52 Perfectos en Cristo - Ilustrado - Final

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PERFECTO EN CRISTO – HELMUT OTT

P E R F E C T O S EN C R I S T O

La Mediación de Cristo en los escritos de Elena G. de White


Por Helmut Ott

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PERFECTO EN CRISTO – HELMUT OTT

Copyright Helmut Ott


Reproduced by permission.
All rights reserved.

Previously published by
the Review and Herald
Publishing Association,
Hagerstown, MD 21740
Copyright 1987.

ISBN IJ-8280-039L-3

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PERFECTO EN CRISTO – HELMUT OTT

Contenidos
Perfecto Introducción
I. Cristo es Mediador para el creyente para
En presentarle - como una persona individual -
perfectamente justo al Padre

Cristo II. Cristo es Mediador para el creyente para


formular su actuación o rendimiento - Su
obediencia, servicio, adoración - Aceptable al
Padre
La Mediación
de Cristo en III. La mediación de Cristo es la única manera de
los escritos de Salvación y Justicia para Todos
Elena G. de
IV. La mediación de Cristo la única forma de
White
Salvación y de Justicia en el tiempo del Fin

Helmut
Ott

Derechos de autor Helmut Ott


V. El Ministerio mediador de Cristo completado al
Reproducido con permiso. final del tiempo de Gracia
Reservados todos los derechos.
VI. Ellen G. White y un engaño dirigido
Publicada previamente por
especialmente a los adventistas
la Review and Herald VII. Dos grupos de personas en la Iglesia: Los Justos
Publicaciones de la
en Cristo por la fe y Los injustos
Asociación,
Hagerstown, MD 21740 VIII. Resumen y conclusiones
Derechos de Autor 1987.
Apéndice
ISBN IJ-8280-039L-3

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PERFECTO EN CRISTO – HELMUT OTT

Textos de la Biblia en las citas de Elena de White son de la versión Reina-


Valera. A menos que se indique lo contrario, todas las demás citas bíblicas en
este libro son de la Santa Biblia, Nueva Versión Internacional. Copyright ©
1973, 1978, Sociedad Bíblica Internacional. Usado con permiso de Zondervan
Bible Publishers.

Las citas bíblicas marcadas NVI son de La Biblia de las Américas © The
Lockman Fundación 1960, 1962, 1963, 1968, 1971, 1972, 1973, 1975, 1977.

Textos acreditados en ORC son de la Nueva Inglés Biblia © Los Delegados de


la Oxford University Press y los síndicos de la Cambridge University Press
1961, 1970. Reproducido con permiso.

Textos bíblicos acreditados a Phillips son de JB Phillips: El Nuevo Testamento


en Inglés Moderno Edición revisada. © JB Phillips 1958, 1960, 1972. Usado
con permiso de Macmillan Publishing Co., Inc.

Textos bíblicos acreditados a RSV son de la versión Reina-Valera de la Biblia,


con derechos de autor 1946, 1952, © 1971, 1973.

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PERFECTO EN CRISTO – HELMUT OTT

Perfecto en Cristo
Helmut Ott

Sobre el Autor

El Dr. Helmut Ott ha dividido su vida entre los continentes de América del Norte
y del Sur, y su ministerio entre los campos de la teología y Lenguas
Modernas. Nacido en Alemania, cuando sólo tenía tres años de edad se trasladó
con su familia a América del Sur. Recibió su licenciatura en teología en la
Universidad Adventista en Argentina e hizo su trabajo pastoral en Uruguay y
enseñó la Biblia en el nivel universitario en Brasil antes de trasladarse a Estados
Unidos para continuar su educación.

Con su dominio de cuatro idiomas (alemán, español, portugués e inglés), es fácil


ver por qué su ministerio a través de los años implicó la enseñanza de las lenguas
modernas, así como la teología y la religión. Después de recibir sus títulos de
postgrado de la Universidad de Andrews, Ott regresó al Southern College, donde
impartió clases de Religión durante 6 años (incluyendo clases acerca de la
Justificación por la Fe y sobre el Patrimonio Adventista) antes de pasar al
departamento de Lenguas Modernas. Se retiró de la presidencia de este
departamento en junio de 2000 y ahora se anticipa para volver su atención de
nuevo a las áreas que le interesan más – la religión y la teología – especialmente
los grandes temas de la justicia por la fe, el plan de salvación, y cómo éstos se
hacen más comprensible a través de una comprensión del santuario y sus
servicios.

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PERFECTO EN CRISTO – HELMUT OTT

Perfecto en Cristo
Helmut Ott

Acerca del libro

El libro del Dr. Ott se dirige directamente a las preguntas que han surgido dentro de la
iglesia Adventista del Séptimo día en las áreas de la salvación y la perfección, ya que
especialmente estas preguntas pertenecen a la última generación de aquellos que
todavía estarán vivos en el planeta tierra cuando Jesús regrese. La posición oficial de
la iglesia adventista del séptimo día ha sido siempre que lo que se refleja en su actual
listado de las creencias, que la salvación es un don de Dios recibido por la fe sola. Sin
embargo, a lo largo de los años de nuestra historia no han sido pocos los que han
mirado a los mandatos bíblicos como el ideal para ser perfecto y han deducido que
esto tiene una especial – y diferente – aplicación a los individuos de la "última
generación" que la aplicación que ha tenido a todos aquellos que nos han precedido.

Esto a veces se ha convertido en puntos de vista "que, en lugar de destacar a Jesús


como la única fuente de la justicia salvadora para el hombre caído, en realidad hacen
de la propia modificación de la conducta del creyente la medida de su relación con
Dios."

Así surgen las preguntas: ¿Qué es la perfección? ¿Cómo podemos lograrla? ¿Cómo
podemos tener la seguridad de ser salvado si la salvación depende de nuestro
desempeño? ¿Será que Jesús debe seguir esperando hasta que alguna “última
generación” logre la perfección del carácter antes de que él regrese en las nubes del
cielo?

El Dr. Ott cree que las respuestas a preguntas como éstas se encuentran en una mayor
comprensión de la obra mediadora de Cristo en el santuario celestial.

Así que bajo este panorama, se dan tres grandes objetivos para alcanzar al escribir este
libro:

1. En primer lugar, para restaurar el ministerio sacerdotal de Cristo a la vanguardia de


nuestra atención y refinar nuestra comprensión de lo que Jesús, como nuestro
representante y abogado ante el Padre, está haciendo en la actualidad.

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PERFECTO EN CRISTO – HELMUT OTT

2. En segundo lugar, para mejorar nuestra relación con Cristo como nuestro mediador
y que nosotros recordemos que su muerte expiatoria, la victoria redentora, y la justicia
salvadora son la única base de nuestra aceptación con Dios, nuestra única esperanza
de salvación.

3. Y en tercer lugar, para proporcionar una estructura bastante sistemática y


razonablemente integral a las muchas enseñanzas que encontramos sobre este tema en
escritos de Ellen White.

Te invitamos a seguirlo como Helmut Ott retrata a Jesús como el poderoso mediador
que silencia a nuestros acusadores, quita nuestras vestiduras viles, y nos cubre con el
manto de gloria de su justicia. Al hacerlo, nos presenta al Padre como completamente
justos – por la fe – Perfectos en Cristo.

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PERFECTO EN CRISTO – HELMUT OTT

Perfecto en Cristo
Helmut Ott

Descripción rápida del libro

¿Dios demanda que seamos perfectos antes de que Él venga?

Ese pensamiento puede dejar una sensación de opresión en el estómago cuando


sentimos la diferencia entre nuestro comportamiento personal y la vida perfecta
de Jesús. Perfecto en Cristo revive esta ansiedad. Cambia la atención de nuestro
comportamiento a la obra de Cristo por nosotros en el cielo.

Helmut Ott examina cuidadosamente los escritos de Elena G. de White y revela


sus enseñanzas acerca de lo que Jesús está haciendo en el santuario para
compensar nuestra deficiencia y asegurar nuestra salvación.

Él dice: "Debido a que hemos caído, nada que nosotros rendimos a Dios es
aceptable por sus propios méritos. El Padre sólo reconoce lo que traemos a Él
por los méritos de su Hijo. Nuestro divino Sumo Sacerdote da su justicia
personal a nosotros con el fin de compensar nuestros errores y hacer nuestro
servicio, nuestra obediencia y nuestra adoración del todo agradable al Padre."

Ott llega a decir que "la herencia del Padre no está restringida a aquellos que
alcanzan la perfección sin pecado. Dios hace a cada hijo responsable solamente
de lo que Él sabe que es razonable esperar de él en cada paso de avance de su
experiencia cristiana. Los méritos de Cristo constituyen para él pecador creyente
un manto que lo cubre en cada paso de avance de su experiencia. Los méritos de
Cristo compensan sus deficiencias. Por lo tanto, la criatura espiritual recién
nacida en Cristo y el cristiano experimentado y maduro, por igual, cada cristiano
puede tener plena seguridad de su aceptación continua con el Padre por medio
de Jesucristo".

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PERFECTO EN CRISTO – HELMUT OTT

PERFECTOS EN CRISTO
por Helmut Ott

Prefacio del traductor

Nos sentimos muy gozosos y agradecidos al Señor por poder contar con este
excelente texto de Helmut Ott dedicado enteramente al gran tema del ministerio
Sumo Sacerdotal de Cristo en el Santuario Celestial en los escritos de Elena de
White y la Biblia. Este libro nos muestra la gran responsabilidad que tenemos
de poner a la vanguardia de nuestro mensaje esta doctrina, que presenta en
forma más destacada ante el mundo al sublime Salvador, el sacrificio por los
pecados del mundo entero. Creemos que esta obra puede tener un muy positivo
efecto para aclarar en profundidad a todo el que la lea, acerca de esta verdad
esencial – la justificación por la fe en el marco del juicio investigador - que debe
ser el fundamento de nuestra fe adventista, que es la doctrina que aclara el
desengaño de 1844 y fundamenta y hace solida nuestra relación con Dios.

Diremos brevemente en cuanto al estilo de la traducción que procuramos que el


lenguaje fuera accesible a la mayor cantidad de personas, entendiendo que este
libro está dirigido a los adventistas del séptimo día, que están familiarizados
con las verdades y conceptos aquí vertidos, y respetando siempre y lo más
posible el sentido y la forma empleados por el autor. En cuanto a las citas
bíblicas usamos mayormente las indicadas por el autor y algunas veces la
versión Reina-Valera 1960 o traducimos directamente según la cita en inglés,
en cuanto a las citas de los libros de Elena de White usamos traducciones que
están en Internet aceptadas y difundidas por los adventistas del séptimo día.
Agregamos algunas de nuestras aclaraciones poniéndolas entre corchetes [...] y
también nos permitimos subrayar y poner en negrilla frases y conceptos
explicados por el autor, con el propósito de destacar y dar realce a las verdades
aquí expuestas. Creemos que lo que de este libro podemos aprender es
muchísimo más que lo que debemos descartar.

También asumimos toda la responsabilidad de cualquier error u omisión en la


traducción al español de este libro, ya que el objetivo principal de esta
traducción es poner al alcance de sus manos un texto que aclare la función y la
obra mediadora de Cristo en el santuario celestial, tan poco discutida y mucho
menos difundida y explicada. El libro fue obtenido del sitio web
www.sdanet.org/atissue/books/ott/ que cuenta con permiso de reproducción y
su distribución es gratuita, sin fines de lucro, las ilustraciones fueron
incorporadas por el traductor para hacer un poco más ilustrativo el texto.

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PERFECTO EN CRISTO – HELMUT OTT

Resumiendo ahora el contenido del libro encontramos primeramente una


introducción en la cual se resalta la importancia central de la mediación de
Cristo en el Santuario Celestial, en el capítulo uno el autor nos enseña como
esta mediación celestial se relaciona con nuestra justificación individual ante
Dios, hoy, en la historia cercana y en todos los tiempos, en el capítulo dos se
explica cómo la mediación de Cristo hace aceptable hoy nuestra obediencia y
nuestro desempeño ante Dios, en el tercero se expresa como la obra mediadora
de Cristo hace de la justicia de Jesucristo la única fuente de justicia para todos
los creyentes, “ellos dependerán solamente de la actividad redentora de
Cristo para la salvación”. En el cuarto se enfatiza como la mediación de Cristo
asegura justicia aceptable ante el Padre hasta el tiempo del fin, en el quinto se
enseña de que manera la mediación de Cristo resuelve el problema del cómo el
Dios justo y perfecto puede considerar justo al injusto o inocente al culpable al
cierre del tiempo de gracia. En el capítulo seis se revela un engaño dirigido
especialmente a los adventistas del séptimo día en el tiempo del fin, en el
capítulo siete se trata con las dos clases de personas que subsistirán en la Iglesia
hasta la venida de Jesús: los Justos En Cristo y los Injustos, en el capítulo ocho
se concluye diciendo que finalmente el plan de salvación obtuvo los resultados
esperados y los redimidos finalmente heredaran todas las cosas: “Entonces, el
plan inicial del creador de un mundo de justicia, habitado por seres
saludables, felices y santos finalmente llegará a su realización completa y
permanente, gracias a la redención que Dios proveyó en Cristo. Las marcas
en las manos de Jesús y las ropas blancas de los redimidos por toda la
eternidad, para siempre les recordara que fue su sacrificio expiatorio en la
cruz en su nombre que los salvó de la muerte eterna, y su perfecta justicia
imputada a ellos por la fe les dio el derecho a tener acceso a la vida eterna”.

La obra ahonda en la explicación de diversos aspectos de la doctrina de la


justificación en el marco de la mediación de nuestro Gran Sumo Sacerdote
Celestial. Tal vez en cierto momento pueda resultar para el lector un tanto
teológica pero creemos que por el estilo preciso del autor, los detalles lejos del
confundir ayudan a reflexionar desde nuevos puntos de vista que nos permiten
fijar mejor en nuestras mentes y corazones las importantes verdades que implica
esta gran doctrina de la justificación por la fe en Cristo y de su obra de
Intersección en el santuario celestial.

La palabra de Dios expresa por medio del apóstol Pedro que el apóstol Pablo
escribió alguna cosas "difíciles de entender" y nos alienta a no desviarnos de lo
que éste nos transmitió (2 Pedro 3:16). Probablemente la doctrina de la
justificación sea la enseñanza central de Pablo y de toda la Sagrada Escritura y
a la vez la más malinterpretada por mayor cantidad de gente aún en la iglesia
Remanente, aunque es verdaderamente el corazón del evangelio de Jesucristo,

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PERFECTO EN CRISTO – HELMUT OTT

por eso esperamos que la exposición de este libro contribuya a la comprensión


de este tema por parte de todos los que puedan leerlo. Confiamos que el Señor
en su gracia es poderoso para hacerlo claro a nuestro entendimiento, y esto
además podemos pedirle orando para que Él nos revele plenamente la gloria y
el favor que sólo vienen por nuestro Señor Jesucristo "en el cual están
escondidos todos los tesoros de sabiduría y conocimiento" (Col. 2:3).

Deseamos fervientemente que este estudio pueda afirmarle en la certeza de que


Cristo es su perfecto Salvador que el realizó el pago total de nuestros pecados
y que Él nos otorga Su justicia como un precioso regalo al que no podemos
agregarle nada.

“Por tanto, teniendo un gran sumo sacerdote que traspasó los cielos, Jesús
el Hijo de Dios, retengamos nuestra profesión. Porque no tenemos un sumo
sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno
que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado.
Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar
misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro”. (Hebreros 4:14-16)

El traductor
Traducido del inglés en forma artesanal por Ricardo Ruz Jofré

Introducción

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PERFECTO EN CRISTO – HELMUT OTT

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PERFECTO EN CRISTO – HELMUT OTT

Perfecto en Cristo
Helmut Ott

Introducción
Una de las enseñanzas más importantes de la Iglesia Adventista del Séptimo Día
es lo que se conoce generalmente como el santuario celestial. La doctrina se
divide generalmente en dos partes distintas pero interrelacionadas, a saber: el
llamado juicio investigador y el ministerio mediador de Cristo. La primera se
refiere a lo que Cristo, en su papel como juez, hace para establecer el destino
eterno de los muertos – como Él formaliza la posición justa de aquellos que
durante toda su vida estaban dispuestos a cooperar con la actividad redentora de
Dios en su nombre. La última propiamente tal, se ocupa de lo que Cristo, como
representante y defensor del hombre, hace para establecer el destino eterno de
los vivos – como Él asegura la salvación de aquellos que viven en función de la
muerte expiatoria del Salvador, su victoria redentora, y la justicia suficiente para
una posición correcta con Dios.

Desde el principio los adventistas perciben esta doctrina como importante y


oportuna. Al señalar a Jesús como el único mediador legítimo y eficaz entre Dios
y el hombre, expone un sistema falso de la mediación que se había infiltrado en
la iglesia cristiana. El sistema humano de sacerdocio que durante siglos había
prevalecido en la cristiandad se había arrogado el papel y la función que, según
la Escritura, pertenece sólo a Cristo, el Sumo Sacerdote celestial. El concepto
estableció a la iglesia como otro mediador entre Dios y los hombres, otra forma
de encontrar el favor de Dios.

La introducción del sistema de sacerdocio refleja y perpetúa tanto un cambio en


la auto comprensión de la Iglesia. La iglesia apostólica se veía a sí misma como
la comunión de los creyentes – aquellos que, al responder al evangelio en
arrepentimiento y fe, habían aceptado a Jesucristo como su Salvador
personal. Los primeros creyentes tenían una auto comprensión fuertemente
centrada en Cristo. Ellos vieron a Jesús como su "justificación, santificación y
redención", su "vida", su "esperanza", su "todo" (1 Co. 1:30; Col. 3:.. 4; 1 Tim
1: 1; Col. 3:11). Para ellos era "la realidad" (Col. 2:17) de las cuales el creyente
participa, por la fe.

Los cristianos apostólicos sabían que ya eran "hijos de Dios por la fe en Cristo
Jesús" (Gal 3:26). Debido a que eran hijos, también eran "herederos según la
promesa" (versículo 29). Pero también reconocieron que la mayor parte de lo
que promete el Evangelio no se convierte en una realidad concreta para el
creyente durante su existencia actual. Esto se comprenderá plenamente sólo en
el futuro, en la vida eterna. Mientras tanto esto es real sólo en la persona de

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PERFECTO EN CRISTO – HELMUT OTT

Jesucristo. Por lo tanto, la única forma en que el creyente puede tener acceso a
las promesas del evangelio es a través de Cristo.

“Una vez estaban alejados de Dios y eran sus enemigos en sus mentes debido a
su mal comportamiento. Pero ahora se han reconciliado en el cuerpo físico de
Cristo a través de su muerte, para presentaros santos en su presencia, sin
mancha y libres de acusación – si continúan en la fe, establecidos y firmes, y sin
moverse de la esperanza del evangelio” (Colosenses 1: 21-23). “Hermanos,
quiero recordarles el evangelio que les prediqué... Mediante este evangelio son
salvos, si se aferran a la palabra que les prediqué. De lo contrario, habrán creído
en vano” (1 Corintios 15: 1, 2).

“Dios nos ha dado vida eterna, y esta vida está en su Hijo, el que tiene al Hijo,
tiene la vida; El que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida” (1 Juan 5:11,
12). Porque somos hechos participantes de Cristo, sí retenemos firme hasta el
fin la confianza que tuvimos al principio” (Hebreos 3:14). “Y ahora, queridos
hijos, continúen en él, para que cuando él se manifieste, tengamos confianza y
estemos sin vergüenza delante de él en su venida” (1 Juan 2:28). “Por tanto, de
la manera que habéis recibido al Señor Jesucristo, sigan viviendo en
él, arraigados y sobreedificados en él, confirmados en la fe, así como se les
enseñó, abundando en acciones de gracias” (Col. 2: 6, 7).

Los primeros cristianos entendieron que todo lo que eran y todo lo que tenían
como hijos e hijas de Dios, lo eran y lo tenían sólo en la medida – y por tanto
tiempo como – permanecieron en Cristo por la fe. Ellos sabían que si alguna vez
perdían su permanencia en Él – y por lo tanto dejaban de participar de su obra
redentora en su nombre – regresarían a su estado anterior de perdición y estarían
sujetos a la antigua orden de pecado, condenación y muerte. Por consiguiente,
era imperativo que continuaran viviendo por la fe en Cristo durante toda su
vida. Esa era la única manera en la que lo que ellos tenían el ahora por la fe,
como una promesa, se convertiría en una realidad histórica concreta para ellos
en la segunda venida de Jesús.

Con el tiempo la auto comprensión centrada en Cristo cambió, y la iglesia se


convirtió en una institución jerárquica que se veía a sí misma, no como el objeto
dependiente de la gracia de Dios, sino como único poseedor y distribuidor de
esta gracia. Así, la iglesia funcionaba cada vez más como la agencia autorizada
que, presumiblemente, podría ya sea actualizar o frustrar la reconciliación del
pecador con Dios. Para todos los propósitos prácticos Jesús fue desplazado por
la iglesia como el "autor y consumador de la fe", la única "causa de salvación
eterna" (Heb. 12: 2; 5: 9). Los adventistas creen que una correcta comprensión
de la doctrina del santuario jugaría un papel importante en la recaptura de las
percepciones y experiencias apostólicas. En primer lugar, sería exponer los
falsos sistemas de mediación que se habían establecido, y revelaría la falacia de
la función de cualquier institución humana, el método, el mérito, o el logro de
una buena relación con Dios.

La doctrina del santuario también llamó la atención sobre el verdadero camino


que Dios ha provisto en Cristo para la reconciliación del hombre con el Padre. La
cristiandad había perdido de vista casi por completo la función mediadora /

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PERFECTO EN CRISTO – HELMUT OTT

sustitutiva de Cristo en el cielo. La doctrina del santuario traería esta dimensión


a la vanguardia. Sería presentar a Jesús como el Salvador viviente que, como
sustituto y garantía del hombre, "Jesús está en el Lugar Santísimo, para
comparecer por nosotros ante la presencia de Dios. Allí no cesa de presentar a
su pueblo momento tras momento, como completo en él"(Fe y Obras, pág. 107).

El hecho de que el mediador presenta a su pueblo completo en sí mismo – es


decir, mediante la imputación de sus méritos personales a ellos – indica
claramente que en Cristo todos los pecadores tienen el mismo acceso al
Padre. Gracias a la función sustitutiva del Salvador – primero en la cruz como
sacrificio expiatorio, y ahora en el trono como abogado mediador – todos los
verdaderos creyentes están de pie ante Dios totalmente perdonados y
perfectamente justos en Cristo.

En tercer lugar, llamando la atención de los creyentes fuera de sí mismos y de


sus escasos logros – de su obediencia imperfecta, de crecimiento desigual y de
incompleta madurez – y centrando su atención en Jesús y su ministerio redentor
en su nombre, la doctrina del santuario eliminaría el miedo y la inseguridad y los
reemplazaría con la paz, la seguridad y la alegría. Los siguientes pasajes de los
escritos de Ellen White explicaran esto con toda claridad:

“La intercesión de Cristo en nuestro favor consiste en presentar sus méritos


divinos en ofrenda de sí mismo al Padre como nuestro sustituto y garante; porque
El ascendió al cielo para hacer expiación por nuestras transgresiones. "Si alguno
hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo. Y él
es la propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino
también por los de todo el mundo" (1 Juan 2: 1, 2). "En esto consiste el amor: no
en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y
envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados" (1 Juan 4: 10). "Puede
también salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios, viviendo
siempre para interceder por ellos" (Hebreos 7:25). Por estos pasajes resulta
evidente que no es la voluntad de Dios que seas caviloso y tortures tu alma con
el temor de que Dios no te aceptará porque eres pecador e indigno. "Acercaos a
Dios, y él se acercará a vosotros" (Santiago 4:8). Presenta tu caso delante de Él,
invocando los méritos de la sangre derramada por ti en la cruz del Calvario”
(ibid., Pp. 105, 106).

“No debemos confiar en absoluto en nosotros mismos ni en nuestras buenas


obras. Sin embargo, cuando vamos a Cristo como seres falibles y pecaminosos,
podemos hallar descanso en su amor. Dios acepta a cada uno que acude a El
confiando plenamente en los méritos de un Salvador crucificado” (ibid., p.
39). “Debemos centralizar nuestras esperanzas del cielo únicamente en Cristo,
pues El es nuestro Sustituto y Garante. Hemos transgredido la ley de Dios, y por
las obras de la ley ninguna carne será justificada. Los mejores esfuerzos que
pueda hacer el hombre con su propio poder son inútiles para responder ante la
ley santa y justa que ha transgredido, pero mediante la fe en Cristo puede
demandar la justicia del Hijo de Dios como plenamente suficiente” (ibid., p. 93).

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PERFECTO EN CRISTO – HELMUT OTT

Finalmente, un conocimiento personal del ministerio sumo sacerdotal de Cristo


en el cielo, le permitiría al pueblo de Dios establecerse y mantenerse en una
relación de fe salvadora con Él, y para cumplir con el papel que Dios quería para
ellos. Observe cómo la siguiente declaración expresa esta idea:

“Todos necesitan conocer por sí mismos el ministerio y la obra de su gran Sumo


Sacerdote. De otro modo, les será imposible ejercitar la fe tan esencial en
nuestros tiempos, o desempeñar el puesto al que Dios los llama. . . . La
intercesión de Cristo en favor del hombre en el santuario celestial es tan esencial
para el plan de la salvación como lo fue su muerte en la cruz” (El Conflicto de
los Siglos, págs. 488, 489).

El pasaje presenta dos grandes conceptos. En primer lugar, destaca la enorme


importancia que la intercesión de Cristo en favor del hombre tiene para el plan
de la salvación: es "tan esencial como fue su muerte en la cruz...." Y en segundo
lugar, indica que no podemos ni tener fe esencial ni ocupar nuestra posición
ordenada por Dios a menos que tengamos una comprensión personal confiable
de Jesús como nuestro Sumo Sacerdote.

La importancia del ministerio mediador de Cristo y sus implicaciones para


nuestra experiencia cristiana personal debería habernos movido como una iglesia
para colocarla en lo alto de nuestra agenda. Por desgracia, eso no ha sido el
caso. Históricamente la comunidad adventista ha prestado mucha más atención
al papel de Cristo como juez de los muertos que a su papel de mediador para los
vivos.

La razón de esto no es que el primero sea más importante – lo cual no es


definitivamente el caso – pero eso es más controvertido. A fin de establecer
algunos aspectos de esta fase del juicio, hay que construir puentes conceptuales,
establecer relaciones textuales, sacar conclusiones y derivar implicaciones que
no son tan evidentes bíblicamente como muchos podrían desear que
fueran. Como resultado, hemos estado tan intensamente ocupado con alcanzar
un consenso sobre algunos detalles relativos al juicio de los muertos que hemos
descuidado casi totalmente de preocuparnos por su labor en curso para la
redención de los que están vivos.

Como era de esperarse, un énfasis tan unilateral ha tenido algunos efectos más
bien negativos. Por un lado, nos ha distraído de proclamar a Jesús como el único
mediador legítimo y eficaz entre Dios y el hombre. Para decirle al mundo que
no podemos basar nuestra seguridad de la salvación, ya sea en la iglesia terrenal
(su papel, las instituciones, y el ministerio) o en el propio creyente (su bondad
personal, logros y méritos), sino en Jesús y lo que Él está haciendo por nosotros
en el cielo luego, no ha sido una de nuestras principales preocupaciones. Por lo
tanto, en la medida en que hemos fallado en hacer de esta verdad lo central de
nuestro mensaje y de nuestra misión, ya hemos dejado de " ocupar el puesto al
que Dios nos llama".

Por otro lado, nuestro énfasis unilateral nos ha impedido adquirir una
comprensión más clara de lo que exactamente está haciendo Jesús actualmente
en nuestro nombre, y cómo su ministerio debe determinar la naturaleza y la

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PERFECTO EN CRISTO – HELMUT OTT

calidad de nuestra relación de fe personal con Él. Como resultado, algunas ideas
han encontrado su lugar en el Adventismo que, en lugar de hacer hincapié en
Jesús como la única fuente de salvación y de la justicia para el hombre caído,
hacen realmente del propio desarrollo del carácter y del comportamiento y de la
transformación del creyente el criterio último de su relación con Dios. Así, el
centro de atención, como la esperanza de la salvación se desplazan de Jesús y lo
que Él hace para el creyente en el cielo a lo que experimenta en su vida personal
aquí en la tierra – un cambio sutil pero tremendamente significativo que
contradice la esencia, así como propósito de la doctrina del santuario.

Esto nos lleva a los tres principales objetivos de nuestro estudio:

1. Primero restaurar el ministerio sacerdotal de Cristo a la vanguardia de nuestra


atención y refinar nuestra comprensión de lo que Jesús, como nuestro
representante y abogado ante el Padre, está haciendo actualmente.

2. Segundo mejorar nuestra relación con Cristo como nuestro mediador y


recordarnos que su muerte expiatoria, la victoria redentora, y la justicia de
Salvación son la única base de nuestra aceptación con Dios, nuestra única
esperanza de salvación.

3. Y en tercer lugar, para proporcionar una estructura bastante sistemática y


razonablemente integral a las muchas enseñanzas que encontramos sobre este
tema en los escritos de Elena de White.

En el proceso vamos a tratar de encontrar las respuestas que sus escritos proveen
a por lo menos las siguientes dos preguntas básicas: 1. ¿Por qué es la mediación
de Cristo considerada tan importante para el plan de salvación? Es decir, lo que
está haciendo Jesús como nuestro "sustituto y garantía" personal – dos de sus
términos favoritos – que es tan vital para nuestra salvación final. 2. ¿Y qué
respuesta debería la función mediadora de Cristo obtener de nosotros como
creyentes? ¿Qué debemos hacer con el fin de permitir que el Salvador deba llevar
adelante su obra redentora en nuestro nombre para su realización total y final en
la segunda venida de Cristo?

He basado este estudio casi exclusivamente en los escritos de Elena de


White. Como resultado, he presentado sólo la suficiente evidencia bíblica para
demostrar que los conceptos derivados de sus escritos armonizan con las
Escrituras, y que por lo tanto, se pueden aceptar los conceptos como
fiables. Tengo dos razones para este enfoque. En primer lugar, Elena de White
es, con mucho, el exponente más importante de la comprensión adventista del
ministerio mediador de Cristo y su significado. En segundo lugar, a pesar de que
escribió mucho sobre el tema – las referencias a él aparecen en casi todas partes
en sus obras – en su mayor parte no era ni sistemática ni lo suficientemente
definitiva para evitar malentendidos. Por lo tanto, no debería ser una sorpresa
que algunas porciones del uso de sus escritos sirvan para apoyar puntos de vista
que, en lugar de centrarse en Cristo y su ministerio redentor en el cielo, se centran
principalmente en el hombre y sus escasos logros aquí en la tierra.

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PERFECTO EN CRISTO – HELMUT OTT

En caso que tales ideas centradas en el hombre convertido prevalezcan dentro


del adventismo, habrán hecho que sea "imposible" para nosotros "ejercer la fe
que es tan esencial en este momento." He escrito este libro con la esperanza de
que, al ayudar a nuestra comprensión del ministerio mediador de Cristo, nos
permitirá reconocer y lidiar con puntos de vistas engañosos y movernos para
establecer y mantener una fuerte relación de fe personal con Jesucristo hasta que
él venga.

El estudio se divide en ocho secciones generales:

1. La mediación de Cristo para el creyente como persona individual.

2. La mediación de Cristo para el desempeño del creyente.

3. La mediación de Cristo como la única fuente de la justicia salvadora para


todos.

4. La mediación de Cristo como la única fuente de la justicia salvadora hasta que


Él regrese.

5. La mediación de Cristo que efectuará directamente en el cierre de la gracia.

6. Elena G. de White y un engaño dirigido especialmente a los adventistas.

7. Dos grupos de personas dentro de la iglesia: los justos en Cristo, y los injustos.

8. Resumen y conclusiones.

9. Apéndice.

En el apéndice se describen algunos principios básicos sobre el uso de los


escritos de Ellen White y proporciona algunos ejemplos de formas de lidiar con
pasajes que en primera lectura parecen estar en tensión con los conceptos
establecidos en este libro.

Capítulo I
Cristo Mediador del creyente para presentarlo
– Como una persona individual –
Perfectamente Justo ante el Padre

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PERFECTO EN CRISTO – HELMUT OTT

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PERFECTO EN CRISTO – HELMUT OTT

Perfecto en Cristo
Helmut Ott

Capítulo I
Cristo Mediador del creyente para presentarlo
– Como una persona individual –
Perfectamente Justo ante el Padre

En este capítulo se examina la primera razón básica por la cual Elena de White
considera el ministerio mediador de Cristo tan esencial para el plan de
salvación. Empezamos por establecer por qué el creyente debe depender de
Cristo como su representante y mediador personal para con el Padre. Entonces
veremos exactamente lo que Jesús, según nuestra fuente, está haciendo para
presentar al creyente perfectamente aceptable a Dios. En la tercera sección se
discute la relación entre el proceso de santificación de toda la vida del creyente
y su dependencia de la mediación de Cristo para una buena relación con
Dios. Finalmente examinaremos algunos pasajes bíblicos pertinentes.

1. ¿Por qué el creyente depende de la Mediación de Cristo para


permanecer justo ante Dios?

“La condición para alcanzar la vida eterna es ahora exactamente la misma de


siempre, tal cual era en el paraíso antes de la caída de nuestros primeros padres:
la perfecta obediencia a la ley de Dios, la perfecta justicia.” (El camino a
Cristo, p 62.). “Aparte de Cristo no tenemos ningún mérito, ninguna
justicia. Nuestra pecaminosidad, nuestra debilidad, nuestra imperfección
humana hacen que sea imposible que podamos comparecer ante Dios si no
estamos vestidos de la justicia inmaculada de Cristo.” (Mensajes Selectos, tomo
1, p. 333(403)).

“La justicia sin defecto sólo se puede obtener a través de la justicia imputada de
Cristo.” (Elena G. de White, en la Review and Herald, 03 de septiembre
1901). “Los invitados a la fiesta de bodas fueron inspeccionados por el rey, y se
aceptó solamente a aquellos que habían obedecido sus requerimientos y se
habían puesto el vestido de bodas. Lo mismo sucede con los invitados a la fiesta
del Evangelio. Todos deben pasar el escrutinio del gran Rey, y son recibidos
solamente aquellos que se han puesto el manto de la justicia de Cristo.”(Palabras
de vida del Gran Maestro, Pág. 312).

“La única forma en que [el pecador] puede obtener la justicia es mediante la
fe. Por fe puede presentar a Dios los méritos de Cristo, y el Señor coloca la
obediencia de su Hijo en la cuenta del pecador. La justicia de Cristo es aceptada
en lugar del fracaso del hombre, y Dios recibe, perdona, justifica, al alma
creyente y arrepentida, la trata como si fuera justa, y la ama como ama a su

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Hijo. Así es como la fe es imputada a justicia.” (Mensajes Selectos, tomo 1, p.


367 (442)).

Difícilmente se pueden leer estas declaraciones sin ser impresionados por su


carácter definitivo, casi radical tanto de los conceptos que contienen como por
el lenguaje que utilizó para expresarlos. Observe estos puntos importantes de
ellas:

1. Dios requiere justicia perfecta de los que serán herederos de la vida eterna,
nada más ni nada menos que eso pedirá.

2. Aparte de Cristo No tenemos justicia, ningún mérito, con el cual proveer a


Dios de una base para aceptarnos.

3. Nuestra pecaminosidad, nuestra imperfección humana, hace que


sea imposible para nosotros presentarnos ante Dios a menos que
estemos vestidos con la justicia de Cristo.

4. Podemos obtener justicia sin defecto – la única justicia que Dios puede
aprobar – sólo a través de la justicia imputada de Cristo.

5. El rey comprueba a todos los invitados de la fiesta del evangelio – aquellos


que responden a la invitación y vienen – para asegurarse de que cumplen con los
requisitos. Sólo aquellos que se han puesto el manto de la justicia de Cristo
pueden participar. Todos los demás, independientemente de las calificaciones
personales o virtudes morales que pudieran poseer – se encuentran expulsados.

6. Dios considera la justicia perfecta de Cristo en lugar del fracaso del


hombre. "Se trata de cómo la fe se cuenta como justicia."

Estas consideraciones nos llevan a concluir que el cristiano depende de la


mediación de Cristo, porque Dios exige justicia perfecta – algo que el creyente
no puede producir. Él es un pecador, y nada de lo que un pecador tiene o hace es
aceptable a Dios en su propio mérito. El pecador se convierte digno sólo cuando
Cristo lo hace digno solo por la imputación de su propia justicia a él.

El creyente ha respondido a la invitación del evangelio, ha venido al banquete


de bodas. Ahora él debe asegurarse de que va a pasar la inspección del Rey – un
símbolo del juicio previo al advenimiento – llevando la única ropa disponible en
el universo para seres caídos con la cual cubrirán su pecaminosidad. Es decir, se
debe usar la prenda espiritual de la justicia salvadora de Cristo. Solamente
cuando el creyente satisface este requisito tiene el derecho de participar en la
fiesta del Evangelio.

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PERFECTO EN CRISTO – HELMUT OTT

2. Lo que Jesús está haciendo para asegurar la aceptación del


creyente para con el Padre

“Jesús está en el Lugar Santísimo, para comparecer por nosotros ante la


presencia de Dios. Allí no cesa de presentar a su pueblo momento tras momento,
como completo en él… Estamos completos en él, aceptados en el Amado,
únicamente si permanecemos en Él por la fe” (Fe y Obras, pág.107). “La
provisión hecha es completa y la justicia eterna de Cristo se coloca a la cuenta
de cada alma creyente. El manto costoso e inmaculado, tejido en el telar del cielo,
ha sido provisto para el pecador arrepentido y creyente… En nosotros mismos
somos pecadores; pero en Cristo somos justos. Habiéndonos hecho justos a
través de la justicia imputada de Cristo, Dios nos declara justos y nos trata como
justos. Nos contempla a nosotros como sus hijos amados” (Mensajes Selectos,
Tomo 1, Pág. 394).

“Únicamente el manto que Cristo mismo ha provisto puede hacernos dignos de


aparecer ante la presencia de Dios. Cristo colocará este manto, esta ropa de su
propia justicia, sobre cada alma arrepentida y creyente” (Palabras de Vida del
Gran Maestro, pág.311). “Cristo fue tratado como nosotros merecemos, a fin de
que nosotros pudiésemos ser tratados como él merece. Fue condenado por
nuestros pecados, en los que no había participado, a fin de que nosotros
pudiésemos ser justificados por su justicia, en la cual no habíamos participado.
Él sufrió la muerte nuestra, a fin de que pudiésemos recibir la vida suya” (El
Deseado de Todas las Gentes, Pág. 25).

“Cristo intercede por la raza perdida mediante su vida inmaculada, su


obediencia y su muerte en la cruz del Calvario. Y ahora, no como un mero
suplicante, intercede por nosotros el Capitán de nuestra salvación sino como un
conquistador que reclama su victoria. Su ofrenda es completa, y como intercesor
nuestro ejecuta la obra que él mismo se señalo, sosteniendo delante de Dios el
incensario que contiene sus propios méritos impecables y las oraciones,
confesiones, y las ofrendas de agradecimiento de su pueblo. Ellas perfumadas
con la fragancia de la Justicia de Cristo, ascienden hasta Dios como un olor
grato. La ofrenda se hace completamente aceptable y el perdón cubre toda
transgresión”. (Palabras de Vida del Gran Maestro, Pág. 156).

“Así también seré vuestro representante en el cielo. El Padre no contempla


vuestro carácter defectuoso, sino os ve revestido de mi perfección”. (El Deseado
de Todas las Gentes, pág.357). “Cristo revestirá a sus fieles con su propia
justicia, para presentarlos a su Padre como una "iglesia gloriosa, que no tuviese
mancha ni arruga ni cosa semejante.” (Efesios 5:27) (El Conflicto de los
Siglos, p. 484).

Estas declaraciones indican muy convincentemente que la mediación de Cristo


en favor del hombre es tan esencial para el plan de salvación como lo fue su
muerte en la cruz, porque a través de su mediación aplica los beneficios de su
actividad redentora a todos los que responden al evangelio con arrepentimiento
y fe. No como un mero suplicante, sino como un conquistador reclamando su
victoria, el Capitán de nuestra salvación presenta a nuestro favor, el crédito de

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PERFECTO EN CRISTO – HELMUT OTT

su muerte expiatoria, su victoria redentora y su justicia perfecta para nosotros y


así nos presenta totalmente aceptables ante el Padre.

Observe los siguientes conceptos contenidos en las citas anteriores:

1. Como nuestro representante y sustituto, Cristo presenta a su pueblo momento


tras momento completo en sí mismo Así participamos de dos realidades
diferentes al mismo tiempo: en nosotros mismos, por naturaleza, somos
pecadores; sin embargo, en Cristo, por la fe, somos justos. Si Dios nos fuera a
juzgar y nos recompensará sobre la base de lo que somos, lo que tenemos, y lo
que hacemos, Él tendría que dejarnos perecer en nuestra condición caída. Sin
embargo, porque Dios nos evalúa sobre la base de nuestra participación de fe en
los méritos de Cristo, Él nos declara justos y nos trata como a sus queridos hijos,
a pesar del hecho de que en nosotros aún somos pecadores, imperfectos, e
indignos.

2. Sólo el vestido que Cristo mismo ha provisto nos puede calificar para aparecer
en la presencia de Dios. Esta prenda, una túnica tejida en el telar del cielo, Cristo
la coloca sobre toda persona arrepentida y creyente. Y el creyente permanece de
pie ante Dios – con su derecho a participar en la fiesta del Evangelio – descansa,
no sobre la base de su propio carácter defectuoso, sino en el hecho de que él viste
la perfección de Cristo.

3. Una transacción tiene lugar entre el creyente y Cristo. El Salvador asume el


pecado del hombre, sufre su condena, y muere su muerte. Por su parte el creyente
recibe el acceso a la justicia de Cristo, está plenamente justificado delante de
Dios, y participa en la vida que justamente pertenece solo a Cristo.

4. El último pasaje citado más arriba NO dice que Jesús ofrece el poder que la
iglesia necesita para hacerse aceptable ante Dios. En cambio, dice que Él la
revestirá para que pueda presentarla como un cuerpo glorioso y sin defecto. La
ropa nunca es una parte integral de las personas que la llevan. Es algo que se
pone a alguien, una cubierta externa destinada a hacer que una persona se vea
apropiada. Por lo cual el pasaje no describe la realidad de la verdadera condición
espiritual de la iglesia, no habla de un logro real de la iglesia. En cambio,
el pasaje describe lo que Jesús hace por la iglesia con el fin de presentarla
al Padre. Jesús viste a su pueblo con el manto que el mismo proporciona – el
manto espiritual de su propia justicia personal – y así la presenta al Padre como
una iglesia gloriosa y perfecta.

Tenga en cuenta que Elena de White establece una relación directa y necesaria
entre lo que Cristo hizo por nosotros ayer [en el pasado] como nuestro sustituto
en la cruz y lo que está haciendo hoy [en el presente] para nosotros como nuestro
representante ante el trono. Así, mientras que completó su obra redentora en
nuestro nombre cuando dio su vida como un sacrificio expiatorio en la cruz, su
aplicación a cada uno de los creyentes es una realidad presente y actual, que
continuara hasta que la libertad condicional humana cesa. (El fin del tiempo de
gracia).

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PERFECTO EN CRISTO – HELMUT OTT

Por su sacrificio expiatorio en la cruz, el Salvador ganó el derecho a compartir


su victoria personal, su justicia personal, y su herencia personal con aquellos que
se convierten en hijos e hijas de Dios adoptados por la fe en Él. Como nuestro
mediador, ahora ejerce ese derecho aplicando eficazmente lo que logró a los
creyentes individualmente, en principio, para toda la humanidad a través de Su
muerte vicaria.

3. La santificación del creyente y su dependencia de la Mediación de


Cristo para estar en una posición correcta con Dios

Los escritos de Ellen White expresan la idea de que la santificación es un proceso


permanente, que dura toda la vida, y que, por su propia naturaleza, nunca se
completa o termina en la vida presente. El creyente nunca crece más allá de su
pecado personal ni trasciende de su condición perdida. También nunca alcanza
un estado de plenitud espiritual perfecta ni alcanza la medida o la altura de la
perfección impecable que Dios requiere en un universo sin pecado. Como
resultado de ello, se mantiene en un estado de dependencia constante de la
mediación de Cristo para una buena relación con Dios por el tiempo que él vive.

“La santificación no es la obra de un momento, una hora o un día, sino de toda


la vida. No se gana por un feliz arranque de los sentimientos, sino que es el
resultado de morir constantemente al pecado y vivir constantemente para Cristo
... Mientras reine Satanás, tendremos que dominarnos a nosotros mismos, y
vencer los pecados que nos rodean; mientras dure la vida, no habrá un momento
de descanso, un lugar al cual podamos llegar y decir: alcance plenamente el
blanco.” (Los Hechos de los Apóstoles, páginas. 560, 561). “Hay tendencias al
mal, hereditarias y cultivadas, que deben ser vencidas. El apetito y la pasión han
de ser puestos bajo el dominio del Espíritu Santo. No tiene término la lucha de
este lado de la eternidad.” (Consejos para los padres y maestros, Pág. 20).

“El hombre puede crecer en Cristo, su cabeza viviente. No es tarea de un


momento, sino de toda una vida. Creciendo diariamente en la vida divina, no
alcanzará la completa estatura de un hombre perfecto en Cristo hasta que cese su
tiempo de prueba. El crecimiento es una tarea continua.” (Testimonios, vol. 4, p.
367).

“Hay quienes han conocido el amor perdonador de Cristo y desean realmente ser
hijos de Dios, sin embargo, reconocen que su carácter es imperfecto y su vida
defectuosa, y están propensos a dudar de que sus corazones hayan sido
regenerados por el Espíritu Santo. A los tales quiero decirles que no se
abandonen a la desesperación. Tenemos a menudo que postrarnos y llorar a los
pies de Jesús por causa de nuestras culpas y errores; pero no debemos
desanimarnos. Aún si somos vencidos por el enemigo, no somos desechados, ni
abandonados, ni rechazados por Dios. No; Cristo está a la diestra de Dios e
intercede por nosotros. . . . Y si tan solo quieres entregarte a Él, el que comenzó
en ti la buena obra la perfeccionará, hasta el día de Jesucristo. Ora con más
fervor; cree más plenamente.” (El camino a Cristo, p. 64).

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PERFECTO EN CRISTO – HELMUT OTT

Tales declaraciones llevan a al menos tres ideas importantes:

1. La santificación como un proceso de cambio, crecimiento y maduración, es


una realidad genuina en la experiencia del creyente. A medida que avanza en
su caminar cristiano, el discípulo de Cristo comienza de hecho a superar las
disposiciones, actitudes y tendencias pecaminosas. Modifica los rasgos del
carácter y hábitos de vida no consistentes con su alto llamado como un hijo de
Dios en Cristo. Cada vez más refleja las buenas virtudes del carácter Santo de
Cristo en su vida personal. Y progresivamente los patrones de su vida cambian
a todo lo que es verdadero y justo y amoroso.

2. Aunque realmente el creyente crece, se desarrolla y madura como cristiano,


nunca alcanza la estatura de un hombre perfecto o logra totalmente un estado
de santificación completa durante su vida presente. Su batalla contra el pecado
y el yo se prolonga durante todo el tiempo que vive. "No hay fin a la guerra de
este lado de la eternidad."

3. Sólo en “el día de Jesucristo” – en ese punto del tiempo cuando lo eterno
sustituya lo terrenal, la eternidad a lo histórico, cuando el reino de la gloria
sustituya al reino de la gracia, y el creyente experimente la transformación de la
naturaleza que tiene lugar en el evento de la resurrección / glorificación – la obra
que comenzó en la conversión llega a su permanente y total “terminación”
(Filipenses 1:6).

La escritura promete a aquellos que ahora, durante su existencia presente, “son


hijos de Dios”, serán como Jesús "cuando él aparezca," no antes (1 Juan 3:
2). Cuando “le veamos tal como él es” (verso 2), seremos transformados.
“Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal
se vista de inmortalidad” (1. Corintios 15:52, 53). Cuando Dios total y
permanentemente elimine todos los efectos del pecado de sus redimidos y los
restaure a la plenitud espiritual original que Adán y Eva disfrutaron antes de la
caída, entonces el proceso de su santificación será completado. Es decir, cuando
todos ellos "juntos" sean "hechos perfectos" (Heb. 11:40). Como resultado de su
re-creativo acto de restauración, los redimidos serán por primera vez por
naturaleza de lo que ahora sólo pueden ser en Cristo, por la fe.

La batalla contra el pecado es sólo un aspecto de la santificación que aún no se


ha completado en esta vida. Un incesante crecimiento, desarrollo y maduración
también deben seguir durante todo el tiempo que dure la vida.

“Cada alma creyente debe conformar enteramente su voluntad a la voluntad de


Dios y mantenerse en un estado de arrepentimiento y contrición, ejerciendo fe
en los méritos expiatorios del Redentor y avanzando de fortaleza en fortaleza, de
gloria en gloria.”(Fe y Obras, pág. 103). “La santificación es la obra de toda la
vida. Con la multiplicación de nuestras oportunidades, aumentará nuestra
experiencia, y se acrecentará nuestro conocimiento. Llegaremos a ser fuertes
para llevar responsabilidades, y nuestra madurez estará en relación con
nuestros privilegios.” (Palabras de Vida del Gran Maestro, págs. 65, 66).

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“Necesitamos constantemente una nueva revelación de Cristo, una experiencia


diaria que se armonice con sus enseñanzas. Altos y santos resultados están a
nuestro alcance. El propósito de Dios es que progresemos siempre en
conocimiento y virtud. Su ley es el eco de su propia voz, que dirige a todos la
invitación: Sube más alto, se santo, cada vez más santo.” “Cada día podemos
avanzar en la perfección del carácter cristiano” (El Ministerio de Curación, Pág.
503). “Debe haber una continua lucha y un progreso constante hacia arriba y
hacia adelante, hacia la perfección del carácter” ((Consejos para los padres y
maestros, pág. 365).

“En cada paso de avance en la experiencia cristiana nuestro arrepentimiento se


profundizará. Es para aquellos a quienes el Señor ha perdonado, aquellos a
quienes él reconoce como su pueblo, que dice, "Y os acordareis de vuestros
malos caminos, y de vuestras obras que no fueron buenas; y os avergonzareis de
vosotros mismos por vuestras iniquidades y por vuestras abominaciones"
(Ezequiel 36:31). Entonces nuestros labios no se abrirán en la glorificación
propia. Sabremos que únicamente Cristo es nuestra suficiencia. Haremos nuestra
la confesión del apóstol: "Yo sé que en mí (es decir, en mi carne), no mora el
bien” (Romanos 7:18) (Palabras de Vida del Gran Maestro, págs. 160, 161).

