Caso Atala Riffo y Niñas

Descargar como docx, pdf o txt
Descargar como docx, pdf o txt
Está en la página 1de 10

Las claves de la sentencia “Atala Riffo y niñas VS.

Chile”.
A mi juicio, la sentencia Atala es una magnífica sentencia, tanto por el fallo que
alcanza como, sobre todo, por la argumentación que emplea. La cuestión más
interesante que se puede plantear a partir de ella es si estamos en presencia
de una decisión judicial que simplemente resuelve un asunto de un modo más
o menos correcto, o si va más allá, estableciendo ciertos criterios que podrán
servir de parámetro interpretativo en el futuro cuando se presenten ante la
Corte otros conflictos en este campo. Desde mi punto de vista, la sentencia
Atala ofrece un marco exegético muy claro y potente en defensa de la igualdad
de las personas homosexuales y bisexuales que permite pronosticar con
bastante seguridad cuál podrá ser su jurisprudencia futura. Es, en ese sentido,
una sentencia clave, un leading case

Con fecha 20 de marzo la Corte Interamericana de Derechos Humanos notificó


al Estado de Chile la sentencia recaída en el Caso Atala Riffo y niñas vs. Chile.
En lo medular dicho fallo estableció la responsabilidad del Estado de Chile por
actos del Poder Judicial.

Puntualmente la Corte Interamericana sentenció que el Estado de Chile es


responsable internacionalmente al violar el derecho a la igualdad y la no
discriminación en perjuicio de Karen Atala y de sus hijas menores, el derecho
a la vida privada en perjuicio de Karen Atala, el derecho a ser oído en perjuicio
de las niñas M., V. y R. y la garantía de imparcialidad respecto a la
investigación disciplinaria en perjuicio de Karen Atala.

El objetivo de este breve comentario es presentar los principales fundamentos


esgrimidos por la Corte Interamericana (en adelante la Corte) para estimar
violados los derechos señalados en el contexto del proceso de tuición.

En lo relativo a la conculcación del derecho a la igualdad y la prohibición de


discriminación, la Corte expresó que la orientación sexual y la identidad de
género de las personas son categorías protegidas por la Convención
Americana sobre Derecho Humanos (en adelante la Convención). En el
escenario del caso, la Corte aclaró que para comprobar que una diferenciación
de trato ha sido utilizada en una decisión particular, no es necesario que la
totalidad de dicha decisión esté basada “fundamental y únicamente” en la
orientación sexual de la persona, pues basta con constatar que de manera
explícita o implícita se tuvo en cuenta hasta cierto grado la orientación sexual
de la persona para adoptar una determinada decisión. Luego de una extensa
relación plasmada en el fallo en comento, la Corte constató que la Corte
Suprema de Justicia y el Juzgado de Menores de Villarrica justificaron su
decisión de otorgar la tuición al padre de las niñas menores - y no a su madre,
Karen Atala - en el interés superior del niño y los presuntos daños que las niñas
habrían sufrido como consecuencia de la orientación sexual de la madre.

La Corte observó que al ser, en abstracto, el “interés superior del niño” un fin
legítimo, la sola referencia al mismo sin probar, en concreto, los riesgos o
daños que podrían conllevar la orientación sexual de la madre para las niñas,
no puede servir de medida idónea para la restricción de un derecho protegido
como el de poder ejercer todos los derechos humanos sin discriminación
alguna por la orientación sexual de la persona.

El interés superior del niño no puede ser utilizado para amparar la


discriminación en contra de la madre o el padre por la orientación sexual de
cualquiera de ellos. De este modo, el juzgador no puede tomar en
consideración esta condición social como elemento para decidir sobre una
tuición o custodia.

A su vez, la Corte estimó que al haber tomado como fundamento para su


decisión la orientación sexual de la madre, la decisión de la Corte Suprema
discriminó también a las tres niñas, puesto que tomó en cuenta
consideraciones que no habría utilizado si el proceso de tuición hubiera sido
entre dos padres heterosexuales.

