Ama o Muere, Estudio Bíblico para Iglesias Sobre Apocalipsis,.

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Ama o Muere

Cristo llama a la iglesia a despertar del sueño espiritual


Apocalipsis 2:4

Alexander Strauch

Ama o Muere

Originalmente publicado en inglés bajo el título “LOVE OR DIE, Copyright © 2008 por Alexander
Strauch.

Copyright © 2013 de la edición en español por Alexander Strauch.

Traducido al español por Jael Saurenian


Editado por Lucy Dillon

Las citas bíblicas, excepto cuando se indique lo contrario, son de la Versión Reina Valera 1960.

1
La edición en español es publicada y distribuida por Editorial DIME (Distribuidora Internacional
de Materiales Evangélicos), P. O. Box 490, Cupertino, CA 95015, Estados Unidos, e-mail:
[email protected] www.EditorialDime.com

Para materiales en inglés de Alexander Strauch, por favor diríjase a Lewis and Roth Publishers,
P. O. Box 469, Littleton, CO 80160, Estados Unidos, teléfono 800.477.3239 o visite la página
www.lewisandroth.org

www.DIME.org

ISBN 978-1-62693-005-6

INDICE
Introducción
Parte 1
El problema del amor perdido: Apocalipsis 2:4
1. El elogio de Cristo y su reclamo
2. Cuando una iglesia pierde el amor
3. El remedio de Cristo
Parte 2
Cómo cultivar el amor: Hebreos 10:24
1. Estudie el amor
2. Ore por amor
3. Enseñe el amor
4. Modele el amor
5. Proteja el amor
6. Practique el amor
Parte 3
Guía de estudio
Lección 1
Lección 2
Lección 3
Lección 4
Lección 5
Apéndice A
Otros libros sobre el tema del amor de Alexander Strauch
Apéndice B

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50 versículos bíblicos sobre el amor
Índice de pasajes bíblicos citados
Apéndice de palabras griegas
Reconocimientos

Introducción
“Seguir el amor…”
1 Corintios 14:1

Mi primer encuentro con los principios bíblicos acerca del amor ocurrió en una
forma negativa durante mis primeros años de cristiano. Me sorprendió ver a verdaderos
creyentes peleando, teniendo malas actitudes y separándose unos de otros. Lo peor era
que no discutían por temas teológicos elevados y eternos del evangelio, sino por
preferencias personales y tradiciones de la iglesia. En mi caso, con mis pocos años de
creyente, las peleas entre hermanos de más años y más espirituales que yo fue
bastante desalentador.
En mi desilusión, comencé a buscar en el Nuevo Testamento respuestas acerca de lo
que debería ser realmente importante en la iglesia local. ¿Cuáles son las actitudes y
prioridades que los cristianos debemos tener? ¿Cómo deben los verdaderos creyentes
estar en desacuerdo sin pelearse u ofenderse (Gálatas 5:15)? Lo que descubrí, entre
otras cosas, fue lo que llamé en ese tiempo, la moral (o carácter como el de Cristo) de la
iglesia.
La iglesia debe ser un grupo de hermanos que se caracterizan por su humildad,
mansedumbre, paz, perdón, tolerancia, fe, esperanza y amor, que es la virtud más
importante. “Y sobre todas estas cosas”, dice Pablo, “revestíos de amor, que es el
vínculo perfecto” (Colosenses 3:14).
En 1 Corintios 13, la Biblia describe una forma “más excelente” de pensar y de
comportarnos. Dice que el conocimiento teológico más grande, los dones espirituales
más extraordinarios y los servicios con más sacrificios son inútiles, y hasta hirientes, si
no están motivados e impregnados por un espíritu de amor como el de Cristo. Como
resultado de mi estudio bíblico, me dí cuenta que el amor tiene prioridad en todo lo
que hacemos y decimos.
El siguiente encuentro con el amor cristiano, que cambió mi vida, fue varios años
después cuando un amigo me regaló la biografía de Robert Cleaver Chapman. Chapman
fue conocido por vivir una vida de amor sin comprometer las verdades de las Escrituras
y su vida de amor ha sido una inspiración y un desafío para muchos hijos de Dios.
Aquella biografía confirmó en mi mente lo que ya había visto en mi estudio de la Biblia:

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el amor es esencial en todo lo que hacemos en nuestra vida cristiana y en nuestro
ministerio.
Mi tercer encuentro inolvidable con el amor como el de Cristo fue mientras
estudiaba el libro de Efesios y usaba los aclamados comentarios de D. Martyn Lloyd-
Jones, un predicador de la iglesia Westminster en Londres. Mientras estudiaba Efesios
3:18–19, experimenté algo que también cambió mi vida cuando me di cuenta del amor
de Cristo por mí. La oración de Pablo que dice que podemos conocer intelectualmente,
personalmente y con nuestra experiencia el inmensurable amor de Cristo por nosotros
tuvo un fuerte impacto en mi vida:
“Por esta causa doblo mis rodillas ante el Padre de nuestro Señor Jesucristo,
de quien toma nombre toda familia en los cielos y en la tierra, para que os dé,
conforme a las riquezas de su gloria, el ser fortalecidos con poder en el hombre
interior por su Espíritu; para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a
fin de que, arraigados y cimentados en amor, seáis plenamente capaces de
comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad
y la altura, y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para
que seáis llenos de toda la plenitud de Dios” (Efesios 3:14–19).
Como resultado de todos estos encuentros, comencé a tener en mi vida un gran
interés sobre el tema del amor en la Biblia y comencé a escribir libros acerca del amor,
especialmente cuando se trata de desarrollar un liderazgo con amor y una comunidad
de iglesia con amor. (Ver la lista de otros libros acerca del amor en el apéndice A). Este
emocionante interés continúa creciendo en mi vida, aunque tengo siempre un
sentimiento de ineptitud cuando intento escribir acerca de amar como Cristo ama. A
diferencia de escribir sobre cualquier otro tema bíblico, el escribir acerca del amor me
muestra constantemente las fallas que tengo en amar a Dios y a mi prójimo como
debería. Es un tema que nos hace sentir culpables y toca cada aspecto de nuestras
vidas. Mi oración es que mis esfuerzos puedan despertar en otros la necesidad de ser
marcados por el amor de Jesucristo, tanto personalmente como en nuestras iglesias
locales.

Parte 1

El problema del amor perdido


Pero tengo contra ti, que has dejado tu primer amor.
Apocalipsis 2:4

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A través de las imágenes satelitales y programas de software que pueden localizar
casi cualquier dirección en el planeta, puedo ver el edificio de cualquier iglesia desde el
estudio de mi casa. Si por ejemplo, quiero ver alguna iglesia en Sudáfrica, sólo tengo
que abrir una aplicación de software y una imagen espectacular de nuestro planeta azul
y verde que gira en el espacio aparece en mi pantalla. Escribo la palabra África en la
computadora y el planeta gira y muestra el continente de África. Luego escribo
Sudáfrica y hago zoom en el país de Sudáfrica. Luego escribo Baberton (ciudad del oeste
de Swazilandia) y en segundos veo toda la ciudad. Finalmente, escribo la dirección de la
iglesia, y en un momento, ya veo el techo de la iglesia que está a 9.800 millas (15.680
km) de mi casa.
Por más poderosa e increíble que sea la tecnología, no puedo ver adentro del
edificio, sólo puedo ver el techo. No puedo ver o escuchar a los cristianos que están allí
adorando, ni puedo ver lo que hay dentro de los corazones y mentes de las personas
que se juntan allí. Pero hay alguien que puede ver perfectamente el corazón del
hombre y puede percibir el espíritu colectivo de la iglesia. No sólo puede ver el interior
de cada iglesia y cada corazón, sino también puede pasearse por cualquier iglesia en la
tierra, ¡sin que nadie lo detecte!, y lo hace sin los beneficios de nuestras pobres
computadoras, cámaras o imágenes satelitales.
De hecho, Cristo se ha estado paseando por las iglesias durante casi dos mil años. Al
finalizar el primer siglo, puso su atención específicamente en siete iglesias. No miró el
techo de las iglesias, sino el espíritu colectivo de cada una de ellas y exploró la mente y
el corazón de cada creyente. Luego, en Apocalipsis, el último libro de la Biblia escrito
por Juan, Cristo revela su evaluación de cada una de estas siete iglesias.
Imagine si Cristo viniese a ver su iglesia, caminara en medio suyo y diera la
evaluación que tiene de usted. ¡Sería desconcertante y nos daría temor! Pero de alguna
forma, Cristo ya ha hecho esto. A través de las cartas a las siete iglesias de Asia Menor
(la actual Turquía), Él trata los problemas y triunfos, debilidades y fortalezas que son
comunes en las iglesias de hoy.
Por lo tanto, la evaluación de Cristo a estas siete iglesias debe ser de primordial
importancia para nosotros. Su evaluación es perfecta y Él no puede ser engañado. Sus
ojos son como “llamas de fuego” (Apocalipsis 1:14) que penetran hasta lo más profundo
del corazón. Nada se escapa de su vigilancia. Sin su evaluación, somos engañados y
cegados por nuestros propios errores. Muchas veces nos preocupamos más por las
estrategias del crecimiento de la iglesia o de las últimas tendencias, en lugar de
preocuparnos por lo que Cristo piensa. Pero como John Stott nos recuerda, es la
evaluación de Cristo lo que tiene importancia, Él es “el fundador, la cabeza y el juez de
la iglesia”.
Podemos aprender bastante de la evaluación de Cristo a cada una de las siete
iglesias de Asia Menor, pero quiero enfocar este estudio en su evaluación de la iglesia
en Éfeso. En ella trata el tema del amor, particularmente el problema del amor que se
había hecho cada vez más frío. Este tema es de suma importancia porque el amor es

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vital para la supervivencia de las iglesias locales de hoy. El texto de la evaluación de
Cristo se encuentra en Apocalipsis 2:1–6:
Escribe al ángel de la iglesia en Éfeso: El que tiene las siete estrellas en su diestra,
el que anda en medio de los siete candeleros de oro, dice esto: Yo conozco tus
obras, y tu arduo trabajo y paciencia; y que no puedes soportar a los malos, y has
probado a los que se dicen ser apóstoles, y no lo son, y los has hallado
mentirosos; y has sufrido, y has tenido paciencia, y has trabajado arduamente
por amor de mi nombre, y no has desmayado. Pero tengo contra ti, que has
dejado tu primer amor. Recuerda, por tanto, de dónde has caído, y arrepiéntete,
y haz las primeras obras; pues si no, vendré pronto a ti, y quitaré tu candelero de
su lugar, si no te hubieres arrepentido. Pero tienes esto, que aborreces las obras
de los nicolaítas, las cuales yo también aborrezco.

Capítulo 1

El elogio de Cristo y su reclamo


No era fácil ser un candelero de Cristo en la oscuridad, en una ciudad pagana como
la de Éfeso. El conferenciante R. H. Charles comenta que “Éfeso era…una mezcla de
cultos idólatras y superstición”. El templo pagano de Artemisa (denominada Diana por
los romanos) dominaba la ciudad y era considerado como una de las siete maravillas del
mundo antiguo. La adoración al emperador (el culto imperial) nació en Éfeso y era
deber de cada ciudadano. Además Éfeso era una ciudad con un próspero centro
comercial y una ciudad portuaria llena de inmoralidad.
Sabiendo esto, el Señor reconoce con misericordia su “arduo trabajo” y “paciencia”.
Él elogia a esta iglesia porque no tolera a aquellos que profesan tener fe y ser cristianos,
pero a la vez, justifican un estilo de vida inmoral: “Yo conozco… que no puedes soportar
a los malos”. Jesús también la elogia por probar “a los que se dicen ser apóstoles, y no lo
son”. Como los cristianos bereanos, los efesios escrudiñaban “cada día las Escrituras
para ver si estas cosas eran así” (Hechos 17:11). Cuando los que se decían ser apóstoles
iban a enseñar, la iglesia ponía a prueba su autoridad apostólica y luego descubría que
era falsa. Por lo tanto, entendía que eran agentes engañadores de Satanás—no
representantes de Cristo—entonces rechazaba a ellos y a sus enseñanzas.
Seguramente, tuvo que hacerlo con valor y determinación.
Entonces sabemos que la iglesia en Éfeso era una iglesia que sabía discernir a través
de la doctrina. Amaba la verdad y, como dijo Jesús, odiaba “las obras de los nicolaítas”,
una secta herética e inmoral (Apocalipsis 2:6). Tomemos en cuenta que Jesús los elogia

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por odiar las prácticas y enseñanzas corruptas de esta secta.
Su odio por las malas obras era una muestra de su amor por Dios y su Palabra. En la
actualidad, las iglesias necesitan entender que el odio al mal y a la falsedad no es
contradictorio con el amor, sino una parte esencial del amor cristiano genuino (1
Corintios 13:6). El amor aborrece “lo malo” y se aferra a “lo bueno” (Romanos 12:9). Los
efesios eran un ejemplo a seguir en cómo vigilaban las enseñanzas teológicas. Eran
defensores de la verdad y amantes del evangelio. No negociaban los principios bíblicos
básicos, y por esto el Señor los elogia.
También sabemos que los efesios habían pasado por grandes dificultades.
Resistieron a los agentes de Satanás y soportaron con paciencia muchas pruebas. Por
eso el Señor los elogia diciendo: “has sufrido, y has tenido paciencia, y has trabajado
arduamente por amor a mi nombre, y no has desmayado” (Apocalipsis 2:3). ¡Qué
demostración de fidelidad y dedicación!
Hay muchos motivos para elogiar a la iglesia de Éfeso, y deberíamos premiar todas
sus cualidades ejemplares. Esta iglesia podría haber escrito el manual más vendido de
cómo tener un ministerio exitoso en la iglesia, sin embargo, no todo estaba bien, algo
estaba bastante mal, y Cristo apuntó directamente al problema: la falta de amor.
Teniendo en cuenta todas las virtudes de la iglesia, podríamos pensar que el reclamo de
Cristo era insignificante, pero desde la perspectiva de Cristo la iglesia había “caído”.
Había abandonado el amor hacia: “Al que nos amó, y nos lavó de nuestros pecados con
su sangre” (Apocalipsis 1:5), no era algo pequeño. Es por esto que el Señor dice “tengo
contra ti”.

Una falla en el amor


El reclamo del Señor a la iglesia en Éfeso es “has dejado tu primer amor”. Traducido
literalmente sería, “abandonaste tu amor, el primero”. El énfasis está en el adjetivo
“primero”, es decir, que habían abandonado el amor que expresaron al principio de sus
nuevas vidas, unidos como el cuerpo de Cristo. Jesús no dice “no tienes amor”, dice
“has perdido el amor que tenías al principio”. Su amor no era el que solía ser. Ellos
todavía tenían alguna medida de amor porque eran verdaderos cristianos que estaban
soportando dificultades “por amor de su nombre” (Apocalipsis 2:3), sin embargo ya no
era el mismo amor que tenían en sus primeros años de cristianos. Ellos todavía amaban
al Señor y se amaban unos a otros, pero no como antes.
El amor que tenían por Cristo y entre ellos, motivó todo lo que hicieron. Este amor
les había traído alegría, creatividad, frescura, espontaneidad y energía a sus vidas y
trabajo. Pero ahora su fuente de energía estaba agotada. Su trabajo se había vuelto
insulso y mecánico, y sus vidas y rutinas se centraban en la satisfacción personal. En
lugar de ser abundante, su amor era escaso. En lugar de estar motivados por el amor
que sentían en sus corazones, sus obras se volvieron superficiales. Incluso ciertas
“obras” que surgieron de su primer amor se desvanecieron. Jesús los reprende por esto
y los llama a hacer aquellas obras nuevamente (Apocalipsis 2:5).

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La razón de su falta de amor no está dicha. El texto no dice amor por Cristo o amor
por otros cristianos. Entonces es mejor entender que Cristo se refiere al amor en
general, que incluye el amor por Dios, el amor entre los hermanos, y el amor por los
perdidos. Según nuestro Señor, el amor por Dios y por nuestros hermanos son
compañeros inseparables (Marcos 12:29–31; Lucas 10:27). Es imposible amar a Dios y
no amar a nuestros hermanos o amar a nuestros hermanos y no amar a Dios (1 Juan
4:7–5:3).
Cristo usa palabras fuertes en su reclamo a los efesios. El deja la responsabilidad
directamente a sus pies cuando dice “has dejado” o “perdido” el amor que una vez
tuviste. No pueden culpar a nadie más por esta pérdida. Habían tenido tantas ventajas
durante años provistas por las buenas enseñanzas, el acceso a casi todo el Nuevo
Testamento y el poder del Espíritu Santo que vive en cada creyente. Sin duda Cristo
expresa un extremo desagrado con la situación de los efesios. Su falta es la pérdida de
su amor. Han fallado en “conservarse en el amor de Dios” (Judas 21). Ahora tienen que
enfrentar esta situación y responder a la crítica de Cristo y su consejo.

Capítulo 2

Cuando una iglesia pierde el amor


Cada iglesia local tiene sus propios distintivos, dones, identidad y ambiente. Se
pueden observar estas diferencias en las iglesias del Nuevo Testamento (Hechos 17:11).
Sin embargo, la característica primordial que cada creyente e iglesia debe tener, más
allá de los dones y distintivos, es el amor. Por lo tanto, lo que es de suma importancia
para cada creyente y cada iglesia es esto: ¿Está el ambiente de nuestra iglesia
impregnado de un amor como el de Cristo?
La iglesia de Éfeso no era una iglesia nueva, era una iglesia bien establecida en
cuanto a su doctrina y su fe. Seguramente, efesios asistían a la iglesia regularmente,
sabían bien su doctrina, tenían la cena del Señor, rechazaban falsos maestros, hacían
buenas obras, se ocupaban de sus responsabilidades, vivían con rectitud, oraban y
cantaban, pero les faltaba amor.
D. A. Carson, profesor en Trinity Evangelical Divinity School, escribió un artículo
basado en Apocalipsis 2:4 titulado “Una iglesia que hace todo bien, pero…”
Carson, al describir este tipo de iglesia, escribe:
Todavía proclaman la verdad, pero ya no aman a Cristo apasionadamente, quien
es la verdad. Siguen haciendo buenas obras, pero ya no más con amor fraternal
y compasión. Perseveran en la verdad y son testigos valientes, pero se olvidan

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que el amor es el mayor testigo de la verdad. No quiere decir que sus
verdaderas virtudes han hecho a un lado el amor, pero ninguna gran cantidad de
buenas obras, sabiduría, discernimiento en la disciplina de la iglesia, resistencia
en la escasez u odio contra el pecado puede compensar la falta de amor.
Déjenme demostrarles con un ejemplo cómo la falta de amor puede ofender a
nuestro Señor. Un predicador joven y muy conocido, también maestro de la Biblia,
había visitado una iglesia para dar un sermón. Él era un buen maestro y se notaba su
amor por la Palabra y por la gente. Durante el tiempo de oración antes de la reunión, se
unió a otros creyentes para pedir al Espíritu Santo que hable a las personas,
especialmente a los inconversos. Luego del sermón, este predicador se paraba en la
puerta y saludaba a cada uno de los hermanos, era evidente que disfrutaba conversar
con la gente. De hecho, era la última persona en retirarse de la iglesia, y luego iba a
cenar con la familia que lo estaba hospedando y otras personas de la iglesia. Era un
tiempo muy agradable de diversión, comunión y conversaciones muy provechosas.
Quince años después, el mismo predicador volvió a esta iglesia a dar su mensaje. Él
seguía predicando la Palabra fielmente, defendía una sólida doctrina, estudiaba
arduamente, mantenía su agenda bastante ocupada y saludaba a todos de una forma
muy amigable, sin embargo había algo diferente. Durante el momento de la oración
antes del sermón, él se mantenía callado. Luego del sermón, salía apurado hacia la
puerta principal y conversaba rápida y superficialmente con los que lo saludaban. En
quince minutos se retiraba. Ya no comía con las personas de la iglesia e insistía en
quedarse en un hotel en vez de estar en la casa de alguien.
Algo cambió en la vida y el ministerio de este predicador. Aunque no sea
necesariamente malo querer quedarse en un hotel o estipular un honorario, se pueden
notar indicadores sutiles de un cambio en su espíritu. No oraba cuando los demás lo
hacían, no pasaba tiempo con sus hermanos y hermanas como antes, se iba de la iglesia
lo más pronto posible. Incluso su sermón parecía más textual que sincero. Algunos que
lo habían escuchado podrían no haber notado su cambio, pero otros lo hicieron. ¿Cuál
era la diferencia? Perdió el amor que antes había mostrado. Jesús le diría a este
predicador: “Pero tengo contra ti, que has dejado tu primer amor”.

