Kenneth Solá Jordán - ¡Ya Está!

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Conociendo a Cristo y su obra completa

Conociendo a Cristo y su obra completa


Kenneth Solá Jordán

Ediciones Jordán

Primera edición: noviembre, 2017


©Todos los derechos de edición reservados. Ediciones Jordán pertenece a: Editorial Egarbook www.egarbook.com

Autor: Kenneth Solá Jordán


Colección: Vida cristiana
Imagen portada: Pixabay
Maquetación: ©Ediciones Jordán Diseño de cubierta: ©Ediciones Jordán

ISBN: 978-84-947584-5-4
IMPRESIÓN: Egarbook
Todos los derechos de este libro están reservados, no se puede reproducir de forma parcial ni total en ningún formato sin la autorización expresa y por escrito del autor o editor. Esta publicación
está sujeta a los términos legales correspondientes. Para solventar cualquier duda póngase en contacto con el editor.

En caso de no citar otras fuentes, todos los textos son basados en la Reina Valera, revisión de 1960.

IMPRESO EN ESPAÑA

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Tengo el privilegio de conocer a Kenneth desde hace más de 20 años, y de
poder compartir mi vida con él. A lo largo de nuestra vida Dios nos ha ido
llevando por Su Gracia. Cuando en el año 2011, por diversas circunstancias,
empezamos a escuchar acerca de la Gracia de Dios, entendimos que no
éramos el ombligo del mundo, sino que Dios es el todo. Cambiaron nuestras
relaciones, nuestro matrimonio, nuestra manera de educar a los hijos, la vida
laboral, el ministerio; en definitiva, cada área de nuestra vida fue cambiada
gracias a Cristo.

Por tanto, tuve el privilegio de poder ver el proceso de este libro sobrenatural,
desde que se formó en el corazón de mi esposo, hasta que concluyó en papel.
Es un libro espectacular, donde nos presenta a Jesús, solo y exclusivamente.
No es un libro que tiene que ver con lo que nosotros tengamos que hacer,
sino que habla del qué, porqué y para qué de la obra completa de Cristo. No
te voy a contar más. Te animo a que lo leas y disfrutes al descubrir las cosas
buenas que nuestro Padre ha hecho por todos nosotros.

Keyla Porcar
Pastora Iglesia Cambiando Tu Destino Terrassa

La carta a los Efesios nos enseña que los dones del ministerio han sido dados
para perfeccionar a los Santos. Sé que este libro ha sido escrito con el único
deseo de edificar al cuerpo de Cristo. He tenido el privilegio de leerlo y he
podido comprobar que todo creyente que lo lea encontrará una ayuda para
comprender de forma clara la maravillosa obra de Cristo y todas sus
repercusiones positivas para los creyentes.

No obstante, conozco la motivación del autor, mi amigo, y sé a ciencia cierta


que el deseo de su corazón es transmitir aquellas verdades del evangelio que
han cambiado su vida, porque es un convencido de que cambiará a cualquiera
que lo descubra.

Te animo a leer este tremendo libro. Es dinámico, práctico y productivo.


José Luis Hernández
Pastor principal Iglesia Nuevo Comienzo

Todos los cristianos tenemos en común dos cosas: A Cristo y su palabra. Y


todos declararíamos sin vacilar ni un solo instante que, Jesús es el tesoro más
importante que tenemos. Sin embargo, este libro, escrito de una forma
magistral por el pastor Kenneth, pone de manifiesto que a lo mejor no
aplicamos a Cristo en todas las áreas de nuestra vida como debiéramos. En el
libro del Éxodo, cuando Dios, por medio de Moisés dio instrucciones al
pueblo de Israel para construir un altar, las instrucciones fueron simples:
«Si usan piedras para construir un altar, que sean piedras enteras y en su forma original. No den
forma a las piedras con ninguna herramienta, pues eso haría que el altar fuera indigno de un uso
santo» Éx. 20:25 (NTV)

Dios, consciente que el hombre es propenso a «mejorar» todas las cosas,


advirtió de una forma clara acerca de la «manipulación» de cosas santas: es
imposible que nosotros podamos mejorar el diseño perfecto de Dios.

Para ser sincero, las declaraciones del pastor Kenneth, me recuerdan a las de
Watchman Nee al afirmar: «TODO lo que usted necesita es Cristo».

Juan Jordano
Director de Editorial Egarbook
Director de Ediciones Jordán
AGRADECIMIENTOS
Padre, quiero darte muchas gracias por Cristo y por todo lo que fue hecho a
través de Él a nuestro favor. Gracias Padre por permitirme escribir este libro.
Sin Ti, nada de esto sería posible. Todo lo que soy, todo lo que puedo y todo
lo que tengo es gracias a Cristo Jesús. Dependo de Ti siempre. ¡Muchas
gracias Padre por ser tan bueno siempre!

Keyla, mi amada, mi compañera, mi esposa, regalo de Dios para


acompañarme en esta travesía llamada vida. Eres la que cree en mí más que
nadie, más incluso que yo mismo. Sin ti, sin tu apoyo, tus palabras, tu amor,
no sé dónde estaría. Gracias, gracias, y gracias por seguir ahí dispuesta a
seguir viviendo a mi lado todo lo que Dios ya ha preparado para nosotros. Te
amo y ya sabes: ¡Tú y yo siempre juntos! ¡El mejor equipo!

Gracias a Leyton (mi príncipe) y a Leanne (mi princesita), esos pequeños


regalos que Dios me permite disfrutar y educar en esta vida. Gracias por
vuestro amor y cariño, cada abrazo y cada beso vuestro me llenan de energía.
Gracias por estar ahí siempre al lado de vuestro papi. Us estimo!

Gracias a los pastores Jim y Faye Andrews por su apoyo, su cariño y su


ejemplo de amor, servicio y humildad. Gracias por sus enseñanzas, todo lo
que hemos podido aprender, y seguimos aprendiendo de
¡Ya está! Conociendo a Cristo y su obra Completa

ustedes. Querido pastor Jim, muchas gracias por dedicar un tiempo para
escribir el prólogo de este libro, realmente ha sido un gran honor para mí. Les
amamos.

Gracias a todos los que en este camino nos han ayudado, y nos ayudan, a
seguir creciendo en el conocimiento de Cristo y de Su obra completa. A cada
pastor y ministro que está en contacto con nosotros, y que ha pasado por la
Iglesia Cambiando Tu Destino Terrassa.

Gracias a cada amigo que siempre está apoyándonos a Keyla y a mí. Por esos
cafés, cenas, comidas o paseos juntos, por esas palabras de aliento que nos
dais siempre. Creo que no es necesario nombraros a todos porque como dice
Marcos Vidal en la canción «Mi regalo»: «Porque de sobra ellos se saben
aludidos». Vosotros formáis parte de este libro.

Gracias a la amada congregación que Dios en Su gracia nos permite


pastorear, la Iglesia Cambiando Tu Destino Terrassa. Seguimos adelante, sin
detenernos, con buenos momentos y otros no tan buenos, pero siempre
sostenidos por Dios. Ya saben, predicando a Cristo cada vez a más gente,
cada vez en más lugares. Gracias por su apoyo y sus oraciones.

Gracias, una vez más, a Ediciones Jordán por permitirme seguir cumpliendo
el sueño de publicar los libros que Dios me permite escribir para beneficio de
aquel que los pueda leer.

Gracias a cada uno de los que habéis tenido la oportunidad de leer el libro,
por vuestra ayuda y por los buenos comentarios que habéis hecho.

Y por supuesto, gracias a ti, que tienes este libro entre tus manos. Sé que tu
tiempo es muy, muy importante y valioso, y por eso te doy las gracias por
dedicar de tu tiempo para leer lo que Dios ha puesto en mí para compartir con
otros.

CONTENIDO
Prólogo
Introducción............................................................................ 19

Capítulo 1
Los peligros de la ignorancia.................................................. 25 Capítulo 2
Cristo es nuestro todo ............................................................. 49 Capítulo 3
La misión de Jesús en la tierra................................................ 61 Capítulo 4
Obra completa: nada que quitar, nada que añadir.................. 74 Capítulo 5
Dividiendo nuestro ser correctamente .................................... 90 Capítulo 6
¿Cuáles son los beneficios? .................................................... 99 Capítulo 7
Por medio de la fe................................................................. 141
Conclusión............................................................................ 156

PRÓLOGO

Queridos, el pastor Kenneth ha hecho una excelente explicación de la gran


obra de Cristo. Y en todo sentido, si te tomas el tiempo de leerlo y estudiarlo,
vas a encontrar algo que cambiará tu vida para mejor. Este mensaje de la obra
terminada de Cristo es el mensaje que levanta a toda persona para ver cuánto
Dios les ama. Hemos visto a muchas personas atrapadas por la condenación y
culpa, ser liberadas y sanadas de enfermedades incurables. Y estoy
convencido que este libro será un medio por el cual muchos serán bendecidos
por la verdad que se encuentra en el.

Pastor Jim Andrews (Lima, Perú).


INTRODUCCIÓN

Bueno, pues quién lo iba a decir, aquí estoy otra vez escribiendo. Han pasado
dos años desde que Dios me dio el privilegio de escribir el libro «Firmes en
Jesús: Establecidos en la maravillosa Gracia de Dios». Un libro que, si no lo
has leído, creo que podrías hacerlo para entender mejor el amor y el favor
inmerecido de Dios hacia nosotros.

Pero lo cierto, que quede entre tú y yo, es que ya tenía muchas ganas de
volver a escribir, así que aquí estoy, por la gracia de Dios, dando inicio a este
nuevo libro.

Un libro diferente al primero, por varias razones, una de ellas es que era mi
primer libro y no quería hacerme pesado, es broma. «Firmes en Jesús» tenía
el propósito de llevar al lector a desarrollar un mejor conocimiento de la
Gracia de Dios con un lenguaje sencillo y que fuera fácil de leer.

Este libro, también escrito de forma que sea fácil de leer y de entender, es un
poco más extenso ya que el tema lo requiere. El enfoque de este libro es
Cristo y su obra completa. El enfoque no somos nosotros, y eso quiero que
quede bien claro desde el principio.

Te agradezco mucho que hayas decidido iniciar este viaje. Creo firmemente
que lo que vamos a aprender es uno de los temas más importantes que
cualquier persona pueda estudiar: Cristo Jesús y su obra completa.

Yo fui alcanzado por la gracia de Dios un 15 de Abril de 1990, y te aseguro


que aunque han pasado, en el momento en el que estoy escribiendo este libro,
poco más de 27 años, nunca he disfrutado tanto mi vida cristiana como desde
el momento en el que comencé a crecer en el conocimiento de Cristo y de
todo lo que Él hizo a mi favor.
Por eso considero que este libro te va a gustar mucho, pero sobre todo, te va a
ayudar a disfrutar de tu vida en Dios.

Recuerdo que en la Escuela Bíblica nos enseñaron la importancia de poner


énfasis en lo que Dios pone énfasis. Y si nosotros leemos la Biblia con las
«gafas» correctas (las gafas de Cristo Jesús y Su obra completa), veremos que
Dios pone énfasis en Cristo.

Dios no pone énfasis en la oración, en la sanidad, en la prosperidad, en la


santidad, Dios pone énfasis en Cristo.
No estoy diciendo que Dios, en Su Palabra, no nos habla de las cosas que
antes he mencionado, y por supuesto que son cosas buenas y muy
importantes, pero el énfasis está en Cristo, porque Cristo es el todo de la
Biblia.
Es por eso que me decidí a escribir este libro, porque creo que cada vez más
gente debe crecer en el conocimiento de Cristo y de todo lo que Él hizo. Creo
que este libro es una herramienta muy útil para disfrutar del pacto en el que
estamos hoy.
Doy gracias a Dios por la gente que Él ha usado, y sigue usando, para
enseñarme esta verdad, y al mismo tiempo estoy agradecido que por Su
gracia, Dios me haya dado la habilidad de poder escribir y ayudar a otros a
crecer en la Verdad, en Cristo.
Porque cuánto más predicamos a Cristo y Su obra completa, más cuenta nos
damos de lo tremendamente grande que es esa obra, y de lo tremendamente
grande que es Dios, que es Cristo. Porque es muy triste que para algunos
cristianos, Cristo y Su obra son muy pequeños, puesto que no son suficiente,
da la sensación que siempre tenemos que añadirle algo a todo lo que Jesús ya
hizo. Pero veremos que Cristo siempre es más que suficiente para nuestras
vidas.
La idea de este libro nace de una serie de enseñanzas, durante 23 semanas,
que gracias a Dios pude predicar en la Iglesia Cambiando Tu Destino
Terrassa (las cuales están disponibles en nuestro canal de Youtube: CTD
TERRASSA).
Al ver la acogida de esta serie de enseñanzas, tanto en la congregación como
en el canal de Youtube, pude ser consciente que es un tema que la iglesia
necesita escuchar y conocer cada vez más.
En este libro creceremos en conocimiento de Cristo, y también de todo lo que
Él hizo, por eso le llamamos «obra completa» porque si algo quiero que
quede claro mientras vas leyendo, es que lo que Jesús hizo fue una obra
perfecta, completa, a la que no se le puede añadir, ni quitar nada. Para ello
estudiaremos las palabras que Jesús dijo en la cruz: «Consumado es».
Seguro que son palabras que conoces, porque las has escuchado en más de
una ocasión, sobre todo a la hora de celebrar Semana Santa. Pero,
¿conocemos realmente el significado de esas palabras? ¿Qué quieren decir
para mí? Por eso vamos a estudiarlas, y a desarrollarlas, para que al acabar
este libro, esas palabras signifiquen mucho más para ti de lo que pueden
significar hoy.
¿Qué podemos encontrar si seguimos leyendo?: Veremos algunos peligros
de ignorar a Cristo y Su obra completa.
Veremos que Cristo es nuestro todo. En Cristo estamos completos.
Entenderemos que el centro del evangelio es Cristo. Estudiaremos lo que
Jesús vino a hacer.
Hablaremos de la obra completa, a la que no podemos añadir nada.
Aprenderemos a dividir correctamente nuestro ser. Responderemos a la
pregunta: ¿Qué incluye para mí esta obra completa? Si yo no sé lo que fue
hecho por mí, no me podré beneficiar de ello.
Y finalmente veremos cómo puedo disfrutar de todo lo que Jesús hizo a mi
favor.
Te aseguro que será un viaje que se te hará corto, te pasará muy rápido, pero
que lo vas a disfrutar al máximo. Por eso, te pido que ya que tienes el libro en
tus manos, que lo leas hasta el final. No te quedes a medias, llega hasta el
final, independientemente de que puedas leer cosas que a lo mejor nunca
antes has escuchado, o a lo mejor sí, pero por favor, lee hasta el final.
Por otro lado, te pido que no solo lo leas, sino que lo estudies, con tu Biblia,
de hecho para facilitarte esa labor, al final de cada capítulo encontrarás unas
páginas que te invitarán a reflexionar en lo que has aprendido y que puedas
tener tus propias anotaciones, porque de esa manera verás las cosas que Dios
te ha hablado y que yo no he escrito, pero que Él quiere hablarte a ti
personalmente.
Dios va a enseñarte, siempre que estés dispuesto a ser enseñado por Él, y
obviamente, el hecho de tener este libro es una señal que quieres seguir
aprendiendo, y quieres que Dios te siga enseñando. Al fin y al cabo, yo soy
una herramienta que Dios usa, y este libro también lo es.
Tengo mucho, mucho, muchísimo que aprender, y en ello estoy. Pero doy
gracias a Dios porque estas cosas que he aprendido me han ayudado a
disfrutar el cristianismo, y quiero que tú también lo puedas disfrutar, por eso
tienes este libro en tus manos, porque estoy seguro que Dios va a enseñarte y
tu vida no será igual.
Bueno, pues aquí termina la introducción, por llamarlo de alguna manera ya
que me he extendido un poco y parece casi un capítulo, ¡si es que me pongo a
escribir y me olvido de parar! Pero bueno, creo que ya es tiempo de
sumergirnos completamente en este tema tan importante.

CAPÍTULO 1

LOS PELIGROS DE LA IGNORANCIA

Pues vamos a meternos de lleno en todo lo que queremos ver en este libro.
Para ello, vamos a ver primero lo peligroso que es ignorar acerca de todo lo
que Cristo ya ha hecho a nuestro favor.

Si vamos al diccionario, veremos que ignorancia se define de la siguiente


manera: «Falta de instrucción; falta de conocimiento acerca de una materia
dada». Y si leemos acerca del verbo ignorar, nos dice: «No saber una cosa o
no tener noticia de ello; no hacer caso o no tener en cuenta una cosa o a una
persona».

La realidad, y no trato de ofender a nadie con esto, es que todos somos


ignorantes en esta vida, todos nacemos con una necesidad de ir aprendiendo
porque todos ignoramos cosas.

Es decir, hay cosas que a lo mejor tú sabes y conoces a la perfección, pero


habrá otras de las que no sepas nada, o muy poco. Lo mismo me pasa a mí, y
a todos.

En mi caso, yo soy un negado para la mecánica. Tengo bien claro que


cualquier cosa que deje de funcionar en mi coche, es un problema de fusibles.
Si le falla una luz, es un fusible. Si falla el aire acondicionado, es un fusible.
Y si se pincha una rueda, también es un fusible. Así que recuerda, si tienes un
problema con tu coche, soy la última persona a la que deberías recurrir, al no
ser que quieras ver tu coche explotando. Pero mejor, sigamos con lo que
estábamos viendo.
Ser ignorante no es un insulto, ni tampoco es para hacer sentir mal a alguien.
Simplemente es una realidad del ser humano, ya que nadie nace aprendido, o
enseñado en todo.

Por eso, en la vida vamos adquiriendo conocimiento de muchas, muchas


cosas. ¿No es asombroso cómo Dios ha creado al ser humano? ¿Con qué
tremenda capacidad Dios nos ha creado? Tenemos una asombrosa capacidad
de aprender y de desarrollarnos.

Realmente es impresionante.
Pero como decía, todos ignoramos cosas en esta vida. Y esto no es una
excusa, sino que es una realidad que se evita cuando decidimos adquirir
conocimiento acerca de lo que no sabemos. ¿Cuál es el punto? Hay cosas que
no son tan importantes y si las ignoramos, nuestras vidas no dependen de
ello.
Aunque quiero que quede claro que estoy a favor de adquirir todo el
conocimiento que nos sea posible, siempre es bueno estudiar.
Pero, como te decía, hay algunas cosas que nuestra vida no depende de
saberlas o no, sin embargo, hay otras sumamente importantes, que ignorarlas
hará que suframos. Por ejemplo, si quiero saltar en paracaídas, más me vale
que conozca todos los detalles de cómo funciona un paracaídas, ¿no crees?
Pero, bromas aparte, lo que más nos va a perjudicar en la vida es ignorar a
Cristo Jesús y todo lo que Él hizo a nuestro favor.
Veamos algunos versos bíblicos que nos enseñan acerca de esto:
Oseas 4:6
«Mi pueblo fue destruido, porque le faltó conocimiento. Por cuanto deseschaste el conocimiento, yo te
echaré del sacerdocio; y porque olvidaste la ley de tu Dios, también yo me olvidaré de tus hijos».

En primer lugar, y aunque no sea nuestro tema, debemos entender que este es
un verso del antiguo testamento, y que está bajo el pacto de la ley. Por eso
vemos que Dios dice que se va a desentender de ellos, pero porque ellos
primero se han desentendido de Dios.

Así funcionaba el pacto de la ley, el hombre hacía algo y Dios respondía de


acuerdo a lo que el hombre había hecho. Si el hombre le daba la espalda a
Dios, entonces Dios le daba la espalda al hombre.

Todo eso cambió con Jesucristo, en este pacto de gracia. Para entender esto
debemos estudiar la diferencia entre pactosy entender el contexto de este
verso, etc… pero como digo, no nos detenemos aquí porque no es el tema.

Pero, aunque sea un verso del antiguo testamento, el principio que vemos no
cambia: Hay destrucción que viene cuando no conocemos a Dios, cuando no
conocemos Su Palabra, cuando no conocemos el pacto en el que estamos.
Cuando ignoramos lo que Dios ha hecho por nosotros.

Hemos visto que se puede ignorar de dos maneras, y este verso nos lo
confirma: Ignoramos porque no hemos adquirido el conocimiento, o
ignoramos porque desechamos el conocimiento que viene a nosotros. Es
decir, nos enseñan algo, pero como no está de acuerdo al molde que ya tengo
establecido en mi vida, o quizá porque no quiero cambiar lo que sé, ya que
sería un proceso a lo mejor algo doloroso, decido no recibir ese
conocimiento. Pero una vez leí que es mejor el dolor temporal que produce el
cambio, al dolor permanente del no cambiar. Y es triste ver como hay gente
que sufre simplemente porque han decidido no cambiar.

Por eso, te voy a pedir un gran favor. Y tú dirás, «si está en mi mano,
Kenneth, cuenta con ello». Gracias, muchas gracias. Y sí, sé que está en tu
mano, así que ya te has comprometido a hacerme el favor: recibe el
conocimiento que Dios quiere darte a través de este libro. No te cierres a lo
que Dios quiere enseñarte.

No dejes de leer porque algo no concuerda con lo que te han enseñado antes.
Termina este libro, y permite que Dios te persuada respecto a todo lo que
Cristo ya hizo por cada uno de nosotros. Te aseguro que no te arrepentirás, y
estarás sumamente agradecido a Dios por todo lo que vas a aprender.
Filipenses 3:1
«Por lo demás, hermanos, gozaos en el Señor. A mí no me es molesto el escribiros las mismas cosas, y
para vosotros es seguro».

2ª Pedro 1:12
«Por esto, yo no dejaré de recordaros siempre estas cosas, aunque vosotros las sepáis, y estéis
confirmados en la verdad presente».

En estos dos versos, tanto el apóstol Pablo como el apóstol Pedro, nos dicen
que hay cosas que sabemos pero que es necesario que las volvamos a
escuchar.
A lo mejor tienes este libro en tus manos y piensas, «creo que Kenneth me va
a hablar de cosas que ya sé, que ya conozco» y me alegro, pero te aseguro
que nunca, nunca está de más el volver a escuchar estas cosas. Y por otro
lado, seguro que Dios te va enseñar cosas que todavía no sabes, porque Dios
es un Dios ilimitado y siempre tiene cosas para enseñarnos.

