02 Ladaria - La Trinidad y La Cruz

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72 EL DIOS VIVO Y VERDADERO LA REVELACIÓN DE DIOS EN LA VIDA DE JESÚS ..

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tes a los del bautismo (cf. Me 9,7; Mt 17,5; Le 9,35), ocupa sin duda tión, desarrollado en diferentes escritos, pero sobre todo en su teología
un lugar central. Se muestra así la meta final de la gloria (cf. Le 9,32) del misterio pascual publicada en Mysterium Salutif7 •
hacia la que lleva el camino de Jesús que deberá pasar por la muerte. Von Balthasar señala que, según el Nuevo Testamento, Jesús se
entrega a la muerte por nosotros, en obediencia y acuerdo perfecto en
"ser entregado". Pero también del Padre se dice que entrega a Jesús su
6. La Trinidad y la cruz de jesús Hijo, y con esto se muestra que nos ama (cf. Rom 8,32; Jn 3,16).
También Cristo nos ama (Rom 8,35; Gál 2,20; Ef 5,1), y cuando se
Si en el misterio pascual de la muerte y resurrección de Jesús llega entrega a la muerte manifiesta a la vez su amor y el amor del Padre por
la vida de éste a su momento culminante, nada tiene de particular que nosotros. Por ello "la teología de la entrega no admite otro armazón
precisamente en este instante tenga también lugar la manifestación del que el trinitario". El que Dios 'entregue' a su Hijo se ha de entender
Dios trino. Hemos insinuado ya cómo la entrega de Jesús a la muerte en un sentido fuerte, no de un simple 'envío' o 'don', "sino que el
que nos purifica del pecado se realiza en virtud del Espíritu eterno Padre entregó totalmente a Cristo al destino de morir" 68 • A esta inicia-
(Heb 9, 14), que ha de ser identificado probablemente como el tiva del Padre responde la obediencia de Jesús hasta la muerte. Ya en el
Espíritu Santo del que habla la carta en el contexto (9,8). El Espíritu comienzo de la pasión la "reductio in oboedientiam" es lo esencial de
ha sido comparado al fuego del sacrificio en virtud del cual Jesús lleva la oración del huerto, cuyo único objeto es el sí a la voluntad del Padre
en la renuncia a la voluntad propia; todo el sentido de la oración está
a cabo su total ofrecimiento al Padre6'. En el misterio pascual acaece
en preferir la voluntad del Padre por sí misma69 •
sin duda el momento fundamental de revelación del misterio del Dios
Pero en el sufrimiento de Jesús, en la kénosis total, aparece la glo-
amor, de la paternidad y de la filiación divina en el Espíritu Santo. En
ria de Dios, "brilla la gloria de Dios en el rostro de Jesucristo" (2 Cor
la muerte de Jesús se manifestó el amor que él nos tiene, pero también 4,6)7'1. Esto no significa, para v. Balthasar, que se elimine el realismo de
el amor del Padre por nosotros pecadores (cf. Rom 5,6-10; 8,32.35).
la pasión. Todo lo contrario: "No hay que dulcificar lo que toca a la
El misterio pascual ha de verse siempre en la unidad de muerte y resu- cruz de Cristo, como si el crucificado, sin sufrir conmoción ninguna
rrección. Sólo por razones de facilidad tratamos primero de la revela- en su unión con Dios, se hubiera dedicado a recitar salmos y hubiera
ción del misterio de amor en la cruz66 , para pasar después a la resu- muerto en la paz de Dios"71 • El grito de abandono que nos trasmiten
rrección. los evangelistas (Mt 27,46; Me 15,34), no es simplemente la recitación
del salmo 22, sino que en él se nos muestra en su grado máximo la
La revelación de la Trinidad en la cruz en la teología contempordnea experiencia real de abandono; ésta no puede ser menor que la que tan-
En el campo de la teología católica ha suscitado interés -y también tos, en la antigua y nueva alianza, han experimentado. Ireneo, contra
controversia - el pensamiento de H.U. von Balthasar sobre esta cues- los gnósticos, estableció el principio según el cual Cristo no pudo exi-
gir a sus discípulos sufrimientos que él mismo no hubiera experimen-

65. Cf. A. Vanhoye, L'Esprit éternel et le feu du sacrifice en He 9, 14: Bib 64 (1983) 67. El misterio pascual, en MySal 3/2, 143-335. Las notas siguientes se refieren a
263-274; señala a este propósito Juan Pablo II, Dominum et Vivificantem, 40: "El Hijo este obra, si no se indica lo contrario. Es claro que no podemos hacer aquí una expo-
de Dios, Jesucristo, como hombre ... permitió al Espíritu Santo, que ya había impreg- sición exhaustiva de su pensamiento. Nos centramos sobre todo en los aspectos trini-
nado íntimamente su humanidad, transformarla en sacrificio perfecto mediante el acto tarios. Cf. G. Marchesi, La cristología trinitaria di Hans Urs von Balthasar, Brescia
de su muerte, como víctima de amor en la cruz... El Espíritu Santo actuó de manera 1997, 524-534.
especial en esta autodonación absoluta del Hijo del hombre para transformar el sufri- 68. lb. 212. Von Balthasar cita en este contexto a W. Popkes, Christus traditus.
miento en amor redentor» Bine Untersuchung zum Begriff der Dahingabe im Neuen Testament, Zürich 1967. Cf.
66. Se encontrará amplia información sobre el tema en G.M. Salvati, Teología tri- también H.U. von Balthasar, Teodrámática 4. La acción, Madrid 1995, 294ss.
nitaria della croce, Torino 1987; N. Ciola, Teología trinitaria. Storia-Metodo-Prospettive, 69. Cf. MySa1 207s.
Bologna 1996, 165-197. C[ las consideraciones sobre la importancia del misterio pas- 70. Ib218.
cual para la teología de la Trinidad de G. Lafont, Peut-on connaitre Dieu en ]ésus- 71. lb. 220.Cf. también Teodramática 3. Las personas del drama. El hombre en
Christ?, París 1969, 234s. Cristo, Madrid 1993, 485s.
