Arlette. Resumen La Pegadogia Critica en El Aula. Smyth

Descargar como docx, pdf o txt
Descargar como docx, pdf o txt
Está en la página 1de 7

Instituto Estatal de Educación Pública de Oaxaca

Subdirección General de Servicios Educativos

Unidad de Educación Normal y Formación Docente

Escuela Normal Urbana Federal del Istmo.

CLAVE: 20DNL0002Q

LICENCIATURA EN EDUCACIÓN PRIMARIA


CICLO ESCOLAR 2019-2020
SEGUNDO SEMESTRE
GRUPO “C”
TEMA
RESUMEN “LA PEDAGOGÍA CRÍTICA DE LA PRÁCTICA EN
EL ÁULA” JOHN SMYTH
PRESENTA
C. ARLETTE ABAD JIMENEZ.
COORDINADOR DEL CURSO
MTRO. JORGE TORAL BENITEZ.
OBSERVACIÓN Y ANÁLISIS DE LA PRÁCTICA ESCOLAR

CD. IXTEPEC, OAX. JUNIO, 2020.


Resumen: “La pedagogía crítica de la práctica en el aula”
En el presente resumen se visualiza la base epistemológica de la pedagogía critica, para lo

cual se recurre a la explicación de lo supuestos teóricos de la misma; se asume la

interrelación manifiesta entre pedagogía crítica y currículo y se insiste en los movimientos

sociales que exige y promueve la aplicación de dicho enfoque. Finalmente, se propone la

concreción de la pedagogía crítica en la didáctica de tal manera que el docente, en

conjunción con el estudiante, pueda reflexionar sobre interrogantes¸ asumiendo que la

pedagogía crítica en el contexto de la educación es pensar en un nuevo paradigma del

ejercicio profesional del maestro, es pensar en una forma de vida académica en la que el

punto central del proceso de formación considera esencialmente para quién, por qué, cómo,

cuándo y dónde se desarrollan determinadas actividades y ejercicios académicos influyendo

diversos factores (políticos, histórico, etc.)

Por consiguiente, el intento de desarrollar una réplica politizada a las inconexas

experiencias de formación continua que yo y otras personas habíamos vivido como

profesores de aula. La confrontación y reconstrucción de la enseñanza en respuesta al

deficiente modelo de las destrezas parecía una manera tan correcta como cualquier otra de

hacerlo. La repetida evocación al retorno a lo fundamental, la demanda de elevación de los

niveles académicos, la ampliación de las pruebas y las acciones encaminadas a eliminar a

los profesores incompetentes eran, a nuestro modo de ver, actividades muy politizadas.

Estas supuestas reformas educativas hacen que, como profesores, nos veamos obligados a

padecer formas progresivas de degradación en la naturaleza de nuestro trabajo. Así, con el

pretexto de la necesidad de rendir cuentas profesionales y de utilizar medidas destinadas a


conseguir un mejor control de la calidad y una mayor eficiencia y efectividad en nuestras

aulas.

Se encuentran varios aprendizajes, dentro de ello el social, en este caso, el profesor

descubrió que estaba intentando aplicar la teoría de que la enseñanza no pueden tener lugar

a no ser que los alumnos presten atención para poder marcarles unas directrices. Cuando el

profesor reflexionó sobre este incidente, se dio cuenta de que, en caso necesario, era capaz

de llegar a la violencia verbal con tal de aplicar su teoría. Los alumnos, por su parte,

parecían tener una serie de valores y creencias (una teoría) diferentes y contrarios sobre el

aprendizaje que contemplaban su derecho a comunicarse entre sí y a determinar el

desarrollo de la clase, circunstancia que el profesor era incapaz de impedir.

En matemáticas, cuando el profesor reflexionó sobre el incidente que había descrito en su

diario e intentó buscarle una explicación, pudo darse cuenta de que mantenía una teoría del

aprendizaje basado en el compañerismo que ignoraba el hecho de que los alumnos acuden a

clase con una gran carga de expectativas y con ideas propias sobre quién tiene el derecho y

el deber de impartir conocimientos. Incluso en historia, cuando la profesora reflexionó

sobre el incidente que había registrado en su diario, concluyó que el factor desencadenante

(la necesidad percibida por ella misma de que tenía que hacer más interesante su

enseñanza) le había hecho plantearse la relación existente entre sus alumnos y las

estructuras más amplias de autoridad que enmarcan sus vidas.

En cada uno de los ejemplos anteriores, lo que vemos es una prueba de que los profesores

estaban empezando a «inspirar» sus prácticas en el aula, en el sentido de teorizar o

descubrir las razones más profundas que justifican sus acciones. En el curso normal de

nuestra actividad diaria como profesores, tendemos a ignorar las leyes universales de la
enseñanza y los principios aceptados por los «expertos». En su lugar, lo que suele

preocuparnos, si es que algo nos preocupa, son las «teorías locales» que nos ayudan a dar

sentido a determinadas situaciones y momentos que vivimos.

Una cosa es describir y reflexionar sobre la enseñanza que impartimos, y otra adoptar

nosotros mismos una posición que nos haga cuestionar el cómodo mundo que conocemos y

en el que vivimos; ésta es una tarea mucho más difícil. El intento de colocar o situar a la

enseñanza en un contexto cultural, social y político más amplio supone embarcarse en una

reflexión crítica sobre los supuestos que subyacen tras los métodos y prácticas utilizados en

el aula. Vista de esta forma, la enseñanza deja de ser un conjunto aislado de procedimientos

técnicos para convertirse en la expresión histórica de unos valores construidos sobre los que

se considera importante en el acto educativo.

