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-IN CORPORE-

ESCUELA DE FORMACIÓN CORPORAL

FORMACIÓN
EN
PROCESO CORPORAL INTEGRATIVO

Antonio del Olmo


Un trabajo sistemático orientado a hacer que el hombre
sea transparente al SER debería, en primer lugar, ocuparse
del cuerpo, por medio del cual el hombre se vincula a la tierra.
En una primera etapa, toda práctica tiene como finalidad
hacer que el hombre, prisionero de un espíritu racional
hipertrofiado, "vuelva a echar raíces".

Karlfried Dürckheim

Tu salud se verá afectada si, día tras día, tú dices lo


contrario de lo que sientes, si te humillas ante lo que te
disgusta y te alegras con lo que no te trae más que desgracia.
Nuestro sistema nervioso no es sólo una ficción, es parte de
nuestro cuerpo físico, y nuestra alma existe en el espacio y
está dentro de nosotros, como los dientes en nuestra boca.
No puede ser por siempre violada impunemente.

Boris Pasternak, doctor Zhivago,


1958
Introducción

El Proceso Corporal Integrativo (P.C.I.) es un sistema de trabajo


psicocorporal que desarrolla la autoconciencia a través del movimiento y
la expresión corporal, emocional y vital del individuo.

Vivimos en una cultura que favorece el desarrollo de individuos cada vez


más alejados de sí mismos y su entorno. El extremo énfasis que se da al
intelecto y a la razón en detrimento del cuerpo y las emociones, hace
que el hombre se viva así mismo dividido y mermado en sus
capacidades.

A muchos nos han enseñado a no sentir nuestras emociones, o bien, si


la sentimos a no expresarlas. Se fomenta la razón y el "mantener la
cabeza fría" como métodos para invalidar las cualidades potencialmente
subversivas de las emociones y las pasiones. En consecuencia,
negamos nuestros sentimientos, ocultamos nuestras emociones y
limitamos nuestras expresiones.

La cultura occidental ha hecho del cuerpo algo inferior y diferente a la


mente y los sentimientos.

Vivimos enajenados de nosotros mismos hasta el punto de haber llegado


a perder referencias de una "normalidad saludable", aceptando un
modelo social y personal de "normalidad" desencarnada, desenraizada
y alejada de las propias señales internas, dejando estas en manos de los
“expertos”.

Pero el hecho es que vivimos no sólo a través de nuestro intelecto, sino


también a través de lo que sentimos, lo que expresamos y lo que
hacemos.

Desde esta perspectiva, el PCI, en sus planeamientos generales,


contribuye a:

-Brindar un espacio personal y social, donde poder volver a reconectar al


hombre, con lo más básico y esencial de su SER, con la conciencia del
sí mismo basada en la propia capacidad de experimentarse, no sólo
desde sus ideas o conceptos intelectuales, sino también desde sus
sensaciones, impulsos, emociones, sentimientos e imágenes.

En palabras de S. Keleman1: "el cuerpo es la base de la experiencia, del


pensamiento y del sentimiento, de las metáforas e imágenes que
usamos para vivir nuestra vida. Es la base de nuestro ser consciente".

-Dar una alternativa de equilibrio a la preponderancia del intelecto, que


frente a lo corporal o lo emocional, domina en todos los ámbitos y pilares
de nuestro actual sistema educativo y social.

-Ofrecer la creación de un estado corporal, emocional, mental y


energético favorable para la salud del individuo, confiando para esto en
el desarrollo de la propia capacidad de escucha (auto-percepción), como
lugar desde el cual poder construir estas nuevas referencias vitales.

