Kenneth Solá Jordán - ¡Ya Está!
Kenneth Solá Jordán - ¡Ya Está!
Kenneth Solá Jordán - ¡Ya Está!
Ediciones Jordán
ISBN: 978-84-947584-5-4
IMPRESIÓN: Egarbook
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En caso de no citar otras fuentes, todos los textos son basados en la Reina Valera, revisión de 1960.
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Tengo el privilegio de conocer a Kenneth desde hace más de 20 años, y de
poder compartir mi vida con él. A lo largo de nuestra vida Dios nos ha ido
llevando por Su Gracia. Cuando en el año 2011, por diversas circunstancias,
empezamos a escuchar acerca de la Gracia de Dios, entendimos que no
éramos el ombligo del mundo, sino que Dios es el todo. Cambiaron nuestras
relaciones, nuestro matrimonio, nuestra manera de educar a los hijos, la vida
laboral, el ministerio; en definitiva, cada área de nuestra vida fue cambiada
gracias a Cristo.
Por tanto, tuve el privilegio de poder ver el proceso de este libro sobrenatural,
desde que se formó en el corazón de mi esposo, hasta que concluyó en papel.
Es un libro espectacular, donde nos presenta a Jesús, solo y exclusivamente.
No es un libro que tiene que ver con lo que nosotros tengamos que hacer,
sino que habla del qué, porqué y para qué de la obra completa de Cristo. No
te voy a contar más. Te animo a que lo leas y disfrutes al descubrir las cosas
buenas que nuestro Padre ha hecho por todos nosotros.
Keyla Porcar
Pastora Iglesia Cambiando Tu Destino Terrassa
La carta a los Efesios nos enseña que los dones del ministerio han sido dados
para perfeccionar a los Santos. Sé que este libro ha sido escrito con el único
deseo de edificar al cuerpo de Cristo. He tenido el privilegio de leerlo y he
podido comprobar que todo creyente que lo lea encontrará una ayuda para
comprender de forma clara la maravillosa obra de Cristo y todas sus
repercusiones positivas para los creyentes.
Para ser sincero, las declaraciones del pastor Kenneth, me recuerdan a las de
Watchman Nee al afirmar: «TODO lo que usted necesita es Cristo».
Juan Jordano
Director de Editorial Egarbook
Director de Ediciones Jordán
AGRADECIMIENTOS
Padre, quiero darte muchas gracias por Cristo y por todo lo que fue hecho a
través de Él a nuestro favor. Gracias Padre por permitirme escribir este libro.
Sin Ti, nada de esto sería posible. Todo lo que soy, todo lo que puedo y todo
lo que tengo es gracias a Cristo Jesús. Dependo de Ti siempre. ¡Muchas
gracias Padre por ser tan bueno siempre!
ustedes. Querido pastor Jim, muchas gracias por dedicar un tiempo para
escribir el prólogo de este libro, realmente ha sido un gran honor para mí. Les
amamos.
Gracias a todos los que en este camino nos han ayudado, y nos ayudan, a
seguir creciendo en el conocimiento de Cristo y de Su obra completa. A cada
pastor y ministro que está en contacto con nosotros, y que ha pasado por la
Iglesia Cambiando Tu Destino Terrassa.
Gracias a cada amigo que siempre está apoyándonos a Keyla y a mí. Por esos
cafés, cenas, comidas o paseos juntos, por esas palabras de aliento que nos
dais siempre. Creo que no es necesario nombraros a todos porque como dice
Marcos Vidal en la canción «Mi regalo»: «Porque de sobra ellos se saben
aludidos». Vosotros formáis parte de este libro.
Gracias, una vez más, a Ediciones Jordán por permitirme seguir cumpliendo
el sueño de publicar los libros que Dios me permite escribir para beneficio de
aquel que los pueda leer.
Gracias a cada uno de los que habéis tenido la oportunidad de leer el libro,
por vuestra ayuda y por los buenos comentarios que habéis hecho.
Y por supuesto, gracias a ti, que tienes este libro entre tus manos. Sé que tu
tiempo es muy, muy importante y valioso, y por eso te doy las gracias por
dedicar de tu tiempo para leer lo que Dios ha puesto en mí para compartir con
otros.
CONTENIDO
Prólogo
Introducción............................................................................ 19
Capítulo 1
Los peligros de la ignorancia.................................................. 25 Capítulo 2
Cristo es nuestro todo ............................................................. 49 Capítulo 3
La misión de Jesús en la tierra................................................ 61 Capítulo 4
Obra completa: nada que quitar, nada que añadir.................. 74 Capítulo 5
Dividiendo nuestro ser correctamente .................................... 90 Capítulo 6
¿Cuáles son los beneficios? .................................................... 99 Capítulo 7
Por medio de la fe................................................................. 141
Conclusión............................................................................ 156
PRÓLOGO
Bueno, pues quién lo iba a decir, aquí estoy otra vez escribiendo. Han pasado
dos años desde que Dios me dio el privilegio de escribir el libro «Firmes en
Jesús: Establecidos en la maravillosa Gracia de Dios». Un libro que, si no lo
has leído, creo que podrías hacerlo para entender mejor el amor y el favor
inmerecido de Dios hacia nosotros.
Pero lo cierto, que quede entre tú y yo, es que ya tenía muchas ganas de
volver a escribir, así que aquí estoy, por la gracia de Dios, dando inicio a este
nuevo libro.
Un libro diferente al primero, por varias razones, una de ellas es que era mi
primer libro y no quería hacerme pesado, es broma. «Firmes en Jesús» tenía
el propósito de llevar al lector a desarrollar un mejor conocimiento de la
Gracia de Dios con un lenguaje sencillo y que fuera fácil de leer.
Este libro, también escrito de forma que sea fácil de leer y de entender, es un
poco más extenso ya que el tema lo requiere. El enfoque de este libro es
Cristo y su obra completa. El enfoque no somos nosotros, y eso quiero que
quede bien claro desde el principio.
Te agradezco mucho que hayas decidido iniciar este viaje. Creo firmemente
que lo que vamos a aprender es uno de los temas más importantes que
cualquier persona pueda estudiar: Cristo Jesús y su obra completa.
CAPÍTULO 1
Pues vamos a meternos de lleno en todo lo que queremos ver en este libro.
Para ello, vamos a ver primero lo peligroso que es ignorar acerca de todo lo
que Cristo ya ha hecho a nuestro favor.
Realmente es impresionante.
Pero como decía, todos ignoramos cosas en esta vida. Y esto no es una
excusa, sino que es una realidad que se evita cuando decidimos adquirir
conocimiento acerca de lo que no sabemos. ¿Cuál es el punto? Hay cosas que
no son tan importantes y si las ignoramos, nuestras vidas no dependen de
ello.
Aunque quiero que quede claro que estoy a favor de adquirir todo el
conocimiento que nos sea posible, siempre es bueno estudiar.
Pero, como te decía, hay algunas cosas que nuestra vida no depende de
saberlas o no, sin embargo, hay otras sumamente importantes, que ignorarlas
hará que suframos. Por ejemplo, si quiero saltar en paracaídas, más me vale
que conozca todos los detalles de cómo funciona un paracaídas, ¿no crees?
Pero, bromas aparte, lo que más nos va a perjudicar en la vida es ignorar a
Cristo Jesús y todo lo que Él hizo a nuestro favor.
Veamos algunos versos bíblicos que nos enseñan acerca de esto:
Oseas 4:6
«Mi pueblo fue destruido, porque le faltó conocimiento. Por cuanto deseschaste el conocimiento, yo te
echaré del sacerdocio; y porque olvidaste la ley de tu Dios, también yo me olvidaré de tus hijos».
En primer lugar, y aunque no sea nuestro tema, debemos entender que este es
un verso del antiguo testamento, y que está bajo el pacto de la ley. Por eso
vemos que Dios dice que se va a desentender de ellos, pero porque ellos
primero se han desentendido de Dios.
Todo eso cambió con Jesucristo, en este pacto de gracia. Para entender esto
debemos estudiar la diferencia entre pactosy entender el contexto de este
verso, etc… pero como digo, no nos detenemos aquí porque no es el tema.
Pero, aunque sea un verso del antiguo testamento, el principio que vemos no
cambia: Hay destrucción que viene cuando no conocemos a Dios, cuando no
conocemos Su Palabra, cuando no conocemos el pacto en el que estamos.
Cuando ignoramos lo que Dios ha hecho por nosotros.
Hemos visto que se puede ignorar de dos maneras, y este verso nos lo
confirma: Ignoramos porque no hemos adquirido el conocimiento, o
ignoramos porque desechamos el conocimiento que viene a nosotros. Es
decir, nos enseñan algo, pero como no está de acuerdo al molde que ya tengo
establecido en mi vida, o quizá porque no quiero cambiar lo que sé, ya que
sería un proceso a lo mejor algo doloroso, decido no recibir ese
conocimiento. Pero una vez leí que es mejor el dolor temporal que produce el
cambio, al dolor permanente del no cambiar. Y es triste ver como hay gente
que sufre simplemente porque han decidido no cambiar.
Por eso, te voy a pedir un gran favor. Y tú dirás, «si está en mi mano,
Kenneth, cuenta con ello». Gracias, muchas gracias. Y sí, sé que está en tu
mano, así que ya te has comprometido a hacerme el favor: recibe el
conocimiento que Dios quiere darte a través de este libro. No te cierres a lo
que Dios quiere enseñarte.
No dejes de leer porque algo no concuerda con lo que te han enseñado antes.
Termina este libro, y permite que Dios te persuada respecto a todo lo que
Cristo ya hizo por cada uno de nosotros. Te aseguro que no te arrepentirás, y
estarás sumamente agradecido a Dios por todo lo que vas a aprender.
Filipenses 3:1
«Por lo demás, hermanos, gozaos en el Señor. A mí no me es molesto el escribiros las mismas cosas, y
para vosotros es seguro».
2ª Pedro 1:12
«Por esto, yo no dejaré de recordaros siempre estas cosas, aunque vosotros las sepáis, y estéis
confirmados en la verdad presente».
En estos dos versos, tanto el apóstol Pablo como el apóstol Pedro, nos dicen
que hay cosas que sabemos pero que es necesario que las volvamos a
escuchar.
