Soberbio ¿Yo? ¡Jamás!

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SOBERBIO

¿YO?
¡Jamás!

© 2020 Reservados todos los derechos


LIBRO DE OBSEQUIO
Prohibida su venta

Ministerio: Volviendo a Dios


Durango, México.
Email: [email protected]
INTRODUCCIÓN
¿Te asaltan constantemente tus emociones hasta el punto de terminar
cansado(a) de luchar contra ellas?

¿Al final del día, después de un ataque constante en tus pensamientos, aun
así, no consigue descansar tu alma?

¿Te sientes cansado(a) de luchar contra la corriente, una que te está


perjudicando?

¿No puedes leer la biblia, ni buscar a Dios como quisieras porque siempre algo
se opone?

¿Piensas que has experimentado situaciones injustas, las cuales te han


marcado y no has podido superarlo?

Si contestaste afirmativamente a una de estas preguntas, entonces tu alma se


encuentra en un estado de cansancio extremo, tal como si hubiera trabajado
por jordanas largas y horas extras. Estoy hablando de un alma cargada,
desgastada y agobiada. Cargada de pensamientos que la hacen “subirse” en
una montaña rusa que -frecuentemente- la lleva a los extremos. Un alma que
un día está feliz y el otro parece que está de luto, un alma que experimenta
enojo, frustración y depresión cuando no consigue lo que desea.

Entonces, si nuestra alma está abatida, turbada o inquieta y sin descanso,


corremos un grave peligro.

UN ALMA HUMILDE ES UN ALMA DESCANSADA, MIENTRAS QUE UN ALMA


SOBERBIA ES UN ALMA TRABAJADA.

Este libro es -en sí- un “Test” que nos permitirá descubrir lo que hay en nuestro
corazón… Si solo reina la humildad ¡Aleluya!, pero si hay una pequeña raíz de
soberbia, estamos a tiempo para desarraigar todo lo que el Padre no ha
plantado en nuestros corazones, antes de que sea demasiado tarde.

Previo a esto, ¿Qué te parece si nos sacamos una radiografía espiritual exprés?
Esto con el fin de contemplar un panorama general que nos podrá dar una idea
correcta acerca de cómo opera la soberbia y si ésta ha logrado extenuar nuestra
alma.
Radiografía espiritual
 EN LA ADORACIÓN

Empiezas en el espíritu, pero muy pronto terminas en la carne ya que -


después de un canto de exaltación al Rey- te ves asaltado por pensamientos
tales como:

¿Si dejé bien cerrada la puerta de la entrada?


¿Qué me voy a poner mañana, el vestido o el traje?
¿Por qué “fulanita” no me contestó en el Facebook?
¿Qué voy a cenar? Por favor algo rico que al cabo mañana me pongo
a dieta…
¿Qué actividades voy a usar para mi clase de niños mañana en la
iglesia?

Aunque este tipo de pensamientos parecen inofensivos, lo único que están


haciendo es desviar la atención de Aquel que merece la alabanza, para centrarla
en cosas vanas, relacionadas con el “YO”.

 EN LA ORACIÓN

Inicias con entusiasmo con dos o tres acciones de gracias, pero pronto estos se
esfuman para dar lugar a una larga lista de peticiones (más larga que la que le
hacen los niños a Santa Claus en navidad o que la de los reyes magos) que -
generalmente- tienen que ver con tu persona o algo relacionado a tu entorno.
Y antes de que haya transcurrido si quiera una hora, debes concluir, dado que
tienes muchas actividades en la iglesia o en el trabajo por hacer y ¡son urgentes!

 EN LA MEDITACIÓN DE LA BIBLIA

Inicias leyendo un capítulo y luego te encuentras con algo que desearías no


estuviera ahí, entre las páginas del libro “Best Seller” de todos los tiempos:

Más si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro


Padre os perdonará vuestras ofensas.
Mateo 6:15
¡Momento, momento! ¡O estás leyendo mal, o Dios no conoce tu situación y
todo lo que “perenganita” te ha hecho! ¿Perdonarla? ¿Orar por ella y amarla?
¿Qué acaso Dios no vio todo lo que te hizo y cómo sufriste? Luego dices: Bueno
es que Jesús era divino, ¿Yo? Un simple mortal, eso de perdonar y amar al
enemigo nadie lo puede hacer.

Es entonces cuando te frustras y prefieres leer los salmos o algo menos


confrontativo, porque ahora no estás preparado para dar tal paso.

