Dialnet RevolucionCubanaYDocumental60Anos 7142513
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* Editores convidados da DOC On-line. Ignacio Del Vallle Dávila: Universidade Fe-
deral da Integração Latino-americana – UNILA, Curso de Cinema e Audiovisual. Uni-
versidade Estadual de Campinas – UNICAMP, Pós-graduação em Multimeios. 85866-
000, Foz do Iguaçu, Brasil. E-mail: elvalledeignacio@gmail.com.
Mariana Villaça: Universidade Federal de São Paulo – UNIFESP, Campus Guarulhos,
Departamento de História e Programa de Pós-Graduação em História. 04021-001,
Guarulhos (SP), Brasil. E-mail: marimavi@hotmail.com.
haya sido una polémica sobre un documental, P.M. (Sabá Cabrera Infante y
Orlando Giménez Leal, 1961), el origen de las palabras de Fidel Castro que
sentaron las bases –y los límites– de la política cultural del régimen: “Dentro
de la revolución, todo; contra la revolución, nada”.
Como bien nos recuerda Juan Antonio García Borrero (2007), el documen-
tal cubano alcanzó el reconocimiento de muestras y festivales internacionales
(Leipzig, Oberhausen, Sestri Levante, Pesaro, Viña del Mar, Mérida) mucho
antes que la ficción posrevolucionaria, aunque haya tendido a desdibujar ese
fenómeno el éxito de algunos largometrajes ficcionales como Memorias del
subdesarrollo (Tomás Gutiérrez Alea, 1968), Lucía (Humberto Solás, 1968)
o La última cena (Tomás Gutiérrez Alea, 1976). Habría que añadir que la
gran mayoría de los cineastas cubanos quebraron sus primeras lanzas en el
documental, antes de ser autorizados por la dirección del ICAIC para realizar
proyectos de ficción. En ese sentido, en la práctica, el documental sirvió como
principal escuela para el cine cubano realizado durante las primeras décadas
del gobierno revolucionario. Las constantes hibridaciones entre ficción y no
ficción que caracterizan a la producción cubana son, evidentemente, una ma-
nera de poner en tensión las convenciones del cine tradicional y de cuestionar
críticamente sus límites, en busca de nuevas formas de expresión para un cine
que se quiere revolucionario. Sin embargo, esas hibridaciones también encu-
entran su origen en la preeminencia que, desde el punto de vista del volumen
de producción, tuvo siempre el documental en el cine cubano.
Durante muchos años hablar de cine documental cubano fue, por encima
de todo, hablar de la extensísima obra de Santiago Álvarez y del espacio que
este dirigía, el célebre Noticiero ICAIC Latinoamericano. La importancia de
ambos en la historia del mundial es innegable. Por un lado, Álvarez revoluci-
onó las formas autónomas del cine documental –y del cine político en general–
por medio de una concepción extremamente original del montaje y del trabajo
con imagen de archivo y trucajes. Por otro, el Noticiero del ICAIC, con sus
1493 ediciones, realizadas entre 1960 y 1990, dio cuenta de procesos histó-
ricos acaecidos en más de 90 países, siendo en muchos casos la única fuente
audiovisual que se conserva de ellos. Con todo, a pesar del enorme papel de
Álvarez y del Noticiero, el documental cubano no se reduce a ellos. Otros ci-
neastas menos alineados con el régimen, como Sara Gómez y Nicolás Guillén
Landrián, merecen también un lugar destacado por la profundidad crítica, la
calidad estética y el afán experimental de su obra. Prácticamente olvidados
por las primeras historias del cine cubano, han ganado un espacio creciente en
la producción académica contemporánea. Testimonio de ello son dos artículos
de este número, escritos por Santiago Juan-Navarro y Marina Tedesco.
14 Ignacio Del Valle Dávila & Mariana Villaça
En los últimos diez o quince años los investigadores cubanos se han vol-
cado a estudiar la historia de su propia cinematografía, con energía y pro-
fundidad, enfrentando muchas veces la falta de recursos y la ausencia de una
distinción clara entre el campo de la crítica y el de la investigación univer-
sitaria. Como resultado de esos esfuerzos, han proliferado las publicaciones
académicas con un ritmo impensable hasta hace poco. Tal vez, los autores más
conocidos sean Juan Antonio García Borrero, entre cuyos libros podríamos
mencionar Cine cubano de los sesenta: mito y realidad (2007); Joel del Río
y Marta Díaz, autores de Los cien caminos del cine cubano (2009) y el actual
director de la Cinemateca de Cuba, Luciano Castillo, entre cuyos libros cabría
citarse Entre el vivir y el soñar: pioneros del cine cubano, escrito en coautoría
con Arturo Agramonte (2008). Sin embargo, la lista es larga y en ella habría
que incluir algunos títulos específicos sobre cine de no ficción, como El notici-
ero ICAIC y sus voces de Mayra Álvarez Díaz (2012) y Romper la tensión del
arco: movimiento cubano de cine documental de Jorge Luis Sánchez González
(2010).