A lo mejor tienes este libro en tus manos y piensas, «creo que Kenneth me va
a hablar de cosas que ya sé, que ya conozco» y me alegro, pero te aseguro
que nunca, nunca está de más el volver a escuchar estas cosas. Y por otro
lado, seguro que Dios te va enseñar cosas que todavía no sabes, porque Dios
es un Dios ilimitado y siempre tiene cosas para enseñarnos.
No son cosas nuevas, no son nuevas revelaciones, pero son cosas que
nosotros no habíamos visto antes.
Todo lo que Dios quiso hacer, lo hizo en Cristo.
Dios hoy nos habla por medio de Cristo (ver Hebreos 1:1-2), por eso nosotros
necesitamos crecer en el conocimiento de lo revelado, es decir, en el
conocimiento de Cristo. Es triste ver gente buscando nuevas revelaciones,
esperando algo nuevo siempre, y eso les puede llevar a ser engañados. ¡Qué
importante es entender que lo nuevo de Dios es Cristo, y que debo crecer en
el conocimiento de Él!
Debemos entender también que cuando hablamos de «conocer» no hablamos
de «sentir», sino de estar convencidos de algo en nuestro interior. El apóstol
Pablo habla mucho acerca de la importancia del «conocer» o «saber» y aquí
te dejo algunos versos para que los puedas estudiar:
Efesios 1:17-18
«Para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el
Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de
revelación en el conocimiento de él, alumbrando los
ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál es
la esperanza a que él os ha llamado, y cuáles las
riquezas de la gloria de su herencia en los santos».
Filipenses 1:9
«Y esto pido en oración, que vuestro amor abunde aún más y más en ciencia y en todo conocimiento».
Filipenses 3:8-10
«Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo
Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo, y ser
hallado en él, no teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la
justicia que es de Dios por la fe; a fin de conocerle, y el poder de su resurrección, y la participación de
sus padecimientos, llegando a ser semejante a él en su muerte».
Colosenses 1:9-10
«Por lo cual también nosotros, desde el día que lo oímos, no cesamos de orar por vosotros, y de pedir
que seáis llenos del conocimiento de su voluntad en toda sabiduría e inteligencia espiritual, para que
andéis como es digno del Señor, agradándole en todo, llevando fruto en toda buena obra, y creciendo
en el conocimiento de Dios».
Pero quiero que veamos un verso que, personalmente me llamó muchísimo la
atención, y me gustaría compartirlo contigo.
Un sinónimo de «persuadir» es «convencer». A veces, lo que hacemos es
simplemente querer conocer cosas, para ampliar el conocimiento que ya
tenemos.
2ª Timoteo 3:14
«Pero persiste tú en lo que has aprendido y te persuadiste, sabiendo de quién has aprendido».
Pero eso no quiere decir que me esté dejando convencer, o persuadir, sino
que añado más conocimiento, acabo sabiendo un poco de todo y eso al final
no me sirve de nada.
Solo lo que me convence es lo que forma parte de mí. Con lo que leas en este
libro, puedes hacer lo que quieras, pero honestamente, me gustaría que te
dejaras convencer por Cristo Jesús y Su obra completa.
Por eso, te lanzo el desafío para que te dejes convencer por Cristo Jesús y Su
obra completa.
Yo tuve que tomar esa decisión un día. Tuve que decidir si quería seguir
inflando mi cabeza con conocimiento, o si me iba a dejar convencer por Dios.
Y doy gracias a Dios, que Él en Su gracia, me ayudó a ser convencido por la
Verdad, Cristo.
Y eso lo cambió todo. Cambió mi vida, mi matrimonio, la forma de educar a
mis hijos, la congregación, la forma de pastorear, lo cambió todo.
Como ya sabemos, la única solución a la ignorancia es el conocimiento. Por
eso, Dios insiste en que Le conozcamos cada vez más.
Daniel 11:32
«Con lisonjas seducirá a los violadores del pacto; mas el pueblo que conoce a su Dios se esforzará y
actuará».
Salmo 46:10
«Estad quietos, y conoced que yo soy Dios; Seré exaltado entre las naciones; enaltecido seré en la
tierra».
Cuando sabemos, cuando conocemos, es cuando podemos disfrutar de lo que
conocemos. Cuando conocemos, podemos descansar.
No se trata de ser buenas personas, o de hacer muchas buenas obras para que
la balanza esté a mi favor. Nadie puede salvarse por sí solo.
Por eso Dios envió a Jesús para salvarnos. Y solamente creyendo en Él,
somos salvos. ¿Tan fácil? ¿No tengo que cambiar mi estilo de vida? No. Dios
te acepta y recibe tal y como eres. No tienes que dejar de hacer algo para que
Dios te acepte. Solamente creer, hacer una oración con tus propias palabras
que diga algo así:
«Señor Jesús, reconozco que necesito un Salvador, que te necesito. Hoy creo
que Dios te levantó de los muertos, y te confieso como mi Señor. Te doy
gracias por que ahora soy aceptado por Dios y recibo el perdón de todos mis
pecados. Amén».
Así de sencillo, solo creer en Cristo Jesús es más que suficiente para nuestra
salvación. Ahora te aconsejo que consigas una Biblia, y una buena iglesia a la
que puedas asistir para seguir creciendo en conocimiento. Si no sabes cómo
conseguir una Biblia, o una iglesia, al final del libro tienes mis datos para que
te pongas en contacto conmigo.
He usado esta versión para hablar de este verso porque en el original griego
dice «la palabra de Cristo», y no dice «la palabra de Dios».
Por otro lado, debemos ver la salvación como un paquete completo, es decir,
vida eterna, sanidad, prosperidad, bendición, etc… todo está incluido en el
mismo paquete.
Hay gente que sufre porque saben que Dios les ha salvado en Cristo, pero
ignoran que Dios les ha sanado en Cristo también. O que Dios les ha
prosperado en Cristo. Por eso, debemos crecer en el conocimiento de la obra
completa de Cristo Jesús, no solo de una parte de esa obra.
Dios no cambia.
Esto es algo que creo que todos tenemos claro. Pero los pactos sí han
cambiado.
La forma en cómo Dios se relacionaba con el ser
humano, y viceversa, en el antiguo pacto de la ley, es muy diferente a la
comunión con Dios que hoy podemos disfrutar por causa de estar en Cristo.
Tratar de mezclar los dos pactos, el de la ley y el de la gracia, hace que sean
ineficaces en mi vida.
¿Qué es mezclar la ley con la Gracia? Recordemos que la ley es buena (ver
Romanos 7:12 y 1ª Timoteo 1:8). El problema está en tratar de ganarme o
merecerme lo que Dios ya me ha dado en Cristo por medio de tratar de
cumplir la ley.
Hoy en día estoy bajo un solo pacto, y es el pacto de la gracia.
Y es así gracias a lo que Cristo hizo por nosotros.
Si no entiendo esto, voy a estancarme en un viejo pacto, que aunque tuvo su
época, y su momento, no es esta época, ni este momento. No te quedes
abrazando algo viejo, que está por desaparecer (ver Hebreos 8:13). Decide
abrazar lo nuevo: Cristo Jesús.
Seremos engañados. Seremos manipulados. Seremos controlados y/o
estafados.
Siempre me gusta decir que la mentira tiene poder solo cuando la verdad no
es conocida, pero cuando la verdad se conoce, la mentira ha perdido todo su
poder.
Por causa de lo que Cristo hizo por mí, estoy en una posición privilegiada:
estoy en Cristo. Como estoy en Cristo, y en Cristo estoy completo (ver
Colosenses 2:10) quiere decir que no me falta nada, y que no tengo que llegar
a cierto lugar, porque Dios ya me ha colocado ahí. Yo estoy escribiendo este
libro desde la ciudad de Terrassa. No necesito que alguien me enseñe 40
pasos para llegar a Terrassa, o 143 principios para conseguir alcanzar
Terrassa. ¡Ya estoy en Terrassa! ¡Y por la gracia de Dios ya estamos en
Cristo!
Cualquier enseñanza que me diga lo que tengo que hacer para poder ser, no
es una enseñanza basada en Cristo.
Si me dicen que tengo que dar para prosperar, no es Cristo, porque en Cristo
ya he sido prosperado (ver 2ª Corintios 8:9).
Si me dicen que tengo que hacer algo para ser sano, no es Cristo, porque en
Cristo ya he sido sanado (ver Isaías 53:4-5).
Si me dicen que tengo que hacer algo para que Dios me ame más y me
acepte, no es Cristo, porque en Cristo ya soy amado y aceptado por mi Padre
Bueno (ver Efesios 1:6).
Una vez escuché algo que me ayudó muchísimo a filtrar todo lo que oigo:
«Toda enseñanza en la que primero va la persona y luego Dios responde a lo
que la persona ha hecho, es del viejo pacto de la ley. Toda enseñanza en la
que primero va Dios y luego la persona responde a lo que Dios ha hecho,
pertenece a este pacto de gracia».
Resulta que aunque Cristo me ha hecho totalmente libre, puedo volver a estar
sujeto al yugo de esclavitud. ¿Cómo? Cuando ignoro todo lo que Dios ya ha
hecho a mi favor.
Disfruta de la libertad que ya tienes en Cristo, y deja que los demás también
disfruten de la libertad que ya tienen en Cristo. No hemos sido llamados a
espiar la libertad de nadie (ver Gálatas 2:4).
Querido/a que estás leyendo este libro, por favor, disfruta la libertad que ya
tienes en Cristo. ¿Libertad para qué? Para vivir para Dios, dedicados a Dios,
como no podríamos hacerlo de ninguna otra manera. Dios nos hace libres,
para que en nuestra libertad, voluntariamente, decidamos vivir para Él,
porque estamos agradecidos por todo lo que ha hecho por nosotros sin que lo
mereciéramos. No dejes que alguien te diga que no eres libre. Si están en
Cristo, ya eres totalmente libre.
Hebreos 4:16
«Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia
para el oportuno socorro».
Bueno, vemos que en Cristo hemos pasado a ser uno con Dios. En otros
versos se nos dice que somos templo del Espíritu Santo, es decir, que Dios
está habitando en nosotros. Y se nos instruye a tener confianza siempre que
decidamos hablar con nuestro Buen Padre, porque Su trono es un trono de
gracia, no un trono de castigo.
