Emilio Carilla Literatura Hispanoamericana Libro PDF
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EMILIO CARILLA
ESTUDIOS DE LITERATURA
HISPANOAMERICANA
BOGOTA
1977
ES PROPIEDAD
E. C.
Riverside (California)-
San Miguel de Tucumán,
15 de julio de 1976.
I
BARROCO Y NEOCLASICISMO
DOMÍNGUEZ CAMARGO
Y SU « ROMANCE AL ARROYO DE CHILLO »
DOMÍNGUEZ CAMARGO.
1
Ver Hernando Domínguez Camargo: Estudio y selección, Buenos
Aires, 1948.
16 EMILIO CARILLA
2
El punto de partida ineludible es la obra de GERARDO DIEGO, An-
tología poética en honor de Góngora, Madrid, 1927.
3
HERNANDO DOMÍNGUEZ CAMARGO, San Ignacio de Loyola..., poema
heroico. Síguenle las poesías del "Ramillete de varias flores poéticas" y la
"Invectiva apologética", Bogotá, 1956. Ver mi reseña en HuT, VII, 11
(1959), 190-191.
4
HERNANDO DOMÍNGUEZ CAMARGO, Obras, Bogotá, 1960. En esta edi-
ción estuvo trabajando don Alfonso Méndez Planearte en los últimos años
de su vida, pero la muerte le impidió dar cima a su tarea. Sobre esta
edición he escrito una detallada reseña.
5
GERARDO DIEGO, "La poesía de Hernando Domínguez Camargo en
nuevas vísperas", BICC, XVI, 2 (1961), 281-310.
6
Cfr. ANGEL VALBUENA-BRIONES, "A propósito de las obras de Her-
nando Domínguez Camargo, publicadas por el Instituto Caro y Cuervo",
BICC, XVI, 2 (1961), 494-498. Agrego, con posterioridad a mi artículo, el
importante libro de GIOVANNI MEO-ZILIO, Estudio sobre Hernando Domín-
guez Camargo y su San Ignacio de Loyola, poema heroico, Florencia, 1967.
LITERATURA HISPANOAMERICANA 17
EL ROMANCE.
7
Cfr. Preliminares a Hernando Domínguez Camargo, Obras, pág.
CLXXVIII.
2
18 EMILIO CARILLA
ESTÍMULO Y MODELO.
8
Veamos sólo obras relativamente recientes: GUSTAVO OTERO MUÑOZ:
Resumen histórico de la literatura colombiana, Bogotá, 1943; ANTONIO GÓ-
MEZ RESTREPO: Historia de la literatura colombiana, Bogotá, 1945, vol I;
JORGE CAMPOS: Antología hispanoamericana, Madrid, 1950; CARLOS ARTURO
CAPARROSO: Antología lírica. 100 poemas colombianos, Bogotá, 1951; GINÉS
DE ALVAREDA y FRANCISCO GARFIAS: "El barroco", en Antología de la posía
hispanoamericana de Colombia, Madrid, 1957; ANDRÉS HOLGUÍN: Las me-
jores poesías colombianas, Lima, 1959, vol. I; JULIO CAILLET-BOIS: Anto-
logía de la poesía hispanoamericana, Madrid, Aguilar, 1958.
9
Cfr. JOSÉ MANUEL RIVAS SACCONI, reseña de mi libro, en Revln,
XXVI, 14 (1950), 401-402.
LITERATURA HISPANOAMERICANA 19
10
Ver GERARDO DIEGO, Antología poética en honor de Góngora, pág. 49.
20 EMILIO CARILLA
12
GARCÍA DE SALCEDO CORONEL, "Soledades" y "Polifemo" comentados,
Madrid, 1636, fol. 238.
13
Cfr. ALFONSO REYES, Cuestiones gongorinas. Madrid, 1927.
22 EMILIO CARILLA
14
Por supuesto, ese dominio metafórico, y aun su singularidad y osadía,
habían sido captados ya por los comentaristas de la época. Pedro de Valencia
destacaba así la metáfora en Góngora: "Lo metafórico es generalmente muy
bueno en V. M., algunas veces atrevido y que no guarda la analogía y
correspondencia que se r e q u i e r e . . . " (Cfr. GÓNGORA, Obras poéticas, Nueva
York, 1921, vol. III, pág. 2 6 1 ) . Y García de Salcedo Coronel estampaba:
"Felicísimo fue don Luis en las metáforas, y en ésta a ninguno de los an-
tiguos poetas i n f e r i o r e s . . . " ("Soledades" y "Polifemo" comentados, fol.
297. Cfr. tb., fols. 96 y 3 1 8 ) .
15
Cfr. L O P E DE VEGA, La Circe, con otras rimas y prosas, Madrid,
1624, fol. 192.
16
JÁUREGUI, Discurso poético, capítulo II. (Ver texto del Discurso, en
José JORDÁN DE URRÍES Y AZARA, Biografía y estudio crítico de Jáuregui,
Madrid, 1899, pág. 2 9 9 ) .
17
Cfr. JACINTO DE EVIA, Ramillete de vanas flores poéticas..., Madrid,
1676, pág. 239.
LITERATURA HISPANOAMERICANA 23
18
Cfr. D A N I E L R. REEDY, Poesías inéditas de Juan del Valle Caviedes,
en Revlb, XXIX, 55 ( 1 9 6 3 ) , 165.
19
Cfr. V I C E N T E ALEIXANDRE, Sombra del Paraíso, Buenos Aires, 1947,
págs. 93-94.
20
Cfr. EDUARDO CARRANZA, Canciones para iniciar una fiesta. Poesía
en verso (1935-1950), Madrid, 1953, págs. 105-110. Ver, también, mi es-
tudio "Góngora y la literatura contemporánea en Hispanoamérica", RFE,
XLIV (1961), 262.
21
El procedimiento es distinto en Rafael Alberti. Además, no lo señalo
como derivación, si bien es curioso encontrarse con versos como estos:
22
Cfr. ANDRÉS BELLO, Ortología y métrica, en Opúsculos gramaticales,
Madrid, 1890, vol. I, pág. 3 6 1 ; EMILIANO D Í E Z ECHARRI, Teorías métricas
del Siglo de Oro, Madrid, 1949, págs. 204-205; TOMÁS NAVARRO, Métrica
española, Syracuse, 1956, págs. 272-274.
LITERATURA HISPANOAMERICANA 25
23
Cfr. CARLOS BOUSOÑO, La poesía de Vicente Aleixandre, Madrid, 1950.
26 EMILIO CARILLA
CONCLUSIÓN.
APÉNDICE
24
EDUARDO CARRANZA, Canciones para iniciar una fiesta..., pág. 105.
LITERATURA HISPANOAMERICANA 29
Es el pelo de su cuerpo
de aljófar, tan claro y limpio,
que por cogerle los pelos
le almohazan verdes mirtos.
Cíñele el pelo un pretal
de cascabeles tan ricos,
que si no son cisnes de oro
son ruiseñores de vidrio.
Bátenle el ijar sudante
los acicates de espinos
y es él tan arrebatado
que da a cada paso brincos.
Danle sofrenadas peñas 1
para mitigar sus bríos,
y es hacer que labre espumas
de mil esponjosos grifos.
Estrellas suda de aljófar
— en que se suda a sí mismo -
y atrepellando sus olas
da cristalinos relinchos.
Bufando cogollos de agua,
desbocado corre el río,
tan colérico, que arroja
a los jinetes alisos.
Hace calle entre el espeso
vulgo de árboles vecinos,
que irritan más, con sus varas,
al caballo a precipicio.
Un corcovo dio soberbio,
y a estrellarse ciego vino
en las crestas de un escollo,
gallo de montes altivo.
1
El texto del Ramillete dice: "Dalen sofrenadas peñas". Este texto se
respeta en las Obras y, en una nota, se lo defiende (ver pág. 384). Yo
creo, por el contrario, que se trata de una errata. Los vulgarismos — en un
poeta como Domínguez Camargo — sólo deben aceptarse en casos extre-
mos. Pero no me parece que este sea uno de esos casos, sobre todo si re-
paramos en el "Bátenle..." simétrico, de la estrofa anterior, que, por su-
puesto, las Obras no alteran.
30 EMILIO CARILLA
ANTONIO DE BASTIDAS.
[1963]
LAS «OBRAS COMPLETAS»
DE DOMÍNGUEZ CAMARGO
3
34 EMILIO CARILLA
2
El Padre Espinosa Pólit llegó a sospechar que el propio Poema heroico
no fuera obra de Domínguez Camargo y sí de Bastidas. Cosa que rechaza
serenamente Hernández de Alba (ver pág. LXXIV).
3
Agradezco a J. A. Peñalosa y, en general, a todos los que intervinie-
ron en esta edición, los juicios acerca de mi libro titulado Hernando Domín-
guez Camargo: Estudio y selección, Buenos Aires, 1948.
4
Ver JUAN MARÍA GUTIÉRREZ, Colección de poesías americanas, antiguas
y modernas, impresas, manuscritas y autógrafas, II, Biblioteca del Congreso
Argentino.
LITERATURA HISPANOAMERICANA 35
5
Un ejemplo, entre muchos:
"27. El faretrado argonauta
de esa máquina cerúlea,
en falúas de abalorio,
golfos de sombras fluctúa.
POEMA HEROICO.
D E L "RAMILLETE".
3) si a segundar te dispones
(A la muerte de Adonis).
6
Ver mi estudio Domínguez Camargo y su Romance al arroyo de
Chillo.
40 EMILIO CARILLA
[1966]
NOTA PARA LA BIOGRAFÍA DE «EL LUNAREJO»
1
JULIÁN SANTISTEBAN OCHOA, Tupaj Amaru, afirmación de peruanidad,
en la Revista Universitaria, de El Cuzco, 1942, XXXI, pág. 9.
2
CLORINDA MATEO DE T U R N E R , Don Juan de Espinosa Medrano, o sea
el Doctor Lunarejo, Lima, 1887, pág. 9.
3
M I G U E L CALDERÓN, estudio sobre «El Lunarejo», citado por VENTURA
GARCÍA CALDERÓN, ed. del Apologético en favor de don Luis de Góngora, en
la Revue Hispanique, de Nueva York-París, 1925, LXV, pág. 398.
4
VENTURA GARCÍA CALDERÓN, El apogeo de la literatura colonial, París,
1938, pág. II; F E L I P E BARREDA LAOS, Vida intelectual del Virreinato del Perú,
Buenos Aires, 1937, pág. 209; ALFREDO Y É P E Z MIRANDA, Juan de Espinosa
Medrano, «El Lunarejo», en la Revista Universitaria, de El Cuzco, 1937,
XXVI, pág. 52.
5
LUIS ALBERTO SÁNCHEZ, Góngora en América, y «El Lunarejo» y Gón-
gora, Quito, 1927, págs. 22-23.
6
En la página 23 se lee «y yo había nacido», pero esto es achacable a
la pésima impresión del opúsculo. En la página 25 está bien transcrito el
párrafo.
7
Lusíadas de Luis de Camoens, principe de los poetas de España...
Comentadas por Manuel de Faria y Sousa, 4 tomos, Madrid, 1639 (cf. N I -
COLÁS ANTONIO, Bibliotheca Hispana Nova, I, Madrid, 1783, pág. 347; F I D E -
LINO DE FIGUEIREDO, Camoens, traducción del Marqués de Lozoya, Madrid,
1928, pág. 2 0 8 ) .
46 EMILIO CARILLA
8
Citado por GARCÍA CALDERÓN, Apologético, pág. 399.
9
Citado por GARCÍA CALDERÓN, Apologético, pág. 400.
10
Anales del Cuzco (1600-1750), Lima, 1901, pág. 172.
11
Citado por GARCÍA CALDERÓN, Apologético, pág. 399.
LITERATURA HISPANOAMERICANA 47
[1950]
12
El título del libro es idéntico — según García Calderón — en las edi-
ciones de 1662 y 1694, salvo pequeñísima variante (en la de 1694 hay una
coma entre «Cura» y «Rector» que no está en la de 1662. Apologético, págs.
402-403).
13
Anales del Cuzco, pág. 172.
14
JOSÉ TORIBIO MEDINA, La imprenta en Lima, II, Santiago de Cali, 1904.
"EL LAZARILLO DE CIEGOS CAMINANTES"
Y EL SIGLO XVIII
(No interesa, aquí, la posible clave que, con más fuerza aun,
envuelve la obra).
Por descontado, no se trata de tomar las citas latinas al
pie de la letra; sobre todo por el canendo. Podemos, sí, sos-
pechar, que la cita remeda un texto clásico (¿Horacio? ¿Ovi-
dio?), si bien no puedo precisarlo 1 . En fin, lo que importa
1
Sin establecer mayores relaciones en un tópico tan difundido, re-
cuerdo, por ejemplo, que Lope de Vega había estampado, en el prólogo
de El Peregrino en su patria, ideas semejantes:
"Porque sean qual fueren, éste es el Peregrino. No carece su historia
de algún deleyte, porque Tulio dixo, Lectionem sine ulla delectatione neglige,
ni de algún provecho por obedecer a Horacio: Qui miscuit utile dulcí".
(Prólogo a la 1ª ed., Madrid, 1604; ver ed. de Myron A. Pcyton, Chapel
Hill, 1971, pág. 120).
4
50 EMILIO CARILLA
2
Esto no quita, por supuesto, que principios o disquisiciones de Poé-
ticas clasicistas puedan aplicarse al Lazarillo de Carrió. Por ejemplo (y para
referirnos a un testimonio español importante) principios de la Poética de
Luzán (1ª ed., 1737; 2ª ed., con variantes, postuma, 1789). Pienso, claro,
en comentarios sobre el ingenio, la verosimilitud, etc. Aunque no me olvido
del poco o ningún apego de Luzán a la prosa y a todo lo que escape a
los géneros clasicistas tradicionales.
LITERATURA HISPANOAMERICANA 51
3
"Se afirma", ya que el origen de los relatos de viajes es bastante
remoto. Sin embargo, es evidente que el siglo xvIII ofrece signos de ex-
pansión y personalización, y hasta anticipa algún rasgo de los "viajes" lite-
rarios del siglo xIx. (Ver mi libro El Romanticismo en ¡a América Hispá-
nica, II, Madrid, 1967, págs. 99-101).
52 EMILIO CARILLA
4
Aunque sea testimonio limitado, puede servirnos la lista que trae
Gilbert Chinard en su libro Amérique et le rêve exotique dans la littérature
francaise au XVlle. et au XVllle. siécle, París, 1934. (Ver págs. 440-445,
separadas las obras que no corresponden).
5
Por otra parte, los contactos entre libros de viajes y otros tipos de
obras llegan a ser, especialmente en el siglo xvIII, muy fecundos. De los libros
de viajes sacan los europeos no sólo datos y fundamentos para sus teorías y
ensayos. Es sabido que particulares obras literarias (obras dramáticas y nove-
las, sobre todo) recurren igualmente a tales fuentes. Voltaire, Diderot, son
buenos ejemplos... A su vez, los relatos de viajes, por su parte, apelan mis
de una vez a obras históricas y obras poéticas anteriores...
LITERATURA HISPANOAMERICANA 53
6
Cfr. GILBERT CHINARD, Amérique et le rêve exotique..., ed. citada,
págs. 422-424.
Por mi parte, creo haber hecho una comparación que solo de manera
muy parcial refuerza la idea de Chinard. Efectivamente, al poner frente a
frente las obras del P. Lizárraga y Carrió de la Vandera, si por un lado
destaco la ingenuidad del primero, no puedo menos que reconocer los méritos
muy superiores del segundo. (Ver Dos antiguos viajeros rioplatenses, en Studi
de letteratura Ispano-americana, I, Milán, 1967, págs. 31-39).
54 EMILIO CARILLA
7
Veamos algunos detalles. En las ideas generales (el enciclopedismo, la
ilustración, por sobre la escolástica); en lo social (afirmación de la clase me-
d i a ) ; en lo político (reforma de los ayuntamientos); en lo económico (fun-
dación de las "sociedades económicas"; reformas agrícolas; correos, cami-
n o s . . . ) ; en la educación (nuevos métodos de enseñanza; nuevas cátedras;
academias); desarrollo de la prensa (periodismo y metas de cultura popular);
en lo religioso (disminución del poder eclesiástico; expulsión de los jesuítas);
cambios en las colonias (creación del Virreinato del Río de la Plata; de las
Capitanías Generales de Cuba, Venezuela y C h i l e ) . . . A su vez, la lista es
incompleta, aparte de que algunos de los cambios o creaciones no alcanzaron
a tener mucha vida. Con todo, creo que ofrezco una impresión de conjunto
valedera.
(Cfr., en relación a Carlos III y su época, ANTONIO FERRER DEL Río,
Historia del reinado de Carlos III en España, 4 tomos, Madrid, 1856; M. D Á N -
VILA Y COLLADO, El Reinado de Carlos III, 2 tomos, Madrid, 1891-1894;
CONDE DE FERNÁR N Ú Ñ E Z , Vida del Rey Carlos III, Madrid, 1898).
56 EMILIO CARILLA
[1976]
LOS "COMENTARIOS REALES",
LIBRO REVOLUCIONARIO
1
JOSÉ TORIBIO MEDINA, Biblioteca hispanoamericana, VI, Santiago de
Chile, 1902, pág. XXXII.
2
JOSÉ TORRE REVELLO, El libro, la imprenta y el periodismo en Amé-
rica durante la dominación española, Buenos Aires, 1940, apéndice, págs.
CLXXXIX-CXC.
58 EMILIO CARILLA
3
Aunque nada tenga que ver con nuestro asunto, diré que las obras
del Inca Garcilaso sufrieron desde temprano tales alternativas. Su traducción
de los Diálogos de amor, de LEÓN HEBRERO (Madrid, 1590), fue prohibida
por la Inquisición.
4
INCA GARCILASO, Historia general del Perú. Segunda parte de los Co-
mentarios Reales, III, ed. de Buenos Aires, 1944, pág. 247.
LITERATURA HISPANOAMERICANA 59
II
5
Ver PAUL GROUSSAC, Ensayo histórico sobre el Tucamán, en Ensayo
histórico y memoria descriptiva de la Provincia de Tucumán, Tucumán, 1882,
págs. 78-80.
6
Ver F. A. LOAYZA, La verdad desnuda, Lima. 1943. Cit. por Luis E.
Valcárcel, Ruta cultural del Perú, México, 1945, pág. 252.
60 EMILIO CARILLA
7
Ver JUAN PROBST, Juan Baltasar Maziel, Buenos Aires, 1946, pág. 373;
Instituto Nacional del Profesorado Secundario de Buenos Aires, La Civili-
zación hispanoamericana del siglo XVIII en el Virreinato del Río de la
Plata, Buenos Aires, 1926, pág. 308.
8
CONCOLORCORVO, El lazarillo de ciegos caminantes, ed. de Buenos Aires,
1942, págs. 337-338.