No son cosas nuevas, no son nuevas revelaciones, pero son cosas que
nosotros no habíamos visto antes.
Todo lo que Dios quiso hacer, lo hizo en Cristo.
Dios hoy nos habla por medio de Cristo (ver Hebreos 1:1-2), por eso nosotros
necesitamos crecer en el conocimiento de lo revelado, es decir, en el
conocimiento de Cristo. Es triste ver gente buscando nuevas revelaciones,
esperando algo nuevo siempre, y eso les puede llevar a ser engañados. ¡Qué
importante es entender que lo nuevo de Dios es Cristo, y que debo crecer en
el conocimiento de Él!
Debemos entender también que cuando hablamos de «conocer» no hablamos
de «sentir», sino de estar convencidos de algo en nuestro interior. El apóstol
Pablo habla mucho acerca de la importancia del «conocer» o «saber» y aquí
te dejo algunos versos para que los puedas estudiar:
Efesios 1:17-18
«Para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el
Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de
revelación en el conocimiento de él, alumbrando los
ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál es
la esperanza a que él os ha llamado, y cuáles las
riquezas de la gloria de su herencia en los santos».

Filipenses 1:9
«Y esto pido en oración, que vuestro amor abunde aún más y más en ciencia y en todo conocimiento».

Filipenses 3:8-10
«Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo
Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo, y ser
hallado en él, no teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la
justicia que es de Dios por la fe; a fin de conocerle, y el poder de su resurrección, y la participación de
sus padecimientos, llegando a ser semejante a él en su muerte».

Colosenses 1:9-10
«Por lo cual también nosotros, desde el día que lo oímos, no cesamos de orar por vosotros, y de pedir
que seáis llenos del conocimiento de su voluntad en toda sabiduría e inteligencia espiritual, para que
andéis como es digno del Señor, agradándole en todo, llevando fruto en toda buena obra, y creciendo
en el conocimiento de Dios».
Pero quiero que veamos un verso que, personalmente me llamó muchísimo la
atención, y me gustaría compartirlo contigo.
Un sinónimo de «persuadir» es «convencer». A veces, lo que hacemos es
simplemente querer conocer cosas, para ampliar el conocimiento que ya
tenemos.
2ª Timoteo 3:14
«Pero persiste tú en lo que has aprendido y te persuadiste, sabiendo de quién has aprendido».

Pero eso no quiere decir que me esté dejando convencer, o persuadir, sino
que añado más conocimiento, acabo sabiendo un poco de todo y eso al final
no me sirve de nada.

Solo lo que me convence es lo que forma parte de mí. Con lo que leas en este
libro, puedes hacer lo que quieras, pero honestamente, me gustaría que te
dejaras convencer por Cristo Jesús y Su obra completa.

No se trata de adquirir un conocimiento religioso, no, el apóstol Pablo


desechó todo, lo tuvo por basura, porque quería ser convencido por Cristo y
por todo lo que Él había hecho a su favor.

Por eso, te lanzo el desafío para que te dejes convencer por Cristo Jesús y Su
obra completa.
Yo tuve que tomar esa decisión un día. Tuve que decidir si quería seguir
inflando mi cabeza con conocimiento, o si me iba a dejar convencer por Dios.
Y doy gracias a Dios, que Él en Su gracia, me ayudó a ser convencido por la
Verdad, Cristo.
Y eso lo cambió todo. Cambió mi vida, mi matrimonio, la forma de educar a
mis hijos, la congregación, la forma de pastorear, lo cambió todo.
Como ya sabemos, la única solución a la ignorancia es el conocimiento. Por
eso, Dios insiste en que Le conozcamos cada vez más.
Daniel 11:32
«Con lisonjas seducirá a los violadores del pacto; mas el pueblo que conoce a su Dios se esforzará y
actuará».

Salmo 46:10
«Estad quietos, y conoced que yo soy Dios; Seré exaltado entre las naciones; enaltecido seré en la
tierra».
Cuando sabemos, cuando conocemos, es cuando podemos disfrutar de lo que
conocemos. Cuando conocemos, podemos descansar.

Las emociones tienen su lugar. No estoy para nada en contra de las


emociones, y hablaremos de eso más adelante, pero no debemos dejar que
sean las emociones las que nos controlen, sino lo que conocemos de Cristo y
de Su obra, eso debe controlarnos.

Si te apetece, veamos algunos peligros de ignorar a Cristo Jesús y Su obra


completa, aunque ya hemos hablado de uno muy importante y es el
sufrimiento.

Ignorar a Cristo, y lo que Él ha hecho por mí, me lleva a sufrir. Y por


supuesto no digo que estén todos, seguro que a ti se te ocurre alguno más,
pero aquí comparto algunos contigo:

No disfrutar de la salvación completa.


Cuando ignoramos todo lo que Cristo ha hecho por nosotros, lo primero que
ocurre es que no podremos disfrutar la salvación.
Por eso la Biblia nos dice que prediquemos el evangelio, las buenas, muy
buenas noticias de la gracia de Dios para el ser humano.
Porque si la gente no escucha acerca del amor de Dios, y acerca de la deuda
que Cristo ya pagó, no podrán creer en Cristo Jesús.
Romanos 1:16 «Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a
todo aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego».

No me cansaré de decirlo, cuando hablamos de evangelio no hablamos de


religión.
Hablamos del poder de Dios que está disponible para salvar a todas las
personas. Dios no excluye a nadie. Dios ha puesto la salvación disponible
para todos.
Pero claramente vemos en este verso que aunque la salvación está disponible
para todos, solo se beneficiarán de ella aquellos que creen.
Es como cuando nos sentamos a cenar y en la mesa tenemos de todo, y todo
lo han puesto para nosotros. Yo puedo morirme de hambre, aunque en la
mesa tengo todo tipo de comida que me gusta, pizza, hamburguesa, entrecot,
etc… vamos, lo que es una dieta equilibrada. ¿Ya te está entrando hambre? Si
yo no como, aunque la mesa está servida para mí, no me beneficio de eso, y
no es culpa de la persona que me haya invitado, porque ha puesto todo lo que
me gusta.
Es mi responsabilidad comer de lo que me han servido.
Es mi responsabilidad, no de Dios, creer para beneficiarme de la salvación
que Dios ha puesto a mi disposición. ¿Qué debo creer? Creer en Jesús.
A lo mejor es la primera vez que lees algo así. A lo mejor alguien te ha
regalado este libro y nunca habías escuchado algo igual.
Bueno, déjame decirte que Dios te ama y quiere que disfrutes de la salvación,
de una vida plena, abundante, llena de grandes beneficios.
Y lo único que tienes que hacer es creer en Jesús.
Romanos 10:8-10
«Mas ¿qué dice? Cerca de ti está la Palabra, en tu boca y en tu corazón. Esta es la palabra de fe que
predicamos: que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le
levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se
confiesa para salvación».

Todos necesitamos un salvador porque todos somos pecadores, nacemos en


esa condición, y ese Salvador es Cristo Jesús.

No se trata de ser buenas personas, o de hacer muchas buenas obras para que
la balanza esté a mi favor. Nadie puede salvarse por sí solo.

Por eso Dios envió a Jesús para salvarnos. Y solamente creyendo en Él,
somos salvos. ¿Tan fácil? ¿No tengo que cambiar mi estilo de vida? No. Dios
te acepta y recibe tal y como eres. No tienes que dejar de hacer algo para que
Dios te acepte. Solamente creer, hacer una oración con tus propias palabras
que diga algo así:

«Señor Jesús, reconozco que necesito un Salvador, que te necesito. Hoy creo
que Dios te levantó de los muertos, y te confieso como mi Señor. Te doy
gracias por que ahora soy aceptado por Dios y recibo el perdón de todos mis
pecados. Amén».

Así de sencillo, solo creer en Cristo Jesús es más que suficiente para nuestra
salvación. Ahora te aconsejo que consigas una Biblia, y una buena iglesia a la
que puedas asistir para seguir creciendo en conocimiento. Si no sabes cómo
conseguir una Biblia, o una iglesia, al final del libro tienes mis datos para que
te pongas en contacto conmigo.

¡Gloria a Dios! Sigamos avanzando y aprendiendo.


Romanos 10:17
«Así que la fe nace cuando se presta atención a las buenas noticias acerca de Cristo». (Nueva Biblia al
Día)

He usado esta versión para hablar de este verso porque en el original griego
dice «la palabra de Cristo», y no dice «la palabra de Dios».

De todas las versiones en castellano que he leído, solamente la Reina Valera


es la que usa la expresión «la palabra de Dios». ¿Por qué esto es importante?
Porque la fe en Cristo solo viene cuando la palabra de Cristo, cuando el
evangelio de Cristo, es predicado.

Toda la Biblia es la Palabra de Dios, pero lo que produce fe en Cristo es el


evangelio. Si me predicas la ley de Levítico, es palabra de Dios, pero no va a
producir fe en Cristo. Si quiero que la gente reciba fe en Cristo, les tengo que
predicar a Cristo a través de toda la Biblia.

Por otro lado, debemos ver la salvación como un paquete completo, es decir,
vida eterna, sanidad, prosperidad, bendición, etc… todo está incluido en el
mismo paquete.

Hay gente que sufre porque saben que Dios les ha salvado en Cristo, pero
ignoran que Dios les ha sanado en Cristo también. O que Dios les ha
prosperado en Cristo. Por eso, debemos crecer en el conocimiento de la obra
completa de Cristo Jesús, no solo de una parte de esa obra.

Estancarme en lo viejo y no disfrutar de lo nuevo. Esto también es algo


muy triste. Cuando ignoro que con Cristo todo cambió, ignoro también que
hubo un cambio de pacto.

Dios no cambia.
Esto es algo que creo que todos tenemos claro. Pero los pactos sí han
cambiado.
La forma en cómo Dios se relacionaba con el ser
humano, y viceversa, en el antiguo pacto de la ley, es muy diferente a la
comunión con Dios que hoy podemos disfrutar por causa de estar en Cristo.

Jesús nos lo dejó muy claro:


Mateo 9:16-17
«Nadie pone remiendo de paño nuevo en vestido viejo; porque tal remiendo tira del vestido, y se hace
peor la rotura. Ni echan vino nuevo en odres viejos; de otra manera los odres se rompen, y el vino se
derrama, y los odres se pierden; pero echan el vino nuevo en odres nuevos, y lo uno y lo otro se
conservan juntamente».

Tratar de mezclar los dos pactos, el de la ley y el de la gracia, hace que sean
ineficaces en mi vida.
¿Qué es mezclar la ley con la Gracia? Recordemos que la ley es buena (ver
Romanos 7:12 y 1ª Timoteo 1:8). El problema está en tratar de ganarme o
merecerme lo que Dios ya me ha dado en Cristo por medio de tratar de
cumplir la ley.
Hoy en día estoy bajo un solo pacto, y es el pacto de la gracia.
Y es así gracias a lo que Cristo hizo por nosotros.
Si no entiendo esto, voy a estancarme en un viejo pacto, que aunque tuvo su
época, y su momento, no es esta época, ni este momento. No te quedes
abrazando algo viejo, que está por desaparecer (ver Hebreos 8:13). Decide
abrazar lo nuevo: Cristo Jesús.
Seremos engañados. Seremos manipulados. Seremos controlados y/o
estafados.

Siempre me gusta decir que la mentira tiene poder solo cuando la verdad no
es conocida, pero cuando la verdad se conoce, la mentira ha perdido todo su
poder.

Da igual la situación, si conoces la verdad de un asunto, y alguien viene


tratando de engañarte al respecto, no va a poder, porque ya conoces la
verdad.

Por causa de lo que Cristo hizo por mí, estoy en una posición privilegiada:
estoy en Cristo. Como estoy en Cristo, y en Cristo estoy completo (ver
Colosenses 2:10) quiere decir que no me falta nada, y que no tengo que llegar
a cierto lugar, porque Dios ya me ha colocado ahí. Yo estoy escribiendo este
libro desde la ciudad de Terrassa. No necesito que alguien me enseñe 40
pasos para llegar a Terrassa, o 143 principios para conseguir alcanzar
Terrassa. ¡Ya estoy en Terrassa! ¡Y por la gracia de Dios ya estamos en
Cristo!

Cualquier enseñanza que me diga lo que tengo que hacer para poder ser, no
es una enseñanza basada en Cristo.

Si me dicen que tengo que dar para prosperar, no es Cristo, porque en Cristo
ya he sido prosperado (ver 2ª Corintios 8:9).

Si me dicen que tengo que hacer algo para ser sano, no es Cristo, porque en
Cristo ya he sido sanado (ver Isaías 53:4-5).

Si me dicen que debo hacer algo para alcanzar mi bendición, no es Cristo,


porque en Cristo ya he sido bendecido totalmente (ver Efesios 1:3).

Si me dicen que tengo que hacer algo para que Dios me ame más y me
acepte, no es Cristo, porque en Cristo ya soy amado y aceptado por mi Padre
Bueno (ver Efesios 1:6).
Una vez escuché algo que me ayudó muchísimo a filtrar todo lo que oigo:
«Toda enseñanza en la que primero va la persona y luego Dios responde a lo
que la persona ha hecho, es del viejo pacto de la ley. Toda enseñanza en la
que primero va Dios y luego la persona responde a lo que Dios ha hecho,
pertenece a este pacto de gracia».

Creo que si grabas esto en tu corazón, te va a ayudar muchísimo.


Es triste ver como hay gente que trata de abusar de los demás porque ignoran
lo que Cristo ha hecho por ellos.
Pero gracias a Dios que cada vez más en todo el mundo la persona de Cristo
está siendo levantado por encima de todos y de todo.
Eso es lo que hace el mensaje de la gracia, levantar siempre la persona de
Jesucristo y Su obra. Cada vez más se está predicando el evangelio de
Jesucristo.
Cuando conoces la Verdad, Cristo, dejas de ser una víctima, y comienzas a
disfrutar de la victoria que ya tienes en Cristo.
No disfrutamos de la libertad que ya tenemos en Cristo.
Aunque este podría ir dentro de algunos de los puntos que hemos visto antes,
me parece bien hablar específicamente de nuestra libertad.
Ya somos libres en Cristo.
Libertad no es algo que debes ganarte, o conseguir, sino que es algo que Dios
ya te ha dado por Su gracia. Ya eres libre, completamente libre. De cualquier
enfermedad, problema financiero, problema familiar, de cualquier maldición,
de cualquier vicio, de todo pecado. Ya eres libre. No tienes que serlo, en
Cristo eres totalmente libre.
¿Por qué insisto en esto? Porque la única forma de caminar como una persona
libre, es sabiendo que ya soy libre.
Juan 8:32 y 36
«Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres». «Así que, si el Hijo os libertare, seréis
verdaderamente libres».

La Verdad es una persona, no una doctrina, es Cristo (ver Juan 14:6).


Gálatas 5:1
«Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no estéis otra vez sujetos al yugo de
esclavitud».

Resulta que aunque Cristo me ha hecho totalmente libre, puedo volver a estar
sujeto al yugo de esclavitud. ¿Cómo? Cuando ignoro todo lo que Dios ya ha
hecho a mi favor.

Ya eres libre. No hay vicio, ni pecado, que pueda dominarte. En Cristo ya


hemos muerto al pecado (ver Romanos 6:2).

Disfruta de la libertad que ya tienes en Cristo, y deja que los demás también
disfruten de la libertad que ya tienen en Cristo. No hemos sido llamados a
espiar la libertad de nadie (ver Gálatas 2:4).

Querido/a que estás leyendo este libro, por favor, disfruta la libertad que ya
tienes en Cristo. ¿Libertad para qué? Para vivir para Dios, dedicados a Dios,
como no podríamos hacerlo de ninguna otra manera. Dios nos hace libres,
para que en nuestra libertad, voluntariamente, decidamos vivir para Él,
porque estamos agradecidos por todo lo que ha hecho por nosotros sin que lo
mereciéramos. No dejes que alguien te diga que no eres libre. Si están en
Cristo, ya eres totalmente libre.

No disfrutamos nuestra vida cristiana, ni la comunión que tenemos con


Dios.
1ª Corintios 6:17
«Pero el que se une al Señor, un espíritu es con Él».

Hebreos 4:16
«Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia
para el oportuno socorro».

Bueno, vemos que en Cristo hemos pasado a ser uno con Dios. En otros
versos se nos dice que somos templo del Espíritu Santo, es decir, que Dios
está habitando en nosotros. Y se nos instruye a tener confianza siempre que
decidamos hablar con nuestro Buen Padre, porque Su trono es un trono de
gracia, no un trono de castigo.

Es muy triste ver a cristianos que tienen una imagen muy tergiversada de
Dios. Piensan que Dios es gruñón, y que está preparado para castigarles en
cuanto fallen.

Piensan que Dios solo está a la expectativa de vernos fallar, y aprovechar ese
momento para desatar toda Su ira. Pero nuestro Dios no es así, Dios es amor.

Dios es nuestro Padre que nos ama con un amor incondicional, y que no tiene
un registro de nuestros errores, porque Él decidió no recordar nunca más
nuestras iniquidades, ni nuestros pecados (ver Hebreos 8:12). Entiende bien
esto, por favor: toda la ira de Dios fue derramada sobre Su hijo Jesús en la
cruz.
Por eso fue abandonado por Su Padre.
Si Dios decidiera castigarnos, o derramar Su ira sobre

nosotros, tendría que disculparse con Jesús. Hoy puedes disfrutar de tu


comunión con Dios.

No debemos tener miedo como lo tuvo Adán cuando cometió alta traición
(ver Génesis 3:10), sino que podemos estar confiados, sabiendo cuánto Dios
nos ama.

Recuerda que no fue Dios el que se escondió de Adán cuando éste cometió
alta traición, sino que Dios continuó buscándole, aunque ya sabía lo que
Adán había hecho.

Dios no se esconde de ti, Dios siempre te busca, porque Su amor es muy


superior al error, o pecado, que hayas podido cometer.

La muestra de ello es todo lo que Dios hizo en Cristo. Por eso, te pido otro
favor, nunca huyas de Dios, Él te espera con los brazos abiertos siempre.
Nunca Dios te rechazará, hizo todo lo que hizo en Cristo por amor a ti.

Inseguridad.

Podríamos decir que este punto está muy relacionado con el anterior.
En los años que hace que fui alcanzado por la gracia de Dios, tanto en mi
vida personal, como en la vida de personas que sinceramente han amado a
Dios, he podido ver inseguridad en diferentes áreas.
Inseguridad respecto a la salvación, respecto a la sanidad, a la bendición, a la
unción, a la prosperidad, respecto a mi posición en Cristo, etc… Y todo esto
también es producto de ignorar a Cristo Jesús y Su obra completa.
El enfoque del evangelio no son nuestras obras, sino la obra de Cristo a
nuestro favor. Entendiendo esto, debemos tener muy, muy claro, que no
somos salvos por lo que hacemos, sino por lo que Cristo hizo.
Y esto lo puedo trasladar a cualquier otra área de mi vida.
No estoy sano por lo que hago, sino por lo que Cristo hizo.
No soy próspero por lo que hago, o dejo de hacer, sino por lo que Cristo
hizo.
No soy bendito, o no estoy ungido, por lo que hago o dejo de hacer, sino por
lo que Cristo hizo.
¿De dónde viene esta inseguridad? Cristianos que no están seguros de si son
salvos. Viene de poner el enfoque en nosotros, en lo que hacemos o dejamos
de hacer para Dios, y si eso no lo hacemos perfectamente bien, es cuando nos
volvemos inseguros.
Por eso, cuando crezco en conocimiento de Cristo y de Su obra completa, me
doy cuenta que se trata de Su obediencia al Padre hasta la muerte de cruz (ver
Filipenses 2:8) y no de mi obediencia a Dios.
Porque no siempre mi obediencia a Dios es perfecta, pero la de Jesús fue
perfecta, tan perfecta, que supera con creces toda mi desobediencia, o
imperfección.
Con esto no estoy diciendo que nuestra obediencia, o nuestra fidelidad a
Dios, no son importantes. Lo que digo es que todo lo que Cristo hizo no
depende de nuestra obediencia, porque Cristo ya lo dejó hecho.
Cristo obedeció antes que yo pudiera obedecer.
Y ahora, decido obedecer a la fe, fe en Jesús y en lo que hizo por mí, y decido
ser fiel a Dios, pero no para ganarme algo de Dios, sino que lo hago por amor
y por agradecimiento al amor incondicional de Dios hacia mí.
Dios es fiel a nosotros aunque nosotros seamos infieles (ver 2ª Timoteo 2:13).
Hebreos 12:2
«Puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de Él
sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios».

¿Dónde tienes puestos tus ojos? ¿En ti? Entonces es tiempo de dejar de
mirarnos a nosotros, nuestros defectos, nuestras imperfecciones, y que
empecemos a mirar a Jesús, Su perfección, Su obediencia.

La inseguridad viene de mirarnos a nosotros mismos, pero cuando


empezamos a mirar a Jesús, una seguridad se va a levantar en nosotros como
nunca antes. La seguridad de todo lo que Cristo hizo por nosotros sin que lo
mereciéramos.

No somos eficaces a la hora de usar la fe que Dios nos ha dado.


Como todos los puntos nombrados anteriormente, este también es de gran
importancia, porque la base de la incredulidad en la persona es la ignorancia.
La vida del justo es una vida de fe (ver Romanos 1:17). Recuerda que cuando
hablamos de justos, hablamos de nosotros, de los que estamos en Cristo. Por
eso es que nuestro estilo de vida es de fe. Por fe andamos y no por vista (ver
2ª Corintios 5:7). A este tema le dedicaremos un capítulo entero, pero ahora
te doy un avance.
Nuestro problema no es un problema de falta de fe. A veces, al menos a mí
me ha pasado, nos hemos condenado cuando algo no ha salido como
queríamos porque pensábamos que no teníamos suficiente fe, pero la fe nos la
ha dado Dios, y Dios no da algo incompleto o imperfecto.
Además, cuando yo me condenaba pensaba «tengo que meditar más para
hacer crecer mi fe» o «tengo que escuchar más la Palabra de Dios para hacer
crecer mi fe».
Lo que quiere decir que yo con mis obras, con mi propio esfuerzo, hacía
crecer mi fe, y esto va totalmente en contra del sistema de gracia de este
nuevo pacto.
La fe que tenemos es un regalo de la gracia de Dios para nosotros, porque
Dios sabe que necesitamos fe para vivir la vida en esta tierra, y esa fe debe
estar puesta siempre en Jesús, y nunca en nosotros.
Por eso digo que el problema no es un problema de falta de fe, sino que
permitimos que la incredulidad entre en nuestras vidas, y por lo tanto
perdemos fuerza a la hora de usar la fe que Dios ya nos ha dado en Cristo.
La incredulidad entra en nosotros por medio de lo que vemos y oímos, y por
medio del resto de nuestros sentidos físicos.
Y esa incredulidad trae pensamientos, y crea imágenes en nuestra mente que
son totalmente contrarias a la obra completa de Cristo Jesús.
¿Cuál es entonces el antídoto para la incredulidad?
Conocer a Cristo y Su obra completa.
Cuando ignoramos todo lo que Cristo ya ha pagado a nuestro favor, no somos
eficaces usando la fe. No somos eficaces ejerciendo la autoridad que ya
tenemos en Cristo.
¿A qué me refiero? Si la fe recibe lo que la gracia nos ha dado, pero yo
desconozco lo que me ha sido dado, entonces ¿cómo voy a poder caminar en
eso?
Recuerde que la fe es la mano vacía que recibe de la mano llena de la gracia
de Dios, por eso debo saber lo que Dios ha puesto a nuestra disposición.
1ª Corintios 2:12
«Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que proviene de Dios, para que
sepamos lo que Dios nos ha concedido».

