Breve Resumen de - El Gobierno Monárquico - Santo Tomás de Aquino
Breve Resumen de - El Gobierno Monárquico - Santo Tomás de Aquino
Breve Resumen de - El Gobierno Monárquico - Santo Tomás de Aquino
El opúsculo Del Gobierno de los Príncipes plantea las ideas de Santo Tomas acerca del Estado.
El tratado De Regimine Principum está dividido en cuatro libros, en los cuales se intenta explicar
“lo que es el reino”, “el origen del reino y las cosas que pertenecen al oficio del Rey, conforme a la
autoridad de la divina Escritura, preceptos de filósofos y ejemplos de loables príncipes” .Es un
tratado acerca de la naturaleza, del origen y de las funciones del Estado.
En el primer libro se ocupa, del origen y de la naturaleza del poder político. Luego estudia, a
través de los libros Primero y Segundo, lo que pertenece al Rey o Príncipe en particular y su forma
de ejercitar las funciones de gobierno respecto de los súbditos. Los libros 3º y 4º, se detienen en
considerar los ejemplos de los grandes Estados de la antigüedad de Grecia, Roma y de la era
cristiana. Aunque sólo es autentico de Santo Tomas el libro 19 y la primera parte del libro 2°,
hasta el capitulo 4°. Los capítulos siguientes del libro 2º, se atribuyen generalmente a Tolomeo de
Luca, discípulo y biógrafo de Santo Tomás, quien, según la opinión más probable, terminó el libro
2° utilizando las notas de su maestro. Los otros dos libros, 3º y 4º, atribuidos también a Tolomeo
de Luca, pertenecen más probable-mente a otro autor de la misma época.
Santo Tomas escribe este libro a fin auxiliar con él el ejercicio de la función del Rey de Chipre.
Establece que siendo natural al hombre el vivir en compañía de muchos, necesario es que haya
quien rija esta muchedumbre; porque sí cada uno procurase para sí solo lo que le estuviese bien,
la muchedumbre se desuniría en diferentes partes; si la muchedumbre se ordenare al bien común
por quien los gobierna, será el gobierno justo y recto; mas si no se ordenare al bien común de la
muchedumbre, sino al particular del que gobierna, será el gobierno injusto y perverso: este
Gobernador se llama tirano. Sí el gobierno injusto fuere de más que uno, pero no de muchos, se
llama oligarquía, que quiere decir gobierno de pocos, difiriendo del tirano sólo en número. Y si el
mal gobierno se ejercitase por muchos se llama “democracia”, que quiere decir potentado del
pueblo, que es cuando la junta de los plebeyos por su muchedumbre oprime a los más ricos, y
entonces todo el pueblo será como un solo tirano.
El gobierno justo sí se administra por muchos, con nombre común se llama “politía” sí se
administra por pocos y virtuosos, se llama aristocracia, si el gobierno justo tocare a uno solo, éste
se llama Rey, este es el gobierno más útil ya que cuando son varios los que gobiernan pueden
darse disensiones que impiden la paz.
Así como el gobierno del Rey es el mejor, así es el peor el del tirano. Pues así como es más útil que
la fuerza que obra bien sea una, para ser más poderosa, así es más nocivo sí el poder que obra mal
fuere uno, que no si fuese dividido. En cuyo caso será preferible la Democracia, porque son más
los que gobiernan procurando su bien propio. Por esto conviene que el gobierno sea de uno, para
que sea más poderoso; pero sí se inclinare a la injusticia conviene que sea de muchos, para que
sea más débil y que unos y otros se impidan; de donde nace que de los gobiernos injustos el más,
tolerante es la democracia, y el peor la tiranía.
Cuando el gobierno se desvía de lo justo, no solo daña a los súbditos en los bienes corporales, sino
que, temiendo que cualquiera excelencia de ellos sea dañosa a su señorío se esfuerzan para
procurar que sus súbditos no sean gente de virtud ni tengan pensamientos magnánimos, para que
no dejen de sufrir su mal gobierno, y que entre ellos no haya conciertos, ni amistades, ni gocen de
la correspondencia de la paz, porque así no fiándose unos de otros, no pueden intentar nada
contra ellos.
Santo Tomas retoma de la historia situaciones que permiten verificar lo que el expresa , por
ejemplo la Republica Romana, donde siendo los reyes echados del pueblo a causa de su soberbia y
tiranía, instituyeron sus Cónsules y otros Magistrados, por los cuales comenzaron a gobernarse,
queriendo mudar el gobierno real en aristocracia. Pero debido a disensiones continuas que
afectaron la paz, empezaron a vivir debajo de la potestad de los Emperadores, los cuales al
principio no se quisieron llamar Reyes, por ser este nombre odioso a los romanos, pero algunos de
ellos como Reyes fielmente procuraron el bien común, y con sus obras la Republica Romana fue
aumentada y conservada; mas muchos de ellos, siendo tiranos para los suyos, y para con los
enemigos perezosos y flojos, volvieron la Republica Romana en nada.
Se concluye que de la Monarquía, aunque se convierta en tiranía, se siguen menos males que del
gobierno de muchos, si se corrompe; porque la disensión que es común en este gobierno es
contraria a la paz. Si no es que esta tiranía sea excesiva, que es cuando se convierte en crueldad
contra todo el pueblo, es más deseable que el gobierno de muchos, aunque de ambos se sigan
peligros. Porque en habiendo disensión por el gobierno de muchos, sucede muchas veces que uno
sobrepuja a los demás y usurpa para sí el señorío del pueblo.
Por lo que lo primero y necesario es que aquellos a quienes toca elegir al Rey, elijan al hombre
de tal condición que no sea probable que se incline a la tiranía. Finalmente se debe prever lo que
se haría si el Rey se convirtiese en tirano, como puede suceder, ya que si la tiranía no es excesiva,
es más útil tolerarla por algún tiempo que levantarse contra el tirano, lo que genera peligros más
graves que la misma tiranía: puede acontecer que los que esto hacen no puedan prevalecer, y que
así provocado el tirano se haga más cruel. También que, cuando el pueblo con ayuda de alguno
deshace al tirano, aquél con la nueva potestad se adjudica y usa de la tiranía, y temiendo que otro
haga con él lo que él hizo oprime con mayor servidumbre los súbditos.
Mas si fuese intolerable el exceso de la tiranía, hubo quienes opinaron que tocaba al poder de los
varones fuertes el dar la muerte al tirano y ofrecerse por la libertad del pueblo al peligro de la
muerte: pero esto no conviene con la doctrina apostólica, porque S. Pedro nos enseña que
habemos de ser sujetos no solo a los buenos y modestos señores, sino a los que no fueron tales.
Además de que aun al mismo pueblo le sería dañoso que cada uno por su parecer particular
pudiese procurar la muerte de los que gobiernan, aunque fuesen tiranos; seguiría de esto al
pueblo peligro de perder a futuros reyes al intentar librarse de los tiranos.
Por lo cual parece que se debe proceder contra la crueldad de ellos por autoridad pública, más
que por presunción particular. Lo primero, si de derecho pertenece al pueblo el elegir Rey, puede
justamente deponerlo y refrenar su potestad, si usa mal y tiránicamente del poderío Real. Ni se
puede decir que el tal pueblo procede contra la fidelidad debida deponiendo al tirano, aunque se
le hubiera sujetado para siempre, porque él lo mereció en el gobierno del pueblo, no procediendo
fielmente como el oficio de Rey lo pide, para que los súbditos cumplan lo que prometieron. Más, si
perteneciese al derecho de algún superior el proveer de Rey a algún pueblo, se ha de esperar de él
el remedio contra la maldad de los tiranos. Mas para que el pueblo alcance este beneficio de Dios,
debe cesar en sus pecados, porque en venganza de ellos por permisión divina tienen los malos el
Principado.
Ya se ha dicho que es deber del Rey procurar el bien de muchos, pero demasiado pesado sería
este oficio si de esto no se le siguiese a él algún bien. Y habremos de considerar que bien es el
premio que corresponde al Rey: A algunos les ha parecido que no es otra cosa sino el honor y
gloria del mundo, pero ninguna cosa hay entre las humanas más frágil que el honor y gloria, que
depende de la gracia de los hombres y de su opinión, que es la cosa más mutable que hay en esta
vida. Tiene también la ambición de gloria otro vicio, que es el fingimiento, muchos con la ambición
de gloria fingen virtudes que no poseen, aunque este vicio es más cercano a la virtud, pues por lo
menos procura la aprobación de los buenos y huye de desagradarlos por obras de virtud. Santo
Tomas retoma a Aristóteles en sus Éticas donde refiere al varón magnánimo, diciendo que el tal no
procura el honor y la gloria, sino que no pretende otra cosa de los hombres de la tierra que ser
tenido por lo demás como virtuoso.
Aunque en realidad lo que conviene es que el Rey espere de la mano de Dios su premio, el cual
remunera tanto a buenos como malos reyes con premios terrenales, pero que a aquellos que con
buena intención gobiernan a su pueblo les dará además como premio de la virtud la
Bienaventuranza, la gloria eterna. En cuanto al castigo que recibe el tirano, queda privado de la e
bienaventuranza que se debe por premio a los buenos Reyes, y lo que es más grave de todo, que
adquiere el mayor grado de tormento en las penas. Porque si el que roba a un hombre solo, o le
obliga a servidumbre injusta o le da la muerte, merece grave pena, ¿cuánto más mas graves
castigos merecerá el tirano, que por todas partes roba a todos y a todos procura quitar la libertad,
y da la muerte a cualquiera que se le antoja?
Otra cosa deben tener en cuenta estos reyes que por las riquezas terrenales se alejan de la virtud,
y es que esta genera la amistad que es algo que los tiranos no pueden alcanzar por mucho que la
deseen; y es que no hay lazos de amistad entre los súbditos y el tirano, al contrario de lo que
sucede entre el buen Rey y sus súbditos los cuales no dudarían de proteger de los peligros a su
amado Rey, por lo que siempre habrá quien en momentos de adversidad intente quitarle su
dominio.