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tado (cf. Adv. Haer. III 18,5-6)72 • La unidad de cruz y gloria, que es Tenemos así la manifestación máxima del abandono y de la kéno-
característica de la teología de Juan, nos permite ver en la imagen del sis del Hijo. En la distinción y aun "oposición" entre la voluntad del
crucificado la última interpretación del Dios a quien nunca ha visto Padre y del Hijo (cf. Me 14,36par), así como en el abandono en la
nadie (cf. Jn 1,18). En Jesús crucificado, aunque a la luz de la glorifi- cruz, se hace patente la oposición "económica" entre las personas divi-
cación que ya se inicia en este momento, acontece por consiguiente la nas, pero esta misma oposición es la manifestación última de toda la
máxima revelación de Dios. acción unitaria de Dios76 , cuya lógica interna se pone de manifiesto en
Pero queda todavía por precisar cuál es el alcance de este abando- la unidad inseparable de muerte en cruz y resurrección. La revelación
no de Jesús por parte del Padre, que, paradójicamente, nos revelará los plena del misterio pascual acontece en la resurrección, pero se preparó
misterios del amor divino. El abandono de Jesús por Dios es tan irre- en la oposición de voluntades en el huerto y en el abandono de la
petible como irrepetible es el Hijo 73 • En concreto esto quiere decir que cruzn. En la historia de la pasión se nos pone de manifiesto la relación
Jesús, en el abandono y la pasividad total que supone la vivencia del paterno-filial intradivina. Desde esta "separación" económica pode-
"sábado santo" (no sólo del dolor de la cruz que con la muerte habría mos entender algo de la donación total del Padre al Hijo, que es de
alcanzado su fin), ha llegado a experimentar la vivencia del condena- algún modo una primera "separación" intradivina, siempre sobrepasa-
do: esta vivencia "no tiene por qué ser otra cosa que lo que exige una da por la unión en el Espíritu de amor. Naturalmente estas considera-
auténtica solidaridad en el sheol no iluminado por luz salvadora nin- ciones han de completarse a la luz de la resurrección. Nos remitimos
guna, pues toda la luz de la salvación procede en exclusiva de quien fue por tanto a nuestra exposición posterior.
solidario hasta el final; y si él puede transmitir la luz, es porque vica- Hay que retener como valor irrenunciable tambien aquí, en para-
riamente renunció a ella'' 74• Es, señala el autor, la "experiencia del peca- lelo con cuanto veíamos en nuestro estudio de la unción de Jesús, la
do como tal", que significa la total impotencia y la pasividad: consideración de la historia de la pasión como evento entre el Padre y
Ahora pertenece Cristo a los refaim, a los 'impotentes'. Ahora no el Hijo en el Espíritu Santo, y por tanto en su dimensión trinitaria ine-
puede emprender una lucha activa contra las 'fuerzas del infierno', ni ludible. No basta verla como una cuestión de la relación entre huma-
puede tampoco 'triunfar' subjetivamente, porque ambas cosas suponen nidad y divinidad en Cristo, por más que esta dimensión no puede
vida y fuerza. Pero su extrema 'debilidad' puede y debe coincidir con el estar ausente. Pero ha de ser encuadrada en el misterio de la relación
objeto de su visión de la segunda muerte, que a su vez coincide con el paterno-filial. Es Jesús, el Hijo, quien se siente abandonado del Padre
puro pecado en cuanto tal, no anejo a hombre concreto alguno ni encar- y no sólo "su humanidad". Debemos retener también la realidad del
nado en una existencia viva, sino abstraído de toda individuación y con- abandono y la oscuridad que Cristo experimenta en su pasión. La
templado en su realidad desnuda, en cuanto pecado 75 • fuerza de las afirmaciones sobre Jesús hecho pecado por nosotros no
ha de ser minimizada. Todo el amor del Padre que entrega a los hom-
bres al Hijo de su amor y del Hijo que se entrega en la obediencia, aun
72. Cf. MySal, 222s. en la angustia y oscuridad, en la solidaridad con los pecadores alejados
73. lb 192.
74. lb. 256. Cf. todo el contexto 252ss, esp. 253: "Si el Redentor, por su solida- de Dios, se pone aquí de manifiesto. De ahí a pasar a las afirmaciones
ridad con los muertos, les ahorró toda la experiencia del estar muerto (en cuanto a la que hemos reproducido sobre el sábado santo y a llevar el abandono
pena de dafio) haciendo que una luz celeste de fe, esperanza y amor iluminara siempre
el 'abismo', es porque cargó vicariamente con toda esa experiencia». Pero en Theologik
JL Wahrheit Gottes, Einsiedeln 1985, 315,n. 1, el A parece abandonar el concepto de
"solidaridad con los muertos". totalmente indiferente en la obediencia del cadáver, incapaz de toda solidaridad activa
75. MySal, 256. Y cf. también en M. Kehl-W. Lliser (herausgegeben von), In der y de cualquier 'predicación' a los muertos. Por amor está muerto juntamente con ellos.
Fülle dts Glaubem. Hans Urs oon Balthasar Lesebuch, Freiburg-Basel-Wien 1981, 158: Y precisamente de este modo destroza la absoluta soledad pretendida por el pecador:
"\le.to te.ne.mos um\:i\én, e.ne.\ sábao.o '1,at\.to, e.\ ~ t \ ~ o.e. \e.s<i.. m\\e.tto ~ 'm\\e.mo, es el pecador, que quiere ser 'condenado' lejos de Dios, encuentra de nuevo a Dios en su
decir (simplificando mucho) su solidaridad en e\ no-tiempo con los perdidos lejos de soledad, pero el Dios de la absoluta impotencia del amor... ". Cf. también Theoiogik Il
Dios. Para ellos esa elección -con la cual han elegido su 'yo' en lugar del Dios del amor (cf. n. anterior), 314-329.
desinteresado - es definitiva. A esa definitividad de la muerte baja el Hijo muerto, de 76. Cf. Teodrdmdtica 4, 220.224, el abandono es también un momento de la
ninguna manera todavía activo, sino privado desde la cruz de todo poder e iniciativa "conjunción" de las personas. Esta conjunción subyace siempre a la separación.
propia, como aquel del que se dispone completamente, rebajado hasta la pura materia, 77. MySal 279, 287.
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de Dios hasta la separación propia del condenado hay un paso que no existe en el amor, y existe en el amor en el acontecimiento de la cruz.
me atrevo por mi cuenta a seguir. El sábado santo ha sido vivido como En la cruz el Padre y el Hijo están separados en lo más profundo en el
momento de esperanza, y en la tradición ha sido visto más bien como abandono de Jesús, y a la vez, en la entrega, están unidos en lo más
el momento de salvación que Jesús trae a los que en el hades experi- profundo. De este acontecimiento entre el Padre y el Hijo viene el
mentan el alejamiento de Dios78 • Espíritu, que justifica a los "sin-Dios", llena de amor a los abandona-
La teología de la cruz ha sido central en Lutero. En ella está el lugar dos y resucita a los muertos. Lo que en la cruz acontece, acaece ante
de la revelación de Dios. Ya en sus tesis de Heidelberg señala que no todo "entre Dios y Dios", produce una profunda separación en Dios
es verdadero teólogo el que ve lo invisible de Dios a través de la crea- mismo, porque Dios abandona a Dios (el Padre abandona al Hijo) y
ción, sino el que entiende lo invisible y la espalda de Dios por la pasión así se contradice a sí mismo, pero a la vez se produce en Dios una pro-
y la cruz79 • Nada tiene de particular que los autores protestantes hayan funda unidad, que se muestra en el Espíritu que une al Padre y al Hijo.
