Mosaicos Malinalco

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Malinalco

Pueblo Mágico
Un breve asomo a sus esencias

Rubén Nieto Hernández


Jorge Carrandi Ríos
Alfredo Del Mazo Maza
Gobernador Constitucional

Juan Jaffet Millán Márquez


Secretario de Educación

María Lorena Marín Moreno


Secretaria de Turismo

Consejo Editorial

Presidente: Sergio Alejandro Ozuna Rivero

Consejeros: Rodrigo Jarque Lira, Juan Jaffet Millán Márquez, Marcela González Salas y Petricioli, Jorge Alberto Pérez Zamudio

Comité Técnico: Alfonso Sánchez Arteche, Félix Suárez González, Marco Aurelio Chávez Maya

Secretario Ejecutivo: Roque René Santín Villavicencio

Malinalco, Pueblo Mágico. Un breve asomo a sus esencias


© Primera edición: Secretaría de Educación del Gobierno del Estado de México, 2017

DR © Gobierno del Estado de México


Palacio del Poder Ejecutivo
Lerdo poniente núm. 300,
colonia Centro, C.P. 50000,
Toluca de Lerdo, Estado de México.

DR © Secretaría de Turismo
Robert Bosch núm. 1731,
esquina Av. 1 de Mayo, segundo piso,
Zona Industrial, C.P. 50071,
Toluca de Lerdo, Estado de México.

© Rubén Nieto Hernández y Jorge Francisco Carrandi Ríos

ISBN: 978-607-495-595-8 (obra completa)


ISBN: 978-607-495-596-5

Consejo Editorial de la Administración Pública Estatal


www.edomex.gob.mx/consejoeditorial
Número de autorización del Consejo Editorial de la Administración Pública Estatal
CE: 205/01/55/17

Impreso en México

Queda prohibida la reproducción total o parcial de esta obra, por cualquier medio o procedimiento, sin la autorización previa del Gobierno del Estado
de México, a través del Consejo Editorial de la Administración Pública Estatal.
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Presentación

En el centro de la nación mexicana, en el corazón de la patria, se dis-


tingue un territorio que representa apenas 1% de la extensión total de
la república. Se trata de nuestro Estado de México: entidad de reduci-
das dimensiones geográficas, pero poseedora de una grandeza natural,
histórica y cultural que es orgullo de sus habitantes.
Ser mexiquense es asumir la experiencia caleidoscópica y coti-
diana de vivir en un escenario signado por la pluralidad y la diversidad
de lenguajes, climas, comidas y sueños. Modelado por las huellas de
los ancestros y forjado por la mano creadora de los hombres del pre-
sente, el Estado de México es una tierra pródiga en saberes y sabores,
sitios arqueológicos, arquitectura colonial y moderna, fiestas y festi-
vales, artesanías, tradición oral, sitios y atractivos naturales.
En sus Pueblos Mágicos y con Encanto el Estado de México tiene
ejemplos emblemáticos de dicho conjunto de valores, el cual nutre el
patrimonio tangible e intangible e ilustra puntualmente la multicul­
turalidad que nos es propia.
La publicación de la Colección Mosaicos Regionales se enmarca
en la política pública editorial que hemos diseñado en el Gobierno
del Estado de México para promover el conocimiento de los valores
10 Mosa icos R egiona l es

culturales que nos identifican en el país y que son un timbre de legítimo


orgullo de los mexiquenses.
Al revalorar y difundir la riqueza cultural de algunos Pueblos
Mágicos y con Encanto de nuestra entidad, queremos, asimismo, forta-
lecer, por un lado, los signos de identidad y pertenencia de los habitan-
tes oriundos y, por otro, extender una invitación entrañable para que
los visitantes vayan más allá del aspecto turístico y se interesen por los
rasgos más genuinos de esta tierra privilegiada.

Alfredo Del Mazo Maza


Gobernador Constitucional del Estado de México
A María de la Luz Hernández Lopez -Luciana-,
cuya memoria inspira a emprender
la lucha cada día.

A Maru y Karla, por su permanente apoyo e inspiración.

A Francisco, Elda, Yiutsing, Baruc, Araceli, Conni


y a quien tiene el nombre que es sobre todo nombre.
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Prólogo

Escribir siempre representa un reto, especialmente para quienes,


como nosotros, no son escritores; sin embargo, hemos decidido
enfrentar el desafío de redactar estas líneas en torno a Malinalco por
dos razones principales: porque nos confesamos cautivos permanen-
tes de su belleza, de su riquísima historia y tradición cultural, y tam-
bién porque lo hacemos con la relativa confianza que nos ofrece el
esgrimir la pluma desde un parapeto que conocemos: la a­ rqueología.
A lo anterior se suma la experiencia acumulada en los escasos 30
años que llevamos trabajando, aprendiendo y cautivándonos con esta
maravillosa región. Creemos que para Malinalco —como para muchos
otros lugares de México— la perspectiva arqueológica­-antropológica
brinda un buen inicio para acercarse a la riquísima herencia cultural
y medio ambiental que distingue a este excepcional lugar. No se trata,
sin embargo, de un libro técnico de arqueología o antropología; lo que
pretendemos es abordar algunas particularidades que han sido poco
tratadas en otros lugares y aportar información que motive al lector a
conocer —o reconocer— Malinalco, y a que profundice en los temas de
su interés, algunos de los cuales aquí, por razón del espacio, sólo han
sido bocetados.
14 Mosa icos R egiona l es

Muchas personas han intervenido, directa o indirectamente, en


hacer propicia la realización de este libro; a riesgo de cometer graves
omisiones, queremos aprovechar para agradecer a Marco Antonio Ortiz
Martínez por la generación de buena parte del excelente material foto-
gráfico de esta obra. A Guillermina Martínez, Cinthya Martínez, Marco
Antonio Marín Orihuela, Arturo Chávez Silva, Maru Villavicencio y
Karla Nieto por su entusiasta colaboración. A todos los integrantes
del Museo Dr. Luis Mario Schneider y a la Dirección de Museos de la
uaem por su apoyo y permanente compromiso en el fortalecimiento
de la identidad de Malinalco y todos aquellos pueblos que se han
visto beneficiados con su labor profesional. Al Consejo Editorial de la
Administración Pública Estatal y a la Secretaría de Turismo por invi-
tarnos a participar en esta aventura. Agradecemos de forma especial
al Pueblo Mágico; pueblo en el sentido más original de su significado:
el conjunto de personas originarias o avecindadas en Malinalco, quie-
nes en virtud de la convivencia cotidiana comparten rasgos culturales
modelados por una larga tradición, y quienes son los únicos responsa-
bles de generar la magia que hoy se le reconoce a este singular rincón
del Estado de México.
Por siempre, gracias, Malinalco.
M a l i n a l c o, P u e b l o M á g i c o 15
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Simbolismo y significado
de un lugar mágico
Si yo viajara en un rayo de luz, ¿qué vería?

Albert Einstein

La antigua Mesoamérica era un mundo peculiar. Cuentan algunas cró-


nicas de lo que hoy es el centro de México que en el pasado remoto un ser
­fantástico, un gran reptil­-pez —identificado como una deidad de la tie-
rra— ocupaba parte del área disponible del mundo. Dos de las deidades
­creadoras se propusieron g
­ enerar un espacio adecuado para que se desa-
rrollaran la vida del ser humano y de los otros entes que serían creados.
Para lograrlo se t­ransformaron en serpientes y, cual si fueran cuerdas,
apretaron ­fuertemente al gran reptil-­pez con la intención de partirlo en
dos, separar las partes y escampar un ámbito propicio para la vida de los
mortales.