Para el proyecto que crearon su dificultad al desarrollar y mantener un diálogo crítico fue

tan epistemológica como la resistencia causada por el cansancio y la falta de tiempo, pero al

menos pudieron identificar este problema. Era en parte un artefacto predisposición a pensar

que lo que estaba implicado en el proyecto era mucho más que el simple hecho de descartar

una serie de creencias falsas. Hacia el final del proyecto, notaron que lo que habían

comenzado era el proceso descrito por Fay (1977:214) de contrastar una «serie de ilusiones

interrelacionadas sobre las necesidades humanas... sobre lo que es bueno y valioso, y sobre

cómo debe uno actuar en su relación con los demás para conseguir todo esto».

Coincidíamos con Fay (1977:214) al afirmar que la naturaleza sistemática, compartida y

profundamente enraizada de estas ilusiones hace que sea extremadamente difícil

abandonarlas: «Esto se debe a que renunciar a dichas ilusiones supone abandonar conceptos
de uno mismo y de las prácticas sociales que engendran y soportan las cosas a las que se

recurre para dar una orientación y sentido a la vida».

No hay duda de que las nociones de profesionalismo que acarreamos con nosotros como

profesores terminan por irrumpir en los procesos de confrontación. Grace, por ejemplo,

observó que los profesores suelen opinar que tanto ellos mismos como su trabajo dependen

en gran medida de estructuras políticas y sociales y, en este sentido, se muestran bastante

reticentes a analizarlas. Los profesores que participaron en esta investigación fueron

capaces de mantener su posición con convicción debido al control que ejercían sobre sus

actividades y, consecuentemente, a su noción de un 'orden dominante' o de un 'aparato de

control', considerando la necesidad de luchar contra ello insustancial en su conciencia,

frente a la noción de autonomía real y verdadera.

Freire (1972) dijo: «Reflexión sin acción es verbalismo y acción sin reflexión es

activismo». Lo que seguramente quería decir es que la autoridad debe tener una dimensión

activa, sin la cual nunca pasaremos de lo meramente especulativo. Nuestra anterior

afirmación de que los profesores deben comenzar con la realidad concreta de sus vidas no

está basada en la comodidad, sino que nos permite trabajar en el tema, definir los límites y,

de esta forma, empezar a superarlos. Esto sucede por concebir la enseñanza como un

proceso técnico que sólo requiere una fina sintonización para conseguir los objetivos

educativos preestablecidos.

Los profesores pueden utilizar sus propias capacidades para formular e implementar

programas de cambio. Con ello, he intentado demostrar que primero necesitamos desvelar

la relación que existe entre nuestras ideas y nuestras acciones. Al permitir que los

profesores trabajasen con otros profesores para crear una pedagogía crítica de la práctica en
el aula. Pero existen limitaciones de esta estrategia que impiden y están intrínsecamente

unidas a nuestras prácticas políticas, históricas y teóricas como profesores y nuestra propia

capacidad para superarlas.

Reconocer que la normalización y el naturalismo tiene un importante pasado histórico que

necesitamos superar y que son por sí mismos poderosos mecanismos de control social, son

factores que no deberían pasarse por alto en el análisis de la pedagogía y la escolarización.

Ya que Walkerdine dijo: «...el advenimiento del naturalismo, es decir, asegurar la correcta

transición del niño animal al adulto civilizado, fue concebido como un proceso 'progresivo'

(de acuerdo con los principios científicos) y efectivo que eliminaría la amenaza de rebelión

precisamente porque los niños que no son coaccionados no tienen necesidad de rebelarse—

aprenden las lecciones y esta vez, de verdad». Es que por eso la urgencia obligada del aula,

con las demandas constantes de atención hacia cuestiones que deben ser atendidas aquí y

ahora, la que nos hace vernos a nosotros mismos como pragmáticos testarudos preocupados

únicamente de cuestiones de sentido práctico.

Este resumen ha pretendido dos cosas. En primer lugar, demostrar que es posible oponerse

al modo burocrático manifiestamente absurdo de organizar las escuelas e introducir formas

más democráticas e informadas de pensar y trabajar. Cuando el debate en torno al trabajo

de los profesores se ve forzado y limitado al terreno puramente técnico, no es del todo

sorprendente que se centre únicamente en los «medios» de enseñanza, dejando que los

«fines» éticos y filosóficos de la misma sean tratados por personas ajenas al aula y a la

escuela como si no constituyeran una problemática. En segundo lugar, con la exploración

de la noción de pedagogía crítica, intentado exponer una lógica y unos principios generales

mediante los cuales los propios profesores pueden empezar a plantearse cuestiones que van
más allá de la competencia, técnica y, por consiguiente, pueden empezar a desafiar las

normas, roles y estructuras que enmarcan a la enseñanza. En conclusión, la enseñanza se

sitúa dentro de la política cultural de la escolarización, los profesores ven con claridad

cómo ellos y sus alumnos pueden presentar una mayor oposición a las incursiones del

estado y a su influencia en la modelación y estructuración de lo que cuenta como

conocimiento y pedagogía en la escuela.

Referencias bibliográficas

https://www.redalyc.org/pdf/761/76111334007.pdf

También podría gustarte