Enrique García: Tecnolatría, Una Crítica de La Idolatría de La Tecnología

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«Los doctrinarios del Progreso habían


imagina
do que la humanidad avanzaría de la
Oscuridad hacia la Luz, de la Ignorancia
hacia al Conocimiento»

Ernesto Sábato, en Hombres y engranajes (1)

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§ 00. Sumario

Internet es el nuevo rostro invisible de una colonización que determina la


dominación, sin riesgo y sin presencia, del sitio conquistado. Una suerte de auto
colonización cibernética complaciente que impone su ritmo preferenciado a
manos del forastero, del tiempo y del espacio, contra el humanismo. Contra un
otro al que no ve ni conoce sino desde la impresencia sensible, pero al que
escoge y selecciona a la sombra de una incomprensible nueva cultura ontológica
posmoderna.
Los signos paradores se suponen en la caja cerebral de sabias cabezas
convocadas para despejar la crucial dilemática: sostener la dinámica de la
hipertecnificación o apurar mojones preventivamente suspensivos que permitan
anular la caída crepuscular que señala el destino de lo humano apenas en poco
más de medio siglo. Esas cabezas inteligentes están persuadidas de que debería
mantenerse el trayecto histórico precedente, porque la suspensión teleológica
«sine die» de la continuidad tecnolátrica, vendría a dar en un «big bang» social
inimaginado.
Emboscado en algún ignoto lugar, el forastero nos determina. No es Dios, pero
quiere serlo... Entretanto, permanecemos en nuestro puesto de amor en el cosmos:
Alerta, hay que permanecer: avancemos con precaución, hay peligro adelante.

Enrique García

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§ 01. Introducción

Supongamos que es más emocionante escuchar la voz de un amigo, mirarle los ojos,
observar sus rubores, calibrar sus humores y sus rumores, capturar sus fervores, entender sus
penas, sus alegrías, sus aspiraciones, sus postergaciones, sus valentías, sus amores, sus
temores y temblores, como diría Kierkegaard haciendo uso de una de las metáforas más
abiertas y precisas que se conocen. Ser uno y otro al mismo tiempo.
Una situación superadora sería algo muy parecido al amor, que exige permanente presencia,
casi fusión, o mejor dicho simbiosis simbólica. La disociación y la distancia, son fuente
segura de desacostumbramiento y prescindencia: ¡de soledad!, un término altamente
polisémico, y bastante relativo y polémico, que merece una particularizada visión dialéctica
esclarecedora.
Participamos de la idea de Unamuno. Claro, él decía que Solón, no pudiendo sino llorar por
la muerte de su hijo, y ante la imprudente afirmación que un pedante lanzara acerca de la
inutilidad de ese llanto, replicó que lloraba porque llorar nada remeda.
Es interesante el desplazamiento argumental del sabio, porque no se lamenta por la
irremediable pérdida de la vida de uno de sus hijos sino porque ha perdido el antídoto. Llora
un poco sabiamente, por la misma razón por la que se le reprocharía no hacerlo. Es tan inútil
no llorar. Llorar es inútil, por eso causa llanto no llorar. Pero más allá de la conformidad que
supone sucumbir ante lo inevitable, la muerte no tiene salida. Es una aporía. La muerte no
tiene remedio, y ahí vale el llanto, no ya como desahogo, sino por la pérdida de la idea de la
esperanza de la presencia. La esperanza, tiene un valor monumental. Es casi la base de todo
emprendimiento. La base fundamental de las religiones. Hay la esperanza de un mundo
mejor, más acá o más allá. Hay esperanza o la muerte auto infringida.
¿Cómo poder hacer que el llanto no sea asimilado a la oración?, donde pedir en nombre del
Hijo, es casi como obtener la Gracia del Padre. Perderla sería como abandonar toda
esperanza. Lo que ni el llanto remedia, no tiene remedio, no tiene asidero, no tiene justicia, es
casi trágico. Es la misma aporía. Por eso Unamuno edificó su ensayo sobre El sentimiento
trágico de la vida. Esta temática bordea la cuestión de la libertad: allí donde creemos que
tenemos libre albedrio, encontramos toda una fuerte vertiente filogénica que nos empuja. Nos
dieron un nombre previo cuando nos pensaron, posteriormente nos dieron un mandato
paterno, otro escolar, después, y teológico metafísico, más tarde.
En esas condiciones, ser feliz es una utopía. Todo el tiempo somos pensados, por no decir
programados. Todo el tiempo somos interpretados. Y todo el tiempo sostenemos nuestra
libertad. Entretanto, sucede lo que otro cuestionador ha ensayado: Camus y el Mito de Sísifo
examina el rumbo de la repetición de hábitos y costumbres que conducen al «nihilismo»,
término tan caro también para Nietzsche. Y eso, con nuestra connivencia, porque en un largo
trecho de nuestra vida no somos necesidad teleológica, somos deseo en tránsito. Somos
conformidad, ya que nada sucede sin el permiso del alma. No somos rebeldía unamunesca.
Toda esta parrafada ya un tanto extensa, no es más que un ligero trazado inherente a
vertiginosos cambios en las ideas, en las palabras, y en las cosas. De modo que esto
también demuestra que el cambio no es permanente, que también, incluso, cambia el
cambio.
Así como cambia el escalpelo en la mano de un cirujano, según los tiempos, los espacios, las
tecnologías circundantes, el contexto, la cultura, el poder económico, y el manejo diestro o
siniestro de la habilidad del actor sobre el paciente, también cambia el cambio. Cambia la