El lagarto-pez primigenio.
Ilustración de Jorge Carrandi.
18 Mosa icos R egiona l es
M a l i n a l c o, P u e b l o M á g i c o 19

Tuvieron éxito, lograron dividir al lagarto primigenio; pero se


presentó un problema: las esencias constituyentes del reptil-­
pez
dividido no permitían que las mitades estuvieran separadas, tendían
a unirse nuevamente. La solución a tal inconveniente fue ingeniosa.
Para garantizar que las partes permanecieran en los extremos ­superior
e inferior del mundo, los dioses plantaron en los confines de los cua-
tro rumbos de la Tierra y en el centro —quinto rumbo—, sendos árbo-
les cuyas raíces se afianzaron en la mitad inferior del lagarto-­pez y
penetraron con sus amplias frondas en la superior, conteniendo así, a
manera de columnas, el empuje que ejercían hacia arriba
Las esencias ­superior e
y hacia abajo cada una de las partes. Estos árboles no eran
­inferior, ­aunque contrarias,
plantas comunes, pues sus troncos estaban huecos. Con eran también paradójica-
ese diseño no sólo se contrarrestaba la tensión ejercida mente complementarias
por cada sección del lagarto-­pez, sino también se liberaba
la presión al permitir el tránsito de sus esencias; tránsito que si bien
transgredía la acción creadora alcanzada al dividir a la deidad­ reptil-­
pez, resultaba ser inevitable. La sustancia de abajo, concebida como
un torrente de agua, ascendía con sus esencias en forma helicoidal
por el interior del tronco; la superior, a manera de corriente de fuego,
las hacía descender de la misma forma. Las mitades, ubicadas en los
extremos superior e inferior del universo, podían seguir compartiendo
sus esencias sin unirse físicamente, logrando así el equilibro funda-
mental para el buen funcionamiento universal; equilibrio dictado por
Página anterior: por el principio necesario de la dualidad.
las corrientes de Las esencias de arriba y abajo, aunque contrarias, eran también,
Malinalli transitan las
­esencias provenientes paradójicamente, complementarias. Las de abajo incorporan lo feme-
del supramundo y del
nino, la humedad, la noche, el frío, la luna, la obscuridad… Las de
­inframundo. Ilustración
de Jorge Carrandi Ríos. arriba se asocian con lo masculino, la sequía, el día, el calor, el sol,
20 Mosa icos R egiona l es

La serpiente emplumada simboliza la unión de la luz… Cada una de las innumerables manifestaciones de la dualidad
los extremos del universo indígena. Escultura en
madera de Andrés Medina. Foto de Marco Antonio Ortiz.
eran contrapartes de una relación integral. El concepto que da cuenta
de los flujos portadores de las esencias contrarias pero, al mismo
tiempo complementarias, que suben y bajan, es conocido en lengua
náhuatl como malinalli.
M a l i n a l c o, P u e b l o M á g i c o 21

Tanto la región superior, el mundo de sociedades que, mediante diferentes técnicas


arriba, como la que está bajo la superficie de extáticas, han sido capaces de viajar hacia
la tierra, son morada de deidades y de seres arriba o hacia abajo utilizando el camino pro-
espirituales, se trata de confines en los que pio de malinalli. Ese místico viaje, privile-
no transcurre el tiempo, hay un presente gio de pocos, seguramente ha despertado el
eterno. El tiempo sólo ocurre en la zona interés de muchos.
intermedia del universo, donde habitan la En su autobiografía, Albert Einstein
humanidad y el resto de las creaturas; es el relata que a los 16 años se formuló la pregunta
estrato delimitado por la altura de los tron- referida en el epígrafe de este apartado, cuya
cos por los que transita malinalli. El tiempo se respuesta habría de cambiar definitivamente
genera precisamente por efecto del contacto la visión que la ciencia moderna tiene del
de las corrientes ascendente y descendente, universo físico. Resulta sugerente imaginar
determinando el andar cíclico de los años con a los “Einstein” de la Mesoamérica ancestral
la sucesión dual de las temporadas de lluvias o actual cuestionándose, en forma análoga al
y sequías, propiciando también los devenires científico alemán, qué se experimentaría o
del hombre y de los otros seres finitos. cómo se vería el mundo si se viajara por las
El conocimiento de los grupos mesoa- corrientes de malinalli. Qué mejor sitio para
mericanos, recogido en las fuentes históricas hacerse esa pregunta que en el territorio cuyo
y en buena medida vivo en los pueblos ori- nombre evoca la confluencia de las esencias
ginarios contemporáneos, nos habla de per- del universo mesoamericano, en el lugar de
sonas especiales, gente importante para sus malinalli: Malinalco.
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23

El paisaje mágico de Malinalco

Como integrante del área mesoamericana, Malinalco comparte


las esencias de esa gran tradición cultural; sin embargo, posee
­particularidades que lo hacen especial. ¿Qué distingue a Malinalco?
¿El clima? ¿El paisaje? ¿Su historia? ¿Sus monumentos? ¿La gastrono-
mía? Sin duda es peculiar por ésas y muchas otras razones, pero entre
ellas destaca señaladamente una: el cautiverio. Efectivamente, su
­territorio es riesgoso. Quienes han estado ahí pueden correr el riesgo
de quedar cautivos. Al parecer esto ha sucedido siempre, incluso
siglos antes de que cristalizaran los rasgos culturales que habrían de
definir a Mesoamérica. Las evidencias indican que, al parecer, hace
cinco mil años llegaron a la región los primeros grupos humanos.
Desde ­entonces y hasta hoy la presencia del hombre ha sido ininte-
rrumpida; generaciones c
­ autivas a las que se han sumado los llega-
dos en diferentes épocas. Aun q
­ uienes lo visitan brevemente tienden,
irremediablemente, a añorar el regreso.
Quizá la exuberante diversidad biológica desplegada en un
inigualable escenario de montes, esculpidos magistralmente por
­
el agua y el viento a través de los siglos, fue lo que atrajo a aquellos
primeros pobladores, quienes encontraron un espacio que, ­además
de ser ­
excepcionalmente hermoso, les garantizaba los recursos
24 Mosa icos R egiona l es

indispensables para la vida; recursos que no


obstante ya disminuidos, aún hoy son disfru-
tados por quienes habitan Malinalco. O quizá
se deba, como muchos creen, a una causa
distinta, imperceptible: a los flujos de las
esencias que transitan por su nombre.
Sea por la causa que fuere, aquellos pio-
neros quedaron cautivos. Su ­
procedencia
resulta aún incierta, aunque es muy ­probable
que provinieran del sur, del vecino valle de
Morelos y del actual territorio g
­ uerrerense,
regiones con las que Malinalco mantiene
relaciones hasta ahora. Su subsistencia estuvo
basada en la cacería de mamíferos como el
venado y el conejo, además de ­diversos tipos
de aves y reptiles, así como en la pesca y
recolección de insectos, tubérculos, semillas
y una gran variedad de frutos. Aprovecharon
ese rico entorno aplicando la tecnología
que ya para entonces era ancestral; usaron
la obsidiana con la que elaboraron navajas,
puntas de proyectil, raspadores y una amplia
gama de artefactos para distintos propó-
sitos; emplearon también el pedernal y el
basalto. Muchos de estos materiales no se
encuentran en el lugar, de modo que desde
el inicio debieron proveerse de éstos, y otros
recursos, mediante el establecimiento de
M a l i n a l c o, P u e b l o M á g i c o 25

Las dos secciones de la ocupación prehispánica en el


“Cerro de los Ídolos”. Fotografías de Rubén Nieto.
26

relaciones con distintas regiones. Así, paula-


tinamente, Malinalco se integró a una com-
pleja red de intercambio de materias primas,
productos e ideas que habría, con el paso de
los siglos, de configurar la gran civilización
mesoamericana.
Se dijo en la introducción que según la
cosmovisión de los antepasados, el tiempo es
generado por el roce de los flujos de malinalli
a nivel del ámbito de los seres creados. Hay
un transcurrir de acontecimientos; transcu-
rrir que si bien es históricamente lineal, tam-
bién marca ciclos, temporalidades en la que
los sucesos acontecen repetidamente; los
astros, por ejemplo, se mueven en rutas rei-
teradas; tras el día viene la noche; hay ciertos
frutos sólo en una época del año, la muerte
genera la vida y viceversa. Qué difícil sería la
vida de los pueblos si el tiempo no se conci-
biera en forma recurrente.

“Ehécatl, quien prepara el camino a la lluvia”.


Escultura localizada en la sección superior del “Cerro
de los ídolos”. Fotografía de Marco Antonio Ortiz.
M a l i n a l c o, P u e b l o M á g i c o 27

En Malinalco, el paisaje nos recuerda los ciclos;


los exuberantes verdes de la temporada de lluvias
y los brillantes ocres y amarillos de las secas.
Fotografía de Marco Antonio Ortiz Martínez.
28 Mosa icos R egiona l es
M a l i n a l c o, P u e b l o M á g i c o 29
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31

Por los senderos de Malinalli.