 EN EL AYUNO

Se proclama ayuno en tu iglesia, e inmediatamente te apuntas… Dos que tres


que cinco personas se dan cuenta de ello porque tú se los informaste y -pasadas
dos largas e infernales horas de abstinencia- empieza a rugir el “mandamás”,
es decir, tu estómago. ¿Cómo poder soportar tal suplicio? ¿Cómo negarle a tu
cuerpo su dosis diaria que lo calma y lo hace sentir en la gloria?
Inmediatamente cancelas el ayuno y lo dejas para otro día.

Otra vez el “yo” ha salido victorioso y el ayuno tiene que menguar para que tú
crezcas y crezcas, pero esta vez no espiritualmente, sino en tallas.
Capítulo 1

La verdadera villana de la historia

Perfecto eras en todos tus caminos desde el día que fuiste creado, hasta que se
halló en ti maldad. A causa de la multitud de tus contrataciones fuiste lleno
de iniquidad, y pecaste, por lo que yo te eché del monte de Dios, y te arrojé de
entre las piedras del fuego, oh querubín protector.

Se enalteció tu corazón a causa de tu hermosura, corrompiste tu sabiduría a


causa de tu esplendor; yo te arrojaré por tierra; delante de los reyes te pondré
para que miren en ti.

Ezequiel 28:15-17

Creo que desde niños, todos queríamos que se nos contaran historias, y de
seguro a todos nos contaron la del villano Satanás, que por soberbio fue echado
del paraíso. Sin embargo, esto va más allá. Analicemos los versículos anteriores
para descubrir el origen de todos nuestros males.

¿Por qué fue rechazado Luzbel?

Tres factores detonaron la soberbia en el entonces ángel de luz. La biblia de la


Iglesia Ortodoxa hace referencia a “la multitud de contrataciones” como
TESORERIAS Y COFRES DE PIEDRAS PRECIOSAS. Es decir, que él había sido
colmado de riquezas. El hecho de poseer algo puede hacer sentir a alguien por
encima de otros. El claro ejemplo es aquel que pasa su vida adquiriendo bienes
para sentirse seguro y más exitoso que otros y esto lo lleva a vivir la gran
mentira que dice que para ser alguien debes tener algo.

Otro de los factores que propició el terrible declive de Luzbel fue su hermosura.
Una persona es considera hermosa, no solo por el hecho de ser físicamente
atractiva, sino también existen cualidades, habilidades, destrezas,
temperamentos que “hermosean” a una persona y que la hacen ser admiradas
por otros.

Todos los que han sido dotados de “hermosura”, corren el mismo peligro que
Satanás, pues tienen “eso” que los hace brillar y pueden ser tentados para
anhelar que su luz, brille más intensamente que la de Dios.
El último elemento que llevó al querubín protector a caer, fue su esplendor.
Algo espléndido es aquello que DESTACA. ¿Cuántas veces hemos querido
destacar con nuestros talentos y hemos puesto todo nuestro empeño en ello?

Bien, a causa entonces de su riqueza, de sus talentos y de aquello que lo hacía


destacar de entre los seres angelicales, Lucifer se llenó de INIQUIDAD y ésta dio
a luz EL PECADO.

La iniquidad es la raíz de todos los males, es eso que se tuerce del camino recto
de Dios y que nos lleva -tarde que temprano- a hacer aquello que aborrecemos.
Entonces deducimos que tanto tú como yo, nos podemos llenar de INIQUIDAD
por la soberbia. En otras palabras, la SOBERBIA es la MADRE DE LOS PECADOS.

Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación,


Inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos,
contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías y
cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo
he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de
Dios.

Gálatas 5:19-21

Si estas son las obras de la carne, ¿Qué la llevó a dar a luz tales obras? ¡La
semilla “madre”, esa que se llama: “Y SERÁS COMO DIOS”, la que se engendró
primeramente en el corazón de Satanás y que posteriormente, fue traspasada
de generación en generación por la desobediencia a Dios!

Entonces la serpiente dijo a la mujer: No moriréis; sino que sabe Dios que el
día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, Y SEREIS COMO DIOS,
sabiendo el bien y el mal.

