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El partido socialista y sus

interpretaciones del radicalismo


argentino (1890-1930)
Vol.1

Martínez Mazzola, Ricardo H.

Gallo, Ezequiel

2008

Tesis presentada con el fin de cumplimentar con los requisitos finales para la


obtención del título Doctor de la Universidad de Buenos Aires en Filosofía y
Letras.
1sis
UNIVERSIDAD DE BUENOS AIRES
11,3411 FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS

4g

L
1 1
?8 NOV 2008

TESIS DOCTORAL

EL PARTIDO SOCIALISTA
Y SUS INTERPRETACIONES
DEL RADICALISMO ARGENTINO
(1890-1930)

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Dírecciáa de ibitecss

AUTOR:
MAG. RICARDO H. MARTÍNEZ MAZZOLA

DIRECTOR:
DR. EZEQUIEL GALLO

TOMO 11
328

Capítulo 7.
"Un gobierno de fuerza y misericordia".
Los primeros años de Yrigoyen (1916-1918)

Primeras evaluaciones

El 12 de octubre de 1916 Yrigoyen asumió la Presidencia de la Nación. El acto de


asunción fue multitudinario y fuera del protocolo, los seguidores que acompañaban
el desfile de la carroza que llevaba al líder radical desengancharon los caballos y
tiraron de ella hasta la Casa Rosada Los socialistas, exacerbando su tradicional
racionalismo, relacionaron esta acción con las prácticas de la "barbarie", asociación
que se puso de manifiesto cuando La Vanguardia del día siguiente publicó en
primera página fragmentos del Facundo de Domingo Faustino Sarmiento 278 .

De todos modos, y a pesar de la dureza de los cruces en la campaña electoral, debe


señalarse que en los días que siguieron. a la asunción del nuevo Presidente los
comentarios del diario socialista no plantearon una caracterización totalmente
negativa del gobierno sino que, además de burlarse de la indignación con que las
figuras del "viejo régimen" observaban el acceso de "la indiada" a la Casa de
Gobierno (LV, 14-10-16), prefirieron señalar las expectativas que generaba.
Sin embargo, los socialistas desconfiaban de que el radicalismo cumpliera con esas
expectativas. A sólo cuatro días de la asunción, La Vanguardia señalaba los "malos
síntomas" que se vislumbraban en el gobierno radical, la participación en el gobierno
de personas extrañas al gabinete, la falta de información a la prensa. El artículo
concluía interpretando la creencia de que los hechos se deben "a la inexperiencia
inicial." (LV, 16-10-16). Días después, los socialistas planteaban una crítica más
profunda, de corte clasista, de los primeros pasos del radicalismo gobernante. Un
comentario de.l diario La Época -que señalaba quela fe en el gobierno que tenían las
altas esferas capitalistas mostraba que la elección popular había sido "confirmada por

275
Un hecho a subrayar es que casi todos los fragmentos elegidos -el que trata del "origen de las
tiranías", el que describia "la elección del Restaurador", el que analizaba "la personalidad de Rosas"-
no remitian a la figura del caudillo riojano sino a la de Juan Manuel de Rosas, con quien los
socialistas frecuentemente comparaban a Yrigoyen.
329

la positivista y reposada mentalidad de las altas entidades de la banca y la industria"


(La Época, 20-10-16)- era leído por La Vanguardia como una "burla sangrienta
hecha a costa de la ignorancia de las masas del país, sumidas en una miseria material
y moral, cuyos intereses se los confunde hoy con los de los capitalistas que los.
explotan" (LV, 21-10-16). Una tercera línea de crítica, estética, era la esbozada días
después por Rodolfo Giusti, quien explicaba la "monstruósa retórica" radical y sus
efectos para la mentalidad argentina, como el resultado de "la crisis espiritual de una
generación", una patología del pensamiento y el lenguaje que, nacida en los
Editoriales de los diarios, "está creando en nuestra juventud un sistema de hablar y
escribir que participa a la vez .del manicomio y la pulperí a": Los radicales y en
primer lugar Yrigoyen, continuaba explicando Giusti, habían adoptado esta "verba
abracadabrante, erigi.da de plurales abstractos y de tropos frenéticos, aullante y
gesticulante, sin que una sola palabra este empleada en, su cabal sentido, sin que una
sola frase traduzca un pensamiento." Giusti subrayaba que frente a esto no bastaba la
burla de la gente "culta e inteligente", sino que era necesario luchar por que el pueblo
no creyera que la literatura era eso y por que los jóvenes no se educaran con tales
maestros. La conclusión era a la vez . dramática e irónica: "está en juego el
pensamiento nacional, que amenaza quedar soterrado bajo esta lluvia de flores de.
trapo."(LV, 22-10-16).
Al día siguiente, la crítica se apoyaba en las lecturas del cientificismo positivista,
para entroncar la explicación de la mistificación radical con una historia de la
simulación en la Argentina, y en Sudamérica en general. Se pasaba revista a la
historia de caudillismos militares y después civiles, y a los mecanismos que
empleaban éstos para asegurar su atracción sobre las masas. En una obvia alusión a
Yrigoyen se hablaba de cómo, necesitados del apoyo de la multitud, los caudillos
fingían amar la soledad, cómo rehuían la palabra y cuando la prodigaban lo hacían
para acentuar su misterio apelando a "la misma ambigüedad de los escolásticos del
medioevo". La referencia a Yrigoyen se hacía explícita al plantear que "el pueblo
consiente de la república -que n.o votó a Yrigoyen-" sabía lo que éste haría:
"gobernará para satisfacer a los satisfechos (...) los impuestos continuarán siendo
altos. La ley de aduana gravitará sobre el alimento, el vestido y la habitación,
quedando libres la tierra y el privilegio (...) El latifundio quedará en pie". Pero el
mismo pronóstico negativo sobre la acción radical fundaba el del consiguiente
triunfo socialista, al afirmar que el pueblo aprendería con los "golpes de la
330

experiencia" y, una vez educado politicamente, podria elegir gobernantes que


respondieran a sus verdaderos intereses. Sin embargo la frase final -"no lo veremos
nosotros"- recordaba, frente a planteos más voluntaristas, que el camino de
aprendizaje sería largo. (LV, 23-10-16).
A un mes de la asunción de Yrigoyen los socialistas iniciaron su primera gran
campaña cuestionando la política oficial. El tema era, nuevamente, el de las
respuestas a la "carestía de la vida". El 13 de noviembre un Editorial de La
Vanguardia respondía que la única respuesta que ofrecía el gobierno era "dar de
comer a los desocupados y vagabundos", agregando que se limitaba a esperar que
todos llegaran "a la situación de absóluto desamparo para ocuparse de ellos a través
de la olla popular" 279. Esta política, se denunciaba, no obedecía solamente a la
incapacidad sino también al cálculo político de un gobierno que "se ha empeñado en
la caridad pensando que de ahí ha de resultar su mayor gloria." En cambio, se
argumentaba, los socialistas se dirigían al Poder Ejecutivo pidiéndole la
implementación de una serie de medidas orientadas a combatir la desocupación y la
carestía de la vida: entre ellas se encontraba la libre importación de azúcar, la
abolición de los impuestos aduaneros que encarecían los consumos populares, y la
implantación de un impuesto transitorio a la exportación de trigo. A estas tres
• propuestas principales se• agregaba una cuarta, "complementaria", referida a la
• necesidad de fomentar las obras públicas, en buena medida interrumpidas por la
crisis, de modo de remediar la desocupación (LV, 13-11 -16). Frente a lo
tradicionalmente afirmado, podemos ver que ante la crisis los socialistas
abandonaban algunos rasgos de su ortodoxia económica, proponiendo limitaciones al
libre comercio 280 y un rol activo del Estado en la lUcha contra la desocupación 281 ,

279
Al día siguiente La Vanguardia volvía sobre el terna al plantear que la solución encontrada ior el
gobierno -organizar ollas populares en el llotel de inmigrantes con recursos obtenidos por la donación
del presupuesto de "etiqueta" dei Presidente y los Ministros- no implicaba una verdadera respuesta al
problema sino simplemente "hacer limosna con el dinero ajeno" aportado por el pueblo con los
impuestos al consumo". (LV, 14-11-16)
280
El diario socialista reconocía que se trataba de una violación a un principio tradicionalmente
defendido por el PS, la que se justificaba en "la necesidad imperiosa de defender al pueblo de la
miseria que lo agobía". A esa consideración, ya planteada anteriormente, se agregaba otra novedosa,
al afirmarse que el impuesto a la exportación de trigo y la eventual limitación de dicha exportación
contribuiría a acercar el fin de la guerra al incentivar a los países beligerantes a buscar la paz. (LV, 13-
11-16)
281
De todos modos no se trataba de una reivindicación del papel anticíclico del gasto estatal sino de
una reorientación que reemplazaba gastos superfluos, ligados a empleos burocráticos, por otros
orientados a favorecer a los sectores populares (LV, 16-11-16). Frente a la crisis, la respuesta
331

privilegiando respuestas pragmáticas basadas en su condición de partido defensor de


los trabajadores y consumidores.
Esas líneas eran retornadas al día siguiente por un Manifiesto que el CE del PS
dirigía al pueblo. El mismo comenzaba describiendo la situación de desocupación
existente y explicando que, aunque no se trataba de un problema particular argentino
sino del régimen capitalista en general, en el país se encontraba agravado por "los
errores y crímenes de las últimas décadas, de corrupto e inconsciente gobierno
oligárquico". En la explicación se unían las tradicionales referencias al apoyo que
dichos gobiernos habían dado al latifundio y al trust del azúcar, con la alusión a un
verdadero nacionalismo. En esta yeta se denunciaba el incentivo oficial• a la
• inmigración que había agravado la desocupación, la aceptación de las prácticas del
trust petrolero norteamericano respecto al kerosene y la subsistencia de la mentalidad
de "una sórdida clase gobernante, formada por hombrés que han vivido o aspiran a
vivir de rentas fuera del país. Ellos miran el comercio argentino con los ojos del
capitalista acreedor extranjero". La crítica anticipaba tópicos clásicos de la posterior
tradición de denuncia antiimperialista, como la construcción de "ferrocarriles y
grandes puertos, pero sólo para que salgan más fácilmente, y a mejor precio para los
terratenientes los productos del país, sobre todo los más necesarios para el pueblo."
(LV, 15-11-16).
Si hasta aquí el Manifiesto se cebaba en los anteriores gobiernos y en las clases
oligárquicas, la referencia final al radicalismo tampoco era halagüeña. El texto
terminaba instando a trabajadores y ciudadanos a no arrastrar "servilmente hasta la
casa de gobierno el coche de los mandatarios" sino a dirigirse a ellos manifestándoles
la angustia ante la desocupación de modo de "iluruinarlos (...) con la luz de la
sabiduría popular". (LV, 1 5-1 1-16)
Ese mismo día concurrió a la Casa de Gobierno el Secretario General del Partido
Antonio de Tomaso, para informar que una delegación llevaría la petición el sábado
siguiente. Aunque pidió una entrevista con el Ministro del Interior finalmente
terminó reuniéndose con el Presidente. Al día siguiente La Vanguardia informaba
que en la reunión habían conversado "cordialmente" acerca de iniciativas corno la

socialista seguía siendo, como titulaba un Editorial del 16 de diciembre, "disminuir los gastos". (LV,
16-12-16)
332

libre importación de azúcar, el impuesto a la exportación de trigo 282 y el fomento de


obras públicas, y que al despedirse Yrigoyen había prometido que las propuestas
serían tomadas en cuenta, a lo cual Di Tomaso habría respondido, en un visible
intento de mantener las distancias, "así lo esperamos... de un ejecutivo surgido del
sufragio popular" (LV, 16-11-16).
El día 18 La Vanguardia explicaba que con el gran mitin que tendría lugar ese día se
ponía fin a la campaña de agitación del PS y la respuesta le correspondía al
radicalismo. Tomándole la palabra a Yrigoyen sostenía que si cumplía en el gobierno
con las promesas hechas "desde el llano", reafinnadas en la reunión con Di Tomaso,
el petitorio debía ser atendido. El diario socialista agregaba que para cumplir con
algunas de las medidas propuestas, como la libre importación de azúcar, bastaba con
un Decreto, pero reconocía que se requería de "un gran valor moral" para enfrentar
los intereses del trusi del azúcar. La argumentación colocaba la pelota en el campo
radical al plantear, no sin soberbia, que los socialistas le daban a Yrigoyen "una
inmejorable oportunidad de que realice el gobierno ejemplar que prometiera". En la
conclusión volvía a subrayarse la distancia al señalar que la clase trabajadora que
desfilaría ese día "no llegaría a la Casa Rosada pidiendo una limosna, sino pidiendo
que se reconozcan los derechos económicos fundamentales el derecho a la vida y al
trabajo." (LV, 18-11-16).
Finalmente la lluvia hizo que el CE suspendiera el mitin. La Vanguardia, tal vez para
minimizar el anticlímax respecto a las grandiosas palabras con que lo habían
precedido, dio gran destaque al petitorio presentado (LV, 19-11-16) y resaltó que
"las reuniones locales que en distintos puntos de la metrópoli se realizaron en la
semana última ofrecieron el espectáculo de los grandes movimientos populares (LV,
20-1 1-16). Al mismo tiempo, comenzó a esbozar la perspectiva de que la iniciativa
no sería acompañada por los radicales. El pronóstico se basaba en los antecedentes
de una concepción meramente caritativa de la acción social que, se explicaba, no
sería en Yrigoyen "un simple ensayo (sino) una convicción de estadista que aplica
con cariño y con 'reclame', según se puede ver en las laudatorias del órgano oficial."
Yrigoyen, se seguía explicando con cierta ironí a, le había tomado cariño a su "misión

282
Un día más tarde La Vanguardia informaba que en la entrevista Di Tomaso le había sugerido a
Yrigoyen si, dadas las circunstancias extraordinarias generadas por la guerra y la mala cosecha, no
sería deseable directamente prohibir la exportación de trigo y fijar el precio de la venta de pan. (LV,
17-1 1-16).
333

tutelar" y se complacía en alojar a los pobres y ver que estos comieran 'la comida del
Presidente". (LV, 20-1 1-16).
En los días siguientes otros artículos, tal vez buscando mantener una mayor
expectativa acerca de la posibilidad de que el gobierno tomara en cuenta las medidas
propuéstas, rechazaban la contraposición antes planteada entre medidas paliativas,
como la olla popular, y soluciones de fondo. Señalaban que no se cuestionaban las
primeras, necesarias ante el hambre del pueblo, pero que las mismas debían ser
transitorias. Afinnaban asimismo que "el Partido Socialista no hace la yana
'oposición' estéril y negativa de los grupos que se disputan el poder (y) prefiere
señalar a los hombres de gobierno los medios de conjurar en gran parte la actual
crisis, antes que dejarles perder el tiempo en la inercia para poder criticarlos
después." Pero el intento de acercamiento era acompañado por un nuevo
señalamiento de la superioridad -que llegaba a incluso a la atribución a sí mismos de
la capacidad de definir el verdadero, sentido de "radical"- al concluir 283 :

"Ojalá sirva el estímulo del PS para infundi.r a los hombres del nuevo gobierno del
valor para librar al pueblo de la explotación de los monopolios ( ... ) Y comprenda
este gobierno que nada sería tan nuevo, tan revolucionario y radical —en el exacto
sentido de los vocablos- corn.o inspirar los actos gubernativos en las necesidades del
mayor número, del pueblo sufrido y laborioso, que tiene hambre y sed de justicia."
(22-11-16). . .

Pero lo que primaba era la expectativa negativa. Así lo dejaba ver un Editorial que,
señalaba el curioso fenómeno "de un gobierno que viene a renovar, a cambiar todo el
régimen. —administrativo y político- de las oligarquías ( ... ) y que comienza por no
hacer nada o por irse por los detalles." Y, volviendo sobre los planteos anteriores,
sostenía que aún las buenas medidas tomadas por el radicalismo eran pequeñas e
inocuas, y lamentaba su falta de resolución para tratar los "grandes" prob1ems. La
conclusión era lapidaria: "el señor Irigoyen, no viene a renovar nada" (LV, 24-11-
16).
Luego de, varias semanas en las que los socialistas cuestionaron a 'un gobierno que
ante la insuficiencia de la "caridad estatal" se limitaba a apelar a la beneficencia

La distancia con el radicalismo era acentuada no sólo por ese rol tutor que en ocasiones corno ésta
los socialistas se daban a sí mismos sino, más claramente, por otras intervenciones que, en esos
mismos días, celebraban los conflictos internos del radicalismo y auguraban lisa y llanameiite su
"disolución". Un ejemplo era el artículo que analizando las tensiones de los radicalismos provinciales,
en particular el caso cordobés, las explicaba por ser el radicalismo "un partido sin ideales y sin
disciplina" que había admitido en sus filas a todo aquel que lo solicitara y que por tanto no podía más
que estallar. (LV, 23-1 1-16)
334

privada (LV, 1 1-12-16), el Poder Ejecutivo decidió incluir entre los ternas a tratar en
las sesiones extraordinarias varias de las propuestas socialistas. Entre ellas se
destacaba el proyecto de un derecho del cinco por ciento a pagar por todo producto o
fruto del país que se exportara. La Vanguardia señalaba que el planteo, socialista se.
limitaba al trigo, pero aceptaba el proyecto como "medio extraordinario para
contener el espíritu de lucro de ciertos especuladores". Peró junto al reconocimiento
iba la crítica, señalando que el resto de los proyectos enviados a consideración eran
"simples esbozos" que carecían de precisión, fruto de un gobierno que "no percibe
con claridad los términos de un problema o de una cuestión" -y aquí la acusación era
de incapacidad-, "o los percibe con demasiada claridad, al objeto de llegar, en los
hechos, más lejos de donde pareciera ir con el pensarniento"-y aquí la acusación era
de una simulación que escondía propósitos inconfesables- (LV, 13-12-16).
A los pocos días de que los socialistas cerraran su "campaña por el trabajo y la vida"
se abrió otro punto de conflicto con la política social del radicalismo. El 1 de
diciembre La Vanguardia informaba acerca del inicio de una huelga entre los
trabajadores de las empresas navieras de cabotaje, al tiempo que solicitaba al
gobierno "permaneciera neutral frente al conflicto" (LV, 1-12-16). Cuatro díás más
tarde, el diario socialista señalaba que la huelga ganaba en intensidad y amplitud, al
tiempo que denunciaba la complicidad que el gobierno mantenía con los armadores
proveyéndoles "marinos profesionales y conscriptos que la ley militar no destina a
rompehuelgas". Esta acción, sostenían, dejaha ver el doble discurso del góbiemo
radical que aseguraba la prescindencia y el deseo de "interceder en el conflicto corno
árbitro amistoso", mientras "se prónuncia en la realidad de las cosas como aliado de
los armadores y les acuerda el apoyo más valioso en las circunstancias presentes". El
conflicto puntual permitía extraer un pronóstico general: el radical era "un gobierno
prácticamente hóstil a la clase trabajadora" (LV, 442-16). Esta caracterización
estaba específicamente dirigida por La Vanguardia a advertir a "la organización
obrera", que debía apercibirse "a la defensa de sus intereses contra el nuevo
enemigo" de modo de no dejarse sorprender por maniobras desleales. El comentario
evidenciaba tanto el rol paternal que los socialistas se asignaban respecto a las
organizaciones gremiales, como el temor acerca de la buena relación que el gobierno
radical estaba establéciendo con algunos dirigentes de esas organizaciones.
Prueba de esa buena relación era la entrevista que el 5 de diciembre mantuvieron
Yrigoyen y Francisco García, líder de la Federación Obrera Marítima (FOM) y
335

Secretario General de la FORA sindicalista. El resultado de la reunión fue "la


concesión de que no se recurriría a la policía portuaria para reclutar y proteger
esquiroles" (Rock, 1992: 143). Ese mismo día La Vanguardia anticipaba que el
gobierno se inclinaba por adoptar, al fin, una política de "equidad", lo que era
explicado por la necesidad política de Yrigoyen de no aparecer "rendido" a los
intereses del capital. Más allá del señalamiento del cálculo político, el Editorial
concluía saludando la nueva actitud del gobierno frente a los problemas obreros y
haciendo votos por que dicha resolución se mantuviera (LV, 5-12-16).
Días después un Editorial volvía sobre el cambio de actitud del gobierno, al que
vinculaba con una más extendida "inseguridad" de la administración radical en sus
decisiones. Señalaba que si el gobierno había tenido al principio una actitud inicial
favorable a los armadores, que luego había sido reemplazada por una de justifi.cada
prescindencia, el error volvía a cometerse ante un nuevo conflicto: el de los
frigoríficos, en el cual volvía a convertrse en "rompehuelgas". La disparidad de la
acción oficial había sido notada por los propios empresarios navieros reunidos en él
Centro de Navegación, que habían pedido al Ejecutivo el mismo trato. Finalmente,
señalaba La Vanguardia, Yrigoyen iba cediendo a todas las exigencias patronales
"para colocarse en la situación de los gobiernos abusivos del 'viejo régimen", a lo
que agregaba: "Y así, después de tanta indecisión, vemos que las definiciones
definitivas son las malas. Tenía que suceder, porque la indefinición no es condición
de acierto" (LV, 15-12-16).
La conclusión, lapidaria, no ocultaba la satisfacción por el abandono de la posición
intermedia del radicalismo, posición que obligaba a los socialistas a un matiz al que
no estaban acostumbrados.
Sin embargo, la ambivalencia reaparecía en un artículo que cómentabá la posibilidad,
anticipada por "fuentes oficiosas", de que el gobierno estuviera por cambiar su
posición respecto a la huelga marítima. El juicio de los socialistas aún diferenciaba Ja
forma en que los radicales se vinculaban con los "industriales" de las de
administraciones anteriores: se señalaba que los trabajadóres reconocían, como lo
hacía el mismo diario socialista, "que la policía se ha comportado, salvo casos
aislados, con entera corrección" y que por eso los huelguistas habían ajustado sus
acciones a la propaganda y vigilancia; pero se criticaba que desde el gobierno y la
prensa radical se prestara oídos a los propietarios que se presentaban como
defensores del "interés nacional" y denunciaban los "desmanes de los huelguistas".
336

El artículo concluía instando al Ejecutivo a mantener su ecuanimidad e investigar los


supuestos incidentes "antes de adoptar resoluciones que lo coloquen francamente
como aliado de los armadores y como enemigo de los obreros." (LV, 17-12-16).
La huelga naval continuó y finalmente los patrones debieron aceptar el arbitraje
gubernamental que antes habían rechazado. Los socialistas cuestionaban la figura
elegida para el papel, la del jefe de policía Moreno de cuya imparcialidad dudaban,
pero rescataban la adopción del "procedimiento moderno y. eficaz por excelencia".
La conclusión era de una vigilante expectativa, aguardando que Moreno no
defraudara los intereses de los trabajadores y demostrara que "algunos funcionarios
pueden ser imparciales, por más cerca que se hallen de la clase sustentadora del
poder público". Finalmente, y como señala Rock (1992: 143), el arbitraje fue
favorable a los obreros, que obtendrían las principales concesiones salariales
reclamadas.
En esos días los socialistas se mostraban favorables a otras iniciativas del gobierno
radical. Así, el Decreto presidencial fijando el cierre de los almacenes y despachos de
vino los días domingo era saludado por el diario socialista como "la disposición de
carácter social más importante que se registra en los últimos tiempos" (LV, 25-12-
16) y la decisión de Yrigoyen de conmutar Ja pena capital al "descuartizador Ernst"
era "aplaudida sin reservas" y defendida ante las críticas de la prensa (LV, 3-1-17).
Estas medidas, junto a la posición del gobierno ante las huelgas, llevaban a un juicio
general acerca de "las características del gobierno radical". Este era, señalaba un
Editorial de La Vanguardia, "un gobierno de fuerza y de misericordia, en que la
magnanimidad y el buen corazón de los altos funcionarios componentes hacen
'pendant'. con su intolerançia y su fuerza." Estas características, señalaba el diario
socialista, permitían explicar la confusión del pueblo "obligado a fluctuar entre
movimientos de admiración y alarmante perplejidad". Los socialistas reconocían que
al donar "caritativamente" sus ingresos, el Presidente y sus Ministros mostraban estar
poseídos de sentimientos respetables, . y rescatabán asimismo la sencillez de unos
funcionarios que vestían de simple saco, así como la "magnanimidad" del acto de
evitar un fusilamiento. Se lamentaba sin embargo que estos cambios -a los que
consideraban referidos a la forma ya que en cuanto al fondo, se señalaba, los
radicales no aportaban ninguna novedad- conformaran al "pueblo ingenuo" que sólo
les planteaba objeciones que también tenían que ver con las formas. Tal era el caso
de las dudas que surgían cuando los proclamados "defensores de la constitución"
337

apelaban a expedientes no contemplados en ella para cumplir sus "fines


regeneradores". El Editorial se apuraba en aclarar que los socialistas no compartían
la indignación de ese "pueblo ingenuo" ya que ellos no creían en la bondad de las
constituciones y leyes eternas. Sin embargo, en un planteo que anticipaba las
posteriores críticas institucionalistas del socialismo a las intervenciones provinciales
y a las prácticas parlamentarias radicales, agregaba:
"preferiríamos a ver a los gobernantes radicales dispuestos valientemente,
francamente a reforniar lo que de reaccionario e inconveniente para los intereses del
país hay en aquellas cartas orgánicas y disposiciones legales a comprobar que con
subterfugios y arbitrariedades las viola o las desvirtúa. Porque esos procedimientos,
si pueden resultar deseables en el caso del reo Ernst ( ... ) podrían emplearse en
ahogar verdaderos derechos democráticos, verdaderos derechos humanos (...)" (LV,
5-1-17).

La incomodidad ante un gobierno que a veces y arbitrariamente cumplía algunas


aspiraciones socialistas, mientras que en otras las contrariaba, se manifestaba en la
conclusión del Editorial que, retomando implícitamente las viejas profecías de
simplificación política e .insistiendó sobre el papel educador de la experiencia,
auguraba un cercano desenmascaramiento que pondría fin al "misterio del gobierno
radical".

La huelga municipal

Los. socialistas creerían encontrar esa "clarificación" en la actitud con que el


gobierno enfrentó un nuevo conflicto. A mediados de marzo los obreros munícipales
se declararon en huelga solicitando el pago puntual de los salarios, adjudicación de
ascensos por antigüedad y la eliminación de la obligación de reponer los bienes que
dañaran. Estos puntos, señalaba la declaración de huelga reproducida por La
Vanguardia, habían sido acordados en pasados conflictos y la añterior administración
les había dado cumplimiento, pero el nuevo gobierno radical se rehusaba a hacerlo.
El documento ponía particular énfasis en el tema de los nombramientos, denunciando
despidos a los militantes gremiales y planteando una velada acusación de un uso
clientelar y discrecional de los cargos. (LV, 16-3-17).
Al día siguiente el tema ya merecía.un Editorial por parte de La Vanguardia. En él se
deploraba que el Intendente que ini.cialmente había parecido animado de buenos
338

propósitos al dictar medidas como la jornada de ocho horas, hubiera finalmente


cedido a los malos consejos o a los "prejuicios de partido ó de 'comité" provocando
la legítima resistencia de los empleados, sobre tódo de los del servicio de limpieza.
El diario socialista era particularmente crítico con el rechazo que el Intendente
Municipal planteaba respecto a la existencia misma de la asociación que nucleaba a
los trabajadores, afirmando que era un contrasentido que el Intendente designado por
un gobierno que aconsejaba la conciliación entre obreros y patrones y que, en el caso
de los navales- también en conflicto 284- se prestaba a ser su instrumento, desechara
toda posibilidad de entenderse con el personal obrero que de él dependía. Esta
incongruencia era explicada, como el resultado de considerar que la organización de
los empleados municipales era un movimiento manejado con fines políticos por los
socialistas285 . El argumento era agitadó por la prensa radical; así., La Época sostenía
"Es el. socialismo, en efecto, el encargado de mantener en auge constante los
fermentos agitadores que pululan en la masa general de los obreros municipales;
masa que, como ha visto bien el socialismo, constituye un elemento fácilmente
maleable y extremadamente dócil a las sugestiones de aquel.".(La Epoca, 16-3-17).

Los radicales devolvían la pelota. A las tradicionales invectivas socialistas respecto a


los seguidores de la UCR, respondían con una no menos negativa e ilumimsta
caracterización de los trabajadores que seguían a los socialistas. Dos días más tarde
La Vanguardia respondía ya no negando la identificación de los huelguistas con el
socialismo sino resaltando la actitud "resuelta y solidaría" de los trabajadores
rechazando que, corno planteaba La Época, dicha adhesión se basara en la
"inconsciencia". Sin embargo a continuación la identificación entre huelguistas y PS
era nuevamente borrada al denunciar que en el conflicto se enfrentaban la
administración comunal apoyada por todo el partido. radical -cuyos clubes "repletos
de famélicos aspirantes a puestos públicos" se habían convertido "en agencias

284
El conflicto se había iniciado a fines de marzo frente a la decisión de la empresa Mihanovich de
contratar personal no perteneciente a la FOM sino a una "sociedad amarilla" (Marotta, 1975' 207).
Esta organización declaró la huelga a la empresa y las Fuerzas Armadas ocuparon el puerto; la FORA
amenazó con una huelga general y sus dirigentes se entrevistaron con Yrigoyen. Finalmente, los
huelguistas obtuvierón el éxito y firmaron un convenio que estipulaba que la FOM seleccionaría el
personal de los buques (Godio, 2000: 247).
285La Vanguardia calificaba tal interpretación como "una burda invención" y planteaba que la huelga
se ifindaba en reclamos tan básicos como el pago en fecha o la estabilidad Jaboralcuestionada por un
gobierno que trataba el nombramiento de un simple peón como si fuera el de un "cargo de confianza"
y lo hacía depender del Presidente de la república. (LV, 17-3-17)
339.

reclutadoras de crumiros" 286 - y los obreros municipales. Finalmente, las cosas


quedaban claras gracias a una huelga que tenía "la virtud de poner al desnudo al
radicalismo y a los funcionarios que emanan de sus filas." (LV, 18317)287.
Días más tarde el CE del PS emitió una declaración en la que sostenía que la huelga
no obedecía a una directiva del Partido 288, sino que había sido "provocada
intencionalmente" por, las autoridades comunales que se habían negado a tratar con la
asociación gremial que representaba a los trabajadores. El texto terminaba
explicando la condi.icta del gobierno comunal en base a la existencia de "bajas
motivaciones electorales", a la vez que ligando la cuestión con un viejo reclamo
socialista: "la pronta entrega del, gobierno de la comuna al puebló de la capital", que,
denunciaban, había sidó obstaculizada por el nuevo gobierno 229 (LV, 2 1-3-17).
El día 21 un Editorial hacía más explícitas esas motivaciones electorales al denunciar
que "el plan regenerador" del radicalismo consistía en "ir substituyendo al personal
de la administración, en el orden nacional y comunal, por los elementos que esperan
desde el 2 de abril por la ubicación prometida". El diario socialista explicaba que "el
reclamo justificado de los obreros" había sido usado por el gobierno para un doble
fin; "matar la organización obrera" y servir a los intereses partidarios al nombraren
reemplazo de los huelguistas al "desecho del radicalismo" gente "de lista en los
comités" para que se ocupara de las tareas de limpieza. (LV, 21-3-17)

286
Días más tarde se volvia a invertir la acusación radical al señalar que la Intendencia Municipal en
"el calor del apuro" no había notado que los "crumiros" que había tomado para la administración de
limpieza no eran "gente de trabajo, gente capaz de someterse de una manera regular y permanente a
las rudas tareas a las que ya estaban hechos los obreros huelguistas; son trabajadores advenedizos, sin
hábitos encarnados de orden y de trabajo (.. .') De manera que, pasados los primeros días, la mayor
parte de ellos querrán cobrar sus pesitos ganados y retirarse a las cercanías de los comités que los
prohijaron y los prohijan siempre." (LV, 20-3-17).
287
La misma virtud aclaratoria parecía tener para los socialistas un Editorial de La Nación que
cuestionaba la acción de los obreros municipales apelando al "principio de autoridad" (La Nación, 18-
3-17). La Vanguardia se preguntaba qué tipo de autoridad podía tener un gobierno que no cumplía
con sus compromisos y concluía señalando que frente a las alegaciones radicales de un "pacto
conservador-socialista" la intervención del diario burgués dejaba ver claramente "el pacto tácito y
espontáneo de las facciones de la política criolla para oponerse a toda aspiración de bienestar, de
perfeccionamiento y de reivindicación del pueblo obrero." (LV, 19-3-17)
288
Al respecto reafirmaba la tradicional posición de "neutralidad" de los socialistas expresando que
"como organismo político ,no ha intervenido en movimientos que, como el actual, son de exclusivo
carácter gremial, aunque, aclara, los mira con simpatía. (LV, 21-3-17).,
289
Como veremos a continuación, aunque los radicales habían presentado proyectos proponiendo la
elección popular tanto del ejecutivo como el legislativo comunal, Yrigoyen se había limitado a
nombrar un nuevo Intendente, Joaquín Llambías, y a reemplazar el Consejo designado en base a un
criterio notabiliar por otro formado por dirigentes de los comités barriales radicales.
340

Al día siguiente La Vanguardia volvía a poner el acento en el doble discurso radical


al señalar que el mal ejemplo establecido por el gobierno comunal estaba siendo
seguido por los empresarios navieros, que rechazaban cumplir con el fallo arbitral
que había puesto fin al reciente conflicto. El periódico señalaba que la intervención
de los comités radicales en las huelgas "reclutando cruiniros" no hacía más que
acentuar los conflictos laborales al desplegarse frente a ellos "toda la clase obrera:
organizada", lo que derivaría en luchas más violentas. Esta perspectiva amenazante
no era, sin embargo, celebrada por La Vanguardia, que proponía al gobierno
nacional conjurarla interviniendo la intendencia y reconociendo el derecho de
agremiación de los trabajadores. (LV, 22-3-17).
El artículo citado, que planteaba cierta expectativa en la intervención presidencial, a
la que se diferenciaba de la acción del Intendente Llambías, era desmentido por otro
publicado al día siguiente que denunciaba que, desde la llegada del radicalismo al
gobierno nacional, habían vuelto los tiempos de la "barbarie policial, del terror y la
masacre". Continuaba señalando que a partir del ascenso de Yrigoyen los elementos
radicales de mayor prestigio habían organizado "una nueva Sociedad Restauradora
dispuesta a apoyar. al gobierno y a sus secuaces en todos sus excesos." Afirmaba que
dirigentes radicales dirigían la acción de los "crumiros" que habían reemplazado a
los huelguistas y que en la Intendencia se había establecido "el espionaje
desempeñado por personajes allegados al Presidente de la república que delatan a
todos aquellos que se permiten la licencia de criticar las gestiones del gobierno
comunal."; y denunciaba asimismo que días antes la policía había clausurado un
local socialista y que los obreros detenidos habían sido conducidos a un corralón
municipal en el que habían sido golpeados y vejados no sólo por los policías y
bomberos sino por los capataces que allí trabajaban. (LV, 23-3-17).
El conflicto se tensaba. La Época advertía que la agitación combinada de huelguistas
y "políticos sectarios" podía producir "lógicas reacciones que renovarían "jornadas
obreras de triste agitación" (La Época, 23-3-17). La Vanguardia hacía más explícita
la amenaza del diario radical denunciando que lo que podía esperarse del gobierno
era "el estado de sitio, las prisiones en masa, precedidos acaso de alguna masacre de
huelguistas, y coronados con asaltos de locales obreros e incendios de bibliotecas."
Sin embargo, el diario socialista no identificaba del todo estos planteos con Yrigoyen
e instaba a éste a desoír las voces de "los elementos de la clase rica". Señalaba a los
radicales que quienés más se favorecerían de su ataque a los trabajadores serían los
341

conservadores, ya que con ello "el gobierno radical aparecería colocado, a igual
altura, ni más ni menos, quelos gobiernos de viejo cuño oligárquico." (LV, 24-3-17)
En los días siguientes las páginas de La Vanguardia continuaron tratando el conflicto
municipal. Por un lado, cuestionaban la designación del Intendente por el Presidente,
señalando que en este caso ni siquiera contába con el aval del Senado (LV, 25-3-17)
y retomando la movilización por un viejo reclamo socialista, la "municipalidad
electiva" (LV, 26-3-17). Por el otro, seguían los avatares cotidianos de la huelga
denunciando las prácticas represivas del gobierno y los crímenes de "la mazorca
radical" (LV, 26317)290. Las páginas socialistas daban cuenta también de las
deliberaciones de los empleados en conflicto y de la solidaridad que encontraban en
otras asociaciones obreras. La misma se pondría de manifiesto el 28 de marzo
cuando la FORA del IX° Congreso —a la que sin embargo no pertenecía el sindicato
dirigente del movimiento (Marotta, 1961: 201)- declaró la huelga general.
Dos días más tarde, La Vanguardia volvía a deslindar responsabilidades respecto al
conflicto -cuya principal consecuencia, la falta de recolección de residuos, provocaba
descontento en la población porteña- planteando que éstas le correspondían al
Intendente por su empecinamiento en no reconocer a la sociedad de obreros
municipales. El diario socialista señalaba que ese empecinamiento había llegado al
punto de no cumplir con el acuerdo que habían establecido la FORA e Yrigoyen, y
sostenía que Llambías, al resistir las órdenes presidenciales negándose a tratar con la
asociación obrera y a reincorporar a los huelguistas, se había convertido en "el único
responsable" de la huelga general. Podemos ver que el diarici socialista separaba en
este caso a Yrigoyen de su "delegado", planteándole al Presidente que aún estaba a
tiempo de evitar "los perjuicios de una huelga general" con el simple expediente de
ordenar expresamente "la readmisión de todos los huelguistas". (LV, 30-3-17).
Ante las acusaciones radicales, los socialistas negaban que ellos manejaran "a los
obreros municipales, a los marítimos, hoy, y acaso mañana a los de todos los gremios
de la capital, como si fuesen electores radicales de la Quebrada del Toro u Orán". El
desmentido de la manipulación llegaba al punto de disminuir la propia influencia en
los gremios, señalando que el PS sólo tenía incidencia entre "los obreros más

290
Un día más tarde un Editorial de La Vanguardia apelaba a todo el arsenal civilizatorio socialista
para señalar que si esos crímenes permanecieran impunes se debería dudar de "todos los progresos de
la razón pública" al ver que "la culta .y opulenta" Capital de la República "parecía despertar en pleno
año 40" (LV, 27-3-17).
342

conscientes". Los socialistas explicaban que esa declaración no buscaba desconocer


"la solidaridad que nos une siempre al pueblo, aún en sus errores", sino rechazar "la
mistificación jesuítico radical" orientada a distraer a la opinión pública con un
"complot socialista" de modo que no viera quienes eran los responsables de la dificil
situación que se planteaba. La Vanguardia explicaba que uno de los problemas
particularmente graves era la posibilidad de una huelga marítima, ante la que el
gobierno que no trataba con ecuanimidad a sus trabajadores no tendría, como antes,
la autoridad moral para influir conciliatonarnente ante los armadores. El Editorial
concluía extendiendo la responsabilidad sobre Yrigoyen, aunque sólo por su omisión
y falta de decisión juzgando que: "reconocía los derechos de los obreros y las
ventajas de una solución tranquila y justiciera, (pero) no tenía la energía suficiente
para imponerla a que de él depende y que él ha nombrado por su exclusiva cuenta."
(LV, 31317)291.
Sin embargo, Yrigoyen no se mostraría tan pasivo. Con un nuevo conflicto marítimo
en ciernes y privilegiando su relación con la conducción sindicalista de la FORA
(Rock, 1992: 146) el Presidente presionó a Llambías para que reincórporara a los
huelguistas despedidos. El 2 de abril La Vanguardia informaba que el conflicto había
tenido una "solución decorosa" merced a una nueva propuesta del Intendente
Llambías; se sefialaba que, aunque algunas de las causas del conflicto subsistían, las
conversaciones que el gobierno municipal había entablado con la FORA dejaban ver
que había fracasado el móvil principal de su acción, "destruir la organización
gremial." (LV, 2-4-17). Más exitoso aún fue el resultado que, con cierto aval del
gobierno radical, obtuvieron los "marineros" de la FOM en conflicto, que lograrían,
en parte gracias al trato favorable de Yrigoyen, imponer sus reivindicaciones.
Así, durante los primeros meses de gobierno radical las organizaciones gremiales
obtuvieron algunos triunfos y la posición socialista frente a la "política obrera" del
gobierno fue ambivalente: aunque no ahorraron críticas ante un gobierno del que
hacían un balance muy negativo (LV, 8-4-17) no dejaban de reconocer ciertos

291
El comentario final volvía a relacionar la cuestión con el viejo anhelo socialista de la
municipalidad electiva. Este argumento reaparecía en un artículo de Esteban Jiménez publicado un día
más tarde que concluía: "No se democratizarán las relaciones entre la municipalidad y los obreros si
antes no se democratiza ella misma. A un régimen municipal que niega al pueblo el derecho de voto
reconocido a los habitantes del último villorrio del país corresponde perfectamente un intendente
municipal que desconoce a los obreros municipales el derecho de asociación de que gozan todos los
demás trabajadores." (LV, 1-4-17)
343

avances, como la aprobación por parte de la Cámara de Diputados del proyecto. de


ley que prohibía el pago de salarios con "vales o bonos" (LV, 20-5-17).
Por unos meses, el foco de la atención socialista ya no estaría en los conflictos
obreros sino en la posición a adoptar ante la intervención a Buenos Aires dictada por
el. Poder Ejecutivo a fines de abril y, principalmente, en la "cuestión internacional"
que amenazaba con dividir las filas partidarias; sin embargo los ecos de la huelga
municipal se dejarían oír en el debate acerca del régimen político de la ciudad de
Buenos Aires.

La cuestión de la neutralidad y el 111° Congreso Extraordinario

Desde los primeros días de la guerra las simpatías dei PS se habían inclinado por las
fuerzas de la "Eníente". Sin embargo, como ya señalamos, esto no había implicado
un abandono explícito de las posiciones internacionalistas ni un cuestionamiento a la
política de neutralidad adoptada por de la Plaza y continuada por Yrígoyen.
Sin embargo, estas posiciones comenzaron a cambiar a comienzos de 1917, cuando
los alemanes agotados por el bloqueo inglés y viendo el fracaso de las iniciativas de
paz planteadas en diciembre de 1916, declararon la "guerra submarina ilimitada"
(Mommsen, 2000: 313) El 2 de febrero el gobierno alemán notificó a los países
neutrales que debían evitar enviar sus naves a las bloqueadas costas de Inglaterra y
Francia, o que de lo contrario las mismas serían hundidas sin aviso previo. Ante la
medida, el gobierno norteamericano rompió relaciones con Alemania y pidió a los
otros países neutrales que hicieran lo propio (Weinmann, 1994: 106),
El 4 de febreró La Vanguardia consideraba que la solicitud de la "gran república
americana" contaría con "la simpatía y el apoyo moral de todas sus hermanas del
continente". En su argumentación diario socialista historiaba los esfuerzos que había
debido realizar la humanidad para conquistar la libertad de comercio y navegación, y
señalaba que no era posible que las naciones contemplaran impasibles "las escenas
de horror de que serán testigos los mares, y en las que resultarán victimas inocentes
mujeres, ancianos y niños, tanto de los países beligerantes como neutrales". El
Editorial concluía señalando que, entre tanto la humanidad no contara con los
elem.entos materiales y morales necesarios para dar forma a una "Liga de las
Naciones", era necesario: . .
344

"que las naciones neutrales adopten las medidas necesarias para la salvaguarda de los
sentimientos de humanidad, y en defensa del derecho de gentes, de las leyes
internacionales y de sus intereses económicos, obligando por sanciones efectivas a
los imperios centrales a su absoluto respeto. La 'Liga de los neutrales' sería tan
eficaz en el siglo XX corno la 'neutralidad armada' en el XVIII, y tal vez ahorrase al
mundo, y sobre todo a América, días horrendos de luto y. de dolor." (LV, 4-2-17).

La posición era aún de defensa de la neutralidad, pero la referenciá a la: "neutralidad


armada" apuntaba en dirección a un involucramiento más directo en el conflicto.
Esto fue hecho explícito por los oradores del "Mitin por la paz" que el PS realizó el
10 de febrero en la Plaza Congreso. En el acto hizo uso de la palabra el Diputado
Antonio de Tornaso, quien contrapuso a Alemania, "cuyo atraso político no condice
con su actiti.td técnica y su desarrollo económico y social", con Francia e Inglaterra,
representantes de "la civilización política, la república y el gobierno parlamentario";
a la vez que convocó al pueblo:
"a vigilar la actitud del gobierno e influir sobre ella en defensa de los principios que
consultan las conveniencias de la república y la humanidad" (LV, 11-2-17)

En los meses siguientes, el PS profundizó su cuestionamiento sobre el manejo que


hacía el gobierno de las relaciones internacionales, al tiempo que se acercó a los
sectores que, acunados por la tradición anglofilia y francofilia de la "opinión
pública" argentina, propiciaban una ruptura de relaciones con Alemania. Un primer
hito en ese derrotero fue la "declaración de guerra" a Alemania por parte de los
Estados Unidos, que sirvió a la hoja socialista para cuestionar la respuesta que el
gobierno argentino había dado a la intensificación de la guerra submarina por parte
de los alemanes (LV, 13-4-17). En esos días se conoció la noticia, que el gobierno
radical había intentado retener para no agravar el clima político (Puccíarellí y Tortt,
1995: 90), de que el 4 de abril submarinos alemanes habían hundido al velero
argentino "Monte Protegido" frente a las islas Scilly ubicadas dentro del área de
bloqueo decretado por la guerra submarina alemana. El hecho generó importantes
movilizaciones en la ciudad de Buenos Aires, en las que se atacaron comercios
alemanes y las sedes del "Club Alemán" y del diario "germanófilo" La Unión. Ante
los sucesos la reacción de La Vanguardia fue, luego de recordar que los socialistas
habían sido los primeros en protestar contra "los brutales procedimientos empleados
en la guerra marítima por los submarinos alemanes" y que su voz había sido de las
poças que se habían dejado oir "para censurar la actitud del gobierno cuando no se
atrevió a protestar virilmente contra la resolución del império germánico
345

estableciendo el 'bloqueo submarino", llamar a la serenidad mientras se reunían los


antecedentes del caso, sefialando que "cualquier otra actitud es contraria a los
intereses de la nación que deben estar por encima de todas las pasiones, aún de las
más nobles y de todas las diferencias de partido u opinión" (LV, 15-4-17).
Más allá de la declaración, los sucesos generaron una febril actividad en las filas
socialistas. En la noche del 16 se reunió el CE y luego de una discusión que continuó
al día siguiente decidió por mayoría la convocatoria a un Congreso Extraordinario
del Partido, el tercero, que tendría lugar en Buenos Aires en los últimos días del mes
de abril. El CE decidió también que hasta la celebración de ese Congreso La
Vanguardia encuadraría su conducta "en la defensa de la efectividad de nuestro
comercio internacional, sin el cual se paralizaría la vida económica del país, de la
libertad de los mares y de los ideales políticos que persigue la democracia socialista"
(LV, 18-4-17). El día 17 se reunió también el Grupo Socialista Parlamentario que,
con el aval de todos sus miembros, emitió una declaración señalando:
"en presencia de los actos de guerra submarina, que afectan los intereses de la
nación, cree que el gobierno debe adoptar todas las medidas necesarias de orden
portuario y empleo de la marina de guerra, para hacer efectivo tan ampliamente
como sea posible el comercio argentino en buques de cualquier bandera, inclusive los
buques alemanes y austriacos refugiados en los puertos, que serían utilizados para
servicio de su intercambio o fines de carácter militar" (LV, 18-4-17)

Como podemos ver, la mayoría de los miembros de ambos órganos se inclinaba por,
posturas "rupturistas". En el CE esto se expresó en un proyecto de resolución,
redactado por Antonio de Tomaso, que señalaba que la guerra submarina implicaba
la supresión de la libertad de comercio, indispensable para la civilización y
particularmente para un país como la Argentina, que producía para el mundo y que
de él recibía "los instrumentos de trabajo, el combustible, el vestido, materiales para
sus industrias y parte del alimento". Por ello, el proyecto -que también contaba, con el
apoyo de Mario Bravo, Nicolás Repetto, Esteban Jiménez, Alejandro Comolli y
Felipe di Tella- manifestaba que el PS avalaría cualquier medida de orden
diplomático, portuario, o de empleo de la armada orientada a garantizar el comercio
exterior argentino; a la vez que, volviendo sobre el viejo terna de la autonomía de los
dirigentes socialistas respecto a sus bases, declaraba que el Congreso depositaba en
el Grupo Socialista Parlamentario y en el CE "la confianza" para resolver la actitud a
tomar ante las medidas a adoptar por el gobierno nacional (LV, 20-4-17).
346

Sin embargo varios de los miembros del CE se inclinaban por el mantenimiento de


posiciones estrictamente neutralistas. Los dirigentes de la fracción izquierdista,
Penelón, Ferlini y Muzio, presentaron una moción que, considerando que se trataba
de una guerra imperialista nacida de la necesidad del capitalismo "de llevar a nuevos
mercados la producción confiscada al proletariado de cada país" proponía que el PS
y la Dirección de La Vanguardia "orienten su acción en sentido resueltamente
contrario a toda intervención del país en la guerra" (LV, 20-4-17).
Al acercarse el Congreso Extraordinario las posiciones se caldearon. Así lo dejaba
ver una carta publicada en La Vanguardia en la que Esteban Jiménez discutía con
quienes propugnaban la vigencia del mandato imperativo y cuestionaban las
directivas que el CE había fijado respecto al modo en que el diario socialista debía
ocuparse de la cuestión internacional (LV, 23-4-17). Dos días más tarde era la misma
dirección de La Vanguardia la que afirmaba que existían "gentes interesadas en
tergiversar los últimos actos del Comité Ejecutivo y del Grupo Parlamentario
Socialista". En defensa de lo actuado por la dirección partidaria el diario socialista
distinguía entre dos posiciones:
los miembros del grupo parlamentario y del Comité Ejecutivo (...) debían (...)
"( ... )

estudiar la situación internacional del país y señalar las medidas prácticas y


apropiadas ( ... ) tendientes a resolverla, en defensa de los intereses generales y de
acuerdo con las reglas más elementales del derecho y los principios esenciales de
justicia. En cambio, otros pretenden llevar al Partido a la inacción aconsejándo el
abandono de la defensa de los intereses del país, con el pretexto de que no son éstos
los intereses de la clase trabajadora." (LV, 25-4-17).

En la mirada de los redactores del diario la oposición a las medidas propuestas por la
dirección del PS se basaba en la incapacidad de comprender que
"así como existe una solidaridad entre los miembros de una familia, y una
solidaridad entre los individuos de un mismó oficio o profesión ( ... ) existe también
una solidaridad entre los habitantes de un mismo país, entre los ciudadanos de una
misma nación. Y la solidaridad tiene todavía un radio mayor pues se extiende a los
continentes y a toda la humanidad" (LV, 25-4-17).

Con esta última referencia el Editorialista buscaba invertir la acusación de sus


oponentes señalando que lo que éstos presentaban corno "internacionalismo" no era
más que un corporativismo extremo que no podía comprender los lazos que excedían
el interés inmediato.
347

Esa idea de un interés colectivo que abarcaba a todos los habitantes de la Nación 292
reaparecía en un Editorial publicado por La Vanguardia en la víspera del Congreso,
en el que se explicaba:
"Nuestro país tiene, a pesar de sus disensiones internas de clases, no obstante la
aspereza de las relaciones entre sus individuos, un deseo y una aspiración que
podemos calificar de instintivos. Como pueblo, vivimos ligados y vinculados
estrechamente con otros países y con otras sociedades (...) Por eso, y a pesar de las
diferencias de clases, deseamos, sobre todas las cosas y contra todos los peligros y
perjuicios del exterior, afirmar nuestro derecho a la vida corno pueblo." (LV, 27-4-
17).

Y esta afirmación, argumentaba, no podía surgir de una mera declamación platónica


sino que debía realizarse en la acción. Por ello, se explicaba, la declaración de la
mayoría del CE del Partido en la que "algunos espíritus impresionistas han querido
ver (...) una declaración de guerra" no era más que "una afirmación de nuestro
derecho de país neutral a que no se obstaculice nuestro comercio". A continuación el
Editorial señalaba que si el Imperio Alemán se había dado el derecho de cortar el
comercio marítimo del país, la Argentina debía autorizarse la inviolabilidad de su
comercio exterior, concluyendo que si Alemania interpretaba eso como una
declaración de guerra, que lo creyera. La argumentación concluía con un pedido de
confianza en la acción de los legisladores socialistas:
"El grupo parlamentario socialista necesita, como representante de la clase
trabajadora en el gobierno, una autorización para apoyar, si la considera necesaria,
toda iniciativa que tienda simplemente a garantizar la efectividad de nuestro
comercio exterior ( ... ) El congreso extraordinario del Partido ha de comprender, sin
duda, frente a la realidad, que tanto la mayoría del CE como el Grupo Parlamentario
Socialista, han querido simplemente que estemos, corno pueblo, preparados para
defender nuestros más vitales intereses" (LV, 27-4-17)

En la mañana del 28, el JJJO Congreso Extraordinario del PS inició sus sesiones en el
Teatro Verdi de La Boca. Como señala Corbiére (1984: 32) los "internacionalistas"

292
En un reportaje realizado por La Revista, y luego reproducido por La Vanguardia, Juan B. Justo
hacía más concreta esta referencia a un interés nacional. El líder socialista explicaba que aunque la
Argentina "no debe embanderarse por motivos ajenos a nosotros como las cuestiones de los Balcanes,
de Alsacia-Lorena y de la autonomía de Bélgica", debía, en cambio, adoptar una actitud de firme
defensa de los intereses nacionales y en particular de su comercio. Al respecto señalaba que "el día
que no puedan salir los frutos del país, ni llegarnos los productos extranjeros que necesitáramos, ése
será el de nuestra mayor ruina ( ... ) debemos evitar en lo posible que se hunda cualquier buque
mercante, porque cada buque que se destruye es una pérdida para el consumidor, para el obrero, no
para las empresas navieras y de seguros". Para oponerse a ello estimaba que "algo podría hacerse con
la marina de guerr&'y concluía señalando que para algo debían servir esos buques que costaban treinta
millones de pesos al año: "Creo que bien pueden contribuir a hacer una policía eficaz, y pienso que
ello no nos llevaría a la guerra; y si así fuera que la declare el gobierno alemán." (LV, 25-4-17)
348

obtuvieron un primer triunfo al lograr imponer al Ingeniero Pascali para la


presidencia del Congreso, derrotando al mismísimo Juan B. Justo por 82 votos contra
75. Las sesiones se iniciaron con la presentación del informe de la mayoría del CE,
por parte de Antonio de Tornaso. En su intervención, el joven dirigente socialista
afirmó que el problema a tratar era nuevo y no podía ser resuelto con declaraciones
teóricas y fórmulas generales, a la vez que señaló que las ideas ingenuas de quienes
de buena fe afirmaban "Y a mi qué me importa el comercio exterior! jy a mi que me
importa que se hundan los buques de los ricos!" podían ser aclaradas sólo a
condición de que se abandonaran los prejuicios y las razones de orden instintivo. De
Tomaso continuó su intervención señalando que si desde el comienzo el tema de la
guerra había preocupado a los socialistas como hombres y demócratas, el abandono
de la neutralidad por otros países y el hundimiento del "Monte Protegido"
introducían a una situación nueva, en la que el Congreso debía definir qué debía
hacerse si el gobierno argentino se veía obligado a adoptar actitudes que
1

comprometieran a toda la Nación. Planteado esto, de Tomaso volvía a la discusión


con el interlocutor imaginario a quien no le importaba la libertad de los mares,
señalando:
"yo le preguntaría si no se viste, y si ese vestido no se hace con las telas que traemos
por la vía marítima. Le preguntaría si en los talleres se emplean máquinas y carbón; y
si esas máquinas y ese carbón los recibirnos de la luna o nos llegan de otros países
por la vía marítima con vapores extranjeros. Le preguntaría, si fuera agricultor, para
quienes siembra trigo y maíz, ya que él no podrá comerse toda la cosecha porque se
empacharía" (LV, 26-5-17).

A continuación de Tomaso procedía a fundar el proyecto de resolución presentado


por el CE, y para hacerlo explicó lo que la conducción partidaria entendía por
"neutralidad", a la vez que los motivos por los cuales la guerra submarina no podía
ser entendida como estrategiá legítima de bloqueo. Afirmando que los socialistas
debían ser partidarios de la defensa del comercio exterior y no sólo del que se
realizaba en buques de bandera argentina, de Tomaso concluyó señalando que para
esa defensa era legítima "toda medida de vigilancia o protección de la navegación en
el mar que pudiera practicar el gobierno utilizando para esa función los medios
materiales de que dispone, costeados por el país con impuestos sobre sus consumos."
(LV, 26-5-17)
En defensa del dictamen de la minoría del CE habló Juan Ferlini, planteando que en
el asunto en discusión había dos cuestiones, la referida al "concepto general frente a
349

la guerra europea", y la relacionada con "el problema que se plantea al país,


especialmente en su faz comercial, a consecuencia del desarrollo de la guerra". Con
respecto a la primera cuestionó a quienes afirmaban que en la guerra europea se
estaban. debatiendó "ideales grandiosos", a lo que respondió recordando la vieja
posición socialista acerca del carácter económico de la guerra y señalando cómo en
los diferentes países los líderes políticos se subordinaban a los intereses capitalistas.
A continuación Ferlini se ocupó del segundo asunto, apelando a cifras de
exportaciones para relativizar el perjuicio que la guerra impónha al comercio, y
concluyendo que no era lógico que "para resolver un problema no existente sino en
el aumento de los productos importados (...) propongamos que la marina de guerra
• argentina custodie a los buques de otros países". Esto implicaba, explicaba,movilizar
a la Armada, a lo que seguiría una movilización terrestre y al final se plantearía el
problema de enviar tropas a Europa, todo ello para, ajuicio de Ferlini, "una situación
de hecho que no existe". (LV, 26-5-17)
Después de Ferlini tomó la palabra el Diputado Augusto Bunge, miembro del CE que
no había firmado el despacho de mayoría ni el de minoría. Explicó que sus
diferencias con respecto al primero eran de forma considerando que, . aunque las
iniciativas que proponían no tenían un alcance intervencionista, la falta de reservas
expresas la exponía a malas interpretaciones. En cambio sostuvo que su disidencia
con el proyecto de la minoría era de fondo, ya que cuestionaba el simplismo de•
quienes ante una grave situación de hecho, como lo era el perjuicio que la guerra
submarina implicaba para los argentinos, negaban que tal situación existiera, citando
para ello los montos del comercio exterior sin mencionar que la semejanza con las
cifras de posguerra ocultaba el aumento de precios y la reducción de los volúmenes.
(LV, 26-5-17).
A continuación habló Juan B. Justo, quien señaló que, por la composición étnica
resultado de la imTnigración y por el monto del comercio, el argentino era "el pueblo
más internacional de la tierra" y que por ello el PS era "el verdadero partido nacional
argentino". Continúo explicando qúe en tal carácter los socialistas habían llamado la
atención sobre las empresas extranjeras, señalando que debían aceptar la jurisdicción
de los tribunales argentinos, y que también por ello se habían opuesto al ausentismo
de los terratenientes extranjeros que llevaba a que el fisco extranjero cobrara.
impuestos sobre lii renta argentina. Justo, después de señalar que nada de eso lo
habían hecho por chauvinismo, explicó que lo mismo aplicaba al asunto en cuestión:
350

no se trataba de preocuparse por el honor o la bandera sino "de la defensa del


comercio exterior, de la necesidad de mantener expeditas las vías marítimas por las
cuales vienen al país las cosas que necesitamos y salen las que producimos para el
pueblo trabajador de otros países". El líder socialista retomó su tradicional
desconfianza por las discusiones teóricas, al señalar que antes que largas
declaraciones con extensos considerandos que podían dar lugar a intenninables
discusiones, prefería las resoluciones claras y concretas. Por ello concluyó su
intervención presentando un nuevo proyecto de declaración:
"El Partido Socialista no quiere la ruptura de relaciones con ningún pueblo. El
Partido Socialista no quiere una declaración de guerra. El Partido Socialista no quiere
ninguna iniciativa parlamentaria socialista referente a la guerra." (LV, 27-5-17).

La discusión que siguió fue larga y agitada. Finalmente la mayoría del Congreso
decidió que se votara a favor o en contra del proyecto presentado por la minoría del
CE, y que sólo si éste no fuera aprobado se tendrían en cuenta otras propuestas, como
la planteada por Justo durante, las deliberaciones. Finalmente el proyecto de la
minoría obtuvo 4210 votos por la afirmativa y 3557 por la negativa: los
"internacionalistas" habían derrotado nada menos que a Justo y a la conducción del
PS (LV, 27-5-17).
Sin embargo ese triunfo fue efimero. Y, como en ocasiones anteriores, un lugar
decisivo en ello tuvo La Vanguardia que, más allá de los cambios en su Dirección 293 ,

mantuvo su adhesión a las posiciones del CE


Así lo dejaba ver un Editorial que lamentaba que en el Congreso partidario el debate
hubiera sido desviado por una mirada equívoca que pretendía distinguir entre
"enemigos y partidarios" de la guerra. A continuación sefíalaba que siendo
naturalmente todos los socialistas partidarios de la paz, la mayoría se habría
inclinado por la posición que entendía "más abiertamente antiguerrera". El Editorial
mostraba que la cuestión seguía abierta, al señalar:
"El congresó del Partido ha querido, sin duda, resolver una cuestión práctica, que
esperamos no vuelvan a plantar ante el Partido hechos nuevos, más o menos

293
Al día siguiente de la finalización del Congreso, Enrique del Valle iberlucea, uno de los firmantes
del documento del Grupo Parlamentario Socialista, presentó su renuncia a la dirección de La
Vanguardia con motivo de "las manifestaciones hechas por algunos delegados del 111° Congreso
Extraordinario del Partido y a la circunstancia de no haber podido levantar los cargos formulados, a
causa de no permitírseme hacér uso de la palabra por la intemperancia de una parte de los delegados y
de la barra" (LV, 1-5-17). Esto no implicó una modificación de la línea del periódico, ya que a su
cargo quedó quien era el Secretario de Redacción, José Rouco Oliva, también partidario de las
posiciones sostenidas por la condicción partidaria.
351

inesperados. Pero nadie creerá que las premisas teóricas de la resolución votada sean
inmutables, eternas, corno una 'revelación, y deban pesar corno un castigo sobre el
espiritu de los que no las comprendan." (LV, 3-5-17)

Por el momento, sin embargo, la "cuestión internacional" pasaba a rm segi.mdo


plano294 , y el interés socialista se centraba en la intervención a la provincia de
Buenos Aires que Yrigoyen había dispuesto a fines de abril.

El PSy la intervención a la provincia de Buenos Aires

Desde sus comienzos, el PS había cuestionado la dimensión federal de la


organización del Estado argentino, argumentando que no sólo llevaba a la sobre-
representación de las "atrasadas" provincias del Interior del país sino que además
limitaba la vigencia de muchas leyes, en particular de las laborales, al territorio de la
Capital Federal y los territorios nacionales. Dada esta posición hubiera sido esperable
que los socialistas no plantearan graves reparos a la política de intervenciones
provinciales que, con el fin de completar la "reparación institucional" ya iníciada con
el ascenso de Yrigoyen a la Presidencia de la Nación, proponía el gobierno radical.
Sin embargo, desde el comienzo del gobierno de Yrigoyen, los socialistas
cuestionaron la mayoría de las propuestas de intervención señalando que no eran
distintas que las del viejo régimen. La primera discusión que sentó la tónica de las
muchas que seguirían en los años posteriores fue suscitada por los esfuerzos de
Yrigoyen por desplazar a su rival más poderoso, el Gobernador de la provincia de
Buenos Aires, Marcelino Ugarte.
Ya en noviembre de 1916 La Vanguardia señalaba que los radicales bonaerenses
veían cualquier asunto corno un' preámbulo de la intervención; así, uno de sus
órganos había consignado que los Diputados socialistas pedirían la intervención
• porque los conservadores les habían faltado el respeto en la Legislatura. El diario
socialista, luego de burlarse de la puerilidad del motivo alegado para pedir tan grave
medida, argumentaba:
"La intervención nacional no es (...) una panacea. Ella no ha de cambiar la
inteligencia y la capacidad del pueblo bonaerense. El gauchaje rural no ha de
294
A ello contribuiría el "pedido de excusas" que el gobierno alemán presentó el 28 de abril, que fue,
recibido con satisfacción no sólo por el gobierno argentino sino por buena parte de la prensa y la
• opinión pública. (Weinmann, 1994: 115-116).
352

adquirir, por su sola presencia, nuevas nociones para iluminar su conciencia dormida
o atrofiada, que lo hacen pedestal irremediable de la mala política, llám.ese ella
radical o conservadora ( ... ) Si para el ugartismo la intervención es una pesadilla, y
para el radicalismo una esperanza, para los socialistas constituye uno de los tantos
vulgares acontecimientos de la política criolla, cuya realización en nada haría variar
sus métodos de lucha y sus procedimientos de combate, que consisten en educar al
pueblo trabajador y hacerlo apto para repudiar tanto la política del 'régimen' como la
de la 'causa" (LV, 3-1 1-16).

Pero si los socialistas cuestionaban las intenciones que guiaban el impulso


intervencionista del radicalismo, no acordaban con la oposición que a ellas se
planteaba en nombre de las "autonomías provinciales", fórmula con la que,
señalaban, siempre se buscaba bloquear el impulso transformador que provenía de
los distritos más modernos 295 .

A comienzos de marzo de 1917, el Poder Ejecutivo retiró los proyectos enviados a


las sesiones extraordinarias. Los socialistas, que habían cuestionado los pedidos de
empréstitos orientados a paliar la dura situación financiera, no se sorprendieron de la
medida y anticiparon que la misma permitía al gobierno "tener 'en un puño' a las
provincias no conquistadas por el radicalismo" (LV 5-3-17). Pocos dias antes de
iniciarse las sesiones ordinarias, el Ejecutivo Nacional hizo uso de ese "puño" —
fundado en el derecho que tenía de intervenir en el receso de las Cámaras
legislativas- decretando la intervención a la provincia de Buenos Aires y nombrando
a su frente a José Luis Cantilo.
Ante los hechos La Vanguardia señalaba que Yrigoyen había aprovechado cierto
olvido del pleito intervencionista y la atención que generaba la situación
internacional para dar el "golpe de mano". El diario socialista, luego de aclarar que
no lloraría por la suerte de Ugarte y sus caudillos, afirmaba con dureza:
"La intervención nos repugna (...) no sólo porque lesiona al Parido Socialista,
anulando los poderes legítimos y sanos de sus representantes a la legislatura y a los
concejos municipales, sino porque está muy lejos .de ofrecemos garantía alguna de
que los caudillos radicales harán las cosas mejor que los desalojados" (LV, 26-4-17).

295
Un ejemplo lo encontraban en un articulo del diario La Nación, que, sostenían, apelaba a "todas sus
argucias reaccionarias y teologías constitucionales" para oponerse a un proyecto para que el gobierno
nacional difundiera la enseñanza primaria en el Interior del país. El argumento final dejaba claras las
prioridades de los socialistas: "Nos parece ridículo invocar la equívoca cuestión de las autonomías
provinciales (...) para oponerse a la necesidad pública de que todos los chicos argentinos sepan leer y
escribir. Si la constitución preceptuara semejante enormidad, sería el caso de renegar de la
constitución. Por lo demás, si algo requiere una centralización directora y administrativa, es la
educación común, la cual debe estar a cubierto de mezquindades politiqueras y de acechanzas
dógmáticas." (LV, 16-1-17)
353

Pero el comentario iba más allá, señalando que el Decreto de intervención —que
remitía a la célebre respuesta de Yrigoyen a Ugarte: "Las autonomías provinciales,
Señor Gobernador ( ... ) para los pueblos y no para los gobiernos" 296 sentaba la -

peligrosa doctrina de que era el Presidente y no el Congreso el árbitro de la


Constitución y de las autonomías provinciales. Las dificultades que la cuestión
implicaba para quienes desde sus comienzos se habían opuesto al federalismo eran
puestas en evidencia al afirmarse: "Por este medio llegaríamos al unitarismo, sin
ninguna de sus ventajas y sin el contrapeso del régimen de gobierno parlamentario".
(LV, 26-4-17).
Más terminante fue la posición de la Junta Ejecutiva de la Federación Socialista
Bonaerense que, reunida con los legisladores provinciales del PS, emitió un
documento que señalaba que el dictado del Decreto, a pocos días del comienzo de las
sesiones ordinarias y sin mediar ningitn motivo urgente, constituía "un atropello
contra la soberanía del pueblo encamada en el congreso". El comunicado, que
llevaba la firma del Secretario General de la Federación, Jacinto Oddone,
cuestionaba también los argumentos en los que se fundaba el Decreto señalando,
desde el punto de vista de las competencias, que la inconstitucionalidad de las leyes
en vigencia en la provincia debía ser definida por la Suprema Corte y no por
Yrigoyen; y, desde el punto de vista de los contenidos, que la legislación electoral a
la que se hacía referencia para intervenir la provincia 297 ya no estaba en vigencia, y
ninguno de los legisladores provinciales en funciones había sido electo bajo esa
ley298 . Por otro lado, aunque los socialistas sefialaban, intentado despegarse de los
argumentos esgrimidos por los conservadores, que estaban "lejos de atribuir al
296
La misiva seguía argumentando que dado que los gobiernos podían o no ser representantes
legítimos de esos derechos "su invocación tiene que ser sometida al análisis de la verdad institucional,
porque bien podrá resultar esa autonomía un mero instrumento para afianzar aún más ciertas
situaciones arraigadas en la opresión o en el fraude, malogrando de este modo las legítimas
aspiraciónes del pueblo y el ejercicio normal de sus atribuciones electorales (..)". (citado en Halperin
Donghi, 2000: 563).
297
El 26 de junio de 1913, el Senado de la provincia de Buenos Aires había aprobado una Ley que
establecía para las elecciones provinciales el voto obligatorio y secreto, la edad de 21 años —contra los
18 de la legislación nacional-, la representación proporcional -en lugar del sistema de lista incompleta
de Sáenz Peña- y el empadronamiento municipal. A poco de asumir Marcelino Ugarte, electo bajo la
nueva legislación, volvió a fijar en 18 años la edad mínima para ejercer el voto. (Melión Pirro, 1994:
122)
298
De la misma forma el documento volvía sobre el tema de la municipalidad electiva de la Capital
Federal afirmando que aunque era cierto que el régimen comunal de la provincia adolecía de muchos
defectos, estas fallas no podían ser invocadas por "un gobierno que contribuye a mantener en el
municipio de la capital un sistema de comisiónados mucho más odioso, inconstitucional y
antidemocrático que el de la provincia" (LV, 30-4-17)
354

decreto la trascendencia de una catástrofe nacional y de clamar en defensa de las


autonomías conculcadas", también afinnaban que nada podía ser más peligroso para
la democracia "que la invocación, a falta de razones y argumentos concretos, de una
especie de misión providencial que se supone impuesta por un plebiscito
imaginario". Por todo ello, afirmaba el comunicado, los socialistas bonaerenses
habían resuelto protestar contra el desconocimiento de las facultades del Congreso
nacional y contra el despojo que sufrían los Diputados y Concejales socialistas,
aconsejar a los militantes que persistan en sus denuncias de irregularidades y, ante el
hecho consumado de la intervención, reclamar que se convocara al pueblo lo antes
posible para elegir sus gobernantes. El documento concluía, sugiriendo una
diferencia entre la política de su tiempo y la del pasado, en que los socialistas no.
creían del todo: .
"imponer al pueblo una tutela que él no quiere ni necesita, por más providencial y
más regeneradora que sea, es una tiranía y una usurpación que bastaría para igualar
los procederes del gobierno nacional con los de los gobernantes y partidos que
pertenecen al pasado y que esperamos hayan desaparecido para siempre dei escenario
de la república" (LV, 30-4-17)

Pero a comienzos de mayo el principal tema de discusión estaba dominado por otros
"procederes" del gobierno nacional: se discutía si finalmente Yrigoyen asistiría o no
a la apertura de las sesiones parlamentarias. Finalmente el Presidente, como lo haría
posteriormente, decidió n.o asistir. Al respecto, los socialistas plantearon una posición
no demasiado estricta y alejada del institucionalismo de otros actores, señalando que
el tema no era relevante y que lo verdaderamente importante era cómo el gobierno
abordaba las múltiples cuestiones que debían atenderse (LV, 7-5-17), llegando a
afirmar que la ausencia del Presidente permitiría que los parlamentarios buscaran
inspiraciones en el pueblo y no "en la autoridad paternal de Yrigoyen" (LV, 10-5-
17). Por otro lado, señalaban que el propio Presidente, al sostener que su presencia en
el acto era una formalidad inútil, parecía habilitar al Congreso para que retomara sus
sesiones por acto propio y sin esperar a la convocatoria del Ejecutivo 299 .

299
Los socialistas usaban el desplante para convocar al Parlamento a una actitud más autónoma. Que
esta no se limitaba a la formalidad de la fecha de inicio de sesiones lo dejaba ver un Editorial de La
Vanguardia que avanzaba sobre las cuestiones que deberían ser tratadas en Diputados. Luego de
señalar la necesidad de una reforma tributaria, que buscando nuevas fuentes de ingresos públicos
descargara al pueblo del peso de los impuestos directos, concluía que el deber más urgente de la
Cámara era "dar al pueblo de la capital el régimen municipal electivo" (LV, 9-5-17).
355

Pero el Congreso estaba lejós de seguir el curso anhelado por los socialistas. A
mediados de mayo la Cámara de Diputados no había logrado quórum para reunirse,
debido a la ausencia del bloque radical. Los socialistas consideraban que si esa
conducta podía tener alguna justificación para un partido de oposición, en el caso de •
una fuerza oficialista era ridícula y la explicaban por la falta de disposición a afrontar
el debate acerca de la intervención a la provincia de Buenos Aires. La Vanguardia
concluía señalando que los Diputados radicales eran solidarios con los actos del
Ejecutivo Nacional y que tal responsabilidad los obligaba "a afrontar el debate que
por decisión de la mayoría parlamentaria se ha de producir inevitablemente. O
iremos acaso en camino de la dictadura?" (LV, 15-5-17).
Al día siguiente La Vanguardia continuaba esa línea de argumentación subrayando
que la obstrucción de los Diputados radicales estaba íntimamente asociada con los
gestos con los que Yrigoyen buscaba afirmar su preeminencia sobre el Parlamento.
Frente a ello, el diario socialista sostenía que el Congreso en funciones no era "ni
mejor ni peor" que el Presidente, y señalaba que las afinnaciones radicales acerca de
la "legitimidad plebiscitaria" de éste asignaban "exagerada importancia a los 18
electóres santafecinos que decidieron su triunfo", que no tenían un origen más puro
que el de los legisladores de esa provincía. Volviendo sobre el tema de esa
"legitimidad plebiscitaria" el Editorial recordaba que Yrigoyen aún no había hablado
al Congreso pero que le placía dirigirse al pueblo a través de "cabalísticas piezas
epistolares", adoptando una actitud "megalomaníaca" que los socialistas
considéraban más propia de quienes creían en el "derecho divino" del poder que de
un gobernante de una sociedad democrática. (LV, 16-5-17) °0 .

El 21 de mayo la Cámara de Diputados de la Nación comenzó a tratar la intervención


a la provincia dispuesta por el Poder Ejecutivo. Anticipándose al debate, La
Vanguardia publicó un largo artículo en el que Adolfo Dickmann sostenía que, de
los acontecimientos políticos que habían seguido a la asunción de Yrigoyen, la
intervención a la provincia era "el que caracteriza mejor el grado real en que nos
encontramos en el camino de las costumbres y las instituciones libres". Para el
Diputado socialista, la distancia que faltaba recorrer era enorme y para ello citaba

300
Tres días más tarde el diario socialista volvía sobre las pretensiones monárquicas de Yrigoyen
cuando, al comentar una nota del Ejecutivo negando que el Parlamento tuviera la potestad de pedir
informes a los Ministros, señalaba: "Ignoramos hasta que grado podrán 'molestar' los Diputados
conservadores a los hombres del gobierno; pero no admitimos que éstos se consideren 'inviolables'
como los reyes de derecho divino" (LV, 19-5-17).
356

tanto las presiones que los Comités del radicalismo bonaerense habían ejercido para
decretar la intervención, como los antecedentes de la persona elegida para llevarla
adelante. Al respecto señalaba que Cantilo había sido tesorero de la Comisión de la
rambla de Mar del Plata, y como tal, responsable de catorce de los quinientos
millones que debía la provincia. Recordaba también que cuando Marcelino Ugarte
había llegado al gobierno por primera vez con el apoyo del radicalismo
"bernardista", Cantilo era "el líder radical de la Cámara. de Diputados de la provincia
y el mejor defensor de su política y de sus finañzas". Dickmann explicaba que traía
esos antecedentes para. evidenciar "la íntima y estrecha vinculación política de
radicales y 'vacunos" y concluía sugiriendo que si los primeros querían atenuar el
atentado que habían cometido al decretar la intervención, debían convocar cuanto.
antes a elecciones generales, a lo que agregaba, "y, sobre todo, elecciones sin taba y
sin alcohol". (LV, 21-5-17).
El debate sobre la intervención ocupó a la Cámara de Diputados durante los últimos
días de mayo. Los socialistas, retomando una vieja postura, consideraban que estos
temas "políticos" eran de menor importancia y que en ocasiones eran utilizados
como "cortinas de humo" para evitar los verdaderos problemas. Así lo señalaba un
Editorial, de La Vanguardia que planteaba que aunque los socialistas consideraban
que la intervención era injustificada e inoportuna no creían, a diferencia de los
conservadores, que el Decreto que la disponía fuera "la éulpa más grave" que pesaba
sobre el Ejecutivo Naciona1 301 . Por ello el debate sobre la cuestión debía concluirse.
rápidamente, exigiendo simplemente que "la intervención no se eternice", para que el
Parlamento pudiera pasar a cuestiones "tan importantes como la relativa a la cuestión
agraria, a la reforma de las leyes de aduana, a la jubilación de los obreros de los
ferrocarriles y tranvías (...)" (LV, 28-5-17). La lista de cuestiones que los socialistas
consideraban de importancia primordial era extensa, aunque el día anterior La
Vanguardia había fijado una prioridad al afirmar:
"Con ser muchos e importantes asuntos que esperan una solución adecuada del
congreso, ninguno acaso logre reunir los caracteres de premiosa urgencia e
impostergabilidad que ofrece, desde el punto de vista de una gran ciudad como la
nuestra, el cambio del régimen municipal vigente que entrega en manos de un grupo

301
Más importante era, consideraban, "su incapacidad para abordar y resolver los problemas
financieros y económicos que tienen al país, no ya en déficit sino en el endeudamiento más peligroso,
y a la clase obrera en una miseria progresiva a la que contribuyen de manera principal las gabelas
fiscales que encarecen sus consumos" (LV, 28-5-17).
357

• reducido de vecinos privilegiados los ingentes intereses y la salud de un millón y


medio de personas" (LV 27-5-17).

Corno dejaba ver el artículo, para los socialistas, aunque no para la política nacional,
la cuestión del gobierno de la ciudad de Buenos Aires era más importante que el de
la provincia homónima. Los socialistas tomarían parte en la discusión parlamentaria
sobre la intervención302 y, junto a conservadores y demócratas progresistas, votarían
por el rechazo del proyecto del Ejecutiv0 303 pero se trataba de un distrito enel que
;

eran una fuerza muy minoritaria. La Capital, en cambio, era una jurisdicción en la
que habían vencido dos veces en elecciones nacionales y en la que una reforma del
régimen comunal en la línea del sufragio universal prometía establecer un nuevo
espacio de influencia partidaria.

El debate sobre la rnunicz»alidad electiva

La sanción de la Ley Sáenz Peña había tenido como resultado inmediato el triunfo dé
partidos reformistas —radicales y socialistas- en las elecciones de la Capital Federal,
los que pronto impulsaron Ja transfonnación del régimen electoral municipal para
adecuarlo a la legislación que regía en las elecciones nacionales. En 1913, el bloque'
de Diputados socialistas presentó un proyecto de ley que proponía "aplicar a la
elección del concejo deliberante de la municipalidad de la ciudad de Buenos Aires
las disposiciones de la ley nacional de elecciones" (Bravo, 1917: 9). El proyecto
planteaba explícitamente la equiparación del régimen electoral municipal con el que
regía para las elecciones nacionales -lo que hacía implícito que las condiciones para
ser elector eran las mismas- agregando que el escrutinio se realizaría por las
autoridades creadas por la Ley N°887 1 y no por el Concejo Deliberante en funciones,
y proponiendo el sistema de representación proporcional por cuociente en lugar de la

302
Como en otras ocasiones la voz cantante la tuvo Juan B. Justo, quien señaló que el voto socialista
se basaba en tres intenciones: "desaprobamos la intervención; no esperamos ni queremos que se
restablezca el gobierno que existía en la provincia de Buenos Aires antes de la intervención; y
queremos que la intervención sea breve" (LV, 1-6-17)
303
Estas tres fuerzas reunieron 53 votos, en tanto en apoyo del Decreto sólo se contabilizaron los
votos de 36 Diputados radicales (Diario de Sesiones de la. Gárnara de Diputados, 1917, Ti: 854). Sin
embargo, como señala Walter (1987: 65), la votación tuvo solamente un valor declarativo ya que
Yrigoyen simplemente la ignoró.
358

lista incompleta304 . Sin embargo los Diputados y Senadores, recelosos de los


primeros resultados arrojados por la Ley Sáenz Peña a la que muchos comenzaban a
ver como un salto al vacío, no deseaban abrir el juego a esos experimentos sociales.
La reforma del régimen electoral debía esperar, y sólo el escándalo de las elecciones
realizadas con el viejo régimen, tan contrastante con la nueva legislación nacional,
volverí.a a colocarla en el tapete.
Ese escándalo se desató en 1913, cuando se realizó la primera elección municipal
posterior a la sanción de aquella Ley, que contrastó fuertemente con las elecciones
nacionales basadas en el nuevo régimen. Mientras en éstas habían participado
104450 votantes, en las elecciones comunales de 1913 sólo se había inscripto para
votar un 66% de los 20000 habilitados para hacerlo - de esos 14000 sólo 4000 serían
verdaderos inscriptos de acuerdo a la opinión de La .Nación (De Priviteilio, 2003:
218), y el número de votantes, áún incluyendo a los "fraudulentos" no alcanzaría a
los 10000 (Walter, 1993)- marcando un claro descenso desde las elecciones
comunales de 1911 0 . Ese Concejo Deliberante de tan débil legitimidad de origen
fue pronto alcanzado, además, por denuncias acerca de lo ilegitimo de su ejercicio
cuando varios de sus miembros fueron acusados de corrupción, ante lo cual se
nombró una Comisión investigadora que concluyó que las acusaciones no tenían
ningún fundamento. Esta investigación del Concejo sobre sí mismo y la posterior
exculpación sólo hicieron aumentar su descrédito y crecieron las voces que instaban
a reformar su modo de elección y funcionamiento (Walter, 1993: 43), lo que llevó a
la renuncia de la mayoría de sus miembros. En esa .situación falleció Roque Sáenz
Peña, y el Intendente Joaquín de Anchorena, su estrecho aliado político, presentó su
renuncia alegando dificultades con el Concejo. Luego del interinato de Enrique
Palacio, el nuevo Presidente nombró a Arturo Gramajo, quien ante la falta de quórum

304
Al fundamentar el proyecto, Bravo afirmó que la reforma municipal era un punto del "Programa
mínimo" socialista desde sus comienzos y recordó que la misma había sido planteada por Palacios en
1907. Agregó que el proyecto presentado era moderado, limitándose a "aplicar a las elecciones
municipales los derechos que la ley nacional de elecciones confiere a los ciudadanos mayores de 18
años" (Bravo, 1917: 14).
305
Por otro lado entre las listas que concurrían a la elección estaban ausentes las n.ievas fi.ierzas,
radicales y socialistas, que habían demostrado su arraigo merced a la Ley Sáenz Peña, y sólo
concurrían la Unión Comunal, ligada a la oficialista Unión Nacional, y la Unión Vecinal, vinculada a
la Unión Cívica. Lo que hizo más escandalosa la situación fue que imprevistamente - tal vez por las
reglamentaciones que el Ministerio del interior hizo a la ley de 1907 dando más autonomía a los
fiscales y haciendo público el escrutinio (De Privitellio, 2003: 40-41)- la lista opositora se impuso en
el recuento provisorio, que le dio 7 bancas contra 4 del oficialismo, pero en el escrutinio final, llevado
adelante por el Concejo Deliberante saliente, el oficialismo obtuvo 6 bancas contra 5 de la oposición.
359

del Concejo, y aunque la ley estipulaba que en esa situación debía convocarse a
nuevas elecciones, solicitó la disolución del Concejo Deliberante, a lo que de la Plaza'
accedió, reemplazándolo por una Comisión de veintidós miembros elegidos por él
con acuerdo del Senado.
El tratamiento en el Congreso del Decreto de intervención y la designación de la
Comisión Municipal dio ocasión al bloque, de Diputados socialistas para insistir con
la necesidad de reformar la ley orgánica que regía la Capital Federal. La voz cantante
fue nuevamente la de Mano Bravo, el especialista socialista en cuestiones
municipales quien sostuvo que, en lugar de dar permanencia municipal hasta tanto se
reformara la ley orgánica municipal, lo lógico era abocarse inmediatamente a la
elaboración de una nueva ley comunal, para lo cual proponía que se tomara como•
referencia el proyecto socialista de 1913. Finalmente la moción socialista fue
denotada, convirtiéndose en Ley el nombramiento de la Comisión Municipal y
aplazándose la discusión de la Ley . Orgánica Municipal306 .

La Comisión Municipal nombrada por De La Plaza siguió en funciones hasta que en


los primeros días de 1917 Yrigoyen nombró 'una nueva —en la que ya no
predominaban los apellidos patricios sino los dirigentes barriales del radicalismo- y
un nuevo Intendente: el Presidente del Comité Capital de la UCR, Joaquín Llambías.
Mientras tanto el Congreso discutía la refonna de la Ley Orgánica Municipal.
Aunque a lo largo de 1916 nuevos proyectos de reforma habían sido presentados
tanto por . Diputados radicales —el de Víctor Molina que proponía la elección directa

306
Pero el debate no se cerró allí, ya que al pasar a la discusión artículo por artículo Le Bretón retomó
sus afirmaciones acerca del problema de la carestía para proponer la derogación de los impuestos de
abasto y de sisa y prohibir a las autoridades municipales introducir impuestos al consumo. Varias
voces se manifestaron en contra del proyecto alegando que no tenía relación con la discusión que se
venía llevando y que una cuestión tan importante merecía escuchar la opinión del Intendente, pero los
socialistas apoyaron la propuesta sosteniendo, a través de Dickmann, que si se había reformado la Ley
Orgánica Municipal quitando algo fundamental como el régimen electivo también podían quitarse
algunos impuestos. De todos modos —y en el marco de los comienzos la campaña electoral que veía a
los radicales, en particular a Le Bretón, y socialistas enfrentarse por la cuestión de la distribución de
pan en los Comités o por la acción de "El Hogar Obrero"- el apoyo se unía a la disputa por la autoría
de la propuesta, al afirmarse que ésta había sido planteada antes por los socialistas. A ello Dickmann
agregaba que más importante aún para la cuestión de la carestía eran los derechos de aduana respecto
a los cuales los radicales no. habían apoyado las iniciativas socialistas, concluyendo sus palabras con
una propuesta de acuerdo: "como ahora apoyamos la iniciativa de los señores Diputados radicale,
esperamos que ellos nos apoyen en la gran reforma aduanera, que es el factor principal del
encarecimientos de la vida." (Diario de Sesiones de la cámara de Djutados, 1915, T2: 637).
Finalmente y aún con el voto conjunto de radicales y socialistas la propuesta de Le Bretón es
derrotada por 26 votos contra 60 y el Decreto fue aprobado tal como lo había enviado el Poder
Ejecutivo. .
360

de! Intendente- corno por el bloque demócrata-progresista, la voz cantante en la


discusión volvió a ser la de los socialistas y en particular la de Mario Bravo.
En septiembre de 1916, ya elegido Yrigoyen en el Colegio Electoral, la Comisión de
Asuntos Constitucionales presentó ante la Cámara de Diputados su dictamen acerca
de la "ley electoral municipal para la ciudad de Buenos Aires". El primer artículo
expandía al plano municipal las reformas de Sáenz Peña, sosteniendo que en la
ciudad las elecciones se verificarían "de acuerdo con las disposiciones contenidas en
la Ley electoral 8871, en cuanto no fueren modificadas por la presente", lo que era
retomado en el artículo 2°, que extendía el derecho a voto "a todos los ciudadanos
que deben votar en las elecciones nacionales de acuerdo con la ley 8871". En el caso
de los extranjeros tenían derecho, pero no obligación, de votar los que estuvieran
casados con mujeres argentinas, fueran padres de hijo argentino, ejercieran
profesiones liberales o fueran contribuyentes, en concepto de patentes o por
contribución directa, en cantidad superior a 50 pésos moneda nacional. El proyecto
disponí.a que el Concejo Deliberante estuviera compuesto por treinta miembros
elegidos por la ciudad como un solo distrito por representación proporcional por
cuociente307. El proyecto llevaba las firmas de los Diputados Gallo, De Vedia, Bravo,
Pérez Virasoro y Jaramillo, pero Bravo se manifestaba en disidencia con la forma de
designación del Intendente -en la que retomando el proyecto de Molina pedía ahora
la elección popular- en tanto Vicente Gallo rechazaba la posibilidad de incorporar al
padrón a los extranjeros que estuvieran casados con argentinas o tuvieran hijos
argentinos, aceptando sólo el criterio censitario.
El proyecto era resultado de una negociación. Esto se hizo explícito en la
argumentación de Gallo, miembro informante, quien elogió la posibilidad de que se
armonizaran las voluntades y se conciliaran "los más opuestos intereses", de modo
de alcanzar una solución que respondiera a las exigencias del país. Estas exigencias,
en la mirada de Gallo, estaban planteadas por un nuevo clima de opinión,
caracterizado por entusiasmos olvidados, por una renovación de "energías cívicas y
de valores morales en la vida cívica del país". A este nuevo clima apelaba también el

307
Otro punto importante, en tanto ponía en juego el objetivo de la expansión del sufragio, era el que
sostenía que para ser válida la elección debían sufragar al menos el 50% de los inscriptos en el padrón
municipal. Además, y a diferencia de lo que sucedía con la antigua legislación, era la Junta
escrutadora la que juzgaba la legitimidad de la elección y no el Concejo saliente, lo que evitaba las
discrecionalidades que habían dado lugar al escándalo del 13. Se estipulaba también que seria el Poder
Ejecutivo, nuevamente de acuerdo a las disposiciones aplicables de la Ley 10887 1, quien procedería a
formar el padrón de extranjeros.
irein

Diputado radical para aventar las dudas que pudieran suscitar cuestiones cornó la
indistinción entre electorado político y administrativo, o la adopción de la
representación proporcional al concluir:
"ya que una reforma había de hacerse, ya que ella está reclamada por una fuerte masa
de opinión en la ciudad de Buenos Aires, convenía realizarla en las condiciones más
liberales, tomando los principios más avanzados de todas las legislaciones para
someter a una nueva prueba, que podría resultar decisiva y que yo anhelo
satisfactoria, la capacidad de la ciudad de Buenos Aires para gobernarse a sí
misma... sobre las más ampliás bases en materia de electorado y con los incentivos y
estímulos que surgen del comicio garantido y del nuevo ambiente cívico, auspicioso
y fecundo, que rodea a la república". (Diario de Sesiones de la C'á,nara de
Diputados, 1916, T2: 2496).

Después de Gallo hizo uso de la palabra el Diputado radical santafesino Domingo


Frugoni Zavala, quien cuestionó la modestia de un proyecto que no avanzaba en una
ampliación de las funciones comunales, contrastándolo con la situación santafesina
en cuyas comunas, en particular en las formadas por inmigrantes, estaba prendiendo
"el gajo" civilizatorio planteado por Alberdi. El radical "disidente" señalaba
asimismo que las inspiraciones de libertad municipal habían sído recogidas por el
programa del radicalismo en su provincia, que pedía justicia de paz y policía
municipal electivas, programa con el cual esa fuerza había hecho la campaña que la
había llevado al gobierno en 1912. Frugoni Zavala, polemizando implícitamente con
el yrigoyenisrnó y con la posición adoptada por el radicalismo en la "cuestión
municipal", citaba la carga orgánica radical a la que señalaba como el "único
programa de gobierno sancionado hasta la fecha" por dicha fuerza:
"la unión cívica radical, asociación política eminentemente impersonal, á cuyas filas
pueden ingresar todos los ciudadanos que quieran adherirse a su programa, formado
para luchar por el resurgimiento de la vida institucional que asegure a la patria su paz
y su progreso, por el cumplimiento honrado de la ley, la pureza de la moral
administrativa y el ejercicio de la soberanía popular, el amplió reconocimiento de la
autonomía de los estados, de los municipios, etc" (Diario de Sesiones..... 2500) 0 .

308
Zavala Fmgoni señaló que era por esas ideas de libertad municipal que él había ingresado al
radicalismo agregando que "el día que el partido radical no cumpla con su programa, ese día dejaré de
ser radical para seguir a cualquier partido o a cualquier hombre que cumpla con esta parte del
programa" (Diario de Sesiones ..... 2500). El Diputado santafesino planteaba que por sus antecedentes
tanto radicales como demócrata-progresistas debían, en lugar de proponer "una ley fracasada",
cumplir con las promesas que habían hecho a los pueblos y propender a un régimen de auténtica
autonomía para la çapital Federal. El hecho de que no necesariamente autonomía y ampliación del
sufragio iban de la mano, era puesto de manifiesto por la conclusión del radical santafesino
cuestionando "la adopción del sufragio universal en materia universal sin atenuantes" que equiparaba
"padrón municipal y padrón electoral político" (Diario de Sesiones.... 2510).
El planteo de Frugoni Zavala, que suponía que el proyecto volviera a Comisión
postergando su tratamiento hasta el año siguiente, fue rechazado y el proyecto fue
aprobado en general. Al iniciarse la discusión en particular, Gallo planteó una
objeción respecto a la inclusión en el padrón de los extranjeros casados con mujeres
argentinas o padres de hijos argentinos, lo que juzgaba, implicaría incorporar a casi
todos los extranjeros, aumentando excesivamente el número de electores. A
continuación Víctor Molina retomó los planteos que había realizado al presentar su
proyecto de ley municipal un año antes y sefláló que, aunque era partidario del voto
de los extranjeros, proponía la restricción a los extranjeros analfabetos; excepción
que justificó planteando "no quiero que voten las masas ignorantes; que tengamos lo.
que Alberdi llamaba 'el sufragio universal de la universal ignorancia". Ante la
propuesta de Molina, Gallo retiró su disidencia afirmando que la restricción al voto
de los analfabetos respondía a los propósitos fundamentales con los que él había
propuesto sus exclusiones. En cambio, el demócrata-progresista Francisco Correas
habló proponiendo una ampliación del padrón al sostener la inclusión de las mujeres
que tuvieran la libre disposición de sus bienes. Por su parte, Bravo señaló que si el
proyecto no incluía la extensión de los derechos electorales a las mujeres, vieja
reivindicación socialista, era. porque ello implicaba poner en movimiento un
mecanismo demasiado complejo; y explicó que la postergación de dicha cuestión se
fundaba en la intención "de poder presentar a la Cámara un proyecto que tuviera
nidad de miras y de criterios" para el cual los legisladores se habían despojado en
parte "de la pasión por nuestras propias miciativas y nuestras propias ideas", lo que
se justificaba porque la ley electoral, aún en su carácter limitado de ensayo "y no de
ley municipal completa" constituía "un serio progreso para la vida institucional de la
república" (Bravo, 131)309. Similares consideraciones de prudencia hicieron que, en
el tratamiento en el recinto, los socialistas finalmente aceptaran la restricción
propuesta por Molina y el proyecto aprobado sólo incluyera a los extranjeros que.
supieran leer y escribir.
Esa "prudencia" no impedía sin embargo que mantuvieran sus posiciones en un
punto que consideraban de capital importancia: la elección del Intendente. Al

309
De todos modos, y como Correa mantuvo el pedido de modificación del artículo, Enrique
Dickmann señaló que los socialistas querían extender la reforma "a todas las mujeres argentinas, y no
a una categoría de mujeres privilegiadas" por lo que propuso que se votara la extensión del voto
municipal "a todas las mujeres argentinas mayores de edad", propuesta que fue derrotada obteniendo
sólo 8 votos, los 8 votos socialistas.
363

respecto Bravo historiaba las variaciones en la posición socialista: si en 1913 no


habían planteado el tema, aceptando la designación presidencial, y en 1915 habían
creído evitar los conflictos entre Intendente y Concejo Deliberante a través de la
elección del Intendente entre los concejales, ahora tornaban del proyecto de Molina
la elección del Intendente "por el sufragio directo del pueblo". Esta posición, .que
parecía chocar con el parlamentarismo tradicional de los socialists, era justificada
por la experiencia americana y sobre todo por la exigencia de fijar las
responsabilidades de las personas a cargo de los intereses de la ciudad. El argumento,
podernos ver, se orientaba no contra la elección colegiada por el Concejo sino contra
la designación presidencial. Bravo concluyó su intervención retomando el precedente
de varias provincias y de los mismos territorios nacionales, para los que el Congreso
había adoptado la elección por sufragio universal del Intendente, para sostener que
no había razones "de organización legal, ni de conveniencia administrativa, ni aún de
orden constitucional" que se opusjeran a la elección popular directa del Intendente
municipal. La enmienda propuesta por Bravo fue aprobada por el estrecho margen de
un voto —obtuvo 39 a favor, entre los cuales se contaban todos los soáialistas, los
demócrata-progresistas y algunos radicales y conservadores, contra 38 votos,
sostenidos por la mayoría de los conservadores y algunos radicales- y, luego de tratar
otros puntos -corno el sistema de representación proporcional y la cesión al
Presidente de la elaboración del padrón de extranjeros 310- el proyecto pasó al Senado.
Ya el despacho de la Comisión Especial nombrada por la Cámara Alta para estudiar
el dictamen de Diputados mostraba la voluntad de modificar algunos de sus rasgos
principales: en primer lugar, se quitaban los incisos que permitían que los extranjeros
que estuvieran casados con argentinas o que fueran padres de niños argentinos
tuvieran derecho a voto; y en segundo lugar, se eliminaba la elección popular del
Intendente, manteniendo su designación por el Ejecutivo Nacional con acuerdo del
Senado. Al pasar a la discusión en particular, el Senador radical entrerriano Leopoldo
Melo objetó el artículo que extendía el voto municipal a todos los ciudadanos
habilitados a participar de elecciones nacionales, proponiendo incorporar solamente a

310
La objeción fue nuevamente del Diputado Correa, quien cuestionó que se le dieran al Poder
Ejecutivo facultades especiales, ante lo cual Bravo argumentó que la comisión de elaboración se le
daba al Ejecutivo con instrucciones —las de basarse en la Ley Sáenz Peña- y con el fin de facilitar el
control del Congreso, ya que para éste era más fácil controlar al Ejecutiyo Nacional que a las
autoridades municipales.
364

quienes supieran leer y escribir y pagaran patentes o contribución territorial. Justificó


su posición afirmando:
"la comisión ha rendido su tributo al prestigio y a las naturales seducciones de la
teoría del sufragio universal, pero dicha teoría si bien es incontestable en las
elecciones de orden político, no lo es en las elecciones de autoridades comunales. Se
trata de la administración• de los intereses de la comuna y debe entonces darse
intervención a los que contribuyen a formar su renta y a los que deben cuidar de la
inversión" (Diario de Sesiones de la Cámara de Senadores, 1917, TI: 113)

Las enmiendas propuestas por Melo fueron cuestionadas por Del Valle Iberlucea,
Senador socialista por la Capital, quien afirmando que tendían a destruir la•
municipalidad electiva y reponer el sufragio calificado que había sido el principal
responsable del fracaso del viejo régimen municipal, se preguntó cómo un partido
popular, que había conquistado la máxima magistratura del país por el sufragio del
pueblo, podía admitir esta limitación del derecho de los ciudadanos. En la larga
discusión que siguió, Melo explicó que sus planteos restrictivos tenían como fin:
"alejar el peligro de que la municipalidad de Buenos Aires vaya a manos de otros que
los verdaderos interesados, o sean los que contribuyen a formar el tesoro comunal y a
asegurar que ese tesoro sea administrado escrupulosamente; a que se eviten los
gastos excesivos y a impedir qué pueda llegar una horda de insolventes a disponer de
su arbitrio de las rentas de la comuna, sin ninguna responsabilidad" (Diario de
Sesiones...: 127)

Del Valle Iberiucea respondió que se trataba de "una horda de insolventes" que podía
elegir al Presidente de la República. El comentario generó una respuesta airada del
Senador radical por la Capital, José Camilo Crotto, que las consideró ofensivas para
Yrigoyen quien, afirmó, había sido elegido no por una "horda de insolventes" sino
por "hombres de todas las clases de la sociedad". A continuación, Crotto buscó
explicar las palabras de Melo señalando que éste se había referido a la existencia de
un plan preconcebido por parte de los socialistas que habían venido organizando a
los trabajadores de la administración municipal de limpiezal, mayoritariamente
extranjeros, obligándolos a sacar carta de ciudadanía de modo que cuando se diera el
derecho de voto a todos los argentinos "también se lo daría a todos estos argentinos
empleados municipales que andaban de huelga en huelga, disciplinándose para
intervenir en las luchas del municipio" (Diario de Sesiones...: 149)311.

311
Crotto continuó su exposición cuestionando los argumentos autonomistas en nombre del carácter
"nacional" de la Capital: "Buenos Aires es la capital de todos los argentinos, sus hospitales, sus
museos, sus riquezas, sus bancos, todo lo que significa civilización, todo lo que significa grandeza, no
es el patrimonio exclusivo de la capital, es el patrimonio de toda la república, y lo lógico, entonces, es
365

Del Valle Iberlucea volvió a hacer uso de la palabra y planteó la contradicción entre
Diputados radicales que decían que el gobierno municipal no debía tener carácter
político sino administrativo, y un Poder Ejeóutivo que había nombrado miembros de
la Comisión municipal a todos los Presidentes o delegados de los Comités Radicales
de la Capital. Estos elementos lo llevaban a sostener que no era el PS, sino el
radicalismo, el que quería hacer "baja política" en el municipio o quien pretendía
ejercer "la dictadura municipal en la capital". El Senador socialista cerró su
intervención subrayando el carácter inorgánico del radicalismo, cuyos Senadores
adoptaban respecto a la cuestión municipal una posición contraria a la de sus
Diputados, abandonando no sólo las promesas de su Carta Orgánica de 1893, sino el
legado de su fundador y "apóstol" Leandro Alem quien, en el debate del '80, había
sido:
"un defensor, como viejo autonomista, de la autonomía de la provincia de Buenos
Aires, porque entendía que se cercenaba con aquel proyecto, y en sus discursos
elocuentísimos sostuvo que era un peligro la ley de federalización porque esta
ciudad perdería la autonomía municipal, que era la mejor salvaguarda de la libertad
de sus habitantes!" (Diario de Sesiones...: 169)

En la siguiente sesión procedieron a votarse las observaciones propuestas. La que


proponía limitar el voto sólo a los ciudadanos argentinos que supieran leer y escribir
fue rechazada, y también lo fue el agregado de Crotto proponiendo excluir del voto a
los empleados municipales, cuya simpatía por los socialistas cuestionaba. En cambio,
fue aceptada la propuesta de de la Comisión modificando el dictamen de Diputados
que habilitaba el voto de los extranjeros casados con mujeres argentinas o padres de
hijos argentinos 312 . Otro punto en que el despacho de Comisión modificaba el
proyecto de Diputados, el de la elección popular del Intendente municipal, mereció la
solitaria crítica del socialista, quien rechazó que el Poder Ejecutivo Nacional pudiera
temer, al Intendente municipal de Buenos Aires y llamó al Senado a comportarse con

que la autoridad que deba dominar y predominar sea la de los dos poderes que han establecido la
constitución: el congreso y el poder ejecutivo nacional" (Diario de Sesiones...: 156). Crotto afirmó
que si se diera el derecho de sufragio municipal "a todos" se estaría en la misma situación del '80,
enfrentándose el poder ejecutivo comunal y este mismo Congreso, con el poder del intendente y el
poder de la comuna o la legislatura de Buenos Aires. Estos "peligros", y los que provenían de una
excesiva participación de los votantes extranjeros así como de los empleados municipales, lo llevaban
a considerar apropiadas la forma de elección del Intendente y la calificación del voto establecidas por
la.ley de 1882.
312
Del Valle Iberlucea, que lamentó dicha decisión, propuso que fueran incorporados no sólo los
extranjeros que pagaban más de 200 pesos de impuestos municipales sino quienes pagaban esa suma
en concepto de alquileres. Su propuesta fue aceptada.
366

la misma autonomía con la que había obrado al rechazar a los miembros de la


Comisión Municipal nombrada por Yrigoyen. Sin embargo, sus palabras no fueron
oídas y sólo cuatro Senadores se opusieron a mantener la elección del Intendente por
el Presidente de la Nación.
A comienzos de agosto de 1917, la Cámara de Diputados comenzó a tratar las
modificaciones planteadas por el Senado 313 . Mario Bravo, principal impulsor de los
propuestas que habían sido modificadas por el Senado, desistió de mantener sus
posiciones argumentando que lo más importante era "la municipalidad electiva sobre
la base del sufragio universal". Como en lo referente al voto de las mujeres, los
socialistas, ansiosos de ejercitar sus derechos electorales en un terreno que
imaginaban propicio, aceptaban soluciones de compromiso afirmando que "la
condición del Intendente electivo, podía ser considerada después que el sufragió
universal haya sido ensayada en la elección del cuerpo deliberante municipal"
(Bravo, 176).
Sin embargo, antes de ejercitar esos derechos, y aún antes de intentar recuperar la
mayoría en las elecciones legislativas de comienzos de 1918, los socialistas volverían
a enfrentarse por la "cuestión internacional". La misma derivaría en un cisma que los
dividiría para siempre.