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manera de cambiar. Antiguamente cambiábamos con la tiza y el pizarrón. Hoy cambiamos


con la laptop. El cambio es lo que más cambia, porque el cambio supone una causa y un
efecto, pero también supone un cambiar puro, no de cosas sino de las abstracciones que son
reflexivas, que vuelven no ya sobre los contenidos, sino sobre los continentes, las formas y las
metódicas. Siempre que hay un cambio de orden empírico, tuvo que haber un cambio de
orden conceptual, o tal vez ideológico. De modo que siempre que hay un cambio en la cosa
es porque hubo un cambio en sus metodologías. Y si invertimos esta dialéctica, sucede lo
mismo: si cambia la existencia, cambia la conciencia. Y aquí es donde se nota
palmariamente que algo cambió cuando emergió la reversión dialéctica. Y también seguirá
cambiando. Pasará el tiempo de la idea, el tiempo de la realidad, el tiempo del fenómeno y el
nóumeno, el tiempo de lo simbólico y de lo sígnico, y tal vez pasará el tiempo de lo
sentificado, conforme Frege.
En un mundo donde el posibilismo está bastante comprometido por razones demográficas,
económicas, ecuménicas, o tecnológicas seguimos tocando fondo, como lo ha preanunciado
Celaya. Sábato decía «cuanta más ciencia más mandinga» Y ese carácter tecnolátrico es el
del que Unamuno de alguna manera sospecha. Es inútil la muerte, y también el llanto por la
muerte y la idea de muerte.
También sospecharon Marx, Freud, y Nietzsche. El tiempo parece haberles dado poco de
razón. Todavía el hambre acucia, la pobreza avergüenza, la violencia asusta, la mediocridad
asombra y la riqueza amenaza. En fin, el mal no es ontológico, pero se refleja
ontológicamente tanto como la idea de muerte vive con la muerte de la idea de muerte. Si la
mano que empuja es una mano diestra y está bien entrenada, la tecnología tiene mucho que
decir, porque una mano bien munida es una mano traviesa: una mano que amenaza es
mucho más que una mano que ejecuta.
Las vísperas, agravan el carácter de los hechos, decía Borges. Y Sábato replicaba, con su
cansancio a cuestas, que en Auschwitz se había extinguido más la idea de hombre que el
hombre mismo. Tampoco se trata de dirimir el asunto maniqueísticamente. Los beneficios de
la tecnología son obvios e innegables. Preocupa la cuestión por la marca de la tendencia y la
sustitución del espíritu por la cosa. Téngase en cuenta que la palabra «espíritu» no refleja la
dimensión teológico-metafísica, sino el «conatus», es decir esa fuerza voluntariosa de seguir
siendo y estando lo menos simbólicamente posible, lo más naturalmente posible, porque,
según parece, lo simbólico es un alto exponente artificial, cultural, complejo, y alienante.
Hubo un tiempo en el que rigió la inteligencia de la mano, em Spengler; pero este tiempo
presente que nos toca vivir, exalta superlativamente la inteligencia del racionalismo, no el del
sentimentalismo emotivo, ético, estético y metafísico, además. No se sabe bien si la querella
espiritual contribuye a la felicidad, o más bien la condiciona con pretensiones de nulidad,
superponiéndosele. Entretanto vale la precariedad, como estrategias defensiva.
Con excepción de los racionalistas declarados, todos desesperan actualmente del
verdadero conocimiento.
¿Acaso será por eso que algunos eligieron el anonimato, mientras otros eligieron el camino
de la imperfecta perfección, mientras esperaban que despuntara el universo sentificado?