Estos pasajes claramente indican que, además de nunca trascender el estado


pecaminoso personal en el que se encuentra, el creyente nunca termina de
adquirir las virtudes positivas del carácter cristiano maduro en esta vida. Su
crecimiento es real y significativo, pero nunca es completo. Él siempre está a la
altura de la gloria de Dios y por lo tanto, debe vivir en un estado de
arrepentimiento y fe continua, plenamente consciente de que su suficiencia es en
Cristo solamente.

“Los que en verdad tratan de perfeccionar un carácter cristiano nunca acariciarán


el pensamiento de que no tienen pecado. Su vida puede ser irreprochable, pueden
ser representantes vivos de la verdad que han aceptado; pero cuanto más
disciplinen su mente para espaciarse en el carácter de Cristo, y cuanto más se
acerquen a la divina imagen del Salvador, tanto más claramente discernirán la
impecable perfección de Jesús, y más hondamente sentirán sus propios
defectos” (La vida santificada, Pág. 7; la cursiva es nuestra).

“Nunca podemos alcanzar la perfección por medio de nuestras propias buenas


obras. El alma que contempla a Jesús mediante la fe, repudia su propia justicia.
Se ve a sí misma incompleta, y considera su arrepentimiento como insuficiente,
débil su fe más vigorosa, magro su sacrificio más costoso; y se abate con
humildad al pie de la cruz. Pero una voz le habla desde los oráculos de la Palabra
de Dios. Con asombro escucha el mensaje: “Vosotros estáis completos en él”
(Col. 2:10). Ahora todo está en paz en su alma. Ya no tiene que luchar más para
encontrar algún mérito en sí mismo, algún acto meritorio por medio del cual
ganar el favor de Dios.” (Fe y Obras, págs. 107, 108).

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PERFECTO EN CRISTO – HELMUT OTT

La Persona que ve a Jesús por la fe no se degrada a sí mismo porque él sigue


siendo un pecador y rebelde. Su problema no es que él esté totalmente
desprovisto de cualidades positivas o buenas obras, sino que todos ellas son
imperfectas. Él ciertamente tiene un grado de justicia, arrepentimiento, fe y
sacrificio, pero porque él ha tenido una visión de la perfección de Cristo, tiene
un punto de referencia y la percepción espiritual necesaria para darse cuenta
de que no está a la altura de la norma de justicia perfecta de Dios, y por lo
tanto merece, no la aprobación de Dios, sino su condena. Su percepción de
Cristo le permite ver la imperfección de lo que es, la insuficiencia de lo que tiene,
y la insuficiencia de lo que hace, y esto lo lleva a darse cuenta de su total
dependencia de Cristo, y lo mueve a hundirse en humildad a los pies de la cruz.

Pero entonces, cuando él percibe su situación real como un pecador perdido, se


da cuenta de su total dependencia de Cristo para alcanzar una posición correcta
con Dios, y en humildad se inclina a los pies de la cruz, él escucha las buenas
noticias del Evangelio – las buenas nuevas del evangelio le pueden dar seguridad
hoy y durante toda su vida histórica presente – Es decir, la noticia de que todo
está bien: que es completo en Cristo, aceptado en el Amado, y por lo tanto no
tiene que "esforzarse por encontrar algo de mérito en sí mismo, algún acto
meritorio por el cual ganar el favor de Dios."

En la segunda venida de Jesús, cuando Dios restaure al creyente a la perfección


original con la cual creó al hombre en el principio, entonces él será justo por
naturaleza, al igual como nuestros primeros padres lo fueron antes de la
Caída. Mientras tanto hoy el pecador puede ser justo, santo, digno, un hijo de
Dios, sólo por fe en Cristo. Él depende totalmente de la mediación de Cristo
para su aceptación con el Padre, y por lo tanto tiene que vivir por la fe en Él,
hasta el fin de su vida.

Por tanto, es lógico – incluso imprescindible – concluir que la primera razón por
la cual los escritos de Ellen White consideran que el ministerio mediador de
Cristo es tan esencial para el plan de la salvación, es que este ministerio
constituye la única forma de asegurar de que un pecador tenga una buena
relación con Dios. Jesús media a favor del creyente para presentarle – como una
persona individual – Perfectamente justo delante del Padre. El Salvador imputa
su justicia salvadora, su muerte expiatoria, y su victoria redentora para que
los creyentes puedan por la fe en Cristo presentarse sin mancha ante Dios, a
pesar del hecho de que, por naturaleza, ellos todavía son pecaminosos,
imperfectos, e indignos en sí mismo

4. Algunas consideraciones bíblicas

Como he indicado en la introducción, este libro no es una declaración doctrinal


basado en una investigación exhaustiva de la Escritura, sino un estudio que
intenta sistematizar y articular los escritos de Elena de White sobre la mediación
de Cristo. Por lo tanto les traigo la evidencia de las Escrituras sólo para
demostrar que sus conceptos son consistentes con la Biblia y por lo tanto
confiables. Es decir, que tienen un valor doctrinal, ya que armonizan con las
Escrituras.

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PERFECTO EN CRISTO – HELMUT OTT

El primer pasaje que examinaremos es Hebreos 7:25:

"Por lo cual puede también salvar perpetuamente a los que por él se acercan a
Dios, viviendo siempre para interceder por ellos." Este versículo contiene al
menos tres conceptos importantes:

1. Jesús es "capaz de salvar" al vivir por siempre “para interceder” por


nosotros. Así, el texto establece una relación directa de causa-efecto entre la
mediación de Cristo y nuestra salvación. Como el mediador viviente, Jesús hace
algo ahora que es esencial para la salvación, hoy Él hace que la salvación sea
una realidad para nosotros. Esto justifica el pasaje de Ellen White que establece
que “la mediación de Cristo es tan esencial para el plan de la salvación como lo
fue su muerte en la cruz.” (El Conflicto de los Siglos, pág. 489).

2. Por la mediación en su nombre, Jesús salva “a los que vienen a Dios por medio
de él.” Es evidente que Él no salva a todos, sino sólo a un grupo específico. Su
mediación no incluye aquellos que quieren encontrar una forma diferente de
llegar al Padre, que tratan de lograr una posición apropiada con él sobre la base
de sus propios logros, su rectitud personal y la obediencia "perfecta".

"El acceso a esta gracia..." (Romanos 5: 2) Es posible sólo a través de la fe en


Jesús y se concede sólo a los que tratan de estar bien con Dios sobre la base de
su obra redentora. Pero cuando alguien quiere lograr el mismo objetivo a través
de sus logros espirituales personales, crea una forma diferente de salvación y en
consecuencia pierde lo que está disponible para los que vienen a Dios por medio
de Cristo. Eso es lo que Pablo enseña cuando dice, “Ustedes están separado de
Cristo, ustedes que se justifican por la ley; han caído de la gracia.” (Gálatas 5:
4, RSV).

En otras palabras, los recursos disponibles para aquellos que participan en el


pacto de la gracia de Dios no son accesibles para aquellos que se esfuerzan por
encontrar otra manera de acercarse a Dios. Si no centran su seguridad de la
salvación en la obra redentora de Cristo, entonces están de pie ante Dios
completamente por su propia cuenta. (Ellos han rechazado la provisión de Dios,
por lo tanto él no puede cancelar su condena o darles los méritos de Cristo para
compensar su indigencia espiritual.) Elena de White expresa el mismo principio
cuando dice que "en nosotros mismos somos pecadores, pero en Cristo somos
justos "(Mensajes Selectos, tomo 1, p 394.), y que “estamos completos en Él,
aceptados en el Amado, sólo cuando permanecemos en Él por la
fe”(Fe y Obras, página 107. Las cursivas son nuestras).

3. Jesús “puede salvar por completo” – “hasta el extremo” (RV), "total y


completamente" (Phillips), "absolutamente" (NEB), "para siempre" (RSV) – “a
los que vienen a Dios a través de él.” Como "el autor y consumador de la fe"
(Heb. 12: 2), Él no salva parcialmente, sino completamente.

El siguiente pasaje habla de aquellos que quieren ganar la salvación por las
buenas obras como parte de la base de su salvación:

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“Piensan que Jesús obrará parte de la salvación, pero que ellos deben hacer el
resto. Los tales necesitan ver por fe la justicia de Cristo como su única esperanza
para el tiempo y para la eternidad.” (Fe y Obras. P 26).

Pablo dice que Jesús “los presentará santos y sin mancha e irreprensibles delante
de él, siempre que permanezcan estables y firmes en la fe, y sin moverse de la
esperanza del evangelio.”(Colosenses 1:22-23, RV). Observe que el texto no
dice que Jesús va a permitir a los creyentes desarrollar una justicia perfecta o
alcanzar la plenitud espiritual, sino dice que él los presentará como seres
santos, sin manchas e irreprensibles delante de Dios. Al igual que en Hebreos
7:25, Judas 24, Efesios 5:27, etc., esto es una referencia, no sobre algo que los
creyentes realmente logran en sus vidas históricas personales, sino es una
referencia sobre lo que Cristo hace por ellos.

El segundo pasaje bíblico que queremos estudiar brevemente es Mateo 22: 1-


14. Se registra la parábola de Cristo sobre la fiesta de boda, o la parábola
del hombre sin traje de boda, que proporciona gran parte de la simbología
utilizada en los escritos de Elena de White. Y ya que estamos examinando varios
pasajes de las Escrituras para encontrar las fuentes de algunos de sus conceptos,
vamos a hablar de la parábola, junto con la siguiente declaración:

“Cuando el rey vino a ver a los convidados, se reveló el verdadero carácter de


todos. Para cada uno de los convidados a la fiesta se había provisto un vestido
de bodas. Este vestido era un regalo del rey. Al usarlo, los convidados mostraban
su respeto por el dador de la fiesta. Pero un hombre estaba aún vestido con sus
ropas comunes. Había rehusado hacer la preparación requerida por el
rey. Desdeño usar el manto provisto para él a gran costo. De esta manera insultó
a su señor.” (Palabras de Vida del Gran Maestro, pág. 309).

Al menos seis puntos atrapan nuestra atención aquí:

1. El rey pidió a los funcionarios encargados de llevar a los invitados a la fiesta


de bodas a “ir a las salidas de los caminos e invitar al banquete a todos los que
encontraran.” Así que los siervos reunieron a todos los que pudieron encontrar,
tanto buenos como malos, y el banquete de boda se llenó de invitados "(versos
9, 10). Cualquier persona, ya sea bueno o malo, que aceptó la invitación podría
entrar en el banquete de boda.

2. La Inspección del rey a los invitados – un acto de juicio – es lo que determina


quiénes serían recibidos como huéspedes y se les permite participar realmente
en la fiesta de bodas. El criterio utilizado no está centrado en el carácter moral
de los que vinieron – si eran buenos o malos. En su lugar, se trataba de su
relación con el vestido de bodas, que él proporcionó personalmente para ellos, si
lo llevaban o no. Así que el resultado de esta inspección reveló, no el bien y la
dignidad de las personas, sino la generosidad del rey. Cualquier persona que se
vestía con la ropa que el rey proporciono podría ser un invitado y unirse a la
fiesta de bodas. Por otra parte, cualquier persona que, por el mismo hecho, no
logró ponerse el vestido proporcionado por el rey, estaba descalificado a sí
mismo como un invitado.

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PERFECTO EN CRISTO – HELMUT OTT

3. A través de este único requisito de llevar el vestido de bodas, el rey puso a


todos en el mismo nivel. Nadie podía atribuir su aceptación o bien a su bondad
moral superior o a la más alta calidad de la prenda que él personalmente eligió
usar antes de venir al banquete. Si un invitado particular era un poco mejor que
sus vecinos, o estaba vestido con ropas más caras que lo otros no podían pagar,
esto no jugó ningún papel aquí. Todos fueron igualmente dependientes de algo
que el rey siempre otorgo como un regalo – una prenda única que no podían ni
conseguir en ningún otro sitio, ni producir por si mismos por cualquier otro
medio. Debido a que la prenda era un regalo del rey, todos ellos tenían la misma
oportunidad de tomar posesión de ella, y nadie tenía una excusa válida para no
usarlo.

4. Al final resultó que sólo un hombre rechazó la preparación requerida por el


rey. El rey no le echó de la sala porque fue el peor entre las personas "malas"
que habían llegado. En lo que a la parábola se refiere, el podría haber sido el
mejor entre los "buenos". Tampoco fue rechazado debido a que su propia prenda
era fea, defectuosa, o inmunda. El invitado tuvo que ir a la oscuridad porque
llevaba la ropa incorrecta. En lugar de vestirse con lo que el rey le había
proporcionado, llevaba algo que había producido ya sea o él mismo o adquirido
por sus propios medios en otro lugar.

5. Llevando su propia ropa en vez del vestido de boda del rey, insultó a su
señor. Como resultado, no sólo quedó excluido de la boda – al igual que los que
rechazaron la invitación y no vinieron – sino que también fue castigado por
negarse a cumplir con las condiciones específicas establecidas por el rey. Él
ignoro o trató de violar la orden del rey, una orden según la cual “y son recibidos
solamente aquellos que se han puesto el manto de la justicia de
Cristo.” (Ibíd., Pág. 312).

6. El versículo 14 dice “porque muchos son llamados, y pocos escogidos.” En


realidad Dios nos llama a todos, ya que la obra redentora de Cristo abraza a toda
la humanidad – el evangelio no deja fuera absolutamente a nadie. ¿Quiénes,
entonces, son los pocos “elegidos.”? Según la parábola, los elegidos fueron los
que hicieron tres cosas básicas: (1) Todos ellos aceptaron la invitación del rey al
banquete de bodas, (2) Todos ellos llegaron al banquete de boda, y (3) todos
ellos se vistieron con el vestido de bodas. Al ponerse la ropa, y así hacer la
preparación requerida por el rey, demostraron, en primer lugar, que eran los
verdaderamente obedientes, y segundo, que tenían una fe genuina. Basaron su
seguridad de aceptación ante el rey, no en quiénes eran, ni lo que tenían, o lo que
hicieron por su cuenta, sino en el vestido de bodas, que simboliza la justicia
salvadora de Cristo libremente imputada a todo aquel que se arrepiente y cree.

El tercer y último pasaje que queremos discutir es Gálatas 3:26 al 4:7. Dos
conceptos particularmente nos interesan en este momento. En primer lugar:
"Todos ustedes son hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús" (Gálatas 3:26.). La
adopción, por definición, es la concesión de la filiación a alguien que no es un
hijo natural, es uno de los primeros beneficios que recibe un creyente por la fe
en Jesucristo. El Salvador confiere el “derecho o potestad de ser hechos hijos de
Dios... para todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre” (Juan
1:12). Los creyentes son así" adoptados como hijos [de Dios] por medio de

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PERFECTO EN CRISTO – HELMUT OTT

Jesucristo "(Ef. 1: 5.) Filiación, entonces, no es algo que los creyentes ganan,
sino un don de la gracia de Dios para los que aceptan a Jesucristo como su
Salvador personal.

En segundo lugar: “Si sois de Cristo, entonces sois herederos según la


promesa...” (Gálatas 3:29.). “Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo, Dios
te ha hecho también heredero” (Gálatas 4: 7). Observamos aquí una clara
relación causa-efecto, una reacción en cadena, por favor observe 1. El creyente
se convierte en un hijo adoptivo de Dios sobre la base de su relación de fe con
Jesucristo, su fe en Jesús le da derecho a ser hijo. 2. Y se convierte en un heredero
porque él es un hijo adoptivo de Dios, su filiación le da derecho a la herencia.
En otras palabras, la filiación pertenece a aquellos que tienen fe en Jesucristo, y
la herencia – la vida eterna con todo lo que ello implica –pertenece a los que son
hijos de Dios en Cristo.

Esta relación directa de causa-efecto entre la fe y la filiación, por una parte, y la


filiación y la herencia, por otro, debe permanecer intacta. Las Escrituras enseñan
que los hijos de Dios deben crecer en todos los aspectos de sus vidas. Pero la
Biblia nunca establece una relación causa-efecto entre el grado de desarrollo
espiritual de un cristiano y de su derecho a la herencia eterna. Los padres
humanos dividen su patrimonio entre todos sus hijos, independientemente de sus
edades relativas, tamaños y grados de madurez. Incluso nuestro sentido
imperfecto de la justicia nos dice que sería muy injusto desheredar a un hijo
porque él es todavía un joven y por lo tanto aún no había llegado a su plena
madurez.

Como resultado de su larga vida con Dios, Matusalén vivió un relativamente alto
grado de maduración. Pero de ninguna manera le hace más y mejor calificado
para recibir la herencia eterna que el ladrón en la cruz que, debido a su adopción
en la undécima hora, murió como un bebé en Cristo. Ambos casos ilustran el
hecho de que la herencia eterna pertenece a los hijos e hijas de Dios en Cristo,
independientemente de su grado de crecimiento espiritual. Los niños en Cristo
que debe enfrentar el juicio final – ya sea en la muerte o en el final del tiempo
de gracia – poco después de su nacimiento en la familia espiritual de Dios tienen
exactamente el mismo derecho, otorgado por la gracia, para ser herederos al
igual que aquellos que son "adultos", viejos y experimentados.

El hijo maduro de Dios, que ha experimentado una cantidad real y significativa


del crecimiento espiritual, nunca se convierte en otra cosa que no sea lo que era
al principio. Siempre queda como un hijo adoptivo cuyo derecho a la herencia
se basa en el hecho de que él es un hijo de Dios en Cristo, y no en el grado de
crecimiento que experimenta durante su vida como cristiano. Ya sea que muera
como un bebé recién nacido en Cristo o viva una larga vida de crecimiento y
desarrollo, esto no hace ninguna diferencia en cuanto se refiere a su derecho a la
herencia. Él es un heredero estrictamente porque es un hijo, y un hijo sólo por
adopción.

Esto explica desde un ángulo diferente el mismo concepto que vimos


anteriormente: a saber, que aunque nunca alcanzaremos un estado de
santificación total en esta vida, podemos tener plena certeza de la

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PERFECTO EN CRISTO – HELMUT OTT

salvación. Aunque somos pecadores en nosotros por naturaleza, somos justos


en Cristo por la fe. Debido a la imputación de la justicia de Cristo a nosotros,
Dios nos declara justos y nos trata como hijos suyos a pesar del hecho de
que nos encontramos aún pecadores, imperfectos, e indignos. Así que Dios, no
nos juzga y recompensa sobre la base de nuestro progreso relativo en el
desarrollo del carácter y la modificación de la conducta, sino más bien sobre
nuestra aceptación de la obra redentora del Salvador.

Capítulo II
La mediación de Cristo a favor del creyente para presentar su
desempeño - Su obediencia, su servicio y adoración -
Aceptable ante el Padre.

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PERFECTO EN CRISTO – HELMUT OTT

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PERFECTO EN CRISTO – HELMUT OTT

Perfecto en Cristo
Helmut Ott

Capítulo II
La mediación de Cristo a favor del creyente para presentar su
desempeño - Su obediencia, su servicio y adoración -
Aceptable ante el Padre.

Muchas declaraciones de Elena de White hablan de otros aspectos, una segunda


dimensión, del ministerio mediador de Cristo. Indican que además de presentar
a los creyentes como personas individuales momento tras momento completos
en sí mismo, Jesús hace que su vida de obediencia, como hijos adoptivos de
Dios, sea perfectamente aceptable al Padre en Cristo.
En lo que se refiere a este punto, que yo sepa, nadie ha publicado alguna vez un
estudio sobre este aspecto del ministerio mediador de Cristo. Al parecer, los
estudiantes de los escritos de Ellen White tienen que haber pasado por alto este
punto o no pudieron ver su significado e importancia. Por lo tanto, trataremos de
fundamentar esto aquí. En primer lugar, veremos por qué el creyente necesita a
Cristo para que haga mediación por su actuación o desempeño. Luego
investigaremos cómo, según Ellen White, el ministerio mediador de Cristo
perfecciona las acciones del creyente para que puedan cumplir con la norma que
Dios exige.

1. ¿Por qué el creyente depende de la Mediación de Cristo


para rendir una obediencia perfecta?

La necesidad que tiene el cristiano de depender de la mediación de Cristo con el


fin de rendir una obediencia aceptable a Dios recae, en primer lugar, por el
carácter absoluto de perfección de la norma que Dios ha establecido, y en
segundo lugar, sobre sus propias limitaciones, que como pecador tiene para
satisfacer las exigencias de la ley.
“Dios exige en la actualidad exactamente lo que exigió a la santa pareja en el
Edén: obediencia perfecta a sus requerimientos. Su ley permanece inmutable en
todas las edades. La gran norma de justicia presentada en el Antiguo Testamento
no es rebajada en el Nuevo.” (Fe y Obras, pág. 52). “La condición para alcanzar
la vida eterna es ahora exactamente la misma de siempre, tal cual era en el
paraíso antes de la caída de nuestros primeros padres: la perfecta obediencia a la
ley de Dios, la perfecta justicia.” (El camino a Cristo, Pág. 62).

“Muchos se engañan con respecto a su verdadera condición ante Dios. Se


felicitan por los actos reprensibles que no cometen, y se olvidan de enumerar las

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PERFECTO EN CRISTO – HELMUT OTT

obras buenas y nobles que Dios requiere, pero que ellos descuidan de hacer.” (El
Conflicto de los Siglos, pág. 601). “La ley exige perfecta obediencia… La
mínima desviación de sus requerimientos, por descuido o transgresión
voluntaria, es pecado, y cada pecado expone al pecador a la ira de Dios.”
(Mensajes Selectos, tomo 1, p. 218). “El ideal que Dios tiene para sus hijos está
por encima del alcance del más elevado pensamiento humano. La meta a
alcanzar es la piedad, la semejanza a Dios.” (Educación, Pág. 18).

Llamamos la atención sobre tres aspectos de sus afirmaciones: 1. La norma que


debemos alcanzar no es sólo la obediencia, sino la obediencia perfecta, las meras
aproximaciones a la perfección, del total cumplimiento de la voluntad de Dios
para la humanidad, no son aceptables. 2. La menor desviación de los
requerimientos de Dios es pecado, y cada pecado expone a una persona a la ira
de Dios. 3. Los hombres son culpables no sólo por hacer malas acciones sino
también por no hacer suficientes buenas obras.
La obediencia perfecta significa la satisfacción de la letra y el espíritu de la
palabra revelada de Dios. Exige absoluta armonía con todos los principios
divinos que son la base de toda su voluntad para con los hombres. Cualquier cosa
menos que esto es una obediencia imperfecta, obediencia que, en lugar de recibir
la aprobación de Dios, merece su condena. Como resultado de esto, una persona
puede no haber violado nunca una única prohibición específica del Decálogo,
como tomar el nombre de Dios en vano, haber caído en la codicia, o haber dado
falso testimonio, y todavía ser condenado, porque él no pudo amar a Dios en
primer lugar y amar a todos sus vecinos como a sí mismo todo el tiempo y en
todas las circunstancias. Él descuido la 'justicia y la misericordia y la fe ", que,
según Jesús, son “lo más importante de la ley.” (Mateo 23:23 RV).

La cuestión de si el creyente puede cumplir la norma de la perfecta obediencia


de Dios, Ellen White lo respondió en sus escritos tanto negativa como
positivamente:
No. Porque él es un pecador, el creyente no puede rendir una perfecta
obediencia a Dios, a menos que...

“Era posible para Adán, antes de la caída, desarrollar un carácter justo por la
obediencia a la ley de Dios. Más no lo hizo, y por causa de su caída tenemos una
naturaleza pecaminosa y no podemos hacernos justos a nosotros mismos. Puesto
que somos pecadores y malos, no podemos obedecer perfectamente una ley
santa. No tenemos por nosotros mismos justicia con que cumplir lo que la ley de
Dios demanda. Más Cristo nos ha preparado una vía de escape.” (El camino a
Cristo, Pág. 62).
“La justicia es obediencia a la ley. La ley demanda justicia, y ante la ley, el
pecador debe ser justo; pero es incapaz de serlo.” (Mensajes Selectos, tomo 1, p.
367). “Es así que [la ley] no podía justificar al hombre, porque éste en su
naturaleza pecaminosa no podía guardar la ley.” (Patriarcas y Profetas, pág. 373).
“Dios no va a rebajar su ley para ponerla al nivel de las normas imperfectas del
hombre; y el hombre no puede satisfacer los requerimientos de esa santa ley sin

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PERFECTO EN CRISTO – HELMUT OTT

experimentar arrepentimiento delante de Dios y fe en nuestro Señor Jesucristo.”


(Fe y Obras, pág. 29).
Sí. A pesar de su pecado, el creyente puede rendir obediencia perfecta a Dios,
siempre que...
“Por su perfecta obediencia ha hecho posible que cada ser humano obedezca
los mandamientos de Dios. . . .Pero Cristo vino en forma humana, y por su
perfecta obediencia probó que la humanidad y la divinidad combinadas pueden
obedecer cada uno de los preceptos de Dios.” (Palabras de Vida del Gran
Maestro, págs. 312-314).
“La cruz de Cristo testifica de la inmutabilidad de la ley de Dios… Jesús murió
para que pudiera imputar al pecador arrepentido su propia justicia, y hacer
posible que el hombre guardara la ley.” (Mensajes Selectos, tomo 1, p. 312).
Existe una evidente tensión entre los dos conjuntos de declaraciones que hemos
citado. Si se toman a su valor nominal, parecen contradecirse unas a otras. Sin
embargo, cuando las examinamos con más cuidado y estudiamos sobre una base
más amplia, nos damos cuenta de que no se contradicen sino que se
complementan mutuamente. Pertenecen a un tipo de escritos que no debemos
considerarlos ser integrales, sistemáticos, o concluyentes. En su lugar, tenemos
que verlos como declaraciones parciales que nunca pretendieron significar o
constituir la respuesta completa a la pregunta que abordan. Ellos simplemente
apuntan a una verdad que es a la vez más profunda y más amplia que lo que
específicamente expresan, una verdad que, una vez comprendida, revela su
carácter complementario y la armonía esencial.
El primer conjunto de declaraciones, de hecho afirma que, debido a que él es un
pecador, el creyente no puede rendir una perfecta obediencia a Dios sin participar
de lo que Cristo pone a su disposición a través de su ministerio de mediador. A
su vez el segundo conjunto de declaraciones indica que, a pesar de sus pecados
personales, el creyente puede cumplir el estándar de Dios que es la perfecta
obediencia, siempre que participe de lo que Cristo pone a disposición de él.
Observe de nuevo: "El hombre no puede satisfacer los requerimientos de esa
santa ley sin experimentar arrepentimiento delante de Dios y fe en nuestro Señor
Jesucristo." A través del arrepentimiento el creyente asegura el perdón de Dios
y a través de la fe, se convierte en un participante de la justicia salvífica de Cristo,
tanto de los medios que están a su disposición a través de la mediación de Cristo.
Por lo tanto, el problema no es que la ley es excesivamente exigente, sino que el
hombre caído es incapaz de obedecerla perfectamente. A su vez la solución no
es intentar trascender nuestra pecaminosidad – porque eso no es posible en esta
vida – sino convertirse en participante en la victoria y los méritos de Cristo.

2. ¿Cómo el Mediador hace que la obediencia o rendimiento del


creyente sea perfectamente aceptable ante Dios.

Hemos visto que, de acuerdo con Ellen White, Dios requiere no sólo la
obediencia, sino una perfecta obediencia. Y hemos sugerido que ella también

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PERFECTO EN CRISTO – HELMUT OTT

indica que tal obediencia es posible sólo a través del arrepentimiento del creyente
para con Dios y su fe en Jesús. Ahora vamos a tratar de establecer exactamente
cómo la mediación de Cristo hace posible que el creyente pueda cumplir con la
norma que Dios ha establecido.
“Con la victoria obtenida en la cruz del Calvario, Cristo abre claramente el
camino para el hombre y así le hace posible que guarde la ley de Dios mediante
el Camino, la Verdad y la Vida. No hay otro camino.” (Mensajes Selectos, tomo
1, p. 342). “Jesús se constituyo en el Mediador entre Dios y el hombre, a fin de
restaurar para el alma penitente el favor de Dios al proporcionarle la gracia de
guardar la ley del Altísimo.” (Fe y Obras, pág. 119, cursivas suministrados). “A
través de la gracia de Cristo viviremos en obediencia a la ley de Dios escrita en
nuestros corazones.” (Patriarcas y Profetas, pág. 372). “Ningún pecado puede
tolerarse en aquellos que andarán con Cristo en ropas blancas. Las vestiduras
sucias han de ser sacadas, y ha de ponerse sobre nosotros el manto de la justicia
de Cristo. Por el arrepentimiento y la fe, somos habilitados para prestar
obediencia a todos los Mandamientos de Dios, y somos hallados sin culpa
delante de él.” (Testimonios, vol. 5, p. 472). “Pero por la perfecta obediencia a
los requerimientos de la ley, el hombre es justificado. Solamente mediante la
fe en Cristo es posible una obediencia tal” a través de la fe en Cristo es [posible]
una perfecta obediencia [a los requisitos de la ley] (En Lugares Celestiales, pág.
146).

“A través de la fe en Cristo la obediencia a todos los principios de la ley se hace


posible.” (Comentario Bíblico Adventista, Elena White Comentarios, vol. 6, p.
1077). “Para poder hacer frente a los requerimientos de la ley, nuestra fe debe
aferrarse de la justicia de Cristo, aceptándola como nuestra justicia. Mediante la
unión con Cristo, mediante la aceptación de su justicia por la fe, podemos ser
hechos idóneos para realizar las obras de Dios, para ser colaboradores con
Cristo.” (Mensajes Selectos, tomo 1, p. 374, cursiva suministrados). “Cristo vino
a ser el sacrificio inmaculado en favor de una raza caída, convirtiendo a los
hombres en prisioneros de esperanza, de manera que, mediante el
arrepentimiento ante Dios por haber quebrantado su santa ley, y por medio de la
fe en Cristo como su Sustituto, Garante y Justicia, pudieran ser traídos de vuelta
a la lealtad a Dios y a la obediencia a su santa ley.” (Fe y Obras, pág. 118).
Vamos a examinar tres ideas que aparecen en estas declaraciones: 1. La perfecta
obediencia a la voluntad de Dios es posible para el creyente. 2. La única manera
de lograrlo es a través de Jesucristo – "a través del Camino, la Verdad y la Vida
No hay otro camino". 3. La Gracia de Dios, la Justicia de Cristo, y el
arrepentimiento del creyente y la fe son la verdadera clave de la perfecta
obediencia.
Nuestro examen de los escritos de Elena de White nos ha llevado a un
descubrimiento sorprendente: Enseñan consistentemente que la perfecta
obediencia a la voluntad de Dios sólo es posible cuando, a través de la fe, el
creyente participa en lo que Cristo hace por él como su mediador y sustituto ante
la presencia del Padre.
La mediación de Cristo hace que la obediencia del creyente sea perfectamente
aceptable ante el Padre en tres distintas aunque interrelacionadas formas: (1) a
través de la sustitución, (2) a través de la purificación, y (3) a través de

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PERFECTO EN CRISTO – HELMUT OTT

complementación. Lo que sigue, agrupados bajo estos tres títulos, no es más que
una muestra de sus declaraciones.
a. La obediencia perfecta a través de la sustitución. El Padre acepta la toda
suficiente justicia de Cristo – Su carácter santo, sus méritos perfectos, y su
obediencia perfecta – en lugar de las imperfecciones, defectos y pecados del
creyente.

“Puesto que somos pecadores y malos, no podemos obedecer perfectamente una


ley santa. No tenemos por nosotros mismos justicia con que cumplir lo que la
ley de Dios demanda. Más Cristo nos ha preparado una vía de escape. Vivió
sobre la tierra en medio de pruebas y tentaciones tales como las que nosotros
tenemos que arrostrar. Sin embargo, su vida fue impecable. Murió por nosotros
y ahora ofrece quitarnos nuestros pecados y vestirnos de su justicia. Si os
entregáis a él y lo aceptáis como vuestro Salvador, por pecaminosa que haya sido
vuestra vida, seréis contados entre los justos por consideración a él. El carácter
de Cristo toma el lugar del vuestro, y vosotros sois aceptados por Dios como si
no hubierais pecado.” (El Camino a Cristo, p. 62).
“La única forma en que [el pecador] puede obtener la justicia es mediante la fe.
Por la fe puede presentar a Dios los méritos de Cristo, y el Señor coloca la
obediencia de su Hijo en la cuenta del pecador. La justicia de Cristo es aceptada
en lugar del fracaso del hombre, y Dios recibe, perdona y justifica al alma
creyente y arrepentida, la trata como si fuera justa, y la ama como ama a su Hijo.
De esta manera, la fe es imputada a justicia y el alma perdonada avanza de gracia
en gracia, de la luz a una luz mayor.” (Mensajes Selectos, tomo 1, p. 367).
“En el momento en que el pecador cree en Cristo, se encuentra a la vista de Dios
sin ser condenado; porque la justicia de Cristo que es su perfecta obediencia es
imputada a él” (Fundamentals of Christian Education, pág 429). “La verdad es
clara, y cuando se la compara con el error, se puede discernir su carácter. Todos
los súbditos de la gracia de Dios pueden comprender lo que se requiere de ellos.
Mediante la fe podemos conformar nuestras vidas a la norma de justicia, porque
podemos apropiarnos de la justicia de Cristo.” (Fe y Obras, pág. 97).
b. La obediencia perfecta a través de la purificación. Como un incienso
purificador, la justicia salvadora de Cristo limpia y purifica la pecaminosidad del
creyente de la adoración, de la obediencia y de su servicio, haciéndola aceptable
ante Dios.
“Ante los creyentes se presenta la maravillosa posibilidad de llegar a ser
semejante a Cristo, obedientes a todos los principios de la ley de Dios. Pero por
sí mismo el hombre es absolutamente incapaz de alcanzar esas condiciones. La
santidad, que según la Palabra de Dios debe poseer antes de poder ser salvo, es
el resultado del trabajo de la gracia divina del que se somete en obediencia a la
disciplina y a las influencias refrendadoras del Espíritu de verdad. La obediencia
del hombre puede ser hecha perfecta únicamente por el incienso de la justicia de
Cristo, que llena con fragancia divina cada acto de obediencia.” (Los Hechos de
los Apóstoles, p. 532).
“El incienso, que ascendía con las oraciones de Israel, representaba los méritos
y la intercesión de Cristo, su perfecta justicia, la cual por medio de la fe es

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PERFECTO EN CRISTO – HELMUT OTT

imputada a su pueblo, y es lo único que puede hacer la adoración de los seres


pecaminosos agradable a Dios.” (Patriarcas y Profetas página 353). “Ni el tiempo
ni los acontecimientos pueden disminuir la eficacia del sacrificio expiatorio.
Como la fragante nube del incienso se elevaba aceptable hacia el cielo y Aarón
rociaba la sangre sobre el propiciatorio (el trono de la misericordia) del antiguo
Israel y purificaba al pueblo de la culpa. Así también Dios acepta hoy los méritos
del Cordero inmolado como un medio purificador de la contaminación del
pecado.” (Testimonios, vol. 4, p. 124).
“Todo debe ser puesto sobre el fuego de la justicia de Cristo para limpiarlo de
su olor terrenal antes de que se eleve en una nube de incienso fragante ante el
gran Jehová y sea aceptado como un suave perfume. . . “Cristo por amor a
nosotros se hizo pobre, para que por su pobreza fuésemos enriquecidos”. Y todas
las obras que el hombre puede rendir a Dios serán mucho menos que nada. Mis
suplicas son aceptas únicamente porque se apoyan en la justicia de Cristo. La
idea de hacer algo para merecer la gracia del perdón es una falacia de principio
a fin. "Señor, en mi mano nada de valor traigo, solo a tu cruz me aferro.” (Fe y
Obras, pág. 24).
“Cristo mira el espíritu, y cuando Él nos ve llevando nuestra carga con la fe, su
perfecta santidad hace expiación de nuestras faltas. Cuando hacemos lo mejor
que podemos, él llega a ser nuestra justicia.” (Mensajes Selectos, tomo 1, p. 368).
“El mérito de Jesús debe ser mezclado con nuestras oraciones y esfuerzos, o de
otra manera estos resultan tan inútiles como lo fue la ofrenda de Caín. Si
pudiéramos contemplar toda la actividad del instrumento humano, tal como
aparece delante de Dios, veríamos que sólo la obra efectuada con mucha
oración, santificada por el mérito de Cristo, resistirá la prueba del juicio.”
(Servicio Cristiano, p. 263).
c. La perfecta obediencia a través de la complementación.

Cristo toma del creyente los esfuerzos honestos aunque imperfectos por vivir en
armonía con la voluntad de Dios, Él los perfecciona y completa con sus propios
méritos de manera que cumplan con los requisitos divinos.
“La fe y las obras van de la mano; actúan armoniosamente en la empresa de
alcanzar la victoria. Las obras sin fe son muertas y la fe sin obras es muerta. Las
obras jamás van a salvarnos; son los méritos de Cristo que contarán en nuestro
favor. Mediante la fe en Él, Cristo hará que todos nuestros imperfectos esfuerzos
sean aceptables para Dios.” (Fe y Obras, pág. 48). “Aunque las buenas obras del
hombre, sin fe en Jesús, no tienen más valor que la ofrenda de Caín, sin embargo,
cubiertas con los méritos de Cristo, testifican de la idoneidad del que las hace
para heredar la vida eterna.” (Mensajes Selectos, tomo 1 p 382).
“La vida de Cristo es un perfecto cumplimiento de todo precepto de [la] ley. Él
dice: "yo he guardado los mandamientos de mi padre." El conocimiento de la ley
podría condenar al pecador, y aplastar la esperanza de su corazón, si no ve a
Jesús como su sustituto y garantía, listo para perdonar su transgresión y perdonar
su pecado. Cuando, a través de la fe en Jesucristo, el hombre hace lo mejor de
acuerdo a su capacidad, y trata de seguir el camino del Señor mediante la
obediencia a los Diez Mandamientos, la perfección de Cristo le es imputada para

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PERFECTO EN CRISTO – HELMUT OTT

cubrir la transgresión del alma arrepentida y obediente.” (Fundamentals of


Christian Education, pág. 135).
“Gracias a los méritos del Redentor, Dios acepta los esfuerzos de los pecadores
para guardar su ley, la cual es santa, justa y buena.” (Hijos e Hijas de Dios, p 41;
Cursivas suministrados). “Cuando está en el corazón el deseo de obedecer a
Dios, cuando se hacen esfuerzos en este sentido, Jesús acepta esta disposición y
esfuerzo como el mejor servicio del hombre, y él suple la deficiencia con sus
propios méritos divinos.” (Mi Vida Hoy, p. 250; cursiva suministrado).
Aunque el siguiente pasaje se refiere específicamente a la oración, nos ayuda a
entender cómo, según Elena de White, la mediación de Cristo perfecciona el
desempeño deficiente del creyente.

“Cada oración sincera es oída en el cielo. Tal vez no sea expresada con fluidez;
pero si procede del corazón ascenderá al santuario donde Jesús ministra, y él la
presentará al Padre sin balbuceos, hermosa y fragante con el incienso de su
propia perfección” (El Deseado de todas las gentes, pág . 667).
Es evidente que la mediación de Cristo tiene un doble efecto sobre la "oración
sincera": 1. Elimina las imperfecciones que la oración tenía según lo expresado
por el peticionario. 2. Hace que sea "bella" con el incienso de la propia
perfección de Cristo.
Estas consideraciones nos llevan a la conclusión de que, de acuerdo con Ellen
White, el ministerio mediador de Cristo es tan esencial como su muerte en la
cruz, porque a través de él trae el plan de salvación a su plena realización efectiva
para aquellos que lo aceptan como su Salvador personal, compartiendo con ellos
los beneficios de la obra redentora completada en la cruz. Este intercambio
ocurre de una manera doble: 1. Cristo imputa su muerte expiatoria, Su victoria
redentora, y su justicia salvadora al creyente y lo presenta así – como una persona
individual – perfectamente justa delante del Padre. 2. Cristo imputa sus méritos
personales a la vida deficiente del creyente como hijo de Dios, y por lo tanto
hace que su obediencia, su servicio y su culto sea agradable al Padre.

3. Algunas consideraciones bíblicas.


Mientras que algunos detalles contenidos en las declaraciones previamente
discutidas, no aparecen en la Biblia, los conceptos básicos que se presentan aquí
están bien fundados en las Escrituras. Los pasajes que discutimos en esta sección
deben mostrar la correlación. Pablo afirma:

“Así que, como por la transgresión de uno vino la condenación a todos los
hombres, de la misma manera por la justicia de uno vino a todos los hombres la
justificación de vida. Porque así como por la desobediencia de un hombre los
muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno, los
muchos serán constituidos justos.” (Romanos 5:18, 19).

Note dos puntos básicos aquí: 1. La justificación del pecador no se basa en lo


que es o lo que hace – como en tener un carácter perfecto o una obediencia
impecable – sino en un “acto de justicia”, el de Cristo. 2. "Los muchos [una

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PERFECTO EN CRISTO – HELMUT OTT

referencia directa a los redimidos] serán constituidos justos, “por la obediencia


de uno solo”, es decir Jesucristo.
Hemos visto que, de acuerdo con Elena de White, “en el momento en que el
pecador cree en Cristo, se encuentra a la vista de Dios sin ser condenado, porque
la justicia de Cristo es suya: la perfecta obediencia de Cristo es imputada a él.”
El creyente “puede llevar a Dios los méritos de Cristo, y el Señor coloca la
obediencia de su Hijo en la cuenta del pecador.” Aunque el pasaje del libro de
Romanos no utiliza estas palabras exactas, es evidente que se establece el mismo
principio. Pablo revela el hecho de que el acto de justicia de Cristo trajo como
resultado “la justificación de vida para todos los hombres.” Así señala que la
obediencia de Jesús es contada para – o se atribuye – a los creyentes, para que el
creyente sea declarado justo sobre la base de la obediencia de Cristo imputada a
él por la fe.
El hecho de que los esfuerzos de la mediación de Cristo completan y
perfeccionan el cumplimiento parcial y los esfuerzos imperfectos del creyente,
esto no suprime la necesidad de la obediencia, sin embargo. Jesús no hace de la
desobediencia consciente y la transgresión deliberada aceptable a Dios – solo el
perdón, a través del arrepentimiento y la confesión puede solucionar eso. En
cambio, los verdaderos intentos del creyente para vivir una vida digna de los
hijos adoptivos de Dios en Cristo (Ef. 4: 1 ss; 5: 8 y ss) son los que la justicia del
Salvador limpia de pecado, y los hace perfectos a los ojos del Padre.

La Escritura enseña que Jesús "se convirtió en causa de eterna salvación para
todos los que le obedecen" (Heb. 5: 9). Esto significa que Jesús es el Salvador,
no de aquellos que lo rechazan conscientemente y deliberadamente contradicen
la voluntad de Dios para sus vidas, sino sólo de los que le obedecen. También
indica que los que le obedecen necesitan a Jesús como su Salvador. No es su
propia obediencia, sino que Cristo es la fuente – la causa, la base – de su
salvación.
El "obediente" necesita un Salvador, no porque haga lo incorrecto en obedecer,
sino porque Dios nunca planeó que la obediencia fuera otro método para lograr
la justicia salvadora – no es el camino para que los seres caídos trasciendan su
condición perdida, que superen su pecaminosidad personal, o logren un estado
de plenitud espiritual. Pablo afirma que "si la ley dada pudiera vivificar, la
justicia fuera verdaderamente por la ley" (Gálatas 3:21). Es por ello que ninguna
cantidad de obediencia nos puede dar acceso a la salvación. Debido a que existe
la vida eterna sólo en Cristo, podemos tener acceso a ella sólo poseyéndolo a Él.

La segunda razón de porque los obedientes necesitan un Salvador, es que su


obediencia siendo parcial e imperfecta, en lugar de ganarles el favor de Dios, en
realidad merece su condena. Es por eso que a Aquel que es el "autor y
consumador [" finisher ", RV] de nuestra fe, que... sufrió la cruz... y se sentó a
la diestra del trono de Dios" (Heb. 12: 2), debe ser el originador de la redención
y llevarla hasta su completa finalización (Filipenses 1: 6).

Pedro declara que “los sacrificios espirituales del creyente – su adoración,


oración, obediencia, servicio – son aceptables a Dios por medio de Jesucristo.”

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PERFECTO EN CRISTO – HELMUT OTT

(1 Pedro 2: 5). Evidentemente, la base sobre la cual Dios acepta las ofrendas de
amor del creyente, el testimonio, la alabanza y la obediencia, la adoración y el
servicio, no es el valor de la donación o el merito del donante. En cambio, Dios
responde favorablemente a ellos sólo cuando – y por el hecho de que – el
creyente los trae a través de Jesucristo, el mediador, que limpia del pecado,
elimina su imperfección, y los perfecciona mediante la imputación de sus
méritos personales. Sólo por acercarse al Padre por medio de Cristo el creyente
demuestra que reconoce su verdadera condición.

4. La obediencia de la fe

Puesto que no hay un entendimiento uniforme de lo que constituye la verdadera


obediencia, vamos a discutir brevemente el tema en este punto. Algunos creen
que en la obediencia es el motivo el que cuenta. Si el motivo es egoísta, entonces
la obediencia es inútil. Pero si el motivo es el amor, la obediencia es genuina y
agradable a Dios. De acuerdo con este punto de vista, la capacidad de una
persona para el amor es la clave para la verdadera obediencia.

Otros dicen que la diferencia entre la obediencia legalista y la obediencia que


Dios requiere radica en el poder que el individuo utiliza. Si uno obedece con su
propia fuerza, entonces su respuesta es legalista y por consiguiente
inaceptable. Sin embargo, si uno obedece en el poder del Espíritu, entonces la
obediencia de uno es verdadera y genuina. Por lo tanto la capacidad de una
persona para utilizar el poder del Espíritu es la clave para la perfecta obediencia.

Otros sostienen que logramos la verdadera obediencia cuando precisamente


obedecemos los diez mandamientos de la ley moral. En su opinión, el pecado no
es más que la transgresión de la letra de la ley, en un sentido estricto como el
Decálogo. Por lo tanto, si uno hace lo que ordena la ley y se abstiene de lo que
prohíbe, entonces él logra una obediencia verdadera, total y sin defectos – una
obediencia aceptable por sus propios méritos porque satisface plenamente la
norma establecida por Dios.

Obviamente los tres puntos de vista tienen algún mérito – son piezas originales
y necesarias de la respuesta. Pero no proporcionan la explicación completa de lo
que constituye la perfecta obediencia. Consideremos cada opinión:

1. El amor es de hecho el único verdadero motivo. Pero el amor no dicta lo


que es bueno y lo que es malo. No se puede determinar la calidad moral de un
acto, ni tiene ningún poder para convertir un mal en un bien. Así que a menos
que uno esté debidamente informado y bien guiado por los principios de orden
moral por el cual Dios gobierna el universo, el amor puede que le pida que haga
algo contrario a lo que es verdaderamente bueno, justo y amoroso. Los motivos
correctos y las buenas intenciones no siempre conducen a acciones que estén en
armonía con la voluntad de Dios.

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PERFECTO EN CRISTO – HELMUT OTT

2. El tipo de poder que usamos determina la naturaleza de nuestra


obediencia. Decir que el tipo de poder que usamos determina la naturaleza de
nuestra obediencia es inadecuado por dos razones básicas.

En primer lugar, es inadecuado porque los preceptos de la ley, ya sea que nos
mandan o nos prohíben hacer algo no nos especifican el método que debemos
seguir o el poder que debemos emplear para obedecer. Por ejemplo, el
mandamiento no dice "No robarás a través del poder del Espíritu." En cambio,
dice "No robarás", en tiempo presente. Por lo tanto, si es que nos hemos
abstenido de robar, entonces nosotros hemos obedecido todo lo que este
mandamiento especifico requiere. La forma como logramos obedecer es
totalmente irrelevante en cuanto a las exigencias que la ley requiere.

En segundo lugar, lo más importante es hacer una distinción entre obedecer y


cumplir a través del poder del Espíritu con nuestras propias fuerzas crea una falsa
antítesis. Según la Escritura, la naturaleza pecaminosa del hombre caído ni
quiere ni es capaz de obedecer la voluntad de Dios. Observe este pasaje de San
Pablo:

“La mente pecaminosa es enemiga de Dios. Porque no se sujeta a la ley de Dios,


ni tampoco puede hacerlo. Los que viven según la carne no pueden agradar a
Dios. Usted, sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino
según el Espíritu.” (Romanos 8: 7-9 traducido del ingles).
“Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios: porque no se
sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden; y los que viven según la carne no
pueden agradar a Dios. Más vosotros no vivís según la carne, sino según el
Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el
Espíritu de Cristo, no es de él.” (Romanos 8: 7-9 directo de la Biblia RV 1960).
Por consiguiente, concluimos que no hay esfuerzos suficientes para obedecer
toda la voluntad de Dios de un ser caído alguna vez por su propia cuenta. Por sí
mismo no tiene ni la voluntad ni el poder de hacer lo que es correcto. Su mente
pecaminosa no quiere someterse a la voluntad de Dios, y su naturaleza
pecaminosa no tiene la fuerza que dicha conformidad requiere. En vista de esto,
se concluye además que, en la medida en que un ser pecaminoso obedece a Dios
en todo, en esa medida también está respondiendo a los impulsos y actuar por el
poder capacitador del Espíritu.
3. La idea de que la verdadera obediencia significa el fiel cumplimiento de los
diez mandamientos de la ley se queda corta porque la voluntad de Dios para el
hombre caído trasciende las órdenes y prohibiciones específicas contenidas en
el Decálogo. Como una declaración parcial de la voluntad de Dios para nosotros,
la ley nos dice sólo lo que tenemos que hacer para vivir moralmente correcto,
pero no tiene nada que decir acerca de lo que debemos hacer para ser salvo. La
ley evalúa nuestro comportamiento y nos dice que hemos pecado, pero no nos
explica cómo ser libres de nuestra culpa y no tiene nuestra condena revocada; ni
nos revela todo lo que debemos hacer para seguir viviendo en una relación
apropiada con Dios una vez que hayamos sido aceptados en su comunión. En
otras palabras, la ley nos da a conocer que somos pecadores, pero no nos dice

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PERFECTO EN CRISTO – HELMUT OTT

cómo hemos de ser salvados de nuestros pecados. Nos recuerda que necesitamos
un Salvador, pero no nos dice cómo o dónde podemos encontrarlo.
Las instrucciones de Dios – Sus decretos, estatutos, y mandamientos – no nos
dicen a nosotros qué hacer para remediar el problema del pecado, no aparecen
en el Decálogo. Las encontramos solamente en el evangelio tal como se expresan
en ambos testamentos de la Santas Escrituras. En pocas palabras, En el Antiguo
Testamento el pecador tenía que llevar al tabernáculo, por ejemplo, un cordero
como ofrenda por el pecado, confesar su pecado sobre la cabeza y matar la
víctima, después de esto, el sacerdote podía utilizar la sangre del cordero para
hacer expiación y asegurar el perdón de Dios para él (Levítico 4-6). Cualquier
incumplimiento de las leyes que regulan esta ceremonia tuvo consecuencias
mucho más graves que no obedecer perfectamente el Decálogo. Dios había
hecho provisión para aquellos cuya obediencia no estaba a la altura de las
exigencias de la ley, pero ninguna provisión para aquellos que no pudieron
asegurar su perdón a través de los medios que Él proporciono.
Esta es una clara indicación de que la decisión sobre si un israelita en particular
fue obediente en última instancia, depende, no de su relación con la ley, sino de
su relación con Dios con el cordero que él proveyó como símbolo de Cristo. Por
consiguiente, concluimos que, según el Antiguo Testamento, los
verdaderamente obedientes fueron aquellos que, habiendo hecho todo lo posible
para vivir en plena armonía con las leyes de Dios, reconociendo su transgresión
y su deficiencia vinieron a Dios confiando en la sangre de un sacrificio para
asegurar su perdón, y así conservar su lugar como miembros del pueblo del pacto
de Dios. La verdadera obediencia, obviamente, incluye tanto la sumisión a los
mandatos de la ley moral y la conformidad con las exigencias del Evangelio
como se representa en los servicios del tabernáculo.
Lo mismo ocurre en el Nuevo Testamento. Jesús dijo claramente que Él no había
"venido para abrogar la ley o los profetas .., sino para cumplir." (Mateo 05:17).
Él no vino para liberarnos de la responsabilidad de vivir moralmente correcto o
para abolir los principios que rigen la creación de Dios para que podamos agradar
a nuestra naturaleza pecaminosa a voluntad. Pero decimos que lo mismo ocurre
en la mayoría de las veces que Jesús exhortó a sus oyentes para mantener tanto
sus mandamientos como los mandamientos del Padre, no significa
definitivamente, que se refirió específicamente a los Diez Mandamientos.
Tampoco significa que el llamado del Salvador acerca del discipulado no impone
ninguna otra obligación que lo que la ley requiere – que sus demandas sobre
nosotros comienzan y terminan con lo que explica el Decálogo.