¿Por qué el amor es tan importante?


¿Por qué la pérdida de amor es tan seria? ¿Por qué angustia a Dios tan
profundamente? ¿Por qué es su amenaza de juicio tan severa? ¿Por qué es algo de vida
o muerte para una iglesia? Las respuestas se encuentran en Cristo mismo y en aquellos
que Él eligió para que fuesen sus apóstoles.
Primero, Jesucristo enseñó que “el primer y grande mandamiento” es amar a Dios
completamente, totalmente, sin reservas, con todo tu corazón, y con toda tu alma, y
con toda tu mente (Mateo 22:37–38; Marcos 12:28–34). La suma de todos los
mandamientos de Dios y de todo servicio religioso es el amor por Dios. Es la prioridad
de un cristiano, la razón por la cual fuimos creados. Nada es más recto, más

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satisfactorio y gratificante que amar a Dios, nuestro Creador y Salvador.
Segundo, Jesucristo dijo que el segundo gran mandamiento es como el primero:
“Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Mateo 22:39). Jesús hace del amor por Dios y
el amor por el prójimo compañeros inseparables. Él sintetiza el corazón de la religión
genuina, espiritualidad verdadera y conducta moral con este doble mandamiento de
amar a Dios y amar al prójimo. Su propia valoración del amor es: “De estos dos
mandamientos depende toda la ley y los profetas” (Mateo 22:40), y “No hay otro
mandamiento mayor que estos” (Marcos 12:31).
Por lo tanto, los seguidores de Cristo deben estar marcados no sólo por la devoción
a Dios sino también por todo lo que hacemos por nuestro prójimo. Este amor por el
prójimo incluye aun amar a nuestros enemigos, a nuestros perseguidores y a los que
nos aborrecen (Mateo 5:43–48). Antes de continuar leyendo, asegúrese que ha
comprendido la importancia de estos mandamientos para vivir una vida que agrade a
Dios.
Tercero, ser un verdadero discípulo requiere el negarse a sí mismo y amar a Dios
más que a nadie: “El que ama a padre o madre más que a mí, no es digno de mí; el que
ama a hijo o hija más que a mí, no es digno de mí; y el que no toma su cruz y sigue en
pos de mí, no es digno de mí” (Mateo 10:37–38). Todas las demás relaciones
interpersonales, incluso los vínculos familiares más estrechos se vuelven en ídolos
cuando Cristo no es el primero y el más amado.
Cuarto, Jesucristo les dejó a sus discípulos un nuevo mandamiento: “Un
mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que
también os améis unos a otros. En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si
tuviereis amor los unos con los otros” (Juan 13:34–35). Jesucristo nos demostró su
propio ejemplo de amor sacrificándose a sí mismo como un modelo a seguir para
cumplir este nuevo mandamiento. Además, Él enseñó que por nuestro amor los demás
nos reconocerán como sus discípulos. De hecho el amor “tiene que ser la marca que nos
distingue como seguidores de Cristo”.
Los filósofos antiguos o modernos como Platón, Aristóteles, Kant, Russell, jamás han
enseñado ideas de tan gran alcance acerca del amor. Ninguna figura política, desde
Julio César hasta Winston Churchill, ha pedido así a sus seguidores a amar. Ningún
maestro religioso, ni Buda, Confucio o Mahoma, les ha encomendado a sus discípulos
amarse unos a otros como ellos amaron a sus seguidores y dieron sus vidas por ellos.
Ningún sistema teológico o filosofía dice tanto acerca de la motivación divina de amar
(y ser santos) o expresa el amor hasta el punto de que Cristo murió por nosotros en la
cruz, o demanda a amar como las enseñanzas de Jesucristo y sus apóstoles.
“El nuevo mandamiento”, escribió Carl Hoch, “es el sine qua non de la vida
cristiana”. Sine qua non es una frase en latín que significa “sin el cual nada”. Por lo
tanto, este mandamiento es un elemento esencial en la vida cristiana y en nuestro
testimonio hacia el mundo. No cumplir este mandamiento es reducir la vida cristiana a
“nada”— como una vida sin Cristo. Como bien dice John Edie, un escocés estudioso del
Nuevo Testamento, “no hay nada tan frío y reservado como una disposición dura y poco
caritativa”.
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“Acercándose uno de los escribas, que los había oído disputar, y sabía que les había
respondido bien le prguntó: ¿Cuál es el primer mandamiento de todos?
Jesús le respondió: El primer mandamiento de todos es: Oye, Israel; el Señor nuestro
Dios, el Señor uno es.
Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y
con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento.
Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro
mandamiento mayor que éstos.
Entonces el escriba le dijo: Bien, Maestro, verdad has dicho, que uno es Dios, y no hay
otro fuera de él;
y el amarle con todo el corazón, con todo el entendimiento, con toda el alma, y con
todas las fuerzas, y amar al prójimo como a uno mismo, es más que todos los
holocaustos y sacrificios.
Jesús entonces, viendo que había respondido sabiamente, le dijo: No estás lejos del reino
de Dios. Y ya ninguno osaba preguntarle”.
(Marcos 12:28–34)
Quinto, Juan, el discípulo amado de Cristo, dijo “Dios es amor” (1 Juan 4:8, 16). Para
entender mejor este versículo, necesitamos examinar la Trinidad. En el corazón de la
doctrina cristiana del amor está la naturaleza trina de Dios. El modelo de amor supremo
se encuentra entre las tres personas que componen a Dios —Dios Padre, Dios Hijo y
Dios Espíritu Santo— quienes son tres en uno y uno en tres, perfectos en amor mutuo.
“Todo el amor”, afirma Kelly Kapic, “es un reflejo o sombra del amor trino de Dios”.9
Ha existido por toda la eternidad una relación dinámica entre el Padre, el Hijo y el
Espíritu Santo caracterizada por el amor (Juan 17:24), y nosotros hemos sido llamados a
compartir en su santa comunidad de amor (Juan 17:26; 14:21; 15:9–10).
La proclamación magisterial de Juan de que “Dios es amor” en realidad sustenta su
principal llamado de amarnos unos a otros: “Amados, amémonos unos a otros; porque
el amor es de Dios. Todo aquel que ama, es nacido de Dios, y conoce a Dios. El que no
ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor” (1 Juan 4:7–8). Así que, no amarnos
unos a otros en la familia de Dios es un pecado atroz.
Sexto, Pablo define el amor como “el camino más excelente” de vivir. El amor es la
virtud principal que debe dirigir todo lo que hacemos y decimos en la vida cristiana.
Para llevar a casa esta verdad fundamental con una fuerza inolvidable, Pablo escribe:
Procurad, pues, los dones mejores. Mas yo os muestro un camino aun más
excelente. Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a
ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe. Y si tuviese profecía, y

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entendiese todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la fe, de tal
manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada soy. Y si repartiese
todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregase mi cuerpo para
ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve. (1 Corintios 12:31–13:3)
En otras palabras, Pablo dice:
• Sin amor, hasta las lenguas angélicas son molestas.
• Sin amor, saberlo todo teológicamente y filosóficamente, no ayuda a nadie.
• Sin amor, una fe poderosa y valiente no tiene valor.
• Sin amor, darle todo a los pobres no tiene sentido.
• Sin amor, hasta el mayor sacrificio que uno pueda hacer es en vano
Maurice Roberts, pastor escocés y ex-editor de “La demostración de la verdad”,
captura la importancia de las palabras de Pablo y dice:
En estas palabras tan familiares tenemos uno de los principios más centrales de
la fe cristiana, y es este: Ningún acto religioso tiene valor a la vista de Dios, si no
está acompañado y fluye del amor cristiano…
Pero los hombres rara vez consideran esto con seriedad. Si las implicaciones de
este principio fuesen consideradas en profundidad, tendrían un efecto
trascendental sobre todos nosotros…
Como nada tiene valor a los ojos de Dios, si no fluye desde el amor, todos
necesitamos corregir en gran manera nuestro formalismo habitual.
El problema del formalismo, el nominalismo o la frialdad religiosa es muy seria
porque es una razón obvia de la ausencia del amor a Dios… Dios presta una
atención especial a la forma en que los hombres piensan de Él cuando van a la
iglesia y adoran.
Pablo resume en 1 Corintios 13, el gran capítulo del amor, con su declaración: “la fe,
la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor”. Todo cristiano
debe estar marcado por la fe, la esperanza y el amor. Estas virtudes son esenciales en
una vida renovada así como también una iglesia próspera. Sin embargo, incluso entre
estos tres Pablo dice: “el mayor de ellos es el amor”. Así que ya sea que hablemos del
fruto del Espíritu o de virtudes esenciales, ¡el amor es el más importante!
Deberíamos siempre preguntarnos: cuando la gente visita nuestra iglesia,
¿encuentran un clima cálido, amigable y se sienten bienvenidos por personas que
demuestran amor hacia todos? ¿Encuentran compasión como la de Cristo y el tipo de
comunidad familiar llena de amor que presentan los escritores del Nuevo Testamento?
¿Ven preocupación genuina por las necesidades de los demás, hospitalidad y
generosidad? ¿Observan alegría en el Señor, vitalidad espiritual y son personas que
quieren alcanzar al mundo que está sufriendo?
¿O parece la iglesia un encuentro impersonal más que una familia espiritual? ¿Los
visitantes sienten indiferencia y falta de amistad? ¿Observan un espíritu de crítica, o un

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grupo de gente enojada, orgullosa y discutidora?
Recuerden que siempre hay uno que camina entre las iglesias, invisible, pero que
todo lo ve. ¿Cómo cree que Cristo evaluaría su iglesia local hoy?
Un amigo mío tuvo que buscar una nueva iglesia luego de que su iglesia cerrara. El
vivía en una ciudad grande con varias iglesias evangélicas, así que tenía una gran
variedad de iglesias para elegir. Mi amigo es el tipo de persona que se involucra
fielmente con su iglesia, entonces no iba a quedarse con cualquier iglesia. Luego de una
larga y frustrante búsqueda, encontró una iglesia adecuada para él.
Le pregunté qué había aprendido luego de visitar tantas iglesias y tuvo
observaciones muy interesantes, aunque mi interés era el saber por qué eligió esa
iglesia. Me dijo que su decisión estaba basada en “el espíritu de la iglesia y su
atmósfera”. Todas las iglesias que había visitado tenían doctrinas bien establecidas y
muy buenos maestros de la Biblia, sin embargo, algo estaba faltando. La iglesia que
eligió enseñaba muy bien la Biblia pero además había un espíritu de amor y solidaridad
entre la gente. Es decir, pudo elegir una iglesia en donde se sintiera recibido y ser parte
de ella.
La iglesia en Éfeso tenía una buena doctrina establecida, eran fieles al evangelio
pero algo estaba faltando. El espíritu de la iglesia era defectuoso porque le faltaba
amor. Entonces veamos cuál es el remedio que Cristo tiene para la falta de amor y así
podremos combatir esta falla en nuestras iglesias.

Capítulo 3

El remedio de Cristo
Lo que aprendemos de Apocalipsis 2:4 y que no podemos olvidar es que una
persona o una iglesia pueden enseñar una buena doctrina, ser fiel al evangelio y
trabajar duro, pero hacerlo todo sin amor y por lo tanto desagradar a Cristo. El amor
puede volverse frío mientras que por fuera, la actuación religiosa parece aceptable— o
hasta digna de alabanza.
Tenemos una tendencia a confiar en las prácticas religiosas superficiales, en
tradiciones, en distinciones denominacional, en corregir la doctrina y reglas morales y
no prestamos suficiente atención a lo esencial y fundamental en el amor a Dios y al
prójimo. ¡Qué fácil es estar satisfecho con los actos religiosos superficiales y ser como
los fariseos en que “diezmáis la menta, y la ruda, y toda horta-liza, y pasáis por alto la
justicia y el amor de Dios”! (Lucas 11:42). La religiosidad reemplaza engañosamente la
verdad, la fe sincera y el amor y es un peligro siempre presente. Es un problema difícil
de identificar y explicar hasta que es demasiado tarde. Sin embargo, deber ser

13
identificado y corregido porque el amor a Dios y al prójimo está en el centro de una
vida espiritual genuina y por este motivo es que el versículo en Apocalipsis 2:4 muestra
un llamado a las iglesias a despertarse del sueño espiritual: ¡ama o muere!
De todas formas, no es nada fácil restablecer un corazón deficiente en el amor.
Existe una afección cardíaca llamada cardiomiopatía que debilita el músculo del
corazón, haciendo que no pueda bombear suficiente sangre. Si a esta enfermedad se la
deja sin tratar, la persona afectada se volverá cada vez más débil y posiblemente llegue
a la muerte. Hay un riesgo similar cuando un corazón se vuelve deficiente en el amor.
Un corazón frío se vuelve un corazón duro, y un corazón duro se resiste a cambiar. Con
el paso del tiempo, es cada vez más difícil restablecer el cálido amor de Cristo. Es
necesario detener este avance y revertir esta situación lo más pronto posible.
En la iglesia de Éfeso, una afección cardíaca espiritual, “deficiencia de amor”, estaba
debilitando la iglesia. Si esta condición no era diagnosticada y tratada apropiadamente,
la iglesia moriría. En lugar de fortalecerse en amor, como debería hacerlo una iglesia
sana y fuerte, la iglesia estaba cada vez más débil. Entonces el Gran Médico se ocupó
del problema, diagnosticó su condición y recetó el remedio.
Llamando a los efesios a actuar, Jesucristo les advierte: “vendré pronto a ti, y quitaré
tu candelero de su lugar, si no te hubieres arrepentido” (Apocalipsis 2:5). Si ellos no
actuaban, Él lo haría. Esto no era una amenaza sin fundamento, sino que demostraba lo
que Cristo sentía porque habían abandonado su primer amor.
Si bien la declaración de Cristo es debatible, la seriedad de la situación es clara. Sus
palabras revelan la enfermedad espiritual de los efesios. La falta de amor es una
enfermedad mortal, que fue provocada por el descuido y abandono. Si ellos no se
arrepentían, Cristo iba a quitar su luz.
Para ayudar a esta situación debilitante de la iglesia, Cristo les indicó que
cumplieran con tres requisitos para evitar la disciplina divina. La situación era posible de
ser restablecida, pero no actuar rápido significaría un desastre para la iglesia. Por eso
Cristo, les receta un remedio triple: recuerda, arrepiéntete y haz las obras que hicistes
en el principio.

Recuerda
Lo primero que el Señor le encomienda a la iglesia es “Recuerda, por tanto, de
donde has caído”. Jesucristo dice que cayeron y que volvieron atrás; es decir, su
condición espiritual no era la misma que antes.
Irónicamente, los efesios no fueron engañados por falsos maestros (v. 2) pero
fueron desorientados por la falla en el amor. Pudieron hacerle frente a un peligro
bastante serio —la falsa doctrina— pero se rindieron a otro peligro mortal —la falta de
amor—. Este es un mensaje para todas las iglesias: tanto la sana doctrina como el amor
ferviente se deben mantener juntos y balanceados.
Con el objetivo de ayudar a los efesios a reconocer la seriedad de su situación,
Cristo les advierte que deben recordar los primeros tiempos cuando el amor era lo que

14
motivaba todo lo que hacían. Necesitaban hacer memoria del amor que se tenían
originalmente pero que habían perdido.
“Recordar” significa acordarse de sentimientos pasados y acciones pero no en un
sentido pasivo. No es soñar despierto con los “buenos tiempos”, sin ninguna intención
de hacer algo al respecto. La orden en modo imperativo “recuerda” recalca una actitud
mental de recordar que está en curso y es continua. Esta requiere de un esfuerzo para
acordarse de alegrías pasadas, obras, actitudes y experiencias en la vida de la iglesia
para repetirlas y ponerlas en práctica.
Estos recuerdos guiarán a la iglesia en sus acciones del presente y proveerán
dirección para el futuro. Establecerán un ejemplo y promoverán el cambio. Recordar
todas estas cosas le ayudará a la iglesia a ver y admitir esa caída. Recordar los guiará a
arrepentirse y volver a sus primeros actos de amor. Para esta iglesia, la forma de
avanzar es retroceder: identificando claramente lo que habían perdido y reconociendo
su condición pecaminosa.

Arrepiéntete
La orden en modo imperativo “recuerda” es seguida por otra que es “arrepiéntete”.
Ellos tenían que tomar conciencia de su necesidad de volver y restablecer el amor que
una vez tuvieron. Recordar de dónde habían caído les llevaría a arrepentirse.
¿Qué es arrepentirse? D. A. Carson da una buena definición de arrepentimiento:
No es simplemente un cambio de opinión o profunda pena, menos todavía
haciendo penitencia. Arrepentimiento significa una completa transformación de
la persona, una vuelta de 180° que incluye la forma de pensar y actuar con
matices de dolor “porque fueron contristados para arrepentimiento”.
Seguramente, esto demuestra que las acciones del hombre no van por un buen
camino y necesitan un cambio completo.
Por medio del arrepentimiento la iglesia en Éfeso demostraría:
• Que ACEPTA la evaluación de Cristo en cuanto a su caída
• Que se ha EXAMINADO A SÍ MISMA para no ser juzgada, de acuerdo a la Palabra (1
Corintios 11:31–32).
• Que se ENTRISTECE por su falta de amor y haber sido desagradable para Cristo (2
Corintios 7:8–10).
• Que RECHAZA AL PECADO y vuelve a su vida de amor pasada.
• Que, por la gracia de Dios, TOMARÁ LA DECISIÓN CORRECTA (2 Corintios 7:8–12).
Los efesios no habrían podido restablecer su primer amor sin arrepentirse; el Señor
no lo hubiese permitido. Lo importante aquí es que siempre se debe tratar el pecado;
nunca puede ser ignorado. El arrepentimiento era la clave para que los efesios volvieran
a su primer amor. Si no abrían los ojos ante el llamado de Cristo a arrepentirse, iban a
sufrir el juicio de Dios: “Pues si no, vendré pronto a ti, y quitaré tu candelero de su lugar,

15
si no te hubieres arrepentido” (Apocalipsis 2:5b).