El "affaire Luxburg" y la ruptura de los "internacionalisias"

Luego del incidente del "Monte Protegido" y de la movilización pública del mes de
abril, en el mes de junio otras dos embarcaciones argentinas fueron hundidas por los
submarinos alemanes: la barca "Oriana" y el barco "Toro" (Weinrnann, 1994: 120-
121). Sin embargo, fue un incidente diplomático el que volvió a colocar la cuestión
de las relaciones con Alemania en el centro de la agenda política, y el que generó una
nueva, y más grave, confrontación en las filas socialistas. El 8 de septiembre varios

313
A las antedichas se agregó la posibilidad de asignar banca a las listas que obtuvieran la mitad del
cuociente electoral. Esta modificación del Senado —particularmente llamativa ya que la Cámara Alta
no• solía mostrarse favorable a la ampliación de los mecanismos representativos, y que aquí se
explicaría por la probabilidad de que las fuerzas conservadoras frieran quienes no alcanzaban el
cuociente para obtener un cargo- fue aceptada por la Cámara de Diputados. El cálculo conservador se
mostraría acertado, ya que en las nuevas condiciones nuevas fuerzas ingresarían al Concejo
Deliberante y en algunos casos serían el fiel de la balanza. Sin embargo no siempre estas fuerzas
serían conservadoras, ya que el nuevo piso hizo posible el ingreso al Concejo de "socialistas
argentinos", comunistas o aún del partido "Gente de Teatro".
367

norteamericanos dieron a publicidad tres telegramas, decodificados por el gobierno


de ese país, en los que el embajador alemán en Buenos Aires, Karl von Luxburg,
señalaba que el canciller argentino Honorio Pueyrredón era "un notorio asno y
anglófilo", a la vez que recomendaba a su gobierno que los barcos argentinos fuera
"hundidos sin dejar rastros" (Weimnann, 1994: 130-13 1.). La reacción del gobierno
de expulsar al diplomático germano fue considerada insuficiente por los Senadores
que, a moción de Joaquín V. González, pidieron la interpelación de Pueyrredón. Al
concurrir éste a la Cámara, el Senador riojano volvió a tener la voz cantante y sus
posiciones fueron refrendadas por una amplia mayoría 314 a favor de pedir al Poder
Ejecutivo la suspensióñ de las relaciones diplomáticas con el Imperio Alemán.
Al día siguiente La Vanguardia justificaba el voto de del Valle Iberlucea. Señalaba
que, dado que "entre el gobierno alemán y su representante en la Argentina se ha
tramado no sólo el hundimiento de buques argentinos, sino el asesinato de sus
tripulantes", ya nadie podía seguir creyendo en la posibilidad de mantener relaciones
amistosas con Alemania. Y así explicaba:
"El grupo parlamentario socialista que no se ha creído obligado a tomar ninguna
iniciativa reclamando la ruptura de relaciones diplomáticas con el imperio alemán,
no podía, sin embargo, oponerse a la que se llegara a presentar en virtud de los
hechos de última hora ya conocidos. Y así lo ha declarado ayer, con mucha razón,
por intermedio del Senador Enrique del Valle Iberlucea." (LV, 20-9-17)

Días después, el diario socialista volvía sobre la "cuestión internacional" para


çuestionar "la simulación radical". Así lo hacía un Editorial que señalaba que así
como el gobierno, para demostrar su aversión a la política de la cancillería germana,
había tolerado los desmanes con los que había respondido a ella la opinión pública, la
diputación radical pretendía defender el honor nacional amenazando con una
"truculenta declaración bélica, seguida 'ipso facto' del envío de una expedición
militar". Pero el diario socialista no parecía preocupado y señalaba que las tropas
argentinas no irían a Europa, a la vez que explicaba que la propuesta de los.
Diputados tenía por fin ganar tiempo para que la Cámara de Diputados no discutiera
el privilegio que Yrigoyen se asignaba de entender él solo en asuntos internacionales.
Y concluía:.

314
Entre los 23 que votaron por la moción se contaban no sólo los conservadores y demócrata
progresistas sino también el único Senador socialista, Enrique del Valle Iberlucea, y dos de los tres
radicales, Leopoldo Melo y Martín Tormo, en tanto el tercero, José Camilo Crotto, se ausentó de la
sesión. El único voto en contra ILe él del conservador jujeño Carlos Zavala. (Weinmann, 1994: 131)
368

"El desplante guerrero del grupo gubernista de la Cámara obedece, sin duda, al deseo
de halagar la megalomanía del señor Irigoyen, que piensa poder eclipsar la influencia
del Presidente Wilson, llegando a ser lo que el Presidente de Norte América no será
por haberse complicado en la guerra al abandonar su país la neutralidad que tanto
tiempo conservara. El señor Irigoyen cree poder ser el árbitro de la paz futura. Y para
que se le dejen las manos libres, se coloca en los extremos en que lo estamos viendo"
(LV, 23-9-17)'.

Pero ya al día siguiente, el despacho del Senado era tratado por Diputados. Horacio
Oyhanarte tomó a su cargo la defensa de la posición del gobierno para lo cual
contrapuso la "neutralidad activa y altiva" que éste observaba respecto a la
"neutralidad pasiva y claudicante" que, a su juicio, había sostenido el gobierno de de
La Plaza. La posición socialista fue sostenida por Justo quien, al igual que en el 1110
Congreso Extraordinario, se concentró en la defensa de la libertad de comercio
amenazada por la guerra submarina, a la vez que hizo referencia a la particular
vulnerabilidad de la economía argentina frente a un debilitamiento del intercambio
internacional. Como señala Campione (2005: 22) la intervención de Justo, a
diferencia de la de del Valle Iberlucea, adoptaba un tono fuertemente realista y
pragmático, que apelaba a consideraciones económicas y se alejaba de las
declamaciones patrióticas. Por otro lado, Justo consideraba que la declaración votada
por el Congreso en oposición a la ruptura de relaciones con Alemania, ya no regía
porque esas relaciones estaban rotas de hecho, eso le permitía presentar el voto
favorable a la ruptura de relaciones como una simple "cortesía" hacia la opinión
pública movilizada a partir del "affaire Luxburg". Finalmente, los socialistas
votarían el proyecto de suspensión de relaciones diplomáticas, presentado en
Diputados por el radical Ricardo Caballero, que sería aprobado con 53 votos a favor
y 18 en contra.
El voto de los legisladores socialistas suscitó la condena de quienes, como el Centro
de la Sección 1 8, lo consideraban violatorio de las resoluciones del 1110 Congreso
(Campione, 2005: 25). Desde La Vcinguardia Enrique Dickmann respondía a los

31.5
Una semana más tarde, comentando unas declaraciones de Yrigoyen contrarias al "Comité
Nacional de la Juventud", entidad que reunía a grupos favorables a la ruptura de relaciones con
Alemania, La Vanguardia comentaba la paradoja de que el Presidente a la vez rechazara esa ruptura
de relaciones y amenazara con el envío de una expedición militar al continente europeo. El diario
socialista explicaba que este "raro plan de política sudamericana, que se desarrolla sin el concurso de
Brasil, del Uruguay y de otros países de esta región y despreciando la amistad de los Estados Unidos"
no hacía más que revelar "la peligrosa megalomanía del señor Irigoyen" (LV, 1-10-17)
369

cuestionamientos con una serie de estrategias. En primer lugar, presentaba


irónicamente los argumentos de sus, adversarios:
"Córno? ¿Los enemigos de la guerra votan la ruptura de las relaciones
diplomáticas? ¿Los pacifistas de verdad empujan al país a la guerra? - ¡Traición!
gritan los enemigos. ¡Error! Observan los amigos. - ¡Electoralismo! Sonríen
maliciosamente los escépticos. -Oportunismo refonnista! imprecan solemnes los
custodios del dogma" (LV, 30-9-17).

Dickirnann recordaba que los socialistas siempre habían cuestionado a la diplomacia


secreta y señalaba que en el "affaire Luxburg" se encontraba un ejemplo insuperable
de la misma. A continuación, y reuniendo a los opositores internos de la conducción
con los adversarios externos del PS, planteaba:
"Comprendernos que nuestro actual Presidente gennanófilo, que cree haber obtenido,
por la diplomacia, 'conquistas imperecederas', no quiera romper relaciones con el
kaiser; comprendemos que losjesuitas de Córdoba no quieran romper relaciones con
la autocracia prusiana 'en nombre del sentimiento genuinamente nacionalista de
Córdoba'; comprendemos que los clericales de la democracia cristiana, obedeciendo
órdenes del Vaticano —puntal del actual gobierno ultraconservador- no quieran
romper las relaciones con un gobierno de origen divino; ¡pero es inconcebible que
haya socialistas que se escandalicen ante el retiro de nuestro Ministro diplomático de
Berlín y el despido del conde diplomático de Buenos Aires!. (LV, 30-9-17).

Ante la posible objeción de que el voto contrariaba la resolución de un Congreso


partidario, Dickrnann respondía señalando que no existía tal resolución y. que, aún si
la hubiera, "los congresos socialistas no son congresos ecuménicos, ni proclaman
dogmas infalibles. Lo que un congreso ha resuelto puede cambiarlo otro o un voto
general, en vista de nuevos hechos y conceptos". Finalmente explicaba que los
socialistas eran pacifistas pero que su pacifismo no era de "abyección y
renunciamiento" ni planteaba poner la otra mejilla. Al respecto citaba la consigna
socialista "Guerra a la guerra!", y señalaba que, desgraciadamente, ese combate a la
guerra no se hacía siempre eficazmente con discursos. (LV, 30-9-17).
Pero la principal respuesta no pasó por la argumentación en la prensa o en la Cámara,
sino por la presentación, por parte de los legisladores, de la renuncia a sus bancas.
Así lo hacía saber un Editorial en el que la redacción de La Vanguardia tomaba clara
posición en favor de los renunciantes, juzgando que éstos, "conscientes de su
responsabilidad", habían chocado, a própósito de la "cuestión internacional" "con los
prejuicios de muchos y con la interpretación capciosa o errónea que dan algunos a la
resolución del último congreso extraordinario del Partido". Al respecto, el diario
370

socialista seguía explicando que el Congreso no podía haber previsto las nuevas
circunstancias capaces de inclinar en diferentes sentidos la acción del Partido, y que
por ello debía ser "el Partido en pleno, consultado de la manera más fiel, el que
decida quien ha interpretado más inteligentemente los hechos" (LV, 2-10-17). Sin
embargo la nota con la que el Grupo Parlamentario Socialista 316 remitiÓ su renuncia
al CE no se escudaba en el cambio de circunstancias respecto al momento del mo
Congreso, sino que señalaba que los nuevos sucesos, el "affaire Luxburg", no habían,
hecho más que corroborar. los principios que habían sostenido en dicho Congreso;
agregando que, si se consideraba que la declaración votada por dicha asamblea era
un nuevo mandato, "ese mandato no lo aceptarnos, ni podríamos hacer nuestros los
fundamentos de aquella declaración, ni adaptar a ellos nuestra conducta." Al
respecto, señalaban que no creían que la guerra fuera "consecuencia simple y fatal de
la propiedad privada y la producción mercantil", ni que el comercio exterior
consistiera "en llevar a mercados . extraños la producción confiscada al proletariado
de cada país". Por ello, señalaban, no podían ignorar "el conflicto de principios
políticos y morales" que caracterizaba a una guerra en la que continuaba "la Rusia
revolucionaria", "la gran república norteamericana", "la Inglaterra sin papa y sin
aduanas" y "la república Francesa" (LV, 3-10-17).
El CE del PS decidió, con el voto contrario de Agustín Muzio, convocar a un "voto
general" para resolver acerca de la renuncia de los legisladores. El Partido se sumió
en una febril discusión que fue parcialmente vertida en una Sección especial que La
Vanguardia habilitó para tal fin, que se titulaba "La cuestión internacional y la
renuncia de los parlamentarios socialistas" (LV, 5-10-17). En ella, tal como ha
analizado Campione (2005), se intercalaban las muestras de apoyo, y aún de
deferencia, al grupo parlamentario y las críticas a los "disidentes", con "las condenas
abiertas al voto por la ruptura de relaciones y al voto general corno procedimiento de
discusión" (Campione, 2005: 37), con posiciones intermedias que avalaban
parcialmente a parlamentarios y "disidentes" o los amonestaban a ambos.
Sin embargo, la voz de la conducción socialista no se hacía oír solamente a través de
esa Sección, de carácter más horizontal, sino que contaba con los Editoriales de La
Vanguardia. El 11 de octubre uno de ellos señalaba que, las resoluciones de la

316
Con la excepción de Augusto Bunge, que también presentó la renuncia en solidaridad con sus
compañeros de bloque quienes, creía, no habían roto los principios socialistas con el voto que
motivaba su renuncia. (LV, 3-10-17)
371

mayoría de los Centros, que rechazaban la renuncia de los legisladores socialistas a


sus bancas, probaban que el PS "está ya preparado para comprender la situación real
del mundo y los deberes de la democracia socialista". La temporalización planteada
sugería que, en: cambio, meses antes, cuando se había discutido la cuestión en el HP
Congreso los socialistas no lo estaban, con lo que explicaba a la resolución adoptada
como un síntoma de la falta de preparación. En la misma línea señalaba que seguían
existiendo socialistas que veían a la situación internacional como "una simple
manifestación de preferencias sentimentales", sin ver que la misma planteaba "un
grave problema de política interna- la lucha contra la absorción de todo el poder de la
nación por el Presidente, empeñado en monopolizar como el kaiser la política
exterior de la república". Al presentar el problema en términos de política interna, la
argumentación no sólo adscribía, corno señala Campione (2005: 28), la lucha contra
Yrigoyen con "el combate mundial. por la démocracia y en oposición al Kaisér", sino
que, al hacerlo, pennitía colocar el voto de los legisladores socialistas en la línea de
la tradicional defensa que el PS hiciera del Parlamento contra las intromisiones del
Ejecutivo. Así lo dejaba claro la conclusión:
"Sosteniendo con su voto lo que quiere el parlamento en materia de política
internacional, a propósito de las relaciones de la Argentina con el gobierno imperial
alemán, el grupo socialista parlamentario ha dicho al Presidente de dónde no debe
pasar" (LY, 11-10-17).

Ante el previsible triunfo del rechazo a la renuncia de los legisladores, los


"internacionalistas" avanzaron en la formación de una organización propia
denominada "Comité de Defensa de las Resoluciones del III Congreso
Extraordinario". El surgimiento de la misma fue consi.derado una "enormidad" por
un Editorial de La Vanguardia, por considerar que ella suponía que algunos
ciudadanos tenían la pretensión "de atri.buirse una misión que no les corresponde más
que a los demás miembros del Partido y para cuyo desempeño tendrían virtudes
especiales". El diario socialista seguía planteando que el hecho era una injuria a los
demás miembros, abs que no se consideraría dispuestos a tal defensa, y "un ataque a
la seriedad y la disciplina del partido mismo". El duro Editorial señalaba que el
Comité era "la negación de la democracia" en tanto pretendía "crear una elite de
salvadores de la fe socialista" y concluía subrayando que tal pretensión era
particularmente llamativa pór el hecho de que "la mitad de los componentes del
mentado comité son ciudadanos de tan corta residencia en nuestras filas, que parece
372

hubieran entrado en ellas sólo para llenar la tarea en que están empeñados." (LV, 19-
10-17).
Inicialmente el CE del PS condenó la constitución del "Comité de Defensa...", pero
no adoptó sanciones, lo que, com,ó señala Campione (2005: 42), probablemente se
vinculaba con un intento de que las mismas se plantearan a nivel de los Centros
socialistas. Pero con el paso de los días el debate se radicalizó y crecieron las voces
que, en condena de la indisciplina, pedían la expulsión de los "disidentes". A fines de
octubre, dos de los principales "internacionalistas", José Penelón y Juan Ferlini,
abandonaron el CE, y durante el mes de noviembre éste órgano decidió la disolución
de los centros que no acataran a las autoridades. El 26 de noviembre La Vanguardia
publicó los resultados del escrutinio del voto general en el que 5345 afiliados se
habían inclinado por el rechazo a la renuncia de los legisladores, 909 la habían
aceptado y 72 se habían abstenido (LV, 26-11-17).
Ese mismo día, un Editorial de La Vanguardia señalaba que el apoyo del 80% de los
sufragantes mostraba "la capacidad del Partido para orientarse en momentos dificiles,
al par que hace justicia a los esfuerzos de quienes sirven lealmente a la causa del
pueblo". Pero la interpretación del diario socialista iba más allá, señalando que el
voto general había aclarado "la resolución del tercer congreso extraordinario,
quitándole el carácter imperativo y estrecho que se ha querido darle". Por otra parte,
el Editorial señalaba que aunque la mayoría de los que hábían votado por la
aceptación de las renuncias no había querido más que expresar su opinión sobre la
situación internacional, también denunciaba "el juego de elementos, hoy al margen
del Partido", que habrían buscado con "medios desleales" y "fines inconfesables"
obtener la renuncia de los parlamentarios. El Editorial celebraba que "la violencia y
el mentido puritanismo de un grupo que se escudaba en la doctrina y en el respeto a
las resoluciones de un congreso para justificar su actitud disolvente y anárquica y su
desconfianza del voto general, que es el órgano genuinamente democrático de la
voluntad del partido" hubiera sido derrotado. Y concluía con dureza, señalando que
dicho voto era coincidente "con la resolución de los centros de matar los gérmenes
de disolución y anarquía que habían aparecido en nuestras filas". (LV, 26-11-17)
Los "disidentes" explicaron los resultados del voto general por el poderoso
instrumento que, en su contra, había sido La Vanguardia , y por "la connivencia con
el establishment burgués de la dirección socialista" (Campione, 2005: 46). El
"Comité de Defensa de las Resoluciones del III Congreso" pasó a ser "Comité de
373

Relaciones de los Centros disueltos y minorías expulsadas", que convocaría a un


Congreso a realizarse en enero de 1918 en Buenos Aires. El mismo daría origen al
Partido Socialista Internacional, que a fines de 1920 se transformaría en Partido
Comunista3' .

De vuelta sobre el "obrerismo radical ". Las "grandes huelgas" ferroviaria y


frigorífica.

A mediados de año, y mientras los socialistas debatían la intervención a la provincia


de Buenos Aires y el régimen autonómicO de la Capital, las páginas de La
Vanguardia seguían con relativo interés la contrastante actitud del gobierno nacional
en los conflictos que agitaban a los trabajadores del Ferrocarril Central Argentino 3t8

317
Por el momento y aunque, como ya hemos señalado, entre los "internacionalistas" se encontraban
aquéllos que cuestionaban el "electoralismo" del PS y su abandono de un perfil "obrero", los
"disidentes" se presentaban como los verdaderos herederos de la tradición socialista y no hacían del
apoyo a la Revolución Rusa un elemento diferenciador. De hecho, todos los socialistas habían
apoyado la revolución de febrero que había acabado con el zarismo, y a ese apoyo habían apelado
"rupturistas" como De Tomaso para señalar que del lado de la Entenie ya no había imperios
autocráticos. La "revolución de octubre" y el ascenso de los bolcheviques tuvieron lugar con
posterioridad a la expulsión de los principales referentes de la corriente "internacionalista", y sólo
después de flindarse el Partido Socialista Internacional sus miembros harían del apoyo al Estado
soviético una de sus principales banderas. El PS, como veremos, mantendría una posición más
ambigua y sujeta a debates como el que, a comienzos de 1921, daría origen a la corriente "tercerista",
muchos de cuyos miembros, luego de ser derrotados dentro de la estructura socialista en el Congreso
de Bahía Blanca, se incorporarían al Partido Comunista a comienzos de 1921.
318
A mediados de junio una huelga iniciada en los talleres de Rosario de la empresa Central
Argentino generó algunos despidos. Esto derivó en que el conflicto se extendiera y radicalizara,
respondiendo con sabotajes y actos de violencia a los intentos de mantener los trenes en
funcionamiento. El 11 de agosto los trabajadores extendieron el paro a todo el Ferrocarril Central
Argentino. Días antes, la Federación Obrera Ferroviaria y la FORA habían hecho público un
documento cuestionando, con argumentos nacionalistas, el accionar de las empresas ferroviarias
(Rock, 1992: 152-153) y amenazando con llamar a un paro general. El gobierno desistió de enviar
tropas a Rosario y estableció, a través del Ministro de Obras Públicas Pablo Torello, contacto con los
huelguistas, garantizando la reincorporación de los obreros despedidos. La solución adoptada mereció
los reparos de la prensa y los círculos británicos, que cuestionaron que el gobierno amparara a los.
"violentos" y humillara a las empresas ferroviarias (Rock, 1992: 153-154). La Vanguardia desestimó
estos planteos cuestionando con particular dureza al diario La Nación, afirmando que juzgaba como
"un síntoma precursor de las peores calamidades" lo que no era más que un "tardío acto de justicia",
de parte un gobierno que abandonaba por una vez las peores tradiciones políticas y la teoría del
"amparo al capital ferroviario." Agregaba La Vanguardia que lo que La Nación veía como un
presagio de siniestras consecuencias era para los socialistas simplemente "el acto naturalísiino de un
gobierno prescindente de hecho, en el sentido exacto de la palabra, en los conflictos entre el capital y
el trabajo." Este reconocimiento al gobierno era de todos modos limitado por el comentario final, que
advertía sobre el peligro "fundado" de que el gobierno se dejara influenciar por dicha prédica "con lo
que habría borrado el único título —a lo menos hasta el presente- que puede invocar para diferenciarse
de los funestos gobernantes que han sido el azote de la nación por el espacio de medio siglo." (LV,
27-8-17)
374

y a los de la usina de la Compañía Argentina de Electricidad 319. Pero fue el gran


conflicto ferroviario que, a partir de mediados de septiembre y casi en simultáneo
con el reavivarse de la "cuestión internacional", paralizó al país durante semanas, el
que devolvió la atención de los socialistas al mundo obrero.
El conflicto se había iniciado en el Ferrocarril Central Córdoba, pero había derivado
en preparativos de huelga en todos los ferrocarriles, Las empresas y buena parte de la
prensa iespondieron planteando la sospecha de que detrás del conflicto se
encontraban "influencias ajenas a los gremios", particularmente intereses germanos
interesados en dañar a las empresas británicas. La campaña de las compañías
ferroviarias tuvo cierto éxito y el gobierno, para aventar las acusaciones de pro-
germanismo, abandonó la actitud "prescindente" de conflictos anteriores y envió
tropas a custodiar trenes y talleres. En Rosario se produjeron choques entre los
huelguistas y fuerzas militares, que dejaron heridos y centenares de obreros presos.
Pero aún esas medidas represivas, señalaba La Vanguardia, parecían escasas a las
"clases conservadoras" que, encabezadas por la Bolsa de Rosario, pedían el Estado
de Sitio que el Gobernadorradical parecía dispuesto a establecer (LV, 22-9-17).
Los socialistas no dejaban de subrayar la duplicidad de los radicales, que al tiempo
que defendían los intereses capitalistas deseaban aparecer favoreciendo la causa de
los trabajadores. Una prueba de ello, señalaba La Vanguardia el 26 de septiembre era
que al iniciarse la huelga ferroviaria había nombrado una comisión —integrada por
Carlos Melo, Rogelio Araya y Pío Ziblin- para estudiar el conflicto. El diario
socialista recordó los antecedentes de Araya —señalando que, al tratatse la jubilación
de los ferroviarios, había dado un largo discurso sosteniendo que estos trabajadores
no tenían el derecho de declararse en huelga- y agregó que similar posición había

319
La respuesta del gobierno radical —haciéndola funcionar con los ingenieros de la Municipalidad y
los foguistas de la Armada- llevaría a La Vanguardia a historiar la actitud del radicalismo frente al
movimiento obrero y a subrayar la ambigüedad de sus posiciones en el presente: contrastando su
política "de venganza y de odio" frente a la huelga municipal, con la que había adoptado ante las
huelgas marítimas y ferroviarias. Esa duplicidad era explicada por La Vanguardia por el diferente
peso que, a diferencia de los ferroviarios y navales, tenían los obreros municipales y los empleados de
la compañía de electricidad, "enemigos poco temibles por su número o por la falta de solidez de su
organización" (LV, 5-9-17). Días más tarde esa duplicidad recibía otra explicación, al seflalarse que el
nuevo conflicto hacía patente "la incoherencia de este gobierno, su falta de sinceridad o las influencias
contrarias que los dominan según sean los Ministros que deban intervenir". Para subrayar esa
disparidad de criterios entre los funcionarios radicales se señalaba que mientras el Ministro de Obras
Públicas había conminado a las empresas a reanudar el tráfico interrumpido por la huelga y nunca
pensó en prestarles los maquinistas de la Armada o de los ferrocarriles del Estado, el Intendente
Municipal y el Ministro de Marina han hecho lo contrario, sin que los derechos de los obreros de las
usinas fueran menos legítimos ni los intereses de las empresas más sagrados. (LV, 7-9-17).
375

sostenido Melo al presentar un proyecto declarando ilegal "toda reunión, aún cuando
sea de dos personas, que tenga por objeto fomentar, organizar, dirigir o facilitar la
continuación de una huelga o un lock-out" en los ferrocarriles. La Vanguardia
señalaba que el proyecto tenía la virtud de clarificar las cosas poniendo de manifiesto
"las lamentables y reaccionarias ideas de los hombres del partido radical, respecto a
los derechos de los trabajadores." (LV, 26917) 320 ,

El conflicto iba escalando. El 24 de septiembre el Consejo Federal de la Federación


Obrera Ferrocarrilera (FOF) llamó a la huelga general ferroviaria, a la que se sumó
"La Fraternidad"; como señala Marotta (1961: 208) era la primera vez que en un
conflicto tornaban parte todas las especialidades. El 30 de septiembre un plenario de
delegados autorizó al Consejo Federal de la FORA para declarar, cuando considerara
oportuno, la huelga general en apoyo a los ferroviarios. Por su parte las
organizaciones empresarias presididas por Joaquín de Anchorena, Presidente de la
Sociedad Rural, amenazaban con lanzar un iock-out y se reunían con Yrigoyen para
pedirle una acción más decidida frente a los ferroviarios.
El gobierno se encontraba entre dos fuegos. Sin embargo en esta ocasión La
Vanguardia explicó la inacción gubernamental menos como el resultado de una
imposible posición intermedia que corno un procedimiento dilatorio que buscaba
encubrir "detrás de las simpatías por los obreros, de que a veces hace gala, una
política de culpable tolerancia hacia las empresas"; la supuesta indecisión era, se
explicaba, "un medio encaminado a vencer por cansancio a los obreros". El diário
socialista subrayaba que, si el gobierno quería, podía normalizar el servicio como
había hecho en el Central Argentino; explicando que si no se inspiraba en esos
antecedentes era porque estaba arrepentido de su propia obra y quería volver sobre
sus pasos. (LV, 4-10-11). Tres días más tarde, el diario socialista subrayaba que
mientras Yrigoyen manifestaba "su repugnancia por el empleo de los medios
violentos contra el movimiento obrero" fuerzas del Ejército fusilaban a mansalva a
huelguistas de ferrocarriles del Estado, lo que llevaba a juzgar que "los sentimientos
de benevolencia y ecuanimidad de que se jacta el Presidente, o no son muy firmes, o
varian según las condiciones de lugar y tiempo." La misma "doblez" se señalaba en

320
Si bien los socialistas cuestionaban al gobierno radical, no dejaban de señalar que las posiciones
más favorables a las empresas y contrarias a los huelguistas eran las que sostenía buena parte de la
prensa, que pedía una acción más decidida, y las del Senado, donde los radicales eran minoría. (LV,
27-9-17).
376

el Ministro de Obras Públicas, que primero anunciaba la intencióñ de implantar por


Decreto la reglamentación del trabajo ferroviario, pero luego volvía sobre sus pasos y
no sólo abandonaba el proyecto sino que ofrecía a las empresas ferroviarias personal
del Estado para asegurar el servicio. El Editorial concluía con una pregunta:
"El gobierno, que no sabe exigir a las empresas el cumplimiento de sus obligaciones
para con el país ¿trata de ayudarlas indirectamente a derrotar a los millares de
obreros huelguistas?"(LV, 7-10-17).

En los primeros días de octubre, la Federación Obrera Marítima (FOM) se declaró en


huelga en solidaridad con los ferroviarios. El gobierno endureció su posición y dictó
un Decreto reglamentando el trabajo ferroviario, que no contemplaba la jornada de
ocho horas ni otros reclamos obreros. La FOF rechazó el Decreto y el gobierno
anunció que haría circular los trenes con gente armada; el 13 de octubre dictó un
Decreto compulsivo dando 48 horas para retomar el trabajo sobre la base del
reglamento de trabajo rechazado por los obreros. La FOF rechazó el nuevo Decreto y
se reunió con la FORA, cuyo Consejo General resolvió que si el gobierno se
empeñaba en hacerlo efectivo, se pondría en práctiça de inmediato la huelga general
(Marotta, 1961: 211).
La situación, era tensa. Ese mismo día, la dura represión en "Talleres", produjo dos
muertos y una decena de heridos. La Vanguardia señalaba que el hecho sangriento
desenmascaraba "total y definitivamente la hipócrita conducta del poder ejecutivo
nacional" durante el conflicto ferroviario; y era "hipócrita" porque mientras trataba
de demostrar a los trabajadores en huelga y a la opinión pública la más "absoluta
imparcialidad" por otro lado prestaba "solapadamente" a las empresas el servicio de
las fuerzas de la Armada y el Ejército. Este gobierno, se continuaba explicando, no
era menos reaccionario que los anteriores: para él también era "más sagrado el
beneficio del capital ferroviario, la propiedad de las empresas, que el bienestar y la
vida de los 120.000 empleados del riel". El diario socialista subrayaba la
responsabilidad presidencial en un crimen que había sucedido "por orden superior",
y señalaba al gobierno que esta actitud no podía engendrar sino "violencia de abajo".
La hoja socialista abandonaba incluso su tradicional tono moderado y su rechazo a
las prácticas violentas, juzgando que "contra el uso criminal de las fuerzas armadas
de la naçión, puestas al servicio del capital ferroviario, la violencia es necesaria". El
gobierno de Yrigoyen, se planteaba, había organizado "fría y calculadamente, el
377

sistema de represión por la niasacre" y no era pensable que frente a él los obreros
"continuaran dejándose matar como gorriones."(LV, 15-10-17).
Sin embargo Yrigoyen no permaneció inactivo. Ante la escalada del conflicto
decidió dejar sin efecto el Decreto compuisivo del día 13 y proponer un nuevo
reglamento de trabajo; estas decisiones fueron bien acogidas por los trabajadores,
que el día 18 levantaron la huelga. Al concluir el conflicto, La Vanguardia señalaba
que el principal aprendizaje que dejaba el mismo era -junto al "triunfo de la
organización", del que debían tomar, ejemplo los millares de trabajadores
desorganizados (LV, 17-10-17)-, la definitiva comprobación de "la incapacidad del
gobierno para toda acción inteligente y sana". Adoptando un tono institucionalista
señalaba que Yrigoyen no había hecho uso de su influencia para lograr que el Senado
aprobara la reglamentación del trabajo que pretendían los ferroviarios, sino que había•
preferido "reservarse para si sólo la gloria de solucionar el conflicto por sus propios
medios, con su sabiduría y su influencia", con ló que no había llevado más que a
agudizarlo. Agregaba que, luego de haber anunciado infinidad de veces el final del
conflicto, el gobierno parecía "regocijarse ante el país, y proclamar como un triunfo
de la sabiduría presidencial la feliz circunstancia de que la paralización de los
ferrocarriles no durara otro mes."
Pero había más, afirmaban indignados los socialistas: la prensa radical informaba que
Yrigoyen había recibido manifestaciones "de consideración y respeto" de la
delegación obrera que le había anunciado la decisión gremial de volver al trabajo.
Comenzaba a aparecer lo que sería un fantasma para los socialistas y un tópico
frecuente de su crítica: la relación entre Yrigoyen y los líderes sindicalistas. Por
ahora, la respuesta era descreer de la posibilidad de tal simpatía, afirmando con
ironía que la divulgación de la entrevista por parte del gobierno tenía como fin
"advertir a los obreros ferroviarios que deben agradecerle la parsimonia con que ha
procedido en la masacre de huelguistas por las fuerzas del ejército, y el fracaso de las
tentativas de aborto de la huelga por medio del crumiraje del estado." (LV, 18-10-
17).
A fines de noviembre un nuevo conflicto ocupó el centro de atención: esta: vez los
que se declaraban en conflicto eran los trabajadores de los frigoríficos, una industria
que, como señala Lobato (2004: 168), había sido fuertemente afectada por la guerra
submarina que había limitado los embarques, lo que generó importantes despidos. El
10 de noviembre los trabajadores del frigorífico Swift de Berisso se declararon en
378

huelga en reclamo de aumento de salarios, a lo que en días posteriores agregaron un


conjúnto más amplio de demandas. Ante la falta de respuestas, la Sociedad de
Resistencia de los Frigoríficos declaró la huelga general, al tiempo que los obreros
impedían el ingreso de los tranvías a Berisso; cuando los huelguistas quisieron
además ingresar al frigorífico Swift para impedir la realización de tareas, la policía
respondió con disparos (Lobato, 2004: 170). Ante nuevos incidentes y a partir de los
reclamos empresarios, el gobierno respondió con el envío de infantes de marina, lo
que dio lugar a duras represiones en Berisso y también en Zárate.
Los socialistas denunciaron la ambigüedad radical como "doblez", subrayando que,
como en la huelga ferroviaria, el gobierno oficiaba de amigo de los huelguistas en
• Capital y los fusilaba en el interior. Recordaban también que mientras mostraba una
"conducta ejemplar" ante la "gran huelga marítima" apelaba a los medios más
"rastreros" para sofocar la de obreros municipales. La Vanguardia concluía que la
ambigüedad radical no parecía resolverse en una línea esperanzadora sino
amenazante, al sefialar que los hechos eran apenas "un indicio, poco tranquilizador,
por cierto, de lo que podemos esperar del actual gobierno en materia de política
obrera" (LV, 30-11-17).
Días más tarde, y ante una nueva masacre en Avellaneda, las palabras de La
Vanguardia fueron mucho más duras. Señalaba que luego de un período de
"tranquilidad", bajo el gobierno radical, "corno en los peores tiempos del régimen" el.
desarrollo del movimiento obrero se producía entre "charcos de sangre".
Nuevamente se buscaba explicar, el abandono de la ambigüedad radical: el odio de
clase se había impuesto "a la simulación populachera a que se entregan a veces las
autoridades y los corifeos radicales". Los socialistas cargaban las tintas sobre el
Interventor de la provincia de Buenos Aires, quien buscaba el triunfo electoral, y
necesitaba "la confianza de los capitalistas y las empresas ricas más influyentes". El
diario socialista señalaba continuidades y diferencias' entre la política represiva del
"Régimen" y la radical:
"Bajo los gobiernos oligárquicos surgidos del voto venal, las masacres obreras eran.
actos de inútil barbarie. Hoy, consumadas por la.inspiración o con la complicidad de
gobernantes elegidos por el sufragio popular, podemos denunciarlas corno una
traición y un crimen infames! ( ... ) ¡Caiga sobre este gobierno inepto e hipócrita la
sangre de los trabajadores caídos en la lucha por mejorar su suerte y la de sus hijos!"
(LV, 5-12-17). .
379

Días después la comparación era aún más negativa para el gobierno. Se señalaba que
si nada tenía de nuevo en la carencia de escrúpulos para perseguir sus objetivos, ni en
la comprensión de los problemas que afectaban a la economía del país, en cambio
debía reconocérsele "el triste privilegio del empleo de la violencia en los conflictos
obreros." Pero a la condena seguía el intento de comprensión de su oscilante política,
que de la valorabie resistencia a las presiones en el caso de los ferroviarios, pasaba a
la violencia desbordante ante la huelga de los frigoríficos. El diario socialista
ensayaba una explicación basada en el cálculo electoral —que seria retomada años
más tarde porRock(l992: 163-164):
"será que los ferroviarios fonnan un capital electoral que no puede desdeñarse,
cuando todo se lo subordina a la necesidad del triunfo en la próxima campafía, lo que
no sucede con los obreros de los frigoríficos, extranjeros en su gran mayoría?"(LV,
10-12-17).

El PS respondió a los sucesos con un mitin de protésta, que tuvo lugar el 15 de


diciembre en la Plaza del Congreso. En él hablaron, entre otros, los Diputados
Antonio De Tomaso y Antonio Zaccagnini, y los dirigentes socialistas Agustín
Muzzio y Felipe Di Tella. Di Tomaso subrayó la "doblez" del gobierno radical que
pretendía proteger a los obreros pero permitía que fueran fusilados, que recibía a los
delegados ferroviarios y les reconocía el derecho que les asistía en la huelga pero
contemporizaba con las empresas ferroviarias permitiéndoles que prolongaran
indefinidamente el conflicto, Al día siguiente La Vanguardia publicaba un largo
Editorial que enjuiciaba duramente la política, radical. Señalaba que, aunque al llegar
el radicalismo al gobierno habían manifestado un fundado escepticisrno ante sus
"pomposas promesas", el hecho de haber surgido "de comicios realmente libres" y la
creencia en que quienes habían asumido la tarea de "liquidar un régimen nefando y
córrupto" reconocerían su responsabilidad histórica y saldrían de las vaguedades,
había, hecho a los socialistas adoptar una actitud de "benévola expectativa".
Agregaba a continuación que en catorce meses de gobierno poco había hecho el
radicalismo para corresponder a las manifestaciones de simpatía y confianza popular
que había recibido. Luego de cuestionar la política monetaria y fiscal del gobierno, y
su tendencia a desestimar al Parlamento, La Vanguardia señalaba:
"luego de habernos hecho concebir alguna esperanza lisonjera, a raíz 'de su
intervención enérgica cuando la huelga del ferrocarril Central Argentino, el nuevo
gobierno no ha hecho sino desdecirse y ha agotado toda la gama de contradicciones
en su vano empeño de servir a un tiempo intereses en pugna, sin atinar con una
380

solución medianamente acertada, para acabar, como digno remate de tantás


incongruencias, fusilando a mansalva a los trabajadores." (LV, 16-12-17).

El Editorial, luego de señalar similares contradicciones en lo que hacia a la cuestión


del trigo, del azúcar y del presupuesto, concluía confiado:
"la colosal mistificación que el radicalismo en el gobierno representa ( ... ) toma
dimensiones tales, que no ha de pasar inadvertida a los más obcecados en creer en las
virtudes regeneradoras de la facción, y es de esperar que en los próximos comicios se
vean las consecuencias." (LV, 16-12-17).

El 20 de diciembre, y amparándose en la "Ley de Defensa Social", la policía de


Avellaneda desalojó el local de los obreros frigoríficos. La Vanguardia explicaba
que, al tomar a su cargo la defensa de las empresas, el gobierno hacía confuso para el
público el sentido de la lucha, que aparecía menos como un conflicto entre obreros y
empresas que entre obreros y gobierno. Se concluía que el radicalismo realizaba una •
doble óbra destructiva: por un lado, dificultaba el triunfo inmediato al oponer a los
trabajadores el peso de sus fuerzas materiales; por otro y para el futuro, sembraba en
las filas proletarias la confusión y la desconfianza "que él mismo se encarga de
sembrar, con su hipócrita política obrerista". (LV, 21-12-17).
A comienzos de enero los trabajadores del Ferrocarril del Sud manifestaron su
solidaridad con los trabajadores de los frigoríficos, negándose a transportar hacienda
(LV, 8-1-18). Al rnism.o tiempo, la FORA discutía la posibilidad de lanzar una
huelga general en solidaridad. Smith. (1983:77) explica que esta arnénaza hizo al
gobierno cambiar de curso e intentar, aunque tardíamente, volver a su política de
"prescindencia", en tanto Lobato (2004: 179) señala que el 14 de enero la FOM y la
FOF se habían reunido con Yrigoyen y habían conseguido el compromiso de retirar
las tropas de los frigoríficós se Avellaneda. Días después el Interventor de la
provincia, Cantilo, anunciaba que retiraría las fuerzas de la Marina de los
frigoríficos. La Vanguardia consideraba que esta orden era una "precisa confesión de
la actitud antiobrera" que el gobierno había observado en el conflicto, preguntándose
no sólo por qué dicha actitud no se había tomado antes sino también "hasta cuándo
duraría", (LV, 18-1-18).
El cambio era tardío; la huelga ya había sido derrotada. La Vanguardia
responsabilizaría de ese resultado a un gobierno que, intentando desmentir a quienes
lo acusaban de hostilizar a las empresas ligadas a los Aliados, se habría "excedido en
su servilismo" y ejercido todo tipo de coerción sobre los trabajadores. Por otra parte,
381

en la explicación de La Vanguardia volvía a tomarse en cuenta la política provincial


y las futuras elecciones, para señalar que el gobierno radical había "pactado una
vergonzosa alianza ( ... ) poniendo a la policía y al personal de la armada al servicio
de una empresa a cuyo frente están conocidos tiburones del capital que son a la vez
ilustres prohombres conservadores" (LV, 31-1 -18).

"La prueba de fuego de la democracia argentina ". Las éleccíones de 1918.

Al acercarse las primeras elecciones en las que seríajuzgado el nuevo gobierno, los
•socialistas alternaban la denuncia de la ambigüedad radical con los esfuerzos por
comprenderla y aún aprovecharla. La prédica más frecuente asimilaba a los radicales
con los "conservadores desalojados" con los que, se sostenía, compartían el mismo
personalismo y la misma falta de programas, ante lo cual sólo quedaba esperar que se
produjera la anunciada simplificación que produciría fuerzas bien definidas. Pero en
otras ocasiones el radicalismo era visto como una fuerza indecisa presi.onada por "las
fuerzas dei privilegio", en particular por la prensa. Así, un Editorial de La
Vanguardia señalaba que a partir de la huelga ferroviaria la prensa había lanzado
"una verdadera campaña de intrigas organizada con el propósito de influir sobre el
gobierno, para acabar de desorientarlo e inducirlo a que abandone toda reticencia,
dejando a las grandes empresas ferroviarias libres de lo que pueda significar un
obstáculo cualquiera a su desmedida prepotencia y avaricia." El reconocimiento que,
a regañadientes, los socialistas hacían de las diferencias del radicalismo respecto de
"las fuerzas del privilegio", era reafinnado por el llamado que la hoja socialista hacía
al gobierno, y a abandonar sus opiniones "singularmente confusas" en materia de
derecho obrero para asumir "una actitud franca y definida, aplicando a las empresas
alzadas contra los derechos del público y los obreros que las sirven el correctivo de la
ley" (LV, 18-11-17).
En este caso la confusión que los socialistas observaban en los radicales no era
desvalorizada como un elemento puramente negativo a la espera de una
simplificación que produciría fronteras claras, sino que era apreciada como una
oportunidad para un acercamiento a través de la adopción de una política
decididamente favorablea los sectores populares.
382

Sin embargo esta no era la mirada predominante. Al concluir el año 1917 La


Vanguardia señalaba el carácter doble del discurso radical y preguntabá:
",Cómo es posible creer en la sinceridad de las protestas de simpatía hacia la clase•
obrera con que el órgano oficial aineniza sus columnas, cuando asistimos a tantas y.
tan reiteradas muestras del cinismo del gobierno de sus entrañas?" (LV, 30-12-17).

El diarió socialista proponía una respuesta: afirmaba que al alternar sus actos
reaccionarios con "las manifestaciones más pomposas de amor y respeto a las
libertades públicas", el gobierno, al que calificaba como "mezcla de jacobinismo e
instrumento de sacristía", miscaba mantener intacto el antiguo prestigio qué le había
permitido "pasar como 'avanzado' entre las momias de la política criolla, y por
revolucionario entre los que hacen del uso de la violencia un culto y una finalidad."
La Vanguardia concluía señalando que tales fines eran posibles si lograba, como
intentaba, "detener el despertar político del pueblo, en el que entrevé una amenaza"
(LV, 30-12-17). Para los socialistas quedaba claro que ese despertar político del
pueblo se manifestaba en sus propias fuerzas y, auguraban, comenzaría a concretarse
en las futuras elecciones.
Ya plenamente en campaña, los intentos de comprensión o de acercamiento fueron
dejados de lado y el discurso socialista se centró en la denuncia. La Vanguardia trazó
un balance del año 1917 para desmentir "la pretendida imparcialidad" del gobierno
frente al movimiento obrero y, recordando el uso de fuerzas militares en las huelgas
ferroviaria y frigorífica, señalar que "los atropellos, las detenciones de obreros y Ja
clausura de locales gremiales han menudeado como en las peores épocas del llamado
'régimen". El breve texto se cerraba con cifras que buscaban ser lapidarias: "26
muertos y más de 100 heridos" (LV, 5-2-18). Los socialistas no sól.o se enfrentaban
con el radicalismo cuestionando, entre otros muchos puntos, su acción eti los
conflictos obreros sino disputando la paternidad acerca de las pocas iniciativas
favorables a estos que iban siendo aprobadas. Así, recordaban que el proyecto de
salario mínimo para los trabajadores del Estado que en esos días se discutía, había
sido impulsado por los parlamentarios socialistas y que los radicales que ahora lo
apoyaban lo hacían por motivos electorales, temiendo el descontento de miles de
trabajadores en los siguientes comicios (LV, 22-2-18) Dos días más tarde, la disputa
era también por demostrar que los socialistas eran los que habían propuesto las
383

reformas a la ley de aduanas que, lentamente, se iban imponiendo (LV, 24218) 321 .
En uno y otro caso no se valoraba el cambio de posición de los radicales, sino que se
lo descalificaba corno mero electoralismo y demagogia.
Sin embargo, en el tramo final de la campaña el centro de la argumentación socialista
no se colocó en la crítica a la política social del radicalismo ni tampoco en las
políticas con. que enfrentar la "carestía", sino que apeló a un tópico racionalista que
buscaba contrastar el discurso radical respecto de su práctica. Es el caso de un
artículo que, planteando una clara traducción del diagnóstico ilurninista sobre la
geografia política del país, concluía:
"Es posible que los llamados radicales consi.gan todavía engañar a los peones
analfabetos del interior, a los que dominan con el alcohol y el juego ni más ni menos.
q.ue como sus 'adversarios' los conservadores; lo que es imposible admitir es que el
contraste entre sus teorías y los hechos pase inadvertido a los trabajadores y la gente
sensata de la capital de la república". (LV, 25-2-1.8).

Aunque en los comicios de marzo de 1918 se elegían no sólo Diputados nacionales


sino también el gobierno que en. la provincia de Buenos Aires sucedería a la
intervención capitaneada por Cantilo, y esa estratégica elección ocupaba el centro de
la atención pública, la lectura en términos de desarrollo evolutivo -a la vez que el
anhelo de recuperar la mayoría que en 1916 habían perdido a manos del radicalismo-
hacía que el PS asignara a la elección en Capital el carácter de "prueba de fuego de la
democracia argentina7 322 . El día de la elección, La Vanguardia llamaba a los

321
La cuestión impositiva había ocupado buena parte de la prédica socialista a fines de 1917 y
comienzos de 1918. La discusión, directamente relacionada con la cuestión de la "carestía" se
concentraba particularmente en dos productos: por un lado el pan, ante cuyo aumento de precios el
gobierno .había promovido un impuesto a la exportación de trigo que los socialistas, impulsores de una
iniciativa similar en 1915, ahora se proponían modificar —en la dirección de hacerlo recaer sobre los
terratenientes y no sobre los arrendatarios, e incorporando la exportación de harinas al impuesto-; por
el otro el azúcar, para el que proponían la eliminación de los impuestos a la importación. Aunque en
apariencia contradictorias, estas dos propuestas se hallaban relacionadas, ya que si por un lado se
consideraba que el impuesto a la importación de azúcar protegía al trusi formado por los ingenios,
verdadera "belle noire" de los socialistas, y encarecían el producto para los consumidores, por el otro
no se dejaba de señalar que colocar un impuesto a la exportación de trigo pero no a la de harina no
hacía más que favorecer la posición cuasi-monopólica que en la producción harinera ostentaba
"Molinos Río de la Plata". Para investigar la acción de los lrusts en la economía argentina, la Cámara
de Diputados creó, a instancia de los socialistas, una Comisión "aníi-trusts" presidida por Juan B.
Justo, la que produjo un extenso informe crítico, pero pocos resultados prácticos.
322De todos modos los socialistas no dejaban de observar, y criticar, lo que sucedía en "la primera
provincia argentina". Así el 21 de diciembre La Vanguardia afirmaba que la intervención enviada a
acabar con el funcionamiento de la "máquina" ugartista conocía tan bien su funcionamiento que lo
había perfeccionado. Al respecto, y con descripciones que recuerdan la reconstrucción que del tema
hicieran Ferrari (1994: 143-144) y Walter (1987: 68) el diario señalaba que los actores que habían
tenido parte en la convención que elegiría al candidato radical a la gobernación eran "en su gran
mayoría los mismos y eternos engranajes de la máquina: las autoridades municipales de los distintos
pueblos, antes de hechura del gobernador Ugarte y hoy del interventor al servicio del Presidente de la
384

ciudadanos a votar a los candidatos socialistas para detener "la dictadura que nos
amenaza". Argumentaba que la aplicación de la ley electoral había puesto de
manifiesto que el país no se hallaba más cerca de la democracia que antes, y que era
necesario multiplicar el número de escuelas para dar al sufragio universal el
contenido de cultura que se necesitaba y evitar "la resurrección del caudillaje."
Continuaba explicando que sólo las condiciones vigentes de ignorancia hacían
posible "la historia asombrosa del triunfo radical", un partido sin programas que
desalojó a sus adversarios sin aventajarlos siquiera en los procedimientos exteriores.
Los socialistas buscaban tranquilizarse juzgando el éxito radical que se extendía por
toda la República como "una situación anómala" y confiando en que las elecciones
de Capital pondrían las cosas en su lugar. Así afirmaban:
"el triunfo de nuestro partido en la capital de la república tendrá un altísimo
significado moral e histórico en el actual momento de la Argentina y del mundo,
porque vendrá a robustecer la confianza de los que creemos en la lenta pero segura
eficacia de nuestro método de acción, y equivaldrá a salvar de la ruina a la naciente y
tan combatida legislación social, cuyo principio tanto costó imponer." (LV, 3-3-18).

república". A continuación el diario socialista señalaba que la convención habia elegido como
candidato a José Camilo Crotto - lo que se explicaba por ser éste "un admirado y dócil instrumento"
de Yrigoyen- por sobre el "provincialista" Solanet. La intervención, se explicaba, sólo había
consistido en un expediente para que Yrigoyen pusiera a los candidatos de su simpatía personal en
tanto el ambiente político era "el de siempre, de politiquería criolla". Así señalaba que los electores no
podían saber si era mejor Crotto que algún candidato conservador, ya que "ni los radicales, ni los
ugartistas, ni los respectivos candidatos se preocupan de informar a nadie acerca de los graves asuntos
de estado, pues sólo dos o tres personas 'superiores' son 'capataces' (sic.) de afrontarlos" (LV, 2 1-12-
17).
A mediados de enero tuvo lugar en La Plata la convención conservadora. La evaluación de La
Vanguardia no era complaciente señalando que, a pesar de los esfl.ierzos por realizar una asamblea
democrática de modo de aparentar que "con la desaparición de Ugarte ( ... ) el partido había cambiado
en su manera de ser", podía afirmarse que los conservadores no habían cambiado. El diario socialista
señalaba que toda la tarea de la convención había sido elegir a los candidatos Alfredo Echagüe y
Angel Pintos y pronunciar "furibundos contra los radicales" pero sin trazar un programa que diera a
conocer a los electores cuál sería su acción de gobierno. A continuación se reconocía que el Presidente
del Partido, Rodolfo Moreno, había intentado esbozar los lineamientos generales de un programa de
gobierno pero, se subrayaba, aún ese primer paso difuso en exceso había sido mirado con indiferencia
por una asamblea que nada resolvió. De todos modos, señalaba el diario socialista, aún cuando los
conservadores se hubieran dado un programa nada hubiera significado para una fuerza falta de
conciencia democrática e inteligencia colectiva como lo eran los conservadores. El cronista, para
quien el desarrollo de la asamblea recordaba las legislaturas ugartistas, preguntaba:
",Cómo puede hacerse un partido democrático y orgánico se los delegados son los mismos que
constituyeron la sumisa legislatura subyugada incondicionalmente a todos los gobernadores? No
puede purificarse un partido en que aparecen, como antes: Grant, el Intendente de Morón, autor de las
urnas de fondo corredizo; Acacio Ramos, caudillo de Bartolomé Mitre; los Barceló, de Avellaneda
( ... ) y muchos otros caudillos gauchielectorales que durante tantos años han llevado el terror y la
vergüenza por todo el territorio de la provincia. No puede pensarse hacer nada útil, ni nada serio, con
toda esta gente" (LV, 14-1-18).
385

Pero tal pronóstico no se cumplió. El radicalismo se impuso en la mayor parte del


país, incluso en la provincia de Buenos Aires en la que había sido derrotado en
1916323, pero también lo hizo e.n la "culta" Capital Federal, donde su triunfo fue
incluso más amplio que en 1916324. Una vez que los resultados comenzaron a hacerse
piblicos, mostrando la magnitud de la denota del PS, las respuestas socialistas no se
limitaron A las tradicionales referencias a la falta de educación o al apoyo que los
radicales habrían tenido de los sectores clericales, sino que incluyeron la denuncia de
la participación en la "coalición radical y antisocialista" de "amarillos" y "tartufos"-o
dicho más claramente, socialistas "argentinos" e "internacionales"- (LV, 19-3-18 y

323
La fórmula encabezada por Crotto obtuvo 123061 sufragios frente a los 73166 de los
conservadores. La polarización de la elección hizo que los votos del PS retrocedieran respecto a la
elección de gobernador de 1914, un retroceso que no sólo fue tal en términos relativos, del 9,68% al
3,43%, sino también, y a pesar de que el número de votantes casi se había duplicado, en términos
absolutos, pasando de 10581 votos a sólo 7023 (Ferrari, 1994: 158-159). En el caso de los legisladores
provinciales el número de votos socialista aumentó levemente, pero menos que el número de votantes,
lo que derivó en que el PS perdiera las seis bancas que tenía en la Cámara de Diputados provincial.
La Vanguardia se refería a la derrota señalando, como de costumbre, que en tanto "partido de clase
con grandes y nobles ideales que defender" el PS continuaría con su obra desde la tribuna pública, la
prensa y los concejos municipales, a la vez que describiendo las causas del aumento de votos que
había hecho "que la cantidad ahogara a la calidad". La provincia, señalaba, había asistido a la lucha
enconada entre "oligarquía desalojada por el poder federal y que no quería morir (...) y otra oligarquia
que trataba de imponerse ( ... ) apoyada en el poder ejecutivo nacional". El diario socialista explicaba
la diferencia de votos como resultado de la "nueva máquina" radical, a la vez que preguntaba cómo no
iba a ser útil en un ambiente de atraso político como el de la provincia contar con el concurso de "el
comisionado, el juez de paz, el comisario, el valuador, los alcaldes, los inspectores municipales, todos
radicales y nombrados ex profeso para ganar la elección" El comentario concluía señalando que "entre
las dos grandes facciones de la política criolla" la fuerza socialista péqueña numéricamente tenía que
quedar ahógada, pero afirmaba, con un forzado optimismo, que "los 7600 ciudadanos que han votado
nuestras listas (...) constituyen la fuerza dinámica del futuro" (LV, 8-4-18).
Si la referencia al "ahogo" de la calidad por la cantidad dejaba ver una mirada elitista, ésta era hecha
explícita por el artículo con el que La Vanguardia daba cuenta del acto público realizado en La Plata
en el que radicalismo bonaerense había festejado su triunfo. Luego de señalar con ironía la profusión
de banderas y las jineteadas, y de contar cómo la sección de discursos había concluido con los gritos y
barbaridades de "una docena de aspirantes a Demóstenes radicales", el diario socialista señalaba que
"a las 3 de la mañana del domingo todavía cruzaban la ciudad grupos de malevos a pie y a caballo y
en estado de ebriedad, que vivaban al Presidente Irigoyen, a la intervención, al partido radical, a la
ginebra y al asado". El artículo, ironizando sobre una nota de La Epoca que sostenía que había sido
"impresionante la procesión cívica radical del sábado", concluía: "Ya lo creernos que imponía, y hasta
asustaba, porque aquello era la horda avanzando, el malón en perspectiva, y los gauchos malos de
Güemes llenando la llanura, sino la ciudad y amenazando arrasar todo con sus desmanes y
brutalidades". (LV, 9-4-18)
324
Los socialistas, fuertemente golpeados por la crisis interna que había derivado en la partida de los
"internacionalistas" sólo lograron imponerse a los radicales, y por el estrecho margen de 186 votos en
su bastión de la 4' Sección electoral. Los radicales obtuvieron siete bancas de Diputados nacionales,
alcanzando su candidato más votado, Carlos Becú, 74174 votos -un 51,7%- en tanto los socialistas
obtuvieron las tres de la minoría: el socialista más votado fue Mario Bravo, con 49534 sufragios -un
34,4%-, Por detrás de ellos, Alfredo Palacios obtuvo 35227 votos, un 24,6% -en tanto los otros
candidatos del PSA sólo alcanzaron los 4500 votos-, los demócrata-progresistas descendieron a un
6,3%, y los recientemente escindidos "socialistas internacionales" alcanzaron el 2% de los votos.
(Walter, 1977: 148)
386

12-4-18). Las acusaciones de "traición" implicaban una velada confesión de que las
sucesivas disidencias habían debilitado al PS no sólo por restarle militantes sino por
quitarle el monopolio del nombre "socialista". Unos y otros, pero sobre todo los
"internacionales" que luego devendrían en comunistas, comenzarían a cuestionar la
política del PS frente al gobierno y al movimiento obrero. Las referencias a una
connivencia éntre estos sectores -a los que pronto se agregarían los sindicalistas- y el
radicalismo constituiría un tópico central de la prédica socialista futura.

La lucha contra la carestía y la crítica al "obrerismo radical"

Pasadas las elecciones, los socialistas enfocaron su movilización en la lucha contra la


"carestía". Este era un tema de predica permanente del PS, que en 1917 se había
acentuado con la dura situación económica generada por la guea y por una pésima
cosecha325 . Al respecto debe recordarse que en 1917 la economía se había contraído
en un 20% respecto a los valores de 1913 y que el salario real había caído en igual
proporción. En 1918 la economía presentaba cierta recuperación pero la situación de
los trabajadores estaba lejos de mejorar, ya que la inflación, de un 26,2%, el mayor
nivel hasta la década del '40, derivó en un nuevo descenso de los "salarios reales"
(Gerchunoff y Llach, 2003). El resultado fue un aumento de la conflictividad obrera,
que llegó a su punto máximo luego de la "Semana Trágica", y el reclamo de medidas
orientadas a combatir el aumento de los artículos de consumo popular
Como en otras ocasiones, los socialistas cuestionaban el sistema fiscal basado en
impuestos que pesaban sobre el consumo 326 pero esta vez agregaban la propuesta de
,

325
La producción de trigo se redujo a la mitad, y la de maíz y lino habían sufrido una disminución aún
mayor (Miguez, 2008: 292)
326
Al respecto habían. impulsado una reforma de la Ley de Patentes aminorando los montos que
debían pagar la industria y el comercio. La propuesta socialista fue aprobada y convertida en Ley,
pero al reglamentaria el Ministerio de Hacienda introdujo una serie de modificaciones, entre las que se
encontraba el restablecimiento del gravamen a "la venta de café, te, chocolate o yerba", una medida
que, afirmaba el diario socialista, formaba parte de un doble plan del gobierno radical al que le
permitía "procurarse recursos en cualquier forma y, al restringir el uso de los estimulantes menos
innocuos (sic.), fomentar el uso de los malos consumos alcohólicos" (Lv, 27-4-18). Por ese motivo
los legisladores socialistas solicitaron la interpelación del Ministro Salaberry (LV, 29- 5-18). Luego
de repetir la larga discusión acerca del derecho del Parlamento de convocar a los Ministros del
Ejecutivo, Salaberry concurrió a la Cámara y respondió a las preguntas de Justo. En su intervención
calificó a la yerba y el café como "artículos suntuarios" lo que generó el comentario indignado del
diario socialista "i,sabrá que existe el mate este hijo del país con gorra de vasco?" (LV, 7-6-18).
387

un "salario mínimo de los obreros del estado" 327. Señalaban que esta medida, que
hubiera servido de "acicate" para los obreros de las industrias privadas, había sido
recibida de mala gana por el gobierno que intentaba "restringirla lo más posible". Así
el diario socialista informaba que el Ministro de Hacienda Salaberry planteaba que el
salario mínimo de 100 pesos no podía regir por igual en todo el país, ya que en Jujuy
podían ser suficientes 60 pesos, por lo que proponía restringir su vigencia a la Capital
Federal. Esta poición suscitaba una interpretación más general sobre el gobiernó
radical:
"Es esta la prueba más concluyente del desprecio que por la clase trabajadora siente
el gobierno de las famosas reparaciones. Se opone a que el obrero de Jujuy (...)
pueda mejorar sus condiciones de vida, acaso porque entonces las intervenciones,
que tan fáciles triunfos le han dado, no contarían con la mansedumbre de las
peonadas analfabetas y hambrientas" (LV, 10-5-18).

La insistencia en señalar el "desprecio" del gobierno radical por la clase trabajadora


• dejaba ver que su prédica no dejaba de encontrar eco entre los mismos trabajadores.
• En esa línea, a pocos días de la elección que había dado el triunfo al radicalismo, un
Editorial de La Vanguardia comentaba el magnánimo saludo que desde el diario La
Época se había lanzado a "los vencidos", explicando que sólo había sido un
preparativo para cuestionar a los dirigentes socialistas y llámar á los militantes a
cooperar con el radicalismo que no respondía a los obreros con "promesas vanas"
sino con "hechos"• a su favor". La respuesta de La Vanguardia era indignada y a la
vez-a meses de la "Semana Trágica"- clarividente:
"Los obreros que militan en nuestras filas están perfectamente convencidos de la
imposibilidad de esperar nada para su mejoramiento de un partido como el radical,
que cuenta entre sus 'dirigentes' a personajes como el Senador Leopoldo Melo,
abogado de la casa Vasena donde los trabajadores viven bajo un régimen de terror".
(LV, 26-3-18).

La Vanguardia volvía sobre el terna explicando que en la calificación de "promesas


socialistas" que se daba a los proyectos de ley de los parlamentarios del PS, fincaba
"toda la mentira del obrerismo radical". El artículo señalaba las posiciones de los
radicales en lo que hacía a las jubilaciones ferroviarias, la Ley de Accidentes de
Trabajo y la defensa del 1rust azucarero para concluir: "esperando estamos el nuevo

327
El reclamo, centrado en la fijación de un valor en pesos papel, entraba en tensión con la tradicional
prédica socialista relacionada con la defensa del valor real de los salarios, De hecho esta línea
tradicional sería retomada a partir de julio cuando la posición socialista volviera a ser "Hay que pedir
el pago de los salarios en oro" (LV, 4-7-18)
388

programa obrero radical, nada anuncia que sea distinto del ya conocido" (LV, 28-3-
18).
Semanas más tarde el diario socialista avanzaba en el intento de comprensión del
discurso y las iniciativas ?adicales, señalando que dado que Yrigoyen se anunciaba,
"en el lenguaje apocalíptico de sus mensajes", como llamado a regenerar el país, era
comprensible que también se creyera "llamado a ser la providencia de los obreros".
Pero este juicio que parecía leer en el líder radical una creencia sincera, dejaba
inmediato paso a la crítica al "espíritu de simulación 'que caracteriza a este
gobierno"328 : éste se había puesto de manifiesto en los conflictos ferroviarios en los
que, más allá de "su pretendida energía para oponerse a las pretensiones de las
empresas", se había limitado a lanzar amenazas 'pour la gallerie", sin aplicarles el
rigor de la ley. Las empresas entonces habían rechazado sin temor las intimaciones
para reincorporar a los obreros despedidos sabiendo que un gobierno que echaba a
los trabajadores de los ferrocarriles del Estado o a los municipales en huelga, estaba
descalificado para sancionarlos. El artículo señalaba que si hubieran tenido una
esperanza respecto a la sinceridad del gobierno, la habían perdido ante la inacción de
Yrigoyen en el arbitraje al que se había comprometido ante la última huelga del
Central Argentino. Señalando que el gobierno tenía ya un gran papel en las
relaciones obreras y planteando que era mejor un árbitro libremente elegido entre las
partes, el texto se dirigía a las organizaciones gremiales proletarias instándolas a
comprender "que está en sus propias fuerzas, inteligente y oportunamente empleadas,
la salud que no han de encontrar en ciertos protectorados" (LV, 18-5-18).
El último comentario dejaba ver entre los socialistas el temor a que el "paternalismó"
radical encontrara dentro, del mundo obrero, interlocutores dispuestos a aceptar esa
"protección". Dicho temor era hecho explícito por un Editorial que subrayaba lo que
parecía ser "una verdadera revolución en la táctica regeneradora": el pedido, por
parte de Ministro de Obras Públicas de la provincia de Buenos Aires, a los

328
En otras ocasiones el diario socialista no encontraba ni simulación ni "doblez" en el discurso
radical sobre la cuestión obrera, sino que afirmaba que en esta "como en ninguna otra cuestión, los
distintos criterios radicales aparecen perfectamente concordes", a la vez que se asemejaban a los de
'los hombres del "antiguo régimen" demostrando "el mismo temor o idéntico sentimiento de desprecio
hacia el pueblo trabajador". Así lo dejaba ver un Editorial publicado el 6 de junio que afirmaba:
'Cuando un Diputado radical niega la existencia de las clases, y, remedando a los más empedernidos
conservadores, repite las pamplinas de que 'es completamente ajeno a esta tierra el odio de clases',
'enfermedad introducida del extranjero', 'producto de una prédica malsana', ese raro innovador que
hace suyos todos los prejuicios reaccionarios de nuestros peores oligarcas no disimula su condenación
del movimiento socialista y gremial, que supone inspirado en sentimientos disolventes" (LV, 6-6-18)
389

ferroviarios para que elaboraran un proyecto de presupuesto ferróviario. Ante la


respuesta favorable de los trabajadores —el proyecto fue elaborado y discutido en una
asamblea obrera- el diario socialista preguntabá:
"Si es lógico y conveniente que delegados gremiales debidamente autorizados traten
con los Ministros y, en defensa de los intereses obreros, le ofrezcan el fruto de sus
estudios prácticos, ¿no lo será que la clase trabajadora tenga permanentemente
representantes en los cuerpos legislativos encargados de aprobar y revisar toda la
obra de los gobernantes" (LV, 13-6-1 8).

Lo que estaba en juego no era solamente una discusión acerca de la importancia del
Parlamento ' la acción política, sino la perspectiva de una captación de ciertos
sectores del movimiento obrero por parte del radicalismo gobernante que
seleccionaba a sus interlocutores privilegiando a unos trabajadores sobre otros. Ante
ello, La Vanguardia advertía:
"Es un curioso dualismo que hará meditar a los trabajadores, y en el que muçhos
verán, con razón, el propósito de los gobernantes titulados radicales de domesticar al
movimiento obrero" (LV, 13-6-18).

Los temores de la hora volvían a poner en escena una vieja cuestión del movimiento
• socialista: la de la relación entre Partido y organizaciones gremiales. El XIV°
Congreso Ordinario del PS, que tendría lugar el 7, 8 y 9 de julio de 1918 en la ciudad
de Avellaneda, volvería a poner en escena esa cuestión produciendo, en el curso de
una dura discusión, definiciones que fijarían la línea de acción gremial socialista por
décadas.

El XJVÓ Congreso y la reafirmación de la neutralidad gremial

La discusión sobre la relación entre Partido y organizaciones gremiales había


comenzado a caldearse meses antes del Congreso. A poco de las elecciones de
Diputados, La Vanguardia publicó una conferencia en la que Juan B. Justo señalaba
que entre las causas de la derrota socialista se hallaba la actitud del Partido "en los
recientes conflictós ferroviarios". Justo afirmaba que •
"el Partido no ha condenado con. suficiente claridad y energía la compiacéncia con
que el gobierno ha visto extenderse y repetirse las huelgas ferroviarias, la simulada
debilidad que las ha hecho más destructivas y sangrientas, la insidia con que ha
introducido la división entre las organizaciones gremiales obreras" (LV 15-4-18).
Is

El gobierno, continuaba Justo, lejos de poner orden, buscaba sembrar confusión entre
los trabajadores para manejarlos a través de "sus amigos antisocialistas y de los
anarquistas, sus aliados". Al respecto citaba las palabras del ex Intendente radical de
Rosario que afirmaba que los socialistas no podrían poner pie en esa ciudad ya que
los anarquistas estaban con el radicalismo y él tenía a la Federación Obrera en su
casa. Justo terminó su intervención deplorando la confusión manifestada en los
últimos conflictos ferroviarios y planteando que los socialistas debían juzgar esos
conflictos con su propio criterio de clase y no corno "simples agencias de tal o cual
organización grémial" (LV, 15-4-18).
Días después, La Vanguardia publicó un artículo firmado por Alejandro Cornolli,
dirigente de la FOF y miembro del CE del PS, que explicaba las huelgas por las
violaciones que las empresas realizaban de los reglarnentós de trabajo y señalaba
también los esfuerzos que éstas realizaban para destruir la organización gremial,
produciendo la escisión del gremio. Las palabras negativas de Cornolli respecto a
"La Fraternidad" originaron la respuesta de Américo Baliño, secretario de este
gremio y militante socialista, quien acusaba de la división al mismo Cornolli y a
Jerónimo Della Latta, complicados "consciente o inconscientemente en los tipotajes
sindicalistas para arruinar al gremio ferroviario y provocar una nueva división en el
partido" (cit. en Marotta, 1961: 219). La intervención de Baliflo suscitó airadas
respuestas de Comolli y Della Latta, quienes en sendos artículos en La Vanguardia
destacaron la importancia de la FOF y la necesidad de trabajar en ella junto a los
sindicalistas. Pero la respuesta más fuerte fue la de Bautista Mansilla, secretario
interino de dicho gremio quien, en un artículo publicado en el periódico de la FORA
sindicalista La Organización Obrera el 10 de mayo de 1918, cuestionó a Justo el
plantear que "todos los movimientos obreros del país, parciales o generales,
obedecían a una política anárquico-radical". Esta obsesión antirradical en política y
antianarquista en lo doctrinario, explicaba Mansilla, llevaba a Justo a explicar las
huelgas ferroviarias por el juego de las diferentes tendencias y a negar que tuvieran
"ninguna causa económica ni trascendencia moral sobre la clase obrera del país."
(cit. en Marotta, 1961: 222).
Al acercarse el XIV° Congreso, La Vanguardia publicó una larga serie de artículos
en los que el dirigente gráfico y redactor de la sección Gremial del periódico, Joaquín
Coca, cuestionaba la conducta de la dirección sindicalista de la FORA. El 13 de
mayo estas posiciones eran reafirmadas por Antonio Mantecón, quien además dirigía
391

una dura crítica a la política de prescindencia del Partido que, al rechazar introducir
en ellos la "política" y la "ideología", ataba las manos a sus afiliados para
contrarrestar en los gremios la prédica de sindicalistas y anarquistas, quienes no sólo•
hacían política sino que llevaban adelante una dura prédica antisocialista. La
posición de Mantecón iba aún más lejos cuestionando la estrategia predominante en
el Partido al afirmar:
"No somos un partido esencialmente político; las campañas electorales debemos
considerarlas como una de las tantas facetas de nuestra múltiple actividad socialista,
pero no la esencial ni la más importante, ya que, ante todo, los socialistas debemos
conquistar al pueblo de los gremios, para así afianzar las conquistas políticas que
obtengan nuestros representantes en los parlamentos". (LV, 13-5-18).

Desde la primera sesión del Congreso en Avellaneda pudo apreciarse que aunque
sería menos conflictivo que los anteriores 329,, tampoco estaría exento de disputas: la
principal se relacionaría con la "cuestión gremial". En cambio suscitaría menos
discusión la "cuestión estudiantil" que había hecho eclosión a partir de los sucesos
cordobeses de marzo de 1918 330 .
Las primeras escaramuzas se dieron al discutirse el Informe presentado por el CE. El
delegado por la Sección 168, Castifleiras, cuestionó el énfasis en la acción electoral y
en la actualidad política, que dejaban de lado otras cuestiones y que colocaban en el
lugar del enemigo al radicalismo, en lugar del capitalismo. Criticando la disolución
del Comité de Propaganda Gremial, al que había pertenecido, señaló que el Partido
había hecho abandono del terreno gremial, explicando que por tal motivo los obreros
los veían corno "politiqueros". En una línea similar, el delegado Truyoi, por la
Sección 138, censuraba "el abandono del gremialismo y el reconocimiento de la
329
Enrique Dickmann señalaba que el Congreso sucedía a otros tres -el Extraordinario de 1915, el
Ordinario de 1916 y el Extraordinario de 1917- que habían sido "turbulentos y anarquizantes".
Advertía que, una vez "eliminados los elementos díscolos inadaptables y perturbadores que,
conscientemente unos y otros inconscientemente" obstaculizaban el camino ascendente del Partido,
los socialistas debían exigir "una labor tranquila, metódica, serena y profunda". Agregaba que esta
sería facilitada por la resolución que había hecho más dificil —a un punto exagerado, reconocía- la
presentación de propuestas de Reformas de Estatutos que habían sido la principal preocupación de
anteriores Congresos.
330
Los socialistas, aunque se habían mostrado previamente distantes de las organizaciones
estudiantiles, apoyaron el movimiento de la "Reforma Universitaria", tanto a través de La Vanguardia
como de la acción de sus dirigentes. Así, Mario Bravo encabezó la manifestación que la Federación de
Estudiantes de Córdoba (FUC) realizó el 30 de junio, en tanto Juan B. Justo planteó en la Cámara una
dura interpelación en la que denunció ante el Ministro de Educación el régimen vigente en la
universidad cordobesa (Justo, 1945) En el Congreso el apoyo socialista se expresó en el envío a la
FUC de un telegrama declarando "El XIV congreso ordinario del Partido Socíalísta expresa su
simpatía por el movimiento estudiantil de Córdoba y envía su saludo, a manera de aplauso y estímulo,
a los hombres que lo sostienen" (LV, 8-7-18)
392

FORA" así corno la disolución de varios Centros ligados a posiciones


"internacionalistas", el que consideraba debería haber sido resuelto por un voto
general. El delegado Perez Arce, de la 15 a, respondía que, aunque acordaba con parte
de las declaraciones de Castiñeiras, no lo hacía en lo referente al Comité de
Propaganda Gremial, al que consideraba formado por "simples politiquros". Y.el
• delegado Albani, de la 3 iba más allá señalandó que con la disolución del Comité de
• Propaganda el CE había hecho "una excelente obra en favor del gremialismo, por
• cuanto éste realizaba una tarea de división". Este argumento era parcialmente .
retomado por el Secretario General del Partido, Antonio de Tomaso, quien explicaba
que en lo referente al Comité de Propaganda Gremial, el CE había obrado sobre la
base de que "la FORA es la única entidad que representa a la clase trabajadora del
país', agregando que el CE no habí.a disuelto al Comité, sino que se había limitado a
quitarle la subvención, de modo de "no dar lugar a un gremialismo como ya lo hay
católico y se insinúa radical" (LV, 8718)331. La conclusión dejaba ver la suspicacia
respecto a las iniciativas radicales en el mundo obrero y . reafirmaba el histórico
"neutralismo" del PS.
Similar debate suscité la aprobación del informe de la Dirección de La Vanguardia.
Entre las críticas acerca de sus insuficiencias se destacaban las de Jerónimo Della:
Latta, militante ferroviario que señalaba la escasez de noticias sobre las últimas
huelgas, considerabatendenciosa la información gremial y sostenía que el periódico
debía dar más apoyo a la acción gremial de los militantes socialistas. Esteban
Jiménez, redactor del periódico, respondía a las críticas sosteniendo que la
información de las hue]gas, especialmente en el caso de los ferroviarios, había sido
amplia, y afirmando que las informaciones brindadas por Delia Latta y otros
dirigentes gremiales muchas veces no eran dignas de confianza. Agregó que la
acusación de parcialidad en los asuntos gremiales era absurda, citando como prueba,
el haber recibido acusaciones en tal sentido por parte de "los, diferentes bandos que
dividen a los gremialistas", y concluyó señalando que eran las mismas diferencias en
el movimiento gremial, dividido entre la FOF . y "La Fraternidad", las que
dificultaban la tarea orientadora que muchos le reclamaban al periódico. Cerrada la

331
En cambio sí, señalaba, el CE había disuelto varios Centros. Explicando que "dejar actuar a los
componentes del 'Comité de resoluciones del Tercer Congreso Extraordinario', si hubiera sido contra
los estatutos" reconocía que "el CE tomó la enérgica resolución de disolver los centros en los cuales .
actuaban ésos malos elementos" (LV, 8-7-18). . . .
393

discusión, el Congreso votó la aprobación del informe de la Dirección del diario,


corno antes lo había hecho con el del CE (LV, 9-7-18).
El tema de las relaciones entre el PS y el movimiento obrero fue específicamente
tratado al discutirse un dictamen de comisión que, retomando una propuesta de
declaración presentada por el Centro de la 3a, postulaba la necesidad de una perfectá
armonía y unidad de miras entre el Partido y las organizaciones gremiales para lo
cual, señalaba, dichas organizaciones
"no deben hostilizarse ni tampoco confundirse, siendo conveniente que permanezcan
unas de otras para la mejor actuación dentro de cada una de sus esferas". (A.
Dickmann, 1936: 27).

Joaquín Coca sostuvo el dictamen de la comisión y leyó una moción proponiendo


que el PS reconociera "como única organización nacional de los trabajadores
agremiados a la Federación Obrera Regional Argentina del IX Congreso"; agregó
que el Partido debía seguir con su conducta y mantener cordiales relaciones con la
FORA "esperando el momento en que por la acción de los socialistas perfeccione su
organización y regularice su funcionamiento interno, para estrechar los lazos que•
deben unir a todas las organizaciQnes proletarias." En la misma línea se manifestó
Felipe Di Tella, quien llamó a entrar a la FORA para purificarla. Finalmente, el
despacho de Comisión fue aprobado (LV, 10-7-18).
Después de una discusión que despertó menos entusiasmos y enconos que las
referidas a la actuación de los órganos de dirección partidaria, el Congreso había
producido una definición de importancia, la que, buscando apaciguar los conflictos
que en tomo a la cuestión volvían a dividir al Partido, acentuaba la línea de
neutralidad gremial 332. Treinta años después, y teniendo en cuenta el derrotero que
conduciría a la adhesión del movimiento obrero al peronismo, uno de los principales
protagonistas del Congreso, Enrique Dickmann, trázaría una valoración negativa de
las consecuencias de dicha definición:
"Dos circunstancias hicieron que la observancia de la resolución produjera
resultados, no diré desastrosos, pero sí lamentables. De un lado, la incomprensión de
los otros grupos que, al amparo de nuestra obra realizaban tranquilamente su obra
partidista, antisocialista, y por otra la interpretación absoluta, exagerada de la
332
Tampoco el Editorial de La Vanguardia que hacía un balance del Cóngreso destacaba su
importancia; el foco principal estaba puesto en destacar la armonía que lo había caracterizado —lo que
era explicado porque habían desaparecido "los grupos de tendencias separatistas o de separación", en
obvia alusión a los "internacionalistas"-, y con respecto a la "cuestión gremial" sólo se señalaba que
se habían dictado normas para robustecer "la fuerza sindical de los trabajadores en lucha contra Ja
prepotencia capitalista.'.' (LV, 10-7-18).
394

resolución por parte de numerosos socialistas, los cuales 'al entrar en el sindicato,
dejaban en Ja puerta su condición de socialistas', según su propia confesión; a punto
tal que, como veremos, conspiraban inconscientemente contra el Partido." (E.
Dickmann, 1949:393),

Sin embargo, en esos días la mirada socialista sobre el futuro del movimiento obrero
era optimista. Así lo dejaba ver un Editorial publicado un mes más tarde que buscaba
explicar la lentitud del avance de la organización gremial, no por la multiplicidad de
ideologías a su interior -fenómeno al que consideraba antes bien una consecuencia
que una causa de la inmadurez-, sino por la heterogeneidad de la clase obrera "en la
diversidad de nacionalidades, costumbres, educación y nivel de vida de nuestros
obreros" y en la facilidad con que los sectores más avanzados de la clase obrera
avanzaban hacia puestos de dirección o "patronato". El paso del tiempo, señalaba
optimista el autor, iba atenuando estos factores, y produciendo una homogeneización
étnica y social que conformaba "una clase obrera nacional", condición necesaria para
una amplia y sólida organización obrera. Sólo una vez alcanzada esa unidad, se
explicaba, podría imaginarse una. organización gremial "sin ideologías que la
ofusquen y desvíen; sin dogmas que la anquilosen, sin espíritu corporativo que la
estrechen (sic.)" (LV, 4-9-18).

Un triunfo: las primeras elecciones municipales

Una vez concluido el Congreso, el PS orientó sus energías a prepararse para las
primeras elecciones municipales, a las que asignaba gran importancia no sólo por
representar la concreción de un viejo reclamo - el establecimiento del sufragio
universal en el orden comunal- sino por la posibilidad que brindaban para recuperar

333
Las resoluciones del MV° Congreso, y también esa mirada que colocaba las limitaciones más en
factores estructurales que personales, tendrían como consecuencia el envío de una nota a la
conducción de la FORA, y también a la de la Federación Agraria Argentina (FAA) La misma
informaba a estas entidades acerca de la resolución del Congreso - deslindando "la esfera de acción de
las organizaciones que puede adoptar el proletariado de la república"- y les planteaba que el CE del
PS quería contribuir al desarrollo de las organizaciones gremiales, para lo que se proponía poner en
comunicación con éstas "a los núcleos y ciudadanos que procuran constituir sociedades y que se
dirigen a nosotros en demandas de infórmes y reglas". La nota planteaba cierta reciprocidad, en
particular respecto de la FORA, al solicitar que, en contrapartida por la derivación a la Federación de
las funciones que antes había intentado llenar el polémico Comité de Propaganda Gremial, la entidad•
derivara al PS "los pedidos de informes que reciba con relación al movimiento socialista nacional o
extranjero, para atenderlos en los límites de nuestra propia autoridad" (LV 1-11-18).
395

la primacía que, al nivel del electorado porteño, había perdido a manos de los
radicales. • Por ello, muchos meses antes de la elección 334, desarrollaron una
"campaña permanente" que recordaba a los trabajadores extranjeros que debían
inseribirse en los padrones tal como, se señalaba, hacían los patrones de dicho
origen. Al acercarse las elecciones se denunciaba que los radicales pretendían
establecer el "unicato municipal" al tener como único programa el apoyo al
"departamento ejecutivo" nombrado por el Presidente (LV, 28-6-18). En sus
intervenciones los socialistas enfatizaban el carácter político de la elección,
discutiendo tanto con los• grandes diarios que, viéndolas como administrativas
impulsaban el voto a los partidos "gremiales" corno el Comité Comunal del
Comercio (LV, 26-8-18), como con los radicales que, "fomentando el caudillismo de
• barrio", sostenían que en la elección debía primar el criterio territorial sobre el
político (LV, 29-8-18).
Cerca dé los comicios se hizo evidente que las elecciones municipales no
despértaban el mismo entusiasmo que las nacionales. Así lo lamentaban los
• socialistas, que llamaban a redoblar esfuerzos para sacar a la ciudadanía de tina
• . apatía que consideraban favorable al radicalismo. A. mediados de septiembre, un
Editorial de La Vanguardia buscaba insuflar energías recordando a los lectores
• cuánto había luchado el PS por la municipalidad electiva, a la que consideraba corno
una conquista propia que debía ser aprovechada. Esa adscripción se contraponía con
la actitud que se percibía en el oficialismo radical:
"(el radicalismó) va a esta elección cóntra su voluntad. Preferiría que ella no tuviera
lugar. Y si de él dependiera, no dejaría de contribuir a que el primer ensayo de
gobierno comunal popular y democrático fracasara." (LV, 13-9-18).

Efectivamente, en esos días la futura elección municipal estaba lejos de la atención.


de los radicales, cuyo intérés se centraba en la huelga de los Correos, de la que
acusaban a los socialistas como promotores, y en los debates suscitados por la Ley de
Educación, en los que se percibían los ecos del conflicto universitario cordobés.
Cuando, a comienzos de septiembre, el diario La Época se ocupó de los comicios
comunales, lo hizo para cuestionar a los miembros de "la secta", los socialistas, y sus

334
Apenas concluida la elección de Diputados nacionales, y aún antes de que se iniciara el escrutinio,
las páginas de La Vanguardia comenzaron a hablar de "los próximos comicios municipales" (LV, 4-3-
18) y, pocós días después, llamaron a reagrupar fuerzas para afrontar "la nueva campaña" (LV, 8-3-
18). .
396

denuncias acerca de la falta de libertades políticas. El diario radical las desmentía,


señalando que. "jamás. hubo más libertad para la palabra escrita y hablada",
concluyendo, con confianza, que las afirmaciones de los socialistas no engañaban a
nadie y que en el comicio sólo recibirían como respuesta "el vacío y la condenación
más severa" (La Época, 4-9-18).
Esta fe en el propio triunfo se ponía de manifiesto en la molicie con que la UCR
porteña elegiría sus candidatos, menos de un mes antes de la elección 335; sin
embargo, pronto comenzarían a surgir entre los radicales ciertos temores por la
escasa movilización partidaria. Así lo dejaba ver un Editorial de La Época que, luego
de afirmar que "la opinión de la capital, lo mismo que la del restó de la república,
acompaña decididamente al gobierno" y llamar a los Comités radicales a disciplinar
a sus elementos y llevarlos a votar, concluía:
"No es por cierto, de la vida política orgánica, descansar en la fe que inspira la
vitalidad partidista por bien probada que esté (...) Estamos seguros que la Unión
Cívica Radical está ya apercibida de los acontecimientos y esperamos verla i.niciarse
de inmediato en la tarea de propaganda" (La Epoca, 15-9-18).

Una semana más tarde, el Comité de la Capital de la UCR anunciaba que al día
siguiente se iniciaría en los Comités radicales de la Capital la campaña de
propaganda política relacionada con los comicios municipales La Época, 22-9-18).
Al acercarse el día del comicio, el diario radical recordaba a sus lectores la
importancia de la elección. En la argumentación de La Época, dicha importancia
estaba menos dada por "el adelanto que comporta en las costumbres democráticas
argentinas", que por la necesidad de evitar que el gobierno de la comuna cayera en
manos "de una banda de teorizadores con ribetes de demagogos". El Editorial dejaba
ver cómo, en el esfuerzo por apelar a una representación no política de la totalidad, la
mirada radical buscaba colocarse en un justo medio entre los gobiernos oligárquicos
y los experimentos socialistas:
"Injusto y reprobable fue el gobierno municipal en manos de ricos y para ricos
exclusivamente (...) Pero igualmente inicua sería una organización municipal
sectaria y tentada a experimentar en la comuna ciertos principios discutibles como
teorías y fracasados cada vez que fueron llevados a la práctica ( ... ) Es otra cosa lo
que se desea en el gobierno comunal. Ni personas conducidas por un espíritu de clase

335
Una característica notable de dicha elección, explicable por la adopción de un criterio geográfico
de la representación y por la falta de otros mecanismos de elección, sería la decisión de sortear el
orden entre los candidatos nombrados por cada una de las parroquias, sin buscar colocar a la cabeza de
la lista una figura notable.
397

a continuar la línea rumbosa y desigual de las intendencias anteriores, ni exasperados


'sansculottes' ganosos de ocupar el gobierno municipal para proponer reformas
descabelladas. Se necesitan en el concejo personas honestas ( ... ) Vecinos que no
conviertan el recinto del concejo en un pequeño parlamento ni se crean investidos de
poderes para alterar el ritmo de las esferas mediante órdenes y disposiciones." (La
Epoca, 4-10-18).

Finalmente, y ante la posible derrota, el diario radical adoptaba un tono conservador


que ya no identificaba, corno lo hacía frecuentemente, a los socialistas como tímidos
o aliados a los conservadores, sino como excesivamente audaces y revolucionarios.
Esa cercanía del radicalismo con tópicos conservadores aparecía también en las
páginas de La Vanguardia que, un día antes de la elección, señalaba a los
• trabajadores que la importancia del derecho conquistado era puesta de manifiesto por
las resistencias que las fuerzas conservadoras, entre las que se incluía al radicalismo,
habían opuesto a su establecimiento. Y preguntaba:
"ciudadanos integrales a pesar de la voluntad de lo más significado del radicalismo
gobernante, que en el Senado combatió encarnizadamente el voto popular, ¿habrá
electores obreros que apoyen a quienes los declararon incapaces de ejercer a
conciencia su derecho?" (LV, 5-10-18).

Las previsiones socialistas se mostrarían acertadas, tanto las que preveían que las
elecciones bajo el nuevo régimen electoral serían masivas 336, como las que
augurában que el PS vencería a los radicales que se habían impuesto en las dos
últimas elecciones nacionales realizadas én la Capital Federal. Nunca, como en estas
primeras elecciones comunales, habría tanta distancia entre las elecciones nacionales
y las municipales subsiguientes: mientras los radicales cayeron del 51,7% obtenido
en marzo al 33%, los socialistas mantuvieron casi exactamente el 34% obtenido en la
elección de Diputados, lo que les dio un ajustado triunfo..
Desde las filas radicales se buscó minimizar el traspié. Cuando el escrutinio aún no
había terminado pero la derrota ya era ostensible, el diario La Época argumentaba:
"La Unión Cívica Radical (...) no ha sentido como otras veces el calor y entusiasmo
puesto en las luchas cívicas que ha presenciado el país, y que de triunfo en triunfo le
han llevado a la culminación de sus ideales democráticos." (La Epoca, 31-10-18)

El diario radical explicaba esa falta de entusiasmo por el carácter confinado de la


lucha limitada a la Capital y por su carácter "no político", afirmando que estos rasgos

336
El aumento de la participación había decuplicado los valores previos a la reforma; habría más de
140.000 votantes sobre un padrón de unos 220.000 inscriptos, lo que representaba el 65 % de
participación.
398

habían hecho que la concurrencia se llevara a cabo como simple. "cumplimiento de


los deberes impuestos por la ley", y que la propaganda fuera escasa. Estos hechos
permitían a La Época mirar el futuro con confianza:
"Cualquiera, pues, que sea el resultado del escrutinio, no afectará ni la homogeneidad
de los elementos populares ni dejará de representar la indudable mayoría del
electorado metropolitano." (La Epoca, 3 1-10-18)

Diametralmente opuesta era la valoración que del comicio hacían los triunfantes
socialistas. Aún antes del final del escrutinio celebraban que se hubieran equivocado
los que presagiaban -y aquí la acusación parecía dirigirse a los radicales-, el
desinterés ciudadano por las elecciones municipales, señalando que podía decirse que•
el pueblo "ha votado bien, con perfecta conciencia de la importancia del acto, del
valor del voto". Discutiendo con quienes distinguían entre "política" y
"administración", el diario socialista sostenía que así como las clases comerciales
creían que sus intereses estaban mejor guardados cuando ellas los defendían, lo
mismo sucedía con las masas trabajadoras que empezaban a percibir que no podían
abandonar en manos ajenas sus intereses, concluyendo que
"el éxito del PS, relativo o absoluto, quiere decir eso con toda claridad. Siendo la
organización política de la clase trabajadora más consciente de sus derechos y
necesidades, él debía asumir igualmente, en la medida posible, la tarea que incumbe
al gobierno de la comuna ( ... ) Las elecciones municipales, han puesto a prueba,
como ninguna otra, la capacidad del pueblo?! (LV, .25-10-18).

Días más tarde La Vanguardia planteaba, sobre los resultados electorales, una lectura
que excedía la cuestión comunal. Al respecto, luego de señalar que en todos los
países democráticos el resultado de cada elección expresaba la confianza que el
electorado mantenía o retiraba a los gobiernos, concluía:
"El señor Irigoyen cuenta aún con la confianza del electorado de las provincias. Pero
es seguro que ha de tener en cuenta la lección que acaba de darle el electorado de la
capital de la república, cuyo voto y cuya aprobación han considerado indispensable
los gobiernos más imprudentes." (LV, 29-10-1.8).

Al finalizar el escrutinio el diario socialista trazaba una evaluación exultante. El PS


no sólo había "salido victorioso de una prueba dificil" sino que gracias al sistema de
representación proporcional aplicado en la elección, conocía con exactitud cuáles
eran sus fuerzas. Al respecto recordaba que en las elecciones de 1913,. el.tnunfo
socialista había sido explicado por algunos como resultado del voto de otros sectores
que, sabiendo que no lograrían imponerse, se habían inclinado por los candidatos
399

socialistas frente a los radicales. Por ello, ante una elección en base al sistema de
representación proporcional, muchos auguraban que radicales y socialistas perderían
los "votos prestados" y verían disminuir su caudal. Tal pronóstico, celebraba La
Vanguardia, se había cumplido para los radicales pero no para el PS que, en cambio,
había aumentado ligeramente sus votos. Con tono confiado la evaluación concluía:
"Conocidas nuestras fuerzas reales, se recurrirá a todo género de recursos para
anularlas. Preparémonos para acrecerlas ( ... ) Y parodiando la frase de Zola,
afirmemos con toda convicción y entusiasmo: ¡la democracia está en marcha, y nadie
la detendrá!" (LV, 1-11-18).

Eñ esos primeros días de noviembre, el optimismo socialista, reavivado por el


resultado electoral, se vería fortalecido por la noticia del fin de una guerra que había
sembrado dudas acerca de la evolución positiva augurada por el movimiento
socialista internacional. Pero la celebración -tanto por el fin del conflicto, como por
las revoluciones que derrumbaban a los antiguos imperios- 337, no duraría mucho: a
las primeras evaluaciones positivas 338 seguirían las advertencias de La Vanguardia
acerca de cómo las noticias sobre las revoluciones que estallaban en Europa
suscitaban en Buenos Aires un clima de temor que se traducía en propuestas
represivas 339. Dicho clima haría eclosión sólo dos meses después, en la "Semana

337
El 3 de noviembre un Editorial de La Vanguardia celebraba que la guerra tocaba a su fin, a la vez
que afirmaba que la paz que volvía a reinar entre los pueblos no era "la paz precaria y deleznable de.
antes del l de agosto de 1914, la paz de los armamentos crecientes, de la guerra de tarifas y de las
barreras aduaneras, del imperialismo colonial ( ... ) sino la paz nueva ( ... ) basada en la solidaridad
creciente entre los pueblos, en el libre intercambio de los hombres, de las ideas y de las cosas, en la
libertad y autonomía de las nacionalidades, en el gobierno democrático y republicano del pueblo
( ... )". El Editorial recordaba que al comenzar la guerra habían sido muchos los que habían hablado de
la bancarrota del socialismo y sin embargo, se argumentaba, pronto se había visto que sin la
colaboración de los partidos socialistas ningún gobierno podía llevar adelante "la gigantesca obra de la
guerra de liberación" con lo que "en vez de la bancarrota del socialismo, éste ha impuesto, durante la
guerra sus métodos y sus a los mismos gobiernos". El final era esperanzado, seflalando que en la
revolución social que se iniciaba en Europa, el socialismo era "el factor político más importante."
(LV, 3-11-18).
338
Estas incluyeron la realización de un gran mitin el 17 de noviembre en la Plaza Congreso. En el
manifiesto con el que el CE convocaba al mismo, no estaba ausente la equiparación que los socialistas
habían establecido entre el gobierno imperial alemán y la administración yrigoyenista. Así, se
señalaba: "La guerra ha enseñado la importancia que tiene para la convivencia internacional el
régimen político interno de cada país. El sistema que coloca las relaciones exteriores en manos de un
solo hombre y le permite manejarlas a voluntad, con el desconocimiento del parlamento y aun contra
el voto del parlamento, ha sido abatido por la guerra". En la misma dirección, concluía "jHagamos la
democracia argentina digna de la democracia universal que surge de la guerra!" (LV, 14-11-18).
339El 16 de noviembre, La Vanguardia denunciaba que las clases conservadoras querían atemorizar a
todo el mundo con el fantasma del maximalismo y que con ese fin propalaban "las noticias más falsas
y espeluznantes" (LV, 16-1 1-18).
Tres días más tarde el diario socialista reproducía una nota del diario La Razón en la que se informaba
que la policía de investigaciones, había comprobado que el CE del PS había enviado a todos los
400

Trágica". A partir de la dura represión, y de la atribución de la p rincipal:


responsabilidad al gobierno, la caracterización socialista del yrigoyenismo acentuaría
su tonó oscuro.

cómités del país• una circular instando "a preparar el ánimo de la clase trabajadora, por medio de
impresos y conferencias, para el caso de que la revolución social que reina en algunos países de
Europa se extienda a los del nuevo continente". Luego de informar que el secretario general del PS,
Mario Bravo, se había comunicado con el director de esa oficina policial, quien había negado haber
sumiñistrado tal noticia, La Vanguardia concluía que el asunto era "una intriga infame" que debía
aclararse. (LV 19-11-18)
Detrás de esas "noticias" los socialistas creían ver la mano de los radicales, denunciando que éstos
sólo fingían creer que los socialistas estaban preparando una rebelión para reclamar "facultades
extraordinarias" para combatirla (LV, 23-1 1-18 y 4-1218).

p
FAU flÍ) DL
401

Capítulo 8. Grandes confrontaciones (1919-1922)

La "Semana Trágica '

La huelga que desencadenaría una de las mayores masacres obreras de la historia


argentina se había iniciado el 2 de diciembre de 1918 en reclamo de aumentos
salariales, reducción de jornada, supresión del trabajo a destajo y reincorporación de
los obreros despedidos por su actividad sindical (Bilsky, 1984: 57), La intransigencia
de los patrones llevó a duros enfrentamientos, los que se agudizaron el 7 de enero,
cuando un ataque a los piquetes de huelguistas derivó en un tiroteo con policías y
bomberos. El balance fue de cuatro muertos y decenas de heridos. El CE del PS
resolvió "expresar su más enérgica protesta por los atropellos de que se hace víctima
a la clase trabajadora por parte del gobierno" (LV, 8-1-19) 0 , y ofreció sus locales
para velar a las víctimas obreras (LV, 9-1-19). La FORA sindicalista planteó su
solidaridad con la huelga pero no llamó a la huelga, general como sí lo hizo su
homónima anarquista.
El día 9 el conflicto se radicalizó, se produjeron enfrentamientos armados frente a los
talleres Vasena -dentro de los que se encontraban no sólo sus directivos sino los dela
Asociación Nacional del Trabajo (ANT) 341 - y también en la Chacarita, destino final
del inmenso cortejo fúnebre que fue atacado por el Ejército; el resultado fue de
veinte muertos. De la represión participaron no sólo policías y militares —el
desplazamiento de tropas por parte del general Dellepiane hizo correr rumores de
golpe de Estado y aumentó la presión sobre el gobierno por parte de la ANT y los
grupos patronales- sino también grupos de civiles armados, embrión de la antiobrera
340
Al día siguiente un duro Editorial consideraba que los sucesos eran una prueba de la mistificación
de un gobierno que, a la vez que se jactaba de sentimientos de "benevolencia" para con los obreros, no
desdeñaba —como lo probaban los asesinatos de obreros durante los conflictos ferroviarios- usar la
represión sangrienta. El gobierno, señalaba el diario socialista, había continuado esta línea de acción
"sembrando la muerte y la destrucción en un barrio obrero para servir los planes de una empresa
capitalista avara y prepotente'," y para "mostrar a las clases conservadoras que tiene mano fuerte para
los trabajadores, y que se puede confiar en él como custodio de los intereses capitalistas" (LV, 9-1-
19).
341
Esta entidad había nacido en 1918 cuando, en respuesta al aumento de la contlictividad social, la
Bolsa de Comercio de Buenos Aires y la Sociedad Rural Argentina convocaron a la concentración de
la representación de las entidades empresarias (Rapallo, 2001: 117). Pronto el liderazgo de las
actividades de la ANT recaería en Joaquín de Anchorena, Presidente de la Sociedad Rural que en
1919 sería también uno de los fundadores de la "Liga Patriótica". El vínculo entre ambas entidades,
quedaría plasmado cuando la "Liga" instale su sede en la misma casa en que funcionaba la ANT
(Rapallo, 2001: 145).
402

y antiextranjera "Liga Patriótica" 342. Al aumentar la tensión, los dirigentes de la


FORA sindicalista, buscando orientar el movimiento, llamaron a la huelga general;
El PS. acompafló esa decisión llamando a sus militantes a "ajustar su conducta a las
resoluciones de huelga general votadas por sus respectivos sindicatos", a la vez que
instaba a conservar la "prudencia y sensatez" llamando a "la clase obrera organizada
gremial y políticamente" a no responder "violencia con violencia", afirmando que, de
hacerlo,, entraría en el terreno de evidente inferioridad en el que la querrían colocar
los, capitalistas y el gobierno (LV, 10-1-19). En los días 10 y 11 numerosos.
sindicatos se plegaron a la huelga, que paralizó la ciudad. Los enfrentamientos eran
numerosos y surgieron rumores de un plan revolucionario preestablecido; fue en esos
días que se produjeron también los, más duros ataques de las bandas de civiles
armados contra los obreros y sus familias.
En la noche del 10 de enero, el CE del PS emitió un manifiestó instando a las
organizaciones obreras a poner, fin a la huelga general y denunciando la
"desnaturalización" del movimiento por la presencia de . "elementos extraños al
gremialismo orgánico" y ligados a la "política criolla" (LV, 11-1-19). Al mismó
tiempo, en una reunión de delegados de la FORA del IX° Cóngreso, el Concejo
Federal, enfrentándose a varios gremios que proponían .aprovechar el conflicto para
avanzar con sus reivindicaciones, afirmó que la huelga era puramente en solidaridad,
rechazando una ampliación de las demandas, y proponiendo dar un cierre al mismo
en base a la satisfacción de los reclamos de los trabajadores de Vasena. Fue en base a
esos reclamos que una delegación de la FORA sindicalista se reunió con el Ministro
del Interior y con el mismo Yrigoyen. Este presionó a los dueños de los talleres para
que aceptaran los reclamos obreros y se comprometió a liberar a los detenidos y a no
intervenir en la huelga marítima en curso. La delegación de la FORA informó de esas
conquistas a una asamblea que decidió el fin de la huelga general y llamó a los

342
Esta entidad agrupaba a los núcleos de civiles armados que entre el 10 y el 14 de enero habían
patrullado las calles de Buenos Aires (McGee Deutsch, 2001: 77). El día 12, el contraalmirante
Manuel Domecq García reunió a los grupos dispersos formando una guardia civil con jurisdicción en
toda la ciudad; el 15, se entrevistó con representantes del Ejército y decidieron invitar a políticos,
empresarios, sacerdotes y militares con el fin de dar una organización permanente a esa milicia. La
sesión inaugural de la "Liga". tendría lugar el 20 de enero y sería presidida por Domecq García, quien
ocuparía la presidencia provisional de la entidad hasta el mes de abril, cuando las "brigadas" eligieron
como Presidente a Manuel Carlés (McGee Deutsch, 2001: 81).
343
De todos modos el llamado a la "urgencia y sensatez" también se dirigía al gobierno al señalarle,
con un argumento que chocaba coñ la línea principal del artículo, que si persistía en su actitud violenta
el pueblo se organizaría con decisión y vigor "para su legítima defensa." (LV, 10-1 1-19)
403

obreros a volver al trabajo, decisiones que fueron apoyadas por el PS (LV, 12-1-19).
Sin embargo, como señala Bilsky (1984), ya fuera por la represión o por el cierre de
los establecimientos, dicho llamado tuvo poco eco; muchos gremios siguieron con la
huelga y el "terror blanco" continuó. El 14 de enero, la Cámara de Diputados votó,
con la oposición de los legisladores socialistas y del conservador Costa, la
declaración del Estado de Sitio en la Capital; ese mismo día, toda la redacción de La
Protesta fue detenida. Finalmente la FORA del V° Congreso declaró el
levantamieñto de la huelga. El 15, la FORA del (O Congreso se reunió con
Yrigoyen, quien prometió respetar el derecho de reunión, reabrir los locales
sindicales, intervenir en la huelga marítima y en el conflicto ferroviario a favor de los
obreros y cumplir con su promesa de liberar a los detenidos (Bilsky, 1984: 111). La
huelga general terminó de extinguirse, por lo que el Senado rechazó, con los votos de
los conservadores y de del Valle Iberlucea, la declaración del Estado de Sitio.
En los días que siguieron, los socialistas pidieron la organización de una Comisión
parlamentaria que investigara los sticesos, especialmente el "terror blanco" que había
dejado centenares de muertos, y que echara luz sobre la "criminal farsa" del
"complot maximalista", al que juzgaban urdido por el gobierno para buscar implantar
el Estado de Sitio344. Por otro lado, los socialistas no dejaban de señalar el papel que
había tenido, en la creación de los injustificados temores públicos a los que se había
apelado para justificar la represión, la existencia de cierta "literatura maximalista 'sui
generis' encargada (...) de sembrar la alarma en los timoratos burgueses, ya
predispuestos pór temperamento y la propia idiosincrasia, a temer o simular la
reproducción en nuestro país de los excesos de que es teatro Rusia actualmente". El
diario socialista subrayaba que los sucesos no habían beneficiado al movimiento
obrero sino al gobierno, señalando que aún si no era esto lo que buscaban los
"seudomnaximalistas" -y el comentario con respuesta negativa parecía plantear una
• duda que más adelante sería acentuada-, este "doloroso accidente" debía achacarse a
la ignorancia que había desafiado a l.a "reacción armada" con "violencias inconsultas,
con asaltos a los conventos, con quema de tranvías". Frente a ello, la respuesta
socialista era la esperable: confiar en el viejo método de lucha, "en las armas de la
organización, la cultura y la cooperación consciente." (LV, 20-1-19).