La toponimia: esencia y significado
de una tierra mágica

No obstante que la presencia mexica es relativamente tardía en


Malinalco —y en muchas otras áreas de Mesoamérica— llama la a­ tención
que la gran mayoría de los topónimos de la región son de origen náhuatl,
lengua hablada por ese grupo cultural. Ya dijimos que Malinalco signi-
fica “en el lugar de malinalli”. En varios códices, tanto prehispánicos
como coloniales, el topónimo Malinalco consiste, en ocasiones, en la
misma representación iconográfica para hierba; las más conocidas son
las que aparecen en la Matrícula de Tributos y en el Códice Mendocino.
En estos documentos está representada como la imagen de una man-
díbula humana de la que brotan los tallos de la hierba; en uno de estos
tallos se ve un ojo a la manera en que se representan las estrellas; así
como la imagen en dos bandas entrelazadas que representan, esque-
máticamente, las corrientes espirales de las esencias provenientes de
arriba y de abajo. Malinalli era también el nombre de uno de los días de
las veintenas del calendario ritual nahua, el duodécimo, cuya deidad
patrona era Patécatl, numen patrono del pulque. Curiosamente el valle
Página ­anterior: de Malinalco no se distingue por ser productor de esa bebida obtenida
Malinalco en el Códice
del maguey, sino de otra también elaborada de un agave, el mezcal, de
Mendocino. Ilustración de
Rubén Samperio. la que más adelante trataremos.
32
33

Los primeros humanos


del paraíso malinalca

La arqueología ha logrado ubicar los lugares en que vivieron aquellos


primeros habitantes que cifraron su subsistencia en el conocimiento
del tiempo recurrente. Ocuparon principalmente la región sur del
valle, en las cercanías del entonces incontaminado río Chalma, donde
abundaban cuevas y abrigos rocosos que disponían para protegerse de
las inclemencias del tiempo. Tal es el caso de la Cueva de las Ánimas,
cercana a la población de Chichicasco, en la que se encontraron arte-
factos empleados para el procesamiento de alimentos y restos óseos
humanos sepultados como parte de un ritual funerario. Sin duda la
dualidad vida­-muerte ya se consideraba parte importante del equili-
brio del orden universal.
Parte del sistema de creencias de esos primeros pobladores se
manifiesta en algunas de las pinturas y relieves en las paredes de los
cerros del valle de Malinalco. El poder que se le atribuía a las imágenes
Página anterior:
Cueva de las Ánimas, plasmadas en rasgos del paisaje considerados especiales se manifestó
sitio de las evidencias
más antiguas de la
desde entonces. A la fecha se han localizado al menos 15 ­conjuntos
presencia humana en de arte rupestre —algunos de ellos pueden datar de esas p
­ rimeras
Malinalco. En la imagen
aparece Lidia Ceballos épocas—. Uno de los conjuntos principales es el conocido como
(†), experta herbolaria.
Los Diablitos, donde se plasmó un complejo ritual en el que aparecen
Fotografía de Arturo
Chávez Silva. personajes esquemáticos pintados en rojo y blanco; por su posición,
34 Mosa icos R egiona l es

Danzando en las rocas. “Los Diablitos”. Fotografía de Marco Antonio Ortiz Martínez.
M a l i n a l c o, P u e b l o M á g i c o 35

parecen ejecutar una danza, posiblemente


relacionada con la fertilidad, ya que en un
primer plano, uno de los personajes mues-
tra una protuberancia en el vientre, quizá se
trate de una mujer embarazada. En el cerro
Ciriaco, al oriente de la cabecera municipal,
se representaron motivos que parecen sim-
bolizar al sol y otros astros. Esto nos confirma
que desde tiempos remotos los hombres
fueron observadores de la bóveda celeste
­
y de su periodicidad, seguramente como
­referente de los ciclos biológicos de animales
y plantas, y como elementos de orientación
en el paisaje.
Hacia la parte noroeste de la cabecera
municipal, en un paraje conocido popu-
larmente como el Rincón de Techimalco,
existen otros ejemplos; se pintó a seres
humanos en forma muy simplificada, o bien a
­animales, como coyotes y v
­ enados. Un con-
junto más, conocido como Las Caritas, locali-
zado en las inmediaciones del ­cementerio de
Malinalco, consta de grabados sobre el muro
rocoso que representan, esquemáticamente,
­rostros humanos y pinturas en color blanco
que figuran venados; se observa además
La mano, elemento de múltiples significados, también
una mano realizada al negativo. Algunos de aparece en la pintura rupestre de Malinalco. Fotografía
de Marco Antonio Ortiz Martínez.
estos c
­ onjuntos, como ya dijimos, podrían
36 Mosa icos R egiona l es

Los rostros de antaño siguen observando desde la roca. Fotografía de Marco Antonio Ortiz Martínez.
M a l i n a l c o, P u e b l o M á g i c o 37

pertenecer a etapas antiguas del desarrollo cultural de Malinalco, Existen ejemplos de


pinturas rupestres con
otras fueron ejecutadas en épocas más recientes, incluso hay p
­ inturas elementos ­figurativos,
como el llamado
­rupestres correspondientes a la época virreinal, en las que aparecen
“Coyote”; y abstractos,
cruces, símbolos religiosos ejecutados para “exorcizar” sitios dedica- que no representan
elementos concretos.
dos al antiguo culto. Muchos de estos elementos del patrimonio cul- Fotografía de Marco
tural han sufrido daños, tanto por factores ambientales como, muy Antonio Ortiz Martínez.

lamentablemente, por la destrucción d


­ eliberada de quienes descono-
cen o no les interesa el valor de un legado tan valioso como el que se
encuentra en Malinalco.
38 Mosa icos R egiona l es
39

La evolución hacia
un destino diferente

Hace aproximadamente 3,500 años, al territorio de Malinalco lle-


gan  novedades y con ellas una distinta forma de organización. Se trata
de la aparición de aldeas que dedicaban buena parte de su tiempo a
la agricultura, actividad que aportó el mayor porcentaje de la base de
subsistencia. Esto representó un cambio trascendental en su forma
de vida; permitió que los grupos contaran con productos obtenidos ya
no sólo de la apropiación, sino también de la producción de alimentos.
La agricultura consiste, esencialmente, en el control que el hombre
ejerce sobre el ciclo biológico de ciertas plantas, entre las que s­ obresale
significativamente el maíz. La caza y la recolección se siguieron prac-
ticando, aun hasta hoy.
Por analogías etnográficas realizadas en otras regiones, se cree
que la organización de estas comunidades agrícolas incipientes
­operaba en el nivel de pequeñas tribus, donde el poder estaba a cargo
de consejos de ancianos o bien era ejercido por quienes sobresalían en
el conocimiento de aspectos fundamentales relacionados con la vida
cotidiana relacionados con la subsistencia o, quizá, por individuos a
Página anterior: quienes se les consideraba poseedores de facultades que les permitían
espiral pétrea en el
ser intermediarios entre la comunidad y las dimensiones espirituales
museo universitario.
Fotografía de Rubén Nieto. de arriba y de abajo. Es seguro que ya existía una división de trabajo
40 Mosa icos R egiona l es

por sexo y edad, así como una especialización de actividades vincu-


ladas a la explotación de recursos importantes para la comunidad. A
su vez, el desarrollo y aplicación de técnicas dirigidas a la producción
de alimentos permitió la obtención de excedentes que posibilitaron
un uso eficiente del tiempo para diferentes actividades, entre ellas la
producción de cerámica y las prácticas rituales, así como la extensión
de las redes de intercambio. En este momento, gracias a la informa-
ción arqueológica, sabemos que Malinalco ya formaba parte del gran
complejo cultural mesoamericano.
Se ha identificado la presencia de estilos en objetos cerámicos
y artísticos que vinculan a Malinalco con un muy amplio c
­ omplejo
cultural, entre las que aparecen elementos relacio-
­
nados con los legendarios olmecas. Como en otras
Gracias a la información regiones del centro de México, se encuentran repre-
arqueológica, sabemos que
sentaciones antropomorfas femeninas c
­ onocidas como
Malinalco ya formaba parte
“Muchachas bonitas”; un ejemplo de éstas es la gran
del gran complejo cultural
mesoamericano figura hueca encontrada en el barrio de San Martín que
hoy se conserva en el museo universitario; o las llama-
das “Baby face”, encontradas en ­lugares como la cueva de Agustín
Lorenzo, en la zona de Chichicasco, al sur del valle de Malinalco.
En el actual barrio de Santa María se ubicaba el poblado más
importante de esta época. El área coincide con la zona de las tierras
más fértiles del valle, en las que siglos más tarde se habrían de crear
amplias huertas que desgraciadamente hoy casi han dejado de existir.
Gracias a los estudios arqueológicos ahora se sabe que la e
­ volución
histórico­-cultural de Malinalco estuvo ligada a los acontecimientos
que ocurrieron en otras áreas geográficas de Mesoamérica, particular-
mente en la Cuenca de México.
M a l i n a l c o, P u e b l o M á g i c o 41