Respecto a este tema, el analista bioenergético Guy Tonella2 nos ayuda


a comprender los profundos efectos psicoemocionales que la tensión y
la contracción muscular, ejercen sobre la totalidad de la persona a partir
de su percepción:

"Si hablamos en términos de unidad psicosomática, el inconsciente


también debe incluir al cuerpo. De hecho, hace referencia a las zonas
del cuerpo que no se perciben. ¿Qué es percibir?.
Percibir significa ser consciente de una sensación corporal y poder darle
un significado. La percepción depende pues de la sensación corporal: no
se puede percibir el entorno más que a través de sus efectos sobre
nuestro propio cuerpo, a través de los órganos de los sentidos. Tampoco
se puede sentir el propio cuerpo más que a partir de las sensaciones
internas que se tienen. El grado de sensibilidad del individuo y de la
profundidad de lo que experimenta depende pues de las sensaciones (y
de las características emocionales que las acompañan) que deja llegar
hasta su percepción.
Pero, en el camino de la sensación que lleva a la percepción, está la
función tónica, es decir, la musculatura. Y ahora sabemos que la
contracción crónica de la musculatura busca suprimir la sensación
absorbiendo la energía que la hace existir. ¿Por qué, en la terapia, se
despiertan estas sensaciones y emociones a menudo penosas y se
reactivan recuerdos a menudo dolorosos? Pues porque despertándolos,
uno despierta a sí mismo.
"Despertar a uno mismo" significa tomar conciencia del cuerpo, entrar en
contacto con el cuerpo, es decir, sentir todo lo que sucede en cada parte
del propio cuerpo; es estar en contacto con uno mismo y sentirse existir
plenamente.
En la persona que no está despierta a su cuerpo, algunas zonas
corporales están desprovistas de sensación y carecen de conciencia. No
se da cuenta de sí su cara expresa tristeza, cólera o hastío. Algunos
rostros o zonas del rostro tienen una expresión de dolor tan evidente que
resulta sorprendente que la persona no sienta su sufrimiento. Las nalgas
apretadas, que expresan contracción, afectan forzosamente a la función
sexual y a la descarga de sensaciones sexuales inhibiendo el balanceo
de la pelvis y la fuerza del deseo. Espaldas insensibles no pueden
"respaldar" los sentimientos o contenerlos. La persona que no tiene
sensaciones de la espalda no puede movilizar su cólera, como lo hacen
los animales hinchando el lomo y erizando el pelo en esa zona.
Los hombros participan en esta retención de la agresividad y los brazos
cuelgan, sin vida, como elementos funcionales. Una paciente me dijo:
"mi madre no tenía brazos, tenía cuatro patas, como los caballos. Así
que nunca pudo tomarme en sus brazos. Y yo he heredado las cuatro
patas y nunca pude tomar a mis hijos en brazos".

Lo mismo le ocurre a la persona que no siente las piernas. Carece de


sentimiento de seguridad porque no tienen la íntima convicción (la
"sensación") de que le sostienen las piernas. ¿O es que "estar
equilibrado", en el sentido figurado, no es una consecuencia de sentirse
físicamente en equilibrio estable sobre las piernas?
Toda emoción que no puede liberarse es una tensión para el organismo;
es una presión constante que intenta ser liberada. La tristeza y las
heridas afectivas se descargan mediante las lágrimas. Si los llantos
chocan con una prohibición paterna interiorizada, los músculos que
aseguran habitualmente la expresión del llanto se contraerán para
asegurar la función inversa: son los músculos de la boca, garganta,
pecho y abdomen. El sentimiento que no puede expresarse es la cólera,
entonces los que se endurecerán los músculos de la espalda, los
hombros y las mandíbulas. El vínculo entre la emoción y la tensión
muscular es tan evidente que puede decirse qué impulsos o
sentimientos están siendo reprimidos al estudiar las tensiones
musculares de un paciente. Se trata de la lectura del cuerpo [...]
Ayudar a que alguien restablezca la percepción de sí mismo consiste en
volver a poner el cuerpo en movimiento, ya que somos conscientes de lo
que se mueve. Hablamos de lo contrario al referirnos a la rigidez
cadavérica. Lo que está en movimiento provoca sensaciones y es
susceptible de ser percibido siempre que la intensidad de la sensación
sea suficiente: para sentir el brazo entumecido, a menudo basta con
moverlo. Así, toda parte del cuerpo que está inmovilizada a causa de
una tensión crónica necesita ser puesta movimiento. No obstante, es
necesario que el paciente participé en este proceso por deseo propio. Y
para ello, en primer lugar debe tomar conciencia de sus tensiones
musculares y de la ausencia de sensaciones en esas zonas. Se trata de
zonas muertas, desprovistas de energía, y el primer trabajo consistente
cargarlas energéticamente. La relajación muscular y la recarga
energética están indisolublemente ligadas, y la recarga energética es
una función de la respiración, es decir, del aporte de oxígeno."