" Bajo la acusación de ser el máximo líder del complot había sido detenido el afiliado socialista
Pedro Wald, quien sería defendido por el joven abogado y dirigente del PS Federico Pinedo.
404

A fines de enero, el PS comenzó a prepararse para las elecciones complementarias de


la Capital que tendrían lugar el 23 de marzo. Al comenzar la campaña electoral, uno
de los tópicos centrales de la argumentación socialista fue la deni.mcia de las
promesas "obreristas" con las que él gobierno buscaba evitar pagar el costo de la
"Semana Trágica". Así un Editorial las comparaba con la política social del káiser,
que a la larga había tenido un alto costo para los trabajadores alemanes, afirmando
que los obreros necesitaban, "ante todo, respeto leal de su derecho de reunión y
agremiación, seguridades para su libertad personal, para su vida". La conclusión era
que si el gobierno quería probar "su deseo de paz social sobre la base de justicia"
debía secundar el pedido socialista para que se investigaran "los últimos sucesos
sangrientos" y se castigara a los responsables de torturas y crímenes (LV, 28-1-19).
Días más tarde, el diario socialista explicába que sólo el propósito de seguir dando
visos de seriedad a la farsa del "complot maximalista" —que era visto como una
estrategia para, en vísperas de elecciones, detener las disensiones internas del
radicalismo •a la vez que agrupar en torno al gobierno a todos los elementos
conservadores- podía justificar que el gobierno pasara por alto o, peor aún,
aplaudiera el accionar de muchos de sus subordinados responsables de delitos y
crímenes. La Vanguardia señalaba que los agasajos y dádivas a militares y policías
sólo los estimulaban a "futuros desmanes bárbaros y sangrientos" y concluía
señalando que la tolerancia de las "guardias blancas, cuerpos de policía irregulares,
al margen de la ley, que aspiran a organizarse permanentemente (...) introduce
gérmenes de disolución, o una especie de maximalismo al revés, en lo que éste puede
tener de arbitrariedad y violencia" (LV, 3 1-i-19).
A partir de mediados de febrero, los socialistas dedicaron lo principal de sus energías
a la campafia electoral, planteando una argumentación en la que convivían las
acusaciones de tono institucional respecto al personalismo de Yrigoyen y las
tensiones internas del radicalismo, con temas de política obrera, principalmente las
críticas a las propuestas de legislación laboral radicales. El 18, un Editorial de La
Van guardia señalaba que el radicalismo iniciaba los preparativos electorales con una
doble mistificación: por un lado simulaba que existíá en sus filas "la unidad orgánica

345
Una semana más tarde el diario socialista señalaba con preocupación el surgimiento de "una 'liga'
que recuerda a la Mazorca"; así hablaba de una "Liga pro-patria" cuyo manifiesto -que proclamaba su
carácter extrapartidario y su voluntad de impedir la exposición de • teorías "subversivas" sobre temas
"anarquistas y maximalistas"- transcribía y criticaba duramente. (LV, 7-2-19).
405

que torna vigorosa y fecunda la acción de los partidos", y por el otro intentaba.
presentarse como una agrupación "p.rincipista" El diario socialista señalaba que la
UCR no podía pasar por t&, ya que no se atrevía a afrontar "los modernos problemas
de legislación que reclaman la época y las necesidades crecientes del pueblo, y ha
aplazado la obra de darse un programa concreto". De todos modos el diario socialista
señalaba que tratándose de un partido de gobierno, el mejor prógrama estaba dado
por los hechos:
"Y ahí están los hechos para pintar de cuerpo entero al gobierno radical y al partido
en que se apoya. Mantenedor del privilegio en todas sus formas, continuador de la
mala política del antiguo régimen en materia de impuestos y de gastos públicos, ha
querido resucitar las glorias sangrientas de los peores gobiernos oligárquicos con la
bárbara orgía de la semana trágica que ha sido un desafio al pueblo de la capital, que
éste ha de recoger en los próximos comicios" (LV, 18-2-19).

A poco más de un mes de la "Semana Trágica", la "cuestión obrera" se colocaba en


el centro de la campaña electoral. Así lo señalaba un artículo de La Vanguardia que
explicaba que los oradores radicales se ocuparan asiduamente de "las cuestiones
obreras" porque tendrían que hacerse perdonar "las furias de la violencia, del
atropello cobarde y del crimen cometido a mansalva". El diario socialista subrayaba
que la "Semana Trágica" había dado a los trabajadores "una amarga y dura lección"
y se manifestaba confiada en que nadie iba a olvidarla (LV, 26-2-1 9)346
Como en ocasiones anteriores, la disputa en la Capital Federal se concentraba en
radicales y socialistas. Así lo señalaba un Editorial de La Vanguardia, que recordaba
que en los siete años que habían transcurrido desde la sanción de. la Ley Sáenz Peña
"el péndulo electoral" había oscilado dando en ocasiones el triunfo a la UCR y en
otras al PS. Estas oscilaciones, se explicaba, obedecíat a la existencia de "una gran
masa que se titula a. si misma 'independiente' (que) fluctúa indecisa al azar de
impresiones pasajeras y de acontecimientos imprevistos, y con frecuencia inclina la
balanza del triunfo en uno y otro sentido". El diario socialista subrayaba la necesidad
de iluminar la conciencia de esa masa indecisa, de modo que se oríentara en una
dirección definida, señalando que si las expectativas respecto al radicalismo eran
comprensibles cuando se trataba de una fuerza de oposición, ya no lo eran lüego de
su experiencia de gobierno. Así, concluía:

346Días después, buscando asegurar esa memoria, se recordaba a los trabajadores que a la hora de
votat no olvidaran la actitud de un gobierno, el radical, que, había condecorado a los grupos de civiles
armados que habían actuado en "los sucesos de enero". (LV, 28-2-19)..
Elorel

) si en dos años y medio el titulado radicalismo nada bueno ha hecho, en cambio


"( ...

pudo realizar mucha obra mala, algunas veces nefanda. La 'semana trágica' de enero
es su triste testimonio. Ya nadie duda de la eficacia del 'gobierno ejemplar' del señor
Irigoyen. En lo político tiende al unicato, en lo financiero a la emisión, y en lo social
a un rancio paternalismo dictatorial. Conocido todo esto la masa ciudadana
'independiente', ¿continuará prestando su concurso electoral al mal llamado
radicalismo? En los comicios de marzo el gobierno del señor irigoyen debe sufrir un
castigo ejemplar en una ruidosa derrota electoral ( ... ) La creciente conciencia
electoral de los ciudadanos de Buenos Aires ha de dar el triunfo al único partido de
oposición eficaz y conciente (...) Así el acto electoral de marzo ádquiere un
significado trascendental. Con o contra el Partido Socialista. No caben ténninos
medios. La lucha se ha polarizado, y esperarnos que los ciudadanos elegirán las ideas
y los ideales del porvenir y no los del pasado" (LV, 23-2-19).

A pesar de las predicciones, el radicalismo obtuvo un ajustado triunfo mostrando una


fuerte merina de votos respecto de las elecciones de 1918. Esto llevó a La
Vanguardia a hablar de "triunfo de Pirro" (LV, 5-4-19), a celebrar el fracaso de los
intentos del gobierno de servirse de la organización obrera para quitarle votos al
PS 348 y a discutir con La Ép
oca -que afirmaba que en la elección el radicalismo se
había impuesto "a .la coalición de sus enemigos" (La Época, 7-4-19)-, sosteniendo
que la disminución del voto radical no había sido impedida siquiera por el "pacto
vergonzoso de la causa con ios elementos más retrógrados del electorado" (LV, 8-4-.
19). El diario socialista señalaba que un ejemplo de la alianza del radicalismo con el
"oprobioso régimen" se había dado "en los sucesos de enero, en cuya circunstancia
los peores elementos reaccionarios se estrecharon alrededor del gobierno radical, con
el que hicieron causa común, ofreciendo su concurso para aplastar al movimiento
obrero."
El Editorial concluía afirmando que ese "contubernio" tendría un nuevo fruto:
"la institución de las famosas 'guardias blancas' que durante una semana
persiguieron impunemente a los extranjeros en las calles de la metrópoli entre los
cantos del himno nacional." (LV, 8-4-19)

347
En la elección de Senadores Vicente Gallo obtuvo 50843 votos, Juan B. Justo 48078 y Lisandro de
La Torre. 36693. En la de Diputados, que repartía dos bancas, Federico Pinedo obtuvo 56418 votos y
el radical Casás 54740; más atrás aparecían el radical Muzio, el socialista Cantio, y Alfredo Palacios,
del PS Argentino que —disminuyendo los resultados de 1918- obtuvo 23772 votos. El radicalismo
había perdido alrededor de 20000 votos con respecto a la elección de Diputados de 1918, en tanto el
socialismo había ganado unos 7000.
348
Al respecto el diario socialista sefialaba la decepción de un Diputado radical, al ser derrotado su
partido en la 2 circunscripción, en la que esperaban contar con los votos de "los obreros sindicalistas"
que habían sido "tan bien tratados" por Yrigoyen (LV, 29-3-19).
407

Ante el "conglomerado reaccionario: la °LigaPatriótica ", la Asociación Nacional


del Trabajo, la Iglesia y el gobierno radical.

La crítica a esas "guardias blancas" de civiles armados se constituirá en un tópico


central del discurso socialista durante los siguientes años. Las primeras advertencias
antecedían a la "Semana Trágica" -ya a mediados de 1918 La Vanguardia había
denunciado la organización de "guardias pretorianas"- y se emnarcaban en la
acentuación de un accionar represivo que no se limitaba a la "Liga Patriótica". A
comienzos de mayo de 1919, los socialistas lanzaron una verdadera campaña
señal ando la cercanía entre las entidades patronales y el gobierno que, en respuesta a
una convocatoria a la huelga general por parte de la FORA anarquista, exhumaba la
"Ley de Defensa Social" (LV, 7-5-19) y prohibía la realización de actos opositores.
El 9 de mayo La Vanguardia informaba que, temerosa de los avances de la fuerza
ibrera, la ANT había convocado a una asamblea para impulsar la realización de un
paro de actividades como medida colectiva en rechazo de los pliegos de condiciones
presentados por los trabajadores. Un día más tarde, el diario socialista comentaba quç
los dirigentes de dicha Asociación decían contar con el aval de la "Liga Patriótica"
ante lo cual retomaban el tópico que apelaba a un "sano nacionalismo", de
fundamento económico, para plantear:
"Lo indudable es que entre el capital extranjero y el trabajo esencialmente argentino,
representado este último por nativos u hombres de todos los orígenes, pero
fuertemente adheridos al suelo argentino por la raigambre de sus familias, no es
dificil decidir de qué parte deben colocarse los que miren ante todo el interés
nacional permanente y efectivo." (LV, 10-5-19).

El discurso de los socialistas en este caso no se dirigía sólo a los obreros sino
también a los comerciantes, señalándoles que su interés residía en el aumento del
consumo lo que los colocaba más cerca de los trabajadores que de los grandes
patrones que buscaban dismiñuir los salarios. Interpelaba también al gobierno
radical, instándolo a desoír los llamados de "la clase conservadora" y "la Santa
Alianza capitalista", hegemonizada por los grandes capitalistas extranjeros, y a
defender los derechos de los trabajadores. Sin embargo, poca confianza depositaban

349Dos días más tarde La Vanguardia volvía sobre el tópico del "sano patriotismo" al señalar que un
manifiesto de la ANT que consideraba "agitación subversiva" a los legítimos reclamos obreros de
jornada de ocho horas, mejoras salariales y representación gremial, sería especialmente repugnante
por encubrir "con el nombre de la 'patria' y la 'constitución nacional' la defensa de sus pesos y su
orgullo insolente de potentados" (LV, 12-5-1.9.
los socialistas en el rumbo que tomaría el gobierno radical cuando señalaban que en
los conflictos obreros sólo habían mediado:
"el Presidente con su eterno juego de promesas más o menos vagas que nadie
escucha cuando no le convienen, los máuseres y calabozos policiales ( ... ) y, por
último, la constante amenaza de 'las guardias blancas', organizadas ahora
sistemáticamente, como una institución pública y regular" (LV, 15-5-19).

Fue a partir del carácter permanente que adquirieron estos grupos mediante la
organización de la"Liga Patriótica", y del "reconocimiento" que a ésta le prestaba el
gobierno, que la atención de los socialistas se centró en esta nueva organización que:
se asociaba con la ANT. El 17 de mayo La Vanguardia reproducía, como prueba del
carácter "semioficial de la Liga", la ficha que debían completar quienes se
incorporaran a la organización; y, luego de señalar que al gobierno le sobraba con la
policía y el Ejército para garantizar el orden, preguntaba cual era la función de la
"Liga", respondiendo que "la única pretendida 'subversión social' que la Liga trata
de contrarrestar es el movimiento obrero, creando de paso un ambiente favorable a
una política de oposición a la democracia social." Más grave consideraba la hoja
socialista que la "Liga" apareciera con el carácter de "una institución sernioficial",
como un cuerpo de policía, que se reunía en comisarías y del que tomaban jefes
militares retirados ó en actividad, pero que se encontraba al margen de la ley. El
artículo concluía haciendo blanco en el gobierno al preguntarse
"si el visible apoyo del gobierno a esa institución se concilia con sus promesas de
garantías a la organización obrera y a todos los partidos, y si el gobierno mismo
acepta la responsabilidad que le toca en toda la obra de provocación, de xenofobia y
de disgregación social que se realiza bajo su amparo." (LV, 17-5-19)

Esta vinculación que los socialistas establecían entre el gobierno y los sectores
reaccionanos los llevó a un enfrentamiento con los "socialistas internacionales"
cuando estos solicitaran al Poder Ejecutivo la derogación de la "Ley de Defensa
Social". Luego de preguntar por qué el pedido no era presentado ante el Congreso.
Nacional, La Vanguardia señalaba que era llamativo encontrar en los miembros de
un partido político, no sólo la misma predisposición que exhibían los dirigentes
sindicalistas a pasar sobre las instituciones parlamentarias, sino también la misma
confianza en la buena voluntad de un gobierno, al que parecían considerar corno un
observador inocente. (LV, 20-5-19).
Sin embargo, sólo dos días después los mismos socialistas marcaban cierta distancia
entre el gobierno y los "sectores reaccionarios". Parecían advertir que el radicalismo
se encontraba entre dos fuegos y lo instaban a no escuchar a quienes, corno La
Nación y la ANT, señalaban que las organizaciones obreras formaban un gobierno
paralelo. El diario socialista invertía la fórmula y reconocía que en verdad había en el
país dos gobiernos:
"El de la nación y el de la 'Asociación del Trabajo', que es precisamente el gobierno
de la anarquía o el desorden capitalista. La prensa rica quisiera que hubiera uno solo:
el último; y si tolera al primero es porque no puede derribarlo, o porque espera de él
que sirva siempre dócilmente los intereses del capitalismo cosmopolita que aquí ha
sentado sus reales". (LV, 22-5-19)

En este punto no podía para los socialistas haber dudas, y el artículo concluía con el
deseo de que "el gobierno de la constitución nacional y del sufragio universal se
imponga al fin al gobierno de los conciliábulos capitalistas, al margen de la ley."
(LV, 22-5-19).
Pero el Estado nacional, al menos por el momento, no lograba monopolizar la
violencia. Así lo dejaba ver un aviso publicado en La 1?azón, en el que la Junta de la
"Liga Patriótica" informaba que, ante una eventual huelga general, había resuelto que
sus "brigadas seccionales" cumplieran "las disposiciones preventivas de defender el
orden y tranquilidad para el çaso de los desmanes de huelguistas" (La Razón, 28-5-
19) El diario socialista respondía citando el Artículo 22° de la Constitución Nacional
-que establecía que "el pueblo no delibera ni gobierna, sino por medios de sus
representantes", y que afirmaba que quien se atribuí.a los derechos del pueblo
cometía el delito de sedición- y recordaba que la "Liga" no había limitado sus
actividades "sediciosas" como la publicación de ese aviso sino que, pretendiendo
atribuirse el papel de protectora del orden, había avanzado en su organización
militar. (LV, 30-5-19)
A comienzos de junio, uñ nuevo conflicto radicalizó el enfrentamiento entre las
organizaciones sindicales, apoyadas por el PS, y la ANT y la "Liga Patriótica". La
decisión tornada por la empresa Gath y Chaves de desconocer acuerdos laborales
previamente establecidos y de despedir a varios delegados gremiales, generó como
respuesta la declaración por parte de la FORA del IX° Congreso de un boycott "en el
consumo, la producción, el transporte y la publicidad" de la empresa. Como
consecuencia, la FOM se negó a descargar mercadería para Gath y Chaves y la
410

Federación Gráfica Bonaerense impidió la confección de publicidad de la fuina. La


Asociación Gráfica, que nucleaba a los propietarios de la mayoría de los periódicos,
respondió con un lock-our que suspendía la publicación de los diarios (Badoza y
Tato, 2006: 124-125). La medida duró dos semanas en las que sólo se publicaron La
Vanguardia, L 'Italia del Pópolo y La Monraía. Los propietarios de los periódicos
afirmaron que el boycoti había afectado su libertad de prensa, lo que fue rechazado
por el Consejo Federal de la FORA, que informó que, como se había prestado
colaboración a los diarios que aceptaron salir sin los avisos de Gath y Chaves, no se
afectaban los principios fundamentales de la libertad de pensamiento (LV, 3-6-19).
Al día siguiente, La Vanguardia sefialaba que lejos de originarse en una violación a
la libertad de pensamiento por parte de los trabajadores, el cierre de los periódicos
obedecía a un "iocaut" patronal originado en propietarios de diarios que habían
aprovechado la ocasión para asociarse a la confabulación capitalista. El diario
socialista explicaba:
"Es el capitalismo, con todo su poder y la insolencia de sus millones ( ... ) el que no
vacila en convulsionar al país para matar la organización de los trabajadores, y si
puede, para derribar al gobierno porque no le da todo lo que de él esperaba y cree
poder exigirle." (LV, 4-6-19).

Los socialistas cuestionaban el carácter intermedio del gobierno radical, aunque


reconocían que no se alineaba del todo con las organizaciones empresarias 350 . Por
otra parte, también advertían el riesgo que implicaba la adopción de estrategias
extremas que "jugando el todo por el todo" se enfrentaran a los patrones. La
Vanguardia denunciaba las provocaciones de la ANT y la "Liga Patriótica", y
llamaba a la realidad a los obreros para que no fueran presa de las "excentricidades
seudorebeldes de algún aventurero", ya fuera un iluso o un agente infiltrado, que
arrastrara "el movimiento obrero en esta pendiente de locura anárquica". El diario
socialista advertía las funestas consecuencias que esto traería:
"No hay quien no advierta a qué abismo de violencia reaccionaria podría ser
arrastrado el país, si por falta de una exacta apreciación del momento, o por un
instante de explicable ofuscación, la clase obrera se dejase llevar al terreno en que
pretende atraerla el capitalismo exacerbado y herido en su frenético orgullo. Los que
apreciarnos el valor del sufragio úniversal y de las libertades que acompañan su

350
Así, sostenían: "Algunos creen que la justicia consiste en colocarse en un punto equidistante de 1a
partes en. lucha. Nada, sin embargo más absurdo. En esta pugna de intereses contradictorios, entre una
parte que tiene todo, hasta el derecho de la injusticia, y otra parte que no tiene nada, la justicia no
puede estar equidistante de las dos." (LV, 5-6-19)
411

ejercicio, comprendemos cuan peligroso resultaría el éxito de la manióbra que


denunciarnos, cuyo designio es arrasar con nuestros progresos democráticos y volver
al país al pasado, cuyo recuerdo, sobre todo para algunos políticos en desgracia, ha
de parecerles fascinador al punto de querer resucitarlo por cualquier medio" (LV, 6-
6-19).

En los primeros días de junio, los socialistas apelaron a la escena parlamentaria para
denunciar a quienes, señalando el riesgo de intentonas revolucionarias, generaban un
clima de enfrentamiento. El 10, Nicolás Repetto planteó en la Cámara de Diputados
una fuerte denuncia respecto de "algunas instituciones privadas" que, sosteniendo
"alarmas infundadas" generaban un clima de "desasosiego social" 351 . El Diputado
socialista hacía más explícitos los cargos al recordar que "con el propósito confesado
de emprender una obra de argentinización, .se ha constituido en esta ciudad y tiene ya
ramificaciones en todo el país, una institución llamada 'Liga Patriótica Argentina".
Repello sostuvo que el momento de constitución de la "Liga", cuando "la masa
obrera" se hallaba "agitada por movimientos huelguistas impuestos por el
encarecimento de la vida" no era el más apropiado para promover "ulla pretendida
cuestión de patriotismo". Haciendo alusión a otro fin que se asignaba la "Liga",
"libertar al obrero de la tiranía anarquista", el Diputado preguntaba
",quién protegería a los obreros de la protección de la Liga patriótica? Una liga
patriótica que fomenta la desunión de todos los que vivimos en esta tierra
difundiendo la expresión despectiva de 'extranjería'; que introduce el desasosiego
social por medio de manifiestos, anónimos a veces, en los que lanza amenazas contra
los malos extranjeros y los malos, argentinos; que aspira a favorecer al capital
extranjero negando a los peones criollos del interior los beneficios del salario
mínimo; que no reconoce a los extranjeros el derecho de entrometerse en la política,
salvo el caso de que se trate de mesnadas electorales o de caudillos a lo Ganghi (...)"
(LV, 11-6-19). . . . .

Repetto señalaba que con la excusa del patriotismo se exteriorizaba, como nunca
antes, "el odio al obrero organizado, sea argentino o extranjero"; también denunciaba
la organización militar que se había dado la "Liga" y cómo sus "brigadas
seccionales" se proponían sustituir a la policía.. Sin embargo, explicaba a los
Diputados que, aún con ser graves estos cargos, el hecho de más gravedad se hallaba
en otro lugar:

351
En esos días Repetto oficiaba como virtual líder del Grupo Parlamentario Socialista en ausencia de
Justo quien, junto a Antonio de Tomaso, habian asistido como delegados del PS de la Argentina a las
Conferencias socialistas de Berna y Amsterdam (Justo, 1933). , ,
412

"en la colaboración que ciertos elementos del ejército prestan directa o


indirectamente a la propaganda de la Liga patriótica. Esta colaboración se ha
manifestado por la adhesión pública a la Liga de jefes y oficiales del ejército y del
centro Naval, por la propaganda realizada por algunos aviadores militares y por
ciertas conferencias dadas a oficiales para instruirlos acerca de problemas
económicos y sociales" (LV, 11-6-19).

Mostrando cómo la posición del PS ante la "cuestión militar" había cambiado en


pocos años, Repetto agregó que los socialistas tenían del Ejército "el concepto más
alto y más noble" ya que lo consideraban una "organización esencialmente
democrática destinada a defender exclusivamente la integridad y la soberanía de la
nación", concluyendo que justamente por eso rechazaban "toda ingerencia en las
cuestiones políticas y sociales".
La intervención de Repetto fue respondida por la "Liga Patriótica" a través de afiches
que daban a conocer cómo sus expresiones habían sido cuestionadas por los
Diputados conservadores Matías Sánchez Sorondo y Rodolfo Moreno y por el radical
Rogelio Araya, La Vanguardia respondió lamentando que los afiches no hicieran
pública la nota presentada en protesta a la Cámara por la dirección de la "Liga", nota
que, consideraban, expresaba con claridad el pensamiento de dicha organización
sobre la "cuestión obrera". Las únicas propuestas de legislación "seudoobrera"
contenidas en tal nota, señalaba el diario socialista, eran, en primer lugar, la
aceptación de que el salario mínimo de la Capital se sitúe en 4 pesos, pero que en el
Interior del país el salario máximo se ubique en un nivel inferior; y en segundo lugar,
que los trabajadores extranjeros, aún naturalizados, no puedan formar parte de la
dirección de las sociedades gremiales obreras. La Vanguardia señalaba que el
segundo punto mostraba "el deseo de disimular con una nota xenófoba el carácter
antipatriótico y antinacionalista de la primera proposición." Y era sobre ésta que
cargaba las tintas, reactivando el tópico del "sano nacionalismo", al señalar:
"El patriotismo práctico de la Liga consiste en hacer que el salario de los proletarios
argentinos que pueblan el interior de la república no llegue jamás a 4 pesos. ¡Rara
aspiración 'patriótica'! Las empresas extranjeras, los capitalistas de todos los países
que explotan a mansalva a los obreros criollos, no quieren ni pedirán otra cosa.
Perpetuar la miseria mental y fisica de los trabajadores argentinos es un buen
programa nacionalista para los estancieros de la 'Liga Patriótica'." (LV, 14-6-19).

Hacia fines de junio la agitación obrera comenzaba a extinguirse. El diario socialista


consideraba que era hora de sacar conclusiones y explicaba a los obreros que los
industriales, que aparentaban despreciar la acción política, sabían entrar en el terreno
413

político, no sólo resarciéndose de su inferioridad técnica a través de la aprobación de


leyes proteccionistas, sino para atacar a sus enemigos. Al respecto La Vanguardia
subrayaba:
"No habrá escapado al criterio de ningún trabajador inteligente el encono con que la
llamada Asociación del Trabajo ( ... ) ataca y difarna la acción del Partido Socialista
en las actuales circunstancias, a pesar de la independencia leal y públicamente
confesada en mil circunstancias que mantiene con la organización gremial. Es que la
clase patronal no es tan, tonta como se lo figuran muchos obreros ingenuos. Ella
comprende que el día en que los trabajadores aprendan a asociar con inteligencia su
esfuerzo gremial con el ejercicio de la acción política, su hegemonía y la influencia
que mantienen sobre el Estado habrán concluido para siempre" (LV, 22-6-19).

El Editorial volvía sobre la dificil cuestión de la neutralidad gremial, socialista; sin


embargo, en ese momento, la delimitación entre el terreno gremial y el político se
hacía aún más difícil de lo habitual. Así lo dejaba ver un artículo, en el que La
Vanguardia, dando cuenta de la publicación 'de un Boletín de la ANT, señalaba que
aunque el mismo hacía gala de ün espíritu anti-político e instaba los trabajadores a
independizarse de las organizaciones políticas, su interés no abordaba los problemas
de la sociedad argentina, sino que se dedicaba a desprestigiar al PS y su acción
parlamentaria. En el análisis de La Vanguardia estaban ausentes otros actores del
terreno corporativo, como la FORA; o del terreno político, como la UCR o los
'partidos conservador y demócrata-progresista; y el combate colocaba frente a frente a
la ANT, apoyada por la "Liga Patriótica", y al PS. Así, con un tinte db orgullo, el
diario socialista concluía:
"La importancia de nuestra obra contra los privilegios capitalistas la demuestra con
sus ataques y sus injurias el pasquín de la 'Asociación del Trabajo'. En la obra en
que estamos empeñados, de combatir la ignorancia, el error y la explotación, nos han
de encontrar en todo momento los 'agitadores profesionales' del capitalismo." (LV,
25-6- 19).

Los socialistas señalaban el rechazo de la ANT por la legislación obrera. Sin


embargo, a partir de comienzos de junio, cuando el conflicto había alcanzado su
punto más alto, había comenzado a hablarse de la necesidad de compulsar opiniones
.para avanzar hacia un "Código de trabajo". Los socialistas, siempre partidarios de la
ampliación de la legislación laboral, se mostraban en esta ocasión desconfiados, y
señalaban que el "lenguaje benévolo" con el que la ANT se refería al proyecto hacía
temer "que la precipitación con la que se prepara una legislación que podría llarnarse
de emergencia no sea sino el primer obsequio hecho a la intransigencia y los deseos
414

del grupo patronal más belicoso y menos penetrado de las nuevas realidades
sociales" (LV, 7-6-19).
Días después, La Vanguardia señalaba que los proyectos presentados, que fijaban
fuertes restricciones a la organización obrera, debían hacer que el movimiento obrero
abandonara su "espíritu antipolítico" y mostrara que no veía con indiferencia que
"las malas leyes" anularan muchas conquistas gremiales o entregaran a las
organizaciones "maniatadas" a la prepotencia capitalista. El diario socialista
explicaba que las "aberraciones" de la legislación propuesta eran tan grandes que la
ANT ya se estaba preparando para cuando las organizaciones gremiales la
rechazaran. En esta ocasión, la crítica no se limitaba a los dirigentes empresarios y se
afirmaba, que "el soplo reaccionario que agita el espíritu de los hombres del 'otro
gobierno', del que tiene su sede en la Bolsa de Comercio, pugna por colarse de
rondón en la casa del congreso". Y sin embargo, aún se planteaban ciertas
expectativas respecto a un gobierno que, se reconocía, era el primero en aceptar que
el espíritu de conciliación de los obreros chocaba "con la irreductible intransigencia
de los capitalistas soliviantados por una asociación de guerra con las más
sospechosas ramificaciones" (LV, 11-6-1 9)352
Hacia fines de junio, y aunque la agitación obrera había disminuído, los proyectos de
legislación gremial restrictiva seguían su curso. En los días 28. y 29, la FORA del IX°
realizó un Congreso Extraordinario en el que resolvió movilizarse en rechazo a los
proyectos restrictivos. La Vanguardia saludó la resolución y afirmó que sólo quienes
vivían alejados del pueblo podían concebir que éste recibiera en silencio y sin
responder afrentas como la que se proponía; y el diario socialista, aunque rechazaba

352
Dos días más tardefl el diario socialista volvía sobre los proyectos, señalando que, como en otras
ocasiones, la Comisión de Legislación Social había invitado a los representantes de las empresas a
emitir su juicio pero no había creído necesario consultar a las sociedades gremiales obreras. La
Vanguardia, manteniendo en este caso fuera del blanco de la crítica a Yrigoyen, señalaba que ni
siquiera se había consultado al Poder Ejecutivo y sus Ministros, interpretando que eso se debía a que
quienes habían formulado los proyectos se hallaban seguros de que para aprobarlos bastaría "la
atmósfera reaccionaria formada por la propaganda alarmista del capitalismo internacional, que opera
en el país bajo los más extraños disfraces". El Editorial concluía instando al Congreso y al país a
desoír esa "propaganda engañosa", explicando que el primero tenía la ocasión de aparecer como
representante de la nación y no de la clase más poderosa, en tanto respecto al país, sostenía que la
opinión pública comprendería
"que no se trata de ir contra los llamados 'agitadores', ni de establecer algunas reglas indispensables
sobre organización gremial, para evitar posibles excesos perjudiciales al interés general en las luchas
entre obreros y patrones o empresas, sino de agarrotar el movimiento obrero normal, obstaculizando la
sana obra colectiva de los trabajadores nativos o residentes por la elevación de sus condiciones, de
vida, y fomentando, por contragolpe la anarquía o la degeneración intelectual y fisica de la raza." (LV,
13-6-19).
los comentarios alarmistas de la "gente de orden" y daba su apoyo a la protesta
obrera, hacía votos para que tal protesta no fuera necesaria, considerando que ello
sen a muy fácil si el Parlamento no. antepónía "el capricho o las pasiones de los
menos, al interés sano y legítimo de los más, y sobre todo, a los, dictados de la más
elemental justicia." (LV, 1-7-19).
Como señalamos, los socialistas habían cargado las tintas sobre la ANT y la "Liga
Patriótica", entidades que, se denunciaba, presionaban a un gobierno que se mostraba
indeciso. Sin embargo, cuando el 4 de julio el PS inició una campaña contra el uso
que se hacía de la "Ley de Defensa Social" para prohibir reuniones obreras, colocó al
Ejecutivo en el papel de quien, ante las supuestas amenazas al "orden social",
respondía en fonna injusta y arbitraria. El diario socialista señalaba el contraste:
mientras el Ejecutivo prohibía un acto público organizado para abogar "por el
afianzamiento de las libertades constitucionales", amparaba "de una manera
óstensible todas las reuniones en que, a más de difamarse al Partido Socialista y a las
organizaciones gremiales obreras, se predica el desprecio de la constitución." (LV, .4-
7-19). Una semana más tarde, La Vanguardia denunciaba que si el gobierno,
"presionado por la reacción capitalista, y a fin de calmar sus iras" había resucitado
las Leyes "de residencia" y de "orden social", una vez calmada la agitación
huelguística hacía uso de ellas para "estorbar toda manifestación de ideas poco gratas
a la reacción que pugna por imponerse a todo y a todos". El diario socialista
denunciaba que también se hacía uso de esas Leyes con fines electorales y planteaba
que las mismas eran "un grave peligro para la vida normal de 'la democracia". A
pesar de la denuncia, el comentario final parecía abrir una puerta ál diálogo con los
radicales al señalar:
"Si los gobiernos no quieren aparecer enteramente enfeudados a la reacción
capitalista, deben dejar que los ayudemos a despojarlos de leyes que los corrompen,
y que vienen a ser, así, inmorales a la vez que anacrónicas y liberticidas." (LV, 12-7-
19).

Pronto una nueva preocupación cruzó las filas socialistas: ya no se trataba de que
algunos militares encabezaran una sección de la "Liga" sino que eran "todos los
óficiales de un cuerpo", el 30 de Artillería Montada situado en Diamante, los que se
sumaban "a esa sociedad que se atribuye el papel de 'restauradora' de las
instituciones del país". La Vanguardia afirmaba que ninguna democracia podía
permitir que los militares intervinieran en política y, recordandó la historia del
416

militarismo latinoamericano, advertía a los radicales que tolerarlo no sólo implicaba


un peligro para los ciudadanos, sino también "hacer depender la vida de los
gobiernos, como en Haití —la clásica republiqueta de los negros- de la
condescendencia de los caudillos militares, en general poco duradera." (LV, 15-7-
19).
La adhesión a la "Liga" de los oficiales del Regimiento de Diamante generó también
la respuesta del diario radical La República, que rechazaba la audacia con que
oficiales del Ejército insinuaban "una libertad de acción imposible" y planteaba que
dicha Fuerza era "un instrumento de gobierno" y que corno tal no podía hacer
ninguna profesión de fe, ni siquiera una "profesión de fe argentinista" (La República,
15-7-19). El Presidente de la "Liga", Manuel Carlés, respondió al diario radical
afirmando que armarse en defensa de la Constitución era un deber y que por eso los
oficiales que adherían a la "Liga" no cometían ningún delito, cuestionando además la
ingratitud del ataque "por parte de aquellos que deberían mostrarse agradecidos a la
Liga, que supo defenderlos en momentos angustiosos" (LV, 16-7-19). Estas palabras
motivaron a su vez un duro comentario de La Vanguardia, que consideró que la
afirmación de que la había "amparado al gobierno o (...) servido al partido radical"
constituía una acusación muy seria, concluyendo que era necesario
"averiguar si el gobierno ha pactado con la sedición, creyendo hacerla servir para sus
propiós fines, y si la primera abdicación calculada no es la que ha traído esta
vergonzosa situación, en que ese mismo gobierno aparece corno prisionero y
viviendo de la clemencia ajena." (LV 16-7-19).

Una semana más tarde, el Ministro de Guerra dictó una resolución prohibiendo a los
oficiales del Ejército formar parte de la "Liga". La Vanguardia consideraba que,
aunque tardía, la medida era correcta y constituía un reconocimiento de que las
críticas socialistas, en particular las expresadas por Repetto en la Cámara, eran
justificadas. El diario socialista confiaba en que, sin el apoyo del Ejército, la "Liga"
se desbandaría, dejando de ser un peligro para las libertades públicas (LV, 24-7-19).

353
Como señala McGee Deutsch (2001: 82) la posición del gobierno radical con respecto a la "Liga
Patriótica" se había modificado. Si en un principio muchos radicales habían ingresado a la
organización y el gobierno la había elogiado por su defensa del orden, la situación comenzó a cambiar
cuando la "Liga" logró atraer miles de simpatizantes en todo el país, muchos de ellos militares, y los
temores oficiales llevaron, como pedían los socialistas, a prohibir a militares y policías pertenecer a la
"Liga". La autora señala que finalmente el gobierno y la "Liga" alcanzaron un "implícito modus
vjve,,dj": aunque el gobierno no dejó de intentar obtener el apoyo obrero, reprimió los conflictos con
más dureza que antes de la "Semana Trágica" y aceptó la existencia de la "Liga"; esta organización,
por su parte, "se abstuvo de constituirse formalmente en un partido opositor o de conspirar contra la
democracia, al menos hasta la reelección de Yrigoyen en 1928" (Mc GeeDeutsch, 2001: 82).
417

La medida oficial mereció la esperable crítica de Carlés, quien señaló que alegraría a
"los enemigos del ejército, socialistas, anarquistas y epicenos políticos", referencia
enigmática en la que los socialistas encontraron una referencia a los radicales (LV,
26-7-19). También fue crítica La Nación, señalando que la resolución ministerial,
aunque ajustada a la Ley, era inoportuna ya que, consideraba, el peligro que la
"Liga" había nacido para combatir, "la conspiración que so pretexto .de mayor
justicia quería crear la inicua división de clases", no había desaparecido (La Nación,
29-7-19). Estas palabras generaron la dura respuesta de la Vanguardia, que recordó
que se había demostrado que no había existido tal conspiración; pero lo que suscitÓ
la más airada réplica fue la afirmación de La Nación, de que los sentimientos que
habían creado a la "Liga" eran los mismos que habían promovido la revolución de
Mayo. El diario socialista afirmó que tal conclusión, proveniente de "uno de los
voceros más autorizados de las clases conservadoras" mostraba que mientras las
clases dirigentes de los países avanzados habían comprendido, a partir de la guerra,
que era necesario satisfacer, al menos en parte, las necesidades del pueblo "nuestras.
clases conservadoras (...) proclaman tácitamente que perder algo de sus privilegios,
sería lo mismo que dejar hundirse la nación." (LV,. 30-7-19).
Para los socialistas, el surgimiento de la "Liga" parecía mostrar los límites del
liberalismo argentino. Al respecto no sólo cuestionaban, como vimós, a La Nación
sino a "esos liberales que durante la guerra borronearon tantas cuartillas alabando a
los países de tradición civil". La Vanguardia señalaba que, en esos duros momentos -
en que "un grupo de jóvenes (...) se constituye, como un poder legal, en defensor de
las instituciones y amenaza a todos los que propaguen ideas avanzadas. Su caudillo
lanza proclamas ardorosas ( ... ) y toda la prensa rica se congratula en publicárlas (...)
haciendo aparecer a la república salvada del desastre por obra de tan denodados
servidores de la patria"- los "titulados liberales argentinós" se hallaban ausentes y
sólo el socialismo se alzaba "contra la reacción patriotera, clerical y militarista" (LV,
13-8-19). .
Esa soledad que, casi con orgullo, señalaban los socialistas 354, se contraponía con lo
amplio del enemigo a enfrentar, la citada "reacción patriotera, clerical y militarista".

354
Debe señalarse, sin embargo, que frente a la acción de la "Liga", a la "Ley de Defensa Social" y a
los proyectos de legislación que fijaban restricciones a la acción sindical, el PS se ligó con la FORA
del IX° Congreso y con la FUA, organizando una campaña conjunta de oposición que concluyó en un
gran acto a mediados de agosto.
418

El contraste se hacía presente en una nota, publicada justo al lado de aquélla que
señalaba la "defección" de los liberales, en la que se subrayaban los vínculos que la
Iglesia Católica mantenía con las "fuerzas reaccionarias". El diario socialista se
concentraba en la figura de Monseñor de Andrea, de quien se recordaba que era "el
niño mimado de las camas católicas y (;..) Presidente de la Unión Popular Católica y
miembro activo de la Liga Patriótica", y en su mirada sobre las causas de la falta de
solidaridad social,
"(...) aunque reconoce que el descontento reinante depende de las condiciones•
económicas creadas al proletariado por el industrialismo, sostiene que jamás habrían
traído aquellas las consecuencias actuales 'si no hubiesen contado con la complicidad
de las ideas demoledoras'. Esto significa (...) que para los frailes, y para los
capitalistas reaccionarios que piensan como ellos, el mal no consiste en que la
injusticia y el despojo dominen en el mundo, sino en que la voz de los desheredados
haya conseguido por fin hacerse oír e imponer soluciones perentorias" (LV, 13-8-
19).

Frente al discurso de la Iglesia, los socialistas señalaban que el principal elemento


que explicaba el clima de movilización social no eran las expectativas surgidas por
los sucesos revolucionarios europeos, sino la situación económica y social de
pósguerra. En efecto, aunque el fin de la guerra había dado lugar a cierta
recuperación de la economía argentina, la reanudación del comercio internacional y
las exportaciones había hecho aumentar los precios de artículos de consumo popular
(LV, 14-8-19), en particular de la carne y el trigo. Esta situación, que llevó a los
socialistas a convocar a una nueva campaña contra "la carestía de la vida" 355, motivó
también que la Iglesia diera su propia respuesta: la organización de la "Gran Colecta
Nacional".
De acuerdo con Halperin Donghi (2000: 126) a través de la "Colecta", llevada
adelante bajo la dirección de Monseñor de Andrea, el episcopado argentino se
proponía apelar a métodos norteamericanos de propaganda con el fin de reunir
grandes fondos que permitieran a las organizaciones sociales católicas enfrentar con
éxito a los "agitadores" que tiranizaban a los obreros, y de ese modo "suprimír la
guerra social". Los socialistas presentaban una mirada irónica acerca de los
"milagros" que, al decir de los "charlatanes" católicos, haría la colecta:

" En ella los socialistas pedían la prohibición de exportar azúcar y señalaban la necesidad de
intervenir en mercados como el de la carne (LV, 11-7-19) y el del pan (LV, 4-8-19); al mismo tiempo,
cuestionaban las políticas monetarias que disminuían el valor de los salarios (LV, 23-8-19).
419

"Ya se habla, corno de cosa cierta, de obsequiar a los trabajadores con verdaderas
'mansiones' señoriales con todo el confort y la higiene deseables: fundación de
cooperativas, bibliotecas, baños, etc. Los obispos ofrecen la receta barata que ha de
derrotar la escasez y la suciedad, la ignorancia y el crimen, el alcoholismo y la
tuberculosis, que tienen en el conventillo, en los bajos salarios, en la jornada
extenuante, sus aliados y cómplices permanentes. Hasta se insinúa que, en vista de
las 'colosales proporciones' que asume el programa de los obispos, existe el peligro
de que los obreros lleguen a tener más de lo que es lícito ofrecerles (...)" (LV, 14-9-
19).

Sin embargo, la organización de la colecta implicaba, corno señala Halperin Donghi


(2000: 125) "una modificación muy significativa de la estrategia eclesiástica frente a
la clase trabajadora" y el reconocimiento de que "la refonna es el precio de la
supervivencia". Y, más allá de las ironías, los socialistas consideraban que ese
cambio de estrategia venía a dar la razón a la prédica de décadas del PS acerca de la
"cuestión social". El comentario final era confiado:
"Harto tarde se acuerda la iglesia de que existen injusticias que deben repararse,
dolores y miserias que esperan un lenitivo, y de nada habrá de servirle su tardío y
fingido arrepentimiento. En cuanto a los ricos que esperan beneficiarse con el nuevo
disfraz de los taimados defensores de sus privilegios, no han de tardar mucho en
convencerse de que ha pasado la época de las mistificaciones y los paliativos, que la
pacificación sólo puede ser el resultado de la justicia reparadora" (LV, 14-9-19).

Sin embargo, la "Gran Colecta" no tuvo la acogida esperada en la sociedad, ni


siquiera entre las clases propietarias; como señala Halperin Donghi (2000: 131),
éstas se mostraban "poco dispuestas a sacrificar nada de sus intereses inmediatos al
reformismo" ya fuera el de la Iglesia o el de la ANT, que había propuesto sus propias
iniciativas, aún más moderadas que las eclesiásticas.
Como podemos ver la "reacción oligárquico-capitalista-clerical" no dejaba de
encerrar tensiones. Así lo percibía también La Vanguardia al plantear que sus fuerzas
sólo se reunían para atacar al "enemigo común" pero que, dadas las ambiciones
excluyentes de sus componentes, eran incapaces de actuar juntas con fines
permanentes. Para argumentarlo el diario socialista construía un mapa del
"conglomerado reaccionario", en el que esta vez estaban incluidos los radicales. El
punto de partida era la "Semana Trágica", que había tenido su cuna en la "política
criolla", citándose como prueba de ello los gritos de "viva el Presidente!" de quienes
asaltaban las casas de los supuestos maximalistas y la "tregua" que con motivo de los
sucesos los partidos conservadores habían dado al gobierno. El diario socialista
continuaba explicando que luego, a partir de la creación de la "Liga Patriótica", los
420

elementos de la oposición conservadora habían buscado explotar la situación en su


provecho, "alentando la protesta de la clase capitalista, que no se creía bien
defendida". Para La Vanguardia la clase capitalista, que temía perder sus privilegios,
constituía "el núcleo central de la reacción", y en pos de ella se movían los otros
actores: los radicales y conservadores trataban de explotar el miedo de los
capitalistas con fines electorales, la Iglesia buscaba "recuperar su vieja influencia, en
pago de sus oficios como salvadora de la sociedad capitalista"; y entre estos actores
se daba una "puja de intrigas, de violencia y de mentiras", que el diario socialista
relacionaba con la búsqueda de apoyo electoral por parte de esas clases
propietarias 356. Así, explicaba:
'Los conservadores, que fueron en la Cámara los más decididos abogados de la 'Liga
Patriótica' cuando esta encarnaba el movimiento reaccionario, han aprovechado la
discusión del presupuesto de cultos para definirse una vez más corno portaestandartes
de la ansiada concentración antirradical (...) Siguiendo una táctica ya vieja, el
partido gobernante aparece desdoblado frente a la corriente reaccionaria que domina.
en los actuales momentos. Así mientras un Diputado radical pensó poder combatir en
uw mitin obrero las leyes antisociales (...) el señor Melo, del mismo sector de la
Cámara, alarmó anteayer a ésta con el espectro de no sabemos qué peligros si no se
aprobaban imnediatarnente los proyectos que la reacción capitalista reclama en todos
los tonos. El Diputado radical Melo sabía que su indicación no iba a prosperar ( ... );
pero era necesario hacer el contrapeso a la actitud de otros Diputados radicales como
él, convenciendo a los elementos capitalistas de que nada tienen que temer del actual
gobierno." (LV, 24-9-19)

Hacia fines de 1919, y al acercarse las elecciones de renovación parlamentaria, el


centro de la crítica socialista volvía a colocarse en el radicalismo gobernante, con
quien dirimiría, una vez más, la primacía electoral porteña.

En defensa de los consumidores: las elecciones de 1920

A comienzos de octubre de 1919 comenzaron los preparativos para los comicios que
tendrían lugar en marzo de 1920. El diario radical La Época trazaba un panorama del

356
Una semana más tarde, La Vanguardia denunciaba cómo conservadores y radicales atizaban el.
"repugnante y estúpido" miedo al "maximalismo" con el fin de "aprovecharse de las fuerzas clericales
para sus fines de predominio". Al respecto, el diario socialista subrayaba que en las elecciones de
marzo de 1919 esas fuerzas se habían volcado sobre la candidatura radical y estimaba que Yrigoyen
haría "todo lo imaginable para que los conservadores no le quiten ese aporte de votos y dinero." (LV,
30-9-19).
421

rol que representarían las diferentes fuerzas políticas y, en referencia al papel del PS,
señalaba:
"En cuanto al socialismo, será, como siempre, un aliado virtual del 'régimen'. Es una
agrupación trabajada por el malestar y minada por las defecciones. Los obreros, en
gran número, han abandonado a sus dirigentes. Hay motivos para creer que los
próximos comicios constituirán una abrumadora demostración de la decadencia del
socialismo metropolitano" (La Epoca, 2-10-19).

Estas palabras suscitaron la respuesta de La Vanguardia que, invirtiendo la


acusación, señaló que los "regeneradores" no podían ignorar que, para el pueblo de la
Capital, eran ellos, los miembros de "la causa", el "reverso de la medalla" del
"régimen". Y para probarlo, volviendo sobre el papel de la Iglesia y la "Gran Colecta
Nacional", recordaba:
"Está fresco en la memoria de todos que el presupuesto de culto fue votado por
radicales, conservadores y demócratas contra los socialistas (...) En los banquetes
pantagruélicos de la 'gran colecta' se codean conspicuos personajes conservadores y
radicales (...)" (LV, 2-10-19).

En el marco de la campaña, La Vanguardia trazaba una evaluación de los primeros


tres años de gobiérno radical: señalaba que éstos se habían caracterizado por el
intento de llevar adelante "una curiosa política de una pretendida conciliación de los
intereses más antagónicos", y reconocía que, cuando los conflictos obreros habían
puesto en evidencia la diferencia de ideas e intereses entre los trabajadores y la clase
patronal, Yrigoyen se había empeñado personalmente en conciliarlos buscando
establecer condiciones para una marcha paralela y normal de esos intereses. Pero el
diario socialista explicaba que esos intentos no obedecían al propósito de satisfacer
por igual a ambas partes sino
• "el de mantener un 'status quo ' que le permitiera no definirse como gobierno frente a
los imperativos de los problemas sociales planteadós ( ... ) El Presidente de la
república no ha tenido en ningún momento la valentía de decir cuál de las dos partes,
a su juicio, tenía la razón, y de qué lado debían pesar las decisiones del gobierno
nacional. Mientras conferenciaba con delegaciones obreras y les prometía el oro y el
moro, mandaba a las mazmorras de la isla de Martín García a los trabajadores que
resultaban incómodos a los patrones. Por un lado aparecía atendiendo las
reclamaciones de la clase obrera, y por el otro tranquilizaba a la clase patronal
• encareciendo y deportando a los 'agitadores" (LV, 7-11-19).

El diario socialista subrayaba que el gobierno había adoptado el mismo tipo de


conducta ambigua en otras cuestiones, como la de los movimientos agrarios o la del
azúcar: frente al pedido de los dueños de los ingenios y a gobiernos provinciales
422

como el tucumano, se manifestaba dispuesto a aceptar la exportación de azúcar, al


tiempo que decía atender las reclamaciones de los consumidores argentinos. La
Vanguardia comentaba negativamente un articulo de La Época -que hacía votos para
que pudieran "conciliarse los intereses públicos que parecen exígir el mantenimiento
de la norna prohibitiva, y:el interés particular que reclama su levantamiento" (La
Época, 6-1 1-19)- señalando que era imposible "conciliar un interés público con un
interés particular que le es antagónico". Por ello, el diario socialista concluía su
evaluación de tres años de gestión radical 357 señalando que la política no era siempre
conciliación y que en algin mómento los gobernantes se veían obligados a definir
sus propósitos a favor de uno de los intereses en lucha, concluyendo que tal
definición "no sólo serviría para apresurar la solución de los diversos problemas que
agitan al país, sino también para que el electorado pueda saber a qué atenerse
respecto al uso futuro de su derecho de sufragio". (LV, 71 1-19)
Como dejaba ver el Editorial, la defensa de los consumidores era uno de los
principales temas de campaña. En la "cuestión azucarera" el gobierno se encontraba
entre dos frentes: si el PS le pedía que no se rindiera "a las conmovedoras
tribulaciones de los magnates del azúcar" y que adoptara una acción más definida en
defensa de "los consumidores esquilmados sin piedad durante cuarenta años de
monopolio", la prensa tucumana cuestionaba que mientras nadie protestaba de los
altos precios de la carne, el pan y el calzado,todas las quejas se concentraban en la
"industria azucarera, como si fuera el causante de todos los males del país". El
comentario del diario tucumano suscitó la indignada réplica de La Vanguardia, que
explicó que si los consumidores argentinos que sufrían la "rapacidad multiplicada de
los distintos monopolios que encarecen las cosas indispensables" clamaban
preferentemente contra el trust azucarero, era "porque éste encarna el privilegio de
357
Desde el radicalismo, en cambio, las evaluaciones sobre su acción de gobierno eran exultantes. Así
La Epoca señalaba: "Desde 1916 hasta la fecha (...) todo ha sido renovado y cambiado con ventaja
para la república. Su política interna y externa; su administración y sus finanzas; prácticas y métodos
Sistemas rentísticos y sistemas de instrucción primaria y superior. Todo cuanto cuánto comprende la
vida colectiva y el concepto de gobierno, ha sido evolucionado en forma ascendente y progresiva.
Todo ha salido a impulso de las nuevas ideas" (LaEpoca, 9-12-19).
Estas palabras generaron la réplica del diario socialista quien luego de señalar la poca modestia del
gobierno, señaló que si se dejaba de lado la "política exterior", terreno caracterizado por las
oscilaciones, era dificil decir dónde estaban las "nuevas ideas" del gobierno. Particularmente duro era
el juicio en lo referente a la política tributaria, subrayando que contando con mayoría en la Cámara de
Diputados, el gobierno no había intentado un solo paso para "modificar el sistema fiscal en auge,
expoliador y absurdo", agregando que los Diputados radicales habían apoyado el avalúo del calzado
extranjero, "con lo que se condenaba al pueblo argentino a• ir descalzo o en alpargatas." (LV, 12-12-
19).
423

una típica casta oligárquica que ha llegado a ser omnipotente en virtud de su


influencia política corruptora" (LV, 10-11-19). Dos semanas más tarde, La
Vanguardia volvía sobre la cuestión azucarera, y sobre el doble discurso radical, al
señalar que el Poder Ejecutivo seguía autorizando los embarques de azúcar a pesar de
haber dictado meses antes un Decreto prohibiendo la exportación. Y el diario
socialista publicaba el texto del Decreto para "que pueda apreciarse el tono enérgico
en que habla este gobierno y la escsa voluntad que pone para cumplir sus propias
decisiones." (LV, 24-12-19).
• A partir de ese día, y aún más allá de las elecciones, La Vanguardia se ocupó de otro
tema que se vinculaba con la defensa de los consumidores: él de las tarifas de los
tranvías porteíos. El diario socialista alertaba que la empresa Anglo Argentina estaba
presionando para lograr que el boleto pasara de 10 a 12 centavos, y subrayaba que un
aumento de 20% sería muy gravoso, no sólo para los trabajadores sino para los
hogares con nifios en edad escolar. El diario socialista señalaba que, más allá de las
presiónes de la empresa y sus declaraciones de quebrantos, el Concejo Deliberante
debía hacer primar "el interés supremo de la población, y sobre todo de la población
modesta y laboriosa que hace uso del tranvía para trasladarse al lugar de trabajo" y
por ello "rechazar sin consideración de ningún aspecto el aumento reclamado" (LV,
241219)
Días más tardé La Vanguardia informaba que el Intendente Municipal José Luis
Cantilo, designado por Yrigoyen sólo un mes antes en reemplazo de Llambías, y
algunos concejalés radicales, habían propuesto que el pedido de aumento fuera
tratado con urgencia, afirmando con ironía que, el pueblo de la Capital se mostraba
"impaciente por pagar el boleto de tranvía más caro qué hasta hoy, para no ser menos
generoso con las empresas tranviarias que con el trust del azúcar, con los
acaparadores de otros artículos, o con los propietarios de casas". Pero la cuestión era
más compleja, y así lo reconocía el diario socialista al subrayar que las empresas
habían logrado que el personal de las mismas apareciera interesado en el aumento de
tarifas y que el aumento fuera visto como orientado a aumentar los salarios 359 .

358
Sin embargo, los socialistas abrían la puerta a una posible negociación señalando que, si Ñera
indispensable algún aumento en las entradas de la empresa, el mismo podría lograrse a través de la
exención de los pagos que ésta debía hacer a la Municipalidad.
359
Como señala Walter (1993: 70) días después del pedido de aumento por parte de las empresas, los
empleados de las empresas Anglo Argentina y Lacroze se habían declarado en huelga pidiendo
aumento de salarios y reconocimiento gremial. Después de tres semanas de huelga, la empresa había
424

Lamentando que tal adhesión permitiera que la actitud del Intendente no apareciera
corno un deseo de servir a las empresas sino a los doce mil obreros y empleados
tranviarios, el Editorial se orientaba a cuestionar el argumento que ligaba el auinento
de tarifas a las mejoras de sueldos:
"Las empresas, que han explotado y tiranizado inicuamente a sus personales, toda la
vida, al extremo de castigar como un delito toda tentativa de organización gremial,
¡afrontando ahora el descontento público sólo por el placer de mejorar la suerte de
ellos! Y los obreros ¡empeñados en que se permita a las empresas encarecerla vida
del pueblo para que ellos reciban una mínima parte del despojo! ¿Se concibe a los
obreros panaderos, o a los albañiles, por ejemplo, pedir a los patrones y a los
propietarios que suban, unos el precio del pan y otros los alquileres, para que luego
se les conceda a ellos un aumento de salario o cualquier otro beneficio?" (LV, 28-12-
19)360.

Finalmente, la Comisión de Hacienda del Concejo Deliberante, con el voto de los


concejales radicales, aprobó el aumento de tarifas. Tal decisión originó un duro
comentario de La Vanguardia quien, señalando que no era nuevo el interés radical
por intereses que estaban en pugna con los del pueblo, recordó que el Diputado
Oyhanarte había propuesto la elevación del impuesto aduanero al calzado, con lo que
había enriquecido a los fabricantes perjudicando a los consumidores. Subrayó
también que el mismo proyecto de aumento de tarifas era de origen radical,
recordando que el proyecto de jubilación propuesto años antes por el Diputado
Veyga hacía recaer todo el costo sobre el precio de los boletos y libraba de toda
obligación a las empresas. El diario socialista sostenía que no debía permitirse "que
las empresas eludan sus compromisos con el personal que siempre han explotado a
mansalva, y que eso les permita todavía sacar varios millones al pueblo de la
capital", y por eso llamaba al pueblo a tornar parte en la campaña de protesta que
organizaba el PS (LV, 3 1-12-19).
La prensa radical, especialmente el diario La Época, respondió a los argumentos
socialistas señalando que éstos parecían oponerse a los aumentos de sueldo para los
trabajadores tranviarios. La Vanguardia desmintió que el PS se opusiera a los

rechazado el segundo punto pero aceptado el aumento salarial, que le brindaba un motivo para pedir el
aumento de tarifas.
360
El diario socialista desmentía la supuesta preocupación del gobierno y las empresas por los salarios
obreros. Con respecto a los primeros, señalaba que su interés por los tranviarios se ligaba directamente
a "un cálculo electoral, teniendo su pago en los próximos comicios"; respecto de las empresas se
explicaba que de los 8 millones que las empresas obtendrían por el aumento sólo uno o dos irían a
salarios a la caja de jubilaciones que aún no se había creado, en tanto el resto iría "a engrosar las
ganancias de los accionistas de Londres, permitiendo también el aumento de los altos sueldos."(LV,
28-12-19).
425

aumentos justificados a los trabajadores de cualquier gremio, y recordó que los


socialistas no se cansaban de repetir que "frente al encarecimiento de la vida, uno de
los remedios más eficaces estriba en la elevación proporcional de los salarios". A
continuación, el diario socialista resaltaba que las empresas, procediendo con astucia,
decían a los obreros "si ustedes consiguen el aumento de las tarifas, nosotros les
concederemos todo lo que piden y alguna cosa más; si no consiguen el aumento, no
insistan en reclamar", y lamentaba que tales palabras encontraran eco en algunos
obreros tranviarios. El comentario dejaba ver las dificultades que tenían los
socialistas para compatibilizar el discurso universalista de defensa de los
consuniidores con la defensa de los intereses de un sector de los trabajadores:
"Emprender la lucha contra el público desorganizado, en lugar de llevarla a las
empresas (..) es una táctica que puede seducir por la facilidad y seguridad aparente
de sus resultados. Pero es una mala táctica. Del punto de vista de la actividad
puramente económica, los gremios obreros no deben, no pueden tener conflictos con
el consumidor; todas sus luchas van dirigidas contra el capital empleador, con el cual
estipula las condiciones de trabajo. Dei punto de vista de la acción política, ningún
gremio puede reclamar para sí ventaja alguna que haya de ser acordada a expensas
del interés general. Esto e4uivaldría a un verdadero privilegio y repugnaría los
sentimientos democráticos que animan y dirigen a las masas en su movimiento
ascensional hacia la verdad y la justicia." (LV, 5-1-20).

El 5 de enero, el PS llevó adelante un acto público en protesta por el aumento de la


tarifa tranviaria. Sin embargo, sólo dos días después, el Concejo Deliberante se
reunió en sesión extraordinaria para discutir la solicitud de las empresas. La posición
socialista fue defendida por Alejandro Coinolli, quien comenzó su intervención
reafirmando que los socialistas no estaban ni estarían nunca "contra los genuinos y
concientes obreros", y señaló que los aumentos eran injustificados porque los precios
de los insumos que habían aumentado con la guerra tendían a bajar y el de usuarios a
aumentar, mejorando la situación financiera de las empresas. Comolli cuestionó
también la falta de datos financieros de las empresas, y concluyó señalando que el
deterioro de los servicios hacía aconsejable marchar hacia la municipalización La
respuesta provino del concejal radical Pedro Imaz, quien defendió el aumento no sólo
por las mejoras salariales y la jubilación, sino por los incrementos de precios que, a
partir de la guerra, habían sufrido la electricidad y el combustible. Imaz también
señaló que el proyecto de municipalización del transporte público no había
funcionado en otras ciudades, agregando que el intento de realizarlo en Buenos Aires
sólo aumentaría la deuda municipal. (Walter, 1993: 70-71). Después de tres días de
426

duro debate, el proyecto de aumento de tarifas fue aprobado con una mayoría
formada por ocho radicales y tres conservadores; los diez ediles socialistas se
opusieron.
Ante la derrota, los socialistas mantuvieron la cuestión de los tranvías corno tópico
de campaña y reactivaron el tópico del "patriotismo sano" para cuestionar el
pregonado "nacionalismo" de los radicales. Así lo había hecho saber ya Comolli, al
terminar su intervención señalando:
"esperamos que ese cuerpo, emanado del sufragio universal, rechazará el aumento
solicitado, pero si se llegara a sancionar, diremos a los ediles que lo han votado; ese••
señor concejal ha defendido los intereses de los potentados británicos contra los
intereses permanentes de los habitantes de Buenos Aires; ese señor concejal ha
votado para que las rentas de los capitalistas ingleses se vean aumentadas a expensas
del pueblo trabajador argentino, que se sentirá indignado al ver que se le despoja
injustamente de algunos pesos anuales, que los había dedicado para el pan y el
vestido de sus hijos" (LV, 8-1-20).

Una vez conocido el dictamen del Concejo, la crítica socialista se cebó no sólo en el
"nacionalismo" de los representantes radicales, sino que también señaló que la
votación representaba ün desmentido de sus pretensiones "obreristas"361 362,
"nacionalistas" y aún "democráticas" 363 de la UCR. Sin embargo, y hasta las

16
' Al respecto, La Vanguardia explicaba que, con la medida votada, "el partido oficial ha querido
presentarse como capaz de amparar los intereses más opuestos, mereciendo la gratitud de las empresas
tranviarias que no han de olvidar el importante y valioso servicio". El diario socialista, luego de citar
como ejemplo de esa gratitud la propaganda que los capataces de la Anglo hacían para que el personal
concurriera al acto con el que se celebraba el aumento, sostenía que la agitación no era más que un
"infantil ardid" a través del cual "los radicales se proponen seguir adelante su mistificación obrerista,
que los ha llevado a las más desairadas aventuras." (LV, 13-1-20).
362
A cuestionar el "obrerismo radical" también contribuía el Editorial, publicado por La Vanguardia
el 10 de enero, que recordaba el aniversario de la "Semana Trágica". En él se afirmaba que "ya que no
es materialmente posible atribuir al gobierno la idea y la ejecución de un plan tan siniestro y salvaje,
que dio margen a escenas inauditas de terror, causando víctimas por centenares, cabe pensar que la
mayor responsabilidad por lo ocurrido cabe a las autoridades por la imprevisión y el pánico con que
encararon una huelga, no más violenta ni más extraordinaria de las que ocurren normalmente." Al
respecto el diario socialista recordaba los rumores que hablaban de atentados y de la formación de un
"soviet" señalando que la credulidad y las interpretaciones oscuras no podían admitirse en el gobierno
o en la institución policial. Sin embargo, y a pesar de hallarse en medio de la campaña electoral, la
atribución de la responsabilidad no recaía solamente en el gobierno, sino en el conjunto de las elites;
así, se explicaba: "En los caídos de la semana trágica, vernos las víctimas de un estado morboso de las
clases dirigentes argentinas, incapaces de encarar los problemas sociales contemporáneos con criterio
humano y sereno" (LV, 10-1-20).
363
Al conocerse el dictamen del Concejo, La Vanguardia señalaba que la votación permitía
comprobar que "la mayoría de la primera corporación municipal surgida del sufragio auténtico
(estaba) empeñada en favorecer a las grandes empresas en perjuicio del pueblo trabajador." A
continuación se señalába que la resolución del tema no se daría con un cambio de la tarifa, sino
solamente "con la municipalización del servicio tranviario". El diario socialista, haciendo más
explícitas las implicancias electorales del tema, concluía sosteniendo que "esto sólo puede llevarlo a
cabo un concejo municipal cuya mayoría sea capaz de excluir de sus preocupaciones los pequeños
427

elecciones, los ecos del tema tranviario pasaron a un segundo plano y los socialistas
emprendieron el tramo final de la campaña retomando las críticas a otros aspectos del
radicalismo.
En particular, los socialistas cuestionaron su falta de espíritu democrático, citando la
adopción de mecanismos "clientelares". Al respecto La Vanguardia señalaba que, a
la ya denunciada entrega de "vales de pan dulce" y a la venta de "carne garrapatada"
por parte de los Comités radicales, se agregaba la información acerca de
"( ... )un sistema de vales perfectamente organizado y que comprende todo lo qué
necesita una familia para la subsistencia: carne, pan, fideo, verduras, ropas (que).ha
sido implantado en esta capital por el club radical de la 20', pero que parece procede
de la provincia de Catamarca, donde ha sido ampliamente practicado durante la
kciente campaña electoral para la gobernación." (LV, 3 1-1-20)

El diario socialista, luego de explicar con detalle cómo se repartían los vales y los
productos y señalar la riqueza de los aspirantes a Diputados que empleaban tales
métodos, concluía preguntándose:
los que lo utilizan ¿votarán por el partido radical, o se burlarán de Irigoyen en
"( ... )

el cuarto oscuro? Cualquiera de esas dos actitudes nos parecería indigna. El voto no
puede amparar diabluras ni humillaciones denigrantes. Es un instrumento que no
puede ser usado más que en una forma: leal y honradamente. No lo entienden así,
naturalmente, los radicales para quienes todo el problema estriba en ganar las
elecciones, a fin de poder demostrar en el gobierno su incapacidad y sus apetitos. E
implica un verdadero sarcasmo este sistema de los vales, que en tiempos de
elecciones obsequia al pueblo algunos mendrugos, mientras lo mantiene famélico
durante el resto del año. Si con este humillante sistema consiguiera el Presidente
Irigoyen mantenerse en el gobierno, no podría jactarse de ello, pues sería el
Presidente de un pueblo de hambrientos y de desvergonzados." (LV, 31-1-20)

Sin embargo, los socialistas consideraban que la más grave de las prácticas
electorales radicales, más grave aún que la distribución de vales de comida, o "el arte
de ensartar injurias y mentiras" para difamar "a quienes dificilmente se puede
combatir con ideas claras y concretas" (LV, 1-2-20), era "el empleo de la violencia,
por parte de las huestes oficialistas" para obstaculizar o impedir la propaganda por
parte del resto de las fuerzas políticas. Al respecto, La Vanguardia recordaba que a la
prohibición de un acto socialista por parte de la policía había seguido un ataque a
balazos recibido por los manifestantes que pacíficamente cuestionaban la política
internacional del Presidente. El diario socialista denunciaba que los atentados que

cálculos electorales, sea fiel intérprete de las necesidades de la población y se halle empeñada en
servirla con inteligencia y honradez." (LV, 11-1-20).
428

pretendían desmoralizar a los adversarios del radicalismo eran alentados desde la


prensa radical, que consideraba que la decisión socialista de defender sus actividades
y repeler los ataques constituía "una provocación" y "un agravio a la cultura de la
ciudad". El diario socialista, sin ocultar su indignación ante tales afirmaciones,
concluía:
"Para los que han dejado circular los manifiestos de la Liga Patriótica incitando al
crimen, resulta ahora un delito, una falta, que un partido o un núcleo de ciudadanos.
se prepare a defender su libertad de reunión, supliendo la probada incapacidad de la
policía, no con las ínfulas de la Liga, que pretende amparar con la fuerza los
derechos de todo el mundo, sino simplemente en resguardo de los suyos. Con su
actitud cínica, el órgano oficial descubre cuáles son las poderosas y altas influencias
que amparan a las bandas entregadas a la depredación y el crimen." (LV, 1-2-20)

Al día siguiente, La Vanguardia informaba del fallecimiento del militante socialista


Roberto Cristina, quien había sido atacado por militantes radicales. La noticia iba
acompañada de un Editorial que sostenía que la situación de la ciudad de Buenos
Aires "azotada por las hordas del oficialismo radical" no encontraba comparación en
medio siglo de historia política. El diario socialista planteaba que el mal no era
menos grave por estar circunscripto a una zona de la Capital, la Sección 12a, en la
que se hallaba la residencia presidencial, e interpetaba que la misma tranquilidad
relativa que mostraban los radicales de otros barrios probaba cuáles eran los resortes
que movían a "la mazorca":
"Comprendemos todas las ideas mórbidas que puede provocar en muchos cerebros la
propaganda de los oradores radicales, que tiende a infundir el desprecio y el odio
hacia el adversario. Pero son otros, sin duda, los factores que intervienen
directamente en sucesos como los que se vienen desarrollando en la sección 12a Es
la complicidad o la tolerancia de arriba, de los comités o las autoridades, lo que
alienta la mazorca. El órgano oficial la ampara y fomenta sus hazañas ( ... ) El jefe de
policía, encargado de cuidar del orden en toda la capital, confiesa tácitamente su
impotencia ( ... ) Y el Presidente de la república, que se cree obligado a velar por los
derechos de los ciudadanos en el último rincón del país, no se entera de los desmanes
que aquí cometen sus correligionarios ( ... )" (LV, 2-2-20)

La Época respondió manifestando sus condolencias y llamando a la tolerancia, al


señalar que el respeto a las opiniones ajenas constituía "el más adecuado signo de
educación política" (La Época, 2-2-20). Desde La Vanguardia, que dedicó casi toda
su primera plana al sepelio de Cristina, se señaló que tales palabras eran tardías, pero
se agregó que, si eran sinceras, servirían para contener "los más graves excesos de la
mazorca". Tal consideración se basaba en el juicio, que se repetía, acerca de que los
grupos radicales no se movían "si no por la complacencia de las autoridades y de los
429

altos directores del partido radical", y que ellos podrían detenerlos 364 . Dirigiéndose al
pueblo de Buenos Aires, La Vanguardia concluía:
"La ola de barbarie y de concupiscencia se extendió primero al interior, y ahora
golpea a las puertas de la capital. El deber de todos los ciudadanos honestos, viriles y
conscientes es oponerle una valla insa]vable. El pueblo de la capital no debe admitir
actas de Diputados manchadas de sangre, o ha de darles el lugar que corresponde."
(LV, 3-2-20)

Las elecciones se acercaban y los socialistas realizaron una asamblea para elegir a
sus candidatos. Como en otras ocasiones, quien obtuvo más apoyo fue Juan B. Justo,
con 1660 votos, seguido de Agustín Muzio, Augusto Bunge, Enrique Dickrnann y
Federico Pinedo, entre otros (LV, 8-2-20). Al pie de la nota que daba cuenta del
escrutinio, La Vanguardia incorporó un breve suelto en el que se reproducía una de
las listas que circulaba en la Convención radical, a la vez que se informaba que la
misma había fracasado (LV, 8-2-20). Al día siguiente, el contraste era hecho
explícito en un Editorial que sefalaba que las convenciones radical y conservadora 365

364
La Vanguardia señalaba que La Época, aunque pretendía mostrarse distante de los desmanes, los
excusaba considerándolos "manifestaciones de entusiasmo partidario" con lo que plantearía una
censura a los radicales honestos y de buena fe que no participarían de tales actos por ser "menos
entusiastas". El diario socialista señalaba que "la mazorca" estaba compuesta por "los entretenidos de
los comités, y muchos pensionistas del presupuesto ( ... ) gente a la que le falta el sedante de las ideas y
sentimientos que la codicia del mando". Por ello planteaba la sospecha acerca de que hechos luctuosos
podrían repetirse ya que, explicaba, en los próximos comicios los radicales veían peligrar su situación
y el crimen no era un límite para quienes parecían haber jurado "jel poder- el presupuesto- o la
muert&". (LV, 3-2-20)
365
Aunque el foco principal de la crítica socialista recaía sobre los radicales, no dejaban de criticar
también a las fuerzas conservadoras. Así, a una visión no totalmente negativa del programa social de
los demócrata-progresistas y del conservadorismo bonaerense, lo que contrastaban con la ausencia de
programas en el radicalismo (LV, 30-12-19), seguía un comentario muy crítico de un manifiesto en el
que los conservadores lamentaban que los sectores opuestos al radicalismo no pudieran unirse. Al
respecto el diario socialista señalaba que toda la propuesta se basaba en la elección de "candidatos
calificados" y señalaba su confianza en que el pueblo de la Capital estaba lo suficientemente
esclarecido como para permitir que el PS venciera a la reacción representada tanto por la facción
gobernante como por los demócrata-progresistas y conservadores, que aspiraban a recoger su here.ncia
(LV, 21-1-20).
Aún más dura era la consideración que a los socialistas les merecía el discurso del Senador Joaquín V.
González, de quien se subrayaba que a partir de la cuestión del voto municipal se hallaba afectado de
"manía reaccionaria", preocupándose por la suerte de la clase media, considerando que era la más
numerosa y la que más sufría en la Argentina. El diario socialista respondía sosteniendo que era
sabido que para la clase gobernante argentina el pueblo era "chusma despreciable", y que por eso no
entraba en las consideraciones del "viejo oligarca" que sólo pensaba en las familias de modesta
fortuna y en los burócratas jubilados. La Vanguardia señalaba que aún más incomprensible era la
acometida que González realizaba contra los trabajadores extranjeros, señalando que todo firítaba en el
Interior, lugar donde consideraba debía buscarse "la salvación de la nación", porque "el 75% de
extranjeros que hay en la capital, desvinculados del país y que vienen con todos sus problemas y todas
las luchas de su país de origen, son un peligro." Estas palabras recibían una concluyente interpretación
del diario socialista:
430

mostraban cuánto más debería persistir la democracia argentina para que en su clase
gobernante se impusiéran las prácticas sanas de las democracias maduras. El diario
socialista continuaba subrayando que, en esa ocasión, la "nota aguda" había sido
dada por el radicalismo, que había debido postergar el nombramiento de sus
candidatos lo que, se explicaba, se debía;
"a las protestas airadas y a las violencias de los coneligionarios incondicionales del
señor Irigoyen, que, irritados por i la situación en que les coloca la inferioridad
numérica, se desquitan (.,.) dando rienda suelta a todas las manifestaciones de
incultura cívica, que son su especialidad." (LV, 9-2-20)

Una semana más tarde, y cuando la UCR aún no había logrado definir una lista, de
candidatos, La Vanguardia volvía, no sin deleite, sobre la "interna" radical. El punto
de partida era la afinnación de que lo que sucedía en la Capital no era más que la
repetición de lo que en esos afós se había vivido en el interior del país. "Las mismas
causas producen los mismos efectos", explicaba el Editorial, y un partido que no
tenía más miras que el disfrute del poder no podía, ya fuera en Jujuy o en la Capital
Federal, más que "dislocarse apenas se altere el equilibrio de las glorias y los
beneficios del gobierno." El diario socialista historiaba los permanentes conflictos
que habían cruzado las filas del radicalismo porteño, afirmando que sólo la presencia
de un "enemigo" como el PS había evitado el estallido de la disensión. Sin embargo,
explicaba, la presión de la Casa Rosada había llegado a ser tan fuerte que los

"Lo que lamenta el viejo oligarca es que la capital y muchas otras regiones del país, de vida social
activa, no gocen de la quietud de sus pagos riojanos, y que, aquí mismo, ese 75% de extranjeros sea
una mala levadura para la educación de la población argentina, que cuando el señor González era
Ministro no votaba sino con el gobierno y por los candidatos de éste. El sentimiento nacionalista del
señor González no le arranca una palabra de condenación contra las empresas extranjeras y los trusts
( ... ) ni su amor por la clase media lo excita a repudiar la codicia de la clase capitalista ( ... ) Se explica:
el camandulero político ha querido sólo dar un campanazo de propaganda electoral conservadora.
Estamos seguros de que ella se perderá en el vacío" (LV, 30-1-20)
La posición de los legisladores conservadores en defensa del trust azucarero y en oposición a la Ley
de Aduana y al impuesto a la renta merecería un Editorial en el que los socialistas volverían a plantear
su oposición a "dos fuerzas igualmente perturbadoras: los conservadores estáticos y el radicalismo
disolvente." (LV, 7-2-20). Días déspués La Vanguardia volverá a señalar el contraste entre "la
actividad sana e impersonal" y los métodos de "las facciones de la política criolla, (que) se mantienen
aferradas a los viejos métodos oligárquicos, o simulan un barniz modernista mediante la ostentación
de un mentido 'paternalismo obrero'. Reincidencias oligárquicas y simulaciones caudillescas, es todo
lo que ofrecen al país las fracciones —aparentemente renovadas- de la política criolla". (LV, 15-2-20)
Pocos días antes de las elecciones, el diario socialista insistiría sobre las semejanzas entre los radicales
y los grupos conservadores. Al respecto diría que para asemejarse más al "hipolitismo", los
demócrata-progresistas también depositaban su confianza y su fe en un hombre: Lisandro de la Torre.
La Vangudrdia se dirigía al pueblo para señalarle la amenaza que se cernía sobre él, tanto si triunfaban
los radicales como los titulados "demócratas" y concluía: "Cuidémonos de la reacción ilustrada, como
de la reacción demagógica radical." (LV, 28-2-20).
431

elementos mal vistos por ella no podían más que optar entre la rebelión o el suicidio.
La Vanguardia auguraba que, tal como estaba planteada, la situación no podría
terminar más que con la derrota de uno u otro bando, corno sucedía en el Interior del
país, en el que el radicalismo "se divide y subdivide, entregado a la guerra intestina
más despiadada", lo que le pennitía concluir: "En la capital, esto será la 'debacle' del
titulado radicalismo, que, aún manteniéndose compactamente unido, flaquea cada día
más ante el vigor del PS" (LV, 17-2-20).
Finalmente, a diez días de la elección, Yrigoyen logró imponer su lista de candidatos.
La Vanguardia daba cuenta de los métodos -designación de empleados pÚblicos
como convencionales, presiones de la barra para que los descontentos no le quitaran
el quórum a la Convención- a través de los cuales el Presidente se colocaba en
posición de influir sobre la composición de la Cámara. La conclusión era lapidaria:
"Con un Presidente que entiende corno Luis XIV que el estado es él, y que caréce de
toda capacidad para el gobierno, la vuelta al 'unícato' es singularmente grave. De un
parlamento sumiso puede salir la dictadura de hecho ( ... ) Necesario es que el pueblo
de la capital evite esta vegüenza y este grave peligro, en lo que está de su parte, que
es mucho, dando el triunfo al PS." (LV, 25-2-20).

Tres días más tarde, el CE del PS dio a conocer un Manifiesto electoral en el que,
luego de señalar que la evolución política internacional iba dejando atrás la política
personalista, se preguntaba si la política argentina podía seguir dominada por "el
juego vacío de facciones personalistas". Al respecto, los dirigentes socialistas
señalaban que luchaban contra radicales y conservadores que tenían por palabra de
orden "jPor o contra Yrigoyen!"; sin embargo, la argumentación dejaba ver que el
çentro de la critica se ubicaba en los radicales, de quienes se señalaba que ante la
presión socialista buscaban mostrar "apariencias obreristas". El Manifiesto,
planteando una explícita disputa acerca de la paternidad de las iniciativas sociales,
contraponía:
"En lucha ruda y tenaz los Diputados socialista han conseguido algunas reformas de
orden impositivo y legislación social ( ... ) y este gobierno, que proyectó aumentar los
malos impuestos ( ... ); que confia a clericales los primeros puestos de la
administración pública (...); este gobierno que respeta como sagrados los privilegios
de los latifundistas, que adula en sus intereses materiales y sus prejuicios al gremio
militar, que reincide en todas las mañas y farsas sangrientas de la política criolla, este
gobierno pretende que son suyas nuestras iniciativas triimfantes, quiere pasar por
reformista. El pueblo elector puede obligarlo a serlo de veras, dandó el triunfo a la
lista socialista en los próximos comicios." (LV, 29-2-20)
432

• A pesar de los "buenos augurios" de los que hablaba La Vanguardia, al día siguiente
del comicio (LV, 8-3-20), el triunfo correspondió nuevamente a la UCR que, aunque
no alcanzaba los grandes triunfos de sus primeros años de gobierno, evidenciaba una
• clara recuperación frente a las elecciones realizadas apenas concluida la "Semana
• Trágica". Mientras el más votado de los candidatos radicales, Arturo Goyeneche,
• obtenía 60347 votos, unos .5500 votos más de los que había obtenido Casás un año
antes, el más votado de los socialistas, Juan B. Justo, sólo obtenía 54992, unos 2500
menos que los alcanzados por Pinedo en 1919. El radicalismo obtuvo así 16 bancas,
quedando las siete de la minoría para los socialistas. Muy importante fue también la
elección realizada por el Partido Demócrata Progresista, cuyo candidató más exitoso,
Lisandro de la Torre, obtuvo 41750 sufragios (LV, 19-3-20). Si bien los votos
obtenidos no alcanzaron ni siquiera para que el líder demócrata-progresista ocupara
una banca, el aval recibido -principalmente en las secciones del norte de la ciudad, la
14', l9a y 20., dejaba ver que había un importante porcentaje de la población,
particularmente de los sectores más acomodados, que desconfiaba tanto de radicales
com.o de socialistas. 366
El diario socialista buscó dar cuenta de la derrota subrayando que la exigüidad de la
distancia entre las listas, unos cinco mil votos, se acentuaba si se tenía en cuenta el
modo en que se habían preparado los comicios. Al respecto contrastó la efectiva
prescindencia en materia electoral de dos figuras que no siempre había elogiado
cuando estaban en el gobierno, Roque Sáenz Peña y Victorino de la Plaza, con la
explícita parcialidad de Yrigoyen. El PS, explicaba,
"ha tenido que vérselas esta vez con un gobierno mucho más ducho, que en cuatro
años ha atesorado medios y experiencia para hacer pesar a su favor muchos y muy
poderosos recursos de la administración pública. Si a esta circunstancia se agrega el
franco y decidido apoyo prestado por la Iglesia católica a la lista de candidatos del
Presidente Irigoyen., se tendrá la explicación del triunfo numérico obtenido por los
radicales en las recientes elecciones, triunfo que, considerado del lado moral,
equivale a una derrota, pues señala la escasa superioridad que lleva sobre nuestro
partido la coalición de las fuerzas clericorradicales" (LV, 19-3-20).

El comentario se orientaba a dejar atrás las dudas y. especulaciones que pudieran


haber surgido de la derrota y concentrar las energías en intensificar la propaganda. Y

366
Más alejado de obtener una banca se hallaba Alfredo Palacios, cuyo apoyo había disminuido
sensiblemente respecto a elecciones anteriores, y sólo había alcanzado 8724 sufragios. El más votado
de los "socialistas internacionales", José Pendón, obtuvo 2937 votos y Eduardo Ternassi del Partido
Unitario, 672 votos. Deben destacarse también los 1257 votos obtenidos por la candidata del Partido.
Feminista, la Dra. Julieta Lanteri. (LV, 19-3-20). .
433

ese sería el sentido de la prédica socialista én los meses futuros: la "cueStión


electoral" quedaba atrás y había que centrarse en la defensa de los consumidores,
volviendo a cuestiones como la de los tranvías y el azúcar. Sin embargo, los
conflictos obreros y los rumores acerca de una supuesta "huelga general
revolucionaria", obligarían a los socialistas a volver sobre el viejo tema de la relación
entre Partido y sindicatos. .

Una relación d/icil: socialismo y sindicalismo

Apenas concluidas las elecciones,. La Vanguardia señalaba los llamativos puntos de


contacto entre los rumores de que los anarquistas estaban preparando una "huelga
general revolucionaria" y los que, a fines de 1919, habían advertido acerca de un
"complot" de los trabajadores rurales (LV, 14-3-20). Dos días más tarde, el diario
socialista señalaba que era sugestivo que el gobierno sólo detuviera a los anarquistas
días después de las elecciones, y lo explicaba por la tolerancia y hasta complacencia
con que el gobierno siempre había tratado al anarquismo, por saber que "si los
anarquistas no creen en la política, votan, en cambio, . a favor de los partidos que
combaten al socialismo". Esta "curiosa idiosincrasia" permitía explicar que "terribles
y sinceros revolucionarios" apoyaran al. radicalismo por ser el principal rival del
socialismo. (LV, 16320)367.
Alejados los rumores de complot, la mira se colocaba en las actitudes más oblicuas
que el gobierno mantenía con respecto a ciertos gremios, dejándolos hacer y
estableciendo así cierta complicidad. La Vanguardia retomaba una nota en que el
diario de "La Fraternidad" denunciaba la actitud gubernamental, que por un lado
anunciaba haber salvado al país de un siniestro plan de destrucción, mientras que por
otro "asiste impasible a los atentados que en determinada zona de los ferrocarriles del
estado consuma un sindicato anárquico contra los obreros organizados en esa

367
días más tarde La Vanguardia señalaba la rara circunstancia del descubrimiento, en el plazo de
un año, de "dos terribles complots destinados a cambiar la faz del país, pero en los que no ha habido.
• • más violencia que la prodigada inútilmente por la fuerza pública". La explicación socialista fincaba en
la influencia policial en el movimiento obrero y en "el exceso de ingenuidad de una buena parte de
nuestro proletariado que permite convertirlo en instrumento de charlatanes de toda calaña, y en
• protagonista de las más indignas farsas", como la que pretendía obtener la libertad de los presos
• sociales a través de la dinamita o de la organización gremial de un soviet de agentes policiales. (Lv,
18-3-20)
434

sociedad y en los de la Federación Fenoviaria que no secundan sus planes". El


periódico gremial señalaba las "curiosas connivencias entre los miembros del
sindicato y políticos de influencia en esos lugares". La denuncia llevaba a La
Vanguardia a recordar que no era la primera vez que los gobernantes radicales
habían fomentado y explotado la rivalidad entre los diferentes grupos de la
organización gremial y obrera, y a subrayar la "curiosa circunstancia" de que siempre
fueran "los elementos 'revolucionarios' e 'intransigentes' los más asequibles a los
manejos y los cálculos de los que mandan." (LV, 3-4-20).
El conflicto ferroviario parecía dificultar la relación relativamente pacífica que por
años el PS había mantenido con la FORA del IX° Congreso. Esta tensión se
manifestó también en el plano doctrinario cuando, a mediados de abril, José
Ingenieros dicté la célebré conferencia acerca de "La democracia funcional en
Rusia". Le respondió Enrique Dickmann quien, desde las páginas de La Vanguardia,
criticó duramente su tono antiparlamentario sosteniendo que no hacía más que glosar
la histórica crítica de conservadores y anarquistas, ante lo que repitió el viejo tópico
socialista: los problemas del actual parlamentarismo no se debían a la democracia
cuantitativa ni a la organización electoral sino "a la ignorancia e incapacidad de las
masas populares mantenidas en el error por las clase privilegiadas." (LV, 18-4-20).
Dickmann señalaba asimismo que ni en la literatura bolchevique ni en la
Constitución rusa, a la que citaba in extenso, podía fundarse la preferencia de las
corporaciones sobre los partidos 368 . El artículo relacionaba estas "confusiones" con
los buenos vínculos que mantendría Ingenieros con el yrigoyenismo, lo que era
reafirmado en una nota final en la que se señalaba, con, ironía, que, el folleto que
reproducía la conferencia estaba anunciado en grandes caracteres en "los diarios
radicales y presidencialistas, oficioso 'La razón' y oficial 'La Época" (LV, 19-4-20).
Al día siguiente, Ingenieros respondió negando la reunión con Yrigoyen y
explicando que en los encuentros que había tenido con otros funcionarios les había
recomendado ponerse en contacto con el bloque socialista e impulsar las medidas
contempladas en el "Programa mínimo" del PS, Partido al que, señalaba el célebre

368
Es interesante señalar que al mismo tiempo que Dickmann respondía a Ingenieros, Justo estaba
proponiendo su propia interpretación del socialismo a través de la serie de conferencias -a las que nos
referiremos con más detalle en el siguiente apartado- tituladas "El momento actual del socialismo".
De hecho la transcripción de la segunda conferencia fue publicada por La Vanguardia justo al costado
de la segunda parte de la respuesta de Dickmarin (LV, 19-4-20).
435

higienista, había seguido acompañando con el voto después: de abandonar su


militancia" (LV, 20420) 369.
La polémica súscitada, resumía dos días más tarde un Editorial de La Vanguardia,
había tenido la virtud de dar prueba de "los procedimientos tortuosos y de la falacia
del gobierno titulado radical" que a la vez que se reunía con "sociólogos avanzados"
podía estar encontrándose con "personajes de opuestas tendencias". El diario
socialista señalaba que la "doble acción del gobierno", posibilitada por su método
misterioso, había tenido "al servicio de sus planes a los más avisados espíritus
pseudorevolucionarios" enemigos de la política socialista que, en cambio, aparecían.
cerca de la radical y gozaban de la confianza de Yrigoyen. El artículo señalaba, con
optimismo, que "la tendencia a confiar demasiado en la influencia de los viejos
amigos del Presidente" estaba en bancarrota, y que "la organización obrera"
empezaba a encontrar más lógico dirigirse al Parlamento para reclamar el fin de las
Leyes antisociales y la amnistía para los trabajadores presos, que gestionar la
"gracia" del indulto ante el mismo Poder Ejecutivo que los había hecho condenar. Y
concluía señalando que era hora de que la clase trabajadora dejara de confiar en
protectores, para fiarse "en su propia fuerza, en su.' influencia públicamente
reconocida y ejercitada en todos los terrenos" (LV, 26-4-20).
Dos días más tarde, Ld Vanguardia volvía sobre las relaciones entre radicalismo y
sindicalismó citando como prueba las palabras, del Diputado radical Leonidas
Anastasi quien, como fruto de sus viajes por Estados Unidos, había sostenido que en
esos momentos el título de socialista no valía nada y que silo hacía "el de obrero
auténtico de las organizaciones gremiales ( ... ) sindicalismo libre y desprovisto de las
pasiones sectarias de los socialistas". Ante estas palabras el diario socialista auguraba
que la "baja adulación al sindicalismo" surtiría menos efectos de los que esperaban
los radicales, especialmente si después de esas manifestaciones de simpatía hacia l.a
organización gremial obrera, los Diputados radicales dejaban en pié "las espurias
leyes sociales dirigidas contra aquella" (LV, 29-4-20) 0 .

369
Como Arraga desmintió haber sido el intermediario para la realización de la reunión entre
Ingenieros e Yrigoyen (LV, 23-4-20), La Vanguardia contrastó su posición con la "franqueza" con
que Troise, Otro de los dirigentes sindicalistas participantes de la reunión, daba "amplias explicaciones
del papel que le ha tocado desempeñar en estos 'corretajes presidenciales" (LV, 24-4-20).
370
Sin embargo, pocos días después La Vanguardia informaba del surgimiento de "un nuevo 'paladín'
presidencialista": se trataba del periódico La Batalla Sindicalista, al que el diario socialista calificaba
de tan pro-radical como Julio Arraga. (LV, 7-5-20).
M .

En el mes de mayo la tensión disminuyó. La FORA pareció privilegiar el terreno


parlamentario y presentó ante el Congreso Nacional un pedido de derogación de la
"Ley de Defensa Social". Los socialistas saludaban "la sana evolución" que
representaba la iniciativa para una entidad que sólo diez meses antes había mostrado
su espíritu "estérilmente negativo" al rechazar la posibilidad de cualquier demanda
ante el Parlamento. El Editorial afirmaba que a la organización, que hacía tiempo
había abandonado la "gimnasia revolucionaria" de. la huelga general endémica tal
como la entendían los anarquistas, "le faltaba desprenderse del prejuicio
antiparlamentario", que no siempre garantizaba mantener a la organización gremial
alejada de las "combinaciones" políticas. Este comentario, que recordaba las
recientes discusiones respecto de la vinculación con el radicalismo, era retomado por
el diario socialista al interpretar que con su resolución, la FORA no sólo autorizaba
"los esfuerzos que los trabajadores realizan en el terreno político" sino que, al
realizar un reclamo al Parlamento, declaraba que a la clase obrera no podía serIe
indiferente la forma en que éste estaba constituido. (LV, 5-5 -20) 371 .

Este momento de convivencia entre los socialistas y la FORA tuvo su máxima


manifestación en la participación de los socialistas en la reunión conjunta que en San
Pedro mantuvieron la FORA y la Federación Agraria, y en el apoyo del PS al "pacto
de reciprocidad" que se buscaba establecer entre el movimiento obrero y los
chacareros, que habían sido objeto de la represión a comienzos y a fines de 1919
respectivamente. El pacto señalaba que estas dos entidades, que tenían un radio
distinto de acción, marchaban en modo paralelo en su finalidad de "libertar la tierra y
todas las fuentes de producción y de cambio, anulando la arbitraria apropiación del
capitalismo y de los terratenientes para ponerla a disposición de los trabajadores", y
se comprometían a apoyarse recíprocamente cuando una de ellas se propusíera
realizar acciones o movimientós cuya finalidad fuera de evidente interés común, o en
los casos en que sufriera un ataque "del cual resultara en peligro la existencia misma
de la organización" (citado en Marotta, 1975b: 285-286). Justo, que desde hacía
décadas había estado bregando por la alianza entre obreros y chacareros, participó de
la reunión elogiando a las cooperativas creadas por la Federación Agraria,

71
En la misma línea La Vanguardia saludaba el apoyo que la FORA daba a la presentación de Del
Valle sefíalando que no sólo reforzaba y prestigiaba la acción parlamentaria socialista sino que
también desmentía a quienes desautorizaban a los parlamentarios socialistas, diciendo que la clase
trabajadora no estaba con ellos. (LV, 23-5-20)
437

destacando las "intenciones políticas" de la entidad, expresadas al pedir leyes


agrarias, y subrayando la importancia del pacto firmado entre la FORA y la
Federación Agraria Argentina. Su discurso concluyó afirmando que el pacto tenía
porfin
"completar el movimiento social del trabajo argentinó en un sentido interesante: la
bandera roja que pasea por nuestras ciudades une la enseña de la Federación Agrária
Argentina con los colores celeste y blanco de la bandera nacional". (LV, 30620) 372

A esta unificación debía acompañar la que en esos mismos días emprendían los
ferroviarios. En los últimos días de junio, el V Congreso de la FOF había aceptado
la realización de una reunión orientada a la unificación con en la
que ambas entidades tendrían igual representación (LV, 29-6-20). El acuerdo'
alcanzado establecía que "La Fraternidad" continuaría agrupando al Personal de
Tracción y que el resto se organizaría en cuatro sindicatos agrupados en la
Federación Ferroviaria. Sin embargo, la concordia durarí.a poco, ya que pronto la
conducción de la Federación denunció que el "Comité de Propaganda Gremial" 373 no
se limitaba a sus alegadas funciones informativas, sino que impulsaba que las
secciones eligieran como delegados a obreros de filiación socialista. Ante lo que
consideraba un intento de usurpar funciones que eran de su "exclusiva competencia"
la Federación decidiría la expulsión de los miembros que participan de la reuniones
organizadas por los socialistas ante lo cual proponía la expulsión de los miembros del
sindicato que participara "en reuniones que tengan por objeto resolver asuntos de su
exclusiva competencia" (Marotta, 1975b: 291-292) 174
La tentativa de unificación ferroviaria terminaba acentuando las tensiones entre
socialistas y sindicalistas. Estas se agudizarían cuando la FORA, alegando que sus
Estatutos le imponían independencia respecto a los partidos, rehusara tomar parte en
la campaña que el PS emprendía contra "la carestía de la vida" y por el pago de los
salarios en relación al oro.
372
Las palabras de Justo generaron la objeción de quienes creían ver en ellas una afirmación
nacionalista. Al día siguiente La Vanguardia salió al cruce de posibles reacciones recordando que la
FAA había tornado corno bandera propia una "formada por los colores celeste y blanco dispuestos en
cuatro triángulos que se tocan por sus puntos" y que tal bandera era la que flameaba en las filas de
campesinos en huelga, y en los actos públicos, reuniones y congresos de la entidad, (LV, 1-7-20).
'n En realidad se trataba de la Comisión Socialista de Información Gremial (CSIG) que había sido
creada en septiembre de 1919,
174
La CSIG respondió enviando una circular a los gremios de la FORA dando a conocer sus fines y.
afirmando que, en lo planteado por la conducción de la entidad, no veía cargos concretos ya que los
Estatutos no prohibían que los socialistas se reunieran para ponerse de acuerdo entre sí, (LV, 23-9-20)
438

Hacia fines de 1920 disminuiría la polémica entre el PS y los sindicalistas. Por un


lado, los socialistas concentrarían sus fuerzas en la defensa de la mayoría que cuatro
años antes habían obtenido en las primeras elecciones comunales porteñas 375 ; por el
otro, la represión del gobierno de las agitaciones rurales pampeanas y el comienzo de
las masacres en la Patagonia volverían a cargar las tintas sobre el mentido
"obrerismo radic0" 376 . Finalmente, el PS se prepararía para su 1V 0 Congreso
Extraordinario, que tendría lugar en Bahía Blanca a comienzos de 1921, y en el que
se dirimiría la dura polémica interna con respecto a la Revolución Rusa y "Ja
cuestión de las Internacionales". La disputa provocaría una nueva escisión, Ja de los

" La nacionalización de la elección por parte de Yrigoyen permitió que, luego de una campaña en la
que los socialistas acusaron a los radicales de favorecer a las empresas de transporte y éstos
respondieron acusando a los primeros de "obstruccionistas", ligándolos con "la amenaza bolchevique"
(Walter, 1993: 74), los radicales vengaran su derrota de las primeras elecciones municipales
imponiéndose por un estrecho margen. Los radicales obtuvieron más de 56000 votos -un 38% del
total- contra algo más de 52000 -un 35%- de los socialistas (LV, 4-12-20). La principal diferencia con
la elección nacional fue la escasa participación electoral, 60% frente a un 72,9% de la elección de
Diputados.
A pesar del triunfo radical, y debido a las renuncias y a la reasignación de bancas, los socialistas
aumentaron su representación en el Consejo -pasando de 10 a 11 concejales- convirtiéndose en su
primera minoría, por lo que nombraron como Presidente a Alfredo Spinetto. Además, tenían la
posibilidad de aliarse con los "internacionalistas" y con los demócrata-progresistas para obtener una
ligera mayoría, lo que obligó a los radicales a apoyarse en los ediles conservadores. Como en períodos
anteriores la principal confluencia entre socialistas y demócrata-progresistas se darla en el
cuestionamiento a la política de transportes.
376
En el mes de diciembre La Vanguardia denunciaba cómo la policía impedía la agremiación de los
"peones de campo" de varias localidades del sudoeste santafesino. El diario socialista explicaba que
para realizar los "vergonzosos atropellos" la policía de la primera provincia regenerada decía
"interpretar el pensamiento del ejecutivo nacional" y concluía: "este es, en la práctica, el cacareado
'obrerismo' que van pregonando en los techos los aduladores del señor Irigoyen" (LV, 10-12-20).
Dos semanas más tarde, La Vanguardia informaba que una asamblea obrera en Puerto Deseado había
sido atacada por la policía; el resultado del "atentado sangriento" era de un muerto y varios heridos. El
diario socialista denunciaba el accionar de las "guardias blancas' compuestas de mercenarios que han
de pagar los patrones y las empresas" y agregaba que también los policías estaban al servicio de la
patronal. Pero el comentario final volvía sobre la responsabilidad del gobierno radical, al preguntarse
si la policía ",se atrevería (...) a cometer ciertas barbaridades si no contara con la indulgencia, o la
previa aprobación, del gobierno central". (LV, 25-12-20)
A comienzos de enero de 1921, la tensión aumentó. La Vanguardia informaba que en un "incidente"
habían caído dos obreros muertos y varios heridos, en tanto varios gendarmes y el jefe interino de
policía también estaban heridos. El Editorial señalaba que mientras la FORA había pedido la
remoción de los funcionarios implicados, las empresas, muchas de ellas extranjeras, habían pedido al
gobierno "el apoyo de la fuerza pública para meter en un puño a los obreros en huelga". El diario
socialista daba cuenta de cuál de los pedidos había sido escuchado: el gobierno no sólo no había
mantenido en sus puestos a los oficiales cuestionados sino que había resuelto enviar un buque de
guerra. La Vanguardia se preguntaba si así se intentaría sofocar los reclamos obreros en las regiones
en las que "la codicia y la prepotencia capitalistas" se manifestaban en toda su brutalidad; y concluía:
"El obrerismo presidencíal no podría ir más lejos. Donde los trabajadores no son temibles
electoralmente, las policías radicales se despachan contra aquellos de la manera más torpe y bárbara."
(LV, 5-1-21)
"terceristas", y tendría como consecuencia indirecta el desafuero del único Senador
socialista: Enrique del Valle Iberlucea.

La "cuestión de las Internacionales "y el Congreso Extraordinario de Bahía Blanca

Corno ya señalamos, desde 1917 el PS había mantenido una posición ambigua frente
a la Revolución Rusa. En marzo de ese año, la conducción partidaria -en particular
Antonio de Tomaso, que sería quien más extensamente se ocuparía del tema-, saludó
• la revolución que dernbó al zar e implantó un gobierno parlamentario (De Tomaso,
1917). Para el joven líder socialista, la revolución aparecía como un elemento que
permitía justificar la lectura de la "Gran Guerra" en términos de la lucha de la
democracia contra el despotismo: por eso mismo, con el paso de los meses,
observaría con temor la posibilidad de que el nuevo gobierno abandonara la lucha
contra los Imperios Centrales, Una vez producido el ascenso de los bolcheviques al
poder, de Tomaso publicó una serie de artículos en La Vanguardia en los que,
siguiendo la lectura de Kautsky, cuestionó que el régimen establecido en Rusia
pudiera ser interpretado corno una "dictadura del proletariado" en términos
marxistas, juzgándolo corno una "dictadura" a secas que, a través del terror, había
destruido las fuerzas que se orientaban a una evolución democrática, condición
esencial del socialismo futuro (Mullaney, 1982: 188). A fines de 1918, Justo y de
Tornaso viajaron a Europa como representantes del PS argentino, y también del
uruguayo, al Congreso Socialista Internacional a realiza.rse en Berna en el mes de
febrero y a la Conferencia de la Comisión: Socialista Internacional que tuvo lugar en
abril en Amsterdam. En Berna Justo fue nombrado vicePresidente del Congreso y
participó en la Comisión que elaboró una declaración sobre la Sociedad de las
Naciones; en la misma defen.dió el librecambio como condición esencial para la paz,
y lo mismo haría en Ámsterdam. Los socialistas argentinos también votaron por la
moción propuesta por el socialista sueco Hjalrnar Branting que reafirmaba la
indivisibilidad del movimiento socialista 'y denunciaba la dictadura establecida por
los bolcheviques (Muilaney, 1982: 190). Al hablar en el Congreso, de Tornaso
sostuvo:
"El socialismo no resultará por la violencia y el terror, sino por la adhesión
consciente de las masas, por la convicción de la mayoría de la necesidad y la bondad
440

de un orden n nuevo de propiedad y producción. Afirmemos, pues, con la resolución


Brantíng nuestro método de acción. Digamos que no es socialismo la creación de una -
guardia roja mercenaria, que sirve a la dictadura del proletariado como antes podía
servir al zarismo. Digamos que no es socialismo perseguir por el terror a la parte del
proletariado que no piensa como la mayoría adueñada del poder. Digamos que no es
socialismo la teoría del maximalista Bucharin cuando dice a un diario del gobierno
que 'el exterminio fisico de la burguesía es necesario en la revolución" (de Tomaso,
1919:210)

Durante su estadía en Europa, de Tornaso escribió unas "Impresiones de viaje" que


fueron publicadas por La Vanguardia y luego reunidas en el libro La internacional y
la Révolución (de Tomaso, 1919). Los artículos, que daban cuenta de las
deliberaciones en los Congresos y de los contactos con líderes del socialismo
internacional, corno Bernstein o Kerensky, llevaron a las filas del PS las posturas
críticas de la Revolución Rusa que de Tomaso había defendido en Europa. Estas
posiciones no dejarían de suscitar respuestas, incluso entre la conducción socialista:
Enrique Dickmann sostuvo que era ilusorio que un cambio tan profundo tuviera lugar
de un modo pacífico en un país atrasado corno Rusia; y Nicolás Repello sugirió que
los métodos adoptados en la agricultura rusa podrían ser aplicables en la Argentina.
Como sostiene Mullaney (1982: 191-192), el mismo Justo, aunque también había
votado la "resolución Branting", no compartía los juicios de de. Tomaso, y
simpatizaba con quienes consideraban que era prematuro adelantar juicios sobre los
eventos rusos. .
El debate continuó, aunque algo apagado, durante todo 1919. A reactivarlo
contribuyó la organización de la "Tercera Internacional", impulsada por Moscú, cuya
sola existenciá reunió a los sectores de la izquierda socialista que no habían
abandonado las filas del PS al escindirse los "internacionalistas". Sin embargo, al
menos por el momento, estos sectores, que comenzarían a ser identificados como
"terceristas", no planteaban una amenaza seria para la conducción del PS. Así, en el
XV° Congreso Ordinario, realizado en San Nicolás en noviembre de 1919, Justo
pudo dirigirse a 105 delegados señalando:
"(...) nosotros, que siempre hemos tenido un programa máximo de transformación
social, que hemos siempre aspirado a constituir la sociedad sobre bases de plena
libertad y justicia integral, sin retroceder nunca ante ninguna conquista concebible,
nos encontramos liquidada la guerra que no pudimos evitar, inseguros y vacilantes
(...) cuando la revolución rusa (...) estimula y anima los sentimientos y la
inteligencia de muchos socialistas, infundiéndoles el anhelo y la esperanza de
grandes realizaciones inmediatas." (citado en Dickmann, 1936: 28)
441

A este reconocimiento Justo agregaba, sin embargo, una aclaración, al llamar a


fortalecer la organización y la vida interna del PS. La prevención se dejaba ver en la
conclusión:
"Bienvenidos sean a nuestras filas todos los talentos, pero han de servir para ser
instrumentos de acción del Partido y no para servirse, de él a la consecución de
propósitos personales." (citado en Dickrnann, 1936: 28)

Los "terceristas" habían fracasado en forzar una definición del Congreso sobre el
tema internacional. Sin embargo, en marzo de 1920 avanzaron en su organización
como corriente interna a partir de la publicación del periódico que, en referencia al
grupo francés encabezado por Rornaní Rolland y Henri Barbusse, se llamó Claridad
Corno señala Mullaney (1982: 200), Claridad no se limitaría a proponer la inmediata
afiliación del PS a la "Tercera Internacional" sino que además lanzaría los más duros
ataques jamás vistos a la dirección del PS. El principal blanco de la crítica era de
Tomaso, de quien se cuestionaba no sólo sus artículos sobre la Revolución Rusa, sino
también su acción parlamentaria, preguntándose cómo los socialistas podían votar a
hombres que una vez electos para el Parlamento fraternizaban con los "enemigos"
del Partido. Las palabras de Claridad merecieron la respuesta del Grupo
Parlamentario Socialista, que solicitó al CE que sancionara a los miembros de la
revista.
En un intento de aliviar el conflicto, Justo dictó una serie de conferencias que se
titulaban "El momento actual del socialismo", y en las que presentaba una visión
matizada y compleja de la experiencia rusa. El líder socialista señalaba que si la hora
parecía de triunfo para el socialismo en ciertos aspectos -triunfos en Francia,
Alemania, Inglaterra y Bélgica, revolución en Rusia-;, era de confusión en otros -
derrotas de los socialistas australianos y norteamericanos, estancamiento del PS
Argentino, división entre quienes apoyaban a la "Segunda" y a la "Tercera
Internacional"-. Justo reconocía que la mirada del mundo se dirigía a Rusia, para
luego preguntarse silos socialistas argentinos no debían preocuparse por "países más
áfines". La pregunta era retórica y Justo pasó a ocuparse, corno en ocasiones
anteriores, de los socialistas australianos, señalando que ese partido, "mucho más
capaz, para la administración pública, que los gobiernos argentinos", no había
intentado "expropiar por decreto o por ley a los empresarios" y establecer por decreto
el cómunismo. Y explicó tal negativa:
442

"Si con esas aptitudes los gobiernos obreros de Australia no han pretendido en
ningún momento realizar la revolución social ha sido porque, no siendo marxistas, ni
llamándose tales, han comprendido lo más fundamental de la obra científica de
Marx; la base tecmcoeconómica de la historia. Los hombres, ha dicho Marx, son ante
todo productores, trabajan con sus manos, sirviéndose o no de herramientas y de
máquinas, sobre las cosas y los seres vivos para la satisfacción de las necesidades
humanas, organizan ese trabajo para la mejor economía social, y sobre ese
fundamento tecnicoeconómico de su sociedad crean la superestructura política que es
su complemento, que depende de la técnica y la economía y se subordina a ellas,
pero no puede por sí sola transfoniiarlas. Los australianos han comprendido la
relatividad de las funciones del Estado y de la ley, no han podido usarlos para
improvisar una sociedad perfecta, y han dirigido su esfuerzo hacia la capacitación
plena de aquel pueblo trabajador para desarrollar su organización social." (Justo,
1947: 307-308).