Es muy triste ver a cristianos que tienen una imagen muy tergiversada de
Dios. Piensan que Dios es gruñón, y que está preparado para castigarles en
cuanto fallen.
Piensan que Dios solo está a la expectativa de vernos fallar, y aprovechar ese
momento para desatar toda Su ira. Pero nuestro Dios no es así, Dios es amor.
Dios es nuestro Padre que nos ama con un amor incondicional, y que no tiene
un registro de nuestros errores, porque Él decidió no recordar nunca más
nuestras iniquidades, ni nuestros pecados (ver Hebreos 8:12). Entiende bien
esto, por favor: toda la ira de Dios fue derramada sobre Su hijo Jesús en la
cruz.
Por eso fue abandonado por Su Padre.
Si Dios decidiera castigarnos, o derramar Su ira sobre
No debemos tener miedo como lo tuvo Adán cuando cometió alta traición
(ver Génesis 3:10), sino que podemos estar confiados, sabiendo cuánto Dios
nos ama.
Recuerda que no fue Dios el que se escondió de Adán cuando éste cometió
alta traición, sino que Dios continuó buscándole, aunque ya sabía lo que
Adán había hecho.
La muestra de ello es todo lo que Dios hizo en Cristo. Por eso, te pido otro
favor, nunca huyas de Dios, Él te espera con los brazos abiertos siempre.
Nunca Dios te rechazará, hizo todo lo que hizo en Cristo por amor a ti.
Inseguridad.
Podríamos decir que este punto está muy relacionado con el anterior.
En los años que hace que fui alcanzado por la gracia de Dios, tanto en mi
vida personal, como en la vida de personas que sinceramente han amado a
Dios, he podido ver inseguridad en diferentes áreas.
Inseguridad respecto a la salvación, respecto a la sanidad, a la bendición, a la
unción, a la prosperidad, respecto a mi posición en Cristo, etc… Y todo esto
también es producto de ignorar a Cristo Jesús y Su obra completa.
El enfoque del evangelio no son nuestras obras, sino la obra de Cristo a
nuestro favor. Entendiendo esto, debemos tener muy, muy claro, que no
somos salvos por lo que hacemos, sino por lo que Cristo hizo.
Y esto lo puedo trasladar a cualquier otra área de mi vida.
No estoy sano por lo que hago, sino por lo que Cristo hizo.
No soy próspero por lo que hago, o dejo de hacer, sino por lo que Cristo
hizo.
No soy bendito, o no estoy ungido, por lo que hago o dejo de hacer, sino por
lo que Cristo hizo.
¿De dónde viene esta inseguridad? Cristianos que no están seguros de si son
salvos. Viene de poner el enfoque en nosotros, en lo que hacemos o dejamos
de hacer para Dios, y si eso no lo hacemos perfectamente bien, es cuando nos
volvemos inseguros.
Por eso, cuando crezco en conocimiento de Cristo y de Su obra completa, me
doy cuenta que se trata de Su obediencia al Padre hasta la muerte de cruz (ver
Filipenses 2:8) y no de mi obediencia a Dios.
Porque no siempre mi obediencia a Dios es perfecta, pero la de Jesús fue
perfecta, tan perfecta, que supera con creces toda mi desobediencia, o
imperfección.
Con esto no estoy diciendo que nuestra obediencia, o nuestra fidelidad a
Dios, no son importantes. Lo que digo es que todo lo que Cristo hizo no
depende de nuestra obediencia, porque Cristo ya lo dejó hecho.
Cristo obedeció antes que yo pudiera obedecer.
Y ahora, decido obedecer a la fe, fe en Jesús y en lo que hizo por mí, y decido
ser fiel a Dios, pero no para ganarme algo de Dios, sino que lo hago por amor
y por agradecimiento al amor incondicional de Dios hacia mí.
Dios es fiel a nosotros aunque nosotros seamos infieles (ver 2ª Timoteo 2:13).
Hebreos 12:2
«Puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de Él
sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios».
¿Dónde tienes puestos tus ojos? ¿En ti? Entonces es tiempo de dejar de
mirarnos a nosotros, nuestros defectos, nuestras imperfecciones, y que
empecemos a mirar a Jesús, Su perfección, Su obediencia.
Fíjate que dice «lo que Dios nos ha concedido» no dice «lo que Dios nos
dará». En Cristo, Dios nos ha dado todo lo que necesitamos para la vida (ver
2ª Pedro 1:3). Dios me lo da gratis y yo recibo eso por medio de la fe (ver
Efesios 2:8-9).
Filemón 6
«Para que la participación de tu fe sea eficaz en el conocimiento de todo el bien que está en vosotros
por Cristo Jesús».
Ahora, aquí no dice «para que vuestra fe sea eficaz» porque la fe que Dios
nos ha dado es perfecta, preciosa y es eficaz siempre (ver 2ª Pedro 1:1). Sino
que nos habla que nosotros debemos ser eficaces a la hora de usar la fe que
tenemos. Y la forma de ser eficaces es a través del conocimiento de Cristo
Jesús y Su obra completa.
2ª Pedro 3:18
«Antes bien, creced en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. A Él sea
gloria ahora y hasta el día de la eternidad. Amén».
Bueno, llegamos al final del primer capítulo, espero que lo estés disfrutando.
¿Seguimos? Te aseguro que todavía hay mucho por aprender, simplemente
estamos empezando a despegar.
CAPÍTULO 2
Es triste ver como la religión ha hecho que para muchas personas Cristo no
sea suficiente, sino que ellos tienen que agregar algo a lo que Cristo es y lo
que hizo por nosotros.
Gálatas 5:9
«Un poco de levadura leuda toda la masa».
del cumplimiento de los tiempos, así las que están en los cielos, como las que están en la tierra».
Todas las cosas se han reunido en Cristo, y si yo estoy en Cristo, quiere decir
que lo tengo todo, que no me falta nada y que a Cristo no hay que añadirle
nada (ver Colosenses 1:13-20).
«Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los
profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por
quien asimismo hizo el universo; el cual, siendo el resplandor de Su gloria, y la imagen misma de Su
sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de Su poder, habiendo efectuado la
purificación de nuestros pecados por medio de Sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las
alturas».
Efesios 4:10
«El que descendió, es el mismo que también subió por encima de todos los cielos para llenarlo todo».
Una vez escuché una frase que me ayudó a entender esto mejor (me gusta
aprender de otros, y entiendo que es muy necesario y por eso doy gracias a
Dios por aquellos que saben más que yo y de los que puedo aprender): «El
antiguo testamento es el nuevo testamento encubierto y el nuevo testamento
es el antiguo testamento revelado». Es decir, en toda la Biblia aparece Cristo,
lo que pasa es que tengo que saber leer correctamente.
¿Cómo lo hago?
No debo tratar de cambiar la obra que Cristo hizo, en base a algo que leo en
el antiguo testamento, sino que debo comprender cómo se ve lo que estoy
leyendo desde la óptica de Cristo. Es decir, la clave es Cristo y lo que hizo
por mí. La clave no es lo que hizo Adán, lo que hizo Job, o cómo oró David.
Aunque son cosas buenas, y de las que puedo aprender algo, la clave está en
Cristo, y de hecho, le sacaré mayor beneficio a la Palabra cuando la leo
mirando a Jesús constantemente.
Por eso, toda escritura debe ser interpretada a la luz de Cristo, y a la luz de Su
obra completa. Aprender a diferenciar los pactos que están escritos en la
Biblia es sumamente importante, y determinante en nuestras vidas.
En la función que tengo, por la gracia de Dios, como pastor tengo que
predicar a Cristo a través de toda la escritura. No se trata de enseñar toda la
escritura como si fuera algo que yo puedo poner en práctica hoy, sino que se
trata de predicar a Cristo a través de toda la escritura, porque toda la escritura
apunta a Cristo.
Alguien puede decir: «Pero Kenneth, toda la escritura es útil». Veamos ese
verso:
2ª Timoteo 3:16-17
«Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para
instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda
buena obra».
Por supuesto que estoy de acuerdo con este verso de la Biblia ¡sólo faltaría!
Pero debo entender que puedo aprender cosas de lo escrito, pero que no son
aplicables a hoy, porque el pacto ha cambiado.
de Israel. Puedo aprender de eso, pero no es algo que tengo que practicar hoy,
porque ya sabemos que Cristo ofreció el sacrificio perfecto.
Nos dice que al leer a Moisés, podemos tener un velo, pero que ese velo lo
quita Cristo. Y que cuando una persona se convierte, puede ver, puede leer,
las escrituras con el entendimiento completo de Cristo. Y eso es lo que
produce libertad. Cristo produce libertad, porque vemos el verdadero
propósito de lo que ha sido escrito: Mostrarnos a Cristo.
Así que veremos a la luz de la Biblia algunas de las cosas que Jesús vino a
hacer.
Todavía no voy a hablar de los beneficios de la obra de Cristo, eso lo tocaré
más adelante, en los siguientes capítulos.
Lo que vamos a ver es lo que sucedió cuando Cristo Jesús estuvo en esta
tierra.
Pero si me permites, voy a empezar hablando de una cosa que Jesús no vino a
hacer:
Jesús no vino a condenar al mundo, no vino a condenar al ser humano.
A pesar de la situación en la que se encontraba el ser humano. A pesar de
tener la tendencia de darle la espalda a Dios. A pesar de que Dios conocía el
futuro, ya que Él vive en la eternidad, y sabía hacía donde el ser humano se
iba dirigiendo. A pesar de todo esto y mucho más, Jesús no vino a
condenarnos.
Juan 3:16-17
«Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que
en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a Su Hijo al mundo para
condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él».
Así que recuerda, Dios no te está condenando, Su amor por ti fue lo que le
hizo enviar a Jesús para que diera Su vida por cada uno de nosotros. Jesús no
condenó diera Su vida por cada uno de nosotros. Jesús no condenó 11).
Obviamente con la ley en la mano, Jesús tenía motivos para condenarle, de
hecho, eso es lo que hicieron los religiosos.
Pero no lo hizo.
Claramente Jesús le dijo: «Yo no te condeno.»
1ª Juan 4:14
«Y nosotros hemos visto y testificamos que el Padre ha enviado al Hijo, el Salvador del mundo».
Jesús es nuestro Salvador, y eso es algo glorioso. Porque de todo lo que Jesús
nos salvó, nadie más podría haberlo hecho. O nos salvaba Jesús, o
seguiríamos perdidos para siempre.