Esta correspondencia entre el movimiento y su capacidad de "despertar"


las sensaciones, constituye uno de los pilares de este enfoque
psicocorporal.

Al ser un enfoque fundamentalmente experiencial, es determinante a la


hora del trabajo, no solamente conocer lo más claramente posible los
fundamentos teóricos del proceso, sino, también, el grado de integración
de esas ideas en la propia experiencia y en el propio cuerpo del que lo
imparte (terapeuta, coordinador, profesor, etc). Esto va a hacer, que
aunque se trabaje sobre las mismas ideas y principios, el resultado
pueda ser claramente diferente en su manera y forma de darlo,
explicarlo o interpretarlo.
El Movimiento Expresivo en el PCI

A partir del "mapa" de los siete centros energéticos o chakras que nos
brinda el Yoga, el Movimiento Expresivo ha realizado un desarrollo
sistemático de los aspectos, físicos, emocionales, expresivos y
psicológicos implicados en cada chakra, que junto con el uso de la
música, abre todo un despliegue de posibilidades expresivas y vitales
para el alumno o paciente que lo recibe.

Esta sistematización de los diferentes aspectos del potencial humano


puestos en movimiento tiene gran cantidad de beneficios para el que lo
practica, al mismo tiempo que repercute beneficiosamente, sobre los
segmentos y corazas musculares mencionadas anteriormente.

La música se utiliza como inductora y conductora de la experiencia


expresiva y ayuda a potenciar y regular los diferentes registros
expresivos propios de cada centro.

Así podríamos decir que cada chakra o centro energético tiene su propio
lenguaje, su ritmo, su modo característico de "moverse", así como sus
expresiones particulares diferentes a las de los otros centros.

Cada uno de estos centros (al igual que ocurre con los segmentos
bioenergéticos) son segmentos transversales del cuerpo, que incluyen:

-Un grupo de órganos dirigidos por un plexo neuro-vegetativo


-Una glándula endocrina
-Un conjunto de músculos y la piel que los recubre, con la porción del
sistema nervioso que los inerva.
-Una correspondencia emocional, física y racional, así como un estado
de conciencia especifico.

Clasificación de los centros energéticos

Muladhara:

Situado en el perineo. Su radio de acción implica: los glúteos, la parte


posterior de los músculos, las piernas y la planta de los pies. Al nivel de
columna vertebral están implicados el sacro y el coxis. Es el generador
de la energía vital de la que disponen los demás centros.

En el esquema bioenergético, este centro se relaciona con el


"enraizamiento", con las "raíces"; el sentido de realidad y de estar en el
mundo; con el sentido de supervivencia y de territorialidad.

Las expresiones características que se suelen evocar a partir de este


centro son de ritmos primitivos y tribales, de fuerzas de lucha y auto-
afirmación, de egoísmo y de confianza en uno mismo. Para mover este
centro se usan los pies con movimientos rítmicos, golpeando el suelo
con toda la planta y en especial con los talones, ayudándonos de
músicas de ritmo marcado con base de percusión.

Los movimientos rítmicos de la columna, arriba y abajo, hacia el suelo,


hacen que se vaya incrementando la generación de la energía de las
piernas y los pies hacia suelo.

El tronco se mantiene erecto y fuerte, y las rodillas flexionadas como en


una actitud de sentarse, creando una expresión de fuerza y fortaleza.

Desde esta postura, los brazos y las manos adquieren también robustez
y firmeza. Son el punto de partida hacia la actitud de lucha y la auto-
afirmación.
La debilidad de este centro se manifiesta en timidez, falta de seguridad y
de fuerza.

El buen desarrollo de este movimiento contrarresta eficazmente el


cansancio, la desvitalización, la sensación de miedo o la inseguridad.