§ 02. Infames, excluidos, olvidados y condenados:

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La inaccesibilidad es un dato sígnico de la postmodernidad que arrastra tras de


sí un singular bagaje de anomia, de libre gratuidad en el sentido de la
justificación religiosa del existencialismo de Sartre, de concentración, de
polarización, de marginalidad, de pauperización y de exclusión en el marco de un
escenario de pseudo progreso tecnológico de dominación:

«La sola idea de una civilización no represiva, concebida como posibilidad real en
la civilización establecida en el momento actual, parece frívola. Inclusive si uno
admite esta posibilidad en un terreno teórico, como consecuencia de los logros de
la ciencia y de la técnica, debe tener en cuenta el hecho de que estos mismos
logros están siendo usados para el propósito contrario, o sea: para servir los
intereses de la dominación continua. Las formas de dominación han cambiado:
han llegado a ser cada vez más técnicas, productivas, e inclusive benéficas;
consecuentemente, en las zonas más avanzadas de la sociedad industrial, la
gente ha sido coordinada y reconciliada con el sistema de dominación hasta un
grado imprecedente»
«Pero, al mismo tiempo, las capacidades de esta sociedad y la necesidad de una
productividad aun mayor engendran fuerzas que parecen minar los fundamentos
del sistema. Estas fuerzas explosivas encuentran su más clara manifestación en la
automatización. La automatización amenaza con hacer posible la inversión de la
relación entre el tiempo libre y el tiempo de trabajo, sobre la que descansa la
civilización establecida, creando la posibilidad de que el tiempo libre llegue a ser
tiempo completo. El resultado sería una radical tergiversación de valores y un
modo de vivir incompatible con la cultura tradicional. La sociedad industrial
avanzada está en permanente movilización contra esta posibilidad»
«Así, el concepto de la forma de vivir no represiva ha sido invocado para mostrar
que la transición a un nuevo estado de civilización, que las posibilidades de la
época actual sugiere, puede implicar la subversión de la cultura tradicional, tanto
en el aspecto intelectual como en el material, incluyendo la liberación de las
necesidades y satisfacciones instintivas que hasta ahora han permanecido como
tabús y han sido reprimidas»
«El individuo, y con él los derechos y libertades individuales, es algo que todavía
tiene que ser creado, y que puede ser creado solo mediante el desarrollo de
relaciones e instituciones sociales cualitativamente diferentes. Una existencia no
represiva en la que el tiempo de trabajo (por tanto, la fatiga) se reduce al mínimo y
el tiempo libre es liberado de todas las ocupaciones activas y pasivas del ocio
impuestas sobre él en interés de la dominación, si es que puede ser posible, puede
serlo solo como resultado de un cambio social cualitativo. Sin embargo, las
conclusiones de esta posibilidad, y la radical tergiversación de valores que exige,
debe guiar la dirección de tal cambio desde el principio y debe ser eficaz inclusive

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en la construcción de las bases técnicas y materiales. Solo en este sentido la idea


de una gradual abolición de la represión es el a priori del cambio social –en todos
los demás aspectos, solo puede ser la consecuencia-»
«Los sucesos de los últimos años refutan todo optimismo. Las inmensas
posibilidades de la sociedad industrial avanzada son movilizadas cada vez más
contra la utilización de sus propios recursos para la pacificación de la existencia
humana. Toda conversación acerca de la abolición de la represión, acerca de la
vida contra la muerte, tiene que colocarse dentro del marco actual de esclavitud y
destrucción. Dentro de este marco, inclusive las libertades y gratificaciones del
individuo, participan de la supresión general. Su liberación, instintiva tanto como
intelectual, es un problema político; y una teoría de los cambios y precondiciones
necesarios para realizar esta liberación tiene que ser una teoría del cambio
social»”
Herbert Marcuse, Eros y civilización (2)