También se alcanzas más riquezas con la justicia que con la tiranía, pues el tirano tiene necesidad
de pagar muchos soldados a fin de mantener controlados a los súbditos, mientras que el Rey justo
no tiene esa necesidad.
El hombre es animal naturalmente sociable que vive entre otros muchos y se halla en él una
semejanza del gobierno divino, no solo en cuanto a que por la razón se gobierna a sí mismo, sino
también porque por la razón de un hombre solo se gobiernan otros muchos; lo cual refiere al
oficio del Rey, aun en algunos animales que viven en compañía se halla una semejanza de este
gobierno, como las abejas que tienen su Rey entre sí, no porque en ellas haya gobierno por razón,
sino por instinto natural que les dio el sumo gobernador, que es hacedor de la naturaleza.
Conozca pues el Rey que el oficio que tiene es ser en su Reino como el alma en el cuerpo y como
Dios en todo el mundo; y de su reino le corresponde gobernar y administrar.
Además el Rey debe procurar la buena vida de sus súbditos por los medios que mas convengan,
para que alcancen la celestial bienaventuranza. El Rey recibirá la ley divina de mano de Sacerdotes
y será enseñado por ella sobre cómo hará que viva bien el pueblo que le está sujeto; cuyo cuidado
requiere tres cosas. Lo primero, cómo ha de fundar en el pueblo este modo de bien vivir. Lo
segundo, cómo lo ha de conservar después de comenzado. Y lo tercero, cómo podrá hacer que
cada día vaya en aumento.
LIBRO SEGUNDO
En el segundo libro la primer parte de su obra se dedica a enumerar las riquezas naturales y
materiales que debe poseer el reino para que los súbditos vivan bien y saludablemente, tengan
como deleitarse, aunque con moderación, y sean capaces de autoabastecerse de todo lo que
necesitan para la vida a fin de evitar ciertos peligros, los cuales se dan cuando al tener que
depender de vendedores de tierras extrañas para obtener aquellas cosas de las que ellos mismos
no pueden proveerse, algunos de ellos pueden ser : una que en tiempos adversos la ciudad resulte
oprimida al impedírsele que se le lleven mantenimientos por parte de aquellos que quieren
invadirla, la otra porque esto genera la necesidad de entablar relaciones con extranjeros cuya
conversación corrompe las costumbres de los ciudadanos . Si no es posible tenerlos todos, se debe
optar por los lugares que posean la mayor cantidad de características necesarias posibles.
A partir del capítulo viii comienza a definir la conformación del gobierno y las calidades existentes
del mismo.
El Rey debe poseer gran cantidad de ministros que lo asistan a fin de poder ejercer con comodidad
su oficio. Y aclara que de acuerdo al tipo de principado tendrá diferentes ministros: retoma de
Aristóteles el principado político y el despótico y los define.
El Político es cuando una provincia, o ciudad o castillo es gobernado por uno o por más, conforme
a sus propios estatutos. El gobierno de éstos conviene más regirse con una cierta blandura, y como
hay una continua mudanza de ciudadanos o de extraños hay dos razones para que en este modo
de gobierno no se castigue los súbditos con tanto rigor, como en el dominio Real; la una es de
parte del que gobierna, porque su gobierno es de poco tiempo, por lo cual tiene menos cuidado de
las cosas de sus súbditos. Luego la confianza que tienen los súbditos de que al que gobierna se le
ha de acabar el dominio, y de que a ellos también a su tiempo les ha de tocar el mandar, les da
más atrevimiento para tener libertad y no sujetar el cuello a los que gobiernan, y así por esto el
gobierno Político debe ser suave.
El Principado Despótico es aquel que tiene el señor para con su siervo. Explica Santo Tomas que en
el estado primero de la naturaleza, que se llama estado de la inocencia, no hubo gobierno Real
sino político, porque entonces no había dominio que causase servidumbre, sino una preeminencia
y sujeción en el disponer y gobernar los súbditos según los meritos de cada uno, porque en el
ordenar y cumplir lo que se ordenaba cada uno estaba dispuesto conforme a lo que le tocaba, lo
que se pudo observar entre los hombres sabios y virtuosos, como fueron los romanos, donde por
imitación de la misma naturaleza el gobierno político fue mejor .
En el gobierno de los Reyes hay Ministros diputados para oficios perpetuos, para servir al Rey en
cosas de su provecho, como son los Conde y Barones, los soldados ordinarios y los feudatarios que
por feudo están obligados a las cosas del gobierno del Reino perpetuamente.
El filosofo hace distinción en su política de otros cuatro géneros de Ministros, que son más
conjuntos a los que gobiernan; porque hay algunos de que el gobierno tiene necesidad para los
oficios viles de los Señores, además de esto sucede que algunos son faltos de razón por defecto de
naturaleza, los cuales conviene que sean inducidos al trabajo por modo servil, porque no pueden
usar de razón, y esto se llama justo natural. Hay también otros ministros diputados para los
mismos oficios por otra razón, como son los que han sido presos en la guerra; lo cual la ley
humana con razón instituyó para esforzar los soldados a pelear fuertemente por la República, para
que por cierto derecho los vencidos fuesen sujetos a los vencedores; lo cual el filósofo en el lugar
dicho llama justo legal; por lo cual estos, aunque usan de razón, son reducidos al estado de los
esclavos con cierta ley militar. Hay también otros dos géneros de Ministros que asisten entre la
familia, unos que asisten por paga, y otros que sirven por cierta benevolencia y amor, para
aumentarse en las cosas de su honra, o en las cosas de virtud; como son los que sirven al Príncipe
en su casa, o en cosas de la guerra, o de su volatería o montería, o de otras cosas de su familia y
casa.
A partir del capítulo x se da cuenta de las cuestiones que debe prever el Rey para el ejercicio de su
gobierno.
Los príncipes deben estar defendidos por fortalezas a fin de estar seguros en el regir, corregir y
gobernar y poder ejecutar la justicia, además porque el pueblo que se guía mas por las cosas
aparentes que por la razón al ver los magníficos gastos del Rey al levantar sus fortalezas por
admiración se inclinan más fácilmente a la obediencia. Y como tercer motivo se presenta la
necesidad de tener donde guardar las abundantes riquezas y donde poder ellos y su familia usarlas
con libertad.
Deben tener además caminos libres y seguros en su provincia o región, porque los caminos son
comunes a todos por un cierto derecho natural, y por las Leyes de las gentes; por lo cual, nadie
puede ocuparlos ni adquirir derecho sobre ellos; deben ser libres para permitir la comunicación
entre los hombres. Y para que los caminos fuesen libres y seguros para los pasajeros, permiten los
derechos a los Príncipes los portazgos por lo que sus oficiales pueden cobrar el derecho al paso, y
los pasajeros están obligados a pagarlos.
Además de esto la seguridad de los caminos para el gobierno del Reino es muy provechosa a los
Reyes, a fin de que lleguen los mercaderes con sus mercancías, con lo cual se aumentan las
riquezas del Reino. Y por ultimo con esto se aumenta el culto divino, porque los hombres se hallan
mas prontos para reverenciar las cosas sagradas cuando tienen libre el paso para ir en romería a
ganar Indulgencias o Jubileos.
El Rey debe tener también moneda propia por dos razones. Lo primero la moneda propia es
ornamento del Rey y de su Reino, y de cualquiera otro gobierno, porque en ella se esculpe la
imagen del Rey, y por ser la moneda regla y medida de las cosas que se venden, se muestra en ella
su excelencia, Y finalmente, el tener moneda propia redunda en provecho del Príncipe, porque es
medida en los tributos que se ponen en el pueblo, trueques de las cosas, y porque muchas de las
gentes no conocen las monedas extranjeras, y así fácilmente pueden ser engañados los que no
tienen tanta malicia, lo cual es contra el gobierno Real. También son necesarios los pesos y
medidas porque por ellos se pagan los tributos y se quitan diferencias, y se guarda fidelidad en las
compras y ventas, y porque, aunque la moneda es instrumento de la vida humana, todavía imitan
más que ella las cosas naturales: porque escrito esta en el libro de la Sabiduría que Dios dispuso
todas las cosas con número, peso y medida.
Hay otras cosas que también pertenecen al buen gobierno de un Reino, Provincia o Ciudad, o de
otro cualquier Principado, y es que el Príncipe que preside provea del erario común a los pobres,
huérfanos y viudas en sus necesidades, y tenga cuidado de los peregrinos y forasteros; porque si la
naturaleza no falta a nadie en las cosas necesarias, mucho menos debe faltar el arte, que imita la
naturaleza; y entre todas las artes, la de vivir y gobernar es la superior y más grande. Por lo que
obligados están los Príncipes y Prelados, que representan a Dios en la tierra, a suplir estas faltas de
los pobres, y ayudarlos como padres. Son también las limosnas que los Príncipes dan a los
necesitados, como un fiador suyo delante de Dios, para pagar las deudas de sus pecados. Y así
como la moneda es medida en las cosas que se truecan en la villa corporal, así lo es la limosna en
la espiritual.
A él deben atender los Reyes y Príncipes con todas sus fuerzas y solicitud, Y aunque este fin es
necesario a todos, conviene a saber, el culto y reverencia de Dios por la observancia de sus
mandamientos, compete más al Rey por tres motivos: 1ºporque el hombre fue creado por Dios y
le debe la divina reverencia, aunque cada uno tenga esta obligación, es mayor en el Príncipe, que
participa más de la nobleza de la naturaleza humana, por razón de su Sangre, 2º para la
conservación de su gobierno, debe ser devoto y tener reverencia a Dios, 3º porque todos los que
fueron solícitos en las cosas de la reverencia de Dios, acabaron felizmente su curso, pero los que lo
hicieron al contrario tuvieron infelices fines.