Pasó luego la Corte a analizar la vulneración del derecho a la vida privada y


derecho a la vida familiar. Con respecto al primer derecho –a la vida privada- la
Corte constató que durante el proceso de tuición, a partir de una visión
estereotipada sobre los alcances de la orientación sexual de la señora Atala, se
generó una injerencia arbitraria en su vida privada. En este contexto, el tribunal
interamericano sentenció categóricamente que la orientación sexual es parte
de la intimidad de una persona y no tiene relevancia para analizar aspectos
relacionados con la buena o mala paternidad o maternidad.

Por otra parte, con relación al derecho a la vida familiar, la Corte observó que
desde noviembre de 2002 hasta la decisión de tuición provisoria -en mayo de
2003- existía un vínculo cercano entre la señora Atala, la señora De Ramón, el
hijo mayor de la señora Atala y las tres niñas. Por tanto, a juicio de la Corte, se
había constituido un núcleo familiar que, al serlo, estaba protegido por los
artículos 11.2 y 17.1 de la Convención, pues existía una convivencia, un
contacto frecuente, y una cercanía personal y afectiva entre la señora Atala, su
pareja, su hijo mayor y las tres niñas. En tal sentido, la Corte concluyó que los
fundamentos presentados por los tribunales chilenos en la decisión de tuición
provisoria constituyeron una medida inidónea para proteger el interés superior
del niño, lo cual tuvo además como resultado la separación de la familia
constituida por la madre, su pareja y las niñas. Ello significó -a juicio de la
Corte- una interferencia arbitraria en el derecho a la vida privada y familiar.
En lo que respecta al proceso de tuición y las garantías judiciales y protección
judicial, la Corte verificó que en el proceso en cuestión no se aportaron
elementos probatorios y convincentes que permitieran desvirtuar la presunción
de imparcialidad subjetiva y objetiva de los jueces en la sentencia de la Corte
Suprema (recurso de queja). En opinión de la Corte, una interpretación de las
normas del Código Civil chileno en forma contraria a la Convención Americana
en materia del ejercicio de la custodia de menores de edad por una persona
homosexual no es suficiente, en sí misma, para declarar una falta a la
imparcialidad objetiva. En consecuencia, la Corte consideró que el Estado no
violó las garantías judiciales reconocidas en el artículo 8.1 de la Convención.
Sin embargo, la Corte verificó que la Corte Suprema de Justicia no explicó en
su sentencia cómo evaluó o tomó en cuenta las declaraciones y preferencias
hechas por las menores de edad que constaban en el expediente.

En efecto, el Tribunal observó que la Corte Suprema no adoptó una decisión en


la que se razonara sobre la relevancia atribuida por dicha tribunal a las
preferencias de convivencia expresadas por las menores de edad y las razones
por las cuales se apartaba de la voluntad de las tres niñas. Por lo anteriormente
indicado, la Corte resolvió que la referida decisión de la Corte Suprema de
Justicia violó el derecho de las niñas a ser oídas y ser debidamente tomadas
en cuenta consagrado en el artículo 8.1 de la Convención Americana.

REPARACIONES

Para finalizar, corresponde referir que la sentencia definitiva recaída en el Caso


Atala Riffo y niñas vs. Chile, definitivamente vinculante para el Estado de Chile,
impone el deber de reparar a las víctimas. La reparación que dispuso la Corte
consiste en: a) la obligación del Estado de brindarle a las víctimas,
gratuitamente y de forma inmediata, hasta por cuatro años, el tratamiento
médico y psicológico que requieran; b) la publicación de la sentencia en el
diario de mayor circulacion; c) el reconocimiento por el Estado, mediante un
acto público, de su responsabilidad en este caso, en el que deberá existir
necesariamente representación del Poder Judicial; d) las garantías del Estado
de no repetición de estos errores, mediante la capacitación a funcionarios
públicos -particularmente a funcionarios judiciales- en derechos humanos,
orientación sexual y no discriminación; e) la indemnización del daño material
(por la suma de US$ 10.000) y de los daños inmateriales (la cantidad de US$
20.000 para Atala y de US$ 10.000 para cada una de las niñas).

