Derecho Novohispano
Derecho Novohispano
Derecho Novohispano
CICLO:
Segundo Cuatrimestre
ALUMNO:
Iván Alejandro Cabrera Gallegos
CARRERA:
Derecho
FECHA
14-03-20
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Índice
indiano............................................................7
2.3.1 Metropolitanas......................................................................................................8
2.3.5 Judiciales..............................................................................................................10
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UNIDAD II
Después de comprender la consistencia del virreinato de Nueva España, resulta propicio referirnos
al derecho novohispano como el marco jurídico con características muy peculiares, las cuales
también se derivan del derecho castellano e indiano.
Una de las principales fuentes del derecho es la legislación, de ella emanan, ordenanzas
reglamentos, decretos, cabe aclarar que algunas normas del derecho indiano valían solo en
algunos territorios ultramarinos.
1. Las leyes dictadas especialmente para las Indias, ya sea en la Península o bien en las
propias Indias.
3. Las costumbres indígenas que no fueran en contra de la religión católica o de las leyes
castellanas o indianas.
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2.2 Derecho indiano
El término Derecho indiano se corresponde con la denominación particular del estatuto jurídico
propio de las entonces llamadas Indias Occidentales y, también, de una institución reinante desde
fines del siglo XV hasta comienzos del XIX en este territorio, sin perjuicio de su permanencia hasta
muy avanzado el tiempo en países emancipados de la corona española. Quizás uno de los
primeros en referirse a este término fue el más destacado jurista español que puso sus ojos en los
territorios de ultramar, don Juan de Solórzano y Pereira. Él, hacia 1629, publicó su obra De
Indiarum iure sive de iusta insiarum occidentalium. Inquisitione, Acquisitione & Retentione, cuyo
primer volumen fue financiado por las arcas del emperador Carlos V. Desde aquí en adelante
podríamos afirmar que comienzan los estudios formales sobre lo que ya constituía un Derecho
indiano, así incluso queda de manifiesto en su obra Política Indiana editada en 1647 en la cual
refuerza el concepto y lo aterriza aún más en las Américas.
El Derecho Indiano, en atención a su dimensión histórica, es una estructura social y cultural propia
de los territorios hispánicos de ultramar, instaurada desde fines del siglo XV. Pervivió, por lo
menos en América, hasta entrado el siglo XX. En él se contiene una serie de reglas jurídicas
aplicables también a estos territorios provenientes de tres fuentes: el Derecho producido en las
Indias, el Derecho Castellano como supletorio y el Derecho Indígena.
Cabe, asimismo, preguntarse por qué las Indias tienen un estatuto social y jurídico distinto a los
demás reinos de la España o incluso de la Corona de Castilla. Sin entrar en un largo debate al
respecto, señalaremos que las Indias fueron consideradas provincias de la Península Ibérica, por lo
cual tienen en su consideración legal, un estatuto de igualdad para con los hispanos y así poseen y
deben tener un derecho propio llamado indiano. Es to supone, como sostiene Beatriz Fernández
Herrero, el derecho propio y particular de un reino, y no de una colonia, como muchas veces
tratamos de identificar el período del que hablamos, a nuestras actuales unidades nacionales. El
hecho de no ser considerado colonia, sino una unidad particular con un derecho propio, queda
claro en lo establecido un 22 de enero de 1809 por Decreto de la Junta Suprema de Sevilla, la cual
señaló “[L]os vastos y preciosos dominios que España posee en las Indias no son propiamente
Colonias o Factorías como las de otras naciones, sino una parte esencial e integrante de la
Monarquía española”.
Este sistema jurídico particular para una provincia unida a la Corona por las Bulas de Alejandro VI,
como es el caso de las Indias, legislativamente tenía la característica de ser muy casuístico (técnica
medieval castellana) con la cual se entregaba una solución justa a cada caso, el cual si luego
variaba podía modificarse la ley y así sucesivamente, siendo entonces de una característica,
diremos, casuística-mutable. Así, las cosas. El sistema ideado por la Corona derivó en una
sobrepoblación de normas de Derecho Público, dictadas por esta para organizar las Indias,
mientras que las relaciones particulares quedaron radicadas en el Derecho Castellano. Así se
suman en las pormenorizaciones la legislación interna de las Indias, las normas producidas por
Virreyes, Gobernadores, Cabildos, etc. que regulaban el caso concreto que se les ponía de frente.