Lo vemos también en Lucas 4:16-21 que está relacionado con Isaías 61:1-2.
Y en muchos lugares más vemos cómo las escrituras se cumplieron en Cristo.
Realmente si un día decides hacer un estudio acerca de esto, seguro que será
de enriquecimiento para tu vida. Ver a los profetas hablando de Jesús, ver los
símbolos del antiguo testamento que son sombras de Jesús, etc…
Y esta es una de las cosas que más enfadaban a los religiosos, que Jesús se
identificara como el Hijo de Dios.
Que hablara de Dios como si fuera Su Padre.
Y eso la religión no lo entendía.
Pero obviamente Jesús estaba preparando el camino para nosotros. Nadie
conoció a Dios como el Padre en el antiguo testamento, pero hoy, por causa
de Cristo, tenemos el privilegio de ser hechos hijos de Dios. (Ver Juan 1:12 y
Romanos 8:15-16)
Juan 14:8-11
«Felipe le dijo: Señor, muéstranos al Padre, y nos basta. Jesús le dijo: ¿Tanto tiempo hace que estoy
con vosotros, y no me has conocido, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; ¿cómo, pues,
dices tú: Muéstranos al Padre? ¿No crees que yo soy en el Padre, y el Padre en mí? Las palabras que
yo os hablo, no las hablo por mi propia cuenta, sino que el Padre que mora en mí, él hace las obras.
Creedme que yo soy en el Padre, y el Padre en mí; de otra manera, creedme por las mismas obras».
Aprovecho este punto para recordar que nosotros también hemos sido
enviados a predicar el evangelio, nuestro mensaje son las muy buenas
noticias de la Gracia de Dios. Dios reconciliándose con el mundo (ver
Marcos 16:15).
Por eso puedes ver que los llamados pecadores se sentían bien con Jesús, les
gustaba estar a su lado, porque Jesús les trajo muy buenas noticias, el
evangelio.
Por favor, no aceptes algo menos, disfruta la vida abundante de Cristo en ti.
Ya que Cristo vino a dártela, y la dejó pagada para ti, simplemente es tiempo
de disfrutarla.
Jesús vino a deshacer las obras del diablo. ¡Qué buena noticia! Todavía no
entiendo porqué hay gente que siempre hablan del diablo, y de lo que el
diablo hace aquí o allí. Pero yo prefiero invertir mi tiempo para hacerte saber
que el enfoque no debe estar en el diablo, ni en lo que hace, sino que debe
estar en Cristo y en lo que hizo.
1ª Juan 3:8b
«Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo».
Hechos 10:38
«Cómo Dios ungió con el Espíritu Santo y con poder a Jesús de Nazaret, y cómo este anduvo haciendo
bienes y sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él».
por sus derechos y ahora los están disfrutando, lo cual está bien. Otros
piensan que son libres porque ya no están bajo una dictadura, y eso también
es bueno. Pero déjame decirte algo, la verdadera libertad solo se encuentra en
Cristo. En Cristo soy libre del pecado, de vicios, de enfermedades, de la
maldición, de la escasez, etc… Ya lo hemos visto antes, pero no está de más
el recordarlo.
Juan 8:36
«Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres».
Gálatas 5:1
«Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no estéis otra vez sujetos al yugo de
esclavitud».
Alguien dijo una vez que Jesús fue el mejor predicador de gracia para los
pecadores, y el mejor predicador de ley para los religiosos, para aquellos que
se creían superiores a los demás por ser los «representantes de Dios».
Mateo 5:21-22 y 27-28
«Oísteis que fue dicho a los antiguos: No matarás; y cualquiera que matare será culpable de juicio.
Pero yo
os digo que cualquiera que se enoje contra su hermano, será culpable de juicio; y cualquiera que diga:
Necio, a su hermano, será culpable ante el concilio; y cualquiera que le diga: Fatuo, quedará expuesto
al infierno de fuego.
Oísteis que fue dicho: No cometerás adulterio. Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer
para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón».
Juan 5:36
«Mas yo tengo mayor testimonio que el de Juan; porque las obras que el Padre me dio para que
cumpliese, las mismas obras que yo hago, dan testimonio de mí, que el Padre me ha enviado».
Dios siempre tuvo en mente redimirnos, y Jesús llevó a cabo ese plan
perfecto.
Jesús vino a servirnos.
Y esto es algo que todavía hace que se erice la piel en mí. Dios vino hecho
hombre para servirme a mí, para servirte a ti. No lo merecíamos, ni lo
mereceremos nunca, pero aún así Dios lo hizo.
Dejó Su gloria en el cielo, para vestirse de un cuerpo como el nuestro.
Frío, calor, hambre, sueño, cansancio, ser tentado en todo, para servirnos a
nosotros.
¡Qué bueno es Dios!
El mérito no está en que yo sirva a Dios, el mérito está en que Dios me sirvió
a mí primero. El mérito no está en que yo ame a Dios, el mérito está en que
Dios me amó primero (ver 1ª Juan 4:10, 19). ¡Wow! Sin palabras, aunque eso
en un libro no quede muy bien.
Mateo 20:28
«Como el Hijo del hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por
muchos».
Filipenses 2:5-7
«Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de
Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo,
tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres».
¿Cómo no querer vivir para Dios después de todo lo que ha hecho por
nosotros? No necesito que alguien me obligue, o me amenace, para que yo
sirva a Dios.
Cuando conozco todo lo que Dios hizo por mí, automáticamente voy a querer
vivir para Él.
Por eso, a la gente tenemos que enseñarles lo que Cristo hizo por ellos. No
tenemos que darles con un látigo, simplemente hacerles ver el amor de Dios
hacia ellos, y ellos decidirán amar a Dios y comprometerse con Él.
Dejemos de pelear con la gente porque se supone que nunca cambian, y
mostrémosles el amor y la bondad de Dios, y veremos la transformación en
sus vidas (ver Romanos 2:4). La bondad de Dios nos lleva al arrepentimiento,
al cambio de dirección.
Hay otra cosa que Jesús vino a hacer, pero esta, con tu permiso, la
desarrollaré en otro capítulo: Jesús vino a ocupar nuestro lugar.
Bueno, llegamos al final de este capítulo. ¿Te ha gustado? ¿Consideras que
estás aprendiendo cosas importantes? Gracias por seguir ahí. Sigamos porque
todavía hay cosas muy buenas que Dios va a enseñarte.
CAPÍTULO 4
OBRA COMPLETA:
NADA QUE QUITAR, NADA QUE AÑADIR.
El evangelio, el cristianismo, tiene todo que ver con Cristo. Esto es algo que
venimos viendo desde el principio del libro. El énfasis de Dios, de la Biblia,
no está en lo que nosotros podamos hacer, sino que está en lo que Cristo ya
hizo por nosotros.
No estoy diciendo que no debemos practicar buenas obras, o que está mal que
hagamos cosas para Dios. No es eso lo que digo, todo lo contrario.
Pero nuestras obras no son obras para justificarnos, sino que son la
consecuencia de lo que creemos. Las obras son un resultado, son un fruto de
la vida cristiana, pero nunca serán la raíz de la vida cristiana. Lo que digo, es
que el énfasis no está en nosotros, sino en Dios.
1ª Corintios 2:12
«Cuando llegué a Troas para predicar el evangelio de Cristo, aunque se me abrió puerta en el Señor».
Gálatas 1:7
«No que haya otro, sino que hay algunos que os perturban y quieren pervertir el evangelio de Cristo».
del bando victorioso anunciaba que la guerra había acabado, que ellos habían
ganado, se decía: Tetelestai.
Si analizas todas las religiones del mundo, verás que la característica siempre
es el esfuerzo que el ser humano tiene que hacer para alcanzar a Dios. Pero el
cristianismo, el evangelio, es el esfuerzo que Dios hizo para acercarse al ser
humano.
Gálatas 3:15
«Hermanos, hablo en términos humanos: Un pacto, aunque sea de hombre, una vez ratificado, nadie lo
invalida, ni le añade».
Hay un pacto que Dios ha hecho a favor del ser humano, y ese pacto no
puede ser anulado, pero tampoco se le puede añadir algo más. Es un pacto
hecho, cerrado, consumado y perfecto, un pacto en el que no hay defecto, no
como en el antiguo pacto de la ley que sí tenía defecto.
Hebreos 8:6-7
«Pero ahora tanto mejor ministerio es el suyo, cuanto es mediador de un mejor pacto, establecido
sobre mejores promesas. Porque si aquel primero hubiera sido sin defecto, ciertamente no se hubiera
procurado lugar para el segundo».
Lo que nos dicen estos versos es de una lógica «aplastante» si me permites
decirlo así. Si el pacto anterior hubiera sido perfecto, no tendría ningún
sentido que se hiciera un pacto nuevo. Pero, el problema es que el pacto
anterior sí que tenía un defecto.
Hebreos 10:11-14
«Y ciertamente todo sacerdote está día tras día ministrando y ofreciendo muchas veces los mismos
sacrificios, que nunca pueden quitar los pecados; pero Cristo, habiendo ofrecido una vez para siempre
un solo sacrificio por los pecados, se ha sentado a la diestra de Dios, de ahí en adelante esperando
hasta que sus enemigos sean puestos por estrado de sus pies; porque con una sola ofrenda hizo
perfectos para siempre a los santificados».
Te dejo algunos versos más para que los puedas estudiar, versos que hablan
del perfecto sacrificio de Cristo. Y de este nuevo pacto sin defecto. (Ver
también Hebreos 9:9-28 e Isaías 53:1-12).
Hebreos 7:26-27
«Porque tal sumo sacerdote nos convenía: santo, inocente, sin mancha, apartado de los pecadores, y
hecho más sublime que los cielos; que no tiene necesidad cada día, como aquellos sumos sacerdotes,
de ofrecer primero sacrificios por sus propios pecados, y luego por los del pueblo; porque esto lo hizo
una vez para siempre, ofreciéndose a sí mismo».
Hebreos 12:22-24
«Sino que os habéis acercado al monte de Sión, a la ciudad del Dios vivo, Jerusalén la celestial, a la
compañía de muchos millares de ángeles, a la congregación de los primogénitos que están inscritos en
los cielos, a Dios el Juez de todos, a los espíritus de los justos hechos perfectos, a Jesús el Mediador
del nuevo pacto, y a la sangre rociada que habla mejor que la de Abel».
