¿Cómo Vencer Al
¿Cómo Vencer Al
I. UN PASADO
La Biblia dice: “…por la mañana y por la tarde, y así… durante cuarenta días” (1 Samuel
17:16b), Goliat se burló de los hijos de Israel.
Ahora bien, quizás tu “gigante” no lleve una armadura ni empuñe una espada, pero día y
noche te recordará las facturas sin pagar, tus pecados del pasado, tu fracaso
matrimonial o tu detestable trabajo.
Los antepasados de Goliat habían sido enemigos de Israel y Josué había aniquilado a
todos excepto a los habitantes de Gat, el lugar donde nació Goliat…
¿Por qué es tan importante fijarnos en esto?
Porque si dejas a tu viejo enemigo sin ser derrotado del todo, se levantará contra
ti de nuevo…
Tal vez estés tratando con problemas que tus padres y abuelos ya tuvieron,
como la adicción, el divorcio, la ira, la depresión, una enfermedad etc.
Cuando los israelitas oyeron las “…palabras del filisteo, se turbaron y tuvieron
mucho miedo” (1 Samuel 17.11b)
Si es así como te sientes, haz lo que hizo David: “…cuando el filisteo se levantó y echó a
andar para ir al encuentro de David, David se dio prisa y corrió a la línea de batalla
contra el filisteo” (1 Samuel 17:48).
NOTA: Max Lucado escribió: “Nos retiramos detrás de un escritorio o nos arrastramos hacia un
club nocturno o nos metemos en una cama de ‘amor’ prohibido. Por un momento, nos
sentimos seguros, protegidos y anestesiados, pero entonces, el trabajo se acaba, el licor deja de
tener su efecto, el amante se va, y volvemos a escuchar a ‘Goliat’…
Así como “…David… escogió cinco piedras… del arroyo” (1 Samuel 17:39b,40b)
(1) La “piedra” de los éxitos anteriores. ANTES DE GOLIAT HUBO OSOS Y LEONES…
Recordando sus victorias pasadas, David declaró: “El Señor…, que me ha
librado… del león y… del oso, también me librará de manos de este filisteo” (1
Samuel 17:37).
“Escribe tus derrotas en la arena, pero talla tus victorias en la piedra” para que
recuerdes la fidelidad de Dios y “…las maravillas que ha hecho…” (1 Crónicas
16:12). ¿Te ha fallado alguna vez? No, ni tampoco lo hará ahora.
“Orad…, y velad… con toda perseverancia…” (Efesios 6:18); no puedes ganar si no lo haces.
“David halló fortaleza en el Señor…” (1 Samuel 30:6b). él clamó a Dios, su “…amparo y
refugio…” (Salmo 59:16b).
La Biblia dice: “Oren sin cesar” (1 Tesalonicenses 5:17). Este debería ser el lema de
todo seguidor de Cristo Jesús. Nunca deje de orar, por oscuro y desesperante que
parezca su caso.
Cuando observamos la vida de oración de Jesús, notamos la intensidad con que
Él oraba. El Nuevo Testamento dice que, en Getsemaní, Él clamó a gran voz; que, en
la intensidad de su súplica, cayó de bruces en el terreno húmedo del huerto; que rogó
hasta que su sudor era “como gotas de sangre” (Lucas 22: 44).
Muchas veces, hacemos peticiones mezquinas, ejercicios de oratoria, usando
palabras de otros, en lugar clamar desde lo más profundo de nuestro ser. Muchas
veces, cuando vamos a orar, nuestros pensamientos divagan. Insultamos a Dios al
hablarle con nuestros labios mientras nuestro corazón está lejos de Él.
Una lección más que Jesús enseña es la victoriosa seguridad de que Dios responde
toda petición sincera. Los escépticos pueden cuestionarlo, negarlo o burlarse. Pero
Cristo mismo hizo esta promesa: “Si ustedes creen, recibirán todo lo que pidan en
oración” (Mateo 21:22). Debemos confiar en esa promesa. Nuestro Padre es dueño de
todo, y Él “les proveerá de todo lo que necesiten, conforme a las gloriosas riquezas que
tiene en Cristo Jesús” (Filipenses 4:19).
