Cap2. El Cambio Social Posible y Deseable

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El cambio social posible y deseable

Capítulo 2: El cambio social posible y deseable


Este capítulo revisa diferentes formas de entender y explicar el orden y el
cambio social, diferentes respuestas a las preguntas: “¿Cómo se organiza lo
social?” Y ¿Cómo y por qué ocurre el cambio social? Esta revisión se hará con
el objetivo de analizar las ideas provenientes de diferentes formaciones
teóricas y delimitar los ejes de análisis que se utilizarán para dialogar con los
textos relacionados con la intervención social. Partimos de la idea de que las
explicaciones sobre lo social y el cambio social han tenido una influencia en las
conceptualizaciones de la intervención y en las formas en las que se adopta
dicha intervención. Es decir, que las maneras en cómo se han entendido los
procesos sociales en ciertos sistemas de pensamiento sirven de base teórica
para las actuales formas de intervención social; por lo tanto, a partir del estudio
de algunos desarrollos en estos ámbitos, podemos extraer cuáles son los
pilares fundamentales sobre los cuales se basa la posibilidad y deseabilidad de
la intervención social.

No se busca hacer una exposición extensa de cada uno de los fundamentos


teóricos desarrollados dentro de la sociología y las ciencias sociales, sino
dialogar con diferentes propuestas y estudiar los efectos que estas propuestas
puedan tener en la intervención. La metodología seguida ha sido la revisión
bibliográfica sobre ideas centradas en cómo está organizada la sociedad y si es
posible y deseable un cambio social.

En resumen, el interés en este capítulo se centrará en aquellas teorías que se


ocupan de explicar y comprender cómo se sostienen y cambian aspectos de
las formaciones sociales. No nos ocuparemos de aquellas teorizaciones
relacionadas con las interacciones en grupos o contextos pequeños tales como
los desarrollos del interaccionismo simbólico, la etnometodología o los estudios
sobre la vida cotidiana; ya que, a nuestro entender, son las primeras las que
han tenido un rol más significativo en la explicación de la transformación social
y, por lo tanto, en los desarrollos asociados con la intervención social. Las
llamadas “grandes teorías” serán de más utilidad para nuestro propósito de
revisar y unir redes de ideas que influyen en la conformación de las bases
teóricas y epistemológicas de la intervención social y, por esto, nos
detendremos en las producciones que se pueden enmarcar de forma general
dentro de los movimientos funcionalistas, marxistas y anarquistas para tejer
este entramado.

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Conocimientos, Agentes y Articulaciones

2.1 La sociedad como sistema social


La sociedad ha sido entendida como un sistema social. En este caso, lo social
es visto como un producto articulado de distintos niveles de organización y la
metáfora utilizada para describir esta forma de entender la sociedad es el
cuerpo humano y la manera en la que a sido entendido desde la anatomía. El
cuerpo se compone de un conjunto de órganos que son más o menos
diferenciados y que actúan en articulación con los demás, cada órgano tiene su
función y juntos pueden servir de soporte a la vida humana. La articulación
como sistema consiste en que cada parte es interdependiente de cierto modo
del resto y, a la vez, el sistema como unidad “es más que la suma de las
partes”. Ésta es la base de la perspectiva funcional.

La diferenciación de funciones dentro de la sociedad es vista por autores como


Parsons (1951) como la manera en la que se conforma el mundo social. Este
autor propone un modelo en el que hay cuatro niveles de organización que se
relacionan entre sí de diferentes maneras. El nivel fisiológico (el cuerpo), el de
personalidad (la psicología individual), el sistema social (los roles y las
posiciones) y el sistema cultural (conocimiento, literatura, arte y otros productos
humanos) son los niveles en los cuales se organiza la vida y las relaciones de
los seres humanos. Cada uno de estos niveles funciona de manera más o
menos diferenciada; sin embargo, según el funcionalismo, esta separación sólo
puede hacerse analíticamente, ya que en nuestras vidas diarias estos niveles
se mezclan a cada momento.

Lo que se pretende estudiar, bajo esta perspectiva, es la función que pueda


tener una práctica social o una institución en el mantenimiento de la sociedad.
Por ejemplo, cada sector institucional sirve para suplir necesidades de la
sociedad. El sector económico se encarga de la generación de riqueza y de la
capacidad de conseguir y transformar los recursos y el sector político de
coordinar las actividades por medio de un poder legítimo; estos dos sectores
mantienen el equilibrio para la supervivencia y relaciones con el exterior de una
sociedad dada. El sector legal, es decir, las formas de control formal e informal
evitan los conflictos internos y permiten a las personas estar cohesionadas con
los grupos a los que pertenecen. Los procesos de socialización, principalmente
llevados a cabo por la familia y la escuela, se encargan de perpetuar los
valores y las normas centrales de la sociedad y permitir la convivencia de las
diferentes personas y grupos sociales.

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El cambio social posible y deseable

Es así como, en las perspectivas funcionalistas, se dibuja un panorama en el


que las diferentes formas de lo social actúan armónicamente para mantener el
equilibrio social. Cada una regula parte de la actividad social y permite que
estemos juntos/as en la sociedad. A pesar de la estaticidad que parece reflejar
esta teoría, las prácticas sociales se presentan como dinámicas; cada vez la
sociedad evoluciona hacia una mayor complejidad y las funciones se
diversifican y se complejizan. En esta dinámica hay aspectos que son
funcionales y otros que no lo son; los primeros contribuyen a mantener la
cohesión de la sociedad y los segundos la interrumpen de un modo u otro.
Estos últimos causan distintos tipos de desequilibrios en las instituciones y
niveles del sistema social (Merton, 1957).

Es aquí donde encontramos el cambio social posible planteado por esta


perspectiva. El cambio social es posible en tanto que el sistema se ajusta a las
nuevas condiciones y trata de evitar o paliar los desequilibrios que se
presentan. Se plantea un cambio social funcional al sistema, es decir, que el
sistema se va ajustando a las necesidades y las instituciones van variando para
restablecer el equilibrio. El consenso que se produce en el seno del sistema
permite que se instauren y/o mueran prácticas sociales dependiendo de su
funcionalidad con relación al sistema social.

El cambio social, propuesto por estas perspectivas se refiere a los ajustes que
hace el sistema en cuanto las desviaciones que en él ocurren. Por ejemplo, el
concepto de Anomia (Durkheim, 1895) se refiere a la sensación de ansiedad y
desorientación que se produce en las sociedades modernas por ciertas
condiciones sociales. Éstas se resumen en la falta de claridad de normas de
comportamiento para las personas, desajustes en los valores morales y
religiosos que producen pérdida de sentido en las personas, etc. La anomia es
presentada como detonante posible de casos de suicidio y también es un
concepto utilizado por otros autores para explicar tipos de desviación social
como la criminalidad o la delincuencia (Merton, 1957). Hemos querido utilizar
este concepto de una manera general para ejemplificar cómo es vista la
desviación personal o grupal en la perspectiva funcionalista de la sociedad. La
anomia, aunque se produce por causas inherentes al sistema social, afecta la
conducta funcional sólo de parte de éste, en el sentido de que ciertas partes se
vuelven disfuncionales. Las cifras de suicidio o las de delincuencia pueden
mostrar los niveles de disfuncionalidad de ciertos sectores sociales.

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Conocimientos, Agentes y Articulaciones

La manera de paliar esta situación no es producir un cambio en el sistema, sino


producir un cambio en los elementos que están siendo disfuncionales. De cierto
modo, la única intervención posible, desde este marco general de
entendimiento de la sociedad, es la integración o transformación de las formas
desviadas en el sistema (bien sean personas, instituciones, programas, etc.).
La búsqueda de la solidaridad mecánica u orgánica que permita a las personas
encontrar un sentido de vida y las aleje de sentimientos anómicos (Durkheim,
1895). En este caso, se estaría hablando de cambios microscópicos en el
sistema que mejorarían su funcionalidad para todos los miembros del grupo
social. Resumiendo: la sociedad es conceptualizada como un sistema social
funcional y el cambio social consiste en los ajustes que produce el propio
sistema para autoregularse y evolucionar; la posible intervención sería en
aquellos aspectos disfuncionales del sistema para que devengan funcionales.

2.2 La sociedad como conflicto de clases


En este apartado se recogen algunas ideas y debates que se han dado en el
seno del marxismo que nos servirán de elementos guía para relacionarlos con
aspectos de las teorizaciones sobre intervención social.

Primeramente, se presenta un breve resumen de las relaciones básicas entre


ciertas categorías que explican tanto el orden social como la forma de revertirlo
y después nos centraremos en algunos debates que se han considerado como
importantes en la historia del marxismo y que juzgamos relevantes para la
discusión posterior. Estos serán: 1) La comparación entre los planteamientos
de revolución, socialismo democrático y reformismo como formas de acción
política; 2) La dicotomía planteada entre la espontaneidad de las masas y la
necesidad de formación de éstas como agentes de transformación social; es
decir, la posibilidad de una cambio de modo de producción a partir del propio
movimiento de las masas o la necesidad de una dirección explícita de algún
actor social diferente a la 'clase obrera' para este cambio y 3) Los
planteamientos sobre la relación entre ideología y ciencia e ideología y
hegemonía como conceptos de importancia para pensar en el papel del
conocimiento en la práctica política marxista.

Este sistema de ideas parte de la premisa fundamental del desequilibrio


presente en la sociedad. Es decir, el orden social, producto de procesos
históricos determinados se caracteriza por mecanismos de explotación y
dominación que son perpetuados por las clases dirigentes. En este sentido, se

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El cambio social posible y deseable

muestra un planteamiento muy distinto al de la sociedad como sistema social


funcional en el que cada elemento está en juego equilibrado con el resto de
elementos del sistema. En los desarrollos marxistas, se presenta más bien una
sociedad estructurada a partir de relaciones de dominación y explotación que
es necesario revertir a partir de la participación de grupos conscientes de esta
situación y comprometidos con el cambio. Por lo tanto, además de una
propuesta sobre cómo entender la sociedad, se presenta la posibilidad de
cambio social organizado dentro de las transformaciones en el curso de la
historia. Veámoslo más detenidamente.

La estructura social, de manera general, está definida por los modos de


producción de los diferentes períodos históricos. A través de los diferentes
movimientos que se dan en las relaciones de producción y en las fuerzas
productivas, las sociedades van cambiando por así decirlo de aspecto. Dentro
del ámbito marxista se hacen análisis de los períodos históricos con base a los
modos de producción propios de cada época. En la sociedad capitalista, que es
la que ahora nos interesa, hay quienes poseen los medios de producción y
quienes no. Estos últimos son llamados a vender su fuerza de trabajo para
recibir un salario que les permita restablecerse como fuerza de trabajo y
reproducirse.
Althusser (1970), en su lectura marxista estructuralista, lo explica así:
"Para existir, toda formación social debe reproducir las condiciones de su
producción al mismo tiempo que produce y para ser capaz de producir. Debe
reproducir, por tanto: 1) Las fuerzas productivas; y 2) Las relaciones de producción
existentes." (Althusser, 1970/1971: 124).

El salario es lo que permite que el trabajador se alimente y se reproduzca y a la


vez es lo que permite que se reproduzca el propio proletariado como grupo
social dentro de la estructura. Ahora bien, este salario, según la teoría
económica marxista, no representa el valor de lo que cada trabajador pone de
su esfuerzo en la mercancía que se produce. Este valor excede el salario. En
este exceso se produce la ganancia de quien posee los medios de producción.
A esta ganancia se le llama plusvalía, es la diferencia entre el salario del
trabajador y lo que él y el conjunto de los/as trabajadores/as de una fábrica
producen cada día. Esta plusvalía crea por un lado, capital que puede ser
reinvertido y por otro, una relación de explotación que es estructural en el
capitalismo y además es constituyente de las clases sociales: Genera tanto a la

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Conocimientos, Agentes y Articulaciones

burguesía (dueña del capital) como al proletariado (fuerza de trabajo


asalariada).

Ambas clases sociales se constituyen históricamente a partir de las relaciones


de producción explicadas.
“En la proporción en que la burguesía, por ejemplo, el capital es desarrollada, en la
misma proporción la clase trabajadora moderna se desarrolla – una clase de
trabajadores que viven sólo en la medida en que encuentran trabajo, y encuentran
trabajo en la medida en que su trabajo incrementa el capital... Ellos son un artículo
de comercio, y están expuestos a todas las vicisitudes de la competición y de las
fluctuaciones del mercado.” (Marx y Engels, 1848/1962: 21)

Este sistema de ideas describe la sociedad como divida entre dos grandes
grupos sociales cuyos intereses son antagónicos entre sí. Mientras la
burguesía busca incrementar su capital a través de su ganancia, el proletariado
vende su fuerza de trabajo para poder sobrevivir. Las relaciones sociales que
se describen son, bajo esta perspectiva, producto del contexto histórico
determinado en cada momento y caracterizadas por la explotación de unas
personas por otras. Dado que las condiciones de producción expresan
relaciones de explotación entre ambas clases constituidas, existen mecanismos
de manutención y reproducción de estas relaciones tanto en el aspecto político
– jurídico como en el ideológico.

Una de las principales instituciones que es dada a esta tarea, es decir, a


mantener las condiciones de opresión dentro del sistema capitalista es el
Estado. Desde el marxismo hay una fuerte acusación de que el Estado es el
instrumento ideal para llevar a cabo esta inmovilidad social. Es más, el Estado
es producto del propio modo de producción capitalista; es un resultado de las
contradicciones de clase, es un aparato diseñado para regular la vida social,
aliado con la clase burguesa, para oprimir a los/as trabajadores/as.
Lenin lo expresa claramente en este pasaje:
"Según Marx, el Estado es el órgano de la dominación de clases, el órgano de
opresión de una clase por otra. Su objetivo es la creación de orden que legaliza y
perpetúa esa opresión moderando las colisiones entre las clases." (Lenin,
1917/1962: 253)

El Estado crea las instituciones legales y políticas para llevar adelante este tipo
de opresión; digamos que pone el marco social posible para que la
contradicción fundamental del capitalismo, reflejado en la explotación de la
clase trabajadora, pueda ser realizada por la burguesía sin problema.

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El cambio social posible y deseable

Otro ámbito de gran importancia dentro de los desarrollos marxistas de la


historia y la sociedad es el que pertenece a las ideas y valores que acompañan
a cada orden social. Dentro de esta concepción, en general, el ámbito de las
ideas, al igual que los medios de producción están dominados también por la
clase dominante. En La Ideología Alemana Marx hace una fuerte crítica a los
llamados "jóvenes hegelianos" (Feuerbach, Bauer y Stirner) por proponer que
en el terreno de las ideas se pueden dar los debates de la sociedad. Al situarse
en contra de esta forma de ver las cosas, plantea una visión de la sociedad en
la que recalca la relación entre las condiciones materiales de producción y el
ámbito de los valores e ideologías que pueden circular en momentos
determinados. "La producción de las ideas y representaciones, de la
conciencia, aparece al principio directamente entrelazada con la actividad
material y el comercio material de los hombres." (Marx y Engels, 1846/1970:
25). Es decir, que en la propia producción, imbuida en ciertas relaciones de
producción, se crea la conciencia de las personas como resultado de esta
actividad. Lo que son los hombres, dice Marx, resulta de esta dinámica. "No es
la conciencia la que determina la vida, sino la vida la que determina la
conciencia." (Marx y Engels, 1846/1970: 26). El concepto de ideología
desarrollado en las perspectivas marxista explica los diferentes mecanismos a
través de los cuales se crean valores y opiniones en este contexto social e
histórico, como resultado de las condiciones materiales de opresión. Se postula
que las relaciones de explotación no son vistas como tales en la conciencia de
las personas ya que son enmascaradas para el mantenimiento del estado de
cosas.