LITERATURA HISPANOAMERICANA 61
III
9
JOSÉ TORRE REVELLO, El libro, la imprenta y el periodismo, apéndice,
págs. CLXV-CLXVI. Sin duda la prohibición tiene su origen en una Real Cé-
dula de 1556, dirigida a las autoridades de Castilla, en la que se ordena no
se impriman libros que traten asuntos de América hasta que los haya exa-
minado el Consejo de Indias. Además, se ordena recoger los que, corriendo
impresos, no han cumplido con esta formalidad. Diez años más tarde se re-
pitió la Real Cédula. (Consúltese T O R R E REVELLO, Id., pág. 108, y apéndice,
págs. xII y xIII; JOSÉ TORIBIO MEDINA, Biblioteca hispanoamericana, VI,
págs. x-xII).
62 EMILIO CARILLA
[1949]
10
Ver PABLO CABRERA. La segunda imprenta de la Universidad de Cór-
doba. Córdoba, 1930, pág. 8. Cfr., también, RICARDO ROJAS, prólogo a Gar-
cilaso. Comentarios Reales. I, ed. de Buenos Aires, 1945, págs. 8-9.
11
De la "Carta de un condiscípulo", publicada en el Diario de la tarde,
de Buenos Aires, 22 de mayo de 1839. Ver RAFAEL ALBERTO ARRIETA, Flo-
rencio Balcarce, Buenos Aires, 1939, pág. 2 1 1 .
12
El desengañador gauchipolítico, nº 13. Citado por PEDRO HENRÍQUEZ
UREÑA, DORA GUIMPEL y SARA JAROSLAVKY, La literatura en los periódicos
argentinos (Revista de la Universidad de Buenos Aires, tercera época, 1946,
IV, nº 1, pág. 9 1 ) .
RAÍCES DEL AMERICANISMO LITERARIO *
...así que podemos concluir que a la gente desta tierra les com-
pete la viveza y delicadeza de ingenio por naturaleza, y la constancia
por propia virtud, repugnando a la complexión y composición que
por otra parte de los cuatro humores les compete, y esto les es más
de agradecer. Y la razón última con que concluye este capítulo 3 .
Otro ejemplo:
[Celia, aparte]: "Siempre oí decir que los indianos hablan mucho, si
bien bueno, porque aquel clima produce raros y sutiles ingenios..." (La
Dorotea, acto II, escena V, Madrid, 1632).
En esta curiosa cita de La Dorotea, por otra parte, hasta puede hallarse
un lejano precedente de la caracterización del tropicalismo que muchos atri
huyeron después a los hispanoamericanos.
3
Cf., Dr. JUAN DE CÁRDENAS, Problemas y secretos maravillosos de las
Indias, México, 1591. Ver edición facsimilar, de Madrid, 1945, fols. 176 y 182.
Comentaba recientemente Emilio Uranga:
"Bastaría que el doctor Juan de Cárdenas hubiera escrito esta página
5
66 EMILIO CARILLA
[fols. 176 v, 177, 177v.] solo esta página precisamente de su libro, para
que los mexicanos estuviéramos obligados a guardarle duradera y agrade-
cida memoria en los anales de la formación de nuestra n a c i o n a l i d a d . . . "
(E. URANGA, El doctor Juan de Cárdenas, en la Revista de la Universidad
de México, México, 1966, XX, nº 7, pág. 3 ) .
4
Cf. BERNARDO DE BALBUENA, Grandeza mexicana, México, 1604,
pág. 34.
"Si de algún poema hubiéramos de hacer datar el nacimiento de la
poesía americana propiamente dicha, en este nos fijaríamos, más bien que
en el Arauco domado de PEDRO DE O Ñ A , aunque éste fuera chileno y Bal-
buena e s p a ñ o l . . . " ( M E N É N D E Z Y PELAYO, Antología de poetas hispanoame-
ricanos, I, ed. de Madrid, 1927, págs. L I I - L I I I ) .
Ver, también:
5
Cf. ANTONELLO GERBI, Diego de León Pinelo contra Justo Lipsio.
Una de las primeras polémicas sobre el Nuevo Mundo (en la revista Fénix,
de Lima, 1945-1946, nos. 2-3).
Diego de León Pinelo nació en Córdoba del Tucumán. Su hermano, el
polígrafo, estuvo aquí en su infancia. El Epítome de ANTONIO DE LEÓN PI-
NELO es considerado la primera bibliografía vinculada al Nuevo Mundo (1ª
ed., Madrid, 1629). Antonio es autor también de una curiosa obra titulada
El Paraíso en el Nuevo Mundo, de la cual sólo se publicó el "aparato"
(Madrid, 1656). Una copia de la obra original fue hecha por José Eusebio
Llano Zapata. A través del "aparato", vemos que León Pinelo elogia los
"edificios y obras memorables", "las obras peregrinas y artificiosas" de los
indios peruanos y mexicanos, aunque combate su idolatría. (Cf., JUAN LA-
RREA, El Paraíso en el Nuevo Mundo, de Antonio de León Pinelo, en Es-
paña peregrina, de México, 1940, II, nos. 8-9, págs. 74-94).
68 EMILIO CARILLA
6
Ver mi estudio Feijóo y América en Universidad Nacional de La
Plata, Fray Benito Jerónimo Feijóo y Montenegro, La Plata, 1965, págs.
293-310). Cf., también, AGUSTÍN MILLARES CARLO, Feijóo en América (en
la revista Cuadernos Americanos, de México, 1944, XV, nº 3, págs. 139-160).
7
Ver PEDRO DE PERALTA BARNUEVO, Historia de España vindicada, Li-
ma, 1730, Prólogo.
Ver, también, su poema Lima fundada (2 vols., Lima, 1732) cuyo
Canto VII es una larga lista de obras escritas por ingenios peruanos, con
los correspondientes elogios del autor.
8
JUAN JOSÉ DE EGUIARA Y EGUREN, Bibliotheca Mexicana, sive erudito-
rum historia virorum qui in America Boreati nati vel alibi geniti, in ipsam
LITERATURA HISPANOAMERICANA 69
11
El P. PERALTA lo dice en su Historia de Tobías (1667). Ver P.
F E I J Ó O , Españoles americanos (en el Teatro crítico universal, IV, Ma-
drid, 1730).
12
Cf. JUAN BALTASAR MAZIEL, Reflexiones sobre la famosa Arenga, pro-
nunciada en Lima por un individuo de la Universidad de San Marcos...
(Ver texto en JUAN PROBST, Juan Baltasar Maziel. El Maestro de la Gene-
ración de Mayo, Buenos Aires, 1946, pág. 4 3 8 ) ; P. Manuel de las Casas,
Aprobación de la obra de Fray Agustín de Quevedo y Villegas, Opus Theo-
logicum I, Madrid, 1752 (La Censura está firmada en Madrid, el 4 de
mayo de ese año. Ver JUAN DAVID GARCÍA BACCA, Antología del pensa-
miento filosófico venezolano (Siglos XVII-XVIII), Caracas, 1954, págs. 194-195).
13
FRANCISCO JAVIER CLAVIJERO, Historia antigua de México. (Esta his-
toria fue escrita originariamente en español, pero fue publicada, por primera
vez, en italiano, 1780-1781). La primera edición española es la de Londres,
1876, traducida por J. J. Mora. Ver, ahora, ed. de México, 1944 (2 tomos).
En Clavijero leemos también:
" H e nacido de padres españoles y no he tenido la menor afinidad ni
consanguinidad con indios, ni espero el menor galardón de su miseria. Así
que, sólo por amor de la verdad y el celo en favor de la especie humana,
me hacen abandonar la causa propia [la de los criollos] y abrazar la ajena
con menos peligro de e r r a r . . . " ( C L A V I J E R O , Historia de la Antigua o Baja
California, cit. por Julio Le Riverend Brusone, en el prefacio a la Historia
Antigua de México, I, ed. de México, 1944, pág. 11).
Otro jesuíta (este, español), Javier de Lampillas, escribió una circuns-
tancial apología de la obra de España en América y de los escritores na-
cidos en el Nuevo Mundo. Aclaro que Lampillas no estuvo en América.
LITERATURA HISPANOAMERICANA 71
" . . . q u e nos muestren las demás naciones las bibliotecas de los escrito-
res americanos, como mostraremos nosotros las de los americanos españoles
llenas de ingenios sublimes y amenísimos. ¿Y qué nación sino la española
pudo conseguir que las musas cruzasen el Océano haciendo que aquellas
montañas, antes bárbaras, compitiesen con el Parnaso europeo?". (JAVIER DE
LAMPILLAS, Ensayo histórico apologético de la literatura española contra la
opinión preocupada de algunos escritores modernos italianos, traducción es-
pañola de Josefa Amat y Borbón, III, Madrid, 1783, págs. 208-209).
A propósito de las musas y el Parnaso, diré que, antes, Maziel había
expresado un pensamiento semejante. (Ver Reflexión sobre la famosa Arenga,
ed. citada, pág. 438). Las citas precedentes, sin mayor importancia, pueden
considerarse en relación a la difundida, y posterior, Alocución a la Poesía
de Andrés Bello.
14
Cf. CONCOLORCORVO, El lazarillo de ciegos caminantes, ed. de Bue-
nos Aires, 1942, págs. 394-395.
En un reciente estudio (Dos antiguos viajeros ríoplatenses, en Studi di
Letteratura lspano-Americana, I, de Milán, 1967, págs. 31-39) procuro sin-
tetizar recientes aportes sobre esta obra y el ya no enigmático autor.
72 EMILIO CARILLA
CONCLUSIÓN
15
Ver ALEJANDRO DE HUMBOLDT, Ensayo político sobre el Reino de la
Nueva España, traducción de Vito Alessio Robles, Libro II, cap. VII (ed.
de México, 1941, II, págs. 121-122). La Dedicatoria de Humboldt está fe-
chada en el año 1808.
Poco antes de Humboldt, el chileno Manuel de Salas ofrece algunas
coincidencias que conviene recordar:
"Manuel de Salas — dice Antonello Gerbi — protestaba con vehemencia
(1801) contra la tesis de que los americanos fueran inferiores e incapaces
de elevarse a la altura de las ciencias exactas. Contra las calumnias de
Sepúlveda (el gran polemista rival de Las Casas) y de Paw, reivindicaba
hombres como Peralta, Franklin y Molina, y sus merecimientos en los cam-
pos de la astronomía, la electricidad, la historia. Volviendo sobre el argu-
mento tan caro a Garcilaso, contra la tesis de la decadencia, proclamaba la
juventud del Nuevo Mundo, cuya civilización continental ya podía indepen-
dizarse de la vieja y cansada Europa". (A. GERBI, Viejas polémicas sobre
el Nuevo Mundo, ed. citada, págs. 65-66).
74 EMILIO CARILLA
16
Cf. JOSÉ ENRIQUE RODÓ, Juan María Gutiérrez y su época (en El
mirador de Próspero, II, ed. de Madrid, 1920, pág. 164).
LITERATURA HISPANOAMERICANA 75
[1968]
17
Ver mi estudio titulado Americanismo literario (en el Boletín de
Filología, de Santiago de Chile, 1963, XV, págs. 257-325). Por supuesto,
este intento no pretende desconocer valiosos enfoques como los de Pedro
Henríquez Ureña ("en busca de nuestra expresión"), JOSÉ JUAN ARROM
(Esquema generacional...) y otros.
II
NEOCLASICISMO Y PRERROMANTICISMO
REVISIÓN DE OLMEDO
OLMEDO.
1
Impulsos propios e incitaciones ajenas. Por eso también no dejaba de
recordar en sus versos tales incitaciones, al mismo tiempo que procuraba
justificar su silencio:
6
82 EMILIO CARILLA
3
Cf. OLMEDO, Poesías completas, 1ª ed., Quito, 1945; 2ª ed., México,
1947, con 38 composiciones inéditas. El total de poesías conocidas alcanza
ahora a 83.
LITERATURA HISPANOAMERICANA 83
(Parodia épica).
4
Por supuesto, no hace falta que Olmedo recordara aquí nuestro
Himno. La mención de los Incas era ya una especie de lugar común en las
regiones del antiguo Imperio. El propio Olmedo se encargó, en La victoria
de ]unín, de darle su más alta expresión.
Esto no quita (como digo en otro lugar) que tal alusión tuviera un
sentido más simbólico y espectacular que efectivo, en relación al indígena
contemporáneo.
84 EMILIO CARILLA
Arroyo cristalino,
que con susurro blando
vas del monte a la selva
y de la selva al prado;
travieso cefirillo,
que con tu aliento grato
mueves hojas y flores
que son gala del campo... 5 .
5
Cf., también, A un amigo, con aciertos parciales.
LITERATURA HISPANOAMERICANA 85
No se ha visto todavía
maldiciente descarado
que no sea favorito
comensal, mercurio alado,
sacerdote y monaguillo
de ricos y potentados...
(Sátira contra Irisarri —en boca del mismo—).
6
Comparar con la inscripción colocada en el frente del proscenio del
Teatro Argentino de Buenos Aires. Decía:
(Cf. JOSÉ ANTONIO WILDE, Buenos Aires desde setenta años atrás [1881],
ed. de Buenos Aires, 1961, pág. 46). Se trataba de la conocida definición de
Cicerón, traducida felizmente por LUIS ALFONSO DE CARVALHO (Cisne de
Apolo, Medina del Campo, 1602).
LITERATURA HISPANOAMERICANA 87
Los "CANTOS".
Esto nos dice que, más que a los temas, las diferencias
deben achacarse a otros factores: a los hondos y complejos
de la creación poética.
Dentro de este general panorama comparativo, cabe una
última acotación. Tanto La victoria de Junín como el Canto
al General Flores son, de manera apreciable, los dos poemas
más extensos escritos por Olmedo. De ahí podríamos deducir
que la inspiración del poeta necesitaba amplitud para mani-
festarse; que, en la brevedad, se ahogaba o le faltaba aire...
En fin, no creo que convenga decir nada más al respecto.
En La victoria de Junín, sobre todo, y en el Canto al
General Flores se cifra la supervivencia poética de Olmedo.
Desde la época en que estas poesías se elaboraron, Olmedo
fue conocido y ensalzado. La victoria de Junín le dio relieve
continental y fue pronto materia ineludible de antologías y
estudios. El Canto al General Flores tuvo un ámbito más res-
tringido, en razón de su propio tema, y aun de las limitaciones
del tema, ya que tal consecuencia surge de una obra relacio-
nada con las dolorosas luchas civiles en América. Precisamen-
te, la posterior situación de Olmedo con respecto al General
Flores nos muestra lo resbaladizo o delicado del enfoque, si
bien este pudo justificarse cuando se escribió. De todos modos,
y más allá de excelencias poéticas indiscutibles (como vere-
mos), no cabe duda de que La victoria de Junín es, nítida-
mente, el 'poema' de Olmedo.
La historia de las versiones de este poema ha sido acla-
rada por el crítico cubano Enrique Piñeyro. Hay una primera
edición publicada en Guayaquil, en 1825, y una segunda — y
definitiva o casi definitiva— publicada por Olmedo en Lon-
dres un año después, y repetida en París, ese mismo año.
Cuando Juan María Gutiérrez preparaba su América poética
(1ª ed., Valparaíso, 1846), Olmedo le hizo conocer al crítico
argentino dos cambios de cierta importancia en el poema:
una supresión (dos versos) y la compresión de otros dos en
LITERATURA HISPANOAMERICANA 89
uno 7. Estas son las vicisitudes sufridas por el texto del poema,
si bien — como veremos — es la edición de Londres la base
indudable. Paralelamente, interesa la correspondencia cambia-
da entre Olmedo y Bolívar, cuando el poeta estaba elaborando
la obra. Por descontado, y más aun que las cartas de Olmedo,
atraen los comentarios de Bolívar, que ratifican su recono-
cida cultura y capacidad crítica, aunque aquí intervenga tam-
bién, por razones comprensibles, cierto humorismo que pro-
cura atenuar referencias personales 8.
Como ilustración, cabe decir que, en determinado mo-
mento, Olmedo pensó escribir un segundo canto: se lo dice
el poeta a Bolívar en una carta escrita el 14 de enero de 1827.
Sabemos, por el propio Olmedo, cuál iba a ser el contenido
posible de ese segundo canto: escenas de paz, visión eufórica
del campo y su gente, sus tareas, sus juegos, danzas y cantos,
un nuevo vaticinio... En fin, algo así como el adecuado
contraste a las escenas de guerra y de violencia del primer
canto. Notemos, por lo pronto, cierto paralelismo con las
Silvas de Bello. Pero lo concreto es que Olmedo se centró
en el primero, y el segundo canto nunca apareció.
Volviendo a las dos versiones fundamentales del Canto
(las de 1825 y 1826), conviene puntualizar que la primera
tiene 824 versos, y la segunda 909. Pero no sólo hay agregados
sino también modificaciones, algunas de ellas — expresivas —
determinadas por los comentarios de Bolívar. Sin embargo,
7
Cf. ENRIQUE PIÑEYRO, José Joaquín de Olmedo, en Biografías ameri-
canas, págs. 216-225.
El Padre ESPINOSA PÓLIT habla de "cuatro redacciones", agregando una
primera — y previa — que sería el manuscrito enviado por Olmedo a Bo-
lívar el 30 de abril de 1825. Primera —y p r e v i a — porque allí figuraban
versos que Bolívar corrigió y que no se encuentran en la primera edición
impresa. No se conoce este manuscrito (ver ESPINOSA PÓLIT, nota a O L M E D O ,
Poesías completas, pág. 2 4 9 ) .
8
Cf., sobre todo, la carta de Bolívar, fechada en El Cuzco, el 12 de
julio de 1825 (ver Repertorio Colombiano (Bogotá), III (1879), págs.
148-149).
90 EMILIO CARILLA
9
Me parece acertado el comentario de ANDRÉS BELLO y su defensa del
plan trazado por el poeta (ver ANDRÉS BELLO, Noticia de "La victoria de
Junín. Canto a Bolívar", en El Repertorio Americano, Londres, 1' de oc-
tubre de 1826, pág. 54).
LITERATURA HISPANOAMERICANA 91
Ya el formidable estruendo
del atambor en uno y otro bando
y el son de las trompetas clamoroso,
y el relinchar del alazán fogoso,
que, erguida la cerviz y el ojo ardiendo
en bélico furor, salta impaciente
do más se encruelece la p e l e a . . . 1 0 .
10
Me referí antes a fuentes perceptibles, esas fuentes que también se
ven en otros poemas de la época: sobre todo, la causa está en las lecturas
y los temas comunes. Pero esas fuentes se personalizan en Olmedo, cosa que
raramente ocurre con los otros testimonios poéticos coetáneos. Veamos uno
de ellos, y no de los peores:
Lo grande y peligroso
hiela al cobarde, irrita al animoso.
¡Qué intrepidez! ¡qué subito coraje
el brazo agita y en el pecho prende
del que su patria y libertad defiende!...
11
Cf. MENÉNDEZ Y PELAYO, Antología de poetas hispanoamericanos. III,
ed. de Madrid, 1928, pág. CXL. Y PIÑEYRO: "La poesía es digna en todas
sus partes de ponerse al lado del Canto a Bolívar" (José Joaquín de Olmedo,
pág. 240).