“Muchacha bonita”, figuración de la tierra fértil. El territorio de Malinalco ha participado en el devenir


Fotografía de Marco Antonio Ortiz Martínez. cultural de Mesoamérica. Eso lo atestiguan objetos
arqueológicos como las figurillas del horizonte preclá-
sico de rasgos olmecas (1200­-400 a.C.). Fotografía de
Marco Antonio Ortiz Martínez.
42 Mosa icos R egiona l es

En una siguiente etapa, algunos asenta- Teotihuacán, cuya primera ocupación ocu-
mientos crecieron y ejercieron el poder a nivel rrió aproximadamente en el año 800 a.C. Con
regional sobre comunidades más pequeñas los años, Teotihuacán alcanzó prestigio como
y adquirieron, con el paso del tiempo, una lugar sagrado y centro de importancia polí-
importancia mayor reflejada en su tamaño. tica, desplazando al gran centro ceremonial
La máscara teotihuacana La organización social favoreció la apari- del sur de la cuenca de México: Cuicuilco, que
de piedra verde quizá
cubrió el rostro muerto ción de especialistas de tiempo completo en tuvo preponderancia hasta el año 200, justo
de un personaje de alto
diferentes labores, entre ellas las funciones el fin del extenso período llamado Preclásico
rango. Fotografía de
Marco Antonio Ortiz. de gobierno. Éste fue justamente el caso de en la arqueología mesoamericana.
M a l i n a l c o, P u e b l o M á g i c o 43

Entre 2,300 y 1,900 años atrás, el panorama del centro de México,


específicamente en la Cuenca de México, se caracterizó por la presen-
cia de numerosos asentamientos, entre los que destaca, como ya se
mencionó, Teotihuacán, ciudad que se convertiría en el mayor centro
urbano­-religioso que jamás se haya visto en el territorio mesoameri-
cano. Sucede entonces una transformación en la organización social:
la formación aldeana da lugar a centros de poder regional que agluti-
nan a comunidades vecinas y lejanas, manifestándose
las primeras formas estatales de control extra regional. En varios puntos de Malinalco
Este importante cambio se refleja a su vez en un incre- hay materiales arqueológicos
mento demográfico inusitado; en el caso de Teotihuacán procedentes de la antigua
el número de habitantes se cuadruplica en sólo un siglo. Teotihuacán
El poderío que caracterizó a Teotihuacán a partir de
su ­consolidación como el centro político­-religioso preponderante le
permitió el sometimiento de numerosas regiones que vieron modifi-
cada su cultura en varios aspectos.
En numerosas zonas aparecen manifestaciones estilísticas y
artísticas correspondientes a las formas religiosas de la gran metró-
poli. Esto, por supuesto, también sucedió en Malinalco. Durante
el horizonte arqueológico que va aproximadamente del 200 al 650
d.C., conocido como Clásico, en varios puntos del valle de Malinalco
se encuentran materiales arqueológicos procedentes de Teotihuacán
e, incluso, imitaciones de su estilo manufacturadas localmente. Hay
ejemplos de todos los tipos que conforman la secuencia de figurillas
modeladas y moldeadas de esa época. Éstas representan a personajes
diversos, entre los que aparecen las identificadas como “tipo retrato”,
hombres y mujeres pertenecientes a la nobleza, guerreros, sacerdotes
y deidades que siglos después serán conocidas con n
­ ombres en lengua
44 Mosa icos R egiona l es

náhuatl, tales como Tláloc, patrono de la


­lluvia, Chalchiutlicue (“la de falda de jade”),
señora del agua terrestre, y Huehuetéotl
(“dios viejo”), señor del fuego, entre otros.
También se encuentran los característicos
braseros “tipo teatro”, empleados en el culto
doméstico, máscaras funerarias elaboradas
en piedra, una amplia gama de recipientes de
uso común y ceremonial, como las llamadas
“vasijas Tláloc”, y obsidiana proveniente de
las minas c
­ontroladas por Teotihuacán
en la región de Pachuca. No obstante la
­abundancia de materiales a­ rqueológicos de
filiación t­eotihuacana, no hay en el valle
de Malinalco ejemplos de arquitectura
monumental c
­ aracterística de la gran urbe.
Durante esa época creció la compleja red
de rutas y ­caminos con los que se ­enlazaron
los extremos más d
­istantes del territorio
mesoamericano.
La caída de Teotihuacán como centro
suprarregional del altiplano central ocurrió
hacia el año 650. Las causas que p
­ ropiciaron
su derrumbe aún resultan desconocidas, pero
se ha supuesto que podrían estar r­ elacionadas
con graves contradicciones internas de orden
Guerrero teotihuacano (200­-650 d.C.).
económico, político y social, en particu-
lar con una excesiva ­
imposición tributaria
M a l i n a l c o, P u e b l o M á g i c o 45

a los ­
habitantes, quienes no encontraron
otra alternativa que rebelarse y abandonar
la legendaria ciudad. Otra posible causa fue la
presión que ­ejercieron estados en ­expansión
en otras regiones, generando conflictos
por el control político y el flujo de produc-
tos ­foráneos que satisfacían la demanda de
las clases en el poder. Se presentaron cam-
bios ­drásticos que reconfiguraron política,
económica y ­
demográficamente grandes
porciones del territorio mesoamericano.
Aparecieron también fuertes elementos vin-
culados a un militarismo creciente.
Malinalco parece haber jugado un papel
secundario durante este periodo tan signi-
ficativo, conocido como Epiclásico (650 a
900). Los estudios arqueológicos efectuados
en el valle hasta ahora reportan solamente un
sitio correspondiente a esta etapa, aunque
es posible que hayan existido otros asenta-
mientos. Se trata de una localidad ubicada
en las inmediaciones de la comunidad de San
Sebastián.
A partir del siglo décimo de ­nuestra   era,
aproximadamente, la  región de Malinalco
recibe a grupos de ­filiación ­cultural ­matlatzinca
La máscara de madera, excepcionalmente conservada,
(hablantes de una  de las ­lenguas de la fami- seguramente ostentó un mosaico de piedras preciosas.
lia otopame) provenientes del vecino Valle Fotografía de Marco Antonio Ortiz Martínez.
46 Mosa icos R egiona l es

de Toluca, quienes o
­ cuparon diversas áreas y
mantuvieron el control del corredor natural
que comunica las tierras altas del norte con
el valle de Morelos al sur y suroccidente con
la región guerrerense. La importancia de esta
ruta de comunicación se relaciona con la nece-
sidad de acceder a ­productos ­sureños, como
el algodón, la piedra verde, plumas de cier-
tas aves y el cacao que tenían gran demanda
en ese tiempo, entre otras mercancías. En este
sentido, uno de los sitios matlatzincas más
significativos es el conocido como Cerro de
los Ídolos, donde realizaron modificaciones
de la cima para edificar una gran plataforma
que, por su gran altura, permitía un excelente
control visual. Ahí también se edificaron otros
basamentos que cumplieron funciones diver-
sas, ­especialmente de carácter religioso.
La información que aportan los mate-
­riales arqueológicos correspondientes a la
siguiente etapa en la historia cultural de
Malinalco se enriquece con los textos e
­ scritos
en el c
­entro de México desde el siglo xvi
por cronistas españoles y m
­ esoamericanos.
Gracias a ellas hoy sabemos que hacia 1428,
en la Cuenca de México, las ciudades de
Tenochtitlán, Texcoco y Tacuba formaron
Los diseños de los objetos de uso cotidiano han cambiado a través del tiempo.
En la fotografía se aprecia la forma y decoración de una olla matlatzinca (1200-­1521). lo que la historia llama la Triple Alianza,
M a l i n a l c o, P u e b l o M á g i c o 47