Thompson (1990), haciendo una lectura de lo que significaría el término


ideología en parte de la concepción marxista afirma que: “Ideología sería un
sistema de ideas que expresan los intereses de la clase dominante y que
representan las relaciones de clase de un modo ilusorio.” (1990: 37). Pero esta
distorsión que infringe la ideología no es azarosa o arbitraria; es producto de
unas condiciones materiales de existencia que son en sí mismas
contradictorias. "La ideología es, por lo tanto, una solución en la mente a las
contradicciones que no pueden ser resueltas en la práctica" (Larrain 1986: 46).

Dado que las prácticas productivas son llevadas a cabo bajo el mando de la
clase dominante, el hecho de que no se vean las contradicciones de la
realidad objetiva es necesariamente beneficioso para esta clase; al esconder

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Conocimientos, Agentes y Articulaciones

estas relaciones y no explicar su carácter asimétrico, los individuos llevan a


cabo su práctica reproductora del sistema sin interrupción.

Althusser (1970), por su parte, desarrolla toda una teorización con relación al
papel de las instituciones en las sociedades que sirven para mantener las
formas de producción y explotación de la clase trabajadora. Este autor hace
una división entre los Aparatos Represivos del Estado (ARE) y los Aparatos
Ideológicos del Estado (AIE), adoptando también la visión de que el Estado
funciona como ente de control y preservación del orden social desigual. Los
primeros (ARE) son aquellos que utilizan la fuerza de la violencia (sea esta
física o legal) y los segundos (AIE) funcionan bajo la ideología de la clase
dominante. Los AIE funcionan a través de instituciones de la sociedad, tales
como la familia y la educación. Es estas instituciones se transmiten los valores
de la clase dominante, ocultando así el carácter histórico de las relaciones
sociales de producción que se ven como naturales por parte de quienes están
insertos/as en ellas.

A pesar del panorama que se presenta para la clase trabajadora: explotada en


su fuerza de trabajo y además, inserta en formas ideológicas de conciencia, en
el sistema de pensamiento marxista esta clase trabajadora es la que puede, en
forma de revolución, cambiar el estado de cosas hacia una sociedad en la que
sea abolida la propiedad privada y, con ella, las relaciones de dominación
características del modo de producción capitalista.
"El objetivo inmediato de los comunistas es el mismo que el de todos los otros
partidos del proletariado: La formación del proletariado en una clase, para luchar
contra la supremacía de la burguesía, la conquista del poder político por el
proletariado" (Marx y Engels, 1848/1962: 27)

El hecho de que el proletariado se convierta en clase, tiene que ver con la


autoconciencia de clase de ese "colectivo". Desde una perspectiva marxista, el
proletariado es una clase que se ha formado históricamente con base en unas
relaciones sociales determinadas; sin embargo, nunca antes ningún grupo
social a estado consciente de eso. Así, la "oportunidad" del proletariado es
"hacerse" clase y reconocer su papel histórico a través del cual sería capaz de
transformar las formas de producción material. Para Marx y Engels (1846),
nunca antes había existido una clase que revolucionara las formas mismas de
la producción. Por esto, la revolución comunista es la más radical en la historia
de la humanidad; ya que a partir de esta revolución, es el propio modo de
producción lo que se busca transformar. Dado que los modos de producción

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El cambio social posible y deseable

están ligados a las formas de conciencia posible en las sociedades, la manera


de desarrollar una conciencia diferente es cambiando las condiciones
materiales de vida. Si el proletariado consiguiese acabar con las condiciones
de existencia de los antagonismos de clase; acabaría con las clases en general
y promovería un sistema en el que la explotación no sería la forma de relación
fundamental sobre la cual se sostiene la forma de producción.

Este movimiento radical debe empezar por la conquista del poder político, para
poder presentar su interés como interés general, cosa a la cual la clase
trabajadora se ve obligada en principio. En la mayoría de los desarrollos
marxistas, es necesario que se dé la transformación en este terreno; ya que la
única manera de poder disolver las relaciones de producción del régimen
capitalista es a través de un cambio radical y de la toma del control del poder
político por parte del proletariado. El proletariado se hace dueño de la situación
política y de las formas concretas de transformación de las relaciones de
producción. Esto no quiere decir que haya que acabar con las fuerzas
productivas desarrolladas por la humanidad; al contrario, el desarrollo de las
fuerzas productivas y de intercambio es importante para lograr el
aprovechamiento de recursos y la productividad. Lo importante aquí será la
abolición de la propiedad privada, fuente primaria de la dominación por parte de
unos/as (quienes poseen los medios de producción) sobre otros/as (quienes
deben vender su fuerza de trabajo).

Según Lenin (1917), se detectan en Marx ideas que canalizan la forma de la


lucha del proletariado: 1) Que la existencia de las clases sólo tiene que ver con
la historia particular de las fases en el desarrollo de la producción; 2) Que la
lucha de clases necesariamente lleva a la dictadura del proletariado; y 3) Que
esta dictadura sólo constituye la transición hacia la abolición de todas las
clases y de la sociedad de clases.

La dictadura del proletariado se presenta como una toma del Estado por parte
del proletariado como clase, y el partido que la dirige (entiéndase el partido
comunista), para desde allí proclamar la abolición de la propiedad privada. Una
vez se reestructuren las relaciones de producción en un sentido comunista, el
Estado desaparecerá. Esto es porque dentro de la concepción Leninista, el
Estado es el organismo por medio del cual las contradicciones propias del
modo de producción capitalista son reguladas a favor de la clase dominante; si,
por el contrario, se acaba con las contradicciones propias de esa forma de
producción, entonces, el Estado ya no tendrá función alguna.

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Conocimientos, Agentes y Articulaciones

Otra cuestión relevante es que este movimiento debe ser de carácter global "en
un plano histórico - mundial", dado que tiene que ver con las formas de regir
tanto la producción misma, como las maneras de intercambio entre personas y
naciones.
"Si no se dan estos elementos materiales de una conmoción total, o sea, de una
parte, las fuerzas productivas existentes, de otra, la formación de una masa
revolucionaria que se levante, no sólo en contra de ciertas condiciones de la
sociedad anterior, sino en contra de la misma "producción de la vida" vigente hasta
ahora, contra la "actividad de conjunto" sobre que descansa, en nada contribuirá a
hacer cambiar la marcha práctica de las cosas el que la idea de esta conmoción
haya sido proclamada ya cien veces, como lo demuestra la historia del comunismo."
(Marx y Engels, 1846/1970: 41).

Se presenta un modelo en que el cambio social es posible a través de un


movimiento político organizado desde la clase explotada y que busca como
objetivo principal el cambio en el modo de producción capitalista y las
relaciones de dominación propias de éste. Sin embargo, este objetivo es
logrado a partir de una transición necesariamente política en la que el
proletariado toma el poder político de la sociedad para poder introducir los
cambios necesarios en el modo de producción. La utopía marxista es lograr
una sociedad en que ya no exista la explotación y en la que haya una
apropiación total de las fuerzas productivas y, por consiguiente, el desarrollo
de una totalidad de las capacidades de los seres humanos.

2.2.1 Revolución – Socialdemocracia – Reformismo


Ahora bien, a partir del acuerdo básico con relación a los antagonismos de la
sociedad capitalista y la explotación por parte de una clase dominante sobre la
clase trabajadora; se presentan diferencias entre las posturas marxistas con
relación a los métodos apropiados para alcanzar el poder del proletariado o
bien la mejora de sus condiciones de vida. En esta sección se revisan algunas
de las formas de acción política desarrolladas y diseñadas por diferentes
corrientes marxistas a partir de los postulados generales expuestos arriba.
Aunque hay un acuerdo básico sobre la forma de conceptualizar la sociedad en
estas posturas, las acciones concretas para lograr los objetivos de la clase
trabajadora y, más aun, cuáles deben ser los objetivos políticos de esta lucha
es lo que está en cuestión entre ellas.

Para esta revisión nos hemos centrado en algunos autores que han defendido
una postura u otra. Sin pretender en ningún momento agotar la discusión sobre

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El cambio social posible y deseable

los métodos de acción política que ofrece el marco de comprensión heredado


de Marx, esta discusión nos parece importante porque de estas posturas se
derivan ideas que se pueden asociar más adelante con las formas de
intervención que nos interesa estudiar.

Lenin (1917) a través de una enconada discusión con otros marxistas, expone
por qué la liberación de la clase oprimida es imposible sin una revolución
violenta. Para él, la tarea de la clase trabajadora es apoderarse del Estado para
desde allí plantear las reformas que darán, como resultado final, la abolición de
la propiedad privada y la muerte de la necesidad del Estado. Por tanto, una
toma del poder político por medio del partido de la clase trabajadora es
necesaria en un primer momento. Es necesaria la destrucción de la maquinaria
del poder del Estado y la dictadura del proletariado es lo único que permite la
destrucción del Estado como tal. Es esto lo que constituye el "acto" de tomar
posesión de los medios de producción para el bien de la sociedad. Esta
dictadura del proletariado debe estar en el poder durante todo el período de
transición entre el modo de producción capitalista y el comunismo en el que no
habrá una sociedad de clases. Esta dictadura del proletariado es la que
finalmente va a garantizar el advenimiento del comunismo, ya que es esta
clase la indicada para llevar a cabo esa tarea. Esta concepción de la acción
política está basada en el entendimiento del conflicto radical entre las clases en
el modo de producción capitalista. No se contempla que mediante acuerdos
entre las partes u una "resolución" pacífica sea posible llevar adelante esta
transición. Se parte de los intereses opuestos de estas clases y de la
resistencia que tendrá la clase burguesa para perder su poder político y su
control sobre las fuerzas productivas. Para esta postura, por tanto, cualquier
intento de armonía entre las clases es un falso acercamiento y una "trampa"
para que permanezca el modo de producción dominante.

Con un planteamiento distinto, Kautsky en La Dictadura del Proletariado (1917)


propone que con métodos no violentos se puede acceder a la utopía socialista.
Si el objetivo es acabar con la opresión del hombre por el hombre y la clase
trabajadora es quien debe lograr hacer el cambio político necesario para esto;
¿cómo es posible que se pretenda proponer una dictadura por parte de esta
propia clase social?. Kautsky argumenta que cuando Marx habló de "Dictadura
del proletariado" no se refería a una forma política que necesariamente se tenía
que implantar como forma de dominación de otros; sino más bien una forma en
la que los intereses de la clase trabajadora pudieran ser la guía para la acción

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Conocimientos, Agentes y Articulaciones

política. La incoherencia de la postura leninista para Kautsky reside en la


imposibilidad de que se promulgue una forma de opresión (como es la
dictadura) para acabar con la dominación por parte de la clase burguesa. Él
propone, en cambio, una revolución democrática y pacífica que se lleve a cabo
dentro de los parámetros de la democracia socialista. Sin embargo, para una
transformación pacífica es necesario la madurez de la clase revolucionaria y la
función del partido sería la de mantener la fuerza de unión de la clase
trabajadora mientras se llega a esta madurez. El proletariado aun en su
infancia no mostraba, según el análisis histórico que hacía Kautsky, una
iniciativa política que pudiera llevar a buen término un proyecto democrático y
pacífico para cambiar de modo de producción y de vida. Lenin, frente a este
planteamiento, se encuentra totalmente en contra, ya que el momento de la
revolución, dado su carácter de irrupción violenta en contra del orden de las
cosas, debe ser apresurado por el partido, más que retrasado.

Sin embargo, el planteamiento más alejado de la idea de la revolución violenta


leninista es el planteado por Bernstein (1909). Para este autor no es cierta la
premisa de que la clase obrera no pueda tener logros concretos en el interior
del sistema capitalista. A través de los movimientos sindicales, de las huelgas y
demás formas de presión de la clase trabajadora, se pueden lograr
reivindicaciones concretas que mejoren las condiciones de vida de las
personas explotadas. Esta posición propone que las propias conquistas que
obtiene el movimiento organizado son, de alguna manera, la forma de llegar a
un cambio de sistema posible; la revolución no sería un momento en la historia,
un quiebre entre un "antes" y un "después" del sistema capitalista. El logro de
la abolición de las relaciones de dominación propias de este modo de
producción sería a través de una evolución progresiva del sistema actual. “El
camino lo es todo, la meta no es nada” es una conocida frase de Bernstein que
indica esta posición frente a la acción política. La fuerza de los movimientos al
interior del propio sistema capitalista, en los que los logros de la clase obrera
van construyendo el camino hacia una sociedad distinta, es la fuerza política y
las acciones que se deben proponer para el cambio. En el análisis que hacen
Laclau y Mouffe (1985) de la postura reformista de Bernstein, afirman que en la
base de su planteamiento se encuentra la idea del progreso y de la
acumulación necesaria de cada una de las luchas que libra el proletariado. No
es que se haga una revolución de una vez por todas; sino que hay una
confianza en que las demandas del movimiento obrero que son justas y
progresivas, pueden lograr a la larga la transformación deseada.

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El cambio social posible y deseable

Las diferencias planteadas entre estas posturas resultan claras. Para la


posición revolucionaria (Lenin), es necesaria una irrupción violenta sobre el
sistema y una toma del Estado y el poder político por parte del proletariado
para declarar la abolición de la propiedad privada y construir un sistema
comunista. Dentro de la postura social demócrata aquí expuesta (Kautsky); es
necesaria la toma del poder político pero a través de medios democráticos, ya
que lógicamente la "nueva" clase política no puede comenzar la transición
hacia el comunismo sobre la base de otras formas de opresión; y, por último, el
reformismo (Bernstein), confiado en la acumulación de las reivindicaciones de
los movimientos obreros y la transición progresiva de la sociedad de clases a
un modo de producción sin dominación, propone la lucha a partir de la mejora
de las condiciones de vida de la clase trabajadora.

2.2.2 Espontaneidad de las masas o formación

Otro debate que nos ha interesado dentro del ámbito de las posturas marxistas
tiene que ver con cómo llevar a cabo la tarea política del proletariado como
clase social privilegiada para acceder a la transformación social. Aquí hemos
diferenciado esquemáticamente dos grandes líneas de ideas: 1) Aquellas que
se relacionan con el hecho que la clase obrera tiene dentro de sí el germen de
su papel histórico y que a través de las acciones espontáneas que emprenda
se hará el cambio social hacia nuevas formas de producción y de relaciones, y
2) Aquellas que proponen algún papel para entes distintos a la clase
trabajadora misma (como por ejemplo al partido comunista o a los/as
intelectuales) para liderar este movimiento.

En el primero de los casos, lo que se propone es que los movimientos de los/as


trabajadores/as son los que deben liderar los cambios necesarios para la
mejora de sus condiciones de vida. Las propias reivindicaciones que desde allí
se buscan serían el comienzo de esta escalada de cambios. Las
organizaciones sindicales, es decir, la clase trabajadora organizada en grupos
y redes de acción política, son las que deben adelantar estos cambios políticos.
Sólo desde el conocimiento de las clases dominadas se puede adelantar el
proyecto político que transformará la sociedad. Esta postura ha recibido
muchas críticas por parte de otras facciones de los movimientos con
inspiraciones marxistas. La crítica fundamental estriba en que dentro de la
postura esbozada no se presenta el cambio como movimiento consciente hacia
la transformación de los modos de producción vigentes, sino como pequeñas
transformaciones que finalmente, pueden mantener las cosas como estaban.