Un solo sacrificio. Una sola ofrenda. Un solo pago por todos los pecados.
Una sola victoria. En un solo día Dios solucionó el problema de toda la
humanidad, y lo hizo a través de Cristo.
Entendiendo semejante sacrificio. Viendo todo lo que fue hecho por nosotros,
a nuestro favor, vuelvo a preguntar:
¿Por qué vamos a querer añadir algo a tan perfecto trabajo, a esta obra
completa? Perdóname, pero no tiene ningún sentido. Vivimos la vida
cristiana. Hacemos obras que manifiestan lo que ya somos en Cristo.
Actuamos de acuerdo a lo que creemos, porque como dice Santiago, nuestra
fe tiene acciones correspondientes (ver Santiago 2:17).
Pero nunca lo hacemos para provocar que Dios haga algo a nuestro favor.
Nunca lo hacemos para ganar puntos delante de Dios.
No lo hacemos para impresionar a Dios, porque nada de lo que hagamos
podrá impresionar más a Dios que la obra completa de Cristo. No hacemos
obras para retorcerle el brazo a Dios. ¡NO! Simplemente dejamos que fluya la
naturaleza que tenemos en Cristo.
Esto es algo que aprendí y que gracias a Dios nunca olvido: «El mensaje de la
Gracia de Dios produce que hagamos lo correcto, pero que además lo
hagamos con la motivación correcta siempre».
Ya no hago las cosas porque estoy interesado en que Dios haga algo por mí.
Ahora entiendo que Dios ya lo ha hecho todo por mí en Cristo, y por eso
puedo actuar en lo que creo. Dios está muy, muy interesado en la motivación
que nos mueve a hacer lo que hacemos, más que en la propia acción.
1ª Corintios 13:3
«Y si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregase mi cuerpo para ser
quemado, y no tengo amor, de nada me sirve».
¿cuánto más la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha
a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo?»
Todo lo que yo hago para tratar de ganarme el favor de Dios, o para tratar de
ganarme una posición correcta delante de Dios, fuera de Cristo, es una obra
muerta, es una obra que no me sirve.
Por supuesto que Jesucristo es Dios y claro que hemos creído en Jesús como
nuestro Señor, pero no es eso a lo que me refiero, sino al hecho de ser
conscientes de Cristo cada día de nuestras vidas.
Ser más conscientes de lo que Cristo ha hecho por nosotros. Estamos muy
conscientes de lo que nosotros tenemos que hacer para Dios, igual que el
pueblo judío, y nos olvidamos de todo lo que Dios ya ha hecho por nosotros.
Por eso, si seguimos leyendo los siguientes versos y capítulos de Hebreos,
como ya hemos visto, vemos que se habla de: «un solo sacrificio», «una sola
ofrenda para siempre».
Ninguna obra fuera de Cristo nos puede poner en una buena posición delante
de Dios.
Ninguna obra fuera de Cristo nos hace merecedores de todo lo que Dios ya
nos ha regalado en Su gracia.
Es tiempo de enfocarnos en Cristo y disfrutar de todo lo que ya nos pertenece
por estar en Él. Ya no tienes que esforzarte para tratar de justificarte delante
de Dios. Ya no tienes que sacrificarte para que Dios te bendiga, o para que
Dios te sane, etc…
¡Qué gran noticia! ¡Gloria a Dios!
¡En Cristo ya hemos sido justificados!
Ya no nos esforzamos en nuestras obras muertas, sino que descansamos en la
obra completa de Cristo.
«Y entonces ¿qué debo hacer?»
Creer en lo que Jesús ya hizo por ti y disfrutarlo.
Poner tu mirada en Cristo, y no en ti mismo.
Es verdad que teníamos una deuda, pero Jesús la pagó de sobra. Por poner un
ejemplo, es como si yo tengo una deuda de 500.000 euros, y tú vienes y le
pagas a la persona con la que yo tengo la deuda una cantidad de 50.000.000
de euros.
Has pagado la deuda de sobra, y eso es lo que Jesús hizo. Y cuando yo me
entero de lo que has hecho por mí, te aseguro que podrás pedirme lo que
quieras, y lo haré, porque te estaré eternamente agradecido. Y eso es lo que
quiero que entendamos.
Hacemos lo que hacemos para Dios, porque hemos entendido todo lo que
Dios ha hecho por nosotros primero, sin que lo mereciéramos, y queremos
mostrar a Dios nuestro agradecimiento. ¡Miremos a Jesús!
Hebreos 12:2
«Puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de Él
sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios».
Creo que cuando aprendemos a dividir nuestro ser correctamente nos hace
más fácil entender otras cosas. Por ejemplo, para entender la parte de los
beneficios que veremos después, es clave que entendamos cómo se divide
nuestro ser.
Hay muchos cristianos que no entienden algunas cosas porque nunca se les
ha enseñado la importancia de diferenciar entre espíritu, alma y cuerpo.
Lo primero que vamos a hacer es respetar el orden con el que el apóstol Pablo
escribe el verso que hemos leído. Por eso primero hablaremos del espíritu,
después del alma y acabaremos hablando del cuerpo.
Si hemos sido creados a imagen de Dios ¿porqué somos todos tan diferentes?
Porque no hemos sido creados a imagen física de Dios, porque Dios es
Espíritu.
Juan 4:24
«Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren».
Hemos sido creados a imagen de Dios porque somos seres espirituales. Dios
es Espíritu, y nosotros somos espíritu también.
Dios formó al hombre del polvo de la tierra (ver Génesis 2:7) pero tuvo que
soplar aliento de vida. Creo que la forma de entenderlo más fácilmente es ver
nuestro cuerpo como una funda. Nuestro cuerpo no tiene vida en sí mismo. Si
el espíritu y el alma se van, el cuerpo queda muerto (ver Santiago 2:26). Es
decir, la camisa que llevas puesta se mueve mientras la lleves puesta, pero si
te la quitas, lo normal sería que no se moviera.
1ª Juan 4:17
«En esto se ha perfeccionado el amor en nosotros, para que tengamos confianza en el día del juicio;
pues como él es, así somos nosotros en este mundo».
2ª Corintios 5:17
«De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son
hechas nuevas».
Ahora, lo que Cristo hizo, ya está hecho, no puede ser cambiado. Quiero que
quede bien claro que no estoy diciendo que debo renovar mi mente para ser
sano, o para ser bendecido, o para cualquier otro de los beneficios que hemos
hablado anteriormente. ¡No! Lo que digo es que debemos renovar nuestra
forma de pensar para ser conscientes de lo que ya tenemos en Cristo. De la
misma manera que no confesamos para ser sanos, sino que confesamos
porque ya hemos sido sanados.
Yo sigo renovando mi mente. Pero te puedo decir que desde que fui
alcanzado por la gracia de Dios muchas cosas que hacía en esa época, ya no
las hago, porque ahora gracias a Dios, entiendo el cambio que fue hecho en
mí. Y lo mismo va a pasar contigo.
Una mente renovada por la Palabra de Cristo hará que el cuerpo siga la
Palabra de Cristo, y de esa manera verás manifestada la obra completa de
Cristo en tu vida.
CAPÍTULO 6
Te aseguro que en este capítulo te voy a hablar acerca de los beneficios que
tenemos por causa de la obra completa de Cristo. Pero antes, me gustaría
hablar acerca de algo que a veces ha creado confusión en los cristianos.
Muchos hablan acerca de tener que esperar el tiempo de Dios para que
podamos ver nuestro milagro, o nuestra sanidad, o cualquier otro beneficio, y
es por eso que creo conveniente hablar de este tema antes de empezar a ver
los beneficios.
Hay un concepto erróneo que dice que Dios está en control de todo, y por eso
cuando Él quiera ya me sanará, o ya hará lo que se supone que tiene que
hacer a mi favor.
Es cierto que tenemos promesas que no se han cumplido, pero son promesas,
o profecías, que nos hablan de los últimos tiempos, de todo lo que está por
suceder.
Por eso, todo lo que vamos a ver en este capítulo son cosas que ya las puedes
disfrutar, y para saber el cómo las disfrutamos tendrás que leer el libro hasta
el final.
Llegados a este punto, ahora sí, vamos a empezar a hablar de los beneficios
que tenemos gracias a Cristo Jesús y Su obra completa.
Entiendo que de cada beneficio se podría escribir un libro, por eso voy a
hacer un resumen, los vamos a ver por encima, a vista de pájaro, por así
decirlo.
Aún así, estoy seguro que este capítulo va a ser de gran bendición para tu
vida, porque tendrás una idea más clara de todo lo que te pertenece en Cristo.
Hablaremos de términos que son muy conocidos, y otros que no lo son tanto.
Como ya hemos visto, la obra de Cristo, lo que Cristo hizo por nosotros, fue
una obra completa, y el precio que Jesús pagó fue mucho mayor que la deuda
que teníamos.
Por eso, es desolador ver cómo la gente pone énfasis en ciertas cosas, pero no
ven la grandeza de lo que fue hecho a nuestro favor.
Lo que digo es que debemos levantar a Cristo y a Su obra por encima de todo
lo demás.
Hay gente que habla mucho, demasiado, de lo que ocurrió en Edén, y lo que
hizo Adán, y hablan muy poco de lo que hizo Jesús.
Y sin embargo, lo que Jesús hizo es mucho, muchísimo mayor, que lo que
hizo Adán. Y eso nos enseña el apóstol Pablo en Romanos 5:12-21. Es cierto
que el pecado es algo grave, pero la propia Biblia nos enseña que donde
abundó el pecado, sobreabundó la gracia (ver Romanos 5:20). Cristo ya se
encargó de todo el tema del pecado, como veremos a continuación.
Los beneficios de la obra completa de Cristo son para cada área de nuestras
vidas.
Algunos han limitado lo que Jesús hizo para solamente algunas áreas, como
el poder pasar una eternidad con Dios.
Pero la realidad es que cuando estudiamos todo lo que Jesús hizo, nos damos
cuenta que Dios está interesado en todo nuestro ser.
3ª Juan 2
«Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu
alma».