Cuando leemos la afirmación de Cristo: “Si me amáis, guardad mis


mandamientos” (Juan 14:15), muchos de nosotros casi automáticamente
pensamos que él se está refiriendo a los Diez Mandamientos. Debemos recordar,
sin embargo, que Jesús está hablando aquí sobre todo en su papel como Salvador.
Por lo tanto, la expresión “obedecer mis mandamientos”, aunque puede incluir
el Decálogo, no está ciertamente limitada a ella. El mandato de Cristo acerca del
evangelio se centra especialmente en las exigencias y obligaciones que este
impone sobre el creyente. No se ocupa solo con lo que debemos hacer con el fin
de “vivir una vida digna de la vocación" que recibimos como dice Pablo (Ef. 4:
1), sino sobre todo con lo que debemos hacer con el fin de responder a este

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PERFECTO EN CRISTO – HELMUT OTT

llamado para que podamos ser reconciliados con el Padre y recibir la adopción
de hijos e hijas de Dios.
Las directivas del evangelio se originan en su naturaleza única y contribuyen a
la realización de sus objetivos particulares. Por lo tanto son esencialmente
diferentes de los mandatos de la ley. Esta demás decir que las exigencias del
evangelio son tan vinculantes y normativas como las de la ley. La salvación que
Dios ofrece en Cristo exige ciertas respuestas específicas del pecador. Por
ejemplo, cuando durante su ministerio terrenal, Jesús proclamó la buena nueva
de Dios, diciendo: “El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios está cerca (se
ha acercado); convertíos (arrepentíos) y creed en el evangelio” (Marcos 1:15,
RV), Él hizo más que apelar a la conciencia de sus oyentes. Él, de hecho, hizo
obligatorio para cualquier pecador el arrepentimiento y la fe que busca la
reconciliación con Dios. En el proceso, se reveló que son una prueba de la
obediencia de un pecador tan ciertamente como cualquiera de los mandamientos
de la ley.
Lucas informa que "la palabra del Señor crecía" y se extendía, y "un gran número
de sacerdotes obedecían a la fe" (Hechos 6: 7). Podemos estar seguros de que
muchos de estos sacerdotes eran tan fieles a la ley como es razonable esperar de
cualquier ser caído. Como Pablo eran "irreprensibles" de acuerdo a la ley
(Filipenses 3:6). Sin embargo, si no hubieran sido obedientes al evangelio, no
habrían tenido acceso a la gracia y, por tanto, no hubieran tenido ninguna
esperanza de vida eterna.
Pablo recibió “el apostolado, para llamar a la gente de entre todas las naciones a
la obediencia a la fe” (Romanos 1: 5). “La obediencia de la fe” (RSV) proviene
sólo de los que han aceptado a Jesucristo como su Salvador personal. Sin esta fe
– la participación en la obra redentora de Cristo – ninguna cantidad de guardar
la ley será capaz de reconciliarnos con Dios, ni concedernos el derecho de
adopción, y no nos dará acceso a la herencia eterna del Padre.
Jesús reveló que las exigencias del Evangelio son obligatorias cuando dijo que
“para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” y “el
que en él cree no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado,
porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios” (Juan 3: 16,18).
Es evidente que el destino eterno de una persona no depende de si él obedece la
ley, nadie se salvaría si esa fuera la norma, sino si él responde a lo exigido por
el Evangelio. Pablo expresó el mismo punto cuando declaró que “los que no
conocen a Dios, ni obedecen al evangelio de nuestro Señor Jesucristo” “los
cuales sufrirán castigo de eterna perdición, excluidos de la presencia del Señor”
(2 Tesalonicenses 1: 8, 9). Como fue el caso en los tiempos del Antiguo
Testamento, Dios ha hecho provisión para nuestro fracaso e incapacidad en
rendir perfecta obediencia a la ley, pero ninguna provisión se ha hecho para
aquellos que no responden como lo exige el Evangelio.
Por tanto, es lógico concluir que, de acuerdo con el Nuevo Testamento, la
verdadera obediencia no está determinada en última instancia por el éxito de una
persona en la obediencia a los mandatos de la ley, sino por su fiel cumplimiento
de las exigencias del Evangelio. En consecuencia, los verdaderamente
obedientes son aquellos que, habiendo hecho todo lo posible para vivir como es
digno de los hijos e hijas de Dios en Cristo, reconocen su pecaminosidad, su

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PERFECTO EN CRISTO – HELMUT OTT

imperfección e indignidad, y se acercan al Padre con arrepentimiento y fe para


que la sangre expiatoria de Cristo pueda limpiarlos de su culpa y su justicia
salvadora pueda mantenerlos en una posición correcta con Dios.
En vista de esto, también es lógico decir que cuando el escritor bíblico afirma
que Jesús es el autor, la fuente o la causa de “salvación eterna para todos los que
le obedecen” (Heb. 5: 9), él no hace referencia a un grupo de hipotéticos o súper
exitosos creyentes que a través de su perfecta obediencia a la ley desarrollan en
sus propias vidas una justicia tan completa y meritoria como la de Cristo. En
cambio, el escritor habla de aquellos obedientes al Salvador como ellos enfrenta
el evangelio – es decir, los creyentes de todas las edades que "obedecen al
evangelio de nuestro Señor Jesús" (2 Tesalonicenses 1: 8.) En el más amplio
sentido de la expresión.
Aunque diferentes en la fraseología, los elementos básicos que hemos derivado
de las Escrituras son esencialmente los mismos que las que hemos visto
anteriormente en los escritos de Elena G. de White: 1. La obediencia perfecta es
posible sólo a través del arrepentimiento para con Dios por nuestros pecados y
por la fe en Cristo por causa de su justicia salvadora. 2. Cuando respondemos al
evangelio en arrepentimiento y fe y venimos al Padre, confiando en los méritos
del Hijo, nuestro divino Sumo Sacerdote nos imputa a nosotros los beneficios de
su obra redentora con el fin de compensar nuestras deficiencias y presentarnos a
nosotros ante a Dios perfectamente justos en Cristo.

Capítulo III
La mediación de Cristo: el único camino para todos, para alcanzar la
justicia salvadora.

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PERFECTO EN CRISTO – HELMUT OTT

Perfecto en Cristo
Helmut Ott

Capítulo III
La mediación de Cristo: el único camino para todos, para
alcanzar la justicia salvadora.

Otro concepto claramente establecido en los escritos de Elena de White es que


todos los seres caídos dependen igualmente de la mediación de Cristo para tener
una posición correcta o apropiada con Dios. Ningún pecador ha logrado nunca
desarrollar una justicia perfecta del ser o vivir sin pecar. Por lo tanto todos deben
valerse de la muerte expiatoria de Cristo, de su victoria redentora y de su justicia
imputada para salvación.

1. La Justicia Perfecta nunca ha sido lograda por nadie fuera de


Cristo

“La pluma inspirada, fiel a su tarea, nos habla de los pecados que vencieron a
Noé, Lot, Moisés, Abraham, David y Salomón, y hasta nos cuenta que aun el
enérgico espíritu de Elías se abatió bajo la tentación durante su terrible prueba.
Están fielmente registradas la desobediencia de Jonás y la idolatría de Israel. La
negación de Pedro, la aguda contienda que hubo entre Pablo y Bernabé, las
flaquezas de los profetas y los apóstoles, todo queda revelado por el Espíritu
Santo, que descorre el velo del corazón humano. Ante nosotros se expone la vida
de los creyentes, con todos sus defectos e insensateces, que están destinados a
ser una lección para todas las generaciones que los habían de seguir. Si hubiesen
sido perfectos, habrían sido sobrehumanos, y nuestra naturaleza pecaminosa nos
haría desesperar de llegar jamás a tal punto de excelencia” (Testimonios, vol. 4,
p. 12).

“El que lleva consigo un permanente sentido de la presencia de Cristo no puede


entregarse a la confianza en sí mismo o a la justificación propia. Ninguno de los
profetas o apóstoles formularon orgullosas pretensiones de santidad. Cuanto más
se acercaron a la perfección del carácter, menos dignos y justos se vieron a sí
mismos. Pero los que tienen la menor comprensión de la perfección de Jesús,
cuyos ojos están menos dirigidos a Él, son los que pretenden con más
vehemencia ser perfectos.” (Fe y Obras. P 54).

“Nosotros siempre nos sorprendimos e indignamos cuando oímos a un pobre


mortal caído exclamando: ¡yo soy santo; Estoy sin pecado!, Ni un alma a quien
Dios ha concedido la visión maravillosa de su grandeza y majestad, jamás ha
pronunciado una sola palabra de esta manera. Por el contrario, se han sentido
como hundirse en la humillación más profunda del alma, ya que han visto la
pureza de Dios, y en contraste con ello sus propias imperfecciones de la vida y
el carácter. Un rayo de la gloria de Dios, un destello de la pureza de Cristo, que
penetra el alma, hace que cada mancha de pecado sea dolorosamente visible y

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PERFECTO EN CRISTO – HELMUT OTT

deja al descubierto la deformidad y los defectos del carácter humano. ¿Cómo


puede cualquiera que es llevado ante la santa norma de la ley de Dios – lo que
hace evidente los malos pensamientos, los deseos no santificados, la infidelidad
del corazón, la impureza de los labios, y que deja al descubierto la vida, sus actos
de deslealtad en invalidar la ley de Dios – hacer cualquier alarde de santidad?,
todos estos defectos están expuestos a la vista, y su espíritu se aflige y se oprime
bajo la influencia de la búsqueda del Espíritu de Dios. Él se aborrece a sí mismo,
mientras ve la grandeza, la majestad, el carácter puro y sin mancha de Jesucristo.
Cuando el Espíritu de Cristo despierta el corazón con su maravilloso poder
despertador, hay un sentido de la deficiencia en el alma, que conduce a la
contrición de la mente, y a la humillación de uno mismo, en lugar de llevarlo a
la jactancia orgullosa de lo que ha sido adquirido” (Ellen G. White, en Review
and Herald, 16 de octubre 1888).

“Los que experimenten la santificación de que habla la Biblia, manifestarán un


espíritu de humildad. Como Moisés, contemplaron la terrible majestad de la
santidad, y se dan cuenta de su propia indignidad en contraste con la pureza y la
alta perfección del Dios Infinito” (El Conflicto de los Siglos, págs. 470).

“El profeta Daniel fue ejemplo de verdadera santificación. Llenó su larga vida
del noble servicio que rindió a su Maestro. Era un hombre “muy amado” (Daniel
10:11, VM) en el cielo. Sin embargo, en lugar de prevalerse de su pureza y
santidad, este profeta tan honrado de Dios se identificó con los mayores
pecadores de Israel cuando intercedió cerca de Dios en favor de su pueblo: “¡No
derramamos nuestros ruegos ante tu rostro a causa de nuestras justicias, sino a
causa de tus grandes compasiones!” “Hemos pecado, hemos obrado
impíamente”. Él declara: “Yo estaba [...] hablando, y orando, y confesando mi
pecado, y el pecado de mi pueblo”. Y cuando más tarde el Hijo de Dios apareció
para instruirle, Daniel dijo: “Mi lozanía se me demudó en palidez de muerte, y
no retuve fuerza alguna.” (Daniel 9:18, 15, 20; 10: 8) (El Conflicto de los Siglos,
págs. 470, 471).

“Miren en el espejo de la ley de Dios los que se sienten inclinados a hacer una
elevada profesión de santidad. Cuando vean la amplitud de sus exigencias y
comprendan cómo ella discierne los pensamientos e intentos del corazón, no se
jactarán de su impecabilidad. “Si dijéremos – dice Juan, sin separarse de sus
hermanos – que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y no
hay verdad en nosotros.” (1 Juan 1: 8) (Los Hechos de los Apóstoles, pagina
562). “Enoc poseía una mente poderosa, bien cultivada, y profundos
conocimientos. Dios le había honrado con revelaciones especiales; sin embargo,
por el hecho de que estaba en continua comunión con el cielo, y reconocía
constantemente la grandeza y perfección divinas, fue uno de los hombres más
humildes. Cuanto más íntima era su unión con Dios, tanto más profundo era el
sentido de su propia debilidad e imperfección.” (Patriarcas y Profetas, pág. 85).

“Nadie puede mirarse a sí mismo y encontrar algo en su carácter que lo


recomiende ante Dios o haga segura su aceptación. Sólo mediante Jesús, a quien
el Padre dio por la vida del mundo, puede encontrar acceso a Dios el pecador.
Sólo Jesús es nuestro Redentor, nuestro Abogado y Mediador. Nuestra única

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esperanza de perdón, paz y justicia está en él.” (Mensajes Selectos, tomo 1, págs.
332, 333).

Las declaraciones anteriores describen la experiencia de los patriarcas, profetas


y apóstoles – los gigantes espirituales de la Escritura – que tenían más
posibilidades que cualquier otra persona de desarrollar la justicia perfecta del ser
y aprender a vivir sin pecar. Sin embargo, (1) ninguno de ellos llegó a la meta
de la perfección intachable por su cuenta o por sus propios medios; (2) todos
ellos admitieron ser pecadores, imperfectos, e indignos; y (3) todos ellos
dependían de la justicia imputada de Cristo para la salvación. Su admisión de la
culpa y el pecado no fue resultado de un falso sentido de la modestia o una
incapacidad para reconocer su verdadera condición espiritual. En su lugar, se
basaba en el hecho de que su inusualmente estrecha relación con Dios les
permitió adquirir tanto el punto de referencia y la percepción espiritual que
necesitaban para verse a sí mismos como realmente eran.

Sería difícil argumentar convincentemente que los apóstoles y los profetas no


alcanzaron la meta de la impecabilidad, ya sea porque Dios no les dio suficiente
poder divino o porque no se esforzaron el tiempo suficiente. Por el contrario,
leemos en el libro los Hechos de los Apóstoles que eran hombres “a quien Dios...
honro con luz divina y el poder” y que “vivieron lo más cerca a Dios, hombres
que sacrificaron sus vidas antes de cometer a sabiendas un acto
pecaminoso.” Así que si alguien alguna vez tuvo la oportunidad de alcanzar la
perfección sin pecado, esos fueron ellos.

Es importante señalar que estos gigantes espirituales reconocieron su total


dependencia de Cristo para la salvación, no tanto porque su obediencia era
deficiente y en ocasiones participaron de una conducta pecaminosa, sino sobre
todo porque habían venido a ver la condición caída en la que se encontraban
como personas individuales. Ellos sabían que se trataba de su imperfección
espiritual, su carácter defectuoso, su naturaleza pecaminosa, que los hizo injustos
y los hacía indignos.

“Así cuando al siervo de Dios se le permite ver la gloria del Dios de los cielos,
como Él se dio a conocer a la humanidad, y se da cuenta en un grado leve de la
pureza del Santo de Israel, él hará confesiones sorprendentes de la
contaminación de su alma, en lugar de jactarse orgullosamente de su
santidad. . . . Un rayo de la gloria de Dios, un destello de la pureza de Cristo, que
penetra el alma, hace que cada mancha de pecado sea dolorosamente clara, y
pone al descubierto la deformidad y los defectos del carácter humano.” (Elena
G. de White, en la Review and Herald, 16 de octubre 1888; la cursiva).

“Ningún apóstol o profeta pretendió haber vivido sin pecado. Hombres que han
vivido lo más cerca de Dios, hombres que sacrificaron sus vidas antes de cometer
a sabiendas un acto pecaminoso, hombres a quienes Dios honró con luz divina y
poder, confesaron su naturaleza pecaminosa. No pusieron su confianza en la
carne, no pretendieron poseer una justicia propia, sino que confiaron
completamente en la justicia de Cristo.” (Los Hechos de los Apóstoles, p 561;
cursivas suministradas).

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Ellen White da gran énfasis e importancia al hecho de que el alma del creyente
está contaminada y su naturaleza humana es pecaminosa. Incluso se podría decir
que ella consideraba que esta es la razón más importante por la cual un ser caído
sea capaz de rendir bien perfecta obediencia a la ley o desarrollar una justicia
que Dios puede aceptar. También aclara por qué todos los seres caídos son
igualmente dependientes de la mediación de Cristo como su representante y
sustituto. El siguiente pasaje explica esto con bastante fuerza:

“Los servicios religiosos, las oraciones, la alabanza, la confesión arrepentida del


pecado ascienden desde los verdaderos creyentes como incienso ante el santuario
celestial, pero al pasar por los canales corruptos de la humanidad, se contaminan
de tal manera que, a menos que sean purificados por sangre, nunca pueden ser
de valor ante Dios. No ascienden en pureza inmaculada, y a menos que el
Intercesor, que está a la diestra de Dios, presente y purifique todo por su justicia,
no son aceptables ante Dios. Todo el incienso de los tabernáculos terrenales debe
ser humedecido con las purificadoras gotas de la sangre de Cristo. El sostiene
delante del Padre el incensario de sus propios méritos, en los cuales no hay
mancha de corrupción terrenal. Recoge en ese incensario las oraciones, la
alabanza y las confesiones de su pueblo, y a ellas les añade su propia justicia
inmaculada. Luego, perfumado con los méritos de la propiciación de Cristo,
asciende el incienso delante de Dios plena y enteramente aceptable. Así se
obtienen respuestas benignas.” (Mensajes selectos, 1, p 344; cursivas
suministrados).

“Ojalá comprendieran todos que toda obediencia, todo arrepentimiento, toda


alabanza y todo agradecimiento deben ser colocados sobre el fuego ardiente de
la justicia de Cristo. La fragancia de esa justicia asciende como una nube en
torno del propiciatorio.” (Mensajes selectos, 1, p 344; cursivas suministrados).

Cuando nos damos cuenta de las implicaciones de largo alcance de los conceptos
expresados aquí, empezamos a ver que este pasaje es la clave para una correcta
comprensión de por lo menos dos ideas esenciales que de otro modo permanecen
vagas y ambiguas. Es decir, 1. Que seres pecaminosos no pueden ofrecer la
perfecta obediencia a la voluntad de Dios y por lo tanto son incapaces de
desarrollar un carácter justo por su cuenta. 2. Y que la obediencia perfecta sólo
es posible al participar de los méritos redentores de Cristo, por la fe.

“Era posible para Adán, antes de la caída, conservar un carácter justo por la
obediencia a la ley de Dios. Más no lo hizo, y por causa de su caída tenemos una
naturaleza pecaminosa y no podemos hacernos justos a nosotros mismos. Puesto
que somos pecadores y malos, no podemos obedecer perfectamente una ley
santa. No tenemos por nosotros mismos justicia con que cumplir lo que la ley de
Dios demanda.” (El camino a Cristo, p 62; Cursivas suministrados). “La ley
demanda justicia, y ante la ley, el pecador debe ser justo. Pero es incapaz de
serlo.” (Mensajes Selectos, tomo 1, p. 367). “Es por eso que [la ley] no podía
justificar al hombre, porque éste en su naturaleza pecaminosa no podía guardar
la ley.” (Patriarcas y Profetas, pág. 373; Cursivas suministrados).

“Si la ley abarcara sólo la conducta externa, los hombres no serían culpables de
sus pensamientos, deseos y designios erróneos. Pero la ley requiere que el alma

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misma sea pura y la mente santa, que los pensamientos y sentimientos estén de
acuerdo con la norma de amor y justicia.” (Mensajes Selectos, tomo 1, p 211;
Cursivas suministrados). “El hombre no puede satisfacer los requerimientos de
esa santa ley sin experimentar arrepentimiento delante de Dios y fe en nuestro
Señor Jesucristo.” (Fe y Obras, pág. 29).

Debemos notar varios puntos aquí: 1. El hombre no puede obedecer


perfectamente la ley, porque es un pecador – su naturaleza pecaminosa hace que
esto sea imposible. Una vez más, la cuestión es la perfecta obediencia, una
obediencia que Dios pueda aceptar en su propio mérito, sin la mediación de
Cristo. 2. El hombre no tiene – ni es capaz de desarrollar – una justicia personal
capaz de satisfacer las demandas de la santa ley de Dios. 3. La ley abarca no sólo
lo que hace una persona, sino también lo que es – “requiere que el alma misma
sea pura.” Es decir, la ley exige nada menos que total impecabilidad del ser y
perfecta rectitud de conducta.

El pasaje citado de la página 62 del libro El Camino a Cristo indica claramente


una diferencia radical entre las posibilidades iníciales de Adán y las de sus
descendientes caídos. Nótese de nuevo:

“Era posible para Adán, antes de la caída, conservar un carácter justo por la
obediencia a la ley de Dios. Pero. . . tenemos una naturaleza pecaminosa y no
podemos hacernos justos a nosotros mismos. . . No podemos obedecer
perfectamente una la ley santa.”

Si tomamos el pasaje literalmente – y no hay razón por la que no deberíamos


hacerlo – entonces debemos concluir que, de acuerdo con Ellen White, Adán
podía hacer por lo menos dos cosas que nosotros, sus descendientes caídos no
podemos: En primer lugar, él podía rendir una perfecta obediencia a la ley de
Dios. Y en segundo lugar, él podía desarrollar un carácter justo al obedecer
perfectamente la ley de Dios.

La relación de causa-efecto que sostiene este argumento, en realidad tiene tres


partes básicas, y debemos considerar las tres partes si queremos entender
correctamente. 1. Como un ser creado a imagen de Dios, Adán comenzó su vida
con una naturaleza que era justa, santa y buena, y por lo tanto disfrutaba de la
aprobación absoluta de Dios sin la necesidad de un mediador. 2. Puesto que su
naturaleza era pura y libre de pecado y vivía en unión espiritual sin obstáculos
con Dios – una rama perfectamente conectada a la vid – él podía vivir en
completa armonía con la voluntad de Dios en todo momento y en todos los
sentidos. 3. Ya que él era justo en sí mismo, por naturaleza, y por lo tanto él
podía ofrecer una obediencia perfecta a la ley de Dios, él también podía
desarrollar un carácter justo, un carácter que, debido a su calidad impecable,
podía recibir la aprobación total de Dios basado en sus propios méritos
intrínsecos.

Sin embargo, nuestra situación es muy diferente, “Por causa del pecado de Adán
nuestra naturaleza esta caída, y es pecaminosa.... Puesto que somos pecadores e
impíos, nosotros no podemos obedecer perfectamente la Santa ley." Y debido a
que un carácter justo puede formarse sólo a través de la obediencia perfecta,

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lógicamente se deduce que no podemos desarrollar un carácter justo, Adán podía


tener – un carácter tan intrínsecamente bueno, Santo y perfecto que ganaría el
veredicto de la aceptación por parte de Dios sin necesidad de la mediación de
Cristo.

Estas consideraciones nos ayudan a sacar por lo menos dos conclusiones lógicas
y significativas: 1. sólo los seres sin pecado – aquellos que no tienen una
naturaleza pecaminosa para contaminarse y contaminar todo lo que son y hacen
– pueden vivir el tipo de vida y formar los caracteres que recibirán el veredicto
favorable de Dios enteramente sobre la base de sus propios méritos. 2. la única
manera en que cualquier ser caído puede cumplir las demandas o el estándar de
Dios de perfección sin pecado es a través del "arrepentimiento hacia Dios" y “de
la fe hacia nuestro Señor Jesucristo.” Sólo así su condena es revocada y su
pecado quitado. Y sólo así se hace partícipe de la justicia toda suficiente de
Cristo – la única justicia en el universo (que está disponible para los seres
caídos), que cumple con las demandas o el estándar de Dios de impecable
perfección en todos los aspectos.

Esta comprensión refuerza la importancia de otros pasajes que indican que sólo
la justicia imputada de Cristo – Su carácter intachable aceptado en lugar de
nuestra imperfección – es la que nos califica para mantenemos puros y sin
mancha en presencia de Dios. Tome nota:

“Sois impotentes para hacer el bien y no podéis mejorar vuestra condición. Fuera
de Cristo no tenéis ningún mérito, ninguna justicia. Nuestra pecaminosidad,
nuestra debilidad, nuestra imperfección humana hacen imposible que
aparezcamos delante de Dios a menos que seamos revestidos con la justicia
inmaculada de Cristo. Hemos de ser hallados en él sin tener nuestra propia
justicia, sino la justicia que es en Cristo.” (Mensajes Selectos, tomo 1, p.
333). “Cristo perfeccionó un carácter justo aquí en la tierra, no en su propio
favor, porque su carácter era puro y sin mancha, sino en favor del hombre caído.
Él ofrece su carácter al hombre si éste lo acepta.” (Testimonios, vol. 3, p. 371).

Jesús dice:

“Así también seré vuestro representante en el cielo. El Padre no considera


vuestro carácter deficiente, sino que os ve revestidos de mi perfección. Soy el
medio por el cual os llegarán las bendiciones del Cielo. Todo aquel que me
confiesa participando de mi sacrificio por los perdidos, será confesado como
participante en la gloria y en el gozo de los redimidos.” (El Deseado de Todas
las Gentes, pág. 357). “Los que rechazan el don de la justicia de Cristo
están rechazando los atributos del carácter que harían de ellos hijos e hijas de
Dios. Están rechazando lo único que podría capacitarlos para ocupar un lugar en
la fiesta de bodas.” (Palabras de Vida del Gran Maestro, págs. 316, 317).

“Mas Cristo nos ha preparado una vía de escape. Vivió sobre la tierra en medio
de pruebas y tentaciones tales como las que nosotros tenemos que arrostrar. Sin
embargo, su vida fue impecable. Murió por nosotros y ahora ofrece quitarnos
nuestros pecados y vestirnos de su justicia. Si os entregáis a él y lo aceptáis como
vuestro Salvador, por pecaminosa que haya sido vuestra vida, seréis contados

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PERFECTO EN CRISTO – HELMUT OTT

entre los justos por consideración a él. El carácter de Cristo toma el lugar del
vuestro, y vosotros sois aceptados por Dios como si no hubierais pecado.” (El
camino a Cristo, p. 62). “Cristo nos imputa su carácter sin pecado, y nos presenta
al Padre en su propia pureza.” (Elena G. de White, Review and Herald, 12 de
Julio, 1892).

Algunos creen que un pecador puede vivir una vida libre de pecado usando
correctamente el poder del Espíritu Santo. Al parecer no ven que la idea de un
pecador viviendo una vida sin pecado es en sí mismo una contradicción de
términos. El pasaje del libro Mensajes Selectos, tomo 1, página 344, citado
anteriormente, claramente indica que aun si un ser caído fuera capaz de realizar
obras en armonía con lo que Dios ha estipulado – en su adoración y obediencia
a la ley – los "canales corruptos" de su humanidad pecaminosa contaminarían
todo lo que hace y lo tornarían inaceptable sin la mediación de Cristo.

Debido a que “tenemos una naturaleza pecaminosa” y “nosotros somos


pecadores e impíos,” incluso las buenas obras que realizamos llevan las marcas
incriminatorias de nuestro pecado personal. Nuestra adoración y alabanza,
nuestra obediencia y servicio, y nuestro desarrollo del carácter y la
modificación del comportamiento son todas obras de seres pecaminosos, y nada
que los seres pecaminosos den a Dios puede ser aceptable por sus propios
méritos. Es sólo cuando nosotros nos valemos de la mediación de Cristo en
nuestro favor, que él purifica y perfecciona nuestras obras con la imputación de
sus méritos personales, entonces nuestras ofrendas tiene acceso al Padre. El
siguiente pasaje subraya el hecho de que incluso las buenas obras del hombre no
tienen valor a menos que estén cubiertas con los méritos de Cristo:

“Aunque las buenas obras del hombre, sin fe en Jesús, no tienen más valor que
la ofrenda de Caín, sin embargo, cubiertas con los méritos de Cristo, testifican
de la idoneidad del que las hace para heredar la vida eterna.” (Mensajes
Selectos, tomo 1 pag. 382).

Un segundo concepto del pasaje de Mensajes Selectos, tomo 1, página 344,


citado anteriormente nos ayuda a comprender más plenamente la idea de que la
obediencia perfecta es posible solo a través de la unión con Cristo – al participar
de la naturaleza divina – mediante la combinación de la humanidad con la
divinidad. Observe cómo la señora White explica este concepto en otra parte:

“Para poder hacer frente a los requerimientos de la ley, nuestra fe debe aferrarse
de la justicia de Cristo, aceptándola como su justicia. Mediante la unión con
Cristo, mediante la aceptación de su justicia por la fe, podemos ser hechos
idóneos para realizar las obras de Dios, para ser colaboradores con Cristo.”
(ibid, p 374; cursivas suministrados). “Cristo no vino para destruir la ley, sino
para cumplirla. No podían ser cambiadas ni una jota ni una tilde de la norma
moral de Dios para colocarse a la altura del hombre en su condición caída. Jesús
murió para que pudiera imputar al pecador arrepentido su propia justicia y hacer
posible que el hombre guardara la ley.” (ibíd., P. 312).

“Todo lo que el hombre pueda hacer sin Cristo está contaminado con egoísmo y
pecado, pero lo que se efectúa mediante la fe es aceptable ante Dios. El alma

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PERFECTO EN CRISTO – HELMUT OTT

hace progresos cuando procuramos ganar el cielo mediante los méritos de Cristo.
"Puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de nuestra fe", podemos
proseguir de fortaleza en fortaleza, de victoria en victoria, pues mediante Cristo
la gracia de Dios ha obrado nuestra completa salvación.” (Fe y Obras. p 94).

“Cristo tomó sobre sí la humanidad por nosotros. Revistió su divinidad, y la


divinidad y la humanidad se combinaron. Mostró que la ley que Satanás declaró
que no podía guardarse, sí podía guardarse. Cristo tomó la humanidad para estar
aquí en nuestro mundo, a fin de mostrar que Satanás había mentido. Tomó la
humanidad sobre sí para demostrar que con la divinidad y la humanidad
combinadas, el hombre podía guardar la ley de Jehová. Si separan la humanidad
de la divinidad, ustedes pueden tratar de labrar su propia justicia desde ahora
hasta que Cristo venga, y no lograrán otra cosa que un fracaso.”
(ibid, p 71; Cursivas suministrados).

“Satanás había aseverado que era imposible para el hombre obedecer los
mandamientos de Dios; y es cierto que con nuestra propia fuerza no podemos
obedecerlos. Pero Cristo vino en la forma humana, y por su perfecta obediencia
probó que la humanidad y la divinidad combinadas pueden obedecer cada uno
de los preceptos de Dios.”(Palabras de Vida del Gran Maestro, página 314;
Cursivas suministrados).

“Debemos centralizar nuestras esperanzas del cielo sobre Cristo solamente,


porque Él es nuestro Sustituto y Garante. Hemos transgredido la ley de Dios, y
por las obras de la ley ningún ser humano será justificado. Los mejores esfuerzos
que pueda hacer el hombre con su propia fuerza son inútiles para responder ante
la ley santa y justa que ha transgredido; pero mediante la fe en Cristo, puede
reclamar la justicia del Hijo de Dios como toda suficiente. Cristo satisfizo las
demandas de la ley en su naturaleza humana. Él llevó la maldición de la ley en
lugar del pecador, hizo expiación por él, a fin de que “todo aquel que en él cree
no se pierda, mas tenga vida eterna.” La fe genuina se apropia de la justicia de
Cristo, y el pecador es hecho vencedor con Cristo; porque se lo hace
participante de la naturaleza divina, y por lo tanto así se combinan la divinidad
y la humanidad.”(Fe y Obras, página 93, 94;cursivas suministrado).

“Dios ha declarado claramente que Él espera que seamos perfectos, y porque Él


espera esto de nosotros, Él ha hecho provisión para que seamos participantes de
la naturaleza divina.” (Elena G. de White, en la Review and Herald, 28 de enero
1904). “Solo el evangelio de Cristo [al transgresor] puede liberarle de la
condenación o de la mancha o contaminación del pecado. Él debe arrepentirse
ante Dios, cuya ley transgredió, y tener fe en Cristo y en su sacrificio
expiatorio. Así obtiene "remisión de los pecados pasados(o cometidos
anteriormente)" y se convierte en un participante de la naturaleza divina.(se
hace partícipe de la naturaleza divina)” (El Conflicto de los Siglos, p 468;
Cursivas suministrados).

Un examen del contexto de estas declaraciones revela claramente que no se


refieren a algo que pertenece a la dimensión de la realidad física
concreta. En cambio, hablan de un fenómeno espiritual que es real sólo en
el ámbito de la fe. En consecuencia, no debemos tomar expresiones como

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PERFECTO EN CRISTO – HELMUT OTT

"la unión con Cristo", "la divinidad y la humanidad combinadas" y


"participante de la naturaleza divina" como referencia, ya sea a una mezcla
panteísta de Dios y el hombre o para una mezcla mística de la identidad
divino y humana. Las frases no están sugiriendo una integración
sobrenatural de las naturalezas humana y divina, o alguna forma de
deificación humana. En cambio, hablan de que el creyente debe convertirse
en un participante por medio de la fe, en la muerte expiatoria del Salvador,
su victoria redentora, y su justicia toda suficiente.

"La unión con Cristo" tiene lugar cuando nuestra fe se aferra de "la justicia
de Cristo, aceptándola como nuestra justicia." La "Divinidad y la
humanidad se combinan" cuando "la fe genuina se apropia de la justicia de
Cristo." El creyente "se convierte en un participante de la naturaleza
divina" cuando – y en razón del hecho de que – el ejerce "la fe en Cristo,
su sacrificio expiatorio." Claramente, la justicia de Cristo no es una
sustancia espiritual o un elemento moral que de alguna manera consigue
infundirse en el creyente. En cambio, es una cualidad intrínseca del propio
carácter del santo Cristo – un mérito, un valor, una virtud – que Él (Cristo),
como sustituto y representante del hombre, puede compartir solamente al
imputar a aquellos que por la fe lo aceptan como Salvador personal.

Por consiguiente, concluimos que las afirmaciones tales como "La


humanidad y la divinidad combinadas pueden obedecer cada uno de los
preceptos de Dios" apuntan a la misma dinámica que hemos estudiado
antes, a saber, que la obediencia perfecta es posible sólo a través de la
mediación de Cristo. Cuando el creyente hace lo mejor para vivir en
armonía con lo que sabe o conoce de la voluntad de Dios para el hombre y
depende de la obra redentora de Cristo en su nombre para su posición ante
Dios, Cristo imputa su justicia personal para él creyente y así presenta su
persona y su actuación u obediencia perfectamente aceptable al Padre.

2. ¿Cómo Cristo asegura la salvación eterna para aquellos que


murieron dependiendo de la gracia de Dios para la salvación.?

Hemos visto que, de acuerdo con Ellen White, ninguno de los gigantes
espirituales de los tiempos bíblicos – que en la realidad eso significa
absolutamente nadie – alcanzaron nunca un estado de perfección sin pecado por
su propia cuenta. Todos ellos eran pecadores, imperfectos, indignos, y por lo
tanto totalmente dependiente de la justicia imputada de Cristo. Además, hemos
visto que ninguno de ellos por sí mismos rindió una obediencia impecable o
perfecta. Además de ser pecaminosos e imperfectos, su desempeño en la vida
fue contaminado y hecho inaceptable por el efecto contaminante de su naturaleza
pecaminosa inherente. Todo lo que ellos eran, todo lo que tenían, y todo lo que
hicieron, llevaban las marcas incriminatorias de su estado caído y pecado
personal. Por lo tanto, nos enfrentamos a dos preguntas:

1. Puesto que ellos no lograron ni la justicia de la impecabilidad de conducta,


¿se salvarán?
2. Y si es así, ¿sobre qué base?

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PERFECTO EN CRISTO – HELMUT OTT

El siguiente pasaje de la pluma de Elena G. de White responde a las dos


preguntas en una forma directa, clara y suficientemente amplia. Es parte de una
discusión de lo que en la terminología Adventista nos referimos como al juicio
investigador, un juicio que, para los creyentes que no están vivos cuando Cristo
regrese, se llevara a cabo después de su muerte, cuando ya es demasiado tarde
para hacer algo para afectar la decisión de Dios. En este juicio el veredicto final
e irreversible de Dios sella permanentemente el destino eterno de cada persona.
Entre otras cosas, el pasaje demuestra por qué la mediación de Cristo es tan
esencial para los que murieron confiando en Su obra redentora.

“Mientras Jesús intercede por los súbditos de su gracia, Satanás los acusa ante
Dios como transgresores. . . . Ahora él señala el registro de sus vidas, los
defectos de carácter, la falta de semejanza con Cristo, lo que deshonró a su
Redentor, todos los pecados que les indujo a cometer, y a causa de esto él los
reclama como sus súbditos. Jesús no disculpa sus pecados, pero muestra su
arrepentimiento y su fe, y reclamando el perdón para ellos, levanta sus manos
heridas ante el Padre y de los santos ángeles, diciendo: Los conozco por sus
nombres. Los he grabado en las palmas de mis manos. "Los sacrificios de Dios
son el espíritu Quebrantado: Al corazón contrito y humillado no despreciarás tú
oh Dios" (Salmo 51:17.). Y al acusador de su pueblo le dice: "Jehová te reprenda,
oh Satán; Jehová, que ha escogido a Jerusalén te reprenda. ¿No es éste un tizón
arrebatado del incendio?" (. Zacarías 3: 2). Cristo revestirá a sus fieles con su
propia justicia, para presentarlos a su Padre como una "Iglesia gloriosa, no
teniendo mancha ni arruga, ni cosa semejante" (Efesios 5:27 V.M.). Sus nombres
están inscritos en el libro de la vida, y de estos escogidos está escrito: "Ellos
andarán conmigo en vestiduras blancas, porque son dignos." (Apocalipsis 3:4).

Así se cumplirá de un modo completo la promesa del nuevo pacto: "Perdonaré


su iniquidad y no me acordaré más de sus pecados." "En aquellos días, y en ese
tiempo, dice Jehová, será buscada la iniquidad de Israel, y no la habrá, y los
pecados de Judá, más no podrán ser hallados." (Jeremías 31:34; 50:20) (El
Conflicto de los Siglos, paginas 484, 485).

Note varios detalles significativos:

1. El pasaje describe una escena de juicio que establece para siempre el destino
eterno de los súbditos de la gracia de Cristo - los que vivieron y murieron en
función de la gracia de Dios para la salvación.

2. El registro de su vida demuestra que no lograron la meta de la perfección sin


pecado durante su vida - sus "defectos de carácter" y "la falta de semejanza con
Cristo" hacen que esto sea bastante obvio.

3. Jesús no pone en duda la veracidad de las muchas acusaciones de Satanás, ni


Él argumenta que el acusado desarrollo finalmente un carácter justo y aprendió
a vivir sin pecar.

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PERFECTO EN CRISTO – HELMUT OTT

4. En su defensa, Jesús señala el arrepentimiento de ellos y su fe — la única


respuesta considerada aceptable — y que le permite a Cristo poder interceder
activamente en su nombre.

5. Levantando sus manos heridas como testigo de su muerte expiatoria en su


nombre, Jesús los cubre con su propia justicia y así los presenta al Padre como
un Iglesia impecable, intachable, sin arrugas y gloriosa.

6. Sus nombres permanecen en el libro de la vida, y Dios declara que son dignos,
no por lo que realmente eran, o lo que hicieron durante su vida, sino porque los
méritos de Cristo los cubren y compensan su deficiencia. Dios los pronuncia
justos en Cristo, por la fe, a pesar del hecho de que todavía aún eran pecadores
en sí mismos, por naturaleza, y por consiguiente no cumplen con el estándar de
perfección sin pecado que Él requiere.

7. Así, Por lo tanto la promesa del evangelio viene a cumplirse en su plena


realización en aquellos a quienes Pablo llama tan apropiadamente "los muertos
en Cristo" (1 Tesalonicenses 4:16). Es decir, su destino está sellado, su caso está
cerrado de forma permanente y definitiva. Ellos heredarán la vida eterna, gracias
a su fe en la obra redentora de Cristo en su nombre. Porque vivían en un estado
de arrepentimiento y de fe en Cristo, su Mediador aseguró su perdón y los cubrió
con su propia justicia imputada y así hizo su salvación segura. Cuando Dios
finalmente establezca su reino eterno de gloria, Él los levantara (resucitará) de
nuevo a la vida, para que puedan tomar su lugar entre los redimidos de todas las
edades.

Este pasaje del libro El conflicto de los siglos también nos ayuda a ver que
Satanás tiene su propia concepción de la justicia, su propio estándar por el cual
un ser caído puede llegar a ser digno de la salvación, su propia versión del
evangelio. De acuerdo con este pasaje, Satanás reclama a estas personas como
sus súbditos por tres razones básicas: sus caracteres defectuosos, su falta de
semejanza con Cristo, y su comportamiento pecaminoso. Por lo tanto, es
razonable concluir que si el registro de sus vidas demostró que habían
desarrollado caracteres perfectos, que habían alcanzado la semejanza a Cristo, y
que habían aprendido a vivir sin pecar, Satanás cedería — él reconocería que
son dignos de la salvación.

Nota tres detalles en la teología de Satanás acerca de la salvación:

1. Su método se centra en las obras, el rendimiento o los logros. Él quiere que


cada persona sea recompensada de acuerdo a lo que merece, sobre la base en sus
propios logros. El diablo quiere que Dios determine el destino eterno de cada
individuo sobre la base del registro de su vida real, objetiva.

2. La relación de cada persona con el pecado es el factor decisivo. Si de alguna


manera han participado en el pecado, entonces Dios debe ejecutar la pena o
sentencia, él es digno de muerte, así la muerte debe ser su destino.

3. El método de Satanás no tiene espacio para la gracia o fe. Se decide el destino


de los pecadores, como si no hubiera un Salvador. La muerte expiatoria, la

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PERFECTO EN CRISTO – HELMUT OTT

victoria redentora, y la justicia salvadora de Cristo no hacen ninguna diferencia


aquí. Lo que Jesús hizo ayer como nuestro sustituto durante toda su vida terrenal
y, particularmente, en la cruz, y lo que está haciendo para nosotros hoy como
nuestro representante ante el Padre en el trono, no juega absolutamente ningún
papel en el plan de Satanás. Todo lo que cuenta se lleva a cabo en nuestras vidas
históricas presentes. O mostramos que tenemos un carácter justo, como el
carácter de Jesús, y demostramos que podemos vivir sin pecar, como lo hizo
Jesús, o de lo contrario estamos perdidos para siempre.

No debería ser ninguna sorpresa que Satanás ha incorporado algunos elementos


del plan de redención de Dios en su propia teología. Las falsificaciones siempre
se parecen al original hasta cierto punto, y los engaños nunca salen totalmente
de la verdad que distorsionan. En ambos planes de salvación (el de Dios y el de
Satanás), la ley funciona como la norma o como el estándar para evaluar la
conducta de una persona. Ambos planes mantienen a Jesucristo como el máximo
ejemplo de lo que significa ser verdaderamente justo, bueno y santo – de la
intención que tenía el Creador de lo que el hombre debía ser. Y cada uno de estos
planes tiene un juicio que repasa la vida de una persona y decide su destino
eterno.

Cuando examinamos las similitudes y consideramos las diferencias, sin


embargo, pronto descubrimos que mientras que Satanás ha incorporado lo que
Dios exige de nosotros, él ha dejado fuera la provisión que Dios ha hecho en
Cristo para satisfacer esas demandas. A Satanás le gusta la ley, no porque
proporciona la norma básica por la cual podemos distinguir entre lo que es
verdadero y bueno y amoroso de lo que es el pecado, sino porque nos condena
como transgresores.

Satanás no utiliza el concepto de Jesús como nuestro ejemplo porque


proporciona una revelación de lo que realmente es el carácter de Dios, y de lo
que inicialmente el hombre -creado a imagen de Dios - sería si el pecado no
hubiera pervertido su plenitud espiritual y la perfección moral. Por el contrario,
señala a Jesús como el modelo porque sabe que no hay nada que hará más
evidente nuestra pecaminosidad, debilidad, y la indignidad más obvias y hará
nuestro caso más desesperado e irremediable que una comparación sin
mediación entre nosotros y Cristo.

El enemigo también da la bienvenida al juicio, no porque allí la gracia de Dios


encuentra su gloria cuando Jesús nos absuelve de nuestra condenación y nos
declara justos en sí mismo (ver Romanos 3: 21-26). En cambio, él nos quiere
enfrentar al juicio porque sabe que somos culpables. Si pudiera hacer que
fuésemos recompensados por lo que somos, lo que tenemos, y lo que hacemos,
nuestra condenación estaría asegurada.

El pasaje del libro el conflicto de los Siglos demuestra que el plan de redención
de Dios es diferente de la teología de Satanás en las tres áreas principales que
acabamos de mencionar:

1. El programa de salvación de Dios no está centrado en el logro sino centrado


en Cristo. De acuerdo con el plan de Dios, el creyente tiene su destino

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PERFECTO EN CRISTO – HELMUT OTT

determinado en última instancia, no por lo bueno que es, ni por cuanta justicia
ha desarrollado, o cuántas tentaciones ha superado con éxito, sino por su fe, su
participación en la obra redentora de Cristo.

2. En el sistema de Dios, lo decisivo no es la participación de una persona con el


pecado, sino su relación con el Salvador. Con Dios, la verdadera pregunta no es
"¿Qué has hecho acerca del pecado?" sino "¿Qué has hecho con Jesucristo y la
salvación que él proporciono para pecadores como tú?" De acuerdo con el plan
de Dios, la cuestión crucial es si el pecador respondió o no al evangelio en
arrepentimiento y fe, y al hacerlo, obtiene acceso al perdón tanto de Dios por su
pecado y a la justicia imputada de Cristo para compensar su inadecuación
espiritual y su imperfección moral.

3. Contrario a la falsificación de Satanás, el plan de redención de Dios hace de


la gracia y la fe algo central. Por la gracia de Dios se provee para el problema
del pecado del hombre una solución que otorga el perdón y la justicia salvadora
a través de la obra redentora de Cristo en favor del hombre. Y tanto el perdón y
la justicia son accesibles para el pecador solamente por medio del
arrepentimiento y la fe. Dios puede perdonar al pecador arrepentido sólo por la
obra redentora de Cristo que es vicaria y expiatoria. Y el pecador puede
participar en la actividad redentora de Cristo - el puede beneficiarse de ella,
puede acogerse a ella – sólo cuando su fe se aferra a Cristo como su Salvador
personal.

Esta comparación / contraste nos ayuda a ver la diferencia radical entre el


programa de la salvación de Dios y la falsificación de Satanás. En la falsificación
de Satanás todo gira en torno al pecador y a sus logros personales. Su destino
eterno depende en última instancia de lo que él es en sí mismo – si está
espiritualmente perfecto o imperfecto, en lo que tiene – si es mérito personal o
culpabilidad, y en lo que hace – si es moralmente justo o pecador. Satanás afirma
que todos los que tienen "defectos de carácter", que muestran "falta de semejanza
con Cristo", y que han participado en una conducta pecaminosa son "sus
súbditos", y por lo tanto no merecen la vida eterna, sino la destrucción eterna.

En contraste, el evangelio hace que todo gire alrededor de Cristo y la respuesta


del pecador a Él. Cuando llega el momento de decidir el destino eterno de "los
súbditos de su gracia."

Jesús no disculpa sus pecados, pero muestra su arrepentimiento y la fe, y,


reclama el perdón para ellos, levanta sus manos heridas ante el Padre. . . . Cristo
revestirá a sus fieles con su propia justicia, para que Él pueda presentarlos a su
Padre, "como una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa
semejante" (Efesios 5:27). . . . De esta manera se realizará el pleno
cumplimiento de la promesa del nuevo pacto.

3. Algunas consideraciones bíblicas

El hecho de que todos los creyentes por igual dependen de la mediación de


Cristo, tanto para el perdón como para la justicia de salvación, está gráficamente
ilustrado por la experiencia de Israel como pueblo de Dios. Su relación especial

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PERFECTO EN CRISTO – HELMUT OTT

con Dios comenzó cuando actuó en su favor liberándolos del cautiverio y al


concederles la libertad. La base sobre la cual Dios los escogió como su pueblo
no era su propia bondad, justicia o méritos – en realidad ellos no tenían
ninguna – sino el amor y la fidelidad del Dios del pacto. (Deuteronomio 9: 5-7;
7: 7. 9).

Su participación en su acto redentor los puso aparte como su pueblo personal


para disfrutar de una relación especial con Él y ser santos a Él. Poco después de
su liberación, Dios selló su relación de pacto, dándoles dos instituciones
separadas pero relacionadas entre sí, a saber, la ley y el santuario. La función
más obvia de la ley consistió en prescribir la conducta de aquellos que Dios había
redimido y santificado. La ley regula su relación con Él, regula la de unos con
los otros, también regula la relación con otros pueblos, y con la herencia que
Dios le iba a dar para disfrutar y administrar como sus mayordomos.

La obediencia a la ley de Dios fue una bendición en sí misma. Les permitió a los
hijos de Israel vivir en paz y de manera productiva y les hizo un pueblo santo,
feliz y saludable. Pero la ley de Dios era más que una forma eficaz para
enriquecer sus vidas: era también una prueba de lealtad a su Redentor. Para el
pueblo de Dios, sus mandamientos y preceptos no eran opcionales, sino
obligatorios. De hecho, constituían la norma que determinaba el derecho de un
israelita para continuar como miembro de pacto del pueblo de Dios. Las
violaciones de la ley de Dios podrían resultar en ser cortado de la congregación
de Israel (Números 15:30, 31), o incluso en la muerte del transgresor (Exodo
21:14).