A continuación, Justo se refirió a la situación de atraso de Rusia y, luego de citar


largamente a Trotsky, señaló que los propios revolucionarios rusos iban
descubriendo que no era sencillo suplir las funciones técnicoeconómicas de la
burguesía y los profesionales, y que si la revolución significaba "elevación grande
del nivel de vida de los trabajadores", explicaba Justo, eso no se realizaba a través de
la expropiación, ya que no bastaba con abolir las entradas del privilegio sino que era
necesario "producir más y mejor, elevar la técnica y organizar mejor el trabajo y en
ningún caso trastornar la economía entera por medio de leyes y decretos que en ese
terreno son más capaces de crear como de destruir". (Justo, 1947: 312).
En la segunda de sus conferencias Justo se ocupó del "fanatismo autoritario" que,
sostenía, periódicamente reaparecía en el movimiento obrero; al hacerlo, hizo
referencia a la "política criolla" que, por basarse en la violencia y en "factores
irregulares", no podía ser más que rapaz y corruptora, manteniendo "a estos países en
su estado bajo el dominio de oligarquias locales." Y el líder socialista continuó
evocando:
"Toda mi experiencia política juvenil me llevó a mirar con odio y repugnancia la
intromisión de la fuerza militar en la política y convencerme de que lo fundamental
era promover en el país corrientes de opinión que prescindieran por completo del
elemento militar. En Europa, había seguido de cerca la aventura cesarista del famoso
general Boulanger (...) A mi vuelta, todavía sin ideas socialistas, fui de la Unión
Cívica de la Juventud, formada en el año 89 para mejorar la política del país ( ... ) Mi
manifiesta aspiración a que aquel naciente movimiento no tuviera vinculaciones con
el ejército hizo en el año 90 (...) yo ignorara su inminencia (...) Supe de la
revolución del 26 de julio cuando ya había estallado, y fui entonces al Parque, para
prestar los servicios de asistencia y evacuación de heridos que me fueron posibles.
Después de aquella revuelta, que ahora se magnifica hasta hacerla aparecer com.o uno
de los grandes acontecimientos de la historia argentina, las cosas siguieron como
antes." (Justo, 1947: 317-318).
443

La intervención de Justo —que permite percibir cómo en su pensamiento se unían


consideraciones doctrinarias y políticas, cuestiones internacionales y rmcionales, el
cuestionamiento a los maximalistas y a los radicales argentinos- explicaba que el
desencanto con la experiencia de la Unión Cívica lo había llevado a los grupos de
obreros organizados y a la lectura de Spencer, afirmando que el teorema spenceriano
de la evolución del tipo primitivo militar al tipo industrial primitivó había sido uno
de los motivos de su adhesión al socialismo. El líder socialista explicaba que Spencer
también le había hecho ver "lo relativo y lo imperfecto de la función del Estado, lo
muy poco que puede la ley, curándome así de todo fetichismo político, de toda
superstición por el poder de los hombres que hacen leyes y decretos" (Justo, 1947:
319). Y era a partir de esta idea de lo limitado del Estado y la política, que Justo
enjuiciaba la proclamación de la dictadura del proletariado por los bolcheviques,
señalando que la misma no podía ser más 'que "la dictadura del proletariado sobre la
sociedad rusa entera y de la dictadura del partido comunista sobre el proletariado".
Justo reconocía que en Rusia se estaba llevando un proceso de transformación social
profunda, para luego advertir que sería "insensato" tomar como norma de conducta
lo que sucedía en un país lejano, agregando que la dictadura, aún ejercida por los
hombres más inteligentes y más puros, era "un recurso de excepción que deja sin
ejercicio ni desarrollo muchas aptitudes populares. Los sujetos a la dictadura podrán
yivir mejor y acaso peor, pero serán siempre instrumentos pasivos y posiblemente•
inconscientes," (Justo, 1947: 324). El líder socialista, que había comenzado su
exposición criticando .el voluntarismo de los bolcheviques a partir de un duro
determinismo técnico-económico, concluía cuestionándolos desde un subjetivismo
moral377 .

Pero las palabras de Justo no acabaron con el conflicto interno, y a mediados de


1920, éste se acentuó por el planteo de algunos Centros proponiendo afihiarse
directamente a la "Tercera Internacional" (Mullaney, 1982: 209). A mediados de
agosto el CE decidió convocar a un 1V 0 Congreso Extraordinario para tratar la

'" Así lo reafirmaba al concluir la tercera conferencia afirmando: "Nuestro método de acción
colectiva no será completo mientras el socialismo no sea al mismo tiempo una norma de conducta
voluntaria y consciente. El socialismo sería ( ... ) una acción más o menos forzada y rebaílega, si no se
desarrollara como un estado subjetivo, como individualismo socialista, nueva moral que pueden todos
adoptar aún las personas ajenas a la clase trabajadora, y que será infinitamente más viable y fecunda
que el neocristianismo con el que algunos sueñan" (Justo, 1947: 333).
444

"cuestión Internacional". En los meses que faltaban para la realización del Congreso
La Vanguardia habilitó secciones para el debate acerca del tema, pero sus Editoriales
y notas principales brindaron, corno en otras ocasiones, sostén a las posiciones del
oficialismo partidario. Así cuando, a mediados de septiembre, el diario citó algunos
de los puntos que la "Tercera Internacional" proponía a los independientes alemanes
para aceptarlos en su seno, concluyó que los mismos -que incluían el abandono de la
vía electoral, de la libertad de prensa y las reformas y el elogio del empleo de la
fuerza y terror- provocarían asombro entre los obreros, ya que significaban
"( ... ) el abandono de todos los métodos socialistas para la conquista del. socialismo y
reemplazarlos por un llamamiento a las armas. Todo aquello que el proletariado ha
combatido siempre por todos los medios, la abolición de la libertad de prensa y de
palabra, es llevado aquí a la altura de un principio." (LV, 13-9-20).

Los puntos citados, diez en total, eran sólo algunos de los célebres "21 puntos" que la
Internacional Comunista había definido como "condiciones de admisión" en su
Segundo Congreso realizado en Moscú entre julio y agosto de 1920. Con su
aprobación la "Tercera Internacional" llamaba a "expulsar de todos sus movimientos
de mayor o menor responsabilidad en el movimiento obrero a los reformistas y a los
centralistas (sic.)", a luchar contra la Internacional de Amsterdam y a revisar las
tácticas socialdemócratas. El punto 21° concluía: "Aquellos miembros del partido
que, por principió, rechacen las condiciones y las tesis fonnuladas por la
Internacional Comunista deben ser expulsados del Partido." (LV, 7-1 1-20) Como
señala Mullaney (1982: 213) los líderes socialistas dieron la bienvenida a los "21
puntos", confiando en que la naturaleza de las condiciones no sólo confirmaría el
carácter sectario de la "Tercera Internacional" sino que seria inaceptable para la
mayoría de los socialistas, que no tendrían más opción que rechazarlos.
Al acercarse el Congreso Extraordinario, las páginas de La Vanguardia se centraban
cada vez más en "la cuestión de las Internacionales". Se daba cuenta del escenario
internacional, prestando atención a las respuestas que los diferentes partidos
socialistas daban a los pedidos de adhesión a la Internacional Comunista 378 pero ,

también se hacían alusiones a la situación argentina, planteando irónicas alusiones a

378
Se citaba la carta de los laboristas ingleses quienes, luego de recordar que no habían dudado en
ayudar a la Revolución Rusa y denunciar la política de los "aliados" en su contra, agregaban que eso
no implicaba la aprobación de los métodos bolcheviques, de las injurias que echaban sobre los líderes
socialistas, ni del gobierno de una minoría sobre la mayoría. (LV, 19-10-20)
445

"maximalistas criollos" como Ingenieros 379, o como los yrigoyenistas que formaban
el "soviet de Tucumán" (LV, 21-10-20) pero que no dejaban de repartir por la
provincia estampitas de San Francisco de Asís (LV, 2-1 1-20).
En el mes de diciembre se intensificaron los preparativos para el Congreso
Extraordinario. La Vanguardia denunciaba que miembros del Partido Socialista
Internacional -que a fines de diciembre realizaría su propio Congreso, en el que
aceptaría los "21 puntos" y adoptaría el nombre de Partido Comunista-, concurrían a
los Centros Socialistas para apoyar las posiciones "terceristas" (LV, 2-12-20). Por su

379La "cuestión internacional", como en tantas otras ocasiones, se relacionaba con las vinculaciones
con otros actores del escenario político nacional, en particular con el radicalismo. La relación entre
radicalismo y "tercerismo" había sido trazada al volver sobre la vinculación planteada meses antes
entre Ingenieros e Yrigoyen. El "brillante publicista", señalaba el diario socialista, había logrado
finalmente conocer el pensamiento íntimo del líder radical, lo que lo había llevado a afirmar en una
gira fuera del país: "Irigoyen es un maximalista verdadero". La Vanguardia concluía sosteniendo, con
ironía, que era la modestia de Ingenieros la que le impedía confesar que era él quien había "convertido
al maximalismo al Presidente, que, 'malgre tout' no se apea de las leyes antisociales". (LV, 28-8-20).
Días más tarde, Ingenieros respondía con una carta en la que negaba ser el autor del calificativo sobre
Yrigoyen agregando que proponía un programa para el caso de que Yrigoyen fuera realmente un
"maximalista". El diario socialista, luego de recordar la debilidad que Ingenieros había tenido por otro
"hombre-símbolo" como Roca, subrayó que uno de los puntos del programa propuesto, la clausura del
Senado y la Cámara de Diputados, mostraba que su autor compartía con Yrigoyen la "fobia
antiparlamentaria, cargando sobre el congreso toda la culpa de lo que se hace o se deja de hacer",
excluyendo de toda culpa al Presidente. El duro comentario concluía señalando que Ingenieros
encontraba "que el maximalismo sería realizado si algún charlatán o embaucador tocara el corazón del
Presidente y el pueblo trabajador se cobijara bajo la protección de su poder supremo, recibiendo como
humillante favor lo que él mismo debería conquistar con su esfuerzo y mantener con su disciplina
constante. Comprendemos la dictadura del proletariado, donde ella es factible y no cabe otra cosa:
pero repudiamos el maximalismo del doctor Ingenieros, quien nos brinda con la dictadura del señor
Irigoyen, reservándose aquél, acaso, el papel de Trotsky, dado que en el de Lunatcharsky nadie estaría
mejor, según el mismo planeador de programas, que el señor Salinas." (LV, 2-9-20).
Pero las acusaciones no se limitaban al "maestro de la juventud" sino que recaían también en sus
jóvenes interlocutores. El 5 de octubre La Vanguardia informaba que los radicales fomentaban
oficialmente el "extremismo", citando el ejemplo de Enrique Barros -dirigente de la Federación
Universitaria Argentina (FUA) que tenía fuertes contactos con Yrigoyen-, quien había sido anunciado
como corresponsal del periódico de los terceristas Claridad (LV, 5-10-20). Dos días más tarde, y ante
la protesta de otro líder estudiantil reformista, La Vanguardia reproducía una nota de su corresponsal
en Rosario, que planteaba qué Gregorio Bermann iba a Europa designado por Yrigoyen para ocupar
un consulado y que se manifestaba "tercerista" (LV, 7-10-20).
En diciembre los socialistas volverán a denunciar las relaciones entre los líderes universitarios que
adoptaban un discurso revolucionario y los dirigentes radicales. Así, al comentar el número 59 de la
Gaceta Universitaria de la Federación Universitaria de Córdoba, se destaca que en esta hoja
"revolucionaria" "no hay una palabra de condena para la fuerza de corrupción, de intriga y de
jesuitismo que desarrolla la iglesia en Córdoba, hermanada y confundida hoy en aquella provincia con
el partido radical; se lanzan, en cambio, envenenados ataques al PS y a sus hombres" (LV, 5-12-20).
Al día siguiente, un artículo titulado "Cátedras para socialistas" señalaba el temor de que Yrigoyen
hubiera adoptado una nueva táctica, favoreciendo la captación de intelectuales socialistas a partir de la
invitación para ocupar cargos universitarios, citándose al respecto los casos de Alberto Palcos y
Roberto Giusti, no casualmente dos "terceristas". (LV, 6-12-20). El comentario suscitó una airada
respuesta de Giusti, electo poco tiempo antes como Concejal, señalando que llevaría al Grupo
Socialista la cuestión, y que si éste así lo dispusiera renunciaría a la banca, pero no a las cátedras que
ocupaba "con derecho y sin desdoro" (LV, 8-12-20)
parte, los líderes socialistas presentaban su propia propuesta que, astutamente, no
consistía en• la adhesión a la "Segunda Internacional", que no concitaba grandes
entusiasmos, sino en la formulación de unas "Bases de declaración de principios y
estatutos para la reconstitución de la Internacional Socialista" (LV, 3-12-20), que,
planteando la necesidad de una reunificación del movimiento socialista, evitaban la
opción por alguna de las Internacionales existentes.
Pero junto a estas propuestas contemporizadoras los líderes socialistas ordenaban la
expulsión de los af.liados nucleados en la revista Claridad -que durante la campaña
había sostenido que el PS estaría mejor sin representantes que con aquéllos que
buscaban su propio interés, y que había aconsejado a los Centros asegurarse que los
candidatos a las elecciones municipales fueran dignos del Partido y el proletariado.
(Mullaney, 1982: 225). Y a pocos días del Congreso Extraordinario, el planteo del
CE no hizo más que agudizar las tensiones.
El 8 de enero comenzó a sesionar el IV° Congreso Extraordinario en Bahía Blanca 380 .

Ya las primeras votaciones dejaron ver el conflicto entre la conducción partidaria y


los sectores "terceristas", así como la leve mayoría que ostentaban la primera.
Cuando al discutirse las acreditaciones José P. Barreiro, encolumnado entre los
"terceristas", cuestionó los diplomas de Adolfo Dickmann y Antonío Zaccagnini, su
planteo fue derrotado por 60 votos contra 40. A continuación, y cuando pasó a
votarse la presidencia del Congreso, Juan B. Justo derrotó a Augusto Bunge por 4325
a 4082 votos —nominales- (LV, 9-1-21). La división se manifestó también en tomo a
la propuesta de la conducción, planteada por el delegado Zaccagnini, sobre la
necesidad de nombrar una comisión para estudiar las posturas y definir mociones
respecto a la "cuestión de las Internacionales". La izquierda consideraba que tal
380
Ese mismo día y volviendo a mostrar en qué dirección inclinaba sus poderosas liierzas La
Vanguardia publicó un Editorial que, luego de subrayar que las simpatías por la Revolución Rusa eran
compartidas por los trabajadores de todos los países, se preguntaba: "Como afirmar, entonces, que
quienes no están con la 3" Internacional están contra la revolución rusa ( ... )? Y si hay quienes critican
la pretensión muy general de juzgar desde aquí a los socialistas rusos y su obra ¿Cómo admitir que
ellos nos juzguen desde allí sin equivocarse, y sepan quienes pueden ser aquí más útiles a la causa de
la revolución (o.)?". A continuación, el diario socialista volvía sobre el escenario nacional para
preguntarse por las consecuencias que tendrían las resoluciones del Congreso de Bahía Blanca,
planteando: "No difamemos al parlamento más de lo que lo hace el Presidente Yrigoyen, ni
despreciemos las reformas o las leyes obreras ( ... ) Y cuando todo el mundo advierte la necesidad de
establecer una perfectá inteligencia entre el movimiento político y gremial, para el mejor éxito de la
lucha contra el capitalismo y el estado, ¿hemos de contribuir a que la organización obrera se debilite
con nuevos desgarramientos?" (LV, 8-1-21).
Como en otras ocasiones tres preocupaciones destacaban en la argumentación socialista: la crítica a
Yrigoyen, la defensa del Parlamento y la acción reformista, y las relaciones entre Partido y
organizaciones gremiales.
447

comisión era innecesaria pero, nuevamente, triunfó la posición de la conducción


partidaria. La primera sesión del Congreso se cerró con un cuarto intermedio para dar
tiempo al trabajo de la Comisión (LV, 9-1-2 1).
Previsiblemente, en ella no hubo consenso y produjo dos dictámenes. El de la
mayoría, con las firmas de Repetto, de Tomaso y Bronzini, proponía:
"El IV Congreso Extraordinario del PS saluda calurosamente a la revolución rusa,
que ha derrumbado la opresión secular del zarismo y llamadó a una nueva vida
política y social a las masas trabajadoras de la ciudad y las campañas, y hace votos
por que alcance pronto la realización de sus ideales y resuelve: 1. Separarse de la II
Internacional ( ... ) 3. Aprobar las bases de declaración de principios y estatutos de la
Internacional elaborados por el CE, encargando a éste que los comunique de
imnediato, lo mismo que el programa de acción del grupo parlamentario, a todos los
partidos socialistas de los demás países, para que los tengan en cuenta a los fines de
la reconstrucción de la unidad de las fuerzas socialistas internacionales." (LV, 10-1-
21).

El de la minoría, que llevaba las firmas de José Pedro Barreiro y José García,
proclamaba:
la necesidad de desarrollar una intensa propaganda revolucionaria entre las
"( ... )

masas obreras y campesinas, haciéndoles comprender la imposibilidad total de


alcanzar su emancipación sin el derrocamiento violento del estado capitalista, y por
la constitución inmediata de los órganos de defensa de las conquistas revolucionarias
y proletarias, e impedir en la esfera del Partido toda debilidad o colaboración con la
burguesía. En consecuencia, manifiesta su repudio más absoluto por las tácticas y
procedimientos de la II Internacional y de sus hombres dirigentes, y resuelve: 1°
Separarse de la II Internacional. 20 Adherirse a la III Internacional." (LV, 10-1-21).

Junto a esta moción, los delegados de la minoría adjuntaron un "Plan de Acción" que
proponía constituir una mayoría "comunista" dentro de las organizaciones obreras, y
concurrir a los Parlamentos y comunas para convertirlos en tribuna de propaganda
revolucionaria.
Una vez abierto el debate, el informante del despacho de mayoría, Teodoro Bronzini,
señaló que la propuesta de la minoría no implicaba una simple adhesión a la "Tercera
Internacional", sino "un programa inmediato de conducta que el Congreso no podía
discutir". Bronzini agregó que la minoría proponía un cambio radical en las
concepciones y el modo de hacer política del PS, afirmando:
"Creíamos hasta ahora que era hacer obra revolucionaria capacitar en la lucha diaria
a la clase obrera para la asunción del poder y la dirección de la producción. Nos
encontramos ahora con que hay que derrocar las instituciones actuales, lo que
implica la dictadura del proletariado." (LV, 10-1-2 1).
448

Le respondió José García, informante del despacho de minoría, señalando que el


curso de acción propuesto era "una consecuencia lógica de la tendencia hacia la
tercera". García sostuvo que el proyecto de reconstrucción, presentado por la
dirección partidaria, no modificaba en nada lo existente, que sólo servía el mismo
vino en copas viejas, concluyendo en cambio que debía abandonarse la "Segunda
Internacional" por haberse demostrado que estaba al servicio de los capitalistás. (LV,
10-1-21)
El debate fue largo y previsible. Como señala Mullaney (1982: 228-229), sus rasgos
parecían repetir los de la discusión acerca de la "neutralidad" en el Congreso
• Extraordinario de 1917: los principales sostenes del argumento de la mayoría eran
• los Diputados Repetto, Di Tomaso y Dickmann, para quienes la "Tercera
Internacional" era sectaria y proponía cursos de acción que no eran sustentables fuera
de Rusia; y los defensores del proyecto de la adhesión a la "Tercera" eran
principalmente miembros de base de escasa notoriedad en las filas partidarias.
La excepción era Enrique del Valle Iberlucea, único Senador socialista, que aunque
• siempre había mostrado cierta independencia frente al núcleo justista, había sido un
• entusiasta -tal vez el más- partidario de la ruptura de relaciones en el debate de 1917.
En el Congreso de Bahía Blanca, del Valle Iberlucea, tal vez reconociendo sus
propios cambios, señaló que los socialistas no podían escapar a los acontecimientos
•que se desarrollaban en el viejo mundo, en particular la Revolución Rusa. Consideró
que el apoyo a esa revolución y la adhesión a la "Tercera Internacional" estaban
indisociablemente ligadas y, con palabras que tendrían hondas consecuencias
políticas, fundamentó la necesidad de tal apoyo:
"La destrucción del régimen capitalista es la base fundamental de la tesis socialista.
No cree en la eficacia de la democracia burguesa, ni en la conquista de las
instituciones burguesas. El día en que el proletariado lograra conquistar a éstas, la
• burguesía acudiría a los medios violentos para no dejarse desalojar por vía legal.
Cuando el proletariado alcance un alto grado de emancipación política, el gobierno
burgués opondrá a ello medios de violencia. Por eso la emancipación del trabajo sólo
• puede hacerse por medio de la revolución. La dictadura del proletariado es esencial
para la emancipación de la clase obrera (...) La República de los Soviets se
encuentra ahora en el primer período de la sociedad comunista, pero no puede
negarse que su gobierno es socialista. No podemos rechazar la tesis de la dictadura
del proletariado, la que puede asumir varias formas, de acuerdo con las modalidades
•de cada país." (LV, 10-1-21).

Del Valle Iberlucea aclaró que la afiliación a la "Tercera Internacional" no implicaba


"el estallido inmediato de la revolución", pero agregó que el socialismo había
MALOJ

entrado en "el período catastrófico de la revolución", concluyendo que el mundo


había entrado en un estado revolucionario y que para eso debía prepararse el PS.
Al final del largo debate se procedió a votar el dictamen de la mayoría. Mientras el
primer punto, que proponía separarse de la "Segunda Internacional", obtuvo un
amplio apoyo, el "Plan de Acción" propuesto por el Grupo Parlainentarjo sólo fue
aprobado por estrecho margen —4494 votos contra 4138-, y las "Bases para la
reconstrucción de la Internacional" propuestas por el Comité fueron rechazadas —por
4242 votos contra 4520-. La moción saludando a la Revolución Rusa fue unificada
con otra similar del proyecto de minoría y aprobada. A continuación, lo decisivo, se
votó el despacho de la minoría proponiendo la adhesión a la "Tercera Internacional",
el que fue rechazado por 5013 votos contra 3656. (LV, 11-1-21).
La conducción partidaria se había impuesto. Los líderes socialistas, en particular
Justo, esperaban que la insatisfacción no diera lugar a una nueva división; sin
embargo, pocos días después del Congreso, muchos militantes "terceristas" bajo la
influencia del grupo Claridad, comenzaron a organizar una "Conferencia de la
izquierda" en la que decidirían si permanecer en el PS o abandonarlo para llegar a
algún acuerdo con el recién fundado Partido Comunista Argentino (Mullaney, 1982:
235). Los afiliados que adhirieron a estas iniciativas fueron expulsados y los Centros
cerrados 381 ; finalmente, en el "Congreso de las izquierdas", realizado en Avellaneda
a fines de febrero de 1927, la mayoría de los "terceristas" decidió el ingreso "sin
condiciones" al Partido Comunista (Corbiére, 1987: 21). Sin embargo la figura más
visible del "tercerismo", el Senador Enrique del Valle Iberlucea, aunque protestó
ante las medidas disciplinarias definidas por el CE, permaneció en las filas del PS.
Esto no lo libraría, sin embargo de ser acusado por sus dichos en el Congreso,
acusación que generaría una nueva y dura disputa entre el PS y el gobierno radical.

Una "monstruosa maniobra política ": el desafuero a Enrique del Valle Jberíucea

Días después del Congreso Extraordinario, el fiscal Antonio Bustamante acusó a del
Valle Iberlucea de sedición, rebelión y ruptura del orden constitucional. La
Vanguardia ridiculizó el particular constitucionalismo de un gobierno que buscaba
381
Mullaney (1982: 237-238) estima que la expulsión de los "terceristas" hizo que el PS perdiera
71Centros de un total de 260, un 28%.
450

detener al socialista por sus dichos contrarios al orden constitucional, en un país en el


que los políticos amenazaban con levantarse por cualquier cosa y se organizaba la
"Liga Patriótica" (LV, 12-1-21). El juez federal de Bahía Blanca, el Dr. Emilio
Marenco, consideró que el Senador socialista había propuesto la adopción de.
políticas que implicaban el derrocamiento violento del Estado y la transformación
total del país, acusándolo de violar la "Ley de Defensa Social", y recomendando una
pena de cuatro años de prisión pidió al Senado que revocara sus fueros
parlamentarios. .
Para los socialistas, el juicio a del Valle Iberlucea era una "monstruosa maniobra
política" inspirada por los radicales con el apoyo de algunos Senadores
conservadores y un "miembro corrupto" del Poder Judicial para silenciar la voz del
único .Senador socialista. Así, Justo respondió al exhorto con el que el juez lo
convocaba a declarar en la causa señalando que defendía "la más completa libertad
.de palabra" y consideraba a la "Ley de Defensa Social", en la que se basaba la..
acusación, como una "ley de clase" que debía derogarse, a la vez que se preguntaba:
",Qué significa la violencia verbal y abstracta en un país donde la violencia de hecho
tiene todavía en la política tanto papel? Donde se ha podido llegar a ser Presidente de
la república sin más antecedente positivo de hombre de gobierno que el haber pasado
años sobornando oficiales del ejército y encabezando sangrientas revueltas? (LV, 8-
6-21).

Justo continuó señalando que como legislador le interesaba que el Grupo Socialista
mantuviera toda su fuerza, por lo que rechazaba que se acallara a quien, en el
Senado, había prestado tantos servicios al pueblo. EL líder socialista pidió ser
excusado de declarar en la causa, y concluyó sosteniendo, con ironía, que el juez
debía considerarlo inhabilitado para prestar tal declaración por su eventual condición
de "cómplice" del acusado, ya que era él mismo quien había propuesto que el
Congreso Extraordinario del PS "convocado para tratar ternas subversivos" se
realizara en Bahía Blanca, territorio de competencia de su juzgado; y que había sido
él también quien, corno Presidente del Congreso, había dado la palabra al acusado y
no lo había llamado al orden enel curso de su exposición (LV, 8-6-21).
Más allá de sus diferencias con del Valle Iberlucea, también se excusaron Repetto y
de Tomaso; sin embargo el juez Marenco rechazó esos pedidos e intimó, bajo
amenaza de arresto, a los legisladores socialistas a presentarse a declarar (LV, 23-6-
21). Esta actitud fue elogiada por el diario radical La Época, que señaló que el auto
que Marenco había adoptado perfilaba "con rasgos netos toda una figura de
451

magistrado (...) que sabe defender tan dignamente la dignidad de la justicia corno el
imperio de la ley" (La Época, 23-6-2 1). El diario socialista, luego de declarar que los
elogios de La Época decían demasiado de los propósitos que perseguía el juez,
cuestionó el escrito de éste -que hablaba del "odio común a la ley de todos los
socialistas" a los que equiparaba con los anarquistas, y hablaba de "agitaciones
exóticas, hijas de], odio de clase y simbolizadas en. el pendón rojo, con miras a
convertir a nuestra libérrima república en una sucursal de los sangrientos y
dictatoriales bolshevikis rusos"- señalando:
"Y con esta tirada digna de la liga tenebrosa, se pretende establecer un contraste, que
por cierto n.os beneficia, entre la acción ciudadana, tranquila, pacífica, del Partido
Socialista, y la de los motineros que hubieron de provocar la sangrienta tragedia de
Pirovano!" (LV, 24-6-2 1).

A mediados de julio, el Senado se aprestaba a tratar el pedido de desafuero de del


Valle Iberlucea. En la sesión del 19, el Senador radical por Entre Ríos, Martín
Tormo, propuso que tres días después se realizara una sesión especial en la que se
tratara el pedido, con o sin el despacho de la Comisión de Asuntos Constitucionales.
El 22 de julio comenzó el debate en el recinto; aún no había despacho de la
Comisión, ya que mientras dos de sus miembros consideraban que la cuestión caía
dentro de los causales de desafuero contemplados por el Artículo 62° de la
Constitución, otro de sus miembros, el Senador Joaquín V. González, consideraba
que la gravedad de la cuestión, que implicaba "privar de la representación a uno de
los estados argentinos" ameritaba que todos los Senadores examinaran el sumario,
por lo que proponía otorgar un plazo de ocho días para estudiar el asunto. Pero la
moción de aplazamiento propuesta por González fue finalmente derrotada por una
mayoría formada por radicales y conservadores, por lo que se entró de lleno en la
cuestión. (Diario de Sesiones de la Gárnara de Senadores, 1921: 145),
La Vanguardia dio cuenta de la premura, señalando que el cuerpo, "el baluarte más
firme de la oligarquía dominante, la genuina expresión del conservatismo en todos
los aspectos", que no tenía tiempo para ocuparse de las reformas del código penal, de
las leyes agrarias, de la jornada de trabajo de 8 horas, de la ley de alquileres o de las
leyes monetarias- se entregaba, con gran precipitación "a la tarea de librarse de un
huésped incómodo, del representante del .PS, dando a la vez una alta nota
reaccionaria, con fines mezquinamente electorales". Como en otras ocasiones, el
artículo ponía el centro de la crítica 'en los radicales al concluir:
452

"En su acción general, como en la marcha del absurdo proceso al Senador socialista,
el Senado no aparece regenerado con la presencia de ocho Senadores radicales. La.
'reparación' no ha mejorado las cosas, ahí tampoco; ¿Las empeorará?" (LV, 23-7-
21).

Al día siguiente La Vanguardia, planteando una lectura que relacionaba el juicio a


del. Valle Iberlucea con las futuras elecciones presidenciales, señalaba que si el
Senado aceptaba los argumentos de un juez descalificado para cumplir sus funciones
era porque se trataba de:
) un proceso seguido, si no iniciado, con fines electorales, en vísperas de una
"( ...

lucha en que la concentración de fuerzas conservadoras se presenta corno una seria


amenaza a la estabilidad del pseudo radicalismo gobernante, que sólo en la capital
puede temer a las fuerzas populares, y aún aquí, desgraciadamente, no en el grado
que sería de desear." (LV, 24-7-21).

El diario socialista explicaba que no era necesario decir a qué sentimientos obedecían
"los, más genuinos representantes de las oligarquías del interior" para apoyar el
pedido de desafuero, agregando que "por satisfacer viejos rencores, odios de clase
infecundos", estos opositores al gobierno de Yrigoyen conspiraban contra si mismos.
Al respecto recordaba que no se trataba del primer proceso contra un legislador en el
gobierno de Yrigoyen, y que aún los mismos radicales habían "caído bajo las
maquinaciones de la iniquidad", recordando el caso del Vicegobernador mendocino
que había estado "a punto de ser declarado demente para anularlo de cualquier
modo". Y concluía:
"La tesis del Senado sobre las restricciones a las inmunidades de los legisladores,
sobre ser falsa, es en extremo peligrosa para los partidos de oposición, más aún
frente a los unicazos ( ... ) Hombres de lucha, no nos arredran las dificultades que
encontremos al paso. Pero debemos afirmar que el absurdo proceso a que pretende
dar curso el Senado es simplemente una amenaza dirigida al Partido Socialista, que
algún día alcanzará a otros, a la vez que un atentado contra la verdadera paz social."
(LV, 24-7-21). .

El 25 de julio del Valle Iberlucea habló ante el Senado. Comenzó desmintiendo las
afirmaciones acerca de su inminente expulsión .de las filas socialistas y señalando
que había acatado las resoluciones adoptadas por el PS acerca de "la cuestión de las
Internacionales", agregando que había decidido permanecer en su seno y continuar
en la vida pública colaborando con la acción legislativa socialista. Esto le permitía
afirmar que el Senado no debía acordar con el pedido del juez, no sólo porque tal
pedido no estaba encuadrado en el Artículo 62° de la Constitución, sino por "razones
fundamentales de orden político, para que no se diga que el Honorable Senado de la
453

Nación se presta a una maniobra tendiente a desalojar de esta banca al representante


del partido de los trabaj adores" (Diario de Sesiones .., 1921: 157). Del Valle
Iberlucea explicó que las mismas ideas que había sostenido en el Congreso de Bahía
Bianca las había expresado en otras conferencias sin ser cuestionado por ellas,
agregando que tampoco había sido desaforado por adherir a la "Tercera
Internacional" ningún legislador de los países civilizados, ni siquiera de los
monárquicos. A continuación el Senador socialista recordó algunos antecedentes de
desafuero en la República Argentina: el de Nicasio Oroño en 1868 y, sobre todo, el
de Leandro Alem en 1893.
"El Dr. Alem que estuvo preso durante varios meses en la cárcel penitenciaria del
Rosario, fue privado de sus fueros, por resolución de esta Cámara, dónde era,
entonces el único representante de la Unión Cívica Radical ( ... ) Pero el Senado no se
conformó con tomar esta medida, privando al partido popular de entonces de su
representante en esta Cámara... sino que fue más lejos todavía. Después de haber
votado su desaforo ( ... ) al poco tiempo ( ... ) decretó su expulsión fundándose en su
inhabilidad moral. La sombra de Alem que debe cruzar en este momento por este
recinto, me parece que advertirá con elocuencia a los señores Senadores del partido
Radical, la necesidad de recapacitar antes de repetir la injusticia de 1893!" Diario de
Sesiones..., 1921, pág. 174).

La intervención de del Valle Iberlucea trazaba paralelos entre "el partido popular de
entonces", la UCR, y el de su tiempo, el PS. Al mismo tiempo, señalaba cuánto había
cambiado el radicalismo y, señalando indirectamente a la tigura de Yrigoyen,
concluía:
"Aténganse los señores Senadores a la Constitución que ampara a todos los
habitantes y ciudadanos de la República. No se dejen llevar por impresiones y no
sean los instrumentos de alguien que, con propósitos de política electoral, trata de
realizar este acto. No consumen el desaforo (...)" (Diario de Sesiónes,.., 1921: 174).

A continuación habló el Senador González, que volvió a pedir un aplazamiento para


que se tratara la cuestión con más detenimiento. Le respondió el conservador de la
provincia de Buenos Aires, Luis García, quien sostuvo que era mejor que cayera "el
rayo de una vez" y que se resolvieran hechos graves ya que, explicaba, no se trataba
de un ciudadano cualquiera que en tiempo de la República hablaba bien de la
Monarquía, sino:
"de un delito de lesa patria, cometido por un Senador. . que aconsejó desde Bahía
Blanca, que se arrase con todo lo existente en la República Argentina. Que se arrase
con la Constitución, con las instituciones, con la familia, con la sociedad burguesa
argentina, repito sus palabras y con todo lo que existe. Conste que no me refiero a los
socialistas, los respeto como partido, tendrán las ideas que se quiera, pero los respeto
454

mientras se manténgan en el rumbo nacionalista que han tomado...; pero otra cosa es
el sovietismo, que es el extremismo brutal del Congreso de Bahía Blanca, de que, se
ha hecho responsable el Senador, reclamando, incitando a los trabajadores.. . a que
destruyan patria, Constitución, bandera, etcétera." (Diario de Sesiones..., 1921: 179).

En términos similares se expresó el conservador salteño Luis Linares, quien sostuvo


que el Senador socialista no sólo había profesado "ideas extremas y peligrosas", sinó
que había preconizado la solidaridad ilimitada con la Revolución Rusa que "ha
surgido de la sangre y del 'fuego y ha sentado sus reales sobre una catástrofe social,
en la que ha suprimido todas las libertades, todas las garantías constitucionales,
engendrando el gobierno más sangriento, más utópico y más brutal de que haya
ejemplo en la historia" (Diario de Sesiones..., 1921: 185).
Más complejo fue el argumento del Senádor radical santafecino Ricardo Caballero,
quien sostuvo que en el pedido de desafuero a del Valle Iberlucea veía algo más que
una cuestión personal, ya que lo consideraba el resultado del choque de "dos
escuelas", la socialista por un lado, y la republicana y democrática por otro, que
buscaban resolver por diferentes caminos "el problema por excelencia de estos
tiempos y de todos los tiempos": el problema social. Caballero explicó que "la
escuela socialista" pugnaba:
"por imponer sus fórmulas absolutas, a la, solución . del problema social,
desconociendo a la democracia republicana (...) toda capacidad para llegar a esa
soiución; (...) envenenando el alma de las masas con una filosofia sensualista que
produce en ellas la visión engañosa de una inmediatá conquista del bienestar fisico, y
que las lleva, olvidadas de toda idea moral y trascendente, al desencanto y al fracaso
( ... ) a la indiferencia, que hace posibles todas las tiranías." (Diario de Sesiones...,
1921: 188).

El Senador radical lamentaba que la discusión de tales problemas se viera limitada


por la cuestión personal que la provocaba, agregando que habría sido su deseo
exponer los principios básicos sobre los que debería ajustarse la política en esos
tiempos. Sin embargo, Caballero no se privó de entrar en tal exposición, señalando:
que luego de haber unido su clamor contra la injusticia "a los acentos de los
reformadores y de los revolucionarios" había meditado más hondamente sobre estas
cosas, lo que le había permitido observar
"a través de la tragedia de la historia, la idea de una justicia trascendente, cuyo
secreto está en el seno de Dios, y en virtud de la cual, todas las fuerzas sociales
juntas ( ... ) van, encaminadas fatalmente a redimir al hombre de las injusticias
padecidas, consagrando en el andar de los siglos, su personalidad moral y libre, para
que sobre ella se realice el derecho ( ... )y se edifique la sociedad más justa y más
455

feliz que todos anhelarnos, lo mismo los sócialistas que los que seguimos
llamándonos republicanos y demócratas". (Diario de Sesiones..., 1921: 189).

Si esta afirmación parecía acercar posiciones con el acusado -y así sería observado
por otros legisladores radicales 382- a continuación Caballero marcaba la diferencia,
señalando que todas las doctrinas que pretendían disminuir la personalidad humana
cuyos atributos eran los derechos individuales, con "la tiranía asfixiante de los
derechos sociales", como consideraba lo querían el, comunismo y aún el socialismo,
estaban condenadas al fracaso por ser "contrarias al movimiento progresivo de la
historia" y engendrar tiranías y violencias. Pero en el discurso de Caballero la
defensa de la personalidad individual daba, llamativamente, paso a la de la nacional,
afirmando:
"Porque creo que las nacionalidades son fenómenos sociales preparados como
inmensos jalones por las fuerzas espirituales y materiales, que impulsan a la
humanidad hacia sus altos y luminosos destinos; yo creo en la permanencia
indestructible de la mía en el concierto humano, y estoy dispuesto a defenderla, y si
al amparo de su espíritu, generoso ( ... ) elementos extraños se agitan con propósitos
de abatirla, he de defenderla con todas mis fuerzas suscribiendo los proyectos que
tiendan a quitar a los extranjeros, la ingerencia interesada que hemos dado hasta hoy
en nuestras luchas políticas" (Diario de Sesiones..., 1921, págs. 190-191).

Estas últimas palabras, dichas en el debate sobre el desafuero a un Senador cuyo


origen español había sido objetado por el radical Crotto al acceder al Parlamento,
parecían indicar un voto favorable al pedido del juez por parte de Caballero. Sin
embargo, no era así: el Senador radical señalaba que si la cuestión hubiera sido
tratada después de otras orientadas "a salvar la entidad de nuestra nacionalidad",
habría vacilado; pero consideraba que se pretendía condenar "sin fijaciones
ideológicas para el futuro", con la premura de un mal expediente y en base "a la letra
•despiadada de una ley de ocasión", que no siempre se esgrimía contra otros
elementos que conspiraban "contra el principio de nacionalidad". Caballero concluía
su intervención señalando que jamás daría su voto "para contribuir por que se

382
El Senador Alberto Aybar Augier planteó que compartía muchos de los ideales de Caballero, pero
que en esa sesión. no lo había visto "del todo radical", sino inspirado, en parte, "por el espíritu de
Lenine" (Diario de Sesiones..., 1921: 212). Caballero le respondió recordando que siempre había
pertenecido a la UCR y siempre había tenido "la tendencia a la liberación económica de las clases
desposeídas"; agregó que si, más allá de las diferencias que mantenían, algo lo había unido siempre a
Yrigoyen era su "tendencia hacia el obrerismo", por eso lamentó que se hubiera citado a Yrigoyen
durante el debate pretendiendo atribuirle alguna influencia en el voto del Senado. Y concluyó: "Y yo,
que no le veo, tengo la plena convicción de que ha de ser extraño a lo que el Senador ha llamado la
decisión del bloque radical." (Diario de Sesiones..., 1921: 213). .
456

procese a un hombre por manifestaciones verbales hechas en el seno de un congreso


de su comunidad política." (Diario de Sesiones..., 1921: 192).
Más rectilínea fue la argumentación del Senador entrerriano Leopoldo Melo, quien
luego de rechazar el argumento esgrimido por, del Valle Iberlucea acerca de que se
trataba de una persecución política, discutió el paralelismo que el Senador socialista
había planteado entre su situación y la de Alem. Al respecto, señaló que las
afirmaciones del socialista se basaban "en las infundadas afirmaciones del Presidente
Peliegrini" en su Decreto de 1892, agregando -con el apoyo del manifiesto de la
Junta Revolucionaria de la Unión Cívica al que leyó en el recinto- que "ni Alem, ni
los hombres del partido Radical, en momento alguno, alzaron sus armas sinó en
defensa de la Constitución y de las instituciones y cuando la opinión póblica señalaba
esa conducta como un imperioso deber." Diario de Sesiones..., 1921: 198).
Del Valle iberlucea, luego de señalar que preveía que esas serían sus últimas
palabras en la Cámara, le respondió señalando que si había citado, entre otros, el
antecedente de Alem, era para demostrar que los, gobiernos siempre habían atribuido
a sus opositores "ideas y propósitos que nunca tuvieron"; por eso, explicaba, había
leído el Decretó de 1892, "el que atribuía a 'los conspiradores radicales propósitos
más criminales, silo fueran, que las ideas emitidas (...) en el Congreso de Bahía
Blanca". A continuación afirmó que no discutiría acerca del manifiesto de '1890 ya
que esa revolución, como la de 1893 y 1905, estaban consagradas por el acceso del
radicalismo al gobierno, lo que explicó señalando que si como se decía, la historia la
escribían los vencedores, era el triunfo radical en las contiendas políticas el que
permitía recordar esas "glorias". (Diario de Sesiones..., 1921: 204).
A continuación, del Valle Iberlucea se extendió sobre sus palabras en el Congreso de
Bahía Blanca y apoyándose en citas de La Vanguardia y La Prensa, señaló que la
adhesión a la "Tercera Internacional" no implicaba el estallido inmediato de la
revolución, ni que los socialistas salieran del teatro a hacer revueltas ya que eso
"queda para el partido militar que nos gobierna, que se ha valido para su triunfo del
motín militar." Que la discusión se enfocaba en el radicalismo era hecho explícito
nuevamente por el Senador al cuestionar a aquéllos que consideraban que sus
palabras incitaban al PS a preparar una revolución:
"Pero ¡cómo! ¿seriamos tan cándidos, tan ingenuos, tan infantiles de ir a deliberar en
un teatro público, ante un numeroso auditorio, con la presencia de fiscales, de
comisarios y de agentes de policía, sobre la conveniencia de hacer una revolución?
¡Eso sería absurdo, sería ridículo! Cuando conspiraba el señor Presidente de la.
457

República ¿se reunía acaso en alguno de los teatros de esta capital? ¿Dónde
sobornaba el actual Presidente de la República a los jefes y oficiales del ejército?
Cuando conferenciaba misteriosa y clandestinamente con ellos, no lo hacía en sitios
públicos, porque el Presidente, si no tiene las condiciones de un hombre de estado,
tiene por lo menos las condiciones de un gran conspirador." (Diario de Sesiones..,
1921: 205-206).

A continuación respondió a las palabras de Melo, quien había señalado que las
revoluciones radicales se hacían en defensa de la Constitución, afirmando que las
leyes penales de la Nación no castigaban sólo a los que se alzaban contra ella, sino
también a quienes lo hacían contra las autoridades constituidas. El Senador socialista
sostuvo que los representantes del partido radical en la Cámara no podían decir que
él, que no había preparado ningún movimiento revolucionario, debía ser procesado,
cuando el partido al que pertenecían creía que era necesaria la revolución para
establecer el imperio de la Constitución. A continuación se preguntaba:
",Podemos hablar del culto de la Constitución ( ... ) aquí donde hay leyes, como la de
residencia de extranjeros y la ley de defensa social, que violan cláusulas expresas,
derechos y garantías consignados, explícitamente, en la carta fundamental de la
República? ( ... ) ¿Y que ha hecho el Presidente de la República joh irrisión! con la
Carta Fundamental de la Nación? ¿Qué ha hecho con el Congreso, que representa la
soberanía nacional? ( ... ) Si hubo un Presidente de la República del régimen que cerró
violentamente el Congreso, levantando la protesta de la mayoría de los Senadores, el
actual Presidente, que pertenece al partido Radical, que conspiró durante 25 años, ha
violado la Constitución misma, cuando no ha convocado oportanamente en la fecha
determinada por esa misma Constitución al Congreso, para celebrar las sesiones
ordinarias ( ... ) El señor Presidente de la República y sus Ministros han procedido
pues, al margen de la Constitución; y, si a mi se me acusa —lo que es inexacto- de
violar y desconocer la Constitución, yo afirmo ante el Senado, que el Presidente de la
República y sus Ministros son los primeros que la han violado. Preconizar en contra
de la Constitución con la palabra, todavía puede disculparse; pero preconizar en
contra de la constitución con los hechos por los propios gobernantes, no tiene
disculpa de ninguna clase en una democracia." (Diario de Sesiones...,1921: 208-
209).

Del Valle Iberlucea recordó que había entrado a la Cámara sosteniendo las doctrinas
socialistas, y que en ese momento se establecía el "funestísimo precedente" de que se
lo expulsaba por sostener el "Programa máximo" de ese Partido. El Senador
socialista pidió dejar de lado la argucia que planteaba que solamente se lo suspendía
hasta que el juez dictara sentencia y concluyó:
"No temo la decisión de los señores Senadores, de los señores jueces; sé como piensa
la mayoría de ellos, porque conozco sus manifestaciones en el curso de esta
discusión, y por tal razón, dirigiéndome a esa mayoría, no puedo, al terminar, sino
repetir las frases célebres: 'en vano busco entre vosotros jueces, pues sólo encuentro
acusadores!' ¡Aiea jacta est!" (Diario de Sesiones... ,1921: 209).
458

Como él mismo lo preveía, la suerte de del Valle Iberlucea estaba echada. Por 17
votos contra 5, un número superior a los dos tercios necesarios, el Senado votó por el
desafuero del parlamentario socialista. Por el rechazo al desafueró sólo se
manifestaron los conservadores Joaquín V. González, Julio A. Roca (hijo), Benito
Villanueva y Benjamín Iturbe, y el radical santafesino Ricardo Caballero (Diario de
Sesiones..., 1921: 215).
Sólo un mes más tarde, el 30 de julio, del Valle Ibarlucea falleció en Buenos
Aires383 . Al día siguiente La Vanguardia dedicó toda su primera página a dar cuenta
de la triste noticia y de los preparativos del sepelio. Debajo un Editorial, que llevaba
el sugéstivo título "Quién mató a nuestro compañero", concluía:
"El desenlace a que asistimos, (...) no es más que el resultado de la guerra desleal y
baja que se le hizo desde el vetusto cuerpo legislativo, cuya mayoría gubernativa se
cebó sin piedad sobre nuestro malogrado compañero (...) A las numerosas víctimas
de una ley infame, que es escarnio y vergUenza de la civilización, hay, pues, que
agregar a el de nuestro compañero (...), sacrificado a la más terrible reacción que
haya presenciado hasta la fecha nuestro desdichado país. Frente a la tumba de un
hombre como del Valle Iberlucea no caben las lágrimas. Lo que corresponde es
afirmar la decisión y retemplar las energías para detener a la clase gobernante actual
en su loca carrera hacia las formas más bárbaras de la reacción." (LV, 3 1-8-21).

Como dejaba ver el Editorial, para los socialistas la "monstruosa maniobra política"
urdida contra del Valle Iberlucea no era un hecho aislado 384, sino un eslabón más de
la escalada represiva que a mediados de 1921, y en vistas a la campaña electoral,
llevaban adelante el gobierno y la oposición conservadora. El modo de posicionarse
frente a esa política y al gobierno radical en general, el que era visto con ojos menos
negativos por la conducción sindicalista de la FORA, reactivaría la vieja cuestión de
la relación entre el PS y las organizaciones gremiales, la que ya había sido agitada
por los debates acerca de "la cuestión de las Internacionales".

383
El 31 de agosto la Cámara que lo había suspendido en sus ftinciones brindaria su homenaje a del
Valle Iberlucea y designaría a Joaquín V. González, Ricardo Caballero y al autonomista correntino
Juan Vida!, uno de qui.enes habían votado su desafuero, para representar a la Cámara en el acto en que
se inhumarían sus restos. (Diario de Sesiones..., 1921: 321)
384
Prueba de ello la encontraban en la orden de arresto de los Diputados Justo, Repetto y de Tomaso,
que, con el fin de que declararan en el proceso a del Valle Iber!ucea, había librado el juez de la Capital
Manuel de Anchorena (LV, 28-7-21). Sin embargo, a mediados de agosto, la justicia federal revocó el
pedido de detención, seílalando que el negarse a declarar no constituía más que un "delito de
desacato" y que no encuadraba en las causales que podían justificar el procesamiento de un legislador
nacional. (LV, 12-8-21).
"Contra la FORA no, contra el grupito sí". El PSy el "sindicalismo radical"

Corno señalamos, la polémica sobre "la cuestión de las Internacionales" no había


sido sólo un debate doctrinario, sino que también había cuestionado las líneas
tradicionales de acción política del PS. Uña de ellas, que tantos problemas había ya
suscitado en las filas partidarias, era la que refería a la relación con las
organizaciones gremiales. El debate había pennitido que los sectores más
movilizados en el esceñario gremial, generalmente orientados a incorporarse a la
"Tercera Internacional", se enfrentaran con la dirección del Partido. Tal era el caso
de Jerónimo Delia Latta, dirigente ferroviario que había abogado por la adhesión del
PS a la "Tercera Internacional" sosteniendo que si bien esta organización tenía
errores, éstos nunca serían tan graves como "los de la Internacional vieja, a cuyo
cuerpo social sólo dejaron los huesos los caranchos y cuervos de la burguesía" (LV,
• 19-12-20). Desde la vereda de enfrente, Julio S. González, recordaba que uno de los
compromisos que implicaba adherir a la "Tercera" era emprender una dura
propaganda entre los obreros orientada a demostrar la necesidad de la ruptura con los
"sindicátos amarillos" de Ámsterdarn, lo que, consideraba, significaría echar sobre.
las espaldas de los socialistas "la tarea ingrata de perturbar la marcha ascendente del
movimiento obrero" y dirigir la propaganda contra la FORA. La conclusión que
extraía el dirigente gremial socialista era que la adhesión la "Tercera Internacional"
implicaría no sólo el abandono del neutralismo sino mayores conflictos con la
FORA. (LV, 28-12-20). . . .
Entre el Congreso de Bahía Blanca -en el que, corno vimos se había impuesto la
postura oficial que proponía no adherir a ninguna de las Internacionales- y el
Congreso de la FORA transcurrieron escasas semanas. En vísperas del segundo, la
palabra de los socialistas seguía centrándose en la denuncia de los "desvaríos" de los
"terceristas". Estos, señalaba un Editorial de La Vanguardia, buscando la adhesión a
la "Internacional Sindical Roja", sólo debilitarían al movimiento obrero al generar
nuevas divisiones. La nueva "subdivisión", sostenía el diario socialista, no
enriquecería el haber doctrinario de la organización proletaria, ya que ésta ya conocía
"los principios y el espíritu doctrinario del sindicalismo quintista" con el que los
socialistas parecían identificar la táctica comunista, pero traería nuevas discordias a
las filas obreras. El artículo concluía señalando que si la división era grave en el
460

movimiento político, más lo era en el gremial, por lo que elogiaba la iniciativa


unitaria de los ferroviarios que habían fundado una Confederación Ferroviaria que
agrupaba a "La Fraternidad" y a la Federación Ferroviaria que antes había entablado
con ella "una pugna suicida" (LV, 27-1-2 1).
Pero ese espíritu unitario estuvo lejos de caracterizar el Congreso de la FORA. Ya al
iniciarse las sesiones en la ciudad de La Plata, los sectores sindicalistas cuestiónaron
el diploma del socialista Agustín Muzio por ser Diputado nacional. Luego de una
larga discusión, el diploma fue rechazado por 107 votos —entre los que se contaban
no sólo los de sindicalistas y anarquistas, sino también los de comunistas como
Pendón que era concejal por la Capital y que recibiría igual trato en futuros
congresos- y el Congreso repudió la represión en la Patagonia y el accionar de la
"Liga Patriótica", y aprobó el pacto de solidaridad con la Federación Agraria así
como un proyecto de unificación con la FORA del V. En cambio, por lo agudo de
las discusiones y lo extenso de las sesiones, no llegó a tratar los despachos sobre el
movimiento sindical internacional: él primero guardaba una curiosa semejanza con la
propuesta de los socialistas con respecto a "la cuestión de las Internacionales",
proponía separarse de la Federación de Ámsterdam y permanecer autónomo; y el
segundo, impulsado por los comunistas, proponía surnarse a la "Internacional
Sindical Roja". Días después, los miembros comunistas del Consejo Federal,
encabezados por José Penelón, presentarían su renuncia aduciendo que, al no tratar el
tema, la entidad permanecía en la Federación de Ámsterdam que no respondía a las
necesidades del proletariado (Oddone, 1949: 397-402).
Concluido el Congreso, los socialistas intentaron minimizar el alcance de los
conflictos que en él habían surgido, considerando que habían sido amplificados por
la prensa burguesa, deseosa de ver al movimiento obrero dividido y alejado de la
escena política. Celebraban en cambio que hubiera sido acogida con entusiasmo la
idea de la unificación obrera, aunque no se privaban de seí'íalar que, para alcanzarla,
debía buscarse:
"el terreno en que pueden unirse todos los esfuerzos en una acción común. No es el
caso, sin duda, de que un grupo se imponga a otro, de asegurar la hegemonía de una
tendencia sobre las demás, ni de la renuncia de cada obrero organizado a sus
convicciones particulares y su actividad extragremial," (LV, 1-2-21).

Mientras los socialistas lamentaban que no se percibiera que la unidad obrera no se


alcanzaría a partir del predominio de un grupo, sino sobre bases amplias (LV, 10-2-
461

21 )385, nuevas amenazas externas ponían a prueba la solidaridad del movimiento


obreró.
En primer lugar una fuerte movilización agraria en Entre Ríos había suscitado una
dura represión, donde los socialistas identificaron una repetición de la "Semana de
Enero" (LV, 15-2-2 1) y en la que no faltaba la vinculación entre el gobierno radical y
la "Liga Patriótica" (LV, 16-2-2 1) ni las persecuciones a los judíos (LV, 19-2-2 1 y
21-2-21), lo que llevó a La Vanguardia a hablar de un "antisemitismo
irigoyenil"(LV, 25-2-21).
En segundo lugar, en la noche del 25 de mayo el local de la "Unión de Cizauffeurs"
fue asaltado por la policía. En los días siguientes numerosos militantes de ése y otros
gremios fueron detenidos, lo que motivó que la FORA del V° y la del IX° se
reunieran y trataran acerca de la posibilidad de convocár a una huelga general.
Finalmente, la organización anarquista llamó a la huelga general para el 31, en tanto
la sindicalista señaló que este acto inconsulto ponía fin a la entente entre ambas, Con
motivo de la huelga numerosos dirigentes anarquistas fueron detenidos y también lo
fueron, a pesar, de no haber convocado a ella, ciento ochenta militantes sindicalistas
(Marotta, 1970: 40). Los miembros del Concejo Federal de la FORA del EX° que no
habían sido detenidos convocaron a la huelga general, que se extendió paralizando
buena parte de la ciudad, aunque no a los taxis, manejados por elementos reclutados

385 Ese deseo de unidad y la referencia a los obstáculos que se oponían a ella serían objeto de un
articulo publicado por La Vanguardia en el número especial del l de Mayo, en el que Juan B. Justo
trataba acerca del significado de la fecha. La misma, explicaba, no era "una fiesta de partido" sino que
la celebraban las entidades gremiales, las cooperativas, los comunistas, los anarquistas, etc. Pero el
entusiasmo que despertaba la fecha, lamentaba, no les daba sin embargo la necesaria unidad para la
acción cotidiana, en la que, estos sectores, señalaba, operaban "como fuerzas afines en gran parte
dispersas e inconscientes de lo que las vincula y debe combinarlas"; para ello faltaba no sólo una
visión social amplia y un método integral de acción sino algo más básico "la simple solidaridad
pasiva, la tolerancia recíproca entre las diversas organizaciones y tendencias proletarias, que nos
permita, ya que no ayudarnos en todos los casos, al menos no estorbarnos". Esta falta, sostenía el líder
socialista, se había dejado sentir en el Congreso de La Plata, en el que, al tiempo que se hacían
presentes los delegados de la FORA anarquista manifestando una aspiración de unidad, se rechazaba
la credencial de un representante genuino de los curtidores, Agustín Muzio, porque había sido elegido
"por el pueblo de la capital como representante para dar leyes en bien de la clase trabajadora." Pocos
días después del Congreso, lamentaba también Justo, cinco miembros del Concejo renunciaban por
creerse "en absoluta discordancia con las opiniones de los demás". El líder socialista concluyó su
intervención, que cuestionaba las posiciones que, incluso entre los socialistas, absolutizaban un
método, exhortando:
"Guardemos el ideal que se apodera .de nosotros como una fuerza sagrada y absoluta. Dejémosle
alcanzar en cada uno su pleno desarrollo individual. Y comprendamos que ese ideal social solo
podemos servirlo en la acción relativa y práctica, común a cada uno de nosotros y al mayor número
posible de los demás. En la obra social común es como los trabajadores todos han de conocerse y
apreciarse. Es corno pasarán de la unidad en las palabras y los símbolos a la solidaridad y la unidad en
la acción" (LV, 1-5-21).
462

por la "Liga" y la ANT. Ante el conflicto se reanudaron los contactos entre las dos
FORA, quienes establecieron un Comité Mixto para coordinar la acción conjunta. El
5 de junio los dirigentes sindicalistas Arraga y Troise llevaron al Comité Mixto un
pedido de los presos que afirmaban que considerarían un triunfo que se lograra su
libertad y se abrieran los locales obreros. La FORA sindicalista consideraba que era
momento de dar por terminada la huelga, en tanto los anarquistas proponían
extenderla al interior, y las desavenencias llevaron a disolver el Comité Mixto: los
anarquistas continuarían con la huelga, en tanto los sindicalistas votarían levantarla y
formar una delegación para formalizar la libertad de los últimos detenidos y para.
conseguir la apertura de los locales obreros.
A lo largo del conflicto el discurso socialista denunció que en complicidad y por
detrás de la "Liga Patriótica" y la ANT se encontraba la mano del gobierno (LV, 27-
5-21 y LV-29-5-21) 386, que había llegado al extremo de, sin declarar el Estado de
Sitio, suspender las garantías constitucionales en el territorio de la Capital Federal
(LV, 31-5-21). La Vanguardia señalaba que, como en la "Semana Trágica", se vivía
una "luna de miel reaccionaria" en la que conservadores y radicales, La Nación y'La
Época, se daban la mano (LV, 1-6-21). Fue esa caracterización de las fuerzas en
conflicto, la que desató la ira socialista sobre las organizaciones gremiales cuando
alguna, como la Confederación Ferroviaria, cargara las tintas sobre la "Liga" sin
asignar responsabilidad al gobierno, o cuando otra, como la FOM, directamente
noinbrara como defensor al Diputado radical Leonidas Anastasi (LV, 3-6-2 1).
Los socialistas, adoptando un tono doctrinario marxista, enfatizaban que el gobierno
no era neutral, sino representante de la burguesía, insistían en la responsabilidad de
Yrigoyen -que en esos días se apuraba a proponer la sanción de un Código de
Trabajo-, y comenzaban a sembrar dudas sobre el accionar de los dirigentes de la
FOM y sobre Arraga y Troise (LV, 14-6-21). Ante la 'dura réplica de la conducción
de la FORA, La Vanguardia señaló que los sindicalistas erraban el tiro, se mostraban
duros con los socialistas y amistosos con el gobierno, autor de las persecuciones .
contra el movimiento obrero" (LV, 20-6-21). Frente a las evaluaciones optimistas
que los sindicalistas hacían de los resultados del conflicto, los socialistas lo veían
como una derrota, citando justamente como prueba el proyecto de Código de Trabajo
que en esos días preparaba el gobierno, que juzgaban como peor que el que veinte

. Al respecto es ilustrativa una caricatura que muestra a Yrigoyen presttndole un momento el bastón
presidencial a Carlés para que éste le haga el servicio de reprimir la huelga general (LV, 1-6-21)
463

años antes había propuesto Roca (LV, 21-6-21 y LV, 22-6-21). La discusión seguía
escalando y los socialistas -que en esos. días asistían al desafuero a Del Valle
Iberlucea que llevó incluso a la detención de todo el bloque de Diputados- llegaron a
sostener que ciertos líderes sindicalistas estaban planeando elevar un monumento al
jefe de policía Elpidio González.
En ese marco, a comienzos de julio, la Sección Gremial de La Vanguardia comenzó
a publicar una Sección fija titulada "Contra la FORA no, contra el grupito, sí". En
ella aclaraban que las críticas no eran contra ninguno de los gremios ni contra la
Federación misma, sino contra "la media docena de líderes sindicales que ha estado a
punto de poner el último movimiento huelguista a los pies del Presidente Irigoyen",
contra "ese grupito que infecta a la FORA y del que deberá librarse cuanto antes
como otrora se libró el PS de esa misma camarilla despechada, corrompida e
impotente" (LV, 6-7-21). Durante meses desde esta Sección y desde los Editoriales
de La Vanguardia se planteó la necesidad de convocar a un Congreso Extraordinario
que reorganizara a la FORA (LV, 7-8-21) al tiempo que secontinuaha discutiendo
con los sindicalistas -que a su vez respondían con su propia campaña desde La
organización obrera- afirmando que éstos se manifestaban como dóciles
instrumentos de los intentos de Yrigoyen por "domesticar al movimiento obrero".
Así, se denunciaban las reuniones que estarían manteniendo Arraga, Ingenieros y
Guaglianone con funcionarios del gobierno (LV, 5-8-21), y se ironizaba acerca de la
defensa de los "obreros sindicalistas" que, ante las críticas socialistas, emprendía el
diario La Época (LV, 12-8-2 1). En ocasiones las críticas enlazaban a sindicalistas y
"pseudornaximalistas" 387, afirmando que unos y otros estaban ingenuamente
engañados por el doble discurso que presentaba a Yrigoyen como "el vérdadero
Presidente maximalista (LV, 14-8-21).
Hacia fines de año, las críticas, algo repetitivas, a la conducción de la FORA se irían
apagando y quedarían en un segundo plano388 389 Las principales preocupaciones de

387
Al respecto La Vanguardia volvía sobre la figura de Ingenieros a quien dedicaba un artículo
irónico, que llevaba la firma de Modesto Bravo y que se titulaba "el grafómano peludista que quiere
ser bolsheviki" (LV, 2 1-8-21).
Es así que, a comienzos del mes de noviembre, los socialistas realizaron su XVI° Congreso
388
Ordinario, en el que, por una vez,, la "cuestión gremial" no suscitó gran debate.
389Los socialistas participaron en el "Congreso de Fusión" que tuvo lugar en marzo de 1922, y que
dio nacimiento a una nueva central obrera, la Unión Sindical Argentina en la que los sindicalistas
mantendrían el predominio. Los socialistas permanecerían un tiempo en ella sin dejar de denunciar los
manejos del sector predominante y por un tiempo estas denuncias los encontrarían junto a los
los socialistas pasarían por la denuncia de una renovada y más cruenta represión en
la Patagonia y en la localidad pampeana de Jacinto Aráuz, y en los preparativos para
las cercanas elecciones presidenciales.

Las "masacres" de la Patagonia y Jacinto Arauz

El 14 de agosto de 1922, La Vanguardia denunciaba que los estancieros y


comerciantes de Santa Cruz habían solicitado a la Cámara de Diputados el envío
urgente de tropas del Ejército para enfrentar los preparativos de una revuelta
amparada por las organizaciones obreras. El diario socialista citaba los argumentos
de los solicitantes -quienes sostenían que "la sola presencia de una autoridad fuerte
( ... ) bastaría para hacer sentir a esos elementos disolventes la necesidad de inclinarse
ante los vínculos de la nacionalidad y ante la majestad de la ley y de la justicia"-, a
los que respondía señalando que todo se reducía a que la Federación Obrera lócal
pedía algunas mejoras, planteando un conflicto que los estancieros podían solucionar
tranquilamente silo desearan. Al respecto, se recordaba que en enero de ese año los
patrones y también la prensa de la Capital habían hablado del "bandidaje" en la zona,
motivando el envío de varios escuadrones de caballería, que se habían encontrado
con un simple grupo de huelguistas que habían resuelto resolver sus diferencias con
los patrones mediante la intervención del jefe de esas fuerzas, sin combates ni:
heridos (LV, 14-8-21).
A fines de octubre, y ante la clausura de su local y el encarcelamiento de muchos de
sus dirigentes, la Federación Obrera de Río Gallegos declaró la huelga general. El
conflicto se profundizaba y generalizaba, y las tropas del Ejército partieron hacia
Santa Cruz a comienzos de noviembre; a su frente iba el coronel Benigno Varela,
quien había prestado sus servicios "conteinpórizadores" en el conflicto de comienzos
de año. Pero esta vez su proceder sería distinto y más drástico: a poco de llegar, se
produjeron lós primeros choques, que dejaron decenas de obreros muertos. Cuando
las noticias llegaron a Buenos Aires La Vanguardia cuestionó las versiones oficiales,

comunistas, quienes ahora también sufrían el espíritu antipolítico de los sindicalistas —que habían
objetado el diploma de Pendón-, y a quienes los acercaba un nuevo escenario internacional que hacía
posible el discurso "frentista", tanto en el plano gremial como político.
465

que hablaban de centenares de "revolucionarios" armados que habían tomado un


pueblo y habían enfrentado a la policía, preguntándose:
",córno se explica que tales hombres, a quienes debía suponerse decididos a todo, y
armados hasta los dientes para realizar las fechorías de que se los acusa, se entreguen
como corderos, y aún se dejen matar sin intentar siquiera la menor defensa, como lo
prueba el hecho de que todos los muertos o heridos en el referido 'encuentro'
correspondan a ellos?" (LV, 23-1 1-2 1).

El diario socialista denunciaba la participación de mercenarios de la "Liga Patrióticá"


en las matanzas y señalaba que los partes oficiales no lograban precisar qué crímenes
habían realizado los huelguistas, a la vez que agregaba que esos partes, al concluir
diciendo que "algunos ya se han presentado a trabajar", denunciaban el verdadero fin
de la campaña. El Editorial admitía que era posible que los huelguistas se hubieran
apoderado de algunas vacas u ovejas para alimentarse, pero subrayaba que no habían
asesinado a nadie, preguntándose si esos robos podían ser considerados corno "un
crimen que deba ser castigado con pena de muerte, por un gobierno cuyos
prohombres no han tenido empacho en asaltar bancos y desvalij arlos cuando ha
convenido a sus empresas motineras." (LV 23-1 1-21)
Día tras día las páginas de La Vagnurdia volvían sobre los "sucesos de Santa Cruz"
cuestionando los argumentos del gobierno y de la prensa. A comienzos de diciembre,
el diario socialista señalaba que la matanza no sólo desmentía el "obrerismo radical",
sino también el "nacionalismo" de Yrigoyen. Al respecto señalaba:
'Los estancieros, los accionistas de frigoríficos, las grandes empresas
'colonizadoras', pidieron al casi doctor la ayuda necesaria para ahogar a sangre y
fuego las demandas de mejor jornal y de más humanas condiciones de trabajo que
lógicamente les presentarían los trabajadores. Y frente a esta realidad, no debe
dudarse de que el gobierno de la nación es un esclavo del capitalismo internacional.
Porque casi todas las empresas que 'colonizan' en la Patagonia, están constituidas
con capitales ingleses y norteamericanos ( ... ) Lo que coima la medida. El gobierno
del casi doctor no sólo se ha prestado a ese juego sangriento del capitalismo
internacional, sino que no vaciló en disparar las armas del ejército nacional contra
argentinos auténticos y en beneficio de capitalistas extranjeros." (LV, 6-12-2 1).

Cuatro días más tarde, el diario socialista señalaba que como el sistema para
dispersar las sociedades obreras había dado buen resultado en Santa Cruz, la prensa
burguesa había extendido la práctica de crear alarmas para generar represión. Así,
señalaba que una vez que la "tranquilidad" reinaba en Santa Cruz, le había tocado el
turno a "los territorios y provincias cerealistas" que en esos días vivían un período de
febril actividad no desprovista de reclamos obreros. Así La Vanguardia del 10 de
EreTei

diciembre daba cuenta de la masacre que el día anterior había tenido lugar en la
localidad pampeana de Jacinto Arauz, donde los trabajadores rurales que habían ido a
declarar a la comisaría por un conflicto anterior habían sido atacados, quedando un
saldo de varios muertos. Como en el caso de la Patagonia, la mayor parte de la
prensa hi.zo recaer la responsabilidad en los trabajadores, lo que era rechazado por el
Editorial, que preguntaba:
",se inicia con eso una nueva 'historia' de 'bandolerismo'?. ¿Quieren los cerealistas
en grande escala, utilizar las fuerzas del ejército nacional para quebrantar, aniquilar
la organización obrera, como lo hicieron los ganaderos, comerciantes y frigoríficos
de Santa Cruz? Naturalmente de llegarse a esta conclusión, el gobierno más
maximalista del orbe, simulará creer la burda invención y las matanzas de Santa Cruz
serán reproducidas en La Pampa. Por, algo vivimos en. plena restauración
reaccionaria." (LV, 10-12-21).

Los sucesos de la Patagonia y Jacinto Arauz parecían dar la razón a los socialistas
que tanto habían luchado por desmentir el . "obrerismo radical"; éstos casi
celebraban39° que por fin se hiciera visible que los gobernantes radicales eran "los
enemigos más temibles, aunque también más solapados, del movimiento obrero".
Este carácter era explicado tanto por la fe radical en la violencia, que los llevaba a
despreciar la organización de la clase obrera, como por su, negación de la lucha de
clases y aún de la 'existencia misma del problema social obrero. Paraprobar estas
afirmaciones, el diario socialista pasaba revista a la historia del radicalismo: así
recordaba que después de la revolución de 1905, uno de los participantes militares se
había excusado diciendo "que había movido las tropas bajo su mando creyendo que
iba a sofocar una huelga", agregando que el coronamiento de la política "seudo
obrerista" de Yrigoyen se daba a partir de la "Semana Trágica", "explosión de
barbarie y de odio de clase que jamás había tenido su igual en la historia de la
república después de la sangrienta tiranía rozista", y en los sucesos de mayo de ese
año, en que habían sido asaltados y cerrados muchos locales obreros. La Vanguardia
señalaba . la herencia que esos sucesos, . y la no tan firme oposición que habían
generado en el inundo obrero, habían dejado:
"Temíamos, desde ese entonces, que el gobierno se envalentonara con el fácil éxito
de su golpe de mano, cuyas consecuencias sienten aún los trabajadores de muchos
gremios. Y los hechos de Santa Cruz, que cada día aparecen más sombríos, prueban
que, desgraciadamente, nuestros temores eran absolutamente fundados. La clase

390
Así lo dejaba ver el subtítulo del Editorial del 11 de diciembre: "Represiones sangientas que
esperábamos" (LV, 11-12-21)
467

trabajadora está pagando aún las consecuencias de errores o 'engaños, de cobardías o


debilidades que debían rebajarla a los ojos de los que mandan" (LV, 11-12-21).

Diez días más tarde el diario socialista ligaba la crítica al "obrerismo radical" con un
cuestionamiento más general del gobierno de Yrigoyen. Así, sefialaba que en sus
tratos con el movimiento obrero éste no podía ser más leal, inteligente y sano de lo
que era en su actividad "puramente política". Señalaba que no podía sorprender que
la clase trabajadora fuera engañada sistemáticamente cuando los propios
correligionarios vivían entre intrigas, ni que 'se empleara violencia contra los obreros
cuando el asesinato llegaba a ser medio de acción política en el seno del radicalismo.
La Vanguardia intentaba explicar estos rasgos señalando que la entraña de la facción
.yr.igoyenista había sido educada en la conspiración y el motín cuartelero, y que por
eso los choques, muchas veces sangrientos, se daban entre los propios elementos
radicales, '"alentados en sus mezquinas luchas por el calculado ' complaciente
silencio del todopoderoso señor Yrigoyen, quien, sin embargo, sabe maniobrar a
tiempo". A ello se agregaba que mientras los Presidentes del régimen no tenían
ingerencia en el manejo de la vida interna de los partidos ni de los estados federales,
'Yrigoyen buscaba controlar a ambos pretendiendo "que en la república no se mueva
una paja sino por su voluntad". Por ello, se . argumentaba, no era extraño que
pretendiera tener la misma influencia en el movimiento obrero y lo había intentado
actuando "manu militan ". El artículo concluía señalando cómo en las prácticas
represivas de esos días se unían la costumbre radical con las maniobras electorales:
"Este gobierno, que todo lo arregla por la violencia, o intrigando, necesita un
escándalo por día (...) En el arreglo de los conflictos obreros no ha de poner más
inteligencia y honestidad que en otras cosas. De ahí que en vez de enviar a los
territorios del sur un comisionado de absoluta confianza para él y la clase trabajadora
organizada, alista cada día un nuevo buque de guerra y más fuerzas de caballería.
Hay, sin duda, en el lejano sur un problema que no se resuelve con esos
procedimientos, y el deber del gobiernó sería tratar de conocerlo a fondo, para buscar
una solución de justicia. Pero el señor Yrigoyen necesita, 'por viles cálculos
electorales, conquistar el apoyo de las clases conservadoras, que si en la capital
carecen de influencia política, en el resto del país constituyen todavía una respetable
fuerza." (LV, 22-12-21). '

En el ú.ltimo día 'del año se publicaba un Editorial en el que el mismo tono negativo
era empleado para analizar toda la acción de gobierno radical, desde las
intervenciones provinciales hasta sus relaciones con el Congreso, desde la legislación
obrera a la política fiscal, desde las cuestiones monetarias hasta las práticas
administrativas. El texto, de rasgos terminantes, y que alimentaría los rumores de una
ME

confluencia entre los socialistas y la oposición conservadora, planteaba la siguiente


conclusión:
"Considerados así, a grandes rasgos, los resultados positivos de cinco años y pico de
gobierno radical, sólo cabe augurar que se acabe pronto la pesadilla, y que el pueblo
aprenda de esta lección de cosas a votar con más discernimiento". (LV, 31-122l).

El XVI° Congreso de/PS y el debate sobre las alianzas

A lo largo de todo 1921, las elecciones presidenciales por venir habían operado corno
telón de fondo del debate político, ocupando también la atención de los socialistas.
Ya en enero de ese aí'io La Vanguardia dedicaba un Editorial al tema, en el que
especulaba acerca de un intento de reelección por parte de Yrigoyen. El diario
socialista sostenía que el líder radical creía, o decía creer, estar en el poder por
mandato divino, que su inteligencia no tenía paridad con ninguna otra inteligencia
humana y que tenía la misión de mantenerse en el poder para "culminar" su obra.
Buceando en la psicokgía de Yrigoyen, se señalaba que un hombre "tan
providencial" no podía querer que su obra fuera interrumpida y por ello buscaba
superar el obstáculo que representaba la prohibición constitucional de la reelección.
La Vanguardia argumentaba que Yrigoyen era demasiado "oscuro" como para
simplemente ignorar el Artículo 77 de la Carta Magna, y que en cambio jo que
pretendía era convertirse en Vicepresidente, posibilidad que los sócialistas creían
habilitada por el texto constitucional. El diario socialista anticipaba que tal
postulación surgiría a partir de un "simulacro de escisión" de las filas radicales en
dos bandos:
"los 'galeritas', es decir los partidarios de un candidato 'aristócrata', estilo
Pueyrredón, Alvear o Saguier, y los populares, es decir los partidarios de un
candidato 'pueblo' como Rubilar La lucha será enconada, violenta y cuando la
gritería sea inaguantable, entonces surgirá Irigoyen con la fórmula salvadora.
Argumentando que ante todo debe salvarse la unidad del partido ( ... ) lanzará el
nombre de un candidato de compromiso. El candidato será un simple hombre de paja:
( ... ) de la intimidad insospechable del señor Irigoyen. Este candidato es elegido
Presidente. El señor irigoyen es elegido vice-Presidente. ¿Precisamos decir lo que
sucederá? El señor Irigoyen continuará entonces siendo Presidente de hecho, hasta
que llegue el momento propicio para serlo de derecho. Cosa que sucederá,
provocando la acefalía del Presidente. Este se enfermará, o se caerá del tren (...) y
'voilá" (LV, 22-1-21).
469

• Si hemos citado en extenso no es por la clarividencia de la predicción, que no se


cumpliría, sino para mostrar cómo los socialistas unían una relativamente ajustada
lectura de los bandos en que se dividía el radicalismo, con el desprecio hacia la
importancia de los mismos, que eran vistos como simples instrumentos de la
voluntad casi omnipotente del líder.
A mediados de año, las especulaciones acerca de la reelección del Presidente eran
desmentidas por la oferta que -a través de la mediación de Horacio Oyhanarte de
misión diplomática en Europa- Yrigoyen hacía al embajador argentino en Francia y
• uno de los sindicados como miembros de la "simulada" ala aristocrática de la UCR,
Marcelo T. de Alvear. La nueva situación modificaba la crítica socialista: ya no se
señalaba el carácter mesiánico que llevaba a Yrigoyen a intentar permanecer en el
gobierno, sino que se lo acusaba de resucitar los "peores procedimientos del
'régimen" volviendo a la figura del "Presidente elector". (LV, 25-6-21).
• Pero la crítica socialista no se limitaba a los radicales, sino que también recaía sobre
las fuerzas conservadoras que buscaban derrotar a Yrigoyen. La Vanguardia
señalaba que ni unos ni otros planteaban un programa, y que los conservadores, que
buscaban oponer a los nombres radicales otros nombres -y al respecto se
mencionaban los de Norberto Piñero y Rafael Nuñez-, llevaban la peor parte en la
lucha. Así se concluía:
"La oposición sin ideas, ni principios, fracasará esta vez, como siempre, frente al
partido que no los tiene tampoco, pero al que no le hacen falta, disponiendo de los
recursos del poder. Y entre los dos obstáculos a la evolución del país, se afirmará
cada vez más con energía el Partido Socialista (...)" (LV, 2-7-21).

Los socialistas pretendían, como en otras ocasiones, mostrar equidistancia frente a


las fuerzas en conflicto, a las que buscaban presentar como iguales. Sin embargo,
como había sucedido en 1916, pronto comenzarían a escucharse rumores de una
"alianza socialista-conservadora". La Vanguardia sefialaba que un diario hablaba de
que algunos dirigentes socialistas se pensaban como "hombres ministeriales", y que
otro decía que el PS apoyaría a las fuerzas enfrentadas al radicalismo a cambio de
refonnas impositivas, aduaneras y de legislación laboral. El diario socialista, aunque
consideraba que tales especulaciones eran un "disparate" (LV, 5721)391, no cerraba

' En realidad había ciertos elementos que permitían mostrar cercanías entre los socialistas y otros
opositores a Yrigoyen. Un ejemplo era la discusión acerca de la Constitución santafecina en la que los
socialistas apoyaban a los demócrata-progresistas, no sólo en lo que hacía al carácter laico que se
postulaba para el Estado, sino en la discusión acerca de los fundamentos de la representación.
Mientras los radicales, para contrapesar el mayor peso de los demócrata-progresistas en el sur,
470

la puerta para una posible alianza, sino que pedía dar "tiempo al tiempo", y explicaba
que la actitud del PS dependía no del CE, ni del Grupo Parlamentario, sino de la
decisión de los afiliados en un Congreso. (LV, 11-7-21).
Finalmente, el XVI° Congreso Ordinario fue convocado para fines de octubre. En él
la posición a adoptar ante la elección presidencial ocupó el lugar central 392 ,

aprobándose, luego de un corto debate, concurrir "con candidatos propios", que


serian elegidos a través de asambleas de las agrupaciones adheridas al Partido. Pero
junto a la cuestión de las candidaturas, subsistía el problema de las relaciones con
otras fuerzas. Al respecto la Comisión de política electoral presentó una propuesta,
redactada por Juan B. Justo, que planteaba que en las elecciones presidenciales -y
también en las elecciones de Gobernador de la provincia de Buenos Aires, que se
realizarían previamente- los electores del PS deberían "invariablemente" votar por
los candidatos del Partido en una primera elección, agregando que, si se diera una
segunda votación, "si fuerá posible" mantendrían ese voto o se abstendrían. La
propuesta de Justo no cerraba del todo la puerta a las alianzas, ya que agregaba que
"si fuera necesario elegir entre dos candidatos extraíos al Partido, votarán por aquel
de aquellos que acepte clara y públicamente nuestros más importantes fines
inmediatos (••)393 (LV, 2-11-21).
El planteo mereció objeciones de quienes sostenían que la cuestión no estaba
incluida en el orden del día del Congreso, y consideraban que era mejor no agitar
cuestiones espinosas, comó la que podía dividir al Partido en "colaboracionistas" y

pretendían que los representantes de los diferentes departamentos de la provinçia se definieran de


acuerdo al número de ciudadanos, los demócrata-progresistas y socialistas querían que se mantuviera,
como en la Nación, la representación en base al número de habitantes. (LV, 27-6-2 1) A comienzos de
septiembre, La Vanguardia volvía a mostrar cierta cercanía con los demócrata-progresistas al
comentar en términos elogiosos una carta donde su líder, Lisandro de la Torre, señalaba que el pueblo
no apoyaría a una fuerza sin programa, y que por eso estaba destinada al fracaso la "concentración
conservadora" que tenía como única prédica la protesta contra los excesos personalistas de Yrigoyen.
(LV, 1-9-21)
392
Aunque lejos de los tumultuosos debates del Congreso de Bahía Blanca, la "cuestión de las
Internacionales", también fue tratada en el XVI° Congreso. A propuesta de Juan B. Justo, y por
unanimidad, se decidió "iniciar y apoyar toda iniciativa de solidaridad internacional de los partidos
políticos, obreros y socialistas, y de colaboración efectiva para el acercamiento social, económico y
político de los pueblos" a la vez que se ratificó el "programa de acción socialista internacional" que
había sido votado en el Congreso de Bahía Blanca" (A. Dickmann, 1936: 32). El Congreso también se
ocupó de la "cuestión gremial". Retomando la tradición neutralista que había sido reafirmada en el
Congreso de Avellaneda se decidió rechazar "toda proposición que tienda a crear un cuerpo central de
la cláse trabajadora de tendencia netamente socialista" (A. Dickmann, 1936: 35)
393
Walter (1987: 86) considera que, como los programas del PS y el Partido Conservador coincidían
hasta cierto punto, la propuesta de Justo era una autorización implícita a votar por la fórmula del
Partido Conservador, encabezada por Rodolfo Moreno.
471

"no colaboracionistas", por situaciones hipotéticas. El líder socialista respondió que


era mejor tratar explícitamente la cuestión y no dejarla librada a las inspiraciones
personales y, entrando de lleno en ella, seflaló que, a su parecer, el PS debía "evitar
el estancarse como una fuerza sectaria y aislada que esterilice su poder hasta el punto
de no saber usarlo ni aún cuando las circunstancias se lo inipongan" (LV, 2-1 1-2 1).
La propuesta de Justo estaba lejos de encontrar consenso; por ello, el delegado de
Bahía Blanca, Agustín de Arrieta, propuso que se siguiera discutiendo pero que la
decisión pasara a un vóto general. Su propuesta fue aceptada por la Comisión de
Asuntos Electorales, y con ese agregado el Congreso aprobó el despacho por 2887
votos contra 1887, enviando la proposición aprobada a un voto general para "su
definitiva adopción". (LV, 2-1 1-2 1).
A comienzos de diciembre, y mientras el Secretario General del PS, Antonio de
Tomaso, convocaba a las asambleas de los Centros para que presentaran las listas de.
los electores presidenciales (LV, 4-12-21), las filas partidarias discutían vivamente
acerca del "voto general" que definiría el posible apoyo del PS a otras fuerzas. En el
marco de esa discusión Justo dictó una conferencia titulada "Relaciones del partido
obrero con los otros partidos", la más detallada exposición que jamás haría sobre el
tema de las alianzas políticas 394 .

El líder socialista afirmaba que el PS era un partido "de clase" pero no "de
oposición". Justo explicó que entendía: por lo segundo a un partido que se proponía
"banalmente, o por todos los medios, desalojar el gobierno que tiene un país en un
momento dado y substituirlo", agregando que tal cosa sucedía en la Argentina
"entre yrigoyenistas y anti-yrigoyenistas, lucha más enconada porque unos y otros
quieren más o menos lo mismo, y se trata sola y exclusivamente de saber quiénes van
a administrar el producido de los impuestos, quienes van a manejar los dineros
públicos. En eso tienen que ser excluyentes, porque no podrían manejarlos unos y
otros a la vez. Son facciones que se excluyen necesaria y fatalmente, personalismo
positivo el del yrigoyenismo y personalismo negativo el de la concentración nacional
anti-yrigoyenista". (Justo, 11947: 355).

Justo recordaba su experiencia personal que, explicaba, ya en su juventud le había


mostrado que "la intransigencia en la negación de la virtud de los demás" era uno de
los peores vicios de la política argentina. El líder socialista rememoraba cómo en el
J0 Congreso del Partido había impulsado una cláusula favorable a establecer alianzas,
394
Por ese motivo Dardo Cúneo la incluiría en la compilación de escritos de Justo que se publicaría
como Tomo 6 de las Obras completas y que llevaría el nombre La realización de/socialismo (Justo,
1947).
472

que, derrotada a instancias de "campeones de la intransigencia" corno Lugones e


Ingenieros, había sido finalmente aprobada en el 110 Congreso, realizado dos años
después. Justo señalaba que, aunque la cuestión de las relaciones con otras fuerzas
había sido de preocupación cotidiana a partir de la participación en asambleas
parlamentarias y municipales, no se habían producido hasta la fecha alianzas con
otras fuerzas, explicando que la situación había cambiado a partir de las elecciones a
Gobernador de la provincia de Buenos Aires, que habían dado lugar a tomas de
posición de la Federación bonaerense y a intervenciones de dirigentes socialistas, el
más connotado de los cuales era de Tornaso, acerca de la actitud a tomar si los
electores socialistas debían desempatar. Por ello, seguía recordando, había
presentado en el último Congreso partidario la moción que sostenía que en una
votación de desempate los electores socialistas votarían por el candidato que aceptara
"clara y públicamente" los fines inmediatos del PS. Justo explicaba que se trataba de
una "resolución limitativa" orientada a fijar la conducta de los electores del Partido y
agregando que lo que se discutía no çra un "pacto", sino un apoyo que no tenía
ninguna contraprestación. Sin embargo, y subiendo la apuesta, el líder socialista
sostenía que "habría que tratar de aprovechar los votos de los electores socialistas
aún en la primera votación, si eso pudiera conducir a buen resultado por el partido".
Para argumentarlo preguntó qué importancia tenía que "el compañero Fulano" -en
realidad se trataba de él mismo- hubiera obtenido catorce votos para Presidente en las
elecciones de 1.916 "si esa era una votación totalmente sin consecuencias", y
continuó planteando un contrafáctico:
"Pero supongan ustedes que con esos catorce electores hubiéramos podido decidir la
elección en el sentido del triunfo de un candidato que garantizara la legislación social
que necesitamos (...) El resultado habría sido mucho mejor, y no habríamos perdido
nada; el Partido habría seguido siendo el mismo de antes, no habríamos
comprometido nada de nuestros derechos ni nuestras posibilidades de crítica y
control." (Justo, 1947: 363).

Justo pasó a continuación al terreno doctrinario y citó el Manfiesto Comunista para


defender la posibilidad de aliarse con otros sectores, y también señaló que en muchos
casos los socialistas ingleses, norteamericanos, franceses y alemanes habían apoyado
candidatos burgueses. Agregó que después .de la guerra había renacido en el.
socialismo europeo "una fuerte y nueva corriente de intransigencia" que, lamentaba,
había mantenido el espíritu que, en 1904 en el Congreso de Ámsterdam, había
llevado a resolver que "los socialistas habían de mantenerse siempre alejados del
473

poder político, y que no habrían de aceptar ministerios, ni formar parte de los


gobiernos" (Justo, 1947: 367). Justo afirmaba que lo que necesitaba la clase
trabajadora no eran expresiones extremistas, sino "comprender cual es su situación
respecto de las otras clases sociales" en las que reinaba una gran diversidad y en las *
que había fuerzas que podían unirse a los trabajadores para un propósito común. El
líder socialista concluía su discurso instando a "aprovechar todas las fuerzas
disponibles para la consecución de los fines que perseguimos", afirmación que
aunque genéricamente favorable a las alianzas, no adelantaba elementos que
permitieran determinar si existía un actor con el cual valía la pena asociarse.
Dos días después La Vanguardia publicaba un artículo que, a pesar de llevar el
intransigente título "Ni colaboración, ni acuerdo" y discutir con las denuncias
radicales acerca de una alianza con los conservadores, no descartaba totalmente tal
acercamiento. El diario socialista explicaba:
"Optar, entre dos candidatos, por el que ofrezca garantías concretas al Partido y al
pueblo, no significaría obligamos a nada, en lo futuro ( ... ) Por lo mismo que no
habría pacto, o convenio, sino una libre apreciación, de nuestra parte, no habría, en el
futuro, rompimiento, ni colaboración ( ... ) Entre sacar más o menos fuerzas, en un
momento dado, y confundirnos con los demás en una labor común de todos los días,
hay una enorme diferencia (...) No es fácil, sin duda, que el titulado radicalismo,
incapaz de entenderse para la acción que debería ser común, y dividido en docena de
grupitos en cada provincia, comprenda estos sencillos preceptos. Sin embargo, con el
mezquino fin de mantenerse en el poder, el gobierno irigoyenista se entiende
diariamente con todo el mundo en una política de toma y daca, que conocen
perfectamente los clericales, las clases ricas, y aún algunos elementos obreros." (LV,
16-12-21).

Más categórico era Antonio de Tomaso quien, interviniendo en una sección de La


Vanguardia que discutía acerca del voto general que decidiría sobre el posible apoyó
de los socialistas a otras fórmulas, señaló que la integridad del socialismo dependía
de los principios y no de los métodos, por lo que instó a dejar de lado prescripciones
dogmáticas y la política intransigente que podían llevar al PS a "la esterilidad más
absoluta". Pasando más directamente al asunto en discusión, de Tomaso sostuvo que
para poder comprender la necesidad de la acción socialista era necesario observar
con realismo la hora política argentina. Y pasó a caracterizarla:
"Vive la democracia argentina una época de dictadura, la tradición liberal de nuestra
carta constitucional es cada día subvertida y tergiversada, la letra de la constitución
no reza para el Presidente Irigoyen; los cuerpos legislativos, apartados de sus
funciones carecen de valor legal; la ley, la justicia y el derecho se legislan al, arbitrio
del 'vasco de Micheo" (LV, 18-12-2 1).
474

El legislador socialista sostuvo asimismo que bajo el gobierno de Yrigoyen la clase


trabajadora había vivido "las peores horas de su existencia", sufriendo la "Leyes de
Defensa Social" y los mandobles policiales, atravesando un momento de "intensa
crisis". Agregó que todo ello, unido al vicio propagado por los Comités al amparo de
las autoridades policiales, debía llevar a los socialistas a actuar. Y ante la pregunta de
si el "hecho que de cualquier modo tratáramos de salvar en su grado más mínimo la
bancarrota total del país" sería un apartamiento de las enseñanzas socialistas,
contestó:
"Si nos consideramos que somos el único partido de la clase trabajadora y que ella
debe esperar los frutos de nuestra acción, lógico es que rindamos un resultado
inmediato. Algunos compañercis se han preguntado si debemos tener fe en hombres
de la política criolla; creo que no, pero las circunstancias varian, y nada se pierde con
cambiar de gobierno, tal vez se gane; un patrón más liberal, impulsado por los
sentimientos y aspiraciones de su subordinado, es siempre superior al que hoy tiene
la clase trabajadora." (LV, 18-12-21).

Las palabras de de Tomaso llamaban a apoyar a los candidatos de la "Concentración"


opuesta a Yrigoyen. En cambio, la nota que La Vanguardia dedicó a la proclamación
de la fórmula de la Concentración Nacional, Pifiero-Núflez, aunque no tan negativa
como las que se dedicarían a describir la Convención radical, no dejaba de señalar
que estaba llena de "figuras ya conocidas", entre las que se mencionaba a Ramos
Mexía, Mujica y Cárcano-, y que toda la vida que en ella había provenía del pasado
(LV, 20-12-21). Aún más negativo era el Editorial que, al día siguiente, y con el
sugestivo título de "Lós muertos mandan", el diario socialista dedicaba a .la reunión
"concentracionista", señalando que en ella se había congregado "lo más selecto de la
oposición oligárquica", que sólo había hablado de "volver al gobierno republicano" y
de "devolver al país el gobierno de las leyes y la práctica de las instituciones". La
Vanguardia afirmaba que la más importante de las instituciones era' el sufragio
universal y se preguntaba qué experiencia al respecto podía tener Pií'iero, que había
sido diplomático con Roca, 'notable' elector de Quintana y Ministro de Hacienda de
Figueroa Alcorta. A continuación el diario socialista se preguntaba qué habían hecho
Piflero y sus acompañantes a partir de las nuevas leyes electorales. La respuesta
parecía cerrar la puerta para acercamientos como el que había postulado de
Tomaso395 :

395Dos días más tarde, La Vanguardia volvía a plantear duras críticas sobre el candidato de la
"Concentración" conservadora, señalando que las palabras de Piñero, quien había dicho que la
situación monetaria era "estable en sí", constituían "la mejor apología del desbarajuste actual". El
475

"Mantener y defender todos los vicios de la vieja política administrativa, financiera,


monetaria (..:) Acostumbrados al voto falso, pensaron que la tradicional política de
rapiña atraería hacia ellos el voto auténtico, pero vacío, de los ciudadanos. Y éstos
(...) dieron al caudillo que hoy gobierna la escasa mayoría que él llama
enfáticamente plebiscito. Nada debe esperar el pueblo trabajador de éstas rivalidades
oligárquicas ( ... ) La clase gobernante argentina es una rémora, todavía va al
remolque del país. La política es todavía lo más atrasado de la vida argentina." (LV,
21-12-21),

El PS ante las divisiones en el radicalismo

Desde mediados de 1921 los socialistas no habían dejado de observar cómo, dentro
de las filas radicales, había ido surgiendo un núcleo de resistencia al liderazgo
yrigoyenista. Así La Vanguardia publicaba, con comentarios aprobatorios, la carta en
la que, como había hecho días antes el Gobernador radical de Salta Joaquín
Castellanos, el Diputado nacional salteño Benjamín Villafañe cuestionaba el modo
en que el Ejecutivo Nacional se relacionaba con el Parlamento y con los gobiernos
provinciales (LV, 8-7-2 1). A comienzos de agosto, el diario socialista daba cuenta de
los rumores que hablaban de la posible constitución de un nuevo bloque
parlamentario radical al que se integrarían miembros de ambas Cámaras. La
Vanguardia señalaba que se trataba de un hecho de importancia, y reconocía que los
Diputados calificados de "disidentes" tenían "algunos títulos": haberse levantado
contra el "imperialismo militarista" de Yrigoyen, haber votado las interpelaciones al
Ejecutivo, haber recordado la Constitución y la Ley frente a las muchas tropelías del
Presidente y su "surnisa mayoría". Sin embargo el diario socialista se preguntaba qué
acciones concordantes podían invocar los Senadores "disidentes" -entre los que se
hallaban Gallo, Tormo, Melo, Soto y Larlús-, quienes no habían defendido las
autonomías provinciales atacadas por el ejecutivo, ni se habían opuesto al desafuero
a del Valle Iberlucea. Por ello, La Vanguardia concluía:

diario socialista sefialaba que el candidato pretendía resolver los problemas "según las prácticas de la
oligarquía inepta y rapaz" y que por eso citaba con fruición a Pelliegrini quien, se recordaba, había
llevado el oro de 350 a 450 pesos, había emitido papel envilecido e inconvertible y había aconsejado
quemar la caña para que no bajara el azúcar. La conclusión volvía a igualar a radicales y
conservadores: "En materia de moneda, como en todas las cuestiones fundamentales de la política
argentina, hay entre los radicales criollos y la concentración antiirigoyenista el más perfecto consenso
oligárquico." (LV, 23-12-21).
476

"Un bloque disidente de Diputados radicales, diría algo. Un bloque de Senadores y


Diputados radicales disidentes, da un caso de pequeña política, pero no sugiere nada
claro y, mucho menos, nada plausible." (LV, 9-8-21).

A fines de noviembre, cuando buena parte de las miradas estaba puesta en los
próximos comicios bonaerenses, una noticia conmocionante había llegado de otro.
punto del país: había sido asesinado el Gobernador de San Juan, Amable Jones.
Jones, que para acceder al cargo había contado con el apoyo de Yrigoyen, había
enfrentado desde su misma asunción, en julio de 1920, la oposición de buena parte
del radicalismo local, en particular de los hermanos Federico y Aldo Cantoni, de
origen radical que, enfrentados a Yrigoyen, habían creado la Unión Cívica Radical
Bloquista en 1919. Los enfrentamientos llevaron a que se pidiera la intervención a la
provincia pero Yrigoyen, que seguía apoyando a Jones, se negó a dar tal paso. El día
20 de noviembre, en el camino a la Rinconada, el vehículo en el que viajaba Jones
fue atacado y el Gobernador muerto a balazos. Por el crimen fueron acusados los
hermanos Federico y Aldo Cantoni, quienes fueron detenidos.
La Vanguardia consideró al crimen, producido en una disputa entre "facciones de la
UCR", como una "consecuencia de la incultura radical, (...) una resurrección de la
vieja política criolla, hecha a base de personalismos inmorales y absorbentes (...)
Son los primeros frutos del régimen 'southamericano', que muchos creían muerto
para siempre, alentada por el radicalismo" (LV, 21-11-21). El Editorial que
acompañaba la noticia no era piadoso con la víctima, afirmando que había llegado al
gobierno para servir de comodín de Yrigoyen a quién, en "su delirio de
megalómano", había tratado de imitar tanto en sus "calculadas rarezas" corno en sus
arbitrariedades. El diario socialista señalaba que, gracias a esta política así como a las
"genialidades" de la oposición surgida de su propio partido, San Juan se había
transformado en "el verdadero bochorno nacional." La Vanguardia extraía del hecho
una conclusión que superaba el marco de la provincia 396 y, luego de señalar que
Yrigoyen no evitaba siquiera los escándalos que surgían de sus propias filas, se
preguntaba:

396
Días más tarde La Vanguardia se detenía sobre la vida interna del radicalismo, señalando que
aunque hasta ese momento "el sordo movimiento de hombres y grupos en el.partido oficial, iniciado
desde la casa Rosada" no se había hecho sentir en la Capital Federal, la cercanía de la elección
presidencial hacía temer "una agravación del mal". Frente al mismo, el diario socialista volvía a
señalar la propia soledad, concluyendo: "Los poseedores del mando, y los que aspiran a quitárselo,
afilan todo tipo de armas, por repudiables que parezcan. En la lucha cuyos prolegómenos se
vislumbran ya, la clase trabajadora se encontrará entre dos fi.iegos" (LV, 26-11-21) .
477

",Servirá el bochornoso episodio de San Juan de saludable advertencia al señor


Irigoyen, o preferirá éste intentar hasta el fin la realización de su obra nefanda? No lo
sabernos; dificil sería adivinarlo. Lo único que podemos afirmar de nuestra parte es
la necesidad de aplicar sin tardanza un enérgico correctivo a esta política de
agresividad y de bochorno, que de seguir libremente como ha seguido hasta ahora,
ahogará al país bajo un manto irrespirable de vergüenza." (LV, 21-1 1-21).

El escándalo sanjuanino continuaba. A comienzos de diciembre el Diputado radical


sanjuanino Marcial Quiroga hizo pública una carta en la que reprochaba a Yrigoyen
el haber desoído los pedidos tendientes a enviar una intervención federal que pusiera
fin a la anarquía que vivía San Juan (LV, 2-12-21). Un día más tarde el diario
socialista señalaba que las denuncias del Diputado radical hablaban incluso de un
golpe de Estado, tramado por Yrigoyen, Beiró y Jones, contra la legislatura
provincial, que habría sido frustrado por "la buena inspiración" de los Diputados
radicales (LV, 3-12-21).
Pocos días después La Vanguardia señalaba que surgían nuevas fuentes de inquietud
y que ya no se trataba de un. pleito local o del "epílogo trágico de una larga opereta"
sino de algo trascendental que concernía a todo el país: la reelección de Yrigoyen. El
diario socialista, luego de recordar que ya se habían referido a la cuestión, señalaba
que en la carta de Quiroga había una alusión a una medida rechazada por el bloque
radical. La Vanguardia explicaba que la medida a la que oscuramente se hacía
alusión era la "replebiscitación" de Yrigoyen; postura que había sido defendida por
un diario radical que sostenía que, dado que el Artículo 770 de la Constitución
impedía la reelección, el voto a Yrigoyen en la elección presidencial implicaría
simplemente un modo de realizar una reforrn.a constitucional. La Vanguardia
sostenía que "la novísima tesis" 397, contraria tanto a las prescripciones de la Carta
Magna como a toda precaución contra el caudillismo y la tiranía, se explicaba por
una razón partidista:
"El problema de la futura fórmula aparece como insoluble en el campo radical.
Descontado el segundo término, que se adj udica a la personalidad indiscutible del
amanuense colocado en la jefatura de policía, el primero se hace cada día más dificil,
con la proximidad de los comicios. Y el peligro mayor estriba en que cualquier

397
Dos días mas tarde La Vanguardia reproducía un artículo que parecía mostrar que la "tesis" no era
novísima sino, antes bien, preconstitucional. El mismo, tomado de un diario del año anterior del que
no se daba el nombre, se titulaba "Una historia que puede repetirse" y recordaba el triunfo de Rosas en
el plebiscito de marzo de 1835. El diario socialista concluía señalando que aunque sóIó algunos de los
elementos de que hablaba el artículo se repetían, no habían dejado de surgir, como en el siglo pasado,
"los jurisconsultos sutiles que le fraguasen una doctrina, fundada en el plebiscito, para justificar su
gesto", el de antes, el de Rosas, el de ahora el de Yrigoyen. (LV, 9-12-21)
478

nombre provocaría la escisión y el derrumbe del partido gobernante. Su hombre-


bandera es también la eterna y única soldadura de ese compuesto heterogéneo, quizá
porque simboliza corno ninguno la confusión inculta de la masa banderiza, y se
impone, por lo tanto, como solución ineluctable." (LV, 71221) 398 ,

Los signos que los socialistas habían observado de "unicato" radical fueron
reforzados por las elecciones de Gobernador y Vice de la provincia de Buenos Aires.
Al respecto, La Vanguardia recordaba que la importancia electoral de la provincia no
era un rasgo del pasado y que por eso el "Presidente elector" había designado para el
cargo a alguien de su confianza como José Luis Cantilo. El diario socialista,
ironizando sobre la trayectoria del antiguo interventor de la provincia, que en ese
momento era Intendente Municipal de la Capital, sostenía:
"Se trata de copiar, en este caso, como en tantos otros, las prácticas del execrado
'régimen'. Al lado de los gobernadores que dejaban el puesto para pasar al Senado
nacional, podemos poner a los interventores, o gobernadores de hecho, que tras un
breve intervalo, recuperan la vieja situación, valiéndose, quieras o no, del apoyo de
los antiguos subordinados agradecidos. El señor Cantilo, interventor o gobernador de
hecho por decreto del. Presidente, será mañana, probablemente, gobernador de
derecho, por voluntad del señor irigoyen." (LV, 13-10-2 1).