Este capítulo es para ayudarte a ver todo lo que tienes gracias a lo que Cristo
ya hizo a nuestro favor. Debemos recordar que todos y cada uno de estos
beneficios, son un resultado de la maravillosa gracia de Dios, es decir, del
favor inmerecido de Dios hacia nuestras vidas. No son un resultado de
nuestro desempeño, sino de la obra completa de Cristo.
No es lo que hizo Cristo más algo que yo debo hacer, y entonces tendré estos
beneficios. Sino que por estar en Cristo, ya tengo todos estos beneficios.
Recuerda que con los regalos se hacen tres cosas: se reciben, se agradecen y
se disfrutan.
Vida Eterna = Vida Abundante:
Juan 10:10
«El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que
la tengan en abundancia».
Pero en realidad, cuando Jesús nos habla de vida eterna, nos habla de la vida
de Dios en nosotros, y por lo tanto, nos habla de algo que podemos disfrutar
desde ya. No tengo que esperar a estar en el cielo para disfrutar la vida de
Dios, sino que puedo disfrutarla en este momento. De hecho, veamos cómo
define Jesús la vida eterna:
Juan 17:3
«Y ésta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has
enviado».
1ª Juan 5:11
«Y éste es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida eterna está en su Hijo».
La vida eterna está en Cristo. Por eso la vida eterna no es algo que nos
ganamos, ni que nos merecemos. Es un regalo de Dios para nosotros, y es
algo que ya podemos disfrutar en la tierra.
Propiciación:
Romanos 3:24-25
«Siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús, a
quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia, a
causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados».
1ª Juan 2:1-2
«Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado
tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo. Y él es la propiciación por nuestros pecados; y no
solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo».
1ª Juan 4:9-10
«En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al
mundo, para que vivamos por él. En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios,
sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados».
Cristo es la propiciación por todos nuestros pecados. Quizá este sea uno de
los términos no tan conocidos: Propiciación. O a lo mejor es un término que
para ti es muy, muy conocido. No lo sé.
Sea como sea, lo cierto es que lo vamos a estudiar un poco para que podamos
crecer en conocimiento respecto a Cristo como nuestra propiciación.
¿Qué era el propiciatorio? Era la tapa o la cubierta del arca del pacto y estaba
hecha de oro (ver Éxodo 25:17).
El propiciatorio era lo que tapaba aquello que se guardaba dentro del arca del
pacto, es decir: el maná, la vara de Aarón y las tablas de la ley (ver
Deuteronomio 10:3-5). Ahora, ¿por qué te cuento todo esto? Obviamente hay
un propósito, y es lo que veremos a continuación.
Recuerda que dentro del arca estaban las tablas de la ley, y el propiciatorio
era la tapa que las cubría. En el día de la expiación, el sumo sacerdote tenía
que derramar la sangre de un macho cabrío sobre, y delante, del propiciatorio,
y de esa manera se purificaban las rebeliones y los pecados del pueblo de
Israel (ver Levítico 16:15-16).
La ley es la que nos dice que hemos fallado, la que nos dice que nunca
podemos cumplir los niveles de santidad de Dios, pero ahora Dios no tiene
Su mirada puesta en la ley, sino que la tiene puesta en Cristo y en la sangre
derramada, porque Cristo es nuestra propiciación.
Igual que con el pueblo de Israel, ellos habían pecado, pero cuando la sangre
del macho cabrío era derramada sobre el propiciatorio, Dios miraba esa
sangre, y quedaba momentáneamente satisfecho porque esa sangre le
recordaba Su plan redentor.
Le recordaba la sangre perfecta, inocente, que sería derramada por todos los
culpables. Le recuerda la sangre preciosa de Su Hijo Jesús. Recuerda, por
favor, ¡Cristo es nuestra propiciación! ¡Su sangre ha quitado todos los
pecados para siempre! ¡Gloria a Dios!
Sustitución:
Creo que todos estamos bastante familiarizados con este término. Todos
sabemos lo que es un sustituto y su función, ocupar el lugar de otro para
desarrollar su trabajo. Es como cuando un profesor se enferma y no puede dar
clase, y la dirección del centro llama a una persona para que venga a sustituir
al profesor que está de baja.
Al final del capítulo tres te he comentado que había otra cosa que Jesús vino
a hacer, pero que lo hablaría en otro capítulo, y esa cosa era que Jesús vino a
ocupar nuestro lugar.
Y es ahora cuando vamos a abordar ese tema:
Jesús ocupando el lugar que nos correspondía a nosotros.
Lo impactante de todo esto es que Jesús, el único inocente de verdad, vino
para ocupar el lugar de todos los culpables (ver Lucas 23:39-41).
Romanos 6:23
«Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor
nuestro».
¿Por qué fue necesaria la sustitución? Porque Dios es un Dios justo, y la paga
del pecado es muerte, por lo tanto, para que nosotros pudiéramos vivir,
alguien tenía que morir en nuestro lugar.
El pueblo traía las ofrendas, los animales requeridos por la ley, para que esos
animales ocuparan el lugar de ellos. Dios aceptaba el sacrificio de estos
animales inocentes como sustitutos de los que eran culpables (ver Levítico
1:1-5/4:13-14 y 20-21/16:20-22). Y eso es lo que hizo Jesús, el cordero que
vino a quitar el pecado del mundo (ver Juan 1:29).
Dios ya no está castigando a nadie por sus pecados. Todos los pecados fueron
sobre Jesús, y el castigo de los mismos también. ¿Cuánto pecado puede haber
en este mundo? Jesús pagó por todo, en todas las épocas vividas y por vivir.
Hay mucha más gracia disponible que el pecado existente.
Hebreos 2:9
«Pero vemos a aquel que fue hecho un poco menor que los ángeles, a Jesús, coronado de gloria y
honra, a causa del padecimiento de la muerte, para que por la gracia de Dios gustase la muerte por
todos».
1ª Pedro 3:18
«Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos
a Dios, siendo a la verdad muerto en la carne, pero vivificado en espíritu».
Quiero que entiendas que nosotros, tú y yo, estuvimos en esa cruz. Fuimos
traicionados, golpeados, nos dieron de latigazos, fuimos crucificados y
sepultados.
Necesitas verlo de esta manera para entender que para Dios Padre es como si
todos hubiésemos estado en esa cruz, porque Dios sí tiene claro que
Jesucristo fue nuestro sustituto, la pregunta es ¿tú lo tienes claro?
Efesios 2:4-6 «Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando
nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos), y juntamente
con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús».
Justificación:
He querido hablar primero de sustitución, porque si no entendemos que
Cristo ocupó nuestro lugar, no entenderemos esta parte en la que hablamos de
la justificación.
Cuando hablamos de justificación, estamos hablando de ser declarados «no
culpables». Y cuando decimos que somos justos, estamos diciendo que
tenemos una posición correcta delante de Dios.
1ª Corintios 1:30
«Mas por él estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría, justificación,
santificación y redención».
La justificación del ser humano jamás podrá ser conseguida por medio de
buenas obras, o por dejar de pecar. Nuestra justificación es solamente por la
fe en Jesucristo.
Esto no tiene nada que ver con sentimientos. Esto es un asunto de fe.
La vida de gracia es una vida de fe en Jesucristo. Es necesaria la fe para creer
que sigo siendo justo aún
Bueno, pues ahora nuestra ofrenda perfecta es Jesucristo, y lo que Dios Padre
está mirando es la ofrenda perfecta, no a nosotros.
Hebreos 10:10
«En esa voluntad somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para
siempre».
«Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia
de Dios en él».
Reconciliación:
2ª Corintios 5:18-20
«Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio
de la reconciliación; que Dios estaba en Cristo, reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en
cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación. Así que,
somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en
nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios».
Pero, la pregunta sería, ¿por qué era necesaria una reconciliación entre Dios y
el ser humano?
Pues para responder a esta pregunta, necesitamos irnos al origen de todo, al
principio.
Génesis 2:16-17
«Y mandó el Señor Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer; mas del árbol de
la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás».
Sabemos que Adán cometió alta traición a Dios, lo vemos todo en Génesis 3,
y que no murieron físicamente de forma instantánea,—aunque con el tiempo
sí que lo hicieron—, pero sí murieron como Dios les había dicho, porque
hubo una separación entre Dios y el ser humano.
Y por eso era necesaria una reconciliación, Dios volviendo a unirse al ser
humano.
Eso es lo que ocurrió a través de Cristo. Hemos leído antes en 2ª de Corintios,
que Dios decidió reconciliarse con el mundo, es decir, Dios decidió
restablecer Su amistad con el ser humano.
Ahora, gracias a Cristo, ya no hay nada que impida que el ser humano pueda
unirse a Dios. El pecado ya no es un problema, porque Dios no tomó en
cuenta los pecados de la humanidad para que se pudiera producir la
reconciliación.
Lo que Dios quiere decirnos es que Él ya no está enfadado con la humanidad.
Dios no está derramando Su ira sobre el ser humano. Dios no está enviando
desgracias para demostrar lo enfadado que está con nosotros.
¡Dios no es el causante de las desgracias de este mundo! Sino que Él envió a
Jesús para demostrarnos cuánto nos ama, y porque quiere que estemos en paz
con Él. Por eso el apóstol Pablo dice: «Reconciliaos con Dios». Dios ya ha
hecho todo lo que tenía que hacer, y ahora, nos toca nosotros aceptar esa
reconciliación, y pasar a ser uno con Dios, y disfrutar de la comunión, es
decir, de la común unión, siendo uno con Dios por medio de Jesucristo.
Dios no está mirando el pecado de cada ciudad, o país, para derramar su
castigo. Dios está mirando a Cristo y Su sacrificio perfecto a favor de la
humanidad.
Y para acabar este punto, simplemente recordar que nuestro mensaje es el
mensaje de la reconciliación, que debemos predicar el evangelio de Cristo.
Es cierto que hay muchas verdades bíblicas de las que podemos enseñar, pero
no todas esas verdades son nuestro mensaje hoy. Nuestro mensaje es uno: el
evangelio de Cristo, el evangelio de la gracia de Dios.
Hechos 20:24
«Pero de ninguna cosa hago caso, ni estimo preciosa mi vida para mí mismo, con tal que acabe mi
carrera con gozo, y el ministerio que recibí del Señor Jesús, para dar testimonio del evangelio de la
gracia de Dios».