Todo lo que tiene ser depende del primer ser, que es causa primera, de la misma manera cualquier
señorío de la criatura depende de Dios, como primer Señor y primer Ser. Así como cualquier
multitud depende de uno, de la misma manera la multitud de Señores depende de un solo Señor,
que es Dios. No solamente por razón del ser, sino también por razón del movimiento se prueba
que cualquier señorío viene de Dios. Porque cualquier cosa que se mueve es movida de otra, así
infinitamente pero es necesario que haya un primer motor inmóvil, y primera causa que es Dios; y
entre todos los hombres, los que más tienen de movimiento son los Reyes y Príncipes, y todos los
que presiden en gobernar, en juzgar y en defender, y en los demás actos que pertenecen al
gobierno; si por la virtud de la primera causa se mueven todas las cosas, y todas reciben la
influencia del primer movimiento, el movimiento de los Señores será por la virtud de Dios que los
mueve; y también que como hay orden en los movimientos corporales, mucho mayor la ha de
haber en los espirituales. También se puede ver esto si se considera el fin de las cosas, Dios
dispone todas las cosas y las encamina a su debido fin, y el gobierno de cualquier comunidad o
junta política, o real, o de otra cualquiera condición que se halle, endereza hacia la vida virtuosa a
sus súbditos porque ha recibido la divina influencia que le permite encaminarlos.
Cuales fueron las razones por las que algunos merecieron su gobierno:
Entre todos los Reyes y Príncipes del mundo los romanos fueron los que más merecieron su
dominio por las siguientes razones que agradaron a Dios: por el amor a la patria, por el cual
menospreciaban todas las otras cosas. Por el vigor de la justicia, pues por él se oponían contra
cualquiera malhechor y perturbador de la paz desterrando la avaricia y la ganancia torpe de su
gobierno; tampoco fueron dados a la maldad ni a la lujuria y tenían santísimas leyes que sujetaban
su voluntad a fin de que todos vivieran en paz. Y por la civil benevolencia con que atraían a su
amor a todas las naciones, a cuya afición movían por los medios dichos.
Los Señoríos como instrumento:
Hay ocasiones en que los Tiranos son instrumento de la divina justicia para castigar los delitos de
los hombres. También sucede algunas veces que algunos hombres, cuando alcanzan los
Principados son hombres virtuosos, y en esto perseveran por algún tiempo, la prosperidad de las
cosas reales los vuelve soberbios y se hacen ingratos a Dios, el cual los derriba en su gloria como
castigo a su soberbia y provoca la declinación de su principado.
Dios dio el dominio de la naturaleza al hombre aunque este se haya menoscabado por el pecado. Y
la razón de este dominio que dio Dios se puede obtener por tres caminos: 1º por el mismo
proceder de la naturaleza: en el uso de las cosas naturales las menos perfectas sirven para el uso
de las más perfectas. Y así las plantas se aprovechan de la tierra para su nutrimento, y los animales
se aprovechan de las plantas, y los hombres de las plantas y de los animales. De donde se concluye
que el hombre naturalmente es ser superior a todo ello porque fue hecho a la imagen de Dios.
Ahora que si hablamos del dominio por modo de sujeción servil, este fue introducido por el
pecado, como dijimos arriba; pero si hablamos del dominio del Rey en cuanto es de su oficio el
mirar por los súbditos y encaminarlos bien, en este modo se puede llamar casi natural, porque aún
en el estado de la inocencia existió.
Divídese pues el dominio en cuatro tipos: uno es sacerdotal y real juntamente, otro es real, en el
cual se incluye el imperial y los demás; el tercero es el Político y el cuarto es Económico
El primero es preferido a los demás por muchas razones, que se toma de la institución divina, que
fue la de Cristo rey y sacerdote, el cual se representa hoy día en el Papa.
En cuanto al dominio real, se debe hacer distinción conforme a las diversas regiones en que se
estableció y según les fue dado a diferentes clases de hombres. En él Dios ordena al Rey a la
utilidad de sus súbditos.
El despótico es muy diferente del real, Dios quiso que hubiese Reyes que gobernasen y rigiesen los
Reinos, y conservasen a cada uno su derecho, y éste es el fin del gobierno; pero si se enderezan a
otra cosa, convirtiendo el provecho de los demás en suyo propio, no son Reyes, sino Tiranos.
Aunque algunas veces, conviene que el pueblo experimente tiranías; porque estas también son
instrumento de la divina justicia. Por lo cual algunas islas, como cuentan las historias, siempre con
gobernadas por Tiranos, por la malicia del pueblo, que no puede ser regido de otra manera sino
con vara de hierro. En estas tales regiones, pues, es necesario a los Reyes el principado despótico
sino por los merecimientos y pertinacia de los súbditos.
La monarquía de Cristo
Superior a cualquier otra ya que es la única que es eterna y cuyo dominio no tiene fronteras,
porque no hay lugar en el mundo donde no se adore el nombre de Cristo, y porque la naturaleza
humana en Cristo participa de la infinita virtud. El Principado de Cristo comenzó en su nacimiento
temporal, y con su pobreza y humildad voluntaria, y no forzosa, la cual él mismo eligió, para
enseñar a los Príncipes, la humildad por la cual se hace cualquiera más agradable en el gobierno; y
para mostrar la diferencia que hay entre su dominio y el de los otros Príncipes; porque aunque fue
Señor del mundo temporalmente, con todo eso derechamente ordenó su Principado hacia la vida
espiritual. Y por esto permitió nuestro Rey Cristo, Príncipe del mundo, que otros dominasen en su
vida, y por algún tiempo después de su muerte, hasta que su Reino estuviese perfecto y ordenado
en sus fieles con las obras virtuosas, y laureado con la propia sangre de ellos que se exponen a
pasiones y tormentos por el celo de la Fe y por el amor de Dios, y que procuran florecer en
diversas virtudes para conseguir el Reino eterno, v para que por sus merecimientos se acreciente
el Principado de Cristo.
De la elección de los monarcas, de las similitudes y diferencias entre los dominios y como se llama
a sus funcionarios:
Con el transcurso de los años hubo muchas maneras en las que se eligieron los sucesores en los
principados, pero en estos tiempos (hablamos del siglos xiii) le compete esto al sumo y supremo
Príncipe, que es el Papa, para el bien de toda la Cristiandad, ceder la facultad de gobernar al Rey.
Comparación del dominio Imperial el Real y el político. Primero la elección: los Cónsules y
Dictadores Romanos, que gobernaban el pueblo políticamente, eran resultado de la elección del
pueblo o del Senado, los Emperadores elegidos por el ejército Romano, los que no siempre se
elegían de grande y noble linaje. En ninguno de los anteriores casos el señorío pasaba a sus
descendientes, sino que luego que aquél moría expiraba el dominio. En el modo de gobernar los
Emperadores tienen jurisdicción como los Reyes, y por derecho natural se les pagan tributo v
servicios coronos a ellos, los cuales no pueden aumentar sin pecar mortalmente. Otra semejanza
entre los Emperadores y los Reyes es la corona; reciben dos los que son elegidos Emperadores:
una en un lugar, que se llama Monza que es de hierro, y se dice que es en señal de que el primer
Emperador de los Alemanes, Carlo Magno, domó las cervices de los Reyes de los Longobardos y su
gente. La segunda corona es de oro, y la recibe en Roma de mano del Pontífice, y entonces le da a
besar el pie en señal de su sujeción y fidelidad para con la Iglesia Romana. La tercera conveniencia
que tienen los Emperadores con los Reyes, y en qué se diferencian de los Cónsules y Gobernadores
políticos, es la institución de las leyes, y la potestad de arbitrar que tienen sobre los súbditos, por
lo cual el dominio de los Emperadores y Reyes se llama Majestad. Lo cual no pueden los Cónsules
y Gobernadores políticos, porque no les es dado proceder sino según la forma de las leyes que se
les dan, o por el árbitro del pueblo; fuera de lo cual no se pueden extender a juzgar.
Terminado lo que toca al gobierno Real y al Imperial, diremos ahora que hay algunos dominios
anexos a estos, como son los Príncipes, Condes y Duques, Marqueses, Barones, Castellanos, y de
otros nombres de dignidad, conforme a las costumbres de las provincias. Los nombres propios,
pues, de los que sirven a los Emperadores o Reyes, son Príncipes, esto es: Señores de algunas
provincias, que tienen el primer lugar en ellas después del Emperador o del Rey. El segundo
nombre es el de los Condes, cuyo oficio principalmente es acompañar a los Reyes y Emperadores
en las guerras, y en lo que a ellas tocare, y en cualquiera cosa que se haya de hacer por la utilidad
de todo el Reino. Los Duques son llamados a guiar al pueblo, principalmente en los ejércitos,
porque su oficio es encaminar el ejército e ir delante en las batallas. Otro nombre de dignidad
sujeto a los Emperadores y Reyes es el de Marqués, que se iguala al de Conde, y este nombre se le
da por la severidad de la justicia, porque se llama Marqués de Marca o Marco, que es un peso
particular de los ricos, por lo cual se significa la recta y rígida justicia. Hay también otro nombre,
que es de los Barones, dichos así por el trabajo, o por ser fuertes en él.