Génesis 3:4-5

La serpiente antigua quería transmitir al hombre un legado, el mismo que lo


hizo caer de la presencia de Dios, porque sabía que, así como él había sido
expulsado del paraíso, el ser humano sería expulsado del huerto. Una vez
sembrada en Adán y Eva, ahora esa simiente (concupiscencia) sería trasmitida
a toda la humanidad. Eso significa que todo hombre y mujer que habita el
planeta Tierra tiene sembrado en su corazón la semilla de soberbia. Unos la han
abonado bastante y ésta ha logrado crecer hasta convertirse en un gran árbol
que da muchos frutos y esto es visible a los que lo rodean. Otros simplemente
no han sido conscientes de que tienen esa semilla. Y algunos cuantos la ocultan
tras una máscara de “falsa humildad” y dicen: “Yo soy súper humilde, ayudo a
la gente, soy una buena persona llena de valores, tengo muchos talentos dados
por Dios, bla, bla bla…” Sin saber que sus mismas palabras los delatan.

Un ejemplo claro de lo anterior, está en el mismísimo apóstol Pablo, quien


expresó:

Y dada la extraordinaria grandeza de las revelaciones, por esta razón, para


impedir que me enalteciera, me fue dada una espina en la carne, un
mensajero de Satanás que me abofetee, para que no me enaltezca.

2ª de Corintios 12:7 (NBL)

Es decir, dado que Pablo era el receptor de tanta gracia, Dios lo estaba
protegiendo de un posible brote de soberbia que lo haría -automáticamente-
ser rechazado para llevar a cabo la gran tarea de predicar el evangelio a los
gentiles.

Así nuestro Padre -frecuentemente- tiene que hacer uso de pequeños


“aguijones” para mantenernos a salvo de aquello que hizo al diablo convertirse
en su “archi” enemigo. Muchos de ellos nunca serán quitados por Dios, puesto
que, si lo fueran, la persona podría fácilmente ensoberbecerse.

Otra viva ilustración de ello, es el mismo Juan el Bautista, cuando vinieron a él


algunos judíos a quejarse con él acerca de Jesús, quien también bautizaba como
él, y tras quien todos iban.

Probablemente ellos esperaban que Juan dijera: “¿Cómo es posible que alguien
más bautice como yo? ¿Cómo es que todos se van tras él y yo me quedo sin
nada? Pero no fue así. El profeta nacido de mujer, más grande de todos los
tiempos contesta:

“Es necesario que él crezca, pero que yo mengüe”

Juan 3:30

Juan el Bautista se puso en lugar de todo ser humano al decir que Jesús debía
tener más importancia y el ser humano menos. Es decir, que todos deberíamos
ir quedando en la sombra y el Autor de eterna salvación debería ir brillando
más. Enfatizó -por tanto- que en todo hombre y mujer está el anhelo de brillar
por sobre los demás.
Y ¿cómo olvidar con todo esto, la extraña petición que Jesús recibió de la madre
de Santiago y de Juan, los hijos de Zebedeo? Nuestra hermanita en Cristo le
estaba pidiendo que les permitiera a sus hijos – cuando Jesús estuviera en su
reino- sentarse a su lado en lugares de honor, el uno a su derecha y el otro a su
izquierda.

Creo que dicha mujer fue enviada por sus propios hijos, porque cuando Jesús
les pregunta si ellos eran capaces de beber de la copa amarga de sufrimiento
que él bebería, ellos contestaron afirmativamente de manera inmediata.

¡Los mismos discípulos del hombre más manso y humilde que ha pisado esta
tierra, eran ahora presas de la soberbia de ocupar un lugar privilegiado por la
eternidad!

Capítulo 2
La gran piedra de tropiezo

La soberbia se asemeja bastante a una gran piedra -magistralmente


encubierta a los ojos de todos- en medio de la pista en la que correrá un atleta.
Los corredores somos tú y yo. La pista es esta vida, la cual está provista de
algunos obstáculos como parte de la prueba del cristiano. En lo natural, el atleta
puede percibir las vallas a lo largo del camino, y es por ello, que se prepara con
tiempo para esquivarlas, pero no sería así con una piedra estratégicamente
puesta por un enemigo para hacerlo caer. Con esto, el atleta podría no ser el
primero en llegar, o bien, hacerlo desertar de la meta, tras el desaliento por
haber tropezado.

Esto se ve reflejado -como en un espejo- en la conversación que Jesús mantiene


con sus discípulos para comunicarles de qué manera moriría. Inmediatamente
sale a la luz la soberbia de una vida sin dolor y de la falta de aceptación de la
voluntad de Dios. Esto cuando Pedro hace la siguiente exclamación: “Señor, ten
compasión de ti; en ninguna manera esto te acontezca.
Jesús inmediatamente supo quién hablaba a través de su discípulo y dice: -
¡Quítate delante de mí Satanás! Me eres tropiezo, porque no pones la mira en
las cosas de Dios, sino en la de los hombres.