Redención:
Colosenses 1:12-14 «Con gozo dando gracias al Padre que nos hizo aptos para participar de la
herencia de los santos en luz; el cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al
reino de su amado Hijo, en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados».
Bueno, esta es una de las palabras que quizá no utilizamos tanto en nuestra
época. Como mucho, a veces hablamos de la importancia de redimir el
tiempo.
Se trata de un esclavo, uno de tantos, que está puesto a la venta. Los esclavos
estaban expuestos públicamente. En España tenemos los mercadillos, que son
lugares públicos, al aire libre, en el que se montan varias paradas donde se
venden diferentes cosas: comida, ropa, calzado, juguetes, etc…
Bueno, pues los esclavos eran vendidos en los mercados públicos. Todos los
podían ver, y los podían examinar. Solían estar desnudos ante la mirada de
los compradores.
Hebreos 9:12 «Y no por sangre de machos cabríos ni de becerros, sino por su propia sangre, entró una
vez para siempre en el Lugar Santísimo, habiendo obtenido eterna redención».
Cuando pienses que has fallado, recuerda la sangre que fue derramada a tu
favor. Sangre que habla mejor que la sangre de Abel, esa es la sangre de
Jesús (ver Hebreos 12:24). Y esa sangre está gritando: «¡han sido redimidos!
¡Han sido redimidos!» ¡Gloria a Dios! Cristo ha sido hecho nuestra redención
(ver 1ª Corintios 1:30).
Por eso ahora, voluntariamente, decidimos vivir para Dios. Porque la historia
que escuché del esclavo que te contaba antes, acaba con ese esclavo
siguiendo al hombre que le había comprado su libertad. El hombre se gira y
le dice: «Deja de seguirme. Ya eres libre». Y sigue su camino, pero con el
esclavo detrás de él.
Lo que vamos a ver, por si no ha quedado claro durante todo el libro, es que
la clave de nuestra adopción es Cristo. En estos versos se nos dice que al
creer en Cristo, se nos da el poder de ser hechos hijos de Dios.
Nosotros no nos hacemos hijos, Dios decide hacernos Sus hijos. Y el único
requisito es creer en Jesucristo.
2ª Corintios 5:18
«Y seré para vosotros por Padre, y vosotros me seréis hijos e hijas, dice el Señor Todopoderoso».
Efesios 1:5
«En amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el
puro afecto de su voluntad».
Aquí vemos que Dios decidió adoptarnos, permíteme usar una expresión
diferente sin ánimo de ofender a nadie, porque le dio la gana. Eso es lo que
quiere decir «según el puro afecto de su voluntad».
Cuando nos habla de predestinación, no nos está diciendo que Dios escoge
quién se salva y quién no. Y que da igual lo que hagamos porque Dios ya
tiene a Su grupo escogido. No. Lo que nos dice es que Dios es Omnisciente,
que lo sabe todo, y obviamente Dios sabe quién se salva, y quién no. Pero no
porque Él los haya escogido, sino porque Dios vive en la eternidad, y conoce
nuestro futuro. ¿Lo he explicado bien? Dios quiere que todos se salven, pero
sabe quiénes se van a salvar, porque Dios lo sabe todo.
Romanos 8:15-17
«Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis
recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! El Espíritu mismo da testimonio
a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios. Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y
coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos
glorificados».
Por eso, quiero que esto quede bien claro, la más alta posición que una
persona puede tener es la de ser hijo de Dios, es estar en Cristo. Y esto es
algo que debes abrazar y disfrutar.
No existe posición más alta que estar en Cristo, que ser hijo de Dios.
No te menosprecies. Ni permitas que alguien te menosprecie.
Doy gracias a Dios, porque en Su favor inmerecido me está usando como
pastor, pero ¿sabes qué? Dios no me habla a mí como pastor. Dios no se
dirige a mí como pastor.
Dios me habla como Su hijo que soy. Dios me llama Kenneth, y me dice
«eres mi hijo amado en el que tengo complacencia».
Ser pastor es una función, pero no me hace superior, ni inferior a nadie.
Soy un hijo de Dios, y en Cristo tú también lo eres. Disfruta esta posición,
porque no existe una posición superior.
Y para acabar este punto y seguir con el siguiente, hemos leído que por ser
hijos de Dios, también somos herederos. Ya tenemos herencia por estar en
Cristo.
La herencia son todos estos beneficios que estamos hablando, y más. Pero la
herencia no es algo que se gana, es algo que se recibe por ser hijo.
No trates de ganarte o merecerte tu herencia, simplemente recuerda que ya es
tuya porque eres hijo, y eres hijo, porque en Cristo has sido hecho un hijo de
Dios.
Bendición:
Efesios 1:3
«Bendito sea el Jesucristo, que
Dios y Padre de nuestro Señor nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en
Cristo».
La bendición no es algo que nos ganamos, o que nos merecemos, sino que es
un regalo de Dios para nosotros. Lo que vemos en este verso de la carta a los
Efesios es que en Cristo ya hemos sido totalmente bendecidos. No vamos a
ser bendecidos, ya hemos sido bendecidos. Recuerda lo que hemos aprendido
acerca del espíritu, el alma y el cuerpo.
Esto no tiene que ver con si te sientes bendecido, o no. Esto tiene que ver con
el hecho que no puede ser cambiado.
Hay miles de formas de vivir la vida, pero solo una no añade tristeza, y es la
vida bajo la bendición de Dios, la vida en Cristo. ¡Disfruta de la bendición
que ya tienes por estar en Cristo!
Sabiduría:
La sabiduría de Dios es clave en nuestras vidas. Es clave para los tiempos que
vivimos en los que la
Así que párate antes de hacer nada, y agradece a Dios porque puedes tomar
decisiones correctas en Cristo.
Sanidad:
Isaías 53:4-5
«Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por
azotado, por herido de Dios y abatido. Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros
pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados».
Estos versos que hemos leído nos dicen muy claramente que Jesús llevó todo
dolor y toda enfermedad. Hasta donde yo sé, todo significa todo, es decir, que
no queda nada fuera. No hay enfermedad que Jesús no haya llevado. No hay
dolor que Jesús no haya sufrido. Y por eso, si Él lo llevó, yo no tengo que
llevarlo. ¡Gloria a Dios!
Por lo tanto, si la sanidad forma parte de la obra que Cristo hizo, quiere decir
que es un regalo de Dios para nosotros. La sanidad no es algo que tengo que
ganarme o merecerme, sino que me ha sido dada por gracia. Y si me ha sido
dada por gracia, quiere decir que se recibe por medio de la fe.
Yo no debo dar una ofrenda para que Dios me sane. Tampoco debo tratar de
conseguir mi sanidad por medio de obras de ley, o por medio de mis
sacrificios para Dios. Dios ya nos sanó en Cristo, en su sacrificio completo y
perfecto.
Los médicos son usados por Dios, Dios les ha dado la inteligencia, y ellos
también combaten contra las enfermedades, y desean que la gente esté sana,
pero ellos están limitados.
Lo que sí digo es que Dios es el que nunca falla. Que puedo confiar en Dios
para ver la sanidad de un dolor de cabeza manifestada, pero también para ver
la sanidad de un cáncer, o de una enfermedad incurable manifestada.
No debemos temer a la enfermedad, porque en Cristo tenemos absoluta
sanidad. Nuestros ojos deben estar puestos en Jesús y en todo lo que Él hizo a
nuestro favor.
Veamos algunos versos que nos muestran que la voluntad de Dios es sanidad:
Mateo 8:16-17
«Y cuando llegó la noche, trajeron a él muchos endemoniados; y con la palabra echó fuera los
demonios, y sanó a todos los enfermos; para que se cumpliese lo dicho por el profeta Isaías, cuando
dijo: Él mismo tomó nuestras enfermedades, y llevó nuestras dolencias».
¿Te has dado cuenta de lo que hemos leído? Jesús no se dedicó a sanar algún
que otro enfermo. Jesús sanó a todos los enfermos.
3ª Juan 2
«Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu
alma».
Cristo.
Debemos prosperar en renovar nuestra forma de
pensar con la Palabra de Dios.
Debemos prosperar en nuestras relaciones con los
demás.
Debemos prosperar en cada área de nuestra vida.
Esto debe quedar muy claro.
Al igual que la sanidad, la prosperidad también es la voluntad de Dios para el
ser humano.
A veces se ha reducido la salvación a solamente ir al cielo, lo cual es
maravilloso, y gracias a Dios por ese regalo. Pero la salvación es un paquete
completo. En el original griego se usan las palabras soteria o sozo para hablar
de salvación, y quieren decir «ser libres del pecado y de todas las
consecuencias del mismo». Si vamos al inicio, vemos que en el jardín del
Edén todo era perfecto, era bueno en gran manera (ver Génesis 1:31). No
había enfermedades, ni problemas financieros, ni maldición, etc… hasta que
el hombre cometió alta traición a Dios. Entró el pecado, y con el pecado todo
lo malo que conocemos hoy.
Pero en Cristo hemos sido salvados, es decir, hemos sido hechos libres del
pecado y de todas sus consecuencias.
Antes del pecado no había pobreza, ni enfermedad, ni nada malo en el jardín
del Edén. Y ahora estamos en Cris
Filipenses 4:19
«Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús».
Prosperidad financiera tiene que ver con tener todo suplido en nuestra vida,
sin deudas, y tener de sobra.
No creamos lo que la religión nos ha querido enseñar, la pobreza no es señal
de humildad, perdóname pero yo conozco muchos pobres orgullosos.
Humildad es depender de Dios siempre, incluso en nuestras finanzas.
Para mí una de las claves para entender esto es saber que todo lo bueno viene
de Dios, que no buscamos tener y aparentar, sino que queremos dar y
bendecir a otras personas. Si no tenemos dinero ni para pagar nuestras
cuentas, ¿cómo vamos a poder colaborar con la predicación del Evangelio?
Los folletos, programas de radio y televisión, misioneros, locales de
reuniones, etc…todo cuesta dinero, y Dios nos ha suplido para que podamos
dar generosamente.
Recuerda que si alguien no predica, la gente no podrá oír, y si no oyen no
pueden creer en Jesús (ver Romanos 10:14-17). Por favor, disfruta de tu
prosperidad financiera porque Cristo pagó por ella.
Libertad:
Vuelvo a hablar de libertad pero ahora de una forma un poco más extensa.