12
Es sabido que, hacia el final de su vida, Olmedo vió a Bolívar con
menos grandeza que en su Canto: "Lo mismo hace cualquier libertador
vulgar; por ejemplo, Bolívar: nos libró del yugo español, y nos dejó todos
los desastres de las revoluciones..." (Carta de OLMEDO a Bello, fechada en
Guayaquil, el 31 de enero de 1847. Posiblemente, es la última carta escrita
por Olmedo).
Pero — sin entrar en análisis — hay indudable diferencia entre la di-
mensión de un Bolívar y de un Flores.
94 EMILIO CARILLA
LA PROSA DE OLMEDO.
13
Cf. AURELIO ESPINOSA PÓLIT, S. J., El águila de Miñarica (en Olmedo
en la historia y en las letras, Quito, 1955, págs. 127-139).
14
Cf. ESPINOSA PÓLIT, Olmedo en la historia y en las letras, págs. 6-7.
LITERATURA HISPANOAMERICANA 95
15
Para la correspondencia entre Olmedo y Bolívar, cf. MIGUEL AN-
TONIO CARO, Olmedo. La Victoria de Junín. Cartas inéditas, en El Repertorio
Colombiano (Bogotá), II, núm. 10 y núm. 12 (1879); Postscriptum, III,
núm. 2, reproducido —sin las cartas— en M. A. CARO, Obras completas,
III, Bogotá, 1921, págs. 3-50. Ver, también, OLMEDO, Poesías, París, s. a.,
ed. de C. Ballén.
96 EMILIO CARILLA
Estas cartas son útiles, sobre todo, para conocer los años
de Olmedo en París. Además, nos muestran sus preocupa-
ciones por las cosas de América, ofrecen algunos juicios crí-
ticos y hasta una vena humorística y familiar que, es expli-
cable, no suele ser corriente en su obra más difundida.
El necio soy yo que, sabiendo que los carros no andan sino con
dos ruedas, que los hombres no andan sino con dos pies y que las
aves no vuelan sino con dos alas, he esperado hasta ahora una con-
testación de Ud. no habiéndole cscrito dos cartas. Luego que he vuelto
en mí, me apresuro a remediar el daño que me he ocasionado por
mi distracción. ¡Qué hará Ud. conmigo cuando esté más distante!...
(Carta de OLMEDO a Bello, fechada en París, el 9 de febrero de
1827 1 6 ).
E s cierto q u e n o p o s e e m o s a ú n u n a e d i c i ó n q u e r e ú n a
l a p r o s a d e O l m e d o . A u n q u e l o c o n o c i d o n o a n t i c i p a sor-
presas e x t r a o r d i n a r i a s , y a u n q u e n o s e a l t e r e m a y o r m e n t e e l
perfil c o n s a b i d o , creo q u e v a s i e n d o y a t i e m p o d e e m p r e n d e r
esta t a r e a 1 7 , a h o r a q u e c o n t a m o s con u n a b u e n a e d i c i ó n d e
la o b r a lírica del p o e t a y p r ó c e r e c u a t o r i a n o .
16
Las cartas de OLMEDO a Bello han sido publicadas por MIGUEL LUIS
AMUNÁTEGUI en su aún útil Vida de D. Andrés Bello (Santiago de Chile,
1882, págs. 261-292).
17
El Padre Espinosa Pólit la hubiera realizado, sin duda. Desaparecido
recientemente el erudito investigador, ha quedado para otros tal tarea.
A comienzos de este siglo, escribía ENRIQUE PIÑEYRO: "El estilo de
Olmedo en prosa, muy diferente del de sus versos, es muy agradable. Si
alguien en el Ecuador reuniese y publicase sus cartas, junto con algunos de
los documentos oficiales, que conste haber sido totalmente escritos por él,
LITERATURA HISPANOAMERICANA 97
OLMEDO Y EL ROMANTICISMO.
7
98 EMILIO CARILLA
[1964]
PERFIL LITERARIO DE ANDRÉS BELLO
INTRODUCCIÓN.
ANDRÉS BELLO.
1
Son las siguientes:
1) Edición del Gobierno de Chile, 15 volúmenes (1881-1893);
2) Edición de Miguel Antonio Caro, en la Calcetón de Escritores Cas-
tellanos, de Madrid (7 volúmenes, 1882-1905, trunca).
3) Edición de la Universidad de Chile y Ed. Nascimento (9 volú-
menes, 1930-1935, trunca). Repite los volúmenes de (1), con di-
ferente orden.
4) Edición del Ministerio de Educación de Venezuela. Publicación en
marcha (16 volúmenes aparecidos hasta ahora, 1951-1962).
Cfr. Advertencia editorial. Las obras completas de Bello (en Obras com-
pletas, I, Caracas, 1952, págs. xxI-xxIv).
LITERATURA HISPANOAMERICANA 101
2
Andrés Bello nació en Caracas, el 29 de noviembre de 1781. Era
hijo de Bartolomé Bello, abogado, y de doña Ana López.
Los datos relativos a su infancia y educación nos hablan, sobre todo,
de sus lecturas. Como era entonces corriente, de clásicos latinos y de auto-
res españoles. Es muy posible que en las inclinaciones literarias de Bello
influyera el ya renovado ambiente cultural de Caracas, de la Caracas fini-
secular. De esa época son las primeras poesías de Bello: algunas imitaciones
102 EMILIO CARILLA
En 1815 se había casado en Londres con María Ana Boyland, que murió
en 1821. Se volvió a casar en 1824. Su segunda mujer, también inglesa,
se llamaba Isabel Antonia Dunn, y sobrevivió a su marido.
En 1828, Bello ocupaba el cargo de secretario de la Embajada de
Colombia en Inglaterra. Aceptó entonces el ofrecimiento que le hizo el
Gobierno de Chile y viajó a estas regiones. (Conviene aclarar que en 1822
había sido secretario de la Legación de Chile en Londres).
Comienza así la tercera y más fecunda (si cabe) de las etapas de su
vida. En Chile desempeñó importantes cargos culturales y políticos, y rea-
lizó una obra múltiple y valiosa de educador, legislador, jurista, filósofo,
gramático, etc., que no reconoce término hasta el año de su muerte. Fue
fundador de la Universidad y, después, Rector vitalicio, senador, subsecre-
tario del Ministerio de Relaciones Exteriores; autor del Código Civil, auto-
ridad reconocida en Derecho I n t e r n a c i o n a l . . . Así, hasta el momento de su
muerte, el 15 de octubre de 1865.
(Cf., MIGUEL ANTONIO CARO, Andrés Bello [1882]. Reproducido en C.
Santos González, Poetas y críticos de América, París, s. a. [ 1 9 1 2 ] , págs. 3-60;
M I G U E L LUIS AMUNATEGUI, Vida de Don Andrés Bello, Santiago de Chile,
1882; RAFAEL CALDERA, Andrés Bello. Su vida, su obra y su pensamiento,
Buenos Aires, 1946; EUGENIO ORREGO VICUÑA, Don Andrés Bello, Santiago
de Chile, 1949; PEDRO GRASES, Andrés Bello. El primer humanista de Amé-
rica, Buenos Aires, 1946).
LITERATURA HISPANOAMERICANA 103
3
Sólo con el afán de dar una idea de su vasta y variada producción,
enumero aquí brevemente el contenido de las dos más autenticas Obras
completas de Bello. La primera, editada por el Gobierno de Chile (1881-
1893). Vol. I. Filosofía del entendimiento; II. Poema del Cid; III. Poesías;
IV. Gramática de la lengua castellana; V. Opúsculos gramaticales; VI.
Opúsculos literarios y críticos (1); VII. Opúsculos literarios y críticos (2);
VIII. Opúsculos literarios y críticos (3); IX. Opúsculos jurídicos; X. De-
recho Internacional; XI. Proyecto de Código Civil; XII. Proyecto de Có-
digo Civil (1853); XIII. Proyecto inédito de Código Civil; XIV. Opúsculos
científicos; XV. Miscelánea.
La segunda, que se está publicando en Venezuela, ofrece hasta ahora
el siguiente contenido: I. Poesías; II. Borradores de poesías; III. Filosofía;
IV. Gramática; V. Estudios gramaticales; VI. Estudios filológicos (1); VIII.
Gramática latina y escritos complementarios; IX. Temas de critica literaria;
X. Derecho Internacional (1); XI. Derecho Internacional (2); XII. Código
Civil de la República de Chile (1); XIII. Código Civil de la República de
Chile (2); XIV. Derecho Romano; XVII. Labor en el Senado de Chile;
XIX. Temas de historia y geografía; XX. Cosmografía y otros escritos sobre
investigación científica. Ocuparán los volúmenes futuros: Opúsculos sobre
104 EMILIO CARILLA
POESÍA Y CRÍTICA.
5
Cf. PEDRO GRASES, La singular historia de un drama y de un soneto
de Andrés Bello [La España restaurada y el soneto A la victoria de Bai-
lén], en Andrés Bello, el primer humanista de América, págs. 19-48.
LITERATURA HISPANOAMERICANA 107
Divina Poesía,
tú, de la soledad habitadora,
a consultar tus cantos enseñada
con el silencio de la selva umbría... (etc.).
(Versos 1-4) 6.
6
Cf. BELLO, Obras completas, I, Caracas, 1952, págs. 43-64.
108 EMILIO CARILLA
ciudades (al mismo tiempo que insta a que cesen las luchas
civiles que han sobrevenido a la Independencia, luchas que
empobrecen los nacientes países).
Es cierto que la brillante descripción de las especies ve-
getales americanas ha oscurecido estos momentos del poema.
Recordemos, entre otros versos:
7
Cf. BELLO, Obras completas, I. ed. cit., págs. 65-74.
8
Cf. mi estudio Bello y Sarmiento. Las "Silvas" y el "Facundo" (en
Humanitas, de Tucumán, 1962, X, nº 15, págs. 29-38).
9
Sobre influencias en las Silvas, cf., MIGUEL ANTONIO CARO, Andrés
Bello, págs. 44-52 (Virgilio y Arriaza); MENÉNDEZ Y PELAYO, Antología
de poetas hispanoamericanos, II, ed. de Madrid, 1927, págs. CXL-CXLII (Vir-
gilio, Quevedo y Maury). Sobre reminiscencias gongorinas calderonianas,
LITERATURA HISPANOAMERICANA 109
cf., mi Gon.gorisnio en América, Buenos Aires, 1946, pág. 216. Bello, como
tantos en su época, distinguía a Góngora del gongorismo.
10
"Jamás un pueblo profundamente envilecido, completamente anona-
dado, desnudo de todo sentimiento virtuoso, ha sido capaz de ejecutar los
grandes hechos que ilustraron las campañas de los patriotas, los actos he-
roicos de abnegación, los sacrificios de todo jénero con que Chile i otras
secciones americanas conquistaron su emancipación política. I el que observe
con ojos filosóficos la historia de nuestra lucha con la metrópoli, recono-
cerá sin dificultad que lo que nos ha hecho prevalecer en ella es cabal-
mente el elemento ibérico. La nativa constancia española se ha estrellado
contra sí misma en la injénita constancia de los hijos de España..." (A.
BELLO, Investigaciones sobre la influencia de la Conquista i del sistema
colonial de los españoles en Chile..., por Don José Victorino Lastarria
110 EMILIO CARILLA
[1844], en Obras completas, VII, Santiago de Chile, 1884, pág. 84. Ver,
también, Obras completas, XIX, Caracas, 1957, pág. 169 (grafía corriente).
Cf. algunas coincidencias en BARTOLOMÉ MITRE, Historia de San Mar-
tin y de la Emancipación Sudamericana [1887]. Ver ed. de Buenos Aires,
1950, I, pág. 22.
LITERATURA HISPANOAMERICANA 111
11
ANDRÉS BELLO, El jil Blas (en Obras completas, VI, Santiago de
Chile, 1883, pág. 472. Ver, también, Obras completas, IX, Caracas, 1956,
pág. 366, grafía corriente).
12
BELLO, Ensayos literarios i críticos, por Don Alberto Lista i Aragón
(en Obras completas, VII, Santiago de Chile, 1884, pág. 428). Ver, tam-
bién, Obras completas, IX, Caracas, 1956, pág. 459, grafía corriente.
13
BELLO, Discurso... (en Obras completas, VIII, Santiago de Chile,
1885, pág. 318.
112 EMILIO CARILLA
14
Algunas coincidencias con Espronceda (sobre todo, El diablo mundo,
también en octavas reales y, curiosamente, también inconcluso) deben verse
dentro de un amplio ámbito de raíces comunes. Bello conoció las obras de
Byron desde temprano, y en Chile tradujo fragmentos de dos obras dra-
máticas del poeta inglés: Sardanápalo y Marino Faliero.
15
Cf. BELLO, Leyendas españolas, por ¡osé Joaquín de Mora (en Obras
completas, VII, Santiago de Chile, 1884, pág. 301). Ver, también, Obras com-
pletas, IX, Caracas, 1956, pág. 339, grafía corriente.
8
114 EMILIO CARILLA
16
Aunque diste de ser un modelo de recopilación, cf., JOSÉ ANTONIO
SOFFIA y JOSÉ RIVAS GROOT, Víctor Hugo en América, Bogotá, 1889.
LITERATURA HISPANOAMERICANA 115
17
M. A. CARO, Andrés Bello (en Poetas y etílicos de América, pág. 59).
18
Cf. VÍCTOR HUGO, Ocuvres complètes, II. Poésie, París, 1880, págs.
401-419.
116 EMILIO CARILLA
19
BELLO, La oración por todos (en Obras completas, I. ed. de Ca-
racas, 1952, págs. 238-245, grafía corriente).
LITERATURA HISPANOAMERICANA 117
20
BELLO, Juizio sobre las Poesías de J. M. Heredia (N. York., 1825)
(en el Repertorio americano, II, Londres, enero de 1827, pág. 43).
21
Ver mi Romanticismo en la América Hispánica, Madrid, 1958, págs.
270-272.
LITERATURA HISPANOAMERICANA 119
CLASICISMO Y ROMANTICISMO.
22
Cf. BELLO, Discurso... (en Obras completas, VIII, Santiago de
Chile, 1885, pág. 318).
LITERATURA HISPANOAMERICANA 121
23
Cf. su artículo Teatro: "El mundo dramático está ahora dividido en
dos sectas, la clásica i la romántica; ambas a la verdad existen siglos hace,
pero, en estos últimos años, es cuando se han abanderizado bajo estos dos
nombres los poetas i los críticos, profesando abiertamente principios opues-
tos. (Ver Obras completas, VIII, Santiago de Chile, 1885, pág. 201).
24
Cf., BELLO, Ensayos literarios... de Lista i Aragón (en Obras com-
pletas, VII, Santiago de Chile, 1884, pág. 422). Ver, también, Obras com-
pletas, IX, Caracas, 1956, pág. 452, grafía corriente.
122 EMILIO CARILLA
CONCLUSIÓN.
[1965]
HEREDIA Y EL ROMANTICISMO
HEREDIA Y SU OBRA
1
José María Heredia nació en Santiago de Cuba, el 31 de diciem-
bre de 1803; hijo de José Francisco Heredia, magistrado, y de Mercedes
Heredia y Campuzano. En 1810 José Francisco Heredia fue nombrado Oidor
de la Audiencia de Caracas, y ya allí tenemos noticias de la precocidad
de José María: antes de los diez años conoce el latín y el francés.
LITERATURA HISPANOAMERICANA 125
En Venezuela vive desde 1812 hasta 1817, salvo dos años de estudios
en Santo Domingo. Siguió después sus estudios en la Universidad de Ca-
racas. Si bien se ignora dónde logró el título de Bachiller en Artes. Pos-
teriormente, comenzó los estudios universitarios de leyes en la Universidad
de La Habana. De esos años son también las primeras poesías amorosas de
Heredia.
En 1819 su padre es designado para un cargo en México, y, con él va
José María. En México empieza de nuevo sus estudios de leyes, y tiene la
desgracia de perder a su padre (muy joven aún) en 1820. Después debe
regresar a Cuba. Antes de hacerlo, escribe la primera versión de En el
teocalli.
126 EMILIO CARILLA
2
Cf. JOSÉ MARÍA HEREDIA, Poesías, Segunda edición, corregida y au-
mentada, I, Toluca, 1832. Advertencia. Las citas posteriores corresponden
también a esta edición. Aclaro que En el teocalli de Cholula y la oda al
Niágara se incluyen en el tomo segundo.
128 EMILIO CARILLA
LA LÍRICA DE HEREDIA.
3
Entran aquí, aunque no todas se conserven, las siguientes traduc-
ciones (e imitaciones): Crebillon, Pirro (1820); Crebillon, Atreo (1822),
imitación; Jouy, Sila (México, 1825), ¿imitación?; Ducis, Abufar o La fa-
milia árabe (1826); M. J. Chénier, Tiberio (México, 1827); M. J. Chénier,
Cayo Graco; Voltaire, El fanatismo (1836), traducción libre; Alfieri, Saúl,
perdida. (Según González del Valle, se conservan inéditas dos traducciones
más de Crebillon y una de La Motte. Mejor dicho, posibles traducciones,
dos de ellas incompletas).
Aparte estas obras, fuera de modelos precisos o inmediatos: Motezuma
(1819); La muerte de César (1823). ¿imitación?; Los últimos romanos
(tragedia en tres actos, Tlalpán, 1829); Xicolencal o Los tlascaltecas (1823),
únicamente el plan de los tres primeros actos.
LITERATURA HISPANOAMERICANA 129
4
Dicho está que la de 1825 es la primera edición. Sin embargo, ya en
México y en 1820 elaboró un proyecto de edición. Posteriormente, en La
Habana y en 1823 (es decir, poco antes de su apremiado alejamiento de
Cuba) se anunciaba un tomo de "Poesías de D. J. M. Heredia. Un tomo
en octavo de doscientas páginas, poco más o menos", y se buscaban sus-
criptores. (Ver El revisor político y literario, de La Habana, nº 13, 31 de
marzo de 1823).
No se conoce esta edición por la simple razón de que no alcanzó a
salir. Quizás se esperaban los suscriptores; quizás, a medio imprimir, fue
destruida... El momento, en verdad, no lo favorecía.
9
130 EMILIO CARILLA
5
Como no siempre se señala el verdadero autor, conviene precisar los
datos. La novia de Corinto es imitación de Goethe; Recuerdos tristes, imi-
tación de Millevoye; Los sepulcros, imitación libre de Fóscolo; El arco iris,
traducción de Campbell; A la noche, imitación de Pindemonte...
6
El reconocimiento de tales presencias, visibles a través de tan particu-
lares testimonios, no debe ocultar lo que Heredia debe también a poetas
españoles: Meléndez Valdés, Cienfuegos, Jovellanos, Quintana, Gallego y,
posiblemente, Alberto Lista. Es decir, los mejores poetas que tenía a mano
en la época, y que llegan a él como llegaron a muchos de los poetas his-
LITERATURA HISPANOAMERICANA 131
panoamericanos de comienzos del siglo xIx. Creo que, sobre las influen-
cias españolas, aún tienen validez los párrafos de Menéndez y Pelayo.