Haz las primeras obras


Luego de “recuerda” y “arrepiéntete” sigue la orden en modo imperativo que es
“haz las primeras obras”. La palabra “primeras” nos hace acordar al texto previo “has
dejado tu primer amor” (Apocalipsis 2:4). El verdadero arrepentimiento produce “frutos
dignos de arrepentimiento” (Mateo 3:8 y 2 Corintios 7:10–11). Es así que Cristo les
señala las primeras obras que surgieron de su primer amor.
Para los efesios volver a las primeras obras significaba volver a comprometerse con
actos de amor que antes hacían y habían abandonado. Jesucristo no les pedía que
hicieran más obras, porque ellos las hacían (Apocalipsis 2:2), sino que les pedía que
hicieran las obras que habían hecho anteriormente. Parecería que su “arduo trabajo” y
“paciencia” estaban completamente limitados a detener los falsos maestros, proteger la
sana doctrina de cualquier ataque y enfrentar la oposición de una sociedad hostil.
Al haber abandonado gradualmente su primer amor, también abandonaron, o
redujeron en gran manera, ciertos actos de amabilidad, compasión, atención,
hospitalidad y oración. La falta de amor siempre tiene sus consecuencias en el trabajo,
la conducta, actitudes y actividades de una iglesia. Los efesios trabajaban duro y
resistían pero faltaban algunos elementos para su trabajo que necesitaban ser
restablecidos.
Para la iglesia de Éfeso era una buena noticia que el arrepentimiento les aseguraba
el perdón y la ayuda de Cristo. El Señor iba a “proveerles con su aceite de amor fresco”
así su luz podría brillar otra vez. Lo que más quiere es que el amor reviva y crezca y su
mayor anhelo es que se amen unos a otros como solían hacerlo.
Nuestro amor, así como el de los efesios también, puede reavivarse. Podemos
volver a dedicar nuestras vidas a Cristo y el Espíritu Santo puede darnos un nuevo
aliento de vida a través de la oración, estudios bíblicos, evangelismo, adoración y
compañerismo. Podemos conocer más del amor que Cristo tiene por nosotros y
permanecer en este amor (1 Juan 4:16). Podemos caminar firmemente en el amor
porque Cristo nos amó y se entregó a sí mismo por nosotros (Efesios 5:2). Usted podrá
leer distintas formas de poner esto en práctica en los próximos capítulos.

Parte 2

Cómo cultivar el amor


Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras.
Hebreos 10:24.
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El Señor reprende a la iglesia en Éfeso y le advierte con firmeza que puede trabajar
arduamente, luchar contra la herejía, perseverar, enseñar la sana doctrina, y aún así,
por falta de amor, estar en peligro de la disciplina de Dios. No importa qué
impresionante parezca la iglesia desde afuera—un espectacular edificio, una enorme
congregación, un gran número de miembros activos, un alto presupuesto, enseñanza
dinámica, un programa de misiones extraordinario y música sensacional—podría
desaparecer por falta de amor (1 Corintios 13:1–3).
El amor es vital para la salud espiritual del creyente y de toda la iglesia local, por eso
cultivar el amor entre los hermanos es de fundamental importancia para mí. Me aflige
tanto ver iglesias que no reflejan el espíritu del Nuevo Testamento y no practican el
amor. Me lamento por algunas iglesias que son arrogantes por enseñar una buena
doctrina pero están dormidos en cuanto a dar amor (1 Corintios 13:4). También me
afligen las iglesias que, por el contrario, están orgullosas por el amor que tienen pero
dormidas en cuanto a la doctrina. Es decepcionante ver iglesias que, por ver el amor en
una forma distorcionada, se niegan a disciplinar a quienes están en pecado y no se
arrepienten. Es triste ver hermanos que están conformes y no se interesan en que su
amor crezca. No puedo creer que haya creyentes que se pelean unos con otros como lo
hace la gente agresiva que pelea en la calle (denunciándose, ofendiéndose y odiándose)
y muestran poca preocupación por la conducta de amor que nos enseña la Biblia (1
Corintios 13:1–7).
Cada creyente es responsable por la falta de amor en la familia de Cristo. Por más
que Dios sea quien básicamente nos une y nos motiva a amarnos, hay una parte
humana en esta ecuación. Las Escrituras nos exigen a todos los creyentes a buscar el
amor, caminar en el amor, permanecer en el amor de Cristo y fomentar el amor y las
buenas obras.2 Por lo tanto, es vital para nuestras iglesias y para el bienestar espiritual
de cada creyente saber cómo cultivar y proteger el amor.
El cuidado y la práctica del amor es un asunto de vida o muerte. No queremos que
el Señor nos diga “Tengo esto contra ti”. Entonces, es nuestra responsabilidad individual
y corporal, cultivar, proteger y hacer que crezca el amor que nos tenemos unos por los
otros. Debemos motivar el amor “en hecho y en verdad” (1 Juan 3:18). Y cuando el amor
se vaya desvaneciendo, tenemos que reavivarlo.

Capítulo 1

Estudie el amor
Si el amor que imitamos es el de Cristo, no hay mejor punto de partida que el
17
estudio de lo que Dios dice en su Palabra. La Biblia es el patrón para definir el amor de
Dios y corregir las nociones falsas, aunque muchos cristianos no son conscientes de
todo lo que las Escrituras enseñan sobre el amor.
En la versión de la Biblia Reina Valera 1960 la palabra “amor” en sus diferentes
formas aparece casi mil veces. Además, el concepto de amor aparece en la Biblia
muchas otras veces aunque no se encuentre la palabra específicamente. La razón por lo
que el tema es tan extendido es porque Dios es amor; el autor, aquel que define y
recompensa el amor. Es por eso que es tan natural que su Palabra esté impregnada de
amor.
Si estamos en búsqueda del amor tenemos que leer y estudiar lo que Dios dice de
esto en su Palabra. Así conoceremos más del amor, de Dios y de Cristo a quienes
debemos amar más que a nadie. Sólo la Palabra de Dios y su Espíritu pueden despertar
el deseo de amar y transformar la maldad de nuestros corazones para amar como Cristo
nos amó. Sólo las Escrituras pueden convencernos de la importancia del amor y los
mandamientos de Dios de amar.

Henry Moorhouse y el estudio del amor


La influencia que tuvo la historia de Henry Moorhouse en la vida del gran misionero
Dwight L. Moody, es una sorprendente ilustración de la importancia de estudiar el amor
bíblico. Henry Moorhouse era un misionero inglés joven; su método para predicar el
evangelio era tomar un tema y estudiarlo desde el Génesis hasta el Apocalipsis.
Entonces, era capaz de enseñar el tema con un conocimiento de toda la Biblia. Sus
mensajes eran un exquisito banquete de contenido bíblico complementado muy
hábilmente con ejemplos que aclaraban el significado de la Biblia para las personas
incrédulas.
De todos los temas, su favorito era el amor de Dios, como dice en Juan 3:16:
“Porque de tal manera amó Dios al mundo que ha dado a su Hijo unigénito, para que
todo aquel que en él cree no se pierda, mas tenga vida eterna”. La primera vez que
Henry Moorhouse vino a América y dio su sermón en la iglesia de Moody en Chicago
¡presentó siete mensajes directamente relacionados con el texto de Juan 3:16 en una
semana! A través de toda la Biblia, Moorhouse llevó a sus oyentes a explorar el
increíble amor de Dios.
Todo lo que Moorhouse decía estaba respaldado por la Biblia. Como resultado de su
uso frecuente de las Escrituras en sus sermones, la congregación comenzó a llevar sus
Biblias por primera vez a la iglesia. Su predicación reflejaba de tal manera el poder del
Espíritu Santo que las multitudes aumentaban cada día. Moorhouse había iniciado el
despertar espiritual del amor en la iglesia.
Hasta Moody confesó que no podía contener sus lágrimas al escucharlo insistir en
cada versículo donde Dios muestra su amor para con los pecadores a través de la
muerte de Jesucristo.
Hasta ese momento Moody había predicado acerca del juicio de Dios para los

18
pecadores y no del amor de Dios por los pecadores. Pero, luego de los siete mensaje de
Moorhouse basados en Juan 3:16, Moody “no volvió a ser el mismo hombre”. A pesar
de que al principio Moorhouse no le simpatizaba a Moody, pronto se volvieron amigos
íntimos y de toda la vida. Henry Moorhouse, que parecía un adolescente de diecisiete
años, sin barba y que le llegaba a los hombros, no tuvo miedo de animar a Moody a
estudiar más la Biblia y dar mensajes más centrados en la misma. Moody respondió
positivamente y Moorhouse se convirtió en su maestro.
El ejemplo de Moorhouse, su estudio de la Biblia y sus mensajes poderosos sobre el
amor de Dios en Cristo, motivaron en gran manera a Moody a estudiar lo que la Palabra
decía acerca del amor, y quedó asombrado por lo que descubrió en su estudio de la
misma.
Busqué esa palabra, “amor”, y no sé cuántas semanas pasé estudiando los
pasajes donde aparece, ¡hasta que no podía parar de amar! Me había estado
alimentando de amor tanto tiempo que estaba ansioso por hacer bien a la gente
y poner esto en práctica.
Me llené de amor, hasta desbordar. ¡Te invito a aceptar el reto del amor en la
Biblia! Vas a estar tan lleno de amor, que al abrir tu boca una inundación del
amor de Dios va a fluir en tu camino. No tiene sentido intentar hacer el trabajo
de la iglesia sin amor. Un doctor o un abogado quizás pueden hacer un buen
trabajo sin amor, pero el trabajo de Dios no puede ser hecho sin amor.
La Biblia es sin igual en su reclamo y su demanda de amar. Todo lo que dice acerca
del amor le asombrará. Si “acepta el desafío de Moody sobre el tema del amor”, usted
también encontrará que quiere hacer cosas buenas a todo el mundo. El amor va a fluir
de sus manos y su boca; querrá ser un mejor ejemplo dando amor como el de Cristo.
Como sucedió con Moorhouse, usted también puede tener pasión por entender y
crecer en el amor de Dios. De hecho, el texto Juan 3:16 fue su mensaje predilecto, y en
su lecho de muerte, le dijo a su amigo: “Si el Señor me levantara, me gustaría predicar
más del texto ‘De tal manera amó Dios al mundo’ ”. Días después murió a la edad joven
de cuarenta años. En su tumba está grabado el versículo Juan 3:16.

Empezando a estudiar el amor


Una forma rápida y simple de empezar a investigar sobre este tema en la Biblia es
leyendo los textos que aparecen en el apéndice de este libro (Apéndice B: Cincuenta
textos claves acerca del amor). Estos pasajes le darán un amplio panorama del paisaje
bíblico del amor. No los lea rápido; tome tiempo para pensar en el amor como lo
plantea la Biblia, un amor como el de Cristo.
Otra forma de estudiar el amor es buscando versículos que incluyen la palabra amor
en una concordancia o programas de software. Lea los versículos en contexto y
clasifíquelos de acuerdo al tema al que pertenecen; esto le ayudará a recordar lo que la
Biblia enseña sobre el amor. Por ejemplo el texto de Juan 17:24 establece una

19
invaluable percepción del amor del Padre hacia el Hijo. Algunas clasificaciones pueden
ser:
Dios es amor
El amor del Padre por el Hijo
El Espíritu Santo y el amor
El amor de Dios por Israel
El amor incondicional de Dios
El amor de Cristo por su pueblo
El amor de los creyentes hacia Dios
El amor de los creyentes hacia Cristo
El amor de los creyentes por sus hermanos en la fe
El amor de los creyentes por los perdidos
Relaciones de amor entre las personas (hijo y padre, marido y mujer, amigos, líderes
y seguidores, etc.)
El crecimiento en el amor
Los mandamientos del amor
La naturaleza del amor
La importancia del amor
El amor y la oración
El amor y la obediencia
Mientras lea tenga en cuenta que nuestro Señor enseña que el primer y más grande
mandamiento y nuestro deber principal es amar a Dios más que a nosotros mismos,
más que a otros y más que a cualquier cosa material. Todo amor humano encuentra su
lugar y su orden en la vida cuando el amor por el eterno Dios-Creador es lo primero y lo
más destacado. Amar a cualquier ser viviente u objeto material más que a Dios es
idolatría y perversión del amor.
El segundo mandamiento es inseparable al primero: “Amarás a tu prójimo como a ti
mismo”. El amor a Dios y al prójimo es la suma de todos los mandamientos, todo el
comportamiento ético, todo el servicio religioso y toda la espiritualidad interior. La
importancia primordial de estos dos mandamientos de amar está enfatizada cuando
Cristo dice:
De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas. (Mateo 22:40).
No hay otro mandamiento mayor que éstos. (Marcos 12:31).
Por supuesto que el estudio del amor en la Biblia no es un estudio para una vez,
sino un proceso que dura toda la vida. Aprender el amor de Dios en Cristo y el amor de
Dios por nosotros es una búsqueda interminable. Es uno de los temas más interesantes
y emocionantes en las Escrituras. Al llenar su mente con el amor que la Biblia enseña,
aprenderá lo que Dios espera de usted y crecerá en amor. Podrá protegerse a sí mismo
de la falta de amor y estar mejor preparado para animar a otros a amar.
Luego de estudiar el amor en la Biblia, incentive a otros a hacer lo mismo. Comience

20
con un grupo reducido a estudiar este tema y usar la guía de estudio que este libro
provee o la guía de estudio del libro, Liderando con amor: Una guía para el líder
cristiano, (es un libro que escribí principalmente para líderes, pero cualquier persona
puede leerlo y aprovechar sus enseñanzas y exposición bíblica). Además, organizar
grupos de estudio bíblico para estudiar este tema específicamente tendrá un gran
impacto en el espíritu de amor en la iglesia. Estudiar el amor basándonos en la Biblia es
una forma sólida de “seguir el amor” (1 Corintios 14:1) y “estimularnos al amor y a las
buenas obras” (Hebreos 10:24).

Capítulo 2

Ore por amor


Una cosa es estudiar el amor y otra distinta es poner en práctica lo que
aprendemos. Sin embargo, podemos aprender mucho de cómo vivir en el amor, por la
forma en que los apóstoles incentivaban el amor efusivo de Cristo que era evidente en
las primeras iglesias. Los apóstoles se preocupaban muchísimo más que nosotros por
amar al prójimo. El Nuevo Testamento nos dice que ellos enseñaban a los creyentes lo
mismo que Cristo enseñaba sobre el amor. Exhortaban a sus lectores a que practicaran
este amor, modelaban el amor del Señor, les advertían de no amar al mundo presente
más que a Cristo y oraban por los cristianos que los seguían para que se amaran unos a
otros con este amor. Vamos a explorar cada uno de los puntos empezando con la
oración.
Una de las razones por las cuales vemos que en nuestras iglesias el crecimiento en el
amor es muy pobre es porque no nos esforzamos por orar por ello. Somos egoístas por
naturaleza y no podemos por nuestras propias fuerzas andar en amor como Cristo lo
hizo. Si debemos amar como Cristo amó, entonces primero debemos orar para que el
Espíritu Santo nos dé poder para esto. No puede haber un resurgimiento del amor sin
perseverar en la oración. George Müller, un hombre extraordinario de oración,
entendió así la necesidad de la oración continua:
El gran error que cometemos los hijos de Dios es que no seguimos orando; no
perseveramos en la oración. Si deseamos algo para la gloria de Dios, deberíamos
orar hasta que lo tengamos.
El Nuevo Testamento provee ejemplos de hombres que oraron para que el amor
creciera. Pablo, por ejemplo, oró para que sus hermanos crecieran en el conocimiento
del amor de Dios por ellos, en el conocimiento del sacrificio de amor de Cristo en la cruz
y por el amor entre ellos y al resto de la gente. El examinar estas oraciones será
21
instructivo y desafiante para nuestra vida de oración.

Ore para conocer el amor de Cristo


En una de las oraciones más destacadas en el Nuevo Testamento, Pablo le pide a
Dios que les permita a los creyentes, por el poder del Espíritu Santo, entender el vasto e
incomprensible amor de Cristo:
“Por esta causa doblo mis rodillas ante el Padre de nuestro Señor Jesucristo…
para que os dé… el ser fortalecidos con poder en el hombre interior por su
Espíritu; para que… seáis plenamente capaces de comprender con todos los
santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura, y de conocer el
amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la
plenitud de Dios” (Efesios 3:14–19).
Por más que el amor de Cristo “excede todo conocimiento”, tenemos que buscar
comprenderlo. La gran verdad que debemos recordar una y otra vez es esto: Nosotros
amamos a Cristo porque él nos amó primero y dio su vida en la cruz por nuestros
pecados. Entonces es un tarea que vale la pena, el orar con diligencia para entender el
amor de Cristo nuestro Salvador.
Conocer el amor de Cristo, no sólo intelectualmente sino también desde la
experiencia y la intimidad, cambia vidas. C.T. Studd, un pionero en misiones a la China,
India y África, entendió la verdad del amor de Cristo y su sacrificio cuando dijo: “Si
Jesucristo es Dios y murió por mí, no hay ningún sacrificio tan grande que yo no pueda
hacer por Él”.
La verdad del amor de Cristo inspiró a John Scott para escribir esta reflexión: “La
cruz es el fuego ardiente donde la llama de nuestro amor se enciende”.
Mientras más entendamos el sacrificio de amor de Cristo en la cruz del Calvario,
mayor será nuestro amor por Dios y por nuestro prójimo. De hecho, la Biblia dice:
“Amados, si Dios nos ha amado así, debemos también nosotros amarnos unos a otros…
nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero” (1 Juan 4:11, 19). Entonces, nunca
dejemos de orar para entender en profundidad y apreciar el amor que Cristo tuvo al
morir por nosotros; eso nos ayudará a amarlo aún más.
El secreto de los primeros cristianos, los primeros protestantes, puritanos y metodistas
era que a ellos les enseñaban del amor de Cristo, y se llenaban de conocimiento acerca
de su amor. Una vez que el hombre tiene el amor de Cristo en su corazón, no necesita ser
entrenado para que sea de testimonio; él solo lo hará.
Él sabrá del poder, de su limitación, su motivo principal; todo está allí. Es una clara
mentira insinuar que aquéllos que consideran el conocimiento del amor de Cristo como
un tema trascendental, son inútiles y enfermizos. Los siervos de Dios que adornaron la
vida y la historia de la iglesia cristiana han sido siempre hombres que se han dado
cuenta que esto es lo más importante de todo y han pasado horas orando, buscando su

22
rostro y disfrutando de su amor.
El hombre que conoce el amor de Cristo puede hacer más en una hora que lo que un
hombre ocupado puede hacer en un siglo. Entendamos que el motivo principal es lo
primero y ese motivo debe ser siempre el amor de Cristo.
D. Martyn Lloyd-Jones, “The Unsearchable Riches of Christ” (Las inescrutables riquezas de
Cristo), 253.

Una forma práctica de dar vida a nuestras oraciones cuando queremos apreciar más
el amor de Cristo o amarlo más es cantando nuestras oraciones. Podemos cantar
himnos o coros contemporáneos acerca del amor de Cristo, el amor por Cristo y el amor
entre los hermanos. Por ejemplo, podríamos cantar este himno como una oración:
Amarte más, Jesús,
¡Amarte más!
Oye mi oración
De rodillas;
Mi ruego es con fervor:
Amarte más, Jesús,
¡Amarte más, amarte más!
Antes al mundo amé,
La paz busqué;
Hoy sólo busco a Ti
Dar lo mejor;
Es toda mi oración:
¡Amarte más, Jesús,
Amarte más, Amarte más!
“More Love to Thee” (Más amor por Ti) de Elizabeth Prentiss.
Traducción sacada de:
http://www.rlhymersjr.com/Online_Sermons_Spanish/2012/042912PM_MuchLove.html

Aumenta nuestra energía espiritual cantar del amor de Cristo o pedirle más amor.
¿Por qué no elegir varias de nuestras canciones favoritas del amor de Cristo y usarlas
como tema para nuestras oraciones? Si presta atención al consejo del salmista, “Adoren
al Señor con gozo. Vengan ante él cantando con alegría” (Salmos 100:2; Nueva
Traducción Viviente; usé ésta para que tenga la palabra “cantar”). Descubrirá que
cantar es una gran ayuda para reforzar su vida de oración. Pronto estará alegrándose
con el salmista, “Cada mañana cantaré con alegría acerca de tu amor inagotable”
(Salmos 59:16 b; Nueva Traducción Viviente); “¡Siempre cantaré del amor inagotable del
Señor!” (Salmos 89:1a; Nueva Traducción Viviente).