La Vanguardia ponía el acento en la dependencia que el futuro Gobernador mostraba


respecto al líder radical 399, y señalaba que, junto al recuerdo de "aquel pobre señor
Crotto arrojado de la gobernación -para la que había sido elegido en comicios libres
por el pueblo de la provincia- como un sirviente inútil" 400, servía para demostrar que
la célebre afirmación yrigoyenista de que "los pueblos han recuperado su soberanía",

398
Un argumento similar sería planteado en el mes de marzo cuando, luego de burlarse del modo en
que los distintos grupos radicales pugnaban por ser los verdaderos herederos de Alem, La Vanguardia
comentaba un cartel, escrito por un militante radical, que decía: "todos los argentinos que amen a su
patria deben votar por este ilustre ciudadano que se llamó Alem". El diario socialista comentaba que
la idea tal vez diera frutos ya que "Alem candidato, sería mucho más eficaz y simbólico que
cualquiera de esos binomios que hoy llenan tantas bocas: Alvear-González, Gallo-Goyeneche,
Saguier-Gallo, Gómez-Oyanarte, etc." (LV, 1-3-22)
399 Días después el diario socialista señalaba que una similar dependencia manifestaba Francisco
Beiró, recientemente electo Presidente del Comité Nacional de la UCR, a quien una caricatura
mostraba como un títere que era manejado por Yrigoyen. (LV, 6-1 1-2 1)
400
En las elecciones de marzo de 1918, convocadas por la intervención encabezada por José Luis
Cantilo, se había impuesto la fórmula formada por José Camilo Crotto y Luis Monteverde. A poco de
asumir Crotto debió enfrentar la oposición de otros sectores del radicalismo: los "provincia[istas" que,
con el apoyo del Vicegobernador, objetaban una carrera política realizada en la Capital Federal y los
"yrigoyenistas" que aunque también "metropolitanos" deseaban un mayor alineamiento del
Gobernador con la Casa Rosada. Estos enfrentamientos hicieron que en varias ocasiones se hablara de
una posible intervención nacional a la provincia; ésta finalmente no llegó a producirse, pero la.
amenaza de su inminencia, hizo que a mediados de mayo de 1921 Crotto anunciara su decisión
irrevocable de renunciar. El 23 de ese mes una sesión conjunta de la legislatura provincial aceptó la
renuncia, y la gobernación recayó en el "provincialista" Monteverde.
479

era mentira y que la soberanía estaba en manos de Yri.goyen, quien hacia y deshacía
gobernadores "corno en los mejores tiempos del régimen oprobioso" 40 ' ( LV, 13-10-
21).
Una semana antes de las elecciones de Gobernador, tuvieron lugar los comicios
municipales en la provincia de Buenos Aires. Los socialistas señalaban la
importancia de la acción municipal pero, anticipando que los resultados no serían
demasiado positivos, planteaban que sólo una larga tarea permitiría ampliar triunfos
corno los ya obtenidos en Mar del Plata (LV, 27-11-21). Al día siguiente de la
elección, el diario socialista volvía a cargar las tintas sobre las prácticas de radicales
y conservadores sefialando que en sus Comités "se han fomentado las más bajas de.
las pasiones; el juego .y el alcohol; las armas poderosas de estos partidos para obtener
el triunfo que tanto anhelan" (LV, 28-11-21). Sin embargo, sólo un día después un
Manifiesto de la Junta Ejecutiva de la Federación Socialista bonaerense planteaba
una visión más compleja de la estrategia de las "fuerzas de la política criolla"
señalando que a la violencia y "a las seducciones del alcohol y el juego", estos
actores empezaban a agregar "vagos e inciertos propósitos de reforma social". Los
líderes socialistas instaban a no dejarse seducir por esas "declaraciones de
circunstancias" señalando:
"Si algún valor llegan a tener, silos politicastros comienzan a usarlas, no es por los
votos que habéis dado a los señores de los partidos burgueses, sino por los que les
habéis negado. Sólo la manifestación clara de la naciente voluntad política del pueblo
puede imponerles algún respeto por la verdad social." (LV, 29-11-21).

En vísperas de la elección de Gobernador, La Vanguardia volvía, como dias antes


había hecho la la Federación bonaerense, a poner "en guardia" contra la
rehabilitación del "discurso social" por parte del radicalismo. Así, a un manifiesto de
una "comisión de ferroviarios" llamando a apoyar a Cantilo para asegurar la
continuidad de la "política social y obrerista" del radicalismo, el diario socialista
respondía afirmando que se trataba de una "simulación" surgida de los Comités
radicales, y señalando que la retórica obrerista a la que Cantilo apelaba para alcanzar

401
La comparación con el "régimen" se repetía al abordar las prácticas de la UCR en la campaña para
las elecciones de Gobernador. Así, a comienzos de noviembre, La Vanguardia informaba que los
radicales de Chacabuco habían organizado una "fiesta campestre" en la que se correrían cuatro
carreras de caballos con los premios denominados Hipólito Yrigoyen, Luís Monteverde, Cantilo-
Solanet y José Díaz, lo que le permitía concluir: "Después de la intervención a la provincia de Buenos
Aires y un período de gobierno radical, después del triunfo 'completo' de la 'causa', nos encontramos
igual que en tiempos del 'régimen'." (LV, 3-1 1-2 1) .
IIl

la gobernación era desmentida por "la caza al obrero huelguista con el auxilio de los
mauseres del ejército" que en esos días tenía lugar en la Patagonia (LV, 2-12-21).
Por otro lado, y junto al "obrerismo", el diario socialista también cuestionaba otra de
las banderas radicales, su lucha por "la pureza del sufragio". Al respecto señalaba
cómo, utilizando a oficinas nacionales corno el Correo para obstaculizar la
propaganda de otras fuerzas, el gobierno se había convertido en una organización
nacional para arrebatar el triunfo a los opositores. Al hacerlo, se concluía, la
administración radical no había comprendido el papel que le reservaba el momento
histórico:
"En lugar de afianzar la reforma electoral del Presidente Sáenz Peña -reforma a la
cual debe el radicalismo su advenimiento legal al gobierno- y contribuir al
perfeccionamiento creciente de la educación electoral del pueblo, este gobierno ha
probado cuán enorme era el poder de corrupción que llevaba oculto entre los pliegues
de su bandera principista y regeneradora." (LV, 2-12-21).

Finalmente el 4 de diciembre tuvieron lugar los comicios para elegir al Gobernador


de la provincia de Buenos Aires. Previsiblemente la fórmula socialista, conformada
por Juan B. Justo y José María Lemos, ocupó un lejano tercer lugar, muy por detrás
de radicales y conservadores. Sus 121703 votos dieron a la fórmula radical 61
electores; los conservadores, que alcanzaron 98737 votos, 30000 más que en 1918,
obtuvieron 51 electores; los socialistas recibieron 10816 votos y sólo obtuvieron dos
electores (Walter, 1987: 87)402. La mayoría obtenida por los radicales hacía abstracta
la cuestión del apoyo socialista en el Colegio Electoral provincial. Sin embargo
subsistía la pregunta acerca de la postura del PS ante unas elecciones presidenciales
que parecían preanunciar un nuevo triunfo radical.
Al acercarse los comicios los socialistas no dejaban >de observar con atención la
evolución interna del radicalismo. Así La Vanguardia publicaba extractos del largo
docUmento con el que algunos dirigentes del radicalismo -entre ellos los entrerrianos
Melo y Laurencena, y los salteños Castellanos y Viliafafie- rompían "definitivamente
con su política personalista, absorbente y depresiva para las instituciones libres". El
diario socialista consideraba que el gesto era "tardío, pero saludable" celebrando que
dentro del radicalismo comenzara a verse claramente "que el personalismo del señor

402
Ambos por la sexta Sección electoral en la que se encontraba el "bastión" socialista de Mar del
Plata. Efectivamente el partido de General Pueyrredón, en el que se halla la ciudad balnearia, fue el
único punto de la provincia en que los candidatos del PS a la gobernación aventajaron a sus rivales.
En la votación el PS obtuvo 827 votos contra 675 de los radicales y 809 de los conservadores. (LV,
12-1-22)
EII

Irigoyen es un peligro y una amenaza para las libertades públicas" (LV, 10-2-22).
Días más tarde un Editorial de La Vanguardia volvía sobre el manifiesto de los
disidentes, que se identificaban como "principistas", señalando que las afirmaciones
que en él se hacían ya habían sido planteadas por una comisión formada años atrás
para estudiar la situación interna del partido. El diario socialista señalaba que "el
problema de la regeneración del yrigoyenisino (...) regenerador" era viejo, y que lo
único que aparecía de nuevo en el manifiesto de los disidentes era "el acta de
acusación, franca y puntualizada, contra el gobierno del señor Irigoyen que tan
fielmente ha sabido imitar a los peores del 'régimen" (LV, 13-2-22).
A comienzos de marzo la UCR no había definido aún sus candidatos. Los socialistas
contrastaban la tardía y agitada selección de los candidatos radicales con la ordenada
nominación de Repetto y de Tornaso 403 , y subrayaban el atraso de los radicales corno
una prueba de las disputas personalistas que los desvelaban. Desde La Época se
respondía que el país esperaba tranquilo tal definición, sabiendo que una reunión de
hombres libres, como lo era la Convención radical, le daría "una verdadera bandera,
digna de ser conducida a los comicios y a la victoria". El diario radical auguraba que
la fórmula radical seria aprobada "en la primera reunión de la convención"
agregando que en la mismo no se daría "el pugilato de candidaturas que al adversario
pregusta." (La Época, 4-3-22). La Vanguardia señalaba que el único motivo por el
que podría darse ese fenómeno de unidad, "en un partido tan trabajado por las
disensiones", y en el que la elección del Presidente de un comité parroquial daba
lugar "a seis listas y verdaderas batallas campales", era por el milagro de la
imposición de Yrigoyen quien, se señalaba, había "soplado ya los nombres de sus

403
El 4 de febrero el CE del PS realizó el escrutinio de la votación para elegir candidatos a Presidente
y Vicepresidente de la Nación. En la elección, y de acuerdo a las decisiones del X\P Congreso,
tomaron parte los afiliados de 121 agrupaciones, E.l candidato más votado para encabezar la fórmula
presidencial fue Nicolás Repetto, con 529 votos, seguido de Mario Bravo, con 435. En la elección del
candidato a vicePresidente el más votado fue Antonio de Tomaso, con 361 sufragios, seguido de
Mario Bravo, con 323. En la sesión que siguió al escrutinio de Tomaso señaló que entendía que, como
Bravo había tenido más votos tomando en cuenta las dos votaciones, la candidatura a vicePresidente
correspondía al tucumano. Por ese motivo el CE declaró que los candidatos serían Nicolás Repetto y
Mario Bravo (LV, 21-1-22). Sin embargo Bravo declinó la postulación y finalmente, en un acto
realizado en el teatro Coliseo a comienzos de febrero, el PS proclamó la fórmula Repetto-de Tomaso.
(LV, 5-2-22) Aunque los candidatos habían polemizado respecto a la cuestión de "las Internacionales"
y también respecto a un posible apoyo a otras fuerzas, y aunque el vínculo personal y familiar que los
unía se había roto -en esos días de Tornaso y Victoria Gukovsky, hijastra de Repetto, habían iniciado
lbs trámites de divorcio en el Uruguay-, las diferencias no se harían públicas durante la campaña. Tal
vez a ello contribuyera la distancia, ya que a mediados de febrero Repetto emprendería una gira por el
interior, en tanto de Tomaso permanecería desarrollando actividades proselitistas en Buenos Aires.
LV, 21-2-22)
candidatos a los 'hombres libres' que formarán la convención oficialista." (LV, 5-3-
22).
Sin embargo tales predicciones acerca de un fácil acuerdo, ya fuera que se basara en
el carácter de los "hombres libres", como sostenía La Epoca, o cfi el unicato de
Yrigoyen sobre una "reunión de incondicionales", como volvía a señalar La
Vanguardia (1 1-322), no se verificarían. Sólo un día más tarde el diario socialista
señalaba que por el "mar de fondo" que reinaba en el partido gobernante la primera
sesión de la Convención había debido suspenderse. La Vanguardia informaba que
dos oradores identificados con el sector no alvearista habían levantado tribuna en una
mesa en la calle y desde ella habían pronunciado arengas "contra 'el dictador que
gobierna el. país' y contra 'la mayoría de la convención, formada por una chusma
asquerosa de incondicionales"; los que los escuchaban, señalaba el diari.o socialista,
respondían gritando "muera el mazorquero Elpidio" (LV, 12-3-22).
Al día siguiente La Vanguardia seguía deleitándose con la descripción de los
"incidentes" entre los partidarios de Gallo y Alvear, a la vez que explicando que la
"absurda pretensión" de quien había sostenidci que "antes de elegir candidatos, es
necesario darse un programa de gobierno" había sido unánimemente rechazada. El
diario socialista señalaba que la proclamación de la f&rnula Alvear- González había
sido acogida "con alaridos bestiales, en los que sobresale el grito de ¡viva Yrigoyen!"
y concluía:
"Ha triunfado la imposición ( ... ) Lo que más choca si algo puede chocar en esta
política de eunucos y de esclavos, es el triunfo del señor Elpidio, dócil instrumento
en manos del señor Irigoyen, para sus fines de 'obrerismo práctico', que la clase
trabajadora no ha de olvidar tan fácilmente." (LV, 13-3-22) ° .

Un nuevo triunfo radical

Corno permite ver la cita con que concluimos el apartado anterior, en el discurso de
campaña los socialistas combinaban las críticas al personalismo y al "unicato" de
Yrigoyen, con el recuerdo de "los crímenes de Santa Cruz" que mostraban la verdad
del "obrerismo sangriento" (LV, 24-1-22), y con las denuncias de que las propuestas

404
Un día más tarde el diario socialista afirmaba que luego de llevar como candidato a "un mandadero
y esbirro del señor Irigoyen" como González, lo único que le faltaba al radicalismo era apelar al
fraude en los comicios, agregando que no cabía duda de que, si era necesario para triunfar, el
yrigoyenismo no dudaría en apelar a él. (LV. 14-3-22) . .
483

• de corte social que en esos días presentaban los radicales constituían simplemente un
"reformismo electoral" (LV, 20-1-22). En el último tramo de campaña La
• Vanguardia reactivó este último tópico, señalando que para Yrigoyen, como para
Cariés, Anchorena o de Andrea, la solución del problema social consistía en dar a los
trabajadores algunas migajas del festín capitalista o "la dedada de miel de ciertas
leyes protectoras" empezando por las más inofensivas para la clase patronal. Luego
de comparar, en términos desfavorables, las propuestas de• legislación radical con la
"copiosa legislación obrera" con la que Bismarck había acompañado las leyes
antisocialistas, el diario volvía sobre la vinculación entre legislación y represión:
"El obrerismo del gobierno titulado radical es la máscara con que el señor Irigoyen
trata de disimular la infamia de la sangrienta persecución a los trabajadores
organizado, en todo el país, y su visible inteligencia con los tiburones del capital, con
la reacción clericoburguesa." (LV, 19-2-22).

En esos días los socialistas discutían una de las medidas "sociales" de Yrigoyen, una
ley que disminuía compuisivamente algunos alquileres, a la que juzgaban no sólo
oportunista sino mal ideada; señalaban que quitaba los estímulos a la construcción de
viviendas populares y recordaban que desde 1913 venían proponiendo una ley que
daba estabilidad a los inquilinos por dos años, librándolos de nuevas exigencias de
lós propietarios, a la vez que la desgravación de impuestos para los materiales
dedicados a las viviendas, (LV, 20-2-22).
Al día siguiente La Vanguardia dedicaba su Editorial a tratar acerca del hambre que
sufría buena parte de la población rusa. El diario socialista explicaba la situación por
el hecho de que, en ausencia del estímulo que daba la posibilidad de intercambiar el
excedente, los campesinos habían sembrado una superficie menor a la de años
anteriores. A continuación el diario socialista señalaba que los heçhos le daban la
razón al Congreso celebrado tres años antes en San Nicolás, que había declarado que
el pueblo trabajador habría llegado a su madurez política solo cuando fuera "capaz de
alterar las relaciones de propiedad elevando al mismo tiempo el nivel técnico-
económico del país, o al menos sin deprimirlo." Hasta este punto el texto no parecía
relacionarse con las discusiones políticas de la hora sin embargo, inmediatamente, se
aclaraba que las reflexiones surgían a propósito de "medidas argentinas de gobierno"
cuyos resultados eran aleatorios por no responder a un plan ordenado sino de
inspiraciones y a fines subalternos. El tema era nuevamente el de los alquileres,
respecto al que se concluía:
484

"La Argentina, si protege siempre a los inquilinos como lo ha hecho hasta ahora, va
en camino de ser un país sin habitaciones para alquilar. Resultados tan absurdos y
contraproducentes pueden recaer sobre el pueblo entero de la república si se saca la
cuestión agraria argentina de la esfera de la ciencia y de la experiencia argentinas y
universales; y se la maitrata, confunde y envenena con motivos atropelladas, que
disimulen su mala índole presentándose como de emergencia." (LV, 21 -222).

El artículo hacía referencia a. un proyecto de fijación de los arriendos rurales


impulsado por el gobierno. Un mes más tarde el proyecto no había sido tratado por el
Congreso, en buena parte por la falta de despacho de la Comisión de Legislación
Agraria, de mayoría yrigoyenista. La Vanguardia juzgaba que no había perspectiva
de una ley inmediata acerca de la cuestión, a la vez que discutía con La Época y otras
hojas radicales que acusaban a los socialistas de obstruir la sanción. Pero el diario
socialista no desmentía la obstrucción sino que cuestionaba el carácter mismo del
proyecto; señalaba que los legisladores del PS siempre se habían preocupado del
monto de los arriendos y que habían exhortado a los chacareros a plantearla al
Parlamento, pero que no podían com.plicarse en "las maniobras demagógicas" de
Yrigoyen, a quien acusaban de "oscurecer y malograr un asunto de interés
permanente y vital para la república" (LV, 20-322) ° .
El 25 de marzo el PS realizó un gran acto público en Plaza Congreso. El primero en
tomar la palabra fue Juan B. Justo, quien proclamó al candidato a Senador, Mario
Bravo, y a los candidatos a Diputados nacionales por el PS. El líder socialista
denunció "la traición demagógica que consiente a especuladores extranjeros pedir a
destajo leyes de emergencia" y llamó a los trabajadores a adquirir y ejercer los
derechos políticos para "ir con nosotros al éongreso para dar al país las leyes que el
país necesita." En el mismo escenario que Justo hablaron los candidatos a Diputado
Jacinto Oddone406 , Carlos Manacorda y Angel Giménez. Mientras tanto, en el

405
Por eso, se explicaba, al "mal proyecto" del Ejecutivo habían respondido con otro proyecto,
presentado a la Comisión de Legislación Agraria, que abordaba la fijación del monto de los arriendos
planteando la formación de juntas valuadoras y ligando el arriendo con la valuación fiscal. A ello se
agregaba, como medida de excepción, la prórroga, a opción de los arrendatarios, de los contratos de
menos de 300 hectáreas, para impedir que los latifundistas desalojen a los ocupantes con el fin de
substraerse de los efectos de la ley. El diario socialista concluía que, junto a otros artículos que
trataban de la situación de deudores y acreedores hipotecarios y de la existencia de mejoras en los
campos arrendados, la proyectada ley "llenaría las necesidades del momento y prepararía la solución
definitiva de la cuestión agraria argentina en la forma más inteligente y progresiva." (LV, 20-3- 22)
406
Quien señaló a los electores, en una obvia equiparación entre Rosas e Yrigoyen, que de ellos
dependía que el sufragio "retroceda al año 1830, en que el electorado de entonces, entregó el gobierno
con las facultades más discrecionales al hombre que luego regara las calles con la sangre de los más
altivos durante la larga noche de la tiranía, o que, por el contrario, se encamine hacia una legislación
485

segundo escenario, el primer orador fue el candidato a Vicepresidente Antonio de


Tomaso quien destacó que las elecciones a realizarse el 2 de abril tenían una
importancia fundamental, ya que en ellas se definía ño sólo si los electores porteños
apreciaban la acción de progreso político y social. y de defensa de las libertades
piiblicas emprendida por el PS sino también
"si estaban dispuestos a repudiar, votando a los electores socialistas de Presidente y
vice, el sistema político y administrativo aplicado por el señor Irigoyen ( ... ) Yo no
soy, ha dicho (Yrigoyen) un gobernante de orden común, con lo cual se ha calificado
de anormal, de hombre distinto de ñosotros, los simples mortales. Como ciudadanos
y argentinos libres, querernos un gobierno equilibrado, nonnal, serio, honesto,
respetuoso de la ley (...) Abominamos del personalismo que . engendra en los
gobernantes caprichos de monarcas absolutos (...) Abominamos del juego convertido
en una infección por obra del gobierno, de la repartija de cargos públicos (,..)y de la
descomposición administrativa que resulta del absolutismo . presidencial.
Abominamos de la política sin ideas." (LV, 26-3-22).

En la segunda tribuna hablaron también Mario Bravo, Alfredo Spinetto, Antonio


Zaccagnini y Adolfo Dickmann. Fue éste quien planteó más claramente la mirada
socialista sobre la situación política del país al afirmar que en medio del cuadro
caótico tres hechos destacaban: que el sufragio universal era una conquista
definitivamente incorporada a la vida institucional argentina, que sus primeros frutos
habían sido "escasos o malos", y que los yiejos métodos de gobiernos electos en
ausencia de la voluntad popular no volverían a conocerse. El segundo punto suponía.
una mirada negativa sobre el radicalismo, la que era ampliada a continuación por
Dickmann: .
"El partido radical, que alguna vez fue partido, pero nunca radical, ha dejado de serlo
desde que es un oficialismo en el más amplio y sudamericano sentido de la palabra.
En el breve espacio de seis años ( ... ) se ha desgastado con una rapidez proporcional
a la carencia de cohesión que lo distingue, a la actitud de sus apetitos materiales que
animan a sus componentes ( ... ) Podrá o no conquistar otra vez el gobierno. Esto no
tiene mayor importancia: lo importante es qúe ese movimiento político comenzado
en el año 90 ha terminado su misión, si es que tuvo alguna, sin que el país le deba un
solo hecho que le dé personería en el futuro ( ... )" (LV, 26-3-22).

A continuación, y haciendo también explícita la crítica a los conservadores que había


expresado en . el tercero de los "hechos destacados" anteriormente, Dickmann
sostuvo: . . .
"Las viejas oligarquías, deshechas, dispersadas e irreconstruíbles, concretadas en un
movimiento instintivo de defensa sin finalidad y sin resultado, no podrán recobrar el

que beneficie, no a los privilegiados, que son los menos sino a los trabajadores, que son los más" (LV,
26-3-22)
486

gobierno, por inadaptación a las nuevas circunstancias que caracterizan al país." (LV,
26-3-22).

Por todo eso el orador concluyó su discurso augurando al PS "un espléndido triunfo
inmediato y el más franco porvenir en la vida política nacional". (LV, 26-3-22). Un
similar tono confiado mostró el candidato presidencial, Nicolás Repetto, cuando al
hablar en el mitin de cierre de campaña realizado el 30 de Marzo, afirmó que el
triunfo socialista en las elecciones que tendrían lugar tres días después no sólo
probaría que la obra de esclarecimiento político emprendida por el PS no era estéril,
sino que, además, tendría dos consecuencias prácticas de importancia:
"Disipará la leyenda del gobierno ejemplar, obrerista y liberal que ha tejido a su
respecto el Presidente Irigoyen, y permitirá al PS, libre ya de la preocupación de
mantener el predominio en la capital, exténder su propaganda al interior y tratar
seriamente de conquistar para la buena causa a los trabajadores de las provincias."
(LV, 3 1-3-22).

Sin embargo nuevamente el triunfo se mostraría esquivo para los socialistas, incluso
en la Capital407 : en la elección presidencial, el PS obtuvo 77918 votos en todo el país,
ocupando un distante tercer lugar, muy detrás de los 422136 que alcanzó la UCR y
los 222840 de la "Concentración Nacional" (Walter, 1977: 182), Con respecto al
Interior, en el que, como vimos, el escaso desarrollo partidario era confeso, los
resultados eran elocuentes: aunque el PS había presentado listas de electores en todos
los distritos, salvo en Jujuy, sólo superó el 5% de los votos en Capital Federal,
provincia de Buenos Aires, Mendoza y Tucumán (Cantón, Moreno y Cina, 1986:
.101), y sólo obtuvo los 22 electores correspondientes a la minoría de Capital. De
todos modos, como los electores radicales eran 235 y los de otras, fuerzas opositoras
sólo 79408, la tan debatida cuestión de la actitud de los electores socialistas pasaba a
un segundo plano.

407
En la votación de electores presidenciales la lista radical obtuvo 68130 votos, aventajando a la
socialista, que recibió 54783 por algo más del 7% de los sufragios -37,6% frente a 30,2%-. Más atrás
quedó la lista de la "Concentración Nacional" que obtuvo 25403 votos -un 14,0%-, la de los
demócrata-progresistas que alcanzó 9768 -un 5,4%- y la de los radicales principistas que recibió 9372
-un 5,2%-. En las elecciones de Diputados nacionales que se realizaron simultáneamente la diferencia
fue menor, el primero de los radicales J. Amuchástegui recibió 65847 votos -un 36,4%- frente a los
60081 alcanzados por el socialista Antonio de Tomaso -los que representaban un 3 3,2%-. Por detrás
de radicales y socialistas la Concentración. Nacional obtuvo un 12,2% de los votos, los radicales
principistas un 6,8% y los demócratas-progresistas un 5,8%. En la elección de Senadores, la lista que
postulaba al radical Tomás Le Bretón alcanzó 67105 sufragios y la que llevaba al socialista Mario
Bravo 62366 (LV, 21-4-22).
408
Los candidatos oficiales de la "Concertación", Piñero y Núñez, obtuvieron 60 electores, los
candidatos demócrata-progresistas Ibarguren y Correa recibieron el apoyo de los 10 electores
correspondientes a la minoría santafecina, en tanto una fórmula "mixta" como la que postulaba a
487

Apenas se conocieron los resultados, La Vanguardia volvió a publicar los


tradicionales artículos que minimizaban la propia derrota 409 o buscaban explicaciones
acerca del triunfo radical. A ello se agregó un gran número de intervenciones que
evaluaban los seis años de gobierno yrigoyenista, que planteaban una mirada
impiadosa sobre algunos aspectos de la gestión: se señalaba "el desquicio" de la
política petrolera, se denunciaban los "negocios" del Ministro de Hacienda
Salaberry, se subrayaban sus posiciones a favor de la política ganadera y en contra de
la agricultura, se cuestionaban sus iniciativas sociales, que eran vistas como
demagógicas y oportunistas. Los socialistas también repetían las críticas al
militarismo y al clericalismo de Yrigoyen, a la vez que adoptando un tono más
"institucional", cuestionaban el modo en que el Presidente había tratado, y seguía
tratando410, al Parlamento. Las críticas socialistas eran particularmente ácidas al
cuestionar los homenajes que recibía quien abandonaba el gobiern0 411 , señalando que
se trataba de "autohomenajes" (LV, 9-8-22).
En el último día de gobierno de Yrigoyen, un artículo de La Vanguardia celebraba
que la partida del viejo líder desvaneciera "la pesadilla que durante seis años ha
significado su presencia a la cabeza del gobierno". El diario socialista no planteaba
grandes expectativas en la figura de Alvear, pero reconocía que la gente veía en el
nuevo gobierno "la posibilidad de salir del desbarajuste actual" encontrando que ésta
expectativa se fundaba "en el sól.o hecho de que el que cesa en sus funciones ha
llenado hasta el borde la copa de los abusos, de las inmoralidades, del absolutismo
personal", El diario socialista, recordando que el Presidente había enviado un

Núñez y Correa recibió el apoyo de los 3 electores que por la minoría había conseguido el
conservadorismo santiagueño. Los radicales "principistas" Laurencena y Melo recibieron 6 de los 7
votos correspondientes a la mayoría sanjuanina, enrolada en el cantonismo, en tanto el séptimo votó
por la fórmula Correa-Quiroga. (LV, 14-6-22)
409
Así, en una nota publicada al concluir el escrutinio de la Capital, La Vanguardia señalaba que,
contra lo que señalaban las apariencias que hablaban de un triunfo radical, desde las elecciones de
1920, la proporción de los votos socialistas había aumentado, en dos años el uno por mil; en cambio,
la de los yrigoyenistas había disminuido el tres por mil. (LV, 21-4-22).
410
A fines de junio, La Vanguardia subrayaba que, a dos meses de la fecha que la Constitución fijaba
para el inicio de las sesiones, el Parlamento aún no se había reunido. El diario socialista, volviendo
sobre las denuncias de "unicato" y aún de dictadura, sostenía que lo haría "cuando se le antoje al
Presidente". (LV, 30-6-22).
411
El 4 de mayo el diario socialista daba cuenta de un "himno a Yrigoyen" cuestionando no sólo el
hecho de que lo tocara la banda de la Policía Federal, lo que implicaba la confrisión entre Estado y
partido, sino el dudoso gusto de sus estrofas. (LV, 4-5-22). Una semana más tarde La Vanguardia
descargaba su ironía sobre la prensa salteña que no contenta con la equiparación que antes había
planteado respecto a Güemes, celebraba a Yrigoyen exclamando " Viva el segundo San Martín!" (LV,
10-7-22).
488

"desgraciado mensaje" al Congreso desconociendo la facultad de éste para tratar el


asunto del divorcio, encontraba justo que el único aplauso que encontrara el
Presidente que se despedía proviniera de las instituciones clericales. El artículo
concluía que "el nuevo plebiscito" consagraba a Yrigoyen corno "campeón de la
secta negra", un título que siempre le habían reconocido los socialistas. (LV, 12-10-.
22).
Junto al artículo La Vanguardia también le dedicaba al gobierno saliente un último
Editorial, que comenzaba celebrando que terminara lo que consideraba un "nefando
gobierno", y que a continuación, en lugar de centrarse en una cuestión como la del
divorcio, se proponía trazar un "balance" general del mismo. En el balance el
Editorial no dejaba de volver sobre uno de los grandes tópicos de crítica al
radicalismo, el del "mentido obrerismo", afirmando que el gobierno que se iba había
sido especialmente duro con la clase trabajadora, y al respecto señalaba su política
monetaria, que depreciaba los salarios, las persecuciones sangrientas, como la Santa
Cruz; y la política de cooptación del movimiento obrero. Sin embargo la crítica
principal era de tono "institucional", el que caracterizaría las miradas futuras de los
socialistas sobre el yrigoyenismo. Así, en un juicio 'que no dejaba de subrayar la
complicidad de todo el radicalismo 412, el diario socialista concluía:
"Durante más de un cuarto de siglo, el radicalismo bregó contra las oligarquias y los
mandatarios absorbentes, y ha sufrido el yugo del Presidente, que ha organizado y
manejado, como ninguno, las camarillas provinciales depositarias de su confianza y
ejecutora de sus planes; clarnó, airado contra los ladrones públicos, y ha soportado y

412
Dos días más tarde La Vanguardia ampliaba aún más el radio de las responsabilidades, incluyendo
entre los culpables de las arbitrariedades de Yrigoyen no sólo a los radicales sino a los líderes de la
"oposición conservadora". El diario socialista recordaba que años antes el líder liberal alemán Walter
Rathenau, asesinado por "la furia homicida de los reaccionarios de su país", había instado a los
industriales alemanes a elevar una petición pidiendo se restringieran las potestades del kaiser, petición
que ninguno se atrevió a apoyar. La referencia al alemán servía al diario socialista para señalar que
también en Argentina se daban fenómenos similares de "cobardía colectiva", sosteniendo que si todos
cuantos se llaman "demócratas de verdad y amigos de las instituciones republicanas" tuvieran el valor
civil de levantar su voz contra los que de ellas hacían escarnio, no habría ningún gobernante que se
atreviera a salir de la ley. La alusión a Yrigoyen se hacía explícita en la conclusión que sostenía que,
aunque era posible que "la recua de sus incondicionales instrumentos" no percibiera la gravedad de
los avances del caudillo "inculto y prepotente" sobre las instituciones, no podía decirse lo mismo de
los "liders radicales". Pero, COifiO dijimos, la crítica excedía las filas radicales, alcanzando a la
"titulada oposición" con respecto a la cual el diario socialista recordaba "que durante los
acontecimientos que precedieron y siguieron a la reacción que culminó en la semana de enero, sólo ha
tenido manifestaciones de solidaridad y apoyo para el caudillo desorbitado". La Vanguardia explicaba
este apoyo por el hecho de que "por encima de las rivalidades personales y de grupo; maigrado las
disidencias pasajeras y superficiales que dividen a las facciones de la clase burguesa, los intereses
particulares y los apetitos determinan todavía las actitudes y las simpatías, pese a las exteriorizaciones
verbales y las protestas con que, en las grandes ocasiones, se proclama la superioridad de la
democracia." (LV, 14-10-22)
489

amparado, por mandato del señor Irigoyen, al Ministro que se ha servido de su


puesto para fomentar sus negocios particulares y acrecer su fortuna; hizo un
apostolado del sufragio libre, y ha dejado que el Presidente haga objeto de su
desprecio al parlamento ( ... )" (LV, 12-10-22).
490

Capítulo 9. Los años de Alvear (19224927)

El .PSy el nuevo gobierno

El PS tenía pocas expectativas en el gobierno de Alvear. Aunque, como vimos,


celebraban el final del gobierno de Yrigoyen, no creían que el nuevo Presidente
trajera nada nuevo a las prácticas radicales ni a la política argentina. Así lo había
dejado ver un artículo publicado por La Vanguardia sólo tres días después de que el
Colegio Electoral consagrara a la fórmula Alvear-González, que trataba con ironía a
aquéllos que idealizaban a este aristocrático abogado que vivía en París y preparaba
el regreso. El diario socialista se burlaba de estos "enamorados" que esperaban que
cada habitante de la República compartiera su sensibilidad y los acompañara al
puerto "a recibir al anhelado". El articulo advertía que esta pretensión excesiva podía
generar la reacción contraria, tornando en hostilidad la indiferencia, y concluía:
"Sin ceder todavía a esta animadversión justificada, nos permitimos recordar, a los
organizadores de la resobada recepción, que somos muchos los que no esperamos
personalmente nada del señor que vendrá de luropa, y muchos, también, los que en
estos tiempos sentimos asco por el servilismo." (LV, 16-6-22).

Casi tres meses más tarde, en la víspera del arribo de Alvear, el diario socialista
reconocía que se preparaba una "apoteosis" pero explicaba el hecho menos por los
méritos de quien llegaba que por el deseo de ver llegar a alguien distinto de
Yrigoyen. Así señalaba que la política exterior argentina durante la guerra había sido
vista en Europa corno "de franca simpatía por el káiser"y que Alvear había trabajado
para reconquistar la simpatía perdida en Francia, Inglaterra y Bélgica. El Editorial
argumentaba que motivos semejantes eran los que suscitaban la expectativa
alrededor del Presidente electo:
"En el país, como fuera de él —hay que repetírlo- es la sensación de alivio que se
experimenta al ver cercana la partida del señor Irigoyen,lo que principalmente hace
la fortuna del doctor Alvear rodeándolo de simpatías o adhesiones más o menos
mudas, pero elocuentes" (LV, 5-9-22)

El diario socialista recordaba que durante la campaña electoral, Alvear había caritado
"la gloria del señor irigoyen" y que en los discursos posteriores tampoco había
491

avanzado en la definición de sus ideas fundamentales de gobierno. Sin embargo, el


tono final era de cauto optimismo:
) después de haber vivido seis años bajo la amenaza de la dictadura del señor
"( ...

Irigoyen, que ha obrado dictatorialmente, en política como en economía, se comía en


que el Presidente electo no haya pasado en vano varios años en Europa, y respete al
parlamento y a la opinión pública ( ... ) Se admite, también, que el doctor Alvear, no
hará de la Casa rosada y del gobierno un instrumento de ganar elecciones a toda
costa. Y, por fin, se estima que, cualquiera que sea la tendencia futura del gobierno-
reaccionaria o progresiva-, ella será franca, y por lo mismo menos temible que las
hipócritas actitudes del señor Irigoyen" (LV; 5-9-22).

La esperanza socialista parecía reforzada por el hecho de que el Presidente électo


hubiera ensalzado "las libertades políticas, económicas, religiosas y sociales"
conquistadas por el Uruguay y hablado acerca de la necesidad de dictar leyes
obreras. El comentario parecía abrir la puerta para la ¡legada de un "verdadero
radical", de un "Batile a la argentina"..
Sin embargo, pronto esas perspectivas comenzarían a nublarse. Cuando, pocos días
antes de asumir, Alvear dio a conocer su gabinete de Ministros, La Vanguardia le
dedicó tm comentario cauteloso. Reconocía que, a diferencia de lo que había
sucedido en el gobierno anterior, los hombres que lo conformaban tenían experiencia
en los asuntos administrativos y de gobierno, pero señalaba que el equipo adolecía de
dos "inconvenientes" que no podían disirnularse. En primer lugar "el tinte clerical
extremadamente subido", que se expresaba en un Ministerio en el que cinco de los
ocho componentes eran "católicos fervientes, que van a misa los domingos y fiestas
de guardar, usan escapulario, llevan la vela en las procesiones y serían capaces de
incendiar al país con tal de salvarlo de los herejes y socialistas (...)". El otro
"inconveniente" era la presencia de un "punto oscuro" dificil de descifrar.
Sorprendentemente, los socialistas no consideraban como tal al Ministro de Marina,
el ahnirante Manuel Domecq García, fundador y primer Presidente de la "Liga
Patriótica", cuya designación no les merecía ningún comentario, sino al Ministro de
Obras Públicas, Eufrasio Loza, del que subrayaban su filiación yrigoyeni.sta. La
Vanguardia explicaba esta "supervivencia irigoyenil" en el gabinete, por el hecho de
que el Ministerio de Obras Públicas tenía presencia en todo el territorio nacional, lo
que permitía hacer "política menuda" en todo el país, pero también porque "los
rastros más visibles y comprometedores de la administración que se iba" no
quedarían en el Ministerio de Hacienda sino en el de Obras Públicas. El comentario
concluía señalando que la presencia de Loza era un "punto oscuro" para un gobierno
492

que, aunque no se preveía "brillante", no parecía "querer perpetuar y encubrir el


desquicio de la administración irigoyenista"; pero ese elogio abría paso a la
advertencia con la que se cerraba el artículo
"Si mañana con el nuevo gobierno se reanudaran desde el ministerio de Obras
Públicas o de otro cualquiera las prácticas que tan triste celebridad han dado al actual
Ministerio de Hacienda o a alguna repartición de Obras Públicas, LA
VANGUARDIA, no obstante su deseo ardiente de que tenga, por fin, el país mejores
días y administradores más honestos, reanudará la campaña (de denuncias) con
entusiasmos y bríos renovados." (LV, 10-10-22, destacado en el original).

Un día después de la asunción de Alvear, La Vanguardia comentaba elogiosamente


su discurso. En primer lugar subrayaba el hecho de que, a diferencia de Yrigoyen, el
nuevo mandatario hubiera hablado al Congreso; y en segundo lugar, se destacaba que
sus palabras mostraban que no se creía "enviado de Dios, como el káiser, o elegido
en condiciones 'extraordinarias', como el señor Irigoyen, para hacer él sólo (...) la
felicidad del pueblo argentino", y que por ello podía preverse que la relación con el
Congreso Nacional sería más fácil. También se valoraba que el nuevo Presidente
hubiera reconocido que su mensaje no contenía un programa, considerándose que tal
confesión suponía un reproche al partido que debía haber trazado tal programa. El
diario socialista explicaba que esa misma confesión los libraba de juzgar las
"declaraciones más o menos vagas" que formaban parte de lo que Alvear llamaba sus
"orientaciones generales" de gobierno y, aunque tornaba nota de que la condena que
había hecho del uso de la violencia en los conflictos entre el capital y el trabajo
constituía una promesa implícita de que la clase trabajadora no sufriría. "una nueva
semana de enero, ni matanzas de obreros como las que han ensangrentado el suelo de
la Patagonia", concluía que para juzgar la acción de gobierno era necesario esperar a
sus actos.(LV, 13-10-22).
Dos días más tarde, al tratar la cuestión del presupuesto, el diario socialista planteó la
misma oscilación entre juicios positivos, que marcaban el contraste con el gobierno
anterior, y pedidos de cuentas anticipados. La Vanguardia, comentando los rumores
acerca de que en el Ministerio de Hacienda funcionaba una comisión entregada a
preparar el Presupuesto del siguiente año, explicaba que tales versiones era
verosímiles ya que un Presidente "respetuoso de la constitución y de la ley, y
partidario de la colaboración parlamentaria", como se había mostrado Alvear en su
discurso de asunción, debía considerar como una de sus obligaciones más urgentes
disponer de los recursos necesarios para regularizar las finanzas "que han vivido
493

durante seis años en medio del mayor desquicio y casi siempre fuera.de la ley". Los
socialistas hacían votos para que el Ministro de Hacienda, Nicolás Herrera Vegas,
aprovechara la oportunidad que proveía el ordenamiento de las finanzas para avanzar
en todas las reformas que considerara conveniente introducir "al dispendioso
presupuesto de gastos y al vetusto y anacrónico sistema de impuestos que rige en el
país". El. Editorial señalaba que era indispensable que se tradujeran en hechos las
reformas tantas veces anunciadas y, retornando el tono de vigilante expectativa;
concluía:
"Durante seis años hemos agravado la tradicional inercia con el desquicio de un
gobierno ignorante, deshonesto y jactancioso. Es hora de que el país se libre de las
viejas ataduras que lo tienen casi cristalizado. ¿Recibirá, bajo este gobierno, el
impulso que necesita para tomar la vía amplia y luminosa que indica e! progreso?
Pronto lo veremos. (LV, 15-10-22).

Mientras no dejaban de señalar las expectativas que abría el gobierno de Alvear, los
socialistas comenzaron a observar el conflicto interno que se entablaba entre
Yrigoyen y el nuevo mandatario. La primera manifestación dé tal enfrenamiento fue
la crítica que, el mismo día de la asunción presidencial, el diario yrigoyenista La
Época hizo del nuevo Ministro de Instrucción Pública, Celestino Marcó. El diario
radical argumentaba que aunque no podía observarse nada respecto de las cualidades
personales de Marcó, no podía considerarse positivo que ocupara un puesto en el
gobierno de Alvear "por no representar la tendencia netamente radical nacionalista
en la hora actual en la provincia de su origen, a la que ha querido dar participación el
nuevo Presidente." (La Épca, 12-10-22) Al día siguiente La Vanguardia explicaba
que, con el fin de la acción independiente que respecto del yrigoyenismo había
mostrado Marcó en gobierno de la provincia de Entre Ríos, La Época había
inventado una nueva variedad de radical, concluyendo con ironía:
"Hasta ahora sólo conocíamos los intransigentes, rojos, azules, negros, principistas,
pringuiles y gatiquistas; después del suelto del diario oficial toma carta de
ciudadanía, una nueva variedad: la netamente radical nacionalista." (LV, 13-10-22).

Días después, un nuevo artículo de La Época merecerla un comentario, esta vez en•
tono preocupado, de La Vanguardia. El diario radical recordaba, en tono
amenazante, que el nuevo gobierno no era más que una continuación del anterior y
que "al elegir sucesor, Yrigoyen no lo hizo para que cambiase de fúncionarios, sino
para que continuase la obra social, política y económica trazada por el partido y
realizada con el apoyo de todos cuantos han colaborado hasta hoy en ella." (La
Época, 18-10-22). La Vanguardia, interpretando estas palabras como una amenaza al
nuevo gobierno, recordaba que los socialistas habían advertido que las últimas
medidas de gobierno de Yrigoyen habían consistido en "repartir empleos • a la
marchanta" con el fin de crear "una base de influencia para el porvenir". Pero el
diario socialista no se limitaba a denunciar las prácticas clientelares del viejo líder,
sino que explicaba que "con un verdadero ejército de gente agradecida, en la que el
recuerdo del favor recibido está fresco aún, se puede intentar todo". Y advertía:
"El señor Irigoyen, quién ni en el gobierno ha olvidado sus actividades de
conspirador, volvería simplemente a sus antiguas aficiones. ¿Contra quién
conspiraría ahora el caudillo mañero y megalómano? Claro está que contra el actual
gobierno, contra el nuevo Presidente, de quién haría su prisionero, impidiendo que se
desvíe de la ruta que él le marque. Para eso ha de contar con los millares de
empleados elegidos del estado mayor de los comités ( ... )"(LV, 19-10-22).

La Vanguardia planteaba que esto no sería tan grave si se tratara simplemente de un


- pleito doméstico o de una disputa de apetitos personales, pero que la situación era
más grave. De lo que se trataba era de soportar dos gobiernos, el de la Casa Rosada y
el de los comités yrigoyenistas 413 (LV, 19-10-22).
Pero los socialistas tenían un temor aún mayor: que esa situación de doble poder
fuera transitoria y que finalmente Yrigoyen lograra volver a obtener control total del
Poder Ejecutivo. La Vanguardia, volviendo sobre las eseculaciones qúe se habían
planteado antes de la nominación de Alvear, explicaba el plan que Yrigoyen —de
quien se decía que no se había atrevido a quedarse en la Casa Rosada "como nuevo
'Restaurador" porque, los tiempos ya no eran los de Rosas y no había encontrado un
Congreso lo suficientemente servil como para justificar la dictadura- había
emprendido: colocar a un "hombre de su entera confianza" al lado del nuevo
Presidente y "hostilizar a su sucesor, y provocar, tarde o temprano, la renuncia del
mismo". El diario socialista afirmaba que tal plan se estaba cumpliendo con gran
rapidez, y lo explicaba por el hecho de que "el viejo conspirador" sabía que si pasaba
el tiempo y el gobierno se afirmaba nada podría hacer y sólo le quedaría "buscar

413
Sobre este argumento volvería, recuperando el tono jocoso, días después un artículo que señalaba
que, cuando aún no había concluido la expresión de alivio por el abandono del gobierno por parte de
Yrigoyen, comenzaba a verse que la liberación no había sido tal y lamentaba:
"Ahora, para mayor desdicha, tenemos dos gobiernos, uno para cada gusto y que no falten los
disgustos: el gobierno legal, Alvear, y el gobierno clandestino Franckfórt Irigoyen, si no fuera el
temor de molestar al doctor Alvear y compañeros, sería el caso de exclamar que el país, estando entre
el buen y el mal ladrón, no sólo tendrá cien años de perdón, sino entrada directa en el cielo" (LV, 23-
10-22)
495

refugio y olvido en su abandonada estancia" (LV, 25-10-22). Por eso, razonaba,


había buscado un pretexto cualquiera para hacer sentir al nuevo Presidente "su
condición de subordinado" y ese pretexto lo había dado el telegrama del nuevo
Ministro del Interior, José Nicolás Matienzo, acerca del alcance de las intervenciones
federales La posición de Matienzo, que planteaba un estricto apego al texto
constitucional (Zimrnermann, 2006: 272), fue duramente contestada por La Época,
considerando que se trataba de "un alzamiento inconcebible contra las sanciones
históricas" y, lo más grave, una "falta de consideración para el ciudadano que asumió
la misión histórica de realizar la obra magna de la reparación nacional". Por todo esto
el diario yrigoyenista consideraba que el Ministro debía explicar su conducta y que el
partido que había promovido al gobierno del que formaba parte tenía "el derecho y el
deber de exigir una satisfacción corno corresponde." (La Época, 24-10-1922). La
Vanguardia traducía las palabras del órgano radical: Yrigoyen no se contentaría con
menos que la cabeza del Ministro y el hecho de que Matienzo siguiera en el puesto
haría a Alvear "acreedor de las iras del ex Presidente y su círculo". El diario
socialista informaba que la acción ofensiva "del caudillo despechado" no se había
hecho esperar y que para intimidar al nuevo gobierno había hecho que el jefe de
policía, que le respondía, acuartelara a sus efectivos, medida que también habían
llevado adelante algunos militares con mando de tropa. Sin embargo, al menos en
esta ocasión, los socialistas no parecían preocupados. Así lo dejaba ver la conclusión:
"No dudamos de que el señor Irigoyen, que ha conspirado durante casi treinta aflos
para subir al poder, sería capaz de todo para imponerse al gobierno que no parece
dispuesto a obedecer sus inspiraciones. Pero es seguro que el mandón, desarmado, se
resolverá impotente contra un gobierno al que deberá reconocer como surgido del
voto libre, o auténtico, y de orígenes tan puros, por 10 menos, como el suyo." (LV,
25-10-22).

Las primeras evaluaciones sobre el nuevo gobierno, y sobre la sorda oposición que
comenzaban a hacerle los yrigoyenistas concluían y el PS comenzaba los trabajos en
vistas en las elecciones municipales que tendrían lugar a fines de noviembre. Por
espacio de un mes la atención de los socialistas estaría puesta en la campaña electoral
y en cuestiones inmediatamente reladionadas con ella 414. Luego de los comicios, en

414
Como el control de las empresas que explotaban servicios públicos, en particular el tranvía para el
que se pedía el regreso a la tarifa de 10 centavos (LV, 5-11-22), o el reajuste del salario mínimo de los
trabajadores municipales (LV, 7-11-22)
496

los que e! PS sufriría un importante traspié 415 los socialistas volverían sobre la
,

acción del gobierno de Alvear, pero ya sin las expectativas de los primeros días.

Los primeros enfrentamientos

Tras los comicios comunales, los socialistas comenzaron a centrar su atención en


diferentes aspectos de la política del nuevo gobierno: sus posiciones ante la "cuestión
universitaria", sus respuestas a la "crisis ganadera", su "política monetaria". La
ventana de expectativas que se había abierto con la asunción de Alvear comenzó
rápidamente a cerrarse.
La Vanguardia comentaba que el gobierno se proponía aprovechar el conflicto que
en esos días vivía la Universidad del Litoral, en la qe había dictado la intervención
encabezada por Benito Nazar Anchorena, para producir una "completa rectificación
de la reforma universitaria". El diario socialista explicaba que si se trataba de
suprimir "la demagogia, la burocracia y el electoralismo universitarios" impulsados
por Yrigoyen, estas medidas serían apoyadas por el PS, pero adelantaba su sospecha
de que lo que el gobierno perseguía era "la anulación completa de la reforma
universitaria". El artículo denunciaba que en este propósito Ja nueva administración
no se hallaba sola, sino que contaba con el apoyo de "los frailes", de buena llegada al
Ministro de Instrucción Pública, Celestino Marcó, Al respecto subrayaba que la carta,
de apoyo al funcionario que planteaba la necesidad de "reaccionar contra la
abdicación que se hiciera a favor del estudiantado de todo lo que significa la
dirección de los estudios", llevaba finnas como "Raullon, Cafferata, Lejarza ( ... )
familias enteras de clericales". La Vanguardia concluía:
"los jesuitas de la calurosa felicitación, se prometen con la claridad que les permite
su forma de manifestarse, la anulación completa de la reforma universitaria. El
Ministro, que comienza por alentarlos, terminará adhiriendo francamente a sus

415
En las elecciones municipales de noviembre de 1922 los radicales repitieron el triuntb que habían
obtenido en las de Diputados del mes de abril, pero lo llamativo fue que, a diferencia de lo sucedido
en 1920, el margen se amplió: los radicales aumentaron sus votos, alcanzando un 39%, y los,
socialistas los disminuyeron, obteniendo sólo un 31%, en tanto la "Concentración Nacional" obtuvo
algo más del 7% de los votos y los demócrata-progresistas algo más del 5%. El PS logró triunfar en
solo dos de las circunscripciones donde lo había hecho en las elecciones de abril, la 28 y la 8', y fue
derrotado incluso en su bastión de la 4' (Walter, 1993 109). Otro hecho a destacar es el descenso de la
participación: sólo votó el 57% de los 280.000 inscriptos; el contraste no era tan grande con el 60%
alcanzado en las elecciones municipales de 1920 pero si con las elecciones de abril en las que había
alcanzado el 72,2% de los inscriptos.
497

propósitos? Se haya ya en vías de realizarse con la intervención del clerical Nazar


Anchorena" (LV; 28-1-22).

A comienzos de diciembre, y mientras no dejaba de denunciar la "contrarreforma"


alvearista y cuestionar las respuestas oficiales ante la "crisis ganadera", el diario
socialista planteaba una crítica más frontal al nuevo gobierno. El día 3 La
Vanguardia publicó un Editorial que afinnaba que si en muchos aspectos el nuevo
gobierno seguía al anterior, en otros era aún peor. El texto comenzaba reconociendo
que las primeras palabras del gobierno, que hablaban de respetar al Parlamento y
sanear la administración y las finanzas, habían producido en el espíritu público cierto
alivio, luego habían comenzado a surgir evidencias de que en algunos temas el nuevo
gobierno parecía "dispuesto a empeorar la obra del anterior, o reeditar graves errores
de que éste pareció haber aprendido". El comentario hacia referencia a la visita que
el Ministro de Marina, el almirante Domecq García, había hecho al local de la "Liga
Patriótica", visita que se realizó en .el marco de una campaña en la que el Presidente
de la Liga, Manuel Carlés, había sido solemnemente recibido por las dotaciones de
los buques de guerra, ante las que había pronunciado un discurso. El diario socialista
sefialaba que la intervención había comenzado refiriéndose a "las virtudes del
soldado en la democracia" y, luego de tratar acerca de la importancia de la ley y la
disciplina, había concluido señalando que el principio del patriotismo debía
difundirse por todo el país "contra los que predican el antimilitarismo, que se dicen
enemigos de la guerra extranjera y proclaman la guerra civil". La Vanguardia
afirmaba que la "Liga" pretendía imponer el patriotismo y la paz a los tiros y n.o sólo
a los extranjeros sino también a los argentinos, tal corno, se recordaba, había
sucedido en Gualeguaychú. Pero el comentario final no hacía referencia a la "Liga"
sino al gobierno de Alvear al que, por esta vez, se instaba a seguir los pasos de
Yrigoyen:
"Evidentemente, el gobierno del doctor Alvear vuelve al mal camíno que el del sefior
Yrigoyen abandonó, en un momento de cordura, o de justificada prudencia,
introduciendo la política en el ejército y dando en él una ingerencia peligrosa a una
institución que predica la 'disciplina', pero se coloca por sus actos y sus pretensiones
al margen de la ley". (LV, 3-12-22).

Una semana más tarde La Vanguardia volvía a señalar lo mal que el nuevo gobierno
afrontaba la prueba del contraste entre su programa inicial y los hechos. Así señalaba.
que a las declaraciones afirmando que se iba a investigar "la marcha del correo, de la
aduana, de la lotería, de la casa de la moneda" sólo habían sido seguidas de la
498

investigación de la casa de la moneda, "y los resultados de ella han sido tan ridículos
como debía esperarse habiendo sido confiada a un hombre de la intimidad del ex
Presidente Irigoyen, protector éste del jefe de la conocida banda de falsificadores".
El diario socialista señalaba que a los tanteos en materia de corrupción, a los que
explicaba porque el doctor Alvear no quería convertirse en verdugo de sus
correligionarios, se sumaban los que dejaba ver en materia financiera. Así se
señalaba que el presupuesto, que pretendía disimular bajo el disfraz de una "revisión
de la tarifa de avalúos" su orientación hacia una política aduanera
"ultraproteccionista", constituía "una prueba más de la indecisión o de la falta de.
franqueza que está caracterizando al actual gobierno". El Editorial agregaba que la
apelación al "plebiscito" y a las "circunstancias excepcionales" por parte del nuevo
gobierno, desmentían sus convicciones constitucionales y de respeto a la ley. Y
concluía:
"El señor Alvear se solidariza en esto con el señor Irigoyen, suponiendo acaso que
una dictadura aristocrática y suave debe ser menos resistida que la grosera y
burocrática ya desaparecida." (LV, 10-12-22).

Los socialistas creerían ver confirmada tal solidaridad en las sesiones extraordinarias.
El Parlamento había sido convocado para tratar el Presupuesto el 10 de diciembre;
sin embargo el 14 aún no se había reunido. En la sesión en minoría, Juan B. Justo
señaló que era la tercera vez que las bancas de los Diputados "oficialistas" estaban
totalmente desiertas 416 y pidió que las ausencias fueran penalizadas. El líder
socialista explicó que su solicitud no se fundaba en la esperanza de que las leyes que
se dictaran fueran menos malas que las que regían, ya que consideraba que los
proyectos que había enviado el Poder Ejecutivo no. alimentaban tal esperanza4' , sino
en que se hicieran claras las responsabilidades que a cada uno tocaban. Él por su
parte las hizo explícitas:
"Nosotros estaremos aquí para discutir esos malos proyectos, para oponernos a ellos,
y los señores situacionistas, o sus primos hermanos deberán estar también para hacer
lo que corresponda, según su ciencia y conciencia." (Diario de Sesiones de la
Cámara de Diputados, 1922, T5: 10).

416
Justo aceptó que podía objetársele el uso del término y, con ironía, lo precisó: se refería a "los
Diputados que se llaman todavía radicales" (Diario de Sesiones de la Cámara de Diputados, 1922 T.
5:9)
417
En la misma línea se manifestaba La Vanguardia al publicar un artículo que llevaba por título "Los
proyectos reaccionarios del gobierno. Dando máquina atrás también en la contribución territorial."
(LV 5-12-22)
Al día siguiente y ya con quórum, Justo presentó un pedido de resolución invitando
al Ministro de Haciendá a concurrir a la Cámara para informar si era libre la
exportación de oro, y los motivos por los cuales la caja de conversión no entregaba
metal a cambio de papel moneda nacional (Diario de Sesiones...: 267) Le respondió
el Diputado Ernesto Celesia, Presidente del bloque radical, quien pidió modificar la
minuta de modo que los informes pudieran ser presentados verbalmente o por escrito,
según lo prefiriera el Poder Ejecutivo. Enrique Dickrnann objetó la moción de
Celesia preguntándose por qué proponer un agregado que no estaba en el texto
constitucional ni en las costumbres parlamentarias y que parecía repetir una rutina
del pasado que hacía creer que convocar a un Ministro era hacerle perder el tiempo.
Y, volviendo a plantear dudas sobre la "novedad" de los procederes del gobierno,
explicó:
"Los señores Diputados de la mayoría radical, en los últimos anos del poder
ejecutivo pasado, se han resistido a: votar el llamado de los Ministros al recinto
invocando la razón de que los Ministros no podían venir, de que estaban muy
ocupados; se ha querido disculpar así la incapacidad ministerial para venir aquí a
decir lo que había que decir ( ... ) empezamos nuevas tareas con un nuevo poder
ejecutivo, con nueva responsabilidad, y hemos de creer que con algunos Ivlinistros
más capaces o menos incapaces que los Ministros del señor Irigoyen." (Diario de
Sesiones.. . 270).

En la misma línea, de Tomaso argurnentó que, como todos, había creído que ciertos
métodos habían terminado con el gobierno al que había sucedido Al.vear, quien había
declarado que el suyo era un gobierno de "puertas abiertas". Por eso, señalaba, le
parecía sorprendente que se hiciera esta maniobra en lugar de infonnar de los
propósitos oficiales en materia de política monetaria. Sin embargo, agregaba, aún
más chocante que la actitud de los "oficialistas" le parecía la actitud de "los otros
Diputados que son también radicales, aunque no pertenecen al bloque" (Diario de
Sesiones...: 273) Las sospechas que sugería de Tomaso eran hechas explícitas por el
demócrata-progrésista José Conca, quien lamentó que "cada vez que se hace la
armonía entre radicales sea para cercenar libertades de la cámara" (Diario de
Sesiones...: 273). Antes de la votación, Adolfo Dickmann pidió que se leyera el
Articulo 63° de la Constitución y Héctor González Iramain planteó que aprobar la
posibilidad de contestar por escrito sería declarar que "estos Ministros son como los
otros", los del gobierno de Yrigoyen. Pero todo fue inútil. Votando unidos los
radicales, ya alvearistas o yrigoyenistas, se impusieron a conservadores, demócrata-
500

progresistas y socialistas, y el Ministro de Hacienda fue invitado a responder


oralmente o por escrito.
Una semana más tarde, sin embargo, casi todo el gabinete se presentó ante la Cámara
para concurrir a la interpelación planteada por Justo al Ministro de Hacienda Rafael
Herrera Vegas. El Ministro del Interior, José Nicolás Matienzo, expresó que aunque
sólo había sido invitado Herrera Vegas, los otros Ministros habían creído
conveniente aprovechar la primera oportunidad para ponerse en contacto con el
• cuerpo de la Nación 418. A continuación hizo uso de la palabra el Ministro de
Hacienda quien planteó que la situación excepcional abierta con la guerra no había
concluido, y para probarlo citó los conflictos entre Grecia y Turquía y la ocupación
de parte de Alemania por los franceses, y que la apertura de la Caja de Conversión y
la extracción del oro allí existente podía tener "gravísimas consecuencias para
nuestro comercio interno". Herrera Vegas sostuvo que si la situación del país fuera
"afligente" podrían buscarse medios, aún peligrosos, para aliviarla, pero consideró
que no era el caso, por lo que era innecesario arriesgarsé al malestar que podría traer
"la rarefacción del medio circulante" (Diario de Sesiones...: 309).
Justo respondió que era absurdo que se justificara la continuidad del régimen de
inconversión alegando que la guerra aún subsistía en Europa. En cuanto a la cuestión
del circulante, afirmó que el Ministro confundía los problemas, porque de lo que se
trataba era de la prohibición de exportar el oro que estaba fuera de la Caja de
Conversión, cuya existencia no aumentaba el circulante ya que en el país no
circulaba ni jamás había circulado oro. Y a continuación el líder socialista pasó a
explicar las consecuencias de esa prohibición:
"contribuye a bajar los cambios expresados en moneda extranjera... por temor á que
con esa exportación de 34 o 35 millones de pesos oro los cambios se adquieran en
mejores condiciones para los tenedores de billetes nacionales, se mantiene ese oro
allí encerrado, substraído totalmente a toda función económica y técnica, con
desperdicio de valor que paga la nación argentina. No son los banqueros los que
pierden con eso; son los ciudadanos argentinos, tenedores de billetes y necesitados de
hacer giros sobre el exterior, son todos los hombres perjudicados en el país por su
estado monetario actual y entre los cuales mencionarnos en primer lugar a los
trabajadores asalariados" (Diario de Sesiones... : 312).

418
Matienzo recordó que desde la cátedra siempre había sostenido que la función ministerial era
esencial al sistema de gobierno argentino y el rasgo que lo distinguía del Poder Ejecutivo americano y
agregó que el Ministerio del que formaba parte tendría siempre "el honor de asistir a los debates de la
honorable cámara cuando a ella sea invitado" (Diario de Sesiones...: 304)
501

El líder socialista continuó explicando que si la depreciación de la moneda deprimía


los gastos en salarios pagados por el Estado, tenía un efecto ambiguo sobre los gastos
y aumentaba notoriamente el servicio de la deuda pública nacional. A continuación
señaló que para mantener las medidas "excepcionales" el Poder Ejecutivo se aferraba
a una ley del "año 14" que autorizaba al cierre de la Caja de Conversión por treinta
• días y luego por otros treinta días prorrogables, y denunció que los fines de tales
prórrogas no eran el bienestar del pueblo o siquiera del Estado argentino, sino
"intereses estrechos de gremio", del gremio de los banqueros. (Diario de Sesiones...:
273). Justo concluyó planteando una más de las labores educativas que, junto a sus
tareas específicamente socialistas, correspondía emprender a1 PS:
"Yo veo en la actitud del poder ejecutivo en esta cuestión la seguridad de que vamos
a tener una recia lucha que sostener, de esas luchas sin importancia que tenemos los
socialistas, hombres de poco peso en los negocios del estado ( ... ) pero que estamos
siempre preocupados por cuestiones que casi serían para nosotros agregadas. Nos
toca en este país de finanzas criollas, de capitalismo espúreo, de corrupción de todas
las transacciones por la influencia, de la mala política y por la influencia de las
pésimas influencias oficiales, siempre al borde de la bancarrota, nos toca el papel de
estar llamando a la clase capitalista argentina a las verdades del capitalismo simple,
del capitalismo auténtico, del capitalismo sano de los países como Estados Unidos e
Inglaterra, el primero de los cuales ha saneado completamente su moneda ( ... )
marchando el segundo rápidamente a su estado normal en materia de política
monetaria, mucho antes que nosotros, dueños de un inmenso tesoro de 475 millones
encerrados en la Caja de Conversión, que hoy valen tanto para el pueblo corno si
estuvieran hundidos en el fondo del mar." (Diario de Sesiones... : 322).

Entre los que respondieron a Justo estuvo el yrigoyenista David Saccone quien,
aunque reconoció que el presupuesto había sido enviado con poca antelación,
consideró que el mismo contenía propuestas plausibles y debía ser aprobado (Diario
de Sesiones...: 346). Saccone también cuestionó las afirmaciones de Justo acerca de
las consecuencias negativas de la política monetaria, sin embargo en este punto las
criticas más duras al socialista provinieron del conservador Matías Sánchez Sorondo.
quien, hablando en nombre de los productores argentinos 419 preguntó: ,

419
La Vanguardia explicaba que al hablar de "productores", Sánchez Sorondo se refería a los
"ganaderos". En realidad la preocupación del Diputado conservador por estos sectores había sido
hecha explícita al pedir al Ministro que fueran enviados prontamente al Parlamento los proyectos
orientados a "la solución de nuestra crisis ganadera" (Diario de Sesiones...: 332. El tema, que estaba
ligado a la "cuestión monetaria", reaparecería cuando, al concluir la interpelación a Herrera Vegas, la
Cámara decidiera la formación de una "comisión especial encargada del estudio del comercio de
carnes", que sería presidida por el radical Mario Guido y de la que tomarían parte entre otros, el
mismo Sánchez Sorondo, Justo y el demócrata-progresista Luciano Molinas Diario de Sesiones...:
349)
502

",Qué puede convenir más a nuestro país en este momento? ¿Qué nuestros productos
sean pagados en un moneda que al tipo de la relación constante que da nuestra ley de
conversión significa evitar ima perdida de 50 millones de pesos en sólo los cereales o
que nuestros productores o consumidores paguen un poco más barato los productos
que •traen del extranjero, o mantener la situación actual?" (Diario de Sesiones...
331).

La Vanguardia señaló que la discusión ponía en evidencia que en un tema de fondo,


corno lo era el de la moneda, los intereses conservadores seguían unidos en apoyo a
una política que, manteniéndola artificialmente devaluada, buscaba elevar los precios
y disminuir los salarios. El carácter deliberado de esta degradación monetaria,
señalaba el diario socialista, había sido reconocido por Sánchez Sorondo, al que se
dedicaba el mote de "digno discípulo de Pellegrini", quien se había referido a "las
'ventajas' que la moneda desvalorizada tiene para la 'producción'. La Vanguardia
sefialaba que las posiciones en el debate mostraban que el progreso en política había
sido más de forma que de fondo y que:
"Hoy, como en los peores tiempos de los gobiernos 'oprobiosos', la moneda falsa
continúa siendo la panacea financiera. Todos los deudores pagan a los bancos
oficiales —cuando pagan- con malos papeles las deudas contraídas en buena moneda,
los estancieros y exportadores reciben una prima con los cambios degradados, los
bancos prosperan con especulaciones sobre las diferencias de cambios.., y el pueblo
recibe sus salarios en mala moneda, viendo disminuir sus salarios en forma
apreciable." (LV, 22-12-22).

El Editorial subrayaba que de las declaraciones de Herrera Vegas, quien había


afirmado que daba poca importancia a las interpelaciones socialistas sobre la
"cuestión monetaria", podía deducirse que no temía al pueblo porque lo creía incapaz
de "penetrar nuestras verdades". Ante ello el diario socialista llamaba a ese pueblo a
apresurarse a desmentir al confiado Ministro en las elecciones que tendrían lugar
poco tiempo después.
A comienzos de 1923 La Vanguardia declaraba que el PS concurría a los comicios
para ganarlos pero agregaba que, para asegurar el triunfo, no bastaban las
"condiciones negativas del adversario, acentuadas hoy en forma grave por una
visible y profunda división", sino que también era necesario elegir un candidato
capaz de suscitar "una vigorosa corriente de entusiasmo y un fuerte impulso de
trabajo". El planteo, que se asociaba a una crítica a la actitud del Partido en las
anteriores elecciones comunales, concluía señalando que el Senado era un "tanque de
aguas muertas que hay que remover con violencia para que entre en agitación" y que
por ello era necesario que el candidato socialista fuera "un hombre de lucha y de
503

acción probadas y capaz de remover la existencia adormecida de aquel cuerpo, que


después del malogrado del Valle Iberlucea semeja un lugar a donde ciertos hombres
van a entrenarse para la vida del sepulcro." (LV, 8-1-23)
Finalmente, y contra las sugerencias de La Vanguardia, el candidato elegido por los
socialistas de la Capital fue Mario Bravo, quien en la votación venció al propio
Justo420. Más allá de la sorda disputa interna, las fuerzas del PS se encolumnaron
detrás del tucumano y emprendieron una corta pero dura campaña, en la que no
dejaron de recordar el bloqueo que tradicionalmente el Senado había planteado para
las leyes obreras (LV, 12-1-23) y de polemizar con los radicales, de quienes se
retomaban los tópicos de crítica tradicionales: su militarismo 421 , su personalismo 422 ,
su clericalismo (LV, 17-1-23) y la heterogeneidad que convertía a sus filas en un
verdadero 'polpourri" (LV, 21-1-23).
El 22 la Junta Ejecutiva de la Federación Socialista de la Capital dio a conocer un
manifiesto en el qüe se enumeraban las razones por las que apoyar a Bravo. El texto
comenzaba sosteniendo la tradicional posición que afirmaba que si se pudiera
suprimir el Senado se eliminaría un obstáculo al progreso argentino, pero agregaba
que para ello era necesario reformar la Constitución, una tarea larga y dificil. Por
ello, se argumentaba, lo mejor que podía hacerse por el momento era "modificar la
• composición individual y partidista del Senado", tarea en la que a la Capital le
correspondía la prioridad no sólo por "su tradicional cultura" sino por ser el único
distrito en el que era el pueblo el que, aunque en forma indirecta, elegía a los
Senadores y no la iegislatura La conducción socialista señalaba una serie de
• proyectos que, aprobados en Diputados, estaban frenados en el Senado —la jornada de
ocho horas, el pago de salarios en moneda nacional, las leyes reglamentarias del
trabajo nocturno, la reforma del código militar, la ley contra las "manipulaciones
dolosas" de los trusis- sosteniendo que quien podía impulsarlos no sería un
representante de las• fuerzas que ya revistaban en el Senado, sino un Senador
socialista. Sin embargo, y en vistas a la elección, la argumentación pasaba de las
420
En la asamblea local, en la que participaron 771 afiliados, Bravo obtuvo 481 votos y Justo 257
• (LV, 10-1-23)
421
Así haciendo alusión a la fecha de la elección, el 4 de febrero, La Vanguardia afirmaba, con ironía,
que los yrigoyenistas no querían votar en ese día, eldel aniversario de la revolución de 1905, por
considerarlo "día santo nacional". (LV, 8-1-23)
422
Comentando la elección de Arturo Goyeneche como candidato de la UCR, el diario socialista decía
que con eso los radicales se encontraban, a pesar de no tener plataforma propia, "listos" pal -a entrar en
liza ya que sus electores eran "fáciles de contentar" (LV 16-1-23)
504

afirmaciones principistas a una abierta convocatória a concentrar en Bravo el voto


413
antirrad cal • y preguntaba:
"1Quién puede triunfar el 4 de febrero? Pueden triunfar los radicales o los socialistas.
Si triunfan los radicales ( ... ) ese triunfo no mejoraría en nada la situación actual. ( ... )
Ciudadano elector: cualquiera que fuera su filiación política, siempre que su espíritu
y su corazón anhelen el bieny la prosperidad de su país, la tranquila evolución de su
vida política y social , el constante progreso y mejoramiento de la vida del pueblo,
debe usted reflexionar seriamente antes de votar. No malgaste su voto en candidatos
de antemano derrotados (...) vote por el candidato socialista, doctor Mario Bravo,
digno representante de una partido que tiene acreditados merecimientos,
conquistados en su larga y proficua vida parlamentaria" (LV, 22-1-23).

En la disputa por el voto "antirradical" los socialistas se enfrentaban con las fuerzas
de la "concentración conservadora". Por ello el diario socialista, y volviendo, a
• dirigirse a los "indecisos" planteaba un discurso de desenmascaramiento de la
"oposición" conservadora, señalando que sus miembros, que habían denunciado las
• prácticas yrigoyenistas, se encontraban ahora con un gobierno que, aunque repetía
como el anterior las letanías acerca de la Constitución y la moral, estaba formado por
personas que eran "a juicio de los 'irreductibles conservadores', dignas de ser
creídas". La Vanguardia recordaba que, con el apoyo de los conservadores, el nuevo
• gobierno buscaba mantener la degradación del papel moneda y aumentar los
derechos aduaneros, y señalaba que los conservadores no sólo estaban dispuestos a
mayores "concesiones" aceptando otorgar al Ejecutivo cien millones de pesos para
atender los gastós de enero y febrero, sino que habían propuesto aprobar sin
discusión dos "duodécimos" del presupuesto enviado al Parlamento. Ante ello, el
diario socialista cóncluía sosteniendo que si la propuesta del Ejecutivo equivalía a un
renunciamiento del Congreso de sus facultades para. ordenar la inversión de los
gastos públicos, la propuesta conservadora implicaba "la sanción a libro cerrado de
un proyecto de presupuesto." (LV, 28-1-23).
El 30, y con un gran acto en el Teatro Coliseo, en el que, entre otros, hablaron Justo
y Bravo, el PS proclamó a su candidato a Senador. Luego de destacar lo numeroso y
entusiasta de la concurrencia, La Vanguardia auguró un triunfo del PS. En esta
ocasión las predicciones del órgano socialista se mostraron acertadas: luego de

423
El mismo esfuerzo por dejar de lado las afirmaciones doctrinarias e intentar ampliar la
convocatoria se percibía en un artículo, publicado tres días después, que señalaba que los indecisos,
que eran "legión" en todo acto electoral, no eran "malos sino mal informados o carentes de toda
información", por lo que instaba a la militancia socialista a redoblar esfuerzos para que no quedara ni
un solo ciudadano sin escuchar sus propuestas (LV, 25-1-23).
505

algunos incidentes que obligaron a postergar el escrutinio hasta la realización de


elecciones complementarias, comenzó a percibirse que el candídato socialista
alcanzaría la victora 424 . Finalmente, Bravo obtuvo 77501 votos y Goyeneche 70686
(LV, 28223)425.
Mientras los socialistas celebraban el triunfo, se burlaban de los "augurios" de La
Época (LV, 28-2-23) y comentaban el asombro que ganaba a los radicales (LV, 2-3-
23), nuevos temas pasaban a ocupar el centro de la atención. Por una parte el
conflicto tranviario -en el que el PS, luego de lanzar una agitación pidiendo el
regreso a la tarifa de 10 centavos (LV, 13-3-23) logró imponer la medida a
comienzos de abril (LV, 8-4-23)- y, principalmente, la "crisis ganadera" y la
"cuestión jubilatoria", temas que generarían nuevas "tenidas" parlamentarias.

El PS y la "crisis ganadera"

El problema ganadero al que la prensa se refería en términos de "crisis" venía de


largo. El fin de la guerra bahía provocado no sólo un derrumbe de los precios de la
carne sino una transformación del modo de comercialización y, consecuentemente,
de la calidad requerida. La proporción de carne enfriada había aumentado
espectacularmente, de un 12% del total en 1920 a más del 60% en 1922 (Smith,
1983: 86), cambio que había perjudicado a los ganaderos que, como los del norte del.
Litoral, producían carne de inferior calidad.. En un comienzo, las quejas de estos
sectores no habían sido atendidas por la principal organización corporativa del sector•
ganadero, la Sociedad Rural Argentina, entidad que, presidida por Joaquín de
Anchorena, había mantenido su rechazo a la intervención estatal y su confianza en la
capacidad de reequilibrio del mercado. Sin embargo, a fines de 1922, Anchorena fue
reemplazado en la conducción de la entidad por Pedro Pagés, prestigoso criador que
era también un dirigente político conservador, quien culpó de la crisis a los

424
Esta percepción alcanzó a los propios radicales que, aún antes de que terminaran de contarse los
votos comenzaron a "echarse mutuamente los trastos a la cabeza", buscando responsables para la
derrota. (LV, 22-2-23)
425
El candidato socialista obtendría 15000 votos más que los que había alcanzado en los comicios de
1922, en tanto el radical aumentó los votos de Le Bretón en algo más 3500. La candidatura socialista
se impuso en la mayoría de las circunscripciones de la ciudad e incluso, lo que da cuenta de la
importancia del voto independiente y antirradical, en Secciones corno la 17, 18' y 19', en las que los
sectores acomodados tenían mayor importancia. (LV, 28-2-23)
506

frigoríficos que obtenían "monstruosas" ganancias y reclarnó la intervención estatal


(Smith, 1983: 89-90). En esos días el Diputado Sánchez Sorondo, estrechamente
vinculado a Pagés, presentó al Parlamento una serie de medidas para afrontar la
"crisis": la creación de un registro de compradores de ganado y de un frigorífico
naciónal, la ampliación del crédito a los ganaderos y la fijación de un precio mínimo
para la compra de carne por parte de los frigoríficos (Smith, 1983: 91). Las
propuestas de Sánchez Sorondo incluían, como vimos, la formación de una Comisión
destinada a estudiar la cuestión ganadera y proponer alternativas para afrontar la
crisis.
A comienzos de marzo de 1923, La Vanguardia señalaba que durante el verano la
Comisión había llevado adelante una ingente labor, la que había recibido la atención
permanente de la prensa y la opinión pública. El diario socialista contrastaba esa
dinámica con el desinterés y los obstáculos que debíán afrontar cuestiones
fundamentales como el presupuesto de gastos e impuestos, contraste que explicaba
por los poderosos intereses ligados a la "cuestión ganadera". Así señalaba que
durante años, en particular desde el comienzo de la guerra, la "industria ganadera"
había estado rodeada de toda clase de "liberalidades y franquicias" las que, unidas al
crecimiento del número de cabezas por la prodigalidad de la naturaleza y al mayor
valor del suelo, habían permitido a los "hacendadós" una vida ociosa y libre de
preocupaciones. A continuación argumentaba que eran esas mismas ganancias sin
precedentes las que explicaban la "crisis", ya que habí.an dado lugar a una
"especulación desenfrenada" que había llevado a expulsar a los chacareros,
dedicados principalmente a la producción agrícola, para ocupar sus tierras con
sanado. El diario socialista afirmaba que las "perspectivas artificiales" creadas por la
guerra eran tales que nadie se había detenido a pensar que sucedería al terminar ésta.
Y agregaba que lo previsible había sucedido: así como había sido rápida el alza en el
precio de la hacienda, también lo había sido la baja subsiguiente. El diario socialista
señalaba que lo que se buscaba con las lamentaciones acerca de la "crisis ganadera"
era intentar mantener los precios artificiales de la guerra con el apoyo oficial. Los
proyectos, se comentaba, habían brotado "como hongos", ya que hasta Diputados
que no tenían "ni una vaca" se habían creído obligados a salvar a "la industria
madre"; para ordenarlos, se recordaba, se había creado una Comisión que en esos
días había presentado un despacho con una serie de propuestas que La Vanguardia
procedía a evaluar. Aceptaba que, algunos de los puntos planteados, como la
507

instalación de balanzas en todo el mercado frigorífico y la creación de un frigorífico


municipal, eran plausibles, pero objetaba fuertemente otros como el que fijaba un
impuesto a la exportación, a ser pagado por los frigoríficos, donde los recursos irían
a una "Comisión reguladora del comercio de carnes" (LV, 4-3-23). A diferencia del
gravamen propuesto por los socialistas a comienzos de la guerra, el impuesto
aumentaría al disminuir los precios internacionales, lo que se explicaba porque lo que
se buscaba no era luchar contra el aumento del precio de la carne por la mayor
demanda extema sino evitar su caída por el descenso de los precios internacionales.
El impuesto, que se orientaba a fijar un "precio mínimo" para los productores, fue
rechazado por los socialistas, tradicionales defensores de los consumidores, por
considerar que les impediría acceder a carne más barata.
Pero junto a la defensa de los consumidores, la oposición a la iniciativa también se
ligaba con otro viejo tópico del discurso socialista el privilegio de la pequeña sobre
la gran propiedad y de la agricultura sobre la ganadería. Así lo dejaba ver una
resolución firmada por el CE del Partido que afirmaba que el aumento de la —escasa-
población y el cultivo del suelo eran estorbados por el régimen de propiedad
territorial. Los "enormes latifundios, acumulados en manos de la vieja oligarquia y
de ricos advenedizos extranjeros", se explicaba, impedían la multiplicación de las
quintas y chacras y obstruían el progreso de los cultivos. Como en el Facundo de
Sarmiento las características de la gran explotación ganadera y el régimen político se
ligaban:
"Los obreros, profesionales y comerciantes de los pocos y pequeños núcleos urbanos
no encuentran suficiente ocupación en las necesidades de la escasa y nómade
población campesina. En las estancias apenas cabe un corto número de peones, que
hacen en ellas vida de campamento o de cuartel. Sin familia y sin facilidades para
establecerse como productores autónomos, esos hombres forman la decadente clase
de los trabajadores criollos, hundidos más aún en la degradación y en la miseria por
los vicios inveterados de la política criolla" (LV, 4-3-23).

En oposición a ese cuadro la conducción socialista repetía su programa: "hay que


hacer de cada trabajador asalariado del campo un aspirante a chacarero y de cada
chacarero un aspirante a una vida de labor digna y libre". Esto, se explicaba, sólo se
lograría difundiendo en la masa del pueblo la necesidad de dividir el número de
unidades agropecuarias substituyendo cada estancia en un mayor número de
508

chacras426 . El documento señalaba que estas consideraciones eran doblemente


oportunas en momentos en que los estancieros se lamentaban de la baja del precio de
las "vacas salvajes", e intentaban usar a los bancos oficiales para hacer recaer la
ruina nacida de sus desaciertos sobre los hombros del pueblo. Frente a ello se
destacaba la necesidad de que los estancieros liquidaran "sus criaderos de ganado
salvaje" y se subrayaba la importancia que podrían tener en la transformación
propuesta bancos oficiales que apoyaran a los pequeños productores rurales, así
como un impuesto que absorbiera la renta del suelo. (LV, 4-3-23).
En las semanas siguientes, las páginas del diario socialista colocaron en segundo
plano la discusión de la "crisis ganadera" ya que aún el tratamiento de ese tema, cuya
premura había contrastado con la dedicada a cuestiones como el presupuesto, parecía
haber sido afectado por los conflictos internos del radicalismo, que generaban una
inactividad parlamentaria que los legisladores socialistas no dejaban de denunciar
(LV, 15-3-23; 23-3-23). Sin embargo, a mediados de abril, cuando el período de
sesiones extraordinarias se acercaba a su expiración, el tema "ganadro" fue
nuevamente reactivado y la Cámara de Diputados comenzó a tratar el despacho de la
"comisión especial encargada del estudio del comercio de carnes". Si en los primeros
días los puntos en discusión, que se limitaban a aprobar algunas propuestas del
Ejecutivo -corno la que creaba un registro de frigoríficos, o la que autorizaba al
Ministerio de Agricultura a clausurar cualquier establecimiento sólo sobre la basede
sospechas- que llevaban la firma de todos los miembros, ia situación cambió con el
426
Días más tarde La Vanguardia comentaba el documento producido por la conducción partidaria,
haciendo más explícita la oposición que en él se planteaba entre agricultura y ganadería. Para ello
analizaba las cifras del Censo de 1914, señalando cómo la concentración de la tierra en las
explotaciones ganaderas era muy superior a la que se daba en las agrícolas, constatación que llevaba a
afirmar:
"La lectura de ambos cuadros ilustra bastante acerca de la situación territorial argentina. Pero sirve
también para presentar el estado actual de las dos actividades principales del país: la industria
aristocrática que aspira a poblar con ganado el país y la industria democrática de cuyo progreso
dependen el porvenir y la grandeza nacionales" (LV, 7-3-23)
El diario socialista continuaba el análisis señalando que el Censo permitía también explicar las
razones de cierto estancamiento demográfico, ya que los índices de masculinidad permitían percibir
que la mayoría de los asalariados ligados a la producción ganadera estaban ligados al celibato forzoso,
en tanto en los establecimientos agrícolas la proporción entre los sexos era casi idéntica. Estas
consideraciones permitían a los redactores del periódico concluir:
"No hay duda, pues, que entre una y otra situación, el país no puede vacilar en decidirse. Cuando se
afirmen las condiciones del trabajo agrícola, las cifras demográficas acusarán entonces una marcha
mucho más rápida ( ... ) Al combatir el privilegio, confiscando la renta del suelo, contribuiremos, piles,
a la división del latifljndio y al arraigo a la tierra de una.población numerosa y sana, que sólo verá en
ella un instrumento de trabajo, y no una fuente de especulación y ganancias ilegítimas, como ocurre
hoy en manos de una clase ociosa y parasitaria" (LV, 7-3-23)
509

proyecto de creación de la "Comisión reguladora del comercio de carnes", propuesta


que generó la disidencia de Justo.
Para fundar su oposición a la propuesta, el líder socialista señaló que quienes la
habían formulado estaban "al servicio de los intereses estrechos, absolutos y mal
entendidos de un gremio capitalista" (Diario de Sesiones de la Cámara de
Diputadas; 1923, T7: 608). Justo explicó que la situación no carecía de antecedentes
citando los ejemplos de los proyectos para favorecer al trust tucumano del azúcar y
al cuyano del vino, pero subrayó que aunque la situación era análoga, en la ocasión
se trataba no de un interés particular cualquiera sino del de la "clase más importante
de empresarios capitalistas del país" y que por eso su protesta era lo bastante.
poderosa corno para llegar directamente al Congreso pidiendo que se dicten "leyes de
monopolio" de modo de establecer "el trust capitalista de la carne" (Diario de
Sesiones...: 609). En su exposición el socialista afirmó que quienes se beneficiarían
.de la medida eran sólo "los estancieros (...) unas cuantas centenas de personas
distinguidas que forman la sociedad rural" y discutió con quienes, para fundar la
propuesta, hablaban de 115000 propietarios ganaderos. Justo consideró que se
apelaba a ese número para valerse de los pequefios ganaderos como "comparsa" y
dar cierta importancia a una agitación ficticia .que se realizaba alrededor de intereses
parciales. La crítica al resto de los miembros de la Comisión parlamentaria, implícita
en las formulaciones anterires, se hacía explícita al señalar que estos se hallaban
"bajo la influencia directa de los prohombres ganaderos". Y haciendo aún más
explícita la denuncia, Justo ilustró "la ebriedad ganadera de la mayoría de la
comisión" citando las palabras del "más conspicuo de sus miembros", el Diputado
Sánchez Sorondo, quien había llegado a afirmar que "aunque esto moleste nuestro
orgullo nacional, si queremos defender la vida del país, tenemos que colocarnos en la
situación de una colonia inglesa en materia de carnes" (Diario de Sesíones..: 612).
El líder socialista respondió a las afirmaciones del conservador, que parecían
anticipar los debates de los años '30, con una apelación al "sano patriotismo". Por
otro lado, con respecto a la idea de fundación de un frigorífico nacional, afirmó que
los socialistas no se asustaban de "las grandes ideas en materia de producción y de
cambio organizados por el Estado, por lo que propuso un proyecto propio de
fundación de un trust d.c la carne, el que operaría bajo la forma de una empresa mixta
en la que el Estado tendría el cincuenta y tres por ciento de las acciones. (Diario de
Sesiones... : 621) Sin embargo, lo principal de la argumentación iba en otra direcci.ón
510

volviendo a la cuestión de la gran propiedad y a la oposición entre agricultura y


ganadería. Frente a quienes hablaban de la crisis de la "industria madre nacional"
Justo señaló que aceptaba el término en el sentido de que "en la época de la
independencia, lo principal que se hacía en el país era abatir, en el campo, el ganado
salvaje, sacarle el cuero, cortarle la lengua a la res cuereada y a veces salar un poco
la carne", y, con ironía, agregó:
"En ese sentido la ganadería es todavía la industria madre; pero yo quisiera llamarla,
más bien, la industria bisabuela, la industria caduca que no lleva al país hacia
delante; industria estancada, industria que paraliza la marcha de la nación hacia su
porvenir necesario." (Diario de Sesiones... : 622).

Para fundar su posición, Justo citó el ejemplo norteamericano explicando el modo y


los motivos por los que allí se combinaba agricultura y ganadería, y señalando que en
ningún caso se calculaba corno costo de producción del ganado "el costo normal,
corriente de la tierra apta, para una producción superior, corno es la agricultura". En
cambio, señalaba el líder socialista, los informes en los que fundaba sus propuestas la
Sociedad Rural, partían de tierras "de altísimo precio, destinada a criar ganado
salvaje y se calcula corno costo de producción del ganado el arrendamiento que daría
empleada en otra cosa esa misma tierra" (Diario de Sesiones...: 631)427. Haciendo
más claro su planteo, Justo explicaba que la ganadería estaba siendo corrida por la
agricultura que podía económicamente explotar tierras de alto valor y pagar la renta
correspondiente; por ello, señalaba que la propuesta de la Comisión estableciendo un
impuesto a la exportación era "un impuesto dirigido casi exclusivamente contra la
agricultura". Y ello no sólo porque, corno denunciaba, los recursos generados
estaban vedados a los productores que dedicaran más de un 25% de sus tierras a
realizar agricultura, sino, principalmente, porque las medidas propuestas,
"no tendrían más objeto que el de apuntalar (...) las ganancias que obtuvieron en un
momento de excepción los ganaderos argentinos, para permitirles continuar
acaparando el suelo de la república en aplicaciones que no tienen razón de ser. Si
esto tuviera éxito ( ... ), el resultado sería elevar artificialmente el arriendo de la tierra
para los verdaderos productores, que son los chacareros. Miramos así este conflicto
de intereses, es un vano empeño de los latifundistas más o menos ganaderos, de
exagerar artificialmente la renta y el valor del suelo que detentan, con evidente
perjuicio de la producción agrícola del país," Diario de Sesiones...: 637-638).

427
Justo explicó que cuando los estancieros hablaban del costo de producción del ganado en campos
de 250 o 300 pesos la hectárea dejaban ver que, o habían comprado caro su campo, o lo habían
arrendado caro, o hacían un mal empleo de su campo.. Justo consideraba que la tercera era la situación
mas probable y que el error debía correr por cuenta de quién se equivocaba, que no podía pretender
que el pueblo lo salvara de sus consecuencias.
511

A la defensa de la "industria madre" de la Nación, la ganadería, los socialistas le


oponían la defensa de la industria en la que, consideraban, se concentraban las
energías futuras del país, la agricultura. Nuevamente en la senda sarmientina, no se
trataba solamente de una cuestión económica sino también de educación y cultura
política. Así, señalando "el aspecto político" de la cuestión, Justo contraponía
"la acción nefanda de la influencia patronal y de los mayordomos sobre esas tropillas
de votantes inconscientes que se llevan a encerrar en los corralones en vísperas
electorales, para servir al día siguiente de ganado electoral, al servicio de alguno de
los caudillos de la clase terrateniente (y) las chacras que dan y van a dar en lo futuro,
otra clase de electores, señores Diputados. En ellas está nuestra esperanza del
desarrollo de la democracia argentina, tanto como en la cultura cada vez mayor de la
clase obrera de las ciudades." (Diario de Sesiones,.. : 645).

El líder socialista explicó que, ya que hablaba de política, debía seí'íalar que en la
"política criolla" encontraba dos aspectos igualmente desagradables: el más común
era el personalismo absoluto de las facciones, que llevaba a la exclusión completa del
enemigo; el otro, que señalaba todo lo vano de las agitaciones políticas que sacudían
al país, era la "concordancia alarmante sobre cuestiones realmente fundamentales de
representantes políticos de grupos que parecen profundamente antagónicos".
Entrando de lleno en el terreno partidario, Justo concluyó:
"Yo espero que en este caso no se ha producir esa concordancia (...) aún cuando en
el seno de la comisión de asuntos ganaderos asistimos a una armonía que considero
puramente personal entre el Diputado Sánchez Sorondo y el señor Diputado Guido,
miembro del grupo político que ha expulsado del gobierno de la provincia de Buenos
Aires, por los vigilantes, al partido que representa en esta cámara el señor Sánchez
Sorondo; y la misma concordancia se nota entre el mismo señor Guido y el Diputado
J. H. Martínez, que debiera sentir todavía como una bofetada el voto de intervención
contra el gobierno de la provincia de Córdoba, que él ha contribuido a constituir ( ... )
espero que en esta cámara ha de manifestarse individualmente la opinión de los
señores Diputados, inspirada en condiciones de más peso y fundamento." (Diario de
Sesiones...: 646).

Las palabras del líder socialista merecieron una amplia cobertura por parte de La
Vanguardia, que lamentó que la mayor parte de la prensa hiciera oídos sordos
concentrando su atención en rencillas y conflictos personales como el que habla
enfrentado al radical Manuel Pinto con el conservador Sánchez Sorondo (LV, 22-4-
23). Finalmente la mayoría de los proyectos fue aprobada por amplia mayoría por la
Cámara. de Diputados428 , aunque no la constitución de una "Comisión. reguladora del

428
Los proyectos recibieron, como dejaba traslucir Justo en su discurso, el apoyo de la mayoria de los
legisladores radicales y conservadores. De hecho la "concordancia" denunciada por el líder socialista
512

comercio .de carnes". Smith (1983: 99) señala que el rechazo de üna medida que
contaba con el apoyo de la Sociedad Rural no podía explicarse por la oposición
socialista, sino por el temor de la administración de Alvear a imponer una excesiva
"regulación" gubernamental.
La "cuestión ganadera" pasaría, al menos para los socialistas, a un segundo plano.
Cuando, en el mes de septiembre, los proyectos aprobados en Diputados fueran
tratados y aprobados por el Senado, la palabra del flamante Senador socialista, Mario
Bravo, no se haría escuchar. Corno para todo el PS, su preocupación principal pasaba
por cuestiones más directamente relacionadas con el perfil "obrero del partido",
como lo eran las del salario mínimo, el pago de salarios en moneda nacional y la Ley
de Jubilaciones.

Algunos temas de legislación "obrera"

A fines del mes de septiembre, y cuando las sesiones ordinarias estaban


concluyendo, La Vanguardia señalaba que, con mayoría radical, el Senado seguía
siendo "el baluarte de la reacción conservadora" y señalaba que este carácter se
evidenciaba, entre otros rasgos, por la ofensiva que planteaba para arrancarle a la
clase trabajadora todas las conquistas obtenidas. Esta caracterización se fundaba en
la denuncia de que luego de haber autorizado todos los despilfarros "los Senadores
radicales y conservadores" se habían unido para modificar el proyecto de "ley del
salario mínimo" aprobado por la Cámara de Diputados. La Vanguardia señalaba que
aunque el conservador salteño Linares había votado por la supresión de todo cuanto
refería al salario mínimo en el presupuesto, la mayoría "radicalconservadora" no se
había atrevido a manifestarse contra el principio del salario mínimo, y había
planteado que el mismo no podía aplicarse en el Interior, con lo que olvidaba el
principio de igualdad ante la ley. Por otra parte el diario socialista señalaba que la

no era negada, sino más bien reivindicada por el Presidente de la Comisión, el radical Mario Guido, al
afirmar: "Estamos en la comisión serenamente olvidados de la posición política que cada uno de
nosotros ocupamos, y si hay cóncordancia en estos altos fines es simplemente porque nos ha inspirado
el bien del país, y no motivos subalternos, como parecería, entre líneas, indicar la frase del sefior
Diputado Justo. Nos ha movido el bien del país; hemos concordado y no hemos encontrado ni dentro
ni fuera del parlamento, hasta que produjimos nuestro despacho, ninguna voz que disintiera, ninguna
voz contraria a nuestro pensamiento, que si hubiera sido serena y razonable, nos hubiera convencido"
(Diario de Sesiones...: 653).
513

mayor contradicción se había dado por parte del Ministro de Hacienda Herrera
Vegas, que en Dipitados había propuesto habilitar recursos para el pago del salario
mínimo, pero que al hablar ante el Senado había dicho que, aunque le gustaría llevar
a la práctica la iniciativa, consideraba que no podía hacerlo ya que implicaría un
déficit permanente de 50 millones dé pesos en el presupuesto nacional. Ante esas
afirmaciones La Vanguardia se preguntaba si se trataba del mismo Ministro que
babia despreciado los millones que produciría el impuesto a la herencia propuesto
por los socialistas, y si era el mismo que había pedido que se mantuviera "a
centenares de empleados electorales" y el que no se inquietaba cuando se pedía para
planes bélicos "la fabulosa suma de 1000 millones de pesos". Y, explicando la
"contradicción" del Ministro, concluía:
"En la cámara, como en el Senado, el radicalismo obedece a mezquinos fines
electorales, que le obligan a una política de duplicidad que no siempre ha de
conducirle al éxito, porque al fin será descubierta en toda su impudencia aún por los
más ciegos." (LV, 30-9-23).

Al día siguiente el diario socialista volvía sobre el tema del salario mínimo,
afirmando que a los planteos de la "Liga Patriótica" acerca de que el jornal de cuatro
pésos no podía regir en el Interior, se habían unido las afirmaciones del "poeta
fascista", mote con el que aludían a Leopoldo Lugones, proponiendo que el salario
mínim.o se redujera a 100 pesos mensuales. La Vanguardia manifestaba su
"sorpresa" porque "los patriotas de la Liga y el poeta fascista que abomina de los
extranjeros" no tuvieran en cuenta a los "obreros criollos" que eraii mayoría en el
Interior de la República, para los que pedían "eternamente salarios miserables". Pero
la apelación a "la obra sana y prácticamente nacionalista que realiza un partido
internacional como el nuestro" tenía también otro destinatario: el radicalismo. Así,
luego de señalar que esa óbra se manifestaba en leyes que eran de especial valor en
lugares donde la clase obrera carecía de organización, el diario socialista exclamaba:
"Que hermosa obra de salud y justicia realizaría el Partido Socialista si tuviera en
sus manos la fuerza de que dispone el radicalismo!". El comentario daba pie al
señalamiento de la "impotencia" de los radicales para toda obra duradera, impotencia
que era explicada por la heterogeneidad de esa fuerza. El radicalismo, se
argumentaba, estaba formado por "corrientes electorales encontradas (que) lo traen
de acá para allá como barco sin timón", y eso, se explicaba, hacía que los
"representantes radicales del Senado deshagan todo lo que hicieron sus
514

correligionarios de la cámara de Diputados, en contubernio, los primeros, con los


conservadores más recalcitatrantes." Pero, en esta ocasión, a la denuncia se unía una
apelación práctica, la que se hacía a los Diputados radicales para que, unidos a otros
grupos de la Cámara, insistieran con sus votos y vencieran la oposición del Senado.
(LV, 2-10-23).
El llamado de los socialistas tendría éxito. La Cámara de Diputados insistió con la
vigencia del salario minirno para "los obreros de las reparticiones autónomas", pero,
a su vez, el Senado mantuvo, por 12 votos contra 4, su posición restringiendo tal
derecho (LV, 17.1023)429. Al día siguiente La Vanguardia explicaba tal votación,
que tenía por efecto demorar la aprobación del presupuesto, por el hecho de que los
Senadores temían que las "peonadas del interior", estimuladas por el "mal ejemplo"
sentado por el salario mínimo, pretendieran mejorar sus sueldos de hambre. Sin
embargo, confiaba el diario socialista, los Diputados contaban con los votos
necesarios para insistir con su propia posición (LV, 18-10-22).
Sin embargo esa confianza no era del todo firme. Así lo dejaba ver un Editorial de La
Vanguardia que, temiendo una modificación de los votos de los Diputados radicales,
subrayaba la dificultad con que se enfrentaba la tarea socialista y lo lento de su
avance. E] comentario reconocía que, en algún momento, los socialistas habían
tenido la ilusión de haber alcanzado alguna "reforma estable", pero que pronto
habían percibido que debían luchar para consolidarlas. El diario socialista afirmaba
que la principal tarea del momento era "pelear con tanta o mayor energía que antes
para defender del terrible vendaval reaccionario que sopla en 'nuestro país las pocas
reformas alcanzadas", y hacía referencia a la fuerte "reacción" que en esos días se
evidenciaba en Europa y -pasando a la actuación del gobierno de Alvear en torno a la
política obrera, la cuestión clerical, y lós proyectos armamentistas-, concluía:
"Nos encontramos en presencia de un gobierno rebosante de buenas intenciones pero
inepto y débil, que se ha dejado conquistar por las ideas conservadoras aún cuando
haya repudiado la colaboración partidista que tan obsecuenternente le han brindado
los conservadores. Nos amenaza de nuevo la conocida alternativa: de un lado el
radicalismo demagógico, y del otro el pertinaz conservadorismo que resiste lo bueno
por sistema, sin saber crear ni adaptar lo bueno ajeno". (LV, 22-10-23).

429
Sólo se opusieron los yrigoyenistas Caballero, del Valle, Luna y Soria; el socialista Bravo no se
presentó a la votación alegando estar enfermo (LV, 17-10-23)
515

La desconfianza socialista se vería confirmada. El 26 de octubre, en la votación del


presupuesto no se alcanzaron los votos necesarios para insistir con el pago del salario
mínimo a los trabajadores de las reparticiones autónomas del Estado 430 .

Ante la derrota, la atención socialista se dirigió a otra ley obrera, la que imponía el
"pago de salarios en moneda nacional". Liiego de varias idas y venidas entre la
Cámara de Diputados y el Senado, la propuesta socialista fue hecha Ley a fines de
octubre (Diario de Sesiones de la Cámara de Senadores, 1923, T2 :202-205). La
Vanguardia celebraba "una gran conquista" y subrayaba que ella daba ejemplo tanto
de la perseverante acción socialista como de la "tenaz resistencia" que debía superar
el nuevo derecho para imponerse. Para probarlo el diario socialista recordaba el largo
recorrido del proyecto: presentado en 1914 por Enrique Dickmann, sólo había sido
discutido y aprobado en Diputados en 1917, el Senado lo había "hecho dormir" por
años, lo que había obligado a reproducirlo en 1920, año en que Diputados lo había
vuelto a aprobar, nuevamente el Senado había impuesto un obstáculo, pero esta vez
la agitación callejera socialista y la presencia de Bravo en el Senado habían logrado
su aprobación. La Vanguardia sostenía que los más de nueve años de esfuerzos
habían valido la pena, al lograr la vigencia de una ley que tenía por fin "garantizar la
percepción íntegra, segura y normal de los salarios (...) en todo el territorio de la
República Argentina". El comentario hacía alusión a las prácticas con las que, sobre
todo en el Interior del país, se reducían los salarios de los trabajadores: pagos con
fichas, bonos o letras de tesorería y pago en mercaderías, pero también pago en los
días de fiesta, en locales de venta de bebidas alcohólicas situados dentro de los
propios campos de trabajo, descuentos por locación del sitio o los instrumentos de
trabajo, etc. El diario socialista afirmaba:
"El Partido Socialista, acusado tan injustamente en ciertas ocasiones como un partido
• de la capital, ha mostrado en su sostenida campaa por esta ley (...) que lo mueven
grandespreocupaciones de orden social. Los hombres elegidos por los votantes de la
• gran ciudad, y los trabajadores de ésta, han luchado por imponer un principio que
interesa, en gran parte, a los hombres del interior, a los ciudadanos de regiones
argentinas donde no se vota o se vota todavía casi exclusivamente por las viejas

430
El 28 La Vanguarcia informaba que, silos dos tercios requeridos representaban 56 sufragios, sólo
se habían obtenido 46 en tanto 38 se habían inclinado por la negativa. El diario socialista destacaba,
por pedido expreso de Adolfo Dickmann, que entre los que habíáir votado por la negativa la mayoría
eran radicales, lo que llevaba a concluir: "Los radicales pretenden presentarse como los campeones
del salario rnínimo,.gran principio que fue llevado a la cámara por primera vez por la representación
socialista. A esa información contestamos con la constancia documentada en el Diario de Sesiones."
(LV, 28-10-23)
516

facciones políticas. Nada define y subraya mejor el carácter y la orientación del


socialismo." (LV, 31-10-23).

El Editorial celebratorio concluía afirmando que la Ley estaba conquistada y que


sólo faltaba que se aplicara y que se incorporara en las costumbres velar por su
cumplimiento. Sin embargo, la "conquista socialista" se mostraría menos finne de lo
que esperaba La Vanguardia. Aunque la Secretaría de Prensa de la Presidencia había
anunciado que la Ley había sido promulgada el 14 de noviembre por el Ejecutivo,
semanas después informaba que se había tratado de un error y que en realidad la Ley
había sido vetada. El diario socialista consideraba que la referencia al "error" era
demasiado infantil para ser creída y afirmaba que, en cambio, el Poder Ejecutivo
había vuelto sobre sus pasos por la presión de los capitalistas afectados. (LV, 20-11 -
23). Al día siguiente La Vanguardia dedicaba un largo Editorial en el que afirmaba
que, si el pueblo todavía necesitaba de "alguna lección acerca del estrecho carácter
de clase de los gobiernos que tolera y a veces apoya con su voto", la había obtenido
con el veto, presidencial a la Ley de pago de salarios. El diario socialista, luego de
recordar todos los esfuerzos realizados para obtener la Ley y contrastarlos con la
actitud de un .Presidente que la había vetado veinte días después de sancionada "y
una semana después de haberla promulgado", y de argumentar que el "turbio
procedimiento" hacía visibles las "inconfesables influencias" que pesaban sobre la
actitud del Presidente, comentaba el mensaje de Alvear:
"El poder ejecutivo considera 'inobjetable y digno de todo encomio, en el fondo, el
proyecto (...) estableciendo el pago de salarios en dinero efectivo, en períodos fijos y
sin descuentos por mercaderías y otras prestaciones. Pero con tal de que se admita
que también pueden pagarse los salarios en vales, en cualquier tiempo, y haciéndoles
cualquier descuento. ¿Que esto es una broma? Lo es,. sin duda, pero del mensaje"
(LV, 21-11-23).