seguido este camino. La relación entre la cruz y el misterio trinitario Es el Espíritu que ha de ser entendido como el Espíritu de la entrega
ha sido estudiada especialmente por J. Moltmann y E. Jüngel. del Padre y del Hijo, y a la vez es el Espíritu que suscita amor para los
El primero lo ha hecho sobre todo en su conocida obra El Dios cru- hombres abandonados y que da la vida a los muertos 81 •
cificado (Der gekreuzigte GottJ°. Sus preocupaciones fundamentales Estas frases dejan entrever que el Espíritu "llega a ser" en el acon-
son, por una parte, el salir del esquema demasiado estrecho de la teo- tecimiento de la cruz. Ciertamente no podemos desconocer otras afir-
logía de las dos naturalezas de Cristo, que se encierra sólo en la rela- maciones de M. sobre la "constitución" de la Trinidad, en las que hace
ción humanidad-divinidad y deja de lado la dimensión trinitaria de la amplio uso de los conceptos tradicionales. Pero las relaciones entre la
cristología. Por otra parte, quiere también poner de relieve la insufi- Trinidad económica y la Trinidad inmanente no siempre se exponen
ciencia del teísmo para dar razón del Dios trino y del misterio pascual. con toda la claridad que se desearía82 • Así sigue Moltmann sus refle-
Para el aspecto que ahora nos interesa, el punto de partida de la refle- xiones sobre el misterio de la cruz:
xión del autor son las fórmulas del Nuevo Testamento, en concreto las
Hemos interpretado aquí el evento de la cruz como un acontecimien-
de Pablo y de Juan, sobre la "entrega'' de Jesús por parte de Dios para to entre personas, en el cual estas personas se constituyen en sus relacio-
la salvación de los "sin Dios", y la 'definición del Dios amor que en nes recíprocas. Con ello no hemos visto sólo padecer a una persona de la
relación con esta entrega aparece en la l J n 4,8.16. El amor de que Trinidad, como si la Trinidad estuviera ya 'a disposición' (vorhanden) en sí
aquí se habla se ve realizado en la cruz. "Dios es amor" significa que misma, en la naturaleza divina ... Este punto de partida es nuevo respecto
de la tradición. Supera la dicotomía entre Trinidad económica e inma-
nente, como entre la naturaleza de Dios y su "tri-unidad" interna. Así se
78. Cf. A. Grillmeier, Der Gottessohn im Totenreich. Soteriologische und chrístolo- hace necesario el pensamiento trinitario para la plena percepción de la
gische Motívíerung der Descensuslehre in der alteren Christlic~en Übe:líeftrung. en Ji:iit cruz de Cristo ... Así la doctrina trinitaria no es más que el resumen de la
Jhm 1md in Ihm. Christologische Forschungen und Perspelmven, Fre1burg-Bascl-W1en
historia de la pasión de Cristo en su significación para la libertad escato-
1978, 76-174; A. Orbe, El 'Descensus ad inftros'y san lreneo: Greg 68 (1987) 485-522.
El mismo von Balthasar Theologík ll, 316, se refiere al Cristo triunfante que descien- lógica de la fe y de la vida de la naturaleza oprimida (verdrangtJ 3•
de a los infiernos según las imágenes de la Iglesia oriental y es consciente de que se
No es indiferente por tanto para la vida de la Trinidad la "historia
aparra de esta tradición. . . . . . . .. .
79. Tesis 19-20 (WA 1,354): "Non ille vere rheologus d1c1tur, qm mvmb1ha Dei salutis", y en concreto la cruz de Jesús. También insiste Moltmann en
per ea, quae facta sunt, intellecta conspicit, sed qui visibilia et posteriora Dei per pas- el abandono de Cristo en la cruz, abandono que trae consigo el que el
siones et crucem intelligit"; otras expresiones significativas: "Crux sola est nostra the- abandono de Dios, la muerte absoluta, lo no divino, sea demolido.
ologia" (WA 5,176}; "Crux Christi unica est erud!tio verborum Dei, theologia since- Este abandono es tal que llega a convertirse en total oposición: "Nemo
rissima" (ib. 216); cf. H. Blaumeiser, Martm Luthers Kreuzestheologte. Eme
Untersuchung anhand der Operationes in Psalmos (1519-1521), Paderbom 1995, esp.
98ss.
80. Der gekreuzigte Gott. Das Kreuz Chrísti als Grund und Kritik christiicher 81. Cf. Der gekreuzígte Gott, 229-232.
Theologie, München 1972. También Trinitiit und Reích Gottes. Zur Gotteslehre, 82. Cf. Trinitiit tmd Reich Gottes, 165s; 168s, 175s, 178-193, con la distinción
München 1980. No podemos seguir aquí el debate que se ha producido a raíz de estas entre la constitución de la Trinidad y la vida de la Trinidad.
83. Der gekreuzigte... 232.
obras.