Dios puede derrotar a cada uno de los enemigos de su alma y defenderlo a usted
de todo peligro. Nada es imposible para Él. No hay tarea demasiado ardua, no hay
problema demasiado difícil, no hay ninguna carga demasiado pesada para el amor de
Dios. Él conoce completamente el futuro, con sus miedos y sus incertidumbres. Acuda a
Él y diga, junto con Job: “Mas él conoce mi camino; me probará, y saldré como oro” (Job
23:10, RV60).
No ponga su voluntad por encima de la voluntad de Dios. No insista en hacer las
cosas a su manera. No le diga a Dios lo que tiene que hacer. Más bien, aprenda la difícil
lección de orar como oró el mismísimo Hijo de Dios sin pecado: “No se cumpla mi
voluntad, sino la tuya” (Lucas 22:42).
Muchos de ustedes nunca han llegado a conocer a Jesucristo como para orar en
su nombre. La Biblia dice que el único mediador entre Dios y el hombre es Jesucristo.
Usted debe conocerlo, y debe orar en su nombre. Así, sus oraciones serán dirigidas
conforme a la voluntad de Dios. acepta a Jesús en tu corazón ahora mismo
(3) La “piedra” de la prioridad.
No puedes quedarte mirando a tu “gigante” continuamente. Reviviendo tus heridas, no las vas
a sanar, y clasificando tus problemas, no los vas a solucionar. Debes ir a enfrentar al enemigo,
sabiendo que “…del Señor es la batalla…” (versículo 47b).
Salomón dijo: “…¡precioso bien del hombre es la diligencia!” (Proverbios 12:27b). David tomó
cinco piedras porque no sabía cuántas iba a necesitar para terminar la tarea. Como dijo Yogi
Berra: “No se ha acabado hasta que se acabe”, así que, prepárate para hacer todo lo que haga
falta para terminar bien el trabajo. Quizás tardes más de un día, un mes o incluso un año en ver
los resultados, pero con la ayuda de Dios ganarás.
Desde el momento en que David fue a luchar contra Goliat, él comenzó a declarar la victoria
diciendo: “Tú vienes contra mí con espada, lanza y jabalina; pero yo voy contra ti en el Nombre
del Señor… El Señor te entregará hoy en mis manos… y sabrá toda la Tierra que hay Dios en
Israel. …porque del Señor es la batalla y Él os entregará en nuestras manos” (1 Samuel 17:45-
46,47b). En esta situación, parecía que nadie a su alrededor había pensado en Dios, pero David
no hablaba de otra cosa. Él veía lo que ellos no podían ver y se negó a ver lo que ellos veían.
¿Que por qué? Porque sabía que el Señor al que servía era más grande que el gigante al que se
enfrentaba. ¿Es tu Dios así de grande?
Si te encuentras en una situación sin esperanzas aparentemente, donde no parece haber salida,
en vez de perder el tiempo y energía fijándote en tus debilidades y defectos, comienza a
enfocarte en el poder del Señor. Cuando te centras en el enemigo, te tambaleas, pero cuando
te centras en Dios, es el enemigo el que se tambalea. Nunca vas a triunfar si luchas sólo con tus
propias fuerzas; así que, ¡ni siquiera te acerques! El Señor ya te ha dado potestad sobre toda
fuerza del enemigo, y nada te dañará (cfr. Lucas 10:19). Pablo escribió: “Vestíos de toda la
armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo…” (Efesios
6:11), pero tu “armadura” no te va a proteger si la dejas “colgada en el armario”. ¡Debes
ponértela! Hay tres cosas que Satanás no puede resistir: La Palabra de Dios, la sangre de Cristo
y el Nombre de Jesús. Si los usas, le derrotarás siempre, ¡tal y como David derrotó a Goliat