Fíjate que dice «lo que Dios nos ha concedido» no dice «lo que Dios nos
dará». En Cristo, Dios nos ha dado todo lo que necesitamos para la vida (ver
2ª Pedro 1:3). Dios me lo da gratis y yo recibo eso por medio de la fe (ver
Efesios 2:8-9).
Filemón 6
«Para que la participación de tu fe sea eficaz en el conocimiento de todo el bien que está en vosotros
por Cristo Jesús».

«Participación = Desatar, comunicar o transferir».

Ahora, aquí no dice «para que vuestra fe sea eficaz» porque la fe que Dios
nos ha dado es perfecta, preciosa y es eficaz siempre (ver 2ª Pedro 1:1). Sino
que nos habla que nosotros debemos ser eficaces a la hora de usar la fe que
tenemos. Y la forma de ser eficaces es a través del conocimiento de Cristo
Jesús y Su obra completa.

Si yo no sé que Dios ya me ha sanado en Cristo, cuando la enfermedad venga


a mi cuerpo, no haré nada, no usaré la fe, no ejerceré autoridad, porque
ignoro lo que ya fue pagado por mí. Y de la misma manera en cualquier otra
área de nuestras vidas. Pero ya hablaremos de forma más extensa acerca de la
vida de fe.

En resumen, para caminar en la manifestación de todo lo que Dios ya me ha


dado en Cristo, necesito conocer lo que ya tengo.

La voluntad de Dios es que seamos salvos, pero que también crezcamos en


conocimiento.
1ª Timoteo 2:3-4
«Porque esto es bueno y agradable delante de Dios nuestro Salvador, el cual quiere que todos los
hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad (Cristo)».

2ª Pedro 3:18
«Antes bien, creced en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. A Él sea
gloria ahora y hasta el día de la eternidad. Amén».

Bueno, llegamos al final del primer capítulo, espero que lo estés disfrutando.
¿Seguimos? Te aseguro que todavía hay mucho por aprender, simplemente
estamos empezando a despegar.
CAPÍTULO 2

CRISTO ES NUESTRO TODO

Así es, Cristo es nuestro todo.


Todo lo que somos, todo lo que podemos y todo lo que tenemos es gracias a
Cristo Jesús y Su obra completa. ¡Qué importante es entender esto y tenerlo
bien claro!
A Cristo no se le debe añadir nada, porque Cristo siempre es más que
suficiente para cada situación en nuestras vidas. Por eso me gusta mucho esta
verdad: CRISTO + NADA = TODO.
Cristo sin añadiduras. Cristo sin mezclas.
Romanos 11:6
«Y si por gracia, ya no es por obras; de otra manera la gracia ya no es gracia. Y si por obras, ya no es
gracia; de otra manera la obra ya no es obra».

Este verso, con un juego de palabras interesante, nos enseña algo


determinante para que aprendamos a disfrutar del pacto en el que Dios nos
puesto: La Gracia no debe mezclarse con obras.

¿Pero no estábamos hablando de Cristo?

Cuando hablamos de Cristo y hablamos de la Gracia, estamos hablando de lo


mismo. La mayor manifestación de Gracia que el ser humano ha
experimentado es Dios hecho hombre en Cristo y muriendo por cada uno de
nosotros. No podemos separar la Gracia de Cristo, ya que la Biblia nos
enseña claramente que Cristo vino lleno de Gracia (ver Juan 1:14 y 17).

Es triste ver como la religión ha hecho que para muchas personas Cristo no
sea suficiente, sino que ellos tienen que agregar algo a lo que Cristo es y lo
que hizo por nosotros.
Gálatas 5:9
«Un poco de levadura leuda toda la masa».

En este verso, el apóstol Pablo, no nos está hablando de practicar pecado,


sino que nos habla de querer añadir algo a Cristo. Si miramos todo el
contexto de esta carta, el tema es siempre el mismo: Los gálatas se habían
dejado engañar por un grupo de personas que les decían que Cristo no era
suficiente, y que todavía tenían que seguir practicando algunas cosas de la ley
del antiguo pacto.

Cuando yo quiero añadirle mi propio esfuerzo a Cristo, todo lo que ya fue


hecho a mi favor, no será eficaz para mí. Por favor, que quede bien claro, no
digo que lo que Cristo hizo no es eficaz, digo que si yo quiero añadirle algo a
eso, no me beneficio de lo que ya fue pagado a mi favor.

Pero esto también lo extenderemos más adelante.

¿Cuándo voy a tratar de añadir algo a lo que Cristo hizo?


Cuando Cristo no es suficiente para mí.
Por eso, quiero que en este capítulo veamos que Cristo es nuestro todo. Que
en Cristo estamos totalmente completos y satisfechos. Que no nos falta nada,
porque si estamos en Cristo, lo tenemos todo.
De hecho, vamos a ver cómo toda la escritura apunta a Cristo Jesús.
Colosenses 2:8-10
«Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas, según las tradiciones de los
hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no según Cristo. Porque en Él habita corporalmente
toda la plenitud de la Deidad, y vosotros estáis completos en Él, que es la cabeza de todo principado y
potestad».

Vemos que el verso 8 comienza con unas palabras importantísimas: «Mirad


que nadie os engañe.»
En el capítulo anterior decíamos que solo seremos engañados cuando no
conocemos la Verdad.
En esta carta, nos encontramos otra vez al apóstol Pablo dejando claro que
Cristo siempre es más que suficiente.
Es una carta escrita a la iglesia en Colosas, una ciudad que era un centro
comercial, con mucho movimiento de gente que va y viene. Una carta escrita
aproximadamente en el año 60 dC. Y resulta que al ser un lugar con tanto
movimiento de gente, pues aquí también llegaron aquellos que decían que
Cristo no era suficiente.
Y por eso la advertencia clara del apóstol Pablo.
Pero el punto es que hoy muchos tratan de hacer lo mismo, quieren añadir
tradiciones, filosofías que, nada tienen que ver con lo que Dios ha hecho por
nosotros.
Todo lo que Dios quiso hacer a favor del ser humano lo hizo en Cristo.
Y a eso no debo añadir nada.
Efesios 1:9-10
«Dándonos a conocer el misterio de Su voluntad, según Su beneplácito, el cual se había propuesto en
Sí mismo, de reunir todas las cosas en Cristo, en la dispensación

del cumplimiento de los tiempos, así las que están en los cielos, como las que están en la tierra».

Todas las cosas se han reunido en Cristo, y si yo estoy en Cristo, quiere decir
que lo tengo todo, que no me falta nada y que a Cristo no hay que añadirle
nada (ver Colosenses 1:13-20).

Cuando Cristo es mi todo, yo voy a estar satisfecho. Y cuando estoy


satisfecho, la tentación nunca podrá vencerme porque Cristo me satisface.

Ya no soy víctima del pecado, porque Cristo me satisface, y en Cristo he


muerto al pecado. ¿Nos podemos dar cuenta de lo importante que es entender
que Cristo es nuestro todo? Se va todo sentimiento de inferioridad. Se va todo
victimismo, porque sé que Cristo es mi todo y en Él lo puedo todo (ver
Filipenses 4:13).

Veamos algunos versos más que nos hablan de la supremacía, la


superioridad, de Cristo:
Hebreos 1:1-3

«Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los
profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por
quien asimismo hizo el universo; el cual, siendo el resplandor de Su gloria, y la imagen misma de Su
sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de Su poder, habiendo efectuado la
purificación de nuestros pecados por medio de Sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las
alturas».

El Hijo es el heredero de todo, nada queda fuera de Su herencia. ¡Gloria a


Dios!
Colosenses 3:11
«Donde no hay griego ni judío, circuncisión ni incircuncisión, bárbaro ni escita, siervo ni libre, sino
que Cristo es el todo, y en todos».

Nada que comentar, creo que queda clarísimo: «Cristo es el todo».


Colosenses 2:2-3
«Para que sean consolados sus corazones, unidos en amor, hasta alcanzar todas las riquezas de pleno
entendimiento, a fin de conocer el misterio de Dios el Padre, y de Cristo, en quien están escondidos
todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento».

Efesios 4:10
«El que descendió, es el mismo que también subió por encima de todos los cielos para llenarlo todo».

También, si quieres, puedes leer Efesios 1:20-23, o la carta entera a los


Hebreos, ya que el tema central de esa carta es la superioridad de Cristo, es
decir, Cristo muy por encima de todo lo demás. Por encima de los profetas,
de la ley, de Moisés, de Aarón, de Josué, de los sacrificios de animales, etc…
Juan 5:39
«Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son
las que dan testimonio de mí».

Necesitamos entender, como ya he dicho antes, que Cristo es el centro de


toda la Biblia. Toda la Biblia apunta a Jesús desde el principio hasta el final.
-Lucas 24:25-27
«Entonces Él les dijo: ¡Oh insensatos, y tardos de corazón para creer todo lo que los profetas han
dicho! ¿No era necesario que el Cristo padeciera estas cosas, y que entrara en Su gloria? Y
comenzando desde Moisés, y siguiendo por todos los profetas, les declaraba en todas las Escrituras lo
que de Él decían».

Jesús no les enseñó la ley. No les enseñó acerca de Moisés, o de David, o de


Josué, o de Salomón. No, Jesús les mostró dónde las escrituras hablaban de
Él, porque Él es el todo.

Tenemos aquí otro ejemplo muy claro:


Lucas 4:16-21
«Vino a Nazaret, donde se había criado; y en el día de reposo entró en la sinagoga, conforme a Su
costumbre, y se levantó a leer. Y se le dio el libro del profeta Isaías; y habiendo abierto el libro, halló
el lugar donde estaba escrito: El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar
buenas nuevas a los pobres; Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; A pregonar
libertad a los cautivos, y vista a los ciegos; A poner en libertad a los oprimidos; A predicar el año
agradable del Señor. Y enrollando el libro, lo dio al ministro, y se sentó; y los ojos de todos en la
sinagoga estaban fijos en Él. Y comenzó a decirles: Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de
vosotros».

Una vez escuché una frase que me ayudó a entender esto mejor (me gusta
aprender de otros, y entiendo que es muy necesario y por eso doy gracias a
Dios por aquellos que saben más que yo y de los que puedo aprender): «El
antiguo testamento es el nuevo testamento encubierto y el nuevo testamento
es el antiguo testamento revelado». Es decir, en toda la Biblia aparece Cristo,
lo que pasa es que tengo que saber leer correctamente.

¿Cómo lo hago?

Leyendo las escrituras desde la óptica de Cristo Jesús y Su obra completa.


Debo leer cada verso, cada capítulo y orar: «Padre, muéstrame a Cristo en lo
que estoy leyendo». Cuando leo el antiguo testamento debo preguntarme:
¿Cómo se ve esto desde la perspectiva de la obra completa de Cristo Jesús?

No debo tratar de cambiar la obra que Cristo hizo, en base a algo que leo en
el antiguo testamento, sino que debo comprender cómo se ve lo que estoy
leyendo desde la óptica de Cristo. Es decir, la clave es Cristo y lo que hizo
por mí. La clave no es lo que hizo Adán, lo que hizo Job, o cómo oró David.

Aunque son cosas buenas, y de las que puedo aprender algo, la clave está en
Cristo, y de hecho, le sacaré mayor beneficio a la Palabra cuando la leo
mirando a Jesús constantemente.

Por eso, toda escritura debe ser interpretada a la luz de Cristo, y a la luz de Su
obra completa. Aprender a diferenciar los pactos que están escritos en la
Biblia es sumamente importante, y determinante en nuestras vidas.

En la función que tengo, por la gracia de Dios, como pastor tengo que
predicar a Cristo a través de toda la escritura. No se trata de enseñar toda la
escritura como si fuera algo que yo puedo poner en práctica hoy, sino que se
trata de predicar a Cristo a través de toda la escritura, porque toda la escritura
apunta a Cristo.

Alguien puede decir: «Pero Kenneth, toda la escritura es útil». Veamos ese
verso:
2ª Timoteo 3:16-17
«Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para
instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda
buena obra».
Por supuesto que estoy de acuerdo con este verso de la Biblia ¡sólo faltaría!
Pero debo entender que puedo aprender cosas de lo escrito, pero que no son
aplicables a hoy, porque el pacto ha cambiado.

Como ejemplo, un botón.


En el antiguo pacto se derramaba la sangre de animales inocentes como
expiación de los pecados del pueblo

de Israel. Puedo aprender de eso, pero no es algo que tengo que practicar hoy,
porque ya sabemos que Cristo ofreció el sacrificio perfecto.

Mira lo que nos dice el apóstol Pablo en estos versos:


2ª Corintios 3:14-17
«Pero el entendimiento de ellos se embotó; porque hasta el día de hoy, cuando leen el antiguo pacto,
les queda el mismo velo no descubierto, el cual por CRISTO es quitado. Y aun hasta el día de hoy,
cuando se lee a Moisés, el velo está puesto sobre el corazón de ellos. Pero cuando se conviertan al
Señor, el velo se quitará. Porque el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, allí hay
libertad».

Nos dice que al leer a Moisés, podemos tener un velo, pero que ese velo lo
quita Cristo. Y que cuando una persona se convierte, puede ver, puede leer,
las escrituras con el entendimiento completo de Cristo. Y eso es lo que
produce libertad. Cristo produce libertad, porque vemos el verdadero
propósito de lo que ha sido escrito: Mostrarnos a Cristo.

En el antiguo testamento podemos ver a Cristo en todo lugar. ¿Qué te parece


si vemos algunos ejemplos de esto? (por supuesto que podrás ver a Cristo en
muchos lugares más del antiguo testamento). Te muestro los ejemplos, pero
te voy a dar algo de trabajo, tendrás que buscarlos en las referencias bíblicas
que te doy:

Vemos a Cristo en la palabra profética que Dios le da a Eva en el jardín del


Edén, cuando habla acerca de la simiente de la mujer. (Ver Génesis 3:15)

Vemos a Cristo en el arca de Noé. (Ver Génesis 6, 7 y 8)


Vemos a Cristo en el carnero que Dios proveyó a Abraham para que no
sacrificara a su hijo. (Ver Génesis 22:13-14)
Vemos a Cristo en la Pascua, nuestro Cordero pascual. (Ver Éxodo 12 y 1ª
Corintios 5:7)
Vemos a Cristo en la serpiente de bronce en el desierto. (Ver Números 21:8-
9 y Juan 3:14-15)
Vemos a Cristo en los sumos sacerdotes. (Ver Hebreos 8:1)
Podemos ver a Cristo como nuestro jubileo. (Ver Levítico 25:8-13)
Vemos a Cristo en el día de reposo, Él es nuestro descanso hoy. (Ver Éxodo
31:12-17)
Vemos a Cristo en las fiestas solemnes del pueblo de Israel. (Ver Levítico
23)
Vemos a Cristo en el tabernáculo. (Puedes estudiar acerca del tabernáculo
desde Éxodo 26 hasta Éxodo 40)
Vemos a Cristo en los sacrificios de animales inocentes. (Ver Hebreos
10:11-12)
Podemos ver a Cristo en los Salmos.
Los profetas nos hablan de Cristo.
En cada libro del antiguo testamento, podemos ver a Cristo. Necesitamos
entender que cada movimiento que Dios hacía en el antiguo testamento era
siempre para apuntar a Cristo.
Para Dios, en Su eternidad, la clave del plan redentor, que estaba diseñado
desde el principio, era Jesús. Es decir, Dios quedó satisfecho con lo que
Cristo hizo. La pregunta es: ¿porqué nosotros no? Para nosotros, Cristo Jesús
y Su obra completa debe ser siempre más que suficiente.
Creo que hemos podido ver de una forma más clara que Cristo es nuestro
todo. Pero tenemos que seguir, esto cada vez se pone mejor. ¡Gloria a Dios!
CAPÍTULO 3

LA MISIÓN DE JESÚS EN LA TIERRA

En este tercer capítulo me gustaría que pudiéramos estudiar la misión de


Jesús en la tierra, es decir, lo que Jesús vino a hacer aquí. A veces tenemos
una idea muy general de lo que Jesús hizo, pero no una idea más concreta o
específica.

Por eso, dedico un capítulo para ver este tema.

Así que veremos a la luz de la Biblia algunas de las cosas que Jesús vino a
hacer.
Todavía no voy a hablar de los beneficios de la obra de Cristo, eso lo tocaré
más adelante, en los siguientes capítulos.
Lo que vamos a ver es lo que sucedió cuando Cristo Jesús estuvo en esta
tierra.
Pero si me permites, voy a empezar hablando de una cosa que Jesús no vino a
hacer:
Jesús no vino a condenar al mundo, no vino a condenar al ser humano.
A pesar de la situación en la que se encontraba el ser humano. A pesar de
tener la tendencia de darle la espalda a Dios. A pesar de que Dios conocía el
futuro, ya que Él vive en la eternidad, y sabía hacía donde el ser humano se
iba dirigiendo. A pesar de todo esto y mucho más, Jesús no vino a
condenarnos.
Juan 3:16-17
«Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que
en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a Su Hijo al mundo para
condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él».

Así que recuerda, Dios no te está condenando, Su amor por ti fue lo que le
hizo enviar a Jesús para que diera Su vida por cada uno de nosotros. Jesús no
condenó diera Su vida por cada uno de nosotros. Jesús no condenó 11).
Obviamente con la ley en la mano, Jesús tenía motivos para condenarle, de
hecho, eso es lo que hicieron los religiosos.

Pero no lo hizo.
Claramente Jesús le dijo: «Yo no te condeno.»

Porque no vino a condenarnos, sino a salvarnos. Jesús vino a salvarnos


porque estábamos perdidos. Todos, absolutamente todos, necesitamos ser
salvos,

porque sin Cristo estamos perdidos. No podemos salvarnos por nosotros


mismos. Dios lo sabe y por eso diseñó un plan redentor, un plan de salvación,
para el mundo.
Lucas 19:10
«Porque el Hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido».

1ª Juan 4:14
«Y nosotros hemos visto y testificamos que el Padre ha enviado al Hijo, el Salvador del mundo».

Jesús es nuestro Salvador, y eso es algo glorioso. Porque de todo lo que Jesús
nos salvó, nadie más podría haberlo hecho. O nos salvaba Jesús, o
seguiríamos perdidos para siempre.

Jesús vino para que se cumplieran las escrituras. Como ya he dicho


anteriormente, toda la Biblia apunta a Jesús. En el antiguo testamento
podemos ver a Jesús. Los profetas hablaron de la venida de Jesús. Así que
muchas escrituras se cumplieron cuando Dios se hizo carne y vino a este
mundo.
-Mateo 1:22-23 (en referencia a Isaías 7:14)
«Todo esto aconteció para que se cumpliese lo dicho por el Señor por medio del profeta, cuando dijo:
He aquí, una virgen concebirá y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Emanuel, que traducido es:
Dios con nosotros».

Lo vemos también en Lucas 4:16-21 que está relacionado con Isaías 61:1-2.
Y en muchos lugares más vemos cómo las escrituras se cumplieron en Cristo.
Realmente si un día decides hacer un estudio acerca de esto, seguro que será
de enriquecimiento para tu vida. Ver a los profetas hablando de Jesús, ver los
símbolos del antiguo testamento que son sombras de Jesús, etc…

Jesús vino a revelarnos a Dios como el Padre Bueno.

Y esta es una de las cosas que más enfadaban a los religiosos, que Jesús se
identificara como el Hijo de Dios.
Que hablara de Dios como si fuera Su Padre.
Y eso la religión no lo entendía.
Pero obviamente Jesús estaba preparando el camino para nosotros. Nadie
conoció a Dios como el Padre en el antiguo testamento, pero hoy, por causa
de Cristo, tenemos el privilegio de ser hechos hijos de Dios. (Ver Juan 1:12 y
Romanos 8:15-16)
Juan 14:8-11
«Felipe le dijo: Señor, muéstranos al Padre, y nos basta. Jesús le dijo: ¿Tanto tiempo hace que estoy
con vosotros, y no me has conocido, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; ¿cómo, pues,
dices tú: Muéstranos al Padre? ¿No crees que yo soy en el Padre, y el Padre en mí? Las palabras que
yo os hablo, no las hablo por mi propia cuenta, sino que el Padre que mora en mí, él hace las obras.
Creedme que yo soy en el Padre, y el Padre en mí; de otra manera, creedme por las mismas obras».

Y no solamente Jesús vino a mostrarnos al Padre, sino que vino a mostrarnos


la bondad del Padre. Porque todo lo que hacía Jesús era porque el Padre se lo
había dicho. Así que cada milagro, cada sanidad, que Jesús hizo, era la
voluntad del Padre. Por lo tanto vemos que Dios es un Dios bueno, un Padre
bueno, que desea lo mejor para el ser humano.

Jesús vino a predicar el evangelio.

Recordemos que el evangelio son las buenas, muy buenas, noticias de la


Gracia de Dios. Y Jesús vino a anunciar esas buenas noticias. Vino para que
todo cambiara.
Lucas 4:43
«Pero él les dijo: Es necesario que también a otras ciudades anuncie el evangelio del reino de Dios;
porque para esto he sido enviado».

Aprovecho este punto para recordar que nosotros también hemos sido
enviados a predicar el evangelio, nuestro mensaje son las muy buenas
noticias de la Gracia de Dios. Dios reconciliándose con el mundo (ver
Marcos 16:15).

Por eso puedes ver que los llamados pecadores se sentían bien con Jesús, les
gustaba estar a su lado, porque Jesús les trajo muy buenas noticias, el
evangelio.

Jesús les hablaba cosas que no estaban acostumbrados a escuchar. Lo normal


era que fueran rechazados, o marginados, pero no que les trajeran buenas
noticias.