78 EL DIOS VIVO Y VERDADERO LA REVELACIÓN DE DIOS EN 1A VIDA DE JESÚS ... 79
contra Deum nisi Deus ipse" 84. La salvación de los hombres se realiza ción el Espíritu Santo es el vínculo de unión, que une tanto la separ~-
para Moltmann en esta "oposición'' Padre-Hijo que significa para él el ción como la unión del Hijo y el Padre. Moltmann recoge aquí la anti-
abandono: de esta "historia" entre Padre e Hijo viene el espíritu de la gua tradición del Espíritu Santo como amor y vkulo de ~nión del
vida85 • Padre y el Hijo, y la aplica a su concepción de la cruz de Cnsto como
No hay que presuponer por tanto un concepto de Dios, hay que separación radical del Padre y el Hijo, en la que el Espíritu Santo sigue
partir del que aquí se muestra. A partir de la cruz de Jesús se ha de siendo el vínculo de unión. En la donación del Hijo se muestra así la
determinar lo que se entiende por Dios. Quien habla de él desde el figura de la Trinidad: el Padre que entrega a su único Hijo a la mue~-
punto de vista cristiano tiene que contar la historia de Jesús como his- te absoluta por nosotros; el Hijo que se entrega por nosotros; el sacri-
toria entre el Hijo y el Padre. Dios es, entonces, no una naturaleza ficio común de Padre e Hijo acontece en el Espíritu Santo, que une y
diversa, no una persona celeste, sino un "acontecimiento"; pero no un liga al Padre al Hijo abandonado90 •
acontecimiento de comunidad en la humanidad (Mit-menschlichkeit}, Sin duda la profundidad de la vida trinitaria se manifiesta en la
sino el acontecimiento del Gólgota, el acontecimiento del amor del cruz de Cristo, y no es un camino equivocado tratar de ver en este
Hijo y el dolor del Padre, desde el que brota el Espíritu que abre el
supremo momento de amor el camino para penetrar en los miste~i?s
futuro y crea la vida86 • Se pregunta el mismo Moltmann: ¿qué signifi-
del ser divino. En la donación de Jesús se nos muestra la donac1on
ca entonces el Dios personal? Porque no se puede rezar a un aconteci-
misma del Padre. En este sentido no se puede no ver el aspecto positi-
miento. La respuesta es que no hay un Dios personal como una per-
vo del pensamiento de Moltmann. Nos debemos preguntar con todo
sona proyectada en el cielo. Pero hay personas en Dios, el Padre, el
Hijo y el Espíritu Santo. Se ora pues "en" este acontecimiento:
si el Dios contra Dios de Moltmann encuentra suficiente justificación
a la luz del Nuevo Testamento que, a la vez que nos cuenta y no disi-
"mediante el Hijo se reza al Padre en el Espíritu Santo" 87 • El Padre
amoroso suscita la perfecta correspondencia en el Hijo también amo- mula la angustia y la oscuridad que experimenta Jesús, nos habla de su
roso, y crea, en el Espíritu Santo, la correspondencia del amor en el obediencia a la voluntad del Padre y de su entrega confiada a él. Por
hombre que se le opone. Todo esto ocurre en la cruz; en ella Dios ple- otra parte se han planteado algunas dudas sobre la "constitución" de la
nifica su amor incondicional y lleno de esperanza. Así la Trinidad "no Trinidad en la cruz91 • Nuestra reflexiones posteriores nos obligarán a
es un círculo cerrado en sí mismo en el cielo, sino un proceso escato- volver sobre estos temas.
lógico, abierto para el hombre en el mundo, que sale de la cruz de Hemos mencionado también a Eberhard Jüngel como otro de los
Cristo" 88 • En ella Jesús es rechazado por el Padre, sufre la muerte de los autores protestantes que quieren contemplar el misterio de Dios desde
sin Dios para que todos puedan tener comunión con él. Moltmann la cruz de Cristo. Su pensamiento tiene puntos de contacto con el de
tiene formulaciones muy fuertes acerca del abandono de Jesús, que lle- J. Moltmann, aunque presenta una mayor complejidad. En la intro-
garía en su agonía hasta la experiencia del infierno; y llega indus~ a ducción a su obra capital, Dios como misterio del mundv2 Jüngel se
hablar de un "conflicto" trinitario, de la separación entre Padre e H110: plantea con toda claridad el problema que quiere abordar: "Para la res-
"En la cruz el Padre y el Hijo están separados hasta tal punto que inte- ponsabilidad cristiana de 1a palabra 'Dios', el Crucificado es precisa-
rrumpen sus relaciones. Jesús muere sin Dios ... " 89 • Pero en esta separa- mente algo así como la definición real de lo que con la palabra 'Dios'
se quiere decir. Por eso la teología cristiana es fundamentalmente teo-
logía del Crucificado" 93 • Frente a las ideas de un Dios impasible, leja-
84. lb. 233. La expresión viene de Goethe: cf. H.U. von Balthasar, Teodrdmdtica
3,486.
85. Cf. Der gekreuzigte, ib.
86. lb. 233s. 90. Trinitat... , 98-99.
87. lb. 234. 91. Cf. J. Akcva, Anden dreieinen Gott glauben, Frankfun am Main 1994, 224;
88. lb. 235s. H.U. von Balthasar, Teodramdtica 4, 398ss. . .
89. Trinitiit und Reich Gottes, 93; cf. también Der gekreuzigte... 265; también ib. 92. G(Jtt ¡¡/¡ Ge/Jeimni1 der Wf/t, Zur JJe¡mndun¡ der lllfP@¡if de! Gekreuo¡ttn Jm
230: el Padre en el abandono del Hijo se abandona también a sí mismo, sufre la muer-
te del Hijo; a la muerte del Hijo corresponde también por parte del Padre la muerte Streít zwischen Theismus und Atheísmus, Tübingen 1977 (Dios como misterio del mundo,
de su paternidad. Salamanca 1984).
'\\,~,\\~\~~~~~\_~~~~~~,~~~~'-~~~-
80 EL DIOS VIVO Y VERDADERO LA REVELACIÓN DE DIOS EN U\ VIDA DE JESÚS ... 81

no, que se han dado de hecho en la teología cristiana, y que han podi- de Dios con el crucificado. La fe en el hombre Jesús, crucificado por
do dar lugar al ateísmo, se impone otro camino. A la idea de Dios se nosotros, como el Hijo de Dios, presupone la identificación de Dios
llega desde la dureza de la fe en Jesucristo 94• A J. se le hace problemá- con Jesús y la autodiferenciación trinitaria de Dios. Una identificación
tico el camino de la metafísica clásica, a favor de la cual ve buenas razo- en la distinción, pues si no se diera esta diferenciación Dios quedaría
nes. Pero piensa que por esta vía no se llega a lo decisivo. El hombre atrapado en su propia muerte. Pero Dios se manifiesta como vencedor
contemporáneo es alérgico a la idea de un Dios pensado como 'abso- en esta muerte. Por ello Dios es aquel que puede soportar en su ser la
luto', necesario, etc., de tal manera que ante su soberanía el amor y la fuerza aniquiladora de la nada, la negación que es la muerte, sin ser en
misericordia resultan propiedades subordinadas y secundarias95. El ella aniquilado 1º1•
lugar en que el ser de Dios se revela en plenitud es la muerte y resu- El Dios cristiano es el Dios capaz de exponerse a la nada, y así se
rrección de Jesús. En la muerte de Jesús Dios ha visto de frente la muestra y se define como amor en la cruz de Jesús. "El especial acon-
muerte. La soberanía de Dios se ha de poner ante todo en el amor, y tecimiento escatológico de la identificación de Dios con el hombre