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Conocimientos, Agentes y Articulaciones

En estas críticas, se habla de la "necesidad de que las masas se conviertan en


clase" para poder llevar a cabo el cambio radical de la sociedad actual. El
hecho de que se conviertan en "clase" implica que este grupo adquiera la
conciencia de su lugar histórico, quiere decir que se sepa a sí mismo como
resultado de un modo de producción determinado y que a partir de esa
conciencia, emprenda una serie de acciones para el cambio. Estas acciones
naturalmente deben ser políticas (cambios radicales en el Estado, toma del
Estado, revolución...) para pasar luego a ser económicas. La clase obrera, ya
no lucharía por pequeñas reivindicaciones de salario, mejoras en los puestos
de trabajo, etc. sino por el cambio profundo de las estructuras que la dominan.

En la discusión de cómo se hace "clase" este grupo social tiene relevancia en


la discusión lo que se ha llamado el espontaneísmo de Rosa Luxemburg
(1906). Para esta autora, el asunto en discusión es precisamente en qué
consiste la unión de la clase obrera como tal, es decir, la formación de la clase
en cuanto ente político de cambio. Según esta autora, el advenimiento del
período revolucionario es inevitable: las características de la sociedad de
clases y las luchas que de ella se generan, hacen posible que se cree esta
clase que se sublevará en contra de las formas de explotación del modo de
producción capitalista. Lo espontáneo tiene que ver con la formación del propio
sujeto revolucionario a partir de la variedad de lugares que ocupan las
personas dentro de esa clase social. Esta autora propone la unidad inevitable
de la clase trabajadora; y que esta unidad se da en el terreno de lo simbólico,
debido al papel que esta clase juega en la historia. La llamada
"sobredeterminación simbólica" sería la forma de unificación de la clase obrera
como sujeto histórico de cambio. De esta manera se formaría un sujeto de
cambio unificado, cuyos diferentes elementos tienen en común "las cadenas
que tienen que perder". En esta propuesta es el devenir de la historia y de las
relaciones sociales que se han impuesto en el modo de producción capitalista y
sus efectos (la formación de una clase desposeída y la transformación de esta
clase en sujeto histórico) lo que sería el motor de las acciones políticas. La
acción necesaria proviene desde el mismo entramado del sistema y el
derrocamiento del sistema capitalista sería consecuencia de la acción de la
propia clase explotada que se ha creado.

El segundo grupo de posturas son aquellas que proponen la participación de


entes "extraños" a la clase obrera para lograr las metas del cambio social. A
pesar de lo analítico de la separación, nos será útil comprender cómo, en

30
El cambio social posible y deseable

algunos desarrollos marxistas, se propone la relación entre diferentes agentes


sociales con la "clase trabajadora". Kautsky y Lenin a pesar de no estar de
acuerdo, como ya hemos visto, en los métodos para llevar adelante el proyecto
de cambio social, se encuentran cerca en lo que se refiere al planteamiento de
que diferentes entes debe intervenir, de una manera u otra en el acontecer del
cambio social. Kautsky propone, a diferencia de los reformistas, que el
proletariado aun no se encuentra en una etapa adecuada para llevar adelante
el cambio y que, por lo tanto, es necesaria la participación de la intelligentsia en
la formulación del proyecto político que llevará a cabo esta clase social. Este
planteamiento se basa en dos puntos cruciales: por una parte, el grado de
consciencia de la clase trabajadora en su misión histórica hacia el cambio y,
por otra, la necesidad de actuar de manera unificada en estas acciones
políticas para poder lograr un impacto importante en la renovación del poder
político.

Con relación a la consciencia de la clase trabajadora, volvemos a lo tratado


arriba acerca de la formación del conjunto de los/as trabajadores/as en "clase",
conscientes de la situación estructural en la que viven. En la propuesta de
Kautsky la intelligentsia y en la de Lenin "el partido" debe promover el
pensamiento y la fuerza revolucionaria en las masas trabajadores (y también
campesinas en algunos casos). Las diferencias en cuanto a grados de
consciencia sobre las causas de la dominación y de la necesidad de
movilización de la clase obrera, pueden entorpecer los objetivos del cambio
tanto en su versión revolucionaria como en la democrática. Sin el liderazgo de
ciertos actores, las reivindicaciones, como las propuestas por el reformismo,
tenderían a mantener el estado de dominación de la clase trabajadora; y, más
aun, fomentarían un aumento del conformismo en este grupo dado la mejora
relativa de sus condiciones inmediatas de vida. Se necesita unir la fuerza de la
indignación de los/as trabajadores/as con respecto a sus condiciones de vida
con la explicación marxista de por qué se da esta situación, para proponer
desde allí un movimiento político radical. Lenin (1917) recalca la importancia
de tener conciencia de las contradicciones en las que se vive, para poder
buscar un cambio histórico: que sería el advenimiento del comunismo.

La segunda de estas cuestiones, la necesidad de la unión en la acción política,


remite a la organización y planificación del cambio social venidero. Son
necesarias, según Lenin, instituciones (como por ejemplo los soviets) para
asegurar la unidad de la lucha. Dado que a partir de movimientos aislados es

31
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

imposible hacerse del poder político para instaurar la dictadura del proletariado,
se hace completamente indispensable la injerencia del partido como generador
de lineamientos de acción y recopilador de información de los núcleos del
movimiento de masas, para poder organizar la acción política revolucionaria.
No se pueden dejar las acciones en manos del movimiento desordenado,
"espontáneo" de personas; ya que por las diferencias internas y los intereses
algo diferentes se debilitaría la lucha hacia la conquista del poder político. Es
necesario unir fuerzas, ya que el cambio del modo de producción de un país (e
incluso del mundo) no se puede hacer sino desde el control del Estado. Dentro
de la lógica planteada por Lenin es difícil salirse de la necesidad de una
dirección de los actos políticos y que esta dirección venga de los altos cargos
del partido comunista como fuente de inspiración y organización de la
revolución.
"Es evidente que el leninismo no intenta construir a través de la lucha una identidad
de masas no predeterminada por ninguna ley necesaria de la historia. Por el
contrario, sostiene que hay un 'para sí' de la clase al cual sólo tiene acceso la
vanguardia esclarecida – que, por tanto, tiene una actitud meramente pedagógica
respecto a la clase obrera." (Laclau y Mouffe, 1985/1987: 67).

Hemos visto, a partir de este ejercicio analítico, propuestas en la que a través


de la espontaneidad de las masas en el devenir de la historia se puede
emprender el cambio posible del comunismo y aquellas propuestas, también
diferentes entre sí en muchos sentido, que proponen alguna forma de
lineamientos generales necesarios para unificar esta acción.

2.2.3 Ideología – Hegemonía – Ciencia

El tema del concepto de ideología y su relación con el concepto de


hegemonía, además de su relación, por otro lado, con la ciencia es ciertamente
muy complejo. Mucho se ha dicho sobre este tema; desde que el término
ideología ya no debe ser usado porque a estas alturas no designa nada
(Bourdieu, 1991), hasta la importancia política de seguir incorporando dicho
concepto a los análisis que hacemos de las sociedades y sus relaciones de
dominación (Eagleton, 1994). La importancia de por lo menos esbozar algunas
de las discusiones que se tienen con relación a este debatido concepto tiene
que ver con el uso que de él se ha hecho en algunas ramas de la intervención
social que vamos a estudiar más adelante. La importancia que ha tenido la
noción de ideología (sobre todo el uso que se hace de este concepto en la

32
El cambio social posible y deseable

tradición marxista) y algunas concepciones que giran en torno a ella dentro de


las ciencias sociales no se puede desmerecer.
"'Ideología' puede designar cualquier cosa entre una actitud contemplativa que no
reconoce su dependencia con relación a la realidad social hasta una serie de
creencias que orientan la acción; desde el medio indispensable en el que los
individuos viven sus relaciones con una estructura social a ideas falsas que
legitiman un poder político dominante" (Zizek, 1994/1995: 4)

En este fragmento se expresa la gran cantidad de significados que se pueden


asociar a la palabra ideología actualmente. Su uso frecuente por parte de
diferentes agentes y teorizaciones hace difícil el papel de recomposición y
análisis. En este caso, nos centraremos en intentar hacer redes de ideas que
diferencien esta noción de la de hegemonía y la de ciencia, para estudiar más
adelante, las consecuencias de estas conceptualizaciones.

En nuestro ejercicio comenzaremos con las concepciones más difundidas en el


ámbito marxista. Como hemos dicho anteriormente, la noción de ideología más
difundida en la tradición marxista tiene que ver con varias características: 1)
Que las condiciones de vida de las personas (el modo en que están imbuidas
en la producción) tienen un rol primario en la formulación de los contenidos de
conciencia en un momento histórico dado; 2) Que dentro de estas formas de
conciencia no se reflejan las contradicciones propias de la condición de
explotación del proletariado. Más aun, son expresión de los intereses de la
clase dominante para mantenerse en esa posición; y 3) Que las doctrinas
teóricas y las actividades que constituyen la ideología pueden ser explicadas a
través de, y deben ser remplazadas por, el estudio científico de la sociedad y
de la historia ya que pueden ser mostradas como un producto de
circunstancias históricas y sociales particulares.

Ahora bien, bajo estas premisas se comienza el estudio de lo que son los
contenidos ideológicos de conciencia y cómo funcionan en la sociedad. La
posición más ortodoxa sostiene que la infraestructura o el modo de producción
es constituyente de cada una de las clases que se produce en el sistema
capitalista. En esta relación fundamental es necesaria la perpetuación de las
formas de explotación por las cuales la clase dominante extrae ganancia de la
fuerza de los/las trabajadores/as. Dado que esta clase es la que domina
igualmente los medios para difundir sus propios valores, religión y formas de
pensar; ejerce también dicha dominación sobre los contenidos de conciencia
en la sociedad. Por lo tanto, lo que representa la contradicción principal de la
sociedad, basada en la explotación de unos/as por otros/as a partir de la

33
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

propiedad de los medios de producción es un producto histórico susceptible de


cambio, pero es visto por la mayoría de las personas como algo "natural" y
heredado, sobre lo cual no se puede hacer nada. A través del estudio científico
racional acerca de las verdaderas causas de la explotación de la clase obrera y
de la relación de la clase dominante con los valores e ideologías que circulan
en un momento dado, es posible discernir qué es lo que "está oculto", develar
aquello que no se quiere presentar para evitar la transformación social. Uno de
los mayores representante de lo que ha sido llamado el estudio científico de la
ideología es Althusser. Con el término Aparatos Ideológicos del Estado
inauguró una explicación acerca de cómo se reproduce la sociedad
incorporando explícitamente a las instituciones más extendidas de la sociedad
actual, como son la familia, la cultura, la religión, los aparatos legales, la
política y la educación. En todos estos ámbitos, los intereses de la clase
dominante son transmitidos a través de contenidos que tienen la apariencia de
ser de interés general. Los valores, las formas de desenvolverse, los principios
básicos de la sociedad de clase son transmitidos en todos los niveles de la
sociedad para lograr un consenso. Esto produce un cerco que impide ver las
condiciones 'reales' de explotación en la que se está inmerso. Haciendo una
extrapolación a la psicología social, podría decirse que la forma en que la clase
dominante logra introducir los contenidos ideológicos es a través de la
socialización de las personas en los diferentes ámbitos e instituciones en las
que transcurre su vida. Así, tanto en la escuela, como en el trabajo o a través
de la televisión, estamos imbuidos/as en un constante bombardeo de
contenidos y símbolos sociales que permiten la reproducción de la sociedad.

La ideología, según Althusser, consiste en ocultar las relaciones de dominación


del sistema. Para él, el mecanismo de la ideología es ahistórico (es decir, está
presente en diferentes modos de producción) aunque los valores que se
transmiten actualmente, que ocultan las contradicciones del sistema capitalista,
son propios del contexto histórico actual. Este autor también es quien hace una
diferenciación marcada entre ideología y ciencia. En La Revolución Teórica de
Marx (1965), Althusser hace una análisis exhaustivo de los aportes teóricos de
Marx a través de las distintas épocas de su vida e intenta "acabar con la labor"
de plantear un sistema coherente para la ciencia marxista. En la distinción
entre ideología y ciencia, se observa una confianza en la capacidad del
conocimiento científico, basado en la reflexión racional de las relaciones entre
conceptos y formas de explicar la sociedad, para develar los contenidos
ideológicos presentes en la sociedad y descubrir las formas "reales" de

34
El cambio social posible y deseable

relaciones de producción que son ocultadas por la ideología dominante. Es


necesario el método racionalista para poder ir más allá de lo que se presenta a
simple vista como los contenidos más comunes para nosotros/as en la vida
cotidiana, y descubrir las relaciones de dominación que subyacen a este estado
de cosas. Para Althusser, a pesar del hecho de que todos los rincones de
nuestra vida cotidiana están permeados de contenidos ideológicos, a través del
ejercicio científico reflexivo y tomando las herramientas de la teoría marxista,
se puede desarrollar la tarea de desenmascarar los contenidos ideológicos
para que la sociedad desarrolle una conciencia de sí. Los/as científicos/as,
como categoría social determinada, serían los/as encargados/as de llevar
adelante esta importante tarea:
“Por una parte la ideología “espontánea” del movimiento obrero no podía producir
por sí misma sino el socialismo utópico, el sindicalismo, el anarquismo y el
anarcosindicalismo; por otra parte, el socialismo marxista, que supone el gigantesco
trabajo teórico de la instauración y desarrollo de una ciencia y de una filosofía sin
precedentes, no podía ser realizado sino por hombres que poseyeran una profunda
formación histórica, científica, filosófica, intelectuales de un valor muy grande”
(Althusser, 1965: 16).

Esta postura ha sido ampliamente criticada por otros sectores no tan


"confiados" en la neutralidad científica. Por ejemplo, Ibáñez (1996) argumenta
que en la postura marxista, la pertenencia a un exo-grupo es la única manera
en la que se puede declarar que alguien se encuentra en un error y
denunciarlo/la como inmerso dentro del mundo ilusorio de la ideología; y por
tanto, alguien puede percibir la ideología de las demás personas más no la de
sí mismo/a. Este autor duda acerca de la idea de la tradición marxista de que
se podría trascender a las posiciones particulares a través de la objetividad de
la ciencia; ya que, a su entender, es poco probable que exista un meta-nivel a
partir del cual se pueda trascender la ideología y considerarla en su relación a
la verdad objetiva (no ideológica).

Podríamos decir, a modo general que en el debate entre ideología y ciencia


están, por un lado, las posturas más cercanas al antagonismo entre ellas, como
por ejemplo la representada por Althusser, en las cuales el combate a los
efectos ideológicos propios de la sociedad de clases se puede hacer a través
del uso de las herramientas científicas; y, por otro, las posturas en las cuales
es imposible llegar a desenmascarar los contenidos ideológicos desde el
conocimiento científico, ya que este propio ámbito estaría imbuido dentro del
mundo de la ideología; o más aun, es un nivel en el que se producen

35
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

cantidades de contenidos de "conciencia" que legitimen el orden de los grupos


dominantes de la sociedad (Eagleton, 1994; Ibáñez, 1996).

Sin embargo, como ya sabemos, el debate sobre la ideología no se limita sólo


a cómo se relaciona con la ciencia. En el concepto mismo y sus formas de
funcionamiento también hay otros debates vigentes.