Vemos aquí, que la soberbia es puesta por el enemigo como una piedra de
tropiezo para hacernos caer. Si nos pusiéramos a pensar en nuestros
desaciertos en la toma de decisiones, podríamos ver que éstas fueron
inspiradas por la soberbia. Muchos han tomado decisiones que les han costado
la vida… Todo por haber sido inspirados por el padre de mentira, al no haber
aceptado su situación y querer tomar control de la misma, movidos por el ego.

Capítulo 3

El poderoso velo de la soberbia

Seis cosas aborrecen Jehová, y aun siete abomina su alma: Los ojos altivos, la
lengua mentirosa, las manos derramadoras de sangre inocente, el corazón
que maquina pensamientos inicuos, los pies presurosos para correr al mal, el
testigo falso que habla mentiras, y el que siembra discordia entre hermanos.

Proverbios 6:16-19

Nadie va por el mundo diciendo que es un soberbio empedernido, y menos


si es cristiano. Sin embargo, aún mucho pueblo del Señor está cegado,
pensando que son salvos. No ven a la soberbia como obstáculo en su pista o
como la piedra de tropiezo en sus vidas. Sinceramente no la ven operando en
ellos. Ésta se esconde muy bien del que la posee. Podría poner un ejemplo algo
cómico. La soberbia es como el mal aliento, el que lo tiene no se da cuenta,
pero sí lo hacen todos los que lo rodean.

Este terrible velo es el mismo que llevarán puesto los “muchos” de los que habla
Mateo en el capítulo 7 y el versículo 22, en donde aparece la demanda de los
muchos al prohibírseles la entrada al reino de los cielos. Ahí se hace referencia
a creyentes que profetizaron en el nombre de Jesús, involucra también a
creyentes que expulsaron demonios por la fe en Su Nombre, así como parte de
su pueblo que obraron muchos milagros. A todos ellos se les niega la entrada.
Pero ¿Por qué? Si hacían obras que Jesús mismo había pedido en Su palabra.
Sencillamente porque no eran conocidos por Jesús. ¿Cómo si iban 3 veces por
semana a la iglesia y le servían? En 1ª de Corintios 8:3 se nos muestra cómo ser
conocidos por Él: Pero si alguno ama a Dios, es conocido por él.

Entonces todo lo que hicieron (sus obras), no fueron inspiradas por el amor que
le tenían a su Señor, sino por la misma soberbia que los hacía brillar, por el
hecho de ser vistos de los hombres ,por recibir honra o por pretender en su
corazón ser mejor que otro ministerio. ¡Qué tremendo será aquel día! Amado
lector, si hoy tú estás leyendo este libro, es tiempo de reflexionar sobre las
motivaciones que nos mueven a ejecutar la obra de Dios, o son inspiradas por
la soberbia (el ser como Dios y poder recibir fama y honor) o por el amor hacia
nuestro Salvador. ¿Qué te mueve a hacer lo que haces? (Tanto en lo secular
como en lo espiritual).

Capítulo 4
El altar al “YO”

Israel es una frondosa viña que da abundante fruto para sí mismo; conforme
a la abundancia de su fruto multiplicó también los altares, conforme a la
bondad de su tierra aumentaron sus ídolos.

Está dividido su corazón.

Oseas 10:1-2

Ciertamente nosotros somos el Israel espiritual de Dios. Por ende,


recibimos de gracia muchos regalos como las bendiciones, los dones y los
talentos. ¡Dios nos ha hecho una viña frondosa! Pero no para dar fruto para
nosotros mismos, es decir, todo lo que el Padre nos ha dado es para bendecir a
otros, no para usarlos para nuestra gloria. Si damos fruto para el “yo”, lo único
que haremos será caer en idolatría, puesto que querremos recibir los honores
que realmente le pertenecen al Dador de toda buena dádiva y de todo don
perfecto. Entonces nos convertimos en un “dios” en donde buscaremos recibir
de los demás, alabanza.

El segundo versículo de la porción de Oseas me parece interesante, puesto que


indica cómo es el corazón del soberbio: ESTÁ DIVIDIDO.
Un corazón así, manifiesta inconstancia en todo lo que hace. Hace promesas
con Dios de que dejará el pecado y pasados algunos días, está más hundido en
el pozo que cavó. Entonces se le hace fácil ser infiel, pues se permite cosas que
engrandecen el “yo” y luego trata de adorar a Dios, pero el hecho de servir a
dos señores… ¡Es imposible!