confederación en la que Tenochtitlán, capital del estado mexica,


ocupó el liderazgo. Esta alianza emprendió campañas de conquista que
le permitieron ­extenderse por un vasto territorio. Su presencia com-
prendió regiones de los ­actuales estados de México, Hidalgo, Morelos,
Veracruz, Puebla, Oaxaca, Guerrero, Chiapas y parte de la república de
Guatemala. Axayácatl, sexto tlatoani mexica, inició la conquista mili-
tar del Valle de Toluca —conocido entonces, en lengua náhuatl, como
Matlatzinco—, región atractiva por los recursos naturales y por su
­producción agrícola; además, su ubicación resultaba ­estratégica; por
un lado, les permitía controlar un territorio clave para enfrentar a los
purépechas, sus rivales y, por otro, facilitaba el acceso
a fuentes de recursos de suma i­mportancia, tales como
Malinalco era una importante ruta de comunicación
el cobre o la sal, provenientes del occidente y del sur. Es
comercial en la época prehispánica
así que Malinalco, como región aledaña, queda incluido
en la esfera política y económica del poder mexica.
Malinalco se convierte en cabecera tributaria que comprendía
además a Zumpahuacán y Xocotitlán. Reunía y entregaba periódica-
mente los bienes que Tenochtitlán le exigía: distintos tipos de man-
tas, maíz, frijol, chía y huautli (amaranto). Para el cobro de tributos,
la Triple Alianza imponía recaudadores, llamados calpixque, que tam-
bién cumplían funciones militares y gubernamentales.
48
49

El Cuauhcalli: Casa de las Águilas

La maestría evidenciada en la estatuaria del templo monolítico


-el Cuauhcalli es tanto un edificio como un complejo escultórico- y
en varias piezas artísticas encontradas en la zona arqueológica y en
otros sectores de Malinalco, ejemplificada con el excepcional Ehécatl,
numen del viento labrado en piedra o el inigualable Tlapanhuéhuetl,
tambor ceremonial cuya fina y rica decoración lo hacen una de las
“joyas” en los anales del arte mesoamericano, no es exclusiva de una
época, sino que participa de una larga tradición que, en nuestros días,
está extraordinariamente representada por varios creadores que han
hecho de la escultura -especialmente de la talla en madera- una de
las manifestaciones artísticas más distinguidas de Malinalco.
El desarrollo alcanzado por los antiguos constructores del legen-
dario centro ceremonial dedicado a los guerreros Águila y Jaguar
(ocelotl, en náhuatl), se equipara a muchos de los grandes ejemplos
de arquitectura monolítica en el mundo, como los templos de Abu
Simbel en Egipto, Petra en Jordania o Ellora en la India. Las habilida-
Página anterior: el
edificio ­monolítico des adquiridas mediante la experiencia hizo posible materializar un
más importante
de Mesoamérica es diseño que respondía a las exigencias de los autoridades gubernamen-
­visitado por miles tales y religiosas. Por sus características, se trata sin duda de una obra
de p­ ersonas al año.
Fotografía de Rubén Nieto. llevada a un nivel excepcional en el territorio mesoamericano, que
50 Mosa icos R egiona l es

cobra especial r­elevancia por la t­ecnología


empleada, ­
consistente en cinceles y per-
cutores de andesita pero, ­particularmente,
por la mano diestra de los expertos
labradores de piedra, quienes nos legaron
­
una obra de ­
extraordinario valor artístico
que ha ­trascendido al implacable paso del
tiempo. Este singular monumento exalta la
importancia del militarismo para la cultura
azteca, lo que se aprecia particularmente en
las ­
esculturas talladas tanto en el interior
como en el ­exterior del templo, todas ellas
portadoras de una rica carga simbólica. Tal es
el caso de la escultura serpentina ubicada a
la derecha del acceso al recinto sagrado, cuyo
cuerpo escamado ha sido reinterpretado por
Xavier Noguez (2001) relacionándolo más
con tallos e inflorescencias de malinalli, que
con puntas de proyectil, como la había pro-
puesto el arqueólogo José García Payón.
El Cuauhcalli no es el único logro de los
hábiles constructores del conjunto arquitec-
tónico. La ladera del cerro debió ser acondi-
cionada mediante trabajos de nivelación de
las abruptas pendientes, a fin de dar lugar a la

El Cuauhcalli es tanto un edificio como un complejo


escultórico. Fotografías de Rubén Nieto Hernández.
M a l i n a l c o, P u e b l o M á g i c o 51

Pie de foto para imáge-


nes en la misma página
52

plataforma que habría de soportar el peso de


estructuras monumentales destinadas a las
diferentes actividades del centro de poder.
La labor consistió en la creación de cimientos
de forma reticular que permitieron una ade-
cuada distribución de cargas y prevenir de
esa manera posibles derrumbes. El material
constructivo (basalto, rocas calizas, andesita
y cal) proviene tanto del área inmediata al
cerro como de sectores distantes, por lo que
requirió ser transportado; ardua tarea reali-
zada a costa del esfuerzo de cientos de hom-
bres. De esta forma, hoy es posible recorrer y
admirar la proeza lograda por nuestros ante-
pasados y dimensionar una obra de ingenie-
ría que se ha mantenido firme durante más
de 500 años.
En el propio espacio que hoy consti-
tuye la zona arqueológica —de clara presen-
cia mexica— se encontraron evidencias de
que los matlatzincas ocuparon previamente
el sitio, lo que indica que éstos intervinieron
antes en el diseño de la gran plataforma sobre
la que se habrían de edificar recintos, plazas
y basamentos.
53
54 Mosa icos R egiona l es

Los muros de c­ ontención


sostienen las plataformas
donde se edificaron los
templos. Fotografía de
Rubén Nieto Hernández.
M a l i n a l c o, P u e b l o M á g i c o 55

Vista del Cuauhcalli y


estructura tres, posible-
mente dedicada al culto
mortuorio de los guerre-
ros. Fotografía de Rubén
Nieto Hernández.
56 Mosa icos R egiona l es

Base circular de
­ scultura de guerrero.
e
Fotografía de Rubén Nieto.
M a l i n a l c o, P u e b l o M á g i c o 57

La serpiente con tallos


de Malinalli en lugar de
escamas soporta los res-
tos de la escultura de un
guerrero. Fotografía de
Rubén Nieto Hernández.
58
59

Malinalco: aromas, sabores


del pasado y del presente

Recorrer Malinalco hace posible un acercamiento a su variada gas-


tronomía, sin duda, producto de la fusión de saberes milenarios indí-
genas con la tradición proveniente del viejo mundo. Los sabores,
aromas, texturas y significados refuerzan la identidad de un pueblo
que en su devenir cotidiano reproduce las enseñanzas de los ancestros.
Recetarios que han pasado por sucesivas generaciones representan un
legado que debe ser preservado y difundido a las nuevas generaciones.
Nuevos platillos han enriquecido la producción culinaria en Malinalco.
Uno de los mejores ejemplos que se pueden degustar en restaurantes
de alta cocina y en estanquillos son las truchas, que desde al menos
hace 30 años se producen en la Granja Truchas de Malinalco, empresa
encabezada por el licenciado Mario Sojo y sus hijos Ilia y Mario. Se
trata de la segunda en importancia a nivel nacional, produce anual-
mente 130 toneladas en un complejo proceso que exige del cuidado
máximo, desde la importación periódica de Estados Unidos de 75,000
huevos por lotes, hasta la alimentación y atención de especialistas en
piscicultura para mantener sana la población de los peces. La crianza
requiere de abundante agua corriente de los manantiales localizados
en la parte sur de la cabecera, que además de limpia debe permane-
cer a una temperatura estable. Cada una de las fases es supervisada
60 Mosa icos R egiona l es

“El enamorado y el pez frescos han de ser”. Fotografía de Antonio Martínez.