El concepto de ideología ha sido criticado por el determinismo que implica la


formación económica para explicar el origen de las formulaciones ideológicas y
también por la concepción de sujeto que sugiere: como "atrapado" en estos
contenidos unívocos de conciencia. Estas críticas intentan hacer un movimiento
teórico hacia la indeterminación de estos significados; lo cual permitiría una
visión más compleja de los contenidos simbólicos a lo que estamos expuestos
cada día.
"La ideología ya no es concebida como un mecanismo homogéneo que garantiza la
reproducción social, como el 'cemento' de la sociedad; se convierte en un familiar
wittgensteiniano de procedimientos conectados vagamente y heterogéneos cuyo
alcance es estrictamente localizado." (Zizek, 1994/1995: 14)

Posturas cercanas a la explicada aquí por Zizek son defendidas por teóricos
(Thompson, 1990; Ibáñez, 1996) que buscan incorporar las recientes
formulaciones propuestas sobre el carácter performativo del lenguaje y
mantener, sin embargo, el concepto de ideología como poderosa herramienta
crítica hacia el mantenimiento de relaciones de dominación en la sociedad.
Para Thompson
“El concepto de ideología puede ser usado para referirse a la manera en que los
significados sirven, en circunstancias particulares, para establecer y sostener
relaciones de poder que son sistemáticamente asimétricas. ... Entonces, el estudio
de la ideología requiere que investiguemos las maneras en que son creados los
significados y expresados en diversos tipos de formas simbólicas.” (Thompson,
1990: 7).

Otro movimiento teórico es el que hacen autores como Fairclough utilizando el


concepto de hegemonía que toman de Gramsci.
“La hegemonía es el poder sobre la sociedad como un todo de una de las clases
fundamentales definida económicamente en alianza con otras fuerzas sociales, pero
nunca es tomada en cuenta más que parcialmente y temporalmente, como un
‘equilibrio inestable’. La hegemonía se trata de construir alianzas e integrar más que
simplemente dominar a las clases subordinadas, a través de concesiones o
estrategias ideológicas para ganar su consentimiento.” (Fairclough, 1992: 92).

36
El cambio social posible y deseable

Aquí el movimiento consiste en deslindar los contenidos de conciencia de la


definición de clases sociales. Se busca evitar el determinismo de proponer que
los elementos ideológicos están articulados a clases sociales específicas, e
incluso que estas clases sociales sean bloques contrapuestos como sostiene la
propuesta marxista ortodoxa.
"Ni los sujetos políticos son para Gramsci clases – en el sentido estricto del término
- sino 'voluntades colectivas' complejas; ni los elementos ideológicos articulados por
la clase hegemónica tienen una pertenencia de clase necesaria. Respecto al primer
punto la posición de Gramsci es clara: La voluntad colectiva resulta de la articulación
político ideológica de fuerzas históricas dispersas y fragmentadas." (Laclau y
Mouffe, 1985/1987: 78)

En la reconceptualización que hacen Laclau y Mouffe (1985) del concepto de


hegemonía, éste se refiere a los contenidos que pueden liderar movimientos
sociales concretos y que pueden englobar diferentes actores sociales hacia un
fin común. Estos contenidos no están necesariamente ligados a ninguna clase
social particular (explícitamente estos autores critican la noción de clase
social), sino que provienen de diferentes posiciones de sujeto que se articulan
y, en esta articulación, se fijan los significados hegemónicos como antagónicos
a otras formaciones sociales y discursivas. El concepto de bloque histórico,
también propuesto por Gramsci (1971) y utilizado por estos autores, se refiere
al grupo de alianzas inestables que se formulan en un determinado momento y
que lideran un movimiento hegemónico de transformación. Para Laclau y
Mouffe, el movimiento teórico que permite el concepto de hegemonía y el de
bloque histórico es el anclaje a partir del cual las luchas sociales
contemporáneas pueden ser pensadas en su especificidad. Permite pensar en
principios articulatorios básicos en la unidad de un bloque histórico, hacia una
radicalización de la democracia en términos contemporáneos.

La comparación entre el concepto de ideología y los movimientos teóricos que


se han hecho para pensar en otras formas de comprender las formas de
reproducción social, como por ejemplo, las reconceptualizaciones del concepto
de hegemonía, muestran de cierto modo la crisis a la que se ha enfrentado el
modelo clásico marxista en la actualidad. La incorporación de los aportes del
"giro lingüístico", la apreciación de la no transparencia de lo social para la
mirada del analista, la crítica a la noción de verdad, la complejidad de las
luchas de los movimientos sociales contemporáneos (feminismos, ecologismo,
minorías étnicas, movimientos homosexuales, entre otros) y la poca confianza
en la neutralidad de la ciencia como esclarecedora de los "falsos" contenidos

37
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

de conciencia han obligado a los pensamientos contemporáneos a alejarse de


la visión más tradicional de la ideología como cemento social y de la ciencia
como posible herramienta para desenmascarar los efectos ideológicos de los
contenidos de conciencia que circulan en un momento dado.

Sin embargo, en estos desarrollos se nota la intención política de mantener de


una forma u otra la capacidad de crítica hacia los sistemas simbólicos que se
relacionan con prácticas sociales de dominación. Éstas se hacen visibles a
través de los movimientos sociales que las denuncian y que se comprometen
en una lucha política en contra de formas específicas de dominación. Sigue la
cuestión abierta acerca de hasta dónde se puede desechar la noción de
ideología en las posiciones críticas contemporáneas y hasta dónde puede
llegar su transformación, a través del concepto de hegemonía o de cualquier
otro movimiento político o académico. La cuestión para nosotros/as será
estudiar más adelante, cómo estas ideas han influido en las teorizaciones y
prácticas de la intervención social y qué consecuencias pueden tener estas
formulaciones en ese ámbito.

2.3 La sociedad como sistema de dominación y autoridad


A continuación presentaremos algunos aportes anarquistas como parte de
nuestro ejercicio de buscar las ideas que se han desarrollado para explicar la
sociedad y el cambio social. Los planteamientos anarquistas, aunque han sido
dejados de lado en los desarrollos más contemporáneas que explican lo social,
presentan reflexiones interesantes acerca de cómo entender la sociedad y;
sobre todo, planteamientos con relación a cómo promover un cambio social y
hacia qué dirección (Horowitz, 1975; Woodcock, 1973). Para la siguiente
presentación nos centraremos más que todo en las ideas desarrolladas en este
ámbito y no tanto sobre las características de los movimientos que surgieron a
partir de las ideas de los autores anarquistas. Para seguir el hilo de la reflexión
planteada, veremos las principales coincidencias y diferencias de las posturas
anarquistas entre sí; para luego, hacer una comparación de estas ideas con las
posturas estudiadas anteriormente.

2.3.1 La crítica a la sociedad


La principal coincidencia de las diferentes posturas anarquistas estudiadas
tiene que ver con el diagnóstico de la sociedad: En estas posturas, la sociedad
capitalista está basada en una serie de relaciones de explotación. La propiedad

38
El cambio social posible y deseable

privada, la familia y el Estado son producto de relaciones injustas y perpetúan


ese tipo de relaciones (Déjacque, 1858).

Proudhon, a través de la famosa frase "¿Qué es la propiedad? La propiedad es


un robo." (Proudhon, 1840/1974: 74), hace una fuerte crítica a la forma de
explotación que implica la propiedad privada en el sistema capitalista. Según
este autor, en la manera que está organizada la sociedad, quienes poseen los
medios de producción reciben los beneficios del trabajo de la 'fuerza colectiva'.
Con el salario que se le paga a cada uno/a de los/as trabajadores/as por su
fuerza de trabajo, no se paga ese plus de producción que representa el trabajo
en conjunto. Esta es la ganancia que se produce para el/la propietario/a. El/la
propietario/a, a través de su ganancia, 'roba' a los/as trabajadores/as el
producto de su trabajo. El razonamiento que hace Proudhon que da la base a
esta perspectiva, es que "todo trabajo humano, necesariamente resulta de una
fuerza colectiva; convierte toda la propiedad, por esa misma razón, en colectiva
e indivisa: en términos concretos, el trabajo destruye la propiedad" (Proudhon,
1840/1974: 78). La sociedad, por lo tanto, está estructurada bajo un modelo
incorrecto, ya que la propiedad tanto de los medios de producción como del
producto de la 'fuerza colectiva' está en manos de la clase explotadora. En la
sociedad actual, el trabajo crea la propiedad. Y la propiedad está en manos de
unos/as pocos/as y no en manos de los/as trabajadores/as.

Woodcock, cuando explica la postura de Proudhon, afirma que "el hombre que
trabaja tiene derecho absoluto sobre aquello que produce, pero no sobre los
medios de producción. El derecho a los productos es exclusivo; el derecho a
los medios es común" (Woodcock, 1973/1979:108). Esta es la propuesta de
Proudhon con relación a la distribución de la propiedad. Quien trabaja tiene
derecho a su producto y los medios por los cuales se puede acceder a ese
producto deben ser de propiedad y administración común.

Bajo el modelo anarquista la propiedad privada es una de las causas


fundamentales de la explotación de los seres humanos entre sí. La persona
que ofrece su fuerza de trabajo, aunque tiene el derecho de cambiar de patrón
o de no vender esta fuerza, no tiene los medios económicos para oponerse al
sistema de explotación. Todo esto se da en un sistema social donde existen
clases privilegiadas: aquellas que poseen tierras, capital y/o educación
burguesa. La transacción entre quienes pertenecen a estas clases y quienes
son trabajadores/as no es una transacción libre; ya que estos/as últimos/as

39
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

deben entrar en la oferta de fuerza de trabajo para poder sobrevivir (Bakunin,


1871).

Entre los autores estudiados, es Bakunin quien hace notar el problema de la


herencia en la perpetuación del sistema de explotación entre propietarios/as y
trabajadores/as. La herencia, como sistema de obtención de riqueza por medio
de la sangre; permite que ciertos grupos de personas adquieran propiedades y
otras no y que, de esta manera, se renueva el ciclo de explotación. A partir de
aquí se deduce que para la emancipación integral del trabajo y de los/as
trabajadores/as es necesaria la abolición de la herencia, de modo que en el
futuro aquello que disfrute cada uno/a sea igual a lo que produzca.

Al hacer este análisis de la sociedad se pone el punto de mira de los


movimientos anarquistas sobre todo en la clase trabajadora y, en la versión de
Proudhon, por ejemplo, también en algunos sectores del campesinado, e
incluso en aquellas personas que están fuera de los sistemas de producción. El
descontento de estas personas insatisfechas con el orden del sistema, es el
clamor que los/as anarquistas quieren retomar para un cambio social radical.
En este diagnóstico hecho por los/as autores/as anarquistas está también el
papel del Estado. Éste consiste, bajo las perspectivas anarquistas,
exclusivamente en regular y garantizar la mutua explotación. El Estado permite,
regula y mantiene el sistema de propiedad propio del sistema de dominación
capitalista; por esta razón se presenta como una fuerza que, aunque esté
regida por el sufragio universal, reproduce las formas de explotación de la
mayoría por parte de una minoría dominante. Cualquier forma de gobierno,
dentro de las diferentes versiones anarquistas, representa un problema dado
que limita y coarta las libertades individuales y/o de los colectivos que deberían
poder tomar decisiones acerca de cómo encarar el trabajo y las relaciones de
convivencia por sí mismos.

El Estado se presenta como una desviación reguladora de la actividad de los


seres humanos, como un producto histórico que ha venido a regular la
actividad humana bajo unas normas que sólo benefician a una minoría. Si los
seres humanos pudiesen autoregular su actividad a través de la autogestión
(Proudhon), las cooperativas (Kropotkin) o simplemente bajo el egoísmo
individual (Stirner), las normas por las cuales se funcionaría provendrían del
propio grupo o de la lucha de intereses de los individuos. El hecho de que las
normas provengan de las estructuras que preceden a los individuos y no de las

40
El cambio social posible y deseable

decisiones tomadas en el seno de sus relaciones actuales es un problema que


sólo puede ser abordado por una revolución social.
"Rechazamos toda legislación y autoridad privilegiada, diplomada, oficial y legal,
aunque provenga del sufragio universal, convencidos de que sólo puede
desembocar en beneficio de una minoría dominante y explotadora, frente a los
intereses de la gran mayoría esclavizada. En este sentido es en el que somos
realmente anarquistas" (Bakunin, 1871/1978: 324).

2.3.2 Las direcciones del cambio social

Después de este resumido diagnóstico de la sociedad vista desde el prisma de


algunas tradiciones anarquistas; lógicamente encontramos las propuestas de
estos autores relacionadas con las maneras de cambiar esta realidad y hacia
dónde dirigir este cambio. El anarquismo, según Woodcock sería
"Un sistema de pensamiento social que apunta a cambios fundamentales en la
estructura de la sociedad y particularmente – pues éste es el común elemento que
une a todas sus formas – a la sustitución del Estado autoritario por alguna forma de
cooperación no gubernamental entre individuos libres" (Woodcock, 1973/1979:15).

Según Woodcock (1973), ésta sería la característica principal que destaca de


las propuestas anarquistas: el énfasis en el cambio necesario de las
estructuras dominantes de la sociedad, en particular del Estado como principal
órgano político que reproduce las relaciones de dominación en la que viven las
personas y la confianza en las diferentes formas de auto organización fuera de
la autocracia que representa el Estado. La clase dominante, por razones
obvias, no quiere realizar la transformación social requerida por los
planteamientos anarquistas; mientras que las clases explotadas sí desean el
cambio; por esto, es necesaria una acción revolucionaria desde las bases de la
clase trabajadora. El cambio social se traduce en la abolición de la explotación
de los seres humanos entre sí y de la abolición del Estado. "La igualdad política
sólo puede basarse sobre la igualdad económica y social. Y la justicia es
precisamente la realización de la libertad a través de dicha igualdad." (Bakunin
1871/1978: 185).

La forma en la que se puede lograr este cambio es una cuestión en la que sí se


distinguen las diferentes propuestas anarquistas. Por un lado, algunos de los
autores (como Bakunin o Déjacque, por ejemplo) encuentran imposible una
acción revolucionaria pacífica y necesaria una revolución social con todos los
medios disponibles para ello, incluida la violencia, dado que el Estado y todas
las instituciones del orden burgués utilizan la violencia para mantener el estado

41
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

de las cosas. "Vosotros tenéis la bayoneta y el código penal, el catecismo y la


guillotina; nosotros tenemos la barricada, la utopía, el sarcasmo y la bomba"
(Déjacque, 1858/1990: 14). Por otro lado, otros autores asumen que la
aplicación de métodos violentos para lograr el cambio social representa el uso
de la autoridad y la fuerza dentro de un movimiento que justamente rechaza, en
sus principios fundamentales, estas formas de relación entre los seres
humanos. "Godwin figura con Tolstoy, y en cierta medida con Proudhon, entre
aquellos que colocan la persuasión moral y la resistencia pasiva por encima de
la resistencia violenta y activa." (Woodcock, 1973/1979: 76)

La dirección del cambio social, también es una de las cuestiones debatidas


dentro de los ámbitos anarquistas. Aunque hay un acuerdo fundamental acerca
de la abolición de la propiedad privada y del Estado; las descripciones de las
'utopías' anarquistas o formas de organización tienen diferencias entre sí tanto
en su nivel de concreción, como en los sistemas de relaciones propuestas.
Proudhon propone en el ámbito de la producción la autogestión obrera.
Consiste en que los/as trabajadores/as gestionan ellos/as mismos/as – y no
los/as propietarios/as, administradores/as, ni el Estado – los medios de
producción de propiedad común y también la repartición de la producción. La
idea es mantener a escala local el núcleo de las decisiones y a escala
individual el producto de la fuerza de trabajo. A este sistema se le llama
'colectivismo', porque subraya la importancia de la propiedad y el trabajo
colectivo para el soporte de la sociedad. Godwin, por su parte, propone abolir
el comercio e instaurar sistemas de almacenes abiertos en los que cada cual
tome para sí lo que necesita para alimentarse y alimentar a su familia. Esta
propuesta está basada en la estricta confianza en que, una vez destruidos los
poderes de explotación instaurados en el sistema capitalista, las personas en
comunidad compartirán la riqueza de manera justa.

