Clase 2 Didactica 1 2020 - Freire - Cartas - Doc Versión 1
Clase 2 Didactica 1 2020 - Freire - Cartas - Doc Versión 1
Clase 2 Didactica 1 2020 - Freire - Cartas - Doc Versión 1
Freire, Paulo Cartas a quien pretende enseñar. Buenos Aires: Siglo XXI
Editores Argentina, 2004
Texto 1
La siguiente es una pequeña poesía sobre Paulo Freire que escribieron Orlando
Nano Balbo (Docente argentino, detenido durante la última dictadura militar en
la argentina, exiliado y discípulo de Freire. Vive actualmente en Neuquén,
Argentina) y Augusto Bianco (editor y escritor italiano, residente en Argentina)
Se llamaba Paulo Freire.
Nació en Recife el 19 de septiembre de 1921.
Se doctoró en Filosofía e Historia de la Educación.
Tuvo cinco hijos.
Sufrió prisión y persecución política.
Sus libros tuvieron el altísimo honor de ser
Quemados y prohibidos por diversas dictaduras.
Tuvo una vida plena en una época hirviente y
Hermosa, que él contribuyó a embellecer, Época
De actores, que no sólo permitían tener sueños, sino
También compartirlos y llevarlos a la práctica.
Murió sin morir el 2 de mayo de 1997.
Texto 2:
1
Los textos que siguen fueron extraídos del libro Los Hijos de los Días (*) del
escritor uruguayo Eduardo Galeano
Setiembre
Día de la alfabetización
Sergipe, nordeste del Brasil: Paulo Freiré inicia una nueva jornada de trabajo con
un grupo de campesinos muy pobres, que se están alfabetizando.
Noviembre
28
Paulo había sido el profeta de una educación solidaria. En sus comienzos, daba
clases bajo un árbol. Había alfabetizado a miles y miles de obreros del azúcar, en
Pernambuco, para que fueran capaces de leer el mundo y ayudaran a cambiarlo.
En el exilio, Paulo anduvo mucho mundo. Cuanto más enseñaba, más aprendía.
(*) Galeano Eduardo (2012) Los hijos de los días. Buenos Aires, Siglo XXI
2
Texto 3
Resumen de las principales ideas de Paulo Freire en base a una biografía del
autor realizada por Miguel Darcy de Oliveira (*)
CONTEXTUALIZACIÓN DE LA OBRA DE PAULO FREIRE. PRINCIPALES
CONCEPTOS
1. Es necesario aclarar que si bien Paulo Freire fue funcionario de la
educación en Brasil, sus principales aportes y trabajos los desarrolló en espacios
educativos por fuera de la institución escolar; espacios que él mismo denominó
círculos de cultura. Estos espacios eran encuentros con campesinos analfabetos
que tenían el propósito de enseñarles a leer y a escribir, pero de un modo que
desarrollaré más adelante.
Toda la conceptualización desarrollada por Paulo Freire surgió a partir de
su trabajo, es decir que su desarrollo teórico está fuertemente asociado a la
reflexión y pensamiento de su práctica de enseñanza concreta.
2. Otra cuestión importante en la obra de Freire es la confluencia entre
educación y proyecto político. En su análisis del analfabetismo, él decía que la
incapacidad de saber leer y escribir no era culpa del analfabeto. Por lo contrario,
se trataba de una situación histórica de explotación y marginación. De aquí surge
la idea de conciencia oprimida o dominada. Por lo tanto, alfabetizar significaba
atacar ese problema haciendo que el analfabeto no se convenciese de su propia
ignorancia o imposibilidad para aprender. Alfabetizar para Freire era enseñar a
leer y escribir pero también ir produciendo conciencia sobre las estructuras
históricas y sociales que producían la situación opresora del analfabetismo.
Entonces el proceso educativo es un acto de liberación de esa opresión. Por eso
decimos que en la obra de Freire educación y política van de la mano.
3. Nadie educa a nadie, pero al mismo tiempo nadie se educa
enteramente solo. Las personas se educan en relación a una realidad que está
ahí para que la conozcamos. Es la realidad vivida por todos nosotros. Por lo tanto,
la educación no es una donación, una depositación de la cabeza del educador a la
del educando. Lo que significa que tanto educador y educando se encuentran para
leer esa realidad vivida por ambos.
4. No es posible enseñar sin aprender, concepto que trabajaremos mucho
en clase.