Y eso fue lo que Jesús hizo.


Y esas muy buenas noticias de la Gracia de Dios siguen vigentes hoy. Y es lo
que debemos transmitir a la gente. Que no se sientan rechazados, o
marginados, a nuestro lado, sino que quieran estar con nosotros porque les
hablamos cosas que no están acostumbrados a escuchar.
Jesús vino para darnos vida abundante.
No vino para darnos una vida mediocre, o de sufrimiento. Vino a darnos una
vida abundante, y esa es la vida de Dios en nosotros.
Recuerda que nosotros sin Cristo estamos muertos, pero en Cristo, recibimos
Su vida. Por eso la mejor vida es la vida de Cristo en nosotros.
De hecho es la única vida.
Juan 10:10
«El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que
la tengan en abundancia».

Por favor, no aceptes algo menos, disfruta la vida abundante de Cristo en ti.
Ya que Cristo vino a dártela, y la dejó pagada para ti, simplemente es tiempo
de disfrutarla.

Jesús vino a deshacer las obras del diablo. ¡Qué buena noticia! Todavía no
entiendo porqué hay gente que siempre hablan del diablo, y de lo que el
diablo hace aquí o allí. Pero yo prefiero invertir mi tiempo para hacerte saber
que el enfoque no debe estar en el diablo, ni en lo que hace, sino que debe
estar en Cristo y en lo que hizo.
1ª Juan 3:8b
«Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo».

Hechos 10:38
«Cómo Dios ungió con el Espíritu Santo y con poder a Jesús de Nazaret, y cómo este anduvo haciendo
bienes y sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él».

Yo no quiero darle importancia a lo que el diablo está haciendo, aunque no


ignoro sus maquinaciones, pero Cristo deshizo todas, todas las obras del
diablo, prefiero hablar de lo que Cristo hizo.
¡No hay poder superior al poder de Dios!
Jesús vino para darnos verdadera libertad. Muchos piensan que son libres
porque han luchado

por sus derechos y ahora los están disfrutando, lo cual está bien. Otros
piensan que son libres porque ya no están bajo una dictadura, y eso también
es bueno. Pero déjame decirte algo, la verdadera libertad solo se encuentra en
Cristo. En Cristo soy libre del pecado, de vicios, de enfermedades, de la
maldición, de la escasez, etc… Ya lo hemos visto antes, pero no está de más
el recordarlo.
Juan 8:36
«Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres».

Gálatas 5:1
«Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no estéis otra vez sujetos al yugo de
esclavitud».

Jesús vino a darle la interpretación correcta a la ley, y a que la ley se


cumpliera en Él, ya que nadie podía cumplirla.

Vaya por delante que yo no soy un enemigo de la ley, es decir, no formo


parte del antinomianismo, ni muchísimo menos. Creo que los que por la
Gracia de Dios predicamos el favor inmerecido, somos los que le damos el
valor real a la ley, ya que entendemos que era tan alta que nadie la puede
cumplir.

La ley, como ya te he comentado, no es mala, pero no hace a nadie bueno. La


ley es justa, pero no nos hace justos. La ley tuvo su tiempo, pero no es este
tiempo. Por eso necesitamos entender que cuando Jesús vino, todo cambió.
Jesús, por un lado, le dio la interpretación correcta a la ley.

Alguien dijo una vez que Jesús fue el mejor predicador de gracia para los
pecadores, y el mejor predicador de ley para los religiosos, para aquellos que
se creían superiores a los demás por ser los «representantes de Dios».
Mateo 5:21-22 y 27-28
«Oísteis que fue dicho a los antiguos: No matarás; y cualquiera que matare será culpable de juicio.
Pero yo

os digo que cualquiera que se enoje contra su hermano, será culpable de juicio; y cualquiera que diga:
Necio, a su hermano, será culpable ante el concilio; y cualquiera que le diga: Fatuo, quedará expuesto
al infierno de fuego.
Oísteis que fue dicho: No cometerás adulterio. Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer
para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón».

Aunque te parezca difícil de creer me encantan estos versos, porque lo que


Jesús está haciendo es interpretar correctamente la ley.

Él nos enseña que adulterar no es solo mantener relaciones sexuales con


alguien que no es mi cónyuge, sino que en mi mente ya puedo adulterar
cuando deseo a otra mujer que no es la mía.

O que si le guardo rencor a alguien, estoy cometiendo homicidio.


¿Quién puede cumplir eso? Nadie.
Por eso necesitamos un Salvador. Porque en la ley, si fallo a uno de los 613
mandamientos, sí, la ley no son 10 mandamientos, son 613 lo puedes ver en
Levítico, y si fallo en uno, soy culpable de fallar en todos (ver Santiago
2:10).Pero gracias a Dios que Jesús vino a darle cumplimiento a la ley, y al
estar en Cristo, yo ahora en Él también le he dado cumplimiento a la ley.
Por eso, mi fe está en Cristo, y no en mí. Está en Su obediencia y Su
fidelidad.
Mateo 5:17
«No penséis que he venido para abrogar la ley, o los profetas; no he venido para abrogar, sino para
cumplir».

Jesús vino a completar la obra del Padre, a culminar el plan redentor.


En el momento que Adán comete alta traición a Dios, Dios ya tenía preparado
un plan redentor para el ser humano y lo hace saber en Génesis 3:15. Pues
Jesús vino a completar ese plan maravilloso. Un plan basado en el amor y la
bondad de Dios. Un plan que se ve recorriendo todo el antiguo testamento y
hasta llegar a Mateo 1.
Juan 4:34
«Jesús les dijo: Mi comida es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra».

Juan 5:36
«Mas yo tengo mayor testimonio que el de Juan; porque las obras que el Padre me dio para que
cumpliese, las mismas obras que yo hago, dan testimonio de mí, que el Padre me ha enviado».

Dios siempre tuvo en mente redimirnos, y Jesús llevó a cabo ese plan
perfecto.
Jesús vino a servirnos.
Y esto es algo que todavía hace que se erice la piel en mí. Dios vino hecho
hombre para servirme a mí, para servirte a ti. No lo merecíamos, ni lo
mereceremos nunca, pero aún así Dios lo hizo.
Dejó Su gloria en el cielo, para vestirse de un cuerpo como el nuestro.
Frío, calor, hambre, sueño, cansancio, ser tentado en todo, para servirnos a
nosotros.
¡Qué bueno es Dios!
El mérito no está en que yo sirva a Dios, el mérito está en que Dios me sirvió
a mí primero. El mérito no está en que yo ame a Dios, el mérito está en que
Dios me amó primero (ver 1ª Juan 4:10, 19). ¡Wow! Sin palabras, aunque eso
en un libro no quede muy bien.
Mateo 20:28
«Como el Hijo del hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por
muchos».

Filipenses 2:5-7
«Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de
Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo,
tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres».

¿Cómo no querer vivir para Dios después de todo lo que ha hecho por
nosotros? No necesito que alguien me obligue, o me amenace, para que yo
sirva a Dios.

Cuando conozco todo lo que Dios hizo por mí, automáticamente voy a querer
vivir para Él.
Por eso, a la gente tenemos que enseñarles lo que Cristo hizo por ellos. No
tenemos que darles con un látigo, simplemente hacerles ver el amor de Dios
hacia ellos, y ellos decidirán amar a Dios y comprometerse con Él.
Dejemos de pelear con la gente porque se supone que nunca cambian, y
mostrémosles el amor y la bondad de Dios, y veremos la transformación en
sus vidas (ver Romanos 2:4). La bondad de Dios nos lleva al arrepentimiento,
al cambio de dirección.
Hay otra cosa que Jesús vino a hacer, pero esta, con tu permiso, la
desarrollaré en otro capítulo: Jesús vino a ocupar nuestro lugar.
Bueno, llegamos al final de este capítulo. ¿Te ha gustado? ¿Consideras que
estás aprendiendo cosas importantes? Gracias por seguir ahí. Sigamos porque
todavía hay cosas muy buenas que Dios va a enseñarte.
CAPÍTULO 4

OBRA COMPLETA:
NADA QUE QUITAR, NADA QUE AÑADIR.

El evangelio, el cristianismo, tiene todo que ver con Cristo. Esto es algo que
venimos viendo desde el principio del libro. El énfasis de Dios, de la Biblia,
no está en lo que nosotros podamos hacer, sino que está en lo que Cristo ya
hizo por nosotros.

La religión pone énfasis en nosotros. En cómo debemos esforzarnos para


lograr alcanzar a Dios. Cualquier religión del mundo nos enseña cómo
podemos llegar a Dios, pero el evangelio nos enseña lo que Dios hizo para
alcanzar al hombre.

No estoy diciendo que no debemos practicar buenas obras, o que está mal que
hagamos cosas para Dios. No es eso lo que digo, todo lo contrario.

Pero nuestras obras no son obras para justificarnos, sino que son la
consecuencia de lo que creemos. Las obras son un resultado, son un fruto de
la vida cristiana, pero nunca serán la raíz de la vida cristiana. Lo que digo, es
que el énfasis no está en nosotros, sino en Dios.

Recuerda, es el evangelio de Cristo.


Romanos 15:19 y 29
«Con potencia de señales y prodigios, en el poder del Espíritu de Dios; de manera que desde
Jerusalén, y por

los alrededores hasta Ilírico, todo lo he llenado del evangelio de Cristo.


Y sé que cuando vaya a vosotros, llegaré con abundancia de la bendición del evangelio de Cristo.»

1ª Corintios 2:12
«Cuando llegué a Troas para predicar el evangelio de Cristo, aunque se me abrió puerta en el Señor».

Gálatas 1:7
«No que haya otro, sino que hay algunos que os perturban y quieren pervertir el evangelio de Cristo».

¿Cómo se puede tratar de pervertir el evangelio de Cristo? Eso es lo que


vamos a ver en este capítulo.
Juan 19:28-30
«Después de esto, sabiendo Jesús que ya todo estaba consumado, dijo, para que la Escritura se
cumpliese: Tengo sed. Y estaba allí una vasija llena de vinagre; entonces ellos empaparon en vinagre
una esponja, y poniéndola en un hisopo, se la acercaron a la boca. Cuando Jesús hubo tomado el
vinagre, dijo: Consumado es. Y habiendo inclinado la cabeza, entregó el espíritu».

Vemos en el verso 28 la expresión «estaba consumado» y en el verso 30 que


Jesús exclama «consumado es». Estas dos expresiones en el original griego
son una sola palabra: Tetelestai. Esta palabra puede ser desconocida para
muchos así que vamos a estudiarla un poquito. Veamos algunos de los usos
que se le daba a esta palabra en los tiempos de Jesús:
Cuando estaban en el campo de batalla y alguien

del bando victorioso anunciaba que la guerra había acabado, que ellos habían
ganado, se decía: Tetelestai.

Cuando un sirviente volvía con su amo después de realizar su tarea, y le


comunicaba que el trabajo que le habían mandado ya estaba acabado, le
decía: Tetelestai.

Cuando alguien estaba pagando una deuda a otra persona, y se realizaba el


último pago de la misma, se le entregaba un recibo con la palabra: Tetelestai,
y se daba la deuda por pagada completamente.

Y por último, cuando se hacía la selección de un cordero para el sacrificio


del templo, algo realmente de suma importancia, cuando encontraban el
cordero perfecto se gritaba: Tetelestai. Es decir, lo hemos encontrado, se ha
acabado la búsqueda.

¿No te parece interesante? Y esa es la misma palabra que Jesús exclamó en la


cruz del calvario antes de morir: Tetelestai.

El punto al que quiero llevarte en este capítulo es que podamos convencernos


acerca de la obra de Jesús como una obra completa, no como algo
incompleto, o algo que debo mejorar.

¿Cómo puedo perfeccionar lo que ya es perfecto? ¿Cómo puedo mejorar lo


inmejorable? ¿Cómo puedo añadir algo a lo que ya está completo o
finalizado?
Como he dicho al principio de este capítulo, y ahora repito, el cristianismo, el
evangelio, tiene que ver con Cristo y con lo que Él ha hecho por nosotros, y
no con lo que nosotros tenemos que hacer para Dios. No estoy diciendo que
lo que nosotros hacemos no es importante, estoy diciendo que el cristianismo
no tiene que ver con eso.

Lamentablemente la religión siempre pone énfasis en lo que nosotros


debemos hacer para que Dios haga algo por nosotros. Pero todo lo que Dios
tenía que hacer a favor del ser humano, lo hizo por medio de Cristo.

Podríamos decirlo de esta manera: la religión pone el énfasis en nosotros,


pero el evangelio pone el énfasis en Cristo. Sé que soy repetitivo, pero es
muy importante tener esto claro.

Si analizas todas las religiones del mundo, verás que la característica siempre
es el esfuerzo que el ser humano tiene que hacer para alcanzar a Dios. Pero el
cristianismo, el evangelio, es el esfuerzo que Dios hizo para acercarse al ser
humano.

Te habrás dado cuenta que yo no considero el cristianismo como una religión,


y el motivo es que no lo es.
Religión tiene que ver con volver a atar a una persona, pero el cristianismo es
vivir la vida de Dios en nosotros.
Yo no soy cristiano porque voy a la reunión el día domingo.
No soy cristiano porque oro.
No soy cristiano porque leo la Biblia.
Ni siquiera soy cristiano porque doy dinero para Dios.
Soy cristiano porque por la gracia de Dios tengo la vida de Cristo en mí.
La religión nos quiere hacer creer que nosotros podemos o debemos agregar
cualquier esfuerzo humano a la obra completa de Cristo. Pero eso es
totalmente ilógico. La obra de Cristo fue completa, y se finalizó. No le puedo
añadir, o quitar algo a lo que ya está acabado. A mí me gusta el fútbol, y a un
partido de fútbol, una vez acabado, no le puedo añadir nada. No le puedo
añadir goles. Solo antes de que finalice del todo, el árbitro puede añadir algo
de tiempo, pero una vez que se ha acabado, pues eso, se ha acabado. De ahí el
título de este libro: ¡YA ESTÁ!
Cristo acabó la obra. Hay gente que todavía piensa que para que Dios haga
algo por ellos, ellos tienen que hacer mucho por Dios.
Pero Cristo terminó la obra, la completó.
«Completo= que tiene todas las partes, elementos o fases que lo componen
habitualmente. Que cumple con todos los requisitos para ser perfecto».
Yo no mejoro lo que Cristo hizo por mí con mi oración, o con mi ayuno, o
congregándome, o dando mucho dinero para Dios. ¡No, no, no y mil veces
no!
Cristo terminó, completó, la obra.
Es por eso que nosotros necesitamos aprender a descansar en Cristo. El
agotamiento viene en tratar de esforzarme para merecerme o ganarme mi
posición en Cristo.
Esto es lo que nos hace sufrir.
Muchos todavía hoy tratan de ser merecedores de la bendición. De la sanidad.
De la prosperidad. De la unción. De la autoridad. Pero todas estas cosas nos
han sido dadas por gracia. Son un regalo del favor inmerecido de Dios para
nosotros. Por eso es necesario que aprendamos a descansar en Cristo. Cuando
aprendemos a confiar plenamente en Dios.
Yo te aseguro que veremos muchas más manifestaciones de la bondad de
Dios en nuestras vidas cuando aprendamos a enfocarnos en Cristo, y dejemos
de enfocarnos en nosotros mismos.
Cuando nos enfocamos en la fidelidad de Cristo, y dejamos de enfocarnos en
nuestra fidelidad a Dios. Somos fieles a Dios, no para que Dios sea fiel con
nosotros, sino porque estamos agradecidos por todo lo que Dios ya ha hecho
por nosotros.
Mateo 11:28
«Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar».

Gálatas 3:15
«Hermanos, hablo en términos humanos: Un pacto, aunque sea de hombre, una vez ratificado, nadie lo
invalida, ni le añade».

Hay un pacto que Dios ha hecho a favor del ser humano, y ese pacto no
puede ser anulado, pero tampoco se le puede añadir algo más. Es un pacto
hecho, cerrado, consumado y perfecto, un pacto en el que no hay defecto, no
como en el antiguo pacto de la ley que sí tenía defecto.
Hebreos 8:6-7
«Pero ahora tanto mejor ministerio es el suyo, cuanto es mediador de un mejor pacto, establecido
sobre mejores promesas. Porque si aquel primero hubiera sido sin defecto, ciertamente no se hubiera
procurado lugar para el segundo».
Lo que nos dicen estos versos es de una lógica «aplastante» si me permites
decirlo así. Si el pacto anterior hubiera sido perfecto, no tendría ningún
sentido que se hiciera un pacto nuevo. Pero, el problema es que el pacto
anterior sí que tenía un defecto.

¿Cómo puede ser?


¿Cuál era ese defecto?
¿La ley? NO.
La ley fue dada por Dios a Su pueblo, y la ley es buena, santa y justa (ver
Romanos 7:12).

Si Dios es perfecto, sin defecto, todo lo que Él da también es perfecto y sin


defecto.
«Bueno, Kenneth, entonces ¿dónde estaba el defecto?» Me alegra muchísimo
que hagas esa pregunta y te voy a responder, pero no sé si te gustará la
respuesta: El defecto somos nosotros.
El ser humano era el defecto del antiguo pacto. La ley era perfecta, pero el ser
humano no tenía la capacidad de cumplirla. No podíamos llegar al nivel
exigido por Dios.
Y por eso es que, en el momento que el pueblo recibe la ley, Dios establece el
sistema de sacrificios (ver Éxodo 20), que iban a ser necesarios cada vez que
alguien transgredía la ley, y créeme, eso pasaba continuamente. Por eso es
que todos, absolutamente todos, necesitamos un Salvador, y ese Salvador es
Jesucristo.
Pero esto no acaba aquí. La buena, buenísima, noticia es que el defecto del
pacto antiguo quedó solucionado en el nuevo pacto.
El nuevo pacto es un pacto hecho entre Dios Padre y Dios Hijo en el cual
todos nosotros salimos beneficiados.
Jesús ofreció un solo sacrificio, una sola ofrenda, un solo derramamiento de
sangre, una sola vez y para siempre, de modo que en ese sacrificio perfecto,
todos nosotros fuimos reconciliados con Dios.
Por eso predicamos el evangelio, la muy buena noticia de la gracia, que Dios
ya se ha reconciliado con el mundo.
Dios no está castigando a la humanidad.
Muchos le echan la culpa a Dios de los desastres, terremotos, huracanes,
etc… dicen que Dios está castigando a la humanidad, pero si Dios hiciera eso
tendría que disculparse con Su Hijo, porque toda la ira de Dios recayó sobre
Jesús en el momento que Jesús cargó con todo el pecado de toda la
humanidad en la cruz (ver Isaías 53:6, 10).
Dios no está tomando en cuenta los pecados de la humanidad, sino que Dios
está enfocado en Cristo y en Su perfecto sacrificio.
La ofrenda que Jesús hizo dejó totalmente satisfecho al Padre, y la prueba de
ello es la resurrección de Jesús.
2ª Corintios 5:18-19
«Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio
de la reconciliación; que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en
cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación».

Hebreos 10:11-14
«Y ciertamente todo sacerdote está día tras día ministrando y ofreciendo muchas veces los mismos
sacrificios, que nunca pueden quitar los pecados; pero Cristo, habiendo ofrecido una vez para siempre
un solo sacrificio por los pecados, se ha sentado a la diestra de Dios, de ahí en adelante esperando
hasta que sus enemigos sean puestos por estrado de sus pies; porque con una sola ofrenda hizo
perfectos para siempre a los santificados».

Te dejo algunos versos más para que los puedas estudiar, versos que hablan
del perfecto sacrificio de Cristo. Y de este nuevo pacto sin defecto. (Ver
también Hebreos 9:9-28 e Isaías 53:1-12).
Hebreos 7:26-27
«Porque tal sumo sacerdote nos convenía: santo, inocente, sin mancha, apartado de los pecadores, y
hecho más sublime que los cielos; que no tiene necesidad cada día, como aquellos sumos sacerdotes,
de ofrecer primero sacrificios por sus propios pecados, y luego por los del pueblo; porque esto lo hizo
una vez para siempre, ofreciéndose a sí mismo».

Hebreos 12:22-24
«Sino que os habéis acercado al monte de Sión, a la ciudad del Dios vivo, Jerusalén la celestial, a la
compañía de muchos millares de ángeles, a la congregación de los primogénitos que están inscritos en
los cielos, a Dios el Juez de todos, a los espíritus de los justos hechos perfectos, a Jesús el Mediador
del nuevo pacto, y a la sangre rociada que habla mejor que la de Abel».

La sangre de Cristo es una sangre que habla eternamente a nuestro favor.


¡Gloria a Dios!

Un solo sacrificio. Una sola ofrenda. Un solo pago por todos los pecados.
Una sola victoria. En un solo día Dios solucionó el problema de toda la
humanidad, y lo hizo a través de Cristo.

Entendiendo semejante sacrificio. Viendo todo lo que fue hecho por nosotros,
a nuestro favor, vuelvo a preguntar:
¿Por qué vamos a querer añadir algo a tan perfecto trabajo, a esta obra
completa? Perdóname, pero no tiene ningún sentido. Vivimos la vida
cristiana. Hacemos obras que manifiestan lo que ya somos en Cristo.
Actuamos de acuerdo a lo que creemos, porque como dice Santiago, nuestra
fe tiene acciones correspondientes (ver Santiago 2:17).

Pero nunca lo hacemos para provocar que Dios haga algo a nuestro favor.
Nunca lo hacemos para ganar puntos delante de Dios.
No lo hacemos para impresionar a Dios, porque nada de lo que hagamos
podrá impresionar más a Dios que la obra completa de Cristo. No hacemos
obras para retorcerle el brazo a Dios. ¡NO! Simplemente dejamos que fluya la
naturaleza que tenemos en Cristo.
Esto es algo que aprendí y que gracias a Dios nunca olvido: «El mensaje de la
Gracia de Dios produce que hagamos lo correcto, pero que además lo
hagamos con la motivación correcta siempre».
Ya no hago las cosas porque estoy interesado en que Dios haga algo por mí.
Ahora entiendo que Dios ya lo ha hecho todo por mí en Cristo, y por eso
puedo actuar en lo que creo. Dios está muy, muy interesado en la motivación
que nos mueve a hacer lo que hacemos, más que en la propia acción.
1ª Corintios 13:3
«Y si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregase mi cuerpo para ser
quemado, y no tengo amor, de nada me sirve».

