50 Años Sin The Beatles

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50 años sin The Beatles: por qué la banda

más grande tuvo un final tan mezquino


Un tabloide que fuerza unas palabras de Paul McCartney y
dos amigos que acaban accionando el ventilador de los
odios. Un ocaso sombrío para un grupo que llenó de
felicidad al mundo
31
CARLOS MARCOS
MADRID - 10 ABR 2020 - 00:30 CEST

George Harrison, Ringo Starr, Paul McCartney y John Lennon: The Beatles
en 1967.

Utilizaron a Ringo. Era el procedimiento habitual. El batería ejercía el


papel de correveidile perfecto, el mensajero de las noticias malas para Paul
McCartney, un tipo simpático y bondadoso que podía suavizar el mensaje.
Los que lo enviaban eran, claro, John Lennon y George Harrison. Así que
una vez más el bueno de Ringo Starr se presentó en casa
de McCartney. “Eee, hmmm, que hemos decidido John, George y yo que
no puedes sacar tu disco en solitario en abril. Aquí tienes el escrito”.
McCartney vociferó, insultó, señaló a Ringo con el dedo erguido, le lanzó
su abrigo y lo empujó hacían la salida. Era marzo de 1970. Un mes después
el grupo más grande de la historia del rock se había separado. Fue un final
chusco. ¿Final? No se celebró una rueda de prensa para anunciarlo. Solo
mensajes entrelíneas, una manipulación periodística y el ventilador de los
odios esparciendo munición. Un episodio enmarañado que echó un cierre
amargo a diez años que hicieron felices al mundo. Ocurrió hace justo
medio siglo.

“Ellos oficialmente nunca se disolvieron. No hubo ningún comunicado. Es


por eso que mucha gente durante los setenta estaba esperando a que
volviesen a grabar”, cuenta por teléfono desde su encierro en su casa
londinense el escritor Philip Norman (Londres, 76 años), una de las
personas que más sabe de los de Liverpool, con media docena de libros
publicados: Shout!: The True Story of the Beatles, Days in the life: John
Lennon Remembered o Paul McCartney: La biografía (Malpaso, 2017).

El conflicto aquel marzo de 1970 era el siguiente. Paul McCartney se


proponía editar su primer disco en solitario, McCartney, en abril, con el
sello del cuarteto, Apple Records. El escollo: Let It Be estaba programado
para salir a la calle en mayo, también con Apple Records. Alguien reparó,
no sin razón, que aquella competencia era absurda. Solución: que Paul
posponga su álbum.

“Había algo de mezquino en la relación entre Paul y John. Pero esa


competitividad era parte de lo que les hizo ser tan brillantes juntos:
retándose para conseguir logros artísticos mayores. El amor les
mantuvo unidos, pero la presión les hizo comportarse de manera
lamentable, sobre todo al final”, dice el escritor Peter Ames Carlin,
autor de ‘Paul McCartney. La biografía’

La relación entre los cuatro era demasiado tóxica en aquellos tiempos. La


elaboración de Abbey Road (último grabado por la banda; aunque Let It
Be se publicó después, se registró con anterioridad) puso al límite la
capacidad psicológica de los cuatro. Todos se desahogaron en las
canciones. Harrison aprovechó la guerra entre Lennon y McCartney para
colocar en Abbey Road dos de sus mejores obras, Something y Here Comes
the Sun; Ringo Starr coló Octopus’s Garden, una metáfora acuática que
revelaba lo que sentía con los Beatles: “Me gustaría estar debajo del agua”,
y Paul McCartney dedicaba You Never Gime Me Your Money (Nunca me
das tu dinero) a su bestia negra, Allen Klein.

Hay que dedicar un espacio en esta historia a Klein, un tipo turbio que
saneaba empresas cortando las cabezas necesarias. Fue recomendado a los
Beatles por Mick Jagger (otro cerebro de la contabilidad) cuando los
agujeros de la tesorería de Apple eran profundos. McCartney se negó a
aceptarle: sabía de su falta de escrúpulos y de su exigencia para trabajar
con los de Liverpool, el 20% de las ganancias. McCartney prefería que se
ocupase del papeleo de la banda su suegro, el abogado Lee Eastman, padre
de su pareja, Linda. Lennon fue el máximo defensor de Klein y Harrison y
Starr también dieron el “sí, vale”. La película se podía llamar Todos contra
Paul.