Capítulo 5

Me pisaron el callo

Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, más vive Cristo en
mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual
me amó y se entregó a sí mismo por mí

Gálatas 2:20

Si realmente ya morimos para Cristo, ¿Por qué nos duele si nos pisan o nos
humillan el “yo”?

¿Sabías que la mayor parte de lo que nos duele tiene su origen en la soberbia?
¡Increíble, pero cierto!

Para demostrarlo solo contesta las siguientes preguntas:

¿Cuántas veces has sufrido por recibir rechazo de un ser querido?

¿Cuántas veces has renegado porque las circunstancias no te favorecen?

¿Cuántas veces te has quejado por no tener aquello que quieres?

¿Cuántas veces te has molestado porque la persona con la que entablabas una
conversación, no te da la razón?

¿Cuántas veces te has frustrado si no recibiste atenciones, felicitaciones u


honores por alguna labor realizada?

¿Cuántas veces te has amargado por haber perdido algo que amabas?
¿Cuántas veces te has comparado con alguien, por sentirte inseguro?

Todas las respuestas a estas preguntas llevan escondidas en sí a la SOBERBIA.

¡No puede ser que esa persona a la que tanto le di mi tiempo, ahora me rechace!

¡Esa situación fue injusta, yo no la merecía!

¡Yo merezco tener eso o alguien en mi vida!

¡Soy yo quien tiene la razón!

¡Qué hice mal, para que no se me agradeciera! ¡He hecho tanto y no lo valoran!

¡Yo tengo que ser como “fulano” o mejor!

¡Yo amaba aquello y ahora no lo tengo… Soy tan infeliz!

Capítulo 6
Los beneficios de la humildad

 NOS HACE FUERTES

¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o


persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? Como está escrito:
Por causa de ti somos muertos todo el tiempo; somos contados como ovejas
de matadero.

Romanos 8:35-36

Primeramente, será fundamental definir la palabra humildad para poder


continuar. Ésta viene del latín “humilitas” de la palabra “humus” que significa
tierra. La palabra humildad está relacionada con la aceptación de nuestras
propias limitaciones, bajeza, sumisión y rendimiento.
El apóstol Pablo hace una gran pregunta en su carta a los Romanos en el
capítulo ocho: “¿Quién nos separará del amor de Cristo?” Es decir, ¿qué cosa
será tan fuerte como para alejarnos de ÉL?

Solo una persona fuerte físicamente podría permanecer mucho tiempo


desempeñando un trabajo arduo como la minería, la albañilería, la herrería o la
milicia. De la misma manera, sino somos espiritualmente fuertes, seremos
presa de las artimañas de Satanás y claudicaremos en el camino de la verdad
fácilmente.

La humildad hace en el creyente lo que el levantamiento de pesas a un


fisicoculturista. El camino angosto conlleva problemas, sufrimientos,
dificultades, fríos, hambres y peligros de muerte. Solo una persona humilde
podría aceptar todo esto en su vida y ser capaz de renunciar a la misma, por
tener como más sublime, el propósito de Dios. Solo el humilde podría aceptar
la escasez, el dolor o los tiempos difíciles, sabiendo que Dios lo ha permitido
con un propósito.

El cristiano debe morir todo el tiempo, así como lo dice Pablo en esta porción
de la escritura. Posteriormente, después de este hecho tan doloroso para el
hombre que está acostumbrado al “yo” es cuando viene la victoria y cita:
“Antes, en medio de todas estas cosas somos más que vencedores, por
medio de Aquel que nos amó”

Si lo analizamos bien, es la soberbia la que nos hace creer que el cristianismo


es una buena vía para ser felices y prósperos por el simple hecho de ostentar
el título de “hijo de Dios”, sin tener que pasar por situaciones adversas y por el
dolor de la prueba.

Supongo que Pedro pensaba esto cuando se negó a que el Maestro le lavara los
pies, ya que en su mente no cabía la posibilidad de que el Rey de reyes le
sirviera, y por consecuencia, él tendría también que servir, siguiendo su
ejemplo. Sin embargo, este hecho era imprescindible para Jesús, ya que con
esto les mostraría a sus seguidores, que la vida cristiana tenía su fundamento
en el servicio a los demás, claramente encumbrando así, la humildad.
 LA HUMILDAD
TRAE EXALTACIÓN

Primero viene el orgullo y luego el fracaso; primero la humildad y luego los


honores.

Proverbios 18:12 (NBV)

Para desarrollar este punto, será necesario hacerte dos preguntas:

En la historia de David y Goliat… ¿Goliat era soberbio?