Con relación al ámbito político, tanto Proudhon como Bakunin abogan por un
sistema descentralizado y federativo de organización en el que se pueda dar la
auto organización local. Una federación agrícola – industrial es la propuesta
final de Proudhon para la organización de la sociedad; en la que, como su
nombre lo indica, participan tanto las clases obreras de las ciudades como
los/as campesinos/as y personas que trabajan la tierra. Todo esto en un
sistema de autogobiernos locales que pueden articularse desde su
particularidad. Para Bakunin, cualquier autoridad centralizada implica una
imposición desde centros de poderes concretos y por tanto, no representa el

42
El cambio social posible y deseable

ideal anarquista de la "ausencia de gobierno". A través del Federalismo y no de


un Estado autocrático y autoritario es que se puede hablar de libertad, igualdad
y revolución.

Por otro lado, el diseño de la utopía anarquista de Déjacque no concreta en los


medios específicos para el cambio social o la convivencia a partir de las
'herencias' del sistema capitalista como lo hacen Bakunin, Proudhon o
Kropotkin; sino que presenta un sistema llamado el Humanisferio que describe
una comunidad que se caracteriza por la ausencia de todo gobierno y de toda
autoridad, la propiedad común de todos los bienes y la supresión de la familia
(Déjacque, 1858/1990: XV). En el Humanisferio los seres humanos, sin
ataduras de ningún tipo, trabajan y conviven.

El sistema más contrario a los descritos anteriormente podría ser el propuesto


por Stirner (citado en Woodcock, 1973), quien propone el egoísmo como forma
de relación privilegiada en la utopía que demarca. "En el mundo de Stirner no
existirían amos ni esclavos, sino sólo egoístas y el mismo hecho de la retirada
de cada hombre a su individualidad impediría el conflicto antes de agravarlo."
(Woodcock, 1973/1979: 97).

En resumen, el ideal anarquista consiste principalmente en la abolición de la


propiedad privada y del Estado como formas de explotación de las mayorías
por parte de una minoría dominante. El cambio social, violento o no, proviene
del descontento de las masas con ese estado de cosas y la sociedad ideal,
aquella a la que se llega después del movimiento de revolución social, es una
sociedad en la que las relaciones entre las personas se regulan a través de sus
propias formas de auto organización, bien sea en cooperativas de trabajo o en
negociaciones entre individuos libres de la autoridad que implica la
organización centralizada y dirigida por las fuerzas poderosas.

2.3.3 Comparación con el sistema social

Aunque aparentemente el anarquismo y el funcionalismo no tienen relación


entre sí, ciertos autores afirman que hay elementos en común entre estas
posiciones, como por ejemplo la confianza en la responsabilidad individual y la
propia conciencia como el más alto poder político (Hoselitz, 1953/1978: 11).
La libertad individual, que termina donde comienza la libertad del otro,
propuesta bajo la versión de Stirner y su mundo de egoístas, es la idea que
más se acerca a la reivindicación de la individualidad dentro del sistema social
propuesto por el funcionalismo. Sin embargo, también en las versiones de otros

43
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

autores la elección individual como valor de la libertad de la persona tiene un


peso importante en la construcción de la utopía anarquista (Godwin c/p
Woodcock, 1973).

También la auto regulación de la sociedad por leyes distintas al Estado,


propuesta por las ideas anarquistas se puede relacionar con las formas de auto
regulación que se describe en la versión funcionalista de la sociedad: La
sociedad como conjunto de instituciones que se relacionan funcionalmente en
un equilibrio homeostático no necesita al Estado como institución centralizada
que controla y rige las relaciones sociales; ya que éstas se regulan
mutuamente. Incluso la tendencia federalista, confiada en los gobiernos locales
podría ser un proyecto político que compartan ambas perspectivas. Una
sociedad sin Estado y basada en el equilibrio de las personas entre sí y la
regulación de sus relaciones por parte de ellas mismas; se podría establecer
como un ideal tanto del anarquismo como de la visión de la sociedad como
sistema social.

Sin embargo, hay profundas diferencias entre las posturas funcionalistas y las
anarquistas: el descontento de estas últimas con relación a la estructura de la
sociedad de clases y la denuncia de las relaciones de explotación en el sistema
capitalista no se encuentra presente en la sociedad descrita como sistema
social. Tampoco se encuentra la necesidad de cambios radicales en esta
estructura mediante la revolución social. La denuncia de la propiedad privada
como una de las principales formas de explotación no puede ser sostenida
desde el funcionalismo ya que según éste, la imbricación de los recursos tiene
que ver con cómo pueden ser éstos funcionales para los individuos y grupos de
la sociedad. Aunque quizás algunas utopías de anarquistas se parezcan a la
sociedad descrita por el funcionalismo; es claro, que esa utopía se mantiene en
el terreno de lo posible y lo deseable, y que es necesaria alguna acción
colectiva para llegar a ella. La libertad y la igualdad propuesta no ha sido aun
alcanzada en la sociedad actual; por esto es importante el cambio social.

2.3.4 Comparación con el socialismo

Ahora bien, el movimiento anarquista se ha comparado frecuentemente con las


diferentes versiones de socialismo. Las ideas sobre cómo está estructurada la
sociedad y la necesidad da cambiarla coinciden más con el modelo planteado
por el marxismo que con el funcionalismo. Las ideas de la sociedad dividida en
clases, la explotación de la clase trabajadora que debe vender su fuerza de

44
El cambio social posible y deseable

trabajo y la dominación de los/as propietarios/as de los medios de producción


son elementos en los que se asemejan ambas posturas. La necesidad de un
cambio brusco de estas estructuras hacia una sociedad que elimine estas
diferencias y el papel del movimiento obrero (sobre todo en sus vertientes de
anarquismo comunista y anarco sindicalismo) son también elementos
comunes. Sin embargo, algunos de los modelos anarquistas toman en cuenta
también actores sociales diferentes a las clases sociales propuestas por el
socialismo.

Una de las grandes diferencias entre estas posturas consiste en la actitud con
relación al papel del Estado en la sociedad post revolución. Para Marx y Engels
(1848) la dictadura del proletariado sería una etapa de transición hacia una
sociedad sin clases, es decir, hacia el comunismo. La toma del Estado por
parte del proletariado para socializar los medios de producción es un paso
necesario en el proceso de construcción de la sociedad futura. El tipo de
gobierno planteado para ese período bien la dictadura (Lenin) o la democracia
(Kautsky) es cuestión de discusión entre las posturas marxistas. Los autores
anarquistas, en cambio, niegan cualquier papel al Estado en la formación de la
utopía anarquista. La organización local y la autogestión en los puestos de
trabajo son las ideas propuestas por ellos, en contra de la apelación al Estado
como centro de organización y planificación nacional. Marx promovía la acción
política de los/as trabajadores/as y planeaba conquistar el Estado; Bakunin se
oponía a la acción política en estos términos y trataba de destruir el Estado
(Bakunin, 1871).
"Las batallas más enconadas entre anarquistas y marxistas se libraron por la
cuestión de si los partidos políticos obreros, que deseaban la conquista de la
máquina estatal, podían crear una sociedad igualitaria. Todos los anarquistas se han
negado a la acción política. Han declarado que no hay que apoderarse del Estado,
sino abolirlo." (Woodcock, 1973/1979: 31).

Con el poder del Estado en la versión socialista de la revolución, la propiedad


quedaría nacionalizada y sería del Estado. En el pensamiento anarquista, esta
transformación se califica de reformista; ya que mantiene la idea de Estado
protector, dueño y controlador de las incitativas individuales. Según Proudhon
(1840), la alternativa anarquista resulta más apropiada a la transformación
radical de la sociedad ya que plantea la propiedad colectiva: el control obrero
de la producción y de los medios de producción a través de la autogestión. La
comuna, dice Kropotkin (1920), es una asociación voluntaria que une todos los
intereses sociales, representados por los grupos de individuos directamente

45
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

afectados por ellos. Mediante la unión con otras comunas se produce una red
de cooperación que sustituye al Estado. En cartas enviadas a Lenin después
de la revolución de Octubre, Kropotkin apunta sobre la dificultad de crear una
nueva sociedad bajo la autoridad centralizada que representaban los soviets.
Para él, era necesario recuperar los poderes locales de las cooperativas y
organizaciones de trabajadores/as para poder llevar a cabo esta tarea
(Kropotkin, 1920). El sistema salarial, en cualquiera de sus formas, aunque sea
administrado por Bancas del Pueblo o por asociaciones obreras mediante
cheques de trabajo, es meramente otra forma de coerción. En una sociedad
voluntaria no hay lugar para el salario (Woodcock, 1973/1979:188).

Los anarquistas no sólo rechazan el tipo de acción política propuesta por los
adeptos al comunismo; sino que también están en contra de las formas
reformistas de socialismo (Bernstein); ya que, según ellos, éstas mantienen la
situación de opresión estructural dentro del sistema capitalista. Al igual que
ciertas versiones revolucionarias del marxismo, el anarquismo aboga por un
cambio radical de las relaciones sociales, hacia la promoción de la igualdad y
libertad de las personas, a través de la abolición de la propiedad privada como
medida necesaria para crear una nueva sociedad.

Según Colletti (1982) una de las diferencias importantes entre estas dos
posturas es que el anarquismo, en la mayoría de sus versiones, alude a la
necesidad de la espontaneidad natural de las masas y de las relaciones en el
orden natural. La confianza en la bondad del ser humano es crucial dentro de
este movimiento; para ellos, el Estado y las formas de organización actuales
han corrompido el espíritu igualitario y solidario de las personas. Por lo tanto,
una vez destituida esta forma de sociedad se puede volver a un estado de
convivencia igualitaria. Por su parte, las posturas marxistas tienden más a
proponer la salida definitiva del ser humano del entorno natural para crear un
'nuevo orden' que será un producto histórico, una voluntad organizada que
quiere trazar el camino del comunismo. Aunque hay autores/as marxistas que
'confían' en la propia evolución de la sociedad hacia un mundo sin clases
(como por ejemplo, Luxemburg o Bernstein); la importancia del movimiento
universal, organizado y planificado conscientemente es uno de los puntos más
frecuentes en las posturas marxistas. La necesidad de una dirección concreta
del cambio, una planificación y una acción conjunta es lo que, finalmente, hace
tan necesaria la acción del Estado como regulador de la transición entre la
sociedad capitalista y la comunista. La creación de los soviets controlados

46
El cambio social posible y deseable

desde el centro del Estado en el régimen leninista, criticado por Kropotkin


(1920), es la máxima expresión de esta postura.

La importancia de la planificación de este cambio en las corrientes marxistas


hace que el estudio sobre la sociedad y el conocimiento que se pueda producir
para describirla en su carácter histórico cobra gran importancia para la
posibilidad de racionalización del cambio social. La posibilidad del cambio
surge a partir del conocimiento de las estructuras de opresión presentes en la
sociedad, de la transmisión de este conocimiento a las masas de trabajadores,
de la acción colectiva por parte de éstas y de una dirección general que
controle los destinos de la revolución. El anarquismo, por el contrario, confía en
la auto regulación de los grupos pequeños y no pone tanto énfasis en el
conocimiento que se pueda crear de la sociedad (salvo en algunos casos la
importancia de la educación moral – Godwin); sino en las maneras en las que
se pueden lograr estas formas de asociación y cómo, desde allí, derrocar el
sistema capitalista, tanto en la propiedad de los medios de producción como en
el papel regulador del Estado. La esperanza marxista en que el conocimiento
puede guiar la acción se transforma en el anarquismo en la confianza en la
acción misma para la revolución social.
"El culto anarquista por lo natural, lo espontáneo, lo individual le enfrenta a cualquier
estructura, altamente organizada, de la moderna sociedad industrial y estatal, que el
marxista considera como el preludio de su propia utopía." (Woodcock, 1973/1979:
27)

En resumen, las semejanzas entre las posturas marxistas y anarquistas tienen


que ver con la crítica radical a la sociedad capitalista como sociedad de
explotación de los seres humanos entre sí y la necesidad de algún tipo de
movimiento colectivo para la transformación de esta situación. Las principales
diferencias tienen que ver con el papel del Estado como centralizador de la
acción en las propuestas marxistas frente a la descentralización y organización
en cooperativas propuesta por las ideas anarquistas; y además, la apelación de
los autores anarquistas hacia 'volver a la naturaleza', a una vida sin
regulaciones propias de esta etapa de la sociedad; idea que no está presente
en las teorizaciones socialistas.

2.4 El cambio social: ¿qué, cómo y quién?


Una vez revisadas diferentes tendencias que explican cómo es la sociedad,
nos centraremos ahora en cómo pueden ser vistas por estas tendencias las

47
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

formas de transformación social. El hilo conductor que hemos seguido consiste


en estudiar qué es lo que cambia según cada uno de los modelos estudiados y
cómo se hace este cambio. Un segundo punto consistirá en analizar, en cada
una de las posturas, qué actor social es visto como ente privilegiado del
cambio, es decir, qué sector de la sociedad debe ser el encargado de promover
dicha transformación social y, luego, cuál es el papel asignado a los/as
intelectuales en esta transformación. Este análisis nos conducirá a reflexionar
sobre las relaciones que se proponen entre diferentes entes para la búsqueda
de la transformación social, punto crucial para luego continuar hablando sobre
intervención social y construir los ejes con los cuales analizaremos diferentes
modelos de intervención.

2.4.1 ¿Qué es lo que cambia? ¿Cómo se cambia?

Cuando se habla de transformación social, se alude a que cambia la sociedad


o una parte de ella en un momento dado. La posibilidad de "ver" y, en ciertos
casos de "promover" esta transformación resulta, en parte, de las teorías y
explicaciones que se hacen sobre la sociedad. Dentro de los sistemas teóricos
que hemos venido revisando, la transformación social en cierto modo surge
como deseable: o bien hacia una sociedad más evolucionada, equilibrada y
compleja o bien hacia una sociedad que transforme radicalmente las relaciones
sociales presentes en el capitalismo. La propia direccionalidad del cambio está
sujeta a qué explicaciones se dan del entorno social.

Pareciera que en los sistemas de pensamiento estudiados hay algo en común y


es la apelación a la libertad e igualdad entre los seres humanos que surgen
tanto de la doctrina liberal, como en el marxismo e incluso en el anarquismo.
Aunque los diagnósticos sobre la sociedad y las formas de transformación
sean muy distintas en las diferentes posturas, pareciera que estos valores se
sitúan como pilares de las ideas sobre cómo debe ser la sociedad y hacia
dónde debe dirigirse la evolución o el cambio social (De Francisco, 1997: 15).

A continuación intentaremos mostrar la respuesta que da cada una de las


posiciones estudiadas con relación a ¿qué es lo que cambia cuando se habla
de transformación social?, ¿Hacia dónde es esta transformación?, ¿Cómo se
realiza?, ¿Cuáles son los actores privilegiados en el entramado social para
llevar a cabo la acción transformadora? Y ¿Cuál es el papel de los/as
intelectuales en este proceso?