7
Cf. MENÉNDEZ Y PELAYO, Antología de poetas hispanoamericanos II,
ed. de Madrid, 1927, pág. xvIII.
Menéndez y Pelayo se eleva, por lo común, sobre pasiones y banderías.
Con todo, conviene advertir que estas páginas fueron escritas cuando to-
davía Cuba pertenecía a España, y en momentos difíciles entre la colonia y
la metrópoli.
8
Cf. ENRIQUE PIÑEYRO, José María Heredia y la antología de poetas
hispanoamericanos de la Real Academia Española (en Hombres y glorias de
América, París, s. a. [Garnier], págs. 297-315).
Piñeyro no sólo le recrimina a Menéndez y Pelayo el juicio, sino tam-
bién la ausencia de ciertas composiciones en la antología propiamente dicha.
Claro que esto último no deja de ser muy aventurado, tratándose, precisa-
mente, de una antología.
132 EMILIO CARILLA
9
Cf. mi estudio sobre La lírica de Heredia (en Pedro Henríquez Ure-
ña y otros estudios, Buenos Aires, 1949, págs. 44-45).
10
También aquí hay variantes entre las dos ediciones. Menéndez y Pe-
layo prefería la primera versión del Niágara, al considerar que "son mu-
chas y en general desacertadas, las correcciones'. A mí no me parecen tan
desacertadas (a veces, mejora; a veces, no), si bien las diferencias no son
aquí tan apreciables como las que se observan en las dos versiones de
En el teocalli.
11
Cf., carta de Heredia, fechada en Brooklyn, el 8 de mayo de 1824:
"A Ignacia que lea en Atala la descripción de la catarata del Niágara que
voy a v e r . . . " . (Ver GONZÁLEZ DEL VALLE, Cronología herediana, pág. 19).
En una carta fechada en Manchester, el 17 de junio de 1824, carta en
que describe minuciosamente su visita a las Cataratas, Heredia cita párra-
fos del viajero Howison, menos cercanos a sus versos que los de Chateau-
briand. (Ver HEREDIA, Revisiones literarias, ed. de La Habana, 1947, págs.
58-59).
LITERATURA HISPANOAMERICANA 133
¡Ay! ¡Desterrado
sin patria, sin amores,
sólo miro ante mí llanto y dolores!
¡Niágara poderoso!
¡Adiós! ¡adiós! Dentro de pocos años
ya devorado habrá la tumba fría
a tu débil cantor ¡Duren mis versos
cual tu gloria inmortal!
12
Con alguna excepción llamativa, como la del escepticismo barroco
de Sor Juana Inés de la Cruz (Este, que ves, engaño colorido), donde el
arte es perecedero igual que la vida humana (como la vida humana que
el cuadro representaba).
Por la época de Heredia, Juan Cruz Varela se coloca en la tradición
más común, vale decir, en la de Ronsard y tantos otros.
Sólo es dado a los versos y a los dioses
sobrevivir al tiempo. ¿Quién ahora
a Eneas y sus hechos conociera?
¿Quién de Príamo triste los atroces
dolores, y la llama asoladora
de su infeliz ciudad, si no viviera
la musa de Marón? ¿Y sin Homero
qué fuera ya de A q u i l e s ? . . .
sus llanos
cubren, a par de las doradas mieses,
las cañas deliciosas. El naranjo
y la piña y el plátano sonante... [etc.].
13
Cf., también, en HEREDIA, Atenas y Palmita y A la gran pirámide
de Egipto. Es evidente que CHATEAUBRIAND (ver Génie du Christianisme, III,
libro III, cap. V; Itinéraire de París a Jérusalem) contribuyó a difundir en
la época el llamado "Paysage historique".
LITERATURA HISPANOAMERICANA 137
la agreste pompa
de los reyes aztecas desplegóse
a mis ojos atónitos. Veía
entre la muchedumbre silenciosa
de emplumados caudillos, levantarse
el déspota salvaje en rico trono,
de oro, perlas y plumas recamado;
y al son de caracoles belicosos
ir lentamente caminando al templo
la vasta procesión, do lo aguardaban
sacerdotes horribles...
14
Yo creo que pueden borrarse hasta los últimos vestigios de este tema
que algunos ven, a través de la sombra de Iturbide, en unos pocos versos
del Teocalli. (Cf., por ejemplo, E. HERMAN HESPELT (Dir.), An anthology
of Spanish American Literature, I, Nueva York, 1946, pág. 132).
Esos versos no son otros que los siguientes:
LA PROSA DE HEREDIA.
15
Para un más detenido análisis de En el teocalli de Cholula, ver mi
estudio, ya citado, sobre La lírica de Heredia. Creo, por último que, en
parte, las diferencias de los dos textos de En el teocalli obedecen a las ob-
servaciones que Bello hizo a la primera versión. (Ver Heredia y Bello. Las
dos versiones de "En el teocalli", en Pedro Henríquez Ureña y otros es-
tudios, págs. 57-65).
LITERATURA HISPANOAMERICANA 139
16
Cf. AMADO ALONSO y JULIO CAILLET - BOIS, Heredia como critico
literario (en la Revista Cubana, de La Habana, 1941, XV, págs. 54-62).
Ver, también, AMADO ALONSO, Ensayo sobre la novela histórica, Buenos
Aires, 1942, págs. 75-78.
17
Cf. mi estudio La prosa de José María Heredia (en Pedro Henri-
quez Ureña y otros estudios, págs. 6 9 - 8 6 ) .
140 EMILIO CARILLA
II
HEREDIA Y EL ROMANTICISMO
1
Cf. ARTURO TORRES RIOSECO, La gran literatura Iberoamericana, Bue-
nos Aires, 1945, pág. 62; MANUEL PEDRO GONZÁLEZ, José María Heredia,
primogénito del romanticismo hispano, México, 1955; JORGE MAÑACH, He-
redia y el romanticismo (en Cuadernos hispanoamericanos, de Madrid, 1957,
núm. 86, págs. 195-220).
Cf. también, la actitud cauta (en relación particular al libro de Gon-
zález) de LUIS MONGUIÓ, reseña de José Marta Heredia, primogénito del
romanticismo hispano (en la Hispanic Review, de Filadelfia, 1957, XXV,
págs. 148-150) y de E M I R RODRÍGUEZ MONEGAL, Heredia y Bello como pre-
cursores (en Marcha, de Montevideo, 8 de noviembre de 1957, págs. 21-23).
2
TORRES RIOSECO, La gran literatura Iberoamericana, pág. 62.
LITERATURA HISPANOAMERICANA 143
3
Cf. M. P. GONZÁLEZ, José María Heredia, primogénito del romanti-
cismo hispano, pág. 144.
4
Cf. J. MAÑACH, Heredia y el romanticismo, pág. 202. Mañach des-
taca estos tres temas fundamentales en Heredia; la historia, la naturaleza
y Dios. En una nota señala Mañach, sin afán de prioridades, que su ensayo
es anterior al librito de M. P. González, al mismo tiempo que elogia esta
última obra.
5
Aparte de las fallas apuntadas por Emir Rodríguez Monegal, el es-
tudio de M. P. González adolece de evidentes errores de información. (Cf.
Heredia y Rousseau, Heredia y el verso decasílabo). Sobre la métrica vol-
veré más adelante. Heredia no era rusoniano (ver su prosa). A comienzos
del siglo xIx no era necesario partir de Rousseau para reflejar el "senti-
miento de la naturaleza".
Menéndez y Pelayo fue, sin duda, el primero que habló, a propósito
de Heredia, de "aquella escuela sentimental, descriptiva y filantrópica [ q u e ] ,
derivada principalmente de la prosa de J. JACOBO R O S S E A U . . . " (Antología
de poetas hispanoamericanos, II, ed. de Madrid, 1927, pág. xvIII).
144 EMILIO CARILLA
6
Los sonetos no aparecen con fecha. Ahora bien, estos sonetos no fi-
guran en el manuscrito que tenía listo en 1820 (y que pensaba publicar
en México). Como se publicaron en la primera edición (la de 1825) hay
que creer fundadamente que fueron escritos entre 1820 y 1825.
Para la cronología general de las obras de Heredia contamos con el
buen libro de FRANCISCO GONZÁLEZ DEL VALLE, Cronología herediana (La
Habana, 1938), una de las pocas obras fundamentales escritas sobre el
poeta cubano.
LITERATURA HISPANOAMERICANA 145
7
Cf. TOMÁS NAVARRO, Métrica española, Syracuse, 1956, pág. 293.
8
Cf. PEDRO H E N R Í Q U E Z U R E Ñ A , La métrica de Heredia (en la Revista
de Filología Hispánica, de Buenos Aires, 1942, IV, n ú m . 2, págs. 171-172).
9
Es cierto que H E R E D I A tuvo cierta preferencia por el decasílabo dac-
tílico (Vuelta al sur, Himno al sol, A la estrella de Cuba, En la muerte de
Riego, Himno del desterrado), pero se trataba de un verso muy usado en-
tonces (siglo xvIII y comienzos del xIx) en España y en América. En Es-
paña, lo usaron Iriarte, Jovellanos, Cienfuegos, Lista y otros. En América
y antes de Heredia era verso utilizado frecuentemente en himnos nacionales,
marchas y canciones patrióticas. Cf. V I C E N T E L Ó P E Z Y PLANES, Himno Na-
cional Argentino; O L M E D O , Marcha (Por la patria, Fernando y las l e y e s . . . ) .
Marcha (De Junín y Ayacucho en los c a m p o s . . . ) . De la época es también
el Himno al 25 de Mayo, de FRANCISCO ACUÑA DE FIGUEROA (incluido en
El Parnaso Oriental, I ) .
10
146 EMILIO CARILLA
10
Publicado en El Iris, de México, 1826, núm. 4. Reproducido en Re-
visiones literarias, pág. 114.
11
HEREDIA, Ensayo sobre el carácter de J. J. Rousseau, su Julia y sus
Confesiones, en La miscelánea, de Tlalpán, 1832, pág. 33. Reproducido
en Revisiones literarias, págs. 200-201.
LITERATURA HISPANOAMERICANA 147
12
Ver FRANCISCO GONZÁLEZ DEL VALLE, Cronología herediana, ed. ci-
tada, pág. 329. Heredia escribió también un ensayo sobre Ducis. Se publicó
en la revista Miscelánea, de Tlalpán, 1830, II, núm. 6.
Los arreglos de Ducis constituyen un primer momento en la irradiación
de Shakespeare, tanto en Europa como en América. Claro que no era el
verdadero Shakespeare, sino uno transformado y a veces irreconocible. Pero
esa fue la vía de penetración en estas tierras, y HEREDIA es un ejemplo de
ese momento. (Ver mi estudio Shakespeare en la Argentina, en la revista
Humanitas, de Tucumán, 1965, XIII, núm. 18, págs. 50-58).
148 EMILIO CARILLA
13
En cambio, la denominación no resulta tan infiel en el caso de es-
critores como Melgar y, más bajo aún, de escritores como Gruesso y otros
posibles "precursores" defendidos, especialmente, por críticos compatriotas.
Por supuesto, no creo que convengan, ya en otro plano, replantear pro-
blemas de iniciación, y sustituir, por ejemplo, a Heredia por Melgar, por el
colombiano Gruesso, por nuestro, siquiera en parte, Miralla, o por el mis-
terioso y anónimo autor de la novela Jicotencal.
Un error de perspectiva (o de conocimiento) en que suele incurrirse,
es el de asignar valor capital a algún rasgo pasajero, aislado, o sin ninguna
repercusión. Además, el intencionado afán de señalar prioridades dentro de
más amplio ámbito (concretamente el ámbito hispánico) olvida a menudo
que en España (Cadalso, Meléndez Valdés, Quintana, Cienfuegos, Gallego,
LITERATURA HISPANOAMERICANA 149
etc.) ocurre lo mismo. O, con más exactitud, que algunos precedentes ame-
ricanos derivan de estos poetas españoles.. .
Volvamos a nombres americanos. De Melgar ya me he ocupado en su
oportunidad. En cuanto a JOSÉ MARÍA GRUESSO (con posterioridad a Mel-
g a r ) , es de rigor mencionar su Lamentación de Pubén, escrita (o fijada)
en 1822, donde hay rasgos del sentimiento de la naturaleza y donde apa-
rece por primera vez, en un texto hispanoamericano, la palabra "romántico":
¡Oh, bosquecillos de frondosos mayos,
románticos doquiera y hechiceros!
¡Sombras amables del jazmín silvestre
y de los altos robles corpulentos!
En donde el payanes, a quien Natura
dio un corazón sensible, dulce y tierno,
iba a gemir de humanidad los males
o pasear sus caros p e n s a m i e n t o s . . .
[1970]
III
ROMANTICISMO Y MODERNISMO
NOTA SOBRE LA LENGUA DE LOS ROMÁNTICOS
LA "LETRILLA".
1
Entre muchas composiciones suyas — graves y burlescas — figura una
Oda a la escarlatina (!). Pero no se trata de una obra cómica —como
pudiera creerse — sino de un canto plañidero, muy siglo xvIII y con remi-
niscencias bíblicas. También en verso escribió sobre las Reglas del mus...
Menéndez y Pelayo llegó a decir que "hacía versos sobre todas las cosas",
y algo de razón tenía.
2
Según uno de sus biógrafos, Un hombre de importancia, el juguete
cómico A la negrita Remedios y otra letrilla titulada A Juan Capote pueden
"figurar sin desdoro en las más cuidadas selecciones antológicas" de la
sátira (ver NELSON GARCÍA SERRATO, Francisco Acuña de Figueroa. Primer
poeta nacional, Montevideo, 1943, pág. 106). Cito el juicio, nada más.
LITERATURA HISPANOAMERICANA 155
3
En boca de Luz del Día habla ALBERDI — no sin ironía — del "ór-
gano de la prensa, que es la luz de los pueblos, la espada de la verdad..."
(Peregrinación de Luz del Día, en Obras completas, VII, Buenos Aires, 1887,
pág. 205).
4
De "progreso", "luces" y "socialista", ni qué hablar. (ECHEVERRÍA
difundió bastante el último nombre a través del Dogma).
SARMIENTO habla en el Facundo de "las clases artesana i proletaria de
la ciudad", y de las "masas cívicas" (ver ed. de La Plata, 1938, pág. 174;
156 EMILIO CARILLA
8
El vocablo francés apanage es sin duda muestra de esos vocablos que
alcanzan — p o r diversos m o t i v o s — momentánea repercusión universal. Li-
teralmente significa "dar el pan", o, simplemente, "nutrir". (Ver BLOCH y
WARTBURG, Dictionnaire étymologique de la langue franÇaise, París, 1950;
A. DAUZAT, Dictionnaire étymologique de la langue franÇaise, París, 1938).
En una prosa mechada intencionadamente de galicismos (aunque muchos
se le pegaba fácilmente), escribía SARMIENTO y marcaba aquí el galicismo:
"La lista civil, después de las dotaciones, apanages, para cada hijo,
para cada nietecito, se ha hecho acordar la corta de los b o s q u e s . . . " (Viajes,
I, ed. de Buenos Aires, 1922, pág. 188). Claro que tampoco cuesta encon-
trar allí el "comme il faut".
"Apanage" o "apanaje", de uso bastante frecuente en América durante
el siglo xIx, apenas si se utiliza hoy. H . BUSTOS DOMECQ (es decir, BORCES
y BIOY CASARES) ponen en boca de Gervasio Montenegro, infatuado bota-
rate, una serie de galicismos; entre ellos, este. (Ver Seis problemas para Don
Isidro Parodi, Buenos Aires, 1942, pág. 4 2 ) .
9
Parece que el vocablo "flibustier" — d e origen h o l a n d é s — llegó a
Francia a través del inglés (aquí con diversas formas). (Ver BLOCH y
WARTBURG, Dictionnaire étymologique).
SARMIENTO utiliza la forma filibustero, vale decir, la más corriente en
158 EMILIO CARILLA
SÁTIRAS Y LENGUA.
APENDICE
EL HOMBRE DE IMPORTANCIA
Letrilla satírica
No historia, ni poesía,
Ni ciencia estudies, Fabio;
Quien más charla ése es más sabio,
Lo demás es bobería:
En pomposa algarabía
Hable con gran petulancia;
Y ya es hombre de importancia.
Organo de la opinión
Llame a cualquier periodista
Con mucho de socialista,
Luces, progreso y fusión;
Carta, y no constitución,
Dirá al estilo de Francia;
Y ya es hombre de importancia.
160 EMILIO CARILLA
No se deje en el tintero
A la clase proletaria,
Con lo de acción trinitaria,
Receta y mes financiero;
Apanaje y flibustero,
Den a su asunto sustancia;
Y ya es hombre de importancia.
Retrógrado ha de decir,
Statu quo, y feudalismo;
Que el siglo marcha al cinismo,
Y que es nuestro el porvenir;
Sueño de oro ha de embutir,
Y talismán y elegancia;
Y ya es hombre de importancia.
Fracasar, cotización,
Casación y aprendizaje,
Masacre, ojivo y carruaje,
Adornen su locución;
Y en larga lucubración
Dé a luz una extravagancia;
Y ya es hombre de importancia.
Su diorama aplaudirá;
Y de un parque elogiará
La escultural elegancia;
Y ya es hombre de importancia.
Mutua solidaridad,
E impulso emancipatriz
Son voces que harán feliz
A una notabilidad;
Y en misteriosa ansiedad
Haga votos por la infancia;
Y ya es hombre de importancia.
La toaleta y el buró,
Lo de prosaica figura,
Y el llamar pastor a un cura,
Son de un hombre comm'il fó:
Dará quitanzas, mas no
Recibos, que es cosa rancia;
Y ya es hombre de importancia.
Instaure un comicio y dé
Garantías a las masas,
Con facultades escasas
Al que en la poltrona esté;
Y haga profesión de fe
Con moderna altisonancia;
Y ya es hombre de importancia.
[1960]
11
En MENÉNDEZ Y PELAYO, Antología de poetas hispanoamericanos, IV,
Madrid, 1928, págs. 390-393.
ALBERDI, ESCRITOR
INTRODUCCIÓN.
E n fin, p u e d e servir d e c o m p l e m e n t o ( p o r o t r a p a r t e ,
c e r c a n o a las p á g i n a s a n t e r i o r e s ) un p á r r a f o de 1879, q u e per-
tenece a u n a carta dirigida a A r t u r o Reynal O ' C o n n o r .
1
ALBERDI, Mi vida privada (en Escritos póstumos, XV, Buenos Aires,
1900, págs. 295 y 309). Entre las "lecturas favoritas" que Alberdi menciona
forman abrumadora mayoría los autores franceses. De los españoles sólo
menciona a Martínez de la Rosa, Donoso Cortés y Capmany. Curiosamente,
no cita a Larra, el escritor español que más influencia ejerció en su obra,
y sin restringirlo a lo literario.
En su semblanza de Juan María Gutiérrez (de 1878), Alberdi varía
(unilateralmente) la influencia de J. M. Gutiérrez en su pensamiento. Con-
cretamente, le concede también más importancia que la que vemos en Mi
vida privada. (Ver ALBERDI, Juan María Gutiérrez, en La Biblioteca, de
Buenos Aires, 1897, III, pág. 171).