Hay también otros nombres que se siguen al gobierno Real en algunas tierras y provincias, que
tienen cierta significación, como el nombre de los Sátrapas y Optimates El primero de los cuales
significa prontitud en el servir; El nombre de los Optimates significa el supremo grado después del
Señor, y son dichos así de Óptimo, que es lo más bueno. Los Magistrados se llamaron así por la
preeminencia de doctrina y consejo en el gobierno, Comentariis y Escribas, se distinguían en sus
oficios, porque el uno presidía al escribir las legiones que el Príncipe instituía, que parece ser lo
mismo que Magistrado, y el otro tenía a su cargo las cosas que los Reyes respondían, al cual
nosotros llamados Canciller
Francia en ella se encuentran el Mariscal y Senescal, que propiamente son los que tratan de regir
los negocios útiles a la provincia. Entre los Españoles todos los Príncipes que están sujetos al Rey
se llaman Ricos-Hombres, Infantes, y otros Infanzones: los primeros son de linaje Real, hijos o
nietos, y se llaman así porque no deben hacer daño al pueblo, sino conservar y favorecer a todos
en justicia, y obedecer al Rey como Infantes. Los Infanzones se llaman así porque deben seguir a
los Infantes como a mayores; porque son una gente noble, que tienen más poder que otros
hidalgos, y son Señores de algunos castillos y villas, los cuales en algunas partes se llaman
Castellanos. Y se llaman Infanzones porque pueden dañar menos que los otros Príncipes, por tener
menos poder, como los que ha poco que salieron de la niñez.
LIBRO CUARTO
El Principado Político, en el los Príncipes son elegidos por el pueblo y han de ser virtuosos; como se
administra por pocos y virtuosos, se llama Aristocracia, pero si se administra por muchos Cónsules,
Dictador y Tribunos entonces el tal gobierno se llama Politía, modo de gobierno conviene
propiamente a las Ciudades. Los gobernadores políticos tienen estrecha relación con las leyes, y no
pueden exceder lo que ellas mandan en la prosecución de la justicia, lo cual no es así en los Reyes,
y en otros Príncipes donde la voluntad del Rey es tenida por ley. Hay también otra diferencia, y es
que a los Gobernadores Políticos muchas veces les toman residencia de si juzgaron bien, o
gobernaron conforme a las leyes que se les habían señalado: y si hacen contra ellas, están sujetos
a una pena.
Acerca de la institución de las ciudades, la necesidad que hay de que se instituyan, y en qué
consiste su comunidad, cuáles son sus partes, y de qué géneros de hombres se componen. Son
muchos los casos en que los hombres caen por sucesos no pensados, en los cuales siempre hallan
quien los socorra, viviendo en compañía, la fundación de las ciudades es necesaria porque sin ellas
el hombre no puede vivir decentemente. Hay dos virtudes que se ordenan a otros, y requieren que
haya muchedumbre de hombres para ejercitarlas, la una es la justicia, que es una constante y
perpetua voluntad de dar a cada uno lo que es suyo. La segunda virtud es la amistad, que
principalmente requiere el vivir muchos juntos, porque a solas no puede haberla. Se la observa
primero en los infortunios, porque en ellos se acude a los amigos. Hay otra razón para mostrar que
es necesario el vivir los hombres juntos, y es la necesidad que tienen de comunicar sus obras a
otros.
Es necesario que haya distintos grados en los ciudadanos, en cuanto a las casas y familias, en
cuanto a las artes y oficios; pero todo unido con el vínculo de la compañía, que es el amor que los
ciudadanos se han de tener unos a otros, cuanto más grande una ciudad, tanto será más famosa,
porque hallarán en ella mejor las cosas necesarias para la vida humana.
En dichas ciudades para evitar los litigios entre los ciudadanos de ordinario estado, conviene tener
las posesiones divididas. Y también las funciones de cada cual tanto en genero como en estado a
fin de que todo este organizado. Por ejemplo las mujeres no debían de ocuparse en las cosas de la
guerra, sino de las cosas de su casa, porque ellas para eso estaban preparados tanto física como
mentalmente pues sus cuerpos estaban orientados para la generación y crianza de los hijos y son
de carácter asustadizo; además podía darse que por el trato de ellas con los hombres estos
perdieran su prudencia en la guerra.
También en la naturaleza del hombre hay sus grados en cuanto a las virtudes y gracias, porque
unos son dispuestos a ser sujetos, y valen poco para gobernar, y otros son lo opuesto, y si se
perpetuase a uno de estos en el Principado sería causa de muchos males en la ciudad. Por tanto
es conveniente el mudar los que gobiernan. Así que es loable el gobierno Político en que conforme
a sus méritos se distribuyen las honras entre todos los ciudadanos.
Acerca de las desigualdades en los bienes temporales suelen dar pie a envidias y de allí nace la
codicia, pero resulta imposible igualar las cosas. Y no sólo de parte de la naturaleza tiene
inconvenientes el ser iguales las posesiones, sino también de parte de los estados y de ellas
mismas; porque entre los ciudadanos hay diferencias, como entre los miembros del cuerpo son
diferentes, tienen diferente potencia y operación; porque claro está que el noble tiene
obligaciones de gastar más que el que no lo es. Además esto era contra el mismo orden natural
con que Dios constituyó las cosas creadas en cierta desigualdad en cuanto a la naturaleza y en
cuanto a los merecimientos; por lo que el querer que haya igualdad en las cosas temporales, como
son las posesiones, es destruir el orden de ellas. Dios las hizo todas en número, peso y medida,
como se dice en el libro de la Sabiduría. Todo lo cual significa un grado de desigualdad en las cosas
que tienen ser. Ni tampoco por el ser iguales las posesiones se evitaban los litigios, sino que
aumentan, pues se va contra el derecho natural, quitando al que quizá merecía más. También para
la perfección del gobierno Político se requiere que no sólo los labradores tengan posesiones
propias, sino también los otros ciudadanos. Y tantas mas es menester que tengan, cuanto
estuvieren en más alto estado, porque de esta manera no faltándoles, no se distraen de las cosas
de la guerra con el cuidado de buscar lo que les es necesario, ni tampoco, codiciando las tierras,
por su amenidad se hagan de ánimo delicado.
Sócrates y de Platón distinguieron cinco géneros de hombres, que son Príncipes, Consejeros,
Gente de guerra, Artífices y Labradores; división suficiente para la perfección de una ciudad,
porque comprende todos los géneros de hombres que pertenecen al gobierno Político. Pero en
esto los reprende el Filósofo porque no son todas las ciudades de igual potencia y fuerzas, y que
sucedería por ejemplo si los Consejeros, Artífices y Labradores estuviesen del todo libres de la
guerra cuando una multitud de enemigos acometiera una ciudad o a su gente?. En cuanto a la
acción del juzgar todas las cosas que se juzgan las reduce a tres, sobre que pleitean los hombres, o
sobre daño que se ha hecho a sus cosas, o sobre injuria que han recibido en sus personas, ya sea
por ofensa de palabra, a que llama Aristóteles deshonra, o sobre lesiones de golpes o de heridas, a
lo cual llama el Filósofo muerte.
Pitágoras en el gobierno Político enseñó que todo su fin y su intención se enderezaba a atraer los
hombres a vivir conforme a virtud. Lo cual muestra también Aristóteles en su Política. Y todo
verdadero gobierno político se destruye en apartándose de este fin. La felicidad política se obtiene
en el perfecto gobierno de la República y de esta razón se valió el Filósofo al comparar una
república o politía con un cuerpo natural orgánico, en el cual hay movimientos dependientes de un
movedor o dos, como son el corazón y el cerebro y con todo eso en cualquiera parte del cuerpo
hay operaciones propias. De donde afirma que este cuerpo es animado por beneficio del favor
divino, y que por orden de Dios sumamente justa usamos de la razón.
Las partes en que se divide una policía o república para Sócrates y de Platón, la dividen en cinco
partes, conviene a saber: gobernadores, consejeros, soldados, artífices y labradores. En la
república, o policía, los Consejeros son la parte más importante poseen la virtud directiva para
poder encaminar las cosas que hubiese de hacer .Son necesarios también los Gobernadores para
corregir la malicia de los hombres. En lo que respecta a otras necesidades de la vida humana que
responden a otras potencias del alma, como los vestidos, los adornos y mantenimientos se
remedian a través de la parte sensitiva del hombre, del artífice. En cuanto al mantenimiento, lo
cual corresponde a la parte vegetativa, a esto se ordenan los labradores. Los Soldados son
conveniente parte de la república, ordenados contra los que acometen las otras partes de ella, y
para que aquellas estén seguras; el gobierno Político solamente se rige por las leyes, como ya
hemos dicho, pero el Real y el Imperial, aunque se gobiernan con leyes, el tratar cualquiera
negocio se decide por el arbitrio del Príncipe, porque lo que a él le place se tiene por ley, como
definen los derechos. Y así se concluye que en el dominio Político son más necesarios los
Consejeros, los cuales se incluyen en el nombre de Senadores del pueblo. Los artífices y
labradores, conforman la plebe. A los soldados que son necesarios en la república en todo tiempo,
ya para conservar la paz entre los ciudadanos, ya para evitar los acontecimientos de los enemigos
siendo de tan grande provecho en la república, se les da el mayor honor entre los ciudadanos,
como a los más necesarios para la conservación de la república, y por los peligros a los que por ella
deben exponerse.
Respecto del gobierno los primeros que dicen que fueron instituidos son los Cónsules porque
todas las cosas se gobernaban con consejo; y se ordenó que se mudasen cada año, para que si
alguno fuese insolente se reemplazase con brevedad por otro que fuese más moderado; y se
estableció que fuesen dos, porque uno administra las cosas de la paz en la ciudad, y el otro las de
la guerra. Hay también otros nombres de oficios de ministros de la ciudad de Roma, de que las
historias hacen mención, como los Censores, Patricios, Prefectos, Pretores, Padres Conscriptos,
Pro-Cónsules, Ex-Cónsules, Censorinos, Decuriones, Magistrados y Tabeliones. Los Patricios se
llamaban porque así como los padres tienen cuidado de los hijos, tenían ellos cuidado de los
ciudadanos y república Romana. Los Prefectos se llamaron así porque presidían en la potestad
pretoria; por lo cual los mismos que se llamaban Pretores, que principalmente tenían por obra la
ejecución de la justicia. Padres Conscriptos se llamaban los Senadores. Pro-Cónsules eran
coadjutores de los Cónsules Censorinos y ejercían jueces menores. Los Decuriones trataban de
todas las cosas de los palacios .El tabelión, es el notario que también se llamaba Escribano Público,
porque escribía los hechos que se llamaban públicos.