por ello es necesario pensar en el sufrimiento. En el bautismo de Jesús Jesús es al mismo tiempo lo más íntimo del misterio del ser divino. En
se oyó una voz, en cambio en el Gólgota Dios estaba callado9''. el especial evento de la identificación de Dios con el crucificado Dios
Se debe afrontar el problema de la "muerte de Dios". Pero ¿cuál es se expresa como aquel que ya desde siempre es en sí mismo" 1º2 • Es
el sentido de este discurso? En la muerte de Jesús la última palabra no decir, Dios no se convierte en amor en el instante de la muerte de
es la oscuridad, sino la luz que ilumina la oscuridad de la muerte. En Cristo sino que este momento el amor divino se manifiesta. La frase
la cruz de Cristo Dios se nos muestra como un movimiento hacia lo Dios es amor (el riesgo de la autoentrega, el riesgo de la nada), es la
profundo, un movimiento incontenible hacia lo hondo de la miseria interpretación de la autoidentificación de Dios con el hombre Jesús
terrena. Esto invierte nuestras ideas sobre la omnipotencia. El hecho crucificado 103 •
de que Dios haya sido afectado en lo más íntimo por la muerte del Jüngel habla de la historia de Dios, explicando que esta historia de
Hijo muestra que el dolor y la muerte han sido vencidos en su raíz. amor revelada en Cristo es justamente Dios mismo. Dios es al mismo
Dios mismo va a la muerte, en la m,uerte del hombre Jesús entrega la tiempo el amante y el amado. Esto es posible por la distinción trinita-
divinidad al golpe de la muerte, para ser, en el dolor de la muerte, el ria, Padre e Hijo. Pero esto no es todavía el amor mismo 1º4. Éste viene
Dios para los hombres97 • En el crucificado se puede conocer a Dios. sólo cuando el amor se abre a un tercero. Dios es el acontecimiento
De ahí la tesis de Jüngel del crucificado como vestigíum trinitatif!8 • En mismo del amor abriéndose a un tercero, el Espíritu distinto del Padre
la muerte de Jesús se inaugura una nueva relación del hombre con y del Hijo. El acontecimiento del amor se da cuando Dios Padre, sepa-
Dios porque el ser de Dios se revela en toda la profundidad de su vida rándose del amado (Hijo), no sólo se ama a sí mismo, sino que inclu-
sólo con la muerte de Cristo9'J. Dios se muestra como Dios con la vic- ye al totalmente diferente de él (mundo y hombre) por obra del
toria sobre la muerte. "La fe ... anuncia y narra la tensión entre vida Espíritu. Dios se tiene a sí mismo regalándose, su autoposesión es el
eterna y muerte temporal que determina el ser mismo de Dios como evento de su donación, la historia del regalarse a sí mismo. La historia
historia de Jesucristo. Piensa y confiesa esta historia en el concepto del de Dios en Cristo como la historia de su amor es Dios mismo. La esen-
Dios uno y trino" 100 • En otros lugares habla Jüngel de la identificación cia del amor es la capacidad siempre mayor de desprendimiento. La
cruz de Jesús está en el centro de la revelación de Dios como amor, en
cuanto revela a Dios como Trinidad: el amante es el Padre, el amado
94. Cf F. Rodríguez Garrapucho, La cruz de Jesús y el ser de Dios, Salamanca 1992, es el Hijo que se entrega y entregándose llega al otro diferente (al hom-
95. bre marcado por el pecado y la muerte), el Espíritu es el que hace posi-
95. Gott als Geheímnis, 52.25 (64.41).
96. Cf F. Rodríguez Garrapucho, o.c.,99-1 OO.
97. Cf E. Jüngel, Das dunkle Wiirt vom "Tode Gottes': Evangelische Kommentare
2 (1969) 133-138; 198-202; cf. E Rodríguez Garrapucho, 109- 110. 101. Cf Gott, 298 (287).
98. Cf. Gott als Geheimnis, 470ss (esp., 438ss). 102. Gott, 299 (289).
99. Cf Gott, 471 (439). 103. Q;tt, 446 (418).
100. lb. 104. Cf íb. 448 {419-420)
LA REVELACIÓN DE DIOS EN LA VIDA DE JESÚS ... 83
82 EL DIOS VIVO Y VERDADERO

los hombres. Todo esto, Dios lo hace por amor, y por consiguiente en
ble que esta separación llegue a superarse englobando la muerte en la
libertad. En el amor no se contraponen la referencia a sí y al otro; las
vida divina de Dios: "El lazo del amor que anuda al Padre y al Hijo de
dos cosas van juntas. El amor se desborda, así Dios es amor en su ser
tal manera que el hombre es introducido en esta relación de amor, es
Dios Espíritu" 105 • Así la identificación de Dios con el hombre Jesús de trinitario. El ser de Dios como trinidad de personas está constituido
Nazaret es obra conjunta del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Así por las relaciones. Éstas constituyen la esencia y la existencia de Dios.
Dios es amor. El amor humano surge porque el otro es digno de amor. El Padre es el que ama desde sí mismo, el amor se ofrece a otro que es
En Dios es lo contrario, Dios es amor y se va hacia el perdido, al que el Hijo, y no hay amor al Hijo sin amor al hombre y al mundo. En el
de por sí no es digno de amor106 • Dios nos muestra lo que es en su veni- amor del Padre al Hijo está el fundamento del amor al mundo y al
da al hombre. Por ello la fe cristiana en la Trinidad no se funda sólo en hombre, en último término de la creación. La entrega del Hijo, lo más
los pocos textos trinitarios que encontramos en el Nuevo Testamento, propio de Dios, atestigua el amor del Padre. Dios no ha querido ser él
sino en la cruz de Jesús. Sin la historia de la vida y pasión de Cristo, mismo sin el hombre. Pero no solamente Dios entrega al Hijo, tam-
los materiales del Nuevo Testamento dan una posibilidad para el desa- bién el Hijo se da libremente, se entrega. En Dios hay por tanto corres-
rrollo de la doctrina trinitaria, pero ésta no se hace ni mucho menos pondencia. En Jesús el amor llega a su cumbre, a la máxima realiza-
necesaria107 • ción, por ello llega a la cumbre la manifestación de la Trinidad 112 •
La muerte de Jesús es así un acontecimiento entre Dios y Dios, "de La entrega del Padre en el Hijo no es la contraposición anuladora,
modo que el abandono de Jesús por parte de Dios aparece como la porque el Espíritu, preservando la distinción del Padre y el Hijo, cons-
obra más originalmente propia de Dios" 10•. Dios mismo "aconteció", tituye la unidad del ser divino como aquel acontecimiento que es el
("Gott ereignete sich selbst") en esta muerte 109 • Si en la resurrección amor mismo. El Espíritu "vinculum caritatis" es además el don al
Dios se ha identificado con este hombre muerto, esto nos permite afir- hombre, es la relación eternamente nueva del Padre y del Hijo que
mar que también se identificó con él en la cruz y el abandono. Por ello abre el amor divino a los demás, implica al hombre en la relación
el kerigma del resucitado anuncia al crucificado como autodefinición Padre-Hijo 113 •
de Dios 110 • En esta revelación como amor se manifiesta el desprendi- En este contexto alude nuestro autor al axioma de K. Rahner sobre
miento (Selbstlosigkeit) de Dios, que no quiere amarse a sí mismo sin la identificación entre la Trinidad económica y la Trinidad inmanente.