Ore para amar más a los demás

23
El amor no es estático sino dinámico. El amor debe aumentar no disminuir. Así
oraba Pablo para que sus discípulos no sólo crecieran en el amor, sino que rebosaran de
amor el uno por el otro y para con todas las personas:
“Y el Señor os haga crecer y abundar en amor unos para con otros y para con
todos, como también lo hacemos nosotros para con vosotros” (1 Tesalonicenses
3:12).
“Y esto pido en oración, que vuestro amor abunde aun más y más en ciencia y en
todo conocimiento” (Filipenses 1:9).
Con un estilo similar, Judas oraba por lo mismo,
“Misericordia y paz y amor os sean multiplicados” (Judas 2).
Estas oraciones inspiradas por el Espíritu Santo son modelos maravillosos para orar
por nosotros y por los demás.
Pablo se complacía en ver el crecimiento continuo del amor de los creyentes. La
iglesia nueva establecida en Tesalónica era una luz brillante para el amor entre los
cristianos. De hecho, vemos en esta iglesia una manifestación del primer amor. Sin
embargo, Pablo los exhorta a que se destaquen aún más por este amor: “Pero os
rogamos, hermanos, que abundéis en ello más y más” (1 Tesalonicenses 4:10). En su
segunda carta a los tesalonicenses, Pablo reconoce con gozo: “Acordándonos sin cesar
delante del Dios y Padre nuestro de la obra de vuestra fe, del trabajo de vuestro amor y
de vuestra constancia en la esperanza en nuestro Señor Jesucristo” (2 Tesalonicenses
1:3).
En su comentario de 1 y 2 Tesalonicenses, W. E. Vine y C. F. Hogg nos recuerdan
que:
El cristiano no debería descansar en ningún tipo de logro, por más grande que
sea. Siempre debe intentar alcanzar la medida de Cristo.
La razón por la que los creyentes no deberían nunca dejar de crecer en su capacidad
de amar es porque esto es el fruto del Espíritu Santo y el Espíritu Santo quiere producir
abundante fruto en nosotros (Gálatas 5:22). Él quiere que nosotros amemos como
Cristo amó. No obstante, en la iglesia en Éfeso el fruto del amor se iba disminuyendo y
apagando. Los creyentes estaban satisfechos en la forma que amaban a los demás.
Pero, cuando un creyente deja de abundar en el fruto del amor, o cree que ya ama
suficiente, está en camino a ser como la iglesia en Éfeso. Ya no estaban creciendo en el
amor o produciendo un amor como el de Cristo.
El crecimiento del amor no sucede de la noche a la mañana. Una vez escuché a un
predicador del campo contando cómo él descubrió la capacidad ilimitada de amar.
Cuando tenía un poco más de veinte años y era todavía un poco inmaduro, él y su
esposa tuvieron su primer hijo. Amaba tanto a su bebita que no imaginaba poder tener
otro hijo y amarlo igual, su hija era su vida. Llevaba una foto de su hijita a todos lados y
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se la mostraba a todo el mundo, estaba ansioso todo el día por llegar a su hogar para
verla y tomarla en sus brazos. Él pensaba que no tenía más amor para dar.
Luego de un tiempo, su esposa le propuso tener otro hijo, él protestó y dijo: “Pero
querida, no tengo más amor para dar. Volqué todo mi amor en nuestra niña pequeña.
¡No es posible amar aún más!”
Pero su esposa perseveró y un año después tuvieron un hermoso bebé varón.
Rápidamente el padre descubrió que amaba a su nuevo bebé tanto como el primero.
Ahora amaba a dos bebés por igual.
Pasado otro tiempo, su esposa volvió a decirle: “Deberíamos tener otro bebé”. Él
nuevamente protestó y dijo: “Cariño, no tengo más amor en mí. Amo a estos dos niños
con todo el amor que tengo. No doy más de tanto amor”.
Su esposa perseveró y tuvieron otro niño. Cuando el tercer niño llegó su padre se
dio cuenta que tenía una inmensidad de amor para darle. Él amó al tercero tanto como
a los otros dos. Finalmente entendió que nunca se le acabaría el amor.
Lo mismo es cierto para nosotros. Como cristianos, con el Espíritu Santo que habita
en nosotros, tenemos una inmensa capacidad para amar a otros, aun a nuestros
enemigos o a aquellos que no nos aman y con los que no tenemos una buena relación.
Tenemos el poder de amar como Jesucristo y de abundar en el amor a lo largo de
nuestra vida. En su comentario William Hendriksen establece acertadamente este
principio: “La pura esencia del amor… es rebosar”.
De todas formas, todos debemos admitir que el crecimiento del amor es una lucha.
“Los mejores creyentes”, escribe Maurice Roberts, “encuentran su progreso lento y sus
logros escasos”. Por eso debemos orar continuamente para que Dios nos ayude. Pablo
les dice a los creyentes tesalonicenses: “Vosotros mismos habéis aprendido de Dios que
os améis unos a otros” (1 Tesalonicenses 4:9 b). Dios, que es fuente del amor, es
también el mejor maestro de amor, y Él ha dado a su Espíritu el trabajo único de
inspirarnos e incitarnos a amarnos unos a otros.
Así que, ¿está su amor creciendo y rebosando? ¿o se está disminuyendo y
apagando? Cuanto más reconocemos lo inherente y perversamente egoístas que
somos, más reconocemos la necesidad que tenemos de orar y pedirle a Dios que nos
ayude a amar. Mientras más entendemos las exigencias de Dios de amar, más nos
damos cuenta de la necesidad de orar por un corazón con gozo en la obediencia.
Mientras más nos damos cuenta que nuestro amor por Cristo y por los demás es
insuficiente, más nos damos cuenta de nuestra necesidad de orar para amar más. Pídale
a Dios que sea su maestro; pídale que le enseñe a crecer y abundar en amor. Pídale, y
¡sígale pidiendo!
El estar centrados en nosotros mismos es una batalla y demanda que confesemos y
que oremos constantemente. La oración es uno de los medio claves por los cuales Dios
trabaja en nosotros y cumple sus propósitos en nuestras vidas. Sólo a través de la
oración y su gracia es que podemos crecer y abundar en amor y vencer nuestra
naturaleza pecaminosa. Que las palabras solemnes de Maurice Roberts resuenen en
nuestros oídos y nos lleven a orar:

25
Cada cristiano acepte el deber de amar como Cristo con una completa seriedad.
El trabajo de nuestra vida debe ser pedir que la ayuda celestial venga sobre
nosotros para que podamos inclinarnos hacia el gran mandamiento de amarnos
los unos a los otros.

Orar fortalece el amor en las relaciones


La comunicación es esencial en una buena relación. Queremos estar cerca y
hablamos regularmente con aquellos a quienes amamos. Por el contrario, la distancia y
la comunicación poco frecuente daña la relación. Eso es verdad no sólo en las relaciones
humanas sino también en nuestra relación con Dios.
Nadie jamás ha disfrutado una relación tan íntima con Dios como lo hizo Jesucristo
quien fue un hombre sobresaliente en la oración. De la misma manera, el tiempo que
nosotros pasamos en oración refuerza nuestra relación de amor con nuestro Padre
celestial.
A través de la oración, nos acercamos a Dios y entramos a su misma presencia.
(Hebreos 4:16; 10:19). Por lo tanto, si quiere que su relación con Dios crezca, debe
buscar su presencia, alabarle y leer su Palabra.
El amor por Dios lleva naturalmente a amar a los demás. Una forma de expresar
nuestro amor hacia los demás es a través de la oración intercesora. Pablo amaba a sus
seguidores y oraba por ellos día y noche. Jesucristo amaba a sus discípulos y oraba por
ellos (Juan 17), y continua orando por nosotros. La Biblia nos enseña que debemos
expresar amor por nuestros enemigos orando por ellos (Mateo 5:44).
Entonces, orar es una muestra de “amor genuino” (Romanos 12:9, 12). Una persona
que crece en amor es alguien que ora por las necesidades de otros, y una persona que
intercede por otros es alguien que crece en amor.
Quiero animarle inmensamente para que el orar por más amor sea una petición
continua en su vida de oración.
Ore para conocer más del amor de Dios en Cristo. Ore para superar su amor por los
demás. Ore con otras personas por el crecimiento del amor. En la reunión de oración de
su iglesia o en los grupos de estudio bíblico, ore para amar más a Cristo y a los perdidos
que sufren en este mundo. Es mi oración que: “el Señor os haga crecer y abundar en
amor unos para con otros y para con todos, como también lo hacemos nosotros para con
vosotros” (1 Tesalonicenses 3:12).

Capítulo 3

Enseñe el amor
26
Durante el ministerio de Jesucristo aquí en la tierra, Él enseñó a sus discípulos
nuevas verdades alentadoras acerca del amor. Y durante las últimas horas antes de su
muerte, en la última cena de Pascua, Jesucristo reveló sus enseñanzas más profundas
acerca del amor.24 Cristo sabía que si sus discípulos iban a sobrevivir sin Él y
representarlo en este mundo, tenían que aprender a amarse unos a otros como Él lo
había hecho con ellos.
Siguiendo el ejemplo de Cristo, los discípulos consideraban necesario enseñar y
exhortar a las primeras iglesias acerca del amor. Ellos oraban fervientemente por sus
seguidores para que crecieran en amor y les enseñaban con diligencia a vivir una vida
de amor siguiendo el modelo de Cristo (Efesios 5:2). Por esto es que las cartas del
Nuevo Testamento están repletas de instrucciones inspiradoras y exhortaciones
desafiantes que nos llevan a amar aún más.
Los creyentes, aún en la actualidad, necesitan aprender cómo amar. Así como en los
tiempos del Nuevo Testamento, necesitamos de un entrenamiento en los principios
bíblicos del amor. Necesitamos una pasión para enseñar y obedecer todo el consejo de
Dios para amar. Necesitamos que nos exhorten para poner en práctica el amor, no sólo
hablar de él. Necesitamos escuchar del amor desde los pasajes principales del Nuevo
Testamento, entonces, semejante instrucción bíblica dará como resultado una mejora
significativa en nuestras iglesias locales. Los animo a que consideren los siguientes
temas que se necesitan enseñar para fomentar el crecimiento del amor en nuestras
iglesias.

Quince descripciones del amor


A menudo las personas cantan y hablan sobre el amor sin ni siquiera describir a lo
que se refieren con decir amor. Una de las canciones más populares de los sesenta fue
la canción de Los Beatles “All you need is love” (“Todo lo que necesitas es amor”). La
palabra amor está repetida 39 veces a lo largo de la canción y la frase “todo lo que
necesitas es amor” 12 veces. La canción es pegadiza y establece un punto claro: todos
necesitamos amor. El problema es que la canción no nos dice a qué amor se refiere ni
por qué necesitamos amor. Pero en la Biblia, Dios nos dice la verdad del amor, y esto es
lo que la gente necesita escuchar y aprender.
En una época de “analfabetismo bíblico”, los creyentes necesitan saber la verdad
del amor, por ejemplo en las quince descripciones de 1 Corintios capítulo 13, el gran
capítulo del amor en el Nuevo Testamento. Cuando estuve predicando en otro país
recientemente, di varios mensajes basados en 1 Corintios 13:4–7. Cuando terminé de
hablar, un hombre ya mayor, quien había sido uno de los predicadores líderes durante
años, vino y me dijo que nunca había escuchado antes una serie de sermones dando
quince descripciones del amor. Dada la importancia vital del amor y la necesidad de
saber lo que el amor es, él pensó que la falta de enseñanza sobre el tema había sido un
terrible descuido de parte de él como predicador.

27
Sin embargo, Dios no ha pasado por alto la importancia de enseñar esto. Por más
que en la Biblia no haya una definición de diccionario formal del amor, describe en
detalle lo que el amor hace y no hace (1 Corintios 13:4–7). También nos da como
ejemplo el amor total y sacrificio de Cristo por la humanidad y su amor obediente hacia
el Padre.
Las descripciones de amor en 1 Corintios 13 establecen el modelo ideal de amor.
Este modelo de la Biblia es una prueba de las nociones del amor y nos instruye a
conducirnos en una manera amorosa en el matrimonio, en la iglesia y la sociedad.
Los quince principios del amor pueden resumirse de la siguiente forma:
El amor es:
1) Sufrido
2) Benigno
El amor no es:
3) Envidioso
4) Jactancioso
5) Arrogante
6) Ofensivo
7) Egoísta
8) Irritable
9) Rencoroso
10) No se goza de la injusticia, mas
11) Se goza de la verdad
El amor
12) Todo lo sufre
13) Todo lo cree
14) Todo lo espera
15) Todo lo soporta
La equivalencia positiva:
Se alegra de las bendiciones de otros
Alaba y elogia a otros
Es humilde y recatado
Promueve el respeto y la pureza
Se ocupa de hacer el bien a otros
Es lento y tardo para la ira Perdona

Entender y poner en práctica todo esto es tan importante que cada vez que me toca
casar una pareja, ¡les encargo una tarea en el día de su boda! Les pido que tomen las
primeras quince semanas de su matrimonio para estudiar las quince descripciones del
amor, dedicando una semana para cada descripción. Durante cada semana deben
estudiar, memorizar, meditar y conversar sobre las distintas maneras de implementar

28
cada virtud del amor y evitar las características negativas como vicios o egoísmo. Esta
tarea expande el conocimiento del verdadero amor a través de la Biblia y es totalmente
útil para cualquier persona, ya sea soltera o casada.

El amor en la vida cristiana


Como vivimos en una sociedad que rinde culto a la autorrealización personal,
individualismo absoluto, derechos personales, libertad y privacidad; es fundamental
enseñar que nuestro deber primordial como cristianos es amar a Dios principalmente y
más que a nadie.
Los cristianos necesitan una guía práctica y bíblica acerca de cómo es el amor por
Dios y cómo debemos amar. Necesitamos saber que hay una conexión inseparable
entre amar a Dios y obedecerle como una consecuencia del amor.
Los creyentes necesitan saber que sus vidas deben estar caracterizadas por el amor
incondicional de Cristo: “Y andad en amor, como también Cristo nos amó, y se entregó a
sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante” (Efesios 5:2). Nuestro
diario andar debe seguir el ejemplo del amor costoso y sacrificado de Cristo: “En esto
hemos conocido el amor, en que él puso su vida por nosotros; también nosotros
debemos poner nuestras vidas por los hermanos” (1 Juan 3:16).
Según John Eadie, andar en amor significa que:
Cada paso debe ser hecho con amor. El sentido y el curso de la vida debe ser
caracterizado por el amor; —no sólo los domingos sino todos los días; no sólo en
la iglesia sino en la casa, el trabajo…
Benjamin B. Warfield también captura de manera concisa la profunda verdad de la
vida cristiana y el amor cuando escribe: “El amor sacrificado es entonces lo que hace la
esencia de la vida de un cristiano”.
La vida cristiana, entonces, debería caracterizarse por la obediencia a la Palabra de
Dios y un sacrificio costoso para el bien de los demás. J. I. Packer provee una
maravillosa recapitulación del amor y la vida cristiana:
La medida y prueba de amor a Dios es una completa e incondicional
obediencia… la medida y prueba de amor al prójimo es entrega de nuestras
vidas por ellos… Este amor sacrificado implica dar, usar y aun empobrecer hasta
el punto que otros alcancen su bienestar.
Este es el tipo de vida cristiana que Dios quiere que tengamos. Se trata de imitar a
nuestro Padre celestial, y por lo tanto, imitar el amor de su Hijo:
“Sed, pues, imitadores de Dios como hijos amados. Y andad en amor, como
también Cristo nos amó, y se entregó a sí mismo por nosotros, ofrenda y
sacrificio a Dios en olor fragante” (Efesios 5:1–2).

29
El amor en el hogar cristiano
Aún entre los cristianos, existen muchos matrimonios que se divorcian y muchas
familias destruidas, por lo tanto, es necesario enseñar que nuestro amor debe ser
abnegado en el matrimonio y en el hogar. La Biblia dice que los esposos deben amar a
sus esposas “así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella” (Efesios
5:25; Colosenses 3:19) y las mujeres mayores deben “enseñar a las mujeres jóvenes a
amar a sus maridos e hijos” (Tito 2:4). Debemos enseñar claramente que el estándar
que Dios establece para los esposos no es nada menos que el amor totalmente
entregado de Cristo. Por lo tanto el hogar cristiano debe caracterizarse por el amor
generoso y apasionado de Cristo,—un amor que es iniciado por el esposo.
Dos misioneros viajaron a una iglesia desolada en una isla del Pacífico para enseñar
y animar a los creyentes. Cuando llegaron a la iglesia, los ancianos les pidieron que
enseñaran acerca de la sumisión de las mujeres y la ropa adecuada que debían usar.
Conociendo bien a la gente, los misioneros dijeron en lugar de eso: “Vamos a enseñar a
los hombres cómo amar a sus esposas así como Cristo amó a la iglesia y se entregó a sí
mismo por ella”.
A pesar de que los ancianos en un principio consideraban innecesario enseñar esto,
confiaron en el juicio de estos misioneros y pronto entendieron la sabiduría en primero
enseñar a los hombres a amar a sus mujeres como Cristo amó a la iglesia. El egoísmo del
esposo (ya sea expresado por dominio o pasividad) es a menudo uno de los principales
problemas en el matrimonio. Así que en los planes de Dios, cuando el amor entregado y
sacrificial de Cristo es evidente en la relación que el hombre tiene con su esposa, se
establece un orden en toda la atmósfera del hogar cristiano.
El matrimonio provee oportunidades diarias para cultivar el amor como el de Cristo
(Efesios 5:25–33). Pone de manifiesto nuestro deplorable egocentrismo y la necesidad
urgente de crecer en el amor como el del Señor. El hogar es la mejor área de prueba
para el tipo de amor descrito en 1 Corintios 13:4–7. Es una situación trágica cuando
algunos creyentes se muestran muy bondadosos y compasivos con la iglesia y el
vecindario, pero no lo muestran con su cónyuge o sus hijos. Esto no debería ser así de
ninguna manera. El amor empieza en casa. Por eso, lo aliento a hacer lo que algunos
esposos y esposas hicieron (y lo han hecho con éxito debo admitir): ore específicamente
por un amor como el de Cristo, para amar más a su cónyuge y a sus hijos.

El amor en la familia de la iglesia local


La familia de la iglesia local es una familia creada por Dios en la cual aprendemos a
amarnos como Cristo nos amó. Deber ser una familia de hermanos y hermanas
estrechamente unidos y quienes se comprometen a manifestar el amor de Cristo para
amarse y preocuparse unos por otros. La norma de lo que es el amor está mejor
explicado por Juan: “En esto hemos conocido el amor, en que él puso su vida por

30
nosotros; también nosotros debemos poner nuestras vidas por los hermanos” (1 Juan
3:16).
Los creyentes no pueden animarse unos a otros a amarse si no se juntan
regularmente como un familia espiritual debe hacerlo. Por eso el autor de Hebreos
exhorta a sus lectores a pensar con creatividad en formas de “estimularnos al amor” y
les advierte acerca de no dejar “de congregarnos, como algunos tienen por costumbre”
(Hebreos 10:25). Nuestro crecimiento en el amor no es un ejercicio individual. El amor
requiere de un sujeto y un objeto; por lo tanto, es una experiencia de aprendizaje
grupal. Crecemos en amor al comprometernos con otras personas, no aislados de ellas.
No podemos desarrollar nuestro amor estando sentado en casa solos, viendo
predicaciones por televisión o yendo una sola vez por semana a la iglesia a escuchar un
sermón de una hora. Es sólo a través de la participación en “la casa de Dios”, la iglesia
local (1 Timoteo 3:15), con todas sus debilidades y fallas, que el amor se enseña, se
modela, se aprende, se pone a prueba, se practica y se perfecciona. Lidiando con
personas difíciles, enfrentándose con conflictos dolorosos, perdonando las heridas e
injusticias, reconciliándose con personas enemistadas y ayudando a miembros en
necesidad, así es como el amor se prueba y se perfecciona.
No podemos crecer sin las presiones y tensiones de la vida de familia en la casa de
Dios. La iglesia local es un verdadero “taller espiritual donde se ejercita el amor ágape”
y “uno de los mejores laboratorios donde cada creyente puede descubrir su verdadero
vacío espiritual y empezar a crecer en amor ágape”. Si no está participando como
miembro en una iglesia local, entonces no está en la escuela del amor de Dios.