Solo resta decir del Principado Económico que es el gobierno de la casa, el de los padres de
familia.
El opúsculo Del Gobierno de los Príncipes plantea las ideas de Santo Tomas acerca del Estado.
El tratado De Regimine Principum está dividido en cuatro libros, en los cuales se intenta explicar
“lo que es el reino”, “el origen del reino y las cosas que pertenecen al oficio del Rey, conforme a la
autoridad de la divina Escritura, preceptos de filósofos y ejemplos de loables príncipes” .Es un
tratado acerca de la naturaleza, del origen y de las funciones del Estado.
En el primer libro se ocupa, del origen y de la naturaleza del poder político. Luego estudia, a
través de los libros Primero y Segundo, lo que pertenece al Rey o Príncipe en particular y su forma
de ejercitar las funciones de gobierno respecto de los súbditos. Los libros 3º y 4º, se detienen en
considerar los ejemplos de los grandes Estados de la antigüedad de Grecia, Roma y de la era
cristiana. Aunque sólo es autentico de Santo Tomas el libro 19 y la primera parte del libro 2°,
hasta el capitulo 4°. Los capítulos siguientes del libro 2º, se atribuyen generalmente a Tolomeo de
Luca, discípulo y biógrafo de Santo Tomás, quien, según la opinión más probable, terminó el libro
2° utilizando las notas de su maestro. Los otros dos libros, 3º y 4º, atribuidos también a Tolomeo
de Luca, pertenecen más probable-mente a otro autor de la misma época.
Santo Tomas escribe este libro a fin auxiliar con él el ejercicio de la función del Rey de Chipre.
Establece que siendo natural al hombre el vivir en compañía de muchos, necesario es que haya
quien rija esta muchedumbre; porque sí cada uno procurase para sí solo lo que le estuviese bien,
la muchedumbre se desuniría en diferentes partes; si la muchedumbre se ordenare al bien común
por quien los gobierna, será el gobierno justo y recto; mas si no se ordenare al bien común de la
muchedumbre, sino al particular del que gobierna, será el gobierno injusto y perverso: este
Gobernador se llama tirano. Sí el gobierno injusto fuere de más que uno, pero no de muchos, se
llama oligarquía, que quiere decir gobierno de pocos, difiriendo del tirano sólo en número. Y si el
mal gobierno se ejercitase por muchos se llama “democracia”, que quiere decir potentado del
pueblo, que es cuando la junta de los plebeyos por su muchedumbre oprime a los más ricos, y
entonces todo el pueblo será como un solo tirano.
El gobierno justo sí se administra por muchos, con nombre común se llama “politía” sí se
administra por pocos y virtuosos, se llama aristocracia, si el gobierno justo tocare a uno solo, éste
se llama Rey, este es el gobierno más útil ya que cuando son varios los que gobiernan pueden
darse disensiones que impiden la paz.
Así como el gobierno del Rey es el mejor, así es el peor el del tirano. Pues así como es más útil que
la fuerza que obra bien sea una, para ser más poderosa, así es más nocivo sí el poder que obra mal
fuere uno, que no si fuese dividido. En cuyo caso será preferible la Democracia, porque son más
los que gobiernan procurando su bien propio. Por esto conviene que el gobierno sea de uno, para
que sea más poderoso; pero sí se inclinare a la injusticia conviene que sea de muchos, para que
sea más débil y que unos y otros se impidan; de donde nace que de los gobiernos injustos el más,
tolerante es la democracia, y el peor la tiranía.
Cuando el gobierno se desvía de lo justo, no solo daña a los súbditos en los bienes corporales, sino
que, temiendo que cualquiera excelencia de ellos sea dañosa a su señorío se esfuerzan para
procurar que sus súbditos no sean gente de virtud ni tengan pensamientos magnánimos, para que
no dejen de sufrir su mal gobierno, y que entre ellos no haya conciertos, ni amistades, ni gocen de
la correspondencia de la paz, porque así no fiándose unos de otros, no pueden intentar nada
contra ellos.
Santo Tomas retoma de la historia situaciones que permiten verificar lo que el expresa , por
ejemplo la Republica Romana, donde siendo los reyes echados del pueblo a causa de su soberbia y
tiranía, instituyeron sus Cónsules y otros Magistrados, por los cuales comenzaron a gobernarse,
queriendo mudar el gobierno real en aristocracia. Pero debido a disensiones continuas que
afectaron la paz, empezaron a vivir debajo de la potestad de los Emperadores, los cuales al
principio no se quisieron llamar Reyes, por ser este nombre odioso a los romanos, pero algunos de
ellos como Reyes fielmente procuraron el bien común, y con sus obras la Republica Romana fue
aumentada y conservada; mas muchos de ellos, siendo tiranos para los suyos, y para con los
enemigos perezosos y flojos, volvieron la Republica Romana en nada.
Se concluye que de la Monarquía, aunque se convierta en tiranía, se siguen menos males que del
gobierno de muchos, si se corrompe; porque la disensión que es común en este gobierno es
contraria a la paz. Si no es que esta tiranía sea excesiva, que es cuando se convierte en crueldad
contra todo el pueblo, es más deseable que el gobierno de muchos, aunque de ambos se sigan
peligros. Porque en habiendo disensión por el gobierno de muchos, sucede muchas veces que uno
sobrepuja a los demás y usurpa para sí el señorío del pueblo.
Por lo que lo primero y necesario es que aquellos a quienes toca elegir al Rey, elijan al hombre
de tal condición que no sea probable que se incline a la tiranía. Finalmente se debe prever lo que
se haría si el Rey se convirtiese en tirano, como puede suceder, ya que si la tiranía no es excesiva,
es más útil tolerarla por algún tiempo que levantarse contra el tirano, lo que genera peligros más
graves que la misma tiranía: puede acontecer que los que esto hacen no puedan prevalecer, y que
así provocado el tirano se haga más cruel. También que, cuando el pueblo con ayuda de alguno
deshace al tirano, aquél con la nueva potestad se adjudica y usa de la tiranía, y temiendo que otro
haga con él lo que él hizo oprime con mayor servidumbre los súbditos.
Mas si fuese intolerable el exceso de la tiranía, hubo quienes opinaron que tocaba al poder de los
varones fuertes el dar la muerte al tirano y ofrecerse por la libertad del pueblo al peligro de la
muerte: pero esto no conviene con la doctrina apostólica, porque S. Pedro nos enseña que
habemos de ser sujetos no solo a los buenos y modestos señores, sino a los que no fueron tales.
Además de que aun al mismo pueblo le sería dañoso que cada uno por su parecer particular
pudiese procurar la muerte de los que gobiernan, aunque fuesen tiranos; seguiría de esto al
pueblo peligro de perder a futuros reyes al intentar librarse de los tiranos.
Por lo cual parece que se debe proceder contra la crueldad de ellos por autoridad pública, más
que por presunción particular. Lo primero, si de derecho pertenece al pueblo el elegir Rey, puede
justamente deponerlo y refrenar su potestad, si usa mal y tiránicamente del poderío Real. Ni se
puede decir que el tal pueblo procede contra la fidelidad debida deponiendo al tirano, aunque se
le hubiera sujetado para siempre, porque él lo mereció en el gobierno del pueblo, no procediendo
fielmente como el oficio de Rey lo pide, para que los súbditos cumplan lo que prometieron. Más, si
perteneciese al derecho de algún superior el proveer de Rey a algún pueblo, se ha de esperar de él
el remedio contra la maldad de los tiranos. Mas para que el pueblo alcance este beneficio de Dios,
debe cesar en sus pecados, porque en venganza de ellos por permisión divina tienen los malos el
Principado.
Ya se ha dicho que es deber del Rey procurar el bien de muchos, pero demasiado pesado sería
este oficio si de esto no se le siguiese a él algún bien. Y habremos de considerar que bien es el
premio que corresponde al Rey: A algunos les ha parecido que no es otra cosa sino el honor y
gloria del mundo, pero ninguna cosa hay entre las humanas más frágil que el honor y gloria, que
depende de la gracia de los hombres y de su opinión, que es la cosa más mutable que hay en esta
vida. Tiene también la ambición de gloria otro vicio, que es el fingimiento, muchos con la ambición
de gloria fingen virtudes que no poseen, aunque este vicio es más cercano a la virtud, pues por lo
menos procura la aprobación de los buenos y huye de desagradarlos por obras de virtud. Santo
Tomas retoma a Aristóteles en sus Éticas donde refiere al varón magnánimo, diciendo que el tal no
procura el honor y la gloria, sino que no pretende otra cosa de los hombres de la tierra que ser
tenido por lo demás como virtuoso.
Aunque en realidad lo que conviene es que el Rey espere de la mano de Dios su premio, el cual
remunera tanto a buenos como malos reyes con premios terrenales, pero que a aquellos que con
buena intención gobiernan a su pueblo les dará además como premio de la virtud la
Bienaventuranza, la gloria eterna. En cuanto al castigo que recibe el tirano, queda privado de la e
bienaventuranza que se debe por premio a los buenos Reyes, y lo que es más grave de todo, que
adquiere el mayor grado de tormento en las penas. Porque si el que roba a un hombre solo, o le
obliga a servidumbre injusta o le da la muerte, merece grave pena, ¿cuánto más mas graves
castigos merecerá el tirano, que por todas partes roba a todos y a todos procura quitar la libertad,
y da la muerte a cualquiera que se le antoja?