amar a la criatura. El "abandono" es parte integrante de la revelación La relación entre este axioma y la teología a partir del crucificado se le
de la Trinidad. Poniéndose Dios de la parte del abandonado de Dios muestra como evidente. Pero no aparece a mi juicio con claridad si
se ha distinguido a sí mismo y ha sido capaz de dar al mundo la recon- para él la economía manifiesta lo que es desde siempre la vida inma-
ciliación y la salvación que éste no se hubiera podido nunca dar a sí nente de la Trinidad o en este acontecimiento Dios realmente "acaece"
mismo. Dios que reconcilia al mundo consigo en la medida en que en en el sentido más propio de la palabra 114 • Ciertamente es la economía
la muerte de Jesús se contrapone como Dios Padre y Dios Hijo sin salvífica la que atrae su atención; la Trinidad inmanente queda un
dejar de ser uno 1n. El Espíritu es la unión y la fuerza que da la posibi- poco en la penumbra.
lidad de correspondencia humana al ser de Dios, la fe. La esencia de J üngel piensa haber destruido, mediante la distinción entre Dios y
las relaciones en Dios es el amor, la esencia de Dios es donación Dios fundada en la cruz de Jesucristo las ideas de la absolutez, de la
(Dahingabe). Así en la cruz se manifiesta como un "desbordamiento" impasibilidad, de la inmutabilidad de Dios que han llevado al ateísmo
del ser divino, cuando en la muerte de Jesús Dios se entrega por todos contemporáneo. El ateísmo ha luchado contra el teísmo, pero también
con la idea cristiana de Dios. ¿Es claro que eliminado el teísmo se hará
más comprensible a los hombres el Dios cristiano? Por lo que se refie-
105. Gott, 450 (421, trad. modificada por mí). re al misterio pascual, es claro que la cruz manifesta el amor de Dios,
106. lb. 250ss.
107. lb. 480s (446s).
108. lb. 496 (461, trad. mod.). 112. Cf. ib. 504-506 (468-470).
109. lb. 497 (462). 113. Cf. ib. 512-514 (475-477).
110. lb. 498 (493); a la vez define al hombre Jesús como Hijo de Dios. 114. Cf. 506-514 (470-477).
111. lb. 504 (468).
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LA REVELACIÓN DE DIOS EN LA VIDA DE JESÚS ... 85
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y en este sentido es decisiva para entender la Trinidad. Jüngel habla del En segundo lugar, la alusión a la manifestación económica de la
abandono del Hijo por el Padre, pero no se ha expresado en los tér- distinción inmanente de las personas. El abandono de Jesús por parte
del Padre, que en todo el contexto parece considerarse "real" y no sólo
minos drásticos de "oposición" entre los dos que veíamos en J.
aparente, muestra efectivamente la distinción de las personas divinas.
Moltmann. Esta distinción se ha de ver siempre en la unidad, como el texto seña-
Hemos dedicado un poco de espacio a estos autores porque sin
duda han tenido influjo en los tiempos recientes. Para completar nues- la claramente. Pero no se explica si en este momento de abandono la
tro panorama teológico, y antes de sacar brevemente nuestras conclu- u~idad se expresa de ~gún modo. Hemos visto que los teólogos estu-
diados aluden al Espíritu Santo. Se podría también pensar en otro tipo
siones sobre este punto, debemos hacer referencia a un documento de
de "abandono", en el abandono confiado de Jesús en las manos del
la Comisión Teológica Internacional, que si bien ha aceptado algunas
intuiciones que van en la línea de los autores hasta aquí citados, ha Padre, expresado también con palabras de un salmo, que nos muestra
mostrado una gran prudencia y ha evitado cualquier extremo. El docu-
el evangelio de Lucas: "Padre, a tus manos encomiendo mí espíritu"
(Le 23,46; cf. Sal 31,6). Pero nada se nos dice en el texto de manera
mento, que lleva por título Cuestiones selectas de cristología (del año
explícita 117 •
1979), hace una alusión marginal a este problema; para justificar el
uso en cristología y soteriología de la noción de la "sustitución" afir-
Reflexión conclusiva
ma:
El hombre ha sido creado para integrarse en Cristo y por lo mismo en
¿Qué hay que decir sobre la revelación trinitaria en el misterio de
la vida trinitaria, y su alienación de Dios, aunque grande, no puede ser la cruz? Ante todo podernos afirmar que, en efecto, el momento en el
tan grande como lo es la distancia entre el Padre y el Hijo en su anona- que se muestra en su grado máximo el amor de Dios para con noso-
damiento kenótico (Flp 2,7) y en el estado en que fue abandonado por el tros en la entrega de Cristo en la cruz no puede ser indiferente para la
Padre (Mt 27,46). Se trata aquí del aspecto económico de la relación entre revelación de quién es Dios. Jesús, en toda su vida, es el que nos da a
las divinas personas, cuya distinción (en la identidad de naturaleza y del conocer a Dios. Parece por tanto coherente pensar que este momento
amor infinito) es máximan 5• supremo de su existencia nos dice algo, y muy decisivo, sobre el amor
Dos puntos merecen un breve comentario: en primer lugar se reco- de Dios, y, por consiguiente sobre la vida del Dios trino. Que la muer-
ge el tema del abandono de Jesús por parte de Dios, pero se renuncia te de Jesús es la manifestación del grande amor de Dios por nosotros
a toda especulación sobre las consecuencias de este abandono más allá y la efectiva puesta en práctica del mismo es una afirmación constan-
de la muerte. En el contexto de la sustitución vicaria se hace referen- te en el Nuevo Testamento (cf. p. ej. Rom 5,8; 8,32-39; 1 Jn 4,9-10).
cia a la alienación de Dios del hombre pecador, y se afirma que la dis- Que este hecho nos dice algo sobre el ser del Dios amor en sí mismo,
tancia entre el Padre y el Hijo, en el anonadamiento kenótíco de este es innegable.
último y en el abandono del mismo por parte del Padre, es todavía
mayor que la del pecador 116 • Parece por el contexto que hay que enten- 117. La misma Comisión volvió sobre el tema dos años más tarde en el docu-
der el pecador en este mundo, es decir, no separado definitivamente de mento Teología-Cristología-Antropología, que ya conocemos: Comisión Teológica
Dios; en el contexto soteriológico no tendrían sentido otras especula- Internacional, Documentos 1980-1985, Madrid s.[, 7-26, 25s: "Quizá haya que decir
lo mismo del aspecto trinitario de la cruz de Jesucristo. Según la Sagrada Escritura,
ciones.