Menos obvio, pero igualmente importante, la función de la ley era la de servir


como un recordatorio continuo a Israel que no habían ganado el derecho de ser
el pueblo de Dios, y no merecían el estatus de tener una especial relación en la
cual Dios los había colocado. Su fracaso constante para obedecer perfectamente
la ley demostró una y otra vez que todo lo que eran y todo a lo que tenían acceso
era, y siempre sería, no un derecho ganado a través de una observancia perfecta
de la ley, sino un don de la gracia de Dios, mediada por el santuario en la forma
de perdón.

Cuando Dios les dio su ley, los israelitas prometieron solemnemente ser
“cuidadosos de poner por obra todos estos mandamientos delante de Jehová
nuestro Dios.”(Deuteronomio 6:25; cf. Ex 19:8; 24:3,7). Y lo decían en serio. No
tenemos ninguna razón para creer que no eran honestos en su
determinación. Después de todo, habían aceptado la redención de Dios y estaban
disfrutando de un estatus / relación privilegiada con Dios como Su pueblo. Pero
Dios dio cuenta de que no podía hacer depender la perpetuación de su pacto
basado en sus buenas intenciones.

Dios sabía del "marco" de su pueblo y se acordó de que eran "polvo", como
David dice (Salmos103:14, RV). Él vio que "el espíritu" de sus hijos "está
dispuesto, pero la carne es débil", como dijo Jesús (. Mateo 26:41, RV). Dios
hizo conocer su voluntad, pero proporciona un pacto adaptado a la gran
necesidad y al potencial limitado de su pueblo. Y así también les dio el

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PERFECTO EN CRISTO – HELMUT OTT

santuario. "Y harán un santuario para mí, y habitaré en medio de ellos", dijo a
Moisés (Éxodo 25:8).

El santuario fue para los tiempos del Antiguo Testamento lo que el evangelio es
para el Nuevo. Los servicios que tuvieron lugar allí simbolizaban a Cristo y Su
ministerio expiatorio - mediador - el ministerio a través de la cual Él ofrece tanto
el perdón y la justicia para aquellos que lo aceptan por fe. El santuario concedió
expiación a aquellos que, a pesar de su voluntad de ser fiel a Dios y el pacto de
gracia que había hecho con ellos, se encontraron culpables de
deslealtad; aquellos que, a pesar de que habían intentado seriamente el obedecer
la ley de Dios, sin embargo la habían violado; y los que, habiendo reconocido su
infidelidad, se arrepintieron de su pecado y por medio de la fe trajeron a Dios el
sacrificio que había estipulado.

Las principales características de la administración de justicia a través del


santuario fueron las siguientes: "Cada vez que alguien violaba la ley de Dios, se
convertía en culpable, cuando él [fue] se hizo consciente del pecado que cometió
(Levítico 4:27, 28) – a través de la convicción del Espíritu Santo (Juan 16: 7,
8) – tenía que confesar de qué manera él [había] pecado" y traer una "ofrenda
por el pecado" al santuario, luego el pecador podrá sus manos sobre la cabeza de
la víctima y la degollara. (Levítico 5: 5). Después de haber matado el sacrificio
(Levítico 4:29), el sacerdote haría la "expiación por él," y el ´pecador seria
"perdonado" (versículo 31).

El santuario proporcionaba perdón para el sacerdote ungido, para el "líder"


("para el gobernante ", RSV) de las personas, y para el común" miembro de la
comunidad ", a todos por igual (versículos 3, 22, 27). Y todos dependían de este
perdón para su continua participación en el pacto de Dios con Israel. No
podemos considerar como excepción ni siquiera a los sumos sacerdotes, ya que,
según la Escritura, "porque todo sumo sacerdote" “está rodeado de
debilidad”. Debido a esto él está obligado a ofrecer sacrificios por sus propios
pecados, así como por los del pueblo "(Hebreos 5: 1-3, RSV; cf. Levitico 16: 3-
6.).

Ser perdonado significaba que el castigo que Dios había pronunciado sobre el
transgresor de la ley no caía sobre el pecador. Él no fue cortado de la nación,
sino seguía siendo un miembro del pueblo de Dios en una posición buena y
regular – como si él no hubiese violado la ley en absoluto. Es cierto que había
pecado y era culpable de romper su pacto con Dios, y sin embargo, Dios lo trató
como si él hubiera sido fiel – como si se hubiera obedecido y respetado la ley
con absoluta perfección – gracias a la provisión de perdón que Dios había puesto
a la disposición del pecador a través del santuario.

En virtud de esta disposición del Antiguo Testamento, el santuario funcionó


como juzgado, como un palacio de justicia, o la sala del juicio, donde Dios
decidía si un individuo en particular continuaba perteneciendo a la comunidad
de su pueblo. Dado que ninguno de ellos jamás tuvo éxito en la prestación de
una obediencia perfecta, la ley condenó justamente a todos los israelitas como
igualmente culpables e indignos. Pero si ellos se beneficiaron y acogieron
siempre a la expiación proporcionada, el santuario anuló la condenación de la

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PERFECTO EN CRISTO – HELMUT OTT

ley. Sustituyó el veredicto de culpabilidad de la ley, basándose en sus trabajos


personales, con uno de justificación o no culpable basado en la gracia
perdonadora de Dios. En consecuencia, era la relación de un israelita con el
santuario la que finalmente decidía su destino, ya que era el santuario – y no la
ley – el que tenía la última palabra en cuanto a su situación personal con Dios.

La provisión del perdón a través del santuario era esencial para la existencia
continua de Israel como pueblo de Dios. Si Dios no hubiese puesto el santuario
en medio del campamento, los israelitas habrían perdido su especial relación de
pacto con Dios mucho antes de llegar a las fronteras de la Tierra Prometida. Y a
lo largo de su historia posterior, en ningún momento su estatus de relación como
el pueblo de Dios no dependió en última instancia, sino de la provisión que Dios
había puesto a su disposición a través de los servicios que prefiguraban el papel
redentor de Cristo.

Lo que era cierto para Israel como pueblo también era cierto para cada uno de
sus miembros individuales. En ninguna parte, en la larga y variada historia de la
nación, habla la Escritura de una persona que alguna vez ocupó su lugar entre el
pueblo de Dios sobre la base de su perfecta obediencia a la ley. Como fue el caso
de Pablo, "el mandamiento que prometió vida resultó ser para muerte" a ellos
(Romanos 7:10, RSV), precisamente porque su obediencia era en el mejor de los
casos parcial e imperfecta. Es por eso que todos ellos – los reyes y jueces,
profetas y sacerdotes, y los ricos y pobres por igual – conservaron su pertenencia
en la comunidad de Israel, sólo debido a la GRACIA de Dios expresada a través
del santuario.

La provisión era tan completa que los israelitas no tenían ninguna posibilidad,
alguna vez, de perder su especial relación de pacto con Dios. Y sin embargo, eso
es precisamente lo que les sucedió a ellos como nación. Poco a poco cambiaron
la base de su seguridad fundada sobre la Gracia de Dios, mediada a ellos por el
santuario, por algunas de las tradiciones y por algunas personalidades destacadas
de su herencia religiosa (La circuncisión, Abraham). Ellos llegaron a creer que
porque en un momento Dios los había elegido, ellos permanecerían como su
pueblo especial para siempre.

Su dependencia de la obediencia a la ley para tener una buena relación con Dios,
finalmente llegó a ser tan inclusivo, que cuando Jesús vino predicando el
arrepentimiento del pecado y la fe en su muerte vicaria o sustitutoria (ver Marcos
1:14, 15; Hebreos 9: 26-28; 1 Pedro 1:18, 19;. Juan 6:35), cuando él vino a
"salvar a su pueblo de sus pecados" (Mateo 1:21) – para llevar, para expiar, para
eliminar a través de Su muerte vicaria "el pecado del mundo"(Juan 1:29) – ellos
lo ignoraron y lo pasaron por alto en favor de sus propias tradiciones.

La tragedia es que cuando rechazaron la verdadera expiación proporcionada a


través del sacrificio de Jesús, en quien "el Señor ha puesto el pecado de todos
nosotros..." Y que murió como "una ofrenda por el pecado" (Isaías 53: 6, 10,
RSV), Dios no podía hacer nada más para retenerlos como su pueblo exclusivos
del pacto. Evidentemente los israelitas perdieron su relación especial de pacto
con Dios y cayeron de la Gracia, no por su incapacidad de ofrecer una perfecta
obediencia a la ley, para la cual Dios había hecho provisión, sino más bien a

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PERFECTO EN CRISTO – HELMUT OTT

través de su negativa a aceptar el sacrificio expiatorio de Cristo, simbolizado


previamente por el santuario y sus servicios.

Parece que, en gran medida el problema espiritual de Israel resultó de – y su


destino como pueblo se determinó finalmente por – un malentendido teológico
bilateral (o las dos caras) de la situación verdadera del hombre como un
pecador. Pensaron que sólo las violaciones conscientes de la letra de la ley eran
pecaminosas. Es por eso que muchos líderes espirituales consideraron que sólo
los ladrones, los criminales, los adúlteros, y otros pecadores similares
necesitaban el arrepentimiento y el perdón. Al parecer, nunca se les ocurrió a
ellos pensar que a pesar de su intensa religiosidad y su intensa preocupación por
ser celosos por la ley, también eran espiritualmente indigentes y moralmente
imperfectos y en consecuencia requerían un Salvador, tanto como los
despreciados recaudadores de impuestos, prostitutas, y otros abiertos pecadores.

Jesús dijo a los Judíos: "No son los sanos los que necesitan médico, sino los
enfermos. No he venido a llamar a justos, sino a pecadores" (Marcos
02:17). Según las Escrituras, "no hay justo, ni aun uno" (Romanos 3:10; Salmo
14: 1-3). Por lo tanto no debemos interpretar la declaración de Cristo en el
sentido de que sólo algunas personas están "enfermas" y requieren de sanación
espiritual, o peor aún, que algunos son realmente "justos" y por lo tanto no lo
necesitan como su Salvador personal.

En cambio, Jesús está revelando el hecho de que sólo aquellos que se reconocen
a sí mismos como pecadores, los que son conscientes de su imperfección
espiritual – los "pobres de espíritu", los que "lloran" a causa de su pecado y
buscan la "justicia" de Dios (Mateo 5: 3-4; 6:33) – y sienten su necesidad de un
Salvador, pueden hacer uso de la obra redentora de Cristo. "Es sólo el que se
reconoce a sí mismo como un pecador al cual Cristo puede salvar.... Debemos
reconocer nuestra condición real, o no vamos a sentir nuestra necesidad de la
ayuda de Cristo" (Palabras de Vida del Gran Maestro, página 158).

Por el contrario, aquellos los que se consideran justos permanecen inconscientes


de sus carencias espirituales y en consecuencia no dependen de la obra redentora
de Cristo para su posición con Dios. Como resultado, la expiación y la
mediación de Cristo no tienen eficacia para ellos. En otra parte Jesús explica con
más detalle la diferencia entre aquellos que reconocen su necesidad espiritual y
aquellos que no lo hacen:

“De cierto os digo la verdad, que los publicanos y las prostitutas van delante de
vosotros al reino de Dios. Porque vino a vosotros Juan para mostrarles el camino
de la justicia, y no le creísteis, pero los recaudadores de impuestos y las
prostitutas le creyeron, y vosotros viendo esto, no os arrepentisteis después para
creerle” (Mateo 21: 31-32).

Debido a que los Judíos definieron el pecado sólo en términos de actos


conscientes que violaron la letra de la ley, no pudieron ver su pecaminosidad
personal, que abogaba por un Salvador. No se dieron cuenta de que porque eran
imperfectos e indignos, eran tan dependientes de los méritos de la sangre
expiatoria de Cristo como eran los publicanos y las prostitutas, que vivían en

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PERFECTO EN CRISTO – HELMUT OTT

pecado abierto. Esta concepción errónea de los Judíos finalmente los llevó a
rechazar personalmente a Jesús como la "Roca" (versículo 42) de su salvación
personal. "Por lo tanto," Jesús les dijo: "el reino de Dios será quitado de
vosotros" (versículo 43).

Según Jesús, entonces, tales judíos no perdieron su participación en el reino de


la gracia de Dios porque ellos voluntariamente descuidaban su ley, o porque
habían conscientemente vivido en pecado abierto, o deliberadamente se habían
rebelado contra el gobierno de Dios – para los tales ese no era el caso. Ellos
perdieron el derecho, más bien, porque en su autosuficiencia religiosa "no se
arrepienten y creen" con el fin de asegurar el perdón y la justicia salvadora de
Dios puesta a su disposición en Cristo. En consecuencia, no tenían parte en el
reino de la gracia de Cristo y no tienen derecho a la vida eterna.

No todos los israelitas perdieron su relación de pacto con Dios, sin


embargo. Algunos de los que se mantuvieron fueron los primeros seguidores de
Cristo y la mayor parte de la iglesia primitiva eran judíos. Y cuando Dios traiga
finalmente las promesas del pacto a su plena realización cuando el establezca su
reino eterno de gloria en la segunda venida de Cristo, muchos israelitas recibirán
todo lo que su relación de pacto con Dios les da derecho. Hablando de los que
basan su esperanza en la venida del Mesías y "todavía estaban viviendo por fe,
y murieron." (Hebreos 11:13), la Escritura dice:

“Y todos estos, aunque alcanzaron buen testimonio mediante la fe, no recibieron


lo prometido. Proveyendo Dios alguna cosa mejor para nosotros, para que no
fuesen ellos perfeccionados aparte de nosotros” (versos 39, 40).

Nótese en particular dos detalles aquí: 1. Todos los gigantes espirituales del
Antiguo Testamento de los cuales estos pasajes hablan, lograron grandes
hazañas para Dios – todos ellos obtuvieron un buen informe – pero ninguno de
ellos alcanzaron la perfección sin pecado durante su vida. Eso es algo que
todavía les espera en el futuro. 2. "Ninguno de ellos recibió lo que se había
prometido," sino porque ellos "siguieron viviendo por fe, y murieron", ellos
"obtuvieron la aprobación a través de su fe" (NVI) y por lo tanto "se
perfeccionan" junto con todos los redimidos de todos los tiempos en la segunda
venida de Jesús.

La experiencia de los héroes de la fe del Antiguo Testamento, bellamente ilustra


cómo Dios cumple su palabra redentora. La promesa de las Escrituras es que
"todo el que cree en [Jesucristo], no se pierda, mas tenga vida eterna" (Juan
3:16). Jesús afirmó ser el único camino: "Nadie viene al Padre sino por mí", dijo
(Juan 14: 6). De acuerdo con la promesa profética de Juan 3:16, todos los que
viven por la fe en el plan de Dios para la redención de los pecadores tendrán vida
eterna. De la misma manera, todos los que se niegan a poner su fe en la obra
redentora de Cristo como el único camino al Padre perecerán.

Sobre la base de estas consideraciones, llegamos a la conclusión de que todos


los seres humanos por igual – desde Abel, el primer creyente en morir, hasta el
último pecador que acepte la gracia salvadora de Dios en Cristo antes de que
termine la libertad condicional o el tiempo de gracia – dependerán igualmente

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PERFECTO EN CRISTO – HELMUT OTT

de la actividad redentora de Cristo para la salvación. Debido a que todos son


pecadores, imperfectos, e indignos, Dios ideó un plan de redención según el cual
Jesucristo es el único camino al Padre, todos los seres humanos serán salvados
por la gracia o no lo serán en absoluto.

Según las Escrituras, "no hay justo, ni aun uno… todos pecaron, y están
destituidos de la gloria de Dios...." (Romanos 3:10-23). Por lo tanto, ya sea que
deben aceptar el perdón inmerecido de Dios, basado en la muerte expiatoria de
Cristo en su favor, o van a soportar el veredicto de culpables ante el tribunal de
Dios. Y ya sea que acepten la justicia imputada de Cristo, centrada en la vida
vicaria del Salvador, o van a permanecer en su estado de perdición, de miseria
espiritual, y finalmente la muerte. El hombre caído, simplemente no tiene otras
opciones disponibles.

Capítulo IV
La mediación de Cristo, la única forma de tener la Justicia
Salvadora hasta el Fin

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PERFECTO EN CRISTO – HELMUT OTT

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PERFECTO EN CRISTO – HELMUT OTT

Perfecto en Cristo
Helmut Ott

Capítulo IV
La mediación de Cristo, la única forma de tener la Justicia
Salvadora hasta el Fin

Los escritos de Elena de White también expresan la idea de que todos los
creyentes deben tener la justicia de Cristo para una buena relación con Dios hasta
el fin. La expresión "hasta el fin" tiene una doble aplicación: Significa, en primer
lugar, que los que mueren antes del cierre de la gracia siguen dependiendo de la
mediación de Cristo para la salvación hasta el fin de sus vidas. Y en segundo
lugar, que la última generación de creyentes – aquellos que viven en el momento
que la libertad condicional del mundo se cierra, y en consecuencia debe enfrentar
el juicio previo al advenimiento durante su vida – necesitan la mediación de
Cristo, para asegurar el veredicto final de Dios de aceptación, tanto como todas
las generaciones que les precedieron.

1. Una relación progresivamente íntima con Dios, que lleva a una


conciencia más profunda de la pecaminosidad personal, y a una mayor
dependencia de Cristo para la salvación

El sentido común parece indicar que cuanto más tiempo un creyente continúa en
el proceso de crecimiento cristiano, más cerca debería encontrarse a sí mismo
para lograr el objetivo de la perfección sin pecado, y por lo tanto menos debe
necesitar de la mediación de Cristo para él. La conciencia de su pecado, la
imperfección, e indignidad debe disminuir en directa proporción a su madurez
espiritual, el desarrollo del carácter, y la modificación del comportamiento. Sin
embargo, por extraño que pueda parecer, Elena G. de White rechaza esa
idea. Observa sobre todo que la percepción de un individuo de su propia
condición espiritual – si él se ve como justo y bueno o imperfecto y
pecador – [ella dice que] está determinado por su cercanía espiritual en relación
con Jesús y por la adecuación de su visión de la perfección de Cristo.

“Cuanto más nos acerquemos a Jesús, y cuanto más claramente discernamos la


pureza de su carácter, tanto más claramente veremos la extraordinaria gravedad
del pecado, y tanto menos nos sentiremos tentados a exaltarnos a nosotros
mismos. Habrá un continuo esfuerzo del alma para acercarse a Dios, una
constante, ferviente y dolorosa confesión del pecado, y una humillación del
corazón ante Él” (Los Hechos de los Apóstoles, p. 561). “No puede haber
exaltación propia o glorificación de sí mismo, ni arrogantes pretensiones de estar
libre del pecado, por parte de aquellos que andan a la sombra de la cruz del
Calvario. Harta cuenta se dan de que fueron sus pecados los que causaron la
agonía del Hijo de Dios y destrozaron su corazón; y este pensamiento les inspira
profunda humildad. Los que viven más cerca de Jesús son también los que mejor
ven la fragilidad y culpabilidad de la humanidad, y su sola esperanza se cifra en

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PERFECTO EN CRISTO – HELMUT OTT

los méritos de un Salvador crucificado y resucitado.” (El Conflicto de los


Siglos, Pág. 471).

“Nunca podemos alcanzar la perfección por medio de nuestras propias buenas


obras. El alma que contempla a Jesús mediante la fe, repudia su propia
justicia. Se ve a sí misma incompleta, y considera su arrepentimiento como
insuficiente, débil su fe más vigorosa, magro su sacrificio más costoso; y se abate
con humildad al pie de la cruz.” (Fe y Obras, pág. 107). Cuando vemos eso [a
Jesús sufriendo por nosotros]. . . no podemos ya reconocer el clamor del
yo. Mirando a Jesús, nos avergonzaremos de nuestra frialdad, de nuestro letargo,
de nuestro egoísmo” (El Deseado de Todas las Gentes, Pág. 439).

“Cuanto más cerca estés de Jesús, más imperfectos que reconocerás, porque tu
visión será más clara, y tus imperfecciones se verán en abierto y claro contraste
con su perfecta naturaleza. Esto es evidencia de que los engaños de Satanás han
perdido su poder y que la influencia vivificante del Espíritu de Dios que está
despertando. No puede existir amor profundo por Jesús en el corazón que no
comprende su propia pecaminosidad y perversidad. El alma que es transformada
por la gracia de Cristo, admirará su divino carácter. Pero si no vemos nuestra
propia deformidad moral, es una evidencia inequívoca de que no hemos tenido
una visión de la belleza y la excelencia de Cristo.” (El Camino a Cristo,
págs. 64, 65).

“Nuestro amor a Cristo estará en directa proporción a la profundidad de nuestra


convicción de pecado.” (Fe y Obras, pág. 96). “Pero debemos tener un
conocimientos de nosotros mismos, un conocimiento que nos lleve a la
contrición, antes de que podamos encontrar perdón y paz. . . . Cristo puede
salvar únicamente al que reconoce que es un pecador.”(Palabras de Vida del
Gran Maestro, Pág. 158). “Cuando los hombres ven su propia insignificancia,
están preparados para ser vestidos con la justicia de Cristo.” (La fe por la cual
vivo, Pág. 111).

“Y la pretensión de estar sin pecado, constituye de por sí una prueba de que el


que tal asevera dista mucho de ser santo. Es porque no tiene un verdadero
concepto de lo que es la pureza y santidad infinita de Dios, ni de lo que deben
ser los que han de armonizar con su carácter; es porque no tiene verdadero
concepto de la pureza y perfección supremas de Jesús ni de la maldad y horror
del pecado, por lo que el hombre puede creerse santo. Cuanto más lejos esté de
Cristo y más yerre acerca del carácter y los pedidos de Dios, más justo se
cree.” (El Conflicto de los Siglos, pág. 473).

“Hay una sola forma en que podemos obtener un verdadero conocimiento del
yo. Debemos contemplar a Cristo. La ignorancia de su vida y su carácter induce
a los hombres a exaltarse en su propia justicia. Cuando contemplamos su pureza
y excelencia, veremos nuestra propia debilidad, nuestra pobreza y nuestros
defectos tales cuales son. Nos veremos perdidos y sin esperanza, vestidos con
la ropa de la justicia propia, como cualquier otro pecador. Veremos que si alguna
vez nos salvamos, no será por nuestra propia bondad, sino por la gracia infinita
de Dios.”(Palabras de Vida del Gran Maestro, Pág. 159).

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“El verdadero seguidor de Cristo no hará jactanciosas proclamaciones de


santidad. El pecador es convencido de pecado por la ley de Dios. Ve su propia
pecaminosidad en contraste con la perfecta justicia que la ley prescribe, y esto
lo lleva a la humildad y al arrepentimiento. Se reconcilia con Dios por medio de
la sangre de Cristo; y al continuar caminando con Él, obtendrá una comprensión
más nítida de la santidad del carácter de Dios y de la naturaleza trascendente de
sus requerimientos. Verá más claramente sus propios defectos y sentirá la
necesidad de un continuo arrepentimiento y una fe constante en la sangre de
Cristo.” (Fe y Obras, págs. 53, 54).

Estas declaraciones de Elena de White describen los puntos de vista teológicos,


ideas espirituales, y las experiencias personales de dos tipos radicalmente
diferentes de personas religiosas. Las del primer grupo no tienen una relación de
fe estrecha e iluminada con Jesús y por lo tanto carecen tanto del punto de
referencia y de la visión espiritual que les permita ver su verdadera situación
como seres caídos. Son moralistas religiosos obviamente preocupados por el
logro de una condición sin pecado. Lamentablemente ellos subestiman su
pecaminosidad y sobreestiman su potencial. Como resultado, no perciben que su
aceptación plena con Dios es por medio de Cristo. Aparentemente ven su
mediación como un arreglo temporal destinado a ayudarles a ellos hasta que
alcancen un estado de impecabilidad y aprendan a vivir sin pecar.

Elena de White menciona varias características negativas de este grupo:

1. Ellos viven a gran distancia espiritual de Cristo – al parecer sin darse cuenta.

2. Controlados por el engaño de Satanás de la justicia propia, ellos no han dejado


que la influencia vivificante del Espíritu Santo les despierte.

3. Al no tener una visión clara de la pureza y la belleza de Jesús, ellos creen que
pueden llegar a coincidir en sus propias vidas personales con la justicia de
Cristo.

4. Sin una verdadera concepción de los requerimientos divinos, ellos piensan que
los pueden satisfacer plenamente.

5. Una concepción inadecuada de lo que deben convertirse a fin de estar en


armonía con el carácter de Dios, hace subestimar lo poco que realmente caen de
la norma divina.

6. No disciernen la debilidad y el pecado de la humanidad – lo que les impide ver


la verdadera profundidad de su miseria espiritual.

7. Y tienen una definición simplista de pecado, una inadecuada comprensión de


su verdadera malignidad, lo que les impide ver el hecho de que sólo Cristo puede
darles una buena relación con Dios.

El segundo grupo está formado por "los verdaderos seguidores de Cristo", que
viven en una relación de fe iluminada y estrecha con Él y por lo tanto son
espiritualmente sensibles. Después de haber tenido una visión de la pureza y

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PERFECTO EN CRISTO – HELMUT OTT

excelencia de Jesús, consideran su "propia debilidad, pobreza y defectos tal


como realmente son." Esa es la razón por la cual ellos repudian su propia justicia,
al verse a sí mismos como incompletos, su arrepentimiento insuficiente, y en los
términos más enérgicos su fe fuerte como debilidad, y reconocen que "su única
esperanza está en el mérito de un Salvador crucificado y resucitado."

Los que pertenecen al segundo grupo, exhiben a lo menos, los siguientes rasgos:

1. Ellos han llegado a apreciar la belleza del carácter santo de Cristo.

2. Tienen una clara comprensión de la naturaleza de largo alcance de los


requerimientos de Dios, de lo que deben llegar a convertirse a fin de cumplir con
la norma que Dios ha establecido.

3. Tienen una concepción adecuada de lo terrible del pecado y de la debilidad y


el pecado de la humanidad.

4. Reconocen su pecaminosidad personal, insuficiencia, e indignidad.

5. Ellos viven en un estado de "arrepentimiento continuo y fe en la sangre de


Cristo," plenamente conscientes de que su salvación depende, no de su propia
bondad, sino de la gracia infinita de Dios.

Por tanto, podemos decir que el bloque de pasajes de Ellen White citados
anteriormente en este capítulo, nos lleva por lo menos a cuatro conclusiones: En
primer lugar, el creyente que mantiene una relación de fe sana y creciente con
Jesucristo viene cada vez más cerca del Salvador. En segundo lugar, cuanto más
se acerca a Jesús, más claramente ve su propia imperfección, el pecado y su
indignidad. En tercer lugar, su realización no se deriva desde un falso sentido de
la modestia o un pobre discernimiento espiritual. En su lugar, se basa (1) en su
creciente capacidad espiritual para verse a sí mismo como realmente son – como
lo ve Dios con independencia de la justicia imputada de Cristo – y (2) en su
creciente percepción de la absoluta perfección de Cristo. En cuarto lugar, la
realización progresiva del creyente de su verdadera inadecuación espiritual le
lleva a depender cada vez más de Cristo hasta el final de su vida.

2. La experiencia de la Iglesia Remanente

Según Ellen White, todos los verdaderos creyentes continuarán viviendo en un


estado de arrepentimiento constante a causa de su pecado, y de fe en Jesucristo,
para la justicia de salvación, hasta el fin de los tiempos. El siguiente pasaje
describe la experiencia de la última generación de creyentes que se enfrentan al
juicio final de Dios en el momento en que libertad condicional del mundo llega
a su conclusión [fin del tiempo de gracia]. Entre otras cosas, muestra el papel
decisivo que Jesús desempeña como mediador.

“El hecho de que los hijos reconocidos de Dios están representados como de pie
delante del Señor con ropas inmundas, debe inducir a todos los que profesan su
nombre a sentir humildad y a escudriñar profundamente su corazón. Los que
están de veras purificando su alma y obedeciendo la verdad, tendrán una muy

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PERFECTO EN CRISTO – HELMUT OTT

humilde opinión de sí mismos. Cuanto más de cerca vean el carácter sin mancha
de Cristo, mayor será su deseo de ser transformados a su imagen, y menos pureza
y santidad verán en sí mismos. Pero aunque debemos comprender nuestra
condición pecaminosa, debemos fiar en Cristo como nuestra justicia, nuestra
santificación y redención. No podemos contestar las acusaciones de Satanás
contra nosotros. Cristo solo puede presentar una intercesión eficaz en nuestro
favor. El puede hacer callar al acusador con argumentos que no están basados
en nuestros méritos, sino en los suyos”

“La visión de Zacarías con referencia a Josué y el ángel se aplica con fuerza
particular a la experiencia del pueblo de Dios durante la terminación del gran día
de expiación. La iglesia remanente será puesta en grave prueba y angustia. Los
que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús sentirán la ira del dragón
y de su hueste.”

“Como Josué intercedía delante del ángel, la iglesia remanente, con corazón
quebrantado y fe ferviente, suplicará perdón y liberación por medio de Jesús su
Abogado. Sus miembros serán completamente conscientes del carácter
pecaminoso de sus vidas, verán su debilidad e indignidad, y mientras se miren a
sí mismos, estarán por desesperar. El tentador estará listo para acusarlos, como
estaba listo para resistir a Josué. Señalará sus, vestiduras sucias, su carácter
deficiente. Presentará su debilidad e insensatez, su pecado de ingratitud, cuán
poco semejantes a Cristo son, lo cual ha deshonrado a su Redentor.”

“Los hijos de Dios están suspirando y clamando por las abominaciones hechas
en la tierra. … y con indecible tristeza se humillan delante del Señor a causa de
sus propias transgresiones. … Porque se están acercando más a Cristo y sus ojos
están fijos en su perfecta pureza, disciernen tan claramente el carácter
excesivamente pecaminoso del pecado. Su contrición y humillación propias son
infinitamente más aceptables a la vista de Dios que el espíritu de suficiencia
propia y altanero de aquellos que no ven causa para lamentarse, que desprecian
la humildad de Cristo y se creen perfectos mientras pisotean la santa ley de Dios.
La mansedumbre y humildad de corazón son las condiciones para tener fuerza y
alcanzar la victoria. La corona de gloria aguarda a aquellos que se postran al pie
de la cruz. Bienaventurados son los que lloran; porque serán consolados.”

“Mientras los hijos de Dios afligen sus almas delante de él, suplicando pureza
de corazón, se da la orden: "Quitadle esas vestimentas viles," y se pronuncian
las alentadoras palabras: "Mira que he hecho pasar tu pecado de ti, y te he hecho
vestir de ropas de gala. “Se pone sobre los tentados, probados, pero fieles hijos
de Dios, el manto sin mancha de la justicia de Cristo. El remanente despreciado
queda vestido de gloriosos atavíos, que nunca han de ser ya contaminados por
las corrupciones del mundo. Sus nombres permanecen en el libro de la vida del
Cordero, registrados entre los fieles de todos los siglos.” (Testimonios, vol. 5,
pp. 471 hasta 475).

El pasaje apenas no necesita ninguna explicación. Pero con el fin de resaltar su


importancia para el tema general de nuestro estudio, vamos a llamar la atención
sobre cuatro puntos:

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PERFECTO EN CRISTO – HELMUT OTT

1.- En primer lugar, el pasaje habla de la experiencia de "las personas


reconocidas del pueblo de Dios", "la iglesia remanente," en el momento que se
está “terminando el gran día de la expiación.” Es decir, que esboza lo que
sucederá con la última generación de creyentes, como Dios decide de forma
permanente e irreversiblemente su destino eterno en el juicio previo al
advenimiento.

2.- En segundo lugar, el pasaje dice claramente que la iglesia remanente no


alcanza la perfección sin pecado, o de conducta por parte de cualquier [ser
humano] en los últimos momentos en que el tiempo de gracia termina. No son
súper santos que han alcanzado plenamente la perfección y por lo tanto pueden
en justicia impecable soportar [salir aprobados] ante el tribunal de Dios. Por el
contrario, son pecadores que, salvo por la justicia de Cristo, no tienen más que
“ropas sucias” que llevar. Dolorosamente conscientes de “la pecaminosidad de
sus vidas... Su debilidad e indignidad”, “sus caracteres defectuosos”, “su
desemejanza con Cristo,” ellos “afligen sus almas” en arrepentimiento ante Dios
“a causa de sus propios pecados,” y abogan por una “pureza de corazón” que,
obviamente, no poseen todavía.

3.- En tercer lugar, si los creyentes que están vivos cuando el juicio previo al
advenimiento concluye, habían de hecho trascendido su condición caída, habían
desarrollado la justicia perfecta del ser, habían aprendido a vivir sin pecar,
entonces serían capaces de responder las acusaciones de Satanás en contra de
ellos. Pero ese no es definitivamente el caso. El acusado no puede responder a
su acusación, porque los cargos en su contra son verdaderos. De hecho, son
culpables, imperfectos y pecaminosos. Es precisamente por eso, “como se ven a
sí mismos, es que están listos a desesperar.” Ellos no tienen ninguna base para
la autodefensa.

En caso de que Dios determinará su destino eterno sobre la base de su verdadera


condición espiritual y el real comportamiento de su conducta, su caso sería
irremediable. Pero entonces Jesús, el mediador poderoso, hace una súplica eficaz
en su nombre. Él silencia al acusador con argumentos fundados, no sobre los
méritos de los creyentes – porque ellos no tienen ninguno –sino en los méritos
suyos. Él acredita, Él aplica, sus méritos a ellos sobre la base de su fe en Él como
su abogado ante el Padre.

4.- En cuarto lugar, viene el veredicto final de la iglesia remanente a una


resolución permanente y definitiva cuando Jesús, el mediador, hace dos cosas
esenciales en su nombre:

4.1.- Él ordena que sus ropas sucias sean removidas o quitadas de ellos – Él hace
que la maldad de ellos sea pasada por alto y perdona su pecado.

4.2.- Él los cubre con el manto glorioso de su propia justicia inmaculada – Él


imputa su justicia personal a ellos, para que puedan ser completos en Cristo por
la fe. Como resultado, sus nombres permanecen en el libro de la vida del
Cordero, inscritos entre los fieles de todas las edades, para no ser jamás

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PERFECTO EN CRISTO – HELMUT OTT

borrados. Su juicio ha terminado, sus casos han sido cerrados para siempre, su
destino eterno está permanentemente sellado.

Claramente, entonces, la mediación de Cristo es tan vital para la última


generación como lo fue su muerte en la cruz, porque sin su justicia imputada la
iglesia remanente no tendría nada con que contrarrestar las acusaciones de
Satanás en contra de ellos, ninguna justicia que realice cumple con el estándar
que Dios requiere para la salvación. Eso es lo que hace las siguientes
declaraciones tan pertinentes:

“No es la voluntad de Dios que debas desconfiar, y torturar a tu alma con el


temor de que Dios no te aceptará porque eres pecador e indigno… Presenta tu
caso delante de Él, invocando los méritos de la sangre derramada por ti en la
cruz del Calvario. Satanás te acusará de que eres un gran pecador, y tú debes
admitirlo, pero puedes decir: "Yo sé que soy un pecador, y esa es la razón por la
que necesito un Salvador... No hay en mí ningún mérito o bondad por la cual
pueda reclamar la salvación, pero presento delante de Dios la sangre totalmente
expiatoria del inmaculado Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Este
es mi único ruego. El nombre de Jesús me da acceso al Padre.” (Ellen G. White,
en Signs of the Times, 04 de Julio 1892).

“Si desea resistir en el tiempo de angustia, debe conocer a Cristo, y apropiarse


del don de su justicia, que él atribuye al pecador arrepentido.” (Elena G. de
White, en la Review and Herald, 22 de noviembre 1892).

Los requisitos para la salvación, y la manera de alcanzarlos, son los mismos


desde el principio hasta el fin del tiempo. Esto significa dos cosas:

En primer lugar, la última generación debe cumplir el mismo nivel de


perfección como todos los que fueron antes. Puesto que Dios requiere total
justicia del ser y perfecta obediencia a su voluntad de todas las generaciones
anteriores, eso es precisamente lo que él espera de la iglesia remanente, la norma
no aumenta ni disminuye para ellos.

En segundo lugar, la última generación cumplirá la norma y logrará el objetivo


de la misma manera que todas las generaciones anteriores lo hicieron. Todos
los que vivieron antes –.Incluyendo los gigantes de la fe y los mártires de todas
las edades – eran pecadores culpables, imperfectos e indignos, totalmente
dependientes de Cristo para la salvación. Lo mismo sucede con los verdaderos
creyentes de los últimos días. Dios los salvará a ellos, no sobre la base de sus
logros espirituales sin precedentes, sino porque el Mediador quita sus ropas
sucias – la justicia parcial e imperfecta que desarrollaron en sus propias
vidas – y los cubre con el manto de su justicia toda suficiente. Así, Cristo los
presenta al Padre como perfectamente justos en Él por la fe.

Obviamente podemos encontrar algunas similitudes significativas entre los que


todavía vivían por la fe en Cristo cuando murieron y los que viven por la fe en
Cristo cuando el tiempo de gracia se cierra: 1. Ambos grupos, dice Elena de
White que son indignos, imperfectos y pecaminosos – ella menciona su poca
“semejanza con Cristo”, sus “caracteres defectuosos”. 2. Ambos grupos son

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PERFECTO EN CRISTO – HELMUT OTT

culpables e indefensos ante Dios – no pueden contrarrestar las acusaciones de


Satanás porque éstas reflejan con exactitud lo que realmente son y lo que
realmente han hecho. 3. El veredicto hace la salvación eterna de los dos grupos
permanentemente segura, no porque hayan alcanzado la plenitud espiritual
perfecta y aprendido a vivir sin pecar – porque tal no es el caso – sino porque el
Salvador aplica los beneficios de su victoria redentora a ellos y los presenta al
Padre como siendo justos, santos y dignos en Cristo por la fe.

3. Algunas consideraciones bíblicas

Los escritores del Nuevo Testamento creían que vivían cerca del fin de la historia
humana. En lo que a ellos respecta, eran la última generación de creyentes. Un
sentido de urgencia impregnaba sus escritos precisamente porque sentían que el
día del Señor estaba cerca. Por lo tanto, podemos considerar la mayor parte de
lo que escribieron con sus contemporáneos en mente, con ligeras adaptaciones,
como directamente aplicables a las personas que viven en el tiempo del fin.

Al examinar los escritos apostólicos, en busca de algo que podría aplicarse a los
vivos cuando Jesús regrese, nos encontramos con que tienen tres preocupaciones
principales:

1.- Ellos advierten a los creyentes en contra de renunciar a su fe, porque al


hacerlo, perderían su participación en las promesas del Evangelio. “Mediante
este evangelio son salvos, si se aferran a la palabra que les prediqué”, dice
Pablo, “de lo contrario, habrán creído en vano” (1 Corintios 15: 2).

2.- Alientan a los creyentes a “vivir vidas santas y piadosas”, ya que esperan la
segunda venida de Jesús. (2 Pedro 3:11, 12).

3.- Se les insta a continuar en su fe “hasta el fin” (Hebreos 3:14), de modo que
“la esperanza del evangelio” (Colosenses 1:23) de hecho, pueda convertirse en
una realidad para ellos.

Al hablar de su propia experiencia cristiana, Pablo dijo:

“He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. Por lo


cual me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo,
en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida.” (2
Timoteo 4: 7, 8).

En primer lugar, notemos que Pablo basó su garantía de una corona de justicia
“en el hecho de que” “había peleado la buena batalla”, “terminado la carrera” y
“guardado la fe.”

Obviamente, él murió como había vivido, dependiendo no de sus propios méritos


y logros, sino en “la justicia que viene de Dios y que es por la fe en Cristo”
(Filipenses 3:9). En segundo lugar, el apóstol no hizo ninguna distinción entre
los [justos] vivos en la segunda venida de Cristo y los [justos] que murieron
antes. Dios premiará con la corona de justicia “a todos los que aman su
venida”. Es evidente que su consejo de que “sigan viviendo en [Cristo],

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PERFECTO EN CRISTO – HELMUT OTT

arraigados y sobreedificados en él, confirmados en la fe como se les enseñó”


(Colosenses 2: 6, 7), mantiene el secreto de una buena relación con Dios para
todos creyentes al final de los tiempos.

Las enseñanzas de Jesús reflejan una preocupación similar. Aconsejó a los


discípulos que tener cuidado y preocuparse de la preparación de manera que la
segunda venida no los tomara por sorpresa. Nuestro Salvador les advirtió en
contra de las falsas enseñanzas y milagros que “engañarían, si fuese posible, aun
a los escogidos” (Mateo 24:24.). Y Él les recordó que sólo “el que persevere
hasta el fin, éste será salvo” (Mateo 24:13; cf. Marcos 13:35, 36; Lucas 21: 34-
36.). Usando la vid y los sarmientos como una ilustración, Jesús explicó la
necesidad de permanecer en Él, de permanecer en su amor (Juan 15: 1-
10). Parecía estar realmente preocupado acerca de si “el Hijo de hombre
encontrará fe en la tierra…”, cuando venga (Lucas 18: 8).

Por lo tanto, podemos concluir: 1. De acuerdo con el Nuevo Testamento, todos


los creyentes deben tener los méritos de Cristo para una buena relación con
Dios. Las Escrituras se centran en la relación fe del creyente con el Salvador y
hacen hincapié en la absoluta necesidad de permanecer en Cristo por la fe hasta
que Él regrese. 2. Jesús y los escritores apostólicos no dan ninguna indicación
de que la última generación tiene que ser especial – que tiene que tener éxito
donde todas las [generaciones] anteriores [de cristianos] fracasaron. Jesús y los
apóstoles no muestran una preocupación de que los creyentes no puedan subir
lo suficientemente alto en la escalera de su desarrollo del carácter y la
modificación del comportamiento. En cambio, se concentran en el peligro de que
algunos puedan renunciar a su fe y romper su unión espiritual con Cristo y con
ello perder el acceso a la esperanza del evangelio.

Quizás el pasaje de las escrituras más específico para describir la experiencia de


la última generación de creyentes es el mensaje a la iglesia de Laodicea, grabado
en Apocalipsis 3:14-21. Los adventistas siempre han creído que este pasaje
describe la experiencia del último movimiento religioso específicamente
señalado en las Escrituras, y que, por lo tanto, se aplica con particular fuerza a
nosotros como iglesia. Por tanto, es adecuado que debamos examinar el mensaje
a la iglesia de Laodicea para a establecer si describe (1) una iglesia superior,
capaz de valerse por sí misma con su propia moralidad impecable y su plenitud
espiritual, o (2) una iglesia totalmente dependiente de papel redentor de Cristo
para una buena relación con Dios, como hemos visto antes.

De acuerdo con el testimonio de “el testigo fiel y verdadero” (versículo 14), la


iglesia de Laodicea se encuentran en una situación terrible, estando totalmente
engañados acerca de su verdadera condición espiritual. 1. Ellos piensan que son
ricos y no tienen necesidad de nada, cuando en realidad están en bancarrota
espiritual. 2. Son culpables de los pecados de arrogancia y justicia propia [o
autosuficiencia] – pecados contrarios tanto a la ley y al evangelio. 3. Ellos viven
en un estado de vergonzosa desnudez espiritual, de indigencia, ceguera, de
miseria y pobreza. 4. No tienen ya sea la verdadera fe o el amor verdadero (“oro
refinado en fuego” (versículo 18; cf. 1 Pedro 1:7; Hebreos 3:14; 11:7).

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PERFECTO EN CRISTO – HELMUT OTT

Es importante tener en cuenta esa situación crítica de Laodicea “no es una


cuestión de comportamiento pecaminoso, sino de ser pecaminoso”. El hecho de
que el testigo fiel no menciona específicamente ninguna de las prácticas
pecaminosas, como la idolatría, el robo o el adulterio, sugiere que probablemente
no participan en muchas de las conductas pecaminosas practicadas por los que
no se preocupan por las normas morales de Dios. Los laodicenses no están
rechazando abiertamente la ley de Dios. Ni están, como el hijo pródigo,
desperdiciando sus vidas en una vida de pecado. Por el contrario, su condición
es crítica, ya que no han respondido al evangelio en arrepentimiento y fe, y por
lo tanto no tienen acceso a la obra redentora de Cristo.

De acuerdo con el Testigo fiel, la solución a la condición espiritual casi


desesperada de Laodicea “no implica más y mejores obras”, ni una versión
mejorada de su propia vestimenta – es decir, de su rectitud personal, de su
bondad y méritos. En cambio, pueden encontrar la respuesta a su situación sólo
en Cristo y lo que Él pone a disposición de ellos. El Testigo fiel les insta a
asegurar tres cosas específicas que ofrece Jesús (Apocalipsis 03:18): (1) el "oro"
de la fe, para que puedan llegar a ser ricos al participar de la abundancia de
Cristo; (2) las "ropas blancas" de su justicia salvadora para cubrir su vergonzosa
desnudez espiritual; y (3) el "colirio celestial" que les permita ver su verdadera
condición espiritual, y los inste a moverse a arrepentirse de su autosuficiencia,
para que Dios les perdone sus pecados y quite su culpabilidad.

Cristo también les exhorta a arrepentirse de su arrogancia espiritual (Cf.


versículo 19), y los invita a abrir la puerta para que Él puede tener comunión con
ellos (versículo 20). Los que presten atención al mensaje y sigan la insistencia y
el consejo del Testigo Fiel saldrán vencedores – ellos son los verdaderos
creyentes que se sentarán con Jesús en su trono, así como Jesús se sentó con su
Padre en su trono (versículo 21) después de que obtuvo su victoria redentora.

Hay algo bastante singular – y realmente inquietante – sobre el formato del


mensaje a Laodicea. Mientras que el mensaje se dirige a la iglesia
corporativamente, la invitación final y la promesa se dirigen, no a la iglesia en
general, sino a personas individuales dentro de ella. La última exhortación a la
iglesia como una iglesia corporativa es un llamado al arrepentimiento (versículo
19). El mensaje se desplaza de lo general a lo personal. Jesús dice:

“He aquí, yo estoy a la puerta y llamo. Si alguno oye mi voz y abre la puerta,
entraré, y cenaré con él, y él conmigo. Al que venciere, le daré que se siente
conmigo en mi trono, así como yo he vencido y me he sentado con mi Padre en
su trono” (versículos 20, 21).

El mensaje a la iglesia de Laodicea sugiere que esta iglesia profética enfrenta el


verdadero peligro de repetir el error fatal cometido por muchos en Israel en el
tiempo de Cristo. Como un cuerpo corporativo, la iglesia de Laodicea
aparentemente nunca le abrirá la puerta a Cristo como su única fuente de justicia
salvadora. Probablemente continuarán en su orgullo religioso, totalmente ajeno
a su insuficiencia moral y la indigencia espiritual. Al parecer no van a responder
a la llamada del evangelio en arrepentimiento y fe. Pero si no lo hacen, el
verdadero Testigo fiel los vomitara de su boca (versículo 16). Es decir, Dios

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PERFECTO EN CRISTO – HELMUT OTT

tendrá que rechazarlos como pueblo, y perderán su participación en el pacto de


la gracia de Dios. No estarán entre los invitados del rey que van a "comer" en la
fiesta de bodas con Jesús (compare el versículo 20 con Mateo 22: 2-10).

Al comentar sobre el mensaje a Laodicea, Elena de White dice:

“Dios demanda un reavivamiento y una reforma espirituales. A menos que esto


suceda, los que son tibios serán cada vez mas detestables para el Señor, hasta
que él rehúse reconocerlos como a sus hijos” (Mensajes Selectos, tomo 1, p.
128).

Pero el mensaje también sugiere que Laodicea incluirá un remanente formado


por los que presten atención al consejo y hagan uso de la provisión que Cristo ha
hecho por ellos. Ellos superaran su autosuficiencia espiritual y abrirán la puerta
a Jesús. Reconociendo su pecaminosidad, van a arrepentirse y serán
perdonados. Ellos cubren su vergonzosa desnudez espiritual con el manto blanco
[e inmaculado] de la perfecta justicia de Cristo, y aquel día serán parte de los
redimidos de todas las edades como invitados en "las bodas del Cordero"
(Apocalipsis 19: 7).

Juan el Revelador vio en una visión la “gran multitud” de los redimidos “de pie
delante del trono y delante del Cordero, vestidos con vestiduras blancas”
(Apocalipsis 7: 9, RSV). Cuando el apóstol preguntó acerca de su identidad, se
enteró de que habían “lavado sus vestiduras y las han emblanquecido en la sangre
del Cordero. Por esto están delante del trono de Dios, y le sirven día y noche en
su templo” (versículos 14 y 15 RV). Claramente, la iglesia victoriosa, los
redimidos de todas las edades y de todos los pueblos, son los que – para usar la
metáfora bíblica – han lavado sus vestiduras y las han emblanquecido en la
sangre de Cristo.

La expresión “Por esto están delante del trono de Dios...” indica que lo que ha
hecho posible para ellos vivir en la presencia santa de Dios, lo que les ha
capacitado para servirle en su templo, es el hecho de que han sido totalmente
perdonados, que están vestidos con el manto de la justicia perfecta de Cristo. La
última bendición de las Escrituras refuerza la importancia de ser lavados en la
sangre de Cristo. Se lee: “Bienaventurados los que lavan sus ropas [los que
guardan sus mandamientos], para tener derecho al árbol de la vida y para entrar
por las puertas en la ciudad” (Apocalipsis 22:14).

En una de sus visiones del cielo, Juan oyó un grito de una gran multitud:

“¡Aleluya! porque el Señor nuestro Dios todopoderoso reina. Gocémonos y


alegrémonos y démosle gloria! Porque han llegado las bodas del Cordero, y su
esposa se ha preparado. Y a ella se le ha concedido que se vista de lino fino,
limpio y resplandeciente. (Apocalipsis 19: 6-8).

Es importante señalar que la novia – que es la verdadera iglesia de Dios – no


desarrolla, produce, o gana el "lino fino". Esta prenda espiritual le fue “dada a
ella” – una ilustración elocuente que demuestra que la justicia con la que los

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PERFECTO EN CRISTO – HELMUT OTT

redimidos se visten, es la que reciben como un regalo de Dios, gracias a su


relación de fe con Cristo.

Podemos reconocer una gran similitud entre la experiencia y el destino de la


iglesia y la de Israel. Como Israel era totalmente dependiente del ministerio
típico del sacerdocio terrenal, así también la iglesia es totalmente dependiente
del ministerio mediador de Cristo en la presencia de Dios en el cielo (1 Timoteo
2:5-6; Hebreos 7:25). Los redimidos eventualmente participan en la fiesta de
bodas del Cordero, y participan de la herencia eterna, no porque lograron la
perfección sin pecado y por lo tanto superaron su necesidad de la mediación de
Cristo, sino porque la obra mediadora de Jesús fue plenamente en su nombre y
en ese momento aseguró para ellos el veredicto final e irreversible de Dios de la
aceptación en el juicio previo al advenimiento.