Por último, corresponde comentar que como en el presente caso la Corte se


limitó a examinar la relación entre la aplicación judicial de ciertas normas con
prácticas discriminatorias, la Corte no analizó la compatibilidad de una
determinada norma con la Convención Americana. Por tanto, la Corte
consideró que no es pertinente, ordenar al Estado de Chile la adopción,
modificación o adecuación de normas específicas de Derecho Interno.
La Corte declara por unanimidad que:

- El Estado es responsable por la violación del derecho a la igualdad y la no


discriminación consagrados en el artículo 24 de la Convención Americana de
Derechos Humanos en perjuicio de Karen Atala Riffo y sus hijas.

- El Estado es responsable por la violación del derecho a la vida privada


consagrado en el artículo 11.2 de la Convención.

- El Estado es responsable por la violación del derecho a ser oído consagrado


en el artículo 8.1, en relación con los artículos 19 y 1.1 de la Convención
Americana en perjuicio de las niñas M., V. y R.

- El Estado es responsable por la violación de la garantía de imparcialidad


consagrada en el artículo 8.1, en relación con el artículo 1.1 de la Convención
Americana, respecto a la investigación disciplinaria, en perjuicio de Karen Atala
Riffo. Por cinco votos a favor y uno en contra, que:

RELACIONADO

…………………………………………………………………………………

CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS

CASO ATALA RIFFO Y NIÑAS VS CHILE

Sentencia de 24 de febrero de 2012


Exposición el Caso

En 2010 la Comisión Interamericana de Derechos Humanos presentó una


demanda contra el Estado de Chile. La petición inicial fue presentada ante la
Comisión en 2004 por la señora Karen Atala Riffo. El presente caso se
relaciona con la alegada responsabilidad internacional del Estado por el trato
discriminatorio y la interferencia arbitraria en la vida privada y familiar que
habría sufrido la señora Atala debido a su orientación sexual en el proceso
judicial que resultó en el retiro del cuidado y custodia de sus hijas. El caso
también se relaciona con la alegada inobservancia del interés superior de las
niñas cuya custodia y cuidado fueron determinados en incumplimiento de sus
derechos y sobre la base de supuestos prejuicios discriminatorios.

La señora Atala contrajo matrimonio con Ricardo Jaime López Allendes en


1993. Las niñas M., V. y R., nacieron en los años 1994, 1998 y 1999,
respectivamente. La señora Atala tiene un hijo mayor, Sergio Vera Atala,
nacido en un matrimonio anterior. En marzo de 2002 la señora Atala y el señor
López Allendes decidieron finalizar su matrimonio por medio de una separación
de hecho y establecieron por mutuo acuerdo que la señora Atala mantendría la
tuición y cuidado de las tres niñas en la ciudad de Villarrica, con un régimen de
visita semanal a la casa de su padre en Temuco. En noviembre de 2002 la
señora Emma de Ramón, compañera sentimental de la señora Atala, comenzó
a convivir en la misma casa con ella, sus tres hijas y el hijo mayor.

El 14 de enero de 2003 el padre de las niñas interpuso una demanda de tuición


o custodia ante el Juzgado de Menores de Villarrica al considerar que el
“desarrollo físico y emocional [de las niñas estaría] en serio peligro” de
continuar bajo el cuidado de su madre alegando su nueva opción de vida
sexual. En el marco del proceso de tuición, el padre presentó una demanda de
tuición provisoria el 10 de marzo de 2003, con el fin de obtener la custodia
antes de la conclusión del proceso. El 2 de mayo de 2003 el Juzgado de
Menores concedió la tuición provisional al padre y reguló las visitas de la
madre, aunque reconoció que no existían elementos que permitieran presumir
causales de inhabilidad legal de la madre. La sentencia de primera instancia
del el 29 de octubre de 2003 rechazó la demanda de tuición considerando que,
había quedado establecido que la orientación sexual e la demandada no
representaba un impedimento para desarrollar una maternidad responsable.