El amor y la iglesia local


Los cristianos deben saber que la responsabilidad del crecimiento del amor en la
iglesia (o su falta de amor) no sólo está en manos de los líderes sino en cada uno de los
miembros de esta familia. Cuando el escritor de Hebreos dice: “Y considerémonos unos
a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras” (Hebreos 10:24), él se refiere a
toda la comunidad cristiana. De hecho, todos los mandamientos bíblicos que indican
amarse unos a otros están dirigidos a toda la congregación, no sólo a unos cuantos
líderes. Desde la perspectiva de los autores del Nuevo Testamento, cada miembro es
responsable de animar, orar, exhortar, servir, reprender, enseñar, edificar, preocuparse
y amar a los demás. Es más, la Escritura nos enseña que todos los creyentes somos
sacerdotes, santos y servidores de Dios.
Para hacer esta abrumadora tarea posible, Dios ha dado a cada creyente un don
espiritual para usarlo en edificar el cuerpo de Cristo. Cada miembro recibe poder para
servir y cada uno tiene su parte que cumplir en la iglesia de Cristo. Entonces la iglesia
crece cuando cada miembro participa cumpliendo con su rol para el crecimiento y
edificación de la iglesia.
En la Biblia está claro cuáles son los dones y servicios que deben ser ejercitados en
el cuerpo de Cristo “en amor” y para el crecimiento saludable de la iglesia (Efesios 4:16).

31
Consecuentemente, el amor es un requisito indispensable en el don de cada creyente,
en su trabajo y su relación con el resto de la congregación. Así que no se quede
esperando que la gente le ame a usted; empiece a amar y a servir a otros. Le animo a
que siga el ejemplo de Robert Cleaver Chapman quien dijo: “Mi tarea es amar a los
demás, no buscar que los demás me amen a mí”.35 Ponga en práctica el principio del
amor que dice: “todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así
también haced vosotros con ellos” (Mateo 7:12 b). No descuide su responsabilidad de
amar y estimular a otros al amor.

Amor por todas las personas


Muchos creyentes consideran erróneamente que son amorosos porque aman a las
personas que son sus amigos cristianos y sus parientes. Aman a quienes se llevan bien
con ellos y son parte de su círculo de amigos; sin embargo, si alguno tiene un problema
con ellos o se va de su iglesia, ellos dejan de amarlo y empiezan a atacarlo. Jonathan
Edwards describe a estos cristianos de la siguiente manera:
Están llenos de hermosos afectos para unos, pero llenos de amargura para
otros. Están unidos con sus propios amigos a quienes aprueban, aman y
admiran; pero son enemigos de aquellos que se les oponen o les desagradan.
Esto no es amor cristiano. Jesucristo enseñó que amar a quienes nos aman no es
nada fuera de lo común. Es natural amar a los que son amigables y nos agradan, pero
también Él dijo:
“Porque si amáis a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? Porque también los
pecadores aman a los que los aman” (Lucas 6:32).
“Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa tendréis? ¿No hacen
también lo mismo los publicanos? Y si saludáis a vuestros hermanos solamente,
¿qué hacéis de más? ¿No hacen también así los gentiles?” (Mateo 5:45–46).
Cristo demanda de sus seguidores un amor divino sobrenatural, que perdona,
reconcilia y soporta aquéllos que no nos aman, que nos persiguen, que nos odian, que
están fuera de nuestro círculo de amigos, que no están de acuerdo con nosotros y con
todas las personas del mundo. Este es el amor que nuestro Padre celestial ha
manifestado y el amor que Jesucristo no llama a imitar.

Planee enseñar los principios del amor de Dios


La educación es esencial para fomentar el amor y el cambio en las actitudes y
comportamientos. Si usted quiere que su iglesia local sea una iglesia que ame, que sea
bondadosa e que imite el amor de Cristo, entonces debe hacer un plan de enseñanza
completo de los principios del amor de Dios. Si quiere proyectar una visión para su

32
iglesia que sea como Cristo desea que los hermanos se amen, hable sobre el amor más
seguido. Advierta a los hermanos acerca del peligro de una iglesia fría. Enseñe la verdad
de la Palabra de Dios y provea los principios del amor a seguir.
Alguien o algún grupo en la iglesia debe encargarse de hacer un plan para enseñar
este tema, de lo contrario no sucederá por sí solo. Para hacer esto realidad, una iglesia
tomó cuatro meses del verano para enseñar del amor. Llamaron al programa “Verano
de amor” y enseñaron los pasajes principales que hablan del tema. Dedicaron un mes
completo a enseñar 1 Corintios 13:4–7. Algunos respondieron a la enseñanza de Dios en
su Palabra y la atmósfera de la iglesia comenzó a cambiar. ¡Qué emoción ser testigo del
avivamiento del amor en una iglesia! Seamos fieles siguiendo el ejemplo de Cristo y los
apóstoles y enseñemos a seguir “un camino aun más excelente” (1 Corintios 12:31 b).

Capítulo 4

Modele el amor
Nuestro Señor no es un teólogo abstracto que se sienta en una sala de clases
pontificando de las grandes virtudes del amor. En lugar de eso, Jesucristo “anduvo
haciendo bienes” (Hechos 10:38). Sanaba a los enfermos, alimentaba a multitudes y
predicaba el evangelio a los pobres. Él trabajó hasta el cansancio ayudando a la gente y
haciendo obras de compasión para el beneficio de los necesitados y en toda forma, su
vida fue un ejemplo de de amor. Luego de haberles lavado los pies a sus discípulos con
humildad, Jesús dijo: “Porque ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho,
vosotros también hagáis” (Juan 13:15).
Dios nos ha diseñado de tal forma, que desde nuestra infancia y a través de toda la
vida imitamos a otras personas (¡quizás más de lo que nos gustaría admitir!). Entonces,
como muchas veces aprendemos imitando a otros, es importante que enseñemos lo
que la Biblia dice sobre el amor, pero también debemos ser un ejemplo de ese amor.
Por eso los apóstoles fueron un ejemplo o un modelo del amor de Cristo, y Pablo
convocaba a los cristianos a “ser imitadores de Dios” y a vivir una vida de amor como la
de su Hijo, Jesucristo (Efesios 5:1–2).
Incentivamos a otros a amar con nuestro propio ejemplo y aprendemos más del
amor cuando lo vemos realizado en las vidas de los demás. Pablo, por ejemplo, proveyó
a los corintios con un ejemplo del amor de Cristo muy necesario para que ellos vieran e
imitaran. Por eso —sin ningún orgullo ni alarde de sí mismo— los animaba a “Sed
imitadores de mí, así como yo de Cristo” (1 Corintios 11:1). Pablo también instruye a
Timoteo a seguir su ejemplo de amor (2 Timoteo 3:10) y le anima a ser un ejemplo de
amor para otros (1 Timoteo 4:12)

33
Sabiendo de nuestra necesidad de buenos modelos, Dios nos proveyó en su Palabra
muchos ejemplos inspiradores de quienes podemos aprender a vivir una vida de amor.
Uno de estos ejemplos es el rey David.

Un modelo bíblico de amor


Cuando un presidente recién electo o ministro toma posesión de su cargo, las
primeras declaraciones u obras públicas simbolizan las prioridades de la nueva
administración y agenda. En un país, por ejemplo, la primera declaración de un nuevo
ministro fue una promesa de proteger los derechos del aborto, mientras que en otro
país el nuevo líder oró por la nación. En una iglesia, un pastor prometió en su primer
sermón de un domingo contratar al mejor pastor de jóvenes que el dinero podía pagar,
mientras que un pastor de otra iglesia predicó en su primer sermón sobre el mensaje de
la cruz de Cristo y dirigió a la congregación a participar de la cena del Señor. En cada
caso, estos funcionarios revelan sus prioridades y su agenda por medio de sus primeras
obras y declaraciones públicas.
En el Antiguo Testamento el rey David se destaca por ser un modelo del amor de
Dios. ¿Cuáles fueron sus primeras obras? Luego de convertirse en rey de Israel (2
Samuel 5:1–5), él construyó una morada para el arca de Dios en Jerusalén. David, con
cientos de miles de adoradores, predicadores y levitas celebraba mientras llevaban el
arca de Dios a Jerusalén:
De esta manera llevaba todo Israel el arca del pacto de Jehová, con júbilo y
sonido de bocinas y trompetas y címbalos, y al son de salterios y arpas. (1
Crónicas 15:28)
Y David danzaba con toda su fuerza delante de Jehová (2 Samuel 6:14 a)
Su obra inicial fue llevar el arca a Jerusalén demostrando que sus grandes
prioridades eran el amor hacia Dios, adoración a Dios y amor para la ley de Dios.
El arca de Dios era el objeto más sagrado en la adoración de Israel. Simbolizaba la
presencia de Dios (YHWH) Dios de Israel. Por casi cien años, el arca había sido
totalmente abandonada. Saúl, el primer rey de Israel, descuidó el arca de Dios y el
bienestar espiritual de la nación (1 Crónicas 13:3). Pero David, quien pasó a ser rey,
deseaba que la presencia de Dios estuviese en el centro de la nación y que la adoración
a Dios fuese la prioridad principal de la nación, por eso quiso que el arca fuese
mantenida en un lugar permanente en Jerusalén.
David no estaba solo llevando el arca a Jerusalén, sino que llenó la ciudad de
músicos y canciones de alabanza. Organizó a los predicadores y levitas y los puso a
todos a trabajar para servir y adorar a Dios. Designó músicos para el templo y cantores
que “alzasen la voz con alegría” (1 Crónicas 15:26). El ejemplo del amor a Dios de David
trajo reforma espiritual, avivamiento y renovación para el pueblo de Israel.
David también expresó su amor a través de muchos poemas y canciones de
adoración a Dios. Su alabanza era alegre y desbordante. Sus salmos no eran sólo
34
meditaciones privadas; eran inspirados por el Espíritu Santo para ayudar a los hijos de
Dios a adorarlo en privado y en público, recitando una canción. La vida de David y sus
salmos suministran inspiración y enriquecimiento que fomenta un amor más profundo
para Dios.

Biografías de cristianos
Además de seguir los ejemplos de los héroes de la fe en la Biblia (Hebreos 11),
podemos cultivar el amor en una forma práctica leyendo biografías de fieles creyentes,
animando a otros a leerlas, especialmente a los jóvenes. En el corazón de estas
biografías, encontramos un mensaje de amor para Dios.
Cuando era un adolescente, trabajé en un retiro espiritual de verano. Mientras
estaba allí, me pidieron que leyera unas biografías. Las primeras dos fueron las de
Hudson Taylor, fundador de “the China Inland Mission” (Misión en la China) la cual
ahora se llama “Overseas Missionary Fellowship” (Compañerismo Misionero), y la
biografía de George Müller, fundador del hogar de niños “Ashley Down” en Bristol,
Inglaterra. Su completa devoción a Dios, su pasión por la gente perdida y su ejemplo tan
sacrificial permanecen todavía en mi mente como testimonio del amor cristiano. Su
ejemplo no sólo ha sido una poderosa influencia para mi propia vida sino también para
la vida de otros. Me ha asombrado el descubrir cuántos hombres y mujeres
sobresalientes han sido transformados por leer las biografías de Taylor y Müller y de
cristianos como Amy Charmichael, Jim Elliot, Luis Palau, Billy y Ruth Graham, Francis y
Edith Schaeffer.
Otras dos biografías que han tenido una influencia especial en mi vida y que me han
ayudado a pensar más en el amor son: L’ Abri y Brother Indeed, (Hermano de verdad).
L’ Abri es la historia de Francis y Edith Schaeffer quienes pusieron una casa en el
pueblo de Huemoz en los Alpes suizos para aquellos estudiantes y personas que
viajaban por todo el mundo y buscaban respuestas a importantes cuestiones filosóficas
y teológicas de la vida.
Los Schaeffer habían observado iglesias donde la gente se peleaba por la doctrina
ortodoxa pero fallaban en demostrar amor. Así que en L’ Abri ellos buscaron presentar
una enseñanza bíblica e histórica de una comunidad donde el amor era notable. El tema
más importantes de los Schaeffer era que el amor es practicable, costoso y notable, tras
momento en la vida diaria de estos creyentes del siglo veinte.
La otra biografía que cambió totalmente mi visión con respecto al amor fue Brother
Indeed (Hermano de verdad), que es la historia de Robert Chapman. Chapman dejó su
profesión como abogado en Londres para ser pastor en una pequeña iglesia bautista en
Barnstaple, Inglaterra. Esta iglesia pendenciera había pasado por tres pastores antes de
su llegada. La historia de cómo Chapman con su amor, paciencia y enseñanza bíblica,
cambió completamente esta iglesia donde todos se peleaban, es un relato que inspira al
amor en el liderazgo. Al final de su vida, cuando tenía 99 años, Chapman se había hecho
tan conocido por la disposición de su amor y sabiduría que una carta del exterior cuya

35
dirección era solamente “R. C. Chapman, Universidad del amor, Inglaterra” fue
correctamente enviada a su hogar. Oremos para que nuestras iglesias lleguen a ser
conocidas como “Universidades del amor”.

Los líderes de la iglesia local


Las biografías son buenas, pero la gente también necesita de vidas ejemplares a las
cuales puedan ver y escuchar en su propio hogar o iglesia. Una de las necesidades más
grandes de nuestras iglesias hoy es el tener ejemplos vivos de un amor como el de
Cristo. Una iglesia es bendecida cuando tiene líderes que son modelos del amor para
Dios y para las personas. Tales líderes se deleitan en adorar y alabar con canciones a
Dios. Ellos oran fielmente por los demás, visitan a los enfermos, se preocupan por los
necesitados, evangelizan, enseñan la Palabra de Dios y sacrifican su tiempo y dinero por
los demás.
Los líderes son los que dan el tono a la comunidad eclesial. Si los líderes aman, los
creyentes amarán. Si ellos son atentos, amables y cariñosos los hermanos seguirán su
ejemplo. Si ellos sensibilizan a la congregación acerca de las necesidades de otras
personas y establecen una organización donde las personas puedan servir a los
miembros en necesidad (Hechos 6:1–7), ellos responderán. Si crean un ambiente de
amor y mantienen su responsabilidad y ayudan a otros a mantenerla, la congregación
va a prosperar espiritualmente y muchos imitarán su ejemplo. Esto también puede
animar a otras iglesias a ser alentadas a un amor mayor (1 Tesalonicenses 1:7).
La mayoría de los cristianos anhelan ver vivir auténticos ejemplos del amor
cristiano. Cuando le pregunté a una mujer, quien era conocida por ser muy amorosa y
generosa al servir a otros, cómo había aprendido a amar tanto, ella me dijo que fue
criada en una iglesia donde los pastores amaban y eran bondadosos con la
congregación. Usted puede ser ese ejemplo para las personas que están a su alrededor.
Quizás no es un predicador o un erudito, pero puede tener un impacto significante en
las personas por el hecho de ser un ejemplo y vivir el amor de Cristo. Usted puede hacer
el cambio e iniciar el crecimiento de amor en su iglesia. “Hay muchos que predican a
Cristo”, dijo Chapman, “pero no muchos viven a Cristo. Mi mayor objetivo será vivir a
Cristo”. Este también puede ser el objetivo de su vida.

Los padres
Experimentamos la ternura del amor de nuestros padres y abuelos; ellos tienen
grandes oportunidades para enseñar y ser modelos del amor de Dios para con los niños
y adolescentes que son tan influenciables. El amor de nuestros padres o su falta de
amor tiene un enorme impacto en nuestro desarrollo mental, emocional y espiritual.
Ciertos estudios han mostrado que los niños criados en orfanatos donde los dejan en
sus cunas durante todo el día, sin amor, sin caricias, sin afecto y sin interacción sufren
problemas físicos, emocionales y mentales de trágicos efectos para toda la vida.

36
De la misma manera que ese amor es importante en nuestro desarrollo como
personas, también es importante en el desarrollo de la iglesia. Si los padres cristianos
aman a sus hijos con un amor como el de Cristo, sus niños tendrán una buena salud
mental, emocional y espiritual. Pablo, por ejemplo, le recuerda a Timoteo la influencia
espiritual que su abuela Loida y su madre Eunice habían tenido sobre su fe y ministerio
(2 Timoteo 1:5; 3:15).
Si los padres cristianos muestran amor, están dispuestos a servir y a evangelizar, sus
hijos, en la mayoría de los casos harán lo mismo y seguirán su ejemplo. Muchos de los
líderes y hermanos que trabajan hoy en las iglesias han tenido padres que con sacrificio
amaron y sirvieron a sus hermanos en la fe. Ellos vieron a sus padres servir con amor y
han seguido este ejemplo. Un gran número de misioneros son hijos de misioneros y en
algunos casos la cuarta o quinta generación de misioneros están sirviendo hoy.
Si quiere enseñar y cultivar el amor en su iglesia, debe empezar en su hogar, con sus
hijos y nietos. Dios quiere que sea un ejemplo de su amor en su familia. La gente
alrededor suyo necesita urgentemente ejemplos vivos del amor cristiano, y recuerde
que usted puede ser ese ejemplo. El amor es el primer fruto del Espíritu Santo que Dios
quiere producir y hacer crecer en su vida (Gálatas 5:22). No se resista ante su incentivo;
responda en obediencia al Espíritu Santo que le guía a amar como Cristo amó. Como
Pablo le dijo a Timoteo: “sé ejemplo de los creyentes en…amor” (1 Timoteo 4:12).

Capítulo 5

Proteja el amor
Cultivar el amor en la iglesia debe incluir el aspecto negativo de proteger y estar
alerta en cuanto a los peligros que pueden poner en riesgo nuestro amor por Dios y por
nuestro prójimo. Debemos amar lo que es correcto para tomar medidas preventivas
cuidando de no perder el amor. Por ejemplo, Juan, el apóstol, dice a sus lectores: “No
améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor
del Padre no está en él” (1 Juan 2:15), también encontramos esta advertencia en
Santiago 4:4 y 2 Corintios 6:14–7:1.
Cuando pienso lo que significa proteger nuestro amor, me viene a la mente la
publicidad de un vestido de novia. En la publicidad se ve una novia hermosa mirando su
vestido con admiración. Debajo dice “Ámalo a él, pero ama más a tu vestido”. Creo que
esta frase contiene la tentación que experimentamos a veces en nuestro amor por
Cristo. Lo amamos a Él, pero ¿amamos más nuestras posesiones materiales o las
bendiciones que Cristo nos da? Estamos dispuestos a “amar a Cristo, pero amamos más
nuestro hogar”? ¿Amamos más nuestro dinero y la seguridad que el dinero nos da”?