Estas consideraciones nos llevan a al menos las siguientes conclusiones: 1. Las


Escrituras no apoyan la idea de que la última generación de creyentes va a lograr
un estado de rectitud espiritual perfecta y que aprendieron a vivir sin pecar antes
del fin del tiempo de gracia. 2. El último movimiento religioso señalado en la
Escritura es tan pecaminoso, imperfecto, e indigno que cualquier otra generación
anterior de creyentes, y por lo tanto tan dependientes como todos los demás de
la justicia imputada de Cristo. 3. Sólo los que pertenecen a Laodicea que
reconocen individualmente su verdadera condición espiritual, y se arrepienten
para asegurar el perdón de Dios, y se cubren con la ropa blanca de la justicia
salvadora de Cristo heredarán la vida eterna. Ellos son parte del "remanente
escogido por gracia" (Romanos 11: 5) que estarán viviendo por la fe cuando
Jesús regrese.

Capítulo V
El ministerio mediador de Cristo completado
al final del tiempo de gracia

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PERFECTO EN CRISTO – HELMUT OTT

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PERFECTO EN CRISTO – HELMUT OTT

Perfecto en Cristo
Helmut Ott

Capítulo V
El ministerio mediador de Cristo completado
al final del tiempo de gracia

El ministerio mediador de Cristo en nombre de aquellos que se acercan al Padre


por medio de él, finalmente terminará. Al menos tres pasajes en los escritos de
Ellen White señalan que durante el "tiempo corto" entre el final del período de
prueba y "la venida del Señor en las nubes del cielo" (El Conflicto de los
Siglos, p. 490), Jesús no abogara [no va a funcionar] como mediador entre Dios
y el hombre. Ponga atención a lo siguiente:

“Entonces no habrá ningún sacerdote en el santuario que ofrezca ante el trono


del Padre las oraciones, los sacrificios, y confesiones de ellos.” (Primeros
Escritos, página 48). “Los que vivan en la tierra cuando cese la intercesión de
Cristo en el santuario celestial deberán estar en pie ante la presencia del Dios
santo sin mediador.” (El Conflicto de los Siglos, pág. 425). Cuando [Jesús]
abandone el santuario celestial, las tinieblas envolverán a los habitantes de la
tierra. En ese tiempo terrible, los justos deben vivir en la presencia del Dios santo
sin un intercesor.” (ibíd., P. 614).

Tener que estar "en la presencia del Dios santo sin mediador" puede ser una
perspectiva aterradora, especialmente para aquellos que tienen una concepción
de la salvación centrada en el hombre – los que sostienen que el propio creyente
debe lograr una justicia del ser y una impecabilidad de conducta para cumplir la
norma de la perfección de Dios – , sin embargo, cuando entendemos lo que Dios
hace para asegurar nuestra salvación antes de que Jesús cambie sus vestiduras
sacerdotales, el miedo se convierte en gozo agradecido por el maravilloso plan
que Dios ideó para asegurarse de que ninguno de los que confían en su gracia
para la salvación sea decepcionado. Todos los que por la fe se acojan [aferren] a
la obra redentora de Cristo en su nombre serán realmente herederos de la vida
eterna.

Discutiremos brevemente tres razones básicas sobre las cuales los creyentes
puedan descansar sus casos con Dios, en plena certidumbre de que Él ha ideado
un plan perfecto para traer a su pueblo de manera segura al reino eterno. En vista
de eso, ellos no tienen que temer, ya sea el cierre de la gracia o el tiempo de
angustia que le sigue.

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PERFECTO EN CRISTO – HELMUT OTT

En primer lugar, Jesús dejará su ministerio mediador sólo después de que


el destino de todos los habitantes de la tierra se haya fijado de forma
permanente y la salvación de su pueblo ya no esté cuestionada [en
discusión].

“Cuando termine el mensaje del tercer ángel la misericordia divina no


intercederá más por los habitantes culpables de la tierra. . . . Un ángel que
regresa de la tierra anuncia que su obra está terminada; el mundo ha sido
sometido a la prueba final, y todos los que han resultado fieles a los preceptos
divinos han recibido "el sello del Dios vivo." Entonces Jesús dejará de
interceder en el santuario celestial. Levantará sus manos y con gran voz dirá:
"Hecho es," y todas las huestes de los ángeles depositarán sus coronas mientras
él anuncia en tono solemne: "¡El que es injusto, sea injusto todavía; y el que es
inmundo, sea inmundo todavía; y el que es justo, practique la justicia todavía; y
el que es santo, sea santificado todavía!" (Apocalipsis 22:11) Cada caso ha sido
fallado para vida o para muerte. Cristo ha hecho propiciación por su pueblo y
borrado sus pecados. El número de sus súbditos está completo; "el reino y el
dominio y la majestad de los reinos debajo de todo el cielo", van a ser dados a
los herederos de la salvación, y Jesús va a reinar como Rey de reyes y Señor
de señores.” (El Conflicto de los Siglos, páginas 613-614; la cursiva es nuestra).

“Cuando quede concluida la obra del juicio investigador, quedará también


decidida la suerte de todos para vida o para muerte. El tiempo de gracia terminará
poco antes que el Señor aparezca en las nubes del cielo.” (ibíd., P.
490). “Cuando la decisión irrevocable del santuario haya sido pronunciada y el
destino del mundo haya sido determinado para siempre, los habitantes de la
tierra no lo sabrán” (ibíd., p 615; cursivas suministradas).

“[Satanás] ve que los santos ángeles protegen a los que guardan los
mandamientos [el pueblo de Dios], e infiere que sus pecados les han sido
perdonados; pero no sabe que la suerte de cada uno de ellos ha sido resuelta en
el santuario celestial.” (ibíd., página 618; cursivas suministradas). “Cuando
Jesús deje de interceder por el hombre, los casos de todos estarán decididos para
siempre.”(Testimonios, vol. 2, p. 191).

Tales declaraciones destacan el hecho de que Jesús realmente no cesa solo su


obra mediadora, sino mejor dicho, que Él la completa. Jesús no deja de funcionar
como representante del hombre para con el Padre sin asegurarse que su
ministerio ha logrado su propósito. Él no interrumpe de repente su trabajo,
dejando a todos los que confían en él a su propia suerte o solos sobre sus propios
pies, por así decirlo. En cambio, Jesús termina su mediación en nombre de su
pueblo asegurando para ellos el veredicto final e irreversible de la aprobación
de Dios cuando el juicio previo al advenimiento llega a su fin. Como resultado,
reciben "el sello del Dios vivo", que su filiación en Cristo les otorga o concede
un estatus permanente y les confiere el derecho de ser herederos del reino.

En segundo lugar, el momento en que Jesús completa su mediación para la


última generación de creyentes, también marca el final del juicio previo al
advenimiento. La "prueba final" que determina los destinos eternos "se ha
aplicado al mundo.... El número de sus súbditos está completo." Como resultado,

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PERFECTO EN CRISTO – HELMUT OTT

el destino de todos queda permanentemente e irrevocablemente fijado, cada caso


no sólo ha sido decidido sino para siempre está cerrado y terminado, y nunca
más será abierto para su revisión. Debido a que el veredicto que Dios pronuncia
en el juicio que llega a su fin es definitivo e irrevocable, los que son salvos serán
salvos, y los que se pierden, se perdieron a partir de ese momento.

La razón por la que Jesús ya no interviene en favor de su pueblo después del


cierre de la libertad condicional es que su mediación ya ha logrado su propósito,
total y completamente. Por una parte, Dios ha declarado a los creyentes ser
aceptados como justos en Cristo. Ha eliminado su culpa y perdonado su
pecado. Sus nombres están escritos de forma permanente en el libro de la vida
del Cordero y están sellados por la eternidad. Por otra parte, el juicio ha
terminado. Los creyentes han pasado la prueba final que decidió su destino
eterno. El mediador ha respondido a los argumentos y a las acusaciones de
Satanás. El juez ha dictado su veredicto, Jesús ha ganado el caso, y el juicio ha
terminado – para siempre.

La tercera razón, el creyente no necesita ser aprensivos acerca del final, ya sea
el final del tiempo de gracia o el tiempo de angustia, pues Dios proveerá
protección especial para su pueblo durante este período. Observe cómo las
siguientes afirmaciones llevan esto a cabo:

“La historia de Jacob nos da además la seguridad de que Dios no rechazará a los
que han sido engañados, tentados y arrastrados al pecado, pero que hayan vuelto
a él con verdadero arrepentimiento. [Mientras Satanás trata de acabar con esta
clase de personas], Dios enviará a sus ángeles para consolarlas y protegerlas en
el tiempo de peligro. Los asaltos de Satanás son feroces y resueltos, sus engaños
terribles, pero el ojo de Dios descansa sobre su pueblo y su oído escucha su
súplica... el amor de Dios para con sus hijos durante el período de su prueba más
dura es tan grande y tan tierno como en los días de su mayor prosperidad.”(El
conflicto de los siglos, página 621).

“Aunque los enemigos los arrojen a la cárcel, las paredes de los calabozos no
pueden interceptar la comunicación entre sus almas y Cristo. Aquel que conoce
todas sus debilidades, que ve todas sus pruebas, está por encima de todos los
poderes de la tierra; y acudirán ángeles a sus celdas solitarias, trayéndoles luz y
paz del cielo. La prisión se volverá palacio, pues allí moran los que tienen mucha
fe, y los lóbregos muros serán alumbrados con luz celestial...” (ibíd., página
627).

“El pueblo de Dios no quedara libre de padecimientos; pero aunque perseguido


y acongojado, y aunque sufra privaciones y falta de alimento, no será
abandonado para perecer. El Dios que cuidó de Elías no abandonará a ninguno
de sus abnegados hijos. El que cuenta los cabellos de su cabeza, cuidará de ellos
y los atenderá en tiempos de hambruna. Mientras los malvados estén muriéndose
de hambre y pestilencia, los ángeles protegerán a los justos y suplirán sus
necesidades… Si los hombres tuviesen la visión del cielo, verían compañías de
ángeles poderosos en fuerza estacionado en torno de los que han guardado la
palabra de la paciencia de Cristo.” (ibíd., página 629).

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PERFECTO EN CRISTO – HELMUT OTT

“Los centinelas celestiales, fieles a su cometido, siguen vigilando. Por más que
un decreto general haya fijado el tiempo en que los observadores de los
mandamientos puedan ser muertos, sus enemigos, en algunos casos, se
anticiparán al decreto, y tratarán de quitarles la vida antes del tiempo fijado. Pero
nadie puede atravesar el cordón de los poderosos guardianes colocados en torno
de cada fiel. Algunos son atacados al huir de las ciudades y villas. Pero las
espadas levantadas contra ellos se quiebran y caen como si fueran de paja. Otros
son defendidos por ángeles en forma de hombres de guerra.” (ibíd., Pp. 629 a
631).

Al menos tres factores principales se combinan para dar a los creyentes la paz,
la esperanza, y la [seguridad] garantía: 1. Jesús mediará en su nombre hasta que
el veredicto final de Dios de aceptación haga segura su salvación eterna. 2. No
tendrán que enfrentarse a un examen post-juicio [después del juicio] para
determinar si ellos han alcanzado la justicia perfecta del ser y la impecabilidad
de conducta y por lo tanto merecen personalmente ser dignos de la vida eterna. 3.
Dios protegerá y proveerá para ellos durante el corto período de tiempo, entre el
final del período de prueba y la segunda venida de Cristo, para que nada ponga
en peligro su salvación.

El cierre de la gracia marca el final del presente orden de cosas y presenta una
situación totalmente diferente. En lo que se refiere a su destino eterno, los
habitantes del mundo de forma permanente se han dividido en dos grupos: los
que se perdieron irremediablemente y aquellos cuyos nombres están registrados
de forma permanente en el libro de la vida del Cordero. Y cada grupo tendrá una
experiencia única durante el breve periodo de tiempo antes del regreso de Jesús.

Debido a que los malvados han rechazado el último intento de Dios para llevarlos
al arrepentimiento, ahora se enfrentan a las condiciones más indeseables.

“La misericordia divina no intercederá más por los habitantes culpables de la


tierra. . . Nada refrena ya a los malos, y Satanás domina por completo a los
impenitentes empedernidos. La paciencia de Dios ha concluido. El mundo ha
rechazado su misericordia, despreciado su amor y pisoteado su ley. Los impíos
han dejado concluir su tiempo de gracia; el Espíritu de Dios, al que se opusieran
obstinadamente, acabó por apartarse de ellos. Desamparados ya de la gracia
divina, están a merced de Satanás, el cual sumirá entonces a los habitantes de la
tierra en una gran tribulación final. Como los ángeles de Dios dejen ya de
contener los vientos violentos de las pasiones humanas, todos los elementos de
contención se desencadenarán. El mundo entero será envuelto en una ruina más
espantosa que la que cayó antiguamente sobre Jerusalén.” (ibíd., Pp.613, 614).

Podemos describir la experiencia de "los finalmente impenitentes [o no


arrepentidos]" de la siguiente manera: 1. El Espíritu Santo, alejado de ellos, ya
no los motiva al arrepentimiento y la fe en Cristo – lo que significa que ya no
existe ninguna posibilidad de que puedan ser reconciliados con Dios. 2. Dios los
deja enteramente bajo el control irrestricto de Satanás. 3. Ellos pasan por un
momento de extrema dificultad, contienda, y ruina. 4. Ellos reciben el juicio de
Dios en la forma de las siete últimas plagas (ibíd., Pp. 627-629).

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PERFECTO EN CRISTO – HELMUT OTT

Lo que sucede con el pueblo de Dios durante el tiempo de angustia es casi


exactamente lo contrario de lo que sucede a los impíos, y se dividen en dos partes
separadas pero relacionadas entre sí. En primer lugar, como viven los impíos
bajo el poder total de Satanás, los justos o redimidos moran permanentemente
bajo la protección sobrenatural y la conducción de Dios. Ya hemos visto que a
través [del ministerio] de los ángeles y otras providencias Dios los protegerá del
peligro que amenaza la vida y suplirá su necesidad. El siguiente pasaje indica
que Dios también les será refugio de cualquier experiencia que no contribuya a
la realización de su propósito específico para ellos [su pueblo], durante este
tiempo.

“El ojo de Dios, mirando a través de las edades, se fijó en la crisis a la cual tendrá
que hacer frente su pueblo cuando los poderes tierra se unan en contra de
él. Como los desterrados cautivos, temerán morir de hambre o por la
violencia. Pero el Dios santo que dividió las aguas del Mar Rojo delante de los
israelitas manifestará su gran poder libertándolos de su cautiverio. "Ellos me
serán un tesoro especial, dice Jehová de los ejércitos, en aquel día que yo
preparo; y me compadeceré de ellos, como un hombre se compadece de su
mismo hijo que le sirve.” (Malaquías 3:17.). Si la sangre de los fieles siervos de
Cristo fuese entonces derramada, no sería ya, como la sangre de los mártires,
semilla destinada a dar una cosecha para Dios. Su fidelidad no sería ya un
testimonio para convencer a otros de la verdad, pues los corazones endurecidos
han rechazado los llamamientos de la misericordia hasta que éstos ya no se dejan
oír. Si los justos cayesen entonces presa de sus enemigos, sería un triunfo para
el príncipe de las tinieblas. El salmista dice: "Porque él me esconderá en su
tabernáculo en el día del mal; me ocultará en lo reservado de su morada" (Salmos
27: 5). Cristo ha dicho: "Anda, pueblo mío, entra en tus aposentos, cierra tras ti
tus puertas; escóndete un poquito, por un momento, en tanto que pasa la
indignación. Porque he aquí que Jehová sale de su lugar para castigar a los
habitantes de la tierra por su maldad contra él." (Isaías 26:20, 21). Gloriosa será
la liberación de los que han esperado pacientemente su venida y cuyos nombres
están escritos en el libro de la vida” (ibíd., P. 634).

Puesto que el juicio está concluido y la gracia para la humanidad ha terminado,


sería un sin propósito el exponer al pueblo de Dios a innecesarias pruebas,
tentaciones, y peligros. Después de todo, sus casos han sido decididos, y su
destino establecido para siempre. Ellos son el pueblo de Dios – Sus joyas
preciosas – sus nombres están escritos de forma permanente en el libro de la vida
del Cordero. Así que es lógico que Dios deba vigilar cuidadosamente su
experiencia durante este tiempo – Él debe controlar el alcance de Satanás y la
oferta para que se escondan "un poquito, por un momento, en tanto que pasa la
indignación" y "los perdonaré como el hombre que perdona a su hijo."

Esto refuerza algo que hemos visto antes, a saber, que el destino del pueblo de
Dios está establecido para siempre en ese momento cuando el tiempo de gracia
para el mundo se cierra y se termina el juicio pre-advenimiento. En ese momento
Dios quita para siempre, de su pueblo, sus "ropas sucias."

“Se pone sobre los probados, tentados, pero fieles hijos de Dios El manto sin
mancha de la justicia de Cristo. El remanente despreciado queda vestido de

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PERFECTO EN CRISTO – HELMUT OTT

gloriosos atavíos que nunca han de ser ya contaminados por las corrupciones
del mundo. Sus nombres permanecen en el libro de la vida del Cordero,
registrados entre los fieles de todas las edades.”(Testimonios, volumen 5,
p 475. Cursiva suministrado).

El segundo aspecto de la experiencia del pueblo de Dios que tiene durante el


tiempo de angustia es de una profunda intensidad espiritual, de auto-examen
sincero y de una lucha seria con Dios. “Satanás hará todo lo posible "para
aterrorizarlos con la idea de que sus caso es desesperado [están sin esperanza],
de que las manchas de su impureza no serán jamás lavadas", e intenta "destruir
su fe" en Dios.” (El Conflicto de los Siglos, pág. 619). Elena de White compara
su experiencia a la de la noche cuando Jacob luchó con el Ángel antes de
encontrarse con su hermano enojado, Esaú, después de muchos años de
separación:

“La noche de la angustia de Jacob, cuando luchó en oración para ser librado de
manos de Esaú (Génesis 32: 24-30), representa la prueba [experiencia] por la
que pasará el pueblo de Dios en el tiempo de angustia.” (ibíd, p 616).

Obviamente la experiencia de Jacob durante su "noche de angustia" sólo


simboliza lo que el pueblo de Dios experimentará durante el tiempo de angustia,
y por lo tanto nadie debe intentar establecer una correlación directa y completa
entre las dos experiencias. Debemos respetar las similitudes y las
diferencias. Entre las similitudes que inciden más directamente en nuestro
presente estudio son: (1) la condición espiritual de los sujetos involucrados, (2)
la prueba a la que están sometidos, (3) y la victoria que ganan. Examinaremos
brevemente cada una.

1. La condición espiritual del pueblo de Dios durante el tiempo de angustia

Jacob conoció personalmente al Dios de sus padres, y sabía que el Señor lo había
elegido para ser el heredero directo de las promesas del pacto que había hecho a
su abuelo Abraham. A lo largo de la vida de Jacob Dios lo había protegido,
guiado, y bendecido en formas bastantes inusuales. Sin embargo, cuando Jacob
se enfrentó a esa noche de agonía, él era un "mortal pecador errante" que confesó
"su debilidad e indignidad" (ibíd., P. 617), que experimento "el peso abrumador
de los reproches que se hacía a sí mismo, pues era su propio pecado el que le
había puesto a él y a los suyos en semejante peligro", y que, por lo tanto, sabía
que “su única esperanza se cifraba en la misericordia de Dios.”(ibíd., p. 616).

En este sentido la situación del pueblo de Dios después del fin del período de
prueba no es diferente a la de Jacob. Ellos viven en un momento tan decisivo en
la historia del mundo, cuando se puede percibir claramente la mano del Señor en
los asuntos humanos, esto les da una experiencia única con Dios. Pero están lejos
de ser perfectos sin pecado. El registro de su vida es tal que "a medida que
revisan su vida “el recuerdo de su pasado hará decaer sus esperanzas; pues es
poco el bien que pueden ver en toda su vida. Reconocen plenamente su debilidad
e indignidad.”(Ibíd., pp 618, 619). “Aun cuando los hijos de Dios se ven
rodeados de enemigos que tratan de destruirlos, la angustia que sufren no
procede del temor de ser perseguidos por causa de la verdad; lo que temen es no

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PERFECTO EN CRISTO – HELMUT OTT

haberse arrepentido de cada pecado y que debido a alguna falta por ellos
cometida no puedan ver realizada en ellos la promesa del Salvador y recibido el
perdón de Dios por todos sus pecados. Tienen "un agudo sentido del auto-
reproche" de no haber hecho más por Cristo en el pasado, así como el no tener
"mayor poder para resistir y contrarrestar la potente invasión del
mal" (ibíd., página 619).

De acuerdo con Elena de White, el pueblo de Dios “necesita pasar por el horno
de fuego [durante el tiempo de angustia, porque] debe consumirse su
mundanalidad, para que la imagen de Cristo se refleje perfectamente en
ellos.” (ibíd., pagina 621). Dado que esto sucede después de que el juicio previo
al advenimiento está terminado, vemos claramente que el pueblo de Dios no
alcanza un estado de perfección sin pecado cuando termina el tiempo de gracia
y cuando el tiempo de angustia comienza. Muestra, además, que Dios sella su
destino eterno, a pesar del hecho de que "su mundanalidad" aún persiste en sus
vidas y por lo tanto la imagen de Cristo no está aún "perfectamente reflejada" en
ellos.

Obviamente, entonces, los creyentes que viven a través del tiempo de angustia
no son una generación de supersantos que han alcanzado plenamente un estado
de santificación total del ser. Como Jacob, son imperfectos e indignos y, salvo
por la gracia de Dios que se manifiesta en la mediación redentora de Cristo en
su nombre, no tienen ninguna justicia propia sobre la cual reclamar la vida
eterna.

Como es el caso con todas las generaciones anteriores de creyentes, la iglesia


remanente de Dios será hecha perfecta únicamente en la segunda venida de
Cristo. A través del acontecimiento de la resurrección / glorificación, Dios
restaurará a su pueblo a su estado original de plenitud espiritual que Adán y Eva
disfrutaron antes de la Caída. Como resultado, entonces todos los pecadores
redimidos, por primera vez, reflejaran la imagen del Redentor tan plenamente
como nuestros primeros padres reflejaron la imagen del Creador en su estado
primigenio. Mientras tanto el pueblo de Dios puede ser perfectamente justo,
santo y digno sólo en Cristo.

2. La naturaleza de la Prueba que el pueblo de Dios tiene que soportar


durante el tiempo de angustia

Aquí tenemos uno de esos casos en los que uno puede entender mejor lo que algo
es, en primer lugar estableciendo lo que no lo es. Así que comencemos por
describir brevemente dos tipos de pruebas que, aunque similar en forma, tienen
un propósito y resultado diferente. La primera prueba determina si alguien
califica para una finalidad prevista. Se crea una situación de pasar o fallar [pass-
or-fail]. Si el candidato realiza la prueba como se esperaba, el aprueba o
pasa; pero si su rendimiento está por debajo del estándar establecido, está
descalificado.

El segundo tipo de prueba mejora, fortalece, o pule las capacidades de una


persona que ya ha sido aprobado y aceptado como adecuado. El elemento de
aprobar o reprobar está ausente aquí. Por ejemplo, ante un equipo olímpico elige

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PERFECTO EN CRISTO – HELMUT OTT

un atleta en particular como miembro, debe hacerlo a través de algunas pruebas


de calificación rigurosas. Sea o no que se convierte en un miembro regular de
este selecto grupo depende de su actuación. Una vez que se selecciona, se
involucra en una variedad de ejercicios, prácticas y competiciones. Cada uno es
una prueba en su propio derecho. Pero su propósito es mejorar su actuación, no
para decidir si va a participar oficialmente en los juegos olímpicos. Esta decisión
se basa en la prueba anterior y no cambia ahora.

La prueba que Jacob enfrento durante su noche de prueba y la que el pueblo de


Dios enfrentará durante el tiempo de angustia pertenecen a la segunda
categoría. La prueba que el pueblo de Dios sufrirá no decidirá si van a ser
participantes de su pacto de redención o no. Esa decisión ya ha sido tomada. En
cambio, Dios ha diseñado su prueba como un medio para lograr tres objetivos
básicos: (1) Destruir toda esperanza que queda en su propia capacidad de
liberarse a sí mismos; (2) para conducirlos a una plena realización de su
indignidad de ser herederos de las bendiciones del pacto de Dios; deben ser
convencidos plenamente que son salvos por gracia; y (3) para fortalecer su fe y
dependencia en la misericordia de Dios para el cumplimiento de sus promesas
del pacto.

Examinemos primero el caso de Jacob. Dios le había designado como el


heredero de su pacto con Abraham, incluso antes del nacimiento de Jacob (ver
Génesis 25:23). En la noche de su juicio Jacob ya tenía tanto la bendición de la
primogenitura de Isaac y la confirmación del Dios del pacto (Génesis 27: 17-29;
28: 10-15), a pesar del hecho de que él era un pecador imperfecto e indigno. Así
que la experiencia de Jacob esa noche no tenía por objeto determinar si era digno
de las promesas del pacto. Dios, obviamente, había tomado esa decisión hace
mucho tiempo. En cambio, la prueba examinó la fe del patriarca: la fe que Dios
le había perdonado sus pecados y que en su misericordia Él le librará del peligro
inminente y cumpliría su pacto prometido a él.

“Después de haber despedido a su familia, para que no presenciara su angustia,


Jacob permaneció solo para interceder con Dios. Confiesa su pecado y reconoce
agradecido la bondad y misericordia de Dios para con él, a la vez que
humillándose profundamente invoca en su favor el pacto hecho con sus padres
y las promesas que le fueran hechas a él mismo en la visión nocturna en Betel y
en la tierra de su exilio…Durante mucho tiempo ha sufrido perplejidades,
remordimientos y angustia a causa de su pecado; ahora debe obtener la seguridad
de que ha sido perdonado. . . .”

“Satanás había acusado a Jacob ante los ángeles de Dios, y pretendía tener el
derecho a destruirle por causa de su pecado; él. . . procuro embargarle con el
sentimiento de su culpabilidad para desanimarlo y apartarlo de Dios.” (ibíd.,
pp. 616-618).

“Jacob reconoció su incapacidad para librarse a sí mismo del peligro


inminente. Él admitió su pecado, la imperfección y la indignidad de ser un
heredero de las promesas del pacto. Sin embargo, él no cedió a los intentos de
Satanás para que abandone su fe en Dios. Es por eso que basó su esperanza de

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PERFECTO EN CRISTO – HELMUT OTT

liberación, no en sus méritos personales – porque él no tenía ninguno – sino en


"la misericordia de un Dios que cumple su pacto" (ibíd.., p 617..).

La experiencia del pueblo de Dios a medida que avanzan a través del tiempo de
angustia es similar a la de Jacob en este sentido. Hemos visto anteriormente que
el veredicto definitivo e irreversible de Dios en el juicio previo al advenimiento
ya ha fijado su destino eterno. Dios en Cristo ya los ha designado como
herederos del reino. Sus nombres están registrados de forma permanente en el
libro de la vida del Cordero, no porque sean justos y dignos, sino porque ellos
aceptaron la salvación que Dios ofrece en Cristo. Y, sin embargo, pasan por un
momento de prueba intenso. Pongan atención:

“Mientras Satanás acusa al pueblo de Dios haciendo hincapié en sus pecados, el


Señor le permite probarlos hasta el extremo. La confianza de ellos en Dios, su fe
y su firmeza serán rigurosamente probadas. El recuerdo de su pasado hará
decaer sus esperanzas, es poco el bien que pueden ver en toda su vida. Reconocen
plenamente su debilidad e indignidad. Satanás trata de aterrorizarlos con la idea
de que su caso es desesperado, de que las manchas de su impureza no serán jamás
lavadas. Espera así aniquilar su fe, hacerles ceder a sus tentaciones y alejarlos de
Dios. . . . Afligen sus almas ante Dios, recordándole cada uno de sus actos de
arrepentimiento de sus numerosos pecados. . . . Su fe no decae. . . .

“Si el pueblo de Dios conservase pecados aún inconfesos cuando lo atormenten


el temor y la angustia, sería aniquilado; la desesperación acabaría con su fe y no
podría tener confianza para rogar a Dios que le librase. Pero por muy profundo
que sea el sentimiento que tiene de su indignidad, no tienen culpas escondidas
que revelar. Sus pecados han sido examinados y borrados en el juicio, y no
pueden recordarlos (ellos no pueden traerlos a la memoria)… “Los tiempos de
apuro y angustia que nos esperan requieren una fe capaz de soportar el cansancio,
la demora y el hambre, una fe que no desmaye a pesas de las pruebas más
duras.”(ibíd., pp 618 hasta 621;.. Cursivas suministrados).

Claramente, la experiencia que el pueblo de Dios tendrá después de que Él (Dios)


definitivamente establece su destino eterno, no está diseñada para determinar si
ellos se salvarán o no. Tampoco es la intención de averiguar si son perfectos o
han desarrollado la justicia inmaculada del ser o alcanzado la impecabilidad de
conducta. En cambio, (esta experiencia) revela que reconocen su impotencia e
indignidad, que han confesado su culpabilidad y dependerán del perdón de Dios
por la absolución, y que no ceden a los intentos de Satanás para destruir su fe en
Dios por la liberación.

3. La victoria que gana el pueblo Dios durante el Tiempo de Angustia

Otra comparación que Ellen White establece entre la noche de angustia de Jacob
y de la experiencia del pueblo de Dios durante el tiempo de angustia es la victoria
que ganan – cómo obtienen la liberación del peligro inmediato y continúan
disfrutando de su relación de pacto con Dios.

“[Jacob] fue la seguridad del que confiesa su flaqueza e indignidad, y sin


embargo confía en la misericordia de un Dios que guarda el pacto. "Él lucho con

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PERFECTO EN CRISTO – HELMUT OTT

el ángel, y prevaleció" (Oseas 12: 4). Mediante la humillación, el


arrepentimiento y la sumisión, aquel mortal pecador y sujeto al error, prevaleció
sobre la Majestad del cielo. Se aferro tembloroso a las promesas de Dios, y el
Amor Infinito no pudo rechazar la súplica del pecador. Como señal de su triunfo
y como estímulo para que otros imitasen su ejemplo, se le cambio el nombre; en
lugar del que recordaba su pecado, recibió otro que conmemoraba su
victoria. . . . Se había arrepentido sinceramente de su gran pecado, y apelaba a la
misericordia de Dios. No se dejó desviar de su propósito, sino que se adhirió
firmemente al Ángel e hizo su petición con ardientes clamores de agonía, hasta
que prevaleció (ibíd., Pp. 617, 618).

En el triunfo de Jacob, obviamente, tuvieron poco que ver sus los logros
espirituales, con su desarrollo moral, o su carácter justo, o de un comportamiento
sin pecado. Su gran logro de aquella noche era que él "prevaleció con la Majestad
del cielo," y no que trascendió su condición caída y alcanzó un estado de
perfección impecable. Su victoria fue, en esencia, la seguridad de que Dios lo
librará del peligro inmediato y lo retendrá como heredero de su pacto de gracia,
a pesar de su falta de mérito para un privilegio especial.

Su victoria es también el secreto de la victoria para el pueblo de Dios durante el


tiempo de angustia.

“La historia de Jacob nos da además la seguridad de que Dios no rechazará a los
que han sido engañados, tentados y arrastrados al pecado, pero que hayan vuelto
a él con verdadero arrepentimiento. . . .” “Jacob prevaleció porque fue
perseverante y resuelto. Su victoria es prueba del poder de la oración
importuna. Todos los que se aferren a las promesas de Dios, como lo hizo él, y
que sean tan sinceros como él lo fue, tendrán tan buen éxito como él.” (ibíd., P.
621). “Mientras procuran esperar con confianza que el Señor obre, son inducidos
a ejercitar su fe, esperanza y paciencia, como no lo hicieron durante su
experiencia religiosa anterior. . . .” “El tiempo de angustia es una prueba terrible
para el pueblo de Dios; pero es el momento de que todo verdadero creyente debe
mirar hacia arriba a fin de que por la fe pueda ver el arco de la promesa que le
envuelve.” (ibíd., pp.631-633).

Podemos atribuir el triunfo de Jacob en su noche de angustia y el de la victoria


del pueblo de Dios durante el tiempo de angustia a tres factores distintos pero
complementarios: (1) el reconocimiento abierto de su indignidad para participar
en las bendiciones del pacto; (2) un sincero arrepentimiento por sus pecados y
una súplica por la seguridad del perdón de Dios; (3) la fe inquebrantable de que
en su misericordia Dios puede librarlos de peligro actual y cumplir con las
promesas del pacto, a pesar de sus deficiencias obvias, la imperfección, y el
pecado.

Los creyentes de la última generación reconocerán que "Antes creemos que por
la gracia de nuestro Señor Jesús, seremos salvos al igual que ellos" (Hechos
15:11). Y estarán encantados de admitir:

“Él nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino
por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la

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PERFECTO EN CRISTO – HELMUT OTT

renovación en el Espíritu Santo. . . para que, justificados por su gracia,


viniésemos a ser herederos conforme a la esperanza de la vida eterna.” (Tito
3: 5-7).

El estado de ánimo predominante de todos los redimidos será uno de gratitud y


alabanza a Dios precisamente porque son igualmente conscientes de que era su
gracia, tal como se expresa en la redención, que Él proveyó en Cristo, que hizo
que la vida eterna fuera una realidad para ellos. Es por eso que siempre serán
conscientes del hecho de que su presencia en el reino eterno de Dios es, no una
prueba de su rectitud personal, obras o méritos, sino una demostración
contundente del amor eterno, la gracia infinita, y la fidelidad inquebrantable del
Dios que guarda el pacto.

4. Algunas consideraciones bíblicas

El texto clásico para una idea del fin del tiempo de gracia se lee así:

“El que es injusto, sea injusto todavía; y el que es inmundo, sea inmundo
todavía; y el que es justo, practique la justicia todavía; y el que es santo, sea
santificado todavía.” (Apocalipsis 22: 11, RV).

La escritura no proporciona ninguna información sobre el momento histórico


concreto de la sentencia o veredicto final o de las condiciones que prevalecerán
entre el momento del pronunciamiento de Dios y la segunda venida de
Cristo. Todo lo que podemos decir con certeza razonable es que (1) es un
veredicto divino, final e irreversible, que (2) divide a la humanidad en dos grupos
separados y que (3) fija el destino eterno de todo el mundo para siempre. Puesto
que el juicio de Dios sella permanentemente a los injustos en su estado injusto y
a los justos en su estado justo, sigue lógicamente que nadie va a cambiar de
bando después. La decisión que se ha hecho con respecto a quién pertenece a
cada lado quedara sin cambios.

El concepto del fin del tiempo de gracia y la fijación de los destinos también
aparece en algunas de las parábolas de Cristo, sobre todo la de las diez
vírgenes. Esta parábola contiene al menos tres detalles relevantes para nuestra
discusión presente. En primer lugar, las vírgenes se dividen en aquellos que van
con el novio "al banquete de bodas" (Mateo 25:10) y los que no están dispuestos
a hacerlo. En segundo lugar, los que no entran con el novio no puede unirse a la
fiesta de bodas después – pierden para siempre su oportunidad de participar en
la boda.

En tercer lugar, cuando después de su búsqueda infructuosa de aceite las


insensatas vuelven, el novio les niega la entrada a la sala de bodas, diciendo: "De
cierto os digo la verdad, yo no te conozco" (versículo 12). Claramente, la razón
de su rechazo es la falta de un conocimiento personal con el novio. En términos
teológicos probablemente diríamos que no tienen una relación estrecha de fe con
Jesucristo como su Salvador personal. Ellos probablemente tienen otros títulos
finos, pero porque son extraños a Cristo, no tienen acceso a la boda.

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PERFECTO EN CRISTO – HELMUT OTT

Según la parábola, las 10 señoritas tenían lámparas, lo que representa "la palabra
de Dios", pero las necias no tenían reservas de aceite", un símbolo del Espíritu
Santo" (Palabras de Vida del Gran Maestro, págs. 406, 407). En un sentido
teológico no debemos interpretar que esto significa que Dios arbitrariamente
haya retenido el Espíritu Santo de ellas o que de alguna manera ellas no pudieron
retenerlo. Anteriormente vimos que nuestra relación de fe con Cristo nos da
acceso a las bendiciones del pacto de gracia – Él es "el medio a través del cual
las bendiciones del Cielo" vienen a su pueblo (El Deseado de todas las gentes, p
357.). Y puesto que el sello del Espíritu es una de esas bendiciones, se deduce
que sólo los que viven en una relación de fe con Cristo pueden tener el Espíritu
en este sentido particular. En consecuencia, vemos que mientras que su falta de
aceite era una perceptible evidencia de su falta de preparación, la
verdadera causa de su problema era la ausencia de una conexión de la fe
personal con el Salvador.

Una relación de fe personal con Jesucristo como el factor básico en el destino


eterno de una persona se ilustra en otros lugares en los Evangelios, también. En
Mateo 7:21-23, Jesús predijo que en el juicio muchos vendrán a Él, diciendo:

“Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos


fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?" Y entonces les
declararé: "Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad.”
(versículos 22, 23, RV).

Profetizar, expulsar demonios, y hacer proezas en el nombre de Cristo son


definitivamente buenas obras. Desafortunadamente este tipo de cosas no
reconcilian a un pecador con Dios – pues que son incapaces de concederles la
adopción en la familia espiritual de Dios o darle acceso a su herencia eterna. Así
que el problema de las personas en Mateo 7:22 es que tienen una concepción de
la salvación centrada en el comportamiento. En lugar de confiar en la obra
redentora de Cristo en su nombre, ellos esperan ser recibidos en el reino sobre la
base de las cosas que hicieron en nombre de Cristo.

La declaración de Cristo dirigida solo a ellos revela dos hechos significativos: 1.


Sólo aquellos a los cuales Jesús conoce personalmente – a los que Él ha grabado
en las palmas de sus manos porque aceptaron su obra redentora en su nombre –
, entrarán en el reino de la gloria. Todos los demás permanecerán fuera,
independientemente de lo que hayan hecho o las calificaciones que pueden
poseer. 2. Las buenas obras – incluso cosas tales como sanar enfermedades,
profetizar y exorcizar demonios, cosas que requieren poderes espirituales
superiores – no pueden hacer por el hombre lo que Dios ha determinado que se
logrará solamente a través de una relación de fe personal con Cristo. Como
resultado, los que vienen presentando a Dios sus propias "obras poderosas" en
lugar de la obra redentora de Cristo imputada a ellos por la fe. Él los cuenta como
"malhechores".

La fidelidad de Cristo en terminar su obra en la cruz nos da garantías de que Él


acabara su obra en el trono. Mientras Jesús estaba colgado en la cruz del
Calvario, los transeúntes se burlaban y lo humillaron, instándole a salvarse de
una muerte tan horrible. Los gobernantes, la gente del pueblo, los soldados

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PERFECTO EN CRISTO – HELMUT OTT

romanos, e incluso uno de los malhechores crucificados lo retó a demostrar su


carácter de Mesías bajando de la cruz (Lucas 23: 35-39). Pero ninguna persona
o cosa podrían persuadir a Jesús de que se fuera de la cruz hasta que Él hubiera
cumplido plenamente el objetivo de su misión terrenal. Él debe dar su vida como
sacrificio expiatorio para reconciliar a la humanidad con Dios. Por tanto,
podemos estar seguros de que Él no dejará el trono celestial y no cesará su
mediación en nuestro nombre, hasta que termine la aplicación de los beneficios
de su obra redentora para asegurar la salvación de aquellos que Él compró con
su sangre.

El hecho de que Jesús tomó el castigo por nuestro pecado sobre sí, nos asegura
que Él se enfrentará al juicio de Dios como nuestro representante. El juicio es
real, y tiene consecuencias eternas. Pero gracias a Jesús, no es un tiempo de ira
para el creyente. Para él la copa del juicio absoluto de Dios sobre el pecado ya
ha sido derramada – está vacía. El Salvador bebió hasta la última gota de la copa
de la ira de Dios, para que los que aceptan su actividad redentora en su nombre
nunca tengan que probar las consecuencias eternas del pecado. "Sus pecados han
ido de antemano al juicio y han sido borrados" (El Conflicto de los Siglos, pág.
620). Como resultado, están sin culpa en Cristo ante Dios.

Si bien es cierto que Jesús no actuará como nuestro mediador durante el tiempo
de angustia, podemos estar seguros de que Él no nos dejará solos. Jesús prometió
que nunca nos desamparará, sino que estará con nosotros "todos los días hasta el
fin del mundo." (Mateo 28:20; ver Hebreos 13: 5.). Por lo tanto, podemos
descansar seguros en la fidelidad de Dios, que a la vez esta dispuesto y es capaz
de mantener a los suyos. Después de todo, Jesús dijo:

“Mis ovejas escuchan mi voz; Yo las conozco y ellas me siguen. Yo les doy vida
eterna y no perecerán jamás. . . . Mi Padre que me las ha dado, es mayor que
todos; y nadie puede arrebatarlas de la mano de mi Padre.” (Juan 10: 27-29).

Capítulo VI
Ellen G. White y un engaño dirigido especialmente a los adventistas

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PERFECTO EN CRISTO – HELMUT OTT

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PERFECTO EN CRISTO – HELMUT OTT

Perfecto en Cristo
Helmut Ott

Capítulo VI
Ellen G. White y un engaño dirigido especialmente a los
adventistas

Los adventistas creen que un aspecto importante de "nuestro mensaje" es


levantar a Jesús ante el mundo como el Salvador viviente que está completando
personalmente la redención del hombre en presencia del Padre hoy. La ironía es
que, como la historia del movimiento muestra, algunos adventistas siempre han
tenido dificultades para mantener sus ojos fijos en Cristo, y su seguridad de
salvación basada, sobre el ministerio mediador de Cristo en el cielo. Ellos han
estado más preocupados por sus propios logros, su desarrollo del carácter y con
la modificación del comportamiento – que sobre su participación de fe en la
muerte expiatoria, la victoria redentora, y la toda suficiente justicia de Cristo.

De acuerdo con Elena de White, uno de los mayores engaños con el cual la
iglesia ha sostenido una lucha en el pasado va a hacer sus incursiones en el
adventismo de nuevo en el futuro (véase Mensajes Selectos, tomo 2, pág. 36). Es
un error que pone un énfasis indebido en – y tiene expectativas poco realistas de
– lo que el creyente supuestamente puede lograr en su vida actual con la ayuda
del Espíritu. Debido a su énfasis unilateral, tal "fanatismo" no puede atribuir el
justo valor tanto a la obra redentora terminada de Cristo, como al sacrificio
expiatorio en la cruz y a la obra mediadora que actualmente está llevando a cabo
como representante / abogado del hombre para con el Padre ante el trono.

Podemos dividir los escritos de Ellen White sobre este tema en tres partes
generales: (1) lo que sucedió poco después del chasco de 1844, (2) lo que sucedió
en el cambio de siglo (a principio del siglo XX), y (3) lo que ella cree que va a
suceder de nuevo poco antes de la regreso de Cristo.

1. ¿Qué ocurrió poco después del chasco de 1844.

Elena G. de White informa que "en el período del chasco, después del
cumplimiento del tiempo en 1844, surgieron diversas formas de
fanatismo.”(ibíd., P. 34). El peor de ellos tenía tres elementos básicos: En primer
lugar, algunos adventistas creían en la santificación total de ser. "Ellos
declararon que fueron perfeccionados, que en cuerpo, alma y espíritu eran
santos"(ibíd.). En segundo lugar, llegaron a la conclusión de que podían vivir sin

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PERFECTO EN CRISTO – HELMUT OTT

pecar. Ellos "afirmaron que fueron santificados, que no podían pecar" (ibíd., P.
27).

Este segundo punto lo podemos comprender al menos de dos maneras: 1. Desde


que su santificación del ser se había terminado, ahora eran capaces de vivir en
armonía con toda la voluntad de Dios para la humanidad – ellos decían que
podían obedecer la ley de Dios perfectamente, y por lo tanto no eran ya
dependientes de la justicia imputada de Cristo para su posición con Dios. 2.
Debido a que eran santos, lo que hicieron fue correcto. Habiendo trascendido de
sus naturalezas pecaminosas y los requisitos de la ley, ellos estaban más allá de
los principios morales y normas éticas que regulan la vida de los que no habían
llegado a su nivel de desarrollo espiritual, (que ellos suponían haber alcanzado).

En tercer lugar, enseñaron que el logro de tal santificación interior completa y el


total cumplimiento externo de la voluntad de Dios era un requisito para la
salvación de los que viven en el momento de la Segunda Venida. Aquellos que
escucharon sus puntos de vista "fueron presionados desmesuradamente para que
aceptarán el mensaje de error, se les hizo creer que a menos que lo hicieran se
perderían" (ibíd., pp 34, 35).

Una de las mayores consecuencias negativas de este engaño fue la interrupción


de la relación fe del creyente con Jesucristo como el único camino para una
buena relación con Dios, y la única fuente de justicia salvadora. Note lo
siguiente:

“Debemos tener un conocimiento de nosotros mismos, un conocimiento que se


traducirá en la contrición, antes de que podamos encontrar el perdón y la
paz. . . . Es sólo el que se conoce a sí mismo como un pecador al cual Cristo
puede salvar.” (Palabras de Vida del Gran Maestro, página 158; Cursivas
suministrados). “Nuestro amor a Cristo será en proporción a la profundidad de
nuestra convicción de pecado.” (Fe y Obras, pág. 96). “Aparte de Cristo no
tenemos ningún mérito, ninguna justicia.” (Mensajes Selectos, tomo 1, página
333). “Cuando los hombres ven su propia insignificancia, están preparados para
ser vestidos con la justicia de Cristo.”(La fe por la cual vivo, Página 111). “La
justicia inmaculada sólo puede obtenerse a través de la justicia imputada de
Cristo.” (Elena G. de White, en la Review and Herald, 03 de septiembre 1901).

Mientras el creyente se reconoce a sí mismo como un pecador caído, imperfecto,


e indigno, él centrará su atención y basará su esperanza de salvación en su
participación en la justicia de Cristo. Él seguirá buscando a Jesús como "el autor
y consumador de [su] fe" (Heb. 12: 2). Sin embargo, cuando asume que él puede
satisfacer la norma de justicia de Dios en su propia vida por la consecución de
la santidad del ser y la impecabilidad de conducta, entonces por error hace de
sus logros personales, en lugar de los méritos de Cristo, el fundamento último de
su aceptación para con Dios. Como resultado, él rechaza a Cristo como el único
camino para un ser caído por medio del cual podrá asegurar la salvación y la
vida eterna.

2. ¿Qué pasó en el cambio de siglo, (a principio del siglo XX).

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A juzgar por los artículos que escribió, la comprensión del Pastor E.R. Jones de
la verdadera conversión al menos incluye los siguientes dos aspectos
importantes: En primer lugar, "la completa transformación del hombre vil en la
imagen de Jesucristo" (Review and Herald, 09 de julio 1889). Es decir, creía que
la persona verdaderamente convertida trascenderá o totalmente neutralizará su
naturaleza pecaminosa y logrará un estado de completa santificación, de modo
que en lugar de ser "vil" como antes, ahora refleja plenamente la imagen de
Cristo en su propia persona.

En segundo lugar, la "limpieza completa del poder que nos obligó a transgredir"
la ley de Dios (ibíd., 12 de marzo 1889). La idea es que el hombre está limpio
del poder que lo obliga al pecado, el creyente verdaderamente convertido ya no
tiene inclinaciones pecaminosas o malos deseos. Como resultado, ahora puede
vivir sin pecar. Tenga en cuenta que Jones usó la palabra “completo” con
referencia tanto a la transformación interior del ser y el cambio hacia el exterior
en la conducta.

Después de citar 2 Corintios 5:21, Jones declaró: "Para ser hechos justicia de
Dios en él, [él creyente] debe ser hecho justo como Cristo es justo; 'y en él no
hay pecado" (1 Juan 3: 5, RV) "( ibíd., 09 de julio 1889). Observe el cambio
todavía significativo y sutil que ha tenido lugar aquí. Pablo dice que Dios nos
hace justos por medio de Cristo – que somos justos en Cristo. Es decir,
participamos en la justicia de Cristo por la fe, y somos considerados justos en
virtud del hecho de que sus méritos son imputados a nosotros. El siguiente pasaje
expresa el concepto de Pablo claramente:

“La única forma en que [el pecador] puede obtener la justicia es mediante la
fe. Por fe puede presentar a Dios los méritos de Cristo, y el Señor coloca la
obediencia de su Hijo en la cuenta del pecador. La justicia de Cristo es
aceptada en lugar del fracaso del hombre, y Dios recibe, perdona y justifica
al alma creyente y arrepentida, la trata como si fuera justa, y la ama como
ama a su Hijo. De esta manera la fe es imputada a justicia.” (Mensajes
Selectos, tomo 1, p 367; cursivas suministrados).

El pastor Jones, por el contrario, estaba sugiriendo algo radicalmente


diferente. Él creía que somos "hechos justos como Cristo es justo." Ya que "en
él no hay pecado", se deduce entonces que no debemos tener ningún pecado en
nosotros, o que debemos estar sin pecado, al igual que Jesús. La implicación es
que debemos ser justos en nosotros mismos como lo fue Jesús en sí
mismo. Debemos desarrollar una justicia que este a la altura de la perfecta
justicia de Cristo en todos los aspectos – una justicia sobre la base de la cual
podemos estar sin mancha delante de Dios.

Los artículos del pastor Jones no contienen casi ninguna referencia a Cristo como
nuestro representante en la cruz para quitar nuestra culpa y cancelar nuestra
sentencia de muerte. Tampoco dicen mucho acerca de su obra mediadora en el
cielo, donde actualmente él aplica su muerte expiatoria, Su victoria redentora y
su justicia salvadora a los que lo aceptan como su Salvador personal. Jones se

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PERFECTO EN CRISTO – HELMUT OTT

concentró exclusivamente en lo que el propio creyente experimenta en su vida


presente.

Su punto de vista representa una ruptura radical con el evangelio bíblico en por
lo menos tres aspectos importantes: En primer lugar, se introduce un cambio en
el papel de Cristo como el Salvador del mundo. Mientras que, en teoría,
reconoció a Jesús como Salvador, especialmente en el sentido de que en un
principio nos reconcilia con Dios – en la práctica se le reduce a ser un estándar
objetivo de la santidad que debemos lograr, un modelo cuya perfección debemos
duplicar en nuestra vida personal, siguiendo exactamente el mismo método que
hizo posible la victoria para él. Como resultado, el papel de Cristo cambia de
uno que salva a los pecadores perdidos a través de su obra redentora en su
nombre, al de uno que simplemente muestra a los perdidos pecadores cómo
salvarse a sí mismos haciéndose tan justo, santo y sin pecado como Él es.

En segundo lugar, la opinión de Jones minimiza la importancia del papel de


Cristo como mediador entre Dios y el hombre. A lo sumo, se reduce su función
mediadora a la de conceder el perdón a los creyentes por los pecados pasados y
a suministrarles el poder divino para que puedan vencer el pecado y desarrollar
perfecta justicia en sus propias vidas personales. En el peor de los casos, la
teología de Jones evita o neutraliza el ministerio mediador de Cristo por
completo. Se presenta un método por el cual el creyente puede ser tan justo, y
por lo tanto tan digno, como el mismo Jesús.