M a l i n a l c o, P u e b l o M á g i c o 61

por el entusiasta personal que labora en la que laboran en la empresa piscícola. Resulta “Ayunar o comer
­trucha, delicias al
empresa, como el señor Samuel Morales, paradójico reconocer que muchos de los visi- paladar”. Fotografías
amable vecino de Malinalco, al igual que la tantes sólo conocen esta parte de la riqueza de María Eugenia
Villavicencio  y Marco
mayoría de sus compañeros. La siguiente que caracteriza a Malinalco. Antonio Ortiz Martínez.
etapa consiste en la venta a restaurantes y al Pero las truchas no es lo único que un
público de las truchas que han alcanzado el visitante puede saborear. En el jardín prin-
peso requerido (entre 250 y 350 gramos). cipal se pueden encontrar puestos que guar-
Esta actividad productiva es determinante dan una estrecha relación con el patrón que
para numerosas familias, no sólo para las desde la conquista europea caracterizaba a
62 Mosa icos R egiona l es
M a l i n a l c o, P u e b l o M á g i c o 63

los centros de población, consistentes en la


iglesia, la casa de gobierno y el área comer-
cial. Este esquema ha sobrevivido a los cam-
bios impuestos por la visión modernista que
pretende cambiar las antiguas formas y cos-
tumbres. La oferta de comida va de los exqui-
sitos tlacoyos de haba y de frijol, chicharrón,
quesadillas de flor de calabaza, huitlacoche,
papa, mole verde, rajas con queso, chorizo
con papas, queso de hebra, tinga, requesón,
en fin, una gran variedad de sabores a ele-
gir. Los tamales son otra buena opción y se
pueden encontrar los de chile verde, rojos,
de dulce, de frijol y los tamales anchos o “de
nalga”, como popularmente se les conoce.
No podía faltar la barbacoa que se elabora en
hornos cavados en la tierra, lo que le da un
sabor especial que los visitantes buscan afa-
nosamente. No hay quien pueda resistirse
a un buen taco con tortillas hechas a mano
y con maíz criollo blanco o azul. Es impor-
tante resaltar que la producción de tortillas
representa una de las actividades producti-
vas que generan recursos para las familias.
Pero no debemos olvidar el enorme esfuerzo
que realiza el gremio de tortilleras que desde
la madrugada preparan su nixcomel o nix-
comitl, que posteriormente es molido para Fotografías de Marco Antonio Ortiz Martínez.
64 Mosa icos R egiona l es
M a l i n a l c o, P u e b l o M á g i c o 65

iniciar una labor que parece interminable, alimentos son elaborados a partir de recetas “Si está bien o si
está mal, es tamal”.
la de elaborar docenas de tortillas que ahora de hace siglos y se espera que no dejen de
Fotografías de Marco
son apreciadas por la gente. En las “Seis producirse para el beneplácito de propios y Antonio Ortiz.

calles”, que es donde confluyen los límites extraños, ya que representan un legado de la
de los barrios de San Guillermo, San Pedro y rica gastronomía de Malinalco. A estas deli-
La Soledad, se pueden encontrar a las incan- cias se agrega una gran diversidad de frutas
sables mujeres que a diario ofrecen su pro- y verduras provenientes de las huertas que
ducto. Otra ubicación de estas increíbles subsisten principalmente al sur de la cabe-
trabajadoras es la plaza central. Todos estos cera municipal. El complemento ideal a los
66 Mosa icos R egiona l es
M a l i n a l c o, P u e b l o M á g i c o 67

Mosaico de frutas y verduras.


Fotografías de Marco Antonio Ortiz
68

antojos de todo aquel que se precie de cono-


cedor de la comida tradicional son las nieves
de múltiples sabores y colores que invitan a
probarlas. No podía faltar en la oferta gastro-
nómica malinalca el pan, elaborado en ama-
sijos que emplean hornos de leña, lo que le da
el distintivo sabor ahumado, tan apreciado
por paladares ávidos de exquisitos aromas y
texturas.
Existe además la alternativa de disfru-
tar platillos de alta cocina en los numerosos
restaurantes, tanto del primer cuadro de la
cabecera municipal como de aquellos ubica-
dos en los barrios. En algunos de estos esta-
blecimientos se han incorporado elementos
de la cocina tradicional de Malinalco, a los
que se añade un toque que enriquece su pre-
sentación y sabor.
Realmente no se puede decir que se
conoció Malinalco si no se visitó y degustó
toda esta riqueza culinaria.

“Y tu nieve, ¿de qué la quieres?”.


Fotografías de Marco Antonio Ortiz.
69
70
M a l i n a l c o, P u e b l o M á g i c o 71

“Concha divina, preciosa chilindrina de trenza


pueblerina, me gustas al amar”. (Fragmento de la
canción “La chilindrina”. Autor: Chava Flores).
Fotografías de Marco Antonio Ortiz Martínez.
M a l i n a l c o, P u e b l o M á g i c o 73

“El pan nuestro de cada


día”. Fotografía de Marco
Antonio Ortiz Martínez.
74

Pie de foto para


imágenes
en la misma página
75

El mezcal, elixir terrenal

El mezcal, bebida mística, mágica, afrodisiaca y extraordinaria. Cuando se bebe


en cantidades razonables, despierta el espíritu, calma el desamor, estimula la
­imaginación, borra resentimientos, acompaña en la soledad y hace que el mundo se
vea mucho mejor.

Andrés Henestrosa

Mexcalli, que en náhuatl significa “pencas de maguey cocidas”, es


considerado un regalo de la tierra, elixir del agave que alivia al final
de la jornada, néctar primigenio que después de siglos de deleitar a los
más pobres, ahora es buscado, en restaurantes gourmet por los pala-
dares exigentes. Su antigüedad es incierta, aunque recientes estudios
arqueológicos y etnoarqueológicos sugieren un origen prehispánico
que se remonta quizá a 600 años antes de Cristo. En Malinalco, dis-
tintas comunidades producen esta apreciada bebida cuyo consumo
hasta hace tiempo no trascendía el ámbito local. Hoy en día, poblados
como Chichicasco, el Palmar de Guadalupe, la Alameda, el Zapote
y Palpan han alcanzado amplio reconocimiento por producir mez-
cal de calidad. En estos lugares sobreviven rústicas destilerías donde
es posible degustar mezcal recién destilado y aun comprar algunos
litros que son despachados en recipientes improvisados. Buena parte
de la compra y consumo del mezcal ocurre en una cierta clandesti-
nidad, en las tiendas de barrio, donde es frecuente observar, una vez
­concluida la jornada de trabajo, a los parroquianos beber con desen-
fado un vaso tras otro.
76 Mosa icos R egiona l es

Experimentados maestros m
­ ezcaleros
se esmeran en elaborar esta extraordinaria
bebida, cuidando respetar el legado heredado
de sus predecesores y dispuestos a transmi-
tirlo a los aprendices, en una secuencia que
se ha mantenido desde tiempos inmemo-
rables. El mezcal ha tenido una participa-
ción determinante a lo largo de la historia
de la región. Acompañó a los ejércitos en la
etapa independentista, así como a las fuer-
zas revolucionarias durante el movimiento
armado de 1910. Numerosos acuerdos que
configuraron la nación mexicana se firma-
ron mediando un buen jarro de mezcal. Su
papel en la celebración de acontecimientos
ha sido muy variado, pues se bebe cuando
se gana pero también cuando se pierde;
ha consolado a combatientes en la derrota
y ayudado al desahogo ante un mal amor.
Ríos de mezcal se han bebido en los festejos
populares. No pocos habrán experimentado
un intenso mareo al viajar por las espirales
ascendentes de malinalli gracias a los efectos
que produce su consumo en exceso y, al día
siguiente, sufrido la resaca de las corrientes
descendentes.
M a l i n a l c o, P u e b l o M á g i c o 77

“Para todo mal el mezcal, para todo bien, también. Y si no hay remedio, litro
y medio”. Fotografías de Marco Antonio Ortiz Martínez.
78 Mosa icos R egiona l es

Artífices del elixir de Chichicasco. Fotografías de Marco Antonio Ortiz Martínez.


79

Pie de foto para imágenes


en la misma página
80
81

Por los rincones de Malinalco:


prácticas cotidianas

La cabecera municipal de Malinalco está dividida en ocho barrios


organizados alrededor de una traza reticular, producto del acomodo
poblacional diseñado por las autoridades españolas, una vez consu-
mada la conquista. Calles que siguen trayectorias rectas, que se entre-
cruzan y organizan el espacio en que se ubica el binomio casa­huerta,
que apenas sobrevive a la transformación que experimenta Malinalco
en los últimos tiempos. Esta combinación aseguraba un lugar ade-
cuado para vivir, además del área necesaria para el cultivo de diver-
sos productos destinados a una economía autosuficiente. De especial
interés es la forma en que se delimitaban las propiedades. Construían
tecorrales, es decir, muros de piedra apiladas que siguen un diseño
estructural que difícilmente podrían derrumbarse. Sin duda se trata
de un legado del amplio conocimiento milenario de los antiguos cons-
tructores de pirámides. El complemento defensivo de estos muros son
plantas como el chichicastle, cuyas hojas son urticantes y al leve roce
de la piel producen dolor e hinchazón.
Página anterior:
imágenes del paraíso, El orden establecido por los españoles incluyó entre sus prin-
según los tlacuilos.
cipales estrategias la construcción de la iglesia–convento principal,
Fotografía de Marco
Antonio Ortiz Martínez. dedicada al Divino Salvador en donde se efectuaba la otra conquista,
82 Mosa icos R egiona l es

Fortaleza de un nuevo pensamiento. Fotografía de Marco Antonio Ortiz Martínez.