Los mil rostros de la inaccesibilidad se dan en la esfera económica, en la


geográfica, en la cultural y en la educacional. Entre estas determinaciones hay
una cierta correlación ineludible que dinamiza la causación circular de la
pobreza.
«La contracara de la mundialización es la exclusión» Mario
Albornoz, La ciudad y sus TICs, Tecnologías de información y
comunicación, citado por González, Claudia Rosana en Las NTI y
C: Factores de poder político y económico en la sociedad de la
información» (03)
En general, los pobres están excluidos, es decir afuera del goce de los bienes y
servicios que son fruto de la técnica. Los hemos «confinado al mundo simétrico de
las sombras: hombres económicos condenados» a sobrevivir por debajo de las
necesidades básicas insatisfechas (N.B.I.); desocupados, subocupados u
ocupados en tareas decalificadas, precarizadas, insalubres, peligrosas,
mortificantes o penosas; se constituyeron como analfabetos estructurales o
funcionales; enfermos en condiciones de riesgo que constituyen el segmento más
vulnerable del cuerpo social; sombras con una expectativa de vida comparada
inferior y con una duración media de vida por debajo de los parámetros normales
El mundo es tan reciente, tan adolescente y menesteroso, que todavía hay cosas que carecen
de nombre, por eso hay que señalarlas con el dedo. La pobreza es despreciable, el pobre es
despreciado. El pobre y la pobreza han sido históricamente mal situados. Esta patología
cultural se denomina «pulsión de aporofobia», es decir de aversión al pobre, al anómico, al
mal situado.
Richard Rorty creía que la palabra tiene capacidad transformadora de la realidad. Cristo,
Gandhi y Evita, de alguna manera, pudieron comprobarlo. García Márquez pudo
inmortalizarlo después de Cien años de soledad.
La pasión de aporofilia, de amor al pobre, al anómico, al mal situado es un antídoto.
Mejor es no olvidarse de las cosas ostensibles. De las que no se puedan nombrar. De las que
hay que señalar.

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¿Vos qué hiciste, por amor?, dijo San Pablo.


¿la aguja por el ojo, de la cerradura, alguna vez podrá pasar?:

«Hora de duelo, taciturna mirada del Sol, es el alma un extraño en la tierra»


Georg Trakl, en Antes del fin, de Ernesto (04)

Siluetas recortadas en las galerías del laberinto del submundo de la emergencia.


Emergencia espacial y locacional o geográfica; emergencia habitacional;
emergencia laboral, emergencia sanitaria; emergencia del tener, emergencia y
contingencia del ser:

«Lasciate ogni speranza, voi ch’ entrate»


Dante Alighieri, La divina comedia (05)

La clase olvidada es un diferimiento histórico nada más. Bastó con haberlos


olvidado cuando su nacimiento, cuando su crecimiento, cuando su desarrollo
para que el resultado fuera lo que es. La pobreza, la pequeñez y la indefensión
de un otro es la imagen del espejo de nuestra indiferencia más atroz. Nuestra
necedad solo hace foco en los efectos, recorta las causas, las abstrae, las
fragmenta, las selecciona. Nuestra necedad califica, y lo que es peor, juzga... y
entonces sobreviene la condena individual y social. Los olvidados resultan
condenados in aeternum:

«Y el Rey les responderá: ‘Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más
pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo»
Mt. 25,40; (06)

No ser, no estar, no pertenecer, no participar es la quintaesencia de la


dominación, la condena imposible e insoportable y la continuidad de una
constante histórica que viene asumiendo el mismo rostro amorfo desde el inicio de
los tiempos:

«Homo hominis lupus»


Thomas Hobbes, en Leviatán (07)

¿Adónde vamos? Cómo no advertimos que puede ser (que es) cierta la sentencia
que proclama:

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«Nadie puede volar donde todos se arrastran