Dios ha creado libremente el mundo conociendo en la presciencia eterna - no menos
eterna que la generación del Hijo - que la sangre preciosa del Cordero inmaculado
Jesucristo (cf. l Pe l,19; Ef 1,7) sería derramada. En este sentido, el don de la divini-
115. Commissio Theologica Internationalis, Quaestiones selectae de christologia (c[
dad del Padre al Hijo tiene una íntima correspondencia con el don del Hijo al aban-
n. 58), 629. He tomado el texto español de Comisión Teológica Internacional,
dono de la cruz. Pero, ya que también la resurrección es conocida en el designio eter-
Documentos 1970-1979, 244. no de Dios, el dolor de la 'separación' siempre se supera con el gozo de la unión, y la
116. Cf. H.U. von Balthasar, Teodramática 4,471: "Especular sobre la finitud o
compasión de Dios trino en la pasión del Verbo se entiende propiamente como la obra
infinitud de su dolor resulta empresa vana; lo único claro es que la tortura expiatoria
del amor perfectisimo, de la que hay que alegrarse. Por el contrario hay que excluir
debe situarse en la profundidad insondable de su abandono por el Padre, desde donde
completamente de Dios el concepro hegeliano de 'negatividad"'. Texto latino
ya se ha demostrado que la ruptura trinitaria supera e incluye todas las distancias que
Theologia-Chrístología-Anthropologia en Greg 64 (1983) 5-24, 23s.
separan a Dios de los pecadores". Cf. también ib. 466s.
86 EL DIOS VIVO Y VERDADERO LA REVELACIÓN DE DIOS EN LA VIDA DE JESÚS ... 87

Este amor se muestra en la capacidad que Dios tiene de ponerse en vía m_ayor._ Los datos del Nuevo Testamento nos permiten diversas
la situación del pecador: "Al que no conoció pecado Dios lo ha hecho aprox1mac10nes a este misterio que, ciertamente, no nos desvelan.
pecado por nosotros" (2 Cor 5,21). Dios busca y halla al hombre peca- Debemos también retener un punto que ha subrayado con razón la
dor, llegando donde éste se encuentra118 • Hemos aludido a la distancia teología de los últimos tiempos y que han acentuado fuertemente los
entre el Hijo y el Padre, que el "abandono" de Dios significa. Jesús autores a que especialmente nos hemos referido. No es suficiente pen-
puede experimentar una distancia del Padre más grande que la de cual- sar en la voz de abandono como "de la humanidad". En cualquier
quier persona que se encuentra apartada de Dios en la vida presente. interpretación que demos de este difícil pasaje, se trata siempre siem-
Sólo el Hijo, que experimenta como nadie el amor del Padre y es uno pre de la voz del Hijo que se dirige al Padre. Es ciertamente la voz del
con él, puede experimentar hasta este extremo la oscuridad que le pro- Hijo en cuanto hombre, encarnado y despojado de su rango por noso-
duce la dificultad de aceptar los designios del Padre sobre él. Hay que tros, pero, en el momento de la pasión y de la muerte, como en todos
entender en todo su realismo el "Abbá, Padre, todo te es posible; apar- lo~ demás de la vida de Jesús, es su relación con el Padre lo que está en
ta de mí este cáliz. Pero no se haga mi voluntad sino la tuya'' (Me pnmer plano. La historia toda de Jesús, también la de su pasión, muer-
14,36par.). La experiencia de Jesús en la soledad de su pasión es, en te y resurrección, es la historia de la relación del Hijo, ciertamente en
este sentido, irrepetible. Así puede reconciliar al mundo con Dios, o cuanto hombre, con el Padre que lo ha enviado al mundo y al que obe-
mejor, en él puede el Padre reconciliar el mundo consigo (cf. 2 Cor dece hasta la muerte. Nos hallamos en el ámbito de la relación entre
5,18-19). Pero si es posible pensar en la realidad de un momento de las personas divinas, no sólo entre las dos naturalezas de Cristo.
oscuridad de Jesús en su relación con el Padre, todavía en esta situa- El Padre ha entregado al Hijo al mundo, lo ha entregado a la muer-
ción Jesús invoca a Dios como "Abbá", y pone la voluntad misteriosa te, lo ha entregado en manos de los hombres (cf. Mt 17,22). Hay una
de su Padre por delante de la suya. El pecador se aleja de Dios en la
semejanza entre las fórmulas de entrega y las de envío o misión a las
desobediencia, Jesús acepta sobre sí las consecuencias de este pecado
que ya nos hemos referido, aunque no sean totalmente equivalentes.
en la obediencia al designio del Padre. La diferencia es fundamental.
Pero debemos guardarnos de pensar que el Padre ha entregado al Hijo
Algunos autores señalan que es posible que Jesús haya recitado en la
a la muerte como lo han hecho los hombres. El Padre entrega al Hijo
cruz todo el salmo 22, que, si empieza expresando la sensación de
119 en manos de los pecadores, no se ensaña en el sufrimiento de Jesús.
abandono y desamparo, termina con un grito de confianza en Dios •
Acepta la ~uerte de su Hijo en manos de los hombres, porque respe-
Si Jesús ha podido experimentar y expresar "todo el dolor y toda la
angustia del Hijo de Dios al encontrarse con las consecuencias de la ta nuestra libertad y así nos ofrece la demostración más grande de su
misión que había recibido del Padre y que él había aceptado, de hacer- amor. Dios Padre, el que engendra al Hijo, no puede querer directa-
12
se plenamente solidario por amor con los hombres pecadores" °, esta mente su muerte. Hay que precisar por tanto los diversos matices de
solidaridad no puede hacer que lo identifiquemos con un pecador la "entrega'' en el Nuevo Testamento. Dios no entrega a su Hijo a la
más 121 • La relación de Jesús con el Padre está siempre envuelta en el muerte como lo hacen los enemigos (cf. p. ej. Me 3,19 par; 15,15 par;
misterio, y en el momento de la muerte éste puede hacerse sólo toda- Le 24, 1O) 122 •
Pe_ro esta "entrega'' a la muerte que, con todo, entra en el designio
de D10s, encuentra en Jesús no la rebelión, sino la plena correspon-
de~cia. También Je_s~s se ent;ega por amor: "Me amó y se entregó por
118. H.U. von Balthasar, Teodramdtica 2. Las personas del drama: el hombre en m1 (Gal 2,20), dira el Aposto! (cf. también entre otros lugares Ef
Dios, Madrid 1992, 252s: "El mundo y la humanidad son creados en el Hijo; el extra-
5,2.25). También el amor del Hijo por los hombres se manifiesta en
vío del hombre hacia una finitud sin salida hace aparecer el centro, latente y oculto
hasta ahora, del plan de Dios sobre el mundo: la posibilidad de la libertad infinita de su entrega. Se trata por tanto del amor del Padre y del amor del Hijo,
seguir el rastro del extraviado hasta el último recodo de su perdición". de la plena correspondencia del Hijo al designio del Padre. El amor de
119. Así p. ej. W. Kasper, jesús el Cristo, Salamanca 1976, 146; R. Pesch, Das Dios Padre y el amor de Cristo por los hombres se contemplan unidos
Markusevangelium II, Freiburg-Basel-Wien 1984, 494-495.