Este gigante, al confrontar directamente al pueblo de Dios, dice: “Hoy YO he


desafiado al campamento de Israel”. Aquí vemos el EGO a flor de piel en la
persona de Goliat. El “yo” por delante. ¡Imagínate una cuarentena de terror!
Teniendo que escuchar a un soberbio como éste, amedrentando al pueblo.
Cuarenta largos días paseándose y destilando arrogancia.

y… David ¿Era soberbio u orgulloso?

Eliab, el hermano mayor de David, cuando ve que éste quiere pelear contra
Goliat, le dice: “¿Para qué has descendido acá? Yo conozco tu soberbia y la
malicia de tu corazón, que para ver la batalla has venido.” Entonces si es así -
como decía su hermano- ¿Cómo es posible que David hubiera vencido a Goliat?

Porque sencillamente no había soberbia en el escritor de los salmos, cuando


dijo: “Tú vienes a mí con espada y lanza y jabalina; más yo vengo a ti en el
nombre de Jehová de los ejércitos, el Dios de los escuadrones de Israel, a quien
tú has provocado. Jehová te entregará hoy en mi mano, y yo te venceré y te
cortaré la cabeza, y daré hoy los cuerpos de los filisteos a las aves de cielo y a
las bestias de la tierra; y toda la tierra sabrá que hay Dios en Israel.”

David claramente estaba haciendo una distinción entre el gigante y él. Cuando
le dice: “Tú vienes a mí con espada, con lanza y con jabalina” , realmente estaba
haciendo referencia a su gran conocimiento, habilidad y experiencia en la
guerra, así mismo hace alusión a su propia falta de conocimiento en batalla al
no poder usar la armadura del mismo Saúl y al poner a su Dios como escudo
cuando dice: “Jehová, que me ha librado de las garras del león y de las garras
del oso, él también me librará de la mano de este filisteo.”
Este pequeño joven rubio, de hermoso parecer, no se engrandecía a sí mismo,
sino que alababa la virtud protectora y libertadora de su Creador. Él jamás se
atribuye la victoria. Su celo por Dios es el que definitivamente lo hace ir y
oponérsele, ya que “ese filisteo” se atrevió a levantarse contra el pueblo
escogido por el Shaddai.

“Jehová te entregará hoy en mi mano y yo te venceré y te cortaré la cabeza,


y daré hoy los cuerpos de los filisteos a las aves del cielo y a las bestias de la
tierra; Y TODA LA TIERRA SABRÁ QUE HAY DIOS EN ISRAEL. Y SABRÁ TODA
ESTA CONGREGACIÓN QUE JEHOVÁ NO SALVA CON ESPADA Y CON LANZA;
PORQUE DE JEHOVÁ ES LA BATALLA; Y ÉL OS ENTREGARÁ EN NUESTRAS
MANOS.

David no era un paladín, era un adorador; no de sí mismo sino de la grandeza,


del poderío y de la gloria de Dios. UN HUMILDE CON SUS OJOS PUESTOS EN
DIOS SIEMPRE VENCERÁ A UN SOBERBIO Y ALTIVO.

Habrá gente que juzgue de soberbio o de altivo a un hombre que sabe que
puede vencer en todas sus batallas, pero lo que no pueden percibir es que
(hombres y mujeres como David) no ponen su esperanza en su propia sabiduría,
fuerza o habilidad, sino en el nombre de su Dios, el Todopoderoso.

Y sabrá toda esta congregación que Jehová no salva con espada y con lanza;
porque de Jehová es la batalla, y él os entregará en nuestras manos.

1ª de Samuel 17:45-47

Al emitir estas palabras, el futuro rey de Israel no estaba peleando en sus


fuerzas o en sus capacidades, sino en el nombre de Jehová de los ejércitos, para
glorificar Su nombre.

Entonces había humildad en el corazón de David, pues él nunca atribuyó a sus


virtudes, a su hermosura, o a su inteligencia la derrota del gigante…Todo fue
para engrandecer el nombre de su Dios y recibió posteriormente honores y
regalos de parte del rey Saúl así como fama delante del pueblo.
 LA HUMILDAD
ES PROVEEDORA DE GRACIA

Pero El da mayor gracia. Por eso dice: Dios resiste a los soberbios, pero da
gracia a los humildes

Santiago 4:6

¿Qué hace la gracia? Bueno ésta opera como la pareja de esposos ricos que
anhelan tener un bebé y, como son infértiles, adoptan a un pequeño y –
automáticamente- éste recibe todo gratuitamente. El niño será aceptado y
recibirá todos los beneficios como un hijo legítimo.