El 11 de noviembre de 2003 el padre de las niñas interpuso un recurso de


apelación de la Sentencia y posteriormente una solicitud provisional de no
innovar, argumentando que el cumplimiento de la Sentencia implicaría un
cambio radical y violento del status quo actual de las menores de edad. El 24
de noviembre de 2003 la Corte de Apelaciones de Temuco concedió la orden
de no innovar manteniendo el padre la custodia. Sobre esta orden de no
innovar, la señora Atala presentó una queja disciplinaria contra dos integrantes
de dicha Corte, alegando causales de recusación y de inhabilitación. El 30 de
marzo de 2004 la Corte de Apelaciones de Temuco, sin los dos Ministros que
se habían apartado del proceso, confirmó la Sentencia apelada por el padre de
las niñas.

El 5 de abril de 2004 el padre de las niñas presentó ante la Corte Suprema de


Chile un recurso de queja en contra de los jueces de la Corte de Apelaciones
de Temuco y solicitó que se mantuviera provisionalmente a las niñas bajo su
cuidado. Argumentó que los jueces recurridos habían cometido una “falta y un
abuso grave y notorio”, debido, en lo principal, a que los jueces habían
ignorado toda la evidencia probatoria que demostraría que la “exteriorización
del comportamiento lésbico, produjo una confusión en los roles sexuales que

interfirió y va a interferir posteriormente en el desarrollo de una identidad sexual


clara y definida de las niñas.

El 31 de mayo de 2004 la Cuarta Sala de la Corte Suprema de Justicia de


Chile, en un fallo dividido de tres votos contra dos, acogió el recurso de queja,
concediendo la tuición definitiva al padre. La Corte Suprema, entre otras cosas,
estimó que las niñas se encontraban en una “situación de riesgo” que las
ubicaba en un “estado de vulnerabilidad en su medio social, pues es evidente
que su entorno familiar excepcional se diferenciaba significativamente del que
tienen sus compañeros de colegios y relaciones de la vecindad en que habitan,
exponiéndolas a ser objeto de aislamiento y discriminación que igualmente
afectará a su desarrollo personal”.

Consideraciones

La Corte aclara que no le corresponde determinar si la madre o el padre de las


tres niñas ofrecían un mejor hogar para las mismas, pues ello se encuentra
fuera del objeto del presente caso, cuyo propósito es definir si las autoridades
judiciales han afectado o no obligaciones estipuladas en la Convención.
Asimismo, y en razón del carácter subsidiario del Sistema Interamericano, la
Corte no es competente para resolver respecto a la custodia de las tres niñas
M., V. y R., por cuanto esto es materia del derecho interno chileno.

Sobre el principio de igualdad ante la ley y la no discriminación, la Corte ha


señalado que la noción de igualdad se desprende directamente de la unidad de
naturaleza del género humano y es inseparable de la dignidad esencial de la
persona, frente a la cual es incompatible toda situación que, por considerar
superior a un determinado grupo, conduzca a tratarlo con privilegio; si un
Estado discrimina en el respeto o garantía de un derecho convencional,
incumpliría la obligación establecida en el artículo 1.1. Si, por el contrario, la
discriminación se refiere a una protección desigual de la ley interna o su
aplicación, el hecho debe analizarse a la luz del artículo 24 de la Convención
Americana.