Cuando una persona sufre tensión y rigidez en esta parte del cuerpo,
puede reflejar un exceso de preocupación con las necesidades
materiales y las de supervivencia. En consecuencia, es posible que
tenga dificultades para dar y recibir libremente. Por el contrario, cuando
en esta región hay vitalidad y flexibilidad, lo que se expresa es una
manera abierta, generosa y libre de estar en el mundo. Las dificultades
relacionadas con este centro se corresponden con el segmento pélvico
de la Bioenergética.

Svadshistana:

Está situado en la pelvis a la altura del pubis y su radio de acción implica


a las vértebras lumbares, la cara anterior de los muslos, piernas y pies, y
en especial el arco interno del pie. Está relacionado con la sensualidad y
la sexualidad. Se le considera el "centro del movimiento".
Al trabajar sobre este centro se despierta una energía de empuje, de
pulsión, de fuerza ("magnetismo") que puede llegar a influir sobre los
demás. Puede producir unión y también sometimiento. Todo el cuerpo se
mueve a partir de las caderas y la pelvis en forma sensual. El ritmo es
ondulante y suave, como los movimientos de la sexualidad, las danzas
brasileñas, centroamericanas o hawaianas.
Las repeticiones cadenciosas del movimiento son desde donde emerge
la conciencia del propio cuerpo y de la circulación de la energía. Se
afloja la rigidez del tronco y del cuello, y todo el cuerpo participa del
placer de este movimiento.
Cuando alguien no logra entregarse a este movimiento se ponen en
evidencia sus rigideces.
Las músicas que estimulan este centro son los ritmos brasileños,
lambada, hawaianos, etc.
Este centro, al igual que el anterior tiene correspondencia con el
segmento pélvico bioenergético.

Manipura:

Está situado a la altura del estómago, y se relaciona con el aparato


digestivo y las primeras vértebras dorsales.

Los movimientos que surgen de este centro expresan contenidos


internos emocionales.

Este centro abarca la zona del cuerpo que va desde la parte superior de
la pelvis, la cavidad abdominal, hasta el diafragma, la parte más blanda
de nuestro cuerpo. Corresponde a los segmentos de bioenergéticos
abdominal y diafragmático.

Muchas de las órdenes o reglas sociales, y en especial las prohibiciones:


¡No hagas esto!, ¡ no hagas lo otro!, ¡ no digas eso!... se convierten en
auténticas barricadas para nuestro flujo expresivo. Muchas de estas
barricadas habitan en nuestro vientre y muchas de las tensiones que
sentimos en esta región se deben a los conflictos entre cómo somos y
cómo se "supone" que debemos ser.

Cuando pedimos alguien que se mueva libremente, generalmente lo


hace desde este centro, ya que es la manera inconsciente de
conectarnos con nuestra emocionalidad.

A través de la descarga emocional de este centro se favorece la


disolución de las corazas y la salud emocional del individuo.
Las músicas que invitan a movilizar este centro son músicas
emocionales, rancheras, románticas, sinfonías, etc.

Anahata:

La zona de influencia de este centro abarca desde el diafragma hasta las


clavículas, las costillas con todo lo que contienen, la parte superior de la
espalda, los brazos y las palmas de las manos, coincidiendo con el
segmento torácico bioenergético.
Es el área donde se procesan las emociones que fluyen hacia arriba
desde el vientre atravesando el diafragma.
Este centro está relacionado con la vida afectiva, el amor y el rechazo, la
voluntad y la afirmación del yo.
Las músicas que invitan a movilizar este centro son músicas melódicas
que despiertan un sentimiento amoroso hacia dentro y hacia fuera de
uno mismo. Algunas óperas, Piazzola, flamenco...

Vishudda:

Su radio de acción va desde las vértebras cervicales, el cuello, la cara


con los órganos de los sentidos y los dedos (tacto y movimientos
independientes).

Este centro está relacionado con la expresión en general, y la del


intelecto en particular, la comunicación, la creatividad, el control y la
represión.

En el esquema bioenergético se corresponde con el segmento oral.

Cuando las emociones fluyen hacia arriba, desde el vientre y el pecho,


penetran en el cuello, donde los sentimientos se traducen en
pensamientos y palabras, haciendo el papel de "mediador" entre los
pensamientos y los sentimientos. La tensión en esta zona del cuerpo nos
habla de cómo está discurriendo esta mediación. Invitan a despertar este
centro músicas del estilo de Vángelis, Wollenvaider, Thaikovosky...