120. J. Vives, "Si oyerais su voz... ·; Santander 1988, 164.
121. Cf. O. González de Cardedal, La entraña del cristianismo, Salamanca 1997,
578; cf. todo el contexto. 122. Cf. F.X. Durrwell, Le Pere. Dieu en son mystere, Paris '1988, 62ss.
88 EL DIOS VJVO Y VERDADERO LA REVELACIÓN DE DIOS EN LA VJDA DE JESÚS ... 89

en Rom 8,32-39. Jesús, en su pasión, no sólo sufre el abandono, sino a la plenitud de la salvación. Reflejando y viviendo el amor de Dios, el
que entrega su espíritu en las manos del Padre (Le 23,46), ya que desde hombre queda inserto en el camino que le lleva a Dios como fin. Es la
el principio de su vida en la tierra ha venido a hacer su voluntad (Heb salvación como máxima plenitud del hombre, ciertamente por don de
10,7; cf. Flp 2,6-8; Jn 4,34; Me 14,36 par). No se puede por tanto Dios, pero este don lo plenifica a partir de lo más profundo de su
hablar con sentido de un "conflicto" intradivino. Si el abandono de mismo ser.
Jesús por parte del Padre puede expresar la "distancia", la diferencia-
ción de las personas en Dios, que es máxima, la obediencia del Hijo,
la aceptación del designio del Padre y la confianza radical en él mues- 7. La resurrección de jesús, revelación del Dios uno y trino
tran la profunda unidad y comunión divina. Los dos aspectos han de
verse en su unidad. Toda separación, por grande que podamos y deba- Debemos señalar ante todo que la iniciativa de la resurrección,
mos pensarla, no puede hacer olvidar que el Padre y el Hijo son en la según la mayoría de textos del Nuevo Testamento, corresponde a Dios,
pura referencia del uno al otro. el Padre (cf. Rom 6,4; 8,11; 10,9; 2 Cor 4,14, Ef 1,20; etc.; la expre-
Los autores que hemos citado aluden ciertamente a la unión entre sión usada por los evangelios, ~yÉp0r¡, ha resucitado, ha sido resucita-
el Padre y el Hijo que se manifiesta en el Espíritu, también en la "sepa- do, puede entenderse también como un modo de indicar la acción
divina). En algunos pasajes se muestra además la diferencia entre la
ración" y en la oscuridad de la pasión. Recurren para ello, aun sin
acción de los hombres que matan a Jesús y Dios que lo resucita:
decirlo a veces expresamente, a la antigua tradición de la teología occi-
"Vosotros lo matasteis haciéndolo clavar en la cruz por unos impíos,
dental, que se remonta al menos a Agustín, que ve al Espíritu Santo
pero Dios lo resucitó" (Hch 2,23-24; cf. también Hch 3,15, 4,10;
como el vínculo de unión del Padre y del Hijo. Hemos aludido ya al
10,39). Con ello Dios se manifiesta en su poder divino: la fe en la resu-
ofrecimiento de Jesús al Padre en virtud del "Espíritu eterno" según
rrección de Jesús no es un añadido a la fe en Dios, es la expresión de
Heb 9,14. En la entrega de Jesús a la muerte y a la oscuridad que
la fe en el Dios cristiano. El poder de resucitar y el de crear, con una
pueda haber envuelto este momento se expresa también la comunión cierta prioridad del primero, van juntos según Rom 4,17m. En ambos
de amor entre el Padre y el Hijo en el Espíritu Santo. casos Dios actúa directa e inmediatamente. Dios es el Padre de Jesús,
Todo cuanto hemos dicho sobre esta revelación del Dios trino en y, como ya hemos tenido ocasión de ver, muestra esta paternidad al
su amor a los hombres en el momento de la pasión y de la muerte del resucitarlo de entre los muertos (cf. Gál 1,1, etc.). poder omnipo-
Señor tiene sentido a la luz de la resurrección. En ella aparece clara- tente de Dios se manifiesta en esta paternidad, podríamos incluso
mente el sí de Dios a Jesús, que no constituye la cancelación de su vida decir que a la luz de la resurrección de su Hijo se identifica con ella 124.
terrena sino más bien la demostración del perenne valor que ésta tiene Muchos pasajes del Nuevo Testamento así lo atestiguan: 2 Cor 1,3;
en la eternidad de Dios. Jesús resucitado aparece con los signos de la 11,31; Ef 1,17; Flp 2,11, etc.
pasión. La vida de la Trinidad no se vive como si el Hijo no hubiera En el uso ncotestamentario de algunos textos de los salmos se pone
introducido la humanidad en la gloria. No se puede minimizar la cier- igualmente de relieve la inciativa de Dios Padre en la resurrección. Así
ta "novedad", que, en su libérrimo designio, Dios ha introducido en Sal 110, 1, "siéntate a mi derecha", uno de los pasajes del Antiguo
su misma vida por la asunción de la humanidad por parte del Hijo. Testamento citados directa o indirectamente con más frecuencia en el
Pero antes de pasar al estudio de la resurrección hagamos una breve Nuevo (cf. Me 12,36par.; 14,62par.; Hch 2,34; 5,31; 7,55; Roro 8,34;
reflexión conclusiva sobre la cruz y la muerte en relación con la reve- 1 Cor 15,25; Ef 1,20; Heb 1,13; 1O, 12s; 1 Pe 3,22 ... ). Jesús fue exal-
lación trinitaria. Dios, en la cruz de Cristo, manifiesta su amor hasta
el final, para dar al hombre la posibilidad de vivir hasta el fin en la
entrega. El hombre que así vive refleja más el ser de Dios, el abismo
del amor divino que Jesús le ha manifestado. Dios es el fin del hom-
123. Que es además el único texto del Nuevo Testamento en que se habla explí-
bre, que está llamado, en Cristo, a ser su imagen en la perfecta seme-
citamente de la creación de la nada; cf. ya 2 Mac 7.28, donde se habla de la creación
janza. Cuanto más dé Dios al hombre la posibilidad, en el Espíritu del de la nada en un contexto de esperanza en la resurrección.
amor, de amar hasta el final, el ser humano llegará más desde lo hondo 124. Cf. EX. Durwell, Le Pere, 175.

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