Respecto a la inclusión de la orientación sexual como categoría de


discriminación prohibida, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos reiteró
que la orientación sexual, como una de las categorías que puede ser incluida
bajo “otra condición”, es otro ejemplo específico de los que se encuentran en
dicho listado, que son consideradas como características personales en el
sentido que son innatas o inherentes a la persona. Un derecho que le está
reconocido a las personas no puede ser negado o restringido a nadie y bajo
ninguna circunstancia con base en su orientación sexual. Ello violaría el artículo
1.1. de la Convención Americana. El instrumento interamericano proscribe la
discriminación, en general, incluyendo en ello categorías como las de la
orientación sexual la que no puede servir de sustento para negar o restringir
ninguno de los derechos establecidos en la Convención.

En relación al interés superior del niño la Corte señala que el objetivo general
del principio es, en sí mismo, un fin legítimo y es, además, imperioso; y, reitera
que este principio se funda en la dignidad misma del ser humano, en las
características propias de los niños y las niñas, y en la necesidad de propiciar
el desarrollo de éstos. Igualmente, la Corte constata que la determinación del
interés superior del niño, en casos de cuidado y custodia de menores de edad
se debe hacer a partir de la evaluación de los comportamientos parentales
específicos y su impacto negativo en el bienestar y desarrollo del niño según el

caso, los daños o riesgos reales y probados, y no especulativos o imaginarios.


En conclusión, la Corte observa que al ser, el “interés superior del niño” un fin
legítimo, la sola referencia al mismo sin probar, en concreto, los riesgos o
daños que podrían conllevar la orientación sexual de la madre para las niñas,
no puede servir de medida idónea para la restricción de un derecho protegido
como el de poder ejercer todos los derechos humanos sin discriminación
alguna por la orientación sexual de la persona. El interés superior del niño no
puede ser utilizado para amparar la discriminación por la orientación sexual. De
este modo, el juzgador no puede tomar en consideración esta condición social
como elemento para decidir sobre una tuición o custodia.

Por otro lado, la Corte concluye que la Corte Suprema de Justicia no cumplió
con los requisitos de un test estricto de análisis y sustentación de un daño
concreto y específico supuestamente sufrido por las niñas a causa de la
convivencia de su madre con una pareja del mismo sexo. Adicionalmente, el
Tribunal considera que, en el caso concreto, el hecho devivir con su madre y su
pareja no privaba a las niñas del rol paterno, por cuanto el objeto del proceso
de tuición no implicaba que el padre hubiera perdido el contacto con ellas;
además que, la Corte considera que exigirle a la madre que condicionara sus
opciones de vida implica utilizar una concepción “tradicional” sobre el rol social
de las mujeres como madres, según la cual se espera que las mujeres lleven la
responsabilidad principal en la crianza de sus hijos e hijas y que en pos de esto
hubiera debido privilegiar la crianza de los niños yniñas renunciando a un
aspecto esencial de su identidad.

Al haber tomado como fundamento para su decisión la orientación sexual de la

madre, la decisión de la Corte Suprema discriminó, a su vez, a las tres niñas,


puesto que tomó en cuenta consideraciones que no habría utilizado si el
proceso de tuición hubiera sido entre dos padres heterosexuales. En particular,
la Corte reitera que el interés superior del niño es un criterio rector para la
elaboración de normas y la aplicación de éstas en todos los órdenes relativos a
la vida del niño.

El artículo 11 de la Convención prohíbe toda injerencia arbitraria o abusiva en


la vida privada de las personas, enunciando diversos ámbitos de la misma
como la vida privada de sus familias. Dado que los tribunales internos tuvieron
como referente de peso la orientación sexual de la señora Atala al momento de
decidir sobre la tuición, expusieron diversos aspectos de su vida privada a lo
largo del proceso, se generó una injerencia arbitraria en su vida privada, dado
que la orientación sexual es parte de la intimidad de una persona y no tiene
relevancia para analizar aspectos relacionados con la buena o mala paternidad
o maternidad.

La Corte reitera que la imparcialidad personal de un juez debe ser presumida,


salvo prueba en contrario. Para el análisis de la imparcialidad subjetiva, el
Tribunal debe intentar averiguar los intereses o motivaciones personales del
juez en un determinado caso.