48
El cambio social posible y deseable

2.4.1.1 Homeostasis del sistema. Movimiento del propio equilibrio del


sistema

En la versión funcionalista de la sociedad, como hemos visto, el cambio social


ocurre por la propia evolución de la sociedad. La sociedad se hace cada vez
más compleja y las funciones de las diferentes partes de la sociedad se van
diversificando. Manteniendo, sin embargo, una coherencia interna – funcional –
entre ellas. Mientras la dinámica de alguna de las partes cambia, el resto del
sistema se acomoda a este cambio. Lo que se va transformando es la
complejidad en las relaciones de las partes como un todo.

También hay casos en los que hay una transformación o renovación


institucional debido a la disfuncionalidad de las instituciones en ciertos
momentos, debido a transformaciones en otras partes del sistema. Según la
teoría funcional de la sociedad, en esos casos se transforman las instituciones
por otras más adecuadas al funcionamiento general del sistema (De Francisco,
1997). El sistema se auto regula y adapta aquellas instituciones que ya no le
son útiles. Mantienen su función pero ésta se lleva a cabo por otro medios
adecuados a las transformaciones existentes.

En otros casos, se pone el peso de las teorías funcionales en los aspectos de


desequilibrio. Cuando un sistema social es empujado por algún factor a un
estado de desequilibrio en un momento dado, el sistema busca los
mecanismos para restablecer el equilibrio hasta que ocurra otro desequilibrio.
En ese ir y venir ocurren los cambios en la sociedad, a partir de las diferentes
reestructuraciones que debe hacer el sistema para encontrarse en equilibrio. La
densidad de la población, el descubrimiento de nuevos territorios, un producto
que no encuentra venta en el mercado, pueden ser ejemplos de esos
desequilibrios a los que el sistema debe irse acoplando. Los/as psicólogos/as
sociales ya estamos familiarizados con este tipo de explicación, hemos
estudiado como Heider (1958) o Festinger (1957) explicaban las maneras en
las que los seres humanos buscan el equilibrio entre sus cogniciones y sus
afectos para adaptarse al contexto que los circunda.
2.4.1.2 Transformación de las condiciones de vida (reformismo).

En el reformismo propuesto por Bernstein (1909) lo que se transforma en


principio son las condiciones de vida del proletariado. En una sociedad de
clase, los recursos están mal distribuidos a causa de la explotación que hace la
clase burguesa a la clase trabajadora. Mediante el movimiento organizado de

49
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

las masas de trabajadores/as y estrategias concretas como la huelga general,


se puede llegar a la transformación de la sociedad. El planteamiento reformista
es también gradualista en el sentido que propone que a medida que se vayan
dando estas reformas irá cambiando la sociedad hacia una sociedad más
equitativa y desaparecerán las diferencias de clase. La confianza en la
evolución de sociedad a partir de estos movimientos de reivindicación es el
punto fundamental de la reforma social que deberá ser pacífica y gradual.

Esta propuesta, por lo tanto, es evolucionista como la propuesta funcionalista.


Sin embargo, propone la acción colectiva por parte del proletariado, como
herramienta necesaria para la transformación social. A partir de un proyecto
político concreto y del movimiento obrero organizado, se evoluciona hacia un
cambio social deseable: la abolición de las relaciones de explotación del
sistema capitalista. La agencia colectiva en forma de lucha de clases se
propone como la manera de transformar la sociedad aunque la evolución
histórica necesariamente irá hacia el destronamiento del capitalismo.
2.4.1.3 Relaciones de explotación. Universalidad de la Revolución

En la propuesta marxista ortodoxa, lo que es necesario cambiar son las


relaciones de explotación producto del sistema capitalista. Eliminando la
propiedad privada y nacionalizando los medios de producción se puede lograr
una sociedad comunista. Se trata de eliminar el sistema salarial en el que el/a
trabajador/a vende su fuerza de trabajo y quienes poseen los medios de
producción toman ganancia de la plusvalía que resulta de la diferencia entre el
salario y la fuerza de trabajo invertida en los productos. En la sociedad
burguesa, el trabajo es un medio para la acumulación de capital. En la
sociedad comunista, el trabajo es el medio para ensanchar, enriquecer y
promover la existencia del/a trabajador/a (Marx y Engels, 1848).

Lo que se quiere transformar es el sistema económico en su totalidad hacia un


modelo comunista. A través de la transformación de las relaciones de
producción, cambiarán por consiguiente, las formas de conciencia asociadas a
ese modo de producción; se produce una sociedad en la que las personas son
libres y autónomas para usar su fuerza de trabajo y en la que se constata la
igualdad entre las personas. La diferencia de esta posición con la postura
funcionalista consiste en la inconformidad con el estado actual de producción y
la diferencia con el reformismo está en que el modelo marxista ortodoxo busca
una transformación radical e inmediata de la sociedad.

50
El cambio social posible y deseable

Ahora bien, ¿cómo se transforma? A partir de una revolución organizada y


conjunta de toda la clase obrera. El hecho de ir logrando reivindicaciones
pequeñas por el movimiento sindical aparta a este segmento de la población de
su verdadera tarea histórica que es lograr la transformación de la sociedad. El
paso a la sociedad comunista, bajo esta perspectiva no es un paso gradual;
sino un salto revolucionario en el que el proletariado toma el Estado y socializa
los medios de producción. La dictadura del proletariado, o sea la toma del
poder político es el primer paso de transformación de la sociedad. Una vez
tomado este poder se deben hacer las transformaciones en el ámbito
económico y eliminar las contradicciones propias del sistema capitalista. Como
consecuencia de esta serie de acciones desaparecerá el Estado; ya que según
estas posturas, el único objetivo del Estado dentro del sistema actual es
mantener el beneficio de la clase burguesa y su desigualdad con relación a la
clase trabajadora. La revolución comunista está dirigida contra el modo de
producción capitalista, elimina el trabajo visto como venta de fuerza de trabajo
por parte de los/as trabajadores/as y suprime la dominación de clases. La
revolución hacia el comunismo debe ser una revolución universal; todos/as
los/as proletarios/as deben echar por los aires la formación social presente en
el capitalismo, para poderse liberar en conjunto.

Con relación a la capacidad de cambio de la sociedad por parte de las


agencias colectivas, las perspectivas marxistas oscilan en diferentes puntos de
teorización sobre la relación entre agencia colectiva e influencia de las
estructuras sociales sobre las personas. En general, aunque el modo de
producción capitalista utiliza las fuerzas necesarias (aparatos represivos del
Estado y aparatos ideológicos del Estado – Althusser, 1970) para mantener el
estado de cosas; con la acción colectiva, planificada y centralizada, es posible
lograr el cambio social radical.

2.4.1.4 El Estado y la propiedad privada como formas de dominación.


Formas de auto gobierno. Organización en torno a proyectos
concretos

El anarquismo también pretende cambiar la situación propia del sistema


capitalista. La propiedad privada es vista como fuente de relaciones de
explotación por parte de la clase burguesa hacia las clases trabajadoras y el
Estado es visto como la fuente de poder político para mantener esta situación.
También se sostiene, desde esta perspectiva, que la transformación social es
posible por medio de una revolución o por medio de organizaciones locales

51
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

que, en conjunto, puedan dar otro orden a la sociedad. La sociedad misma


como ente global es puesta en cuestión en las versiones anarquistas. Las
organizaciones locales, en torno a proyectos concretos son una posibilidad de
cambio que se ve como más libertario que el poder centralizado propuesto por
el marxismo. La autoridad es la unidad en la uniformidad. La libertad es la
unidad en la diversidad (Bakunin, 1871).

Ni el Estado, ni la propiedad privada son instituciones necesarias para la


convivencia humana. Las personas, en un libre intercambio de trabajo y
productos, pueden vivir en relaciones de igualdad y no de explotación. La
utopía anarquista propone volver a los orígenes de la naturaleza humana y
eliminar aquellos artefactos que regulan y atan a las personas en la sociedad
actual, este es el cambio social propuesto. La convivencia es posible de
acuerdo a los parámetros del respeto mutuo y de la colaboración entre las
personas. Lo que se propone a cambio de la sociedad actual en las propuestas
anarquistas son distintos sistemas de auto organización (cooperativas,
colectividades, comunidades pequeñas).
"En lugar de leyes propondremos contratos; se han acabado las leyes votadas por la
mayoría e incluso por unanimidad. Cada ciudadano, cada ciudad, cada asociación
industrial elaborará sus propias leyes. En lugar de poderes públicos tendremos
fuerzas económicas... en lugar de ejércitos tendremos asociaciones industriales."
(Proudhon c/p Woodcock, 1973/1979: 127)

Hay otras propuestas que valoran más la iniciativa individual (Stirner),


argumentando que cada cual debe procurarse sus propias propiedades en un
equilibrio de fuerzas personales; pero incluso en esta propuesta se habla de
relaciones entre las personas en comunidades pequeñas. Una utopía de
egoístas que conviven bajo las normas de la capacidad individual. En todo
caso, el rechazo de la autoridad central y de la propiedad de los medios de
producción en manos de pocas personas es una crítica común a las propuestas
anarquistas. Cambiar este estado de cosas es la apuesta política y hacerlo
mediante una revolución global de trabajadores/as y campesinos/as o por
organizaciones a pequeña escala es la manera de lograr este cambio.

2.4.2 Protagonistas del cambio social


2.4.2.1 El sistema auto regulador del funcionalismo

En el sistema funcional no se precisa ningún ente privilegiado para hacer la


transformación social; ya que es el propio sistema en su conjunto quien hace

52
El cambio social posible y deseable

los ajustes necesarios para su equilibrio. La acción individual o colectiva


repercute en el sistema; éste las adopta o rechaza según sean funcionales o
no a él. En el caso de que causen desequilibrio, el sistema, por medio, de otras
acciones, buscará restablecerse. Cada institución, persona, colectivo va
ajustándose al funcionamiento del sistema y también es parte de él; las demás
partes se ajustan. Los roles que ocupan las personas y las normas de la
sociedad rigen el funcionamiento global de las personas en los diferentes
contextos. Aquellas personas o colectivos que se encuentren disfuncionales al
sistema, como por ejemplo, delincuentes o enfermos/as, son absorbidos/as por
el sistema para intentar adaptarlos/as de nuevo a las normas mayoritarias. Se
crean instituciones como la prisión o el hospital que cumplen con la función de
reeducar y curar a aquellas piezas dislocadas y anómicas.

La intervención social en algunas versiones del funcionalismo consiste en


mejorar la adaptación de las personas y colectivos a la totalidad del sistema,
hacer los ajustes pertinentes a partir de los desequilibrios que se crean para
que vuelva la armonía. Sin embargo, no proponen un actor para la
transformación radical; al contrario, son los diversos actores sociales, políticos,
jurídicos y económicos que, mediante sus acciones, buscan mantener el
equilibrio del sistema.
2.4.2.2 En la reforma los/as protagonistas son los/as obreros/as

En el sistema reformista los/as protagonistas principales de la acción


transformadora son los/as obreros/as. Ellos/as, mediante los cambios
concretos en sus condiciones de vida, pueden transformar la sociedad con
ayuda de personas (provenientes de otros grupos sociales) comprometidas con
la causa transformadora. En el capitalismo avanzado la creciente división del
trabajo ha hecho que la masa obrera no se vea a sí misma como un grupo
compacto cuyo papel histórico es la transformación de la sociedad; por eso, es
necesario fomentar la unión de esta clase para promover el movimiento de
transformación. El papel asignado al partido comunista es justamente ofrecer
ese espacio de la unión de clase para el proletariado, de manera que ésta
pueda cumplir con su papel histórico.

Así, la clase obrera aparece como principal protagonista del cambio y el partido
comunista como ente de aglomeración de las masas – en aras de convertirse
en clase - para poder promover ese cambio político. Las peticiones de la clase
obrera de manera espontánea, por ser ésta la encargada del cambio social y
de la evolución hacia el comunismo, son en esta propuesta y a diferencia de

53
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

otras posturas marxistas, las peticiones adecuadas para esta evolución. La


clase obrera, aunque pida reivindicaciones momentáneas, traza el camino de
renovación total de la sociedad capitalista.

2.4.2.3 En la universalidad de la revolución el proletariado organizado por


el partido es la fuente del cambio.

Marx y Engels (1848) ya atribuían el protagonismo de la acción transformadora


a la masa desposeída que debía levantarse en contra de su propia opresión.
De aquellas personas que sólo soportan las penurias del sistema social y no
sus privilegios; es de donde nace la necesidad de una revolución. La alta
concentración de seres humanos que tiene que vender su fuerza de trabajo,
propia del sistema capitalista de producción, es punta de lanza para pensar en
una revolución organizada. El descontento propio de la clase trabajadora y su
fuerza como masa son la dinamita necesaria para la toma del poder político
para cambiar la sociedad.
"Toda clase que aspire a implantar su dominación, aunque ésta, como ocurre en el
caso del proletariado, condicione en absoluto la abolición de toda forma de sociedad
anterior y de toda dominación en general, tiene que empezar conquistando el poder
político, para poder presentar su interés como el interés general, cosa que en el
primer momento se ve obligada" (Marx y Engels 1848/1962: 35).

Por lo tanto,
"la centralidad atribuida a la clase obrera no es una centralidad práctica; es una
centralidad ontológica, sede a su vez, de un privilegio epistemológico: en su calidad
de clase 'universal' el proletariado – o más bien su partido – es el depositario de la
ciencia." (Laclau y Mouffe, 1985/1987: 64).

En la postura revolucionaria, el proletariado necesita un órgano que centralice


la fuerza de su descontento. Si cada sindicato o grupo de trabajadores/as
descontentos/as lucha por las reivindicaciones concretas localmente (como en
el caso del reformismo), la gran lucha contra el Estado burgués no se puede
librar. Es necesaria la unión de los trabajadores bajo un objetivo común. "Los
proletarios no tienen nada más que perder que sus cadenas. Ellos tienen un
mundo que ganar. Proletarios del mundo uníos". (Marx y Engels, 1848/1862:
47).

Sorel (c/p Laclau y Mouffe, 1985), haciendo una crítica de la verosimilitud de la


descripción objetivada de clase social; afirma que la referencia a este concepto
marxista, puede funcionar como mito unificador en la conciencia obrera; es
decir, que aunque ontológicamente no acepte la noción, ésta sigue teniendo el

54
El cambio social posible y deseable

mismo sentido original que es la unificación de la masa de trabajadores/as


hacia una meta común. El socialismo, tal y como es diseñado por Marx y
Engels, sólo tiene sentido como movilización general hacia la transformación
de la sociedad. La clase obrera es quien puede llevar a cabo la revolución; sin
embargo, el partido y los/as intelectuales relacionados con él pueden actuar de
catalizadores/as externos haciendo abrir los ojos a dicha clase y para
radicalizarla (Marcuse c/p Munné, 1982). De aquí debe surgir la fuerza política
para la transformación de la sociedad.

2.4.2.4 En la versión anarquista es el proletariado y la clase campesina la


encargada del cambio social. También, en algunos casos, los
propios individuos y la decisión particular para la participación.

En la mayoría de las propuestas anarquistas la clase trabajadora es la


encargada de llevar adelante la revolución necesaria. Únicamente el
proletariado puede dar término a la revolución económica. Las fuerzas
colectivas, cuando se organizan, se convierten en poder que puede transformar
la sociedad y hacer la revolución agrícola – industrial. La clase proletaria debe
tomar consciencia de sí misma y elaborar su ideología y la toma del poder
político, conjugado con la economía. (Proudhon c/p Gurvitch, 1974). La clase
proletaria en el anarquismo se presenta como más amplia que en el marxismo.
Aquí se toman en cuenta tanto a los/as obreros/as, como a los/as
campesinos/as y a las personas déclassés no incluidas en el modelo marxista
de transformación social.
"Yo, ínfimo proletario, a quien la tripulación, horda de explotadores, infringe
cotidianamente en suplicio de la miseria, agravado con las brutalidades del destierro
o de la prisión, entreabro el abismo bajo los pies de mis martirizadores y paso el
bálsamo de la venganza sobre mis cicatrices siempre sangrantes." (Déjacque,
1858/1990: 13).