83

la espiritual. El conjunto arquitectónico


­representa un magnífico ejemplo del estilo
plateresco en el que destaca la monumentali-
dad de la nave de la iglesia, fortaleza e
­ spiritual
que efectuó la nada sencilla tarea de transfor-
mar el antiguo sistema de creencias.
Se edificaron también capillas de barrio
que apoyaban en la evangelización y man-
tenían la supervisión del proceso de asi-
milación del nuevo pensamiento. Estas
magníficas construcciones constituyen un
legado extraordinario que sin duda debe
conocerse pero sin dejar de lado las prácti-
cas religiosas que los pobladores de Malinalco
continúan realizando, en las que se aprecian
reminiscencias del pasado prehispánico.
Los barrios y su configuración parecen
corresponder con antiguas poblaciones que
fueron concentradas desde sus ubicacio-
nes distantes con el propósito de facilitar el
control político, económico e ideológico. Al
congregarlos en torno a la cabecera princi-
pal, se aseguró un monitoreo permanente
de las prácticas cotidianas. Se asignaron tie-
rras tanto para la construcción de las casas
como para la actividad agrícola. Se aprove-
chó la extraordinaria diversidad natural y la
existencia de abundantes fuentes de agua
84
M a l i n a l c o, P u e b l o M á g i c o 85

que facilitaron el regadío de los cultivos. Se


erigió en cada barrio una capilla dedicada a
un santo patrón en la que se impartía ins-
trucción religiosa, que buscaba erradicar lo
que consideraban prácticas paganas, repre-
sentadas por una multiplicidad de dioses y
entidades sobrenaturales que conformaban
el antiguo sistema de creencias. La estrategia
para el cambio consideró asimismo el manejo
del calendario agrícola y las fechas en que se
veneraba a las deidades indígenas.
Aquí reside una parte esencial de la iden-
tidad malinalca, caracterizada por un paisaje
que se transforma paulatinamente como pro-
ducto de una modernidad mal entendida.
En la actualidad, el tiempo transcurre en
Malinalco en un ritmo que previo al desarrollo
turístico se ajustaba al ciclo de producción y
consecuentemente al calendario festivo. A lo
largo del año se celebran festividades donde
el visitante tiene la oportunidad de apreciar
procesiones de vírgenes y santos que honran
con su visita al que se festeja.
De esta forma, los visitantes tienen el
privilegio de presenciar prácticas que han
sobrevivido al implacable paso del tiempo y
Rostros del Malinalco
a la influencia de factores sociales, económi-
profundo. Fotografías de
cos, políticos y principalmente ideológicos. Rubén Nieto Hernández.
86 Mosa icos R egiona l es

“Dicen que ni yendo a bailar a Chalma”. Fotografía: Secretaría de Turismo.


M a l i n a l c o, P u e b l o M á g i c o 87

Por un resquicio se
ve a San Guillermo.
Fotografía de Rubén Nieto.
88 Mosa icos R egiona l es
M a l i n a l c o, P u e b l o M á g i c o 89

De especial interés es la celebración de la Semana Santa, donde


Malinalco y sus habitantes incursionan en una dinámica intensa que,
si bien sigue las pautas establecidas por la Iglesia católica, brinda a los
participantes la oportunidad de trascender en un momento del año. En
un relativo apego a lo que dicta la tradición, se organiza un programa
en el que participan personas de todas las edades, algunos en cumpli-
miento de una promesa hecha con años de anticipación. La participa-
ción requiere de vestimenta adecuada. Así observamos personajes que
forman parte de un contingente conocido como “La Judea”, que a pie
o a caballo recorre incansablemente las calles de la cabecera municipal
durante semanas para encontrar y capturar a Jesús y presentarlo ante
los romanos para su juzgamiento.

“Arrancaron nuestros
frutos, cortaron nues-
tras ramas, quemaron
nuestro tronco, pero
no pudieron matar
nuestras raíces”. Poema
náhuatl (anónimo).
Fotografía de Rubén Nieto
Hernández.
90 Mosa icos R egiona l es
M a l i n a l c o, P u e b l o M á g i c o 91
Procesión religiosa tra-
dicional. Fotografías de
Rubén Nieto Hernández.
94 Mosa icos R egiona l es

Danza de chinelos, ­tradición


que en Malinalco es ejecutada
por mujeres. Fotografías de
Rubén Nieto Hernández.
M a l i n a l c o, P u e b l o M á g i c o 95

Ofrenda a quienes regresan año con año. Fotografía de Rubén Nieto Hernández.
96 Mosa icos R egiona l es
97

Malinalco y sus saberes ancestrales

“[...] el que trata en cosas de medicina conoce las hierbas, raíces, árboles, piedras,
y el incienso de la tierra y todas las cosas que sean raíces, que sean hierbas”.
Sahagún (Códice Florentino, Libro Décimo, capítulo XXIV).

En el mundo prehispánico solían llamarlos sabios, poseedores del


conocimiento ancestral, cuya misión consistía en perpetuar los anti-
guos saberes indígenas. Tenían un gran reconocimiento social porque
detentaban el complejo uso de las plantas en favor de la comunidad.
Este saber, que se encuentra en franco proceso de extinción, está
enraizado en un pasado remoto que los especialistas del pasado habían
logrado resguardar para no olvidar quiénes somos y lo que nuestros
antepasados crearon.
Las fuentes históricas del siglo xvi consignan el amplio cono-
cimiento que los antiguos mexicanos desarrollaron en el campo de la
herbolaria y la medicina tradicional. Su aportación ha sido determi-
nante en la vida de los pueblos, a pesar de los intentos que, desde la
conquista española, se realizaron para erradicar lo que consideraban
prácticas contrarias al pensamiento católico. Siglos de resistencia han
enfrentado un saber tradicional vinculado a la identidad ­mexicana. La
efectividad en el uso de hierbas y tratamientos ha quedado demostrada
y en la actualidad se le concede, hasta cierto punto, un cierto reconoci-
Página anterior: miento como alternativa para la curación y alivio de los desórdenes de
hierba del sapo.
la salud. Este milenario conocimiento requirió de especialistas  en  la
­Fotografía de Marco
­ ntonio Ortiz Martínez.
A identificación y manejo de principios activos obtenidos de plantas y
98 Mosa icos R egiona l es

animales que se emplearon para numero-


sos tratamientos. Hoy en día, la tradición
de curanderos que hizo célebre a Malinalco
se extingue y quedan sólo los recuerdos de
personajes fascinantes a quienes recurrían
no sólo los vecinos de la cabecera, sino per-
sonas incluso provenientes del extranjero.
Se sabe de “curanderos” como doña Juana
de Gante y la señora Reyna Corona, oriundas
del barrio de San Martín, así como doña Lidia
Ceballos, vecina del barrio de Santa María.
Debieron haber muchas más, pero el tiempo
ha dejado atrás sus nombres. Su labor consis-
tía en atender partos y múltiples enfermeda-
des mediante terapias en las que empleaban
plantas como el cuatecomate para afecciones
en los pulmones; tlalchichinole, cuachalalate
y chicalote para la tos, asma, llagas y úlceras
gástricas, convulsiones y otros padecimien-
tos de la vista. El aguasúchitl se consideraba
útil para prevenir abortos y el hervor de la
sangre. Para el empacho se recomendaba el
cempasúchil, el cuajilote y el mexixi. Para
aquellos que experimentaban problemas de
hinchazón y hemorroides se administraban
fomentos del legendario toloache, que en
Invocación a los poderes ancestrales. Lidia Ceballos.
Fotografía de Arturo Chávez Silva.
el imaginario popular se utilizó para atraer
al ser deseado. Ahora se sabe de los efectos
M a l i n a l c o, P u e b l o M á g i c o 99

Doraditas. Fotografía de Marco Antonio Ortiz Martínez.


