
competencia, al usuario y al consumidor, así como a los derechos de incidencia
colectiva en general, el afectado, el Defensor del Pueblo y las asociaciones que
propendan a esos fines, registradas conforme a la ley, la que determinará los requisitos
y formas de su organización”.

De lo anterior se establece que en Argentina ya existe una protección constitucional a


derechos de incidencia colectiva, sin que se haga una distinción entre derechos
colectivos o intereses difusos, e inclusive se ha procedido a listar ciertos intereses
difusos en forma expresa para evitar la ambigüedad del término. Posteriormente, al
igual que en ciertas legislaciones analizadas anteriormente, se reconoce la legitimidad
de este reclamo a distintas personas. Reconociendo como sujeto legitimado al afectado

65
Cafferatta, Néstor. Amparo Colectivo Ambiental y Derecho Constitucional. Revista del Colegio de Magistrados y
Funcionarios de la Provincia de Buenos Aires. Buenos Aires. Pág. 32.
60
(sin limitar los derechos del afectado por motivos de la existencia de una afectación
común a un grupo de sujetos), al Defensor del Pueblo y asociaciones, por lo que se
abarca a un amplio grupo de sujetos activos que podrán legítimamente reclamar sus
derechos ante los tribunales de justicia.

Sobre este mismo asunto, agrega Augusto Morello66, que es conveniente hacer avanzar
las fronteras de esta institución que viene operando normalmente, y que en manos de
jueces abiertos se ha mostrado intrínsecamente útil. Parece atinado bregar porque el
amparo actúe de modo de cubrir funcionalmente esta “nueva” categoría de bienes
tutelar: los derechos personalísimos y los intereses colectivos. Al respecto ya existe
jurisprudencia de parte de los juzgados de Argentina67 que han manifestado que:

“la tutela judicial que brinda la acción de amparo no funciona como vía
subsidiaria, sino que reviste carácter de alternativa principal cuando los derechos
lesionados constituyen enunciados básicos constitucionalmente reconocidos, ya
que tienden a asegurar el rápido y efectivo acceso a la jurisdicción, derecho que
emana de la garantía constitucional de inviolabilidad de la defensa en juicio
(artículos 18, 43 in fine, 75 inciso 22 CN, 15 y 20 de la Constitución de la PBA)”.

El autor Augusto Morello68 agrega que complementariamente con lo dispuesto por la


Constitución Nacional, a partir de la ley 25.675 General del Ambiente (Boletín oficial de
fecha 28/11/2002), el régimen argentino estatuye un sistema de acceso amplio a la
justicia. La ley 25675 produce tres aperturas legitimatorias del proceso: 1. Para la
acción de recomposición de daño ambiental colectivo; 2. Instituye una acción popular
para la cesación de las actividades de daño ambiental colectivo; 3. Prohíbe toda clase o
especie de restricción para el acceso jurisdiccional en defensa del medio ambiente.

66
Morello, Augusto M. Carlos Vallefín. El amparo. Régimen Procesal. Librería Editora Platense. Montevideo. 1995.
Pág. 97.
67
De la sentencia de 1ra Instancia. In re Sociedad de Fomento Barrio Félix CAMET y otros. C. Apelaciones
Garantías en lo Penal, Sala I, Mar de Plata, 9/9/9 y Juzgado en lo Criminal Correccional de Transición N.1, LLBA,
2000-991, connota de Augusto N. Morello. Y, LLBA, 2000-1174, con nota de J. Esaín. Consulta electrónica:
http://www.proyectoibera.org/download/reserva/jurisprudencia_arrocera_uguay_01.pdf Fecha de consulta: 29 de
agosto del 2012.
68
Morello, Augusto M. Carlos Vallefín. Op. Cit. Pág. 105
61
Esto último repercute sobre la legitimación de obrar, la que salta como obstáculo de
ingreso a la prestación del servicio de justicia, y a las exigencias económicas de la tasa
de justicia, como a la adopción de medidas cautelares.

Por lo tanto se estima que el amparo se reconoce en esta legislación como el


mecanismo adecuado en casos de lesión a derechos básicos, e inclusive se ha
reconocido una acción popular para aspectos de daños ambientales y de defensa al
medio ambiente.

Es importante agregar que, de acuerdo a Néstor Cafferata69, derivado de las acciones


colectivas de derechos ambientales en Argentina, se obtienen diversos efectos de cosa
juzgada. Menciona que el artículo 33 de la Ley 25675 General del Ambiente, dispone
que “la sentencia hará cosa juzgada y tendrá efecto ‘erga omnes’, a excepción de que
la acción sea rechazada, aunque sea parcialmente, por cuestiones probatorias”.

Esto significa que en Argentina, derivado del planteamiento de acciones relacionadas a


derechos ambientales, vinculados a intereses difusos, se ha reconocido una variación
sustancial en los efectos de cosa juzgada. Específicamente se reconoce que tendrán
efectos obligatorios frente a terceros cuando de la acción interpuesta se haya obtenido
una resolución favorable, dictada en reconocimiento de la protección de derechos
ambientales.

g. República Dominicana

De acuerdo a Cristóbal Rodríguez Gómez70, en el texto del documento constitucional


dominicano no se habla expresamente de intereses difusos y colectivos, pero es
indudable que contiene una serie de disposiciones cuyo objetivo consiste en la
protección y garantía de estos intereses. La sección primera del título II de la
Constitución dominicana aparece bajo el título “De los derechos individuales y sociales”,

69
Cafferata, Néstor. Op. Cit. Pág. 28.
70
Rodríguez Gómez, Cristóbal. La defensa de intereses difusos y colectivos. Serie Acceso a la Justicia No. 3.
Fundación Institucionalidad y Justicia FINJUS. Santo Domingo, D.N. República Dominicana 2006. Pág. 39.
62
de donde se deriva la apuesta del constituyente por el establecimiento de un sistema de
derechos y libertades fundamentales cuyos destinatarios son amplios conglomerados o
sujetos colectivos, habilitados por la legislación para reclamar en sede jurisdiccional la
protección de unos derechos cuyo fundamento se encuentra en la constitución.

Menciona el citado autor que el artículo 8, numeral 7 de la ley fundamental de


República Dominicana establece la libertad de asociación y reunión. Adicionalmente,
enuncia que bajo el amparo de este título constitucional se resguarda: la libertad
sindical con fines laborales y pacíficos; el derecho a la salud, resguardado en el artículo
8, numeral 17; el derecho a la educación con carácter obligatorio; el interés en la
preservación del patrimonio cultural y artístico, establecido en el artículo 101 de la
Constitución de la República Dominicana; la conservación del equilibrio ecológico, de la
fauna y de la flora, la protección al medio ambiente; la correcta comercialización de
mercaderías a la población, la competencia leal y los intereses y derechos del
consumidor y del usuario de servicios públicos; entre otros.

De esta descripción únicamente se puede destacar la existencia de un esfuerzo legal


para lograr la protección de intereses difusos a través de su enunciación como
verdaderos derechos, no obstante no se realicen distinciones legales respecto a los
derechos fundamentales e intereses difusos. A través de este reconocimiento
constitucional deberá entenderse que el cumplimiento de los mismos podrá ser
reclamado ante las vías judiciales idóneas.

h. Estados Unidos

De acuerdo a la autora María del Pilar Hernández,71 la class action conocida “acción de
clase o grupo”, ha sido considerada como el mecanismo procesal de tutela más eficaz
con el que cuenta el sistema jurídico norteamericano para proteger a las aportaciones
de intereses difusos. Indica esta autora que se trata de un tipo de acciones propias del
sistema norteamericano y que se encuentran previstas en la Rule 23 de la Federal

71
Hernández Martínez, María del Pilar. Op. Cit. Pág. 98
63
Rules of Civil Procedures, de 1938 (Modificada por la Class Action Fairness Act de
2005. Excepción principal: Securities Act (1933) y Securities Exchange Act (1934):
acciones de clase relativas a valores negociables a nivel nacional y registrados). Dentro
de esta acción el demandante siempre tiene calidad para hacer valer una pretensión
que le pertenece personalmente, el demandante posee legitimación activa ya que
posee igual interés personal en el caso.

Como antecedentes de la class action, Bianchi, citado por Néstor Cafferata72, refiere
que en Estados Unidos el empleo de las class actions empezó en el siglo pasado y
actualmente existe tanto en el procedimiento federal como en el de los estados. Agrega
el autor que durante el siglo XIX las acciones de clase estuvieron limitadas a los
procedimientos de equidad, pero en el siglo XX existen dos fechas clave en su historial,
que han determinado su extraordinario desarrollo actual. La primera data de 1938
cuando fueron incorporadas a la Regla 23 de Procedimiento Judicial Federal, lo que
permitió extender el uso de estas acciones de los tribunales de equidad a los tribunales
de derecho. Este paso, si bien importante dejó subsistente algunos problemas, que tuvo
una solución parcial con la redacción de la actual versión de la Regla 23 según
enmienda sancionada en 1996.

De acuerdo a la Regla 23 citada, de acuerdo a la autora María del Pilar Hernández73, el


ordenamiento de referencia establece que una acción puede ser ejercitada en calidad
de class actions cuando:

a. Un grupo es tan numeroso que resulta imposible o impráctico que todos sus
miembros sean partes de la demanda.
b. Existen cuestiones de hecho o de derecho comunes a todo el grupo.
c. Los elementos de las acciones o de las excepciones y las defensas son comunes
a todos los miembros, y quienes desempeñan el papel de representantes
protegen los intereses del grupo de manera justa y adecuada.

72
Cafferatta, Néstor. Op. Cit. Pág. 29.
73
Hernández Martínez, María del Pilar. Op. Cit. Pág. 43
64
Además, deberán reunirse los siguientes requisitos de procedencia: que la iniciación de
acciones independientes por parte o en contra de miembros individuales de la clase se
creara un riesgo de que se dictasen sentencias contradictorias o diferentes respecto a
los miembros individuales de la clase, pues ello generaría estándares incompatibles de
conducta para la contraparte de la clase. Y que se dicten sentencias con respecto a los
miembros individuales de la clase que, en la práctica, decidan sobre los intereses de los
otros miembros que no hayan sido parte, vulnerándoles o impidiéndoles así la
protección de sus intereses. En síntesis, agrega la autora citada, se puede definir a la
class action, como el recurso procesal que posibilita el tratamiento unitario y simultáneo
de un elevado número de titulares de pretensiones jurídicas individuales (intereses
difusos), mediante la intervención en el juicio de un único exponente del grupo.

De lo indicado por la autora, se reconoce la importancia de los requisitos de


admisibilidad enunciados, pues pudieran ser aplicables para el tema de investigación.
Específicamente es de interés la circunstancia del número de individuos pertenecientes
al grupo, así como el riesgo existente de que emanen sentencias contradictorias, que
colocarían a la clase con algún interés común en circunstancias posiblemente
contradictorias.

Es pertinente indicar que, de acuerdo a normativa de los Estados Unidos74, las


acciones de clase presentan el problema de la determinación del concepto de common
interest, o del interés común. Se indica en el documento citado que fue hasta 1966, que
se aplicó el criterio de la admisibilidad de la class action por problemas vinculados con
el circuito de producción, comercial y financiero, sin embargo y con posterioridad a la
fecha indicada, el uso recurrente de la acción ha propiciado su ampliación y utilización,
lo que ha generado ciertas dificultades a los tribunales, propiciando una progresiva
ampliación de la legitimación (standing) en sede de control jurisdiccional.

74
Note, Antidiscrimination Class Action Under the Federal Rules of Civil Procedure: The transformation of Rule 23 (b)
(2). Yale Law Journal, 88 (1978-1979). Pág. 868. Consulta electrónica :
http://biblio.juridicas.unam.mx/libros/1/140/8.pdf Fecha de consulta: 3 de mayo del 2012.
65
Adicionalmente, indica la autora Hernández Martínez75, que a través de la figura de la
class action, se constituye en demandante cualquiera de los individuos que forma parte
del grupo de personas que comparte una situación similar de lesión o afectación, o
bien, que corren el riesgo de ser afectadas cercanamente por la conducta del
demandado. La acción que ejercita el demandante tiende a garantizar tanto su propio
interés como el de los demás miembros del grupo que se encuentran en la misma
situación. La sentencia estimatoria de la acción pronunciada por el juez, dándole la
razón o no al demandante, producirá efectos respecto de todos los miembros del grupo,
tomando en consideración dos situaciones en relación con los integrantes de la class
action: a) si han sido legal y adecuadamente representados por el demandante; y b)
que hayan sido debidamente notificados del proceso.

La importancia real de la class action y su interés propio, de acuerdo a Hein Kotz76,


aparece cuando un perjuicio haya sido causado a un grupo, y un particular quiera
actuar ante los tribunales para demandar la reparación no solo del perjuicio que él ha
sufrido personalmente, sino del perjuicio que han sufrido todos los miembros del grupo.
La class acción puede constituir un arma eficaz para la lucha contra los
comportamientos antisociales que afectan amplios sectores de la población.

El Tribunal Constitucional de Perú hace referencia en uno de sus pronunciamientos a la


modalidad de protección estadounidense, respecto de los intereses difusos; para el
efecto indica textualmente77:

“Es de resaltar que la legislación estadounidense brinda una alternativa


interesante por lo que conviene tenerla presente. En efecto, en el ámbito de la
acción colectiva (class action) –figura relacionada con los derechos difusos– los

75
Op. Cit.
76
Kotz, Hein. “La protección en justice des interets collectifs, Tableau de Droit Comparé, Acces a la Justice et Etat
Providence. Pág. 104. Consulta electrónica: http://biblio.juridicas.unam.mx/libros/1/140/8.pdf Fecha de consulta: 21
de noviembre del 2012.
77
Exp. No. 05270-2005-PA/TC CALLAO Asociación Comité del Medio Ambiente y Salud del Distrito de Ventanilla.
Resolución del Tribunal Constitucional Lima, 18 de octubre de 2006. Consulta electrónica:
http://www.tc.gob.pe/jurisprudencia/2007/05270-2005-AA%20Resolucion.html Fecha de consulta: 18 de diciembre del
2012.
66
jueces pueden observar una serie de requisitos a fin de dar trámite a una
acción colectiva debiendo resaltar la referida a la obligación de comprobar que
el representante proteja equitativa y adecuadamente los intereses del grupo.
Doctrina autorizada ha indicado que con ello se: minimiza el riesgo de colusión,
se incentiva una conducta vigorosa del representante y del abogado del grupo
y se asegura traer al proyecto la visión y los intereses reales de los miembros
del grupo. En suma, se brinda una adecuada defensa a los derechos subjetivos
colectivos”.

Se estima en consecuencia que la class action garantiza el resguardo de derechos de


colectividades amplias y esta acción ha ido desarrollándose de tal forma en que sea
funcional la interposición de un reclamo ante las autoridades judiciales, sin necesidad
de colapsar el sistema por el planteamiento de distintas acciones y logrando efectos a
favor de la totalidad de interesados.

Por último se plantea a través de la autora Hernández Martínez78 la dificultad en el


ejercicio de las class action en el sentido de la existencia de una desventaja relativa a la
vigilancia que realiza el tribunal respecto de la forma de pago de los daños y perjuicios
por parte del demandado. De acuerdo a esta autora y a los estudios determinados que
esta ha realizado en materia de intereses difusos y legislación comparada, esta acción
norteamericana es la que se perfila como la más adecuada para lograr la protección de
los intereses difusos en los Estados Unidos; ya que de acuerdo a su conocimiento
respecto a esa legislación, indica que en el momento en que un grupo determinado de
personas desea realizar algún tipo de reclamo por violación a sus derechos comunes o
colectivos, la vía idónea será la de “public interest suits”.

Dentro de esa legislación y jurisprudencia, así como a criterio de la autora citada, sí


existe una distinción clave en los procedimientos vinculados a intereses difusos en
relación a aquellos vinculados a derechos colectivos. Como se ha mencionado con
anterioridad, la distinción de estos temas se derivan de la determinación o

78
Hernández Martínez, María del Pilar. Op. Cit. Pág. 42
67
indeterminación de los sujetos agraviados, la legitimidad que los mismos podrán
demostrar ante los Tribunales, así como del punto común que poseen los sujetos, que
en materia de intereses difusos se refiere únicamente lo relacionado al supuesto
agravio sufrido, que no obstante no ser personalísimo, sí es común a esa colectividad
indeterminada.

i. España

Alvaro Gil Robles79 explica que la Constitución española de 1978 contiene el resultado
del esfuerzo de una conciencia colectiva que permite a la sociedad española integrarse
en el seno de los Estados democráticos y que, en lo particular, su artículo 54
encomienda al defensor del pueblo la defensa de los derechos fundamentales de los
ciudadanos por infracciones a sus derechos o libertades a través del recurso de
amparo, independientemente de la facultad que le corresponde para interponer el
recurso de hábeas corpus ante los órganos jurisdiccionales y la posibilidad de
comparecer ante el Tribunal Constitucional, para impugnar la constitucionalidad de una
ley.

De acuerdo a Dahm-Loraing y Michael Speer80, el Código Civil español establece las


acciones colectivas81 desde enero del 2001. El objetivo es ayudar a los consumidores y
a los usuarios no comerciales de bienes y servicios a presentar sus reclamaciones. En
la definición de “consumidores” se incluyen tanto las personas físicas como las
jurídicas. Los “bienes” según la Ley de Enjuiciamiento Civil (LEC) incluyen los muebles,
inmuebles y productos. Según los artículos 11 y 15 de la Ley de Enjuiciamiento Civil
79
Gil Robles, Alvaro. Tendencias actuales del Derecho. Fondo de Cultura Económica. México. 1994. Pág. 90.
80
Dahm-Loraing y Michael Speer. Las acciones de clase en Europa. Una reseña. La ley alemana del caso modelo
del mercado de capitales (KapMuG), la ley holandesa WCAm, el caso Shell y la Comisaría Kuneva. Revista Temas
No. 15. Gen Re. A Berkshire Hathaway Company. 2007.
81
En España el legislador en alguna ocasión utiliza la palabra colectivo en términos más amplios, y que dentro de la
acción colectiva incluye no solo aquella que persigue la defensa de intereses colectivos en sentido estricto, sino
también aquellas acciones que afectan a una pluralidad de sujetos, sin atender su grado de determinación. De este
modo, el concepto de acción colectiva en el sentido amplio solo se contrapone a la acción individual, por lo que
dentro de las acciones colectivas quedan comprendidas tanto las que defienden intereses difusos (a las que no
resulta adecuado denominar “acciones difusas”) como las que protegen intereses colectivos en sentido estricto.
Ovalle Favela, José. Acciones Populares y Acciones para la Tutela de Intereses Colectivos. Consulta Electrónica:
http://www.ejournal.unam.mx/bmd/bolmex107/BMD10706.pdf Fecha de consulta: 22 de febrero del 2013.
68
existen dos posibilidades para defender en forma colectiva los intereses de
consumidores: en primer lugar, las asociaciones y los grupos de consumidores pueden
entablar demandas en defensa de los derechos que les hayan cedido los consumidores
afectados, si estos se nombran y son fácilmente identificables. En segundo lugar,
algunas asociaciones de consumidores legalmente autorizadas pueden promover sus
reclamos representando, en ciertas circunstancias, también a los consumidores no
determinados.