Como se ve en esta cita, la mayoría de los anarquistas se incluían a sí mismos


como parte del movimiento de cambio social necesario; hacían organizaciones
a pequeña y gran escala para promover el cambio social desde las bases. La
participación de las personas en el cambio de la situación y la confianza en la
posibilidad de un mundo sin injusticias es la fuente de las diferentes utopías
anarquistas. Bien sea como organizaciones locales o como iniciativas
individuales, la posibilidad reside en el valor de las personas como fuente de
transformación posible. En todo caso, en las posturas conflictivistas estudiadas,
los/as oprimidos/as deben organizar y promover el cambio.

55
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

2.4.3 Papel de los/as intelectuales

2.4.3.1 Saber para descubrir los movimientos de equilibrio del sistema e


intervenir sobre las desviaciones creadas en ese movimiento.

A partir de lo que hemos explorado de la versión de la sociedad como sistema


social; los/as intelectuales ocupan un lugar dentro de las instituciones que
regulan el ámbito de lo social. La ciencia está diseñada para conocer las leyes
de la naturaleza y de lo social y poder hacer un mejor uso de los recursos
disponibles. El conocimiento entra aquí como herramienta de uso funcional al
sistema. El conocimiento sobre lo social y las conductas individuales y
colectivas tiene relevancia para que se mantenga el sistema. Es importante
conocer los mecanismos de la sociedad para controlar y predecir el curso de la
sociedad y mantener un mejor equilibrio, para ayudar a la evolución más eficaz
del mundo social, sin que se produzcan disfunciones en el sistema.
2.4.3.2 Confianza en la espontaneidad de las masas

En el reformismo es necesario seguir las aciones que los propios movimientos


obreros hacen. La evolución de la sociedad, a partir de estos movimientos, es
necesariamente hacia el comunismo. Aunque la postura reformista bebe de la
explicación marxista de la sociedad, en tanto a su forma de concebir el orden
social y la necesidad de transformación, no le asigna, como ésta un papel
preponderante a los/as intelectuales en la formación de la conciencia política
del proletariado. Los/as intelectuales, en esta versión, sólo deben seguir y
apoyar solidariamente las acciones del grupo obrero, ya que la propia historia;
fundada en los principios del materialismo histórico, asegura el advenimiento
del comunismo, producto de las contradicciones insostenibles en el sistema
capitalista.

2.4.3.3 Saber científico para darle direccionalidad al cambio, cargar de


posibilidad al hacer. El conocimiento como guía de la acción.

Para que la clase obrera pueda hacer la revolución, debe haber la conciencia
de las contradicciones y además tener voluntad política de cambio. Es
necesario saber que se está viviendo en una contradicción radical; que aunque
en la sociedad haya la idea de que todos los seres humanos son libres e
iguales; la organización del modo de producción no refleja esta igualdad ni
libertad. La unidad y la determinación socialista de la clase obrera

56
El cambio social posible y deseable

“sólo puede consolidarse si se subordinan al Endziel, al objetivo socialista final, y


esto supone la subordinación de la lucha económica a la lucha política y, por tanto,
de los sindicatos al partido. Pero el partido sólo puede representar esta instancia
totalizante en la medida en que es depositario de la ciencia marxista.” (Laclau y
Mouffe, 1985/1987: 23).

La noción de vanguardia viene de la idea ilustrada de que el poder proviene del


saber. Una vez conocidas las contradicciones del sistema, la actuación posible
es una revolución organizada, una transformación que planea la toma del poder
político y económico por parte del proletariado. La capacidad del saber se
transforma en algunas versiones del marxismo en la guía necesaria para lograr
mayor capacidad de cambio y control por parte de las masas descontentas. La
ciencia marxista con su descripción de la sociedad de clases, de la lucha de
clases y de las posibilidades de los movimientos de masas como acción
revolucionaria debe iluminar al movimiento social que se engendra en el
descontento general de la clase trabajadora.

La esperanza iluminista de "quitar el miedo a los hombres y de convertirlos en


amos" (Horkheimer y Adorno, 1944/1987: 15), se plantea, en esta versión como
un proyecto político progresista, tomando el papel fundamental del saber para
lograr el imperativo de guiar la praxis. "Digamos, siguiendo a Kant, que el
espíritu de las luces fue un espíritu de emancipación, de liberación intelectual y
moral" (Belaval, 1976:182). Aunque los críticos aseguraban que el
conocimiento servía para los intereses de la burguesía, el conocimiento podía,
según la esperanza del marxismo ilustrado, liberar de las ataduras, a través del
conocimiento de las contradicciones fundamentales de la sociedad, a aquellos
que no se diesen cuenta de su papel histórico como proletariado.
2.4.3.4 La educación para la convivencia armoniosa

Para Bakunin (1871) la educación era producto de la clase burguesa. El


conocimiento de las masas, la realidad de su malestar y la posibilidad de su
acción conjunta sirven como sustituto del conocimiento científico. En la mayoría
de versiones anarquistas el saber científico no representa la capacidad de
acción. Esta capacidad está dada por el espíritu propio de la clase trabajadora,
encargada del cambio debido a su condición de oprimida frente a la clase
burguesa. Sin embargo, en la nueva sociedad no se excluye a nadie de la
utopía. La nueva sociedad está conformada por todas las personas que,
después de abolida la propiedad privada y el Estado como mecanismos
generales de dominación, vivirán conjuntamente en armonía.

57
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

La educación sí tiene importancia en ciertas versiones del anarquismo (Godwin


c/p. Woodcock, 1973; Déjacque, 1858). Para estos autores, la educación de las
personas tiene relevancia para enseñar los valores de solidaridad e igualdad
propios de la nueva sociedad. Los sistemas de educación en el sistema
capitalista enseñan los valores del capitalismo nocivo para la formación de este
nuevo orden. Por medio de una educación en un ambiente de libertad
individual, las personas pueden llegar a convivir armoniosamente. Aquí cobra
importancia el conocimiento pero, a diferencia del modelo marxista en el que es
necesario el saber de la ciencia marxista para poder llevar adelante la
revolución total, la confianza de los modelos anarquistas en el conocimiento es
para la construcción de una sociedad basada en la libertad y la igualdad. La
herramienta es la educación de los valores propios de la utopía.
2.4.3.5 Intelectuales orgánicos. Propuesta de Gramsci.

Ahora pasaremos a estudiar la propuesta de Gramsci con relación a su


incorporación del término "intelectuales orgánicos". La hemos separado del
marxismo reformista y del marxismo ortodoxo por desarrollar otras
concepciones relacionadas con el papel de los/as intelectuales en el
movimiento social de transformación.

Gramsci se pregunta: "¿Son los intelectuales un grupo social autónomo e


independiente, o todos los grupos sociales tienen sus propias categorías de
intelectuales especializados?" (Gramsci, 1974: 21). Según este autor, todo
grupo social, surge sobre la base original de una función esencial en el mundo
de la producción económica y establece junto a él, orgánicamente, uno o más
tipos de intelectuales que le dan homogeneidad no sólo en el campo
económico, sino también en el social y en el político. El/la intelectual orgánico/a
es el/a que emerge sobre el terreno a exigencias de una función necesaria en
el campo de la producción económica. Es decir, es aquel "pensado" que perfila
el proyecto social (ideológico) y político de la clase que representa. Por
ejemplo, los/as empresarios/as producen sus propios/as intelectuales que
perfilan y se tecnifican sobre las tareas de lo empresarial. Lo mismo ocurre con
la clase obrera o con otros grupos sociales; por tanto, los/as intelectuales
orgánicos/as, a diferencia de los tradicionales, se producen como consecuencia
de la formación histórica de ciertos grupos sociales en momentos dados.

Los/as intelectuales son los/as "empleados/as" del grupo dominante a quienes


se les encomienda las tareas en la hegemonía social y en el gobierno político.
Son quienes, a través del uso de redes de posición asociados al poder de la

58
El cambio social posible y deseable

clase dominante, crean el consenso "espontáneo" otorgado por las grandes


masas de la población a la directriz marcada a la vida social por el grupo básico
dominante. Los/as intelectuales son el grupo privilegiado para producir
contenidos hegemónicos. Gramsci asocia la función de los/as intelectuales con
los grupos de poder, y además apunta sobre la legitimación que gozan a partir
de esos propios grupos.
"En el sistema social democrático burgués se han creado imponentes masas de
intelectuales que no se justifican solamente para la atención de las necesidades de
producción, sino también para las exigencias políticas del grupo básico dominante"
(Gramsci, 1974: 32)

Gramsci crítica la diferenciación que se hace de la labor del intelectual. Más


que centrar el análisis en el tipo de trabajo que hacen las personas
mayoritariamente (bien sea manual o intelectual) las diferencias hay que
buscarlas en el sistema de relaciones en el que ellos vienen a unirse al
complejo de relaciones sociales. Es decir, de qué modo se utiliza esa
intelectualidad, o en palabras de Gramsci, a qué clase sirven o de qué clase
son orgánicos/as los/as distintos/as intelectuales. "Por consiguiente podría
decirse que todos los hombres son intelectuales, pero que no todos tienen en la
sociedad la función de intelectuales" (Gramsci, 1974: 26). Si bien se puede
hablar de intelectuales, aquellos cuya función social es producir contenidos de
conciencia apropiados a su lugar en la sociedad, no se puede hacer referencia
a "no intelectuales", porque el no intelectual no existe; todas las personas
ejercen su intelectualidad aunque esa no sea su función en el entorno de las
relaciones sociales. Según Harman (1977), Gramsci propone el surgimiento de
un nuevo intelectual que pueda lanzarse en la lucha práctica como constructor,
organizador y persuasor constante.
"Construir el partido revolucionario no es una cuestión de inculcar ideas en los
trabajadores a través de propaganda abstracta. Tampoco es una cuestión de
esperar hasta que los trabajadores actúen, impulsados por los efectos de la crisis
económica. Se trata de relacionarse con cualquier lucha espontánea, parcial e
intentar generalizarla." (Harman, 1977/1999: 13).

En Gramsci la política es concebida como articulación. "La era de los sujetos


privilegiados en el sentido ontológico – no práctico – de la lucha anticapitalista
ha sido superada" (Laclau y Mouffe, 1985/1987: 103). En este sentido este
autor hace una ruptura teórica con el marxismo ortodoxo, para analizar la
sociedad en términos más complejos. Propone al intelectual orgánico de la
clase trabajadora como aquel que construye los elementos de conciencia

59
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

propios de esos grupos para la hegemonía necesaria en aras de la


transformación social.

2.5 ¿Qué heredamos? Ideas necesarias para pensar en la


intervención
En este apartado delimitaremos cuáles ideas, tomadas de las propuestas
anteriores, creemos que sientan las bases de la posibilidad de pensar la
intervención social, con el fin de, a continuación, delimitar los ejes de análisis
que utilizaremos para la "lectura" de los materiales sobre intervención social.

2.5.1 Cierto descontento con el orden social.

En primer lugar, hemos heredado la idea de que hay elementos del orden
social actual que no son, según las diferentes propuestas, como deberían ser.
Es necesario que se tenga noción de que la sociedad tiene algún tipo de
desperfecto para poder pensar que es necesaria la acción de agentes para un
cambio a través de la intervención social.

En el caso del sistema funcionalista, la corrección de los elementos


disfuncionales al sistema ya sean instituciones, actores colectivos o individuos
es necesaria para controlar y mantener el orden social. Como hemos visto,
transformar estos elementos disfuncionales o eliminarlos del sistema es lo que
se pretende cambiar desde algunas propuestas de este modelo (aquellas que
no son totalmente evolucionistas). La intervención estará guiada por la
búsqueda del equilibrio general del sistema, sacrificando aquellas zonas que
causen desequilibrio.

En el caso de las propuestas conflictivistas (marxismo y anarquismo) el


descontento con el orden social imperante es más obvio. Hay una crítica
abierta a las relaciones sociales del sistema capitalista y un reclamo al derecho
a la igualdad para todos los seres humanos. Para poder pensar en formas de
intervención sobre la realidad es necesario sostener que el orden social no es
todo lo perfecto que podría ser, que hay relaciones injustas y de dominación. El
primer requisito para pensar en la intervención social es, pues, este
descontento.

2.5.2 Posibilidad y deseabilidad del cambio social


En segundo lugar, otra idea necesaria para la intervención social es la
posibilidad de que las razones del descontento con el orden social puedan ser

60
El cambio social posible y deseable

superadas por alguna forma de acción humana consciente. Esta idea no nos
remite a un destino ineludible de los seres humanos sino justamente a que las
personas tiene la capacidad de transformar su entorno en diferentes medidas.
La agencia de los seres humanos es capaz de producir cambios en la
sociedad. Al respecto De Francisco afirma que el ilustrado del siglo XVIII
sostenía "la idea según la cual la infelicidad humana no se debía a la fortuna o
al orden natural e inmutable de las cosas sino a la forma en que estaba
organizada la sociedad, al orden social" (De Francisco, 1997: 31) y por lo tanto
surge la posibilidad de transformación.

En los casos en los que se propone una confianza en el progreso de la


evolución y en la auto regulación que hace el propio sistema, como hasta cierto
punto se encuentra en el funcionalismo o en el reformismo bernsteiniano, la
intervención pierde sentido como cambio radical. En estos casos, la
intervención no sería necesaria sino para permitir que las cosas tomen su
rumbo natural, para ayudar a que esto ocurra, pero no para inaugurar
movimientos que luchen por el cambio social. Aunque estas versiones dan algo
de importancia a la agencia colectiva e individual en el cambio, la propia
evolución de la sociedad y sus sucesivos acomodos pareciera que llevan a la
sociedad hacia el camino esperado (que, por cierto, en el funcionalismo y en el
reformismo son camino opuestos). La opción evolucionista, pues, no tiene los
elementos necesarios que conforman la idea de la intervención social.

Más bien, lo que ha heredado la noción de intervención social es la idea de la


posibilidad del cambio a través de la acción y además el hecho de que este
cambio social es deseable. Es deseable que los individuos se adapten a los
contextos que les rodean en las intervenciones que beben de las fuentes
funcionalistas y, desde las otras posturas trabajadas, es deseable que haya
una transformación de la sociedad de manera de acabar con las relaciones de
explotación. Las posturas más radicales confían en que eso es posible y
además luchan enconadamente para construir una sociedad mejor. Son
propuestas progresistas en el sentido que buscan el progreso de la sociedad,
no necesariamente en el terreno de las riquezas materiales sino en cuanto a la
convivencia de los seres humanos.

2.5.3 Acción colectiva

La tercera idea que hemos identificado como primordial para hablar de


intervención tiene que ver con cuáles actores deben llevar a cabo la acción

61
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

transformadora. El cambio social puede ser realizado desde la acción


intencional y estratégica. En las diferentes versiones conflictivistas se proponen
actores colectivos para lograr la transformación. No son individuos concretos,
sino las masas de personas, aquellas oprimidas por las condiciones sociales,
quienes deben tomar en sus manos las acciones pertinentes para realizar el
cambio. Para Lenin, por ejemplo, es necesario un sujeto activo, concienciado
para llevar adelante la acción transformadora a partir de una "intencionalidad
común".