5. Papel del educador: Para Freire no se trata de mantener como educadores
una actitud autoritaria, paternalista que desde afuera decide, define y transmite el
conocimiento que considera necesario para la vida del grupo; ni tampoco
mantener la concepción ilusoria, idealizada de que el pueblo sabe, de que el
pueblo ya detenta un saber tan elaborado, tan acabado que pueda prescindir de
la adquisición más formal del conocimiento de cosas que estén fuera de su
vivencia.
3
(*) DARCY DE OLIVEIRA, M. (1985) Paulo Freire. Revisión histórica: La
trayectoria de los autores y de sus obras en: QUIROGA, A. Y FREIRE, P. El
proceso educativo según Paulo Freire y Enrique Pichon Riviere. Buenos Aires,
Ediciones Cinco. (págs. 13-32)
GUIA DE LECTURA
SUGERENCIAS PARA LA LECTURA
Realicen una lectura de la guía antes de abordar los textos y vayan marcando los
párrafos donde aparecen indicios de respuestas a las pregunta realizadas.
Lean la totalidad de los textos. Si encuentran dificultades avancen en la lectura buscando
elementos que permitan una mejor comprensión.
Si aparecen dudas con el significado de las palabras o expresiones intenten resolverlas
formulando hipótesis basadas en el contexto, relacionando con palabras conocidas y
buscando en el diccionario.
Si encuentrans aspectos del texto en los que tuvieron dificultad, transcriban esas dudas o
marquen el texto para preguntar en clase o enviar la.duda.al grupo de facebook
No es una guia para entregar por escrito
1. Expliquen con sus palabras el concepto
el enseñar no existe sin el aprender.
Registren la respuesta ya que la retomaremos en el Bloque 2 del curso
introductorio.
2. A lo largo de esta carta Freire define algunos conceptos que nos parecen
indispensable para todo aquel que se decide a comenzar su formación docente.
Definan brevemente según Freire los siguientes conceptos:
Estudiar
Leer
Lectura del mundo (Rastreen el significado por todo el capítulo)
Comprensión
3. ¿Qué relación tienen estos conceptos con el de enseñanza? ¿Por qué son
importantes para un/una futuro/a docente?
Freire, Paulo Cartas a quien pretende enseñar. Buenos Aires: Siglo XXI
Editores Argentina, 2004
Primera carta
ENSEÑAR-APRENDER.
Ningún tema puede ser más adecuado como objeto de esta primera carta para
quien se atreve a enseñar que el significado crítico de ese acto, así como el
significado igualmente crítico de aprender. Es que el enseñar no existe sin el
aprender, y con esto quiero decir más que lo que diría si dijese que el acto de
enseñar exige la existencia de quien enseña y de quien aprende. Quiero decir que
el enseñar y el aprender se van dando de manera tal que, por un lado, quien
enseña aprende porque reconoce un conocimiento antes aprendido y, por el otro,
porque observando la manera como la curiosidad del alumno aprendiz trabaja
para aprender lo que se le está enseñando, sin lo cual no aprende, el educador se
ayuda a descubrir dudas, aciertos y errores.
Siendo así, en el nivel de una posición crítica que no opone el saber del sentido
común a otro saber más sistemático o de mayor exactitud, sino que busca una
síntesis de los contrarios, el acto de estudiar siempre implica el de leer aunque no
se agote en este. De leer el mundo, de leer la palabra y así leer la lectura del
mundo hecha anteriormente. Pero leer no es mero entretenimiento ni tampoco es
un ejercicio de memorización mecánica de ciertos fragmentos del texto.
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veces luego cerrar los ojos y tratar de repetirlos como si su fijación puramente
maquinal me brindase el conocimiento que necesito.
Leer es una opción inteligente, difícil, exigente pero gratificante. Nadie lee o
estudia auténticamente si no asume, frente al texto o al objeto de la curiosidad, la
forma crítica de ser o de estar siendo sujeto de esa curiosidad, sujeto de lectura,
sujeto del proceso de conocer en el que se encuentra. Leer es procurar o buscar
crear la comprensión de lo leído, de ahí la importancia de la enseñanza correcta
de la lectura y la escritura entre otros puntos fundamentales. Es que enseñar a
leer es comprometerse con una experiencia creativa alrededor de la comprensión.