Junto a esto estaba el Derecho Sagrado o Canónico Indiano basado en los cánones de concilios
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provinciales, muchos de los cuales adaptaron para América las disposiciones del Concilio de
Trento, todo conforme a la regulación del Real Patronato Indiano. Finalmente encontramos la
costumbre, la cual es aceptada por las Tres Primeras Partidas y luego de eso, los usos indígenas,
los cuales se mantuvieron vigentes conforme no colisionaran con la religión católica y las leyes de
la Corona, tal como se desprende de la Real Cédula de Carlos V, dada el 6 de agosto de 1555 y
recopilada por Encinas. De todo esto se nutría y conformaba el Derecho Indiano en los territorios
hispanos de ultramar.
Recopilar, significa extraer la parte dispositiva de las normas jurídicas en vigor desde hace algún
tiempo, indicando su origen para luego ordenarlas por materia en libros, títulos o capítulos y leyes,
lo que implica una depuración del material legal existente con el fin de superar contradicciones,
lagunas, normas derogadas, en aras de la seguridad jurídica.
La Recopilación de las Leyes de Indias de 1680, permite dar una unidad a esa dispersa legislación
colonial, del conjunto de colonias que se conocen como las Indias.
Representa la base y principio del que debe partir cualquier trabajo histórico - jurídico indiano, por
ser el único cuerpo legal general que se dio para Indias durante los 300 años que duró la
dominación española, así como por otro elemento importante, se dictó a solo 20 años de
producirse el cambio de la dinastía de los Habsburgo por la de los Borbón, que implico un cambio
radical en el gobierno y la administración de la monarquía española, por lo que esta representa la
síntesis de la legislación de los Habsburgo en Indias.
Está dividida en cuatro tomos y un total de nueve libros, que contienen 6.385 leyes, agrupadas en
218 títulos. Cada ley señala el año, rey y lugar de expedición de dicha norma.
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Libro Octavo. De las Contadurías de Cuentas, y sus Ministros.
Libro Noveno. De la Real Audiencia, y Casa de Contratación, que reside en Sevilla.
Él se caracteriza, según ideas muy extendidas, porque sus representantes vieron en el derecho
romano un monumento que consideraron insuperable y, en consecuencia, lo aplicaron
directamente a la realidad social de su tiempo.
El humanismo jurídico, en cambio, nacido en la primera mitad del siglo XVI, representó una
orientación opuesta a la del ‘mos italicus’. Sus representantes tomaron conciencia del carácter
histórico del derecho de Roma, y dejaron de considerarlo como un ordenamiento jurídico vigente
intemporalmente.
Una nota típica del ‘mos gallicus’, fue la reacción contra el carácter casuístico y analítico de la
jurisprudentia anterior, el intento de exponer ordenadamente el derecho y publicarlo, en diversas
obras que pretenden ser ordenaciones de todo, o de una parte del derecho o, yendo más allá de la
simple ordenación, construcciones sistemáticas de tipo deductivo a partir de un primer principio.
‘mos italicus’ Pues bien, la literatura jurídica del mos italicus se expandió hacia el Nuevo Mundo, lo
que condujo al surgimiento de una jurisprudencia indiana marcadamente bartolista y basada en el
ius commune, sobre la cual existió basta producción por parte de los letrados americanos, que con
métodos propios del derecho común enfrentaron los problemas jurídicos que planteaba el
descubrimiento, la conquista y posterior asentamiento en el nuevo mundo.
La literatura jurídica indiana se caracterizó, ante todo, por su marcado casuismo y tendencia
práctica, lo que era la clásica manera de tratar los problemas jurídicos para un derecho
jurisprudencial, lo que interesaba era encontrar una solución acertada al caso concreto, hubo poca
influencia de mos gallicus en el derecho indiano.
Las herramientas principales para completar estas reformas serían la ilustración, como ya
referíamos antes, la centralización administrativa, la liberalización del comercio entre España y los
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territorios ultramarinos, el desarrollo de una potente marina mercante y de guerra y una
formación puntera a todos los niveles que pondría una mano de obra especializada al servicio de la
nación.
Los principales motivos o causas que llevaron a la corona española a realizar estos cambios fueron
los siguientes:
-Pérdida de hegemonía de España en el mundo a lo largo del siglo XVII ante el ascenso de las
potencias industriales europeas y las sucesivas bancarrotas de España.
-La cada vez mayor presencia de los productos de contrabando en los reinos americanos que
producía graves pérdidas a los productos españoles.
-La corrupción en cargos oficiales derivado de la venta de los puestos y de su ocupación por
familiares o personas cercanas, lo que provocaba que la administración fuera lenta y mal
organizada.
-La amenaza para la seguridad que suponía el aumento de la presencia de otras potencias
europeas en las costas americanas.