A continuación el diario socialista analizaba las "observaciones" realizadas por


Alvear al proyecto. Con respecto a la que planteaba la posibilidad de que los salarios
se pagaran en cheque, recordaba que los socialistas habían mostrado los "cheques"
con que pagaban los ingenios, simples vales sin valor bancario., agregando que aún
cuando se usaran cheques de banco, solía suceder, corno en la Patagonia, que los
trabajadores debían recorrer cientos de kilómetros pa.ra intentar cambiarlos y sólo
encontrar que las cuentas no tenían fondos. Los socialistas también cuestionaban la
afirmación del Ejecutivo rechazando la obligación de pagar en horas de trabajo, ante
la que planteaban que el gobierno, que argumentaba que así se perdía el tiempo. de
517

las empresas, no se preocupaba por el tiempo perdido por los trabajadores. La última
"observación" se refería a la posibilidad de descuentos obligatorios, que el gobierno
cuestionaba en nombre de la posibilidad de mantenerla para "cooperativas" y
"sociedades de socorros mutuos", a lo que los socialistas planteaban que bastaría con
que la proveeduría de una empresa se llame "cooperativa" o su servicio médico
"sociedad de socorros mutuos" para que se mantuvieran descuentos de hasta el 50%
del salario. Ante estas "observaciones" La Vanguardia concluía:
"Esto es bastante para evidenciar el carácter odiosamente reaccionario, antisocial y
antiargentino del primer veto, que se solidariza con la opinión y los intereses de la
parte más reaccionaria del Senado. A luchar, pues, de nuevo contra los intereses de
clase y la espuria demagogia que los encubre, por el pago de los salarios en
efectivo!" (LV, 21-11-23).

La discusión acerca del pago de salarios en moneda nacional preparaba el terreno


para un tema que ocuparía el centro de la atención de los socialistas y del
movimiento obrero en los años por venir: la "cuestión jubilatoria". A comienzos de
septiembre había comenzado a hablarse de una iniciativa del gobierno de Alvear
tendiente a ampliar la cobertura jubilatoria 431 . En el país ya existían, desde hacía años
atrás, Cajas de jubilaciones -la más célebre era la de los ferroviarios-, y durante el
gobierno de Yrigoyen habían sido establecidas otras nuevas. Pero mientras las
iniciativas yrigoyenistas no habían suscitado resistencias, la nueva propuesta
jubilatoria generaría un conflicto que duraría años, y que produciría la mayor
campaña de movilización obrera en todo el gobierno de Alvear.
Sin embargo, en el comienzo, las posiciones no estaban del todo claras. El Senador
socialista Mario Bravo votó en general a favor del proyecto por considerar, que
aunque insuficiente e inferior a la propuesta de "Seguro Nacional" presentado años
atrás por el PS, la jniciativa constituía un avance en la protección de los trabajadores
(LV, 21-1 1-23). Sin embargo ya al día siguiente La Vanguardia sostenía la
interpretación opuesta ya que, aunque comenzaba reconociendo que la sanción había
producido entre los trabajadores "una satisfacción muy explicable",, por tratarse de
un principio de respuesta a un grave problema, consideraba que tales esperanzas eran
infundadas. El diario socialista sostenía que los proyectos en discusión no contenían

431
Rock (1992: 230) relaciona el intento alvearista de expandir el sistema jubilatorio con las
dificultadés que había encontrado para consolidar la deuda pública flotante. Explica que, habiendo
fracasado el intento de obtener préstamos externos, el gobierno buscó crear un sistema jubilatorio que
incluiría a los obreros industriales, los empleados de comercio, los bancarios, los portuarios y los
tipógrafos.
518

más que "una vaga promesa" la que, además, amenazaba con convertirse en "un
instrumento de expoliación" a los trabajadores. A continuación se explicaba que la
promesa era vaga, porque se limitaba a establecer un fondo destinado a servir de base
a los beneficios, en tanto la amenaza era tangible, por varias razones: las cajas
carecerían de toda base mutualista y de toda posibilidad de control permanente, y
todos los trabajadores estarían obligados a aportar un 5% de los salarios pero sólo
tendrían derecho a jubilarse quienes acreditaran 30 o más años de aporte.
El diario socialista advertía a los trabajadores que si se dejaban seducir por
propagandas tendenciosas corrían el riesgo de dejar el control de las Cajas "en manos
de las empresas y los altos empleados", quienes usarían los aportes de los
trabajadores jóvenes y manuales para alimentar las altas jubilaciones de los
trabajadores mayores con la carrera ya hecha. Se advertía también que los
empresarios habían empezado a reducir los salarios para compensar el 8% de aporte
que les correspondía. La Vanguardia contrastaba la iniciativa del gobierno radical
con la propuesta socialista de "Seguro Nacional" que, se recordaba, reunía a todos
los trabajadores en "una vasta organización mutualista descentralizada", en la que los
directorios estaban sujetos al control de asambleas y en la que se aseguraba el pago
inmediato de beneficios por enfermedad y maternidad, así como el pago equitativo
de pensiones de invalidez y vejez. Sin embargo, se lamentaba, "la mayoría oficialista
de los Diputados, visiblemente sugestionada por las vísperas eiectorales', no había
permitido que se explicaran siquiera las ventajas prácticas del proyecto socialista ya
que eso, hubiera evidenciado "las graves fallas de la sanción que se había resuelto
para salir del paso". De todos modos, y a pesar de la evaluación negativa, la posición
final del diario socialista no era de oposición frontal a la Ley "de jubilaciones
gremiales", sino que instaba a los trabajadores a velar por sus derechos de modo de
hacer "del tosco instrumento que la demagogia ha puesto en sus manos" una
"herramienta de liberación y bienestar efectivos". (LV, 22-1123)
El 22 de noviembre, la Cámara de Diputados comenzó a tratar el proyecto de
jubilaciones con las modificaciones que había introducido el Senado. El miembro
informante de la Comisión de Legislación del Trabajo, el Diputado socialista
Augusto Bunge, dio cuenta de esas modificaciones aceptando algunas y
desaconsejando otras. Respecto a la modificación de la composición de las Cajas que
aumentaba a tres el número de representantes del Ejecutivo, manteniendo en dos el
de los representantes obreros y patronales, señaló que la Comisión aconsejaba
519

incorporar cuatro representantes obreros y cuatro patronales. A continuación, Bunge


pianteó su propia posición, señalando que él habría aceptado la propuesta del Senado
si limitara el número de los representantes empresarios "que en realidad no
contribuyen en nada", pero que consideraba que asignar a la Caja tres representantes
del Ejecutivo y tres de las empresas frente a tres representantes obreros era, dado el
criterio que solía imperar en las esferas oficiales, "entregar la caja al control
omnímodo de las empresas" por lo que se opuso al aumento de la representación del
ejecutivo (Diario de Sesiones de la cámara de Diputados, 1923, T8 :558-559). El
planteo de Bunge fue contestado por el radical David Saccone quien, mostrando una
opuesta valoración del papel de los representantes estatales, consideró que la
reducción de los 1 representantes del Ejecutivo equivalía a "disminuir la
representación obrerista en la administración de los fondos de los propios obreros."
(Diario de Sesiones...: 558-559).
Por otro lado, Bunge se mostró de acuerdo con la propuesta del Senado que impedía
que se cobraran jubilaciones superiores al sueldo que tenía el trabajador. El Diputado
radical Leonidas Anastasi recordó que, existiendo salarios de 70 pesos, la sanción de
los Diputados se orientaba al establecimiento de una jubilación mínima. A ello
Bunge respondió que la propuesta implicaba hacer "caridad disimulada" a expensas
de los contribuyentes, sostuvo que la verdadera justicia consistía en que la Cámara
sancionara de una vez la propuesta socialista estableciendo un salario mínimo de 150
pesos, y concluyó:
"Consideramos una corruptela y nocivo para los propios obreros que se les consuele
en su miseria presente, con la esperanza de una jubilación más elevada que el mísero
salario que ganan con su trabajo." (Diario de Sesiones...: 560).

Llamativamente en la misma sesión la Cámara de Diputados aprobó un proyecto de


ley instituyendo una Comisión que tendría a cargo "el estudio y redacción de una ley
orgánica de seguro nacional". Las bases del proyecto, que surgía de una propuesta
• socialista presentada insistentemente desde 1917 y formulada por el mismo Bunge,
planteaban la creacióñ de una "mancomunidad" que cubriría a "toda la población
laboriosa de la Argentina". (Diario de Sesiones...: 538-539) Un. día más tarde La
Vanguardia, dirigida desde días atrás por el propio Bunge, saludaba la aprobación
del proyecto de "Seguro Nacional" y evaluaba que no existía comparación posible
entre ese proyecto y
520

"la improvisación, en vísperas eleccionarias, de esas leyes embrionarias que tomando


hebras de la concepción socialista, han hecho de ellas un nudo de cajas gremiales sin
base precisa alguna, un nudo adaptado al espurio modelo de la Caja Nacional de
Jubilaciones, y que será tarea de un vago futuro desatar" (LV, 23-11-23).

Al día siguiente La Vanguardia no dejaba de subrayar la facilidad con la que habían


sido aprobadas leyes corno la de "jubilaciones gremiales" y aún la de "seguro
nacional" y alertaba a los trabajadóres señalando que "la conmovedora unanimidad"
que se daba en vísperas electorales significaba que la clase gobernante, que se sentía
lo bastante fuerte para vetar la ley del pago de salario nacional y mantener la moneda
envilecida, esperaba con la sanción de aquellas leyes "acallar al can, pero (...)
dándole de roer su propia cola". El diario socialista explicaba tal expresión seí'íalando
que, lejos de oponerse, las empresas habían apoyado las jubilaciones gremiales
pensando que no les costarían nada y que servirían para "sujetar" a los trabajadores a
sus empleos. Al respecto se recordaba que ya las empresas tranviarias y telefónicas
habían hecho el experimento de, apoyadas en las jubilaciones que costeaba el
público, conseguir mantener el nivel nominal de los salarios, disminuyendo su valor
real, ejemplo que se aprestaba a ser imitado por los bancos que se aprestaban a
disminuir los salarios del "personal modesto" al que decían "ya tienen ustedes
jubilaciones ( ... ) ¿qué más quieren". Por ello, el diario socialista instaba a los
trabajadores a oponerse a las maniobras patronales, pero también a los manejos de
quienes presentaban proyectos sólo con fines electorales. (LV- 24-11-24).
Las elecciones nacionales de 1924 se acercaban y los socialistas se proponían repetir
su éxito de las complementarias de 1923. El terna jubilatorio estaría presente en la
carnpaa432 pero no adquiriría la centralidad que tendría meses después. Por el

432
Así el l de enero La Vanguardia, repitiendo el célebre tópico que plantea que los extremos se
tocan, afirmaba que a los socialistas no les bastaba con denunciar los manejos demagógicos de los
radicales en el tema jubilatorio, sino que también debían combatir la demagogia de "los llamados
revolucionarios ( ... ) anarquistas, sindicalistas y comunistas" que veían en las jubilaciones un medio
de atraerse simpatías entre los trabajadores y por ello apelaban a las mismas falsedades que usaban
"los demagogos de la clase gobernante" (LV, 1-1-24). El comentario, publicado en la sección "la
semana gremial", acompafiaba una extensa nota en la que Augusto Bunge contrastaba el modelo de
"Seguro Nacional" propuesto por los socialistas con el sistema de Cajas jubilatorias que defendían los
radicales (LV, 1-1-24). Días más tarde el diario socialista volvía sobre el tema y señalaba que por fin
había saltado "el gato encerrado" y se había hecho público que, de acuerdo al proyecto impulsado por
el gobierno, los obreros no tendrían representación en la dirección de las Cajas (LV, 5-1-24).
Ante esa ausencia de representación y control el CE del PS emitió una resolución instando a los
trabajadores a vigilar la marcha de las Cajas y denunciar las intrigas que en ellas pudieran tener lugar,
a reivindicar los derechos a formar parte de la conducción y a estudiar y difundir el modelo de Seguro
Nacional en oposición al de las "jubilaciones corporativas" (LV, 11-1-24) Pero con el paso de los días
la oposición a la Ley de Jubilaciones se hacía más notoria por parte de las organizaciones obreras y las
posiciones de los socialistas también se radicalizaban. Así el 13 de enero Juan B. Justo dictó una
521

momento, el centro de la atención pasaba por los intensos conflictos que dividían al
partido en el gobierno.

El PS ante el "Ministerio Gallo "y los comienzos del "antzersonaiismo"

Los conflictos en el radicalismo eran de larga data y, como vimos, se habían


acentuado apenas asumió Alvear. A lo largo de todo 1923 se había ido
profundizando la formación de dos campos, uno estructurado en torno del nuevo
Presidente y otro alrededor de Yrigoyen 433 . Pero el enfrentamiento se hizo más
enconado a mediados de noviembre de 1923, con la renuncia de José Nicolás
Matienzo a la cartera de Interior. Si durante su gestión Matienzo había mantenido
una delicada posición "constitucionalista" que limitaba las "intervenciones
nacionales" a las provincias y el uso de los recursos del Estado nacional para
enfrentar la máquina yrigoyenista -por lo que la principal acción de los
"antipersonalistas" había pasado por el Senado, en donde habían cuestionado las

conferencia sobre el tema en la que, lejos de limitarse a proponer una mayor vigilancia, instaba a los
trabajadores a "procurar mantener sus salarios intactos" y, si era posible, "a no dejarse descontar los
aportes a la Caja" (LV, 14-1-24).
La oposición que suscitaba el tema jubilatorio llevó a Alvear a emitir un decreto definiendo los
alcances de la ley y precisando el modo de constitución de su dirección (LV, 29-1-24). Los socialistas
consideraron que la medida, que no cambiaba el fondo de la cuestión, no frenaría la movilización
opositora de los trabajadores y mantuvieron la realización de su propio mitin en el Parque de los
Patricios (LV, 3 1-1-24). En él hizo uso de la palabra Joaquín Coca quien volvió a contraponer la
propuesta socialista de "Seguro Nacional" a la Ley Jubilatoria en curso y afirmó que "las malas artes
del capitalismo están resumidas en la ley 11289. En ella se conceden a los periodistas y altos
empleados verdaderos privilegios que tendrá que costear la masa de los obreros en sus aportes; con
ella se trata de dividir a los trabajadores en comprendidos y no comprendidos en la ley, a finde
enemistarlos y ponerlos unos contra otros en caso de conflicto huelguístico" (LV; 1-2-24) En el acto
también habló el Diputado Enrique Dickmann, quien puso énfasis en el carácter "electoral" de la Ley,
carácter que, explicaba, se había puesto en evidencia por un nuevo decreto por el que Alvear
suspendía sesenta días su vigencia. Al respecto Dickmann explicaba: "Pasados los sesenta días,
también pasarán las elecciones y entonces la ley caerá como espada de Damocles sobre la cabeza de la
clase obrera" (LV, 1-2-24). Sin embargo, ese mismo día La Vanguardia presentaba otra interpretación
del decreto suspensorio de Alvear: no negaba el carácter electoral del decreto pero consideraba que.
era resultado de "la sana reacción popular contra la demagogia electoral". El estado de la opinión
pública, explicaba el diario socialista, había cambiado y "ahora nadie quiere aparecer como padre del
nacido muerto". Por ello, y aún si el decreto era resultado de cálculos oportunistas del gobierno, debía
• ser celebrado (LV, 1-2-24).
433
Ya el 31 de enero de 1923 La Vanguardia hablaba de la dura lucha entablada entre "irigoyenistas"
y "alvearistas" a la que consideraba "un caso típico de política criolla" en el que no se ventilaba
ningún principio, doctrina o propósito, sino solamente el "predominio personal" (LV, 31-1-23).
522

atribuciones del Vicepresidente Elpidio González 434, notorio yrigoyenista-, á partir


de su renuncia al "ministerio político" la situación cambiaría 435 .

La dura carta que acompañaba a la renuncia de Matienzo conmovió al gobierno, que


se vio obligado a responder (La Nación, 25-11-23). Pero los socialistas, que
postulaban un, gobierno parlamentario, no asignaban mayor importancia a los
cambios de Ministros en un régimen como el argentino, del que consideraban que
tenía por tales a meros Secretarios del Presidente. Por eso señalaban que no.
lamentaban la partida del "viejo burócrata jubilado" que como procurador había
asesorado "todas las trapisondas" de Yrigoyen, y que no esperaban nada distinto de
su reemplazante, el notorio "antipersonalista" tucumano Vicente Gallo. De éste
subrayaban que era "clerical conocido, proteccionista confesado, constitucionalista
como Matienzo" y que, según señalaban "los baqueanos de la mal llamada política
radical", representaba "la oposición al predominio e influencia del señor Irigoyen".
Esta evaluación merecía un juicio descalificatorio del diario socialista al afirmar que
la oposición a Yrigoyen representaba "bien poca cosa como pensamiento y acción
políticos". (LV, 28-1 1-23).
Días más tarde La Vanguardia apelaba a un fácil juego de palabras para dar cuenta
del conflicto que el nombramiento del Ministro había generado en las filas radicales:
explicaba la "riña de gallos" a la que se asistía, porque el radicalismo, que no tenía
nada importante que discutir ni resolver ni una una carta orgánica que fijara nomias
de conducta a sus dirigentes, se debatía furiosamente "en la estéril impotencia de un
personalismo infecundo y corrupto". El Editorial señalaba que si los diarios
yrigoyenistas consideraban la designación como "la más negra traición a los
'principios impolutos de la causa" y los alvearistas respondían que el gobierno era

434
En tales planteos, que recortaban las atiibuciones del Vicepresidente para nombrar las Comisiones
del Senado, los "antipersonalistas" habían contado con el aval no sólo de los conservadores sino
también del Senador socialista Mario Bravo quien, sosteniendo el derecho de cada cámara de disponer
su reglamento, votó el despacho de la mayoría (Diario de Sesiones de la Cámara de Senadores, 1923,
T1:63)
435
Sin embargo no lo haría en el sentido que parecía preanunciar La Vanguardia, que explicaba la
renuncia señalando que Alvear estaba ya harto del "Ministro doctrinario, por flexibles que fi.iran sus
doctrinas" y deseaba alguien que hiciera posibles "más cordiales relaciones diplomáticas con el
gobierno de la calle Brasil", o sea con el liderazgo que ejercía Yrigoyen desde su domicilio cito en esa
calle del barrio de Constitución. (LV, 24-11-23) Al día siguiente el diario socialista, volviendo sobre
la división radical y sus efectos en la acción de gobierno, concluiría: "No hay gobierno. No sólo
porque existen en estos momentos dos gobiernos distintos, uno dirigido desde la calle Brasil, cuya
aptitud, ya harto probada, es la de no dejar hacer, y el otro, que quisiera hacer, pero no sabe qué y
carece de brújula y mapa. No hay gobierno, sobre todo, porque no hay partido de gobierno." (LV, 25-
11-23) .
523

"honesto" a diferencia del de Yrigoyen, era porque unos y otros buscaban el "manejo
discrecional" de más de 700 millones del Presupuesto nacional. Y concluía:
"El hambre radical es canino. Y son muchos los hambrientos; y el presupuesto, a
pesar de haberse duplicado desde 1916, no alcanza para todos. ¡Tal es el motivo de la
descomunal rifla!" (LV, 30-11-23).

Una semana más tarde, La Vanguardia volvía a denunciar el uso que los radicales
hacían del Presupuesto, pero esta vez para dar cuenta de los resortes que operaban en
el conflicto interno del radicalismo. El diario socialista explicaba que en la lucha que
alcanzaba hasta el último Comité de barrio, los yrigoyenistas eran "más audaces y
más numerosos" pero que los alvearistas tenían en sus manos "el presupuesto
nacional y municipal" lo que les penilitía distribuir los empleos, elemento que, se
explicaba, podía tener influencia en los Comités y también en los convencionales
radicales. El artículo señalaba que, en esos días, "el comité de la capital" era el
principal campo de batalla entre los radicales, agregando que por el momento estaba
en manos de los yrigoyenistas, qui.enes lo usaban para cuestionar a funcionarios del
gobierno de Alvear como el administrador de aduanas o el mismo Ministro de
Interior, Vicente Gallo, al que ese cuerpo había calificado de "traidor a la causa".
Desde la redacción de La Vanguardia se comenzaba preguntando quién ganaría en la
lucha por ese Comité -si la facción "popular", com.o se llamaban los yrigoyenistas, o
la "aristocrática", corno se denominaba a los alvearistas-, para luego desestimar la
pregunta al concluir:
"Cualquiera sea la facción vencedora, no saldrá triunfante ninguna idea, ningún
principio ( ... ) pues no se trata de ninguna de esas cosas. Lo que se discute es el
predominio personal y exclusivo de Irigoyen o Alvear. Es, pues, una puja entre dos
caudillos y la riña adquiere aspectos de un personalismo repugnante. El grito de
guerra es: 'irigoyen, sí; Alvear, no!' Edificante espectáculo de una política digna de
una toldería de indios." (LV, 8-12-24).

Más allá del desprecio por las diferencias entre uno y otro sector, el interés de los
socialistas por la disputa interna entre los radicales no disminuía. Así lo dejaba ver la
larga crónica que La Vanguardia dedicaba a describir la "tumultuosa sesión" que el
Comité Capital de la UCR había realizado el 12 de diciembre. La misma sostenía que
el documento en el que dicho Comité había lamentado la designación de Gallo como
Ministro constituía un antecedente que había permitido prever las dificultades que
tendría una reunión "convocada para reconsiderar la excomunión de Gallo" y
explicaba que las previsiones habían sido cumplidas por la moción, presentada por el
524

convencional Bergaili, que planteaba que tal convocatoria era ilegal por haber sido
realizada en un piazo menor al propuesto. La Vanguardia explicaba que la moción
tenía un doble sentido, ya que Gallo debía asumir ese mismo día su cargo y postergar
la "reconsideración de la excomunión" implicaba obligarle a asumir la cartera crí
condiciones "molestas y di.ficiles". Finalmente la moción fue derrotada por 40 votos
cóntra 32 pero, subrayaba La Vanguardia, esto no hizo más que suscitar el escándalo
ya que Bergalli, que sostenía que su propuesta sólo podía ser rechazada con dos
tercios de los votos, se había tren2ó con el congresal alvearista Orús en un
intercambio que el diario socialista citaba con regocijo:
"- ¡Sinvergüenza!- le refuta el señor Bergalli.
- ¡Más sinvergüenza será usted!
- Canallla! 'Atorrante
- Desgraciado! ¡Miserable!
- ¡Viva Hipólito Yrigoyen!- confirman varias voces.
La barra irrumpe entre la silla de los delegados. Hay puñetazos, alaridos, carreras.
Algunos demóstenes pretenden hacerse oír sin conseguirlo. Solo se oyen
• exclamaciones aisladas:
-LA VANGUARDiA dirá mañana todo esto! ¡No trabajemos por el socialismo!"
(LV, 12-12-23, énfasis en el original).

Finalmente, informaba el diario socialista, la policía entró a la sala y ordenó desalojar


la barra; pero el tumulto continuó hasta que el Diputado Tamborini reconoció que no
había nada que hacer y decidió levantar la sesión. La crónica se cerraba con una
evaluación de los resultados de la contienda: "El seior Irigoyen ha ganado la partida:
el flamante Ministro jurará su cargo sin estar absuelto de la excomunión del comité
de la capital". (LV, 12-12-23).
Al día siguiente la crónica socialista se centraba en el acto de asunción del nuevo
Ministro. Al respecto señalaba que, luego de la batalla del Comité de la Capital, se
preveían trágicos acontecimientos, ya que muchos imaginaban que "los 'puros' del
radicalismo" no consentirían que Gallo j urara en el cargo de Ministro del Interior. En
esa línea, se explicaba, se orientaban las "misteriosas órdenes" que Bergalli y otros
caudillos yrigoyenistas habían hecho circular entre el "elemento" que les respondía
heroicamente, las que instaban a acudir a la Plaza de Mayo "con armas y bagajes
para impedir el hórrendo atentado". Los alvearistas, se señalaba, habían respondido
dispuestos a "devolver golpe por golpe" y habían llamado a los "correligionarios" a
una cita con el deber frente a la Casa Rosada. El diario socialista subrayaba que
"aprestos tan formidables" habían tenido atemorizada a toda la ciudad, agregando
525

que "la nerviosidad" había aumentado a primera hora de la tarde cuando la gente
comenzó a afluir a la Plaza de mayo. A las 17, se explicaba, se había hecho evidente
que "la plaza pertenecía a los alvearistas" en tanto los "puros" yrigoyenistas se
refugiaban en los cafés. A las 18, hora en que debía producirse la asunción, se temía
que comenzara la carnicería y que se produjera "un lío más formidable que le
conocidísmo del Campo de Agramante", por lo que los cronistas de La Vanguardia
habían ingresado a la Casa Rosada. Y allí el artículo presentaba un anticlímax: dentro
de la Casa de Gobierno nadie pensaba en "el fragoroso combate próximo" sino que el
Salón Blanco se hallaba lleno de sonrientes funcionarios que oían el juramento de
Gallo. Pero, subrayaba el diario socialista, tampoco en la Plaza se produjo el temido
enfrentamiento, ni siquiera cuando Gallo salió al balcón y habló a quienes se
hallaban allí reunidos. El comentario, lejos de saludar la ausencia de las prácticas
sangrientas que el PS tanto deploraba entre los radicales, interpretaba la situación
como una farsa y, pasando del tono trágico al cómico, concluía:
"Los irigoyenistas apretaron los puños con furor sagrado y se fueron. Sí, se fueron
sin haber desenfundado sus revólveres, ni haber esgrimido sus gloriosos cuchillos,
siguiendo a sus caudillos cabizbajos y meditabundos: meditando la revancha. Y nada
más. Cada mochuelo se fue a su olivo y los más rencorosos irigoyenistas
desahogaron sus furias grapa en mano y un peludo ene! corazón!" (LV, 13-12-23).

Más allá de la ironía de los socialistas, la asunción de Gallo suscitó verdadera alarma
en las filas yrigoyenistas. Así lo dejaba saber La Época, que sostenía que el nuevo
Ministro era "un ciudadano que se ha colocado fuera del partido, claudicando en sus
postulados, para dar satisfacción a sus ambiciones". El diario yrigoyenista, luego de
ahondar en la denuncia de ciertos actos "dudosos" y sospechados de corrupción de
Gallo, concluía recordando "sus contubernios indecorosos con el régimen en el
Senado" La Época, 13-12-23). El comentario de La Época dio pie a que, dos días
después, La Vanguardia planteara un duro juicio sobre los gobiernos radicales, que
comenzaba recordando que hacía más de treinta años "los más puros representantes.
de nuestro seudo radicalismo" habían cifrado todos sus anhelos en derribar a los
gobiernos del "régimen", cebados en latrocinio, agregando que "llevar a la cárcel a
los 'ladrones públicos', era el complemento del programa de los futuros
'regeneradores". El diario socialista señalaba que once años de acción parlamentaria
y siete de gobierno constituían sobrado tiempo para echar al viejo grupo gobernante,
concluyendo que si no era aún una realidad la "honestidad del sufragio", ello debía
atribuirse a los propios radicales. Así sostenía que la mayoría de las provincias eran
526

gobernadas por radicales; que gobernaba el segundo Presidente radical con una
mayoría parlamentaria radical, y que ni aún así la UCR había podido cumplir su
"primitivo programa" centrado en la honestidad. El diario socialista confiab.a en que,
•si en el Interior este fracaso aún no se hacía visible, algo distinto sucedía en la
Capital, lo que explicaba los temores de los yrigoyenistas que planteaban que sólo
candidatos de su sector, y no los del alvearismo, podrían asegurar el triunfo radical.
La Vanguardia explicaba que "a cálculos de este género", orientados a medrar con
los cargos públicos, se subordinaba toda la acción radical, a la que contribuía la
acción programática de Jos socialistas (LV, 16-12-23)
Sin embargo, en esos días también el PS sufría una crisis interna 436. Y así como los
socialistas señalaban los conflictos que cruzaban las filas de la UCR, los radicales no
dejaron de señalar las tensiones que vivían sus adversarios. El 8 de diciembre La
436
El conflicto había estallado a fines de julio de 1923 a partir de la decisión del CE del PS de
proponer al siguiente Congreso, que tendría lugar en Mar del Plata en octubre de 1923, una resolución
definiendo el espinoso tema de las incompatibilidades para los representantes del Partido (LV, 15-8-
23). El tema, que había sido objeto de discusión por años, había sido reactivado por la defensa que
Antonio de Tomaso había llevado adelante, en su condición de abogado, del empresario teatral y
concesionario del Teatro Colón, Faustino da Rosa, cuyas actividades habían sido cuestionadas por el
Concejo Deliberante de la Capital Federal, y en particular por los concejales socialistas (Sanguinetti,
1981: 10-103) En las semanas anteriores al Congreso, La Vanguardia, dirigida por Repetto, tomó
claro partido en contra de de Tomaso y el grupo de "los abogados"-del que formaban parte también
Pinedo, Bravo y González Iramain-, toma de posición que se manifestó no sólo a través de Editoriales
como el publicado el 8 de agosto (LV, 8-8-23) sino de la negativa a publicar la argumentación de "los
abogados" (Sanguinetti, 1981: 103).
El Congreso de Mar del Plata aprobó lo actuado por la dirección de La Vanguardia que había
rechazado la nota, pero no resolvió el tema de fondo, remitiendo la cuestión de las
"incompatibilidades" a un "voto general" (LV, 15-10-23). El equilibrio de fuerzas se manifestó
también en la designación de una Comisión de Prensa (LV, 16-10-23) que en su primera reunión
nombró a de Tomaso como director del periódico, lo que motivó que Repetto planteara una dura
respuesta y presentara la renuncia a su banca de Diputado nacional. El planteo de Repetto merecería
una dura réplica del CE del PS que le enviaría una nota manifestándole que "deplora la determinación
tomada y lo invita a no abandonar su banca, que no se la ha otorgado el Congreso de Mar del Plata,
sino el electorado de la capital" (Fondo Repetto-3 1-27). Sin embargo Repetto insistiría con "su
inquebrantable decisión de mantener (su) renuncia de Diputado y de miembro del Comité" (Fondo
Repetto-3 1-28). Finalmente estas renuncias serían aceptadas por la conducción del PS y por la Cámara
de Diputados. Poco tiempo después el Diputado renunciante crearía, junto a Esteban Jiménez, Acción
socialista una revista de pretensiones teóricas pero en la cual la prédica opuesta al grupo conducido
por de Tomaso se haría notoria.
El 21 de noviembre la mayoría de los miembros de la Comisión de Prensa presentó su renuncia, por lo
que la Dirección de La Vanguardia recayó en Augusto Bunge, una figura independiente pero de
mayor cercanía con el sector de de Tomaso (LV, 22-11-23). Al mismo tiempo Mario Bravo presentó
su renuncia a la Secretaría General del Partido, cargo para el que fue designado González Maseda,
quien agregó al voto general que ya se había llamado para definir la cuestión de las
incompatibilidades, otro que designaría a una nueva Comisión de Prensa. Durante el mes de diciembre
se sucedieron en las páginas de La Vanguardia las intervenciones que sostenían una y otra posición en
la cuestión de las "incompatibilidades" y que apoyaban a alguno de los sectores en disputa.
Finalmente el escrutinio del "voto general" llevaría meses, y en él se impondría una resolución que
establecía que los representantes del PS no podían asistir a empresas que "tengan concesiones o
franquicias del Estado o de los municipios" (Sanguinetti, 1981: 110).
527

Época afirmaba con visible satisfacción, que "la dispersión socialista se pronuncia ya
con caracteres galopantes". El diario yrigoyenista sefalaba que "síntomas fatales"
como las renuncias que tiempo desde antes se venían produciendo en la conducción
del PS y los conflictos en la Junta Ejecutiva de la Federación Socialista de la Capital,
permitían prever el fin del PS, ante lo que celebraba: "Al desaparecer, tiene (el PS) el
fin que merecía, muere como había de morir, sin pena y sin gloria" (La Época, 8-12-
23).
Ante el comentario de sus adversarios, La Vanguardia no negaba el conflicto en las
filas socialistas -no podía hacerlo ya que desde meses atrás informaba de sus
avatares- sino que cuestionaba la "dudosa lógica" de los radicales, que consideraban
que sus propios conflictos, de tipo personal, eran vi gorizantes en tanto las disputas,
de tono doctrinario, del PS producían síntomas fatales, y concluía: "los muertos que
vos matáis gozan de buena salud." (LV, 9-12-23). Para probarlo, y confiando en que
la dedicación a las tareas de la campaña electoral aquietaría las aguas, La
Vanguardia subrayaba que, en vísperas de una elección decisiva, los socialistas no
debían enfrascarse demasiado en disputas internas que sólo favorecerían al
"enemigo" (LV, 27-1 2-23).

El máximo triunfo socialista: las elecciones de 1924

A comienzos de enero, La Vanguardia repetía el llamado "a trabajar" por una


elección en la que, se destacaba, se renovaba la mitad del Parlamento, y en la que
podría demostrarse que, contra lo que planteaban "los reaccionarios, los frailes y los
anarquistas", el sufragio universal y el Parlamento eran "instrumentos útiles para el
puéblo". El texto en el que se hacía tal llamado repetía los tópicos habituales de los
inicios de cada campaña del PS; sin embargo, el llamado a "hacernos cada vez más
exigentes con nosotros mismos, para estar en situación de responder más
ampliamente a las necesidades de la hora", dejaba ver la necesidad de sacar a los
socialistas de sus conflictos internos a través de la movilización de sus energías
contra el "enemigo" exterior. Así lo explicitaba la conclusión: "Que los afiliados se
penetren de las necesidades y los pequeños sacrificios que ello exige de todos y de
cada uno, hallándose listos para ocupar el propio sitio en el combate!" (LV, 5-1-24).
528

Mientras los socialistas confiaban en que la disputa electoral acallaría sus conflictos
internos, no dejaban de subrayar aquéllos que dividían al radicalismo. Así el 5 de
enero La Vanguardia destacaba que a la disputa que dividía a los radicales portefios,
se agregaban las generadas por las decisiones oficiales de avanzar en la intervención
a la provincia de Jujuy, recientemente decretada por el alvearismo para deponer a un
Gobernador fiel a Yrigoyen (LV, 5-1-24). Un día más tarde, el diario socialista
planteaba que estos conflictos sólo eran un caso que evidenciaba las disensiones del
radicalismo, que eran más graves por no basarse en ninguna idea general y por ser
simplemente personales. Y para probarlo se preguntaba qué dividía a las facciones de
1aUCR:
"tPor qué en Tucumán hay facciones radicales y no siete; y por qué el radical Vera
desplazó al gobierno del radical Bascary y un radical cualquiera puede reemplazar
ahora a los dos? ( ... ) ¿Qué diferencia hay entre el Ministro Gallo y el gobernador
Cantilo: ambos radicales, ambos clericales y ambos proteccionistas, y que sin 1

embargo se odian y se excluyen? ( ... ) ¿Por qué están peleados y se odian el


gobernador radical Lencinas (hijo) con el Diputado radical Rinci, ex jefe de policía
del ex gobernador radical Lencinas (padre)? Y, por fin: ¿qué ideas generales y qué
propósitos claros separan al ex Presidente radical Irigoyen del actual Presidente
radical Alvear, siendo éste hechura del primero y habiéndose ambos educado en la
escuela del motín cuartelero?" (LV, 6-1-24).

El Editorial, buscando encontrar aún. en los duros conflictos internos que habían
aquejado y seguían aquejando al PS, una diferencia y aún una superioridad respecto
del radicalismo, concluía:
"En el seno de un partido político pletórico de ideas y de ideales, corno el Partido
Socialista, las discrepancias y las disidencias se producen por altos móviles teóricos
y prácticos, y son casi siempre útiles y fecundas. Pero en el seno de un conglomerado
heterogéneo y amorfo, como lo es el mal llamado partido radical, las discrepancías y
las disidencias son siempre de orden personal, obedecen invariablemente a bajos y
mezquinos apetitos y son fatalmente estériles y suicidas. ¡Son luchas de facciones!"
(LV, 6-1-24).

A mediados de enero las referencias al radicalismo, principal blanco de la crítica


socialista437, recuperaron otro de los tópicos tradicionales: su inclinación a los
motines y revueltas. El 13 un grupo. de yrigoyenistas cordobeses, que
infructuosamente habían solicitado la intervención a una provincia que desde 1922

437
Las críticas a los alicaídos conservadores eran mucho menos frecuentes e incluso, como lo hacía un
artículo que cuestionaba las prácticas del caudillo de Avellaneda, Alberto Barceló, harían énfasis en el
acercamiento que con él habría entablado el gobierno yrigoyenista de la provincia de Buenos Aires,
encabezado por José Luis Cantilo, que habría buscado el apoyo de su "Partido Provincialista" para
enfrentar y derrotar al alvearismo situado en la oposición (LV, 10-1-24)
529

estaba en manos del conservador Partido Demócrata, había asaltado la comisaría de


la localidad de Canals y había detenido a las autoridades. El movimiento se había
generalizado a todo el departamento de "La Unión", situado en el sur de la provincia,
y amenazaba expandirse hacia la ciudad de Córdoba La Nación, 14-1-24). El 15, La
Vanguardia dedicaba su Editorial a comentar "la asonada irigoyenista" señalando
que "la tartarinesca hazaña" produciría hilaridad si no fuera porque había atravesado
• "los limites del ridículo" al mancharse con la sangre de dos muertos y varios heridos.
Pero el diario socialista señalaba que en poco contribuía a dar seriedad el documento
lanzado por el "Directorio" revolucionario formado en Canals y dirigido al
• Ministerio del Interior que, apelando a "la jerga yrigoyenil", planteaba que dada la
"irregular situación y subversión institucional por que atraviesa esta provincia
argentina", se había formado una asamblea popular que, desconociendo al Poder
Ejecutivo provincial, había constituido una comisión denominada "Junta Ejecutiva
Patriótica Argentina" que se disponía a deponer a las autoridades "por los medios
que crea más acertados". El diario socialista afirmaba que no era probable que los
"revolucionarios" de Canais hubieran acometido por su cuenta ima empresa que
parecía seguir las líneas de algún revolucionario profesional. Haciendo más clara la
atribución, se concluía:
"El vergonzoso motín de Córdoba ha sido, pues, preparado por el yrigoyenismo para
provocar una situación de frierza, que obligue al gobierno nacional a decretar la
intervención a la provincia (...) Pero el plan ha fracasado" (LV, 15-1-24).

Como dejaba ver la última frase, los socialistas celebraban el fracaso de la asonada
cordobesa, a la que consideraban como el signo más elocuente de la descomposición
radical. La Vanguardia recordaba que "después del desastroso gobierno del jesuita
Loza" el radicalismo había perdido, en elecciones tan libres como podía haberlas en
esa provincia, el control de Córdoba. Para recuperarla los radicales querían aplicar el
viejo recurso de la intervención, pero ésta no se producía por no haber razones para
dictarla y por eso los radicales habían intentado crear esos recursos con la revuelta y,
cuando ésta había fracasado, con un llamado a la abstención. La Vanguardia
señalaba que, con ser el más típico y simbólico, el cordobés no era más que uno de
los ejemplos de la descomposición radical. Una descomposición a la que, apelando a
viejas fórmulas doctrinarias, el diario socialista buscaba a la vez explicar y dar por
definitiva:
530

"La profunda irremediable y galopante descomposición radical puede traer,


momentáneamente algún trastorno al cuerpo político de la nación. Pero será un
trastorno pasajero (...) El conglomerado radical es el último colazo y cierra el ciclo
de la tradicional política criolla que ha girado en torno al triple procedimiento de la
revuelta, de la abstención y de la intervención. El ejercicio del sufragio universal,
cada vez más consciente, ha cambiado ya, en parte, esa política; y la cambiará cada
vez más en el porvenir. Los grandes y graves problemas colectivos que la vida
cotidiana plantea en la política nacional e internacional serán resueltos, de hoy en
adelante, por partidos orgánicos ( ... ) El mal llamado radicalismo se ha mostrado
totalmente incapaz de semejante tarea, y de ahí su irremediable descomposición."
(LV, 3 1-1-24).

A la descripción de las fuerzas en descomposición, los socialistas aunaban las de•


aquéllas en evolución. Así, al día siguiente del lapidario comentario sobre el
radicalismo, La Vanguardia publicaba un artículo que destacaba que entre los
elementos nuevos y alentadores se hallaba lo que sucedía en Santa Fe, provincia en lá
que, a partir de la discusión sobre la vetada Constitución provincial y el papel que
ella asignaba a la Iglesia438, se daba una auténtica lucha de "principios de gobierno
fundamentales". La Vanguardia rescataba que ese cambió se manifestaba en la
resolución del socialismo santafecino de dar sus votos a los candidatos que
sostuvieran "la constitución progresiva de 1921". El diario socialista sefialaha que un
paso similar estaban dispuestos a dar los demócrata-progresistas que se mostraban
dispuestos a otorgar sus votos, en las localidades en que esto fuera conveniente, a los
radicales "constitucionales". El artículo concluía subrayando que el ejemplo
santafecino mostraba que los partidos podían admitir que "una coincidencia
momentánea de opiniones, o un alto interés público" hacía legítimo dirigir sus
esfuerzos en un mismo sentido, sin por eso confundirse o perder independencia (LV,
1-2-24).
La conclusión excedía el caso santafecino y planteaba la posibilidad de acuerdos, aún
si fueran tácitós, para otras elecciones. El adversario común parecía ser el
yrigoyenismo. Si el artículo recién comentado señalaba que las "fuerzas retrógradas"
que "con el obisjo a la cabeza" querían lograr que la nueva Constitución quedara
enterrada para siempre, otro, publicado en esa misma página, destacaba que
Yrigoyen se sacrificaba, saliendo de su "cueva" de la calle Brasil, para ir hasta

En 1921 ulla Convención Constituyente había aprobado una nueva Carta Magna para la provincia
que, entre otros puntos, establecía la separación entre iglesia y Estado. Aunque la propuesta había
tenido el apoyo de la mayoría de los convencionales radicales, el punto había sido vetado por el
Gobernador Enrique Mosca, a instancias de Yrigoyen.
531

Rosario a apoyar las fuerzas de ese "conglomerado" encabezado por el "radicalismo


retrógrado" (LV, 1-2-24). El centro de la atención política pasaba de Córdoba a Santa
Fe: La Vanguardia dediéaba una colorida descripción a la despedida que Yrigoyen
había recibido en Retiro, en el momento de emprender su viaje en tren a Rosario
(LV, 2-2-24). En el día de la elección, el diario socialista publicaba una caricatura en
la que aparecían un policía, una res al asador, una botella de caña, unos billetes, una
taba, un mazo de cartas, un revolver, un cuchillo, un palo, una urna fraudulenta, un
gato negro y un cura; el epígrafe aclaraba que se trataba de un muestrario "de los
principales argumentos con que la facción irigoyenista sostiene sus candidatos y la
constitución retrógrada que actualmente rige en Santa Fe" (LV, 3-2-24).
Finalmentc, y a pesar de las previsiones socialistas en contrario, el radicalismo
yrigoyenista se impuso en los comicios santafecinos. A la hora de explicar esos
triunfos, La Vanguardia volvía sobre las tradicionales acusaciones de "venalidad y
corrupción" pero agregaba la denunçia de los vínculos entre radicales y anarquistas, a
los que acusaba de, a pesar de su discurso antipolítico, participar de la elección para
obtener favores de los caudillos yrigoyenistas (LV, 5-2-24). El diario socialista
planteaba también' un argumento de geografía electoral sefialando que en esa
provincia se había dado una lucha de "la campaña contra la ciudad" ya que mientras
la mayoría de la población, de carácter urbano, había votado "por la constitución",
los votantes de los distritos rurales, que estaban sobrerrepresentados, lo habían hecho
por el "conglomerado reaccionario. (LV, 6-2-24) El último comentario del diario
socialista sobre el caso santafecino se orientaba a subrayar los conflictos internos del
radicalismo, al señalar que las felicitaciones que desde Santa Fe se habían hecho
llegar a Yrigoyen por el triunfo no debían ser del agrado del Presidente Alvear (LV,
7-2-24).
Una semana más tarde, La Vanguardia informaba, casi exultante, que la "lucha sorda
y subterránea" que desde tiempo atrás venían librando los partidarios de Alvear e
Yrigoyen, había "estallado en forma ruidosa" en el gran baluarte de la influencia
yrigoyenista: la provincia de Buenos Aires. El diario socialista explicaba que la
convención provincial, "modelo de incondicionalismo hacia el caudillo máximo de la
calle Brasil", había designando una lista de candidatos a Diputados nacionales
íntegramente conformada por yrigoyenistas, un grupo de radicales de la provincia
habían creado la "Unión Cívica Radical Antipersonalista". Los "antipersonalistas"
habían lanzado un "manifiesto tremebundo" con duras críticas a sus correligionarios
532

del pasado, criticas que La Vanguardia se encargaba de glosar. Luego de detenerse


en, las denuncias que los alzados hacían a sus correligionarios, el diario socialista
pasaba a "la parte propositiva" del documento, que llamaba a "practicar el
preámbulo" de la carta fundacional que definía a la UCR como una agrupación
impersonal, señalando que en ella no se abordaba ningún problema colectivo ni
ninguna "gran cuestión pública". Y, en vena francamente descalificatoria, el diario
socialista concluía:
'Los paladines del antipersonalismo recurren a la misma jerga sibilina que usaran
antes los correligionarios que hoy repudian. No es una nueva y más sana tendencia
política que hoy aparece en el seno del mal llamado radicalismo ( ... ), sino el viejo y
gastado juego de la política criolla que renace en el mundo oficialista. 'Personalismo'
y 'antipersonalismo' son palabras sin sentido en la pólítica moderna. Y nada sólido
ni duradero se puede fundar sobre tan deleznable base. La nueva facción que aparece
en la provincia de Buenos Aires i.ndica el proceso de descomposición del mal
llamado radicalismo. El mejor mérito que puede tener esa facción es apresurar ese
proceso. Así lo anhelamos por el bien de la política argentina" (LV, 15-2-24).

Dos días más tarde La Vanguardia daba apertura oficial a la campaña electoral
instando a los socialistas a redoblar esfuerzos para "consolidar la gran obra política y
social que hace más de un cuarto de siglo viene realizando el Partido Socialista". El
Editorial hacía explícito que la actividad electoral no sólo tenía la virtud de llevar las
reivindicaciones socialistas a "todos los ámbitos de la ciudad" sino que permitía
sacar a los militantes de los conflictos internos que aquejaban al partido 439. Así
preguntaba:
"Frente a la tarea política que hay que realizar, frente a las verdades que hay que
difundir en la masa del pueblo (...) ¿qué significan las pequeñas grandes cuestiones
de la vida interna de nuestro partido?" (LV. 17-2-24).

Para desmentir que los conflictos internos fueran un signo de debilidad del Partido, el
diario socialista argumentaba que mientras el pesimismo y el escepticismo eran
patrimonio de las clases sociales en decadencia, las ásperas luchas "internas y
externas" por la verdad y la justicia correspondían a las clases sociales en ascenso. El

mn Aunque sin la virulencia de los últimos meses de 1923 la disputa interna continuaba. Ella se
expresaría en los conflictos por las candidaturas en las siguientes elecciones a Diputados y Senador
por la Capital Federal, lo que motivaría que a fines de enero varios dirigentes, como Alejandro
Comolli o Juan Nocetti, decidieran eliminar sus nombres de entre los posibles candidatos (LV, 30-1-
24). El conflicto también se expresaría en la moción que Carlos Manacorda presentaría ante el CE
censurando las denuncias que Repetto formulaba desde Acción Socialista, moción que sería aprobada
con los votos de Bunge, di Tella, González Irarnain, González Maseda, Manacorda y Revol y con la
oposición de Justo, Oddone y Muzio (LV, 11-2-24).
533

Editorial ligaba la situación nacional y la internacional para concluir en Yeta


optimista y curiosamente emotiva:
"Ha pasado el oscuro cuarto de hora de la efirnera y deleznable reacción
conservadora. La marca socialista está subiendo en • todas partes. La humanidad está
despertando de la pesadilla de la gran guerra y en el áspero dolor forja su porvenir.
Frente a los ideales caducos se alza, más glorioso que nunca, el viviente ideal
socialista; y frente a las clases sociales en decadencia se alza pujante y vigoroso el
proletariado de todos los países. 1 Arriba los corazones socialistas de la Argentina!"
(LV, 17-2-24).

Como en campafias anteriores, el centro de la crítica socialista se centraba en los


radicales, y contrastaba la plataforma con que el PS concurría a los comicios con las
alusiones indefinidas con que lo hacían los candidatos de la UCR (LV, 21-2-24). En
esta ocasión, a ello se agregaba la denuncia de la descomposición del radicalismo.
Así La Vanguardia sostenía, y nuevamente casi celebraba, que mientras hasta poco
tiempo antes parecía que en la Capital el radicalismo podría mantener la unidad,
comenzaba a percibirse que en el distrito porteño trabajaban los mismos apetitos que
en el resto del país, llevando a "una honda e irreductible división" entre
"personalistas" y "antipersonalistas". El diario socialista señalaba que el conflicto se
había iniciado en el Comité radical de la Capital y había pasado a la Convención de
esa fuerza, a la que su Presidente, yrigoyenista, no se decidía a convocar. El artículo
explicaba que la disputa obedecía a que cada sector quería imponer una lista de
legisladores propia, y suponía que la postergación por parte del Presidente de la
Convención respondía a que la mayoría de sus miembros eran alvearistas. La
Vanguardia afirmaba que los hechos, que impedían que los radicales se dieran
candidatos y plataforma, constituía "un espectáculo político indigno", del que
esperaban obtener buenos réditos. El PS encaraba los comicios porteños con espíritu
optimista440 :

"° No así los del Interior del país, en donde sabía que no tenía posibilidades de éxito. Para explicarlo
el diario socialista apelaría al tópico, de origen conservador y retomado por la sociología, de la
prioridad de las costumbres sobre las leyes, que daba cuenta de los motivos por los que los efectos de
una legislación benéfica, como la Ley Sáenz Peña, se hicieran sentir débilmente en los distritos
alejados del "polo modernizador" situado en Buenos Aires (LV, 22-2-27; 29-2-27) Las previsiones
negativas se verían confirmadas en las elecciones santafecinas en las que, a pesar del apoyo socialista
a los candidatos demócrata-progresistas, se impondrían los sectores opuestos a la Constitución de
1921 (LV, 24-2-24). .
En cambio, en la víspera de los comicios porteños, los socialistas celebrarían como un triunfo el
segundo lugar que habían obtenido en las elecciones cordobesas (LV, 22-3-24). Tal resultado era
consecuencia de la decisión del radicalismo provincial, que había obtenidó el triunfo en las elecciones
de 1922. Los seis Diputados correspondientes a la mayoría quedarían en manos del Partido Demócrata
que obtuvo 27634 votos, en tanto las 3 bancas de la minoría irían a manos de los socialistas Ricardo
534

"Felizmente, la conciencia política del pueblo de la capital es lo suficientemente


madura para despreciar esa política de toldería. Y seguros estamos que en los
comicios del 23 de marzo sabrá castigar al mal llamado radicalismo, que ofrece
espectáculos políticos indignos de su cultura y educación." (LV, 21-2-24).

Finalmente el radicalismo logró reunir su Convención en la que, contra los augurios


de La Vanguardia, triunfaron los yrigoyenistas, quienes lograron imponer una lista
de Diputados "pura", identificada con el liderazgo del viejo caudil10 441 . Sin embargo,
la previsión más importante del diario socialista, la que auguraba el triunfo del PS en
las elecciones del 23 de marzo, sí fue confirmada. El PS obtuvo el mayor éxito
electoral de su historia. No sólo los candidatos a Diputados tuvieron el primer triunfo
en elecciones generales en diez afios, sino que lo hicieron con un porcentaje de votos
mayor al alcanzado en el triunfo de 1914442: el más votado de los candidatos
socialistas, Héctor González Iramain, obtuvo 77359 votos, y el más votado de los
radicales, Guillermo Sullivan, 71042. En la elección de Senadores Juan B. Justo
derrotó al radical Pablo Torello por casi 10000 votos, 80529 a 70578 (LV, 5-4-24)
por lo que pasó a acompaí'íar a Mario Bravo en la Cámara Alta.
Aún antes de conocerse los números definitivos, los socialistas comenzaron a
celebrar lo que preveían como un triunfo categórico, a la vez que a discutir con
quienes lo explicaban por causas "efimeras". La Nación señalaba que la mayoría
socialista era "aparente ya que se había formado reuniendo a "los descontentos de
todos los partidos" agregando que el día en que los partidos adoptaran "programas
prestigiosos" capaces de "movilizar a la opinión pública" el socialismo vería
reducidos sus apoyos "a las adhesiones líricas de los que se pierden en teorías" (La
Nación, 30-3-24). Pero la interpretación que fincaba el triunfo socialista en "votos
prestados" no sólo provenía del "diario conservador" sino también del órgano

Belisle, Edmundo Tolosa y Juan Remedi, ninguno de los cuales alcanzó los 2000 sufragios (Walter,
1977: 199). Los comicios cordobeses hacían posible que, por primera vez, el PS obtuviera Diputados
nacionales por el Interior del país, pero el aval que daría a unas elecciones en las que había participado
una minoría de la población, apenas el 20% de los votantes registrados, sería motivo de futuros
enfrentamientos, no sólo con los radicales sino también con los demócrata-progresistas.

443 La importancia que los yrigoyenistas daban a esa imposición se pondría en evidencia en un
Editorial de La Epoca, que señalaba que el logrado en la Convención porteña había sido "un triunfo
nacional" y nó un episodio meramente circunscripto y metropolitano (LV, 12-3-24)
442
Mientras en los comicios de 1914 el más votado de los candidatos socialistas a Diputado nacional,
Nicolás Repetto, había obtenido menos del 40% de los votos, en las elecciones de 1924 quien obtuvo
más sufragios, Héctor González Iramain, superó el 45% de los votos (LV, 5-4-24). Debe tenerse en
cuenta, sin embargo, que la concurrencia a las elecciones de 1924 fiue muy inferior tanto a la de las
elecciones de diez años antes, un 60,3% frente a un 71,2%, como a la de los comicios de 1922 en los
que había votado un 72,9% de los votantes. (López y Martínez Mazzola, 2008)
535

comunista La Internacional, que afirmaba que no podí a hablarse de "un triunfo


socialista" ya que el éxito de sus candidatos se fundaba en el apoyo de conservadores
y radicales no yrigoyenistas, lo que, sumado al apoyo socialista entre la pequeña
burguesía, llevaba a concluir que lo que se tenía por triunfo socialista era antes bien
"un simple triunfo de los burgueses antirradicales" (La Internacional, 3-4-24).
Los socialistas respondieron duramente a la crítica comunista. La Vanguardia
afirmaba que el planteo de que se había tratado de un triunfo de los "burgueses
antirradicales" no podía ser más desconsolador para los trabajadores ni más
halagüeño para el yrigoyenismo. Para fundar tal consideración el diario socialista
preguntaba por quién habían votado los trabajadores y afirmaba que habiendo
obtenido el PC sólo 3000 votos, más de mil menos que en elecciones anteriores, y
siendo el apoyo al PS principalmente burgués, quedaba implícitamente sugerido que
"han debido aportar sus sufragios a los radicales". En tales argumentos, a los que
encontraba semejantes a los sostenidos por La Época, el diario socialista veía una
"devolución de gentilezas" del diario comunista frente a la prensa radical, que no
dejaba de sostener que los cómunistas eran los "auténticos socialistas", en tanto los
seguidores del PS habían traicionado a la clase obrera (LV, 4-4-24). En cambio,
aceptando parcialmente los argumentos de La Nación que referían a la existencia de
un voto independiente, La Vanguardia reconocía que en la Argentina, lo mismo que
en otros países, existía una masa de electores que no pertenecían a ningún partido y
cuyas preferencias eran variables, agregando que era "honroso" para un partido el
"poder atraerse a esos elementos que obran espontáneamente", ya que ello era
resultado de haber sabido interpretar "los sentimientos y los anhelos de la mayoría
del pueblo". A ese reconocimiento seguía la crítica al argumento planteado por "el
diario conservador" acerca de que para lograr ese apoyo a otras fuerzas les bastaría
con adoptar un programa definido; frente a ello el diario socialista respondía que si
ese programa fuera reaccionario restaría fuerzas populares y que si era reformista no
podía serlo más que el del PS por lo que la fuerza que lo planteara sería superflua.
(LV, 31-3-24).
Finalmente, la explicación que fincaba el éxito electoral del PS en el apoyo
independiente también sería sostenida por intelectuales liberales como Mario
Rivarola, quien desde la Revista Argentina de Ciencias Políticas (Revista Argentina
de Ciencias Políticas, 12-4-24: 133-135) y luego de concluido el escrutinio, sostuvo
que se había tratado de una elecóión polarizada en la que los socialistas habían
536

obtenido votos de sectores independientes y aún de radicales anti-yrigoyenistas 443 .

Sin embargo cuando la prestigiosa revista propusiera tal interpretación no recibiría


ningún comentario de los socialistas, quienes se hallaban ocupados en la lucha contra
la Ley de Jubilaciones 444, cuya suspensión había concluido, y, principalmente, en el
debate acerca de los diplomas cordobeses. Sería éste tipo de debate "institucional" el
que se ubicaría en el centro de la escena política en los años por venir. A pesar de sus
resistencias, los socialistas se verían obligados a entra en él una y otra vez.

El naciniento del "antipersonalisino "y la disputa por los "diplomas cordobeses"

El fuefte conflicto que dividía a la UCR no había tenido expresión explícita, aunque
sí consecuencias, en los comicios de 1924. Pasadas las elecciones, los diferentes

443
Por nuestra parte consideramos probable que la oposición al yrigoyenismo de sectores
independientes y aún de muchos radicales haya derivado en el apoyo al socialismo de buena parte de
quienes, en las elecciones de dos años antes, habían votado por la "Concentración nacional" y la
"Unión Cívica Radical Principista", fuerzas que representaban un 12,2% y un 6,8% de los votantes de
las elecciones de Diputados de 1922. La polarización habría hecho que esos votos no fueran a la
democracia progresista, lejana tercera fuerza que prácticamente mantendría el caudal de 1922,
pasando del 5,8 al 5,9% de los votos. Un elemento que sería consistente con el argumento que
explicaría parte del éxito socialista por el apoyo independiente y radical anti-yrigoyenista seria el alto
porcentaje de votos obtenidos en las circunscripciones del norte de la ciudad. El PS obtuvo el triunfo
en las circunscripciones obreras del sur _28 a 48 y el oeste de la ciudad -1" y 15"-. En tanto el
radicalismo sólo logró triunfar en la 58 "de fierro" y en algunas circunscripciones del "centro" de
Buenos Aires (López y Martínez Mazzola, 2008).
444
Cumplido el período de 60 días por el que se había decidido suspender la ley 11289, el gobierno
decidió que a partir del 1° de abril comenzarían a efectivizarse los descuentos en los salarios de los
trabajadores. La situación generó una serie de huelgas espontáneas las que hicieron que la USA, en su
primer Congreso Ordinario que tuvo lugar en abril de 1924, decidiera facultar al Comité Central para
convocar a una huelga general en oposición a la ley de jubilaciones. Tal llamado fue lanzado en la
manifestación que la entidad había organizado para conmemorar el 1° de mayo, y se inició el 3 de
mayo. Corno señala Aquino (2007) la convocatoria contó con una dispar adhesión entre los gremios
obreros. Sin embargo, esa debilidad se vio compensada por el "apoyo" que a la medida dieron la ANT
y otras organizaciones patronales que, también opuestas a la ley 11289, convocaron a un lock-oul.
A lo largo del conflicto la actitud de los socialistas fue compleja y ambigua. Aunque cuestionaban la
ley 11289, a la que calificaban de "mamarracho", no est.aban de acuerdo con declarar una medida de
fuerza, por considerar que eran los patrones -quienes se oponían no sólo a la ley 11289, sino al,
principio mismo de la jubilación-, los que se beneficiarían con la huelga (LV, 27-4-24, y 30-4-24).
Una vez concluido el conflicto los socialistas verían confirmadas sus sospechas, y denunciarían a
patrones corno los empresarios navieros quienes "después de haber alentado la resistencia obrera
contra las jubilaciones", despedían a los trabajadores por haber abandonado en trabajo. (LV, 10-4-24).
Finalmente, y ante la movilización obrera y patronal, el gobierno de Alvear decidió terminar con los
descuentos. Sin embargo el tema no estaba cerrado, no sólo porque los aportes descontados no habían
sido devueltos, sino porque los legisladores radicales, en particular los yrigoyenistas, insistirían con la
necesidad de aplicar la ley 11289. Los socialistas reclamarían por los haberes descontados y, en la
discusión de fondo, seguirían contraponiendo a la ley de jubilaciones su propio proyecto de Seguro
Nacional.
537

• grupos que se enfrentaban al yrigoyenismo comenzarían a confluir en el intento de


organizar una "Unión Cívica Radical Antipersonalista". Sin embargo, como señala
• . Persello (2007: 61), la escisión de .1924 no se traduciría ni en el plano organizativo,
ni en el identitario: los movimientos provinciales que confluían en el
"antipersonalismo" no encontrarían un denominador común más allá del
• antiyrigoyenismo que los unía.
Los socialistas no dejaron de percibir esta falta de cohesión entre los
antipersonalistas. Así lo señalaba un Editorial de La Vanguardia que explicaba que el
antipersonalismo sólo era fuerte cuando incubaba un nuevo personalismo, como
había sucedido con Yrigoyen., que había sido antipersonalista frente a Roca. El diario
socialista preguntaba: "Qué hay, en cambio, en el personalismo antiirigoyenista?", y
contestaba: "Residuos de viejas oligarquías en liquidación, grupos 'radicales' sin
forma ni consistencia". Sin embargo, el análisis socialista no dejaba de plantear
algunas expectativas con respecto a la posible evolución de los antipersonalistas, al
concluir, haciendo referencia al reciente triunfo socialista en la Capital:
"Darnos aliento a los enemigos del 'viejo caudillo' substrayendo a la influencia de
éste al electorado más consciente del país. Conseguiremos acaso que otros partidos
adopten en la vida parlamentaria formas de mayor educación política." (LV, 9-4-24)

Esa moderada expectativa se puso de manifiesto en la elección de la presidencia de la


cámara de diputados, en la que los socialistas votaron junto a los antipersonalistas y a
algunos conservadores para elegir a Mano Guido. Los yrigoyenistas, que contaban
con, la primera minoría y reclamaban que se siguieran las tradiciones parlamentarias
y se eligiera para tal cargo a su candidato, Andres Ferreira, denunciaron tal
combinación como un "contubernio" (LV, 11-4-24)
Al día siguiente La Vanguardia respondió a través de un Editorial que señalaba que
quienes violaban las prácticas parlamentarias eran los yrigoyenistas al no reconocer
cargos en la conducción de la cámara a otras minorías y al obstruir, con su
inasistencia, la constitución del cuerpo. A esos motivos generales, el diario socialista
agregaba un interés propio para unirse con otros sectores: uno de los motivos de la
"obstrucción yrigoyenista" era el rechazo a las elecciones cordobesas en las que los
socialistas habían obtenido las tres bancas de la minoría. El diario socialista
afirmaba:
"Nada más legítimo que esta coincidencia de sanos y confesables intereses, que se ha
producido con toda espontaneidad, y a la luz del día. Nuestras convicciones no son
538

tan frágiles, ni nuestra virtud tan vidriosa, que temamos unir nuestró esfuerzo al de
otros con fines públicamente confesados." (LV, 12-4-24)

La cuestión de los diplomas, principal, pero no únicamente la de los cordobeses,


retrasaría el inicio de las sesiones ordinarias del Congreso. A mediados de mayo La
Vanguardia, luego de recordar que la constitución fijaba el primer día de ese mes
como fecha de comienzo de las sesiones ordinarias, argumentaba que el retraso se
debía a que una función técnica, como la de verificar si la elección de sus miembros
se había hecho en condiciones legales, se había transformado en "asunto de política
criolla". Lo que interesaba, se explicaba, era menos la corrección de la elección que
el hecho de si la aprobación de las mismas sería bien o mal mirada por "los
'correligionarios' interesados en las cuestiones locales". Pero en este punto la crítica
de los socialistas no se limitaba a los yrigoyenistas, sino que apuntaba también contra
sus oponentes:
"Cuando a los llamados radicales antipersonalistas, se les ofrece una excelente
ocasión de justificar su singularización, de distinguirse realmente de los
yrigoyenistas (...) flaquean de la manera más vergonzosa, o mejor, muestran la
hilacha, esto es, sus móviles mezquinos, la ausencia en ellos de todo ideal levantad.
Para probar que no son más que los personalistas de en frente, los diputados que
forman la mayoría de la comisión andan buscando inspiraciones u órdenes en la Cása
Rosada ( ... ) (LV, 14-5-24).

El diario socialista, dejando de lado la relativa preferencia que un mes antes había
mostrado por los antipersonalistas, no solo sostenía que los radicales de uno .y otro
tipo eran semejantes, sino que probablemente "estaban tramando alguna de esas
confabulaciones de que suelen hablar los radicales". Y, pronosticando que esa
confabulación tenía que ver con la paz entre los sectores, concluía:
"Probablemente estamos en vísperas de un contubernio yrigoyenista-presidenciai, de
un pacto de paz y concordia en prenda del cual se cometería el torpe atentado de
anular elecciones absolutamente inatacables" (LV, 14-5-24).

Tres días más tarde el diario socialista volvería sobre el tema al sefíalar que la
dernora en la constitución del Congreso obedecía a las maniobras tanto de los
yrigoyenistas corno de lOS seguidores de Alvear. Eso mostraría, se explicaba, que en
ese punto el Presidente seguía los pasos de su predecesor, y que para él también
estaba de más el trabajo efectivo del Congreso. Repitiendo la prognosis de acuerdo,
La Vanguardia, concluía: "Es evidente que los bloques personalistas (el de Irigoyen
539

corno el de Alvear) procuran acercarse y entenderse para armar un solo


'personalismo' y repartirse amigablemente las migajas del poder" (LV, 17-5-24).
A fines de mayo, los diplomas cordobeses aún no habían sido aprobados. La
Vanguardia contrastaba esa dernora con la prontitud con que habían sido aceptados
los diplomas de la Provincia de Buenos Aires, y señalaba que la mayoría de las
elecciones provinciales adolecía de los defectos que se subrayaban en Córdoba. El
diario advertía acerca de la posibilidad de que el derecho de las cámaras a ser jüez de
las elecciones de sus miembros se transformara en el célebre "escrutinio a
consciencia" de los tiempos del "odiado 'régimen ... :
"El criterio con que se trata la elección de Córdoba por el grupo irigoyenistá y los
más falsos amigos del presidente Alvear es el mismo que informaba a las viejas
legislaturas oligárquicas: se trata, simplemente, de no dejar escapar la presa que
necesita el yrigoyenismo para sus alegres cálculos presidenciales." (LV, 30-5-24)

Pero no sólo los yrigoyenistas y algunos alvearistas estaban por el rechazo a los
diplomas cordobeses sino también los demócrata-progresistas. El diario socialista.
explicaba la postura, que había generado conflicto interno en las filas demócratas-
progresistas, señalando que ese partido era relativamente homogéneo en Santa Fe
pero que en el orden nacional estaba trabajado por dos tendencias, de las que la
"reaccionaria" se había impuesto para que Córdoba no diera "el peligroso ejemplo de
tener tres diputados socialistas"(L\T, 2-6-24).
La postura de los demócrata-progresistas se puso de manifiesto cuando, luego de un
debate que tomó varios días, sus diputados apoyaron la propuesta yrigoyenista de
postergar hasta después del comienzo de las sesiones ordinarias el tratamiento de los
diplomas cordobeses (LV, 7-6-24). Al día siguiente La Vanguardia dedicaba un
Editorial a la cuestión sosteniendo que había causado "una penosa" impresión ver a
de la Torre "hacer coro a los más risueños exponentes del yrigoyenismo en la
cámara". El diario socialista consideraba que aunque siempre era positivo que se
hablara de principios, también era necesario ajustar a ellos "los propios" actos,
condición que, consideraba, no cumplían los demócrata-progresistas, y afirmaba:
los hombres que aparecerían pactando decenas de veces con los conservadores,
"( ... )

ya en busca de la presidencia, ya en una elección de senador por la capital (...), el


grupo o partido que, por oportunismo, acepta en su seno liberales y clericales, es el
menos indicado para adoptar actitudes anárquicas, despreciando conveniencias
generales que un hombre tan de gobierno como el líder demócrata no puede dejar de
tomar en cuenta." (LV, 8-6-24)
540

Pero, ya fuera por principios o por conveniencia, la incorporación de los diputados


cordobeses había sido postergada y sólo sería tratada a fines de julio. En el ínterin los
socialistas dedicarían sus energías a cuestionar la actuación del gobierno durante la
445
"huelga marítima" y a denunciar una política monetaria que, consideraban,
disminuía el nivel de vida de los trabajadores (LV, 27-6-24). En línea con estos
cuestionamientos los diputados socialistas promoverían una interpelación al Ministro
de Hacienda, Víctor Molina, en la que el diputado socialista José Luis Pena, esta vez
en compañía de de la Torre, condenaría el envilecimiento de la moneda y el
mantenimiento del régimen de inconversión (LV, 18-7-24).
Los diplomas cordobeses seguían sin tratarse. El 24 de julio el diputado conservador
bonaerense Rodolfo Moreno planteó la moción de que en la sesión del día siguiente
se considerara el despacho de comisiones acerca de los comicios cordobeses. La
propuesta recibió el apoyo del diputado socialista Héctor González Iramain, pero el
rechazo del yrigoyenista Leopoldo Bard, quien presentó la moción de que se
continuara con el orden del día. Puesta a votación, la moción de Bard fue rechazada
por 58 votos contra 48 (Diario de Sesiones de la Cámara de Diputados, 1924, T4:
798). Sin embargo la moción de Moreno no llegó a votarse ya que los yrigoyenistas
se retiraron y la cámara quedó sin quórum. El diputado yrigoyenista Jorge Raúl
Rodríguez, que permanecía en el recinto, sostuvo que su bloque sólo trataría los
diplomas cordobeses en condiciones reglamentarias. Adolfo Dickmann respondió
que los yrigoyenistas, que no querían torturar el reglamento, torturaban la
constitución. El comentarió dio lugar a un duro cruce:
445
Como señala Marotta (1970: 179) el conflicto se había iniciado a partir de que el Centro de
Capitanes de Ultramar, organización que estaba dirigida por antiguos oficiales de la Armada,
decidiera abrir registro de personal al margen de la FOM (LV, 19-7-24). La FOM, en defensa de su
derecho a participar en la contratación de mano de obra, declaró la huelga a las compañías del sur del
país. Durante el conflicto las compañías recibieron apoyo del gobierno, en particular de la Prefectura
Naval, que aportó rompehuelgas (Marotta, 1970: 1 79). Esta intervención estatal llevó a la FOM a
declarar la huelga general (LV, 25-8-24). Por su parte el diputado socialista Muzio pidió la
interpelación al Ministro de Marina, el almirante Domecq García, (LV, 28-8-24) quien, al concurrir a
la cámara declaró que la escuadra podría balear a los obreros en huelga (LV, 30-8-24). Los socialistas
condenaron que el hecho de que con sus palabras -pero también con actos, como el de aportar
"crumiros" para ayudar a las empresas en huelga, el Ministro tomara tan claro partido por los
patrones e instaron a la cámara a advertirle, y con él al gobierno, que no podía continuar con esa
política de parcialidad. (LV, 31-8-24) Pero tal votación no se produjo. El "conflicto marítimo"
continuó hasta que a fines de octubre, y merced a gestiónes entre el gobierno y dirigentes de la
Confraternidad Ferroviaria, se llegó a un acuerdo sobre la base de la ausencia de represalias a los
trabajadores que habían intervenido en el conflicto, mantenimiento de las condiciones de trabajo y
libertad de los capitanes para formar sus tripulaciones. El 22 de octubre el representante del. Consejo
Federal, Edelmiro Bernárdez habló a la Asamblea de la FOM y, subrayando la debilidad de la
organización y el cansancio de los afiliados, recomendó levantar la medida de fuerza Marotta, 1970:
181).
541

"Sr. Rodríguez (J.R.)- A la constitución la han pasado anado ustedes, veinte veces,
cuando les ha convenido. ¡No se hagan ahora los inocentes! Pretenden incorporar los
diputados socialistas que no representan ni el uno por ciento del padrón electoral de
Córdoba.
Sr. de Tomaso- Se trata de diputados que han obtenido sus diplomas legalmente.
(...)

Sr. 'Rodríguez (J.R.)- Los señores diputados socialistas han votado en contra del
di.ploma de un diputado radical electo por Córdoba, que obtuvo el 22 por ciento del
total de los electores de la provincia. Y ahora exigen respeto para esa parodia
electoral que los beneficia.
Sr.Dickmann (A.)- Al señor diputado no le habría sido dificil votar diplomas
obtenidos por el fraude o por la violencia
(...)
Sr. Rodríguez (J.R.)- ¡Concréteme un solo caso! ¡Los diplomas socialistas de
Córdoba son un ejemplo único de trapacería electoral! (4plausos)
Sr.Dickmann (A.)- ¡Los diplomas de Córdoba son más limpios que los de Santa Fe y
Buenos Aires! (4plausos)
Sr. Rodríguez (J.R.)- Han recogido esos diplomas en la calle. ¡Lo mismo que el que
encuentra un objeto perdido! (Aplausos)". (Diario de Sesiones...: 801-802)

La discusión sólo terminó cuando el Presidente de la cámara, Mario Guido, levantó


la sesión. Las dilaciones ¿ontinuaron446 , y la situación se prolongó durante toda la
primera quincena de agosto. El día 14, la ya proverbial propuesta yrigoyenista a
pasar al "orden del día", fue derrotada por 78 votos contra 50. Los yrigoyenistas
abandonaron el recinto pero el quórum no se perdió por lo que se procedió a votar la
moción de Moreno pidiendo el tratamiento inmediato de los diplomas cordobeses. La
moción fue aprobada con sólo 9 votos en contra y la abstención de tres de los
demócrata-progresistas, quienes pidieron permiso para no votar (Diario de
Sesiones...: 257). Este permiso generó una ardua discusión por considerar los•
yrigoyenistas que al no votar los demócrata-progresistas no existía quórum en el
cuerpo. Las protestas de los yrigoyenistas motivaron una larga discusión luego de la
cual la cámara pasó, finalmente, al tema de los diplomas. Después de tan largos
prolegómenos, el debate sobre la cuestión de fondo fue corto y en él los socialistas
no hicieron uso de la palabra. Al ponerse a votación la aprobación de los diplomas se
produjo un empate en 66 votos, el que se repitió en una segunda votación. En la
tercera deseinpató el presidente de la cámara, el antipersonalista Mario Guido, a
favor de la aprobación. (Diario de Sesiones... : 334).

446
El 30 de julio Rodolfo Moreno presentó una nueva sesión de orden pidiendo que la Cámara se
abocara de inmediato al tratamiento de los diplomas cordobeses. Nuevamente los yrigoyenistas
propusieron continuar con el "orden del día", pero su moción fue derrotada, esta vez por 58 votos
contra 35 Diario de Sesiones...: 58). Sin embargo, como en la anterior ocasión, a la votación siguió el
abandono del recinto por parte de los yrigoyenistas, por lo que no pudo entrarse en la cuestión.
542

La decisión de las cámaras fue saludada por La Vanguardia en un largo Editorial en


el que se explicaba que la llegada de los tres diputados soçialistas por Córdoba
constituía una prueba de que el interior iba despertando a la verdad social y de que
las "nuevas fuerzas cívicas", surgidas del trabajo, no eran estériles. El diario
socialista sostenía que el PS se había convertido en "una fuerza no despreciable, con
la que se tine que contar en todos los momentos y en cualquier terreno". Esa
importancia y el temor que generaba, argumentaba el Editorial, explicaban tanto la
exasperación de los yrigoyenistas como el voto contrario a los diplomas, de algunos
alvearistas. Pero tal argumento obligaba a dar cuenta del apoyo recibido de parte de
los conservadores, para lo que se sostenía que no siendo posible, como se había
intentado, separar el despacho de comisión y aprobar solamente los diplomas de la
mayoría "demócrata", los "viejos conservadores" se vieron obligados a dejar pasar
los tres legisladores socialistas junto a los seis propios. El diario socialista citaba,
como prueba de la ojeriza de los políticos tradicionales, la conducta de "los otros
conservadores", los demócrata-progresistas, que no teniendo un interés propió que
defender, se habían, opuçsto a la aprobación de los diplomas. El Editorial, destacando
la centralidad que el PS iba tornando en la vida política, advertía:
"Con el aumento de la representación socialista en la cámara, que ya forma un grupo
relativamente considerable, crece, sin duda, nuestra responsabilidad y se agranda
nuestra tarea". (LV, 16-8-24).

Pero la decisión acerca de los diplomas cordobeses no sólo aumentaba la


representación socialista sino que también terminaba de dividir a las huestes
radicales. A mediados de agosto el radicalismo portefio se dividía entre la "Unión
Cívica Radical-Avenida de Mayo" y la "Unión Cívica Radical- Tacuarí". Si los
nombres hacían alusión a la sede de sus Comités directivos, la diferencia entre una y
otra se daba por la filiación yrigoyenista de la primera y la antipersonalista de la
segunda. Los socialistas considerarían que la división se fundaba en la pura búsqueda
de hacerse del presupuesto, por eso hablarían de ella como "el pleito por las llaves
del negocio" (LV, 11-8-24). El diario socialista explicaba que no se trataba de la
delimitación entre quienes perseguían diferentes principios o tenían diferentes
aspiraciones prograrnáticas sino de la descomposición , de un cuerpo unido por
intereses al que esos intereses ahora separaban (LV, .3-9-24). Esas evaluaciones
serían sistematizadas en un Editorial que preguntaba: . .
543

¿aparecerán ; por fin, los radicales a la europea, capaces de sostener y comprender los
principios y la política de hondas reformas que persigue Ja moderna democracia?
Mucho lo dudamos. Lo más probable es que si el grupo antiirigoyenista se da un
programa, este sea tan vago e inocuo que pueda ser aceptado por los elementos
conservadores, oficialistas natos, y cuyo concurso necesitará el gobierno, hoy más
que nunca. Mientras que el bando que sigue las inspiraciones del ex presidente no
saldrá de la ruta que éste le ha trazado, alternando entre la demagogia más torpe, y la
reacción militarista y clerical. Será pues, el desarrollo del PS lo que impulsará la
evolución política del país." (LV, 20-9-24).

Esta importancia que los socialistas daban a su acción, encontraría una ocasión para
mostrarse, esta vez participando en las disputas inter-radicales, en un nuevo conflicto
provincial. En esta ocasión la provincia en cuestión era la de Mendoza, en manos de
los "lencinistas" antipersonalistas. Los socialistas no sólo cuestionaban desde largo
tiempo atrás las prácticas clientelares y violentas de los Lencinas, sino que
repudiaban las emisiones de bonos que realizaban en la provincia. Por eso José Luis
Pena, miembro de la Comisión de Asuntos Constitucionales de la Cámara de
diputados, firmo el despacho proponiendo la intervención federal a la provincia (LV,
16-9-24). En esta ocasión los socialistas se enfrentarían con los antipersonalistas y
con el mismo Alvear a quien sefialarían, en tanto cómplice de quienes no querían la
intervención, como responsable último del desorden que reinaba en la provincia (LV,
24-9-24). Finalmente la cámara de diputados aprobaría la intervención a la provincia
A favor votaron los yrigoyenistas, los socialistas y la mayoría de los conservadores,
en contra de los antipersonalistas, los demócrata-progresistas y otros conservadores
(LV, 25-9-24). La posterior aprobaciórí del Senado, con los votos de Bravo y Justo,
convertiría la intervención en Ley.
El aumento de las propias fuerzas y la mayor relevancia en un escenario de•
equilibrio, motivarían que, al final de las sesiones ordinarias, los socialistas hicieran
un juicio relativamente positivo de un afio parlamentario que no había sido pródigo
en materia de legislación social. Discutiendo con un Editorial de La Nación en el que
eran juzgados duramente no sólo los resultados de la acción parlamentaria sino la .
existencia misma de "cuerpos colegiados elegidos por el sufragio universal", La
Vanguardia sefialaba la ironía de que quienes siempre habían acusado a los
socialistas de ser enemigos de la patria y la constitución ahora proclamaran "la
necesidad de una dictadura". El diario socialista sostenía que "la aflicción de cierta
gente" se debía al hecho de que el Congreso ya no era el de treinta años antes
544

"cuando los discursos eran siempre ditirambos y las interpelaciones controversias


previamente preparadas. El congreso de hoy realiza un activo control de la
administración pública" (LV, 6-10-24).

Por otra parte, el diario socialista explicaba la "relativa esterilidad" del Parlamento
como consecuencia del conflicto que había generado en las filas radicales "la patada
histórica" de Alvear a Yrigoyen. Pero, aunque reconociendo lo que faltaba por hacer,
el diario socialista señalaba "los indudables progresos que se observan en la vida del
parlamento". Y citaba como índices el que no se hubiera asistido a la tradicional
"repartija" de pensiones con que antes solían concluir los años parlamentarios, así
como la presentación de dos proyectos estableciendo controles a los Bancos
Hipotecario y de la Nación. La Vanguardia juzgaba:
"La labor de control y crítica es tan importante y fundamental que, unida a la
circunstancia de no dictarse leyes que signifiquen nuevas exacciones para el pueblo,
es suficiente corno para no desesperar de la labor parlamentaria" (LV, 6-10-24)

El diario socialista pasaba lista a quienes hablaban contra las instituciones


parlamentarias —el propio Yrigoyen, Lugones, Mussolini, los bolcheviques- y
sostenía que, cuando estas posturas no surgían de intereses de clase lesionados por el
desarrollo de la democracia, se explicaban por "ideas erróneas" que sobrevaloraban
el alcance de la politica. La toma de postura era a la vez una defensa de un régimen
representativo, del que el mundo cómenzaba a dudar, y una reafirmación de la propia
táctica y de los éxitos obtenidos. En tono decidido se declaraba:
"Porque mucho hicimos en el parlamento, y porque es más aún lo que pensamos
realizar, debemos afirmar nuestras verdades sociales y democráticas para opónerios a
las de quienes ( ... ) tratan de fonnar una opinión contraria a los principios
republicanos". (LV, 6-10-24).

Buena parte de esa confianza de los socialistas se fundaba en el nuevo lugar que,
gracias a la división del radicalismo, el PS había adquirido en el balance de poder.
Sin embargo, los socialistas no lograrían hacer uso efectivo de su posición y ello no
sólo, como postula Walter (1977: 193) por las diferencias que empezaban a surgir en
sus propias filas, sino, principalmente, porque la divisoria en las oficialistas obligaba
a los socialistas a posicionarse en cuestiones como, las de las intervenciones, que
545

estaban lejos de sus preocupaciones principales y para las que no tenían una
respuesta doctrinaria en torno a la que abroquelarse 44 .7 .

Por otra parte, pronto comenzaría a percibirse que la división del radicalismo privaba
a los socialistas del voto de los votantes independientes y de. los radicales
descontentos que les habían dado su apoyo en los comicios de marzo. Ese abandono
comenzaría a manifestarse en los comicios municipales de noviembre de 1924 en los
que los socialistas, que habían puesto la cuestión tranviaria y la defensa de los
consumidores en el centro de su campaña, lograrían, a duras penas, mantener el
primer lugar entre los electores porteños 448 . . ..

1925: entre Córdoba y Buenos Aires

Pasados los comicios porteños, el centro de la atención política volvió a situarse en


Córdoba, provincia en la que a comienzos de marzo de 1925 debía elegirse al
gobernador que sucedería a Julio A. Roca (hijo). Mientras los conservadores querían
mantener su principal bastión, los yrigoyenistas pensaban hacer de la recuperación de
la provincia el preámbulo para su regreso al gobierno nacional. El diario socialista
seguía con atención los aprestos electorales en una provincia en la que el PS tenía
tres Diputados nacionales449. En los últimos días La Vanguardia describía
irónicamente la estrategia de los yrigoyenistas: "Ellos tienen un programa único y
supremo: Irigoyen (...) el número sensacional de su campaña consiste en exhibir la
447
Podemos decir, sobre ello volveremos, que sería la propia relevancia adquirida por el PS la que
agudizaría los conflictos internos entre quienes -encabezados por Repetto pero con el apoyo silencioso
del propio Justo-, desconfiaban de una participación demasiado expuesta en las contiendas políticas de
la hora y quienes -encabezados por de Tomaso-, creían que era la hora de que el PS hiciera uso de su
carácter de fiel de la balanza.
448
Los socialistas obtuvieron 57179 y aventajaron por menos de 1500 sufragios a los yrigoyenistas de
la "Unión Cívica Radical- Avenida de Mayo", que alcanzaron 55769. En tercer lugar quedaban los
antipersonalistas de la "Unión Cívica Radical Tacuarí" que obtuvieron 35721 sufragios (LV, 30-11-
24). El porcentaje de votos alcanzado por los socialistas había descendido más de 13 puntos respecto a
los comicios del mes de marzo, en tanto la suma de las dos listas radicales había aumentado en un
11%. Si se tiene en cuenta que en los comicios de marzo la lista de la UCR había sido controlada por
los yrigoyenístas, puede conjeturarse que el 20% de. votos que obtuvo la antipersonalista UCR
"Tacuarí" provenía mayoritariamente de quienes en las elecciones parlamentarias se habían inclinado
porelPS. . . . .
'' La importancia que los socialistas daban a la provincia había sido puesta en evidencia cuando el
CE del PS eligió a la ciudad de Córdoba como sede del V° Congreso Extraordinario, que tendría como
tarea elaborar un nuevo Programa Mínimo. El Congreso se reunió a comienzos de enero de 1925,
cuando se iniciaba la campaña electoral para la elección de gobernador, y tuvo como principal
incidencia el cuestionamiento al diploma de Federico Pinedo quien, un año antes, había contraído
matrimonio en una fastuosa ceremonia de carácter religioso (LV, 5-1-25).
546

mano santa, primero en la capital y luego en los pueblos de la provincia (...)" (LV,
21-12-24). Df as más tarde el diario socialista volvía a cargar sobre el yrigoyenismo
cordobés al señalar que al ser consultado su candidato sobre su progranla de gobierno
no había podido hablar más que de gobernar "sin odios" y de respetar la constitución.
Fórmulas abstractas que, a juicio de La Vanguardia, lo pintaban como un
"representante auténtico del radicalismo tradicional" (LV, 27-12-24).
Pero el juicio de los socialistas sobre quienes se enfrentaban al yrigoyenismo no era
tampoco halagüeño. Así lo dejaba ver un artículo que celebraba la espontaneidad con
que el candidato a gobernador, el veterano Ramón J. Cárcano, habí a reconocido que
si no ganaba la elección el Partido Demócrata podía disolverse. Ante tal declaración
el diario socialista preguntaba: "i,No hay ideas que difundi.r, prácticas que controlar,
vicios que corregir ( ... )? Fuera del manejo y usufructuo del presupuesto, ¿no hay
nada que estimule en la acción al Partido demócrata de Córdoba?" (LV, 28-12-24).
Tampoco era mejor la opinión que tenían de los "radicales impersonalistas"
nucleados en torno a la candidatura de Arturo Bas de cuyo programa se déstacaba "la
'protección' de 'las clases' trabajadoras" y la formación de "consejos escolares de
padres de familia" y "fomento a la educación privada", elementos que mostraban la
indubitable "influencia de la iglesia católica". (LV, 31-12-24)
Pero, como en otras ocasiones, lo principal de la crítica del PS se dirigía al campo
yrigoyenista. Así se denunciaba que "con el dinero que a manos llenas les mandó el
comité nacional" los radicales cordobeses preparaban un ambiente de "holgorio y
fanatismo". Apelando a un discurso ilustrado el diario socialista describía: "a falta de
explotan el sentimiento patriótico, y la constitución la exhiben corno un catecismo
cuyo contenido no hace falta conocer" (LV, 20-1-25). Pero ésta vez los yrigoyenistas
tenían t.ma carta mayor, la presencia de Yrigoyen, quien por primera vez en años
haría una visita política a la provincia. Al describir la partida de Yrigoyen. de la
estación de Retiro, La Vanguardia acentuaría su tradicional tono de superioridad:
"No menos de 1.500 energúmenos se precipitaron y tomaron por asalto los andenes
de la estación Retiro. Entre ellos estaban, a buen seguro, los que sacaron los caballos
del coche en que el 12 de octubre de 1.916 se trasladara Irigoyen del congreso a la
Casa de gobierno y se transformaron ellos mismos en buenos equinos. Los
reconocimos fácilmente por los relinchos y berridos que lanzaban." (LV, 20-1-25)

En los días que duró la visita de Yrigoyen a Córdoba La Vanguardia continuó con
las crónicas de estilo jocoso. Una de ellas señalaba que el primer día se había visto a
547

los acólitos del líder radical salir de un hotel y entrar a otro. Y se explicaba tal
conducta: Yrigoyen había llevado consigo más gente de la capacidad hotelera de la
ciudad, por lo que muchos "peregrinos debieron emprender el regreso". El diario
socialista no se privaba de extraer de los sucesos un blanco para la crítica:
"Pero el señor Irigoyen no puede estar disgustado del viaje: se ha puesto a prueba el
civismo de los correligionarios (y éstos) tampoco deben protestar por su odisea: que
todo se tendrá en cuenta, a los fines de las máximas consagraciones, el día de un
nuevo reparto" (LV, 2 1-1-25)

Una semana más tarde Yrigoyen volvía a Buenos Aires. La Vanguardia dedicaba a la
llegada a Retiro una crónica similar a la de la partida. También publicaba una
caricatura en la que se veía al vice-presidente Elpidio González, vestido como
mucamo y sosteniendo el equipaje, que felicitaba a Yrigoyen por haber cumplido con
la "primera etapa'.' de la "invasión reparadora". Yrigoyen le respondía "Córdoba y
sus hoteleros me han hecho blanco de sus patéticas miserabilidades, pero volveré, y
no escaparán a mis fulguraciones fulgurantes". (LV, 29-1-25) Más allá de la ironía
sobre la retórica yrigoyenista, la última frase señalaba que la visita se repetiría. A
mediados de febrero el diario socialista titulaba: "Se ausentó para Córdoba el
santón". En el cuerpo del artículo se explicaba que Yrigoyen había vuelto a Córdoba.
acompañado de una comitiva de 300 oradores. Con ironía, se explicaba lo crecido del
número:
"Es conocido el horror que el santón le tiene a la palabra hablada o escrita, y corno
no es presumible que sus secuaces pretendan sacar algún sonido articulado de su
boca, los 'oradores' que lo acompañan podrán dar abasto con usuta a la demanda de
elocuencia tribunalicia ( ... ) Asimismo, trescientos oradores nos parecen una carga
excesiva aunque se trate de un partido que sólo vive de palabras, que todo lo resuelvefl
con palabras y que confia en la palabra para dar la impresión que su ascensión al
gobierno es algo más que un pésimo ensayo de chapuceros deshonestos e
incompetentes." (LV, 16-2-25)

Pero esta vez los esfuerzos del viejo caudillo, que habían incluido su presencia hasta
después de los comicios, darían escaso fruto. Los yrigoyenistas lograrían un estrecho
triunfo en las elecciónes legislativas 450 pero perderían la presa mayor. En la elección
,

de Gobernador los demócratas aventajarían a los yrigoyenistas por 232 votos 451 . Ante

450
Los candidatos yrigoyenistas obtuvieron . 45.842 votos, los demócratas, 45.710, los
antipersonalistas, 14.420, los socialistas 1046 y los comunistas, 896 (LV, 29-3-25).
' Los demócratas .obtuvieron 46135 votos, los yrigoydnistas 45903, los alvearistas 14667, los
socialistas 1006 y los comunistas 887 (tV, 29-3-25). .
548

lo estrecho del resultado lOS yrigoyenistas hablaron de un "triunfo moral" y


señalaban con orgullo que en el futuro haber participado de la elección sería motivo
de similar orgullo a aquel con el que los soldados de Napoleón '1 afirmaban "yo
estuve en Austerlitz". Esa declaración suscitó la ironía de La Vanguardia que
comentó: "pero Austerlitz fue una victoria de Napoleón. De lo que nunca se jactaron
los veteranos que sobrevivieron a su desastre fue de decir: Yo estuve en Waterloo
(...)" (LV, 30-3-25).
El resultado de las elecciones cordobesas generó en las filas socialistas diferentes
reflexiones. En primer lugar se citaba el hecho de que los demócratas hubieran
triunfado en las elecciones de gobernador y los yrigoyenistas en las, legislativas para
mostrar la falta de diferencias entre una y otra fuerza. La Vanguardia explicaba que
si alguien votaba a un partido para el Ejecutivo y a otro para el Legislativo era
porque creía que ambas fuerzas eran iguales (LV, 14-4-25).
En segundo lugar los socialistas evaluaban que el resultado de los comicios, que
había mostrado que la fuerza de los yrigoyenistas no era "arrasadora", era un
elemento que impulsaba al viejo caudillo a un acercamiento con Alvear (LV; 27-3-
25)452. A comienzos de mayo se hicieron fuertes los 'rumores acerca de una "fusión"
entre los dos radicalismos. La Vanguardia desestimaba esas versiones señalando que
los motivos de la división, la disputa por los cargos políticos y los altos empleos de la
administración pública, se mantenían. Y la principal acusación se 'dirigía a los
irigoyenistas:
"Son cálculos utilitarios, los que persigue el irigoyenismo, promotor de la
'reconciliación' radical de que se viene ocupando la prensa en estos días (...) lós
irigoyenistas, que hacen protestas de su deseo de facilitar la acción del gobierno, y
anuncian su resolución de asistir este año a la apertura del congreso, declaraban ayer
mismo que no les importaba que la cámara se constituyera o no (...)" (LV, 8-5-25).

Días más tarde el diario socialista volvía sobre el terna de la "fusión" pero en esta
ocasión colocaba el motor en el alvearismo, el que, se argumentaba, estaría
absorbiendo a los yrigoyenistas hasta dejar al viejo caudillo aislado (LV,, 14-5-25).
En esa línea La Vanguardia comentaba la versión de que para facilitar la "fusión" los
alvearistas estarían preparando un viaje a Europa para Yrigoyen. El artículo

452
Ese acercamiento había sido posibilitado por la 'decisión presidençial de no avanzar en la
intervención a la Provincia de Buenos Aires, intervención por la que había pugnado el Ministro Gallo
(LV, 25-3-26)
549

consideraba que antes que de algo cierto se trataba de una "expresión de deseos" de
los alvearistas, a la que parecí a suinarse al concluir:
"Váyase a Europa. El viejo continente tan convulsionado y triste necesita
espectáculos exóticos y literatura humorística para olvidar un poco la carestía de la
vida y la agobiadora carga económica de la guerra. El señor Irigoyen, sería,
indudablemente, todo un espectáculo, tanto más grato cuanto sería gratuito.
Condición. fundamental porque aquí ya lo hemos admirado, pero costándonos un ojo
de la cara" (LV, 16-5-25).

Pero a la vez que se hablaba de fusión con los yrigoyenistas, los anti.personalistas
veían agravarse sus conflictos internos. El detonante sería el pedido de intervención a
San Juan. Al respecto La Vanguardia explicaba que el Ministro Gallo había apoyado
tal pedido, lo que no le había sido perdonado por los "cantonistas" quienes, en
alianza con los "lencinistas" mendocinos y los "moreiristas" riojanos. Estos, se
especulaba, habrían entrado en conversaciones cori los yrigoyenistas quienes habrían
aceptado no votar la intervención a cambio del apoyo de las tres facciones cuyanas a
la política de Yrigoyen. (LV, 22-6-25). Sin embargo tales especulaciones no se
vieron reflejadas en la votación de la Cámara de Diputados que, por 84 votos contra
sólo 3, aprobó la intervención a San Juan. El 25 de julio la intervención era también
aprobada por el Senado, con el voto positivo de Justo y Bravo.
A. primera vista la posición de Gallo había resultado fortalecida. Sin embargo en esos
días comenzaría a hablarse de su probable renuncia. La Vanguardia, subrayaba que
la misma no podía deberse a las posiciones en términos de gastos militares,
cumplimiento de leyes obreras o cuestiones monetarias, temas en los que había
completo acuerdo entre Presidente y Ministro, por lo que preguntaba qué motivaba el
cambio de gabinete. A lo que respondía:
"Un desacuerdo entre el presidente y el ministro respecto a la oportunidad o la forma
de intervenir la provincia de Buenos Aires, sería la causa de que el sefior Gallo salga
del gabinete (...) el señor Gallo, que entró porque el presidente quiso dar una
muestra de independencia, fastidiando al sefior Trigoyen, será sacrificado ahora para
agradar a éste y facilitar el acercamiento entre los grupos 'personalista' y
presidencial." (LV, 26-7-25).

El desacuerdo a que hacía referencia el comentario se ligaba a la insistencia de Gallo


para que Alvear decretara la intervención a la Provincia, medida a la que el
Presidente sólo daba su acuerdo si provenía de una ley del Congreso. La cuestión
pareció saldada cuando el 27 de julio Gallo presentó su renuncia al Ministerio de
550

Interiór. La renuncia fue aceptada por Alvear quien nombró en su lugar al


antipersonalista porteño José Pascual Tamborini.
Al regresar a su banca en el Senado Gallo promovió entre los otros Senadores
"antipersonalistas", la presentación de un proyecto de intervençión a la Provincia de
Buenos Aires, El proyecto• fue presentado el 8 de septiembre por el Senador
entrerriano Leopoldo Melo, quien lo fundó en el "estado de anormalidad en que
hallaba la provincia", el que, argumentaba, hacía necesario que la autoridad federal
garantizara "el acto comicial" en que se habría de renovar su gobierno (LV, 9-9-25).
Pero el hecho había sido previsto por los yrigoyenistas quienes concurrieron al
Congreso. con gran número de partidarios. Algunos ingresaron al recinto del Senado
e insultaron a la mayoría de los senadores. Finalmente la barra fue expulsada 453 , lo
que fue celebrado por el Senador Justo:
"Creo que es una de las peores ficciones de la política criolla habar de la barra corno
del pueblo; cualquier caudillo intrigante sabrá preparar la barra cuando le convenga,
cuando crea que de esta fonna podrá dar un golpe de efecto en una ciudad, de dos
millones de habitantes, porque pueda traer esta pequeña barra de doscientos vagos,
desocupados, pesquisantes depolicia, para que vengan a hacer escándalo y a ejercer
una presión intolerable sobre los senadores. Este no es el pueblo. El pueblo nos ha
elegido a los senadores socialistas de la capital, y ese pueblo no aparece aquí, ni se
creería con derecho a producir semejantes escenas. Está a estas horas en su trabajo."
(LV, 10-9-25)

Sin embargo la crítica de los socialistas 'a las prácticas yrigoyenistas no implicaba
adhesión a la propuesta de intervención. Así lo hizo saber La Vanguardia en un
Editorial de tono doctrinario que afirmaba que en el tema, como en todo lo demás, el
PS estaba "bien lejos de la política criolla". Se explicaba que en materia de
intervenciones los socialistas tenían "una posición propia", y por eso habían votado a
favor de las intervenciones a San Juan y Mendoza en las que estaban en juego los
salarios de los trabajadores, cercenados por la "moneda falsa". A continuación el
diario socialista sostenía que ése no era el caso en el pedido de intervención a la
Provincia de Buenos Aires, el que obedecía a "un pleito interno del radicalismo". Se,
argumentaba que, si se atendía a los motivos que se alegaba para pedir la
intervención, la mayoría de las provincias y aún, si fuera posible, el gobierno.
nacional deberían ser intervenidos. La Vanguardia agregaba que, para muchos de los

453
La barra expulsada se unió a los yrigoyenistas que habían permanecido en la Plaza. Desde los
balcones del Congreso se habían dirigido, a 'ella los diputados yrigoyenistas Vergara, Bard y Saccone.
(LV, 9-9-25).
551

"desaguisados" que habla cometido, Cantilo había contado con la connivencia de los
conservadores. Todas estas consideraciones llevaban a una necesaria conclusión:
"Al Partido Socialista no le interesa que la provincia cambié de amos, conociéndolos
íayi a todos, ni puede intervenir, aunque sea indirectamente, en pleitos internos del
pseudo radicalismo, idénticos en todas las provincias, y extendidos ahora al orden
nacional. En general, gobiernos corno el del señor Cantilo son uno de los males de la
incapacidad política del pueblo, que no puede curarlos una intervención. El Partido
Socialista brega por extirparlos con empeño, instruyendo al pueblo en la defensa de
sus intereses (...) Y mientras se respete su libertad de acción, no acudirá a medios
extraordinarios, como la solicitud del apoyo federal, con que otros grupos o partidos,
buscan suplir su impotencia, o disimular sus apetitos. (LV, 12-9-25).

El 17 de septiembre, antes de entrar en la cuestión de la intervención, el Senado


decidió con el voto de Justo y Bravo "desaprobar" la conducta de su presidente,
Elpidio González, en ocasión de los desordenes ocurridos una semana antes (LV, 1 8-
9-25). El 19, constituido en sesión permanente, el Senado comenzó a tratar el
despacho de la Comisión de Negocios Constitucionales aconsejando la intervención
a la provincia. El miembro informante de la comisión, el senador conservador Mora
Olmedo, fundó el pedido de intervención en el reestablecimiento de la forma
republicana de gobierno, atrofiada por la falta de independencia entre los poderes
provinciales, y cuestionó el modo en que se labraba el padrón provincial. Le
respondió el senador yrigoyenista del Valle quien sostuvo que la solicitud se fundaba
en una campafia de difamación montada por los conservadores que no podían
acceder al gobierno mediante el voto popular. Pero el interlocutor principal de del
Valle no. eran los conservadores sino los antipersonalistas respecto de quienes ponía
en duda la filiación radical por no respetar la voluntad popular y actuar junto a los
conservadores. (LV, 20-9-25). . . .
Después de Mora Olmedo y del Valle, hizo uso de la palabra Juan B. Justo quien
explicó que la posición del PS en tomo al tema no se fundaba en un federalismo al
que consideraba "un resabio de la época de nuestra mayor barbarie política, del año
20, cuando los caudillos, en el apogeo de su poder, dieron a la sociedad argentina
aquella forma semibárbara, pero entonces genuina, que acabó por cristalizarse en lo
que se llama "sistema federal de gobierno". Sin embargo, explicó el líder socialista,
aunque los socialistas no hacían un culto de la autonomía provincial, se oponían
generalmente a las intervenciones porque veían en ellas "uno de los procedimientos
de violencia de la vieja política que, en alguna otra ocasión, hemos equiparado a los
diferentes malos procedimientos de la política criolla, a saber: el fraude y la
552

revuelta". A continuación' Justo explicó la "nonna" que el PS se había dado con


respecto altema:
"(...) apoyaremos invariablemente toda intervención que se proporiga contra un
gobierno de provincia que tenga papel moneda local en circulación. Eso es lo que
hemos hecho en el caso de Mendoza (...) Hemos resuelto apoyar toda intervención
que se dirija contra gobiernos de provincia, que pongan trabas al comercio
interprovjncial (...) que establezcan o mantengan impuestos provinciales que
graviten sobre el consumo nacional ( ... ) En cambio, como he dicho, estamos, en
principio, contra toda intervención de éstas que se llaman intervenciones políticas en
el sentido estrecho y, a nuestro juicio, mezquino, de la palabra. No queremos
intervenciones que tengan por único o principal objeto, o por motivo visible, pasar el
poder político de unas manos a otras. Nos parece un asunto ajeno a nosotros y una
detestable práctica, hoy, y en sus proyecciones para el futuro" (LV, 21-9-25).

El líder socialista creía que en ésa, como en otras ocasiones, la intervención federal
era un mero expediente para burlar la voluntad popular. Y concluía:
"El verdadero pleito, pues, señor presidente, sin eufemismos, no es por el respeto ni
por la legalidad de las instituciones; el verdadero pleito que se debate en este
momento en esta Cámara es la lucha entre las dos fracciones o pedazos del partido
que se ha llamado Radical (...)" (LV, 21-9-25).

Finalmente, el Senado aprobó con el voto de conservadores y antipersonalistas y la


oposición de yrigoyenistas y socialistas, la intervención a la provincia. Pero Alvear,
que sabía que sin el voto de los socialistas el proyecto sería rechazado por la Cámara
de Diputados, no incluyó el tema entre los que debían tratar los diputados en sesiones
extraordinarias. Cantilo siguió en el gobierno de La Plata, hasta las elecciones del 6
de diciembre. El fracaso de la intervención motivó que el Partido Conservador de la
Provincia de Buenos Aires decidiera abstenerse de participar en los comicios (LV,
16-1 1-25). A lós mismos sólo concurriría el radicalismo, llevando como candidato de
transacción a Valentín Vergara, y el PS. Aunque los socialistas se beneficiaron de la
abstención conservadora y obtuvieron 25619 sufragios —lo que representaba un 17,
7% del total- y 22 electores, no representaron unal amenaza para un radicalismo que
logró 109481 votos y 92 electores (LV, 14-1-26).

Un freno que obliga a reflexionar: las elecciones de 1926

Pasados los comicios bonaerenses los socialistas dirigieron, sus energías a las
elecciones porteñas en las que buscaban revalidar el triunfo obtenido dos años antes.
553

El principal, casi único adversario, eran los yrigoyenistas, con respecto a quienes la
polémica abarcaba todos los campos. Así lo dejaba ver un artículo que cuestionaba el
proyecto de los diputados yrigoyenistas proponiendo un aumento general de sueldos.
La Vanguardia señalaba que la medida había sido rechazada por la comisión de
presupuesto pero que los yrigoyenistas, que no tenían los votos suficientes pará
aprobarla, habían afirmado que la presentarían igual a la cámara. El diario socialista,
ligando tal conducta por el oportunismo electoralista, preguntaba:
",quién le quitará al irigoyenismo la gloria, que debe traducirse en provecho
electoral, de haber deseado repartir una millonada de pesos en aumento de sueldos a
los empleados públicos, aunque, en rigor, los autores de la iniciativa, que importaría
una pesada carga para las finanzas públicas, no han podido pensar en su aprobación
(...)" (LV, 20-12-25).

