La Nueva Gestión Pública
La Nueva Gestión Pública
La Nueva Gestión Pública
NGP en México Igual que el resto de América Latina, la NGP llegó a México
debido los tremendos cambios en la política y la economía. La administración
pública no solo tenía el reto de aumentar la eficacia y reducir los costos, sino
también responder a las necedades de un pueblo más exigente. Los primeros
intentos de aplicación de la NGP en el gobierno fueron durante las
administraciones de Ernesto Zedillo, Vicente Fox y Felipe Calderón. Dicha
estructura, impulsada por la Secretaría de Hacienda —que intentaba un control
por resultados del presupuesto—, conocida hoy en día como presupuesto basado
en resultados, proyecto de reorganizar los procesos de planeación estratégica
iniciado en la Oficina de Innovación de la Presidencia de la Republica (Cejudo,
2011,p. 39). Sin embargo, los componentes centrales de la NGP: flexibilidad y
competencia, estuvieron ausentes de las agendas de estos gobiernos. Había
quienes criticaban el contenido de los postulados de la NGP y, sobre todo, sus
efectos en la gestión cotidiana en los gobiernos. En algunos casos se mencionaba
que el problema administrativo central no era la falta de autonomía de gestión sino
todo lo contrario, es decir, la excesiva discrecionalidad en los funcionarios
públicos. Por ejemplo, las reacciones de la NGP en el ámbito nacional ejemplifica
dicha situación: si bien era necesario un cambio en el sector público, no era claro
si las soluciones propuestas por ese modelo correspondería con los problemas
concretos de la administración pública mexicana, la cual se caracteriza por contar
con bajos estándares de rendición de cuentas, poco profesionalismo y poca
legalidad (Cejudo, 2011). Otro elemento de discusión es que la burocracia en
México está alejada del control del legislativo, lo que ha permitido crear,
endógenamente, sus propios mecanismos de rendición, ajustándose a la dinámica
política con unas reglas que están lejos de hacerla un actor transparente y
delimitado a la lucha del poder. Es una burocracia que ha crecido y se ha
profesionalizado a la sombra de un sistema político que toma control de este actor
como parte del botín de la batalla por el poder, que lo usa de lleno en la arena
electoral y política como instrumento de manipulación (Cejudo, 2011).