José Ingenieros, en El hombre mediocre (08)

Sobre nuestras cabezas insensatas también pende la espada de Damocles...


seremos alcanzados por este presagio:

«Los que han vivido envenenando suelen morir envenenados»


José Ingenieros, en El hombre mediocre (9) ´

Por convicción, o por conveniencia, el individuo, y con él los derechos y libertades


individuales, es algo que todavía tiene que ser creado, y que puede ser creado
solo mediante el desarrollo de relaciones e instituciones sociales cualitativamente
diferentes, como decía Marcuse:

«Dijo a sus discípulos: ¡’Es inevitable que haya escándalos: sin embargo ¡ay de
aquel por quién vengan! Mejor le fuera que le atasen al cuello una rueda de
molino y le arrojasen al mar antes que escandalizar a uno de estos pequeños.
Mirad por vosotros’»
Lc. 17 1-3 (10)

§ 03. Simius Dios

No son pocos los que vislumbran un futuro conflictivo para el destino del ser que
ya se vislumbra como un transhumano que está integrado con externalidades
adosadas o autónoma.
En el suplemento IDEAS del diario El País del 3 de enero de 2016,, con el
provocador título «Cuando dejemos de ser humanos», se lee:

«El transhumanismo pronostica que las nuevas tecnologías, la inteligencia


artificial y la robótica permitirán que la especie dé un salto evolutivo sin
precedentes. La pregunta es: ¿a qué costo?»
Diario El país del 3 de enero de 2016

¿Es posible? No estamos preparados aún. Pero todo indica que en poco tiempo
habrá un cambio revolucionario en materia de inteligencia. Por empezar, la
inteligencia es ya artificial. Pronto habrá un contrapunto entre inteligencia natural

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e inteligencia artificial. Hace unos años se comenzó a hablar de inteligencia


emocional. Y Gardner describe unas cuantas inteligencias, además de aquellas.
En sus inicios, el lenguaje es para nombrar esencias. Luego fue performdor, ára al
nombrar, crear, como dice el Evangelio de Juan, con el verbo del habla. Hoy día
se implantan nano chips para oír, y pronto los habrá para traducir a múltiples
lenguajes. Se pudra superar la limitación natural, a expensas de la contribución
cultural. No, saltar la limitación, sino asociarla y superarla. Por otra parte, ela
eternidad humana, como posibilidad, ya ha comenzado desde que con la
irrupción de la impresión 3D se abre la expectativa de construir-nos nuestros
propios órganos de reemplazo para el transplante. ¿Y qué podemos decir acerca
de la implantación de chips de alta memoria para recordar y reproducir lo que no
hemos estudiado? Estas innovaciones nos «avisan» El mundo «avisa» mediante
señales. Para los profesionales de la cuestión mental, el psiquismo ya no es el
mismo de Freud o de Lacan. Y, en último examen, la enfermedad mental en
particular, y en general las patologías todas, ha de ser una cuestión cuasi
mecánica. Estás repercusiones provocarán una interacción multidisciplinar en
lingüística, en medicina, en filosofía, en psicología, en pedagogía, y también en
sociología y en nutrición, solo por citar algunos campos del conocimiento crítico.
En teología, por ejemplo, ya se lo advirtió hace más de 2000 años. La pregunta
crucial es: ¿cuál será el costo ético, estético y existencial?
El dilema está abierto. Haremos bien en inmiscuirnos. La idea avanza, pero no
sabemos si la sistemática de la naturaleza, permitirá la recesión del estatuto
biológico frente al avance artificial, así como facilito el avance de la cultura y
encendió el conflicto del malestar. El extremo previsto como límite del devenir, por
ahora, está situado allí donde el ser humano sea sólo espíritu. Está idea está
presente en Descartes, para quien el cuerpo es una sustancia mecánica que vino
sugerida por Platón. Actualmente la vida cibernética nos acerca a esa posibilidad
fisiológica desde la integración funcional u orgánica de la externalidad. Lo que
ignoramos es cuánto del cambio será entrópico y cuánto homeostático, cuánto
construirá y cuánto destruirá en el cambio. Celebremos que nos podamos ocupar
de este asunto, dada la conexidad profesional con esta filosofía de la
transmutación ontológica. Es apasionante, claro, porque responde a lo que
predijo Heráclito con aquello de «nadie se baña dos veces en el mismo río»
La pregunta crucial es y será: ¿"cuál será el costo ético, estético y existencial?