El aspecto que interesa para el tema en desarrollo, es la función de la Real Audiencia como órgano
jurisdiccional y de los demás tribunales que existieron en la época; en este sentido, las Audiencias
tendían a lograr la integridad de la jurisdicción real frente a extralimitaciones de jueces y
tribunales eclesiásticos.
Al respecto, debe decirse que en la época coexistieron dos tipos de jurisdicción; se habla de una
justicia ordinaria y de una justicia extraordinaria.
La justicia ordinaria propiamente dicha, era impartida por las autoridades locales en asuntos civiles
y penales; cuando en una ciudad, villa o pueblo no había Alcaldes Mayores, la primera instancia la
ejercían los Alcaldes ordinarios; había también un Alcalde Mayor Indígena, que tenía jurisdicción
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en el municipio indígena en asuntos civiles y penales, y administraba justicia en nombre del rey; su
autoridad era superior a la de los Alcaldes ordinarios e inferior a la del corregidor español.
Las Audiencias Reales se integraban por un número determinado de oidores; en sus inicios era un
órgano colegiado que funcionaba en pleno, y posteriormente se creó la Sala del Crimen que
conocía, como si fuese tribunal de primera instancia, de las causas penales que surgieren en un
ámbito territorial de cinco leguas; fuera de ese perímetro conocía de los negocios criminales como
órgano de segunda instancia de las justicias ordinarias en materia penal, es decir, la que ejercían
gobernadores de provincia corregidores, alcaldes mayores y justicia mayores.
Mención aparte merece el Tribunal de la Acordada, que se integraba no por funcionarios oficiales,
sino por particulares; este tribunal tenía como misión perseguir a los malhechores que eran
sorprendidos en delito fragante; se le denominaba de esa manera porque debe su creación al Auto
Acordado de la Real Audiencia del 22 de mayo de 1722, y que por su carácter ambulatorio
dependía exclusivamente del Virrey.
La justicia extraordinaria, era aquella que se ejercía sobre los fueros personales o de grupo; al
efecto existía una gran variedad de lo que ahora denominamos tribunales con competencia
especializada: el Consulado, el Protomedicato, la Inquisición, la Mesta, la Acordada, el Fuero
Universitario, el Tribunal de Minería, el Fuero Eclesiástico, los Fueros Militares y de Marina y el
Juzgado General de indios.
Estos tribunales tenían sus propias formalidades y reglas de procedimiento, y las leyes y
pragmáticas que aplicaban eran aquellas que habían sido expedidas especialmente para ellas;
algunos de estos órganos testamentarios, prohibían la asistencia y aún la asesoría de los abogados,
a grado tal que incluso llegaron a rechazar documentos que pereciera habían sido redactados por
éstos. Cada uno de estos tribunales tenía una organización interna distinta.
2.3.1 Metropolitanas
El Real y Supremo Consejo de Indias, conocido simplemente como Consejo de Indias, fue el órgano
más importante de la administración indiana (América y las Filipinas), ya que asesoraba al Rey en
la función ejecutiva, legislativa y judicial. Se formó en 1503 como una sección dentro del Consejo
de Castilla para más tarde, en 1524, pasar a conformarse como una entidad propia. Los miembros
del Consejo de Indias eran designados por el rey, en general eran personas ilustradas y
competentes con facultades legislativas sobre América, nombraban a los Virreyes, gobernadores,
oidores, jueces, entre otros. Ejercían, además, el derecho de patronato.
No alcanzó a tener una sede física fija, sino que se trasladaba de un lugar a otro con el Rey y su
Corte. Este consejo actuaba con el monarca y, en algunas materias excepcionales, actuaba solo.
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Un presidente: se reunía todas las semanas con el rey (generalmente los sábados a las 10
de la mañana) para el trámite de la "consulta", que consistía en informarle someramente
de las materias tratadas en el consejo.
Los 12 consejeros de indias: letrados, gente versada en ciencia jurídica y eruditos en temas
americanos, la gran mayoría eran hombres con experiencia como funcionarios en las
Indias y los menos, expertos en legislación indiana.
Un fiscal: cargo ejercido por el Consejero más nuevo, era el encargado de velar por los
intereses de la Corona.
Un escribano: encargado de redactar las declaraciones de los acusados en los juicios en los
tribunales.
Un gran canciller: cargo creado por Carlos I para favorecer a un amigo suyo. Este se
encargaba de custodiar el sello real. Debía refrendar con el sello todos los documentos
oficiales del Consejo de Indias, cobrando una tasa por cada timbre que colocaba.
Un Cosmógrafo: tenía por misión poner en conocimiento del Consejo de Indias todo lo
relativo a los descubrimientos que se iban haciendo en el Nuevo Mundo.