Ajna:

Se le considera el "director de la energía", está ubicado en la frente, en


el entrecejo, y su influencia abarca todo el encéfalo contenido dentro del
cráneo.

Está vinculado a la hipófisis, directora de todas las glándulas endocrinas.


Se relaciona con la formación del pensamiento, el pensamiento
abstracto, el creativo y el yo superior.

Se corresponde con el segmento ocular bioenergético.

Puede ser estimulado por músicas que induzcan estados meditativos,


música zen, cuencos tibetanos, silencio...

Sahasrara:

Ubicado en la parte más alta de la cabeza está relacionado con la


glándula pineal. Se supone que igual que el centro bajo nos conecta con
la realidad terrena, este centro es la antena de conexión con los estados
superiores de conciencia y la realidad espiritual.

Este centro se puede estimular con músicas meditativas, sacras y el


silencio.
Entre los efectos positivos que produce esta manera de trabajar con los
centros energéticos y con la expresión, podemos indicar los siguientes:

- Descargar la energía retenida por las tensiones, al tiempo que


energetizar y vitalizar aspectos físicos y psicológicos la persona.
- Ampliar la capacidad respiratoria.
- Favorecer un estado de relajación "atenta".
- Contribuir a acelerar notablemente los procesos psicoterapéuticos.
- Aumentar la conciencia de "ser y estar" en el cuerpo y en la realidad.
- Favorecer el ejercicio y desarrollo de la auto-percepción en los
planos físico, emocional y mental.
- Desarrollar la capacidad lúdica y creativa.
- Contribuir a un cuestionamiento de los esquemas actuales con
respecto a la salud y el cuerpo.
- Favorecer la posibilidad de liberar tensiones, de revisar viejos
modelos y patrones de nosotros mismos y encontrar una manera de
estar más acorde con nuestro presente.
- Contribuir a generar espacios de permiso, cuidado y atención a uno
mismo.
- Ayudar relajar el cuerpo y la mente de una forma lúdica y natural.
- Contribuir al desarrollo del potencial humano y creativo de las
personas.
- Flexibilizar el carácter y las corazas musculares, disolviendo
tensiones y rigideces.
- Ayudar a establecer estados de "centramiento".
- Facilitar la apertura a niveles superiores de conciencia.

Volviendo un momento a la Bioenergética, hay que decir que Lowen le


daba mucha importancia a que el trabajo bioenergético debía centrarse
en toda la persona y no exclusivamente en las características del tipo
bioenergético al que perteneciese el paciente.

Para Lowen y Reich el carácter no es el retrato de toda la personalidad,


sino que nos indica las defensas que el individuo desarrolla contra la
expresión libre de los impulsos y sentimientos.

Es decir, nos ofrece un "mapa" del carácter levantado a partir de los


miedos y defensas más profundos del proceso personal, cristalizados en
el cuerpo.

El Yoga, sin embargo, parte desde un punto de vista muy diferente. Su


"mapa" no pone tanto el acento en los miedos y defensas que hemos
levantado, sino más bien en lo opuesto. Es un "mapa" del potencial
humano que uno tiene y es, y su propuesta es actualizarlo a través de
una serie de prácticas precisas.

Podríamos decir que la Bioenergética, tiene un enfoque "clínico" y como


tal trabaja sobre el síntoma y la parte "enferma", aunque dentro de una
perspectiva integradora. Mientras que el Yoga parte de un enfoque
holístico, y lo que propone es llevar la atención al potencial más que a
las dificultades, tomando éstas como parte del potencial no desarrollado.

En este sentido, el PCI adopta también una visión más holística, ya que
busca llevar la atención a fortalecer los aspectos más sanos de la
persona, dejando que en este proceso las dificultades que surgen vayan
encontrando un contexto y un entorno de confianza y curiosidad para
investigar dentro de su propio potencial.
Las Polaridades: "entre mi potencial y mi realidad"

Tanto la Bioenergética como el Yoga coinciden en la existencia de una


fuente original o esencial de la que luego nos separamos, nos
escindimos, y aparecen nuestros "problemas".