Agregan los anteriores autores, que el objeto de la acción puede ser obtener una
compensación, que se haga o deje de hacer un acto específico o que se determine
judicialmente que el demandando ha procedido en forma ilegal. La sentencia produce
efectos en el primer caso (de demandantes determinados) solamente sobre aquellas
personas que se hayan unido al grupo. Los demás consumidores pueden invocar este
fallo, pero pueden reclamar sus derechos mediante demandas individuales. La
sentencia, en el segundo caso –demandas entabladas por las asociaciones
autorizadas–, produce efectos para todos los consumidores afectados; es decir, incluso
quienes no se hayan unido a la acción pueden beneficiarse de ella. Lo resuelto también
causa efecto de cosa juzgada para los demandados.

Se desprende de la normativa de España la existencia de esfuerzos legislativos para


resguardar y garantizar derechos de tipo colectivos, reconociendo legitimación para el
reclamo de estos derechos a entidades específicas así como al defensor del pueblo.
Como se ha observado en distintas legislaciones, y en la española, aún no existe una
normativa adecuada que haga una distinción doctrinaria entre intereses difusos y
derechos colectivos, sin embargo, si existe un esfuerzo en lograr al menos una
protección básica a través del reconocimiento de la exigencia de derechos colectivos y
acciones de tipo colectiva.

j. Inglaterra

69
De acuerdo a la autora María del Pilar Hernández Martínez82 en Inglaterra, el Attorney
General es el único que puede ejercitar acción en nombre de la sociedad en su calidad
de representante de esta, con miras a hacer valer un derecho de naturaleza pública, o
de impedir una actividad perjudicial a la población. Los particulares no pueden actuar
judicialmente a este fin, no disponen de un mecanismo procesal que les permita
accionar combatiendo una actividad ilícita que afecte a un grupo de personas, o bien
estén expuestas a sufrir un daño especial; no obstante, pueden acudir ante el
mencionado funcionario estatal para hacer de su conocimiento la situación.

Agrega la autora que en caso de que el Attorney General rehusé a acatar él mismo ex
officio, los portadores de intereses difusos pueden solicitarle que les autorice actuar por
sí mismos; en caso de que tal consentimiento sea otorgado, la acción puede ser
ejercitada por un particular que actuará, entonces, en interés de la colectividad
afectada. Ahora bien, si el Attorney General decide actuar a favor de la colectividad, el
procedimiento será completamente impulsado por aquellos que han acudido en su
Attorney General, quien se convierte así, en términos precisos, en un relator (relator
actions).

En esta legislación cabe indicar la existencia de una escala jurídica previo a interponer
acciones en nombre de la sociedad. Estos elementos son ilustrativos para efectos de
observar la primera intervención y exposición del caso a una autoridad de Estado, que
en caso de rechazar el planteamiento del caso a través de algún tipo de resolución
razonada, otorga la facultad a los ciudadanos de interponer directamente las acciones
judiciales que consideren adecuadas para la defensa de sus intereses de grupo.

k. Italia

La Constituzione Italiana, influenciada por el Derecho Romano y el Codex de Napoleón,


se aprobó en Roma el día 27 de diciembre de 1947. Consta de 139 artículos, 6 títulos,
12 principios fundamentales, 17 disposiciones Transitorias y una Final. La jurisdicción

82
Hernández Martínez, María del Pilar. Op. Cit. Pág. 125
70
constitucional fue regulada en el último título –el sexto–; y esta es una atribución del
Tribunal Constitucional, compuesto por quince miembros. Las atribuciones del Tribunal,
se centran en la fiscalización y control jurisdiccional de normas constitucionales,
además de conocer todas las causas penales dirigidas contra el Presidente de la
República.83

En Italia existe la denominada azione di classe, prevista por el artículo 140 bis del
Código. De acuerdo a Regina Dahm-Loraing y Michael Speer84, el gobierno italiano ha
presentado un proyecto de ley sobre acciones colectivas indemnizatorias conocido
como “proyecto de ley Bersani”. Otros cinco proyectos de ley similares se encuentran
pendientes en el Parlamento italiano hace varios meses.

Este último acercamiento se realizó con el objeto de ahondar en la legislación que


italiana, pues se tenían referencias sobre la existencia de doctrina en relación a
intereses difusos originarios de Italia. Sin embargo, como se pudo observar, no existe
en la legislación italiana legislación adecuada para lograr la protección de estos
intereses, sino más bien, únicamente proyectos de normativa que aún no han sido
sancionados.

83
Sistema Judicial Italiano. La Función Jurisdiccional en la Constituzione Italiana. Consulta electrónica:
http://www.iuriscivilis.com/2008/11/el-sistema-judicial-italiano-la-funcin.html Fecha de consulta: 29 de diciembre del
2012.
84
Dahm-Loraing y Michael Speer. Op. Cit. Pág. 15
71
Capítulo 4
El amparo en la legislación guatemalteca

4.1 Aspectos generales

Luego de haber realizado un abordaje teórico sobre la concepción del Estado,


destacando su evolución y fines, así como de generalidades respecto a los intereses
difusos, es de importancia toral abordar lo relativo a la regulación de tales intereses en
la legislación guatemalteca; ello, a fin de alcanzar los objetivos propuestos para el
presente trabajo de investigación.

Dentro de los aspectos que son relevantes conocer se encuentran las diferentes
instituciones procesales por medio de las cuales se busca otorgar una protección
efectiva judicial con relación a los derechos fundamentales garantizados en la
Constitución Política de la República de Guatemala. Si estos mecanismos no existieran
resultarían fútiles las normas que garantizan los derechos fundamentales, pues no
serían eficaces. Debe tenerse presente que no basta con reconocer
constitucionalmente tales derechos, pues con ello únicamente se logra una declaración
de buena voluntad; se precisan, entonces, de garantías constitucionales para hacer que
aquellos puedan ser exigibles al Estado.

4.2 El acceso a la justicia

Con base en lo antes expuesto y en resguardo de los derechos fundamentales


constitucionales, lo ideal es que existan mecanismos viables para exigir el efectivo
cumplimiento de estos, siendo ideal que tales instrumentos de exigencia sean de fácil
acceso para cualquier habitante de la República, y que posean como resultado final una
resolución efectiva al conflicto planteado. En general a esta dinámica procesal es a la

72
que se le denomina “acceso a la justicia”. En palabras de expertos del tema 85, se
define al acceso a la justicia como un derecho subjetivo público que corresponde a
todas las personas, tanto individuales como jurídicas, sean cubiertas por el Derecho
Privado o por el Derecho Público; agregan que tanto es así que la Constitución
establece a lo largo de su articulado, el tema de acceso a la justicia con el objeto de
poner de manifiesto la enorme importancia que tiene en el fortalecimiento del Estado de
Derecho; lo que equivale a decir que no es posible concebir este término si al mismo
tiempo no se garantizan las normas que permiten ese acceso.

Se indica además, en el texto desarrollado por los expertos en mención, que el Estado
que no promueve la solución pacífica y civilizada de las controversias interpersonales,
por medio de mecanismos legales adecuados para ello, o que no establece valladares
infranqueables al poder, es un Estado que puede considerarse fallido. De igual forma lo
será aquel que no brinda a toda su población, sin distinción alguna, igualitarios medios
de acceso a sus servicios.

Lo anterior quiere decir que forma parte de un pleno Estado de Derecho el verdadero
resguardo al acceso a la justicia que posea cada ciudadano. Este acceso directo
fomenta en cada habitante de la República una seguridad jurídica, en relación a la
funcionalidad de las instituciones del Estado, así como del resguardo de todos los
derechos que pertenecen tanto a su esfera individual como social. Será necesario,
crear una conciencia social, en el que exista confianza en el sistema de impartición de
justicia, y esta se logra únicamente al crear espacios jurídicos seguros en los que se
puedan reclamar diferencias frente a un Estado objetivo que se encargue de aplicar en
forma jurídicamente correcta de aplicar las leyes emanadas del Poder Legislativo.

4.3 Garantías constitucionales

85
Revista Instituto Interamericano de Derechos Humanos. Acceso a la justicia y derechos humanos de grupos
vulnerables y excluidos en Guatemala. Módulo autoformativo. Agencia Sueca de Cooperación Internacional para el
Desarrollo y Escuela de Estudios Judiciales de Guatemala. San José. 2009. Pág. 8.
73
Como parte de los mecanismos procesales que brindan a cada habitante una certeza
en la protección de los derechos fundamentes constitucionales, se encuentran las
garantías constitucionales. En palabras de Manuel Ossorio, “son las que ofrece la
Constitución en el sentido de que se cumplirán y respetarán los derechos que ella
consagra, tanto en lo que se refiere al ejercicio de los de carácter privado como a los de
índole pública”.86 Agrega a esta definición el autor Héctor Fix Zamudio, indicando que
tales garantías “son instrumentos predominantemente procesales que están dirigidos a
la reintegración del orden constitucional cuando el mismo ha sido desconocido o violado
por los órganos del poder”87.

Las garantías procesales constituyen un mecanismo de acceso a la justicia, a través de


las cuales se solventan reclamos de índole constitucional con el objeto de reivindicar o
reconocer derechos de orden constitucional. En caso de existir reclamo alguno respecto
a alguna violación o falta de reconocimiento, la vía idónea para realizar cualquier
reclamo será entonces las diferentes vías procesales constitucionales que se plantean
en el mismo texto constitucional, desarrollado por una ley especial que brinda certeza
jurídica procesal al reclamo.

Debido a que existen diversidad de derechos fundamentales reconocidos por el texto


constitucional, el legislador y la tradición jurídica han construido diversos mecanismos
de reclamo adecuados su propia naturaleza. Cada proceso se será adecuado a su
objetivo, e intenta constituirse en la vía idónea y efectiva para alcanzar la plena vigencia
del orden constitucional. Para ese efecto es que doctrinariamente se reconocen
diversos procesos constitucionales, que de acuerdo a la división que aporta Alfredo
Goziani88 se clasifican así: “a) los que tienen como finalidad asegurar el principio de la
supremacía constitucional; b) los que garantizan los derechos y garantías individuales;
c) los que tutelan y protegen los derechos colectivos y difusos mediante las llamadas
acciones colectivas”.

86
Osorio, Manuel. Diccionario de Ciencias Jurídicas, Políticas y Sociales. Editorial Heliasta. Buenos Aires. Pág. 453.
87
Zamudo Amudio, Héctor Fix. Veinticinco años de Evolución de la Justicia Constitucional (1940-1962). UNAM.
México. 1968. Págs. 17 y 18.
88
Goziani, Alfredo. El derecho de amparo: los nuevos derechos y garantías del art. 43 de la Constitución Nacional.
Editorial Depalma. Buenos Aires. Pág. 221.
74
Adicional a esta clasificación doctrinaria, existe la que expresamente desarrolla dentro
de la Constitución Política de la República de Guatemala, la cual en su Título VI,
capítulos del I al III, establece tres instituciones que reconoce como garantías
constitucionales para el resguardo del orden constitucional: a) exhibición personal; b)
amparo; y c) inconstitucionalidad de las leyes.

Con relación a la exhibición personal, se indica en el artículo 263 constitucional que


esta garantía resguarda a aquel que se encuentre ilegalmente detenido, preso o
cohibido de cualquier otro modo en su libertad individual, amenazado de la pérdida de
ella o sufriere vejámenes. Por lo tanto, se incorpora dentro del ordenamiento procesal
constitucional con el objeto de resguardar el derecho fundamental de la vida
(incluyendo el resguardo a la integridad personal) y a la libertad del ser humano. Esta
será la vía idónea para recibir cualquier reclamo en violación o amenaza de violación en
contra de los derechos ya indicados.

Respecto del amparo, se indica en el artículo 265 constitucional, que se instituye con el
fin de proteger a las personas contra las amenazas de violaciones a sus derechos o
para restaurar el imperio de los mismos. Se agrega, que no existe ámbito que no sea
susceptible de amparo, por lo que la vía idónea para proteger los derechos que la
Constitución y las leyes garanticen, será el amparo. Se excluirá de este ámbito aquellas
violaciones o amenazas de violación cuya restitución pueda solicitarse a través de una
vía procesal constitucional específica, tal como se analizó anteriormente en relación a la
exhibición personal.

Por último, se regula la garantía constitucional de la Inconstitucionalidad de las leyes.


Esta es desarrollada en los artículos 266 y 267 de nuestra Constitución, existe la
garantía del planteamiento de inconstitucionalidad cuando se promueva como acción,
excepción o incidente; o bien cuando exista una ley de carácter general que contenga
vicio total o parcial de inconstitucionalidad. Esta es una forma específica en la cual se le

75
otorga al ciudadano, luego de cumplir con ciertos requisitos, de ejecutar acciones
concretas en defensa del orden constitucional.

No obstante las anteriores descripciones, para efectos de este estudio, se profundizará


únicamente en el estudio del instituto jurídico procesal del amparo, destacando los
aspectos que hacen de esta institución el mecanismo adecuado para la protección de
los derechos reconocidos en forma constitucional y ordinaria. Específicamente se
ahondará en aspectos en los que sea de relevancia para el tema concreto de los
intereses difusos y su protección y, en su caso, bajo qué supuestos procesales se
produce su admisibilidad.

4.4 Definición doctrinaria de amparo

De acuerdo a Martín Guzmán89, el funcionamiento del amparo deriva de su


imprescindible urgencia de mantener el orden de derecho en que se estructura la
sociedad y los Estados que han incorporado a su legislación este medio adjetivo de
protección a los derechos fundamentales del hombre.

Agrega al respecto Oliver Araujo90 “que los autores que tratan el tema de los derechos
fundamentales insisten en la necesidad de que estos derechos estén acompañados de
las garantías precisas que aseguren su vigencia y efectividad. El apartado de los
instrumentos tutelares constituye el momento de la verdad de los derechos y libertades
fundamentales, pues estos no valen en la práctica sino lo que valen sus garantías. Por
ello, cuando un ordenamiento constitucional se limita a establecer una tabla de
derechos y libertades sin instituir un mínimo sistema tutelar puede razonablemente
pensarse que se trata de una proclamación puramente semántica, cuando no
demagógica, que trata de disfrazar estructuras de poder de signo autocrático”. En tal

89
Guzmán Hernández, Martin Ramón. El Amparo Fallido. Publicación de la Corte de Constitucionalidad. Segunda
Edición. Guatemala, 2004. Pág.23.
90
Araujo, Joan Oliver. El Recurso de Amparo. Facultad de Derecho de Palma de Mallorca. Madrid. 1986. Págs. 24-
27
76
sentido, continua afirmando el autor citado que “si un derecho no protegido no es más
que una formulación carente de eficacia, es notoria la necesidad de articular unos
mecanismos tutelares que permitan preservar y, en su caso, restablecer los derechos
fundamentales y las libertades públicas. Por ello, lo característico de las constituciones
modernas, especialmente de aquellas que se han promulgado tras un período de
autoritarismo y de libertades semánticas y retóricas, es la introducción de un amplio
espectro de garantías formales y estructurales, encaminadas a la salvaguarda de
aquellos derechos y libertades”.

De acuerdo a lo indicado anteriormente, se puede llegar a determinar que el objeto del


amparo es lograr la eficacia y efectiva garantía de los derechos fundamentales a través
de mecanismos procesales que sean idóneos para lograr tal protección. Uno de estos
mecanismos es el del amparo, y por lo tanto constituye una herramienta adecuada para
lograr la garantía de derechos y libertades fundamentales frente a actos de autoridad
que pretenden vulnerarlos, o bien, los vulneran efectivamente.

Para el autor Martín Guzmán91, el amparo se conceptualiza como una institución


jurídica de carácter adjetivo, originada por la necesidad histórico-social de hacer
respetar los derechos consagrados en la ley suprema a favor de los gobernados ante el
poder y autoridad de los gobernantes; o sea, un conducto legal por medio del cual la
persona que hubiere sido afectada en sus derechos fundamentales pueda exigir la
reparación del agravio inferido, en caso que este se hubiera consumado, o la
prevención cuando el acto constituye una mera amenaza de causa de aquel agravio.

Por su parte, Edmundo Vásquez Martínez92 entiende el Amparo como “el proceso
constitucional, especial por razón jurídico material, que tiende a obtener la satisfacción
de una pretensión de mantenimiento o restitución en el goce de los derechos
fundamentales”.

91
Guzmán Hernández, Martin Ramón. Op. Cit. Pág. 28.
92
Vásquez Martínez, Edmundo. El Proceso en Guatemala. Colección Estudios Universitarios. Editorial Universitaria
de Guatemala. Guatemala. 1980. Pág. 107.
77
Joan Oliver Araujo establece que “en el sentido muy amplio se entiende por amparo el
conjunto de instituciones específicamente encargadas de proteger jurisdiccionalmente
los derechos fundamentales y las libertades públicas. Recurso de Amparo es el
instrumento procesal interno, sustanciado ante el Tribunal Constitucional, que tiene por
objeto la protección de los derechos fundamentales y las libertades públicas
reconocidos en la Constitución frente a los actos lesivos, potenciales o actuales, de los
poderes públicos en cualquiera de sus modalidades93”.