A diferencia de lo sucedido en los últimos dos años, los socialistas colocaban en el


centro de su prédica a los ternas de legislación social, en particular el de las
jubilaciones, cuestión que, a pesar de la decisión gubernamental de suspender la ley
11289, seguía abierta. Así lo señalaba un Editorial de La Vanguardia que explicaba
que al pedir la "suspensión de los efectos de la ley" el PS y las organizaciones
obreras no obraban por simple "formulismo" legal sino que pedían que se
devolvieran a los trabajadores "los aportes hechos en cumplimiento de la 'ley, en
primer lugar los que retienen ilegal y abusivamente los patrones, y luego los que
guarda la Caja". El diario socialista subrayaba que a pesar de la impórtante.
movilización obrera la mayoría de la cámara no se decidía a "dar corte" al asunto.
Ante lo que se buscaba deslindar posiciones:
"Los radicales persistén ahora en la errónea y temeraria política, a pesar del
descontento general (...) No quieren regularizar una situación inconveniente,
carguen con la résponsabilidad de su actitud, que nosotros denunciamos desde ya al
pueblo." (LV, 15-1-26)

Pero la crítica socialista no recaía sólo en los yrigoyenistas, sino que recordaba que
días antes radicales y conservadores habían unido sus votos para oponerse a una
moción, presentada por Adolfo Dickman,n, suspendiendo los efectos de la Ley
N°11289 (LV, 16-1-26). La Vanguardia consideraba que tal actitud constituía "un
verdadero desafio a la clase obrera argentina" pero se felicitaba de que, gracias a la
moción de Dickmann, las responsabilidades quedaran claras:
"Era tiempo ya de que radicales y conservadores —buenos burgueses al fin- salieran
del equívoco, y nos felicitamos de que sea el grupo socialista el que ha provocado
554

una manifestación tan clara y categórica. La clase obrera no debe ignorar en adelante
que si continúa el saqueo sistemático de sus salarios que la ley 11289 autoriza, lo
deben, únicamente a la representación radical y conservadora, y que la
responsabilidad de esta vergüenza lo deben exclusivamente a esos sectores." (LV,
17-1-26).

La cuestión jubilatoria también ocuparía el lugar central en un manifiesto con el que


el CE del PS llamaba "al pueblo trabajador de la República" a apoyar a los
• candidatos socialistas. El texto se abría con una exposición de tono doctrinario en el
que se argumentaba que no bastaba "con que los ciudadanos voten, aunque lo hagan
sin recibir alcohol, dinero o pitanzas burocráticas", sino que, para hablar de
democracia, era necesario que se votara con una voluntad y un propósito. El
manifiesto explicaba que a medida que se había ido haciendo más difícil la opresión
del elector y su corrupción material los partidos tradicionales habían debido apelar a
"la declamación demagógica a fin de inspirar engañosos espejismos o producir la
confusión calculada." Y la conducción del PS citaba la Ley Jubilatoria como un
ejemplo de tales espejismos:
"Grandes y generosas iniciativas como el seguro nacional, cuya realización preconiza
el socialismo, para poner a la población laboriosa en masa a cubierto de la miseria,
• han sido desvirtuadas como lo enseña la historia fecunda de la ley 11289,
desgraciada entre todas, Se quiso hacer creer que se podía jubilar a todo el mundo a
cualquier edad y con cualquier sueldo. El Partido Socialista tuvo el valor cívico de
combatir esa degeneración del gran principio, contrariando la ilusión que había
arrastrado a miles de trabajadores. Y ahora los propios obreros y empleados de todo
el país, comprendiendo que esa ley establece una exacción de sus salarios para
favorecer a unos pocos privilegiados a expensas del bienestar de todos, han requerido
su derogación, por deshonesta y por impracticable" (LV, 28-1-26).

Sin embargo, señalaba con ironía el CE, apuntando a la vez a radicales y


conservadores, partidos que contaban con parlamentarios que no se deéidían a votar
por la jornada de 8 horas se mostraban tan empeñados en 'proteger" a los
trabajadores que eran capaces de mantenerse finnes en el apoyo a una ].ey a la que
sus "beneficiarios" resistían hasta con el arma de la huelga. (LV, 28-1-26).
Los socialistas parecían decididos a mantener la cuestión jubilatoria en el centro de la
campaña electoral. Así lo dejaba ver un artículo en el que La Vanguardia, luego de
recordar como a fines de 1923 se había aprobado la ley 11289 y eI.modo en que se
habían opuesto a ellas los legisladores socialistas, concluía:
"Los socialistas fueron vencidos por el número. Los representantes radicales y
conservadores, que siempre están contra los intereses de los trabajadores, aprobaron
555

la mala ley. El 7 de marzo deberán votar los trabajadores sus representantes


legislativos. ¿Votarán por quienes han estado en contra de sus intereses, sancionando
un despójo? No querernos creerlo". (LV, 5-2-26)

En el día del cornicio La Vanguardia publicó un suplemento especial dedicado a


explicar el significado de la elección y a convocar al voto al PS. En primera página y
junto a las tradicionales críticas al personalismo y a la falta de programa de los
radicales, se encontraba un artículo explicando por qué los socialistas pedían la
derogación de la ley de jubilaciones. Luego de argumentar que la ley 11289 creaba
intereses corporativos y quebrantaba la unidad obrera, que disminuía los salarios, el
artículo instaba: . .
"Recuerden los electores en el momento de depositar su voto en la. urna electoral, que
el engendro jubilatorio es obra de los legisladores radicales y que éstos se opusieron
cuando los socialistas pretendían derogar sus efectos y que fueran devueltos los
aportes que se hicieron en vi'rtud de lo que la mala ley ordena." (LV, 7-3-26).

Sin embargo la mayoría de los electores no seguiría la sugerencia socialista. Los


candidatos yrigoyenistas alcanzarían un cómodo triunfo, aventajando por más de
15000 sufragios a una lista socialista que había perdido 14000 de los votos que dos
años antes le habían dado el triunfo454 . Presumiblernente muchos de esos votos
habrían ido a engrosar el apoyo a la Unión Cívica Radical Antipersonalista.
Sin ser catastróficos 455, los resultados significaron un duro golpe a la confianza
socialista456 y generaron una inquisitiva búsqueda de explicaciones. La iniciaba un
artículo publicado al día siguiente del final del escrutinio, en el que se afinnaba que
el triunfo yrigoyenista era triste no sólo por lo que representaba para el PS, "sino por
el desdoro que arroja para la primera capital de Sur América. Ha triunfado la política
criolla, o primitiva, en sus peores formas (...)". Sin embargo, el diario sócialista no.
se decidía a echar las culpas sobre un electorado porteño al que tanto había elogiado
y cargaba las tintas sobre las prácticas de los vencedores. Así afirmaba:

454
El más votado de los candidatos radicales, Leopoldo Bard, obtuvo 79492 sufragios, en tanto el
primero de los socialistas Adolfo Dickmann, recibió 63589 votos. El antipersonalista Vicente Gallo
logró 37530 sufragios, y José Pendón del Pc, 4389 votos. Julieta LanteriRenshaw del Partido
Feminista, obtuvo 684 votos y Martín Miguens del Partido Unitario, 677. (LV, 31-3-26)
El porcentaje de votos logrado, 32,5 %, representaba 13 puntos menos que lo obtenido en los
triunfales comicios de 1924, pero era apenas menor al 33,2 % alcanzado por el PS en los comicios de
1922.
456
Un elemento que hizo más dura la derrota fue el hecho de que el PS fuera derrotado por los
yrigoyenistas en la mayoría de los barrios obreros del sur de la ciudad, logrando sólo imponerse en la
4' "de fierro".
556

"Los desechos de alguna provincia hundida en espantosa corrupción política han sido
utilizados aquí por mandato del caudillo supremo, para honrar la lista de candidatos,
afrentando a la parte sana del pueblo de la capital. El espejismo de los futuros e
hipotéticos empleos públicos y el aumento de sueldós a la marchanta, fueron
completados por las maniobras que han permitido a los estrategas electorales del
irigoyenismo disponer de los votos que les sobran más allá del Riachuelo para darles
en la capital mejor empleo." (LV, 31-3-26).

Pero ni la interrogación acerca de la causa de la derrota, ni la adjudicación de la


misma a las malas artes yrigoyenistas, eran patrimonio exclusivo de la dirección del
PS y la redacción de La Vanguardia. Así lo dejan ver varias cartas publicadas por el
diario socialista en las que se trataba el tema, generalmente desde un discurso
defensivo y moralizador. La primera de ellas, firmada por Hugo Laffite comenzaba
instando a "no hacer tanto" ruido por la derrta a manos del yrigoyenisrno ya que,
sostenía, "hay triunfos que avergüenzan y éste es uno de ellos". Para fundar tal
consideración repetía las tradicionales críticas a la falta de programa, al personalismo
y a la empleomanía de los radicales, para luego adherir a •la tesis que interpretaba el
triunfo yrigoyenista como el resultado de la acción de "elementos" provinciales.
Tesis a la que pasaba a explicar:
"Teniendo a un paso la provincia de Buenos Aires donde el irigoyenismo triunfa por
muchísimos millares de votos sobre el adversario más cercano, los conservadores, no
es dificil que pocos meses atrás los caudillos lugareños hayan dado órdenes severas a
sus huestes para obligarlos a pedir el pase a ésta capital... con muy pocos miles de
cambios de domicilio para aquellos que viven a un paso de la ciudad, y con esos
comités de aspirantes a empleos ayudados por los quinieleros y caftens, secundados
por los almaceneros y envenenadores del pueblo, no es dificil llegar a los 80.000
votos" (LV, 8-4-26).

Si la carta de Laffite intentaba combinar el análisis de los mecanismos caudillistas


con la crítica moral, en otra misiva publicada en ese mismo número de La
Vanguardia la prédica moral era omnipresente. Quien la publicaba, Roberto Palú,
afirmaba que el P combatía "los vicios que corroen a nuestra incipiente sociedad":
atacaba al hipódromo, a los juegos de azar, "a los espectáculos inmorales" y a todos
los que "explotando las necesidades del pueblo tratan de hacer pingües ganancias".
El autor de la misiva consideraba que tal prédica moral dificultaba el triunfo
socialista, pero su planteo no iba en la dirección de cuestionar el moralismo
partidario sino que, por el contrario, apelaba a él como siguo de orgullo aún en la
derrota. Así afirmaba:
557

• "A todos nos es dado comprobar que la población y especialmente la juventud sufren
• profunda crisis: los vicios de todo tipo están en auge (...) he recorrido diversos
comités (...) veía a jóvenes aturdidos hasta que me parecían imbéciles, vivar
insistentemente al último de los caudillos de la historia argentina, como si para
escarmiento del pueblo argentino no bastara la enseñanza que nos dejara el despótico
gobierno de Juan. Manuel de Rozas, que parece que irá a ser reeditado por el señor H.
Irigoyen ( ... ) quiero sí decir que los 60 o 70 mil votos que pueda sacar el Partido
Socialista son votos de socialistas y simpatizantes puros; votos conscientes que
honran a un partido, y de ciudadanos que conservan su integridad moral y que no
• dudaron en dar su voto al partido que estaba representado por ciudadanos íntegros y
de moralidad a toda prueba. (LV, 8-4-26).

En otras ocasiones, los análisis, aunque mantenían cierto tono moral, lo combinaban
con un más sofisticado análisis político. Es el caso de una carta publicada por La
Vanguardia en la que el dirigente del PS mendocino, Ramón Morey, explicaba los
motivos de la disminución del voto socialista e intentaba plantear soluciones para
revertirla. Apoyándose en su experiencia frente al "lencinismo", Morey argumentaba
que el principal motivo que explicaba el éxito del radicalismo era "su demagogia
obrerista" la que, debido a "la incultura popular" había producido gran confusión en
buena parte del electorado. Explicaba que, con el objetivo de enfrentar al socialismo,
el radicalismo se había dado un programa "obrerista" llegando, como había sucedido
en Mendoza, a copiar el "Programa mínimo" del PS. Esto era posible, explicaba,
porque el "lencinismo" no era un partido burgués sin más sin.o que estaba constituido
por "aventureros de la política" quienes, para mantenerse en el poder, no vacilaban
"en arrancarles concesiones para los trabajadores a los industriales y comerciantes".
El mendocino señalaba que los lencinistas prometían, y en parte realizaban obras:
construían viviendas, daban pensiones, imponían la jornada de 8 horas y, sin
necesidad de sindicatos, obligaban a los patrones a aumentar los salarios. Morey
explicaba que era necesario:
"reconocerles todo eso con lo cual se han prestigiado ante el pueblo, todo esto que es
material, inmediato, palpable, y en cambio atacar la inmoralidad lencinista en su
gestión administrativa, cosa de dificil comprensión para la escasa o ya satisfecha
mentalidad popular." (LV, 25-4-26). •

En este punto el argumento de Morey, que podía dar lugar a una política más atenta
respecto al "obrerismo" de los radicales, tocaba un límite, el de la "inmoralidad". A
partir de este punto su respuesta era similar a la que proponían las otras cartas:
realizar "una obra de esclarecimiento", mejorar las estrategias de difusión, crear una
estación de radio, y llevar adelante más campañas contra el alcohol y contra el juego.
558

Sin embargo al volver al terreno político también regresaba la sutileza del análisis de
Morey. Un ejemplo era la interpretación de Morey acerca de las causas de la derrota
socialista en la capital. El mendocino explicaba a ésta como el resultado de la
"demagogia radical" pero, en la forma de argumentarlo, se traslucía también cierta
crítica a la incapacidad socialista para acercarse a buena parte de los votantes. El
mendocino recordaba que esa demagogia se había manifestado en la 11.289 y en la
propuesta de un congelamiento de alquileres. Así sostenía:
"Demagógico es un partido que auspicia, hasta conseguir su sanción, una ley como la
11289, y por pura demagogia el radicalismo metropolitano adoptó su conocida
actitud en el asunto de los alquileres. El punto de vista sostenido en cambio por el PS
era menos susceptible de ser comprendido en sus alcances por el pueblo aunque era
el exacto, y, no nos hagamos ilusiones, no dudemos de que una gran masa de
inquilinos, incapaz de cómprendernos, se ha decidido por el radicalismo antes que
por nuestros candidatos en las elecciones del 7 de marzo" (LV, 25-4-26).

Cuatro días más tarde La VanguardÉa publicó una extensa carta en la que el diputado
sócialista Joaquín Coca le respondía a Morey. Por un lado, Coca manifestaba su
acuerdo con Morey en la importancia que había tenido, para la derrota socialista, la
oposición al proyecto de jubilaciones. Sostuvo que en ése tema el PS se había
equivocado por ser "arrastrado a remolque de las contradictorias actitudes del
diputado Bunge" quien insistía en su proyecto de seguro nacional. Coca, apelando a
su condición de "diputado obrero", consideraba que otra hubiera sido la situación y
otros los resultados si se hubieran seguido "los criterios prácticos de los obreros
socialistas". Por otro lado Coca consideraba que era ingenua la idea de que con
conferencias, una estación de radio y luchando contra el alcohol y el jueg podría
vencerse la "demagogia yrigoyenista". El diputado socialista argumentaba que lo que
era necesario era imitar a los laboristas ingleses quienes habían enfrentado el
"obrerismo" del partido liberal a• partir de la presentación de "proyectos de
socialización obligando a los demás partidos a definirse". En el fondo lo que estaba
en juego era el modo de recuperar el dinamismo en el PS. Coca cuestionaba a la
rebelde Federación Mendocina, de la que Morey era dirigente, por el método que
adoptaba al que calificaba como . .
"electoralista' o que solamente se preocupa del éxito electoral, dejandó al parecer de•
lado los intereses permanentes del socialísmo, que fincan más en la clara consciencia
de clase de los trabajadores y de su adhesión a la obra histórica y al pensamiento
socialista, que en alguna fácil y superficial victoria en los comicios". (LV, 29-4-26)
559

Los socialistas parecían debatirse entre quienes creían que era necesario cambiar al
PS para sacarlo de su situación de estancamiento y retroceso, y quienes enfatizaban
la necesidad de apoyarse en las propias ideas y tradiciones para reforzar la
organización. Ese dilema había sido ya percibido fuera de las filas socialistas. Así lo
dejaba ver en esos días Lisandro de la Torre quien -respondiendo a un duro discurso
en el que Justo había cuestionado la decisión de los demócrata-progresistas de
abstenerse y había. denunciado el personalismo de de la Torre- había trazado un
juicio negativo acerca de la evolución del PS.
"En 1912 la conmoción inesperada que produjo la reforma le dio (a Justo) 20.000
sufragios, y con ellos entró al Congreso. Alfredo Palacios obtuvo 30.000. Un año
después el partido Socialista ganaba las elecciones de la capital con 40.000 votos, y
el doctor Justo, consagrado jefe, tenía a su alcance la más fecunda y brillante
actuación a que podía aspirar un jefe de partido argentino. Catorce años después, el
fracaso del partido Socialista es innegable, en la capital ha perdido número, autoridad
intelectual y autoridad moral, y en ninguna provincia lleva miras de constituir una
entidad respetable" (de la Torre, 1952: 206).

Y en palabras que se harían célebres 457 de la Torre explicó las causas del "fracaso":
"El socialismo argentino, a diferencia de los europeos, no aspira a colaborar con el
gobierno. Es una máquina de oposición y de destrucción (...) El doctor Justo, al
cerrar a su partido a la vez el camino revolucionario y el gubernamental, lo ha metido
en un callejón sin salida, condenándolo a la impotencia perpetua" (de la Torre, 1952:
207)

Las palabras de de la Torre encontrarían cierta confirmación en el fuerte retroceso


que el PS sufriría en los comicios municipales de 1926458. La polarización generada
por la figura de Yrigoyen iba quitando espacio al PS y la tradicional respuesta
defensiva no parecía poder evitar el agostamiento de las filas. Pronto los socialistas
intentarían salir de la encerrona planteando una medida -la intervención a la
provincia de Buenos Aires- que, por basarse en la oposición a la "Ley de Casinos",

457
También lo sería el juicio subsiguiente sobre la persona de Justo: "Yo no conozco en política un
caso más contradictorio que el del doctor Justo. Anarquista por temperamento y socialista por
reflexión, se traiciona a cada paso. Estuvo a punto de la afiliación bolchevique en 1919 y soñó con las
llamaradas del incendio universal. Pero le faltan coraje y vocación para el martirio, y se quedó en un
Lenin de tarifa de avalúos." (de la Torre, 1952: 207)
458
En unas elecciones que despertaron poco interés entre la población - la participación fue de sólo un
53% de los inscriptos- los yrigoyenistas obtuvieron un triunfo aún más rotundo que en los comicios
legislativos de marzo, imponiéndose con un 39% de los votos frente a un 24% de los socialistas y un
17% de los antipersonalistas. Lo más significativo es que mientras los yrigoyenistas y
"antipersonalistas" repetían, con una leve merma, los porcentajes alcanzados en las elecciones
legislativas, el descenso de los socialistas era abrupto. Debe subrayarse además que en estos comicios
el PS fue derrotado incluso en su bastión de la 4' (LV, 14-12-26).
560

parecía aunar el afán civilizatorio de los socialistascon la posibilidad de conmover al


sistema político todo. Sin embargo, las consecuencias del audaz proyecto, acabarían
repercutiendo en las propias filas socialistas, terminando de 'desencadenar una
ruptura que se venía gestando desde tiempo atrás.

La lucha contra "el juego" y la propuesta socialista de intervención a la Provincia


de Buenos Aires

La cuestión que colocaría al PS en el centro de las luchas políticas y terminaría de


desencadenar el ms grave cisma de la historia del Partido, comenzó a plantearse a
mediados de febrero de 1927. El 16, durante el debate del presupuesto provincial, los
Diputados yrigoyenistas de la Legislatura de la Provincia de Buenos Aires,
propusieron la concesión de permisos a los Casinos, en contraparte por el pago de
una patente especial. Al pasar a la votación la medida obtuvo 40 votos a favor,
provenientes de yrigoyenistas y provincialistas 459, y sólo 13 en contra, votos
aportados por los conservadores y los socialistas 460. La propuesta, que tenía como fin
aliviar las sufridas arcas provinciales, derivó en una crisis política inesperada, que
amenazó con modificar el escenario político nacional. El detonante fue el proyecto,
que Juan B. Justo remitiría al Grupo Parlamentario Socialista, de intervención a la
Provincia de Buenos Aires.
La iniciativa prometía alcanzar el éxito ya que, se descontaba, a los votos socialistas
se sumarían los de conservadores y "antipersonalistas", ansiosos de quitar al
yrígoyenislno su bastión y principal fuente de poder. Si no lo habían hecho antes era,
en primer lugar, por el rechazo de Alvear a dictar la intervención por Decreto y, en
segundo, por no tener conservadores y "antipersonalistas" votos suficientes para que
la Cámara de Diputados aprobara el pedido. La moción de Justo era un regalo del
cielo para la oposición y parecía representar un cambio respecto del comportamiento

459 Así se denominaba a los seguidores del caudillo de Avellaneda, Alberto Barceló, escindido del
Partido Conservador y ocasional aliado de los yrigoyenistas.
460
Al discutir la iniciativa, Jerónimo Della Latta subrayó la llamativa velocidad con la que el gobierno
provincial concedía habilitaciones que solían tratar meses El legislador provincial, luego de denunciar
"los vergonzosos entretelones" que implicaban al gobierno provincial con el casino de Tigre, concluyó
afirmando que el gobierno radical fomentaba el juego como forma de obtener recursos y "desorientar
a la juventud" (LV, 26-2-27)
561

anterior de los socialistas, quienes habían rechazado los pedidos de intervención de


1921 y 1925.
Para preparar el clima entre las filas socialistas, acostumbradas a que el PS rehusára
implicarse en la mayoría de los debates acerca de las intervenciones 46 , La
Vanguardia publicó un artículo que cuestionaba la concesión de permisos a los
Casinos, considerando que amenazaba con expandir "la plaga del ji.iego" a lo largo
de la primera provincia argentina, y explicando que el único fin con el que había sido
adoptada era el de aportar recursos para "el fondo electoral del irigoyenismo". (LV,
3-3-27).
Ese mismo día el Grupo Parlamentario Socialista aceptó la propuesta de Justo y
decidió que al comienzo de las sesiones ordinarias presentaría
"un proyecto de intervención a la provincia de Buenos Aires para reorganizar el
poder ejecutivo y el poder legislativos, constituir las municipalidades acéfalas,
respetando las legalmente constituidas e implantar en todo el territorio de la
provincia el respeto al artículo 36 de la constitución provincial" (LV, 4-3-27).

Desde la misma formulación de la propuesta comenzó a plantearse una ambigüedad


que luego. sería relevante: uno de los elementos a los que se hacía referencia, el
artículo 36a, que prohibía la extracción y venta de loterías y "los establecimientos
públicos de juegos de azar", estaba directamente ligado con la "cuestión del juego",
pero otro, el que hablaba de la constitución de las municipalidades acéfalas,
•representaba un reclamo de larga data del PS que en esta ocasión se sumaba a la
demanda principal. Por otro lado el planteo se hacía público con mucha anterioridad
al comienzo del período de sesiones, lo que plantea la conjetura acerca de si se
trataba del intento de adoptar una posición de fuerza para negociar.
Por el momento, los socialistas parecían firmes en la iniciativa, planteando que se
trataba de una "intervención sanitaria" (LV, 5-3 27)462 y, dejando ver que ése podía
no ser el único pedido de intervención propuesto por los socialistas, La Vanguardia
explicaba que así como antes "las emisiones de papel moneda provincial" habían
461
La negativa del PS a las intervenciones no se fundaba en la apelación a una autonomía provincial
en la que no creían sino en la defensa de la soberanía popular, y no era irrestricta. Los socialistas
consideraban que, corno en el caso de las emisiones por parte de la provincia de Mendoza, podían
existir razones de interés superior que hicieran necesaria una intervención.
462
En la apelación a tal carácter "sanitario" debe verse no solamente un rasgo propio de las
acendradas preocupaciones "higienistas" que llevaron a los socialistas a declarar la guerra a toda una
serie de males sociales, entre los que el alcohol y el juego aparecían corno intrínsecamente
hermanados (Martínez Mazzola, 2000), sino también un recurso argumental para subrayar la
existencia de una urgencia que hacia necesario suspender la prioridad que en previos debates de
intervenciones a las provincias se había dado al principio de la soberanía popular.
562

sidó el motivo para intervenir Mendoza, y corno en ese momento lo era "la
legalización de las ruletas" para intervenir Buenos Aires, al díá siguiente igual
medida podría imponerse "contra gobiernos que imponen gabelas provinciales sobre
el azúcar y el vino que consume el pueblo entero de la república" (LV, 7-3-27). El
diario socialista discutía con otros medios como crítica, del que afirmaba que
también era propietario de los "Casinos fluviales" (LV, 6-3-27), o La Prensa, del que
decía que juraba por "Dios y la Patria" a la vez que defendía "a los tahures" (LV, 10-
3-27), encontrando en sus adversarios motivo.s para confirmarse en la propia:
posición.
Sin embargo las críticas también habían comenzado ,a surgir de las propias filas
socialistas. El 15 de marzo la Junta Ejecutiva de la Federación Socialista Bonaerense
y el Grupo Legislativo socialista de la provincia de Buenos Aires hicieron pública
una declaración que señalaba que aunque no desconocían la autonomía de los
legisladores nacionales para resolver sin previa consulta al Partido cuestiones de
labor parlamentaria, consideraban evidente que ante cuestiones tan importantes como
intervenir una provincia en la que el PS tenía ciento nueve Centros, noventa y siete
representantes comunales y siete Diputados en la Legislatura, se hacía necesario
realizar previas consultas. Pero la conducción del socialismo de la Provincia no se
limitaba a deplorar no haber sido tornada en cuenta sino que avanzaba sobre el fondo
de Ja cuestión, señalando que la violación por Ley de un principio de la Constitución,
provincial no autorizaba la ingerencia del poder nacional y rechazando la
equiparación con el antecedente mendocino. El documento señalaba que la
legalización del juego traducía "un criterio gubernativo generalizado", que se
aplicaba en muchas provincias argentinas, y afirmaba que ese "repudiable criterio"
debía combatirse con la acción del pueblo y sus representantes legislativos. Por ello
argumentaba que si el pedido de intervención podía ser comprensible para afrontar el
problema de provincias en las que no había representantes socialistas, no lo era en el
caso de la de Buenos Aires, en la que esos representantes existían y llevaban adelante
una dura lucha contra "el juego". El último considerando abordaba el impacto de la
medida en el escenario político nacional al afirmar que si la intervención no sería
suficiente para lograr acabar con el juego, tendría, en cambio, efectos más extensos,
"afectando la política general del país, sacando de ellos provecho fuerzas o grupos
políticos que ningún punto de contacto tienen con la obra profundamente renovadora
de nuestro movimiento." La alusión a la ventaja que del proyecto socialista podrían
563

sacar conservadores y antipersonalistas reaparecía en la resolución final, tomada por


unanimidad, la que, luego de expresar al Grupo Parlamentario Nacional su desagrado
por la falta de consulta a la Federación Provincial, declaraba:
"(...) que, aparte de entender que entender que no procede, en este caso, la
intervención nacional, ella no determinaría, en estos momentos, las consecuencias
que se persiguen con la caducidad de dos de los tres poderes locales y, por el
contrario, además de alentar el triunfo de fuerzas antagónicas a la nuestra, dificultaría
por varios años el desarrollo de la acción socialista en la provincia" (LV, 15-3-27).

La Vanguardia tardó casi una semana en dar a conocer el duro comunicado de la


Federación provincial y, cuando lo hizo, lo acornpañó de un artículo en respuesta. El
mismo comenzaba señalando que era "grato" que el documento crítico comenzara
reconociendo la facultad de los legisladores para resolver, sin consulta previa,
cuestiones relacionadas con la labor parlamentaria. A continuación el diario
socialista explicaba que los legisladores nunca habían entendido tal autonomla en el
sentido de ignorar la opinión de las Secciones provinciales del Partido,
ejemplificando tal posición en la consulta que habían hecho a la Federación
Provincial en 1925, en ocasión de un anterior pedido de intervención. Pero, se
recordaba, aquel pedido obedecía a "a fines políticos estrechos" y a "pretextos
constitucionales mezquinos", como la proporción entre juzgados de paz y distritos
electorales o la presencia de Di.putados suplentes. Si ahora, se explicaba, no había
habido consulta era porque "los legisladores socialistas tienen tan clara y firme
convicción sobre el asunto, que para ellos 'no será necesario consultar". El artículo
reconocía que los socialistas bonaerenses habían luchado contra el juego pero,
devolviendo la crítica, sostenía que los Diputados provinciales habían omitido el
argumento decisivo: "amenazar en la legislatura con la intervención, y anunciar que
ellos mismos habrían de solicitarla, en caso de aprobrse la infame ley". El diario
socialista aseguraba que tal planteo podría haberse realizado sin "previa consulta" al
Grupo Parlamentario Nacional y que éste seguramente habría dado su aval en el
Congreso pero, especulaba La Vanguardia, probablemente no• habría sido necesario•
llegar al Parlamento nacional ya que la simple amenaza en la Legislatura habría
librado a la provincia de las "ruletas 'legales". La última consideración del diario
socialista se orientaba a responder las argumentaciones sobre la ventaja que
obtendrían los sectores anti-yrigoyenistas, al afirmar:
"Y si en el largo y rudo batallar cóntra el privilegio, contra la barbarie, la corrupción
y el despotismo, podemos ocasionalmente apoyarnos en la disensión de las facciones
564

oligárquicas, en Buenos Aires, en Córdoba, en Cuyo, en Santa Fe, en Tucumán, no


dejemos de hacerlo." (LV, 15-3-27).

En los días siguientes La Vanguardia dedicó buena parte de sus energías a defender
la posición del Grupo Parlamentario Nacional. Entre el 16 y el 17 publicó dos cartas
en las que Adolfo Dickinann y Jacinto Oddone, quienes años antes habían presentado
a la legislatura provincial un proyecto fijando la patente a ruletas y casinos,
explicaban su cambio de posición corno el resultado de un aprendizaje y justificaban
la necesidad de la intervención. (LV, 16-3-27; LV, 17-3-27). Al mismo tiempo, el
diario socialista daba a conocer las resoluciones de Centros, como el de San Antonio
de Areco, que no sólo avalaban el pedido de intervención sino que pedían a la
Federación Socialista Bonaerense que le diera su apoyo (LV, 16327)463.
• Mientras los socialistas discutían acerca. de la propuesta de intervención, los
yrigoyenistas comenzaban a dudar de la conveniencia de mantener una legislación
que podría costarles su bastión electoral. El 18 de marzo el bloque radical de la
Legislatura bonaerense comenzó a rever la "Ley de Casinos" aprobada sólo un mes
antes. La Épóca intentaba desestimar que el cambio de posición obedeciera a algún
cálculo político y lo explicaba por el reconocimiento de que la medida era contraria
al "sentimiento público" y, sobre todo, porque su sanción había herido "la ética
sustentada por la Unión Cívica Radical a lo largo de su historia". El diario radical
señalaba, buscando explicar la posición adoptada preyiamente, que en otros países la
explotación de Casinos había sido objeto de oficialízación y fuente de recursos para
el Estado, pero agregaba, para señalar la necesidad de la derogación, que ello era
extraño a "nuestro medio y a la psicología del pueblo que no ve en él sino un medio
de perversión moral que ha de combatirse por la ley" (La Época, 18-3-27).
Finalmente, el Senado provincial aprobó una minuta pidiendo al Ejecutivo provincial
que, una vez terminada la temporada de verano, se retiraran las patentes a los
Casinos. La Época presentó tal medida no sólo corno algo libre de presiones y de

463
Al día siguiente La Vanguardia también publicaba una larga carta en la que el dirigente socialista
de Avellaneda, Alejandro Barrios, argumentaba a favor de la intervención. Para hacerlc abordaba "la
plaga del juego" en clave política antes que moral, sefialando que las oligarquías que habían perdido
un instrumento con el fin del voto venal habían encontrado un reemplazo en el apoyo de "la enorme
cantidad de empleados públicos y la plaga de tahures de toda categoría". Ante ello, planteaba, la
intervención era una "medida de saneamiento"; y concluía: "Si se aprobara el proyecto y no fueran
desvirtuados sus altos propósitos por el congreso al ser tratado, el pueblo de la provincia de Buenos
Aires entraría en un nuevo período de prosperidad, y el caudillismo insolente, atrincherado por la
gente que vive al margen de la ley, recibiría un duro golpe." (LV, 18-3-27)
565

toda negociación, sino corno la realización misma de la ática radical. En tono


grandilocuente, afinnaba:
"El juego es un aspecto negativo de la razón social y actúa como factor disolutivo
sobre sus reglas, costumbres y propósitos, de tal manera que implican.
demóstraciones evidentes de una ausencia de concepto o de extravíos perniciosos.
Las grandes reconstrucciones morales se han labrado en la integración totalizante de
los valores morales. Es así que la UCR realizó la nueva formación ática argentina,
purificando con las austeridades de sus principios, la severidad de sus reglas, la
intransigencia de sus ideales, la profunda descomposición que otrora reinara en la
República. Creó una formación histórica con otra justicia, y con otros ideales, y el
Estado se hizo por su influjo, verdadero intérprete de un ordenamiento jurídico que
estaba latente dentro de los fines y anhelos de la voluntad popular. No es, pues, la
UCR quien puede hacer estímulo del juego, pues lo siente extraño a su idealidad
doctrinaria y ática, y ajena a sus concepciones de renovación integral." (La Epoca,
19-3-27).

Pero los socialistas no se daban por satisfechos con el retroceso radical. La


Vanguardia sostenía que la minuta del Senado, que en lugar de derogar la "Ley de
Casinos" se limitaba a pedir al Ejecutivo que retirara la autorización a las ruletas, era
"una torpe y floja simulación". Y concluía: "Es necesario que sea abrogada por la
legislatura la infame ley" (LV, 2 1-3-27
Ese señalamiento, que fijaba las condiciones que podían satisfacer al PS, dejaba ver
cierta satisfacción de los socialistas por la relevancia y el poder nacidos de la
iniciativa. Ese nuevo sentimiento era puesto de manifiesto también por un Editorial
de La Vanguardia que afirmaba que aquéllos que dudaban de "la eficacia política del
socialismo" debían presenciar cómo habían obligado "al gobierno bonaerense "a
volver sobre sus pasos". Pero el diario socialista también buscaba responder a otros
"agoreros", aquéllos que planteaban que el PS vivía "una grave crisis interna", la que
se había manifestado en el rechazo de los legisladores provinciales al pedido de
intervención. Ante ello contestaba que la diferencia entre legisladores nacionales y
provinciales era sólo "de fonna, o de procedimiento" y que cuando la intervención
hiciera necesaria la lucha por mejorar la situación en la Provincia la colaboración
sería estrecha. Sin, embargo, y dejando ver que el conflicto era profundo, apelaba a,
la instancia final con la que la conducción nacional había superado varios desafios:
"Y si uno y otros hubieran errado respecto a los medios de conseguir el objetivo
común, los centros, los congresos, o el voto general del Partido dirán, en caso
necesario, su última palabra, que todos acataríamos, sirviándonos de lección y guía
para el porvenir" (LV, 22-3-27).
566

El voto general fue el instrumento al que apelaron también los socialistas


bonaerenses para intentar reforzar su posición. El 29 de marzo, una vez concluidos
los comicios seccionales 464 que habían ocupado buena parte de las energías del
Partido465 la conducción de la Federación Socialista Bonaerense reafirmó su
,

disidencia convocando a a los socialistas bonaerenses a responder si debía


intervenirse la Provincia, tal como lo proyectaba el Grupo Parlamentario Nacional
(LV, 14-4-27). Tal convocatoria mereció la respuesta del Secretario General interino
del PS, Jacinto Oddone, quien el 9 de abril envió a la conducción del socialismo
bonaerense una nota afirmando que la convocatoria al voto general de los afiliados
de la Provincia era "inconducente" debido a que las resoluciones de los
parlamentarios sólo podían ser revisadas por un Congreso o por el voto general de
todos los afiliados del partido (LV, 14-4-27). Sin embargo, la conducción de la
Federación Socialista Bonaerense mantuvo la convocatoria, aunque reconociendo
que la misma no tenía la potestad de cambiar las posiciones del Grupo Parlamentario
Nacional, y reafirmó el argumento que sostenía que el pedido de intervención dañaría
gravemente y por muchos años el desarrollo del socialismo en la Provincia (LV, 14-
4-27).

" El 27 de marzo se realizarían elecciones en varias secciones de la provincia de Buenos Aires. Días
antes La Vanguardia pretendía colocar en el centro de la campaña la cuestión del juego y preguntaba
si los candidatos de las facciones "legisladores tahures" se atreverían a declarar su propósito de
proteger la difusión de los juegos de azar. Pero el diario socialista, no pudiendo dejar de reconocer que
la cuestión éra problemática dentro de las propias filas del PS, recordaba a los "compañeros de
provincia" que ellos mismos habían dicho que no eran mercaderes sino labriegos que abrían el surco
"con una optimista canción en los labios y no con el gesto calculador del avaro que sólo espera
ganancias inmediatas". Por ello el Editorial insistía en que sufragar por los candidatos socialistas no
sólo era apoyar a candidatos elegidos democráticamente y dotados de un programa, sino que además
en esa ocasión debía darse a los votos "el carácter de un plebiscito contra los partidos que hacen del
vicio, de la plaga del juego, un recurso financiero para la caja electoral" (LV, 24-3-27)
465
Una cuestión que en esos días ocupaba la atención de los socialistas era la reunión de la "Liga de
los Gobernadores" en la cual los dirigentes conservadores del Interior del país decidían no presentar
fórmula propia y apoyar a los candidatos "antipersonalistas" (LV, 9-4-27). La decisión sería
duramente criticada por los socialistas que subrayarían con ironía que los que decían querer librar al
país de la corrupción y demagogia irigoyenista acogerían con los brazos abiertos no sólo a los
corruptos conservadores, sino también al lencinismo que acaba de asaltar las urnas en Mendoza para
evitar un escrutinio desfavorable. (LV, 14.4-27).
Otro tema que agitaba las aguas socialistas era el del conflicto surgido a partir del rechazo de la
Federación Gráfica Bonaerense a aceptar la invitación del Departamento Nacional del Trabajo para
enviar delegados a la siguiente reunión de la Organización Internacional del Trabajo. La decisión sería
cuestionada por el Diputado nacional y Secretario de la Federación Socialista de la Capital, González
Maseda, y defendida por el dirigente de la Federación Gráfica (LV, 3 1-3-27) y también Diputado
nacional, Joaquín Coca (LV, 2-4-27). González Maseda y Coca volverían a enfrentarse luego de la
escisión de los "independientes", sin embargo debe subrayarse que, por el momento, la conducción de
La Vanguardia parecía tomar partido por el primero afirmando que las denuncias en su contra, de las
que también había participado Coca, eran maniobras yrigoyenistas. (LV, 13-4-27)
567

La cuestión dividía las aguas del socialismo bonaerense. Así lo reconocía La


Vanguardia al publicar en primera página las declaraciones a favor -era el caso de
los Centros de Mar del Plata, Ciudadela, Remedios de Escalada y Azúl- y en contra -
era el caso de los Centros de Necochea, Chascomús, Juárez- de la iniciativa del
Grupo Parlamentario Nacional (LV, 18-4-27). La disputa hizo que el CE del PS diera:
a conocer un largo Manifiesto que comenzaba subrayando que la cuestión de la
intervención había dado lugar a actitudes que la conducción no podía dejar pasar sin
dirigir "a los ciudadanos que forman el Partido, una palabra de esclarecimiento, y a
los órganos centrales del Partido en la Provincia, una palabra de advertencia". El
texto explicaba que el CE reconocía "los fundamentos, la autoridad y la oportunidad"
de la resolución del Grupo Parlamentario Nacional y que deploraba que la Junta de la
Federación y el grupo legislativo socialista de la Provincia hubieran hecho "una
cuestión de etiqueta y cortesía de un grave asunto de salud moral y fisica del
pueblo": Luego de explicar los causales del pedido de intervención, marcando la
diferencia con los motivos que habían llevado a rechazarla en 1925, el CE
descartaba, por infundados, los temores acerca de un posible retroceso del PS en la
provincia como consecuencia de la intervención. Así explicaba que como ésta
respondía a fines superiores y se llevaba a cabo gracias al voto de los Diputados
nacionales socialistas, acrecentaría la importancia de la acción socialista en la
provincia de Buenos Aires y en la República entera. Sin embargo, esa rotunda
demostración de confianza era inmediatamente relativizada y reemplazada por una
afirmación de pureza doctrinaria que no debía tranquilizar a los líderes dél
socialismo provincial. Así se preguntaba:
",Qué significaría la pérdida momentánea de alguna banca legislativa frente a la
posibilidad de imprimir un nuevo y buen sello socialista a la política de intervención
nacional en las provincias y de comprometer contra el juego, como institución
pública, el voto de hombres que hasta ahora han rendido culto al azar?" (LV, 20-4-
27).

Una similar despreocupación por los efectos políticos inmediatos, en nombre del
afianzamiento de los principios, manifestó una nueva carta en la que Alejandro
Barrios afirmaba que los socialistas no debían precuparse por los efectos que la
intervención podía tener sobre la siguiente lucha presidencial si, en cambio, podía
afectar "los intereses creados por el juego". Pero el dirigente de Avellaneda iba mis
allá sefialando que tampoco debía preocupar la pérdida temporaria de todos los
representantes socialistas en la legislatura provincial si con ello se conseguía arraigar
568

los principios socialistas. La respuesta a la conducción del socialismo bonaerense se


hacía explícita al señalar que el voto general al que ésta había convocado no era más
que un recurso desesperado que no tenía ninguna fuerza moral, porque se había.
realizado "bajo la presión de una campaña anti-intervencionista destinada a influir en.
el ánimo de los afiliados". (LV, 2 1-4-27).
La carta de Barrios suscitó la respuesta de Jerónimo Della Latta, quien afirmó que la
única presión que había existido era la de los "intervencionistas" 'quienes,
aprovechando su condición de Diputados nacionales, habían publicado numerosos
Editoriales y artículos en La Vanguardia. El comentario suscitó la inclusión,
inmediatamente a continuación, de una "Nota de la Dirección", donde quienes
dirigían el periódico señalaban que habían publicado, y también dejado de publicar,
numerosos artículos que sostenían ambas posiciones. Por otra parte, los redactores
del periódico afirmaban que, cualquiera fuera el resultado del voto general
convocado por la Federación Provincial, La Vanguardia no dejaría de opinar en "el
debatido asunto" ya que por convicción y por deber acompañ.aban al Grupo
Parlamentario Nacional y al Comité Ejecutivo. (LV, 22-4-27)
Mientras la discusión continuaba, el Grupo Parlamentario Nacional aprobaba el
proyecto de intervención a la provincia que había preparado Adolfo Dickmann (LV,
26-4-27). Al día siguiente La Vanguardia explicaba que la intervención, que había
sido votada por el Senado con otros móviles, sería un hecho gracias al voto 'de los
socialistas. . El diario socialista recordaba que la negativa de los legisladores
socialistas a servir "los planes de la política criolla" había detenido en una ocasión,.
previa la intervención, y se felicitaba de que "el voto socialista pueda decidir la
suerte de asuntos de importancia 'sometidos a la 'resolución del parlamento",
señalando que si eso ocurriera siempre los intereses del pueblo estarían a salvo de
cualquier desmán legislativo. El Editorial explicaba que la intervención iría a la
provincia no sólo a hacer cumplir la prohibición de los juegos de azar sino a
"constituir las municipalidades entregadas como rehenes en manos de instrumentos
de los caudillos locales". Pero la ampliación de los objetivos no concluía allí y, luego.
de señalar los manejos de la lotería en Mendoza, proclamaba que "el turno de Buenos
Aires" no sería .el único. (LV, 27-4-27).
La inminente propuesta de intervención profundizaba la ya profunda enemistad que
enfrentaba a scialistas e yrigoyenistas. Así lo dejaba ver el Editorial que La Época
dedicaba al acto con el que el PS conmemoraba el 1° de Mayo, donde explicaba que
569

"la secta" había salido a la calle llevando "sus rojas banderas (que) eran una bravata
contra el sentimiento patrio". A la tradicional crítica, de tono xenófobo, contra el
extranjerismo de los socialistas se unía, en esta ocasión, la denuncia del.
"contubernio" que los etilazaba con las fuerzas del "régimen"; era esta alianza, se
explicaba, la que había infundido a los sociálistas un coraje que no tenían y había
insuflado vida a sus fuerzas moribundas (La Época, 2-5-27). Un día más tarde, La
Época dedicaba otro Editorial a los socialistas y esta vez dejaba claro cuál era objeto
de ese "contubernio": la intervención a la Provincia de Buenos Aires. El diario
radical señalaba que, por su falta de fundamento, la medida propuesta no era legal ni
legítima sino que se trataba de un simple malón "ún malón brutal e irresponsable ¡un
malón encabezado por los directores socialistas!". La Época afirmaba que el de la
provincia de Buenos Aires era un gobierno irreprochable, de origen honradamente
popular, vida institúcio.nal ejempJar y probada capacidad gubernativa, y concluía:
"(...) contra un gobierno de esas características, contra un gobierno de tal origen (...)
contra una autonomía tan respetable, es que se intenta el malón capitaneado por la
camarilla sectaria y que pretende arrastrar tras de sí la sanción del Congreso y la
voluntad de la presidencia de la nación.(...') Veremos quien prevalece, silos torpes
rencores de la secta, a sueldo electoral del contubernio, o la voluntad sana, honrada y
libre del pueblo de la nación" (La Epoca, 3-5-24).

Por una vez los socialistas, y no los conservadores o los "antipersonalistas",


aparecían como el enemigo principal de los radicales. Así lo dejaba ver La Época al
dedicar sus Editoriales y la mayor parte de su primera plana a las consecuencias del
pedido de intervención plantead por "la secta". Estas eran, como analizaba el
Editorial del 6 de mayo, morales y políticas La Época, 6-5-27), pero también, como
se subrayaba al día siguiente, económicas. La perspectiva de una lucha enconada, se
explicaba, había hecho crecer el espíritu pesimista en los círculos comerciales y
financieros que, por tanto, planeaban dismininuir sus inversiones. El diario radical
encontraba comprensible que tales consecuencias fueran desdeñadas por quienes
conducían el "malón contra Buenos Aires" ya que, explicaba, "la secta, enemiga de
la prosperidad nacional" veía con júbilo cuanto podía dañar a dicha prosperidad.
Pero, concluía La Lpoca, no era tal la situación de la UCR ni de los gobiernos
surgidos de su seno, y por eso y no sólo por razones de civismo y de respeto a la
soberanía popular, se oponían "al salteamiento contubernista contra la provincia de
Buenos Aires" (La Época, 7-5-27).
570

Mientras tanto, en las filas socialistas comenzaban a surgir signos que dejaban ver
que podía dejarse de lado la propuesta de intervención. A. un artículo comentando el
mensaje de apertura de las sesiones legislativas por parte dél Gobernador Vergara,
que concluía señalando que se esperaba que la intervención no tardara (LV, 6-5-27),
lo seguía, sólo un día después un Editorial que explicaba qué debían hacer los.
yrigoyenistas, que tanto temían la intervención, para evitarla (LV, 7-5-27). El texto,
luego de condenar los calificativos que La Época dedicaba a los socialistas,
planteaba que lo que debía hacerse era tornar çn cuenta los motivos del pedido de
intervención. Abriendo una puerta a una posible salida política a la situación,
declaraba:
"Ya hemos dicho que si no. es derogadá inmediatamente la ley de patentes a los
casinos ( ... ), la intervención habrá de producirse indefectiblemente, en cuanto de
nuestros parlamentarios dependa. ( ... ) El remedio de tanta desgracia que tanto parece
temer el yrigoyenismo está en las manos del gobierno y de la legislatura de la
provincia" (LV, 7-5-27).

Esa salida política pareció reforzarse cuando, una semana más tarde el yrigoyenismo,
que al mismo tiempo estaba movilizando a sus partidaris en contra del pedido de
intervención, propusiera la municipalización de los hipódromos de la provincia (La
Época, 14-5-27). Los socialistas reconocieron en la iniciativa uno de los "primeros
frutos" de la propia campaña contra los juegos de azar (LV, 15-5-27), pero
rechazaron la propuesta considerando que lo que debía hacerse con los hipódromos
era cerrarlos, y que los radicales transformaban lo que debía ser "un combate a
muerte contra el vicio" en "una guerrilla contra el Jockey Club". (LV, 17-5-27).
Pero las fuerzas que hacían imperativo un acuerdo no sólo operaban en las filas
radicales sino también en las socialistas, agitadas por la dura oposición planteada por
la conducción provincial. El 18 de mayo los miembros del grupo legislativo
provincial presentaban la renuncia a sus bancas argumentando que, en desacuerdo
con la propuesta de intervención, habían planteado un voto general en el que los
afiliados de la Provincia habían desautorizado su posición y que por eso renunciaban
(LV, 19-5-27). La decisióñ motivó una nota de la redacción de La Vanguardia
deplorando la actitud y el CE del Partido pidió que las renuncias fueran retiradas
(LV, 19-5-27). .
El mismo 18 de mayo la legislatura provincial comenzó a tratar un proyecto que,
ahora sí, proponía la derogación de la Ley de Casinos y la supresión de los
hipódromos (LV, 19-5-27). Mientras se trataban los proyectos, radicales y socialistas
571

continuaban su agitación callejera: los primeros se movilizaron en La Plata y en


Capital para oponerse el "atroz atentado contra Buenos Aires" (La Época, 20-5-27) y
el PS también redobló su campaña, y convocó a un mitin contra el juego y en apoyó
al pedido de intervención, que tuvo lugar el día 27 (LV, 28-5-27). Al día siguiente,
cuando los socialistas aún celebraban la gran concurrencia que había tenido la
reunión, la Legislatura bonaerense sancionó una ley prohibiendo la venta de loterías,
el funcionamiento de hipódromos y toda forma de apuestas en el territorio provincial:
La propuesta había sido cuestionada por conservadores y provincialistas, pero al ser
apoyada por el voto de los yrigoyenistas, que eran mayoría, y los socialistas, que para
la ocasión suspendieron la presentación de sus renuncias, fue aprobada (LV, 29-5-
27).
El cambio de posición de los yrigoyenistas mereció diferentes interpretaciones.
Mientras La Época explicaba el apoyo a la nueva legislación como el resultado del
"influjo de la idealidad permanente de la Unión Cívica Radical" y desmentía que la
misma obedeciera a la presión socialista (LE, 29-5-27). La Vangucirdia, en tanto, no
creía que la sanción obedeciera a hondas convicciones de los yrigoyenistas y
declaraba:
"La convulsiva decisión del radicalismo no es fruto de arrepentimiento sincero, ni el
resultado de milagrosa regeneración interna; es la resolución que dicta el miedo de
perder las posiciones políticas y los intereses creados en una década de gobierno,
ante la amenaza de intervención federal" (LV, 30-5-27).

Pero el diario socialista argumentaba que el hecho de que la nueva legislación


surgiera del cálculo oportunista de los radicales no disminuía su valor; por el
contrario, consideraba que el hecho mostraba al pueblo tanto el valor de las
decisiones socialistas como la influencia del PS en la política nacional. Por otro lado,
subrayaba que tan importante como observar la inocencia con que los yrigoyenistas
fingían ignorar que eran los autores de la legislación que derogaban, era el tener en
cuenta la .reacción de algunos que, persiguiendo sus propios fines, habían apoyado el
pedido de intervención a la Provincia. La Vanguardia citaba al respecto el ejemplo
del diario La Razón, órgano asociado al "antipersonalismo" y fervoroso partidario de
la intervención, quien ante la ley prohibiendo el juego había protestado en nombre de
la "libertad de prensa." Separándose de quienes habían apoyado al PS en la disputa
con el gobierno provincial, el diario socialista desdibujaba la cuestión misma de la
intervención al concluir que la tarea de la hora era asegurar en el Parlamento
572

Nacional la sanción de los proyectos suprimiendo las carreras y la lotería. (LV, 30-5-
27).
En el último día del mes de mayo el proyecto de intervención a la Provincia de
Buenos Aires pasaba a ser cosa del pasado. Esa mañana se reunió el Grupo
Parlamentario Socialista para deliberar acerca de si "después de los• hechos
producidos en la legislatura de Buenos Aires" subsistían lós motivos que habían
llevado a proyectar tal intervención. Los Diputados Belisle, Tolosa, Pena, Repetto,
Coca, Castellanos, Pérez Leirós, Ernesto y Adolfo Dickmann, Remedi, Carballo y
Oddone, y los Senadores Justo y Bravo, votaron por la negativa, en tanto los
Diputados González Iramain, Muzio, De Andréis, Spinetto, De Tomaso y Bunge, lo
hicieron por la afirmativa. (LV, 1-6-27).
Dos días más tarde, el.Grupo Socialista Parlamentario hizo público un manifiesto en
el que explicaba "al pueblo" que el proyecto de intervención a lá Provincia de
Buenos Aires había dado "los mejores frutos que de él debían esperarse" y que por
ello no era necesario mantenerlo. Los parlamentarios socialistas argumentaban que al
desistir de la intervención el PS mostraba que actuaba "por impulso propio" 466 , y
concluía:
"Si el partido obrero auna su esfuerzo alguna vez al de alguna otra entidad política
será previo reconocimiento público de los propósitos comunes inmediatos. El PS
trabaja en bien del pueblo productor pensando alto, hablando claro y haciendo
valorar sus palabras. Mientras no consiga acallar las vanas rencillas de la política
criolla, se valdrá de ellas, siempre que pueda, en bien del pueblo y del progreso
político y social de la república." (LV, 3-6-27).

El retiro de la propuesta de intervención fue saludado por los yrigoyenistas 467


quienes afirmaban que el "desistimiento" había producido "un sentimiento de
patriótico alivio y profunda satisfacción" y aún un "júbilo nacional" La Época, 1-6-
27). Pero, previsiblemente, el cambio de posición fue duramente fustigado por

466
Puede aventurarse que en ese "impulso propio" había tenido un papel la fuerte resistencia que la
propuesta de intervención había generado en el socialismo bonaerense. La derogación de las leyes por
parte de los yrigoyenistas parecía abrir una puerta para que la conducción partidaria retirara un
proyecto que amenazaba dividir al partido. En esta ocasión, las previsiones se mostrarían erradas y el
gesto defensivo terminaría con una escisión, pero sería la de quienes deseaban continuar con la
medida.
467
Pronto corrió el rumor de que el "desistimiento" de la propuesta de intervención había sido
negociado en una reunión que Justo había tenido con Yrigóyen en la Avenida Costanera. La especie
fue confirmada años después por el dirigente radical Silvano Santander (Archivo de Historia Oral,
ITDT, Caja 2/4: 5 y 6), pero desmentida por los socialistas Américo Ghioldi (Archivo de Historia
Oral, ITDT, Caja 2/9: 12-13) y Francisco Pérez Leirós (Archivo de Historia Oral, ITDT, Caja 3/12: 7-
10).
573

quienes en días pasados habían apoyado la iniciativa socialista, en particular por la


gran prensa. Ya el 2 de junio La Vanguardia se burlaba de la "campaña
'democrática" que emprendía La Razón, diario que, se explicaba, llegaba a afirmar
que todos los éxitos legislativos obtenidos por los socialistas obedecían al apoyo
desinteresado de los "antipersonalistas" (LV, 2-6-27). Dos días más tarde, el blanco
de la crítica era el diario La Nación, del que señalaba que había criticado al PS por
presentar la propuesta de intervención y luego, contradictoriamente, volvía a
criticarlo pero por retirarla (LV, 4-6-27). El diario socialista señalaba que las críticas
de "la prensa ligada al juego y a la política criolla" constituían la mejor prueba de
• que la acción de sus parlamentarios había llevado al triunfo. Como ejemplo La
Vanguardia citaba a La Prensa, al que consideraba un periódico "que no ha
advertido aún la diferencia entre un diario de principios y las empresas de noticias,
cuando no de negocios" pero que no se privaba de hablar de "sectarismo" y de citar a
los socialistas europeos para probar la estrechez del PS argentino. En respuesta a tal
argumento La Vanguardia publicaba un largo extracto de las resoluciones del último
Congreso del Partido Socialista francés, las que concluían:
"Puede ocurrir que el deseo de realizar la misma reforma, la aspiración de que se
tome la misma medida en defensa de las libertades democráticas, hagan juntar por un
instante, y en conjunciones políticas estrechamente limitadas, a algunos hombres del
partido radical con los del PS. No cometamos la torpeza de lamentarlo, porque no
tenemos el derecho de privarnos de las ventajas que puedan resultar para el progreso
de las ideas socialistas, de las divisiones y desacuerdos de las clases dominantes.
Pero no debemos olvidar jamás el carácter accidental de estas coincidencias y la
naturaleza precaria de los acuerdos que podrían resultar ( ... ) Tanto en sus relaciones
con los comunistas como con los radicales, el PS no tiene, pues, más que seguir la
vía directa que lleva de la autoridad de sus principios, a la plena y compacta
autonomía de su acción." (LV, 8-6-27).

Pero las críticas al retiro de la propuesta de intervención no sólo provenían de fuera


del partido. A mediados de junio comenzarían a dejarse oír las voces de los
opositores internos, entre los que se encontraban muchos legisladores y dirigentes
partidarios. Poco tiempo después, y en medio de durísim.as acusaciones, los
"disidentes" abandonarían las filas del PS provocándole no sólo una gran sangría
sino la más dura derrota política de su historia.

El gran csina: nace el Partido Socialista Independiente.


574

La disputa que enfrentaba a la vieja conducción socialista encabezada por Justo con
el núcleo encabezado por Antonio de Tomaso era de larga data. Luego del conflicto
por las "incompatibilidades" al que ya hemos hecho referencia, la polémica se había
instalado a partir del casamiento de Federico Pinedo 468 el que fue objetado no sólo
por su carácter religioso sino por ser "fastuoso y mundano". Pinedo fue expulsado de
su Centro y debió renunciar a la Junta de la Federación Socialista de la Capital
Federal. Un año más tarde, en el V° Congreso Extraordinario que tuvo lugar en
Córdoba en enero de 1925, su credencial fue objetada en razón de aquel matrimonio,
pero, luego de la defensa que de él hizo Augusto Bunge fue aceptada, y Pinedo pudo
participar del Congreso que, no sin polémicas, modificó el "Programa mínimo" del
PS. Los choques se repitieron antes del XVIII° Congreso Ordinario del PS, que tuvo
lugar en octubre de 1925, momento en que Joaquín Coca, que acusaba a de Tomaso y.
a quienes a él respondían de hacer una política favorable al alvearismo, propuso que,
en la Memoria presentada por el Grupo Parlamentario se diera cuenta de cómo
habían votado los legisladores socialistas en las Cámaras. Pero el Grupo rechazó la
propuesta y aprobó otra planteada por de Tomaso, que limitaba el informe a los
proyectos de ley presentados en la Cámara y en las Comisiones por los legisladores
socialistas.
Sin embargo, el Congreso aprobó una medida que decidió el triunfo de los viejos
dirigentes del PS -y de sus aliados, los "diputados obreros" Coca, Pena y Pérez
Leirós-, sobre el sector encabezado por de Tomaso. A moción de Adolfo Dickmann y
de Rufino Inda, el Congreso apoyó una propuesta que planteaba que en el plazo de
seis meses el CE sometería a la discusión y el voto general del Partido, "la reforma
de los estatutos que establezca el voto directo de los afiliados en la designación de
todos sus organismos directivos" (A. Dickmanri, 1936). El 1° de junio se convocó a
los Centros a proponer candidatos para el nuevo CE y la Comisión de Prensa, los que
serían sometidos al voto general (LV, 1-6-26). En medio de una polémica sobre el
accionar del CE en funciones, en el que los partidarios de de Tomaso tenían mayoría,
se produjo el voto general que nombró a una nueva conducción. La misma dio un

468
Pinedo había sido uno de los principales apoyos de de Tomaso durante el conflicto de las
"incompatibilidades". De hecho, años después, uno de los principales contradictóres de Pinedo,
Joaquín Coca, argumentaría que el excesivo boato del casamiento de Pinedo obedecía a una maniobra
de la "camarilla" de los abogados, orientada a que Pinedo sirviera de "pararrayos" y atrajera sobre si
las descargas que se dirigían a de Tomaso; citaba como prueba el hecho de que el pedido de expulsión
hubiera sido presentado por Rolando Riviére, también allegado a de Tomaso. (Coca, 1931).
575

triunfo absoluto a los "viejos" -fueron electos Justo, Repetto, Enrique y Adolfo
Dickmann y Mario Bravo-, y a sus aliados "obreros" como Oddone y Pérez Leirós,
en tanto de entre los seguidores de de Tomaso sólo fueron electos Muzio, González
iramain, Manacorda y Zaccagrtini (LV, 25-8-26). Pero el triunfo más rotundo se
produjo en la votación para la estratégica Comisión de Prensa, que decidía la
Dirección de La Vanguardia, para la que fueron electos Justo, Repello, Bravo,
Enrique Dickmann y Américo Ghioldi, en tanto el grupo ligado a de Tomaso sólo
logró incorporar a Roberto Giusti. (LV, 26-8-26). El viejo núcleo organizado en
torno a Justo recuperó el control de las estructuras de decisión del PS. Pero no tenía
pleno predominio en el Grupo Parlamentario Socialista, y ése fue el escenario de la
próxima y decisiva disputa.
El desencadenante final de la ruptura fue el envío, por parte del Diputado socialista
Raúl Carballo quien había votado por el desistimiento de la intervención a la
Provincia de Buenos Aires, de una carta cuestionando el manifiesto donde el Grupo
Parlamentario Socialista justificaba tal política. La carta había sido rechazada por la
redacción de La Vanguardia, por lo que Carballo la había publicado en Crítica.
En su texto el Diputado recordaba que desde el principio había estado en contra de la
decisión de proponer la intervención a Buenos Aires, y explicó que ése había sido el
motivo por el que, cuando el Grupo Parlamentario declaró "no subsistentes las causas
de la intervención", había votado a favor de tal resolución. Pero a continuación
agregó que no creía en la efectividad de la "táctica" adoptada y la consideraba
contraproducente, tanto para el PS como para el bienestar general. Su planteo se
basaba en la desconfianza con respecto al compromiso asumido por los yrigoyenistas
al derogar las leyes del juego, afirmando que no podía creer que quienes han
prometido cumplir pudieran hacerlo "a menos que no sueñen con la dictadura".
Carballo consideraba que contentarse con "el tapa rabo" de la ley era "pobre e
infantil" y que el triunfo obtenido por ,el PS era simplemente "táctico", ya que
influiría en las esferas políticas, no podía saberse en qué sentido. La carta, volviendo
al cuestionamiento del actuar puramente táctico de la conducción del PS, concluía:
) hago votos para que los 'tácticos políticos' de mi Partido se transformen en
"( ...

'técnicos de la política'. Que técnica hace, falta en el Parlamento y en la


administración para que pueda ser un hecho el triunfo del proletariado que le
corresponde por la fundamental ley de la democracia que es la mayoría." (Crítica, 5-
6-27).
576

Más allá de los contenidos, la práctica de publicar críticas a la política del PS en


medios distintos a La Vanguardia era tradicionalmente rechazada por los socialistas,
y fue repudiada por los otros integrantes del Grupo Parlamentario. Sin embargo,
éstos se dividieron en torno a quién debía aplicar las sanciones: mientras nueve
miembros del Grupo apoyaron la moción formulada por Repetto que excluía a
Carballo de su seno, otros nueve adhirieron a la de Bunge que remitía la cuestión al
siguiente Congreso partidario (LV, 9-6-27). La situación estaba empatada 469 .

El 14 Carballo enviaba una nueva carta a La Vanguardia en la que planteaba duros


cargos contra la conducción partidaria:
"Los mismos hombres que fueron mayoría en el núcleo que votó y luego retiró la
intervención a Buenos Aires ( ... ) son los mismos hombres que constituyen la
mayoría del núcleo que vota que se someta mi reni.incia al voto general aconsejando
su aceptación y, finalmente, son los mismos hombres que forman mayoría en el
núcleo que dirige nuestro órgano oficial que ha de dar publicidad a la discusión que
sobre mi actitud puede suscitarse." (La Prensa, 15-6-27).

Carballo calificaba a "esos hombres" como "tácticos políticos" y señalaba que


buscaban que la batalla se definiera en el terreno de las "formas" que había adoptado
su actitud. El "disidente" consideraba que la primera batalla se había librado en las
páginas de La Vanguardia al publicar el periódico socialista "la consabida nota a que
• ya nos tiene acostumbrados, epilogando toda manifestación que no es de su agrado".
En ese caso, subrayaba el Diputado Belisle, se trataba de su carta-renuncia sobre la
que, lamentaba, los redactores del periódico .no habían dejado reflexionar a los
lectores siquiera por un día. (La Prensa, 15-6-27). La nueva carta de Carballo no fue
publicada inmediatamente por La Vanguardia y por ese motivo su autor la envió• a
La Prensa. Esta decisión terminó de sellar su situación, ya que el Grupo
Parlamentario Socialista decidió por unanimidad -aunque con la ausencia de los
Diputados de Tom.aso, González Iramain, Remedi, Muzio y Revol- que Carballo se
hallaba "inhabilitado moralmente para seguir ocupando una banca parlamentaria en
representación del Partido Socialista." (LV, 16-6-27).
Dos días más tarde La Vanguardia sostenía que Carballo estaba empeñado "en una
campaña derrotista inconcebible" para un socialista, agregando qúe utilizaba para
ello "los órganos de publicidad de todas las categorías y tendencias". El artículo

4.69
Al día siguiente La Vanguardia informaba que Enrique Dickmann, quien no había concurrido a la
reunión por tener un familiar enfermo, se había comunicado telefónicamente con Repetto y le había
informado del apoyo a su moción (LV, 10-6-27). Cuatro días más tarde La Vanguardia publicaba una
carta en la que Ricardo Belisle informaba de su apoyo a la "moción Bunge" (LV, 14-6-27).
577

hacía referencia a un "suelto" en el que La Razón informaba que Carballo publicaría


una serie de cartas "en las que haría el examen y proceso a fondo de la entidad
política a que está afiliado" (LV, 18-6-27). Ese mismo día La Razón publicaba uñ
artículo en el que, retomando los argumentos de Carballo acerca de la dictadura que
la conducción del PS ejercía sobre las noticias de La Vanguardia, afirmaba que el
periódico socialista "nunca fue órgano del Partido, sino vehículo incondicional y
apoyo servil de los propósitos de los jefes supremos del socialismo" (La Razón,. 18-
6-27). Al día siguiente La Vanguardia dedicó un comentario irónico respecto de
consejos "desinteresados" que daba La Razón al PS, señalando que era llamativo que
hablara de autonomía un. periódico que defendía incondicionalmente los intereses de
sectores armamentistas y que ni siquiera había renegado de "sus antecedentes
fascistas". (LV, 19-6-27). EJ diario socialista también comentaba los "consejos" que
daba La Prensa, órgano que instaba a los socialistas a no temer al debate público de
principios y procedimientos, y respondía que en el PS había "posibilidad de expresar
todas las opiniones encaminadas a perfeccionar los principios o mejorar los
procedimientos" pero, agregaba, la libertad de opinar debía ser ejercitada "en
oportunidad y lugar, y de acuerdo a las normas estatutarias". Al respecto el diario
socialista subrayaba las discusiones permanentes de las "doscientas cincuenta
agrupaciones socialistas" así como las oportunidades de debate que brindaban "los
congresos locales de las federaciones y los congresos generales del partido" (LV, 19-
6-27). El planteo parecía ser no sólo una respuesta a las críticas externas, sino una
invitación a los miembros del PS para que moderaran el conflicto hasta el Congreso
partidario que debía realizarse en agosto. Sin embargo, el PS no llegaría unido a tal
instancia y sería un Congreso local, el de la estratégica Federación Socialista de la
Capital Federal, el que terminaría de dividir las aguas.
La polémica se inició cuando el delegado Jacinto Boix afirmó que la Junta de la
Federación había realizado una tarea que estaba "muy por debajo de las necesidades
del Partido" lo que se había puesto de manifiesto en la derrota del PS en los
anteriores comicios comunales. Pero la polémica no obedecía solamente a cuestiónes
locales, y así lo hizo saber Boix al señalar, refiriéndose específicamente al "asunto
Carballo", que Ja Junta no había cumplido con su deber de mantener la concordia.
Las palabras de Boix merecieron la respuesta de Joaquín Coca, miembro de la Junta,
quien afirmó que la anterior conducción, en la que Boix había tomado parte,
intentaba sabotear la acción desarrollada por la rnteva, . agregando que algunos
578

dirigentes habían llegado a hablar de la división del PS. Finalmente el informe de la


Junta fue aprobado por 24 votos contra 16. Sin embargo, los rígidos alineamientos y
los fuertes cruces se sucedieron al discutirse la reforma de los estatutos de la
Federación y la cuestión disciplinaria, en la que debía decidirse la expulsión de
Moisés Kornblitt y Bernardo Sierra (LV, 27-6-27).
Los duros debates merecieron reseñas de La Nación, Crítica y El Diario quienes
vieron en ellos un sintoma de la inminente fractura del PS. Previsiblemente, tal
interpretación fue rechazada por La Vanguardia, que repitió el tópico tradicional que
afirmaba que "la prensa.burguesa" no era capaz de ver que los Congresos socialistas
eran vitales y una "escuela de la democracia" (LV, 29-6-27). Los comentarios de la
prensa también merecieron la respuesta del Congreso de la Federación Socialista de
la Capital Federal que, después de ún cuarto intermedio que había durado tres días,
retornó sus deliberaciones emitiendo un comunicado cuestionando "la información
falsa y tendenciosa" publicada por algunos periódicos, expresando que el Congreso
no se había levantado ninguna "voz de adhesión a la actitud del Diputado Carballo",
y enviando su apoyo y simpatía al Grupo Parlamentario y al CE por lo actuado en el
"asunto Carballo" (LV, 30-6-27).
Eh 0 de julio, La Nación publicó una dura nota en la que señalaba la existencia de un
profundo conflicto que amenazaba dividir al PS. El diario de los Mitre subrayaba que
el conflicto obedecía a motivos que no eran nuevos, y que se habían ido acentuando
durante años debido al:
predominio ostensible de un círculo que imprime a la actividad del socialismo
en nuestro país un rumbo que excluye la influencia normal de elementos de espíritu
más elástico y que por su temperamento se resisten a esa rígida jefatura" La Nación,
1-7-27).

A continuación se señalaba que los "viejos directores de la propaganda socialista" no


carecían de méritos, el principal era el de haber desenvuelto "una larga y fecunda
labor de divulgación, de organización y de enseñanza política, que ha sido útil a la
democracia argentina". Pero a este reconocimiento seguía la condena, y una
particularmente dura para los socialistas: La Nación afirmaba que el PS: estaba tan
afectado por la "política criolla" como las fuerzas que criticaba. Para probarlo
afrnnaba que en sus filas la lógica gravitación de las personas de talento había
superado lo razonable y se había vuelto "dictadura", una dictadura agravada por la
579

intolerancia de quienes se creían despojados de toda imperfección. (La Nación, 1-7-


27)
La Vanguardia respondió esa misma tarde que aunque ante el "periodismo
chantajista", representado por Crítica, no valía la pena ocuparse porque el pueblo
conócía "a esta cloaca máxima del peor periodismo argentino", y aunque desdeñaban
"la grosera intriga del diario ultraconservador y ultraclerical 'El Diario", las actitudes
de La Nación si merecían la atención y la condena de los socialistas. Se justificaba
• por haber sido ése un diario "sesudo y liberal" cuando estaba dirigido por "el masón
• grado 33 Bartolomé Mitre", y aún conservaba algo del prestigio de su condición de
"tribuna de doctrina", a pesar de que los "nietos indignos enajenaron a los peores
conservadores y a los más rabiosos clericales y que como función, accesoria,
pretende intrigar en el seno del Partido Socialista". Para deshacer esas intrigas, La
Vanguardia se encargaba de explicar lo actuado por el Grupo Parlamentario y el CE
del PS, y concluía:
"No se preocupe pues, 'La Nación', por la salud mental y moral del Partido
Socialista. Deje que los socialistas gobiernen su propia cása, y puede estar segura que
la gobiernan y la gobernarán bien." (LV, 1-7-27).

Pero la situación en el PS estaba lejos de la tranquilidad que quería trasuntar esta


respuesta. Ese mismo día El Diario publicaba un manifiesto sin firma titulado "El
Partido Socialista y la dictadura interna. A los compañeros afiliados" (El Diario, 1-7-
27). Al día siguiente Crítica publicaba el mismo documento, seguido de la firma de
diez Diputados -Bunge, de Tomaso, González Irarnain, Muzio, de Andreis, Tolosa,
Spinetto, Remedi, Revol y Belisle- y dos concejales socialistas -Manacorda y
González Maseda-. El duro documento comenzaba afirmando que lo que los movía a
dirigirse a los afiliados no era "la incidencia del Diputado Carballo en si misma",
sino algo más grave y más general que el procedimiento seguido para someterlo a
juicio político había puesto en evidencia. El documento cuestionaba las prácticas del
CE, del Grupo Parlamentario y de la Dirección de La Vanguardia, señalando que
habían conducido "la realización del voto general de un modo antidemocrático y con
un procedimiento de autocracia que no puede admitirse en silencio". A continuación,
se afirmaba:
"Educados y formados en las filas del Partido, sabemos perfectamente distinguir
entre disciplina democrática y dictadura, y entre consideración personal debida al •
valor de los militantes, y sometimiento." (C'rítica, 2-7-23).
580

La acusación se hacía explícita, y con ella se acuñaban algunos de los motes con los
que los "independientes" llamarían a quienes permanecían en el viejo PS. Se decía
que en el Partido imperaba una "dictadura ensoberbecida", ejercida por miembros
que acaparaban todos los cargos de dirección partidaria, y por eso se hablaría de
"dictatoriales". Por otro lado se afirmaba que quienes componían el núcleo directriz
estaban "unidos por lazos de familia" estructurados en torno de vínculos
matrimoniales470 , y con ello se comenzaba a forjar el calificativo de
"chertkovi anos" 47 '.
La respuesta de la conducción socialista no se hizo esperar. La Vanguardia, luego de
afirmar que el texto era tan "insólito" e "infame" que se resistía a creer que fuera
obra de algún afiliado socialista, agregó que había un segundo manifiesto "de tono
más infame aún" que había sido firmado por unos 350 afiliados (LV, 2-7-27). Al día
siguiente la Junta Ejecutiva de la Federación Socialista de la Capital Federal publicó
un documento que luego de desechar las referencias a la existencia de una
"dictadura" en el Partido y de desmentir los planteos de quienes afirmaban que en el
PS se cenaba el paso a los jóvenes, devolvía la pelota a los "protestantes". Así
afirmaba que quien había impuesto la práctica de no publicar notas injuriosas contra
la conducción de La Vanguardia había sido el propio de Tomaso, cuando su tarea
como Director del diario había sido cuestionada por los "terceristas". Siguiendo con
de Tomaso y otros abogados enfrentados a la conducción partidaria, el documento de
la Junta Ejecutiva recordaba que el único "agravio" que habían recibido algunos
afiliados había sido "la inclusión en el Estatuto del Partido, de las incompatibilidades
que les cercenan las 'libertades' de que se goza en las facciones de la política
burguesa". El documento señalaba que muchos de los disidentes eran personas que

470
En diciembre el PSI enviaría a Friedrich Adier, Secretario de la Internacional Obrera y Socialista,
una nota explicando el proceso que había derivado en el abandono del PS. En ella los "socialistas
independientes" explicarían, que no cuestionaban que los socialistas se vincularan por lazos de familia
sino que encontraban "gravísimo que todos los órganos directivos de la organización política de los
trabajadores estén en manos de un grupo familiar" (Libertad, 28-1-28)
' El calificativo hacía referencia a que tres de los principales dirigentes del PS, Justo, Repetto y
Adolfo Dickmann, estaban casados con las hermanas Mariana, Fenia y Adela Chertkofl
respectivamente (Rocca, 1998, 90). El lazo de Enrique Dickmann con el "clan", ya importante por su
condición de hermano de Adolfo, se vio reforzado cuando su hijo Emilio se casó con Aurora Justo,
hija de Juan B. Justo y Mariana Chertkfoff. (Rocca, 1998, 90). Debe señalarse que Antonio de
Tomaso, principal figura de los independientes que acuñaron el mote, también había pertenecido al
"clan chertkoviano", por haber estado casado con Victoria Gukovsky, hija de Fenia Chertkoff e
hijastra de Repetto. Sin embargo, el lazó se había roto a comienzos de los años '20, momento a partir
del cual de Tomaso y Repetto mantendrian una viva enemistad.
581

habían perdido sus "convicciones y sentimientos socialistas, si existieron alguna


vez", y concluía:
"De ello es prueba también los votos en contra del retiro del proyecto de intervención
a la provincia de Buenos Aires, cuando se removieron las causas que lo
fundamentaron, de los Diputados de Andréis, de Tomaso, Spinetto, Bunge González
Iramain y Muzio, quienes ahora vinculan toda su acción de disolución interna a las
maniobras desesperadas de las facciones de la política criolla que se mueven en la
sombra por la futura presidencia" (LV, 3-7-27),

Al día siguiente también la Junta Ejecutiva de la Federación Socialista Bonaerense


rechazaba las acusaciones de los disidentes. En primer lugar negaba qué el PS
estuvi era gobernado por una oligarquía, sefialando que las autoridades habían surgido
del voto general que representaba a los afiliados de toda la República. En segundo
lugar, la Federación Bonaerense volvía sobre el terna que la había afectado
directamente, y que había desatado la disputa: la cuestión de la intervención a la
provincia. Al respecto planteaba:
"El Partido Socialista no puede ni debe por medios arbitrarios y legales, asimilándose
a las facciones de la política criolla, pretender resolver el problema de la próxima
renovación presidencial, como, en definitiva, .se quiere hacerlo encubiertamente por
el grupo de adherentes que ejercen cargos representativos. Por ello, l.a intervención a
la Provincia, en que se insiste por parlamentarios firmantes de uno de los
documentos que nos ocupan, importaría transgredir la rectitud y honestidad de los
procedimientos democráticos que son la esencia de nuestro movimiento" (LV, 4-7-
27).

En tercer lugar, la Junta Bonaerense afirmaba que cualquier reclamo o cargo que
quisiera hacerse a las autoridades partidarias debía ser sustanciado en el Cngreso que
tendría lugar a mediados de agosto. (LV, 4-7-27).
Sin embargo, la situación se precipitaría: el PS no llegaría unido a ese momento y el
Congreso mismo debería postergarse. Ese mismo día el CE resolvía, por
unanimidad472 , " denunciar ante los afiliados" la actitud de los Diputados y concejales
que habían firmado el documento publicado en la prensa, por considerar que su
acción "como disolvente y destructiva de la organización y de la vida dei Partido".
Pero si en el caso de los legisladores la situación debía ser remitida a un voto general,
al que el CE convocó, en el caso de los afiliados que habían firmado el segundo y
más duro documento la conducción socialista, decidió la inmediata expulsión (LV, 5-

472
En realidad ese carácter unánime era producto de que tres de los "disidentes", González Iramain,
Manacorda y Muzio, habían renunciado al CE (LV, 2-7-27), en tanto la designación de González
Maseda en lugar de González Iramain había sido objetada por los miembros del Comité por considerar
al reemplazado corno "moralmente inhabilitado" para desempefiar el cargo (LV, 5-7-27)
582

7-27). Los Diputados "disidentes" intentaron protestar por estas resoluciones y


enviaron una nota a La Vanguardia pero ésta no fue recibida, por lo que decidieron
publicarla en otros medios (Libertad, 25-1-28). La nota cuestionaba nuevamente el
accionar del CE y de la redacción de La Vanguardia, pero daba el paso definitivo
hacia la ruptura al manifestarse en solidaridad con los afiliados expulsados y
"reclamar" para sí el mismo trato (La Nación, 6-7-28),
La ruptura era un hecho. El 6 de julio los Diputados de Tornaso, González Iramain,
Bunge, Spinetto, de Andreis, Revol, Belisie, Tolosa, Remedi y Muzio resolvieron
"sesionar independientemente del grupo parlamentario a que pertenecían hasta hoy, y
constituirse en grupo parlamentario aparte" (C'rílica, 7-7-27). La actitud fue
cuestionada por La Vanguardia que veía no tina ruptura con el viejo grupo
par!amentario sino con el Partido mismo. El diario socialista reconocía que "la•
realización de los planes divisionistas" no lo sorprendía señalando que días antes
Federico Pinedo ya había dicho que en el futuro le dolería ver como enemigos a
personas con las que habían tenido importantes puntos de contacto, y agregando que
otro dirigente había señalado que la sede del nuevo partido sería "el histórico local de
la calle Méjico 2070".
La separación era un hecho y comenzaba la disputa por los bienes. En previsión de
ello La Vanguardia afirmaba que sería el colmo "de la desvergüenza y el escándalo"
que los "disidentes" que abandonaban el PS pretendieran retener sus bancas. El
diario socialista recordaba que "algún órgano conservador" que, alegando que los
disidentes habían obtenido votos no sólo de los socialistas sino de muchos
independientes, los instaba a permanecer en las bancas. Y respondía explicando que
en todo el mundo la mayoría de los electores no estaba afiliada a los partidos, pero
que cuando algún legislador disentía con su partido y se retiraba de él solía renunciar
a su cargo por considerar que no le pertenecía. Y para probarlo La Vanguardia
apelaba a un ejemplo argentino y cercano: la renuncia que en 1915 haÑa presentado
Palacios, la que había mantenido incluso contra el voto en contrario de la Cámara y
de los propios Diputados del PS. El diario socialista instaba a "los campeones de la
democracia" a hacer honor a tal antecedente (LV, 7-7-27).
Al día siguiente el CE del PS hacía público un manifiesto que se dirigía no sólo a los
afiliados sino a "los ciudadanos de todo el país que siguen con simpatías el complejo
y vasto movimiento de ideas que el Partido encarna". El texto, inusualmente largo,
explicaba los procedimientos internos que regían en el Partido, y recordaba que el PS
583

era un partido de ideas y no de hombres, y que por ello había podido "salvar sin
entorpecimientos muy grandes" crisis agudas corno las generadas por la expulsión de
Palacios y por las rupturas de 1917 y 1921. Pero la conducción socialista reconocía
que si en el primer caso se había tratado de incapacidad de aceptar las reglas y en los
siguientes de "discordancias de propósitos", la situación que se estaba viviendo era
diferente: los legisladores "disidentes" que hablaban de "dictadura del CE", habían
sido electos por aceptar los estatutos partidarios, y los afiliados que habían publicadó
un "libelo" se ofrecían voluntariamente a la expulsión. Todo ello, se agregaba,
constituía una "publicidad organizada" con el fin de presentar a los cuerpos
directivos del Partido y de La Vanguardia como "meras combinaciones de intereses
o de círculos de amigos". Por eso el documento informaba de los procedimientos con
los que se elegía a los miembros del CE y a la Comisión de Prensa, que, se
recordaba, habían sido modificados un año antes, estableciendo el Voto General en
reemplazo de la elección por los Congresos. El viejo procedimiento, se subrayaba,
hacía posibles combinaciones que si estaban inspiradas en "móviles inconfesables"
podían poner a los cuerpos directivos en contra de las mayorías. El documento
dejaba ver que tal era el caso del anterior CE, formado por muchos de los
"disidentes", cuya acción había sido reprobada por los afiliados y que por ello no
habían sido electos por el voto general impuesto por el nuevo estatuto. Luego de
cuestionar la actuación de la vieja conducción partidaria, en la que los disidentes
tenían mayoría, el CE concluía defendiendo su propia actuación y negando que el
Partido estuviera paralizado corno planteaban sus acusadores. Para ello destacaba que
el número de afiliados nunca había sido tan alto, que había Centros en todo el país,
incluso en los Territorios Nacionales, que los periódicos socialistas se multiplicaban,
que el PS había logrado imponer la abolición del juego en la Provincia de Buenos
Aires (Lv, 8-7-27).
Como podernos ver el Manifiesto —que concluía con un tono complaciente y
optimista que pronto se vería cuestionado- daba una explicación a la "disidencia": la •
resistencia a aceptar un cambio en las prácticas internas del PS. Un cambio que, a
partir de la implantación del voto general, había vuelto a poner firmemente la
conducción partidaria en manos de Justo y del viejo grupo dirigente 473 . Al día

473
Probablemente tal resultado hubiera sido previsto por Justo y quienes lo acompañaban.
Recordemos que el voto general había sido un recurso que. le había permitido salir de situaciones
584

siguiente, y en una primera página de La Vanguardia totalmente ocupada por


manifestaciones de solidaridad con la conducción y condenas a quienes la
cuestionaban, Esteban Dagnino volvía sobre el otro gran argumento para explicar la
acción de quienes estaban abandonando las filas del PS: el afán de implicarse en los
conflictos de la "política criolla". El viejo militante socialista argumentaba que los
enemigos del Partido no podían tolerar que el PS tuviera
"su política propia, autónoma, abierta, sin doble fondo, ajena a los tejemanejes en
uso entre los aventureros y politicastros del nuevo y viejo régimen Lo que se quiere,
en una palabra, es un PS blando, acomodaticio, servicial, elástico, siempre dispuesto
a servir de juguete en manos de esta o aquella fracción de la política criolla, para
inclinar el fiel de la balanza de un lado o de otro, con el objeto que algunos figurones
sientan plaza de sumos estrategas y manipuladores de situaciones determinadas. El
sueño de esta gente, su ideal más preclaro, es un socialismo sin "sectarismos", bueno
para todos los casos, engominado, pulcro, "razonable" y "discreto", fácil de
conformar y de ser manejable desde afuera (...)" (LV, 9-7-27).

Este "sueño imposible" de las fuerzas de la "política criolla" parecía haberse


realizado, señalaba Dagnino, con el surgimiento de los disidentes "tránsfugas y
advenedizos que hacen del socialismo el trampolín para escalar posiciones", quienes
habrían de prestarse dócilmente "a servir los planes de la reacción". Sin embargo,
afirmaba confiado, eran ilusos quienes creían que la lucha del PS frente a la "política
criolla" y la "reacción" estaba cerca de su fin. Dagnino concluía confiado:
"(...) he ahí la hidra levantando sus cien amenazadoras cabezas: la lucha recomienza
enconada y sin cuartel; es preciso decidirse: ¡o con el socialism.o o con la reacción! •
(LV, 9-7-27).

Las cartas estaban sobre la m'esa. El 11 de julio los "disidentes" hicieron público un
manifiesto de ruptura en el que, como dejaba ver su título "Estamos donde
estábamos" (Crítica, 12-7-27), reafirmaban a la vez su distancia con la conducción
del PS y su pertenencia a la tradición socialista. Las agrupaciones escindidas
formaron un "Comité de Acción", que organizó el Congreso Constituyente que, bajo
la presidencia de Antonio de Tomaso, el 7 de agosto de 1927 declaró la fundación
del Partido Socialista Independiente (PSI). Diez días más tarde el nuevo partido
comenzaba a publicar Libertad, un periódico que, capitaneado por de Tomaso,
libraría una interminable batalla con La Vanguardia.

dificiles corno la planteada por el fl0 Congreso Extraordinario que en 1917 había rechazado la
decisión de los legisladores socialistas de votar por la ruptura de relaciones con Alemania.
585

Capítulo 10. Epílogo (1927-1930)

1.
La escisión de los "independientes" había golpeado muy duramente al PS, obligando
incluso a postergar el XIX° Congreso que había sido convocado para el mes de
agosto Mientras intentaban restañar las heridas y se preparaban para las elecciones
de 1928 los socialistas debieron tomar partido en un debate que dividía fuertemente a
la opinión piiblica: el petrolero.
Las disputas que Yacimientos Petrolíferos Fiscales había mantenido desde años atrás
con los gobiernos provinciales, en particular con el gobierno salteño que había
firmado contratos con la Standard Oil, habían contribuido a convertir a la política
petrolera en un importante tema de debate. A mediados de 1927 la decisión de los
yrigoyenistas de proponer al Congreso la implantación de un monopolio petrolero
colocó al tema en el centro de la campaña electoral en vistas a los comicios
presidenciales de 1928. Como señala Gadano (2006:232) los yrigoyenistas no
tenían suficientes votos para imponer su propuesta, por lo que los debates se
postergaron a lo largo del mes de agosto. Sin embargo la situación de empate se
rompió cuando los legisladores que se habían escindido del PS para formar el PSI
decidieron modificar la postura que habían sostenido previamente y apoyar la
posición yrigoyenista de nacionalización con monopolio estatal 475 . Mientras los
"independien.tes"justificaban el cambio de posición asociando la nacionalización con
una socialización, desde el PS se consideraba que se trataba de una maniobra
electoral que acercaba a los escindidos a los "personalistas" como antes otra los

474
El planteo implicaba un gran cambio frente a las posiciones defendidas anteriormente por
Yrigoyen. Molinari lo explicaba como reacción a la oferta de 1920 de capital ilimitado para la.
explotación petrolera a cambio de ceder el futuro económico de la nación a manos extranjeras. Decía
que ahora para los radicales los dos principios estaban inextricablernente unidos y que no defraudarían
al pueblo: si la cámara no votaba la nacionalización ellos no participarían de ningún debate petrolero .
posterior(Woodbury, 1971: 251-252)
475
Como se había puesto en evidencia al discutirse la intervención a Buenos Aires, en la situación de
empate que caracterizaba a la cámara de Diputados, los votos socialistas eran decisivos. Pero éstos
ahora se hallaban divididos y serian los "independientes" -que a los dieziegisladores de meses atrás
habían agregado a Carballo- quienes tendrían el papel decisivo. La nacionalización a través del
monopolio se impuso por 65 votos a 55, y fueron los "independientes" quienes hicieron la diferencia,
votando junto a 48 yrigoyenistas, 5 antipersonalistas y 1 conservador contra 21 conservadores, 20
antipersonalistas, 8 socialistas y 6 demócrata-progresistas, que se opusieron a la medida (Woodbury,
1971: 255). De hecho el diario Libertad afirmó que la sanción podía considerarse como "un triunfo de
la diputación socialista independiente" (Libertad, 9-9-27)
586

había vinculado a los "antipersonalistas". El principal acusador fue Nicolás Repello,


quien explicó que el voto de los "independizados" lo había extrañado doblemente:
"1 Porque estos independizados jamás habían hablado de monopolio ( ... )2° Porque
los Diputados que se han independizado son precisamente los que han defendido a
ultranza la idea de llevar la intervención a la provincia de Buenos Aires, por
considerar a los irigoyenistas indignos de regir los destinos de la primer provincia
argentina, y es raro que considerando a los irigoyenistas indignos e incapaces de
gobernar la provincia les hagan el honor de creerlos capaces y dignos de confianza
para entregarles nada menos que la administración y el manejo exclusivo de la
política petrolífera del Estado." (LV, 3-10-27).

La cuestión petrolera se cerraba, por el momento, con un triunfo de radicales y


socialistas independientes y una derrota de los socialistas. Estos intentaron restañar
las heridas en el XIX° Congreso que, finalmente, tuvo lugar a mediados de octubre
en la Casa del Pueblo 476 , y comenzaron a preparar la campafia electoral. Ante la
misma intentaron mantener el espíritu de equidistancia sumando a las diferencias con
el yrigoyenismo, puestas profundamente en evidencia durante el debate petrolero, las
que los separaban de la "Coalición de las derechas", que estaban conformando
radicales y conservadores (LV, 21-10-27). Así destacaban que aunque unos y otros
se habían puesto de acuerdo en apoyar la fórmula presidencial "antipersonalista",
conformada por el entrerriano Leopoldo Melo y el tucumano Vicente Gallo, seguían
librando duros combates por ver quien encabezaba las listas en varias provincias
(LV, 28-10-27) y lo explicaban por tratarse de fuerzas no menos personalistas que las
del yrigoyenismo (LV, 10-11-27). Por otra parte los socialistas interpretaron la
alianza entre antipersonalistas y conservadores como una simple "entrega" de los
señores Melo y Gallo, que habrían resuelto "suprimir las distancias y entregarse
directamente a los conservadores" (LV, 11-11-27). Esa entrega representaba, al fin,.
el signo promisorio del fin del radicalismo,, y con él el de la claridad política que
desde siempre los socialistas estaban esperando:
"Despejado el campo de este factor de embrutecimiento popular, con sus desplantes
demagógicos y sus recursos de corrupción, se abrirán para nuestro partido nuevas
posibilidades de acción, sobre todo en el seno de esa masa de argentinos que no
pudieron escapar al poder de estas doctrinas populacheras en que amparaba su

47,1
Como en otros Congresos inmediatamente posteriores a una disidencia se intentó mantener un
clima de unidad. En esta ocasión tal intento incluyó una invitación para que Alfredo Palacios, el más
famoso de los disidentes socialistas y alguien cuya actitud se había contrastado favorablemente con la
de los "independientes", retornara al PS (Lv, 12-10-27). En una conferencia dictada en un centro
socialista de la Boca, Palacios declinaría amablemente la invitación (LV, 16-10-27), y aunque
mantendría buenas relaciones con el PS, las que se manifestarían en asiduas colaboraciones para La
Vaiigiiardia, sólo regresaría a sus filas en 1930, poco después de producido el golpe contra Yrigoyen,
587

prestigio la figura culminante de nuestro radicalismo. Despejado el campo de todo


esto que ya ha quedado reducido a la condición de simple hojarasca, nuestro partido
aparecerá como una fuerza de primer plano, destinada a pesar en los destinos de la
política argentina con una fuerza hasta ahora nunca vista." (LV, 14-1 1-27).

Pero si el artículo citado planteaba la independencia socialista como una anticipación


del futuro en el que ya no habría velos para la traducción entre fuerzas políticas y
sociales, en otras ocasiones se subrayaba el papel que esa independencia permitía a
los socialistas jugar un papel "moderador" en un escenario político que marchaba a la
catástrofe. Así, luego de pasar revista a los innumerables enfrentamientos que
personalistas y antipersonalistas mantenían en el interior La Vanguardia preguntaba:
a qué extremos llegarán en sus odios los personalistas y los antipersonalistas,
ante el despecho de la derrota, que a unos u otros no les permitirá levantar cabeza
durante seis aflos? Irigoyen se mostró dispuesto a hacer arder la república por los
cuatro costados, cuando creyó cerrados los caminos legales para llegar al gobierno.
¿A qué no se atreverán mafiana sus rivales si ven malogradas sus ardientes
intenciones? ( ... ) Por el honor de la democracia, por la dignidad de la república, a la
vez que por la salud moral del pueblo argentino, repetimos, pues, la voz de orden que
será escuchada en los centros más cultos y poblados del país: ¡Basta de conservadores
y de radicales! ¡Ha sonado la hora del socialismo! (LV, 3-12-27).

Al tiempo que cuestionaban a las otras fuerzas los socialistas iniciaban los rituales
que antecedían a cada comicio. Los Centros presentaban los nombres de quienes
proponían como candidatos, los que debían ser sometidos al voto general. A
comienzos de noviembre La Vanguardia publicó una carta en la que Justo, quien
había sido propuesto por muchos Centros, pedía que su nombre fuera retirado de la
votación afirmando que creía que sería más útil al Partido en "más modestos puestos
de trabajo" (LV, 10-1 127). Es cierto que Justo también había renunciado a la
candidatura presidencial en 1922, momento en el que el nombramiento había recaído
en Repetto, pero es dificil pensar que el líder y principal figura del PS rehuyera a tal
"carga" en momentos en que el Partido atravesaba tan dura prueba, si no fuera por
los problemas de salud que frecuentemente lo obligaban a guardar reposo en su
campo de Los Cardales.
Más allá de las especulaciones, lo cierto es que el 8 de enero de 1928 la sorpresa
ganó a los socialistas cuando se enteraron que Justo había fallecido, víctima de una
descompensación cardíaca. Inmediatamente La Vanguardia publicó un Boletín
extraordinario destinado a comunicar "la triste noticia a los trabajadores de la
588

Argentina y del mundo"477 . Las notas del Boletín, y las que en los días siguientes
cubrirían la primera plana de La Vanguardia, tuvieron un tono reverencial y
laudatorio, llamando a Justo "el maestro", a la vez que intentaron disimular cómo su
desaparición golpeaba al PS. El 9 de enero se organizó un gran sepelio en la Casa del
Pueblo, en el mismo hicieron uso de la palabra numerosos dirigentes del PS, como
Nicolás Repetto y. Enrique Dickmann, de entre los principales discípulos y
compañeros de militancia de Justo. También se dirigió a la multitud reunida Alfredo
Palacios, quien concluyó sus palabras afirmando "el mejor, el más fuerte, el más
grande, ha caído" (LV, 10-1-28).
Las mismas palabras de elogio marcaban el desafio que afrontaba el PS, continuar
luego de la partida de su líder y fundador. El intento de afrontarla se puso en
evidencia en el Editorial con el que La Vanguardia, que aún dedicaba buena parte de
sus páginas a los homenajes a Justo, decía a los socialistas que "aún con la pena"
debían estar "listos para la lucha" e iniciar la actividad "metódica" que caracterizaba
cada campaña electoral (LV, 12-1-28). Para fines de enero se habían reiniciado las
conferencias electorales en diferentes puntos de la ciudad y se había designado la
fórmula presidencial -conformada por Mario Bravo y Nicolás Repetto-, así como la
candidatura para la elección del Senador que reemplazaría a Justo- candidatura que
también recayó en Repetto-, y la lista para las elecciones de Diputados nacionales
También en los últimos días del mes el PSI realizaba su 11° Congreso en el que,
siguiendo las sugerencias de Rolando Riviére y Antonio de Tomaso, decidía "no
presentarse con candidatos propios a Presidente y vicePresidente de la República, ni
con candidatos a electores", y concentrar sus energías en las elecciones de Senador y
Diputados por la Capital. Sin eñibargo, los socialistas independientes no cerraban las
puertas a un acercamiento a otras fuerzas al afirmar que "si alguno de los partidos
enuncia algún propósito que pueda mover a nuestra simpatía nos reuniremos en un
congreso extraordinario para considerar esa situación" (Libertad, 31-1-28). La
Vanguardia no ahonaba ironías para esta resolución y afirmaba que los socialistas
independientes se comportaban como "una vaquillona con dos toros". El diario

477.
Por su parte Libertad dedicó al líder socialista un Editorial en el que, luego de explicar que no
querían juzgar a Justo "con criterio de hombres de partido" y de asegurar que querían olvidar "en esta
hora triste, la sangre que mana en nosotros de heridas recién abiertas", destacaba que había sido "un
portaestandarte de los ideales socialistas en Argentina y América". Por ello, el largo Editorial,
concluía "nos inclinamos respetuosamente ante su tumba y colocamos en ella este epitafio 'Durante
treinta años luchó y trabajó para el pueblo" Libertad, 9-1-28)
589

socialista explicaba la indecisión de los "libertinos", como había empezado a llamar


a los "independientes" jugando con el nombre de su periódico, por motivos
puramente "electoralistas" (LV, 1-2-28). Al día siguiente la acusación era retornada
al afirmar que si entre los "independientes" quedaba algún resto "de pudor, y
convicción socialistas, los directores de la reunión que se acaba de celebrar han
aprovechado de ella para renegar públicamente de sus convicciones y ofrecerse al
mejor postor en un nuevo género de subasta electoral ideado por ellos (LV, 2-2-28)
A lo largo de la campaña las críticas de los socialistas independientes se acentuarían
colocando al PS en una doble disputa: contra los "libertinos" -de quienes no dejarán
de denunciar su "indecencia política" (LV, 5-2-28) y sus "traiciones" (LV, 29-3-28)-,
y contra los yrigoyenistas —frente a quienes se apelaría a los tópicos habituales, su
mentido "obrerismo" (LV, 1-2-28), el mesianismo de su liderazgo "providencial"
(LV, 12-2-28), sus prácticas violentas (LV, 19-2-28) y clientelares (LV, 12-3-24) y la
tardía selección de candidatos (LV, 25-3-28)-. En cambio fue más compleja la
posición que el PS sostuvo frente a los "antipersonalistas". Aunque nunca dejaría de
cuestionar el carácter conservador de sus candidatos (LV, 20-2-28), su ausencia de
programa (LV, 1 5-6-28) y los desmanes generados por sus elementos "lencinistas"
(LV, 9-3-28), tampoco dejaría de apelar a sus votantes, convocándolos para que
concentraran en el PS los votos de modo de derrotar al yrigoyenismo en la Capital.
Un ejemplo lo tenemos en un Editorial d.c La Vanguardia que luego de desmentir los
comentarios de La Prensa acerca de una alianza entre socialistas y
"antipersonalistas", afirmaba que si el PS contribuía a librar a la Capital de la
"afrentosa hegemonía irigoyenista", habría satisfecho lo que parecía ser "la ferviente
aspiración del antipersonalismo", aunque de un, modo distinto al que proponían las
mezquinas ambiciones de círculos (LV, '14-2-28). Como deja ver la última
afirmación, los socialistas distinguían entre los líderes "antipersonalistas", a quienes
no libraban de críticas, y sus votantes. Este llamado al voto anti-yrigoyenista se
repetiría en Editorial que, en una curiosa anticipación de los debates acerca de la
"desperonización", planteaba:
"(...) Si el electorado consciente ayuda al PS a derrotar al señor Irigoyen en la capital
de la república, entonces se habrá conjurado el peligro mayor, pero quedará aún una
gran tarea por realizar,' cuya parte principal corresponderá también al PS. Evitado el
señor Irigoyen, quedará el irigoyenismo, espíritu y obra de aquel infiltrado en el
cuerpo todo de la Nación. Habrá que desalojarlo y ahuyentarlo de todas partes para
reintegrar las cosas a su curso normal." (LV, 5-3-28).
590

Pero la lucha por el voto anti-yrigoyenista no sólo implicaba obtener el apoyo de


posibles votantes del "antipersonalismo" sino de quienes, como muchos caudillos
• "antipersonalistas", creían que el "socialismo independiente" era el mejor canal para
• derrotar a Yrigoyen. En respuesta, el diario socialista no sólo señalaba que los
"traidores", otro mote que adjudicaban a los miembros del PSI, adulaban tanto a
personalistas como "antipersonalistas", sino que afirmaba que se conformaban con
obtener la minoría en la Capital. Y concluía:
"El único que presenta lucha al yrigoyenisnio, disputándole la mayoría, es el viejo y
glorioso Partido Socialista (...) Son muchos los que piensan servirse de los traidores.
Pero la mayor parte del electorado, ajeno a las pequeñas especulaciones de comités y
de un grupo de aventureros, va a destruir, así lo esperamos, los cálculos de unos y
otros" (LV, 28-3-28).

El comentario final, que hablaba de esperanza más que de certeza, dejaba ver las.
dudas que tenían los socialistas acerca del resultado del comicio. Pronto los temores
se materializaron aún más allá del cálculo más pesimista. Al iniciarse el escrutinio La
Vanguardia ya no hablaba de la mayoría de los electores presidenciales o de quienes
elegirían al Senador por la Capital, disputas en las que el radicalismo llevaba una
cómoda ventaja478, ni siquiera tomaba en cuenta la posibilidad de obtener la minoría
479
de los electores presidenciales, que quedaría en manos de los antipersonalistas,
sino que la atención se concentraba en la posibilidad de alcanzar las .bancas de
Diputados correspondientes a la minoría, las que estaban en disputa con los odiados
"libertinos". Y aún en esa disputa las esperanzas socialistas se vieron frustradas. Los
candidatos del PSI aventajaron a los del PS por algo más de 6000 votos y obtuvieron
las seis bancas por la minoría480 .
Por primera vez en tres lustros, el "viejo y glorioso" PS se retiraba de una elección
sin obtener Diputados. Su representación parlamentaria, a la que el Partido daba tanta

48
El yrigoyenista Diego Luis Molinari obtuvo 139.073 votos y Nicolás Repetto ocupó un lejano
segundo lugar con sólo 43.342 sufragios, detrás quedaron el candidato "antipersonalista" Francisco
B&roetaveia, quien obtuvo 39.973 votos y el "independiente" Alfredo Spinetto, que logró 29409
sufragios (LV, 6-5-28)
'' El resultado alcanzado por Yrigoyen fue el mejor de la historia del radicalismo porteio obteniendo
152026 votos contra, el 54,62% del total, contra 60339 de los "antipersonalistas". Los socialistas
ocuparon un lejano tercer lugar con 34.780 votos, un 12,49% del total (LV, 6-5-28)
480
En la elección de Diputados el más votado de los candidatos yrigoyenistas, Daniel Talens, obtuvo
127411 sufragios, un 45,9% del total. El más votado de los candidatos socialistas independientes,
Héctor González Iramain, obtuvo 51273 votOs, un 18,4% del total. El más votado de los socialistas
fUe Enrique Dickmann, quien cosechó 45225 votos un 16,3%. El más apoyado de los candidatos.
"antipersonalistas" fue Juan José Bonifacio quien obtuvo 28153 sufragios, un 11,2% del total. (LV, 6-
5-28). . . .
591

importancia, se había reducido a sólo dos Diputados, Nicolás Repetto y Adolfo


Dickmann, y un Senador, Mario Bravo. Los socialistas respondieron al duro golpe no
sólo con los habituales llamados a retemplar fuerzas para nuevas luchas (LV, 7-5-
28), sino con sesudos ejercicios de sociología electoral que buscaban mostrar que la
derrota a manos de los socialistas independientes no obedecía a un traspaso de votos
socialistas, sino a que los "traidores" habían obtenido el apoyo de los
"antipersonalistas" y en particular, el de los sectores acomodados como lo eran "los
mitristas liberales de la 11, 12,13 y 14" (LV, 25428).481 Pasada la elección los
socialistas denunciaban los coqueteos de los "independientes" con los
"antipersonalistas" y denunciaban que los "libertinos estaban entregados a los
conservadores en un contubernio público" (LV, 13-4-28). Ese sería el argumento en
los años por.
venir.