La importancia de entender que somos libres de una conciencia de obras


muertas:
Hebreos 6:1-2
«Por tanto, dejando ya los rudimentos de la doctrina de Cristo, vamos adelante a la perfección; no
echando otra vez el fundamento del arrepentimiento de obras muertas, de la fe en Dios, de la doctrina
de bautismos, de la imposición de manos, de la resurrección de los muertos y del juicio eterno».

Permíteme, porque creo que también es importante, hablar un poco acerca de


las obras muertas.
¿Qué son las obras muertas?
Es todo lo que hago para ser justificado delante de Dios sin Cristo.
Para empezar, la carta a los Hebreos estás escrita a judíos y no a gentiles.
Esto es importante entenderlo, porque si en cada carta vemos la importancia
de entender que Cristo siempre es superior, muy superior, a todo y a todos, en
la carta a los Hebreos se enfatiza mucho más, ya que está escrita a un pueblo
que ya conocía a Dios.
Por eso, precisamente es tan importante hablar acerca de Cristo como muy
superior. Como ya hemos visto anteriormente, en esta carta se nos muestra a
Cristo muy superior a los profetas, a los ángeles, a Moisés, a Josué, a la ley, a
los sacrificios, a los sumos sacerdotes, etc…
Ahora es necesario que ellos entiendan que es cierto que conocen a Dios,
pero ahora tienen que conocer a Cristo, y todo lo que Cristo ya ha hecho a
favor del ser humano.
Hebreos 9:13-14
«Porque si la sangre de los toros y de los machos cabríos, y las cenizas de la becerra rociadas a los
inmundos, santifican para la purificación de la carne,

¿cuánto más la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha
a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo?»

El pueblo judío tenía una conciencia, es decir, una posición de pensamiento


que se había desarrollado en alrededor de 1.500 años, esa conciencia era la de
la ley y la de los sacrificios correspondientes. Por eso, ahora es necesario que
ellos permitan que sus mentes cambien con la realidad de Cristo y de lo que
Cristo ha hecho.

Veamos como esto lo aplicamos a nosotros y a nuestros días. Cualquier obra


que hacemos sin Cristo, es una obra muerta.

Todo lo que yo hago para tratar de ganarme el favor de Dios, o para tratar de
ganarme una posición correcta delante de Dios, fuera de Cristo, es una obra
muerta, es una obra que no me sirve.

Lamentablemente podemos ver en el cristianismo de hoy en día que muchos


conocen a Dios, pero no conocen a Jesucristo.

Por supuesto que Jesucristo es Dios y claro que hemos creído en Jesús como
nuestro Señor, pero no es eso a lo que me refiero, sino al hecho de ser
conscientes de Cristo cada día de nuestras vidas.

Ser más conscientes de lo que Cristo ha hecho por nosotros. Estamos muy
conscientes de lo que nosotros tenemos que hacer para Dios, igual que el
pueblo judío, y nos olvidamos de todo lo que Dios ya ha hecho por nosotros.
Por eso, si seguimos leyendo los siguientes versos y capítulos de Hebreos,
como ya hemos visto, vemos que se habla de: «un solo sacrificio», «una sola
ofrenda para siempre».

La única forma de caminar libre de una conciencia de obras muertas es


poniendo nuestra mirada en Cristo, solamente en Cristo y en Su obra
completa. Es necesario que renovemos nuestras mentes con el conocimiento
de Cristo.

Ninguna obra fuera de Cristo nos puede poner en una buena posición delante
de Dios.
Ninguna obra fuera de Cristo nos hace merecedores de todo lo que Dios ya
nos ha regalado en Su gracia.
Es tiempo de enfocarnos en Cristo y disfrutar de todo lo que ya nos pertenece
por estar en Él. Ya no tienes que esforzarte para tratar de justificarte delante
de Dios. Ya no tienes que sacrificarte para que Dios te bendiga, o para que
Dios te sane, etc…
¡Qué gran noticia! ¡Gloria a Dios!
¡En Cristo ya hemos sido justificados!
Ya no nos esforzamos en nuestras obras muertas, sino que descansamos en la
obra completa de Cristo.
«Y entonces ¿qué debo hacer?»
Creer en lo que Jesús ya hizo por ti y disfrutarlo.
Poner tu mirada en Cristo, y no en ti mismo.
Es verdad que teníamos una deuda, pero Jesús la pagó de sobra. Por poner un
ejemplo, es como si yo tengo una deuda de 500.000 euros, y tú vienes y le
pagas a la persona con la que yo tengo la deuda una cantidad de 50.000.000
de euros.
Has pagado la deuda de sobra, y eso es lo que Jesús hizo. Y cuando yo me
entero de lo que has hecho por mí, te aseguro que podrás pedirme lo que
quieras, y lo haré, porque te estaré eternamente agradecido. Y eso es lo que
quiero que entendamos.
Hacemos lo que hacemos para Dios, porque hemos entendido todo lo que
Dios ha hecho por nosotros primero, sin que lo mereciéramos, y queremos
mostrar a Dios nuestro agradecimiento. ¡Miremos a Jesús!
Hebreos 12:2
«Puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de Él
sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios».

Para terminar, y volviendo al comienzo de este capítulo, lo que Cristo hizo al


decir «Tetelestai», estaba diciendo: «La guerra se ha acabado, la tarea se ha
realizado completamente, la deuda está pagada totalmente y el cordero para el
sacrificio eterno ya ha sido encontrado».
CAPÍTULO 5

DIVIDIENDO NUESTRO SER CORRECTAMENTE


1ª Tesalonicenses 5:23
«Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea
guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo».

Antes de hablarte de los beneficios de la obra completa de Cristo, permíteme


enseñar un poco de espíritu, alma y cuerpo. Para mí es uno de los temas que
más me entusiasma estudiar y enseñar, y uno de los temas más importantes
que podemos aprender como cristianos.

Creo que cuando aprendemos a dividir nuestro ser correctamente nos hace
más fácil entender otras cosas. Por ejemplo, para entender la parte de los
beneficios que veremos después, es clave que entendamos cómo se divide
nuestro ser.

Hay muchos cristianos que no entienden algunas cosas porque nunca se les
ha enseñado la importancia de diferenciar entre espíritu, alma y cuerpo.

Lo primero que vamos a hacer es respetar el orden con el que el apóstol Pablo
escribe el verso que hemos leído. Por eso primero hablaremos del espíritu,
después del alma y acabaremos hablando del cuerpo.

El ser humano ha sido hecho a imagen y semejanza de Dios.


Génesis 1:26-27
«Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree
en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se
arrastra sobre la tierra. Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios los creó; varón y
hembra los creó».

Si hemos sido creados a imagen de Dios ¿porqué somos todos tan diferentes?
Porque no hemos sido creados a imagen física de Dios, porque Dios es
Espíritu.
Juan 4:24
«Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren».
Hemos sido creados a imagen de Dios porque somos seres espirituales. Dios
es Espíritu, y nosotros somos espíritu también.

Yo lo aprendí de esta manera: Soy un espíritu, tengo un alma y vivo en un


cuerpo. No soy un alma, ni tampoco soy un cuerpo. Son partes importantes
de mi ser, pero la parte clave es el espíritu.

Dios formó al hombre del polvo de la tierra (ver Génesis 2:7) pero tuvo que
soplar aliento de vida. Creo que la forma de entenderlo más fácilmente es ver
nuestro cuerpo como una funda. Nuestro cuerpo no tiene vida en sí mismo. Si
el espíritu y el alma se van, el cuerpo queda muerto (ver Santiago 2:26). Es
decir, la camisa que llevas puesta se mueve mientras la lleves puesta, pero si
te la quitas, lo normal sería que no se moviera.

En tu espíritu, la parte más importante de tu ser, es donde Dios habita. Donde


hemos sido totalmente bendecidos. Donde tenemos toda la herencia que nos
ha sido dada en Cristo. Donde somos uno con Dios. Donde hemos sido
justificados y santificados.
1ª Corintios 6:17
«Pero el que se una al Señor, un espíritu es con él».

1ª Juan 4:17
«En esto se ha perfeccionado el amor en nosotros, para que tengamos confianza en el día del juicio;
pues como él es, así somos nosotros en este mundo».

2ª Corintios 5:17
«De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son
hechas nuevas».

Entonces, toda la obra completa de Cristo ha sido hecha en mi espíritu, y


desde mi espíritu yo tengo que aprender a vivirla, a disfrutarla, en todo mi
ser.

Al estar en Cristo hemos sido cambiados totalmente, un cambio que solo


Dios podía hacer. Por ejemplo, el apóstol Pablo era Saulo de Tarso y su
cambio de nombre manifiesta que lo que era antes, ya no lo es más.

Es decir, Saulo de Tarso ya no vive.


Hay un cambio de nombre que manifiesta el cambio de persona que ha
sucedido en él. Que quede claro que no estoy diciendo que debemos
cambiarnos los nombres, tampoco estoy en contra, solo digo que me llama la
atención, y debemos recordar que en esta época los nombres
tenían significados muy importantes, hoy en nuestra cultura occidental ya eso
no se lleva tanto, pero antes sí. El punto al que quiero llevarte es que puedas
entender
que, aunque físicamente te ves igual, y tu forma de pensar
es igual, te gusta la misma comida, el mismo equipo de
fútbol, etc… la realidad es que ya no eres para nada el que
eras antes de que Cristo te encontrase. El Kenneth que
existía antes de ser alcanzado por la gracia de Dios murió y
nació un nuevo Kenneth que ahora está en Cristo. Es una nueva criatura, una
nueva especie jamás
creada antes. Todos los beneficios que hablaremos después ya están en ti,
porque están en tu espíritu, aunque
no los veas, aunque no los sientas, ya están ahí porque
Dios los puso. Forman parte de la herencia que tenemos
en Cristo. Estamos llenos de Cristo y sellados por el
Espíritu Santo (ver Efesios 1:13).
El mundo espiritual es mucho más real que el mundo
natural, pero estamos acostumbrados al revés, hemos sido
educados para creer que todo lo real es lo que vemos.
Pero en la Palabra de Dios podemos ver todo lo que ha
sido hecho en y por nosotros a través de la obra de Cristo. Por eso que estar
en Cristo no es una posición que
debes ganarte, ya la tienes. Ya estás en Cristo, y como en
Cristo está todo, tú estás completo en Él.
Por otro lado, tenemos el alma. El alma es el lugar
dónde encontramos las emociones, la mente, la voluntad,
el poder de decidir, etc… A veces ocurre que cuando no
entendemos la división de nuestro ser, muchos son gobernados por sus
sentimientos o emociones.
Por favor, que quede bien claro, yo no estoy en contra
de las emociones o sentimientos. No digo que son malos. Dios creó las
emociones y sentimientos con propósito, porque obviamente Dios lo hace
todo con un buen propósito. Pero sí estoy en contra de ser dominados por
nuestras emociones en vez de ser controlados por nuestras creencias.
A veces las personas se levantan y el día depende de cómo se sienten, y eso
es un grave error. Gracias a Dios que Cristo y Su obra no dependen de cómo
nos sentimos, y gracias a Dios que cómo nos sentimos no tiene el poder de
cambiar, ni de anular, lo que Cristo ya hizo por nosotros. Pero si nos dejamos
dominar por las emociones, podemos no disfrutar de todo lo que ya fue
pagado por nosotros.
Y como te decía, en el alma está la mente de la persona, su forma de pensar.
Una forma de pensar que se ha ido desarrollando con los años, y que ahora
necesita ser renovada, es decir, necesita recibir la información de lo que ha
ocurrido en nosotros, porque nuestra mente está acostumbrada a recibir la
información de los sentidos físicos.
Pero ahora tenemos que decirle que la verdad no son los sentidos físicos, sino
la Palabra de Dios.
Efesios 4:23
«Y renovaos en el espíritu de vuestra mente».

La palabra espíritu se traduce como actitud. Es decir, tengo que aprender a


renovar mi actitud mental. Todos hemos pasado por este proceso. Para
algunos será más rápido, y para otros será más lento, pero al final todos
pasamos por aquí.
Este es el único proceso por el que el cristiano tiene que pasar. Todos, todos,
como cristianos tenemos que aprender a renovar la mente con el evangelio de
Cristo, y es algo que tenemos que hacer cada día. Por eso, es muy importante
que te congregues en un lugar donde te estén predicando lo correcto. ¿Qué es
lo correcto? Cristo.
No se trata de ir a un lugar donde me emocionen, donde me motiven, donde
solo haya muy buena música y una muy buena puesta en escena.
Se trata de ir a un lugar donde Cristo está siendo predicado. Y también te
pueden ayudar libros como este, aunque lo más importante es que pases
tiempo con la Biblia, ya que la Biblia es el espejo donde vemos el reflejo de
lo que somos en el espíritu (ver Santiago 1:23-25), pero estos libros pueden
ser buenos complementos que te ayuden a seguir en el proceso de renovar tu
mente.
Romanos 12:1-2
«Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en
sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. No os conforméis a este siglo,
sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea
la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta».
Claramente estos versos nos enseñan que si queremos experimentar la
voluntad de Dios, o dicho de otra manera, la obra completa de Cristo en
nuestras vidas, necesitamos renovar nuestra forma de pensar.

Ahora, lo que Cristo hizo, ya está hecho, no puede ser cambiado. Quiero que
quede bien claro que no estoy diciendo que debo renovar mi mente para ser
sano, o para ser bendecido, o para cualquier otro de los beneficios que hemos
hablado anteriormente. ¡No! Lo que digo es que debemos renovar nuestra
forma de pensar para ser conscientes de lo que ya tenemos en Cristo. De la
misma manera que no confesamos para ser sanos, sino que confesamos
porque ya hemos sido sanados.

Y te aseguro, que conforme vas renovando tu mente con Cristo, caminarás en


la libertad que ya tienes. Como te decía, todos pasamos por este proceso.

Yo sigo renovando mi mente. Pero te puedo decir que desde que fui
alcanzado por la gracia de Dios muchas cosas que hacía en esa época, ya no
las hago, porque ahora gracias a Dios, entiendo el cambio que fue hecho en
mí. Y lo mismo va a pasar contigo.

Y el cuerpo, como ya he dicho antes, es la funda, es el seguidor. No toma las


decisiones por sí mismo, sino que sigue lo que la mente le dice.

Una mente renovada por la Palabra de Cristo hará que el cuerpo siga la
Palabra de Cristo, y de esa manera verás manifestada la obra completa de
Cristo en tu vida.
CAPÍTULO 6

¿CUÁLES SON LOS BENEFICIOS?


2ª Corintios 2:19-20
«Porque el Hijo de Dios, Jesucristo, que entre vosotros ha sido predicado por nosotros, por mí,
Silvano y Timoteo, no ha sido Sí y No; mas ha sido Sí en él; porque todas las promesas de Dios son en
él (Cristo) Sí, y en él Amén, por medio de nosotros, para la gloria de Dios.»

Te aseguro que en este capítulo te voy a hablar acerca de los beneficios que
tenemos por causa de la obra completa de Cristo. Pero antes, me gustaría
hablar acerca de algo que a veces ha creado confusión en los cristianos.

Muchos hablan acerca de tener que esperar el tiempo de Dios para que
podamos ver nuestro milagro, o nuestra sanidad, o cualquier otro beneficio, y
es por eso que creo conveniente hablar de este tema antes de empezar a ver
los beneficios.

Hay un concepto erróneo que dice que Dios está en control de todo, y por eso
cuando Él quiera ya me sanará, o ya hará lo que se supone que tiene que
hacer a mi favor.

Esto no es así, Dios en Su voluntad ha decidido poner a mi disposición todo


lo que necesito, y ahora yo debo decidir si quiero disfrutar de todo lo que
Dios ya ha hecho por mí, o no.
La realidad es que todo lo que tiene que ver con nuestra herencia, todo lo que
tiene que ver con los resultados de Cristo y de Su obra completa, ya están a
nuestra disposición porque hay promesas que ya fueron cumplidas en Cristo.

Es cierto que tenemos promesas que no se han cumplido, pero son promesas,
o profecías, que nos hablan de los últimos tiempos, de todo lo que está por
suceder.

También es cierto que existe un tiempo respecto al llamado de Dios sobre


nuestras vidas, un tiempo que debemos respetar para caminar dentro de todo
lo que Dios ha preparado en nuestro llamado (lamento no extenderme en este
punto, pero creo que no es el tema).
Ahora, cuando hablamos de herencia, ya todo fue cumplido. Ya está
totalmente a nuestra disposición todo lo que Jesús pagó, para que nosotros
podamos disfrutarlo ahora mismo.

Por eso, todo lo que vamos a ver en este capítulo son cosas que ya las puedes
disfrutar, y para saber el cómo las disfrutamos tendrás que leer el libro hasta
el final.

Llegados a este punto, ahora sí, vamos a empezar a hablar de los beneficios
que tenemos gracias a Cristo Jesús y Su obra completa.

Entiendo que de cada beneficio se podría escribir un libro, por eso voy a
hacer un resumen, los vamos a ver por encima, a vista de pájaro, por así
decirlo.

Aún así, estoy seguro que este capítulo va a ser de gran bendición para tu
vida, porque tendrás una idea más clara de todo lo que te pertenece en Cristo.

Hablaremos de términos que son muy conocidos, y otros que no lo son tanto.

Como ya hemos visto, la obra de Cristo, lo que Cristo hizo por nosotros, fue
una obra completa, y el precio que Jesús pagó fue mucho mayor que la deuda
que teníamos.

Por eso, es desolador ver cómo la gente pone énfasis en ciertas cosas, pero no
ven la grandeza de lo que fue hecho a nuestro favor.

Sin querer, muchos minimizan la obra de Cristo cuando se dedican a


maximizar el pecado, u otras cosas. Y que quede bien claro, no estoy
diciendo que el pecado no sea algo grave, porque cuando entendemos la
magnitud del pecado, entenderemos mejor la gran magnitud de la gracia de
Dios.

Lo que digo es que debemos levantar a Cristo y a Su obra por encima de todo
lo demás.
Hay gente que habla mucho, demasiado, de lo que ocurrió en Edén, y lo que
hizo Adán, y hablan muy poco de lo que hizo Jesús.
Y sin embargo, lo que Jesús hizo es mucho, muchísimo mayor, que lo que
hizo Adán. Y eso nos enseña el apóstol Pablo en Romanos 5:12-21. Es cierto
que el pecado es algo grave, pero la propia Biblia nos enseña que donde
abundó el pecado, sobreabundó la gracia (ver Romanos 5:20). Cristo ya se
encargó de todo el tema del pecado, como veremos a continuación.
Los beneficios de la obra completa de Cristo son para cada área de nuestras
vidas.
Algunos han limitado lo que Jesús hizo para solamente algunas áreas, como
el poder pasar una eternidad con Dios.
Pero la realidad es que cuando estudiamos todo lo que Jesús hizo, nos damos
cuenta que Dios está interesado en todo nuestro ser.
3ª Juan 2
«Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu
alma».

Este capítulo es para ayudarte a ver todo lo que tienes gracias a lo que Cristo
ya hizo a nuestro favor. Debemos recordar que todos y cada uno de estos
beneficios, son un resultado de la maravillosa gracia de Dios, es decir, del
favor inmerecido de Dios hacia nuestras vidas. No son un resultado de
nuestro desempeño, sino de la obra completa de Cristo.

No es lo que hizo Cristo más algo que yo debo hacer, y entonces tendré estos
beneficios. Sino que por estar en Cristo, ya tengo todos estos beneficios.

No debo tratar de ganármelos, o merecerlos, Dios me los ha querido dar en


Su gracia. Son regalos de Dios para nosotros. Son regalos que son gratis para
todos nosotros, pero no olvidemos que Alguien tuvo que pagar un alto precio,
y ese fue Jesús.

Recuerda que con los regalos se hacen tres cosas: se reciben, se agradecen y
se disfrutan.
Vida Eterna = Vida Abundante:
Juan 10:10
«El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que
la tengan en abundancia».

Cuando hablamos de vida eterna estamos hablando de vida abundante.


Hablamos de la vida de Dios en nosotros. La palabra griega para vida en este
verso es «Zoe» que significa «la vida de Dios».
Quiero hablar de vida eterna y vida abundante porque a veces se comete el
error de pensar que la vida eterna es algo que solo vamos a disfrutar después
que partamos de esta tierra. Es decir, la vida eterna es el cielo.

Pero en realidad, cuando Jesús nos habla de vida eterna, nos habla de la vida
de Dios en nosotros, y por lo tanto, nos habla de algo que podemos disfrutar
desde ya. No tengo que esperar a estar en el cielo para disfrutar la vida de
Dios, sino que puedo disfrutarla en este momento. De hecho, veamos cómo
define Jesús la vida eterna:
Juan 17:3
«Y ésta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has
enviado».

Claramente, según Jesús, la vida eterna es algo que ya puedo disfrutar,


porque la vida eterna es conocer al Padre, y conocer al Hijo.

Es decir, cuánto más crecemos en el conocimiento de Dios, más vamos a


disfrutar la vida eterna que ya tenemos en Cristo. Porque eso sí que quiero
que te quede claro: vida eterna, o vida abundante, es algo que ya tienes por
causa de estar en Cristo.
Juan 6:47
«De cierto, de cierto os digo: El que cree en mí, tiene vida eterna».

1ª Juan 5:11
«Y éste es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida eterna está en su Hijo».

La vida eterna está en Cristo. Por eso la vida eterna no es algo que nos
ganamos, ni que nos merecemos. Es un regalo de Dios para nosotros, y es
algo que ya podemos disfrutar en la tierra.

Propiciación:
Romanos 3:24-25
«Siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús, a
quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia, a
causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados».

1ª Juan 2:1-2

«Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado
tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo. Y él es la propiciación por nuestros pecados; y no
solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo».

1ª Juan 4:9-10

«En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al
mundo, para que vivamos por él. En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios,
sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados».

Cristo es la propiciación por todos nuestros pecados. Quizá este sea uno de
los términos no tan conocidos: Propiciación. O a lo mejor es un término que
para ti es muy, muy conocido. No lo sé.

Sea como sea, lo cierto es que lo vamos a estudiar un poco para que podamos
crecer en conocimiento respecto a Cristo como nuestra propiciación.

