Santo Tomás
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Daniel Salinas
Cap. VII. Disputatio
Precisando sobre este tema, se hace necesario conocer, que la disputatio siempre ha estado
ligada al pensamiento universal. Cuando he leído como Socrates aplicaba la ironía y la
Mayéutica en su enseñanza, donde existía dos postulados distintos, por un lado, el de la
persona que lo escuchaba que llegaba por medio de la quaestio a reconocer que no sabía
nada para luego dar alumbramiento en la mayéutica a un conocimiento; y por el otro el del
maestro con toda autoridad, ayudaba a que esa persona descubriera y se diera a luz a un
saber. La lógica que planteaba Aristóteles en sus obras, incluían el desarrollo de una
disputatio. La iglesia católica en sus comienzos con sus apóstoles, para corregir ciertos
errores conceptuales, fuera y dentro del pensamiento cristiano, tuvo que recurrir a este
método de enseñanza. Cuando ya era planteada la utrum, es decir la cuestión, siempre
aparecían respuestas a favor o en contra, pero que deberían tener argumentos reales.
La disputatio es entonces la disputa, la discusión de dos pensamientos encontrados con el
fin de llegar a la verdad. Del lugar físico en la Edad Media, comenzó siendo las universidades.
Libremente de daba sin obligar a nadie. Posteriormente era lógica que sucediera, que entre
maestros sabios hubiese diferentes y es otrora cuando pasa a ser pública. Es en este
momento cuando se divide a la disputatio en las “Quaestiones Disputatae” (cuestiones
disputadas) y las macro llamadas “Quaestiones Quodlibetales”. En la primera era el maestro
el que determina el tema a disputar. Cuando el docente tenía una cantidad muy reducida
de participaciones anuales en la disputatio, generalmente era el educando quien respondía
a las objeciones. Estas tenían un orden pero conducían a que el maestro ejerciera la
determinatio, que consistía en formular no solo quien triunfaba, sino con toda autoridad
formulaba conceptualizaciones por escrito que debían mantenerse. En relación a la segunda
solo variaba de las Quaestiones Disputatae porque se realizaban dos veces al año, pero la
diferencia radicaba en que los temas a disputar no eran elegidos anteriormente y aquellas
personas que participaran, eran dueños de elegir el tema a discutir. La asistencia del público
era por lo general era de multitud y se abordaban desde temáticas filosóficas trascendentes
hasta cuestiones que solo pertenecían al orden natural. Comenzaba muy temprano y se
prolongaba hasta altas horas de la anoche inclusive en algunas oportunidades hasta llegar
a durar dos o tres días […]
La disputatio puede ser clasificada por sus formas
a) La disputatio ocasional que era improvisada y fortuita.
b) La disputatio privada, que se daba en una clase magistral entre docentes y alumnos.
c) La disputatio pública que abarcaba las quaestiones disputatae y quodlibetales.
La disputatio fue el método de la escuela escolástica que tomo forma gracias a Santo Tomás
de Aquino en el siglo XIII. Así la Suma teológica tiene una estructura en forma de disputatio
Para que una disputatio sea auténtica tiene que contener los elementos de la objeción, la
respuesta, el argumento y la conclusión […] La disputa es un acto donde los silogismos
aparecen en cada momento, es un instrumento de la misma. Es un acto de la inteligencia,
contrariamente a tener razón por la fuerza. Debe haber por lo menos dos personas, una
que expone y una que responde, entre las que se produce las disputa […].
¿Por qué es imprescindible escucharse? En el medioevo, se exigía que para formular la
objeción, se tuviera que repetir las palabras del contrario asegurando interpretar bien lo
expresado por el otro y recién se podía realizar la objeción. Escucho por respeto al
contrincante, norma de convivencia de siempre, en un real reconocimiento de la dignidad
el otro, es como una muestra de agradecimiento por el esfuerzo de estudio y su capacidad
intelectual.
Suma Teológica
Santo Tomás
Artículo 1: ¿Puede o no puede algún entendimiento creado ver a Dios en su esencia?