«La mecanización del mundo ha entrado en un estado de peligrosísima tensión»


Spengler, Oswald, El hombre y la técnica (11)

«En el siglo XX, el mundo está llegando a las últimas consecuencias de una
civilización tecnolátrica»
Sábato, Ernesto; Hombres y engranajes (/12)

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Es que el hombre ha boicoteado, y lo sigue haciendo, su condición ética y


sobrenatural:

“Con la mano, el alma y el pensamiento personal, el hombre ha llegado a ser


creador»
Oswald Spengler, en El hombre y la técnica (13)

La crisis, el conflicto de valores que ha venido demarcando su porvenir, entra


definitivamente por el portal más ancho de la historia en dirección hacia la
postmodernidad, cuya caracterización prefigura un mundo transpuesto en
vínculos y relaciones re-arregladas en un nuevo orden preferentemente
crematístico materialista:

«Hay una dificultad para concebir la capacidad de innovación, que poseen las
fuerzas naturales debido en parte a cierta tendencia a antropomorfizarlas, es
decir, a concebir que la innovación ha de seguir el padrón o modelo del invento
humano, cuando en rigor ha debido ser al revés»
Marcos García de la Huerta, Crítica de la razón tecnocrática (14)

§ 04. Alerta: avance con precaución, hay peligro adelante:

Algunos pensadores, observadores precursores del sentido del signo, anticiparon


hace más de medio siglo lo que hoy es una realidad incuestionable. El hombre
marcha hacia la cosificación, es un objeto más... y no lo advierte. No sabe que no
sabe. No sabe que ignora. Él es su eutantemoróumenos: un verdugo de sí mismo.
El hombre, se ha pensado creador. Sabedor de su finitud quiere trascender y en
su afán irracional de domeñar el mundo con palancas, engranajes y retortas, ha
herido de muerte su habitat... y sus habitantes. La naturaleza, que es más fuerte,
ha señalado el tiempo de su «revancha» inexorable:

«La masificación suprime los deseos individuales, porque el Superestado necesita


hombres-cosas intercambiables, como repuestos de una gran maquinaria»
Ernesto Sábato, Hombres y engranajes (15)

Konrad Lorenz, premio Nobel de Medicina 1973, investigó los fenómenos de la


deshumanización, que amenazan no solo con un rápido ocaso a la civilización y a

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la cultura contemporáneas, sino también a la Humanidad en su conjunto. La


superpoblación de la tierra; el asolamiento del espacio vital y natural, la
emulación del ser humano hasta competir consigo mismo, impulsado por el
acicate de la evolución tecnológica, la paulatina atrofia de los sentimientos más
profundos y la decadencia genética, son los efectos deletéreos que más
comprometen la integridad de la esfera moral, social y espiritual del ser:

«La lucha contra la naturaleza es una lucha sin esperanza, y sin embargo, el
hombre la lleva hasta fina»
Oswald Spengler, en El hombre y la técnica (16)