América estaba dividida en virreinatos. Los virreyes representan directamente al rey en el Reino
de Indias. Les correspondían los mismos honores que al rey, pero su cargo no era vitalicio, podía
permanecer en su cargo 5 años. Sus funciones eran: repartir tierras, fomentar la colonización y
fundar ciudades, cumplir las leyes del rey y complementarlas con ordenanzas, evangelizar a los
indios. Era el jefe supremo militar en su jurisdicción. Era la suprema autoridad en el territorio de su
jurisdicción. Salvo expresas limitaciones fijadas por la ley, tenían extraordinarias atribuciones,
pudiendo resolver asuntos sin necesidad de la aprobación real.
En las divisiones territoriales de las Indias fueron creados además de los virreinatos las Capitanías
generales que estaban a cargo de un capitán general. Eran instituciones que se encargaban de los
aspectos militares. Eran semejantes a los virreyes, pero no ostentaban sus mismos honores, sin
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embargo, tenían una responsabilidad mucho mayor. Las capitanías se situaban donde había mayor
resistencia de indígenas o ataques de extranjeros como Chile, Venezuela y Cuba.
Gobernadores, corregidores y alcaldes eran subordinados del virrey, estaban al frente de las
circunscripciones territoriales pertenecientes a un virreinato. Los corregidores y alcaldes mayores
se diferenciaban de los gobernadores por la menor extensión del territorio. Eran elegidos por el
rey, el virrey o las Reales Audiencias. Presidían los cabildos. Entendían en materia judicial y en la
apelación de los alcaldes ordinarios, cuidaban el cobro de impuestos, las fortificaciones militares, y
no se podían relacionar con sus vecinos debido a que esto podía influenciar al momento de tomar
alguna decisión. Al tomar posesión del cargo debía jurar fidelidad y presentar inventario
patrimonial al finalizar sus funciones. Actuaban en su gobernación o en la jurisdicción que les
correspondía, subdivisiones del virreinato. Eran la máxima autoridad militar y política que hacían
cumplir las ordenanzas del virrey, como el cobro de impuestos, fundar edificios, organizar el
cabildo, etc.
Fueron organismos que funcionaron en la misma colonia para ejecutar las disposiciones emanadas
de España. Fueron los siguientes:
Los Adelantados
Los Virreinatos
Las Audiencias
2.3.5 Judiciales
Las Reales Audiencias eran pequeños organismos de tres, cinco o siete miembros. Los más
importantes eran llamados oidores, los cuales actuaban en materia judicial. Asesoraban y
controlaban al virrey. El miembro más antiguo de esta institución era el que sustituía al virrey en
caso de enfermedad, muerte u otro inconveniente hasta ser designado uno nuevo.
Las reales audiencias eran quizás los únicos órganos de la época que tenían una función más
marcada: la administración de justicia.
Hacia el siglo XVIII, principalmente por evolución espontánea, más que por reformas legales, se
convirtieron esencialmente en tribunales de apelación.
Sus fallos podían apelarse ante el Consejo de Indias (siempre que se tratase de asuntos
por más de 6.000 pesos de oro).
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Conocían del recurso de fuerza, es decir, la reclamación de los agraviados por
los jueces eclesiásticos, que procedía en caso de incompetencia de estos para conocer de
las causas, inobservancia de las normas que regían los juicios eclesiásticos y en las
negativas de apelación que eran procedentes.
Los agraviados por las resoluciones del virrey o del gobernador podían "apelar" ante ellas.
Podían dictar autos acordados, para una adecuada administración de justicia, y podían
suplir con ellos los vacíos normativos en cuanto a los procedimientos o para interpretar
las normas procedimentales vigentes.
Debían hacer cumplir las reales órdenes y eventualmente podían "suplicar" una ley (cuando esta
adolecía de un vicio) y representarla al Consejo de Indias. Además, debían examinar
las ordenanzas, los reglamentos y decretos del respectivo virrey o gobernador. En caso de que
estos se extralimitaran en sus facultades y atribuciones, podían representarles dicha situación, y
en caso de no ser oída, dar cuenta al soberano.
Clasificación
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Audiencias subordinadas: estaban presididas por un presidente letrado y dependían del
virrey en los asuntos relativos a gobierno civil, eclesiástico, guerra y, eventualmente,
hacienda. Fueron de este tipo las de Compostela o de Guadalajara (desde 1548), de
Charcas (1561-1776 y desde 1785), de Quito (desde 1564), de Concepción (1565-1575), de
Santiago de Chile (1609-1798), de Panamá (desde 1614) y del Cuzco (desde 1788).
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