La furia de McCartney lo llenó todo. Llamó a los principales despachos de


Apple, a mánagers, a periodistas, a gente influyente… Hasta que Ringo,
otra vez el bonachón batería, convenció al resto para que le dejaran
publicar su primer disco en solitario antes que Let It Be. Y llegó la
venganza de Paul. Los primeros ejemplares de McCartney adjuntaban una
extraña entrevista (o autoentrevista) donde el artista explicaba las
motivaciones para grabar fuera de la banda. Escudriñada entrelíneas y
conociendo el ecosistema contaminado estaba claro, pero no existía un
mensaje concreto sobre el gran tema. La entrevista consta de una veintena
de preguntas, pero las claves son estas tres:

Pregunta. ¿Este álbum es una separación de los Beatles o el inicio de una


carrera en solitario?

Respuesta. El tiempo lo dirá. Que sea un disco en solitario significa que es


el inicio de una carrera en solitario y que no lo haya hecho con los Beatles
significa que es un descanso.

Pregunta. ¿Esta separación de los Beatles es temporal o permanente, y se


debe a diferencias personales o musicales?

Respuesta. A diferencias personales, empresariales y musicales, pero más


que nada a que me lo paso mejor con mi familia [Linda Eastman, pareja de
Paul, era la única persona que participaba en el disco: lo tocó todo
McCartney]. ¿Temporal o permanente? En realidad, no lo sé.

Pregunta. ¿Prevés en algún momento en el futuro que Lennon y


McCartney compongan juntos?

Respuesta. No.

No parecen opiniones que diesen esperanzas a los seguidores del cuarteto,


pero ¿se dice en algún momento que los Beatles se han disuelto? No
claramente. “En realidad, no lo sé”, desliza McCartney. Los primeros
ejemplares del disco, con la parodia de entrevista, se distribuirían a los
medios el 10 de abril. Y aquí entra el tabloide Daily Mirror. Un periodista
de ese diario se hizo con un ejemplar de la entrevista el día anterior, 9 de
abril. La mañana del 10 de abril una tirada espectacular de ejemplares
inundaba los kioscos con un titular a página entera: “Paul McCartney
abandona los Beatles”. ¿Se deduce eso de la famosa entrevista? Sí, pero no.
Dio igual. El silencio del resto del grupo, de Allen Klein y de los demás
implicados daba oficialidad a ese titular. Al final, un periódico
sensacionalista anunció el adiós del grupo.

La edición de
'Daily Mirror' del 10 de abril de 1970 con el titular: "Paul deja los Beatles".

La artillería más dañina estaba aún por aparecer. John Lennon encolerizó.
Él fue el que el 20 de septiembre de 1969, en una reunión en las oficinas de
Apple, había expresado su deseo de dejar los Beatles. Pero decidieron que
no se hiciera público, ya que había proyectos en marcha, como Let It Be.
“John fue el que antes se cansó de ser un beatle. Y buscó una salida. Pero
no encontró el camino hasta que conoció a Yoko Ono. Ella fue la persona
que le dijo: ‘No tienes que estar en la banda si no te apetece’. Eso ocurrió
en 1967. Así que fue una despedida muy lenta”, cuenta Philip Norman.

Lennon era ya el tercer beatle que había amagado con marcharse. El


primero fue Ringo Starr (que de hecho se marchó), luego Harrison y en el
ocaso del grupo, Lennon. Paul no había abierto la boca. “Al final de su
carrera los Beatles se sentían como en una prisión. Decidieron no hacer
conciertos en directo porque no se escuchaban los instrumentos, apagados
por los gritos de la gente. Se apartaron del foco público ya que no
soportaban la presión. Y crearon su propio mundo. Siempre estaban los
cuatro juntos. Cuando se llevaban bien no había problema, pero cuando
arreciaron las tensiones era una tragedia. El que intentó mantener al grupo
con vida siempre fue Paul. Él era consciente de que si no tiraba del carro
era el final”, cuenta Norman.consciente de que si no tiraba del carro era el
final”, cuenta Norman.