Intervenir, cambiar el rumbo de las cosas, se deriva de la posibilidad de una


acción colectiva que lleve a cabo este cambio. Tanto en la mayoría de las
versiones marxistas como en las versiones anarquistas de la sociedad, los
seres humanos podemos y debemos intervenir en el curso de los
acontecimientos para transformar la realidad.

Aquí surge nuevamente la discusión acerca de la agencia de los seres


humanos en el cambio. Las posturas marxistas, aunque dan gran peso a la
estructura social en la configuración de las condiciones de vida y de conciencia
de las personas, tienen confianza en la posibilidad del cambio a través de la
acción colectiva. De aquí se toma la posibilidad de transformación a partir de la
agencia colectiva. Como idea necesaria para hablar de intervención es
imprescindible pensar en las posibilidades activas de las personas para tener
influencia al menos en su entorno inmediato. Para hablar de revolución
hablamos de actores colectivos que se movilizan hacia un cambio.

Giddens (1967) al hablar de la relación entre agencia y estructura, llega a la


conclusión de que los seres humanos producen la sociedad pero lo hacen
como seres históricamente situados, no en condiciones de su propia elección.
Las estructuras no deben conceptualizarse simplemente como imponiendo
coerciones a la actividad humana, sino en el sentido de permitirla. A esto, el
autor le llama la dualidad de la estructura. Los actores también participan:
estructuran y son estructurados por la sociedad. En este caso, aunque las
personas estén condicionadas por el ambiente, el cambio social es posible.

Las nociones de intervención social, sobre todo en su vertiente participativa


(sociología militante, educación popular, investigación acción participativa o
psicología comunitaria), han heredado la idea de que la acción debe ser
colectiva y que debe ser hecha por aquellas personas que sufren directamente
las consecuencias de la opresión. Sin embargo, se ha ensanchado, en estas
perspectivas, la clásica idea del proletariado como clase cuya tarea histórica es

62
El cambio social posible y deseable

hacer la revolución y se han incluido en esta acción social a colectivos que son
vistos como marginados de los recursos materiales y culturales de la sociedad.
En todo caso, la acción humana colectiva es imprescindible para que alguna
intervención sea posible. O bien, para hacer una revolución o bien para
cambiar condiciones de vida en contextos inmediatos.

2.5.4 Conocimiento: guía de la acción

Ahora bien, hasta ahora hemos hablado de la capacidad de los grupos


humanos de transformar la sociedad. Sin embargo, hay un grupo de actores
que cobra especial importancia cuando trazamos las guías para mirar la
intervención social como conjunto de teorías y prácticas profesionales. Estos
son los intelectuales/interventores.

Una idea necesaria para pensar en la intervención como ámbito profesional y


no sólo como acciones de grupos humanos hacia el cambio, es también la idea
de que el conocimiento puede servir como guía de la acción. Como hemos
visto, es en algunas de las tradiciones marxistas donde se puede detectar más
profundamente esta idea. El conocimiento de las contradicciones que son
ocultadas por la ideología para la mayor parte de la población es necesario
para utilizar este saber a favor de los grupos oprimidos. Estos grupos, una vez
que comprendan estas contradicciones y, sabiendo en las malas condiciones
sociales en las que viven, se movilizarán hacia una acción transformadora.

En las versiones anarquistas esta idea no está presente enteramente. A partir


de las versiones anarquistas se puede pensar en la intervención de ciertos
grupos humanos o incluso individuos en la formación de la nueva sociedad;
pero no se da especial énfasis al papel libertario del conocimiento de la
sociedad ni tampoco de un grupo social especialmente encargado para llegar a
este conocimiento racionalmente. No surge del anarquismo la idea de
intervención social como ámbito disciplinar; sino de las diferentes versiones
marxistas de explicación de lo social; especialmente aquellas preocupadas por
cómo es realmente la sociedad para lograr transformarla.

Por otro lado, la noción de intelectual orgánico de Gramsci, aporta otros


elementos para pensar la intervención y tiene que ver con que los/as
intelectuales surgen como orgánicos a ciertas clases sociales. En esta postura,
el conocimiento por sí mismo no es liberador; sino que se usa para crear y
difundir contenidos hegemónicos que actualmente mantienen la sociedad
capitalista; pero que pueden servir también de fuerza liberadora en una

63
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

hegemonía llevada a cabo por las clases trabajadoras. La noción de que el/la
intelectual surge a partir del propio grupo social quiebra la noción de dos
grupos separados que convergen en intereses comunes: los/as oprimidos/as y
los/as profesionales. Rompe la distinción entre aquellas personas que tienen la
tarea de llevar adelante el cambio social y aquellas cuya tarea sería entender la
sociedad para guiar este cambio. A nuestro entender, esta concepción
introducida por Gramsci no ha tenido tanta influencia en las concepciones de
intervención social profesional como aquellas provenientes de las tradiciones
marxistas explicadas arriba. Sin embargo, las consecuencias de esta postura
serán retomadas más adelante en este estudio, para desarrollar los posibles
efectos de estos planteamientos para pensar el significado de la intervención
social como ámbito disciplinar.

2.5.5 Intervención: Diálogo entre diferentes agentes

Cuando las personas que deben guiar la acción a partir de su conocimiento


racional de la sociedad propuestas tanto por posturas funcionalistas como por
posturas marxistas ortodoxas (como por ejemplo el partido o los/as
intelectuales) son diferentes a los grupos sociales que necesitan o deben
promover el cambio social (como por ejemplo personas con desviaciones en el
caso de la tradición funcionalista y el proletariado o los diferentes grupos
oprimidos en las versiones marxista) se produce un espacio vacío entre los
diferentes niveles de intervención en la realidad. Es necesario el diálogo entre
estos dos entes colectivos para poder lograr una acción efectiva de
transformación. Ciertas versiones de la intervención social surgen del diálogo
entre aquellos/as que se encuentran en situaciones problemáticas y
aquellos/as profesionales o intelectuales que ponen sus herramientas y
conocimientos a favor de estas personas.

En el caso de las corrientes participativas, informadas por desarrollos


marxistas, es a través de la pedagogía y del trabajo conjunto que se atacan
necesidades concretas y se busca la emancipación de las personas del
conjunto de relaciones de dominación a la que son expuestas en la sociedad
capitalista. Esta unión – la de interventores/as e intervenidos/as - es de vital
importancia para pensar la intervención social, es justamente la razón de ser de
ésta. Está basada en la premisa de que la unión entre profesionales y personas
afectadas por problemas sociales concretos puede promover un cambio social
planificado.

64
El cambio social posible y deseable

2.5.6 Heredamos ideas para guiar diferentes tipos de intervención

En este apartado, plantearemos lo que pensamos que son las herencias que se
toman de los modelos estudiados para los diferentes planteamientos sobre
intervención social.

En el caso de las intervenciones dirigidas, en las cuales el/la experto/a diseña


un plan o estrategia para tratar algún problema específico a partir de una
demanda social, heredamos la idea de que es posible un cambio social, pero
que este cambio social debe ser planificado a partir de las personas que tienen
el conocimiento adecuado de la sociedad, es decir, desde la planificación de
los/as intelectuales e interventores/as que moldean el cambio. La acción por
parte de colectivos específicos no es tomada en cuenta como forma
privilegiada de cambio deseable y es preferible diseñar, desde los/as
profesionales y sistemas políticos, las guías de acción y servicios necesarios
para las diferentes poblaciones.

En los casos de las intervenciones hechas a partir de modelos participativos


hemos heredado la idea de que la acción colectiva puede producir cambios en
las condiciones de vida de las personas, que estos cambios son posibles y a la
vez necesarios para la vida de estas personas. Además, que los/as
intelectuales comprometidos/as con los grupos oprimidos, pueden servir de
catalizadores/as de esta acción colectiva, a raíz de su conocimiento de las
relaciones de explotación de la sociedad y trabajando conjuntamente con las
personas en procesos de concientización. Este proceso, está basado en el
diálogo continuo entre los diferentes actores en el que se negocian los
significados y las acciones para la transformación. Lo que no hemos heredado
es la idea de universalidad de la revolución tan presente en las propuestas de
Marx, Engels y Lenin. El cambio radical se ha quedado en algún lugar del
tintero y se han privilegiado los cambios en sectores de población, en
colectivos concretos o en comunidades. Se ha heredado del reformismo la idea
de las transformaciones basadas en las reivindicaciones concretas que buscan
las personas, con la confianza de que estos cambios en sus condiciones de
vida harán transformaciones también en las formas de conciencia. La apuesta
política es a corta escala.

En resumen, como ideas necesarias para la intervención social profesional


hemos tomado la idea del cambio social posible y deseable y diferentes ideas
relacionadas con las formas en la que interactúan los actores para lograr el
cambio en diversas direcciones. La dirección del cambio social necesario,

65
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

como hemos visto, presenta grandes diferencias entre las posturas estudiadas:
desde la necesidad del funcionamiento armonioso por parte de todo el sistema
hasta la transformación radical de la sociedad actual. La intervención social
como forma de acción desde instituciones sociales, también incorpora la
necesidad de una demanda de algún actor social, cosa que no ha sido
identificada en nuestra lectura de las posturas sobre el cambio social; ya que
estas posturas trabajan sobre todo las formas de acción colectiva de
transformación social. Esta vertiente será incorporada en los próximos
capítulos en los que se estudiarán modelos y posturas de intervención social.

2.6 Construcción de los ejes de análisis para estudiar la


intervención social
A partir de los elementos que hemos delimitado como las bases sobre las
cuales se puede pensar en la intervención social, construiremos los ejes de
análisis que utilizaremos para interrogar los textos sobre intervenciones
sociales dirigidas (capítulo 3) y participativas (capítulo 4) y, además, para guiar
el desarrollo de una perspectiva situada para la intervención social (capitulo 5).

Como hemos dicho, entendemos la intervención social como un conjunto de


prácticas que buscan incidir en un estado de cosas para transformarlo a partir
de la demanda hecha desde algún ente social que expresa un descontento con
el estado actual de cosas. Por lo tanto, se parte de un "diagnóstico" sobre
cómo es ese "estado actual de cosas". Es decir, dado que la intervención social
se basa en la idea de que existe algo que es necesario transformar, asumimos
que cada uno de los desarrollos a estudiar se sostienen en el diagnóstico que
se hace acerca de cómo es la sociedad, cuáles son los problemas sociales
relevantes y cuál es el malestar que causan estas situaciones. Como hemos
visto, cada una de las tradiciones trabajadas en este capítulo (tradición
funcionalista, marxista y anarquista) tiene un diagnóstico diferente acerca del
orden social y de aquello que es necesario transformar; por lo tanto, este eje de
análisis nos servirá para ubicar sobre qué diagnóstico se basan las diferentes
formas de entender la intervención social.

Por otro lado, tanto los diferentes desarrollos teóricos estudiados, como las
diversas formas de entender la intervención social presentan una serie de
"soluciones" a los problemas y situaciones identificadas. Las maneras de llegar
a lo que "debe ser" o al cambio social deseable se concentran en las
soluciones que se proponen desde las diferentes aproximaciones al diagnóstico

66
El cambio social posible y deseable

respectivo. Por esta razón, la solución presentada por cada una de estas
aproximaciones también será uno de los ejes de análisis del trabajo.

La puesta en práctica de las soluciones a los diagnósticos y problemas sociales


identificados se realiza a partir de lo que cada tradición (teórica y de
intervención) define como los entes relevantes para la solución, éstos son
agentes colectivos de cambio social, entendidos como las personas, grupos,
equipos, organizaciones, etc. que, según diferentes desarrollos teóricos, deben
llevar adelante las acciones de transformación social. Las maneras en las que
son definidos estos agentes, las funciones que realizan, las formas en las que
deben llevar a cabo las acciones de transformación y los diferentes tipos de
relación entre colectivos son algunos de las cuestiones a tratar en este eje.

Por otra parte, hemos visto que la incidencia sistemática sobre lo que es
definido como digno de transformación está informada por unos saberes
teóricos y técnicos específicos. La importancia de estos saberes se basa en
que delimitan y definen el diagnóstico de la sociedad, los problemas sociales
relevantes, algunos caminos para su solución, y técnicas adecuadas para la
transformación social. Ahora bien, la posibilidad de la intervención social vista
como los discursos y prácticas promovidos por entes definidos como técnicos,
profesionales o voluntarios, se basa en que exista un contexto en el que ciertas
personas están legitimadas para influir en los problemas sociales y en las
situaciones vividas por otras personas y grupos sociales. Estas personas y
equipos están dotados de un conocimiento y prácticas específicas definidas, en
estos contextos, como necesarias para llevar adelante las prácticas de
intervención social. Poseen conocimientos especializados, credenciales
otorgados por las instituciones competentes, están pagados/as o apoyados/as
por ciertas organizaciones e instituciones y están imbuidos/as en un contexto
social amplio donde se define como importante y necesario que ciertas
personas, instituciones y equipos trabajen para el mejoramiento de las
condiciones de vida de otras personas. Por esta razón, el papel del
conocimiento y de las técnicas a utilizar en procesos de intervención es
definido como otro de los ejes de análisis que guiará la lectura de los
materiales sobre intervención social: Cómo es y puede ser entendido el tema
del conocimiento, cuáles son las formas de acceder a él y qué influencia tienen
los diferentes tipos de conocimiento en las acciones de intervención social
serán algunas de las cuestiones que se analizarán en este ámbito.

67
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

Por último, los desarrollos teóricos revisados, al proponer transformaciones


sociales de diferentes índoles, asumen la posibilidad y deseabilidad de dicha
transformación social. Así mismo, para poder proponer modelos de
intervención social es necesario un contexto en el que se sostenga que el
cambio social es posible y, a la vez, deseable. La intervención social está
basada en la idea de que es posible, por medio de una acción sistemática,
llegar a la transformación de ciertas situaciones. La dirección que se imprime a
los planes y acciones de intervención está dada por la deseabilidad de este
cambio, es decir, por lo que en diferentes momentos y contextos es visto como
digno de ser transformado. Bien sea para la adaptación y control de los grupos
sociales desviados o para la transformación de situaciones entendidas como
basadas en relaciones de opresión o de exclusión, la intervención social se
basa en la idea de que es importante, necesario y deseable que haya
transformación en algunos aspectos del estado de cosas actual. El horizonte de
cuál es la transformación social deseable y posible varía de acuerdo a los
diferentes desarrollos teóricos y aplicados de los modelos de intervención. Por
lo tanto, uno de los ejes de análisis que recorrerá todo el trabajo de
investigación será la pregunta acerca del cambio social posible y deseable
en las diferentes aproximaciones teóricas que se analizarán.

Entendemos que los ejes de análisis delimitados servirán para analizar y


distinguir las diferentes formas de abordar la intervención social y la
transformación social que se espera de ella; en este sentido éstos servirán de
herramienta de interrogación/construcción de los diferentes sistemas de
pensamiento a trabajar. En resumen, los ejes que utilizaremos para estudiar las
diferentes corrientes teóricas serán: 1) El diagnóstico de la sociedad y de los
problemas sociales que presenta cada una de dichas corrientes; es decir, la
definición de aquello digno de transformar; 2) Las soluciones planteadas; 3)
Los agentes del cambio social y la relación entre ellos; 4) El papel del
conocimiento en las diferentes aproximaciones; y 5) Las formas de cambio
social posible y deseable que sostienen las diferentes perspectivas.
Finalmente, serán estos ejes los que nos ayudarán a construir (en el capítulo 5)
una propuesta crítica para reflexionar sobre la intervención social.

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