Para Héctor Fix Zamudio94, el amparo es un proceso judicial, de rango constitucional,


extraordinario y subsidiario, tramitado y resuelto por un órgano especial, temporal o
permanente, cuyo objeto es preservar o restaurar, según sea el caso, los derechos
fundamentales de los particulares cuando los mismos sufren amenaza cierta e
inminente de vulneración o cuando han sido violados por personas en ejercicio del
poder público. Es un procedimiento armónico, ordenado a la composición de los
conflictos suscitados entre las autoridades y las personas individuales y colectivas por
violación, desconocimiento e incertidumbre de las normas fundamentales.

Agrega Juventino V. Castro95 que el amparo es un proceso concentrado de anulación –


y de naturaleza constitucional– promovido por vía de acción, reclamándose actos de
autoridad y que tiene como finalidad el proteger exclusivamente a los quejosos contra
garantías expresamente reconocidas en la Constitución; contra los actos conculcatorios
de dichas garantías; contra la inexacta y definitiva atribución de la ley al Caso Concreto;
o contra las invasiones recíprocas de las soberanías ya federal, ya estaduales, que
agravien directamente a los quejosos, produciendo la sentencia que conceda la
protección establecer como está en el efecto de restituir las cosas al estado que tenían
antes de efectuarse la violación reclamada –si el acto es de carácter positivo-, o el de
obligar a la autoridad a que respete la garantía violada, cumpliendo con lo que ella
exige, si es de carácter negativo.

93
Araujo, Joan Oliver. Op. Cit. Págs. 41-42
94
Flores Juárez, Juan Francisco. Op. Cit. Pág. 276
95
Loc. Cit.
78
En relación a todas las anteriores definiciones se evidencian puntos en común sobre los
cuales todos los autores encuentran un acuerdo sobre la esencia y el objeto del
amparo. En términos generales, se indica que el amparo es un mecanismo legal, de
naturaleza procesal, a través del cual se pretende la reivindicación o protección de
derechos. Pocos son los autores que dentro de sus mismas definiciones incluyen
presupuestos procesales de admisibilidad de estas acciones, pues evidentemente los
presupuestos procesales sirven únicamente para restringir la interposición y viabilidad
de la acción, sin que estos sean parte fundamental de su esencia.

En este orden de ideas, será necesario estar a lo indicado por los autores en forma
general, en el sentido de reconocer al amparo como un mecanismo procesal
constitucional que busca, a través de su resolución, la restitución del goce pleno de un
derecho constitucional u ordinariamente protegido por ley. La esencia del amparo será,
entonces, el denunciar limitaciones arbitrarias a derechos fundamentales por parte de
entidades individuales o jurídicas, privadas o públicas, que no poseen legitimación para
invadir la esfera de derechos que resguarda el Estado.

4.5 Definición legal de amparo

Normativamente, en Guatemala, tanto en la Constitución Política de la República de


Guatemala como en la Ley de Amparo, Exhibición Personal y Constitucionalidad, se
brindan definiciones concretas sobre el objeto y alcance del amparo. Respeto a la
primacía constitucional, se estudiará primero lo establecido por la Constitución Política
de la República de Guatemala, la cual en su artículo 265 define que “se instituye el
amparo con el fin de proteger a las personas contra las amenazas de violaciones a sus
derechos o para restaurar el imperio de los mismos cuando la violación hubiere
ocurrido. No hay ámbito que no sea susceptible de amparo, y procederá siempre que
los actos, resoluciones, disposiciones o leyes de autoridad lleven implícitos una
amenaza, restricción o violación a los derechos que la Constitución y las leyes
garantizan”.

79
Importante es realizar especial énfasis en que dentro de la definición constitucional de
amparo, se indica que la finalidad u objetivo es la de proteger a “las personas” contra
las amenazas “a sus derechos” o para restaurar el imperio de los mismos cuando la
violación ya hubiere ocurrido. Esto quiere decir, que no se limita dentro del texto la
legitimación del sujeto reclamante ni el tipo de derecho que resguarda. En su esencia
constitucional, la definición de amparo no se ve limitada por presupuestos procesales
de legitimación activa estricta, que han sido impuestos a través de jurisprudencia
constitucional susceptible de ser modificada en forma fundamentada.

Por su parte, la Ley de Amparo, Exhibición Personal y de Constitucionalidad, en su


artículo 8 indica que el objeto del amparo es el de proteger “a las personas contra las
amenazas de violaciones a sus derechos o restaura el imperio de los mismos cuando la
violación hubiere ocurrido. No hay ámbito que no sea susceptible de amparo y
procederá siempre que los actos, resoluciones, disposiciones o leyes de autoridad
lleven implícitos una amenaza, restricción o violación a los derechos que la Constitución
y las leyes garantizan”.

Este artículo es básicamente una réplica del precepto constitucional anteriormente


citado, por lo que deviene innecesario comentar nuevamente lo ya mencionado en
relación a los presupuestos procesales que se han generado en forma jurisprudencial
en relación al amparo.

4.6 Elementos del amparo

Existe un sinnúmero de autores que se han dedicado a desarrollar doctrinariamente el


contenido de la institución del amparo. Los estudios sobre la temática reflejan la
coincidencia en cuanto a señalar los elementos de ese instituto jurídico procesal. En la
obra del autor Francisco Flores96 se explica en forma bastante sencilla y didáctica tales
elementos, tomando en cuenta las características del amparo guatemalteco. Estos son:

96
Flores Juárez, Juan Francisco. Constitución y Justicia Constitucional. Apuntamientos. Impresos. Guatemala. 2009.
Pág. 274.
80
a) Es indispensable que exista un nexo de autoridad; generalmente se concibe a la
autoridad como una potestad que ejerce, en exclusiva, el Estado, ente investido de
poder de imperio, el cual es uno de los elementos que conforma su naturaleza y lo hace
garante de la eficacia y observancia del orden público. Sin embargo el vínculo de
supraordinación, propio de las relaciones entre el Estado y los ciudadanos, también
puede existir en el ámbito privado como lo reconocen los artículos 9 y 10 de la Ley de
Amparo, Exhibición Personal y de Constitucionalidad (LAEPC).

b) Un elemento subjetivo, configurado en las personas que intervienen en la relación de


autoridad: El ente depositario de la misma se extralimita, al punto de la arbitrariedad,
afectando la esfera de derechos de otra persona, que se identifica como agraviado.

c) Un elemento conductual, constituido por el proceder, activo u omisivo, de quien


ejerce la autoridad, identificado como acto reclamado, el cual, lógicamente, conlleva
inobservancia de la ley y por tanto lesiona la esfera de derechos del postulante.

En sentencia de la Corte de Constitucionalidad, emitida el siete de marzo del dos mil


doce, expediente 5120-2011, se establecen las características de la autoridad:

“Reiterada jurisprudencia de esta Corte ha establecido que un acto de autoridad,


para ser examinado por la vía del amparo, debe revestir las siguientes
características: a) la unilateralidad por la que es suficiente la voluntad de quien
emite o realiza el acto, sin necesidad o consentimiento de aquel hacia quien el
acto se dirija; b) imperatividad, por la cual el actuante se encuentra en situación
de hegemonía frente a otro, cuya voluntad y conducta subordina o supedita; y c)
la coercitividad que consiste en la capacidad para hacerse obedecer por el sujeto
a quien se dirija..”

Como se puede apreciar, estos elementos son generales y de aceptación básica para
los órganos de impartición de justicia constitucional. Las definiciones de tales elementos

81
no son absolutas, puesto que es a través de los pronunciamientos jurisdiccionales
constitucionales como se han logrado delimitar los alcances de aquellos teniendo
singular importancia los fallos para definir lo relativo a la procedencia de la garantía
constitucional.

4.7 Principios que rigen al amparo

Adicional a los elementos, existen ciertos principios doctrinarios que son igualmente
reconocidos en forma casi general por la gran mayoría de autores. Se tomará el estudio
del autor Martín Guzmán97 como referencia con relación a estos principios:

a. Iniciativa o instancia de parte: el amparo obedece siempre al impulso del


agraviado, nunca puede operar oficiosamente y por una cuestión de simple
lógica jurídica, es indispensable su promoción por parte del afectado. Al
respecto, el máximo tribunal constitucional ha sostenido lo siguiente:

…esta Corte ha sustentado que para acudir a esta vía del amparo es necesario
cumplir con determinados presupuestos procesales, entre los que está la
obligación del solicitante de señalar concretamente el o los actos reclamados,
porque debe existir una relación directa entre la violación que se denuncia, el
agravio causado y el acto reclamado; de manera que, si del examen obligado
que se hace del referido acto, se establece que este es el causante de la
violación del agravio, el tribunal de amparo pueda declarar que esto no obliga
al postulante y, por consiguiente, se deja en suspenso en cuanto a él…”
Expedientes 135-2000, 714-2000 y 289-2000.

Esta sentencia refleja el principio general de la necesidad de existencia de un sujeto


que indique la violación que denuncia. En otras palabras, como presupuesto
procesal se exige la existencia de un sujeto que indique al tribunal constitucional el
agravio causado en su contra y el acto reclamado. Por otro lado, en sentencia de

97
Guzmán Hernández, Martín Ramón. Op. Cit. Pág. 30
82
fecha once de octubre del dos mil seis, dentro del expediente 1356-2006, dictada por
la Corte de Constitucionalidad en Sentencia de Apelación de Amparo, en el caso de
la Procuraduría General de la Nación contra Informes en Red, Sociedad Anónima,
se indica:

“Respecto de la actividad que se señala como restrictiva de derechos


fundamentales, en el proceso de amparo quedó determinado lo siguiente: La
sociedad accionada no ha negado el haberse dedicado al procesamiento y
posterior comercialización de información electrónica de personas, lo cual,
según quedó acreditado, realizaba por medio del Portal de Internet de su
propiedad denominado “ Infor.net” en el que, según el material probatorio
aportado al proceso, se indica que tal sociedad proporciona, por medio de
dicho Portal y como el producto más solicitado, el de consultas que tienen
“ como finalidad mostrar datos generales, referencias comerciales, judiciales,
mercantiles y de prensa [obviamente, de una persona determinada] , que
permiten al usuario realizar análisis y evaluaciones en el otorgamiento de
créditos y otras actividades comerciales” , para que con ello se reduzca el
riesgo en ciertas operaciones realizadas por parte de quienes adquieren dicho
servicio. Se expresa también, en dicho Portal, que la labor de proporcionar tal
información (desde luego, previo pago del costo de acceder a la misma) es una
labor de intermediación en el traslado de dicha información, y con ello pretende
justificar que aquellas referencias judiciales que informan sobre “ demandas,
querellas o denuncias presentadas, no reflejan el resultado de los juicios ni
desistimientos o sobreseimientos” , lo que deja entrever una aceptación tácita
respecto de la falta de actualización de la información que comercializa. La
sociedad accionada tampoco ha controvertido la veracidad de la imputación, a
ella dirigida, de haber proporcionado a terceras personas referencias
personales de la persona a cuyo favor se solicitó amparo, ni acreditó que dicha
persona no estuviese contenida en la base de datos de la que dimana la
información que comercializa, hasta antes de afrontar un proceso penal,
consecuencia del cual dice haber suspendido sus actividades comerciales. Sin

83
que esta decisión influya de manera determinante en el proceso penal a que la
sociedad accionada ha hecho referencia en el proceso de amparo, pero sí con
el ánimo de proteger de violación el derecho a la autodeterminación informativa
que asiste a Fredy Rafael Arriola Arévalo, que podría verse eventualmente
amenazado si tal sociedad reinicia nuevamente la actividad de comercialización
de información antes indicada, se llega a la conclusión final que debe
confirmarse el otorgamiento del amparo acordado en la primera instancia de
este proceso constitucional, a efecto de mantener a la persona antes citada en
el efectivo goce de ese derecho, y con el objeto de positivar el mismo, debe
ordenarse a Informes en Red, Sociedad Anónima, excluir de dicha
comercialización cualquier información o dato personal de Fredy Rafael Arriola
Arévalo”.

Con esta resolución se denota, que no obstante existe dentro de la citada resolución
un análisis jurídico racional que señala la existencia de agravios a derechos
constitucionales cometidos por la entidad impugnada, la Corte de Constitucionalidad
únicamente otorga la protección del amparo al sujeto que directamente acude a
solicitar la protección del amparo, requiriendo en consecuencia en forma tácita la
solicitud de cada interesado en forma personal para hacer cesar violaciones a sus
derechos personales fundamentales.

b. Prosecución procesal: el amparo, siendo un proceso, conlleva el agotamiento de


diversas fases fundadas en la dialéctica hegeliana: existe una tesis contenida en
la demanda, relativa al hecho agraviante atribuido a un ente investido de
autoridad y, por parte de este, se produce una antítesis. El juez conclusivamente
elaborará una síntesis.

c. Relatividad de la sentencia de amparo: “este principio hace que el efecto de la


sentencia que conceda la protección constitucional solicitada se constriña
exclusivamente al accionante…”98.

98
Ibid. Pág. 31
84
De acuerdo al doctrinario Martín Ramón Guzmán Hernández99, este principio hace que
el efecto de la sentencia que conceda la protección constitucional solicitada se
constriña exclusivamente al accionante, de manera que quien no haya sido
expresamente amparado no puede beneficiarse con la apreciación dictada acerca de la
anticonstitucionalidad del acto contra el cual se reclama. Por lo mismo, quien no haya
sido amparado está obligado a acatar lo ordenado en el acto que fue particular y
personalmente dejado sin efecto.

Esta regla puede ser ampliada en lo relativo a la autoridad responsable de la emisión


del acto anticonstitucional, pues solamente respecto de esta surte efectos la sentencia,
por lo que únicamente ella tiene el deber de obedecerla.

Ignacio Burgoa, citado por Martín Guzmán, hace referencia al pronunciamiento que se
emite en el amparo y precisa que este, “será siempre tal, que solo se ocupe de
individuos particulares, limitándose a ampararlos protegerlos en el caso especial sobre
el que verse la queja, sin hacer una declaración general respecto de la ley o acto que la
motivare”.

Existen diversas sentencias de la Corte de Constitucionalidad relacionadas con la


relatividad del fallo en el amparo; y por su utilidad con el tema se hace referencia a
estos pronunciamientos, que se han venido reiterando en forma continuada. La primera
resolución se refiere a la dictada por la Corte de Constitucionalidad dentro del
expediente 1288-2000, sentencia del veintidós de agosto de dos mil uno, la cual
refiriéndose a este principio, asentó:

“En cuanto a que los actos reclamados afectaron derechos de terceras


personas, esta Corte observando jurisprudencia consistente emanada por este
tribunal en cuanto a la legitimación del solicitante y atendiendo al principio de
relatividad de la sentencia de amparo, concluye que el postulante carece de

99
Loc. Cit.
85
legitimación activa para solicitar amparo a favor de terceras personas, pues si
los actos de autoridad contra los que se reclama eventualmente pudieron
causar agravios a terceros, es a estos a quienes competía promover las
acciones correspondientes en resguardo de sus derechos.”

En este mismo sentido ha resuelto la Corte de Constitucionalidad con posterioridad, tal


como se puede apreciar en las siguientes resoluciones:

Sentencia de apelación de amparo, emitida por la Corte de Constitucionalidad dentro


del expediente 1268-2004, con fecha nueve de noviembre del dos mil cuatro, que
indica:

“Sin perjuicio de la decisión estimatoria que ha de asumirse en esta sentencia,


de acuerdo con lo antes expuesto, esta Corte considera necesario establecer
los siguientes aspectos: 1. Que la resolución de tres de marzo de dos mil
cuatro, recurrida mediante reposición por los solicitantes de amparo, solamente
afecta -según su tenor literal- a Medardo Jiménez González, Ardani Jiménez
López, Adán Cruz Jerónimo y Clodomiro Leonel Jiménez López, no así a
Medardo Jiménez López y a Rocael Reyes Jiménez. 2. No obstante lo anterior,
estos últimos (Medardo Jiménez López y Rocael Reyes Jiménez), también
solicitaron amparo, sin que lo resuelto en el recurso de reposición variara su
situación jurídica en el proceso penal. Aplicando a todo ello los principios de
existencia de agravio personal y directo y relatividad de la sentencia de
amparo, esta Corte concluye que respecto de aquellos a quienes no afecta en
su esfera jurídica lo resuelto en el acto reclamado, debe denegarse la
protección constitucional solicitada por ellos, y así debe declararse en esta
sentencia”.

Sentencia de apelación de amparo, emitida por la Corte de Constitucionalidad dentro


del expediente 2144-2009, con fecha veintidós de septiembre del dos mil nueve.

86
“El principio doctrinario citado se encuentra recogido en la legislación
guatemalteca en el artículo 49 de la Ley de Amparo, Exhibición Personal y de
Constitucionalidad, que establece que uno de los efectos del otorgamiento del
amparo es dejar en suspenso, en cuanto al reclamante, el reglamento,
resolución o acto impugnados. La frase que se consignó en negrillas no
aparece resaltada en el texto original pero se transcribe de esa forma para
denotar que, según disposición del legislador constituyente, la protección
constitucional del amparo sólo debe aprovechar a quienes hayan acudido
directamente a solicitarla. Razón por la cual por virtud de este amparo no
puede restituirse en un derecho de propiedad a personas distintas de los
postulantes. Si los terceros interesados resienten afectación en sus derechos,
deben instar directamente la vía del amparo, sin que en su caso pueda
aducirse extemporaneidad dado que, según jurisprudencia asentada por esta
Corte, las violaciones que se causen al derecho de propiedad por actos
anómalos como el denunciado, son de tracto sucesivo.

Como resultado de los anteriores razonamientos, se concluye que debe


confirmarse la decisión de otorgar el amparo a favor de los postulantes, no a
así de los terceros interesados, por lo que tal concesión debe revocarse,
procediendo a circunscribir los efectos de la protección constitucional en la
forma en que se indica en la parte resolutiva de este fallo”.

