El Federalismo en México

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EL FEDERALISMO EN MÉXICO.

PROBLEMAS
INSTITUCIONALES DEL FEDERALISMO
EN MÉXICO.

Eloisa Ramírez Mendiola

Universidad de Guanajuato

Temas Selectos de Política


Contemporánea

Dr. Fernando Patrón Sánchez

Licenciatura en Administración Pública

5 de diciembre de 2019
El federalismo puede definirse como una forma de organizar el poder político y de estructurar al
Estado. De acuerdo con la Real Academia Española, el federalismo consiste en una nación que
presenta una división territorial en su estructura, así, cada parte tiene un cierto grado de
autogobierno, es decir, una autonomía política. El federalismo busca mantener el equilibro de
poder entre los diversos territorios para que cada uno de ellos tenga su propia legislación en
algunos aspectos y pueda así conectar más directamente con las necesidades de los habitantes. Al
mismo tiempo, esta estructura se opone al centralismo, que se basa en la concentración del poder
y en el no reconocimiento de la pluralidad de un país.

El presente trabajo busca plantear los problemas políticos, fiscales, electorales y judiciales,
separándolas por piezas que integran el federalismos en México. La reflexión sobre el federalismo
es una reflexión que esta necesariamente vinculada con la idea misma del régimen político en su
conjunto por que no se puede hablar, creo yo, del federalismo de manera aislada del resto de los
cambios que seguramente va a vivir México en los próximos años.

México esta en este momento viviendo una de las peores olas de violencia en su historia, además
se ha venido acentuando la desigualdad y esta muy implícito la idea de la corrupción, la falta de
eficacia en las instituciones políticas, entre otros hechos que confirman que el régimen que hasta
ahora se ha venido construyendo está próximo a un cambio que actualmente, ya se puede ir
percibiendo, pero este cambio, no solamente puede ser con reflexiones cosméticas o con ajustes
institucionales parciales. Debemos cobrar conciencia de la dimensión del tamaño que tiene el
cambio que viene en donde se tiene que escribir dentro de ese cambio la lógica del federalismo.

Pasamos de un régimen del singular al plural, pero acabamos de asumir adecuadamente, que un
régimen político es necesariamente la combinación de valores, normas y estructuras de autoridad.
Los regímenes no solo se componen de las instituciones formalmente escritas en las constituciones
sino que se acompañan de valores compartidos por la mayoría de la sociedad y por los valores que
también disienten de la mayoría de esta y que componen un juego, una deliberación que acaba
siendo la expresión de la agenda publica y la expresión del conflicto potencial o del real dentro de
las sociedades de componen de normas jurídicas y normas que no solamente se expresan en la
constituciones sino que se desdoblan a través de las de las distintas generaciones legislativas que
obedecen a su vez a valores diversos, la constitución y un conjunto de leyes que no responden
necesariamente a los mismos principios que incluso responden a principios contradictorios que
están presentes en nuestra vida política cotidiana, conviviendo de manera conflictuada y por
supuesto estructuras de autoridad, organizaciones, instituciones, personas que encarnan esos
valores y esas normas para convertirlas en practicas formales de gobierno y mecanismos de control
de lo que deciden los gobiernos y en formas diversas de participación de la sociedad en la toma de
decisiones. Cabe mencionar como menciona Enrique Cabrero (2000) en su articulo “Usos y
costumbre en la hechura de las políticas públicas en México. Limites de las policy sciences en
contextos cultural y políticamente diferentes” es importante resaltar la importancia de los
referentes institucionales para entender los sistemas de acción social.