La gracia nos hace aceptos en el Amado sin tener que hacer obras. Es la ayuda
y los regalos (espirituales y materiales) dados por Dios de manera gratuita a los
humildes.

En contraste, dice la palabra que Dios resiste a los soberbios. Algunos sinónimos
para resistir son: Combatir, estar en contra de, oponerse y rechazar.

Puntualizando, el humilde es receptor de la aceptación de Dios de manera


gratuita, así como de su ayuda y de sus bendiciones, mientras que el orgulloso
tiene a Dios de opositor. ¿Quién podría pelear contra Dios mismo? ¿Quién
podría oponérsele y salir victorioso? Pues el soberbio va continuamente en
contra del Omnipotente siendo rechazado automáticamente por él.

 LA HUMILDAD TRAE DICHA

Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los


cielos.

Mateo 5:3

Ser bienaventurado es alguien que goza de la felicidad plena, la cual es


concedida por Dios. Es decir, que en la vida cristiana habrá dos tipos de
personas: las que tienen dicha, felicidad y gozo y las que viven en desdicha,
amargura y frustración.

Los dichosos son los humildes, mientras que los desdichados serán los
orgullosos.
Ser pobre en espíritu no es aquel que no tiene nada espiritual y, por ende, es
carnal. ¡No! Este adjetivo es dado a todos aquellos que reconocen su necesidad
de Dios y saben que solo en Él lo pueden encontrar. Se ven a sí mismos
desnudos e incapaces de hacer algo en sus fuerzas. Ellos son los que tendrán
un gozo perdurable, pues el reino de los cielos es justo para los que son como
ellos: Dependientes y humildes, así como lo es un pequeño niño con sus padres.

Bienaventurados los mansos porque ellos recibirán la tierra por heredad.

Mateo 5:5

La mansedumbre es lo contrario a la rebelión y al orgullo. ¿Cuántas veces


hemos dicho?

Señor ¿por qué a mí?

¿Por qué me tuvo que pasar esta desgracia?

¿Por qué esta enfermedad?

¿Por qué tuve una infancia así con carencias, con rechazo, sufriendo
injusticias?

Bueno… Ahora yo te preguntaré y… ¿Por qué no? Y ¿por qué Jesús tuvo que
cargar esa cruz tan dolorosa? ¿Por qué siendo inocente, tuvo que dar su vida
por la humanidad? Si él hubiera debatido esto con el Padre, tú y yo no
estaríamos aquí.

¿Quién dijo que esta vida sería color de rosa, sin pruebas o sinsabores? El
mismo Jesús es el que dijo: “En el mundo tendrás aflicción, pero confía que YO
he vencido al mundo.”

José el soñador fue humilde al aceptar todas las injusticias y ¿sabes? Recibió la
tierra por heredad. ¡Sí! No se dedicó a pensar en su dolor y a hundirse en él.
En todo el tiempo de su peregrinación por el valle de “el dolor”, no se le vio
sumido en la queja, la frustración y en la desesperanza. Supo conservar su
humildad y mansedumbre poniendo sus ojos, no en las adversidades, sino en
Dios, aceptando de Su mano todo… Así que –tiempo después- el mismo faraón
le entregó a él y a su descendencia la tierra de Gosén en Egipto para que
habitaran ahí.

Job fue manso al aceptar sus desgracias y ¿sabes? Recibió restitución al doble
de lo que había perdido. Jesús fue humilde al poner su cuerpo para ser molido
por nuestros pecadores y herido por nuestras rebeliones y –finalmente- recibió
del Padre un reino que no tiene fin.

Es tiempo de aceptar lo que vivimos, es tiempo de aceptar que tanto los


tiempos malos como los buenos vienen de Dios y que él es experto en convertir
nuestras desgracias en bendición. Es tiempo de descansar en ese maravilloso
propósito que trae cosas buenas para los que en verdad lo aman.

Capítulo 7

¿Cómo ser libres de la soberbia?

Desde que nacimos (sobre todo si fuimos hijos únicos, si fuimos los
primogénitos o los pequeños de la casa, o bien, si fuimos niños enfermizos) toda
la atención de la familia se enfocó sobre nosotros. De ahí aprendimos a recibir
atención. Mientras crecimos, quisimos seguir llamando la atención de nuestros
seres amados -ya fuera portándonos mal- o destacando, tratando de ser los
mejores de la clase. Cuando nos convertimos en adolescentes, quisimos ser el
centro de atención de alguien y por ello nos perfumábamos y tratábamos de
lucir bien. Antes de casarnos, nuestros padres nos enseñaron a amarnos y
valorarnos tanto, que si nuestra pareja no era lo suficientemente buena para
nosotros podríamos divorciarnos y encontrarnos después, a alguien mejor para
ser felices.