No obstante la jurisprudencia citada, recientemente la Corte de Constitucionalidad ha


declarado la existencia de cierta amplitud en relación a este principio. Específicamente
se hace alusión a la sentencia de fecha diecinueve de enero del dos mil doce, dictada
dentro del expediente 856-2011, la cual indica:

“Esta Corte, estima oportuno resaltar que para el efectivo cumplimiento del
presente fallo, los efectos de éste deben extenderse al Ministerio de Salud
Pública y Asistencia Social, por ser la entidad encargada de adquirir los
medicamentos respectivos mediante los procedimientos administrativos
establecidos en la ley, situación que es factible por constituir una excepción a la
87
ampliación del principio de relatividad de la sentencia de amparo en cuanto a la
autoridad reclamada, puesto que si bien la sentencia de amparo únicamente
surte efectos con relación al sujeto pasivo, la suspensión del acto reclamado
debe ser observada por la totalidad de las autoridades que tengan
conocimiento de la misma y que deban colaborar en su ejecución, aún cuando
no hayan sido parte en el proceso de amparo respectivo, siendo esta última
circunstancia la que concurre respecto del Ministerio referido, quien por la
naturaleza de sus funciones tiene que abastecerse del medicamento requerido
por la interesada y así coadyuvar al cumplimiento debido del presente fallo.
(…)”

La importancia de este fallo, radica en que las estimaciones que realiza la Corte de
Constitucionalidad se plantean con el objeto de velar por la protección del bien
común, velando por la protección efectiva de derechos fundamentales de un grupo
de personas que pudieran verse afectadas por el mismo acto reclamado. A criterio
de la investigadora, la anterior resolución se emitió dentro de los límites legales
establecidos para la interposición y resolución del planteamiento de un amparo, sin
que se contraríen o vulneren derechos humanos; modificando únicamente
interpretaciones doctrinarias respecto a este principio.

En todo caso, el tribunal constitucional únicamente emitió su resolución con el objeto


de lograr una mayor protección a derechos humanos, limitando para el efecto
facultades del Estado que lesionan este tipo de derechos. Se estima que esta
resolución respeta lo que se establece en el artículo 2 de la Ley de Amparo,
Exhibición Personal y de Constitucionalidad, dentro del cual se indica que la ley
podrá interpretarse en forma extensiva a manera de procurar la adecuada protección
de los derechos humanos y el funcionamiento de las garantías y defensas del orden
constitucional. Para el caso objeto de estudio, se considera que es posible
jurídicamente ampliar el ámbito interpretativo del principio de la relatividad de la
sentencia del amparo, siempre y cuando este cambio en criterios de admisibilidad
sea fundamentada y se dicte dentro del ámbito legal vigente, procurando una

88
correcta protección de los derechos humanos frente a los poderes administrativos
del Estado.

d. Definitividad: Está reconocido en el artículo 19 de la LAEPC, al establecerse lo


siguiente: “para pedir amparo, salvo casos establecidos en esta ley, deben
previamente agotarse los recursos ordinarios judiciales y administrativos, por
cuyo medio se ventilan adecuadamente los asuntos de conformidad con el
principio del debido proceso.”

En forma adicional autores y jurisprudencia que a continuación se menciona consideran


como principios adicionales del amparo, los siguientes:

e.El principio de agravio (personal y directo): Dentro de la investigación se pondrá


especial énfasis al supuesto de la existencia de un agravio personal y directo
para fundamentar la procedencia del amparo. Al respecto, la Corte Suprema de
la Nación de México100 afirma que el término agravio debe entenderse como todo
menoscabo y toda ofensa a la persona, sea esta física o moral; menoscabo que
puede ser o no ser patrimonial, siempre que sea material y apreciable
objetivamente. Esto es que la afectación que aduzca el quejoso, ocurrido en
detrimento de sus derechos e intereses, debe ser real. Además, debe recaer en
una persona determinada, es decir, concretarse en esta y no ser abstracto o
genérico. Por otro lado, debe ser de realización pasada, presente o inminente, o
sea que debe haberse producido, estarse afectando en el momento de la
promoción del juicio o ser inminente, más no simplemente eventual, aleatorio,
hipotético. De esa cuenta, los actos simplemente “probables” no engendran
agravio, ya que resulta indispensable que aquellos existan o que haya elementos
de los que pueda deducirse su realización futura con certeza.

100
Suprema Corte de Justicia de la Nación. Manual del Juicio de Amparo. Editorial Themis. México. 1998. Pág. 65
89
Para Ignacio Burgoa101 la presencia del daño es el elemento material. Pero no basta
que exista dicho elemento para que una determinada actividad o una omisión pueda
considerarse agravio desde el punto de vista jurídico, pues es menester que sea
causado o producido en determinada forma. Esta forma se refiere al que el agravio
debió de haber sido causado por una autoridad pública, en el ejercicio de un poder
público. No obstante lo indicado por el autor, es importante hacer mención que dentro
de la legislación guatemalteca, específicamente en el artículo 9 de la Ley de Amparo,
Exhibición Personal y Constitucionalidad, se admiten ciertas excepciones, ya que se
indica que podrá solicitarse el amparo contra entidades descentralizadas o autónomas,
las sostenidas con fondos del Estado creadas por ley o concesión o las que actúen por
delegación de los órganos del Estado. Asimismo, podrá solicitarse contra entidades a
las que debe ingresarse por mandato legal y otras reconocidas por ley, tales como
partidos políticos, asociaciones, sociedades, sindicatos, cooperativas y otras
semejantes. Inclusive, de acuerdo al artículo 10 del mismo cuerpo legal citado,
procederá el planteamiento del amparo a entidades de derecho privado cuando
provenga de éstas una situación que sea susceptible a un riesgo, amenaza, restricción
o violación a los derechos que la Constitución y las leyes de la República de Guatemala
reconocen.

No obstante esta excepción, continúa manifestando Ignacio Burgoa al describir los


elementos del amparo que “en cuanto el elemento subjetivo, necesita ser
eminentemente personal, es decir, que recaiga precisamente en una persona
determinada, bien física o moral. De ese modo, todos los daños y perjuicios en que
puede manifestarse el agravio, que no afecten a una persona concretamente
especificada, no pueden reputarse como agravio desde el punto de vista constitucional
y de ahí que no produzcan la procedibilidad del amparo”102. Para Martín Guzmán103, el
agravio es la afectación a la esfera patrimonial o personal de una persona producido
por acción u omisión del ente investido de autoridad.

101
Burgoa, Ignacio. Op. Cit.
102
Ibid.
103
Guzmán Hernández, Martin Ramón. Op. Cit. Pág. 35
90
Los elementos del agravio, de acuerdo al pronunciamiento de la Corte de
Constitucionalidad contenido en el expediente 4337-2010, en sentencia de apelación de
amparo de fecha catorce de diciembre del dos mil once, son:

“Constituye presupuesto del amparo el hecho de que quien lo postula


demuestre que el acto contra el cual reclama haya provocado agravio directo
en la esfera jurídica que le es propia, sea en su persona o en su patrimonio,
dado que la legitimación activa para instar aquella garantía constitucional
corresponde con exclusividad a quien tiene interés en el asunto; la noción
anteriormente explicada excluye, por tanto, la posibilidad del ejercicio de acción
popular en ese particular ámbito. Dicho presupuesto se deduce al interpretar el
contenido de los artículos 8º, 20, 23, 34 y 49 inciso a) de la Ley de Amparo,
Exhibición Personal y de Constitucionalidad, en los que figuran los conceptos
de "sus derechos", "afectado", "hecho que lo perjudica", "derechos del sujeto
activo", "interés directo", "ser parte", o tener "relación directa con la situación
planteada". Concordante con la premisa enunciada, la doctrina asentada por
este Tribunal expresa que para que se configure en un particular caso la
producción de un agravio directo, han de concurrir cuatro puntuales elementos,
a saber: i) el material u objetivo, que consiste en el daño o perjuicio inferido a
cualquier gobernado en relación con los derechos fundamentales de que es
titular; ii) el subjetivo pasivo, que lo integra la persona a quien la autoridad
infiere el agravio; iii) el subjetivo activo, que se constituye por la autoridad que
al realizar un hecho positivo o negativo infiere el agravio a un gobernado; iv) el
formal, que consiste bien en la forma por la que se provoca el agravio
(resolución, ley o acto vulnerante), o en el precepto que reconoce o contempla
el derecho que ha sido menoscabado por el acto reprochado. La idea anterior
revela que para que se configure como tal, el agravio debe guardar las
características de personal, directo y objetivo. Personal significa que la persona
que intente la acción de amparo debe ser precisamente el titular de los
derechos subjetivos públicos que la Constitución u otras leyes reconocen a
favor del gobernado. Directo implica el menoscabo de esos derechos que el
gobernado tiene, y que mediante el acto de autoridad que se reputa violatorio
91
afecta necesariamente al titular de los mismos, pero no a ninguna otra persona.
Objetivo significa que no deben concurrir cuestiones de orden subjetivo, esto
es, que por medio del análisis que realice el Juez del amparo encuentre que
efectivamente se han violado en perjuicio del quejoso los derechos
fundamentales del que es titular, motivo por el cual no han de tomarse en
consideración los elementos o cuestiones de índole meramente subjetiva que
aquél haya expresado en su demanda”.

Esta última resolución recoge lo que en el ámbito del derecho procesal se conoce como
los “presupuestos procesales del amparo”, los cuales se han venido forjando a través
de la jurisprudencia de los tribunales constitucionales. La importancia de estos
presupuestos procesales radica en a través de la evaluación de los mismos es que se
van perfilando el alcance o no de las pretensiones de los amparos planteados, ya que
estos presupuestos procesales son utilizados como fundamento de los criterios
judiciales, tanto en la fase de admisibilidad del amparo como en la determinación del
otorgamiento del amparo. De acuerdo a lo desarrollado en la investigación, se
determina que legal y judicialmente se ha exigido en el planteamiento de amparos, la
demostración de existencia de un agravio personal y directo a través del acto
reclamado. Se denota que en relación a este principio no se requiere que el agravio sea
personalísimo e individual, sino que requiere únicamente la circunstancia de padecer
algún vejamen en contra de derechos que reconoce la ley.

4.8 Legitimación del Procurador de los Derechos Humanos y del Ministerio


Público para la interposición del amparo

Juan Francisco Flores104, con relación a la legitimación del Procurador de los Derechos
Humanos y del Ministerio Público para solicitar protección constitucional contra actos de
autoridad, indica que el principio del agravio personal y directo no aplica; por tal razón,
el primero puede instar el amparo en defensa de los intereses difusos y el segundo en

104
Flores Juárez, Juan Francisco. Op. Cit. 295.
92
defensa de los intereses que le corresponden, tal y como lo regula el artículo 25 de la
Ley de Amparo, Exhibición Personal y Constitucionalidad –LAEPC–.

Sobre este tema, agrega Juan Oliver Araujo105 que el concepto legitimación pública
como la legitimación que se le asigna al Procurador de Derechos Humanos y al
Ministerio Público (o a cualquiera otras denominaciones que se les dé según la
legislación nacional aplicable), cuyo fundamento ha de buscarse en la específica
función de salvaguardia de los derechos fundamentales que se les asignan a estos dos
órganos.

Para explicar la mencionada legitimación, el citado autor expone que “en consonancia
con lo anterior, cada vez que el poder público viola un derecho fundamental no estamos
solo ante un conflicto intersubjetivo entre el lesionado y el (…) causante de la infracción,
sino que la presunta violación trasciende el ámbito de lo singular, porque el conjunto de
la sociedad tiene un manifiesto interés en que sean respetados por parte de cualquier
autoridad pública los derechos y libertades fundamentales. Esta es (…) la razón
profunda de que la Constitución también otorgue legitimación para interponer (…)
Amparo al Defensor del Pueblo y al Ministerio Fiscal. Legitimación que, como se
desprende de cuanto antecede, es directa y no por sustitución procesal de la persona
afectada”. Agrega que “un importante sector de la doctrina ha entendido que, sin
perjuicio de la labor correctora de la pasividad de los lesionados, la legitimación del
Defensor del Pueblo –homólogo del Procurador de Derechos Humanos– y del Ministerio
Fiscal –homólogo del Ministerio Público– se deberá orientar fundamentalmente a la
tutela de los intereses sociales, colectivos e incluso difusos, siempre que sean
encuadrables dentro del marco constitucionalmente garantizado”. Asegura ese autor
que “tal interpretación se ha defendido alegando que de ordinario dichos intereses
tendrán un difícil acceso a los tribunales, bien por razones estructurales del proceso o
bien por siempre inhibición de los presuntamente lesionados ante la perspectiva de un
proceso, largo, costoso y de resultado altamente incierto.”.

105
Guzmán Hernández, Martín Ramón. Op. Cit. Pág. 74
93
Sobre esta particular legitimación la Corte de Constitucionalidad en sentencia del siete
de octubre de mil novecientos noventa y nueve, proferida dentro del expediente 463-99,
Gaceta número 53, declaró:

“…La Constitución ha instituido el amparo (artículo 265) como medio protector


de la persona a fin de preservarle de amenaza de violación a sus derechos o, si
esta ya ocurrió, para restablecer su imperio, garantía que confirma el artículo
8vo de la ley de este tribunal; de manera que obra como presupuesto
indispensable que sea quien se estime agraviado concurra a denunciarlo.
Como excepción a la ley antecedida solo habilita al Ministerio Público y al
Procurador de Derechos Humanos la acción popular (artículo 25)… Consta en
autos que la accionante pidió tener por acreditada la representación de los
habitantes del ‘Asentamiento La Paz’ con la fotocopia del acta notarial,
autorizada en el municipio de San José Pinula, departamento de Guatemala,...
por el notario… en la que se documentó la elección como su representante
legal ante los tribunales de justicia, en tanto obtuvieran su personería legal. La
acción fue denegada con base en los artículos del 188 al 195 de la Ley del
Organismo Judicial, que regulan, en lo que concierne a los mandatarios
judiciales, que no reconocen la facultad de representar a terceros en la forma
que lo pretende la postulante. Tal denegatoria tiene sustento, porque la
Constitución y la Ley de la materia habilitan el amparo para evitar amenaza de
violación de derechos, o si ya hubiesen ocurrido, para restaurar su imperio a
toda persona que denuncie y evidencie hallarse en cualquiera de esas
circunstancias; es decir, que se trata de proteger a las personas que se
estimen agraviadas. Lo anterior revela que la acción tiene por regla general,
carácter personal. Puede, sin embargo, pedirse la protección de terceros en
acción popular, solo si esta es instada por el Ministerio Público o por el
Procurador de Derechos Humanos únicos funcionarios a quienes la ley de la
materia (artículo 25) confiere legitimación para ese propósito…”.

94
En esta sentencia cabe hacer mención a una circunstancia por demás interesante, ya
que en la misma se menciona el término de “acción popular”. De acuerdo a esta
resolución existirá facultad únicamente de parte del Ministerio Público o de parte del
Procurador de Derechos Humanos para reclamar la protección de terceras personas,
indicando que este tipo de acción constituye una acción popular, y que de acuerdo a la
legislación vigente, esta acción únicamente le corresponde a las referidas entidades
públicas. Por lo tanto, únicamente se le está confiriendo facultades para el reclamo de
derecho de terceras personas únicamente a estas entidades.

4.9 Legitimación específica del Ministerio Público

Establece el autor Juan Francisco Flores Juárez106, que la Ley de Amparo, Exhibición
Personal y Constitucionalidad otorga al Ministerio Público dos formas de intervención en
el amparo: la primera, de orden general, está prevista en los artículos 35 de la Ley
referida y 15 del acuerdo 4-89 de la Corte de Constitucionalidad, por cuya virtud al
Ministerio Público debe vinculársele como parte, obligadamente, en todos los procesos
de amparo. Tal vinculación se basa, principalmente, en que los artículos 251 de la
Constitución Política de la República y 1 del decreto 40-94 del Congreso de la
República, Ley Orgánica que rige a ese órgano, lo conceptúan, en conjunto, como una
institución auxiliar de la administración pública y de los tribunales, que debe velar por el
estricto cumplimiento de las leyes del país.

De ahí que, según las normas, señaladas, al Ministerio Público le corresponde, en el


ámbito del amparo, orientar y coadyuvar, exponiendo su criterio jurídico, en la labor de
administración de justicia que desarrollan los tribunales de justicia constitucional. La
segunda, de carácter específico, le atribuye legitimación activa para accionar por sí el
amparo; pero esta vez deberá atenderse a aquel párrafo que le limita la facultad solo a
los casos en que debe “protegerse intereses que le han sido encomendados”. Para
determinar tales intereses, debe estar a lo que preceptúan los artículos 251 de la
Constitución y 1 del decreto 40-94 del Congreso de la República, que le atribuyen el

106
Flores Juárez, Juan Francisco. Op. Cit. 298.
95
ejercicio exclusivo, en nombre del Estado, de la acción penal pública. De esa manera, si
el Ministerio Público es el ente que tiene a su cargo el referido ejercicio, será a este al
que le corresponde también, por seguimiento lógico, el ejercicio de la acción de amparo
cuando en los procesos penales respectivos se hubiere vulnerado o restringido, en
perjuicio del Estado mismo, un derecho fundamental.

Por su parte, indica Gilbert Armijo107 que “el Ministerio Público no es el órgano
apropiado por carecer de los mecanismos para litigar. Para Almagro Nosete108, incide
en esta situación lo que denomina la “conflictividad social”, pues enseña que en los
procesos donde existen de por medio intereses difusos, estos pueden hacer peligrar la
neutralidad y objetividad del Ministerio Público”.

De acuerdo a lo indicado por ambos doctrinarios, el Ministerio Público no es


considerado procesalmente como una entidad pública que posea los mecanismos
adecuados de litigio, circunstancia necesaria para poder lograr una efectiva defensa de
derechos frente a autoridades judiciales a través de la interposición de acciones de
defensa y su efectivo seguimiento procesal. Además, se considera válida la
observación del segundo autor citado, al indicar que esta entidad pública requiere en el
desarrollo de sus actividades de litigio respeto a principios básicos de neutralidad y
objetividad, pues realiza actividades y labores de investigación, en donde deberá de
actuar con una actitud neutral.

4.10 Legitimación específica del Procurador de Derechos Humanos

De acuerdo al autor Juan Francisco Flores,109 al igual que el Ministerio Público, en la


segunda de las formas de intervención en el amparo descritas, la institución del
Procurador de Derechos Humanos encuentra legitimación para solicitar tutela
constitucional en aquellos casos en que debe buscar “proteger los intereses que le han
sido encomendados”. Para determinar esos intereses debe estar a lo que establecen

107
Armijo Sancho, Gilbert Antonio. Op. Cit. Pág. 47.
108
Nosete, Almagro. Op. Cit. Pág.15.
109
Flores Juárez, Juan Francisco. Op. Cit. Pág. 301.
96
los artículos 275 de la Constitución Política de la República y 8 del Decreto 54-86 del
Congreso de la República, Ley de la Comisión de los Derechos Humanos del Congreso
de la República y del Procurador de Derechos Humanos, los cuales le atribuyen la
actividad de “defensa de los derechos humanos”.