2
ALBERDI, carta a Arturo Reynal O'Connor, fechada en París, el 1º
de abril de 1879. (Citada por JORGE M. MAYER, Alberdi y su tiempo,
Buenos Aires, 1963, pág. 95). Recordemos, en fin, que sobre los poetas y
su papel político en Hispanoamérica escribió, especialmente después de 1852,
reiteradas palabras de condena. (Ver Peregrinación de Luz del Día, en
Obras completas, VII, Buenos Aires, 1887, pág. 353; Escritos póstumos,
VII, Buenos Aires, 1898, pág. 514; y VIII, id., 73-74).
LITERATURA HISPANOAMERICANA 165
3
Así, sin salir de la esfera filosófica, puede ya cuestionarse lo que
llama "invencible afición por los estudios metafísicos.. .". En 1838, en su
polémica con Salvador Ruano, decía:
"La filosofía es para la política, para la moral, para la industria, para
la historia, y si no es para todo esto, es una ciencia pueril y fastidiosa...".
(Ver El Nacional, de Montevideo, núm. 30, 19 de diciembre de 1838).
Y en 1842, al esbozar ideas de un curso sobre Filosofía contemporánea, es
indudable que cuando habla de filosofía está pensando en direcciones prác-
ticas. O, con sus palabras, no tanto en la filosofía especulativa o filosofía
en sí, como en la filosofía "positiva y real", "aplicada a los intereses socia-
les, políticos, religiosos y morales de estos países". Especialmente, "la so-
ciabilidad y la política", con el ejemplo de Lerminier, Tocqueville, Jouffroy,
Lamennais, etc. (Ver ALBERDI, Ideas para presidir a la confección del curso
de filosofía contemporánea en el Colegio de Humanidades de Montevideo
(1842), en Escritos póstumos, XV, ed. citada, págs. 603-619).
166 EMILIO CARILLA
LA OBRA LITERARIA.
4
El curso de filosofía contemporánea en el Colegio de Humanidades
de Montevideo (curso al que ya me referí) incluía también, en su amplio
concepto de la filosofía, la literatura. Más exactamente, incluía en su "fi-
losofía aplicada" a la "política constitucional y financiera", "las costumbres
y usos cuya manifestación más alta es la literatura", la moral y religión,
y la historia. (Ver Escritos póstumos, XV, ed. citada, págs. 611-612).
LITERATURA HISPANOAMERICANA 167
5
Una vez más recordemos a SARMIENTO y lo que, dentro de su obra,
significan el Facundo, los Viajes y Recuerdos de Provincia, vale decir, obras
anteriores a 1852. Ninguna obra posterior de Sarmiento equivale a las tres
citadas, con la particularidad de que el Facundo se sigue proyectando (edi-
ciones, polémicas, punto de enlace) hasta el final de su vida. (Ver mi libro
Lengua y estilo en Sarmiento, La Plata, 1961).
6
En líneas muy esquemáticas escribió M E N É N D E Z Y PELAYO: " D . J.
B. Alberdi, que empezó escribiendo artículos de costumbres a imitación de
Larra, con el seudónimo de "Figarillo", y abandonó luego los floridos sen-
deros de la literatura [en nota, sólo agrega El Edén] para dedicarse a las
ciencias jurídicas, especialmente al derecho político y al internacional, en
que llega a ser eminente por la fuerza analítica y el vigor de su pensa-
m i e n t o . . . " (Antología de poetas hispanoamericanos, IV, ed. de Madrid,
1928, pág. CLXXIV).
Como vemos, no es del todo exacta la separación que establece Me-
néndez y Pelayo, aparte de que la literatura en Alberdi abarca, aun en la
primera época, otros títulos de alguna importancia. Es cierto que Menéndez
y Pelayo hace la historia de la poesía, pero — como bien sabemos — no
se reduce a ella.
170 EMILIO CARILLA
7
Cf. JORGE M. MAYER, Alberdi y su tiempo, págs. 95 y 97.
LITERATURA HISPANOAMERICANA 171
VIAJES. MEMORIAS.
8
"¡Qué nuevo es para el americano del Sud el espectáculo de una
capital europea! Pero qué viejo el repetir esta frase que nada dice al que
no contempla los objetos. ¿No sería útil y agradable, para el lector ameri-
cano, el encontrar un libro que contuviese la espresión ingenua y cando-
rosa de las impresiones que esperimenta el que por primera vez visita uno
de estos pueblos? Yo creo que sí; y algo de esto me atrevo a ensayar, aun-
que la tentativa me cueste un poco de mi crédito de hombre frío, ante
los ojos de las gentes de juicio y de mundo... (ALBERDI, Veinte días en
Génova, en Obras completas, II, Buenos Aires, 1886, pág. 220).
Y un comentario, en una carta a Félix Frías: " . . . V a Ud. a Europa
en una de esas épocas en que se ve y aprende más en un mes que no
LITERATURA HISPANOAMERICANA 173
9
Ver ALBERDI, Obras completas, II, págs. 153-213.
10
Ver ALBERDI, Obras completas, II, págs. 343-385.
11
Cf. ALBERDI, Escritos póstumos, XV, págs. 261-312. Por lo que nos
dice en la Introducción, se trata de la primera parte de una obra proyec-
tada en cuatro, de acuerdo a los lugares fundamentales de residencia. Las
otras tres se iban a centrar en el Uruguay, Chile y Europa (ver pág. 262).
LITERATURA HISPANOAMERICANA 175
12
Como es fácil comprender, el epistolario de Alberdi se ha ido cono-
ciendo después de su muerte. Los Escritos póstumos publicaron unas pocas
cartas (ver XIV y XV, Buenos Aires, 1900). Una importante colección es
la recogida en las Cartas inéditas a Juan María Gutiérrez y Félix Frías,
publicadas por JORGE M. MAYER y ERNESTO A. MARTÍNEZ, Buenos Aires,
1953. Por último el libro de JORGE M. MAYER (Alberdi y su tiempo, Buenos
Aires, 1963) utiliza un considerable material inédito, dentro de este sector.
13
Cf.: " ¡ U d . es un coqueto de primera clase, Frías! ¿Cómo dice Ud.
que no tiene estilo? ¡Diablo! hay relámpagos de fuego y ráfagas de aroma
en el curso de estas páginas, que le hacen a uno creer que asiste al alba
de un bello día en el P a r a n á . . .
En fin, Frías, Ud. me ha agobiado: ha puesto corona tan gorda y
frondosa de laureles en mi frente de vasquito, que no sé cómo pararme ante
el público, para darle gracias en estilo c o r r e s p o n d i e n t e . . . " (Carta a Félix
176 EMILIO CARILLA
14
Cf. PAUL VERDEVOYE, Domingo Faustino Sarmiento, éducateur et pu-
bliciste (entre 1830 et 1852), París, 1963, págs. 479-492.
12
178 EMILIO CARILLA
15
JOSÉ A. ORÍA, en su edición, los dispone precisamente asi: 1) Ar-
tículos de costumbres; 2) Artículos políticos; 3) Crítica literaria y musical.
(Este último, claro está, como exclusividad de Alberdi). Ver JUAN B. ALBERDI
("Figarillo"), Escritos satíricos y de critica literaria, Buenos Aires, 1945.
LITERATURA HISPANOAMERICANA 179
16
ALBERDI, Escritos satíricos..., pág. 116.
17
ALBERDI, Escritos satíricos..., págs. 36-37. Curiosamente, Alberdi
siempre recordó al personaje popular con el poco eufónico nombre de "Pedro
Grullo" (ver, también, Peregrinación de Luz del Día, en Obras completas,
VII, 1887, pág. 342). Sospechamos que el nombre "Pero" le parecía a Al-
berdi arcaizante o demasiado castizo. De ahí su "traducción"... O, en fin,
que recordara un chiste de Quevedo: "Yo soy Pedro, no Pero Grullo, que
quitándome una d en el nombre, me hacéis el santo, fruta... (El sueño
de la muerte). Sin embargo, no parece factible esta explicación.
180 EMILIO CARILLA
18
Cf.: "Palabras de derecho, palabras del revés, palabras simples, pa-
labras dobles, palabras contrahechas, palabras mudas, palabras elocuentes,
palabras monstruos. Es el mundo. Donde veas un hombre, acostúmbrate a
no ver más que una palabra. No hay otra cosa. No precisamente a palabra
por barba, tampoco. Despacio... (LARRA, Obras completas, III, Barcelona,
1886, pág. 453).
19
ALBERDI, Cartas sobre la prensa..., en Obras completas, IV, Buenos
Aires, 1886, pág. 118.
20
Sobre Montesquieu y algunas curiosas derivaciones, ver mi artículo,
Alberdi y Marco Avellaneda (en Humanitas, de Tucumán, 1957, núm. 8,
págs. 38-39).
Sobre Tocqueville y su repercusión en Hispanoamérica, hay un ma-
terial muy rico, en gran parte por reunir. Alberdi y Sarmiento sintieron
notoria adhesión por su obra famosa —De las democracias en América—
y lo reiteraron con frecuencia. (Sobre Sarmiento y Tocqueville digo algo en
El Embajador Sarmiento (Rosario, 1962) y en Lengua y estilo en Sarmiento
(La Plata, 1964).
Sobre Lerminier y Alberdi hay testimonios recogidos, en razón a lo
evidente del influjo (que Alberdi nunca ocultó). Ver entre otros estudios,
RICARDO SÁENZ HAYES, Juan Bautista Alberdi (en R. A. ARRIETA (Dir.), His-
toria de la literatura argentina, II, Buenos Aires, 1958, págs. 331-336).
Recientemente, el profesor Francisco E. Marcianó ha procurado mostrar
la repercusión de Vico en Alberdi, ya sea en forma directa, ya sea a través
LITERATURA HISPANOAMERICANA 181
aclaro que vio bien Estrada cuando la llamaba "novela" ("Todos hemos
leído la novela y todos hemos admirado su colorido. . ." (etc.). Ver J. M.
ESTRADA, Examen crítico, en la Revista del Rio de la Plata, de Buenos Aires,
1875, XI, pág. 87).
23
Una acotación, al pasar: el Quijote y el Gil Blas figuraban en la re-
ducida biblioteca del padre de Alberdi. (Ver MANUEL LIZONDO BORDA, Al-
berdi y Tucumán, Tucumán, 1960, pág. 150). Y un dato algo más valioso:
veo el germen de Peregrinación de Luz del Día en una carta de Alberdi a
Juan María Gutiérrez (fechada en París, el 18 de diciembre de 1858), con
la diferencia de que allí el personaje es Juan Carlos Gómez (si bien también
menciona a Sarmiento) y con la distancia que va de unos comprimidos
párrafos a un desarrollo pormenorizado y nutrido en otras lecturas y co-
mentarios. (Ver ALBERDI, Cartas inéditas..., págs. 140-141; ver, además,
págs. 204-205). Por su parte, algo nos anticipan el bosquejo titulado Los
gigantes de los Andes (ver Escritos póstumos, XII, Buenos Aires, 1900, págs.
517-518) y, sobre todo, las numerosas identificaciones entre Sarmiento y
Tartufo recogidas en los Escritos póstumos (X, Buenos Aires, 1899, págs.
59 y 639; XI, Buenos Aires, 1900, págs. 518, 519, 536, 556-557, 581,
etc....).
24
Entre los personajes que coloca en la obra, Tartufo predomina en
la primera parte (ver también Basilio y Gil Blas); Don Quijote y Sancho,
LITERATURA HISPANOAMERICANA 185
27
Cf. CARLOS MARÍA ONETTI, Alberdi escritor (en la revista Sur, de
Buenos Aires, 1943, núm. 107, pág. 44).
LITERATURA HISPANOAMERICANA 187
28
Ver ALBERDI, Cartas sobre la prensa y la política militante de la Re-
pública Argentina (en Obras completas, IV, Buenos Aires, 1886, págs. 108
y 80).
29
Ver ALBERDI, Cartas sobre la prensa... ed. cit., pág. 75.
30
ALBERDI, Palabras de un ausente (en Obras completas, VII, Buenos
Aires, 1887, págs. 137, 139, 143, 168).
188 EMILIO CARILLA
"Con tal que ningún buque fondee sin pagar derechos de puerto, de
anclaje, de faro; que ninguna mercadería entre o salga sin pagar
derecho a la aduana; que nadie abra casa de trato sin pagar derecho
de peaje; que ningún documento de crédito se firme sin el papel
sellado, que ningún comerciante se mueva sin pasaporte, ni ninguna
mercadería sin guía, competentemente pagados al fisco; fuera de éstas
y otras limitaciones, el comercio es completamente libre, como dice
la Constitución 3 1 .
C O N C L U S I Ó N : A L B E R D I , ESCRITOR.
31
Cf. AI.BERDI, Bases y puntos de partida para la organización política
de la República Argentina, cd. de Buenos Aires, 1960, págs. 64-65.
32
ALBERDI, Evolución de la lengua castellana [1876] (en Escritos pós-
tumos, VI, Buenos Aires, 1898, pág. 210).
190 EMILIO CARILLA
33
Sobre sus frecuentes alusiones al "arte social", al "arte socialista",
etc., cf. mi estudio Alberdi: un arte social (en la revista Universidad, de
Santa Fe, 1960, núm. 44, págs. 147-156). En Alberdi se conjugan, espe-
cialmente, la noción del arte como expresión de la sociedad (De Bonald,
Mme. de Staël) y el concepto del "arte utilitario", o "vocación social del
poeta" (Víctor Hugo, Béranger, Larra, los sansimonianos, etc.).
34
Por no tener en cuenta conceptos de Alberdi (que no son, por otra
parte, originales de Alberdi, sino que pertenecen a un sector extendido en
su época) y por limitar exageradamente el contenido de lo literario, resulta
falso el punto de partida de Onetti cuando señala: "Alberdi no fue un
LITERATURA HISPANOAMERICANA 191
36
Esto, claro está, al margen del relativo valor que Alberdi atribuye
al Facundo. Además, cuando Alberdi rompió abiertamente con Sarmiento,
no le concedía tampoco mayor difusión a sus obras, según revela una
Carta quillotana inédita: "Para contestar sus escritos — d i c e — que nadie
lee, que nadie busca, ni estorba, y que se imprimen a expensas de sus
amigos y c o l a b o r a d o r e s . . . " (Escritos póstumos, XII, Buenos Aires, 1900,
pág. 3 6 1 ) .
Pero después, aunque Alberdi glosara irónicamente las palabras del
propio Sarmiento, acerca del éxito (y ediciones) del Facundo, no le queda
otro recurso, aquí, que reconocer lo evidente: "Más político y social que
literario — d i c e — , ese libro se encierra en esta idea: que las campañas ar-
gentinas representan la barbarie y las ciudades la civilización; y esa idea
encarnada en el autor, confirmada en él por el éxito de su libro y elevada
con el autor al gobierno del país, ha traído el régimen cuyas consecuencias
se tocan hoy d í a . . . " ( A L B E R D I , Palabras de un ausente, en Obras com-
pletas, VII, Buenos Aires, 1887, pág. 161).
"Que los escritos y los escritores, que sus ideas o las que ellos se
apropian y difunden tienen gran influjo en la dirección social y política,
lo prueba el hecho del libro de Sarmiento que acabo de citar". ( A L B E R D I ,
De la democracia en Sud-América, proyecto de obra, notas de 1870, en
Escritos póstumos, VII, Buenos Aires, 1898, pág. 5 2 6 ) .
Miremos la otra cara, aquí determinada, dentro de las obras de Alberdi,
por aquella obra suya que alcanzó mayor difusión: las Bases. Como es sa-
bido, una primera edición del libro (Valparaíso, mayo de 1852) se agotó
rápidamente. La segunda edición, "corregida, aumentada con muchos pá-
rrafos y un proyecto de Constitución, concebida según las bases propuestas
por el autor", salió poco después (Valparaíso, julio de 1852). Y Alberdi no
oculta su alegría, tal como la revela este párrafo de una carta a Félix Frías:
" ¿ H a recibido Ud. mi libro? Ha tenido un éxito completo. A los veinte
días se ha sentido la necesidad de una segunda edición, que se hace a gran
prisa. Irá tan aumentada que el libro será como nuevo. Le acompaña un
proyecto de constitución, según las Bases..." ( A L B E R D I , carta a F. Frías,
fechada en Valparaíso, el 15 de julio de 1852. Ver Cartas inéditas, . . , pág.
258; cf., también, págs. 259 y 2 6 2 ) .
LITERATURA HISPANOAMERICANA 193
13
194 EMILIO CARILLA
37
"Pero sepan que los gigantes de la patria no son los gigantes de la
retórica", escribió en 1838. (Ver La generación presente a la jaz de la ge-
neración pasada, en El Iniciador, de Montevideo, 15 de julio de 1838).
En unas notas de 1873, ALBERDI identifica literatura con "retórica e
LITERATURA HISPANOAMERICANA 195
40
Pienso, sobre todo (y una vez más) en Montesquieu, Tocqueville,
Lerminier...
41
Injustamente, no menciona FERRATER MORA a Alberdi en el artículo
sobre Filosofía americana de su Diccionario de filosofía (por lo menos, en
la tercera edición, Buenos Aires, 1951, que es la que tengo a mano), aunque
señala que "una historia de la filosofía americana no podrá prescindir tam-
poco de su literatura y aun de su acción educativa". Y menciona aquí a
"Bello, Sarmiento, Hostos, Martí, Rodó, Montalvo, e t c . . . " . Claro que Al-
berdi cabe en el "etc.", si bien tiene méritos de sobra como para figurar
en primer término.
198 EMILIO CARILLA
42
Y, algo inusitado: ¡Alberdi es uno de los escasísimos ejemplos de
"laísmo" que encontramos en su tiempo entre los escritores rioplatenses!
(Ver Fragmento preliminar al estudio del Derecho, notas, Buenos Aires,
1837, pág. 133; Peregrinación de Luz del Día, en Obras completas, VII,
pág. 179). Ver, también, ejemplos en Sarmiento.
43
Cf. Literatura española (en La moda, de Buenos Aires, 23 de di-
ciembre de 1837).
200 EMILIO CARILLA
[1972]
FUENTES LITERARIAS DE RICARDO PALMA
INTRODUCCIÓN.
1
ANÍBAL BOZZOLA, Casanova illuminista, Módena, 1956, pág. 151.
LITERATURA HISPANOAMERICANA 205
2
Cf.: a) Jacques CASANOVA DE SEINGALT, Mémoires, écrits par lui-
même. Edition origínale (12 tomos, Leipsick F. A. Brockhaus, París, 1826
— Bruselas, 1838); Id., nouvelle édition, collationnée sur l'édition origínale de
Leipsick (8 tomos, Garnier Fréres, Paris, 1910); b) Mémoires (4 tomos,
Paulin, Libraire-Editeur, París, 1843).
206 EMILIO CARILLA
CASANOVA EN ESPAÑA.