Ahora bien, el interés académico por el cine cubano trasciende amplia-
mente los límites de la isla y se expande hacía otras áreas culturales y otras
nacionalidades. Ello puede explicarse, en parte, por el carácter fuertemente in-
ternacionalista del que están impregnadas las temáticas del cine cubano y que
ha ido siempre de la mano con una dinámica de circulación de agentes, organi-
zación de eventos y fomento de intercambios culturales a escala transnacional,
que está fuertemente asentada en la lógica de la diplomacia cultural.
La atracción que el cine cubano ejerció (y ejerce) sobre la mirada europea
es patente en la obra de varias figuras que se tornarían exponentes internaci-
onales del documentalismo como, por ejemplo, el soviético Roman Karmen,
el holandés Joris Ivens y los franceses, Chris Marker y Agnès Varda –falle-
cida este año de 2019. Los dos últimos son objeto de cuatro artículos de este
número. Esos textos dialogan, en cierta medida, con la literatura científica so-
bre esos cineastas y con la historiografía francesa que analizó la trayectoria
de realizadores que estuvieron en Cuba, y al propio cine cubano. Respecto de
esa producción académica francesa sobre el cine cubano, cabe mencionar a in-
vestigadores como Emmanuel Vincenot, Nancy Berthier, Julie Amiot y Magali
Kabous, entre otros, que han desarrollado y dirigido trabajos sobre el cine de la
isla en los últimos diez años, contribuyendo a la ampliación y profundización
de la producción europea sobre el tema.
El potencial internacionalista del cine cubano y su alcance históricamente
transnacional han contribuido a que en la producción académica de los países
de América Latina, los estudios sobre el documental cubano, en particular, y el
Revolución Cubana y documental – 60 años 15
directoras de ese período, con diversos puntos en común con Nicolasito –como
el interés por la cultura afrocubana y por la situación social de la población
negra (siendo ambos negros), así como el gusto por la ironía en sus produc-
ciones–, es enfocada en primerísimo plano por la investigadora, que destaca
su invisibilidad en la historiografía y procura dirimir parte de las lagunas exis-
tentes, por medio del análisis de un documental poco conocido, realizado por
Gómez para la Enciclopedia Popular en 1963, y que tiene un lenguaje ya mar-
cado por la intermedialidad.
El segundo bloque de trabajos que compone este número se titula “El in-
ternacionalismo en el cine cubano”. Está compuesto por otros cinco artículos
que exploran, principalmente, el rico material documental proporcionado por
el Noticiero ICAIC Latinoamericano y por la producción de Santiago Álva-
rez. Ese noticiario, que atravesó las últimas cuatro décadas del siglo XX, está
hoy parcialmente disponible en la plataforma abierta del Institut National de
l’Audiovisuel (INA/França). Por medio de los análisis presentados aquí se pu-
ede acceder, por un lado, a las lecturas cubanas de acontecimientos y procesos
históricos que marcaron el siglo XX, como las dictaduras latinoamericanas, la
experiencia de la “vía chilena al socialismo” del gobierno de Salvador Allende,
las luchas anticoloniales en África, traducidas en tomas y discursos vehemen-
tes. Por otro, veremos también la construcción de las imágenes carismáticas
de los líderes, la celebración de ciertas identidades y valores que procuraban
moldear al “Hombre Nuevo” y comprometer a todos en la defensa de la Revo-
lución, dentro y fuera de Cuba.
Glauber Matos, en “Internacionalismo y mimésis política – la voz de Fi-
del Castro en la edición 291 del Noticiero ICAIC Latinoamericano” desmonta
y analiza, enfocándose en la banda sonora, una histórica edición del Noticiero
de 1966, dedicada a la divulgación del discurso de cierre de la Conferencia Tri-
continental. El autor analiza estética y políticamente el papel de la voz de Fidel
en esta edición, y los efectos de catarsis producidos, dialogando con los dos
conceptos anunciados en el título, ‘internacionalismo’ y ‘mímesis política’, al
deconstruir el lenguaje de esa edición.
En el artículo “Noticiero ICAIC: una mirada cubana experimental y per-
formática sobre las dictaduras latinoamericanas”, Camila Arêas realiza, como
declara en el subtítulo del trabajo, un “Estudio semiótico de la narrativa cine-
periodística cubana sobre Argentina, Brasil, Bolivia, Chile y Uruguay”. La
autora presenta un detallado inventario de las formas de abordar los golpes
de Estado latinoamericanos presentes en el conjunto de las ediciones del No-
ticiero, analizando cómo esas aproximaciones marcan el inicio de una nueva
manera de narrar y representar América Latina. Explora el carácter experi-
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Referencias bibliográficas
Agramonte, A. & Castillo, L. (2008). Entre el vivir y el soñar: pioneros del
cine cubano. Camagüey: Editorial Ácana.
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