Objeciones por las que parece que ningún entendimiento creado puede ver a Dios en su
esencia:
1. Crisóstomo, en su comentario Super loannem, explicando aquella frase de Jn 1,18: A Dios
nunca nadie lo vio, dice así: Lo que es Dios, no sólo los profetas, sino ni los ángeles ni los
arcángeles le han visto. ¿De qué manera, pues, podrá lo creado ver lo increado? También
Dionisio en el c.l De Div. Nom., hablando de Dios dice: No se le alcanza ni con el sentido ni
con la fantasía, ni con la imaginación, ni con la razón, ni con la ciencia.
2. Más aún. Todo lo infinito, en cuanto tal, es desconocido. Pero, como quedó demostrado
(q.7 a.1), Dios es infinito. Luego, en cuanto tal, es desconocido.
3. El entendimiento creado no conoce más que lo que existe, pues lo primero que percibe
es el ser. Pero Dios no es un ser existente sin más, sino que está por encima de la existencia,
como dice Dionisio. Luego no es inteligible, sino que está por encima de todo
entendimiento.
4. Entre el que conoce y lo conocido es necesario que haya alguna proporción, pues lo
conocido perfecciona al que conoce. Pero entre Dios y el entendimiento creado no hay
proporción alguna, pues los separa lo infinito. Luego el entendimiento creado no puede ver
la esencia de Dios.
En cambio está lo que dice la 1 Jn 3.2: Le veremos tal cual es.
Respondo: Como quiera que un ser es cognoscible tanto en cuanto está en acto, Dios, que
es acto puro sin mezcla alguna de potencialidad, en cuanto tal es cognoscible en grado
sumo. Pero lo que en cuanto tal es cognoscible en grado sumo, deja de ser cognoscible por
algún entendimiento por sobrepasar su capacidad, Ejemplo: El sol, que es lo más visible, por
su exceso de luz no puede ser visto por el murciélago. Partiendo de este principio, algunos
dijeran que ningún entendimiento creado puede ver la esencia divina. Pero esto no es
aceptable. Pues, como quiera que la suprema felicidad del hombre consiste en la más
sublime de sus operaciones, que es la intelectual, si el entendimiento creado no puede ver
nunca la esencia divina, o nunca conseguirá la felicidad, o ésta se encuentra en algo que no
es Dios. Esto es contrario a la fe. Pues la felicidad última de la criatura racional está en lo
que es principio de su ser, ya que algo es tanto más perfecto cuanto más unido está a su
principio. Además, es contrario a la razón. Porque cuando el hombre ve un efecto,
experimenta el deseo natural de ver la causa. Es precisamente de ahí de donde brota la
admiración humana. Así, pues, si el entendimiento de la criatura racional no llegase a
alcanzar la causa primera de las cosas, su deseo natural quedaría defraudado. Por tanto,
hay que admitir absolutamente que los bienaventurados ven la esencia de Dios.
A las objeciones:
1. En ambas autoridades se habla de la comprehensión. Dionisio, inmediatamente antes del
texto aludido, escribe: El es para todos universalmente incomprensible, y no se le conoce
por los sentidos, etc. Y el Crisóstomo, poco después de lo escrito añade: Entiende aquí por
visión una consideración y comprensión ciertisima del Padre, idéntica a la que del Padre
tiene el Hijo.
2. Lo que es infinito por parte de la materia, no determinada por la forma, es en sí misma
incognoscible, ya que todo conocimiento se adquiere mediante una forma. Pero lo infinito
por parte de una forma no limitada por la materia es, en sí mismo, cognoscible en grado
sumo. Así es Dios infinito, no de la otra manera, como ya quedó establecido (q.7 a.1).
3. No se dice que Dios no es un ser existente como si no existiera de ningún modo, sino que
está por encima de todo lo que existe, pues El es su mismo ser. Pero de ahí no se deduce
que no sea cognoscible de ningún modo, sino que sobrepasa todo entendimiento, que es lo
mismo que decir incomprensible.
4. La proporción se entiende de dos maneras. Una, como relación entre cantidades. Así, el
doble, el triple, el igual son especies de la proporción. Otra, como relación cualquiera entre
cosas. Así, puede haber relación entre la criatura y Dios como la puede haber entre efecto
y causa o como entre potencia y acto. En este sentido el entendimiento creado está en
proporción para poder conocer a Dios.