Torres Cuevas
Torres Cuevas
La BAC no fue el único intento de recobrar los textos de los más desta-
cados pensadores cubanos. Otros tres merecen especial mención. La Co-
lección de Libros Cubanos (CLC) de la editorial Cultural S.A., bajo la
dirección de Don Fernando Ortiz; la que inició la Dirección de Cultura del
Ministerio de Educación entre 1948 y 1952, a cuyo frente se encontraba
Raúl Roa García, y, por último, el movimiento que se desarrolló alrededor
de Emilio Roig de Leuchsenring, al frente de la Oficina del Historiador de
la Ciudad de La Habana. Mas, estos esfuerzos resultaban parciales y par-
tían de las concepciones e intereses de quienes las dirigían. Mientras Ro-
berto Agramonte y la BAC se movían con un interés filosófico, Fernando
Ortiz lo hacía con un prisma sociológico y la Dirección de Cultura, con otro
económico. De ahí sus preferencias. De esta manera, la BAC se centraba
principalmente en Varela y Luz Caballero, la CLC lo hacía en la figura de
José Antonio Saco y la Dirección Cultural, en la de Francisco de Arango y
Parreño. No pocos estudiosos dedicaron gran parte de su vida a la búsque-
da, transcripción, análisis y publicación de la documentación dispersa y a
veces perdida. Nombres como Francisco González del Valle, Manuel I.
Mesa Rodríguez, Antonio Hernández Travieso, José María Chacón y Cal-
vo, José Antonio Fernández de Castro y César García Pons, constituyen un
muestrario de esta parte culta de la historia intelectual cubana. Sin la
acumulación del trabajo realizado por generaciones de investigadores, la
propuesta de la Biblioteca de Clásicos Cubanos no hubiera hallado vías
expeditas para su realización, la cual es, en cierta medida, homenaje a sus
antecesores y superación necesaria de las insuficiencias precedentes.
Pero existían dos razones que, en un estudio de fondo, exigían una nueva
edición de las obras, aun sin las tristes condiciones expuestas. La primera
era lo incompleto de las recopilaciones anteriores; la necesidad de rectifi-
car los numerosos errores que contenían muchas de ellas, la segunda.
Copiar simplemente las obras anteriores hubiese sido un error imperdo-
nable, únicamente justificado por el desconocimiento. La Biblioteca de
Clásicos Cubanos constituye el resultado de más de 30 años de investiga-
ción, cotejo, transcripción, análisis, estudio y cuidadosa edición por los
mejores especialistas de los temas y figuras estudiados. Las búsquedas se
han efectuado en las bibliotecas y archivos cubanos, norteamericanos, es-
pañoles, franceses y británicos, según los casos. Donde ha existido más de
una edición anterior, se han cotejado con las impresas por su autor. Si éste
efectuó más de una, se compararon para determinar cuál de ellas es la más
completa y cuidada; en esos casos se hacen constar las diferencias.
Eduardo Torres-Cuevas
Director
Biblioteca Digital de Clásicos Cubanos