De la comprensión y de la comunicación. Y la experiencia de la comprensión será
tanto más profunda cuanto más capaces seamos de asociar en ella -jamás
dicotomizar- los conceptos que emergen en la experiencia escolar procedentes del
mundo de lo cotidiano. Un ejercicio crítico siempre exigido por la lectura y
necesariamente por la escritura es el de cómo franquear fácilmente el pasaje de la
experiencia sensorial, característica de lo cotidiano, a la generalización que se
opera en el lenguaje escolar, y de éste a lo concreto tangible. Una de las formas
para realizar este ejercicio consiste en la práctica que mencioné como "lectura de
la lectura anterior del mundo", entendiendo aquí como "lectura del mundo" aquella
que antecede a la de la palabra y que, persiguiendo igualmente la comprensión
del objeto, se hace en el dominio de lo cotidiano. La lectura de la palabra,
haciéndose también búsqueda de la comprensión del texto y por lo tanto de los
objetos referidos en él, nos remite ahora a la lectura anterior del mundo. Lo que
me parece fundamental dejar bien claro es que la lectura del mundo que se hace a
partir de la experiencia sensorial no es suficiente. Pero por otro lado tampoco
puede ser despreciada como inferior por la lectura hecha a partir del mundo
abstracto de los conceptos y que va de la generalización a lo tangible.
Ahora bien, yendo algo más allá de la experiencia sensorial, superándola un poco,
daba un paso fundamental: alcanzaba la capacidad de generalizar que caracteriza
a la "experiencia escolar". Crear el jarro a través del trabajo transformador sobre el
barro no era sólo la forma de sobrevivir sino también de hacer cultura, de hacer
arte. Fue por eso que, releyendo su anterior lectura del mundo y de los
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quehaceres en el mundo, aquella alfabetizadora nordestina dijo segura y
orgullosa: "Hago cultura. Hago esto".
Un pequeño pueblo de la región pesquera llamado Porto Mont había sido escogido
por el equipo nacional como centro de las actividades de capacitación. Yo ya
había sugerido a los miembros del equipo nacional que la capacitación de los
educadores y de las educadoras no se efectuase siguiendo ciertos métodos
tradicionales que separan la teoría de la práctica. Tampoco a través de ningún tipo
de trabajo dicotomizante que menospreciase la teoría, que le negase toda
importancia y enfatizase exclusivamente la práctica como la única valedera, o bien
que negase la práctica y atendiese exclusivamente a la teoría. Por el contrario, mi
intención era que desde el comienzo del curso viviésemos la relación
contradictoria que hay entre la teoría y la práctica, que será objeto de análisis en
una de mis cartas.
Por esta razón yo rechazaba cualquier forma de trabajo en que se reservasen los
primeros momentos del curso para las exposiciones llamadas teóricas, sobre el
tema fundamental de la capacitación de los futuros educadores y educadoras.
Éste era el momento para los discursos de algunas personas consideradas como
las más capaces para hablarles a los otros.
Mi convicción era otra. Pensaba en una forma de trabajo en que en una misma
mañana se hablase de algunos conceptos clave -codificación y decodificación, por
ejemplo- como si estuviésemos en un momento de presentaciones, sin pensar ni
por un instante que la presentación de ciertos conceptos fuese suficiente para
dominar la comprensión de los mismos. Eso lo lograría la discusión crítica sobre la
práctica en la que iban a iniciarse.
Así, la idea básica, aceptada y puesta en práctica, era la de que los jóvenes que
se preparasen para la tarea de educadoras y educadores populares debían
coordinar las discusiones sobre codificaciones en un Círculo de cultura de
veinticinco participantes. Los participantes del Círculo de cultura tenían conciencia
de que se trataba de un trabajo de capacitación de educadores. Antes del
comienzo se discutió con ellos su tarea política -la de ayudamos sabiendo que
iban a trabajar con jóvenes en pleno proceso de capacitación-o Sabían que ellos,
así como los jóvenes que iban a ser capacitados, jamás habían hecho lo que iban
a hacer ahora. La única diferencia que los separaba radicaba en que los
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participantes solamente leían el mundo, mientras que los jóvenes que se iban a
capacitar para la tarea de educadores ya leían también la palabra. Sin embargo,
jamás habían discutido una codificación de esa forma ni habían tenido la más
mínima experiencia de alfabetización con nadie.
En cada tarde del curso, con dos horas de trabajo con los veinticinco participantes,
cuatro candidatos asumían la dirección de los debates. Los responsables del
curso asistían en silencio, sin interferir, tomando sus notas. Al día siguiente,
durante el seminario de evaluación y capacitación de cuatro horas, se discutían las
equivocaciones, los errores y los aciertos de los candidatos en presencia de todo
el grupo, desocultándose entre ellos la teoría que se encontraba en su práctica.
También por eso es que enseñar no puede ser un simple proceso, como he dicho
tantas veces, de transferencia de conocimientos del educador al aprendiz.