Es el paso de la unidad a la dualidad, o polaridad, de la que hablan


diferentes cuentos, mitos y religiones de todo el mundo.

En el camino del Yoga este proceso tiene lugar a partir de considerar


como dual la forma que tiene de manifestarse esta fuente o potencial
original. Así, este potencial se va a manifestar como energías positivas o
negativas, masculinas o femeninas, etc...
En concreto esto se puede ver representado en el cuerpo a través de la
polaridad existente entre el chakra sahasrara (polo positivo) y el chakra
muladhara (polo negativo).
En cambio, en la Bioenergética esta polaridad se establece a partir de la
forma en que se divide la fuente original de energía biológica en psique y
soma.

Vemos entonces la existencia de una polaridad esencial que se


manifiesta desde el nivel energético (Yoga), pasando por el cuerpo
(psique-soma), y que también tiene su correlato en la constitución del sí
mismo, del yo.
Es en forma de polaridades, conjuntos de cualidades o imágenes en
oposición, como se organiza el sí mismo.
La organización de la personalidad se va a construir a partir de aspectos,
cualidades o imágenes en oposición con los que me identifico y
reconozco como "yo", y otros que no puedo ver o niego, como "no-yo".

Así, puedo decir: " yo soy listo", "yo soy alto", "yo soy abierto"... lo cual
lleva siempre implícita la cualidad o descripción opuesta.

En la medida en que soy más capaz de integrar aspectos polares, me


acerco a actualizar en mayor grado el potencial que soy, ampliando mi
capacidad vital en todos los niveles.
En la medida que me pueda vivir como "abierto" y como "cerrado" estaré
ampliando todo mi registro emocional, físico y expresivo; estaré
actualizando el potencial, más que la identificación que creo ser (soy
abierto).
El sí mismo se constituye a partir de las cualidades o características
polares con que nos identificamos y estamos más conscientes; desde
las cuales nos sentimos nosotros mismos, mientras que las cualidades
que hemos alienado vienen a ser representadas como el sí mismo
negado, lo que Jung ha llamado "la sombra" del sí mismo.
Igual que éstas polaridades nos ayudan a ver un fiel espejo de nuestro
"sí mismo" aceptado y negado, tales polaridades tienen su
correspondencia y su correlato a nivel físico y conductual.

Así podemos observar cómo cada polaridad del sí mismo está arraigada
en nuestro sentimiento y conducta corporal igual que lo están nuestras
palabras y nuestras imágenes.

Es en el hecho de vivenciar y transitar estas polaridades donde el


individuo tiene la posibilidad de abrirse a nuevos aspectos del sí mismo,
con el correspondiente desarrollo de energía vital y emocional.
De esta manera es como en el PCI podemos trabajar a partir del cuerpo,
tomando el cuerpo actual del individuo, como representante del conjunto
de polaridades integradas o no integradas en el sí mismo, y dando lugar
a una "postura" que podríamos considerar como la inmovilización donde
ha quedado suspendido el diálogo entre las diferentes partes del sí
mismo.

Esta "postura" que ha tomado el cuerpo, se corresponde con la "postura"


ante los aspectos del "sí mismo" identificados y negados reflejados en
las actitudes de la vida.

El trabajo consiste en irlos desvelando e "in-corporando".

Podríamos decir que "yo soy mi postura" en el sentido de que ésta es la


cristalización de toda mi historia, de mi biografía.

La postura como una expresión del sí mismo; sí mismo, o yo, en tanto


que cuerpo, mente y emoción.

Mi postura como una emoción esencial corporeizada, dotada de una


serie de identificaciones que le dan un sentido y una identidad.

Es entonces, cuando en una sesión de PCI, individual o grupal, podemos


ver cómo los movimientos y expresiones del individuo que se mueve,
hablan del "registro" abierto que fluye en él y cómo a partir de estos
"registros" podemos ir ayudándole a "concienciarlos" y ampliarlos.