37
¿Amamos más nuestros negocios”? ¿Amamos más nuestro ministerio”? Esta tentación
de amar algo más que a Cristo está siempre presente, por eso, debemos estar vigilantes
protegiendo nuestro amor por Cristo.
Un verdadero creyente ama a Cristo porque no amarlo significa que no es un
creyente. El Espíritu Santo, que nos regenera y mora en nosotros, nos mueve a amar a
Cristo. Como cristianos, sin embargo, podemos actuar egoístamente y desobedecer.
Podemos dejar que nuestro amor se enfríe o se debilite por el abandono, el pecado, las
distracciones del mundo o las falsas enseñanzas (2 Corintios 11:2–4). Por eso debemos
aprender a proteger nuestro amor por Cristo.

Proteja su amor por Cristo


En este mundo, tan hostil hacia Cristo, miles de aspirantes compiten por nuestro
amor. Es por eso que la Biblia dice: “Conservaos en el amor de Dios” (Judas 1:21).
Por eso Jesucristo instruyó a sus discípulos: “Permaneced en mi amor. Si guardareis
mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; así como yo he guardado los
mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor” (Juan 15:9–10).
Cada uno de nosotros debe hacer un esfuerzo consciente en todo momento para
guardar nuestra relación de amor con Cristo y permanecer en su amor obedeciendo su
Palabra.
María de Betania, la hermana de Lázaro, es un ejemplo bíblico de un cristiano que
con diligencia protegía su amor por Cristo por sobre todo lo demás. Mientras Jesucristo
iba a visitar a sus amados amigos Marta, María y Lázaro, Lucas nos cuenta que Marta
“se preocupaba con muchos quehaceres”, pero María “sentándose a los pies de Jesús,
oía su palabra” Lucas 10:39–40). Sin duda que anteriormente María había estado en la
cocina trabajando con Marta, pero se retiró para pasar tiempo con el Señor Jesús y
escuchar sus enseñanzas. Esto hizo que Marta se quejara: “Señor, ¿no te da cuidado que
mi hermana me deje servir sola? Dile, pues, que me ayude” (Lucas 10:40).
Las dos hermanas amaban a Jesucristo, pero María eligió el curso de acción que la
llevaría a enriquecer su relación con Jesús; pero Marta no lo hizo. Entonces,
respondiendo a Marta, Cristo hace una clara distinción:
“Marta, Marta, afanada y turbada estás con muchas cosas. Pero sólo una cosa
es necesaria; y María ha escogido la buena parte, la cual no le será quitada”
(Lucas 10:41–42; letra negrita agregada).
Muchos de nosotros somos hasta cierto punto como Marta. Nos distraemos
fácilmente por nuestro trabajo. Nos ponemos ansiosos por muchos detalles de la vida y
dejamos de pasar tiempo con Cristo. Marta amaba a Jesucristo pero se preocupaba
tanto por su trabajo para el Señor que ni siquiera tenía tiempo para disfrutar de estar
con el Señor, y esto es lo primero que Cristo deseaba de ella. Su buena voluntad de
servir a Cristo en realidad le quitó el interés de estar en su presencia. En lugar de estar
alegre ella se enojaba y se frustraba y no sólo con María sino también con Jesús.

38
Por el contrario, María sabía cuándo dejar sus cosas a un lado y pasar tiempo con el
Señor. Ella le daba el primer lugar a Cristo y luego a su trabajo y prefirió dejar las cosas
por hacer y escuchar las palabras de Jesús y cultivar su amor por Él.
Qué importante es para nosotros acordarnos de esta aclaración que hizo el Señor:
“Sólo una cosa es necesaria”.
Cuando leemos la Palabra de Dios es como si estuviésemos sentados a los pies de
Jesucristo escuchando sus maravillosas enseñanzas. Jesucristo mismo nos dice que
todas las Escrituras hablan de Él. No podemos amar a Cristo si no lo conocemos; y
aprendemos a conocer a Cristo por medio de las Escrituras que lo revelan. No podemos
proteger nuestro amor ni crecer en amor si no pasamos tiempo con Él leyendo su
Palabra regularmente. Así que la pregunta es: ¿Qué es lo que le está distrayendo para
pasar tiempo a los pies de Jesucristo escuchando sus palabras?
Es fácil estar demasiado ocupados y no tener tiempo Dios, ni tiempo para orar y leer
su Palabra. El director de una organización de misiones mundiales reconoce este riesgo
y en su escritorio tiene un cartel que dice: “Ten cuidado con la aridez de una vida
ocupada”. Es difícil alcanzar un equilibrio pero debemos reconocer el riesgo de estar
“preocupados con muchos quehaceres” (Lucas 10:40).
También es muy fácil distraernos del amor de Dios por el amor al deporte, a la
prosperidad económica, al avance de la carrera o el negocio, a la televisión o a las
películas. Cuando alguna de estas cosas gobierna la vida o demanda el corazón, el alma
y las fuerzas, roban el tiempo que debemos dedicar para Cristo. Estas cosas pueden
convertirse en ídolos modernos y cargas pesadas que hacen que vayamos más lento e
impiden que corramos la carrera que tenemos por delante (Hebreos 12:1–2). Las cosas
buenas pueden volverse malas cuando extraen nuestro tiempo y desvían nuestra
atención de Cristo. Que la oración de Samuel Rutherford, un verdadero hombre de
Dios, pueda ser nuestra propia oración: “Estaría completamente contento y satisfecho
si Cristo rompiera en pedazos todos mis ídolos: me ayudaría a reconocer el amor pobre
y desabrido que tengo por Cristo”.
Ninguno está exento de la tentación de descuidar su amor por Cristo. En la carta de
Pablo a Timoteo, él escribe que Demas, un compañero en la predicación del evangelio,
lo abandonó porque “amaba a este mundo” (2 Timoteo 4:10). El amor por las
posesiones y las comodidades quitaron la atención de Demas para servir a Cristo y sufrir
a causa del evangelio. Demas no permaneció en el amor de Cristo (Juan 15:9–10); no
protegió su amor por Cristo.
David Gooding, profesor titular de la facultad “Greek at Queens” en Belfast, Irlanda,
nos recuerda que debemos hacer una deliberada y consciente elección de la “buena
parte” en la vida la cual no nos será quitada:
No podemos hacer todo, no hay suficiente tiempo. Como María, por lo tanto,
tendremos que saber elegir deliberadamente. Los asuntos de la vida no se
acomodarán solos en un orden de prioridades. Si no insistimos conscientemente
en “sentarnos a los pies de Jesucristo y escucharle” que es nuestra necesidad
39
primordial, miles de otras cosas y opciones reclamarán ser necesarias, todas
diciendo ser una prioridad, y tomarán nuestro tiempo y energía y nos robarán la
“buena parte” de nuestra vida.
Podemos elegir otras cosas, sólo después de haber ordenado las prioridades
correctas que debemos tener en nuestras vidas. En este devocional clásico “My Utmost
for His Highest” (En pos de lo supremo) de Oswald Chambers se establece la única
prioridad correcta que debe guiarnos y guardarnos:
Jesús enseñó que un discípulo debe tener su relación con Dios como lo que
domina y es el centro de su vida, y puede ser perfectamente descuidado en
cualquier otra cosa.

Proteja su amor por las personas


Si debemos proteger nuestro amor por Cristo, entonces también debemos proteger
nuestro amor por las personas. Sólo el Espíritu Santo que nos mueve a amar a Cristo
nos motiva a amar a otros y sacrificarnos por ellos. Pero como hemos visto, los
cristianos pueden ser egoístas y desobedecer la Palabra de Dios.
“Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado”
(Juan 13:34).
Como escribió Henry Moorhouse, un predicador del siglo dieciocho en una carta a
su amigo: “Parece que el amor en muchos corazones se ha ido a dormir”.
Cuando dejamos que el amor se duerma, nos enfriamos y nos volvemos insensibles
hacia la gente. Amamos las cosas materiales, las comodidades personales y nuestro
trabajo más que a las personas. Nos volvemos amargos porque nuestros sentimientos
han sido heridos. Nos cansamos de ayudar y servir a personas egoístas y
desagradecidas. Nos conformamos con amar a las personas que son agradables y nos
responden con amor. Nos volvemos perezosos pensando que ya amamos lo suficiente
descuidando nuestra responsabilidad de amar a las personas desagradables y
conflictivas. Como el levita y el sacerdote en la historia del Buen Samaritano, nos
volvemos indiferentes a los sufrimientos de otros.
Por más que sepamos que “el amor es la joya entre las bendiciones de la vida
cristiana”, es muy fácil olvidar nuestro deber y abandonar el esfuerzo de intentar amar
como Cristo lo hizo. Maurice Roberts capta la diferencia entre lo que nosotros sabemos
del amor y cómo vivimos y cumplimos con sus demandas:
Nosotros vemos la encarnación del amor de Dios en la figura de Cristo. Vemos a
Cristo cuando primero lavó los pies a sus discípulos y luego asciende a la cruz
para lavar sus almas. Pero pronto el recuerdo de este amor trascendental se
desvanece de nuestros pensamientos y nuevamente nos encontramos volviendo
a nuestros viejos hábitos en búsqueda de interés personal. No en vano el

40
profeta exclamó: “¡Ay de mí!” (Isaías 6:5) y el apóstol: “¡Miserable de mí!”
(Romanos 7:24).
Así que cuando sintamos que el amor se está yendo a dormir, tomemos medidas
correctivas inmediatamente. Mientras más esperamos, más duro será despertar un
espíritu de amor. Leamos las Escrituras para que reaviven nuestra alma dormida.
Oremos para que haya en nuestra vida un fresco despertar de gratitud por la gracia
libre y gratuita de Dios y por el sacrificio de Jesucristo en la cruz del Calvario. Oremos
fervientemente para que el Señor nos llene de nuevo con el primer fruto del Espíritu
Santo, que es el amor (Gálatas 5:22; Efesios 5:18).
Arrepintámonos de cualquier pecado que apague nuestro amor por Dios y por las
personas. Dejemos de pensar tanto en nosotros mismos y sigamos los ejemplos de
aquéllos que fueron modelos del amor que Dios desea. Nuestro primer deber como
cristiano es amar a Dios y al prójimo. Comencemos a realizar obras para los demás y a
orar para que pronto la alegría y el deseo de amar a otros fluya.
Para aquéllos que se desviaron y se han olvidado de amar como Dios espera de cada
uno de nosotros, Jesucristo dice que deben despertarse y recordar de dónde han caído,
arrepentirse y hacer las obras que hacían primero (Apocalipsis 2:5). Si queremos evitar
llegar a ser como los creyentes en Éfeso que tuvieron que arrepentirse por su falta de
amor, prestemos atención a este consejo práctico de Jonathan Edwards:
Un cristiano debería en todo momento mantener una firme barrera en contra
de todo lo que pueda destruir, corromper o debilitar un espíritu de amor. Lo que
impide amar a las personas, impide el ejercicio de amar a Dios…si el amor es la
esencia del cristianismo, entonces todas aquellas cosas que destituyen el amor
son sumamente desfavorecedoras para los cristianos.
No dejemos que nuestro amor se duerma, estemos espiritualmente despiertos.
“Conservaos en el amor de Dios” (Judas 1:21). En todo momento mantenga una firme
barrera contra todo lo que pueda derribar, corromper o debilitar un espíritu de amor

Capítulo 6

Practique el amor
Estudiar del amor es emocionante, aprender doctrinas acerca del amor es
instructivo, orar por amor es conmovedor y ver el amor en ejemplos de personas es
motivador, pero nuestro deber es obedecer y amar a Dios, y con sacrificio servir a otras
personas. Debemos ser practicantes del amor no teóricos, debemos ser hacedores de

41
amor no habladores. Necesitamos forjar una conexión entre palabras y acciones.
Teniendo en cuenta lo fácil que es hablar acerca del amor, pero no caminar el
camino del amor, el apóstol Juan advierte:
“Pero el que tiene bienes de este mundo y ve a su hermano tener necesidad, y
cierra contra él su corazón, ¿cómo mora el amor de Dios en él? Hijitos míos, no
amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad” (1 Juan 3:17–18;
letra negrita agregada).
Pablo también exhorta a sus lectores a practicar el amor genuino: “El amor sea sin
fingimiento” (Romanos 12:9a). Luego de declarar el tema del amor sincero y genuino, él
continua dando una lista de hechos y actitudes para ponerlos en práctica (Romanos
12:9–21). Y por supuesto, espera de sus lectores que obedezcan sus instrucciones y no
sólo hablen de las cualidades virtuosas del amor.
También Santiago advierte sobre el peligro de ser un simple oidor o admirador del
amor más que hacedor (Santiago 1:22–25). Sólo el que hace es bendecido, no el que
solamente se sienta en la iglesia, escucha el mensaje, se va y olvida lo que escuchó.
Santiago además nos recuerda que “la fe sin obras es muerta” (Santiago 2:26).
Como es más fácil hablar el idioma del amor que vivir la realidad del amor, los
apóstoles tenían que recordar y exhortar continuamente a los creyentes a practicar el
amor que ellos profesaban. Lo mismo debemos hacer hoy, tenemos que practicar el
amor como el de Cristo y exhortarnos unos a otros a cumplirlo.
El amor divino lleva un fruto práctico (Gálatas 5:22). Nos incita a un servicio de
sacrificio (Gálatas 5:13), a la bondad (1 Corintios 13:4) y al agotador trabajo por las
necesidades de otros (1 Tesalonicenses 1:3). “El verdadero amor por los demás”, dice
John Stott, “lleva a trabajar por ellos, de lo contrario se degenera en mero
sentimentalismo”. No amar “en hecho y en verdad” sería desobedecer los
mandamientos de Cristo de amar a Dios, a nuestro prójimo, a nuestros hermanos en la
fe, a nuestros enemigos y a todas las personas.
Debemos recordar que los mandamientos bíblicos exigen nuestra obediencia y
acción; no son fuertes sugerencias, sino órdenes directas del Rey.
En la Escritura, el amor y la obediencia son compañeros inseparables. La obediencia
a los mandamientos de Cristo acerca de amar provoca el crecimiento real del amor. La
desobediencia produce un desgaste del amor. Por lo tanto, cultivar una atmósfera de
amor en la iglesia tiene una relación directa con la creación de un ambiente de
obediencia a la Palabra de Dios y al Espíritu. Según el comentario bíblico de Alexander
Ross: “El amor no es una emoción del momento o algo que hacemos sólo cuando nos
sentimos predispuestos; es un deber que Dios nos exige en todo tiempo, y como hijos
de Dios, sin duda debemos obedecer a nuestro Padre celestial”.57
Entonces, como el amor “es un deber que Dios nos exige en todo tiempo”,
necesitamos entregarnos de nuevo a la obediencia práctica de los principios del amor
de Cristo. Así como en el matrimonio, el novio y la novia se comprometen a amarse en
los tiempos buenos y en los malos, nuestro amor por Dios y el prójimo debe ser un

42
compromiso a pesar de las circunstancias o cambio de los sentimientos. Si queremos
amar como Cristo amó debemos comprometernos a amar (Efesios 5:2; 1 Juan 3:16). Si
queremos buscar el amor, dediquémonos a la búsqueda del amor en la Biblia (1
Corintios 14:1). Si queremos hacer todo en amor, hagámoslo con amor (1 Corintios
16:14). Para estimular el amor en la iglesia, debemos actuar de manera que inspiremos
amor en los demás. (Hebreos 10:24).
Hace más de cuarenta años que Hernán y Alicia, junto a otras familias comenzaron
nuestra presente congregación. Por años, sirvieron en esta iglesia muy generosamente
y su trabajo fue legendario. Visitaban a los enfermos en los hospitales, a los presos en
las cárceles, a los ancianos en los geriátricos y a los misioneros en diferentes países.
También enseñaban en los estudios bíblicos y dirigían nuestro programa de misiones.
Por cuarenta años Hernán fue uno de nuestros ancianos. Casi todos en la iglesia
visitaron su hogar y disfrutaron de su preciosa hospitalidad. Recién ahora, por un
problema de salud, sus posibilidades para servir se vieron reducidas. Hernán y Alicia
piensan que lo que ellos hicieron no era nada especial, simplemente hicieron lo que
Dios mandaba: “Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os
améis unos a otros” (Juan 13:34). Las convicciones bíblicas y su amor por el Señor les
motivaron a la obediencia y al amor en el servicio hasta que tuvieron ochenta años.
Si bien Cristo nos manda a amar como Él amó, no nos deja si ningún poder para
cumplir esta tarea. Al contrario, Él con su gracia nos da la ayuda del Espíritu Santo, que
da poder a nuestra vida. El Espíritu Santo, —que es Dios y es amor— produce en cada
creyente la capacidad sobrenatural de amar como Cristo lo hizo. R. S. Candlish en su
comentario bíblico dice: “Tenemos ahora una facultad divina para amar; amamos con el
amor que es de Dios; es decir, con su misma naturaleza”.59 El primer fruto que produce
el Espíritu Santo en el creyente es el “amor” (Gálatas 5:22).
El amor de Dios que “ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo
que nos fue dado” (Romanos 5:5) nos motiva a amar y obedecer con alegría sus
mandamientos. De hecho, nosotros obedecemos sus mandatos porque lo amamos;
Jesucristo dijo: “Si me amáis, guardad mis mandamientos” (Juan 14:15). Jesucristo está
hablando de amar, de tener el deseo de obedecer con todo nuestro corazón, no de una
obediencia forzada y sin gozo. Nos deleitamos en la obediencia porque estamos
agradecidos por el amor tan grande que tuvo al sacrificarse por nosotros. Él nos rescató
“de la potestad de las tinieblas” (Colosenses 1:13), del pecado, de la muerte y nos dio
vida eterna. ¿Cómo no amarlo y obedecerle como respuesta a semejante amor?
Después de su resurrección, Jesucristo confrontó a Pedro, quien lo había negado
tres veces. En la orilla del mar de Galilea, el Señor le preguntó tres veces: “¿Me amas?”
(Juan 21:15–17).
Cada una de las respuestas afirmaron el amor de Pedro por Cristo: “Sí Señor; tú
sabes que te amo”.
Cada vez que Pedro confesaba su amor, Jesucristo respondía encargándole el
cuidado de su pueblo: “Apacienta mis corderos…Pastorea mis ovejas…Apacienta mis
ovejas”.
La prueba de las confesiones de Pedro y la realidad de su amor se manifiesta en su
43
obediencia al mandato de Cristo de pastorear sus ovejas. Como el libro de Los Hechos
felizmente lo dice, Pedro, con el poder del Espíritu Santo, demostró su declaración de
amor al dedicar toda su vida al cuidado del rebaño del Señor. ¡Que nuestra declaración
de amor por Dios y nuestro prójimo esté respaldada por nuestra práctica genuina de
amor cristiano! (Romanos 12:9–21).

Amor restablecido
Quizás nos preguntamos cómo la iglesia en Éfeso habrá respondido ante la carta de
Cristo cuando fue leída en frente de toda la congregación. ¿Se habrán humillado ante
Dios? ¿Habrán obedecido sus indicaciones? ¿O se habrán negado a creer la evaluación
de Dios sobre su condición espiritual?
Encontramos la respuesta en una carta escrita en el siglo segundo por Ignacio, el
obispo (episcopos en Griego) de la iglesia de Antioquía, Siria. Ignacio estuvo arrestado
por su fe y fue enviado por soldados a Roma para ser ejecutado aproximadamente
entre los años 105–117 d.C. Mientras viajaba a Roma, escribió siete cartas que
permanecen hasta la actualidad. Estas cartas están ubicadas tradicionalmente entre
otros documentos conocidos como escritos de los Padres Apostólicos y una de estas
cartas fue escrita a la iglesia en Éfeso.
Camino a Roma, los soldados que arrestaron a Ignacio pararon en la ciudad de
Esmirna. Mientras tanto, la iglesia que estaba en Éfeso, situada a sesenta y cuatro
kilómetros, enviaron una delegación de hermanos a animar y darle fuerzas a Ignacio
que estaba a punto de enfrentar el martirio en Roma. Su visita fue tan edificante para
Ignacio que escribió una carta agradeciéndoles su consideración y su cuidado. En esta
carta los elogia por su amor, y se dirige a ellos como una iglesia “que se caracteriza por
su fe y amor hacia Cristo Jesús nuestro Salvador”. Ignacio se regocijaba que ellos “no
amaban a nada en este mundo más que a Dios”.61 También elogia a Onésimo, el
sobreveedor de su iglesia, y lo llama “un hombre de inexpresable amor”. Ignacio sigue
escribiendo que en los representantes que lo visitaron en Esmirna, él pudo ver el amor
de toda la iglesia de Éfeso.63
Así que, al comienzo del siglo segundo, sabemos que la iglesia de los efesios estaba
mucho más viva, seguían una sana doctrina y abundaban en amor. Los creyentes de
Éfeso habían obedecido el llamado de Dios de acordarse, arrepentirse y volver a sus
primeras obras. Como resultado, el amor de la iglesia fue restaurado. “El que tiene
oído”, declara el Señor, “oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias” (Apocalipsis 2:7).