Otra cosa deben tener en cuenta estos reyes que por las riquezas terrenales se alejan de la virtud,
y es que esta genera la amistad que es algo que los tiranos no pueden alcanzar por mucho que la
deseen; y es que no hay lazos de amistad entre los súbditos y el tirano, al contrario de lo que
sucede entre el buen Rey y sus súbditos los cuales no dudarían de proteger de los peligros a su
amado Rey, por lo que siempre habrá quien en momentos de adversidad intente quitarle su
dominio.
También se alcanzas más riquezas con la justicia que con la tiranía, pues el tirano tiene necesidad
de pagar muchos soldados a fin de mantener controlados a los súbditos, mientras que el Rey justo
no tiene esa necesidad.
El hombre es animal naturalmente sociable que vive entre otros muchos y se halla en él una
semejanza del gobierno divino, no solo en cuanto a que por la razón se gobierna a sí mismo, sino
también porque por la razón de un hombre solo se gobiernan otros muchos; lo cual refiere al
oficio del Rey, aun en algunos animales que viven en compañía se halla una semejanza de este
gobierno, como las abejas que tienen su Rey entre sí, no porque en ellas haya gobierno por razón,
sino por instinto natural que les dio el sumo gobernador, que es hacedor de la naturaleza.
Conozca pues el Rey que el oficio que tiene es ser en su Reino como el alma en el cuerpo y como
Dios en todo el mundo; y de su reino le corresponde gobernar y administrar.
Además el Rey debe procurar la buena vida de sus súbditos por los medios que mas convengan,
para que alcancen la celestial bienaventuranza. El Rey recibirá la ley divina de mano de Sacerdotes
y será enseñado por ella sobre cómo hará que viva bien el pueblo que le está sujeto; cuyo cuidado
requiere tres cosas. Lo primero, cómo ha de fundar en el pueblo este modo de bien vivir. Lo
segundo, cómo lo ha de conservar después de comenzado. Y lo tercero, cómo podrá hacer que
cada día vaya en aumento.
LIBRO SEGUNDO
En el segundo libro la primer parte de su obra se dedica a enumerar las riquezas naturales y
materiales que debe poseer el reino para que los súbditos vivan bien y saludablemente, tengan
como deleitarse, aunque con moderación, y sean capaces de autoabastecerse de todo lo que
necesitan para la vida a fin de evitar ciertos peligros, los cuales se dan cuando al tener que
depender de vendedores de tierras extrañas para obtener aquellas cosas de las que ellos mismos
no pueden proveerse, algunos de ellos pueden ser : una que en tiempos adversos la ciudad resulte
oprimida al impedírsele que se le lleven mantenimientos por parte de aquellos que quieren
invadirla, la otra porque esto genera la necesidad de entablar relaciones con extranjeros cuya
conversación corrompe las costumbres de los ciudadanos . Si no es posible tenerlos todos, se debe
optar por los lugares que posean la mayor cantidad de características necesarias posibles.
A partir del capítulo viii comienza a definir la conformación del gobierno y las calidades existentes
del mismo.
El Rey debe poseer gran cantidad de ministros que lo asistan a fin de poder ejercer con comodidad
su oficio. Y aclara que de acuerdo al tipo de principado tendrá diferentes ministros: retoma de
Aristóteles el principado político y el despótico y los define.
El Político es cuando una provincia, o ciudad o castillo es gobernado por uno o por más, conforme
a sus propios estatutos. El gobierno de éstos conviene más regirse con una cierta blandura, y como
hay una continua mudanza de ciudadanos o de extraños hay dos razones para que en este modo
de gobierno no se castigue los súbditos con tanto rigor, como en el dominio Real; la una es de
parte del que gobierna, porque su gobierno es de poco tiempo, por lo cual tiene menos cuidado de
las cosas de sus súbditos. Luego la confianza que tienen los súbditos de que al que gobierna se le
ha de acabar el dominio, y de que a ellos también a su tiempo les ha de tocar el mandar, les da
más atrevimiento para tener libertad y no sujetar el cuello a los que gobiernan, y así por esto el
gobierno Político debe ser suave.
El Principado Despótico es aquel que tiene el señor para con su siervo. Explica Santo Tomas que en
el estado primero de la naturaleza, que se llama estado de la inocencia, no hubo gobierno Real
sino político, porque entonces no había dominio que causase servidumbre, sino una preeminencia
y sujeción en el disponer y gobernar los súbditos según los meritos de cada uno, porque en el
ordenar y cumplir lo que se ordenaba cada uno estaba dispuesto conforme a lo que le tocaba, lo
que se pudo observar entre los hombres sabios y virtuosos, como fueron los romanos, donde por
imitación de la misma naturaleza el gobierno político fue mejor .
En el gobierno de los Reyes hay Ministros diputados para oficios perpetuos, para servir al Rey en
cosas de su provecho, como son los Conde y Barones, los soldados ordinarios y los feudatarios que
por feudo están obligados a las cosas del gobierno del Reino perpetuamente.
El filosofo hace distinción en su política de otros cuatro géneros de Ministros, que son más
conjuntos a los que gobiernan; porque hay algunos de que el gobierno tiene necesidad para los
oficios viles de los Señores, además de esto sucede que algunos son faltos de razón por defecto de
naturaleza, los cuales conviene que sean inducidos al trabajo por modo servil, porque no pueden
usar de razón, y esto se llama justo natural. Hay también otros ministros diputados para los
mismos oficios por otra razón, como son los que han sido presos en la guerra; lo cual la ley
humana con razón instituyó para esforzar los soldados a pelear fuertemente por la República, para
que por cierto derecho los vencidos fuesen sujetos a los vencedores; lo cual el filósofo en el lugar
dicho llama justo legal; por lo cual estos, aunque usan de razón, son reducidos al estado de los
esclavos con cierta ley militar. Hay también otros dos géneros de Ministros que asisten entre la
familia, unos que asisten por paga, y otros que sirven por cierta benevolencia y amor, para
aumentarse en las cosas de su honra, o en las cosas de virtud; como son los que sirven al Príncipe
en su casa, o en cosas de la guerra, o de su volatería o montería, o de otras cosas de su familia y
casa.
A partir del capítulo x se da cuenta de las cuestiones que debe prever el Rey para el ejercicio de su
gobierno.
Los príncipes deben estar defendidos por fortalezas a fin de estar seguros en el regir, corregir y
gobernar y poder ejecutar la justicia, además porque el pueblo que se guía mas por las cosas
aparentes que por la razón al ver los magníficos gastos del Rey al levantar sus fortalezas por
admiración se inclinan más fácilmente a la obediencia. Y como tercer motivo se presenta la
necesidad de tener donde guardar las abundantes riquezas y donde poder ellos y su familia usarlas
con libertad.
Deben tener además caminos libres y seguros en su provincia o región, porque los caminos son
comunes a todos por un cierto derecho natural, y por las Leyes de las gentes; por lo cual, nadie
puede ocuparlos ni adquirir derecho sobre ellos; deben ser libres para permitir la comunicación
entre los hombres. Y para que los caminos fuesen libres y seguros para los pasajeros, permiten los
derechos a los Príncipes los portazgos por lo que sus oficiales pueden cobrar el derecho al paso, y
los pasajeros están obligados a pagarlos.
Además de esto la seguridad de los caminos para el gobierno del Reino es muy provechosa a los
Reyes, a fin de que lleguen los mercaderes con sus mercancías, con lo cual se aumentan las
riquezas del Reino. Y por ultimo con esto se aumenta el culto divino, porque los hombres se hallan
mas prontos para reverenciar las cosas sagradas cuando tienen libre el paso para ir en romería a
ganar Indulgencias o Jubileos.
El Rey debe tener también moneda propia por dos razones. Lo primero la moneda propia es
ornamento del Rey y de su Reino, y de cualquiera otro gobierno, porque en ella se esculpe la
imagen del Rey, y por ser la moneda regla y medida de las cosas que se venden, se muestra en ella
su excelencia, Y finalmente, el tener moneda propia redunda en provecho del Príncipe, porque es
medida en los tributos que se ponen en el pueblo, trueques de las cosas, y porque muchas de las
gentes no conocen las monedas extranjeras, y así fácilmente pueden ser engañados los que no
tienen tanta malicia, lo cual es contra el gobierno Real. También son necesarios los pesos y
medidas porque por ellos se pagan los tributos y se quitan diferencias, y se guarda fidelidad en las
compras y ventas, y porque, aunque la moneda es instrumento de la vida humana, todavía imitan
más que ella las cosas naturales: porque escrito esta en el libro de la Sabiduría que Dios dispuso
todas las cosas con número, peso y medida.
Hay otras cosas que también pertenecen al buen gobierno de un Reino, Provincia o Ciudad, o de
otro cualquier Principado, y es que el Príncipe que preside provea del erario común a los pobres,
huérfanos y viudas en sus necesidades, y tenga cuidado de los peregrinos y forasteros; porque si la
naturaleza no falta a nadie en las cosas necesarias, mucho menos debe faltar el arte, que imita la
naturaleza; y entre todas las artes, la de vivir y gobernar es la superior y más grande. Por lo que
obligados están los Príncipes y Prelados, que representan a Dios en la tierra, a suplir estas faltas de
los pobres, y ayudarlos como padres. Son también las limosnas que los Príncipes dan a los
necesitados, como un fiador suyo delante de Dios, para pagar las deudas de sus pecados. Y así
como la moneda es medida en las cosas que se truecan en la villa corporal, así lo es la limosna en
la espiritual.
A él deben atender los Reyes y Príncipes con todas sus fuerzas y solicitud, Y aunque este fin es
necesario a todos, conviene a saber, el culto y reverencia de Dios por la observancia de sus
mandamientos, compete más al Rey por tres motivos: 1ºporque el hombre fue creado por Dios y
le debe la divina reverencia, aunque cada uno tenga esta obligación, es mayor en el Príncipe, que
participa más de la nobleza de la naturaleza humana, por razón de su Sangre, 2º para la
conservación de su gobierno, debe ser devoto y tener reverencia a Dios, 3º porque todos los que
fueron solícitos en las cosas de la reverencia de Dios, acabaron felizmente su curso, pero los que lo
hicieron al contrario tuvieron infelices fines.