Debido a que Jesús era totalmente sin pecado, justo y santo, Él no necesitaba a
nadie para mediar entre Él y el Padre. Vivía en unión espiritual directa y sin
trabas con las otras dos personas de la Deidad. Por lo tanto, si el creyente es de
hecho capaz de convertirse en perfecto, sin pecado como Cristo – así como Jones
afirmo – entonces se deduce lógicamente que cada vez que se alcanza ese
objetivo, también disminuye su necesidad de Jesús como su abogado personal
para con el Padre. Debido a que ahora es tan justo como Cristo, ya no necesita
un mediador para que interceda en su nombre y lo mantenga en una relación
correcta con Dios.

En tercer lugar, la opinión de Jones hace que el creyente cambie el enfoque de


su atención y la base de su aseguramiento, desde Cristo y su obra redentora a su
propio desarrollo de carácter y la modificación de la conducta. El ejemplo de
Pablo indica que para estar bien con Dios el creyente debe renunciar a todo lo
que es, todo lo que tiene, y todo lo que hace para que pueda ganar a Cristo. (ver
Filipenses 3:7-8). Sólo entonces no tendrá su justicia propia, sino la justicia de
Cristo, "que viene de Dios y es por la fe" (versículo 9). Por el contrario, la
opinión de Jones anima al creyente para mantener lo que tiene, trabajar en él
hasta que alcance ser tan bueno como lo que Cristo tiene para ofrecer, y luego,
literalmente, conseguir el veredicto final de Dios de aprobación sobre la base de
la justicia que desarrolló en su propia vida.

Alrededor de un año después de la publicación de sus artículos, Elena de White


escribió al Pastor Jones una carta bastante larga y puntiaguda. En ella le advirtió
sobre su mente desequilibrada, lo reprendió por su uso incorrecto tanto de las

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PERFECTO EN CRISTO – HELMUT OTT

Escrituras y de sus escritos, y señaló sus ideas extremas. Entre otras cosas, ella
declaró:

“No es esencial que usted sepa y diga a otros todos los porqués y motivos de lo
que constituye el nuevo corazón, o de la posición que pueden y deben alcanzar
para nunca pecar más. Esta obra no le corresponde hacer… Usted toma pasajes
de los testimonios que hablan de la terminación del tiempo de gracia, del
zarandeo entre el pueblo de Dios, y Usted habla del surgimiento de entre este
pueblo de un pueblo más puro y más santo que se levantará. Todo esto agrada al
enemigo.” (Mensajes Selectos, tomo 1, páginas 177-179).

Cuando combinamos las afirmaciones del Pastor Jones y esta declaración de los
escritos de Ellen White, un escenario claro comienza a emerger. Jones estaba
enseñando que antes del cierre del tiempo de gracia el pueblo de Dios puede y
debe desarrollar una justicia personal, que sea tan radical y completa, y en
consecuencia tan meritoria – como la de Cristo. En otras palabras, deben ser lo
más puro, lo más sin pecado, y santo como Cristo fue y aprender a vivir sin pecar,
como Jesús vivió.

Ellen White no aprueba sus enseñanzas. Por el contrario, las llamó "ideas
extremas", y le aconsejó no tomar un "rumbo que haga diferencias o cree
disensiones" (ibíd., P. 179). Note la siguiente advertencia que dio a Jones:

“Si muchos aceptaran las opiniones que Usted presenta y hablaran y procedieran
conforme a ellas, veríamos la más grande conmoción fanática que jamás se haya
visto entre los adventistas del séptimo día. Esto es lo que desea Satanás.” (ibíd.).

Diez años después que Ellen White escribió esta advertencia – ¿o era una
predicción? – se convirtió en realidad. La doctrina de la llamada carne santa llegó
a ser frecuente en Indiana. Y, según su propio relato, tenía todos los ingredientes
del fanatismo que habían conocido y condenado antes. (ibíd., tomo 2 paginas 33-
34), a saber el deseo de (1) lograr la santificación total de ser y superar o
neutralizar completamente la propia naturaleza pecaminosa y desarrollar una
justicia impecable o la rectitud impecable en su propia persona; (2) tener la
capacidad de vivir en armonía perfecta con todos los requisitos de la ley: para
ganar o [alcanzar] la victoria de vivir sin pecar; y (3) para hacer del logro de
este nivel superior de desarrollo espiritual y la conducta moral un requisito para
los que van a estar vivos cuando Jesús venga.

De acuerdo con este punto de vista, los que no logren alcanzar tal estado sin
pecado aún pueden salvarse, pero morirán primero. (ver RW Schwarz,
“Portadores de la luz para el remanente” [Mountain View, Calif.: Pacific Press
bar. Assn, 1979], página 447). El concepto enseña que Dios requiere un mayor
grado de justicia de los que van a estar vivos en la segunda venida de Cristo que
de todas las generaciones anteriores de creyentes. Los que van a morir antes de
final del tiempo de gracia pueden ser justos por la fe en Cristo, a pesar del hecho
de que todavía son pecadores, imperfectos, e indignos en sí mismos. Ellos
pueden hacer uso [o disfrutar] del perdón de Dios para compensar su
comportamiento defectuoso, y de la justicia imputada de Cristo para compensar
su imperfección del ser. En contraste con estos, los creyentes que estén vivos

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PERFECTO EN CRISTO – HELMUT OTT

cuando Jesús regrese deben alcanzar un estado de perfección sin pecado. La


justicia tanto de su carácter y su conducta debe ser total, y completa. De hecho,
tienen que ser tan perfectos, santos y dignos como el mismo Jesús.

Los que apoyan esta visión argumentan básicamente de la siguiente manera: En


primer lugar, mientras que Cristo interviene en favor de su pueblo, los creyentes
tienen acceso al perdón de Dios y a la justicia imputada de Cristo para cubrir su
pecado y compensar sus deficiencias personales. Durante este tiempo Dios
decide en última instancia su destino sobre la base de sí, hacen uso de su
provisión mediada a través de Cristo, o no. Dios les concede la vida eterna sobre
la base de lo que hicieron sin mancha, santo y digno a través de los méritos del
Salvador, imputados a ellos por la fe.

En segundo lugar, una vez que la libertad condicional se cierra y termina la


mediación de Cristo, el destino eterno de los creyentes se vuelve totalmente
dependiente de la perfección de su propia justicia y de la impecabilidad de su
conducta personal. Si ellos han desarrollado una justicia perfecta de ser y han
aprendido a vivir sin pecar – al igual que Jesús, entonces van a heredar la vida
eterna. Sin embargo, si su rectitud personal de alguna manera deja de estar a la
medida o a la altura de la perfección de Dios, o si en caso alguno ellos hayan
albergado un solo mal pensamiento durante este tiempo, ellos se perderían
irremediablemente.

De esto podemos ver que, de acuerdo con este punto de vista, la humanidad tiene
sólo dos maneras o formas para estar seguro de la vida eterna: (1) morir mientras
Jesús todavía está mediando o intercediendo ante el Padre, o (2) alcanzar la
plenitud espiritual completa y aprender a vivir en obediencia absoluta a la
voluntad total de Dios para el hombre, antes de que el tiempo de gracia para el
mundo llegue a su fin.

La primera parte de este argumento está en plena armonía con la Escritura y en


consonancia con lo que hemos visto antes en los escritos de Elena de White. Sin
embargo, cuando examinamos la dinámica creada por la segunda parte de este
punto de vista, pronto nos damos cuenta de que no sólo se aparta radicalmente
del evangelio bíblico sino que también contradice el escenario retratado en los
escritos de Elena de White. Por lo tanto, no es de extrañar que este "fanatismo",
este "mensaje de error", como Elena de White lo llama, tuvo algunos resultados
definitivamente negativos. Note lo siguiente:

“Estas cosas arrojan un baldón sobre la causa de la verdad y estorban la


proclamación del mensaje final de misericordia para el mundo… Los que han
tenido una conducta extremista y han sustentado este fanatismo, habrían hecho
mucho mejor en dedicarse a trabajos seculares, porque mediante su conducta
inconsecuente están deshonrando al Señor y poniendo en peligro a su pueblo…”

“Cuando ocurren estas manifestaciones, los no creyentes son llevados a pensar


que los adventistas del séptimo día son un conjunto de fanáticos. Así se crea una
situación de prejuicio que impide que las almas reciban el mensaje para este
tiempo.” (Mensajes selectos, tomo 2, págs. 35, 36).

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PERFECTO EN CRISTO – HELMUT OTT

“Se les hizo creer a ellos [a ciertas personas] que a menos que lo hicieran
[alcanzar un estado de santificación total del ser y llegar a la impecabilidad de la
conducta] ellos se perderían; y como resultado de todo esto, su mente se
desequilibró, y algunos llegaron a ser dementes.” (ibíd., pp. 34, 35).

Vamos a tocar y analizar cinco puntos presentados en sus declaraciones: 1. Tales


enseñanzas no constituyen el mensaje que Dios tiene para el mundo en este
tiempo – no son algo que los adventistas creen y enseñan. 2. En cambio, estas
enseñanzas traen reproche sobre los Adventistas del Séptimo Día y obstaculizan
la proclamación definitiva del mensaje final de misericordia de parte de Dios al
mundo. 3. El último mensaje de Dios para el mundo – el cual Dios invita a los
adventistas a aceptar, creer y proclamar – es un "mensaje de misericordia", con
todo lo que tal expresión implica. 4. Quienes se habían concertado y sostenido
este fanatismo, deshonraron al Señor y pusieron en peligro a su pueblo. Los
fanáticos no estaban en condiciones de enseñar los temas religiosos y hubiera
sido mucho mejor que se emplearan en el trabajo secular. 5. El fanatismo creo
tal presión psicológica sobre algunas personas que perdieron su razón y se
convirtieron en locos.

Muchas de estas reuniones que presentaron estas ideas extremas exhibieron un


alto tono de emotividad. La gente gritaba, tocaron música, incluso se permitió
algunas formas de baile. Hablando de este tipo de actividades, Elena de White
escribió:

“Esto constituye una invención de Satanás para ocultar sus ingeniosos métodos
destinados a tornar ineficaz la pura, sincera, elevadora, ennoblecedora y
santificadora verdad para este tiempo.” (ibíd., P. 36).

Es importante que distingamos entre lo que constituye el engaño en sí y lo que


no era más que parte de la atmósfera creada para predisponer a las personas a
aceptarlo. El alto grado de emotividad, la música, los gritos, y otras prácticas que
Ellen White llamó "un ruido desconcertante" (ibíd.) no eran la propia distorsión
teológica. Ellos eran solo [una distracción] "una invención de Satanás para
encubrir" la verdadera aberración. El engaño en sí era de carácter teológico y
tenía que ver con tres puntos ya discutidos anteriormente en este capítulo: ser
perfectamente justo, vivir sin pecar, y el alcanzar este estado [de vivir sin pecar
y ser perfectamente justo], poco antes de que Cristo venga.

La reacción de Elena G. de White ante tales enseñanzas no deja dudas en cuanto


a donde ella estaba. En primer lugar, las etiquetó como un error, una falacia,
como fanatismo, planes fantasiosos y prohibidos, las pruebas hechas por el
hombre, una ilusión, un capricho, una invención de Satanás. Tales son, algunos
de los términos que usaba en los testimonios en su contra. En segundo lugar,
expresó su propia comprensión del tema lo suficiente para demostrar que estaba
en desacuerdo con los tres puntos defendidos por la gente de la carne santa.(ibíd.,
Pp. 32-35).

Muchos adventistas son conscientes de que un engaño similar apareció de nuevo


a finales de los años de 1950. Durante más de una década Roberto D. Brinsmead
y sus seguidores defendían las ideas que se parecían mucho a las que hemos

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PERFECTO EN CRISTO – HELMUT OTT

estado considerando. Schwarz afirma con razón que "las creencias de Brinsmead
eran una contraparte intelectual para el movimiento de la carne santa de 60 años
atrás" (Portadores de la Luz para el Remanente, p. 458). Y, al igual que sus
predecesores, Brinsmead y su hermano John "se sintieron obligados a hacer [de
sus puntos de vista extremos] normativo para toda la iglesia" (ibíd.). Con una
dedicación y un celo digno de mejor causa, no escatimaron esfuerzos en su
agresiva campaña para convencer a toda la comunidad adventista que la suya era
la única posición correcta y que todos los otros puntos de vista eran una salida
del adventismo tradicional.

En resumen, las enseñanzas a las cuales Ellen White se opuso tan decididamente
y las califica como “un mensaje de error”, tienen tres partes principales:

La primera parte de ellas se refiere a la persona del creyente, su ser o su


personalidad, quién es él. La reclamación es que en carácter debe ser sin
pecado. De hecho, él logra un estado de santidad y desarrolla una justicia sin
defectos y perfecta y tan meritoria como la de Cristo.

La segunda parte consiste en el desempeño del creyente – su comportamiento


– lo que hace. De acuerdo con el concepto de la gente de la carne santificada, el
creyente puede superar o neutralizar su naturaleza pecaminosa de manera tan
efectiva que es capaz de vivir como si no fuera ya pecaminoso, lo que él hace es
vivir la perfecta obediencia a la voluntad de Dios. En otras palabras, él aprende
a vivir sin pecar.

La tercera parte establece el plazo [una fecha límite] – marca el final del tiempo
durante el cual el creyente debe traer estos dos objetivos a su plena
realización. Es decir, él debe desarrollar una justicia personal impecable y
aprender a vivir sin pecar antes de que el tiempo de gracia termine, si es quiere
estar entre los redimidos que estarán vivos cuando Jesús venga. Si él deja de
lograr su doble objetivo, entonces tiene que morir antes que el tiempo de gracia
termine, de lo contrario se perderá para siempre.

La evidencia muestra que tanto el pastor Jones y la gente de la carne santa


emplean ciertos "pasajes de los testimonios", como la base de sus puntos de vista
extremos. Ellos citaron algunas declaraciones de los escritos de Elena de White
que parecían apoyar sus enseñanzas. Por tanto, es muy importante tener en
cuenta que cuando se utilizan sus escritos para apoyar la idea de que antes de
que termine la libertad condicional, el pueblo de Dios puede y debe estar sin
pecado, puros y santos como Jesús, ella se opuso a ellos con una determinación
pocas veces vista en su largo ministerio para la iglesia.

Su reacción conduce a por lo menos las siguientes conclusiones:

1. Debemos reconocer una diferencia radical entre (a) ser capaz de producir
unos pasajes aislados de los Testimonios en apoyo de una visión particular y (b)
el desarrollo de una posición que es de hecho una representación fiable de las
enseñanzas de Elena de White sobre un tema determinado.

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PERFECTO EN CRISTO – HELMUT OTT

2. Si no son bien entendidas y aplicadas adecuadamente, algunas declaraciones


de los Testimonios de hecho, pueden llevar a alguien a desarrollar puntos de
vista erróneos, como las defendidas por el pastor ER Jones y sus seguidores. El
hecho de que ellos utilizan sus escritos para autenticar sus enseñanzas lo
confirma.

3. La mayor parte de los escritos de Ellen White son piezas cortas – tales como
cartas, artículos y manuscritos escritos para audiencias particulares, dentro de
contextos históricos concretos y con objetivos específicos en mente. Por lo tanto,
no debe ser ninguna sorpresa que cuando los comparamos con otros escritos a
veces nos encontramos con ciertas tensiones ideológicas no siempre fáciles de
resolver. Es particularmente un problema cuando ya sea se ignoran los contextos
conceptuales e históricos o no se asume la intención específica de pasajes
particulares en consideración.

Aquí, sin embargo, se trata de algunas de las enseñanzas específicas con las que
Ellen White estaba familiarizada, y que condeno en términos inequívocos.
Argumentar que los escritos de Ellen White avalan los mismos puntos de vista
que tan enérgicamente rechazaba como error, tales como las pruebas hechas por
el hombre, y fanatismo, y así sucesivamente, sería una proposición absurda por
cierto. Por lo tanto, podemos estar seguros de que cada vez que alguien utiliza
sus escritos para apoyar opiniones como las sostenidas por el pastor ER Jones y
sus seguidores, están falsamente interpretando, haciendo mal uso y aplicando
incorrectamente los Testimonios.

4. Toda persona tiene derecho a decidir por sí mismo si desea aceptar o rechazar
las enseñanzas presentadas por el pastor Jones y sus seguidores. Sin embargo,
en vista de lo que hemos visto, nadie tiene el derecho de reclamar que tales
enseñanzas representan bien la visión de Elena G. de White o la posición de la
Iglesia Adventista.

3. ¿Qué ocurrirá poco antes del regreso de Cristo

Además de condenar las enseñanzas defendidas por el pastor Jones y de


reprenderlo por el mal uso, tanto de las Escrituras y de los Testimonios, Elena
de White también predijo que conceptos similares buscarían infiltrarse en la
Iglesia Adventista del séptimo día de nuevo en el futuro. Ella dijo:

“Se me ha mostrado que se repetirían los engaños que tuvimos que enfrentar en
las primeras experiencias del mensaje, y que tendremos que volver a
encontrarlos en los días finales de la obra.” (Mensajes Selectos, tomo 2, página
28). “Estas mismas cosas que habéis explicado que ocurrían en Indiana [el centro
geográfico del movimiento de la carne santa], el Señor me ha mostrado que
volverían a ocurrir justamente antes de la terminación del tiempo de
gracia.” (ibíd., P. 36).

Según ella, entonces, el engaño que intentará corromper el mensaje de la


misericordia de Dios para un mundo perdido, frustrar la misión del Adventismo,

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PERFECTO EN CRISTO – HELMUT OTT

y perturbar la experiencia religiosa de muchos de sus miembros NO ES UN


ENFASIS EXCESIVO EN LA OBRA REDENTORA TERMINADA EN
LA CRUZ, el evento sobre la base del cual el creyente ahora está ante el Padre
perfectamente justo en Cristo por la fe. Como ya hemos visto, Elena de White
pone gran énfasis en el papel de Cristo tanto como sacrificio expiatorio en la
cruz, donde Él absolvió la condena del hombre, y como abogado defensor y
representante en la presencia del Padre, donde "Él no cesa de presentar a su
pueblo momento tras momento, completo en sí mismo"(Fe y Obras, pág. 107).

El engaño que sin duda hará que muchos permanezcan en su condición de


Laodicea es, más bien, una repetición del fanatismo que tuvo lugar poco después
del chasco de 1844 y que apareció de nuevo en el cambio de siglo a principios
del siglo XX, y que revivió en una forma más sofisticada a finales de
1950. Puesto que Satanás es el maestro del engaño, podemos anticipar que va a
modificar los aspectos más ofensivos de esta herejía y disfrazar mejor sus
características más evidentes. Pero si Ellen White esta en lo correcto, y nosotros
creemos que es así, este engaño con su énfasis en el creyente y sus logros – su
justicia personal y obediencia perfecta – a diferencia de lo que el creyente tiene
en Cristo por la fe y lo que Cristo hace por él como su abogado ante Padre, será
su característica más distintiva.

4. La esencia y el significado del "Nuevo Engaño"

Es casi axiomático que un engaño NO es una negación completa o una


contradicción, sino una distorsión de la verdad. Su atractivo así como su poder
para engañar se encuentra precisamente en el hecho de que contiene elementos
de verdad. Por lo tanto, vamos a examinar este "nuevo engaño" desde dos
perspectivas generales: a).- En primer lugar lo vamos a comparar y contrastar
con la falsificación introducida por el sistema humano de sacerdocio común en
parte de la iglesia cristiana. B).- A continuación vamos a hablar de ello a la luz
de la caída del hombre en el Jardín del Edén.

a. Un intento por desplazar a Cristo como el único camino al Padre

Aunque el nuevo engaño difiere en el enfoque del anterior que estaba tan
extendido en toda la cristiandad durante siglos, el nuevo engaño lleva a
básicamente los mismos resultados negativos. Ambos son los intentos de
desplazar a Cristo, el sumo sacerdote divino, proporcionando formas alternativas
para asegurar una buena relación con Dios. A través de su sistema humano de
sacerdocio, el viejo engaño creaba un acceso distinto al perdón y la gracia
salvadora de Dios. Como resultado, no Jesús, sino la iglesia se convirtió en el
enlace de salvación entre el pecador y Dios. A través de su teología del desarrollo
del carácter y la modificación del comportamiento, el nuevo engaño, a su vez,
introduce otra forma – un nuevo método – por el cual cumplir con la norma de
perfecta justicia que Dios requiere para la salvación.

Hemos visto que la única manera para que un ser caído pueda ser justo delante
de Dios, de este lado de la glorificación, es por su participación en las ventajas
de salvación (que ofrece) el Salvador. Debido a que en sí mismo es un ser
pecaminoso, imperfecto, e indigno, el creyente puede ser justo solamente por la

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PERFECTO EN CRISTO – HELMUT OTT

fe en Cristo. Jesús es la base de su relación con Dios. Además, hemos observado


que la salvación del creyente se convierte en permanentemente segura y Dios lo
declara digno de la vida eterna en el juicio previo al advenimiento sólo porque
(el creyente) ha aceptado la mediación redentora de Cristo en su nombre. Jesús
completara su papel de mediador – Él logrará plenamente el propósito de su
ministerio sumo sacerdotal – garantizando para el creyente la vida (eterna), el
veredicto de aceptación final e irreversible de Dios, cuando el juicio previo al
advenimiento concluye.

Por el contrario, el nuevo engaño enseña que el creyente desarrolla en su propia


vida una justicia que es tan perfecta y por lo tanto tan meritoria como la que
pertenece al Salvador. Debido a que supuestamente su vida se vuelve tan pura,
santa y digna como la de Jesús, se deduce que el creyente ya no depende de la
justicia imputada de Cristo para su relación con Dios. Como resultado, la
seguridad de su salvación ya no se basa en la obra redentora de Cristo en su
nombre, sino en la perfección espiritual e impecabilidad moral que él mismo ha
logrado en su propia vida.

De acuerdo con el nuevo engaño, la última generación de creyentes va a ganar


una victoria tan radical sobre el pecado y va a desarrollar una justicia tan perfecta
en su propia vida que el hecho de que Jesús deje de mediar al (finalizar el tiempo
de gracia) final del período de prueba no tendrá ningún efecto adverso sobre ellos
en absoluto. Puesto que sus caracteres son tan justos como el de Cristo y su
obediencia es tan perfecta como la suya, que están delante de Dios como
positivamente sin pecado, justos y dignos en sí mismos como lo hacían antes,
cuando Cristo todavía estaba imputando su justicia para ellos. Los defensores de
este punto de vista probablemente lo niegan, pero el hecho es que desde el
momento en que el creyente logra un supuesto estado de santificación total,
también trasciende su necesidad de Cristo, ya sea como salvador o como
mediador. Su igualdad con Cristo en justicia también lo hace igual a Cristo en
posición personal para con el Padre.

El nuevo engaño que enfrenta la Iglesia Adventista es una parte integral de la


actual guerra de Satanás contra Cristo. Cuando él no pudo desplazar a Cristo en
el cielo Satanás continuó la batalla aquí en la tierra. A través de la caída de Adán
y Eva se obtuvo la autoridad (ganó la gobernación) temporal sobre el
mundo. Pero eso llegó a su fin, en principio, cuando Cristo – el segundo Adán y
la nueva cabeza de la humanidad – murió una muerte expiatoria en favor del
hombre. Por su muerte Jesús también destruyó el poder de la muerte y estableció
el reino de la gracia de Dios en el Planeta Tierra. Desde entonces Satanás es un
enemigo derrotado cuya eventual destrucción está asegurada. Pero no ha cesado
en sus intentos de derrotar a Cristo. Perdió en el cielo, y perdió en la tierra. Pero
todavía puede ganar en el corazón humano, ya que él todavía puede desplazar a
Cristo de allí. Y eso es precisamente lo que él está tratando de hacer.

En su mayor parte, la estrategia de Satanás no ha sido la confrontación directa,


sino un sutil engaño y la falsificación. Por ejemplo, cuando Dios empleo el
sistema de sacrificios para ilustrar su obra en Cristo para la redención del
hombre, el diablo no atacó la idea de la reconciliación con Dios. En su lugar,
Satanás introdujo una amplia variedad de diferentes medios y métodos por los

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PERFECTO EN CRISTO – HELMUT OTT

cuales la humanidad supuestamente puede alcanzar esa reconciliación, y se


concentró en llevar a los pecadores a tratar de encontrar el favor de Dios por
medio de sus falsificaciones en lugar de poner su fe en Cristo.

Sobra decir que en la vida de los hombres Satanás ha tenido un gran éxito en
empujar a Cristo a un lado como el único canal de Dios. Y ha tenido más éxito
con las personas religiosas convenciéndolas de que continúen tratando de
eliminar el pecado, la causa de su alejamiento de Dios, en lugar de que hagan
uso de la obra redentora de Cristo. Realmente significa que se acercan a su
situación como pecadores perdidos, como si no hubiera un Salvador. Se
esfuerzan por resolver su problema del pecado por su cuenta en lugar de aceptar
la solución que Dios ya ha provisto en Cristo.

El nuevo engaño atrae a la gente religiosa precisamente porque promete libertad


del pecado – algo por lo que todos los verdaderos creyentes desde mucho tiempo
anhelan con gran deseo. El problema es que cuando tratan de lograr una buena
relación con Dios a través de sus propios logros morales y espirituales, se
convierten en "alejados de Cristo," su único vínculo de unión espiritual con Dios,
y caen "de la gracia" (Galatas 5:4). Como resultado de ello, (1) pierden el acceso
a los beneficios de la obra redentora de Cristo, y con ello el derecho, conferido
por la gracia en la conversión, para continuar como miembros creyentes de la
familia espiritual de Dios. Y (2) ellos volverán al estado de perdición, de
enemistad, y de condenación en el que se encontraban antes de su reconciliación.

Por lo tanto, bajo el pretexto del atractivo y aparentemente encomiable objetivo


de participar de la naturaleza divina y alcanzar la perfección sin pecado – al igual
que Jesús – el nuevo engaño anula la pertenencia de la gente religiosa en el pacto
de la gracia de Dios y los coloca de lleno bajo el yugo de la pacto de obras. Como
resultado, terminan tratando de lograr la salvación a través de un método que no
tiene acceso al perdón de Dios, la justicia salvadora de Cristo, el poder
capacitador del Espíritu, y cualquier otro de los dones que, según las Escrituras,
Dios pone a disposición sólo de aquellos que conservan su estatus como sus hijos
e hijas a través de su relación de fe continua con Jesucristo (véase Lucas 24: 45-
47; Hechos 2:38; Romanos 8: 9, etc.).

b. Un incentivo para eliminar algunas distinciones básicas entre Jesús y los


pecadores

El engaño que enfrenta la Iglesia Adventista no es realmente nuevo. De hecho,


no es más que un refinamiento y adaptación de lo que causó la caída de la
humanidad en el Jardín del Edén. De acuerdo con la descripción bíblica, el
primer engaño introdujo un cambio radical en el plan de Dios en la creación
del hombre. El primer pecado del hombre no fue un fracaso por no estar a la
altura de las más altas exigencias morales de un código legal. Tampoco fue un
hundimiento hacia el mal y lo perverso – algo que se podría llamar un pecado de
la carne, como el adulterio, el asesinato o el robo – En cambio, fue un pecado del
espíritu, un medio para llegar más alto que lo que el Creador había ordenado.

La creación estableció una distinción clara y permanente entre lo divino y lo


humano. Debido a que Dios creó al hombre a su imagen, había un parecido

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PERFECTO EN CRISTO – HELMUT OTT

considerable y una cercanía entre el Creador y la criatura. Pero el hecho de que


el hombre fue creado una imagen o representación, de Dios y no una verdadera
contraparte también indica que, en el orden establecido por el Creador, Dios es
Dios y el hombre es hombre, y allí permanecerá para siempre una diferencia
esencial y una distancia infranqueable entre los dos.

En un libro de próxima aparición sobre el concepto bíblico del hombre, voy a


tratar este tema en profundidad. Para nuestro propósito aquí, baste decir que
debido a que Dios los había creado a su imagen, Adán y Eva podrían reflejar en
su propia personalidad los atributos justos y virtudes nobles del carácter santo
de Dios. Eran espiritualmente completos porque su unión espiritual sin
obstáculos con el Creador los hizo partícipes directos en su bondad, justicia y
santidad. Pero debido a que no eran más que una imagen de Dios, y no Dios, en
esencia, dependían del Creador, el único que en última instancia posee tales
virtudes positivas.

Cuando el engañador tentó a Adán y Eva con la idea de llegar a ser "como Dios"
(Génesis 3: 5), se despertó en ellos el deseo de llegar a un estado que era diferente
del propósito que el Creador había establecido para el hombre – para disfrutar de
un nivel de existencia más alto a lo que Dios pretendía que ellos alcanzaran. El
primer engaño tentó a la humanidad a tratar de eliminar la diferencia cualitativa
radical que existe entre lo divino y lo humano y separa al Creador de la
criatura. El primer pecado del hombre fue la negativa a aceptar su condición de
criatura, un intento presuntuoso de trascender las limitaciones de su condición
finita y alcanzar la libre determinación y la autosuficiencia que le pertenece sólo
a Dios.

Como el sarmiento no puede existir por sí mismo, sino que depende de la vid
para vivir, crecer y producir frutos, así también el hombre original, depende de
Dios para ser y hacer lo que el Creador quiere ordenar lo que debe ser y hacer.
El primer pecado del hombre fue un intento por superar su condición de
"sarmiento" y convertirse en su lugar en una "vid". Trató de ser y tener en sí
mismo lo que, de acuerdo con el plan del Creador, podía ser y tener sólo cuando
él continuamente participa de lo que se origina y procede de Dios y que por lo
tanto es su posesión exclusiva.

Obviamente, el primer pecado de la humanidad era, en esencia, una negativa a


ser y a vivir por la gracia de Dios. En lugar de seguir reflejando en su propia
persona lo que procede del Creador, Adán y Eva trataron de ser lo que eran –
buenos, justos, santos – en y por sí mismos, así como Dios es. El hombre la
imagen de Dios quiso ser hombre esencialmente Dios experimentando una
transformación interna en su propia naturaleza que le permitiera convertirse en
un participante de pleno derecho, tanto en el estado y la naturaleza de Dios.

En comparación, el nuevo engaño introduce un cambio en el plan que Dios ideó


para la redención humana. El cual representa un nivel que es superior y
diferente de lo que Dios ha establecido [para el hombre] en la Escritura, el nuevo
engaño pretende lograr la igualdad espiritual con el Dios-hombre,
Jesucristo. Aquellos atraídos por este nuevo engaño no están satisfechos de que,
por la gracia de Dios, los imperfectos creyentes – que van creciendo como hijos

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PERFECTO EN CRISTO – HELMUT OTT

e hijas de Dios – sean irreprensibles, justos, y santos solamente por la justicia


salvadora de Cristo. En cambio, ellos quieren experimentar una transformación
interna que de alguna manera les permitirá trascender su condición pecaminosa
y ser perfectamente impecable, justos y santos en sí mismos así como es Cristo.

Esforzarse por ser la mejor persona que uno posiblemente puede llegar a ser en
cada etapa de su crecimiento espiritual, y para seguir después en su vida un
patrón de todo lo que es verdadero y justo y amoroso, es un esfuerzo encomiable
y bíblicamente acertado y sano. Sin embargo, mi tesis es, que hay una diferencia
radical entre tratar de vivir como es digno de los hijos e hijas de Dios en Cristo
y de intentar igualar, emparejar y duplicar en la propia vida la absoluta justicia
de Cristo, el divino-humano Hijo de Dios. Pero esforzarse por ser más como
Jesús en carácter y en conducta es una cosa, mientras que tratar de ser tan justo
y santo como él lo fue durante su vida en la tierra es otra muy distinta. El primero
es un objetivo basado en la palabra de Dios según consta en la escritura. Este
último es una salida arrogante de ella, y por lo tanto constituye pecado.

Es importante señalar que tanto en sus antiguas y nuevas formas, el atractivo del
nuevo engaño – y también su pecado – radica en el hecho de que presenta un
objetivo que, al menos en la superficie, parece ser digno de elogio. Dado que por
definición, Dios es el bien supremo del universo, se sigue o deduce lógicamente
que no podía existir ningún ideal superior u objetivo más noble para Adán y Eva
que tratar de ser como Él. Sin embargo – y aquí está la ironía – porque el nuevo
engaño presenta un intento por romper la distancia entre la criatura y el Creador,
para unir o combinar lo humano con lo divino, y para borrar la diferencia
cualitativa entre el eterno y autosuficiente YO SOY, y el hombre mortal y
dependiente, esto constituye un pecado del más alto orden.

El mismo problema ocurre con la relación del creyente con Jesucristo.


Obviamente Jesucristo es el ejemplo perfecto, el ideal más alto que podría ser
presentado ante el creyente. No debemos olvidar, sin embargo, que aunque se
hizo hombre, Jesús nunca dejó de ser Dios. Si bien es cierto que Él tomó la
humanidad sobre sí mismo, también es cierto que Él nunca renunció a su
divinidad. Como "el Santo y el Justo" (Hechos 3:14), Él es la personificación de
la bondad perfecta, absoluta justicia y santidad totales. Jesús velaba su gloria
infinita y cedió el uso activo de su poder ilimitado, pero Él nunca cedió las
cualidades morales impecables y atributos espirituales santos que le permitieron
revelar el carácter justo del Padre al hombre caído.

La escritura establece el hecho de que "en Cristo habita toda la plenitud de la


Deidad corporalmente" (Colosenses 2: 9). El que "era Dios" "se hizo carne y
habitó entre nosotros y vimos su gloria, gloria como del unigénito, que vino del
Padre, lleno de gracia y de verdad" (Juan 1: 1,14). Jesús "es el resplandor de la
gloria de Dios y la imagen misma de su ser" (Hebreos 1:3).Elena de White dice
con razón:

“El Señor Jesús asumió la forma de hombre pecador, y revistió su divinidad con
humanidad. Pero era santo, como Dios es santo. Si no hubiera sido sin mancha
de pecado, no podría haber sido el Salvador de la humanidad. Era el portador del
Pecado; no necesitaba expiación. Puesto que era uno con Dios en pureza y

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PERFECTO EN CRISTO – HELMUT OTT

santidad de carácter, podía presentarse como propiciación por los pecados de


todo el mundo.” (Cada Día con Dios, página 357;Cursivas suministrados).

Así que cuando alguien se esfuerza por desarrollar en su propia vida personal
una justicia que es tan perfecta – y por consiguiente tan meritoria – como la de
Cristo, no hace más que tratar de igualar los sobresalientes logros espirituales
del único hombre perfecto que jamás haya existido en la tierra desde la Caída. Se
esfuerza por eliminar toda distinción entre el Salvador y los pecadores que Él
vino a salvar. Él está tratando de borrar la diferencia y salvar la distancia entre
él y el Hijo de Dios, que, siendo tan puro, justo, y santo como Dios el Padre, no
necesita ningún mediador, pero viviendo en unidad espiritual directa y sin trabas
con las otras dos personas de la Deidad.

Por consiguiente, concluimos que el nuevo engaño es esencialmente el mismo


que el que causó la caída del hombre en el principio. Como el primer engaño
sedujo al hombre a trascender su estado dependiente y lograr la igualdad con
el Creador, del mismo modo el último engaño atrae al creyente a superar su
condición pecaminosa y lograr la igualdad con el Salvador.

Como resultado del engaño de Satanás, Adán y Eva se sintieron descontentos de


tener que depender del Creador para seguir siendo el hombre a imagen de Dios,
y trataron de ser justos, santos y buenos en y por sí mismos, como Dios es. A su
vez, aquellos que ceden al nuevo engaño no se contentan con depender de Cristo
para su posición con Dios, sino tratar de ser justos, santos y buenos en sí mismos,
así como Cristo es.

Desafortunadamente, las consecuencias de ceder al nuevo engaño son tan


radicales y tan trágicas como los de ceder a la primera tentación. Bajo la
apariencia del aparentemente noble objetivo de otorgarles igualdad con Dios, el
primer engaño interrumpía la relación primordial de nuestros primeros padres
con su Creador. Esto causó su separación espiritual de aquel que por sí solo
podría permitirles continuar reflejando las virtudes de justicia del carácter santo
de Dios en sus vidas personales. Como resultado, perdieron su plenitud espiritual
original y cayeron en un estado de perdición, de enemistad y del pecado.

Lo mismo sucede con el nuevo engaño. Acechando por debajo del


aparentemente noble objetivo de otorgar a los creyentes igualdad espiritual con
Jesús, interrumpe su relación de fe con el Salvador. Espiritualmente ellos se
divorcian de él el único que puede presentarlos al Padre perfectamente justos y
concederles el derecho a heredar la vida eterna. Como resultado, pierden su
participación en los beneficios del pacto de gracia y caen de nuevo en el estado
de perdición, condenación y muerte que es la situación de todos los seres caídos
fuera de Cristo.

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PERFECTO EN CRISTO – HELMUT OTT

Capítulo VII
Dos grupos de personas en la Iglesia:
Los justos en Cristo por la fe y los injustos

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PERFECTO EN CRISTO – HELMUT OTT

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PERFECTO EN CRISTO – HELMUT OTT

Perfecto en Cristo
Helmut Ott

Capítulo VII
Dos grupos de personas en la Iglesia:
Los justos en Cristo por la fe y los injustos

Por último, vamos a considerar algunas declaraciones en los escritos de Elena de White
que indican que la iglesia contiene sólo dos tipos de personas: (1) aquellos que son justos
porque están cubiertos con los méritos del Salvador y (2) aquellos que son injustos porque
tratan de cumplir con la norma de Dios de justicia perfecta "independiente de la
expiación" y "sin la virtud de la mediación divina."

De acuerdo con Elena de White, estas dos clases de personas tienen sus primeros
representantes en Caín y Abel, y convivirán en la Iglesia de Dios al final de los tiempos:

“El fariseo y el publicano representan las dos grandes clases en que se dividen los que
adoran a Dios. Sus dos primeros representantes son los dos primeros niños que nacieron
en el mundo. Caín se creía justo, y sólo presentó a Dios una ofrenda de agradecimiento.
No hizo ninguna confesión de pecado, y no reconoció ninguna necesidad de misericordia.
Abel, en cambio, se presentó con la sangre que simbolizaba al Cordero de Dios. Lo hizo
en calidad de pecador, confesando que estaba perdido; su única esperanza era el amor
inmerecido de Dios.” (Palabras de Vida del Gran Maestro, página 152).

"Por la fe Abel ofreció a Dios más excelente sacrificio que Caín" (Hebreos 11: 4). Abel
comprendía los grandes principios de la redención. Veía que era pecador… En la sangre
derramada [la de un cordero] contemplo el futuro sacrificio, a Cristo muriendo en la cruz
del calvario; y al confiar en la expiación que iba a realizarse allí, obtuvo testimonio de
que era justo, y de que su ofrenda había sido aceptada… Caín y Abel representan dos
clases de personas que existirán en el mundo hasta el fin del tiempo. Una clase se acoge
al sacrificio indicado; La otra se aventura a depender de sus propios méritos; el sacrificio
de éstos no posee la virtud de la divina intervención y, por lo tanto, no puede llevar al
hombre al favor de Dios…”

“Los que creen que no necesitan la sangre de Cristo, y que pueden obtener el favor de
Dios por sus propias obras sin que medie la divina gracia, están cometiendo el mismo
error que Caín. Si no aceptan la sangre purificadora, están bajo condenación. No hay otro
medio por el cual pueden ser librados del dominio del pecado… Como Caín pensó lograr
el favor divino mediante una ofrenda que carecía de la sangre del sacrificio, así obran los

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PERFECTO EN CRISTO – HELMUT OTT

que esperan elevar a la humanidad a la altura del ideal divino sin valerse del sacrificio
expiatorio.” (Patriarcas y Profetas, páginas 72, 73).

Vamos a ver tres conceptos específicos:

1. Caín no entendió ni su situación real como un ser caído, ni la dinámica de la salvación


que Dios proporciona en el Sustituto. En su ceguera espiritual pensó en sí mismo como
justo, sin darse cuenta de que era un pecador perdido, culpable e indigno. En consecuencia
se acercó a Dios con una ofrenda de agradecimiento solamente. No hizo ninguna
confesión de pecado, no trajo ninguna sangre expiatoria, no reconoció ninguna necesidad
de misericordia. Como resultado, él no tuvo acceso al perdón de Dios o a los méritos del
Salvador que Cristo ministra sólo a aquellos que vienen a Dios reclamando su obra
redentora en su nombre.

2. Abel se dio cuenta de su verdadera condición como un ser caído y había comprendido
los grandes principios de la redención. Se dirigió a Dios como un pecador, confesándose
asimismo como perdido, y puso su fe en y basó su esperanza en el amor inmerecido de
Dios y en la expiación que Cristo haría en la cruz en su nombre. Por la fe, trajo el sacrificio
que Dios había estipulado – la sangre que apuntaba hacia el Cordero de Dios. Esa es la
base – la única base – para decir como testimonio, de que él era justo, y el único motivo
por el cual su ofrenda fue aceptada.

3. La iglesia: –"los que vienen a adorar a Dios" – contiene dos categorías diferentes de
personas. Un grupo – representado por Caín y el fariseo de la parábola de Cristo – consiste
en moralistas religiosos que son espiritualmente autosuficientes. Ellos no reconocen la
verdadera profundidad de su propia pecaminosidad, y por lo tanto vienen a Dios con una
ofrenda de agradecimiento solamente – ofreciendo sólo – una ofrenda que carece de la
sangre purificadora del sacrificio de Cristo y es independiente de la expiación. Su ofrenda
no tiene la virtud de la mediación divina y, en consecuencia, esta ofrenda no puede darle
acceso a Dios. En su ceguera de Laodicea no perciben su insuficiencia moral y miseria
espiritual. Como resultado, no tienen ningún deseo de arrepentirse, y no sienten la
necesidad de abrir la puerta a Cristo como su única fuente de justicia salvadora.

El otro grupo dentro de la iglesia – representado por Abel y el publicano en la parábola


de Cristo – está formado por aquellos que entienden tanto su situación como seres caídos
y los grandes principios de la redención. Ellos saben que, con la excepción de la salvación
que Dios ha provisto en Cristo, son tan perdidos, culpables e indefensos como cualquier
otro pecador. Es por ello que al hacer uso de la obra redentora de Cristo en su nombre y,
por la fe, cubren su desnudez espiritual con el manto de su justicia todo suficiente [de
Cristo]. Como Abel han recibido la confirmación de que son justos [por la fe], los
verdaderos hijos de Dios por la fe en Jesucristo.

Es importante tener en cuenta que el criterio para determinar la separación de la iglesia


en dos grupos de personas, no está centrado en el logro, sino centrado en Cristo. En otras
palabras, la iglesia no se divide en un segmento de algunos que son justos en sí mismos
y han aprendido a vivir sin pecar, y otro que no han logrado alcanzar este doble objetivo.
En cambio, la iglesia se separa en los que se aferran de la obra redentora de Cristo en su
nombre y por lo tanto son justos en Cristo por la fe, y los que hacen de sus propios logros

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PERFECTO EN CRISTO – HELMUT OTT

espirituales la base y el fundamento último [y definitivo] de su situación [de salvación] y


por lo tanto no tienen nada que llevar para obtener el favor de Dios.

Observe cómo Elena de White expresa en otra parte el mismo concepto:


“El fariseo no sentía ninguna convicción de pecado. El Espíritu Santo no podía obrar en
él. Su alma estaba revestida de una armadura de justicia propia, que no podía ser
atravesada por los aguzados y bien dirigidos dardos de Dios arrojados por manos
angélicas. Cristo puede salvar únicamente al que reconoce que es un pecador.” (Palabras
de vida del gran maestro, Página 158).

“La justificación propia es el peligro de esta era; separa al alma de Cristo. Los que confían
en su propia justicia no pueden entender cómo la salvación viene por medio de Cristo”
(Fe y Obras, página 96; Cursiva añadida). “No hay nada que ofenda tanto a Dios, o que
sea tan peligroso para el alma humana, como el orgullo y la suficiencia propia. De todos
los pecados es el más desesperado, el más incurable.” (Palabras de vida del gran maestro,
Página 154).

“Miren en el espejo de la ley de Dios los que se sienten inclinados a hacer una elevada
profesión de santidad. Cuando vean la amplitud de sus exigencias y comprendan cómo
ella discierne los pensamientos y las intenciones del corazón, no se jactarán de su
impecabilidad.” (Los Hechos de los Apóstoles, página 562).

¿Cómo puede alguien que se presente ante la santa norma de la ley de Dios – que hace
evidentes los malos pensamientos, los deseos no santificados, la infidelidad del corazón,
la impureza de los labios, y que deja al descubierto la vida – hacer alarde de santidad?
Sus actos de deslealtad en invalidar la ley de Dios están expuestos a la vista, y su espíritu
se aflige y se oprime bajo la influencia escrutadora del Espíritu de Dios. Él se aborrece a
sí mismo, mientras que ve la grandeza, la majestad, el carácter puro y sin mancha de
Jesucristo.” (Ellen G. White, en la Review and Herald 16 de Oct., 1888).

“No hay nada en nosotros a partir de lo cual podamos vestir al alma para que no se
descubra su desnudez. Hemos de recibir el manto de justicia tejido en el telar del cielo, el
manto inmaculado de la justicia de Cristo.” (ibíd. 19 de julio de 1892). “No hay nada al
parecer tan débil, y no obstante tan invencible, como el alma que siente su insignificancia
y confía por completo en los méritos del Salvador.” (El Ministerio de Curación, página
182).

“Nadie puede mirarse así mismo y encontrar algo en su carácter que lo recomiende a Dios
o haga segura su aceptación. Sólo mediante Jesús, a quien el Padre dio por la vida del
mundo, puede el pecador encontrar acceso a Dios. Sólo Jesús es nuestro Redentor, nuestro
Abogado y Mediador; Nuestra única esperanza de perdón, paz y justicia está en Él.”
(Mensajes selectos, tomo 1, páginas. 332, 333).

Dado que las consideraciones expuestas en este capítulo surgen de las historias de Caín y
Abel, y el fariseo y el publicano en la parábola de Cristo, vamos a examinar y discutir
brevemente la narración de los dos casos.

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PERFECTO EN CRISTO – HELMUT OTT

1. Caín y Abel ofrecer sacrificios a Dios

Las Escrituras dicen poco sobre las circunstancias que rodearon el incidente cuando Caín
y Abel trajeron sus respectivos sacrificios a Dios. Sin embargo, cuando examinamos las
implicaciones del acto de Caín al traer "de algunos de los frutos de la tierra una ofrenda
al Señor" (Génesis 4: 3), podemos sacar varias conclusiones con un grado razonable de
certeza:

En primer lugar, al menos en cierta medida, Caín reconoció su condición caída y quería
la reconciliación con Dios – de lo contrario, es difícil ver por qué debería haber traído a
Dios en absoluto un sacrificio. En segundo lugar, obedeció a Dios en la construcción de
un altar y en traer una ofrenda. Su problema era que se había equivocado de sacrificio –
uno que, en vez de representar la fe en el Sustituto, simbolizó la dependencia en sus
propios esfuerzos para su posición con Dios.

En tercer lugar, al parecer Caín ignoró el hecho de que la sólo la justicia de Cristo puede
lograr la reconciliación del hombre con Dios. El no pudo entender que cuando se trata de
nuestra posición personal con Dios, nada menos que sólo los méritos perfectos del
Salvador son suficientes, no hay nada igual de meritorio que sea posible, y ninguna otra
cosa es aceptable para Dios. Ya que "sin derramamiento de sangre no se hace remisión"
(Hebreos 9:22), nada de lo pueda crecer en el jardín de un pecador puede tomar el lugar
de lo que Cordero de Dios ofrece como un medio para devolver al hombre al favor de
Dios. El fruto que Caín trajo fue probablemente lo mejor que tenía para ofrecer, y todo
estos frutos crecieron a través del poder de Dios. Pero simboliza los logros del hombre,
logros que, al no tener valor redentor, no pertenecen al altar.

En cuarto lugar, el comportamiento de Caín indica bastante convincentemente que, si bien


aceptó la idea de la reconciliación con Dios – y en cierta medida mostró que quería vivir
en buenos términos con él – él rechazó los medios que Dios ofrece en Cristo para hacer
posible tanto la reconciliación como mantener una relación correcta. Debido a que el fruto
de Caín representó un cambio en el plan de Dios para redimir a sus hijos perdidos, su
ofrenda no sólo no logró su propósito previsto, sino que también incrementó su
culpabilidad y la separación de Dios.

En quinto lugar, Dios no rechazó a Caín, porque él era un pecador. Dios sabía la condición
perdida del hombre, y esa es precisamente la razón por la cual Él proporcionó una
solución a su problema de pecado. El Señor no podía aceptar a Caín y su ofrenda, porque
él no puso su fe en el Sustituto que Dios ofrece como el único medio de salvación.

“Por la fe Abel ofreció a Dios más excelente sacrificio que Caín. Por la fe, fue elogiado
como un hombre justo, dando Dios testimonio de sus ofrendas. Y por la fe todavía habla,
a pesar de que está muerto.” (Hebreos 11: 4).

La ofrenda de Abel era "mejor" porque (1) era lo que Dios había establecido como un
símbolo de Cristo, y porque (2) él la trajo "por la fe." Él fue "elogiado como un hombre
justo," no porque fuera moralmente intachable y espiritualmente perfecto, sino porque a

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PERFECTO EN CRISTO – HELMUT OTT

través de su sacrificio mostró su fe en la sangre expiatoria de Cristo para el perdón, y su


dependencia de los méritos infinitos de Cristo, para una buena posición ante Dios.

2. El Fariseo y el Recaudador de impuestos oran en el templo

De acuerdo con la parábola de Jesús en Lucas 18: 9-14, un fariseo y un recaudador de


impuestos subieron al templo a orar. Ambos eran miembros religiosos, probablemente
decimos en nuestra terminología moderna eran hombres de la iglesia. El fariseo, dio
gracias a Dios por ser una mejor persona y tener un mejor registro del comportamiento
que otros "hombres", que según él, eran "ladrones, injustos, adúlteros." Por el contrario,
el recaudador de impuestos se reconoció a sí mismo como un pecador y rogó a Dios por
misericordia.

Puesto que Jesús no contradijo la autoevaluación del fariseo, se puede concluir que decía
la verdad cuando dijo que no robaba o adulteraba al igual que los otros hombres.
Probablemente también tenía registros largos y detallados para demostrar que ayunaba
dos veces a la semana y que pagaba fielmente el diezmo. De modo que su problema no
era que él era un pecador crónico que vivía en violación deliberada y abierta [rebelión] a
la voluntad de Dios. En cambio, fue que debido a que se creía justo no sentía la necesidad
de un Salvador.