Parte 3

44
Guía de estudio
“Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué
avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad”
2 Timoteo 2:15

Lección 1

El problema del amor perdido, El elogio de Cristo y su


reclamo y Cuando una iglesia pierde su amor
(Para el líder del estudio: las respuestas a las siguientes preguntas puede sacarlas en
inglés del sitio web www.lewisandroth.org)

1. En Apocalipsis capítulos 2 y 3, Cristo hace su evaluación de las siete iglesias de Asia


Menor. Escriba dos razones por las cuales esta evaluación tiene trascendencia para
nosotros en la actualidad.

2. Con sus propias palabras, enumere brevemente las cualidades positivas con las que
Cristo alaba a la iglesia en Éfeso. De todas esas cualidades, ¿cuál considera que es la
más digna de reconocimiento? Explique.

3. Por más que tenía varios puntos a favor, la iglesia en Éfeso tenía un grave error. Con
sus palabras, describa el problema. Sea lo más específico que pueda.

4. La iglesia de Éfeso había “dejado” su primer amor. ¿Qué factores piensa que
podrían haber causado que esta iglesia tan disciplinada se olvidara de su primer
amor?

5. Describa cómo estos seis capítulos sobre la importancia del amor han afectado su
forma de pensar acerca del tema. ¿Cuál es el punto que le ha impactado más
profundamente? Explique.

6. ¿Por qué la doctrina de la Trinidad es el fundamento de la doctrina del amor


cristiano? Enumere la mayor cantidad de razones que pueda. (Ver nota 10, al pie de
45
la página 27).

7. ¿A qué se refiere el autor cuando dice “la esencia de todos los mandamientos de
Dios y de todo servicio religioso es el amor a Dios”? ¿Hay algún pasaje bíblico que
pueda respaldar esta declaración?

8. ¿Qué enseña el pasaje en Lucas 10:25–37 acerca de “amar a tu prójimo como a ti


mismo”? Enumere por lo menos dos principios que se enseñan en este pasaje.

9. A la luz de las enseñanzas del Antiguo Testamento de amar al prójimo


(Deuteronomio 6:4–5; Levítico 19:18), ¿qué es “nuevo” en el “nuevo mandamiento”
de Jesucristo (Juan 13:34–35)?

10. El pasaje de 1 Corintios 13:1–3 es considerado como uno de los mejores escritos de
Pablo. ¿Cuál es el punto principal en este fragmento literario?

11. Trace dos columnas en una hoja de papel. A la izquierda, enumere las actitudes
negativas que arruinan el espíritu cristiano o atmósfera de una iglesia. A la derecha,
enumere la mayor cantidad posible de actitudes correctas y cualidades que enseña
la Biblia. Si puede, afirme con textos de la Biblia sus respuestas.
Actitudes y cualidades erróneas — Actitudes y cualidades bíblicas correctas

a. ¿Por qué es tan importante que una iglesia tenga una atmósfera como la que
describe el Nuevo Testamento? Escriba dos razones.

b. ¿Por qué las actitudes de orgullo acerca del conocimiento correcto y


diferencias denominacionales pueden destruir el espíritu de amor de una
iglesia?

12. A continuación encontrará una lista con pasos que lo ayudarán a desarrollar y
mantener una relación de amor con Dios más profunda a través de Jesucristo. Lea
los pasos detenidamente y comente cada uno hasta el final.
(1) Entregase personalmente (con la ayuda del Espíritu Santo) para obedecer “el
primer y gran mandamiento” de amar a Dios sin reservas y amar al Señor
Jesucristo sobre todas las cosas. Deuteronomio 6:4–5; 13:3; Josué 23:11; Salmos
27:4; Mateo 10:37; 22:37–38; Marcos 12:28–34; Lucas 10:25–28; 14:26; Juan
21:15–17; Filipenses 1:21; 3:13–14).

46
(2) Leer, estudiar y meditar la Palabra de Dios, las Escrituras, para conocerlo como
el Dios grande y verdadero (Deuteronomio 17:18–20). D. A. Carson no titubeó
en decir:
“Pero dudo que sea posible obedecer su primer mandamiento sin leerlo
constantemente en la Biblia”. ¿Cómo podríamos amarlo con todo nuestro
corazón y mente si no lo conocemos, si no sabemos lo que le agrada y lo que
rechaza; lo que ha revelado, lo que ha dictado y lo que prohíbe? (D. A. Carson,
“Love in Hard Places” (Amor en lugares difíciles), [Wheaton: Crossway, 2002], 32

(3) Comunicarse con Dios en oración regularmente: “constantes en la oración”


(Romanos 12:12). Esto incluye confesión de pecado, alabanza, e intercesión por
los otros.

(4) Vivir obedeciendo los mandamientos de Cristo: “Pues este es el amor a Dios, que
guardemos sus mandamientos; y sus mandamientos no son gravosos” (1 Juan
5:3).

(5) No amar al mundo y sus ídolos: “No améis al mundo, ni las cosas que están en el
mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él” (1 Juan 2:15;
Santiago 4:4).

(6) Amar y servir a los hermanos en la fe: “Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece
a su hermano, es mentiroso. Pues el que no ama a su hermano a quien ha visto,
¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto? Y nosotros tenemos este
mandamiento de él: El que ama a Dios, ame también a su hermano” (1 Juan
4:11–12, 20–21; Santiago 1:27).

(7) Adorarle a través del canto, de la alabanza, de la acción de gracias y el recordar


su muerte y resurrección en la Cena del Señor al participar del pan y de la copa
(1 Corintios 11:23–32; Apocalipsis 5:9–14).
a. De estas siete maneras de profundizar su relación con Dios a través de
Jesucristo, ¿Cuáles son las dos más difíciles de practicar? Explique por qué.

b. ¿Cuáles son las dos que le ayudan más a mantener su relación con Cristo?
Explique.

c. ¿Cuáles de ellas necesitan su atención inmediata? Enumere pasos a seguir

47
que puedan llevarlo a mejorar su relación con Cristo.

Lección 2

El remedio de Cristo y Estudie el amor


1. El autor afirma que “La religión externa puede traicioneramente reemplazar la
verdadera fe interna y el amor del corazón”. Dé un ejemplo (preferentemente de la
experiencia en su propia iglesia) acerca de lo que el autor se refiere con esta
declaración. Para ayuda vea Lucas 11:42 y Mateo 23:23–28.

2. ¿En qué forma es Apocalipsis 2:4 vitalmente importante al llamado de despertar a


todas las iglesias?

3. ¿Por qué es difícil restablecer el amor perdido en una iglesia local? Enumere la
mayor cantidad de razones posibles.

4. Jesucristo ordena a los efesios a “recordar de donde han caído” (Apocalipsis 2:5).
¿Cuál es el propósito de recordar de dónde han caído? ¿Qué bien trae como
consecuencia?

5. En la página 33 el autor enumera cinco puntos explicando lo que el arrepentimiento


ocasionaría en la iglesia en Éfeso. Lea cada uno de los puntos y haga breves
comentarios del significado de cada uno para luego compartirlos con el grupo de
estudio bíblico. Como grupo traten cada punto específicamente, así podrán
entender con claridad lo que quiere decir el arrepentirse de haber perdido el amor.
Este ejercicio le ayudará a aprovechar a lo máximo el significado de la palabra
arrepentimiento según el Nuevo Testamento. También, vuelva a leer en las páginas
32 y 33 la definición de arrepentimiento según D. A. Carson.

6. ¿Cuáles piensa que habrán sido esas “primeras obras” de amor que los efesios
necesitaban revivir? Enumere la mayor cantidad posible. Sea específico y creativo
con sus respuestas.

48
7. En los seis capítulos de la parte 2 del libro, el autor enumera seis sugerencias de
cómo cultivar el amor, ¿Por qué el autor comienza con “Estudie el amor”?

8. Siguiendo cada uno de los versículos que se encuentran debajo, ¿qué


responsabilidades tenemos en cultivar el amor? Siéntase libre en utilizar
comentarios bíblicos como ayuda en la elaboración de las respuestas.
Juan 15:9–10
1 Corintios 14:1
Efesios 5:1–2
Hebreos 10:24
Judas 21
9. ¿Por qué necesitamos de la Biblia para entender el amor? Enumere la mayor
cantidad de razones posibles.

10. Lea los pasajes bíblicos del amor en el Apéndice B y responda a las preguntas:
a. ¿Qué texto del Antiguo Testamento le habló a usted más sobre el gran amor
de Dios para su pueblo?

b. En su opinión, qué texto del Antiguo Testamento revela mejor que Dios es
amor?

c. ¿Qué enseña Romanos 13:8 acerca de su obligación de amar?

d. ¿Qué pasaje del Nuevo Testamento trae más consuelo a su vida cuando está
pasando pruebas y tragedias? Explique su respuesta.

e. ¿Qué texto del Nuevo Testamento eligiría como unoespecial para toda su
vida? Explique por qué.

11. ¿Cómo animaría a otro creyente (miembro de su iglesia, de su familia, amigo o


misionero) para que empezara a estudiar el amor?

49
Lección tres

Ore por amor y Enseñe el amor


1. ¿Por qué es necesario orar para que nuestro amor crezca como el de Cristo?
Enumere la mayor cantidad de razones que pueda.

2. Antes de responder a esta pregunta pida a alguien del grupo que lea Efesios
3:14–19. ¿Por qué el autor enfatiza la importancia de entender el texto en Efesios
3:18–19 para que podamos crecer en amor?

3. Enumere la mayor cantidad de razones por las cuales los cristianos nunca deben
dejar de crecer en el amor.

4. Maurice Roberts escribe, “Aun los mejores creyentes encuentran que su progreso
(en amor) es lento y escaso”. ¿Por qué cree usted que es difícil crecer en el amor
por Dios y por el prójimo?

5. El autor dice: “Estas oraciones inspiradas por el Espíritu Santo (1 Tesalonicenses


3:12; Filipenses 1:9; Judas 2) son un modelo maravilloso de oraciones que podemos
hacer por nosotros y por otros”. ¿Cómo pondría estas oraciones de las Escrituras en
sus propias palabras, rogando por usted mismo, por su familia, la iglesia local y los
misioneros? ¿Con qué palabras haría suya la oración de Efesios 3:18–19?

6. Luego de leer las quince descripciones del amor que se encuentran en 1 Corintios
13:4–7, ¿cuáles cree usted que son los dos puntos negativos más destructivos en las
relaciones dentro de la iglesia local? Explique su elección.

7. De las quince cualidades del amor, piense en dos de las cuales usted debería
ocuparse más para mejorar su amor y su carácter. Explique su elección.

8. ¿Por qué piensa que las relaciones familiares son las que nos prueban y nos ayudan
más a practicar el amor como el de Cristo? Enumere por lo menos tres razones.

50
9. Para cultivar el amor es esencial que usted entienda lo que dice la Biblia en Hebreos
10:24–25. Busque estos versículos en su Biblia y responda a estas preguntas:
a. ¿Qué significa la palabra “considerar”? ¿Cuáles son algunos de sus
sinónimos? Para ayuda puede utilizar comentarios bíblicos o un diccionario.

b. ¿Qué significa la palabra “estimular”? ¿Cuales son sus sinónimos?

c. ¿Quién es el que debe “considerar”?

d. ¿Por qué dejar de congregarse y reunirse con los hermanos regularmente


impide el crecimiento del amor?

e. ¿De qué manera la vida en comunión con los hermanos es un medio para
ponernos a prueba y nos ayuda a crecer en el amor de Cristo?

f. Haga una lista de formas prácticas en la que se puede estimular a otros a


crecer en amor.

10. Busque algunos versículos bíblicos claves que muestren que cada miembro de la
iglesia y no sólo los líderes, son responsables de edificar la iglesia en amor (ver notas
32 a 34 en la página 71). ¿Qué pasaje es más convincente para usted? Explique su
respuesta.

11. En qué manera el amor del cristiano es diferente al amor natural y humano que
todas las personas sienten por sus familiares o amigos? ¿Por qué es tan importante
entender esta diferencia?

12. ¿Por qué es necesario enseñar los principios de Dios acerca del amor para poder
cambiar actitudes, comportamientos y obras de una iglesia?

Lección cuatro
51
Modele el amor y Proteja el amor
1. ¿Por qué Pablo sentía tan firmemente el deseo de ser un ejemplo del amor de Cristo
para sus seguidores? (ver 1 Corintios 4:16–17; 11:1; Filipenses 3:1–18; 2
Tesalonicenses 3:7–10).

2. El rey David es un gran ejemplo del amor por Dios. ¿Qué hizo David específicamente
para modelar su amor completo por Dios? Enumere los varios hechos de David que
demostraron su amor a Dios.

3. ¿Qué hizo David que usted también puede hacer para demostrar que Dios es la
prioridad en su vida y su ministerio? Sea específico en sus respuestas.

4. ¿Por qué las biografías de fieles cristianos pueden ser un desafío positivo para
ayudarnos a crecer en amor? ¿Ha leído alguna vez una biografía que lo ha animado
a tener más amor? Si es así, compártalo con su grupo.

5. ¿Por qué es tan importante para los líderes de la iglesia modelar el amor? Enumere
las razones.

6. Qué cosas específicas pueden hacer los líderes de una iglesia para influenciar a los
hermanos a crecer en amor?

7. ¿Cómo puede usted, ya sea que esté en una posición de líder o no, influenciar la
atmósfera de amor de la iglesia? Sea específico.

8. ¿Por qué pueden los padres y abuelos, más que nadie, ser una gran influencia en sus
hijos y nietos para que amen más a Dios y a las personas?

9. Jesucristo les dijo a sus discípulos: “permaneced en mi amor” (Juan 15:9–10).


Prácticamente, ¿cómo podemos permanecer en el amor de Cristo? Asegúrese de
leer detenidamente este pasaje en el libro de Juan antes de contestar la pregunta.

10. Antes de contestar las siguientes preguntas, pida a alguien del grupo que lea Lucas
10:38–42. ¿En qué manera a veces somos todos como Marta?

52
11. ¿Cuál en esta vida “sólo una cosa es necesaria”? ¿A qué se refiere con esto? y ¿cuál
es la “buena parte” que no le será quitada a María?

12. ¿Cómo mostró María su amor por Cristo? Enumere la mayor cantidad de puntos
posibles.

13. ¿Qué pasos prácticos usted puede tomar para combatir el “síndrome de Marta”
(contra la sobreocupación y prioridades incorrectas)?

Lección cinco

Proteja el amor y Practique amor


1. Piense en algunos de los enemigos que se presentan en su vida y que le apartan de
una relación de amor con Cristo, de los cuales debe tener cuidado en todo tiempo.
¿Puede pensar en algunos pasajes bíblicos que lo ayuden a identificar estos
destructores del amor?

2. ¿Qué pasos prácticos puede seguir para proteger su relación de amor con Cristo? De
estos pasos, ¿Cuál considera el más importante?

3. ¿A qué se refiere Oswald Chambers cuando dice que nosotros deberíamos ser
“cuidadosamente descuidados con todo lo demás”?

4. ¿Qué es lo que más le desanima de amar a las personas como debería? ¿Qué puede
hacer contra esto?

5. Si siente que su amor por los demás se está enfriando, ¿qué acciones puede tomar
para encender la llama del amor por el prójimo?

6. ¿Por qué Jerry Bridges dice que debemos: “predicarnos el evangelio a nosotros
mismos cada día”? ¿Cómo podría usted beneficiarse al hacer esto? (ver nota 53 en
la página 93).
53
7. ¿Qué problemas podemos crear en la iglesia si hablamos del amor y no practicamos
los mandamientos bíblicos del amor? Enumere la mayor cantidad de problemas que
pueda.

8. ¿A qué se refiere James Denny cuando asocia la laboriosidad con una “característica
de amor”? (ver nota 55 en la página 101).

9. Antes de responder a esta pregunta lea Romanos 12:9–21. Usando estos versículos,
enumere cinco actos o actitudes de amor sincero y genuino. ¿Cuáles piensa que son
los dos más necesitados en su iglesia para que crezca en amor y en cuidado
fraternal?

10. ¿Qué quiere decir Alexander Ross con esta declaración: “El amor no es una emoción
que tenemos que manifestar sólo en alguna ocasión o cuando nos sentimos
inclinados a hacerlo”?

11. Explique cómo la obediencia a los mandamientos de Cristo de amar, lleva a un


crecimiento real del amor. Y explique cómo la desobediencia a los mandamientos de
Cristo de amar lleva a una corrosión del amor.

12. Explique brevemente cada uno de estos versículos y encuentre una idea común que
hace posible obedecer los mandamientos de amor como el de Cristo.
Romanos 5:5
Romanos 15:30
Gálatas 5:22
13. ¿Qué le diría a una persona que usa este libro “Ama o Muere” para criticar y acusar
a otros cristianos por no tener amor?

Apéndice A

Otros libros sobre el tema del amor por Alexander Strauch

54
Leer libros acerca del amor bíblico será de ayuda para incentivar a la comunidad
cristiana y preparar a los líderes para una vida de más amor. Se recomienda que los
libros mencionados a continuación sean considerados como una unidad y se lean
siguiendo este orden:
“Ama o Muere: Un llamado de Cristo a la iglesia a despertar del sueño espiritual”
(Apocalipsis 2:4), este libro que usted tiene en su mano, desarrolla el significado de
Apocalipsis 2:4 y su importancia vital para cada iglesia local y sus líderes. También
presenta formas prácticas de cultivar el amor de cada individuo pero especialmente el
amor de la familia en la iglesia local.
“Cómo ser un líder con impacto: Lecciones tomadas del liderazgo y vida espiritual
de R. C. Chapman”, fue escrito para mostrar un modelo del amor fundamental que el
Nuevo Testamento nos llama a imitar. Este libro pequeño presenta ejemplos de cómo
Robert Chapman pudo manejar situaciones difíciles de la vida de acuerdo con los
principios básicos del amor. Para una biografía completa, lea “Robert Chapman: Su
biografía escrita por Robert L. Peterson”.
“Liderando con amor, una guía de estudio para el líder cristiano”, presenta y aplica
los principios bíblicos del amor. Muy provechoso para el líder cristiano y para quien
tiene interés en ayudar a las personas. Tiene también una guía de estudio disponible.
“La hospitalidad, un mandato ineludible. Cómo edificar una comunidad cristiana
que ama y construir puentes con amigos y vecinos”. La hospitalidad es una de las
formas más poderosas de fomentar el amor en la comunidad cristiana y es uno de los
mandamientos bíblicos sobre el amor. Este libro está íntimamente relacionado con el
libro “Liderando con amor” y la guía de estudio del mismo.
“El diácono del Nuevo Testamento” es un libro para ayudar a los diáconos a
entender su posición oficial como ministros de benevolencia, misericordia y
preocupación por los miembros de la iglesia. Una congregación que ama, toma muy en
serio el cuidado de los creyentes vulnerables y necesitados. Leer este libro podría
inspirarle a desear servir como diácono. La guía de estudio también está disponible.