Los ejercicios para este tipo de trabajo consisten en crear las


condiciones necesarias y, en especial, las actitudes para aumentar la
conciencia del individuo a llevar la atención sobre la experiencia en
curso, o hacia algún aspecto de la misma que le es difuso o
desconocido; no con el sentido de cambiar o de ser diferente, sino más
bien con la intención de ofrecer alternativas dentro de los mecanismos
habituales del alumno o paciente.

Vamos trabajando a partir de crear situaciones, ejercicios, juegos y


propuestas que le vayan ayudando a ir aumentando la conciencia de sí
mismo y de sus identificaciones.

Las primeras fases del trabajo están fundamentalmente destinadas a


que el individuo se apropie de sí mismo, que tome conciencia de sí, de
sus pies, de su voz, de su mirada, de sus tensiones, de su respiración,
de su capacidad de vincularse a los demás, de su capacidad de "entrar"
en lo que está sucediendo, y cómo expresarlo a través de las diferentes
propuestas pensadas para tal fin.

Este apropiarse de sí mismo es un proceso de "ajuste" necesario entre


la parte intelectual y el resto de los planos (emocional y físico) por
medio de la expresión y el movimiento, y otros recursos (respiración,
relajación, darse cuenta, etc).

En este proceso de apropiación van a ir surgiendo "inevitablemente"


aquellas polaridades o aspectos de polaridades negadas que también se
irán poco a poco haciendo más familiares y accesibles.

Algo que facilita este proceso de in-corporación de lo negado es el


trabajar en grupo, así como el trabajo desde la imitación, en el sentido
de que "el otro" es "no-yo".
El inconsciente, la parte negada, desterrada o escindida, se evoca, se
explora y a veces se habita y se expresa desde "in-corporar"
expresiones que "no son mías", que "no soy yo". Acercarme a expresar
lo negado es muchas veces una forma de ocupar un lugar más real y
completo en uno mismo.

En el PCI se utiliza la imitación como excusa para que el alumno o


paciente se encuentre con aspectos reconocidos e identificados o
también negados de su sí mismo.

La auto-observación de la propia conducta corporal se nutre de la


observación de la conducta del cuerpo de otras personas, de tal forma
que la imitación permite inducir en el que imita, una atención específica a
contenidos que de otra forma el alumno o paciente pasaría por alto. En
el caso de formar parte habitual de su registro expresivo, sería una
ocasión para in-corporar y darle conciencia. En el caso opuesto, se
trataría de tener acceso a contenidos negados, olvidados, dormidos o
desconocidos para el alumno o paciente, y que al imitarlos, estaríamos
dándole un referente o punto de partida, desde el cual profundizar y
crecer en la exploración de esa nueva expresión.

De esta manera, se da una apropiación y una conciencia corporal


emocional y expresiva a través de lo que expresan los demás. Así,
dándome cuenta de lo que yo no hago, no siento, no imagino, no tengo o
no expreso, voy ampliando y completando mi potencial.

Y dándome cuenta de lo que sí hago, siento, imagino, tengo y expreso...


Voy afianzando mi vivencia, abriéndome a ésta expresión desde lugares
más profundos.

Esta es una manera de flexibilizar no sólo el carácter, sino también la


"postura" vital, el cuerpo y sus tensiones, así como las corazas
musculares.

A partir del movimiento libre o imitativo y del resto de propuestas, el


alumno o paciente se va "dando cuenta" de cómo es, no sólo de cómo
se cree que es, o cómo se piensa que es, permitiendo que vaya
aflorando una mayor conciencia de sí mismo desde un lugar más central,
más completo, más íntegro y arraigado en su propia vivencia.
Es a través de este proceso "vivo" de transformación, como el PCI ha
conseguido integrar en su hacer todos estos aspectos que confluyen en
una mirada "integral" del cuerpo-mente.

IV. Bibliografía

1.- Stanley Keleman. Anatomía Emocional, 1997; Pág.13.


2.- Guy Tonella. Análisis Bioenergético, 2000; Pág. 68-72, 25-30 y 33-44.
3.- Alexander Lowen. El lenguaje del cuerpo, 1988.
4.- Antonio Blay ( La Personalidad Creadora, Creatividad y plenitud de
vida, etc)

Antonio del Olmo

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