Disparadores letales ha usado el transgresor de lo sagrado, para malherir de


mala muerte: la experimentación insensata de reacciones nucleares para la
guerra, que es decir para la muerte; la polución ambiental que es basura
derivada de la industrialización; la agresión continua y creciente de los recursos
naturales, renovables y no renovables. Así engendró el efecto invernadero, el
recalentamiento de la corteza terrestre y el debilitamiento de la protectora capa
de ozono.
El hombre, que quiso la máquina para domeñar como creador subrogante, él
mismo se convirtió en la máquina que imaginó, que pergeñó, que diseñó, que
activó. El hombre está cosificado, no solo en sentido figurado... también lo está en
sentido potencialmente literal: un clon, temporario, precario, provisional lanzado
a su alocada carrera no advierte que llegará el día que el «golpe tecnolátrico»
también lo subrogue.
Anuncian los cientistas que de aquí a cinco años podría contarse con un biochip,
un minúsculo dispositivo manufacturado con bio (vida) materia prima mixturada
con insumos electrónicos nanométricos, ultra miniaturizados, que bien podrían
alzarse como precursores en la creación de inteligencia bio-artificial adicional y
suplementaria. Sí, es posible adicionar memoria al cerebro humano, lo que
equivale a afirmar que el mito de la inteligencia artificial es una instancia apenas
superada. El hombre es ya una máquina, una creatura tecnológica no teo-
ándrica: un siderántropo transhumano, como parece haberlo anunciado la
literatura en la pluma de Franz Kafka.
Bajo el efecto de múltiples tenazas avanzan enmascarados los imprecedentes
personeros de la dominación contra el humanismo.
Internet es el nuevo rostro visible de la colonización que determina la dominación
sin riesgo y sin presencia en el sitio conquistado. Una suerte de autocolonización
cibernética, automatista e incruenta, impone su ritmo preferenciado a manos del
forastero del tiempo y del espacio, contra el humanismo, contra un otro al que no
ve ni conoce, pero que escoge y selecciona a la sombra del darwinismo

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económico postmodernista. Emboscado en algún ignoto lugar nos determina. No


es Dios, pero quiere serlo:

Lata porta et spatiosa via est quae ducit ad perditionem


Mt. 7. 13 (17)
James D. Watson, el descubridor de la doble hélice, es decir de la estructura del
ácido desoxirribonucleico (A.D.N.), la materia genética fundamental, se pregunta
¿qué es la vida?:

«En este libro se describen los descubrimientos científicos y técnicos que han
conducido a los umbrales de una nueva revolución industrial: la revolución
bioindustrial. La miríada de posibilidades de la biotecnología es, incluso, mayor
que la de los circuitos integrados en electrónica. Los chips son esencialmente
dispositivos para tratar información, mientras que la biotecnología puede producir
materiales, desde combustibles a medicinas, desde alimentos a vacunas, desde
productos químicos a plásticos»
Steve Prentis, en Biotecnología (18)

El desarrollo impensadamente exponencial de la electrónica y de la biología


molecular es un hecho. ¿Quién sabe qué engendrará el madiraje entre la Biología
molecular y la electrónica, una vez conmovidas las bases mismas del sagrado
mandato bioético?
Ha llegado la hora de sopesar adecuadamente lo que se denomina el valor de la
tendencia. Este mundo moderno, materialista, práctico, icónico y tecnolátrico,
padece de una visión astigmática y de una memoria amnésica. Ve, si es que no
solo mira sin ver, deformada la expresión sígnica del noumeno en el fenómeno, es
decir del espíritu en la materia... y ha olvidado que la naturaleza va a replicar
todas y cada una de las heridas que insensatamente se le han inferido. De un
modo singular: pasivamente, por agotamiento, por carenciación, por insuficiencia,
o por hartazgo, cansada ya de sufrir los embates deletéreos que el hombre
fáustico le ha instilado.

«El pensamiento fáustico comienza a hartarse de la técnica»


Oswald Spengler, en “El hombre y la técnica (19)

Los signos paradores que pretenden algunos cónclaves de sabias cabezas


congregadas para discernir la conveniencia de seguir la dinámica de la
hipertecnificación o suspenderla teleológicamente han dictaminado, han hecho
oír sus indisimulados paradigmas. Estas cabezas inteligentes han determinado la

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continuidad histórica porque, además de resultar inviable, la suspensión sine die


de la dinámica tecnolátrica vendría a dar en un big bang social inimaginado a
corto plazo.

§ 05. De lo posible a lo verdadero:

El puesto del hombre en el cosmos invita a la resistencia pacífica contra las


neoformas de dominación. El hombre camina ciegamente hacia su propia
cosificación y marcha inadvertidamente tambaleante hacia la neoesclavitud:

«En un mundo huérfano de grandes utopías políticas, la utopía técnica sirve como
moneda de cambio a los ideólogos del mercado global en tiempo real»
Armand Matterlart, en Los paraísos de la comunicación, citado por
Claudia Rosana González, en Las NTI y C: Factores de poder político y
económico en la sociedad de la información (20)

El hombre es un proyecto abierto de vida y, en tal sentido, es menester que asuma


la renovación desde su inspiración en la fe, es decir desde la sustancia de las
cosas que se esperan:

«La mayor nobleza de los hombres es la de levantar su obra en medio de la


devastación, sosteniéndola infatigablemente, a medio camino entre el desagarro y
la belleza»
Ernesto Sábato, Antes del fin (21)

Pueden resultar operantes desde las cuatro virtudes cardinales: prudencia,


justicia, coraje y templanza, es decir desde el ejercicio de la vocación de la virtud:

«No se pasa de lo posible a lo real sino de lo imposible a lo verdadero»


María Zambrano, citada por Ernesto Sábato, en Antes del fin. (22)

Mientras los estandartes del Simius Dios, del imitador de Dios, avancen:

«Los estandartes del rey de los Infiernos avanzan»


Dante Alighieri, en La Divina comedia (23)

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Alerta, avancemos con cautela, permanezcamos en nuestro puesto de amor en el


cosmos:

«Avance con precaución, hay peligro adelante»


Robert Darnton, en Clarín y The New York Times, 1999 (24)

§ 06. Bibliografía:

01» Sábato, Ernesto; Hombres y engranajes; Alianza Editorial S.A.; Madrid, España,
1973.
02» Marcuse, Herbert; Eros y civilización; Editorial Seix Barral S.A.; Barcelona, España,
1968.
03» González, Claudia Rosana; Las NTI y C.: Factores de poder político y económico en
la sociedad de la información; La Plata, Buenos Aires, Argentina.
04» Sábato, Ernesto; Antes del fin; Compañía Editora Espasa Calpe Argentina S.A. / Seix
Barral Grupo Editorial Planeta; Buenos Aires, Argentina, 1998.
05» Alighieri, Dante; La divina comedia; Editorial Alba, Madrid, España, 1997.
06» Mateo 25,40; La Santa Biblia; Sociedad Bíblicas Unidas; México, D.F., 1990.
07» Hobbes, Tomás; Leviatán.
08» Ingenieros, José; El hombre mediocre; Editorial Losada S.A.; Buenos Aires, Argentina,
1973.
09» Ingenieros, José; El hombre mediocre; Editorial Losada S.A.; Buenos Aires,
Argentina, 1973.
10» Nuevo Testamento; Nácar Fuster, Eloíno y Colunga Cueto, Alberto; Biblioteca de
Autores Cristianos; Madrid, España; 1948.
11» Spengler, Oswald; El hombre y la técnica; Luz Ediciones Modernas; Buenos Aires,
Argentina.
12» Sábato, Ernesto; Hombres y engranajes; Alianza Editorial S.A., Madrid, España,
1973.
13» Spengler, Oswald; El hombre y la técnica; Luz Ediciones Modernas; Buenos Aires,
Argentina.
14» García de la Huertas, Marcos; Crítica de la razón tecnocrática; Editorial
Universitaria; Santiago de Chile, 1990.
15» Sábato, Ernesto; Hombres y engranajes; Alianza Editorial S.A., Madrid, España,
1973.
16» Spengler, Oswald; El hombre y la técnica; Luz Ediciones Modernas; Buenos Aires,
Argentina.
17» Mateo 7,13; La santa biblia; Sociedad Bíblicas Unidas; México, D.F., 1990.
18» Prentis, Steve; Biotecnología; Salvat Editores S.A.; Barcelona, España, 1993.
19» Spengler, Oswald; El hombre y la técnica; Luz Ediciones Modernas; Buenos Aires,
Argentina.
20» González, Claudia Rosana; Las NTI y C.: Factores de poder político y económico en
la sociedad de la información; La Plata, Buenos Aires, Argentina.

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21» Sábato, Ernesto; Antes del fin; Compañía Editora Espasa Calpe Argentina S.A. / Seix
Barral Grupo Editorial Planeta; Buenos Aires, Argentina, 1998.
22» Sábato, Ernesto; Antes del fin; Compañía Editora Espasa Calpe Argentina S.A. / Seix
Barral Grupo Editorial Planeta; Buenos Aires, Argentina, 1998.
23» Alighieri, Dante; La divina comedia; Editorial Alba, Madrid, España, 1997.
24» Darnton, Robert; diarios del Grupo Clarín y The New York Times; Buenos Aires,
Argentina, 1999.

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