Juan 8:36
«Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres».
Puedes levantarte cada mañana y decir con total confianza: «Ya soy libre en
Cristo». Puedes decirlo cada vez que te enciendas un cigarro. Puedes decirlo
cada vez que vayas a beber, o a ver pornografía. Puedes decirlo cada vez que
vayas a mentir.
Y que quede bien claro, todas estas cosas son dañinas y perjudiciales. Pero te
aseguro que si tratas de dejarlas basado en tu propio esfuerzo, no podrás. Pero
si lo haces abrazándote a la gracia de Dios, verás que un día, sin darte cuenta,
ya llevarás tiempo sin fumar, ni mentir, ni bebiendo, ni viendo pornografía,
habrás experimentado la libertad que ya tienes en Cristo.
Lo que haces no determina quién eres. Cristo determina quién eres. Pero
cuando entiendes quién eres, cambiarás lo que haces, cambiará todo tu
comportamiento.
La Biblia nos enseña que debemos crecer en la Gracia (ver 2ª Pedro 3:18),
pero para crecer en la Gracia, debo ser enseñado en la Gracia. Si no sabes
dónde congregarte, ponte en contacto conmigo para poder darte direcciones
de congregaciones.
POR MEDIO DE LA FE
Pues llegamos al capítulo final de este libro. Gracias por seguir ahí ya que
todavía tenemos varias cosas importantes para ver, y es lo que vamos a hacer
aquí.
A lo largo de todo este libro ya hemos visto la magnífica, completa, más que
suficiente, obra que Jesús hizo a favor de toda la humanidad.
Hemos visto que es una obra acabada, a la que no se le puede añadir, ni quitar
nada. Hemos hablado de los beneficios que todos podemos disfrutar por
causa de lo que Jesús ya pagó. Y lo que vamos a ver en este capítulo final es
cómo nosotros podemos experimentar esa obra completa en nuestras vidas.
Porque estoy seguro que alguno de vosotros, mientras iba leyendo el libro,
pensaba: «Todo esto está muy bien. Suena muy bonito. Pero yo no estoy
viendo nada de eso en mi vida. Entonces, ¿cómo puedo ver en mi vida los
beneficios de esta maravillosa obra hecha a mi favor?»
Dios lo hizo porque nos ama, y nos ama de manera incomprensible para
nosotros, nos ama de forma totalmente incondicional. Eso quiere decir, que
Dios hizo lo que hizo por medio de la obra completa de Jesucristo, sin
demandar algo de nosotros, sin pedirnos algo a cambio.
Ahora, que quede bien claro que Dios no nos obliga a nada. Es cierto que Él
es Soberano, pero nos ha dado libre elección, para que nosotros seamos los
que decidimos vivir para Él y servirle. En capítulos anteriores hemos hablado
del alma, y recuerda que en el alma está la voluntad de la persona. En la tierra
hay algo más fuerte que la voluntad de Dios, y es la voluntad del ser humano.
Dios quiere que todos se salven (ver 2ª Pedro 3:9), pero sin embargo hay
personas que deciden rechazar esa salvación. Si todos fueran salvos porque
Dios quiere, ¿para qué predicamos? ¿Porqué Jesús nos dijo que predicáramos
por todo el mundo y que sólo el que creyere sería salvo?
Es cierto que este es un verso del antiguo pacto, pero también es muy cierto
que hay algo que no ha cambiado, y es que Dios nos da el poder de decidir.
Obviamente, si no conocemos lo que Dios nos ha dado, no podemos decidir a
favor de eso. Pero ahora ya sabes lo que Dios ha hecho por ti, y por cada
persona de este planeta. Y por eso ahora está en tu campo la pelota.
Como hemos leído en los versos de Efesios, todo lo que tiene que ver con la
salvación ha sido dado por gracia, no por obras. ¿Por qué? Porque es la
manera a través de la cual Dios siempre se lleva la gloria.
Nadie podrá decirle a Dios, «yo estoy aquí porque me lo merezco». Todos,
absolutamente todos los que hemos sido alcanzados por la gracia de Dios,
reconoceremos que no lo merecíamos, y por eso pasaremos una eternidad
agradeciendo a Dios Su amor incondicional, y Su favor inmerecido hacia
nosotros.
Por eso, todo está disponible para toda persona, sin importar su condición, su
status económico, su lugar de nacimiento, raza, etc; la obra completa de
Cristo fue hecha a favor de toda la humanidad, y al ser algo que no nos
ganamos, ni merecemos, todos tenemos acceso a ella por medio de Cristo
Jesús.
Pero, como te decía al comenzar este capítulo, vamos a ver cómo podemos
experimentar en nuestras vidas esta salvación tan gloriosa. Solo existe una
manera: por medio de la fe.
Volveré a repetir algunas cosas que he dicho antes, y veremos otras más que
son muy importantes.
Fe es lo único que puede recibir de todo lo que la gracia de Dios ya nos ha
dado.
Para mí fue muy fácil entender esto cuando me enseñaron que la fe es la
mano vacía que recibe de la mano llena de la gracia.
Es decir, el mérito no está en la fe, el mérito está en lo que Jesús hizo por
nosotros. Esto es importante porque a veces a la gente le gusta llevarse el
mérito de los logros que consiguen, y en los cristianos también pasa, porque
algunos dicen: «Yo he conseguido esto con mi fe» o «por mi confesión es
que yo estoy sano» pero la realidad es que si Jesús no hubiera hecho todo lo
que hizo por nosotros, nada de eso sería posible.
Por favor, quiero que quede bien claro que la fe tiene un papel
importantísimo en la vida del creyente, pero no le demos a la fe un lugar que
no le corresponde.
La fe no puede ocupar el lugar de Cristo Jesús.
La fe de este nuevo pacto siempre será fe en Jesús. Pero nunca la fe sustituye
a Jesús.
Hebreos 12:2
«Puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él
sufrió la cruz,
Vemos claramente en este verso que sin Jesús no existiría la fe del nuevo
pacto. Por lo tanto, usar fe es correcto, la confesión es correcta, pero no
somos sanos por la confesión, sino que somos sanos porque Jesús nos sanó.
No somos prósperos por la confesión que hagamos, sino que somos prósperos
porque Jesús ya nos hizo prósperos.
La fe en Jesús es lo que agrada a Dios, porque de esa manera reconocemos
que dependemos totalmente de Él.
Hebreos 11:6
«Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le
hay, y que es galardonador de los que le buscan».
Sin ningún tipo de duda, la Biblia es muy clara al enseñarnos que la vida del
cristiano, la vida del justo es una vida de fe. Una vida de fe es una vida de
plena confianza en Dios, y es una vida que constantemente está recibiendo
todo lo que la gracia de Dios ya nos ha dado en Cristo.
Romanos 4:16
«Por tanto, es por fe, para que sea por gracia, a fin de que la promesa sea firme para toda su
descendencia; no solamente para la que es de la ley, sino también para la que es de la fe de Abraham,
el cual es padre de todos nosotros».
Vemos como el apóstol Pablo nos deja bien claro que la fe es una parte clave
para recibir de la gracia. La forma de vivir la vida de gracia es por medio de
la fe. Para vivir de vivir la vida de gracia es por medio de la fe. Para vivir 12).
Pero para vivir la vida bajo la gracia de Dios, la fe es necesaria, porque es una
vida de confianza en Dios.
Por lo tanto, la vida del justo, sabiendo que ya somos justos gracias a Dios, es
una vida de fe. Eso es lo que la Biblia nos enseña.
Romanos 1:17
«Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo
por la fe vivirá».
Hebreos 10:37-38
«Porque aún un poquito, y el que ha de venir vendrá, y no tardará. Mas el justo vivirá por fe; Y si
retrocediere, no agradará a mi alma».
2ª Corintios 5:7
«(Porque por fe andamos, no por vista)».
Creo que ha quedado claro que todo el mérito es de Cristo Jesús por causa de
lo que hizo a favor de todos nosotros. Y que no hay mérito en nosotros.
Pero no por eso deja de ser importante la vida de fe, todo lo contrario, si
quiero disfrutar de los beneficios de la obra completa de Cristo, debo vivir la
vida de fe.
La fe es un regalo que Dios nos ha dado, lo vimos en Efesios 2:8, para que
podamos vivir nuestra vida cristiana aquí en la tierra. Dios sabía que es
imposible vivir como justos sino es por medio de la fe, y por eso, al estar en
Cristo, Dios nos da fe. Nos da una fe perfecta, nos da una fe completa, una fe
totalmente eficaz.
Fíjate que el apóstol Pedro dice que aquellos, a los que escribe, tienen una fe
igual de preciosa que la suya. Y esa es la fe que tenemos nosotros, porque
como ya hemos visto anteriormente, Dios no hace acepción de personas.
No nos dejemos engañar, los llamados apóstoles no tienen más fe que otros.
Los llamados profetas no tienes más fe que otros. Todos tenemos
exactamente la misma fe, fe en Jesucristo.
Esto me lleva a entender que no debo hacer crecer la fe por medio de mis
obras. Creo que esto te puede ayudar.
Fíjate bien en esto, por favor, yo tenía que hacer crecer mi fe. Por eso
meditaba más en la Palabra, trataba de escuchar más la Palabra, porque esa
era la forma de hacer crecer la fe.
Esta es una parte muy importante de la fe, porque la fe correcta cree lo que
Dios ya ha hecho en Cristo, y habla lo que Dios ya ha hecho en Cristo.
Vivir la vida de fe tiene que ver con hablar, pero también con actuar. No es
quedarnos tirados en el sofá esperando que las cosas caigan del cielo. Tiene
que ver con actuar en lo que creo.
CONCLUSIÓN
Ahora sí que llegamos al final. Oro y creo que Dios ha usado este libro para
que sea de gran ayuda para tu vida. Esa era la intención, y esa era la
motivación.
«Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo. Y
ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo
Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo, y ser
hallado en él, no teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la
justicia que es de Dios por la fe; a fin de conocerle, y el poder de su resurrección, y la participación de
sus padecimientos, llegando a ser semejante a él en su muerte».
Si hay algo que quiero que abraces es la realidad de que Cristo siempre es
más que suficiente. Que Jesús más nada es igual a todo. Que la obra de Cristo
es completa y perfecta, sin nada que añadir.
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Ediciones Jordán