La situación espiritual del fariseo se debió a dos malentendidos teológicos: En primer


lugar, al parecer tenía definido el problema del pecado del hombre sólo en términos de
carácter moral y comportamiento ético. En su opinión, sólo la gente mala que expresaba
su abierta rebelión contra Dios por romper intencionalmente la letra de la ley era culpable
de pecado. Por lo tanto se sentía muy bien consigo mismo. Porque él no era malo e
inmoral como lo percibía de otros hombres, pensó que tenía un buen carácter moral que
merecía la aprobación de Dios. Al no haber violado ninguna prohibición específica de la
ley, tales como el robo y el adulterio – asumió que había prestado obediencia perfecta y
por lo tanto estaba libre de culpa. Y porque él creía que tenía pruebas para demostrar que
cumplió con sus deberes religiosos – tales como el ayuno dos veces a la semana y pagar
un diezmo – en forma precisa, concluyó que era positivamente justo, verdaderamente
digno de la aprobación de Dios.

En segundo lugar, el fariseo tenía una concepción de la salvación por medio de la justicia
por las obras. Es decir, el basó su posición con Dios y, por extensión, su seguridad de la
vida eterna – en su bondad moral personal y la impecabilidad del comportamiento. Tal
punto de vista descartó dos cosas: (1) la gracia de Dios al proveer el Sustituto para pagar
la pena por su culpa, cancelar su sentencia de muerte, y obtener el derecho de ser un hijo
de Dios, y (2) la respuesta del creyente en arrepentimiento y fe por la cual se convertiría
en un participante en la actividad redentora – una actividad del Salvador que le conceda
el perdón de Dios y lo haga digno de la vida eterna a través de la justicia imputada de
Cristo.

De acuerdo con la parábola, la visita del fariseo al templo no le trajo ninguna bendición,
y él volvió a su casa sin cambios. Él era un hombre moralmente justo con un compromiso

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PERFECTO EN CRISTO – HELMUT OTT

religioso profundo, un gran respeto por la ley, y un alto nivel de comportamiento ético.
Pero también era alguien que en su orgullo espiritual y autosuficiencia religiosa no se dio
cuenta de su desesperada necesidad de un Salvador. Es decir, no sentía la necesidad, ya
sea del perdón de Dios o de la justicia imputada de Cristo. A pesar de que había obedecido
la ley en un sentido – ignoró el Evangelio. Como resultado, no tenía acceso al pacto de
gracia de Dios, no tenía ninguna parte en Cristo y la salvación que sólo Él ofrece. Así que
se fue a casa convencido de que según la ley era justo, pero sin saber que de acuerdo con
el Evangelio estaba perdido.

La experiencia del cobrador de impuestos era exactamente todo lo contrario de lo que


ocurrió con el fariseo. La oración del publicano indica que se reconocía a sí mismo como
un pecador y basó su esperanza de una buena relación con Dios en su misericordia.
Debido a que en el arrepentimiento el confeso lo que era y porque en la fe aceptaba lo
que la gracia de Dios provee, que "se fue a su casa justificado ante Dios" (Lucas 18:14).
Llegó al templo como un pecador perdido, culpable, y sin esperanza, pero regresó a su
casa totalmente reconciliado con Dios, un hijo de Dios en Cristo, un heredero de la vida
eterna. Si él hubiera muerto, o si su tiempo de gracia hubiera terminado, en ese punto o
en ese tiempo, su salvación eterna habría sido segura en Cristo. El publicano hubiera
participado en las bodas del Cordero, y tenía parte en el reino eterno de Dios de la gloria,
no porque él ya no era un pecador, sino, por consiguientemente, porque ahora tenía un
Salvador, y él estaba de pie delante de Dios totalmente perdonado y perfectamente justo
en Cristo por la fe.

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PERFECTO EN CRISTO – HELMUT OTT

Capítulo VIII
Resumen y conclusiones

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PERFECTO EN CRISTO – HELMUT OTT

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Perfecto en Cristo
Helmut Ott

Capítulo VIII
Resumen y conclusiones

Este capítulo consta de dos secciones generales. El primero proporciona un resumen de


algunos de los principales puntos que discutimos en los siete capítulos precedentes. La
segunda sección contiene algunas conclusiones generales sobre la base de los conceptos
que se derivan de los escritos de Elena de White.

A. Un resumen

El primer capítulo examina dos conceptos básicos y algunas de sus principales


ramificaciones. En primer lugar, hemos visto que el creyente depende totalmente de
Cristo para una buena relación con el Padre, porque Dios requiere justicia perfecta, y el
hombre es incapaz de producirla. En segundo lugar, vimos que Jesús interviene como
mediador a favor del creyente – para presentarlo como una persona individual –
perfectamente justo ante el Padre. Jesús imputa su muerte expiatoria, Su victoria
redentora, y su justicia salvadora al creyente, para que este pueda estar de pie, por la fe
en Cristo, sin mancha delante de Dios.

Con el fin de permitir a Cristo para que actúe como su sustituto, el creyente debe
responder al evangelio en arrepentimiento y fe. Por medio del arrepentimiento el creyente
indica que reconoce tanto su culpabilidad y la insuficiencia de lo que es, de lo que tiene,
y lo que hace para asegurar la aprobación de Dios. Por la fe reconoce su incapacidad para
alcanzar por sí mismo el favor de Dios, y por lo tanto se vale de la obra redentora de
Cristo en su nombre. Así, el creyente obtiene acceso al perdón de Dios por su pecado ya
la justicia perfecta de Cristo para su aceptación con el Padre.

Dado que la santificación es un proceso que nunca queda totalmente terminado en la vida
presente, el creyente nunca llega a ser justo por sí mismo, pero puede ser justo tan sólo
en Cristo durante el tiempo que él vive. Todo lo que es y todo lo que tiene, como un hijo
de Dios, lo es y lo tiene sólo por y durante el tiempo que participa de Cristo por la fe. En
caso de que alguna vez deje de aferrarse de Cristo [o deje de estar en Cristo] – y al
hacerlo, dejará de participar en su obra redentora – el creyente volverá al estado de
perdición, de condenación y muerte en el que se encontraba antes que su reconciliación
tuvo lugar en la conversión.

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PERFECTO EN CRISTO – HELMUT OTT

En el segundo capítulo, vimos que el creyente también depende de la mediación de Cristo


para hacer que su vida como un hijo de Dios sea aceptable ante el Padre. Dios no sólo
requiere obediencia, sino la obediencia perfecta, y el creyente es incapaz de
proporcionarla. La obediencia del creyente no tiene valor ante Dios, en primer lugar,
porque es parcial e imperfecta, y por lo tanto no merece la aprobación divina, sino su
condenación, y en segundo lugar, porque la naturaleza pecaminosa del creyente
contamina todo lo que hace y por lo tanto hace que sea inaceptable para Dios.

También hicimos una distinción entre la verdadera obediencia – o la obediencia de la fe


– y la obediencia perfecta. La verdadera obediencia incluye la sumisión a los preceptos
de la ley y el cumplimiento de las exigencias del Evangelio. En consecuencia, los
verdaderamente obedientes son los que, después de haber hecho todo lo posible para vivir
como es digno de los hijos e hijas de Dios en Cristo, reconocen su pecado, su
imperfección e indignidad, y se acercan al Padre en arrepentimiento y fe. La sangre
expiatoria de Cristo, entonces los limpia de su culpabilidad, y su justicia salvadora los
preserva en una posición correcta con Dios.

El hecho de que somos pecadores contamina nuestra obediencia. Nada de lo que seres
pecaminosos pueden dar a Dios es aceptable por sus propios méritos. Es satisfactorio sólo
cuando – y en virtud del hecho de que – lo traemos al Padre a través de los méritos del
Hijo. Por lo tanto la obediencia perfecta, es posible sólo a través de la mediación de Cristo
en nuestro favor. Cuando dependemos de la obra redentora de Cristo para nuestra posición
con Dios, nuestro divino Sumo Sacerdote atribuye su justicia salvadora para nosotros,
con el fin de compensar nuestras deficiencias y hacer que nuestra obediencia, nuestro
servicio y nuestro culto perfectamente agradable al Padre.

En el tercer capítulo nos dimos cuenta de que ningún ser caído ha llegado jamás a la meta
de la perfección espiritual sin mancha fuera de Cristo. Los patriarcas, profetas y apóstoles,
hombres que vivieron lo más cercano a Dios – admitieron su pecaminosidad. Su
inusualmente estrecha relación con Dios les permitió adquirir tanto el punto de referencia
[la visión] y la percepción espiritual necesaria para verse a sí mismos como realmente
eran. Por lo tanto, todos sabían que nada de lo que eran, nada de lo que tenían, y nada de
lo que hicieran podría asegurarles el favor de Dios.

Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios, todos los seres humanos
por igual – desde Abel, el primer creyente en morir, hasta el último pecador en aceptar la
gracia salvadora de Dios en Cristo justo antes de la terminación del tiempo de gracia –
dependerá igualmente de la obra redentora de Cristo para la salvación. Debido a que Dios
ideó un plan de redención según el cual Jesucristo – su muerte expiatoria, su victoria
redentora y la justicia salvadora imputada al creyente por la fe – es el único camino al
Padre, todos los seres humanos serán o salvados por la gracia inmerecida de Dios, o se
perderán.

En el cuarto capítulo se discutió la idea de que la percepción de un individuo de su


condición espiritual – si se ve asimismo como justo y bueno o imperfecto y pecaminoso
– resulta de su relativa cercanía espiritual a Jesús y la adecuación de su visión de la
perfección de Cristo. Aquellos que no tienen una fe iluminada y una estrecha relación con
Jesús les falta tanto el punto de referencia y la visión espiritual que les permita ver su
insuficiencia moral e imperfección espiritual. Subestiman su pecaminosidad y

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PERFECTO EN CRISTO – HELMUT OTT

sobreestiman sus posibilidades. Como resultado, no perciben su dependencia total de


Cristo.

Los que viven más cerca de Jesús tienen al menos las siguientes características:

1. Ellos han llegado a apreciar la belleza del carácter santo de Cristo, y por lo tanto ven
su propia pecaminosidad.

2. Tienen una comprensión más clara de la naturaleza de largo alcance de los


requerimientos de Dios [las más altas demandas], y por lo tanto se dan cuenta de lo lejos
que realmente están del cumplimiento de la norma que se requiere para la salvación.

3. Ellos se dan cuenta adecuadamente de la terrible enormidad del pecado y de la


fragilidad y la pecaminosidad de la humanidad, y por lo tanto reconocen su total
dependencia de Cristo.

4. Ellos viven en un estado de "continuo arrepentimiento y fe en la sangre de Cristo,"


plenamente conscientes de que su salvación depende, no de su propia bondad, sino de la
infinita gracia de Dios.

También hemos visto que, de acuerdo con Ellen White, la iglesia remanente no alcanza
la perfección sin pecado del ser o de la conducta en el momento que termina el tiempo de
gracia. Sus miembros no son supersantos que han alcanzado plenamente, y por lo tanto,
se presenten en justicia impecable ante el tribunal de Dios. Por el contrario, ellos son
pecadores que, con excepción de la justicia de Cristo, no tienen nada, sino "ropas sucias"
que llevar. Dolorosamente conscientes de "la maldad de sus vidas…, su debilidad y falta
de mérito e indignidad", "sus personas defectuosas", "cuán poco semejantes a Cristo,"
que "afligen sus almas" en arrepentimiento ante Dios "a causa de sus propias
transgresiones," y "suplican por una pureza de corazón" que obviamente no poseen
todavía.

Si Dios debe decidir el destino eterno de la iglesia remanente sobre la base de su verdadera
condición espiritual y su comportamiento moral real, su caso sería irremediable.
Afortunadamente Jesús, el mediador poderoso, silencia el acusador con argumentos
fundados, no sobre los propios méritos de los creyentes – pues no tienen ninguno – sino
de su dependencia de su actividad redentora en su nombre. Les quita sus ropas sucias y
los cubre con el manto glorioso de su justicia impecable y así los presenta al Padre justos
en Cristo.

El quinto capítulo analizó algunos de los eventos más importantes relacionados con el
final del período de prueba y el tiempo de angustia. Algunos de los principales conceptos
discutidos fueron los siguientes:

En primer lugar, Jesús continuará su ministerio mediador hasta que se alcancen los
objetivos previstos total y completamente. Es decir, Él dejará de actuar como abogado
del hombre para con el Padre, sólo después de haber obtenido el veredicto final e
irreversible de la aprobación de Dios para su pueblo cuando el juicio previo al
advenimiento concluye. Como resultado, ellos reciben "el sello del Dios vivo", que

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PERFECTO EN CRISTO – HELMUT OTT

concede a sus hijos adoptivos en Cristo un estatus permanente, y les otorga el derecho a
ser herederos del reino.

En segundo lugar, el momento en que Jesús completa su mediación para la última


generación de creyentes también marca el final del juicio previo al advenimiento. La
"prueba final" que determina el destino eterno "ha sido aplicada al mundo… el número
de sus súbditos esta completo." El destino de todos está permanentemente e
irrevocablemente fijo, cada caso no sólo ha sido decidido, sino que para siempre estará
cerrado y nunca más será abierto para su revisión. Debido a que la decisión que Dios
pronuncia cuando el juicio concluye es definitiva, los que se salvarán serán salvos, y los
que se perderán, se pierden a partir de ese momento.

En tercer lugar, al menos tres factores principales dan a los creyentes la paz, la seguridad
y la esperanza para enfrentar el final del período de prueba y el tiempo de angustia: 1.
Jesús mediará en su nombre hasta que el veredicto final de Dios de aceptación haya hecho
su salvación permanentemente segura. 2. No tendrán que hacer frente a una prueba post-
juicio para determinar si son justos o no han alcanzado la justicia impecable del ser y la
conducta libre de pecado y por lo tanto son personalmente dignos de la vida eterna. 3.
Dios los va a proteger y proveerá para ellos durante el corto período de tiempo entre el
final del período de prueba y la segunda venida de Cristo, para que nada ponga en peligro
su salvación.

En cuarto lugar, el tiempo de angustia será un período de profunda intensidad espiritual,


sincero examen de conciencia, y de una lucha sincera con Dios. La experiencia del pueblo
de Dios durante este tiempo busca alcanzar tres objetivos básicos: (1) demostrar que se
han arrepentido sinceramente de su pecado y probar su confianza en el perdón de Dios;
(2) para llevarlos a una plena realización y convencimiento de su indignidad y tener parte
en el reino de la gloria de Dios; y (3) para fortalecer su fe en que Dios cumplirá las
promesas del evangelio a ellos, a pesar de sus defectos, imperfecciones, y pecaminosidad.

El sexto capítulo exploró un engaño peculiar que entró en el adventismo poco después
del chasco de 1844, apareció de nuevo en el cambio de siglo [a la entrada del siglo XX],
revivió en una forma más sofisticada a finales de 1950, y, de acuerdo con Elena de White,
se enfrentará a la iglesia una vez más antes del final del período de prueba. A juzgar por
su influencia pasada, este "mensaje de error" tiene el potencial para corromper el último
mensaje de misericordia de Dios al mundo, frustrar la misión del Adventismo, y perturbar
la experiencia religiosa de muchos de sus miembros.

Tal "fanatismo" representa una desviación radical de las enseñanzas de las Escrituras y
obviamente contradice la mayor parte de los conceptos importantes que hemos derivado
de los escritos de Elena de White. 1. Cambia la norma que la última generación debe
cumplir para la salvación y también el método por el cual los creyentes pueden lograrlo.
2. Se modifica el papel de Cristo como Salvador, así como la manera en que Él salva. 3.
Se altera el ministerio sumo sacerdotal de Cristo en el cielo y se reduce en gran medida
la importancia de su mediación continua con el Padre. 4. Se borra la distinción esencial
que las Escrituras establecen entre el Santo y justo Hijo de Dios y los pecadores culpables
que Él vino a salvar.

En el séptimo capítulo, encontramos que la iglesia contendrá dos grupos de personas


radicalmente diferentes, hasta el fin del tiempo. Un grupo se compone de los que no se

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PERFECTO EN CRISTO – HELMUT OTT

dan cuenta de su verdadera condición espiritual y no entienden los grandes principios de


la redención. Tratan de estar bien con Dios mediante la eliminación del pecado de sus
vidas, y por lo tanto pretenden dejar de ser pecadores, en lugar de aceptar la solución a su
problema de pecado que Dios ha provisto en Cristo. Al no venir al Padre, confiando
solamente en los méritos del Hijo, no tienen acceso a los beneficios de la obra redentora
de Cristo. Como resultado, eventualmente se mantienen en el estado de perdición, de
condenación y de la muerte eterna que es el destino común de todos los seres pecadores
fuera de Cristo.

El otro grupo incluye sólo aquellos que entienden tanto su verdadera situación como seres
caídos y la dinámica del plan de redención. Ellos saben que, como Dios examina sus casos
para determinar su destino eterno, nada menos que la justicia imputada de Cristo es
suficiente, nada igualmente adecuado es posible, y nada más es aceptable. Así que
dependen completamente de la muerte expiatoria del Salvador, de su victoria redentora y
de sus meritos que salvan para su posición con Dios. Como resultado, están de pie delante
de Dios justos en Cristo por la fe, y continúan disfrutando de su estado, como hijos e hijas
adoptivos de Dios en Cristo, que les da el derecho a heredar la vida eterna.

B. Conclusiones

Una de las características más atractivas de los conceptos vertidos anteriormente en los
escritos de Elena de White es que retratan un escenario en el que todo aquello que tiene
una incidencia en la relación del pecador con Dios ocupa el lugar y lleva a cabo la función
tan claramente que se le atribuye en las Escrituras. Vamos a describir brevemente este
escenario esbozando algunos de los aspectos más significativos del papel desempeñado
por el Espíritu Santo, la ley de Dios, el creyente, y Jesucristo.

1. El Espíritu Santo

Tres de las funciones del Espíritu Santo son particularmente relevantes aquí: La primera
de ellas se refiere a la conducta del creyente – su vida como un hijo adoptivo de Dios. El
Espíritu le ayuda a obtener una comprensión cada vez mayor de la voluntad de Dios para
el hombre, por un lado, y de la naturaleza polifacética y engañosa del pecado, por el otro.
Poco a poco el Espíritu Santo aumenta la capacidad espiritual del creyente para
diferenciar entre lo que es verdadero, bueno y amoroso y lo que no lo es. Él mueve al
creyente a aceptar la voluntad de Dios como normativa y procurar modelar su vida en
armonía con ella. Él capacita al creyente a hacer lo que sólo Dios sabe que es razonable
esperar de él en cada paso de avance de su crecimiento y madurez.

La segunda función importante del Espíritu Santo se relaciona con el ser y el bienestar
del creyente – su naturaleza y su carácter. El Espíritu Santo mantiene la naturaleza
pecaminosa del creyente bajo control sobrenatural, de modo que no pueda hacer valer sus
malos deseos y hacer que él rompa su unión espiritual con Cristo y se rebele contra Dios.
El Espíritu Santo lo hace dispuesto a continuar su lucha por superar sus rasgos de carácter
pecaminoso, tendencias y actitudes. Y Él capacita al creyente para desarrollar un carácter
personal que refleje cada vez más los rasgos sagrados y las virtudes de justicia del carácter
perfecto de Cristo.

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PERFECTO EN CRISTO – HELMUT OTT

La última de las funciones principales del Espíritu Santo que mencionaremos, tiene que
ver con la relación de fe del creyente con Jesucristo como su Salvador personal y su única
fuente de justicia salvadora. El Espíritu protege al creyente de caer de la gracia
ayudándole a desarrollar la visión espiritual que necesita para reconocer constantemente
sus defectos e imperfecciones, y su consecuente necesidad de Cristo. El Espíritu Santo
fortalece la unión espiritual del creyente con el Salvador y le motiva a vivir en un estado
de arrepentimiento y fe, para que por medio de Cristo el creyente pueda seguir teniendo
acceso a la gracia de Dios y conservar el derecho a ser un hijo de Dios y heredero de la
vida eterna.

Es importante tener en cuenta que el papel del Espíritu Santo no es trabajar en


competencia contra Cristo mediante la creación de una forma alternativa para que un
pecador pueda lograr una buena relación con Dios independiente de la mediación de
Cristo. En ninguna parte las Escrituras afirman esto, o incluso sugieren de forma remota
– que una de las funciones del Espíritu Santo sea ayudar al creyente a trascender su
condición de pecado, a superar su destitución espiritual y la imperfección moral, y
desarrollar una justicia personal que sea tan perfecta y tan meritoria como la de Cristo.
En cambio, el Espíritu Santo mantiene al creyente constantemente dependiendo de la obra
redentora de Cristo.

2. La Ley de Dios

El escenario retratado en los escritos de Elena de White refuerza el concepto bíblico de


que Dios no tenía la intención de que la ley sea otra forma de salvación, un medio por el
cual el pecador puede desarrollar la justicia perfecta y ganar méritos con Dios. En cambio,
la ley tiene cuatro objetivos básicos: 1. Proporciona los principios específicos que ayudan
a los seres pecaminosos a entender la distinción de Dios entre el comportamiento correcto
y el comportamiento incorrecto, entre el bien y el mal, el amor y el odio. 2. Se prescribe
la conducta del creyente en particular de su relación con Dios y con sus semejantes. 3.
Sirve como el modelo o estándar moral según el cual Dios juzga nuestras vidas. 4. Y, al
revelar nuestros defectos y fracasos de vivir en total armonía con la voluntad de Dios, nos
hace conscientes de nuestra culpa y nos conduce a Cristo para el perdón de pecados y la
justicia salvadora.

3. El Creyente

El escenario que hemos descrito en este libro considera al creyente como un pecador
reconciliado con Dios por la fe en Cristo y adoptado en la familia espiritual de Dios, la
de los creyentes. Su relación de fe con Jesús le da derecho a la adopción, y su adopción
le da el derecho de ser un heredero del reino. A lo largo de toda su vida el creyente
participa de dos realidades radicalmente diferentes en sí mismo y al mismo tiempo.
Aparte de Cristo – en sí mismo, por naturaleza – es pecador, culpable e indigno. Sin
embargo, en Cristo – al participar de él y de su obra redentora por la fe – él es justo, sin
mancha, y digno de la vida eterna. En otras palabras, el creyente sigue siendo culpable,
pero ya no está condenado, es aún pecador, pero no está perdido.

A lo largo de su vida como hijo de Dios, el creyente experimenta el desarrollo del carácter,
la modificación del comportamiento, y el crecimiento espiritual y la madurez que son

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PERFECTO EN CRISTO – HELMUT OTT

reales y significativos. Pero debido a que el proceso de redención no fue diseñado para
llegar a su completa realización durante la vida presente, el creyente nunca sobrepasa su
pecaminosidad personal y nunca trasciende su necesidad de Cristo de este lado de la
glorificación. Sólo cuando lo eterno reemplace a lo temporal, cuando el reino de la gloria
de Dios se convierta en una realidad histórica concreta, y cuando Dios finalmente haga
que sus hijos sean como Jesús "cuando él se manifieste" (1 Juan 3:2; cf. Hebreos 11:39-
40; Filipenses 1:6) – sólo entonces podrá el creyente recuperar la perfección original con
la cual Dios creó al hombre en el principio. Entonces él, por primera vez en la historia,
será perfecto en sí mismo por naturaleza, al igual que nuestros primeros padres antes de
la caída. Mientras tanto, el creyente puede ser justo, santo y digno sólo en Cristo.

4. Jesucristo

El Salvador se encuentra muy en alto, incontestable, y sin igual en el centro mismo del
plan de Dios para la redención humana. Las Escrituras lo describen como "el autor y el
consumador de la fe" (Hebreos 12:2). Él es el único camino de regreso al Padre, y la única
base de nuestra buena relación con Dios. Ayer Jesús murió en la cruz como nuestro
sustituto para expiar nuestro pecado, liberarnos de nuestra culpa, y cancelar nuestra
sentencia de muerte. Hoy en día ministra para nosotros en su trono celestial en el cual nos
concede la vida eterna, mediante la imputación a nosotros de su muerte expiatoria, de su
victoria redentora, y de justicia salvadora, y por lo tanto nos presenta perfectamente
aceptable al Padre. Mañana vendrá otra vez para completar nuestra redención mediante
la eliminación de nuestra pecaminosidad y la restitución a la plenitud espiritual perfecta
que el hombre tenía en la creación. Como resultado de esta transformación, vamos a
reflejar la imagen de Dios en nuestro ser tan completamente como lo hicieron Adán y Eva
antes de la caída. Restaurados a la completa unidad espiritual con Dios, viviremos vidas
perfectas en la presencia personal de nuestro Redentor justo, santo y misericordioso.

Entonces, el plan inicial del creador de un mundo de justicia, habitado por seres
saludables, felices y santos finalmente llegará a su realización completa y permanente,
gracias a la redención que Dios proveyó en Cristo. Las marcas en las manos de Jesús y
las ropas blancas de los redimidos por toda la eternidad, para siempre les recordara que
fue su sacrificio expiatorio en la cruz en su nombre que los salvó de la muerte eterna, y
su perfecta justicia imputada a ellos por la fe les dio el derecho a tener acceso a la vida
eterna. Esa es la razón de porque la gratitud dominará alegremente el cielo – gratitud
gozosa expresada en alabanzas sin fin a Dios, porque su gracia demostró ser infinitamente
mayor que el pecado humano. Al darse cuenta de que, todos los redimidos de todas las
edades estarán igualmente listos para echar sus coronas de oro a los pies de Jesús, el
Salvador, y ansiosamente unirse al canto del coro universal:

¡Al que está sentado en el trono, y al Cordero,


Sea la alabanza, la honra, la gloria y el poder,
¡por los siglos de los siglos!
Amén. (Apocalipsis 5:13).

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PERFECTO EN CRISTO – HELMUT OTT

Capítulo IX
Apéndice
Un examen de las declaraciones claves de Elena de White
que se han utilizado para apoyar el Perfeccionismo

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PERFECTO EN CRISTO – HELMUT OTT

Perfecto en Cristo
Helmut Ott

Capítulo IX
Apéndice

Un examen de las declaraciones claves de Elena de White


que se han utilizado para apoyar el Perfeccionismo

Hicimos al menos tres afirmaciones de este libro que requieren más elaboración:
1. En la introducción dijimos que, aunque Ellen White escribió mucho sobre el tema de la
mediación de Cristo, no siempre lo hizo de manera sistemática o tan claramente como uno
podría desear. En consecuencia algunas declaraciones son susceptibles de ser mal
interpretadas. Por lo tanto, no debería ser una sorpresa si las personas los utilizan para
apoyar puntos de vista que, en lugar de centrarse en Cristo y su ministerio redentor en el
cielo, se centran principalmente en el hombre y sus escasos logros aquí en la tierra.

2. En el sexto capítulo se indicó que Elena de White reprendió al pastor ER Jones por
hacer mal uso de sus escritos para reforzar la idea de que antes del final del tiempo de
gracia los miembros del pueblo de Dios pueden y deben llegar a la condición en la que
deben ser perfectamente justos en sí mismos y aprender a vivir sin pecar. Algún tiempo
más tarde ella hizo lo mismo con otros, tales como S. S. Davis y R. S. Donnell, que
defendían ideas similares. 3. Y dijimos que si algunas declaraciones, no son bien
comprendidas y bien aplicadas, de hecho pueden conducir al tipo de puntos de vista
erróneos presentado por Jones y otros.

Es importante tener en cuenta desde el principio que, por lo general tres factores se
combinan para dar lugar a una mala interpretación de un pasaje dado. El primero se refiere
a lo que dice en realidad el pasaje. Por alguna razón, la redacción no es lo suficientemente
precisa, y por lo tanto el lector puede interpretarlo en más de una forma. El segundo factor
tiene que ver con lo que el investigador lleva a los textos: sus presuposiciones y
conocimiento previo del tema. Su punto de vista influirá invariablemente en su
"audiencia", a pesar de su sinceridad y sus intentos honestos de ser objetivo y de mente
abierta. El tercer elemento se refiere a la metodología que el investigador utiliza en el
proceso de comprender y aplicar los conceptos presentados en el pasaje que investiga.

El propósito de este apéndice es triple: En primer lugar, averiguar si los escritos de Ellen
White contienen realmente pasajes que defienden ideas extremas, tales como los
presentadas por los pastores ER Jones y sus seguidores. En segundo lugar, para explorar
algunas razones por las que sus puntos de vista no reflejan realmente lo que dicen los

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PERFECTO EN CRISTO – HELMUT OTT

pasajes que ellos usaron como apoyo, además de examinar algunas de las deficiencias
metodológicas que les llevaron a sus conclusiones erróneas. Y en tercer lugar, para
establecer en la medida de lo posible el verdadero significado y la intención real de
algunos de las declaraciones involucradas. En otras palabras, queremos mostrar cómo
tales pasajes, están totalmente de acuerdo con los conceptos que hemos establecido en
este libro a partir de los escritos de Elena de White.

Vamos a dividir la discusión en dos secciones generales. En el primero de ellos vamos a


considerar algunas declaraciones de Elena de White que parecen apoyar la idea, avanzada
por Jones y sus seguidores, de que tanto el cuerpo del hombre y su carácter deben estar
restaurados completamente a la impecabilidad y la santidad antes del final del período de
prueba.

Por desgracia, las consideraciones de espacio no nos permiten tratar este tema tan a fondo
como se desee. En la segunda sección vamos a examinar a fondo el pasaje en los escritos
de Elena de White que parece proporcionar el mayor apoyo a la teoría de que los creyentes
que estén vivos en la Segunda venida de Cristo deben ser perfectamente impecables como
Jesús.

I. Elena de White da "apoyo" a la idea de que los creyentes deben


alcanzar un estado de total santificación antes que el tiempo de gracia
finalice.

Los conceptos presentados por ER Jones, por las personas de la carne santa, y sus
seguidores (de ahora en adelante se hace referencia simplemente como la doctrina de la
carne santa) pueden resumirse de la siguiente manera: 1. Los creyentes que estén vivos
cuando Jesús regrese pueden y deben llegar a una estado de justicia perfecta del ser. Los
aspectos físicos, morales y espirituales de su ser: – su cuerpo, así como su carácter – deben
ser perfectamente impecables, así como lo es Jesús. 2. Tienen que aprender a vivir sin
pecar y deben prestar una obediencia perfecta a la voluntad de Dios. 3. Por último, deben
alcanzar plenamente este doble objetivo antes que el tiempo de gracia del mundo llegue a
su fin. De lo contrario, se descalifican a sí mismos para la salvación.

A-1 el cuerpo del creyente deben estar totalmente santificado antes que
el tiempo de gracia del mundo llegue a su fin

En esta sección vamos a utilizar el tema de la reproducción de la imagen de Dios en el


creyente para ilustrar cómo una metodología defectuosa puede conducir a la conclusión
de que Elena de White apoya la idea de que el cuerpo, incluso el del creyente debe
recuperar la santidad original durante su vida actual en la tierra. En el proceso vamos a
ver cómo una metodología defectuosa acaba en puntos de vista extremos e injustificados,
aun cuando la mayoría de los pasos que conducen a la conclusión final son lógicos y
válidos. Para empezar, nos permitiremos afirmar cuatro puntos básicos que podemos
establecer adecuadamente de sus escritos:

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PERFECTO EN CRISTO – HELMUT OTT

1. “Dios creó al hombre a su propia imagen, una imagen que incluye la personalidad total
del hombre – las dimensiones espirituales, morales y físicas de su ser.” (Educación,
páginas 15,20; Patriarcas y profetas, página 45; El Gran Conflicto, página 645).

2. “La imagen de Dios en el hombre ha sido estropeada y casi borrada por el


pecado.”(Patriarcas y Profetas, p 595; La educación, página 76; Testimonios, volumen 4,
página 294).

3. “Cristo vino con el fin de restaurar la imagen de Dios en el hombre.” (El Deseado de
todas las gentes, páginas 37,38, 478, 671; Fundamentos de la Educación Cristiana, página
436; El conflicto de los siglos, p 645).

4. “La restauración de la imagen de Dios en el hombre se hace posible a través de medios


tales como la obra del Espíritu Santo, el conocimiento de Dios y la obediencia a los Diez
Mandamientos.” (El Deseado de todas las gentes, página 391; Testimonios, volumen 8,
página 289; En los lugares celestiales, página 146).

Uno puede construir un argumento aparentemente sólido a favor de la idea de que todo el
ser del hombre – su espíritu, alma y cuerpo – tiene que ser restaurado a la santidad antes
del fin del tiempo de gracia, citando un grupo cuidadosamente seleccionado de pasajes de
Ellen White como los siguientes:

“La santificación que se establece en las Sagradas Escrituras tiene que ver con todo el ser:
espíritu, alma y cuerpo.”(La Vida Santificada, página 7; Cursiva añadida). “El verdadero
cristiano obtiene una experiencia que trae la santidad. Él es, sin una mancha de culpa en
la conciencia o una mancha de corrupción en el alma… Su cuerpo es un templo apto para
el Espíritu Santo.” (En los lugares celestiales, página 200; Cursiva añadida).

“Todo cristiano puede disfrutar de la bendición de la santidad.” (La Vida Santificada,


Página 85). “A través de la obediencia viene la santificación del cuerpo, alma y espíritu”
(Mi vida Hoy, página 250). “Todos los que por la fe obedecen los mandamientos de Dios
alcanzarán la condición de impecabilidad en la que vivió Adán antes de su transgresión.”
(En los lugares celestiales, p 146; Cursiva añadida).

“Cuando el Señor venga, los que son santos seguirán siendo santos. Los que han
conservado su cuerpo y espíritu en pureza, en santidad y honor, recibirán el toque final de
la inmortalidad… A medida que echan mano de la verdad de Dios, su influencia nos
afecta. Nos eleva y nos quita toda imperfección y el pecado, cualquiera que sea su
naturaleza. Por lo tanto estamos preparados para ver al Rey en su belleza y, finalmente, a
unirnos con los ángeles puros y celestiales en el reino de gloria. Es aquí que este es el
trabajo que debe ser realizado para nosotros, aquí que nuestros cuerpos y espíritus deben
ser colocados para la inmortalidad… Y ¿Cuál es el trabajo que debemos llevar a cabo
mientras estamos aquí, justamente antes de recibir la inmortalidad? Es preservar nuestros
cuerpos santos, nuestros espíritus puros, para que se mantengan sin mancha en medio de
las corrupciones que hay alrededor de nosotros en estos últimos días.” (Testimonies, tomo
2, páginas 355, 356; Cursiva añadida).

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PERFECTO EN CRISTO – HELMUT OTT

Al poner el énfasis sobre ciertos aspectos de estos pasajes y empujando su redacción literal
al límite, es posible llegar a una conclusión similar a ésta: Cristo vino para que la imagen
de Dios puede ser reproducida en el hombre. A través de la obediencia viene la
santificación de cuerpo, alma y espíritu, y todo el mundo que obedece alcanzará la
condición de impecabilidad en la que vivió Adán. Ya que es aquí, en este mundo, que
nuestros cuerpos y espíritus de ser preparados para la inmortalidad, se deduce que tenemos
que llegar a un estado de santificación total durante nuestras vidas presentes antes del final
del período de prueba.

Es importante observar que este concepto tiene un considerable grado de consistencia


interna. De acuerdo con los pasajes que acabamos de citar, toda la imagen de Dios se
refleja en el creyente, no sólo en algunas de sus partes. Por lo tanto, si la imagen de Dios
ha de ser restaurada durante la vida presente en todos, entonces el proceso debe incluir
tanto el carácter de los hombres como su cuerpo. Dejar el cuerpo fuera del proceso de
restauración divide la imagen de Dios, y por lo tanto destruye todo el argumento.

De acuerdo con este punto de vista, la obra del Espíritu Santo y las experiencias de los
creyentes en la vida presente son suficientes por sí mismas para completar el proceso de
restauración. Es por ello que sus defensores dicen que la última generación de creyentes
será capaz de llegar a la condición en la que van a ser digno de ganar el veredicto final de
aprobación de Dios en el juicio previo al advenimiento sobre la base de sus logros
personales. Dios no los condenará a ellos, porque ya no tienen nada malo en ellos. Él los
aceptará porque la plenitud espiritual que lograron en su vida personal los hace dignos de
su aceptación. La imagen de Dios – que abarca tanto su carácter personal y su naturaleza
básica como seres humanos – ya ha sido completamente restaurada. Como resultado de
ello, son perfectamente rectos, como Jesús, y por lo tanto dignos de la vida eterna.

A-2. Un examen de la idea de que el cuerpo del hombre debe ser


restaurado a un estado de total santificación, antes que termine el
tiempo de gracia.

Parece bastante obvio que uno puede construir como "bueno" un caso y encontrar la mayor
cantidad de "apoyo" en Elena de White para la idea de que el cuerpo del hombre tiene que
ser restaurado a la perfección sin pecado como para cualquier otro aspecto de la doctrina
de la carne santa. Por lo tanto, si este concepto de hecho representa exactamente lo que
enseñó Elena de White, entonces la iglesia no debería haber tenido dificultades para
aceptar esto como una posición verdaderamente adventista.

Eso definitivamente no ha sido el caso, sin embargo. En su lugar, nos encontramos con lo
siguiente: 1. La Iglesia Adventista nunca ha respaldado la idea de que la imagen de Dios
– que abarca las dimensiones morales, espirituales y físicas del ser del hombre – será
completamente restaurado en el creyente antes del final del período de prueba. 2. A pesar
de que la lectura literal de muchos pasajes de los escritos de Ellen White parecen expresar
ideas similares a las que ER Jones, las personas de la carne santa, y sus seguidores
defendían, Elena de White rechazó sus puntos de vista, los reprendió por el mal uso de
sus escritos en apoyo de sus creencias, y advirtió a la comunidad adventista acerca de los
peligros que representan sus enseñanzas para la iglesia en general.

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PERFECTO EN CRISTO – HELMUT OTT

Estos dos factores, por sí solos, deberían habernos mantenido desde siempre en guardia
de nuevo contra tales ideas extremas. Por desgracia, la historia de nuestra iglesia indica
que, si bien el movimiento de la carne santa fue de corta duración, la particular mentalidad
que sus adherentes exhibían, los puntos de vista extremos que proponían, y la metodología
inadecuada que utilizaron en su interpretación de los escritos tanto de las escrituras como
los de Ellen White han permanecido con nosotros. Parece que siempre existe un segmento
de la Iglesia Adventista que inequívocamente se asemeja al antiguo movimiento, que tiene
una fuerte atracción por la idea de la perfección moral completa y la santidad total de la
vida, y que tiene una fascinación exagerada con la perspectiva de llegar a un estado
impecabilidad – de ser como Jesús – antes del fin del tiempo de Gracia.

Puesto que la iglesia adventista ha rechazado categóricamente la idea de que la imagen de


Dios – que comprende del hombre espíritu, alma y cuerpo – será completamente
restaurada en el creyente de este lado de la glorificación, vamos a limitar nuestra discusión
a considerar brevemente sólo unas pocas declaraciones que deben ayudarnos a nosotros
para llegar a una comprensión más equilibrada de la cuestión.

“Es posible hacer mucho para restaurar la imagen moral de Dios en el hombre, y para
mejorar las capacidades físicas, mentales y morales… Y si bien es cierto que no podemos
reclamar la perfección de la carne, podemos tener la perfección cristiana del alma.
Mediante el sacrificio que se hizo por nosotros, los pecados pueden ser perfectamente
perdonados. No dependemos de lo que el hombre pueda hacer, sino de lo que Dios puede
hacer por el hombre mediante Cristo. Cuando nos entregamos enteramente a Dios, y
creemos con plenitud, la sangre de Cristo nos limpia de todo pecado” (Mensajes selectos,
tomo 2, Pág. 32).

Notemos varios puntos aquí:

1."Es posible hacer mucho" para restaurar la imagen de Dios en el hombre, para mejorar
las capacidades morales, mentales y físicas. Está claro que es un comienzo, una mejora,
pero no una restauración completa a la perfección moral y la integridad espiritual que Dios
creó inicialmente.

2."No podemos reclamar la perfección de la carne." Dado que la expresión “de la carne”
se refiere realmente a nuestra naturaleza pecaminosa básica como seres humanos
pecadores y no a nuestra sangre, los tejidos y los huesos, este pasaje realmente establece
el hecho de que no podemos reclamar la perfección de lo que somos como seres, y no
simplemente que no podemos perfeccionar nuestro cuerpo físico en esta vida.

3. Podemos tener la perfección del alma. "Mediante el sacrificio que se hizo por nosotros,
los pecados pueden ser perfectamente perdonados." Tenga en cuenta que Elena de White
no vincula la perfección del alma a algo que sucede en el creyente – tal como su
transformación moral, el desarrollo del carácter, y la maduración espiritual. Tampoco se
lo atribuyen a algo que el creyente hace – como su obediencia perfecta y una vida sin
pecado. En cambio, ella asocia la perfección del alma con lo que Dios hace por el creyente
por medio de Cristo, a saber, el perdón perfecto y la total limpieza que sólo la sangre
expiatoria del Salvador puede producir.

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PERFECTO EN CRISTO – HELMUT OTT

El siguiente pasaje es aún más claro en su rechazo de la idea de que podemos alcanzar la
perfección, mientras que estamos en la carne;

“Si los que hablan con tanta facilidad acerca de la perfección en la carne, pudiesen ver las
cosas en su verdadera luz, rechazarían horrorizados sus ideas presuntuosas… Permitid
que esta doctrina avance un poco más, y llevará a la pretensión que de sus defensores no
pueden pecar; puesto que tienen carne santificada, todas sus acciones son santas” (ibíd.).

Tres conceptos aquí están especialmente relacionados con nuestro tema:

1. Aquellos que creen que para nosotros es posible ser perfectos en la carne – es decir, en
nuestra actual condición de pecado como seres caídos – no ven las cosas en su verdadera
luz. 2. Si pudieran ver las cosas como realmente son, ellos rechazarían horrorizados "sus
ideas presuntuosas." 3. La creencia de la perfección en la carne conduce a otro error, a
saber, la idea errónea de que como ya se han convertido en santos, ahora pueden vivir sin
pecar.

El tercer punto contradice radicalmente un concepto que hemos comentado anteriormente,


a saber, la idea de que debido a que tenemos una naturaleza caída, pecaminosa, y profana,
somos incapaces de rendir perfecta obediencia.

Note lo siguiente:

“Era posible para Adán, antes de la caída, desarrollar un carácter justo por la obediencia
a la ley de Dios. Más no lo hizo, y por causa de su caída tenemos una naturaleza
pecaminosa y no podemos hacernos justos a nosotros mismos. Puesto que somos
pecadores y malos, no podemos obedecer perfectamente una ley santa. No tenemos por
nosotros mismos justicia con que cumplir lo que la ley de Dios demanda.” (El camino a
Cristo, p. 62). “La ley demanda justicia, y ante la ley, el pecador debe ser justo; pero es
incapaz de serlo.” (Mensajes selectos, tomo 1, p. 367). “[La ley] no podía justificar al
hombre, porque en su naturaleza pecaminosa no podía guardar la ley.” (Patriarcas y
Profetas, página 373).

La teología de la perfección que estamos debatiendo, tiene por lo menos tres grandes
efectos secundarios negativos:

En primer lugar, después de haber tratado durante un tiempo para llegar a ser perfecto en
carácter y comportamiento, muchos se desaniman y, a menudo renuncian a la cristiandad
por completo. Esto es particularmente cierto en los jóvenes que, por regla general son
demasiado honesto para engañarse a sí mismos en la creencia de que son de hecho cada
vez más perfectamente impecables como Jesús.

En segundo lugar, la creencia en la perfección sin pecado parece tener poco – o casi ningún
– efecto positivo en las vidas de los que lo abrazan. No se observa ninguna evidencia
perceptible de que son mejores padres, vecinos o trabajadores, o que el fruto del Espíritu
– tales como el amor, la bondad, la tolerancia y la fe – ha llegado a un nivel de mayor
madurez en ellos que en el resto de imperfectos discípulos de Cristo pero que están
creciendo.

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PERFECTO EN CRISTO – HELMUT OTT

Dos razones básicas explican esto:

1. Aquellos atraídos por tales ideas desarrollan una obsesión con la santidad que es
estrictamente teológica o intelectual. Parecen pensar que lo que realmente importa no es
una prueba tangible de que están cambiando al progresar, crecer y madurar como
cristianos, sino la prueba de que han respaldado la idea de que la perfección sin pecado es
posible en esta vida. Ellos asumen que si sólo se aferran a su creencia, de alguna manera
serán parte del remanente. En consecuencia, por lo general están más preocupados por
convencer a otros acerca de la exactitud de sus teorías que con esforzarse en desarrollar
el fruto del Espíritu en su vida personal.

2. La naturaleza escatológica de la doctrina de la perfección, ofrece a sus seguidores la


esperanza del mañana sin imponer ninguna obligación para hoy. Al proyectar el logro de
la perfección en el futuro, esto los distrae de las oportunidades y responsabilidades del
presente. Así, en lugar de motivar a luchar por la victoria progresiva sobre las áreas
problemáticas específicas en sus vidas ahora, se les engaña con la esperanza poco realista
de la victoria total justo antes del fin del tiempo de gracia.

3. El tercer efecto secundario negativo de la creencia de que podemos estar perfectos sin
pecado en esta vida es su enorme capacidad para engañar a aquellos que lo abrazan,
haciendo extremadamente difícil, ya sea el disuadirlos de sus ideas erróneas o para
llevarlos a una comprensión más equilibrada de el evangelio de Cristo. Ellen White sabía
de este problema por experiencia personal:

“Nos parece triste ver a los que profesan ser cristianos, desviados por las falsas y
cautivadoras teorías falsas de que son perfectos, porque es muy difícil de desengañarlos
y guiarlos en el camino correcto” (la vida santificada, p. 12). “La justicia propia es el
peligro de esta era, por que separa al alma de Cristo. Los que confían en su justicia propia
no pueden entender cómo la salvación viene por medio de Cristo” (Fe y Obras, página
96).

Observe los siguientes puntos: 1. Los que creen que son perfectos – que confían en sus
propios méritos para tener una buena relación con Dios – han sido mal guiados por una
idea errónea y seductora. 2. Por lo tanto, es difícil romper su control sobre ellos y
ayudarles a entender cómo la salvación viene por medio de Cristo. 3. Elena de White
expresó su tristeza y dolor en encontrarlos tan arraigados en su teoría engañosa, que ya no
eran capaces de entender, y están poco dispuesto a aceptar, el Evangelio.

Es importante recordar que una persona no tiene que decir, "yo soy perfecto", para ser
culpable de una actitud tan arrogante que Elena de White encontró tan ofensiva. Si tal
fuera el caso, entonces sus declaraciones se aplican a algunas personas, ya que nadie en
su sano juicio se atreve a hacer tal afirmación. En cambio, ella contradice un tipo particular
de teología, un punto de vista específico, a saber, la teoría falsa y fascinante que la
perfección sin pecado debe ser una realidad para nosotros durante nuestra vida actual.

A-3. Una visión más equilibrada sobre la cuestión de la reproducción de


la imagen de Dios en el creyente

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PERFECTO EN CRISTO – HELMUT OTT

Para concluir nuestra discusión en esta sección, vamos a declarar lo que consideramos una
comprensión más equilibrada de este concepto – una comprensión que armoniza
plenamente con el escenario teológico basado en los escritos de Ellen White – que hemos
descrito en este libro: la imagen de Dios empieza a ser restaurada en el creyente en el
momento en que se une espiritualmente a Cristo en la conversión, continúa siendo más
completamente reproducida en él durante toda su vida como cristiano, y alcanza su
restauración completa, definitiva y permanente en la segunda venida de Cristo. En ese
momento – cuando el reino de la gloria sustituye al reino de la gracia – Dios devolverá a
todos los redimidos a la condición de perfecta plenitud espiritual con la que creó al hombre
en el principio. Como resultado de su acto recreativo, todos los redimidos podrán entonces
– por primera vez en la historia – reflejar la imagen de Dios en su propia persona tan
completamente como lo hicieron Adán y Eva antes de la caída.

De acuerdo con este punto de vista, la obra del Espíritu Santo y las experiencias de los
creyentes en la vida presente – su cambio, crecimiento y madurez – empiezan el trabajo
de transformación, pero sólo el acto recreativo de Dios en el momento de la glorificación
completara la imagen de Cristo en los redimidos. Puesto que la restauración completa sólo
es posible en la segunda venida, la última generación de creyentes será tan dependiente
de la mediación de Cristo para estar en la presencia del Padre al igual que todos los
creyentes anteriores. A pesar de sus progresos en el crecimiento espiritual y el desarrollo
moral, la última generación NO va a encontrar la aceptación de Dios sobre la base de lo
que son o lo que hicieron, sino por el hecho de que vienen al Padre por medio del Hijo, y
por lo tanto son justos en Cristo.

B-1. El carácter del creyente debe llegar a un estado de perfección sin


pecado antes del final de Libertad Condicional

Desde la idea de que el creyente tiene toda la imagen de Dios – espíritu, alma y cuerpo –
reconstituido en él antes del final del período de prueba no es defendible, algunos han
argumentado que es solo el carácter del creyente el que debe alcanzar un estado de
perfección sin pecado en ese momento. Los siguientes son algunos de los pasajes que
utilizan como argumento:

“Cualquiera que sean nuestras tendencias heredadas o cultivadas tendencias hacia el


mal, las podemos superar a través del poder que Él está listo para impartir” (El ministerio
de curación, p 176; Cursiva añadida). “No hay ninguna dificultad dentro o fuera que no
se pueda superar en su fortaleza… No hay ninguna naturaleza tan rebelde que Cristo no
pueda someter, ni temperamento tan tormentoso que Él no puede acallar, si el corazón es
entregado a su cuidado” (Ellen G. White, en El vigilante, abril 28 de, 1908 cursiva
añadida).

“A través del plan de redención, Dios ha provisto medios para subyugar todo rasgo
pecaminoso y resistir toda tentación, por fuerte que sea” (Mensajes selectos, tomo 1, p
82;. Cursiva añadida). “Podemos superar, Sí, totalmente, por completo. Jesús murió para
hacer una vía de escape para nosotros, para que podamos superar cualquier mal genio,
todo pecado, toda tentación, y sentarnos al fin con él” (Testimonies, tomo 1, p 144;
Cursiva añadida). “Los que, a través de una comprensión inteligente de las Escrituras, ven
la cruz correctamente, aquellos que verdaderamente creen en Jesús, tienen un fundamento

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PERFECTO EN CRISTO – HELMUT OTT

seguro para su fe. Tienen la fe que obra por el amor y purifica el alma de todas sus
imperfecciones heredadas y cultivadas” (ibíd., vol. 6, p 238;... La cursiva).

“Dios espera construir caracteres de acuerdo con el modelo puesto delante de nosotros.
Debemos poner ladrillo a ladrillo, avanzar de gracia en gracia, la búsqueda de nuestros
puntos débiles y corregirlos de acuerdo con las instrucciones dadas” (Conducción del
Niño, página 165). “Por medio de la aflicción, Dios nos revela los puntos infectados en
nuestros caracteres, que por su gracia podamos vencer nuestros defectos” (DTG, página
301). "Juicio es parte de la educación impartida en la escuela de Cristo, para purificar a
los hijos de Dios de la escoria de lo terreno. . . A menudo, él permite que los fuegos de la
aflicción para quemar, para que puedan ser purificados” (Los Hechos de los Apóstoles,
página 524).