La definición que encontramos de esta palabra es la siguiente:


«Propiciación = Sacrificio que se ofrecía en la ley antigua para aplacar la
justicia divina y tener a Dios propicio».
Cuando habla de tener a Dios propicio se refiere a que Dios esté favorable
para con nosotros. Veamos ahora esta palabra en hebreo con su respectivo
significado. En hebreo es la palabra kaphar que significa «cubrir sobre».
Aunque el ser humano intentara cubrir sus pecados, y la vergüenza del
mismo, de mil maneras distintas, nunca lo podría hacer. De hecho si
recuerdas, Adán y Eva intentaron cubrir su desnudez con unas hojas de
higuera (ver Génesis 3:7, 21) una idea un poco ridícula, ¿no crees?
Menos mal que Dios siempre está ahí para ayudar, y les cubrió con pieles de
animales (obviamente, una idea muchísimo mejor, dónde va a parar). Bueno,
a lo que vamos. Propiciación en Cristo es quitar de tal manera el pecado de la
humanidad que ya no pueda interponerse entre el hombre y Su Creador.
Dios derramó sangre de inocentes, en el jardín del Edén, para cubrir la
vergüenza de los culpables.
Después podemos ver que en el antiguo pacto de la ley, la sangre de animales
inocentes cubría el pecado del pueblo de Israel, pero eso era una sombra de lo
que había de venir: Cristo. No era una solución eterna la de la sangre de
animales, porque no podían quitar los pecados, solo cubrirlos (ver Hebreos
10:1-4, 11).
La cuestión es que los animales no entregaban su vida, ellos no tienen esa
capacidad racional para entregarse voluntariamente por amor a otros. Pero
Cristo sí que dio Su vida por amor a nosotros para quitar, de una vez y para
siempre, todos los pecados de la humanidad (ver Juan 1:29). Cristo cargó con
todos, absolutamente todos los pecados de la humanidad. Cargó los pecados
pasados, los presentes y también los futuros.
Absolutamente todos fueron puestos sobre Cristo.
Quiero que veamos algo interesante respecto al propiciatorio del antiguo
pacto.
Hebreos 9:1-5
«Ahora bien, aun el primer pacto tenía ordenanzas de cuto y un santuario terrenal. Porque el
tabernáculo estaba dispuesto así: en la primera parte, llamada el Lugar Santo, estaban el candelabro,
la mesa y los panes de la proposición. Tras el segundo velo estaba la parte del tabernáculo llamada el
Lugar Santísimo, el cual tenía un incensario de oro y el arca del pacto cubierta de oro por todas
partes, en la que estaba una urna de oro que contenía el maná, la vara de Aarón que reverdeció, y las
tablas del pacto; y sobre ella los querubines de gloria que cubrían el propiciatorio; de las cuales cosas
no se puede ahora hablar en detalle».

¿Qué era el propiciatorio? Era la tapa o la cubierta del arca del pacto y estaba
hecha de oro (ver Éxodo 25:17).
El propiciatorio era lo que tapaba aquello que se guardaba dentro del arca del
pacto, es decir: el maná, la vara de Aarón y las tablas de la ley (ver
Deuteronomio 10:3-5). Ahora, ¿por qué te cuento todo esto? Obviamente hay
un propósito, y es lo que veremos a continuación.
Recuerda que dentro del arca estaban las tablas de la ley, y el propiciatorio
era la tapa que las cubría. En el día de la expiación, el sumo sacerdote tenía
que derramar la sangre de un macho cabrío sobre, y delante, del propiciatorio,
y de esa manera se purificaban las rebeliones y los pecados del pueblo de
Israel (ver Levítico 16:15-16).
La ley es la que nos dice que hemos fallado, la que nos dice que nunca
podemos cumplir los niveles de santidad de Dios, pero ahora Dios no tiene
Su mirada puesta en la ley, sino que la tiene puesta en Cristo y en la sangre
derramada, porque Cristo es nuestra propiciación.
Igual que con el pueblo de Israel, ellos habían pecado, pero cuando la sangre
del macho cabrío era derramada sobre el propiciatorio, Dios miraba esa
sangre, y quedaba momentáneamente satisfecho porque esa sangre le
recordaba Su plan redentor.
Le recordaba la sangre perfecta, inocente, que sería derramada por todos los
culpables. Le recuerda la sangre preciosa de Su Hijo Jesús. Recuerda, por
favor, ¡Cristo es nuestra propiciación! ¡Su sangre ha quitado todos los
pecados para siempre! ¡Gloria a Dios!
Sustitución:
Creo que todos estamos bastante familiarizados con este término. Todos
sabemos lo que es un sustituto y su función, ocupar el lugar de otro para
desarrollar su trabajo. Es como cuando un profesor se enferma y no puede dar
clase, y la dirección del centro llama a una persona para que venga a sustituir
al profesor que está de baja.
Al final del capítulo tres te he comentado que había otra cosa que Jesús vino
a hacer, pero que lo hablaría en otro capítulo, y esa cosa era que Jesús vino a
ocupar nuestro lugar.
Y es ahora cuando vamos a abordar ese tema:
Jesús ocupando el lugar que nos correspondía a nosotros.
Lo impactante de todo esto es que Jesús, el único inocente de verdad, vino
para ocupar el lugar de todos los culpables (ver Lucas 23:39-41).
Romanos 6:23
«Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor
nuestro».

¿Por qué fue necesaria la sustitución? Porque Dios es un Dios justo, y la paga
del pecado es muerte, por lo tanto, para que nosotros pudiéramos vivir,
alguien tenía que morir en nuestro lugar.

El pueblo traía las ofrendas, los animales requeridos por la ley, para que esos
animales ocuparan el lugar de ellos. Dios aceptaba el sacrificio de estos
animales inocentes como sustitutos de los que eran culpables (ver Levítico
1:1-5/4:13-14 y 20-21/16:20-22). Y eso es lo que hizo Jesús, el cordero que
vino a quitar el pecado del mundo (ver Juan 1:29).

Yo no digo que el pecado no es castigado, no predico que no hay castigo para


el pecado, lo que predico, y lo que quiero decirte en este libro, es que el
pecado ya fue castigado en Jesús.

Dios ya no está castigando a nadie por sus pecados. Todos los pecados fueron
sobre Jesús, y el castigo de los mismos también. ¿Cuánto pecado puede haber
en este mundo? Jesús pagó por todo, en todas las épocas vividas y por vivir.
Hay mucha más gracia disponible que el pecado existente.
Hebreos 2:9
«Pero vemos a aquel que fue hecho un poco menor que los ángeles, a Jesús, coronado de gloria y
honra, a causa del padecimiento de la muerte, para que por la gracia de Dios gustase la muerte por
todos».

1ª Pedro 3:18
«Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos
a Dios, siendo a la verdad muerto en la carne, pero vivificado en espíritu».

Quiero que entiendas que nosotros, tú y yo, estuvimos en esa cruz. Fuimos
traicionados, golpeados, nos dieron de latigazos, fuimos crucificados y
sepultados.

Necesitas verlo de esta manera para entender que para Dios Padre es como si
todos hubiésemos estado en esa cruz, porque Dios sí tiene claro que
Jesucristo fue nuestro sustituto, la pregunta es ¿tú lo tienes claro?

Disfruta de la sustitución, porque solo de esta forma podrás disfrutar de todos


los demás beneficios.
Colosenses 2:11-12
«En él también circuncidados con circuncisión no hecha a mano, al echar de vosotros el cuerpo
pecaminoso carnal, en la circuncisión de Cristo; sepultados con él en el bautismo, en el cual fuisteis
también resucitados con él, mediante la fe en el poder de Dios que le levantó de los muertos».

Efesios 2:4-6 «Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando
nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos), y juntamente
con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús».

Justificación:
He querido hablar primero de sustitución, porque si no entendemos que
Cristo ocupó nuestro lugar, no entenderemos esta parte en la que hablamos de
la justificación.
Cuando hablamos de justificación, estamos hablando de ser declarados «no
culpables». Y cuando decimos que somos justos, estamos diciendo que
tenemos una posición correcta delante de Dios.
1ª Corintios 1:30
«Mas por él estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría, justificación,
santificación y redención».

La justificación del ser humano jamás podrá ser conseguida por medio de
buenas obras, o por dejar de pecar. Nuestra justificación es solamente por la
fe en Jesucristo.
Esto no tiene nada que ver con sentimientos. Esto es un asunto de fe.
La vida de gracia es una vida de fe en Jesucristo. Es necesaria la fe para creer
que sigo siendo justo aún

cuando mi comportamiento no es el correcto. Ahora que estamos en Cristo,


Dios nos ve justos, como si nunca hubiéramos pecado. Es imposible ser más
justificados de lo que ya somos ahora.

Nuestra justificación ni crece, ni mengua, dependiendo siempre de lo que


hacemos o dejamos de hacer.

El amor incondicional de Dios hacia nosotros es lo que nos ha justificado. El


problema es que la religión nos enseña a mirarnos, a examinarnos, a nosotros
mismos continuamente.

Pero Dios quiere que nosotros pongamos la mirada en Jesús solamente. Si


nos examinamos, obviamente vamos a ver que no damos la talla. Si
examinamos las exigencias de Dios, también veremos que no damos la talla.
Pero la clave está en mirar la ofrenda perfecta que fue Jesucristo.

En el antiguo pacto, cuando la gente le llevaba la ofrenda al sumo sacerdote,


éste lo que hacía era examinar la ofrenda, no examinaba al que traía la
ofrenda. El que traía la ofrenda sabía que había pecado, el sacerdote también
lo sabía, y por eso traía la ofrenda. Si la ofrenda estaba bien, todo estaba bien.

Bueno, pues ahora nuestra ofrenda perfecta es Jesucristo, y lo que Dios Padre
está mirando es la ofrenda perfecta, no a nosotros.
Hebreos 10:10
«En esa voluntad somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para
siempre».

Cristo es nuestra justificación.


Nuestro comportamiento no es nuestra justificación. Y vuelvo a dejar esto
bien claro, nuestro comportamiento no cambia nuestra posición en Cristo,
pero cuando entendemos nuestra posición en Cristo, sí o sí, nuestro
comportamiento va a verse afectado.
Romanos 8:1 NTV «Por lo tanto, ya no hay condenación para los que pertenecen a Cristo Jesús».
Dentro de la justificación tenemos el maravilloso regalo de la no
condenación. Dios no nos está condenando, porque el precio del pecado se
pagó con creces, se pagó de sobra. No permitas que nadie te condene. Ni
siquiera te condenes a ti mismo. Jesús cargó con el pecado y con la vergüenza
del pecado. Recuerda que Cristo es tu justificación, y cuando fallamos,
pecamos, es cuando debemos abrazarnos a esta verdad: ¡en Cristo he sido
totalmente justificado!
2ª Corintios 5:21

«Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia
de Dios en él».

Reconciliación:
2ª Corintios 5:18-20

«Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio
de la reconciliación; que Dios estaba en Cristo, reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en
cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación. Así que,
somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en
nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios».

Primero veamos el significado de reconciliación, o de su verbo: «Reconciliar


= Hacer que restablezcan su amistad dos personas».

Por lo tanto, queda claro que si hablamos de reconciliación, es que estamos


hablando de una amistad que estaba rota, o que se había perdido.

Pero, la pregunta sería, ¿por qué era necesaria una reconciliación entre Dios y
el ser humano?
Pues para responder a esta pregunta, necesitamos irnos al origen de todo, al
principio.
Génesis 2:16-17
«Y mandó el Señor Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer; mas del árbol de
la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás».

Recordemos que el significado de la palabra «muerte» es «separación». La


muerte física es la separación del espíritu y el alma con el cuerpo.

Sabemos que Adán cometió alta traición a Dios, lo vemos todo en Génesis 3,
y que no murieron físicamente de forma instantánea,—aunque con el tiempo
sí que lo hicieron—, pero sí murieron como Dios les había dicho, porque
hubo una separación entre Dios y el ser humano.

Y por eso era necesaria una reconciliación, Dios volviendo a unirse al ser
humano.
Eso es lo que ocurrió a través de Cristo. Hemos leído antes en 2ª de Corintios,
que Dios decidió reconciliarse con el mundo, es decir, Dios decidió
restablecer Su amistad con el ser humano.
Ahora, gracias a Cristo, ya no hay nada que impida que el ser humano pueda
unirse a Dios. El pecado ya no es un problema, porque Dios no tomó en
cuenta los pecados de la humanidad para que se pudiera producir la
reconciliación.
Lo que Dios quiere decirnos es que Él ya no está enfadado con la humanidad.
Dios no está derramando Su ira sobre el ser humano. Dios no está enviando
desgracias para demostrar lo enfadado que está con nosotros.
¡Dios no es el causante de las desgracias de este mundo! Sino que Él envió a
Jesús para demostrarnos cuánto nos ama, y porque quiere que estemos en paz
con Él. Por eso el apóstol Pablo dice: «Reconciliaos con Dios». Dios ya ha
hecho todo lo que tenía que hacer, y ahora, nos toca nosotros aceptar esa
reconciliación, y pasar a ser uno con Dios, y disfrutar de la comunión, es
decir, de la común unión, siendo uno con Dios por medio de Jesucristo.
Dios no está mirando el pecado de cada ciudad, o país, para derramar su
castigo. Dios está mirando a Cristo y Su sacrificio perfecto a favor de la
humanidad.
Y para acabar este punto, simplemente recordar que nuestro mensaje es el
mensaje de la reconciliación, que debemos predicar el evangelio de Cristo.
Es cierto que hay muchas verdades bíblicas de las que podemos enseñar, pero
no todas esas verdades son nuestro mensaje hoy. Nuestro mensaje es uno: el
evangelio de Cristo, el evangelio de la gracia de Dios.
Hechos 20:24
«Pero de ninguna cosa hago caso, ni estimo preciosa mi vida para mí mismo, con tal que acabe mi
carrera con gozo, y el ministerio que recibí del Señor Jesús, para dar testimonio del evangelio de la
gracia de Dios».

Redención:
Colosenses 1:12-14 «Con gozo dando gracias al Padre que nos hizo aptos para participar de la
herencia de los santos en luz; el cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al
reino de su amado Hijo, en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados».

Bueno, esta es una de las palabras que quizá no utilizamos tanto en nuestra
época. Como mucho, a veces hablamos de la importancia de redimir el
tiempo.

Pero vamos a ver el significado bíblico, es decir, lo que significa el ser


redimidos.

«Redimir = Librar a una persona de una obligación, de un dolor o de una


situación penosa. Conseguir la libertad de una persona o sacarla de la
esclavitud mediante el pago de un precio».

«Esclavo = Que carece de libertad y derechos propios por estar sometido de


manera absoluta a la voluntad y el dominio de otra persona que es su dueña y
que puede comprarlo o venderlo como si fuera una mercancía».

Para entenderlo, o explicarlo, de una forma sencilla, hablar de redención,


dentro de la realidad bíblica, es hablar de un cambio absoluto en nuestra
posición espiritual. Pero, vamos a verlo mejor a continuación.

Entiendo que en nuestros tiempos es muy posible que no entendamos lo que


ser un esclavo significaba. Aunque es cierto, lamentablemente, que hoy
existen esclavos, o esclavas, que son utilizadas para la prostitución u otros
fines.

Un esclavo no se pertenece ni a sí mismo, no tiene derecho a nada, no puede


opinar. Su vida no es suya, es de aquel que le compró.
Escribo esto porque creo que es necesario que veamos cuál era nuestra
situación antes que Cristo viniera a redimirnos.

Nosotros somos los redimidos, Cristo es nuestro Redentor. Nosotros somos


los que estábamos en esclavitud y Cristo es el que nos liberó. El ejemplo más
claro para mí, y lo que hizo que pudiera entender mejor la redención, es el
siguiente:

Se trata de un esclavo, uno de tantos, que está puesto a la venta. Los esclavos
estaban expuestos públicamente. En España tenemos los mercadillos, que son
lugares públicos, al aire libre, en el que se montan varias paradas donde se
venden diferentes cosas: comida, ropa, calzado, juguetes, etc…

Bueno, pues los esclavos eran vendidos en los mercados públicos. Todos los
podían ver, y los podían examinar. Solían estar desnudos ante la mirada de
los compradores.

De repente, se acerca un hombre. Bien vestido. Con buena apariencia. Parece


un hombre de negocios, y que tiene dinero. Empieza a examinar a uno de los
esclavos. Y al final se dirige al vendedor, y le pregunta el precio de ese
esclavo.

Al oír el precio, saca una bolsa llena de monedas de su bolsillo, y se la


entrega al dueño diciéndole: «Lo compro».

El dueño examina la bolsa de monedas, y al comprobar que todo está


correcto, le entrega el esclavo a su nuevo dueño, con su documentación
respectiva. La sorpresa llega cuando este nuevo dueño, mira al esclavo, le da
algo de ropa para que se vista, y le mira a los ojos para decirle: «Escúchame
bien, eres libre. Te he comprado para darte la libertad».

El esclavo no entiende muy bien lo que está pasando. Ha sufrido mucho en la


vida.
¿Será cierto lo que está escuchando?
¿O es una broma de mal gusto de su nuevo dueño? Pero al mirar los ojos de
su nuevo dueño, lo que ve reflejado en ellos es bondad, es amor. Y vuelve a
escuchar esas palabras: «De verdad, ya eres libre. He pagado por ti. He
pagado por tu libertad».
Obviamente la reacción del esclavo es una mezcla de sorpresa y felicidad.
Sus ojos se llenan de lágrimas, y se rinde en agradecimiento a esta persona
que sin conocerle de nada, ha pagado un alto precio, solamente para hacerle
libre.
Esto es lo que Jesús hizo por nosotros. Pagó el precio, altísimo precio, que
nosotros no podíamos pagar para hacernos libres. ¿Libres de qué? Libres de
todas las consecuencias del pecado.
Por causa de la alta traición que Adán cometió en el jardín del Edén, entró el
pecado en la humanidad, con terribles consecuencias para todos nosotros.
Bueno, hemos sido redimidos del pecado, y de todas sus terribles
consecuencias, gracias a Cristo Jesús y Su obra completa.
Efesios 1:7
«En quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia».

Hebreos 9:12 «Y no por sangre de machos cabríos ni de becerros, sino por su propia sangre, entró una
vez para siempre en el Lugar Santísimo, habiendo obtenido eterna redención».

¡Qué bueno lo que nos dice Hebreos! Nuestra redención es eterna, no es


momentánea, ¡la sangre de Jesús pagó una redención eterna!

Cuando pienses que has fallado, recuerda la sangre que fue derramada a tu
favor. Sangre que habla mejor que la sangre de Abel, esa es la sangre de
Jesús (ver Hebreos 12:24). Y esa sangre está gritando: «¡han sido redimidos!
¡Han sido redimidos!» ¡Gloria a Dios! Cristo ha sido hecho nuestra redención
(ver 1ª Corintios 1:30).

Por eso ahora, voluntariamente, decidimos vivir para Dios. Porque la historia
que escuché del esclavo que te contaba antes, acaba con ese esclavo
siguiendo al hombre que le había comprado su libertad. El hombre se gira y
le dice: «Deja de seguirme. Ya eres libre». Y sigue su camino, pero con el
esclavo detrás de él.

Al ratito, vuelve a girarse, y le dice un poco más fuerte: «Deja de seguirme.


Ya eres libre». Y el esclavo le mira, y le contesta: «Sé que soy libre. Y lo soy
gracias a usted. Por eso le serviré el resto de mis días».

Voluntariamente, y en libertad, este esclavo decidió servir, en


agradecimiento, a la persona que le hizo libre. Pero algo había cambiado
radicalmente en su vida, ahora lo hacía desde una posición de libertad, y no
como esclavo.

Nosotros decidimos servir a Dios, y vivir para Dios, en agradecimiento por


Cristo, y por todo lo que hizo por nosotros.

Lo hacemos libres, y voluntariamente. ¡Gloria a Dios! ¡Qué gran privilegio!


Adopción:

Con esta palabra quizá sí que estamos bastante más familiarizados. La


adopción es el acto jurídico en virtud del cual un adulto toma como propio a
un hijo ajeno, con el fin de establecer con él una relación paterno-filial con
idénticos o análogos vínculos jurídicos que los que resultan de la procreación.
Veamos algunos versos que nos hablan acerca de esto, e iré compartiendo
contigo algunas cosas.
Juan 1:12-13
«Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos
de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón,
sino de Dios».

Lo que vamos a ver, por si no ha quedado claro durante todo el libro, es que
la clave de nuestra adopción es Cristo. En estos versos se nos dice que al
creer en Cristo, se nos da el poder de ser hechos hijos de Dios.

Nosotros no nos hacemos hijos, Dios decide hacernos Sus hijos. Y el único
requisito es creer en Jesucristo.
2ª Corintios 5:18
«Y seré para vosotros por Padre, y vosotros me seréis hijos e hijas, dice el Señor Todopoderoso».

Efesios 1:5
«En amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el
puro afecto de su voluntad».

Aquí vemos que Dios decidió adoptarnos, permíteme usar una expresión
diferente sin ánimo de ofender a nadie, porque le dio la gana. Eso es lo que
quiere decir «según el puro afecto de su voluntad».

Déjame también abrir un paréntesis aquí.

Cuando nos habla de predestinación, no nos está diciendo que Dios escoge
quién se salva y quién no. Y que da igual lo que hagamos porque Dios ya
tiene a Su grupo escogido. No. Lo que nos dice es que Dios es Omnisciente,
que lo sabe todo, y obviamente Dios sabe quién se salva, y quién no. Pero no
porque Él los haya escogido, sino porque Dios vive en la eternidad, y conoce
nuestro futuro. ¿Lo he explicado bien? Dios quiere que todos se salven, pero
sabe quiénes se van a salvar, porque Dios lo sabe todo.
Romanos 8:15-17

«Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis
recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! El Espíritu mismo da testimonio
a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios. Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y
coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos
glorificados».

En Cristo ya somos hijos de Dios. ¡Gloria a Dios! Dios es nuestro buen


Padre. Podemos tener confianza de hablar con Él, sabiendo que lo que es
importante para mí, también lo es para Él, porque es mi Padre que me ama.
No es una posición que me he ganando, sino que Dios ha querido hacerme Su
Hijo.

Por eso, quiero que esto quede bien claro, la más alta posición que una
persona puede tener es la de ser hijo de Dios, es estar en Cristo. Y esto es
algo que debes abrazar y disfrutar.

Lamentablemente por la «apostolítis» y la «profetitis» que hay en algunos


sectores evangélicos (y sinceramente estoy muy cansado de estas cosas
absurdas), hay gente que piensa que si es apóstol o profeta, es superior a los
demás. ¡NO!