3
Recordemos un juicio — e x a c t o — de RICARDO BAEZA:
[Las Memorias] " . . . c u y a prodigiosa riqueza anecdótica ha sido con
frecuencia puesta a contribución. Realmente, pocos libros, por no decir nin-
guno, podrán ofrecer al cuentista y el comediógrafo tan inagotable y pre-
cioso filón de materia prima". (R. BAEZA, El Caballero Casanova, en la
Revista de Occidente, Madrid, 1923, II n ú m . VI, pág. 3 8 0 ) .
4
Cf. LUIGI FOSCOLO BENEDETTO, Arrigo Beyle Milanese, Florencia, 1942,
págs. 239, 276, 313-314, 362, 379, 380, 417, 465, 564 y 687.
5
Cf. EDOUARD MAYNIAL, Casanova et son temps, París, 1910, págs.
223 y 235.
6
Cf. R E N É DUMESNIL, Guy de Maupassant, París, 1933, pág. 127. No
siempre las citas de los escritores indican sus fuentes. Y este puede ser
uno de esos casos.
7
J. BARBEY D'AUREVILLY, Les diaboliques, ver. ed. de París, 1934.
LITERATURA HISPANOAMERICANA 207
8
Las Memorias de Casanova y, sobre todo, sus andanzas por España,
encontraron un buen comentarista en Ricardo Baeza. Ver El Caballero Ca-
sanova (en la Revista de Occidente, de Madrid, 1923, II, núm. VI, págs.
364-390); Casanova en España (Id., 1924, III, núm. VIII, págs. 214-240;
y núm. X, págs. 86-113). Opino —como Baeza— que el tema, singular-
mente atractivo, da para mucho. En lo que se refiere a derivaciones lite-
rarias dentro del ámbito hispánico, la mención de la crítica no ha pasado
más allá de la repetida relación Casanova-Valle Inclán. Agrego, al pasar, los
nombres de Pío Baroja y Jacinto Grau. Sin ofrecer muchos ejemplos para-
lelos en importancia, hay algo más. Por lo pronto es lo que aspiro a mos-
trar en este estudio.
9
Cf. CASANOVA, Mémoires, ver ed. de Bruselas, 1838, tomos X y XI;
ed. de París, 1910, tomo VII; ed. de París, 1843, tomo IV.
A propósito de España, recordemos que hay una traducción española
de J. B. E. (¿Estévanez?), 6 tomos, París, 1884 (Garnier), traducción
sobre la que volveré en el Apéndice II.
10
JACQUES CASANOVA DE SEINCALT, Mémoires, écrits par lui-même. "Edi-
tion origínale, la seule complete" (4 tomos, Paulin, Libraire-Editeur, París,
1843).
208 EMILIO CARILLA
11
Cf. CASANOVA, Mémoires, IV, ed. Paulín, pág. 384.
Notemos en este atractivo comienzo dos particularidades dignas de sub-
rayarse en las Memorias: Por una parte, evita el nombre propio porque
considera que "quizás el señor vive todavía" (particularidad que elogiaba
y hacía suya Barbey d'Aurevilly en el prólogo de Les diaboliques). Y por
otra parte, ese llamar de Casanova a la imaginación. No cabe duda de que,
fuera de esta declarada y muy humana elaboración psicológica, la imagina-
ción tiene algún peso en Casanova, o, mejor dicho, en sus Memorias, sin
que neguemos, por esto, autenticidad a la mayor parte de sus aventuras.
En última instancia, este carácter es lo que lo lleva a evitar nombres, con
esa salvaguardia. Escrúpulos que, sabemos, no siempre tiene.
LITERATURA HISPANOAMERICANA 209
12
CASANOVA, Mémoires, IV, pág. 387.
13
CASANOVA, Mémoires, IV, pág. 388.
14
210 EMILIO CARILLA
EMILIO ZOLA
14
CASANOVA, Mémoires, IV, pág. 397.
15
Cf. EDOUARD MAYNIAL, Casanova et son temps, Paris, 1910, pág. 257.
Posteriormente, cuando junto con Raoul Vèze escribió La fin d'un aven-
turier, Casanova, après les "Mémoires" (París, 1952), sí, aclara: "Nous
devons á ccs dernières pages une des plus belles nouvelles de Zola, Pour
une nuit d'amour" (pág. 278). Ver, también, S. GUY ENDORE, Casanova,
Nueva York, 1929, pág. 259.
16
Hay una curiosa errata de fecha. La primera edición lleva el año
1883, pero según ANTOINE LAPORTE (Entile Zola, París, 1894, págs. 252-253)
LITERATURA HISPANOAMERICANA 211
fue editada y reimpresa ya en 1882. Parte de las "nouvelles" (en total, son
seis) se habían publicado antes. Pour une nuit d'amour apareció por pri-
mera vez en este volumen.
Según MAURICE LE BLOND, Pour une nuit d'amour apareció en edición
original en la colección de "nouvelles" titulada "Le Capitaine Burle (Char-
pentier, 1884). Pero se trata de una evidente errata, puesto que en la pá-
gina anterior había citado "Le Capitaine Burle (Charpentier, 1882)". Ver
notas a EMILIO ZOLA, Contes et nouvelles, II, París, 1928, págs. 658 y 659.
17
Ver. E. ZOLA, Le Capitaine Burle, ed. de París, 1885, pág. 125. Ci-
taré por esta edición.
18
Cf. E. ZOLA, Nouveaux contes à Ninon, ed. de París, 1889, págs.
225-306.
212 EMILIO CARILLA
19
E. ZOLA, Pour une nuit d'amour, pág. 153.
LITERATURA HISPANOAMERICANA 213
RICARDO PALMA
20
E. ZOLA, Pour une nuit d'amour, pág. 188.
21
Cf. RICARDO PALMA, Perú. Tradiciones. Tercera Serie, Lima, Be-
nito Gil editor, 1875, págs. 145-157.
22
Cf. RICARDO PALMA, Tradiciones. Segunda Serie, Lima. Editor Car-
los Prince, 1883, págs. 102-107. Esta es la versión que, salvo la quita de
dos coplas y la corrección de algunas erratas, se ha repetido en las ediciones
posteriores. (Ver R. PALMA, Tradiciones peruanas, I, Madrid, s. a. [Edición
Oficial], págs. 287 y 292; Id., Tradiciones peruanas completas, Madrid,
1953, págs. 725 y 729).
214 EMILIO CARILLA
25
R. PALMA, La gatita de Mari-Ramos, pág. 157.
LITERATURA HISPANOAMERICANA 217
20
R. PALMA, Ropa apelillada ("Octava... serie de tradiciones"), Lima,
1891, Editor Carlos Prince, pág. 21.
Es muy posible que la presencia de Casanova se manifieste con claridad
en una serie de tradiciones, inéditas por su "color", de las que hace años
nos hablaba Edith Palma, y que sin duda son las mismas que vio hace
poco Enrique Anderson Imbert en la Biblioteca de Duke University. (Ver
E. ANDERSON IMBERT, La procacidad de Ricardo Palma, en Los grandes li-
bros de Occidente, México, 1957, págs. 90-97).
"Lo único que permanece inédito en la obra de Palma —dice C. Miró —
es la pequeña serie de sus Tradiciones en salsa verde, licencia que el gran
escritor se ha permitido, como los clásicos, como Rabelais y Boccaccio, donde
la "volteriana sonrisa" se hace más directa. En las Tradiciones en salsa verde
está la manera en que Palma hubiera querido escribir toda su o b r a . . . " (C.
Miró, Ricardo Palma, Buenos Aires, 1953, pág. 19). Naturalmente, la últi-
ma afirmación corre por cuenta exclusiva del crítico, y no sé en qué se
apoya para una aseveración tan concluyente.
218 EMILIO CARILLA
27
Cf. RICARDO PALMA, La Monja de la llave [y otras tradiciones], Méxi-
co, 1940, págs. 137-152; Id., Flor de tradiciones, México, 1943, págs. 194-
208; Id., Tradiciones peruanas. Buenos Aires, 1946 [Ed. Jackson], págs.
267-280.
220 EMILIO CARILLA
APÉNDICE I.
RICARDO PALMA
II
III
15
226 EMILIO CARILLA
IV
VI
APÉNDICE II.
[1967]
ETOPEYA DE JOSÉ MARTÍ
INTRODUCCIÓN
PERFIL MORAL.
AMOR A LA PATRIA.
3
Puede verse, como buen ejemplo, el itinerario biográfico elaborado
por FÉLIX LIZASO, distinguido martiano (ver Martí, místico del deber, ed.
de Buenos Aires, 1940, apéndice; y ahora en el folleto Camino de Martí,
De Paula 102 al Campo de Dos Ríos, ed. de La Habana, 1953).
4
JOSÉ MARTÍ, Patria e Independencia, en Obras completas, I, La Ha-
bana, 1946, pág. 411. Todas las referencias que se hagan a las Obras com-
pletas de Martí corresponden a los dos volúmenes ordenados por ISIDRO
MÉNDEZ y publicados por la Editorial Lex en La Habana, 1946.
5
Carta a Gonzalo de Quesada, fechada en Montecristi, 1º de abril de
1895. En Obras completas, I, pág. 5.
LITERATURA HISPANOAMERICANA 239
Y en líneas de su prosa:
6
NÉSTOR PONCE DE LEÓN, en Versos varios (Obras completas, II, pág.
1486).
7
El manifiesto lo firman Martí y Máximo Gómez, pero fue redactado
por Martí. (Ver Obras completas, I, pág. 241). En otra página anterior:
"Jamás echaremos de nuestro lado, antes llamaremos con la voz hon-
rada y los brazos de par en par abiertos, al hijo de España que nos ayuda
a reedificar el pueblo que sus compatriotas destruyen..." (Discurso
— 1888 ,— en Obras completas, I, pág. 367).
240 EMILIO CARILLA
9
MARTÍ, Versos sencillos, en Obras completas, II, pág. 1362.
10
MARTÍ, YO soy un hombre sincero..., en Versos sencillos (Obras
completas, II, pág. 1351).
11
MARTÍ, Versos sencillos, en Obras completas, II, pág. 1361.
16
242 EMILIO CARILLA
12
MARTÍ, Escenas mexicanas, en Obras completas, II, pág. 781.
13
MARTÍ, Obras completas, II, pág. 1817.
14
OCTAVIO R. COSTA, El sentimiento de la amistad en José Martí, en
Archivo José Marti, núm. 12, La Habana, 1948, pág. 167.
LITERATURA HISPANOAMERICANA 243
15
MARTÍ, carta de Fernando Figueredo —1892—. En Obras com
pletas, II, pág. 1817.
244 EMILIO CARILLA
E S P Í R I T U DE JUSTICIA.
16
MARTÍ, Notas en cuadernos de trabajos, en Obras completas, II,
pág. 1670.
17
MARTÍ, Retorno a Cuba, en Obras completas, II, pág. 1797.
LITERATURA HISPANOAMERICANA 245
18
Cit. por ISIDRO MÉNDEZ, José Martí, pág. 56.
246 EMILIO CARILLA
19
Fechada en Caracas, 27 de julio de 1881. En Obras completas, II,
pág. 442.
20
MARTÍ, Obras completas, I, pág. 487.
LITERATURA HISPANOAMERICANA 247
21
MARTÍ, Obras completas, I, pág. 487.
22
MARTÍ, Nuestra América, en Obras completas, II, pág. 343. En otra
página de ese año escribe: "O se hace andar al indio o su peso impedirá
la marcha" (Id., pág. 336). Sobre el primer pensamiento trazó PEDRO DE
ALBA un breve estudio titulado Marti, amigo del indio (ver Archivo José
Marti, núm. 4, La Habana, 1942, págs. 150-154).
248 EMILIO CARILLA
23
Cit. por ISIDRO MÉNDEZ, José Martí, pág. 91.
24
JOSÉ MARTÍ, Escenas norteamericanas — 1 8 8 3 — , en Obras completas,
I, pág. 1516.
25
Cf. ANDRÉS IDUARTE, Marti, escritor, México, 1944, págs. 318-322.
LITERATURA HISPANOAMERICANA 249
HUMILDAD.
26
ANTONIO MARTÍNEZ BELLO, Ideas sociales y económicas de José Marti,
La Habana, 1940.
250 EMILIO CARILLA
didas corrientes, y que por eso abulta en los que, como Martí,
pudieron no ser humildes sin ser, así, injustos.
Pero en la admirable tela moral de Martí la humildad
es hilo que encaja armónicamente. Por una parte se da en él
el claro convencimiento de la labor que realiza; y, por otra,
la justa dimensión que esa labor tiene en altos metros:
Yo alzaré el mundo —escribió—. Pero mi único deseo sería
pegarme allí, al último tronco, el último peleador: morir callado 27 .
27
MARTÍ, carta a Federico Henríquez y Carvajal — 1895 —, conocida
con el nombre de "Testamento político de Martí". Está fechada en Mon-
tecristi, el 25 de marzo de 1895. Vale decir, a menos de dos meses, de su
muerte. En Obras completas, I, pág. 249.
28
MARTÍ, Nuestra América, en Obras completas, II, pág. 220.
LITERATURA HISPANOAMERICANA 251
ser aún más pobre. Así lo vemos cuando exalta, en los pre-
parativos revolucionarios, los aportes, pequeños pero sim-
bólicos, que los cubanos más pobres ofrecen. Y ya estamos
lejos, con Martí, de las frías moralejas escolares.
Martí —mejor que nadie— puede hablar de la pobreza
digna, no sólo porque toda su vida fue pobreza, sino también
porque dedicó todo lo que tenía a la causa que tanto amó.
Cuando el momento culminante se aproxima, piensa Martí
en la importancia capital del dinero para la obra revolucio-
naria.
Unicamente aquí —repito— aparece en él la mención,
la reiteración en lo que el dinero significa para allanar com-
pras y equipos, expediciones y barcos... Y con esto, se está
del otro lado en la pobreza.
PÁRRAFOS FINALES.
29
Marco Aurelio figura entre las lecturas predilectas de Martí, ("Se
dice que leía siempre a Marco Aurelio", acota ANDRÉS IDUARTE, Martí, escri-
tor, pág. 305).
30
Cf., MIGUEL JORRÍN, Martí y la filosofía, en Vida y pensamiento de
Martí, vol. 1, La Habana, 1942, pág. 67; MANUEL PEDRO GONZÁLEZ, Fuen-
tes para el estudio de José Martí, pág. 25. Por mi parte, al hablar de sene-
quismo no me encierro en una ceñida caracterización española o hispánica,
ni hago hincapié en conexiones estoico-cristianas, harto discutibles (más
aún en los próceres americanos). Simplemente, reparo en algo tan funda-
mental dentro de la doctrina estoica, como es la base ética, y en aproxi-
maciones evidentes.
LITERATURA HISPANOAMERICANA 253
31
MARTÍ, Obras completas, I, pág. 4. Ver además, Obras completas,
II, págs. 382 y 438.
32
MARTÍ, Buenos y malos americanos, en Nuestra América (Obras com-
pletas, II, págs. 117 y 118.
Curioso: a pesar de esta presencia de San Martín — presencia y afini-
dad — hay críticos que al ocuparse de Martí y tender hacia cotejos más
254 EMILIO CARILLA
[1953]
33
MARTÍ, carta fechada en Nueva York, 1880. En Obras completas,
II, pág. 1804.
IV
SIGLO XX
17
LA REVISTA DE LUGONES
1
Me refiero a publicaciones periódicas dirigidas, exclusivamente, por
Lugones. Antes, en 1897, Lugones había dirigido, junto a José Ingenieros,
el periódico quincenal La Montaña, de carácter político. Aparecieron doce
números, entre el lº de abril y el 15 de setiembre (cf. MIGUEL LERMON,
Contribución a la bibliografía de Leopoldo Lugones: su obra impresa hasta
1900, en el Boletín de la Academia Argentina de Letras, de Buenos Aires,
t. XXV, núm. 98, 1960, págs. 519-522). No puedo precisar bien la inter-
vención de Lugones en el periódico Pensamiento libre, de Córdoba (1893).
260 EMILIO CARILLA
2
LEOPOLDO LUGONES (hijo), Mi padre, Buenos Aires, 1949, pág. 236.
3
Ob. cit., pág. 241.
LITERATURA HISPANOAMERICANA 261
EL NOMBRE
4
Ver N É L I D A SALVADOR, Revistas literarias argentinas (1893-1940), en
Bibliografía Argentina de Artes y Letras, Buenos Aires, n ú m . 9, 1961, págs.
61-62; H. R. LAFLEUR, S. D. PROVENZANO y F. P. ALONSO, Las revistas
literarias argentinas (1893-1960), Buenos Aires, 1962, pág. 54.
262 EMILIO CARILLA
EL PROGRAMA
5
Cf. mi estudio titulado Americanismo literario (en el Boletín de Fi-
lología de Santiago de Chile, t. XV, 1963, págs. 263-264). Ver allí ejemplos
de Alberdi, Juan María Gutiérrez y Juan León Mera. Cf., en relación a la
Argentina, atinadas observaciones de THOMAS Mc GANN (Argentine, The
United States and the Inter-American System (¡880-1914); ver trad. de
G. O. Tjarks, Buenos Aires, 1960, pág. 94).
LITERATURA HISPANOAMERICANA 263
CONTENIDO GENERAL
1) Artículos.
2) Crónicas:
a) Crónicas del mes.
b) Revista de revistas.
c) Crónicas bibliográficas.
d) La estética de la moda.
e) Crónica financiera.
f) Hechos y opiniones.
6
En el último número, la cubierta dice "Juillet 1914", y la portada,
"juillet-septembre 1914".
LITERATURA HISPANOAMERICANA 265
7
"No creo —dijo Darío— que en nuestras tierras de América haya
hoy personalidad superior a la de Leopoldo Lugones..." (ver R. DARÍO,
Cabeza: Leopoldo Lugones, en Mundial Magazine, de París, t. II, núm. 7,
noviembre de 1911, pág. 53).
266 EMILIO CARILLA
8
Ver Revue Sud-Américaine, núm. 6, junio de 1914, pág. 370.
9
Precisamente, en un artículo escrito por Sanín Cano con motivo de
la muerte de Lugones, recordó el ensayista colombiano la época de la
Revue Sud-Américaine como la época de su conocimiento de Lugones: "Co-
nocí a Lugones en Londres, en esa época de su experiencia en el periodismo
de París... Apareció la revista con los más lisonjeros auspicios..." (B.
SANÍN CANO, Lugones ha muerto, en El Tiempo, de Bogotá, 27 de febrero
de 1938. Reproducido en Nosotros, de Buenos Aires, Segunda época, t. VII,
1938, pág. 341).