Asimismo, se ha concluido que era discriminatorio incorporar en la


investigación disciplinaria la orientación sexual o la relación de pareja de la
señora Atala, por cuanto no existía relación alguna con su desempeño
profesional y por lo cual tampoco existía fundamento para concluir que la
orientación sexual de la señora Atala podía derivar en una falta disciplinaria.

Sin embargo, en el informe de la visita al sitio de trabajo se determinó, con


relación a la orientación sexual de la señora Atala, que los hallazgos eran
hechos que “revestían una gravedad que merecía ser observada. La Corte
considera que existían prejuicios y estereotipos que fueron manifestados en el
informe, que demostraban que quienes realizaron y aprobaron dicho informe no
fueron objetivos respecto a este punto. Por el contrario, dejaron plasmada su
posición personal respecto a la orientación sexual de la señora Atala en un
ámbito disciplinario en el que no era aceptable ni legítimo un reproche jurídico
por este hecho Resolución de la Corte Interamericana de Derechos Humanos

La Corte declara por unanimidad que:

- El Estado es responsable por la violación del derecho a la igualdad y la no


discriminación consagrados en el artículo 24 de la Convención Americana de
Derechos Humanos en perjuicio de Karen Atala Riffo y sus hijas.

- El Estado es responsable por la violación del derecho a la vida privada


consagrado en el artículo 11.2 de la Convención.

- El Estado es responsable por la violación del derecho a ser oído consagrado


en el artículo 8.1, en relación con los artículos 19 y 1.1 de la Convención
Americana en perjuicio de las niñas M., V. y R.

- El Estado es responsable por la violación de la garantía de imparcialidad


consagrada en el artículo 8.1, en relación con el artículo 1.1 de la Convención
Americana, respecto a la investigación disciplinaria, en perjuicio de Karen Atala
Riffo. Por cinco votos a favor y uno en contra, que:

- El Estado no violó la garantía judicial de imparcialidad consagrada en el


artículo 8.1, en relación con las decisiones de la Corte Suprema de Justicia y el
Juzgado de Menores de Villarrica Y dispone por unanimidad:

- El Estado debe brindar, la atención médica y psicológica o psiquiátrica


gratuita y de forma inmediata, adecuada y efectiva, a través de sus
instituciones públicas de salud especializadas a las víctimas que así lo
soliciten, - El Estado debe realizar las publicaciones de la presente Sentencia,
en el plazo de seis meses, - El Estado debe realizar un acto público de
reconocimiento de responsabilidad internacional por los hechos del presente
caso, - El Estado debe continuar implementando, en un plazo razonable,
programas y cursos permanentes de educación y capacitación dirigidos a
funcionarios públicos a nivel regional y nacional y particularmente a
funcionarios judiciales de todas las áreas y escalafones de la rama judicial,

- El Estado debe pagar las cantidades de US$ 10.000 por concepto de los
gastos ya realizados por atención médica y psicológica; US$ 20.000 para la
señora Atala y de US$ 10.000 para cada una de las niñas M., V. y R. por
concepto de indemnización por daño inmaterial; y, US$12.000 a la víctima, por
concepto de costas y gastos.

- El Estado debe, dentro del plazo de un año contado a partir de la notificación


de esta Sentencia, rendir al Tribunal un informe sobre las medidas adoptadas
para cumplir con la misma.
- La Corte supervisará el cumplimiento íntegro de esta Sentencia, en ejercicio
de sus atribuciones y en cumplimiento de sus deberes conforme a la
Convención Americana sobre Derechos Humanos, y dará por concluido el
presente caso una vez que el Estado haya dado cabal cumplimiento a lo
dispuesto en la misma.

Texto completo disponible en:

http://www.corteidh.or.cr/docs/casos/articulos/seriec_

También podría gustarte