Todo lo que tiene ser depende del primer ser, que es causa primera, de la misma manera cualquier
señorío de la criatura depende de Dios, como primer Señor y primer Ser. Así como cualquier
multitud depende de uno, de la misma manera la multitud de Señores depende de un solo Señor,
que es Dios. No solamente por razón del ser, sino también por razón del movimiento se prueba
que cualquier señorío viene de Dios. Porque cualquier cosa que se mueve es movida de otra, así
infinitamente pero es necesario que haya un primer motor inmóvil, y primera causa que es Dios; y
entre todos los hombres, los que más tienen de movimiento son los Reyes y Príncipes, y todos los
que presiden en gobernar, en juzgar y en defender, y en los demás actos que pertenecen al
gobierno; si por la virtud de la primera causa se mueven todas las cosas, y todas reciben la
influencia del primer movimiento, el movimiento de los Señores será por la virtud de Dios que los
mueve; y también que como hay orden en los movimientos corporales, mucho mayor la ha de
haber en los espirituales. También se puede ver esto si se considera el fin de las cosas, Dios
dispone todas las cosas y las encamina a su debido fin, y el gobierno de cualquier comunidad o
junta política, o real, o de otra cualquiera condición que se halle, endereza hacia la vida virtuosa a
sus súbditos porque ha recibido la divina influencia que le permite encaminarlos.
Cuales fueron las razones por las que algunos merecieron su gobierno:
Entre todos los Reyes y Príncipes del mundo los romanos fueron los que más merecieron su
dominio por las siguientes razones que agradaron a Dios: por el amor a la patria, por el cual
menospreciaban todas las otras cosas. Por el vigor de la justicia, pues por él se oponían contra
cualquiera malhechor y perturbador de la paz desterrando la avaricia y la ganancia torpe de su
gobierno; tampoco fueron dados a la maldad ni a la lujuria y tenían santísimas leyes que sujetaban
su voluntad a fin de que todos vivieran en paz. Y por la civil benevolencia con que atraían a su
amor a todas las naciones, a cuya afición movían por los medios dichos.
Dios dio el dominio de la naturaleza al hombre aunque este se haya menoscabado por el pecado. Y
la razón de este dominio que dio Dios se puede obtener por tres caminos: 1º por el mismo
proceder de la naturaleza: en el uso de las cosas naturales las menos perfectas sirven para el uso
de las más perfectas. Y así las plantas se aprovechan de la tierra para su nutrimento, y los animales
se aprovechan de las plantas, y los hombres de las plantas y de los animales. De donde se concluye
que el hombre naturalmente es ser superior a todo ello porque fue hecho a la imagen de Dios.
Ahora que si hablamos del dominio por modo de sujeción servil, este fue introducido por el
pecado, como dijimos arriba; pero si hablamos del dominio del Rey en cuanto es de su oficio el
mirar por los súbditos y encaminarlos bien, en este modo se puede llamar casi natural, porque aún
en el estado de la inocencia existió.
Divídese pues el dominio en cuatro tipos: uno es sacerdotal y real juntamente, otro es real, en el
cual se incluye el imperial y los demás; el tercero es el Político y el cuarto es Económico
El primero es preferido a los demás por muchas razones, que se toma de la institución divina, que
fue la de Cristo rey y sacerdote, el cual se representa hoy día en el Papa.
En cuanto al dominio real, se debe hacer distinción conforme a las diversas regiones en que se
estableció y según les fue dado a diferentes clases de hombres. En él Dios ordena al Rey a la
utilidad de sus súbditos.
El despótico es muy diferente del real, Dios quiso que hubiese Reyes que gobernasen y rigiesen los
Reinos, y conservasen a cada uno su derecho, y éste es el fin del gobierno; pero si se enderezan a
otra cosa, convirtiendo el provecho de los demás en suyo propio, no son Reyes, sino Tiranos.
Aunque algunas veces, conviene que el pueblo experimente tiranías; porque estas también son
instrumento de la divina justicia. Por lo cual algunas islas, como cuentan las historias, siempre con
gobernadas por Tiranos, por la malicia del pueblo, que no puede ser regido de otra manera sino
con vara de hierro. En estas tales regiones, pues, es necesario a los Reyes el principado despótico
sino por los merecimientos y pertinacia de los súbditos.
La monarquía de Cristo
Superior a cualquier otra ya que es la única que es eterna y cuyo dominio no tiene fronteras,
porque no hay lugar en el mundo donde no se adore el nombre de Cristo, y porque la naturaleza
humana en Cristo participa de la infinita virtud. El Principado de Cristo comenzó en su nacimiento
temporal, y con su pobreza y humildad voluntaria, y no forzosa, la cual él mismo eligió, para
enseñar a los Príncipes, la humildad por la cual se hace cualquiera más agradable en el gobierno; y
para mostrar la diferencia que hay entre su dominio y el de los otros Príncipes; porque aunque fue
Señor del mundo temporalmente, con todo eso derechamente ordenó su Principado hacia la vida
espiritual. Y por esto permitió nuestro Rey Cristo, Príncipe del mundo, que otros dominasen en su
vida, y por algún tiempo después de su muerte, hasta que su Reino estuviese perfecto y ordenado
en sus fieles con las obras virtuosas, y laureado con la propia sangre de ellos que se exponen a
pasiones y tormentos por el celo de la Fe y por el amor de Dios, y que procuran florecer en
diversas virtudes para conseguir el Reino eterno, v para que por sus merecimientos se acreciente
el Principado de Cristo.
De la elección de los monarcas, de las similitudes y diferencias entre los dominios y como se llama
a sus funcionarios:
Con el transcurso de los años hubo muchas maneras en las que se eligieron los sucesores en los
principados, pero en estos tiempos (hablamos del siglos xiii) le compete esto al sumo y supremo
Príncipe, que es el Papa, para el bien de toda la Cristiandad, ceder la facultad de gobernar al Rey.
Comparación del dominio Imperial el Real y el político. Primero la elección: los Cónsules y
Dictadores Romanos, que gobernaban el pueblo políticamente, eran resultado de la elección del
pueblo o del Senado, los Emperadores elegidos por el ejército Romano, los que no siempre se
elegían de grande y noble linaje. En ninguno de los anteriores casos el señorío pasaba a sus
descendientes, sino que luego que aquél moría expiraba el dominio. En el modo de gobernar los
Emperadores tienen jurisdicción como los Reyes, y por derecho natural se les pagan tributo v
servicios coronos a ellos, los cuales no pueden aumentar sin pecar mortalmente. Otra semejanza
entre los Emperadores y los Reyes es la corona; reciben dos los que son elegidos Emperadores:
una en un lugar, que se llama Monza que es de hierro, y se dice que es en señal de que el primer
Emperador de los Alemanes, Carlo Magno, domó las cervices de los Reyes de los Longobardos y su
gente. La segunda corona es de oro, y la recibe en Roma de mano del Pontífice, y entonces le da a
besar el pie en señal de su sujeción y fidelidad para con la Iglesia Romana. La tercera conveniencia
que tienen los Emperadores con los Reyes, y en qué se diferencian de los Cónsules y Gobernadores
políticos, es la institución de las leyes, y la potestad de arbitrar que tienen sobre los súbditos, por
lo cual el dominio de los Emperadores y Reyes se llama Majestad. Lo cual no pueden los Cónsules
y Gobernadores políticos, porque no les es dado proceder sino según la forma de las leyes que se
les dan, o por el árbitro del pueblo; fuera de lo cual no se pueden extender a juzgar.
Terminado lo que toca al gobierno Real y al Imperial, diremos ahora que hay algunos dominios
anexos a estos, como son los Príncipes, Condes y Duques, Marqueses, Barones, Castellanos, y de
otros nombres de dignidad, conforme a las costumbres de las provincias. Los nombres propios,
pues, de los que sirven a los Emperadores o Reyes, son Príncipes, esto es: Señores de algunas
provincias, que tienen el primer lugar en ellas después del Emperador o del Rey. El segundo
nombre es el de los Condes, cuyo oficio principalmente es acompañar a los Reyes y Emperadores
en las guerras, y en lo que a ellas tocare, y en cualquiera cosa que se haya de hacer por la utilidad
de todo el Reino. Los Duques son llamados a guiar al pueblo, principalmente en los ejércitos,
porque su oficio es encaminar el ejército e ir delante en las batallas. Otro nombre de dignidad
sujeto a los Emperadores y Reyes es el de Marqués, que se iguala al de Conde, y este nombre se le
da por la severidad de la justicia, porque se llama Marqués de Marca o Marco, que es un peso
particular de los ricos, por lo cual se significa la recta y rígida justicia. Hay también otro nombre,
que es de los Barones, dichos así por el trabajo, o por ser fuertes en él.
Hay también otros nombres que se siguen al gobierno Real en algunas tierras y provincias, que
tienen cierta significación, como el nombre de los Sátrapas y Optimates El primero de los cuales
significa prontitud en el servir; El nombre de los Optimates significa el supremo grado después del
Señor, y son dichos así de Óptimo, que es lo más bueno. Los Magistrados se llamaron así por la
preeminencia de doctrina y consejo en el gobierno, Comentariis y Escribas, se distinguían en sus
oficios, porque el uno presidía al escribir las legiones que el Príncipe instituía, que parece ser lo
mismo que Magistrado, y el otro tenía a su cargo las cosas que los Reyes respondían, al cual
nosotros llamados Canciller
Francia en ella se encuentran el Mariscal y Senescal, que propiamente son los que tratan de regir
los negocios útiles a la provincia. Entre los Españoles todos los Príncipes que están sujetos al Rey
se llaman Ricos-Hombres, Infantes, y otros Infanzones: los primeros son de linaje Real, hijos o
nietos, y se llaman así porque no deben hacer daño al pueblo, sino conservar y favorecer a todos
en justicia, y obedecer al Rey como Infantes. Los Infanzones se llaman así porque deben seguir a
los Infantes como a mayores; porque son una gente noble, que tienen más poder que otros
hidalgos, y son Señores de algunos castillos y villas, los cuales en algunas partes se llaman
Castellanos. Y se llaman Infanzones porque pueden dañar menos que los otros Príncipes, por tener
menos poder, como los que ha poco que salieron de la niñez.