Cuando este conjunto de valores, normas y conjuntos de autoridad deja de ser coherente entre sí,
cuando pierde eficacia, cuando deja de entregar lo que prometió entonces tiende a fracasar y a
romperse, por lo que genera muchos mayores problemas de los que originalmente se busco
resolver, y creo que es lo que esta pasando ahora precisamente en nuestro país. No se puede
sostener un régimen político por mucho tiempo si sus instituciones están repletas de
contradicciones, conteniendo practicas opuestas a la deliberación democrática, al consenso
procedimental, al control democrático de la autoridad. Las nuevas instituciones están construidas
solamente para contener los excesos y los abusos de las antiguas instituciones, originadas y
controladas por las mismas practicas autoritarias y de otro lado capturadas y sometidas por los
grupos tradicionales de poder. Hay una profunda contradicción, un régimen que nació por la vía
electoral, democrático y plural pero que no logro garantizar el ejercicio democrático de esa
autoridad y con el paso del tiempo para poderse contener el abuso de las viejas practicas de las
viejas normas y de las viejas organizaciones ha tenido que ir inventando otras instituciones para
evitar esos excesos y hoy nos preocupa que esas nuevas instituciones no acaban de funcionar ya
que se ven capturadas y sometidas, por las incapacidades institucionales otra vez. Hay dos modos
de ver este fenómeno, el que ha influido en esta larga y penosa construcción de una nueva
institucionalidad democrática o detenernos de una vez por todas y asumir con plena conciencia
que este régimen ha completado su ciclo y que es necesario volver a pensarlo prácticamente en su
conjunto que involucra los problemas institucionales políticos, fiscales, electorales y judiciales,
haciendo referencia de la misma manera al municipalismo.

La verdad es que el régimen político mexicano esta sumido en una profunda contradicción y se
puede ver a simple vista los problemas de eficacia política y de legitimidad política.
De acuerdo con datos del Instituto Nacional Electoral (INE) el anterior periodo electoral, el 1 de
julio de 2018, se eligieron a 18 mil 299 cargos públicos simultáneamente, de esos cargos públicos,
628 fuerón federales que en buena medida representan el pacto federal tanto en el Senado como
en la Cámara de Diputados federal, 17 mil 670 cargos locales, de los cuales, 972 son diputados
locales, mil 596 presidencias municipales, mil 237 concejales, mil 664 síndicos, 12 mil 013
regidores, 19 regidores étnicos, 24 presidencias, 24 sindicaturas y 96 regidores de juntas
municipales. Esto es una nueva clase política para el país, no solo se eligió al presidente sino a
toda una clase política que a partir del primero de julio y que este mes se cumplió un año de su
asignación va a encarnar el federalismo mexicano. En esta nueva clase política no sabíamos o hasta
la fecha no sabemos con precisión ni quienes son ni porque llegaron allí o que va a pasar con esa
clase política. Sabemos en cambio que 114 candidatos fueron asesinados durante el anterior
proceso electoral y más de mil candidatos han tenido que renunciar por amenazas directas, no solo
del crimen organizado sino de los propios aparatos políticos. Si esto es cierto significa que mil 114
candidatos habrían sido asesinados y sustituidos o habrían sido presionado para dejar esa
postulación. Estas cifras nos ayudan a deducir un poco que se puede esperar y quienes pertenecen
a la nueva clase política con la que nos encontramos.

Entre los pilares del régimen las cosas no están mejor, el sistema de partidos en México esta
empeorando. Los gobierno siempre fueron importantes en un país federal con un sistema político
que no podía resolver sus luchas de poder y política dentro del sistema electoral, de acuerdo a lo
que dice el Banco de Desarrollo Interamericano en su informe de 2006 “Las Políticas de las
Políticas Públicas”. Las coaliciones electorales reúnen partidos que claramente vienen de
tradiciones ideológicas y políticas contrarias para que compitan juntos, y esto se vio en las
elecciones pasadas, o tener un partido hegemónico que hoy se avergüenza de sus propias siglas
(PRI). Partidos que se originan en una fe y comparten el espacio electoral con partidos que se
originan en una ideología totalmente opuesta.

El sistema judicial es otro de los grandes problemas que enfrenta el país y por supuesto la relación
que debe establecerse entre la presidencia de la República y el sistema federal en su conjunto.

Ninguno de estos pilares del régimen político esta solido, todos están en alto riesgo del colapso,
por lo tanto es necesario asumir que todos estos temas deben relacionarse entre si. No es posible
hablar del combate a la impunidad y de la corrupción de los funcionarios locales si no se aborda
el sistema de justicia en su conjunto, así como no es posible pensar que el sistema anticorrupción
va a prosperar sino se aborda el tema de la captura de los aparatos políticos que se han adueñado
de todos los espacios. La verdad es, en mi opinión, los problema del federalismo no pueden
separarse de los problemas del sistema de partidos, del presidencialismo, del sistemas de justicia,
etc, sino que hay que verlo en su conjunto.