Apéndice B

Cincuenta versículos bíblicos sobre el amor


Lea y medite pausadamente cada uno de estos cincuenta textos de las Escrituras. Si
55
desea, puede buscarlos y leerlos en su Biblia para poder leerlos en su contexto
completo. ¡No lo haga apresuradamente! Diga junto con el salmista ¡Oh, cuánto amo yo
tu ley! Todo el día es ella mi meditación (Salmos 119:97).

1. Pasando delante de él, proclamó: El Señor, el Señor, Dios clemente y compasivo,


lento para la ira y grande en amor y fidelidad (Éxodo 34:6 NVI).

2. No te vengarás, ni guardarás rencor a los hijos de tu pueblo, sino amarás a tu


prójimo como a ti mismo. Yo Jehová (Levítico 19:18).

3. Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus
fuerzas (Deuteronomio 6:5).

4. No por ser vosotros más que todos los pueblos os ha querido Jehová y os ha
escogido, pues vosotros erais el más insignificante de todos los pueblos; sino por
cuanto Jehová os amó, y quiso guardar el juramento que juró a vuestros padres
(Deuteronomio 7:7–8).

5. Solamente de tus padres se agradó Jehová para amarlos, y escogió su descendencia


después de ellos, a vosotros, de entre todos los pueblos, como en este día
(Deuteronomio 10:15)

6. Pero yo confío en tu gran amor; mi corazón se alegra en tu salvación. (Salmos 13:5


NVI).

7. ¡Aleluya! ¡Alabado sea el Señor! Den gracias al Señor, porque él es bueno; su gran
amor perdura para siempre (Salmos 106:1 NVI).

8. En toda angustia de ellos él fue angustiado, y el ángel de su faz los salvó; en su amor
y en su clemencia los redimió, y los trajo, y los levantó todos los días de la
antigüedad (Isaías 63:9).

9. Jehová se manifestó a mí hace ya mucho tiempo, diciendo: Con amor eterno te he


amado; por tanto, te prolongué mi misericordia (Jeremías 31:3).

10. Me dijo otra vez Jehová [Oseas]: Ve, ama a una mujer amada de su compañero,
[Gomer] aunque adúltera, como el amor de Jehová para con los hijos de Israel, los
cuales miran a dioses ajenos, y aman tortas de pasas (Oseas 3:1).

11. Yo sanaré su rebelión, los amaré de pura gracia; porque mi ira se apartó de ellos

56
(Oseas 14:4).

12. Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced
bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen (Mateo
5:43).

13. Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con
toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante:
Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos depende toda la
ley y los profetas (Mateo 22:37–40).

14. Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que
todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna (Juan 3:16).

15. El Padre ama al Hijo, y todas las cosas ha entregado en su mano (Juan 3:35).

16. Si me amáis, guardad mis mandamientos (Juan 14:15).

17. Mas para que el mundo conozca que amo al Padre, y como el Padre me mandó, así
hago (Juan 14:31a).

18. Como el Padre me ha amado, así también yo os he amado; permaneced en mi amor


(Juan 15:9).

19. Si guardareis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; así como yo he


guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor (Juan 15:10).

20. ¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o
hambre, o desnudez, o peligro, o espada?, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra
cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor
nuestro. (Romanos 8:35, 39).

21. El amor sea sin fingimiento. Aborreced lo malo, seguid lo bueno (Romanos 12:9).

22. No debáis a nadie nada, sino el amaros unos a otros; porque el que ama al prójimo,
ha cumplido la ley (Romanos 13:8).

23. El amor no hace mal al prójimo; así que el cumplimiento de la ley es el amor.
(Romanos 13:10).

57
24. El conocimiento envanece, pero el amor edifica (1 Corintios 8:1b).

25. Procurad, pues, los dones mejores. Mas yo os muestro un camino aun más excelente
[amor] (1 Corintios 12:31).

26. Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese toda
la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada soy (1
Corintios 13:2).

27. Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos
es el amor (1 Corintios 13:13).

28. Seguid el amor (1 Corintios 14:1a).

29. Todas vuestras cosas sean hechas con amor (1 Corintios 16:14).

30. Porque el amor de Cristo nos constriñe, pensando esto: que si uno murió por todos,
luego todos murieron (2 Corintios 5:14).

31. Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe
(Gálatas 5:22).

32. Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun
estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia
sois salvos) (Efesios 2:4–5).

33. Y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis
llenos de toda la plenitud de Dios (Efesios 3:19).

34. Y andad en amor, como también Cristo nos amó, y se entregó a sí mismo por
nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante (Efesios 5:2).

35. Y esto pido en oración, que vuestro amor abunde aun más y más en ciencia y en todo
conocimiento (Filipenses 1:9).

36. Y sobre todas estas cosas vestíos de amor, que es el vínculo perfecto (Colosenses
3:14).

58
37. Y el Señor os haga crecer y abundar en amor unos para con otros y para con todos,
como también lo hacemos nosotros para con vosotros (1 Tesalonicenses 3:12).

38. Pues el propósito de este mandamiento es el amor nacido de corazón limpio, y de


buena conciencia, y de fe no fingida (1 Timoteo 1:5).

39. Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras
(Hebreos 10:24).

40. Habiendo purificado vuestras almas por la obediencia a la verdad, mediante el


Espíritu, para el amor fraternal no fingido, amaos unos a otros entrañablemente, de
corazón puro (1 Pedro 1:22).

41. Y ante todo, tened entre vosotros ferviente amor; porque el amor cubrirá multitud de
pecados (1 Pedro 4:8).

42. Nosotros sabemos que hemos pasado de muerte a vida, en que amamos a los
hermanos. El que no ama a su hermano, permanece en muerte (1 Juan 3:14).

43. En esto hemos conocido el amor, en que él puso su vida por nosotros; también
nosotros debemos poner nuestras vidas por los hermanos (1 Juan 3:16).

44. Hijitos míos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad (1 Juan
3:18).

45. Amados, amémonos unos a otros; porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama,
es nacido de Dios, y conoce a Dios (1 Juan 4:7).

46. El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor (1 Juan 4:8).

47. En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él
nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados (1 Juan
4:10).

48. Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero (1 Juan 4:19).

49. Conservaos en el amor de Dios, esperando la misericordia de nuestro Señor Jesucristo


para vida eterna (Judas 1:21).

59
50. Jesucristo el testigo fiel, el primogénito de los muertos, y el soberano de los reyes de
la tierra. Al que nos amó, y nos lavó de nuestros pecados con su sangre (Apocalipsis
1:5).

Índice de pasajes bíblicos


Éxodo
10:2
12:26–27
13:8–10
20:6
34:6
Levítico
19:18
Deuteronomio
4:9
6:4–5
6:5
6:7, 20–25
7:7–8
8:3
10:12–13
10:15
11:1, 13, 22
13:3
17:18–20
19:9
30:6
30:16, 19–20
Josué
23:11
2 Samuel
5:1–5
5:6–9

60
6:1–15
6:13–14
1 Crónicas
13:1–6
13:3
15–16 53
15:16
15:27–28
Salmos
13:5
27:4
106:1
59:16
78:5–8
89:1
100:2
106:1
119:97
119:97
Isaías
6:5
63:9
Jeremías
31:3
Oseas
3:1
14:4
Mateo
3:8
5:43
5:43–48
5:44
5:46–47
6:24
7:12
10:37
10:37–38
22:34–40
22:37–38
61
22:37–40
22:39
22:40
23:23–28
Marcos
12:28–34
12:29–31
12:31
12:33–34
Lucas
6:27–36
6:32
10:25–28
10:25–37
10:25–42
10:27
10:38–42
10:39–40
10:40
10:41–42
11:42
14:26
24:27, 44
Juan
1–12
3:16
3:35
5:39, 46
13–17
13:15
13:34
13:34–35
14:15
14:15, 21, 31
14:21
14:31
15:9
15:9–10
15:10
17
17:24
62
17:26
21:15–17
Hechos
6:1–7
10:38
17:11
Romanos
5:5
7:24
8:34
8:35–39
12:6–8
12:9
12:9, 12
12:9–21
12:12
13:8
13:8–10
13:10
14:15
15:14
15:30
1 Corintios
4:6, 16–17
4:16–17
7:7
8:1
11:1
11:23–32
11:31–32
12:1–31
12:25
12:31
12:31–13:3
12:31–13:13
13
13:1–3
13:2
13:4
13:4–7
13:6
63
13:13
14:1
14:1–40
16:14
2 Corintios
5:14
6:14–7:1
7:8–10
7:8–12
7:10–11
11:2–4
Gálatas
4:12
5:13
5:15
5:22
Efesios
2:4
3:14–19
3:18–19
3:19
4:7–16
4:16
5:1–2
5:1–2, 25
5:2
5:18 2
5:25
5:25–33
Filipenses
1:9
1:21
3:1–18
3:13–14
3:17
4:9
Colosenses
1:13
3:14

64
3:16
3:19
1 Tesalonicenses
1:3
1:6
1:7
3:12
4:9
4:10
4:18
5:11
2 Tesalonicenses
1:3
3:6–9
3:7–10
1 Timoteo
1:5
3:15
4:12
5:10
2 Timoteo
1:5
3:10
3:15
4:10
Tito
2:4
Hebreos
3:13
4:16
7:25
10:19
10:24
10:24–25
10:25
11
Santiago
1:22–25

65
1:27
2:26
4:4
5:16
1 Pedro
1:22
4:8
4:10
4:10–11
1 Juan
2:1
2:5
2:15
3:11–18
3:14
3:16
3:16–18
3:18
4:7
4:7–8
4:7–5:3
4:8
4:8, 16
4:10
4:11, 19
4:11–12, 20
4:16
4:19
4:20–21
5:3
2 Juan
6
Judas
1
2
21
Apocalipsis
1:5
1:14

66
2:1–6
2:2
2:3
2:4
2:5
2:6
2:7
5:9–14

Apéndice de palabras griegas para amor en la Biblia


La mayoría de los cristianos están familiarizados con el sustantivo griego para amor,
ágape, pero no tan familiarizados con las otras palabras para amor que se encuentran
tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento en griego. Esta breve vista general se
incluye aquí para proveer un entendimiento más pleno de las palabras griegas para
amor, y para corregir las ideas equivocadas al respecto.
Palabras griegas para amor en la Septuaginta
El Antiguo Testamento fue escrito en Hebreo, con unas cuantas porciones en
Arameo. Pero entre 250 a.C. y 150 a.C. las Escrituras hebreas fueron traducidas al griego
Koiné. Esta traducción griega es llamada Septuaginta y a menudo es abreviada por los
números romanos LXX, que significan setenta. La Septuaginta, como la tenemos ahora,
comprende tanto las Escrituras hebreas divinamente inspiradas (nuestro Antiguo
Testamento Canónico, y la Apócrifa (libros no inspirados, pero no obstante obras
históricas importantes).
Los escritores del Nuevo Testamento y los primeros cristianos leyeron y estaban
más familiarizados con el Antiguo Testamento en griego (la Septuaginta). Los escritores
del Nuevo Testamento regularmente citaban del mismo. J. Julius Scott declara: “El
ochenta por ciento de las citas del Nuevo Testamento son tomadas de la Septuaginta”.
El continua diciendo que “la Septuaginta se volvió la Biblia de la iglesia primitiva”.
En la Septuaginta, el verbo griego predominante para amor, agapaó, aparece 271
veces. Por lo tanto, agapaó no era una nueva palabra inventada por los escritores del
Nuevo Testamento. En realidad, ella no sólo es la palabra dominante para amor en la
Septuaginta, sino que en el primer siglo d.C. se había vuelto la palabra común y
corriente para amor usada entre las personas que hablaban griego.
En la Septuaginta agapaó es usada para todas las clases de expresiones de amor
incluyendo, y más significativamente, el amor de Dios por su pueblo y amor de ellos por
él. Este uso de la palabra en la Septuaginta hizo de agapaó una palabra adecuada para
67
los escritores del Nuevo Testamento para ser usada en expresiones del amor de Dios,
amor para Dios, y amor entre los miembros de la familia de Dios.
El otro verbo griego importante para amor en la Septuaginta es phileo. Aunque era
el verbo más predominante para amor en el idioma griego clásico, es usado sólo treinta
y dos veces en la Septuaginta (escrita en griego Koiné), y mayormente con referencia a
besar. En unas cuantas ocasiones es usado intercambiablemente con agapaó. Phileo
nunca es usado en la Septuaginta para el amor de Dios por su pueblo o el amor de ellos
por Dios. Su forma sustantiva, philia, puede denotar amor, pero más a menudo es
usada en la Septuaginta para amistad.
El sustantivo para amor, ágape, con el cual estamos más familiarizados hoy debido a
su frecuente uso en el Nuevo Testamento, aparece en la Septuaginta sólo diecinueve
veces. Once de estos usos de ágape aparecen en Cantar de los Cantares. A
continuación, damos unos cuantos ejemplos de ágape en el Antiguo Testamento
Canónico. En todos ellos ágape es usado en referencia al amor sexual:
• “Luego la aborreció Amnon (a Tamar) con tan grande aborrecimiento, que el odio
con que la aborreció fue mayor que el amor (ágape) con que la había amado (agapaó)
(2 Samuel 13:15).
• Me llevó a la casa del banquete, y su bandera sobre mí fue amor (Cantar de los
Cantares 2:4).
• Porque fuerte como la muerte es el amor (Cantar de los Cantares 8:6).
• Las muchas aguas no podrán apagar el amor… Si diese el hombre todos los bienes
de su casa por ese amor, de cierto lo menospreciarían (Cantar de los Cantares 8:7).
En la Apócrifa ágape se usa para amor por sabiduría que conduce a Dios, amor por
Dios, y posiblemente también el amor de Dios por su pueblo.
• Y amor por ella (sabiduría) es el guardar sus leyes, y prestar atención a sus leyes es
seguridad de inmortalidad, y la inmortalidad acerca a uno a Dios (Sabiduría de Salomón
6:18–19).
• Los que confían en él entenderán la verdad, y los hermosos morarán con él en
amor (en el amor de ellos por Dios o en el amor de Dios por ellos) (Sabiduría de
Salomón 3:9).
• Bienaventurados son los que vieron (a Dios), y los que han sido adornados en
amor (amor humano o amor de Dios); puesto que nosotros seguramente viviremos
(Eccle. o Sir. 48:11).
El adjetivo agapétos, el cual es la palabra griega para “amado”, aparece veinticuatro
veces en la Septuaginta; el sustantivo agapésis, “amor”, trece veces. Esta palabra no se
usa en el Nuevo Testamento. Por lo tanto las palabras del grupo de palabras agapaó
aparece 327 veces en la Septuaginta.
Palabras griegas para amor en el Nuevo Testamento
Las palabras griegas agapaó, ágape y agapétos —el principal grupo de palabras
usado para expresar amor cristiano— aparece un total de 320 veces en el Nuevo
Testamento. El verbo agapaó aparece 143 veces. Su uso religioso y teológico en la

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Septuaginta lo hizo una elección natural para los escritores del Nuevo Testamento. Las
enseñanzas de Cristo sobre amor y su ejemplo extraordinario de amor, además, le dio a
la palabra un significado nuevo.
En la literatura griega no bíblica, antes del segundo y tercer siglos d.C. el sustantivo
ágape aparece raras veces, si es que aparece. En la Septuaginta el sustantivo ágape
aparece diecinueve veces, principalmente con referencia al amor físico, sensual, y
posiblemente una o dos veces en referencia al amor de Dios por su pueblo. En
contraste, ágape aparece 116 veces en el Nuevo Testamento, más frecuentemente
usado por Pablo (setenta y cinco veces) y Juan (treinta veces). Los primeros escritores
cristianos hicieron de este sustantivo escasamente usado para amor (ágape) el término
común para expresar el amor de Dios y de Cristo, así como también el amor humano.
Por supuesto, la relación obvia de ágape a su forma verbal agapaó ayudó en esta
elección, y otros sustantivos griegos para amor simplemente no eran adecuados. Por lo
tanto, los primeros cristianos usaron el sustantivo ágape y lo llenaron con su rico
concepto de amor según se revela en la enseñanza y cruz de Cristo. Esto le dio a la
palabra su significado cristiano distintivo y destacado.
El adjetivo griego agapétos es la palabra para “amado”, o uno que es amado. En el
Nuevo Testamento agapétos se usa sesenta y una veces, veintisiete de ellas por Pablo.
Jesucristo es llamado el “Hijo amado” y los creyentes son “amados” de Dios (Romanos
1:7). Asimismo, los creyentes a menudo se refieren unos a otros como “amados”
enfatizando la relación íntima de familia cariñosa que existe entre ellos.
Además del verbo agapaó hay otro verbo para amor, phileo. Phileo es la segunda
palabra más frecuentemente usada para amor en el Nuevo Testamento (veinticinco
veces), usada mayormente por Juan en su evangelio. A pesar de las distinciones entre
agapaó y phileo, dependiendo del contexto, los verbos son a veces usados
intercambiablemente sin diferencia aparente. Phileo así como agapaó pueden ser
usados en referencia a diferentes clases de amor. Phileo es usado para el acto de besar,
amor entre amigos, el amor del Padre por el Hijo (Juan 5:20), y nuestro amor por
Jesucristo (1 Corintios 16:22). Pero claramente agapaó es la palabra predominante para
amor en el Nuevo Testamento, especialmente con referencia al amor de Dios que hace
posible que nos amemos unos a otros.
Finalmente, el Nuevo Testamento usa la palabra griega compuesta Philadelfia,
“amor fraternal”, un término familiar, para describir la calidad del amor que une a los
cristianos. Esta clase de amor es un amor familiar íntimo y duradero. Los primeros
cristianos entendían que ellos mismos eran una verdadera familia de hermanos y
hermanas en Cristo. En cuanto a la importancia crucial de este tipo de amor en la iglesia
James Moffatt comenta que “ninguna iglesia tiene perspectiva alguna de estabilidad o
posibilidad de existencia a la vista de Dios si descuida el amor fraternal”.8

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Reconocimientos
Muchos de mis amigos que aman al Señor y a Su pueblo han contribuido para que
pueda completar este libro.
Deseo agradecer especialmente a Douglas VanSchooneveld por su valiosa ayuda y
sugerencias y por todo el tiempo que usó para investigar y verificar las citas y
documentación de las notas. Su pasión por el tema del amor cristiano sobrepasa al mío.
Muchas gracias a mis editores Amanda Sorenson y Shannon Wingrove. Ha sido un
placer trabajar con ellas recibiendo sus creativas recomendaciones que fueron
verdaderamente apropiadas.
También a Paul y Laura Lundgren por tipografiar mis escritos y por sus sugerencias
excelentes.
Mi gratitud para Barbara Peek, quien corrigió el manuscrito final; Jani Bennett,
quien tipografió el libro, David MacLeod, quien verificó las notas; y a Jay Brady, quien
me ayudó en un sinnúmero de cosas prácticas y necesarias.
Doy gracias a Danny y Paola Pasquale, misioneros en Italia, por todo su tiempo y
esfuerzo, reconociendo cuán fieles fueron ayudando con todas las preguntas de la Guía
de Estudio, mientras estaban aquí por un tiempo de descanso.
Y, como siempre, deseo expresar mi apreciación especial a Marilyn, mi amada
esposa y principal ayuda en mi vida y ministerio.
A todos estos preciosos amigos, compañeros de trabajo y a aquéllos quienes lean
este libro, deseo que “La gracia sea con todos los que aman a nuestro Señor Jesucristo
con amor inalterable” (Efesios 6:24).

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