Continua estableciendo el autor, que bien es sabido que, para desarrollar dicha
actividad, al Procurador de los Derechos Humanos le está atribuida la facultad de dictar
resoluciones por medio de las cuales emite condena contra entes estatales o de otra
índole que hayan incurrido en violación de derechos fundamentales. Sin embargo, tal
condena es de carácter estrictamente moral o de conciencia; de ahí que sus
resoluciones no tengan fuerza coercitiva o de ejecución. Esta razón hace que la citada
institución tenga que valerse de otros instrumentos, tales como del amparo, para lograr,
ya en forma coercitiva, la reparación de la lesión que se causó a los referidos derechos.
Empero, por tener un alcance muy general el concepto de defensa de los derechos
humanos, ya aludido, se considera que es aplicable aquella restricción ya explicada en
cuanto a que la mencionada legitimación debe orientarse “fundamentalmente a la tutela
de los intereses sociales, colectivos e incluso difusos, siempre que sean encuadrables
dentro del marco constitucionalmente garantizado”.

El Procurador de los Derechos Humanos podrá actuar entonces en dos distintos


ámbitos, tanto en el área administrativa como en el área judicial. Sus funciones se
encuentran reguladas en ley, y posee facultades para actuar en defensa de los
derechos humanos de la totalidad de la población, ya que esa es su función principal.
Ejerce una vigilancia constante sobre todos los actos y resoluciones que pudieran
generar lesión o amenaza de lesión a derechos humanos, teniendo el deber y las
facultades suficientes para exigir administrativa o judicialmente la restitución de tales
derechos.

97
Sobre el mismo tema, agrega Cynthia Fernández110, que el Procurador asume la
condición de comisionado del Congreso, facultado para “…supervisar la
administración”. Ha sido por medio de la jurisprudencia constitucional, particularmente
las resoluciones de la Corte de Constitucionalidad, que se ha definido sus facultades
concretas, con un objetivo doble: “…asegurar un adecuado funcionamiento de la
actividad administrativa y tutelar los derechos de las personas frente a la
administración111”, y también este tipo de tutela ha sido explicitado así: “dichos
intereses son los difusos, que son aquellos que dada la abstracción de un acto de
autoridad de carácter general o disposición normativa de que se trate –sin perjuicio de
la concreción que pueda darse en el caso–, no cuentan con un sujeto determinado a
quien asista el derecho que se busca proteger o que resulte individualmente afectado
por la obligación que se impone, puesto que, además de la defensa en forma individual
pueda hacer a cada persona que resulte afectada, el Procurador de los Derechos
Humanos está llamado a proteger los derechos de la colectividad, el bien común112”.

En consecuencia se determina la importancia de las funciones del Procurador de


Derechos Humanos, pues no obstante éste es un comisionado del Congreso, su
función es la de ejercer un control a los actos de administración así como de su efectivo
funcionamiento. Para la presente investigación, se considera de importancia la función
que ejerce el Procurador en relación a la tutela de los derechos de las personas, ya que
podrá actuar en forma conjunta o bien, en forma directa en relación al afectado.

Además, la sentencia citada brinda una definición del término de “intereses difusos”, el
cual no es compartido por la tesista. En específico la Corte determina que un interés
difuso es aquel que no cuenta con un sujeto determinado a quien asista el derecho que
se busca proteger o que resulte individualmente afectado. Se considera que esta
definición es errónea, ya que sí existen sujetos a quienes les asiste el derecho que se
busca proteger y que se encuentran individualmente afectados, observación que no es

110
Fernández Roca, Cynthia Sulema. Análisis Comparativo de Resultados. Estudio sobre evaluación del sistema de
protección y vigencia de los derechos humanos ante momentos de crisis: Los casos de Guatemala y Honduras.
Gobierno de Finlandia y el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo. Guatemala. 2010. Pág. 51.
111
Corte de Constitucionalidad, Gaceta No. 40, Expediente No. 669-94
112
Corte de Constitucionalidad, Gaceta No. 73, 2004, Expediente número 2266-2003
98
cierta. Como se ha expuesto anteriormente por la doctrina y legislación comparada, el
interés difuso sí cuenta con sujetos a quienes les asiste el derecho, quienes han sido
individualmente afectados, sin embargo, este derecho le asiste a toda una colectividad
“indeterminada” o “difusa”, por lo que existe dificultad en la determinación de esta
colectividad. En consecuencia, el acto de autoridad sí afecta derechos, reconocidos en
la Constitución Política de la República de Guatemala, tratados internacionales o en
leyes ordinarias, y que únicamente pueden pertenecer a personas individuales, con la
única diferencia que el acto de autoridad o norma afecta en forma común a los
derechos de toda una colectividad indeterminada o indeterminable.

No obstante lo anterior, se estima que es cierta la última afirmación, en donde se indica


que el Procurador de los Derechos Humanos sí posee facultades para intervenir en los
casos en que se vulneren intereses difusos, e inclusive es llamado legalmente a
proteger estos derechos como uno de sus objetivos, procurando a través de sus actos
el logro del bien común.

99
Capítulo 5
Protección de intereses difusos por medio del amparo dentro de la jurisdicción
constitucional guatemalteca

5.1 Alternativas a la legitimación del Ombudsman y del Ministerio Público para


instar amparos en defensa de intereses difusos

Héctor Fix Zamudio y José Ramón Cossío afirman que los intereses y derechos difusos
han sido objeto de atención en los últimos años debido a las transformaciones
legislativas y a las corrientes jurisdiccionales que reconocen la necesidad de tutelar
aquellos intereses y los derechos de sectores sociales, debido a problemáticas como la
industrialización, el desarrollo tecnológico, la concentración urbana que afectan de
manera considerable a grupos de composición incierta113.

A la decisión legislativa de otorgar legitimación activa de reclamo de intereses difusos


únicamente a determinados órganos del Estado, se han manifestado una serie de
crítica, como las que a continuación se exponen: Por ejemplo, se indica que el
Ministerio Público, no es el órgano apropiado para ejercer este tipo de acciones, por
carecer de los mecanismos para litigar. Para otros, como Almagro Nosete incide en
esta situación lo que denomina la “conflictividad social”, pues enseña que en los
procesos donde existen de por medio intereses difusos, estos pueden hacer peligrar la
neutralidad y objetividad del Ministerio Público114.

Luego de las investigaciones realizadas, y de realizar un breve análisis a la realidad


nacional de Guatemala, existen además de los mencionados obstáculos ciertos otros

113
Fix Zamudio, Héctor y José Ramón Cossío. El poder judicial en el ordenamiento mexicano. Revista. Fondo de
Cultura Económica. México. 1996. Pág. 7
114
Almagro Nosete, J. Nuevos horizontes del derecho a la justicia. Revista. Derecho Procesal. Madrid. 1998. Pág. 5
100
que imposibilitan el adecuado ejercicio de protección de los intereses difusos. En efecto
se reconoce la posición activa que ha tomado el Procurador de Derechos Humanos en
el reclamo de protección de los derechos de las colectividades indeterminadas, sin
embargo, la investigadora considera que esta institución adolece de ciertas dificultades
en el ejercicio de acciones por intereses difusos.

Por ejemplo, derivado de lo establecido en la ley orgánica que lo regula, se determina la


existencia de una íntima vinculación entre el Procurador de Derechos Humanos y el
Congreso de la República, específicamente en materia de política y de elección, por lo
que existen posibilidades de que ese funcionario público se encuentre influenciado por
intereses políticos, económicos y legislativos, que podrían generar obstáculos que
impidan la total objetividad de las acciones judiciales que presente. Se considera
complicado que el Procurador tome una posturas radicales para defender a
colectividades indeterminadas, que exijan la protección a sus derechos por la vía
judicial, en caso se tuviera al Congreso de la República como autoridad impugnada.

Es importante mencionar que si bien en muchas experiencias de Estados


latinoamericanos se pone de manifiesto que ha sido acertado que los procuradores de
los derechos humanos tengan legitimación activa para reclamar protección en cuanto a
los intereses relacionados, la centralización de esa legitimidad también puede significar
la ineficacia de tales acciones, dado que en la mayoría de los casos esos funcionarios
se encuentran desvinculados del conocimiento de realidades locales o comunales para
las cuales pueda solicitarse la tutela. Generará dificultad, entonces, trasladar el
conocimiento de un caso concreto, de una comunidad indefinida, para que expongan
su caso al Defensor del Pueblo y este tome la decisión de iniciar el planteamiento de un
amparo en reclamo de los derechos.

Es casi imposible que todos los reclamos sean atendidos en igualdad de importancia,
tomando en cuenta la cantidad de reclamos que pudieran ponerse en conocimiento y la
distancia o etnicidad propia de comunidades indeterminadas. Específicamente, de
acuerdo al informe de actividades que rindió el Procurador de Derechos Humanos para

101
el año dos mil doce, en el apartado relacionado a Unidad de Asesoría Jurídica, se
indica que durante el año se plantearon diecinueve amparos en defensa de derechos
difusos y colectivos de la población necesitada. Dicha cantidad denota la dificultad
material que existe actualmente para el Procurador de Derechos Humanos para atender
efectivamente las necesidades de protección de derechos difusos de la población, pues
nuestra realidad exigiría el planteamiento de más de diecinueve amparos por año para
lograr la eficaz protección de los derechos difusos.

Ahora bien, en cuanto al Ministerio Público, suficiente es mencionar la dificultad de


desempeño que enfrenta la institución en materia penal, como para que se pretenda
que también desarrolle eficazmente las acciones tendentes a lograr la protección de los
derechos humanos vinculados con intereses difusos. A juicio de la tesista, esa entidad
no es, en principio, una entidad especializada en este tipo de planteamientos, ni posee
el capital humano suficiente como para darse a vasto y atender en forma responsable
estos reclamos. La única ventaja que se puede observar de esta institución es su alta
presencia en distintos territorios del país y su cercanía a los problemas sociales que se
generan en cada lugar. Lamentablemente, sugerir que sea el Ministerio Público quien
se encargue de este tipo de reclamos, sería una sugerencia irresponsable, pues se
evidencia que en materia penal no han logrado cumplir con sus objetivos primordiales,
como para pretender que se cumplan los objetivos de otra rama adicional de derecho.

La legislación guatemalteca ha brindado poco a poco intervención en materia de


intereses difusos a ciertas organizaciones no gubernamentales o asociaciones civiles,
específicamente se ha brindado apertura en materia penal. Sin embargo, a criterio de la
investigadora, se considera que dichas asociaciones poseen igualmente intereses
propios, que no siempre se identifican cabalmente con los perseguidos por sus afiliados
o a sus fines generales. Estas entidades poseen, de fondo, financiamientos económicos
provenientes de otros Estados y vinculaciones específicas con otro tipo de
organizaciones tanto públicas como privadas, lo que entorpecería su función objetiva de
protección de intereses difusos. Por lo tanto, este vehículo de interposición de acciones

102
no se consideraría tampoco el más adecuado, ni el más objetivo para el logro de las
protecciones que se persigue en relación a los intereses difusos.

La amplia variedad de alternativas procesales pone en evidencia la problemática que


surge ante el concepto de “interés difuso” y sobre todo el problema procesal que se
abre en cuanto a la legitimación activa. En respuesta a este planteamiento, se han
ensayado a nivel mundial diferentes alternativas procesales: caso del fiscal privado
(private attorney), que ejerce una acción pública delegada por el fiscal general. También
tenemos la class action norteamericana. Esta acción es intentada por un grupo por
medio de un representante que se constituye en parte, en defensa de sus intereses. La
característica de este sistema es que en caso de recaer cosa juzgada afecta a todos los
que forman parte del grupo siempre bajo determinados supuestos. En caso de obtener
una indemnización, esta se redistribuye entre otros afectados. También se aceptan las
acciones promovidas por asociaciones privadas en defensa de intereses colectivos
determinados y, desde luego, las acciones que pueden estar a cargo de individuos
interesados, permitiendo que cualquiera pueda accionar en nombre de todos. En el
caso del Brasil, se encuentran dentro de su sistema jurídico las acciones colectivas e
inclusive la existencia del mandato de segurança, que brinda la opción de estudio a
distintas acciones que se pudieran ejercer en búsqueda de lograr una atinada
protección a intereses difusos.

Según el tratadista Almagro Nosete, tradicionalmente, se ha exigido la concurrencia de


un determinado nexo entre los sujetos y el objeto del proceso para que aquellos estén
habilitados para ser partes legítimas. Una vez aclarado esto, se afirma que, en doctrina,
es fácil darle respuesta a la cuestionante: ¿cuáles son los sujetos legitimados para la
defensa judicial respecto a los no intervinientes? No obstante la importancia de la
cuestión, los diversos autores que han tratado el tema, lejos de aclararlo, lo han
convertido en un verdadero nudo gordiano115.

115
Almagro Nosete, J. El “libre acceso” como derecho a la jurisdicción. Revista. Consideraciones de derecho
procesal. Librería Bosh. Barcelona. 1984. Pág. 115
103
Así, por ejemplo, la teoría concreta de la acción que propugna por lograr una sentencia
favorable, desecha como concepto útil la legitimación, centrando sus intereses en los
conceptos de capacidad y representación. En criterio de Ramos Méndez, este es un
intento vano, porque se trata de que solo acudan al proceso los verdaderos titulares de
la relación jurídica material, que por lo demás es inútil, porque será solo la sentencia la
que determine quienes son los verdaderos titulares116.

Cuando son lesionados los derechos de muchos se hace generar un interés difuso, y
ello precisa de una satisfacción jurídica por medio de los órganos jurisdiccionales
respectivos, sin embargo ha existido el cuestionamiento sobre el sujeto que se
encontrará legitimado para reclamar de la protección. Ciertamente ello dependerá de
las decisiones políticas del legislador, pues de acuerdo a Allorio,117 desde el momento
en que se aprueba una ley, señala a quién le corresponde la tutela y por consiguiente
se sobreentiende la presencia del interés en la norma que lo autoriza para interponer la
acción.

Quedó precisado en capítulos precedentes, a quien se le reconoce localmente (en


Guatemala) la potestad de dirigir el reclamo de la protección de los intereses difusos; no
obstante, también se establecieron los valladares que se han enfrentado. Ante tal
situación, lo deseable es que la cuestión de la legitimación de los derechos
relacionados con tales intereses sea objeto de ampliación.

5.2 Principio de amplitud de legitimación (principio de accesibilidad o


democrático).

Tomando como referencia al autor Luis Fernando Solano Carrera 118, se puede
determinar que este principio tiene que ver con una vocación de apertura, para facilitar
a las personas el acceso a la jurisdicción constitucional, como si el ordenamiento

116
Ramos Méndez, F. Derecho procesal civil. Bosch Editor. Barcelona. 1992, Pág. 251-252
117
Allorio, E. ¿Necesidad de una tutela jurídica? Problemas de derecho procesal. Tomo II. Editorial Ejea. Buenos
Aires. 1963. Pág. 275.
118
Solano Carrera, Luis Fernando. Notas sobre principios de los Procesos Constitucionales. Curso de Derecho
Procesal Constitucional, Universidad Rafael Landívar. Costa Rica. 2013. Pág. 9
104
entendiera que desde el punto de vista democrático, es importante que las personas
contribuyan también a preservar el principio de supremacía de la Constitución,
permitiéndoles diversas opciones para demandar. Un ejemplo de ello, es el permitir que
cualquiera demande en defensa de intereses difusos o colectivos; es decir, sin que el
demandante indique ser titular de un derecho de un colectivo de personas que, si bien
no es determinado, sí es determinable, como sería la situación en el caso de los
consumidores o del derecho a un ambiente sano y ecológicamente equilibrado.

En el caso costarricense, el amparo es directo, no residual como se estila en muchos


países, de modo que se pueda obtener protección más inmediata, sin necesidad de
agotar la vía administrativa, o pasar previamente la tramitación jurisdiccional ordinaria.

5.3 La regulación de los intereses difusos y colectivos facilita el acceso a la


justicia y conjuran la desigualdad entre las partes

La regulación de las acciones cuyo objeto consiste en proteger intereses difusos y


colectivos responde a la necesidad de buscar mecanismos para facilitar el acceso a la
jurisdicción de determinados sujetos que, en razón de su posición económica, se
encuentran en situación de desventaja para acceder por sí mismos, como sujetos
individuales, a una instancia judicial a reclamar el derecho que les asiste.

Tanto las dificultades propias de acceso a la jurisdicción, como la situación de


desigualdad aludida, solo pueden ser equilibradas mediante la regulación de
mecanismos procesales de actuación colectiva que generen la solidaridad necesaria
para hacer efectiva la reivindicación de los derechos vulnerados. Se disminuyen los
obstáculos al acceso a la justicia, tales como: costos en el proceso judicial, duración del
proceso, la falta de capacidad de determinados entes, la falta de recursos económicos y
los problemas derivados de la ejecución de las decisiones judiciales.

105
5.4 Análisis de resoluciones emanadas de la jurisdicción constitucional
guatemalteca en relación a la protección de intereses difusos

5.4.1 Sentencias sobre la legitimación para interposición de amparo por Intereses


Difusos

a. Sentencia de Amparo. Corte Suprema de Justicia. Expediente 114-2008. Siete de


abril del dos mil diez.

“Esta Corte y la Corte de Constitucionalidad en anteriores sentencias han


reconocido la legitimación activa del Procurador de los Derechos Humanos
para plantear amparos, pero es oportuno indicar que dicha facultad la ejerce
dicho funcionario únicamente cuando lo hace en protección de los intereses
difusos que le han sido encomendados por los artículos 274 y 275 de la
Constitución Política de la República y 25 de la Ley de Amparo, Exhibición
Personal y de Constitucionalidad; es decir, intereses de la colectividad en
general y no casos particulares, como el presente...”.