LIBRO CUARTO
El Principado Político, en el los Príncipes son elegidos por el pueblo y han de ser virtuosos; como se
administra por pocos y virtuosos, se llama Aristocracia, pero si se administra por muchos Cónsules,
Dictador y Tribunos entonces el tal gobierno se llama Politía, modo de gobierno conviene
propiamente a las Ciudades. Los gobernadores políticos tienen estrecha relación con las leyes, y no
pueden exceder lo que ellas mandan en la prosecución de la justicia, lo cual no es así en los Reyes,
y en otros Príncipes donde la voluntad del Rey es tenida por ley. Hay también otra diferencia, y es
que a los Gobernadores Políticos muchas veces les toman residencia de si juzgaron bien, o
gobernaron conforme a las leyes que se les habían señalado: y si hacen contra ellas, están sujetos
a una pena.
Acerca de la institución de las ciudades, la necesidad que hay de que se instituyan, y en qué
consiste su comunidad, cuáles son sus partes, y de qué géneros de hombres se componen. Son
muchos los casos en que los hombres caen por sucesos no pensados, en los cuales siempre hallan
quien los socorra, viviendo en compañía, la fundación de las ciudades es necesaria porque sin ellas
el hombre no puede vivir decentemente. Hay dos virtudes que se ordenan a otros, y requieren que
haya muchedumbre de hombres para ejercitarlas, la una es la justicia, que es una constante y
perpetua voluntad de dar a cada uno lo que es suyo. La segunda virtud es la amistad, que
principalmente requiere el vivir muchos juntos, porque a solas no puede haberla. Se la observa
primero en los infortunios, porque en ellos se acude a los amigos. Hay otra razón para mostrar que
es necesario el vivir los hombres juntos, y es la necesidad que tienen de comunicar sus obras a
otros.
Es necesario que haya distintos grados en los ciudadanos, en cuanto a las casas y familias, en
cuanto a las artes y oficios; pero todo unido con el vínculo de la compañía, que es el amor que los
ciudadanos se han de tener unos a otros, cuanto más grande una ciudad, tanto será más famosa,
porque hallarán en ella mejor las cosas necesarias para la vida humana.
En dichas ciudades para evitar los litigios entre los ciudadanos de ordinario estado, conviene tener
las posesiones divididas. Y también las funciones de cada cual tanto en genero como en estado a
fin de que todo este organizado. Por ejemplo las mujeres no debían de ocuparse en las cosas de la
guerra, sino de las cosas de su casa, porque ellas para eso estaban preparados tanto física como
mentalmente pues sus cuerpos estaban orientados para la generación y crianza de los hijos y son
de carácter asustadizo; además podía darse que por el trato de ellas con los hombres estos
perdieran su prudencia en la guerra.
También en la naturaleza del hombre hay sus grados en cuanto a las virtudes y gracias, porque
unos son dispuestos a ser sujetos, y valen poco para gobernar, y otros son lo opuesto, y si se
perpetuase a uno de estos en el Principado sería causa de muchos males en la ciudad. Por tanto
es conveniente el mudar los que gobiernan. Así que es loable el gobierno Político en que conforme
a sus méritos se distribuyen las honras entre todos los ciudadanos.
Acerca de las desigualdades en los bienes temporales suelen dar pie a envidias y de allí nace la
codicia, pero resulta imposible igualar las cosas. Y no sólo de parte de la naturaleza tiene
inconvenientes el ser iguales las posesiones, sino también de parte de los estados y de ellas
mismas; porque entre los ciudadanos hay diferencias, como entre los miembros del cuerpo son
diferentes, tienen diferente potencia y operación; porque claro está que el noble tiene
obligaciones de gastar más que el que no lo es. Además esto era contra el mismo orden natural
con que Dios constituyó las cosas creadas en cierta desigualdad en cuanto a la naturaleza y en
cuanto a los merecimientos; por lo que el querer que haya igualdad en las cosas temporales, como
son las posesiones, es destruir el orden de ellas. Dios las hizo todas en número, peso y medida,
como se dice en el libro de la Sabiduría. Todo lo cual significa un grado de desigualdad en las cosas
que tienen ser. Ni tampoco por el ser iguales las posesiones se evitaban los litigios, sino que
aumentan, pues se va contra el derecho natural, quitando al que quizá merecía más. También para
la perfección del gobierno Político se requiere que no sólo los labradores tengan posesiones
propias, sino también los otros ciudadanos. Y tantas mas es menester que tengan, cuanto
estuvieren en más alto estado, porque de esta manera no faltándoles, no se distraen de las cosas
de la guerra con el cuidado de buscar lo que les es necesario, ni tampoco, codiciando las tierras,
por su amenidad se hagan de ánimo delicado.
Sócrates y de Platón distinguieron cinco géneros de hombres, que son Príncipes, Consejeros,
Gente de guerra, Artífices y Labradores; división suficiente para la perfección de una ciudad,
porque comprende todos los géneros de hombres que pertenecen al gobierno Político. Pero en
esto los reprende el Filósofo porque no son todas las ciudades de igual potencia y fuerzas, y que
sucedería por ejemplo si los Consejeros, Artífices y Labradores estuviesen del todo libres de la
guerra cuando una multitud de enemigos acometiera una ciudad o a su gente?. En cuanto a la
acción del juzgar todas las cosas que se juzgan las reduce a tres, sobre que pleitean los hombres, o
sobre daño que se ha hecho a sus cosas, o sobre injuria que han recibido en sus personas, ya sea
por ofensa de palabra, a que llama Aristóteles deshonra, o sobre lesiones de golpes o de heridas, a
lo cual llama el Filósofo muerte.
Pitágoras en el gobierno Político enseñó que todo su fin y su intención se enderezaba a atraer los
hombres a vivir conforme a virtud. Lo cual muestra también Aristóteles en su Política. Y todo
verdadero gobierno político se destruye en apartándose de este fin. La felicidad política se obtiene
en el perfecto gobierno de la República y de esta razón se valió el Filósofo al comparar una
república o politía con un cuerpo natural orgánico, en el cual hay movimientos dependientes de un
movedor o dos, como son el corazón y el cerebro y con todo eso en cualquiera parte del cuerpo
hay operaciones propias. De donde afirma que este cuerpo es animado por beneficio del favor
divino, y que por orden de Dios sumamente justa usamos de la razón.
Las partes en que se divide una policía o república para Sócrates y de Platón, la dividen en cinco
partes, conviene a saber: gobernadores, consejeros, soldados, artífices y labradores. En la
república, o policía, los Consejeros son la parte más importante poseen la virtud directiva para
poder encaminar las cosas que hubiese de hacer .Son necesarios también los Gobernadores para
corregir la malicia de los hombres. En lo que respecta a otras necesidades de la vida humana que
responden a otras potencias del alma, como los vestidos, los adornos y mantenimientos se
remedian a través de la parte sensitiva del hombre, del artífice. En cuanto al mantenimiento, lo
cual corresponde a la parte vegetativa, a esto se ordenan los labradores. Los Soldados son
conveniente parte de la república, ordenados contra los que acometen las otras partes de ella, y
para que aquellas estén seguras; el gobierno Político solamente se rige por las leyes, como ya
hemos dicho, pero el Real y el Imperial, aunque se gobiernan con leyes, el tratar cualquiera
negocio se decide por el arbitrio del Príncipe, porque lo que a él le place se tiene por ley, como
definen los derechos. Y así se concluye que en el dominio Político son más necesarios los
Consejeros, los cuales se incluyen en el nombre de Senadores del pueblo. Los artífices y
labradores, conforman la plebe. A los soldados que son necesarios en la república en todo tiempo,
ya para conservar la paz entre los ciudadanos, ya para evitar los acontecimientos de los enemigos
siendo de tan grande provecho en la república, se les da el mayor honor entre los ciudadanos,
como a los más necesarios para la conservación de la república, y por los peligros a los que por ella
deben exponerse.
Respecto del gobierno los primeros que dicen que fueron instituidos son los Cónsules porque
todas las cosas se gobernaban con consejo; y se ordenó que se mudasen cada año, para que si
alguno fuese insolente se reemplazase con brevedad por otro que fuese más moderado; y se
estableció que fuesen dos, porque uno administra las cosas de la paz en la ciudad, y el otro las de
la guerra. Hay también otros nombres de oficios de ministros de la ciudad de Roma, de que las
historias hacen mención, como los Censores, Patricios, Prefectos, Pretores, Padres Conscriptos,
Pro-Cónsules, Ex-Cónsules, Censorinos, Decuriones, Magistrados y Tabeliones. Los Patricios se
llamaban porque así como los padres tienen cuidado de los hijos, tenían ellos cuidado de los
ciudadanos y república Romana. Los Prefectos se llamaron así porque presidían en la potestad
pretoria; por lo cual los mismos que se llamaban Pretores, que principalmente tenían por obra la
ejecución de la justicia. Padres Conscriptos se llamaban los Senadores. Pro-Cónsules eran
coadjutores de los Cónsules Censorinos y ejercían jueces menores. Los Decuriones trataban de
todas las cosas de los palacios .El tabelión, es el notario que también se llamaba Escribano Público,
porque escribía los hechos que se llamaban públicos.
Solo resta decir del Principado Económico que es el gobierno de la casa, el de los padres de
familia.