Aquella autoentrevista de McCartney provocó la ira de su compañero.


Lennon llamó a su periodista de cabecera, Ray Connelly, para ofrecerle
unas declaraciones: “Está adjudicándose el mérito de romper el grupo
cuando yo lo dije en septiembre”, espetó. “Había algo de mezquino en la
relación entre Paul y John. Pero esa competitividad era parte de lo que les
hizo ser tan brillantes juntos: retándose para conseguir logros artísticos
mayores. El amor les mantuvo unidos mucho tiempo, pero la presión de la
fama llegó a un punto que les hizo comportarse de manera lamentable,
sobre todo al final”, dice desde su confinamiento en Nueva York el escritor
Peter Ames Carlin (Nueva York, 56 años), autor de Paul McCartney. La
biografía (Viceversa, 2010).
La policía intenta impedir que fotógrafos y seguidores se acerquen a Paul
McCartney y Linda Eastman el día de su boda civil. Fue en marzo de 1969.
Pocos meses después, John Lennon anunciaría a sus compañeros que quería
dejar la banda.BETTMANN / BETTMANN ARCHIVE

En la guerra Paul/John, la prensa y la mayoría de los seguidores se


posicionaron por el segundo. Mientras McCartney se deprimía por las
malas críticas a su disco de debut, Lennon quedaba con periodistas
influyentes, los trataba con inusitada amabilidad para ser una estrella
arrogante y les contaba que el judas se llamaba Paul. Le creyeron. Los dos
amigos ponían fin a su relación. John se enamoró de Yoko y Paul de Linda,
ambos usaron a sus parejas como reemplazo del otro.

El siguiente movimiento de McCartney deterioró aún más su imagen.


McCartney no podía admitir que el 20% de sus ganancias fueran a los
bolsillos de Allen Klein. Y puso una demanda contra los Beatles. Paul se
defendió, aunque removiera porquería íntima. “Paul llegó a decir que Klein
había intentado congraciarse con él poniendo a parir a John, y sobre todo a
Yoko, cuando la pareja no estaba delante”, dice Ames Carlin. Años más
tarde la justicia dio la razón a McCartney y los Beatles (los cuatro, no solo
Paul) recuperaron el porcentaje de Klein.

“Al final de su carrera los Beatles se sentían como en una prisión.


Cuando arreciaron las tensiones el estar juntos era una tragedia. El
que intentó mantener al grupo con vida siempre fue Paul. Él era
consciente de que si no tiraba del carro era el final”, afirma Philip
Norman, autor de media docena de libros sobre los Beatles

Durante los meses siguientes se recrudeció la guerra. Paul dedicó a John


algunos mensajes nada elogiosos en su siguiente disco, Ram (1971). Lo
hizo de forma sutil. Lennon, sin embargo, escribió temas como How Do
You Sleep (de Imagine, 1971) desde el odio y sin careta, con frases como
estas: “Lo único que hiciste fue Yerterday” o “el error que cometiste está
en tu cabeza”. “Es triste que una banda tan alegre tuviese un final tan
doloroso. Proyectaron tanta luz en el mundo que se pasa por alto la
oscuridad que les rodeaba al final. La ola de amor que dieron tuvo una
resaca: las presiones de la fama y el lado oscuro de la adoración que sentían
por ellos sus admiradores”, reflexiona Ames Carlin.

El año 1970 vio seis discos de miembros de los Beatles: los


mencionados Let It Be y McCartney, dos en solitario de Ringo Starr
(Sentimental Journey y Beaucoups of Blues), uno de John Lennon (John
Lennon/Plastic Ono Band) y uno (triple) de George Harrison (All Things
Must Pass). En ellos hay material suficientemente bueno como para tumbar
la discografía entera de bandas ahora muy consideradas.

Mientras el mundo lloraba el final de la banda más grande de la historia del


rock, en España, ese mismo 1970, nacía una estrella. Julio Iglesias, un
joven de 26 años, representaba a España en Eurovisión con Gwendolyne.
Quedó el cuarto, pero no hay nadie como él para sacar provecho de la
derrota. Iglesias comenzó la conquista del mundo también justo hace 50
años. Y todavía sigue en la cima.

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