Se advierte de la lectura de esta resolución, que la Corte reconoce como primer


aspecto de importancia a este trabajo de investigación, la existencia del término jurídico
“interés difuso”. Además, como segundo aspecto, se fundamenta en ley para reconocer
la procedencia de este tipo de reclamo de protección, indicando que la entidad
competente para realizar este tipo de reclamo en materia constitucional es el
Procurador de los Derechos Humanos, sin que este funcionario posea facultades
legales para actuar en defensa de derechos individuales y determinables.

b. Adicionalmente, sobre este mismo aspecto, ha indicado la Corte de


Constitucionalidad, dentro de la sentencia de apelación de Amparo, de fecha veinte de
junio del dos mil doce, en el expediente 758-2011.

106
“Inicialmente esta Corte entra a considerar sobre la concurrencia del
presupuesto procesal de la legitimación activa del Procurador de los Derechos
Humanos, como una cuestión de obligado análisis previo a considerar el fondo
de su planteamiento. A ese respecto, es del caso indicar que la Ley de Amparo,
Exhibición Personal y de Constitucionalidad en su artículo 25 reconoce
legitimación activa al Procurador de los Derechos Humanos, para promover
amparo a efecto de proteger los intereses que le han sido encomendados,
siendo éstos los que se contemplan en los artículos 274 y 275 de la
Constitución Política de la República. La jurisprudencia de esta Corte ha
determinado que dichos intereses incluye los calificados como difusos”, que
son aquellos que dada la abstracción de un acto de autoridad de carácter
general o disposición normativa de que se trate -sin perjuicio de la concreción
que pueda darse en cada caso- , no cuentan con un sujeto determinado a
quien asista el derecho que se busca proteger o que resulte individualmente
afectado por la obligación que se impone. Además, del ejercicio en defensa de
los intereses difusos, el Procurador de los Derechos Humanos está facultado
para patrocinar al interesado que pretenda una defensa individual en los casos
en que resulte afectado, en ejercicio de la facultad que le otorga el artículo 26
de la Ley de la materia”.

Esta resolución confirma lo indicado por la Corte Suprema de Justicia, en el sentido de


reconocer dentro del ámbito jurídico de Guatemala la existencia de intereses calificados
como difusos, agregando que la entidad legitimada para proteger estos intereses es el
Procurador de Derechos Humanos. Sin embargo, se hace extensiva la observación
realizada en el apartado anterior, en el sentido que no se comparte el criterio de la
Corte al indicar que en materia de intereses difusos “no se cuenta con un sujeto
determinado a quien le asista el derecho que se busca proteger”, pues como se ha
indicado en capítulos anteriores de la investigación, el interés difuso posee una doble
naturaleza, tanto individual como común a un grupo indeterminado. Esto quiere decir
que sí existen individuos a quienes les asiste el derecho que se busca proteger, a pesar
que los individuos afectados sean difícilmente determinables.

107
c. Sentencia de Amparo. Corte Suprema de Justicia. Expediente 1156-2008. Dieciocho
de noviembre del dos mil ocho.

“Hecho el estudio de los antecedentes de la petición presentada, se estima que


el Ministro de Salud Pública y Asistencia Social, al no llevar a cabo las acciones
administrativas necesarias para mejorar el servicio que se presta a los pacientes
que son referidos por la Unidad Nacional de Atención al Enfermo Renal Crónico
a los Hospitales Roosevelt y General San Juan de Dios lo que se ha traducido en
la deficiencia en la atención de muchos pacientes, agravándose con ello su
estado de salud, con lo que evidentemente se han conculcado los derechos
denunciados, puesto que deben adoptarse las medidas necesarias para terminar
con el problema descrito; por lo que por medio de la presente resolución se emite
pronunciamiento con el fin de que se haga cesar la conducta omisiva del Ministro
de Salud Pública y Asistencia Social y se le ordena que en defensa de los
derechos de los pacientes que sufren de enfermedad renal crónica o
enfermedades concomitantes, que lleve a cabo las medidas administrativas
necesarias, con el objeto de que cese la conculcación de los derechos
denunciados por el Procurador de los Derechos Humanos; asimismo, se hace
necesario hacer alusión a la sentencia emitida por la Corte de Constitucionalidad
en expediente 351-2008, de fecha veinticinco de junio del dos mil ocho, en la que
se consideró lo siguiente: ‘…esta Corte advierte que, si bien la Ley de la
Comisión del Procurador de los Derechos Humanos, le confiere la facultad de
interponer acción de amparo con relación a intereses colectivos o difusos,
también lo es que cuando existe una amenaza inminente como sería el derecho
a la vida, no estando obligado a agotar ningún recurso previamente. Además,
dada la naturaleza de los derechos que se pretende proteger, (…) y estimándose
que existe vulneración al derecho fundamental que es la vida, el cual se
encuentra constitucionalmente plasmado en los artículos 1º, 2º y 3º de la Carta
magna, (…)’”.

108
En este tipo de resolución, se puede observar que la Corte permite la actuación del
Procurador de Derechos Humanos, no obstante el agravio denunciado no se encuentra
vinculado específicamente a la protección de intereses difusos, sino que se encuentra
vinculado a la protección de derechos humanos colectivos, cuyos sujetos son
determinables. Se estima que en este pronunciamiento, la Corte se demuestra
coherente con el fin y objeto último del amparo, que es el de lograr la protección de
derechos fundamentales cuando se evidencie que existe de parte de alguna autoridad
actos que vulneran este tipo de derechos. La legitimación del citado Procurador se ve
ampliada en razón de protección de colectividades.

d. Sentencia de Amparo. Corte Suprema de Justicia. Expediente 1392-2006. Once de


agosto del dos mil ocho.

“Hecho el estudio de los antecedentes de la petición presentada, se estima que


el Ministerio de Economía, al autorizar licencias para la fabricación de los
productos denominados canchinflines o silbadores en la forma que lo ha venido
haciendo hasta ahora, ha conculcado los derechos denunciados, puesto que con
la quema de dichos productos en distintos lugares del país, se ha provocado la
muerte tanto de menores de edad como de adolescentes, lo que representa una
amenaza permanente en cada época festiva de fin de año y de otras festividades
relacionadas o no con esta y daños cuantiosos a la propiedad privada; por lo que
por medio de la presente resolución se emite pronunciamiento con el fin de que
se haga cesar la conducta omisiva del Ministerio de Economía y se le ordena que
en defensa de los derechos del consumidor, instruya, coordine y supervise
permanentemente la actividad de los proveedores de artificios pirotécnicos y que
implemente los controles que estima pertinentes respecto de las personas ya sea
individuales o jurídicas que importen y/o fabriquen productos denominados
pirotécnicos, específicamente ‘silbadores’ y ‘canchinflines’, con el objeto de que
cese la conculcación de los derechos denunciados por el Procurador de los
Derechos Humanos; asimismo, se hace necesario hacer alusión a la sentencia
emitida por la Corte de Constitucionalidad en expediente 3,449-2007, de fecha

109
trece de diciembre de dos mil siete, en el que se consideró lo siguiente: ‘…si bien
la Constitución Política de la República, al establecer la libertad de industria,
comercio y trabajo, como un derecho humano, no puede olvidarse que el
derecho a la vida, valor ampliamente tutelado tanto por normas nacionales como
internacionales, comprende el derecho a conservar la vida, la salud, y la
integridad física y de cual se derivan los demás derechos. No puede dejarse sin
protección la vida de seres humanos cuando existe un peligro potencial al
permitirse que este tipo de producto esté al alcance de cualquier persona sin
ninguna limitación o restricción. De tal manera que en el presente caso, existe un
conflicto entre ambos derechos, es por ello que se hace necesario acudir a los
principios de prevalencia del interés social sobre el particular y el de ponderación
de la norma, para primeramente establecer las consecuencias que del ejercicio
de los mismos se derivan en el presente caso, para luego determinar la
preeminencia de uno con relación al otro’”.

En este asunto, se le reconoce al Procurador de Derechos Humanos facultades


suficientes como para proteger a un número indeterminado de personas de posibles
amenazas a derechos fundamentales como lo es el derecho a la vida y al de la
integridad humana. No se hace especial mención con relación al sujeto legitimado para
realizar este reclamo, sino que la Corte brinda centra su atención al objeto del proceso,
y en cuanto evidencia la existencia de algún posible agravio, considera procedente
otorgar la protección solicitada en amparo. Dicho proceso fue conocido posteriormente
a través de la Corte de Constitucionalidad, la cual dictó la sentencia que a continuación
se explica.

e. Sentencia de Apelación de Amparo. Corte de Constitucionalidad. Expediente 3449-


2007. Trece de diciembre del dos mil siete.

“Es jurisprudencia reiterada de este tribunal que “el amparo protege a las
personas contra las amenazas de violaciones a sus derechos o restaura su
imperio cuando la violación hubiere ocurrido. Procede siempre que las leyes,

110
disposiciones, resoluciones o actos de autoridad lleven implícito una amenaza,
restricción o violación a los derechos que la Constitución y las leyes garantizan.
De conformidad con este principio el amparo se contrae a dos funciones
esenciales: una preventiva y otra restauradora” (Sentencia de seis de mayo de
mil novecientos noventa y siete, Expediente1351-96, Gaceta 44, página 276).
En ese sentido, la acción de amparo resulta viable, en aquellos casos en que
aparezca de modo claro y manifiesto la privación de derechos fundamentales y
el daño grave e irreparable que a éstos se causaría, situaciones como la que
ahora se analiza, si se decidiera remitir la solución de la presente cuestión a la
regulación de una ley específica que prohíba la manipulación de los productos
en mención, la creación de una ley en nuestro país, es sabido que carece de la
celeridad deseada, por lo que esperar hasta que exista una normativa legal que
proteja la vida, salud y la integridad física de las personas podría tener efectos
negativos, cuando en amparo se tiene la oportunidad de prevenirlos. -V- En
virtud de lo anteriormente expuesto se concluye que la protección
constitucional solicitada por el Procurador de los Derechos Humanos, quien a
tenor de lo establecido en el artículo 25 de la Ley de Amparo, Exhibición
Personal y de Constitucionalidad tiene legitimación activa para interponer
amparo, debe otorgarse a efecto de prevenir la eventual violación de los
derechos a la vida, salud e integridad física, que le asiste a la población
guatemalteca. Por ello debe revocarse la sentencia de primer grado y otorgarse
el amparo solicitado”.

A través de esta sentencia se procede a confirmar la legitimación activa de parte del


Procurador de Derechos Humanos para solicitar la protección de derechos que
pudieran resultar violentados respecto a un grupo indeterminado de personas. Se citan
además los artículos en ley que le otorgan esta facultad, determinando que los
tribunales constitucionales actuarán en beneficio de derechos fundamentales de esta
colectividad, y por lo tanto, considera procedente el otorgamiento de la protección
constitucional solicitada.

111
f. Sentencia de apelación de amparo, emitida por la Corte de Constitucionalidad, con
fecha cinco de septiembre del dos mil trece. Expediente 218-2013. Amparo promovido
por Roberto Ricardo Villate Villatoro, en calidad de Diputado al Congreso de la
República y Jefe de Bancada del Partido LIDER; Sindicato de Trabajadores de la
Empresa Portuaria Quetzal; contra el Interventor en funciones de la Empresa Portuaria
Quetzal. El acto reclamado consiste en la resolución 215-PQ-INTERV-SGAPV-033-
2012, de fecha 25 de junio del 2012, por la que el Interventor en funciones de la
Empresa Portuaria Quetzal autorizó la suscripción del contrato de constitución de
usufructo oneroso celebrado a favor de Terminal de Contenedores Quetzal, S.A.

“En el caso sub judice, los postulantes no acreditaron que su posición respcto
a los actos que denuncian como agraviantes, se enmarque en los cánones
antes relacionados para establecer su legitimación activa. Enumeraron una
serie de preceptos constitucionales que estiman inobservados y respecto a
algunos de ellos razonaron en qué consistía la inobservancia, denunciando la
violación de la soberanía nacional y evocando implícitamente principios como
el de legalidad en el ejercicio de la función pública y el de transparencia en la
administración de bienes y servicios públicos. No obstante, omitieron exponer
los motivos por los cuales aquellos actos generaron lesión directa y personal
en la esfera de sus derechos fundamentales; de hecho, en ningún pasaje de
su planteamiento manifestaron haber sido particularmente damnificados por
tales actos. Roberto Ricardo Villate Villatoro aduce que su calidad de
Diputado al Congreso de la República y, como tal, depositario de la soberanía
popular, le empodera para reclamar por esta vía un proceder que a su juicio
redunda en su vulneración. Sin embargo, conviene subrayar que el amparo es
un instrumento de control judicial, no político. (…) entre las atribuciones de los
miembros del Organismo Legislativo no se encuentra la defensa judicial (…).
Al respecto es menester aclarar algunos conceptos. La titularidad de los
derechos que se han estimado tutelables en el ámbito de la justicia
constitucional usualmente recae en una persona natural o en una persona

112
jurídica. En este segundo supuesto –que es al que se refiere el artículo 21,
incisos b y c, de la Ley de Amparo, Exhibición Personal y de
Constitucionalidad- la interesada actúa, como en cualquier otra relación
jurídica en la que cualquiera de las dos instituciones pública aludidas en el
párrafo anterior no solo sería innecesaria, sino impertinente, porque si la
titularidad de los derechos que se estiman violados corresponde a una
persona jurídica, ello excluye por definición, que se trate de intereses difusos.
(…) Empero, es crucial remarcar que indistintamente de en cuál de los
supuestos antes descritos encuadre el interesado en avocarse a la garantía
constitucional de amparo, siempre que no se trate del Procurador de
Derechos Humanos o del Ministerio Público, actuando en función de la
defensa de los intereses que les han sido encomendados, resulta
imprescindible que acredite su legitimación activa en términos de señalar un
agravio directo sobre sus derechos fundamentales”.

Esta resolución, a criterio de la tesista, es de gran importancia para la jurisprudencia en


Guatemala, ya que en el último apartado citado se menciona que para poder avocarse
a la garantía del amparo, será imprescindible que se acredite la legitimación activa,
señalando los agravios directos sobre los derechos fundamentales. Como se ha
mencionado, el interés de carácter difuso pertenece a un grupo indeterminado de
personas individuales, por lo que para poder proteger judicialmente su interés será
necesario que exista en forma personal la demostración de la existencia de un agravio
directo, que afecte los derechos fundamentales de ese individuo que acude a solicitar el
amparo.

g. Sentencia de apelación de amparo, emitida por la Corte de Constitucionalidad, con


fecha uno de febrero del dos mil oncee. Expediente 3291-2010. Amparo promovido por
Asociación de Enfermos Renales de Guatemala, por medio del Presidente de la Junta
Directiva y Representante Legal, Ángel Mario Palma Salguero, contra el Gerente del
Instituto Guatemalteco de Seguridad Social. El acto reclamado consiste en emisión de
órdenes de compra, adquisición y administración a pacientes del medicamento

113
Eritropoyetina Humana Recombinante Bio Sidus, frasco vial de dos mil unidades
internacionales (2000 UI), del laboratorio Biosidus, Sociedad Anónima de Argentina, sin
evaluar previamente la calidad y los riesgos que la aplicación de ese producto pueda
tener en los pacientes renales.

“La autoridad impugnada denuncia la falta de legitimación activa por parte de la


entidad accionante; sin embargo, a criterio de esta Corte no concurre la
carencia de este presupuesto, pues la asociación postulante agrupa a personas
con padecimiento de enfermedades renales graves que reciben atención del
Instituto Guatemalteco de Seguridad Social, por ello, de concurrir la vulneración
denunciada, ello perjudica, de manera personal y directa, a quienes forman
parte de dicha agrupación, razón que le legitima para reclamar en amparo a
favor de sus asociados.

En similar sentido se pronunció el Tribunal en una situación análoga a la que


ahora se conoce, en la que señaló, respecto de la legitimación activa de un
grupo de asociaciones que promovieron amparo contra la Corporación
Municipal de la Ciudad de Guatemala, que la falta del presupuesto procesal
alegada por la autoridad impugnada no concurría por estimar que “…los
postulantes representan asociaciones o entidades que poseen dentro de sus
objetivos el desarrollo de personas con algún tipo de discapacidad, es decir,
velan por el desarrollo integral de las citadas personas, o de alguna manera por
la incorporación de éstas a la sociedad, por ello, de concurrir los agravios
denunciados, ellos perjudican a quienes forman parte de esas
agrupaciones, razón que legitima a las entidades postulantes para
reclamar en amparo a favor de sus agremiados…” (las negrillas son
propias). [Sentencia de veinticinco de abril de dos mil siete, dictada en el
expediente dos mil ochocientos sesenta y tres – dos mil seis (2863-2006).]”

Esta última resolución fue citada para efectos ilustrativos, pues en este caso el amparo
fue planteado por una asociación, a través de su representante legal. En esta
resolución la Corte indicó que el acto impugnado sí afectaba en forma directa y

114
personal a los asociados, otorgado de esta forma legitimación a la asociación. Este
amparo fue planteado con el objeto de lograr la protección de derechos colectivos, sin
embargo, es ilustrativa para el caso concreto, pues se le reconoce legitimación a una
entidad que actúa en defensa de derechos de personas individuales, sin que fuera
necesaria la intervención del Procurador de Derechos Humanos.

En general se estima, que dentro de la jurisprudencia de los distintos tribunales


constitucionales anteriormente citada, se determina que existen ya abundantes
resoluciones a través de las cuales se le ha reconocido al Procurador de Derechos
Humanos la facultad de actuar por la vía judicial para exponer pretensiones
relacionadas a grupos de personas o de colectividades. La actuación del Procurador se
ha considerado uno de los vehículos adecuados para realizar reclamos relacionados a
derechos colectivos, así como de solidaridad, dentro de los cuales se encuentran
inmersos los intereses difusos.

Quedó apuntado en los capítulos iniciales que los derechos humanos vinculados con
intereses difusos son los que corresponden a las colectividades indeterminadas,
considerándose como tales a los que didácticamente son conocidos como “de tercera
generación”; dentro de estos se encuentran: los derechos al desarrollo, a la libre
determinación de los pueblos, al medio ambiente sano y a la paz. De la lectura de los
pronunciamientos evocados destaca que la protección solicitada por el Defensor del
Pueblo no se ha circunscrito únicamente a esos institutos jurídicos, pues se ha
solicitado tutela respecto de otros que no tienen tal categoría (principalmente los de
carácter económico, social y cultural, como los derechos a la salud y educación); ello,
se justifica pues las peticiones se han endilgado en casos en los que la violación o
amenaza traspasa la esfera de los intereses de los individuos o de los grupos
determinados. Los tribunales constitucionales, por su parte, no han objetado que ello
suceda, otorgándose la protección cuando se evidencia una situación que ponga en
riesgo el desarrollo de una vida digna de los gobernados.