Es raro encontrar el hogar en donde haya habido una enseñanza de Dios, como
centro de nuestras vidas, renunciando al “yo”. Incluso hay congregaciones en
donde se enseña que Dios puede darte lo que tú desees o sueñes, es decir, que
nuestros sueños y nuestra voluntad tienen más importancia que los de Dios.

Es por ello que nos cuesta demasiado vivir la verdadera vida cristiana con
humildad. Seguimos batallando horrores y si no renunciamos a la soberbia,
ésta ensuciará todo lo que toquemos, ya que, las motivaciones de nuestro
corazón siempre nos llevarán a ser los primeros antes que nuestro Salvador.
Debido a esto, Jesús nos da una maravillosa lección en el capítulo 11 de Mateo,
el versículo 29:

“Llevad mi yugo sobre vosotros, y APRENDED de mí, que soy manso y


humilde de corazón; y hallareis descanso para vuestras almas.”

En esta preciosa porción de la escritura, el Rey de reyes nos da la palabra CLAVE


para vencer la soberbia y es “APRENDER”.

El aprendizaje es UN PROCESO mediante el cual se ADQUIEREN o MODIFICAN


habilidades, destrezas, conocimientos, conductas o valores como resultado del
ESTUDIO, la EXPERIENCIA, la INSTRUCCIÓN, el RAZONAMIENTO y la
OBSERVACIÓN.

Como bien lo expresa la definición anterior, el aprendizaje es un proceso. De


un día para otro no aprendiste las terribles y tormentosas matemáticas. ¡No!
Tuviste que llorar toda la primaria, la secundaria y finalmente en la preparatoria
te topaste con la “enchamucada” trigonometría, con la odiosa álgebra y con
maléfico calculo integral. Y tenías que ver a diario a ese maestro que -para él
todo era sencillo- mientras que para ti era toda una odisea encontrar el valor
de “x” en la ecuación. Te frustraste muchas veces y posiblemente llegaste a
decir: “Las matemáticas nunca serán para mí”. Ese mismo aprendizaje es el que
quiere Jesús darnos, ese en donde lo aceptemos como Maestro, para aprender
a su lado a ser como él y –aunque a veces nos frustremos porque no podemos
liberarnos de la soberbia- Jesús estará ahí para corregirnos y levantarnos una
vez más con amor.

Entonces mientras nos mantengamos cerca del Maestro de la humildad y de la


mansedumbre, vamos a aprender a ser como él. Y precisamente es ahí -cuando
cultivamos una relación con él- donde aprendemos a amarlo verdaderamente,
hasta llegar al punto de ser capaces de renunciar a nuestro “yo”, negándonos a
nosotros mismos por seguirlo a él, por la única y sencilla razón de agradarlo. Ya
no querremos nosotros brillar u ocupar los primeros lugares ¡No! Ahora
quitaremos voluntariamente los reflectores para dirigirlos al Autor de la vida.

Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere ser discípulo mío,
olvídese de sí mismo, cargue su cruz y sígame.

Mateo 16:24 (DHH)


Entonces Jesús les dijo a sus seguidores: -Si alguien quiere ser mi seguidor,
tiene que renunciar así mismo, aceptar la cruz que se le da y seguirme.

Mateo 16:24 (PDT)

Estimado lector aquí termina el TEST para descubrir las intenciones y


motivaciones que nos llevan a ejecutar acciones en la vida.

Si encontraste una pizca de soberbia en algún recóndito lugar de tu corazón, es


tiempo de hacer un alto en el camino y si estás dispuesto a seguir al Autor de la
vida, deberás seguir los pasos que están descritos en el versículo anterior.

1.-RENUNCIAR a tus anhelos, tus pensamientos y tus caminos para tomar la


voluntad, los pensamientos y los caminos del Señor, que siempre serán más
altos que los nuestros.

2.-ACEPTAR lo que vivimos (las cosas buenas y malas de la vida) como parte de
las piezas del gran rompecabezas del propósito de Dios en tu vida.

3.-RENDIRTE en cada situación a la voluntad y a la dirección de Dios.

4.-SEGUIR A CRISTO. Convertirse en un seguidor es convertirse en un imitador.


Seguir a Jesús será tratar de repetir sus acciones, sus palabras, sus
pensamientos, su humildad.

Y TÚ…
¿ESTÁS LISTO?

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