II.
Yrigoyen no sólo había triunfado en la Capital Federal sino casi en todo el país 482 y
por cifras que parecían confirmar su apelación al "plebiscito". A diferencia de lo
sucedido doce años antes, no habría especulaciones acerca del Colegio Electoral en
el que los yrigoyenistas tenían una holgada mayoría. También la tenían en la Cámara
de Diputados en la que contaban con 92 de las 156 bancas. La situnción era distinta
en el Senado, donde los yrigoyenistas contaban con 9 bancas contra 8 de los
antipersonalistas y otras 8 de los conservadores. A ello debía agregarse la que
correspondía a Bravo y las cuatro de Mendoza y San Juan que estaban vacantes, lo
que volvería al Senado y a las provincias cuyanas un punto central de• las disputas
políticas durante la segunda presidencia de Yrigoyen.
Al comenzar ésta los socialistas intentaron adoptar un tono ecuánime y distante de
las invectivas que adoptaba el discurso de las fuerzas anti-yrigoyenistas, entre las que
ya se ubicaban netamente los socialistas independientes. La Vanguardia dio cuenta

481
Debe subrayarse que los yrigoyenistas se habían impuesto en las 20 secciones de la Capital, en
tanto los "independientes" ocuparon el segundo lugar en 13. En las circunscripciones del sur -2' a 4
y el oeste de la ciudad -1' y 19-, así como en la 7 y la 88 ese segundo puesto correspondió a los
socialistas. Como había señalado La Vanguardia, y como señalan Cantón y Jorrat (2001), el voto de
los "socialistas independientes" era bastante consistente con el viejo voto "cívico": los mejores
resultados se daban en la 14' (27,2%), la 11' (24,0%) y la 20' (23,4%). El peor én la 4' (12,8%).
482
La excepción fue la provincia de San Juan en la que la UCR nó presentó listas y en la que triunfó la
"Unión Cívica Radical Bloquista" de los hermanos Cantoni, que alcanzó un 56,64% de los votos. En
esa provincia el PS obtuvo un sorprendente segundo lugar, con el 11,96% de los sufragios. (Gasió,
2005: 30).
592

de la asunción del viejo caudillo con una crónica de tono mesurado que no repetía las
alusiones a la barbarie de la primera asunción (LV, 13-10-28). El Editorial que
acompañaba esa crónica daba cuenta de la ceremonia subrayando la continuidad
entre la administración saliente y la entrante al plantear que se trataba de una
"transmisión del mando" pero no de un "cambio de gobierno" (LV, 13-10-28).
Durante los primeros meses de la nueva gestión, buena parte de las enérgías
socialistas estuvo dedicada a prepararse para los comicios municipales. Para afrontar
el desafio de recuperar el segundo lugar entre los electores porteños el PS apeló a un
nuevo programa municipal que daba más espacio a las reivindicaciones barriales y a
un discurso que marcaba su distancia con el resto de los actores políticos, en
particular de los socialistas independientes (LV, 16-1 1-28). El resultado fue un
moderado éxito: aunque los 44.679 votos socialistas, que representaban un 17% del
total, fueron casi duplicados por los 88.544 que obtuvieron los radicales, bastaron
para superar cómodamente a los "independientes" que sólo lograron 35233 (Walter,
1993, 139).
Apenas terminados los comicios, la atención de los socialistas, y de buena parte de la
opinión pública se posó en un tema de gravedad: ante una huelga de peones rurales
en la Provincia de Santa Fe el gobierno nacional había recurrido a la acción del
Ejército (LV, 4-12-28), El PS respondió condenando la "intervención del ejército en
los problemas del trabajo" y repitiendo las críticas a las ambigüedades del
"obrerismo" yrigoyenista. Así señalaba que aunque Yrigoyen pretendía "servir a la
vez a los obreros y patrones" concluía, como ya había sucedido antes, "castigando a
los primeros con la presión de sus mausers y las ametralladoras del ejército por no
haber sometido a él sus reclamaciones" (LV, 6-12-28). El conflicto se agudizaba y la
mirada del PS -cuyo principal referente en la provincia, Waldino Maradona, había
sido detenido (LV, 81228)484, se endurecía al denunciar, corno años antes, la
connivencia entre el gobierno y la "Liga Patriótica" (LV, 15-12-28).

483
Si en la primera asunción de Yrigoyen La Vanguardia había publicado varios fragmentos del
Facundo de Sarmiento referidos al régimen rosista la situación babia cambiado. No sólo no se
planteaba, al menos por el momento una asociación entre Rosas e Yrigoyen, sino que la tradicional
alusión socialista a la mazorca refería a los Cantoni, "antipersonalistas" y friribundos opositores al
viejo caudillo (LV, 17-10-28)
' Por otra parte esa no era la única detención que crispaba la relación con el gobierno ya que el 21 de
diciembre era condenado Américo Ghióldi quien como director de La Vanguardia había publicado
artículos que cuestionaban "la independencia de la justicia" (Lv, 22-12-28). -
En protesta ante las detenciones, ante la intervención del Ejército en los conflictos obreros y en
defensa del laicismo —al que consideraba vulnerado por una ley que habilitaba a los "colegios
593

Sin embargo, no fue la movilización social sino los conflictos institucionales los que
marcaron la tónica del debate político y con él, las críticas de los socialistas. En los
últimos días de 1928 se produjo un enfrentamiento armado entre diferentes grupos
yrigoyenistas que aguardaban la llegada del interventor a San Juan; (LV, 24-12-28).
El PS vio en los hechos un anticipo del fracaso de la intervención y un llamado a que••
sus militantes, que habían obtenido .un sorpresivo segundo lugar en los comicios,
cumplieran un papel moderador (LV, 29-12-28). En consonancia con esas
intenciones los socialistas intentaron mantener una posición de equidistancia entre
las dos facciones en conflicto, cuyos "crímenes y arbitrariedades sin cuento"
llevaban a plantear:
"Para reparar a la provincia de San Juan es indispensable librarse de las dós
influencias que se disputan allí el predominio: la cantonista y la irigoyenista. Entre
estas podrá haber —y tal vez haya comenzado ya- un duelo a muerte, una verdadera
lucha de ruina y exterminio, pero nunca jamás darán lugar a una de esas contiendas
cívicas que instruyen, dignifican y levantan las condiciones del pueblo (...) La
reparación de San Juan no será un hecho mientras esta provincia siga siendo el teatro
de los odios ancestrales de estos dos caudillos: el federal y el sanjuanino" (LV, 22-1-
1929).

Las consideraciones negativas se acentuaron cuando a fines de febrero se produjo un


enfrentamiento armado en el que quedó herido el ex gobernador Aldo Cantoni, en
tanto su hermano Federico fue detenido. La situación motivó un artículo, que llevaba
el sugestivo título "Civilización y Barbarie" en el que La Vanguardia planteaba, en
un tono sombrío, que los sucesos hacían pensar no sólo en lo débil que era la vida
institucional en el país sino también en que el tiempo había pasado en vano, ya que
San Juan parecía vivir "las horas azarosas y lúgubres de los primeros decenios del
siglo pasado, en plena barbarie política y social (LV, 27-2-1929).
Pero el principal escenario en el que se dirimía el conflicto sanj uaníno estaba lejos de
la provincia, en el Parlamento Nacional. Mario Bravo se reunió con el
Vicepresidente de la Nación y presidente del Senado, Elpidio González, para pedir
cuentas acerca de lo actuado por la intervención (LV, 1-3-1929) en tanto el Grupo
Socialista Parlamentario pidió informes a la Federación Socialista sanjuanina (LV, 2-
3-1929). Al día siguiente, fue la Federación Socialista de Mendoza —provincia que
también estaba intervenida y en la que el conflicto se había reactivadó con la
detención, del ex gobernador "lencinista" Alejandro Orfila- la que fijó posición en un

incorporados" a otorgar títulos habilitantes- el PS lanzaría una campaña de movilización que


concluiría el 20 de enero con un mitin en Plaza del Congreso. (LV, 21-1-29)
594

duro comunicado que también buscaba tornar distancia de los bandos en pugna (LV,
3-3-28).
Al avanzar el año 1929 la situación de las provincias cuyanas siguió concitando la
atención del mundo político y también de los socialistas. Para éstos, se trataba no
sólo de dos provincias en las que tenían cierta presencia sino que tenían la ventaja de
permitir apelar a un discurso civilizatorio para plantear una posición de equidistancia
entre el yrigoyenismo y la coalición anti-yrigoyenista, en la que los independientes
aparecían cada vez más confundidos. Así La Vanguardia explicaba:
"Con excepción del Partido Socialista., que tiene y conserva su propio programa de
principios, orientados en finalidades conocidas, los demás partidos de la democracia
argentina, están orientados ya en uno de estos dos sentidos: o con el señor Irigoyen o
con los señores Cantoni y Lencinas. Todas las fuerzas de la política criolla se han
polarizado o se están polarizando en este sentido, porque han llegado a la conclusión
de que se debe estar con Irigoyen o contra Irigoyen, implicando esta última posición
estar con los Cantoni y los Lencinas". (LV, 21-5-1929).

El diario socialista señalaba que sería deplorable que la política argentina hubiera de
girar entre esos "personajes" pero manifestaba su confianza en la educación política
de los trabajadores y en la eficacia de la prédica del PS para "esclarecer la conciencia
cívica de la masa", para señalarle que la política debía orientarse al bien general.
Afirmada en esa confianza, La Vanguardia concluía:
"La voz de orden entre los trabajadores debe ser esta: ni con el señor frigoyen, ni con
los que le hacen oposición sistemática trabajando para Cantoni, Lencinas y Cía. El
puesto de los trabajadores está en su partido de clase, el Partido Socialista, que no
responde a caudillos pero que tiene un programa propio e inconfundible, un
excelente método de acción y está animado de un gran espíritu de idealidad y
sacrificio." (LV, 2 1-5-1929).

El Parlamento Nacional, especialmente el Senado, era el ámbito en que los


socialistas esperaban tratar las intervenciones a San Juan y Mendoza. Sin embargo, a
fines de mayo, las Cámaras no lograban reunirse por falta de quórum. La Vanguardia
señalaba que si la principal responsabilidad al respecto era la de los yrigoyenistas, a
quienes acusaba de intencionalmente obstruir el funcionamiento parlamentario,
tampoco eran enteramente inocentes los conservadores, antipersonalistas y socialistas
independientes que postulaban "cuantas más barbaridades hagan los irigoyenistas
( ... ) tanto mejor para nosotros". Y, volviendo a colocar al PS en una tercera posición,
el Editorial concluía instando "a los socialistas y a los demócratas de verdad" a
seguir de cerca los episodios de que era teatro el Congreso. (LV, 30-5-1929).
Cuestionando la "falta de funcionamiento del Congreso Nacional", el PS lanzó una
intensa campaña de agitación organizada, que comprendió no sólo 35 actos en
Centros Socialistas (LV 13-6-1929) sino, previamente, una conferencia radial a cargo
del Diputado Adolfo Dickmann (LV, 12-6-1929). Dickmann explicó que al principio
los yrigoyenistas afirmaban que, mientras no se rechazaran los diplomas sanjuaninos
y mendocinos, el Congreso no funcionaria normalmente. Ante tal declaración el
orador recordó que los socialistas siempre habían condenado "la tortuosa política de
los diplomas postergados", política que, consideró, era tan característica del "viejo
'régimen` como del nuevo, y que el caso de San Juan y Mendoza era, por lo
irregular de los comicios en que habían sido electos sus representantes, tan claro que
bastarían pocos . minutos para quitarlo del camino. Si el cuestionámiento a la
"obstrucción yrigoyenista" alejaba a los socialistas de los seguidores del viejo
caudillo, la consideración sobre los diplomas de las provincias cuyanas los
distanciaba de la coalición que se estaba fonnando en su contra. Esta posición se
haría notoria al concluir, en alusión a quienes estaban empezando a hablar de la
necesidad de deponer a. Yrigoyen y reemplazar el régimen democrático 485 :
"El congreso —con todas sus imperfecciones- es la representación genuina y auténtica
del pueblo argentino- con sus virtudes y sus vicios-. Mejorando el pueblo mejorará el
congreso. Defendámoslo en su funcionamiento, para que el camino del progreso y de
la evolución argentina se haga por vía conocida y no por señderos oscuros que
pueden significar hoy la prepotencia de un caudillo civil, y mañana la de una espada.
Seamos demócratas y tengamos fe en sus resultados." (LV, 12-6-1929)..

A mediados de julio el Parlamento Nacional se aprestaba a reunirse. Ante la ocasión


La. Vai'zguardia trazaba una iluminadora descripción del escenario político y de cómo
en él se situaban los socialistas. Comenzaba diciendo que, luego del triunfo de
Yrigoyen, se, esperaba que su carácter abrumádor contribuyera a traer orden y

485
El día anterior el diario socialista había dedicado su Editorial a discutir con "cierta prensa" que
hablaba de "esterilidad parlamentaria", ante la que planteaba que no era justo que se reprochara a la
instituCión parlamentaria, misma por lo que era sólo obra "de un grupo, por numeroso que sea" (LV,
11-6-27). Días después La Vanguardia volvería sobre la cuestión al preguntarse: ",Los que protestan
contra los resultados del sufragio libre, han hecho algo.para educar al pueblo en el manejo del voto a
fin de que sus resultados sean la expresión de la conciencia ciudadana?" (LV, 13-6-29)
Un mes más tarde el diario socialista posaría su mirada sobre aquellos en quienes los que cuestionaban
el régimen democrático depositaban sus esperanzas: los militares. A los comentarios de la prensa que
hablaba de "un hondo desasosiego entre los militares" La Vanguardia respondía con definiciones
doctrinarias que eran, a la vez, una toma de posición política:"(... )el ejército desempeña una función
técnica completamente al margen de la política. Todos los que desde el gobierno o las propias filas lo
utilizan para fines de opresión o perversión políticas, son aventureros audaces ante cuyas ambiciones
se apaga hasta el más leve sentimiento de orden, de civilidad y de progreso institucional hacia el
propio país." (LV, 4-7..29)
596

tranquilidad, pero que había sucedido todo lo contrario. Y para explicar tal situación
el diario socialista avanzaba en la explicación del sentido del yrigoyenismo:
"La masa popular, aún inculta políticam.ente, pero instintivamente democrática, ha
volcado sus votos por el señor irigoyen, no por razones positivas, sino por motivos
puramente negativas. El grueso del electorado argentino veía en el irigoyenisrno la
defensa del sufragio universal, de la ley Sáenz Peña, amenazada por un posible
retorno de las fuerzas políticas conservadoras del pasado, disfrazadas por el llamado
"antipersonalismo" y condimentadas por la salsa de un pretendido socialismo
"independiente", grato al paladar del contubernio. Con el triunfo del señor Irigoyen,
el electorado argentino ha querido dar su adhesión definitiva al sufragio universal.
Nada más. (LV, 19-7-1929).

La Vanguardia explicaba que esa definición negativa y la adhesión afectiva que


generaba no bastaban para dar rumbos a un gobierno. Pero la crítica no se limitaba al
yrigoyenismo sino que, tal vez con mayor dureza, también se cebaba en "el
conglomerado antipersonalista-conservador-independiente". que conformaban sus
adversarios486. Explicaba que éstos habían intentado rehabilitarse y que el modo en
que se lo proponían no era dándose un programa sino haciendo "una oposición
sistemática Y 'a outrance' al gobierno del sefior Trigoyen (...) Oposición sistemática
al estilo política criolla, que no educa ni enseña nada al pueblo". El Editorial
concluía con una evaluación que era una toma de posición en el tablero político:
"Si malo es el gobierno del sefior Irigoyen, peor aún es la pretendida oposición
sistemática formada por el conglomerado conservador-independiente-antipersonalista
(,,.)Frente al irigoyenisrno bárbaro y frente al contubernio taimado, el PS mantiene
su equidistancia, mantiene su unidad, mantiene su labor de crítica y de construcción.
Y por sobre todo y por encima de• todo defenderá el sufragio universal contra sus
abiertos y solapados enemigos. (LV, 19-7-1929).

En los últimos días de julio, y mientras la Cámara de Diputados continuaba


paralizada, el Senado comenzó a reumrse. El primer tema fue la aprobación de los
diplomas de los Senadores electos, cuestión en la que la discusión se centró en el
espinoso tema de los representantes cuyanos. Ante una gran concurrencia de público
en las galerías, Mario Bravo dio uno de sus discursos más memorables. El Senador
socialista recordó que la legislatura sanjuanina había electo a los Senadores Federico
Cantoni y Carlos Porto en 1927 y que en dos años nadie había pedido la aprobación
de esos diplomas, agregando que nadie la solicitaba en ese momento y que nadie la
486
La Vanguardia citaba como prueba de la evidencia de la participación de los libertinos en el
"contubernio" anti-yrigoyenista un Editorial en el que Libertad, luego de aclarar que el PSI no tenía
relación con antipersonalistas y conservadores, afirmaba que no les asustaba una alianza "con grupos
o partidos que tengan como común divisor la lucha contra la demagogia y la dictadura mansa del
sefor Irigoyen" (LV, 22-7-29)
597

solicitaría. Bravo sostuvo que lo que se deseaba era algo muy distinto, y procedió a
explicarlo:
) se desea que el Senado, rama del parlamento argentino (...) asuma en esta
"( ...

contienda un papel denigrante y vergonzoso. Se quiere que el Senado nó rechace los


diplomas de los Senadores electos por San Juan para que no haya dos vacantes de
Senadores por San Juan, porque si hay dos vacantes allí, el Partido Radical
irigoyenista tendrá d.os puestos para ofrecer a los puestos de sus dos fracciones en la
provincia, y, en consecuencia, con estos puestos la división, va a desaparecer, y
desaparecida la división, es posible que la Unión Cívica Radical en aquella provincia
asuma una situación preponderante." (LV, 31-7-1929).

Bravo agregó que otro motivo para mantener a Cantoni y Porto como Senadores
electos, sin rechazar ni aprobar sus diplomas, era la de mantener sus inmunidades,
ante lo que planteó que los socialistas no consentían en que el Senado fuera "un.
refugio para bandoleros". El Senador socialista analizó la Constitución que los
"cantonistas" habían dado a la provincia, afirmando que aunque la misma incluía
importantes : puntos de legislación social y el voto femenino, también tenía un
profundo carácter autoritario vedando la representación de las minorías y eliminado
los organismos de control y las libertades municipales. También denunció la
represión que con ellos habían sufrido los militantes del PS. Por todo ello concluyó:
) nosotros, miembros del Partido Socialista, estamos distantes, tanto como ha
"( ...

podido verse de las fracciones de la política argentina que debate en este momento su
preponderancia en el escenario cívico 'de la nación. Pero estamos convencidos de que
no es posible, señores Senadores, levantar como bandera, frente al error ambiente, un
error más grande; frente a la violencia que criticamos, un procedimiento más
desorbitado de violencia; frente a la ilegalidad que combatimos, procedimientos de
una ilegalidad mayor. En una palabra, señor Presidente, yo no creo,, como algunos
ilusos en este momento político, que la fuerza de acción del partido gobernante, de la
Unión Cívica Radical, ha de destruirse con el contrapeso del Partido Radical
Bloquista de San Juan y de sus prohombres. (LV, 31-7-1929).

El 2 de agosto el Senado votaba rechazando, por 14 votos contra 6, los diplomas de


Cantoni y Porto (LV, 3-8-1929) Un. día antes La Vanguardia, que había publicado
íntegra la larga intervención de Bravo, dedicaba su Editorial a glosarla. El diario
socialista informaba también que, dado el valor del discurso, las autoridades del PS
habían decidido que fuera impreso y profusamente distribuido entre los centros. Días
más tarde Bravo, y en un acto realizado bajo la consigna "Cantoni, Irigoyen y los
socialistas" en el teatro Coliseo, reafirmnó sus posiciones al concluir:
"Somos una fuerza dispuesta a determinar o a colaborar en el progreso integral de la
nación. Estamos imbuidos de esta verdad ( ... ) el progreso de la nación no es la obra
de un gobernante, ni de un partido, ni de una clase, ni de una generación ( ... )
Queremos ampliar, cimentar, vigorizar estas conquistas materiales (...) y para esta
obra no necesitamósser oficialistas ni opositores. Queremos ser lo que hemos sido
hasta ahora, lo quesomos hoy, lo que seremos en el porvenir (..,) el Partido político
de la clase trabajadora..." (LV, 7-8-1929).

Pero quien más claramente marcó la postura de "autonomía" que buscaba adoptar el
PS fue el concejal porteño Américo Ghioldi quien lamentó que a "una fuerza
desquiciada y corrompida" como el yrigoyenismo se le quisiera contraponer "un gajo
de ella misma" como lo era el "cantonismo". El jóven dirigente explicó que frente al
yrigoyenisrno se levantaba:
una oposición de tipo antiguo constituida por un conglomerado flojo y
heterogéneo, de enemigos del sufrágio y traidores del socialismo, que sin norte ni
propósito se agita en el vacío, buscando o creando la oportunidad de hacer alguna
zancadilla" (LV, 7-8-1929).

La denuncia del "contubernio en que se pretende hacer entrar al Partido Socialista"


se reforzaba como uno de los tópicos centrales del discurso partidario en vistas a los
comicios por venir.

III.
A mediados de octubre de 1929 el PS realizó en la Casa del Pueblo de Buenos Aires
su XX° Congreso Ordinario. El conclave, en el que no se produjeron graves
conflictos, adoptó resoluciones sobre "la cuestión agrícola" (LV, 12-10-1929),
aprobó un "Programa de acción municipal" y fijó la plataforma para las elecciones de
1930 (A. Dickmann, 1936, 44-45), Al tiempo que la economía mundial entraba en
una crisis sin precedentes 487 los socialistas se preparaban para intentar recuperar su
,

487
El que posteriormente sería llamado "crack del '29" tuvo su primera manifestación con la caída
que la Bolsa de New York sufrió el 24 de octubre. La situación adoptaría aires catastróficos el 28 y 29
de octubre, conocidos como "lunes negro" y "martes negro", retrocediendo la Bolsa un 12% cada día.
La Bolsa neoyorkina continuaría cayendo en los siguientes atos, pero lo más importante es que sus
efectos se expandieron a la economía real —entre 1929 y 1933 el PBI norteamericano se redujo en un
30% y el desempleo pasó del 5 al 23% (Gerchunoff y Llach, 2003: 111)- y no sólo en Estados Unidos
sino en buena parte del mundo. En el caso argentino las exportaciones pasarían de 1000 millones de
dólares en 1928 a 335 en 1932, el PBI caería en un 13,7% y el desempleo llegaría al 28% (Gerchunoff
y Llach, 2003: 1113 y 120)
Sólo lentamente los socialistas argentinos comenzarían a tener noción de la gravedad de la crisis y de
su impacto sobre el país. Aunque a pocos días del "crack" La Vanguardia publicó algunos fragmentos
del capítulo referido a las "crisis de bolsa" del libio '1as crisis económicas" de Camilo Supino (LV,
3 1-10-29), esa sería la única referencia a la cuestión por semanas. Cuando, ene! mes de diciembre, el
diario socialista volvió a ocuparse del tema fue para cuestionar las respuestas con que el gobierno de
Yrigoyen pretendía responder a la pérdida de divisas que la situación había generado en la Caja de
Conversión. Los socialistas cuestionaban los decretos que permitían al gobierno emitir papel sin
garantía metálica, en los que veían una violación de la Ley de Conversión (LV, 8-12-29). Finalmente
el 16 de diciembre el gobierno nacional decidió la clausura de la Caja de Conversión. Los socialistas
lugar entre los electores porteños. El 29 de octubre La Vanguardia pedía a los
socialistas que aportaran recursos que permitieran que el PS venciera a sus
adversarios en la campafa que se avecinaba. El diario socialista buscaba dar ánimos
a sus interlocutores, haciendo referencia al reciente Congreso, el que, afirmaba, había
mostrado "la magnífica síntesis viviente de la nación argentina que ya repudia por
igual a lás viejas oligarquías y a los caudillos demagógicos de la hora presente". La
convocatoria era a la vez amplia, buscando esa "síntesis" de toda la nación, y
limitativa, dejando fuera tanto a los yrigoyenistas como a las fuerzas "del pasado"
que se le oponían. Así lo dejaba ver la conclusión:
"Fuera de nosotros, todo es caos, impotencia, combinaciones efimeras de apetitos
( ... ) En nosotros está ya perfectamente definida, en la forma y en el fondo, la nueva
nación argentina, inspirada en la tradición liberal y libertadora, en el buen sentido de
la población trabajadora que, sin privilegios que defender, quiere y puede buscar la
verdad, y por eso no disimula su creciente adhesión a los grandes ideales humanos
que alienta en todas las naciones el socialismo, el socialismo que no claudica ni
transa con los vicios del pasado! Pero si ya es innegable que está con nosotros el
pueblo argentino, no lo están, ni querernos que lo estén, las gran.des empresas
capitalistas que subvencionan a los partidos, ni los privilegios que los apuntalan,
corno la iglesia católica, ni la banca internacional que los anima volcando sus tesoros
en sus arcas (...) 1 Estamos con el pueblo, solos contra todos!" (LV, 29-10-1929).

Un mes más tarde la Comisión Nacional Electoral, recientemente formada, publicaba


su "primer manifiesto a los electores de la república" en el que volvía a cargar contra
el gobierno y contra la "oposición peligrosa". Con respecto al primero, retomaba la
acusación de "unicato" y consideraba que daba vergüenza observar que la vida entera
de la República dependía "del 'hombre' que ha sabido fomentar la peligrosa ilusión
del gobierno providencial en la parte menos cuita del pueblo argentino". Con
respecto a quienes se enfrentaban a Yrigoyen, las críticas no eran menores:
"(...) en unos casos simulan una profesión de fe democrática que en realidad no
sienten, y en otros, con el pretexto de combatir a Yrigoyen, trabajan por la supresión
del sufragio universal y de las pocas conquistas obtenidas por el pueblo. Finalmente,
no faltan los partidos más o menos independientes, que practican un
antiirigoyenismo rabioso como único medio para pasar desapercibidos y con un
mezquino propósito electoral." (LV, 23-11-1929).

repudiaron la medida, considerando que reduciría los salarios y aumentaría la miseria (LV, 17-12-29),
y lanzaron una campaña de movilización que concluyó con un acto realizado en Plaza Once, en el se
pidió el aumento de los salarios (LV, 27-12-29). En los meses siguientes los socialistas seguirían
cuestionando la política monetaria del gobierno y planteando la necesidad de defender los salarios de
los trabajadores, pero estas banderas no ocuparían el centro de una escena política dominada por
temas "institucionales"
relea

El mapa trazado prefijaba el lugar que correspondía al PS, papel que de todos modos
el diario socialista hacía explícito:
partidarios decididos de la democracia, por cuya consolidación trabajamos
"( ... )

diariamente sin desfallecimientos, combatiremos por igual las extralimitaciones del


gobierno prepotente como las oposiciones oportunistas de los reaccionarios que
quieren quitar al pueblo el arma del voto. Por eso decimos sin jactancia, SOLOS
CONTRA TODOS, en la defensa de los sagrados intereses populares y por la
realización de nuestro programa (...)" (LV, 23111929) 488.

Pero la actividad electoral no debía esperar a marzo sino que tenía una estación de
• importancia en los comicios que el l de diciembre definirían al gobernador de la
Provincia de Buenos Aires. Días antes de la votación los socialistas fijaron en las
calles de la Capital y la Provincia un cartel que subrayaba que los "independientes"
no concurrían a los comicios, ante lo que se preguntaba si era por falta de votos o
porque entregarían su apoyo a los conservadores. La respuesta de los independientes
- que en otro cartel habían afirmado que se trataba de una calumnia y habían
denunciado la debilidad de los socialistas ante los desmanes de las intervenciones a
San Juan y Mendoza- motivó que La Vanguardia recordara la intervención de Bravo
en el Senado para concluir: "Cómo se ve que el último discurso de Bravo les ha
hecho perder los estribos!" (LV, 25-11-1929).
La apuesta socialista por la autonomía no móstró en las elecciones de la Provincia de
Buenos Aires buenos frutos. Si los votos radicales sufrieron un abrupto descenso
respecto de 1928, pasando de 217.211 a 178.433 y los obtenidos por los
conservadores mostraron un importante aumento, pasando de 74.095 a 125.281, el
PS mostró una situación de estancamiento, pasando de los 19.849 sufragios
obtenidos en 1928 a 20753 (Gasió, 2005: 499: 500). Cuando aún no había concluido
el escrutinio, La Vanguardia explicaba que los propios conservadores se sorprendían
de su resurrección y afirmaban "nos considerábamos tan muertos que apenas nos
presentamos a los comicios, pero las barbaridades del señor Irigoyen nos han valido

485
Días más tarde La Vanguardia apelaba a Justo, quien años antes había señalado que el PS era un
partido de clase pero no de oposición, para distinguir entre la oposición sistemática, que hacía el
"contubernio conservador-antipersonalista-libertino" y la propia "oposición constructiva". El diario
socialista se mostraba confiado en que lOS progresos de la civilización y, en particular, de la cultura
pólítica terminarían con esa lamentable modalidad de la política criolla y así como se comprendería
que "la auto-adjudicación de un mandato histórico es una locura o una patraña grotesca", también
concluiría "el espectáculo de partidos o entidades que se agotan en una oposición tan estéril como
sistemática, o que aplican todas sus energías y recursos a trabar, demoler y hasta aniquilar la obra de
sus adversarios, repudiando invariablemente toda colaboración aún en aquellos casos en que podría•
convenirles" (LV, 27-11-27).
una cantidad prodigiosa de votos". Por otro lado, el hecho de que los votos radicales
hubieran pasado a los conservadores y no al PS era interpretado como una muestra
de las semejanzas entre ambas fuerzas. El artículo concluía extrayendo
consecuencias generales de ese traspaso de votos, y las que sí eran críticas para con
Yrigoyen no eran más halagüeñas con el "contubernio" opositor:
"La segunda presidencia Irigoyen es el resultado de la sugestión popular más
extraordinaria que se ha conocido en este país. Cerca de un millón de ciudadanos le
dieron el voto POR QUE SI. Si mañana este millón de votos le fuera retirado al señor
Irigoyen, para dárselo a otro, también POR QUE SI, entonces nuestro país,
politicamente inmóvil, habría dado otra prueba de su enorme incapacidad. El
progreso político será un hecho cuando los juicios del pueblo sean más conscientes,
serenos y fundados, cuando sus actitudes electorales se hallen libres de estos
sobresaltos, sugestiones e incoherencias. Y esto no se conseguirá mientras no haya
verdaderos partidos políticos populares que hagan de la ruda, paciente y larga tarea
educativa de la masa su función principal" (LV, 9-1-30).

Al concluir el escrutinio, socialistas y socialistas independientes trazaban diferentes


evaluaciones de la recuperación conservadora. La Vanguardia insistía en que los
sufragios de radicales y conservadores compartían el ser "los votos de la ignorancia,
de lavenalidad, del vicio" y contraponía a ambos los más de 20.000 ciudadanos "que
no se han dejado polarizar" entre yrigoyenistas y anti-yrigoyenistas (LV, 11-1-30).
Libertad en cambio celebraba el gran apoyo obtenido por la fórmula del Partido
Conservador, explicando que los conservadores habían recibido no sólo el apoyo de
sus partidarios sino también el de "las masas opositoras . al irigoyenismo,
desengafiadas, despertadas al espíritu de sugestión colectiva en que estaban sumidas,
por este desastroso gobiernó que padecemos".. El diario de los socialistas
independientes explicaba que si en la provincia de Buenos Aires era el Partido
Conservador la entidad opositora que había conseguido un "laudable resultado", en
otras partes de la República serían "otras organizaciones igualmente plantadas con
decisión contra el gobierno" las que recibirían la ayuda de los otros opositores "hasta
barrer con los restos del 'superpiebiscito' de que se jactan los oficialistas". Pero los
socialistas independientes no se pensaban corno una más de las "entidades
opositoras" sino como el cerebro de la coalición que las reunía. Así lo dejaba ver
Libertad al afirmar: . .
"Ha sido .el Partido Socialista Independiente el que ha señalado a las fuerzas de la
oposición el camino a seguir: aunarse en el propósito común .de derrotar a este
gobierno prepotente y desorbitado ( ... ) Cábenos la satisfacción de ser los principales
gestores del auspicioso resultado que actualmente contemplan con esperanza cuantos
aman al país." (Libertad, 11-1-30).
602

Pero Libertad no proponía solamente una declaración autocelebratoria, sino un


pedido de apoyo. Así señalaba que si en la provincia de Buenos Aires quien podía
enfrentar al yrigoyenismo era el Partido Conservador, en la Capital Federal tal papel
les correspondía a los socialistas independientes. Con este llamado concluía:
"Hay que concentrarse en torno de su bandera, hay que engrosar sus filas, hay que
apoyarlo decididamente para infligir al irigoyenismo uiia derrota decisiva, que lo
haga entrar en vereda y le haga comprender que va por mal camino. Tal es el deber
ineludible que incumbe a los opositores de, verdad, a todos aquellos que comprenden
que, en esta hora aciaga de la historia institucional argentina, hay un deber primordial
ue cumplir; ¡derrotar al oficialismo desorbitado y prepotente que sojuzga el país,
cueste lo que cueste! (Libertad, 11-1-30).

Al día siguiente La Vanguardia comentó, con aires de indignación, lo que


consideraba una "confesión de su total renunciamiento socialista" por parte de los
"libertinos". Subrayando que jamás un socialista podría ver la salvación del país en
"la resurrección del coñservadurisrno oligárquico", el Editorial ironizaba sobre el
argumento que planteaba que no se trataba de que el pueblo votara a los
conservadores o a los socialistas independientes sino que debía apoyar a la oposición..
Al respecto el diario socialista se preguntaba:
",Qué es esa famosa 'oposición'? No entramos en ella los socialistas. No figuran en
ella los comunistas. No simpatizan con ella los trabajadores organizados. j,Quiénes la
constituyen? El cantonismo es su primer eslabón y la Liga patriótica el último.
.Conservadores, antipersonalistas, liberales de tierra adentro que se dan ese nombre
para despistar, demócratas . de Córdoba que son también conservadores, Liga
republicana, Liga patriótica, Asociación del trabajo (ajeno), comités 'Acción'
dirigidos por un célebre Santamarina (...), socialistas independientes: todo lo que en
el país significa regresión, corrupción, traición, se ha encontrado y juntado en esta
entidad, so pretexto de 'oposición' prepara su gran golpe contra el pueblo y sus
instituciones." (LV, 12-1-30).

A la construcción rápida y oportunista del "contubernio anti-yrigoyenista", los


socialistas buscaban oponer otra más paciente y profunda. La misma se apoyaba en
una interpretación del lugar del yrigoyenism.o en la evolución política argentina, que
el PS había construido a lo largo de décadas. Así lo dejaba ver un Editorial de La
Van guardia que, en tono doctrinario, explicaba:
"La obra paciente y consciente de educación popular en que se hallaba empeñado el
PS fue seriamente perturbada por el advenimiento del partido radical. Durante más
de tres lustros nos habíamos esmerado en hacer comprender al pueblo que el
mejoramiento de sus condiciones materiales y morales depende, en primer lugar, de
su propio esfuerzo (...) El advenimiento del primer gobierno radical perturbó no
poco esta paciente y metódica labor del PS. A la necesidad de educar al pueblo en el
603

principio del esfuerzo propio, el radicalismo triunfante opuso la teoría del gobierno
corno función paternal encomendada exclusivamente al genio clarividente y
bondadoso de su mandatario de excepción" (LV, 3-2-30).

El diario socialista recordaba que. los yrigoyenistas siempre habían criticado la


propaganda socialista como poco práctica, argumento que en ese momento
retornaban quienes les reprochaban no surnarse al "contubernio opositor". Sin
embargo; se explicaba, los socialistas confiaban en que la experiencia estaba
haciendo al pueblo comprender las falacias del caudillo gobernante. El diario
socialista confiaba que también comprendería que lo que proponía la "oposición"
eran "falsos atajos". Y concluía:
"Por eso rodea hoy con tanta avidez y cariño la tribuna socialista. El pueblo retorna
el camino interrumpido hace algunos años y quiere reanudar bajo la dirección de
nuestro partido la marcha, lenta pero segura, hacia la conquista de un . creciente
bienestar." (LV, 3-2-30). . . .

El PS se preparaba para concurrir, "solo contra todos", al cornicio. Para hacerlo


repetía los pasos conocidos: elección de los candidatos- (LV, 16-1-30), aprobación
de la propaganda electoral (LV, 20-1-30), organización de conferencias en los barrios
(LV, 2-2-30), y proclamación en un gran acto público: El 15 de febrero, y ante un
Teatro Coliseo cólmado, eran presentados los candidatos de "la lista del Pueblo".
Entre los oradores se destacaban dos de los postulantes a Diputados, los dos más
apoyados en el voto general, lós dos viejos lugartenientes de Justo: Nicolás Repetto y
Enrique Dickmann.. Ambos centraron su discurso en la defensa de la autonomía
socialista ante un escenario que se polarizaba. Dickmann explicó que, en ese
momento, la acción del PS se dirigía contra los falsos conceptos de gobierno y
oposición los que reforzaban la idea de "hombre-providencia" ya que si unos veían
en el Presidente a quien era capaz de realizar la felicidad del pueblo, los otros lo
convertían en "el chivo emisario de todos los vicios, maldades y errores; es el
demonio del mal; es el hombre funesto autor de la desgracia del pueblo, y de la ruina
del país". Repetto denunció la campaña que buena parte de la prensa hacía contra el,
PS atacándólo "por el 'grave delito' de haber mantenido, en momentos de confusión
y tal vez de caos, una fidelidad inquebrantable a sus principios más fundamentales.
El viejo compañero de Justo descartó las críticas sosteniendo que un Partido que
servía para educar a los trabajadores en la acción consciente no podía servir de
vehículo a pasiones y odios ajenos. Y concluyó con confianza: ' . .
"Esta posición moral, tan clara, tan firme y tan inteligible para el pueblo, es la que
asegura su triunfo en las próximas elecciones dei 2 de marzo" (LV, 16-2-30).

Aunque la "lista del pueblo" casi doblaría los votos de los candidatos socialistas en
1928, superando los 80.000 votos, el triunfo correspondió a los socialistas
independientes que, habiendo logrado encolumnar tras de sí el antiyrigoyenismo
militante, orillaron los 110.000 sufragios. Los yrigoyenistas, en un marcado retroceso
respecto a los resultados de 1928, sólo lograron superar por poco los 80.000 votos. 489
La situación de virtual empate entre yrigoyenistas y socialistas hizo que mientras los
"independientes" obtenían las diez bancas de la mayoría, las de la minoría se
repartieran entre tres radicales -Eduardo Giuffra, Víctor Guillot y Andrés Ferreyra-, y
un socialista, Nicolás Repetto (LV, 22-3-30) 0 .

Entre los comicios de 1928 y los de 1930 se había operado un gran vuelco en la
opinión portefia. Sin, embargo, algo se había mantenido: la alta tasa de participación
política. Aunque había habido cierto descenso frente a la elección de dos años antes,
el 86,2% de concurrencia significaba el más alto porcentaje de votantes en un
comicio en el que no estaba en juego . la presidencia. Más allá de las críticas al
sufragio universal y las dudas sobre los efectos de la Reforma Electoral, las pasiones
políticas seguían expresándose en las urnas. Pero sería pór poco tiempo.

IV.
El yrigoyenismo había logrado un triunfo, si bien mucho más estrecho que el de
1928, en el Interior del país y su representación parlamentaria había salido
fortalecida491 . Las fuerzas opositoras que habían confiado en que los resultados

489 La moderada recuperación del socialismo le permitió obtener el triunfo en sus viejos bastiones del
Sur -1' a 4'- y en Ja 15' circunscripción, la UCR en cambio sólo triunfó en la 12'. En el resto se
impusieron los independientes, quienes obtuvieron su mejor elección en las dos circunscripciones
tradicionalmente más conservadoras, la 14' (52,6%) y la 20' (50,4%), en las que más que doblaron el
porcentaje obtenido en la peor, la 4' (22,2%). Las diferencias entre sus apoyos y los de los viejos
socialistas se manifiestan en que justamente éstos hicieron su mejor elección en la 4' (40,6%), y la
peor en la 14a (16%) y la 20a (17,4%). El voto radical en cambio fue el más homogéneo, ya que el
porcentaje obtenido en la mejor sección la 12' (36%) no llegaba a ser un 50% superior al obtenido en
la peor, la 20 (24,8%). (Walter, 1977: 222)
490
Los socialistas subrayaron que en promedio sus candidatos habían obtenido más votos que los
yrigoyenistas (LV, 22-3-30) El hecho de que el segundo más votado de los candidatos socialistas,
Enrique Dickmann estuviera a sólo 85 votos de Victor Guillot, el último radical que había logrado
entrar a la Cámara, hizo que los socialistas repitieran los cuestionamientos que ya habían hecho a la
fiscalización del escrutinio (LV, 23-3-30).
491
Aunque los votos obtenidos por las füerzas opositoras casi igualaban a los de la UCR, el
yrigoyenisnlo había logrado imponerse en casi todo el país —siendo derrotada solamente en Capital
605

electorales implicarían una derrota del yrigoyenismo, pronto comenzarían a pensar


salidas políticas que no pasaban por el sufragio.
El 2 de mayo, Libertad informaba que el Grupo Parlamentario socialista
independiente había comenzado a preparar un pedido de juicio político, el que sería
presentado al comenzar el período de sesiones ordinarias. El diario "independiente"
recordaba que tal pedido había sido uno de los puntos centrales con que el PSI había
concurrido a las comicios parlamentarios de marzo, explicando que por eso no
supeditaría la presentación del proyecto a "las escasas o nulas" perspectivas de
aprobación que brindaba la mayoría yrigoyenista en Diputados. La afirmación de
consecuencia con el voto popular abría la puerta a una salida menos institucional al
concluir:
"Lo que se busca es rehabilitar al Poder Legislativo para darle la preeminencia que
quiere la Constitución Nacional. Y si la mayoría de los miembros del Poder
Legislativo ha de seguir tolerando los avances ilegales y atentatorios para la
soberanía del Congreso ( ... ) entonces el juicio definitivo corresponderá sancionarlo
al tribunal de la opinión pública ( ... )" (Libertad, 3-4-30).

Un mes más tarde, y cuando las esperadas sesiones ordinarias del Parlamento no se
habían iniciado, Libertad hacía aún más ostensibles las referencias a posibles,
"medios extremos" para superar la situación. El diario de los socialistas
independientes afirmaba que la propuesta de concentrar los esfuerzos de los partidos
de oposición para contrarrestar "el empeño del Poder Ejecutivo nacional en anular
prácticamente el régimen representativo de gobierno" había encontrado eco en todo
el país y despertado la. fe cívica ain de los más escépticos. El pueblo había
comprendido, se argumentaba, que había llegado la hora de "poner dique a los
desmanes del Presidente" y contener "la barbarie" desencadenada con su tolerancia o
auspicio. Libertad celebraba que el llamado a la unidad que habían lanzado los
socialistas independientes hubiera sido oído por las otras agrupaciones opositoras. El
Editorial se cerraba con un llamado a la acción que también era una advertencia:
"Hay que salvar al país del caos político, de la anarquía institucional, de la ruina
económica y del desconcepto moral en que lo hunde la ausencia absoluta de toda
noción de equilibrio y sensatez en la persona que tiene el título de Presidente de la
República (...) Hay que formalizai una verdadera 'unión sagrada' en defensa de la
Constitución, antes de que nos veamos en el trance de acudir a los medios extremos
que ella autoriza para mantener el imperio de sus disposiciones." (Libertad, 6-5-30).

Federal y Córdoba-, y su bloque de Diputados había pasado de 96 a 100 integrantes (Gasió, 2006:
513) .
606

Pero no todas las agrupaciones políticas se sumaron al llamado de los socialistas


independientes. Así lo reconocía Libertad al dar cuenta de una reunión en la que el
dirigente demócrata-progresista Francisco Correa había afirmado "no queremos ni
podemos entrar en coaliciones ni concesiones: aspirarnos a ser un partido nacional,
demócrata y progresista". El diario de los "independientes" condenó tales
definiciones argumentando que una posición "estática" no podía ser la de un partido
demócrata que quería ser progresista, y afirmando que el aislamiento y la quietud no
podían mantenerse "en la hora de lá lucha contra el despotismo, contra la barbarie
política y contra el desastre económico fmanciero de la Nacjón" (Libertad, 21-5-30).
Similar crítica, aunque en un tono más subido, merecería el PS por su "aislamiento".
Si la actitud de los demócrata-progresistas había merecido un Editorial del diario
"independiente", la de los "viejos socialistas" fue presentada en una crónica que, en
tono irónico, comentaba las resoluciones adoptadas por el CE del PS. "Los pontífices
del dictatorialismo", explicaba Libertad, se habían reunido en un "gran concilio
familiar" y habían decidido que los remedios para la situación del país eran
restablecer la nonnalidad constitucional, el funcionamiento del Congreso, la
rectificación total de la política presidencial y una serie de medidas administrativas y
sanciones legislativas que "convertirían a la Argentina en el mejor país de la tierra".
Pero, señalaba el . diario .de los "independientes", los socialistas ni planteaban cómo
se realizaría "esa maravilla", ni podían percibir que mIentras Yrigoyen estuviera en
la Casa de Gobierno y tuviera en la cámara de Diputados una mayoría adicta que
impedía el funcionamiento parlamentario, nada era posible hacer como no fuera
"luchar bravamente para derribar el obstáculo". Tal era, se recordaba, lo que venían
haciendo, a instancias del PSI, "las minorías opositoras", exceptuando a "los señores
académicos reunidos en la Casa del Pueblo".
El duro comentario, aunando las críticas que el PS recibiera por su escaso interés en
los debates centrales de la escena política y por la falta de resistencia al.
yrigoyenismo, concluía: . . .
••• "(...) los señores dictatoriales viven al margen de la inquietud política nacional del
momento y, conscientes del olvido en que los tiene justamente la opinión, por haber
desertado del deber ineludible de combatir a este gobierno ruinoso, no saben qué
hacer para llamar la atención de las gentes y dar la sensación de que su existencia,
• aunque oscura, es una cosa real." Libertad, 4-6-3 0). . • •

El "gran concilio familiar" al que hacía referencia Libertad era la "Conferencia de


delegados de las Federaciones Sócialistas" reunión en la que se había aprobado una
607

declaración que , luego de dar cuenta de la situación de crisis política económica y


social que atravesaba el país, adjudicaba al gobierno yrigoyenista la responsabilidad
principal, no sólo por haber contribuido a producir tal crisis sino por negarse "a
reconocer su evidencia para aplicar los remedios de orden legal y gubernativo que
tiene a su alcance." A• continuación, la Conferencia socialista proponía tales
remedios:
"1- En el orden institucional: Garantí as para el sufragio. Funcionamiento normal del
congreso. Respeto a las autonomías provinciales y convocatoria inmediata a
elecciones en las provincias intervenidas. Efectividad del régimen municipal.
2-. En el orden administrativo y financiero: Regularización y depuración de la
administración pública. Reducción de los gastos burocráticos y reordenarniento del
presupuesto. Determinación del monto exacto de la deuda pública y medios
adecuados para su amortización
En el orden monetario, del costo de la vida y la desocupación: Apertura de la Caja
• de Conversión. Supresión de los impuestos que encarecen la vida del pueblo.
Ejecución de obras públicas necesarias para combatir la desocupación.
En el orden de las leyes del trabajo: Cumplimiento estricto de las leyes obreras en
• general. Aplicación inmediata de la ley sobre jornada máxima de 8 horas.
En el orden de las leyes agrarias: División de los latifundios y entrega de la
posesión segura y tranquila de la tierra a los que la habitan y trabajan. Ayuda oficial
a los agricultores en los casos de desastres agrícolas extendidos a vastas zonas.
En el orden de las relaciones internacionales: Adhesión a la Liga de las Naciones.
Reanudación de las relaciones con la OIT." (LV, 3 1-5-30).

Pero el documento no se limitaba a la definición programática sino que avanzaba


sóbre el tema de las relaciones del PS con las fuerzas opositoras al afirmar: "el PS
ratifica su posición particular, clara y propia, desvinculado de los grupos o facciones,
sin ideologías sociales, de la política nacional." (LV, 31-5-30).
Estas definiciones merecieron no sólo la crítica de Libertad sino también la de La
Prensa, periódico que afirmaba que el documento elaborado por la Conferencia era
"muy ingenuo" ya que la colaboración que decían buscar los socialistas no era
compatible con la declaración final que proclamaba la desvinculación de grupos y
facciones (La Prensa, 1-6-30). El diario socialista respondía señalando que lo que
proponía el "contubernio opositor" no era la colaboración sino el sometimiento a
combinaciones políticas de predominio. Subrayando que los socialistas nunca habían
aceptado ni nunca habían participado de ese tipo de combinaciones, La Vanguardia
declaraba:
"(...) no aceptaremos nunca ser colocados en la alternativas de optar entre la barbarie
irigoyenista y la reacción conservadora (...)" (LV, 2-6-30).
El 3 de junio el Comité Ejecutivo del PS decidió hacer suyas las conclusiones dé la
• Conferencia. Decidió también que esas conclusiones fueran impresas "en un volante
en cantidad suficiente para ser distribuidas en todo el país", así corno hacer de ellas
el tema de "un gran acto público" a realizarse en la Casa del Pueblo el 10 de junio.
En el mitin hizo uso de la palabra Américo Ghioldi quien, luego de señalar la
gravedad de la crisis económica que atravesaba el país y cuestionar la actitud política
del gobie.rno, realizó consideraciones que, corno a los miembros de la "coalición
• opositora", lo colocaban en el límite de proponer salidas extra-institucionales:
"El radicalismó ha traicionado la obra histórica en la que participó en su hora, de dar
al país la libertad de sufragio. Los fraudes •recientes de Córdoba, San Juan y
Mendoza son hechos de una gravedad tal que uno ha de preguntarse angustiado si se
piense en colocar al país en condiciones de no poder utilizar ya al sufragio como
procedimiento de rectificar y emnendar la política." (LV, 1 1-6-30).

Sin embargo, la cercanía en la crítica al yrigoyenismo no hacía que Ghioidi fuera


contemplativo eii el juicio sobre los "opositores", al señalar que a las desdichas del
gobierno radical el país debí a agregar la falta de partidos que se pretendía "substituir
por estridente oposición donde hay abundancia de nombres y de facciones", las que,
además coincidían con el gobierno radical en materiá monetaria, impositiva y
agraria. Por eso, explicaba Ghioldi, el programa elaborado por la Conferencia tenía el
carácter de una doble advertencia:
"Advierte al gobierno que el partido hablará al país de la obra nefasta del radicalismo
y advierte a la oposición que el pueblo necesita algo más que preceptismo
democrático declamado por quienes siempre hicieron escarnio de la democracia."
(LV, 11 -6-30).

Después de Ghioldi hizo uso de la palabra Mario Bravo, quien señaló que aunque
quería dar un discurso optimista, no podía hacerlo ya que debía analizar las
condiciones del presente. Explicó que mientras en los países en que la democracia
había modelado las instituciones había órganos que permitían salvar las crisis -como
los partidos, la prensa, el sufragio, los cuerpos electivos, los Ministros responsables-,
en la incipiente democracia argentina faltaban esos medios. Pasó luego a abordar la
crisis social y política, señalando que la responsabilidad inmediata de este estado
radicaba en el gobierno yrigoyenista y planteando que existían dos caminos para salir
de la crisis: la legalidad y la ilegalidad. Dentro de la primera, explicó, era posible "el
cambio tranquilo de rumbos", a través del empleo de los medios que las instituciones
del país ponían al alcance del gobierno. Explicó que también sería legal la renuncia
del Poder Ejecutivo, situación en que tomaría el gobierno el Congreso y convocaría
al pueblo a elecciones para la renovación presidencial. Pero, Bravo advertía:
"Si esto no ocurre en tiempo oportuno, corresponderá a los enceguecidos, a los
inconscientes gobernantes, a las fuerzas de partido que los sostienen la
responsabilidad de los acontecimientos futuros que yo preveo inminentes y graves.
La responsabilidad ante la historia y ante el inundo será de los que acudan a la
ilegalidad, sino de los que los han obligado a acudir a ella." (LV, 11-6-30).

La extrafía formulación final puede explicarse por un error de la transcripción pero,


incluso en ese caso, deja ver la situación en que se hallaban los socialistas: sin
aceptar las soluciones ilegales de otros opositores, pero sin tampoco resignarse a la
continuidad del gobierno yrigoyenista.
En los meses siguientes los socialistas seguirían con esa doble prédica: cuestionando
la acción de gobiern0 492 pero denunciando también el "contubernio" opositor (LV,
13-6-30) y las declaraciones militaristas (LV, 21-7-30). Con el pasar de los meses y
con los eternos debates acerca de los diplomas que amenazaban con postergar sine
die el funcionamiento normal de la Cámara de Diputados, el tema de la obstrucción
yrigoyenista se convertió en el tópico principal de la escena política. En repudio a tal
"obstrucción" la mayoría de los legisladores de "la oposición", entre ellos los
socialistas independientés, firmaron el "Manifiesto de los 44" que, cuestionando la
acción de gobierno, llamaba "a todos los hombres que quieran salvar las instituciones
democráticas argentinas y evitar la ruina del país" a cambiar ese estado de cosas. Los
medios de lucha planteados en el documento eran poco claros: la acción
pariamentari, pero también. la acción opositora fuera de las Cámaras orientada a
"crear un espíritu cívico de resistencia" a los abusos y desmanes. (citado en Halperin
Donghi, 2000: 663),
Los socialistas respondieron a la iniciativa de los legisladores "opositores"
reafirmando la propia independencia al señalar que el hecho de que el PS también
protestara contra el gobierno no podía "hacer pensar a nadie en una cruzada conjunta
con los aventureros que han lanzado un manifiesto político (...) porque la clase
trabajadora no puede tener ninguna confianza en traidores y renegados ni en los
elementos más rancios del país". La Vanguardia agregaba que el hechó de que las

492
Cuestionando las políticas oficiales los socialistas elaborarían un "Programa de Acción Inmediata",
basado en las resoluciones de la "Conferencia de delegados de las Federaciones Socialistas" (LV, 27-
6-30). Apoyados en dicho programa lanzarían una campaña de agitación que, bajo el título "lo que el
país necesita y reclama", incluiría conferencias radiales y actos en los diferentes puntos del país (LV,
8-7-30).
610

críticas al gobierno fueran "exactas" no eximía de la complicidad de los propios


firmantes. Y preguntaba:
",Quiénes hablan de defender al Parlamento? Los ugartistas, maestros en tramoyas
electorales, enemigos del sufragió popular, con lo que el parlamento sería un mitó.
¿Los abogados procesados y defensores de tahures y enemigos de la clase obrera,
hablan de honestidad y decencia? ¿Las ocho horas? Pues, los dueños de las imprentas
y su.s abogados firmantes del manifiesto, están luchando para no cumplirlas
¿Problemas agrarios? Ya sabernos que es el Senado, y lós que finnan, son culpables
al igual que el gobierno de la no sanción de las leyes socialistas." (LV, 11-8-30).

El Editorial concluía con una afirmación de la propia autonomía:


"De nuevo la clase trabajadora sabrá ponerse frente a la demagogia oficial y su
prepotencia y también frente a la confabulación de apetitos reáccionarios y de
tránsfugas. Solos contra todos. ¡Por el socialismo1" (LV, 11-8-30).

Al avanzar el mes de agósto la situación política se enrareció. Mientras tanto la


Cámara de Diputados seguía enfrascada en los debates acerca de los diplomas
sanjuaninos. Fue en ese marco que Nicolás Repetto, único Diputado que conservaba
el PS, y su figura pública excluyente, terminó de esbozar la que sería la respuesta
socialista a la crisis política: apelar a los yrioyenistas para que desoyeran a su líder
y cumplan sus deberes para con el pueblo.
El discurso de Repetto, que fue profusamente difundido no sólo a través de La
Vanguardia sino también de folletos enviados a los Centros Socialistas de todo el
país, comenzaba señalando que la gravedad de los sucesos sanjuaninos excedía a "las
diabluras" comunes de la "política criolla" por el hecho de que las prácticas
fraudulentas en la provincia no habían sido organizadas por un gobernador
cualquiera sino por el Interventor Federal, de modo que la responsabilidad final
correspondía a Yrigoyen. Los hechos de San Juan, explicó Repello, demostraban que
si Yrigoyen no podía ganar las elecciones en buena ley estaba dispuesto a ganarlas en
cualquier forma (Diario de Sesiones de la Cámara de Diputados, 1930, T2 :528). El
Diputado socialista explicó que los sucesos lo hacían concluir que en la Argentina
regía un "unicato" y para peor un "unicato sin las compensaciones que tenía el
unicato de 1890". Para fundar tal juicio Repello contrastó la personalidad y la obra
de los parlamentarios del pasado con los de su tiempo, extrayendo un juicio muy
desfavorable. Pero el Diputado socialista consideraba que el descenso de la vida
parlamentaria no solo era un mal en si mismo sino que coadyuvaba al de la vida
611

política en general. Para fundarlo, y a la vez criticar veladarnente a la "oposición",


sostuvo:
"La política se ha vuelto una vulgar diatriba. Unos hacen su carrera, su reputación y
su fama lanzando constantemente denuestos contra el Presidente Irigoyen, y otros
hacen también su carrera procediendo a la inversa... Y lo más trágico del caso,
señores Diputados, es que esta política insubstancial y hueca, esta vulgar política de
oposición sistemática es lo que le gusta a la gente. La gente está encantada ahora si
se habla mal de Yrigoyen ( ... ) para levantarse en un pedestal no hay más que trepar a
una escalera y lanzar denuestos contra el primer mandatario."Diario de Sesiones...:
533).

Repetto continuó su intervención explicando que el hecho de que el gobierno


apoyara la legalidad traía consigo el riesgo de alentar la subversión no sólo de parte
del pueblo sino también del Ejército. El líder socialista argumentó que para quienes
no esperaban ninguna ventaja del desorden, la violencia y el caos, la solución del
momento sólo podía venir de "la presión" que los parlamentarios pudieran ejercer
sobre el Jefe de gobierno para dar a la administración pública y a la política normas
distintas. La apelación de Repetto se dirigía especialmente a los parlamentarios
radicales, a quienes, luego de recordar que la UCR era un partido "demasiado
numeroso", instaba a "emplear esa enorme fuerza política para restablecer en el país
un estado de cosas normal, para reíniciar la marcha lenta pero segura en el sentido de
una legislación progresiva (...)" (Diario de Sesiones...: 537). El llamado a los
radicales iba acompañado de una advertencia que se haría célebre:
"Rumores siniestros circulan en todo el país (....) Se habla de un cambio violento de
gobierno del país. Hechos ocurridos en países vecinos y que no son otra cosa que el
traslado de una dictadura de manos civiles a manos militares, se explotan en estos
momentos en beneficio de no se sabe que intereses y ahora aparece en toda su
enormidad la responsabilidad que cae sobre vuetras espaldas. ¡Son ustedes los
responsables de esta situación y ustedes tienen que ponerse a la altura de la.
responsabilidad! O se da máquina atrás, se renuncia al procedimiento seguido hasta
acá, se trabaja en este Congreso, se respeta la ley y las constituciones ( ... ) Entonces,
hagan llegar la voz a quien deba oírla y a quien deba someterse a estos dictados de
buen sentido, dictados de la ley (...) ¡Hagan llegar esa voz y que sea pronto! (...)"
(Diario de Sesiones...: 538).

En momentos de crispación el PS se alejaba de la "oposición" y apelaba al "buen


sentido" de los yrigoyenistas 493 . Días más tarde cuando el Ministro de Guerra Luis

493
En un gesto que quería poner en evidencia esa búsqueda de "puentes" Repetto votaría como
autoridades de la Cámara a miembros de diferentes bancadas: al yrigoyenista Ferreira para la
presidencia, al antipersonalista Mihura para la vicepresidencia primera, y al demócrataprogresista
Antelo para Ja vicepresidencia segunda. Sería el único que mantendría la vieja tradición parlamentaría
de conformar una mesa plural teniendo en cuenta el peso de cada sector. Tanto los yrigoyenistas,
612

Dellepiane había renunciado y se dejaban oír rumores de intervención militar (LV, 3-


9-30), La Vanguardia hacía más explícita la apuesta socialista: la renuncia de
Yrigoyen y su reemplazo por el Vicepresidente Enrique Martínez. El diario
socialista, luego de manifestar su sorpresa porque entre los allegados a Yrigoyen no
existiera uno suficientemente influyente como para inducirlo a considerar que la
situación no tenía remedio y que convenía afrontarla sin dilaciones, explicaba:
"Comprendemos que las funciones de gobierno, tan absorbentes, variadas y
complejas, pueden provocar cansancio en un gobernante, sobre todo, si acusa la edad
relativamente avanzada de nuestro primer mandatario. Si existiera este cansancio, o
se hubieran descubierto manifestaciones de alguna dolencia orgánica, sería el caso de
que los, hombres más allegados al Presidente hablaran con toda franqueza de la
necesidad de que se aleje temporal o definitivamente del gobierno para que otros
puedan tornar sobre si la tarea de nonnalizar rápidamente la situación" (LV, 4-9-30).

Tres días más tarde, y cuando el alzamiento militar ya se había iniciado, La


Van guardia informaba que, a sugerencia de Elpidio González, Yrigoyen había
delegado el mando en su Vicepresidente, quien había decretado el Estado de Sitio
(LV, 6-9-30). Esas informaciones, así como otro artículo que explicaba que las
Cámaras debían reunirse para votar un Presidente "en caso de acefalía", dejaban ver,
que los socialistas aún creían que se produciría la salida política que ellos habían
deseado.
Sin embargo, no sería así. El 7 de septiembre el diario socialista informaba que se
había producido una "revolución" encábezada por el General José Félix Uriburu.
Junto a la información, La Vanguardia publicaba un Editorial en el que,
cautelosamente, sentaba posición ante el nuevo régimen. El diario socialista
recordaba que siempre habían sido "fustigadores severos y hasta implacables" de
Yrigoyen, pero aclaraba, "eso no implica que no debamos guardar ciertas reservas
sobre el procedimiento de fuerza que se ha escogido para librar al país de ese pésimo
gobierno". El Editorial sostenía que cuando se hubieran serenado los espíritus, se
podría demostrar que "sin el movimiento militar y mucho más después del
movimiento militar" había existido la posibilidad de -"provocar el desenlace político
dentro de las normas constitucionales y legales". La Vanguardia señalaba que a los
socialistas, en tanto "depositarios de un patriotismo que se basa también en la cultura
política", les dolía ver a la Argentina confundida en el montón de los gobiernos

como los miembros del "partido opositor" (LV, 2-9-30), y también los demócrata-progresistas
votarían solamente a miembros de la propia tendencia. El resultado sería que los yrigoyenistas se
quedarían con todas las autoridades (Diario de Sesiones.... 538)
613

sudamericanos. El diario socialista explicaba que ya llegaría la hora de hacer un


examen más detenido de los sucesos y, en lo que era a la vez una crítica y un llamado
a las nuevas autoridades, concluía:
"no obstante la composición acentuadamente conservadora y la existencia de un
vicepresidente en el gobierno de fuerza que manda desde anoche, hacernos honor a
sus declaraciones y lo exhortamos a reintegrar cuanto antes el país a las normas
constitucionales y legales" (LV, 7-9-3 0).

La presencia conservadora que los socialistas creían encontrar en el nuevo gobierno


pronto se vería confirmada. Las expectativas en un pronto regreso a "las normas
institucionales y legales" serían, también pronto, desmentidas. El 8 de septiembre un
decreto del General Uriburu disolvería el Congreso (LV, 9-9-30); el 1 de octubre el
gobierno haría público un manifiesto en que dejaba traslucir la intención de avanzar
en una reforma de la Constitución (LV, 2-10-30); y el 5 de octubre dictaba el Estado
de Sitio en la Capital Federal (LV, 6-10-30). Ante estas medidas, el PS adoptaría
rápidamente una posición opositora494 y profundizáría la apelación cívica. Una
apelación que lo marcaría en los años por venir.

494
Ya el 11 de septiembre de 1930 el Comité Ejecutivo del PS lanzaba un Manifiesto al Pueblo en el
que, luego de repetir que luego de la renuncia de Yrigoyen el Poder Ejecutivo debió haber sido puesto
en manos de los funcionarios designados por la ley, afirmaba que el gobierno establecido ño era legal
y que tampoco lo eran sus actos. Pero el documento no implicaba una convocatoria a cambiar un
estado de cosas que, se reconocía, los socialistas no podían impedir, sino un llamado a quienes habían
tomado sobre si "la inmensa responsabilidad de presidir la reconstrucción política de la nación" a
quienes señalaba que el camino hacia esa normalización estaba "en el ejercicio de la libertad y en el
respeto por el derecho". El PS, se decía. "Quiere que concluya en el país el régimen de la fuerza y de
lo arbitrario y se devuelva al pueblo el régimen de la razón y de la ley". (LV, 12-9-30)
614

Reflexiones finales

1.
El terna de las relaciones con otras fuerzas políticas fue una de las cuestiones que
suscitaron mayor debate en las filas del movimiento socialista internacional. Esta
discusión no dejó de surcar las filas del movimiento socialista argentino desde sus
orígenes, aún antes que se fundara el PS. Gennán Avé Laliernant, figura principal del
grupo que publicaba el periódico El Obrero, planteó una interpretación del marxismo
en la que las fuerzas políticas podían ser identificadas con posiciones de clase. Esta
lectura derivó en una mirada relativamente favorable hacia la UCR, y especialmente
hacia el liderazgo de Leandro N. Alem, por identificarlos con la pequeña burguesía,
sector social al que se postulaba corno ariete de las fuerzas modernizadoras opuestas
a los terratenientes que se agrupaban en el PAN. Aunque a partir de la recepción del
"Programa de .Erfurt" esa mirada positiva acerca de la pequeña burguesía fue
relativizada por la asunción de una visión más estricta de la "teoría de la
simplificación capitalista", se mantuvo la lectura que identificaba al radicalismo con
ese sector social. Por ello, ya pesar de las ambigüedades que, se denunciaba, existían
en la acción y en el liderazgo del propio radicalismo, la mirada sobre esta fuerza
política continuó siendo relativamente favorable hasta 1894.
Esta postura se modificó con la incorporación de Juan B. Justo a las filas socialistas.
Desde la Dirección de La Vanguardia, Justo iinpulsó la constitución del PS y definió
cuáles debían ser las relaciones con otras fuerzas. Como dejan apreciar tanto la
publicación de la carta de Engels a Turatti, como las posiciones defendidas en el
Congreso Fundacional de junio de 1896, aunque la posición del líder socialista no era
contraria a las alianzas, su interpretación rompía con la identificación entre
radicalismo y pequeña burguesía. El eje clasísta de lectura de lo social se mantenía, y
también lo hacía el planteo de que la lucha principal del socialismo era contra los
terratenientes, pero a aquel clivaje se agregaba otro, de tipo político, que distinguía
entre las fuerzas políticas orgánicas, entendiendo que en ese momento sólo el PS lo
era, y las facciones de la "política criolla". Debemos subrayar que para Justo el eje
social era el decisivo: las fuerzas políticas debían corresponderse con las sociales,
pero en tanto esto no sucediera, había que luchar contra todo aquello que
obstaculizara esa transparencia. En esta lectura no había lugar para una alianza con el
615

radicalismo, al que ya no se veia como representante de la pequefia burguesía, sino


corno una fuerza personal, una "bandería" más de la "política criolla".
La interpretación sostenida por Justo pareció, a fin de siglo, ser reforzada por el
derrotero del propio radicalismo. Luego de la muerte de Alem, esa fuerza mostró
importantes signos de debilidad, tendencia que se acentuó con la decisión de Hipólito
Yrigóyen de disolver el Comité de la provincia de Buenos Aires. A comienzos del
siglo XX, y mientras el sector "hipolitista" se había retirado de la política actjva,
quienes seguían a Bernardo de Irigoyen, que en coalición con un sector del PAN
había llegado a la gobernación de la provincia de Buenos Aires, se confundían con
otros actores políticos, desdibujando su condición de radicales. La reorganización
que algunos dirigentes radicales emprendieron en 1903, no modificó la visión que los
socialistas tenían respecto del radicalismo. Más bien, al contrario, el tradicional
evolucionismo socialista llevó a pensar que lo que había desaparecido, en este caso la
UCR, había sido dejado atrás por la historía y que, por ló tantó, no podía recobrar
nueva vitalidad. La actividad del radicalismo sólo podía explicarse como el resultado
de una supervivencia, de un "atavismo", que la misma, evolución históriça se
encargaría de suprimir.
En esos años de comienzos de siglo los socialistas estuvieron ocupados en la
definición del propio camino de refonnas y en su diferenciación de otras iniciativas
reformistas. Ya fuera que éstas provinieran de nuevas fuerzas, como el Partido
Demócrata o el Partido de los Jóvenes, o de actores tradicionales como el PAN que,
especialmente a partir del Ministerio de Joaquín V. González, desplegó un conjunto
de proyectos innovadores, los socialistas las recibirían con desconfianza. Ante
propuestas que amenazaban con debilitar la especificidad de la propia identidad, los
socialistas respondían fortaleciendo la frontera que los separaba de las mismas,
construyendo una narrativa que colocaba al PS en el lugar central, casi único, de la
transformación. Asimismo ese esfuerzo reformista recibió en esos años su primera
gran impugnación interna. Esta'provino de la corriente "sindicalista", de gran peso
entre la militancia gremial del PS, que cuestionaba la importancia dada por el Partido
a la acción electoral y, especialmente a partir de la llegada de Palacios a la Cámara
de Diputados en 1904, a la parlamentaria, y planteaba la necesidad de concentrar
energías en la "aúción económica". Después de una dura disputa, en la que los
"sindicalistas" estuvieron a punto dé obtener el control de los órganos de dirección
partidaria, los disidentes fueron expulsados, reafirmándose el perfil de un partido
reformista que enfatizaba la acción electoral y parlamentaria. Sin embargo, tampoco
luego de la partida del "ala anti-política", el PS avanzó en acercamientos con el
radicalismo, ni con otras fuerzas reformistas. Con respecto a la "reorganizada" UCR,
y en particular en relación con el cada vez más predominante "yrigoyenismo", las
críticas hicieron foco en la extracción social de sus dirigentes, su retórica vacía y
"motinera", su persónalismo, el carácter conspirativo de su acción, su "culto al
pasado y a los muertos", su falta de programa, y en su cercanía con la Iglesia y con el
gobierno de Figueroa Alcorta. En cambio, había una mayor simpatía con el mitrismo,
y así se llegó a hablar de una "concentración popular" —en la que, se especulaba,
también podría entrar el sector del radicalismo enfrentado a Yrigoyen y l.iderado por
Pedro Molina- que reuniera fuerzas para luchar por reformas democráticas. Pero•
aunque la propuesta encontró cierto eco en las filas socialistas, pudiéndose citar
como partidarios de este acercamiento a Alfredo Palacios y a Antonio de Tomaso,
terminaron predominando las posiciones de quienes, como Justo, consideraban que el
PS podía ser no sólo elprotagonista de las tareas de transformación socialista, sino
también quien monopolizara las tareas de transformación democrática. El
acercamiento con otras fuerzas fue rechazado, y el PS se mantuvo en una posición de
encierro que continuaría luego de 1910, y aún de 1916, momento en que la reforma
electoral impulsada por Sáenz-Peña permitió el ascenso al gobierno del radicalismo,
la fuerza popular de la que los socialistas tanto habían desconfiado.
Cuando ese tránsito reformista comenzó, con el "discurso-programa" en el que Sáenz
Peña anunciaba sus propuestas de reforma política, los socialistas se habían
manifestado escépticos. Sus dudas se mantuvieron durante el debate parlamentario de
los proyectos y en la víspera de los comicios que pondrían en juego la nueva
legislación. Sin embargo, en 1912, y apenas conocidos los primeros resultados
electorales, los socialistas comenzaron a percibir que la reforma impulsada por Sáenz
Peña tendría importantes efectos sobre la competencia política, potenciando sus
propias fuerzas y las de los radicales, y haciendo de estos partidos los principales
contendientes electorales en la ciudad de Buenos Aires 495 . A partir de esta rivalidad

491
Si este enfrentamiento ocupó inmediatamente el centro de la escena en las elecciones para cargos
nacionales -electores presidenciales, electores de Senador nacional y Diputados-, su efecto sobre el
espacio político municipal debió esperar en cambio a que, en buena medida gracias a la presión de los
socialistas, en 1917 se modificara la vieja Ley N°1260 que imponía el sufragio censitario para las
elecciones al Concejo Deliberante portei'io. A partir del comienzo de la vigencia del nuevo régimen en
1918, ya no serían los viejos partidos municipales, reducidos y notabiliares, sino las ftierzas políticas
nacionales -el radicalismo y el socialismo- quienes predominarían en el distrito.
617

lós socialistas colocaron en un segundo plano a las otras fuerzas de la "política


criolla", para centrar progresivamente su mirada en el radicalismo, fuerza a la que
• dedicarían un permanente esfuerzo de desenmascararniento.
• El enfrentamiento fue alimentado por los argumentos con que los, radicales buscaron
• explicar el sorprendente triunfo socialista en las elecciones crnplementarias de
.1913: no sólo como resultado de una entente "conservadora-socialista", sino también
como consecuencia de un masivo voto extranjero. La respuesta de los socialistas fue
acentuar las críticas al "patrioterismo" radical, al que buscaban oponer un
"patriotismo de buena ley", de matriz económica. Las diferencias entre ambos se
manifestaron también cuando las duras condiciones económicas generadas por la
Gran Guerra y las malas cosechas, colocaron en el centro de la discusión la cuestión
de la "carestía de la vida" y las respuestas con que afrontarla. Mientras los socialistas
abandonaban, en nombre de la defensa de los consumidores, su tradicional
librecambismo y proponían adoptar. un impuesto a las exportaciones de trigo y carnes
de modo de disminuir el precio de esos artículos en el mercado interno, los radicales
organizaban una red de distribución de "pan bazo" y carne a bajo precio. Los
diferentes modos de iesponder a la crisis.dejaban ver distintas concepciones acerca
de la "acción política". Estas se hicieron también evidentes en las diferentes formas
de posicionarse ante la ley de jubilaciones ferroviarias, ley que incluía la limitación
del derecho de huelga. La deñuncia que los socialistas hicieron del apoyo radical a la
cláusula restrictiva, inauguró, al iniciarse la campaña electoral que concluyó con las
elecciones presidencial..es de 1916, el tópico del desenmascaramiento del "obrerismo"
radical.
Desde los primeros días del gobierno radical de Yrigoyen, la cuestión del
"obrerismo" ocupó el centro de la prédica del PS. Al respecto, la mirada de los
socialistas era ambivalente: aunque no ahorraban críticas al modo personalista de
gestión de los conflictos, no dejaban de reconocer que, en ocasiones, corno las
suscitadas por los conflictos navales y ferroviarios, esa intervención personal
inclinaba la balanza a favor de los trabajadores. Con respecto a la política laboral del
nuevo gobierno, los socialistas también reconocían ciertos avances, como . la
aplicación del arbitraje en algunos conflictos o la aprobación por parte de la Cámara
de Diputados de la Ley de pago de salarios en moneda nacional. Pero la reacción
principal fue la perplejidad -una perplejidad que se expresaba en fórmulas
paradójicas corno "un gobierno de fuerza y misericordia"- ante una administración
618

que en ocasiones dejaba ver una yeta "obrerista" y social y, en otras, aplicaba una
dura política represiva. Ante lo que consideraban "ambigüedades" del radicalismo,
los socialistas trazaban una doble respuesta: en ocasiones consideraban que el
gobierno se mostraba indeciso, presionado por las "fuerzas del privilegio" y los
reclamos populares, y lo instaban a desoír las presiones y a adoptar un perfil
francamente progresivo; en otras, las más frecuentes, consideraban que las
oscilaciones de la UCR eran sólo una "mistificación" que buscaba ocultar que, en el
fondo, los radicales no eran distintos que los conservadores desalojados.
La "Semana Trágica" hizo que, en la evaluación de la "ambigüedad radical", los
socialistas subrayaran cada vez más los rasgos negativos. La mirada socialista seguía
haciendo centro en la política "obrera" del radicalismo para, tanto desde la tribuna
parlamentaria como desde las páginas de La Vanguardia , denunciar que de los dos
rostros con los que el radicalismo respondía a la "cuestión social", el represivo y el
conciliatorio, el primero, puesto en evidencia en la "Semana Trágica" y nuevamente
en la Patagonia, era el verdadero, en tanto las medidas y el discurso "obrerista" eran
mero maquillaje "electoralista". Aunque no desaparecían del todo las
caracterizaciones que postulaban al radicalismo como una fuerza intermedia, a la que
debía instarse a desembarazarse de los "sectores reaccionarios" que la presionaban,
cada vez se hacían más frecuentes los argumentos que no sólo señalaban que había
fuertes vínculos entre el gobierno, la Liga Patriótica y la Asociación Nacional del
Trabajo, sino que llegaban a afirmar que era el radicalismo el que tenía como
instrumento a la Liga y a la ANT. Estas interpretaciones extremas llevaron a los
socialistas a enfrentarse con quienes, como los sindicalistas o ciertos "maximalistas",
planteaban una visión menos uniformemente negativa de la política social del
gobierno. Fueron estas diferencias en la caracterización del radicalismo, y no
discusiones doctrinarias sobre el papel de la acción política, las que llevaron a la total
ruptura entre el PS y la conducción de la FORA sindicalista afmes de 1921496.
Pero si los socialistas atendían preferentemente a la política del radicalismo frente al
movimiento obrero y la "cuestión social", no dejaban de observar con atención los

496
Durante años, las críticas de los militantes obreros socialistas a laconducción de la organización
gremial habían sido silenciadas por la conducción partidaria, quien compartía con los sindicalistas un
acuerdo implícito en favor de posturas "neutralistas". La dirección partidaria sólo se uniría a los
militantes obreros en la denuncia de las prácticas de los dirigentes sindicalistas cuando percibiera que
éstos estaban desarrollando un vínculo con el gobierno que, temían, podía derivar en un apoyo
electoral al radicalismo.
conflictos que surgían dentro de las filas del propio radicalismo. Ya antes de que
Yrigoyen dejara la Presidencia de la Nacióñ, comenzaron a surgir voces que, dentro
del radicalismo, cuestionaban su liderazgo. Los socialistas señalaron que aunque
entre los "disidentes", que formaron la "Unión Cívica Radical Principista", se
encontraban algunos que habían planteado en Diputados posiciones vaúosas en
temas aduaneros y de legislación laboral, también había otros que se habían opuesto
en el Senado a dichos avances, apoyando el desafuero al Senador socialista del Valle
Iberlucea. Por ello, y aunque saludaban la resistencia al "unicato" de Yrigoyen, los
socialistas consideraban que los "principistas" no planteaban nada nuevo.
Esta fue la interpretación que desde el PS se propuso también para abordar el
surgimiento de una más fuerte tendencia anti-yrigoyenista en los años de la
presidencia de Alvear. Luego de cierta expectativa por el discurso inicial del nuevo
Presidente, los socialistas plantearon que, aunque de un estilo más prolijo que los
yrigoyenistas, los alvearistas no avanzaban en definiciones programáticas ya que en
el fondo no pretendían nada distinto que sus antecesores en el gobierno nacional: el
maneo del presupuesto. En los primeros años de la nueva administración se dieron
importantes debates sociales, como el ligado a las jubilaciones o al salario mínimo,
en los que los socialistas cuestionaron la demagogia y los intçreses comunes de
alvearistas e yrigoyenistas. Sin embargo, el progresivo predominio de las cuestiones
institucionales en el debate público y en la propia mirada de los socialistas, hizo que
las posiciones del PS fueran acercándose lentamente a las de quienes de óponían a
Yrigoyen497 . Incluso en las elecciones de marzo de 1924 los socialistas obtuvieron
beneficios de esa inclinación, cuando el apoyo de quienes se enfrentaban al viejo
caudillo dio al PS un resonante triunfo electoral en los comicios porteños, el primero
en elecciones generales desde 1914, y el más rotundo hasta el momento en términos
de porcentajes.
Sin embargo, ese éxito fue efirnero y la profundización del conflicto entre los
radicales, que adquirió expresión institucional con el nacimiento de la "Unión Cívica
Radical Antipersonalista", colocó dentro de esa fuerza el centro de las luchas
políticas, devolviendo a los socialistas —que, aunque no dejaban de señalar los rasgos
comunes entre "personalistas" y "antipersonalistas", no podían dejar de tómar

Por ese énfasis en la prolijidad, los principales blancos de crítica dentro de las filas
antipersonalistas no fueron los aristocráticos Molina o Le Bretón, sino los "demagógicos" y
"caudillistas" Cantoni y Lencinas, a los que se consideraba como no menos malos que Yrigoyen.
620

posición en las disputas parlamentarias y en los debates sobre intervenciones


provinciales, cuestiones que no eran fácilmente encuadrables en sus• esquemas
tradicionales de acción- a una posición minoritaria, confinnada en las elecciones, de
1926. La dura derrota sufrida en esos comicios acentuó el enfrentamiento que se
venía dando desde tiempo atrás entre Nicolás Repetto, que tenía el aval silencioso de
Justo, y Antonio de Tomaso, que planteaba la necesidad de la asunción de un rol
politico más central por parte del PS. Ese rol principal pareció haber sido adoptado
por el Partido al presentar el Grupo Parlamentario Socialista, con el beneplácito del
conjunto de las fuerzas opuestas a Yrigoyen, un. proyecto de intervención a la
provincia de Buenos Aires, principal bastión dé los seguidores del viejo caudillo. Sin
embargo, los rápidos reflejos de Yrigoyen, quien logró que sus seguidores
suprimieran las leyes sobre "el juego" que habían dado ocasión al pedido socialista,
hicieron que la mayoría de los parlamentarios del PS decidieran retirar el proyecto.
Esta decisión fue cuestiónada por , otros legisladores y dirigentes socialistas, que,
encabezados por de Tornaso y en rechazo a una conducción partidaria que
consideraban "anquilosada" y "dictatorial", abandonaron las filas del PS para fundar
el PS Tndependiente.
A partir del nacimiento del PSI, en agosto de 1927, el PS debió librar una dura lucha
con los "independientes" para definir cuál de los dos era el verdadero partido
socialista. Si desde los primeros días esta nueva contraposición fue tan dura y
significativa como el enfrentamiento con los radicales, su urgencia se acentuó a partir
de los duros golpes que el PS sufrió con la muerte de su líder, Juan B. Justo, en enero
de 1928, y con la casi inmediata derrota en las elecciones de marzo de ese año. Por
primera vez en quince años, el PS ocupaba el tercer lugar en los comicios porteños,
lo que, le impedía obtener representantes y debilitaba fuertemente su grupo
parlamentarió. Durante la segunda presidencia de Yrigoyen el PS planteó, con sus
reducidas fuerzas, un doble en...frentaiiento: con el gobierno, del que cuestionaba sus
prácticas institucionales y su falta de respuestas ante la crisis internacional, y con el
"contubernio conservador" del que participaban los "independientes". El intento de
equidistancia se expresó con la consigna "ni barbarie irigoyenista, ni reacción
conservadora" con la que concurrió a los comicios de marzo de 1930. Aunque en
esas elecciones el PS asistió a una módica recuperación, que permitió el solitario '
ingreso de Repetto a la Cámara de Diputados, el éxito de los independientes en los
comicios porteños y la fortaleza que mantenía el yrigoyenismo en el interior del país,
621

y consiguientemente en las Cámaras, no hacíai, más que acentuar la polarización


política. Ante la misma, que se expresaba en rumores de golpe de Estado, el PS apeló
a un discurso de tipo cívico que cuestionaba el militarismo y depositaba sus
expectativas en la acción de algunos sectores del yrigoyenismo que, se imaginaba,
podrían forzar la salida del viejo caudillo, produciendo una salida institucional. Estas
expectativas se vieron frustradas por el golpe del 6 de septiembre, que fue recibido
por el PS con una ambigüedad que, aunque no se condecía con su larga prédica,
democrática, estaba lejos de la entusiasta participación en la asonada demostrada por
los líderes del "socialismo independiente". Por otra parte, y favorecido por el rostro
autoritario y corporativista que pronto mostró el gobierno presidido por el general
Uriburu, y por el desdibujarse de los socialistas independientes, cada vez más
confundidos entre las filas conservadoras, . el socialismo evidenció cierta
recuperación498 y adoptó posiciones claramente opositoras, basadas en un discurso
cívico que se expresó en la alianza, la primera en su historia, que el PS estableció con
el Partido Demócrata Progresista.

TT
A partir de mediados de la década del '90, el socialismo argentino construyó una
mirada fuertemente negativa acerca del radicalismo, que, a pesar de las diferentes.
modulaciones y énfasis, se mantuvo a lo largo de más de tres décadas. ¿Por qué el
enfrentamiento que e! PS mantuvo con el radicalismo fue tan permanente y frontal?
Creemos que en ello intervinieron tanto factores asociados con el modo de
constitución de la clase obrera en la Argentina, corno posiciones doctrinarias de la
conducción socialista, tanto rasgos organizativos del PS como los efectos de la
dinámica política nacida de la Ley Sáenz Peña.
El primer elemento a considerar es el modo en que en el PS argentinó, el "espíritu de
escisión", propio del momento fundacional, se convirtió en un rasgo permanente.
Corno señala Gramsci (1980: 360), el "espíritu de escisión" es un rasgo característico
de la etapa inicial de todas las organizaciones de las clases subalternas, que buscan
escindirse del resto de la sociedad y fundar su identidad en esa diferencia. Pero en la

498
Síntoma de esa recuperación sería el reingreso a las filas partidarias de Alfredo Palacios, quien
declaró que volvía al PS "para luchar por la libertad", y Manuel Ugarte. También sería importante en
la revitalización socialista el aporte de un nutrido grupo de "jóvenes reformistas" quienes, siguiendo a
su maestro Alejandro Korn, recalarían en las filas del PS a comienzos de los años '30,
622

Argentina, ese rasgo general fue reforzado por el hecho de que la clase obrera, al
menos la urbana, estaba fonnada mayoritariamente por inmigrantes, cuyo mundo de
relaciones los enfrentaba directamente con los sectores dominantes de las ciudades, a
la vez que los alejaba de los sectores populares criollos y de grupos de clase media.
Ese "espíritu de escisión" tuvo su máxima manifestación a mediados de la primera
década del siglo, momento en que las perspectivas más cerradamente "obreristas" se
expresaron en la formación de una poderosa corriente sindicalista. Sin embargo, aún
luego de la derrota y posterior expulsión de los sindicalistas en 1906, la identidad de
la.s bases militantes del PS, aunque no tanto la de sus votantes, siguió estando
fuertemente marcada por un espíritu "obrerista" e "internacionalista", que se. -
manifestó en la resistencia que suscitó toda iniciativa orientada a ligar las
interpelaciones socialistas con otras nacionales y reformistas. Para evitar que estas
resistencias quebraran la unidad partidaria, los intelectuales que conducían al PS, y
en particular Justo, intentaron un complejo equilibrio y sentaron una posición que,
por analogía a la oscilante argumentación que el liderazgo alemán representado por
la figura de Bebel había adoptado ante la impugnación de reformistas
revolucionarios, podría denominarse como "centrista". Atendiendo a los sectores que
postulabari la adopción de un perfil más explícitamente reformista que se expresaría
en alianzas con otras fuerzas democráticas, la conducción socialista se manifestó
doctrinariam.ente favorable a las alianzas, al tiempo que, por temor a que un
acercamiento con otras fuerzas debilitara el propio perfil y generara una reacción
negativa de la militancia obrera, siempre harían primar las objeciones cuando se
d.iscutiera sobre alianzas concretas.
Esta concepción "centrista" se expresó en el modo en que Justo argumentaba acerca
de "la doble tarea del PS". El planteo, que el líder socialista había esbozado ya en la
década del '90, alcanzó su formulación teórica acabada en la argumentación con la
que respondió al socialista italiano Enrico Ferri en 1908. La argumentación de Justo,
que asignaba al PS tanto las tareas de un partido radical como las de una fuerza
propiamente socialista, no sólo permitía continuar con la práctica reformista sin por
eso dejar de lado la identificación socialista y la prédica revolucionaria, sino que, lo.
que era esencial para las alianzas, reafirmaba y brindaba sostén teórico a la situación
de "orgullosa soledad" en la que el PS se encerraba frente a las voces que postulaban
la posibilidad de una alianza reformista con radicales y cívicos. Es que, de acuerdo
con el planteo del líder socialista, el acercamiento con estas otras fuerzas era
623

innecesario ya que, aúnque la transformación democrática suponía una alianza social,


la misma, se argumentaba, no implicaba un vínculo entre distintos partidos políticos,
sino que podía darse en el seno del mismo PS.
La respuesta de Justo a Ferri se vinculaba con un modo particular de interpretar la
relación entre fuerzas sociales y actores políticos. Una interpretación que,
consideramos, seria otro de los factores que contribuirían a ahondar el foso que
separaba a socialistas y radicales. Justo ponderaba la rápida transformación que,
desde mediados del siglo XIX, estaban experimentando la economía y la sociedad, a
la vez que lamentaba que los cambios tardaran en expresarse a nivel político. Sin
embargo, ese problema no llevó al líder socialista a asignar autonomía al nivel de lo
político, sino más bien lo contrario. Justo confiaba en que la dinámica histórica
acabaría con las asincronias y pondría al mundo político, aún dominado por las
"banderías criollas", al nivel de la modernidad económica y social. De hecho esta
subestimación de la importancia del componente político estatal no era un rasgo
singular de Justo, sino que constituía, como señala Aricó (1988), el principal
obstáóuio que el marxismo, y en primer lugar el propio Marx, debió enfrentar para
interpretar los procesos históricos latinoamericanos. Pero en el caso de Justo, a la
ceguera doctrinaria contribuía también una apuesta política: como señala Portantiero
(1987), el proyecto de democratización social y política propuesto por el líder
socialista debía enfrentar el obstáculo de la "construcción desde arriba" de la
sociedad que caracterizaba a la Argentina y al resto de los países latinoamericanos.
Para superar tal obstáculo, Justo intentó desarrollar un verdadero espíritu
antiestatalista, condición necesaria para avanzar en la imposición de reformas "desde
abajo", y para ello apeló a una tarea pedagógica orientada a desbaratar el "mito
popular" que veía al Estado como constituyente, mito que se expresaba en la
tradición del caudiliismo. Para el líder socialista, el "radicalismo criollo"
representaba la quintaesencia .de la confianza autoritaria e ingenua en la eficacia
"mágica" de la autoridad política. Por ello, a comienzos de los años 20, y para
cuestionar el "fanatismo autoritario" que encontraba entre los partidarios de la
revolución rusa, su puntó de partida eran los recuerdos del '90:
"Después de aquella revuelta (la "Revolución del Parque") las cosas siguieron como
antes (...) Aquella lucha mentida y estéril de facciones colmó la medida de ini
desdén por la política criolla y fue entonces que por primera vez me acerqué a un
pequeño grupo de obreros organizados como Agrupación Socialista (...) la lectura de
ÍSOE

Spencer me había dado algunas ideas, que ya eran un paso para orientarme en el
desbarajuste político del país (... )El teórema spenceriano de la evolución del tipo
primitivo militar a un tipo industrial definitivo, fue uno de los motivos ideológicos de
mi adhesión al socialismo. Spencer también me iluminó haciéndome ver lo relativo y
lo imperfecto de la función del Estado, lo muy póco que puede la ley, curándome así
de todo fetichismo político, de toda superstición por el poder de los hombres que
hacen leyes y decretos." (Justo, 1947: 319)

Por detrás de la argumentación de Justo se hallaba el supuesto evolucionista que


asociaba el avance de la democracia con la expansión del capitalismo moderno, que
disolvería formas políticas caducas. Creyendo que los interlocutores del socialismo
serían las clases propietarias, una vez modernizadas y articuladas en un partido
orgánico, Justo no reconocía un lugar legítimo para radicales y anarquistas, a quienes
asociaba con las condiciones de atraso del país, viéndolos simplemente como
"sobrevivencias culturales de un pasado destinado inexorablemente a desaparecer"
(Aricó, 1999: 112). El planteo, que postulaba una traducción transparente entre las
posiciones de la estructura social y el sistema político, impedía valorar la importancia
que distintas tradiciones políticas tenían en la formación de la identidad de los
sectores populares que el PS se proponía representar. La estigmatización de estas
tradiciones iinposibilitó la constitución de un discurso capaz de articular motivos y
símbolos de importancia en la identidad popular, instalándose una "concepción
pedagógica de la política" (Portantiero, 1999) que tendría marcada permanencia en
las prácticas y en la definición de la identidad de la izquierda argentina, ampliando su
distancia respecto a otros actores sociales y políticos.
Por otra parte, debemos subrayar que, aunque la creencia en una necesaria traducción
de las posiciones sociales en posiciones políticas implicaba un cuestionamiento in
tolo a un sistema político que estaba lejos de tal correspondencia, el peso de la
condena socialista no recayó igualmente sobre los diferentes actorea Si bien los
socialistas buscaron mostrarse como equidistantes ante un conjunto de fuerzas a las
que consideraban como igualmente inorgánicas, la disputa por el espacio opositor
hizo que cada vez más el foco de su crítica recayera menos en los "conservadores" -
hasta 1916 oficiaiista.s cuyos rasgos negativos parecían obvios-, que en aquellas
fuerzas que con su prédica, a la que los socialistas juzgaban oportunista y
625

mistificadora, pudieran despertar ilusiones de una regeneración que estaban lejos de


aportar. Este era fundamentalmente el caso del radicalismo.
La aprobación de la Ley Sáenz Peña, que llevó al radicalismo al gobierno nacional y
que aumentó la importancia de las fuerzas socialistas, no suavizó el enfrentamiento.
Es que, como señala Panebianco (1990), en el desarrollo de los partidos políticos el
momento fundacional tiene importantes consecuencias, definiendo tradiciones,
modos de relación, posiciones doctrinarias, características identitarias, formas de
organización, etc., de larga pervivencia en la historia posterior. En el caso del PS
argentino esta importancia del momento fundacional fue particularmente acusada en
lo referido a la caracterización del sistema político, las fuerzas que lo integraban y el
papel que respecto al mismo debía cumplir una fuerza política socialista. Desde la
década del '90, los socialistas desarrollaron una caracterización fuertemente
despectiva del radicalismo, al que no sólo veían como una fuerza personal indigna de
tal nombre —y por eso el apelativo era consistentemente rodeado de comillas-, sino,
especialmente luego de su "desaparición" en el fin de siglo, corno un "atavismo" que
no podía subsistir. Los éxitos electorales radicales no lograron modificar tal
prognosis, por lo que las afirmaciones sobre su inminente "descomposición" fueron
un tópico corriente del discurso socialista hasta 1930.
Tampoco el acceso al gobierno modificó la mirada sobre un radicalismo que, a partir
de la consolidación del liderazgo yrigoyenista, entendía la transformación política no
como algo asociado al desarrollo social, corno hacían los socialistas, sino en términos
de "dignificación moral". El yrigoyenismo proponía una narración histórica en la que.
establecía una "frontera política" entre un pasado dernonizado, "el Régimen falaz y
descreído", que amenazaba retornar, y un futuro •venturoso que "la Causa",
encamada en el liderazgo de Yrigoyen, buscaba realizar (Aboy Carlés y Delamata,
2001: 21-22). El planteo suponía la exclusión no sólo del "Régimen", contra el que el
radicalismo se había alzado, sino también de la "masa indiferente" que, afirmaba
Yrigoyen, "nace muerta a la vida moral y del espíritu" (Aboy Carlés y Delamata,
2001: 23). En definitiva, todos los "no radicales", y entre ellos los socialistas, eran
expulsados de la solidaridad nacional.
Como dijimos, la sanción de la Ley Sáenz Pefia no aumentó la simpatía que los
socialistas tenían por los radicales. Más bien lo contrario, y esto por dos razones. En
primer lugar, la nueva legislación provocó el aumento de la participación política y el
consiguiente paso, particularmente en los distritos más modernos como Capital
626

Federal y Santa Fe de los "partidos de notables" a los "partidos de masas". Este


cambio favoreció en el PS el desarrollo de una módica burocracia y, con ella, el
afianzamiento del control de la dirección partidaria sobre los distintos sectores
disidentes. Por otro lado, ese mismo carácter masivo de las elecciones, unido al
mantenimiento de un sistema de lista, aunque incompleta, hizo que aquéllos que
cuestionaban la apuesta conservadora del "centro" socialista, que en defensa de la
disciplina y la unidad partidaria posponía la posibilidad de toda alianza, tuvieran
menos recursos para enfrentarla. La prueba fue la figura de Palacios, a la vez la
personalidad más reconocible del socialismo y un eterno coñtradictor de la
conducción partidaria, cuyo intento de retornar a la Cámara por un recién fundado PS
Argentino, y con el velado apoyo del yrigoyenismo, fue coronado por el fracaso 499 .

• En segundo lugar, lo que es más notorio, la modificación producida en el sistema


político con la ley Sáenz Peña y el ascenso del radicalismo, disminuyó los incentivos
para que los socialistas se acercaran a una fuerza de la que los alejaba no sólo una
muy diferente interpretación de los procesos políticos y de los fines que debían
cumplir los partidos, sino también la competencia electoral directa en la Capital
Federal, principal bastión de los socialistas. A partir de 1912, el segundo distrito
electoral del país, que además era la sede del poder político nacional, asistió a una
permanente lucha entre la UCR y el PS. Y luego de la reforma de la Carta Orgánica
porteña en 1917, que impiantó el sufragio universal masculino para las elecciones
municipales, la política comunal se convirtió, también, en una arena para la disputa
entre dos fuerzas que se querían populares y reformistas.
A lo largo de los enfrentamientos que signaron la política porteña durante las décadas
del '10 y del '20, se profundizaron las tensiones entre ambos actores. Como señala
de Privitellio (2003), radicales y socialistas planteaban interpelaciones universalistas
que se proponían dar cuenta de anhelos de inclusión en una comunidad nacional y de
progreso cultural y social. Sin embargo, señala este autor, la disputa que entablaron
en el terreno político adoptó el carácter de un enfrentamiento "amigo-enemigo".
Podemos preguntarnos si justamente ese enfrentamiento tan marcado no se explica
justamente por -y no a pesar de, como parece verlo de Privitellio- esos rasgos,

Aún antes que Palacios, había debido abandonar las filas socialistas otro dirigente que se había
manifestado explícitamente a favor de las alianzas y de la adopción de una línea política reformista:
Manuel Ugarte. Significativamente, en las elecciones de 1916, Ugarte apoyaría la candidatura
presidencial de Hipólitó Yrigoyen.
627

compartidos pero construidos en tomo a matrices identitarias que eran, como vimos,
muy diferentes -la socialista estructurada en tomo a una correlación entre actores
políticos y sociales, la radical otorgando a la política un sustrato moral-, y que,
además, acentuarían sus disputas al apelar a sectores que "el otro" consideraba como
propios. Mientras la interpelación yrigoyenista fue alternandó su inicial apelación
general, que decía representar a toda la "nación", con una progresiva identificación
con un pueblo que se enfrentaba a los sectores más altos de la sociedad -ya sea bajo
la forma "obrerista" o un más extendido "plebeyisrno"-, lo que acentuaba su atractivo
entre los trabajadores, los socialistas fueron reemplazando su inicial interpelación
clasista por apelaciones a colectivos universales como "los ciudadanos" o "los
consumidores", que le permitían aumentar su inserción entre sectores de clase media.
En el caso del radicalismo, el liderazgo fuertemente personal de Yrigoyen logró, al
- costo de importantes escisiones internas, que el momento nacional y el momento
popular y obrerista mantuvieran permanencia. Entre los socialistas, en cambio, el
momento universalista iría haciéndose predominante y ].a interpelación obrera, y aún
lapopular, comenzaría a perderse en un "civismo" abstracto; el mismo tendría su
primera manifestación entre los disidentes que abandonarían las filas partidarias para
fundar el PS Independiente, pero permearía también al viejo tronco expresándose en
la Alianza Civil que en 1931 reuniÓ a socialistas y demócrata-progresistas.

• III
Desde la década del '90 los socialistas plantearon una fuerte distancia respecto de los
radicales, una distancia que se acentuó con la disputa en la arena política porteña y
con la llegada del líder radical, Hipólito Yrigoyen, al gobierno nacional. Sin
embargo, el propio "espíritu de escisión" que imperaba en las filas socialistas, y la
apuesta defensiva de su dirigencia, bloquearon también todo posible acercamiento
con las fuerzas que se oponían primero al radicalismo en general y luego, y con más
virniencia, al yrigoyeiisino en particular.
La principal consecuencia de ese doble bloqueo fue convertir al PS .en una fuerza
que, a pesar de contar con un caudal electoral y una represéntación institucional
relevantes500 , tenía poco peso en la dinámica del sistema político. Es cierto que en la

°° A mediados de la década del '20, el PS tenía 21 Diputados nacionales y dos Senadores,


representantes en las legislaturas provinciales de las provincias de Buenos Aires y Córdoba, cinco
628

explicación de esa menor influencia juegan un papel las instituciones políticas


argentinas, en particular, como ha señalado Scherlis (2003), el sistema
presidencialista, el Senado, y la estructura federal misma del Estado, dimensiones
que los propios socialistas cuestionaban y se proponían reformar. Pero consideramos
que es necesario subrayar que también contribuyó a restarles influencia, la propia
agenda política propuesta por los socialistas, que por un lado se centraba en reformas
sociales .y fiscales, temas que posibilitaban qtie se unieran en su contra los votos de
radicales y conservadores; y que por otro subestimaba la importancia de debates
"políticos" como los ligados a las intervenciones federales o a los diplomas de los
legisladores nacionales, cuestiones que constituían el auténtico escenario en el que se
dirimían los conflictos políticos de la época. Corno señala Halperin Donghi (1994),
la situación de orgullosó aislamiento en que el PS se encontraba dentro de la política
argentina lo privaba de toda posibilidad política que no fuera revoluçionaria, pero, a
la vez, se trataba de un partido sin vocación revolucionaria. Esta impotencia
socialista ya había sido planteada por algunos conternporánéos. Así, en 1926,
Lisandro de la Torre había afirmado:
"El socialismo argentino, a diferencia de los europeos, no aspira a colaborar con el
gobierno. Es una máquina de oposición y de destrucción. Los comunistas tienen un
lema peligroso, pero lógico: destruir para crear. Destruir por destrutr, solo puede ser
una finalidad para los que no saben lo que quieren. El doctor Justo, al cerrar a su
partido a la vez el camino revolucionario y el gubernamental, lo ha metido en un
callejón sin salida, condenándolo a la impotencia perpetua" (de la Torre, 1952: 207)

Corno señalaba el líder demócrata-progresista, el PS estaba confinado a un lugar


menor en la política argentina, que no podía ser disimulado ni con formulaciones
doctrinarias ni con el desarrollo organizativo que en 1927 era coronado mediante la
inauguración de la "Casa del Pueblo" en Buenos Aires.
Sin embargo, desde un punto de vista menos negativo, podemos señalar que la
misma excentricidad del Partido y su alejamiento de las disputas que enfrentaban a
las fuerzas políticas dominantes, irremisiblemente divididas por la "frontera"
yrigoyenista, otorgaban al PS un cierto papel en el mantenimiento del equilibrio del
sistema (Lijphart, 1994). Los propios socialistas percibieron, en ocasiones, este papel

intendencias municipales, una decena de concejales en el Concejo deliberante de la ciudad de Buenos


Aires, ediles en decenas de municipios, etc.
629

equilibrador que, en buena parte por su exterioridad en relación con las disputas
centrales de la política argentina, les tocaba cumplir. Ante un escenario marcado por
la dura lucha entre personalistas y antipersonalistas, La Vanguardia apelaba al
argumento del equilibrio para pedir el voto de la ciudanía consciente:
"Para un buen ciudadano argentino, capaz de reflexionar con serenidad y gran altura
de miras, el problema no consiste en decidir el voto entregándolo a alguna de las dos
fuerzas que quieren excluirse en una lucha sin cuartel. El problema consiste,
precisamente, en lo contrario: alejarse de uno y otro bando para afirmar la propia
voluntad cívica votando por los candidatos del PS (...) que, en estos momentos de
lucha enconada y exterminadora entre las dos fracciones de la política criolla puede
servir como un eficaz contrapeso de los bajos instintos y un factor eficaz de la cultura
cívica y de la estabilidad del gobierno legal" (LV, 17-12-27).

En el momento de plantearlo, el argumento correspondía a una situación pasada, a la


que los socialistas deseaban regresar: el texto citado corresponde a diciembre de
1927, momento en que la figura de Yrigoyen. se había convertido en el eje que
dividía al espacio político nacional, separando no sólo a los radicales, sino también a
los propios socialistas. Ya se había producido la ruptura de los "socialistas
independientes", quienes apelando a una "política de poder" y. rechazando el papel
pasivo del PS, se sumarían a la coalición anti-yrigoyenista.
El equilibrio se había roto, y las debilitadas fuerzas del PS, aunque continuarían.
rechazando a ambos bandos en disputa —y, con ello, intentando desconocer la
potencia estructurante de la "frontera" yrigoyenista-, se mostrarían impotentes. Las
fuerzas en lucha marchaban hacia el choque final, donde los socialistas
independientes no jugarían un rol pasivo, ni siquiera secundario, sino que serían
actores principales de la coalición, que acabaría con el gobierno constitucional.
Mientras tanto el PS intentaba, desde un oscuro segundo plano, plantear una "salida
institucional", basada en una hipotética.renunçia de Yrigoyen.
Luego de la caída del líder radical, el PS intentaría abandonar el aislacionismo y
mostraría una mayor propensión a adoptar una "política de poder". Si, por un lado,
los socialistas continuaban fortaleciendo las instituciones asociativas y educativas'
que delineaban una sub-cultura propia, por otro, buscaban implicarse más
directamente en las "cuestiones" centrales que estructuraban el sistema político. Una
de ellas era la "cuestión estatal", planteada por la crisis económica, ante la que el PS,
morigerando su tradicional librecambismo, adoptaría ciertas propuestas de
intervención; la otra era la "cuestión democrática", que motivaría el acercamiento de
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