No existe posición más alta que estar en Cristo, que ser hijo de Dios.
No te menosprecies. Ni permitas que alguien te menosprecie.
Doy gracias a Dios, porque en Su favor inmerecido me está usando como
pastor, pero ¿sabes qué? Dios no me habla a mí como pastor. Dios no se
dirige a mí como pastor.
Dios me habla como Su hijo que soy. Dios me llama Kenneth, y me dice
«eres mi hijo amado en el que tengo complacencia».
Ser pastor es una función, pero no me hace superior, ni inferior a nadie.
Soy un hijo de Dios, y en Cristo tú también lo eres. Disfruta esta posición,
porque no existe una posición superior.
Y para acabar este punto y seguir con el siguiente, hemos leído que por ser
hijos de Dios, también somos herederos. Ya tenemos herencia por estar en
Cristo.
La herencia son todos estos beneficios que estamos hablando, y más. Pero la
herencia no es algo que se gana, es algo que se recibe por ser hijo.
No trates de ganarte o merecerte tu herencia, simplemente recuerda que ya es
tuya porque eres hijo, y eres hijo, porque en Cristo has sido hecho un hijo de
Dios.

Bendición:
Efesios 1:3
«Bendito sea el Jesucristo, que

Dios y Padre de nuestro Señor nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en
Cristo».

Otro de los beneficios de la obra completa de Cristo Jesús es la bendición. La


bendición es el poder de Dios para avanzar, para prosperar.

Algunos piensan que la sanidad es la bendición, o que un trabajo nuevo es la


bendición. Pero no, eso son manifestaciones de la bendición. La bendición
que hay en nosotros es mayor que un milagro, o que un trabajo, etc… es un
poder, el poder de Dios en nosotros.

La bendición no es algo que nos ganamos, o que nos merecemos, sino que es
un regalo de Dios para nosotros. Lo que vemos en este verso de la carta a los
Efesios es que en Cristo ya hemos sido totalmente bendecidos. No vamos a
ser bendecidos, ya hemos sido bendecidos. Recuerda lo que hemos aprendido
acerca del espíritu, el alma y el cuerpo.

Esto no tiene que ver con si te sientes bendecido, o no. Esto tiene que ver con
el hecho que no puede ser cambiado.

Ya hemos sido bendecidos.


Por lo tanto, la maldición no tiene ningún poder sobre nosotros. Es
sorprendente como existen cristianos que le tienen miedo a las maldiciones, o
trabajos que les puedan haber hecho de brujería, o algo similar.
Me sorprende, porque entonces no hemos entendido el poder que tenemos
por causa de estar en Cristo. ¡No existe poder superior al poder de Dios! Esto
es así. Por eso necesitamos entender lo que ya ha sido hecho en nosotros,
para que disfrutemos de eso y no seamos engañados.
Por otro lado, tenemos gente que habla de las maldiciones generacionales, es
decir maldiciones que van pasando de generación en generación.
Es cierto que si miramos el antiguo testamento vemos que nos habla de
bendiciones que alcanzan hasta la tercera y cuarta generación y también de
maldiciones que llegaban hasta esas generaciones (ver Éxodo 20:5 /
Deuteronomio 5:9).
Pero eso era en el antiguo testamento, por eso es tan importante que
aprendamos a dividir los pactos correctamente.
Recordemos que con Cristo todo cambió. Ya no estamos viviendo bajo el
pacto de la ley, sino que estamos bajo el pacto de la gracia (ver Romanos
6:14).
Bajo este pacto de gracia, una vez que estamos en Cristo, toda, repito, toda
maldición queda totalmente rota. No existen maldiciones generacionales bajo
el pacto de la gracia. No tienes que hacer nada para romper con esas
maldiciones.
Te aseguro que si Cristo no las ha podido romper, entonces no hay nada que
las pueda romper.
¡Pero gracias a Dios que en Cristo ya somos benditos!
Y si somos benditos, entonces no podemos estar bajo maldición. O estás bajo
bendición, o estás bajo maldición, pero no puedes estar debajo de las dos al
mismo tiempo. Por favor, déjate convencer por esto: estás en Cristo y en
Cristo has sido bendecido con toda bendición.
Proverbios 10:22 «La bendición del Señor es la que enriquece, y no añade tristeza con ella».

Hay miles de formas de vivir la vida, pero solo una no añade tristeza, y es la
vida bajo la bendición de Dios, la vida en Cristo. ¡Disfruta de la bendición
que ya tienes por estar en Cristo!

Sabiduría:
La sabiduría de Dios es clave en nuestras vidas. Es clave para los tiempos que
vivimos en los que la

gente vive sin esperanza ni seguridad.


Proverbios 4:5-7
«Adquiere sabiduría, adquiere inteligencia; no te olvides ni te apartes de las razones de mi boca; No la
dejes, y ella te guardará; Ámala, y te conservará. Sabiduría ante todo; adquiere sabiduría; Y sobre
todas tus posesiones adquiere inteligencia».

La sabiduría es la capacidad de tomar decisiones correctas que afectan para


bien a nuestro futuro.
Estoy seguro que en lo que llevas de vida ya has tenido que tomar muchas
decisiones.
Y seguirás tomando decisiones continuamente.
Obviamente hay decisiones que no son tan importantes, o determinantes en
nuestras vidas, pero hay otras que sí lo son.
Los versos que hemos leído, aunque están bajo el pacto de la ley, nos enseñan
la importancia de la sabiduría en nuestras vidas. ¿Cuántos de nosotros no
hemos sufrido por tomar alguna decisión incorrecta? Lamentablemente yo he
tenido malas experiencias por equivocarme en mi toma de decisiones.
Pero, gracias a Dios, que un día me hizo entender que tengo la capacidad de
tomar decisiones correctas siempre, porque estoy en Cristo y Cristo es mi
sabiduría.
1ª Corintios 1:30
«Mas por él estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría, justificación,
santificación y redención».

Ya tenemos la sabiduría de Dios. Proverbios nos decía que adquiriésemos


sabiduría, pero ahora Dios nos la ha regalado en Cristo. Puedes tomar
decisiones correctas siempre, no tengas miedo a equivocarte.

Da gracias a Dios porque Cristo ha sido hecho sabiduría en ti. Y cuando


tengas que tomar una decisión, simplemente confía en la realidad que Cristo
ha sido hecho tu sabiduría.

Así que párate antes de hacer nada, y agradece a Dios porque puedes tomar
decisiones correctas en Cristo.
Sanidad:
Isaías 53:4-5
«Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por
azotado, por herido de Dios y abatido. Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros
pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados».

Sanidad en todo nuestro cuerpo es otro de los maravillosos beneficios de la


obra completa de Cristo Jesús que fue hecha a nuestro favor.

Es muy bueno saber que en medio de tanta incertidumbre, y de tantas


enfermedades que se puedan escuchar, nosotros tenemos una seguridad de
sanidad en Cristo. Dios es nuestro sanador.

Estos versos que hemos leído nos dicen muy claramente que Jesús llevó todo
dolor y toda enfermedad. Hasta donde yo sé, todo significa todo, es decir, que
no queda nada fuera. No hay enfermedad que Jesús no haya llevado. No hay
dolor que Jesús no haya sufrido. Y por eso, si Él lo llevó, yo no tengo que
llevarlo. ¡Gloria a Dios!
Por lo tanto, si la sanidad forma parte de la obra que Cristo hizo, quiere decir
que es un regalo de Dios para nosotros. La sanidad no es algo que tengo que
ganarme o merecerme, sino que me ha sido dada por gracia. Y si me ha sido
dada por gracia, quiere decir que se recibe por medio de la fe.

La sanidad no se compra, porque no está en venta. No se compra con dinero,


dando ofrendas, pero tampoco se compra con nuestras buenas obras, porque
si pudiera comprarse, ya no sería gracia.

Yo no debo dar una ofrenda para que Dios me sane. Tampoco debo tratar de
conseguir mi sanidad por medio de obras de ley, o por medio de mis
sacrificios para Dios. Dios ya nos sanó en Cristo, en su sacrificio completo y
perfecto.

La sanidad es un regalo para todo ser humano. La voluntad de Dios es que


estemos sanos, y disfrutemos de una larga vida en la tierra, llena de salud y
fuerza. Yo no estoy diciendo que nunca nos va a doler algo, o que nunca
vamos a ser atacados por alguna enfermedad. Lo que estoy diciendo, es que
cuando eso pase, yo tengo el derecho legal de resistir ese síntoma, esa
enfermedad, y de hablar sanidad sobre todo mi cuerpo.

Tampoco estoy diciendo que no debemos ir a los médicos, y que no debemos


tomar los medicamentos que los médicos nos receten. Eso sería una completa
estupidez, y perdón por la expresión.

Los médicos son usados por Dios, Dios les ha dado la inteligencia, y ellos
también combaten contra las enfermedades, y desean que la gente esté sana,
pero ellos están limitados.

Lo que sí digo es que Dios es el que nunca falla. Que puedo confiar en Dios
para ver la sanidad de un dolor de cabeza manifestada, pero también para ver
la sanidad de un cáncer, o de una enfermedad incurable manifestada.
No debemos temer a la enfermedad, porque en Cristo tenemos absoluta
sanidad. Nuestros ojos deben estar puestos en Jesús y en todo lo que Él hizo a
nuestro favor.
Veamos algunos versos que nos muestran que la voluntad de Dios es sanidad:
Mateo 8:16-17
«Y cuando llegó la noche, trajeron a él muchos endemoniados; y con la palabra echó fuera los
demonios, y sanó a todos los enfermos; para que se cumpliese lo dicho por el profeta Isaías, cuando
dijo: Él mismo tomó nuestras enfermedades, y llevó nuestras dolencias».

¿Te has dado cuenta de lo que hemos leído? Jesús no se dedicó a sanar algún
que otro enfermo. Jesús sanó a todos los enfermos.

Ahora, recordemos que Jesús es la voluntad del Padre personificada. El


propio Jesús nos enseñó que el que le ha visto a Él, ha visto al Padre. Y que
Él hacía lo que había visto a su Padre hacer, y decía lo que había oído a su
Padre (ver Juan 14:6-11).

Por lo tanto, si Jesús sanó a todos los enfermos, y Jesús representa la


voluntad del Padre, quiere decir que la voluntad de Dios es sanidad.

¡Porque Dios es bueno siempre!

Dios no quiere enseñarte algo por medio de una enfermedad. En ninguna


parte de la Biblia se nos dice que Dios ha puesto la enfermedad como nuestro
maestro. Ahora Dios nos dejó Su Palabra y al Espíritu Santo para enseñarnos.
No aceptemos tradiciones de hombres como si fueran la Verdad, la Verdad es
Cristo, y en Cristo hemos sido sanados.
Marcos 1:40-42
«Vino a él un leproso, rogándole; e hincada la rodilla, le dijo: Si quieres, puedes limpiarme. Y Jesús,
teniendo misericordia de él, extendió la mano y le tocó, y le dijo: Quiero, sé limpio. Y así que él hubo
hablado, al instante la lepra se fue de aquél, y quedó limpio».

Aquí podemos ver varias cosas.


La primera es que se acerca un leproso a Jesús. Recordemos que la lepra era
una enfermedad contagiosa e incurable en aquellos tiempos. Los leprosos
debían vivir apartados, según la ley, de la ciudad.
Este leproso tuvo el atrevimiento de acercarse a Jesús, y esa es una señal de
fe. Sabía que se jugaba la vida, pero le daba igual, estaba desesperado.
Vemos también en las palabras del leproso que tenía fe, porque dice: «Puedes
limpiarme». O sea, estaba convencido del poder que Jesús tenía para sanar.
Pero, hay un pequeño problema, aunque sabía que Jesús tenía el poder para
limpiarle, no sabía si Jesús iba a querer hacerlo.
Y aquí es donde se encuentran algunos cristianos hoy en día. Saben que Dios
tiene el poder de sanarles, pero desconocen si es Su voluntad hacerlo.
Por eso, en el primer capítulo te hablaba de los peligros de ignorar la obra
completa de Cristo Jesús. Dios quiere y puede sanarte, y la realidad es que
Dios ya te ha sanado en Cristo. Jesús le dijo bien claro: «Quiero». Y repito lo
que he dicho antes, Jesús es la manifestación de la voluntad del Padre. Si no
dudas del poder de Dios, por favor tampoco dudes que la voluntad de Dios es
sanarte y que en Cristo la sanidad te pertenece totalmente.
Pero fíjate que antes de que Jesús le dijera que quería sanarle, Jesús hace
algo.
El evangelista Marcos nos dice que Jesús tuvo misericordia de este leproso.
¿Cómo lo supo Marcos? Porque Jesús extendió su mano y le tocó.
Tocó a alguien que tenía una enfermedad que se contagiaba con el tacto. Esa
fue una clara demostración del amor de Dios hacía esta persona enferma. Y
aunque Jesús no hubiera dicho nada, el leproso, después de aquel gesto, ya
tenía claro que Jesús le quería sanar.
Permíteme hablar de algo que creo que es importante y está relacionado con
este pasaje.
Algunos toman estos versos para decir que Jesús le mandó al leproso pagar
por su sanidad.
Por favor, nada más lejos de la verdad.
Recordemos que Jesús nació bajo la ley (ver Gálatas 4:4). Recordemos que
Jesús vino a cumplir la ley (ver Mateo 5:17). Este hombre estaba leproso, por
lo tanto, estaba apartado de la sociedad. Y según la ley, si alguien era limpio
de la lepra, tenía que presentarse al sacerdote para que lo examinara, y si el
sacerdote veía que realmente estaba limpio, se hacía una ofrenda que ya
estaba claramente definida en la ley (ver Levítico 14:1-32).
Jesús no le está diciendo que pague por su sanidad. Pero si este hombre
quería volver a reunirse con su familia, si quería volver a trabajar, tenía que
respetar todos los pasos que Dios había dado a Moisés en la ley, esto incluía
ofrecer el sacrificio correspondiente.
No podía por sí mismo volver a la ciudad, solamente el sacerdote podía
decidir que realmente estaba limpio y que podía volver con su familia. Y eso
es lo que Jesús le dijo que hiciese.
La sanidad no se paga, es gratis para nosotros, porque Jesús ya la pagó por
nosotros.
No te conformes con enfermedades o dolores. No aceptes lo que no es tuyo,
lo que no te pertenece. Decide disfrutar del regalo inmerecido de la sanidad.
No sabemos si este leproso había hecho algo que le hacía creer que no era
merecedor de ser sano.
A lo mejor piensas que no te mereces ser sano. Y déjame decirte algo, y por
favor sigue leyendo después que te lo haya dicho. Tienes razón. No mereces
ser sano.
Yo tampoco lo merezco. Y por eso se llama Gracia. La gracia es lo que Dios
nos da sin que lo merezcamos. Eres sano por gracia, no porque lo merezcas.
Nunca mereceremos todo lo que Dios ya ha hecho por nosotros. Pero ya está
hecho. Ya está acabado. Por lo tanto, si Dios ya lo ha hecho, ¿por qué
nosotros no vamos a disfrutarlo? Disfruta tu sanidad como un regalo que
Dios te ha hecho.
Prosperidad:
¡Vaya palabrita! Lamentablemente tenemos muchos cristianos a los que no
les gusta nada escuchar hablar acerca de prosperidad. Le tienen alergia, les
salen sarpullidos en la piel, levantan todas sus defensas, suenan todas las
alarmas en su mente y se cierran por completo a querer aprender la verdad.
Por favor, sigue leyendo, porque te aseguro que lo que vas a leer te va a
ayudar mucho.
Entiendo la reacción de las personas que comentaba antes, porque
lamentablemente ha habido, hay, y creo que seguirá habiendo mucho abuso
respecto al tema de la prosperidad. No quiero alargarme, pero sí quiero dejar
algunas cosas claras.
Prosperidad es una palabra bíblica, es decir, que sale en la Biblia, y también
encontramos el verbo prosperar y derivados.
Marcos 1:43-44
«Entonces Jesús le encargó rigurosamente, y le despidió luego, y le dijo: Mira, no digas a nadie nada,
sino ve, muéstrate al sacerdote, y ofrece por tu purificación lo que Moisés mandó, para testimonio a
ellos».

3ª Juan 2
«Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu
alma».

Cometemos un terrible error si decimos que prosperidad es solo dinero. No es


así.
Hemos leído que podemos prosperar en todas las áreas. Hay un dicho que
dice: «Es tan pobre que solo tiene dinero». Bueno, pues la prosperidad bíblica
no es solo dinero.
Si tengo mucho dinero, pero estoy enfermo, eso no es prosperidad.
Si tengo mucho dinero, estoy sano, pero mi familia está mal, eso no es
prosperidad.
La voluntad de Dios es que prosperemos en todo. ¿Incluye dinero? Sí, pero
no es el todo.
Es como si alguien me pregunta qué ingredientes lleva una paella (y te
aseguro que no soy la mejor persona para hacerle esa pregunta) y yo solo
digo que lleva arroz.
Es verdad, pero es incompleto.

Debemos prosperar en nuestro conocimiento de

Cristo.
Debemos prosperar en renovar nuestra forma de
pensar con la Palabra de Dios.
Debemos prosperar en nuestras relaciones con los
demás.
Debemos prosperar en cada área de nuestra vida.
Esto debe quedar muy claro.
Al igual que la sanidad, la prosperidad también es la voluntad de Dios para el
ser humano.
A veces se ha reducido la salvación a solamente ir al cielo, lo cual es
maravilloso, y gracias a Dios por ese regalo. Pero la salvación es un paquete
completo. En el original griego se usan las palabras soteria o sozo para hablar
de salvación, y quieren decir «ser libres del pecado y de todas las
consecuencias del mismo». Si vamos al inicio, vemos que en el jardín del
Edén todo era perfecto, era bueno en gran manera (ver Génesis 1:31). No
había enfermedades, ni problemas financieros, ni maldición, etc… hasta que
el hombre cometió alta traición a Dios. Entró el pecado, y con el pecado todo
lo malo que conocemos hoy.
Pero en Cristo hemos sido salvados, es decir, hemos sido hechos libres del
pecado y de todas sus consecuencias.
Antes del pecado no había pobreza, ni enfermedad, ni nada malo en el jardín
del Edén. Y ahora estamos en Cris

to, y en Cristo no hay pecado, por eso en Cristo no hay enfermedad, ni


pobreza, ni nada malo.

Como forma parte de nuestra salvación, y te vengo repitiendo en cada uno de


los beneficios que estamos viendo, la prosperidad en cada área de nuestras
vidas no es algo que podemos ganarnos, o merecernos, sino que es un regalo
del favor inmerecido de Dios.

Habiendo dicho esto, ahora hablemos un poco de finanzas, y repito que de


cada beneficio se puede escribir un libro, pero veamos algo por encima el
tema de prosperidad financiera.

Algunos piensan que se ganan su prosperidad financiera con sus ofrendas,


pero eso no es así.
Nosotros no damos ofrendas para que Dios nos dé prosperidad, nosotros
damos ofrendas porque tenemos una naturaleza de generosidad, que es la
misma naturaleza de Dios (ver 2ª Pedro 1:4).
No damos para prosperar sino que en Cristo ya somos prósperos, y por eso
damos generosamente. Damos porque entendemos que todo lo que tenemos
es porque lo hemos recibido de Dios, Él nos lo ha dado. Y damos en
agradecimiento al amor incondicional de Dios hacia nuestras vidas.
Damos también porque queremos que Cristo siga siendo predicado cada vez a
más gente y cada vez en más lugares, para la extensión del Evangelio. Por
eso que la prosperidad no es para retener, o amontonar, sino que es para
repartir.
2ª Corintios 9:8
«Y poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia, a fin de que, teniendo siempre en
todas las cosas todo lo suficiente, abundéis para toda buena obra».

Filipenses 4:19
«Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús».

Dios ha suplido en Cristo Jesús y en Su obra completa todo, todo lo que te


falta. Por eso, no trates de ganarte la prosperidad, simplemente cree que Dios
ya te la ha dado por Su gracia.

No es la voluntad de Dios la pobreza, ni la escasez, Dios siempre ha sido un


Dios de abundancia, y desea la abundancia para todos, sin hacer acepción de
persona.

Prosperidad financiera tiene que ver con tener todo suplido en nuestra vida,
sin deudas, y tener de sobra.
No creamos lo que la religión nos ha querido enseñar, la pobreza no es señal
de humildad, perdóname pero yo conozco muchos pobres orgullosos.
Humildad es depender de Dios siempre, incluso en nuestras finanzas.
Para mí una de las claves para entender esto es saber que todo lo bueno viene
de Dios, que no buscamos tener y aparentar, sino que queremos dar y
bendecir a otras personas. Si no tenemos dinero ni para pagar nuestras
cuentas, ¿cómo vamos a poder colaborar con la predicación del Evangelio?
Los folletos, programas de radio y televisión, misioneros, locales de
reuniones, etc…todo cuesta dinero, y Dios nos ha suplido para que podamos
dar generosamente.
Recuerda que si alguien no predica, la gente no podrá oír, y si no oyen no
pueden creer en Jesús (ver Romanos 10:14-17). Por favor, disfruta de tu
prosperidad financiera porque Cristo pagó por ella.
Libertad:
Vuelvo a hablar de libertad pero ahora de una forma un poco más extensa.
Juan 8:36
«Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres».

En Cristo hemos sido hechos totalmente libres. Lamentablemente muchas


personas piensan que son libres, pero en realidad no lo son. ¿Cómo me atrevo
a afirmar algo así? Porque la verdadera libertad solamente se encuentra en
Cristo.

Sin Cristo no hay verdadera libertad.


Personas que viven atadas a diferentes vicios, tabaco, alcohol, pornografía,
mentiras, etc… y piensan que son libres, y por eso hacen lo que hacen. Pero
no pueden pasar mucho tiempo sin fumar, o sin beber, o sin mirar
pornografía, o sin mentir, por lo tanto, no son libres.
¿Qué ocurre cuando ya he sido encontrado por Dios pero todavía sigo con
esos vicios?
El problema es que no me he dado cuenta de quién soy en Cristo.
El problema es que no estoy confiando en Dios realmente. Y no confío en
Dios porque no se me ha revelado cuánto me ama Dios.
Por eso, creo firmemente que Dios está usando este libro para ayudarte,
porque es necesario que todos crezcamos en el conocimiento de Cristo, de lo
que Cristo hizo por cada persona, y por consiguiente, de quién soy yo en
Cristo y del amor de dios hacia mi vida.
En Cristo ya eres libre, verdaderamente libre, totalmente libre. De ahí la
importancia de entender a dividir nuestro ser de la forma correcta como
hemos visto en el capítulo anterior.
Porque entender bien este tema no solo te va a ayudar a ver la libertad que ya
tienes en Cristo, sino que te va a ayudar a disfrutar de la herencia que Dios
nos ha dado en Cristo para todas las áreas de la vida, incluso lo que
hablábamos antes de sanidad, prosperidad y la bendición.
Otra cosa que debes tener clara es que no trates de esforzarte para ser libre. Si
estás en Cristo, ya eres libre.
Gálatas 5:1
«Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no estéis otra vez sujetos al yugo de
esclavitud».