10
Como hecho singular, notemos que Enrique Banchs y Drago son,
fuera de Lugones, los únicos autores argentinos que aparecen en la parte
principal de la revista. (Otros, como Levillier y Alejandro Sux, sólo figuran
en la parte de Crónicas). Banchs figura con tres poemas: Los nietos de
LITERATURA HISPANOAMERICANA 267
MATERIAL 'LITERARIO'
EL AMERICANISMO DE LUGONES
13
Ver LEOPOLDO LUGONES, La Médiation (en la Revue Sud-Américaine,
núm. 6, junio de 1914, pág. 479). El importante libro de THOMAS Mc GANN,
ya citado, menciona, en un breve párrafo, el artículo de Lugones sobre El
panamericanismo (de la Revue Sud-Américaine, núm. 1), pero la brevedad
de la cita lo hace muy incompleto. Además, el título aparece mal repro-
ducido. Por último, pienso que Mc GANN no conoce otros artículos (y nú-
meros de la revista), puesto que no menciona a Lugones en relación al
problema de la mediación de Argentina, Brasil y Chile, en el caso de
México. Y, sobre todo, que no destaca que el panamericanismo de Lugones
está determinado fundamentalmente, entonces, por el problema de México
y los Estados Unidos.
14
Años después, en 1926, escribía a Joaquín García Monge: "No so-
ñamos, siquiera, semejante insensatez. Testigos, Bolivia, el Paraguay y el
Uruguay, tan respetados por nosotros como cualquier gran potencia, y bajo
las mayores simpatía y concordia" (ver Cuatro cartas de Lugones a Joaquín
García Monge, en Nosotros, de Buenos Aires, Segunda época, t. VII, pág. 355).
La hegemonía continental de la Argentina había sido preconizada, in-
directamente, por RICARDO OLIVERA, a comienzos del siglo (ver revista Ideas,
de Buenos Aires, núm. 1, 1903). Como sabemos, Ricardo Olivera era uno
de los dos directores de la revista; el otro era Manuel Gálvez.
LITERATURA HISPANOAMERICANA 273
15
Sólo a título de ejemplo puedo dar algunos testimonios: — La Amé-
rica Latina (en La Nación, de Buenos Aires, ¿1924?); — El estado geórgico
(en La Grande Argentina, Buenos Aires, 1930; — Rehallazgo del país (en
La Nación, de Buenos Aires, 8 de noviembre de 1936).
Digamos también que en 1924 Lugones fue designado representante
de Hispanoamérica ante la Comisión de Cooperación Intelectual de la So-
ciedad de las Naciones (ver L. LUGONES (hijo), Mi padre, ed. citada, pág.
309). Y, retrocediendo muchos años, cabe la mención de una circunstancia
previsible: "Durante la Guerra de Cuba" —nos dice Rafael Alberto Arrie-
ta —, "Lugones no estuvo de parte de España y creyó ver en la adhesión de
Rubén Darío a ello sólo cierta inquina antipanamense de Centro América
contra el Yankee" (ver R. A. ARRIETA, Notas sobre el Modernismo en
Buenos Aires, en La Prensa, de Buenos Aires, 23 de junio de 1957).
18
274 EMILIO CARILLA
16
Neutralidad imposible se publicó primero en La Nación, de Buenos
Aires, el 7 de abril de 1917. Debo estos datos a la gentileza del señor
Miguel Lermon, buen conocedor de la obra lugoniana.
17
Esto no significa regatear méritos a obras como las de JOSÉ DE O N Í S
(The United States as seen by Spanish American writers, Nueva York,
1952), ANGEL DEL RÍO (El mundo hispánico y el mundo anglo-sajón en
América, Buenos Aires, 1960) y JOSÉ BALSEIRO (Confrontación de las Amé-
ricas, en Expresión de Hispanoamérica, Primera serie, San Juan de Puerto
Rico, 1960, págs. 29-48). Sobre el tema trac también datos de interés el
libro de THOMAS Mc GANN que he citado en varias ocasiones (Argentine,
The United States and the Inter-American System (1880-1914), Cambridge,
Mass., 1957; hay traducción española, de G. O. Tjarks, Buenos Aires, 1960).
Simplemente, destaco la necesidad de ir mucho más allá, de acuerdo a la
riqueza de materiales d i s p o n i b l e s . . .
LITERATURA HISPANOAMERICANA 275
18
Cf. mi libro El Embajador Sarmiento (Sarmiento y los Estados Uni-
dos), Rosario, 1962, págs. 142-145.
276 EMILIO CARILLA
CONCLUSIÓN
19
Cf. con mi estudio Las revistas de Rubén Darío (en Universidad de
Concepción, Rubén Darío, Concepción, 1967, págs. 290-291), y con mi libro
Una etapa decisiva de Darío (Rubén Darío en la Argentina), Madrid, 1967,
pág. 138. A propósito del final de la Revue escribió Sanín Cano (colabora-
dor de ella, como sabemos): "Apareció la revista, con los más lisonjeros
auspicios. Obtuvo colaboración (moyennant finance) de grandes personajes
franceses y todo parecía ir viento en popa, cuando al séptimo u octavo nú-
mero el periódico dejó de existir. Temo que la buena fe de Lugones haya
sido explotada por los especuladores franceses y latinoamericanos de París
en esos años de prueba..." (B. SANÍN CANO, Lugones ha muerto, ed. ci-
tada, pág. 341).
Quizás hubo algo de esto. Creo, sin embargo, que, de manera funda-
mental, fue la situación de Europa a mediados de 1914 la que cortó este
y otros intentos semejantes.
278 EMILIO CARILLA
APÉNDICE
CHRONIQUES DU MOIS
CHRONIQUES BIBLIOGRAPHIQUES
L'ESTHÉTIQUE DE LA MODE
CHRONIQUE FINANCIÈRE
CHRONIQUES DU MOIS
CHRONIQUES BIBLIOGRAPHIQUES
L'ESTHÉTIQUE DE LA MODE
CHRONIQUE FINANCIÈRE
FAITS ET OPINIONS
CHRONIQUES DU MOIS
L'ESTHÉTIQUE DE LA MODE
CHRONIQUE FINANCIÈRE
FAITS ET OPINIONS
CHRONIQUES DU MOIS
CHRONIQUES BIBLIOCRAPHIQUES
L'ESTHÉTIQUE DE LA MODE
CHRONIQUE FINANCIÉRE
FAITS ET OPINIONS
CHRONIQUES DU MOIS
L'ESTHÉTIQUE DE LA MODE
CHRONIQUE FINANCIÈRE
CHRONIQUES DU MOIS
CHRONIQUES BIBLIOGRAPHIQUES
CHRONIQUE FINANCIÉRE
FAITS ET OPINIONS
CHRONIQUES DU MOIS
CHRONIQUES BIBLIOGRAPHIQUES
CHRONIQUE FINANCIÉRE
[1974]
RETRATO DE ALFONSO REYES
19
290 EMILIO CARILLA
[1964]
ALFONSO REYES Y GÓNGORA*
3
DÁMASO ALONSO, Dos trabajos gongorinos de Alfonso Reyes [1927]
(en Estudios y ensayos gongorinos, Madrid, 1955, pág. 525).
LITERATURA HISPANOAMERICANA 293
4
Ver ALFONSO REYES, Cuestiones estéticas (en Obras completas, Méxi-
co, 1955, pág. 8 5 ) .
294 EMILIO CARILLA
5
Ver Correspondencia entre Raymond Foulché-Delbosc y Alfonso Reyes
(en Ábside, de México, 1955, XIX, págs. 43-47; 341-364, 453-475; y 1956,
XX, págs. 203-230).
6
ALFONSO REYES, Mi edición del "Polifemo" (en la Revista de Filo-
logía Española, de Madrid, 1923, X, núm. 3, reproducido en Cuestiones
gongorinas, pág. 249).
7
R. FOULCHÉ-DELBOSC, prólogo a Góngora, Obras poéticas, I, Nueva
York-[París], 1921, págs. xv-xvI.
LITERATURA HISPANOAMERICANA 295
8
Don LUIS DE GÓNGORA, Fábula de Polifemo y Galatea, Madrid, 1923.
9
ALFONSO REYES, Mi edición del "Polifemo" (en Cuestiones gongorinas,
pág. 252). Por su parte, dice Dámaso Alonso: "Un pasaje clásico en las
discusiones gongorinas".
10
ALFONSO REYES, Mi edición del "Polifemo" (en Cuestiones gongori-
nas, págs. 252-253); La estrofa reacia del "Polifemo" (en la Nueva Revista
de Filología Hispánica, de México, 1954, VIII, págs. 295-306). Ver, tam-
bién, Los textos de Góngora (en el Boletín de la Real Academia Española,
1916, reproducido en Cuestiones gongorinas, págs. 77-79).
DÁMASO ALONSO, Poesía española, Madrid, 1950, págs. 380-389; Estu-
dios y ensayos gongorinos, pág. 531.
11
En total, once trabajos: I. Góngora y La gloria de Niquea (R. F.
E., 1915); II. Alegoría de Aranjuez (poema atribuíble a Góngora); III. Los
textos de Góngora (Corrupciones y alteraciones) (R. F. E., 1916); IV. [A.
296 EMILIO CARILLA
(ver A. REYES, Diario, ed. de México, 1969, págs. 176-178). Ese segundo
tomo no se publicó.
12
-bis Ver GERARDO DIEGO, La poesía de Hernando Domínguez Camargo
en nuevas vísperas (en Thesaurus, de Bogotá, 1961, XVI, n ú m . 2, pág. 2 8 9 ) .
También A. REYES, Diario, ed. de México, 1969, pág. 208.
A propósito de las Letrillas de Góngora, me parece justo decir que por
fin contamos con una verdadera edición crítica de este valioso sector de
la lírica gongorina. La labor ha sido realizada por el hispanista francés
Robert Jammes. (Ver GÓNGORA, Letrillas, París, 1963).
13
ALFONSO REYES, Góngora y América (Reseña bibliográfica), en Libra,
de Buenos Aires, 1929, I (único publicado), págs. 88-96.
14
Ver mi Gongorismo en América, Buenos Aires, 1946.
15
Son agregados al ya básico estudio de DÁMASO ALONSO, Góngora y
298 EMILIO CARILLA
América (en la Revista de las Españas, Madrid, 1927, II, núms. 9-10, págs.
317-323. Reproducido en Estudios y ensayos gongorinos, págs. 381-392).
16
ALFONSO REYES, Monterrey, Río de Janeiro-Buenos Aires, 1930-1937
(14 números, el penúltimo, con dos ediciones: una, de Río de Janeiro, y
otra, de Buenos Aires).
17
ALFONSO REYES, Capítulos de literatura española, segunda serie, Méxi-
co, 1945, págs. 141-174 y 177-198. Los dos estudios gongorinos se reprodu-
jeron posteriormente en Trazos de historia literaria (Buenos Aires, 1951).
LITERATURA HISPANOAMERICANA 299
18
ALFONSO REYES, Capítulos de literatura española, segunda serie,
pág. 159.
19
DÁMASO ALONSO, La lengua poética de Góngora (Primera parte),
Madrid, 1935; ver, sobre todo, págs. 9-37.
300 EMILIO CARILLA
20
ALFONSO REYES, Capítulos de literatura española, segunda serie, pág.
198. Tengamos en cuenta también que Alfonso Reyes, en sus poesías (y
ejercicios poéticos), recordó juegos y regodeos domésticos del poeta andaluz.
"El exquisito Góngora escribió décimas y redondillas para ofrecer golosinas
a unas monjas...". (A. REYES, Dedicatoria a Cortesías, en Obras poéticas,
México, 1952, pág. 200).
21
Por ahí también asoma el artículo de circunstancia que, sin em-
bargo, defiende la reconocida capacidad y buen gusto del crítico. Estos son
los títulos que podemos llamar finales (y que no siempre conozco direc-
tamente) : Personajes negros de Góngora (en La gaceta del Caribe, de La
Habana, abril de 1944); Silueta de Góngora (en Armas y letras, de Mon-
terrey, N. LEÓN, 1953, X, núm. 11, pág. 6); La estrofa reacia del "Poli-
femo" (en la Nueva Revista de Filología Hispánica, México, 1954, VIII,
págs. 295-306); Góngora, Einstein y los chinos (en el Repertorio Ameri-
cano, de Costa Rica, 1955, XLIX, núm. 7, pág. 107). Para los últimos datos
he tenido en cuenta la bibliografía de OLGA BLONDET, en Alfonso Reyes. Vida
y obra, Nueva York, 1956, págs. 68-69.
LITERATURA HISPANOAMERICANA 301
23
Cf. ALFONSO REYES, El Polifemo sin lágrimas. La "Fábula de Acis
y Galatea", Madrid, 1961 (más la estrofa reacia del "Polifemo").
Con respecto a esta debatida estrofa, no me parece acertada la inter-
pretación de Alfonso Reyes. Cosa que procuré mostrar en un estudio de
la Revista de Filología Española, de Madrid, (XLVII, 1964, págs. 369-377).
Tal discrepancia no atenúa, por descontado, el mérito que atribuyo a los
estudios gongorinos de Alfonso Reyes, ni la admiración que siento por su
obra en general...
302 EMILIO CARILLA
II
. . . l a quintaesencia rara
de Góngora y Mallarmé 2 .
1
Mi buen amigo Eugenio Florit no menciona a Góngora entre las
influencias visibles en la poesía de Alfonso Reyes. Sí, a Lope y Quevedo,
particularmente este último. (Ver E. FLORIT, Alfonso Reyes: Poesía, en
ALFONSO REYES, Vida y obra, Nueva York, 1956, págs. 47-49).
Interpreto que no lo hace porque es demasiado visible y, a menudo,
hasta con nombre propio. Poco más o menos ocurre con los romances viejos
y la poesía de tipo tradicional.
2
Ya que no hemos tocado el punto antes, conviene decir aquí que
Alfonso Reyes no solo mostró particular estimación por estos poetas, tan
304 EMILIO CARILLA
(Sobremesa
Historia de enredo).
20
306 EMILIO CARILLA
(Teoría prosaica).
En la solapa, diamantes,
y rubíes en los senos;
LITERATURA HISPANOAMERICANA 307
b) Obra dramática.
[Pastor] Íbamos a bañar las reses en la cueva
que sirve de refugio al pescador de púrpura,
porque el toro, señora, vuelve al mar en el río,
para cobrar allí sangre, valor y brío.
3
La construcción es típicamente gongorina (cf., Fábula de Píramo y
Tisbe). Y Góngora dice también:
El etcétera es de mármol,
cuyos relieves ocultos...
Este juego de ingenio fue muy imitado en América. Ver ejemplos en Pe-
ralta Barnuevo, Batres Montúfar, Aquilco Echeverría, y hasta en una com-
posición juvenil de RUBÉN DARÍO (Etcétera, etcétera). Cf., D. M. SEQUEIRA,
Rubén Darío criollo, Buenos Aires, 1945, págs. 217-220.
4
Un sector especial lo constituye su Minuta (Juego poético), versos
de la mesa, con algunas transcripciones de Góngora. Es decir, la transcripción
como parte del juego. (Cf., De otros postres y golosinas, y Ruido en las
cocinas).
Por último, las Cuatro soledades, donde nada hay de Góngora, salvo
la idea de las "cuatro soledades" que — se dice — pensaba escribir el cor-
dobés. Ver, aquí, ALFONSO REYES, Los textos de Góngora (en Cuestiones gon-
gorinas, Madrid, 1927, pág. 57).
308 EMILIO CARILLA
c) Ensayo.
5
Ver JAMES WILLIS ROBB, El revés del calcetín. Alfonso Reyes, Landrú
y el teatro (en Boletín Alfonsino, Montevideo, 1966, núm. 1, pág. 12).
LITERATURA HISPANOAMERICANA 309
6
Ejemplo: "Me encanta Góngora cuando dice:
donde otro hubiera dicho "su corazón"..." (Ver ALFONSO REYES, El otro
extremo, en Calendario, Obras completas, II, México, 1956, pág. 338).
310 EMILIO CARILLA
7
En la dedicatoria de Cortesía, libro poético, escribió Alfonso Reyes:
"Amigo mío:
Marcial consagró buena parte de su obra a los "versos de circunstan-
cias" o versos de ocasión. El exquisito Góngora escribía décimas y redon-
dillas para ofrecer golosinas a unas m o n j a s . . .
Desde ahora te digo que quien canta solo en do de pecho no sabe
c a n t a r . . . " . (Ver ALFONSO REYES, Obras poética, México, 1952, pág. 2 0 0 ) .
8
Sobre el "mito" M E N É N D E Z Y PELAYO, ver mi estudio Anecdotario
muy incompleto de Menéndez y Pelayo (en Estudios de literatura española,
Rosario, 1958, págs. 193-203).
312 EMILIO CARILLA
CONCLUSIÓN.
9
O, como escribía su gran amigo Enrique Díez-Canedo, a propósito
de unos "casi sonetos":
"Si a través de los versos se viera mejor a Góngora que a Reyes, no
valdría la pena. Mas todo Reyes anda en ellos, sutil y sensual, con un guiño
del intelecto junto a cada cordial latido...". (Cf. E. DÍEZ-CANEDO, Facetas
de Alfonso Reyes, en Letras de América, México, 1944, págs. 236-237).
UN POEMA DE BORGES
EL "POEMA CONJETURAL"
1
Esta obra abarca la mayor parte de las poesías escritas por Borges
hasta entonces y ofrece abundantes correcciones en los textos. Con posterio-
ridad y con el título general de Poemas aparecieron otras dos ediciones, con
incorporaciones finales (Buenos Aires, 1954 y 1958).
2
Reproduce una conferencia pronunciada en la Universidad de Monte-
video, el 29 de octubre de 1945. (Ver JORGE LUIS BORCES, Aspectos de la
literatura gauchesca, ed. de la revista Número, Montevideo, 1950, págs.
33-35). Sobre la Declaración final, volveré más adelante.
3
Tomo el dato de ANA MARÍA BARRENECHEA, La expresión de la irrea-
lidad en la obra de Jorge Luis Borges, México, 1957, pág. 10.
314 EMILIO CARILLA
vivencia4. Mejor aun, creo que, con todo el respeto que nos
merecen las opiniones de los escritores sobre sus obras, hay
algún otro poema suyo que puede ostentar con más nitidez ese
lugar. Sin embargo, no dejo de considerar que el Poema con-
jetural — y aquí sí bien vió su autor— es el que mejor nos
da idea del escritor, el que mejor lo revela (ideas, lecturas,
estructura, etc.) como escritor ya que no como poeta. Y como
poeta, sirva, en fin, la maciza, la recordable vitalidad de este
poema que todos recordamos con especial fijeza.
Me parece que ciertos agregados y aun postizas interpre-
taciones o generalizaciones han obscurecido un tanto el limpio
origen de este poema, nacido ya con inalterables versos a
mediados de 1943.
Una vez más debemos decir que Borges gusta con fre-
cuencia de señalar pistas (pistas de todo tipo, entre las que
no falta algún guiño o burla para su ocasional crítico futuro).
Aquí, por ejemplo, el edificio del poema, al reproducirse por
primera vez en libro, está flanqueado por dos notas de apa-
rente importancia decisiva: el epígrafe, que nos dice escue-
tamente:
El doctor Francisco de Laprida, asesinado el día 22 de septiembre
de 1829 por los montoneros de Aldao, piensa antes de morir:... 5 .
4
En una breve declaración publicada en la revista Leoplán de Buenos
Aires, alrededor de 1940 (tengo el recorte, pero no el nombre ni la fecha
de la publicación), Borges señalaba su predilección por estos poemas: Re-
mordimiento por cualquier defunción y Llaneza (de Fervor de Buenos Aires)
y los poemas Isidoro Acevedo, Muertes de Buenos Aires y La noche que en
el sur lo velaron (de Cuaderno San Martín). Ninguno, de Luna de enfrente.