115
Es pertinente destacar que el Procurador de los Derechos Humanos, de conformidad
con lo establecido en el artículo 26 de la Ley de Amparo, Exhibición Personal y de
Constitucionalidad, es el llamado a brindar consejo o, en su caso, patrocinio a las
personas notoriamente “pobres o ignorantes” que precisan de protección constitucional
frente a actos agraviantes de las autoridades. No obstante, esa potestad del
Ombudsman no debe ser confundida con su accionar en defensa de los intereses
difusos. Ya que con respecto a estos últimos actúa en beneficio de gobernados sin
particularización alguna, en cambio cuando procede en atención al mandato legal
indicado, lo hace a favor en una persona o grupo en particular.

Por último, es importante mencionar que en las resoluciones comentadas no se ha


entrado a conocer en ningún momento la procedencia o no de aportes económicos para
el resarcimiento de daños vinculados con acto de autoridad en perjuicio de intereses de
las colectividades indeterminadas, sino que los tribunales constitucionales se han
limitado a conminar a las autoridades a dirigir sus actos en el sentido que la misma ley
les permite, imponiéndoles únicamente sanciones de hacer o no hacer.

5.4.2 Sentencias de Amparo de desafían la legitimación activa del interponente

No obstante lo indicado en cuanto a la necesidad de amplitud de la legitimidad de


promoción de los amparos, en sentencias emanadas de la Corte de Constitucionalidad,
relacionadas al cumplimiento obligatorio del presupuesto procesal de legitimación activa
del Procurador de los Derechos Humanos en protección a intereses difusos, ya existen
dentro de la jurisprudencia constitucional diversos fallos que han hecho a un lado este
razonamiento con el objetivo de lograr una efectiva protección a derechos
fundamentales. Dentro de estas sentencias, a continuación se presentan algunas
resoluciones, que evidencian en su máxima expresión, la difícil tarea del juzgamiento de
los procesos constitucionales y del logro de una tutela judicial efectiva en caso de la
existencia de una violación o amenaza de violación a derechos fundamentales.

116
a. Sentencia de apelación de amparo, emitida por la Corte de Constitucionalidad, con
fecha diez de junio del dos mil tres. Expediente 326-2003. Amparo promovido por
Roberto Edmundo Quiñonez López, contra el Alcalde y el Concejo Municipal del
municipio de San José Pinula del departamento de Guatemala. Reclamo contra el
vertimiento de las aguas residuales que resultaría contaminando e indirectamente
afectaría a las presas que surten de agua a la ciudad de Guatemala.

“…El agravio continuado que provoca el proceder reclamado constituye una


amenaza directa del derecho a vivir en un medio ambiente sano que al
amparista garantizan la normativa constitucional e internacional anteriormente
indicadas en esta sentencia; y es ello lo que posibilita el efecto preventivo que
contiene el otorgamiento del amparo, que en esta sentencia se confirma,
mismo que conlleva otro efecto preventivo implícito, en cuanto a preservar el
citado derecho e indirectamente la salud de los habitantes de la ciudad de
Guatemala, en atención a que en el afluente en que se pretende el vertimiento
objetado en el amparo, constituye uno de los que desemboca en el río, el cual
según opiniones técnicas recabadas por la Empresa Municipal de Agua de la
Ciudad de Guatemala –EMPAGUA– por medio de su Dirección de Operación y
Mantenimiento, se utiliza para abastecer una planta de tratamiento que genera
agua potable a una parte de los habitantes de Guatemala…”.

La importancia y novedad de esta sentencia, se encuentra en el logro del objetivo de


protección de derechos fundamentales de una colectividad indeterminada. En respeto al
fin que posee el amparo, se resuelve proteger el derecho fundamental de disfrutar de
un ambiente sano.

Es importante observar que este amparo fue planteado por una persona particular, en
contra de un acto de autoridad, a través del cual se reclama la vulneración de un
derecho que de acuerdo a la doctrina es de carácter difuso, ya que posee una doble
naturaleza, tanto individual como grupal. Específicamente se reconoce la legitimación
de parte del postulante para realizar el reclamo, ya que en forma personal está siendo

117
afectado en su derecho a un medio ambiente sano, no obstante esta afectación es
igualmente común a una colectividad. Además, la resolución recae en contra del acto
reclamado, sin que se limite a beneficiar únicamente al interponente, sino que se indica
que el objeto del otorgamiento de la protección es el de preservar el derecho del
interponente, así como el derecho a la salud de los habitantes de Guatemala, que
constituye una colectividad indeterminada.

b. Sentencia de amparo en única Instancia, emitida por la Corte de Constitucionalidad,


con fecha uno de febrero del dos mil doce. Expediente 3349-2011. Amparo promovido
por el Comité Coordinador de Asociaciones Agrícolas, Comerciales, Industriales y
Financieras –CACIF– en contra del Presidente Constitucional de la República de
Guatemala, el Ministro de Gobernación y el Director General de la Policía Nacional.

“…esta Corte decretó amparo provisional el treinta y uno de agosto del dos mil
once, circunstancia que provocó como efecto inmediato, que las autoridades
impugnadas permitieran el ejercicio del derecho de manifestación de cualquier
grupo ciudadano, preservar el orden público con elementos de seguridad
debidamente uniformas (sic), que permitieran tanto el derecho a manifestarse
como también el derecho a la libre locomoción de personas y vehículos en los
lugares en que se produjeran las manifestaciones de grupos ciudadanos, todo
con el objeto de garantizar a favor de todos, el ejercicio ilimitado e irrestricto de
las libertades y derechos consagrados por la Constitución Política de la
República de Guatemala…”.

En esta resolución se puede apreciar la actitud proteccionista y adecuada de la Corte


de Constitucionalidad, en el sentido de analizar el asunto en forma objetiva y procurar el
goce de derechos fundamentales de una gran mayoría frente a las amenazas de
violaciones de parte de pequeñas colectividades. Como se ha venido analizando a lo
largo de la investigación, el objeto del amparo es lograr una protección efectiva, sin que
se vea obstruida la impartición de la justicia constitucional por meros formalismos que
podrían atrofiar esta protección. A través de esta resolución se demuestra el grado de

118
coordinación que deberá de lograrse entre los organismos de Estado para lograr que
sus habitantes no vean amenazados sus derechos mínimos.

Se resalta igualmente que el amparo fue interpuesto por el Comité Coordinador de


Asociaciones Agrícolas, Comerciales, Industriales y Financieras –CACIF-, entidad que
actuó a favor de una colectividad indeterminada, que corría el riesgo de verse afectada
en su derecho de locomoción por actos de manifestación. La Corte actúa en forma
adecuada al darle trámite a esta acción, reconocer la legitimación y posteriormente
procurar otorgar el amparo provisional con el objeto de garantizar a favor de todos, el
ejercicio ilimitado e irrestricto de las libertades y derechos. Esto quiere decir, que se
varió el contenido doctrinario de los principios de legitimación, agravio y relatividad de la
sentencia, sin embargo, dicha variación se realizó dentro de los límites legales y a favor
de la efectiva protección y realización de derechos fundamentales.

c. Sentencia de apelación de amparo, emitida por la Corte de Constitucionalidad, el


veinticinco de abril del dos mil siete. Expediente 2863-2006. Amparo promovido por la
Asociación para el Desarrollo del Deporte de Personas con Discapacidad Vida,
Asociación Guatemalteca de Apoyo al Limitado Físico, Asociación Esperanza en
Movimiento, Asociación Organización de Desarrollo Integral para la Mujer con
Discapacidad y Bajos Recursos Económicos, Asociación Colectivo Vida Independiente
de Guatemala ONG, Asociación Guatemalteca de Espina Bífida, Asociación
Guatemalteca de Esclerosis Múltiple, Asociación Guatemalteca de Personas con
Discapacidad de Guatemala, por medio de sus representantes legales, en contra de la
Corporación Municipal de la Ciudad de Guatemala.

“…Específicamente reclaman que no gozan de un servicio de transporte


público adecuado a sus necesidades. Es necesario mencionar que una de las
características de los derechos sociales es la progresividad, la cual se atribuye
a aquellos derechos que requieren de la adopción de conductas que habrán de
implementarse durante un lapso para lograr la satisfacción del derecho de que
se trate. (…) Ahora bien, en cuanto a la falta de legitimación activa, a juicio de

119
esta Corte, no concurre la carencia de este presupuesto, pues los postulantes
representan asociaciones o entidades que poseen dentro de sus objetivos el
desarrollo de personas con algún tipo de discapacidad, es decir, velan por el
desarrollo integral de las citadas personas, o de alguna manera por la
incorporación de estas a la sociedad, por ello, de concurrir los agravios
denunciados, ellos perjudican a quienes forman parte de esas agrupaciones,
razón que legitima a las entidades postulantes para reclamar el amparo a favor
de sus agremiados...”.

La relevancia de esta resolución radica en el tipo de derecho que ha sido resguardado,


que en presente caso podría vincularse con el derecho al desarrollo, acción que fue
admitida para su conocimiento y que surtió efectos en forma positiva en resguardo de
los derechos de ciertas colectividades que veían vulneración en actos de autoridad. A
criterio de la tesista, esta resolución sí se encuentra vinculada a intereses difusos, ya
que no obstante el amparo fue planteado por distintas asociaciones en beneficio de sus
asociados, los efectos de la sentencia favorecerán a una colectividad indeterminada,
pues cualquier persona con capacidad civil que eventualmente haga uso del transporte
público será beneficiada por los efectos de la sentencia.

Existen por lo tanto en esta sentencia dos elementos de importancia: el primero


relacionado al reconocimiento de la legitimación activa a distintas asociaciones; y por
otro, se establece que los efectos de esta sentencia favorecerán inclusive a personas
discapacitadas que no se encontraban asociadas a las entidades postulantes, variando
de esta forma, el contenido doctrinario del principio de la relatividad de la sentencia, en
beneficio de derechos fundamentales, como lo es el derecho al desarrollo, que
encuadra dentro de los términos de los derechos difusos.

d. Sentencia de Apelación de Amparo, emitida por la Corte de Constitucionalidad, el


veintiuno de diciembre del dos mil nueve. Expediente 3878-2007. Amparo promovido
por los Consejos Comunitarios de Desarrollo de las Comunidades El Pilar I y II, del

120
Sector I, del Caserío San Antonio Las Trojes, de la Aldea Lo de Ramos y del Caserío
Cruz Ayapán, por medio de sus presidentes, en contra del Consejo Municipal de San
Juan Sacatepéquez del departamento de Guatemala.

“…La Corte de Constitucionalidad, con fundamento en lo considerado y leyes


citadas, resuelve: I. Con lugar el recurso de apelación interpuesto por los
Consejos Comunitarios de Desarrollo de las Comunidades El Pilar I y II, del
Sector I del Caserío San Antonio Las Trojes, de la Aldea Lo de Ramos y del
Caserío Cruz Ayapán; las Alcaldías auxiliares de los Caseríos Santa Fe Ocaña,
Los Pajoques de las Aldeas Comunidad de Ruiz, San Antonio Las Trojes II; la
Asociación de Vecinos de la Comunidad Santa Fe Ocaña y los vecinos Tereso
Chávez Iquic, Dina Abigail Pirir Pirir, Hugo Tulio Búcaro García, Aberlardo
Cururl, Francisco Camey Zet, Juan Gilberto Raxón Curup y Bonifacio Puluc
Tubac; revoca la sentencia impugnada, y emitiendo el pronunciamiento que
corresponde, otorga amparo a los postulantes antes identificados, y en
consecuencia; a) deja en suspenso, en cuanto a los reclamantes, el acuerdo
municipal contenido en el punto segundo del acta número (…), dictado por el
Consejo Municipal de San Juan Sacatepeques, del departamento de
Guatemala, en sesión pública extraordinaria celebrada el veintisiete de abril del
dos mil siete; b) para los efectos positivos del presente fallo, la autoridad
impugnada debe, de acuerdo a lo aquí considerado: i) disponer lo necesario en
la eventualidad de renovación del petitorio de convocatoria a consulta popular
de tipo comicial, para que se realice con las garantías de efectividad del
evento, entendido como manifestación de opinión de las comunidades
convocadas, y cuyo resultados, aunque sin efecto vinculatorio, deberá
comunicarse al Organismo Ejecutivo; y ii) trasladar el reclamo de los
postulantes al seno del Consejo Departamental de Desarrollo (…) para que
asuman la responsabilidad de coordinar el diseño e implantación de
mecanismos de negociación y concertación de los intereses comunitarios con
los actores del Estado y de las entidades terceras interesadas en el amparo, de

121
conformidad a los lineamientos y principios rectores trazados en esta
sentencia…”

En este fallo, se puede apreciar que con el fin de lograr el respeto de derechos
fundamentales, tales como el de paz y desarrollo, se le concedió legitimación activa a
un grupo de sujetos no vinculados jurídicamente entre sí. Importante dentro de esta
resolución es observar cómo en forma jurídica, pueden llegar a mediarse temas
sociales y económicos que usualmente causan conflicto entre comunidades y generan
focos de conflictividad social. La resolución es una muestra de la forma objetiva de
intervención jurídica en temas sociales.

Para el caso concreto se estima que los sujetos afectados por el acto impugnado no
son de fácil determinación, ya que es conformado por toda aquella persona que
considera afectado su derecho a la paz y desarrollo por actividades vinculadas a
derechos ambientales. Por lo tanto, se considera que se juzgaron derechos vinculados
a intereses difusos.

e. Auto de resolución del informe circunstanciado presentado por el Congreso de la


República, emitido por la Corte de Constitucionalidad dentro del Expediente 3690-2009.
Resolución de fecha dos de octubre del dos mil nueve, dentro del amparo promovido
por Luis Alfonso Carrillo Marroquín, Francisco Chávez Bosque y Joaquín Rafael
Alvarado Porres contra el Congreso de la República.

“…Que esta Corte no puede ignorar las aprensiones de los postulantes


respecto de que en la elección de los magistrados a la Corte Suprema de
Justicia realizada por medio del acto que se reclama, pudiera haberse inducido
a error tanto a las Comisiones de Postulación como al Congreso de la
República, al elegir a una o varias personas que no llenen los requisitos
previstos en el artículo 207 de la Constitución Política de la República, debe
otorgarse el amparo provisional solicitado en términos que, de demostrarse
fehacientemente por cualquier ciudadano o institución, que uno o varios de los

122
electos carece de los requisitos habilitantes para ocupar el cargo, su elección
deberá ser revisada. Para el efecto de lo anterior, cualquier interesado podrá
presentar pruebas indubitables dentro de los tres días siguientes a la
notificación del presente auto al Congreso de la República, las que se deberán
presentar directamente ante ese Organismo, el cual, de ser el caso, deberá
reunirse para decidir únicamente el caso de los impugnados…".

Con lo resuelto por la Corte de Constitucionalidad, se llegó a determinar la procedencia


de un reclamo a un interés de tipo electoral y administrativo, ligado directamente a
derechos fundamentales en calidad de ciudadanos administrados. El amparo fue
interpuesto por tres personas particulares, quienes no figuraban directamente dentro del
proceso de elección de magistrados; sin embargo, en su calidad de ciudadanos
pudieron acreditar su interés en que la elección de los integrantes de uno de los
organismos estatales, a efecto de que esta se realizara de conformidad a la ley. Dicha
solicitud fue conocida, y resuelta en forma provisional en uno de los sentidos solicitados
por los postulantes.

f. Sentencia de apelación de amparo, emitida por la Corte de Constitucionalidad, con


fecha once de agosto del dos mil diez. Expediente 3102-2009. Amparo promovido por la
entidad San Francisco Mocá, Sociedad Anónima, por medio de su mandatario especial
judicial con representación, Hugo Emilio Marroquín Escobar, contra el Concejo
Municipal y el Alcalde Municipal. El acto reclamado consiste en la utilización, por parte
de las autoridades impugnadas, de la finca perteneciente a Baudillio Armando Obregón
Plateros, ubicada en el municipio de Chicacao, Suchitepéquez, para depositar
desechos y basura.

“En el presente caso, la entidad San Francisco Mocá, Sociedad Anónima,


acude en amparo contra el Alcalde y el Concejo Municipal de Chicacao del
departamento de Suchitepequez, señalando como agraviante la utilización por
parte de las autoridades impugnadas de la finca de Baudilio Armando Obregón
Plateros (…) Argumenta la postulante que las autoridades impugnadas, al

123
autorizar el depósito de desechos y basura en la finca (…) además del grave
deterioro ambiental provocado por el botadero de basura en la referida finca,
ha causado: a) pulución en las aguas utilizadas en las fincas vecinas, (…) así
como la contaminación de la corriente de agua que desemboca en el río Mocá,
existiendo el riesgo de causar la muerte de personas y animales que podrían
beber esa agua (…) El análisis anterior permite establecer que si bien, para la
ubicación del vertedero se observó en un principio lo resuelto por las
autoridades administrativas estatales atinentes a la materia ambiental, se
advierte que las condiciones ambientales en el ‘Vertedero Controlado El
Rancho’ han variado, de manera que actualmente el basurero se encuentra
funcionando sin llenar los requisitos sanitarios respectivos adecuados para
evitar contaminaciones, lo que conlleva violación del derecho a un medio
ambiente sano y equilibrado, apto para el desarrollo humano. (…) Por su parte,
no puede ignorarse que el tercero interesado es partícipe de un servicio
público, pero que su conducta es protagonista también de las vulneraciones
ahora denunciadas, de tal manera que un fallo tutelador, necesariamente ha de
vincularle, porque este era y es el titular de obligaciones dejadas de hacer y
que han provocado un daño general bajo la conducta pasiva de las autoridades
impugnadas. Por lo anteriormente expuesto, esta Corte advierte que en la
actualidad las actividades relacionadas con el proyecto ‘Vertedero Controlado
El Rancho’, provocan deterioro ambiental, causando agravios a la Constitución
que ameritan el otorgamiento del amparo pedido, declarando cuanta medida
sea necesaria para la efectiva restitución de la situación agraviante, de
conformidad con los artículos 49 y 55 de la Ley de Amparo, Exhibición Personal
y de Constitucionalidad...”.