Cristo te ha hecho libre. Por favor no permitas que nadie te convenza de lo


contrario. Solo déjate convencer por la Verdad, y la Verdad es Cristo.

Puedes levantarte cada mañana y decir con total confianza: «Ya soy libre en
Cristo». Puedes decirlo cada vez que te enciendas un cigarro. Puedes decirlo
cada vez que vayas a beber, o a ver pornografía. Puedes decirlo cada vez que
vayas a mentir.

Y que quede bien claro, todas estas cosas son dañinas y perjudiciales. Pero te
aseguro que si tratas de dejarlas basado en tu propio esfuerzo, no podrás. Pero
si lo haces abrazándote a la gracia de Dios, verás que un día, sin darte cuenta,
ya llevarás tiempo sin fumar, ni mentir, ni bebiendo, ni viendo pornografía,
habrás experimentado la libertad que ya tienes en Cristo.

Lo que haces no determina quién eres. Cristo determina quién eres. Pero
cuando entiendes quién eres, cambiarás lo que haces, cambiará todo tu
comportamiento.

Pero el cambio siempre empieza en el interior de la persona primero, y luego


se acaba manifestando al exterior. El cambio de comportamiento no viene por
el propio esfuerzo, sino que viene entendiendo, y siendo conscientes, del
cambio que Dios ya ha hecho en nuestro interior.

La religión se enfoca en cambiar el comportamiento de la persona, pero lo


importante es que tengamos las creencias correctas.

No trates de cambiar tu comportamiento, sino que cambia tus creencias.


¿Cómo lo haces? Cambiando lo que oyes.
Cuando oyes el Evangelio, cuando Cristo te es predicado, vas a creer el
Evangelio, y vas a caminar conforme el Evangelio. Por eso, busca una buena
iglesia donde congregarte. Un lugar donde te prediquen a Cristo, el
Evangelio.

La Biblia nos enseña que debemos crecer en la Gracia (ver 2ª Pedro 3:18),
pero para crecer en la Gracia, debo ser enseñado en la Gracia. Si no sabes
dónde congregarte, ponte en contacto conmigo para poder darte direcciones
de congregaciones.

¡Disfruta tu libertad absoluta en Cristo!

Bueno hasta aquí algunos de los beneficios de la obra completa de Cristo


Jesús. Te invito a que puedas seguir estudiando el tema y descubriendo más
beneficios en la Palabra de Dios. Es cierto que estamos llegando al final del
libro, pero todavía hay cosas muy buenas para aprender. Si quieres, puedes
tomarte un café o un refresco y te espero en el siguiente capítulo.
CAPÍTULO 7

POR MEDIO DE LA FE

Pues llegamos al capítulo final de este libro. Gracias por seguir ahí ya que
todavía tenemos varias cosas importantes para ver, y es lo que vamos a hacer
aquí.

A lo largo de todo este libro ya hemos visto la magnífica, completa, más que
suficiente, obra que Jesús hizo a favor de toda la humanidad.

Hemos visto que es una obra acabada, a la que no se le puede añadir, ni quitar
nada. Hemos hablado de los beneficios que todos podemos disfrutar por
causa de lo que Jesús ya pagó. Y lo que vamos a ver en este capítulo final es
cómo nosotros podemos experimentar esa obra completa en nuestras vidas.

Porque estoy seguro que alguno de vosotros, mientras iba leyendo el libro,
pensaba: «Todo esto está muy bien. Suena muy bonito. Pero yo no estoy
viendo nada de eso en mi vida. Entonces, ¿cómo puedo ver en mi vida los
beneficios de esta maravillosa obra hecha a mi favor?»

Pues vamos a responder esa pregunta a continuación. Como hemos visto


anteriormente todo lo que Dios ha hecho a favor del ser humano, lo ha hecho
por gracia, es decir, como un favor no merecido, ya que esa es una de las
definiciones de la palabra: «gracia = favor no merecido».
Efesios 2:8-9
«Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por
obras, para que nadie se gloríe».

Dios lo hizo porque nos ama, y nos ama de manera incomprensible para
nosotros, nos ama de forma totalmente incondicional. Eso quiere decir, que
Dios hizo lo que hizo por medio de la obra completa de Jesucristo, sin
demandar algo de nosotros, sin pedirnos algo a cambio.

Lo hizo, lo dejó hecho, y ahora está totalmente a nuestra disposición, a


disposición de todo ser humano. Así de bueno es Dios.
Dios nunca ha sido el problema del ser humano, todo lo contrario, Dios es
siempre la solución para cualquier problema que podamos enfrentar. Dios no
es nuestro enemigo. Y por eso, en Cristo y en Su obra completa, Dios dejó la
salvación disponible para todos nosotros.

Ya hemos visto el significado de la palabra «salvación». Por lo tanto,


entendemos que la salvación no sólo se refiere a ir al cielo, sino que se refiere
a disfrutar la vida abundante que Jesús vino a traernos (ver Juan 10:10). Y
eso implica todos los beneficios que hemos hablado en el capítulo anterior, y
muchos más de los que no he hablado en este libro.

Ahora, que quede bien claro que Dios no nos obliga a nada. Es cierto que Él
es Soberano, pero nos ha dado libre elección, para que nosotros seamos los
que decidimos vivir para Él y servirle. En capítulos anteriores hemos hablado
del alma, y recuerda que en el alma está la voluntad de la persona. En la tierra
hay algo más fuerte que la voluntad de Dios, y es la voluntad del ser humano.

Dios quiere que todos se salven (ver 2ª Pedro 3:9), pero sin embargo hay
personas que deciden rechazar esa salvación. Si todos fueran salvos porque
Dios quiere, ¿para qué predicamos? ¿Porqué Jesús nos dijo que predicáramos
por todo el mundo y que sólo el que creyere sería salvo?

Por eso, en este capítulo hablamos de la vida de fe. Porque la vida de fe es


decidir voluntariamente disfrutar de todos los beneficios de la obra completa
de Cristo. La vida de fe es decidir voluntariamente confiar en Dios siempre,
depender de Dios en cada área de nuestras vidas.

Por lo tanto, Dios no me obliga a caminar sano, o a caminar próspero, sino


que soy yo el que debe decidir disfrutar de esos regalos. La mesa está
preparada, pero yo puedo participar de lo que hay en la mesa, o ver como los
demás participan. La decisión es mía.
Deuteronomio 30:19
«A los cielos y a la tierra llamo por testigos hoy contra vosotros, que os he puesto delante la vida y la
muerte, la bendición y la maldición; escoge, pues, la vida, para que vivas tú y tu descendencia».

Es cierto que este es un verso del antiguo pacto, pero también es muy cierto
que hay algo que no ha cambiado, y es que Dios nos da el poder de decidir.
Obviamente, si no conocemos lo que Dios nos ha dado, no podemos decidir a
favor de eso. Pero ahora ya sabes lo que Dios ha hecho por ti, y por cada
persona de este planeta. Y por eso ahora está en tu campo la pelota.

Tú decides si quieres vivir la vida de fe, o no. Evidentemente, mi consejo es


que te decidas por la vida de fe, es algo maravilloso, toda una aventura.

Como hemos leído en los versos de Efesios, todo lo que tiene que ver con la
salvación ha sido dado por gracia, no por obras. ¿Por qué? Porque es la
manera a través de la cual Dios siempre se lleva la gloria.

Nadie podrá entrar al cielo, o nadie podrá caminar en los beneficios de la


obra completa de Cristo Jesús, gracias a su propio esfuerzo, o a sus obras.
Nadie.

Nadie podrá decirle a Dios, «yo estoy aquí porque me lo merezco». Todos,
absolutamente todos los que hemos sido alcanzados por la gracia de Dios,
reconoceremos que no lo merecíamos, y por eso pasaremos una eternidad
agradeciendo a Dios Su amor incondicional, y Su favor inmerecido hacia
nosotros.

Consecuentemente, no es algo que nos ganamos, o nos merecemos,


dependiendo de cosas que hagamos, o dejemos de hacer.

Por eso, todo está disponible para toda persona, sin importar su condición, su
status económico, su lugar de nacimiento, raza, etc; la obra completa de
Cristo fue hecha a favor de toda la humanidad, y al ser algo que no nos
ganamos, ni merecemos, todos tenemos acceso a ella por medio de Cristo
Jesús.

A mí me gusta decirlo de esta manera: Cualquier persona puede recibir


cualquier cosa buena de parte de Dios en cualquier momento. Dios no hace
acepción de personas (ver Hechos 10:34 y Romanos 2:11)

Esto es muy importante que lo entendamos para poder beneficiarnos de todo


lo que ya ha sido hecho a nuestro favor. Además, yo creo que estas son
noticias buenísimas, ¿no piensas lo mismo? Por eso cuando hablamos de
Evangelio, hablamos de las muy buenas noticias de la gracia de Dios. Por lo
tanto, para que quede claro, toda persona puede beneficiarse de la salvación,
de todos, absolutamente todos, los beneficios de la obra completa de Cristo.

Pero, como te decía al comenzar este capítulo, vamos a ver cómo podemos
experimentar en nuestras vidas esta salvación tan gloriosa. Solo existe una
manera: por medio de la fe.

Volveré a repetir algunas cosas que he dicho antes, y veremos otras más que
son muy importantes.
Fe es lo único que puede recibir de todo lo que la gracia de Dios ya nos ha
dado.
Para mí fue muy fácil entender esto cuando me enseñaron que la fe es la
mano vacía que recibe de la mano llena de la gracia.
Es decir, el mérito no está en la fe, el mérito está en lo que Jesús hizo por
nosotros. Esto es importante porque a veces a la gente le gusta llevarse el
mérito de los logros que consiguen, y en los cristianos también pasa, porque
algunos dicen: «Yo he conseguido esto con mi fe» o «por mi confesión es
que yo estoy sano» pero la realidad es que si Jesús no hubiera hecho todo lo
que hizo por nosotros, nada de eso sería posible.
Por favor, quiero que quede bien claro que la fe tiene un papel
importantísimo en la vida del creyente, pero no le demos a la fe un lugar que
no le corresponde.
La fe no puede ocupar el lugar de Cristo Jesús.
La fe de este nuevo pacto siempre será fe en Jesús. Pero nunca la fe sustituye
a Jesús.
Hebreos 12:2
«Puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él
sufrió la cruz,

menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios».

Vemos claramente en este verso que sin Jesús no existiría la fe del nuevo
pacto. Por lo tanto, usar fe es correcto, la confesión es correcta, pero no
somos sanos por la confesión, sino que somos sanos porque Jesús nos sanó.

No somos prósperos por la confesión que hagamos, sino que somos prósperos
porque Jesús ya nos hizo prósperos.
La fe en Jesús es lo que agrada a Dios, porque de esa manera reconocemos
que dependemos totalmente de Él.
Hebreos 11:6
«Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le
hay, y que es galardonador de los que le buscan».

Sin ningún tipo de duda, la Biblia es muy clara al enseñarnos que la vida del
cristiano, la vida del justo es una vida de fe. Una vida de fe es una vida de
plena confianza en Dios, y es una vida que constantemente está recibiendo
todo lo que la gracia de Dios ya nos ha dado en Cristo.
Romanos 4:16
«Por tanto, es por fe, para que sea por gracia, a fin de que la promesa sea firme para toda su
descendencia; no solamente para la que es de la ley, sino también para la que es de la fe de Abraham,
el cual es padre de todos nosotros».

Vemos como el apóstol Pablo nos deja bien claro que la fe es una parte clave
para recibir de la gracia. La forma de vivir la vida de gracia es por medio de
la fe. Para vivir de vivir la vida de gracia es por medio de la fe. Para vivir 12).
Pero para vivir la vida bajo la gracia de Dios, la fe es necesaria, porque es una
vida de confianza en Dios.

Es una vida en la que no depositamos nuestra confianza en nosotros, ni en


nuestro intelecto, ni en nuestras acciones, sino que confiamos en Dios, y en lo
que ya fue hecho por medio de la obra completa de Cristo.

Veamos un par de versos más acerca de esto.


Romanos 5:1-2
«Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo; por
quien también tenemos entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos gloriamos en la
esperanza de la gloria de Dios».

Por la fe tenemos acceso a la gracia, no por nuestras buenas obras, no por


nuestra obediencia, sino por la fe, y recuerda que siempre que el nuevo pacto
nos habla de fe, está hablando de fe en Jesucristo.

Por lo tanto, la vida del justo, sabiendo que ya somos justos gracias a Dios, es
una vida de fe. Eso es lo que la Biblia nos enseña.
Romanos 1:17
«Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo
por la fe vivirá».

Hebreos 10:37-38
«Porque aún un poquito, y el que ha de venir vendrá, y no tardará. Mas el justo vivirá por fe; Y si
retrocediere, no agradará a mi alma».

2ª Corintios 5:7
«(Porque por fe andamos, no por vista)».

Vamos a ver un poco acerca de la vida de fe.

Creo que ha quedado claro que todo el mérito es de Cristo Jesús por causa de
lo que hizo a favor de todos nosotros. Y que no hay mérito en nosotros.

Sé que esto a veces es difícil de digerir, porque como ya hemos dicho


anteriormente, al ser humano le gusta mucho llevarse el mérito de las cosas,
pero es necesario, e importantísimo, que reconozcamos que el mérito de
nuestra salvación, sanidad, prosperidad, justificación, etc…no nos pertenece,
solo le pertenece a Dios.

Pero no por eso deja de ser importante la vida de fe, todo lo contrario, si
quiero disfrutar de los beneficios de la obra completa de Cristo, debo vivir la
vida de fe.

Estoy seguro que ya has oído muchas enseñanzas, y posiblemente también


hayas leído muchos libros acerca de la fe, o de la vida de fe. Pero, ¿por qué
no repasar algunas de esas cosas? Creo que recordar cómo vivir la vida de fe
será de gran ayuda.

La fe es un regalo que Dios nos ha dado, lo vimos en Efesios 2:8, para que
podamos vivir nuestra vida cristiana aquí en la tierra. Dios sabía que es
imposible vivir como justos sino es por medio de la fe, y por eso, al estar en
Cristo, Dios nos da fe. Nos da una fe perfecta, nos da una fe completa, una fe
totalmente eficaz.

Dios no da algo imperfecto, o incompleto.


2ª Pedro 1:1
«Simón Pedro, siervo y apóstol de Jesucristo, a los que habéis alcanzado, por la justicia de nuestro
Dios y
Salvador Jesucristo, una fe igualmente preciosa que la nuestra».

Fíjate que el apóstol Pedro dice que aquellos, a los que escribe, tienen una fe
igual de preciosa que la suya. Y esa es la fe que tenemos nosotros, porque
como ya hemos visto anteriormente, Dios no hace acepción de personas.

Esto es muy importante, porque si lo entiendo, entonces entenderé que al


estar en Cristo, nadie tiene más fe que yo, pero nadie de los que están en
Cristo tiene menos fe que yo.

No nos dejemos engañar, los llamados apóstoles no tienen más fe que otros.
Los llamados profetas no tienes más fe que otros. Todos tenemos
exactamente la misma fe, fe en Jesucristo.

Esto me lleva a entender que no debo hacer crecer la fe por medio de mis
obras. Creo que esto te puede ayudar.

A mí me habían enseñado que si no obtenía resultados en algún área de mi


vida, era por falta de fe, y yo tenía que hacer crecer mi fe.

Fíjate bien en esto, por favor, yo tenía que hacer crecer mi fe. Por eso
meditaba más en la Palabra, trataba de escuchar más la Palabra, porque esa
era la forma de hacer crecer la fe.

Lo que hacía era correcto, pero lo hacía con la motivación incorrecta,


recuerda que el mensaje de la Gracia nos lleva a hacer lo correcto con la
motivación correcta siempre.

Y además eso es una obra de la ley, es decir, el crecimiento de mi fe depende


de mí, y por lo tanto es todo lo opuesto a la gracia de Dios, donde todo
depende de Dios. No cometas el error de pensar que algo no ocurre en tu vida
porque no tienes fe suficiente. Tienes la fe del Hijo de Dios, una fe perfecta,
completa y eficaz.
Gálatas 2:20
«Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo
en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí».

«Bueno Kenneth, y si no es falta de fe ¿qué es?» Nunca el problema es la


ausencia de fe, la falta de fe. Pero a veces permitimos que la incredulidad
entre demasiado en nuestras vidas, y esa incredulidad hace que nosotros no
seamos efectivos a la hora de usar la fe que ya tenemos.

La incredulidad puede entrar en nuestras vidas por medio de lo que vemos,


por medio de lo que oímos y por medio de los demás sentidos físicos.

Por eso es tan importante que nos mantengamos conscientes de Cristo y de


Su obra completa siempre. Necesitamos ver en la Palabra, y darle oído, a
todo lo que Cristo ya hizo por nosotros. De esa manera, no vamos a permitir
que la incredulidad se quede en nosotros.

Cuando vemos u oímos algo contrario a la voluntad de Dios, le damos lugar a


pensamientos contrarios a Cristo. Y yo sé que no podemos escoger los
pensamientos que vienen a nosotros, pero sí que podemos escoger con qué
pensamiento nos quedamos.

Y en base a cómo pensamos, es cómo vamos a hablar. Nuestras palabras


siempre son el resultado de lo que pensamos, porque hablamos de lo que
abunda en nosotros. Pero no nos equivoquemos, no confesamos para que
Dios haga algo. Confesamos, o hablamos lo que Dios ya ha hecho.

Esta es una parte muy importante de la fe, porque la fe correcta cree lo que
Dios ya ha hecho en Cristo, y habla lo que Dios ya ha hecho en Cristo.

Déjame decirte algo, creer que un día Dios me sanará, es incredulidad.


Creer que un día Dios lo hará, es incredulidad. La fe no cree que Dios lo hará,
la fe cree que Dios ya lo hizo todo en Cristo. Y por eso confesamos,
hablamos lo que ya fue hecho.
Sé que hay personas que tienen problemas con esto, y lo digo con todo el
respeto del mundo. Piensan que nosotros queremos obligar a Dios a que haga
algo por nosotros, pero eso no es así. Dios es Dios y nosotros no podemos
obligarle a nada. ¡Él es Dios!
Sabemos que Dios es Soberano, pero en Su soberanía Dios decidió enviar a
Jesús por amor a nosotros. Por eso que nosotros no intentamos retorcerle el
brazo a Dios para que nos haga caso. No tiene nada que ver con eso de
«decretar» que van diciendo por ahí. Nosotros simplemente anunciamos algo
que ya ha sucedido.
2ª Corintios 4:13
«Pero teniendo el mismo espíritu de fe, conforme a lo que está escrito: Creí, por lo cual hablé,
nosotros también creemos, por lo cual también hablamos».

Esto es lo que hacemos, hablamos lo que creemos. Si creemos que Jesús ya


llevó nuestras enfermedades y sufrió nuestros dolores (ver Isaías 53:4-5), eso
es lo que hablamos. La fe no es ciega, sino que la fe ve todo lo que fue hecho
en Cristo Jesús y en Su obra completa.

Pasa tiempo en la Palabra viendo la obra completa de Cristo. Busca libros y


predicaciones que te hagan mirar a Cristo. Predicaciones que te lleven a mirar
a Cristo, que te hagan ver todo lo que ya tienes por causa de estar en Cristo.
¡Vive y disfruta la vida de la fe en Jesucristo!

Y nuestras acciones también serán correspondientes a lo que creemos, por


eso que lo que creemos es tan importante.
Santiago 2:17
«Así también la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma».

Cuando habla de obras está hablando de acciones correspondientes a lo que


creemos. Para nada habla de obras para justicia, sino que habla de aquello
que hacemos en base a lo que creemos.

Vivir la vida de fe tiene que ver con hablar, pero también con actuar. No es
quedarnos tirados en el sofá esperando que las cosas caigan del cielo. Tiene
que ver con actuar en lo que creo.

Te aseguro que la fe en Jesús siempre nos va a mover, a ponernos en acción,


sabiendo lo que ya es nuestro en Cristo.

Si me lo permites, me gustaría resumirlo con un organigrama, quizá de esa


forma quede algo más claro.
Hablar Oír CreerActuar
Como podemos ver, lo que oigo afecta a lo que creo, y lo que creo determina
cómo hablo y cómo actúo. De ahí la importancia de oír lo correcto, para creer
lo correcto y acabar hablando y actuando en lo correcto sin ningún esfuerzo.
¡Esta es la vida de fe!
¡Ya está! Conociendo a Cristo y su obra Completa

CONCLUSIÓN

Ahora sí que llegamos al final. Oro y creo que Dios ha usado este libro para
que sea de gran ayuda para tu vida. Esa era la intención, y esa era la
motivación.

Todo lo que he compartido contigo son cosas que cambiaron mi vida, y me


ayudaron en gran manera a disfrutar mi vida cristiana como nunca antes. Por
eso creo que Dios me ha movido a compartirlas contigo. Estoy seguro que
hay mucho más, y juntos vamos a seguir creciendo, y vamos a seguir
aprendiendo, porque eso es lo que hacía también el apóstol Pablo entre otros:
Filipenses 3:7-10

«Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo. Y
ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo
Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo, y ser
hallado en él, no teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la
justicia que es de Dios por la fe; a fin de conocerle, y el poder de su resurrección, y la participación de
sus padecimientos, llegando a ser semejante a él en su muerte».

Kenneth Solá Jordán

Si hay algo que quiero que abraces es la realidad de que Cristo siempre es
más que suficiente. Que Jesús más nada es igual a todo. Que la obra de Cristo
es completa y perfecta, sin nada que añadir.

Deja de mirarte a ti.


Deja de mirar lo que debes hacer, o lo que debes dejar de hacer. Empieza a
mirar a Cristo. Mira Su sufrimiento, pero también Su victoria. Disfruta de
todos y cada uno de los maravillosos beneficios de la obra completa que
Cristo hizo por amor a ti.
Sigue estudiando la realidad de Cristo en la Palabra de Dios. Lee este libro
las veces que sean necesarias para crecer en el conocimiento de Cristo y de
Su obra perfecta y completa.
¡CONSUMADO ES! ¡TETELESTAI!
Si quieres ponerte en contacto conmigo. Si tienes cualquier duda, o pregunta,
respecto a lo que has leído. O si quieres contar algún testimonio. Me gustaría
mucho saber de ti. Puedes contactarme escribiendo a:

[email protected]
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Ediciones Jordán

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