5
Claro que el breve epígrafe puede tener también (creo que tiene)
sentido de rectificación para otras fechas que se han dado, y que no con-
vienen — veremos — a la intención del poeta. José Rivera Indarte, por
ejemplo, señala que Laprida murió asesinado el 19 de septiembre de 1829
(ver JOSÉ RIVERA INDARTE, Tablas de sangre, ed. de Buenos Aires, 1946,
pág. 100).
LITERATURA HISPANOAMERICANA 315
6
En la segunda y tercera edición de sus Poemas (1ª ed., Losada, Bue-
nos Aires, 1943; 2ª ed., Emecé, Buenos Aires, 1954; 3a ed., Emecé, Buenos
Aires, 1958) no figura la nota final. Creo, por lo expuesto, que dicha
nota ayuda a penetrar en la urdimbre del poema, y por eso la colocó el
autor en la 1ª edición, si bien el poema posee ya la base esencial del dato
en la alusión a "aquel capitán del Purgatorio...".
316 EMILIO CARILLA
7
Cf. El seudo problema de Ugolino (en el diario La Nación, de Buenos
Aires, 30 de mayo de 1948), El encuentro en un sueño (en La Nación, de
Buenos Aires, 3 de octubre de 1948, reproducido en Otras inquisiciones,
Buenos Aires, 1952, págs. 116-120) y otros.
8
SARMIENTO, Recuerdos de Provincia, prólogo y notas de Jorge Luis
Borges, Ed. Emecé, Buenos Aires, 1944.
LITERATURA HISPANOAMERICANA 317
9
Ver SARMIENTO, Recuerdos de Provincia, ed. de Buenos Aires, 1896,
págs. 186-187. El propio Borges parece confirmarlo cuando, en un
abundante párrafo del prólogo que escribió para esa edición, dice: "El de-
curso del tiempo cambia los libros; Recuerdos de Provincia, releído y revi-
sado en los términos de 1943...", etc. (ver pág. 10).
318 EMILIO CARILLA
VERSO y PROSA
13
Por lo que nos dice BORGES en La noche cíclica — ya lo he dicho —
también Laprida entra en su genealogía:
. . . D e mi sangre: Laprida, Cabrera, Soler, Suárez... Pero no es la
simple evocación familiar —o que destaca lo familiar— la que lleva al
personaje en el Poema conjetural.
320 EMILIO CARILLA
13
BORGES, Biografía de Tadeo Isidoro Cruz (1829-1874), en El Aleph,
Buenos Aires, 1949, págs. 57-58.
14
BORGES, Historia del guerrero y de la cautiva, en El Aleph, pág. 54.
15
Las otras dos son, según Borges, la explicación nietzschiana, de base
algebraica, y, por último, la concepción de los ciclos similares, no idénti-
cos. (Ver J. L. BORGES, El tiempo circular, en Historia de la eternidad, ed.
de Buenos Aires, 1953, págs. 91-97).
Para NIETZSCHE, ver El eterno retorno, en Obras completas, VI, trad.
de E. Ovejero y Maury, ed. de Buenos Aires, 1949, págs. 11-36.
Lo que podemos agregar nosotros es que la concepción del eterno re-
torno aparece en las sociedades primitivas como uno de sus rasgos defini-
dores, y a través de múltiples manifestaciones de carácter esencialmente
religioso.
MIRCEA ELIADE ha estudiado, con su maestría acostumbrada, El mito
del eterno retorno en las sociedades primitivas. Mejor dicho, considera que
21
322 EMILIO CARILLA
17
En relación a personajes históricos, el ejemplo famoso de la poesía
en lengua española es el de la maga de Valladolid, que pronostica el trá-
gico fin del Condestable Don Alvaro de Luna en El Laberinto de Don JUAN
DE M E N A (estrofas 233-267). Episodio famoso, de factura más original de
lo que comúnmente se cree, según muestra MARÍA ROSA LIDA DE M A L K I E L
(Juan de Mena. Poeta del Prerrenacimiento español, México, 1950, págs.
79-83).
No establezco ninguna relación entre Borges y Mena (lo veo a Borges
muy desasido del poeta español), pero no está de más recordar que ya
María Rosa Lida de Malkiel estableció algunas coincidencias — muy pocas —
entre uno y otro. (Ver M. R. LIDA DE M A L K I E L , Contribución al estudio
de las fuentes literarias de Jorge Luis Borges, en Sur, de Buenos Aires, 1952,
nos. 213-214, págs. 53 y 54-55).
18
Cf. J. L. BORGES, La muerte y la brújula, ed. de Buenos Aires, 1951,
págs. 69-89.
324 EMILIO CARILLA
19
La lucha de elementos antitéticos no termina aquí. En el poema de
Dante — y con mayor nitidez que la oposición entre güelfos y gibelinos —
un ángel y el diablo se disputan el alma de Buonconte (versos 103-108).
20
"El cadáver del Dr. Laprida, cuyo nombre figura honrosamente de
presidente del Congreso que declaró la Independencia Nacional, fue hallado
después de tiempo en un oscuro calabozo donde sin duda fue enterrado
v i v o . . . " (JOSÉ M. PAZ, Memorias póstumas, II, Buenos Aires, 1855, pág. 196).
Como vemos, esta aseveración no coincide con el párrafo de Sarmiento
ni con el testimonio de Damián Hudson, testigos, estos dos, más cercanos
de los hechos.
"Se ha dicho que el cadáver de Laprida fue hallado mutilado, que
expuesto bajo los portales del Cabildo de Mendoza fue identificado por el
juez del crimen doctor don Gregorio Ortiz, quien constató serlo [sic]
además por la marca L. N. que descubrió en la pechera de la camisa. Pero
tal referencia no ha sido plenamente aseverada. El señor don DAMIÁN
HUDSON, en Recuerdos históricos de la Provincia de Cuyo [II] dice que el
cadáver de Laprida no se pudo encontrar, por más investigaciones que se
p r a c t i c a r a n . . . " . (JOSÉ IGNACIO YANI, La Independencia, Buenos Aires, 1916,
pág. 121).
21
Esto es lo concreto y hasta previsible. Sin embargo, no nos adelan-
LITERATURA HISPANOAMERICANA 325
.. .tarde última...
. ..derrotado...
.. .perdido...
.. .arrabales últimos...
...fue cegado y tumbado por la muerte...
...Hoy es el término,
la noche lateral de los pantanos
me acecha y me demora... 22
22
Cf., en la posterior Página para recordar al coronel Suárez, vence-
dor en Junín:
. . . y la gente muriendo en los pantanos...
(Poemas, ed. de Buenos Aires, 1958, pág. 154).
LITERATURA HISPANOAMERICANA 327
.. .caliente m u e r t e . . .
. . . a cielo abierto yaceré entre ciénagas...
. . . L a s befas de mi m u e r t e . . .
y hasta:
. . . h u y o hacia el sur por arrabales ú l t i m o s . . .
. . . p e r o me endiosa el pecho inexplicable
un júbilo secreto...
.. .de mi caliente muerte que me b u s c a . . . 2 3 .
23
BORGES no descubre el laberinto, el arrabal, la clave, ni el secreto
(para ceñirnos al vocabulario del Poema), pero es innegable que dentro del
mundo expresivo que el escritor ha ido construyendo con sus obras, mundo
expresivo en el que pensamiento y lengua coinciden, reiteraciones y perso-
nalizaciones sirven de identificación. Estos vocablos nos acercan a columnas
medulares de la lengua borgiana.
Aquí, sin embargo, no deja de ser curioso encontrar semejanzas en
obras sarmientinas (Recuerdos de Provincia, Facundo) que hemos citado:
"...cuando la hora de la reflección [sic], de la zozobra i el miedo
vino para mí, fue cuando habiendo salido de aquel laberinto de muertes,
por un camino que entre ellas me trazó mi buena estrella..." (Recuerdos
de Provincia, pág. 187. Es decir, la misma página en que se refiere a
Laprida).
"Desde que [Quiroga] llega a la edad adulta, el hilo de su vida se
pierde en un intrincado laberinto de vueltas i revueltas, por los diversos
pueblos vecinos..." (Facundo, ed. de La Plata, 1938, págs. 93-94).
"Desde los tiempos de la presidencia, los decretos de la autoridad civil
encontraban una barrera impenetrable en los arrabales esteriores de la ciu-
d a d . . . " (Facundo, pág. 162).
328 EMILIO CARILLA
24
"Francisco Narciso de Laprida —escribió Mitre—, bellísimo carác-
ter, que realzaban grandes virtudes cívicas y privadas..." (B. MITRE, His-
toria de San Martín y de la Emancipación Sudamericana, I, ed. de Buenos
Aires, 1950, pág. 43).
25
"Borges congrega un mundo de fracaso para este juicio final de
Narciso de Laprida..." (A. M. BARRENECHEA, La expresión de la irreali-
dad . . . , pág. 61).
26
Ver el interesante artículo de PATRICIO CANTO titulado La personalidad
argentina (en Gaceta literaria, de Buenos Aires, 1960, IV, nº 20, pág. 5),
un tanto desvirtuado por su interpretación "ahormada" de textos litera-
rios. Por lo pronto, y en el caso del poema de Borges, una lectura atenta
330 EMILIO CARILLA
del mismo no me parece que muestre "la supuesta muerte voluntaria del
prócer Francisco Narciso de Laprida a mano de los malones del caudillaje".
Y si se quiere extender el rasgo al autor, yo creo que el esencial Borges
es el agonista de una lucha dramática entre orgullo y humildad, entre
alarde y timidez, entre triunfo y fracaso.
LITERATURA HISPANOAMERICANA 331
27
Ver J. L. BORGES, Poemas, ed. Je Buenos Aires, 1958, págs. 154-155.
En fin, esto que señalo lo veo confirmado en un hecho significativo,
aunque no creo que se haya reparado en ello. La Declaración final que
antecede al poema en los Aspectos de la literatura gauchesca es, con alguna
variante, un párrafo del prólogo a su edición de Recuerdos de Provincia,
de Sarmiento. La diferencia mayor está en que aquí comparaba la obra
sarmientina y la realidad de 1943 centrada en la guerra en Europa y Asia,
mientras que en la Declaración los puntos de referencia son los poemas
gauchescos y la realidad argentina de los días en que — dice — escribió el
poema. Cito unas pocas líneas:
"Recuerdos de Provincia, entonces ¡veinte años atrás!, era el docu-
mento de un pasado irrecuperable y, por lo mismo grato, ya que nadie
332 EMILIO CARILLA
[1963]
RECORDACIÓN DE
MARÍA ROSA LIDA DE MALKIEL
22
338 EMILIO CARILLA
1
Otros títulos, dentro de una serie que, repito, es muy nutrida:
[1963]
ANDERSON IMBERT Y "EL GRIMORIO"
1
ENRIQUE ANDERSON IMBERT, EL grimorio. Editorial Losada, Buenos
Aires, 1961, 248 páginas.
2
Como no es vocablo corriente, conviene decir que el grimorio era,
en la Edad Media, el libro secreto de la magia ¿Galicismo? Posiblemente.
El francés Grimoire, registrado a partir del siglo xIII, es — según Bloch y
Von W a r t b u r g — alteración de grammaire (en el sentido de gramática en
latín, fuera del alcance del vulgo).
LITERATURA HISPANOAMERICANA 343
[1962]
EL NEOBARROQUISMO EN LA NARRATIVA
HISPANOAMERICANA CONTEMPORÁNEA
1
Repito cosas que ya dije. A veces, se hace hincapié en un barroquismo
difuso, y a veces en un marcado gongorismo. Ver, por ejemplo, VENTURA
GARCÍA CALDERÓN, "Una literatura de América" (en Aguja de Marear, Pa-
rís, 1936, pág. 158): "Nuestro regocijo íntimo consiste en alambicar la
frase, nuestro enemigo común es la simplicidad". Otro ejemplo: JOSÉ MARÍA
SALAVERRÍA, en su Vida de Martín fierro (Madrid, 1934, págs. 164-165).
Salaverría ve el barroquismo como algo ínsito en la obra "hispanoameri-
cana, sea culta o popular". Cfr., también, ALBERTO WAGNER DE REYNA
(Destino y vocación en Iberoamérica, Madrid, 1954). Para Wagner de Reyna,
el barroquismo es el signo de Iberoamérica. En fin, GUILLERMO DÍAZ P L A J A ,
"América y el Barroco" (en Instituto de Cultura Hispánica, Idea de Euro-
pa, Idea de América, Madrid, 1954, págs. 766-770). ARTURO USLAR P I E T R I ,
Breve historia de la novela hispanoamericana, Caracas-Mérida, 5ª ed„ pág. 163.
La otra dirección marcada — l a r o m á n t i c a — encuentra, igualmente,
346 EMILIO CARILLA
3
Ver ALEJO CARPENTIER, "Problemática de la actual novela hispano-
americana" ( en Tientos y diferencias, Montevideo, 1967, págs. 37-38).
4
Ver JOSÉ LEZAMA LIMA, La expresión americana (Madrid, 1969, págs.
46-47). En casi todas las obras de Lezama Lima pueden encontrarse refe-
rencias al barroquismo. Ver, de manera especial, Paradiso (ed. de México,
1968; sobre todo págs. 256-257).
LITERATURA HISPANOAMERICANA 349
Dice Julio C o r t á z a r :
5
Ver JULIO CORTÁZAR, "Para llegar a Lezama Lima" (en La vuelta
al día en ochenta mundos, ed. de México, 1967, págs. 140 y 152). Ver,
también, CARLOS FUENTES ,"E1 barroquismo de William Faulkner" (en la
Revista de la Universidad de México, México, 1969, XXIV, núm. 1).
Y en otro lugar:
"Resulta espantosamente difícil el escribir sobre la realidad hispanoame-
ricana, justificarla, hacerla verosímil; es una realidad demagógica y real, hay
que buscar formas sumamente complejas, barrocas...
Somos barrocos porque carecemos de verdades seguras. El lenguaje barro-
co de España y América Latina es una inmersión en la maraña con la es-
peranza de encontrar un claro, una revelación'. (CARLOS FUENTES, No creo
que sea obligación del escritor engrosar las filas de los menesterosos, en la
revista Siempre, de México, septiembre de 1965, nº 640, pág. 6).
En fin, obras de SEVERO SAKDUY (El barroco y el neobarroco, en
César Fernández Moreno (Dir.). América Latina en la literatura, México,
1972, págs. 167-184; Barroco, ed. de Buenos Aires, 1974). Pero el análisis
de las obras de Sarduy merece mayor espacio que el que yo le dedico aquí.
Quede esto como una simple información bibliográfica.
350 EMILIO CARILLA
6
Veamos sólo algunos testimonios: ANGELA B. D E L L E P I A N E , "Del ba-
rroco y las modernas técnicas novelísticas en Ernesto Sábato" (en la Re-
vista Interamericana de Bibliografía, de Washington, 1965, XV, n ú m . 3,
págs. 226-250); KLAUS M Ü L L E R - B E R G H , "En torno al estilo de Alejo Car-
pentier en "Los pasos perdidos" (en Cuadernos hispanoamericanos, de Ma-
drid, 1968, núm. 219, págs. 554-569); E. G Ó M E Z MANZO, Construcción y
lenguaje en Alejo Carpentier (en Cuadernos de literatura, Montevideo, 1969
nº 5, pág. 2 2 ) ; GUILLERMO YEPES-BOSCÁN, "Asturias, un pretexto de mito"
(en Aportes, de París, 1968, núm. 8, pág. 101); JULIO ORTEGA, "La cohe-
rencia de la expresión poética" (sobre Paradiso, de Lezama Lima; en la
Revista de Bellas Artes, de México, 1969, n ú m . 27, págs. 81-93); MARÍA
LUISA CRESTA DE LECUIZAMÓN (sobre Rulfo, en Aproximaciones, de Córdo-
ba, R. Argentina, 1971, páginas 54-55); ALEXIS MÁRQUEZ RODRÍGUEZ, La
obra narrativa de Alejo Carpentier (Caracas, 1970, págs. 2 0 7 - 2 0 9 ) . . .
7
Ver mi libro El gongorismo en América (Buenos Aires, 1946, págs.
222-228) y, sobre todo, mi estudio Góngora y la literatura contemporánea
en Hispanoamérica (ed. citada, págs. 237-282). También el estudio Rubén
Darío y Góngora (ed. citada, págs. 43-53).
LITERATURA HISPANOAMERICANA 351
8
Cf. CÉSAR LEANTE, "Confesiones sencillas de un escritor barroco"
(en la revista Cuba, de La Habana, 1964, III, núm. 24, pág. 31).
9
Cf., como ejemplo de lo que digo, con afirmaciones de Klaus Müller-
Bergh y Alexis Márquez Rodríguez. Según el primero, el barroquismo es
signo definidor de Carpentier, y ve sus reflejos en los siguientes rasgos: la
escasez de diálogo; las citas literarias, con abundancia de referencias cultu-
rales; su rico vocabulario (con cultismos, tecnicismos y americanismos); la
tendencia a la abstracción, la fusión de planos (lo animado y lo inanimado,
con inclinación a la humanización); la presencia de lo repulsivo; la frase
ornamentada; la técnica del claroscuro... Como conclusión, el crítico des-
taca el estilo de Carpentier como aproximación de barroquismo y expresio-
nismo. (Ver KLAUS MÜLLER-BERCH, En torno al estilo de Alejo Carpentier
en "Los pasos perdidos", ed. citada, págs. 554-569).
Por su parte, ALEXIS MÁRQUEZ RODRÍGUEZ, después de citar los cono-
cidos párrafos de Carpentier (los incluidos en su ensayo sobre Problema-
352 EMILIO CARILLA
23
354 EMILIO CARILLA
10
En fin, sería injusto no recordar aquí al precedente (y anuncio) de
nuestro inquieto MACEDONIO FERNÁNDEZ (Museo de la novela, etc.).
356 EMILIO CARILLA
[1972]
ABREVIATURAS
H. Hispania.
R. H. Revue Hispanique.
34
370 ÍNDICE ONOMÁSTICO
I. BARROCO Y NEOCLASICISMO
Págs.
Revisión de Olmedo 79
Olmedo 79
Los Cantos 87
La prosa de Olmedo 94
Olmedo y el romanticismo 97
Perfil literario de Andrés Bello 99
Introducción 99
Andrés Bello 100
376 ÍNDICE GENERAL
Págs.
Poesía y crítica 105
Después de las Silvas 112
Clasicismo y romanticismo 119
Conclusión 122
Heredia y el romanticismo 124
I. Heredia y su obra 124
La lírica de Heredia 128
La prosa de Heredia 138
II. Heredia y el romanticismo 142
Págs.
Perfil moral 235
Amor a la Patria 236
La amistad en José Martí 239
Espíritu de justicia 244
Martí y la justicia social 246
Humildad 249
Párrafos finales 251
IV. SIGLO XX
LAVS DEO