100 Mosa icos R egiona l es

Bellota de Coahuilota. Fotografía de Marco Antonio Ortiz Martínez.


M a l i n a l c o, P u e b l o M á g i c o 101

irreversibles de esta última hierba en la salud


mental de quienes lo consumieron.
De particular interés son diversas plan-
tas que, por su potencial efecto terapéutico,
fueron incorporadas por los frailes agustinos
en el programa pictórico del mural del paraíso
plasmado en el claustro bajo del convento de
Malinalco. Entre las múltiples representa-
ciones de plantas figura el conocido local-
mente como florifundio y el yoloxóchitl o flor
de corazón, que se distinguen por su efecto
anestésico en el caso del primero y en el
segundo para problemas de tipo cardiaco. Se
sabe asimismo del uso de diferentes plantas
en las ceremonias prehispánicas que reque-
rían de un estado de trance para conectar con
las entidades sobrenaturales. Este extraor-
dinario repertorio botánico fue reconocido
y aprovechado por la farmacopea europea.
Francisco Hernández, protomédico de Felipe
II, estuvo en Malinalco durante su expe-
dición científica a la Nueva España y quizá
fue él quien sugirió la temática de la pintura
mural del convento.

“Traigo hierba santa ”. Fotografía de Rubén Nieto Hernández.


102 Mosa icos R egiona l es

En el Museo Universitario Dr. Luis Mario Schneider se resguarda


celosamente un herbario que fue creado por la señora Lidia Ceballos y
representa sin duda un importante recurso para preservar una inva-
luable herencia cultural. En una paciente labor que le llevó gran parte
de su vida, logró rescatar un extenso acervo de la herbolaria tradi-
cional malinalca que implicó el registro de los nombres comunes y
los correspondientes usos medicinales. Este herbario es considerado
como uno de los principales atractivos del museo que permite, a pro-
pios y a extraños, conocer el Malinalco profundo y fascinarse con una
tierra mágica que reclama su permanencia ante los cambios vertigino-
sos que amenazan su identidad.

Sala de “temporada de secas”, Museo


Universitario Dr. Luis Mario Schneider.
Fotografía de Marco Antonio Ortiz Martínez.
M a l i n a l c o, P u e b l o M á g i c o 103
105

El agua y la vida en Malinalco

¿El agua?
Es el elemento generador de vida
y también primera necesidad del hombre.
Andrés Henestrosa (2003)

El municipio de Malinalco forma parte de la Región Hidrológica del


Balsas y en su territorio se han identificado 26 manantiales, así como
diversos ríos y arroyos tanto permanentes como intermitentes; el
más importante de todos es el río Chalma, que nace en la población
del mismo nombre y que, desde tiempos prehispánicos, ha sido un
importante centro de culto dedicado a Oztotéotl, dios de las cuevas y
de las aguas subterráneas. Hoy en día, miles de peregrinos se despla-
zan a este singular sitio donde se venera al Señor de Chalma, un Cristo
negro que milagrosamente apareció en una cueva sobre la que se edi-
ficó una capilla. En el pasado, la abundancia de este preciado líquido
fue uno de los factores que propició la llegada de los primeros pobla-
dores hace 5,000 años y determinó la continuidad en la ocupación no
sólo en la época prehispánica; de hecho, ha transcurrido de manera
ininterrumpida hasta la actualidad.
En la cosmovisión mesoamericana, el agua era considerada un
­elemento esencial de la vida y su control estaba conferido a deidades
como Tláloc y Chalchiuhtlicue en el caso del centro de México, en
tanto que para las culturas maya, zapoteca y mixteca se asociaba a
Chac, Cocijo y Dzahui respectivamente. En Malinalco, se han regis-
trado evidencias del culto a Tláloc, tanto de la época teotihuacana
106

(siglos iii al vii de nuestra era), como de la


azteca (siglos xiv a xvi) en las cimas de los
cerros, que eran considerados como conte-
nedores de agua, además de los lugares en
donde residían los ancestros, los espíritus del
agua que eran honrados en tiempos de secas
para dotar de agua a los cultivos. Estas prác-
ticas formaban parte de un ciclo festivo que
debió ser equiparado con las celebraciones
católicas a fin de facilitar la imposición de la
nueva religión por parte de los conquistado-
res españoles.
Ciertamente, la disponibilidad de acuí-
feros ha hecho posible el desarrollo de acti-
vidades fundamentales como la agricultura
y la crianza de truchas para el crecimiento
económico, pero también ha sido causante
de un acelerado fenómeno de desabasto que
comienza a manifestarse entre la población
originaria y el exuberante entorno asociado.
Ante esta situación, se han creado organi-
zaciones civiles preocupadas por la conser-
vación de este recurso, quienes organizan
campañas para la limpieza de manantiales,
ríos y arroyos.

“Lo del agua al agua”. Fotografías de María Eugenia


Villavicencio (p. 104) y Rubén Nieto Hernández (p. 105).
109

Malinalco, esencias que sobreviven

Malinalco aún resguarda en sus esencias los saberes milenarios ori-


ginados en la oscuridad de los tiempos más remotos. Los antiguos
guardianes de esos conocimientos, sabios conocedores del mundo,
cumplían una función determinante que buscaba mantener la relación
armónica entre los hombres y el universo. Ellos vigilaban que todo
cuanto se hacía de manera cotidiana y particularmente en las ocasiones
especiales, cumpliera con la anuencia de las entidades s­ obrenaturales,
patronas de los fenómenos, las sustancias y las esencias. Nada podía
tomarse sin permiso; disponer del agua, las plantas y sus frutos o la
tierra misma requería de peticiones respetuosas que permitieran la
permanencia del orden necesario para garantizar la supervivencia. No
en balde los tlamatinime, sabios encargados de velar por la observancia
de ese orden y transmitir el conocimiento a las nuevas generaciones,
advirtieron a los conquistadores españoles que si insistían en su afán
de transformar el antiguo pensamiento, provocarían el colapso del
mundo y la consecuente e irreparable desgracia. Hoy, más que nunca,
es imprescindible atender la antigua exhortación; propios y extraños
Página anterior: debemos contribuir a preservar, o en su caso restituir, el orden natu-
altar en el m
­ anantial de
ral, social y cultural. Los recientes sacudimientos telúricos —que los
Coachonco. Fotografía de
Rubén Nieto Hernández. antiguos identificarían como movimientos del mítico monstruo de
110 Mosa icos R egiona l es

la tierra— han herido buena parte del cen-


tro y sur del país y nos recuerdan la fragili-
dad del ser humano y sus obras materiales.
También ofrecen la oportunidad de percatar-
nos que sólo una sociedad unida y compro-
metida puede garantizar la permanencia de
sitios como Malinalco, lugares habitados por
auténticos Pueblos Mágicos.
M a l i n a l c o, P u e b l o M á g i c o 111

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en Malinalco, Cuadernos Municipales núm. 17, El Colegio México.

Mexiquense A.C., México, pp. 29-70.


Índice

9 Presentación, Alfredo Del Mazo Maza

13 Prólogo

17 Simbolismo y significado de un lugar mágico

23 El paisaje mágico de Malinalco

31 Por los senderos de Malinalli.


La toponimia: esencia y significado de una tierra mágica

33 Los primeros humanos del paraíso malinalca

39 La evolución hacia un destino diferente

49 El Cuauhcalli: Casa de las Águilas

59 Malinalco: aromas, sabores del pasado y del presente

75 El mezcal, elixir terrenal


81 Por los rincones de Malinalco:
prácticas cotidianas

97 Malinalco y sus saberes ancestrales

105 El agua y la vida en Malinalco

109 Malinalco, esencias que sobreviven

111 Fuentes consultadas


Malinalco, Pueblo Mágico. Un breve asomo a sus esencias,

de Rubén Nieto Hernández y Jorge Carrandi, se terminó de impri-

mir en diciembre de 2017. Para su formación se usó la tipografía

Leitura, de Dino dos Santos, de la Fundidora DSType. Concepto edi-

torial: Félix Suárez, Hugo Ortíz e Iván Jiménez Mercado. Formación,

­portada y supervisión en imprenta: Rogelio González Pérez. Cuidado

de la edición: Gustavo A. Guerrero Rodríguez, Delfina Careaga y los

autores. Editor responsable: Félix Suárez.

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