En cuanto al federalismo, ya de una manera particular, hay problemas que han estado presentes
desde hace muchos años. La evidente contradicción entre facultades y capacidades, una enorme
competencia por la distribución de los recursos. Los gobiernos estatales terminan haciendo lo
mismo que el gobierno de la República y los gobierno de los municipios fueron abarcando cada
vez más nuevas facultades no propias de ellos mismos, no por la vía constitucional sino por las
leyes que la propia federación fue aprobando poco a poco. Esta contradicción entre facultades y
capacidades no solamente se manifiesta en el viejo discurso de la falta de profesionalización de
los funcionarios, sino que se manifiesta en la imposibilidad de capacitar de verdad a los
funcionarios públicos locales para que adquieran una gran gama de competencias y de facultades
que nuestro sistema legal, no solo constitucionales. Es prácticamente imposible que puedan
cubrirse todas las áreas que la ley les ordena cubrir, por lo que estamos condenados a no respetar
la ley en el sentido de que es imposible cumplirla tal como esta diseñada. Por otro lado, esta
dificultad de poner en armonía facultades y capacidades para las contradicciones y las debilidades
fiscales, la manera en que se sigue distribuyendo el dinero público en México a convertido a las
entidades locales en unidades de gasto pero no de ingreso por que no generan el crecimiento por
su falta de incentivos. De acuerdo con el mismo infoem de 2006 del Banco de Desarrollo
Interamericano en su informe, muchos detalles de los mecanismos fiscales federales son
importantes para determinar el funcionamiento de juego fiscal federal, estos detalles incluyen la
distribución de potestades impositivas y de responsabilidades de gasto entre los distintivos niveles
de gobierno. La idea misma de fortalecer el sistema fiscal atraviesa por la obligación de revisar el
sistema de competencias, no se puede otorgar dinero si no se sabe en que se gasta y de donde
proviene y que incentivos va a generar para la economía. Si se continua pensando en elaborar un
nevo régimen fiscal sin contemplar el sistema de competencias y sin hacerse cargo de la falta de
capacidades institucionales de estados y municipios, cualquier sistema fiscal estará destinado a
fracasar. Hay que recordar que el sistema fiscal es un argumento y un instrumento de poder.
Repensar el federalismo supone repensar el municipalismo, no es verdad que modificar el
federalismo implique al mismo tiempo abarcar el espacio municipal. Fortalecer al municipio no
equivale a fortalecer a los gobierno de los estados, los municipios que tenemos son débiles y cada
vez más se ven encerrados en un ámbito de actuación que tristemente se encuentra cruzado por la
corrupción, las debilidades institucionales y la falta de capacidades humanas. Se necesita pensar
en los municipios y en los gobiernos de los estados, diseñar un nuevo ejercicio de las competencias
que deben ser asignadas a cada nivel de gobierno, ya que cada uno tiene funciones distintas.
Elaborara una nueva percepción sobre el papel que debe jugar la sociedad, en la toma de decisiones
y en la solución de los asuntos que le corresponde en la vida cotidiana para su propia calidad de
vida.

La idea para corregir los efectos del federalismo nos ha orillado a acudido al centralismo, a la idea
de los grandes sistemas nacionales ya que los gobernadores no funcionan, se esta buscando
suplirlos con grandes sistemas nacionales que ya se han vuelto parte de las expresiones cotidianas.
Se hacen sistemas nacionales para controlar el federalismo, y este, entendido como el predominio
de los gobernadores.

El sistema nacional anticorrupción se hizo con el fin de tener un mejor federalismo y lo que
tenemos es un federalismo cada vez mas dañado a consecuencia de los mismos sistemas nacionales
que fuimos construyendo para contenerlo. La centralización simulada de procesos clave para el
país no ha ayudado a resolver el problema del federalismo. Tenemos que hacernos cargo de la idea
misma de la participación ciudadana en los asuntos cotidianos de los gobiernos locales.

Es imposible saber sobre que bases podemos trabajar para imaginar un nuevo arreglo que nos lleve
a repensar el federalismo desde sus cimientos pero se puede pensar en una solución al problema
del federalismo se necesita plantearlo como un conjunto, una nueva distribución de competencias
entre niveles de gobierno sobre la base de las capacidades reales que tenemos en el territorio
nacional. Se tiene que abandonarla idea de la pequeña solución para cada problema solo así se
podrá contener la corrupción, fortalecer las instituciones políticas del país y armonizarlas con los
valores y con las estructuras de autoridad que hoy tenemos.

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