Sobre la base de una lectura literal de tales declaraciones, algunos argumentan por la
santificación completa y perfección perfecta algo como esto: 1. podemos superar todas
nuestras tendencias heredadas y cultivadas hacia el mal a través de los medios que Dios
ha provisto. 2. Las pruebas y aflicciones son instrumentos de Dios que nos revelan
nuestros defectos de carácter para que podamos corregirlos. 3. Una correcta comprensión
de la Escritura y la verdadera fe en Jesús purifica el alma de todas sus imperfecciones. 4.
Dios ha proporcionado los medios para resistir toda tentación, por fuerte que sea, para que
la podamos superar totalmente, por completo. 5. Por lo tanto, posiblemente nada podría
obstaculizar a la última generación de creyentes para que lleguen a un estado de total
justicia del ser y de toda impecabilidad de conducta.

B-2. Un examen de la idea de que el carácter del creyente debe llegar a


un estado de perfección sin pecado antes del fin del tiempo de gracia.

Antes de sacar alguna conclusión, ya sea sobre el significado preciso de los pasajes que
acabamos de citar o sobre la verdadera posición de Elena de White sobre el tema, debemos
considerar algunos factores y conceptos esenciales para una correcta comprensión de todo
el problema:

1. No hay nada intrínsecamente malo en estas declaraciones – apenas se podrían haber


redactado de otro manera – Ellen White no podría haber dicho, por ejemplo, que sólo
podemos superar algunas malas tendencias hacia el mal, que Jesús puede dominar sólo
algunas naturalezas rebeldes y calmar solo algunos ánimos tormentosos. Además de no
ser toda la verdad, tales frases llevaría a racionalizaciones o al desánimo por parte de los
lectores que luchan con este tipo de dificultades en sus vidas.

2. El problema se crea cuando empujamos tales pasajes más allá de sus propios límites,
cuando respetamos su redacción, pero no su intención, o cuando hacemos que su
significado sea literal neutralizando los conceptos más profundos y significativos que
contienen. Hay una diferencia radical entre decir, por ejemplo, que Dios usa a menudo las
pruebas y la aflicción para revelar algunos defectos específicos en nuestros caracteres y
afirmar que las pruebas y la aflicción son los medios por los que vamos a superar todas y
cada una de nuestras imperfecciones, para que nosotros podamos alcanzar la perfección
impecable. No tenemos más derecho a reclamar que podemos estar perfectos, sin pecado,
porque Elena de White dice que podemos superar cualquier pecado, que afirmar que

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PERFECTO EN CRISTO – HELMUT OTT

podemos tener una teología infalible porque Jesús prometió que el Espíritu Santo "os
guiará a toda la verdad" (Juan 16: 13), o que podemos predecir el futuro, porque Pablo
dijo que "podemos hacer todas las cosas a través de Cristo" (Filipenses 4:13, RV).

Para ilustrar cómo un lector con la ayuda de una metodología defectuosa puede ser
conducido a dificultades teológicas, supongamos que el hermano A y el hermano B leen
los pasajes que hemos citado en la sección B-i. El hermano A está experimentando algunos
problemas espirituales difíciles. Él lucha con algunas tendencias profundamente
arraigadas hacia el mal, lucha con su temperamento tormentoso, y se enfrenta a algunas
tentaciones persistentes en su vida personal. El hermano B, por el contrario, busca el
apoyo de Elena de White para la idea de que la última generación de creyentes debe
superar todas las formas de pecado en sus vidas y desarrollar la perfección impecable del
ser antes de que termine el tiempo de gracia.

Obviamente, cada uno va a interpretar y aplicar los conceptos expresados en los pasajes
de una manera radicalmente diferente de la otra. Lo que cada uno "ve" en ellos, lo que
significan para cada uno personalmente, puede ser polos opuestos. El hermano A
probablemente se dará cuenta de que ninguno de nosotros tiene un problema de pecado
tan único, grave o complicado que Dios no puede ayudarlo a resolverlo. Verá que su caso
no es tan desesperado después de todo, como él se sentía tentado a creer. Y el tomará valor
en la certeza de que, a pesar de lo grave que su problema podría ser, Dios ha provisto los
medios por los cuales el llegará finalmente a encontrar una solución.

Por el contrario, el hermano B utilizara probablemente más citas como evidencia de que
los escritos de Elena de White apoyan sus ideas extremas. Después de todo, si no hay nada
que no pueda ser superado a través de los medios que Dios ha provisto, ¿qué podría
impedir a la última generación de creyentes se conviertan en personas sin pecado
[sinlessnessly] perfecto y como moralmente justo como Jesús mismo?

Es en este punto preciso que una metodología defectuosa nos mete en problemas. Con el
fin de ser fiel al texto, el hermano B debe permitir que Elena de White hable por sí misma.
Él debe comenzar su estudio estableciendo con la mayor precisión posible qué era
exactamente lo que quería decir ella cuando primero escribió estos pasajes. Por lo tanto,
tiene que determinar si ella estaba tratando de demostrar – como es – que el creyente
puede y debe alcanzar un estado de perfección sin pecado antes de que termine de libertad
condicional. Si eso no era lo que pretendía demostrar, a continuación, el hermano B no
tiene derecho a utilizar sus declaraciones en apoyo de sus ideas. Hacerlo sería distorsionar
sus enseñanzas, y por lo tanto sería a la vez éticamente incorrecto y teológicamente
engañoso.

A menos que el hermano B interpreta estos pasajes dentro del contexto temático al que
pertenecen, él va a hacer una construcción diferente de lo que realmente dicen y por lo
tanto hacer que signifiquen algo radicalmente diferente de lo que Elena de White tuvo en
mente escribir. Como resultado, los conceptos que ella trató de expresar y las ideas que
defiende el hermano B no tendrán relación, a pesar de la similitud en el lenguaje utilizado.
Un pasaje es válido y correcto cuando se interpreta y aplica como el autor quería que
fuera, pero puede conducir a graves dificultades teológicas cuando hacemos caso omiso
de cualquiera de sus límites, su intención, o su significado más profundo.

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PERFECTO EN CRISTO – HELMUT OTT

3. Aunque la muerte expiatoria de Cristo tuvo lugar en un momento determinado de la


historia, su obra redentora – con todas las maravillosas posibilidades que se abren ante el
creyente – abraza a toda la humanidad desde el principio hasta el fin del tiempo. Así todas
las promesas redentoras de Dios se aplican con igual fuerza al primer pecador que se
volvió a Dios en arrepentimiento y fe, así como a la última persona que responde justo
antes que termine la libertad condicional.

Por lo tanto, la garantía de la victoria dada en pasajes como los que estamos considerando
aquí, no es algo nuevo y diferente y que no era real antes, pero se convirtió en una
posibilidad en el momento que Elena de White escribió sobre él. Mucho menos se trata
de una promesa especial que se aplica sólo a la última generación de creyentes que se
preparan para el juicio previo al advenimiento, el fin del tiempo de gracia, y el tiempo de
angustia. Por el contrario, sus declaraciones se extienden a todos los creyentes de todas
las generaciones, y por lo tanto no deben ser tratados como si fueran ya sea una obligación
particular o un privilegio exclusivo de la última generación.

Esto nos lleva a algunas preguntas cruciales: Si la obtención de la victoria sobre todo lo
que hay que superar para alcanzar la perfección sin pecado fuera tan simple como los
pasajes citados en la sección B-1 parecen indicar, ¿por qué es que nadie nunca ha
trascendido o superado su pecaminosidad personal, la imperfección y la indignidad? ¿Por
qué nadie ha superado su condición caída y logrado con éxito la prestación de la
obediencia perfecta? ¿Por qué ni siquiera los profetas y apóstoles, esos gigantes
espirituales que vivían más cerca de Dios, muchos de los cuales murieron por su fe:
llegaron a alcanzar un estado de santificación total y completa rectitud personal? Note lo
siguiente:

“Ningún apóstol y profeta pretendió haber vivido sin pecado. Hombres que han vivido lo
más cerca de Dios, hombres que sacrificaron sus vidas antes de cometer a sabiendas un
acto pecaminoso, hombres a quienes Dios honró con luz divina y poder, confesaron su
naturaleza pecaminosa. No pusieron su confianza en la carne, no pretendieron poseer una
justicia propia, sino que confiaron completamente en la justicia de Cristo” (Los Hechos
de los Apóstoles, página 561).

“Cuando el Espíritu de Cristo suscita el corazón con su maravilloso poder despertador,


hay un sentido de la deficiencia en el alma que conduce a la contrición de la mente, y la
humillación de uno mismo, en lugar de la jactancia orgullosa de lo que ha sido adquirido”
(Ellen G. White , en la Review and Herald 16 de Oct., 1888). “Nadie puede mirarse a sí
mismo y encontrar algo en su carácter que lo recomiende ante Dios o haga segura su
aceptación… Solo Jesús es nuestro Redentor, nuestro Abogado y Mediador. Nuestra única
esperanza de perdón, paz y justicia está en él” (Mensajes selectos, tomo 1, páginas 332,
333).

Dado que ya discutimos este tema antes, vamos a ofrecer sólo cinco razones básicas que
deberían ayudarnos a responder a nuestras preguntas de forma suficientemente adecuada
para nuestro propósito aquí:

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PERFECTO EN CRISTO – HELMUT OTT

Uno: La formación de un carácter justo es una actividad progresiva


que dura toda la vida.

La formación del carácter es la obra, no de un día, ni de un año, sino de toda una vida. La
batalla para vencerse a sí mismo, para lograr la santidad y el cielo, es una lucha de toda la
vida. Sin esfuerzo continuo y constante actividad, no puede haber avance en la vida divina,
ni puede obtenerse la corona de victoria” (El ministerio de curación, p 452; Cursiva
añadida).

“La formación de un carácter noble es la obra de toda una vida y debe ser el resultado de
un esfuerzo diligente y perseverante. Dios da las oportunidades; el éxito depende del uso
que se haga de ellas” (Patriarcas y Profetas, página 223). “Las preciosas gracias del
Espíritu Santo no se desarrollan en un momento. El valor, la fortaleza, la mansedumbre,
la fe, la confianza inquebrantable en el poder de Dios para salvar, se adquieren por la
experiencia de años” (Testimonies, volumen 8, página 314; Cursiva añadida).

Sobre la base de estos pasajes, concluimos: 1. Sólo aquellos que empiezan a formar
caracteres nobles desde su nacimiento y siguen haciéndolo con éxito durante toda su vida,
tienen una posibilidad de desarrollar un carácter impecable. 2. Dado que lleva toda la vida
entera formar un carácter recto, se deduce que una persona no lo completa antes de que él
llegue al final de sus días. 3. Debido a que cuando finaliza el tiempo de la gracia, no se
realiza nada, pero todo se interrumpe, también se detiene el proceso del desarrollo del
carácter, frustrando así las posibilidades de su finalización.

Dos: Un carácter recto se puede formar sólo a través de la obediencia


perfecta.

“La verdadera santificación… consiste en la alegre ejecución de los deberes diarios en


perfecta obediencia a la voluntad de Dios” (Palabras de Vida del Gran Maestro, p 360;
Cursiva añadida). “Era posible para Adán, antes de la caída, desarrollar un carácter justo
por la obediencia a la ley de Dios. Más no lo hizo, y por causa de su caída tenemos una
naturaleza pecaminosa y no podemos hacernos justos a nosotros mismos. Puesto que
somos pecadores y malos, no podemos obedecer perfectamente una ley santa. No tenemos
por nosotros mismos justicia con que cumplir lo que la ley de Dios demanda” (El camino
a Cristo, página 62; Cursiva añadida).

Dado que los caracteres rectos pueden desarrollarse sólo a través de la obediencia perfecta,
y nuestra obediencia es, en el mejor de los casos parcial e imperfecta, es lógico concluir
que no podemos formar caracteres de tal calidad que Dios pueda aceptar en sus propios
méritos.

Cuando combinamos los puntos uno y dos, descubrimos que sólo aquellos que rindieron
a Dios una obediencia perfecta durante toda su vida – desde el nacimiento hasta la muerte
– podrían posiblemente alcanzar caracteres justos. Esto deja a Jesús en una categoría única
de por sí mismo, y con razón, ya que Él es el único que ha vivido en completa armonía
con la voluntad de Dios en todos los aspectos a lo largo de su vida. Pero aquellos que

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PERFECTO EN CRISTO – HELMUT OTT

pertenecen a uno de los siguientes grupos carecen de las calificaciones o requisitos que
les permitan desarrollar caracteres justos:

1. Aquellos que experimentan períodos de estancamiento o retroceso en algún momento


durante su vida. Su incapacidad temporal para crecer y madurar retrasa su progreso y por
lo tanto frustra sus posibilidades de completar su desarrollo del carácter antes del final de
su vida.

2. Aquellos cuyas vidas se ven interrumpidas por la muerte – prematura por medio de un
accidente, la enfermedad, la guerra, etc. – y por lo tanto tienen un período reducido de
tiempo durante el cual a superar su imperfección y así lograr la justicia sin pecado.

3. Aquellos que aceptan el Evangelio tarde en la vida y por lo tanto no tienen un tiempo
de vida completo durante el cual superar sus actitudes pecaminosas, tendencias y malos
hábitos, y reemplazarlos con los hábitos justos. Esto es particularmente cierto con aquellos
que experimentan la conversión por primera vez poco antes del fin del tiempo de gracia.
Ya que "las preciosas gracias del Espíritu Santo son adquiridas por la experiencia de años"
y no tienen más que un corto período de tiempo durante el cual adquirir tales virtudes, hay
que asumir que están automáticamente descalificados.

Evidentemente tenemos un doble problema aquí. Por un lado, es difícil entender cómo
alguien podría promover la idea de que millones de creyentes que viven en la tierra durante
el tiempo del fin, todos completaran la formación de caracteres cristianos maduros justo
antes de que termine el tiempo de prueba. Al igual que cualquier otra generación, ésta
estará formada por personas e individuos de diferentes antecedentes, en características
personales, y experiencia espiritual. Habrá niños pequeños, adolescentes inexpertos,
personas mayores de edad, enfermas y debilitadas. Algunos creyentes serán
experimentados cristianos, mientras que otros serán bebés recién nacidos en Cristo. Dado
que cada uno de ellos tendrá una experiencia única con Dios y se encontraran a sí mismo
en una etapa de cambio, en crecimiento y maduración que es diferente a la de los demás,
es totalmente poco realista esperar que el grupo entero lograra la perfección del carácter,
todos al mismo tiempo.

Por otro lado, es difícil entender cómo uno podría confundir estas teorías con el Evangelio
de las Escrituras. Vimos anteriormente que, según las Escrituras, todos los que aceptan la
obra redentora de Cristo en su nombre tendrán vida eterna. Jesús "es capaz de salvar
perpetuamente a los que vienen a Dios por medio de él" (Hebreos 7:25),
independientemente de su raza, color, ubicación geográfica, el tiempo en particular
cuando vivían, o el punto específico cuando durante su ciclo de vida respondieron al
evangelio en arrepentimiento y fe. Además, hemos visto que todos los hijos e hijas de
Dios en Cristo son herederos del Reino, no sólo los adoptados suficientemente temprano
en la vida, para tener tiempo suficiente en completar supuestamente el proceso de
superación de sus defectos, el desarrollo de caracteres justos, y aprender a vivir sin pecar.

Porque se convirtió a Jesús en la hora undécima, el ladrón en la cruz casi no experimento


ningún desarrollo del carácter o modificación de la conducta antes de que él sellara su
destino eterno con la muerte. Sin embargo, Jesús prometió que este ladrón va a estar en el
paraíso. Es evidente que este ladrón es un "tizón arrebatado del fuego" (Zacarías 3:2) él
no es un caso aislado. Sólo Dios sabe cuántos millones a lo largo de la historia humana se

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PERFECTO EN CRISTO – HELMUT OTT

han vuelto a Dios por primera vez en su lecho de muerte. Del mismo modo, sólo Él sabe
cuántos millones más lo harán, por primera vez en la historia, cuando acepten el Evangelio
en respuesta al derramamiento de la lluvia tardía del Espíritu Santo poco antes del final
de los tiempos.

Ahora bien, si sólo los que superaron todas sus imperfecciones, desarrollaron la rectitud
impecable del ser, y han aprendido a vivir sin pecar estarán seguros para ser salvos,
entonces ninguno de los millones de creyentes de la última hora tendrán ninguna
esperanza de la vida eterna. En ese caso, todos los que han aceptado la gracia salvadora
de Dios poco antes de morir, y todos aquellos que se convertirán en creyentes en respuesta
a la apelación final de Dios justo antes del término del tiempo de gracia, se perderán
eternamente porque no tienen el tiempo necesario para desarrollar la perfección del
carácter. Tal resultado significaría que las promesas bíblicas de perdón y reconciliación a
los que vienen al Padre por medio del Hijo no se aplicarían a ellos; entonces su obediencia
al movimiento del Espíritu, su aceptación del último mensaje de la misericordia de Dios
y su confianza puesta plenamente en la obra redentora de Cristo en su nombre seria en
vano. Una teoría que crea complicaciones como estas está claramente fuera de armonía
con el Evangelio de las Escrituras.

Tres: La meta de la perfección se alcanza solo sobre la base de la


justicia de Cristo imputada al creyente.

Tres: En pasajes como los que hemos citado en la sección B-i, en el que Elena de White
anima a los creyentes a continuar su lucha cristiana y les insta a alcanzar una meta más
alta y esforzarse por alcanzar la perfección, ella es positiva acerca de sus posibilidades de
éxito. Sin embargo, en los pasajes en los que se describe la experiencia de los que murieron
en Cristo y los que enfrentarán el juicio previo al advenimiento durante su vida, se
presenta un cuadro radicalmente diferente. Como hemos visto antes (en los capítulos
tercero y cuarto), que indica claramente que ni aquellos que vivieron por la fe, y murieron
ni los que viven por la fe, al terminar la libertad condicional alcanzan la meta de la
perfección sin pecado. En ambos casos se menciona específicamente sus "defectos de
carácter" o "caracteres defectuosos" y su "desemejanza con Cristo", y se señala el hecho
de que hayan sido declarados justos delante de Dios estrictamente sobre la base de los
méritos del Salvador imputados a ellos por la fe.

Cuatro: Los escritos de Ellen White retratan la perfección el carácter


como relativo y progresivo, no total y completo.

“La germinación de la semilla representa el comienzo de la vida espiritual, y el desarrollo


de la planta es una figura del desarrollo del carácter. No puede haber vida sin
crecimiento… En cada etapa de desarrollo, nuestra vida puede ser perfecta; sin embargo,
si se cumple el propósito de Dios para nosotros, habrá un avance constante” (Educación,
páginas 105,106; cursiva añadida). “Todavía no somos perfectos; pero es nuestro

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PERFECTO EN CRISTO – HELMUT OTT

privilegio separarnos de los lazos del yo y el pecado, y avanzar a la perfección” (Los


Hechos de los Apóstoles, p 565; cursiva añadida).

“El hombre puede crecer en Cristo, su cabeza viviente. No es la obra de un momento, sino
la de toda la vida. Por crecer día a día en la vida divina, no alcanzará la plena estatura de
un hombre perfecto en Cristo hasta que cesa su libertad condicional. El crecimiento es un
trabajo continuo” (Testimonies, tomo 4, página 367; Cursiva añadida). “Mientras reine
Satanás, tendremos que dominarnos a nosotros mismos y vencer los pecados que nos
rodean; mientras dure la vida, no habrá un momento de descanso, un lugar al cual podamos
llegar y decir: Alcance plenamente el blanco. La santificación es el resultado de la
obediencia prestada durante toda la vida” (Los Hechos de los Apóstoles, páginas 560, 561;
cursiva añadida). “En nosotros mismos somos pecadores; pero en Cristo somos justos”
(Mensajes selectos, tomo 1, p 394; cursiva añadida).

“Aquellos que están realmente tratando de perfeccionar el carácter cristiano nunca


albergaran el pensamiento o la idea de que están sin pecado… Cuanto más se acercan a la
imagen divina [Cristo], cuanto más claramente disciernen su perfección impecable, y
cuanto más profundamente sienten sus propios defectos de carácter” (La Vida santificada,
página 7;). “No puede haber glorificación de sí mismo, ni arrogantes pretensiones de estar
libre de pecado, por parte de aquellos que andan a la sombra de la cruz del calvario… Los
que viven más cerca de Jesús son también los que mejor ven la fragilidad y culpabilidad
de la humanidad, y su única esperanza se cifra en los méritos de un Salvador crucificado
y resucitado”(El conflicto de los siglos, p 471; Cursiva añadida).

Si queremos comprender el complejo entendimiento de Elena de White sobre este tema,


hay que prestar la debida atención a varios puntos aquí: 1. Aunque ella dice que nuestras
vidas son "perfectas", al mismo tiempo nos dice que "todavía no somos perfectos".
Tenemos defectos, somos pecadores y estamos por debajo del nivel requerido por Dios, y
somos indignos. 2. Mientras que nuestras vidas pueden ser "perfectas" en cada etapa de
desarrollo – como una semilla germinada recientemente, como una planta que crece, como
un arbusto en floración – todavía continuamos avanzando hacia la perfección. 3. Nuestra
batalla contra el yo y el pecado, por una parte, y nuestra lucha por la justicia y la santidad,
por la otra, nunca será completa en esta vida. Nunca vamos a llegar a un punto donde
estaremos libres de pecado o alcanzar plenamente la perfección del carácter antes de que
termine nuestra libertad condicional.

En vista de estos factores, llegamos a la conclusión de que cuando Ellen White habla de
la perfección el carácter del creyente, significa algo radicalmente diferente de las ideas
propuestas por E. R. Jones, las personas de la carne santa, y otros. Jones y su grupo hablan
de un producto final – un estado de perfección o meseta o plataforma de impecabilidad
absoluta y justicia total – que el creyente realmente alcanza [en esta vida]. Ellos escriben
de caracteres sin ningún tipo de fallas, defectos o deficiencias, caracteres que tienen la
misma calidad moral y perfección espiritual como el Salvador. Si los que supuestamente
poseen tales caracteres, miran de cerca el carácter de Cristo, y [al contemplar a Cristo] no
logran darse cuenta de sus propios defectos – como Ellen White dice que es el caso de
todos los verdaderos creyentes – Por el contrario, concluyen que efectivamente han
igualado el patrón o modelo absoluto que establece el carácter de Cristo, y por lo tanto
ellos se consideran dignos de la vida eterna.

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PERFECTO EN CRISTO – HELMUT OTT

Elena de White, por el contrario, habla de un proceso de cambio, de crecimiento y


maduración que es progresivo y nunca llegará a su culminación en nuestra vida presente.
Ella describe una experiencia posible sólo a través de nuestra relación de fe con Jesucristo,
y que tiene lugar dentro del contexto del Pacto de Gracia. Esto nos trae a la progresiva
unidad espiritual con Cristo, y nos hace cada vez más conscientes de nuestra total
dependencia de su justicia salvadora, que nos es imputada por la fe, para una buena
relación con Dios. Según su punto de vista, nuestra relación personal con Cristo es una
realidad dinámica que provoca nuestra aceptación con Dios y nuestro crecimiento como
discípulos.

Cinco: los escritos de Ellen White Centran la perfección de carácter del


creyente en Cristo y su obra redentora en favor del hombre.

“Jesús vino a restaurar en el hombre la imagen de su Hacedor. Nadie, excepto Cristo,


puede amoldar de nuevo el carácter que ha sido arruinado por el pecado… Vino para
levantarnos del polvo, para rehacer según el modelo divino, el carácter que había sido
mancillado, para hermosearlo con su propia gloria” (El Deseado de todas las gentes,
páginas 37,38; cursiva añadida).

“Por los méritos de Cristo, a través de su justicia, que por la fe es imputada a nosotros,
hemos de alcanzar la perfección del carácter cristiano” (Testimonies, tomo 5, página 744;
Cursiva añadida). “Aunque la imagen moral de Dios fue casi borrada por el pecado de
Adán, por los méritos y el poder de Jesús puede renovarse. El hombre puede permanecer
con la imagen moral de Dios en su carácter; la cual Jesús le dará a él” (Ellen G. White, en
la Review and Herald, 10 de Junio, 1890 cursiva añadida).

“Los que rechazan el don de la justicia de Cristo están rechazando los atributos de carácter
que harían de ellos hijos e hijas de Dios. Están rechazando lo único que podría capacitarlos
para ocupar un lugar en la fiesta de bodas” (Palabras de vida del gran Maestro, páginas
316,317; Cursiva añadida).

Hay que recoger varios puntos que ella indica aquí:

1. Elena White identifica que la obra de restaurar la imagen de Dios y la remodelación de


nuestro carácter es la obra de Cristo, no la nuestra.

2. Él hará nuestro carácter hermoso "con su propia gloria" – claramente algo que Él ofrece
y no es algo que desarrollamos.

3. Hemos de alcanzar la perfección del carácter cristiano por los méritos y la justicia de
Cristo imputada a nosotros por la fe. Esto significa que el método o camino para alcanzar
la perfección el carácter no se centra en nuestro crecimiento personal, sino en la mediación
de Cristo en nuestro favor.

4. El creyente tendrá otra vez la imagen de Dios en su carácter porque "Jesús se lo dará a
él."

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PERFECTO EN CRISTO – HELMUT OTT

5. La justicia de Cristo, que puede ser nuestra solo como un don o regalo, constituye “los
atributos del carácter” que es lo único que puede hacernos aptos para el Reino.

6. El carácter de Cristo que él formó como Dios-Hombre, se nos imputa a nosotros, y es


nuestra posesión de ese carácter de Cristo, lo que determina nuestra aceptación con Dios.

“Al comprender mejor la infinita pureza de Cristo, nos sentiremos como Daniel cuando
contempló la gloria del Señor y dijo: "Mi fuerza se cambió en desfallecimiento" (Daniel
10: 8). No podemos decir, "Yo no tengo pecado o estoy libre de pecado", hasta que este
cuerpo vil sea cambiado y transformado a la semejanza de su cuerpo divino. Pero si
procuramos constantemente seguir a Jesús, tenemos la bendita esperanza de estar de pie
ante el trono de Dios sin mancha, ni arruga, ni cosa semejante, completos en Cristo,
vestidos con su justicia y perfección” (A fin de conocerle, página 361).

El pasaje anterior refuerza dos puntos que hemos mencionado anteriormente:

1. No podemos afirmar estar sin pecado hasta la segunda venida de Cristo, momento en
el cual Dios nos restaurará al estado original de perfección de la humanidad sin pecado.
Como hemos señalado antes, la razón por la que no podemos afirmar impecabilidad no es
que haya algo mal con la expresión real de las palabras, sino porque no es cierto.

2. Si buscamos constantemente seguir a Jesús, vamos a estar de pie ante el trono de Dios
completos en Cristo, vestido con su justicia y perfección. Claramente, lo que nos permite
aparecer impecable ante Dios no es la perfección del carácter, que de hecho no hemos
desarrollado, sino la justicia de Cristo que Él nos imputa por la fe.

El siguiente pasaje proporciona el equilibrio necesario para entender este concepto


correctamente. Al hablar sobre la experiencia de Daniel en la presencia del Hijo de Dios
(Daniel 10: 5-8), Ellen White afirma:

“Todos los que están verdaderamente santificados tendrán una experiencia similar.
Cuanto más claros sus puntos de vista acerca de la grandeza, la gloria y la perfección de
Cristo, más vívidamente verán su propia debilidad e imperfección. No tendrán ninguna
disposición a alardear de un carácter impecable; lo que parecía correcto y amable en ellos,
en contraste con la pureza y la gloria de Cristo, aparecerá solamente como indigno y
corruptible. Cuando los hombres se hallan separados de Dios, y tienen conceptos muy
vagos de Cristo, entonces dicen:” Estoy sin pecado, estoy santificado” (la vida santificada
- La edificación del carácter, páginas 50, 51; cursivas suministrado).

Note lo siguiente:

1. Este pasaje no describe la condición de los nuevos creyentes o de los que tienen una
precaria vida espiritual. En su lugar, describe a aquellos que, como Daniel, "están
verdaderamente santificados".

2. Tales creyentes no se consideran a sí mismos como débiles, imperfectos, y sin valor


porque carecen de discernimiento espiritual, sino porque tienen una visión fiable de la
perfección de Cristo. Es en contraste con su pureza que se ven a sí mismos como realmente
son, como si Dios los viera sin que la perfecta justicia de Cristo no los cubriera.

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PERFECTO EN CRISTO – HELMUT OTT

3. Por último, estos creyentes "que están verdaderamente santificados… No tienen


ninguna disposición para reclamar un carácter sin pecado". La razón no es que son
demasiado modesto para admitirlo, o que el hacer tal afirmación sería intrínsecamente
malo, por el contrario, la razón es que su punto de vista distinto de la "pureza y la gloria
de Cristo" les ha hecho ser dolorosamente conscientes de que sus caracteres están lejos de
ser sin pecado.

“Cristo presenta delante nosotros la más alta perfección del carácter cristiano, que
deberíamos procurar alcanzar durante toda la vida… Pablo escribe en cuanto a esta
perfección: "No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto:… Sino que prosigo a la
meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús" (Filipenses 3: 12-14.)
(A Fin de Conocerle, página 130; la cursiva).

“El ideal del carácter cristiano es la semejanza de Cristo. Tenemos abierto ante nosotros
un camino para el constante progreso. Tenemos un objetivo que lograr, una norma que
alcanzar, que abarca todo lo que es bueno, puro, noble y sublime. Que haya siempre un
esfuerzo continuo y progreso constante hacia adelante y hacia arriba, en dirección de la
perfección del carácter” (Testimonies, volumen 8, página 64; Cursiva añadida). “Cuando
el corazón anhela obedecer a Dios, cuando se hacen esfuerzos en este sentido, Jesús acepta
esta disposición y esfuerzo como el mejor servicio del hombre, y suple la deficiencia con
sus propios méritos divinos” (My Life Today, p. 250 ; la cursiva).

Estos pasajes reúnen los tres elementos más importantes en relación con la cuestión del
desarrollo del carácter: 1. El estándar que se ha establecido – el ideal hacia el cual debemos
esforzamos – es la semejanza a Cristo. Incluye todo lo bueno, puro, noble y sublime. 2.
El deber del creyente es esforzarse para seguir adelante, debe aspirar a la consecución del
objetivo de la perfección de carácter, para experimentar un avance constante hacia arriba
y adelante a lo largo de su vida. 3. Cuando eso es el objetivo, cuando deliberadamente el
creyente hace lo que Dios sabe que es razonable esperar de él, entonces Jesús acepta su
disposición y esfuerzos y compensa sus deficiencias. Como resultado, el creyente es
aceptado como justo en Cristo, por la fe, a pesar del hecho de que todavía es imperfecto y
sin valor en sí mismo, por su naturaleza [pecaminosa].

B-3. Una comprensión más equilibrada de la perfección del carácter


del creyente.

En términos generales podemos decir que Dios quiere lograr un doble propósito a través
del plan de redención: (1) Restaurar al hombre a la condición de perfecta integridad
espiritual con la cual al principio lo creó, y (2) Restaurar la relación entre él y el hombre
que el pecado rompió. Esta doble restauración permitirá a los redimidos ser traído de
nuevo en la presencia inmediata de Dios para renovar la unidad espiritual y la comunión
personal con Dios que Adán y Eva disfrutaron antes de la caída.

En la mayoría de los casos, el plan de Dios para llevar al hombre a su estado original llega
a su plena realización en tres etapas básicas:

1. En la Conversión del pecador.

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El pecador convertido en creyente experimenta un despertar espiritual fundamental. Su


actitud básica hacia Dios, hacia sí mismo, hacia el pecado y sus semejantes cambia
radicalmente. Como sus afectos encuentran un nuevo centro, su voluntad se alinea con la
voluntad de Dios y su vida toma una dirección completamente nueva.

2. Durante su vida.

A lo largo de su vida como un hijo adoptivo de Dios en Cristo experimenta un cambio


progresivo, el crecimiento y la maduración que le permite reflejar cada vez más las
virtudes del carácter santo de Cristo en su vida personal. Este es un trabajo progresivo que
varía de una persona a otra y nunca es completó totalmente en esta vida. Durante este
tiempo, "Cristo actúa en nosotros, y su justicia está sobre nosotros" (Mensajes selectos,
tomo 1, p. 360). Puesto que lo que Jesús lleva a cabo dentro de nosotros implica lo que
somos como seres pecaminosos, [este proceso] siempre es parcial e incompleto, y por lo
tanto depende de sus méritos imputados para la aceptación de Dios. Por el contrario, lo
que hace por nosotros consiste en todo lo que Cristo es – su justicia personal y su carácter
perfecto – y por lo tanto, siempre es total, completo y totalmente aceptable a Dios en
nuestro nombre.

3. En la segunda venida de Cristo.

En la segunda venida de Cristo, cuando lo eterno sustituye a la temporal y la incorrupción


a lo corruptible, todos los hijos de Dios adquirirán plena y permanentemente un estado de
perfección sin pecado. Entonces, y no antes, el plan de Dios para la redención del hombre
alcanzara su plena realización y finalización. Así como el pecado destruyo las relaciones
y a los seres que pervirtió, ahora ellos volverán a ser exactamente lo que eran antes de la
caída.

II. Un pasaje importante y controvertido reexaminado.

En esta sección vamos a ilustrar cómo una cuidadosa investigación de un pasaje en


particular a veces lleva al investigador a una interpretación radicalmente diferente de la
conclusión a la que habría alcanzado sobre la base de una lectura superficial del texto.
Hemos elegido este pasaje en particular por tres razones básicas. En primer lugar, parece
apoyar la teoría de que los creyentes vivos en el segundo advenimiento deben estar
perfectamente impecables como Jesús. En segundo lugar, es parte de un libro publicado
por primera vez en la década de 1880, y por lo tanto podría haber sido uno de los pasajes
que E. R. Jones y sus seguidores utilizaron para reforzar sus ideas extremas. Y en tercer
lugar, no es un testimonio dirigido a un individuo en particular, sino parte de un libro
destinado a la amplia circulación pública – un hecho que aumenta su significado teológico.

“Ahora, mientras que nuestro gran Sumo Sacerdote está haciendo propiciación por
nosotros, debemos tratar de llegar a la perfección en Cristo. Nuestro Salvador no pudo
ser inducido a ceder a la tentación ni siquiera en un pensamiento. Satanás encuentra en los
corazones humanos algún asidero en el que pueda hacerse firme; es tal vez algún deseo
pecaminoso que se acaricia, por medio del cual la tentación se fortalece. Pero Cristo
declaró al hablar de sí mismo: "Viene el príncipe de este mundo; mas no tiene nada en
mí" (Juan 14:30). Satanás no pudo encontrar nada en el Hijo de Dios que le permitiese
ganar la victoria. Cristo guardó los mandamientos de su Padre, y no hubo en él ningún
pecado del que Satanás pudiese sacar ventaja. Esta es la condición en que deben

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PERFECTO EN CRISTO – HELMUT OTT

encontrarse los que han de poder subsistir en el tiempo de angustia” (El conflicto de los
siglos, p 623;. Cursiva añadida).

Una lectura superficial podría llevar fácilmente a la impresión de que Elena de White
estuvo de acuerdo con la idea de que antes de que termine la libertad condicional, el pueblo
de Dios ha de desarrollar una justicia personal que este a la altura a la de Cristo y aprendan
a vivir sin pecar – incluso ni por un pensamiento – tal como lo hizo Jesús. Después de
todo, el pasaje afirma que el pueblo de Dios tiene que ser perfecto, que Jesús no cedió a
la tentación ni siquiera en un pensamiento, que Satanás no podía encontrar en él ningún
pecado del cual utilizar a su favor, y que esta es la condición que deben encontrarse
aquellos que pasarán por el tiempo de angustia.

Sin embargo, tras una investigación más profunda, llegamos a la conclusión de que tal
interpretación es inaceptable. En primer lugar, porque crea algunos problemas serios.
Consideremos sólo tres de ellos:

1. Si Ellen White realmente creía que el pueblo de Dios puede y debe alcanzar un estado
de perfección sin pecado – al igual que Jesús – antes de que termine de libertad
condicional, entonces es muy difícil de entender por qué ella se opuso al pastor ER Jones
tan decisivamente cuando promovió tal idea. También es difícil ver cómo podría haber
defendido las mismas enseñanzas que ella llamó un engaño, pruebas artificiales hechas
por el hombre, un mensaje de error que impide que el verdadero mensaje de Dios sea
aceptado, etc. Tal curso de acción habría sido totalmente incompatible – una evidente e
inaceptable contradicción que habría dañado gravemente su credibilidad con los que
querían tomarla en serio.

2. Hacer que el pasaje apruebe las ideas de ER Jones lo pone en tensión con su contexto
conceptual. Como hemos visto anteriormente, el capítulo es una parte que establece que
el pueblo de Dios que vive a través del tiempo de angustia no es más impecable, justo, o
dignos de la salvación que cualquier generación anterior de creyentes. Ella afirma que
ellos no pueden ver nada bueno en toda su vida y son plenamente conscientes de su
imperfección, debilidad y falta de mérito, y, en consecuencia, dependen de Cristo para
una buena relación con Dios. Tienen la certeza de la vida eterna, no porque ellos
trascienden su condición perdida y alcanzan la plenitud espiritual total como Jesús, sino
porque se han arrepentido de su pecado y aceptan totalmente la obra redentora de Cristo
en su nombre.

3. Si el pasaje citado realmente establece que los que van a pasar por el tiempo de angustia
deben estar tan libre de pecado y ser tan justo como Jesús, entonces esto se contradice con
un número considerable de conceptos significativos claramente establecidos en otros
lugares en los escritos de Elena de White. En ese caso, sus escritos, no aportarían ninguna
ayuda para la aclaración de la dinámica del plan de Dios para la salvación del hombre
pecador. Por el contrario, abogan por dos puntos de vista simultáneamente opuestos, ellos
confundirían y engañarían al lector ya que el conjunto particular de los escritos y pasajes
que el consultará primero determinaría sus conclusiones. Una interpretación que conduce
a este tipo de problemas significativos tiene que ser descartada como inadecuada.

La segunda razón para indicar que la interpretación anterior es inaceptable, es que no


refleja el verdadero significado y la verdadera intención del pasaje en cuestión. A medida

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PERFECTO EN CRISTO – HELMUT OTT

que lo examinamos de cerca, encontramos que contiene cuatro conceptos principales que
debemos tener en cuenta a fin de comprenderlo correctamente:

1… "debemos tratar de llegar a la perfección en Cristo." Hay una diferencia sutil, pero
muy significativa entre el deseo de "llegar a ser perfectos EN Cristo" y tratando de ser
perfecto COMO Cristo. Para ser perfecto como Cristo debemos ser tan justos, santos y
dignos en nosotros mismos como lo fue Jesús en sí mismo. Se trata de lograr en nuestras
vidas una plenitud espiritual igual a la perfección del Salvador en todos los aspectos. Pero
ese no es el objetivo que este pasaje presenta ante el creyente. En su lugar, se desafía al
creyente a ser perfectos en Cristo, que, como hemos visto anteriormente, particularmente
en el primer capítulo, esto significa ser justo por los méritos de Cristo imputados a
nosotros por la fe.

2. "Ahora, mientras que nuestro gran Sumo Sacerdote está haciendo propiciación
por nosotros, debemos tratar de llegar a la perfección en Cristo." Dos razones nos
obligan a ser perfectos en Cristo ahora, mientras que Jesús sigue haciendo expiación por
nosotros –, ¿por qué? "Los que tardan en prepararse para el día del Señor no podrán
hacerlo en el tiempo de la angustia ni en ningún momento subsiguiente. El caso de los
tales es desesperado"(ibíd., p. 620).

En primer lugar, porque el perdón de Dios por nuestro pecado y la justicia salvadora de
Cristo por medio de los cuales somos aceptables a Dios, están mediadas sólo a través de
Cristo mientras ministra activamente en nuestro nombre en la presencia del Padre. Por lo
tanto, se deduce que si queremos que nuestros pecados puedan ir de antemano al juicio y
sean borrados, si queremos estar cubiertos por la justicia imputada de Cristo, y así estar
de pie perfectos ante el tribunal de Dios, entonces debemos asegurar el perdón de Dios y
valernos de los méritos del Salvador antes de que Jesús deje de mediar en nuestro nombre.

En segundo lugar, porque nuestro destino eterno será sellado para siempre en ese punto
del tiempo cuando Jesús complete su ministerio mediador asegurando el veredicto de
aceptación final e irreversible de Dios. Una vez que el juicio cesa y nuestros casos están
cerrados de forma permanente, ya será demasiado tarde para hacer algo para cambiar la
decisión de Dios. Ahora estamos en periodo de prueba, ahora es el día de salvación. Por
lo tanto, todo lo que nos proponemos hacer para afectar nuestro destino eterno de un modo
u otro tenemos que hacerlo ahora. El caso de aquellos que no pueden llegar a ser perfectos
en Cristo – ahora mientras El mediador ministra en nuestro nombre – "es desesperado",
precisamente porque una vez que Jesús complete su ministerio mediador en el cielo, los
beneficios de su obra redentora ya no estarán disponibles para ellos. Como resultado, han
perdido el único medio por el cual pueden ser reconciliados con Dios y ser adoptado en
su familia de creyentes.

3."Nuestro Salvador no pudo ser inducido a ceder a la tentación ni siquiera en un


pensamiento." Puesto que la expresión "en un pensamiento" es un proceso consciente, se
deduce que el pasaje describe la respuesta de Cristo a situaciones que reconoció como
atractivas para el pecado. Pero ceder siquiera en un pensamiento a una situación que es
percibida como tentación habría sido pecado a sabiendas, intencionalmente y
deliberadamente. Por eso, cuando más tarde Elena de White afirma que "Esta es la
condición en que deben encontrarse los que han de poder subsistir en el tiempo de
angustia." ella no dice que tienen que desarrollar en su vida personal una justicia que este
a la altura de la perfección absoluta de Cristo en todos los aspectos. En cambio, el pasaje

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PERFECTO EN CRISTO – HELMUT OTT

dice que ellos tienen que llegar a un punto en su vida donde ya no pueden o no quieren
ceder a la tentación, un punto en donde se reconoce que ellos se niegan a pecar
deliberadamente.

4."Satanás encuentra en los corazones humanos algún asidero en el que pueda


hacerse firme; es tal vez algún deseo pecaminoso que se acaricia…" Es evidente que
el pasaje no trata con el pecado en un ámbito de aplicación más amplio, sino sólo con el
pecado acariciado. Aquí Elena de White establece una diferencia significativa entre Jesús
y el resto de nosotros. Satanás encuentra en el corazón humano un punto de apoyo "por
medio del cual la tentación se fortalece." deseos pecaminosos acariciados son como una
puerta abierta que da a Satanás acceso al corazón. Ellos aumentan el poder de sus
tentaciones y facilitan su victoria sobre nosotros. A diferencia de,

“Satanás no pudo encontrar nada en el Hijo de Dios que le permitiese ganar la victoria.
Cristo guardó los mandamientos de su Padre, y no hubo en él ningún pecado del que
Satanás pudiese sacar ventaja.”

Podemos ver de este modo que el pasaje citado está diciendo en realidad es que los que
permanecerán firmes en el tiempo de angustia deben llegar a la "condición" de no tener
pecados acariciados, deseos que Satanás podría utilizar a su favor en su empeño de
provocar su ruina eterna. El siguiente pasaje nos ayuda a comprender su experiencia:

“Cuando estemos revestidos por la justicia de Cristo, no tendremos ningún gusto por el
pecado; pues Cristo obrará dentro de nosotros. Quizás cometamos errores, pero
aborreceremos el pecado que causó los sufrimientos del Hijo de Dios.” (Ellen G. White,
en la Review and Herald, marzo 18 de 1890).

Sobre la base de estas consideraciones llegamos a la conclusión de que este pasaje de los
escritos de Ellen White indica que los que han de pasar a través del tiempo de angustia
debe tener las siguientes tres características: En primer lugar, son perfectos en Cristo.
Están totalmente perdonados – limpiados en la sangre expiatoria de Cristo – y cubierto
por los méritos imputados del Salvador, en virtud de las cuales se presentan ante el Padre
justos en Cristo, por la fe. En segundo lugar, no pecan intencionalmente, deliberadamente
e intencionalmente. Y en tercer lugar, no acarician ningún deseo pecaminoso por medio
del cual Satanás pudo obtener la victoria sobre ellos.

Es importante señalar que los requisitos aquí descritos no representan ni un estándar más
alto que lo que Dios ha exigido en el pasado ni un nuevo método para asegurar la
aprobación de Dios y ser considerados dignos de la vida eterna. Al menos cuatro
conceptos básicos discutidos anteriormente confirmar esto:

1. Dios siempre ha requerido la perfecta justicia del ser y la impecabilidad total de la


conducta de sus hijos. Así que en lugar de introducir una nueva norma o estándar único
para la última generación de creyentes, Elena de White reafirma el requisito existente de
Dios al establecer el hecho de que no bajará sus expectativas para "quiénes pasarán a
través del tiempo de angustia."

2. La única manera para que cualquier ser caído pueda lograr la perfecta justicia del ser y
la completa impecabilidad de la conducta, siempre ha sido a través de la justicia imputada
de Cristo. La última generación encontrará la aceptación por parte de Dios exactamente

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de la misma manera. Nuestro pasaje es una afirmación de un "qué", no una declaración de


un “como”. Se menciona el objetivo que Dios ha establecido sin describir los medios que
se disponen en el plan de redención para su realización. Pero el contexto deja claro que
mientras el problema está en nosotros – nuestro pecado, nuestra ignorancia y debilidad,
nuestra indignidad – la solución se encuentra en Cristo, su sangre expiatoria, su sabiduría
y poder, y sus méritos (El conflicto de los siglos, pp. 623, 617f.). De esta manera se
demuestra que el problema del pecado sólo puede resolverse a través de la obra redentora
de Cristo imputada a nosotros por la fe.

3. Hemos visto anteriormente que en el pasado algunos han vivido tan cerca de Dios que
ellos habrían elegido morir antes que cometer a sabiendas un acto pecaminoso. Habían
llegado a la condición descrita en el pasaje que estamos considerando. Sin embargo, se
dieron cuenta de que a pesar de su compromiso radical y de su fidelidad extraordinaria a
Dios, eran tan dependientes de los méritos de Cristo como cualquier otro ser caído. Es por
eso que confesaron su pecado y maldad, reconocieron su falta de mérito, y confiaban
plenamente en su obra redentora, imputada a ellos por la fe, para tener una buena relación
con Dios.

4. La experiencia de la Iglesia remanente – los creyentes que están vivos durante el tiempo
de angustia – será similar a la de los fieles hijos de Dios en el pasado. Ellos se esfuerzan
por vivir en armonía con la voluntad de Dios, sinceramente se arrepienten de su pecado,
y se abstienen deliberadamente de manera consciente de tener cualquier deseo pecaminoso
acariciado. Y, aún ellos confesarán su pecaminosidad, reconocer su indignidad y llorarán
por sus defectos. Es por eso que dependerán de la obra redentora de Cristo en su nombre
tan completamente como lo hicieron todos los creyentes anteriores.

Esta comprensión del pasaje que estamos considerando tiene muchas ventajas
significativas sobre la interpretación que hemos mencionado antes:

En primer lugar, permite que el pasaje hable por sí mismo sin leer en el lo que realmente
no está allí o empujándolo más allá de sus propios límites. En segundo lugar, conserva
una consistencia natural entre el pasaje y su contexto – discutido previamente en el quinto
capítulo temático. En tercer lugar, armoniza con los muchos comentarios de Ellen White
hace sobre este tema en otras partes de sus escritos – algunos de las cuales hemos discutido
en este libro. En cuarto lugar, evita los graves problemas creados por la interpretación que
intenta armonizarlos con los puntos de vista expuestos por perfeccionistas tales como E.
R. Jones y otros. Y en quinto lugar, lo podemos fundamentar adecuadamente desde las
Escrituras.

Muchas diferencias, y sin embargo no hay ninguna diferencia.

Existirán muchas diferencias entre los redimidos al entrar en la ciudad de oro. En sus vidas
en la tierra algunos de ellos habían sido altamente educados y estaban bastante
familiarizados con lo que Dios ha revelado sobre su plan de redención. Otros no tenían

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ninguna educación en absoluto – ni siquiera habían oído una cosa tal como una Biblia.
Algunos habían sido honestos, personas moralmente irreprochables incluso antes de que
se convirtieran en hijos e hijas adoptados de Dios en Cristo. Otros habían sido criminales
que tuvieron que luchar con sus malas tendencias y hábitos viciosos toda su vida. Algunos
respondieron al evangelio en arrepentimiento y fe mucho antes de que sus casos llegaran
para su revisión en el juicio previo al advenimiento, y en consecuencia hicieron progresos
considerables en su desarrollo del carácter y en la modificación del comportamiento. Sin
embargo, otros aceptan la gracia reconciliadora de Dios en "la undécima hora" y, por
tanto, apenas experimentaron cambios en su totalidad.

Todas estas son diferencias reales y significativas. Sin embargo, todas ellas son
circunstanciales, y por lo tanto no tienen ninguna influencia en el destino eterno de las
personas involucradas. En lo que se refiere a la base o fundamento para su salvación, todos
los redimidos tendrán el mismo terreno y la misma base. Si Dios los hubiera juzgado y
recompensado sobre la base de lo que realmente eran y lo que en realidad habían hecho,
entonces, todos sin excepción se habrían encontrado culpables delante de él. Ninguno de
ellos habría sido digno de la vida eterna. Pero debido a que los trató sobre la base de su
respuesta a la salvación que él [Dios] siempre proporciono en Jesucristo, es que todos
ellos fueron hechos participantes con Él [Jesús] de la herencia del Padre.

Debido a que por su arrepentimiento indicaron que reconocieron su insuficiencia personal,


y por su fe indicaron que aceptaban la obra redentora de Cristo en su nombre, todos los
redimidos de todas las edades tienen derecho a la plena filiación por medio de Jesucristo
y son bienvenidos como invitados en el banquete de bodas del Cordero. Cada uno de ellos
tiene una corona de oro, el signo de victoria total a través de la sangre expiatoria de Cristo.
Y cada uno de ellos está vestido de ropas blancas, el símbolo de la justicia perfecta de
Cristo, lo que les daba acceso a la vida eterna. Todos ellos saben:

“Que esta justicia de Dios llega, mediante la fe en Jesucristo, para todos los que creen.
Porque No hay diferencia, por cuanto todos pecaron y están privados de la gloria de Dios,
siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo
Jesús… [Dios] lo hizo para demostrar su justicia en el tiempo presente, de manera de que
Él sea el justo, y el que justifica al que tiene fe en Jesús.” (Romanos 3:22-26).

Por eso es que Jesucristo será el Primero y estará en primer lugar sobre todos los redimidos
en la tierra nueva.

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