Transferencia mecánica de la que resulta la memorización mecánica que ya he
criticado. Al estudio crítico corresponde una enseñanza también crítica, que
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necesariamente requiere una forma crítica de comprender y de realizar la lectura
de la palabra y la lectura del mundo, la lectura del texto y la lectura del contexto.
Nadie que lea, que estudie, debe abandonar la lectura de un texto por considerado
difícil, por el hecho de no haber entendido, por ejemplo, lo que significa la palabra
epistemología.
Como lectores no tenemos derecho a esperar, mucho menos a exigir, que los
escritores realicen su tarea -la de escribir- y casi la nuestra -la de comprender lo
escrito-, explicando lo que quisieron decir con esto o con aquello a cada paso en
el texto o en una nota al pie de la página. Su deber como escritores es escribir de
un modo simple, escribir ligero, es facilitar, no dificultar la comprensión del lector,
pero no es darle las cosas hechas y prontas.
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poco humilde que, en vez de asumir sus deficiencias, prefiere transferidas al autor
o a la autora del libro considerando que es imposible estudiarlo.
También hay que dejar en claro que existe una relación necesaria entre el nivel del
contenido del libro y el nivel de capacitación actual del lector. Estos niveles
abarcan la experiencia intelectual del autor y del lector. La comprensión de lo que
se lee tiene que ver con esa relación. Cuando la distancia entre esos niveles es
demasiado grande, cuando uno no tiene nada que ver con el otro, todo esfuerzo
en búsqueda de la comprensión es inútil. En este caso, no se está dando la
consonancia entre el tratamiento indispensable de los temas por parte del autor
del libro y la capacidad de aprehensión, por parte del lector, del lenguaje necesario
para este tratamiento. Es por esto que estudiar es una preparación para conocer,
es un ejercicio paciente e impaciente de quien, sin pretenderlo todo de una sola
vez, lucha para hacerse la oportunidad de conocer.
Cuando aprendemos a leer, lo hacemos sobre lo escrito por alguien que antes
aprendió a leer y a escribir. Al aprender a leer nos preparamos para, a
continuación, escribir el habla que socialmente construimos.
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Uno de los errores que cometemos es el de dicotomizar el leer y el escribir; y
desde el comienzo de la experiencia en la que los niños ensayan sus primeros
pasos en la práctica de la lectura y de la escritura, tomamos estos procesos como
algo desconectado del proceso general del conocer. Esta dicotomía entre leer y
escribir nos acompaña siempre, como estudiantes y como maestros. "Tengo una
enorme dificultad para hacer mi tesis. No sé escribir", es la afirmación común que
se escucha en los cursos de `posgrado en los que he participado. En el fondo,
esto lamentablemente revela cuán lejos estamos de una comprensión crítica de lo
que es estudiar y de lo que es enseñar.
A los que estudiamos, a los que enseñamos -y por eso también estudiamos- ese
lenguaje se nos impone junto con la necesaria lectura de textos, la redacción de
notas, de fichas de lectura, la redacción de pequeños escritos sobre las lecturas
que realizamos; en el contacto con buenos escritores, buenos novelistas, buenos
poetas, científicos, filósofos, que no temen trabajar su lenguaje en la búsqueda de
la belleza, de la simplicidad y de la claridad.5
Si estudiar no fuese para nosotros casi siempre una carga, si leer no fuese una
obligación amarga que hay que cumplir, si por el contrario estudiar y leer fuesen
fuente de alegría y placer, de la que surge también el conocimiento indispensable
con el cual nos movemos mejor en el mundo, tendríamos Índices que revelarían
una mejor calidad en nuestra educación.
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Pensando en la relación de intimidad entre pensar, leer y escribir, y en la
necesidad que tenemos de vivir intensamente esa relación, yo sugeriría a quien
pretenda experimentada rigurosamente que se entregue a la tarea de escribir algo
por lo menos tres veces por semana. Una nota sobre una lectura, un comentario
sobre algún suceso del cual tomó conocimiento por la prensa, por la televisión, no
importa. Una carta para un destinatario inexistente. Resulta muy interesante fechar
los pequeños textos y guardarlos para someterlos a una evaluación crítica dos o
tres meses después.
Nadie escribe si no escribe, del mismo modo que nadie nada si no nada.
Al dejar claro que el uso del lenguaje escrito, y por lo tanto de la lectura, está en
relación con el desarrollo de las condiciones materiales de la sociedad, estoy
subrayando que mi posición no es idealista.
La lectura crítica de los textos y del mundo tienen que ver con su cambio en
proceso.
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