Es interesante observar que en esta resolución se le otorga legitimación activa a una


persona jurídica, específicamente a una sociedad anónima, cuya acreditación del
agravio se fundamentó en elementos personales y colectivos. Esto quiere decir, que se
le dio intervención como vecino del vertedero de basura, que le causaba un agravio
directo, sin embargo, se le dio intervención adicionalmente en relación al reclamo de la

124
contaminación que pudiera generarse en cuanto a las demás fincas vecinas y a las
personas o animales que podrían morir por la corriente de agua que pasa por el
vertedero. Existe en este fallo una consideración, algo vaga por cierto, de la existencia
de un agravio personal y al mismo tiempo colectivo, que pudiera lesionar derechos
generales, tales como el derecho a un medio ambiente sano y equilibrado, apto para el
desarrollo humano.

Todas las resoluciones evocadas denotan de parte de los diferentes tribunales


constitucionales una nueva tendencia en la protección de derechos fundamentales de
naturaleza social y colectiva. En forma evidente se separan los tribunales
constitucionales de la exigencia de principios generalmente rectores del amparo, en
beneficio de la protección efectiva de derechos colectivos evidentemente violentados.

En esas sentencias, se hace de lado la jurisprudencia citada en los apartados


anteriores en cuanto a que únicamente el Procurador de Derechos Humanos es el que
tiene legitimidad para solicitar protección por lesión de derechos que afecten intereses
difusos y, en forma de excepción, reconoce esa legitimación a las asociaciones,
entidades jurídicas y grupos de personas particulares, para realizar el reclamo de
restauración de garantías de orden constitucional que poseen una naturaleza individual
y colectiva. Esto quiere decir que, poco a poco, los tribunales constitucionales han ido
ampliando su criterio y reconocen a sujetos distintos al Procurador de Derechos
Humanos la legitimidad activa de ejercer tutela sobre intereses difusos. Es así, que se
observa que dentro de la constante evolución de la jurisprudencia constitucional y de la
realidad social, la resolución de situaciones en donde los particulares no pueden estar
supeditados al ejercicio de la legitimación específica de ciertas entidades estatales, sino
que en ocasiones de alto riesgo y de urgencia de protección al desarrollo humano y a la
protección de la dignidad de una colectividad indeterminada, se le ha concedido
legitimación activa a personas jurídicas o individuales que demuestren algún grado de
afectación individual sobre hechos que poseen relevancia para toda una colectividad,
derivado de acciones u omisiones abusivas e invasivas a derechos de otros.

125
Como se ha mencionado, llama la atención aquellos casos en los que se reconoció que
las asociaciones o entidades que agrupan a personas con un mismo interés estaban
legitimados, personas individuales y personas jurídicas inclusive, estimando en estas
resoluciones que los objetivos que perseguían tales sujetos, que comprendían velar por
el desarrollo integral de una colectividad indeterminada, les habilitaba a actuar y
reclamar la protección. A juicio de la investigadora, esta actitud denota una evolución y
superación de criterios formalistas que podrían entorpecer el ejercicio de una justicia
constitucional, ya que los tribunales constitucionales no se han limitado a reconocer
únicamente a los órganos públicos la legitimación para actuar en defensa de intereses
difusos, sino que, en exclusiva búsqueda de la protección de derechos fundamentales,
han resuelto en beneficio de una mayoría, logrando de esta forma la garantía de
derechos y el logro del bien común.

Ciertamente, la amplitud en la legitimación para accionar es indicativo de avances


sustanciales; no obstante, el nivel ideal de protección jurisdiccional de los derechos
relacionados con intereses difusos puede lograrse si se facilita el ejercicio de la acción
a todos los gobernados que, como integrantes de una colectividad indeterminada,
pudieran ser afectados por la actuación arbitraria de quienes actúan como autoridad y
lesionan o atenten violar cualquier derecho humano vinculado con esos intereses.

Conclusivamente, se estima que la regulación de la acción de cualquier afectado para


el planteamiento de solicitudes de amparos, cuando estuviere en juicio ese tipo de
intereses de tipo difuso, redundaría en el acceso democrático de los particulares y en el
dinamismo de los tribunales a fin de brindar protección en ese tipo de asuntos.

126
c) Conclusiones

1. El Estado es una ficción jurídica conformada por cinco diferentes elementos, a


través del cual se persigue la efectiva protección y garantía de derechos al ser
humano. Esto quiere decir que el Estado como concepto jurídico, se ha
desarrollado durante la historia con la única finalidad de lograr la protección a los
derechos humanos y a su convivencia pacífica en sociedad.

2. Dentro del estudio de la evolución histórica del Estado se ha podido apreciar que
han existido circunstancias determinantes que han obligado a que el Estado
intervenga en forma activa en la esfera de convivencia de la sociedad. Se ha
superado históricamente la concepción de un Estado que se mantenía pasivo y
garante de los derechos mínimos, obligándolo hoy en día a involucrarse en la
realidad social a través de sus órganos competentes.

3. Los intereses difusos son aquellos intereses jurídicamente protegidos que


pueden encuadrarse dentro de la clasificación de los derechos humanos
referentes a los derechos de los pueblos o de solidaridad. Esto quiere decir, que
los intereses difusos han sido mal denominados en la doctrina, ya que son
verdaderos derechos.

4. Existe una diferencia fundamental entre los derechos colectivos y los


denominados interés difusos (derechos difusos a juicio de la tesista), que
consiste en la facilidad de determinación (colectivos) o indeterminación (difusos)
de los sujetos que ostentan el derecho.

5. La protección de los intereses difusos ha supuesto especiales retos para los


tribunales constitucionales, dado que en la mayoría de ordenamientos jurídicos –
Guatemala, incluida– la regulación de mecanismos de tutela de tales intereses,
127
es escasa, habiéndose alcanzado mayor desarrollo por conducto de la
jurisprudencia constitucional.

6. Se considera que el medio procesal efectivo a través del cual se reclame la


protección de los intereses difusos será el del amparo, siempre y cuando existan
ciertas variaciones doctrinarias en los conceptos tradicionales, principalmente el
de legitimación, demostración de agravio personal y directo, así como el de
relatividad de la sentencia.

7. La protección de los intereses difusos a través del amparo es viable debido a


que, no obstante se carece de legislación específica al respecto, la misma Ley
de Amparo, Exhibición Personal y Constitucional, otorga al juez constitucional
facultades para interpretar la norma en forma extensiva, a manera de procurar la
adecuada protección de los derechos humanos y el funcionamiento eficaz de las
garantías y defensas del orden constitucional.

8. El derecho de libre acceso a tribunales es un derecho fundamental garantizado


en la Constitución Política de la República de Guatemala, por lo que se estima
adecuado que el sujeto individual que considere que está siendo afectado en
cuanto a sus derechos, no obstante que el mismo sea de carácter difuso, posea
la facultad de realizar el reclamo de su derecho ante los tribunales de justicia,
que en el caso concreto significa que posea la facultad de plantear un amparo
para lograr la protección de sus derechos.

9. Uno de los retos significativos que enfrenta la jurisdicción constitucional se


encuentra en la determinación legal de la legitimación para accionar a través del
amparo en procura de la tutela de los intereses difusos, que en el caso
guatemalteco, se otorga al Ministerio Público y a la Procuraduría General de la
Nación. Sin embargo cabe indicar que esta designación no es exclusiva o
limitativa, de acuerdo al mismo texto legal.

128
10. En relación al principio de demostración de la existencia de un agravio personal y
directo, la interpretación del mismo no deberá variarse en caso se planteare un
amparo relacionado a la protección de intereses difusos a través de una persona
individual, ya que el sujeto que acuda ante las autoridades judiciales deberá
acreditar, a través de soporte probatorio, que forma parte del grupo afectado, y
que éste en lo particular se ha visto igualmente afectado en sus derechos por el
acto impugnado.

11. Deberán de existir ciertas variaciones en relación a la interpretación del principio


de la relatividad de la sentencia de amparo promovido a favor de la protección
de intereses difusos, en el sentido de interpretar los efectos de la resolución
favorable del amparo con efectos erga omnes, para que así todos los sujetos
afectados gocen de los beneficios de la sentencia sin necesidad de realizar su
propio planteamiento.

12. Pese a las dificultades aludidas, por vía jurisprudencial, la Corte de


Constitucionalidad ha ampliado la legitimidad de acción para la protección de
intereses difusos en algunos casos en los que no se exigió a los solicitantes
hacer el planteamiento por conducto del Procurador de los Derechos Humanos.
Igualmente, es destacable que la tutela otorgada por ese Tribunal no se ha
circunscrito a los denominados derechos de solidaridad –en los que hay un claro
interés difuso–, sino que se ha ampliado a otros derechos humanos que no
tienen tal categoría –principalmente los de carácter económico, social y cultural,
como los derechos a la salud y a la educación; ello es justificable, a todas luces,
pues las peticiones que impetradas respecto de estos se han respaldado en
violaciones o amenazas que han traspasado la esfera de los intereses de los
individuos o grupos particulares.

13. Como se ha mencionado en el cuerpo del trabajo, la admisión de amparos


promovidos por particulares para la protección de intereses difusos otorgaría al
ciudadano común una herramienta efectiva para lograr la tutela de derechos

129
fundamentales cuya violación o amenaza le afecten de alguna forma, sin que sea
el único sujeto afectado dentro de una gran colectividad.

14. La amplitud de la legitimación para solicitar la tutela de intereses difusos


resultaría una herramienta muy práctica y útil para efectos de que los agraviados
de forma directa puedan acudir en procura de la protección de derechos
fundamentales; sin embargo, será necesario establecer unos nuevos parámetros
de admisibilidad para evitar el abuso de este tipo de planteamientos, que
pudieran inclusive llegar a estropear el trabajo de los tribunales constitucionales,
en contraposición al objetivo primordial perseguido. En general, a criterio de la
autora, será adecuado requerir requisitos mínimos de planteamientos, los que a
criterio de las tesista deben ser los siguientes:

a. El tribunal constitucional deberá analizar cada caso concreto


desde el momento en que se declare la admisibilidad de la
acción, debiéndose, desde un inicio, estudiar si quien invoca
esa legitimación más amplia realmente la tiene. Para ello,
deberá acreditarse en forma mínima el interés particular y
como perteneciente a una colectividad; al mismo tiempo,
establecer el agravio que se manifiesta sufrir. De preferencia,
que esta persona se encuentre legitimada por un grupo
representativo para presentar la acción.

b. Liminarmente, será necesario establecer si el solicitante posee


igualmente las calidades y si reúne las condiciones necesarias
para gozar o sufrir las consecuencias de la sentencia. Esto
quiere decir, que se deberá realizar un análisis sobre las
posibles resultas del proceso y la calidad que posea el
solicitante de afrontarlas en representación de una
colectividad.

130
c. Haciendo acopio de los aportes del derecho comparado
estudiado –relacionado en el cuerpo del trabajo–, se considera
adecuado notificar al Procurador de Derechos Humanos del
planteamiento de este tipo de acciones a través de
particulares, para que participe dentro del procedimiento en
calidad de amicus curiae y vele por los intereses de las
personas particulares que no lograron adherirse a la acción
planteada.

d. La sentencia emitida pasará por autoridad de cosa juzgada e


idealmente, en los fallos estimatorios, sus efectos deberán ser
erga omnes.

15. La implementación, por vía legal o jurisprudencial, de nuevos criterios de


legitimación para solicitar la protección de derechos vinculados con intereses
difusos supone retos o circunstancias complejas que deberán de controlarse o
evitarse, específicamente respecto a los parámetros adecuados para ampliar la
legitimidad.

16. Sobre este principio de admisibilidad, en la doctrina se desarrolla actualmente la


corriente que postula la facultad de que el mismo ente constitucional inicie
procedimientos de oficio; sin embargo, según criterio de la tesista, no se
considera recomendable que se ponga en práctica esta modalidad, ya que el
tribunal constitucional puede convertirse en juez y parte, lo cual podría generar la
desestabilización del sistema político y jurídico del Estado.

131
d) Recomendaciones

Luego de haber realizado un análisis profundo sobre los antecedentes, procedencia,


requisitos y consecuencias de la interposición de amparo en protección de intereses
difusos por medio de acciones endilgadas por particulares –a quienes de forma
ampliada se recomienda reconocer legitimación en este tipo de procesos–, se considera
adecuado brindar unas últimas sugerencias para que en caso se piense implementar de
lleno este tipo de protección, se realice en forma adecuada y apegada a fines
constitucionales. A continuación se listarán algunas propuestas para proceder a finalizar
el análisis iniciado:

1. Que al no existir un marco legal que posibilite la legitimación ampliada para


promover acciones para la tutela de intereses difusos, por vía de la
jurisprudencia razonada, se logre una efectiva evolución con relación a los
presupuestos procesales del amparo, específicamente en cuanto a la legitimidad,
a través de la jurisprudencia razonada, ya que la ley no prohíbe este tipo de
legitimación. Esta marcaría el límite o amplitud de la legitimación activa.

2. Admitir este tipo de acciones únicamente en contra de actos de parte del Estado.
No debería de dilucidarse en este espacio constitucional algún tipo de actos
realizados por particulares, realizados supuestamente en contra de derechos
fundamentales de una colectividad. Al dar este tipo de apertura, se estarían
abriendo las puertas a un sinfín de reclamos que estropearían la administración
de justicia.

3. Crear en esta primera oportunidad un filtro jurídico que brinde la oportunidad a


los tribunales constitucionales conocer las acciones de amparo que cumplan con

132
poseer cierto grado de relevancia social o jurídica, o bien, cuya resolución sea
urgente.

4. Que los tribunales constitucionales varíen la interpretación jurídica positiva del


principio de relatividad de la sentencia en el sentido de establecer que en caso
se declare sin lugar el amparo planteado por uno de los miembros de una
colectividad determinada que actúe en protección de intereses difusos, sea
posible plantear una nueva acción a través de otro de los interesados, siempre y
cuando cumpla con otros requisitos formales. En todo caso se estaría
conociendo la posible violación o amenaza de violación de un distinto derecho.

5. Al momento de emitir la sentencia respectiva, deberán precisarse los efectos


limitándose a la ejecución o no ejecución de actos. Se advierte la conveniencia
de que en este tipo de procedimientos no se conozcan reclamos económicos, ni
deberá ser el antecedente para realizar un reclamo de naturaleza civil en
compensación de supuestos daños y perjuicios, ya que, de lo contrario, podría
producirse un menoscabo patrimonial significativo a las arcas estatales.

133
e) Listado de Referencias

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Consulta electrónica:
http://www.laeditorialvirtual.com.ar/Pages2/Montesquieu/EspirituLeyes_01.html.
Fecha de consulta: 15 de febrero del 2013.

33. Sistema Judicial Italiano. La Función Jurisdiccional en la Constituzione Italiana.


Consulta electrónica: http://www.iuriscivilis.com/2008/11/el-sistema-judicial-
italiano-la-funcin.html Fecha de consulta: 29 de diciembre del 2012.

34. Xirau, Ramón. Introducción a la historia de la filosofía. UNAM. Pág.224. Citado


en www.tuobra.unam.mx/publicadas/021121150815.html

d. Otras Referencias:

1. Auto de resolución del informe circunstanciado presentado por el Congreso de la


República. Corte de Constitucionalidad dentro del Expediente 3690-2009. Dos de
octubre del dos mil nueve.

145
2. Corte Suprema de Justicia de la Provincia de Santa Fe. Causa caratulada
“Federación Cooperadoras Escolares Departamento Rosario v. Provincia de
Santa Fe. S. Recurso contencioso administrativo sumario ley 10.000”. Voto del
Dr. ULLA

3. Sentencia de 1ra Instancia. In re Sociedad de Fomento Barrio Félix CAMET y


otros. C. Apelaciones Garantías en lo Penal. Sala I. Mar de Plata, 9/9/9 y
Juzgado en lo Criminal Correccional de Transición N.1, LLBA, 2000-991.

4. Sentencia de Amparo en Única Instancia. Corte de Constitucionalidad. Expediente


3349-2011. Uno de febrero del dos mil doce.

5. Sentencia de Amparo. Corte Suprema de Justicia. Expediente 1156-2008.


Dieciocho de noviembre del dos mil ocho.

6. Sentencia de Amparo. Corte Suprema de Justicia. Expediente 1392-2006. Once


de agosto del dos mil ocho.

7. Sentencia de apelación de amparo. Corte de Constitucionalidad. Expediente


856-2011. Diecinueve de enero del dos mil doce.

8. Sentencia de apelación de amparo. Corte de Constitucionalidad. Expediente 2144-


2009. Veintidós de septiembre del dos mil nueve.

9. Sentencia de apelación de amparo. Corte de Constitucionalidad. Expediente


4337-2010. Catorce de diciembre del dos mil once.

10. Sentencia de Apelación de Amparo. Corte de Constitucionalidad. Expediente


463-99. Siete de octubre de mil novecientos noventa y nueve.

146
11. Sentencia de Apelación de Amparo. Corte de Constitucionalidad. Expediente
463-99. Siete de octubre de mil novecientos noventa y nueve.

12. Sentencia de Apelación de Amparo. Corte de Constitucionalidad. Expediente


758-2011. Veinte de junio del dos mil doce.

13. Sentencia de Apelación de Amparo. Corte de Constitucionalidad. Expediente


3449-2007. Trece de diciembre del dos mil siete.

14. Sentencia de Apelación de Amparo. Corte de Constitucionalidad. Expediente


326-2003. Diez de junio del dos mil tres.

15. Sentencia de Apelación de Amparo. Corte de Constitucionalidad. Expediente


2863-2006. Veinticinco de abril del dos mil siete.

16. Sentencia de Apelación de Amparo. Corte de Constitucionalidad. Expediente


3878-2007. Veintiuno de diciembre del dos mil nueve.

17. Sentencia de Apelación de Amparo. Corte de Constitucionalidad. Expediente


3102-2009. Once de agosto del dos mil diez.

18. Sentencia de Apelación de Amparo. Corte de Constitucionalidad. Expediente


3291-2010. Uno de febrero del dos mil once.

19. Sentencia de Apelación de Amparo. Corte de Constitucionalidad. Expediente


218-2013. Cinco de septiembre del dos mil trece.

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